KREIMER El Cientifico Tambien Es Un Ser Humano - Siglo XXI-libre-libre

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Kreimer, Pablo El científico también es un ser humano. - 1a ed. - Buenos Aires : Siglo XXI Editores Argentina, 2009. 128 p. ; 19x14 cm. - (Ciencia que ladra... / Diego Golombek) ISBN 978-987-629-084-5 1. Proceso Científico. 2. Científicos. 3. Sociedad. I. Título CDD 001.42 © 2009, Siglo Veintiuno Editores S. A. Diseño de portada: Mariana Nemitz Diseño de colección: tholön kunst isbn 978-987-629-084-5 Impreso en Grafinor // Lamadrid 1576, Villa Ballester, en el mes de mayo de 2009 Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina // Made in Argentina

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KREIMER El Cientifico Tambien Es Un Ser Humano - Siglo XXI-libre-libre

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  • Kreimer, PabloEl cientfico tambin es un ser humano. - 1a ed. - Buenos Aires :Siglo XXI Editores Argentina, 2009.128 p. ; 19x14 cm. - (Ciencia que ladra... / Diego Golombek)

    ISBN 978-987-629-084-5

    1. Proceso Cientfico. 2. Cientficos. 3. Sociedad. I. Ttulo

    CDD 001.42

    2009, Siglo Veintiuno Editores S. A.

    Diseo de portada: Mariana Nemitz

    Diseo de coleccin: tholn kunst

    isbn 978-987-629-084-5

    Impreso en Grafinor // Lamadrid 1576, Villa Ballester,en el mes de mayo de 2009

    Hecho el depsito que marca la ley 11.723Impreso en Argentina // Made in Argentina

  • ndice

    Este libro (y esta coleccin)

    Acerca del autor

    El intruso o la mosca en la pared.

    Para qu sirve la ciencia?

    Algunas preguntas, 17. Un poco de historia: la

    ciencia como objeto y el objeto de la ciencia, 18.

    Ciencia, tecnologa y sociedad, 23. El contexto

    cambia, 26. La ciencia es un producto social, 28.

    Ciencia y sociedad?, 31. El famoso modelo lineal

    de innovacin, 34. Usar la ciencia para resolver

    problemas sociales? S, claro, pero la cosa no es

    tan fcil, 36

    Ratones que hablan? Los laboratorios y los

    cientficos como objeto

    Si la historia la escriben los que ganan, 42. La

    tribu de los cientficos, 46. De dnde salen los

    enunciados cientficos?, 50. Un cacho de cultura,

    58. Problemas de mtodo, 61

    Comunidades, campos, arenas y playas

    La Comunidad, 69. El campo cientfico (el fin de la

    armona), 78. Las arenas transepistmicas de

    investigacin, 87

    9

    11

    13

    41

    69

  • 8 El cientfico tambin es un ser humano

    Publicar y castigar

    El papel de los papeles y breve paso de comedia, 93.

    Publicar y publicar, 97. Pero qu es un paper?, 99.

    La fabricacin del paper, 104. ltima revisin del

    modelo lineal, 108

    Ciencia y periferia

    Un breve cuentito, 113. Barreras a romper, 118.

    Ciencia y periferia, 121. Las tradiciones cientficas en

    la periferia, 124. CANA, 126. Integracin subordinada.

    Una nueva divisin internacional del trabajo

    cientfico?, 131

    Eplogo

    93

    113

    139

  • Este libro (y esta coleccin)

    Haced como si no lo supiera y explicdmelo.

    Molire, El burgus gentilhombre

    Luego de tanto tiempo de investigar animales, bacte-rias, plantas o rocas, puede resultar muy extrao sentirse unomismo objeto de investigacin. Pero de eso se trata este libro: deestudiar a esos bichos raros, que suelen aparecer despeinados,de guardapolvo, con moscas en la cabeza y un anotador en elbolsillo por si se les ocurre alguna idea genial mientras viajan enel colectivo. Se trata, en definitiva, de entender un poco a loscientficos y a la ciencia, esa mirada tan especial que tienen paraconocer el mundo.

    Veamos en detalle qu es esto de la sociologa del laborato-rio y quines son sus protagonistas. Estn entre nosotros, nos es-pan mientras parecen tan quietecitos en un rincn de la me-sada Pasan mucho tiempo en laboratorios sus favoritos sonlos de bioqumica y biologa molecular y hacen observacionescomo la siguiente: Los cientficos pasan una enorme parte de sutiempo mirando los nmeros que salen de sus aparatos.

    Y quines son estos espas y el mismsimo Pablo Kreimer esuno de ellos, as que tengan cuidado que se meten en nues-tros laboratorios disfrazados de balanzas o de percheros sonhabilsimos para usarnos como objeto de estudio? Hasta seatreven a dudar de los hechos: Los hechos son como las vacas;si se los mira fijamente a los ojos, en general salen corriendo.Horror! Qu hacemos entonces con las montaas de hechos

  • 10 El cientfico tambin es un ser humano

    que hemos estado acumulando a lo largo de tanto tiempo? Yqu les decimos a nuestros estudiantes de doctorado: vyanse arumiar a otra parte?

    Lo cierto es que tanto para los que quieran saber qu es esacosa llamada ciencia como para quienes estamos del otro ladodel mostrador o del microscopio, en este caso este libro re-sulta verdaderamente sorprendente y necesario. No es una nove-dad el hecho de que los resultados cientficos deben ser vistos enel contexto de la sociedad cientfica o civil en que fueron in-terpretados e incluso obtenidos, pero Kreimer va ms all, y nodeja aspecto del proceso cientfico con cabeza, ni siquiera a lahistoria de la ciencia, los roles del cientfico en la sociedad, lospapers y la aventura de hacer investigacin ac en la periferia delmundo y del conocimiento.

    Por lo menos, salimos bastante bien parados: el libro llega a laconclusin de que el cientfico tambin es un ser humano. Loque no es poco.

    Esta coleccin de divulgacin cientfica est escrita por cientfi-cos que creen que ya es hora de asomar la cabeza fuera del labo-ratorio y contar las maravillas, grandezas y miserias de la profe-sin. Porque de eso se trata: de contar, de compartir un saberque, si sigue encerrado, puede volverse intil.

    Ciencia que ladra... no muerde, slo da seales de que ca-balga.

    diego golombek

  • Acerca del autor

    Pablo Kreimer [email protected]

    Naci en Buenos Aires y estudi sociologa en la Universidad

    de Buenos Aires. Luego, se meti con la ciencia, un tema

    excntrico para los socilogos: hizo el doctorado en

    Ciencia, Tecnologa y Sociedad en el Centre Science,

    Technologie et Socit de Pars, ya que en esa poca

    remota (fin de los aos ochenta del siglo pasado) no exista

    ninguna formacin en este campo en la Argentina.

    Pas varios aos en laboratorios de Francia, Inglaterra y la

    Argentina, con el pretexto de observar lo que hacan all

    adentro las tribus de cientficos que producan

    conocimientos. Algunos dicen, sin embargo, que intent

    compensar as una vocacin frustrada por la investigacin.

    Escribi varios libros: De probetas, computadoras y ratones:

    la construccin de una mirada sociolgica sobre la ciencia y

    LUniversel et le contexte dans la recherche scientifique,

    ambos de 1999; Produccin y uso social de conocimientos

    (2004); Culturas cientficas e investigacin agrcola en

    Amrica Latina (2005); Ciencia y periferia. Nacimiento,

    muerte y resurreccin de la biologa molecular en la

    Argentina. Aspectos sociales, polticos y cognitivos (2008,

    por el que obtuvo una de las menciones del Primer

    Concurso Nacional de Ciencias). Public tambin cerca de

  • 12 El cientfico tambin es un ser humano

    un centenar de artculos en espaol, ingls, francs,

    portugus y rabe (papers, bah!!!).

    Sus preocupaciones se orientan a comprender el papel

    social de las ciencias, en particular en los pases perifricos;

    a reconstruir la historia de las investigaciones; a analizar los

    procesos de globalizacin de la investigacin cientfica, y a

    plantear las relaciones entre problemas sociales y

    problemas cientficos.

    Adems, es investigador del Conicet, profesor titular de la

    Universidad Nacional de Quilmes, donde dirige actualmente

    el Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnologa, y de

    la Maestra en Ciencia, Tecnologa y Sociedad. Tambin, es

    el editor de REDES. Revista de Estudios Sociales de la

    Ciencia.

  • Captulo 1El intruso o la mosca en la pared.Para qu sirve la ciencia?

    ste es el libro de un intruso. Un espa? Algo as; perono exageremos.

    En realidad, se trata slo de penetrar en el santuario de laciencia, de la investigacin, de la creacin, del conocimiento.Por qu? A primera vista parece haber muchos otros lugaresms divertidos para espiar: quin no so con hacerse invisi-ble y presenciar, por ejemplo, lo que se dijeron San Martn yBolvar en Yatasto, o Stalin, Roosevelt y Churchill en Yalta o, in-cluso, ms cerca en el tiempo, Clinton y Mnica Lewinsky en elSaln Oval!

    Sin embargo, y lejos de ofrecer tales entretenimientos, la cosatiene su inters porque la ciencia es, ante todo (y de all sufuerza), una promesa y una garanta. Promesa de soluciones ygaranta, como omos a menudo en nuestra vida cotidiana, deracionalidad, seriedad, previsibilidad. Si la calidad de un pro-ducto est cientficamente comprobada, y si es posible que unapersona con guardapolvo blanco seria y sonriente as lo afirme,podemos consumirlo tranquilos (incluso cuando se trate dechamp con ADN vegetal). En este libro vamos a hablar deesas cosas, no slo desde el punto de vista del cientfico, sinotambin del nuestro, es decir, de los profanos, de los otros.

    Claro que los conocimientos cientficos, tanto los que se publi-can en revistas especializadas como aquellos que estn incorpora-dos en la sociedad (y aclaremos, desde ya, que son dos cosas biendiferentes), alguna vez fueron pensados, cuestionados, experi-mentados, probados, discutidos, evaluados, refutados, publicados,

  • fabricados,1 en fin, certificados. Hasta que al final alguien lespone el rtulo de crebles y, lo que es todava ms, de verdade-ros. As, los conocimientos cientficos conforman verdaderos pa-quetes que, una vez cerrados, no son puestos en cuestin, sino quepasan a formar parte del sentido comn, tanto adentro comoms importante an afuera de los espacios cientficos, es decir,en la sociedad: nosotros mismos en nuestra vida cotidiana.

    Hace algunos aos, en un libro destinado a un pblico univer-sitario, me preguntaba para qu se metera un intruso en esos lu-gares esotricos, incomprensibles para los profanos, llenos deprobetas, computadoras y ratones, donde se producen verdadesobjetivas. Intentaba explicar entonces, como socilogo, que elconocimiento era tambin una prctica social como otras. Es de-cir que quienes lo generan son personas de carne y hueso, indi-viduos que estn metidos en una sociedad especfica, que hablanun lenguaje determinado cada uno su lengua materna, aunqueluego se comuniquen principalmente en ingls y que no son,por lo tanto, como sujetos sociales, diferentes de cualquier otrocomo un contador, un albail, una costurera, un empleado debanco. En rigor, todos ellos tambin producen conocimientostodos los das, tanto en la vida laboral como en la privada.

    Pero algo podra ser diferente: el conocimiento cientfico pa-rece tener un papel social distinto que el de otras formas de co-nocimiento. Momentito esto ya no resulta tan simple, sino bas-tante controvertido: es el conocimiento cientfico radicalmentediferente de otras formas de conocimiento presentes en la socie-dad, como las que desarrolla, por ejemplo, una tribu en la interac-cin con su medio natural?2 Hasta el ltimo cuarto del siglo XX,

    14 El cientfico tambin es un ser humano

    1 No se asusten por el uso de la palabra fabricado. Como veremosms adelante, para la sociologa de la ciencia, el conocimiento sepuede fabricar.

    2 En la medida en que hay una controversia, los socilogos nos res-tregamos las manos: si todos estn de acuerdo, el trabajo sociol-gico es muy aburrido!

  • El intruso o la mosca en la pared 15

    las opiniones estaban ms o menos de acuerdo en otorgarle unlugar de privilegio al conocimiento cientfico. Entonces, algunossocilogos bastante atrevidos (aunque ciertos filsofos e historia-dores ya haban rozado la cuestin con mucho ms tacto) propu-sieron que el conocimiento cientfico no era ms que una creen-cia. Es decir (y sta fue la gota que colm el vaso), una creenciaentre otras.

    Naturalmente, afirmar que el conocimiento cientfico es unacreencia ya resulta bastante provocador para quienes sostienenque la ciencia es el resultado de procesos racionales de observa-cin y experimentacin, gracias a los cuales se pueden poner demanifiesto las leyes ocultas que gobiernan el mundo fsico y na-tural. Si nos ponemos de ese lado del mostrador, a nadie se lepuede ocurrir que una afirmacin como la aceleracin de lagravedad es igual a 9,8 m/s sea la expresin de algo que yocreo. Esto no es ms que una formulacin que representa, demanera fiel, un proceso fsico del que no se puede dudar. Aqu pa-rece residir una de las claves: de las creencias se duda; a laciencia se la comprueba, se la acepta o se la rechaza.

    La expresin es doblemente provocadora, porque en cuanto sehabla de creencias, los cientficos y quienes postulan la objetivi-dad de la ciencia presienten que se est hablando de creencias re-ligiosas. Y, naturalmente, no hay dos cosas que parezcan ms ale-jadas entre s que la ciencia y la religin. De all a la magia,parecen estar diciendo, hay un solo paso (por supuesto, un malpaso). Convengamos que la ciencia es muy diferente de la magia:mientras sta se sustenta en el secreto, en lo inexplicable, el esp-ritu de la ciencia es todo lo contrario; su fuerza est en su capaci-dad de explicacin y, por lo tanto, en que permite predecir elmundo natural. Y si se puede predecir, bajo ciertas condiciones,tambin se puede transformar. Es decir que la ciencia es una he-rramienta muy poderosa: le ofreci a los seres humanos una capa-cidad para transformar la naturaleza enormemente superior a laque haban posedo a lo largo de toda su historia sobre la Tierra.Eso no es poco, as que cuidadito con ponerla en cuestin!

  • El desafo es maysculo: hoy en da, tanto intelectuales comopolticos, en especial en los pases ms desarrollados (la UninEuropea y los Estados Unidos en particular), estn hablando deuna sociedad del conocimiento (ya sea de aquello que se vieneo de lo que ya vivimos hoy). A partir de aqu, aquel que se atrevaa penetrar en los santuarios del conocimiento hasta sus races searriesga a ser acusado de estar socavando las bases mismas de lasociedad, nada menos.3

    La nocin de sociedad del conocimiento (knowledge society)surgi hacia finales de la dcada de 1990 y es empleada en par-ticular en medios acadmicos como alternativa a la sociedadde la informacin. Segn el socilogo Manuel Castells (La erade la informacin, 2001), en esta sociedad las condiciones degeneracin de conocimiento y procesamiento de informacinhan sido sustancialmente alteradas por una revolucin tecno-lgica.

    Hay versiones pesimistas y optimistas. Segn la Unesco, sesuele hablar de sociedad mundial de la informacin y de unared extendida por todo el mundo pero en realidad slo un10% de las conexiones con Internet del planeta provienen del82% de la poblacin mundial (Hacia las sociedades del conoci-miento, 2005). Respecto del papel de la ciencia y la tecnologa enel desarrollo social, hay una largusima discusin acerca de qusucedi primero: si el desarrollo de la ciencia y la tecnologa fuela causa de la riqueza, si los pases invirtieron en ciencia y tecno-

    16 El cientfico tambin es un ser humano

    3 Si en las sociedades monrquicas en donde el poder de lossoberanos emana de los dioses alguien pretende interrogarseacerca de la existencia misma de Dios, lo que se pone en juegoes todo el fundamento de esa sociedad. La legitimidad de losmonarcas se sostiene por las dos formas ms o menos clsicas:o bien la enorme mayora de la poblacin efectivamente cree quelos soberanos responden a los designios divinos, o bien lashogueras tienen mayor capacidad de persuasin para quienes noestn convencidos.

  • El intruso o la mosca en la pared 17

    loga porque eran ricos, o si ambos motivos son las dos caras dela misma moneda (vamos a discutir algo de esto en el prximocaptulo). En todo caso, lo que s queda claro es que el papel delconocimiento nunca fue tan crucial como en la actualidad, y enparticular el conocimiento cientfico.

    As, el desafo de mostrar el carcter profano-social de la cien-cia es interesante justamente porque es riesgoso: si realmentevivimos en una sociedad del conocimiento, intentar desnudarsus bases sociales podra ponernos en el lugar de rebeldes o deherejes. Por suerte, la cosa no llega tan lejos: como las bases de laciencia no se sostienen slo en su enorme poder social, sinotambin en la demostracin de su eficacia como sistema depensamiento y en el convencimiento de los profanos desdesu ms tierna infancia (por ejemplo, por medio de la educa-cin cientfica), quienes indagan sus cimientos sociales slo co-rren el peligro de la polmica y el debate, que, por cierto, sonformas mucho ms civilizadas que la guerra para dirimir losdesacuerdos.

    Algunas preguntas

    Es difcil imaginarnos un mundo sin ciencia. La tenemos tan in-corporada que, en general, ni siquiera pensamos en ella de unmodo problemtico: disfrutamos naturalmente de sus benefi-cios, esperamos sus resultados o nos impacientamos cuando tar-dan mucho (como en el caso de los medicamentos). Pero: en quconsiste la ciencia?

    Es una larga historia de descubrimientos hechos por hom-bres brillantes? Es el trabajo de individuos curiosos que se en-cierran para descubrir los enigmas del mundo fsico y natural?Por qu hace falta plata para investigar? Quin financia los tra-bajos de los cientficos: el Estado o mecenas privados que tienenamor por el conocimiento? La ciencia es conocimiento puro otiene alguna utilidad para la sociedad? En dnde se hace la

  • 18 El cientfico tambin es un ser humano

    ciencia? Y quines son, al fin de cuentas, esas personas que es-tn adentro de los laboratorios? Cmo se organizan? Quin de-cide qu investigar? Por qu? Todas las sociedades tienen y/otuvieron algo llamado ciencia? Es la ciencia una actividad uni-versal? No desesperen, porque este libro se ocupa de algunos deestos interrogantes.

    Estas preguntas, y muchas otras, son slo algunos ejemplos delpunto de partida para pensar el papel y el carcter de la cienciaen la sociedad moderna. Corresponden a una disciplina relativa-mente nueva, que se ha denominado, desde hace algunas dca-das, estudios sociales de la ciencia. Y, como todo campo del co-nocimiento, comienza con una serie de preguntas que organizaaquello que se pretende conocer, describir y explicar.

    A comienzos del siglo XXI, decir que la ciencia y la tecnologapresentan aspectos sociales puede parecer obvio. Si pensamosen las terribles consecuencias de la central nuclear de Cher-nobyl, en la ex Unin Sovitica, o en las maravillas de los estu-dios de ADN, que permiten pensar en el tratamiento de enfer-medades que hasta hace poco eran incurables, las consecuenciassociales de la ciencia saltan a la vista. Sin embargo, cuando pen-samos cmo la sociedad moderna interpreta el conocimientocientfico y el desarrollo tecnolgico, estas dimensiones socia-les parecen mucho menos claras y evidentes.

    Un poco de historia: la ciencia como objeto

    y el objeto de la ciencia

    Muchos historiadores hablan de la Grecia antigua como del lugarde origen de un pensamiento cientfico. No vale la pena que dis-cutamos aqu si hay o no una continuidad entre lo que se hacaen el siglo V a.C. y lo que ocurri a partir del siglo XVII (ademsde que hay toneladas de papel que se han ocupado del tema).

    En realidad, hay un doble movimiento que condujo a la cien-cia moderna: el abandono del principio de autoridad (segn el

  • cual algo es cierto de acuerdo con quien lo diga, sobre todo si esun Gran Maestro) y el recurso al mtodo experimental, ligado auna comprensin de la naturaleza a la que se hace hablar a tra-vs del lenguaje de las matemticas.4

    Una breve biografa de la ciencia moderna podra incluir tresetapas: institucionalizacin, profesionalizacin, industrializacin, quese fueron desplegando de un modo sucesivo durante los ltimoscuatro siglos, pero nicamente en los que hoy son pases indus-trializados, en particular los de Europa occidental y, algo mstarde, en los Estados Unidos. Veamos cmo empez todo.

    El proceso de institucionalizacin comienza en las Academias,que aparecen por primera vez en Italia. All comienza la separa-cin entre lo que pertenece al campo de los hechos y de laprueba cientfica y aquello que depende de la fe, de la creenciao de la conviccin, algo que podramos llamar laicizacin delmundo moderno. Este pasaje es importante, porque aunque hoynos parezca natural el hecho de que la ciencia no tenga nadaque ver con el pensamiento religioso, mgico o especulativo, esbueno recordar que esto no fue siempre as.

    Desde el comienzo, la institucin cientfica estuvo ligada al po-der poltico: dame proteccin y apoyo (dice la ciencia), dameresultados tiles y utilizables (dice el poder poltico). A partirde esta relacin se va gestando, en los pases de Europa occiden-tal, lo que podramos llamar un contrato ciencia-sociedad,algunas veces implcito, y muy a menudo explcito: cada partetiene obligaciones y beneficios para ofrecer y para obtener deeste contrato.

    Para situarnos en la historia, el proceso de institucionalizacinde la ciencia moderna va desde el siglo XVII al XVIII. Duranteese lapso, el trabajo de los investigadores se desplaza hacia una

    El intruso o la mosca en la pared 19

    4 Estas cuestiones las plantea Jean-Jacques Salomn en su libro Loscientficos. Entre saber y poder, Buenos Aires, Editorial UniversidadNacional de Quilmes, 2008.

  • 20 El cientfico tambin es un ser humano

    nueva institucin que los alberga: las Academias. Hasta enton-ces, los hombres de ciencia (los sabios) trabajaban en sus pro-pias casas (en el garaje o el desvn), donde construan su propiotaller y sus propios instrumentos o, cuando trabajaban en algnespacio institucional, no se trataba de lugares dedicados exclusi-vamente a la produccin de saberes.

    Esto implic, al mismo tiempo, el pasaje de lo privado a lo p-blico. Notemos, al pasar, que el carcter pblico de la cienciacon el cual muchos investigadores, en general bienintenciona-dos, se llenan la boca se debe ms a una construccin social endeterminado momento de la historia (cuando, dicho sea depaso, la distincin entre lo pblico y lo privado cobra sentido)que a una condicin natural (y, por lo tanto, intrnseca) de laciencia como actividad. Aunque resulte duro admitirlo, la cien-cia podra haberse convertido en una ms de las actividades per-tenecientes a la esfera de lo privado.

    Las primeras instituciones significativas fueron, por un lado, laRoyal Society, creada en 1662 por la reina Isabel en estrecha aso-ciacin con la figura de Isaac Newton y, cuatro aos ms tarde,en 1666, como los franceses se pusieron celosos, crearon la Aca-dmie Royale des Sciences (naturalmente, slo fue Royale hastala Revolucin Francesa) por iniciativa de Colbert.

    Una vez que la ciencia logr establecerse en espacios institu-cionales especficos para desarrollar su actividad, se comenz agestar el proceso de profesionalizacin de la investigacin. Paraque exista una profesin, resultan fundamentales dos requisitos:en primer lugar, la existencia de una carrera cuyo ingreso o ritode iniciacin est determinado con claridad por reglas conoci-das y aceptadas por todos y, en segundo lugar, la existencia de re-cursos (plata!) que provean los medios de subsistencia.

    Paulatinamente, se fueron estableciendo los criterios que re-gulan el ingreso a la carrera cientfica: en vez de basarse en li-bros de texto, el eje fue la experimentacin. Desde entonces,para acceder al estatus de cientfico, los investigadores novelesdeben atravesar la prctica experimental en los laboratorios cre-

  • El intruso o la mosca en la pared 21

    ados para tal fin, bajo la direccin de cientficos experimenta-dos, verdaderos maestros, si queremos hacer un paralelo conlos profesionales y los artesanos de la poca feudal.

    Los medios de ascenso y el reconocimiento a lo largo de lacarrera tambin se van estableciendo de un modo gradual hastaconformar un conjunto de reglas bien definidas, que se van incor-porando luego como verdaderos reglamentos en las institucio-nes dedicadas a la investigacin cientfica. Entre todas ellas, laque va adquiriendo una importancia cada vez mayor es el man-dato de publicar los resultados de la investigacin. Esto llega atal punto que hoy es comn que la evaluacin del trabajo delos cientficos se realice, sobre todo, a travs del anlisis de losartculos (de su cantidad y de su impacto, es decir, cuntoslos leen) publicados por los investigadores en las revistas espe-cializadas.

    Un punto de inflexin fundamental para el pasaje de unaciencia amateur a una profesional es el surgimiento de una rela-cin contractual: el cientfico, como consecuencia de este pro-ceso, va a comenzar a recibir un salario por su trabajo. Esto, queledo desde el presente puede parecer comn, no lo era en abso-luto en pocas pasadas. De hecho, durante el perodo de institu-cionalizacin, en particular en las academias, los investigadoressolan recibir una cantidad de recursos variable, de acuerdo conla influencia que pudiera ejercer cada uno de ellos sobre quie-nes detentaban el poder poltico y econmico. Se trataba de unmodelo que trazando un paralelo con el campo del arte se ba-saba en algo parecido al mecenazgo, y no en una relacin de tipoprofesional.

    A partir del establecimiento de un salario, se cristaliza una re-lacin contractual: cada parte tiene derechos y obligaciones. ElEstado brinda recursos para los laboratorios y asigna sueldospara los investigadores. stos, a su vez, se comprometen a dedi-carse nicamente a generar conocimientos y a darlos a conocerpblicamente, es decir, a divulgarlos, a interactuar con otros co-legas y a formar a las nuevas generaciones de cientficos. En

  • 22 El cientfico tambin es un ser humano

    suma, a proporcionar a la sociedad conocimiento til para sus ne-cesidades y, en particular como clusula no escrita, a satisfa-cer las demandas de conocimiento que provienen del poder po-ltico del Estado.

    Al mismo tiempo, las profesiones van pintando su raya parademarcar quin est adentro y quin est afuera, y generan me-canismos de identificacin colectiva: nosotros, los cientficos.As, se van creando foros internacionales, revistas especializadasdonde se publican los trabajos, se organizan congresos, semina-rios y simposios internacionales para discutir las investigaciones.Es decir, espacios sociales de interaccin, de encuentro, de le-gitimacin.

    Finalmente llegamos a la industrializacin de la ciencia, quede ninguna manera se debe confundir con la investigacin indus-trial (la asociacin de los laboratorios con las fbricas se desarro-lla a partir de la segunda mitad del siglo XIX). Este proceso so-mete las actividades cientficas mismas a los mtodos de gestinde la industria, y coincide con el desarrollo de los grandes equi-pos. La poca de la industrializacin de la ciencia ha sido lla-mada Gran ciencia (Big Science), frente al modelo anterior, quese desarrollaba a escala ms pequea y que estaba centrado en lautilizacin de pequeos equipos, muchas veces fabricados porlos propios investigadores. Es lo que los franceses llaman el cien-tfico bricoleur o artesano.

    La industrializacin de la investigacin es la etapa ms re-ciente, y su origen se remonta a la Segunda Guerra Mundial,cuando la investigacin se convierte en una actividad a granescala, cada vez ms intensiva en capital. Asimismo, se acortanlos plazos y se achican las incertidumbres y, adems, la investiga-cin se orienta hacia resultados especficos, de modo que elmargen que queda para la investigacin libre (es decir, la queslo depende de las decisiones de los propios investigadores) seestrecha cada vez ms.

    Es fundamental sealar que ste es un proceso propio de lospases ms desarrollados. Precisamente, uno de los problemas

  • El intruso o la mosca en la pared 23

    que se seala muy a menudo respecto del desarrollo cientfico ytecnolgico en los pases en desarrollo es la ausencia o la pre-cariedad de esta ltima etapa. Por supuesto, las causas de estadistincin sustantiva entre pases de diferente desarrollo rela-tivo son muy variadas, y los anlisis que pretenden explicarlas,tambin.

    Ciencia, tecnologa y sociedad

    Las ideas surgen alguna vez; luego, cuando las incorporamos, pa-recen naturales. En este caso, alguien se puso a pensar que laemergencia de la ciencia, el desarrollo de la tecnologa y la socie-dad industrial ocurrieron a lo largo de un perodo que coincideen el tiempo. Y fue el socilogo estadounidense Robert Mertonquien propuso, por primera vez, la asociacin de estas tres pala-bras, de estos tres conceptos, en su tesis doctoral publicada en1937: Ciencia, tecnologa y sociedad en la Inglaterra del siglo XVII.

    En los aos treinta, Merton era un joven socilogo formadoen la escuela funcionalista que tena en la cabeza (o donde seaque se almacenen las ideas sociolgicas) un conjunto de concep-tos muy novedosos para la poca:

    a) la propuesta de que existe una relacin entre elconocimiento cientfico, el desarrollo tecnolgico y lascondiciones sociales, econmicas, culturales, polticas;

    b) la suposicin de que la ciencia es autnoma de otrosespacios sociales, y si no lo es, esto se debe a laintromisin indebida de alguien;

    c) la consideracin de que la ciencia es una actividadacumulativa: se trata de un gran edificio colectivo endonde cada uno se apoya en sus predecesores, yaporta un ladrillo para que los que nos siguenproduzcan ms y mejores conocimientos.

  • 24 El cientfico tambin es un ser humano

    La primera idea es, seguramente, la ms original: aunque hoynos parezca redundante pensar en esa triple relacin, eso no erapara nada as en las primeras dcadas del siglo XX. En principio,la ciencia perteneca, en las concepciones de la poca, a un con-junto de prcticas y a un espacio muy diferente de las tcnicas,del mundo de las aplicaciones industriales. Simplificando, se po-dra decir que una se corresponda con la bsqueda de la ver-dad; la otra, con la generacin de aplicaciones concretas. Y, sibien pareca fcil pensar que el desarrollo de conocimientoshaba transformado a la sociedad (los ejemplos son tantos queaburren), era mucho ms difcil de imaginar que la sociedad ha-ba influido en el desarrollo de los conocimientos (No es exage-rado decir que tanto los antibiticos como la masificacin dela energa nuclear para los buenos y para los malos usos,son productos, en su forma y en su fondo, de la Segunda GuerraMundial).

    Las otras dos ideas de Merton estn estrechamente relaciona-das, y forman parte de lo que podramos llamar un aire de lapoca: los cientficos son o deben ser autnomos de cual-quier otro poder que no sea el de la libre eleccin de sus temasy, sobre todo, de sus mtodos. Porque cuando estn libres detoda presin (si esto fuera posible) se pueden dedicar a produ-cir los conocimientos que luego se derramarn en la sociedad.Y es as, gozando de libertad y de autonoma, que pueden acu-mular unos sobre otros los conocimientos verdaderos (ms ade-lante veremos cmo lo hacen).

    Sin embargo, lo que est en el aire de la poca es, precisa-mente, el peligro que acecha, no slo para los cientficos, sinopara toda la sociedad: la presin, la intervencin, el control, e in-cluso la violencia de individuos ajenos al mundo cientfico, querompen con el ideal de autonoma necesario para producir ver-dades. Merton comenz sus trabajos a comienzos de los aoscuarenta, cuando la Alemania nazi haba decretado la existenciade una ciencia legtima, que representaba las verdaderas racesdel pas, y que estaba identificada con la fsica experimental,

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    ligada a las cosas y no a las teoras. Frente a ella, haba unaciencia impura, ilegtima, ligada a la fsica terica y a la relati-vidad, cuyas cabezas visibles eran gente indeseable como AlbertEinstein o Niels Bohr.

    Cmo disentir con Merton si leemos la siguiente frase dePhilipp Lenard, uno de los fsicos preferidos del Tercer Reich!:

    La ciencia, lejos de ser internacional, est condicionada por

    la raza y la sangre; si la ciencia juda no fue hasta ahora

    denunciada en todos lados, es porque ha avanzado oculta

    por su estilo internacional; ella es indiferente a la verdad,

    mientras que la ciencia aria se caracteriza por su voluntad

    de verdad. La prioridad que la ciencia juda le otorga a las

    matemticas oscuras es el signo de su gusto por la

    abstraccin y por su rechazo de la realidad experimental.

    Esta historia no tendra tanta repercusin si no fuera porque, du-rante ms de diez aos, a los cientficos que adheran a la cienciajuda les esperaban los severos castigos que el rgimen nazi les te-na reservados (obviamente, esto era extensivo a los cientficosque adems eran judos, ms all de las ideas que profesaran).

    El otro caso resonante que Merton tiene presente es el lla-mado caso Lisenko. Trofim Lysenko comenz, en 1936, sus ata-ques a la llamada ciencia burguesa, encarnada en particularpor las teoras de Mendel sobre la herencia y las leyes que la go-biernan. Lysenko propuso, en cambio, una teora segn la cual,al modificar los nutrientes de las plantas, sus condiciones desembrado y su desarrollo, se poda tambin cambiar sus caracte-res hereditarios. O, dicho de otro modo, que los caracteres ad-quiridos pueden ser transmitidos por va de la herencia. Y, paraello, hizo una serie de experimentos para sembrar en primaverasemillas de cereales que normalmente se siembran en invierno,a fin de mostrar que igual pueden generar espigas. El experi-mento podra haber pasado a la historia como una mera curio-sidad si no hubiera sido elevado, por el camarada Stalin, a la

  • 26 El cientfico tambin es un ser humano

    estatura de ciencia proletaria y si Lysenko no hubiera sidonombrado presidente de la Academia Lenin de Ciencias Agrco-las. De ms est decir que quienes osaban y al principio eranunos cuantos seguir defendiendo la gentica mendeliana po-dan pasar unas largas vacaciones en Siberia.

    As que, hacia los aos cuarenta, la defensa de la autonoma,adems de estar en los aires de la poca, era algo muy til y ne-cesario. Merton fund, de hecho, el primer programa sociol-gico de investigaciones sistemticas sobre la ciencia, y sus estu-dios, en particular sobre la dinmica de la comunidad cientficay las normas que la regulan, son una referencia fundamentalpara todos los que se interesen por estas cosas.

    El contexto cambia

    La perspectiva propuesta por Merton funcion muy bien hastaque... una nueva generacin de socilogos la puso en cuestin.Pero eso fue alrededor de treinta aos ms tarde, en la segundamitad de los aos setenta. Antes haban pasado varias cosas en lasociedad, que podemos resumir brevemente (cada una de ellasdara lugar a un largo tratado).

    La toma de conciencia de que la ciencia

    no slo acarrea efectos positivos

    Esto ya se haba puesto de manifiesto de un modo violento luegodel desarrollo del llamado Proyecto Manhattan, es decir, la fabri-cacin de la bomba atmica. Pero luego surgieron diversos mo-vimientos crticos, sobre todo en Europa y en los Estados Uni-dos, entre los aos sesenta y setenta, que cuestionaron el papelde la ciencia por su relacin con el desarrollo de la sociedad ca-pitalista industrial y sus efectos indeseables: hiperconsumo, de-gradacin del medio ambiente, deshumanizacin, etc. Por ejem-plo, desde el movimiento hippie al Mayo francs, pasando por el

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    surgimiento de los primeros grupos de ecologa poltica, elcuestionamiento a la sociedad industrial basada en la ciencia seextendi urbi et orbe.

    La ruptura de la ecuacin optimista

    Junto con el cuestionamiento anterior se comienza a percibirque la realidad desmiente la creencia de que la ciencia y la tec-nologa modernas acarrean problemas, pero tambin generanlas soluciones para esos mismos problemas. La utopa positivistade un progreso eterno se ve cuestionada por las enormes zonasgrises que ya no es posible solucionar simplemente con ms co-nocimiento cientfico, sino que se requiere, de un modo muyurgente, la participacin de los ciudadanos en la toma de deci-siones. Por primera vez, la propia ciencia parece impotente pararesolver los problemas que ella misma produjo. Para muchos(como el socilogo francs Pierre Bourdieu, por ejemplo), stees el comienzo del fin del ideal de autonoma (aunque debe-mos admitir que el ideal ya se haba puesto en cuestin muchoantes). Volveremos sobre este tema porque, como dira Borges,nos lo exige la esttica de la inteligencia.

    La crisis del petrleo de 1973

    Ese ao, adems de la muerte de los tres Pablos (Neruda, Casalzy Picasso) y de los golpes de Estado en Chile y Uruguay, se pro-dujo una alarma repentina: las reservas de petrleo existente po-dran no ser suficientes para llegar al ao 2000, de acuerdo conlos niveles de consumo de la poca, las hiptesis de crecimientoy las nuevas necesidades de energa. El hecho de que eso engen-drara un movimiento liderado por pases en desarrollo (la Orga-nizacin de Pases Productores de Petrleo) y un aumento ferozde los precios no contribuy, precisamente, a aquietar las aguas.El razonamiento consiguiente se hizo visible: qu hizo la cien-cia para aliviarnos de esta pesadilla que ahora nos sacude en la

  • 28 El cientfico tambin es un ser humano

    mitad de una plcida siesta? Y se respondieron: Nos propusocomo alternativa la energa nuclear, la misma con la que se fabri-can las bombas de destruccin masiva. En todo caso, esto im-puls a diversas fuerzas y actores sociales a plantear nuevas ideassobre la energa, su produccin, su uso, su naturaleza. Y a poner,nuevamente, al desarrollo cientfico bajo la lupa de la sociedad.

    La ciencia es un producto social

    En el marco de una sociedad moderna que se vea profunda-mente convulsionada, algunos socilogos comenzaron a cuestio-nar la mirada ingenua que Merton tena sobre la ciencia. Elproblema fundamental era que Merton y sus discpulos habanorientado su lupa hacia los cientficos vistos desde afuera:cmo se organizaban y vinculaban entre ellos, qu recursos utili-zaban, qu y cmo publicaban y evaluaban sus publicaciones, etc.Pero eso no tena nada que ver con lo que los cientficos hacantodos los das en sus lugares de trabajo: para ellos, adentro de suslaboratorios, los investigadores se limitaban a poner en prc-tica un mtodo (el mtodo), libres de toda injerencia externa.Como no haba ningn aspecto social en esas tareas, que eranconsideradas un espacio de racionalidad profunda, los socilo-gos no tenan nada que observar ni, mucho menos, motivos paraaventurarse a meter sus sucias narices en tan impoluto lugar.

    Los socilogos que decidieron entrar por primera vez en loslaboratorios, hace alrededor de treinta aos, tenan mucha cu-riosidad: como ellos tambin se crean cientficos, queran estu-diar la ciencia cientficamente, como si los laboratorios fueranequivalentes a cualquier otro lugar social: una fbrica, una es-cuela, un club deportivo, una asociacin sindical, un regimiento.Comenzaron a hablar de lo que ocurra en el interior de los la-boratorios como si fueran cajas negras de las que slo se sabalo que entraba (recursos, por ejemplo) y lo que sala (publicacio-nes, papers en la jerga cientfica), pero no lo que haba adentro.

  • Y acusaban a la escuela mertoniana de haber separado los as-pectos externos (las instituciones, las comunidades cientficas,las culturas) de los aspectos internos al conocimiento (los pro-cesos de experimentacin, las tcnicas, los mtodos, las teoras).

    La reaccin que emprendieron fue violenta. David Bloor pro-puso, desde Edimburgo, un programa fuerte que deba mos-trar el carcter completamente social de todo conocimientocientfico. En un libro que public en 1976 (Conocimiento e ima-ginario social), Bloor se dedic a provocar a diestra y siniestra:afirm que las matemticas, base de la ciencia moderna, son so-ciales por donde se las mire; que los conocimientos cientficosson creencias sociales como cualquier otra, y que, por lo tanto,las creencias o estados del conocimiento tienen causas socialesque los socilogos deben identificar.

    Rpidamente se sumaron otros socilogos a la movida, y la fa-milia se agrand.5 La mayora de ellos retom un libro (hoy cl-sico) de Thomas Kuhn, La estructura de las revoluciones cientficas,para mostrar que todo colectivo cientfico tiene una doble exis-tencia: social (sus formas de identificacin grupal, de organiza-cin, etc.) y cognitiva (el contenido de los conocimientos que pro-ducen, con sus mtodos y teoras bajo el imperio de lo que Kuhnllam paradigma). Y, lo ms importante, que ambas son indiso-ciables.

    Con este argumento, afirmaron que toda la ciencia que cono-cemos es una ciencia hecha y que, como tal, se nos presenta natu-ralmente como verdadera. Pero que, en realidad, la ciencia, comoprctica social de un conjunto de individuos que pertenecen auna cultura y por tanto a un lenguaje, que tienen intereses, quenegocian, que se buscan aliados y adversarios, es una fabricacinsocial. En consecuencia, hay que dejar de lado esa ciencia hecha

    El intruso o la mosca en la pared 29

    5 Nombremos algunos personajes a los que ms adelante volvere-mos: Harry Collins, Steve Shapin, Michel Callon, Bruno Latour, SteveWoolgar, John Law, David Edge, Michael Lynch, Karin Knorr-Cetina,entre otros.

  • 30 El cientfico tambin es un ser humano

    y observar, investigar, analizar, interpretar la ciencia mientras sehace, porque es all donde se pueden encontrar las races de loque luego ser presentado como verdad al resto de la sociedad.Es ms, muchos argumentos apuntaron a mostrar que no existeninguna separacin importante entre los tres trminos que ha-ba propuesto el propio Merton varias dcadas antes: ciencia,tecnologa y sociedad. Porque la ciencia y la tecnologa son en smismas procesos sociales como cualquier otro.

    As, hacia fines de los aos setenta, los primeros socilogos sedecidieron a entrar en los laboratorios y observar qu pasabaall. Es decir, los intrusos franquearon la puerta, ante la miradaatnita (y tal vez un poco ingenua) de los propios cientficos,que no entendan muy bien qu iban a observar los socilogosen ese lugar. Bruno Latour, el ms provocador entre provocado-res, fue quien le puso como ttulo a uno de sus artculos:Dadme un laboratorio y mover el mundo. Pero qu vieron,cmo lo contaron y cmo movieron el mundo sern temas deotros captulos.

    De hecho, cuando el autor de estas lneas entr por primeravez a un laboratorio, el director (un francs), que por entoncesera muy amable, le (me) dijo, con el ceo fruncido: Lo que noentiendo es qu cosa interesante quiere usted observar aqu... yqu puede entender de lo que nosotros hacemos. Le expliquque se trataba de observar cmo definan sus problemas de in-vestigacin, cmo los discutan, cmo utilizaban sus mquinas,cundo decidan que algo mereca ser publicado, etc. Me res-pondi: Pero entonces usted quiere hacer con nosotros lomismo que nosotros hacemos con los ratones?. En ese mo-mento yo era un joven socilogo un poco atrevido, y le respond:Ms o menos... slo que los ratones no hablan.... Su mirada mefulmin, y me dije que se iba a ser, en el futuro, el ttulo de milibro: Ratones que hablan. Los aos me ensearon que no slohablan, sino que tambin pueden morder, as que me decid porun ttulo ms romntico y acadmico: Lo universal y el contextoen la investigacin cientfica. En fin... Ahora recuper ese ttulo

  • controvertido y, ya menos pretencioso, se lo adjudiqu al se-gundo captulo de este libro.

    Ciencia y sociedad?

    Dice Oscar Varsavsky en Hacia una poltica cientfica nacional, 1969:

    el papel del cientfico no es slo juzgar la verdad o falsedad

    de hiptesis como si fuera un especialista en control de

    calidad que atiende los pedidos que le llegan sino intervenir

    polticamente en la seleccin de hiptesis a ser juzgadas y

    en la utilizacin de sus resultados. [] Es falsa la opcin que

    plantea Jaques Monod: si la Naturaleza tiene o no un

    Proyecto para nuestro futuro y el del universo; lo que

    interesa es saber qu proyecto tenemos nosotros y qu

    podemos hacer para que se cumpla.6

    As, el interrogante que surge es: y entonces, para qu sirve laciencia?. La cuestin no es nueva: ya se plante desde la emer-gencia de la ciencia moderna, all por el siglo XVII. Y hubo,desde entones, dos debates muy relacionados entre s que sefueron desplegando a lo largo de todos estos aos. Y, lo mejor detodo: an no estn resueltos. El primero se refiere a la autono-ma de los cientficos versus la intervencin del Estado (o de al-guien) para orientar las investigaciones. El segundo, al carcterpblico o el inters privado de esas investigaciones.

    En realidad, los dos debates forman parte de la misma cues-tin. Si a la pregunta para qu sirve la ciencia? respondemospara acrecentar nuestros conocimientos sobre el mundo fsico,

    El intruso o la mosca en la pared 31

    6 Varsavsky fue un qumico y ensayista argentino, muy comprometidocon el proyecto de desarrollar una ciencia til para la sociedad, con-trapuesta a lo que descalificaba como prcticas cientificistas.Volveremos a referirnos a l ms adelante.

  • natural y social, queda claro que prevalece el inters pblico, yque los cientficos deben ser autnomos de cualquier interferen-cia, sea pblica o privada.

    Sin embargo, en la actualidad casi nadie afirma que la cienciadebe servir solamente para acrecentar nuestros conocimientos. Lagran mayora de las personas implicadas, los propios cientficos,los gobiernos, los empresarios, etc., comparten la idea de que elconocimiento cientfico debera servir para algo ms que para am-pliar nuestra cultura sobre el mundo. Claro que ese algo mses definido de modos muy diferentes segn quien lo exponga.

    John D. Bernal fue un personaje muy singular: comenz a tra-bajar como cientfico en la dcada de 1920 en Inglaterra. En sulaboratorio de cristalografa de Londres, se formaron muchos in-vestigadores muy prestigiosos, como Rosalind Franklin, JohnKendrew, Dorothy Hodgkin, etc. Sin embargo, adems de ser uninvestigador bastante reconocido, Bernal fue otras dos cosas:un militante de izquierda muy comprometido (estaba afiliado alPartido Comunista ingls) y un historiador de la ciencia. En 1923fund el primer sindicato de investigadores del que se tenga re-gistro y, luego de la Segunda Guerra Mundial, pidi pblica-mente a las grandes potencias que difundieran todo el conoci-miento que haban desarrollado durante el conflicto militar.7

    Adems, escribi un libro, publicado en 1939, que se llam, pre-cisamente, La funcin social de la ciencia. All planteaba que el ca-pitalismo implicaba un freno para desarrollar las potencialida-des de la ciencia moderna. En realidad, Bernal idealizaba a laciencia como un espacio organizado de manera racional y demo-crtica, sin privilegios de clase, con una distribucin equitativade los bienes, y orientado hacia el progreso. En una expresin

    32 El cientfico tambin es un ser humano

    7 Como dicha peticin estaba dirigida principalmente a Inglaterra y losEstados Unidos, y se refera sobre todo al desarrollo de la investiga-cin en fsica e ingeniera nuclear que dio origen a las primeras bom-bas, lo ms factible es que los lderes de dichos pases, conociendolas simpatas comunistas de Bernal, soltaran ruidosas carcajadas

  • El intruso o la mosca en la pared 33

    que lo define en sus dos aspectos, como militante marxista ycomo investigador de laboratorio, Bernal seal que en sus es-fuerzos, en sus bsquedas, la ciencia es comunismo, mientrasque el marxismo transforma a la ciencia y le da un mayor al-cance y significado. En realidad, ms que contrarrestar la in-fluencia del capitalismo sobre la ciencia, lo que Bernal pretendaera cambiar la sociedad, y utilizar a la ciencia como modelo paraun nuevo modelo social.

    Luego de varias dcadas, la cuestin acerca de la funcin so-cial de la ciencia adquiri otra forma, bien diferente: mientrasBernal se refera a las sociedades como Inglaterra ms desarro-lladas, hacia la dcada de 1960 (y un poco antes tambin) se plan-te con mucha fuerza el problema de los pases subdesarrolla-dos, a los que con un creativo eufemismo se los llam en vasde desarrollo. La cuestin del desarrollo es, por supuesto, muycomplicada, en la medida en que intervienen muchos elemen-tos de orden diverso en cada pas, como los recursos naturales(tipo de suelos, de climas, recursos minerales, etc.), la historia, lacultura y la estructura de cada sociedad.

    Las teoras ms clsicas partan de la suposicin de que losprocesos de desarrollo seguidos por todos los pases eran ms omenos similares, es decir, que haba una especie de caminoque las naciones haban recorrido, desde la Revolucin Indus-trial, para llegar a conformar sociedades y economas moder-nas. El ms conocido de estos modelos fue el del despegue,propuesto por el economista norteamericano Walt W. Rostow,quien define cinco fases en el proceso de crecimiento: 1) la so-ciedad tradicional y arcaica; 2) la preparacin del arranque;3) la fase en la cual la economa ve duplicada su tasa de inversin(al igual que el avin, la economa despega despus de haber ro-dado a una velocidad crtica); 4) la marcha hacia la madurez(caracterizada por una penetracin ampliada del progreso tc-nico), y 5) la era del consumo de masas. Para Rostow, la fasedecisiva es el despegue, donde el crecimiento se transforma enun fenmeno normal. Esta teora, que tuvo bastante xito en su

  • 34 El cientfico tambin es un ser humano

    tiempo, fue muy discutida por dos motivos: en primer lugar, por-que supone una suerte de camino nico que todos deberanseguir (es lo que pasa muy a menudo con los modelos que di-vierten tanto a los economistas); en segundo lugar, porque pre-senta al subdesarrollo como si se tratara de un atraso histrico,una etapa que, luego de superada (segn los diferentes esta-dios), llevar naturalmente al desarrollo.

    Preguntarn: pero qu tiene que ver esto con la ciencia? Ten-gan un poco de paciencia, que en los prximos prrafos volvere-mos sobre el tema

    El famoso modelo lineal de innovacin

    Desde el fin de la posguerra, se propuso lo que luego sera cono-cido como el modelo lineal de innovacin. Tuvo su origen enun informe, Ciencia, la frontera sin fin, que el ingeniero ycientfico Vannevar Bush, director de la Oficina para el Desarro-llo de la Investigacin Cientfica de los Estados Unidos, le en-treg en 1945 al presidente de ese pas. All encontramos la ideade que la investigacin bsica es esencial en todo Estado mo-derno para el logro de sus objetivos nacionales. Pero tambindice que el saber engendrado por la investigacin bsica sigueuna suerte de trayectoria lineal que va de la investigacin al de-sarrollo, y luego a la innovacin. Podemos representarlo con elsiguiente esquema:

    Desarrollo experimental

    Ciencia aplicada

    Ciencia bsica

    Innovacin

  • El intruso o la mosca en la pared 35

    En la parte inferior de este esquema tenemos un fuego, que sim-boliza el dinero que el Estado debe invertir para comenzar a ca-lentar la olla. En el fondo de la olla est la ciencia bsica ofundamental. Si avivamos el fuego, es decir, si ponemos bastanteplata, deberamos obtener un conjunto de conocimientos funda-mentales: aquellos que no son tiles en s mismos pero que nosexplican cmo funcionan diversos aspectos del mundo fsico, na-tural o social.

    Siguiendo con el esquema, primero se inyectan los recursos a laciencia bsica y, cuanta ms se produzca, se va a generar unasuerte de stock de conocimientos que permitir un pasaje haciauna ciencia aplicada. Al avivar el fuego, agregar recursos, calentarms el contenido, se podr pasar a la etapa siguiente para que elconocimiento aplicado se vuelva desarrollo experimental, es decir,para que comience a existir un proceso de industrializacin de eseconocimiento. As, en algn momento, todo esto desbordar y sederramarn innovaciones en el conjunto de la sociedad.

    Este modelo fue llamado ofertista-lineal, puesto que el ejeest focalizado en la oferta de conocimientos que funcionarncomo el motor de lo que ms tarde se llamar sistema de innova-cin. Muchos criticaron con razn este modelo, ya que esprcticamente falso: si uno mira la historia de la ciencia y la tec-nologa, muy pocas innovaciones han seguido este camino lineal.

    Sin embargo, parece haber funcionado muy bien en el con-texto de la Guerra Fra, facilitando la aparicin de polticas deciencia y tecnologa. Como ese modelo sugera que los beneficiossociales de la ciencia eran proporcionales al apoyo que se le ofre-ca a la investigacin bsica, el estmulo de la confrontacin entrelos dos bloques y las amenazas de una guerra atmica contribuye-ron ampliamente a difundir la idea de que todo aquello que esbueno para la ciencia es bueno para la sociedad.

    En Amrica Latina, personas muy preocupadas por el desarro-llo de esta regin e influidas por las ideas de la Comisin Econ-mica para Amrica Latina y el Caribe (CEPAL), se preguntaroncmo se deba convertir a la ciencia y a la tecnologa en instru-

  • mentos del desarrollo latinoamericano. Quienes conformaronesta corriente fueron, en general, ingenieros y cientficos preocu-pados por estos temas, como Amlcar Herrera, Jorge Sbato y Os-car Varsavsky, en Argentina; Jos Leite Lopes, en Brasil; MiguelWionczek, en Mxico; Francisco Sagasti, en Per; Mximo HaltyCarrere, en Uruguay; Marcel Roche, en Venezuela, entre otros.Las preocupaciones de todos ellos no eran slo intelectuales, sinosobre todo polticas, y comenzaban criticando, precisamente, elmodelo lineal de innovacin, al que juzgaban como perverso einadecuado para resolver los problemas de Amrica Latina.

    Estas personalidades fueron conformando un pensamientolatinoamericano en ciencia, tecnologa, desarrollo,8 es decir, in-tentaron un camino propio, criticando las perspectivas linealesy proponiendo generar conocimientos y tecnologa adaptados alcontexto latinoamericano, para reducir la dependencia respectode los pases ricos. Durante esos aos, la mayor parte de los pa-ses de la regin puso en marcha organismos nacionales de pol-tica y planificacin de la ciencia y la tecnologa, y comenzaron aimplementarse estudios y discusiones acerca de ellas. Los objeti-vos giraban en torno a la bsqueda de la movilizacin de la cienciay la tecnologa como palancas del desarrollo econmico y social.

    Usar la ciencia para resolver problemas sociales?

    S, claro, pero la cosa no es tan fcil

    Queda ms o menos claro que, a lo largo de la historia, la cien-cia ha sido utilizada, tanto de manera deliberada como por lapropia dinmica de las relaciones ciencia-sociedad, para aten-der problemas sociales. Cuando se dispara una epidemia, porejemplo, se lanzan muchos programas de investigacin con el

    36 El cientfico tambin es un ser humano

    8 El pensamiento latinoamericano en ciencia, tecnologa, desarrollotoma su nombre del libro homnimo editado en 1975 por JorgeSbato y Natalio Botana.

  • objetivo de generar vacunas o medicamentos para combatirla;cuando se produjo la mencionada crisis del petrleo en losaos setenta, la mayor parte de los pases industrializados (y va-rios de los pases en desarrollo) emprendieron programas de in-vestigacin para tratar de producir energas alternativas.

    Dicho de otro modo, cuando surgen problemas sociales, losdiferentes actores, y en particular el Estado, tienen siempre di-versas alternativas de accin para abordarlos. Y una de esas alter-nativas es promover la produccin y el uso de conocimientoscientficos. Pero ojo! En trminos de una sociedad, la decisinde generar conocimiento nunca es la nica posible, aunque apa-rezca como la ms deseable.9 Veamos esto con ms claridad me-diante un ejemplo muy conocido en nuestra regin.

    El mal de Chagas es una enfermedad latinoamericana, yaque afecta a casi toda la regin, desde Mxico hasta la Patagonia,al sur de la Argentina y de Chile. La sufren, en particular, las per-sonas pobres que viven en mbitos rurales, ya que es en los ran-chos, viviendas precarias de barro, donde se aloja la vinchuca,10

    el insecto que transmite el parsito causante de la enfermedad(Trypanosoma cruzi). Generar conocimiento cientfico para lu-char contra la enfermedad pareci algo evidente, segn el si-guiente esquema:

    Problema social Intervencin pblica

    Generacin de conocimiento

    El intruso o la mosca en la pared 37

    9 En realidad, la sociedad nunca tiene soluciones nicas, pero eso esotra historia

    10 El insecto que transmite el parsito puede ser diferente en cadapas: en Brasil es el barbeiro (triatoma infestans, al igual que la vin-chuca), en Colombia y Venezuela es el chipo o pito (cuya deno-minacin es Rhodnius prolixus).

  • 38 El cientfico tambin es un ser humano

    Este esquema tiene dos problemas: el primero es que consideraque la produccin de conocimiento es la nica estrategia posi-ble. El segundo es que supone que el problema social es algodado. Veamos qu se puede responder al primer problema deun modo provocador, teniendo en cuenta las diversas alternati-vas que existiran para luchar contra esta enfermedad:

    a) quemar todos los ranchos;b)construir edificios de cemento como viviendas rurales;c) fumigar con todos los insecticidas disponibles, tanto

    las casas como los corrales;d)erradicar a todas las poblaciones que habitan en esas

    zonas;e) generar conocimiento cientfico para producir una

    vacuna;f) generar conocimiento cientfico para producir un

    medicamento;g) generar conocimiento cientfico para producir nuevos

    insecticidas que se puedan usar tanto en las casascomo en los corrales; etc.

    Como vemos, la decisin de generar conocimiento cientfico esuna de las mltiples alternativas posibles. Y, adems, habra dife-rentes tipos de conocimiento que podramos producir. En un es-quema, esto tendra la siguiente forma:

    Problema social Intervencin pblica

    Evaluacin de alternativas:Generacin de un quemar ranchosdeterminado tipo hacer edificios de cementode conocimiento ciencia para crear vacunas

    ciencia para crear insecticidas

  • El intruso o la mosca en la pared 39

    Este esquema est un poco mejor. Pero igual tiene inconvenientes,porque supone que un problema social es una cosa que ya estdada, objetiva y estable. Y, en realidad, ningn problema socialexiste como tal si no es porque alguien lo define como tal, y con-vence a otros grupos sociales de que es, en efecto, un problema.Una prueba histrica relativamente fcil: cules fueron proble-mas en el pasado y hoy ya no lo son? Por ejemplo, el divorcio. Otroejemplo: el desempleo. Hace mucho tiempo, si alguien no tenatrabajo, era su problema (la forma autctona y reaccionaria dedecirlo era aqu no trabaja el que no quiere). Hoy, el desempleoes, en la mayor parte de las sociedades, un problema pblico.

    Podemos llegar a un elemento crucial: la ciencia no slo esun recurso para resolver problemas sociales, sino que tambinparticipa (a menudo de manera activa) en la definicin de losproblemas sociales. As, una parte importante de stos han sidoconstruida por diversos actores sociales, incluso por los cient-ficos mismos. Los ejemplos son muy numerosos. El socilogoJoseph Gusfield analiz de qu manera los propios investigado-res establecieron la relacin (hoy obvia) entre el consumo dealcohol y los accidentes de trnsito. Lo mismo podemos deciracerca del debilitamiento de la capa de ozono y de todas las po-lticas nacionales, supranacionales que le siguieron.

    Esta mirada es irremediablemente menos ingenua: a menudolos modos de resolucin de un problema estn muy ligados almodo en que ste fue construido. As, la enfermedad de Chagaspuede definirse alternativamente como un problema de salud,un problema de vivienda, un problema de la industria de me-dicamentos, un problema de distribucin del ingreso, comode localizacin geogrfica, o sostener que no es un problemaen lo ms mnimo. En consecuencia, el tipo de decisiones quetomemos para abordar la cuestin depender directamente delmodo en que la instituyamos como problema (incluida la posi-bilidad de ignorarlo como tal).

    Pero la cosa no termina aqu. Hay un inconveniente adicional:ningn conocimiento cura una enfermedad, ni genera ms

  • 40 El cientfico tambin es un ser humano

    energa, ni produce ms agua potable, ni mejora la alimenta-cin. Para que ello ocurra, es decir, para que un conocimientotenga una utilidad social efectiva, es necesario que se objetive,que se pueda encarnar en un producto, proceso o prctica social(y, en general, tambin econmica).

    Ese proceso de transformacin de un conocimiento puede lla-marse industrializacin, independientemente de si lo lleva acabo una industria vivita y coleando, un programador de softwareo una institucin: podra ser un hospital, un municipio que po-tabiliza el agua o una empresa industrial. Cuando se ignora elproceso de industrializacin del conocimiento estamos frente auna suerte de pensamiento mgico que cree o les hace creera los dems que el desarrollo de conocimientos puede ser unacondicin suficiente para resolver un problema social. A esepensamiento mgico lo podemos llamar ficcin, y muchas ve-ces el sentido comn est impregnado de l. Esto no es tan graveen la vida cotidiana, pero s lo es cuando las acciones para resol-ver problemas sociales (y las polticas pblicas orientadas a pro-ducir conocimiento para atenderlos) se sustentan en la ficcinde una relacin directa entre conocimiento y sociedad.