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Departamento de Investigación Kim Ki-Duk: "Moebius" o el encuentro de la ciencia con el cine Por Gisselle Marchant

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Departamento de Investigación

Kim Ki-Duk: "Moebius" o el encuentro de la ciencia con el cine

Por Gisselle Marchant

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Kim Ki-Duk: "Moebius" o el encuentro de la ciencia con el cine.

Kim Ki Duk es un tipo que todo lo entiende. De hecho, no solo es uno de los cineastas

asiáticos que -según mi forma de ver las cosas- mejor entendió un concepto tan ajeno a su

cultura como el estipulado por la Nouvelle Vague- vanguardia francesa que, en base a

simbolismos, comienza a plasmar en el celuloide conceptos morales que logran hacer mella

en las sociedades contemporáneas- también es el personaje que genera suspicacia cada vez

que se dispone a lanzar un nuevo filme.

Con Moebuis no pasó algo distinto, y es que la temática tras el filme es tan fuerte que las

autoridades sur coreanas decidieron restringirlo al momento de su proyección en salas. Sin

embargo, y a pesar de que Ki-Duk se vio en la obligación de cortar ciertas escenas, nada de

lo anterior representó un verdadero escollo para que la fanaticada acérrima del director se

sentara a ver la película. Como ya lo dije, estamos frente a un tipo que trata de explicar las

grandes falencias de los grupos humanos modernos en base a lenguajes más complejos, en

este caso, mediante un experimento matemático, logra sumergirnos en grandes tópicos que

siguen rigiendo la vida en comunidad.

Para contextualizar el contenido de la película partiremos hablando de la "Cinta de

Moebius". Según lo experimentado por el matemático del mismo nombre, nos podemos

percatar que, en cierto tipo de dimensión, todo tiene la misma cara. Ahora, y llevando este

tema al filme que nos convoca, podemos concluir que todo lo que se encuentra en la

naturaleza humana, tanto lo mejor como lo peor, puede se representado por algo que se vea

de una misma manera. Es en base a esta premisa que el surcoreano intenta presentarnos a

una típica familia disfuncional.

La película arranca de manera punzante, cuando entre el padre y la madre se da una pelea

extremadamente violenta. Esto, mientras su hijo adolescente mira la escena de manera

indolente y desinteresada, demostrando que dentro de este núcleo la violencia y lo que es

peor, la costumbre relacionada al abuso, son factores que están más que presentes. Es

mediante la infidelidad del padre como se retrata el quiebre de esta familia, haciendo

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entender que la falta de confianza, la culpabilidad, la insatisfacción, los celos y el castigo

son el cáncer que afecta a los modelos familiares convencionales.

Aún así, no importando la responsabilidad que cada personaje pueda tener en todo lo malo

que se desencadene, es imposible no empatizar con modelos profundamente imperfectos.

Con entes que tratan de actuar civilmente, pero a los que su propia humanidad traiciona de

manera profunda, haciendo que sean igual de no orientables que la superficie de la banda de

Moebius. Lo anterior, en el sentido de que no importa cuánto traten de hacer las cosas bien;

estas siempre pueden salir peor.

El momento en el que la madre se entera de que el padre se faja de lo lindo a la responsable

de un negocio cercano, es cuando se inicia la acción. Todo sigue su curso siniestro la

primera vez que ella ve, en un furgón, la acalorada relación sexual entre su marido y la otra

mujer; todo esto mientras descubre a su hijo adolescente mirando embelesado la escena.

Más tarde, y con todo el trauma que el cuadro anterior le causó, la esposa decide intentar

castrar a su esposo, pero este repele el ataque haciendo que ella tome otra dirección: ir a la

habitación del hijo (no sin antes percatarse de que este se masturbaba seguramente

rememorando la escena sexual entre su progenitor y la amante) y hacerle eunuco.

La pregunta que surge luego de estos primeros minutos de cinta es cómo, en una sociedad

donde todo gira el torno al pene, un hombre que ha sido despojado de este se vuelve a

insertar. De allí la película se vuelve un paseo en montaña en montaña rusa, en la que el

padre se desgasta tratando de encontrar operaciones que puedan devolverle a su hijo el

órgano cercenado ¿es que sólo el pene conforma la identidad de un hombre? Y formas de

placer que no necesiten de la existencia de este, demostrando que hay un tipo de

satisfacción que se esconde en la misma culpabilidad que el sexo genera en la mayoría de la

gente.

Lo que descubre el padre es que infligiendo un dolor potente es cuando el orgasmo sucede,

demostrando que el castigo causa una u otra sensación, dependiendo de lo que nos lleve a

ejecutarlo. Es normal que la religión nos enseñe a autoflagelarnos (física o

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psicológicamente) cuando nuestro comportamiento sexual no se ajusta a la moral que esta

propone, pero qué pasa cuando es el mismo sufrimiento lo que nos enfrenta a la satisfacción

de nuestras más bajas pulsiones. El derrumbe de la moral cristiana al interior de las familias

se hace más que obvia, pues la pena ya no representa algo negativo y es que Ki-Duk usa a

la religión como tópico frecuente en su filmografía.

Así es como el hijo adolescente comienza su camino de auto descubrimiento y se enrolla

con la amante del padre, la que, a medida que avanza la película, te comienzas a dar cuenta

de que es la misma actriz que encarna a su madre. Es así cuando Moebius termina de

hacerse presente en el filme, logrando la ecuación perfecta entre cine y problema

matemático. Si te decides a verla, por favor hazlo sin prejuicios de ningún tipo, recordemos

que son estos los principales responsables de la venda que llevamos en los ojos, haciendo

que estos se cataloguen como ciegos por más que puedan ver.