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Cross my Heart - Katie Klein

SinopsisEl verdadero amor puede florecer en lugares inesperados. Aquí está Jaden fingiendo no darse cuenta...

Jaden McEntyre y Parker Whalen son una mezcla equivocada desde el principio. Jaden es enérgica y centrada, con la Harvard Med School a su alcance. Parker tiene un pasado, una reputación y los rumores acerca de sus hábitos misteriosos abundan, así que no hay razón por la cual, cuando son emparejados para trabajar juntos en un proyecto en Inglés, ellos deberían descubrir que tienen algo en común, ni siquiera frente a los demás, y definitivamente no deberían enamorarse el uno del otro. Como se enlaza en la más trágica novela de Edith Wharton, "Ethan Frome", el papel de "chico malo" al que juega Parker comienza a disiparse. Pronto, Jaden se encuentra a si misma despojándose de su propia imagen de "chica buena": quedando con él a escondidas, confiando en él, y en última instancia, enamorándose intensamente de ese conductor de moto solitario que lleva cuero desgastado resistente y que se comporta como el estereotipo rebelde. Sin embargo, Jaden no puede evitar la sensación de que hay más de Parker que él está ocultando. Que le está ocultando algo, y descubrir la verdad significa la reconciliación del Parker del que ella se ha enamorado con la persona que realmente es. Porque es posible que la vida de él dentro del aula -toda la que Jaden conoce-sea una gran mentira.

ÍndiceSinopsis.........................................................................................................2Capítulo 1 .....................................................................................................1Capítulo 2....................................................................................................13Capítulo 3....................................................................................................22Capítulo 4....................................................................................................37Capítulo 5....................................................................................................53Capítulo 6....................................................................................................65Capítulo 7....................................................................................................76Capítulo 8 ...................................................................................................86Capitulo 9 ...................................................................................................94Capítulo 10................................................................................................111Capítulo 11................................................................................................119Capítulo 12 ...............................................................................................131Capitulo 13................................................................................................144Capítulo 14................................................................................................156Capítulo 15................................................................................................177Capítulo 16................................................................................................197Capitulo 17 ...............................................................................................215Capítulo 18................................................................................................229Capitulo 19................................................................................................240Capitulo 20................................................................................................256Capítulo 21................................................................................................271Capítulo 22................................................................................................283Capítulo 23................................................................................................293

Capítulo 24................................................................................................305Capitulo 25 ...............................................................................................317Capítulo 26................................................................................................331Capítulo 27................................................................................................341Capitulo 28 ...............................................................................................361Capítulo 29................................................................................................368Capítulo 30................................................................................................387Epílogo......................................................................................................403

Cross my Heart Katie Klein

Capítulo 1

Traducido por *ƸӜƷYosbeƸӜƷ*

Nunca desestimes el poder de la escarcha. Es Kindergarten 101, de verdad. Exprima una cantidad inimaginable de pegamento de papel construcción. Vuelca un montón de escarcha en la parte superior. Bate. Y deja secar. La escarcha es como. . . pequeños puntos de brillo atrapados en un tubo. Un milagro en un frasco. Porque la escarcha puede tomar cualquier trabajo en proceso a ese siguiente nivel. Esconde la más evidente de las imperfecciones, trabaja para llevar lo mejor de todo. Toma lo común y lo convierte en algo interesante y hermoso.

Digno de preservar.

—Perfecto.

Retrocedo, con las manos puestas en mi cadera, admirando mi obra.

RIFA – 5 $ POR BOLETO.

Las palabras color rosa brillan bajo la empañada lámpara tipo araña chapada en oro dando la bienvenida a los invitados en la oficina principal. Le doy un golpecito al borde de la cartulina, y algunas chispas de escarcha caen, haciendo brillar la baldosa. Un rastro de destellos rosados me persiguió toda la mañana: desde mi habitación al coche, a través del

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estacionamiento, y por el pasillo hasta aquí, el vestíbulo de mi escuela secundaria.

Fricciono mis manos juntas, luego las froto a través de mis jeans. Mal paso. Cepillo los pantalones con fuerza. Cuando esto no funciona, saco un rodillo de pelusa en miniatura de mi bolso, retiro la capa de adhesivo y lo paso en mi regazo hasta que estoy libre de brillo.

La primera campana suena y reacciono, devolviendo el rodillo de vuelta a mi bolso. Mientras los estudiantes entran poco a poco, me siento derecha, ajustando la caja del dinero en frente de mi y poniendo una sonrisa complaciente en mi rostro. Negocios Amistosos. Ellos me ignoran, empujando a través de las puertas de vidrio, celulares presionados contra sus oídos, a mediados de conversación, dando vueltas a través de sus listas de reproducción del iPod en busca de los himnos para comenzar el día.

Mi celular zumba, iluminándose, la vibración exagerada contra la mesa de madera. Justo a tiempo. Una foto de Blake, mi novio, parpadea en la pantalla. La foto dibuja una sonrisa, sus ojos grises-azules, cabello rubio brillando debajo de luces fluorescentes, dándole una apariencia efímera, angelical. Leo el mensaje de la mañana deseando un feliz lunes. Él no es nada más que confiable, y trato de pensar en un día de escuela desde que comenzamos a salir en el cual él no me haya mandado un mensaje mañanero como este. No lo consigo, y elaboro una respuesta.

Mientras escribo, un ruido sordo de una mochila cae al suelo y Savannah, mi mejor amiga, se estrella en la silla a mi lado. Ella inmediatamente baja

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la cabeza a la mesa, enterrándola en sus brazos.

—Estas aquí temprano. Estoy casi impresionada —digo, mandando el mensaje y cerrando mi teléfono de un tirón. Ella gime. Es sordo. Lejano.

Miro hacia ella, no preocupándome en lo más mínimo. Me encanta Savannah, pero tiene tendencia al melodrama.

— ¿Buen fin de semana?

Ella levanta su cabeza. Su cabello rubio y liso es apartado de su cara con un movimiento de cabeza.

— ¿Dos días lejos del amor de mi vida se supone que sea bueno?

—Sé que no estas hablando de mí —le digo—. Porque te vi el Sábado.

— ¿Digamos que no puedo esperar por el almuerzo, bien?

—Te creo.

Ella se voltea hacia su asiento, estudiando el cartel en la pared—. Supongo que hablaste con la gente de Wal-Mart —dice ella.

—Lo hice. Me ofrecieron un increíble descuento en el juego y la consola, me refiero, prácticamente no los están dando.

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Ella frunce el ceño.

—Deberían. La gente estaba pisoteando esas cosas después de Acción de Gracias.

—Lo cual explica totalmente su deseo de retribuir a la comunidad. Y con razón. Se trata de una tienda familiar.

—No sé por qué no venden chalecos antibalas. Dios sabe que necesitas uno para ir y venir a salvo.

Fuerzo una sonrisa satisfecha tirando de mis labios.

—Por lo cual siempre hago todas mis compras…

—Online. Lo sabemos —interrumpió, poniendo los ojos en blanco—. Apesta que el resto de nosotros no haya alcanzado tu nivel de iluminación todavía.

—Sigue intentando —bromeo.

El Dr. Connelly, uno de los profesores de historia, navega en la multitud de estudiantes, saludando mientras pasa por el vestíbulo, con una taza de café hirviendo en su mano. Se detiene al frente de nosotras, con la lámpara de araña reflejándose en su frente calva brillante.

—Buenos días, Jaden. Buenos días, Savannah. ¿Para que rifan? —pregunta.

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Sonrío brillantemente, el discurso que memoricé semanas atrás se cernía en mis labios.

—Los niños de Bangladés [1]. ¿Sabía que la malaria es una de las principales causas de muerte en niños? Es una enfermedad totalmente prevenible. Si podemos conseguir que los mosquiteros fuesen colocados en cada hogar, los casos se reducirían drásticamente.

—Suena como una buena causa —responde él—. Como siempre. ¿Qué estas rifando?

—Una “A” en su clase de Gobierno Americano — se queja Savannah con los brazos cruzados. Casi puedo leer su mente: Porque esa es la única manera de obtener una “A” en su clase. Que no es del todo cierto. . . porque yo tengo una. De hecho, es seguro decir que he obtenido puras Aes en todas las clases del Sr. Connelly.

Le doy una mirada asesina.

—Un Wii Fit [2].

—Me pregunto que traería más donaciones —murmura pensativamente, levantando su taza de YO LEO LA CONSTITUCIÓN POR LOS ARTÍCULOS y sorbiendo lentamente.

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[1] Bangladés: oficialmente República Popular de Bangladés es un país ubicado en el sur de Asia. Es el octavo país más poblado y posee una tasa de pobreza muy alta. [2] Wii Fit: es un videojuego desarrollado por Nintendo para la consola Wii.

—Las “A” — Savannah y yo contestamos en unisonó.

El traga.

—Sí, bueno, menos mal que existen leyes para esa clase de cosas. Así que… comprare mi ticket —continua, alcanzando su billetera— esperando que gane un Fit.

Savannah suelta una risita, girando la cabeza y tapándose la boca para ocultar su sonrisa.

—Supongo que no necesitaría una “A” en su propia clase —reflexiono, clavando mi codo en su brazo. Ella se pone derecha, frotando el área afectada.

El niega con la cabeza.

—No —responde—. No hoy. — Me entrega un enclenque billete de cinco dólares, lánguido y teñido, el cual le cambio por un ticket.

—Gracias, Sr. Conelly.

—Gracias, señoritas.

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Savannah estalla en risas el momento en que el Sr. Connelly se aleja, el aroma de su café negro, todavía presente en el aire que nos rodea.

—Oh, Dios mío. ¿Acaba de llamarlo un “Fit”'? —pregunta.

—Si, así creo. Pero sabes, son cinco dólares.

—Los niños de Bangladés nos agradecen. — Ella tira su cabello rubio por encima del hombro.

— ¿Jaden?

Me enderezo.

— ¿Si Sr. Conelly?

— ¿Te veré en la tutoría de esta tarde? —dice desde el otro lado del rebosante pasillo.

—Absolutamente —respondo, mis labios extendiéndose en mi típica sonrisa: suficientemente amplia como para mostrar mis derechos y excepcionalmente blancos dientes —gracias, Hilo Dental Crest— pero para nada falsa. Solo. . . encantada de ayudar. Siempre.

Cuando suena la campana de aviso de dos minutos, nos separamos. Savannah se dirige hacia su clase de primer periodo, mientras que yo paso por la oficina de la escuela para dejar nuestra caja con el dinero para

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resguardo y les digo hola a las secretarias. Los pasillos están solos para el momento en que termino, en silencio, los casilleros en pie inmóviles y pasivos. Un rastro de papeles arrugados y envoltorios de caramelos vacíos me dirigen a Inglés. Me agacho para recoger algunas de las piezas más grandes, arrojándolos en el bote de basura junto a la fuente de agua en mi camino al salón de la Sra. Tugwell.

Compruebo la hora en mi celular fuera de la puerta, con mis labios frunciéndose.

La Sra. Tugwell no dirá que voy tarde, pienso. Ella nunca dice que voy tarde. Ningún profesor me dice que voy tarde. Jamás. Me deslizo dentro del salón de clases y cierro las puertas, facilitando su cierre con mi mano. Sin embargo, cada cabeza se voltea cuando el cerrojo chasquea. Siento mis mejillas arder y me voy de puntillas hasta mi asiento en la parte de atrás del salón tan discretamente como puedo.

—Este proyecto valdrá el treinta por ciento de su semestre —dice la Sra. Tugwell. Ella hace una pausa, ajustando sus lentes en el puente de su nariz, y dándome un vistazo con sus ojos ligeramente ampliados—. Que amable de su parte tomarse un tiempo libre de su agenda de “salvar al planeta” para unirse a nosotros, Miss McEntyre.

Sonrío con alegría, igual que mis compañeros ríen a mí alrededor.

—La pobreza no duerme, Sra. Tugwell. Si yo no hago mi parte, ¿quién lo hará?

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—Verdaderamente.

La Sra. Tugwell es, al menos, fornida. Ella en realidad es bastante grande, y pasa la mayor parte de su tiempo sentada en su silla detrás de su escritorio. Ella realmente no camina. . . más bien se contonea, y el suelo debajo de ella tiembla cuando se mueve. Sus gafas están, al menos, treinta años pasadas de moda, y los mismos cristales son probablemente de hace décadas, debido a que usa los mismos jumper que se inflan en su cintura… todos los días. . . con sus zapatillas de deporte.

Ella es una buena profesora, me gusta, pero cada año, cuando un nuevo grupo idiota de estudiantes ingresa… me refiero, “remolcador” no suena igual que Tugwell.[3] Pero eso no parece disuadir a algunas personas.

Mi maestra sacude la cabeza, pero aun así, estoy casi segura de que se le forma una pequeña sonrisa mientras vuelve su atención a la pizarra. Doy un suspiro de alivio rápido. No llegar tarde.

—Avancemos. Esta asignación no será entregada hasta dos meses, pero eso no significa que deban esperar hasta el último minuto. Ustedes y su pareja deberían hacer planes para encontrarse tan pronto como puedan, luego a intervalos regulares hasta que es debido. Yo les sugiero que se reúnan antes de que finalice este día, así pueden decidir en qué obra literaria se centrarán. Encontraran la lista de obras aceptadas en el paquete de información sobre sus escritorios.

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Echo una hojeada a las páginas azules, corriendo mi dedo encima en la grapa de la esquina superior izquierda, luego levanto mi mano.

— ¿Cuándo elegimos pareja?

[3]Remolcador en inglés es “ tugboat” semejante al apellido de la profesora “Tugwell”.

La Sra. Tugwell re-posiciona sus lentes.

—Hace tres minutos atrás.

—Tres minutos… —mi voz se apaga. Antes de que yo llegara a clases. Las parejas ya estaban elegidas. Forcé una sonrisa de disculpa—. Lo siento. No estaba aquí.

—Sé que no estabas, así que tuve el placer de asignarte una. — Ella sonríe a sabiendas, y me siento de nuevo, el corazón golpeteándome rítmicamente en el pecho, a la espera mientras ella se toma su tiempo, estudiando su libro de calificaciones, extendiendo el suspenso hasta lo que ella pueda manejar, hasta que finalmente—: Usted y Parker van a trabajar juntos.

Parker.

Parker Whalen.

Por un momento mi respiración se escapa. Mi corazón se ralentiza, y palpita fuertemente en mis oídos. Miro a mi derecha donde, dos filas de distancia,

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Parker Whalen se sienta. Él está allí, usando sus típicos jeans, típica camisa negra cuello redondo, y típica camisa de cuero negro. Su casco de motocicleta que por alguna no lo guarda en su casillero, descansa a sus pies, justo al lado de su mochila negra. El estereotipo del chico malo motociclista, un montón de miradas intimidantes y la determinada aprensión. Me enteré de que estaba en una banda, pero lo encontramos completamente difícil de creer porque nunca viste colores, nunca se mete en problemas, y nunca habla con nadie. Toda la cosa de pertenecer a una banda es acerca de la camaradería de cualquier manera, y él siempre está solo. Además, no es que Bedford esté lleno de criminales. ¿Hay qué? ¿Mil doscientas personas en nuestra ciudad? Ni siquiera tienen una tienda Wal-Mart por amor de Dios, esta a una ciudad más (por suerte). Y para realmente hacer cualquier compra decente, tenemos que conducir una hora y media a Hamilton.

Parker Whalen.

Ni siquiera se por qué estoy sorprendida. ¿Mi conjetura? Le tomo a mis compañeros diez segundos seleccionar sus parejas. Parker había sido evadido, dejándome a mí, no presente en ese momento, como la única opción viable. Me trago un suspiro. No es gran cosa. Es sólo un proyecto.

No hay nada que no pueda manejar.

—Gracias —respondo, forzando una sonrisa.

Robo otro vistazo rápido en la dirección de Parker. Esta vez nuestros ojos se

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encuentran. Se encajen en los míos, y yo titubeo en su ceño fruncido, sonriendo vacilante; su dura mirada, ardiente; su tranquila intensidad mientras chisporrotea a través de mis venas, dejando mi cuerpo entero punzando en desconcierto. Es como si me odiara ya, y aún no he hecho nada. Me revuelvo en mi silla, incómoda. Sólo después de lo que parece digno de una eternidad de incomodidad soy capaz de apartar los ojos, reduciéndome más en mi asiento mientras abro mi cuaderno a una página en blanco.

El momento en el que la campana suena meto los libros en mi bolso y me paro, poniéndolo sobre mi hombro. Sin pensar, miro hacia el escritorio de Parker. Pero su asiento esta vacío. Sólo veo un destello de cuero negro que se escapa del salón. Me apresuro después de él, pero cuando llego al pasillo, también están todos los demás.

Sea cual sea la forma en que se ha ido, Parker ya ha desaparecido en el remolino de estudiantes, riendo, hablando, tirando cosas hacia atrás y adelante, por más que busque, retorciéndome, volteando, asomándome por encima de las cabezas, no hay ni una señal de él.

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Capítulo 2Traducido SOS por LizC

No vuelve a re-entrar en mi mundo hasta el almuerzo.

La única cosa que sé con certeza acerca de Parker Whalen es que nunca se sienta en el interior. Se sienta en las mesas de picnic en el césped, incluso en días como hoy, cuando el viento frío se cierne justo por encima de la congelación y el cielo amenaza con llover. Es imposible saber cómo se gasta nuestro período de almuerzo, porque nunca se enfrenta al resto de nosotros. Nunca hemos hablado. Inglés es la única clase que compartimos, y no precisamente pasamos el rato en los mismos círculos. De hecho, no me puedo imaginar a Parker Whalen pasando el rato con nadie... por alguna razón... en absoluto. ¿La verdad? El resto de nosotros crecimos juntos. Hemos filtrado a una escuela secundaria. Incluso si no fuéramos a la misma escuela secundaria, Bedford es una ciudad pequeña, y todo el mundo conoce a todo el mundo, y todo sobre todos. Cuando Parker llegó, en realidad nunca consiguió entrar en las camarillas formadas al nacer. Ya sea o no que incluso lo había intentado, siempre se ha mantenido en una especie de extraño.

―Hombre, te digo, no tenían nada de ti. ¡Hey! ―La voz familiar cantó en mis oídos, feliz de verme.

Me aprieto entre Savannah y Blake, mi novio, quien se inclina y deposita un

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beso húmedo, con sabor a patatas fritas de barbacoa, en mi mejilla cuando me siento.

Flamea cuando sutilmente barro las migas de mi cara.

―Hey. ¿Qué está pasando? ―pregunto, metiendo mi cabello detrás de las orejas antes de abrir mi bolsa de papel marrón del almuerzo.

―Sólo le estaba recordando a Tony lo increíble que estuvo en el partido del viernes ―me informa Blake, masticando. Blake es un jugador de baloncesto, un atleta, así que trato de perdonar las molestias pequeñas, como el hecho de que ahora mi mejilla está toda rasposa y huele como su aliento a barbacoa.

Los oídos de Savannah responden a esto. ―¿Qué pasó? ―pregunta.

―Mi hombre Tony anotó cuarenta puntos todos él solo.

―¡De ninguna manera! ¡Eso es asombroso! ―borbotea, iluminándose toda su cara.

Tony se encoge de hombros, incapaz de mirarla a los ojos. Espero que sea a causa de sus sentimientos reprimidos por ella. No creo que ella podría ser más obvia. No creo que él podría ser más ajeno.

Ashley, otro miembro de nuestro grupo de la hora del almuerzo, aparece abriendo la lengüeta de su refresco. Silba, y ella tiene que chupar de vuelta

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la efervescencia. ―Este fue un partido fuera de casa, ¿verdad? ―pregunta.

―Sí, le ganamos a North Central noventa y cinco a sesenta y ocho ―dice Blake.

―Los aplastamos ―añade Tony.

―Tú, mi amigo, estabas en llamas.

―¡En llamas! ―repite Tony.

―En llamas ―termina Blake.

―Oh, Dios mío, hubiera deseado muchísimo haber podido estar allí ―le dice Savannah a Tony―. Es que estaba tan lejos para conducir, y mis padres son como... ugh.

Al otro lado de la mesa, Ashley puso los ojos en blanco. ―Odias el baloncesto.

Savannah lanza una terrible mirada en su dirección. ―No. No lo hago. Quiero decir, no es tan malo. ―Vuelve su atención a Tony, toda sonrisas otra vez―. ¡Podrías conseguir entrar en un equipo de la universidad, y luego ser un profesional! ―dice con entusiasmo, ya planeando el futuro de Tony. Visualizándose a sí misma siendo parte de ello, sin duda. La he visto hacer lo mismo todos los días desde la primera semana de nuestro primer año, con un chico nuevo cada mes. Ella ha tenido un ojo sobre Tony a partir

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de noviembre, lo que es probablemente algún tipo de récord. Por lo general, para este momento ella o bien ya habrían salido y estaría botándolo, o estaría aburrida y seguiría adelante.

―Hablando de la universidad ―dice Blake, empujándome con la rodilla debajo de la mesa―, ¿has oído algo?

El pregunta acerca de Harvard, y en cierto modo deseo que no lo haga. Soy la única en nuestra mesa que ha aplicado a una universidad de la Liga Ivy. Creo que podría ser la única estudiante de último año que ha aplicado a la Liga Ivy, punto, y todavía estoy esperando una decisión. Todos los demás escogieron escuelas estatales o locales colegios privados. (A excepción de Savannah, que cuenta con absolutamente ningún deseo de continuar su educación más allá de la escuela secundaria y es muy vocal sobre su decisión... o la falta de una decisión. Lo que sea.)

―Um, no, no lo he hecho ―confieso.

―Todavía es temprano ―responde, esperanzado.

―Y el que no haya noticias no es necesariamente una mala noticia ―agrega Ashley.

Estudio el pavo atascado entre mi pan de sándwich, encogiéndome de hombros casualmente, luego cambiando de tema. ― ¿Chicos, lograron conseguir parejas en la clase de Inglés de hoy. Ya saben, para ese gran proyecto? ―Rompo mi sándwich por la mitad, rasgándolo en línea recta por

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el medio, pellizcando un bocado de pavo y queso, y lo mastico en mi boca.

―Oh, Dios mío. Me olvidé por completo de eso ―dijo Savannah, poniendo los ojos en blanco―. Espero que me junten con un nerd.

―Así que... ―Blake me golpea con el codo mientras rebusca alrededor de su bolsa de papas fritas, excavando por fragmentos―. ¿Quién es tu pareja?

Sigo masticando por un momento, entonces, dudando, cubro mi boca con la mano. ―Parker ―murmuro.

― ¿Whalen? ―pregunta Savannah, con los ojos muy abiertos.

―Ese es el único Parker que conozco ―digo.

Tony se echa a reír, cayendo hacia atrás en su silla, como si fuera la cosa más divertida que ha escuchado durante todo el día. Algunos de los estudiantes más jóvenes en una mesa más allá se detienen a mirar hacia nosotros, escrutando. ― ¿Parker Whalen? ¿Hablas en serio?

Blake se inclina lejos de mí. El cambio es leve, pero lo noto, no obstante. ―Pensé que elegíamos a las parejas.

―Lo hacíamos. Más o menos. Tuve que pasar por la oficina así que tuve que llegar a clase tarde ―murmuro―. Las parejas ya se habían elegidos. ―Me encojo de hombros. No es como si tuviera una opción, ni nada así.

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―Así que la Remolcadora te puso a ti y a Parker Whalen juntos. ―Su mandíbula se tensó, las palabras eran duras y rencorosas.

―Sí. Lo hizo ―contesto, ceñuda hacia él―. Y no la llames La Remolcadora. Es infantil. Y grosero.

―Jaden tenía que hacerlo. Quiero decir, no hay una persona en esta escuela que realmente lo quiera como pareja ―dice Ashley, naturalmente, sacando una cucharada de yogurt―. Él es un fenómeno. Jaden es sólo lo suficientemente buena para no dejar que algo como eso le moleste.

No estoy segura de cómo definiría a Parker Whalen, pero fenómeno es un poco extremo. ¿Extraño? Es posible. ¿Excéntrico? Tal vez. Un solitario definitivamente... pero no parece un fenómeno para mí... sólo... tranquilo.

―Es raro, en realidad. No sé nada de él. ¿Y ha estado viniendo a esta escuela desde qué? ¿Cinco? ¿Seis meses?

―Sabemos lo suficiente ―dice Tony―. He oído que su padre hace dinero de alguna pelea de perros ilegales, totalmente clandestino.

―Escuché que su antigua escuela lo echó por asuntos de marihuana ―dijo Savannah.

―Por lo cual también fue arrestado ―agrega Ashley.

Pongo los ojos en blanco. ―No sabemos si alguna de esas cosas son ciertas

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―digo, sin dejar de masticar―. ¿Y sólo porque viste de negro y maneja una moto? Quiero decir, ni siquiera lo conocemos.

―Lo vi en Vince hace unas semanas. Estaba dando vueltas como si estuviera explorando el lugar. El tipo es un fenómeno.

Mis oídos se animan ante esto. No por lo que dijo sobre Parker, sino Vince. Porque creo que se refiere a Vince De Luca, y si ese es el caso…

―Espera. ¿Fuiste a Vince De Luca?

Las mejillas de Blake se ruborizan. Vince De Luca se graduó de la Secundaria Bedford hace unos años. Él vive en un condado más allá ahora, en un viejo alquiler, y sus fiestas son bastante notorias. La reputación de Vince es cualquier cosa menos estelar. Sin importar que todavía se la pase con gente de la secundaria. Él y mis hermanos solían pasar el rato, y desde entonces he sido advertida.

―Creí que habíamos hablado de eso.

―Lo hicimos ―dice Blake―. Estaba con los chicos. Te juro que sólo estuvimos allí durante unos, como quince minutos. Si acaso. Pregúntale a Tony.

Miro a Tony para su confirmación.

―Quince minutos ―está de acuerdo.

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―Tú sabes que no me gusta ese tipo ―le recuerdo. Puse mi sándwich en la parte superior de mi bolsa; mi apetito había desaparecido misteriosamente.

―Sí, bueno, no me gusta mucho Parker Whalen ―responde Blake con frialdad.

* * *

Al final del día, cuando estoy tomando un viaje rápido a mi auto antes de que me dirija al salón del Sr. Connelly, veo a Parker una vez más. Está caminando hacia el otro extremo del estacionamiento, donde estaciona su motocicleta. Azul y plateada. Una moto deportiva. La cual parece perfecta para él, en realidad. Aprieto mi ritmo, corriendo para alcanzarlo antes de que desaparezca. Rumores, reputación, o no, tenemos un proyecto para hacer, un proyecto para hacer juntos. Cuanto antes hablemos más rápido podremos empezar a trabajar.

―Parker ―digo en voz alta, cruzando en frente de un Volvo rojo. Ata las correas de su casco por debajo de la barbilla, luego monta la moto, utilizando sus piernas para retirarse del espacio.

― ¡Parker Whalen!

Los ojos de todos están fijos en mí, lo parece, a medida que ondeo entrando y saliendo de los autos y en torno a grupos de amigos que han dejado de reír y charlar para preguntarse qué es exactamente lo que estoy haciendo.

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En el momento siguiente, le da vuelta al encendido, y le da revoluciones un par de veces. Las explosiones atronadoras sacuden mis tímpanos, vibran en la tierra debajo de mí, pulsante. Sale a toda marcha del estacionamiento, los neumáticos chillando, sin voltear ni una vez hacia mí.

Me quedo plantada al asfalto en medio de la calle, mirando con incredulidad como se desvanece, las luces traseras brillando. Una bocina suena detrás de mí, interrumpiendo mi estupor. Salto, y me giro hacia la línea de tráfico que serpentea alrededor del estacionamiento. Rápidamente me quito del camino, agitando una disculpa al conductor. Me rodeo con mis brazos fuertemente sobre mi pecho, abrazándome en un esfuerzo para mantener el calor, luego corro hasta mi auto, sintiendo el viento helado cuando pica en mi cara y adormece la punta de mi nariz.

Vislumbro aquellos que aún me lanzan una sonrisa rápida. Todo está absolutamente bajo control. Parker Whalen no me está evitando. No a propósito, de todos modos.

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Capítulo 3Traducido por Gry

Me siento a la mesa, mirando a mi futuro sobrino oficial, Joshua, empujar su mano profundamente dentro de una bola de dinosaurio plástica, agarrando y triturando. La harina de avena gotea por los lados y cae en la bandeja de su silla alta.

—Espero que estés comiendo algo de eso, joven—, advierte mi mamá.

Joshua sonríe, revelando los imposiblemente diminutos dientes de leche del frente de su boca. ¿Con una sonrisa como esa? Es el único de nosotros que puede, literalmente, salirse con la suya.

— ¡La comida! Mamá gritó.

Mis dos hermanos mayores se materializaron de la sala de estar, todavía vestidos para el trabajo, sus medias blancas manchadas con tierra, y su pelo castaño corto, aplastado contra el cuero cabelludo: lo que generalmente llamamos “cabeza de casco”.

—Oye, pequeño hombre—, Daniel, mi hermano mayor, dijo. —Dame cinco—. El abrió su mano. Joshua se río, y golpeó su mano varias veces.

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Daniel contempla la harina de avena marrón y pegajosa salpicada a través de su palma. —Genial.

—Pásame esos—, mi otro hermano, Phillip, demanda, asintiendo hacia los frijoles cocidos.

—No hay forma. Eso es lo último que necesitas—, digo haciendo girar mis ojos.

Phillip empuja las mangas de su remera por sus brazos, pasando sus codos, frunciendo el ceño. —Sólo dámelas.

—Pienso en el bien colectivo de esta familia.

—Cállate—, replica, su voz en aumento, —y piensa en pasarme ese pote.

—¿Vas a decir “por favor”?

El exhala exageradamente, se para, se inclina a través de la mesa, arrebatando el plato de acero inoxidable. Un rastro de vapor lo sigue mientras se mueve.

—Phillip, ¿puedes por favor no decir eso? —Sarah, la novia de Daniel, pide. —No quiero a Josh tomando esas cosas. Porque sería realmente malo documentar su primera palabra y que no fuera “Mamá” o “Papá” pero sí “cállate”.

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Los cuatro miramos a Joshua que examinaba un puñado de harina de avena en su puño, sus ojos cruzándose momentáneamente. Empuja la cosa entera en su boca, luego lo saca, cubierto de saliva.

—Impresionante—, Phillip dice, con la boca llena.

—Se ve como su tío—, digo.

Mi papá, una versión más vieja, más gris de Daniel, se sienta en su silla a la cabeza de la mesa, acercándose más cuando mamá entra con los rollos. No sabría señalar cuando fue que pasó –los cabellos grises y los pliegues alrededor de sus ojos- como si siempre hubieran existido y nunca lo noté, o si hacerse abuelo de alguna manera provocara los cambios automáticamente.

— ¿Están todos? — Ella preguntó, empujando su pelo castaño rojizo (mismo tono que el mío) lejos de su cara. Ella frunce el ceño. — ¿Phillip, podrías esperar al resto de nosotros?

Cada asiento de la mesa está ocupado, y Joshua está sentado en su silla alta entre mi mamá y Sarah: una comida típica en la casa McEntyre. Hay siete de nosotros en total. Mi mamá y papá, por supuesto; Daniel, Sarah y Joshua, quiénes se quedan en el dormitorio del medio arriba; yo; y Phillip, que es más joven que Daniel por dos años, y dos años más grande que yo. Un verdadero niño del medio. No somos nada sin una casa llena.

—Daniel, Phillip ¿cómo estuvo el trabajo? Mamá preguntó.

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—Bien—¸Daniel respondió. —La casa de Oak Street está casi lista para ser pintada.

Ella apuñaló una chuleta de cerdo con su tenedor, y le paso el plato a Sarah. — ¿Tan pronto? Avanzó rápido—, se maravilló.

—Agradécele al buen tiempo de invierno que estamos teniendo. No creo que hayamos tenido que parar un solo día—, dijo papá.

Mi ceja se levantó por instinto mientras alcanzaba mi té dulce. No sé lo que él quiere decir con “buen tiempo de invierno”, pero los días que hemos tenido últimamente –fríos, oscuros y miserables- no están bien en mi opinión. Quiero decir, soy generalmente la mitad llena de una muchacha, pero no puedo recordar la última vez que vi el sol brillar. ¿Y cuándo se tomo algún día libre?

Limpio mi garganta. —Sabes, papá la canilla de mi lavamos está un poco arruinado—. “Un poco arruinado” es una subestimación. Hay un tubo en vez de una canilla que sobresale de la porcelana. No puedo conseguir agua frío a menos que yo use una llave inglesa, ¿y quién quiere cepillar sus dientes con agua caliente?

Él toma su cuchillo y corta con cuidado, arrancando otra pieza de carne. —Lo sé, dulce. Está en mi lista—, me asegura masticando.

Mi papá es el dueño de McEntyre Construcciones. Esto es una cosa de

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familia. Su papá lo comenzó, mi papá asumió cuando él se retiró, y finalmente cuando envejeció lo suficiente, mis dos hermanos subieron a bordo. Mi abuelo podría arreglar todo. Él construyo casas a mano y entonces enseñó a mi papá todo lo que sabía. Sólo, cuándo mi papá se convirtió en el presidente, él adoptó la actitud de “¿por qué hacer algo tu mismo si puedes pagar para que alguien más lo haga?”.

A causa de esto, mama y yo cambiamos las bombillas quemadas; remplazamos los escalones del frente después de que Daniel pasó a través de uno, partiéndolo completamente por la mitad; y usamos un destornillador de cabeza plana para abrir las ventanas cerradas por la pintura de los vecinos anteriores. Esto es porque, incluso después de vivir en nuestra casa Victoriana Restaurada (donde nada esta restaurado) durante varios años, sólo puedo conseguir agua fría usando una llave inglesa. Incluso entonces no hay garantía de que yo sea lo suficiente capaz de apretar el tubo lo bastante para que el grifo no goteo, lo que es un dolor para dos en la mañana, cuando me despierto con un incesante: drip… drip… drip…

Esto es por qué los pisos de madera de mi dormitorio necesitan sujetarse, por qué la sala de estar se queda cerrada durante el invierno (hay un problema de aislamiento, y el aire frío se filtra por las paredes), y por qué mi mamá todavía no tiene la terraza trasera con la cual ella siempre ha soñado, aunque vivamos, por definición, en la “casa de sus sueños”. Al principio asumí que papá y mis hermanos se pondrían a fabricar todas esas pequeñas “mejores” –pero nunca pasó, y en algún punto deje de sorprenderme.

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Hablo con cuidado. —Lo sé… es sólo que… ha estado en tu lista por un tiempo, y se está volviendo un poco difícil abrirla con la llave inglesa que me prestaste…

—Jaden—, interrumpe, con un dejo de irritación en su tono. —He tenido apenas un fin de semana para mí en meses. Los muchachos y yo estamos apretados… Los Bennetts están ansiosos por mudarse…

Un teléfono celular suena, cortando la conversación. Mi papá, Phillip y Daniel revisando alrededor de cada bolsillo, quitando los teléfonos uno tras otro, mirando las pantallas. Es el de papá.

—Es el pintor con mi presupuesto—, explica él. —Tengo que atender—. Él esta de pie y camina hacia el cuarto, presionando el teléfono en su oído justo antes de que desapareciera. —Casas McEntyre—, él dice. Negociador amistoso.

—¿Quién se supone debería llamarte? — Pregunta a Phillip.

—No es de tu incumbencia.

—Puedo decirte—, dice Daniel embromando, con una sonrisa en los bordes de su boca, alcanzando sus ojos. —A menos que Phillip prefiera hacerlo.

Phillip inclina su cabeza hacia atrás, gimiendo. —¿Recuerdas a Becky Summerlin?

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—¿No era un año más chica que tú? —Mamá pregunta.

—Ella se graduó el año pasado—, confirmo, imaginando a la muchacha tímida que había sido parte del personal del anuario, su cabello marrón pálido y ojos confortables. —Ella es tranquila, pero parecía muy agradable. ¿Qué quiere contigo?

Él hace rodar sus ojos. —Ja. Ja. De todos modos, nos topamos el uno con el otro la semana pasada. Ella visitaba a sus padres. Decidimos encontrarnos la próxima vez que viniera a la ciudad—, explica él. —Eso es.

— ¿Por qué ella está llamándote, entonces? — Sarah pregunta. — ¿Por qué no la llamas tú?

— ¡Lo hice! —Phillip contesta, cuadrando sus hombros. —Le dejé un mensaje. Ahora espero a que me llame.

— ¿Cuánto has esperado? Pregunto.

Él se encoge de hombros, los antebrazos apoyados contra la mesa, empujando los frijoles cocidos alrededor del plato con su tenedor. —Un día o dos.

—O tres—, añade Daniel.

Sarah se ríe. —Bien si no tienes noticias de ella antes de este fin de semana

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podrías darle una llamada de nuevo.

—O dejarla en paz—, refunfuño.

El reloj de péndulo de la esquina del cuarto da la hora. Comemos en silencio durante unos momentos, escuchando las campanadas.

Finalmente, Daniel limpia su garganta, atrapando nuestra atención. Sarah le echa un vistazo.—¿Qué?

— ¿Vas a decirles? —Él pregunta, asintiendo hacia nosotros.

Sus cejas se levantaron. — ¿Decirles?

Observamos este intercambio atentamente, esperando que alguien hablara. La última vez que ellos tuvieron algo que decir, fui tía. Una brisa invernal paso por la ventana de comedor, moviendo las cortinas y haciéndome poner la piel de gallina.

— ¿Vas a decirles? — Él enfatiza.

Una onda de reconocimiento cruza su cara. —Ah. ¡Ah!. Sí. Seguro—. Ella se vuelve hacia nosotros. —Daniel y yo queríamos contarles que pusimos una fecha—. Sus mejillas se ruborizaron.

—Era hora—, masculla Phillip.

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— ¡Siii! Grito, aplaudiendo. — ¿Cuándo?

—Bien, pensamos el segundo fin de semana de junio. En el cenador del parque.

— ¡Ah! ¡El parque estará hermoso en esa época del año! —Mamá afirma. —Las flores estarán creciendo… avísenme si necesitan cualquier tipo de ayuda con la planificación—. Ella saltó de su asiento. —Yo debería conseguir el número de mi florista.

— ¿Ese día estará bien para todos? —Sarah pregunta. — ¿Quiero decir, no tienen nada importante planeado?

—Mi graduación es ese viernes, pero no es problema o algo.

Un destello de recordación encendió su cara, y llevo su mano a la boca. —Ah, cielos. La graduación. No había pensado en eso. Podemos mover el día de la boda una semana o dos. No es ningún problema—. Mira a Daniel por aprobación.

—No, no, no—, digo rápidamente. —Lo juro. No hay problema. Creo que el segundo fin de semana de junio es perfecto.

—Tendrás que pensar en la comida de ensayo, sin embargo—, mamá dice, volviendo de la cocina con una tarjeta de su Rolodex [1] —Eso es típicamente la noche antes de la boda.

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—Bien—, Sarah comienza, —No creo que planeáramos algo demasiado formal para esto. Tal vez podemos hacerlo durante la semana. Como miércoles o jueves. No quiero que nada eclipse la noche de Jaden.

Sonrío. —No van a eclipsar algo. Es sólo la graduación. Protocolo. No es gran cosa.

—Jaden—, Sarah me reprende. —Deja de ser tan desinteresada. Dios.

— ¿No es gran cosa?— dice mamá. —El hecho de que mi niña se gradúe y se marche a Harvard es una gran cosa.[1]Rolodex: es un archivo de dispositivo giratorio usado para almacenar información de contacto comercial.

—Esperen—, interrumpe Daniel, observándome con curiosidad. — ¿Tuviste noticias de Harvard?

—No—, refunfuño, mis mejillas calientes. Empujo mi chuleta de cerdo, pinchándolo con el tenedor, frunciendo el ceño. —Mamá está asumiendo.

Mi papá regresa al cuarto. —Los pintores van a cobrarnos de más. ¿Los hemos usado para cuantos empleos? — Él agarra su vaso y levanta su plato de comida de la mesa, todavía llena pero casi seguramente tibia. —De todos modos, tengo unas llamadas telefónicas para hacer, voy a estar en mi oficina—. Se inclina y besa rápidamente a mi mamá en la mejilla, dulce, pero no exactamente irresistible. —La comida estuvo genial—, dice, desapareciendo por última vez esa noche.

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***

Al día siguiente me encuentro en el vestíbulo justo antes de que la escuela termine. Una cosa extra de mi trabajo de ayuda en la oficina de la última hora es que, si termino mi trabajo, los secretarios me dejan irme temprano. La cosa es, tengo una reputación en la escuela. Una buena, en verdad, y he descubierto que una reputación buena es generalmente ventajosa… en una forma de “pide y seguramente recibirás”.

Me tarde en mi locker, arreglando libros y ajustando fotografías. En la inusual tranquilidad del pasillo, las luces de neón, zumban, parpadean, arrojando una luz cetrina a todo lo que envuelven. Cerca una clase entra en erupción con risas. Aspiro el aire escolar congestionado y paso mis dedos a través del emblema de Harvard que imprimí en mi laserjet a principios del año escolar. Un gesto de buena suerte. Trago con fuerza, suprimiendo las mariposas diminutas en el hoyo de mi estómago: esas que aparecen cada vez que alguien menciona la palabra “Harvard”, o “universidad”, o “futuro”. Cualquier día

Examinaba una foto de Blake y yo en la fiesta de promoción del año pasado, nuestro primer formal juntos, cuando noto el movimiento en el extremo lejano del vestíbulo. Mi corazón comienza a correr, y me presiono fuertemente contra los lockers, el metal frío contra mis piernas. Es Parker, inclinándose en la fuente de agua. La ventilación se enciende, el zumbido rebota en las paredes de concreto mientras termina, y lo miro limpiar su boca con su mano antes de desaparecer dentro del cuarto de baños de los

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chicos.

El me evitó en inglés, sin responder a la nota que le pasé preguntando sobre el trabajo literario que deberíamos escoger para nuestro proyecto. No apareció hasta el almuerzo…

Sin pensar, cierro de golpe la puerta de mi locker y corro detrás de él, mis Mary Janes taconeando contra las baldosas, mi mochila y mi bolso saltando detrás. Hago una pausa durante un instante en la puerta del baño, vacilando. Esto puede ser un error muy grande, pero carezco de opciones en este momento. Lo necesito. Es hacerlo ahora o morir intentándolo.

Tomo una respiración profunda, empujo y entro al baño de hombres, tropezando. Parker está de pie delante del fregadero, lavando sus manos. Retrocede cuando me ve, asustado. Un flash de sorpresa, luego confusión, cruza su cara, rápidamente sustituida por un duro ceño. Su mandíbula se aprieta. — ¿Qué demonios estás haciendo? Demasiado tarde para echarse atrás.

Me burlo, poniéndome derecha, mi espina estirándose — ¿Qué estoy haciendo? Lo siento, pero tengo un proyecto de investigación mayor para entregar en dos meses, y por alguna inoportuna razón mi compañero ha decidido ponerse todo AWOL[2] conmigo—. Doblo mis brazos sobre mi pecho. — ¿Cuál es tu problema?

Parker cierra el grifo, luego sacude sus manos, rociando el espejo con gotas

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diminutas de agua. —No tengo un problema, señorita McEntyre—, dice, las palabras llenas de sarcasmo.

— ¿Entonces, por qué me estas evitando? — Pregunto. —Se supone que somos compañeros y ni siquiera me hablas. No hemos escogido un libro… o decidido nuestros temas. Puede no interesarte tu futuro académico, pero yo tengo que conseguir una buena nota en esto.

Él se acerca, sus ojos centellando, cortándome. — ¿Soy un holgazán? ¿Eso es lo que piensas?

Dejo caer mis brazos, encogiéndome. — ¿No es lo que todos piensan?— Cuando no respondo, él mueve su cabeza. —No conoces a la gente tan bien como tú crees que lo haces.

—No pretendo saber nada sobre ti—, disparó. —Supongo que no debo gustarte o algo…

[2]AWOL (Absent without leave): Ausente sin aviso.

— ¿No gustarme? — Interrumpe. —Jaden McEntyre, no hay un alma en esta escuela que no te adore—. Él levanta su bolso del piso del baño y la coloca sobre su hombro derecho. Él no puede marcharse. Nunca conseguiremos llevarlo a cabo si lo dejo irse. Sin pensar, salto delante de la puerta y me apoyo contra el marco, bloqueándolo.

— ¿Te importa?

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—Si, me importa, realmente—, comienzo. —Si eres tan miserable por ser mi compañero… que, yo podría añadir, es la cosa más estúpida que he oído alguna vez ya que ni siquiera me conoces…

Sus ojos se estrecharon. — ¿No te conozco? ¿De verdad? Jaden McEntyre. Hija de un contratista general. Animadora. Defensora de los derechos humanos. Mejor amiga de Sabana Wainright. Novia de Blake Hanson. Voluntaria de caminatas por el cáncer. Donadora de sangre. Junta dinero para los niños necesitados de Bangladesh. Completa A [3]. Destinada a la Ivy League [4]. La persona más segura, más aburrida de esta escuela.

Mantengo mi enfado en mi garganta. Ah Mi Dios. Esto no puede estar pasándome. No debería pasarme. Se supone que yo estoy en inglés AP este semestre. Estúpido conflicto con la programación de cálculo. No se requiere que las clases AP hagan este proyecto. Yo no debería estar en el baño de los chicos, con sus paredes llenas de insultos y papel higiénico esparcido por el suelo y el mohoso olor a vestuario, discutiendo con Parket Whalen. Yo(3)Completa A: quiere decir, que siempre saca notas altas. (A sería como la nota más alta en medidas de algunos países)(4)Ivy League: se le denomina así a 8 universidades privadas del noreste de EEUU, se caracterizan por su excelencia, y admisión selectiva. La comprenden: las universidades de Harvard, Brown, Columbia, Cornell, Pensilvania, Princeton, Yale y Dartmouth College.

debería haber ido a tiempo a inglés. Debería haber escogido mi propio compañero. ¿Quiero decir, esto es lo que consigo por salvar el planeta? ¿Qué le paso al buen karma? Me esfuerzo por encontrar mi voz. — ¿Estás hablando en serio? Finalmente puedo.

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—No estoy mintiendo—, contesta, realmente.

—Bien. Está bien—, chisporroteo, tratando de recobrar mi calma. —De una manera u otra, somos compañeros. Y tenemos un proyecto que hacer te guste o no, entonces… termínalo—. Mis dedos se cierran en puños, y mi mandíbula duele de la presión. Pero en vez pelear… Parker sonríe. O eso pienso. Quiero decir, las esquinas de su boca se levantan… como si estuviera divertido. Tal vez es más una sonrisa satisfecha. No lo sé. Corro unos cabellos vagos de mis ojos, parpadeo, insegura.

—Eso es bastante áspero—, dice él. —Viniendo de tu parte.

—No es gracioso. Puedes no querer una buena nota en este proyecto pero yo sí.

El ceño volvió, afilando sus rasgos. —Eres tan presumida. Asumiendo que yo no quiero buenas notas.

—Bien… lo que sea. Aquí está la cosa: voy a la biblioteca mañana por la tarde. Estaré allí a las tres. Tomo mi lista, y elijo un libro para nuestro proyecto. Puedes acompañarme… compañero.

Giro sobre mis talones y huyo del baño. Inhalo profundamente, buscando aire fresco: desesperada. Desesperada porque alguien venga y me diga que hacer sobre Parker Whalen, porque nuestro futuro no parece prometedor. Sacudo mis manos, tratando de suprimir la hinchazón por la frustración de haber estado encerrada, y me trago un grito primitivo.

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Capítulo 4Traducido por CyeLy DiviNNa

Exactamente a las tres en punto estoy sentada en una de las mesas redondas en medio de la biblioteca, justo en frente de una larga ventana situada entre filas y filas de estanterías metálicas repletas de libros obsoletos. Aunque mi corazón martillea con satisfacción fuerzo a mi cabeza a no levantar la mochila cuando escucho un ruido sordo en el suelo, o cuando alguien se sienta justo enfrente de mí. Una nueva ola de ira surge, restos de nuestro encuentro anterior. —Ya era hora —murmuro, centrándome en la hoja de requisitos del proyecto, mientras las palabras se hacen incomprensiblemente borrosas.

—Dijiste a las tres —responde Parker.

Reviso mi teléfono celular en reposo sobre la mesa junto a mí. —Tengo cinco después.

—Lo siento. Supuse que se trataba de una reunión informal. No me di cuenta que estabas contando las llegadas tarde. Oh, espera. No sabes nada de eso, con tu fuente infinita de "salir de clase gratis" las tarjetas y todo.

Lo miro, con la boca abierta. No me lo puedo creer. En menos de treinta segundos estamos a la defensiva. Como imanes. Fuerzas opuestas. ¿Por qué es que Parker y yo automáticamente sacamos lo peor el uno del otro?

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Esto es absurdo, y tiene que parar. Tomo una respiración profunda y luego dejó escapar un suspiro enorme. No quiero discutir con él. En realidad no. —Vamos a terminar con esto, ¿de acuerdo? Cuanto antes recojamos un libro cuanto antes podremos empezar a trabajar —me deslizo la lista de libros recomendados sobre la mesa. Me mira sin verla, levanta una ceja, y luego busca en su bolsillo. Después de cavar por un momento, saca una hoja de papel azul, doblada dos veces, y la abre.

—Está bien. Lo entiendo —le digo—. Estás preparado. Estoy equivocada. —Regreso a mi lista de nuevo, sentándome recta y metiendo el cabello detrás de mis orejas—. Está bien. Por lo tanto —continuo—, la pregunta es ¿queremos seguir con lo que sabemos y escoger un libro con el que estemos familiarizados? ¿O ir por algo totalmente nuevo?

Parker resopla. — ¿Cuál es el punto en hacer un proyecto sobre un libro que ya has leído?

Enfoco mis ojos en él, sorprendida, incrédula, tomando todo desde la camisa de color negro y una chaqueta, el pelo marrón oscuro o negro, no estoy segura porque hay gel en la parte delantera, y todavía tiene que "aspecto mojado" en ella, y su piercing, y sus ojos de obsidiana. Hay algo extraño y familiar en él, todos a la vez en la fuerte línea de la mandíbula y las pocas y pequeñas pecas salpicando a través de la nariz.

— ¿Y bien? —pregunta.

Ajusto la atención, las mejillas llenas de calor, y me obligo a mirar hacia

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otro lado. —Uhm, sí, está bien. Así que vamos a recoger algo que no hemos leído.

— ¿Estás dando a entender que normalmente harías proyectos sobre libros que ya conoces? —pregunta.

—Sólo estoy diciendo que si elegimos un libro con el que ya estamos familiarizados entonces este proyecto no podría ser tan complicado. Nos gustaría al menos tener una idea vaga de lo que estamos haciendo. —Rozo la lista de títulos.

— ¿Me estás diciendo que estás desorientada? Porque no quiero a un idiota por compañero.

Aprieto los dientes, haciendo caso omiso de esto. Él solo está tratando de provocarte. — ¿Qué hay de Orgullo y prejuicio? —sugiero.

Sus ojos se entrecierran. —No.

— ¿Por qué no? —exijo saber.

Se inclina hacia adelante, cruzando las manos sobre la mesa. —Debido a que ya lo has leído.

Me burlo. ¿Por qué hace eso? Asumirlo. Pensando que él me conoce. —No sabes eso —murmuro.

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—Por favor —dice, poniendo los ojos—. Una chica Senior en la preparatoria. . . un poco. . . “Libresca" supongo que podría decir. . .

—Me puedes llamar nerd si quieres —le interrumpo—. No me ofendes.

—No... no una nerd, pero si “nerdesca”. . . . No es que sea una cosa mala, así que no vayas toda hostil conmigo, ¿de acuerdo?

—Yo no te daría la satisfacción.

—Sólo estoy diciendo que no puedes esperar que yo crea que no has leído uno de los romances más grande en todos los supuestos de la literatura. Incluso si tu maestro de décimo grado de Honor no te lo asigna, que no lo leas por tu cuenta.

No vale la pena, Jaden. Déjalo ir. —Está bien, lo que sea —digo, dándome por vencida—. ¿Qué pasa con Jane Eyre?

Él sonríe, sabiendo. —Lo has leído, también.

Lanzo la lista sobre la mesa y levanto las manos con exasperación. —Entonces, ¿por qué no empiezas a pensar en los nombres de libros que no he leído y vamos a ir desde allí? —me recuesto en mi silla y cruzo mis brazos sobre mi pecho. Esto es una locura. Escoger un libro no debe ser tan difícil. Si esto es una indicación de lo que está por venir. . . estamos totalmente jodidos.

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Parker recorre la lista de títulos. —Los libros que no has leído. . . . Vamos a ver —él escupe los nombres—. El Cazador Oculto. El Color Púrpura. El Señor de las Moscas. —Él me mira, por debajo de sus pestañas—. ¿Soy yo el que se está calentando?

Me niego a responder, los labios apretados en una línea firme, pero puedo sentir el color desapareciendo en mis mejillas. Trago, pero es tan fuerte. Como un trago. ¿Por qué es este lugar tan tranquilo? —La Jungla. 1984. . . . Básicamente cualquier cosa en esta lista no es un romance que no hayas leído. Así que podemos tirar Austen, la mayoría de las comedias de Shakespeare, las hermanas Bronte. . .

—Cumbres borrascosas no es un romance —interrumpo.

—Eso depende de cómo se mire —responde, encogiéndose de hombros.

—Heathcliff es totalmente depravado. No hay cualidades que lo rediman. Ninguna.

—Su amor por Cathy es una cualidad redentora.

—Él hizo la vida de todos miserable. Está loco.

—Tal vez amar a la gente conduce a la locura.

Me burlo. — ¿Qué estás fumando? Porque yo sé de un impresionante programa de doce pasos.

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—Sí, soy consciente de ello. Gracias. Yo no entiendo por qué es tan difícil creer que una persona puede amar a alguien tanto que se vuelva loco.

—Debido a que. Eso es. . . no es . . . —me arruino el cerebro, luchando por encontrar la palabra adecuada—. Normal. —Poco convincente. Pero es lo mejor que puedo hacer, teniendo todo en cuenta.

Porque entonces, Parker se ríe, y es la luz y la música. Llega hasta el final a sus ojos, iluminándolos. Y de repente, ha perdido esa mirada de piedra, y parece Parker. . .

— ¿Y el Sr. Darcy es lo que podríamos llamar normal? —pregunta.

—El Sr. Darcy es un caballero —explico.

—El Sr. Darcy es un narcisista —Parker responde.

—Mira, tanto como te gustaría, no voy a sentarme aquí y discutir contigo toda la tarde. Elige un libro, y vamos a salir de aquí.

Se queda mirando el arrugado papel doblado por un momento, estudiando las palabras. —Está bien. Voy a escoger uno al azar.

Es mejor que nada. —Está bien. Ve por ello.

Parker cierra los ojos y recorre con el dedo la página. Lo observo

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detenidamente, sorprendida por lo tranquilo que se ve con los ojos cerrados, relajado.

¿Cómo es que hemos tenido Inglés juntos todo el año y nunca le he pagado una onza de atención? La idea de los dos sentados en una biblioteca discutiendo sobre Jane Austen es ligeramente humorística. Es chocante, incluso, porque él nunca me ha dicho una palabra antes. Yo solo asumo. . . . Tal vez-sólo tal vez-no hay la más mínima posibilidad de que él tenga más que decir lo que pensaba.

—Sueño de una noche de verano —dice.

—Una comedia de Shakespeare —le informo.

—Lo que significa que la has leído.

Doblo mis brazos, ofreciendo una sonrisa sarcástica en respuesta.

—Está bien. Una vez más —repite el gesto y abre los ojos. Los cierra de nuevo.

¡Él hace trampa! — ¡Espera! ¿Qué fue eso?

— ¿Qué?

Asiento con la cabeza hacia su papel. — ¡El libro! Acabas de ver, y ahora usted vas a elegir otro. ¡Eso no es justo! Quiero saber cual era. —No es

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hasta después de decir las palabras que me doy cuenta de lo infantil que debo sonar.

—En realidad. . . si te interesa saberlo. . . lo perdí. Aterricé en blanco, en el espacio azul —dice él, formando las palabras lentamente—. Ningún libro. Y eso no nos ayuda.

—Bien —le respondo.

— ¿Está segura? Quiero decir, ¿tengo tu permiso para intentarlo de nuevo?

Pongo los ojos. —Sólo tienes que hacerlo.

Él recorre con el dedo hacia arriba y abajo de la página. Se detiene, entonces abre los ojos, examinando el título.

—Ethan Frome —anuncia.

—Ethan Frome —repito, inclinándome sobre la mesa, estudiando el nombre justo encima de su dedo índice. La uña, me doy cuenta, es prácticamente inexistente, roída por debajo de la piel, su cutícula irregular y lagrimea. Por lo tanto. . . él es un mordedor de uñas. Un hábito nervioso. Miro a mis propias uñas algo largas, y cuidadosamente presentadas en línea recta. Las suyas se miran dolorosas. Y bastante asquerosas.

Me mira con recelo. — ¿Lo leíste?

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Sacudo la cabeza. —No. ¿Tú?

—No.

Salto de mi asiento y camino rápidamente más allá del pasillo, en dirección hacia el catálogo computarizado. Tipeo Ethan Frome encontrando que fue escrito por Edith Wharton, entonces entro y salgo de las filas en ficción hasta que estoy en la W. Saco dos copias idénticas, de Ethan Frome y las llevo de vuelta a Parker.

—Aquí —le digo, lanzando uno de los libros. Se desliza sobre la mesa, deteniéndose justo en frente de él.

Parker lo recoge, le da vuelta, y analiza la descripción en la parte posterior. —Una novela de pasión y anhelo insatisfecho. —Wow, Jade, parece que aterrizaste en un romance.

Me doy tirones en la cabeza, sorprendida. Nadie me llama Jade. Nunca. Ni siquiera lo intentan. Siempre he sido Jaden. Para mis maestros. . . mis amigos. . . mi familia. Todo el mundo.

— ¿Qué? —pregunta.

—Nada —le contesto, poco a poco volviendo la atención hacia el libro. ¿Jade? Eso sería como un apodo. Nunca he tenido un apodo.

Pero él es persistente. —No. ¿Qué es?

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Me metí un mechón perdido de cabello detrás de las orejas. —Nada. Es sólo. . . que me llamaste Jade. Fue solo. . . extraño, eso es todo.

—Si prefieres Jaden. . . .

No me importa. —No. Está bien —me aclaro la garganta, señalización que nos devuelve a la tarea en cuestión—. Así que de todos modos, yo no diría que es un romance. Aquí dice: "marcado por la tragedia." Eso no puede ser bueno.

—Ah. Ahora eso suena mejor.

Yo contengo la risa. —Por supuesto que sí. Viniendo de alguien que piensa que el amor puede realmente conducir a la gente a cometer crímenes atroces —murmuro, sigo estudiando la solapa de la copia.

—Es una cuestión de semántica.

—Genial —digo, de pie—. Nos reunimos, escogimos un libro, misión cumplida. Vamos, eh, sólo al plan de leer esto y reunirnos la próxima semana. Entonces, podemos dividir las responsabilidades y hacer esta cosa por hacer —hago una pausa por un momento—. Tenemos que hacer un informe oral, ya sabes.

— ¿Y? —pregunta, recogiendo sus cosas.

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—Sólo estoy diciendo.

Parker se pone de pie, arrojando su bolsa al hombro, de pie es más alto que yo en varios centímetros, y yo soy una de las chicas más altas de mi curso entero. —No te preocupes. Estoy seguro de que con todo lo que prácticas para tu futuro en concursos de Señorita América, vas a ser un natural.

—Yo no estaba preocupada por mí —le digo con sorna. Y no tengo planes de convertirme en Señorita América.

—Bueno, no te preocupes por mi causa. Es insultante.

Parker se mueve hacia el contador —cada paso es firme y compuesto— para revisar su libro. Me quedo de pie tambaleándome, incapaz de moverme, mirando con incredulidad como el verdadero Parker Whalen preparado para un millar de opiniones de estudiantes y lector secreto de Cumbres borrascosas poco a poco comienza a revelarse.

* * * * *

La cena terminó, los platos se lavaron. He jugado con Joshua, quien ahora está bañado y en la cama. Mi tarea ha terminado, y estoy lo suficientemente intrigada por mi encuentro con Parker a principios de semana que quiero empezar de inmediato Ethan Frome. Es un libro delgado, he observado, por lo que probablemente no pasará mucho tiempo hasta el final.

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Me tiendo sobre mi cama, una manta puesta a mí alrededor para protegerme del frío, y abro la novela en la primera página. Un perfume, con olor a jarabe penetra el aire, y por un momento me pregunto si tiene algo que ver con la persona que lo leyó antes que yo, o si la copia de Parker huele de la misma manera. Me detengo. ¿Por qué me importa como huele el libro de Parker? ¿Por qué estoy incluso pensando en él? Me fuerzo a sacar a Parker Whalen de mi cabeza y comienzo a leer.

He hecho mi camino a través de la mayor parte del primer capítulo cuando alguien llama.

—Está abierto —contesto.

Sarah ya está vestida para la cama con pantalones de franela color rosa y un pijama de manga larga para la noche y lleva una revista. Una corriente de aire frío desde el pasillo la sigue al interior. Me estremezco.

—No estoy interrumpiendo, ¿no? —pregunta.

—No —le contesto, doblando la esquina de la página en que estoy.

—No pasará mucho tiempo. Sólo necesito una opinión. —Sarah se sienta en el borde de mi cama. Se hunde con ella, y me acerco, envolviendo la estrecha manta alrededor de mis hombros—. Estoy tratando de recoger las invitaciones —continúa—. Dime lo que piensas. Honestamente.

Me pasa el catálogo. Hojeo, deteniéndome en cada página que Sarah tiene

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marcada, examinando los artículos en un círculo.

— ¿Cuál es el veredicto? —pregunta.

Vuelvo al principio. —Me gusta esta. . . y ésta —le muestran las páginas.

Sarah se ríe. —Daniel eligió esas, también.

—Imagínate eso —digo con una sonrisa. Me gustan mis dos hermanos. . . tanto como una hermanita puede gustarles, supongo. Ahora que somos mayores, cuando no están acosándome (Phillip), o siendo totalmente sobreprotectores (Daniel), todos nos llevamos muy bien—. ¿Cuáles son tus favoritos?

—En realidad —dice ella, moviendo unas cuantas páginas más—, creo que me gusta esta mejor.

— ¿En serio? —pregunto, sorprendida—. Me imaginé que irías por algo más moderno. Ya sabes, simple y racionalizado.

—Sí, tendría más sentido.

—No, no —le digo rápidamente—. Creo que es magnífico.

—Yo no soy del tipo de chica de letra cursiva, supongo—ella suspira—. Yo no sé por qué estoy tratando con nada tradicional.

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Yo me río. —Sarah, eso no es lo que quise decir.

—Lo sé, pero ya sabes cómo es. . . vestido blanco. . . invitaciones en cursiva —ella se encoge de hombros.

Daniel y Sara empezaron a salir justo antes de que Daniel se graduara de preparatoria. A Sarah le quedaban dos años, estaba en la clase de Phillip. Daniel fue a trabajar para mi padre, pero él y Sarah continuaron viéndose el uno al otro hasta que ella terminó la escuela. Posteriormente, ella hizo planes para irse a vivir con una amiga y obtener un título en enfermería en la universidad de la comunidad.

Las cosas iban muy bien. Pero entonces, después de un año o así, ella quedó embarazada. Hubo una explosión enorme. No se casaría con Daniel, lo que enfureció a sus padres. Ellos decidieron que no pagarían para que terminara la escuela, o por su apartamento. El problema no era Daniel, explicó más tarde, lo que pasa es que ella siempre quiso la boda perfecta para empezar bien las cosas. Daniel la amaba, y ella lo amaba, pero pensaron que si estaban destinados a estar juntos, les encantaría estarlo al igual que mucho después de que tuvieron su bebé.

Daniel trasladó a Sarah a nuestra casa, con la bendición de mis padres, y él continuó trabajando mientras ella se tomó un tiempo libre. Unos meses más tarde, Joshua nació. Daniel se lo propuso inmediatamente, y Sarah dijo que sí. Empezó a estudiar, y se hicieron planes para mudarse a su propio lugar tan pronto como se lo pudieran permitir.

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La dura prueba cambió a Daniel, sin embargo, y es por esto que sé que espera más de mí, él no quiere que cometa los mismos errores que él hizo. Desde que él y Sarah llegaron al revés, es aún más importante para él que yo haga las cosas en el orden correcto.

—Pero piensa en cuan adorable se va a ver Joshy en su esmoquin de bebé —yo señalo.

Sarah se ríe. —Daniel jura que va a estar caminando para la boda.

— ¿Ves? ¿Puedes imaginar algo más perfecto? —pregunto—. Una boda en el parque. . . Daniel y Josh. . . las personas que aman chicos. . . . Y Dios, Sarah, estos no son los años cincuenta. Nadie se va a desmayar si te presentas a tu propia boda vestida de blanco. Quiero decir, mírate. Ustedes son como la pequeña familia más perfecta.

Ella pasa los dedos por su pelo lacio, castaño en su parte. —La familia más perfecta de vivir con mis futuros suegros

—No son una carga. No sé lo que cualquiera de nosotros va a hacer cuando se muden. Y yo sé que mamá va a morir si no llega a ver a su pequeño hombre cada día. Me sorprende que no haya mencionado la construcción de una casa de huéspedes para ustedes en la parte de atrás, sólo para mantenerlo cerca.

Ella sonríe. —Eres dulce, Jaden. Siempre sabes qué decir para hacerme sentir mejor. Yo debería haberte hecho mi dama de honor en lugar de mi

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hermana.

—Estoy feliz de ser dama de honor. Además, Melissa se lo merece por permanecer por ti. —Un breve silencio se encuentra entre nosotras—. Ya sabes —continuo—, lo siento por tus padres. En especial por tu mamá. Quiero decir, si ella acaba de pasar cinco minutos con Joshy. . .

Ella suspira. —Es por eso que ella se queda tan lejos como sea posible.

— ¿Les enviaras una invitación? —pregunto en voz baja.

Se encoge de hombros. —Tal vez. Si puedo elegir una.

—Debes. Ya sabes. . . por si acaso.

—Sí.

— ¿Y Sarah? Si quieres ir con letra cursiva, ve con letra cursiva, ¿de acuerdo? Se trata de tu boda: no dejes que nadie te diga cómo planificarla.

Sarah sale de la cama y se levanta. —Gracias, Jaden —dice sonriendo.

—De nada.

Ella sale de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. Yo salgo a través de mi edredón azul y sigo leyendo. Cuando por fin me queda tiempo suficiente para comprobar el tiempo, es después de la medianoche. Sólo un

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capítulo más. Pero entonces la historia está casi terminada, y no puedo parar. Eran las dos de la mañana cuando leí las palabras finales, terminando la novela de una sentada.

Suspiro y cierro el libro, pensando en todo lo que acabo de leer: el amor y el anhelo, y la imposibilidad de actuar sobre los sentimientos románticos. Es una terrible historia, por lo que sucede. . . lo que no ocurre.

Puedo apagar mi lámpara, sumiendo la habitación a oscuras. Mis pensamientos giran y me mantienen despierta, aunque, yo trate de forzar el sueño. No estoy segura de cuando finalmente sucede, cuando me deslizo en la inconsciencia. Sin embargo, yo sueño. Yo sueño con Ethan y Mattie y lo que podría haber sido.

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Capítulo 5Traducido por clau12345

—Odio a Zeena Frome— Lancé la bolsa de papel con mi almuerzo sobre la mesa de picnic frente a Parker. Una brisa fría pellizcó mi cuello descubierto. Le doy la vuelta al cuello de mi chaqueta, desando haber traído una bufanda.

Él levanta la vista de lo que parece un texto científico. — ¿Se supone que esto significa algo para mí?

Recojo mi pierna, salto por encima del banco de madera deteriorado, áspero y gris, con las uñas saliendo de las articulaciones y me siento frente a él. —Zeena Frome. Esposa de Ethan. La odio.

Una expresión de sorpresa se cruza en su rostro, una mirada en sus ojos. — ¿Qué? ¿Por qué?

—Porque ella es una farsante. Quiero decir, no hay absolutamente nada malo en ella. Ya sabes, ¿verdad?

—Espera—. Hace una pausa por un momento, pensando mientras entorna los ojos. — ¿Quieres decir que ya terminaste?

—Sí.

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—Sé que eres una intelectual asidua y todo, pero tenía la impresión de que tenías una semana para leerlo.

—Mira quien ha estado estudiando el vocabulario para el SAT de la Sra. Tugwell—. Mis ojos ruedan dramáticamente.

Él sonríe, suavizándose un poco

—De todos modos, no necesitas una semana—, seguí, moviendo la cabeza.

—Una vez que empecé no pude dejar de leerlo. Fue tan adictiva…. como un choque de trenes.

—Un choque de trenes—, repite, sin poder creerlo.

—Ya sabes, ¿realmente no quieres ver la sangre y la destrucción y la muerte, porque ya sabes que te perseguirá para siempre, pero al mismo tiempo no puedes mirar hacia otro lado?

— ¿Estás comparando a Ethan Frome con un choque de trenes?

— ¡Sí!— Lloro, golpeando mi mano contra la superficie irregular de la mesa de picnic. Recojo una astilla de mi dedo. Pica. La pequeña franja de madera sobresale de la piel. —Eso es exactamente lo que estoy comparando— sigo diciendo, bajando la voz. —Es horrible.

—Pero horrible bueno, ¿verdad?

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Pinché mis uñas juntas para con mucho cuidado sacar la astilla. —Horrible Malo. Trágico.

Un grupo de niñas de segundo año corretea por la mesa, moviéndose hacia el edificio. Un par de ellas más despacio, nos mira fijamente a su paso. Se ríen y vuelven su tono a un murmullo. Están hablando de nosotros. Parker no parece darse cuenta.

—Así que, ¿qué pasa?—, Pregunta.

—No te puedo decir. Tienes que leer.

—Lo voy a leer. Sólo... ya sabes... quiero saber en qué me estoy metiendo.

Lo miro de reojo, acuciosa. Suena lo suficientemente sincero. Como si tal vezno es uno de esos tipos que se basa en notas rápidas o que bajan sus ensayos de internet. Como sea, si no lo lee, lo sabré en el segundo en que venga una tormenta de ideas. —Es horrible—, le digo, sacudiendo la cabeza. —No hay palabras.

Sus ojos vidriosos, como si estuviera trabajando horas extras para evitar moverse. —Lo entiendo. Es horrible. Suficiente con el meneo la cabeza. Puedes ser más específica.

Me siento más derecha y meto el pelo detrás de mis orejas, a continuación,

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abro la bolsa del almuerzo. —Hay un terrible accidente. Pero en realidad no es un accidente. Véase, Zeena y Ethan están casados, ¿verdad? Zeena trae a su prima, Mattie, para ayudarla en la casa porque está enferma o algo así. Bueno, Ethan decide que como que tiene algo con Mattie, pero no sabe cómo actuar en consecuencia.

—Creo que ahí es donde viene el romance—, dice.

—De eso se trata—, continúo tomando un bocadillo de la bolsa. —No hay romance. Ethan y Mattie no hacen nada. Y ¿Zeena? Ella es horrible, quejándose y quejándose de lo enferma que está. Escucha esto: ella va a un médico que dice que no debe mover ni un dedo más y que necesita una "Persona Contratada” para que venga a cuidar de ella.

—Creo que para eso es que estaba Mattie —interrumpe Parker. Destaca un pasaje de su libro de texto, con marcas de color amarillo brillante cruzando la página.

—Sí, bueno, ya no. Se da cuenta de que algo está pasando entre Mattie y Ethan, y decide echarla.

—Tiene sentido.

Mi boca se cae de indignación, una chispa de ira punzando en mi estómago. — ¡No! ¡No lo tiene! Ethan y Zeena no están enamorados.

El asiente su cabeza sobre su puño, con el codo sobre la mesa, mirándome.

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Perplejo. —Así que me estás diciendo que la tragedia de esta novela es un matrimonio sin amor y un perdedor que no puede actuar sobre sus sentimientos adúlteros.

Yo hago una mueca, la confianza deslizándose de mí. ¿Es eso lo que estoy diciendo? —Dios, haces que suene tan mal. Y no, esa no es la tragedia. No toda, al menos. Cuando Ethan está llevando a Mattie a la estación se dan cuenta de que no pueden vivir el uno sin el otro, así que deciden quitarse la vida. Se deslizan por un precipicio, dirigiéndose directamente a este enorme árbol. Los golpea, pero no los mata. Quiero decir, los estropea a los dos tanto, Ethan queda con una cojera, y Mattie, queda inválida... todos enfermos y feos... y nunca te imaginas lo que Zeena....

—¿Lo qué hace Zeena ?— pregunta Parker, aunque es obvio que él estátratando de hacerme molestar.

—Ella sigue como si nada malo ocurriera con ella en el mundo y comienza a cuidar de Mattie. Quiero decir, realmente. ¿Ella estaba prácticamente en su lecho de muerte, necesitando a algún pobre contratado que la cuidara y derepente está lo suficientemente bien como para cuidar de sí misma y todos losdemás? Es trágico. Eso es todo.

Parker se encuentra inmóvil, estudiando mi cara, su boca insinuando una sonrisa, y de repente recuerdo lo que dijo en el baño ese día: que yo era aburrida. Y me pregunto si todavía cree eso, o si, después de nuestras últimas conversaciones, está empezando a verme de otra manera. Porque

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como que parte de mí quiere romper esa percepción, esa imagen que tiene de mí. Quiero saber lo que ve cuando me mira. Quiero saber lo que piensa cuando se me queda mirando, con esa intensidad tranquila. No quiero que piense que soy aburrida. No quiero preocuparme por qué estará pensando. Me muevo en mi asiento y halo mi pelo detrás de las orejas.

— ¿Y bien?— Finalmente pregunto, rompiendo el incómodo silencio.

Él aleja sus ojos de los míos — ¿Estás diciendo que Mattie y Ethan realmenteconsiguen lo que quieren?

Me burlo y pongo mis ojos en blanco. ¿No ha escuchado nada de lo que he dicho? — ¡No! Ellos querían estar juntos. Ese fue el punto.

Se encoge de hombros. —Están juntos, ¿verdad?—, Pregunta con calma.

— ¡Por supuesto que no!— Pienso en lo que está diciendo. —Um, bien... Sí, supongo que Mattie y Ethan están juntos al final, pero no como ellos quieren. ¿Te imaginas ver a la chica que amas sufriendo por el resto de su vida a causa de una estupidez que tú has hecho?

—No sé—, responde. —Nunca me ha sucedido. Así que me falta cierto grado de empatía.

Otro silencio prolongado cae sobre nosotros. Doy un mordisco a mi emparedado, sintiendo el frío por primera vez desde que empezamos a

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hablar. Me estremezco, un escalofrío sube de golpe por mi espina dorsal y miro a través del patio vacío.

—La historia suena bien, de todos modos—, dice Parker, pasando a la siguiente página de su libro de texto, los hombros relajados.

La brisa helada despeina mi cabello, soplando un mechón perdido hacia mi cara. Los cepillo con mis dedos. —Lo siento. No quise arruinártelo.

—Yo pregunté.

Recojo mi emparedado por un momento, luego tomo otro bocado. No es hasta después de haber ingerido que me doy cuenta de que Parker no tiene un bocadillo, o una bandeja de la cafetería, o incluso una bebida.

—Entonces, ¿no comes?—, Pregunto, curiosa.

—Depende de en qué tipo de estado de ánimo me encuentro.

Pienso en mis hermanos durante la adolescencia, cuando consumían cualquiercantidad de bolsas de papas fritas y dos litros en una sola sesión. InclusoBlake y Tony comían sus almuerzos, más allá de lo que podían conseguir de las máquinas de snack. Parker es alto y delgado, pero no se ve flaco por debajo de su chaqueta de cuero.

—Me parece justo. ¿Por qué te sientas aquí solo?

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—Porque es tranquilo.

— ¿Y eso no te aburre?

—No—, responde.

Solté un suspiro. — ¿Te estoy molestando?— Le pregunto a quemarropa. Me imagino que ya he arruinado su hora de almuerzo tranquilo con mis divagaciones sobre Ethan y Mattie. Es probable que esté esperando a que me vaya... pero luego...

—Nah—, dice encogiéndose de hombros.

Se encoge de hombros un montón, me doy cuenta -envuelto en indiferencia, pero no distante o indiferente. Es tranquilo, no pierde las palabras. Todo parece calculado y bien pensado- no planeado. . . más bien. . .perspicaz, tal vez.

Meto la mano en mi bolsa de papel marrón y saco una bolsa plástica de Sun Chips. Se arruga y chirrea entre mis dedos mientras separo los extremos para abrirla. Tomo una y paso la bolsa por encima de Parker. Me mira por un momento, deliberando, antes de llegar a ella. Sus dedos rozan los míos cuando toma la bolsa. Están helados, pero puedo sentir un destello de energía pasar entre nosotros y luchar contra el impulso de tocarlo de nuevo, para probar que es sólo mi imaginación.

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Aclaro mi garganta, estudio mi bocadillo mientras él comienza a comer, me arde la mejilla. Cuando nuestros ojos se encuentran de nuevo ofrece una sonrisa socarrona. Es un instante, pero ilumina completamente su rostro y no puedo evitar dar una sonrisa como respuesta.

* * *

Savannah se encuentra conmigo en el vestíbulo en nuestra mesa al final delúltimo período. Ignoro su expresión sombría mientras examino mi cartulina, que, después de una semana, ha perdido algo de su brillo rosado. No hemos hablado desde temprano esa mañana y desde que como que me perdí el almuerzo. . . .

— ¡Hey! ¿Qué pasa?— Pregunto deslizándome en una de las sillas de plástico.

—No mucho. ¿Cómo lo estamos haciendo?

—Vamos por unos trescientos cincuenta—, le respondo, sentándome a su lado.

—No está mal—. Hace una pausa antes de continuar, y, con un silencio atípico, es difícil no saber exactamente lo que vendrá después. —Nosotros, eh, te extrañamos en el almuerzo.

—Sí. Tenía algunas cosas que hacer—explico, tratando de mantener mi tono

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tan alegre como fuera posible.

—Con Parker Whalen.

—Es sólo este proyecto. Estamos haciendo finalmente algunos avances y quiero ir con él…. ya sabes... mientras dure. Supongo que me vieron sentada junto a él hoy.

—Sí, lo hicimos—, responde ella, en nombre de toda la mesa. —Estábamos preguntándonos por qué no mencionaste que planeabas comer con él—.Savannah se reclina en su silla mientras suena la campana. El enjambre de estudiantes sale de las aulas, tropezando con ellos mismos; inundando con risas los pasillos. Al final del día los sonidos son siempre del doble de amperaje en comparación con la mañana, es como si, después de ocho horas, todo el mundo por fin ha encontrado la voluntad de vivir.

— ¿Es esto sobre mí o sobre Parker?— Le pregunté, levantando la voz.

—Es sólo que, ya sabes, la gente dice cosas.

No me gusta pensar que la gente podría estar hablando de mí. Chismeando. Especulando. Especialmente a mis amigos. No me gusta que en realidad me importe lo que piensan, desean. Por un momento yo quería ser una de esas chicas que sólo podía dejarlo ir -ser yo misma- y no preocuparme demasiado por los demás.

— ¿Como qué, Savannah? ¿Qué se dice acerca de él? Es probable que nada

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de lo que no haya oído antes. Te olvidas de que no tengo una opción aquí. Él es mi compañero. Tengo que pasar tiempo con él, si vamos a conseguir hacer esta cosa. Tú tienes un compañero. Ustedes lo saben.

Ella no responde. Conversaciones zumban alrededor de nosotros, gritos y chillidos, los pesados pasos de los chicos en sus Sketchers atravesando el hall de entrada, un ruido sordo y chirriante contra el suelo de baldosas, la explosión de las puertas de casilleros, cerrándose a intervalos de un coro de percusión.

Veo que la misma pandilla de chicas de segundo año del almuerzo pasar a través del vestíbulo. Esta vez no se detienen a mirar o susurrar. No se dan cuenta de que estoy allí. Es como si, cuando estoy con Parker, podría ser alguien de quien vale la pena hablar. Sola, soy Jaden McEntyre, impulsando otra campaña a favor los derechos humanos. Tragosaliva.

—Tú sabes—, continúo hasta desaparecer detrás de una esquina. —No creo que sea tan malo como todos piensan. Él es inteligente. Tiene... cosas que decir.

—Está bien, Jaden. ¿De acuerdo? No tengo un problema contigo y Parker, pero probablemente deberías hablar con Blake.

Me volteo haciendo una mueca con los labios — ¿Por qué? ¿Qué pasa con Blake?

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—Digamos que no estaba muy contento con la idea de Parker Whalen y tú sentados afuera comiendo juntos

—Es trabajo escolar.

—Yo sé—, responde Savannah. —Sólo tienes que hablar con Blake. Quiero decir, él es tu novio.

Dejé escapar una risa sarcástica. —No hay absolutamente nada de qué preocuparse. Esto es... literatura. Eso es todo.

Savannah se detiene, agarra su bolso, lo tira por encima del hombro. —Está bien. Solo mantén informado a Blake ¿ok? Realmente no quiero quedar atrapada en el medio de esto... sea lo que sea—. Ella se da vuelta y se va, dejándome sola en la mesa salvando a los niños de Bangladesh, por mí misma.

—Bueno—, contesto. Pero ya ha recorrido la mitad del pasillo, mezclándose entre la multitud.

Suspiro, saco mi teléfono móvil de mi bolso y golpeo con fuerza los dígitos de Blake.

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Capítulo 6Traducido por clau12345

El lunes por la tarde, cuando abro la puerta de mi casillero justo antes del campanazo final, me sorprendo de ver una pequeña tarjeta blanca con una nota escrita revoloteando hasta llegar al suelo. Me agacho a recogerla, le doy vuelta, examino las palabras escritas en letra oscura cuadrada: Zeena apesta.

Las palabras me dibujan una sonrisa. Yo abanico mi cara con la tarjeta y me pregunto cómo supo Parker cuál era mi casillero. Me doy vuelta, esperando que se presentara – encontrarlo observándome. Pero estoy sola. Estudio la tarjeta en mis manos, mi corazón vacila un momento cuando me doy cuenta de que, en algún momento entre el último viaje a mi casillero y ahora, Parker pensó en mí -pensó lo suficiente como para escribirun mensaje, y luego lo suficiente como para buscar mi casillero entre todos los demás y dármelo. Cepillo mis dedos en la cresta de la Universidad de Harvard y cierro la puerta de metal mientras suena la campana final. Si la nota es cierta, significa que Parker podría haber terminado de leer el libro, lo que significa que podría estar listo para hablar de ello. Sólo hay una manera de averiguarlo. La biblioteca está casi vacía, el único ruido procede de la bibliotecaria y su asistente, revisando varios libros regresados a último minuto sobre el mostrador-deslizando tarjetas en los bolsillos traseros y ajustándolas a un lado, uno por uno y escribiendo la información anterior en la base de datos, el teclado sonando con cada cliqueo.

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Me muevo hacia Parker -a la misma mesa circular que ocupaba la semana anterior- respirando el olor de los viejos pedazos de cartón y las páginas enmohecidas. Soy muy mala para respirar rápido mientras me acerco, luego, con calma lo suelto.

— ¿Y?— Le pregunto sentándome en la silla frente a él.

— ¿Y?—, Repite sin quitar los ojos de su libro de texto, por lo que no pudo descubrir si comenzaba a preguntarme si esto -que yo estuviera aquí, es un error.

— ¿Qué te parece? Quiero decir, además de “Zeena apesta”—. Ofrezco una amplia sonrisa, haciéndole saber, en mi propia pequeña manera, que encontré su nota y lo apreciaba.

—No sé—, responde, cerrando su libro, sentado en su silla, encorvado. Me sorprende ver Geometría II adornando la portada. Geometría de Segundo año es una electiva -una electiva que yo jamás pensara en inscribir. Descomprimí el bolso, sacando el cuaderno de inglés y, con ello, las notas que hice sobre Ethan y Mattie y su historia.

—No fue romántico, eso es seguro—, le digo. —Odiaba que Ethan se mantuviera caminando de puntillas alrededor de sus sentimientos. Así que si la amas, díselo—tomo una hoja en blanco y coloco la fecha en la parte superior.

—No creo que fuera tan fácil para él—, dice Parker. —El hombre ya estaba

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casado... y tú no vas por ahí con sentimientos hacia tu ama de llaves cuando tienes una esposa.

—Creo que no—, le digo, haciendo una pausa por un momento. —Pero sabes... Zeena no era mucho su mujer. Quiero decir, ella estaba enferma todo el tiempo y gastando dinero en tratamientos médicos que ni siquiera necesitaba. Es tan obvio que ella estaba celosa. ¿Y la forma en que sólo se levantó y se hizo cargo de Mattie como si no pasara nada con ella? ¡Me molestó totalmente! Quiero decir, si ella hubiera hecho su trabajo en primer lugar, nada de eso hubiera ocurrido. Ethan probablemente no se habría enamorado de Mattie.

— ¿Crees que es culpa de Zeena?—, aclara Parker después de terminar mi perorata.

—No creo que ella hubiese ayudado—. Escribo algunas notas abajo en mi papel, grafiando rápidamente. —Vamos a repasar nuestras impresiones de hoy y tal vez en uno o dos días podamos encontrarnos de nuevo aquí y trabajar en nuestros temas—. Me detengo. Quizá Parker no ha venido a la biblioteca para hablar de Ethan Frome hoy. Tal vez está ocupado. Tal vez tiene otros planes. —A menos que, sabes, sea mejor en otro momento—, añadorápidamente.

—No. Está bien.

Está bien. Él quiere quedarse. —Está bien. Por lo tanto... ¿Qué piensas de

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Ethan? —Le pregunto, mirando con cautela.

—No sé. Yo como que sentía pena por él.

—Lo sé. Quiero decir, odio que él y Mattie no puedan estar juntos. Ellos merecen serfelices, ¿sabes?—Pienso un momento antes de continuar. —No puedo imaginar noestar con la persona que amas. Y luego no ser capaz de decirle a la gente acercade tus sentimientos. Sería apestoso.

—Sí—, responde. —Pero es más que eso. Era inteligente. Tenía planes. Quería salir de la ciudad y en realidad ser alguien. Entonces sus padres se enferman y tiene que volver a casa y cuidar de la granja. Cuando finalmente mueren, se siente solo por lo que se casa con Zeena para que lo acompañe. Todo es frío y triste. No sé. Tiene que sentirse mal para un hombre que se quería mucho a sí mismo y terminó sin nada.

Escucho a Parker, digiriendo lo que está diciendo. La verdad es que en realidad nunca le presté atención a Ethan fuera de Mattie. Para mí, la historia es trágica porque nunca saliónada de sus sentimientos por el otro. Para Parker, la historia es trágica, porque Ethan tenía un potencial que nunca pudo alcanzar. La misma historia. Dos interpretaciones completamente diferentes.

—Wow—, dije por fin entre dientes.

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— ¿Qué?

—Es sólo que eso... fue muy profundo.

Él sonríe, levantando las cejas. —Estás sorprendida de que yo sea capaz de tener una conversación reflexiva.

—No—, le contesto con una sonrisa de vuelta. —Así que... son pobres— sigo, escribiendo los comentarios de Parker.

—Zeena está enferma y de mal humor—, agrega Parker.

—Mattie es la única felicidad de Ethan.

Parker se inclina hacia atrás en su asiento, juntando sus dedos detrás de la cabeza. —Sabes... No creo que Ethan lo hiciera a propósito.

— ¿Qué?

—Enamorarse de Mattie.

— ¿Por qué no?

—Porque no creo que lo hiciera. No creo que se pueda controlar algo como enamorarse.¿Cómo podría ser incontrolable algo así como enamorarse?

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— ¿Crees que fue casualidad?—, Pregunto, curiosa. — ¿No planificado? ¿Sin previo aviso?

—Creo que te enamoras de alguien cuando menos lo esperas. Cuando es la última cosa que quieres. Eso es lo que hay de bueno en enamorarse.

Mi corazón salta un golpe o dos con esto -mi interior está revoloteando. La idea de que Parker Whalen siquiera pensara en enamorarse de esta manera... acerca de que sea algo grande… Es que... no es una actitud de chico normal, supongo. Se inclina hacia adelante, un rastro de su colonia o de algún tipo de aerosol corporal, se cierne en el aire entre nosotros. Es muy atractivo y me encuentro migrando más cerca de él -a la deriva, como si fuera una especie de agujero negro, chupándome dentro. Me aclaro la garganta, tratando de ignorar esto, curioso. —Has, bueno, ¿te has enamorado alguna vez antes?

Tan pronto como las palabras escaparon de mis labios, me arrepiento de haberlas perdido. Ni siquiera es de mi incumbencia, no es algo que necesito saber. Sólo me hacen ver... desesperada. Como que estoy realmente interesada. Que no estoy, obviamente.Sus ojos se entrecierran. — ¿Por qué lo preguntas?

—Curiosidad—, le digo, encogiéndome de hombros casualmente, trabajando para mantener el tono de mi voz. —Me estaba preguntando si estabas hablando desde la experiencia.

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Se detiene por un instante. Dos tiempos. Pero él responde. —Nah.

Por lo que nunca ha estado enamorado antes y no parece importarle si yo lo sé.

— ¿Y tú?—, Pregunta.

Me recuesto, abrazando mi codo. — ¿Por qué quieres saber?—le reto.

—Porque tú me preguntaste primero. Es justo, ¿verdad?

Apenas vacilo antes de contestar. —No, yo no lo creo—. Dirijo mi atención a mi cuaderno.

Parker resopla. — ¿No es justo? ¿O nunca has estado enamorada?

—Amor—, aclaro.

— ¿Ni siquiera de Blake Hanson?

Mi pecho parece derrumbarse sobre mí, imágenes de Blake rasgando mi mente, los pensamientos enredados. Baile de graduación. Su camiseta de baloncesto. Un mantel de cuadros rojos y blancos entre nosotros mientras compartimos la cena, riendo. Blake. Meolvidé de Blake. Una inhalación brusca. Por supuesto que estoy enamorada de Blake. Aunque… Nunca le he dicho que lo amo. Tampoco él nunca me ha dicho que me ama. Estoy segura que lo amo... pero entonces, ¿significa que

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estoy enamorada de él? ¿Hay alguna diferencia?

Pienso en lo que dijo Parker sobre el amor, la forma en que se materializa cuando menos se espera. Imagino fuegos artificiales y chispas de pasión. Blake y yo hemos sido amigos desde nuestro segundo grado. Me pidió ir juntos al baile anterior.

Es como si…. Pasó y ha ido sucediendo desde entonces.

—Me lo tomo como un rotundo no—, contesta Parker, interrumpiendo mis pensamientos acelerados, sus ojos oscuros en tono de burla.

—Por supuesto que amo a Blake—, digo rápidamente.

—No dijiste que lo hacías.

Muevo la cabeza, la voz más alta que de costumbre. —No tengo que hacerlo. Se entiende.

—Te pregunté si alguna vez habías estado enamorada, y dijiste que no.

—Amo a Blake— reafirmo, rastrera, sintiendo la torpeza de estas palabras escapándose de mis labios. Amo a Blake. Lo amo.

—Entonces, ¿por qué no acabas de salir y decirlo? ¿Por qué siquiera piensas en ello?

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¿Por qué le importa? ¿Por qué eso le preocupa?—Tengo derecho a pensar en ello.

—Si realmente amas a alguien no deberías tener que pensar nada. Debes quererdecirlo. No es difícil.

Mi cara se ruboriza, la lenta quema arrastra hasta mi cuello y mis mejillas. —Eso es absurdo. Yo sabría si estoy enamorada, ¿verdad?

—Yo creo que deberías— dice secamente.

—Bien, entonces—. Pongo los ojos y finjo escanear mis notas. Por el rabillo del ojo puedo ver a Parker mirándome con una de esas sonrisas sarcásticas estampada en su rostro, como si 'Freakin lo sabe todo. Y detrás de nosotros, el clack clack clack del teclado llenando mi cabeza con su desagradable traqueteo. Mi cuerpo se tensa. — ¿Por qué haces eso?—Le pregunto, nerviosa, con la cara encendida.

Se ríe, y te juro que veo hoyuelos. — ¿Qué?

Aprieto los puños bajo la mesa, las uñas perfectamente cuidadas mordiéndome las palmas. Le lanzo una mirada sucia, los ojos entrecerrados. —Eso. Reírte de mí.

— ¿Por qué estás tan a la defensiva?—, Pregunta, su sonrisa mostrando un conjunto de dientes rectos, blancos.

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—Yo no estoy a la defensiva—, le contesto, aborreciendo haber notado la realidad de los agradables dientes de Parker.

— ¿Amas a Blake? Es una pregunta simple. No sé cuál es el gran problema—. Él se queda atrás en su asiento con los brazos cruzados, moviéndose con satisfacción. — ¿Sí o no, Jade?—, bromea.

—Sí… No... Me refiero... —No sé qué decir.

Dejé escapar un suspiro de frustración.

Misión cumplida. Sacude la cabeza con pereza.

—No amas a Blake Hanson. De hecho, ni siquiera sé por qué estás con él.

—En serio—, le digo. —Entonces dime, Parker. ¿Por qué sigo con él? Por favor. Ilumíname—. Ruedo los ojos para darle más efecto.

No hay manera de que Parker Whalen pueda saber lo que me está haciendo.

—Estás con él porque es seguro. Estás felizmente atrapada en tu pequeña zona de confort. Has estado con él durante tanto tiempo que ni siquiera sabes por qué están juntos, pero nunca lo dejas ir porque es muy confiable. Es una relación de pura conveniencia—. Él se inclina hacia atrás en su silla y se permite una risa sarcástica. —La animadora y el principal jugador de

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baloncesto. Me refiero... ¿puede haber algo mas estereotipado que eso? Apuesto a que también van a comer pizza todos los sábados por la noche. Y aveces te llama simplemente para desearte buenas noches.

Mis músculos se tensan, el pulso se acelera, sin resolver. ¿Cómo se atreve? Lo odio por sacarme de quicio de esta manera. Me enoja que crea que me conoce. Me siento enfadada por pensar que huele atractivo. Parker Whalen no sabe nada. Parker Whalen es un imbécil. —Yo no animo en el baloncesto—, le digo. Las otras cosas no las niego. Sí, comemos pizza los fines de semana y Blake llama para decirme buenas noches... a veces. Por lo general me envía textos. Eso no quiere decir que seamos un cliché.

—Es básico, Jade. Lo que necesitas es un poco de emoción en esa vida monótona tuya, y dudo que Blake Hanson pueda proveértelo.

—Blake es un buen tipo. Él es… perfecto.

—Perfecto. En serio—dice, escéptico.

—Sí.

—Blake es aburrido.

—Tu dijiste que era aburrido—, le recuerdo.

—Exactamente mi punto.

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Mi cabeza se torna un poco incrédula, punzando ante la provocación. Esta burla incesante – este ir y venir- nunca me he sentido tan enojada en mi vida. Ni siquiera Phillip había licitado esta clase de reacción y es implacable. Estoy perdiendo por completo mi calma. Por Parker Whalen.

— ¿Cómo llegamos hasta esto?— Me pregunto en voz alta, trabajando para calmar mi rabia. —Pensé que estábamos hablando de Ethan Frome.

—Estábamos… hasta que me preguntaste si alguna vez me había enamorado.

Muy bien. Yo nos metí en este tema, yo puedo sacarnos.

Me aclaro la garganta. — ¿Qué piensas de los gatos?—Le pregunto cambiando de tema.

—Escalofriantes—Responde Parker. —Como una encarnación de Zeena

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Capítulo 7Traducción SOS de Pimienta

Lo que está ocurriendo entre Parker y yo no existe fuera de la biblioteca, o de nuestro proyecto. Tras mis conversaciones con él, creo que tal vez algo va a cambiar o va a ser diferente, que va a reconocer mi presencia, pero me encuentro que cuando llega inglés al día siguiente, las cosas vuelven a ser como siempre. No es que espere que salte de su asiento o cualquier otra cosa, y no debería importarme, pero un pequeño saludo, o una sonrisa, estaría bien.

Le devolvería la sonrisa, de todos modos.

Sin embargo, Parker sigue siendo tan inaccesible como siempre, un muro de piedra impenetrable.

Echo un vistazo rápido en su dirección, su cabeza está hacia abajo mientras hace garabatos en su cuaderno. Me siento en mi asiento, exhalando, decidida a centrarme en la Sra. Tugwell y su conferencia. Tomo algunas notas, cuidadosamente descritas mientras mis pensamientos empiezan a ir a la deriva. Puedo mantener mi cabeza recta, mirando hacia él por el rabillo de mi ojo. Sigo escribiendo. Un suspiro de frustración se hunde en el interior. Es como si yo no estuviera en su radar. Me consume. Y no puedo entender por qué es importante. Por qué me preocupa. Porque no me preocupa. En realidad no.

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De vez en cuando, echo hacia un vistazo de él en el pasillo. El momento es fugaz, una visión rápida de algo negro, su chaqueta de cuero o su pelo oscuro y luego se ha ido de nuevo. Es como una aparición, aparece el tiempo suficiente para que me fije en él, y mantenerme buscándolo cuando no lo hago.

* * *

El jueves por la tarde estoy trabajando en una de las oficinas con la secretaria del consejero, que está fuera en una conferencia. Es casi la hora de que suene la campana final, cuando me dice que va a la sala de trabajo para dejar algo y tomar un descanso.

— ¿Vas a estar bien aquí? —Pregunta. La fotocopiadora, llena de huellas digitales sucias, sigue escupiendo página tras página, el olor de la tinta de tóner cuelga suspendido en el aire que nos rodea.

—Sí —le aseguro—. Tómese su tiempo.

Echo un vistazo alrededor de la habitación, observando lo que me rodea, los escritorios cubiertos con papeles desordenados, grapadoras, titulares en un clip de plástico, cajas de objetos perdidos llena de chaquetas, gafas de sol y joyas, un viejo sillón de cuero con un corte en el espeso relleno que rezuma por el hueco. Pero entonces, cuando me encuentro sola en la oficina, sin nadie alrededor, mi curiosidad se apodera de mí, y luego se hace con el mando. Tengo por lo menos cinco o diez minutos, quizá más,

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por lo que me deslizo en silencio dentro de la oficina del consejero. La sala está oscura y sombría, iluminada sólo por el débil resplandor de un día nublado a través de las persianas baratas y las ventanas de plástico. Los archivadores de metal altos están de pie detrás de la puerta, la llave de plata sobresale de la cerradura. Me acerco y, agito la mano, lentamente, girándola. El bloqueo hace clic cuando abre, el ruido suena a través de la oficina vacía. Aguanto la respiración y hacia la puerta. Estoy sola. La fotocopiadora sigue zumbando y escupiendo páginas.

El cajón de la U a la Z suena cuando lo saco. Paso mi dedo a través de la W, hasta que llego al archivo que estoy buscando. Whalen, Parker. Extraigo la fina carpeta de manila y la abro.Muy bien, Parker. ¿Qué está ocultando?

Parker se queda mirándome, apenas sonriendo en su foto, una bonita foto de él, en realidad. Blanca y negra. Pero esto no es lo que necesito. Levanto la foto y la capa superior con la hoja de información de él. No necesito su fecha de nacimiento, su dirección, ni las notas escritas por el consejero.

Leo rápidamente:

Perturbador en la escuela anterior. Iniciado en el uso de drogas antes recreativas. Una detención con el cumplimiento de servicios comunitarios.Padres divorciados. Posibles problemas en el hogar. Tranquilo. Buen estudiante.

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Parece que carecen de verdadera ambición. Suspensiones: Ninguna. Detenciones: Ninguna.

Trabajo para calmar mi pulso acelerado, mi corazón zumba. ¿Los rumores que flotan alrededor de él? Parece que algunos de ellos son verdad.

Le doy la vuelta la página y encuentro los informes de los progresos de Parker. Hay un montón de “A”, con algunos de “B” salpicado aquí y allá: en su mayoría en matemáticas y ciencias.

Él es sobresale en clase de Inglés y de Historia, y lo está haciendo bien en Español. Incluso toma unas cuantas clases de AP (NdT: Advanced Placement: Clases avanzadas). No del todo satisfecha, ya que la información me plantea más preguntas que respuestas, cierro la carpeta y la meto de nuevo en el cajón. Reviso para asegurarme de que dejo todo tal y como lo encontré, entonces me escabullo por la puerta.

* * *

Ralentizo mi coche acercándolo a la acera más tarde. Es ya de noche, y todos los demás han vuelto casa del trabajo y la escuela. El comedor está iluminado, haces de luz que se reflejan en el césped delantero junto con gotas de agua brillantes .Puedo ver las sombras de las figuras que se mueven dentro, poniendo la mesa, arrastrando los platos de comida, una primera impresión estelar. Todo parece… perfecto: la pintura de las persianas y techo a dos aguas. Pero es lo que no puede ser visto, lo que

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hay dentro, lo que importa.

Dos familias, una que lucha por mantenerse en pie, horarios agitados, boquillas rotas y tablas del suelo astilladas…

Suspiro.

A pesar de que ya es tarde, y sé que, al menos, cuatro personas antes que yo ya han hecho lo mismo, abro el buzón al final de la calzada. No puedo ver nada, así que meto la mano dentro y acaricio el metal helado, sólo para asegurarme de que está vacío. Un día, cualquier día, realmente va a llegar una carta de Harvard. Un destino sellado y cerrado, que me esté esperando.

Entrar en Harvard, ha sido el propósito de mi vida desde antes de saber lo que era la universidad en realidad. Y a pesar de que he escrito a algunas de las demás universidades, casi no puse ningún esfuerzo en esas solicitudes. Todo, mi futuro, mi felicidad eterna, está en juego por la decisión de una pequeña escuela en Massachusetts que sólo acepta como a uno de cada veinte solicitantes de primer año.Inhalo profundamente mientras avanzo por el camino, aspirando una bocanada de aire frío y húmedo. El hormigón brilla bajo del farol por la lluvia anterior, los charcos helados espumosos.

Suspiro.

Odio el invierno. Odio el frío y la monotonía.

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La espera se hace insoportable.

Abro la puerta y entro dentro. El olor de la carne estofada de mi mamá y las patatas impregnan el aire, atrayéndome hacia la cocina. Sarah ya está sentada a la mesa del comedor, alimentando a Joshua con zanahorias cortadas y guisantes. De hecho, lo único comestible en la bandeja son esas pequeñas tiras de melocotones cortados que está triturando entre sus dedos.

—Ew —digo, entrando en la habitación.

—No puedo creer que él no vaya a comer esto más —se queja Sarah—. Es así, nos encontramos con esta gran rutina, y al segundo que nos sentimos cómodos tira todo por la ventana. Él amaba la papilla.

— ¿Eso es papilla? —pregunto, cogiendo el frasco de comida para bebé de color naranja y mirando en su interior. Lo huelo. Arrugo mi nariz con disgusto—. Chico listo. Yo no comería estas cosas, tampoco. —Le paso el frasco de nuevo a ella. Ella suspira.

—Oye, Joshy —digo, agitando su pelo rizado y rubio de bebé. Me ignora y continúa empujando los duraznos en torno a su bandeja con propósito, sus dedos llenos de jarabe pegajoso brillante, como si, en ese momento, fuera la única cosa que importa.

—Me pregunto si él comerá algo de patatas de tu madre —pregunta Sarah en voz alta.

Me dirijo a la cocina, dando la bienvenida a la oleada de calor, y dejo caer mi

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bolsa en el suelo de linóleo. Está manchado, descolorido en algunos lugares, y desconchado. Algo más en la lista que es necesario sustituir. Mamá se asoma a través de la ventana del horno.

—Hola, mamá.

—Hola, cariño —responde ella—. ¿Cómo fue tu reunión?

—Bien. Estamos pensando ideas para recaudar fondos para la biblioteca de la escuela primaria. ¿Algún correo para mí? —Dejo a un lado un montón de cupones y encuentro un montón de facturas y papeles esparcidos sobre el escritorio. Paso el dedo a través de ellos.

—No, bebé. Hoy no.

Otro suspiro.

Mamá está parada, frente a mí.

—No Te preocupes. Estoy segura de que sabrás algo pronto.

—Esto es una locura, ¿sabes? —Me apoyo contra el mostrador, presionando mi peso en ello—. Quiero decir, ¿cuánto tiempo tenemos que pasar por esto? Tomar una decisión y decirme algo ya. Estoy tan harta de esperar. —Echo el cuello hacia atrás y miro las grietas en el techo.

Ella gira el temporizador y abre la puerta del horno. Una ráfaga de aire caliente llena la habitación.

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—Bueno, nunca fuiste muy paciente.

Inclino mi cabeza hacia ella, mirándola con inquietud.

— ¿Qué se supone que significa eso? —pregunto, dándome cuenta un momento demasiado tarde que puede ser que no quiera saber la respuesta.

—Oh, ya sabes —dice ella, sacando la bandeja con sus guantes de horno—. No eres realmente del tipo de sentarte a esperar. Prefieres estar allí consiguiendo que las cosas se hagan.

—Lo que está diciendo es que eres como la malcriada de esta familia, que tiene problemas con el control —anuncia Phillip, entrando en la cocina—. ¿Está la cena lista?

—Sí, y felicitaciones: puedes preparar las bebidas —replica mamá.

—Yo no tengo problemas de control —digo, mi mandíbula tensándose mientras la apretó.

Mamá acaba agitando un bote de guisantes, tintinea la cuchara de metal en el lado, y mueve la tapa.

—Lo que él está tratando de decir, y no muy bien —añadió, lanzando una mirada seria a Phillip—, es que tienes una actitud de “tomar las riendas”. Piensa en esto: cuando fue la última vez que no estuviste planeando un evento para recaudar fondos, ni buscando una solución, ni sensibilizando sobre algo?

—Montando en bici por la esterilización segura de los gatos —arroja Phillip.

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—La superpoblación de mascotas es un problema grave. Hay siete gatos por cada humano en este país —les informo, cruzando los brazos sobre mi pecho.

—Yo pienso que esto de Harvard te ha molestado porque no tienes el control —continua mamá.

Esto suena muy racional. Demasiado perfecto para ser una coincidencia.

— ¿Tienen algún tipo de conferencia de familia acerca de mí o algo así? ¿Es esto una intervención?

Phillip se ríe, pero ninguno de ellos responde.

Ellos lo hicieron. Ellos han estado hablando de mí a mis espaldas.

—Tener el control no es una mala cosa —les recuerdo.

—Ser un fanático del control lo es —murmura Phillip.

Mis dientes se aprietan, entrecierro los ojos.

—Cállate, Phillip.

—Phillip —advierte mi madre, moviendo la cuchara hacia él—. No estás ayudando. Mezcla el té dulce. —Vuelve su atención hacia mí—. Paciencia, cariño. Va a estar bien. Y en algún momento en las próximas semanas o así te preguntarás por qué siquiera estabas preocupada.

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—No estoy preocupada —murmuro—. Estoy inquieta. Hay una diferencia.

— ¡Obsesa del control! —canturrea Phillip, removiendo los cubitos de hielo de las bandejas de la puerta del congelador y cerrándola de golpe.

Con el ceño fruncido, tomo una de guantes de cocina de mamá y golpeo a Phillip en la parte posterior de la cabeza.

—Y yo no soy una malcriada.

— ¡Ay! —Él se tambalea, y una de las bandejas se desliza de sus manos. Una docena de cubitos de hielo caen al suelo, haciéndose añicos.

—Eso ni siquiera dolió —insisto, esquivando trozos de hielo, mientras retrocedo.

— ¡Phillip! —grita mamá.

— ¡No fui yo!

Arranca el guante de mi mano, y luego empuja el brazo hacia atrás, dispuesto a golpearme. Salto fuera del alcance justo cuando papá entra en la cocina, dando una patada a un cubo de hielo derritiéndose en el suelo, mientras él pasa entre nosotros, deslizándose antes de estrellarse en los armarios.

— ¡Phillip! Deja de atormentar a tu hermana —grita—. Pensé que ustedes dos habían superado eso.

—Ella comenzó —dice él.

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—Él dijo que era una obsesa del control —digo, avergonzada—. Y una malcriada.

— ¿Ustedes dos volvieron al pasado? — Pregunta papá— Es como si tuvieran ocho y diez años de nuevo, y créanme cuando digo que no es algo que quiera volver a vivir. —En la habitación de al lado, escucho la risa baja de Sarah—. Relax. Ambos. ¿Phillip? Limpia este desastre. Y, ¿Jaden? No hay nada malo en ser un fanático del control.

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Capítulo 8 Traducción SOS por Paaau

Si estás desesperada por comer pizza en Bedford, ve a Guido’s. El restaurant, ubicado en la calle principal, es un establecimiento destartalado, un sucucho que debería haber sido condenado hace décadas. Aun así, es el único local de pizzas en el pueblo, y por lo tanto un lugar muy frecuentado. Esto complace a Papa Guido—cuyo nombre real es Don Smith—quien no tiene problemas en hacer un perfecto idiota de si mismo, incluso dejando crecer un innecesario bigote espeso y negro y diciendo “oh” y “ah” como sufijos para cada palabra, sea o no Italiana. Por ejemplo, el viernes por la noche, mientras Blake, Ashley, Savannah, Tony y yo entrabamos en el restaurant ya lleno, él nos saludó con un enérgico: —¡Boun giorno! ¡Bienvenido-ah a Guido! Busquen una mesa va-ah-cía. ¿Hmm?

Obligo a mis labios a convertirse en una sonrisa cortés mientras Blake toma mi mano y nos conduce a través del restaurant. Hacemos nuestro camino entre las mesas cubiertas con telas de tablero de ajedrez rojas y blancas, cada una adornada con rosas rojas de seda en un florero transparente de la tiende de un Dólar, y con servilletas arrugadas y migajas de pizza.

—Lo juro —murmura Ashley mientras nos deslizamos en los asientos de goma en una cabina vacía en la parte trasera—, Valerie Smith debe estar tan avergonzada. Quiero decir, recuerdo cuando Don era un corredor de bienes raíces.

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—Sabes que esa es la razón de por qué nunca la ves aquí, ¿verdad? —dice Savannah.

Tomo el menú y limpio mi lugar con una servilleta.

—Vamos, chicos. El hombre es inofensivo. Miren, el pueblo lo adora. —Hago un movimiento de cabeza hacia el área de la cocina, en donde “Guido” está equilibrando un salero para unos clientes: su firma, y único truco. Podía oírlo: “¿Lo-ah visto? ¡Flotan como magia!” La familia en la mesa aplaude calurosamente. Es probable que sea la centésima vez que presencian este despliegue alucinante de destreza. Al menos son buenas víctimas.

—Estoy hambrienta —dice Ashley—. ¿Qué comeremos?

— ¿Lo de siempre? —respondo—. ¿Blake?

Blake se endereza a mi lado.

—Seguro. Dos grandes: una de pepperoni. Tú la quieres sólo con quedo, ¿verdad Jaden?

Asiento con la cabeza, sonriendo. Pongo su sucio y enmarañado cabello tras de sus orejas. Él sonríe de vuelta, sus ojos brillando.

La primera vez que los noté—sus ojos, quiero decir—me recordaron a estas aguamarina que vi en un viaje en el Museo de Historia Natural en Hamilton.

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Me quedé de pie ahí por un tiempo, viendo la gema cambiar ante cada pestañeo: de celeste a gris claro hasta casi quedar sin color, dependiendo de la luz. Ni siquiera sabía que era aguamarina; al comienzo pensé que era un diamante. Era hermosa, de todos modos, y la recordaba cada vez que los ojos de Blake brillaban así.

Habíamos estado saliendo por meses, ¿y nunca habíamos dicho “te amo”?

Y luego Parker está ahí, en la mesa con nosotros, su voz haciendo eco en mi cabeza: diciendo que Blake y yo solo estamos juntos porque es conveniente: porque estoy demasiado asustada a lo desconocido de romper con él. Estoy agradecida de nuestra camarera, quien regresa con nuestras bebidas, feliz por la interrupción.

—Honestamente, Jaden —comienza Ashley—, no sé como bebes agua con pizza.

—El agua es buena para ti —le recordé—. No quieres saber cuántas calorías inútiles hay en tu soda.

—Bien. Porque es fin de semana, y esta noche me estoy complaciendo.

—Chica, ¿cuándo no te complaces? —le pregunta Tony a Ashley. Ella le lanza una mirada sucia.

—Jaden tiene una opinión respecto a las sodas —explica Blake, a nadie en particular.

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—El agua es la mejor opción. Y perdonen si pienso que las gaseosas coloreadas artificialmente no son buenas para sus cuerpos —les digo, sacando mi pajita del papel y colocándola en mí copa.

—Pero son buenas para mi cuerpo —dice Tony.

Pongo los ojos en blanco.

—Pueden quitarle el óxido a la batería de un auto. Eso no puede ser algo bueno. Además, se supone que eres un deportista.

—Esa es solo una leyenda urbana —dice Blake.

— ¿Qué? ¿Qué ustedes chicos son deportistas? —pregunta Ashley inocentemente.

Un coro de “ooh” estalla. Me río, y choco los cinco con Ashley a través de la mesa.Blake niega con la cabeza.

—Sabes, eso no me hace sentir mal, porque es la mejor temporada que hemos tenido.

—Eso no te hace ningún bien —bromea Ashley.

—Ya está bien, chicos. ¿Blake? ¿Tony? Son increíbles. Directo a los

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Regionales. Quizás incluso a los Estatales —digo, interrumpiendo su pequeña batalla—. De todas formas. Les emocionará saber que hemos recaudado hasta el momento 500 dólares con nuestro sorteo.

—Eso es increíble, Jaden —dice Blake. Su rodilla golpea la mía bajo la mesa.

— ¡Lo sé! Estaba pensando que quizás podríamos establecernos en su último juego de baloncesto… Ya saben. Involucrar algunos padres.

— ¿Estás segura que no tienes algún tipo de acuerdo excepcional con Parker Whalen? —pregunta Tony.

Mis mejillas enrojecen. ¿Por qué llegó ahí? Pellizco mi cara, tratando de parecer asqueada.

—No.

—Así que, ¿cómo es él? —pregunta Ashley.

— ¿Qué?

—Parker. Quiero decir, ¿es tan extraño como lo parece de lejos? Por ya sabes, no creo que alguna vez haya escuchado al chico hablar, y tuvimos como, dos clases juntos el semestre pasado.

—Apuesto a que tartamudea —dice Savannah.

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—No… quiero decir, es agradable —balbuceo—. Menos la parte en que no quiere ser mi pareja. Y no tartamudea.

—Bueno, mejor que no cause ningún problema —murmura Blake, bajo su aliento, mientras alcanza su soda.

Mis hombros se cuadran, mi sangre corriendo fría.

— ¿Qué se supone que significa eso? —lo desafío.

—Sólo estas trabajando en tu proyecto de Inglés, ¿verdad?

—Sí —respondo.

—Bien.

—No lo estoy entendiendo —digo, luego de un momento de silencio.

—Lo que estoy diciendo es que si el chico trata de hacer algo estúpido, es mío —explica Blake.

No puedo poner mi dedo en ella… qué esta mal con su sonrisa. No está bien: es dura, y hace que mi piel cosquillee.

—La mitad de la escuela te apoyará, hombre —dice Tony.

Blake se ríe, pasando su dedo por el borde de su vaso, limpiando la

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condensación.

— ¿De qué estás hablando? No necesito a la mitad de la escuela. Este chico es un marica.Frunzo el ceño entre ellos, tratando de entender algo.

— ¿Por qué necesitarías a alguien para que te respalde? Parker no ha hecho nada —le recuerdo.

—Es la reputación que lo precede —aclara Tony.

Mi corazón se contrae en un latido extra, produciendo chispas. Lo miro con el ceño fruncido.

— ¿Qué sabes acerca de su reputación? —Pregunto, aumentado el tono de mi voz—. No sabes nada acerca de él.

Tony se recuesta en su asiento, casual, sus ojos fijos en los míos.

—Sé lo que he escuchado, y eso es suficiente para que me quede lejos.

Mi pulso se acelera, ira pulsando por mis venas.

— ¿A menos que qué? ¿Le saltarás?

Él se encoge de hombros.

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—No es una pelea que quiera perderme.

—Bueno, no es así —digo, girando mi pajita en la copa, haciendo sonar el hielo—. Es un buen estudiante. Prácticamente tiene un GPA de 4.0. Es inteligente. Tiene… buenas ideas. —Me muevo en mi asiento, enfadada e incómoda, preguntándome por qué sentía la necesitad de defender a Parker en frente de mis amigos… por qué necesitaba defenderlo del todo.

Blake envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y me acerca a él, interrumpiendo mis pensamientos.

—Está bien, Jaden —dice poniendo un beso rápido en mi sien—. Todo lo que estoy diciendo es que si pone una mano sobre ti, es mío.

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Capitulo 9

Traducción SOS por Adrammelek

El lunes, me apresuro a través de la cafetería antes de que Savannah o Blake o cualquier otra persona llegue, vigilo sobre mi hombro, rogando que nadie me haya seguido.

Parker se encuentra afuera en su habitual mesa-dura, gris y desgastada- un perfecto paralelo con el cielo de la tarde, frío, nublado y débil como siempre. Una parte de mí anhela invitarlo a entrar, donde no es nada más que un poco más cálido. Pero entonces, no es así como funciona Parker. Comer entre amigos, el ruido y la risa, esa soy yo. Sentado afuera, solo, esa es su elección. Una simple preferencia. Lo admiro por su audacia.

—Oye—, le digo, deteniéndome justo en frente de él, sin aliento. Un débil viento pasa entre nosotros, corriendo las páginas de su cuaderno.

Él las aplasta y continúa escribiendo, sin levantar la cabeza. —Oye—

—Yo, eh, me preguntaba si querías reunirte y hablar de nuestros temas después de la escuela. ¿Sabes, por Ethan Frome?—

Sin vacilar. —Claro—

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—Está bien—, le respondo, sorprendida de que haya respondido tan rápidamente. —Y eh, estaba pensando, en lugar de reunirnos en la biblioteca, podrías venir a mi casa…o… algo así.— No tenemos que encontrarnos en mi casa, sólo en algún lugar fuera de la biblioteca…fuera de la escuela…lejos de la gente.

Levanta la vista hacia mí, con los ojos estáticos, con una expresión imposible de leer.

Lamo el interior de mi labio inferior, luego lo muerdo, esperando su respuesta.

—Sí—, dice finalmente. Vuelve su atención a su trabajo. —Voy a necesitar direcciones—

Mi mochila se desliza de mi hombro hasta el banco de madera. Otra ráfaga de viento frío pasa mientras que la abro, azotando el pelo alrededor de mi cara. Arranco una hoja del cuaderno y anoto la dirección en mi descabellada letra cursiva. El pueblo es pequeño-unas pocas calles de la principal y me encontrará sin problemas.

Sus cejas se arquean. —Así que. ¿Tus amigos te están dando problemas? ¿Tenemos que ocultarnos ahora?—

—No— dije, un fiero rubor se arrastra a través de mis mejillas mientras le doy las instrucciones. — ¿Por qué lo preguntas?—

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—Eres una horrible mentirosa—, dice, sonriendo, y sus ojos brillando.

Sonrío, encogiéndome de hombros inconscientemente, mirando a la venta de la cafetería. La sala está oscura, y es difícil ver el interior. Ellos podrían estar viendo. Ya esperando.

—Tengo que ir a almorzar, pero um, ¿tal vez nos veremos a las tres y media?— No me gusta la incertidumbre de mi voz, como si dependiera de que apareciera o algo. Es sólo un proyecto.

—Sí—, responde.

—Genial—. Doy un paso, lista para salir, pero antes recuerdo. —Oh, esto es para ti— Abro mi bolsa marrón del almuerzo y saco una bolsa adicional de Sun Chips que puse esa misma mañana. Lo tiro sobre la mesa frente a él. Una oferta de paz.

Nuestros ojos se alinean, y surge esa corriente eléctrica, pasando por mi columna vertebral.

—Aw, Jade. Estabas pensando en mí—

—No estés tan seguro—, le contesto, obligando a reprimir la sensación de hormigueo y la sonrisa tirando de mis labios. —Nos vemos más tarde—

Paseo hacia la cafetería, tomando cortas y pocas profundas respiraciones-el pasto seco de invierno crujía bajo mis Mary janes-para encontrarme con mis

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amigos, para comer el mismo almuerzo de todos los días y sentarme en la misma mesa de siempre. Pero a pesar de que mis pasos son seguros y llenos de propósitos, me encuentro robando una mirada a Parker, sofocando el plano, marrón y gris mundo a su alrededor, justo antes de empujar la puerta de metal.

* * *

Deambulé en la cocina por la tarde, donde mamá estaba sentada a la mesa del desayuno sosteniendo a Joshua y hojeando una revista. La decepción se desvanece rápidamente cuando le pregunto lo mismo de todos los días, — ¿Algún correo para mí?

Y mamá responde.

—No, hoy no—

En el refrigerador, tomo dos botellas de agua y un refresco de los de Philip para Parker, por si acaso.

— ¿Oye, mamá? Tengo un amigo que viene a trabajar en un proyecto escolar. ¿Está bien?—

—Por supuesto—, responde ella, lamiéndose los dedos y girando la siguiente página de su revista. — ¿Tengo que poner un plato en la cena para ella?—

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Paso a través de los contenidos de la despensa en busca de una bolsa adicional de chips.

—En realidad, no es una ella. Es un hombre. Y se le puede pedir, pero probablemente dirá que no. En realidad no parece ser el tipo de quedarse para la cena.—

Ella levanta la vista de su revista. — ¿Él? ¿Lo conozco?—

Espero que no.

—Probablemente no—, digo casualmente. —Su nombre es Parker Whalen. Estamos juntos en inglés.—

—¿Estás haciendo un proyecto con el chico Whalen?—, Pregunta, la sorpresa en su voz es casi tangible.

Suspiro. Al parecer, la reputación de Parker le precede hasta en casa, también. Por supuesto, el pueblo entero sabría de él-los rumores abundan en la escuela poco a poco haciendo su camino a través de las conversaciones de sobremesa, para continuar en las conversaciones casuales, hasta que todo el mundo cree saber exactamente quién es. —Sí. ¿Por qué?—, Pregunto.

Mamá sacude la cabeza lentamente, frunciendo las cejas. —Jaden…cariño—.

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Mi pulso aumenta un grado. Contaba con que ella no tuviera la menor idea de quién Parker Whalen es. Cerré la puerta del gabinete. —Mira, mamá, sé lo que vas a decir. Él tiene una reputación. Él es problemas. Vive en el lado equivocado de la ciudad…si, ya sabes, que ni siquiera vive en la ciudad. He oído de todo, ¿de acuerdo?—

Su cabeza sigue sacudiéndose, como si me dijera que no, que ella no aprueba esto- no lo aprueba en absoluto. —Estoy preocupada por su influencia en ti. Si trabajan juntos…—

— ¿Su influencia en mí?— Interrumpo, molesta. —Te comportas como si tuviera doce años de edad. Mira, no sé mucho sobre él, pero ya hemos hablado, y él parece un buen chico— Mi estómago se contrae, y puedo sentir el peso de su mirada presionándome.

—Bien—, contesta, emitiendo un gran suspiro. —Simplemente…ten cuidado. Manténganse en las tareas escolares.—

—Dios, suenas como Blake—, murmuro, la mitad para mis adentros.

— ¿Qué?—

Pero suena el timbre, salvándome. —No importa. Sólo se normal, ¿de acuerdo?— Le ruego, dirigiéndome al vestíbulo.

Abro la puerta y Parker está de pie frente a mí. El aire frío de invierno se precipita hacia dentro, haciendo que me agarre frío en los brazo. Aprieto mi

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suéter más fuerte, abrazando mis codos. ¿Cómo puede sentarse afuera en estos días?

—Hey—, murmura.

Sonrío. —Hola. Me alegro de que hayas venido— Huellas de su aerosol corporal permanecen en el aire mientras entra. Me recuerda al océano. Arena cálida entre mis dedos. Cierro los ojos por un momento, respirando. Él es Parker. NO huele bien, me recuerdo a mí misma.

—No fue demasiado difícil de encontrar—, dice.

—Pueblo pequeño—, digo, estando de acuerdo.

Cierro la puerta y le hago señas para que me siguiera. — ¿Mamá?— Llamo.

Mi madre está sentada exactamente como la dejé, salvo que esta vez lleva, una sonrisa visiblemente falsa. Amigable para los negocios. —Este es Parker. Parker, esta es mi madre y mi sobrino, Joshua—

Parker le estrecha la mano. —Es un placer conocerla, Sra. McEntyre— dice. Me sorprende ver esto, en realidad….No, porque creo que Parker no es cortés…Bueno, sí, creo que eso es exactamente lo que estaba pensando. Él parece ser el tipo de hombre que evita a los padres, y asiente con la cabeza o prefiere…chocar los puños. Puedo añadir cortesía reservada a la lista creciente de las cosas que estoy equivocada con respecto a él. No voy a admitir que estoy equivocada.

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De hecho, en este caso, prefiero estalo.

Mamá maniobra a Joshua hacia su otra pierna. —Lo mismo digo. ¿Jaden me dijo que están trabajando en un proyecto juntos?—

—En realidad, una serie de proyectos—, explica.

Me encojo de hombros. —Es un proyecto bastante grande. Sobre Ethan Frome. Es por eso que somos compañeros—

—Suena bien. ¿Estás interesado en quedarte a cenar?—, Pregunta con cortesía.

—Gracias, pero mi papá es probable que me espere cuando salga del trabajo—

Mamá lo mira con cautela antes de volver su atención a la revista. —Muy bien, entonces.— Dice, lamiendo la punta de su dedo. —No dejen que los retenga.—

Agarro nuestras bebidas, y patatas fritas. —Vamos. Estaremos en mi habitación si necesitas algo—, le digo a mamá.

Parker me sigue a través del vestíbulo, con pasos muy cerca.

— ¿Jaden?—, ella me llama.

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— ¿Sí?—

— ¿Por qué no trabajan en la sala? No los molestaremos—

Resoplo. —Porque hace mucho frío allí. Y está cerrado en invierno, ¿recuerdas? ¿Cualquiera que abra la puerta muere? Tus palabras, no las mías.—

Subo las escaleras, suprimiendo la risa. ¿Está preocupada porque Parker y yo estemos solos? Quiero decir, ¿sugiriendo la sala? Está prácticamente tapiada de noviembre a abril de cada año. Nos moriríamos de hipotermia.

Parker se toma su tiempo, estudiando las fotografías colgadas en la pared por encima las escaleras-mi familia en diferentes etapas a través de los años.

—Bueno, esto es típico—, murmura con voz plana, dejando caer su mochila en el piso de mi habitación.

— ¿Qué es normal?—, Pregunto. Mientras que paso mis dedos a través de la insignia bordó de Harvard asegurada arriba de mi interruptor de la luz. — ¿Agua o soda?—

—Soda—, responde. —Y tu habitación es típica—

Le tiro la lata de cola. — ¿Por qué dices eso?—

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—Es sólo…exactamente como me lo imaginaba, eso es todo.—

Me reí por la bajo. —Okay, Parker, voy a pretender que no acabas de admitir que fantaseas con mi habitación.

—No estaba fantaseando—dice con una leve sonrisa, un desvanecido enrojecimiento arrastrándose por sus mejillas—. Es sólo que es como imaginé que sería: limpia…organizada…aburrida.

¿Él cree que mi habitación es aburrida? Me río—No hay nada aburrido respecto a mi habitación. De hecho…es la más genial que conozco. Partes de ella, de todos modos.

— ¿En verdad?—pregunta, desconfiado.

—En verdad. Para que conste…—Muevo mi mentón hacia el armario, haciéndole señas para que me siga, luego abro la puerta y entro.

— ¿No somos un poco más maduros para estar escondiéndonos aquí? ¿No estás tratando de tener tus siete [1] minutos conmigo? —pregunta.

—Ya quisieras—digo, rodando mis ojos.

Pero la idea de pasar siete minutos sola en un armario con Blake…me estremezco pero es un cálido estremecimiento, y no estoy segura de que pueda pasar porque estoy cerca de la helada tercera puerta. Entierro el

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pensamiento mientras continuamos hacia atrás, pasando una larga fila de ropa y pasando por encima de mis zapatos. No necesito encorvarme para pasar por la puerta, pero Parker, unos cuantos centímetros más alto, si.

—Vamos—lo aliento, escalando las escaleras ocultas.

—Sabes, estaba bromeando sobre la cosa de los siete minutos—dice cuando llegamos al final.

—Me gustaría creer eso. Acabaste de admitir que fantaseas con mi habitación.

[1]: hace referencia a un juego estadounidense llamado siete minutos en el cielo. Consiste en que dos personas escogidas al azar que se encierran en un armario por siete minutos en el cual está permitido tener relaciones sexuales, besarse o tocarse.

—De nuevo, eso no es lo que quise decir.

Encendí el interruptor de luz y lo guio al tercer piso sin terminar, inhalando una mezcla de aislamiento y madera húmeda. La luz día se desliza por las grietas de la pared. Puntillas sobresaliendo de los techos abiertos. Pasamos las astilladas vigas de madera soportando el techo, y pasamos por las cajas de cartón esparcidas, algunas decoraciones navideñas a la espera, otras llenas de ropa de bebé vieja o juguetes, o cosas que he superado que mi mamá no puede considerar regalar.

—Wow—Parker murmura entre dientes.

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—Lo sé—respondo—. Amo este lugar. Solía venir todo el tiempo. Era como mi propio escondite. En verdad podía estudiar, leer, mirar por la ventana y pensar lo que fuera, y nadie me molestaría. Nadie ni siquiera sabía que estaba aquí. Habría sido genial para fiestas de pijamas, también, excepto que ninguno de mis amigos nunca quiso quedarse a dormir.

— ¿Por qué?—pregunta él.

Me encojo. —Espeluznante casa antigua…tú sabes.

— ¿Está embrujada o algo así?

—Si lo está no quiero saberlo. Quiero decir, escucho sonidos graciosos de vez en cuando, pero nunca he visto nada extraño. Si está embrujada, lo que sea que está embrujado no parece importarle que estemos aquí.

Parker deambula hacia una ventana, donde yo he apoyado un puff rosa y apilé unos cuantos libros junto a una lámpara de Las Princesas de Disney.

—Hay otras escaleras, así puedes llegar aquí desde el pasillo. Mi mamá iba a convertir este espacio en una habitación extra o algo así. Algo más que no se terminó. En verdad puedes entrar a aquí desde la azotea. —Señalo la ventana—. Hay un gran roble justo a la izquierda, te lleva a la segunda planta. Hay un dormitorio allí, y escalas hacia arriba. Solía hacerlo todo el tiempo.

Parker se mueve más cerca, inclinándose contra el vidrio. —No serás la

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atrevida—dice él, examinando el árbol.

—Sí, bueno, no lo he hecho últimamente. Sarah, Daniel y el bebé duermen en ese lado de la casa, así que…de todos modos, deberíamos irnos.

Parker me sigue de vuelta a las escaleras. Apago la luces y descendemos en la semi-oscuridad, sintiendo la pared picosa y con places de yeso con nuestras manos.

—No está mal, —Parker dice cuando regresamos a mi habitación. Cierro la puerta detrás de nosotros.

—Bastante genial, ¿cierto? Apuesto que mi habitación no es aburrida ahora, ¿cierto?

—Nah. Me gusta toda la cosa de todos modos…tu sabes, restauración de casas.

Sonrío de manera cómplice. —Esto no es restauración.

—Pero pensé…

—Ven aquí. —Camino hacia el baño y enciendo la luz—. ¿Ves eso?—Señalo la llave inglesa—. Si esta casa fuera restaurada…estaría restaurada. Significado: no tendría que romperme mi muñeca cada vez que necesito agua fría. El retrete es…antiguo...la bañera necesita acabado… —Regreso a mi habitación y salto en una lugar suave. Ese lugar gime—. El suelo

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necesita pegado. ¿Abajo? El techo en la biblioteca está hundido en la esquina…no tenemos agua caliente en el fregadero de la cocina…la casa es un problema total. Quiero decir, no quiero que algo mayor se haya hecho desde 1960. Estoy agradecida de que haya electricidad y cañerías internas.

—Pero tu papá es como, este enorme hombre de construcción—Parker dice, perplejo.

Cruzo mis brazos sobre mi pecho. —Construcciones nuevas, sí—digo, riéndome—. O más importante: Las Construcciones Nuevas de Otras Personas. ¿Cuando es respecto a las de nosotros? Olvídalo. La mejor parte de la casa es cuando vas manejando lentamente y sigues tu camino. ¿Cuando te detienes? De ninguna manera. Es un gran desastre.

Nos quedamos quietos por un momento, atrapados en un silencio considerado.

—Medio me siento mal por mi mamá, ¿sabes? —Finalmente digo—. Quiero decir, se supone que este iba a ser su proyecto. Es como cuando nos mudamos, dimos unas cuantas capas de pintura en las paredes y afuera y eso fue todo. Sé que ella tenía grandes planes para este lugar—continúo, evaluando mi habitación: la alfombra azul y el marco de mimbre blanco de mi cama, la misma arrugada colcha azul cielo desde que tenía once—. Ella quería volver a teñir los pisos. Modernizar la cocina. Siempre vio cuanto potencial tenía, y aquí estamos años después y está virtualmente sin cambiar. —Las palabras salen, una después de otra. Es como si no puedo

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detenerlas. Éstas palabras…nunca las había dicho es voz alta. No a Savannah o a Ashley o a Blake. Y no sé que me hizo elegir a Parker. Que me hizo decirlas ahora, cuando estaba perfectamente feliz mintiéndolas dentro.

Miró hacia él y sus ojos líquidos se encuentran con los míos, suaves. Sinceros. Y me jalan hacia él, porque es como si él supiera; entiende lo que es sentirse decepcionado.

—Lo siento—dice suavemente.

Trago fuerte mientras el suelo debajo de mí se inclina, lanzándome fuera de balance. —De todos modos—digo, alejando mis ojos de los suyos, forzando el sentimiento lejos—. Deberíamos ponernos a trabajar. Espero que te gusten las Sun Chips. Se supone que son mejores que tus patatas fritas. –Lanzo la bolsa en la cama y agarro mi agua embotellada.

—Están bien. Buenas, en verdad.

—Bien—respondo, fingiendo una sonrisa, regresando las cosas a la forma que eran, la forma como deberían ser—. Entonces. Ethan y Mattie. ¿Qué sabes sobre el intento de suicidio?—pregunto, volviendo toda mi atención hacia Ethan Frome y su tragedia.

Parker y yo reunimos nuestros libros y nos sentamos en mi cama. Él se recuesta contra mi almohada, una pierna debajo de él. Trato de no pensar en cuan surrealista e esto, Parker y yo compartiendo Sun Chips,

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relajándonos en mi cama como si hubiéramos hecho esto antes…

Mi almohada olerá a él esta noche. Mi corazón late fuertemente.

—Ambos lo quisieron—responde él.

—Preferirían estar muertos juntos que vivos sin el otro—digo, concentrándome, garabateando mis notas en la página.

—Zeena sigue controlando a Ethan, sin embargo. Porque incluso mientras bajan la montaña, él vira bruscamente cuando ve el rostro de ella.

—Es casi como si ella ni siquiera los dejará morir en paz juntos—confirmo—. Ella todavía tiene el poder.

—En verdad—Parker comienza—, me estaba preguntando qué habría pasado si él no hubiera virado.

— ¿Quieres si ellos lo hubieran logrado? Buen punto. —Pienso sobre esto por un momento, luego me enderezo—. ¿Sabes que me habría molestando en verdad, sin embargo?

— ¿Qué?

—Cuan rápido Ethan fue capaz de levantarse y seguir adelante con su vida cuando se dio que no murieron. Fue como…Oh Mattie no lo logramos. Mejor voy a alimentar a mi caballo, quiero decir, ¿qué fue eso?

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Parker se encoge. —No lo sé. Sólo asumí que él se resignó al hecho de que ya que el suicidio no iba a funcionar, él y Mattie no eran almas gemelas.

Alzo una ceja. — ¿En treinta segundos?—pregunto, incrédula—. Quiero decir, un minuto antes Ethan iba a morir si no podía tenerla, y, cuando no murió, fue como…no lo sé.

—Tal vez él tuvo un cambio de corazón. Tal vez su amor por ella era más grande que eso. Él quería lo mejor para ella, incluso si eso significaba seguir adelante sin él.

Siento un inesperado movimiento en mi estómago, viéndolo. Oyéndolo.

Él me sonríe, incluso mientras ojos se entrecierran, como si notara un cambio en mi expresión o algo así.

— ¿Qué?—pregunta, curioso.

Él está haciendo esto, sonreír quiero decir, más y más. Tengo que admitirlo, medio me gusta. Niego con mi cabeza, riendo de vuelta, sorprendida. No es suficiente decir que cada vez que su se abre algo sorprendente, intuitivo y brillante sale, que él me sorprende cada día.

Mi móvil vibra en mi mesa, pulsando, sacudiéndonos de vuelta al presente. Salto fuera de la cama, alcanzándolo, luego leo el mensaje de texto de Blake: ¡Te extraño!

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Una ola de culpabilidad me inunda. Porque Blake me extraña. Porque él no tiene idea de donde estoy. Con quien estoy. Que Parker Whalen está sentando en mi cama no a 1.5 metros lejos de mi mientras estoy leyendo este mensaje. Que soy una mentirosa y una novia patética. Porque si él supiera…

Frunzo el ceño. —O tal vez él no la amaba en absoluto—continúo, siguiendo con nuestra conversación. Mirando la pantalla. El mensaje. La foto del celestial Blake—.Tal vez él amó la idea de ella.

Segundos pasan. Y es como si bajas y opacas nubes de afuera se hubieran reunido entre nosotros.

Parker se aclara su garganta. —¿Hanson?—pregunta, su voz suave y balanceada.

Muero mi labio, asintiendo. —Sí.

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Capítulo 10Traducido por Josez57

Parker ya estaba en su escritorio, revisando sus notas, cuando entre al salón de clases al día siguiente. Como de costumbre, no levanto la cabeza cuando caminé por el pasillo a mi asiento. Puse los libros en la parte superior de mi escritorio, eche un vistazo hacia él, y luego lo alejé a toda prisa. La Sra. Tugwell se mueve del atril, los zapatos tenis, gimiendo bajo su peso, y comienza a escribir términos literarios en general. La miro por un momento, escuchando el ruido del marcador y el chirrido antes de mirar a Parker una vez más. Esta vez yo miraba fijamente, deseando que se de vuelta hacia mí.

¿Qué es esto, de todos modos? Puedo hablar con él en el almuerzo, darle mis fichas, hacer planes para verlo, invitarlo a mi casa y mostrarle la tercera planta. Nosotros hablamos sobre el amor y el suicidio. . . Pero, ¿él no puede reconocer mi existencia incluso fuera de Ethan Frome?

Continúo mirándolo. Mírame a mí, Parker. Mírame. A. Mí. Ruego en silencio. Nuestros compañeros se escabullen en la sala, el último salta en su asiento justo antes de la última campana. Cuando el sonido se detiene, Parker mueve su cabeza hacia mí, captura mi atención. Él mira hacia otro lado, y, al principio, creo que él no va a volver a mirar atrás. . . . Pero entonces lo que hace.

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Algo atraviesa en mi garganta, y yo sonrío, sorprendida.

Él ofrece una pequeña inclinación de cabeza en mi dirección.

Mis entrañas giran en una ráfaga de emoción, y sofoco la risa que brota en mi interior.

Parker Whalen sabe que estoy viva.

* * *

El jueves, justo antes del almuerzo, abro mi armario y descubro otra nota blanca. Le doy la vuelta: Biblioteca: 3:00, y un signo de interrogación.

―Hey!

Salto, metiendo el mensaje en lo más profundo de mi armario, y cierro la puerta.

―Blake! Hey! ―Yo respondo, girando sobre mis talones. Mi corazón bombea con rapidez en el pecho. Meto mi pelo detrás de las orejas, con la esperanza de que no haya visto la nota o lo que decía, para que no pregunte qué significa. Porque no estoy del todo segura de que le guste lo que tengo que decir, y no creo que pueda mentirle. Mantener mis encuentros con Parker en secreto era una cosa. Mentir para hacer frente a Blake con ellos es otra. Fuerzo una sonrisa. ―Almuerzo. ¿Estás lista?

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―Yo estoy si lo estas.

Vinculo mi brazo a través de él, un suspiro de alivio rápido mientras nos dirigimos a la cafetería. Más nos alejamos de mi casillero, más cómoda me siento.

Blake no tiene ni idea, y es imprescindible que siga siendo así.

Parker ya está en nuestra mesa, el cuaderno abierto a una página en blanco, cuando llegue esa tarde.

―El invierno―, dice mientras me siento en un frío asiento, no directamente frente a él, como antes, pero dejando sólo una silla entre nosotros.

―No me gusta el invierno―, murmuro. ― ¿Y qué?

―Es crucial. Todo lo que ocurre tiene lugar durante el invierno.

―El invierno apesta―, reitero.

―Exactamente.

Suspiro. ― No te estoy siguiendo. ¿Estás hablando de ahora o del libro?

Él inclina una mirada de reojo. ― ¿Qué te pasa? ―, me pregunta, alzando una ceja.

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―Nada. . . es justo. . . uno de esos días ―, le explico, mirando por la ventana en el cielo oscuro, sombrío, los árboles desnudos, su baile ramas. ―De todos modos. Tengo esta cosa en contra de invierno. Es como. . . si se terminara la vida después de la Navidad o algo así. No hay nada que esperar. Los días son cortos y fríos. . . nunca nieva aquí. Es que. . . es mi estación menos favorita, eso es todo. Me deprime.

Parker se inclina hacia atrás en su asiento y cruza los brazos, las comisuras de su boca apareciendo. Acabo de ver el más mínimo rastro de un hoyuelo en la mejilla izquierda. ― ¿Quieres decirme que Jaden McEntyre se deprime?

Me las arreglo con una media sonrisa, con la cara enrojecida mientras la temperatura se eleva. ―A veces, aunque no lo creas, sí. Me deprimo.

―De ninguna manera―, dice entre dientes, moviendo la cabeza con incredulidad. ―Nunca me hubiera imaginado. Tienes una vida que es perfecta para salvar al mundo conmigo actuando al dedillo. ¿Quién habría pensado que podrías necesitar algo de terapia?

―Cierra la boca. No es un acto―, le digo, el ceño fruncido. ―Y yo no necesito terapia. Es importante pensar en cosas más grandes que uno mismo para tratar de hacer una diferencia. Sólo tienes una oportunidad, ¿sabes? ¿Por qué no hacer todo lo posible al mismo tiempo que lo tienes?

―Lo dices como si hay algo más grande y mejor de lo que hay―, dice Parker, me miraba de cerca.

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Me encojo de hombros. ― Tal vez lo hay. ¿Cuál es tu arreglo con el invierno? ¿Estamos hablando de mí o de Ethan?

―En realidad―, comienza ―Yo estaba hablando de Ethan. . . y el invierno.

― ¿Y qué con eso?

―Es un elemento central de la novela. Es decir, piensa en ello. Hace frío, el negocio es malo, Zeena está enferma. Todo se mueve a paso de tortuga. Él es algo así como tú en ese sentido: ¿quién no estaría deprimido?

―Todo es mucho peor porque hace frío y la oscuridad y problemas sin fin que no desaparecen, ― le puedo confirmar. Pienso en esto por un momento: alrededor de Ethan y lo amargo y triste que fue su entorno. . . cómo todo estaba cubierto de nieve. . . y como Mattie y su tiempo juntos fue lo único que esperaba.

― ¿Y Ethan no dice que si su madre hubiera muerto en la primavera nunca se habría casado con Zeena? ― Parker continúa, interrumpiendo mis pensamientos.

―Parker, eres bastante brillante―, le digo, escribiendo esto en mi cuaderno. Nunca soñé que Parker Whalen contribuiría mucho a este proyecto-que nos hacia hablar mucho, incluso. Totalmente extraño. Estoy haciendo una nota sobre la decisión de Ethan de casarse con Zeena, cuando me doy cuenta. . . . ―Oh Mi Dios―, murmuro.

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Parker arruga su frente con preocupación. ― ¿Qué es?

Yo grito, la mano volando a mi boca. ―Oh. Mí Dios. ―Saco mi pelo de mi cara y cierro los ojos. ―Dime que hoy no es jueves―, casi susurro.

―Um, sí―, responde. ―Hoy es jueves.

― ¡Oh, Dios mío!

El bibliotecario me calla de su escritorio. Salto a mis pies.

― ¿Qué pasa? ― Parker pregunta, mirándome con cautela.

― ¡Falté a mi compromiso! ―siseo.

― ¿Qué compromiso?

Agarro mis notas, metiéndolos en mi bolsa, arrugándolos. ―En la escuela primaria. Estamos recaudando fondos para la biblioteca y estoy a cargo. ¡Jesús! ¿Cómo pude permitir que esto suceda? ¡Nunca me olvido de nada!

¿Cuándo fue la última vez que ni siquiera miré a mi agenda? Mi cerebro esta arruinado. No desde el almuerzo, por lo menos. Yo no podría saber. Pasé toda la tarde caminando por la niebla, pensando en una cosa: ver a Parker. Y miren lo que pasó. Estaba tan malditamente distraída que me perdí el encuentro más importante de toda la semana. Parker Whalen no

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debería tener este tipo de efecto en mí.

―Creo que estás siendo un poco dura contigo misma―, dice Parker.

―No. No lo estoy―, le contesto con dureza, enfadada con él por meter la pata en mi horario completo, pero más enojada conmigo misma por dejar que sucediera. ―No debes comprometerte para hacer algo y luego abandonar a todo el mundo. Las personas confían en mí.

―Bueno, no hay razón para ir ahora. Ya habrá terminado al momento que llegues allí.

―Gracias por transmitir lo que es obvio― dije.

―Mira, Jaden, ―dice él, reclinado en su asiento, con voz tranquila. ―Es una reunión. No es el fin del mundo.

Es fácil para él decir eso. Él no hace nada. No tiene ni idea. Alzo mi mochila sobre el hombro, las manos temblorosas. ―No para ti, pero a lo mejor es el final de mi mundo. No puedo faltar a las reuniones. No me inscribí para hacer algo y no seguir adelante. Yo soy mejor que eso.

―Por favor, baja la voz―, dice la bibliotecaria.

―Estoy manteniendo mi voz baja―, le contesto, a la defensiva.

Puedo sentir. . . . Trago saliva. No, Jaden. No puedes llorar.

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Parker se pone de pie, moviendo la cabeza. ―Jaden. . .

No llores. No aquí. No delante de. . . ―Me tengo que ir―, insisto, las palabras se rompen en mi garganta. ―Esto lo podemos hacer mañana. En mi casa. Voy a, um. . . Lo siento mucho.

Corro hacia la puerta y tiro de la palanca, tropezando en el pasillo, luchando contra las lágrimas obstinadas que estropeaban mi visión.

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Capítulo 11

Traducción SOS por Joo.

― ¿Hay correo para mí?―

―Hoy no― responde mamá.

―Claro que no.― Inhalo profundamente, recordándome a mi misma que no soy una fanática del control, a pesar de lo que Phillip o cualquier otra persona pensara.

Me dirijo al refrigerador y saco una soda y un agua embotellada. ―Parker está en camino― le recuerdo.

Un audible suspiró vino de donde mi mamá se sienta en la mesa de la cocina. Mi humor alegre se desinfló un poco, ruedo los ojos.

Sarah entra a la cocina, con Joshua plantado en su cadera. ―Hola, tú― dice felizmente. ―No te oí llegar.―

―Sí, estoy aquí.―

―Estoy revisando catálogos de vestidos. Como eres una dama de honor tienes un interés personal. ¿Quieres ayudar?―

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Sonreí. Viernes son los días lentos de Sarah –sin clases, y clínica hasta el almuerzo.

―Lo haría, pero viene un amigo para trabajar en un proyecto― explico.

Sarah se dirige al gabinete donde mi madre deja la comida de bebé de Joshua, y saca un frasco de banana. ― ¿Es el chico Parker del que todo el mundo ha estado hablando?― pregunta. La puerta suena al cerrarse.

―Ese mismo― respondo, girando mis ojos con fuerza. ― ¿Cómo te enteraste?―

―Daniel.―

―Genial― refunfuño. ― ¿Cómo se enteró él?―

―Bueno… aparentemente las escuchó peleando anoche― responde, asintiendo hacia donde mamá. ―Preguntó si sabía algo sobre eso. Le dije que no –no tenía idea. Al principio él pensó que tenía que ver contigo y Blake.―

―No.―

Mamá suspira, y se levanta de la silla. ―No era una pelea. Era una discusión― dice. ―Por lo que escuché, este Parker tiene un pasado oscuro, y no quiero a Jaden involucrada con un mal gentío tan cerca de la

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graduación.―

―Él difícilmente es un gentío― murmuro bajo mi respiración.

Mamá va tranquilamente hacia el mostrador, abre el cajón plateado, y rebusca por una de las cucharas de Joshua, metal tintineando contra metal. Le pasa una a Sarah.

Escucho el rugido de una motocicleta acercándose: el motor zumbando, resonando. Es lo último que necesito –mis padres sabiendo que este ―chico-problema― me involucra con manejar una moto.

―Lo que mamá no sabe― continué, distrayéndolas del sonido, ―es que Parker es un chico agradable. Tiene buenas notas… él es solo… callado. Se mantiene en sí mismo. Sí, puede que tenga un pasado oscuro. Me refiero a que, quién no, ¿no cierto? No he visto nada de qué preocuparme, y me considero una buena juzgadora de carácter. Ustedes saben que no arruinaría las cosas así de cerca de la graduación. Por favor confíen en mí en esto.―El timbre de la puerta suena.

―Si estuviera preocupada, no me molestaría― termino, dirigiéndome a la puerta.

Cuando la abro, Parker estaba parado del otro lado. Respiro profundamente. ―Mira, solo quería decir que siento lo que pasó ayer. Tu sabes, um, irme temprano.― Él estaba en lo correcto. Me perdí mi reunión. Para la hora en

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que llegué a la escuela elementaría el estacionamiento estaba vacío. Me pasé la mitad de la noche escribiendo correos de disculpas a todos en mi grupo.

Él se encoge de hombros. ―No es para tanto.―

―Qué bueno. Porque no quería que pensaras que te estaba castigando o siendo grosera. Yo solo…―

Y entonces mis ojos se plantaron en él, y lo pude ver. Realmente verlo. La chaqueta de cuero y los jeans oscuros eran tan oficiales en su vestir que ya casi ni los notaba. Hoy, por el otro lado, está usando azul: una polera, azul claro, de cuello alto que complementa su piel oliva. Se me corta la respiración, enviando mariposas a la boca del estómago. Es hermoso. Lo hace… no puedo siquiera describirlo. Es claro y alegre y tan poco Parker que parpadeé unas veces, intentando encontrarle el sentido.

― ¿Puedo entrar?― pregunta, levantando una ceja.

Me devolví a la realidad, latidos del corazón irregulares. Dios, soy tan grosera. ¿Dejarlo parado en la entrada? ―Sí. Claro. Lo siento.― Me moví a un lado.

Una sonrisa levanta una esquina de su boca al entrar, como si mis pensamientos fueran explayados en mi frente para que todos los leyeran.

―Hey.―

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Mi estómago cae al suelo, las mejillas se me encienden por la vergüenza. ―Hola.―

Parker me sigue, con las manos metidas dentro de sus bolsillos, mientras volvía a la cocina. Mi mamá está de vuelta en su asiento usual, Joshua amarrado en su sillita alta, y Sarah sentada a su lado, dándole papilla de banana en la boca con la cuchara. Golpea la bandeja de su sillita felizmente.

―Recuerdas a mi mamá― dije, aliviada por la distracción, de que podíamos seguir adelante. ―Y esta es mi próximamente-cuñada-oficial, Sarah, y Joshua.―

―Es un placer conocerte― dice, asintiendo.

Sara sonríe. ―De la misma manera.―

― ¿Soda?― pregunto, pasándole una lata.

―Gracias.―

Agarro mi bebida y las papas fritas, y me dirijo fuera de la habitación. ―Estaremos arriba si nos necesitan.― Casi puedo escuchar a mi mamá suspirando. Me sacudo el sonido de encima.

De nuevo, noto a Parker riendo detrás mientras subimos las escaleras,

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viendo las fotografías familiares.

―Esta es mi favorita, creo― dice, tocando cuidadosamente el marco de una vieja, foto escolar. Recordé el día en que la tomaron. Estaba lloviendo, y mi flequillo se había congelado. Para cuando tomaron la foto, era como una nube de algodón castaño. Mis huesudos, brazos angulares estaban puestos en incómodos ángulos rectos, las manos en mis rodillas.

Y también estaban mis frenos, apretados el día anterior y tan adoloridos así que cada vez que sonreía sentía que había sido golpeada en la boca. Elegí bandas azules y verdes porque eran los colores de mi equipo favorito aplastado de beisbol. Pensé que podía notarlo. No lo hiso. Y, mirando hacia atrás, entendí por qué.

Gimo. ―Era octavo grado― digo, como si lo explicara todo. ―Fue un año duro para mí.―

Parker se aguanta, sorpresivamente una carcajada. ―Lo noto. De hecho siento un poco habérmelo perdido.― Manteniendo sus ojos en mí, y estos brillaron contra el azul de su polera.

―Cállate― digo, volviendo a subir las escaleras, con las emociones enredadas.

Llegamos a mi habitación, y recorro con mis dedos el adhesivo de Harvard en la puerta.

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―Hiciste eso la última vez que estuve aquí― dice, apuntándolo con la cabeza.

Miro el adhesivo, con mi cara sonrojándose. ¿Acaso algo se le pasa? ―Oh. Lo sé. Es solo esta cosa rara. Lo puse después de que nos mudamos. Para motivarme. Después de que envié mi aplicación, creo, empecé a tocarlo cada vez que entro o salgo de la habitación. Buenas vibras. Tú sabes.―

El asiente.

Abro mi boca, luego la cierro. ―Hay una en mi casillero también― dije finalmente, soltando una risa nerviosa. ― ¿Creo que se puede decir que estoy obsesionada?―

―Aparentemente. ¿Y qué ocurre si no entras?―

Mis ojos rodaron hacia él, la sangre en mis venas poniéndose fría. ― ¿Por qué preguntas eso?

Su confianza se resbala, su expresión cambia a cautelosa. ―No estoy diciendo que no, obviamente― aclara. ―Era una pregunta hipotética.―

Me quito el cabello de la cara, poniéndolo detrás de mis orejas. —Oh. Bueno. En ese caso, no es una opción. Voy a entrar. —Me aclaro la garganta—. Ya sabes, es extraño —continúo, cambiando de tema—. Tomamos muchas de las mismas clases, pero no estamos juntos en cualquiera.

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— ¿Qué tiene de raro eso? —Se detiene—. Espera. ¿Cómo sabes cuáles clases tengo? —pregunta, mirándome sospechosamente.

Me sacudo mentalmente. ¿Cómo sabría yo que clases tiene él? ¿Con quién hablaría para siquiera saberlo? Me esfuerzo por formular una respuesta decente, algo que no sea la verdad. Pero al final esto resulta inútil. —Yo, uhm, trabajo en la oficina la última hora y vi de casualidad tu horario el otro día —murmuro, manteniéndolo tan ambiguo como sea posible. Me doy la vuelta y me entretengo abriendo nuestro Sun Chips.

— ¿Tú simplemente viste de casualidad mi horario? ¿Cómo pasó eso?

Mis mejillas se calientan más. Por supuesto él preguntaría los detalles. —Simplemente lo vi, eso es todo. —Sostengo la bolsa abierta de papas fritas frente a él. Él se estira y toma un puñado.

—Entiendo esa parte. Simplemente estoy tratando de imaginar cómo, exactamente, es que conseguiste verlo. —Se mete una de las papas a la boca.

Vuelvo a poner la bolsa sobre el escritorio y suspiro. —Tu expediente, ¿ok? Hay una copia de tu horario en tu expediente estudiantil. Así es como sé las clases que tienes. ¿Feliz ahora?

Una ligera sonrisa aparece mientras Parker mastica, haciendo ruidos de crujidos fuertemente. —Pensé que los expedientes de los estudiantes estaban fuera del alcance —dice, con la boca llena.

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Por supuesto que lo están. Toso en mi puño. —No para mí —murmuro, cayendo en mi cama frente a él. Me vuelvo a acomodar el cabello, deseando que hubiera alguna manera de salir de esta conversación.

—Aparentemente —responde.

—Simplemente fue algo estúpido —confieso—. Tenía curiosidad. Me refiero a que te vi en Inglés y en el almuerzo, pero eso fue todo. No sabía nada de ti, así que sí: miré en tu expediente estudiantil.

—Sabes que eso es ilegal, ¿cierto? —Una gran sonrisa atraviesa su rostro, iluminando sus ojos. Y de nuevo me sorprendo por la forma en que brillan, por lo diferente que se ven reflejos de azul. Me obligo a alejar el pensamiento. Él no tiene ojos brillantes.

—No me vas a reportar, ¿o sí?

—Tendré que pensar en ello. Y ¿estamos en las mismas clases?

—Curso avanzado de Química, Biología, Español III —digo, nombrando los cursos que recuerdo—. Ya sabes, podrías estar en la facultad de Medicina de Harvard.

— ¿Qué? ¿Viste mis calificaciones también?

— ¿Qué te hace pensar que vi tus calificaciones? —pregunto.

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—Sólo que tú creas que está bien si yo aplico para Harvard —responde, de hecho.

Exhalo fuertemente, nerviosa. —Sí. Vi tus calificaciones. Y sí, lo creas o no, yo no soy la única en esta habitación que podría ser dirigida a una escuela de la Ivy League [1]. —Eso es verdad, en todo caso.

—Nah —responde, sacudiendo la cabeza, alcanzando su cuaderno.

[1]Ivy League (Liga de la Hiedra), es como se le denomina al grupo de ocho universidades en el noroeste

de Estados Unidos que tienen en común tanto su excelencia académica como su antigüedad y admisión

selectiva.

— ¿Por qué no? Tus calificaciones son estelares. Estás en clases avanzadas. Probablemente podrías entrar a cualquier universidad que quisieras.

Sonríe al oír eso. —La universidad no está en mi agenda.

— ¿En serio? —pregunto, sorprendida—. ¿Por qué no?

—Es una especie de pregunta personal, ¿no?

—Tal vez, pero ¿por qué no quieres? Ir a la universidad es la manera más rápida de salir de este pueblo.

—Tal vez me gusta estar aquí —argumenta, hojeando las páginas.

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Frunzo mi frente, inclinando mi cabeza a un lado, mirándolo fijamente, escéptica. —Sin ofender, pero realmente no te ves como el tipo de chico que quiere quedarse por aquí después de la graduación.

—No me ofende. Y tienes razón: me voy en el momento en que mi diploma esté en mi mano.

Levanta su vista y nuestras miradas se encuentran, cerrando la distancia entre nosotros.

— ¿Justo en ese momento? ¿Como que te vas con tu toga y birrete puestos? —bromeo, sonriendo.

—Justo en ese momento —me confirma, con expresión seria. No está bromeando.

Un escalofrío sube por mi espina dorsal. Puedo verlo en mi mente, quitándose su toga de color escarlata y su birrete mientras atraviesa el vestíbulo. Metiéndolos en un bote de basura a su paso. Recogiendo su mochila, la que no contiene libros, sino un par de mudas de ropa, y las que sean las posesiones que él valora. Deslizando las correas sobre sus hombros. Caminando hacia afuera. Trepando a la parte trasera de su motocicleta. Dejando las cosas detrás… Para siempre.

— ¿A dónde vas?

—No lo sé —responde, encogiéndose de hombros con indiferencia—. A

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algún lugar. A cualquier lugar menos éste.

Nos sentamos en silencio por un momento, y me pregunto si debo continuar: si debo tomar la información que él está ofreciendo, junto con lo que ya sé de él, y tratar de darle sentido. Me aclaro la garganta. — ¿Esto tiene algo que ver con tu papá? —pregunto finalmente.

Él da una risita. —Supongo que mi expediente mencionaba que hay problemas en casa —dice, enfatizando las palabras.

—Vagamente.

Él vacila un momento antes de continuar. No va a mirarme. —Bueno, créeme, yo no soy el problema. —Mete la mano en su chaqueta y saca un bolígrafo de su bolsillo. Le quita la tapa. Da golpecitos en la cama.

Lo observo, curiosa, deseando que él se explique; que me hable de su familia, y de su papá. De su vida. Quiero saber lo que significa “problemas en casa”. Quiero saber por qué fue arrestado y expulsado de su antigua escuela. Quiero que me hable… que me diga cosas.

En cambio, Parker comienza a escribir, tan tranquilamente y reservado como siempre, diferente de alguna manera del Parker al que me he acostumbrado últimamente. Callado.

Cerrado. Con barreras. Su mirada plana y sus labios apretados en una línea fina. Concentrado.

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Desde donde me encuentro, puedo ver su escritura cuidadosa perfilada y definida, las páginas llenas de información que él copió meticulosamente de las clases de la Sra. Tugwell. El trabajo y el esfuerzo que él ha puesto, para nada.

Algo se atora en mi garganta, y trago duro. —Al menos deberías aplicar para Northwestern State —digo, luchando contra el silencio que se cierne sobre nosotros, desesperada por encontrar la base que nos llevará de regreso a como estaban las cosas—. No queda demasiado lejos, y tienen programas impresionantes.

Él se encoge de hombros. —Sí, como sea.

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Capítulo 12 Traducción SOS por Paaau

—El juego del viernes, ¿verdad? ¿Aún podemos poner nuestra mesa? —pregunta Savannah cuando me siento durante el almuerzo del Lunes.

—Sí. Ya confirmé todo con el director de atletismo. Dijo que podíamos colocarnos junto a la cafetería.

Blake pone sus brazos a mí alrededor, acercándome. Mis ojos viajan hacia la ventana por costumbre. Y ahí está Parker. Me sonrió ante, cuando le lancé una bolsa de patatas fritas y un refresco. Pero incluso esto es diferente a mí. Siempre regaño a Blake y a Savannah acerca del azúcar que consumen en sus refrescos. Le doy una a Parker como si fueran nada. Es lo que le gusta, racionalizo. Dudo que Parker obtenga lo que quiere muy a menudo.

Ahora, mirándolo mientras se sienta fuera en el frío, comiendo lo poco que le pude ofrecer, y repasando apuntes para clases que ni siquiera importan, técnicamente, ya que él ni irá a la Universidad, siento una punzada de tristeza por él. Me pasa a menudo últimamente.

Se volvería loco si lo supiera. Parker se nutre de la vibra de “estoy bien”. Saber que alguien siente lástima por él, bueno, probablemente se pondría furioso. Esa es la razón de por qué traigo refrescos y bolsas de patatas fritas extras a la escuela todos los días, y el por qué actúo como si no fuera

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la gran cosa.

— ¿Aló? ¡Tierra a Jaden! —dice Savannah, moviendo su mano frente a mi rostro. Vuelvo a prestar atención.

— ¿Qué? Lo siento.

—Wow, realmente te fuiste por un minuto —dice ella.

—Sí. —Unto una zanahoria fría en la salsa. Cruje bastante mientras la muerdo. Me disculpo de nuevo, limpiando una gota de salsa de mi dedo.

—Están pasando muchas cosas.

Por la esquina de mi ojo noto a Ashley murmurándole algo a Blake. “¿Escuchó algo de Harvard?” es lo único que logro oír. A mi lado, Blake niega con la cabeza.

Pongo los ojos en blanco, encogiéndome, y alejo mi cabello de mi rostro. Lo coloco en una cola de caballo, pero no tengo una goma conmigo. Escogí un gran día para olvidarla. Dejo mi cabello caer sobre mis hombros.

—Jesús, chicos, estoy aquí.

—Lo siento —murmura Blake.

—Está bien. No, Ashley, no he tenido noticias de Harvard. Pero no es la gran

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cosa. Puedes preguntar. O mejor aun, cuando me entere, ustedes serán los primeros en saber, lo prometo.

—Es sólo que sabemos lo importante que es para ti —me explica Ashley—, estamos preocupados.

Dejo salir una risita, tomando otra zanahoria.

—Por favor no desperdicies tu tiempo.

—No estás actuando como tú últimamente —añade Savannah.

Me burlo.

—Quizás es porque estoy esperando por la carta más importante de toda mi vida. Perdónenme por estar un poco ansiosa, ¿Si?

Blake se mueve, incómodo, a mi lado. Cierro mis ojos e inhalo profundamente, poniendo todo mi esfuerzo por mantenerme centrada. Por no perderlo. Porque Jaden McEntyre nunca lo pierde. Jamás.

—Miren, chicos —continúo, plasmando una sonrisa en mi rostro—. Está bien, lo prometo. Sí, estoy nerviosa, pero no es la gran cosa. Soy la misma Jaden… sólo que con el lado aprensivo activado un poco, eso es todo —digo lo más optimista que puedo, haciendo que las palabras suenen alegres—. Además, esta la recaudación de fondos para la biblioteca y la caminata por el Banco de Alimentos. Cuando nuestro sorteo haya terminado tendré que

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comenzar a pensar en eso… —me callo, aturdida, abrumada por el gran numero de cosas en mi lista de tareas pendientes.

—Siempre asegurándose de que el mundo es alimentado —bromea Blake, inclinándose para besarme. La barba en su mentón raspa mi mejilla. Me estremezco. Una ola de culpabilidad sobre mí. Él no tiene idea, en ese momento, lo cierto que eso es.

Al otro lado de la mesa, Savannah sonríe.

Esta es la Jaden que ellos quieren: la organizadora, la líder, la jefa del proyecto. Con quien pueden contar para estar detrás de una colecta para recaudar fondos para un orfanato en México, o una campaña de brazaletes para crear conciencia sobre el glaucoma. La Jaden que salta de una causa a otra, y a otra, y a otra. No quieren a la Jaden intranquila. La que se preocupa constantemente de Harvard y su futuro. No quieren a la Jaden que desperdicia su tiempo preocupándose por un chico que, en su opinión, no vale la pena. No quieren a la Jaden que se pregunta acerca de Parker Whalen, mantiene secretos sobre él, y a menudo es alcanzada por pensamientos sobre él. La Jaden propensa a miradas vacías y lejanas.

La conversación cambia hacia el juego de basquetbol de ese fin de semana. No hay manera en que logremos llegar al torneo, pero, como siempre, Tony y Blake saben que pueden vencer a este equipo. Solo estoy semi consciente de la charla que me rodea, haciendo lo posible por no volver a mirar por la ventana, todo el tiempo preguntándome: ¿Qué bien hace la Jaden que salva el universo con una mano, cuando hay asuntos más cercanos y mucho más

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reales… e igual de importantes?

* * *

El gimnasio está lleno el viernes por la noche. Por alguna extraña razón la comunidad siempre ha apoyado al equipo de basquetbol, pero las cosas se amplificaron hace dos segundos, cando Tony consiguió un golpe de 3 puntos, y puso a nuestro equipo a la delantera. A penas logro escuchar mis pensamientos con todos los gritos, sin contar el hecho de que Savannah, sentada a mi lado, casi me arranca el brazo con su tirón de emoción.

Durante la conmoción, una mujer, con un bebé en su cadera, se para frente a nuestra mesa de rifa. El bebé es más pequeño que Joshua, su suave piel rosada, y usa un enterito y no tiene zapatos, aunque esta casi congelando afuera.

Pregunta que estamos rifando. Inmediatamente recuerdo apuntar los poster en la parte delantera de la mesa—sólo un poco de brillo permanece ahora—los que claramente dicen qué estamos rifando—una Wii—, y que las ganancias ayudaran a niños pobres—en Bangladesh. Sonrío de todas formas, y doy mi pequeño discurso, manteniendo mi voz por sobre el ruido de la multitud.

—No tengo cinco dólares conmigo ahora, pero enviaré a Ray en algunos minutos para que compra un billete —dice ella. Asiento con la cabeza educadamente, aunque no tengo idea de quién es Ray, o si lo reconoceré cuando lo vea. Sea quien sea, espero que tenga calcetas y una chaqueta para ese niño, o mi próxima recaudación de fondos será “Reunir ropa para

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los niños pobres de Bedford”. La mujer se aleja, el bebé continúa mirándonos.

— ¡Él está en llamas! —dice Savannah.

— ¡Están jugando realmente bien hoy! —concuerdo, gritando por sobre las pisadas contra las gradas, la multitud cantando, zapatillas nuevas chirriando contra el piso del gimnasio.

Ella se gira hacia mí, entrecerrando los ojos.

— ¿Qué? ¡No puedo escuchar nada!

— ¡Él está en llamas! —repito, más fuerte.

Continúa animando a Tony mientras abro el bolso negro del dinero y comienzo a contar billetes de cinco y diez dólares. En pocos segundos la multitud está de pie, los gritos reverberando—amplificados—consumiendo nuestro pequeño gimnasio.

— ¿Qué pasó? —pregunto.

— ¡Tú hombre acaba de anotar!

—Oh. Bien. ¡Sí! —Vuelvo a contar.

—No puedo creer que hemos vendido tantos boletos —reflexiono, pasando

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los billetes—. Debemos haber hecho unos mil dólares sólo esta noche.

—No puedo creer la cantidad de gente que vino a ver a nuestro equipo perder —responde Savannah—. ¿No tienen algo mejor que hacer un viernes en la noche que aparecer en un juego de baloncesto de una secundaria? Quiero decir, he visto algunas personas aquí que ya se han graduado. ¿Cuán triste es eso?

Miro a mi derecha donde Vince De Luca, el más infame de esos graduados, está atrayendo la atención de la gente. —Siempre que sus caras no estén pintadas —digo, mirándolo cuidadosamente.

—Lo sé, ¿verdad?

El timbrazo del tercer cuarto suena. Verifico el marcador. Estamos perdiendo por unos pocos puntos. No es nada que no podamos arreglar en el cuarto final, sin embargo, y eso me sorprende. Tony y Blake tenían razón: el equipo es mucho mejor. Usualmente para este momento he comido demasiadas palomitas, bebido dos botellas de agua, y estoy verificando el tiempo. Al menos están dándonos algo que ver.

—Oh. Dios. Mío —murmura Savannah. Se sienta, congelada, mirando al otro lado del gimnasio.

Mi espalda se pone rígida. — ¿Qué?

—Nunca adivinarás quién está aquí, y está mirándote totalmente.

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Escaneo el gimnasio. — ¿Quién?

— ¿Quién crees?

Él está parado por la salida al otro lado del final del gimnasio, desvaneciéndose en el fondo; esperando en la puerta mientras la gente entra y sale; inclinado contra la pared, las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta de cuero. Incluso desde esta distancia sus rasgos oscuros son llamativos. Él parece… peligroso… pero no de una manera intimidatoria o asustadora. Es más como si supiera algo. Algo que yo no sé. Como si tuviera algún conocimiento secreto sobre la vida y vivir, y si simplemente lo siguiera, yo también podría aprender un poco de eso.

Mi boca se pone seca, y de repente me siento completamente transparente. Como si él pudiera ver justo a través de mí y mi campaña para salvar a los pobres: yo, mi vida aburrida y mi novio aburrido. Aclaro mi garganta. —Está observando el juego —le informo a Savannah, volviendo mi atención a la bolsa de dinero.

—No —responde ella, confiada—. Él está observándote.

Mis mejillas se sonrojas con calor, la temperatura de la habitación crece rápidamente, y subo las mangas de mi suéter rosado en un intento por enfriarme. Organiza el dinero, me digo. No mires, no levantes los ojos, simplemente sigue agrupando el dinero. Paso los billetes de cinco y los de diez.

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—Todavía está mirando.

Levanto mi mirada otra vez, y nuestros ojos se encuentran. Esa mirada penetrante. Sostuve mi respiración. Parker levanta su cabeza ligeramente. De hecho, no estoy completamente segura de que vea su movimiento. Pongo unos cuantos mechones de cabello detrás de mi oreja, mi corazón estrellándose contra mi pecho, luego, mientras bajo mis manos lentamente, le ofrezco un pequeño saludo. Una sonrisa maliciosa cruza su cara… que, a su vez, me hace sonreír.

—No puedo creerte —dice Savannah, su cara brillando.

Salto, de vuelta a la realidad. — ¿Qué?

— ¿Qué? —Sacude la cabeza, luego se reclina en su asiento, doblando sus brazos sobre su pecho—. Muy bien, ¿entonces cómo es él realmente?

— ¿Quién?

Ella pone los ojos en blanco dramáticamente. —No juegues a la idiota conmigo.

Continúo organizando nuestro efectivo por denominación. —No sé —digo, encogiéndome de hombros—. Él es agradable. Es listo. —Levando la mirada hacia él otra vez, rápidamente. Todavía está allí.

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— ¿Quieres decir que no es extraño ni nada de eso? —Pregunta, estudiándolo desde la distancia—. Porque yo totalmente podía ver partes de cuerpo en frascos llenos de formaldehido como su decoración de elección.

—No —digo, mofándome—. En realidad parece muy normal. Que es lo que he estado tratando de decirles por semanas.

—Bueno, quizás puedas presentarme —continúa—. Porque él es medio atractivo.

—Hey —interrumpe una voz interrumpe—. ¿Quién es atractivo?

Mi cabeza se levanta rápidamente. —Tú lo eres —respondo, forzando una sonrisa hacia Blake, que apareció en nuestra mesa sin advertencia. Su cabello está húmedo. Gotas de sudor sobre su frente y goteando de su mejilla. — ¿Puedo conseguirte una toalla? —pregunto.

—Nop —responde, limpiando su frente con la parte posterior de su mano—. ¿Todavía vamos a ir por pizza esta noche después del juego? —me pregunta, respira pesadamente.

Me siento más derecha, más rígida. —Um, sip. Supongo.

— ¿Savannah? —pregunta.

— ¿Quién va?

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—No lo sé con seguridad. Tony, probablemente. Supongo que si ves a Ashley se lo haces saber también.

—No creo que Ashley esté aquí —reflexiono, mirando alrededor. Paso la señal de salida rápidamente, y de alguna manera evito a Parker.

—Podemos llamarla al celular. No creo que esté haciendo algo. Y sip, si Tony va, yo voy —dice Savannah.

Blake asiente. —Genial. Las veo después del juego.

La campana suena y Blake se va, dirigiéndose hacia el centro de la cancha.

Savannah deja salir un pequeño chillido. —Como si la noche pudiera ponerse mucho mejor —canta, empujando mi brazo con su codo huesudo—. Voy a cenar con Tony.

Sonrío, y, sin pensar, vuelvo a mirar hacia la salida. Pero Parker se ha ido. Ha desaparecido. Escaneo la multitud, inspeccionando las caras borrosas. Cuando no lo veo, muerdo mi labio inferior, mi corazón yendo más despacio.

— ¡De ninguna manera! —grita Savannah.

— ¿Qué? —pregunto. La multitud anima salvajemente.

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— ¡Lo estás buscando!

Un lento calor crepita a mis mejillas. — ¡No sé de qué estás hablando! —grito.

—Vamos. No puedes decirme que no está sucediendo algo entre ustedes dos. No eres para nada tú misma últimamente, y todos lo saben. ¿Entonces algo de esta locura que te está pasando tiene que ver con el hecho de que podrías sentir algo por Parker Whalen? —dice secamente, su voz más baja.

Me burlo de eso. — ¿Qué? Savannah. No. —Sacudo mi cabeza rápidamente, como si no pudiera creer que sugiriera tal cosa. Pero luego me pregunto…

Ella se reclina en su silla. —Simplemente estoy diciendo que es extraño: estás pasando tiempo con Parker, sin prestarle atención a Blake…

—Por supuesto que le estoy prestando atención a Blake. Él es mi novio —confirmo, sin embargo eso se siente extraño, repentinamente. Esa palabra saliendo de mis labios. Debo tener la palabra “culpable” tatuada en mi frente. Culpable. Culpable. Culpable.

Savannah sacude su cabeza. —Bueno, simplemente digamos que últimamente parece que estás más interesada en pasar tiempo con Parker Whalen que con Blake. Y perdóname si me equivoco, pero creí que los novios eran una prioridad.

—Lo son —le aseguro, incapaz de encontrar su mirada.

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—Quiero decir, el chico es atractivo, juro que lo es —continúa, sin escucharme—. Simplemente vamos a tratar de hacer obvio que estamos mirándolo a todas las partes a las que vamos, ¿de acuerdo?

Dejo salir una risa sarcástica, manteniendo mi barbilla en alto. —Es sólo un proyecto, Savannah. Uno.

— ¿Y los proyectos terminan, cierto? —insiste.

—Exactamente —respondo, forzando otra sonrisa, mis mejillas ardiendo de tanta deshonestidad. —No es un problema.

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Capitulo 13Traducido por alexiia☮♪

—Dios, mis padres me van a matar —murmura Savannah, comprobando la hora en su celular. Blake abre la puerta de Guido´s para mí, Tony y Savannah, salimos al helado aire de la noche.

—Pensé que ibas a hablar con ellos acerca de tu toque de queda —le digo mientras Blake se mueve furtivamente a mi lado, envolviendo sus brazos alrededor de mi hombro y atrayéndome más a él—. Sabes, ya que eres una senior y pronto vas a ir a la Universidad, de todos modos.

Incluso con la luz de la calle, débil y difusa, puedo decir que está rodando los ojos. —Para, Jaden. No todos somos lo suficientemente buenos para la Universidad de Harvard. Además, acaban de decirme esa completa "no hay nada que hacer después de las once que no sea meterte en problemas" mierda. Ugh. —Ella gime—. Y mi coche todavía está en la escuela.

Tony se acerca, indeciso. Arrastrando los pies. Él abre la boca para hablar, y luego la cierra. Se aclara la garganta y lo intenta de nuevo. —Sabes —dice—. Está en mi camino. Yo puedo... no sé. ¿Dejarte, tal vez?

Los ojos de Savannah se iluminan. Retuerce un pequeño mechón de su cabello, envolviéndolo alrededor de sus dedos. — ¿En serio? —pregunta, mirándolo con sorpresa. Veo a Tony sonreírle a Savannah, luego de ella a

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Tony de nuevo, tratando de decidir si él está siendo amable, o si está “dentro” del juego que Savannah ha estado esperando—. ¿Podrías hacer eso?

Él asiente con la cabeza. —Por supuesto —dice, confiado.

Una risita pequeña se le escapa. — ¡Eso sería excelente!

Me aguanto la risa, a sabiendas de que Savannah podría caminar hacia la entrada de su casa a las cuatro de la mañana y estando en plena Tercera Guerra Mundial, y no le importaría —no cuando Tony se ofreciera a darle un aventón... y la oportunidad de un tiempo a solas.

Tony se dirige hacia su camioneta pickup roja y abre la puerta del pasajero. Savannah agarra mi mano, apretándola, y da un gritito ahogado.

—Diviértete —le digo.

Ajusta su bolsa, subiéndola lo más arriba de su hombro, y se apresura a Tony. En cuestión de segundos la camioneta arranca, el radio a todo volumen.

Savannah mueve su mano en despedida mientras ella y Tony salen del estacionamiento.

—Ella está en el cielo ahora mismo —digo, agitando mi mano de regreso, mi aliento cálido convirtiéndose en humo en el aire fresco.

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— ¿Qué? —pregunta Blake, acercándose a mí.

—Vamos. Es obvio que está loca por él.

Se ríe. —Era obvio para todos menos para Tony.

— ¿Hasta cuándo?

—Hasta que uno de los chicos casi lo golpea en la práctica el otro día diciendo que si él no salía con ella alguien más lo haría.

Rodeo mi pecho con mis brazos muy fuerte, tratando de mantener el calor adentro, por primera vez me doy cuenta de las titilantes estrellas en el cielo. Y a mi izquierda... la Luna.

—Oye —digo, maravillada—. Las estrellas se ven.

Blake inclina la cabeza, mirando hacia arriba. —Las nubes se han ido.

—Eso significa que realmente podría estar soleado mañana. —Por fin. Sonrío.

Se mueve hacia adelante, con su dedo sujeta el cinturón de mi pantalón y me tira hacia él. Volvemos a caer contra la puerta de mi coche, el metal frío se filtra a través de mi ropa. Me estremezco. —Así que, ¿cuándo tendré una verdadera cita contigo otra vez? —pregunta con la voz baja, envolviéndome

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con sus brazos.

Miro sus ojos azul-grises, sintiendo el aumento de mi temperatura, el calor de su cuerpo pasando al mío. —Cuando quieras.

—Bien, porque está ese lugar en Hamilton del que me habló mi hermano. Iba a hacer una reservación para nosotros dentro de unas pocas semanas.

— ¿Es un lugar agradable?

—Sí. Un lugar muy bonito.

— ¿Tengo que vestirme formal?

—Sí —afirma.

—También tú, ¿verdad?

—Sí, esa es la idea. Una cena fuera... buen restaurante... manteniéndome en pie, ya sabes. —Sus ojos se iluminan con la diversión, pero hay un límite a su tono burlón.

Me río.

—Tomará alrededor de una hora llegar allí. ¿Tus padres no se molestarán que vayas tan lejos?

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—Preguntaré, pero estoy segura de que todo está bien. Quiero decir, que prácticamente te adoran.

Él sonríe. —Tus padres, tal vez. No estoy tan seguro de Daniel.

—Daniel sólo es protector —digo, en defensa de mi hermano.

—Bueno, no le pediremos su permiso, porque no creo que lo consiga.

Me inclino y me pongo de puntillas para besarlo suavemente en la boca. Él desliza sus dedos por mi cabello, me regresa el beso... pero es duro y del tipo baboso, y sabe como a ajo y a menta. Me separo, y, sin pensarlo, limpio mis labios.

— ¿Eso es todo lo que obtengo? —pregunta, burlándose.

Le ofrezco una sonrisa, tirando ligeramente el cuello de su chaqueta. —Por ahora.

—Está bien. Te llamaré más tarde, entonces —dice, dando un paso atrás.

—Gracias por la pizza.

—No hay de qué. Y no te olvides de preguntarles a tus padres. Voy a hacer la reservación.

—Okey —contesto, tirando de mi chaqueta cuando una brisa fría pasa entre

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nosotros. Quito el cabello de mis ojos cuando Blake abre la puerta a su SUV y se sube dentro. No me muevo hasta que está completamente fuera de la vista —las luces traseras desapareciendo a medida que hace un giro a la derecha fuera de la ciudad.

Exhalo en voz alta, y busco a través de mi bolsa mis llaves. Agarro mi teléfono celular, también, abro la puerta del coche, y me deslizo dentro. El coche es como un congelador, el helado asiento de tela debajo de mis piernas. Bloqueo las puertas y arranco el motor, el coche dispuesto a calentarse.

Mientras espero, reviso mis mensajes. A medida que tecleo la contraseña, oigo un ruido lejano, como un trueno. Echo un vistazo en el espejo retrovisor ya que el ruido se hace más fuerte. Me volteo en mi asiento, reposicionándome, y veo una brillante motocicleta familiar cruzar el estacionamiento, deslumbrando a medida que pasa por debajo de la farola.

¿Qué está haciendo él aquí?

Me vuelvo a acomodar en mi asiento y sonrío, mi corazón latiendo a un ritmo más rápido, y luego llego a la manija y abro la puerta de mi coche, Parker entra en el espacio junto a mí.

—Hey, tú —digo, cuando silencia el motor.

Afloja la correa de su barbilla y desliza el casco sobre su cabeza, rastrillando con los dedos su cabello desaliñado. — ¿Qué haces? —

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pregunta.

Cruzo los brazos, abrazando mis codos. —Puedo preguntarte lo mismo.

Baja del caballete [1] con su bota negro, entonces equilibra la moto. —Sólo por un paseo de última hora.

—Si no te conociera mejor pensaría que me estabas siguiendo.

Levanta una ceja, mirándome con escepticismo. — ¿Estás dando a entender que no tengo nada mejor que hacer en Un Viernes por la Noche que seguirte?

—Sabiendo que fantaseas con mi habitación y todo... por supuesto que no —digo, acercándome a él. Paso los dedos a través de los lisos –barras de mango negro– detalles en cromo brillante. Son el frío ártico. Glacial. Sin embargo, la propia moto es de alguna forma hermosa. —Te vi en el juego —continúo—. Savannah piensa que me estás acosando.

—Es bueno saberlo, supongo —responde.

Me aclaro la garganta, y juro que sueno como otra persona diciendo—: Ella también piensa que eres muy sexy.

Incluso en la oscuridad —con sólo la luna, una farola y el letrero de Guido´s con luces fluorescentes iluminando el estacionamiento—, puedo decir que Parker se sonroja.

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¡Uf! ¿Cómo pudiste decir eso? Me grito a mí misma. Es tan irrelevante. Y ahora él sabe que estábamos hablando de él, y que es posible que yo lo crea...

[1]: Parte de una motocicleta que se utiliza para apoyarla. —De todos modos —dije rápidamente, cambiando de tema—. Me alegro de que no seas un acosador. No sé cómo podrías saber que yo estaba aquí, sin embargo.

—Como he dicho: Un Viernes por la Noche. Eres bastante predecible.

Alzo las cejas. Suficientemente predecible como para que él fuera a buscarme.

Entonces, como si leyera mi mente, él exhala con fuerza. —Estaba pasando por aquí y reconocí tu carro.

—Apareciste justo a tiempo. En realidad estaba a punto de irme.

Una sonrisa maliciosa se cruza en su cara, sus ojos viendo los míos. Brillan, a sabiendas. —Yo no dije que era la primera vez que había pasado por aquí.

Mi respiración se queda atrapada en mi garganta y me cuesta mantener mi expresión recta para cubrir mi sorpresa. —Así que me sigues.

—Noche libre —dice, exhala. Cambia de tema—. Así que... ¿la pizza estuvo

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buena?

Echo un vistazo al restaurante. —Sabes. Más de lo mismo.

— ¿Quieres condimentar las cosas un poco?

Lo observo, examinando sus características de cualquier rastro de sarcasmo. No estoy del todo segura de si estoy lista para lo que la idea de Parker sobre "condimentar las cosas" pueda acarrear. — ¿En serio? —pregunto, vacilando.

—Sabes, eso no es muy cortés. Aquí estoy, ofreciéndote pasar un buen rato, ¿y tienes el descaro de hacer preguntas?

Me río, pero es ligera y nerviosa. — ¿Esto tiene algo que ver con la línea de Mattie Silver o Ethan Frome? —pregunto, me pregunto si lo que quiere saber es cómo me siento realmente acerca de romper un plato.

—No, a menos que lo desees. Estaba pensando más en la línea de Parker Whalen y Jaden McEntyre.

Sólo nosotros dos.

Mi corazón se acelera, pierdo el ritmo, y puedo sentir el sonrojo deslizándose por mi cuello y mis oídos. La parte racional y sensata de mí insiste en que diga: "No, gracias. Tengo que llegar a casa." La otra parte... la parte más imprudente de mí (que por lo general no tengo ningún

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problema de suprimir) está completamente intrigada por este chico malo endiabladamente guapo.

— ¿Qué tienes en mente?

—Un paseo de última hora.

— ¿En tu moto? —pregunto, incrédula.

Me mira raro. —Sí, esa es la idea.

— ¡Pero hace mucho frío!

—Podría hacer más frío —razona—. Además, el frío es bueno. Te recuerda que estás vivo.

Sacudo la cabeza. — ¿En tu moto? ¿Contigo? —pregunto de nuevo.

—Sí.

Las señales rojas de advertencia parpadean ante mis ojos. No. Esto no es una buena idea. No sólo es Parker Whalen... es Parker Whalen y su moto. Si mis padres se enteraran de esto, me matarían. Si Blake se enterara de esto, mataría a Parker. Daniel... Savannah... si me subo en la moto y paseo lejos con Parker Whalen, y alguien se entera, voy a estar tan completamente jodida.

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Se sumerge en su mochila y saca un casco de repuesto, lo sostiene enfrente de mí. Una oferta de paz. Yo le ofrecía Sun Chips. Él propone una escapada.

Mis ojos se entrecierran. De todos los furtivos... —Tú planeaste esto. —Cruzo mis brazos, a la defensiva.

—Tienes miedo, ¿verdad? —Se burla, la cabeza inclinada hacia un lado, una sonrisa tirando de sus labios.

—No tengo miedo —murmuro, la mitad para mis adentros. Sin embargo, no llego y lo tomo.

—Un paseo rápido.

No respondo.

—No te preocupes: no puedo ser visto contigo más de lo que tú puedes ser vista conmigo. Es tarde. Es de noche. Los cascos nos cubren. No puedes pedir mucho más seguridad que esa.

Frunzo el ceño. ¿Parker no puede ser visto conmigo? ¿O no quiere que lo vean conmigo? Muerdo mi labio inferior. Jesús, Jaden, ¿realmente importa?

Un destello de comprensión cruza su rostro. —Ah. Ya veo.

— ¿Qué?

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—Acabo de recordar con quién estoy hablando, es todo. Sabes, todo el mundo conoce a Jaden McEntyre: caja fuerte, aburrida, no sale de su zona de confort...

—No estoy en una zona de confort. —La ira despierta en mis entrañas huecas, y siento el peso de su mirada. No hay nada que me haga recuperar la cordura.

Un poco viento barre. Me estremezco cuando sonríe maliciosamente. —Pruébalo.

Vuelvo sobre mis talones, abro la puerta de mi coche, y apago el motor. Cierro las puertas, meto las llaves en mi bolsa, y luego le arrebato el casco, frunciendo el ceño.

Estuviera o no en una zona de confort, lo probaría. Ajusto la correa por debajo de la barbilla, esto se siente demasiado cómodo del todo: en una especie descuidada, irresponsable, de paso. Parker enciende la moto, hace sonarlo un par de veces. Retumba, furioso. Listo. Sin pensarlo, giro la pierna sobre el asiento y subo, como si yo fuera algún tipo de profesional. Como si lo hiciera todos los días de la semana.

Descuidada, irresponsable, imprudente —seguro. Pero mientras Parker da la vuelta y nos saca del estacionamiento casi vacío y vamos hacia la calle —abrazada con fuerza alrededor de su ancho pecho, sintiendo el calor de su cuerpo, cuando se calienta el mío— estoy pensando en otra palabra:

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completamente y sin lugar a dudas... libre.

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Capítulo 14Traducido por dark heaven

-Admítelo,- Parker se burlo, empujándome con su codo. -Te la pasaste muy bien.-

-Lo que sea.- Mi pulso se aceleró, todavía funcionando en lo más alto.

Él se inclina, acercándose a mí, sus ojos negro líquido y ardiente voz. -Sabes, para ser alguien que supuestamente tiene todas sus morales chequeadas, desciendes horriblemente rápido por la presión de grupo.-

-Cállate.- Pero estuve a punto de atragantarme con las palabras, sin aliento, sus ojos ardiendo en los míos.

-Dilo: la pasaste muy bien.-

-No.-

Busco a través de la consola y me pincho en el costado, haciéndome cosquillas hasta la sumisión. -¡Dilo!- Puedo escuchar la sonrisa en su voz, hasta mientras grito y me retrocedo lejos de él, agarrando sus fríos dedos y sosteniéndolos firmemente en los míos, riendo. -¡No!-

No lo dejo ir inmediatamente. Me aferre a él hasta que el coche estuvo

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completamente inmóvil a excepción de los atronadores latidos de mi corazón y mi respiración acelerada. Seguimos estando entrelazados, el calor pasando entre nosotros. Cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, lo libere y saque mi mano.

-Deberías salir más a menudo,- dice, más tranquilo. -Necesitas vivir un poco. Estas demasiado a salvo.-

-¿Qué hay de malo en estar a salvo?- le pregunto, fingiendo ofensa.

-Nada, pero te estás perdiendo de mucho ¿no crees?-

Miro las estrellas a través del parabrisas de mi coche. Aunque nuestro viaje apenas duró veinte minutos, me baje de la motocicleta con los dedos congelados e incapaz de sentir los dedos de mis pies. Fue increíble, de hecho, montar por la ciudad... las calles vacías y los semáforos parpadeando en rojo y amarillo. Casi todo el mundo estaba en su casa. Muchos estaban dormidos, o casi dormidos, y podía imaginar las quejas mientras pasábamos, el sonido del motor rugiendo desvaneciéndose. Es como si fuéramos los únicos que quedan—despiertos y vivos.

El estacionamiento está vacío. Incluso las luces de neón de Papa Guido está apagado por la noche. Estamos realmente, y en verdad, solos.

Solté un suspiro. -Mi familia piensa que soy una obsesa del control,- le confieso.

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Parker puso las manos cerca de las rejillas de ventilación, calentándoselas. Él me mira, con las cejas juntas. -¿Por qué?-

-Yo sólo soy, una especie de obsesiva, supongo.-

-¿Sobre qué?-

-Harvard, mi escuela, mis causas.- Me muevo en mi asiento. El aire seco reseca mi garganta, dejándome la boca seca y pegajosa. Le doy vuelta al calentador. -Quiero decir, tú lo viste. Me volví loca porque se me olvidó una reunión.-

-¿Eso fuiste tu volviéndote loca?-

Le lance una mirada sucia.

-Hay cosas peores con las cuales obsesionarse,- señala.

Trago saliva. -Sí, pero estás tan en lo correcto, ¿sabes? Soy aburrida... y predecible. Y sí, a salvo. Todos y todo a mí alrededor es seguro. Mis decisiones son totalmente calculadas.-

-Eso no es del todo cierto. Porque esta noche, fuiste bastante impredecible. No pensé que irías por ello. La presión de grupo y todo.-

-Sí, bueno, no debería haberlo hecho,- le digo, mi expresión seria. -Si mis padres se enteran de que monté por la ciudad en la parte trasera de una

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motocicleta contigo ellos van a enloquecer. Voy a estar castigada por siempre.- En el momento que lo dije en voz alta, inmediatamente me arrepentí de mis palabras. Me mordí el labio inferior, deseando poder retirarlas, reunirlas, y meterlas ordenadamente hacia el interior. ¿Qué es lo que me hace ser tan directa de Parker Whalen Parker?

Él se detiene sólo un segundo antes de preguntar: -¿De que están más preocupados? ¿Yo o la motocicleta?-

Nuestros ojos se encuentran. -¿Honestamente?-

-Honestamente.-

Y aquí vamos otra vez. Doy un suspiro. - Tu. Pero eso es porque no creo que ellos sepan que manejas una motocicleta,- explico. -Y porque no te conocen, por supuesto.-

Él da vuelta la cabeza, asintiendo.

-Sabes, la gente dice mucho acerca de ti a tus espaldas. Me gustaría que por lo menos aclararas algunos de los rumores. Son molestos.-

-La gente cree lo que quiere creer. Eso no es algo que pueda cambiar, quiera o no.-

Ruedo mis ojos. -Sí, bueno, pensabas que me conocías, y no lo hacías.-

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-Te conozco. Eres segura y aburrida.-

-Esta noche fui impredecible.-

Él me da una sonrisa canalla. -Todos tenemos nuestros momentos.-

Me río con sequedad, y mi corazón da un tirón nervioso porque estoy aquí, y estoy con Parker, y estamos solos, y estoy sintiendo cosas que no creo que tenga que estar sintiendo. Me doy vuelta en mi asiento, enfrentándolo. -Vamos, Parker. ¿Quién eres?-

-¿Qué quieres decir?,- Pregunta, entrecerrando los ojos. El cambio es leve, pero cambia su actitud entera. Es como si lo hubiese puesto nervioso o algo así, lo agarre con la guardia baja.

Me encojo de hombros con indiferencia. -Sólo quiero saber quién eres.-

-¿Por qué?-

-Porque me siento tan transparente a tu alrededor,- le confieso. -Me siento como si me tuvieras toda resuelta. Como si lo supieses todo sobre mí y eso me vuelve loca. Y perdóname, pero lo único que sé sobre ti es que tuve que escabullirse para averiguarlo. Sólo dame algo para seguir adelante. Cualquier cosa.-

Él ajusto su posición, poniéndose más cómodo en la estrecha cabina de mi pequeño Civic. -¿Cómo qué?-

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-Como....- pienso. -¿Cuál es tu color favorito?-

Él resopla. -Eso es tan elemental. ¿Tengo que ser definido por un color?-

-Sí.-

Él pone los ojos en blanco y exhala lentamente. Después, se detiene por unos instantes, pensando, jugando con la manga de su chaqueta. -Negro,- finalmente responde.

-Lo podría haber adivinado.-

-Entonces, ¿por qué no lo hiciste?,- Pregunta, lanzándome una mirada de reojo.

-Porque quería escucharlo de ti. ¿De dónde eres?- Sigo.

Duda un momento antes de contestar. -Michigan,- murmura.

-¿Por qué estás acá?-

-¿Alguien sabe realmente por qué están acá?- contraria.

-Parker.-

Suspira. -Es, um.... Es una especie de una historia larga.-

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-Tengo tiempo.-

-Está bien. Bueno. Estoy, eh, acá porque mis padres se divorciaron. Viví con mi mamá por un tiempo. Pero hace unos años empezó a salir con este hombre... un total idiota. Hubo algunos problemas... y me enviaron a vivir con mi papá, al cual no había visto en años, y que no se quiere hacer cargo de mí.-

Una punzada de tristeza se retuerce en mi pecho, pero no puedo parar. Tengo que seguir haciendo preguntas, siempre y cuando Parker este abierto para responder. Sobre la base de experiencias previas, él se puede escapar de mí en cualquier momento. Nunca hay garantías con Parker. No hay razón para creer que alguna vez se abra como ahora otra vez. Tengo que saber la verdad.

-¿Fuiste expulsado de la escuela?,- Pregunto.

-Sí.-

-¿Por qué?-

-Fui sorprendido con algunos chicos, y había marihuana en el coche.-

-¿Así que los rumores son ciertos? ¿Acerca de las drogas?-

-¿Qué rumor?-

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-Que tuviste un problema de drogas.-

Se encoge de hombros. -Tomaba drogas de vez en cuando. No lo veo como un problema, la verdad. Quiero decir, no era un adicto.- Sacude la cabeza. -Tuve la suerte de que ese día. ¿Por qué la gente con la que estaba? Estamos vendiendo. Y ninguno de ellos me delató.-

Contuve mi aliento, mirando perdida el espacio. Tomar drogas y venderlas son dos cosas completamente diferentes. Este es un cambio de juego. Dudo, sin saber si debo seguir adelante. Si quiero seguir adelante. -¿Por qué estabas vendiendo?-

-La emoción. La prisa. Porque estaba cansado de estar en la ruina. Porque no podía permitirme un coche y necesitaba algo para conducir. ¿Por qué alguien hace algo?-

-¿Vendes ahora?- presione.

-No.-

-¿Lo haces ahora?-

-No.-

Lo veo con cuidado, preguntándome si le creo. -¿Estás mintiendo?-

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-Yo no miento,- afirma, como de hecho.

Me siento hacia atrás. -Eso es estúpido. Todo el mundo miente.-

-Sí, bueno, es una pérdida de tiempo. Cuantas más mentiras dices tener más historias que recordar. Créeme es más fácil sólo ser honesto.-

Pienso en esto por un momento antes de continuar, algo sorprendida, porque hasta que empezamos a trabajar juntos, yo no tenía muchos motivos para mentir, tampoco. -Está bien. Entonces... ¿Cómo es... vivir con tu papá?- Finalmente preguntó.

Duda un momento. -Es una mierda. No nos llevamos bien en absoluto. Básicamente, él se queda en su espacio y yo me quedo en el mío. Sus estados de ánimo son como...,- él se pierde pensando. -No sé. Son totalmente impredecibles. Hay días en que se enoja si no estoy en casa. Otros días que no le importa. A veces tengo problemas por salir. A veces ni se entera. Se vuelve confuso, realmente.-

-Lo siento,- le digo. Porque lo estoy. Porque no sé qué más decir. Porque sé que esto no cambia las cosas—que no importa—pero es lo mejor que puedo hacer.

-No lo estés,- responde con un encogimiento de hombros. -Me voy dentro de unos meses, de todos modos.-

Me siento una punzada de resentimiento irracional. Parece tan seguro de sí

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mismo, tan positivo que, cuando llegue el momento, va a ser capaz de caminar fuera de todo, sigue siendo todo de alguna manera. -¿A dónde vas?-

-Ya sabes la respuesta a eso,- me recuerda, una pizca de diversión en sus ojos.

Suspiro y descanso mi codo en la consola, cerrando el espacio entre nosotros. Su desodorante se mezcla con aire de la noche. Es embriagador, dulce, y me dejó respirarlo, Para moverme por el. -‘Lo más lejos posible’ no es un lugar, Parker. No sé por qué no aplicas a la universidad,- medito. -Es la salida perfecta.-

Él resopla. -Tengo mi moto por dinero de narcotráfico, Jade. ¿Cómo diablos pagaría la universidad?-

Me siento, deslizándome por cada buena solución que se me ocurre. -Bueno, uno podes ir a una estatal. Dos, podrías aplicar para becas. Tres, podrías buscar un trabajo en la escuela, o conseguir un trabajo de tiempo parcial fuera...-

-No vas a voluntariarte como una especie de entrenadora de vida, ¿verdad?- Él bromea.

-Como si tuviera tiempo para eso,- le contesto, poniendo los ojos en blanco. -Y no trates de cambiar de tema. Lo digo en serio, Parker. Eres inteligente. Te debes a ti mismo ir a la universidad y hacerte una vida mejor.-

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-Es fácil para ti decirlo. Tus padres pueden permitirse el lujo de enviarte a una escuela de la Ivy League.-

-Solicité becas para ayudar. Y la única razón por la que mis padres pueden pagar por la Universidad de Harvard es porque tengo dos hermanos mayores que pasaron de la alta educación,- le informo.

Mis dos hermanos se fueron a trabajar para mi padre tan pronto como se graduaron de la secundaria. Aunque mi mamá quería que probaran por lo menos trataran dos años, los dos clamaron que la universidad no era para ellos; ellos podrían hacer un mejor aprendizaje de papá y continuar con su empresa cuando se retirara. -Siempre habrá necesidad de una nueva construcción,- dijo Daniel. Por defecto, acumulé todo lo que mis padres habían ahorrado para la universidad de sus hijos. Esto hace que entrar en la Universidad de Harvard sea vital. En términos de educación, soy todo los que a mis padres les queda.

-Sabes,- sigo después de unos pocos silenciosos momentos. -La hierba no es siempre más verde...-

-No sabes nada de mi vida,- dice Parker, su tono de voz afilado. -Quizás a veces la hierba es más verde.-

-¿Así que sólo vas a correr? Vas a tener que conseguir un trabajo. Vas a tener que encontrar un lugar para vivir.- Mi tono se eleva por instinto, enojada, aunque no estoy tratando de empezar una pelea. No puedo

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entender por qué Parker va a tirar todo por lo que ha trabajado cuando es tan obvio que le importa.

-¿Y piensas que no se me di cuenta de todo eso ya? Puede que no sea un fanático del control, pero tengo un plan.-

Palabras inteligentes y punzantes. -Eso es un golpe bajo,- lo acuso.

Él mira hacia otro lado por un momento, mirando por la ventana, y un pesado silencio cae entre nosotros. Entonces... él se da la vuelta... nuestros ojos se encuentran... y me sonríe. Es ambas dulce y misteriosa—una sonrisa muy bonita, realmente. Mi labios se separan y mi corazón se acelera, poco a poco comienza a descongelarse. Mi mente se rebela y mi ira hierve a fuego lento, disipándose. Doy vuelta mi rostro, odiándolo por hacerme esto, por tener este tipo de control sobre mí. Y la cosa es, que él probablemente no se da cuenta de lo que está haciéndome cada vez que me mira de esa manera.

-Hey.- Él se acerca y me mete el pelo detrás de la oreja, trazando la línea de mi mandíbula con el dorso de su mano. Me estremezco, una serie de estremecimientos pasan a través de mi columna vertebral. El empuja mi barbilla hacia él. Sus dedos están calientes ahora, suaves, y por un momento mi corazón deja de latir. Atrapo un aliento y lo mantengo, repentinos aumentos de energía eléctrica pulsan donde nuestra piel se encuentra.

-Me encanta de que estés preocupada por mí, Jade, pero no soy un

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proyecto.-

Trago saliva mientras me libera. -No dije que lo fueras.- Estuve a punto de atragantarme con mis palabras, permitiéndome respirar.

-¿Realmente? Porque está empezando a parecerse eso.- Su tono es ligero mientras él dice esto, casi bromeando—como si estuviera burlándose de mí por preocuparme por él. -Y no te estaba llamando una obsesa del control,- continúa. -Creo que tienes suficientes quebraderos de cabeza sin necesidad de añadir otro a la lista.-

-No hago listas,- le digo, con el ceño fruncido.

Él sonríe de nuevo, y me encuentro hundida bajo su peso. -Sabes, eso en realidad me sorprende.-

Los dígitos verdes en mi reloj están cerca de la medianoche. Reviso mi teléfono celular para estar segura.

-¿Cuando es el toque de queda?- Pregunta.

-Quince minutos.- Me siento hacia atrás, mirando hacia la oscuridad de mi ventana. -¿Has visto la luna?-

-Lo hice,- dice, asintiendo.

-¿Crees que en realidad va a ver sol mañana?-

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-No lo sé.-

-Espero que sí.-

-Sé que lo haces.- Él busca la manija de la puerta, tirando de ella. -Gracias por dejarme tomar prestado el calentador,- dice, sonriéndome.

Romper en una pequeña sonrisa. -Gracias por acosarme,- regreso.

Parker empuja la puerta y sale. El aire frío se precipita en el interior. Me estremezco. Se inclina, apoyando su brazo contra mi tejado, mirando. -Tal vez puede acosarte de nuevo alguna vez.-

-Absolutamente.-

-Estaba pensando en acosarte el lunes por la tarde a eso de las tres. Me imaginé que deberíamos repartir las tareas de nuestro proyecto.-

-Bueno,- contesto. Él cierra la puerta de mi coche con cuidado, y luego va hacia su motocicleta.

Veo que se pasa los dedos por el cabello, ata su casco, y enciende el motor. Antes de que se retire del espacio, le ofrezco un pequeño saludo. Él asiente en respuesta.

Salgo del área de estacionamiento, tomando la izquierda en dirección hacia

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mi casa. Miro en el espejo retrovisor mientras Parker toma la derecha, en dirección donde él quiere ir: fuera de la ciudad... a su casa… lo que sea apropiado para sus caprichos del momento. Por esto, me encuentro a mí misma sintiéndome a la vez tristeza por él y envidia al mismo tiempo, preguntándome cómo es posible incluso que dos emociones tan comunes puedan coexistir. Y sin embargo aquí estoy—destrozada: queriendo acercarlo, salvándolo, y al mismo tiempo deseando poder saltar en la parte trasera de su moto y, por una vez, permitir que alguien me salve.

* * *

Antes, pensé que Parker y yo éramos los únicos en todo el mundo despierto. Tan pronto como me deje entrar y cerré la puerta, sin embargo, me doy cuenta de cuan equivocada estaba. Mortalmente. Equivocada.

-¿Jaden?-

Salto con el sonido de mi propio nombre, sorprendida.

-¿Mamá? ¡Jesús!- Silbo, trabajando en mi respiración.

Mi madre aparece en la puerta que conduce a la sala, con los brazos cruzados sobre el pecho. Aunque no lo he visto muchas veces (y como consecuencia de las transgresiones de Daniel y Phillip más que de las mías), ella tiene la ‘mirada’. Grita desaprobación. Su boca apretada en una línea fina y firme, agudizada por las características que le da las sombras

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de la lámpara junto a las escaleras. Quiero derretirme, desaparecer entre las grietas de las tablas del suelo.

-¿Dónde estabas?- Pregunta.

-No me perdí el toque de queda,- le digo, de forma automática en un movimiento para defenderme. Me doy cuenta un momento demasiado tarde: no es exactamente lo que preguntaba.

-No dije que lo hiciste. Te pregunte dónde estabas,- repite ella con calma.

Me aclaro la garganta. -Salí con Blake y Savannah después del partido,- le digo, luchando por mantener la calma en mi voz. No es una mentira total.

-¿En serio?-

-Sí,- respondo con aire de culpabilidad, cambiando mi peso de una pierna a la otra. Casi dude en preguntar, pero, -¿Por qué?-

Mamá no se mueve, sólo sigue mirándome acusadoramente. -Porque Blake llamó. Quería asegurarse de que llegaste a casa bien. Imagine que su sorpresa cuando le dije que no estabas acá todavía. Estaba seguro de que te fuiste cuando él lo hizo.-

-¿Qué te dijo?- Pregunte. Las palmas de mis manos comenzaron a sudar, y el aire hall nunca se había sentido tan sofocante en el invierno. Me estremezco.

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-Me dijo que lo llamaras cuando llegaras,- me informa. -Dudo que él pensó que sería a estas alturas, sin embargo.-

-Lo voy a llamar.- Avanzo hacia las escaleras. -Es probable que ni siquiera este dormido.-

-Eso fue hace más de una hora,- dice mamá antes de que pueda subir. -Voy a volverte a preguntar, ¿Dónde estabas?-

Debería haber comprobado mi tono de antes de contestar, porque incluso yo puedo escuchar la irritación en mi voz mientras escupo las palabras, -Estaba saliendo con algunos amigos.-

-¿Amigos?-

Pongo los ojos en blanco. -Amigo.-

-¿Qué amigo?-

Por supuesto, quiere más detalles. Me pregunto por qué no está dormida como un padre normal. Me pregunto por qué Blake me llamó cuando estuve con él, como, quince minutos antes. Me pregunto por qué es tan importante que Parker Whalen sea mi amigo, y que me guste pasar tiempo con él. Dudo antes de responder, a sabiendas de que esto se va a poner feo. Realmente. Feo. -Parker.-

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-Parker,- repite ella, su tono helado.

-Él viajaba por Guido, cuando me iba, y reconoció mi coche. Nos vimos atrapados hablando en el estacionamiento,- hable con rapidez. Las palabras volaban de mi boca, uno tras otra. -Eso es todo, lo juro.-

La temperatura de mi cuerpo sigue creciendo, aumentando con cada nueva mentira. Así que no estoy diciendo toda la verdad.... Lo único que podemos esperar es que nadie me haya visto subir a la parte trasera de la moto de Parker y montar con él. Eso haría que una mala situación se volviera mucho, mucho peor.

-Jaden,- mi madre dice, suspirando. -No me gusta saber de tu novio que se supone que debes estar en casa, y cuando no llegas, saber que estuviste hasta tarde con un chico totalmente diferente.-

-No es gran cosa, mamá, lo juro. Estás complicando las cosas.-

En realidad, yo estoy haciendo la complicación... y se esta volviendo cada vez más complicado cada segundo... todo esto de mí, Parker, y Blake... pero no puedo admitirle esto a ella. Tengo que hacerle entender que no hay absolutamente nada de qué preocuparse.

-Sí, Jaden, es gran cosa. Tu padre y yo te damos mucha libertad de acción con el toque de queda. Nosotros no te pedimos que vuelvas a casa a una hora razonable para tu edad, pero esperamos que seas responsable.-

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-Estábamos hablando en mi coche en un estacionamiento, mamá,- explico, un borde incómoda en mi voz. -Estábamos pasando el rato. No pintando paredes de edificios o disparando en un callejón oscuro. Estábamos hablando.- A pesar de que hablar, de muchas maneras, se está convirtiendo en igual de peligroso.

-Ese no es el punto, Jaden.-

-No entiendo cuál es el punto, mamá,- le digo, mi voz se elevaba. -No rompí el toque de queda.- Me detengo... pensando. -Oh, lo entiendo. No se trata de mí o que estuviera fuera hasta tarde. Se trata de Parker.-

-Estas con un tipo del que tu padre y yo no sabemos nada excepto lo que hemos escuchado...-

-¡Pero ese es el punto!- Grito, interrumpiendo.

Sus ojos se ensanchan, mostrando enojo. -Baja la voz. El bebé y todos los demás están dormidos,- advierte.

Tomo una respiración profunda. -El punto es,- luego sigo más tranquila, -que no sabes nada de él. Nadie lo hace. Él no es un tipo malo con una horrible reputación, mamá. No lo es. Él es inteligente. Él tiene cosas que decir... y lo que me molesta más es que nadie quiere escucharlo. Ellos hacen lo mismo que estás haciendo ahora mismo: asumiendo lo peor.- Lágrimas saladas pican mis ojos y estoy triste de nuevo. Triste por Parker. Por nosotros. Por todos los que no le darán una oportunidad. Porque él vale eso, por lo

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menos. Él es un tipo decente, que merece algo mejor que todo esto.

No llores.

-Estos últimos meses son importantes, Jaden,- dice mamá. -No queremos que algún extraño arruine las cosas para ti.-

Mi boca se cae en el asombro. Me burlo. -¿Qué? ¿Estas incluso escuchando lo que estoy diciendo?- Pregunto. Una lágrima se escapa, goteando silenciosamente por mi mejilla. Estoy llorando. No me gusta que esté llorando. No me gusta que esté llorando en frente de mi mamá. Jaden McEntyre no llora delante de nadie. Por cualquier razón. Nunca.

-Esta discusión ha terminado,- anuncia, con los brazos cruzados. -Entiendo que tienes un proyecto en el que se supone que estas trabajando con este muchacho... pero mantiene tus prioridades en orden. ¿Qué pensaría Blake de esto?-

-Pensé que esto era sobre mi futuro,- le contesto con frialdad, ahogándome con las palabras.

-Si piensas en Blake en términos de tu futuro, entonces necesitas tomarlo en cuenta, también.-

Pongo los ojos en blanco, moviendo la cabeza. No puedo creer incluso que esto esta pasando. No sé cómo explicarlo mejor. No sé cómo puedo hacer que se dé cuenta de que está siendo demasiado crítica sobre Parker—ella y

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todos los demás. No sé por qué es tan importante que ellos entiendan de donde vengo.

-Bien.-

Mamá desaparece de la sala. Me dirijo a mi habitación, haciendo dos escalones a la vez.

Cuando enciendo la luz, todo es como debe ser: mi habitación inmaculada, la colcha lisa, los suelos de roble, la fragancia de mi perfume—floral que rocié esa misma mañana, el grifo del lavabo que sólo se puede hacer que funcione con una llave....

Y por la mañana, cuando abro las persianas, las mismas nubes gris invernal—densas y opacas—como todos los días antes de este.

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Capítulo 15Traducido por Simoriah

―Fue tan increíble, Jaden, lo juro. Nos gusta la misma música, odiamos las mismas clases, nos gustan los mismos deportes... ―dice Savannah efusivamente. No ha dejado de hablar de su viaje con Tony desde que llegó a mi casillero.

― ¿Desde cuándo te gustan los deportes? ―pregunto, interrumpiendo, buscando en vano mi cuaderno de química. Gruño con irritación. Es rosa brillante. No puede esconderse de mí.Ella planta su mano libre en su cadera.

―De hecho me gustan los deportes ―responde.

―Savannah, el único deporte que te interesa es la compra de zapatos, porque Dios sabe que cuando Macy's está de liquidación se vuelve un deporte de resistencia.

Ella frunce el ceño.

―Sólo estás enojada porque encontré ese par de zapatos de Jimmy Choo en eBay para la graduación del año pasado.

―No te entraron ―le recuerdo, moviendo mi cabello sobre mi hombro―. Te

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los sacaste después de dos bailes porque tenías las ampollas rojas en tus pies más grandes que nadie vio jamás.

―Sí, bueno, hablando de la graduación ―continua, ignorándome―, estaba pensando que quizás Tony debiera invitarme. Tú crees que él irá, ¿verdad? Quiero decir, ¿cómo no ir a nuestra graduación?

Me encojo de hombros. ¿Cómo se supone que debo saberlo? Quiero decir, no soy psíquica. No tengo ni idea de cuáles son los planes de Tony con respecto a la graduación. Después de este fin de semana, no estoy completamente segura de cuáles son mis planes con respecto a la graduación.

―De acuerdo. ¿Qué sucede contigo? ―pregunta, curiosa.

Nada de lo que pueda hablar ahora.

―Nada ―respondo―. Tengo lo último de nuestro dinero para la rifa. Dejaremos que el Sr. Anderson elija un número esta semana, y luego esta cosa se terminará.

― ¿Esta cosa? ―repite Savannah―. Jaden, estabas tan entusiasmada con este proyecto. ¿Y ahora es sólo una 'cosa'? ¿Qué te sucedió?

―Nada. ―Un pesado suspiro.

―De acuerdo. Puedo tener tendencias egoístas en que generalmente me

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concentro sólo en mí, en mis problemas, en lo que quiero... pero sé cuando le está sucediendo algo a mi mejor amiga. Cuéntame.

―Nada está sucediendo. ―Gimo, tocando mi frente. El corredor está tibio, de todos modos, pero en cierta forma espero tener fiebre. Al menos eso explicaría por qué me siento absolutamente miserable.

―Estás mintiendo.

―Lo sé.

―Así que cuéntame.

―Es complicado.

―Entonces déjame ayudarte.

―No te va a gustar lo que tengo para decir.

―No lo sabrás a menos que me cuentes.

Vamos y volvemos de esta forma hasta que finalmente me cansa.

―Tienes que jurar... esto no sale de nosotras dos. ―Analizo el ocupado corredor, buscando curiosos.

Savannah levanta su mano.

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―Juro solemnemente.

―No seas sarcástica. Esto es serio ―advierto, bajando su mano.

― ¿Qué sucede?

Dejo salir otro enorme suspiro, el estómago pesado y retorcido.

―Es esta cosa con Parker ―confieso, sacudiendo la cabeza. No puedo creer que esté admitiéndolo en voz alta. Sólo lo hace más real, y en este punto no estoy segura de que pueda manejar lo real.

― ¿Qué hay con él? ―curiosea Savannah.

―Bueno... pasé algo de tiempo con él la noche del viernes... después de que te fuiste, y que Blake se había ido. Estaba a punto de irme cuando él apareció. Yo, um... salimos en su motocicleta, y hablamos por una eternidad en mi auto.

Su boca se abre, formando un óvalo perfecto. Pestañea unas pocas veces.

― ¿Qué? ¿Hablas en serio? ―baja la voz―. Jaden...

― ¡Lo sé! ¡Lo sé! ―exclamo―. Estoy tan completamente confundida en este momento.

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― ¿Blake lo sabe?

―No ―digo rápidamente―. Y tú no puedes contarle.

― ¿Alguien más sabe?

Finalmente localizo mi cuaderno, y lo meto en la mochila.

―No llegué a casa hasta la medianoche. Mi mamá me encontró y me dijo que Blake había llamado. Ella me preguntó dónde había estado y tuve que contarle. Quiero decir, ella sabía que yo no había estado con Blake. Le conté que Parker y yo pasamos un tiempo juntos. No le conté acerca de la motocicleta. Así que, realmente, no puedes dejar salir esto, Savannah.

Ella se acerca.

― ¿Se enojó?

―Estaba lívida ―respondo―. Dijo que necesitaba acomodar mis prioridades. No quiere que me acerque a Parker.

―Si no fuera por este estúpido proyecto de Inglés no sería un problema ―medita.

―Lo sé... pero Savannah... me gusta Parker. Me alegra tener la chance de conocerlo. Sólo desearía que los demás pudieran verlo en la forma en que yo lo veo. Él no es raro ni temible... es sólo... no lo sé. Él es Parker. ―Me

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encojo de hombros.

―Jaden, tienes que contarme la verdad ―comienza, sus ojos azules muy abiertos―. ¿Te gusta Parker? ¿O te gusta Parker?

― ¿Hay una diferencia? ―pregunto.

―Sí, y lo sabes.

―Me gusta Parker. Quiero decir, no creo que me guste. A mí sólo, ya sabes, me gusta pasar tiempo con él.

―Sí, pero, ¿crees que podría llegar a gustarte?

―Eso es lo que me asusta tanto ―admito.

― ¿Sabes cómo se siente él por ti?

Llevo un mechón de cabello detrás de mi oreja, deseando haber traído una banda elástica. Una cosa menos de qué preocuparme.

―No. No tengo idea.

Ella mordisquea la uña de su pulgar, pensando.

― ¿Qué le dijiste a Blake? ―pregunta finalmente.

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―Lo llamé el sábado. Sólo dije que estaba realmente ocupada con cosas de la escuela. Él no preguntó. ¿Crees que él sabe algo? Quiero decir, ¿te ha dicho algo?

Ella sacude la cabeza.

―No. No a mí. Pero sin embargo, no esperaría que lo hiciera.

Me apoyo contra mi casillero cuando la campana de advertencia suena.

― ¿Qué voy a hacer? ―lloriqueo―. Esto es una locura. ―Quiero golpear mi cabeza contra el casillero hasta desmayarme, y luego quiero despertar en un mundo sin esta locura.

―Bueno, me parece que tendrás que tomar una decisión en algún momento.

Llevo mi bolso más arriba en mi hombro.

―Lo sé.

―Odiaría ser tú, sin embargo ―dice Savannah, la voz plana.

―Dímelo a mí. ―Avanzamos por el corredor―. Pero no puedes contar una palabra de esto a nadie. No hasta que pueda pensar en algo.

―Me lo llevaré a la tumba ―jura.

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* * *

Lanzo una pequeña bolsa de Sun Chips hacia Parker. Aterriza en la mesa justo frente a él con un “smack” bajo, arrugando el plástico.

―Lo lamento. Estuve algo distraída en el almuerzo ―explico.

―Nadie te pidió que siguieras trayéndome comida. ―Aun así, se estira y la toma.

La biblioteca está vacía hoy, todo el cuarto es nuestro. Está en silencio. El olor a libros mohosos llena el aire, un olor conocido últimamente, uno que inmediatamente asocio con Parker.

―Eso no hace que dejes de tomarla ―señalo, sentándome en la silla junto a la suya―. Además, pensé que te gustaban las Sun Chips.

―Me gustan ―responde.

―Son mejores para ti que las papas regulares ―le recuerdo.

―Mi papá no es un gran fan tampoco ―dice―. Le gusta más el chicharrón.

Mi nariz se arruga con desagrado.

―Ew.

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―Dímelo a mí.

―Él debería dejarte hacer las compras.

―Yo hago las compras. Pepsi, carne en conserva, pan, frijoles y chicharrón por catorce... cada semana.

―Ew ―repito.

―Algunas veces tengo suerte y tenemos una comida de verdad... como Hot Pockets. (*)

―Parker, esa no es comida de verdad.


―Eso es lo que sucede cuando dos solteros viven juntos.

― ¿Dos solteros, uh? Recuérdame que me mantenga alejada de tu baño ―murmuro. Sé lo que es vivir con chicos. Antes de mudarnos, Daniel y Phillip y yo compartíamos un baño. No hace falta que diga que no pasó mucho tiempo antes de que se volviera absolutamente repugnante, y eso era con Mamá limpiándolo una o dos veces a la semana.

Quizás sea frustrante tener que usar una llave mecánica para obtener agua, pero al menos mi baño es mío. Es agradable no tener que

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preocuparme porque Daniel no baje el asiento, o porque Phillip se olvide de levantarlo.

Parker me sonríe, luego toca mi rodilla con la suya.

―Estoy intentando que me tengas lástima. ¿Está funcionando?

―Sí, lo lamento mucho por ti ―digo, poniendo mis ojos en blanco, la voz adornada con sarcasmo. Sí lo lamento por él, de hecho, pero no creo que él aprecie saberlo.

―Bien. Así que, ¿cómo vamos a dividir estos trabajos?

Abro mi bolso y muevo cosas alrededor, buscando mi cuaderno de Inglés y una lapicera. Ya puedo sentir mis hombros relajándose, la tensión en mi cuello y espalda desvaneciéndose, músculos enrollados soltándose. Exhalo, dejando salir los demonios que me persiguieron el día entero.

―Bueno, tenemos que hacer un sumario, biografía del autor, análisis de tres personajes, tres temas, y un análisis oral sobre lo que aprendimos ―digo, leyendo nuestra lista de pedidos―. ¿No te alegra tenerme como tu compañera para ayudarte? ―bromeo.

―Por supuesto. ―Me río, las mejillas entibiándose, apretando mis puños y golpeándolo juguetonamente en el hombro.

―Me necesitas.

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Un momento después Parker se endereza, mirando hacia la puerta y moviendo su silla hacia atrás.

― ¿Qué? ―pregunto.

Él aclara su garganta.

― ¿Jaden?

Me congelo ante el sonido de la voz de Blake detrás de mí, sus pasos sonando pesados contra la alfombra mientras se acerca. Mi corazón se salta un latido.

― ¿Qué está pasando? Te esperé en el estacionamiento ―dice, señalando con su pulgar hacia la puerta. Hay un tono celoso en su voz.

―Lo lamento. Yo, um... pensé que tenías práctica ―respondo, la voz temblando. La culpa cociéndose a fuego lento dentro de mí tiene que estar embadurnada en mi rostro, revelando todo lo que Parker y yo hemos hecho juntos desde que comenzamos este proyecto.Puedo sentir los ojos de Parker evaluándome, Blake frunce el ceño, los ojos cautelosos.

―La temporada terminó, ¿recuerdas?

No, no lo recuerdo, de hecho, pero asiento y estoy de acuerdo,

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pretendiendo que se fue de mi mente.

―Puedes sentarte si quieres ―digo, forzando una sonrisa que no alcanza a llegar a mis labios―. Estamos tratando de dividir estos trabajos, sabes, para nuestro proyecto de Inglés. Casi terminamos. ―Hablo rápidamente, los nervios que bailan en mi estómago afectando mi discurso. Intento respirar, pero casi me ahogo. Parker y yo estamos sentados tan cerca: lado a lado, rodilla contra rodilla. ¿Cómo no noté eso? Pero lo que es más importante: ¿Blake lo notó?

Aclaro la garganta.

―Oh. Parker, este es Blake. Blake, él es Parker. ―Una introducción formal es un buen lugar para comenzar.

― ¿Qué tal? ―pregunta Blake fríamente.

―No mucho ―responde Parker.

―Así que, ¿sobre qué decidiste hacer tu proyecto? ―pregunta Blake, sin quitar sus ojos de Parker. Miro a uno y a otro. La tensión en el aire es palpable... o quizás no, y estoy haciendo demasiado problema de todo esto. No estoy muy segura. El mundo entero está torcido, desbalanceado.

― ”Ethan Frome” ―responde Parker―. ¿Tú?

―”Rebelión en la Granja” ―dice Blake.

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―Buena elección.

―Sí ―coincide―. Como lo leímos en décimo grado, pensamos que sería muy fácil.

Lanzo una mirada hacia Parker. Él levanta una ceja, pero sus labios permanecen cerrados en una línea perfecta.

Trago con fuerza.

―Así que, um, temas ―digo, enderezándome en mi silla y llevando mi cabello detrás de las orejas, deseando por enésima vez poder atarlo en una cola de caballo y sacarlo de mi rostro de una vez por todas.

― ¿Quieres el sumario o la biografía del autor? ―pregunta Parker, volviendo su atención hacia mí. Hay algo en su tono, esta educada frialdad. La reconozco instantáneamente de nuestros primeros encuentros, esa desapegada indiferencia. No es el Parker que he llegado a conocer en las últimas semanas, y no puedo decir que me guste, o que estoy feliz con Blake por hacer que regrese.

―Tomaré cualquiera ―digo. Seco mis palmas húmedas sobre mis jeans, ignorando el espeso nudo en mi estómago.

― ¿Qué tal si yo hago el sumario y tú escribes sobre el autor? ―sugiere.

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―Suena bien ―coincido, sin aire, anotando esto en mi papel―. ¿Quiénes deberían ser nuestros personajes?

―Sólo hay tres personajes importantes: Zeena, Mattie y Ethan. Y no es por presionar, pero quiero a Ethan.

―Está bien ―dice―. ¿Por qué temas nos decidimos?

Por el rabillo del ojo puedo ver a Blake, puedo sentir su mirada de piedra atravesándonos. Inmediatamente me imagino lo peor: Savannah había contado mi secreto, o yo no había sido discreta como originalmente había pensado. Me esfuerzo para mantener mi respiración pareja y mi corazón latiendo a un paso normal. Tan incómodo como puede ser, no puedo dejar que Blake piense que estoy nerviosa. Éste es una simple grupo... eso era todo.

Miro las notas que tomé durante una de nuestras previas sesiones.

―Me gusta la idea del invierno... y el aislamiento. Quiero decir, sé que era tuya ―agrego rápidamente―, pero como realmente no me gusta... um, el invierno, quiero decir... me parece que puedo relacionarme con Ethan de esa forma.

―No, está bien ―responde―. Puedes tener el invierno. Tomaré algo más de lo que hablamos, como el amor, o los celos o algo.

Frente a mí, Blake resopla. Mi rostro se ruboriza, las orejas me arden.

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―Esos estarían bien ―le aseguro a Parker, trabajando por distraerlo de mi novio, quien aparentemente encuentro todo esto tremendamente divertido. El esfuerzo es inútil.

― ¿Hay un problema, Hanson? ―exige saber Parker.

―No, en lo absoluto ―responde Blake, informalmente poniendo su silla en dos piernas, cruzando sus brazos frente a su pecho.

Oh, Dios. No aquí.

―De acuerdo, porque por un minuto pensé que tenías una broma que se me había escapado o algo.

―No.―Blake pone su silla de nuevo en posición―. Sólo me preguntaba por qué querrías escribir un ensayo acerca del amor.

―Es una parte importante de la historia, Blake ―interrumpo.

―Ese no es un tema de hombres, eso es todo.

― ¿Estás queriendo decir algo? ―pregunta Parker, lanzando una mirada amenazante―. Porque si es así dímelo en la cara, imbécil.

La asistente de la biblioteca nos silencia desde su escritorio.

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―Una vez más y les pediré que se vayan ―advierte.

―Lo lamento ―le digo. Luego, volviéndome hacia Blake y Parker, mi voz baja―. Chicos, deténganse, ¿de acuerdo? Blake, casi terminamos aquí. Dos minutos.

Blake se pone de pie, con una risita ahogada, empujando su silla hacia atrás.

―Está bien. Estaré en la sección de No Ficción.

Miramos mientras él se pasea hacia el lado opuesto de la biblioteca.

―Tipo agradable ―murmura Parker―. Espero que no se pierda. ―Mueve su mentón hacia los estantes.

―Lo lamento tanto ―susurro, presionando contra el rabillo de los ojos, con dolor en las sienes― No sé qué le sucede.

―Tengo una teoría o dos ―responde, mirándome con atención.

Tiene razón, y es estúpido de nuestra parte sentarnos aquí pretendiendo que Blake no está molesto por el hecho de que Parker Whalen y yo pasamos tiempo juntos fuera de la escuela. Y eso es sólo la mitad.

―Lo sé.

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Él exhala, su rostro suavizándose, los ojos perdiendo su duro filo.

―De cualquier forma, está bien. No quiero mantenerte aquí. ¿Eres buena con los temas?

Mordisqueo mi labio inferior, asintiendo.

―Sí, quiero decir, si algo cambia te lo haré saber. ―Meto a la fuerza mi cuaderno dentro del bolso y lo lanzo sobre mi hombro al ponerme de pie.

Un momento después Parker se acerca, inclinándose hacia mí. Puedo sentir el calor manando en olas de su cuerpo, su mejilla junto a la mía, casi tocándose. Inhalo una tibia brisa marina, una mezcla de agua salada y especias y pino que puede ser llamada irresistible. Apenas lo oigo cuando habla.

―Si voy a la ventana de tu tercer piso esta noche, ¿me dejarás entrar? ―susurra suavemente contra mi oreja, apenas un murmullo. Un temblor de electricidad corre por mi columna. No estoy segura de entender lo que está diciendo. Lo que quiere decir.

― ¿Qué?

―Dijiste que puedes llegar a tu tercer piso trepando por el roble hasta el techo del segundo piso, ¿verdad?

―Sí, pero...

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―Así que si golpeo la ventana del ático esta noche, ¿me dejarás entrar?

Me alejo de él y miro las profundidades de sus ojos oscuros, atrapada en la nada infinita, en su todo, sabiendo que lo que estoy a punto de decir es tan, tan completamente irresponsable, pero incapaz de resistir a la vez.

―Sí ―respondo quedamente.

― ¿A qué hora?

―Tendría que ser tarde ―susurro, mirando hacia la bibliotecaria trabajando en el escritorio de entrada, como si pudiera escucharnos si no fuéramos cuidadosos―. Medianoche, inclusive. Y no puedes estacionar tu motocicleta en la casa. Tendrás que caminar.

―Está bien. Lo haré.

Estudio su rostro por un momento: las pecas y sus labios y sus pómulos y su cabello, por el cual quería pasar mis dedos en ese momento, sintiéndolo.

― ¿Por qué estás haciendo esto? ―pregunto, categórica.

―Porque... no sé. Quiero pasar más tiempo contigo... fuera de la escuela, y este proyecto, y... ―Mira hacia los estantes de No Ficción y luego de nuevo a mí, sus ojos perforando los míos―. Otra gente.

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Un escalofrío tiembla por mi piel.

―Podría meterme en tantos problemas ―digo casi en silencio.

Él sonríe fácilmente, esa sonrisa Parker torcida, tan propia de él, y me derrito.

―No te meterás en problemas ―promete―. Lo juro (**). ―Dibuja una X en su pecho con su dedo.

―Nadie ha jurado así desde cuarto grado ―digo, poniendo los ojos en blanco, siendo sin embargo incapaz de no sonreír.

― ¿Quieres un juramento de sangre? ¿Una ampolla de mi propio ADN para llevar alrededor de tu cuello? ―pregunta.

Suelto una pequeña risita, las mejillas ardiendo.

―Mejor me voy ―dice Parker, alejándose, poniendo más distancia entre nosotros―. No quiero hacer esperar al Sr. Perfecto.

Doy un respingo ante el sonido del sobrenombre. Porque, ¿por qué siquiera accedería a hacer esto, a meter a Parker en mi casa por la noche, si todo es tan perfecto? No tiene ningún sentido.

Miro hacia la puerta.

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―Supongo que, um, te veré más tarde.

Me vuelvo sobre los talones y me dirijo hacia No Ficción, donde Blake está examinando con detenimiento un volumen sobre los mejores ensayos en Estados Unidos.

― ¿Todo hecho? ―pregunta, lanzando el libro sobre la mesa junto a él.

―Sí ―exhalo―. Todo hecho.

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Capítulo 16Traducido por Vannia

Mi cabeza da vueltas y estoy a punto de vomitar lo poco que conseguí comer en la cena. Un rastro de pánico retumba en mi estómago. Mi habitación esta helada —me estremezco— pero estoy sudando, y mi corazón golpetea fuertemente, latiendo en mis oídos, sólo sé que eso va a despertar a mis padres.

—No hay nada que no pueda manejar —susurro.

La habitación de mis padres está abajo, en el lado opuesto de la casa. Las probabilidades de que nos escuchen son escasas. Tengo bastante porquería de Philip para chantajearlo de que guarde silencio. Daniel, sin embargo, es una historia totalmente diferente. Sólo puedo esperar que, si él nos escuchara, Sarah pueda hacerlo entrar en razón antes de que cometa un homicidio.

Echo un vistazo a mi reloj despertador por enésima vez, observando cómo el brillo rojo de los dígitos cambia de las once con cincuenta y uno, a las once con cincuenta y dos. Tomo una profunda inhalación, arrastrándome fuera de la cama. Camino de puntitas a través de la habitación, evitando cualquier área blanda —lugares que sé que harán un crujido— y abro silenciosamente la puerta. Todo está como esperaba, las luces están apagadas en el piso de abajo y en todas las habitaciones de arriba, el cuarto de Sarah y Daniel está cerrado, y puedo escuchar el ronquido sordo

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de Philip al final del pasillo.

Suelto un rápido suspiro de alivio, luego cierro y le pongo seguro a la puerta. Esto no es un hábito mío, pero en caso de emergencia ayudará para que nadie pueda irrumpir en mi habitación sin previo aviso, especialmente si no estoy aquí para encontrarme con ellos.

Tomo el edredón de mi cama, arrastrándolo mientras me deslizo dentro el armario. Levanto mi brazo y lo muevo alrededor, buscando la cadena de la bombilla de luz. Al siguiente instante todo se ilumina; mi ropa, mis zapatos, cajas con cosas del verano: camisetas de tirantes, trajes de baño y sandalias, y el conjunto de escaleras al fondo de mi armario que conducen al tercer piso. Entrecierro los ojos por un momento, parpadeando por el brillo.

Cruzo mi armario cuidadosamente y subo por los escalones, uno a uno, caminando tan lentamente como me es posible. El ático está oscuro y helado, y el aire frío quema en mis dedos y mi nariz. Hago una pausa, permitiendo que mis ojos se ajusten a la oscuridad. Cuando finalmente puedo distinguir varias de las cajas, juguetes y muebles antiguos, subo ese paso definitivo y, respirando profundamente, me deslizo a través de la habitación.

Me asomo por la ventana manchada de suciedad. Las farolas iluminan algunos tramos de la calle, pero la parte trasera de la casa permanece envuelta en sombras. Busco señales de Parker —su pantalón de mezclilla oscuros y su chaqueta de cuero— escondido en la noche.

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Aspiro y contengo la respiración por un momento, escuchando el golpeteo de mi corazón en mi pecho —pausado— un latido suspendido tras otro. Me siento en mi puf, con la espuma de polietileno en el interior crujiendo bajo de mí, y espero.

Y entonces me doy cuenta: Parker podría no hacerlo. Algo podría haber surgido. Tal vez cambió de opinión; no quiere verme después de todo. Tal vez consideró las verdaderas posibilidades de que seríamos crucificados si alguien nos encontrara.

Pero incluso con las dudas corriendo por mis venas, no puedo imaginar a Parker echándose para atrás conmigo. Él es muchas cosas, pero ser renuente no es una de ellas. Mantengo mis sentidos atentos, para ver si escucho el sonido de su motocicleta, de ramas crujiendo, de pasos en mi techo.

No escucho nada hasta un: rap, rap, rap, el golpecito más leve, tan silencioso que por un momento creo que lo imaginé. Pero luego levanto la vista, y diviso los rasgos de Parker justo al otro lado del cristal. Siento que mis emociones se elevan, mi pulso se acelera. Me muevo hacia la ventana, le quito el seguro, y lucho por levantarla. Hace un ruidito audible, crujiendo cuando se destraba del cierre hermético. Dejo de respirar y escucho, conteniendo el aire en mis pulmones, no me muevo hasta que estoy segura de que nadie se mueve en el piso de abajo. La ventana se levanta fácilmente. Parker me pasa sus botas oscuras. Las sostengo, luego doy un paso atrás cuando él entra, trayendo una ráfaga de aire frío con él.

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—Ni siquiera te escuché —susurro.

—Es porque soy sigiloso —responde mientras baja el marco de la ventana—. ¿Todo está bien?

—Todos están dormidos —le aseguro. Una oleada de alivio me inunda. Seguramente él conseguiría salir sin que nadie lo vea, si pasaba. Con él estando aquí —conmigo— puede funcionar. Sonrío, los dientes castañeando, con una especie de felicidad al verlo: sus manos pálidas, su rostro y su nariz rosa por el frío.

—Y… ¿de qué se trata esto? —pregunto, curiosa.

— ¿De qué se trata? —Repite, soplando en sus manos ahuecadas, calentando sus dedos—. Pensé que te gustaría pasar el tiempo conmigo.

Por un momento pienso que lo he ofendido. —S-Sí… —balbuceo, pasando mi cabello detrás de mi oído—. Es sólo que esto es… imprevisto. Tú. Entrando a escondidas. En la oscuridad.

Parker se hunde en el piso, apoyándose contra los tablones de madera debajo de la ventana. Me siento en el puf, envolviendo el edredón firmemente alrededor de mis hombros. El aire es denso y helado. Con tan poco aislamiento en la habitación, bien podríamos estar sentados afuera. Afuera podría ser más seguro. No sé.

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Lo observo por un momento. Nuestros ojos se traban. —Es simplemente que no te puedo entender —confieso.

— ¿Qué tienes que entender? —pregunta, estudiándome cuidadosamente.

—No lo sé —respondo. En un mes, él pasó de ser antisocial a… amigable. Mi amigo, incluso. Es muy extraño.

Se incorpora. —Si te sientes incómoda, o quieres que me vaya, me iré. Pero a como yo lo veo, la vida es corta. El tiempo se está escapando lo queramos admitir o no, y no voy a perder ni un segundo. Tuve una idea… que tal vez quería verte, y la llevé a cabo. Si no lo hubiera hecho, me habría quedado toda la noche deseando haber dicho algo, y pateándome a mí mismo por no tomar la oportunidad. Odio arrepentirme. Además —continúa después de un momento en silencio—. Necesitas más emoción, ¿recuerdas? Considera esto una experiencia educativa.

— ¿Una experiencia educativa? —repito, sin comprender.

—Sí. El arte de vivir.

Me río en voz baja, abrazándome a mí misma para mantener el calor. —Gracias. Lo agradezco.

—No puedes decirme que esto no es estimulante —dice, con los ojos brillando.

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Aspiro una fría respiración. Es estimulante… en más de un sentido. —Es lo más arriesgado que he hecho —le digo—. En toda mi vida.

—Salir conmigo en mi moto la otra noche fue bastante arriesgado.

Me sonrojo al recordarlo. —Sí, bueno, estás en ático en medio de la noche. Esto está por encima de eso.

Sonríe, mirándome por debajo de sus pestañas, con los ojos entrecerrados. —Vaya, Jade. Realmente estás destrozando el estereotipo entero de “chica buena”, ¿no? Apuesto a que si me presentara en la escuela mañana diciendo que te montaste en mí moto y yo me metí a escondidas a tu casa nadie me creería.

—Será mejor que no lo hagas —le advierto.

— ¿Por qué? Me lo agradecerías.

¿Agradecerle por estropear todo por lo que he trabajado tan arduamente por construir? ¿Por destruir mi reputación por dos noches que podrían terminar siendo errores? —No. No lo haría.

—Apuesto a que nunca invitaste a Hanson después de que tus padres se fueran a dormir —continúa—. Estás dejando que mi degeneración te corrompa.

—Tú no eres malo.

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— ¿En serio?

—En serio. Es una fachada. Es lo que la gente quiere creer así que tú vas con ello, porque si ellos realmente conocieran quién eres la vida no sería tan emocionante.

Parker se ríe en voz baja, agachando la cabeza, pero no dice si estoy bien o mal de alguna manera.

—Y —continúo—. ¿Acostumbras a ir a escondidas por ahí en el pueblo después de media noche? Me refiero a que… ¿qué estarías haciendo justo ahora si no estuvieras aquí?

Se encoge de hombros. —Salgo de vez en cuando… cuando no puedo dormir o algo, pero normalmente estoy en casa.

— ¿Qué haces en casa?

—Estudio. Leo. Escucho a mi papá discutirle a los árbitros por hacer amonestaciones patéticas.

—Suena emocionante —murmuro.

—Sí, chicharrones, básquetbol, y licor… Pero eso es bueno porque mientras más bebe más rápido pierde el conocimiento, y al final logro tener algo de paz y tranquilidad. —Sonríe. Como si esto fuera divertido.

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— ¿Es por eso que quieres irte? —pregunto.

Hace un pausa por un momento, pensando. —En parte. La verdad es que nosotros simplemente no nos llevamos bien. Nunca lo hicimos. Él es feliz haciendo un trabajo con salario mínimo en un empleo de salario mínimo, si es que al menos va a trabajar. Yo soy mejor que eso.

—Verás, eso es bastante condescendiente. Porque si no recuerdo mal, tú eres el de las calificaciones estelares que está renunciando a una educación universitaria —le recuerdo.

—Touché.

—Hablo en serio, Parker —continúo—. Si quieres hacer una diferencia… para ser diferente, entonces deberías ir a la universidad. ¿Qué pasa si al final terminas justo como él?

—Primero que nada: no soy nada parecido a mi padre. Segundo: hay muchos buenos puestos de trabajo para alguien sin un título universitario. Todavía se puede ser un buen trabajador sin un pedazo de papel.

Me recuesto, el puf cruje debajo de mí mientras me muevo, y cruzo mis brazos a través de mi pecho. No puedo creer que casi estemos peleando… otra vez. —Sí, bueno, algún día mirarás hacia atrás y recordarás a esa chica que una vez conociste en la preparatoria y que pensaba que te merecías algo mejor que eso.

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—Ya lo veremos —responde, con una sonrisa socarrona—. Señorita Harvard.

—Cierra la boca. —Lo pateo en la rodilla con el pie, en broma. Coqueteando.

La habitación cruje, asentándose; una ráfaga de viento empuja contra la casa. Ruge alrededor de nosotros, encerrándonos. Nos vemos el uno al otro, escuchando. Conteniendo la respiración. Toma unos momentos antes de que la brisa pase, antes de que mis hombros caigan y se relajen.

—Supongo que eso significa que no has tenido noticias de ellos todavía —dice finalmente, su voz tranquila.

—No. Pero he sido aceptada en cada escuela para la que he aplicado, así que supongo que eso debería hacerme sentir mejor.

—No, no en realidad.

Suspiro, estudiando mis cutículas, empujándolas con una uña. —Bueno. Porque no me hace sentir mejor. Las otras escuelas… bueno, están bien… pero no son las que quiero —murmuro.

— ¿Por qué Harvard? —pregunta.

—No lo sé. Porque… es la mejor de las mejores. Es su reputación.

— ¿Así que estás eligiendo una escuela basándote en su reputación? ¿Es

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eso? ¿No consideraste otros factores?

¿Quién es él para dar consejos sobre la universidad? Le lanzo una mirada asesina. —Por supuesto que consideré otros factores. Los académicos. La vida estudiantil. Las posibles conexiones. El hecho de que es la mejor escuela del país.

Él sonríe, sombras atravesando su rostro. —Sigues con lo mismo.

—La verdad es que siempre he querido ir ahí. Hasta dónde puedo recordar, al menos. Es Harvard o nada.

—No puedes decir eso —afirma.

— ¿Por qué no?

—Porque si por alguna razón no entras, entonces perderás la universidad, y terminarás haciendo un trabajo con salario mínimo en un empleo de salario mínimo.

—Aun así puedo ser una buena trabajadora sin un pedazo de papel —lanzo en respuesta.

Una amplia sonrisa se extiende por su cara. —Eres todo un caso, ¿sabes?

—Sí, bueno, hay muchas cosas que no sabes de mí.

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—Me estoy dando cuenta de eso —concuerda, asintiendo.

Paso mis dedos a través de mi cabello, envolviendo un mechón alrededor de mi dedo, enrollándolo, examinando las puntas. Cuando lo vuelvo a mirar, Parker está todavía observándome, sus ojos son cálidos y serios a la vez. ¿Qué está pensando?

—Dime algo —susurro, dejando caer mi cabello.

— ¿Qué?

Dime lo que estás pensando. —No lo sé. Cualquier cosa. Dime algo verdadero. Algo que yo no sepa.

— ¿Sobre qué?

Nosotros. Yo. Lo que sea que estemos haciendo. Sacudo mi cabeza. —No importa. Sobre ti.

Lo observo mientras inhala y exhala. Pensando. Debatiéndose.

—Estoy enojado con mi mamá por sacarme a patadas de la casa.

Me habla de ella. Cómo es que se separaron. Cómo es que él nunca tuvo nada al crecer. Cómo es que ella pasaba de un novio a otro, pensando que ellos tenían las respuestas, que tenían alguna llave secreta para su felicidad. Sobre lo terrible que fue volver a casa después de que ella se

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volvió a casar. Lo mucho que odió al primer tipo que le ofreció hierba. Que dejó de fumar (de todo) de golpe. De cómo se sintió cuando fue arrestado; como si fuera la más idiota que alguna vez hubiera existido. De lo que se siente ser hijo único. Y cómo, más que cualquier otra cosa, no puede esperar para irse definitivamente. Para finalmente dejar todo atrás.

Se detiene allí, negándose a seguir adelante. —Tu turno —dice.

Arrugo la nariz. — ¿Mi turno?

—Sí. Es lo justo, ¿no?

—De acuerdo. ¿Qué quieres saber? —Me incorporo, enderezándome.

—Lo mismo. Algo verdadero. Algo que nadie más sepa.

Tengo que pensar por un momento. Algo que nadie más sepa. Eso implica que estoy ocultando algo. No tengo nada que ocultar. Excepto a Parker, tal vez. Pero entonces…

—Yo, uhm, no sé bien cómo relacionarme con mi papá —digo, tragando saliva—. Él está ocupado. Todo el tiempo. No me presta mucha atención, ni hace cosas que a mí me gustaría que hiciera. Cosas que necesito que haga. Como arreglar mí grifo.

Parker no me interrumpe o finaliza lo que estoy tratando de decir. Simplemente observa —escuchando— con sus ojos fijos en mí. Así que

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continúo. Le digo lo que es crecer como la hermana menor de dos hermanos, que me siento más conectada a Daniel que a nadie más de la familia, y que lo que más me asusta es el fracaso: no vivir a la altura de las expectativas de los demás.

—Pero eso ni siquiera tiene lógica —dice él—. Me refiero a que si eso es verdad, entonces la realidad es que estás destinada a fracasar porque no puedes complacer a todo el mundo.

—Lo sé. Es sólo que es como si todos estuvieran anticipando que yo voy a ir y hacer algo increíble, para salvar al mundo, o lo que sea —respondo—. Ellos lo esperan.

—Es por eso que necesitas centrarte más en Jaden y menos en lo que los demás quieren que Jaden sea. Necesitas relajarte. ¿Cuándo fue la última vez que saliste a cometer alguna locura, por ti?

—El sábado… y ahora esta noche —le recuerdo. Al saltar en la parte trasera de una motocicleta con un chico que apenas conozco. Al meterlo a escondidas en mi ático del tercer piso. Al sentir… algo por él, aunque no pueda averiguar qué.

—Sí, bueno, ha sido un largo tiempo. No puedes dejar que las opiniones de otras personas estorben en el camino de lo que tú quieres ser.

—Ya lo sé, pero en muchos sentidos es por mi propia culpa. Sus expectativas son altas porque yo las hice así. Todos están ahí sentados,

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esperando a que yo me convierta… no sé… en Jaden McEntyre, con Doctorado en Medicina.

— ¿A quién le importa? Tú no vives para ellos.

—Lo sé… pero…

—Tienes un “pero” para todo, ¿sabes qué? —Se detiene, haciendo una pausa, frunciendo el ceño mientras considera… algo más—. Espera un minuto. ¿Qué estás diciendo? Que quieres ir a la escuela de medicina, ¿cierto? —pregunta

Abro la boca para contestar, luego la cierro. Y entonces me doy cuenta: ¿Quiero ir a la escuela de medicina? ¿Alguien me pregunto al menos si eso es lo que realmente quiero hacer? Cierro los ojos por un momento, presionando mis dedos pulgar e índice en el puente de mi nariz. ¿Por qué él preguntaría eso si no tuviera una razón para pensar que eso no es lo que realmente quiero? ¿Es eso lo que quiero? ¿Estoy lista al menos para tomar ese tipo de decisión?

Él se inclina hacia adelante, susurrando: —Jade.

— ¿Qué? —murmuro.

Parker quita mi mano de mi cara, envolviendo sus dedos fuertemente alrededor de los míos. Acerca mi mano a sus labios, y puedo sentir su aliento cálido, la sombra áspera de su barbilla por no afeitarse. Mis ojos se

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abren de pronto, mi estomago da un vuelvo. —Por favor dime que tú quieres ser doctora, y que no es algo que alguien te dijo que deberías hacer y que sonó como una buena idea en ese momento.

Trago saliva, escondiendo mis emociones en lo profundo, con el corazón golpeteando contra mis costillas. —No. Bueno, la facultad de medicina es el más grande desafío, ¿no? Quiero ver si puedo hacerlo.

—Esto no es acerca de un desafío —dice, con un destello de ira en sus ojos—. Es sobre tratar de encontrar lo que te gusta hacer: haciendo algo que te haga feliz.

—Ayudar a las personas me hace feliz —respondo, desafiante, alejando mi mano de su agarre.

—Si eso no funcionara… —Se detiene.

¿Si eso no funcionara? Me encojo de hombros. —No sé. ¿Pero no es ése el punto? ¿Ir a la escuela y averiguar lo que quieres hacer?

—Sí, teniendo en cuenta que es tu decisión y de nadie más.

—Todo lo hago de mis propias decisiones, gracias —digo.

—Ok, entonces. Déjame parafrasear eso: teniendo en cuenta que tus decisiones no deberían ser influenciadas por otras personas.

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Escúchalo tomando el camino de la buena moral, como si él tuviera todas las respuestas. Él ni siquiera iba ir a la universidad. —Deberías tomar tu propio consejo —espeto, con latente furia, burbujeando en mi interior.

Una sonrisa se asoma en el borde de sus labios. —Realmente vas a comenzar de nuevo.

—Tú comenzaste.

—Sí, bueno, lo amigos no dejan que sus amigos se arruinen a sí mismos por insistir en lo que los demás piensan.

Levanto una ceja, sorprendida por esta confesión, diminutos brotes de esperanza florecen, disolviendo mi ira por completo. —Entonces… ¿estás diciendo que somos amigos? —pregunto, cautelosa.

Él hace una pausa un instante. Luego otra. —Eso creo. ¿Tú no?

Una sonrisa tira de las comisuras de mi boca, con mis labios hormigueando. Parker Whalen es mi amigo. —Sólo me estoy asegurando de que estamos en la misma página, eso es todo.


—En ese caso —continúo—, los amigos no dejan que sus amigos se arruinen a sí mismos por no pensar en su futuro en absoluto. Así que no esperes que olvide todo eso sobre la universidad. Como tu amiga tengo

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permiso para fastidiarte al respecto. Sacar el tema. Hacer que te rindas.

—Entonces esto es una relación abusiva —confirma.

Me río suavemente, incapaz de mirarlo a los ojos. —Esto es una amiga… preocupándose por su amigo.

* * *

Sin mi teléfono o un reloj, no hay posibilidad de que ninguno de nosotros sepa cuánto tiempo ha pasado, pero en los rincones más distantes de mi subconsciente sé que las primeras horas de la mañana han acelerado su paso, dejándonos suspendidos. Incluso cuando la conversación comienza a decaer y estoy ahogando bostezos, me desilusiona escuchar a Parker decir que se tiene que ir. Porque una parte de mí no quiere que se vaya. Tan exhausta como estoy, me gustaría renunciar al sueño por completo con tal de estar el resto de la noche hablando —simplemente estando con él— sobre algo que nunca he sentido por nadie. Nunca.

—Supongo que sería algún tipo de obviedad si ambos nos presentamos en la escuela medio dormidos —razono.

—Y no creo que el Sr. Perfecto apreciaría los rumores acerca de tus aventuras nocturnas en el tercer piso —bromea Parker.

Arrugo la frente, con el ceño fruncido. —Es por eso que esto no saldrá de esta habitación.

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—Él no va a saberlo por mí, así que no te preocupes —me asegura. Levanta su dedo índice y traza una X sobre su pecho.

Sonrío, poniéndome de pie con cuidado, mis articulaciones están rígidas y completamente fatigadas. —Fue divertido —admito. Y tan pronto como lo digo, me doy cuenta de que es verdad. Fue divertido. Divertido, aterrador, extraño, surrealista e increíble, todo al mismo tiempo.

—Deberíamos hacerlo de nuevo alguna vez.

Por un momento nos quedamos ahí, sin movernos. Me duele verlo, pero no puedo apartar mis ojos. No puedo tener suficiente de él. Trago fuerte. No sé cómo terminará esto… ni siquiera sé si quiero que termine. Me muerdo el labio inferior, masticándolo, consciente de mí misma. Él se acerca. La luz de la ventana cae sobre su rostro, destacando sus facciones. La línea de su fuerte mandíbula. Sus ojos oscuros. Siento una inexplicable urgencia de acercarme a él, y me pregunto qué está pensando él detrás de esos hipnóticos ojos. Si se está sintiendo de la misma manera que yo: que, si se inclinara, sólo un poco más, podría besarlo.

—Te veré mañana —susurra finalmente, sus ojos fijos en los míos—. Bueno, hoy más tarde, supongo —aclara.

Lucho por ocultar mi decepción —De acuerdo.

Se aparta, moviéndose lentamente hacia la ventana, levantándola. Una

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corriente de aire ártico sopla al interior.

Y cuando él me sonríe sólo sé que cuando ponga mi cabeza en la almohada en unos momentos más, será la última cosa que veré antes de cerrar mis ojos, y será lo primero que recordaré al despertarme.

Me envuelvo en el edredón más fuertemente mientras él sale, tratando de evitar que el calor de mi cuerpo se escape, incluso mientras la piel de gallina sube por la superficie de mi piel. Me estremezco, observando cuando él baja al tejado del segundo piso, desapareciendo al otro lado de la casa. Cierro y le pongo seguro a la ventana, luego me asomo a la calle para un último vistazo.

Él reaparece brevemente bajo una farola —con las manos hundidas en sus bolsillos, con el vaho de su respiración mezclándose con el gélido aire— antes de desaparecer en las sombras.

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Capitulo 17

Traducido por Adrammelek

Estoy respondiendo el mensaje de texto de Blake por la mañana, bostezando, cuando…

—Buenos días, sunshine(NT: Es una expresión cariñosa equivalente a mi sol o dulzura)—, una voz baja susurra en mi oído.

Una serie de hormigueos me corren de arriba hacia debajo de mi espina dorsal. Cierro mi teléfono, olvidando pulsar enviar, recordándolo un momento demasiado tarde.

—No gracias a ti—; le digo en voz baja, para que nadie lo escuche, Cojo mi libro de cálculo. —Cuando finalmente llegué a la cama—, continué, —era como, las tres y media de la mañana. Mi despertador suena a las seis y media. Eso si me quedé dormida de inmediato, estoy con tres horas de sueño. Y voy a ser honesta contigo, no me dormí rápidamente

Parker se inclina en el armario al lado del mío, se ajusta la mochila al hombro y a continuación se pasa los dedos por el pelo—Sí, bueno, tú no tienes diez minutos a pie y veinte minutos en coche hasta tu casa— dice con una voz apenas más que un susurro. —Estoy con dos horas. Si me dormí de inmediato— Huellas oscuras permanecen por debajo de las pestañas inferiores, agregando a su perpetuo manto de misterio. Por lo

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menos tengo el lujo de corrector para ocultar las escapadas de media noche.

—Tendríamos que habernos quedado despiertos—, medito.

Él sonríe con ironía.

—Escandaloso—.

Me he dado cuenta, mientras que levanto el bolso encima de mi hombro, que las pocas personas que nos rodean están mirando, no tan sutilmente. ¿El grupo de chicas al final del camino? Estirando el cuello en nuestra dirección. ¿La pareja caminando por los pasillos con las manos en los bolsillos traseros del otro? Disminuyendo considerablemente la velocidad a medida que pasan, girando la cabeza para mantener sus ojos en nosotros. Hay otros, también. Embobados. Susurrando. Rostros ansiosos de curiosidad. Es como una noticia de última hora enorme, irrelevante en mi opinión, que no vale la pena difundir: Parker Whalen está hablando con Jaden McEntyre en el pasillo. Gran asunto. Al parecer, soy la única que lo siente así.

Aspiro, ignorando la mirada de los otros. —Lo siento por todos a mí alrededor, porque a la hora del almuerzo…se acabó. Voy a ser una perra total—

Parker se ríe de eso. —Lo dudo—

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—No—, le digo en serio.

—No hay manera de que Jaden McEntyre se transforme en una perra en público. Eso no va a suceder—

—Créelo, porque ocurrirá—

—No en público. Lo más probable es que vayas a tu casa y grites en tu almohada o volverte loca frente al espejo, pero no perderás la calma delante de toda esta gente, incluso si has estado muy cerca—

Rodo mis ojos. —Odio que pienses que me conoces— me quejo, tocando la cresta de la universidad de Harvard antes de cerrar la puerta de mi armario.

—Sí, bueno, dame una advertencia razonable si de verdad, te vas a volver loca contra alguien, porque pagaría por verlo—

—Si tienes suerte estarás en el extremo receptor— le amenazo. —Oh, eso me recuerda. Aquí, toma— Le extiendo mi bolso, sin pensar. Parker se queda mirando el pequeño número negro por un momento. —Es sólo por un segundo—, le aseguro. Poco a poco llega hacia mí y lo toma. Deslizo la mochila por mi hombro y la abro. Se necesita algo de revolver, pero finalmente encuentro lo que estoy buscando. Tomo mi bolso nuevamente, cambiándolo por una bolsa de papel marrón.

Me mira con desconfianza, a continuación, lo abre y mira dentro. — ¿Qué es

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esto?—, Pregunta.

—El almuerzo—, le digo, mostrando el hecho.

— ¿Así que estamos más allá de la soda y papas fritas?—

—Sun Chips-hay una diferencia-y sí, empaqué todo lo mismo para ti y para mí—

—No puedo creer que ahora me estés trayendo la comida—, murmura, sin expresión alguna.

— ¿Prefieres comer piel de cerdo y beanies weenies(NT: Es un alimento a base de porotos y salchica)?—Pregunto. —Dios, Parker, no es de extrañar que no traigas comida a la escuela. Y lo siento, pero estoy oficialmente en contra de las gaseosas. En primer lugar son malas para ti, y en segundo, Phillip estaba enojado la otra noche, ya que siguen desapareciendo. Pero lo más importante es que son malas para ti—

—En primer lugar, no te dije acerca de la piel de cerdo para que sintieras lástima por mí. Y en segundo lugar…tenías razón. Estás media perra—

Cierro los ojos y froto las esquinas inferiores con mis dedos índices. Se llenan con sueño, secos y pesados. —Te dije que si no tenías cuidado…Te lo juro…la privación de sueño pone en manifiesto lo peor de mí—

—Sabes—, dice, mirando dentro de la bolsa. —Está bien. Debido a que el

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queso y jamón son mis favoritos absolutos… ¿y una manzana? Es como, el almuerzo de campeones—

Sofoco otro bostezo. — ¿No es mucho mejor que eso, verdad?—

—Sólo si estás comiendo conmigo—dice.

Lo miro, sin estar convencida, pero está serio. ¿Me está pidiendo que pase el descanso del almuerzo con él? Se me escapó una sonrisa nerviosa. —Me encantaría, excepto que tuve tantas críticas la última vez, que si lo hago nuevamente me veré obligada en algún tipo de intervención. ¿Por qué no comes conmigo?— Roso su chaqueta con las puntas de mis dedos; el rasgado, y desgastado cuero se siente suave contra mi piel. Las zonas más desgastadas muestran manchas de color gris, pero la chaqueta en sí se ve cálida y confortable, invitándome, y me pregunto cómo se sentiría sobre mis hombros. —Vamos, te presentaré a Savannah y Ashley…son tan buenas—

La campana de aviso suena alto, su timbre estridente hace eco por los pasillos, rebotando en los bloques de cemento, viajando. Salto, instintivamente sacando mi mano. Recordando donde estoy. A quien estoy tocando. Caminamos por el pasillo, en dirección a inglés, mis oídos todavía resuenan, humillada por haber sido llamada.

—Dudo que eso vaya bien—

Me toma un momento para darme cuenta de lo que está diciendo. —Oh—

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murmuro, tratando de controlar mi decepción mientras que maniobramos a través de la multitud.

—Lo dices por Blake—

—No creo que apreciaría que estuviera ahí—

Suspiro. —Probablemente no—.

—Pero si cambias de opinión ya sabes dónde encontrarme—

Seguimos caminando en silencio, dejando que la charla del pasillo lleno el espacio entre nosotros. No tomo en cuenta la expresión de sorpresa ocasional a medida que pasamos, mantengo mis ojos al frente, centrada.

—Entonces—, le digo, cerca de la puerta del aula de la Sra. Tugwell. — ¿Cuánto tiempo crees que nos tomara quedarnos dormidos en esta clase?—

—Depende de cuán caliente está el ambiente— Él toma la perilla de la puerta. —Vamos a por lo menos tratar de permanecer despierto el tiempo suficiente para que ella tome asistencia. Nos quiere presentes—, continúa, tirando de la puerta y dejándome caminar a través de ella. —Nunca dijo nada de ser coherente—.

***

A raíz de esto, experimenté lo que probablemente es el día más largo de

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toda mi vida. No nos quedamos dormidos en inglés, pero a medida que avanzaba el día, la falta de descanso me alcanzó. Entraba y salía de la zona de la conciencia, sabiendo que las notas que tomaba en clase serían ininteligibles, cuando las mire más tarde. Mantengo la cabeza baja y apoyada en mi mano, desapareciendo detrás de la persona frente a mí, ocultándome (algo ineficaz) de mis maestros.

Lo que es peor, mis pensamientos se deslizaban, a la deriva de la noche anterior, migrando hacia Parker. Tiene razón: juego a lo seguro y soy aburrida. Soy tipo los libros de textos A: Ivy League, de pre-medicina, atendiendo cada causa conocida por el hombre, desde la alimentación de los gatos callejeros a llenar cajas de zapatos para los niños necesitados a través del océano entero. Activa en la Asociación del Gobierno Estudiantil. Siempre voluntaria para hornear galletas, o decorar el baile de bienvenida. La primera en llegar y la última persona en retirarse. La única estudiante que cada profesor puede contar para hacer la lectura opcional y las preguntas de la práctica.

¿Por qué, de repente, se siente como que falta algo? Algo que no me di cuenta de que faltaba. Parker tiene razón. Es como si tuviera toda la educación, pero no la experiencia. Tengo una vida, pero no la estoy viviendo. No hay emoción, no hay nada impredecible en mi vida, y las decisiones que tomé.

Hasta que llegó él.

Cuando llego al mediodía una increíble oleada de culpabilidad se apodera

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de mí. No sólo porque permito que un chico que apenas conozco se acercara sigilosamente a mi ático en el tercer piso después de que todo el mundo estuviera dormido, pero porque me gustó…y lo volvería hacer si supiera que había manera de que pudiera meterme en problemas. Aquí estoy, sentada al lado de mi lindo e increíblemente dulce novio (sobre-protector y celoso a un lado) que siempre me pone en primer lugar, sabiendo que pasé uno de los momentos más increíbles de mi vida con otro chico. Y luego, ¿no ser capaz de decirle a Savannah o Ashely? Hace unas semanas era abierta y honesta, y ahora una de las partes más importantes de mí está encerrada, abovedad. Tengo secretos.

—Dios, Jaden, te ves horrible—, dice Savannah.

Deja a mi mejor amiga para emplear la brutal honestidad para probar un punto. —Gracias—, murmuro, abriendo la bolsa de almuerzo y sacando mi sándwich. Echo un vistazo por la ventana…sólo para ver si Parker está allí…y comiendo. Lo está. Un rápido aumento de placer me calienta de pies a cabeza.

—Jaden— dice Savannah. Ella mueve su mano de atrás hacia delante para llamar mi atención. —Tierra a Jaden—

Vuelvo a la realidad. Ella me lanza una mirada, una mirada extraña, una sutil advertencia. Estoy mirando, y es obvio. O tal vez estoy leyendo demasiado en ella; el mundo, al parecer, se está convirtiendo en algo mucho más difícil de interpretar. Sesgada, en parte, por el dilema masivo que es Parker Whalen.

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Me aclaro la garganta. — ¿Si?—

— ¿Qué te pasa hoy? Te ves cansada…o enferma o algo así. —

—Lo estoy—le digo. —Quiero decir…No estoy enferma, pero estoy cansada. No dormí bien anoche. Di vueltas…—Ni siquiera pude terminar la frase. Eres una mentirosa, un hilo de voz canta. Al igual que mi conciencia no esta ya en marcha.

—No te estás preocupando por la Universidad de Harvard, ¿verdad?— Blake pregunta, pasando su brazo alrededor de mí, plantando un beso suave y húmedo en mi sien.

Savannah me mira cuidadosamente. Tiene que saber. Debe ser alguna clase de sexto sentido de los mejores amigos o algo así. Me niego a mirarla a los ojos.

—No lo estoy. Quiero decir, no estoy tratando de dejar que me consuma—, aclaro. Definitivamente es mejor dejar que ellos piensen que estoy perdiendo el sueño por la Universidad de Harvard y no que estoy dejando que entre un chico al azar a mi desván.

—Bueno, te ves horrible—, confirma Ashley.

—He utilizado el corrector—.

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—No, no es sólo eso—, continúa. —Son tus ojos. Ni siquiera están aquí. Como si de veras estuvieras preocupada o algo así—

—Está bien, Ashley—, Savannah murmura. —Esto no es un pase para que puedas recordarnos a todos de que estás tomando psicología en línea a nivel universitario este semestre. Y, por cierto, tres meses de introducción a la psicología no te da el derecho a ir por ahí analizando al resto de nosotros— Sus ojos azules ruedan de forma espectacular.

—No estaba analizando a nadie—, replica Ashley. —Y tendrías que considerar tomar esa clase. Aprenderías algo. —

Savannah levanta la mano, deteniéndola. —Te lo dije, nada de universidad. Trece años de la escuela es suficiente, gracias. —

En un instante la conversación cambia y no se trata de mí o de las bolsas bajo los ojos, o estar estresada por Harvard…es como todos los días.

Esto es, hasta que suene la campana final.

Debería haber sabido que algo estaba pasando el momento que empujé a través de las puertas dobles y caminé por la acera. La gente estaba parada afuera; algunos paraban a mitad del estacionamiento. Sonriendo. Riendo. Algunos vagaban alrededor como en un sueño, protegiéndose los ojos. Me toma un minuto ya que me dirijo hacia mi auto, para darme cuenta. Pero entonces veo-más allá de una estrecha franja de tenues nubes-un reflejo de luz en mi ventana, un orbe nebuloso colgando bajo, flotando en el aire. Me

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doy vuelta y miro el cielo azul brillante, entrecerrando los ojos. Es como llegar a la superficie en busca de aire después de renunciar a la esperanza, después de renunciar a ahogarse, sofocante. Mi sombra se extiende como una cortina a través del pavimento. Instintivamente, meto el pelo detrás de las orejas, y veo la réplica del movimiento. Después de meses de oscuridad, nubes, lluvias, el frío y el invierno…esto es lo que he estado soñando. La brisa es aún fría, pero las nubes se están disolviendo, finalmente el sol está fuera… brilla.

***

Para ir a un restaurante, mi familia necesita un formal y operacional plan. Nos dirigimos a un restaurante especializado en carnes en un pueblo a unos veinte minutos de distancia. Estamos por encontrarnos con Phillip, que está recogiendo a Becky Summerlin (que al parecer regresa sus llamadas ahora) de la casa de los padres. Daniel y Sara se encuentran en su coche, con Joshua en el asiento trasero. Mamá insistió en que traiga a Blake, aunque sólo sea para hacer más cómodas las cosas para Becky, por lo que dos de nosotros estamos en mi coche, y ella y papá en su camioneta. Cuatro vehículos para llegar a una cena familiar. A veces me pregunto por qué mamá nunca invirtió en una minivan.

Sigo fácilmente el camino detrás de Daniel y Sarah, por las calles. Reviso mi espejo retrovisor.

—Me alegra que hayas llamado—, dice Blake. —No he visto a todos en un tiempo. —

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—Lo sé. Es sólo que, con la escuela, y la boda…las cosas han estado realmente ocupadas. Esta es la primera vez que hemos hecho algo en un mes. — Expliqué. —Y probablemente no lo hubiera sido—, continué, presionando mi señal de giro a la izquierda, —si mamá no hubiera estado tan forme sobre nosotros para conocer oficialmente a la nueva novia de Phillip. —

Él agarra el mango por encima de la ventana del pasajero. Lo miro, con los dedos agarrando el volante. Odio cuando hace eso. Agarrar el mango, quiero decir. Es como si estuviera dando a entender lo terrible que soy conduciendo; eso además a su cinturón de seguridad, necesita algo de qué agarrarse. Me recuerda a cuando manejo con papá.

Cuando estaba practicando para la prueba de conducir, siempre lo veía por el rabillo de mi ojo, hacer papilla los frenos que no existían-como si no estuviera frenando lo suficientemente rápido o algo así. Era molesto. Aunque mi madre me aseguró que su padre trató a Daniel y Phillip de la misma manera, estaba decidido desde el principio, que en lo posible ella o Daniel vendrían conmigo.

— ¿Por qué van por este camino?— Me pregunté en voz alta a medida que seguía a Daniel y Sarah. —Tendríamos que haber seguido derecho. —

Pasamos por una calle lateral llena de robles y pequeñas casas de estilo bungaló. Daniel presionó los frenos y estacionó en la acera. — ¿Qué está haciendo?—Murmuré, estacionándome detrás de él. Las hojas, ramas y

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otros residuos crujieron debajo de mis neumáticos, mientras que mi auto se detenía. Cambié de posición y bajé mi ventanilla. Daniel salió del coche. — ¿Qué estamos haciendo? Le pregunté.

Papá estacionó a nuestro lado.

— ¿Qué está pasando?— Mamá preguntó con la ventana abierta.

—Estacionemos por un minuto—, respondió Daniel.

Subí mi ventana y desabroché el cinturón de seguridad. —Parece que nos vamos a parar aquí—, informé a Blake. —Por lo menos temporalmente. —

Salimos del coche, cerrando la puerta, a continuación cruzamos la calle, donde Daniel estaba esperando en la acera. Sarah y Joshua estaban justo detrás de nosotros.

— ¿Qué está pasando?— Papá le preguntó a Daniel.

—Sarah y yo pensamos que ustedes desearían echar un vistazo a nuestra nueva casa. —

— ¿Qué?— Gritó mamá. Sus manos volando a la boca. — ¿Cuándo sucedió esto?—

—Cerramos el trato la semana pasada—, dijo Sarah. —No queríamos decirle a nadie en caso de que saliera mal. —

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Por primera vez me doy cuenta de que estamos de pie delante de un pequeño bungaló con un signo de contrato pendiente en el patio. —No puedo creer que no nos dijeran—, digo, viendo los árboles gigantes, el pequeño patio delantero, la acera agrietada, y la casa de Daniel y Sarah.

—Fue difícil, créanme— confesó.

Papá y Daniel caminaron hacia el porche delantero, Blake me agarra de la mano a medida que seguimos, apretando ligeramente. Está más fresca que la mía, y húmeda de alguna manera.

—Me aseguré de que tuviéramos una inspección—, Daniel le está diciendo a papá. —Hay mucho trabajo por hacer. Es claro que hay que refaccionar la mayoría, pero estructuralmente y todo, es genial. Pienso que no llevaría demasiado tiempo para renovar, aunque Sarah y yo hiciéramos la mayor parte del trabajo nosotros mismos. —

—Y, ya sabe, si los demás quieren ayudar no vamos a rechazar a nadie—, se burla Sarah.

—Por supuesto que vamos a ayudar—, dice mamá. —Y si no hay nada que hacer para mí estoy feliz de ver a mi bebé—, continúa, llegando para tomar a Joshua.

Daniel saca una llave fuera de su billetera de piel y abre la puerta de entrada. La casa podría utilizar cierto trabajo. El porche necesita ser

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reforzado; se hunde ligeramente en el medio. La pantalla de la puerta necesita ser remplazada, y todo el exterior está en necesidad desesperada de una mano de pintura fresca. El actual escudo está descarrilado, dejando ver la madera gris y envejecida en muchos lugares. Lo que no se ha vuelto una descamación, se convirtió en una sucia mancha marrón.

—La buena noticia es que los últimos propietarios instalaron una calefacción central y un sistema de aire—, dice Daniel mientras caminamos por dentro. —Esa era la única cosa que realmente me preocupaba. —

Los seis caminamos, evaluando los pisos, mirando por las ventanas, visitando los dos dormitorios pequeños y el baño, que cuenta con azulejos horribles.

—Hey Sarah—, le digo. —Mil novecientos setenta llamó. Quieren este baño de vuelta. —

Ella se queja. —Lo sé. Tenemos mucho trabajo por hacer. El baño está para demolerlo. No estamos guardando nada. Pensamos en nuevas alfombras en los dormitorios, y pisos de madera en la puerta de entrada y sala de estar, y actualizar la cocina. Todo lo que necesita es pintura nueva...— Ella se queda callada, abrumada por la enorme cantidad de trabajo que la casa necesita.

—Vas a contar con nosotros para ayudar—, le aseguro. —Sé cómo pintar. Y Daniel… Dios, él creció haciendo estas cosas. —

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Sarah me sonríe. —Realmente me gustaría estar aquí antes de la boda, así que tenemos poco más de dos meses. — Ella mira alrededor de la habitación, a la antigua alfombra, las paredes agrietadas, el polvo. —Es como, ¿Por dónde empezar siquiera, sabes? Estoy segura de que estaré aquí cada fin de semana a partir de ahora. —

—Oh, va a ser divertido. ¿La pintura y muestras de alfombras? En realidad, ¿tener una razón para ir a Home Depot [1]? Creo que es impresionante. —

Blake fija su brazo alrededor de mí. Me estremezco, habiendo olvidado que estaba aún aquí. —Estoy seguro de que Jaden será de mucha ayuda. Este es su típico proyecto. —

Se aprieta contra mi costado, tirando de mí más cerca antes de soltarme y dirigirse a la cocina, donde mi papá y Daniel están discutiendo laminado contra diseño de encimeras de piedra.

—Esto es realmente genial, Sarah—, le digo, viendo como él da un paseo a la distancia, sus pasos seguros, confiados. —Estoy muy feliz por ustedes. —

—Sí, las cosas están finalmente comenzando a salir bien para nosotros. ¿Puedes creer que en un momento pensé que mi vida se caía a pedazos? No creí que alguna vez llegaríamos a esto. —

[1] :Línea de mercados dedicada al hogar a su equipamiento y construccion[strike]

—Es difícil…no saber— Murmuré, examinando las pocas manchas de agua de calor marrón en el techo.

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—Dímelo a mí. No sé cómo voy a manejar todo. Planear una boda, la renovación de este lugar… Estoy pidiendo por un ataque nervioso. —

—Va a salir bien—, le prometo. —Siempre lo hace.—

Camino a través de la pequeña casa, con los brazos cruzados para mantener el calor, mirando en las grietas de las paredes y el techo al azar, estudiando los zócalos-cosas superficiales que, en pocos meses, se borraran completamente.

Fuera, los árboles hacen sombras oscuras sobre la calle. Blake vuelve a aparecer junto a mí. —Definitivamente este trabajo será duro para ellos. —

—Sí, pero será divertido. Hacer algo nuevo. Dar vida a este lugar—, le digo, acariciando el borde dentado de las molduras de las ventanas.

—Sabía que esto era tu tipo de cosas. — Él se mueve detrás de mí, pasando los dedos por mi pelo-un movimiento que aprendió rápidamente que me gusta. Cierro mis ojos.

— ¿Qué se supone que eso signifique?— Murmuro.

—Ya sabes, la forma en que estás siempre ayudando a todo el mundo. Tratando de hacer las cosas mejor. —

—Salvando el mundo—, agrego sarcásticamente.

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—No hay nada malo con querer salvar el mundo—, dice Blake. —No que pueda salvarse, de todos modos. —

— ¿Qué estás diciendo? ¿Qué hay cosas que no pueden ser salvadas?—

—No puede ser…no quieren ser. Ya sabes. —

Él mueve sus manos hasta mis hombros, masajeando suavemente. Los labios cada vez más cerca de mi cuello.

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Capítulo 18Traducido por sooi.luuli

Cierro la puerta del auto de un portazo, aspirando el aire fresco, sintiendo el sol calentar mis hombros. Los días se alargan más, el mundo entero pintado de brillantes y nuevos verdes.

Corro por la calle y avanzo hacia el buzón, deteniéndome para verificarlo y dejando la costumbre de lado. Estoy sorprendida, cuando abro la puerta empujándola, de en verdad encontrar correo dentro. La entrada estaba vacía. Mamá debe haber llevado a Joshy a algún lugar. Remuevo la pila de correo, entonces la hojeo. Bill, Bill, Bill, una oferta de tarjeta de crédito para Phillip, un par de catálogos… Y allí, escondido en el montón, hay algo dirigido hacia mí. Miro la dirección del remitente en el nuevo y blanco sobre y reconozco el emblema de inmediato: VE RI TAS(1). Verdad.

Por un instante, mi corazón deja de latir. Continúa otra vez, latiendo con más fuerza, la sangre bramando en mis oídos.

Esto es.

Respiro irregularmente, meto el sobre en mi mochila, y me muevo hacia el porche delantero. Nadie contesta cuando abro la puerta y grito, mi corazón dando un suspendido latido después de otro. Corro a la cocina y dejo el resto del correo en la encimera, subo escaleras

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[1]: Emblema de Harvard sobre la búsqueda de la verdad.

arriba hacia mi habitación, y cierro la puerta. Temblando y sin aire, abro mi mochila y saco la carta, entonces la lanzo sobre mi cama. La miro por un instante, mi cuerpo caliente pero mis manos congeladas y húmedas, como si mi propia temperatura no pudiera regularse por sí misma apropiadamente.

Tomo un profundo respiro, deslizando las palmas húmedas de mis manos sobre mis jeans, intentando calmar mis nervios. He esperado por siempre este momento. El saber que la respuesta está a dos pasos frente a mí deja a mi cabeza dando vueltas. Me estiro y agarro el sobre, entonces cuidadosamente lo rompo. Una entusiasmada sonrisa tira de mis labios mientras saco la carta. Incluso el papel se siente oficial—suave y grueso. Abro los pliegues.

Estimada Señorita McEntyre…

Hojeo el encabezado, leyendo rápidamente. Aunque estuvimos muy impresionados por sus logros académicos… su activa participación importante… sólo un pequeño número de aspirantes que se postularon… Lamentamos informarte.

—Lamentamos informarte, —farfullo en voz alta, colapsando en el borde de mi cama. Dejo salir una pequeña y apenas audible risa. Un grito sofocado—. No conseguí entrar.

La sangre drena completamente mi cabeza; mi corazón martillea en mi

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pecho.

No me aceptaron.

Un gigantesco oleaje se eleva en mi interior, el estómago agitándose, como un río desbordando sus cauces, la corriente apoderándose de todo en su camino. Mis planes, mis aspiraciones, mis sueños: arrebatados. Era Harvard o nada… y aquí está, mi futuro entero en frente de mí: nada. La carta en mis manos llevando la prueba. Un pesado adormecimiento me inunda, como para protegerme de esta información nueva, de este conocimiento, a mí misma.

¿Cómo pudo pasar esto? Hice todo bien. Tomé clases avanzadas y clases AP. Estoy involucrada en cada actividad ejemplar conocida por el hombre. Estoy dispuesta a Salutatorian[2] por el amor de Dios: la número dos en mi clase. Voy a ir a una escuela de medicina; voy a hacer una diferencia. ¿Qué hice mal?

Y entonces una nueva comprensión: ¿qué voy a decirle a mis padres? Mis manos se sacuden, la carta temblando con ellas. Lágrimas se materializan en las esquinas de mis ojos, escociendo, nublando mis alrededores. Doy una respiración superficial. ¿Qué voy a decirle a Blake? ¿Y a Savannah? ¿Qué hay sobre mis profesores? Todos están esperando que yo vaya a Harvard. ¿Cómo explico esto? ¿Qué digo siquiera?

No llores, Jaden.

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La puerta principal se abre y cierra. Me congelo.

— ¿Jaden?

Mamá.[2]: Alumnos que logran el primer promedio académico y que obtienen un papel determinado en la ceremonia de graduación.

—Estoy arriba, —digo, poniéndome en acción. Obligo a la carta a volver al sobre, los dedos forcejeando torpemente, entonces la meto dentro de un libro al azar posado en la parte superior de mi escritorio.

— ¿Te importaría ayudar con las compras? —pregunta ella—. Tengo a Joshua conmigo.

Me apresuro al baño, verifico mi cara y ojos. A pesar de que están rojos, se ven más cansados que cualquier otra cosa, y mi cara no está toda manchada. Está, no obstante, pálida. De un espantoso blanco.

Abanico mis ojos para que mis primeras lágrimas desaparezcan, y me pellizco las mejillas, resucitándolas. No puedo decir nada—no aún. Tengo que comprender esto.

Tan pronto como estoy completamente serena me dirijo abajo, encontrándome con mamá en el recibidor. —Si pudieras entrar el resto, sería grandioso.

—Seguro, —replico, fingiendo una sonrisa.

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Unos pocos minutos después entro a la cocina, con los brazos llenos de bolsas de compras de ropa. — ¿Buen día? —me dice ella, escudriñando el montón de facturas y revistas.

—Sí, —contesto, sin vacilación—. Siempre. —El entusiasmo suena falso, incluso para mis propios oídos.

—Bien. Gracias por recoger el correo.

Saco una caja de huevos y la llevo al refrigerador. —No hay problema.

— ¿Obtuvimos algo especial?

—No vi nada, —respondo, tirando de la manivela.

Es tan fácil, mantener mis noticias en secreto. Papá toma su cena en su oficina, y los planes de casamiento y las renovaciones de la casa dominan la conversación en la mesa. Todos están consumidos con sus propios proyectos. Ayudo con los platos así que entonces me dirijo a mi habitación, mencionando “un montón de tarea” como mi excusa por no estar sociable. En mi camino por el interior, toco ese adhesivo de Harvard por costumbre. Cuando recuerdo, lo arranco de la pared, quitándole la pintura con él, exponiendo la placa de yeso gris. Hago una pequeña y pegajosa bola estrujándolo y la arrojo a través de la habitación. Golpea contra la puerta de mi armario antes de caer al piso y rodar, desapareciendo debajo de mi cama.

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No llores.

Más tarde, entro a la ducha. El agua hirviente transforma mi pálida piel en un rosa encendido—el vapor lanzándose al techo, llenando la habitación. Mis pulmones están paralizados, y el calor quema mi garganta. No puedo tragar o respirar o pensar.

No llores, Jaden. No puedes llorar.

Cuando lo último de agua caliente desaparece, salgo a la espesa niebla, mi oscuro cabello formando charcos por mi espalda y en el piso. Limpio la bruma del espejo con mi toalla, apenas reconociendo a la chica que aparece, regresándome la mirada.

***

—Jaden, cariño, te ves exhausta.

Mamá está dándole de comer el desayuno a Joshua en la mesa. Me estoy quedando atrás, lo que es inusual. Todos los demás ya se han ido.

Pensé que dormir sacaría la rojez y la hinchazón alrededor de mis ojos, pero incluso después de aplicar una escrupulosa cantidad de corrector, las señales de dolor persisten. Hice lo mejor de mí, pero obviamente no fue lo suficientemente bueno.

— ¿Te estás sintiendo bien? —continúa.

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—La verdad es que no, —contesto, sacando una de las barras de granola de Phillip de la caja en la despensa—. Creo que tal vez esté resfriada. O algo. —Las mentiras están viniendo más rápidamente, más fáciles.

—Bueno, —comienza ella, paleando una cucharada de cereal para bebé en la boca de Joshua—, tú sabes que siempre te agarra uno cuando el tiempo cambia. Y ha estado haciendo más calor.

—Sí.

—Estás yendo tarde. ¿Vas a prepararlo?

Miro el reloj en el microondas. —Precisamente no llegaré temprano.

Agarro las dos bolsas de almuerzo ligero que hice la noche anterior y las dos botellas de agua del refrigerador. Si mamá notó que estamos escasos, esas últimas semanas, de aguas y comida para el almuerzo más rápido de lo usual, no dijo nada. Por eso, estoy agradecida.

—Que tengas un buen día, —grita cuando salgo por la puerta.

Gracias a Dios, tengo todo el camino a la escuela para serenarme, para despejar mi mente. Siempre y cuando nadie pregunte sobre Harvard, o si he escuchado algo, estaré bien. Siempre y cuando la conversación no lleve al período universitario, estaré fenomenal. Puedo hacer esto.

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No hay que no pueda manejar.

La única cosa con la que no cuento, sin embargo, es la única persona en todo el mundo de la que no puedo ocultar nada. Alguien que parece conocerme mejor de lo que yo lo hago, por más que quisiera que él lo haga o no.

— ¡Jade! —grita mientras cruzo el estacionamiento.

Mi cuerpo se pone rígido, los músculos tensándose. Por supuesto. Hoy. De todos los días. Este es el día en que él me arrinconaría en el estacionamiento. Olvida que apenas me dice una palabra la mitad del tiempo. Mi mandíbula se aprieta, mis dientes rechinando de frustración. Continúo moviéndome, los pies golpeando el pavimento con intención. Si puedo llegar adentro… llegar a mi casillero, todo estará bien. Mi corazón resonando en mis oídos.

— ¡Jade!

Es como si nuestros roles se invirtieran—hemos vuelto al punto de partida—porque hubo un tiempo, no hace tanto, incluso, que yo era la única persiguiéndolo a él por el estacionamiento. Debería reírme ante esto. Es divertido.

Sus pasos son más rápidos—más rápidos que los míos—y en cuestión de segundos él está detrás de mí. —Jaden, espera.

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Lo ignoro y sigo adelante, apartando mi cabello de mi cara.

— ¡Dios! ¿Qué está mal contigo? —pregunta, con tono cortante y airado.

Me estremezco, tragando la náusea que crece ante las palabras. No puedes llorar, Jaden. Lágrimas escosen en las esquinas de mis ojos. No llores. No puedo parar. No puedo mirarlo. No puedo llorar porque él lo sabrá. Todos lo sabrán. El mundo entero se nubla tras las lágrimas saladas, un torbellino mezcla de asfalto y cielos azules y cientos de sombras de verde.

Continúa moviéndote.

Él se estira y agarra mi brazo, girándome para enfrentarlo. —Jaden, —dice firmemente.

Sus fríos ojos examinan los míos, duros, sus facciones tiesas. Lágrimas manchan mi visión. Pero puedo ver a su expresión suavizarse. Aparto mi rostro de él, incapaz de ocultar.

— ¿Qué pasó?

Su voz, mezclada con miedo y preocupación; eso es todo lo que necesita. Las lágrimas se derraman y corren por mis mejillas. Las seco con mis pulgares, pero cuanto más las ataco con más fuerza caen. No puedo parar. Dejo salir un sollozo en el medio del estacionamiento. En frente de Parker Whalen. Con gente mirando.

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Él pone sus manos en ambos lados de mi rostro, girándome de vuelta hacia él. — ¿Qué pasó? —repite él, con voz ansiosa. Trastornada, incluso—. Tienes que decirme. —Las interminables posibilidades parecen representarse en sus ojos.

—Yo… yo n-no conseguí entrar, —tartamudeo. Admitir esto en voz alta—diciendo las verdaderas palabras—consolida la horrible idea en realidad. Es oficial: No voy a ir a Harvard. Lo he hecho.

No puedo decir si está aliviado por las noticias, pero todo se relaja: sus ojos, su mandíbula. Sus manos me liberan, cayendo a sus costados. Me apoyo en él, no queriéndolo dejar ir, descansando mi mano en su pecho, enterrando mi rostro en su fresca chaqueta de cuero. Él maldice en voz baja y envuelve sus brazos a mí alrededor, apretándome, sosteniéndome. —Lo siento tanto, —susurra.

—Soy una embustera tal, —murmuro, respirando en el suave y desgastado cuero. El olor de Parker—. Nadie va a tomarme en serio de nuevo.

Él se aparta. —Sólo porque no conseguiste entrar a tu universidad selecta no te hace una embustera. Quiero decir, sé que no puede sentirse bien…

— ¿Qué voy a decirle a todos los demás? —interrumpo, torpes lágrimas corriendo por mis mejillas. Seco mi nariz que moquea con el puño de la manga de mi chaqueta.

—La verdad. No van a pensar nada menos de ti.

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—Yo… yo no puedo. —Tan duro como he trabajado para convertirme en la Jaden que lo integraba a todo… soy un desastre patético, lastimoso y gimoteador—. No puedo entrar allí. —Miro hacia el edificio, los vestíbulos llenándose, la gente mirándonos al pasar.

Él se detiene por un instante, examinando mis ojos. — ¿Estás diciendo que quieres salir de aquí? —pregunta, pareciendo inseguro de si eso es en verdad lo que quiero, o si es el estrés hablando.

¿Es eso lo que estoy diciendo? Creo que sí. —Sí.

—Entonces dame tus llaves.

Sorbo las lágrimas. — ¿Qué?

—Dámelas.

Ellas tintinean suavemente mientras se las entrego.

Toma mi mano, cerrando sus dedos con los míos, y me arrastra por el estacionamiento. Él se mueve rápido. Corro para mantener el ritmo con él mientras esquivamos autos.

Cuando alcanzamos mi Civic blanco, él presiona la alarma del auto y las puertas se desbloquean.

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— ¿Sabes que podrías meterte en problemas por esto, cierto?

Asiento.

— ¿Y aún quieres hacerlo?

—Sí.

— ¿Estás segura? —Mira mi cara en busca de señales de vacilación.

Titubeo, pero sólo por un momento, antes de asentir nuevamente. Es peligrosamente fácil para mí tomar esta decisión: salir a este mundo, dejar todo lo demás atrás. —Sí.

Él abre la puerta del lado del conductor. —Entonces vamos.

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Capitulo 19Traducido por Little Rose

Una vez que subimos a la autopista me estiré hacia mi cartera, buscando mi celular. Presioné el botón de apagado hasta que escuché el sonido de que se apagaba. No necesitaba que me buscaran. No ahora. Abrí mi caja de guantes y quité el paquete de pañuelos que tenía allí para emergencias. Me soné la nariz, y después me miré en el espejo. Mis ojos están rojos, pero sin lágrimas y lo único que queda de mi ruptura emocional son las gotas de rímel corridas en mis pestañas. Me las quito con los dedos, para que desaparezcan.

— ¿Estás bien?—pregunta Parker.

Inspiro hondo para calmarme. —Sí—le respondo, —lo lamento. —

— ¿Lo lamentas? ¿Qué?—frunció el ceño.

—Por eso. Allá atrás. —

Me mira. —No tienes que disculparte. Tienes derecho a estar molesta. —

—Jaden McEntyre no se molesta. No frente a las personas, de todas formas—murmuro.

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—Aparentemente si lo hace. —

Me congelo, mientras los árboles y campos y cables de teléfono pasan.

—No es algo malo, sabes, —prosigue. —Está bien llorar. Dejar que la gente sepa que te duele. —

—Sí, bueno, yo soy quien se supone que se controle. —

—No, no lo eres. La única persona que espera eso de ti eres tú. —

Me muerdo el labio. —Igual. —

—No. Igual no. —Hace una pausa. —Como sea. No cambia nada. Sigues siendo la misma, aburrida Jade. —

Lo miro, sintiendo una sonrisa formándose en mis labios, y nuestras miradas se encuentran.

—Como mucho—prosigue, —te hace más real. —

Seguimos conduciendo hasta que se veía Hamilton en el horizonte. —Wow. Cuando te escapas, realmente lo haces, ¿cierto?—digo mirando la gran expansión de edificios.Parker sonríe. —Bueno, me imaginé que si vas a faltar a la escuela, al menos hay que hacer algo productivo con el día. —Mira sobre su hombro y cambia de carril, subiendo la velocidad.

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—Así que eres un profesional. De faltar a clases, me refiero. —

—Algo así. La diferencia es que faltar para emborracharte te deja con una resaca infernal y sintiéndote peor al final del día, y sin nada bueno que recordar de todo eso. —

Suspiro. —No tengo idea de nada. —

—Sí, bueno, yo sí. Por eso hoy será diferente. —

—Yo apoyo lo de emborracharse—admito.

—Seguro que sí, salvo por un detalle: cuando se pasa, los problemas siguen allí. —

—De acuerdo. ¿Qué sugieres?—

—El zoológico, —dice.

Vuelvo la cabeza, mirándolo extrañamente, como si no hubiera comprendido, o si hubiera hablado en otro idioma. Cuando no se explica ni nada, me aclaro la garganta. — ¿El zoológico?—

—Sí, —responde, encontrando nuestras miradas. — ¿Te parece bien? Ósea, no eres alérgica a nada, ¿no?—

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—No, —respondo riendo.

Vuelve su atención a la ruta sonriendo. — ¿Ves? Ya está funcionando. Es imposible que estés de mal humor en el zoológico. —

No es una sorpresa que, cuando estacionamos en el Zoológico de la Ciudad de Hamilton, está prácticamente vacío. Hay un par de autobuses escolares, y dos transportes de hogares para ancianos, pero además de eso el lugar está desierto. El sol de la mañana brilla fuertemente en nuestras cabezas; una linda brisa nos rodea y me alborota el cabello. Me subo la chaqueta al salir del auto.

— ¿Vienes aquí seguido?—pregunto mientras vamos a la boletería. Un letrero colorido informa del nuevo pabellón de pingüinos.

—No. Nunca he venido antes, —confiesa. Se aclara la garganta, dudando. —Es que teníamos esta cosa con mi mamá. Cuando era un niño, entramos en un programa de precios bajos que nos hacía elegibles para entradas con descuento en el zoológico. Yo entraba gratis y mamá a mitad de precio. Era más barato que el cine, pero cuando los tiempos eran difíciles y no podíamos gastar mucho, íbamos al zoológico. Si las cosas estaban realmente mal, era la biblioteca, porque eso no cuesta nada. Realmente vi la biblioteca más de lo que vi el interior del zoológico en mi vida, para ser sincero. —

—Así que así te convertiste en un fanático de Cumbres Borrascosas, —digo.

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—Me gustan las buenas historias, —dice. —Y hay algo genial en un chico que puede convertirse a sí mismo en algo de la nada. —

—No puedo creer que te guste Heathcliff, —murmuro.

—No puedo creer que te guste el señor Darcy. Dos adultos por favor, —dice, inclinándose sobre el altavoz. Busca su billetera en el bolsillo.

—No tienes que pagar por mí, —digo, abriendo mi bolso. Parker es más rápido, y desliza un billete de veinte bajo la ventanilla antes de que pueda encontrar la billetera entre mis lentes de sol, brillo labial y pañuelitos.

—Por favor, —responde, rosando los ojos mientras me da un boleto. —No te pongas como una Nazi feminista conmigo. Es un gesto. Acéptalo. —

Tomo el boleto. —De acuerdo, lo aprecio, —murmuro.

Nos detenemos en la entrada para tomar un mapa del lugar donde están remarcadas las diversas atracciones.

— ¿Adónde?—pregunta.

—No lo sé. —

—Bueno…bueno podemos ir a la izquierda. O la derecha. Tú eliges. —

Izquierda o derecha. Dos direcciones. Dos caminos diferentes que llevan a

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lo mismo. Uno no necesariamente es mejor que el otro. Sólo…una simple decisión. Un acto al azar de preferencia.

Estudio el mapa. Si vamos a la izquierda, iremos al cuarto de reptiles primero. Si vamos a la derecha, será la Savannah Africana.

Parker se aclara la garganta.

—Lo sé. Lo sé. Estoy pensando. —Digo.

—No. No es eso. —

Lo miro. — ¿Qué?—

—Es sólo…tu cabello. —

— ¿Mi cabello?—repito.

—Sí, —dice. Acerca la mano, acariciándolo y acomodando unos mechones con todo cuidado. —Está realmente rojo hoy. —

—Oh, lo sé. Es el…—miro el cielo, tragando con fuerza. —El sol. Es castaño, por lo que cuando estoy adentro o en la oscuridad, o si está nublado afuera, es ve marrón. Pero cuando estoy al sol…—

—Es casi cobrizo, —termina en voz baja, extasiado.

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Nuestras miradas se encuentran y sonrío. —Sí, lo es. —

Me mira por otro segundo antes de aclararse la garganta y retroceder. —Entonces. ¿Adónde?—

—Derecha, —respondo. —Leones, elefantes y antílopes. —

—Oh no, —dice Parker con los ojos muy abiertos.

—Eres tan sensible, —digo golpeándolo juguetonamente, sonriendo mientras caminamos.

***

Nuestra siguiente parada es el centro de Hamilton. Pasamos bajo los rascacielos: edificios gigantescos de oficinas que suben, formando un mundo, dejándonos diminutos. Atravesamos el campus de la universidad hacia el distrito histórico, que tiene pequeños bares, tiendas de regalos, boutiques, librerías, y galerías de arte.

— ¿Dónde estamos?—pregunto al abrir mi puerta después de que estacionamos.

— ¿Nunca has venido aquí abajo?—

Sacudo la cabeza. —No. —

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—Ven. —Me hace un gesto. Rodeo el auto y nos encontramos en la calle. Toma mi mano al cruzar, mientras eludimos el tráfico.

—Hay una sandwichería, —explica, —no has vivido hasta que no hayas comido algo allí.

Mi mano está relajada en la suya mientras caminamos por la acerca rodeada de árboles, pasando junto a estudiantes, y trabajadores, y compradores y mujeres en traje. Me sorprende qué tan natural parece, qué cómoda se siente mi mano en la suya—nuestros dedos seguramente entrelazados. Su mano no está muy fría, ni muy caliente. No está sudorosa ni reseca. Es…perfecta. Intento no parecer conmovida por su toque, incluso si mi pulso se disparó, y mis hombros caen cuando me suelta.

Me abre la puerta del restaurante, y una campanita suena cuando pasamos. Adentro está más oscuro, y las mesas están llenas. Hay un murmullo de charlas y el grito ocasional de la camarera; el crujido de la carne friéndose; mucho humo en el techo; el ruido de la música de fondo, los acordes de una guitarra, algo alternativo.

—Te recomiendo el filete con queso, —dice Parker, retrocediendo un paso.

—Suena bien. —

Mira alrededor. —No parece haber espacio. ¿Quieres que nos sentemos afuera?—

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Alzo una ceja. — ¿Y dejarte pagarme el almuerzo también?—respondo cruzándome de brazos.

—Dios, Jade. No lo hagas tan complicado. —

—Es sólo que, en vez de un lindo gesto, esto parece una cita. Me gustaría pagar mi comida. —

—Bueno, como yo lo veo, conducimos en tu auto, y tendrás que echarle gasolina cuando volvamos, —explica. —Que pague la entrada al zoológico y tu almuerzo equivale a mi parte de ese gasto. —

Lo considero.

—Eso es lo que pensé. Lo llamo justo. ¿Qué quieres de beber?—

—Si tienes que preguntar, no me conoces tan bien como crees. —Sonrío y me vuelvo en mis talones, hacia la salida. La campana vuelve a sonar mientras salgo, moviéndome hacia las mesas de jardín de hierro que hay junto a la acera.

Los edificios que nos rodean no dejan pasar el sol; está fresco en las sombras. Se me pone la piel de gallina. Me froto contra la chaqueta y me siento en una mesa para dos. Hay una galería de arte y un estudio del otro lado de la calle, una pequeña tienda de regalos, un club nocturno, una tienda de ropa, una cafetería…un gran cartel indica: DEPARTAMENTOS EN ALQUILER.

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—Me gusta este lugar, —le digo a Parker cuando llega con la comida.

— ¿Es genial cierto?—me pasa una botella de agua, y se sienta.

—Hey. ¿Qué ocurrió?—pregunto, tomando su muñeca. Parker la retira, tirando del borde de la manga de su campera de cuero, cubriendo un oscuro hematoma.

—Dios. Es mi estúpido armario, —explica sonriendo. —Está justo al lado de la puerta. Me lo choco al menos una vez al día. —

—Ay. —

—Ni que lo digas. Como sea, me gusta esta parte de la ciudad—tiene buena vibra. Es artística y divertida. Sería un gran lugar para vivir—continúa, haciendo un gesto con la cabeza hacia el edificio de enfrente.

—Sí, vi lo de los departamentos, —respondo, mirando las ventanas.

—Y está a una distancia caminable del campus. ¿Ves ese edificio allá?—señala el final de la calle. —Es el edificio de Lenguaje y Literatura. —

— ¿Intentas decirme algo?—pregunto, alzando una ceja.

—Sólo remarco lo obvio. —

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Abro el envoltorio de mi filete con queso. —Bien, porque por un minuto habría jurado que intentabas convencerme de venir a la universidad aquí. —

— ¿Qué tiene eso de malo? ¿Acaso no aplicaste?—

—Lo hice, —respondo mecánicamente.

— ¿No entraste?—

—Con una beca. —

— ¿No tienen escuela de medicina?—presiona.

Suspiro. —Sí. ¿Tu punto?—

—Realmente tienen una buena escuela de medicina, —dice. —La mejor del estado. —

Pongo los ojos en blanco. —De nuevo. ¿Tu punto?—

—Mi punto es: la vida no se acaba porque no entraste a Harvard. Aún puedes ir a la escuela de medicina, sabes…puedes hacer la diferencia. —

—Lo sé, —respondo, mordiendo mi sándwich suave y caliente. —Es sólo que…Harvard era importante para mí. Y pensé que lo había hecho bien. Quiero decir, estaba nerviosa por entrar, pero sólo porque quería conocer

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su decisión. Realmente nunca me senté a pensar qué pasaría si me rechazaban, —confieso. —Es el mayor fracaso del mundo. —

— ¿Sabes cuál es el problema?—no me deja responder antes de seguir. —Y no te lo tomes mal, —me advierte. —Es sólo que creo que no te han dicho que no muy seguido. Eres la bebé de la familia, la única hija, la consentida de los maestros. Estás acostumbrada a tenerlo todo cuando lo quieres. —

Bajo la vista, dudando. —Sí, bueno, ¿qué hay de malo en eso?—

—Es que el mundo no funciona así. Es por eso que a veces es mejor ser flexible. Cuando no consigues lo que quieres, piensas en otra cosa. —

No le respondo. Entonces, bueno, quizás no me digan que no muy seguido, pero no es porque no espero a que las cosas pasen; sino porque hago que pasen.

Entrar a Harvard es la primera gran cosa que no pude hacer pasar, y apesta.

Levanto el sándwich y lo vuelvo a morder. Delicioso.

— ¿Puedo darte un consejo?—presiona Parker, con los labios apretados cautelosamente. —Haz con él lo que quieras, pero creo que deberías olvidar a Harvard y seguir con tu vida. Sí, es una gran decepción, pero no puedes simplemente abandonar todo porque una cosa no salió como esperabas.—

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Deje mi sándwich en el plato y me limpie con la servilleta, digiriendo todo lo que está diciendo, sintiendo mi temperamento salir a flote. —Habla por ti mismo. Quiero decir, de abandonar cosas. Sólo te sacará de apuros. ¿Por qué debería escucharte?—pregunto, todavía masticando.

—Eso es diferente: no estoy huyendo de nada. —

— ¿Y entonces cómo lo llamas Parker? Tú mismo dijiste que te irías. ¿Qué vas a hacer? ¿Adónde irás siquiera?—

—Yo también llamo a mis planes seguir adelante. Sólo que en otra dirección. —Toma su sándwich, con tono defensivo.

—Lo sé. Y lo comprendo. Es sólo…no entiendo por qué la universidad no puede ser parte de ello. —

Se congela. —Creí que todo el día sería sobre ti. No se supone que hablemos de mí y mis problemas. —

—Es simplemente triste Parker, sólo eso, —digo con un tono más suave. —Eres tan listo. —

—Sí, bueno también tú. —

— ¿Entonces en dónde nos deja esto?—pregunto.

—Dos personas inteligentes sin un plan concreto para el futuro, —confirma.

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Sonrío.

—Pero antes de todo eso, dos personas muy inteligentes que estarán en problemas inimaginables al regresar a casa, —aclara. Las palabras quedan entre nosotros. —Pero ya sabes, —prosigue después de unos segundos, —el momento—bueno, malo, sea lo que sea—no dura para siempre. —Se encoge de hombros. —Ya pensarás en algo. Yo pensaré en algo. La vida sigue. —

***

Volvemos a la escuela a las cuatro en punto. La motocicleta de Parker es el único vehículo que queda en el estacionamiento de estudiantes.

—Vuelta a la realidad, —murmuro mientras deja mi auto al lado de la moto. —Pero el lado bueno es que la pasé muy bien hoy, —me aferro a la postal que a Parker le había costado veinticinco centavos en una tienda de regalos. La foto había sido tomada temprano en la mañana, y mostraba la calle rodeada de árboles, vacía, y con algunos rayos de sol asomándose por la bruma. —Uno de los mejores días que he tenido en mucho tiempo, —termino.

—Me alegro. —

Salimos de mi auto, estirando las piernas. Parker deja el motor encendido. Tenía razón: tendré que ir a la gasolinera camino a casa. Toma su mochila y casco del asiento trasero mientras yo rodeo el coche al asiento del

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conductor, pensando que este fue uno de los días más perfectos de mi vida. Y no necesariamente por lo que hice ni adonde fui…pero sino con quién fui.

Me vuelvo para enfrentarlo. —Es sólo que, sabes, tendré que explicar todo ahora, y no sé qué decir. —

Me mira. — ¿Sobre Harvard?—

—Sí, —respondo cruzándome de brazos.

Avanza un paso más cerca de mí, sosteniendo mi mirada. —Diles que Harvard cometió el mayor error de su historia y no te admitieron. Pero está bien, porque aun así harás cosas geniales. —

—Lo haces sonar tan simple. —

—Lo es. Nadie va a pensar mal de ti, especialmente no tu familia y amigos. Y si lo hacen…tienen las prioridades jodidas, no tú, —termina, con la voz suave y una mirada amable. Sus palabras hacen que mi estómago se revuelva.

Mi respiración se me atasca en la garganta mientras Parker pone mi cabello detrás de mi oreja por mí, y traza el contorno de mi rostro con un dedo. Cierro los ojos, y me inclino contra su mano.

Su pulgar recorre mis labios, los acaricia, y cuando abro los ojos está más cerca. Siento el tirón familiar—esa parte de mí que me llama al silencio—y

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me dejo imaginar cómo sería besarlo.

Entonces, como Ethan y Mattie en el trineo, apresurándose a ese árbol, una imagen de Blake…mi madre…Savannah…pasan por mi mente. Me agito, volviendo a la realidad.

Retrocedo, chocando contra la puerta del auto, con el corazón en la boca. Me calmo y aclaro mi garganta. —Uh, gracias. De nuevo. Por todo. —Voy a acomodarme el cabello detrás de mi oreja, pero Parker ya lo ha hecho. Paso de todas formas mis dedos por él, con las mejillas sonrosadas de la emoción, la vergüenza y la frustración juntas.

Sonríe tristemente, retrocediendo. —Cuando quieras. —

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Capitulo 20Traducido por Eve2707

En mi camino hacia la gasolinera, finalmente pude sacar mi teléfono celular. Cuando lo prendí, tenía veintiuna llamadas perdidas y nueve mensajes de voz. Gruñí. Tal vez debí haberlo dejado prendido. El primero era de Savannah. Hablaba en voz baja, y podía escuchar la estática del pasillo de la escuela detrás de ella.

—Está bien, solo te estoy advirtiendo que Blake está por llamar. Es el segundo periodo y viene a descubrir que aparentemente te fuiste, y el rumor es que algunas personas te vieron irte con Parker Whalen. No te estoy juzgando, Jaden, pero tu novio está enojado. Media escuela está hablando de eso. Solo…ten tu historia en orden primero, yo creo. —

El mensaje sonó.

El siguiente es de Blake, corto y al punto. —Es Blake. Llámame. —

El mensaje sonó.

El siguiente es de Ashley. —Hola chica. ¿De verdad faltaste a la escuela hoy con Parker Whalen? Porque si lo hiciste, yo no sé porque no fui informada. Llámame. — Bip.

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Otro mensaje de Blake. —Es Blake otra vez. Solo tratando de descifrar que está pasando hoy. Llámame. — Bip.

—Jaden, cariño, es mama. Llamaron de la escuela preguntándose si estas enferma. Les dije que no te estabas sintiendo muy bien esta mañana, pero te fuiste a la escuela de cualquier manera. ¿Dónde estás? Regrésame la llamada. —

Gemí.

—Jaden, es mamá otra vez. No estás en la escuela y no has venido a casa. ¿Dónde estás y porque no está prendido tu celular? Será mejor que te escuche pronto. — Bip.

—Es Savannah, otra vez. Llámame. — Bip.

—Jaden, es Blake. ¿Por qué no estás regresando mis llamadas?— Bip.

—Jaden, ya paso la comida y no te he escuchado. Estas castigada en el momento que camines por la puerta de la entrada. —

Mi teléfono suena justo en el momento que me estaciono en la gasolinera. El nombre de Savannah ilumina la pantalla. Contesto.

— ¡Ahí por dios Jaden! ¡Hemos estado tratando de hablarte todo el día!— moví el teléfono lejos de mi cabeza, mis oídos sonando.

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—Lo sé. Yo solo… tuve un momento, eso es todo. —

—Lo siento… ¿’momento’ significa ‘pérdida total de la discreción’?— ella pregunta.

Yo sonrío. —Si, algo así. —

— ¿Así que estabas con Parker?

—Si, estaba con Parker. — No tiene sentido mentir. Suena como que ya todo el mundo lo sabe de cualquier manera, y no es como que voy a esconder algo así de mi mejor amiga.

— ¿Y?—

— ¿Y qué?—

— ¿Te importaría explicar esto un poco mejor? Quiero decir, Blake se está volviendo loco, y tu mamá llamo, está completamente asustada. No sé porque no dejaste una nota. —

—No estaba planeado. —

— ¿Qué te pasó?— ella pregunta.

— Estaba…—me desvanecí y deje salir un gran suspiro. —Estaba teniendo un mal día, y Parker, no lo sé, me llevo lejos por un rato. —

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— ¿A dónde fueron?—

—Hamilton. El zoológico. A comer. Hicimos algunas compras. —

—Hay por Dios, — ella murmura. Deja salir una pequeña risa, como que no pudiera confiar en sus propios oídos. — ¿Parker Whalen? ¿Comida y compras?

Yo sonrío. —Lo sé—

—Aunque no lo entiendo. ¿Saltarse la escuela? Vamos Jaden. Esto para nada eres tú. —

Tome una gran respiración. Hasta cierto punto, voy a tener que empezar a hablar. —Recibí mi carta de Harvard ayer, — finalmente le dije.

Su tono instantáneamente se eleva. — ¿De verdad?— pregunta. Se detiene un momento, procesándolo. —Oh. De verdad. —

Suspiro. —Si, de verdad. —

—Así, mm, ¿supongo que las cosas no salieron como tu pensabas?—

—Se podría decir. —

— ¡Hay no! Jaden, lo siento. —

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—Está bien, — conteste, encogiéndome de hombros. —Así es la vida, ¿correcto?—

—Pero yo se lo importante que era para ti. ¿Alguien más lo sabe?—

—No. Y ese es el problema, creo. No se lo dije a nadie, así que cuando llegue a la escuela esta mañana ya estaba triste. Y después me encontré con Parker y era obvio que yo estaba triste…así que fue a la primera persona que se lo dije. Tú eres la segunda. —

— ¡Me hubieras llamado ayer! ¡Yo hubiera ido a verte!—

—Lo sé, yo estaba—de hecho aun estoy—realmente muy desanimada por eso. —

—Así que… ¿Es algo que me debo guardar para mí misma?—

—No tiene sentido. Voy a tener que decirles a mis padres. Sé que mamá está furiosa. Y bueno, creo que al menor número de personas que se lo tenga que decir mejor. —

—Tú sabes que puedo ayudar con eso, — ella contesta. Puedo decir que esta sonriendo, tratando de hacerme sentir mejor.

—Lo sé. Cuento contigo. Solo hazle saber a todos que no quiero hablar acerca de eso. Sin miradas de disculpa ni pena, ¿Está bien?—

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—Lo tienes—

—Así que, mm, ¿Qué dijo Blake?— pregunte después de un momento pequeño y tranquilo.

—Nada. No ha dicho nada en todo el día. Fue realmente incomodo. —

—Él sabe, — confirmo.

—Todos saben. Por favor se honesta conmigo, Jaden. ¿Él te gusta?—

Yo sé que ella está hablando acerca de Parker. Suspiro otra vez. Quiero darle una respuesta completa y honesta a su pregunta. Quiero un periodo de respuesta. Pero al final: —No lo sé, — confieso.

—No puedes hacerle esto a Blake, — ella dice calmada. —Si necesitas tiempo para pensar las cosas… o lo que sea…no puedes seguir llevándolo. No es justo para ninguno de ustedes.

—Lo sé, — contesto inhalando profundamente. —Estas en lo cierto…yo solo…no lo se. Quiero decir, podría no tener nada en que preocuparme después de hoy. Probablemente no es una decisión que yo deba tomar. Probablemente estoy tan buena como dejada. —

—Posiblemente. —

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Otro silencio cae entre nosotras. En ese momento, Blake es el más pequeño de mis problemas. Aun tengo que poner gasolina, y cualquier cara de ira me espera en casa. Le dije a Savannah que la vería en la mañana y apague el teléfono por última vez ese día.

***

No me anticipe a lo nerviosa que iba a estar cuando finalmente estacione mi carro en la calle frente a mi casa. Y tampoco conté con Sarah en casa—o Daniel, o Phillip. Solo asumí que iba a ser algo que ellos escucharían después—no ser parte de. Tome varios respiros profundos, tratando de calmar mis nervios. No hay nada que no pueda manejar. Pero mis manos estaban temblando cuando alcance la perilla de la puerta principal, pero antes de que pudiera darle vuelta, la puerta se abrió completamente.

Abrí mi boca para hablar, pero las palabras estaban atrapadas en mi garganta: nada salía.

—Entra, — exigió Daniel.

Su voz como hielo en mi piel, el escalofrió escalando. Mi boca se cierra, y es todo lo que puedo hacer para no explotar en lágrimas a su sonido. Él esta lívido, notablemente preocupado… quien, conociéndolo, probablemente le molesta aun más. No estoy segura que es peor: mi mamá y mi papá enojados conmigo, o Daniel. Nadie había estado alguna vez así de enojado conmigo. Tal vez la peor parte de todo esto es: si nunca me dijeron no, tampoco había estado en un problema tan serio.

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Seguí a Daniel al comedor, donde todos excepto mi papá están sentados alrededor de la mesa. El reloj de pared, llevándose con su sonido los momentos, y los reverbera a través del cuarto.

Hago un pequeño inventario. ¿Daniel? Fumante. ¿Mamá? Enojada. ¿Sarah? Preocupada. Aun ansiosa por mí. ¿Phillip? El mismo de siempre—inclinado en su silla, con los brazos cruzados, queriendo solo un lugar en primera fila para el show. Trato de no rodar mis ojos y tomar otro respiro profundo. —Mamá, — comienzo.

—No. Tu siéntate, — ella ordena.

Trago fuerte y jalo la silla a la cabeza de la mesa. Daniel se sienta a lado mío.

—Antes de que diga algo mas, quiero que sepas que estas castigada, — ella dice.

Mis ojos brotando lágrimas. Muerdo mi labio de abajo, asintiendo.

—Está prohibido que hagas cualquier cosa fuera de la escuela. Cualquier cosa que no esté relacionada con la escuela. No hay actividades extracurriculares. Ya las hiciste… por el resto del año escolar. Eso significa no Blake, no Savannah, no juegos de pelota, no caminatas, o caridades, o recaudaciones de fondo. —

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Asentí otra vez, las calientes lagrimas derramándose sobre mis mejillas.

— ¿Tienes una explicación para lo que paso hoy?— ella pregunto, cruzando sus brazos sobre su pecho, su rostro severo. —Hasta este punto no tiene que ser bueno. —

Sacudí mi cabeza, limpiando el líquido de mi nariz con la palma de mi mano. —No. —

—Puedes imaginarte lo sorprendida que estaba cuando recibí la llamada de la oficina, Jaden. No te veías bien esta mañana, pero estar enferma nunca te detuvo de ir a tu escuela. Esta es la primera vez que perdiste una asistencia perfecta y, con excusa o no, me gustaría saber que hay detrás de tu decisión de faltar a clases y no decirle a nadie. —

No puedo mentir. Es un pueblo pequeño. Lo averiguaran de una manera u otra. Es mejor para mi decirles todo a que lo averigüen por una tercera persona. Además, no hay que decir los tipos de rumores que circularan por la escuela. Mi reputación como ciudadano consciente de Bedford se acabó.

—Yo, mm, estaba teniendo un mal día, — comencé tranquilamente, —y decidí que no podía ir a la escuela. — Ofrecí un pequeño encogimiento de hombros, como si fuera así de simple.

— ¿Y tu no viniste a casa?— ella pregunta, sin entender.

—No. —

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— ¿Por qué?—

—Porque…—trague fuerte. —Pensé que necesitaba irme lejos por un momento. Así que…salí del pueblo. —

Mamá sacude su cabeza en desaprobación. No puedo leer su expresión. Decepción, ¿tal vez? Es como si ella me estuviera viendo—realmente viéndome—por primera vez, en toda mi desgracia e imperfección.

—Temo incluso preguntar esto, porque pienso que ya conozco la respuesta, pero ¿Esto tiene que ver con Parker Whalen?—

—Es mejor que digas que no, — intercede Daniel.

—Daniel, — dice Sarah.

Bajé mis ojos, incapaz de mirar a nadie. Aquí es donde se pone feo. —Si— murmuro, mi labio temblando.

Daniel golpea su puño en la mesa. Yo brinco al sonido. — ¡Lo sabia! ¿Qué demonios está mal contigo Jaden?— él grita.

—Daniel, para— ruega Sarah.

Rompo en frescas lágrimas, hundiéndose bajo su rabia. —Yo… ¡Lo sé! ¡Probablemente no debí hacerlo pero lo hice!— yo chille.

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— ¿Probablemente? ¿Probablemente? ¡Eres tan malditamente ingenua algunas veces! ¿Qué es lo que estabas pensando?— Sus ojos relampagueando, apretando su mandíbula.

—Yo…Yo no estaba pensando. Yo solo…no podía ir dentro. —

— ¿Por qué no?— el demanda saber.

Abrí mi boca para decirles sobre Harvard, las palabras en mis labios. Pero viendo sus caras…Mamá y Daniel tan enojados, tan desilusionados…—Yo solo… necesitaba irme lejos, eso es todo. —

—Esto tiene que haber sido idea de él, — Daniel declara.

—Fue mutua, — corrijo, no esperando que Parker tome la culpa completa. —Yo me fui con él.

— ¿A dónde fueron?— Pregunta Sarah.

—Hamilton— susurro.

Daniel dispara a sus pies, la silla raspando a través del piso de madera, agarrando su cabeza con incredulidad. — ¿Dejaste a un chico que no conoces te llevara todo el camino a Hamilton? ¡Es casi una hora de camino, Jaden! ¿Qué si algo hubiera pasado? ¡Jesucristo! ¡Nadie pudo localizarte hoy!— su voz creciendo con cada respiro.

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—Tu sabes— Phillip interviene tranquilo, —esta no es la primera vez que alguno de nosotros falta a clase. —

Vi sobre él, sorprendida. —Todos lo hacemos.

—Ese no es el punto— dice mamá, viéndolo sospechosamente. —Castigue a los chicos por lo mismo. —

—Si, los días que sabias— él se sienta y cruza sus manos, descansándolas en la mesa. —Vamos, tu debes saber que faltamos a clases más veces que eso. —

—Ese no es el punto— repite Daniel. —Jaden es mejor que eso. Nosotros éramos estúpidos. Ella sabe mejor. Ella irá a Harvard por Dios. —

Yo me eche para atrás, pero antes de que pueda corregirlo…

—Tal vez ese es el problema— contesta Phillip. —Tal vez ella está cansada de ser la Pequeña Buena Jaden todo el tiempo. Quiero decir, Dios. Nadie puede ser tan perfecto. No creo que haya sido castigada en su vida. Nunca ha tomado una mala decisión. ¿Cuándo no hemos estado orgullosos por cada pequeña cosa que ella ha hecho? Al menos está actuando como una adolescente normal. — Se acomoda hacia atrás en sus silla. —Francamente, estoy aliviado. Estaba empezando a pensar que era una maldita mojigata. —

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Siento una media sonrisa en las esquinas de mis labios, apreciando el esfuerzo que está haciendo para defenderme.

—Ella está castigada ahora, — dice Daniel, cuestión de hecho.

Phillip rueda sus ojos. — ¿Ella tiene dieciocho años y esta es la primera vez que está castigada? Vamos, ustedes chicos. Así que falto a clases con un chico que no conocemos…—

—Quien tiene una patética reputación— puntualiza Daniel. —Se le había advertido acerca de él, ahora la está acabando. —

Note que este argumento ya no estaba enfocado completamente a mi; ellos siguieron como si no estuviera aquí.

—Sí, bueno, nosotros también teníamos reputaciones patéticas— Phillip le recuerda.

—Los hombres son diferentes. Se supone que deben ser rebeldes y sin control— dice Mamá.

Phillip se ríe. —Ella es estudiante de último año de Secundaria, ¿Te estarás que, graduando en un mes y medio?— él me pregunta.

Muerdo mi labio inferior, asintiendo.

—Si faltar a clase un día en toda su carrera de secundaria es la única cosa

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que puedes encontrar para castigarla, y estoy seguro que lo es, entonces voy a decir que ella ha hecho un buen trabajo— el continua. — Dios. Déjenla vivir un poco. Seria agradable para ella no ser fenómeno en control todo el tiempo. Por una vez, ella realmente se ve como un ser humano normal. Así que ella tiene una falta en su juicio. Jesús. Era tiempo. —

El cuarto se vuelve silencioso, excepto por el sonido del reloj mientras el péndulo se mueve de un lado a otro. Checo las manecillas. Cinco minutos enloquecedores han pasado.Aun nadie habla. Me limpio las últimas lágrimas de mis ojos, negándome a ver a nadie.

Mamá finalmente rompe el silencio. —A pesar de todo eso— ella declara tranquilamente. —Has cruzado algunas serias líneas hoy, nuestra confianza se quebró. Por esto, estas castigada. Los términos siguen en pie. Puedes manejar a la escuela y de la escuela, pero eso es todo. Sin actividades de ningún tipo…sin amigos, sin citas. ¿Y cuándo termina tu proyecto?—

— ¿Proyecto?—

—Tu proyecto…con Parker?

Tengo que pensar por un momento. —Dos semanas, — contesto.

—Vas a terminar ese proyecto, y después no quiero volver a verlo. Se ha probado a sí mismo un problema. —

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Él no es un problema, quiero decirle, pero sabiendo mejor, dejo mi boca cerrada.

—Sin llamadas telefónicas, sin televisión, Te quedaras cerca de casa por lo que resta del año. Vamos a revisar nuevamente el tema después de graduación. —

Sarah aclara su garganta — ¿Qué hay acerca del baile de graduación?— ella pregunta.

—Sin baile de graduación— contesta Mamá.

Phillip rueda sus ojos. —No puedes no dejarla ir a su baile de graduación. —

—Si puedo— contesta mamá.

—Está bien— les aseguro. —Yo entiendo. —

Empuja su silla, rasguñando el piso de madera. —Esto es decepcionante, Jaden, y será mejor que no pase otra vez. —

Yo asiento.

—Tienes treinta minutos en tu cuarto. Lávate y regresa aquí abajo. Vas a cocinar la cena. —

Me limpio las palmas en mis pantalones, secándolos, y parándome. No es

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hasta que llego a mi cuarto cuando finalmente respiro en un suspiro masivo—de alivio, de decepción, de frustración—no lo sé. Que hago ahora, me doy cuenta mientras me quedo viendo mi reflejo en el espejo del baño, a pesar de lo que acabo de soportar, lo que no era solo la primera vez para mí, pero pudo haber sido mucho, mucho peor, en mi opinión, no me arrepiento de lo que hice. Si, falte a clases con Parker; si estuvo mal; pero no puedo decir completamente eso, si me dieran la oportunidad, no lo haría otra vez. La verdad es…lo haría.

Sabiendo esto, alcance la llave de mi lavabo, abrí el agua, y lave el resto de mis lágrimas.

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Capítulo 21

Traducido por *ƸӜƷYosbeƸӜƷ*

Me doy vuelta y miro los dígitos brillantes de la alarma de mi reloj. Es justo medianoche; he dado vueltas en la cama por casi una hora. Me muevo hacia mi otro lado, miro mi vestidor por un momento, luego me doy la vuelta. Ajusto mi almohada debajo de mi cabeza, sacudiéndola y apretándola, y cierro mis ojos fuertemente, deseando poder dormirme. Ni siquiera estoy remotamente cansada. Mi mente lucha con un pensamiento de ansiedad tras otro: qué hacer con Parker, con Blake, que voy a decirle a mis padres acerca de Harvard.

Momentos después escucho un golpeteo. Mis ojos se abren rápidamente, permanezco absolutamente quieta mientras espero, enfocándome en el sonido. Es suave. Pero está allí. Tap. Tap. Tap.

La ventana. Echo mi edredón a un lado y planto mis pies firmemente en el piso frío, luego camino de puntillas hacia la ventana. La alcanzo y abro mi cortina, luego levanto cuidadosamente una de las persianas. Sonrío cuando veo a Parker, agachado en el techo. El señala hacia arriba, luego sale arrastrándose silenciosamente.

Mi pulso se acelera. Agarro mi edredón de la cama y cierro la puerta, luego me apresuro a mi armario, entro lo más silenciosamente posible. Siento mi

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camino a lo largo de la pared, envuelta en la oscuridad.

Parker está esperando por mí mientras cruzo el tercer piso.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —susurro mientras él se mete. Trato de fingir desaprobación, pero la sonrisa detrás de mi voz es obvia. ¿La verdad? Estoy feliz de verlo.

—Hubiese llamado, excepto que no tengo tu número —susurra. Cierro la ventana detrás de él—. Eso complica las cosas.

—Eso no hubiese importado, porque no se me tiene permitido responder el teléfono nunca más.

—Me lo supuse. ¿Cuán malo fue? —pregunta él, sentándose en mi puf. Cruje bajo él. Me siento en el suelo, y, aun cuando no esté tan como frío como estaba unas semanas antes, envuelvo mi edredón alrededor mío.

— ¿Honestamente? Nunca he estado en problemas, así que fue malo… pero pudo haber sido peor, supongo. No tengo nada en que basarme.

— ¿Cuáles son los términos?

—Estoy castigada hasta el resto del año escolar. No puedo ir a ningún lugar con nadie, ni hacer nada. . No hay eventos para recaudar fondos o caminar. . . nada de llamadas. Ah, y no tengo que verte nunca más —agrego.

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Él sonríe—. ¡Qué mal! Qué bueno que nuestro proyecto está casi terminado.

— ¿Terminaste?

—No —responde—. ¿Tu?

—No. —Silencio. Aclaro mi garganta—. Entonces, um, ¿estás castigado o algo? —pregunto.

—Nah. Llegué a casa esperando un infierno, pero el viejo no estaba allí. No dijo nada acerca de esta noche así que supuse que no sabe, o no le interesa.

—Mañana, voy a idear una nota diciendo que estaba enfermo o algo así. Mi ausencia ni siquiera será sin excusa. —Sonríe, pero no es una sonrisa que enciende sus ojos, o ilumina sus rasgos. Parece artificial, más obligada que cualquier otra cosa.

Emito un quejido—. Eres muy afortunado.

— ¿Qué mi padre no sepa nada y no se da cuenta que me salto la escuela? ¿O el hecho de quizás no le importe?

Me muerdo el labio inferior.

—Tú eres afortunada, Jade —continúa él—. Afortunada de personas que les importe algo. Nunca desestimes eso. —El hace una pausa por un momento

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—. Entonces… ¿qué dijeron de Harvard?

—Nada —digo, suspirando en frustración mientras miro a lo lejos—. No podía hacerlo.

—Tienes que decirles.

—Lo sé. —Me quejo de nuevo, sintiendo mi frente—. Solo… no sé como, o que decir. No es el momento correcto.

—Si estas esperando por un momento correcto, vas a esperar mucho —señala—. No hay tal cosa ni siquiera. Solo haz lo que tengas que hacer y a esperar que sea lo mejor.

Exhalo, el aire escapándose de mis pulmones. Él tiene razón. Siempre.

—Ellos te aman, Jade. No van a molestarse contigo, o a decepcionarse, a pesar de lo que puedas pensar.

—Lo sé. —Cambio de posición, moviendo más cerca al puf, algo a donde recostarme. Esto me coloca al lado de Parker, casi tocándolo, aunque no estoy segura que él esté tan consciente como yo. Sostengo el mentón con la mano—. Es bueno que nuestro proyecto esté casi terminado, supongo —continuo después de un pequeño, silencioso momento—. No más compartir en la biblioteca. O saltarse la escuela. —Odio pensar que en pocas semanas todo habrá terminado. Parker seguirá adelante, yo seguiré adelante, y no habrá nada más que nos conecte, nada que nos atraiga.

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—Siempre podemos tener un encuentro del tercer piso —bromea—. No pueden quitarnos eso.

Me siento en silencio, empujando las cutículas hacia atrás con mi uña, preguntándome qué va a pasar con nosotros cuando hayamos terminado. Cuando la escuela termine. Solo hemos tenido un mes y unas pocas semanas juntos, pero parte de mí no puede imaginarse no ver a Parker nunca más. Realmente no puedo recordar alguna vez sin conocerlo, no estar con él de esta manera. Me trago el nudo espeso en mi garganta. Ni siquiera es algo que quiero pensar.

— ¿Cómo sabías que estaría arriba? —finalmente pregunto, curiosa.

Se encoje de hombros—. Yo tenía el presentimiento de que tendrías problemas para dormir. Pensé que podía al menos hacerte compañía. —Me hormiguea la piel, enviando escalofríos calientes a través de la longitud de mi cuerpo.

—Admítelo —digo, sonriendo ampliamente—. Te gusto.

Él se ríe suavemente, con sus mejillas enrojeciendo en la oscuridad.

—No estoy admitiendo nada.

Me inclino hacia él, con los ojos entrecerrados—. Te morías de ganas de odiar hasta lo más profundo de mí ser, y no puedes hacerlo. Creo que es

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impresionante.

—No quería odiarte. No quería gustarte —aclara. Mira mis labios, luego me estudia en silencio. Y sus ojos, están llenos de algo. De algo que no había visto antes. Un querer. Un anhelo. Un antojo. Y esta justo ahí. Tan cerca que puedo sentir el calor de su cuerpo.

Mi estómago cae a mis rodillas, con el corazón palpitante. Y está sucediendo. Ese momento. Tira de nosotros, atrayéndome. Sólo que esta vez no puedo encontrar nada que me detenga, no hay nada deteniéndome.

— ¿Hay una diferencia? —pregunto, cada vez más cerca.

—Como no lo creerías —susurra, su aliento cálido en mis labios.

Cierro el espacio entre nosotros, tocando su piel, besando la suavidad de su mejilla, justo en la esquina de su labio. Desliza sus dedos por mi cabello, volteándose hacia mí, y nuestros labios se conectan enviando descargas de electricidad corriendo por mis venas. Solté un jadeo rápido de aire, sabiendo que hemos cruzado aquella línea invisible, hemos saltado una roca que nunca podremos subir de nuevo. Esto cambia todo.

Sus labios se mueven con avidez a través de mi mejilla, rozando la línea de mi mandíbula, besando la curva de mi oreja.

Mis dedos se encrespan alrededor de su chaqueta de cuero, y en un

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momento de impulsivo deseo lo empujo hacia atrás, me pongo a horcajadas sobre su regazo, con el puf crujiendo bajo nuestros pies. La mano de Parker se desliza por debajo de mi camiseta, presionando en la parte baja de la espalda, tirando de mí hacia él. Su cuerpo está caliente, y me encuentro con mis dedos sobre su pecho musculoso, alrededor de su cuello, a través de su pelo, mientras nuestras bocas se aplastan juntas.

Sus manos deslizan la tira de mi camiseta hacia un lado, y mueve sus labios, besando mi hombro. Mi corazón da un brinco nervioso, acelerándome, dejándome sin aliento. Todo el mundo se vuelve ingrávido, sus brazos envolviéndome protectoramente mientras afrento este anhelo irracional y demencial de mantenerlo cerca de mí para siempre. Porque no hay nadie más. No hay nada. No hay Harvard. No hay Blake. No hay Ethan ni Matttie ni padres. Solo está Parker… y yo. Una ola de satisfacción me invade.

Me alejo un poco de él. Tirando de su chaqueta de cuero. Palpando. Se las maneja para quitársela, tirando de sus brazos por las mangas. Él nos levanta rectos, y envuelvo mis piernas alrededor de su cintura, apretándome contra su cuerpo mientras me mueve hacia atrás, bajándonos a ambos a mi edredón sobre el piso de ático. Una oleada de calor se precipita hacia mí, y soy tragada en la oscuridad.

El hace una pausa, sus labios a centímetros de distancia, y estoy ardiendo por ellos, porque nunca he querido algo… a alguien… tanto. Y hay solo una cosa que puedo escuchar por encima de la gran carrera de mis respiraciones y latidos del corazón: la pequeña voz en mi cabeza,

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diciéndome algo que yo he conocido durante bastante tiempo, pero no podía admitírmelo: Estoy inequívoca, loca, desesperadamente enamorada… me he enamorado por completo de Parker Whalen, el fuerte, rebelde en silencio, que me parece conocer por dentro y por fuera.

Sus ojos negros líquidos se ponen en contacto con los míos, evaluando los míos, y aspiro una rápida ráfaga de aire, inspirando el olor del cuero y rastros de colonia mezclados con aire de la noche: una toxica mezcla que es, de algún modo, Parker.

—Creo… debo… —trato de hablar, mis pensamientos entrelazándose en una red espinosa de emociones.

Un rubor avanza lentamente a través de mi cuello, mi corazón inestable mientras él se mueve en despacio, su cara inclinando la mía. Mis ojos se cierran, y sus labios cepillan mis labios con besos calientes, moviéndose despacio, con sus dedos que retiran mi cabello lejos de mi cara, acariciando mi piel, enviando hormigueo a su paso.

Mi mano se desliza debajo de su camiseta blanca, sintiendo la suave piel de su musculosa espalda. La jalé, tirando de ella. Él agarra el cuello y lo desliza sobre su cabeza, el fino algodón estrechándose.

Y allí, a la luz de la luna, su incandescencia pálida cayendo sobre sus abdominales tonificados, hay contusiones de una fase de curación a otra, hay contusiones de varias etapas de sanación. Claros, incluso en la oscuridad. Algunos están casi desvanecidos, otros frescos. Nuevos. Están

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esparcidos alrededor de su estómago, pecho y brazos como secretos ocultos, en silencio, cada uno con su propia nauseabunda historia.

—Oh Dios mío —ahogada, tratando de calmarme, con mi corazón latiendo más rápido—. Parker —susurro—. ¿Qué te pasó?

Sus ojos se fijan en los míos, y el traga fuerte.

—Jade… no soy… —su voz se apaga, pasando sus manos sobre su cara. Cuando lo vi de nuevo su expresión era de piedra, con sus ojos en conflicto, atormentados—. No puedo. —Se aleja de mí, alcanzando su camisa, parándose mientras se la pone—. No es nada —dijo él—. No te preocupes.

Siento un punto de pánico en su tono frío, palabras como el hielo torciéndose a lo largo de mi piel.

—Tienes que decirme que pasó —le suplico, sofocándome mientras lucho por sentir mis pies, con las piernas temblorosas por debajo de mí, con mi cabeza ligera.

Él ya se esta cerrando su chaqueta, pero no puede retrocederlo, no puede ocultarlo. No de mí.

—Parker —siseo.

Levanta la ventana.

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—No podemos hacer esto —dijo.

— ¿Tu papá lo hizo? —Pregunto, moviéndome en frente de él, bloqueando su camino de salida—. ¿Esto pasó hoy? ¿Por mí?

Parker se burla, con sus ojos entrecerrados.

—Maldición, Jaden. No te des tanto crédito. No todo es acerca de ti. La escuela, este pueblo, el maldito mundo entero. Esto puede sorprenderte, pero el universo no gira en torno a ti.

— ¿Eso es por lo que quieres irte, no? —lo confirmo, ignorándolo—. Él te lastima.

Se ríe con sequedad, sacudiendo la cabeza—. No es lo que piensas.

— ¡No es gracioso! ¡Tienes que decirle a alguien!

— ¿Si quiera estas escuchándome? —pregunta, mirándome, con sus fríos ojos de obsidiana. Oscuros y vacíos. Como antes.

Él puede negarlo todo lo que quiera, pero se lo que vi, y no hay otra forma… ¿todos esos moretones? No hay manera de que sean accidentes.

—Parker… ¡esto es un gran problema! ¡No te puede hacer eso! —me esfuerzo por mantener la voz baja, con las rodillas temblando.

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—Tengo que irme. No debería estar aquí. Nada de esto debió pasar. —Escucho su respiración pesada. Mire la subida y la caída desigual de su pecho y hombros.

Mis ojos se estrechan. ¿Qué está diciendo? ¿Se arrepiente de venir aquí? ¿Qué todo, todo esto, fue un error?

— ¿Qué?

—Fuera de mi camino —demanda.

Me paso al costado, mordiéndome el labio inferior mientras Parker levanta la pierna y sube por la ventana. Tengo que hacer algo. Decir algo. Detenerlo.

—Mira, sé que piensas que yo soy como, este enorme Goody Two Shoes1 o lo que sea, y me doy cuenta que no soy la mejor persona para dar consejos sobre algo como esto, pero sé cuándo. .

—No sabes nada —me interrumpe—. Solo recuerda eso.

En el momento siguiente está totalmente fuera de mi ventana del tercer piso, de pie sobre el techo.

—Nadie se entera de esto. Nadie. ¿Lo entiendes?

Me froto los brazos, abrazándome, con los ojos húmedos.

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— ¿Jaden?

Me limpio la nariz congestionada contra el interior de mi muñeca, y trazo una X invisible a través de mi pecho, atravesando el corazón. Él me mira con cuidado por un momento, su expresión suavizándose, el dolor registrándose en sus facciones, pero esto parece satisfacerle.

Y entonces espero, en silencio, mientras el baja ese inmenso, negro roble, luego veo como se apresura alejándose, desapareciendo en la niebla vaporosa.

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Capítulo 22Traducido por Josez57

Me pasé una noche agitada dando vueltas en la cama. Imaginando cosas horribles. Como Parker. Sus heridas. Estremecido para evitar un golpe.

Cuando me dieron un tirón las pesadillas a la mañana siguiente, todavía tenía once minutos antes de que mi alarma se supusiera que debería sonar. La apago y sigo recostada en silencio, sintiendo el dolor apagado detrás de mis ojos; recogiendo mis pensamientos, preguntando cuándo, exactamente, mi vida llegó a ser tan complicada.

No estoy segura de lo que he hecho para merecer todo esto, pero sé que si sigue así, nunca voy a encontrar la manera de salir del abismo descomunal que he logrado sumergirme. Y así, poco a poco me levanté de la cama y caminé hasta mi escritorio. No estaba segura exactamente en qué libro había abarrotado la carta de Harvard, saque cada uno y pasé las páginas hasta que revoloteó un sobre blanco en el suelo. Existe verdad en lo que dijo Parker. Esto no es acerca de mí haciendo las cosas bien, se trata de no conseguir todo lo que quiero todo el tiempo.

Yo no había entrado en la Universidad de Harvard, porque yo no había trabajado para eso. Tal vez había gente por ahí que han trabajado un poco más duro, que se merecía un poco más. Tal vez yo no pertenezco a una

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escuela de como Ivy League. Tal vez algo, o alguien por ahí, me conoce mejor que yo me conozco, y Harvard no es la respuesta.

Más que cualquier otra cosa, sin embargo: esto se puede solucionar.

En veinticuatro horas, mis problemas habían adquirido una vida que les es propia: arraigo y propagación; que han proliferado de tal manera que me parece una tontería no cruzar esto, cosa de menor importancia fuera de la lista proverbial. En el gran esquema de las cosas de la vida y el universo, yo no entrando en la escuela de mi elección es intrascendente, es trivial, incluso.

Mi puerta crujió mientras fácilmente la abro. La casa está quieta, tranquila, salvo el tic-tac del reloj de péndulo resonando en el vestíbulo. Voy de puntillas hasta la mitad del pasillo y me detengo. Dos puertas. Hay dos opciones.

Al final, opto por Phillip. Lo tomo porque me defendió. Se merece saber, en primer lugar por qué necesitaba escapar. No le explicaría todo, pero es un comienzo.

Escucho en la puerta de su dormitorio, el sonido de los ronquidos. Dejo caer la carta al suelo, y la deslizo debajo de la grieta con mis dedos de los pies. Con un poco de suerte, será lo primero que vea cuando se despierta. Él va a poner las cosas en marcha por mí.

Suspiro cuando vuelvo a mi habitación. Una parte de mí quiere un día más

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― un día para estar enferma, un día para salir de la ciudad. Necesito tiempo. Tengo que resolver esto. Porque yo no sé qué hacer al respecto. . . bien, cualquier cosa.

A medida que me ducho, me pregunto qué me esperará en la planta baja. Me pregunto lo que voy a enfrentar cuando conduzca en el estacionamiento de la escuela. Me pregunto qué voy a decir cuando vea a Parker. Cuando vea a Blake. Me pregunto qué dirán de mí. Acerca de mí. Acerca de lo que hice. Sonrisas simpáticas. Alentando asintiendo con la cabeza. Mirándome fijamente. Susurros. Más que nada, me pregunto qué voy a hacer, porque he descubierto algo que se supone que no debería saber. Algo escondido, quién sabe por cuánto tiempo. Un secreto que no es mío para contarlo. Un secreto que prometí mantener.

* * *

Miradas extrañas, miradas fijas, cuchicheos― el silencio que comienza en el momento que salgo de mi coche. Meto mi cabello detrás de las orejas, y muerdo mi labio inferior, evitando miradas.

No hay nada que no pueda manejar.

―Hola.

Me vuelvo hacia la voz familiar. Savannah.

―Oye―, le respondo.

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―Pensé que podrías utilizar un poco de respaldo―, dice, encogiéndose de hombros.

Yo sonrío. Ella une el brazo en el mío, y cruzamos el estacionamiento juntas, porque todo el mundo sabe que dos cabezas piensan mejor, dos cuerdas son más fuertes, y cualquier cosa es soportable con un mejor amigo, incluso las miradas y los chismes.

No hay ningún mensaje de texto por la mañana de Blake. Pero entonces, yo no estaba realmente esperando uno.

Parker está casi llegando tarde a Inglés. Miro a tiempo para verlo dejar caer la bolsa de papel marrón que dejó en su silla dentro de su mochila. No sonríe, ni me mira. Esta confirmación es todo lo que quiero ― un sí, allí estaba yo ayer por la noche, sí, yo estaba contigo, sí, me siento de la misma manera, sí, ya sabes mi secreto. Me gustas.

Pero él nunca alzó la cabeza de sus notas. Ni una sola vez. Era una reminiscencia de las semanas anteriores, cuando no podía conseguir que se me acerque en absoluto, y me pregunto cómo pudimos haber estado tan cerca. . . algo, y de vuelta en el comienzo en cuestión de momentos. Cuando la campana sonó finalmente, Parker se va. Lo observo, decepcionada, ya que se pierde en el pasillo.

El almuerzo será mejor. Hablaré con él entonces.

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Sólo que Parker no se presenta a almorzar. Él no está por ningún lado. No en su mesa. . . No en otra mesa. . . ningún lado en absoluto. Una masa pesada se forma en la parte posterior de mi garganta, porque sé, que es un hecho justificable, que me está evitando.

La luz del sol baña las mesas de picnic, besando la parte de atrás de mi cuello. El aire es húmedo y dulce. Los árboles de peras de Bradford que recubren la acera están en flor, los pétalos de marfil cayendo de las ramas como copos de nieve. Una ligera capa de polen amarillo cubre las tablas y los coches. Puedo tomar una respiración profunda, inhalando el aire dulce, y siento. El viento agita las hojas, soplando mi bolsa de papel sobre la mesa. Me cepillo el cabello fuera de mis ojos y miro el cielo. Un tramo grueso de nubes grises se cierne en el horizonte, como si tuvieran toda la intención de entrar y arruinar lo que está resultando ser un magnífico día de primavera.

―No te puedes sentar aquí tu sola, ― una voz llama mientras tomo el primer bocado de mi sándwich.

Savannah y Ashley se sientan frente a mí.

―Hey.

―Así que. . . ¿dónde está Parker? ―Savannah pregunta. ―Pensé que ibas a reunirte con él. Tengo que aprobarlo, ya sabes.

Yo me río en voz baja. ―Tu suposición es tan buena como la mía. Tenía la

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esperanza de que pudiera hablar con él hoy. Un poco quería saber cómo se siente acerca de mí, pero creo que es obvio. ―Miro a mi alrededor. ―Quiero decir, ¿cuando no se ha sentado aquí?

―Es probable que sólo esté confundido―, dice Savannah. ― Esto tiene que ser una locura para él.

―Por lo menos antes era un poco invisible―, Ashley añade. ―Hoy en día todo el colegio está hablando de él. Yo estaría escondida, también.

―Todo el mundo hablaba de él de todos modos―, yo señalo.

―Porque él era un misterio―, explica Savannah. ―La idea de ustedes dos juntos. . . bueno, eso es una historia totalmente diferente.

―Gran drama― Ashley está de acuerdo.

― ¿Y sabes? La mitad de estas personas no tienen nada mejor que hacer que meter sus caras en los asuntos de otras personas. ― Savannah pone los ojos.

Yo no les digo que hay algo más, esto no se trata sólo de faltar a clases juntos, o hacerlo con él en mi ático. Parker no me evitaba porque está confundido acerca de nosotros. Hay algo más.

―Así que. . . ¿qué pasa con Blake? ―Ashley pregunta.

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―Me está evitando, también. No hemos hablado todavía, pero tengo que romper con él. Quiero decir, si no se deshace de mí en primer lugar. Esto ya no está bien.

¿Qué sentí con Parker anoche? Nunca había experimentado nada de eso con Blake. Parker estaba en lo cierto todas esas semanas atrás. Nunca estuve realmente enamorada de Blake. Me gustaba la idea de nosotros, pero eso no quería decir que lo amaba y no era justo para nadie pretender que lo hice. Me odio por no darme cuenta antes. Odio a Parker por tener razón. Una vez más.

―No puedo creer que tu mamá te está haciendo lo de miss baile de graduación―, dice Savannah. ―Es como, la última fiesta grande de nuestras vidas jóvenes.

―Confía en mí: fiesta de graduación no está muy alto en mi lista de prioridades en este momento―, le digo.

―Lo sé. Es sólo que la graduación ya casi está aquí, y todo el mundo está haciendo lo suyo. . . Nos merecemos una última gran noche.

Me siento algo así como triste, sólo una punzada, tirando de mis entrañas. Ella tiene razón. Después de graduarse, no hay garantías. ―Todavía nos veremos―, le digo, pensando positivamente. ―Quiero decir, todavía tendremos descansos y días festivos.

―Lo sé.

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―Seguiremos mandándonos mensajes de texto una a la otra durante la época de clases, ― Ashley ofrece.

―Y hablaremos por teléfono―, añado. ―Y estarás ocupada con el trabajo y todo eso.

―Oh. . . correcto―, murmura Savannah. ―Acerca de eso. . . .

Ashley y yo la observamos por un momento, esperando a que ella continúe.

― ¿Sí? ― Insto.

Tose, murmurando en su mano.

― ¿Qué? ―, pregunto.

Ella retira la mano de su boca y cierra los ojos con fuerza. ― ¡Voy a ir a la universidad! ―, confiesa.

― ¿Qué? ¡No es cierto! ―lloro. ― ¡Oh, Dios mío! ¡Savannah! ¿Por qué no nos dijiste? ―, pregunto.

Ella habla con rapidez. ―Porque quería ver qué pasaba, en primer lugar. Yo no quiero echar mala suerte ni nada.

―Pero eso va totalmente en contra de todo lo que creemos―, dice Ashley.

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―De hecho, yo en concreto recuerdo que dijiste algo acerca de ser" arrastrada pateando y gritando "y por encima de tu "cuerpo muerto" y otras tales clichés irrelevantes, melodramáticos. ¿Qué en este planeta podría haberte hecho cambiar de opinión?

―Tony, creo, ― Savannah dice, encogiéndose de hombros. ―Él obtuvo una beca para jugar al baloncesto de una escuela de la Segunda División. Él imprimió la solicitud para mí.

Ella nombra a la universidad, a medio camino a través del estado ―a unas cinco o seis horas de nuestras casas. Emocionada, ella se sienta más derecha y cepilla su pelo rubio a un lado, dejándolo en el cuello. ―Quiero decir, yo no estaba pensando cuando lo llenaba, yo lo estaba haciendo para conseguir que se callara. Pero algo sucedió. . . y yo en realidad entré.

Yo me río. ―No lo puedo creer. ¡Eras tan anti-universidad!

― ¡Lo sé! ― llora. ―Incluso tengo una beca parcial a causa de todo el trabajo voluntario en el que te ayudé. Al parecer, eso es como un gran negocio para ellos.

―Al parecer.

Estoy feliz de ver a mi mejor amiga mostrar parte de responsabilidad al tomar iniciativas por su vida, incluso una punzada de celos apuñala a mis entrañas por el hecho de que, en este momento, ella está más adelante en el proceso que yo. He estado mapeando y preparando la planificación de mi

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futuro durante los últimos cuatro años. Ella llenó una solicitud en el último minuto, en un capricho, y ya está delante.

―Entonces, ¿qué vas a hacer? Quiero decir, ¿qué vas a estudiar? ―Yo le pregunto, obligando alejarse a los sentimientos.

―No tengo ni idea. Pero quiero decir, los dos primeros años son como, la educación básica, ¿verdad? Tengo un montón de tiempo para decidir.

Me quedo mirándola por un momento, sacudiendo la cabeza con incredulidad. Como muchas conversaciones que tuvimos acerca de que se aplicara a por lo menos una comunidad universitaria, y tantas veces ella me había arrancado con fuerza... todo lo que necesitaba era que un chico le ponga en su mano la solicitud y decir: “Vamos a ver qué pasa"

―Así que estás siguiendo a Tony a la universidad―, dice Ashley, lo que confirma mis pensamientos en voz alta.

Savannah sonríe alegremente. ―Estoy siguiendo a Tony a la universidad.

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Capítulo 23Traducido por Lalaemk

NECESITAMOS HABLAR. Las palabras estaban escritas con marcador negro Sharpie y el olía fresco cuando saque la nota fuera de mi casillero antes del último periodo. La escritura de Parker era clara y calculada, y pase los próximos minutos mirando las letras, tratando de descifrar su significado oculto. La estudié, sobre analizando cada línea y curva. Podían ser buenas noticias, pero podían ser malas. Peores. Cuando teniendo la absoluta certeza de que no tenía idea de lo que significaba este mensaje, aparte de que quisiera verme, me dirigí hacia la oficina.

La hora se prolongó. Después de terminar mis diligencias típicas para el personal de la oficina y rellenar las casillas de los maestros con su correspondencia, una de las secretarias me da un boletín impreso en el frente y en la parte trasera para hacer doscientas copias. Espero hasta camine lejos antes de revisar la hora en mi celular, rodando mis ojos. ¿Qué sentiría decirle a alguien no por respuesta? No hacer cada pequeña cosa siempre que alguien lo pide.

Mientras estoy en la copiadora, esperando una eternidad a que las letras se impriman, observo los árboles en el jardín delantero de la escuela se mecen en la brisa, el viento aumentando la velocidad. Las nubes grises se han movido, el sol ocultándose tras ellas. Toda la atmósfera parece golpear -intensamente- como si el cielo fuera a estallar en cualquier momento.

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Cuando la campana suena, finalizando el día, las copias aún no han finalizado. De acuerdo a la pantalla digital, hay más de cuarenta por imprimirse. Exhalo fuertemente y checo el reloj por milésima vez, viendo como la máquina copiadora lentamente escupe cada página, una… por una… por una. Me paseo por la habitación, buscando por alguna distracción, palmas sudorosas. El baile de tap en mi estómago se intensifica con cada momento que pasa.

Cuando la máquina finalmente se detiene, tomo la pila –todavía caliente- y me apresuro a la parte delantera de la oficina. Ni siquiera me molesto en cambiar el papel color-canario. Esto va a enfurecer a alguien, pero no estoy segura de que me siga importando. La multitud se ha apretujado para el tiempo en que me empujo hasta la puerta de la biblioteca, los sonidos y olores me transportan directamente a las tardes que pasé con Parker, hablando, discutiendo, debatiendo. Convirtiéndose… en algo. Me apresuro pasando las filas de estanterías, buscando las mesas. Están vacías. Me detengo un momento, tomándolo todo dentro.

Parker nunca mencionó dónde, exactamente, quería reunirse conmigo. Asumí que sería en la biblioteca. Tomo una respiración profunda, tratando de reprimir mis rápidos pensamientos. Tal vez no puedo esperar más. Tal vez planeó reunirse conmigo después-en mi casa, después de medianoche. Tal vez esta es su forma de hacer las cosas correctamente.

Me muevo hacia la ventana, mirando a través del estacionamiento. Unos pocos carros y grupos de estudiantes están esparcidos. La motocicleta de Parker esta estacionada en el otro extremo, en su espacio usual.

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Él esperó.

Mi pulso se acelera.

Mis ojos se fijan en los otros espacios, a mi Civic. Sonrío y alivio inunda mi cuerpo. Ahí está él. Apoyado contra mi coche. Esperando. Lo veo voltear. Algo captura su atención; alguien lo llamaBlake. La sangre abandona mi cuerpo, en una espiral descendente. Mi corazón latiendo con fuerza y resuena en mis oídos, como un martillo envuelto en una tela. No puedo oír nada sobre él, ni siquiera el “Oh Dios mío”, que sé que murmuré antes de salir corriendo de la biblioteca hacia la salida posterior. No es el sonido de la barra de metal cuando choco con la puerta, empujando a través de los obstáculos y balanceándome hacia el césped.

Todo se mueve en cámara lenta. Como una de esas locas experiencias que el cuerpo experimenta donde no puedo controlar mis acciones propias. A pesar de la goma inestable, de alguna manera mis piernas me impulsan adelante. Me quedo por debajo de las peras Bradford, los pétalos blancos girando a mí alrededor, una ventisca efímera. Esquivando a los estudiantes. Corriendo junto a un grupo de estudiantes.

— ¡Alto!— Grito. Pero incluso mis palabras fallan, así que todo lo que puedo hacer es gritar una y otra vez en mi cabeza ¡Alto! ¡Alto! ¡Alto! Mis sienes resuenan en ritmo con mis pies conforme golpean el pavimento.

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Arrojo mi mochila y mi bolso al suelo y me lanzó hacia Parker, empujándolo lejos. Protegiéndolo.

— ¡Alto! —Finalmente manejo, luchando por aire, mis pulmones en llamas. Me dirijo como Blake, la mandíbula magullada y un sangrado de corte por debajo de sus ojos, se mueve hacia nosotros. Me acerco para sostenerlo. —Blake, ¡basta!

— ¿Qué estás esperando, imbécil? —grita, mirando a mi alrededor a Parker, Me toma utilizar ambas manos y toda mi fuerza para evitar que se mueva más cerca.

—Blake, ¡detente! —demando, mi fuerza paralizándose, mis manos temblando. — ¿Qué… qué estás haciendo? —pregunto, apenas pudiendo formar las palabras, mi corazón atronador y mi cabeza girando, como si el universo entero sufriera conmigo.

—Dándole a este imbécil lo que se merece —dice, tratando de maniobrar a mí alrededor.

— ¡No! —grito, empujándolo hacia atrás con toda la fuerza que puedo reunir. Y luego está Tony, sosteniendo a Blake por los hombros, lanzándolo fuera, ayudándome.

—Alto—

Parker arrebata el casco de la motocicleta del suelo, derramando la sangre

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de su nariz, las gotas salpicando el pavimento. Lo sigo, buscando su brazo, pero él se libera, fijándose la correa del casco bajo su barbilla.

—Parker, espera —ruego.

—No, he terminado. Sólo ten algo en mente por mí, ¿bien Jaden? ¿Gente perfecta? Ellos siempre están escondiendo algo— Lo miro fijamente, parpadeando, tratando de darle sentido a lo que me está diciendo, perdida. Mira rápidamente a Blake. —Pregúntale a tu novio dónde estaba el sábado en la noche —murmura.

En el siguiente instante, el motor suena, y se va.

— ¡No puedo creerlo!— Le grito a Blake sobre el rugido del motor que se desvanece, incluso ahora.

— ¿yo? No puedo creerte a ti, Jaden! ¿Abandonaste la escuela por él? —La ira se nota en sus rasgos, la tensión en su cuello, sus mejillas sonrojadas.

Hay algo más, creo. En sus ojos verdes. Como si estuviera herido.

Tomo mis bolsas, apretando la mandíbula. —Lo hice, no voy a mentir —Busco en mis bolsillos mis llaves.

—Espera, —dice, moviéndose más cerca, entrecerrando los ojos. —No estás yendo tras él.

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—Lo estoy haciendo, Blake. Lo siento. Debí decir algo antes.

Da un paso hacia atrás, la boca abierta. — ¡Dime que no tienes sentimientos por ese imbécil! —grita, señalando hacia la entrada vacía.

Mis ojos se llenan de lágrimas. Trabajo para mantener mi respiración. —No lo estoy. Porque lo hago. Tenemos que terminar esto, Blake —digo, temblorosa y desconcertada, tratando de ignorar a los espectadores. —Nosotros, quiero decir. Lo siento.

Frunce las cejas. — ¿Estás terminando conmigo? ¿Por Parker Whalen? — Escupe su nombre como si fuera algún tipo de veneno.

Me disculpo otra vez, buscando por la puerta.

— ¿Sabes qué? —dice, levantando la voz, haciéndose hacia atrás, confidentemente. —Ni siquiera importa, porque nunca tuvimos algo.

Me detengo, congelada, mi corazón palpitando.

—Nunca fui tuyo, Jaden. Nunca. Sabes… trate. Seguí esperando por ti. Manteniéndome. Esperando de vinieras. Pero siempre estuve en segundo plano. A tus proyectos. A Harvard. Fue siempre acerca de ti y de lo que querías. Fui temporal. Alguien con… quien pasar el tiempo. Y no importa cuán duro trate nunca pude ver algún futuro contigo, porque lo sabía, muy en el fondo, todo lo que podías ver era la línea de meta de Harvard. Sabía que entrarías, romperías conmigo, y te olvidarías de nosotros. ¿Y qué es lo

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peor? Sabía que ni siquiera te molestaba. Nunca fui lo que realmente querías.

Inhalo en otro aliento, las palabras me paralizan.

—Traté, Jaden, pero nunca fui lo bastante bueno. Nunca nos diste la mitad de esfuerzo que pusiste en lo demás—. Sus ojos se entrecierran, ira.

Y de repente, lo entiendo. Lo entiendo todo. La única cosa en la que centre toda mi vida… y ni siquiera importa más. Y en este lugar… nada. No había segundo lugar. Nunca.

No espacio para algo más.

Hasta ahora.

— ¿Dónde estabas el sábado en la noche? —pregunto, mi voz baja.

Me mira fijamente, ojos fríos, duros. —Estaba con los chicos.

— ¿Eso es todo?

—Sí, Jaden, eso es todo. Estaba con los chicos. Tomamos unas pizzas—. Se ríe, sacude su cabeza. —Sabes, eso no es todo. No detuvimos con Vince. Había una fiesta, y todos fuimos. Porque eso es lo que la gente hace, Jaden. Ellos salen, y se divierten. ¿Y sabes? Me sentí mal de mentirte, pero ya no más. Porque después de lo que has hecho, no eres mejor que yo en este

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momento.

Gente perfecta.

—Lo sé, —murmuro después de pocos, momentos en silencio, la voz rompiéndose en alivio, incluso aunque las lágrimas amenazan con derramarse.

—Y puedo preguntarte como tu amigo sabía que estaba ahí, porque él estaba ahí, también.

Estudio bien a Blake Hanson, cuidadosamente, antes de subir a mi auto, dejándolo atrás, tambaleándose sobre lo que podría ser la peor ruptura en la historia humana.

Me pongo al día con Parker en la ciudad. Mantengo un ojo en él, siguiéndolo mientras gira en una autopista, donde finalmente acelera. No sé a dónde va, o si sabe que lo estoy siguiendo. Todo lo que quiero es que se detenga y decirle que lo siento.

Él no se detiene, sin embargo, no hasta que se detiene en el patio de un viejo remolque, ancho y en ruinas, que debería haber colapsado hace una década. El patio está lleno de cosas-basura, coches oxidados y llantas viejas. Bolsas de basura se amontonan en pilas. La maleza y malas hierbas y enredaderas adheridas a las paredes exteriores, trepando hacia el cielo. Estoy segura que, dentro, hay ollas y sartenes dispersos, listas para mantener las gotas de lluvia a través de las fugas, grietas como telarañas

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de agua en el techo. El hedor de alcohol y los platos sin lavar. Los contenidos de los cuencos de cereales grises. Latas de salchichas y basura… muchas latas vacías.Parker se quita el casco.

Avanzo hacia el patio. — ¡Parker! —lo llamo, cerrando la puerta del coche.

Sigue su camino hasta las escaleras, ignorándome.

—Parker, por favor ¡espera! —ruego, siguiéndolo.

Se gira para mirarme a la cara, ojos feroces. —No estamos haciendo esto, Jaden.

— ¿Esto es acerca de Blake? Porque si es eso estoy tan…

— ¡Esto no tiene nada que ver con él! —interrumpe. Salta por las escaleras, encontrándome en el patio. Su cabello oscuro cayendo sobre sus ojos, su nariz herida y sangrante.

—Entonces, ¿cuál es el problema? —le grito, como si él no pudiera oír lo que estoy diciendo, a pesar de que está de pie a solo dos pasos frente a mí. — ¿Querías reunirte conmigo, recuerdas? —le recuerdo. — ¿Qué me querías decir Parker?

Permanece inmóvil por un momento, si emoción, su rostro blanco mientras busca el mío.

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Inhalo una rápida respiración, y espero.

—Te decía que hemos terminado —finalmente confirma.

Las palabras cortan a través de mí, escociéndome. Se van tan rápido, teniendo esa sensación de perforación intestinal. Dejo salir una risa sarcástica, sintiendo de repente un estallido de arrogancia. — ¿Qué? ¿Qué ha terminado? ¿Qué fue lo que empezamos que quieras terminar? —demando saber.

—No podemos hacer esto —dice.

— ¿No podemos hacer eso? ó ¿tú no puedes hacer esto? —pregunto. —O tal vez no quieres hacerlo.

Retrocede, su expresión plana.

—Vamos, Parker, —continúo, con la vana esperanza de que algo que diga hará alguna diferencia. — ¿Cuál es el problema? Si no te gusto, dímelo. Si no quieres que vayamos más lejos, pues bien, pero voy a decirte algo: eso no es lo que quiero en absoluto. —Cruzo mis brazos a través de mi pecho, sintiendo un escalofrío subiendo por mi columna vertebral —y corre todo lo que quieras, pero no puedes esconder algo de mí. Así que deja de pretender que no es un gran asunto.

Su frente se igual conforme sus rasgos se relajan, pero no responde.

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Río otra vez. —Te estoy dando la perfecta salida. Nuestro proyecto casi ha terminado, nos graduaremos, y nunca nos volveremos a ver. Si eso es lo que quieres ¡pues dilo!

La animosidad vuelve. Su mandíbula se tensa. —Así es como se suponía que sería en primer lugar— se las arregla con amargura, sus ojos de preocupación buscando los míos.

—Así que, ¿qué pasó? —pregunto, levantando mis brazos. —No lo entiendo. ¿Cuál es el problema aquí?

Cuando él no contesta, continúo. —Te diré lo que pasó. Lo que pasó fue… me enamore de ti, Parker. ¿Toda esa cosa del tiempo? Tenías razón: no hay cosa como el momento perfecto. Y este es el peor momento, actualmente, porque vas a continuar, te vas a graduar y a irte. Y eso está bien, pero te estoy diciendo, justo ahora, en este momento, creo… creo que te amo— mi voz se rompe, conforme digo las palabras. —Te amo más de lo que alguna vez ame… algo. Y has estado en mi mente por semanas. Y llegar tarde ese día –tu siendo mi compañero- es la mejor cosa que me ha pasado. Y perdóname si pensé que tal vez te sentías de la misma manera. ¿Estaba mal pensando eso?

Golpea a lo lejos la sangre que gotea de su nariz con el dorso de su mano.

—Puedes al menos darme eso, Parker. Puedes huir, no puedes esconderte por siempre, pero mírame a los ojos y dime que no me amas, primero.

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Él sacude la cabeza, y mira hacia el gris, cielo lleno de nubes. —No te amo— murmura fácilmente. —No puedo

— ¡Ni siquiera me miraste y lo dijiste! —grito, enfurecida. Si él va a terminar esto entre nosotros, merezco que me lo diga directamente. —Mírame a los ojos, y dime que no tienes sentimientos por mí. Ó ¿Estás asustado? Asustado porque tal vez tú tienes sentimientos por mí y podrías desearme tanto como yo a ti.

Otra briza fría sopla entre nosotros, levantando la piel de gallina en mis brazos. Trago, forzando a la gran masa dura en garganta a lo lejos.

—Sabes, yo no pedí por esto— sigo después de unos minutos en silencio. —Mi vida era mucho más fácil antes que vinieras. No era perfecta, y sí, tal vez era aburrida, pero era manejable. Pero viniste, Parker, y no puedo ignorar eso. No puedes empujarme lejos y tratar de olvidar cualquier cosa que paso entre nosotros. Pero puedo decirte que, para mí, algo definitivamente pasó. Al menos estoy siendo honesta. Tú dijiste que nunca habías dicho una mentira: así que dime la verdad.

Parker está inmóvil y en silencio. Y por un momento: un atisbo de debilidad en los ojos, como si estuviera a punto de rendirse. Pero luego se desvanece, casi tan rápido como apareció.

—Es mejor de esta mera, Créeme.

— ¿Para quién? —lo reto.

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Él no responde

—Mírame a los ojo, dime que no me amas, y me iré— Mis dientes se aprietan, crujiendo, la mandíbula doliendo por la presión.

—No te amo. No tengo sentimientos por ti—. Él dice las palabras calmadamente y con tranquilidad, haciendo justo lo que pedí. —No soy uno de tus proyectos y no te necesito a ti o a tu comida o tu simpatía—.

Lágrimas pican en las esquinas de mis ojos. Tomo una respiración que me llenará, pecho agitado, desesperada por aire. —Bien Parker. Considéralo un rompimiento limpio. Puedes huir sabiendo que no dejaste nada atrás. Buena suerte con eso.

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Capítulo 24Traducido por Lola_20

Es fácil deslizarse en la rutina de estar castigada. Calmante, en realidad —sin presiones, sin apurarte a la siguiente actividad. Tengo suficiente con que preocuparme entre la escuela, nuestro proyecto de inglés, la boda de Daniel y Sarah y las renovaciones de la casa. El futuro aparece en el horizonte, pero es tan vasto y distante que apenas puedo poner eso mi mente. Y eso está bien, porque no quiero pensar en ello. No quiero tomar más decisiones ni compromisos —con nadie.

Así que, por ahora, estoy tomando las cosas de la mejor manera que conozco: día a día.

Blake, Parker y yo somos el tema: discutido entre períodos, analizado con sándwiches de jamón y queso y sodas en el almuerzo. Los rumores se arremolinan alrededor del altercado entre Blake y Parker en el estacionamiento. Blake corrió a Parker después de un golpe. Ni siquiera hubo una pelea, porque Parker tenía claramente ventaja. Blake va a presentar cargos. Parker va a ir a la cárcel… Y dependiendo de a quién le quieras creer, Blake y yo no nos estamos hablando. Parker y yo no nos estamos hablando. Es todo mi culpa. Esos rumores son ciertos.

El día siguiente a la pelea, Parker entra a nuestra clase de Inglés, su cabeza en alto, el más sutil trazo de un moretón sobre el puente de su nariz. El ruido típico de la mañana se desvanece, un extraño, intenso silencio va

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llenando la habitación mientras la conversación cesa, todos mirando. Puedo sentir mis mejillas ponerse más y más calientes con cada segundo que pasa, mi pulso acelerándose mientras hace su camino hacia su asiento. Me fuerzo a no mirarlo, enfocándome en cambio en la Sra. Tugwell, su lectura, y tomando las más prolijas, comprensivas notas sobre el uso de la ironía de O. Henry. No miro a Blake hasta la hora del almuerzo. Nuestros ojos se encuentran brevemente mientras él cruza la cafetería. El corte debajo de su ojo está tapado, su mandíbula y ego moreteados. Me siento con mi espalda hacia la ventana de la cafetería, así no estaré tentada a espiar a Parker –si es que en efecto está allí- pero finalmente no importa… porque no está.

Hay algo más, sin embargo. Algo rodeándome: espeso y agobiante, y que estaba, sobre todo, consumiéndome. El secreto de Parker. Y mi promesa de guardarlo. Eso, y el hecho de que la fecha de entrega de nuestro proyecto es pronto, muy pronto.

Parker y yo terminamos nuestra investigación y dividimos las tareas; todo lo que falta es escribir nuestros papeles y presentar nuestro reporte oral. Asumo, dado que estoy trabajando en mi mitad, que él está trabajando en la suya. Aun así, es difícil —saber que no puedo intercambiar ideas con él como hacíamos antes. Me hubiera gustado darle mis ensayos para una lectura de prueba, porque sé que eso debe ser algo en lo que él es impecable: encontrar las fallas y ayudar a corregirlas. Me hubiera gustado practicar mi discurso frente a él. Porque al fin de cuentas, su opinión es la única que importa.

No ayuda que cada vez que saco mis notas sobre Ethan y Mattie, él es la

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primera persona en la que pienso. Cada vez que entro a mi armario y veo esas escaleras por el rabillo de mi ojo, y mi mente divaga. Cuando me siento en mi cama, lo recuerdo sentado allí, también. Acostada en mi cama, mirando el techo, veo directamente al tercer piso. Cuando paso la biblioteca, pienso en nuestra mesa. Cuando miro al espejo sobre mi vestidor, mis ojos automáticamente se mueven a la postal de la calle Hamilton donde Parker y yo comimos, paseamos y compramos. Él está en todas partes. Pero mayormente, está dentro de mí: en los cambios que hay en mí.

He sobrepasado tantos límites ya: subirme a su motocicleta aquella noche, no reprimir mis sentimientos por él aun cuando tenía novio, dejarlo entrar a hurtadillas en mi casa, faltar a la escuela con él.

Mirando atrás, es fácil ver cuando comencé a desviarme, la senda que tomé para perderme a mí misma. O tal vez… tal vez no estoy perdida en absoluto.

No me siento perdida. Si me siento de algún modo es… encontrada.

Allí es cuando me doy cuenta: Entendí mal. Todo mal. ¿Todo este tiempo? No estaba destinado para que yo cambiara a Parker, sino para que él me cambiara a mí.

* * *

—Jaden, ¿tienes un minuto? —pregunta la Sra. Stevens. Alcanzo mi bolso, lista para irme por el día. Quiero decirle que no. Quiero irme a casa. Quiero

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que este día termine.

—Claro —respondo, siguiéndola. Ella cierra la puerta de su oficina detrás de nosotras. Hace un click suave, apaciguando los gritos, chillidos y el ruido de las puertas de los casilleros golpeándose entre sí.. El almohadón de cuero se aplasta mientras me siento en la silla frente a su escritorio. Me quito la bandita elástica, aliso mi cabello y luego lo recojo en una cola de caballo otra vez.

La Sra. Stevens se sienta, abre una carpeta, y se ajusta sus pequeños y modernos lentes.

—Hay algunas cosas que he estado queriendo discutir contigo, en realidad. De hecho, no estoy segura de por donde empezar. —Se inclina sobre sus notas.

Reprimo un suspiro. Sabía que esto llegaría.

—Primero, creo que deberíamos hablar de tu reciente ausencia en clases.

—Está bien. Me escapé de la escuela. Puede decirlo —respondo.

Ella duda antes de continuar.

—Eso no es propio de ti. Me sorprendió escuchar que no tenías una nota, eso es todo.

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Me encojo de hombros.

—Te das cuenta de que ya no tienes asistencia perfecta.

—Sí.

—También te das cuenta de que una asistencia injustificada implica automáticamente cinco desméritos. Eso significa que una carta se envía a casa.

—Lo sé.

—Así que, ¿tus padres saben que te escapaste de la escuela? —pregunta, mirándome con curiosidad.

—Si no lo supieran, probablemente no estaría castigada en estos momentos —señalo.

La Sra. Stevens se aclara la garganta.

—Llamó la atención de la administración que tú faltaste a clases con Parker Whalen, sólo que Parker trajo una nota firmada al día siguiente.

La sangre de mis venas parece detenerse. Mis manos se enfrían.

Parker. Puedo contarle. Puedo decirle lo que sé. Lo que vi. Es para lo que ella está aquí. Ella podría levantar el teléfono. Hacer unas pocas llamadas.

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Todo estaría bien. Esto no es algo que tengo que guardarme. Puedo ayudar.

Abro mi boca para hablar, luego la cierro de nuevo, mordiendo mi labio inferior.

—No conozco a Parker muy bien —miento, mirando el piso.

—El cuerpo de estudiantes parece pensar lo contrario —ella insiste.

— ¿Desde cuándo piensa que los estudiantes entienden algo bien? ¿Y cuándo no habló la gente de Parker Whalen? —respondo calmadamente.

—De acuerdo. Entonces, estás de acuerdo con la falta y los desméritos.

Sonrío.

—No si puedo presentar una apelación.

Ella suelta una pequeña risa.

—Ya has confesado.

—Bueno, en ese caso, estoy bien con ello.

—De acuerdo. Sigamos. Esto probablemente no es algo para preocuparnos, sabiendo que estás castigada, pero la Sra. Davis llamó y dijo que no podrías continuar con tu trabajo en la caminata anual por el banco de comida.

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—No. Tuve que retirarme. Aparentemente, estar castigada significa que no se me permite salvar al mundo hasta el verano.

La Sra. Stevens sonríe, escribe algo en su hoja, luego aclara su garganta seria de nuevo.

—Hay otro problema que creí que deberías conocer.

—Guau. Esto se está poniendo mejor y mejor —murmuro.

—No estoy acostumbrada a que tengamos estas conversaciones —confiesa.

Agarro los brazos de cuero de la silla y me siento derecha.

—De acuerdo, ¿qué sigue?

—Es sobre tu clase de química. ¿Estás teniendo problemas?

—No —contesto, genuinamente sorprendida. Esta es una pregunta que no esperaba—. Realmente no.

—De acuerdo, porque hablé con tu profesor. Aparentemente hubo una prueba en la que sacaste C, y un examen en el que obtuviste una muy baja B.

Contengo la risa.

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—Difícilmente llamo a eso “tener problemas” —sigo, sorprendida de cuanto soné como Parker. Sé sobre la B y la C. Metí ambas evaluaciones en mi cuaderno sin pensarlo dos veces. ¿La verdad? Es una clase avanzada, y el material es difícil. Con todo lo que está sucediendo en mi vida, lo mejor que puedo ofrecerle a cualquiera es promedio.

—No, lo has hecho muy bien —dice—. Pero eso baja tu A en química a una B.

—De acuerdo.

—Eso disminuye automáticamente todo tu promedio. Daniel Cho está ahora compitiendo por el mejor promedio. Está arriba por sólo unos puntos, pero no estoy segura de que puedas subir tu promedio a tiempo. Planeé reunirme con él la semana próxima.

—Genial. —Inspiro el aire agobiante de la oficina hasta llenar mis pulmones. Estoy sofocándome, el río creciendo, ahogándome desde adentro hacia afuera—. Usted sabe que no entré a Harvard, ¿cierto? —pregunto—. ¿Está en su lista también? No quiero sonar engreída, pero…

Ella se inclina sobre sus papeles, frunciendo el ceño.

—No estaba aquí, específicamente, no. Iba a preguntarte si habías oído algo.

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—Lo hice.

—Lo siento mucho. Sé que deseabas buenas noticias.

—“C’est la vie”

—Así es la vida… correcto —dice la Sra. Stevens, ofreciendo una sonrisa de simpatía—. Así que, ¿qué hay de tus respaldos?

Ella ya sigue adelante. No tiene sentido perder tiempo siendo miserable por ser rechazada de la universidad de mis sueños.

— ¿Qué hay con ellos? Fui aceptada en todo lo demás —contesto, encogiéndome de hombros.

Ella abre uno de los cajones de su escritorio. Lapiceras ruedan adentro, clips de papel se golpean entre ellos.

— ¿Has planeado visitas a los campus?

—Aún no.

—Bueno, hay una chica a la que quiero que llames y arregles algo. Ella es una representante de admisiones en la NSU. Sabes que tienen una escuela de medicina magnífica. —Anota el número en un pequeño Post-it amarillo—. Su nombre es Reagan, y podrá decirte todo lo que quieras saber. —Se inclina sobre su escritorio, pasándomelo. Estudio el conjunto de dígitos.

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—Por supuesto, de acuerdo.

—Tienes algunas semanas todavía, Jaden —dice Ms. Stevens, la silla de oficina chirriando mientras se inclina hacia atrás—. No es tiempo de empacar aún.

—Lo sé.

—Has trabajado duro para llegar a donde estás. Odiaría ver que lo arruines en los últimos días.

Me paro y reúno mis cosas.

—Creo que es seguro decir que ya lo he arruinado —le digo, acomodando mi bolso en mi hombro.

Ella da vuelta en su silla.

—No iría tan lejos —responde, levantándose.

—Saltándome clases, desméritos, no entrar en mi escuela soñada… por favor.

—Sólo digamos que es culpa de la presión del último año. Les sucede a todos.

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—No a mí.

—No es el fin —me recuerda—. Así que, tal vez no entraste a Harvard. Fuiste aceptada por media docena de otras magníficas universidades. Sí, te escapaste de la escuela. ¿Qué estudiante no lo ha hecho? Y sí, tienes algunos desméritos en tu expediente. Sabes, fui y revisé tu archivo. El último desmérito que tienes fue en tu primer año. Tuviste uno —por mascar chicle en el campus. Y apuesto que sucedió fuera de las horas de la escuela. —Yo levanto una ceja— Y estabas en el estacionamiento.

Fue bastante injusto. Suspiro.

—Mi punto es —continúa—, eres una gran estudiante y persona, Jaden. Vas a solucionar esto.

Fuerzo una sonrisa, sólo lográndolo a medias.

—Gracias.

—Haz una cita para ti y tus padres para visitar NSU. Habla con Reagan y hazme saber cómo te va.

Para el momento en que llegué al pasillo ya está vacío, el único auto que queda en el estacionamiento de estudiantes es un Civic blanco. Mío. Solo.

Lágrimas nublan mi visión mientras me muevo a él. Me esfuerzo para evitar que se derramen por mis mejillas, parando varias veces para limpiar mi

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nariz en mi manga mientras peleo con las llaves.

No llores, Jaden. No vayas a llorar.

La cálida tarde se filtra en el pequeño lugar, y el aire es pesado y rancio. Inhalo un enorme respiro, pero es más sofocante que refrescante, y mi garganta se contrae, como si alguien me estrangulara por atrás.

No llores. No…

Pero no puedo contenerlo más. No puedo hacer esto. Un punzante dolor en mi cabeza palpita tras mis ojos. Me recuesto en el asiento, cubriendo mi cara con mis manos, frustrada y enojada y triste y avergonzada. Avergonzada por ser llamada la oficina de mi orientador. Avergonzada por que la mitad de la escuela esta chismeando sobre mí porque me escapé de la escuela con un chico que me gustaba, a quien pensé que tal vez le gustaba yo también. Avergonzada porque saqué una C en una prueba de la clase avanzada de química, y ahora no seré el mejor promedio y Danny Cho tomará mi lugar. Enojada porque soy una terrible persona por enojarme con Danny Cho, porque Danny es un chico realmente bueno y se merece totalmente el honor. Enojada porque no entré a Harvard, porque estoy por graduarme, y aún no sé a dónde iré a la universidad. Triste porque mi hermano se casará y se llevará a Sarah y a Joshua con él. Triste porque herí a Blake, porque me herí a mí misma. Triste porque amo a Parker y él no me ama a mí. Triste porque Parker sufre, y hay una buena posibilidad de que su padre lo golpee. Enojada porque quiero ayudarlo pero no sé cómo. Porque no quiere ser ayudado. Porque lo prometí. Frustrada porque todos esperan

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mucho más de mí y no puedo hacerlo…

Y es todo mi culpa.

El tiempo pasa mientras estoy sentada, suspendida, llorando mientras mi cabeza duele, hasta que no hay más lágrimas. Cuando termino, quito lo que queda de mi delineador y máscara. La luz del día entra por la ventana, agobiante y opresiva. Motas de polvo flotan livianamente, resaltando en el sol. Alcanzo mis llaves para encender el motor, mi corazón deteniéndose cuando veo su silueta enmarcada en el espejo de un lado, observando, acercándose.

Capitulo 25 Traducido por gaby828

Golpea el cristal con sus gruesos nudillos. Echo un vistazo a la figura descomunal que hace sombra al coche y golpea la ventana. ¿Qué estaba haciendo el aquí?

—Luces molesta. ¿Estas bien?—el pregunta, inclinándose hacia mi.

Aspiro profundamente, limpiando debajo de mis ojos, y mis pulmones se estremecen. –Sí. Mal día. Eso es todo.

Él se ríe. —Puedo ayudar con eso. — Mete la mano en el interior bolsillo de su chaqueta. Está demasiado caliente para un abrigo. Me niego a mirarlo a

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la cara.

—Me tengo que ir, —le digo, buscando el botón de la ventana.

—Wow. Espera un minuto. Eres la chica de Blake Hanson, ¿no?

—Era.

—No había escuchado. Es una lástima. Ya sabes, me acuerdo de tus hermanos—Vince de Luca sigue— ¿Qué están haciendo estos días?

Me aclaro la garganta y tragó saliva. —Um, todavía están trabajando con mi papá. Daniel se va a casar el mes que viene.

Vince se ríe. —Eso es impresionante. Hombre, yo los echo de menos. Eran unos locos hijos de puta.

Forcé una sonrisa. —Les diré que dijiste hola.

—Si, has eso.

Da un paso lejos del coche, dando vuelta. — ¡Hey, hombre! ¿Qué está pasando?

—No mucho. —Una voz familiar responde. Sacudo mi cabeza hacia el sonido.

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Fuera el cielo estaba encubierto por nubes delgadas y algodonosas. La luz del sol calienta las mejillas, la frente y la punta de mi nariz. Hay una elevación en la atmosfera cuando lo localizo, y algo más fuerte que las mariposas late en el interior.

Observo como Parker Whalen se aproxima, luego hace un extraño abrazo-sacudida de manos con Vince. El me mira cuidadosamente, intenso. Ansioso. Y es tan diferente a todo lo que he visto antes que envía un frío irracional por mi columna vertebral, dejando un hormigueo en mi piel.

Todo se ve tan... erróneo. Tan... planeado. Y me golpea.

—Yo tengo lo que necesitabas, — dice Vince, voz baja, alcanzando en el interior del bolsillo de su chaqueta.

No.

Estoy congelada donde estoy sentada, con las manos agarrando el volante, mi cabeza dando vueltas, los bordes del mundo entero están borrosos.

No. No. No.

Una ráfaga fría de adrenalina se hace cargo. Yo sabía que Parker tenía un pasado. Todo el mundo lo sabía. Él lo admitió. Pero dijo que había terminado con el. Juro que no lo hizo nunca más. Nada de ello.

Siento mi cara apretarse, atrapada en un furioso silencio, una ola de

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resentimiento rodando por toda la longitud de mi cuerpo.

Hay un cambio, y no puedo decidir si quiero gritarle o llorar, golpearle en la cara o caer en sus brazos.

El mintió.

El mintió.

A mí.

La persona dispuesta a darle una oportunidad real.

Yo lo escuche. Le creí. Me dejo enamorarme de él.

Mi corazón se rompe en pedazos, rompiéndose hasta que lo único que queda son fragmentos. Astillas.

Mis manos aprietan mas estrecho alrededor del volante, dedos doloridos, y me dan ganas de gritar. Golpear algo. Cierro los ojos e inhalo profundamente, tratando de serenarme.

— ¡Aquí están mis chicos!—Vince dice, yendo en su dirección.

Cuando abro los ojos veo el camión de Tony empujando en un espacio más abajo en la fila. Otro jugador de baloncesto esta sosteniendo un arma, y Blake esta en el asiento trasero, solo.

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Antes que tenga tiempo de reaccionar, Parker esta ahí, en mi puerta, arrodillado. Sus ojos muy abiertos, intensos. —Necesitas salir de aquí. —advierte, su voz estrangulada. El mira sobre su hombro, donde Vince habla con Tony por la ventana del lado del pasajero de su pick-up.

— ¿Qué estas haciendo, Parker? Yo pensé... tu juraste...” Me ahogo con las palabras, y el resto queda atrapado en el fondo de mi garganta.

No llores.

—Dije un montón de cosas, Jade. Pero justo ahora necesito que confíes en mi. ¿De acuerdo? Tienes que escucharme—el demanda. Su voz, no es molesta. Es urgente. Incluso frenética. Ahí es cuando me doy cuenta que no debo estar aquí. No tengo que ser testigo de nada de esto. Soy una responsabilidad.

— ¿Qué esta pasando?—susurre.

—Puedo explicártelo todo mas tarde, lo juro. Solo por favor has esto por mí. Te necesito fuera de esto, rápido.

— ¿Qué hago?—Mi voz, ni siquiera suena como mía. Esta tensa, saturada con el miedo.

—Tienes que arrancar el auto, salir de este espacio del estacionamiento y alejarte como si nada estuviera mal. ¿Me escuchas? No les dejes pensar

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que algo esta mal. —muevo mis ojos hacia Vince, luchando para concentrarme en las instrucciones que me esta dando Parker. —Gira a la derecha hacia la calle y espérame en la estación de gas en el extremo del bloque. Ve. Ahora.

Mis manos frías y temblando, tuerzo las llaves en la ignición, asintiendo con la cabeza—Esta bien.

El motor ruge a la vida.

Parker se levanta, sus ojos fijos en algo a la distancia. Instintivamente me volteo a la dirección que él esta viendo. Y lo veo. Estacionado detrás de los arbustos gruesos en el borde del barrio a través de la calle. Mayormente escondido, pero suficientemente visible para saber...

Un carro de policía.

Trago saliva y alcanzo la palanca de cambios.

Alguien maldice, y al momento siguiente mi coche se sacude, algo se arrojó en el.

El lado del conductor esta en la sombra y Parker esta ahí, bloqueando la ventana. Sacudo mi mano de nuevo, mi corazón golpeando.

— ¡Déjala salir!—demanda Vince.

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—No. —Parker replica, su voz firme.

—Hazte a un lado, o ambos se arrepentirán.

Parker no se mueve. La voz de Vince está más tranquila ahora. — ¿Cariño? Quizás quieras decirle a tu novio que comience a escuchar.

— ¿Parker?—llamo, dudando.

—Quédate dentro del carro—insiste.

— ¡Abre la puerta!—Vince grita. Él lleva algo en la ventana. El vidrio se rompe, herido por el golpe, lloviendo sobre mí. Me estremezco, protegiendo mi cara con el brazo.

— ¡Esto no tiene nada que ver con ella!—Parker dice, una nueva ola de ira detrás de sus palabras.

—Vamos a ver eso.

Se llega a través de la ventana rota y levanta el bloqueo. —Fuera de aquí.

Llego a la manija de la puerta, con los dedos temblando, y tiro de ella.

La puerta se abre por completo, y Vince se inclina hacia el interior, su enorme mano se cierra alrededor de mi brazo, apretándolo. Él me arrastra fuera del coche y caigo sobre el pavimento áspero. Pateando. Desgarrando.

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Trabajando por escaparme. Me agarra y jala la cola de caballo, tirando de ella por las raíces. Grito. Mi cuero cabelludo pica, y el dolor trae lágrimas a mis ojos.

Mi bolsa cae al suelo, su contenido se dispersa.

Mis pulmones dan un espasmo, y jadeo en busca de aire fresco.

—No te muevas—Vince susurro en mi oído. Esta tan cerca. Su aliento caliente huele a alcohol, medicamentos y podrido. Mi estomago da vueltas, volteándose sobre si mismo, como que voy a vomitar.

Blake y Tony están fuera de la camioneta ahora, mirando. Parker hace movimientos para que se mantengan alejados, luego se voltea hacia mí. —Detente Vince,—él dice.

— ¿Quién de ustedes me delato? [1]—demando saber.

Los ojos de Parker se encuentran con los míos, y son tan aburridos, apagados, pero puedo ver el miedo que los impregna, así como él trabaja para mantener su voz. —Vamos. Tenias que saber que serias capturado algún día.

— ¡Ella me delato!—Vince grito en mi oído.

— ¡Yo te delate!—Parker disparo. —ella no tiene nada que ver, y esto solo lo esta haciendo peor. Déjala ir. Hablaremos. Podemos trabajar en algo, —

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Parker le dice, mirándome. —Tienes opciones. — Hay un borde grueso a su voz, y por un momento que ni siquiera creo que él se cree.

— ¡Se suponía que eras mi amigo!

—No soy amigo de nadie.

—No te creo. — Vince aprieta, tirando de mi cabello más apretado, y de repente mis rodillas [1] aquí va set me up, lo que pasa es que no me cuadraba y como imagino que el significado va por ahí....

están cediendo, y yo estoy cayendo, girando, arremetiendo hacia adelante. Hacia la derecha, la pintura blanca de mi coche recién lavado se precipita hacia mi cara.

Mi cabeza choca contra el costado, sacudiendo mi cuerpo, mientras nos conectamos. El entumecimiento se apodera de mí mientras el metal cruje debajo de mi cráneo. Y el dolor comienza, irradia en ondas, moviéndose de la frente a el cuero cabelludo en la nuca y la columna vertebral, todo el camino hasta las uñas de mis dedos de los pies. El mundo entero gira. Brillante, negro y hermoso.

Me derrumbo, mis rodillas débiles. Alguien está ahí, me levanta a mis pies. Pero mi fuerza se ha ido y no lo puedo soportar. Un brazo sudoroso se envuelve alrededor de mi garganta. Apretando. Más estrecho .Más estrecho. Presionando contra ella. Envuelva los dedos a su alrededor, hundiendo las uñas en la piel grasosa. No se mueve. Fuerzo los ojos

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abiertos. Tratando de enfocar. De respirar. Parpadeo para contener las lágrimas.

Y lo veo a través de la bruma, la falta de definición. Parker. Ojos duros. Enojado. Un arma apuntando directamente hacia nosotros. Sangre -caliente y pegajosa-rezuma de mi cabeza, corriendo por el lado de mi cara y cuello y el brazo de Vince, manchando mi ropa. Él aprieta su brazo alrededor de mi cuello. No me siento más dolor. Me esfuerzo por respirar. Para satisfacer a mis pulmones. Los destellos del mundo, brillantes, envolviéndome.

Respira.

—Parker—mis labios se mueves, pero ningún sonido sale.

—Deja que se vaya—Parker demanda. —Ya esta hecho, Vince. Y no voy a perder el sueño por matarte. —Agarra la pistola forma constante, dirigida a la cara de su objetivo, inquebrantable, ojos entrecerrados. —No me obligues.

—Te reto a hacerlo, —Vince me atrae directamente frente a él, y en un momento de infarto en que hay un clic y un pedazo duro y de metal se ha atascado en mi sien. Conduciendo. Me estremezco, inclinando la cabeza, atragantándome con nada. La mandíbula tensa de Parker, el rostro ceniciento.

— ¿Cómo se siente, hombre? ¿Piensas que lo tengo en mi?—Vince se ríe, corto, amargo, carente de humor— ¿Adivina que? Lo tengo.

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Cierro los ojos con fuerza. Porque no puedo respirar. Porque hay una pistola en mi cabeza y se va a disparar. Y sé que aquí es donde muero. Como muero. Como ambos morimos. Tumbados en un charco de sangre como una especie de ghetto[2] de Romeo y Julieta. Y no puedo dejar de pensar que ninguno de nosotros debería estar aquí. No Parker. Yo no. Esto no tiene que suceder. No deberíamos morir. No así. Y pienso en mi mamá y mi papá, Daniel y Phillip y Joshy y Sara y Savannah y Blake y me pregunto si voy a un lugar donde podre ver a mi abuelo y si Parker estará allí y no voy a la Universidad de Harvard y de alguna manera eso ni siquiera importa más y no puedo respirar y todo esta desapareciendo y me siento como si estuviera durmiendo. . .

[2] Un gueto es un área separada para la vivienda de un determinado origen étnico, cultural o religioso, voluntaria o involuntariamente, en mayor o menor reclusión. El término se empleó, originalmente, para indicar los barrios en los cuales eran obligados a vivir y a permanecer confinados por la noche. El uso se ha extendido hoy a cualquier área en la que la concentración de un determinado grupo social es excluyente

Y luego, a través de la niebla, hay coches. Neumáticos chillando. Luces cegadoras. Son tan rápidos.

Y una voz del cielo, estridente y confusa: “¡Suelte el arma!"

Parker grita algo a mientras que llegan, sin quitar los ojos de mí.

Vince afloja su agarre, sorprendido por el caos. Es suficiente para mí para reaccionar, para hacer un último esfuerzo. Así que incrusto el talón en su espinilla, y, mientras se tropieza, me deslizo de su brazo, cayendo, estrellándome contra el pavimento, presionando mi mejilla profundamente

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en la grava.

Tiroteos. Mis oídos zumban, suenan. Y todo esta apagado. Abro la boca para gritar, pero no puedo decir si sale algo. Otra bala. Y luego hay alguien encima de mí. Más disparos, pero están apagados. A lo lejos. Al igual que el mundo entero está cubierto por una gruesa manta, lana. Y mis pulmones no se llenan a pesar de que puedo respirar y estoy jadeando y tosiendo. Pruebo sangre y pólvora. Afilada, metálica y agria.

Alguien me da la vuelta y Parker está allí. La niebla se amontona mi visión. La luz del sol ciega mis ojos. Su boca se mueve, pero no puedo entender lo que está diciendo. Él está buscando, chequeando, los labios formando las mismas palabras. Una y otra y otra vez. Sus dedos limpiando sangre de mi cara.

El sonido está volviendo poco a poco. Cierro los ojos. Hay nuevas voces. Pero estoy bajo el agua. Ahogándome. El dolor presionando por todas partes. Oigo Parker, su voz temblando, violenta y ansiosa, y me duele el corazón de escucharlo.

— ¿Estas bien?—alguien pregunta.

Aleteo mis ojos abiertos, y lo veo. Su boca se establece con preocupación. Quitándose la chaqueta de cuero, y desatando. . . algo. Se ajusta aparte.

— ¡Estoy bien! Solo dame tus llaves. — Él saca el chaleco negro sobre su cabeza, de su pecho. Hay una lágrima en el. Bordes deshilachados. Es

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como. . . algo. Mis ojos entornados, bizqueando.

Nada tenia sentido ahora.

Cerré mis ojos.

— ¿Jade? ¿Jaden puedes escucharme?—pregunta. Abro la boca para hablar, pero me arde la garganta, en llamas,. No puedo.

—Vas a estar bien, ¿de acuerdo? Tienes que quedarte conmigo — pide.

Las voces suenan más fuertes. El sonido, el zumbido, la niebla, todo se disipa, como si estoy rompiendo la superficie.

En el momento siguiente los brazos de Parker me envuelven, me levantan del suelo. Llevándome. Me muevo en él, enterrando la cara en su cuello.

El mundo está regresando y me faltaba el aire, y estoy llorando.

Ni siquiera di cuenta. Mis hombros dan un tirón. Tosiendo. Desesperada.

—Lo siento, lo siento—Parker dice en mi oído, una y otra y otra vez.

Él abre la puerta de un coche patrulla y me deja en el asiento del pasajero. Mueve el pelo de mi cara, y sus dedos ensangrentados limpian debajo de mis ojos. Manchan mis lágrimas ardientes.

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—Mierda — murmura, examinando la frente. Saca su camisa sobre su cabeza, y veo los moretones de nuevo. Los más reciente. Violentos y aflorando a través de su estómago. El arruga la tela y la aprieta contra mi cabello. Duele, el dolor punzante rasga, se propaga. Lo siento en todas partes.

—Sostén esto. —Pongo mi mano en su contra. Está temblando. Desequilibrado. Me estremezco, en punto de congelación.

Parker alcanza las evillas de mi cinturón de seguridad. Sigue tratando de tragar, obligando a devolver algo, y dando manotazos a sus ojos con el dorso de su mano. Son de color rojo brillante y también húmedos, alrededor de los bordes.

Me recuesto y cierro los ojos, mi cabeza palpitando. Escuchando las sirenas. El radio de la policía. Parker hablando en la radio. Informes que van y vienen. Arrestos. Letras. Números. Códigos no puedo ni siquiera comenzar a procesar.

Abro los ojos y giro hacia la ventana a medida que nos alejamos. Tony Blake, los dos son esposados. Y Vince-yacía cerca de mi coche, bordeado en un charco de sangre.

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Capítulo 26Traducido por kathesweet

—Nunca he visto a una paciente tan bien custodiada —dice la enfermera, sonriendo. Sé que tiene buenas intenciones, pero lucho por encontrar el humor en la casi docena de policías pululando en el pasillo afuera de mi habitación. Ella limpia mi frente con antiséptico, y eso pica.

La habitación es fría y estéril. La cama de hospital es dura y hace ruidos extraños cada vez que me muevo. Todo huele como jabón de mano, blanqueador y flores.

La enfermera y el doctor de guardia trabajan rápidamente, limpiando la herida y suturando la laceración de mi frente. Ella está re-vendando el lugar cuando lo escucho: pasos pesados golpeando contra el suelo de azulejos. Una voz alta y enojada.

— ¿Qué demonios le hiciste?

La enfermera abre la puerta. Los tres oficiales están reteniendo a Daniel, y los otros se han movido en frente de Parker, protegiéndolo. Si tuviera más energía, pondría los ojos en blanco. Debería haber sabido que él sería el primero en aparecer.

—Daniel.

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No sé cómo me escucha, pero hace a un lado a los policías. —Fuera de mi camino.

—Te dejaré sola por un minuto —dice la enfermera, dirigiéndose hacia el pasillo.

—Van a arrestarte —le advierto mientras cierra la puerta.

—Jaden, ¿qué te sucedió? —pregunta, mirando mi frente. Estoy agradecida de estar limpia y en la bata de hospital. Aparte del vendaje y unos cuantos raspones, me veo bien. Obtuve un vistazo de mi reflejo en el espejo al entrar. Mi cara y cabello manchados de sangre, mi camisa manchada de marrón oxidado. Si él me hubiera visto así…

—Fue un accidente. Me quedé después de la escuela. Para una reunión. Era una especie de puesta en escena y me puse en el camino. No tuvo nada que ver con él, lo juro. Él sólo estaba… haciendo su trabajo. —Dejo salir un suspiro de frustración—. ¿Mamá y papá van a venir? —pregunto. El monitor de corazón pita a mi lado, y peleo contra la urgencia de dar un tirón a la pieza de plástico apretando mi dedo índice. Es todo tan dramático.

—Estarán aquí en cualquier momento.

— ¿Puedes hacerme un favor, entonces? ¿Puedes relajarte y tratar de transmitir la idea de que estoy bien y no es culpa de Parker? Necesito hablar con él. Y de paso, ¿podrías actuar como si quizás estuvieras

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agradecido de que salvara mi vida?

Exhala ruidosamente, luego se gira para irse, abriendo la puerta.

—Ella quiere verte —dice—. No sé por qué. Lo que sé, y todos tus amiguitos oficiales pueden oír esto, es que si alguna vez hieres a mi hermana otra vez, te desfiguraré de una manera que tomará semanas identificar lo que quede.

—Daniel —murmuro.

Él se gira hacia mí. —Lo siento. Eso es lo mejor que puedo hacer.

Desaparece por el pasillo y Parker entra, cerrando la puerta detrás de él. Alguien le prestó una camiseta limpia.

— ¿Estás… bien? —pregunta, dudando.

No contesto. No lo sé.

Él toma una respiración profunda. —Mira, Jade, siento tanto, tanto que esto sucediera. —Se detiene, exhalando audiblemente—. Se suponía que nadie iba a estar en la escuela esta tarde. Si tuviera alguna idea de que todavía estabas allí…

—Primero, creo que debería agradecerte —le dije calmadamente—. Ya sabes, por salvarme.

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El mete sus dedos entre su cabello, sus ojos dolidos y abiertos. —No te salvé. —Se ahoga—. Eso sucedió por mi culpa. Cada vez que cierro mis ojos veo… Y tienes que saber que nunca me perdonaré.

—Sin embargo —interrumpo— sucedió. Y obviamente eres bueno en lo que sea que haces, porque podría haber sido peor. Para ambos.

Él exhala.

—Entonces… ¿quién eres? —pregunto, nivelando mi mirada.

—Parker Whalen.

Mis cejas se levantan. — ¿De verdad?

—Sí.

—Parker Whalen. ¿Estudiante de secundaria? —presiono.

Se aclara la garganta. —Oficial Whalen, en realidad —dice lentamente. Alcanza su bolsillo y saca su insignia, entregándomela. El oro brilla en la luz, resplandeciendo. Pongo mis dedos sobre la estrella de escudo en el medio. Es pesada, fría y oficial.

La dejo a mi lado. — ¿Cuál es tu historia? ¿Qué estás haciendo?

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—Estaba en una asignación. En tu escuela.

—Estabas detrás de mi novio.

—Sé que parece de esa manera, pero no es así, lo juro. Hasta hace un par de semanas ni siquiera sabía que Blake conocía a Vince.

—Estabas de encubierto todo el tiempo —digo, sacudiendo mi cabeza, tratando de entender.

—Sí.

—Entonces… todo lo que sé sobre ti. Todo es… una mentira.

Traga saliva. —Jade, sé que parece de esa manera. Y sí. Tenía una historia de fondo. Tenía que hacerlo. No podía enamorarme de ti. Y no tienes idea lo miserable que me sentía acostado en la cama en la noche tratando de inventar historias que decirte, sabiendo que ni siquiera eran ciertas. Todas esas cosas que dije… no tenía otra opción. Pero me conoces, Jade. Lo haces. Muy en el fondo soy el mismo chico. Adoro el zoológico. Y los Sun Chips. Y creo que el Sr. Darcy es pretencioso.

— ¿Tu papá?

—Es un sheriff retirado —responde, suspirando—. Pueblo pequeño.

— ¿Tu mamá?

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—Casada con él por veintiséis años. Un poco feliz en la mayoría de estos. — viven en las afueras de Hamilton.

—Dijiste que estaban divorciados. Que creciste sin dinero.

—Crecí sorprendentemente en clase media —confiesa.

— ¿Hermanos? ¿Hermanas? —pregunto.

—Tengo una hermana mayor en la universidad. Tengo veintiuno, soy sagitario, y esta es mi segunda asignación de encubierto.

Como si importara. No me importa cuál es su edad. No realmente. No cuando me enamoré de un oficial de policía encubierto, plantado en mi secundaria. Y él lo dejó pasar cuando sabía. Mi pulso se acelera, una chispa de ira destellando.

—Fuiste expulsado de tu antigua escuela —le recuerdo—. Estabas en las drogas.

Asiente. —Lo fui. No puedo mentir sobre eso. Pero nunca fui expulsado, y nunca fui arrestado. No oficialmente.

— ¿Tu motocicleta? —pregunto—. ¿Dinero de drogas?

—No es dinero de drogas. La compré después de mis primeros cheques de

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pago.

— ¿Los moretones?

—Peligro ocupacional. Y… paintball.

¿Paintball? ¿PAINTBALL?

Trago saliva, rehusando a alejar mi Mirada, sintiendo una llamarada de resentimiento. — ¿Cuánto tiempo has sido policía?

—Un par de años.

— ¿Y esto es algo que siempre quisiste hacer? —pregunto.

—Parecía como la opción correcta en ese tiempo —admite, su voz baja. Se encoge de hombros, como si ahora estuviera debatiéndose entre si fue o no la mejor decisión.

Mis ojos se estrechan, entrecerrándose, porque estoy tratando de verlo. De entender. —Y simplemente… ¿pasas tiempo en secundarias enamorándote de chicas en tus clases?

—No. —Traga, sus ojos oscuros aguantando los míos, reluciendo—. Me hago pasar por un estudiante para mantener un ojo en actividades de droga. Sólo me he enamorado profundamente de una chica. Y todavía estoy un poco enloquecido porque hace como una hora pensé que la perdería. Y si eso

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sucediera…

Alejo mi mirada, bufando, porque puedo sentir las lágrimas y ver lo miserable que es por todo esto y no quiero cambiar nada de lo que estoy sintiendo en este momento, porque si hay algo, es que merezco la oportunidad de estar enojada con él. Tengo el derecho a estar furiosa. —No hay nada como un arma en la cara para ayudarte a salir de tus sentimientos conflictivos —le digo.

—Sé que te herí, Jade. Te herí de cada manera que una persona puede posiblemente ser herida. Pero si puedes perdonarme, prometo…

Aprieto las esquinas internas de mis ojos. Una lágrima escapa, cayendo. —No te culpo por nada de esto, entonces no hay nada que perdonar. Estoy feliz de que estuvieras allí, y supieras lo que estabas haciendo. Simplemente… —Mi voz cede. Mi garganta se cierra. Y mi nariz hormiguea y estoy húmeda y mocosa. Tomo una respiración profunda. Mis pulmones se estremecen. Miro los azulejos blancos del techo—. No sé quién eres, Parker. Pensé… Me hiciste creer…

—Tenía que seguir mi historia, Jaden —interrumpe—. Es mi trabajo. Soy un encubierto. Me habría encantado, más que cualquier otra cosa en este mundo, conocerte en circunstancias diferentes. Pero no era seguro para ninguno de los dos. Y lo que te sucedió hoy… tienes que saber que daría cualquier cosa por regresar el tiempo. No perdería un segundo de sueño en matar a ese bastardo —continúa, señalando la puerta—, pero lo que te sucedió hoy va a perseguirme por el resto de mi vida.

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Él desaparece alrededor de las esquinas, brillando, mezclándose con mis lágrimas. Le creo. Lo hago. Y eso es lo malo en todo esto. Lo prefiero frío. Cruel. Quizás luego decirle adiós no dolería tanto.

—No tienes idea de lo que me has hecho, Jaden. Simplemente, entraste y volteaste todo mi mundo —dice, su voz cálida—. No supe qué hacer.

Me congelo en la cama. Una onda fría, moviéndose a través de mi columna vertebral.

—Renunciaré a mi trabajo. Entregaré mi insignia. Renunciaré a todo, lo juro lo haré, si eso es lo que se necesita para hacer lo correcto. —Nuestros ojos se fijan uno en el otro, y puedo ver el sacrificio, la verdad, tallada en ellos. Y lo sé: renunciaría a todo. En un segundo. Por mí.

Hay un golpe en la puerta, y la enfermera mete su cabeza, interrumpiéndonos. —Jaden, tu familia está aquí.

Me siento más derecha, más rígida. —Está bien. —Aclaro mi garganta, tragando, suprimiendo las lágrimas adicionales—. Él ya se va —digo.

Parker me observa cuidadosamente. Me rehúso a encontrar su mirada de nuevo. Mi vida, esta cosa, es lo suficientemente complicada sin meter en ella armas, oficiales de policía y salas de emergencia.

—Ahora sé cómo se siente Ethan —dice, una huella de derrota en su voz.

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Una pequeña risa, pero no hay humor en ella.

Le echo un vistazo, miles de momento surgiendo a través de mí. Él. Yo. Nosotros. Alejo los pensamientos, huyendo de los recuerdos, dejándolos atrás.

— ¿Ver que alguien sufre por algo estúpido que él hizo? Lo entiendo. Y estás equivocada, porque eso lo devastó.

Exhalo lentamente y arrastro mis pulgares bajo mis ojos. No puedo dejar que mi familia me vea enojada. Soy la que se supone que los mantiene juntos. Tengo que mantenerlos juntos. Él me mira cuidadosamente, luego se estira por la caja de pañuelos sobre el mostrador, saca uno, y me lo entrega.

Casi puedo escuchar sus pensamientos.

Está bien llorar.

Asiento.

Luego, después de lo que se siente como toda una vida pasando entre nosotros: —Te necesito, Jade —dice, su voz tranquila.

Inhalo profundamente, mis pulmones estremeciéndose. —Necesito que te vayas —susurro.

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Él recoge su insignia, el dolor registrándose en sus rasgos, sus dedos persistiendo. La estudia por un momento antes de empujarla profundamente en su bolsillo trasero. Luego observo su figura en retirada mientras se va, desapareciendo por el pasillo.

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Capítulo 27Traducido por Joo.

Daniel me enseña cómo hacer masillado. Aparentemente hay una técnica. Mucha masilla* en el cuchillo, y tomará para siempre secarse y lijar sería una pesadilla. La idea es sacar lo suficiente para llenar la grieta, luego raspar todo lo demás. Y entonces, equipada con mi cuchillo masillador y pegajosa, violeta masilla (la cual me dijeron se tornará blanca cuando se seque y esté lista para lijar), comienzo mi recorrido alrededor de la sala de Sarah y Daniel, llenando grietas y espacios y cortes y agujeros de clavos en las paredes.*Masilla se designa a cualquier material de textura plástica, similar a la de la arcilla de moldeo, habitualmente usado en pequeños trabajos de construcción o reparación como sellante o relleno.

—Esto me tomará para siempre— murmuro, examinando las dos paredes que masillé en las dos horas de trabajo. Estaban marcadas con viruela, con cientos o más puntos (pequeños y grandes), donde los hoyos habían sido rellenos. —No me había dado cuenta cuantos cráteres habían en esta casa. —

—Sí, bueno, eso les pasa a las casas antiguas cuando la fundación se desplaza— Sarah dice.

Cambio a la siguiente pared y lanzo masilla en una ancha grieta. Quito el exceso raspando y me maravillo por la facilidad en que se llena. Después

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de una capa de pintura, nadie va a saber que allí había una imperfección. Instintivamente, me estiro y toco la cicatriz en mi frente. Ya no había puntos, pero sigue rosada y fresca, nueva.

—Originalmente Daniel pensó que deberíamos quitar los paneles de yeso completos. Empezar de nuevo desde cero. — Ella suspira. —Pero nosotros no tenemos el tiempo o el dinero para eso. Prefiero mucho más pagar por masilla y lijas que paneles de yeso. —

Maldiciones, y muchas de esas, interrumpen nuestra conversación. Nos acercamos al baño, donde Daniel está instalando la canilla y se encarga de la ducha. El tubo y el fregadero fueron exitosamente instalados el día anterior. El embaldosado –lo que él realmente quiere listo – no lo está. Unos pocos montones de baldosas están apilados ordenadamente en el pasillo, rodeados de polvo y escombros de demolición.

—No está funcionando— dice.

— ¿Compraste el correcto?— ella pregunta.

—Sarah, hago esto todos los días de la semana. —

—Obviamente no muy bien si no puedes instalar una canilla. —

— ¡No soy un plomero!—

—Me di cuenta— ella dice, —pero no puedo no tener una canilla. —

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Suprimo una sonrisa. Bienvenida a mi mundo.

Daniel suspira, pasando sobre pilas hacia el pasillo. —Cierto— murmura. —Necesito un adaptador. O algo. — Se limpia el sudor de su frente con la sucia manga de su polera. —El agua no está abierta de todas formas. Solo voy a sacar toda la cosa y llevarla a Home Depot. Conozco a alguien que probablemente pueda ayudar. —

Miré la hora en mi celular. —Es la hora del almuerzo— puntualicé. Entonces: un enorme estrépito.

—Espero que no haya sido mi encimera— Sarah murmura.

— ¡Oye, perdedor!— Daniel ladra.

—Está bien— Phillip replica.

—No rompiste nada, ¿no?— ella pregunta, apretando sus ojos cerrados.

—Nada importante. —

Sarah exhala. —Es bueno saberlo. — Se vuelve hacia mí. —Todo bien. Necesitamos almorzar. Daniel, Por qué no vas a Home Depot, luego te desvías hacia McDonald’s a la vuelta y recoges algo. Jaden, si pudieras ir con él y hacer que mezclen mi pintura, sería genial. — Ella toma mi cuchillo masillador. —Yo terminaré el masillado. —

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—Phillip, vamos a comprar el almuerzo— Daniel llama.

— ¿Dónde?—

—McDonald’s. —

—Bien, quiero unos McNuggets de pollo. —

—No estamos tomando ordenes— anuncia. —Todos tendrán hamburguesas de queso doble –sin pepinillos, sin cebolla –papas fritas, y Dr. Peppers. —

—Eres como un maldito dictador— digo. — ¿Qué pasa si no me gustan las hamburguesas de queso doble? Y sabes que no bebo sodas. —

Se encoge de hombros. —Lo siento. Es mejor mantenerlo simple. De otra forma me confundiré y arruinaré todo. —

—Así que en vez de molestarte nadie de nosotros debería obtener lo que quiere— acuso.

— ¿Desde cuándo tienes esa boca?— él pregunta, deteniéndose lo suficiente para fulminarme. —Tú eres la flexible. —

—Soy flexible— discuto, limpiando el sudor de mi frente con la parte de atrás de mi mano, mirando hacia otro lado.

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—Bien. Porque si yo pago, yo ordeno. Vamos. —

Luego de diez minutos Daniel y yo estamos en su camioneta dirigiéndonos al Home Depot, en el pueblo de al lado. El estacionamiento está casi vacío cuando llegamos: obviamente las masas tienen cosas mejores que hacer en un domingo que lijar masilla. Me concentré en la tarea a mano, alejando todo lo demás, examinando las fichas de pinturas que Sarah me dio mientras salíamos por la puerta. Necesito recoger tres galones de base, y que me mezclen un galón del celeste que eligió para la habitación de Joshua, y dos galones del marrón con el que planean pintar la habitación principal, pasillo, y sala de estar.

—Creo que puedes ir al mostrador de pinturas y ordenar eso. Recoge un par de bandejas y orilladoras también, mientras estés allá. Estaré en plomería— Daniel dice. Atravesamos las puertas automáticas. Tomo un carro y lo llevo a la sección de pinturas. Daniel continúa derecho.

Mi cabeza late. Un silencioso, pulsante dolor. Debería haber tomado algo antes de salir.

Los dolores van a amainarse en unas pocas semanas, o eso me han dicho. En lo que resta, estoy tragando Tylenoles como dulces. Sumado a la laceración de mi frente, me diagnosticaron una conmoción cerebral, que quiere decir una noche en el hospital. Entre rayos-x y escáneres CT, tengo que contestar preguntas, detallando mi explicación para la policía sobre todo lo que pasó. Hablar sobre estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.

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No vi a Parker esa noche, pero se quedó. Sarah me contó. Y no lo he visto desde entonces.

Entre noticias de último momento –la muerte de Vince, los arrestos de la mitad de los chicos del equipo de básquetbol de la preparatoria Bedford –y mi involucración, es seguro decir que su coartada fue destruida. Me perdí una semana entera de escuela luego de que todo pasó, y cuando volví los rumores se arremolinaban. ¿Parker Whalen, policía encubierto?

Caminaba con dificultad de clase en clase, ponía la mayor atención que podía, devolvía mi trabajo a tiempo. Pero no daba ninguna información, me negaba a hablar con cualquiera excepto Savannah y Ashley.

Suspiré, abrumada, y cuando el hombre encargado del puesto de pinturas me pregunta si necesito ayuda, le digo que sí. Bajamos juntos por el pasillo. Saca un par de bandejas, rodillos, orilladoras… Todo lo que necesitaremos. Explica la diferencia entre pintura mate, y satinada, y semibrillante. Intento escuchar, pero finalmente lo dejo tomar las decisiones.

—Probablemente tomará diez o quince minutos— explica mientras le paso las muestras de pintura que Sarah eligió.

—Está bien. ¿Puedo dejar esto aquí?— le pregunto, yendo hacia el carro.

—Claro. —

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Me dirijo a Plomería. Cuando encuentro a Daniel, está ocupado hablándole a un empleado en el otro lejano lado del pasillo. Me muevo lentamente, estudiando partes al azar –latón y plástico y cobre –válvulas y arandelas y tubos. Algo aquí puede arreglar mi canilla del baño. Pero con todos los nombres y números y tamaños, no sé dónde empezar. Rasco un picor en mi cuello en la base de mi cola de caballo.

— ¿Estás lista?—

Salto, asustada.

—Jesús, Daniel. —

Me observa cuidadosamente. — ¿Estás bien?—

Trago el bulto duro formando en la parte posterior de mi garganta. Corazón martillando en los oídos, dolor de cabeza. ¿Por qué estoy siempre a un segundo de llorar? —Bien— murmuro.

Daniel no pronuncia una palabra mientras caminamos hacia el mostrador de la pintura. No dice nada en el camino a su camioneta, o después de subir y cerrar las puertas.

El camino a McDonald’s es en silencio también.

—No estás bien, Jaden— dice finalmente, subiéndose a la acera al frente de la casa nueva, en un lugar protegido del sol de mediodía.

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— ¿Cómo se supone que esté?—

—Me gustaría que lo estés— Gira la camioneta al estacionamiento y nos quedamos allí, en silencio. — ¿Qué puedo hacer para mejorarlo?— pregunta finalmente.

Dejo salir una pequeña risa. —No hay nada que puedas hacer, créeme. —

—Es solo que odiamos verte así. Mamá. Phillip. Sarah. Es como si ya no fueras tú. —

—Hago lo mejor que puedo. —

—Lo sé. Y estás montando un gran show de pretender que las cosas están bien. Pero no lo están. Lo podemos notar. —

Trago con fuerza.

—Este… chico. Todavía lo amas, no. —

No es una pregunta. Las lágrimas picaban mis ojos. —Realmente no quiero hablar de eso. —

—Jaden, él no es–—

—Mira— lo interrumpo. —Sé que estás intentando protegerme, pero puedes

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ser agradable con los chicos en los que estoy interesada. No es solo sobre Parker. Odiaste a Blake. —

—Y mira lo acertado que estaba sobre él. — Se detiene, suspirando. —Es solo una cosa de hermano grande. —

—Es molesto. Quien me gusta es mi decisión. Me refiero a que, no puedes ponerte en mi camino cada vez que me enamoro de alguien. Me voy a la universidad pronto— le recordé.

—Lo sé. Lo sé— dice, asintiendo. —Es solo que… eres mi hermana pequeña, Jaden. Eres importante. Y no hay un chico afuera que sea lo suficientemente bueno para ti. —

—Eso lo tengo que decidir yo, Daniel. Tuviste tu oportunidad. Elegiste a Sarah. Phillip tiene a Becky. Es mi turno ahora. —

—Lo sé— concuerda, apagando el motor. —Pero Sarah y Becky son mucho mejor que cualquiera de los dos. —

—Entonces merezco la oportunidad de hacer a alguien mejor, también. —

Suelta otro aliento reprimido mientras alcanzo el asa de la puerta. — ¿Todavía lo amas?— pregunta, observándome cuidadosamente.

Empujo la puerta, saliendo, concentrada. —Se ha ido. Ustedes chicos ganaron. ¿Por qué importa siquiera?—

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***

— ¡Volvimos!— Sarah, su hermana, Melissa, y yo entramos por la puerta del frente, cargando las bolsas de David’s Bridal. Las nuestras son manejables. La de Sarah es monstruosa.

— ¡Déjame ver!— mi madre dice, encontrándonos en el vestíbulo. Deja a Joshua abajo en el duro piso de madera. Rueda hacia sus manos y rodillas y se arrastra hacia Sarah.

— ¡Hola, pequeño bebé!— ella dice, frunciendo sus labios a un rostro besable. Cuelga su vestido en la parte de arriba de la puerta principal de la sala de estar, y luego abre el cierre de la bolsa de prendas.

Mi madre jadea mientras Sarah levanta el satín blanco. — ¡Sarah! ¡Es hermoso!— llora, acariciando las pequeñas cuentas, parecidas a perlas, cosidas en el corpiño. Brillan en la luz del sol.

Detrás de nosotras, Joshua se empujó hacia sus pies y está parado junto al sillón, sosteniéndose con una mano.

—Joshy— digo.

Sarah se da la vuelta, acuclillándose en el suelo, nivelándose con él. —Vamos, bebé— ella llama, sosteniendo sus brazos a sus lados. Él suelta el sofá, se tambalea por un momento, dudando antes de mantenerse solo,

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entonces, con confianza, da un paso hacia Sarah. —Vamos— lo anima, el tono de su voz alto y claro.

Tentativamente da otro paso, luego se cae en su trasero, el pañal aplastándose con el suelo. — ¡Estás haciendo un buen trabajo!— Sarah dice, recogiéndolo en sus brazos y soplando un beso contra su mejilla bebé gordito.

— ¿Qué está ocurriendo?— Daniel pregunta, entrando al vestíbulo.

Solo nos toma un segundo reaccionar.

— ¡No!— Melissa grita.

Mamá se pone enfrente del vestido de Sarah. Levanto mi bolsa de prendas, escondiéndola de la vista.

— ¿Cuál es el problema?— pregunta.

—Es el vestido de Sarah. No se supone que lo veas— Mamá le informa.

—Anda al estudio— Sarah ordena, empujando su amplio pecho con su mano libre.

Daniel gira sus ojos. —Por favor. No te crees toda esa supersticiosa mier–—

— ¡No digas esa palabra!— Mamá y Sarah gritan juntas. Sarah cubre una de

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los oídos de Joshua, girándolo hacia otro lado.

—Lo siento— Daniel dice. Respira profundamente, luego lo deja salir en un, gran huff. —Solo no entiendo cuál es el gran problema. —

—El gran problema es que es una sorpresa— Sarah dice. —Así que ni siquiera pienses en ser intruso y abrir el cierre de esa bolsa. —

—De hecho, puedes dejarlo en nuestro closet si lo necesitas— Mamá sugiere. —Daniel sabe que no debe espiar allí. —

Daniel se apoya contra la barandilla, envolviendo sus brazos. —Relájense. No voy a espiar en ningún lugar. De todas formas, Phillip viene en camino. Va a traer a Becky… y tengo hambre. —

—Sabes cómo hacer un sándwich— le recordé, deseando que se fuera –brazos muriendo por el peso de mi vestido levantado sobre mi cabeza, hasta sacudiéndose. Claramente, necesito ejercitar más. Soy nula en el departamento de fuerza del brazo levantado.

Entrecierra sus ojos. —Ha, ha. Solo digo que mientras ustedes chicas están ocupadas anudando moños, algunos de nosotros tenemos que hacer trabajo real y necesitamos ser alimentados. —

Daniel va a la casa nueva a poner las instalaciones de la luz. El resto de nosotras tenemos tareas relacionadas a la boda que emprender. A comienzos de la semana ayudé a Sarah a diseñar el programa de la boda

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en mi computadora. Cogió papel especial de una tienda de manualidades y me prometió comprar un nuevo cartucho de tinta si usaba mi LaserJet para imprimir ciento cincuenta copias. Esta noche, Mamá va a plegarlas. El resto de nosotras vamos a hacer favores: atando Kisses de Hershey dentro de cientos de pequeños círculos de tul.

—Odio no cocinar si Becky viene— Mamá comienza, —pero si vamos a terminar todo esta noche, probablemente es mejor si solo ordenamos pizza. ¿Qué creen ustedes, chicos?—

—Estoy de acuerdo con eso— él dice.

—Está bien— concuerdo.

—Bueno, llama a tu hermano primero y pregúntale a él y a Becky si planean comer. Si lo van a hacer, pizza está bien, saca el número de Guido’s y llama por nuestra orden. ¿Todavía traen a domicilio, no?— pregunta.

—Si— respondo.

— ¿Algo más?— Daniel molesta, dirigiéndose hacia la cocina.

—Si necesitamos algo te dejaremos saber— Sarah llama.

Con Daniel a salvo fuera de nuestra vista, volvimos al vestido de Sarah.

—Es maravilloso— Mamá dice. —Lo amo. —

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—Yo también. Estoy tan emocionada— Sarah confiesa, sonriendo mientras lo observa. —Pero realmente no está a salvo aquí. —

Mamá cuidadosamente pliega el vestido de satín de vuelta a la bolsa de prendas. —Lo puedo poner en nuestra habitación. —

— ¿No te importa?—

—Por supuesto que no. Si está en la tuya Daniel se verá tentado a mirar. — Cierra la bolsa justo cuando la puerta principal se abre.

— ¡Gracias por contestar tu teléfono!— Daniel grita desde la cocina.

—Estábamos subiendo por la calle— Phillip responde mientras él y Becky entran al vestíbulo.

Becky es un año mayor que yo, un año menor que Phillip. Nunca estuvimos realmente en los mismos círculos, pero viniendo de un pueblo pequeño, es difícil no conocer a todos. Ella está en el lado tranquilo, por lo que me sorprende que Phillip esté siquiera interesado en ella. Tiende a ser atraído por rubias tetonas que ríen un montón. El cabello de Becky es liso, café pardusco, y está en la categoría pequeña. La primera noche que salimos a comer con ella, sin embargo, noté algo: ella es una pequeña cosa poderosa. Primero, en el estacionamiento, Phillip estuvo a punto de tropezar sobre sí mismo para cerrar la puerta de la camioneta para ella. Sostuvo las puertas abiertas mientras ella pasaba, la deja sentarse primero, ordenar primero,

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continuaba preguntando si necesitaba algo… era casi caballeroso –algo que nunca había pensado en un millón de años diría sobre Phillip. No hiso ningún comentario sarcástico en toda la noche – él no molestó a nadie o contó algún chiste subido de tono. No eructó, o liberó otros ruidos más molestos. (Honestamente, sin embargo, ¿cuánto tiempo va a durar?)

El chico está completamente reprimido.

— ¡Hola Becky!— Sarah y Mamá y yo llamamos. Ella giró hacia la habitación principal, ofreciendo un tímido movimiento de mano –sus mejillas poniéndose rosadas.

—Hola. —

— ¿Becky, te gusta la pizza?— Daniel pregunta.

—Seguro. —

— ¡Genial! Muero de hambre. ¿Qué ordenamos?—

—Solo ordena cuatro grandes— Mamá le dice. —Pide al menos una pepperoni y una de solo queso. Ustedes chicos pueden pelearse por las otras dos. — Ella empuja la bolsa de prendas por la puerta.

— ¿Es ese tu vestido?— Becky le pregunta a Sarah.

—Lo es, pero tenemos que esconderlo porque Daniel se pone fisgón. —

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Mueve a Joshua hacia su otra cadera.

—Vamos— Mamá dice. —Lo llevaremos a mi habitación. Te lo mostraremos. Jaden, ¿te importaría hacer un poco de té?—

—Sí, claro. — Cuelgo mi vestido en la barandilla mientras paso. Melissa y yo caminamos hacia la cocina, mientras Sarah y Becky siguen a Mamá hacia su habitación.

—No voy a pedir de piña— Phillip dice. —La piña es una fruta. No va con la pizza. —

—No tienes que comer de esa— Daniel contesta, marcando un número en su celular con su pulgar.

Abro el gabinete y saco el jarrón de Mamá. Daniel sale por la puerta del frente, teléfono presionado en su oreja.

—Estamos más allá de la mitad del camino— le informo a Melissa. —Llegamos a los uno-cincuenta. —

— ¡Eso es asombroso!— ella llora. —Va a enloquecer. —

Sonrío, tomando dos bolsas de té del bote en el mostrador.

— ¿Quién va a enloquecer?— Phillip pregunta.

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—Sarah— digo. —Vamos a comprarle ese mezclador rosa de doscientos cincuenta dólares por el que ella se registró. —

—Eso es probablemente la cosa más estúpida que he oído— él replica. — ¿Un mezclador de doscientos cincuenta dólares? ¿Eso es rosado? Juro por Dios. Las bodas hacen a la gente estúpida. Quiero decir, ¿lunas de miel? Los hombres no necesitan lunas de miel. ¿Y anillos de compromiso de diamante? ¿A quién diablos se le ocurrió esa idea? A las compañías de anillos, eso es. ¿Como si no comprar un diamante significa que no la amo lo suficiente? ¿Mientras más grande es, más la amo? Es la cosa más tonta que he escuchado. —

—Deja de quejarte. Esto no es sobre ti. Pero si no les tienes un regalo todavía y quieres contribuir estaría feliz de aceptar tu dinero y poner tu nombre en la tarjeta— le digo.

— ¿Así que si doy dinero no tengo que ir a comprar bandejas para hornear galletas?— pregunta.

—Necesitan bandejas para hornear— Melissa dice.

—Necesitan todo— agrego, —pero si. Es así. —

—Me ahorra un viaje. ¿Cuánto?— Saca su billetera.

—Bueno, puedes poner la diferencia y darme cien— digo, tirando un numero.

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— ¿Es en serio?— pregunta, mirándome extrañamente. —Actúas como si estuviera hecho de dinero o algo. —

Fuerzo a mis ojos para que no giren. —Por favor. Tu camioneta está pagada, no le pagas la renta a Mamá y a Papá. ¿Te refieres a que no puedes desembolsar unos míseros cien dólares por tu propio hermano?—

—Estaba pensando más en unos veinte. —

—Eres un Scrooge*— arrugo mi nariz. —Setenta y cinco. —*Personaje de una novela de Charles Dickens, Ebenezer Scrooge es un hombre de corazón duro, egoísta y al que le disgusta la Navidad, los niños o cualquier cosa que produzca felicidad.

"Cincuenta," él rebate, sacando un crujiente, billete de cincuenta dólares de su billetera y me lo pasa.

Yo se lo quito antes de que pueda cambiar de opinión. "Hecho".

—Sí, sí. Ladrona. — Se estira hacia atrás y pone su billetera en su bolsillo trasero. —Pon el nombre de Becky en la tarjeta también. Será de parte de ambos. —

— ¿Hablas en serio?— Pregunto, levantando mi ceja. — ¿La vas a llevar a la boda y estas pagando su regalo?—

— ¡Uh-oh! Alguien se está poniendo serio— Melissa canta, molestándolo.

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—Para— responde, levantando sus dos dedos del medio hacia el cielo al salir de la habitación.

***

—Lo siento, Becky— mi mamá dice, tomando un pedazo de pizza de pepperoni. —Normalmente no ordenamos pizza en noches de semana. Es solo que estamos tan ocupados con la boda y la casa nueva…—

—No, esto es genial— nos asegura. La mesa del comedor está cubierta de dulces y tules y listones y papel, así que nos paramos alrededor de la cocina, comiendo nuestra pizza en platos de plástico –o, si eres Daniel, encima del fregadero.

Cuando papá llega se une a nosotros en la cocina. Porque tenemos compañía, ignora su celular cuando suena, le pregunta a todos, en específico, sobre su día, y molesta a Becky porque quiere salir con Phillip. (Broma típica de un padre — ¿Qué está pensando una chica agradable como tú?). Cuando terminamos de comer, Mamá reúne nuestros platos y servilletas sucias.

Se detiene a mi lado y examina la cicatriz en mi frente. —Se ve mejor— dice suavemente. Asiento.

Ella sonríe. — ¿Necesitas algo?—

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Tomo un trago de mi agua embotellada, estudiando el linóleo, y sacudo mi cabeza.

—Bueno, mientras ustedes chicas están haciendo sus cosas de boda, voy a mirar el golf— Papá anuncia.

Aclaro mi garganta. —Um, Papá: Si no estás ocupado esta noche… Todavía tengo esa cosa con la canilla de mi lavamanos. —

—Lo sé. Está en mi lista— él dice, estirándose por la botella de Pepsi, rellenándose.

Suspiro, exhalando mientras él sale de la habitación. Supongo que no importa. Quiero decir, no es como si viviré aquí para siempre. Mis ojos se clavan en Daniel, parado en la entrada, mirándome, cauteloso. Mi mandíbula se aprieta, resentida por la presión. Le lanzo una mirada asesina, luego miro hacia otro lado.

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Capitulo 28

Traducido por Cami.Pineda

Me recuesto en la cama viendo a mi techo. Ocasionalmente, observo el reloj en la mesa de noche, sorprendida porque solo han pasado un par de minutos desde la última vez que lo revisé. Ruedo a mi lado y miro el espejo, donde la postal del centro de Hamilton está pegada en la parte de abajo de la esquina. Aunque no puedo sacar la imagen, he memorizado el escenario. De hecho, he estudiado tanto la fotografía que interfiere con mis recuerdos de ese día. Ahora, cuando nos pongo a Parker y a mí sentados en esa silla, es temprano en la mañana y con niebla, el sol esperando para atravesar las nubes.Entierro mi cara en la almohada, sofocándome, esperando a que todo se vaya.

He cerrado mis ojos, deseando dormir, cuando escucho el menor, tap,tap sobre mi ventana. Mis ojos se abren. Permanezco inmóvil, absolutamente despierta, el corazón golpeando, sosteniendo mi respiración, esperando por que el sonido aparezca de nuevo.Detrás de la puerta de mi baño, el agua de la llave gotea en la cuenca del lavamanos.Arrojo mis cobijas hacia un lado y salto de la cama, caminando en la punta de mis pies hacia la ventana, el suelo frio craqueando debajo de mi apenas

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pisado. Extiendo mi mano, agarro la cortina, y la tiro hacia atrás, luego levanto las persianas.Nada.

Tuerzo las cortinas completamente abiertas y busco hacia afuera. La luna ilumina en patio de adelante y a los carros parqueados en la calle, probando que todo está callado: como debería ser. Suspiro y regreso a mi cama, arrastrándome debajo de las sabanas, tirando el edredón hasta mi barbilla.Cierro mis ojos lo mas apretado posible y fuerzo a sacar a Parker de mi mente. En vez de eso, me concentro en el ese sonido que si existe, y que si puedo oír. El sonido con el que, no importa que, siempre podré contrar: drip… drip… drip…

***El Prom, al cual mi madre últimamente decidió que no iba a ir, significa el no-oficial final de la escuela. Olvidando los importantes exámenes finales para calificar y para estudiar. Con las vacaciones de verano llegando rápido, a nadie le importa. Incluso algunos de los profesores se han rendido. La Sra. Tugwell, por ejemplo, recurre a darnos un tutorial completo en video de Jane Austen, poniendo el clásico de BBC Orgullo y Prejuicio y la versión de Kate Winslet de Sentido y Sensibilidad en el curso sobre las semanas finales. Mis labios se vuelven casi una sonrisa cuando me doy cuenta de que Parker se salvó de cinco horas del Sr. Darcy.En algún lado, donde sea que él esté, y lo que sea que esté haciendo, está dando un suspiro de alivio. Lo sé.

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Es una de estas mañanas en las que la Sra. Tugwell se detiene en el pasillo junto a mí, hojeando un montón de papeles. Saca un paquete – mis ensayos, papeles unidos con clips – y me los pone en mi escritorio. Lo levanto y examino la parte de arriba de la hoja de evaluación. Jaden McEntyre, Parker Whalen: A+.Miro hacia el puesto de Parker. Sigue vacío.

Luego los anuarios llegan, y un nuevo cultivo de cosas sale. Se lo pasamos a nuestros amigos y compañeros de clase en los pasillos de estudio o durante el almuerzo. En vez de escuchar una reseña de integrales indefinidos en calculo, le decimos a nuestros compañeros “Manténganse Dulces,” y “Nunca Cambien!” dejando algo ingenioso para que nos recuerden como – algo que dura. Les insisto que “Tengan un gran verano.” Y luego firmo mi nombre.

En la página de los de último año, soy votada como la Mejor Sonrisa y por la que más… si... Cambiaba el Mundo. Savannah fue votada como la que Más Olvidaba Donde Había Parqueado Su Carro.

Los minutos y horas pasaban, acercándonos más a lo inevitable: ese día final de colegio, donde la campana iba a sonar, despidiéndonos por siempre.Durante la última semana de escuela, y tan solo a unos días de la graduación y la boda – luego de que mi casillero es purgado de basura y dejado vacío – decido usar un momento sola en la oficina para entrar a escondidas a la oficina del Sr. Stevens.

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Efectivamente, la llave de los gabinetes sale de un pequeño hueco. De verdad debería pensar como esconder eso.Volteo la llave y abro el gabinete, tirando de la manija mucho tiempo hasta que veo el archivo de Parker Whalen salir a la vista. Rápidamente saco la foto de Parker de debajo del clip plateado.Me merezco esto, al menos – tener una foto de él. El cajón hace clic cuando los pestillos se cierran. Estudio la fotografía. La estoica expresión de Parker. El chico que volteo mi mundo de cabeza.Me he encontrado en una gran cantidad de problemas estos meses por algo que no funcionó. Aun así, hay una razón por la que el destino nos puso juntos en el proyecto de ingles. Hay una razón por la que nos hicimos amigos. Por la que nos besamos. Por la que pasó lo que pasó. Porque no puedo continuar creyendo que todo eso fue para nada. Entonces pongo la foto seguramente lejos, deslizándola en el bolsillo de atrás de mi jeans.

***

- Parece que ya se ha detenido, - Savannah dice, asintiendo hacia mi carro.

- Él está temprano hoy. – me rehúso a mirar, en vez de eso me muevo hacia la mesa de picnic que, en las ultimas semanas, se ha convertido en nuestra.

- Es rojo. Así que probablemente es otra rosa, - ella continua, protegiéndose los ojos, entrecerrándolos en el parqueadero mientras nos sentamos en la

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mesa de picnic. Pateo mis sandaleas para quitármelas y siento las frías hojas de pasto pinchando mi dedos, ignorándola.

- Vas a ir a hablarle, verdad? – Ashley pregunta.

Meto mi cabello detrás de mi oreja, encogiéndome de hombros mientras abro mi bolsa de almuerzo y saco mi sándwich y mis Sun Chips.

- Deberías, Jaden. Quiero decir, este chico solo estaba haciendo su trabajo, - Savannah me recuerda. Una briza pasa en medio de nosotras, dándome un look despeinado. Cierro mis ojos, con la cabeza hacia el sol, sintiendo un hormigueo mientras mi cara se calienta. - Si, tuviste una pistola en tu cabeza y te golpearon un poco —ella continua. – el chico está totalmente dentro de ti. Y lo siento, pero un policía a encubierto? Si quiera te das cuenta que tan sexy es? Estas oficialmente en medio de una novela romántica de mala calidad.

Ashely ríe, cubriendo su boca con sus manos, resoplando.

- Puedo ver totalmente a Jaden tendida en la cubierta, envuelta en sus brazos, con una mirada valiosa hacia nosotros.

- Oficial Whalen, no! Por favor no me arreste, - Savannah ronronea, con la voz elevada. – haré lo que sea.

- Lo que sea? – Ashley responde en una voz baja, de hombre tenor.

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- Me alegra que piensen que es gracioso, - digo, luchando por ocultar mi sonrisa.

- Jaden, vamos, - Savannah se queja. Pone su cabello rubio en una cola de caballo, asegurándolo con un elástico. – es obvio que estás enamorada de él. Eres miserable desde ese día.

- Estuve en medio de una redada de drogas, Savannah. Hubo armas

- No hablo de ese día. Hablo del día después de cuando hablaste con Parker. Cuando te dijo que no podían estar juntos. No estas enojada con lo que pasó, o con que él sea un policía. Eso no te molesta: la idea de que estabas enamorada de él, pero él no te lo correspondía? Eso es lo que te duele. Y en vez de estar aliviada de que todo fue una artimañana, estás aquí abatida como si tu mejor amiga hubiera muerto. Amiga. Estoy totalmente aquí. Y Parker obviamente te quiere o no estaría pasando por todo este problema.

- No sé que esperan que haga.

- Queremos que hables con él, Jaden, - Ahsley dice, con la boca llena, papás fritas arrugándose por dentro. – llámalo. Al menos déjale una nota. Dile que lo perdonas. No es difícil.

Me siento más recta.

- Yo lo perdono. Se lo dije ese día en el hospital.

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- Entonces le dijiste que te dejara sola, - Savannah me recuerda.

- Lo que duró tres semanas, - Ashley apunta. – Si acaso.

- De verdad. No veo como puedes perdonarlo de ponerte en una trampa mortal, y quiero decir, estamos hablando de retención de rehén y todo, pero no perdonarlo por las pequeñas mentiras blancas que dijo gracias a su trabajo. Él no solo te estaba mintiendo. Le estaba mintiendo a todos – Savannah dice.

- No es tan fácil. Ya no se quien es él, - murmuro, pelando la corteza de mi sándwich y arrojándoselo a las aves. Aterriza en una pila de espesos, tréboles verdes. Limpio las migajas de mis manos.

- Entonces ve a conocerlo! – Savannah gruñe, ojos abiertos, y la voz poniéndose más alta. - Dios, Jaden! Te vas a atornillar en una esquina si no le hablas. Esto es como, una encrucijada. Siempre que mires atrás te vas a preguntar si las cosas pudieron ser Tu tragedia. Ambos se merecen una oportunidad de ser felices juntos, y la única cosa que los aparta eres tú.Me recuesto, parpadeando hacia ella, aturdida.

- Dios. Cuando te volviste tan… profunda? – murmuro, con las cejas fruncidas. – y dura.

Sus hombros se relajan, y ella suspira.

- Estoy trabajando en eso. El punto es, que él te sigue amando, Jaden – dice

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más silenciosa. – y aunque quieras o no admitirlo, lo amas. Él está listo. Solo te está esperando a ti

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Capítulo 29

Traducido por dark&rose

Suspiro, sintiendo el cansancio en mis brazos y piernas, el dolor de cabeza palpitando detrás de mis ojos. Eso es lo irónico sobre el sueño: las noches que más lo necesitas, apenas duermes. Me levanto justo cuando mi reloj marca las 7:17. De la mañana. En un sábado. Pero no cualquier sábado: el día de la boda. Estudio mi reflejo en el espejo de encima de la cómoda, revisando si hay algún imprevisible acné de antes de la boda, examinando mi cicatriz, la cual casi desaparece con el corrector adecuado.

En el cuarto de baño, agarro la pequeña llave inglesa situada en el borde de mi fregadero de porcelana. Puedo ponerla alrededor de la fina tubería de cobre. Tres vueltas completas, y el agua cae en la tina.

Después de salir de la ducha, vestida y caliente, con la toalla envuelta alrededor de mi pelo mojado, me aventuro a bajar las escaleras. Mamá está en la cocina, tratando de no hacer ruido mientras saca la sartén de uno de los armarios inferiores.

― ¿No puedes dormir? ―pregunto, sacando una silla de la mesa de la cocina.

―Hoy no, no podía ―responde ella―. Pensé en preparar algunos huevos y

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tocino. Tal vez tortitas para todos.

―Las tortitas suenan bien.

Yo sería feliz con un tazón de cereales, pero para mamá no se trata de comida. Es una distracción. Algo para mantenerla ocupada. Ella está batiendo la masa, cuando: “Toc Toc” grita una voz a través de la puerta lateral. Salto de la silla y me apresuro a abrir.

― ¡Levántate y brilla! ―Melissa se precipita al interior, arrastrando su bolsa de vestido nupcial de David y…

― ¿Eso es un equipaje de mano? ―pregunto.

―Sí. Tengo todo lo que se pueda necesitar en el día de la boda: jabones, limpiadores, exfoliantes faciales, esmaltes de uñas, quitaesmalte de uñas, champú, acondicionador, secadores de pelo, cepillos para el cabello, maquillaje, un kit de costura, incluyendo agujas e hilo blanco, aunque realmente espero no tener que abrir la tapa de eso, Advil…

―Oh, Dios mío. Espera un minuto ―la interrumpo―. ¿Has dicho secadores de pelo? ¿En plural?

―Eso es exactamente lo que dije. Además, parece como pudieras usar un secador de pelo en estos momentos. ―Ella asiente con la cabeza hacia mi toalla envuelta en la cabeza.

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Levanto la mano y toco el algodón húmedo.

―Cierto.

―Estoy haciendo tortitas, Melissa ―dice mamá―. ¿Estás interesada?

―Si me las estás ofreciendo me interesa mucho ―responde ella―. "¿Alguien ha visto a la novia futura?

―Todavía no ―respondo.

―Dejémosla dormir todo el tiempo que pueda ―dice mamá.

―Si ella pudo dormir algo ―murmuro―. Yo apenas lo hice y ni siquiera voy a casarme. ¿Tienes el mezclador (mixer wrapped), ¿verdad?

―Sí ―dice Melissa―. Somos buenas.

―Tortitas ―grita Phillip, entrando en la cocina―. Eres mi madre favorita en el mundo entero.

―Ella es tu única madre en el mundo entero ―le recuerdo, poniendo los ojos en blanco.

―¿Cuántas quieres? ―pregunta.

―Seis. ―Phillip se sienta a la mesa, entre Melissa y yo. Mamá le trae un

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plato lleno de tortitas―. ¿Puedo conseguir un poco de zumo de naranja? ―pregunta.

Le doy un puñetazo de hermana en el brazo.

―Prepáratelo tú mismo, perdedor.

―¡Ay! ―Él se frota por un momento, entonces prepara su brazo para devolverme el golpe. Me muevo, alejándome, entonces veo como lo deja caer de nuevo a su costado, como si hubiera cambiado de opinión.

―Da igual ―se queja.

Él apenas se burla de mí más. Es como si todo el mundo tuviera miedo de que me fuera a romper. ¿Cuándo van a ser normales las cosas otra vez?

―¿Vas a quedarte con Daniel hoy? ―pregunta Mamá.

―No ―responde―. Tengo algo que hacer en Hamilton, pero estaré de vuelta a tiempo para ducharme y cambiarme y recoger a Becky en casa de sus padres.

―Eres igual que tu padre ―dice mamá―. ¿Alguien va a quedarse y ayudar a Daniel hoy? Quiero decir, ¿Qué es tan importante que tienes que estar en Hamilton el día de su boda? Daniel entra en la cocina.

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―Soy un niño grande, mamá. ¿Son tortitas?

―Sí, son tortitas. Y yo sólo digo que sería agradable que alguien te hiciera un poco de compañía hoy.

―Estaré bien. Los hombres no necesitan compañía constante ―dice―. Ir al baño, no hace falta que sea un esfuerzo de grupo y no necesito mis cutículas arregladas.

―Tus cutículas lucen patéticas ―le digo, hurgando en mis tortitas con un tenedor.

―Eso es lo que Sarah dice ―responde con una sonrisa―. Dios, Melissa, ¿qué metiste en esa cosa? ―Patea la maleta con su pie. No se mueve.

Melissa pone los ojos en blanco.

―Todo lo que pueda necesitar para asegurarme de que tu novia esté lista en el parque a tiempo.

―Tienes, como, ocho horas ―señala Phillip, con la boca llena―. Si no puedes hacer que llegue al parque a tiempo en ocho horas, entonces algo está mal.

―La boda no empieza sin la novia, de todos modos ―responde Sarah, Joshua colocado en su cadera.

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―Bueno. Todo el mundo en marcha ―dice mamá―. ¿Daniel? ¿Sarah? ¿Cuántas tortitas?

***

―Otra gran sonrisa. ―El obturador hace click. El flash dispara―. Última foto ―dice el fotógrafo. Esta es la número un millón, o eso parece, y los músculos de mi mejilla duelen.

Estamos vestidas y listas para irnos. Mamá lleva un precioso vestido sin mangas y brillante de color azul claro, que se complementa con mi lavanda. Sarah se ha deslizado en su vestido, el velo colocado en su lugar, rizos suaves y marrones que enmarcan su rostro. Incluso Joshua está vestido de gala con su esmoquin bebé.

―¿Lo tenemos todo? ―pregunta mamá mientras el fotógrafo revisa los controles de la pantalla en la parte posterior de la cámara.

―Técnicamente, tan pronto como tengamos a la novia estaremos listos ―la recuerdo.

―¿Están todos vestidos? ―pregunta ella―. ¿Zapatos?

Reviso mis pies.

―¿Las cartillas?

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―Dejo la mía aquí ― anuncio.

―Yo también ―dice Sarah.

―Yo también ―agrega Candace, la otra dama de honor y amigo de Sara de la escuela, que llegó justo antes de la fotógrafa.

―Dejo mi bolso, pero voy a llevar mi equipaje de mano. Ya sabes, en el caso que necesitemos cinta adhesiva ―dice Melissa.

Mamá sonríe.

―Bueno. ¿Todas tienen las flores?

Cuatro ramos de lavanda y rosas blancas se elevan hasta el cielo. Mamá toca su solapa, verificando que, sí, su ramillete está fijado en su lugar.

―¿Estamos listas, entonces? ―pregunto.

―Sí.

―¿Qué pasa con las flores de ojal de los chicos?

―En mi coche ―responde Melissa―. ¿Quién va a conducir a quién?

―El coche de Sarah está esperando afuera, y yo puedo llevar a Joshua en la camioneta ―dice mamá.

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―Yo voy con Sara ―dice Candace.

―Iré contigo, Melissa, si eso está bien ―digo.

―Así que todo el mundo tiene quién le lleve ―confirma mamá.

―Sí ―contestamos al unísono.

―¿Y tenemos todo lo que necesitamos?

Una vez más:

―Sí.

Ella mira su reloj.

―Tenemos veinte minutos antes de la ceremonia.

Frente a mí, Sarah se toca el borde de su velo con la punta del dedo. Ella aspira una bocanada, y luego lo libera de una vez.

―Está bien. Vamos a hacer esto.

***

El parque donde Daniel y Sara se van a casar es más parecido a una plaza

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que a un parque, en realidad, con enormes robles, una fuente en el centro, una estatua de bronce del fundador de la ciudad, y bancos esparcidos por todas partes. Hoy en día está transformado: una gran carpa blanca colocada a un lado, mesas y sillas dispuestas debajo de ella; ciento cincuenta sillas acomodadas frente a la glorieta blanca, adornada con tela de gasa transparente, rosas y fresias.

Los coches se alinean en las calles, dando la vuelta a todo el bloque. El primer espacio vacío que encontramos es en el extremo final de la calla Main Street alineada por árboles.

―Bueno, esto es algo que no planeamos ―murmuro mientras Melissa y yo salimos de su coche. Cruzando la calle, Sarah sale, también. Ella da un paso hacia el pavimento, alisando los pliegues de su vestido de satén. Es como algo salido de un sueño: una novia parada en medio de la calle, agarrando su ramo. Personas remolonean en varios escaparates, el ajetreo típico de la tarde del sábado ralentizándose mientras la gente deja todo para observarnos.

Conocemos o reconocemos a casi todo el mundo, y unos cuantos "Buena suerte, Sarah" se oyen mientras hacemos nuestro camino por la calle. Ya, el sudor se muestra en mi piel. Mis nervios se tambalean, en el mejor de los casos, y aunque las nubes todavía esconden el sol del atardecer, la humedad absorbe la vida directamente de mis poros.

―Hace calor aquí ―dice Melissa en voz baja.

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―Eso es exactamente lo que estaba pensando.

El fotógrafo tira fotos mientras caminamos.

―¿Y si se desmaya? ―pregunto.

―Tengo una botella de spray de agua en mi bolsa ―me informa, palmeando la correa negra sobre su hombro.

―Eso está muy bien, pero ¿dónde estará la bolsa?

―Voy a hacer que Daniel o Phillip la cuelen a hurtadillas en la glorieta cuando nadie esté prestando atención.

―Dios, has pensado en todo. Puedes ser mi dama de honor ―medito.

―Me tomo el trabajo muy en serio.

Seguimos caminando, los suaves sonidos de la música clásica llenando el aire, cada vez más fuerte a medida que nos acercamos al sitio de la ceremonia. Los invitados todavía están sentados.

La tía de Sarah nos saluda cuando llegamos, llevándonos a un lado de la carpa, cerrada, ocultándonos de la vista. Ella y mi madre están trabajando dividiendo los ramilletes y las flores de ojal, luego dirigiéndose hacia la multitud para dispersarlos. Esperamos, sintiendo los segundos a medida que pasan.

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―¿Cómo estás? ―le pregunto a Sara.

―Bien ―responde ella.

―¿Nervioso?

―Mucho. ―Toma otra respiración profunda―. Joshua, no tires del mantel.

Miro hacia mi pequeño sobrino.

―Tengo algo de chicle ―ofrece Candace.

―Está bien. Probablemente me olvidaré de escupirlo y empezaré a mascarlo cuando esté ahí arriba. Y eso no sería mucho al estilo de novia.

―¿Necesitas una botella de agua? ―pregunta Melissa.

―¿Hay en tu bolsa de milagros, también? ―bromeo.

Ella me lanza una mirada asesina.

―La bolsa está segura ―susurra.

―¿Qué? ¿Ya?

―Fue una operación encubierta. Un parpadee y la echas en falta.

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―¿De qué estáis hablando? ―pregunta Sarah, confundida.

Melissa sonríe.

―De nada ―contestamos al unísono.

―De todos modos ―continúa Melissa―, Yo estaba pensando que tal vez deberíamos consultarlo con él.

Seguimos su dedo hasta que nuestras miradas descansan en un hombre―un hombre muy lindo―cerca de la mesa del ponche . Él no puede ser mayor que cualquiera de nosotros, y lleva pantalones negros, camisa blanca y un chaleco negro de esmoquin.

―Wow ―murmura Candace en voz baja.

Yo sonrío.

―Lo sé ―responde Melissa―. Sea quien sea, él no vive en esta ciudad.

―¡Muy bien, señoras! ―La tía de Sarah se aproxima, moviéndonos para alinearnos.

Levanto la masa de rizos de la nuca de mi cuello, abanicándome con la mano. Las nubes se están separando y cada instante hay más luz brillante del sol. Una cálida brisa pasa a través de la carpa, haciendo crujir los

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manteles, jugando con nuestro cabello. Cuando miro a Sarah, puedo ver lágrimas en sus ojos.

―¿Estás bien? ―pregunto.

―Ellos vinieron. ―Ella sacude su cabeza, vacilante―. Yo no me lo puedo creer. En realidad vinieron.

Y se ríe. Feliz.

Cuando la música se hace eco, Candace se mueve hacia el pasillo, justo como practicamos los días anteriores. Sólo que entonces no había gente, ni había sillas, ningún pasillo blanco cubierto de pétalos de flores. En ese momento, nosotras pretendíamos. Esta vez, es real. Doy un paso adelante, siguiendo a Candace en el momento en que la tía de Sarah me da un codazo.

Daniel, guapo en su esmoquin, me sonríe mientras me acerco a la glorieta y me sitúo en mi lugar. Mientras observo a Sarah, lista para hacer su entrada, mis pensamientos revolotean de nuevo a la noche anterior: la graduación y los discursos pronunciados, lo cuales, incluso en este momento, parece que fueron hace una eternidad. En concreto, me acuerdo del cruce de caminos y carreteras menos transitadas, y mantener el rumbo, siguiendo el sueño. Una progresión sin fin de cliché tras cliché. Pero a pesar de esto, me maravillo de cómo aun las decisiones equivocadas pueden mantenernos en el camino correcto. ¿Cómo el peor error puede terminar siendo lo mejor que nos ha pasado?

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Porque a pesar de que Daniel y Sarah escogieron un viaje lleno de obstáculos, todo parecía cerrar el círculo para traerlos de vuelta a este momento perfecto: exactamente donde están destinado a estar.

*** Horas más tarde, me quito mis zapatos de lavanda y me siento en la mesa a comer otro pedazo de tarta. Pasada la cena de la hora y estoy muerta de hambre. Sarah y Daniel salieron más temprano en la camioneta de Daniel, después de pasar através de una lluvia de arroz. Unos pocos miembros de la familia aún permanecen, mezclándose, pero mis obligaciones como dama de honor están excesivamente acabadas.

Mientras examino mis pies, monstruosas ampollas rojas adornan mis diminutos dedos de los pies y talones, gimo de dolor.

―Puedo conseguir algo para eso.

Mis mejillas enrojecen, cada vez más calientes. Meto mis pies debajo de la silla, ocultándolos del lindo camarero, todavía llevando barra de bebidas.

―Puedes conseguirme un poco de agua ―digo, sonriendo. ¿Por qué honestamente? No quiero volver a ver a otra taza de ponche de color rojo nunca más.

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Él se inclina por un momento, desapareciendo, y vuelve a aparecer momentos más tarde, produciendo una Dasani.

―Eres… mi héroe ―digo mientras me lo acerca.

―Lo tengo ―interrumpe una voz―. Puedes volver a tu pequeña barra. ―Phillip le arrebata el agua embotellada de la mano al camarero y la deja en frente de mí.

El hombre hace una pausa por un momento, confundido, antes de escabullirse.

―Phillip ―siseo, cuando se deja caer en la silla a mi lado―. Eres tan embarazoso. Espero este tipo de cosas de Daniel. No de ti.

―Él no es tu tipo ―replica Phillip―. Y ha estado mirando a todas las chicas de aquí por debajo de la edad de veinte y cinco años.

―¿Eso incluye a Becky? ―pregunto, desenroscando el tapón de plástico para abrirlo―. ¿Y estás celoso?

―Eso incluye a Becky, y a Candace, y a Melissa, y Sarah, por el amor de Dios, y a ti....

―Y a esa rubia que trabaja junto a Sarah ―agrego.

―¿Quién?

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―La rubia. La que lleva el vestido verde. Estuvo sentada con Candace toda la noche.

Un destello de reconocimiento.

―Oh. Todo el mundo la estaba mirando.

Pongo los ojos en blanco.

―Eres un hombre. ¿Dónde está Becky, de todos modos?

Él sacude su cabeza hacia la mesa donde mis padres están parados, sin dejar de hablar a los invitados―. Ella está ocupándose de Joshua.

Ella está sentada en una mesa vacía sosteniendo a Joshua, que está profundamente dormido, la cabeza en su hombro.

―Pobre hombrecito, tuvo un día ajetreado.

―Hubo un montón de emoción ―responde.

―Los padres de Sarah se excedieron en realidad ―medito.

―El exceso de precio, una mezcla de color rosa innecesaria.

―Nuestro hermano sentando la cabeza. Mudándose.

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―Sí, bueno, estoy pensando en algo más alto que todo eso ―dice.

Lo miro recelosamente.

―¿De qué estás hablando?

Él busca en su bolsillo y saca una pequeña caja negra.

―Phillip ―susurro―. ¡De ninguna maldita forma! ―Miro hacia Becky, todavía sentada con Joshua, ajena a todo.

Abre la tapa, manteniendo la caja protegida debajo de la mesa. Un deslumbrante diamante cuadrado, situado profundamente entre pliegues aterciopelados, brilla de vuelta.

―Oh Dios mío. ¡Es una preciosidad! ―grito, mi corazón manteniendo el latido―. ¿Cuándo se lo vas a pedir?

Se encoge de hombros.

―Más tarde, esta noche. Oí algo sobre las mujeres y las bodas. Pensé que sería más probable conseguir un sí, si se lo pedía hoy.

Tomo un trago de agua, luego sacudo la cabeza con incredulidad, tragando saliva.

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―No te lo puedo creer. En realidad encontraste una chica que te gusta... y quieres casarte con ella.

―¿Por qué es eso tan sorprendente? ―pregunta.

―Porque eres... tú. Nunca has salido con una chica más de una semana. Lo juro por Dios, estoy esperando a que empiece a nevar, o el apocalipsis zombie, porque el mundo está llegando a su fin.

Él sonríe.

―Tal vez. Pero ya sabes, cuando amas a alguien tú los amas. Y cada día te sientas pretendiendo que no tienes un día menos para pasarlo con él.

―Ella ―le corrijo.

Él mueve sus ojos en mi dirección.

―Yo no estaba hablando de mí.

Él no estaba hablando de… Trago saliva, obligándome a tragar el nudo profundamente asentado en el fondo de mi garganta.

―Bueno, de todos modos. A mí me gusta ella. Espero que ella diga que sí.

―Yo también. ―Cierra la caja con un broche de presión y exhala profundamente―. Vamos a tratar de darte un respiro, sin embargo.

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Mis cejas se fruncen.

―¿Qué se supone que significa eso?

Se pone de pie, dejando caer la caja del anillo en el bolsillo de su chaqueta de esmoquin negro, una sonrisa maliciosa tirando de las comisuras de la boca.

―Porque si dice que sí, tendrás jugar a dama de honor otra vez.

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Capítulo 30Traducido por Paaau

Entre el tiempo que toma viajar entre el estacionamiento y mi casa, el sol desaparece detrás el horizonte. El mundo entero se sumerge en sombras rojas, negras y azules. Mellisa estaciona su coche en la acera, y damos un paso hacia el frio aire de la tarde. Tiemblo, frotando mis brazos mientras cruzamos el césped húmedo.

La camioneta de Daniel, aún cubierta con serpentinas, globos y pintura, está estacionada en la entrada.

—Imaginé que ustedes ya se habrían ido para esta hora —dije, entrando al vestíbulo.

La voz de Sarah llega desde abajo, apagada: —¡Estamos aparcando!

—Ya deberíamos habernos ido, pero Sarah no podía irse sin decirle adiós a Joshua —añadió Daniel, apareciendo en la cima de las escaleras.

—Están de camino. Salieron justo detrás de nosotros. —Me saco los zapatos y los lanzo hacia el living, los pies adoloridos. Enciendo la luz.

Secadores de pelo, rodillos, maquillaje, alfileres de gancho, bolsas de ropa, y ropa están dispersas por toda la habitación. Está destrozado más allá de todo reconocimiento (It’s trashed beyond all recognition). Suspiro,

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apagando la luz. Esto no es algo con lo que pueda lidiar ahora mismo.

—Creo que no seré capaz de caminar derecho por un año —le digo a Mellisa.

—Lo sé —responde ella—. ¿Sarah? Todo ese asunto del “teñido para coincidir” no funcionó para nosotras —grita—. Es demasiado tarde ahora —señala mientras vamos escaleras arriba.

Sarah, ya cambiada en jeans y una camiseta, está empacando una maleta. Su vestido de novia está sobre la cama en un montón de raso y tul.

—¡La boda ha terminado! —bromeo, pasando su cuarto y entrando al mío.

Enciendo la luz de mi baño, caminando hacia el fregadero, sintiendo el cansancio en mis piernas por estar de pie la mayor parte de la velada. Estudio mi reflejo en el espejo. Definitivamente necesito unas buenas noche de descanso, pienso, examinando los círculos oscuros bajo mis ojos. Y el corrector en mi cicatriz no se mantiene.

Sin pensarlo, busco la llave para abrir el agua pero… no está.

—¿Qué? —murmuro.

Ahí es cuando lo veo: una llave nueva. Un aparato totalmente nuevo… con dos asas brillando bajo la luz. Cuidadosamente giro la perilla. Agua helada sale desde la boquilla. Funciona.

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Sonrío.

Detrás de mí, Daniel carraspea.

—¿Qué es esto? —pregunto, girándome para mirarlo.

Se encoge de hombros.

—¿Cuándo hiciste esto? —pregunto—. Porque sé que no fue papá.

—No sabes que no fue papá —dice él, entrando al baño. Lo miro sospechosamente—. Está bien, no fue papá —confiesa.

—No entiendo como te las arreglaste. —Mi brillante nuevo grifo resplandece—. Quiero decir, estabas cuando comenzó la boda.

—Yo no lo hice —me asegura él, apoyándose contra el toallero de mi pared.

—¿Fue Phillip?

—Nop.

Pongo mis ojos en blanco.

—Vamos. ¡Me estás matando, Daniel!

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Cruza sus brazos.

—Sólo digamos que alguien pidió un favor.

Miro fijamente el grifo por un momento. Cuando miro de vuelta a Daniel, el asiente con la cabeza.

Trago fuertemente.

—¿Hablaste con él? —Las palabras se rompen en mi garganta.

—Unas pocas veces. —Se encoge de hombros, levantando sus hombros y luego dejándolos caer.

—¿Cómo está?

—¿La verdad?

Asiento con la cabeza.

—Te extraña.

Yo lo extraño., quiero decirlo, mis ojos cada vez más húmedos.

Daniel se para rectamente, metiendo sus manos profundamente en sus bolsillos.

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—De todas formas, él quería hacer algo por mi pequeña hermana así que le dejé una llave. Vino mientras estábamos en la boda. —Arrastra los pies en la puerta, pasando sus dedos por su cabello—. Ya había terminado para cuando llegamos. Medio esperaba que aún estuviera por aquí.

—No sé que le habría dicho. —Hago una pausa por un momento, estudiando el fregadero de porcelana, tratando de procesar a Parker aquí, trabajando en él sin que yo lo supiera. Miro alrededor del cuarto, peguntándome si dejó una nota, algún tipo de señal. Nada está fuera de su lugar. Es casi como si el gripo hubiese aparecido de la nada, como magia.

—Gracias —murmuro, aun aturdida.

Él vuelve hacia mi cuarto.

—De nada. Pero no soy a quien deberías agradecerle.

Luego, estoy sola.

Mi cuarto está casi a oscuras, el débil resplandor del atardecer iluminando la ventana, proyectando sombras azules y grises. Enciendo la luz. El cuarto, también, está como lo recuerdo. Parker no se sentó en mi cama, arrugando el cobertor. No movió la silla de mi escritorio. Ni siquiera hay una huella de pie en mi alfombra. Nada. Como si él hubiera llegado como una aparición, haciendo sólo el más obvio de los cambios—un nuevo fregadero—y nada más.

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Camino hasta mi armario. El ramo de tulipanes que él dejó en mi parabrisas la noche anterior—el que dejó durante la ceremonia de graduación—se mantiene erguido en el florero de vidrio. Meto mi cabello tras mis orejas y me inclino para inhalar su olor.

Mi garganta se aprieta.

Él está listo. Sólo está esperándome.

Levanto la tapa de mi joyero; su fotografía aún está protegida dentro. La examino, tomando nota de sus oscuros ojos, su cabello oscuro, su expresión seria. Ni siquiera se ve como si estuviese en la secundaria. No sé por qué no me di cuenta antes. Y sus labios: los que, en otra vida, toqué con mis propios labios.

Lo estaba haciendo tan bien: llegando a la graduación, y a casa y a la boda, finalmente flotando en el agua en lugar de ahogarme. Pero ahora, mientras miraba la fotografía, sabiendo que él estaba tan cerca, todo volvió de golpe, como una ola, lo bastante fuerte como para derribarme. Regresé la fotografía s u lugar, cerrando la tapa.

Mi corazón late fuertemente, sangre martilleando en mis oídos. Me apresuro hacia el armario y saco un par de sandalias, poniéndomelas mientras salgo rápidamente por la puerta, apagando la luz mientras salgo, sin afectarme por el desgarro en la pared en donde una vez estuvo mi calcomanía de Harvard.

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Mis zapatos aporrean en casa paso que doy mientras bajo por las escaleras, puñados de rosa color en mis manos.

—¿Jaden? —llama Sarah.

—¡Tengo que irme!

—Jaden está atrasada —dice Daniel. Puedo sentirlo mirar desde las escaleras.

—No —respondo, desapareciendo en la sala de estar, tomando mi bolso y las llaves—. Tengo que hacer esto. Ahora. —Regreso al vestíbulo—. Dile a mamá que lo siento y que regresaré pronto.

Estoy girando el pomo de la puerta, lista para irme, cuando: —¿Jaden?

Me giro y miro a mi hermano, mi pecho agitado.

Se saca su sudadera por sobre su cabeza y me la arroja. Aterriza en una pila a mis pies.

—Está haciendo frío.

Tomo el camino desde la escuela que lleva hasta ese viejo remolque. Conduzco lentamente en la oscuridad, manteniendo mis ojos bien abiertos. Reconozco algunos lugares y casas que pasé el día en que seguí a Parker. Y cuando llego a ese familiar camino, me dirijo hacia la entrada, pasando a

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través de los baches, suciedad levantándose tras de mi. El jardín es el mismo: cubierto de maleza, lleno de neumáticos, de basura, viejas piezas de automóviles y oxidados barriles quemados. La casa es la misma: el revestimiento de metal abollado, oxidado, escaleras poco securas.

Pero la motocicleta de Parker no está.

Aun así, abro la puerta del auto y bajo a la tibia hierba, apretando las mangas de la sudadera de Daniel, abrazándome. Subo la destartalada escalera. El vitral en la puerta de aluminio está demasiado alta para poder mirar a través de ella, por lo que inhalo profundamente… y golpeo la puerta.

Cuando, luego de unos pocos, largos segundos, nadie responde, golpeo de nuevo.

—¿Dónde estás? —susurro.

Doy un paso hacia atrás, mirando el Viejo trailer. Las nubes se abren, y la luz de la luna se derrama hacia abajo, iluminando los campos y el jardín.

Y me doy cuenta.

Él no vive aquí. No me trajo aquí ese día porque aquí es donde vive. Era parte del juego, también. Él estaba interpretando un papel.

Una fuerte ráfaga de viento sopla, impulsando las hierbas del campo hacia

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los lados, despeinando mi cabello y azotándolo en mis ojos, golpeando mi cara.

Lo reúno en mi nuca mientras la luna es tapada por las nubes de nuevo, sumiendo el mundo en la oscuridad.

Hago mi camino escalones abajo, moviéndome hacia mi auto.

Dentro, enciendo la luz y busco dentro de mi bolso. Cuando encuentro mi teléfono, llamo a Informaciones.

—Me preguntaba si pudiera darme la dirección de Parken Whalen —le digo a la operadora.

—¿Cómo deletreas eso? —pregunta ella.

Espero, escuchando el traquetear de un teclado al otro lado de la línea.

—Lo siento. No veo ningún Parker Whalen.

Mi corazón se desploma.

—¿No hay ningún número o dirección?

—No. No hay un solo Whalen en el país.

—¿No hay ninguno? —pregunto, sin querer creerle.

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—Lo siento.

No voy directo a casa. No puedo. En cambio, conduzco. Vagando sin rumbo. De un lado del condado hacia otro, tratando de aclarar mi mente. Finalmente estaciono mi auto en la curva frente a mi casa, justo antes de medianoche. Exhausta. Mamá me encuentra en el vestíbulo.

—Lo siento —le digo, exhalando fuertemente, lágrimas llenando mis ojos—. Sólo… sólo quería hablar con él.

Me da una sonrisa resignada.

—Descansa un poco. Lo averiguaremos por la mañana.

Camino por las escaleras, pasando por la hilera de fotos de la familia, el cuarto de Daniel y Sarah, que está vacío.

Cierro la puerta de mi cuarto, me saco la sudadera de Daniel, y enciendo la luz del baño. Mi nuevo grifo brilla. Abro la puerta de mi gabinete blanco de medicinas y saco el vaso que mantengo dentro. El agua salpica, burbujeando mientras lo lleno. Saco un Advil y tomo pequeños sorbos, luego apago la luz, sumiendo el cuarto en la oscuridad.

Estoy esperando que mis ojos se ajusten cuando lo escucho. Mi corazón se detiene. Espero. Y escucho.

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Esfuerzo mis oídos. Y sé que es verdad. No es mi imaginación. No estoy perdida en el delirio por falta de sueño. Lo sé, sin duda, mientras los golpes ligeros como plumas suenan contra mi ventana: esto no es un sueño.

Así que avanzo por el cuarto de manera constante, con cuidado. Manos temblando, tiro la cadena, levantando las persianas. Se levantan lentamente, derramando más luz de luna en el cuarto con cada centímetro.

Y ahí está él, agazapado en el techo. La misma chaqueta de cuero. Su cabello, sus pómulos, la nariz perfecta… los ojos: oscuros y misteriosos… llenos de secretos… mi corazón se acelera, mi cuerpo ligero. Extiendo una mano para tocarlo, pensando que quizás desaparecerá, mis dedos interrumpidos por la ventana. En el otro lado, Parker levanta su mano y gesticula “Hola”.

Gesticulo “hola” de vuelta.

Extiende solo un dedo, señalando que espere. Toma un cuaderno de espirales y lo abre, girando la primera pagina hacia mí. Reconozco su ordenada escritura de inmediato: rotulador negro.

Sé que esto es inesperado… leo.

Cambia la hoja.

… y extraño…

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Levanto una ceja.

… pero por favor léeme.

Cambia a la siguiente página.

Sé que te dije que nunca miento…

… pero esa era—obviamente—la mayor mentira de todas.

La verdad es: soy un mentiroso.

Miento.

Me miento a mi mismo…

… y a ti.

Parker mira mientras leo. Nuestros ojos se encuentran, y cambia la página.

Pero sólo porque tengo que hacerlo.

No se supone que me enamorara de ti, Jaden…

…pero pasó de todos modos.

Carraspeo, y trago fuerte, pero se cierra de nuevo, apretada.

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Y se pone peor.

No sólo soy un mentiroso…

Soy egoísta.

Lo bastante egoista como para quererlo todo.

Y sé que si no te tengo…

Aguanto mi respiración, esperando.

…No tengo nada.

Cambia a otra página y leo: No soy Ethan…

…y no voy a rendirme…

…hasta que pueda demostrarte…

…que tú eres lo único que importa.


Así que continúa alejándome…

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…pero yo seguiré regresando a ti…

Una vez…


… y otra vez…

Y la siguiente: … y otra vez.

Se me pone la piel de gallina. Y tiemblo, abrazándome.

Y si nunca puedes—corazón—perdonarme…

Hay un gran corazón negro en donde deberían estar las palabras.

Haré todo lo que sea necesario para compensártelo.

Cierra el cuaderno y lo tira detrás de él. Aterriza en el techo con un golpe sordo.

Luego, levantando su dedo índice, dibuja una X en su pecho.

Te lo juro.

Ahogo la risa feliz que brota en mi interior, escondiendo mi sonrisa mientras alcanzo el pestillo de metal para abrir mi ventana. Lenta, cuidadosamente,

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levanto el marco. Una explosión de frescas madreselvas satura el tibio aire de medianoche, repugnantemente dulce, llenando la habitación. Cierro mis ojos, inhalándolo, mientras miles de noches sin dormir se unen, alejándose. Recojo el satén color lavanda de mi vestido en mi mano, escalando la ventana abierta, quedando de pie en el techo, sintiendo la altura, el calor de las tejas bajo mis pies, enfrentando a Parker.

Toca la longuitud de mi cicatriz en mi frente con su frío dedo, mete mi cabello tras de mi oreja, traza el borde de mi cara con el dorso de su mano. Mis ojos se cierran.

—¿Sabes que eres hermosa? ¿Incluso cuando lloras? —Él sonríe, sosteniendo mi cara en sus manos, secando las lágrimas con sus pulgares. Respiro, mis pulmones temblando.

—Lo siento —susurra, ojos oscuros sinceros.

Trago.

—Sé por qué tuviste que hacerlo.

—No hace que esté bien.

—Ya no importa —digo, negando con la cabeza.

La luna cuelga suspendida en el cielo, estrellas titilando sobre nosotros, mientras él se inclina hacia abajo y me besa suavemente, sus labios

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encontrando los míos, familiares… labios que imaginé, con los que soñé, memorizados un millón de horas.

Luego envuelve sus brazos a mi alrededor, acercándome a él, calmando cada duda, miedo e incertidumbre en este único, perfecto momento.

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EpílogoUnos meses después

Traducido por Paaau

Las hojas crujen bajo mis suelas mientras camino por la acera, la correa del bolso de mi laptop sobre mi hombro y el celular presionado contra mi oído.

—Es loco, Savannah. Harán que diseccionemos un ojo de vaca mañana.

—Hola. Quieres ser doctora —responde ella—. Estoy bastante segura de que, en algún punto, harás algo mucho peor que diseccionar el ojo de una vaca. Odio tener que decirlo, pero vas a tener que acostumbrarte a excavar dentro de partes del cuerpo humano.

Me río.

—¿Y qué es lo que de pronto te convierte en la autoridad? Dos meses en nuestras carreras universitarias y ya eres una especie de experta. —Dejo mi bolso bajo la mesa de café. Los días son más fríos, y coloco las mangas de mi suéter gris sobre mis muñecas. Me siento y enciendo mi laptop mientras Savannah me cuenta acerca de su profesor de Historia Americana, quien aparentemente no dejará de hablar acerca del Nuevo Trato[1]. No solo puede hacer una eficaz transición de los Puritano de Salem hasta Rooselvet, sino que

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[1]: Nombre dado por el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt a su política intervencionista puesta en marcha para luchar contra los efectos de la Gran Depresión en Estados Unidos. también tuvo el descaro de ponerle un 90 a Savannah en su último ensayo porque olvidó colocar la entrada bibliográfica de la novela sobre la que se trataba.

—Eso apesta —respondo, esperando que mi computador encuentre una señal del internet inalámbrico del café.

—Si lo fue, pero luego, estaba como, escrito en grandes letras negritas en la parte superior de nuestra hoja de trabajo no olvidar la bibliografía, así que fue en parte mi culpa.

—Oh, bueno, si lo pones de esa forma…

—Pero aun así —interrumpe ella—, estaba totalmente enfada conmigo misma sabiendo que me habría lucido en el trabajo si lo hubiera recordado.

—Lección aprendida.

—Dímelo a mí.

Sonrío, imaginando que rueda sus ojos al otro lado del teléfono.

—Tengo que admitirlo: ahora mismo, me asustas.

—¿Qué se supone que signifique eso?

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—Significa que no estoy acostumbrada a esta… a esta tú. Hace unos pocos meses ni siquiera habrías dado vuelta el papel. Estás totalmente estudiosa.

—¡Lo sé! —llora ella—. ¡Creo que quizás sea una nerd! Y Jaden, no te imaginas a los chicos de aquí. Quiero decir, no tenía idea de lo que nos estábamos perdiendo, desperdiciando nuestro tiempo en chicos de secundaria.

Sonrío. Blake y Tony, juntos con varios otros miembros del equipo masculino de basquetbol, fueron citados por diferentes infracciones relacionadas con drogas durante el allanamiento de la escuela. Tony perdió su beca. Savannah fue a la Universidad sin él.

Me reclino en la silla de fierro. Las hojas de los árboles están en distintas etapas del otoño. Algunas aún son verdes, otras se están volviendo amarillas, otras son de un carmesí oscuro, listas para volar lejos. Revolotean en la brisa, crujiendo unas contra otras. Hago una inhalación purificadora, tomando aire fresco.

Miro hacia arriba en el momento preciso para verlo cruzar la calle. Trota hacia mí, el bolso colgando sobre su hombro. Está usando pantalones de vestir grises, y puedo ver el chaleco burdeo bajo su chaqueta de cuero. Sonrío cuando lo veo.

—¿Has oído hablar de Ash últimamente? —pregunto.

—Hablé con ella la semana pasada. Pero si estamos todas en casa para las

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vacaciones de otoño la próxima semana, necesitamos juntarnos. Siento como que no las he visto en años. Y no puedo creer que esté diciendo esto, pero mataría por un poco de pizza en Papa Guido’s.

—¡Muéstrenme un poco de magia! —me burlo.

Savannah rompe a reír.

—Hablo en serio.

Parker da un paso hacia la acera y deja caer su bolso en el suelo. Roza mi brazo mientras pasa y desaparece dentro del café. Mi teléfono suena. Lo alejo de mi oído y le doy un vistazo a la pantalla.

—Savannah, mi mamá está llamando. ¿Puedo llamarte más tarde?

Nos despedimos y respondo la otra llamada.

—Hola, mamá. —Busco dentro de mi bolso y saco mi libro de anatomía—. No, todo está bien. Simplemente tengo un montón de tarea que hacer. La historia de mi vida durante la próxima década.

Parker sale del café trayendo una soda, una botella de agua, y dos galletas con chips de chocolate. Deja una de las galletas y la botella de agua frente a mí.

Gracias, murmuro.

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—¿Qué? No, le estaba dando las gracias a Parker. Compró bocadillos.

La escucho por un momento, luego alejo el teléfono de mi boca.

—Ella dice hola.

Él sonríe y mis entrañas se derriten y se funden.

—Dile que le digo hola.

Pongo mis ojos en blanco, pretendiendo estar enfadada.

—Él dice hola. —Mi mamá sigue hablando. Vuelvo a alejar el teléfono—. Quiere saber si irás conmigo a casa para las vacaciones de otoño.

—Si estoy invitado.

Sonrío y vuelvo con mi mamá.

—Dice que si está invitado le encantaría ir. —Escucho y pongo mis ojos en blanco de nuevo—. Ella dice que siempre estás invitado.

Él se ríe, una sonrisa cruzando su cara.

—Entonces estaré ahí.

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Mi corazón se acelera, saltándose unos pocos latidos.

—Aunque te das cuenta —comienza él después de que he colgado—, que los estudiantes de secundaria no tienen vacaciones de otoño, ¿verdad?

Mi sonrisa se vuelve un ceño fruncido, profundizándose.

—¿No tienes la próxima semana libre?

—Nop. Así que tendré que esperar hasta la noche del viernes para verte.

—Eso apesta.

—Creí que sabías eso.

—Lo siento. Algunos de nosotros no somos Senior de cuarto año —bromeo.

Sacude su cabeza, sonriendo.

—Eso es un golpe bajo.

—Así que, ¿Qué hay en la agenda para hoy? —pregunto.

Abre su Antología de Literatura Americana de Norton y pasa el dedo sobre el índice.

—Hoy toca Nathaniel Hawthorne en todo su esplendor.

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—Suena fascinante. Yo diseccionaré un ojo de vaca mañana.

—Recuérdame no anotarme en esa clase.

—Ni siquiera trates de hacerte el tonto conmigo, Academia Preparatoria del Sr. Montgomery.

—Sí. Soy tan brillante —responde, dándome un golpe juguetonamente en el pliegue del codo—. Lo bastante brillante como para escoger una carrera que me haga jugar con cuchillos y cortar carne de animales.

Le doy una mirada que dice “lo sé”.

—No, solo has elegido una que te deja jugar con armas y te deja como un Senior de Secundaria permanente.

—Es por eso que estoy dispuesto a admitir que estás en un plano mucho más elevado de inteligencia que yo.

—La idea de inteligencia es relativa.

Parker sonríe.

—¿Qué más tienes para mí, Señorita Introducción a la Filosofía?

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—La idea del amor también es relativa. Por ejemplo: amo que pretendas que soy más inteligente que tú.

—Amo tu falsa modestia —responde él, sus ojos brillando.

—Amo que a pesar de todas mis advertencias, sigas consumiendo esa bebida gaseosa con cafeína. —Toco la botella de agua frente a él en la mesa con mi lápiz.

—Amo que estés tan preocupada sobre mi salud y bienestar para advertirme de los peligros.

—Amo que no escuches nada de lo que digo. —Pongo los ojos en blanco.

Él se burla.

—Escucho todo lo que dices.

—Okay, bueno, quizás escuchas las cosas más importantes —especifico.

Toma su cuaderno, se recuesta en su silla.

—Amo que me digas las cosas importantes.

—Amo que la mitad del tiempo no quieras escucharlas, pero luego, como, dos semanas mas tarde, me digas que tenía razón.

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Él sonríe.

—Amo como me mantienes alejado a propósito de Hawthorne.

—Amo como me mantienes alejada a propósito de la degeneración macular[2].

—Entonces deja de discutir conmigo y ponte a trabajar —dice Parker con firmeza, el rastro de una sonrisa tras sus ojos.

Una frisa fresca sacude al árbol que está por sobre nosotros. Hojas rojas, amarillas y naranjas caen desde sus ramas, rociando la acera y la mesa. Tomo una y la giro entre mis dedos, viéndola bailar. Cuando levanto mi cabeza, Parker me está mirando, sus ojos negros brillantes y vivos.

—Amo tus ojos —le digo.

—No tanto como yo amo los tuyos. —Me observa de cerca, el indicio de una sonrisa jugando en sus labios, bromeando.

Mis mejillas se sonrojan con calor y me inclino hacia adelante, tomando su cuaderno y su lápiz. Escribo con cuidado bajo su firme letra, sonriéndole a la vida y sus ironías. A lo conocido y a lo desconocido. A lo bueno y a lo no tan bueno. A los altos y bajos: a los

[2]: Trastorno ocular que destruye lentamente la visión central y aguda, el cual dificulta la lectura y la visualización de detalles finos. interminables sube y baja y de una relación.

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Porque la verdad es que: Parker Whalen me cambió. Me enseño a llorar, a amar, a perdonar. Me enseño que algunas veces la verdad es complicada, más profunda de lo que podríamos imaginar. Me enseño a dejar ir. A retener.

Y lo que es real… es todo lo que siempre importará.

Fin

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