Kant - Qué Es La Ilustración

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  • Contestacin a la re unta:P_ gQu es la Ilustrac1n?1

    1. Esta versin castellana fue publicada con anterioridad en el nmero 25 (ao 2001) de la revista Isegora (pp. 287-291). [N. ]

  • Ilustracin significa el abandono por parte del /:ombrede una minora de edad cuyo responsable es l mismo.Esta minora de edad significa la incapacidad paraservirse de su entendimiento sin verse guiado por al-gn otro. Uno mismo es el culpable de dicha minorade edad cuando su causa no reside en la falta de en-tendimiento, sino en la falta de resolucin y valorpara servirse del suyo propio sin la gua del de algnotro. Sapere aude! Ten valor para servirte de tu pro-pio entendimiento! Tal es el lema de la Ilustracin.

    Pereza y cobarda son las causas merced a las cualestantos hombres continan siendo con gusto menoresde edad durante toda su vida, pese a que la Naturale-za los haya liberado hace ya tiempo de una conduc-cin ajena (hacindoles fsicamente adultos); y poreso les ha resultado tan fcil a otros el erigirse en tu-tores suyos. Es tan cmodo ser menor de edad. Basta

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  • Contestacin a la pregtmta: Qu es la Ilustracin?

    lograra quitrselos acabara dando un salto inseguropara salvar la ms pequea zanja, al no estar habitua-do a semejante libertad de movimientos. De ah quesean muy pocos quienes han conseguido, gracias alcultivo de su propio ingenio, desenredar las atadurasque les ligaban a esa minora de edad y caminar conpaso seguro.

    Sin embargo, hay ms posibilidades de que un p-blico se ilustre a s mismo; algo que casi es inevita-ble, con tal de que se le conceda libertad. Pues ahsiempre nos encontraremos con algunos que piensenpor cuenta propia incluso entre quienes han sido eri-gidos como tutores de la gente, los cuales, tras ha-berse desprendido ellos mismos del yugo de la mino-ra de edad, difundirn en torno suyo el espritu deuna estimacin racional del propio valor y de la vo-cacin a pensar por s mismo. Pero aqu se da unacircunstancia muy especial: aquel pblico, que pre-viamente haba sido sometido a tal yugo por ellosmismos, les obliga luego a permanecer bajo l, cuan-do se ve instigado a ello por algunos de sus tutoresque son de suyo incapaces de toda ilustracin; as deperjudicial resulta inculcar prejuicios, pues stosacaban por vengarse de quienes fueron sus anteceso-res o sus autores. De ah que un pblico slo puedaconseguir lentamente la ilustracin. Mediante unarevolucin acaso se logre derrocar un despotismopersonal y la opresin generada por la codicia o laambicin, pero nunca lograr establecer una autn-tica reforma del modo de pensar; bien al contrario,tanto los nuevos prejuicios como los antiguos servi-

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    rn de rienda para esa enorme muchedumbre sinpensamiento alguno.

    Para esta ilustracin tan slo se requiere libertad y,a decir verdad, la ms inofensiva de cuantas puedenllamarse as: el hacer uso publico de la propia razn entodos los terrenos. Actualmente oigo clamar por do-quier: No razones! \ El oficial ordena: No razones,adistrate! El asesor fiscal: no razones y limtate apagar tus impuestos! El consejero espiritual: No ra-zones, ten fe! (Slo un nico seor en el mundo dice:razonad cuanto queris y sobre todo lo que gustis,mas no dejis de obedecer.) Impera por doquier unarestriccin de la libertad. Pero, cul es el lmite quela obstaculiza y cul es el que, bien al contrario, lapromueve? He aqu mi respuesta: el uso publico de surazn tiene que ser siempre libre y es el nico quepuede procurar ilustracin entre los hombres; encambio muy a menudo cabe restringir su uso privado,sin que por ello quede particularmente obstaculizadoel progreso de la ilustracin. Por uso pblico de lapropia razn entiendo aqul que cualquiera puedehacer, como alguien docto, ante todo ese pblico queconfigura el universo de los lectores. Denomino usoprivado al que cabe hacer de la propia razn en unadeterminada funcin o puesto civil, que se le hayaconfiado. En algunos asuntos encaminados al intersde la comunidad se hace necesario un cierto automa-tismo, merced al cual ciertos miembros de la comuni-dad tienen que comportarse pasivamente para verseorientados por el gobierno hacia fines pblicos me-diante una unanimidad artificial o, cuando menos,

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  • Contestacin a la pregunta: Qu es la Ilustracin?

    para que no perturben la consecucin de tales metas.Desde luego, aqu no cabe razonar, sino que uno hade obedecer. Sin embargo, en cuanto esta parte de lamaquinaria sea considerada como miembro de unacomunidad global e incluso cosmopolita y, por lo tan-to, se considere su condicin de alguien instruido quese dirige sensatamente a un pblico mediante sus es-critos, entonces resulta obvio que puede razonar sinafectar con ello a esos asuntos en donde se vea par-cialmente concernido como miembro pasivo. Cierta-mente, resultara muy pernicioso que un oficial, aquien sus superiores le hayan ordenado algo, preten-diese sutilizar en voz alta y durante el servicio sobre laconveniencia o la utilidad de tal orden; tiene que obe-decer. Pero en justicia no se le puede prohibir que,como experto, haga observaciones acerca de los de-fectos del servicio militar y los presente ante su pbli-co para ser enjuiciados. El ciudadano no puede ne-garse a pagar los impuestos que se le hayan asignado;e incluso una indiscreta crtica hacia tales tributos alir a satisfacerlos quedara penalizada como un escn-dalo (pues podra originar una insubordinacin gene-ralizada). A pesar de lo cual, l mismo no actuarcontra el deber de un ciudadano si, en tanto que es-pecialista, expresa \ pblicamente sus tesis contra lainconveniencia o la injusticia de tales impuestos.Igualmente, un sacerdote est obligado a hacer sushomilas, dirigidas a sus catecmenos y feligreses, conarreglo al credo de aquella Iglesia a la que sirve; pues-to que fue aceptado en ella bajo esa condicin. Peroen cuanto persona docta tiene plena libertad, adems

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    de la vocacin para hacerlo as, de participar al pbli-co todos sus bienintencionados y cuidadosamente re-visados pensamientos sobre las deficiencias de aquelcredo, as como sus propuestas tendentes a mejorar laimplantacin de la religin y la comunidad eclesisti-ca. En esto tampoco hay nada que pudiese originarun cargo de conciencia. Pues lo que ensea en fun-cin de su puesto, como encargado de los asuntos dela Iglesia, ser presentado como algo con respecto alo cual l no tiene libre potestad para ensearlo segnsu buen parecer, sino que ha sido emplazado a expo-nerlo segn una prescripcin ajena y en nombre deotro. Dir: nuestra Iglesia ensea esto o aquello; heah los argumentos de que se sirve. Luego extraerpara su parroquia todos los beneficios prcticos deunos dogmas que l mismo no suscribira con plenaconviccin, pero a cuya exposicin s puede compro-meterse, porque no es del todo imposible que la ver-dad subyazca escondida en ellos o, cuando menos, encualquier caso no haya nada contradictorio con la re-ligin ntima. Pues si creyese encontrar esto ltimoen dichos dogmas, no podra desempear su cargo enconciencia; tendra que dimitir. Por consiguiente, eluso de su razn que un predicador comisionado a talefecto hace ante su comunidad es meramente un usoprivado; porque, por muy grande que sea ese audito-rio, siempre constituir una reunin domstica; ybajo este respecto l, en cuanto sacerdote, no es libre,ni tampoco le cabe serlo, al estar ejecutando un en-cargo ajeno. En cambio, como alguien docto que ha-bla mediante sus escritos al pblico en general, es de-

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  • Contestacin a la pregunta: Qu es la Ilustracin?

    cir, al mundo, dicho sacerdote disfruta de una libertadilimitada en el uso publico de su razn, para servirsede su propia razn y hablar en nombre de su propiapersona. Que los tutores del pueblo (en asuntos espi-rituales) deban ser a su vez menores de edad consti-tuye un absurdo que termina por perpetuar todasuerte de disparates.

    Ahora bien, acaso una asociacin eclesistica-cual una especie de snodo o (como se autodenomi-na entre los holandeses) grupo venerable- no debieraestar autorizada a juramentarse sobre cierto credo in-mutable, para ejercer una suprema e incesante tutelasobre cada uno de sus miembros y, a travs suyo, so-bre \ el pueblo, a fin de eternizarse? Yo mantengoque tal cosa es completamente imposible. Semejantecontrato, que dara por cancelada para siempre cual-quier ilustracin ulterior del gnero humano, es ab-solutamente nulo e invlido; y seguira siendo as, auncuando quedase ratificado por el poder supremo, ladieta imperial y los ms solemnes tratados de paz.Una poca no puede aliarse y conjurarse para dejar ala siguiente en un estado en que no le haya de ser po-sible ampliar sus conocimientos (sobre todo los msapremiantes), rectificar sus errores y en general se-guir avanzando hacia la ilustracin. Tal cosa supon-dra un crimen contra la naturaleza humana, cuyodestino primordial consiste justamente en ese progre-sar; y la posteridad estara por lo tanto perfectamentelegitimada para recusar aquel acuerdo adoptado deun modo tan incompetente como ultrajante. La pie-dra de toque de todo cuanto puede acordarse como

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  • Immanuel Kant

    ley para un pueblo se cifra en esta cuestin: acasopodra un pueblo imponerse a s mismo semejanteley? En orden a establecer cierta regulacin podraquedar estipulada esta ley, a la espera de que hayauna mejor lo antes posible: que todo ciudadano y es-pecialmente los clrigos sean libres en cuanto exper-tos para expresar pblicamente, o sea, mediante es-critos, sus observaciones sobre los defectos de laactual institucin; mientras tanto el orden estableci-do perdurar hasta que la comprensin sobre la n-dole de tales cuestiones se haya extendido y acredita-do pblicamente tanto como para lograr, mediante launin de sus voces (aunque no sea unnime), elevarhasta el trono una propuesta para proteger a esos co-lectivos que, con arreglo a sus nociones de una mejorcomprensin, se hayan reunido para emprender unareforma institucional en materia de religin, sin mo-lestar a quienes prefieran conformarse con el antiguoorden establecido. Pero es absolutamente ilcito po-nerse de acuerdo sobre la persistencia de una consti-tucin religiosa que nadie pudiera poner en duda p-blicamente, ni tan siquiera para el lapso que dura lavida de un hombre, porque con ello se anula y esteri-liza un perodo en el curso de la humanidad hacia sumejora, causndose as un grave perjuicio a la poste-ridad. Un hombre puede postergar la ilustracin parasu propia persona y slo por algn tiempo en aquelloque le incumbe saber; pero renunciar a ella significapor lo que atae a su persona, pero todava ms porlo que concierne a la posteridad, vulnerar y pisotearlos sagrados derechos de la humanidad. Mas lo que a

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  • Contestacin a la pregunta: Qu es la Ilustracin?

    un pueblo no le resulta lcito decidir sobre s mis-mo, \ menos an le cabe decidirlo a un monarca so-bre el pueblo; porque su autoridad legislativa descan-sa precisamente en que rene la voluntad ntegra delpueblo en la suya propia. A este respecto, si ese mo-narca se limita a hacer coexistir con el ordenamientocivil cualquier mejora presunta o autntica, entoncesdejar que los sbditos hagan cuanto encuentren ne-cesario para la salvacin de su alma; esto es algo queno le incumbe en absoluto, pero en cambio s le com-pete impedir que unos perturben violentamente aotros, al emplear toda su capacidad en la determina-cin y promocin de dicha salvacin. El monarcadaa su propia majestad cuando se inmiscuye some-tiendo al control gubernamental los escritos en quesus sbditos intentan clarificar sus opiniones, tanto silo hace por considerar superior su propio criterio,con lo cual se hace acreedor del reproche: Caesar nonest supra Grammaticos, como -mucho ms todava-si humilla su poder supremo al amparar, dentro de suEstado, el despotismo espiritual de algunos tiranosfrente al resto de sus sbditos.

    Si ahora nos preguntramos: acaso vivimos actual-mente en una poca ilustrada?, la respuesta sera:Nol, pero s vivimos en una poca de Ilustracin. Talcomo estn ahora las cosas todava falta mucho paraque los hombres, tomados en su conjunto, puedanllegar a ser capaces o estn ya en situacin de utilizarsu propio entendimiento sin la gua de algn otro enmateria de religin. Pero s tenemos claros indiciosde que ahora se les ha abierto el campo para trabajar

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  • Contestacin a la pregunta: Qu es la Ilustracin?

    van abandonando poco a poco el estado de barbariegracias a su propio esfuerzo, con tal de que nadieponga un particular empeo por mantenerlos en labarbarie.

    He colocado el epicentro de la ilustracin, o sea, elabandono por parte del hombre de aquella minorade edad respecto de la cual es culpable l mismo, encuestiones religiosas, porque nuestros mandatarios nosuelen tener inters alguno en oficiar como tutores desus sbditos en lo que atae a las artes y las ciencias;y porque adems aquella minora de edad es asimis-mo la ms nociva e infame de todas ellas. Pero elmodo de pensar de un jefe de Estado que favoreceesta primera Ilustracin va todava ms lejos y se dacuenta de que, incluso con respecto a su legislacin,tampoco entraa peligro alguno el consentir a sussbditos que hagan un uso pblico de su propia razny expongan pblicamente al mundo sus pensamien-tos sobre una mejor concepcin de dicha legislacin,aun cuando critiquen con toda franqueza la que ya hasido promulgada; esto es algo de lo cual poseemos unmagnfico ejemplo, por cuanto ningn monarca haprecedido a se al que nosotros honramos aqu.

    Pero slo aquel que, precisamente por ser ilustra-do, no teme alas sombras, al tiempo que tiene a manoun cuantioso y bien disciplinado ejrcito para tran-quilidad pblica de los ciudadanos, puede deciraquello que a un Estado libre no le cabe atreverse adecir: razonad cuanto queris y sobre todo cuanto gus-tis, con tal de que obedezca'is.' Aqu se revela un ex-trao e inesperado curso de las cosas humanas; tal

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