JURADO Las Reducciones Toledanas a Pueblos de Indios

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    LAS REDUCCIONES TOLEDANASA PUEBLOS DE INDIOS :APROXIMACIN A UN

    CONFLICTOEL REPARTIMIENTO DE MACHA

    (CHARCAS), SIGLO XVI*

    CAROLINA JURADO**

    COMO SUELE SEALARSE, el paisaje andino se estructura de manera verti-cal : numerosas franjas climticas se encuentran comprimidas enpequeas reas y, debido a los cambios de altitud, presentan unaincreble variedad ecolgica. Desde los salares y las tierras de pastoreo ubi-cados por encima de los 4000 metros de altura, bajando por la zona de agri-cultura de puna con sus cultivos de papa, quinua y oca, hasta los valles

    mesotrmicos proveedores de maz y, ms abajo, el cultivo de algodn, ajy coca, las poblaciones controlaban desde el perodo prehispnico franjas ter-ritoriales alargadas y estrechas. La dispersin de las parcelas, debido a ladiversidad de ambientes, se eriga como defensa contra las incertidumbresdel clima y permita a los grupos tnicos controlar zonas ecolgicamente dife-renciadas, asegurando as la provisin de bienes complementarios.Simultneamente, el acceso a tierras ubicadas en reas ajenas al territorio tni-co nuclear, mediante islas o colonias, permita el control de un mxi-mo nmero de pisos ecolgicos en vistas a lograr la autosuficiencia econ-mica, segn el modelo propuesto por J. Murra (Murra, 1975). La ntimarelacin de los grupos tnicos con sus lugares de cultivo y su propio grupode parentesco (ayllu) determinaba un patrn de asentamiento disperso y,a veces, con residencia dual o doble domicilio aprovechando los ciclos

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    * Agradezco las sugerencias y los comentarios que hicieron a este trabajo el Dr A. Musset y la Dra. A. M. Presta.** Universidad de Buenos Aires ([email protected]).

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    agrarios de zonas ecolgicamente complementarias. Lo particular de estepatrn de asentamiento andino era su carcter espacialmente salpicado ,posible debido al control ejercido por complejas organizaciones poltico-

    sociales. Si bien a partir de nuevas investigaciones arqueolgicas como astambin de relecturas de fuentes coloniales se abri el debate en torno alcontrol de la produccin generada en las colonias como vinculado a lasnecesidades polticas de la lite cacical ms que a su distribucin entre lapoblacin , este paradigma hoy sigue constituyendo una herramienta deanlisis vlida (Assadourian, 1987 ; Van Buren, 1996).

    Previo a la conquista hispana, el macizo de Charcas, al sur del LagoTiticaca, estaba poblado por un conjunto de jefaturas aymaras o seoroslupaqas, killaqas, pacajes, soras, qharaqharas, charcas, carangas, chuis ychichas que mantenan entre s relaciones de complementariedad ecol-gica y que comprendan ellas mismas diversas subdivisiones, subordinadasa una autoridad central mediante complejos vnculos polticos y simbli-cos. Entre ellos, la organizacin dual en mitades (saya) jerarquizadas Hanan(arriba) Hurin (abajo) ordenaba las relaciones socioeconmicas de los gru-pos, plasmando alianzas, entreveramientos territoriales y vnculos polticosque reservaban preeminencia a las autoridades del segmento superior. Estaordenacin de mitades opuestas pero complementarias defina la identidadde los grupos por oposicin a un otro ms alejado pero que devena uno mis-mo en el marco de las unidades ms englobantes (Wachtel, 1992:43). As,la ordenacin simblica del espacio y la ligazn del grupo con su paisaje, suscerros y cursos de agua, sus mticos lugares de origen y la memoria de sus

    antepasados expresada en las chullpaso torres funerarias de sus autori-dades mximas adicionan al aspecto econmico de la ocupacin del espa-cio un fuerte contenido identitario, transformando ciertas zonas en mbitossagrados que representaban, a su vez, los orgenes de los agrupacionessociales como as tambin los lmites de sus territorios (Del Ro, 1998).

    La breve dominacin incaica ira a modificar este paisaje tnico, al utili-zar el reordenamiento de la poblacin y la reubicacin de sus pueblos confines econmicos, defensivos y como medio de sometimiento de las pobla-ciones rebeldes. El rol del Inca como ordenador del mundo implic la crea-cin de obras pblicas, un nuevo amojonamiento del territorio y, princi-

    palmente, se tradujo en la reorganizacin del espacio : sujet las poblacionesa cabeceras regionales, instal nuevos Cuzcos y traslad poblaciones desus antiguas aldeas a zonas ms bajas y cercanas al camino real, como fueel caso de sus aliados los lupaqas (Hyslop, 1979).

    La llegada de los espaoles provoc un nuevo ordenamiento espacial einstitucional de los grupos andinos, del que emergieron nuevas unidadessociales e identidades colectivas como resultado del desmantelamiento delas antiguas confederaciones y del aislamiento de los grupos que las com-ponan. La fragmentacin de las antiguas solidaridades ocasionada, enmuchos casos, por las primeras encomiendas o mercedes de indios se vio

    reforzada por la generalizada poltica de reasentamientos. Si bien con resul-tados dispares, la Corona impuls desde 1549 la congregacin de las dis-minuidas poblaciones indgenas a pueblos de concepcin hispana, a finde facilitar su evangelizacin, en todas sus posesiones americanas. A finesdel siglo XVI, un importante descenso demogrfico tras un perodo de epi-

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    demias en Nueva Espaa (1576-1581) y los desrdenes provocados porlas Guerras Civiles y numerosos inconvenientes administrativos en elVirreinato del Per, determinaron una intensificacin del programa de

    concentracin forzosa de los grupos tnicos. En los Andes, la sociedadcolonial creada desde la conquista entr en crisis a lo largo de la dcada de1560 : la economa sustentada en el aprovechamiento de las encomiendaspareca colapsar (Stern, 1986:83). Luego de frustradas negociaciones en tor-no a la perpetuidad de las encomiendas, la Corona decidi llevar a cabo unreordenamiento del control hispano, vinculado a la figura del Virrey Toledo.La Visita General que l impuls combin, en s misma, propsitos fiscales,religiosos, de control social y la mencionada concentracin de las pobla-ciones indgenas dispersas en centros visibles y acordes al modelo hispanode orden y sanidad, en una Repblica de Indios. Sin embargo, la crea-cin de pueblos de reduccin no implic solamente un intento por trans-formar los patrones andinos de asentamiento y la forma de concebir laocupacin del territorio. El espacio participa activamente en la conforma-cin de prcticas y relaciones sociales, en un proceso conflictivo y de luchaspor el poder. La manipulacin y construccin de paisajes hispanos contri-buyeron a establecer y reproducir entre la poblacin el orden social jerr-quico y la cosmovisin hispanas, insertando la dominacin en lo cotidianoy en la formacin de la identidad grupal.

    Una revisin de la produccin historiogrfica evidencia que existen pocosestudios centrados en la problemtica misma de las reducciones. Si bien losestudios de Mlaga Medina (1974) ofrecen una aproximacin global a los

    antecedentes, las ordenanzas y las instrucciones relativas a las reducciones tole-danas en el actual Per, es el investigador T. Saignes (1984) quien enrique-ce la problemtica y multiplica los interrogantes de un fenmeno complejo.La reiterada denuncia por parte de diversos funcionarios coloniales del ausen-tismo indgena apenas terminadas las reducciones lleva al autor a cuestionarla realidad habitacional del pueblo de reduccin, el que era usado nica-mente en circunstancias festivas y fiscales. El retorno a un patrn de asenta-miento prehispnico se insertara as en los ciclos de desplazamientos ml-tiples y de ocupacin peridica del espacio que les permitan a los grupostnicos andinos enfrentar la demanda colonial. Finalmente, los estudios de

    D. Gade (1991) abordan la problemtica de las reducciones toledanas a par-tir de sus efectos desestructurantes en la sociedad andina mortalidad ind-gena, alejamiento de los nichos ecolgicos, quiebre de la vinculacin con susantepasados. Sin embargo, el fracaso del proyecto nuclear impuesto por losespaoles encuentra su explicacin en la tendencial autonoma de las unidadesdomsticas que, sea por razones ecolgicas, polticas o econmicas, privile-giaron el regreso a una dispersin habitacional tpicamente andina .

    A fin de contribuir a esta discusin, en el presente trabajo intentaremosenfatizar la transformacin que el proceso de reasentamiento de la pobla-cin propiciado por las reducciones toledanas provoc en las identidades,

    solidaridades y las supremacas colectivas y en la reformulacin de los vn-culos que las autoridades indgenas mantenan entre s dentro de sus agru-paciones as como a nivel de las antiguas jefaturas que las contenan.Asimismo, considerando al espacio como construccin social, vinculadocon el ejercicio de poder desplegado por las prcticas humanas, propongo

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    analizar la resignificacin del territorio sujeto al grupo Macha integrantede la antigua Confederacin Qharaqhara como resultado de las prcticaspolticas de las lites indgenas en su vinculacin con el poder central y

    como referente de las identidades colectivas en disputa y conformacin.Retomamos as la propuesta del investigador T. Saignes (1991:107), quienresaltaba la necesidad de multiplicar los estudios de caso a fin de com-prender los cambios en el grado de segmentacin tnica introducido por lospueblos de reduccin, para lo cual ser necesario repasar en primer lugar losobjetivos y transformaciones proyectados en la normativa toledana.

    LA VISITA GENERAL DEL VIRREY TOLEDO :INSTRUCCIONES Y MTODO

    La Visita General de la tierra encargada al Virrey don Francisco de Toledo(1569-1581) persegua un claro objetivo fiscal : la imposicin de nuevastasas tributarias de acuerdo a un estricto clculo : () respecto al nume-ro de los indios y a la calidad y dispusicion de la tierra y a los art ificios, opifi-cios, tratos y negociacin della, regulando todo esto no por lo que los indios tra-bajan, que son ociosos y holgazanes, sino por lo que pueden y deben trabajar(Romero, 1924:118). La inspeccin personal, llamada visita, no constituaslo un instrumento burocrtico colonial que aspiraba a reflejar la sociedadnativa, sino que se eriga como un ritual poltico cuya accin performativa

    pona en prctica un orden poltico-social altamente normado (Gil Guevaray Salomon, 1994). Tal empresa deba ser acompaada por el reagrupa-miento forzado de las aldeas indgenas a pueblos de indios que facilitaranla organizacin de la mita minera, el cobro del tributo monetario y la evan-gelizacin de las parcialidades hasta entonces dispersas.

    Su emprendimiento fue precedido por la reunin en el Virreinato del Perde varias autoridades, entre las que se encontraron el Lic. Castro, el ArzobispoLoayza, los oidores de la Audiencia de Lima, el Inquisidor, los oficiales realesy los prelados de las rdenes religiosas (Mlaga Medina, 1993:289). Todos acor-daron que el propio Toledo visitara las 14 provincias del Virreinato ; sin embar-

    go, la provincia de los Charcas a la cual corresponda el grupo Macha erael principal botn de la visita. Toledo en persona residi en Cuzco y Potos, obte-niendo informacin y experiencia directa para sus Provisiones y, a inicios de1575, dio a conocer varias tasas para la Audiencia de Charcas. Como hemosadelantado, no fue ste el primer intento hispano de reducir a las poblacionesindgenas a polica, aunque s lo fue en el tamao de la empresa y su sis-temtica implementacin. Si bien durante los primeros aos de la ocupacinespaola prevaleci la idea de Francisco Pizarro de conservar a los indios ensus antiguos pueblos a fin de evitar la despoblacin de la tierra, los reclamosde los religiosos sobre las dificultades surgidas en la evangelizacin por la dis-

    tancia entre las aldeas indgenas dieron origen al pronunciamiento explcitode la Corona. Mediante una real cdula dirigida a la Audiencia de Lima, CarlosV ordenaba en 1549 que () los yndios este[n] en pueblos juntos e no der-ramados () como se hace e acostumbran hazer en la provincia de Trascala,en el Virreinato de Nueva Espaa (Mlaga Medina, 1993:274).

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    Sin embargo, los desrdenes provocados por las Guerras Civiles limita-ron la prctica reduccional a unos pocos casos, especialmente en torno alvalle de Lima (1557) y a las inmediaciones del Cuzco (1559). Finalmente,

    el breve impulso dado por el Lic. Castro en el norte del Per llevado a cabopor el oidor Gonzlez de Cuenca entre 1566-1567 se ira a complemen-tar con la propuestas de un oidor de la Audiencia de Charcas, el Lic. Juande Matienzo, para la reorganizacin poltica y econmica del Virreinato.Matienzo abog en su Gobierno del Per [1566] por una generalizadapoltica de reduccin de los hogares indgenas dispersos en pueblos e,inclusive, dise un modelo para los nuevos asentamientos. Sus consejosno slo resumen las caractersticas que tomaran los pueblos de indios bajola Visita General, sino que el mismo Matienzo acompaara, cuatro aos mstarde, al Virrey Toledo en sus campaas de reduccin. Con el impulso tole-

    dano, el reordenamiento administrativo y espacial del Virreinato fue gene-ralizado. La Visita dio como resultado un total de 614 repartimientos, 712doctrinas y ms de 1000 reducciones o pueblos de indios1 (Mlaga Medina,1993:299). Los encargados de visitar la tierra, nombrados por el mismoVirrey, incluan oidores y fiscales de las Audiencias de Lima y Charcas, capi-tanes, miembros de la rdenes de caballera, profesionales y destacadosvecinos de las principales ciudades quienes, acompaados por visitadoreseclesisticos, un alguacil, un escribano y un intrprete, deberan trasladar-se personalmente a huaycos y quebradas en busca de los indios. Se espe-raban de los visitadores informaciones precisas sobre una amplia variedadde aspectos ()

    en todos los pueblos del dicho repart imiento que habeis dever por vista de ojos (Romero, 1924:133). La presencia y observacindirecta del representante real garantizara la veracidad del testimonio y elconocimiento profundo de la realidad que se pretenda transformar. No slodeban observar a los indios que residan en el repartimiento y fuera del con sus mujeres, hijos y chacras, a los caciques y sus genealogas, suscostumbres y servicios recibidos, sus hijos legtimos y bastardos, y sus fun-ciones en tiempos del Inca, sino tambin los pastos y ganados, puentes, tam-bos, caminos y depsitos del repartimiento, entre otros. Lamentablemente,no se han encontrado hasta el momento los autos preparados por los visi-tadores salvo para el grupo lupaqa , sino tan slo los resmenes abre-viados y dados a conocer por el Virrey Toledo, que carecen de las respues-tas al interrogatorio propuesto (Julien, 1993).

    Segn las Instrucciones, los nuevos pueblos deban levantarse en el sitioms apropiado, aquel que tuviera buen clima y abundancia de tierras; y losvisitadores deban decretar qu viejos asentamientos deberan abando-narse a favor de los nuevos pueblos, considerando la opinin y la acepta-cin explcita de los caciques afectados y de sus curas doctrineros :

    () viendo los sit ios del repart imiento en que estaban poblados todos yescogiendo en todo el repart imiento el sit io que mas conviniese de temple que

    no hiciese notable mudanza del que ellos tenian () e tratandolo e consul-tandolo con los caciques e principales e indios menores e con el cura del dichorepartimiento (Sarabia Viejo, 1986: I, 281).

    Adems, se imponan las nociones hispanas de sanidad : se prohiba laexistencia de chacras o sementeras dentro del pueblo por el dao que

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    hacen a la salud de los indios con la humidad dellas, y slo se conservaranaquellas que no excedieran la legua de distancia del asentamiento (Romero,1924:165). El trazado del pueblo de reduccin obedeca a los criterios his-

    panos, nutridos en las fuentes latinas, del paisaje urbano en un medioambiente templado y saludable2. El modelo propuesto aos antes por eloidor Matienzo sirve aqu a modo de ejemplo (Figure n 1). Con callesanchas y derechas, la cuadrcula apareca como marca de civilizacin y unamanera de afirmar el dominio sobre la naturaleza. La plaza central rodea-da por la iglesia, el cabildo, la crcel y la residencia del cacique se convertaen el corazn del pueblo. Diferentes a la del cacique, las casas de los indiosdel comn deban ser independientes unas de otras y con puertas a la cal-le, fcilmente sujetas a la mirada del observador colonial.

    FIGURE N1 : MODELO DEL PUEBLO DE REDUCCION, HECHO POR EL LICENCIADO MATIENZO(MATIENZO, 1967 : CAP. 14)

    Se debera dar a los caciques un plazo mximo de 2 aos para laconstruccin y el poblamiento del nuevo asentamiento, a costa de la sus-pensin del cacicazgo y la destruccin de sus antiguas casas. Segn lasInstrucciones : () passado el termino que dieredes a los indios para se pas-sar y hacer sus casas donde se mandaren reducir se les derriben y deshagan yechen por t ierra las casas antiguas que ant es tenian (Romero, 1924:166).A fin de garantizar el xito del proyecto, Toledo aconsejaba en 1573 elnombramiento de reducidores, capaces de apremiar a los indios reza-gados a pasarse al nuevo pueblo segn las rdenes dejadas por el visitador

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    (Sarabia Viejo, 1986:I,245). El alejamiento de los antiguos sitios, en loscuales el grupo mantena vnculos con sus antepasados y donde realizabansus ceremonias, era un objetivo principal para la evangelizacin de los nati-

    vos. El camino hacia los enterramientos de sus autoridades ancestrales, lavisita a los lmites, los mojones y los accidentes naturales responsables dela demarcacin tnica eran vivencia de la memoria y reafirmacin de laidentidad colectiva. La destruccin de sus huacas y objetos sagrados y elabandono forzado de sus lugares de memoria eran, segn Toledo, tareasprincipales del visitador :

    () como sabreis e habreis entendido por vuestras instrucciones, el prin-cipal punto en que habeis de advertir para hacer las dichas reducciones es a quelos dichos indios quit en de los lugares y sit ios donde tienen sus idolat rias yentierros de sus pasados (Sarabia Viejo, 1986:I, 281-2).

    De esta manera, el cambio cualitativo de asentamiento, de los llamadosescondrijos a pueblos visibles y ordenados, transformara las costumbrese idolatras indgenas al apartarlos de sus antepasados. El cambio era nece-sario como tcnica de amnesia a fin de distanciar a los indios de lamemoria codificada en el espacio habitable y en el espacio conmemorati-vo de sus enterratorios (Abercrombie, 1988:240). As, segn el vocabula-rio de la poca, reduzirse no era slo volverse a mejor orden, sino convenserse : al dar nueva forma a los espacios habitables se espera-ba dar nueva forma a los sujetos inmiscuidos (Covarrubias, 1611:I, 899). Ensuma, la destruccin del pasado y la muerte de los ancianos capaces de

    conservar el recuerdo histrico del grupo, producto del reasentamientogeneralizado, abrira el juego segn el Virrey a la correcta evangeliza-cin de los pueblos andinos. Como l mismo reconoca :

    () aunque Vuestra Magestad no uviera mandado tan encargadamenteeste punto [la reduccin] me uviera persuadido la esperienVia a executalle sin escru-pulo aunque viese () que quando por esta causa muriesen algunos de losnaturales () no seria de mucho ynconveniente que faltasen algunos, los que que-dasen y sus descendientes quedaran ut iles para el servicio de nuestro seor y devuestra magestad (Levillier, 1925:III, 342-3).

    Pese a sto, los pueblos andinos pondran en marcha nuevos mecanis-mos de memoria, de una memoria resignificada a la par de los reacomo-damientos sociales e identitarios y de los nuevos equilibrios de poder.

    LAS REDUCCIONES TOLEDANAS A PUEBLOSDE INDIOS : UN PROCESO CONFLICTIVO

    La Visita General y la movilidad y distribucin de las poblaciones nati-vas que acarre despertaron varias crticas en la sociedad colonial.

    Numerosos espaoles escribieron al Rey denunciando el negocio tan atro-pellado de las reducciones, como lo calific ms tarde el Virrey Enrquez.Relegada de las decisiones de gobierno por Toledo, la Audiencia de Limaadverta a Su Majestad acerca de los peligros de una visita acelerada ysimultnea en todo el Virreinato, llevada a cabo por gente pobre y sin

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    experiencia, ladrones, mulatos y mestizos y otras personas perdidas, queaumentaran las penas y los culpables a fin de obtener cuantiosos salarios(Levillier, 1925:VII, 139). No slo los encomenderos haban sido daados

    con pleitos a los que se negaban las apelaciones, sino que tambin losindios estaban agraviados por el excesivo nmero de visitadores y por eldesorden en el que se hacan sus reducciones: reagrupacin de las pobla-ciones previamente reducidas bajo el gobierno del Licenciado Castro (1566-1567), inclusive sucesivos cambios de ubicacin de los pueblos de reduc-cin recientemente creados por los visitadores toledanos, segn la Audienciade Lima : () a avido algunas reducciones tan sin orden y tan en perjuiziode los yndios que a sido necesario suspenderlas (Levillier, 1925:VII, 246). Alanalizar la forma en que las reducciones reformularon la territorialidad delos grupos que haban conformado la Confederacin Qharaqhara se pone

    en evidencia la complejidad del proceso reduccional. En 1572, losQharaqhara estaban divididos en los siguientes repartimientos : Macha,Visisa, Colo-Caquina y Picachuri, Tacobamba, Chaqui, Moromoro y Caracarapropiamente dicho3. Si bien carecemos de descripciones detalladas sobresus asentamientos previos, segn los resmenes toledanos, las 10 451 per-sonas que componan el inicial Repartimiento de Macha habitaban antes dela reduccin 106 pueblos ubicados en una distancia de 60 leguas. El visi-tador Galaor de Loayza, conocido mercader y vecino de la ciudad de LaPlata, consider que todos ellos podan ser reagrupados en 4 pueblos : SanPedro de Macha, Magdalena de Aymaya y Alcarn de Copoata, en tierras

    fras de puna, y San Marcos de Miraflores, ubicado en las tierras clidas ybajas del valle (Figure n 2).

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    FIGURE N2 : LA CONFEDERACION QHARAQHARA. EXTRAIDO DE ABERCROMBIE (1988:158)

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    La eleccin del emplazamiento de Miraflores no responde tan slo a lacontinuidad de un patrn prehispnico de asentamiento dual en vistas a lacomplementariedad ecolgica al interior del grupo. Situado al pie de un cer-

    ro de azogue, el pueblo reflejaba el inters espaol en obtener el mineraldestinado a elevar el rendimiento de la plata extrada del cercano centrominero de Potos. Las peticiones y reclamos cacicales apelaron a crudasdescripciones a fin de obtener el traslado de un asentamiento valluno queno les favoreca. Hacia 1612, la situacin del pueblo era desoladora :

    () de ordinario ay muchas nieblas que le haze ser muy enfermo y des-to y de las aguas gruesas respeto de pasar por minerales grasientos y salobresno se crian en el ningunas criaturas y si algunas nasen son casi todas mudasy las que no lo son por sacar del vient re de sus madres la lengua gruessa y losojos undidos son tart amudos y tont os que cassi paresen mostruos4.

    A pesar de las recomendaciones toledanas de salubridad, el reclamo noprosperara dando inicio a un descenso poblacional de los ayllus deMiraflores que, al no cumplir con la cuota de mitayos requerida, hacanrecaer toda la responsabilidad en el pueblo principal, San Pedro de Macha.Los efectos combinados de pestes, muerte en los socavones potosinos y hu-da de los tributarios para escapar de las obligaciones laborales eran, segnsus autoridades tnicas, las causas que explicaban el descenso aproxima-do del 25 % de la poblacin tributaria en tan solo 50 aos5. Lo anterior nosolamente provoc el abandono y la prdida de tierras, dando inicio acomplejos pleitos legales por la usurpacin de las tierras de la quebrada deGuaranga, las de Carasibamba, cercanas a Miraflores, y otras, sino que

    adems, como veremos ms adelante, contribuy a erosionar la supre-maca del grupo6.

    Y es que, segn el Licenciado Ramrez de Cartagena, muchas reduc-ciones se hacan en desorden y sin el consentimiento de los caciques acon-sejado por Toledo, inundndose as las Audiencias con pleitos y quejas.Sin embargo, las autoridades tnicas intentaron asimismo otra solucin.Atentas al potencial agravio al que dara origen la medida reduccional, loslderes indgenas propusieron al Virrey Toledo un acuerdo que satisficieraa ambas partes. Segn declaraciones del mismo Virrey :

    () los mismos indios han salido tan cuesta arriba y con tant os acome-

    timientos y dificultades para estorbarlo por no apartarse de las sepulturas desus abuelos () lo qual se verifica en el ofrecimiento que por su parte me hicie-ron al principio de la visita general y personal que sali a hacer, de que contri-buirian y repart irian ent re si los indios deste reino ochocientos mill pesos por unavez porque no les reduxiesen a pueblos y lugares donde estan y los dexasen estaren sus rancherias y apart amientos, como estaban (Romero, 1924:191).

    Aunque no sabemos el curso que siguieron las negociaciones particularesentre los diferentes lderes tnicos y el Virrey, quien accedi sin embargoa eximirlos de la tercera parte del tributo por el tiempo invertido en latarea, se construyeron numerosos pueblos de reduccin que traducen efec-

    tos complejos (Sarabia Viejo, 1986:I, 248). Aun cuando los modelos arqui-tectnicos de estos pueblos y el reordenamiento del espacio seguan las pro-puestas hispanas, en la prctica los valores simblicos y ciertas formas deuso del espacio de las sociedades andinas impactaron en la reduccin.Cada nuevo pueblo era habitado no slo por individuos, sino por los ayl-

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    lus a los que aquellos pertenecan. De hecho, ayllus y parcialidades eran losprincipales poseedores de la tierra y los responsables del pago del tributo.Del mismo modo, ciertas formas de organizacin dual tnica se superpu-

    sieron a la cuadrcula hispana, asignando valores a los barrios y las calles,identificados con ayllus y parcialidades y con sus respectivas autoridades.Esta apropiacin del espacio traduce una poltica activa de los grupos quese complementa con la ocupacin simultnea de otras viviendas agrupadasen aldeas, cercanas a los cultivos. Llamadas en la documentacin colonial estancias, estas aldeas pueden corresponder a nuevas fundaciones cer-canas a sus chacras o a viejos asentamientos, lo que marcara una notablecontinuidad ocupacional (Saignes, 1984).

    Las relaciones de poder entre los lderes indgenas de diferentes nivelestambin se vieron afectadas por el reasentamiento. La eleccin del lugar enel cual se trazaran los nuevos pueblos seguira diversos intereses, queexcedan a los del grupo espaol. El Virrey Toledo adverta a los visitadoressobre los fraudes e intereses en la ubicacin del pueblo:

    () part icularmente donde hay dos o tres caciques de parcialidades [por]querer cada uno que se pase a su pueblo por t ener l ya hecho alli su asientoy casa (Sarabia Viejo, 1986:I, 281).

    Podra ser sta la explicacin de la confusin que encontramos en laubicacin del pueblo de San Pedro de Macha, uno de los pueblos de punade los reducidos indios del Repartimiento de Macha antes mencionado ?Segn relatos coloniales, Macha o Machamarca haba sido el pueblo prin-cipal de la nacin Qharaqhara y en el cual se reunan los soldados chichas

    y qharaqharas antes de marchar hacia el Cuzco para engrosar los ejrcitosdel Inca (Platt, 1999:16). Era tambin lugar de residencia de Gualca, laautoridad mxima de la mitad Anansayaen que se dividan los indios qha-raqhara al tiempo de la conquista hispana, cacique que pona segundaspersonas a su antojo al frente de los grupos de Aymaya y Pocoata, segnel recuerdo de sus habitantes. Sus smbolos de poder estaban presentesen Macha : su padre Tataparia, seor de 20 000 indios de la nacinQharaqhara, tena una de sus chullpas junto Macha y el mismo Gualcahaba ordenado construir en l un bujo en el que se juntaban los caciquessujetos a su autoridad7.

    Pese a esto, cuando Francisco Pizarro decide encomendarlos en su her-mano Gonzalo, en 1540, entre los pueblos enlistados en la Cdula de enco-mienda, su nombre est ausente. Encontramos tan solo referencias a 8pequeas estancias sujetas a macha en la llamada provincia de losCharcas, nombre que no encuentra mayores especificaciones a lo largo deldocumento y contrasta con la presencia del mencionado principal Gualcaal frente de la cabecera de la dicha provincia[de Caracara] que se llamaChacondi8. Es recin ocho aos ms tarde cuando el Gral. Pedro de Hinojosarecibe la encomienda, luego del fin de las Guerras Civiles, que se mencio-na al pueblo de Macha donde residan 133 indios tributarios sujetos al ya

    mencionado cacique Gualca : exactamente la misma cantidad que gober-naba el mismo cacique en 1540 en Chacondi9. No sabemos si tan solo uncambio en el nombre del pueblo pueda explicar la disparidad entre el pasa-do prehispnico y las cdulas de encomienda ; sin embargo, la confusinse acrecienta pues en 1575 el visitador Galaor de Loayza sostiene reducir el

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    pueblo de Santa Fe de Chayrapata en el asiento de San Pedro deMacha10. Nuevamente, Chayrapata parece, segn las menciones del visi-tador, el asentamiento pre-toledano principal, aunque ausente en las cdu-

    las de encomienda de 1540 y 1548. No estamos en condiciones de afirmarsi estamos en presencia de un pueblo nuevo , surgido al calor de la pre-sencia hispana, o bien si se trata de un asentamiento prehispnico. Es, sinembargo, un ejemplo de continuidad ocupacional ya que logra a pesardel desfavor toledano el estatus de Repartimiento, a fines del siglo XVIII11.Asimismo, los mltiples cambios en la ubicacin exacta del pueblo cabe-cera aqu evocados encuentran eco en los vaivenes polticos de la agrupa-cin tnica, la cual sufre al momento de la Visita General el recambio dellinaje que ocupaba el cargo de liderazgo del inicial Repartimiento de Macha.Hacia 1575, los descendientes del cacique Gualca fueron relegados delcacicazgo por ser menores, y en su lugar se nombr a don Pedro Soto quien tambin se convierte en capitn de los mitayos enviados a Potos detoda la nacin Qharaqhara , sin que tuviese derecho a ello, segn laapreciacin de un indio principal del cercano pueblo de Chayanta12. Ellugar que en su ascenso ocupa la advertencia toledana, relativa al benefi-cio que ciertos caciques obtenan del cambio en el emplazamiento delpueblo cabecera, sern objeto de futuras investigaciones.

    El cambio de ubicacin de los principales asentamientos en funcin delos vnculos con las estructuras de poder colonial gener entonces nuevosdesafos para las autoridades andinas, quienes vieron erosionada o reafir-mada su autoridad e influencia. Aprovechando el reordenamiento pobla-

    cional y el cambio del linaje gobernante, las autoridades de dos parcia-lidades hasta entonces sujetas a Macha Aymaya y Pocoata obtuvieroncierta independencia para sus pueblos. Si bien el Virrey Toledo haba ela-borado las tasas de manera general, a pedido de los caciques don PedroCunaca y don Francisco Chinche, y don Garca Mamani y don MartnChoca, Pocoata y Aymaya con el acuerdo del recientemente nombradodon Pedro Soto se separaron de Macha y lograron que el Virrey les consi-gnara sus tasas separadamente :

    () y por esta dicha nueba tassa no esta fecho repart imiento de por si delo que an de pagar cada una de las dichas parcialidades sino de por junto lo

    que an de pagar todas tres y todo el dicho repart imiento y los dichos caciquesan pedido a Su Excelencia les mande dividir y repart ir lo que cada una de lasdichas parcialidades a de pagar en part icular13.

    La divisin produjo una reconfiguracin del territorio sujeto al grupoMacha y consolid el surgimiento de nuevos espacios de poder al interiorde las parcialidades menores. La antigua mitad superior Anansaya de losindios qharaqhara se vea as fragmentada y ya no actuara como una uni-dad frente a los reclamos estatales. A partir de entonces, el grupo Pocoatay sus autoridades acumularon suficiente poder e influencia como para ele-var en 1611 a don Fernando Ayra de Arriuto, uno de sus caciques beneficiario

    de un escudo de armas y otros smbolos de prestigio, al cargo de capitn demita de los segmentos integrantes de la antigua Confederacin Qharaqhara,ejercido previamente por el cacique de Macha, don Pedro Soto. En suProbanza, Ayra de Arriuto transform la memoria colectiva, ajustando recuer-dos prestigiosos a las necesidades de la realidad colonial y manipulando

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    parentescos para presentarse como descendiente de la cassa de AncoTutumpi Ayra Canche cacique y seor absoluto que fue del pueblo de Macha14.La afirmacin de una identidad colectiva fruto de las nuevas jurisdicciones

    coloniales, tales como el repartimiento, es paralela aqu a la prdida delnivel jerrquico de Macha, grupo tnico ms poderoso, al ceder paso alpueblo de Pocoata, subordinado al anterior antes de la invasin europea. Conla progresiva fragmentacin de las antiguas jefaturas, los lazos de solidaridadse definen a partir de lmites ms y ms estrechos : los pueblos de reduccin unidades bsicas de tributacin colonial terminan por constituir el umbralprincipal de la identidad grupal (Wachtel, 1992:46). Asimismo, la reduc-cin del entonces disminuido Repartimiento de Macha an ocasionara otrodesmembramiento al grupo Macha. Uno de los 10 ayllus o segmentosmenores que lo conformaban, Mahapicha, no iba a ser reducido en el pue-blo de San Pedro de Macha. A fin de obtener el nmero de indios necesa-rios para la creacin de una doctrina diferenciada, estos 103 indios tributa-rios del Repartimiento de Macha deban residir en el pueblo de TamboAntiguo, pueblo de reduccin perteneciente al Repartimiento de Caracara,el cual ya comparta su doctrina con el Repartimiento de Moromoro15.

    As, si bien el ayllu Mahapicha contribua con el tributo exigido alRepartimiento de Macha y cubra el salario de una doctrina lejana, susmiembros estaban supuestamente obligados a compartir su residencia ysu evangelizacin con los indios de Caracara y Moromoro, integrantes dela antigua mitad inferior Hurinsaya en la que se dividan los indios qha-raqhara. Nuevos lazos de sociabilidad ligaban entonces a ambos grupos, resi-

    gnificando simbologas tradicionales de supremaca y subordinacin. Sinembargo, la sujecin poltica continuaba supuestamente inalterada alresponder el ayllu Mahapicha al cacique del Repartimiento de Macha, sinque el cacique de Caracara pudiera exigir, al menos tericamente, ningnaporte para el pago del cura doctrinero. En sntesis, las reducciones a pue-blos de indios abrieron nuevos problemas en torno a la definicin de laterritorialidad andina colonial. Los antiguos integrantes de la ConfederacinQharaqhara no slo vieron trastocada su tradicional organizacin simbli-ca dual, al ser reasentados los hurinsayas indios de Caracara con los ms pres-tigiosos miembros del grupo Macha, sino que dentro de la antigua mitad

    superior las relaciones de poder fueron transformadas. El reordenamientoespacial y la llegada al poder de un nuevo linaje al frente de los indios deMacha darn por resultado la prdida de la tradicional sujecin de Pocoata,que comenzar un rpido ascenso que terminar por desplazar a aqullosdel control de los mitayos qharaqhara, dando inicio a un hbil juego dereconversin de las identidades colectivas y de la memoria colonial.

    CONCLUSIONES

    Hemos intentado subrayar aqu el proceso dinmico y conflictivo de lasestructuras sociales andinas entre s y con el territorio, a partir del anlisisde los grupos tnicos que conformaran la antigua ConfederacinQharaqhara. No slo se puso en evidencia el impacto del reasentamientotoledano en los grupos tnicos, sino tambin el modo en que las poblaciones

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    andinas influyeron en su reduccin. La imposicin de sus ordenamientossimblicos en los patrones urbansticos hispanos y el aprovechamiento delreordenamiento generalizado para liberarse de tradicionales sujeciones son

    algunos ejemplos. En ese proceso fluido, se produjo no slo una resignifi-cacin territorial y de las autoridades cacicales sino tambin la transfor-macin de la memoria colectiva y las identidades grupales como resultadode nuevas solidaridades y realineamientos sociales en vinculacin con lasestructuras de dominacin colonial.

    Notas1 Si bien hemos optado aqu por la propuesta de Mlaga Medina (1993:299), no existe

    consenso entre los investigadores acerca del nmero de Repartimientos existentes hacia1575 (Loza, 1997:391).

    2 El origen de los aspectos formales de las ciudades espaolas en Amrica ha sido objeto dedetalladas investigaciones que hacen hincapi en diferentes hiptesis. Numerosos investi-gadores remontan las influencias del diseo en cuadrcula a Vitrubio, autor latino que expu-so en suDe Architectura(traducido y publicado en 1524) elementos centrales retomados enlas Ordenanzas de colonizacin espaola de 1573 ; sin embargo, otros estudiosos del temaenfatizan la influencia de ciertos tratados medievales hispanos de inspiracin aristotlico-tomis-ta. Vase la discusin en Morse, 1990:17-18

    3 AGN IX 17-2-5.

    4 AGN XIII 18-7-2, f. 97r.

    5 Segn clculos propios, extrados de AGN XIII 18-7-2, AGN IX 17-2-5.

    6 ABNB EC 1579.6 ; EC 1593.19.

    7 AGN XIII 18-7-2, f. 313 v.8 AGI Charcas 56, s/f. Agradezco a la Dra. Presta quien me facilit las copias de los documentos

    citados pertenecientes al AGI.

    9 AGI, Indiferente General 1260 s/f.

    10 AGN IX 17-2-5.

    11 AGN XIII 18-10-3.

    12 AGN XIII 18-7-2, f. 317r.

    13 AGN XIII 18-7-1, s/f.

    14 AGI Charcas 56, s/f.

    15 AGN IX 17-2-5.

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    LAS REDUCCIONES TOLEDANAS A PUEBLOS DE INDIOS TUDES

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    RSUM RESUMEN ABSTRACT

    Le problme des concentrations tol-danes dans les villages des Indiens estune question essentielle pour com-prendre le dveloppement des groupesethniques et la formation dune nouvel-le territorialit andine coloniale. Ici, lana-lyse spcifique de la rsignification terri-toriale et de la segmentation sociale,produites par la rduction du groupedes Macha (Nord du Potosi), nous per-

    mettre de considrer les changementsdes identits et des reprsentations sym-boliques dans quelques groupes andinescoloniaux de la chefferie prehispaniquedes Qharaqharas.

    * * *La problemtica de la reduccin toledana apueblos de indios se convierte en un factorcent ral para comprender el devenir de lasagrupaciones tnicas y el surgimiento deuna nueva territorialidad andino colonial.En el presente trabajo, el estudio detallado

    de la segmentacin social y de la resignifi-cacin territorial provocadas por la reduccindel grupo Macha (Norte de Potos) nos per-mitir arrojar luz sobre las transformacionescausadas en las ident idades y las represen-taciones simblicas de ciertas agrupacionesandino coloniales, contenidas en la pre-hispnica Confederacin Qharaqhara.

    * * *

    The quest of Toledan re-grouping into newtowns (pueblos de reduccin ) becomesa main issue to understand the organiza-tion of ethnic groups and the constructionof a new colonial andean territorialit y.Focusing on the social segmentat ion andthe territorial resignificance caused by theresett lement of the Macha group (NorthernPotosi), th is article offers a new approachto elucidate the ident ity and the simbolictransformat ions of certain colonial andeangroups, th at w ere cont ained in thePrehispanic Qharaqhara Federat ion.

    Mo ts-clefs : groupes ethniques, territoires andins, segmentation sociale,Potosi, Andes.

    Keywords : ethnic groups, social segmentation, Andean territories, Potosi,the Andes.

    Palabras claves : grupos tnicos, segmentacin social, territorios andinos,Potosi, los Andes.