Julien Cuisset "Creación"

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ARTE Y CREACIÓN Por Julien Cuisset 14.02.2011 a relación entre Arte y Creación ha cambiado profundamente desde que el artista creó su primera obra, hace más de 30,000 años, durante la época paleolítica. Muchos consideran a la Venus de Willendorf, estatuilla andromorfa femenina, figura obesa, de vientre abultado y enormes senos, como la primera creación artística del hombre. Otra de las grandes referencias prehistóricas es la Cueva de Altamira en España, comparada como la “Capilla Sixtina de la Prehistoria”, por sus magnificas pinturas rupestres, representando escenas de la vida cotidiana de quienes las hicieron. Desde entonces, las definiciones y los niveles artísticos han ido cambiando de acuerdo a múltiples factores heterogéneos, muchos de ellos por la propia genialidad de un artista o por la invención de nuevos medios y técnicas: ¿Hasta dónde podemos considerar que una obra es arte? ¿El arte no objetal implicaría una reconsideración de la definición creativa del artista? ¿Cuáles son los factores que nos han llevado a apreciar y entender, hasta cierto punto, a reconocer las buenas obras, más allá del buen gusto, de la moda y de la tendencia del mercado del momento? Los inicios de la creación artística Para las religiones del Libro, la Creación es considerada como un acto absoluto: crear a partir de la nada, fuera de cualquier asunto referencial. Las formas tienen que ser determinadas desde el principio y pasar de la nada a lo todo no sería más que el comienzo. Para la mayoría de las demás religiones, la Creación depende en gran parte de la potencia de la Naturaleza, de una Materia que preexiste. Los griegos pensaban que la Naturaleza era inmortal, al igual que los dioses. De las dos interpretaciones, la segunda se acerca más al oficio del artista, quién necesita trabajar, poner en forma un material que preexiste a su acción de crear. Tener una idea no puede ser suficiente para que nazca su obra. En la Creación humana, Aristóteles nos recuerda que el sujeto es distinto del objeto. La forma es, por otra parte, el producto de su espíritu y de su inteligencia. El artista libera el poder de la creación y lo manifiesta a través de su potencial expresivo. Las definiciones y las percepciones del arte, y de su fuerza creativa, han evolucionado considerablemente a lo largo de los siglos. Las prácticas artísticas tienen clasificaciones diversas según las culturas, autores y demás instituciones. Durante mucho tiempo, no existían diferencias notables entre el artista y el artesano. Fue realmente durante el Renacimiento que el artista empezó a emanciparse de las sociedades corporativas para acercarse a las academias. El Arte, tal como lo entendemos hoy, nace realmente durante el Siglo de las Luces, gracias a una nueva reflexión acerca del gusto y de los sentidos, concepción basada en la idea de la belleza, teorizada por Emmanuel Kant: el artista, a través de sus obras, se enfoca primordialmente en nuestros sentidos y nuestras emociones. En el Arte Moderno y Kaleidoscopio - CRITICA Y REFLEXION A R T E Y C R E A C I O N Venus de Willendorf © Universidad del Claustro de Sor Juana, SA de CV., 2011 Cueva de Altamira « La Creación de Ádan », de Miguel Ángel, Capilla Sixtina, 1511

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El galerista Julien Cuisset, presenta un analisis sobre la historia de la creación artística y cómo ha cambiado a traves del tiempo. Revista Kaleidoscopio

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ARTE Y CREACIÓNPor Julien Cuisset14.02.2011

!! a relación entre Arte y ! Creación ha cambiado profundamente desde que el artista creó su primera obra, hace más de 30,000 años, durante la época paleolítica. Muchos consideran a la Venus de Willendorf, estatuilla andromorfa femenina, figura obesa, de vientre abultado y enormes senos, como la primera creación artística del hombre. Otra de las grandes referencias prehistóricas es la Cueva de Altamira en España, comparada como la “Capilla Sixtina de la Prehistoria”, por sus magnificas pinturas rupestres, representando escenas de la vida cotidiana de quienes las hicieron.

! Desde entonces, las definiciones y los niveles artísticos han ido cambiando de acuerdo a múltiples factores heterogéneos, muchos de ellos por la propia genialidad de un artista o por la invención de nuevos medios y técnicas: ¿Hasta dónde podemos considerar que una obra es arte? ¿El arte no objetal implicaría una reconsideración de la definición creativa del artista? ¿Cuáles son los factores que nos han llevado a apreciar y entender, hasta cierto punto, a reconocer las buenas obras, más allá del buen gusto, de la moda y de la tendencia del mercado del momento?

Los inicios de la creación artística

Para las religiones del Libro, la Creación es considerada como un acto absoluto: crear a partir de la nada, fuera de cualquier asunto referencial. Las formas tienen que ser determinadas desde el principio y pasar de la nada a lo todo no sería más que el comienzo. Para la mayoría de las demás religiones, la Creación depende en gran parte de la potencia de la Naturaleza, de una Materia que preexiste. Los griegos pensaban que la Naturaleza era inmortal, al igual que los dioses. De las dos interpretaciones, la segunda se acerca más al oficio del

artista, quién necesita trabajar, poner en forma un material que preexiste a su acción de crear. Tener una idea no puede ser suficiente para que nazca su obra. En la Creación humana, Aristóteles nos recuerda que el sujeto es distinto del objeto. La forma es, por otra parte, el producto de su espíritu y de su inteligencia. El artista libera el poder de la creación y lo manifiesta a través de su

potencial expresivo. ! Las definiciones y las percepciones del arte, y de su fuerza creativa, han evolucionado considerablemente a lo largo de los

siglos. Las prácticas artísticas tienen clasificaciones diversas según las culturas, autores y demás instituciones.! Durante mucho tiempo, no existían diferencias notables entre el artista y el artesano. Fue realmente durante el Renacimiento que el artista empezó a emanciparse de las sociedades corporativas para acercarse a las academias. El Arte, tal como lo entendemos hoy, nace realmente durante el Siglo de las Luces, gracias a una nueva reflexión acerca del gusto y de los sentidos, concepción basada en la idea de la belleza, teorizada por Emmanuel Kant: el artista, a través de sus obras, se enfoca primordialmente en nuestros sentidos y nuestras emociones.! En el Arte Moderno y

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Venus de Willendorf

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Cueva de Altamira

« La Creación de Ádan », de Miguel Ángel, Capilla Sixtina, 1511

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Contemporáneo, la idea de belleza y de estilo atemporal se desvanece para dar pie a otra visión artística de la creación humana, en una producción nueva que se identifica a su época. Así, el siglo XX representa una plataforma de ideologías y de novedosas prácticas que contestan la existencia de una esencia del arte que se podría encontrar en todas las civilizaciones. Pone en cuestión la idea de una definición universal de la creación artística.

El escándalo y el progreso artístico

Desde el origen del arte, ha habido innumerables transformaciones, técnicas (mosaico, imprenta, pintura al óleo, perspectiva, fotografía, Internet…) que han nutrido nuestra manera de enfrentar el mundo, y de representarlo. En la mayoría de los casos, los cambios importantes han

sido aceptados con mucho escepticismo, por no decir con rechazo rotundo. Basta con recordar las reacciones suscitadas por las presentaciones de ciertas obras maestras y las luchas apasionadas —controversias, rechazos del público, criticas, censuras, juicios, encarcelamientos… - que emanaron de los grandes “escándalos” de la historia del arte. Tomemos unos ejemplos:❖ “La Venus de Urbin”, de Titien

(1538): El artista desacraliza a la diosa, representándola con un erotismo puro, de un gran belleza femenina, con fuerte connotación sexual y placentera. Más allá del gesto masturbador, el escándalo de la imagen estriba más en la mirada de la mujer hacia el espectador.

❖ “El juicio final” de Miguel Ángel (1536-1541): La presentación del fresco, en un lugar papal simbólico, causó fuerte indignación por su contenido “impúdico y sensual”.

❖ “Inocencio X” de Diego

Velázquez (1650): El artista abandona la idealización de las formas para resaltar toda la fuerza del realismo. Francis Bacon, quien hizo una interpretación libre de la obra en 1953, decía: “Velázquez ha encontrado el equilibrio perfecto entre la imagen ideal que tenía que reproducir y la emoción que inunda el espectador”.

❖ “La Maja desnuda”, de Francisco de Goya (1800): El artista refuerza el erotismo de la figura de la “Maja vestida” y sigue ofuscando a la Inquisición.

❖ “El almuerzo sobre la hierba”, de Edouard Manet (1863): Los espectadores solían evocar la incapacidad de Manet a crear una perspectiva y a saber dibujar, crítica fácil de los “enfants terribles” (Delacroix, Courbet…) que querían romper con los académicos.

Podríamos seguir enumerando tantas obras que, por su creatividad,

« La maja desnuda », Francisco de Goya, 1800

« Le déjeuner sur l´herbe », Edouard Manet, 1863 « Fuente », Marcel Duchamp, 1917

« La Nona Ora », Maurizio Cattelan, 1999

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novedad, genialidad, han marcado grandes avances de la historia del arte: “El origen del mundo” de Gustave Courbet (1866); “Impresión” de Claude Monet (1873); “El grito” de Edvard Munch (1893) ; “Las señoritas de Aviñón” de Pablo Picasso (1907); “Fuente” de Marcel Duchamp (1917); “Cuadrado blanco sobre fondo blanco” de Kazimir Malevitch (1918); “La especialización de la sensibilidad en su estado puro” de Yves Klein (1958)… ! Rechazadas por la comunidad artística en su momento, dichas obras

tuvieron la aceptación merecida años más tarde, y muchas de ellas se volvieron icónicas, y portadoras de nuevas corrientes y tendencias, hasta de nuevos ideales. Lograron en su momento cuestionar hasta la definición propia del arte, y la credibilidad de ciertas prácticas creativas. André Breton solía decir que “cada obra es un temblor del futuro”.

La desacralización de la obra

La noción del buen y del mal gusto ya no cobra la misma importancia; la idea de lo bello y de lo feo ya no parece trascendental; la reflexión y la contemplación ya no van necesariamente de la mano. Para muchos, las pinturas de Kandinsky no representaban nada, las obras cubistas

de Picasso no eran más que retratos chuecos y las superficies geométricas de Mondrian les parecían aburridas y sin sentido… Muchos cambios, estilísticos y conceptuales, nos han obligado a reconsiderar nuestra manera de “leer” las obras de arte. La metamorfosis ya estaba en marcha, la rica y no más ecléctica y caótica transformación ya estaba operándose.! La década de los años sesenta se caracteriza por una inflación frenética de movimientos artísticos: happenings, performance, land art, body art, arte povera, arte conceptual… que promueven alternativas originales al circuito tradicional establecido. Laboratorios vanguardistas, dichas acciones e intervenciones lograron su meta revolucionaria: desacralizar la obra de arte, acercándose a la vida real, hasta llegar a la banalidad del cotidiano ordinario, donde la imagen se vuelve más y más obsesiva. “El arte es lo que convierte la vida en algo más interesante que el arte” decía el artista Robert Fillou. Al igual que Raymond Roussel, Marcel Duchamp, John Cage y otros, Fillou basaba su trabajo artístico en los lenguajes, las palabras, los sonidos y las imágenes con el fin de cuestionar los fundamentos de la creación. ! Dando un paso más adelante, el uso de ciertas materias (excrementos, sangre humana, animales vivos, uso de figuras sagradas…) extiende los límites del arte y nuestro propio entendimiento del mismo. Algunas obras —urinario de Duchamp, tiburón en formol de Hirst, sopas Campbell de Wahrol…- lograron propiciar debates muy animados en

torno al propio status de la obra y a hacer quedar, de manera irónicamente, sacralizadas sus objetos-mercancías. Pero nada como la religión para generar conflictos: a 400 años de diferencia, el fresco de Miguel Ángel, en 1536, y el meteorito aplastando al papa Juan Pablo II de Maurizio Cattelan de 1999, han enfrentado los estándares dominantes de su tiempo.! Para Marcel Duchamp, el arte no era más que “un juego entre todos los hombres de todas las épocas”. Una caja de herramientas para “habitar” y “recargar” un interminable espacio narrativo. La relación objetal ocupa un lugar determinante en nuestra apreciación del arte después de la segunda guerra mundial, marcado por la liberación del pasado: Fluxus, el Pop Art, los ready-made, las acciones del grupo Dadá y tantos otros movimientos desplazaron nuestra relación con los objetos y sus referencias, para pasar de la representación a la presentación del objeto, de las botellas de Morandi a las latas de Warhol. Ese corte radical, simbolizado por el arte conceptual, surgido en los años sesenta, hace que la idea domine al objeto, que lo cerebral supere lo material. Muchos artistas (los precursores Marcel Duchamp y John Cage, pero también Robert Rauschenberg y Jasper Johns

“La spécialisation de la sensibilité à l'état de matière première en sensibilité picturale stabilisée”, Yves Klein galería Iris Clert, Paris, 1958.

« Monogram », Robert Rauschenberg, 1955-59

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transformando sus pinturas con objetos cotidianos; Manzoni exhibiendo el planeta entero como obra de arte…); nuevas prácticas efímeras (Land art) e inmateriales (espacios vacíos de Klein); nuevos soportes (fotografías, videos, mails…) constituyeron el pedestal identitario de nuevas expresiones intelectuales.

La era de la post-producción

Con el tiempo, los límites de la creatividad artística se han extendido de manera gigantesca. La era digital propicia un nuevo espacio de interacción y de conexión entre los seres humanos. En su libro Posproducción, Nicolas Bourriaud nos presenta a la cultura como un escenario donde las artes visuales amplifican y extienden el anticipatorio concepto de ready made elaborado por Marcel Duchamp. Según él, “La

cultura global y la avalancha informativa borran cada vez más la consabida brecha entre autor y público. Ya no se trata de crear como tal para fabricar nuevas obras de arte, sino de encontrar el medio de inserción en las innumerables corrientes de producción”. Guy Debord, en Modo de empleo de desvío, escribe en 1956 que “Todos los elementos, tomados de cualquier parte, pueden ser objeto de nuevos abordajes”. Asger Jorn, por ejemplo, figura del grupo CoBrA e artífice de la teoría del desvío, piensa que los edificios y las obras deben de ser considerados como elementos de decoración o instrumentos lúdicos y festivos. ! Bourriaud afirma que “desde comienzos de los años noventa, un número cada vez mayor de artistas interpretan, reproducen, reexponen o utilizan obras realizadas por otros o productos culturales disponibles”. En este sentido, se pueden reprogramar obras existentes —Pierre Huyghe proyectando un film de Gordon Matta-Clark, Conical intersect, en los mismos lugares que su rodaje-, hacer uso de imágenes o de películas —24 hours Psycho de Douglas Gordon-, inspirarse de la moda —fotografías de Vanessa Beecroft, instalaciones de Sylvie

Fleury-… Los artistas-consumidores se convierten así en locatarios de la cultura.

Performance, Vanessa Beecrofthttp://www.vanessabeecroft.com

Algunas nuevas formas de la práctica artística corren el riesgo de llevarnos a pensar que todo ya se habría hecho y que la “creación” del artista se tendría que limitar al reciclaje, a la apropiación de la obra del otro, a la conclusión siguiente: “¿Qué se puede hacer con…? y no ¿Qué es lo nuevo que se puede hacer con…? “ (Las cosas y las ideas, Gilles Deleuze). En este sentido, el artista se vuelve programador más que fabricante, un motor de búsqueda dispuesto a sustituir, parcial o totalmente, el mismo proceso creativo.

« Letter to my son », Asger Jorn, 1956-57

John Cage4´33´´for piano (1952)

Marcel Duchamp

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Ilusión y desilusión estéticas

Hoy en día, muchos artistas, buscan escandalizar, provocar, interpelar, pensando que el único hecho de cruzar las fronteras les otorgará una mayor visibilidad y un mejor posicionamiento; lo que en sí puede ser un juego prefabricado y un pretexto explicito de condenación propia. ¿Hasta dónde las copulaciones de Jeff Koons y de su esposa, la estrella porno la Ciccolina puedan crear controversia? ¡Hasta dónde la iniciativa de presentar obras kitch del mismo Koons y unos mangas de Takashi Murakami en el Palacio de Versalles puedan ser un sacrilegio? ¿Hasta dónde la máquina digestiva de Wim Delvoye, productora de excrementos, envasados para su venta, pueda provocar rechazo y disgusto? ¿Hasta dónde los cuerpos, líquidos corporales y fragmentos humanos procedentes de la morgue de las obras de Teresa Margolles ponen el dedo en la herida y condenan la situación actual de su país? ¿El performance “Rap Scene” de Ana Mendieta no estaba rebasando las fronteras del arte, por apegarse al caso real de una estudiante de la Universidad de Iowa que había sido violada el mismo año? ¿Hasta dónde Damien Hirst, con su obra ”For the Love of God”, cráneo humano cubierto de platino e incrustado de 8601 diamantes de un valor de 50 millones de libras, se convierte en el emperador de la especulación comercial, hasta caer en la obscenidad?… Gilles Deleuze afirmaba que “todos los contenidos son buenos, a condición que construyan una lengua más al interior de su lengua”. El “nuevo” artista deambula por las épocas y estilos en el inmenso depósito, a la manera del demiurgo liberador y tutor, Picasso. Reanudar con el pasado para re interpretarlo, tal parece ser un eje construido por muchos artistas: declinar el mismo tema (Flower Power de Warhol), copiar (Richter con el “Desnudo bajando una escalera” de Duchamp), desviar

(Maurrizio Cattelan y El concetto spaziale de Lucio Fontana). Revelar nuevas estructuras aparentemente invisibles no garantiza la fabricación de nuevas identidades y la emergencia de nuevas obras per se. ! El artista nómada, “glocalizado”, va de información en información, de apropiación en reinterpretación, de micro comunidades al escenario planetario. Su capacidad de reinventar las cosas lo obliga a pasar del otro lado del espejo. En su libro, El complot del arte, Jean Baudrillard afirma que “Todas las utopías de los siglos XIX y XX, al realizarse, expulsaron a la realidad de la realidad y nos dejaron en una hiperrealidad vaciada de sentido, puesto que toda perspectiva final quedó como absorbida, digerida, y no dejó otro residuo que una superficie carente de profundidad”. Agrega: “estamos enfrentando un dilema: o bien la simulación es irreversible y no hay nada más allá de ella, no se trata ni siquiera de un acontecimiento, sino de nuestra banalidad absoluta, de una obscenidad cotidiana… o bien existe, de todos modos, un arte de la simulación, una cualidad irónica que resucita una y otra vez las apariencias del mundo para destruirlas.” Su visión no sería más que el fin de la estética, de la creación. El mundo moderno no sería más que una gran pantalla publicitaria, cuyos mensajes, artificiales y repetidos, no dejarían espacios algunos para la trascendencia artística. Nos limitaríamos al hacer-creer, al hacer-ver, al hacer-valer.

« Cloaca Original », Wim Delvoye, 1999

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« For the love of God », Damien Hirst, 2007

« Balloon dog », Jeff Koons, Palacio de Versalles, 2008

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Los nuevos códigos: una creación sujeta a las influencias del mercado y de su microcosmos

La mundialización de los intercambios y de las redes tecnológicas ha modificado considerablemente el mercado del arte. La demultiplicación de las obras, las nuevas plataformas, el peso de las casas de subastas y de los actores estrellas (artistas, dealers-galeristas, curadores, advisors, coleccionistas…) ejercen una nueva influencia y modifican radicalmente la relación entre el campo artístico y el campo comercial. Por ejemplo, el dealer ya no ocupa necesariamente un puesto de intermediación, sino que llega a participar activamente en la producción de las obras. El curador, en un protagonismo extremo, puede llegar a pretender sustituir al propio artista. En su libro Siete días en el mundo del arte, Sarah Thornton desnuda varios universos secretos del mundo del arte contemporáneo. Tomando como postulado las redes de subculturas superpuestas que florecen durante los años ochenta, nos abre las puertas de la recién expansión perversa del mundo del arte, a través de “sus microcosmos con leyes propias, personalidades “de leyenda” y eventos paradigmáticos”. Nos comenta que “surge un nuevo mundo del arte, que va de las subastas a las galerías neoyorkinas, de las Bienales a los encendidos debates de la crítica, de las Ferias internacionales a la revalorización de los museos, de los coleccionistas y las grandes muestras. ! Dicho “cóctel fascinante de talento y glamour, de osadías vanguardias y especuladores financieros, de estrellas fugaces” altera la producción y la creación de los artistas, presionándolos a responder a la demanda creciente e uniformizada

Pamela Anderson y Paris Hilton, Art Basel Miami, 2008

Subasta Sotheby´s Londres, Damien Hirst, 2008

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del microcosmos. Un consultor ya es capaz de “crear un mercado” para un artista. También un artista ya puede subastar directamente sus obras sin pasar por intermedios, originando una autentica revolución. En plena crisis económica, Damien Hirst sacó a subasta en Sotheby´s, Londres en 2008, un lote de 218 obras, recaudando casi 200 millones de dólares.

La frivolidad y el afán de dinero rebasan los límites y propician una mayor interacción entre los actores del mercado. El control del microcosmos es más importante que el poder que uno podría llegar a tener en el cerrado mundo del arte. Cruzando las fronteras, vamos incrementando nuestra “alfabetización visual”, sembrando intereses compartidos y ganando popularidad y status.

Murakami dirige una empresa de 90 empleados entre Tokyo y Nueva York, haciendo arte y diseñando mercadería, y funcionando como representante, agente y productor de otros siete artistas japoneses. También, realiza trabajos por millones de dólares para varias industrias, rompiendo las barreras entre comercio y arte. Firmó un contrato con la marca Louis Vuitton en 2002, rejuveneciendo la imagen de la casa de moda con diseños multicolores. La fusión entre el arte y el consumo de masas lo llevará a presentar diferentes modelos de la marca durante su retrospectiva en el museo Guggenheim de Bilbao. Según Jeff Poe, dealer de Murakami, “La gente ve a esas obras como estrategia de marca y eso es aburrido; en realidad, aplanan las distinciones entre arte y bienes de lujo, alta cultura y cultura popular, Oriente y Occidente”.

Autodefino como “el Warhol japonés”, Murakami no es más que un medium de esa gigantesca publicidad que nos impone su instantaneidad superficialidad. ! Parafraseando a Baudrillard nuevamente, “Ya no creemos más en

el arte, sino sólo en la idea del arte”. Llego a avanzar que “lo que se

fetichiza en la mercancía no es el valor real, sino el

estereotipo abstracto del valor. Condenado a esta ideología decorativa, el arte ya no tiene existencia propia. Desde esta perspectiva,

podemos decir que cualquier cosa hará las

veces de gadget estético: el arte concluirá en el kitsch

universal, una especie de lujo efímero de la especie.

Hacia una alternativa a la sociedad del espectáculo

La sociedad de consumo actual se asemeja a una sociedad del espectáculo, a un modo de producción social basado en la publicidad y la imagen. El artista puede escoger entre

contribuir a la proliferación alienada de nuevas imágenes, siguiendo el modelo establecido, o confrontarlo potencializando su expresión creativa. ! La fotografía más cara de la historia es una representación de góndolas de supermercado atiborradas de mercadería a 99 centavos. Irónicamente, una obra mostrando los artículos de menor valor en un comercio se ha convertido en la fotografía más costosa (más de 3 millones de dólares en Sotheby's, Londres en 2007, rompiendo el record del mercado fotográfico, triplicando su precio record).! Para Guy Debord, “La alienación del espectador en beneficio del objeto contemplado (que es el resultado de su propia actividad inconsciente) se expresa así: cuanto más contempla menos vive; cuanto más acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad menos comprende su propia existencia y su propio deseo. La exterioridad del espectáculo hace que respecto del hombre activo se manifiesta en que sus propios gestos ya no son suyos, sino de otro que lo representa. Por eso, el espectador no encuentra su lugar en ninguna parte, porque el espectáculo está en todas”.! Los actores del mundo del arte, empezando por sus productores, enfrentan una situación crítica dónde

« 99 cent », Andreas Gursky, 2001

Takashi Murakami en el Guggenheim de Bilbao, 2009

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la pérdida de valores y la relativa obediencia al “mainstream” los alejan de su vocación esencial: trascender los límites inherentes a la naturaleza y vigorizar su capacidad a (re)conquistar la dimensión de la creación artística.Romper con los dictados de la moda y los procesos uniformes de legitimación puede cerrar el abismo existente entre el mercado desenfrenado, reflejo de una época globalizada y de muchos intereses oportunistas y especuladores, y un espíritu mesurado, alejado del espectáculo cultural y concentrado en su vocación expresiva e creativa.

Baudelaire nos incita y nos invita:

“La fatalidad posee una cierta elasticidad que se suele llamar libertad humana”.

-Julien Cuisset

Dirección de videos mencionados:

Pag. 21 - “La spécialisation de la sensibilité à l'état de matière première en sensibilité " picturale stabilisée”, Yves Klein, galería Iris Clert, Paris, 1958.

http://vodpod.com/watch/4506452-yves-klein-la-spcialisation-de-la-sensibilit-ltat-de-matire-premire-en-sensibilit-picturale-stabilise-139-april-12-may-12-1958

Pag. 22 - John Cage, 4´33´´for piano (1952) http://www.youtube.com/watch?v=pcHnL7aS64Y&feature=related

Pag. 22 - Marcel Duchamp speaks about his work. http://www.youtube.com/watch?v=FiO8xFlid90&feature=related

Julien Cuisset. Director galería Le Laboratoire. www.lelaboratoire.com.mx. Calle Vicente Suarez 69, interior 2. Colonia Condesa, Delegación Cuauhtémoc, México D.F., CP 06140. Tel. (55) 5256 4360