Jules Verne Y H.P. Lovecraft o UnasTeorias Para La Historia

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7 BROCAR, 36 (2012) 7-52 BROCAR, 36 (2012) 7-52 JULES VERNE Y H. P. LOVECRAFT O UNAS TEORÍAS PARA LA HISTORIA Pascual Raga Rosaleny UNED RESUMEN: Dos revolucionarios y geniales escritores, aunados además por su péñola de tendencia antirrealista tanto como por el occidentalismo del Atlántico, nos van a ayudar a teorizar sobre el estudio de la historia; dicha tendencia literaria fue parcial en el primero de ellos, e integral en el segundo, siendo Occidente el ge- nético horizonte de ambos. La primera cuestión solidaria, con ser de grado, en ver- dad es irrelevante para nuestro empeño, ya que de Verne nos interesa especialmente una de sus obras realistas, y de Lovecraft sobretodo uno de sus textos de ensayo. Además, nuestra apropiación de Verne está mediada filosóficamente, entretanto la correspondiente recepción de Lovecraft la observamos mediada desde la literatura. Palabras clave: Teorías, métodos, epistemes, filosofías, literaturas, metáforas, historia. JULES VERNE AND H. P. LOVECRAFT OR THEORIES ABOUT THE HISTORY ABSTRACT: Two revolutionaries and brillant writers, united in addition by his fountain pen of trend unrealist so much like for the occidentalism of the Atlantic Ocean, us are going to help to theorize on the study of the history; the above men- tioned literary trend was partial in the first one of them, and integral in the second one, being Western the generic horizon of both. The first solidary question, in spite of being of degree, really is irrelevant for our determination, since of Verne we are interested specially in one of his realistic works, and of Lovecraft overcoat one of his texts of test. In addition, our Verne’s appropriation is half-full philosophically, mean- while we observe Lovecraft’s corresponding receipt happened from literature. Keywords: Theories, methods, epistemes, philosophies, literatures, meta- phors, history.

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Ciencia Ficción - Fantasía

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7BROCAR, 36 (2012) 7-52BROCAR, 36 (2012) 7-52JULES VERNE Y H. P. LOVECRAFT O UNAS TEORAS PARA LA HISTORIAPascual Raga RosalenyUNEDRESUMEN: Dos revolucionarios y geniales escritores, aunados adems por supola de tendencia antirrealista tanto como por el occidentalismo del Atlntico,nos van a ayudar a teorizar sobre el estudio de la historia; dicha tendencia literariafue parcial en el primero de ellos, e integral en el segundo, siendo Occidente el ge-ntico horizonte de ambos. La primera cuestin solidaria, con ser de grado, en ver-dad es irrelevante para nuestro empeo, ya que de Verne nos interesa especialmenteuna de sus obras realistas, y de Lovecraft sobretodo uno de sus textos de ensayo.Adems, nuestra apropiacin de Verne est mediada filosficamente, entretanto lacorrespondiente recepcin de Lovecraft la observamos mediada desde la literatura.Palabras clave: Teoras, mtodos, epistemes, filosofas, literaturas, metforas,historia.JULES VERNE AND H. P. LOVECRAFT OR THEORIES ABOUT THE HISTORYABSTRACT: Two revolutionaries and brillant writers, united in addition by hisfountain pen of trend unrealist so much like for the occidentalism of the AtlanticOcean, us are going to help to theorize on the study of the history; the above men-tioned literary trend was partial in the first one of them, and integral in the secondone, being Western the generic horizon of both. The first solidary question, in spiteof being of degree, really is irrelevant for our determination, since of Verne we areinterested specially in one of his realistic works, and of Lovecraft overcoat one of histexts of test. In addition, our Vernes appropriation is half-full philosophically, mean-while we observe Lovecrafts corresponding receipt happened from literature.Keywords:Theories,methods,epistemes,philosophies,literatures,meta-phors, history.1. Los hijos del capitn Grant, de Agnes HellerPara la filosofa, seguramente sea acertado callar cuando no se tiene nada quedecir, como peda Wittgenstein1, quien adems lo puso en prctica durante seislargos aos; empero, uno de los elementos ms importantes para la cliologa2esla redundancia, sin la cual no tendramos por ejemplo la especialidad histo-riolgica3de la historia oral, preclara fuente de tantsimos otros conocimientos.Tampoco la comunicacin se podra dar sin redundancias. Ni el ser. Ni el amor.Ni la misma vida. Deo gracias, la filsofa Agnes Heller s tiene mucho que de-cirnos, adems de emplear tambin la redundancia en su teorizacin cliolgica.Comenzandoporelplanomsbsico,elcomunicativo,larepeticinesim-prescindible como ya decamos, porque son tantsimas las palabras y giros quehemos de repetir a fin de enhebrar cualquier discurso; lo mismo ocurre con losrecuerdos, fundamento de la memoria, la cual a su vez es la base de la historia.Pero, qu hemos de recordar?, qu memoria histrica necesitamos? En primerainstancia, sin que el orden apele a ninguna jerarqua, desde luego necesitamosuna memoria identitaria4, aunque para ser histrica deber adems corregir losexcesos de la mnemosyne, es decir, debe recordar lo positivo y lo negativo denuestros pasados; y ello no porque vayamos a desterrar los mitos, ya que a unamtica arrumbada le sucede indefectiblemente otra5, sino para ir denunciando los caracteres mticos como nico medio de atemperarlos al tomar concienciade los mismos. En segundo lugar, debemos recordar la injusticias cometidas, msan,debemosfomentarlamemoriahistricadelosvencidos,dellumpen-PASCUAL RAGA ROSALENY8BROCAR, 36 (2012) 7-521. WITTGENSTEIN, Ludwig H.: Tractatus logico-philosophicus. Madrid, Tecnos, 2002,p. 277, donde dice exactamente: De lo que no se puede hablar, hay que callar la boca.2. Es decir, la ciencia que estudia la historia. Este trmino (cliologa) ya lo hemos defen-dido en ocasiones anteriores, pues elimina las ambigedades generadas al nominar con el mismovocablo el objeto y la ciencia que lo estudia.3. ORTEGA Y GASSET, Jos: La Filosofa de la Historia de Hegel y la Historiologa,en HEGEL, Georg W. F.: Lecciones sobre la Filosofa de la Historia Universal. Madrid, Alianza,2008, pp. 13-32.4. YERUSHALMI,YosefH.:Zajor.Lahistoriajudaylamemoriajuda.Barcelona, Anthropos, 2002.5. CUETO, Juan: Mitologas de la modernidad. Barcelona, Salvat, 1982, p. 5, quien nosdice que ahora como antes, en la antigedad o en la posmodernidad, los mitos se refieren alos orgenes, pero son hijos de las transiciones. [] Nos remiten al origen de todas las cosasactuales y lo hacen, principalmente, a travs de los nuevos hroes, dioses y semidioses del mer-cado, que reinan en la audiencia como antao reinaban en el Olimpo. [Ya] se sabe y es famadesde los principios de la humanidad [que] los perodos de transicin son perodos de incer-tidumbre, de convulsiones, de crisis, de empobrecimiento estructural Pero sobretodo, y poreso mismo, son perodos de gran riqueza mtica y simblica. 6. BENJAMIN, Walter: Libro de los pasajes. Madrid, Akal, 2005, p. 462, nos advierte dela centralidad de los trapos (lumpen) o harapos, de los desechos (abfall), tanto para la historia sammler6(trapero); esta recordacin7, como quiere Benjamin, es la que nospuede poner al abrigo de perpetuar lo indebido, esto es: la nica forma de ir re-mediando aquel mal que fue, no porque cambiemos el pasado, que no se puedecambiar, sino porque lo troquemos hoy en un bien, siendo asimismo la mejor ma-nera de redimirnos, en suma8. Y, en tercera instancia, hemos de recordar el con-texto por tres razones al menos: 1) porque en ningn caso podemos decir que elpasado no dijo lo que deca para su tiempo9; 2) porque nuestras abstracciones,consertodoloatemporalesotranshistricasqueenalgnmomentosere-quiera, han de aplicarse siempre a casos concretos, pues sin empiria no hay teo-ra vlida10; y 3) porque el contexto es el marco de fondo donde destacan losacontecimientos significativos para nuestro recuerdo, adems de ser el espacioJULES VERNE Y H. P. LOVECRAFT O UNAS TEORAS PARA LA HISTORIA9BROCAR, 36 (2012) 7-52como para la historiografa, declarando que es su Mtodo de este trabajo: [el] montaje litera-rio. No tengo nada que decir. Slo que mostrar. No hurtar nada valioso, ni me apropiar deninguna formulacin profunda o espiritual. Pero los trapos, los desechos, sos no los quiero in-ventariar, sino dejarles alcanzar su derecho de la nica manera posible: emplendolos (no he-mos seguido literalmente la traduccin de Luis Fernndez, ya que hemos aadido en la segundalnea la disyuntiva o espiritual, y hemos preferido el trmino trapos al de harapos, por tra-tarse en ambos casos de precisiones ms acordes con el conjunto de la obra benjaminiana ensu lengua materna). 7. MATE, Reyes: Medianoche en la historia. Comentarios a las tesis de Walter BenjaminSobre el concepto de historia. Madrid, Trotta, 2009, p. 237, traduce Eingedenken como re-cordacin por ajustarse ms al sentido que Benjamin quiere expresarnos en esta su Tesis XVsobre la historia, significando un pensar sentido, es decir, una razn cordial [] o sapien-tia cordis que relaciona la memoria con esa razn sentida y revindicadora.8. BENJAMIN, Walter: La dialctica en suspenso. Fragmentos sobre la historia. Santiagode Chile, ARCIS-LOM, 2002, pp. 45-81. El caso de Auschwitz, seero representante a su vezdel Holocausto (sho), es un cercano y doliente ejemplo de qu hemos de recordar para po-derlo enmendar en la medida de lo posible; no cometer los mismos errores y reconocer nues-tra parte de culpa (dado el caso), satisfacer a las vctimas, tratar de perdonar y reconciliar, crearlas condiciones y disposiciones necesarias para que no se perpeten o reproduzcan horrorespasados en definitiva: hacer justicia como primordial tarea de todos, siendo aqu la contri-bucin de los historiadores del todo inexcusable, revalorizando cuanto haga falta con nuestrodiscurso el topos de la historia como magistra vitae sin importarnos su pretendido descrdito(recogido, entre otros, por KOSELLECK, Reinhart: Futuro pasado. Para una semntica de los tiem-pos histricos. Barcelona, Paids, 1993, pp. 41-66 y KULA, Witold: Problemas y mtodos dela historia econmica. Barcelona, Pennsula, 1977, pp. 591-594).9. SKINNER, Quentin: Significado y comprensin en la Historia de las Ideas y pas-sim, en BOCARDO, Enrique (ed.): El giro contextual. Cinco ensayos de Quentin Skinner, yseis comentarios. Madrid, Tecnos, 2007, pp. 63-108 y passim infra (cita en p. 89), quien ase-vera que no se puede decir que ningn agente haya querido decir o conseguir algo sobrelo que nunca haya querido aceptar como una descripcin correcta de lo que haya queridodecir o lograr.10. As, el contexto mismo se puede utilizar como una especie de tribunal de apelacinpara evaluar la relativa plausibilidad de las adscripciones incompatibles de intencionalidad,planteamiento e hiptesis (SKINNER, Quentin: Significado y comprensin, op. cit., p. 101).de contraste en las complementariedades11de la permanencia y el cambio12, elindividuo y la sociedad13, lo Absoluto y lo Relativo14, etctera.Hechoesteinciso,colegiremoscmolahistoriadeLoshijosdelcapitnGrant15, al decir de Heller: ilustra todo lo que tratan la historiografa y la filo-sofa de la historia16; la historiacin, pues, como conocimiento del pasado delos hombres en sociedad17, se apoya de modo natural en la filosofa, especial-mente en cuanto sta nos ensea sobre cmo conocer. La primera distincin he-lleriana incide en distinguir algo archisabido, pero muy polemizado tambin: elcarcter cientfico de la cliologa; despachado este problema de antemano ya porHerodoto, y as lo consigna nuestra filsofo, conceba aqul la historiografacomo episteme, esto es, como saber cientfico, en contraposicin a la simple opi-nin (doxa)18. No nos vamos a extender ms en este asunto por ahora, empla-zndolo al tercer epgrafe de este artculo, yendo por delante que Heller disciernemuy bien el quid al diferenciar entre el saber cotidiano y el propio de la cien-cia; este ltimo, la episteme, est normativizado19, y evita, o al menos puede ydebe hacerlo mediante su proceder crtico y distanciado, todo alejamiento de laverdad y la objetividad20que le son caractersticos. Para acercarnos cientfica-mente a nuestro conocimiento del pasado es necesario, adems, un principio ge-neral de seleccin; siendo ste variado a fortiori, es tambin coherente porquePASCUAL RAGA ROSALENY10BROCAR, 36 (2012) 7-5211. CorrelatohistoriogrficodelPrincipiodeComplementariedadenunciadoporNielsBohr (1927), donde cunticamente cabe describir los componentes del Universo como cor-psculo y como onda, por su alternante reciprocidad complementaria, de tal modo que cadaanlisis proporciona una informacin carente en el otro. Vid. BOHR, Niels: Physique atomiqueet connaissance humaine. Pars, Gonthier, 1961. 12. HOBSBAWM,Eric:Sobrelahistoria.Barcelona,Crtica,2002,pp.26-37,43-45y passim. 13. ESCANDELL, Bartolom: Teora del Discurso Historiogrfico. Hacia una prctica cien-tfica consciente de su mtodo. Oviedo, SPUO, 1992, pp. 122-124.14. STEINER, George: Nostalgia del Absoluto. Madrid, Siruela, 2007.15. VERNE, Jules: Los hijos del capitn Grant. Madrid, Susaeta, 1996. 16. HELLER, Agnes: Teora de la Historia. Barcelona, Fontanamara, 2005, p. 71.17. PEREYRA, Carlos: El sujeto de la historia. Madrid, Alianza, 1984, pp. 89s.18. HELLER, Agnes: Teora, loc. cit.19. POMIAN, Krzysztof: Sobre la historia. Madrid, Ctedra, 2007, p. 29, nos habla de esoscontroles cientficos, al decir que una narracin se considera histrica cuando hace gala dela intencin de someterse a un control de su adecuacin a la realidad extratextual pasada dela que habla.20. HOBSBAWM, Eric: Sobre la, op. cit., p. 20, es taxativo al declarar la importancia,enorme, radicada en que los historiadores recuerden la responsabilidad que tienen y que con-siste ante todo en permanecer al margen de las pasiones de la poltica de la identidad inclusosi las comparten. En las ciencias duras el efecto ideolgico discurre, sobre todo, en el sen-tido de los intentos por adaptar los hechos a las teoras y no al revs, como es de recibo; nopensemos que la comparacin entrambos yerros hermenuticos es balad, pues con desecharsu analoga cometeramos un error de paralaje, al tomar nuestra medida desde un punto devista mal posicionado para realizar dicha estimacin. noestexentodeunidad.Dichacompacidadlasuministranloshechosrele-vantes a los que aludamos antes, y es una relevancia que hay que entenderlaen su peculiar naturaleza, esto es: graduada. El grado se desprende del lgicojuego de escalas21, donde en una escala de espacio regional, local o biogr-fico destacarn una serie de acontecimientos mximos que, en una escala es-pacial mayor (nacional, continental, mundial), sern incluso nimios, y lo mismosucede con los otros tercios de la combinatoria: el tiempo, en el cual no sernigualmente considerables unos hechos que otros, pues la presencia y prestanciade stos depende del lapso temporal elegido para nuestro estudio22; y tambinen el trasunto o escala temtica, en el cual tenemos desde la pequeez de uni-dades analticas como el cuerpo, los precios o la actitud ante la muerte, hastalos mayorazgos de las cuerdas23o los territorios (socializaciones, religiones, cli-mas). Esta clusula finalista, propia de la liminalidad24de nuestra disciplina pormor de su adecuacin al objeto que estudia, no presenta mayor dificultad quela de su asuncin; as, la investigacin de un objeto mvil, cambiante, se fija ensus estadios lo mismo que en sus variaciones, puesto que si algo cambia es por-que tena una permanencia anterior, donde: El cambio es una sucesin de di-ferencias en el tiempo en una identidad persistente25. En el caso de la novelade Verne, las escalas manejadas son pequeas: biogrfica en cuanto a su espa-JULES VERNE Y H. P. LOVECRAFT O UNAS TEORAS PARA LA HISTORIA11BROCAR, 36 (2012) 7-5221. CARDOSO, Ciro F. S. y PREZ BRIGNOLI, Hctor: Los mtodos de la historia. Intro-duccin a los problemas, mtodos y tcnicas de la historia demogrfica, econmica y social.Barcelona, Crtica, 1976; GUMILEV, Lev N.: La bsqueda de un reino imaginario. Barcelona,Crtica,1994;KOCKA,Jrgen:Historiasocialyconcienciahistrica.Madrid,MarcialPons,2002, pp. 43-104; MARAVALL, Jos A.: Teora del saber histrico. Pamplona, Urgoiti, 2007, pp.69-192; REVEL, Jacques (dir.): Jeux dchelles. La microanalyse lexprience. Pars, EHEESS-Gallimard-Seuil, 1996; y TILLY, Charles: Grandes estructuras, procesos amplios, comparacio-nes enormes. Madrid, Alianza, 1991; entre otros autores.22. Aqu, como lo remarca HELLER, Agnes: Teora, op. cit., p. 73, la historiografa es-coge temas que pueden ser reconstruidos y entendidos con la perspectiva de un final (relativo),pues la historia es un proceso en curso, y por lo tanto, incompleto (HALPERIN DONGHI, Tu-lio: El espejo de la historia. Problemas argentinos y perspectivas latinoamericanas. Buenos Ai-res, Sudamericana, 1987, p. 284). 23. En nmero de cinco, son los mbitos ms bsicos en los que cabe dividir toda forma-cin social: medioambiente, economa, poltica, cultura y biologa, segn Mario Bunge (ci-tado en BARREDA, Armando: La historia como sistema adaptativo. Ciberntica e Historia. Lima,UIGV, 2007, p. 173).24. ZELLINI, Paolo: Breve historia del infinito. Madrid, Siruela, 1980. Un cumplido resu-men, que seguimos, es la acertada frmula que reza: La dialctica entre dos principios opues-tos, el del lmite [] y el de lo ilimitado [], define una dialctica de las cosas que no puedeentenderse sino como duplicidad temporal y espacial; formulacin debida a VALENCIA, Gua-dalupe: Entre cronos y kairs. Las formas del tiempo sociohistrico. Barcelona, Anthropos, 2007,p. 133.25. NISBET,Robert:Introduccin:Elproblemadelcambiosocial,enNISBET,Robert(comp.): Cambio social. Madrid, Alianza, 1979, pp. 12-51 (cita en p. 12 en cursivas en el ori-ginal-).cio, de apenas dos aos en cuanto a su tiempo y muy puntual (un naufragio) encuanto a su trasunto; aqu, las relevancias estn dadas y son tres: la desaparicindel capitn Henry Grant en el mar, su crptico destino (la isla Tabor) y su fami-lia, siendo todo lo dems (el contexto, otros sucesos, otras personas) tan nece-sario como secundario (en el sentido de no ser hechos relevantes). Si aumenta-mos la escala, la tarea se multiplica a la par, e incluso puede que en ms de unocasin desconozcamos algunos hechos relevantes. Pongamos por caso que as-cendemos hasta la escala espacial de nacionalismo (Escocia), y hasta la escalatemporal de un siglo (el XIX), dejando intacto el mismo trasunto de los naufra-gios para mejor homologar la comparacin proporcional con el caso anterior;ahora, el naufragio del Britanny y cuanto con l se relaciona (capitn Grant y fa-milia) pierde toda primaca al ser un suceso ms, de los tantos igualmente pe-nosos, acaecidos a la flota escocesa y, an en el supuesto de fijarse especial-menteenlalgnhistoriador,pasaaseralosumouncasoejemplar,compartiendo su protagonismo con una nutrida cohorte de otros hechos no me-nos destacados. Por supuesto, en la escritura de la historia pueden, y es reco-mendable, combinarse las escalas, pero en cualquier caso lo que el historiadorhace no es crear importancias sino descubrirlas; lo que hemos expuesto es unejemplo de cmo varan los predominios per se, dependiendo de la escala deobservacin y no del observador, quien se aplica al anlisis de su objeto tal comoste se le presenta desde la perspectiva asumida. No pensemos que este proce-der es exclusivo de las Ciencias Humanas y Sociales, puesto que en Fsica te-nemos otro tanto cuando, por poner un ejemplo, se estudian o la fuerza de la gra-vedad en la Tierra o la gravitacin universal; al igual que en el estudio histrico,los resaltes sern unos en lo micro y otros en lo macro, sin que ello supongaolvidar en el primer caso los presupuestos ms generales ni tampoco en el se-gundo las implicaciones ms particulares. En suma, lo visto no merma que hoyconcibamos la cliologa como el producto final de una pluralidad de agenteshistricos (hombres, medio natural, grupos y relaciones sociales, formas orga-nizativas de la vida colectiva o instituciones, sistemas de ideas y creencias, etc.)articulados unitariamente en un vasto conjunto de interrelaciones26; de ello sedesprende que no hemos pretendido agotar lo relativo a los hechos histricos,ms volveremos sobre los tales en el prximo apartado. Cerrando este punto, te-nemos una situacin anloga, con el comentario helleriano al hallazgo de la pri-mera pista del paradero del capitn Grant; la tripulacin del Duncan encuentra,por casualidad, el mensaje del Britanny en el estmago de un tiburn (mensajeembotellado, trilinge y muy deteriorado, casi ilegible), empero siempre segnHeller, aunque la botella ya estaba a bordo del [barco,] mientras se la tompor un pedazo de roca o una bala de can no era un mensaje, ni siquiera unrastro de mensaje. Se convirti en tal rastro (de mensaje) cuando se la identificPASCUAL RAGA ROSALENY12BROCAR, 36 (2012) 7-5226. ESCANDELL, Bartolom: Teora del Discurso, op. cit., p. 139 (hemos suprimido lascursivas del original).como botella27. El argumento no puede ser ms constructivista adems de fa-laz; el susodicho mensaje en la botella siempre ha sido un mensaje desde su con-cepcin (y mientras no se destruya sin remedio28), oficiando su descubrimientocomo el traslado a un plano de entendimiento entre otros. Dicho traslado inte-lectivo es el primer paso en toda investigacin, el cual, de ser aprovechado cien-tficamente ir rindiendo sus frutos cognitivos. Por esto mismo, defendemos quela interpolacin constructiva del historiador, como la de cualquier otro cien-tfico, slo debe realizarse a partir del descubrimiento de lo dado y nunca a lainversa. El topos de la ms antigua de las exclamaciones cientficas: Eureka!,recobra de esta guisa todo su evocativo valor.Tampoco estamos de acuerdo con la distincin entre el pasado de nuestro pre-sente y el pasado histrico, pues no es cierto que en el transcurso de la SegundaGuerra Mundial, nadie hubiera podido escribir un libro de historia sobre una ba-talla que hubiera tenido lugar el da anterior, siendo que todas las historias delpasado de nuestro presente son crnicas de algn tipo (orales o escritas)29. Sinentrar en mayores honduras, el pasado para la historiografa es, precisamente, re-troceder desde nuestro da anterior hasta la concepcin del primer hombre; otracosa es la informacin disponible para historiar lo sucedido justo ayer, informa-cin que en nuestros letrados tiempos aumentar previsiblemente con el pasodel calendario, y siempre que se vaya conservando adems. Por otro lado, la cr-nica es un ejercicio preparatorio, una relacin de hechos aportados para su his-toriacin posterior30, es decir: una descripcin exacta (sic) de lo sucedido, []una narracin pura de los acontecimientos pasados; ahora bien, cuando se vams all de esa pura narracin y [se] pretend[e] no solamente decir lo que su-cedi, sino tambin (de algn modo) explicarlo, dicha clase de narracin []se puede describir como significativa, en vez de pura31. As pues, las cr-JULES VERNE Y H. P. LOVECRAFT O UNAS TEORAS PARA LA HISTORIA13BROCAR, 36 (2012) 7-5227. HELLER, Agnes: Teora, op. cit., p. 74. La calidad deteriorada del mensaje, ademsde conferir un decisivo plus de intriga a la trama de la novela, es figura paradigmtica de lascarencias informativas presentes en todos los mensajes del pasado; incluso en el mejor delos casos, ningn documento o grupo de ellos puede contestar todas las preguntas que sele formulan. Es ms, ni siquiera la documentacin generada en y para nuestro hoy puede con-testar, por extensa y completa que sea, todo lo relativo a dicha actualidad en curso. 28. En su descargo, esta salvedad tambin la recoge la misma Heller en la pgina siguiente(p. 75); por otra parte, es de Perogrullo que ni siquiera la destruccin del mensaje anula su exis-tencia anterior.29. d., p. 73. 30. Esta era la crtica de Cicern a los Commentarii de Csar, considerndola como unaobra importante, aunque [los susodichos] no eran precisamente la obra histrica que la litera-tura romana necesitaba, sino que venan a ser una especie de acarreo de materiales, para po-der algn da un historiador de autntico fuste escribir las gestas de Csar (citado por MARI-NER, Sebastin (dir.): Lengua Latina I. Madrid, UNED, 1997, p. 500). 31. WALSH, William H.: An Introduction to Philosophy of History. Londres, HUL, 1951,p. 31.nicas seran puras narraciones; y la autntica historia se expresara en las narra-ciones significativas32. Entonces, qu le impedira a un historiador narrar sig-nificativamente un evento dado, aunque fuese al da siguiente de haber ocurrido?Una buena situacin relativa al suceso ayudara, claro, pero su carencia no esun impedimento, siendo que no otra cosa ha vuelto del revs la historiografa res-pecto de sus orgenes (la cercana de Herodoto a lo que l estudiaba fue todo unparadigma, y por siglos); en verdad, esta actualidad es un requisito para un co-rresponsal, para el escritor de una crnica periodstica, entretanto que ningn li-bro de historia se escribe en un da. Aunque se comience a escribir el da des-pus del evento, hay un buen margen, un largo tiempo extra, para recabar msinformacin, y por tanto posibilitar mayor significacin a lo historiado.Bien que reservemos la orientacin al pasado para la historiografa, y bien quehagamos lo propio con el presente y el futuro para la filosofa de la historia33, yadecamos que lo deseable es la conjuncin de ambas y para ambas; as, la apa-ricin del personaje Jacques Paganel en el Duncan, que Heller identifica comoel filsofo de la historia, ayuda a recomponer los datos hasta entonces disponi-bles (sin aportar nuevos34) y a reformular otras teoras, pues la sostenida por lostripulantes y la familia del capitn Grant (que seran los historiadores) haba re-sultado ser errnea; falsa teora donde, en principio, todo encajaba, aparente-mente; todo indicaba que el mensaje se haba ledo correctamente35a pesar desu fragmentario mal estado. De cualquier modo, las teoras del filsofo abocanal mismo decepcionante resultado, pues por ms que a la luz de [cada] nuevateora [t]odo encajaba otra vez36, no encontraron al capitn en ninguno de losdestinos deducidos. Una vez ms, slo el descubrimiento casual logra coronaren xito. Empero:Hay pocas (como la nuestra) en las que el Duncan emprende la tra-vesa para encontrar la botella que pueda contener los mensajes que an-damos buscando. [] La disponibilidad hacia un mensaje en particularconstituye la caracterstica general de la conciencia histrica. El primerpaso que da la historiografa en cuanto saber cientfico es descifrar el men-sa je que nos da el rastro, o, si no, buscar rastros que nos lleven a mensa-jes que leer. Tal proceder tiene que ser metdico y crtico37. PASCUAL RAGA ROSALENY14BROCAR, 36 (2012) 7-5232. DANTO, Arthur C.: Historia y narracin. Barcelona, Paids, 1989, p. 61.33. HELLER, Agnes: Teora, op. cit., 78ss.34. Este prurito, recalcado por Heller, no sera un requisito vinculante, y un buen ejem-plo lo constituyen las muchas obras historiogrficas de Michel Foucault; por otro lado, tambinpodra aducirse que, en tales casos, el filsofo estara ejerciendo como historiador. 35. HELLER, Agnes: Teora, op. cit., p. 70.36. d., p. 71. 37. d., p. 75.Es decir, la suerte hay que buscarla con mtodo; y con ms ahnco, si cabe,tras su primera sonrisa (la botella en el tiburn). Entonces, la presencia de loshijos del capitn Grant, como aadidura del inters particular a la empresa his-toriadora, tambin reorienta el trabajo historiogrfico hacia el presente y el fu-turo, como hace la filosofa de la historia38; este inters podra calificarse de ide-olgico si sus actuaciones fuesen torticeras39, mas, como no es el caso, vemosque su intervencin plasma el alimn cliologa-filosofa de la historia ya alu-dido. La comprensin permite, ergo, la explicacin (interpretacin), pero no todas lasinterpretaciones son igualmente vlidas; de entre las teoras manejadas en el Dun-can, la de Nueva Zelanda, con ser errnea, es la ms cercana al verdadero des-tino del capitn Grant40. Los datos no lo son todo, y as: la cifra y la medida [noson] el objeto final de la investigacin histrica. Son, simplemente, datos brutos,elementos de los que hay que partir para proceder a la tarea ms compleja de lainterpretacin global41; dicha complejidad se va haciendo inteligible con las su-JULES VERNE Y H. P. LOVECRAFT O UNAS TEORAS PARA LA HISTORIA15BROCAR, 36 (2012) 7-5238. d., p. 79, pues, segn Heller, La autobiografa de los pueblos y de la humanidad estescrita tanto por la historiografa como por la filosofa de la historia. La primera nos hace recordarcosas que se han olvidado; la segunda modifica nuestras vidas, o, cuando menos, nuestra actitudfrente a ella reorganizando todo lo que se ha recordado. La primera no pretende jams modificarnuestras vidas; la segunda no pretende jams hacernos recordar lo que se ha olvidado. [] El ob-jeto de la historiografa es el pasado, y [el] objeto de la filosofa de la historia es el pasado, el pre-sente y el futuro en el presente, pero se ocupa del presente desde el punto de vista del futuro; contodo, la divisin es demasiado tajante, ya que cualquier actividad humana es proyectiva, y tam-poco podemos negar las dimensiones tica y moral a la cliologa.39. d., p. 71, donde Heller seala cmo, en tal proceder, la curiosidad se mezclaba conla implicacin. Empero, tambin defiende nuestra filsofo que en la historiografa [] la apli-cacin pragmtica del saber se excluye por principio (p. 72); cabe entender inters pragm-tico como lo hace Habermas, es decir, para nuestro caso, toda vez que se usa la historiografacomo instrumento para la realizacin de algn fin social concreto, o para la realizacin de al-guna accin dada (n. 12 p. 275).40. Para ms inri, en lo que resulta toda una irona literaria, la isla Tabor o Arrecife Ma-ra Teresa parece no ser ms que una isla fantasma. Descubierta el 16-XI-1843 por AsaphP. Taber (apodado Tabor), capitn del ballenero Maria Theresa, las vacilaciones de su cua-derno de bitcora (ora habla de rompiente costera breacker-, ora de surtidor de una ba-llena-breacher-) refuerzan el hecho de que a da de hoy est considerada como dudosa su exis-tencia; ni en las coordenadas iniciales, ni en las propuestas aos ms tarde se la ha podidoidentificar, pese a lo cual sigue figurando en las cartografas.41. FONTANA, Josep: Presentacin, en CARDOSO, Ciro F. S. y PREZ BRIGNOLI, Hc-tor: Los mtodos, op. cit., pp. 7-9 (cita en p. 8). Esta cristalizacin global es la que defiende,en su tesis XVII, BENJAMIN, Walter: La dialctica, op. cit., p. 64, diciendo que: si se abordaun objeto histrico nica y solamente cuando ste se [nos] presenta como mnada, entoncesel historiador puede captar esa oportunidad con el fin de hacer saltar una determinada pocadel curso homogneo de la historia; y una determinada vida, de una poca; y una determinadaobra, de entre toda la actividad laboral de una vida. La ventaja de este procedimiento consisteen que la actividad laboral de toda una vida est guardada y conservada en la obra; y toda unacesivas teorizaciones (mientras el Duncan zarpe hacia los ocanos del pasado42),donde lo que legitima y explica el presente [] es [] el pasado consideradocomo proceso de conversin en el presente [, ya] que la comprensin a posteriories la forma ms convincente que adopta la sabidura del historiador43. Esta apre-ciacin, ya postulada por Ortega y Gasset, no marca cunto tiempo despus po-dremos encontrar una solucin, simplemente indica que cabe esperarla; por tanto,siendo que a menudo el pasado histrico no es lo que est olvidado, sino lo quepuede ser recordado, podemos ver que los historiadores son [como] los psico-analistas de la especie humana en cuanto transforman lo que est olvidado en ob-jeto de recuerdo44. En suma: propensin, recordacin, informacin, estudio y se-rendipia sta ltima no sin reservas45 es lo que necesitaramos para historiar, conla teora [] como idea prctica reguladora de [nuestra] accin46; y, todo ello,en el marco de la historiografa [, la cual] es una especie de psicodrama en dondeel interrogador se ve obligado a adoptar la posicin de aquellos a los que quiereentender47. Finalmente, la conclusin helleriana es desazonadora, dado que sien lugar de viajar por el espacio, lo hacemos a travs del tiempo, nunca podremosencontrar al capitn Grant con vida. Nadie nos va a decir qu sucedi realmentey cmo. No hay final feliz, porque no hay, en absoluto, ningn final48.PASCUAL RAGA ROSALENY16BROCAR, 36 (2012) 7-52poca, en la vida; y el decurso completo de la historia, en la poca. El fruto nutritivo de lo quese puede comprender histricamente tiene en su interior, cual semilla preciosa aunque inspida,al tiempo (no hemos seguido exactamente la traduccin de Pablo Oyarzn, porque, al ser de-masiado literal, el prrafo resultaba farragoso a causa de muchas de sus frases); asimismo, elconcepto benjaminiano de mnada es posibilitado por el escrute en symplok, es decir, en to-dos los sentidos (vid. el final del 2 y la quinta cuestin del epgrafe III), y se relaciona tam-bin con lo-no-dicho, con lo que no-lleg-a-ser, con la-cpsula-del-tiempo, con la recordaciny con la oportunidad-revolucionaria-redentora en la historia, que son otros cinco topoi funda-mentales en el pensamiento de Benjamin.42. HELLER, Agnes: Teora, op. cit., p. 71.43. HOBSBAWM, Eric: Sobre la, op. cit., p. 31.44. HELLER, Agnes: Teora, op. cit., p. 77.45. Serendipia es el trmino que castellaniza el vocablo ingls serendipity, con el quese significa el descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado; un posible sinnimo esla voz espaola chiripa, aunque sta connota un matiz festivo aadido y su uso es coloquial.De cualquier modo, criticamos el abuso de atribuir a la casualidad ms papel del que puedetener, de ah nuestras reservas; ergo, incluso en las contadas ocasiones en que los descubri-mientos fortuitos no surgen de la labor metdica, sta es fundamental, pues, si falta, incluso unhallazgo importante pasar desapercibido las ms de las veces, al no saber comprender ni va-lorar el acance de su potencial cognitivo.46. HELLER, Agnes: Teora, op. cit., p. 78.47. d., p. 80.48. d., p. 71. Tampoco es preceptiva la disyuncin espacio/tiempo propuesta por Heller, des-montada al menos desde Einstein (cuando hablaba del espaciotiempo), pues no se trata [] decausalidad del suelo o del medio. El espacio de la historialidad es en principio un espacio sim-blico, una superficie de inscripcin del tiempo como productor de sentido (RANCIRE, Jacques:Los nombres de la historia. Una potica del saber. Buenos Aires, Nueva Visin, 1993, p. 102).2. El Libro de razn, de Michel HouellebecqEl desalentador final d el capitn Grant segn Heller, al que no podramosver con vida, es el punto de partida feliz del Libro de razn49, pues ste nos re-cuerda que los personajes nunca mueren del todo; adems, no slo no muerenal quedar conservados en las novelas y en sus lectores, lo cual ya es un revenantimportante, sino que no acaban de morir porque, a pesar de no ver nosotros alcapitn Grant con vida, otros s lo han visto y lo han contado. La figura del tes-tigo es as el ingrediente documental ms importante, por ms que Langlois y Seig-nobos pugnaron para minimizarla50; dicho descrdito parte de un error inicial,al entender demasiadas veces al testigo como intruso cognitivo, en vez de tomarlocomo una parte activa y activadora de ese pasado que pretendemos estudiar51.Al escribir historia, procedemos como con una novela obligada a que todos loshechos relatados, todos los textos citados fueran exactos52; as, al igual que apun-tbamos el auxilio de la filosofa de la historia en cuanto al cmo conocer, la li-teratura es nuestra mejor ayuda en cuanto a qu conocer. Muy bien expresa stoCerteau, comentando el Moiss de Freud53:En efecto, el relato es la totalizacin imposible. Se encarga de la relacinde lo cientfico con su rechazado. Una razn (una coherencia, el esta-blecimientodeuncampo)nodejadeestarunidaaldesechoqueellamisma crea al constituirse. Uno y otro el ocupante y el que regresa actanen el mismo texto: la teora presente se encuentra con todo lo inasimilableque viene del pasado bajo la forma de una exterioridad colocada en un texto.Y ste tiene que ser un relato una historia que se cuenta. Este efecto no-JULES VERNE Y H. P. LOVECRAFT O UNAS TEORAS PARA LA HISTORIA17BROCAR, 36 (2012) 7-5249. Dividido actualmente en tres trabajos, a partir de un opsculo manuscrito de treintapginas (1936) que los tena como captulos: El ncubo profesional, Algunas notas sobre fic-cin interplanetaria y El libro de las ideas, estn recogidos en LOVECRAFT, Howard P.: Elhorror sobrenatural en la literatura y otros escritos. Madrid, Edaf, 2002, pp. 35-39, 51-60 y 235-263.50. LANGLOIS, Charles V. y SEIGNOBOS, Charles: Introduccin a los estudios histricos.Alicante, PUA, 2009, p. 61, inquieren: y en el caso de acontecimientos remotos, cuyos tes-tigos haban desaparecido tiempo atrs, y de los que la tradicin oral no haba guardado me-moria alguna [, cmo procederamos]?; la respuesta es ms sencilla de lo que parece, puesno tenan en cuenta los citados autores que todo documento es producto de testigos. 51. DROYSEN, Johann G.: Histrica. Lecciones sobre la enciclopedia y metodologa de laHistoria. Barcelona, Alfa, 1983, pp. 88s, clarifica que no en el detalle y en la visibilidad deldetalle se encuentra la verdad de las cosas [, pues] no son los testigos de vista y odo quienesgarantizan la verdad de las cosas; basta con que reproduzcan correctamente aquello que, desdesu punto de vista, haba que or y ver. De este modo, los testigos inanimados o inhumanos(obras de los hombres, naturaleza afectada por nosotros y naturaleza interactuada con nosotros)quedan incluidos en la testificacin. 52. HOUELLEBECQ, Michel: H. P. Lovecraft. Contra el mundo, contra la vida. Madrid, Si-ruela, 2006, pp. 9s.53. CERTEAU, Michel de: La escritura de la historia. Mxico, UIA-ITESO, 2006, pp. 333s.velesco nos indica la relacin de dos opositores en la misma posicin, deun modo que es todava el de la yuxtaposicin (neben), pero que ya co-mienza a ser el de la crono-logizacin (nach). Es el equivalente historiogr-fico del Moiss egipcio: la ciencia ficcin es la ley de la historia.Vamos a comentar esta cita, por sus muchas implicaciones para la teora his-toriogrfica. Por qu dice Certeau ciencia ficcin? Porque, evidentemente, lasteoras, los conceptos, las abstracciones son ficticios, ya que no se encuentran comotales en la naturaleza; y, como son ficciones elaboradas por los cientficos, em-pleadas precisamente para poder explicar la naturaleza o realidad, de ah que seantambin ciencia. Otro punto importante es el de los modos temporales, pues layuxtaposicin, como el cmulo de adjetivos y adverbios muy sonoros en la obrade Lovecraft54, adems de caracterizar la crnica, en su versin ms austera, tam-bin juega su papel en el discurso historiogrfico: la evocacin55y la compara-cin56; y lo mismo tenemos con la cronologa, donde Lovecraft entiende que si en-tidades separadas de nosotros por cientos de millones de aos vienen a manifestarseen nuestra historia humana, es importante datar con precisin los momentos de susapariciones, las cuales son puntos de ruptura [que] permiten la irrupcin de loindecible57. Esto no-dicho, que no se puede decir porque no conservamos me-moria de ello, como las citadas lagunas del mensaje mandado por el capitnGrant lagunas extensibles a todo documento, lo rellena la historiografa; as: Elhistoriador efecta interpolaciones (complementacin de los vacos en los docu-mentos o del vaco en las representaciones que existen constantemente entre de-terminados documentos). En la mayora de los casos, las realiza partiendo del asllamado conocimiento general del objeto o cach58. Se trata, por tanto, de queconozca lo mejor posible ese objeto59. Despus, la relacin de dos opositores enla misma posicin nos habla, tambin, de la figura que llamamos contrapuesto;la aclaracin que nos brinda Elias, al discernir cmo la tendencia habitual de nues-tra poca [es la] de apreciar diferencias como oposiciones60, encierra la clave denuestro concepto, siendo un ejemplo el de las irracionalidades nsitas de la racio-PASCUAL RAGA ROSALENY18BROCAR, 36 (2012) 7-5254. HOUELLEBECQ, Michel: H. P. Lovecraft, op. cit., p. 82, seala que nadie se ha atre-vido jams a imitar esos prrafos en los que se pierde toda contencin estilstica, en los queadjetivos y adverbios se acumulan hasta la exasperacin.55. La cumbre del tinte evocador la tenemos en Michelet, mas el exceso romntico deMichelet no es sino el exceso de la fundacin, del orden simblico que hace posible el desci-framiento de una historia ms sobria (RANCIRE, Jacques: Los nombres, op. cit., p. 75). 56. HOUELLEBECQ, Michel: H. P. Lovecraft, op. cit., p. 75, dice, a propsito de un su-ceso sufrido por un personaje lovecraftiano: La yuxtaposicin de hace trescientos millonesde aos y de a las once y cuarto es igualmente tpica de sus fantsticas comparaciones. 57. d., p. 73s.58. Por cach, en analoga al concepto informtico, entendemos el depsito de cono-cimientos histricos definitivamente asentados, al cual siempre podemos y debemos recurrirpara llevar a cabo nuestras investigaciones, trabajos y docencias.59. KULA, Witold: Problemas y mtodos, op. cit., p. 595.nalidad. Y por fin, el desecho, lo inasimilable que viene del pasado, que es unode los elementos de la categora que llamamos excedente, reunido por y en el dis-curso historiogrfico; segn Certeau, lo cientficamente excluido es el propio ob-jeto de estudio: el pasado, el cual es el referente del texto historiogrfico. Cabe pre-cisar, empero, que dicha exclusin recae, solamente, sobre lo no escrito por elhistoriador a propsito del pasado que trate; ms el aadido de contener el presentegran parte del pasado, en los modos ms diversos. En la misma categora exce-dentaria, tenemos asimismo las derivaciones, los residuos61y los remanentes62. Ade-msdelasobligadasausencias,convocadaseneltextocliolgico,estnasi-mismolasobliteraciones,losolvidosy,comono,elmencionadolumpenovencido de la historia benjaminiano; en cuanto a las derivaciones, son, como sunombre indica, atribuciones generalmente simblicas y prestadas (v. gr., la divini-zacin de un monarca), y los residuos, por su parte, lo que queremos creer, o actode fe aun a sabiendas de su falsedad (v. gr., el sentimiento monrquico desmedido);y por ltimo los remanentes, entendibles como pervivencias de todo tipo en tiem-pos, modos y lugares inesperados.Antesdeproseguir,unaadvertencia:Ellibroderaznlovecraftianonosepresta, o al menos no lo hace de un modo tan meridiano, a metaforizar lo quetratan la historiografa y la filosofa de la historia (como s ocurre con Los hijosdel capitn Grant). La principal razn de ello salta a la vista: El libro de razn noes un relato; y, el segundo motivo, acta de refuerzo, pues Houellebecq no lo co-menta con miras historiogrficas ni filosficas (como s hace Heller). Lo que te-nemos de comparable, para nuestros intereses, entre la terica de Lovecraft ynuestro empeo teortico aparecera como desordenado; aunque quiz no tanto,ya que, siguiendo a Bergson, el desorden (o caos) no es ms que otro tipo de or-den pero menos familiar63. De este modo: Lovecraft [] incluso intentar una primera conceptualizacin en unopsculo manuscrito de treinta pginas titulado El libro de razn. En la pri-JULES VERNE Y H. P. LOVECRAFT O UNAS TEORAS PARA LA HISTORIA19BROCAR, 36 (2012) 7-5260. ELIAS, Norbert: Teora del Smbolo. Un ensayo de antropologa cultural. Barcelona, Pe-nnsula, 2000, p. 34.61. VEYNE, Paul: La historia conceptualizante, en GOFF, Jacques le y NORA, Pierre (dirs.):Hacer la historia (vol. I) Nuevos problemas. Barcelona, Laia, 1978, pp. 75-104 (cita en pp. 94-101).62. DEBRAY, Rgis: El arcasmo posmoderno. Lo religioso en la aldea global. Buenos Ai-res, Manantial, 1996, p. 59, ilustra cmo el escalonamiento de las determinaciones internasde las conductas visibles del grupo [hacen] salir a la superficie social los estratos ms antiguos,que son, en este concepto, los ms activos. La crisis revela a lo ms moderno como lo ms su-perficial, que cede y se resquebraja bajo la presin de lo reprimido o remanente.63. BERGSON, Henri: La evolucin creadora, en d.: Obras escogidas. Mxico, Aguilar,1963, pp. 433-755 (cita en pp. 629s), propone que hay dos especies de orden y que estos dosrdenes son dos contrarios en el seno de un mismo gnero. [As,] la idea de desorden surge ennuestro espritu cada vez que, buscando una de las dos especies de orden, encontramos la otra.El actual desarrollo de la caologa, la llamada Teora del Caos, confirma la tesis de Bergson.mera parte, muy breve, da consejos generales sobre la forma de escribirun relato (fantstico o no). Despus intenta establecer una tipologa de loselementos terrorficos fundamentales que desempean un papel til enel relato de terror. En cuanto a la ltima parte de la obra, la ms largacon mucho, est formada por una serie de observaciones anotadas entre1919 y 1935, que normalmente no ocupan ms de una frase y podranservir de punto de partida a otros tantos relatos fantsticos64.Tres partes que resumen, de manera inmejorable, la sinopsis epistemolgicade los presupuestos, los marcos y los medios operatorios [] de toda investi-gacin cientfica [:] el inventariado y clasificacin de datos, su anlisis y la ex-posicin de las conclusiones analticas [] sometidas a comprobacin65; as, ve-mos cmo se simplifica la propuesta anterior, desprendida de la obra de Verne,pues: 1) El primer operador recoge la demarcacin del especfico campo hist-rico (el pasado), la propensin, la recordacin, la informacin y el hallazgo for-tuito que no es sino una peculiaridad nfima en la recoleccin de datos-; 2) Elsegundo operador incluye el estudio, la metodologa, la categorizacin y la re-gulacin prctica de nuestra accin cognitiva (o formulacin de hiptesis); y 3)El tercer operador es tanto la psicodramtica representacin historiogrfica (elponerse en el lugar del otro) como la escritura del historiador, necesariamenteentendidas ambas dentro del marco general de la realidad que pretenden eluci-dar, y para lo cual adviene el auxilio de una teora del conocimiento histrico (ca-paz de hacer ms asequible dicha gnosis, como veremos en el epgrafe IV). En la primera de estas operaciones, as como el pasado es nuestro objeto deestudio, el objetivo lovecraftiano es el terror; pasado no exclusivo de los histo-riadores, al igual que el terror no es solamente de los novelistas, sino que ambosson como paisajes de cambiantes descripciones segn quien los aborde. En unade sus novelas, Lovecraft muestra esto mismo, pues los hroes de este largo re-lato son un equipo de cientficos, lo cual permite una interesante variacin depuntos de vista; las descripciones de Lake estn relacionadas con la fisiologa ani-mal, las de Peabody con la geologa HPL se llega a permitir el lujo de incluiren el equipo a un estudiante apasionado por la literatura fantstica66. Estos su-jetos histricos son de varios tipos, como veremos hacia el final del artculo, sinmenoscabo de que en ltima instancia se aglutinen en los hombres en sociedad(vid. n. 17); empero, otra divisin de los mismos es la descriptiva, donde en oca-siones se detallarn mucho (el caso extremo son las biografas), mientras que enPASCUAL RAGA ROSALENY20BROCAR, 36 (2012) 7-5264. HOUELLEBECQ, Michel: H. P. Lovecraft, op. cit., p. 38.65. ESCANDELL, Bartolom: Teora del Discurso, op. cit., pp. 147 y 137. Nominndo-las ms especficamente para la historiografa, y bajo la constante comprobacin de sus pre-dicados, tenemos tres fases binarias: compilacin-descripcin, anlisis-comprensin y expli-cacin-recreacin. 66. HOUELLEBECQ, Michel: H. P. Lovecraft..., op. cit., pp. 68s.otras el detalle apenas contar (su culmen es la historia terica). Tambin aquLovecraft nos sirve de ejemplo, aunque en su caso hay un relevo del primer tipopor el segundo67: Lovecraft no decidi de inmediato poner en escena personajes inter-cambiables y anodinos. En sus relatos de juventud, se toma el trabajo dedescribir en cada ocasin a un narrador diferente, con su entorno social,su historia personal e incluso su psicologa [] Slo poco a poco llegaa reconocer la inutilidad de cualquier psicologa diferenciada. Sus per-sonajes apenas la necesitan; les basta un equipamiento sensorial en buenestado. Porque su nica funcin real es percibir.Despus(elmanejodelosdatosasignables),losconsejosgeneralessobrecmo escribir un relato corresponden, adems de a la citada propensin, o vo-luntad de buscar la informacin con empeo, al hecho de comprenderla y ex-plicarla68para despus exponerla; al hilo del segundo apartado, tenemos que Lo-vecraftmultiplicalosrecursosnarrativosquerefuerzanlaimpresindeobjetividad: artculos de prensa, informes policiales, actas de sociedades cient-ficas...69Llama la atencin, en cualquier caso, que siendo tan importante el com-ponente narrativo reciba tan poca atencin en las universidades espaolas; en par-ticular, y sobre todas las dems, denunciamos en lo tocante a nuestra disciplinala gravedad de su carencia70. Esto ltimo, no slo es porque pretendamos una ho-mologacin formal de los trabajos historiogrficos, sino porque echamos en faltaJULES VERNE Y H. P. LOVECRAFT O UNAS TEORAS PARA LA HISTORIA21BROCAR, 36 (2012) 7-5267. d., p. 62. De cualquier modo, lo que ms le reprochamos a Lovecraft son su racismoconfeso (con su etnocentrismo asociado), su talante reaccionario (el pasado como mejor queel presente) y su desdn por la vida cotidiana (adis, pues, a la historia desde abajo). Por otrolado, el vuelco hacia la anonimia por parte de Lovecraft, siendo el componente de lo annimodeimportanciacrucialenlasrelacionessociohistricas,entraenrelacinconlatesisdeSCHTZ, Alfred: El problema de la realidad social. Escritos I. Buenos Aires, Amorrortu, 2003,p. 47, quien entiende que en la anonimia completa, se supone que los individuos son inter-cambiables, y el tipo de curso de accin se refiere a la conducta de cualquiera que acte dela manera definida como tpica por la construccin.68. Max Weber es el pionero de la explicacin comprensiva, fecunda como pocas en ins-pirar otras, adems de poseer su propio valor tanto para la sociologa como para la historia; as,una vez que ingres rutilante en esta ltima, ya no volvi a salir, como nos informa HER-NNDEZ SANDIOCA, Elena: Tendencias historiogrficas actuales. Escribir historia hoy. Madrid,Akal, 2004, pp. 73s 69. d., p. 76. La aspiracin de Lovecraft era la de alcanzar la plasmacin de un terror ob-jetivo [; un] terror liberado de cualquier connotacin psicolgica o humana. Quiere, segn suspropias palabras, crear una mitologa que todava tuviera sentido para las inteligencias com-puestas de gases de las nebulosas en espiral (p. 72).70. CASTRO, Javier y MARTNEZ, Sal: Monlogo. Educacin, tradicin y comunica-cinenlahistoriografaacadmicaespaola,enIZQUIERDO,JessySNCHEZ,Pablo(eds.): El fin de los historiadores. Pensar histricamente en el siglo XXI. Madrid, Siglo XXI, 2008,pp. 227-250.una dialctica que enriquecera al conjunto de historiadores; por otro lado, nose trata de anular la originalidad de cada cual, teniendo en cuenta, la persona-lidad de [nuestro] interlocutor. Como Lovecraft, quien siempre empieza por in-tentar entender lo que el autor ha querido hacer; y despus slo formula conse-josprecisosypuntuales,estrictamenteadaptadosalrelatodelqueesthablando71. Sobre la citada recordacin benjaminiana, donde las injusticias delpasado claman ser escritas, tenemos la aseveracin de Lovecraft: Nunca intentoescribir una historia, sino que espero a que una historia pida ser escrita. Cuandoempiezo a trabajar deliberadamente en la escritura de un [hecho], el resultadoes insulso72. Volviendo con la tarea de recabar datos, una primaria distincin delos mismos se nos impone: las fuentes y las noticias; aunque hay trabajos actualesque las reconsideran73, sigue siendo vlida la precaucin de Droysen, quien en-tiende que, adems de su implicacin, es claro que all donde la fuente poste-rior se muestra como deducida de una anterior, ya no es fuente74. Finalmente,como se desprende de lo dicho, las noticias son el enorme resto de documentosque no entran en la categora de fuentes.Con la segunda parte del Libro de razn entramos en la operacin analtica,donde a la par que estudiamos los datos reunidos y clasificados vamos pergeandohiptesis de trabajo y categorizaciones, apoyados en diversas metodologas; conesto, relacionamos dichos datos entre ellos y con otras categoras e informacionesprevias, observando sus reiteraciones, su secuenciacin, su lgica, sus desarrollos,etctera, a fin de alcanzar proposiciones generales y particulares acerca de los fe-nmenosinvestigados. As,aLovecraftlegustadocumentarsesobrecualquiercosa, ya sean los rituales aztecas o la anatoma de los batracios75, donde la gra-dacin de paroxismos que constituye la arquitectura de [sus] grandes textos [se]alimenta con nuevos materiales, poniendo en prctica lo que podramos llamarataque reforzado. Y siente predileccin por esa variante que es el ataque terico76,pues Lovecraft clasifica el material, lo trabaja; a veces se entusiasma y escribe lahistoria sobre la marcha, [mas] en otras ocasiones slo conserva algunos elemen-tos para insertarlos en una nueva trama77. Entre otras, emplea la tcnica de laPASCUAL RAGA ROSALENY22BROCAR, 36 (2012) 7-5271. HOUELLEBECQ, Michel: H. P. Lovecraft, op. cit., pp. 37s.72. Citado en HOUELLEBECQ, Michel: H. P. Lovecraft, op. cit., p. 38. La peticin love-craftiana se asemeja a la aprehensin al vuelo de Benjamin, reseada en su tesis V, pues Laverdadera imagen del pretrito pasa fugazmente. Slo como imagen que relampaguea en el ins-tante de su cognoscibilidad para no ser vista ya ms, puede el pretrito ser aferrado; BENJA-MIN, Walter: La dialctica, op. cit., p. 50.73. TOPOLSKI, Jerzy: La storiografia contemporanea. Roma, Editori Riuniti, 1981; en con-creto, el captulo II: Lo storico e le fonti: tentativo di una caratterizzazione dinamica delle fontistoriche, pp. 37-62.74. DROYSEN, Johann G.: Histrica. Lecciones sobreop. cit., p. 80. 75. HOUELLEBECQ, Michel: H. P. Lovecraft, op. cit., p. 42.76. d., p. 44.77. d., p. 51.constriccin, donde, en los lugares que ha elegido, surge un potente chorro, unaextraordinaria eflorescencia de imgenes78; con todo esto, se est figurando la mul-tiplicidad tcnica y de mtodos de la historiografa (comentada y enumerados enel siguiente epgrafe). Tamaa elaboracin, que es toda una arquitectura cognitiva,gnoseolgicamente, se trata siempre de una estructura o sistema orgnico de tr-minos, relaciones y operaciones79; y con ello:La arquitectura de H. P. Lovecraft, como la de las grandes catedrales,como la de los templos hindes, es mucho ms que un juego matemticode volmenes. Est impregnada de principio a fin de la idea de una dra-maturgia esencial, de una dramaturgia mtica que da sentido al edificio.Que teatraliza el menor de los espacios, utiliza los recursos de las dife-rentes artes plsticas, hace confluir en su provecho la magia de los jue-gos de luz. Es una arquitectura viva, porque se basa en una concepcinviva y emocional del mundo80.Finalmente, la tipologa de los elementos terrorficos, fundamentales para elrelato fantstico, asume bien su papel analtico, pues cabe entenderla paralelaa otras tipologas; de este modo, aunque en el ltimo apartado de nuestro co-municado (el IV) es donde desgranaremos, brevemente, la tipologa entera denuestra teora, no haremos tampoco, por mor de la obligada brevedad de un ar-tculo, el menudeo de las subdivisiones, aprovechando aqu para ocuparnos deuna subdivisin: en este caso la relativa a los hechos histricos (tal como avi-sbamos supra). Ya no es solo cuestin de relevancias y especiales proyeccio-nes de algunos acontecimientos, sino que [] los caracteres que definen el he-chohistricopodrancompendiarseprimordialmenteensucondicinderesultado funcional, su carcter pretrito y su naturaleza dinmica81, teniendosiemprepresentequeloquelaHistoriapuededarnosaconocerdesdesupunto de vista, no son hechos de individuos aislados, ni hechos absolutamenteindividuales, sueltos, sino encadenamientos, conjuntos de hechos, es decir es-tructuras configuradas de un modo o de otro82. Adems de una adicin (apun-tada al final del prrafo), conviene tambin resear un distingo, entre los hechoshistricos y los acontecimientos, sobretodo a la hora de trabajar con ellos; aun-que todo acontecimiento es un hecho, se puede entender por acontecimientoel contexto de sucesos que es experimentado por los contemporneos como uni-JULES VERNE Y H. P. LOVECRAFT O UNAS TEORAS PARA LA HISTORIA23BROCAR, 36 (2012) 7-5278. d., p. 55.79. BUENO, Gustavo: Una definicin gnoseolgica de las ciencias humanas, dentro delCiclo de Conferencias: Cuatro lecciones sobre filosofa de la ciencia (la que nos ocupa: 11-V-1978), recogidas en el Boletn Informativo de la Fundacin Juan March, Madrid, n 73, 1978(julio-agosto), p. 41. 80. HOUELLEBECQ, Michel: H. P. Lovecraft, op. cit., p. 59. 81. ESCANDELL, Bartolom: Teora del Discurso, op. cit., p. 141.82. MARAVALL, Jos A.: Teora del saber, op. cit., p. 54.dad de sentido dentro del marco de sucesin cronolgica de un antes y un des-pus, y en cuanto puede ser narrado por el historiador con categoras de su-cesin cronolgica. Adems, los acontecimientos pueden ser catalogados en eltiempo breve, dado que no sobrepasan el espacio cronolgicamente registrablede la experiencia de los participantes83. Por contra, el hecho histrico puede des-bordar a sus contemporneos, ya que la puntualidad no es su nica temporali-zacin posible, pudindose extender por generaciones (un ejemplo: el hecho his-tricodelImperioRomano,quedurvariossiglos);ams,anloshechoshistricos ceidos a los acontecimientos se distinguen de aqullos, porque el he-cho se entiende consumado y el acontecer es su primer paso analtico procesual;y en tercer lugar, si el acontecimiento es percepcin del presente y el pasado, elhecho histrico aade la dimensin del futuro, donde aparecen las consecuen-cias y derivaciones de los acontecimientos. As, cuando hablamos de hecho sinms, de un modo genrico, estamos englobando todos los supuestos, empleandohecho histrico y acontecimiento para la distincin antedicha; y todava te-namos pendiente un tercer trmino, completivo de nuestra lista: factum, re-servado para remarcar la cualidad de hecho histrico incuestionable84.La parte conclusiva es el broche, asimismo, del presente epgrafe. Comen-zando por la traslocacin de ponernos en el lugar del otro, los apuntes love-craftianos (222 en total) seran otros tantos intentos de acercarnos a la otredad,pues tratan sobre experiencias, vidas, historias que no son las propias (en estecaso: figuradas, pues son obra de la imaginacin literaria); para el caso del his-toriador, es casi lo mismo, con la crucial salvedad de que esas experiencias, esasvidas, son historias ocurridas verdaderamente a gentes de verdad (historias y gen-tes, incluso, todava en curso y vivas cuando historiamos partes muy recientes delpasado). La relacin ficcin-realidad y realidad-ficcin es, contra lo que podrasuponerse, estrechsima, porque, al igual que la ficcin figura la realidad dadoque surge de ella, la realidad figura la ficcin al proyectarse hacia la misma; losPASCUAL RAGA ROSALENY24BROCAR, 36 (2012) 7-5283. KOSELLECK, Reinhart: Darstellung, Ereignis und Struktur, citado en HERNNDEZSANDIOCA, Elena: Tendencias historiogrficas, op. cit., p. 189. 84. LAKATOS, Imre: La metodologa de los programas de investigacin cientfica. Madrid,Alianza, 1989, p. 13, llama a estos conocimientos indubitables el ncleo firme de todo pro-grama cientfico, el cual est tenazmente protegido contra las refutaciones mediante un grancinturn protector de hiptesis auxiliares. Y, lo que es ms importante, el programa de in-vestigacin tiene tambin una heurstica, esto es, una poderosa maquinaria para la solucin deproblemas que [] asimila las anomalas e incluso las convierte en evidencia positiva. Sola-mente la aparicin de otro programa, ms progresivo, o el paso de uno en regresin a la pro-gresin, pueden llevar a la adopcin de otro paradigma ms adecuado a la porcin de reali-dad estudiada; esto sucede igualmente en la historiografa, aunque con la salvedad de quedarlos programas obsoletos como especialidades menos cultivadas en cualquier caso (esta esla conclusin del trabajo de OLBARRI, Ignacio: La Nueva Historia, una estructura de largaduracin,enANDRS-GALLEGO,Jos(dir.):NewHistory,NouvelleHistoire:HaciaunaNueva Historia. Madrid, Actas, 1993, pp. 29-81).ejemplos del primer supuesto forman legin, con los tantos y tantos personajes,situaciones e historias de la literatura que nos hablan de personas, acontecerese historias reales, y lo mismo a la inversa, siendo el caso del simbolismo uno delos ms habituales: la Patria, la Bandera, la Fiesta, el Calendario que aglutinan aunas gentes en torno a unas ideas coadyuvantes85. En lo que hace a la escriturade la historia, el estilo de informe cientfico que utiliza Lovecraft en sus ltimosrelatos obedece al siguiente principio: cuanto ms monstruosos e inconcebiblessean los acontecimientos y entidades descritos, ms precisa y clnica ha de ser ladescripcin86; es decir, que por ms extrao que nos sea el pasado87no hemosde renunciar a una exposicin cientfica, rigurosa, de cuanto vamos conociendodel mismo. Exposicin necesariamente sinttica, por descontado, independien-tementedelaextensinquetengaeltrabajohistoriador,yaqueconsertangrande la multitud de los hechos histricos, [] si la historia los pudiera reco-ger y registrar todos, no habra nadie que pudiera estudiarlos ni conocerlos88;asimismo, tambin son operaciones sintticas la ordenacin de los hechos ocomposicin histrica89, y las previas elaboraciones de fichas para su postrer des-arrollo por el historiador, siendo estas ltimas como los mentados apuntes love-craftianos que le serviran de punto de partida a tros tantos relatos fantsticos.El marco general de referencia es, huelga decirlo, el ms amplio y comprensivo[habiente, es decir:] el de la composicin, estructura y mecnica de la realidadnatural90; reconocimiento que Lovecraft practica con su demostracin de losestrechos vnculos entre las matemticas trascendentales y ciertas ciencias m-gicas de una antigedad inconcebible, que dan fe de un conocimiento del cos-mosmuysuperior alnuestro91.Porltimo,lassusodichasanotacioneslove-craftianasvienenaejercerelpapeldeloselementosdenuestrateora92(elsistema-mundo-histrico o paralipmeno, desmenuzado en el epgrafe postrero).JULES VERNE Y H. P. LOVECRAFT O UNAS TEORAS PARA LA HISTORIA25BROCAR, 36 (2012) 7-5285. Ficciones coadyuvantes son aquellas que asumimos ante situaciones que nos desbor-dan, a fin de poderlas sobrellevar mediando el expediente de normalizarlas; originariamente,BARRECA, Regina: Maridos perfectos y otros cuentos. Barcelona, Ediciones B, 1995, p. 233,nos recuerda cmo: La existencia de ese algo o alguien coadyuvante fue revelada por lospsiclogos que trataban con los allegados de personas alcohlicas y drogadictas. Siempre hayun miembro de la familia que ejerce la funcin de coadyuvante: es el que se encarga de ha-cer que el hogar funcione y se mantenga estable. Pero cuando el hogar no funciona y no esestable, el coadyuvante crea la ficcin, la falsa apariencia, para que la familia pueda ofre-cer al mundo exterior una imagen aceptable que le permita mantener su posicin social.86. HOUELLEBECQ, Michel: H. P. Lovecraft, op. cit., p. 73.87. Cfr. LOWENTHAL, David: El pasado es un pas extrao. Madrid, Akal, 1998. 88. RISCO, Vicente: Elementos de Metodologa de la Historia. La Corua, Ns, 1928, p. 135.89. d., p. 131.90. ESCANDELL, Bartolom: Teora del Discurso, op. cit., p. 39 (en cursivas en el original).91. HOUELLEBECQ, Michel: H. P. Lovecraft, op. cit., p. 71 (las cursivas son nuestras). 92. Este es otro punto de contacto con las tesis de Walter Benjamin, aunque las del filsofos estn concebidas ex profeso para el estudio de la historia; a mayor abundamiento, las anota-ciones de Lovecraft superan los dos centenares, siendo en su mayora como breves jaculatorias,3. Algunas cuestiones previas a nuestra teoraUna de las aportaciones ms interesantes, de la teortica manejada por la Escuelade Annales, es la de su perspectiva modulada a partir de la excentricidad93; en susobras, desde el libro de Febvre sobre el Franco Condado (1912) hasta hoy, no apa-rece ya un ncleo conductor de la historia abordada, un punto de fuga del cual par-tan las lneas maestras de la narratio94que deben recorrer las personalidades centra-les, ya que ni siquiera hay personalidades centrales O s las hay? La consideracinglobal,aplicadacontinoporlosanalystes,encubresunuevaquasicentralidad,donde las novedades ms importantes residen, en primer lugar, en que desaparecenlos acontecimientos entretanto las personalidades manejadas son generalmente co-lectivas e incluso hasta impersonales95; adems, la segunda gran novedad estriba enPASCUAL RAGA ROSALENY26BROCAR, 36 (2012) 7-52entretanto las disquisiciones benjaminianas son pensamientos ms desarrollados y su nmeroes de diecinueve (empero, la tesis [decimoctava] no figura en las primeras traducciones cas-tellanas porque tampoco est en las primeras ediciones alemanas. Agamben descubri en 1981un texto dactilografiado con [dicha] tesis [,] que se suele sealar [como] XVIIa, para no alte-rar la numeracin de los Gesammelte Schriften (otros [, entre ellos nosotros,] prefieren sin em-bargo sealarla con el nmero XVIII, tal y como aparece en el documento T4). MATE, Reyes:Medianoche en la historia, op. cit., p. 275, n. 1).93. Vid. ALONSO MARTOS, Andrs y VZQUEZ, Manuel E. (eds.): Periferias. El extremocomo trmino medio. Madrid, Verbum, 2008.94. ANKERSMIT, Franklin R.: Narrative Logic: A Semantic Analysis of the Historians Language.Dordrecht-Boston, Martinus Nijhoff, 1983, p. 87, quien emplea este trmino como el propio paradesignar la peculiar escritura de la historia; aqu hemos de entender comprendidas diversas espe-cies intertextuales: el texto, el metatexto (CERTEAU, Michel de: La escritura, op. cit.), el contexto(POCOCK, John G. A.: The Ancient Constitution and the Feudal Law: a study of English HistoricalThought in the Seventeenth Century. Cambridge, CU, 1957 y SKINNER, Quentin: Fundamentos delpensamiento poltico 2 vols.. Mxico, FCE, 1979), el cotexto (JITRIK, No: Historia e imaginacinliteraria. Las posibilidades de un gnero. Buenos Aires, Biblos, 1995, pp. 66-70), el hipertexto (DAZBARRADO, Mario P.: Memoria de la palabra. Topologa del discurso contemporneo. Cceres, UC,1997) y la ideolctica o conjunto de los lenguajes de los campos sociales, asimismo enfocadosespecialmente desde su intencionalidad y su accin (uno de sus tipos, la ideopraxia o naturalezade los textos de intervencin poltica, es hallazgo de JAUME, Lucien: El pensamiento en accin:por otra historia de las ideas polticas, en Ayer, Madrid, n 53, 2004, pp. 109-130).95. RANCIRE, Jacques: Los nombres, op. cit., pp. 9, 28 y 96, quien seala cmo la re-volucin histrica quiso justamente revocar la primaca de los acontecimientos y de los nom-bres propios en beneficio de las largas duraciones y de la vida de los annimos, donde lasmasas [] se pervierten situndose por fuera de su lugar, abandonando las grandes regulari-dades de su objetivacin para fragmentarse y disolverse en sujetos que hablan, que se relatany que relatan a los dems, a la par conque dicha revolucin opera el desplazamiento de lafuerza de la historia [sita en el] rey, de su capacidad de ser centro y organizador de [la] histo-ria [, hacia] ese nuevo sujeto llamado Mediterrneo. En realidad, como dilucida RICOEUR,Paul: Tiempo y narracin (vol. I) Configuracin del tiempo en el relato histrico. Mxico, SigloXXI, 2004, p. 299, en el remitente caso cabe hablar propiamente de personajes; es decir: en-tidades del tipo de las sociedades, las naciones, las mentalidades, los marcos geogrficos, queadems son cuasi personajes capaces de guiar el reenvo intencional desde el plano de la his-toria-ciencia al de la narracin, y a travs de ste, a los agentes de la accin efectiva. que su nucleamiento es decididamente policntrico, constituyndose muchos de losotrora mrgenes en actuales centros. Cabe, pues, hablar de una centralidad descen-trada, desenfocada tanto por el discurso como por el contenido de su narratio o, enotros trminos: Annales labora desde una excentricidad ponderada; en cualquier caso,esta desfocalizacin es muy conveniente, puesto que abre la perspectiva cliolgica aun mayor abarcamiento, lo cual redunda en la disminucin del eurocentrismo y otrosreduccionismos, graves yerros por lo general asociados a dicha estrechez de miras.Por descontado, nosotros entendemos que centralidad y marginalidad son enfoquesclaramente complementarios.Como en la tabla peridica de los elementos qumicos de Mendeleiev y Me-yer, los elementos histricos fijos de la teora cliolgica ofrecen un lugar a los in-variableshumanos;susagrupaciones,bloques,nmeros,pondus,valencias,masas, orbitales, comportamientos y dems idiosincrasias de dichos elementosestn siempre ah, a modo de guas representantes de la generalidad, sin me-noscabo de que la particularidad siempre habr que estudiarla en cada caso. Enesta lnea, la propuesta de una nomenclatura comn a las ciencias naturales y alas humanas es pertinente, pues con ser la cliologa una ciencia idiogrfica [], es decir, dedicada al estudio de lo singular,nico e irrepetible, en la Historia se presentan fenmenos comunes a mu-chas culturas, tal es el caso, por ejemplo, del culto al Sol o las guerras re-currentes. [As, colegimos cmo] entraa la premisa de que en los fen-menos histricos, independientemente de sus apariencias y diferencias,existe un denominador comn, la bsqueda de una respuesta general yno slo particular96.Con especial prevalencia, dicha nomenclatura adviene factible para la apli-cacin genrica, porque es la ms abstracta, tal como lo preconiz Vico97hacecasi tres siglos; la casustica, por contra, demanda en cualquier instancia su jergaexclusiva, igual para las ciencias duras que para las blandas. Debido a esto,es muy injusta la crtica de Durkheim98, al negar en 1888 a la entonces llamadahistoria el rango de ciencia, precisamente porque se ocupaba de lo especial y,JULES VERNE Y H. P. LOVECRAFT O UNAS TEORAS PARA LA HISTORIA27BROCAR, 36 (2012) 7-5296. GONZLEZ BARROSO, Antonio: La historia y la teora del caos. Un nuevo dilogo conla fsica. Puebla, BUAP-UAZ, 2005, p. 189.97. VICO, Giambattista: Principi di scienza nuova dintorno alla comune natura delle na-zioni. Npoles, 1725, p. 349, donde sentencia que la historia no puede ser ms cierta quecuando aquel que la crea con sus objetos y hechos es tambin quien la narra [,] como la geo-metra cuando construye el mundo de la cantidad tomndolo de sus elementos, [ya que] nues-tra ciencia crea para s misma el mundo de las naciones; empero con una realidad an mayor[para la historia,] pues son instituciones que tienen que ver con asuntos humanos los cualesson ms reales que los puntos, lneas y figuras .98. Citado por IGGERS, Georg G.: La ciencia histrica en el siglo XX. Las tendencias ac-tuales. Barcelona, Idea Books, 1998, p. 36.por ello, no poda llegar a las afirmaciones generales, empricamente compro-bables, que constituan el ncleo de un modo de pensar cientfico; en cuantoa esta dicotoma de la particularidad y la generalidad, Todorov aclara que99es verdad que la historia trata de realidades singulares, pero cuandoesas mismas realidades son examinadas desde el punto de vista del eco-nomista o del socilogo, del psiclogo o del lingista, aparecen como lamanifestacin de leyes generales; recprocamente, la biologa y la fsicaestablecen, ciertamente, unas leyes, pero no parten menos de la obser-vacin de casos singulares. No podemos decir, finalmente, que unas es-tudian las cosas y las otras los signos, puesto que los signos tambin soncosas, y que, al mismo tiempo, lo que creamos que eran puras cosas, serevelan, a su vez como signos; no se habla hoy en da de un cdigo ge-ntico?Empero, todava unos aos despus (1903) de la crtica durkheimiana, y a susombra, en el artculo El mtodo histrico y las ciencias sociales Franois Si-miand [entenda que] la unin de historia y ciencias sociales era posible a lo sumoen la historia econmica100. Alejados al fin de aquellas controversias vampri-cas, siendo adems su inicio anterior al ejemplo reseado, abogamos por una co-laboracin interdisciplinar sin ms jerarqua que la perspectivista, dado que nohay problemas dominantes y problemas subordinados: todos los problemas sonconcntricos101; en aquel vampirismo unas ciencias pretendan abducir a otras,pues a los ataques durkheimianos respondieron los braudelianos en trminossimilares, como ya haba sucedido antes entre los partidarios de cada bandera.Por esto, el objeto abordado por una disciplina ha de partir para su estudio desdeesa ciencia, auxiliada cuanto sea necesario por las restantes facultades aunquesin ms pretensiones, dado que cada disciplina puede ayudar a la otra a librarsede una cierta limitacin102.En esta lnea polinuclear, la cliosfera puede entenderse con la famosa met-fora esfrica, aplicada para definir a Dios: una esfera infinita cuyo centro se ha-lla en todas partes y su circunferencia en ninguna103; el centro est por doquieral serlo cada hombre desde Adn, y su permetro no puede localizarse ni fo-calizarse mientras viva algn hombre, pues la historia que vivieron, vivimos y vi-PASCUAL RAGA ROSALENY28BROCAR, 36 (2012) 7-5299. TODOROV, Tzvetan: Las morales de la historia. Barcelona, Paids, 1993, pp. 18s.100. Nueva cita de IGGERS, Georg G.: La ciencia, loc. cit. En este texto, asimismo arre-mete Simiand contra los que l califica como tres dolos de la tribu de los historiadores: elde los orgenes, el de la poltica y el de las individualidades.101. MERLEAU-PONTY, Maurice: Fenomenologa de la percepcin. Barcelona, Pennsula,2000, p. 418.102. BURKE, Peter: Sociologa e historia. Madrid, Alianza, 1987, p. 11.103. Citada en LUCENTINI, Paolo (ed.): El libro de los veinticuatro filsofos. Madrid, Siruela,2000, p. 47.virn es temporalizacin protentiva104, extensiva e intensiva antes que protencin,extensin y tensin temporales. Aunque los historiadores de Annales no lo en-tendieron as, esta consideracin global de lo histricamente estudiado no ex-cluye considerar el paralipmeno como un sistema-mundo-histrico. El trminoparalipmeno lo empleamos especialmente por dos motivos: uno, por su signi-ficado de crnicas olvidadas, ya que el olvido juega un papel de primer ordenen la historia; y el segundo, por su relacin con Israel, primero de los pueblos conuna marcada conciencia histrica semejante a como hoy la entendemos, de con-suno a las diversas consecuencias que de la misma historialidad derivaban losjudos. El prurito de los analystes comienza con su rechazo al concepto sistema,al interpretarlo como objetivante y cosificador; nosotros, empero, definimos eneste caso sistema como un complejo relacional, lo cual satisface las obje-ciones mentadas. Mundo e histrico no precisan, en primera instancia, ma-yoresaclaraciones,siendoelutillajequellamamosestructuraelsiguienteconceptocuestionado,mximetraslassuperacionesestructuralistasypostes-tructuralistas; aqu colegimos una confusin en las atribuciones conceptuales, yaque la organizacin es la parte invariante de un sistema, sin que por ello seala susodicha ningn freno al proceso que se desarrolla desde la misma. La orga-nizacin es una contextualidad, un ncleo basal, y no un dispositivo mecani-cista105. Ergo, que lo permanente no excluye lo cambiante, lejos de ser una pa-radoja,esunaevidenciafundamentalparatodahistoriacin;conunsencilloejemplo ilustramos nuestro aserto: el hombre, en su constante reproduccin y des-arrollo, no ceja de cambiar al advenir nuevos hombres entretanto van muriendomuchos otros, empero todos somos hombres y, todava ms, cada hombre vacambiando a lo largo de su vida sin por ello dejar de ser la misma persona. Muybien lo expresa Toynbee, al decir que al fin y al cabo, si un vehculo ha de ade-lantar por el curso que haya establecido su conductor, tendrn que sostenerlo rue-das que giren montonamente106.No vamos a poder desgranar toda la potencialidad del paralipmeno, comose sobrentiende, dado el escaso espacio de una seccin en un artculo; mas da-remos a continuacin un cumplido resumen del mismo107, tras anotar algunascuestiones previas.JULES VERNE Y H. P. LOVECRAFT O UNAS TEORAS PARA LA HISTORIA29BROCAR, 36 (2012) 7-52104. La protencin es una cierta e indisociable anticipacin de la siguiente fase a per-cibir del objeto que estamos percibiendo, apud la fenomenologa del tiempo de HUSSERL, Ed-mund: Lecciones de fenomenologa de la conciencia interna del tiempo. Madrid, Trotta, 2002,pp. 73s. 105. Esto mismo es lo defendido por Reinhart Koselleck, en GADAMER, Hans G. y KO-SELLECK, Reinhart: Historia y hermenutica. Barcelona, Paids-ICE/UAB, 1997, p. 70, cuandodefine a su Histrica [como] la doctrina de las condiciones de posibilidad de historias.106. TOYNBEE, Arnold J.: La civilizacin puesta a prueba. Buenos Aires, Emec, 1954, p. 22.107. El necesario despliegue de toda la teortica implcita en el paralipmeno es una delas partes principales de nuestra tesis doctoral (su ttulo provisional es: La ltima Edad), toda-va en curso. La primera cuestin antecedente es la del lenguaje, mxime hoy, porque tanto la narratologa formalista como la semitica estructural, coma-dres del giro lingstico, ms preocupadas por establecer un sistema in-terrelacionaldecarcteraxiomticoindiferentealarealidadextralin-gsticaquepordeterminarlasincidenciastropolgicasdedichaestructura acrnica en la coincidencia histrico-efectual, han ignorado[] la [historialidad] constitutiva de la funcin narrativa, a saber, la dia-crona inherente a la historia contada, el decurso teleolgico vinculadoa su representacin.108Abundando en esto mismo en muchos de sus trabajos, piensa Ricoeurque la filosofa tiene la tarea principal de volver a abrir el camino dellenguaje hacia la realidad, en la medida en que las ciencias del lenguajetiendenadistender,sinoaabolir,elvnculoentreelsignoylacosa [siendo que] la intencin principal del lenguaje [] consiste en decir algosobre algo. [] Tomando como base el acto predicativo, el intentado109del discurso tiene por objeto algo real extralingstico, su referente. Mien-tras que el signo slo remite a otros signos en la inmanencia de un sistema,el discurso se refiere a las cosas. El signo difiere del signo; el discurso serefiere al mundo. La diferencia es semitica; la referencia, semntica. [E]ldiscurso [es] la mediacin entre el orden de los signos y el de las cosas.110Efectivamente, la referencialidad es la instancia ms bsica del lenguaje, puesa partir de la misma tenemos en el habla (y la escritura) la mejor forma de co-municacin del conocimiento y, asimismo, la mejor manera de formularlo111eincluso de adquirirlo; nuestro pensamiento, nuestra reflexin, nuestra memoriase producen y reproducen con el lenguaje, que es uno de los principales senti-dos del existir humano sino el principal de todos, siendo la mejor prueba desu eficacia la supervivencia hasta hoy de nuestra especie112, con sus adelantos yPASCUAL RAGA ROSALENY30BROCAR, 36 (2012) 7-52108. ARANZUEQUE, Gabriel y GABILONDO, ngel: Introduccin, en RICOEUR, Paul:Historia y narratividad. Barcelona, Paids, 1999, p. 11.109. El trmino intentado remite a aquello que el hablante desea o pretende decir, estoes, a la actualidad lingstica de lo que piensa, apud BENVENISTE, mile: Problemas de lin-gstica general (vol. II). Madrid, Siglo XXI, 1977, p. 226.110. RICOEUR, Paul: Historia, op. cit., pp. 41, 46 y 49.111. CERTEAU, Michel de: La escritura, op. cit.112. ELIAS, Norbert: Teora del smbolo, op. cit., p. 115-136 y passim, deja bien sentadoque la comunicacin por medio de un lenguaje o, en otras palabras, por medio de smbolossonoros socialmente regularizados, [permiti] la emancipacin simblica, [esto es:] la eman-cipacin de la accin humana del sometimiento dominante al estmulo del instante presente,[la cual es] un paso importante, muy decisivo sin duda en el camino de la humanidad haciasu posicin de especie [] dominante en la tierra (pp. 134s).adecuaciones humanistas a pesar de conllevar stos tantas barbaries. El lenguajenos acerca ms a la vida, a la realidad, en mayor medida de lo que al alimn nosabstrae y aleja de dichas vitalidad y realismo, porque el estudio de la naturalezasugierequeconoceralgoenlamentenoderogasuexistenciafueradelamente113.En orden a este conocimiento, desde el lenguaje elaboramos los conceptos,coligiendo el concepto como una palabra a la cual se le ha adherido un con-textodeexperienciaysignificadosociopoltico,siendopueslosconceptos[unos] concentrados de muchos contenidos significativos114. Aqu vamos a cen-trarnos sucinta y esquemticamente en los llamados conceptos de segundo or-den115o metaconceptos116cliolgicos, en concreto los cuatro ms lingsticos:comprensin,descripcin,explicacinynarracin;losmetaconceptosdemodo, tiempo y espacio, elididos ahora por estar tratados supra e infra, estnpresentes en todos los casos, ya que son centrales y estn involucrados en cual-quier contenido histrico117. Vamos pues a resumir a continuacin las etapas detoda historiacin, ya mentadas a propsito de la nota 65; empero, como el cua-dro que referimos da pie a diferenciar cuatro tipos de cliologa, lo hemos adap-tado, pues, en verdad, de lo que cabe hablar es de tres fases en la labor histo-riadora. Estos pasos, se dan siempre a partir de los datos recogidos en las fuentes,que nos suministran los datos y evidencias, tamizados en el marco general de re-ferencia (contexto) y por la teora empleada, y as: 1) La descripcin, que actade compiladora de datos, estara relacionada con la crnica, que pretende ideal -mente lograr una descripcin objetiva (o tan objetiva como sea posible) de losacontecimientos y hechos histricos; 2) La comprensin o empata, que actade analizadora del paso anterior, pretende entender la perspectiva (mentalidad,filosofa, creencias) de aquellos que vivieron en el pasado; y 3) La explicacin,que recrea el pasado mediante la narracin, tiene como meta explicar el cam-bio (del tipo que sea: social, econmico, poltico, ideolgico, etc.) [, buscando]identificarlascausasdelosacontecimientoshistricos[tanto]intencionales[como] estructurales118. Resta insistir, para cerrar esta cuestin, que el actual dis-curso historiogrfico integra las tres fases. JULES VERNE Y H. P. LOVECRAFT O UNAS TEORAS PARA LA HISTORIA31BROCAR, 36 (2012) 7-52113. APPLEBY, Joyce, HUNT, Lynn y JACOB, Margaret: La verdad sobre la historia. Santiagode Chile-Barcelona, Andrs Bello, 1998, p. 233.114. KOSELLECK, Reinhart: Futuro pasado, op. cit., p. 117.115. ASHBY, Rosalyn, DICKINSON, Alaric y LEE, Peter: Las ideas de los nios sobre la his-toria, en CARRETERO, Mario y VOSS, James F. (comps.): Aprender y pensar la historia. Bue-nos Aires, Amorrortu, 2004, 217-248 (cita en p. 218, mas desarrollada en todo el captulo).116. LIMN, Margarita: Conceptual change in history, en LIMN, Margarita y MASON,Lucia (eds.): Reconsidering Conceptual Change: Issues in Theory and Practice. Dordrecht, Kluwer,2002, pp. 259-289 (en particular, pp. 263-265, 270, 274-277 y 281).117. LIMN, Margarita: El fin de la historia en la enseanza obligatoria, en IZQUIERDO,Jess y SNCHEZ, Pablo (eds.): El fin de los historiadores, op. cit., pp. 87-111 (cita en p. 92).118. d., pp. 90s.La segunda cuestin gira en torno al concepto de campo de presencia119,el cual es una capa ms (o aura, si hablsemos desde la metafsica) de las querevisten a las personas: roles, expectativas, ideologas, prestigios, biografas, su-frimientos,creencias,conocimientos,mscaras Aura,porende,dispuestaamodo de contenedor de casi todas las restantes, ya que todo lo que nos consti-tuye conforma nuestra historia; bien lo dijo Ortega, al sentenciar que el hom-bre no tiene naturaleza, sino que tiene historia120, pues el sentido de nues-trosereslatemporalidad121.Sedesprendedelodichoqueenelcampodepresencia la temporalizacin de la vida humana reviste especial importancia, con-formndose as otra capa sobre la susodicha presencial, a la cual podemos de-nominar campo de historialidad122. Merleau-Ponty, por supuesto slo bajo surtulo conceptual, lo define como el momento que paso trabajando con, tras l,el horizonte del da pasado y, delante, el horizonte del atardecer y la noche [enque]tomocontactoconeltiempo,[donde]aprendoaconocerelcursodeltiempo123; dicha temporalizacin, al ser historializada contribuye a rellenar lasiempre expansiva cliosfera, no exenta claro est de sus zonas de sombra (losdesconocimientos) o materia oscura (por seguir emparentando con la termino-loga de las ciencias duras) y de sus zonas de penumbra (los olvidos). Cliosferaque es la suma y ms que la suma de todas las historias individuales y colecti-vas, por ms que la conozcamos sesgada, reducida por nuestro en todo casolimitado conocimiento historiogrfico o meramente histrico.La tercera cuestin es la de los documentos, que al menos desde Febvre yasabemos incuestionablemente que incluyen un amplsimo espectro de cuantopueda informarnos sobre el pasado; esta generalidad es susceptible de una se-gundagrandivisin124:laconocidadiferenciaentredatosduros(precisos,mensurables) y datos blandos que son lo contrario125. Empero, con demasiadafrecuencia los datos blandos son los valiosos y los duros los que son relativamentePASCUAL RAGA ROSALENY32BROCAR, 36 (2012) 7-52119. MERLEAU-PONTY, Maurice: Fenomenologa, op. cit., pp. 418-441.120. ORTEGA Y GASSET, Jos: Historia como sistema. Madrid, Revista de Occidente, 1975,p. 61.121. HEIDEGGER, Martin: Ser y Tiempo. Madrid, Trotta, 2003, p. 348. No hemos seguidofielmente la traduccin de Jorge E. Rivera, puesto que sustituimos del Dasein por de nues-tro ser para clarificar la frase, aunque el significado es el mismo; adems, preferimos tem-poralidad a temporeidad, por entender que el primer trmino se ajusta ms a la particularcualidad temporal humana.122. Este campo es asimismo un campo de fuerza; una serie de formas de organizar elpasado por y para partes interesadas que siempre proceden de algn lugar y con algn obje-tivo, y que les gustara llevar[nos] con ell[a]s por sus derroteros, siendo cada uno de nosotros,por supuesto, un constituyente de alguna de tales partes interesadas (JENKINS, Keith: Repensarla Historia. Madrid, Siglo XXI, 2009, p. 1).123. MERLEAU-PONTY, Maurice: Fenomenologa, op. cit., p. 423.124. La primera gran divisin es la que establece a las fuentes y a las noticias, ya co-mentada supra.125. BURKE, Peter: Sociologa, op. cit., p. 45. fciles de obtener, precisamente cuando necesitamos encontrar datos duros quesirvan de ndices fiables de los blandos126. Con todo, lo crucial es elaborar unatipologa flexible, polittica, donde ningn atributo es ni necesario ni suficientepara pertenecer a ese grupo o categora detectados, definindose as en fun-cin de un conjunto de atributos, de forma que cada entidad posee la mayorade los atributos y cada atributo es compartido por la mayora de las entidades127.Aqu, adems, podemos aplicar los conceptos de grupo o categora para el sen-tido investigador en general; si lo hacemos as, podremos referirnos tambin a losconjuntos de datos que conseguimos recopilar sobre un trasunto equis del pa-sado. Ergo, contando con una serie de informaciones, muchas veces slo reclu-tadas mediante el llamado anlisis de encuestas (no exento de indicios en algu-nos puntos contradictorios), lograremos establecer la interpretacin ms fiable delsuceso en cuestin; asimismo, va la atencin a los aspectos compartidos por lamayora de estas observaciones del pasado, lo mismo averiguaremos sobre susalcances y relaciones con otras ocurrencias simultneas (es decir, trabajaremoscon un ndice suficiente). De cualquier modo y en razn de esta gran utilidad da-tiva, no debemos olvidar que duros o blandos, los datos no nos proporcionarnrespuestas a nuestras preguntas a no ser que se ajusten, comprimindolos mso menos, en categoras, por descontado siempre sin descuidar que estas cate-goras [] los respeten lo mximo posible al tiempo que nos permitan llegar aconclusiones128. Asimismo, una poblacin o un conjunto, segn se trate de per-sonas o de datos, forma[n] una categora cuando sus miembros [o elementos]comparten una caracterstica que los distingue de los dems, constituyendo unared cuando sus miembros [o elementos] estn relacionados por el mismo vnculosocial o significativo y, por ltimo, una poblacin [o conjunto] compone[n] unacatnet [o telaraa] (categora + red) cuando se cumplen ambas condiciones: ca-ractersticas comunes y vnculos de unin129.La cuarta cuestin abunda asimismo sobre las categoras, puesto que un errorhermenutico bastante extendido pretende invalidar todas las especies absolu-tas. Desde los intentos de Foucault130, tal yerro viene a decir que esobvioquenopodemosconsideraresosobjetosintelectualescomo objetos naturales de los que slo cambiaran las modalidades his-tricas de existencia. La locura, la medicina, el Estado no son categoraspensables en el modo de lo universal y de las que cada poca particula-rizara el contenido. Detrs de la permanencia engaosa de un vocabu-JULES VERNE Y H. P. LOVECRAFT O UNAS TEORAS PARA LA HISTORIA33BROCAR, 36 (2012) 7-52126. WOOTTON, Barbara: Social Science and Social Pathology. Londres, Allen & Unwin,1959, p. 311.127. CLARKE, David L.: Analytical Archeology. Londres, Methuen, 1968, p. 37.128. BURKE, Peter: Sociologa, op. cit., pp. 47s. 129. TILLY, Charles: Grandes estructuras, op. cit., p. 46.130. Los primeros trabajos anti-Absoluto de Michel Foucault son: La Rponse au CercledEpistmologie (1960), LArchologie du Savoir (1969) y LOrdre du discours (1970). lario que es el nuestro, debemos reconocer no los objetos sino las obje-tivaciones que construyen cada vez una figura original.131Empleando una expresin de Veyne132, pero justo al contrario de como l lohace, descubrimos la falacia de la argumentacin anterior, ya que en este mundojugamos al ajedrez con figuras eternas: el rey, el alfil, el pen, y son las jugadas,las trampas y las partidas aquello que tras las sucesivas configuraciones sobre eltablero resultan la historia. Otro asunto es que haya una fecha, y un desarrolloacotado, de los particularismos nacidos de las categoras universales; verbigra-cia, la locura es una enfermedad del hombre definible como la enfermedadmental133, universal y por ello permanente categorizacin que no niega, empero,la interpretacin dada a la misma y sus divisiones y parientes134a lo largo de laspocas y grupos humanos. Es decir, no cabe confundir construccin de un sen-tido con el autntico sentido sobre el que se opera el constructo; ejemplos hay-los a miles: que el Sol fuese considerado en algunos cronotopos como una dei-dad, por mentar un ejemplar clsico, no hace que nuestro astro deje en ningnmomento de ser una estrella. Distinto caso es el de las pseudocategoras, comola de Estado, pues el mismo s es una objetivacin de una categora: la de Go-bierno; en esta ltima, efectivamente, vemos expresada su condicin universal,requisito ineludible para poder detectarla como categora, dado que gobierno deunos hombres sobre otros lo ha habido siempre con independencia de su cali-dad y cantidad. Como nos recuerda Croce135:Las categoras no cambian, ni siquiera con el cambio que se llama en-riquecimiento, porque ellas mismas son las que operan el cambio, puessi el principio de cambio cambiara tambin, el movimiento se detendra.Lo que cambia y se enriquece no son las categoras, sino nuestro conceptode las categoras que va recogiendo en s todas las nuevas experienciasmentales, de modo que nuestro concepto, por ejemplo, del acto lgico,ha ganado ya en malicia y defensa ms de lo que tena el de Scrates yAristteles, y, sin embargo, tales conceptos, ms pobres o ms ricos, noseran conceptos del acto lgico si la categora de logicidad no per-maneciera constante e identificable en todos ellos.PASCUAL RAGA ROSALENY34BROCAR, 36 (2012) 7-52131. CHARTIER, Roger: El mundo como representacin. Estudios sobre historia cultural. Bar-celona, Gedisa, 2005, p. 42. 132. VEYNE, Paul: Comment on Ecrit lHistoire Suivi de Foucault Rvolutionne lHistoire.Pars, Seuil, 1978, p. 236.133. OCHOA, Elena F. L. (coord.): Presentacin, en KASSEM, Santiago, OSCAR, Arturoy UNCAL, Jos M.: La locura. Madrid, Santillana, 1996, pp. 8-9 (cita en p. 8).134. As: psico