JUICIO MORAL Y DEMOCRACIA · modelos de investigaciÓn bioÉtica sin animales ... jose félix...

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JUICIO MORAL Y DEMOCRACIA RETOS DE LA ÉTICA Y LA FILOSOFÍA POLÍTICA ANDRÉS RICHART MARINA GARCÍA-GRANERO CÉSAR ORTEGA ESQUEMBRE LIDIA DE TIENDA PALOP (Editores)

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  • JUICIO MORAL Y DEMOCRACIA

    RETOS DE LA TICA Y LA FILOSOFA POLTICA

    ANDRS RICHART

    MARINA GARCA-GRANERO

    CSAR ORTEGA ESQUEMBRE

    LIDIA DE TIENDA PALOP

    (Editores)

  • A. Richart, M. Garca-Granero, C. Ortega Esquembre y L. de Tienda Palop (Eds.): Juicio moral y democracia. Retos de la tica y la filosofa poltica. Granada: Comares, 2018.

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    Imagen de la portada: Anders Bang Los autores

    Editorial Comares, S.L. Polgono Juncaril C/ Baza, parcela 208 18220 Albolote (Granada) Tlf.: 958 465 382 https://www.comares.com E-mail: [email protected] https://www.facebook.com/Comares https://twitter.com/comareseditor

    ISBN: 978-84-9045-661-3 Depsito legal: Gr. 408/2018

    Impreso en Espaa

  • A. Richart, M. Garca-Granero, C. Ortega Esquembre y L. de Tienda Palop (Eds.): Juicio moral y democracia. Retos de la tica y la filosofa poltica. Granada: Comares, 2018.

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    SUMARIO PRLOGO ................................................................................................................................................. 7 Adela Cortina y Juan Carlos Siurana

    1. PONENCIAS PLENARIAS 1.1. ARTCULOS

    VALOR BIOLGICO Y JUICIO MORAL ........................................................................................................ 12 Jess Conill-Sancho PROPUESTA DE NEUROTICA NO NATURALISTA ....................................................................................... 24 Javier Gracia Calandn CONTRIBUCIONES DE LA NEUROEDUCACIN PARA UNA EDUCACIN DEMOCRTICA ............................. 37 Daniel Pallars-Domnguez VIRTUDES CORDIALES. EN QU Y PARA QU EDUCAR? EN BUSCA DE UNA NUEVA CIUDADANA .......... 49 Mara Jos Codina Felip LAS NEUROCIENCIAS Y LOS CREADORES DE OPININ .............................................................................. 67 Jos Ramn Amor Pan PROPUESTAS PARA REGULAR LA ATENCIN AL FINAL DE LA VIDA. FINAL DE LA VIDA DESDE LA PERSPECTIVA DE LA MEDICINA INTENSIVA CON LA ALTA TECNOLOGA DEL SOPORTE VITAL .............. 87 Vicent Lpez Camps

    1.2. ENSAYOS DEMOTICA Y DEMOCRACIA ................................................................................................................... 103 Diego Gracia ALGUNAS REFLEXIONES PARA UNA EDUCACIN PARA LA DEMOCRACIA .............................................. 108 Koldo Martnez Urionabarrenetxea

    2. TICA, JUSTICIA, JUICIO MORAL Y DEMOCRACIA. 2.1. NUEVOS RETOS DESDE LA TICA, LA JUSTICIA Y LA DEMOCRACIA.

    SENTIDO, SUFRIMIENTO, FORMACIN EN BIOTICA Y DEMOCRACIA .................................................... 116 Ana Risco Lzaro DERECHOS HUMANOS DE CUARTA GENERACIN: ALGUNAS REFLEXIONES PARA UNA CIUDADANA RESPONSABLE .......................................................................................................................................... 127 Paulina Morales Aguilera POR QU LA EXPLOTACIN ES INJUSTA? UN REPASO CRTICO Y SNTESIS DE LAS DIFERENTES PERSPECTIVAS FILOSFICAS ................................................................................................................... 138 Jaime Ibez Cano LA OBJECIN DE CONCIENCIA ES UN CASO DE PRIVACIDAD MORAL? .................................................. 149 Francesco Biondo CONTEXTOS HOLSTICOS BASADOS EN FILOSOFA, MATEMTICAS E INGENIERA PARA LA GESTIN RESPONSABLE DE LOS BIENES COMUNES ................................................................................................. 158 Miriam Molinar, Ruth Rodrguez y Rafael Bourguet LA TICA APLICADA A LA GESTIN DE LA CONTAMINACIN DEL AIRE ................................................. 168 Luis Rosas-Cobos y Pedro M. Sasia-Santos LO TRANS Y LO DIVERSO FUNCIONAL. ALIANZAS SUBVERSIVAS PARA NUEVAS MIRADAS EN BIOTICA .................................................................................................................................................. 180 Soledad Arnau Ripolls EL DALAI LAMA: LA NECESIDAD DE LA TICA EN EL NUEVO MILENIO ................................................. 192 Miriam Gmez Valverde

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    2.2. PLURALISMO Y RECONOCIMIENTO LA INTERCULTURALIDAD A TRAVS DEL REALISMO CONSTRUCTIVO .................................................... 203 Lidia de Tienda Palop RECONOCIMIENTO Y TICA DEL HUMOR. ABORDAJE DE UNA NUEVA TEORA TICA DESDE EL RECONOCIMIENTO ................................................................................................................................... 212 Alfonso Fabregat Rosas JUSTICIA SOCIAL, RECONOCIMIENTO Y RENTA BSICA ......................................................................... 222 Javier Mndez-Vigo Hernndez EL RECONOCIMIENTO EN PERSPECTIVA NEUROTICA COMO CLAVE PARA EL DESARROLLO MORAL DE LAS PERSONAS .......................................................................................................................................... 233 Javier Gracia Calandn APORTACIONES DEL CONCEPTO NATURALEZA HUMANA HABERMASIANO DE CARA A LA DIALCTICA ENTRE MORALIDAD Y ETICIDAD .............................................................................................................. 244 Marina Garca-Granero

    2.3. TICA DE LAS PROFESIONES FORMACIN DE LOS PROFESIONALES DE LA EDUCACIN EN RELACIN A LA ENSEANZA DE LA TICA. DE LOS PLANES Y PROGRAMAS A LAS PRCTICAS EDUCATIVAS. SEGUNDA PARTE .............................. 257 Nirian Carbajal Rodrguez1 TICA EN INGENIERA BIOMDICA: PROBLEMAS Y DESAFOS EN LA FORMACIN DE PROFESIONALES ...... 275 Jos-Flix Lozano UN LUGAR PARA LA PROFESIN DE ABOGADO DENTRO DE LA TICA DE LAS PROFESIONES JURDICAS ...... 288 Jos Javier Garca Deltell UNA PROPUESTA DE ARTICULACIN DE LA TICA DE LA INGENIERA CIVIL ......................................... 301 Ester Gimnez Carb

    2.4. EDUCACIN Y NEUROEDUCACIN NEUROEDUCACIN PARA LA DEMOCRACIA Y LA IGUALDAD .................................................................. 314 Sonia Reverter-Ban y Maria Medina-Vicent TICA, NEUROCIENCIAS Y EDUCACIN POLTICA. LA LIBERTAD INDIVIDUAL EN ENTREDICHO. REAFIRMAR LA LIBERTAD POLTICA ...................................................................................................... 326 John Fitzgerald Martnez Vargas EDUCACIN PARA EL DESARROLLO. EL RETO DE LA JUSTICIA GLOBAL EN EL MBITO EDUCATIVO ... 337 Isabel Tamarit Lpez VIRTUD CVICA PARA UNA CIUDADANA EN TIEMPOS DE NANOTECNOLOGA ....................................... 348 Marcelo Fernndez Pavlovich CINE-FRUM: INTERVENCIN PARA EL DESARROLLO DEL JUICIO MORAL EN EL MBITO PENITENCIARIO. TALLER DE VALORES ................................................................................................... 359 Jos Antonio lvarez y Clara Gimeno Navarro FILOSOFA E INFANCIA. ESTUDIO DE CAMPO SOBRE LA TERTULIA DIALGICA .................................... 373 Maria Orts Garcia UN MODELO DE ENSEANZA DESDE LA UNIVERSIDAD: CONSTRUCCIN DE COMPETENCIAS Y VALORES PARA EL FUTURO PROFESIONAL SOCIALMENTE RESPONSABLE ............................................................. 387 Manuel Mart-Vilar y Marta Marcos Moliner LA PRENSA DIGITAL COMO RECURSO PARA LA ENSEANZA DE LA BIOTICA EN LA FACULTAD DE ENFERMERA EN LA UNIVERSIDAD DE MURCIA ..................................................................................... 404 Inmaculada Alburquerque Moreno y Mara Jos Torralba Madrid

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    3. CUESTIONES TICAS EN EL MBITO CIENTFICO. 3.1. BASES BIOLGICAS Y NEURONALES DE LA CONDUCTA MORAL.

    BASES BIOLGICAS DE LAS CONDUCTAS PROSOCIALES: DE LO SOCIAL A LO MORAL ........................... 422 Andrs Richart CONDUCTA PROSOCIAL: REGIONES CEREBRALES IMPLICADAS ............................................................ 433 Ferran Suay, Manuel Mart-Vilar y Susana Lpez Tarn APORTACIONES DE LAS NEUROCIENCIAS AL RAZONAMIENTO MORAL .................................................. 450 Ana M. Costa Alcaraz, Ada I. Ruiz Ripoll y Juan F. Vzquez Costa APORTACIONES DEL PRIMATLOGO F.B.M. DE WAAL AL DEBATE EN TORNO A LAS BASES BIOLGICAS DE LA MORALIDAD ................................................................................................................................... 467 Albert Muoz Miralles EL INSTINTO MORAL COMO PROTOMORAL. UN ENSAYO DE NEUROTICA DESDE EL PENSAMIENTO DE ZUBIRI ...................................................................................................................................................... 478 Jess A. Fernndez Zamora SENTIMIENTOS Y BIOTICA: LA IMPORTANCIA DE LA DIMENSIN EMOCIONAL ................................... 488 Diego Jos Garca Capilla y Mara Jos Torralba Madrid BIOTICA: DEL SENTIMIENTO DE COMPASIN NACE EL DESEO DE JUSTICIA ........................................ 498 T. Ventura, P. Vela, V. Mart, M. J. Ballestn y J. C. Marco

    3.2. CUESTIONES TICAS EN PERSPECTIVA NEUROCIENTFICA Y PSICOLGICA PUEDE UTILIZARSE LA PROSOCIALIDAD APLICADA AL TABAQUISMO? ................................................ 508 Susana Calvo Pascual y Manuel Mart-Vilar NEUROCIENCIA Y VULNERABILIDAD DEL MENOR: INTERNET................................................................ 521 Mara de los ngeles Crespo Snchez-Caamares, Salvador Mrida Donoso y Francisco Javier Romero Gmez DETERMINISMO Y LIBERTAD: RETROSPECTIVA HISTRICA ANTE LA ACTUALIDAD DE LA NEUROTICA ... 536 Pedro Jess Prez Zafrilla NEUROTEOLOGA FUNDAMENTAL, UNA PROPUESTA TICA DE LA INTERIORIDAD ................................ 546 Montserrat Escribano-Crcel

    3.3. NUEVAS TECNOLOGAS E INVESTIGACIN MODELOS DE INVESTIGACIN BIOTICA SIN ANIMALES ........................................................................ 562 Bruno Falc Penads MORAL ENHANCEMENT: NEUROCIENCIAS AL SERVICIO DE LA TICA .................................................... 574 Virginia Ballesteros IMPLICACIONES TICAS DEL USO DE CLULAS MADRES CON FINES DE MEJORA HUMANA ................... 587 Daniel Peres Daz y Marta Cabrera Miquel CMO PUEDEN AFECTAR LOS TEST GENTICOS A LOS DERECHOS FUNDAMENTALES? UNA BREVE APROXIMACIN ........................................................................................................................................ 598 Juan Mara Martnez Otero ARTCULO 28 DE LA LEY 20.584 DE DERECHOS Y DEBERES DE LOS PACIENTES DE CHILE Y SU REPERCUSIN EN LA INVESTIGACIN CIENTFICA. UNA MIRADA DESDE EL TRABAJO DE LOS COMITS DE TICA DE LA INVESTIGACIN ............................................................................................................ 610 Natalia Gonzlez Cifuentes DEFINICIN Y EVALUACIN DE LA INVESTIGACIN E INNOVACIN RESPONSABLE EN HORIZON2020: UNA PERSPECTIVA CRTICA ..................................................................................................................... 617 Irene Monsons-Pay, Jose Flix Lozano, Mnica Garca-Meln

    4. BIOTICA Y DEMOCRACIA EN EL MBITO SANITARIO 4.1. LA TICA EN EL MBITO SANITARIO

    EL PAPEL DEL HUMOR TICO EN LOS CUIDADOS DE LA SALUD .............................................................. 634 Juan Carlos Siurana Aparisi y Ana M. Costa Alcaraz

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    CONSIDERACIONES TICO-LEGALES ACERCA DE LA MUTILACIN GENITAL FEMENINA DESDE UNA PERSPECTIVA ENFERMERA ...................................................................................................................... 645 Aurora Mara Rubio Hervs y Josefa Muoz Snchez OTRO MODELO DE RELACIN MDICO-PACIENTE: DE LA AUTONOMA DEL ENFERMO A LA OBJECIN DE CONCIENCIA DEL PERSONAL SANITARIO ................................................................................................. 658 Beltrn Jimnez Villar VISIN DE LA MULTICULTURALIDAD DESDE UN SERVICIO DE URGENCIAS INFANTILES: LNEA ABIERTA AL DESARROLLO DE COMPETENCIAS TRANSVERSALES EN LA FORMACIN E.I.R. ................................ 670 Jos Martn Rodrguez, Mara Victoria Zaragoza Campos, Estrella Leva Jumilla, Miguel Martn Rodrguez, Mara Jos Hernndez Ruiprez y Mara Esther Ordez Ordez LA BIOTICA Y LA SALUD PBLICA. EL EQUILIBRIO ENTRE EL INTERVENCIONISMO BENEVOLENTE Y LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS ................................................................................................. 684 Frdric Mertens de Wilmars TOMA DE DECISIONES TICO-LEGALES POR PROFESIONALES SANITARIOS EN SITUACIONES DE URGENCIA-EMERGENCIA: APLICACIN DE LA BIOTICA CLNICA DENTRO DEL MARCO DEONTOLGICO Y LEGAL BRITNICO ................................................................................................................................ 694 Diego Jos Garca Capilla, Mara ngeles Navarro Pern y Alfonso Rubio Navarro ASESORA A LOS COMITS DE TICA DE INVESTIGACIN CIENTFICA DE LA UNIVERSIDAD MDICA DE VILLA CLARA: PRINCIPIOS BIOTICOS DE REFLEXIN .......................................................................... 706 Mara del Rosario Len Beovides, Migdalia Rodrguez Rivas, Rayza Mndez Triana, Alain Len Medina, Osvaldo Norman Montenegro TICA DE LA RISOTERAPIA: UNA FORMACIN NECESARIA EN TERAPIAS COMPLEMENTARIAS PARA PROFESIONALES DE ENFERMERA ........................................................................................................... 730 Mnica Garca Domingo SON ENFERMOS REALES LOS PACIENTES ESTTICOS? LA BIOTICA ANTE LA ATENCIN DE DUDOSAS PATOLOGAS ............................................................................................................................................. 745 Emilio Garca-Snchez GUA DE CUIDADOS NARRATIVOS: UNA PROPUESTA PRCTICA ............................................................. 755 Beatriz Ogando Daz y Eduardo Tejera Torroja

    4.2. PROBLEMAS TICOS EN RELACIN AL PRINCIPIO Y AL FIN DE LA VIDA. LA EDAD COMO DESAFO BIOTICO: UN ANLISIS DIALCTICO ............................................................ 768 M ngeles Navarro Pern y Manuel Olmedo Valderrama OPTIMALISMO EN EL FINAL DE LA VIDA. SI PUEDES ELEGIR TU GINECLOGO POR QU NO TU PALIATIVISTA? ......................................................................................................................................... 775 Elena Hortelano Martnez, Amparo Hortelano Martnez y M. Jos Merino Plaza. EL DOLOR EN EL PACIENTE PALIATIVO DESDE LA FENOMENOLOGA DE JEAN WATSON ..................... 787 Rubn Muoz Aznar EL INTERCAMBIO ACCIDENTAL DE EMBRIONES Y LAS CUESTIONES TICO JURDICAS QUE IMPLICA EN LA DETERMINACIN DE LA FILIACIN ......................................................................................................... 801 Luca Aparicio Chofr LA INTERPRETACIN DEL ACTO SUICIDA COMO BASE PARA EL JUICIO MORAL .................................... 812 Jaime Vilarroig Martn, Juan Miguel Esteve y Lorena Andrs Soto VOLUNTADES ANTICIPADAS: CASO COSTA RICA ................................................................................... 823 Randall Jimnez Retana EUTANASIA Y SUICIDIO EN TIEMPO DE AMPARO POCH Y GASCN ........................................................ 837 Concha Gmez Cadenas, Jess Herrero Gmez, Nani Granero Moya, Mara Teresa Lanez Lorente, Concha Thomson Llisterri. MEDICINA Y EUGENESIA EN EL PRINCIPIO ESPERANZA DE ERNST BLOCH ............................................. 850 Francisco Martorell Campos

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    PRLOGO

    El presente libro se titula Juicio Moral y Democracia, y contiene un buen

    nmero de interesantes colaboraciones que abordan ambos trminos desde una amplia

    diversidad de perspectivas.

    Hemos utilizado la expresin juicio moral y no juicio tico, una distincin

    que podramos ahora recordar.

    El juicio moral es una opinin meditada sobre la bondad o maldad de las

    intenciones, los actos y las consecuencias de los actos de un ser humano o de un grupo de

    seres humanos.

    El juicio tico sera el que nos condujo a aceptar como vlida aquella concepcin

    moral que nos sirvi como referencia para nuestro juicio moral.

    As pues, aunque en este libro hemos centrado nuestra atencin en el juicio moral,

    el juicio tico estar presente, a lo largo de todas sus pginas, como tarea fundamentadora.

    Lo contrario de la fundamentacin es el dogmatismo, que consiste en inmunizar

    determinadas afirmaciones o prescripciones frente a cualquier crtica. La Filosofa, en

    cambio, pretende establecer argumentativamente unos principios universales,

    orientadores del conocimiento y de la accin, que puedan aspirar a ser comprendidos y

    aceptados por todos. Y es precisamente cuando nos acostumbramos a argumentar frente

    a otros, cuando la democracia se revitaliza y muestra todo su sentido.

    Analizar el juicio moral, en las profesiones, en las organizaciones y en la sociedad

    civil, es el mejor camino para construir una verdadera democracia.

    Este libro recoge una seleccin de las contribuciones que se presentaron en el IV

    Congreso Internacional de Biotica, titulado Juicio Moral y Democracia, celebrado en

    Valencia, del 7 al 9 de noviembre de 2016.

    Se trat de un Congreso organizado por el Grupo Interuniversitario de

    Investigacin en ticas Aplicadas y Democracia, dirigido por la profesora Adela Cortina,

    por el Grupo de Investigacin en Biotica de la Universitat de Valncia, dirigido por el

    profesor Juan Carlos Siurana, y por la Red Iberoamericana de Grupos de Investigacin

    en Biotica. Este Congreso haba tenido tres anteriores precedentes en 2010, 2012 y 2014,

    con gran asistencia y participacin.

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    Queremos expresar nuestro ms sentido agradecimiento al hecho de que esta

    cuarta edicin del Congreso recibiera, en la mesa de apertura, el apoyo por parte de la

    Facultad de Filosofa y Ciencias de la Educacin de la Universitat de Valncia, el de la

    propia Universitat de Valncia, y de la Generalitat Valenciana, con la amable presencia

    de las personalidades que las representaban.

    Este nuevo congreso pretenda mantener la llama de los anteriores, y se articulaba

    en torno a dos conceptos que son centrales para construir una mejor sociedad: el juicio

    moral y la democracia.

    El programa que habamos elaborado estaba pensado para viajar al centro

    neurlgico de esta problemtica:

    El primer da, lunes 7 de noviembre, comenzamos con una conferencia de la

    profesora Adela Cortina titulada Juicio moral y democracia, que ofreci un marco para

    la totalidad del congreso. Flavio Comim estableci la relacin entre desarrollo y

    democracia, y, por la tarde, disfrutamos de la mesa redonda titulada Juicio Moral,

    Justicia y Democracia en perspectiva neurotica, a cargo de Javier Gracia, Domingo

    Garca Marz y Jess Conill.

    El segundo da, martes 8 de noviembre, ric Racine explor el pragmatismo

    filosfico en el contexto de la neurotica, con teora y ejemplos, y Andrea Slachevsky nos

    mostr sus trabajos sobre el llamado cerebro social. Por la tarde, Daniel Pallars, Mara

    Jos Codina y Koldo Martnez, abordaron la necesaria tarea de educar para la democracia.

    El tercer y ltimo da de nuestro Congreso fue el mircoles 9 de noviembre. Ese

    da comenzamos con la conferencia de Jos Ramn Amor Pan, sobre las neurociencias y

    los creadores de opinin. Luego, Diego Gracia nos ilustr estableciendo conexiones entre

    la demotica, es decir, la tica de la poblacin, y la democracia. Terminamos las sesiones

    plenarias del congreso con una mesa titulada Propuestas para regular la atencin al final

    de la vida, en la que participaron Javier Jdez, Vicent Lpez y Juan Carlos Siurana,

    donde se foment el debate sobre este tema tan actual.

    Se afrontaron las cuestiones del congreso desde la pluralidad de perspectivas y

    disciplinas.

    Estas ponencias y mesas centrales del Congreso fueron complementadas con ms

    de 100 comunicaciones libres, presentadas por investigadores e investigadoras de toda la

    geografa espaola y del extranjero, que enriquecieron enormemente el debate y permiti

    reforzar los lazos entre aquellas personas que trabajan sobre temas de inters compartido.

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    Quisiramos ahora aadir, tambin, unas palabras de agradecimiento a los

    miembros del Comit Organizador, por su inestimable contribucin para que todo pudiera

    llevarse a cabo, y de modo especial, a la persona que asumi la secretara del Congreso,

    Mara Jos Codina, cuya labor fue impecable, como en las ocasiones anteriores.

    Hoy, adems, queremos agradecer la labor de los co-editores del presente libro:

    Andrs Richart, Marina Garca-Granero, Csar Ortega Esquembre y Lidia de Tienda

    Palop. Les expresamos todo nuestro reconocimiento por su rigurosa revisin de los

    materiales elaborados por las personas que presentaron ponencias o comunicaciones en

    el congreso, y por supervisar que el libro tuviera la calidad que finalmente ha tenido.

    Por ltimo, concluiremos este prlogo haciendo una referencia al logotipo que

    representaban al congreso y que ha quedado tambin reproducido en la portada del libro.

    El logotipo es una escultura del artista dans Anders Bang y entendemos que

    expresa de un modo enigmticamente fiel, el tema de nuestro congreso.

    Para nosotros, el cerebro que aparece en esta escultura representa el punto de vista

    de las neurociencias, desde el cual analizamos actualmente nuestra manera de pensar y

    de sentir. El cerebro est situado sobre un espejo. Con el espejo, recogemos la idea del

    juicio, un juicio que refleja al propio individuo lo que para l son las cosas y el valor que

    les concede. Pero todava hay ms elementos en juego: el objeto de la reflexin y, a la

    vez, el soporte de ella, es la vida. La vida queda representada en nuestro logotipo con el

    tronco del rbol. Un tronco que ha tardado aos en alcanzar el tamao que percibimos,

    pero que ha sido seccionado, y ahora es pensado.

    En este libro analizamos la vida en los hospitales y en la sociedad en su conjunto,

    pero tambin la vida que se desarrolla humanamente, y el final de la vida. El juicio moral

    es por ello, sobre todo, un juicio de inters para la biotica, como tica de la vida.

    La otra idea central que queramos expresar con el logotipo, se logra al observar

    varias fotos de la misma escultura desde diversas perspectivas. De hecho, las perspectivas

    llegan a ser tan diferentes que podemos dudar de que se trate de la misma escultura, pero

    s, es la misma en todos los casos. As es como hemos querido representar a la democracia.

    Para aprender a vivir en democracia, es necesario pensar, reflexionar, pero tambin

    asumir el punto de vista de los otros sobre nuestros pensamientos. Aprender a vivir en

    democracia es aprender a mirarnos como nos ven los dems, a intentar comprenderles y,

    sobre todo, a comprendernos mejor con ello a nosotros mismos. Vivir en democracia es

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    crecer en nuestra visin del mundo, gracias al dilogo sincero con los que piensan

    diferente.

    Este libro pretende, analizando el propio juicio moral, mostrar el camino para

    construir una mejor democracia, que llegar si cada uno de nosotros asume su

    responsabilidad, en tan necesaria tarea.

    La elaboracin del presente libro se inscribe en el marco de los Proyectos de

    Investigacin Cientfica y Desarrollo Tecnolgico FFI2013-47136-C2-1-P y FFI2016-

    76753-C2-1-P, financiados por el Ministerio de Economa y Competitividad. Tambin se

    inserta en el marco de las actividades del Grupo de Investigacin de Excelencia

    PROMETEO 2014II/082, ticas aplicadas y Democracia, financiadas por la

    GENERALITAT VALENCIANA.

    Adela Cortina y Juan Carlos Siurana

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    1. PONENCIAS PLENARIAS

    1.1. ARTCULOS

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    VALOR BIOLGICO Y JUICIO MORAL

    Jess Conill-Sancho

    Universidad de Valencia

    Resumen: En este trabajo1 se pretende destacar el trasfondo valorativo del juicio moral, a partir de la nueva

    perspectiva de las neurociencias. La capacidad judicativa est radicada en el cuerpo e impregnada de

    valores, emociones y sentimientos, lo cual no implica aceptar la interpretacin naturalizadora de la

    cognicin humana.

    Palabras clave: valoracin, juicio, vida, emocin, neurociencia, homeostasis.

    Biological Value and Moral Judgment

    Abstract: This article intends to stand out the value background of the moral judgment, taking into account

    the advances in neurosciences. Capacity of judgment is embodied contains values, emotions and sentiments,

    but this doesnt imply to accept the naturalization of human cognition.

    Keywords: value, judgment, life, emotion, neuroscience, homoeostasis.

    1. El valor biolgico

    En los ltimos tiempos se ha puesto reiteradamente de manifiesto el papel de las

    emociones en el juicio moral y en la toma de decisiones. Damasio propuso la hiptesis

    del marcador somtico2 como punto de partida de su exploracin del papel de la

    emocin en la toma de decisiones; y, por su parte, Kahneman y Tversky recurrieron a la

    emocin para dar cuenta de algunas anomalas en la toma de decisiones en la vida

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    econmica (Kahneman, 2012). El concepto usado de emocin expresa un complejo

    mundo de impulsos y motivaciones, cuyos elementos constituyentes son la recompensa y

    el castigo.

    Estas investigaciones contribuyeron a reavivar el inters por la neurociencia de las

    emociones (Le Doux, 1996; Damasio, 1994; Changeux, 1983, 2010; Edelman, 1987;

    Edelman y Tononi, 2000; Morgado, 2007, 2012), a la que Damasio aport una distincin

    entre la emocin (un programa de accin) y el sentimiento (el resultado consciente,

    cognitivo, del programa de accin)3, como dos niveles diferentes de los procesos neurales.

    Y al intentar llegar al nivel ms bsico de la emocin, que incluye los subprocesos

    neurales de la regulacin vital basada en la sealizacin de la recompensa y el castigo,

    Damasio descubri que en ese nivel bsico de la vida lo decisivo viene a ser lo que expresa

    la nocin de valor biolgico.

    A su juicio, la idea del valor biolgico es omnipresente en el pensamiento

    contemporneo del cerebro y la mente (Damasio, 2010b: 83). En general, cualquier

    estudio sobre la emocin remite a la cuestin de la vida y el valor, a la recompensa y el

    castigo, los impulsos y las motivaciones, a travs de los cuales opera el principio del valor

    y que intervienen en la regulacin de la vida, primero de forma automtica, hasta que

    empiezan a ser revelados por las mentes conscientes en forma de sentimientos (Damasio,

    2010b: 173-175).

    Este estudio neurofisiolgico de las emociones no debera olvidar su radicacin

    somtica. Pues la maquinaria de la toma de decisiones en todos los asuntos sociales

    empez como rutinas reguladoras de la vida en la fisiologa del cuerpo. Ese es el sentido

    bsico del llamado marcador somtico, que es fruto de la experiencia de haber tenido

    que enfrentarse a situaciones en las que se requera tomar una decisin (sean las

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    emociones conscientes o no). El cuerpo es fundamento de la mente consciente, las

    estructuras cerebrales del denominado proto s mismo se hallan vinculadas al cuerpo y

    sus productos ms elementales son los sentimientos primordiales (Damasio, 2010b: 44-

    45). Estas sensaciones proporcionan una experiencia directa del propio cuerpo vivo,

    desprovista de palabras y relacionada slo con la pura existencia (Damasio, 2010b: 47;

    Ortega y Gasset, 2004: vol. II, 566-592; Lan, 1989). Con la adquisicin de la conciencia

    se pueden lograr una gestin y un cuidado ms eficientes de la vida. Pero el valor

    biolgico es lo que posee un rango primordial en la regulacin biolgica, que consiste en

    un proceso dinmico denominado homeostasis, en un comportamiento adaptativo que

    empieza ya en los seres vivos unicelulares.

    Cuando emerge la mente consciente como en los seres humanos, surgen mediante

    un salto extraordinario nuevos dispositivos de regulacin, propios de una homeostasis

    sociocultural (Damasio, 2010b: 54; Changeux, 2010: 135). Pero, segn Damasio, tanto

    la homeostasis bsica como la sociocultural operan conservando el valor biolgico y

    promoviendo el mismo objetivo: la supervivencia. Slo que en el caso de la homeostasis

    sociocultural tal objetivo incluye tambin la bsqueda deliberada del bienestar. Lo que

    hacen los cerebros humanos es gestionar la vida mediante las dos homeostasis (la bsica

    y la sociocultural) en interaccin continua (buscando la supervivencia y el bienestar).

    2. El origen de las valoraciones en la regulacin de la vida por homeostasis

    El origen de las valoraciones se encuentra en la regulacin de la vida mediante las

    dos formas de homeostasis. La tendencia conservadora hacia la supervivencia y el

    bienestar refleja el valor biolgico ms bsico. Y, aunque la conciencia colabora en la

    gestin ms efectiva del valor de la vida, no invent el valor biolgico ni el proceso de

  • A. Richart, M. Garca-Granero, C. Ortega Esquembre y L. de Tienda Palop (Eds.): Juicio moral y democracia. Retos de la tica y la filosofa poltica. Granada: Comares, 2018.

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    valoracin (Damasio, 2010b: 56), sino que tan slo los ha dado a conocer y ha

    posibilitado el desarrollo de nuevos medios de gestionarlos. No obstante, lo que cabe

    plantearse es si con la incorporacin de la deliberacin reflexiva a nivel global se van a

    mantener y reafirmar los objetivos y principios de la homeostasis bsica o no. Es ste

    un asunto muy importante, pues se trata del vnculo entre lo neurobiolgico y lo

    sociocultural (Damasio, 2010b: 481, nota 18; Zubiri, 1986; Castells, 2009; Changeux,

    2010; Cortina, 2011); sobre todo para aqullos que, aun queriendo reforzar el papel de la

    cultura en la formacin del ser humano, conectan la condicin de persona con la

    neurobiologa.

    Si el origen del valor est en la regulacin misma de la vida, todas las cosas con

    las que nos encontremos llevarn una indicacin de valor, por el que se ponderan los

    beneficios y las prdidas que conlleva nuestra actuacin, es decir, estamos siempre

    ejecutando una actividad valoradora. Esta actividad y la cuestin del valor son asuntos

    bsicos para comprender el desarrollo y la actividad del cerebro, puesto que la

    asignacin de valor en la que est involucrado el cerebro tiene que ver con las necesidades

    vitales, siendo ste el quid de la cuestin del valor biolgico: la lucha por mantenerse

    con vida y las necesidades que surgen en la lucha por la existencia (Damasio, 2010b:

    84; Changeux, 2010: 396; Evers, 2010: 113).

    La asignacin de valor est en relacin con el problema de la supervivencia y la

    satisfaccin de las necesidades vitales. De ah que se haya convertido en un tema

    importante de la neurociencia y Damasio se pregunte por el motor de los sistemas de

    valores y la forma biolgica primitiva del valor (Damasio, 2010b: 86; Churchland,

    2011: 162). El valor y la necesidad estn vinculados en la regulacin de la vida, entendida

    como homeostasis, ya sea bsica o sociocultural. Las valoraciones estn en relacin con

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    la bsqueda de las ganancias y la aversin a las prdidas, pero siempre se est asignando

    valor en relacin con la supervivencia y, en los seres humanos, adems, con su posible

    calidad en forma de bienestar.

    La funcin primitiva del valor de un organismo se halla inscrita en su fisiologa,

    de manera que se ha llegado a afirmar que el valor biolgico es un sucedneo de la

    eficiencia fisiolgica y la raz de todos los significados de la palabra valor (Damasio,

    2010b: 87-89). Hay, pues, en esta perspectiva una radicacin biolgica de la nocin del

    valor, puesto que la asignacin del valor siempre guarda relacin con la regulacin vital,

    es decir, con la homeostasis y con el bienestar.

    Si el objetivo vital es lograr una cierta homeostasis, lo que se necesita a tal efecto

    son incentivos adecuados. En la perspectiva humana, se trata de la recompensa y el

    castigo. Los mecanismos de incentivos son necesarios para lograr una orientacin eficaz

    del comportamiento, lo que equivale a una ejecucin econmica y eficaz del plan de

    empresa de la clula (Damasio, 2010b: 93). Los incentivos contribuyen a regular la vida

    de manera eficaz. Estos mecanismos de incentivos y su necesaria orientacin no surgen

    de una deliberacin consciente, sino que revelan una conexin originaria entre lo

    biolgico y lo econmico. Lo que hace la mente consciente es revelar que existe un

    mecanismo de regulacin de la vida, orientado mediante incentivos, pero la mente

    consciente no ha creado ese mecanismo (Damasio, 2010b: 93). Lo que se logra con la

    mente consciente es mejorar la regulacin automtica de la vida mediante la reflexin y

    la deliberacin, buscando el bienestar, ms all de la mera supervivencia. Supuso todo

    un salto, si bien ensamblado () sobre la base de continuidades biolgicas (Damasio,

    2010b: 103).

  • A. Richart, M. Garca-Granero, C. Ortega Esquembre y L. de Tienda Palop (Eds.): Juicio moral y democracia. Retos de la tica y la filosofa poltica. Granada: Comares, 2018.

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    La regulacin sociocultural de la vida constituye una ampliacin de posibilidades

    de gestionar la vida en busca de ms bienestar. Sin embargo, Damasio afirma que la

    intencin de supervivencia de la clula eucariota y la intencin de supervivencia implcita

    en la conciencia humana son una y la misma (Damasio, 2010b: 103-104). Es decir, detrs

    de las civilizaciones y las culturas, la regulacin de la vida sigue siendo la cuestin

    bsica a la que nos enfrentamos y de ella depende la motivacin de la mayor parte de los

    logros de las culturas y las civilizaciones humanas. La regulacin de la vida es la raz de

    un destino que es preciso explicar en la biologa en general y en la humana en particular:

    la existencia de cerebros, la existencia de dolor y placer, de las emociones y los

    sentimientos; de las conductas y los comportamientos sociales, las religiones, las

    economas con sus mercados; de las leyes y la justicia, de la poltica; del arte, la tecnologa

    y la ciencia (Damasio, 2010b: 104).

    Nuestras vidas estn definidas por las decisiones que tomamos, que son decisiones

    basadas en el valor (Corrado, Sugrue, Brown y Newsome, 2009: 463-480). Una

    decisin tiene lugar cuando un organismo, confrontado a varias opciones, evala los

    mritos de cada una y selecciona alguna. De ah que se haya intentado encontrar la

    representacin neuronal del valor y su computacin en el proceso de la eleccin (Pla y

    Padoa-Schioppa, 2009: 441-462; Rangel, 2009: 425-440). La cuestin del valor a partir

    de su base neurobiolgica se convierte en una cuestin fundamental para cualquier juicio,

    tambin el moral (Hausman y McPherson, 2007; Sen, 2002). Si la nocin de valor est

    radicada en el cerebro en virtud del valor biolgico primordial, se comprende que todo se

    capte con alguna indicacin de valor, en relacin con las necesidades vitales (en la

    lucha por la supervivencia y la bsqueda del bienestar). Para vivir hemos de asignar valor,

    teniendo en cuenta las ganancias y las prdidas, las recompensas y los castigos, y de este

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    dinamismo valorativo en el que son decisivos los incentivos para orientar eficazmente el

    comportamiento emergen las emociones y los sentimientos.

    3. Neurobiologa del juicio moral

    El propsito central de lo que cabra considerar como una neurobiologa del juicio

    moral consiste en explicar mediante la hiptesis del marcador somtico su radicacin

    emocional, es decir, cmo las emociones al formar parte de la cognicin ayudan ms

    que perturban- el proceso judicativo (Damasio, 2010a: 2-3). Aunque las emociones

    pueden ser ms ventajosas que el pensamiento deliberativo, porque sirven para reaccionar

    con mayor rapidez, con una especie de inteligencia bsica (como al sentir miedo), no

    sustituyen al proceso judicativo, sino que lo que ocurre es que el juicio est ligado a las

    emociones. Por ejemplo, las emociones cumplen una funcin importante en la intuicin,

    ese rpido proceso cognitivo en el que llegamos a una conclusin concreta, sin ser

    conscientes de los pasos lgicos intermedios. El acierto de la intuicin depende, ms bien,

    del proceso experiencial del que surge, de una cognicin entremezclada con emociones y

    sentimientos (Damasio, 2010a: 4-5; Gigerenzer, 2008; Kahneman, 2012).

    El estudio de las bases neurales de la cognicin que ofrece Damasio aporta una

    concepcin del cerebro que no separa el juicio de la emocin y una constatacin

    experimental de que el sentimiento es un componente de la cognicin o inteleccin

    integral (Damasio, 2010a: 10). Se lo sugiri el estudio de una persona inteligente (con

    conocimiento, atencin, memoria, lenguaje, calculadora y lgica), pero estrepitosamente

    desacertada (fracasada) en la toma de decisiones, debido a una alteracin de la capacidad

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    de experimentar sentimientos por una lesin cerebral. Fue el famoso caso de Phineas

    Gage.

    Estas nuevas investigaciones refuerzan la posicin que ya encontramos en

    Aristteles, segn la cual no hay manera de pensar sin imgenes (Aristteles, 2010: III,

    7, 431 a 17)4, y de un modo peculiar en Nietzsche, que la ampla a los signos (Nietzsche,

    2010: 823; Figl, 1982: 158; Simon, 1989; Abel, 2004). Este valor cognitivo de las

    imgenes se ha visto rehabilitado desde que se puso en marcha la nueva revolucin

    cognitiva que sigui a la larga noche de behaviorismo de estmulo-respuesta (Damasio,

    2006: 313, nota 13)5.

    Las emociones y los sentimientos forman parte de los mecanismos reguladores,

    que ayudan al organismo a ordenar las cosas y a valorar lo que acontece en funcin de la

    supervivencia. El organismo est pertrechado de un conjunto de valores, que le permiten

    tener criterios (prejuicios) para preferir. Hay, pues, una valoracin biolgica por la que

    interpretamos valorativamente las cosas y los acontecimientos en cada circunstancia vital.

    Adems de los impulsos y los instintos, con sus correspondientes mecanismos

    biolgicos, existen tambin estrategias de supervivencia suprainstintivas (desarrolladas

    en la sociedad, transmitidas por la cultura y que requieren consciencia, deliberacin y

    fuerza de voluntad) y la neurobiologa se enfrenta a la tarea de dar cuenta de tales

    suprarregulaciones adaptativas. Pero Damasio no es de los que pretende reducir los

    fenmenos sociales a los biolgicos, sino establecer la poderosa conexin entre ellos.

    Pues el comportamiento se gener en colectivos de individuos que interactuaban en

    ambientes especficos, por consiguiente la cultura no puede ser reducida a mecanismos

    biolgicos, sino que su comprensin requiere estudios de biologa, neurobiologa y

    ciencias sociales. En las sociedades humanas existen convenciones sociales y normas

  • A. Richart, M. Garca-Granero, C. Ortega Esquembre y L. de Tienda Palop (Eds.): Juicio moral y democracia. Retos de la tica y la filosofa poltica. Granada: Comares, 2018.

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    ticas por encima de las que ya proporciona la biologa (Damasio, 2010a: 150-151;

    Changeux y Ricoeur, 1998; Cortina, 2011).

    No obstante, a pesar de que esas convenciones y normas se transmiten a travs de

    la educacin y la socializacin, Damasio sospecha que las representaciones neurales de

    la sabidura que encarnan () se hallan inextricablemente ligados a la representacin

    neural de los procesos biolgicos reguladores innatos. Y la ligazn cerebral est formada

    por conexiones entre neuronas. Para la mayor parte de normas ticas y de

    convenciones sociales, con independencia de lo elevados que sean sus fines, creo que se

    puede imaginar una conexin significativa con fines ms sencillos y con impulsos e

    instintos, Y esto habr de ser as, segn Damasio, porque las consecuencias de

    conseguir o no los objetivos sociales contribuyen (o son percibidas como si

    contribuyeran), aunque sea indirectamente, a la supervivencia y a la calidad de dicha

    supervivencia (Damasio, 2010a: 152).

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    NOTAS

    1 Este estudio se inserta en el Proyecto de Investigacin Cientfica y Desarrollo Tecnolgico FFI2016-

    76753-C2-1-P, financiado por el Ministerio de Economa y Competitividad, y en las actividades del grupo

    de investigacin de excelencia PROMETEO/2009/085 de la Generalidad Valenciana. Constituye una

    seleccin y adaptacin de algunos aspectos expuestos en el artculo Neurorracionalidad y valor biolgico,

    Damon, 59 (2013), pp. 89-102.

    2 Segn J.-P. Changeux (2010, 49), Nietzsche anticip la nocin de marcador somtico no consciente del

    neuropsiclogo Antonio Damasio (2006).

    3 Vase tambin: Morgado 2007 y 2010.

    4jams intelige el alma sin alguna imagen.

    5 Donde cita al respecto a Roger Shepard (1982) y Stephen Kosslyn (1980). Howard Gardner (1985).

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    PROPUESTA DE NEUROTICA NO NATURALISTA

    Javier Gracia Calandn

    Universidad de Valencia

    Resumen: En este trabajo1 presento mi propuesta de una neurotica no naturalista. En primer lugar defino

    qu entiendo por naturalismo y lo identifico como la postura que reduce y simplifica indebidamente el

    fenmeno de la moralidad. En segundo lugar, considero dos destacadas versiones de neurotica naturalista

    (el cerebro tico de Patricia Churchland y la teora del juicio moral de Joshua Greene) y las deficiencias

    que comportan. En tercer lugar esbozo cules son algunas de las principales claves desde las que entender

    mi propuesta de neurotica no naturalista.

    Palabras clave: neurotica, hermenutica crtica, naturalismo, reduccionismo.

    Approach of non-naturalistic neuroethics

    Abstract: In this paper I introduce my proposal of a non-naturalistic neuroethics. First, I define what I

    understand by naturalism and I identify it with the position, which reduces, and simplify improperly the

    phenomenon of morality. Secondly, I consider two prominent versions of naturalistic neuroethics (Patricia

    Churchlands Braintrust and Joshua Greenes Theory of moral judgment) and I focus on their deficiencies.

    Third, I outline which are some of the main keys from which my proposal of non-naturalistic neuroethics

    can be understood.

    Keywords: Neuroethics, Critical hermeneutics, Naturalism, Reductionism.

    1. La neurotica ante la encrucijada del naturalismo

    Hace aproximadamente quince aos, desde el congreso de Chicago de 2002

    (Marcus, 2002), los estudios en neurotica han proliferado en nmero y variedad temtica

    de modo extraordinario. Basta con sondear algunas de las principales publicaciones sobre

    esta nueva rea para darse cuenta de la envergadura que ha adquirido en poco ms de un

    decenio (Leffmann y Hildt, 2017).

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    Sin duda que son muchos y novedosos los estudios que al respecto se han llevado

    a cabo. Ms en particular, en el marco de la investigacin acerca de las bases cerebrales

    de la conducta moral (la llamada neurociencia de la tica), resurgen problemas que no

    son en absoluto nuevos para la filosofa moral. Me refiero en este caso al antiguo debate

    sobre el naturalismo o no naturalismo de la tica (Sbada, 1989). Un debate que sin duda

    se remonta a la antigedad, pero que desde la modernidad con el auge de las ciencias

    naturales se ha modulado de modo sustancialmente distinto (Conill, 2010; Conill, 2015b).

    Lo que s que es nuevo es el potencial experimental y el conocimiento que de dichas bases

    cerebrales se ha adquirido en los ltimos aos.

    En este nuevo enclave neurocientfico resulta apremiante, en primer lugar, aclarar

    qu se entiende por naturalismo para, en segundo lugar, analizar si el mejor modelo de

    tica resultante de las contribuciones de las neurociencias es naturalista o ms bien no.

    Entendemos por naturalismo aquel planteamiento que reduce la explicacin de

    la conducta moral a las bases fisiolgicas descubiertas por las neurociencias. Una

    formulacin actual para definirlo podra ser:

    [L]a posicin que sostiene que la naturaleza entendida como el universo fsico es todo lo que

    hay; en segundo lugar, que las nicas verdades bsicas son las verdades de la naturaleza; y, en

    tercer lugar, que el nico conocimiento sustantivo es el de los hechos naturales (Audi, 2015, 28).

    Este naturalismo es intrnsecamente reduccionista porque considera que la nica

    explicacin vlida y solvente de la conducta moral es la que procede de dichas bases

    fisiolgicas (hechos naturales) negando, por lo tanto, que adems del propio de las

    ciencias naturales, haya otros enfoques y mtodos complementarios para dar debida

    cuenta de la moralidad de las personas humanas. Se reduce toda la moralidad en el ser

    humano a hechos naturales?

    Este es el tipo de naturalismo reduccionista que yo critico para la neurotica y que

    ha sido planteado de mltiples maneras (De Waal, Churchland, Pievani y Telmo, 2014).

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    A continuacin incidir en las principales deficiencias de dos de las versiones con ms

    predicamento en el panorama actual como son respectivamente la de Patricia Churchland

    y la de Joshua Greene. Posteriormente elaborar la propuesta que yo defiendo de una

    neurotica no naturalista.

    2. Algunas versiones de reduccionismo naturalista en la neurotica

    2.1. El cerebro tico de Patricia Churchland

    Se cuenta entre los mritos atribuidos a Patricia Churchland la introduccin del

    neologismo neurofilosofa en el panorama acadmico. Cuenta con una dilatada

    trayectoria en el mbito de las neurociencias y ha explorado diversos temas en la

    interseccin entre filosofa y neurociencias. Por razn del sentido de este trabajo, yo me

    voy a centrar en algunas de las principales deficiencias naturalistas que a mi juicio

    presenta su planteamiento especialmente para la tica.

    El reduccionismo naturalista en Churchland responde a un intento de explicar y

    reducir los problemas filosficos al problema cerebral. Ya en Brain-Wise (Churchland,

    2002) la autora haba afirmado que toda actividad mental no acontece sino en el cerebro

    y es ste el que ha de proveernos las claves para entender la amplitud de esos estados

    mentales. En esta lnea Braintrust (Churchland, 2012) prosigue su planteamiento

    naturalista consistente en sostener que lo que ella considera valores morales o sociales

    como la resolucin pacfica de conflictos, el comercio, la gestin de defensa, etc.

    responden a mecanismos hormonales pertrechados por la evolucin biolgica. As,

    hormonas como la oxitocina o la vasopresina arginina han permitido a los mamferos a lo

    largo de la historia el cuidado de los dems. Otros neurotransmisores fundamentales como

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    la serotonina o dopamina juegan un papel fundamental en el sistema de recompensas y

    castigos.

    He de decir a favor de los planteamientos de Churchland que estn muy bien

    documentados, son rigurosos y crticos en lo que se refiere a las investigaciones empricas

    y estudios neurobiolgicos. Sin embargo, resultan muy deficientes y sesgados por lo que

    respecta a la tica y acaban incurriendo en el reduccionismo naturalista. As algunas de

    las principales deficiencias con las que topamos en sus planteamientos son las siguientes.

    En primer lugar se desprende una falta de rigor clamoroso en la vaguedad

    conceptual del trmino valores morales que acaba reducindolos a valores prosociales.

    Se reduce la moralidad a la prosocialidad? A qu tipo de sociedad? Sin embargo, como

    veremos esto parte del discutible presupuesto de que la moralidad responde a fines

    exclusivamente evolutivos. A mi juicio, no ayuda a clarificar qu sea la moral suprimir el

    lenguaje humano como elemento determinante de la conducta moral.

    En segundo lugar, es cierto que P. Churchland no considera que la moralidad

    responda a una gramtica innata pero s al valor adaptativo de la misma. Sin embargo,

    decir la verdad se justifica por su valor adaptativo y por el bienestar que genera? Las

    vaguedades e imprecisiones filosficas reaparecen porque no encontramos que en ningn

    momento se explique qu ha de entenderse por verdad moral.

    En tercer lugar, P. Churchland es sabedora de la falacia que entraa su propio

    planteamiento y en lugar de argumentar en contra de la misma, simplemente se dedica a

    desacreditar los argumentos de Moore aludiendo a la clebre falacia naturalista como

    foso mstico, llegando a decir que los propios argumentos de Moore son falaces

    (Churchland, 2012: 204ss).

    En cuarto y ltimo lugar, cuando sus planteamientos aterrizan en cuestiones

    genuinamente ticas como la dignidad humana, entonces se hace ms manifiesta si cabe

  • A. Richart, M. Garca-Granero, C. Ortega Esquembre y L. de Tienda Palop (Eds.): Juicio moral y democracia. Retos de la tica y la filosofa poltica. Granada: Comares, 2018.

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    la debilidad de sus propios planteamientos (Churchland, 2008). Creo que son errados sus

    conatos de desprestigio al anlisis filosfico para aclarar y fundamentar la dignidad

    humana. Por qu Churchland no considera como especial conocimiento de los

    filsofos la reflexin trascendental y solo parodia una mala comprensin del mundo de

    las ideas platnicas? Qu quiere decir ser mejor en tratar a la gente decentemente, es

    decir, con respecto a su dignidad?, no requiere o presupone esta afirmacin

    precisamente una verdad moral y no es esa misma verdad moral la que ha rechazado?

    Planteamientos como los de P. Churchland nos conducen a una tica naturalista que nos

    impide encontrar un fundamento a la dignidad humana ni por qu es posible reconocer o

    no un progreso moral en determinadas conductas.

    2.2. La naturalizacin del juicio moral de Joshua Greene

    La segunda variante de neurotica naturalista que voy a analizar es la teora del

    juicio moral de Joshua Greene. Es ciertamente una teora que actualmente tiene un gran

    impacto en el mundo acadmico, sin embargo, a mi juicio presenta tambin serias

    deficiencias que a continuacin voy mencionar.

    Comenzar diciendo que estoy de acuerdo con el diagnstico que lleva a cabo

    acerca de la tragedia del sentido comn (Greene, 2013), pero no con la solucin que da

    y menos si cabe con el tipo de crticas que vierte sobre las ticas deontolgicas.

    A diferencia de Churchland, Greene no cree que para solucionar los problemas de

    convivencia entre grupos culturalmente diferentes sea suficiente con apelar a los

    mecanismos cerebrales automticos que la evolucin ha ido forjando en nuestra

    naturaleza fisiolgica. De hecho, las situaciones en las que hay una importante carga

    emocional (dilemas personales) activan una serie de procesos neuronales automticos

    ubicados en el sistema lmbico (amgdala, tallo enceflico, corteza prefrontal

  • A. Richart, M. Garca-Granero, C. Ortega Esquembre y L. de Tienda Palop (Eds.): Juicio moral y democracia. Retos de la tica y la filosofa poltica. Granada: Comares, 2018.

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    ventromedial) que a su juicio impiden razonar. Son estos mismos procesos cerebrales

    emocionales los que nos hacen amar preferentemente a nuestros prximos y rechazar a

    nuestros lejanos. Sin embargo, Greene se da cuenta y a nuestro modo de ver

    acertadamente que la deficiencia de este principio neurotico con base en la evolucin

    biolgica impide una convivencia entre grupos muy diversos y en estos casos para tomar

    decisiones correctamente apela a un segundo tipo de proceso cerebral (respuesta

    manual) en la que interviene el razonamiento (libre de la implicacin emocional).

    Qu duda cabe de que son muy interesantes los experimentos que avalan su teora

    del proceso dual. Lo que resulta mucho ms discutible y problemtico son las

    consecuencias filosficas que extrae a partir de las investigaciones neurocientficas.

    En primer lugar su comprensin del deontologismo kantiano es muy deficiente,

    sesgada y errnea (Greene, 2007). Lo es precisamente por la versin de naturalismo

    reduccionista que l defiende y que le impide ver el problema tico-filosfico ms all

    del problema neuro-psicolgico. Greene incurre en lo que con Kant yo llamara

    anfibologa, que por cierto no es nueva y que el propio Kant atribuye tanto aquellos que

    como Leibniz intelectualizaron los fenmenos como los que como Locke sensificaron

    [sensifizieren] los conceptos del entendimiento (Kant, 1978: 283). Greene se situara en

    una anfibologa de este segundo tipo. Pero adems es que precisamente el planeamiento

    deontolgico es a mi juicio el mejor garante para fundamentar la resolucin de la tragedia

    del sentido comn. Pero me temo que los presupuestos utilitaristas de Greene le impiden

    verlo.

    En segundo lugar, Greene comete el error de confundir el sistema automtico

    (juicios basados en intuiciones y emociones) con los juicios deontolgicos. Anula con

    ello cualquier posible justificacin de tipo racional para los juicios deontolgicos.

  • A. Richart, M. Garca-Granero, C. Ortega Esquembre y L. de Tienda Palop (Eds.): Juicio moral y democracia. Retos de la tica y la filosofa poltica. Granada: Comares, 2018.

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    En tercer lugar, aunque Greene no incurre en la falacia naturalista tal y como

    Moore critica, por ejemplo, a la sociobiologa de Herbert Spencer, sin embargo, s que

    termina confundiendo la cuestin tica normativa con la psicologa cognitiva. Greene se

    equivoca al considerar de qu modo la neuropsicologa puede ser moralmente

    significativa (Gracia, 2016).

    3. Hacia una neurotica no naturalista

    Con todo y a pesar de la enorme influencia del prisma naturalista, la neurotica no

    est abocada al reduccionismo naturalista. A nuestro juicio, es posible considerar las

    bases neurofisiolgicas de la conducta moral sin incurrir en dicho reduccionismo. Pero

    para ello es fundamental considerar que el comportamiento humano no solo se explica en

    virtud de lo que podemos observar mediante el mtodo de las ciencias naturales, sino que

    puede recibir tambin importantes contribuciones desde mtodos propios de las ciencias

    humanas. Aqu voy a esbozar algunas de las claves principales desde las que pensar y

    abogar por una neurotica no naturalista.

    En primer lugar yo destacara con Francisco Ayala que los fines de la evolucin

    no se han de confundir con los fines ticos. Sin duda que es encomiable el esfuerzo de la

    sociobiologa por descubrir las races biolgicas de la moralidad y sin duda que no se

    puede soslayar el protagonismo que adquiere la filognesis de la moral para comprender

    adecuadamente el comportamiento humano. Podemos decir que los seres humanos

    exhiben comportamiento tico por naturaleza, porque su constitucin biolgica determina

    la presencia de tres condiciones necesarias y, a la vez suficientes, del comportamiento

    tico (Ayala, 2006: 354). De este modo las capacidades morales (capacidad de eleccin,

    de emitir juicios de valor y de anticipar las consecuencias) existen como consecuencia de

  • A. Richart, M. Garca-Granero, C. Ortega Esquembre y L. de Tienda Palop (Eds.): Juicio moral y democracia. Retos de la tica y la filosofa poltica. Granada: Comares, 2018.

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    la eminente capacidad intelectual de los humanos. Es esta capacidad la que es fruto de la

    evolucin de la especie humana.

    Este enfoque filogentico es extraordinariamente fecundo para descubrir las bases

    neurofisiolgicas de la especie humana. Sin embargo, sera nefasto para la tica confundir

    la constitucin neurobiolgica del ser humano con el contenido concreto o particular de

    una tica. De ser as, los comportamientos normativamente vlidos seran aquellos que

    incrementaran la capacidad adaptativa y como sabemos no siempre es el caso. De hecho

    un somero estudio de campo pone de manifiesto que a pesar de que el ser humano tiene

    una misma naturaleza neurobiolgica, sin embargo, las diversas sociedades humanas

    tienen normas morales muy diversas. El comportamiento tico no evolucion porque

    fuera adaptativo en s mismo, pues multitud de normas morales como la monogamia (y

    no la poligamia) no tienen un claro rendimiento evolutivo. De modo que la evolucin

    cultural no siempre va de la mano de la evolucin biolgica. Negarlo llevara a la nefasta

    consecuencia de pretender sustituir la tica por la sociobiologa.

    Convendra tener muy presente una distincin fundamental entre normas morales

    y comportamientos biolgicamente determinados. A pesar de que como seala F.

    Ayala un tipo de normas morales pueden encontrar rendimiento evolutivo (tab

    incesto, honrar a los padres, mayor culpabilidad atribuida al adulterio de la mujer que al

    del varn), otras no son consistentes con comportamientos favorecidos por la seleccin

    natural (monogamia y no poligamia en el varn, mandamiento de ama a tu prjimo como

    a ti mismo). Es falaz, por lo tanto, el argumento sociobiolgico de que la nica funcin

    de la moral es la de conservacin del material gentico intacto o la adaptacin.

    En segundo lugar, en nuestra propuesta de una tica no naturalista resulta de

    enorme ayuda la distincin entre base cerebral y fundamento moral (Cortina, 2011: 94-

    96). Mientras que la base neuronal alude a la dimensin descriptiva y por lo tanto es

  • A. Richart, M. Garca-Granero, C. Ortega Esquembre y L. de Tienda Palop (Eds.): Juicio moral y democracia. Retos de la tica y la filosofa poltica. Granada: Comares, 2018.

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    competencia de las neurociencias, el fundamento moral alude a la dimensin normativa

    y es tarea de la filosofa moral. Tener muy presente esta clara distincin evita incurrir

    tanto en la falacia naturalista (al pasar de una dimensin a otra) como en el reduccionismo

    naturalista (reducir la segunda a la primera). Respecto a la tarea de la fundamentacin

    conviene recordar que el deber moral trasciende el mecanismo adaptativo de la evolucin

    (Gracia, 2016a).

    En tercer lugar, una tica no naturalista no tiene reparos en distinguir al ser

    humano respecto al resto de primates estableciendo un salto cualitativo ticamente

    determinante (Cortina, 2009). La capacidad para la tica solo aparece cuando se cruza un

    umbral evolutivo solo presente en la especie humana. Solo entonces, merced a una

    inteligencia capaz de comunicacin lingstica es posible atribuir moralidad. Desde luego

    que el estudio de primates puede servir para entender mejor algunas tendencias naturales

    prosociales en el ser humano, pero afirmar este salto cualitativo nos permite evitar la

    tendencia animalista a proyectar fcilmente las conductas morales sobre animales no

    humanos (Kitcher, 2007).

    En cuarto lugar, este salto cualitativo de la naturaleza humana respecto a la

    naturaleza de animales no humanos no ha de verse como una separacin entre la

    dimensin sentiente y la dimensin racional de la mente humana. La moralidad en el ser

    humano es impensable si no es desde la imbricacin de razn y sentimiento. La tica no

    naturalista que propongo piensa con mayor radicalidad el vnculo entre racionalidad y

    dimensin sentiente. A mi juicio, disociarlos en dos procesos es falaz. Acaso es la

    racionalidad la cola de un perro emocional? A mi modo de ver, en el juicio moral no se

    trata de emociones morales sino ms bien de sentimientos morales (indignacin,

    culpa, felicidad). Y lo ms interesante es que para dichos sentimientos es constitutiva

    la auto-comprensin hermenutica. Y es esto precisamente lo que tiende a soslayar el

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    naturalismo. Sin embargo esta auto-comprensin es constitutiva del significado que la

    conducta y ms an la vivencia moral tiene para el propio agente. Es a la luz de esta

    hermenutica crtica que la neurotica encuentra un fundamento a partir del cual alumbrar

    la vivencia moral de los sujetos, porque considera la propia autora como presupuesto de

    una racionalidad in-corporada; de una intimidad corporal (Conill, 2016; Conill, 2015;

    Conill, 2015b). En ella las decisiones ticas de un sujeto estn enraizadas en su organismo

    y en la historia vital como persona. El cuerpo (Krper) es en cado caso singular un cuerpo

    propio (Leib), no es que lo tenga es que lo soy; no es un cuerpo sino que es mi cuerpo.

    A pesar de que suscribo la nocin de autora responsable que sabe a partir de su cuerpo y

    se apropia de una historia vital, sin embargo ms all de Habermas (2006: 194) creo que

    resulta contradictorio hablar aqu de naturalismo blando, pues ms bien de lo que se

    trata es de reconocer el no reduccionismo de la moralidad a los hechos naturales

    (Gracia, 2016b) por lo cual creo que la nocin misma naturalismo blando es

    contradictoria con los propios presupuestos no reduccionistas que desde la hermenutica

    crtica defendemos.

    Conclusiones

    Las versiones naturalistas de neurotica presentan serias deficiencias que terminan

    por simplificar y deformar la complejidad del fenmeno de la moralidad. Qu duda cabe

    de que el estudio de las bases cerebrales contribuye de un modo extraordinario al

    conocimiento de la naturaleza de los mecanismos que intervienen en la conducta humana.

    Pero, a mi juicio, la neurotica en virtud de la conjuncin de lo neuro con lo tico; en

    virtud de sus conceptos hbridos est llamada a pensarse y abordarse en trminos no

    reduccionistas. El naturalismo es incapaz de comprender que la naturaleza humana no se

    reduce a lo empricamente observable por las ciencias de la naturaleza (biologa,

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    psicologa cognitiva, neurologa, etc.), es incapaz de pensar la neurotica como una

    disciplina interdisciplinar. Es esto precisamente lo que resulta clave en la propuesta de

    una tica no naturalista.

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    NOTAS

    1 Este trabajo se enmarca dentro del proyecto I+D Neuroeducacin moral, democracia deliberativa y

    polticas de desarrollo humano sostenible de referencia: FFI2016-76753-C2-1-P financiado con fondos

    del MINECO.

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    CONTRIBUCIONES DE LA NEUROEDUCACIN PARA UNA EDUCACIN

    DEMOCRTICA

    Daniel Pallars-Domnguez

    Universitat Jaume I de Castelln

    Resumen: La neuroeducacin se entiende como el estudio de las bases cerebrales aplicadas al proceso de

    enseanza-aprendizaje. Esta relacin entre neurociencia y educacin ha producido algunos avances en el

    terreno pedaggico, entre ellos el descubrimiento de neuromitos. Sin embargo, en el terreno neurotico ha

    implementado ciertos neuromitos que, de educarse tenindolos en cuenta, no permitira al ser humano salir

    de una posicin convencional ni formarse en una educacin democrtica en el contexto de una tica cvica.

    Este texto1 pretende poner de manifiesto la necesidad de una relacin dialgica e interdisciplinar entre la

    neurociencia la educacin y la tica para no caer en un positivismo neurocientfico.

    Palabras clave: neuroeducacin, neurociencia, tica, neuromitos, proceso de enseanza-aprendizaje.

    Neuroeducation contributions for a democratic education

    Abstract: Neuroeducation is commonly understood as the study of the cerebral applied to the teaching-

    learning process. The relationship between neuroscience and education has produced some advances in the

    pedagogical field, among them the discovery of neuromythologies. However, in the neuroethical field, it

    has implemented certain neuromythologies that, if we educate by taking them into account, would not allow

    the human being to leave a conventional position or even being educated in a democratic way in the context

    of a civic ethics. This text aims to highlight the need for a dialogical and interdisciplinary relationship

    between neuroscience, education and ethics so as not to fall into a neuroscientific positivism.

    Keywords: neuroeducation, neuroscience, ethics, neuromythologies, teaching-learning process.

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    1. Introduccin a la neuroeducacin2

    La conocida dcada del cerebro (1990) fue testigo del giro que protagoniz la

    neurociencia hacia el estudio de las ciencias sociales y humansticas. El estudio de las

    bases neurales de las actividades que el ser humano realiza en sociedad fue posible en

    parte debido a las nuevas tcnicas, especialmente la EEG y la fMRI. Estas tcnicas se

    convirtieron en la principal herramienta de medicin de la actividad neural asociada a un

    comportamiento. En su aplicacin a las ciencias sociales y humanas, cada vez se hizo ms

    comn hablar de neurotica, neuroeconoma, neuromarketing, neuropoltica y tambin

    neuroeducacin, entre otras disciplinas.

    Lejos de pensar que la neuroeducacin es una mera moda pasajera sobre lo

    neuro aplicado al proceso de enseanza-aprendizaje, desde la perspectiva que ya se

    viene desarrollando desde hace aos por nuestro grupo de investigacin (Cortina, 2012;

    Garca-Marz y Feenstra, 2013), creemos que las neurociencias sociales pueden

    contribuir valiosamente al desarrollo de las ciencias humanas y sociales y viceversa.

    Este desarrollo se producira siempre y cuando basen sus relaciones en una

    interdisciplinariedad real de carcter dialgico, y no ficticia en la que la se vuelva a un

    positivismo de carcter materialista en la que las ciencias empricas especialmente

    psicologa y neurobiologa colonicen a las ciencias humanas y sociales.

    Por tanto, en este texto se pretende mostrar no slo las ventajas de la

    neuroeducacin para el proceso de enseanza-aprendizaje en general, sino tambin para

    la educacin moral teniendo en cuenta la educacin moral como el elemento clave para

    la construccin no slo de una verdadera tica cvica, sino tambin de una democracia

    ms participativa y deliberativa (Cortina, 2001).

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    2. Contribuciones de la neuroeducacin al proceso de enseanza

    La neuroeducacin pretende, como neurociencia social, destacar el papel crucial

    del estudio del cerebro en el proceso de enseanza-aprendizaje. Pero no solamente

    destacarlo sino hacerlo explcito, ya sea en la creacin de metodologas nuevas, en la

    revisin de presupuestos clsicos de la enseanza, o en el estudio de los trastornos del

    aprendizaje (Marina, 2012).

    La neuroeducacin se establece en la dcada del cerebro de 1990 como una

    transdisciplina de los procesos de desarrollo humanos. En sus investigaciones originarias

    exista un gran desequilibrio entre las ciencias que en teora las conformaban. Debido al

    auge neurocientfico, no se prest demasiada atencin a lo que la educacin tena que

    decir, sino ms bien a los procesos de aprendizaje que interesaban a la neurociencia

    cognitiva (Maya & Rivero, 2012).

    El protagonismo neurocientfico sigue presente en algunas definiciones de la

    neuroeducacin, especialmente para quienes la conciben como una neurociencia

    cognitiva aplicada (Ansari, 2008; Campbell, 2011). Sin embargo, quiz sea preciso

    adoptar una visin ms interdisciplinar, en la que cada una de las disciplinas que la formen

    est dispuesta a dialogar sobre el proceso educativo, y no solamente a recibir la

    informacin neurocientfica. En este sentido, algunos autores la definen como una nueva

    interdisciplina () que promueve una mayor integracin de las ciencias de la educacin

    con aquellas que se ocupan del desarrollo neurocognitivo de la persona humana (Battro

    y Cardinali, 1996: 1).

    Sin embargo, algunos han sealado los problemas que implica esta mayor

    integracin entre educacin, neurociencia y psicologa, especialmente por la gran

    distancia que existe entre ellas en cuanto a su discurso y mtodos de estudio (Bruer, 1997).

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    En todo caso, se podran sealar como mnimo tres contribuciones de la

    neuroeducacin al proceso de enseanza-aprendizaje, dependiendo de su nivel de estudio.

    En primer lugar, se podra hablar de un nivel descriptivo, en la que la parte

    neurocientfica de la disciplina aplicara algunas de las principales tcnicas

    especialmente fMRI y EEG para saber cmo aprende el cerebro humano. En segundo

    lugar, un nivel de revisin, en el cual la parte neurocientfica estudiara las principales

    tcnicas y metodologas del aprendizaje y la pedagoga y las comparara con los datos

    recogidos en el nivel descriptivo para saber si van o no acordes con el funcionamiento de

    nuestro cerebro (Tokuhama-Espinosa, 2011). En tercer lugar, un nivel que podra

    llamarse teraputico, en el que se estudiaran los principales trastornos del aprendizaje, y

    en el que tambin se incidira directamente sobre el comportamiento infantil a travs de

    la psicofarmacologa para paliar estos trastornos (Wople, 2002).

    Sin embargo, no todos ven claras estas contribuciones de la neuroeducacin al

    proceso de enseanza-aprendizaje. Por un lado, entre muchos docentes existe una

    profunda desconfianza en la psicologa, en parte basada en demandas demasiado

    prematuras para su aplicabilidad, as como un desconocimiento y desinters de la

    psicologa acadmica basado en que lo relativo a la educacin se basa en la experiencia y

    el sentido comn. Por otro lado, tambin existe una falta de conocimientos por parte de

    los neurocientficos sobre cuestiones educativas (Howard-Jones, 2011). Es cierto que la

    psicologa solamente no conforma la neuroeducacin, y tambin es cierto que la

    experiencia docente y el sentido comn necesitan a las ciencias del cerebro tanto como

    stas a las primeras. Existe por tanto una interdependencia mutua.

    Siguiendo con esta interdependencia mutua, uno de las principales aportaciones

    de la neuroeducacin en el nivel de revisin antes comentado, ha sido el descubrimiento

    de neuromitos en la enseanza tradicional. La neuroeducacin entiende los neuromitos

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    generalmente como falsas ideas, creencias, interpretaciones o extrapolaciones que han

    trascendido la opinin pblica a pesar de haber sido invalidadas a nivel neurocientfico.

    Los estudios de neuroeducacin han invalidado los siguientes neuromitos: la

    creencia del condicionamiento del aprendizaje hasta los tres aos (Dekker et al., 2012: 2;

    Tokuhama-Espinosa, 2011); la creencia de que los seres humanos utilizamos slo el 20%

    de nuestro cerebro (OECD, 2007: 113-114; Geake, 2008); la creencia en la lateralizacin

    hemisfrica cerebral como factor clave del aprendizaje (Ansari, 2008: 9-10; Goswami,

    2004: 10-11), o la creencia en los efectos beneficiosos de los estilos preferentes del

    aprendizaje (VAK).

    Al parecer, la neurociencia en su unin con la educacin, ha desterrado algunas

    creencias tradicionales sobre el cerebro humano que todava se tenan en cuenta en

    algunas teoras pedaggicas. En este sentido, el nivel de revisin beneficia un tipo de

    enseanza ms acorde con el funcionamiento del cerebro. Sin embargo, a pesar de las

    ventajas proporcionadas para el proceso de enseanza-aprendizaje en general, no ha sido

    as en otros campos, como el de la educacin moral.

    3. Contribuciones de la neuroeducacin a la educacin moral?

    Teniendo en cuenta lo descrito en el punto anterior, se podra decir que la

    neurociencia ha descubierto neuromitos en el proceso de enseanza-aprendizaje. Sin

    embargo, en el caso de la educacin moral, la neurociencia ha implantado ms bien

    neuromitos, principalmente tres.

    En primer lugar, de acuerdo con algunos estudios de biologa y psicologa

    evolutivas, algunos autores apuntan hacia la maximizacin de la supervivencia y el

    bienestar, de forma que potenciemos la relacin con los seres cercanos y nos

  • A. Richart, M. Garca-Granero, C. Ortega Esquembre y L. de Tienda Palop (Eds.): Juicio moral y democracia. Retos de la tica y la filosofa poltica. Granada: Comares, 2018.

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    despreocupemos del vnculo con los seres lejanos a nuestro crculo social (Churchland,

    2011).

    En segundo lugar, las propuestas neurocientficas que niegan la libre voluntad

    humana. Basndose en los estudios de B. Libet sobre el readiness potential (1999),

    algunos autores argumentan que la libertad es una ficcin del cerebro, ya que est

    causalmente determinada y construida por el cerebro, y se inicia de manera inconsciente

    (Rubia, 2009; Wegner, 2002).

    En tercer lugar, el modelo del intuicionismo social. J. Haidt y sus colaboradores

    entienden que la lnea iniciada por L. Kohlberg con respecto al razonamiento moral

    basado en el juicio moral, no es la ms adecuada para la educacin moral. Para estos

    autores, el juicio moral es ms intuitivo, automtico y orientado por las emociones que

    por el razonamiento (Haidt, 2001)

    Teniendo en cuenta estas tres propuestas de corte neurocientfico sobre la

    moralidad comunmente estudiadas en neurotica lo que estn indicando es que el

    estudio del cerebro en relacin con la moral demuestra tres cosas. En primer lugar, que

    los principales dictados morales que se siguen de nuestro cerebro de forma natural seran

    maximizar nuestra supervivencia y bienestar en la sociedad. Para ello sera necesario

    mantener buenas relaciones con los que nos rodean, mientras que no importa tanto la

    relacin con aquellos lejanos, de los cuales es ms aconsejable desentenderse. En segundo

    lugar, que los seres humanos no poseemos libertad, y que sta es una ilusin de nuestro

    cerebro, de forma que est totalmente determinada por l. Esta ilusin de libertad nos

    permite convivir socialmente. En tercer lugar, que en la justificacin de los juicios

    morales, es mejor apelar a las intuiciones en primera instancia que a las razones. Las

    intuiciones morales son ms rpidas y nos sobrevienen de forma automticamente, y es

    cuando las intentamos racionalizar cuando caemos presos de una ilusin.

  • A. Richart, M. Garca-Granero, C. Ortega Esquembre y L. de Tienda Palop (Eds.): Juicio moral y democracia. Retos de la tica y la filosofa poltica. Granada: Comares, 2018.

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    Qu modelo de educacin moral se deriva de estos neuromitos? Que el ser

    humano no es libre, es un maximizador de su supervivencia y bienestar, y que para

    convencer moralmente a otra persona basta con apelar a las intuiciones y emociones? La

    persistencia de estos neuromitos en la educacin moral no nos permitir alcanzar un nivel

    post-convencional de desarrollo moral, y mucho menos alcanzar criterios de justicia

    global en un mundo cada vez ms necesitado de ellos, y por supuesto, tampoco alcanzar

    una tica cvica para la convivencia en sociedad.

    4. Neuroeducacin hacia dnde?

    Para algunos autores, el paradigma racional educativo que goza de mayor

    amplitud y vigencia acadmicas en el proceso de enseanza aprendizaje en general, est

    basado en una racionalidad tcnica, instrumental, y que responde a las demandas de un

    sistema neoliberal econmico e individualista del desarrollo. Este paradigma perpeta

    una lgica positivista cientificista de la educacin y responde a un modelo neoliberal

    econmico que manipula la condicin del sujeto humano para sus propios intereses.

    Frente a este paradigma, existen demandas de cambio desde la propia pedagoga hacia

    perspectivas ms crticas y dialgicas (Finkel, 2008; Bain, 2007) como