Juguetes ayer y hoy

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Los niños de todas las culturas y épocas han crecido jugando, como demuestran los restos arqueológicos de antiguas civilizaciones en varios continentes, o los hallazgos en excavaciones de la Edad de Bronce o la Edad de Hierro en nuestra provincia, algunos de ellos expuestos en el Museo Provincial. Los artículos que han entretenido a los niños han ido variando a lo largo de los siglos, evolucionando desde los toscos objetos de cerámica hasta las videoconsolas de última generación. Si Bob Esponja o los Gormiti llenan hoy las estanterías de las superficies comerciales, no hace tantos años nuestros abuelos se divertían con una simple cuerda, un pañuelo o elementos de la naturaleza. Algunos de estos instrumentos lúdicos tenían también sus peculiaridades y sus sonoros nombres en distintas localidades de Guadalajara, como ha podido documentar el Servicio de Cultura de la Diputación. A través de expertos en la historia y la tradición cultural en Guadalajara, y conocedores de las actuales tendencias de mercado o los ingenios de vanguardia, se puede hacer un recorrido por la evolución de los objetos que los pequeños encuentran hoy bajo el árbol, pero remontándonos mucho antes de que importáramos el ornato navideño. L as figuras manga de acción y los acce- sorios de muñecas son los juguetes fa- voritos de los Reyes Magos y Papa Noel estas Navidades. Así lo ha difundido una de las principales cadenas de su- permercados, Eroski, que ha elabora- do una clasificación con los regalos infantiles más demandados este año. Los más populares son los muñecos de acción sacados de dibujos de animación, miniaturas en PVC no articula- das, que recrean batallas entre varios jugadores. A la cabeza de todos ellos, tres marcas se repiten en las cartas de los niños a sus Majestades de Oriente: Bakugan, Gormiti y Beybade, que hace semanas escasean en los estantes de juguetes y supermercados en sus versiones más solicitadas. A continuación se sitúa la venta de muñecas más tradicionales como Nenuco, la reeditada Nancy (especialmente los juegos «estudio de peinado» y los cuentos), y Barriguitas (sobre todo la casa). Por último, también van a tener un peso específico en el trineo de Santa Klaus o en las alforjas de los camellos Go-Go Perrito Paseos, y el personaje de Bob Esponja, protago- nista de una serie de dibujos animados, en to- das sus variedades: peluches, figuras de PVC, parchís y diseño de distintos juegos. Es evidente que nada tienen que ver el amari- llento y popular cocinero de hamburguesas sub- marinas o los «señores de la naturaleza» con los objetos que entretuvieron a nuestros abuelos cuando usaban pantalón corto. Pero también es cierto que, por mucho que el mercado se empeñe en sacar artículos novedosos y crear modas para renovar las apetencias de los peque- ños, el juego es una actividad común a todas las civilizaciones y culturas. Por eso muchos de los patrones de los juguetes modernos (la encarna- 20 / EL DECANO DE GUADALAJARA 24 DE DICIEMBRE DE 2010 Del kikirigallo a la Texto: Concha Balenzategui. Fotografías: Catálogo «El juguete popular en Guadalajara»/Cedidas. ción de personajes fantásticos, la imitación y aprendizaje de roles del adulto, la competición en el grupo, el azar, la música o el deporte) esta- ban ya en el sentido de los juguetes primarios y toscos de nuestros ancestros, porque el juego es una manifestación del acervo cultural de toda sociedad. Excavaciones arqueológicas realizadas en nues- tra provincia han sacado a la luz buenos ejem- plos de juguetes de nuestros antepasados, en la Edad de Bronce, la época celtibérica o durante la Edad Media. Basta asomarse al Museo Pro- vincial, en el palacio del Infantado, para cono- cer algunos de estos hallazgos en las excavacio- nes de la Loma del Lomo de Cogolludo, el Prao de los Judíos de Molina de Aragón, el yacimiento celtibérico de Puente de la Sierra de Checa y, sin ir más lejos, el Alcázar Real de Guadalajara. El Museo, que organizó en primavera de 2008 una exposición junto al Servicio de Cultura de la Diputación Provincial bajo el título «El ju- guete popular en Guadalajara. Arqueología y tradición», mantiene agrupados en una vitrina algunos juegos y juguetes de la provincia, fe- chados desde dos siglos antes de Cristo hasta la edad contemporánea. «Es lo que nos ha llegado -precisa Fernando Aguado, director del Mu- seo-, no están los juguetes realizados con materia- les perecederos. Tenemos cacharritos de cerámica de la edad de Bronce, pero no el barquito de junco. Pero hay que pensar que donde había una corrien- te de agua, un palo y un niño, seguro que había un barquito». Se trata, en todo caso de juguetes sencillos y artesanos que vienen a demostrar que «el juguete preindustrial era exactamente igual desde que hay registro arqueológico. Si ahora los niños te hacen un coche con dos chapas y un cartón de leche, en- L Del kikirigallo a la

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Los niños de todas las culturas y épocas han crecido jugando, como demuestran los restosarqueológicos de antiguas civilizaciones en varios continentes, o los hallazgos en excavaciones de laEdad de Bronce o la Edad de Hierro en nuestra provincia, algunos de ellos expuestos en el MuseoProvincial. Los artículos que han entretenido a los niños han ido variando a lo largo de los siglos,evolucionando desde los toscos objetos de cerámica hasta las videoconsolas de última generación. SiBob Esponja o los Gormiti llenan hoy las estanterías de las superficies comerciales, no hace tantosaños nuestros abuelos se divertían con una simple cuerda, un pañuelo o elementos de la naturaleza.Algunos de estos instrumentos lúdicos tenían también sus peculiaridades y sus sonoros nombres endistintas localidades de Guadalajara, como ha podido documentar el Servicio de Cultura de laDiputación. A través de expertos en la historia y la tradición cultural en Guadalajara, y conocedoresde las actuales tendencias de mercado o los ingenios de vanguardia, se puede hacer un recorrido porla evolución de los objetos que los pequeños encuentran hoy bajo el árbol, pero remontándonosmucho antes de que importáramos el ornato navideño.

L as figuras manga de acción y los acce-sorios de muñecas son los juguetes fa-voritos de los Reyes Magos y Papa Noelestas Navidades. Así lo ha difundidouna de las principales cadenas de su-permercados, Eroski, que ha elabora-

do una clasificación con los regalos infantilesmás demandados este año. Los más popularesson los muñecos de acción sacados de dibujosde animación, miniaturas en PVC no articula-das, que recrean batallas entre varios jugadores.A la cabeza de todos ellos, tres marcas se repitenen las cartas de los niños a sus Majestades deOriente: Bakugan, Gormiti y Beybade, que hacesemanas escasean en los estantes de juguetes ysupermercados en sus versiones más solicitadas.A continuación se sitúa la venta de muñecasmás tradicionales como Nenuco, la reeditadaNancy (especialmente los juegos «estudio depeinado» y los cuentos), y Barriguitas (sobretodo la casa). Por último, también van a tenerun peso específico en el trineo de Santa Klaus oen las alforjas de los camellos Go-Go PerritoPaseos, y el personaje de Bob Esponja, protago-nista de una serie de dibujos animados, en to-das sus variedades: peluches, figuras de PVC,parchís y diseño de distintos juegos.

Es evidente que nada tienen que ver el amari-llento y popular cocinero de hamburguesas sub-marinas o los «señores de la naturaleza» con losobjetos que entretuvieron a nuestros abueloscuando usaban pantalón corto. Pero tambiénes cierto que, por mucho que el mercado seempeñe en sacar artículos novedosos y crearmodas para renovar las apetencias de los peque-ños, el juego es una actividad común a todas lascivilizaciones y culturas. Por eso muchos de lospatrones de los juguetes modernos (la encarna-

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Del kikirigallo a la

Texto: Concha Balenzategui. Fotografías: Catálogo «El juguete popular en Guadalajara»/Cedidas.

ción de personajes fantásticos, la imitación yaprendizaje de roles del adulto, la competiciónen el grupo, el azar, la música o el deporte) esta-ban ya en el sentido de los juguetes primarios ytoscos de nuestros ancestros, porque el juego esuna manifestación del acervo cultural de todasociedad.

Excavaciones arqueológicas realizadas en nues-tra provincia han sacado a la luz buenos ejem-plos de juguetes de nuestros antepasados, en laEdad de Bronce, la época celtibérica o durantela Edad Media. Basta asomarse al Museo Pro-vincial, en el palacio del Infantado, para cono-cer algunos de estos hallazgos en las excavacio-nes de la Loma del Lomo de Cogolludo, el Praode los Judíos de Molina de Aragón, el yacimientoceltibérico de Puente de la Sierra de Checa y,sin ir más lejos, el Alcázar Real de Guadalajara.El Museo, que organizó en primavera de 2008una exposición junto al Servicio de Cultura dela Diputación Provincial bajo el título «El ju-guete popular en Guadalajara. Arqueología ytradición», mantiene agrupados en una vitrinaalgunos juegos y juguetes de la provincia, fe-chados desde dos siglos antes de Cristo hasta laedad contemporánea. «Es lo que nos ha llegado-precisa Fernando Aguado, director del Mu-seo-, no están los juguetes realizados con materia-les perecederos. Tenemos cacharritos de cerámica dela edad de Bronce, pero no el barquito de junco.Pero hay que pensar que donde había una corrien-te de agua, un palo y un niño, seguro que habíaun barquito».

Se trata, en todo caso de juguetes sencillos yartesanos que vienen a demostrar que «el juguetepreindustrial era exactamente igual desde que hayregistro arqueológico. Si ahora los niños te hacenun coche con dos chapas y un cartón de leche, en-

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Evolución de los juguetes, desde los denuestros ancestros hasta la vanguardia

informática, pasando por la tradición

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a la wiitonces también lo harían con lo que tuvieran amano», prosigue Aguado. Un ejemplo palpa-ble sin salir de la vitrina de la exposición «Trán-sitos», que cuenta con una pequeña parte de losalmacenados en los fondos del Museo, es la delmenaje en miniatura, artículos que se siguenvendiendo en las jugueterías del siglo XXI pormucho que estén fabricados en plásticos multi-colores. A diferencias de estos, aquí hay un cuen-co de cerámica de la Edad de Bronce (2300-1600 a.c. Cogolludo), una jarrita realizada entorno (siglo XIX Casa del Doncel de Sigüenza),y entre una y otra época, un cuenco de cerámi-ca usado en la época celtibérica (Edad de Hie-rro, siglos V-II a.c..).

Otro ejemplo de juguete que «se lleva» desdehace siglos es la representación de los animales,aunque poco se parezcan al tan demandadoactualmente perrito Go-Go. En el Alcázar sehalló una buena muestra de cerámicas vidria-das con forma de distintas bestias, fechadas en-tre los siglos XIV y XV: concretamente el caba-llo de juguete que se expone en la sección deganadería de «Tránsitos», o la cabeza de caballoque se ha ausentado temporalmente de la vitri-na de juguetes para participar en la exposicióntemporal «Guadalajara ciudad», dentro del mis-mo Museo, pero en las salas del Duque. Precisa-mente sobre los juguetes hallados en las excava-ciones del Alcázar existe un extenso trabajo es-crito por los historiadores Miguel Ángel Cua-drado y María Luz Crespo, titulado La pequeñahistoria en el Alcázar Real de Guadalajara. Obje-tos para jugar.

Un mundo sin fronterasPor mucho que tenga de tradicional y de arrai-

gado, el mundo de los juguetes es tan amplioque no admite fronteras geográficas, ni tampo-co es fácil establecer las tipologías. Lo sabe bienel etnógrafo José Antonio Alonso, uno de loscomisarios de la exposición celebrada hace dosaños y medio en la capital, y que esta mismasemana ha impartido una conferencia con eltítulo de «El juguete tradicional en Guadalaja-ra», en la Casa de Guadalajara en Madrid. «Veoque hay muchísimas semejanzas con otras regionescercanas o incluso lejanas, como el Pirineo o el PaísVasco. A veces nos gusta mirarnos al ombligo, yestudiando un poco vemos que hay lo mismo enotras partes», explica Alonso, aunque añade que«en cada zona hay cuestiones locales y variantesque dan a cada aspecto de la cultura un toqueespecial. Por ejemplo, los nombres que reciben enuno y otro lugar sí varían».

Así, las sonajas que se han estudiado en Gua-dalajara se hacían también en el País Vasco, aun-

que en Sacedón reciben el nombre de «mara-cas», mientras los zumbadores también apare-cen en Cataluña, lo que no les quita interés, ajuicio de Alonso. También hay variables locales:en el llamado «juego de la estornija»: la vara máslarga se conoce como «marrut» en el pueblo deClares, «marro» en Tartanedo y «palo» en Villa-nueva de Alcorón; mientras el palo apuntadoque sale por los aires tras ser golpeado se llama«estornija» en Tartanedo y la comarca de Si-güenza, y «chueca» en Villanueva de Alcorón.

Son nombres llenos de reminiscencias que consolo pronunciarlos evocan otras épocas, otrosescenarios y no pocas correrías. Como la «zu-rrumba», una cuerda atada a una sencilla tablade madera que se hace girar para producir unzumbido, o los «cachurros», especie de zancoshechos con botes de hojalata atados con cuer-das. Pero uno de los más curiosos que apareceen nuestra provincia, documentado en Rena-les, es el kikirigallo, una especie de zumbadorrealizado con media cáscara de nuez cubiertapor membrana de vejiga, atada a un palo porpelo de caballería. Chiflos, silbatos o carracasestán entre los juegos que emiten sonidos o imi-tan a instrumentos musicales, aunque son másrudimentarios, pues no ejecutan melodías, y aveces se utilizaban para acompañar canciones.

Los descendientes de algunos de estos obje-tos, en versión plástico multicolor, apareceránestos días bajo el árbol navideño. Pero habrá entodo caso algunas diferencias más que los mate-riales de que están fabricados. Por ejemplo, elsentido del juego colectivo o realizado al airelibre, frente al individual: «La vida social vadisminuyendo. En los pueblos todo el mundo juegaen la calle y en el ambiente urbano no hay tantoespacio libre, no es tan habitual. Antes había unsentido más colectivo. En términos generales, lacultura tradicional es más participativa que lacultura actual más urbana. La televisión, uno delos principales entretenimientos, hace que seamosespectadores», apunta José Antonio Alonso.

Pero sobre todo, está el origen artesanal, puesen la sociedad preindustrial los juguetes se fa-bricaban por uno mismo con materiales senci-llos, «lo que se tenía a mano, como hacer un barcocon una hoja de carrizo con unos simples movi-mientos de la mano. Los materiales eran muchasveces efímeros, se destrozaban o no tenía sentidoguardarlos porque era muy fácil hacerlos», recuer-da el folclorista. Un aspecto importante es quela confección del juguete era una parte del en-tretenimiento (ahora se venden paquetes prefa-bricados para hacer manualidades) y tambiénera una transmisión de conocimientos de adul-tos a niños, o entre chavales de distintas edades.

a la wii

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Jugar sin juguetes

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«Ahora hemos superado la motivación de cons-truir objetos a partir de la naturaleza, y los jugue-tes tienen un sistema de transformación muy sofis-ticado, es imposible. Se ha perdido la capacidad deser el protagonista de la construcción. Estos jugue-tes tradicionales eran el reflejo de que cada genera-ción educa a los menores, incluso los niños a los quevienen detrás», reflexiona Alonso.

La naturaleza estaba presente tanto en el con-tacto que los chavales mantenían con ella, comoen el uso de su materiales (hojas, ramas, frutos...) o la imitación de roles. «Muchos animales seusaban en realidad como juguetes: ¿Quién no hatenido gusanos de seda, ha cazado grillos, renacua-jos o luciérnagas?». Collares de flores, chiflos he-chos con semillas, espadas con cañas, barcos decáscara de nuez y un largo etcétera, que hacíaque las estaciones del año marcaran las modasen la confección de juguetes: florales en prima-vera, de frutos secos en otoño, con vejigas en

tiempo de matanza...Es una forma más de

reciclaje, ahora tan enboga, en la que una latase convertía en un zan-co, un botón en la rue-da de un carro, una pin-za de la ropa en una pis-tola y varios tablones enla patineta. Pirindolashechas a partir del ca-rrete de madera cuandose acababa el hilo, aros

de los barriles que acabarían rodando caminoabajo, y tirachinas realizados con las ramas delos árboles llenaron las tardes de nuestros abue-los. A pesar de los siglos que han pasado poralgunos, y lo extendido en la geografía de otros(los aros, las tabas o el tres en raya aparecendesde civilizaciones antiguas como el imperioromano), muchos de estos juegos están a puntode desaparecer.

¿Para qué sirve este cacharro?Y es que es difícil competir con las consolas

más vendidas, o con la codiciada Wii. Porqueestos, los artilugios electrónicos, son el deseo más

Jugar sin juguetesos juegos tradicionales no necesitabanaparatos sofisticados ni elaborados obje-tos para la diversión de los chavales. Bue-L

nos ejemplos de ello los encontramos en el tra-bajo Juegos infantiles de Guadalajara (Cuader-nos de Etnología nº 37, año 2007), en el queTomás Fernández Serrano recopila juegos in-fantiles de la provincia en los años 60. «Aque-llos juegos conllevaban una mayor participa-ción entre los sujetos de una misma colectivi-dad, creándose por tanto una mayor interrela-ción entre los mismos. Desgraciadamente, estoshan desaparecido, en algunos casos, la reali-dad es que están en vías de ello», es una de lasconclusiones del autor.

El texto hace especial hincapié en los juegos,las reglas, la curiosa terminología empleada eincluso las cancioncillas que les acompañaban,además de especificar si eran más propios dechicas o de chicos. Queda demostrado que unasencilla cuerda, un pañuelo o un simple palopueden dar «mucho juego», y nunca mejor di-cho, mientras hay actividades lúdicas que pres-cinden absolutamente de los objetos, como elcorro o «el pillado». He aquí algunos de losrecopilados en este trabajo:

● La tía mondonga. Una de las modalidadesde juego del corro, con una persona en el cen-tro que trata de salir del círculo, y con cancionesespecíficas.

● La gallina ciega. Variante del anterior, conel protagonista con los ojos vendados.

● La zapatilla. Un corro de niños sentados yuna zapatilla que se deposita para decidir quiéntiene que alcanzar al que la ha dejado. Tam-bién con canción alusiva.

● Hay muchas modalidades de corro, quetienen sus cánticos y sus reglas: «El corro de lapatata», «A esa que está enmedio», «Las señori-tas del Polisón», «La chata Merenguela»

● Tejo o escalerillas. Recibe su nombre de lapieza de barro que se usaba, que podía ser unapiedra o un trozo de ladrillo plano que se lan-zaba sobre una cuadrícula dibujada en el suelo(parecida a la rayuela) y que había que empu-jar con el pie saltando a la pata coja.

● Escalerillas dobles. Similar al anterior, con

dos cuadrículas o recorridos simultáneos.● Las palmas. Dos jugadores (habitualmente

eran niñas) entrechocan sus palmas en distintasposiciones con un ritmo marcado por la canción:«Palmas, palmitas», «En el barranco del lobo».

● La comba. La forma de los saltos por enci-ma de la cuerda depende de las canciones, tam-bién variadas.

● El palo enterrado. Se coloca un palo sobreun montón de tierra, que los jugadores por tur-no van mermando, de forma que pierde el quehace caer el palo, y debe desenterrarlo con laboca.

● Bonis y acericos. Los «bonis» son alfileresde cabeza redonda y de colores que iban cla-vando en los «acericos», almohadillas de telade papel, con diversas apuestas según las mo-dalidades y con una terminología propia paradefinir sus posiciones:«ca», «pun», «ca pun»...

● La correa. Un juga-dor escondía la correay los demás trataban debuscarla. Quien la en-contraba se liaba a co-rreazos con sus compa-ñeros.

● La manzana podri-da. Persecución en tor-no a un edificio sin po-der bajarse de la ace-ra, pero sí encaramar-se a rejas y balconespara no ser alcanzado.

● Chandarmes y ladrones, persecuciones endos bandos; uno de ellos comienza escondido.

● Las chapas. Recorrido en la tierra con tapasde botellas de los refrescos, algunas decoradascon cromos de jugadores de fútbol.

● El «inque». Sobre tierra húmeda, los juga-dores tratan de clavar por turnos un clavo largoo una varilla de metal, lo más centrado posibleen un cuadrado dibujado en la tierra. Sin moverlos pies, trazan líneas rectas uniendo los latera-les del cuadrado para acotar su territorio.

● La leche cortada. Juego de persecucionesen espacios abiertos. ◗

Barco hecho con unahoja de carrizo

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Juguetessolidarios

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Juguetessolidarios

l espíritu navideño de compartir conlos menos favorecidos también estápresente en el ámbito de los juguetes.E

«Calle Mayor solidaria» es ya un clásico en elprograma navideño de la capital, aunque esteaño se celebre en la plaza de los Caídos, evi-tando las obras de la plaza Mayor (jueves 30,de 10:30 a 19:30 h.). Es el tercer año en quela actividad, que pretende que ningún niño sequede sin recibir un juguete el día de Reyes,viene organizada por Cáritas Diocesana, quela incluye en su campaña navideña con el lema«Una sociedad con valores es una sociedadcon futuro». Se trata, según explican desdeesta organización, de que los niños «donenjuguetes en buen estado, nuevos o usados peroque estén en buen uso, y los repartiremos en-tre familias atendidas desde las parroquias detoda la provincia». Quien dice juguete, dicetambién libros de cuentos o regalos infantilesen un sentido amplio, que los voluntarios deesta organización recogen baja una carpa, yque tendrá también animación. Las necesida-des son muchas, recuerdan desde Cáritas, puessólo en la capital hay 960 familias a las queauxilia esta organización, y casi 5.000 perso-nas se han atendido a lo largo de este añodesde los servicios generales, aunque no to-das serán receptoras de este programa, cuyosdestinatarios específicos son los niños. ◗

demandado de chavales y no tan chavales, en-vueltos en una maraña de anglicismos y com-plejidad que resulta difícil desentrañar para mu-chos mayores encarnados en la figura de papa-noeles regaladores. Consciente de esta barrera,David González, uno de los responsables deinformática en la Biblioteca Pública, impartióesta semana una conferencia titulada «¿Para quésirve este cacharro?». Hablaba el experto de iPod,iPad, ebook, MP3, MP4, MP5 o cámaras digi-tales, aparatos que sobrepasan el concepto dejuguete, pero que figuran con frecuencia en lasmisivas enviadas a los Magos.

Entre sus recomendaciones está la de infor-marse sobre las prestaciones del aparato, pensarmuy bien a quién se le va a regalar y el uso quele dará. «La tableta (el iPad de Appel) es todavíacara para regalo de Reyes, pero tiene bastante futu-ro por sus dispositivos. Pero hay que pensar que no

está diseñada para trabajar, dependiendo del tipode trabajo, porque es útil para consultar el correoen un momento, no tarda tanto como el portátil,pero no es cómoda para escribir un texto largo»,pone como ejemplo. O este otro: «Muchos cha-vales piden el Ipod para escu-char música, cuando no tie-ne muchas más ventajas, de-pendiendo del usuario, queun MP3, y sin embargo elprecio cambia mucho».

Pero tampoco hay que ob-viar los deseos del niño: «Sile regalas la Nintendo y quiere la Play, que al quecompra le parecen similares, puede llevarse unadesilusión». González aconseja acercarse a unatienda especializada «si no lo tenemos claro, quenos pueden aconsejar», pero también «rebuscar eninternet, que nos puede ofrecer mejor precio si que-

remos un producto y marca concreto».En cuanto a los juegos propiamente dichos,

hemos asistido en los últimos años a una autén-tica revolución. Los videojuegos, cada vez conmás realismo en gráficos y movimientos, dirigi-

dos a un aficionado concreto,amante de las pantallas, se hanabierto a un sector muchomás amplio. Así están las con-solas de bolsillo que se reco-miendan a los mayores paraejercitar la memoria o la acti-vidad mental, las que contie-

nen recetas u otras aficiones, o las que se anun-cian con el gancho de aprender inglés. Y ade-más, la reina del mercado, la wii, «una consolaque está bien para todo tipo de gente, porque es defácil manejo, que gusta a personas de más de 30años, a señores de 60 y a niños pequeños». ◗

iPod de Apple

iPad