José María García Márquez -...

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16 CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO • diciembre 2006 • Nº 15 José María García Márquez principios de 1937, un grupo de 42 vecinos de El Castillo de las Guardas (Sevilla), que se encontraban huidos del pueblo y sus aldeas desde agosto de 1936 en que la columna de Álvarez Rementería ocupó el pue- blo, decidieron presentarse a la Guardia Civil acogién- dose a la llamada al retor- no de todos aquellos que no tuvieran las manos manchadas de sangre. Los 42 fueron detenidos y pro- cesados en Consejo de Guerra Sumarísimo, cele- brado en el mismo pueblo el 15 de abril de 1937. Ocho (cinco de ellos desta- cados dirigentes del sindi- cato minero de la UGT), fueron fusilados el 4 de mayo siguiente. Dieciocho fueron condenados a re- clusión perpetua y los 16 restantes absueltos. Esta brutal represalia a los que se presentaron voluntaria- mente porque no tenían nada que temer, fue prece- dida de una discusión con otros huidos que les insis- tieron en que no se presen- taran. Un grupo de éstos decidió esconderse en la mina abandonada de Peñas Altas, cercana a la aldea de La Aulaga. El 1 de diciembre de 1937, una compañía de fa- langistas al mando del ca- pitán habilitado de la Guardia Civil José Robles Alés (el que fuera jefe de la famosa Harca Robles, de triste recuerdo en sus an- danzas por la provincia de Huelva), salía a las cinco de la mañana de La Aula- ga, por el camino de Ner- va. Eran unos ochenta hombres, la mayoría de ellos falangistas de Cortes de la Frontera, que opera- ban en la sierra como co- lumna volante indepen- diente, aunque formando parte de las fuerzas del te- niente coronel Hidalgo Am- brossy, encargado por Queipo como jefe para la persecución de huidos en toda la zona. Tras una hora de mar- cha, llegaron a la Mina de Peñas Altas que se encon- traba abandonada desde hacía varios años. Comen- zaron a batir sus calicatas y socavones y en uno de éstos, al reconocer huellas humanas y entrar a inspec- cionarlo, un requeté reci- bió desde el interior un disparo, resultando herido en el maxilar derecho. In- mediatamente, el capitán Robles ordena rodear la mina y manda colocar guardias en todas las bo- cas. Cursa parte al teniente coronel Hidalgo, quien a su vez ordena al coman- dante de Infantería Eleute- rio Sánchez Rubio, jefe de la zona oeste, con base en Valverde del Camino, que se traslade al lugar. Por la tarde, ambos jefes llegan a Peñas Altas y acuerdan con el capitán Robles el envío inmediato de una sección de dinamiteros con suficientes explosivos. Entre todos acuerdan re- forzar las guardias con ocho hombres en cada po- zo y socavón y parejas de apoyo en puntos estratégi- cos. Convencidos de la im- posibilidad de que los hui- dos puedan escapar, los je- fes se marchan y el capitán Robles queda a la espera de la dinamita. La mina contaba con Cerco, resistencia y evasión e Investigador Los diamiteros mezclaron el explosivo con azufre para incrementar su poder destructivo A 16-23 JMGarciaMarquez 15 13/12/06 18:07 Página 2

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José María García Márquez

principios de1937, ungrupo de 42vecinos deEl Castillo

de las Guardas (Sevilla),que se encontraban huidosdel pueblo y sus aldeasdesde agosto de 1936 enque la columna de ÁlvarezRementería ocupó el pue-blo, decidieron presentarsea la Guardia Civil acogién-dose a la llamada al retor-no de todos aquellos queno tuvieran las manosmanchadas de sangre. Los42 fueron detenidos y pro-cesados en Consejo deGuerra Sumarísimo, cele-brado en el mismo puebloel 15 de abril de 1937.Ocho (cinco de ellos desta-cados dirigentes del sindi-cato minero de la UGT),fueron fusilados el 4 demayo siguiente. Dieciochofueron condenados a re-clusión perpetua y los 16restantes absueltos. Estabrutal represalia a los quese presentaron voluntaria-mente porque no teníannada que temer, fue prece-dida de una discusión conotros huidos que les insis-tieron en que no se presen-

taran. Un grupo de éstosdecidió esconderse en lamina abandonada de PeñasAltas, cercana a la aldea deLa Aulaga.

El 1 de diciembre de1937, una compañía de fa-langistas al mando del ca-pitán habilitado de laGuardia Civil José RoblesAlés (el que fuera jefe de lafamosa Harca Robles, detriste recuerdo en sus an-danzas por la provincia deHuelva), salía a las cincode la mañana de La Aula-ga, por el camino de Ner-va. Eran unos ochentahombres, la mayoría deellos falangistas de Cortesde la Frontera, que opera-ban en la sierra como co-lumna volante indepen-diente, aunque formandoparte de las fuerzas del te-niente coronel Hidalgo Am-brossy, encargado porQueipo como jefe para lapersecución de huidos entoda la zona.

Tras una hora de mar-cha, llegaron a la Mina dePeñas Altas que se encon-traba abandonada desdehacía varios años. Comen-zaron a batir sus calicatasy socavones y en uno de

éstos, al reconocer huellashumanas y entrar a inspec-cionarlo, un requeté reci-bió desde el interior undisparo, resultando heridoen el maxilar derecho. In-mediatamente, el capitánRobles ordena rodear lamina y manda colocarguardias en todas las bo-cas.

Cursa parte al tenientecoronel Hidalgo, quien asu vez ordena al coman-dante de Infantería Eleute-rio Sánchez Rubio, jefe dela zona oeste, con base enValverde del Camino, quese traslade al lugar. Por latarde, ambos jefes llegan aPeñas Altas y acuerdancon el capitán Robles elenvío inmediato de unasección de dinamiteroscon suficientes explosivos.Entre todos acuerdan re-forzar las guardias conocho hombres en cada po-zo y socavón y parejas deapoyo en puntos estratégi-cos. Convencidos de la im-posibilidad de que los hui-dos puedan escapar, los je-fes se marchan y el capitánRobles queda a la esperade la dinamita.

La mina contaba con

Cerco, resistencia y evasión e

Investigador

Los diamiterosmezclaron elexplosivo conazufre paraincrementar supoder destructivo

A

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tres pozos y seis bocas.Esa mañana, el capitánRobles se había entrevista-do en Villa Emilia conMelchor Salaya, que traba-jó como técnico en PeñasAltas y que más tarde fuepropietario de la mina,quien le facilitó un croquismanual de sus pozos y ga-lerías cuando estaba en ex-plotación y le informó delestado en que debía encon-trarse. Salaya considerabaimposible que, dada la hu-medad y estado actual dela mina, pudiera habitarse.

El día 2 por la mañanallegaron los dinamiteros.Colocaron los explosivosen las bocas y pozos y de-cidieron mezclarlos conazufre para aumentar supoder destructivo. Tras de-tonarlos, se aproximaron alas bocas siendo recibidoscon nutrido fuego desde elinterior. El capitán Robles,“dándose cuenta de queeste procedimiento no ha-bía dado el resultado ape-tecido, pensó y puso enejecución el desviar elcauce de un arroyo muy

abundante en agua haciala mina con el propósito deinundarla, haciendo estaoperación por la boca delsocavón”. Durante toda lanoche continuó entrandoagua y como se viera queno fuera suficiente paraanegarla por completo...“se echó gran cantidad degasolina con objeto de quese esparciera por la super-ficie del agua y despuésprocedió a su inflamación,haciendo esto en la formaexpresada sin conseguir elresultado que se buscaba,

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ón en la mina de Peñas Altas

El capitán Roblesdesvió un arroyopara inundar lamina, echómucha gasolinay le metió fuego

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a pesar de que salía portodas las bocas y pozosgran cantidad de fuego”.

A las ocho de la maña-na del día 3, “suponiendoque las gentes del interiorno daban señales de vidadecidió variar el cauce”.Esperaron a desaguar y ha-cer un nuevo reconoci-miento, encontrando al pe-netrar una puerta colocadacon obra de mampostería“y que indicaba que dabapaso a una galería quehan debido construirla losfugitivos... Se llegó hastaesa puerta y para violen-tarla se colocaron dos ca-

jas de 25 kilos de dinami-ta, que no pudo ser explo-tada de momento por elfuego de fusilería o esco-petas”. En un nuevo inten-to se consiguió “volar ladinamita, continuandoellos disparando y lanzan-do bombas el resto del díahasta las siete de la tar-de”. A la operación asis-tieron el teniente coronelHidalgo y el mismo Joa-quín Ibáñez, gobernadormilitar y civil de la provin-cia de Huelva. Mientras selleva a cabo la operación,se pide al teniente coronelHidalgo (según sabemos

por la declaración del co-mandante Sánchez Rubio)“un equipo de ingenierospara el cierre de los soca-vones y químicos paraechar gases asfixiantesque dieran el resultado deexterminio de todo el quehubiera en el interior”.

“El día 4 determinó pa-ra ver si conseguía volar elinterior en que suponía seencontraban los fugitivos,ordenó con el personal di-namitero que habían en-viado y que a la vez eranbarreneros, pensó y pusoen práctica la construc-ción de dos barrenos decala con la intención dellegar si era posible lo máshondo que pudiera, haceren ellas una carga de di-namita y conseguir elaplastamiento de los queestaban dentro”. Este tra-bajo tuvieron que detener-lo al llegar la noche sinconseguir un significativoavance en los barrenos, porlo que, en evitación de quepudieran evadirse en la os-curidad, se revisaron todaslas bocas y pozos para quequedaran “perfectamentecerradas y con guardiasinmediatas y en algunos endonde lo permitía se pusie-ron focos de carburos paramejor vigilar, así como al-gunas latas viejas paraque al mover algunos delos taponamientos hicie-ran ruido para descubrir-los”. y así continuó la no-che en espera de la llegada,al día siguiente, de los ga-ses asfixiantes que se ha-bían pedido a Sevilla.

En la madrugada deldía 5, sobre las cuatro, llo-

Se pretendiógasear el interiorde la mina parael exterminototal de los queestaban dentro

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vía intensamente y hacíaun viento “huracanado”;la guardia que se encontra-ba vigilando el pozo sur,“cuyo brocal estaba de ja-ras grandes y muy pobla-do”, escuchó un leve rui-do, haciendo fuego inme-diato y lanzando bombasde mano. Puestas en alar-ma todas las fuerzas, el ca-pitán Robles ordenó unainmediata batida por todoel monte, que dio como re-sultado la captura de dosde los mineros huidos,Blas Parrilla Fernández yFrancisco Gil Fernández.Por ellos conocieron queeran 19 los que habíanconseguido escapar. Se in-tentó desesperadamenteseguir sus huellas, pero laintensa lluvia borraba to-dos los rastros. Rastrearontodos los socavones de laspequeñas minas de los al-rededores y se batió toda lazona sin ningún resultado,retornando a Peñas Altas y

haciendo entrar en la minaa los dos detenidos comoprácticos para el reconoci-miento.

Observaron que detrásde la puerta colocada, ha-bían construido un muro“de piedra de unos tresmetros de espesor y dosmetros de altura”. La pie-dra que originariamenteobstruía la galería es la quehabían utilizado para hacerel muro con las herramien-tas que poseían... “y comoellos todos son mineros deprofesión se explica el tra-bajo que realizaron”. Ob-servaron también que, parapasar de la galería generalal pozo por donde huye-ron, “hicieron un huecopor donde escasamentecabe un hombre y por allífueron pasando todo elmaterial y enseres que leeran precisos para la hui-da”. Una vez que estuvie-ron en el fondo del pozosur por donde salieron,

construyeron “una cuerdalo bastante resistente, he-cha con tiras de tela decolchones; inmediatamen-te empezaron a construiruna escalera de maderaaprovechando la que tení-an empleada en los camas-tros, aprovechando ésta enforma tal en que hasta lospedazos más pequeños loshan utilizado en ella, todaella amarrada con cuerdasy hecha esta escalera, lacuerda antes mencionadala amarraron a los trasver-sales de tubo de hierro quese habían colocado paraechar sobre ellos los ra-majos y leñas y ademástierra y piedras”. Entre laescalera y la cuerda tuvie-ron que salvar unos diezmetros para salir al exte-rior.

Refiriéndose a uno delos detenidos, FranciscoGil Fernández, de 58 años,casado, conocido por ElPenanes y vecino de las

Diecinueve delos minerosconsiguieronescapar y huir almonte mientraseran perseguidos

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Minas del Castillo, nos di-ce el capitán Robles: “Des-pués de salir de la bocami-na últimamente reconoci-da, intentó darse a la fugasin que a pesar de los re-querimientos para que sedetuviera obedeciera aello, por lo cual la fuerzale hizo fuego quedandomuerto en el acto, dándolesepultura en el mismo re-lleno”. Francisco Gil fuellevado por el capitán Ro-bles a la Mina del Higue-ral, a unos ocho kilómetrosde Peñas Altas, donde lacolumna del comandanteCárceles, había localizadoal parecer a otro grupo defugitivos. Marcharon en elferrocarril hasta la esta-ción de Peña del Hierro ydesde allí a pie hasta ElHigueral. “Se puso enpráctica arrojar un bidónde gasolina por el pozomaestro, al que inflamaronpara que surtiera sus efec-tos; después y como no sa-lían, se arrojaron bombasy una de ellas fue arrojadapor el propio declarante laque por tener la cinta enmalas condiciones hizo laexplosión antes de tiempoy la explosión hirió al pro-pio declarante con la me-tralla”. Posteriormentecomprobaron que no habíanadie en su interior y retor-naron a Peñas Altas. Res-pecto a Blas Parrilla, de 68años, casado, conocido porEl Lobo de Aznalcóllar, dedonde era natural y vecinode El Madroño “continúaunido a las fuerzas paracon su conocimiento yofrecimientos que tiene he-chos pudiera dar luz sobre

el descubrimiento de loshuidos y otros que tambiénse encuentran en el campocuyo paradero se descono-ce”. (A Blas Parrilla Fer-nández sabemos por lacausa 875/37 —ArchivoTribunal Militar Territorial

Segundo de Sevilla— lefue aplicado el Bando deGuerra, tras prestar decla-ración el 7 de diciembre de1937, ante el juez militarque lo procesó).

Como consecuencia

del cerco a que sometierona los mineros escondidosen la mina, fueron deteni-das siete mujeres de LaAulaga y siete de las Mi-nas del Castillo, esposas ymadres de los cercados.Varias de ellas fueron obli-

gadas a entrar en la minaen los primeros días delcerco, con el objeto de queconvencieran a sus mari-dos e hijos a entregarse ysalir de la misma. Todas alsalir dijeron que allí no ha-

Después de salirde la bocaminaintentó darse ala fuga, la fuerzahizo fuego ymurió en el acto

Este croquis fue elaborado a mano por Melchor Salaya, propietario de la mina, a p

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bía nadie. Cuando luegosupieron por los dos dete-nidos que las mujeres estu-vieron dentro abrazándosey hablando con sus fami-liares, todas fueron proce-sadas y juzgadas en Con-sejo de Guerra y, aunque

resultaron absueltas, pasa-ron varios meses en pri-sión (ATMTS. Causa875/37). También fue dete-nido Aurelio Olivo Parrilla,ferroviario encargado delapeadero de Peñas Altas.

En el atestado que se ins-truyó se señala que “elpersonal del ferrocarrilsaluda a los compañerosde vía al pasar el tren conpuño en alto”, y tambiénse añade que el ferrocarrilera conocido como el “tren

rojo”. En una casilla, aunos 300 metros de la esta-ción, encontraron un ca-mastro de pasto junto auna ventana, desde dondese divisaban las veredas deacceso y la carretera de La

Aulaga a Nerva y que seconsideró como una avan-zadilla de observación. Enla estación encontraron unpapel que decía: “de panbien”, y también se obser-vó que la vereda que desdela estación se dirigía al so-cavón oeste de la mina(donde se produjo el en-cuentro), estaba muy tran-sitada.

El informe elaboradocon la relación de los mi-neros que se encontrabanen el interior de la mina, esel siguiente:

—Francisco Gil Fer-nández (a) El Penanes, de58 años.

—Blas Parrilla Fernán-dez (a) El Lobo, de 62años.

—Dos hijos de BlasParrilla.

—Un hijo de FranciscoGil.

—Un yerno de Francis-co Gil.

—Fernando CabreraOrtega (a) El Barbero, de52 años.

—Salvador Cabrera,hijo de Fernando, de 25años.

—Luis Gómez Hidalgo(a) El Tubero, de 35 años.

—Pedro FernándezFernández (a) El Sinver-güenza, de 26 años.

—Fernando García Do-mínguez (a) El Mocho, de23 años.

—Félix Ramírez (a) ElJorobado, de 34 años.

—Eugenio Álvarez Osu-na (a) Guitarrilla, de 27años.

—Casimiro SánchezGómez, de 56 años.

—Lorenzo Sánchez

El personal delferrocarril saludaa los compañerosde vía al pasarel ‘tren rojo’ conel puño en alto

de la mina, a petición del capitán habilitado de la Guardia Civil José Robles Alés.

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Fernández, hijo de Casimi-ro, de 23 años.

—Gregorio Díaz Fer-nández (a) El Goro, de 47años.

—Juan Díaz Parrilla,hijo de El Goro, de 23años.

—Modesto Díaz Rome-ro, de 26 años.

—Luis Cordero Fernán-dez, zapatero (alcalde), de54 años.

—Manuel CorderoSánchez, hijo de Luis, de25 años.

—Isidoro Parrilla Del-gado, de 27 años.

—Silvestre ParrillaDelgado, de 24 años.

Los nueve últimos ve-cinos de la aldea de La Au-laga y los anteriores de laaldea de Minas del Casti-llo. De algunos de ellosposeemos información. Elcitado como “yerno deFrancisco Gil”, es Juan Yá-nez García, (también cita-do Juan Llanes), casadocon Francisca Gil. Ésta ha-bía sido ya detenida en

marzo de 1937, cuando enunión de EncarnaciónMontero Álvarez, mujer deFernando Cabrera Ortega(a) El Barbero y el hijo deésta, Emilio, fueron sor-prendidas por la GuardiaCivil y falangistas de ElCastillo de las Guardas, enlas afueras de Vistahermo-sa, encontrándoles en uncesto “2 kilos de pan, 1 ki-lo de tocino, una olla decocido preparada para co-mer, una muda exterior yotra interior, dos pares decalcetines, cuatro pañue-los y un par de alpargatasnuevas” (ATMTS, causa11/37).

Fernando García Do-mínguez (a) El Mocho,murió en la sierra “al pre-tender pasar a zona roja”,según un informe de laGuardia Civil que obra enla causa 613/42. (ATMTS)

Pedro Fernández Fer-nández, barrenero, consi-guió pasar a zona republi-cana, en cuyo ejércitocombatió. Al término de la

guerra y al retornar a supueblo, fue detenido e in-gresado en la Prisión Pro-vincial de Sevilla. El 6 deagosto de 1940 salió en li-bertad, siendo nuevamentedetenido el 11 agosto de1941 y procesado. Enfer-mó gravemente en la cár-cel siendo trasladado alHospital Provincial el 10de abril de 1942, fallecien-do el 23 del mismo mes.Tenía 31 años. (Datos delArchivo de la Prisión Pro-vincial de Sevilla)

Félix Ramírez (a) ElJorobado (su segundo ape-llido era Penco), se mantu-vo en la sierra hasta el 7 dejunio de 1938 que consi-guió pasar a zona republi-cana con un grupo de nue-ve. Ingresó en el EjércitoRepublicano y fue deteni-do al término de la guerra.Juzgado en Consejo deGuerra sumarísimo el 24de mayo de 1940, fue con-denado a 20 años de pri-sión. Murió en la cárcel deSevilla el 9 de marzo de

Las dos mujeresfueron detenidascon 2 kilos depan, tocino, unaolla, una muda yunas alpargatas

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1942. Tenía 39 años(ATMTS. Causa 3158/39).

De Modesto Díaz Ro-mero, ignoramos si llegó aalcanzar la zona republica-na. Su hermano José, quetambién huyó de La Aula-ga en agosto de 1936, de-cidió presentarse unos me-ses después a la GuardiaCivil en El Madroño, sien-do fusilado (ATMTS875/37).

Casimiro Sánchez Gó-mez, de 56 años, se pre-sentó a los dos días de lafuga al no encontrarse confuerzas para huir. Fue de-tenido y procesado enConsejo de Guerra sumarí-simo celebrado en Huelvael 26 de enero de 1938 ycondenado a 12 años deprisión. Obtuvo la libertadprovisional en la Fortalezadel Hacho en Ceuta, el 10de agosto de 1941 (Archi-vo Histórico Provincial.Expedientes de Responsa-bilidades Políticas 767-6591).

A Juan Díaz Parrilla,de 23 años, hijo de El Go-ro, de La Aulaga, lo mata-ron en la sierra en fechaindeterminada. Su madre,Rosalía Parrilla Gómez fuedetenida el 23 de agosto de1938, denunciada por elfalangista Domingo Sán-chez Díaz. “Estaban sa-cando tierra en la fincaSanguijuela y oyó a Rosa-lía decir: esos canallas dela aldea, hijos de puta, de-berían estar ardiendo;esos canallas fascistasporque tienen ahora elmando se creen que no va-mos a poder resollar nun-ca... Ahora están gozando

porque mataron a mi hijo”.Fue juzgada en Sevilla enConsejo de Guerra sumarí-simo (ATMTS 2724/38) ycondenada a dos años,cuatro meses y un día.Cumplió íntegramente lacondena. El 6 de septiem-bre de 1943 la propuestade conmutación fue dene-gada. Dice el resultando desu sentencia: “Que en estacruenta lucha que Españaestá empeñada y en la que

velando por su honor y porsu dignidad al par que porlas gloriosas tradicionesde la Raza, aplasta conasombro del mundo enteroal marxismo disolvente yrevolucionario, la pobla-ción civil de la retaguardiatiene que ser cuidadosa-mente vigilada, no tantopara que cumpla su pri-mordial misión de ser elsostén, ayuda y refugio delcombatiente, sino paraevitar que algún mal ger-men que en ella haya que-dado fructifique y conta-

mine a la sociedad que seestá formando y que ha devivir con la selección efec-tuada, al calor de la gestainmortal de su gloriosoejército que guía el invictocaudillo GeneralísimoFranco”. ■

La información de este tra-bajo procede de las diligencias2319 de 1937, instruidas el 6

de diciembre de 1937 por el

juez instructor teniente coronelde Infantería José Ruiz Serrano

en “averiguación de las respon-sabilidades de la fuga de rojoscercados en la mina Peñas Al-

tas”. (Archivo del Tribunal Mili-tar Territorial Segundo de Sevi-lla). Las citas en cursiva son li-terales. Como fuentes comple-mentarias se han utilizado va-

rios sumarísimos del mismo ar-chivo.

El croquis de la mina que seacompaña fue elaborado a mano

por el propietario de la mina apetición del capitán Robles.

“Hay que vigilarla retaguardiapara evitar quefructifique algúnmal germen quehaya quedado”

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