JosØ Martí y el abrazo de Fidel Castro -...

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10 3 de febrero de 2017 Pensamiento L ECTOR voraz como JosØ Martí, Fidel Castro pudo haber escrito de sí palabras con que el primero se autocaracterizó: Napoleón nació sobre una alfombra donde estaba la guerra de Europa. // Yo debí nacer sobre una pila de libros. Pero el pro- pio Martí plasmó en otro apunte una JosØ Martí y el abrazo de Fidel Castro Continuidad arraigada en la historia y en la Øtica ¿He de decir a usted cuÆnto propósito soberbio, cuÆnto arranque potente hierve en mi alma? ¿que llevo mi infeliz pueblo en mi cabeza, y que me parece que de un soplo mío dependerÆ en un día su libertad? (Carta de Martí a Manuel Mercado, 6 de julio de 1878) Por LUIS TOLEDO SANDE confesión que complementa la cita- da y es igualmente aplicable a Fidel: el libro que mÆs me interesa es el de la vida, que es tambiØn el mÆs di- fícil de leer, y el que mÆs se ha de consultar en todo lo que se refiere a la política, que al fin y al cabo es el arte de asegurar al hombre el goce de sus facultades naturales en el bienestar de la existencia. De no haber seguido ambos esa guía, habrían incurrido en un vacío esterilizante para el pensamiento y la acción: esperar hasta ver si de las metrópolis del mundo les llegaban las respuestas necesarias para interpre- tar y enfrentar los graves problemas que ellos se plantearon resolver creativamente. Eran desafíos que no se limitaban a Cuba: les llegarían asi- mismo de nuestra AmØrica, de la del Norte y aun del resto del planeta, y ambos fraguaron una guía contra el colonialismo cultural, viniera este de donde viniera, o pensemos en hoy venga de donde venga. El camino para valorar con acier- to la presencia en Fidel del hombre a quien Øl llamó el mÆs genial y el mÆs universal de los políticos cuba- nos, y guía eterno de nuestro pue- blo, no se halla en buscar coinci- dencias de temperamentos tema que desborda este artículo, y me- nos aœn en hacer meros cotejos tex- tuales. De esto œltimo se percató el articulista al hacer la selección y escribir el prólogo los dos con fir- ma institucional del Centro de Es- tudios Martianos del volumen de pÆginas de Fidel titulado JosØ Martí, el autor intelectual (1983). Inmenso fue el abono textual en los actos de Martí y de Fidel, y en la imantación del primero sobre el se- gundo; pero un modo seguro para valorar la relación entre ellos no lo darÆ el criterio de punta hegeliana encallado en considerar que las ideas vienen no mÆs de las ideas. Ambos fueron conscientes de la dig- nidad de estas, y de su valor para ilu- minar la prÆctica, pero sabían que sus raíces determinantes se hallan en el subsuelo de la realidad. Ese hecho debe tenerse en cuen- ta al ponderar por quØ Fidel declaró a Martí autor intelectual de los su- cesos del 26 de julio de 1953, y en con- secuencia vale aæadir de la etapa revolucionaria que, desatada enton- ces, llega al presente y continœa viva hacia el futuro. Quien, como había hecho su predecesor en 1874 aun- que no obtuvo el título por falta de dinero para el pago establecido, en 1950 se graduó de abogado, asumió su autodefensa cuando se le juzgó por aquellos acontecimientos, que Øl había encabezado. De algœn modo

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10 3 de febrero de 2017

Pensamiento

L ECTOR voraz como José Martí, Fidel Castro pudo haber escrito de sí palabras con que el primero

se autocaracterizó: �Napoleón naciósobre una alfombra donde estaba laguerra de Europa. // Yo debí nacersobre una pila de libros�. Pero el pro-pio Martí plasmó en otro apunte una

José Martí yel abrazo deFidel CastroContinuidad arraigada en la historia y en la ética

�¿He de decir a usted cuánto propósito soberbio, cuánto arranquepotente hierve en mi alma? ¿que llevo mi infeliz pueblo en mi cabeza,y que me parece que de un soplo mío dependerá en un día su libertad?� (Carta de Martí a Manuel Mercado, 6 de julio de 1878)

Por LUIS TOLEDO SANDE

confesión que complementa la cita-da y es igualmente aplicable a Fidel:�el libro que más me interesa es elde la vida, que es también el más di-fícil de leer, y el que más se ha deconsultar en todo lo que se refiere ala política, que al fin y al cabo es elarte de asegurar al hombre el goce

de sus facultades naturales en elbienestar de la existencia�.

De no haber seguido ambos esaguía, habrían incurrido en un vacíoesterilizante para el pensamiento yla acción: esperar hasta ver si de lasmetrópolis del mundo les llegaban lasrespuestas necesarias para interpre-tar y enfrentar los graves problemasque ellos se plantearon resolvercreativamente. Eran desafíos que nose limitaban a Cuba: les llegarían asi-mismo de nuestra América, de la delNorte y aun del resto del planeta, yambos fraguaron una guía contra elcolonialismo cultural, viniera este dedonde viniera, o �pensemos en hoy�venga de donde venga.

El camino para valorar con acier-to la presencia en Fidel del hombrea quien él llamó �el más genial y elmás universal de los políticos cuba-nos�, y �guía eterno de nuestro pue-blo�, no se halla en buscar coinci-dencias de temperamentos �temaque desborda este artículo�, y me-nos aún en hacer meros cotejos tex-tuales. De esto último se percató elarticulista al hacer la selección yescribir el prólogo �los dos con fir-ma institucional del Centro de Es-tudios Martianos� del volumen depáginas de Fidel titulado José Martí,el autor intelectual (1983).

Inmenso fue el abono textual enlos actos de Martí y de Fidel, y en laimantación del primero sobre el se-gundo; pero un modo seguro paravalorar la relación entre ellos no lodará el criterio �de punta hegeliana�encallado en considerar que lasideas vienen no más de las ideas.Ambos fueron conscientes de la dig-nidad de estas, y de su valor para ilu-minar la práctica, pero sabían quesus raíces determinantes se hallanen el subsuelo de la realidad.

Ese hecho debe tenerse en cuen-ta al ponderar por qué Fidel declaróa Martí autor intelectual de los su-cesos del 26 de julio de 1953, y en con-secuencia �vale añadir� de la etaparevolucionaria que, desatada enton-ces, llega al presente y continúa vivahacia el futuro. Quien, como habíahecho su predecesor en 1874 �aun-que no obtuvo el título por falta dedinero para el pago establecido�, en1950 se graduó de abogado, asumiósu autodefensa cuando se le juzgópor aquellos acontecimientos, queél había encabezado. De algún modo

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eso recuerda al adolescente que en1869 se irguió contra las autoridadescolonialistas en el juicio en que se leimpuso prisión y trabajo forzado.

En su alegato Fidel ratificó lo quehabía dicho en interrogatorios pre-vios: Martí era el mentor de aque-lla acción revolucionaria. Pero nosentaba con tal declaración, ni conlas páginas que citó o glosó del Após-tol, una mera estrategia discursivapara valerse del prestigio de su pa-labra. Apuntaba a los propósitos dela acción.

Metas heredadas

Protagonizada por combatientesde distintas partes del país, y con laactualización de miras necesariaentonces, la gesta buscaba abrirlecamino de realización a lo que no lefue dado al proyecto martiano con-sumar. Para ello el líder que crecíaacometió en los escritos �en lasideas� de Martí una búsqueda de lacual dejó huellas en el ejemplar desus Obras completas que leyó en lacárcel con pasión apreciable en su-brayados y anotaciones.

En acto de justicia histórica, eselector pudo proclamar que los he-chos de 1953, cuando se había cele-brado el centenario del Apóstol, sehabían concebido y llevado a cabopara impedir que él muriese de tan-ta negación sufrida por su legado.Aquel régimen era un instrumentode la potencia imperialista, ya enapogeo, que en 1898, cuando aún seconsolidaba, perpetró planes queMartí quiso impedir a tiempo: con-sistían en apoderarse de Cuba y dePuerto Rico para, con esa fuerzamás, dominar a nuestra Américatoda, y empezar a dislocar el equili-brio del mundo hasta convertirseen nación hegemónica.

Sin enfrentar semejante realidadsería imposible acometer a fondo elsaneamiento de la República im-plantada en 1902, medularmentecontraria a la república moral porla que luchó Martí. Esta, que no erauna lección liquidada en el siglo XIX,merecía y debía retomarse comoraíz de la Cuba revolucionaria, lla-mada a erigirse sobre bases republi-canas nuevas y erradicar la heren-cia de la colonia y la presencia delneocolonialismo.

Al conmemorar, 20 años después,los ígneos sucesos de 1953, Fidel seráparticularmente explícito al decir:�Martí nos enseñó su ardiente pa-triotismo, su amor apasionado a la

libertad, la dignidad y el decoro delhombre, su repudio al despotismo ysu fe ilimitada en el pueblo. En suprédica revolucionaria estaba el fun-damento moral y la legitimidad his-tórica de nuestra acción armada. Poreso dijimos que él fue el autor inte-lectual del 26 de Julio�. Y en el cami-no trazado por Martí se empinó en1976 la República socialista fundadacon la guía de Fidel y cuya Constitu-ción la preside esta aspiraciónmartiana: �que la ley primera de larepública sea el culto de los cubanosa la dignidad plena del hombre�.

En El tercer año del Partido Re-volucionario Cubano, artículo pu-blicado en Patria el 17 de abril de 1894y subtitulado El alma de la Revolu-ción, y el deber de Cuba en Améri-ca, Martí estampó lo que significabala independencia de Cuba para todanuestra América y para asegurar elequilibrio mundial. Por ello sostuvo:�Quien se levanta hoy con Cuba selevanta para todos los tiempos�.

Esa idea �validada por la histo-ria� la desarrolló en varios textos,como el Manifiesto de Montecristi.En este, fechado 25 de marzo de 1895,a la guerra iniciada el 24 del mesanterior la llamó �suceso de granalcance humano y servicio oportu-no que el heroísmo juicioso de lasAntillas presta a la firmeza y tratojusto de las naciones americanas, yal equilibrio aún vacilante del mun-do�. En la misma fecha, sabiéndose�en el pórtico de un gran deber��pues marchaba a ocupar su lugaren la contienda de liberación nacio-nal que él había preparado�, le es-cribió al amigo dominicano Federi-co Henríquez y Carvajal la cartadonde ratificó sus propósitos, y ase-guró: �Yo alzaré el mundo�.

Palabras, ideas, hechos

Sin asomo de vanidad, expresaba asíun optimismo que hace pensar en elde Fidel cuando, tras la dispersióncausada en la tropa expedicionariapor el revés militar del desembarcodel yate Granma, se vio rodeadode un exiguo grupo de compañeroscon escasos pertrechos, y exclamó:�¡Ahora sí ganamos la guerra!�.

Martí expresaba la convicciónque, declarada desde años atrás, ra-tificaría también el día antes de caeren combate, en otra carta testamen-taria, la dirigida a su amigo mexica-no Manuel Mercado: urgía impedirque se hicieran realidad los planesexpansionistas de los Estados Uni-

dos, y contra ellos enfilaba él susactos, como le confesó a Mercado:�Cuanto hice hasta hoy, y haré, espara eso�, aunque en lo visible secombatía contra el ejército español.

Esa senda de alcance planetariola tomó también el Fidel que, en laSierra Maestra, reaccionó ante ladestrucción de la casa de un campe-sino por una bomba estadounidenselanzada desde un avión de la tiranía.Entonces el líder rebelde le hizoa una compañera de lucha, CeliaSánchez, la confesión que no seríasimple impulso emocional, sino todoun programa. Una vez lograda la vic-toria contra la tiranía, se dedicaríaa lo que fue central en sus actos y ensus ideas, hasta su muerte: lucharcontra el imperialismo.

Esa actitud era necesaria paraponer a la patria en camino de erra-dicar la miseria que la mayoría delpueblo sufría, y crear las condicionespara el desarrollo educacional y lasconquistas culturales que se inser-taran definitivamente en el rumbotrazado por Martí: �Ser culto es elúnico modo de ser libre�. Tan sem-brador concepto ubicaba lo culturalen una dimensión inseparable del li-bro y la lectura, pero irreductible a lolibresco academicista, y que reque-ría ejercer el pensamiento propio.

No hay que asombrarse, pues,de que en la aludida autodefensa deFidel en el juicio que se le aplicó en1953 se halle, mucho más que citasde Martí, una manera de ver la rea-lidad por sus ojos, y sin nubes pa-satistas contrarias a la capacidadde germinación del legado mar-tiano. Sobre tales bases, el 29 demayo de 1955, desde las páginas deBOHEMIA, al desmentir falseda-des de un esbirro sanguinario, afir-mó: �es el Apóstol el guía de mi vida�.Para abrazar la herencia de Martí,su más logrado discípulo y continua-dor no se contentó con hallar en sustextos una fuente de aforismos ele-gantes, sino �homenaje raigal si loshay� una brújula para la vida.

La frase que da título al alegato,La historia me absolverá, remite aldiscurso que Martí pronunció el 17de febrero de 1892 y se conoce comoLa oración de Tampa y Cayo Hueso.Con la convicción ética sobre lo quese hace, terminó refiriéndose a lalabor unitaria que llevaría a fundarel Partido Revolucionario Cubano:�¡[�] la historia no nos ha de decla-rar culpables!�. En el alegato, dondeFidel insistió en cuán costoso habría

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sido para el pueblo cubano dejarmorir a su Apóstol, la huella de estees tan omnipresente que el mejormodo de mostrarla es reproducirtodo el texto.

Ante un apotegma del peso de�primero se hundirá la isla en el marantes que consintamos en ser escla-vos de nadie�, ¿cómo no recordar laterminación del discurso de Martíen el Steck Hall neoyorquino el 24de enero de 1880? Allí el orador sen-tenció: �¡Antes que cejar en el em-peño de hacer libre y próspera a lapatria, se unirá el mar del Sur al mardel Norte, y nacerá una serpiente deun huevo de águila!�. También sos-tuvo: �Ignoran los déspotas que elpueblo, la masa adolorida, es el ver-dadero jefe de las revoluciones�, ideaque se siente en la base del concep-to de pueblo sustentado en La histo-ria me absolverá.

Memoria del corazón

Así de orgánico fue, es, el abrazode Fidel a Martí. En español la eti-mología del verbo recordar hablade lo que se vuelve a traer al cora-zón �como no solo en sentido figu-rado concierne a ese órgano el vo-cablo cordial�, y en otras lenguasaprender de memoria se diceaprender de corazón. Tal es la ma-nera como procede entender la asun-ción de textos martianos por Fidel.

A lo visto con respecto a La ora-ción de Tampa y Cayo Hueso y Lahistoria me absolverá, añádase, en-tre otros posibles ejemplos, el pasajede la carta del 15 de diciembre de 1893en que Martí le dice a Antonio Maceo:�Yo no trabajo por mi fama, puestoque toda la del mundo cabe en un gra-no de maíz�. Esa declaración la con-densó Fidel en una máxima que harecorrido el planeta: �Toda la gloriadel mundo cabe en un grano demaíz�. Martí habló de la fama, y sudiscípulo, que alcanzó el poder ysiempre se manifestó dispuesto amantener a raya el asedio de la glo-ria, hizo de aquel texto una apropia-ción que rebasa el plano lexical.

Toda recreación legítima y dealtura ofrece destellos sugerentes.El líder de la Revolución Cubana, re-firiéndose al heroísmo de su pueblo,años después del triunfo de 1959, enmedio de la brutal hostilidad im-perialista, dijo que no solamentemerecía la victoria y un sitio en lahistoria, sino también �un lugar enla gloria�. Al replantear aforística-mente lo dicho por Martí a Maceo

subrayó, acaso sin proponérselo, elvalor de lo elemental natural. A unaeminente estudiosa de Martí, ilumi-nada por el patriotismo y la poesía,le oyó el autor de este artículo deciral respecto: �Eso habla de lo gran-des que son la humildad y un granode maíz�.

El culto a la humildad por partede Martí y de Fidel es el propio de losseres extraordinarios, no la resigna-ción a la intrascendencia. Alguiencomo Martí puede sostener lo que,dicho sin su grandeza, puede pararen la injusticia y la ingratitud: �Nadaes un hombre en sí, y lo que es, lopone en él su pueblo. En vano con-cede la Naturaleza a algunos de sushijos cualidades privilegiadas; por-que serán polvo y azote si no se ha-cen carne de su pueblo, mientrasque si van con él, y le sirven de brazoy de voz, por él se verán encumbra-dos, como las flores que lleva en sucima una montaña�.

El pueblo solamente puede depo-sitar la energía propia de la grande-za, y una confianza a esa altura, enquienes tengan fuerza para cargarcon ellas. Tal relación entre indivi-dualidad y colectivo, entre líder ypueblo, explica la permanencia deMartí en la memoria y en la queren-cia de la patria, y la capacidad deFidel para abrazar esa lección ydarle continuidad fecundante enun camino donde ambos fijaron laestrella de su impronta personal.

Un logro de semejante enverga-dura sería impensable sin el talentoque ambos tuvieron, y sin el valor quesupieron dar a la unidad revolucio-naria, fomentada por ellos con la au-toridad moral de su entrega a la lu-cha con una actitud que recuerda lacitada carta de Martí a Henríquez yCarvajal: �hay que dar respeto y sen-tido humano y amable, al sacrificio�.

En él, ese logro lo corroboró sucapacidad de supervivencia tras lamuerte, capacidad que se consumópor su propio poder de irradiación,por el empeño de luchadores lúci-dos que retomaron su legado y porel fervor que merecidamente gene-ró en el pueblo. Así la herencia pa-triótica y revolucionaria de quien enel presidio pasó �sereno entre losviles� se mantuvo incorruptible enmedio del cieno de la Repúblicaneocolonial.

De luz en luz

Asimismo el legado del líder de laetapa de luchas conocida por anto-

nomasia como Revolución Cubanavivirá por encima de su muerte. Sibrilló de un modo especial �recor-demos palabras de Ernesto CheGuevara� en �los días luminosos ytristes de la crisis del Caribe�, des-de la noche del 25 de noviembre de2016 le ha dado a la patria días tris-tes, por las dimensiones de la pérdi-da, pero también luminosos, por lasreservas de potencialidad patrióti-ca y revolucionaria que el puebloratificó ante su partida.

Al definir en Patria la naturalezade la revolución que se gestaba paraindependizar y sanear el país, Martíexpresó confianza en el pueblo. Lohizo con la certidumbre que le pro-porcionaba comprobar que a los pa-triotas residentes en el país y a losque, como él, habían tenido que emi-grar los unían ideales y acción.

Con esa luz apreció que en todosprimaba la voluntad de servir a lapatria: �Viles tenemos, pero másgrandes que viles. Habrá un humil-de para cada soberbio: seremos alade aquella otra ala. Y con dos alas,volaremos mejor. No somos hom-bres aquí: somos amigos del hombre.No somos pasiones aquí: somos pa-bilo que se consume para que nues-tro pueblo luzca: alfombra somos,para que pise nuestro pueblo�.

Tal era la tesitura de quien echa-ba su suerte �con los pobres de latierra�, y así preludió la que Fideldefiniría como revolución �de loshumildes, por los humildes y paralos humildes�. Ni uno ni otro seríanbien vistos por quienes aspirasen aperpetuarse sentados sobre las es-paldas del pueblo, y que, por tanto,servirían al amo, yanqui o español�como escribe Martí a Mercado ensu carta póstuma�, que les asegura-se tal privilegio.

En esa carta, refiriéndose al even-tual destino que pudiera asignarlela asamblea de representantes delpueblo insurrecto �aunque difícil-mente se le hubiera confiado a otro,viviendo él, la guía de la Repúblicaen armas�, afirmó: �Sé desaparecer.Pero no desaparecería mi pensa-miento, ni me agriaría mi oscu-ridad�. Pensaba en la posibleoscuridad del destino aludido, no enla suya, pues no la había en él. Hom-bre luz, añadió: �Y en cuanto tenga-mos forma, obraremos, cúmplameesto a mí, o a otros�.

Tras contingencias y tragediashistóricas �en las cuales sobresaliósu propia muerte en combate� fue

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necesario esperar a que, sobre labase de lo braceado después de latragedia de Dos Ríos, la generacióndel centenario martiano, vanguar-dia conducida por Fidel, obrase parahacer realidad los planes del Maes-tro. En el camino labrado por esaavanzada patriótica �cuyo empeñocondujo a la victoria de 1959� creció,afán tras afán, siembra tras siembrade ideales, logro tras logro, la signi-ficación de Fidel.

El culto a la memoria de Martíincluyó la diseminación de bustosy otros recursos iconográficos que�en medio de la realidad política do-minante, que lo negaba� jalonaronla permanencia de su legado junto ala difusión de su obra escrita y a laprédica basada en sus ideas. Trasmás de medio siglo de consumaciónde esa herencia a la altura de tiem-pos signados por ideales socialistas,Fidel coronó en vísperas de su muer-te una idea que mantuvo a lo largode su vida como líder: pidió que nose diera su nombre a instituciones,a sitio alguno del país.

Cimas contra la muerte

Con lealtad a su ejemplo, continuan-do por el camino correcto la obraque él abonó y dejó marcada porsu grandeza �tan inimitable como

paradigmática: Fidel es Fidel, se hadicho, como también es justo decirMartí es Martí�, podrá el pueblomantener vivo su legado junto al delMaestro. En la Cuba revolucionariaes cuestión de haber empezado ya acumplir ese afán, para que genera-ciones futuras no tengan que levan-tarse con el fin de impedir que ellosmueran.

Sería absurdo sustituir el entendi-miento de tal continuidad por el afánde escoger, como en un cuadriláterode boxeo, a un triunfador individual,ignorando las diferencias de épocasy las calidades extraordinarias quehacen de ambos las cimas singularesque son. Tal vez Fidel, quien, comoMartí, encarnó la capacidad zahorí devislumbrar el futuro, quiso tambiénprevenir que el entusiasmo y la faltade mesura �el no llegar o pasarse�condujeran a sobresaturacionesvaciadoras de sentido, cuando nopatéticas.

Tal pudiera ser el caso de la su-gerencia hecha por un profesionalcubano de la información mien-tras reportaba para una televisoraamiga, desde la Plaza de la Revo-lución José Martí, el tributo póstu-mo que allí la multitud conmovidarendía a Fidel y, por extensión, alMartí que daba cobijo histórico y

moral a un acto de tan entrañablejusticia. Según la peregrina suge-rencia aludida, cabía rebautizar laPlaza con el nombre del líder re-cién fallecido.

En esa Plaza, que seguirá honrán-dose con el nombre y la imagen deMartí, y con la presencia del Fidelque allí protagonizó junto al puebloimborrables capítulos de la vidarevolucionaria de la nación, ambosviven, y vivirán como en todo lo bue-no que se haga en la patria. Los uneel abrazo con que asumió Fidel ellegado del Maestro, cuyos restosmortales ya los suyos acompañande cerca: los custodian.

Ambos seguirán convocando alpueblo a no olvidar ni traicionar suhistoria, a no cesar ni flaquear en ladefensa de la justicia, de la equidad,de la independencia y la soberanía,a no sucumbir a tentaciones econo-micistas, a la prosperidad sin alma.Para cumplir el llamado que elloshacen y harán será insoslayablemantener en alto las banderas delantimperialismo que los dos abona-ron como deber fundamental y conuna entereza que autoriza a repetiruna vez más esta conocida convic-ción de Martí: �La muerte no es ver-dad cuando se ha cumplido bien laobra de la vida�.

Breve muestra de las numerosas páginas de las Obras completas de José Martí (La Habana, Editorial Lex, 1948) subrayadas y anotadas porFidel en la prisión a raíz de los sucesos del 26 de julio de 1953. (Facsímiles tomados de José Martí, el autor intelectual ).