Jornada Preparatoria Para Catequistas

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catequesis preparatoria de la jornada diocesana de catequistas 2012 fase parroquial ¡Catequistas con vocación!

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Catequesis

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  • catequesis preparatoria de lajornada diocesana de catequistas 2012fase parroquial

    Catequistas con vocacin!

  • 2PROGRAMACIN SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS

    Catequistas con vocacin!Querido/a catequista

    El tema de esta catequesis preparatoria a la Jornada del catequista 2012 viene regalado por el Plan Diocesano de Pastoral, que nos invita a todos a descubrir la dimensin vocacional de nuestro vivir y actuar como cristianos. Podemos decir que todo lo que somos y hacemos se debe a una vocacin, a una llamada de Dios, que no impone sino que invita. Se trata, en definitiva, de sentir la vida como vocacin y decirle S a Dios que llama a la Vida, a la Fe y a la Misin. Estas tres dimensiones son los lugares donde Dios llama y donde nosotros podemos responder.

    Catequistas con vocacin, que es el lema de esta Jornada, nos recuerda a todos que hemos recibido una invitacin de Dios, ante todo, en la misma vida, vivida con honestidad y dignidad, sirviendo al prjimo e im-pulsando a nuestro mundo para que sea cada vez ms de Dios. El lema nos ayuda a descubrir tambin la llamada a la fe en Jesucristo en medio de un pueblo de creyentes, que es la Iglesia. Y, finalmente, llamados a una tarea catequtica y evangelizadora que nos hace continuar la misin de Cristo en la tierra: ser luz y sal (Mt. 5,13).

    El tema de la vocacin nos hace saber que no somos grandes por lo que hacemos, sino porque hemos sido llamados, es decir, porque el Seor nos ha elegido y nos ha destinado. Los catequistas con vocacin reco-nocen por encima de todo que Dios es el protagonista de sus vidas, puesto que Jesucristo sigue llamando a realizar la tarea apasionante de anunciar el evangelio con estas palabras: Id por todo el mundo(Mc. 16,15). Nos ha llamado a cada uno de nosotros, catequistas, para que con nuestra pequea aportacin siga resonando todava en nuestro mundo la Buena Noticia del Evangelio.

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    Estamos convencidos de que sin vocacin no hay catequistas ni ca-tequesis, y que el xito de un buen catequista est en la conviccin de saber que el Seor le ha llamado y cuenta con l. Para llevar a cabo esta reflexin, ofrecemos una catequesis articulada en tres sesiones. En la primera presen-taremos la cultura de la vocacin como llamada de Dios al hombre para responder en la vida, para acoger la vida como don y regalo de Dios. Se trata de la vocacin a ser persona. De aqu brota la capacidad de escuchar otras llamadas de Dios, como es la vocacin cristiana y especfica. En la segunda sesin presentamos el modelo de vocacin de un gran catequista: Pablo de Tarso. Es interesante asomarse a su vida para sentirnos interpelados en la llamada que Dios hace y en la respuesta que espera de nosotros. En la ter-cera sesin nos detendremos a reflexionar sobre la llamada del catequista, los elementos que la configuran.

    No cabe duda de que esta catequesis preparatoria a la Jornada va a suponer un momento importante en la biografa espiritual de tu vocacin de catequista, en cuanto que es una ocasin para preguntarte: Por qu me has llamado a m, Seor? Qu esperas de m?

    Te animo a trabajar en tu grupo este tema y te espero en la Jornada Hasta pronto!

    Aurelio Ferrndiz Garca Director del Secretariado de Catequesis

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    Seor, haz que yo sea tu testigo para comunicar tu enseanza y tu amor Concdeme poder cumplir la misin de catequista con humildad y profunda confianza Que mi catequesis sea un servicio a los dems una entrega gozosa y vida de tu evangelio Recurdame continuamente que la fe que deseo irradiar la he recibido de ti como don gratuito.

    Oracin para comenzar la sesin:

    Hazme verdadero educador de la fe, atento a la voz de tu palabra, amigo leal y sincero de los dems, especialmente de mis compaeros catequistas Que sea el Espritu Santo quien conduzca mi vida; para que no deje de buscarte y predicarte para que no me venza la pereza y el egosmo para combatir la tristeza. Seor, te sirvo a ti y a la Iglesia unido a tu Madre Mara; que como ella, yo sepa guardar tu palabra y ponerla al servicio del mundo. AMEN

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    ltimamente est surgiendo una nueva forma de reflexionar sobre la vo-cacin que no se queda slo en el asunto de la vida consagrada y religiosa. Por supuesto, que el tema de las vocaciones es algo muy importante en la vida de la Iglesia. Pero el tema de la vocacin va ms all de la vocacin especfica y abarca a todos los hombres y mujeres. Se trata, en definitiva, de descubrir la vida como un don y una tarea, hacer ver que la vida tiene un sentido y que hay que encontrarlo y realizarlo. Descubrir la vida as y vivirla de este modo se le llama hoy cultura de la vocacin. Veamos cmo el documento final del Congreso sobre las vocaciones del ao 1997 describe esta nueva cultura vocacional: Hace referencia a valores un tanto olvidados por cierta mentalidad emergente (cultura de la muerte, segn algunos), tales como, la gratitud, la aceptacin del misterio, el sentido de lo imperfecto del hombre y, a la vez, de su apertura a lo trascendente, la disponibilidad a dejarse llamar por otro (o por Otro) y preguntar por la vida, la confianza en s mismo y en el prjimo, la libertad de turbarse ante el don recibido, el afecto, la comprensin, el perdn, admitiendo que aquello que se ha recibido es inmerecido y sobrepasa la propia capacidad, y fuente de responsabilidad hacia la vida.

    Tambin forma parte de esta cultura vocacional la capacidad de soar y anhelar, el asombro que permite apreciar la belleza y elegirla por su valor intrnseco, porque hace bella y autntica la vida, el altruismo que no es slo solidaridad de emergencia, sino que nace del descubrimiento de la dignidad de cualquier ser humano.

    PRIMERA SESIN:

    La Cultura de la Vocacin

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    Tratemos en esta catequesis de profundizar en este primer sentido de la vocacin, que es la vocacin a la vida como gran don y regalo de Dios. La vida es un don y no una carga. Esta es la primera llamada que hemos recibido: a ser PERSONA. La segunda llamada que hemos recibido es a la fe y al bautismo, a formar parte de un Pueblo de salvados, es una llamada a sentirse y a vivir como cuerpo, como comunidad, como Iglesia; es pues la llamada a ser CRISTIANO. La tercera llamada es la que nos hace Dios a realizar dentro de la Iglesia cada uno su propio papel, llama al ORDEN y al MATRIMONIO. He aqu la triple vocacin que hemos de descubrir en esta catequesis como concrecin y desarrollo de la vocacin que hemos recibido del Dios de la vida.

    A) La vocacin a ser persona

    Querer vivir humanamente es ya una forma de responder a Dios, es tomar la vida como vocacin. Estamos llamados a ser lo mejor de nosotros mismos.Creemos que toda persona est llamada a desarrollar en plenitud ese ger-men vocacional con el que nace para amar la vida y realizarse como perso-na. Todos tenemos esta vocacin comn. Ya desde el principio Dios llam a ser persona, cre al hombre y a la mujer.

    Esta primera vocacin comn tiene diferentes aspectos estrechamente re-lacionados entre s:

    Larelacinconunomismo. Consiste es desarrollar lo mejor del propio ser. Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza (Gen 1,26-279. Hechos para la vida y el amor, pues Dios es vida y amor. Hay modos de vivir que no permiten el desarrollo integral de esta vocacin y reducen la persona a animal, a mquina, a un obje-to, a no-persona.

    Larelacinconlosotros: abrirse al amor en grupo, en familia, en comunidad. Sed fecundos, creced y multiplicaos (Gen 1,28). Dios

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    nos llama a amarnos y a que ese amor sea fecundo. La relacin con los otros se expresa con la reciprocidad y el amor, y se vive en el seno de un grupo, de una comunidad. El amor es la vocacin de toda persona. La vida es don y slo tiene sentido en el darse a los dems.

    Larelacinconelmundo,lascosas. Ejercer y vivir una profesin. Dominad la tierra y sometedla (Gen 1,28). La persona est llama-da a ejercer una profesin, a hacer un trabajo donde se sienta til y con el que colabore con Dios a re-crear y mejorar este mundo. El egosmo, el pecado puede convertir el trabajo en una esclavitud de uno mismo y de los dems (Gen 3).La profesin no es la totalidad de la vocacin, aunque muchos la reduzcan a ella. El hombre puede perder su trabajo, pero nunca su vocacin al amor, la oportunidad a hacer el bien a los dems. Esta vocacin nunca se pierde.

    AbiertoaDios. Hagamos al hombre a nuestra imagen (Gen 1,26-27. La vocacin radical del hombre es la de convertirse en hijo, ser imagen de Dios, parecerse al Padre. Tenemos vocacin de Dios por gracia, no por mritos ni conquista. Somos cario de Dios. Todos estamos llamados a la santidad, a la comunin plena con l.

    Para profundizar en grupo

    1. Qu valores descubrimos en nuestra sociedad que pertenecen a la cultura de la vocacin y qu rasgos pertenece a la cultura de la muerte.

    2. Cmo podras potenciar en tus catequesis el tema de la cultura de la vocacin .

    3. A una persona que ha perdido el trabajo por esta crisis que estamos viviendo qu consejo le podras dar sobre la vida?

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    B) La vocacin cristiana

    El encuentro con Jesucristo a travs de la Iglesia nos hace comprender toda nuestra vida de manera nueva. Jess no ha venido a ayudarnos a ser nge-les, sino a ser personas.

    Ser cristiano es vivir todo mi ser persona segn el estilo de Jess. La ad-hesin a Jesucristo requiere un proceso dentro de una comunidad que acompaa. Durante este camino catecumenal se va educando y haciendo experiencia de las cuatro dimensiones que expresan y realizan toda la vida cristiana:

    La Palabra. Estamos llamados a vivir de la Palabra. La escucha y apertura a la Palabra que anuncia y denuncia invitando a convertir-se, a crecer, a vivir el estilo de vida de las Bienaventuranzas.

    La celebracin que lleva la fe a la vida. Estamos llamados a unir contemplacin y accin, que centra todo nuestro quehacer diario en Jesucristo, que unifica toda la vida hasta llegar a una slida espiri-tualidad.

    La comunidad. El cristiano convive entraablemente con los que comparten esta misma vocacin cristiana. Juntos construyen la Iglesia. En la Iglesia, cada uno va reafirmando su vocacin cristia-na. Juntos construyen la Iglesia. Todos descubrimos y maduramos nuestra fe en una comunidad eclesial.

    La misin. La comunidad est para la misin, para el servicio gratui-to sobre todo a los ms pobres y la presencia renovadora de la mis-ma Iglesia y la sociedad. El compromiso por transformar la realidad, por hacer presente el reino de Dios. Tambin el sentido misionero se educa gradualmente y va, desde el sencillo compromiso en el

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    cumplimiento del deber, hasta la entrega total de la propia vida en una vocacin.

    En conclusin, la vocacin cristiana es la gran vocacin que nos unifica a todos, que hace que todos seamos iguales. Del radicalismo de la misma y nica vocacin bautismal cristiana nacen los diferentes caminos vocaciona-les. Cuando falta esta experiencia y pasin por Jesucristo no hay respuesta a la gran vocacin cristiana y, por lo tanto, no puede haber vocaciones.

    C) La vocacin especfica

    La vocacin a ser persona y cristiana se puede vivir desde diferentes esta-dos de vida o caminos vocacionales. A grandes rasgos y de manera muy elemental, podramos decir que hay tres grandes opciones vocacionales.

    1. Laical Matrimonial Clibe2. Religiosa Activa: educativa, sanitaria, misionera Contemplativa 3. Vocacin sacerdotal

    Para profundizar en grupo

    1. Comenta cmo vives estos cuatros aspectos de tu vocacin cristia-na.

    2. Comenta la frase: No hay falta de vocaciones sino de Vocacin.

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    TodavocacinesundondeDiosEs el Seor quien llama, quien da la vocacin; no es uno quien escoge la vocacin que l desea. Porque Dios te quiere y te valora, te confa y te llama a una determinada vocacin. De ah la necesidad de ponerse a la escucha de la voz de Dios con todo lo que esto supone. De acertar con esa eleccin depender en gran parte la propia felicidad y la felicidad de muchas perso-nas.

    TtambinestsllamadoaunavocacinLa vocacin es el sueo de amor que Dios tiene en su corazn para cada uno de nosotros. Dios nos llama a todos. Cristo nos invita a todos a vivir con radicalidad su seguimiento. Todos podemos y debemos ser instrumentos y signos del amor de Dios en el mundo. Eso s, cada uno en aquel lugar, desde aquel carisma vocacional, para aquella misin concreta, con aquella singula-ridad y originalidad que supone cada camino vocacional.

    Para profundizar en grupo

    1. Comparte con tu grupo cul es la gran vocacin de tu vida

    2. Comenta esta frase:La vocacin mueve a la eficacia verdadera de los hombres.Todo lo que se hace sin vocacin,por importante que parezca,se marchita como una flor.Todo lo que se hace con vocacin,aunque parezca insignificante,fructifica para siempre (Gregorio Maran)

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    Jess, t diste TODO. Yo deseo dar MS, pero ME CUESTA, porque temo que voy a salir perdiendo, el bienestar, la posicin social, la fama , el poder, el xito... Ahora tengo MIEDO: Quiz tu me pidas algunos SACRIFICIOS. Scame fuera el miedo y mteme NIMO. Mustrame que DAS MUCHO MS DE LO QUE PIDES. Das la curacin de las fiebres internas. Das... una mirada trasparente, un pensamiento sin doblez. Das... una mano abierta, un corazn generoso. Das... amigos sinceros, son hermanos, una nueva familia, Das... deseos de justicia, coraje para luchar por la nueva sociedad. Das... un horizonte sin lmites, una nueva ilusin para vivir. Mustrame que DAS MUCHO MS DE LO QUE PIDES, y mteme VALOR, valor para dar ms. Dar de mis cosas, dar de mi tiempo, dar de mi persona.Infndeme tu fuerza para que as sea. (Patxi Loidi)

    Podemos finalizar con una oracin:

  • Catequistas

    convocacin!

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    SEGUNDA SESIN:

    La Vocacin de un Gran Catequista:Pablo de Tarso

    Posiblemente, no haya en toda la historia del cristianismo un hombre tan enamorado de Cristo y que haya hecho tanto por darlo a conocer como San Pablo. No es el fundador del cristianismo, como algunos han afirmado, pero ciertamente despus de Cristo es a Pablo a quien ms le debe como pensamiento, organizador y vida.

    Toda esta fuerza brot, sin duda alguna, de su vocacin que es lo mismo que decir de su encuentro con Cristo. Veamos todo paso por paso.

    1. Primer momento de la vocacin de Pablo: Conquistado por Cristo. La conversin

    Un momento decisivo en la vida de Saulo fue un viaje a la ciudad de Damasco. Haba presenciado en Jerusaln la muerte del protomrtir Este-ban. Y no slo la haba presenciado, sino que haba colaborado (Heh 8,1). No contento con ver correr la sangre de Esteban, quera que la de todos los cristianos corriera la misma suerte, por lo que se hizo un perseguidor en-carnizado. S. Lucas escribe: Entre tanto Saulo haca estragos en la Iglesia, entraba por las casas, se llevaba por la fuerza a hombres y mujeres y los meta en la crcel (Hch 8,3).

    Pablo marcha a Damasco montado en su caballo, respirando odio a todo lo que fuera cristiano. Estando muy cerca de la ciudad, una luz venida

    Catequistas

    convocacin!

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    del cielo, como un relmpago, derriba a Saulo del caballo, y un desconocido le dice: Saulo, Saulo, por qu me persigues?. l respondi: Quin eres, Seor?. Y l: Yo soy Jess a quien t persigues. Pero levntate, entra en la ciudad y se te dir lo que debes hacer (Hch 9, 3-6).

    Desde este momento el perseguidor Saulo se convertir en el apstol Pablo. Jams se ha visto una transformacin tan completa. Quedaba el hombre sin todos sus arrebatos, sin todas sus violencias; nada de sus an-tiguos sentimientos y de sus antiguas ideas, de su orgullo, de su odio, de la sed de sangre. Dios haba cogido el vaso, lo haba vaciado de su propia ignominia y, lleno de su gracia, lo presentaba al mundo como un vaso de eleccin (Prez de Urbel)

    Fue un milagro o una alucinacin? Influy en Saulo la muerte de Este-ban y la de los dems mrtires cristianos? se puede explicar la conversin sencillamente por una razn sociolgica? No. Slo tiene explicacin por la aparicin de Cristo resucitado. Pablo no ha buscado ni se ha preparado para el encuentro con Cristo. Todo lo contrario; contemplaba a Cristo muerto, y quiso terminar con los cristianos, que consideraba como un peligro para la religin juda. Pero en el camino de Damasco Cristo irrumpe en la vida de Pablo y queda apresado, conquistado por Jess (Flp 3,12).

    2. Segundo momento: su vida transformada. Saulo convertido en Pablo

    Pablo sobresale muy por encima de los dems apstoles como perso-na, pensador y agente de evangelizacin. Era extremoso. Confiesa que en el farisesmo sobrepas a sus contemporneos y con la misma sinceridad dir que ha trabajado ms que los dems apstoles, aunque reconoce que ha sido la gracia de Dios en l. Lleg el ltimo al apostolado de la primera Iglesia, pero se puso muy pronto en cabeza.

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    Debi ser fuerte de cuerpo. En el captulo 11 de 2 Corintios, en los ver-sculos 22 a 29, hace una enumeracin de lo que ha hecho y sufrido por el Evangelio que supone un cuerpo fuerte, una voluntad de hierro y un sistema bien templado: Qu son hebreos? Tambin yo. Qu son israelitas? Tam-bin yo. Son descendencia de Abrahn? Tambin yo. Ministros de Cristo? Digo una locura! Yo ms que ellos! Ms en trabajos; ms en crceles; mu-chsimo ms en azotes; en peligros de muerte, muchas veces. Cinco veces recib de los judos cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui azotado con varas; una vez apedreado; tres veces naufragu; una vez pas un da y una noche como nufrago en el mar. Viajes frecuentes; peligros de ros; peligros de salteadores; peligros de los de mi raza; peligros de los gentiles; peligros en la ciudad; peligros en despoblado; peligros por mar; peligros entre falsos hermanos; trabajos y fatigas; noches sin dormir, muchas veces; hambre y sed; muchos das sin comer; fro y desnudez. Y adems, mi responsabilidad diaria: la preocupacin por todas las Iglesias. Quin desfallece sin que yo desfallezca? Quin sufre escndalo sin que yo me abrase?.

    Tena una inteligencia privilegiada. Partiendo de los hechos histricos, hace una teologa profunda de la cruz y de la resurreccin, del Cuerpo Ms-tico de Cristo, del Antiguo testamento como sombra de lo que ha de venir, de Cristo, en definitiva.

    Es todo carcter. Vemos en l voluntad de hierro, constancia inquebran-table, ambicin de conquistador. Era apasionado, impetuoso, dominador. No se arredra por nadie ni por nada. Tiene mpetu de fuego de oriente; te-sn y constancia de occidente. Es un lder que arrastra, siempre en tensin. Bernab, bueno y complaciente, lo presenta a los cristianos de Jerusaln. Despus cuando Pablo est en Tarso, va en su busca para que evangelice en Antioquia; salen juntos en el primer viaje apostlico; y el que hasta ahora era discpulo, se convierte en maestro del maestro.

    Pablo tiene un gran corazn. Ama a todos; para l no hay distincin

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    entre judo o gentil, esclavo o libre, hombre o mujer. Alma de fina sensibili-dad, corazn lleno de ternura, escribe a los tesalonicenses: Nos mostramos amables con vosotros, como una madre que cuida con cario de sus hijos (1 Ts 2,7).

    Es un apstol incansable. Con razn se le llama el Apstol por an-tonomasia. Es impresionante el nmero de ciudades que evangeliz y lo que sufri por ser apstol. Primer viaje apostlico: parti de Antioquia de Siria y fund comunidades cristianas en las siguientes ciudades: Salamina, Pafos, Perge, Antioquia de Pisidia, Iconio, Listra, Derbe. En el segundo via-je apostlico funda comunidades o fortalece las ya existentes. En el tercer viaje hace lo mismo en las ciudades siguientes: Antioquia de Pisidia, Tarso, Efeso, Trade, Filipos, Tesalonica, Berea, Corinto. Este viaje no termina en Antioquia, sino en Jerusaln. Tena razn al escribir a los cristianos de Roma: Desde Jerusaln y en todas las direcciones hasta la Iliria lo he llenado todo del Evangelio de Cristo (Rm 15,19)

    Sufre lo indecible por el evangelio. Poco despus de convertirse, en Damasco tienen que descolgarlo por la ventana en una espuerta por liberar-lo del rey Aretas (Hch 9,25). En Jerusaln predica valientemente en nombre de Jess; los helenistas intentan matarlo y los hermanos, para salvarlo, lo llevaron a Cesarea para embarcarle en direccin a Tarso (Hch 9, 28). En Listra lo apedrean y le dejan tendido como muerto; lo curan Loida y Eunice, abuela y madre de Timoteo (Hch 14,1).

    3. Tercer momento: el secreto de su vocacin. Enamorado de Cristo

    Pablo es un enamorado de Jess. Da la impresin de que al encontrarse con l, ha encontrado el tesoro escondido (Mt 13,44): merece la pena darlo todo para poseer este tesoro: Jess. El propio Jess ser en adelante la

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    razn de su vida, quien le da fuerza para recorrer incansablemente tantos lugares, soportar tantas penalidades, exponerse a tantos peligros. Surge ese amor apasionado por Jess al sentirse amado por l. Tiene conciencia de haber sido un gran pecador. Escribe a su discpulo Timoteo: Antes fui un blasfemo, un perseguidor y un insolente (1Tm 1,13); siendo como un aborto, el Seor lo mir y lo llam. Y al ver lo que ha hecho por l no puede menos de corresponder con amor: Me am y se entreg por m. Este amor y entrega exigen amor y entrega; lo expresa con aquellas palabras. Me gas-tar y me consumir (2Cor 12, 15) y con aquellas otras: El amor de Cristo nos apremia (2 Cor 5,14).

    Cuando hay un gran amor en el corazn, ese amor se asoma a los labios y aparece en la pluma. Jess dijo: De la abundancia del corazn habla la boca (Mt 12,34). Pablo tiene siempre a Cristo en el corazn. Por eso no se le caa de sus labios y brotaba de su pluma. Para l el cielo es estar con el Seor, el infierno la separacin definitiva de l. Se ha identificado de tal ma-nera con Cristo, que ya no es Pablo el que vive y habla, sino que es Jess el que vive y habla en l: Vivo yo, mas no soy yo, es Cristo quien vive en m (Ga 2,20). Se atreve a decir a los corintios que sean sus imitadores (1 Cor 4,16) porque se ha convertido de imitador de Cristo en otro Cristo.

    Para el dilogo en grupo:

    1. Seor qu quieres que haga Es una pregunta que hizo Pablo a Jess y que la debe hacer todo catequista. Cuntas veces le has pre-guntado en la sinceridad de tu corazn al Seor: Cul es el camino que debo seguir para cumplir tu voluntad?

    2. Nada de medianas. Un peligro que todos corremos es conten-tarnos con medianas; evitar, s, desmanes, pecados graves, escnda-los, pero despus contentarnos con los mnimos; corremos el peligro de aburguesarnos. Pablo no se echo atrs por persecuciones, ni por aban-

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    donos de los amigos, no por dificultades en la evangelizacin, no por cansancio Siempre adelante. Tienes t el mismo nimo? Aspiras siempre a lo mejor, aunque sea costoso? Jess puso la meta alta: Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto (Mt 5,48) Aspiras sinceramente a esa perfeccin?

    3. Imitadores de Cristo. Pablo pudo decir: Sed mis imitadores como yo lo soy de Cristo porque se haba convertido en Cristo. Puedes t decir lo mismo a la familia, a los amigos, a los compaeros de trabajo?

    4. Amar a Dios y a los dems. Pablo escribi: Jess me am y se entreg por m; ay de m si no evangelizare!. T tambin puedes de-cir: Me am y se entreg por m. Te sientes amado por Dios? Repasa lo mucho que has recibido del Seor a lo largo de la vidaEl amor a Dios hay que manifestarlo amando lo que l ama. Y l ama apasionadamente al hombre Amas a los dems como son?

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    La vocacin del laico para la catequesis brota del sacramento del bautismo, es robustecida por el sacramento de la Confirmacin, gracias a los cuales participa de la misin sacerdotal proftica y real de Cristo. Ade-ms de la vocacin comn al apostolado, algunos laicos se sienten llama-dos interiormente por Dios para asumir la tarea de ser catequistas. La Iglesia suscita y discierne esta llamada divina y les confiere la misin de catequizar (Directorio General para la Catequesis 231).

    La vocacin del catequista no es una propuesta cualquiera; no pue-de confundirse con un entusiasmo aparente o inicial, por instinto propio, por inclinacin personal o en funcin de las propias concepciones y sin la nece-saria preparacin que lo cualifique. La vocacin agita por dentro, provoca, hace reflexionar, empuja hasta responder a la llamada de Dios. Es un don ms aun para la comunidad eclesial que a nivel personal. En este contexto, la vocacin del catequista es una realidad que debe descubrirse en el m-bito de la comunidad, casi como un tesoro oculto, y que despus hay que cultivar, alimentar y mantener.

    1. El catequista es llamado a ser discpulo del Seor

    En el Bautismo todos somos llamados al discipulado, unidos a Cris-to como sarmientos a la propia vid, como los miembros de un mismo cuerpo a la cabeza. Sin embargo, el catequista vive en primera persona este hecho de ser discpulo.

    TERCERA SESIN:

    La Vocacin deL Catequista

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    El servicio eclesial del catequista no puede basarse nica y exclu-sivamente en el entusiasmo, en la emotividad fugaz y pasajera del primer momento. Cristo llama al catequista para que sea testigo de la fe con su palabra y ejemplo.

    Discpulo es el trmino con el que Jess designa a aquellos que viven en comunin con l y participan de su propia vida. La actitud del dis-cpulo es la de conformarse al maestro, de seguirle incansablemente, sin va-cilaciones ni trabas, con la libertad que el propio Jess exige. El discpulo es el que comparte hasta sus ltimas consecuencias la surte del Maestro: los apstoles siguieron a Jess hasta la cruz, compartiendo con Cristo incluso el dolor, hasta la muerte, para poder un da resucitar con l a una vida nueva. Ser discpulo tambin es reconocer que la llamada de Jess es un don, una gracia de ste. La vocacin es un don que Jess pide a su Padre, con el fin de que la comunidad cristiana no carezca de anunciadores de su mensaje para la construccin del reino de Dios.

    2. El catequista es llamado a recorrer con Jess un camino de amor

    Este camino de amor con Jess est hecho de escucha, medita-cin, oracin y proclamacin de la Palabra. Consiste en seguir a Cristo en el servicio al prjimo: Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve (Lc 22, 27). Jess ensea a ponerse al servicio de los dems, por amor: servos por amor los unos a los otros. Pues toda Ley alcanza su plenitud en este solo precepto: Amars a tu prjimo como a ti mismo (Ga 5, 13-14). Esta comunin de vida en Cristo y con los hermanos es el camino de amor que ha de recorrer el catequista.

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    3. El catequista es llamado a ser testigo el Resucitado

    Los Apstoles, testigos oculares de la Resurreccin, anunciaron al mundo el acontecimiento salvfico. El catequista, aun sin haber sido testigo ocular del Resucitado, es llamado a anunciar el mismo acontecimiento salv-fico, tal como le ha sido trasmitido fielmente en el depsito de la fe. Por lo tanto, el catequista ha de anunciar la pascua de Jess: la va de salvacin y redencin para todos los hombres. Es un mensaje de alegra que slo el que vive la Pascua consigue trasmitir, consigue introducir en el corazn de los hombres. El catequista ante todo ha de vivir esta Pascua, ha de encontrarse con Jess resucitado en la Iglesia considerando como lugar privilegiado la asamblea litrgica, reunida en su nombre, que proclama su Palabra, y hace presente y real la accin salvfica.

    Los catequistas son testigos y partcipes de un misterio que ellos mismos viven; cada catequista, que es testigo de Cristo Salvador, sebe sen-tirse a su vez salvado y parecerlo.

    4. El catequista es llamado a ser un compaero en el camino

    El catequista ha de convertirse en un compaero, un amigo, un her-mano mayor que acompaa a quien, una vez bautizado, crece en la fe, y a quien, todava sin bautizar, se acerca a la fe. El hecho de ser compaero de viaje en un camino abre el corazn a la plenitud de la vida, que es Cristo. El catequista ha de ser todas estas cosas en la Iglesia y para la Iglesia. En la Iglesia, el catequista ha de ser la voz de la Tradicin viva, en comunin con el obispo y con toda la Iglesia. La Tradicin apostlica crece en la Iglesia mediante la ayuda del Espritu Santo que la hace fecunda, desarrollando de varias formas la comprensin de la Revelacin y de todo aquello que ha sido transmitido en nombre de Cristo; todo acto de catequesis es momento

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    vivo de la Tradicin. Por lo tanto, el catequista est llamado a hacer explcita toda la riqueza del misterio de Cristo, entendida globalmente desde el inicio en el acto de fe.

    5. Actitudes de gratitud y alegra

    La realidad de la vocacin, la conciencia de sentirnos llamados ha de provocar en nosotros, como respuesta, unas actitudes interiores.

    La gratitudLos catequistas hemos de ser conscientes de que nuestra llamada

    es don, es gracia que expresa el mximo de confianza que el Seor nos otor-ga. No debemos olvidar lo que dice el Seor: No me escogisteis vosotros a m, sino que yo os escog a vosotros (Jn 15,16).

    Los catequistas nos sabemos en deuda permanente con el Seor por habernos elegido y encomendado la ms hermosa e importante de las tareas: anunciar a los hombres su mensaje. Por eso, con un profundo senti-miento de gratitud hemos de sabe decir con Pablo: Doy gracias al que me dio fuerzas, a Cristo Jess, Seor nuestro, porque me consider digno de confianza al colocarme en el ministerio (1 Tim 1,12).

    La alegraAl ser llamado a ser catequistas recibimos el don de comunicar el

    Evangelio y hemos de hacerlo con alegra, pues el Seor ama a quien da con alegra (2 Cor 9,7). El evangelio es buena noticia que se ha de transmitir con la alegra en el corazn y en los labios. La alegra, al sentirse llamado, es un componente fundamental del ministerio catequtico. Es una alegra que

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    CURSO 2011-2012

    depende, no de nuestro estado de nimo, ni de los resultados de nuestro trabajo, sino de la conciencia de haber dado gloria al Seor proclamando su Palabra a los dems. Desempeamos nuestra tarea con la dulce y confor-tadora alegra de evangelizar, aun cuando haya que sembrar con lgrimas (EN 8).

    Los catequistas anunciamos un mensaje que, por su importancia y significado, est destinado a marcar un nuevo rumbo en la vida de los hom-bres. Es el evangelio, la buena nueva que el Padre nos ofrece en Jesucris-to, es la alegra de la maana de pascua que se prolonga cada da. Pero no puede ser recibido un mensaje que nace del malhumor, de la rigidez o de la tristeza. Los hombres de hoy esperan recibir la buena nueva de no evange-lizadores tristes y desalentados, ansiosos e impacientes, sino de ministros, que hayan recibido previamente en s mismos la alegra de Cristo (EN 80).

    Para profundizar en grupo:

    1. Describe a los dems cmo vives en primera persona el ser discpu-lo del Seor, en qu se nota, adems de ser catequista.

    2. Te cuesta vivir la comunin con los dems? en qu puede mejo-rar?

    3. Cmo vives el mensaje de la Pascua y cmo la irradias?

    4. La vocacin se manifiesta en unos signos: Crees que estos signos que hemos comentado son importantes? Aadiras algunos ms? Qu le pediras a una persona que desea ser catequista?

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    PROGRAMACIN SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS

    Oracin para finalizar la sesin:Seor, nos gustara sentirte siemprecercano como un amigo,para que nuestra tarea de sembradoresnos resulte ms fcil. Nos gustara quererte y comprendertecomo tus amigos de Betania.Ensanos a descubrirte en nuestros hermanos,porque cada vez que los escuchamos y ayudamos,realmente te escuchamos y ayudamos a Ti. Disipa, Seor, nuestros temores,afianza nuestra decisin de ser catequistas,fortalece nuestra voluntad,que oscila entre el s y el no. Llena nuestra ignorancia con tu claridad,nuestro cansancio con tu fortaleza,nuestro egosmo con tu amor,nuestra desilusin con tu esperanza. Seor, agradezco tu elecciny la confianza que pones en m. Con humildad,pero con alegra y esperanza,hoy quiero repetirte una vez ms:Seor, cuenta conmigo! Amn. (Fdo. Cristbal Aguilar)