Jorge Flores Valdés - UNAM

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29 ¿cómoves? Y su búsqueda del conocimiento Concepción Salcedo Foto: Ernesto Navarrete Jorge Flores Valdés “LA FÍSICA es maravillosa, y si a estas alturas de mi vida volvieran a preguntar- me, como cuando estaba en sexto grado de primaria, ¿qué quiero ser?, diría que físico”. Esta certeza ha conducido a Jorge Flores Valdés a lo largo de 40 años de una fructífera labor académica y profesional tanto en la investigación, como en la do- cencia y la divulgación de la ciencia. Hoy es director del Centro de Ciencias Físicas e investigador emérito del Instituto de Fí- sica, ambos de la UNAM. “Pertenezco a una familia muy bonita —explica— integrada por mi padre, el doctor Jorge Flores Espinosa, un médico clínico muy completo; mi madre, una de- dicada maestra normalista y mis dos her- manas, una química y la otra pedagoga, todos egresados de la UNAM”. Vivió en un ambiente cultural armónico ya que sus padres le proporcionaron elementos humanísticos y científicos. “Mi padre per- tenecía a una generación de médicos que había experimentado los avances de la fí- sica en la medicina, por ejemplo con los radioisótopos y la imagenología, que per- mitía hacer diagnósticos más precisos, por lo cual me decía que la física era la cien- cia del futuro; él orientó mi vocación”. El doctor Flores, quien pronto cumpli- rá 60 años de edad, recuerda nostálgico pasajes de su infancia. “Con mi padre pa- saba horas armando y desarmando mi mecano; por cierto, era el máximo, el del número 10; tenía engranes, motores y muchísimos tornillos”. Años más tarde, esa afición lo llevó a estudiar una carrera de electrónica por correspondencia. Estudió en el Instituto Patria, donde disfrutó mucho no sólo la escuela sino otras cosas. “Teníamos clubes de electró- nica, de filatelia y buenos laboratorios de ciencia, pero sobre todo respetables maes- tros. Recuerdo a un profesor al que lla- mábamos “el chaparro”; llegaba en motocicleta a la escuela, nos enseñaba geometría plana y a demostrar teoremas. También me acuerdo de otro maestro al que le decíamos el “Toma... Chico”, debido a que esa era su frase usual; tenía una escuela en la que daba cursos de trigonometría, geo- metría analítica y matemáticas durante las vacaciones de invierno, y yo asistía por el puro gusto de aprender más”. Jorge Flores pertenece a la generación 1958-1962 de físicos de la Facultad de Ciencias de la UNAM. “En aquellos tiem- pos el ambiente era muy agradable y prevalecía un pensamiento muy libre. Re- cuerdo a muchos de mis amigos de en- tonces, algunos eran hijos de republicanos españoles: de entre los maestros me vie- ne a la mente Juan de Oyarzabal, quien era uno de los mejores expositores”. Al terminar la licenciatura entró a tra- bajar al Instituto de Física con el doctor Marcos Moshinsky. A los 24 años, Jorge Flores ya era doctor; a los 27 tenía un posdoctorado en la Universidad de Princeton, Estados Unidos y a los 34 años fungía como director del Instituto de Fí- sica de la UNAM. “De Marcos Moshinsky aprendí que la ciencia no es un juego, que debe hacer- se con estándares de calidad para compe- tir internacionalmente, y para lograrlo hay que trabajar mucho”. Esa premisa lo ha guiado tanto en su tarea de investigador como en la administración de la ciencia. Ha trabajado lo relacionado a la teoría de grupos y la estructura nuclear, las propie- dades estadísticas y los sistemas cuánticos, en particular los sistemas caóticos. Tam- bién, los efectos de la resonancia en el comportamiento sísmico de la Cuenca del Valle de México y actualmente hace ex- perimentos en sistemas complejos elásti- cos. Como un reconocimiento a esta labor le fue otorgado en 1994, el Premio Na- cional de Ciencias y Artes. El doctor Flores es un hombre multi- facético que ha dejado huella en diversas áreas de la divulgación de la ciencia: ha sido pionero en proyectos como los “Do- mingos en la ciencia” y la coordinación del Museo de las Ciencias Universum. Al respecto comenta: “Fue una empresa ma- ravillosa y divertida”. También esta labor le fue reconocida por la UNESCO con el premio Kalinga de Divulgación Científi- ca 1992. Como impulsor de la investiga- ción científica participó en la creación del Sistema Nacional de Investigadores, SNI. “Por cierto, aunque el SNI ha sido muy criticado, salvó a México de la fuga de cerebros y marcó estándares de calidad en la ciencia”, comenta convencido. Para cerrar esta entrevista, el doctor Flores dice a los jóvenes que estudiar fí- sica enseña a compaginar las matemáti- cas con la naturaleza, además de dar una sólida formación en lógica y ética. Personalmente Autorretrato. Soy inquieto; busco el cambio con lineamientos y principios pero sobre todo el conocimiento nuevo. Sueño. Me gustaría tener una idea en física tan buena que mereciera el Premio Nobel. Ése es mi sueño desde que tenía 15 años. Amores. Mi primera novia, mi primera mujer, mis hijos, mi mujer actual, mi nieto Patricio y mi perro. Arte. En pintura mis favoritos son Van Gogh, Monet y muchos más. La arquitectura me apasiona, por ejemplo, conozco a detalle el Centro Histórico de la Ciudad de México.

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29¿cómoves?

Y su búsqueda del conocimientoConcepción Salcedo

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Jorge Flores Valdés

“LA FÍSICA es maravillosa, y si a estasalturas de mi vida volvieran a preguntar-me, como cuando estaba en sexto gradode primaria, ¿qué quiero ser?, diría quefísico”. Esta certeza ha conducido a JorgeFlores Valdés a lo largo de 40 años de unafructífera labor académica y profesionaltanto en la investigación, como en la do-cencia y la divulgación de la ciencia. Hoyes director del Centro de Ciencias Físicase investigador emérito del Instituto de Fí-sica, ambos de la UNAM.

“Pertenezco a una familia muy bonita—explica— integrada por mi padre, eldoctor Jorge Flores Espinosa, un médicoclínico muy completo; mi madre, una de-dicada maestra normalista y mis dos her-manas, una química y la otra pedagoga,todos egresados de la UNAM”. Vivió enun ambiente cultural armónico ya que suspadres le proporcionaron elementoshumanísticos y científicos. “Mi padre per-tenecía a una generación de médicos quehabía experimentado los avances de la fí-sica en la medicina, por ejemplo con losradioisótopos y la imagenología, que per-mitía hacer diagnósticos más precisos, porlo cual me decía que la física era la cien-cia del futuro; él orientó mi vocación”.

El doctor Flores, quien pronto cumpli-rá 60 años de edad, recuerda nostálgicopasajes de su infancia. “Con mi padre pa-saba horas armando y desarmando mimecano; por cierto, era el máximo, el delnúmero 10; tenía engranes, motores ymuchísimos tornillos”. Años más tarde,esa afición lo llevó a estudiar una carrerade electrónica por correspondencia.

Estudió en el Instituto Patria, dondedisfrutó mucho no sólo la escuela sinootras cosas. “Teníamos clubes de electró-nica, de filatelia y buenos laboratorios deciencia, pero sobre todo respetables maes-tros. Recuerdo a un profesor al que lla-mábamos “el chaparro”; llegaba en

motocicleta a la escuela, nosenseñaba geometría plana y ademostrar teoremas. Tambiénme acuerdo de otro maestro alque le decíamos el “Toma...Chico”, debido a que esa era sufrase usual; tenía una escuela enla que daba cursos de trigonometría, geo-metría analítica y matemáticas durante lasvacaciones de invierno, y yo asistía por elpuro gusto de aprender más”.

Jorge Flores pertenece a la generación1958-1962 de físicos de la Facultad deCiencias de la UNAM. “En aquellos tiem-pos el ambiente era muy agradable yprevalecía un pensamiento muy libre. Re-cuerdo a muchos de mis amigos de en-tonces, algunos eran hijos de republicanosespañoles: de entre los maestros me vie-ne a la mente Juan de Oyarzabal, quienera uno de los mejores expositores”.

Al terminar la licenciatura entró a tra-bajar al Instituto de Física con el doctorMarcos Moshinsky. A los 24 años, JorgeFlores ya era doctor; a los 27 tenía unposdoctorado en la Universidad dePrinceton, Estados Unidos y a los 34 añosfungía como director del Instituto de Fí-sica de la UNAM.

“De Marcos Moshinsky aprendí quela ciencia no es un juego, que debe hacer-

se con estándares de calidad para compe-tir internacionalmente, y para lograrlo hayque trabajar mucho”. Esa premisa lo haguiado tanto en su tarea de investigadorcomo en la administración de la ciencia.Ha trabajado lo relacionado a la teoría degrupos y la estructura nuclear, las propie-dades estadísticas y los sistemas cuánticos,en particular los sistemas caóticos. Tam-bién, los efectos de la resonancia en elcomportamiento sísmico de la Cuenca delValle de México y actualmente hace ex-perimentos en sistemas complejos elásti-cos. Como un reconocimiento a esta laborle fue otorgado en 1994, el Premio Na-cional de Ciencias y Artes.

El doctor Flores es un hombre multi-facético que ha dejado huella en diversasáreas de la divulgación de la ciencia: hasido pionero en proyectos como los “Do-mingos en la ciencia” y la coordinacióndel Museo de las Ciencias Universum. Alrespecto comenta: “Fue una empresa ma-ravillosa y divertida”. También esta laborle fue reconocida por la UNESCO con elpremio Kalinga de Divulgación Científi-ca 1992. Como impulsor de la investiga-ción científica participó en la creación delSistema Nacional de Investigadores, SNI.“Por cierto, aunque el SNI ha sido muycriticado, salvó a México de la fuga decerebros y marcó estándares de calidad enla ciencia”, comenta convencido.

Para cerrar esta entrevista, el doctorFlores dice a los jóvenes que estudiar fí-sica enseña a compaginar las matemáti-cas con la naturaleza, además de dar unasólida formación en lógica y ética.

PersonalmenteAutorretrato. Soy inquieto; busco el cambio

con lineamientos y principios pero sobretodo el conocimiento nuevo.

Sueño. Me gustaría tener una idea en física tanbuena que mereciera el Premio Nobel. Ésees mi sueño desde que tenía 15 años.

Amores. Mi primera novia, mi primera mujer,mis hijos, mi mujer actual, mi nieto Patricioy mi perro.

Arte. En pintura mis favoritos son Van Gogh,Monet y muchos más. La arquitectura meapasiona, por ejemplo, conozco a detalle elCentro Histórico de la Ciudad de México.