Jones 07

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Juan Carlos Bataller FUNDACION Con el aporte de Suplementos coleccionables BATALLER Principio de año con una crisis descomunal 7 Amable Jones Caricatura de Miguel Camporro JONES E l año 1921 empezaba y San Juan vivía una de las crisis institucionales más gra- ves de su historia. Se había llegado a un enfrentamiento frontal entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo y mien- tras el gobierno de Jones había dispuesto el rece- so de las cámaras hasta el 29 de enero y el cierre del edificio, los legisladores habían abierto el período de sesiones extraordinarias y, según ellos, estaban en funciones. Sobre la base de que la Legislatura estaba en receso, el Ejecutivo designó sin acuerdo a dos cortistas y al fiscal del Crimen. Ante las reaccio- nes de los magistrados, removió varios jueces y les inició acciones penales. Los municipios estaban intervenidos y los comisionados fueron designados por el gobierno sin acuerdo del senado, entre ellos Juan Balaguer, comisionado en la Capital. En medio de un escándalo se realizaron elec- ciones municipales el 5 de diciembre pero el Ejecutivo mediante decreto conocido el día ante- rior a los comicios dispuso disponer del poder de aprobar o desaprobar las elecciones. Se había llegado al tér- mino del año sin que hubiera definición respecto de los electos en la Capital, donde triunfaron los candidatos de la Concentración Cívica y en Concepción, donde ganaron los intransigentes. En otros casos se habían suspendido las eleccio- nes. Pero lo más grave de todo eran las posiciones, irreconciliables ya, entre los legisladores -donde sobresalía la figura de Federico Cantoni- y el Ejecutivo que conducía Amable Jones. La provincia estaba en medio de una crisis descomunal y las pasiones comenzaban a convertirse en odio.

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Historia del gobernador sanjuanino Jones.

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Juan Carlos Bataller

FUNDACIONCon el aporte deSuplementos coleccionables

BATALLER

Principio de año con una crisis descomunal

7

Amable JonesCaricatura de Miguel Camporro

JONESEl año 1921 empezaba y San Juan vivía

una de las crisis institucionales más gra-ves de su historia.

� Se había llegado a un enfrentamiento frontalentre el Poder Ejecutivo y el Legislativo y mien-tras el gobierno de Jones había dispuesto el rece-so de las cámaras hasta el 29 de enero y el cierredel edificio, los legisladores habían abierto elperíodo de sesiones extraordinarias y, segúnellos, estaban en funciones.

� Sobre la base de que la Legislatura estaba enreceso, el Ejecutivo designó sin acuerdo a doscortistas y al fiscal del Crimen. Ante las reaccio-nes de los magistrados, removió varios jueces yles inició acciones penales.

� Los municipios estaban intervenidos y loscomisionados fueron designados por el gobiernosin acuerdo del senado, entre ellos Juan Balaguer,comisionado en la Capital.

� En medio de un escándalo se realizaron elec-ciones municipales el 5 de diciembre pero elEjecutivo mediante decreto conocido el día ante-rior a loscomicios dispuso disponer del poder de aprobar odesaprobar las elecciones. Se había llegado al tér-mino del año sin que hubiera definición respectode los electos en la Capital, donde triunfaron loscandidatos de la Concentración Cívica y enConcepción, donde ganaron los intransigentes. En otros casos se habían suspendido las eleccio-nes.

� Pero lo más grave de todo eran las posiciones,irreconciliables ya, entre los legisladores -dondesobresalía la figura de Federico Cantoni- y elEjecutivo que conducía Amable Jones.La provincia estaba en medio de una crisis descomunal y las pasiones comenzaban a convertirse en odio.

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El acto estaba organizado y la gentecomenzó a llegar al atardecer a la Plaza25 de Mayo...

—Hay como cuatro mil personas, goberna-

dor—, le dijo Honorio Guiñazú.Zavala sonrió. Aunque eran muchos los presen-tes, difícilmente llegarían a la mitad..—¿Cuál es el clima?—, preguntó Jones.—Han venido todos—, dijo Guiñazú.—Espero que no se agarren a los tiros—,

comentó Zavalla.—¿Por qué?—La gente del bloque viva a Cantoni y ya han

habido empujones y algunos insultos entre los

sectores nuestros y ellos.

—No sea tan pesimista Zavallita. Es emocionan-te ver como la gente ha llegado caballo, en carruajes, a pie, desde toda la ciu-dad...— decía exhultante Guiñazú.

Cuando Jones apareció por el balcón de la Casade Gobierno, la multitud cubría toda la calleGeneral Acha, desde Mitre a Rivadavia y sediseminaba por sectores de la Plaza.Hubo aplausos. Y algunos gritos que llegaronhasta los oidos del gobernador.—¡Viva Cantoni, carajo!

Los organizadores se habían preocupado porqueen el balcón estuvieran empresarios, algunosindependientes especialmente invitados; otrossimpatizantes del radicalismo.

El primero en hablar fue Roberto Adaro,médico que había militado en el setorintransigente pero luego se unió al sec-

tor jonista.—Estamos acá para solidarizarnos con nues-

tro gobierno que realiza una gestión que a

todos nos enorgullece y va a traer el progreso

que reclama la provincia—, dijo Adaro ydesde el sector Cantonista se escucharon silbi-dos e insultos.

Eduardo T. Vaca, también médico y ex intransi-gente, ya habló entre silbidos y aplausos entre-mezclados, con la plaza dividida, exaltando lafigura del gobernador.El siguiente orador fue Justo P. Zavalla y sudisurso se centró en la figura de Jones. Buenorador, cosechó muchos aplausos aunque estabaclaro que el sector intransigente no había venidoprecisamente a aplaudir a Jones sino a expresarsu repudio al gobierno y su identificación conlos diputados.

El plato fuerte, sin duda, era el discurso deJones.Algunos esperaban un discurso conciliador.No fue así.

“Estoy con el pueblo y con la juventud, por-que son los dos elementos bien inspirados dela democracia que anhelan la verdad y vandetrás de la justicia para su propio mejora-miento”.

La gente aplaudía y aunque el tono de la

voz era monocorde, Jones intentaba hablar

con el corazón en la mano.

“Me he criado en las grandes universidadesdonde todo lo que no es verdad se deshecha.He tenido el honor de recibir merecimientosde los grandes maestros y de haber escalado lacima de la ciencia. He sido siempre honrado yrecto y de buenos sentimientos. Y no com-prendo cómo un hombre honrado y buenopuede transformarse de la noche a la mañanaen un bandido, en un tirano y en un enemigodel pueblo. Eso es mentira, nunca sucede unhecho semejante”.

Jones dejaba atrás al político y hablaba

como hombre de ciencia.

“El malvado nace y queda malvado toda lavida, hasta que muere, según Lombroso ytodos los hombres de ciencia. Y si el medio esmalo es más malvado y criminal. Yo quiero elbien del pueblo y por ello estoy trabajando;por eso me reconforta ver el aliento que trae elpueblo a esta casa”

Las aguas estaban divididas y Jones

—alentado por la presencia de

tanta gente—, lanzó el desafío:

“La situación política actual puede resumirseen esta fórmula, oídlo bien y decídlo por todala provincia: Si quereis la verdad y la buenajusticia, ya sabéis por qué candidatos debéisvotar en el cuarto oscuro. Si queréis el chisme,la intriga y la mentira, ya sabéis también porquiénes debéis dar vuestro voto”.

Y fue más lejos:

“Puedo proclamar ante vosotros que yo estoycon la verdad, yo estoy con la justicia, yo

Acto en apoyo a Jones, con la plaza dividida

“Me he criado en las grandes

universidades dondetodo lo que no es verdad se deshecha”.

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estoy con la Constitución y los más reputa-dos maestros del derecho a quienes he con-sultado y me han afirmado en esta convic-ción plena y absoluta de la verdad...”

La gente aplaudía. Pero más de uno comen-taba:—¡Pobre gobernador! ¡Habla como si lo

estuviera haciendo en una universidad!

¡Qué falta nos hace un orador que levan-

te a la gente...!

Pero Jones era Jones. Y seguía hablando:“No temo las voces que andan por ahí,

en la tribuna o en la banca de algunos

maestros, evocando el nombre de

Virasoro. Si queréis la sangre de vuestro

gobernante, por la libertad y la justicia

de este pueblo, no trepidaré en dárosla”.

Las palabras quedaron flotando en el aire.Por primera vez Jones hablaba de su pro-

pia muerte. De las versiones que circula-ban sobre la posibilidad de que fuera asesi-nado.—!Viva Yrigoyen! ¡Viva Jones! —, grita-ban unos.—¡Viva Cantoni, viva el bloque!—, seescuchaba a otros.Había nacido el partido radical jonista.

Y quedaba claro que también había otropartido: el radical bloquista.

Muchos funcionarios se acercaron a Jonespara felicitarlo por el discurso. El goberna-dor les estrechaba la mano y parecía más

pequeño entre la gente.

A lo lejos se escuchaban algunos tiros.

Jones con la banda de gobernador.

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JONES

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Un juez al que le cambióla vida en pocas horas

“–Ni siquiera me da eltratamiento de usía eldesgraciado...–, pensóCastro sospechando quese le venía la noche”.

El juez del Crimen, Teófilo S. Castro,nunca imaginó que su vida podría cam-biar en tan poco tiempo.

Es que los hechos se sucedieron vertiginosamente.Ahora, oculto en “algún lugar”, sólo le quedabarecordar.

Todo comenzó cuando el Poder Ejecutivo nombróen comisión a Enrique Rojo y AlejandroZaldarriaga como ministros de la Corte.—Para mí no podían nombrarlos sin que lo

aprobara el Senado pues las Cámaras no

estaban en receso sino en sesiones extraordi-

narias—, le comentó a algunos colegas.Pero hubo otro detalle que le preocupaba.—La ley expresamente determina que deben

jurar ante el presidente de la Corte y lo han

hecho ante el gobernador.

Hasta ese momento todo eran opiniones perso-nales, vertidas en una mesa de café.Pero ocurrió que Rojo y Zaldarriaga al ir a tomarposesión de sus cargos fueron desconocidos en sucarácter de jueces por el doctor Flores Perramón,que se consideraba presidente de la Corte por sersu único miembro.¿Qué pasó?Flores Perramón fue desalojado de su despacho

por personal policial que cumplía órdenes del

jefe de Policía José Miguel Mujica.

Ese mismo día comenzaron los problemas paraCastro.—Flores Perramón me pasó los antecedentes

del caso, denunciando a Rojo y Zaldarriaga de

haber cometido los delitos de desacato y

usurpación de autoridad. Y

yo tuve que fallar, decretando la prisión pre-

ventiva de los nombrados.

Pero no alcanza con escribir la ley.Hay que hacerla cumplir.Y cuando libré el oficio al jefe de Policía

para que detuviera a Rojo y Zaldarriaga, el capitánMujica se negó a cumplir mi orden, contestán-dome que “no está en mis facultades detenerlos

porque gozan de inmunidades”.

—¿Cómo me va a decir eso? ¿Acaso no detuvo

a Flores Perramón, que es ministro con acuer-

do del Senado?

Decidí conminar al jefe.

—Tiene 24 horas para proceder a la detención

de Rojo y Zaldarriaga, bajo apercibimiento de

ser procesado por desacato.

El mismo día 22 de diciembre recibí la respuestadel jefe de Policía:“Cumplo con el deber de urbanidad de acusar

recibo de su oficio fecha de hoy y manifestarleque no daré curso a ningún mandato que emanede ese juzgado, por cuanto usted está suspendidoen el ejercicio de sus funciones, y no me incumbeentrar a juzgar los actos del Poder Ejecutivo ni losde la excelentísima Corte de Justicia. Comoempleado superior de la administración, sólo mecompete cumplir las órdenes de los superiores,máxime cuando le he hecho saber a usted una res-olución de la cual estoy notificado por el órganocorrespondiente. J.M. Mujica”

¿Cuál era la resolución a la que hacía mención

Mujica?

Lo explicaba en una nota:“Los señores ministros de la Excelentísima Cortede Justicia, doctores Enrique Rojo y AlejandroZaldarriaga, me comunican en la fecha que hanresuelto suspender a usted en el ejercicio de susfunciones por el término de treinta días, debiendohacer entrega del juzgado por intermedio de lapolicía al señor juez de Crimen de primera nomi-nación, doctor Mario Videla. Lo que comunico alseñor juez a sus efectos. Dios guarde a Ud.J.M.Mujica”.

—Ni siquiera me da el tratamiento de usía el

desgraciado...—, pensó Castro sospechando quese le venía la noche.¿Cómo me iban a suspender en el ejercicio de misfunciones si es de competencia exclusiva de laCámara de Senadores iniciarle causa a los mag-istrados y para hacerlo necesita contar con los dostercios de los votos? La Corte sólo puede imponermultas pecuniarias a los jueces. Pero estaba sus-pendido.

Ante ello pasé los antecedentes del caso alotro juez del Crimen, doctor MarioVidela, quien se inhibió y los pasó al

juez Civil Eladio Segovia. Pero este tambiénhabía sido suspendido en el ejercicio de sus fun-ciones y se había nombrado un juez especial, eldoctor Javier Garramuño. Llegaba la feria judi-cial. Y comenzaría otrahistoria.

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JONES

Sé que te tengo

La separación delfiscal del Crimen

“El gobernador, al acusar a Flores

Perramón sólo persiguesepararlo del cargo...

Este hombrese ha transformado enun obstáculo para llevaradelante el programa de

gobierno...”.

Hugo Fernández Burzaco había llegado aSan Juan en diciembre de 1919, acom-pañando al interventor Manuel Escobar.

Inicialmente ocupó el cargo de contador auxiliar dela intervención nacional, hasta que el 12 de diciem-bre de ese año ´19 se lo nombró defensor oficial.Cuando Jones asumió, lo designó fiscal del Crimen,con acuerdo del SenadoEl 21 de diciembre de 1920, el gobernador le hizollegar un decreto acuerdo con los antecedentesnecesarios para acusar criminalmente al ministro dela Corte Flores Perramón.

Fernández Burzaco leyó los antecedentes y pidióhablar urgentemente con Jones.—Gobernador, lo que usted me ordena es unaenormidad, una orden absolutamente arbitraria.—¿Por qué?

—Porque no es atribución del fiscal del Crimenacusar al presidente de la Corte; esa es una atribu-ción exclusiva de la Cámara de Diputados.

Jones suspiró, acomodó su monóculo y dijo:—Doctor, yo necesito que usted acuse criminal-

mente a Flores Perramón...

—No puedo hacerlo.—Lo ideal es que acuse de oficio...

Jones parecía abstraido, como si no escuchara losargumentos de Fernández Burzaco.—Doctor Jones, yo no tengo mala voluntad haciausted. Simplemente considero que no correspondeacusar al ministro porque eso debe hacerlo laCámara. Pero... envíeme todos los antecedentes delcaso y lo estudiaré.

Fueron pocos minutos de charla. Al día siguienteestuvo listo el dictamente de Fernández Burzaco:“Estudiados los antecedentes del caso enviados

por Vuestra Exelencia, el infrascripto, agente fis-

cal en lo criminal, no encuentra mérito suficiente

para acusar criminalmente al señor ministro de la

Corte Suprema de Justicia, doctor José Flores

Perramón, por considerar que los hechos denunci-

ados no constituyen los delitos previstos... y que,

en el supuesto de que se hubieren cometidos esos

delitos, correspondería atenerse a lo que imperati-

vamente estatuye la Constitución Provincial, es

decir, gestionar ante la Legislatura el juicio políti-

co...”

Ese mismo día Jones mandó a llamar al fiscal.—Doctor Fernández Burzaco... veo que no coincidi-mos sobre este caso. ¿Usted insiste en su dictamen?—Yo insisto siempre que me pasen los mismos

antecedentes.

—¿Por qué no habla con el doctor Enrique Rojo?Yo no entiendo mucho de estas cosas de ordenjurídico. Hable con Rojo y estudien si hay una sali-

da para el caso...

Fernández Burzaco se despidió de Jones conun apretón de manos y caminó los pocosmetros que separaban la Casa de Gobierno

de Tribunales. Rojo lo recibió en el acto.—Amigo Fernández Burzaco, usted tiene que

acusar criminalmente a Flores Perramón.

—No puedo hacerlo doctor, entiéndame, como fis-cal no puedo acusar a un ministro de la Corte.—Pero debe hacerlo...

—Ustedes están en un error que va a traer gravísi-mas consecuencias a la provincia.—Doctor, voy a ser muy directo con usted.

El gobernador, al acusar a Flores Perramón sólo

persigue separarlo del cargo. . Este hombre se ha

transformado en un obstáculo para llevar ade-

lante el programa de gobierno.

—Pida el desafuerdo a la Cámara de Diputados.—No me interesa discutir el caso con usted.Lo que quiero es saber si va a mantener el dictameno no.—Mantengo mi dictamen en todas sus partes.

—En ese caso, no tenemos más que hablar.

Fernández Burzaco salió del despacho de Rojo yfue abordado por un periodista. Cuando el hombrede prensa le preguntó sobre el caso,respondió:—Yo no puedo violentar mi conciencia de magi-

strado ni violar los preceptos de la Constitución.

Mi misión no es otra que aislar del seno de la

sociedad a los delincuentes y entiendo que el doc-

tor Flores Perramón no es un delincuente. Para

mi sigue siendo miembro de la Corte y mientras

desempeñe ese cargo no puedo acusarlo de

ninguna forma.

El día 23 de diciembre, el gobernador dispu-so mediante decreto exonerar del cargo deagente fiscal en lo criminal a Fernández

Burzaco por incumplimiento de su deber, señalandoque “oportunamente se pedirá al honorable Senadoel retiro del nombramiento de fiscal”.Horas después, Aquiles Damianovich se hacía cargode la fiscalía, instalándose en el despacho que ocu-para Fernández Burzaco para lo cual se debió hacersaltar la cerradura ya que la oficina estaba cerradacon llave.

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decisión de asuntos judiciales sino al nombramien-to de funcionarios y empleados que laConstitución confía al tribunal legítimo...Que estando constituida la excelentísima Corte deacuerdo con la prescripción expresa de laConstitución, por los doctores Enrique Rojo yAlejandro Zaldarriaga, cualquiera otras personasque se atribuyan ese carácter cometen el delito deusurpación de autoridad previsto por el artículo240, inciso 1º del Código Penal, desde que carecende título legal para hacerlo.

Que el Poder Ejecutivo está en el imprescindibledeber de adoptar todas las medidas necesarias paraguardar el orden público y de poner a los delin-

Justicia, doctor José Flores Perramón, trata deconstituir un nuevo tribunal que lleve el mismonombre y desempeñe idénticas funciones que ellegítimo, no sólo en cuanto a la tramitación y

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JONES

Era 24 de diciembre y aquella mañana elcentro sanjuanino era un hervidero degente que realizaba sus últimas compras,

antes de las fiestas navideñas.En la Casa de Gobierno, Amable Jones estampó sufirma en un último decreto, que ya habían firmadolos ministros Juan Barrera Cordón y AbrahamTapia.

En los considerandos se explicaba el origen de lamedida:

“Resultando de la precedente nota de la jefatura depolicía que el vocal de la excelentísima Corte de

La clausura dela Legislatura

Una espiral de violencia iba ganandotodos los espíritus

sanjuaninos,cuando el año 20

expiraba.

La Legislatura —ubicada en la esquina de General Acha y Rivadavia— fue cerrada y mientrasnumerosos efectivos policiales custodiaban el edificio, la gente comentaba desde la plaza.

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55Colabora con esta obra Minería Responsable

“El latifundio engendrómales sociales incalculables”

cuentes bajo la acción de la justicia, impi-diendo que los actos sediciosos adquieranmayor magnitud.

Que habiéndose iniciado la gestión judicialcontra el doctor José Flores Perramón, paraser castigado por los delitos de usurpaciónde autoridad y desacato, este nuevo actosuyo debe ser considerado como circunstan-cia agravante de aquel y ser agregados todosestos antecedentes al proceso ya mandadoincoar.

Que hallándose en receso ambas cámaraslegislativas hasta el 29 de enero de 1.921, nohay conveniencia en que la casa en quedeben funcionar permanezca abierta a dispo-sición de cualquiera que quiera servirse deella para cometer actos sediciosos, habiendopor el contrario, manifiesta conveniencia desu clausura y custodia por los empleados dela administración.

Por tanto

El gobernador en acuerdo general de minis-tros, decreta:Artículo 1º) Procédase por la Jefatura dePolicía, a clausurar el recinto legislativo,desalojando a los que se encuentran en él.

Artículo 2º) Agréguese estos antecedentes alproceso mandado incoar al doctor JoséFlores Perramón.

Artículo 3º) Comuníquese esta resolución alos presidentes del honorable Senado yhonorable Cámara de Diputados y a la exce-lentísima Corte de Justicia, a sus efectos.

Llegaba la navidad en San Juan, conla legislatura clausurada, el PoderJudicial en medio de una gravísima

crisis y una espiral de violencia que ibaganando todos los espíritus.

Aquiles Damianovich se había transfor-mado en un hombre de peso por suinfluencia sobre Jones.

Pero ¿qué pensaba sobre San Juan este abogadollegado de la Capital que daba andamiaje jurídi-co a las decisiones?Estas eran algunas de sus ideas.

—¿Qué está ocurriendo en San Juan?

—Ocurre que en San Juan no hubo nuncaadministraciones progresistas. Porque no hayprogreso fidedigno que no se asiente sobre lalegalidad, sobre la eliminación de los prejuiciosde clases. ¿Qué factores han engendrado esteestado de ensoberbecimiento de sus clases eco-nomicas y sociales todopoderosas hasta hoy yusufructuadoras irreemplazables, según ellas,en el manejo de los intereses generales, dispen-sadoras, de cuando en cuando, de una atenciónde carácter caritativo a las “minucias” de lacolectividad? ¿Cómo es que ha podido tan arro-gante y engañoso autoconcepto apoderarse porsugestión de las clases populares, al extremo deenglobar entre sus devotos a grandes y chicos, apoderosos y jornaleros, a gente del campo y laciudad?

—¿Cuál es su explicación?

—El latifundio engendró en San Juan malessociales incalculables porque a su amparo pudoejercer un señorío original de corte medioeval,de raigambre feudal y de rigurosa tiranía públi-ca que les permitió diseminar raigambres hábi-les de insuperado y astuto predominio.

—¿Por ejemplo?

—Es fácil advertir que en lo social echó lasbases del familiarato más cerrado y de concep-tos de más boatos que se conozca en América.Y en lo intelectual ha llegado a presentar núcle-os que a favor de una privilegiada predisposi-ción económica han llegado a suponer estupi-damente que la cultura es un favor inaccesiblepara los que no egresen de sus espléndidas feli-gresías familiares.

—¿En qué otros campos se advierten esos

males?

—En lo económico, sus capitales inertes no sehan movilizado en busca de las agitacionessaludables de la edad moderna que si expone aquebrantos y azares al dinero, contribuye conuna función higiénica a finalidades colectivassuperiores.

—¿Y en lo político?

—En lo político entronizó una casta que hadeshonrado a la democracia y ha sumido a laprovincia en un letargo embriagador que laexhibe al país como un enfermo cataléptico que

no sabe en sus delirios si reclama lo que essuyo o sea su teórica soberanía o la conserva-ción de su fatídica servidumbre que lo hacemirar a su iconoclasta Salvador como su ene-migo. Todo esto está combinado y magnificadoen forma decorativa por la poesía de la monta-ña nativa.

—Bueno, es un orden al fin...

—¿Qué es el orden social para los sanjuaninos?¡El orden? Para los comarcanos sanjuaninosestriba precisamente en no tocar la situación ensus raices negativas. El “orden” en el lenguajesimbólico pero altamente expresivo de la zonaquiere decir el mantenimiento del estado decosas, sin remover las causas del mal.

–¿Y por qué es así?

—Hay una sociedad recelosa de todo lo queviene de afuera. Hay una perspicacia astuta yvigilante contra la fuerza nueva.Hay una clase socialmente entronizada que se“pasa la palabra” de alerta en apretadas logiasinvisibles que se trasuntan en los clubes mun-danos pero cuya acción central gira en torno delinviolado ámbito familiar de la rancia parentelasabiamente esparcida.

—¿Y, según usted, cómo funciona ese

“sistema”?

—A la simple constatación de un timonel queviene a ejecutar el mandato de un tiemponuevo, el medio, coaligado, no busca más quela oportunidad para verificar el predecretadoconjuro. Por cada trecho recorrido por el envia-do de la reforma, el medio agrega—favorecido en ese juego de dificultar tanfavorito y tan propicio para los que con dejarsequedar en su sitio ya están en una posiciónfácil— las dificultades presentadas por los mis-mos cooperadores del reformador.

—¿Cuál es la consecuencia?

—Cada decisión pura y legal del reformadorencuentra obstáculos pues las trabas se escalo-nan hábilmente hasta desorientar al noble espí-tritu que, en su augusta ingenuidad no acierta acomprender la Resistencia hacia fines que nopueden ni sospecharse de malos. Preparado elmedio, se estudia si la eliminación o el despla-zamiento pueden borrar los trazos inexorablesde la evolución.

Fuente: Aquiles Damianovich

— El crimen y el poder — 1922.

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San Juan era, una vez másnoticia de primera página

“El Ejecutivo sanjuanino incurre en un grave

error que lo presenta en pugna con las leyes.

El único sobre quien no parece que hiciera

impresión esa crítica condenatoria de su con-

ducta es el propio autor de los avances. Y

remataba: “El mandatario sanjuanino está

ofuscado. Y es que si antes escaló con éxito

“la cima de la ciencia”, ahora padece el ver-

tigo de las alturas políticas y pierde el senti-

do de la ecuanimidad”.

Artículo titulado En plena ofuscación,

publicado en La Prensa,

el 31 de diciembre de 1920

“El gobierno de Jones es el reflejo fiel de la

administración del señor Yrigoyen, que se ha

caracterizado por el espíritu personalista

autoritario y absoluto en lo político e inepto e

incapaz en la gestión honrada y progresista

de los grandes intereses del Estado...”

Manifiesto del Partido Concentración

Cívica publicado en La Prensa,

21 de enero de 1921.

La situación de San Juan -una vez más-estaba en la primera página de los dia-rios nacionales.

¿Qué decían los diarios?Antes de entrar en tema es conveniente analizarel problema desde dos puntos de vista.

1) Los hechos

objetivos:

Independientemente de los intereses en juego,había elementos para que, a la distancia, los dia-rios tomaran partido:

� El gobernador Amable Jones era una personaajena al medio, que llegó al cargo impuesto porel presidente de la Nación en base a un acuerdopolítico entre los distintos sectores del radicalis-mo.

� Prácticamente la totalidad de los jueces habí-an sido suspendidos o destituidos –y varios deellos encarcelados- sin que se diera participacióna las cámaras, a las que Jones consideraba enreceso.

� Se había designado otros magistrados, inclu-yendo dos cortistas, sin acuerdos del Senado.

� Los abogados, a través del Colegio que losagrupaba, habían desconocido a los nuevosmagistrados.

� El Poder Ejecutivo había resuelto el recesoforzado de la Legislatura al posponer para el 29de enero el tratamiento del presupuesto en sesiónextraordinaria, contra la opinión de los legislado-res que consideraban abierto el periodo extraor-dinario.

� La Legislatura permanecía cerrada y custodiada por la Policía.

� Continuaba irresuelto el tema de los municipios pues se habían suspendido algunaselecciones, aprobadas otras y quedaban pendientes de resolución algunas más.

� El Partido radical que llevó a Jones alpoder estaba profundamente dividido.

2) Pero habían otros

hechos subjetivos:

En general, el pensamiento de la prensa nacional-especialmente los grandes diarios, como LaNación y La Prensa o Los Andes en Mendoza-,coincidían con el pensamiento del partidoConcentración nacional.Los conservadores tenían trazada una estrategiamuy inteligente.

JONES

56Colabora con esta obra www.sanjuanalmundo.com

Por un lado, dejar que el peso de los aconteci-mientos -la producción de hechos- la llevaranadelante los jueces y los legisladores que res-pondían a Federico Cantoni, limitándose aacompañarlos sin mostrarse mucho.Por el otro, utilizar toda su influencia en losmedios para apuntar sus dardos contra el presi-dente de la Nación, Hipólito Yrigoyen.

Con este cuadro, no era casual entonces leercomentarios como estos:

“Llama la atención la pasividad con que asis-

ten a estos atropellos y transgresiones los radi-

cales opositores al Poder Ejecutivo, lo mismo

que los conservadores” Y agregaba más ade-

lante: “hay un descontento general en el radi-

calismo contrario al doctor Jones, que algunos

explican diciendo que se ignora si el presidente

de la República aprueba o desaprueba la con-

ducta del primer mandatario”

La Prensa - 30 de diciembre de 1920

Un típico canillita

de los años 20

“No sabemos si el señor Jones, quesegún sus palabras ha escalado la cimade la ciencia, conoce el origen y eldesenvolvimiento de todas las institucio-nes humanas. Pero sin remontarnos aalturas poco accesibles para el común delos mortales, fijaremos en una pobre yvulgar comparación el valor de sus ree-ditadas teorías de los pacíficos transeun-tes atropellados por los automóviles.Evidentemente el gobernador de SanJuan no sabe manejar su máquina. Unotras otro se ha llevado por delante a losjueces y a los legisladores, a todos lospoderes que podían y debían entrecru-zarse normalmente con el suyo sin pro-ducir ningún choque”

Artículo con el título A

contramano, publicado por La Nación

en enero de 1921.

A contramano