John MacArthur - Estudio Sobre Llamado Al Altar u Oración Del Pecador

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    Consideraciones sobre el Método

    del Llamado al Altar u Oración del pecador

    Extraído del libro:“Ouro de Tolo? - Discernindo a verdade em uma época de erro” 

    John MacArthur y Carey HardyTraducción al español por Reconstruyendo Vidas

    Las invitaciones públicas y el llamado al altar para pasar al frente son una parte regular del

    culto en muchas iglesias. Generalmente dejados para el final de la reunión, dan a la congregación

    una oportunidad de responder al mensaje entregado. Con frecuencia, esta respuesta es asociada a

    una experiencia de conversión, pero el método del llamado al altar puede también ser usado porotras razones: alguien que quiere dedicar nuevamente su vida al Señor, comprometerse con

    determinado servicio cristiano o unirse a una iglesia local. Este capítulo, adaptado de una charla

    ministrada en la Shepherd's Conference, examina esta práctica con base en una perspectiva bíblica.

    Al aplicar el discernimiento a los programas de la iglesia y a filosofías como ésta, los creyentes serán

    más competentes al ministrar con la certeza de estar agradando a Dios.

    Esta es una escena familiar en muchas iglesias. Al terminar la predicación, la música

    comienza a tocar suavemente. El predicador ora y pasa a hablar con ternura  a su congregación.

    “Todos bajen su cabeza y cierren los ojos”, él dice, mientras invita a aquellos que se sintierontocados por la predicación a levantar tranquilamente la mano. “Nadie está mirando”, él recuerda al

    público.

    Después de algunos momentos, él continúa: “Si usted levantó la mano, míreme para que yo

    pueda hablar directamente con usted. No quiero incomodarlo; quiero hablar con usted”. Aquellos

    que levantaron la mano son invitados a dejar su lugar e ir por el pasillo  hasta el lugar en que un

    consejero designado se encuentre con ellos. En ese momento, un himno de invitación es cantado:

    “…tal cual estoy, t odo entregaré, Cristo, buen maestro, es mi querer...” . Después de cantar varias

    estrofas del himno, el pastor tal vez pida que los instrumentos continúen tocando más bajo. Eso da,a los que fueron al frente, la oportunidad de encontrarse con el consejero; y, al mismo tiempo, da a

    los que todavía están sentados, resistiendo, una oportunidad más de responder, “antes que sea

    demasiado tarde”. Cuando queda claro que nadie mas irá, el culto acaba con la última estrofa del

    himno escogido.

    ¿Qué es el Llamado al Altar?

    Conocido como “llamado al altar”, es el momento en que, al final del culto, durante la

    ejecución de alguna música, los oyentes son invitados a venir al frente, en respuesta al mensaje

    expuesto, y aunque esta práctica no siempre sigue el patrón exacto que se acaba de describir,representa el punto culmine de la reunión. De este modo, el llamado al altar puede utilizarse para

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    diversos propósitos: unirse a la iglesia, arrepentirse del pecado o vivir la fe en Cristo; todas esas

    intenciones pueden ser facilitadas por una conmovedora invitación al altar, dependiendo de la

    iglesia y de la ocasión.

    Aunque el inicio de esa práctica sea asunto de debate, la mayoría concuerda que ella ganóprominencia cerca del 1830, impulsada por el liderazgo e influencia de Charles Finney. Él popularizó

    este método al denominarlo “banco de los arrepentidos” o “banco de los ansiosos”. Mas tarde,

    otros hombres, como Billy Sunday, D.L. Moody y Billy Graham, seguirán el ejemplo de Finney y

    contribuirán para la amplia aceptación del “llamado al altar”. De hecho, en los patrones de los

    llamados al altar que veremos a continuación, el método de Billy Graham ha sido el más influyente.

    ¿Qué razones son dadas para sustentar el Llamado al Altar?

    Por lo menos cuatro argumentos básicos son usados para sustentar el método de la

    invitación y llamado al altar. En primer lugar, muchos afirman que se debe usar este método porqueCristo lo usó. En otras palabras, que Cristo llamaba a las personas públicamente, por lo tanto, en la

    actualidad se debería hacer lo mismo. Este argumento es apoyado por textos como Mateo 10.32:

    “Todo aquel que me confesare delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi

    Padre, que está en los cielos”, y pasajes de tipo “Sígueme”, encontradas en los evangelios (ver Mt

    19.21; Mc 1.17; 2.14).

    Un segundo argumento sugiere que una respuesta formal y pública refuerza la decisión

    tomada por las personas. La actitud de ir al frente establece el compromiso, sellándolo en el

    corazón. Visto que tomarán una decisión públicamente, delante de una congregación que confirmay su confesión, es más probable que la decisión sea real e irrevocable. Un tercer argumento, es que

    los “Llamados al Altar” son necesarios porque proveen una manera fácil y organizada de presentar

    los nuevos convertidos a la congregación, mientras se invita a los que no son miembros a que se

    unan a la iglesia. En otras palabras, a menos que haya un llamado al altar al final del culto, no hay

    otra manera de que las personas profesen públicamente su fe en Cristo y se unan al cuerpo local.

      En cuarto y último lugar, los que defienden esta práctica, creen que el llamado al altar da a la

    iglesia una demostración visual (o prueba) de que Dios “se está moviendo”. Siendo salvos o no,

    todos en la congregación pueden ver a Dios realizando “su obra”. Cuando hombres, mujeres y niños

    se desplazan en dirección al altar, al final del culto, los creyentes que constituyen el auditorio sondesafiados a testificar el poder de Dios que está siendo manifestado. Al mismo tiempo, los

    incrédulos son convencidos por el testimonio de aquellos que han respondido a la invitación.

    ¿Qué cuidados deben tener los creyentes con respecto al llamado al altar?

    A primera vista, esas cuatro razones son muy convincentes. Cristo realmente llamó a las

    personas públicamente y hasta pareciera que algunas fueron ayudadas a tomar su decisión, por ser

    invitadas abiertamente. Desde un punto de vista práctico, tal vez la iglesia sea beneficiada cuando

    las personas son llamadas en público. Y, ante la mirada de creyentes e incrédulos, éstos podrían ser

    espiritualmente tocados cuando los que están a su alrededor responden a la invitación.

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    Pero, el “llamado al altar” ¿Es realmente el mejor método para evocar cambios en el corazón

    de las personas? En lo que concierne a cambios, ¿el llamado al altar es un método bíblico? En

    respuesta a los cuatro argumentos presentados anteriormente, por lo menos siete preocupaciones

    deben ser consideradas.

    1.- El método moderno del “llamado al altar” carece de verdadero apoyo bíblico.

    Debemos comenzar observando que no hay mandamiento ni precedente bíblico claro para

    efectuar los “llamados al altar”. Es verdad que Jesús hace afirmaciones como: “Sígueme”, y: “Todo

    aquel que me confesare delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre, que

    está en los cielos”. Pero si concluimos, a partir de esas afirmaciones, que Jesús hacía lo que hoy

    denominamos “llamados al altar”, ciertamente estamos forzando el texto.

    Jesús, llamó con claridad, a las personas a seguirlo (también es deber del cristiano invitar a

    las personas a seguir a Cristo), pero esto no es lo mismo que pedir a alguien que “venga al frente”como un testimonio de la decisión que ha tomado. Verdad sea dicha: Jesús nunca habló en términos

    de “una decisión que alguien tomó a favor de Él, de una vez por todas”, pero ciertamente exhortó a

    sus oyentes a seguirlo, con sinceridad, por toda su vida. Cristo estaba llamando a las personas a una

    vida que confesara continuamente su nombre delante de los hombres. Las Escrituras no enseñan

    que la prueba del discipulado es una decisión hecha de una vez por todas.

    A.W. Tozer es un gran ejemplo de un predicador que comprendió esto. Atento a éste

    párrafo, registrado por Earl Swanson, sobre un sermón que Tozer predicó en Long Beach, California:

    “ Cuando él llegó a la conclusión de su mensaje, el aire estaba completamente electrificado.

    Yo estaba acostumbrado con la invitación al altar y tenia certeza de que vería una multitud

    moviéndose para ir al frente. Eso habría pasado, si él hubiese escogido hacer un llamado al altar.

    Pero, en vez de eso, él anunció “no vengan hasta aquí llorando con respecto a lo que oyeron; vayan

    a casa y vívanlo”. 

    Esto ciertamente refleja la actitud de Jesús en los evangelios. El estaba mucho más

    preocupado en que las personas viviesen su compromiso cristiano que de traerlas al frente. Es

    cierto que Cristo desafió inmensas multitudes a seguirlo, pero decir que Jesús hacía invitaciones (o

    usar sus llamados como base para las invitaciones al altar en nuestros días) es un uso deshonesto delas Escrituras.

    2. “Venir a la fe, frecuentemente, confundido con “Venir al frente” 

    Una segunda preocupación con relación al llamado al altar es: El hecho de ir al frente y el

    momento de la salvación pueden ser terriblemente confundidos. De la misma forma, aquellos que

    usan el llamado al altar admiten este problema. Las personas pueden irse creyendo en una mentira.

    Ciertamente se hacen tentativas genuinas para aclarar que “ir  al frente” no salva a nadie.

    Infelizmente, en muchos casos la confusión aún permanece. Es común por ejemplo, que el pastor o

    evangelista inviten a las personas que vengan al frente, para “entregar su vida a Cristo”. En otros

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    casos, ellos pueden estar hablando a las personas que ir al frente es apenas un testimonio de la

    experiencia que alguien ya tuvo con Cristo.

    Entonces, ¿Cuándo una persona es convertida? ¿Esto sucede cuando ésta va al frente, antes

    de ir al frente o cuando ora con el consejero que encontró de camino al altar? ¿Ir al frente significarecibir la salvación o es un testimonio de una conversión que ya sucedió?

    En vista de que el llamado al altar deja un verdadero momento de conversión obscuro, esta

    práctica puede acabar confundiendo o desorientando a los creyentes. Los distintivos bíblicos como

    arrepentimiento, fe y confianza, potencialmente acaban siendo negligentes o sustituidos, pues el

    énfasis está en “ir al frente”, y no en abandonar el pecado y seguir a Cristo. Hasta la oración popular

    del pecador (en la cual las personas son orientadas a “dejar que Jesús entre en su corazón”)  es un

    subtítulo pobre del evangelio bíblico. El mensaje de Cristo a los pecadores era: “Arrepentíos y

    creed”. El no permitió que otras técnicas o métodos inventados por hombres obscureciesen la

    intención clara de su mensaje. El llamado al altar frecuentemente coloca mucho valor en el hecho

    de “ir al frente”, en cuanto a los principios básicos de la Biblia sobre una verdadera conversión son

    minimizados o completamente ignorados.

    3.- El llamado al altar puede dar falsa seguridad de salvación a los incrédulos.

    Cuando el llamado al altar es usado, especialmente en lo que dice respecto al evangelismo,

    es típico dar seguridad inmediata a aquellos que fueron al frente.  Si tomaron algún tipo de

    decisión, ellos son celebrados prontamente, delante de la congregación, como “parte de la familia

    de Dios”. El resultado: La invitación pública lleva a las personas a creer que su decisión fue lo quelas trajo a un relacionamiento correcto con Dios. Los llamados al altar son orientados por la

    decisión. Y cuando las personas toman su decisión, son instruidas a no dudar jamás de la decisión. 

    A veces esta seguridad orientada por la decisión es llevada a extremos. Un profesor bien

    conocido, por ejemplo, habla al respecto de ir al jardín y enterrar una estaca en el piso. La lógica es:

    toda vez que usted dude de su salvación, debe simplemente mirar para la estaca y recuerde lo que

    estableció con Dios. Pero ¿Cómo una estaca enterrada en la tierra puede establecer cualquier cosa?

    Ese tipo de pensamiento es peligroso, porque engaña a las personas, llevándolas a descansar su fe

    en una confesión, en vez de descansarla en Cristo, lo único capaz de asegurar la salvación eterna(ver Heb. 7. 25).

    La Escritura contiene una declaración solemne sobre aquellos que piensan ser salvos y no lo

    son. Mateo 7.23 afirma que el Señor dirá a muchos: “Nunca les conocí”. La razón porque el método

    del llamado al altar u oración del pecador es tan peligroso reside en el hecho de que este lleva a las

    personas a fundamentar su salvación eterna en una confesión hecha de una vez por todas. Esta

    decisión es aceptada como una evidencia de salvación, lo mismo cuando el “decidido”  continúa

    viviendo en pecado y rebeldía. En otras palabras, la seguridad de tal persona se origina en la misma,

    y no en la obra santificadora del Espíritu Santo.   Tales personas pueden indicar el día en que

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    vinieron al frente, pero, si alguien las cuestiona lo suficiente, será muy difícil para ellas presentar

    alguna prueba de regeneración en el momento actual.

    Hablando bíblicamente, el Espíritu Santo, por medio de las Escrituras, es el único que da la

    seguridad. No es el evangelista o cualquier u otra persona quien da seguridad. Como sereshumanos, no podemos salvar a nadie, no podemos mantener a nadie salvo; y no podemos,

    finalmente asegurar a nadie de su salvación. Podemos, sin embargo, mostrar lo que la Biblia dice

    sobre la seguridad y confiar en el Espíritu Santo.

    George Whitefield dice con mucha propiedad:

    “ Hay tantos oyentes de suelo rocoso, que reciben la Palabra con alegría, sobre los cuales

    decidí suspender mi juicio hasta conocer al árbol por sus frutos. No puedo creer que ellos sean

    convertidos, antes de ver los frutos de su salvación; eso jamás causará cualquier mal a un alma

    sincera.”  

    De modo semejante a este pensamiento, Charles Spurgeon advirtió:

    “  A veces, somos inclinados a pensar que gran parte del avivamiento moderno ha sido mas

    maldición que bendición,  porque ha llevado miles de personas a algún tipo de paz, antes de

    conocer su miseria;  tray endo al hijo pródigo de vuelta a casa del Padre, sin hacerlo decir “Padre,

     pequé”. Con mucha frecuencia, los convertidos nacidos en medio de la euforia mueren cuando la

    euforia acaba.”  

    Entonces, ¿Qué es lo que esto significa para los pastores y evangelistas hoy? ¿Significa quedebemos parar de anunciar el evangelio? Claro que no. Significa, que necesitamos ser cuidadosos

    en no dar seguridad a aquellos que no muestran evidencia de conversión. El simple hecho de que

    una persona vaya al frente y pronuncia una oración no significa que ella fue verdaderamente

    salva.

    4. Muchos “convertidos” con el método del llamado al altar abandonan la fe.

    Convencer a las personas de una falsa seguridad se vuelve aún mas importante cuando

    consideramos el elevado número de “convertidos” con el método del llamado al altar (que conlleva

    a la oración del pecador), los cuales nunca producen fruto espiritual en sus vidas. Alegan que soncreyentes, porque fueron al frente, pero su comportamiento sugiere exactamente lo contrario.

    Leigthon Ford argumenta que “la decisión interior por Cristo es como traspasar un clavo en

    una tabla. La declaración pública de esa decisión (o sea, o ir al frente) es como doblar la punta del

    clavo en el otro lado de la madera, de modo que el clavo no puede mas ser desclavado fácilmente”.

    Si eso fuera verdad, el método del llamado al altar parecería estar produciendo un porcentaje mas

    elevado de convertidos que viven fácilmente para el Señor. Debería estar resolviendo el problema

    resultando en una vida de frutos espirituales.

    Infelizmente, en contraste con el optimismo de Ford. Aquellos que analizan con sinceridadlas estadísticas relacionadas a las campañas evangelísticas que usan el método del llamado al altar

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    saben que apenas una minoría de aquellos que hicieron decisiones muestran alguna evidencia de

    conversión, aún pocas semanas después de su experiencia del llamado al altar. Con eso en mente,

    R.L. Dabney comentó que la mayoría de las personas de su época “habían llegado a aceptar que,

    de entre cincuenta personas, cuarenta y cinco (tal vez hasta mas) eventualmente apostatarían”. 

    Esto no significa decir que ninguno puede ser salvo durante un llamado al altar. Pero, cuando

    eso sucede, no es por causa del llamado al altar o de la oración del pecador. Es por la causa de la

    obra de Dios avivando el corazón. Independientemente de haber o no un llamado u oración.

    La realidad es ésta: aquellos que usan el método del llamado al altar u oración del pecador

    tendrán dos tipos de conversión: la verdadera y la falsa. El problema es que ambas son presentadas

    a la iglesia como que fuesen genuinas. Ese tipo de confusión puede tener consecuencias serias,

    especialmente para aquellos que están basando su seguridad en una confesión falsa.

    5.- Frecuentemente, el método del llamado al altar u oración del pecador está más

    fundamentado en manipulación emocional que en convicción bíblica.

    Sin duda, el llamado al altar es muy eficaz en atraer multitudes al frente. En realidad, las

    técnicas usadas en el método del llamado al altar son eficaces igualmente también cuando ninguna

    verdad bíblica es presentada. Podría ser una reunión política o una recaudación de fondos para una

    institución de caridad local. De cualquier modo, el método de llamado al altar puede ser usado para

    energizar la multitud y desafiarla a un compromiso. Si hubiese música bastante suave, iluminación

    adecuada, y si el orador fuese fervoroso y persuasivo, el llamado al altar puede ser usado para

    promover cualquier mensaje o causa, pero, ¿podemos decir que este método es bíblico, cuandoeste no considera esencial el contenido del evangelio?

    Al escribir estas líneas, recordé lo peor de los llamados al altar que ya presencié. Este es con

    certeza, un ejemplo extremo, pero creo que favorece mi argumento. Cierta vez, estaba ayudando

    en una escuela bíblica de vacaciones donde, como es típico, cada día de la semana durante la mitad

    del día, enseñábamos a los niños sobre la Biblia. Todos los días, casi al final de la clase, llevábamos a

    los niños más grandes al auditorio, donde teníamos un culto especial en que el evangelio era

    presentado de forma clara y ferviente.

    En el fin de semana, el último mensaje incluyó un extenso llamado al altar, presentando a los

    niños una invitación para responder al evangelio que habían oído durante toda la semana. Pero la

    naturaleza extrema de la invitación me tomó de sorpresa.

    Un pastor del equipo puso en el altar dos tarros de basura galvanizados. En uno de ellos, él

    escribió: Cielo; en el otro Infierno. Cada niño recibió un papel y era instruido a escribir en él su

    nombre. El pastor dio las siguientes orientaciones: “Quiero que ustedes formen una fila,

    aproxímense y tiren su papel en el tarro marcado Cielo o en el que dice Infierno. Tomen su decisión

    ahora. Hagan su elección” 

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    Para empeorar las cosas, el puso fuego, literalmente en el tarro que escribió Infierno. Allí,

    en el lugar de adoración, ¡aquel tarro arrojaba llamas y humo en todas las direcciones! Es

    desnecesario decir que la respuesta de los niños fue categórica. ¡Todos aquellos niños fueron

    salvos! ¿O no? En muchos casos, probablemente no. Estaban apenas respondiendo (como cualquier

    humano lo haría) a las técnicas manipuladoras del método del llamado al altar.Cuando testimonié esta invitación, quedé profundamente angustiado. El poder del evangelio

    estaba siendo usurpado por una táctica asustadora. Los resultados pueden haber incluido un gran

    número de decisiones, pero dudo que hubiera muchas conversiones verdaderas. El mensaje podría

    haber sido cualquiera, y los resultados serían los mismos.

    6.- La Escritura explica como hacer una confesión de fe pública.

    Muchos pastores son limitados en presentar a la iglesia, como un nuevo hermano en Cristo,

    a alguien que ha repetido la oración del pecador y tomado una decisión personal. A veces, esta

    presentación ocurre minutos antes o al término de la última estrofa del himno de invitación. El

    pastor o evangelista puede nunca haber conocido a tal persona. A pesar de eso, se presenta a la

    iglesia, que lo acepta de todo el corazón, como parte de la familia de Dios y sin cuestionamiento.

    Pero, ¿este es el único método de presentación pública de nuevos convertidos? ¿O la Biblia

    prescribe un método mejor? Creo que la respuesta para la segunda pregunta es “si” y contiene dos

    partes.

    Primera: Existe el bautismo de los creyentes. Una ordenanza que nos fue dada por

    Jesucristo. Muchas iglesias, en el culto bautismal, dan a los convertidos la oportunidad de testificar

    verbalmente la obra de Dios en sus vidas. En ese momento, ellos se identifican públicamente como

    el cuerpo de Cristo. El ir al frente no es el método que Dios prescribió para la identificación pública

    con Cristo; es el bautismo.

    Segunda: los nuevos creyentes hacen su confesión pública por medio de vivir para la gloria

    de Dios. El poder transformador de Cristo es un testimonio público poderoso. Las iglesias no

    necesitan de llamados al altar u oración del pecador para añadir nuevos miembros a la

    congregación. Hay varias maneras de hacer eso. Algunas iglesias, por ejemplo, desenvuelven un

    proceso de membrecía, con entrevistas (cuando los aspirantes a miembros dan su testimonio),

    clases (sobre iglesia y la importancia de servir) y una presentación pública a la congregación durante

    un culto de adoración. Estamos argumentando que las iglesias que no usan el llamado al altar no

    encuentran dificultades en presentar los nuevos miembros a la congregación.

    7.- El llamado al altar u oración del pecador sugiere una falta de confianza en la soberanía

    de Dios.

    Una última preocupación con el llamado al altar es que éste, con frecuencia, indica una falta

    de confianza en la soberanía divina, específicamente en el área de evangelismo.  Esta falta de

    confianza a veces es oída en comentarios como: “Si no damos una oportunidad para que las

    personas respondan al evangelio, alguien puede salir y jamás tener otra oportunidad de ser salvo.

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    Entonces, su sangre estará en nuestras manos. Ellas pueden morir en un accidente y su

    condenación eterna en el infierno será nuestra culpa”. Que carga tenemos sobre nosotros. ¡Pensar

    que el destino eterno de alguien está en nuestras manos! Hablamos las palabras ciertas,

    predicamos el sermón correcto y ofrecemos tiempo suficiente para el llamado al altar u oración del

    pecador. No debemos vivir sobre ese tipo de presión.

    Este tipo de culpa jamás debe ser nuestra motivación para el evangelismo.   A veces,

    predicaciones y avivamientos usan manipulaciones como esta para exhortar a las personas a

    evangelizar. Así, las personas son emocionalmente inducidas, por sentirse culpadas de no

    testimoniar a sus vecinos. Claro que siempre existe una historia sobre alguien, en algún lugar, que

    no testimonió a un amigo que murió en un accidente al día siguiente. Como resultado, las personas

    comienzan a presionarse a si mismas y también a los otros.

    Pero, ¿Dónde está la soberanía de Dios en todo esto? La Escritura deja claro que la

    salvación pertenece al Señor - cada aspecto de ella - y que todos los que el Señor conoció de

    antemano y predestinó, Él realmente los llama y los justifica; y aquellos a quien Él justifica, Él los

    glorificará. En la perspectiva de Dios, la salvación es presentada en las Escrituras como completa.

    Nuestro papel es fidelidad y obediencia al Señor. Si no fuésemos fieles en evangelizar y exhortar a

    las personas al arrepentimiento, esto es un pecado nuestro. Pero el destino eterno de un alma está

    en las manos de Dios, y no en nuestras manos. Convertir pecadores es trabajo de Él. Nuestro trabajo

    es ser fieles en lo que se nos ha encomendado. 

    Martyn Lloyd-Jones, en el capítulo 14 de su obra clásica, Predicación y Predicadores,

    comenta sobre la oración del pecador:

    “Este método ciertamente envuelve, implí citamente, la idea de que los pecadores poseen un

     poder inherente de decisión y auto conversión”.

    Lloyd-Jones estaba observando que, además de disminuir la soberanía de Dios, aquellos que

    utilizan el método de la oración del pecador tienen una comprensión equivocada de la antropología

    bíblica. Es una falsa suposición pensar que el hombre tiene, en sí mismo, la habilidad de tomar la

    decisión de confiar en Cristo para su salvación. ¡El hombre fue completamente corrompido por la

    Caída! Sin embargo, algunas personas en la historia de la iglesia, como Tomás de Aquino, enseñaron

    que todo en el hombre fue completamente afectado por la Caída, excepto su capacidad de

    raciocinio. De este modo, argumentos intelectuales para la existencia de Dios fueron hábilmente

    forjados en la presuposición de que, si usted presenta la evidencia con bastante clareza, puede

    convencer a los pecadores a la conversión. Pero ese pensamiento niega la visión bíblica del

    hombre, dando mucho crédito a las criaturas caídas.   La voluntad del hombre es esclava, y su

    mente está en tinieblas. Todos nacen totalmente depravados y son ciegos si el Espíritu Santo no les

    abre los ojos (ver 1 Co 2.14). Por tanto, Dios tiene que realizar una obra sobrenatural para que

    alguien venga a creer en el evangelio.

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    Lloyd-jones aún dice:

    “ En eso queda explícito que el evangelista, de alguna manera, se encuentra en posición de

    manipular al Espíritu Santo y sus operaciones …frecuentemente, hoy en día, los organizadores son

    capaces de predecir el número de “resultados”…  ese método tiende a producir una superficialconvicción de pecado, si es que se ha producido. Con frecuencia, las personas reaccionan

     positivamente por tener la impresión de que, haciendo eso, recibirán ciertos beneficios.”  

    Ciertamente la doctrina de la regeneración está siendo cuestionada. “Esa”, escribió Lloyd-

    Jones, “es la cuestión más seria de todas”. *La regeneración] “es una obra del Espíritu Santo, de Él

    solamente y nadie mas puede realizarla… y, puesto que es una obra de Él, siempre es una obra

    completa; siempre es una obra que se manifestará”. Este es el núcleo de la cuestión. John

    MacArthur, hablando sobre el comentario de Pablo en 1 de Corintios 2, dice:

    “[Pablo] no usaba técnicas que excitan, agitan las personas y juegan con sus emociones, para

    obtener resultados. El predicaba las Escrituras a la mente. Muchos predicadores de hoy saben como

    inducir a las personas a responder positivamente, sin las Escrituras. Ellos pueden manipularlas

    emocionalmente, deshonrando su mayordomía como predicadores, visto que se vuelven iguales a

    un persuasor secular.”  

    Los predicadores que son grandes comunicadores y elocuentes; que usan técnicas emotivas

    e historias tristes; que arrancan lágrimas del público y se ayudan de música de fondo que conmueve

    los sentimientos, esos predicadores pueden crear el tipo de ambiente manipulador que puede

    causar cambios en el comportamiento de las personas y alterar sus valores básicos, sin nunca usarla Palabra de Dios. Pero, ¿Cuál es el resultado? ¿Es la verdadera regeneración? ¡Claro que no! La

    única herramienta legítima es la Escritura. El único puente legítimo para cambios es hacia la mente.

    No estoy diciendo que las personas no pueden nacer de nuevo durante el llamado al altar.

    Estoy afirmando que personas no convertidas son confundidas por medio del llamado al altar u

    oración del pecador. Las personas convertidas son realmente convertidas porque comprenden la

    verdad y porque el Espíritu de Dios realiza la transformación.

    ¿Esto significa que debemos parar de Evangelizar?

    Considerado desde un punto de vista bíblico y teológico, el llamado al altar u oración del

    pecador está repleto de áreas que causan preocupación. No tiene base en las Escrituras, confunde

    la esencia del evangelio, generalmente produce falsas conversiones, ofrece falsa seguridad a

    muchos, depende de técnicas manipuladoras, no sigue el método bíblico de identificación pública,

    tiende a negar la soberanía de Dios. ¿Pero todo esto significa que debemos parar de evangelizar?

    ¡Claro que no!. Considere el ejemplo de Pablo en el Areópago en Hechos 17. Allí el apóstol predicó

    un mensaje elocuente y doctrinariamente correcto, llamando al pueblo al arrepentimiento y

    enfatizando el juicio de Dios.

  • 8/17/2019 John MacArthur - Estudio Sobre Llamado Al Altar u Oración Del Pecador

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    Consideraciones sobre el Método del Llamado al Altar u Oración del pecador - John MacArthur y Carey Hardy

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    ¿Y de qué manera el público reaccionó? Lea Hechos 17.32-34; “Cuando oyeron de la

    resurrección, unos se burlaron, y otros le dijeron: “Sobre eso te oiremos en otra ocasión”. Ante eso,

    Pablo salió de en medio de ellos. Hubo, sin embargo, algunos hombres que se unieron a Pablo y

    creyeron. La reacción al evangelio de nuestros días todavía sigue este patrón triple. Algunos se

    burlan y lo rechazan abiertamente, otros quedan intrigados pero no se muestran dispuestos acomprometerse, y algunos creen. Toda vez que la Palabra es predicada, estas son las diferentes

    respuestas que la acompañan.

    Una vez más, nuestra responsabilidad no es obligar o manipular a las personas de los dos

    primeros grupos a unirse al tercero. En vez de eso, somos llamados a predicar fielmente la Palabra y

    dejar los resultados a Dios. El salvará a sus elegidos de acuerdo a sus propios tiempos. Si deseamos

    evangelizar de un modo que honre al Señor, debemos comenzar confiando en su soberanía y

    descansando en su Palabra.

    Solamente cuando estemos completamente convencidos de que la Palabra de Dios es

    bastante poderosa para salvar (sin métodos o técnicas adicionales), seremos capaces de

    abandonar los llamados al altar y oraciones del pecador en el evangelismo. Pero, cuando lo

    hagamos, seremos capaces de ver la obra de Dios en la vida de las personas sin nuestra

    manipuladora interferencia. Como resultado, toda la gloria será del Señor y podremos

    concentrarnos en ser fieles exhortando urgentemente a las personas a venir a Cristo, en vez de

    preocuparnos del éxito numérico.