Jesús... un estilo de vida

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www.periodicoyosoy.com 1 Por: Diana Fernanda Vásquez S. Tel: 315 309 9114 Escríbenos: [email protected] *Ilustraciones: Cortesía de Fano El mundo en el que vivimos no es un mundo real, está lleno de ilusiones y espejismos. Dependemos del tiempo, de la imagen, de la moda, del que dirán, de la tecnología, de los artículos de lujo, de lo “in”, del grupo de amigos, de lo social, de la religión; todo para el ser externo, nada para el ser interno. No hay tiempo, lugar ni espacio para él, pensando en el “yo” me olvide de mí. Nos olvidamos de lo más Importante: vivir. Nada de esto es el mundo de Dios. En el mundo de Dios no cabe la dependencia, la crítica, ni el temor, ni los juicios, ni el análisis. Estamos aquí en la tierra para amar, servir y perdonar. Eso fue lo que nos enseñó Jesús. Pero cuando hablamos de él, nos imaginamos una cruz. Hablamos de salvación e inmediatamente lo relacionamos con la cruz. En la Semana Santa recordamos la pasión, muerte y resurrección de “Jesús” o “Cristo”. La teología nos muestra a una víctima de nuestros pecados, el cordero que se lleva nuestras iniquidades, y es crucificado cruelmente por nosotros. Nos presentan a un crucificado que no tuvo más misión que aplacar la ira de Dios. Esto hace ver la vida y la misión de Jesús como alguien que no tuvo más que morir. Se pierde su labor de misionero; el que cura, escucha, consuela, que nos enseña a vivir felices, el que demostró realmente como se vive a la manera de Dios. “Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui emigrante y me acogieron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, preso y fueron a estar conmigo. Entonces los justos le responderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos emigrante y te acogimos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el rey les dirá: Les aseguro que cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron. Luego dirá a los de la izquierda: Apártense de mí malditos, id al fuego eterno preparado por el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me dieron de comer, (…) Y éstos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna”. Mteo 25, 3146 Puntos de Interés: ¿Qué hace el estilo de vida de una persona? Características elementales del desarrollo humano Una mirada al “estilo de vida de Jesús” ¿A qué nos invita Jesús?

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Puntos de Interés: ¿Qué hace el estilo de vida de una persona? • Características elementales del desarrollo humano • Una mirada al “estilo de vida de Jesús” • ¿A qué nos invita Jesús?

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1  Por:  Diana  Fernanda  Vásquez  S.  Tel:  315  309  9114  Escríbenos:  [email protected]  *Ilustraciones:  Cortesía  de  Fano  

 

El   mundo   en   el   que   vivimos   no   es   un   mundo  real,   está   lleno   de   ilusiones   y   espejismos.  Dependemos   del   tiempo,   de   la   imagen,   de   la  moda,   del   que   dirán,   de   la   tecnología,   de   los  artículos   de   lujo,   de   lo   “in”,   del   grupo   de  amigos,  de  lo  social,  de  la  religión;  todo  para  el  ser   externo,   nada   para   el   ser   interno.   No   hay  tiempo,  lugar  ni  espacio  para  él,  pensando  en  el  “yo”  me  olvide  de  mí.    Nos  olvidamos  de  lo  más  Importante:  vivir.  Nada  de  esto  es  el  mundo  de  Dios.   En   el   mundo   de   Dios   no   cabe   la  dependencia,   la   crítica,   ni   el   temor,   ni   los  juicios,   ni   el   análisis.   Estamos   aquí   en   la   tierra  para   amar,   servir   y   perdonar.  Eso   fue   lo  que  nos  enseñó   Jesús.   Pero   cuando  hablamos   de   él,   nos   imaginamos   una   cruz.  Hablamos   de   salvación   e   inmediatamente   lo  relacionamos   con   la   cruz.   En   la   Semana   Santa  recordamos  la  pasión,  muerte  y  resurrección  de  “Jesús”   o   “Cristo”.   La   teología   nos   muestra   a  una   víctima   de   nuestros   pecados,   el   cordero  que   se   lleva   nuestras   iniquidades,   y   es  crucificado   cruelmente   por   nosotros.   Nos  presentan   a   un   crucificado   que   no   tuvo   más  misión  que  aplacar  la  ira  de  Dios.    Esto  hace  ver  la   vida   y   la  misión   de   Jesús   como   alguien   que  no   tuvo  más   que  morir.   Se   pierde   su   labor   de  misionero;  el  que  cura,  escucha,  consuela,    que  nos   enseña   a   vivir   felices,   el   que   demostró  realmente  como  se  vive  a  la  manera  de  Dios.    

“Porque   tuve   hambre   y  me   dieron   de   comer,  tuve  sed  y  me  dieron  de  beber,  fui  emigrante  y  me  acogieron,  estuve  desnudo  y  me  vistieron,  enfermo  y  me  visitaron,  preso  y  fueron  a  estar  conmigo.   Entonces   los   justos   le   responderán:  Señor,   ¿cuándo   te   vimos   hambriento   y   te  alimentamos,   sediento   y   te   dimos   de   beber?  ¿Y  cuándo  te  vimos  emigrante  y  te  acogimos,  o  desnudo   y   te   vestimos?   ¿Cuándo   te   vimos  enfermo  o   en   la   cárcel   y   fuimos  a   verte?  Y   el  rey   les   dirá:   Les   aseguro   que   cuando   lo  hicieron   con   uno   de   estos  mis   hermanos  más  pequeños,   conmigo   lo   hicieron.   Luego   dirá   a  los  de   la   izquierda:  Apártense  de  mí  malditos,  id   al   fuego   eterno   preparado   por   el   diablo   y  sus   ángeles.   Porque   tuve   hambre   y   no   me  dieron   de   comer,   (…)   Y   éstos   irán   al   castigo  eterno,  pero  los  justos  a  la  vida  eterna”.  Mteo  25,  31-­‐46  

 

Puntos  de  Interés:  ¿Qué  hace  el  estilo  de  vida  de  una  persona?  •  Características  elementales  del  desarrollo  humano  •  Una  mirada  al  “estilo  de  vida  de  Jesús”  •  ¿A  qué  nos  invita  Jesús?

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¿Qué hace el estilo de vida de una persona?

Concepto

El   estilo   de   vida   es   el   conjunto   de  actitudes  y  comportamientos  que  adoptan  y   desarrollan   las   personas   de   forma  individual   o   colectiva   para   satisfacer   sus  necesidades   como   seres   humanos   y  alcanzar  su  desarrollo  personal.  

La   Organización   Mundial   de   la   Salud  (OMS)   definió   en   1986   el   estilo   de   vida  como   “una   forma   general   de   vida  basada  en   la   interacción  entre   las   condiciones  de  vida   en   un   sentido   amplio   y   los   patrones  individuales   de   conducta   determinados  por   factores   socioculturales   y  características  personales”.    

El   estilo   de   vida   que   adoptamos   tiene  repercusión   en   la   salud   tanto   física   como  psíquica.  (Y  yo  agregaría  espiritualmente).    Un   estilo   de   vida   saludable   repercute   de  forma   positiva   en   la   salud.   Comprende  hábitos   como   la   práctica   habitual   de  ejercicio,   una   alimentación   adecuada   y  saludable,   el   disfrute   del   tiempo   libre,  actividades   de   socialización,   mantener   la  autoestima  alta,  etc.    El   estilo   de   una   persona   lo   hacen   varios  elementos:  La  manera  de  hablar,   la  forma  de   vestirse,   la   educación,   los   amigos,   los  pensamientos,   el   hogar,   los   sentimientos,  la   Fe,   la   cultura,   la   religión,   la   situación  política   y   social   del   lugar   donde   vive,   la  comunidad,   la   salud,   las   necesidades,   los  sufrimientos,  los  deseos.  

 El individuo se desarrolla

dentro de 4 características fundamentales

   “...Y  el  mismo  Dios  de  paz  os  santifique  por  completo;   y   todo   vuestro   ser,   espíritu,  alma  y  cuerpo,  sea  guardado   irreprensible  para   la   venida   de   nuestro   Señor  Jesucristo.”  1  Tesalonicenses  5:23.  

1-­‐ Ser.  2-­‐ Hacer.  3-­‐ Tener.  4-­‐ Experimentar  y  descubrir.  

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El ser El   concepto  más   común  de   ser   humano  es  el   de   animal   racional.   Pertenece   al   grupo  de  las  cosas  creadas,  y  dentro  de  ellas  a  los  seres   vivos,   animales,   vertebrados,  mamíferos   y   vivíparos.   Comparte   con   el  reino   animal   todas   sus   necesidades  fisiológicas,   necesitando   comer  consiguiendo   su   alimento   (heterótrofo)   ya  que   no   lo   elabora   por   sí   solo,   como   las  plantas,   que   son   organismos   autótrofos.  Otras   necesidades   fisiológicas   son   la  evacuación   de   sus   desechos   orgánicos,   sus  deseos   sexuales,   y   el   descanso. También  llamado   Homo   Sapiens   (hombre   que  piensa)   o   sea,   machos   y   hembras   de   la  especie,   tiene   características   particulares  que  lo  distinguen  del  resto  de  los  animales,  y  que  ha  hecho  que  sea  considerado  por  sí  mismo   como   una   especie   de   rey   de   la  creación.   Esa   característica   distintiva   es   su  capacidad   de   razonar   o   pensar,   que   lo   ha  conducido   a   modificar   la   naturaleza   en   su  propio  beneficio.  

Vive   y   se   desempeña   como   ser   individual  pero   a   la   vez   necesita   de   otros   para   su  desarrollo   personal   y   social.   Por   lo   tanto  necesita  ser  guiado  como  cualquier  manada  o  especie.  Esta  guía  va  más  allá  de  las  reglas  y   normas   de   convivencia   naturales   de   los  animales.   Se   tienen   reglas   como   los  derechos  humanos,   las  normas  de  tránsito,  las   reglas   del   colegio   o   del   trabajo,   etc.    Pero   el   ser   humano   a   diferencia   de   los  animales   necesita   ser   guiado   por   ese  misterio   innato   que   no   ve,   pero   que   sabe  

que   está   en   alguna   parte   y   que  precisamente   es   esa   búsqueda   la   que   lo  lleva  muchas  veces  por   los   caminos  menos  indicados.   Daremos   una   mirada   a   cada  parte  de  nuestra  unidad  para  que  podamos  identificar  en  nuestra   integralidad  nuestras  zonas  erróneas  y  trabajar  en  ellas.     El  Cuerpo:  “Habéis   sido   comprados   a   gran   precio;  glorificad,  pues,  a  Dios  en  vuestro  cuerpo”.    1  Corintios  6,20  El  hombre  es  un  ser  biológico  ya  que  posee  un   cuerpo   físico,   que   le   permite  desplazarse,   dotado   de   órganos   sensibles  que  le  posibilitan  el  contacto  con  el  mundo  exterior   (vista,   oído,   olfato   y   tacto)   y  cumplir   las  mencionadas   funciones   vitales.  Por   lo   tanto  maneja   impulsos,   atracciones,  placeres.   Es,   además  un   ser   social,   ya   que  desde  su  nacimiento  necesita   la  protección  y  cuidado  de  otros  miembros  de  su  especie,  sin   cuya   atención   moriría..   Es   considerado  el   templo   del   Espíritu   Santo,   por   lo   que  debemos   darle   los   máximos   cuidados   que  esto   implica.   Cuando   dejamos   que   sea   el  cuerpo   el   que   maneja   nuestra   vida   nos  convertimos   en   animales.   Por   eso  encontramos   personas   que   viven   para  comer,   saciar   sus   instintos   sexuales   y  dormir.        El  Alma:  “El  Señor  Dios  formó  al  hombre  del  polvo  de  la   tierra,   le   insufló   aliento   de   vida   y   así   el  hombre  llegó  a  ser  un  ser  viviente”.  Génesis  2,7  El   concepto   de   alma   proviene   del   latín  “anima”  que  significa  aire,  aliento  de  vida  y    

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   refiere   a   un   principio   espiritual   que   se  conecta   con     el   cuerpo   humano   y   con   él  constituye   la   esencia   humana.   Está  compuesta  por   la   parte  moral   y   emocional  del  hombre,    la  interacción  entre  la  mente  y  la   personalidad   activa   de   un   individuo.   El  alma   será   la   esencia   de   las   personas,  aquello   que   forja   su   identidad.   Se   trata   de  un   regalo   de   Dios   que   hace   único   a   cada  individuo.   La   Iglesia   señala   que   el   alma   es  inmortal,   a   diferencia   del   cuerpo.   Después  de  la  muerte,  el  hombre  llega  a  Dios  gracias  a   su   alma,   que   no   tiene   existencia   pre-­‐corporal,   ni   origen   material.   El   alma   es   el  baúl   de   los   sentimientos   y   de   las  emociones,   donde   los   sentidos   juegan   con  los   deseos.   Por   lo   tanto   el   hombre   es   un  individuo  emocional  por  naturaleza.  Cuando  permitimos   que   sean   nuestras   emociones  las   que   manejan   nuestra   vida   nos  exponemos  a   ser   sometidos  como  esclavos  a   nuestras   propias   emociones   como   si  permitiéramos   un   yugo   permanente   sobre  nuestro  ser.  Por  eso  Dios  nos  dio  una  escala  de  valores  que  nos  permite  el  control  sobre  nosotros  mismos  y  así  obrar  correctamente  y  vivir  en  libertad.  

El  Espíritu:  “Se  siembra  un  cuerpo  animal  y  resucita  un  cuerpo   espiritual.   Si   hay   cuerpo   animal,   lo  hay  también  espiritual”.  1  Corintios  15,44.  “Según   San   Agustín,   el   alma   no   conocería  las   ideas  desde  una  vida  anterior,   sino  que  es   Dios   quien   la   alumbra   en   nuestro  espíritu,   dándonos   así   una   visión   superior,  divina,   de   todo   cuanto   nos   rodea   y   se  ofrece   a   nuestros   sentidos.   El  entendimiento   nos   aparece   así   como   un  algo   divino,   y   la   contemplación   intelectual  como   la   obra   del   Dios   iluminada   con   su  venida   a   todos   los   hombres.   Sería   algo   así  como   que   el   alma   fue   creada   por   Dios,   y  habita  encarcelada  en  nuestro  cuerpo  para  lo  cual  fue  creada,  y  ahí  espera  llegar  a  Dios.  Es  Dios  quien  la  ilumina  a  través  del  espíritu  y   le   permite   ver   las   ideas,   dándole   la  facultad   para   encontrarlas   por   sí   misma,  pues  no  pueden   ser   entregadas  por  un   ser  externo,   sino   que   necesitan   ser   obtenidas  por   el   alma,   y   tampoco   pueden   ser  obtenidas   por   los   sentidos”.   Por   lo   tanto  Dios   nos   ilumina   el   alma   a   través   del  espíritu  para  comprender  cuanto  nos  rodea,    procesar   la   información   separando   lo  positivo  de  lo  negativo.  En  otras  palabras  el  espíritu   es   donde   se   encuentra   la  inteligencia,   la   razón   y   la   voluntad;  facultades   superiores  que  nos  dio  Dios  por  medio   de   la   libertad   para   decidir   y   actuar.  Sentir   no   es   consentir.   Es   la   conexión   del  hombre   con   el   Espíritu   de   Dios,   que  produce   acciones     correctas,   verdaderas   y  justas,   para   bien   de   él   y   de   los   que   lo  rodean.    

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El hacer

 “   (…),trabajad   por   vuestra   salvación   con  profundo  acatamiento,  pues  es  Dios  el  que  obra   en   vosotros   el   querer   y   el   obrar,  según   su   voluntad.   Hacedlo   todo   sin  críticas   ni   discusiones,   a   fin   de   que   seáis  irreprochables   y   sin  malicia,   hijos   de   Dios  irreprensibles  en  medio  de  esta  generación  perversa  y  descarriada,  en  medio  de  la  cual  brilláis   como   astros   del   universo”.  Filipenses  2,12-­‐15.    Hacer,   es   una   acción,   originar,   crear,   dar  producir;   implica   movimiento   del  pensamiento   y   del   cuerpo.   El   hombre   por  naturaleza   es   activo   y   productivo,   pero   a  ese   movimiento   hay   que   añadirle   dos  elementos   importantes:   La   voluntad   y   la  libertad. La  voluntad  (del  latín  voluntas)  es  la   facultad  de   la  personalidad  de  ordenar  y  dirigir   la   propia   conducta.   La   voluntad  

implica   generalmente   una   recompensa  futura,  ya  que  se   realiza  un  cierto  esfuerzo  para   revertir   una   tendencia   inmediata   en  pos  de  una  ganancia  posterior.        La  Libertad  es  la  capacidad  que  posee  el  ser  humano   de   poder   obrar   según   su   propia  voluntad,  a  lo  largo  de  su  vida.  Es  la  opción  de   escoger   entre   varias   propuestas;   por   lo  que   es   responsable   de   sus   actos.   Estas  propuestas   pueden   ser   buenas   o   malas,    dañinas   o   saludables,   buenas   pero   no  convenientes   o   no   tan   buenas   pero  convenientes.   Esto   va   según   el   criterio,   la  necesidad,   la   formación   del   carácter   y   la  personalidad   del   individuo     ante   sus  propósitos.    No  podemos  esperar  a  que  nos  nazca  hacer  las   cosas   a   la   manera   de   Dios,   porque   de  pronto  nunca  ocurrirá.    A  un  niño  no  le  nace  lavarse  los  dientes  después  de  cada  comida,    sin   embargo;   la   madre   se   lo   recuerda   y  hasta  lo  obliga  a  lavárselos  porque  sabe  que  es   para   su   salud   dental;   una   vez   que  adquiere  el  hábito     su  propia  naturaleza  se  lo   pedirá.   Así   se   trabaja   en   el   mundo  espiritual;   al   comienzo   nos   da   pereza,  pensar,   sentir   y   actuar   al   estilo   de   Jesús,  pero   si   le   pedimos   a   Dios   que   nos   dé   el  querer   y   el   obrar,   sin   duda   alguna   nos  dotará   de   actitudes   para   hacerlo   poco   a  poco,   en   la   medida   en   que   se   lo  permitamos   y   nos   volvamos   hacedores   de  su  palabra.  Somos  colaboradores  de  Dios.  

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El tener Poseer,   ser   el   dueño   de   algo,   sostener,  úsese  para   expresar   una   sensación:   “tengo  frío”,   “tengo   miedo”.   En   el   tener   las  emociones   y   sentimientos   y   el   querer  juegan   un   papel   importante.   Los   deseos  están   presentes   en   cada   momento   de   la  vida  de  cualquier  ser  humano  y  manipulan  e  influyen   constantemente   en   la   toma   y  ejecución  de  nuestras  decisiones.    De   ahí   nace   la   importancia   de   conocer   la  palabra   de   Dios   y   conocer   su   voluntad   ya  que     sólo   sometiendo   nuestra   voluntad  errónea   y   superficial   a   la   guía   sabia   y  perfecta   de   Dios   podemos   obtener  resultados   positivos   que   nos   permiten  crecer,  así  nosotros  no  lo  entendamos  y  no  encaje  en  nuestra  línea  de  pensamientos.    

Experimentar y descubrir

“Para   que   el   Dios   de   nuestro   Señor  Jesucristo,  el  Padre  de  la  gloria,  os  conceda  espíritu   de   sabiduría   que   os   revele   un  conocimiento   profundo   de   él;   que   ilumine  los   ojos   de   vuestro   corazón,   para   que  conozcáis   cuál   es   la   esperanza   de   su  llamada,   cual   la   riqueza   de   la   gloria   de   su  herencia   y   cuál   la   excelsa   grandeza   de   su  poder   para   con   nosotros   los   creyentes  según   la   fuerza   de   su   poderosa   virtud”.    Efesios  1,17-­‐20  Un   descubrimiento   es:   Encontrar,   hallar  algo  desconocido.  Venir  a  saber  algo  que  se  ignoraba.  Esto  nos  lleva  al  conocimiento    

 que son hechos,   o   datos   de   información  adquiridos   a   través   de   la   experiencia,   el  ejemplo   de   nuestros   padres,   en   la   vida      familiar   y   sociocultural,   la   comprensión  teórica   y   práctica,   y   nos   deja   lecciones   de  vida   de   las   que   aprendemos   en   una   sola  ocasión  o  en  muchas  y  a  veces  dolorosas,  a  través   de   nuestro   proceso   de   crecimiento.  Cada   vez   que   aprendemos   y   cambiamos  positivamente  nos  acercamos  a  Cristo.  Nos  perfeccionamos,  eso  es  adquirir  santidad.    Cuando   el   Señor   nos   creó   a   imagen   y  semejanza   suya   nos   dotó   de   una   buena  dosis   de   amor,   paz,   armonía,   servicio,  justicia,   verdad,   gozo,   bienestar,   etc.  Heredadas   de   él   y   de   todo   lo   bueno   que  tiene   para   nosotros.   Y   esto   ya   marca   un  estilo  de  vida  en  el  ser  humano.  Pero  como  no   hay   paraíso   sin   serpiente,   el   espíritu  humano   se   reveló   contra   el   Espíritu   de   su  creador   y   como   consecuencia   desvió   el  propósito   de   Dios   para   cada   uno   de  nosotros.  Al  separarse  el  cuerpo  del  espíritu  el   alma   quedo   a   merced   de   los   dos.   Del  cuerpo   que   tiende   a   saciar   sus   instintos   y  deseos   y   del   espíritu   que   obra   según   el  

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alimento   que   recibe;   pero   que   tiene   unas  improntas  divinas  procedentes  del  creador.  Por  eso  es  tan   importante  nutrir  el  espíritu  y  dejarnos  guiar  por  la  experiencia  de  Dios.  Eso   es   abrir   los   ojos   espirituales   para   leer  las  señales.  

                        El estilo de Jesús  

Vamos   a   considerar   los   distintos   valores   y  elementos  que  Jesús  nos  propone.      

1. Solidaridad  “El  Señor,  al  verla  se  compadeció  de  ella  y  le  dijo:  “No  llores”.    Lucas  7,  11-­‐15.  Solidaridad   es   la   capacidad   de   ayudar   y  compartir   con   los   demás,   especialmente  con   los   pobres.   No   sólo   en   cuanto   a   lo  material,   sino   también   escucharlos   con  atención,   mostrar   interés   por   sus  preocupaciones   o   tristezas,   proponer  soluciones,   aconsejarlos,     acompañarlos   en  los   momentos   de   dolor,   soledad,  dificultades,   enfermedad,   sufrimiento   y   en  los  momentos  alegres.  Quien   se   acercaba   a   Jesús   no   se   iba  decepcionado,   siempre  encontraba  algo  en  él.  Y  aún  sigue  siendo  así.  El  que  deja  entrar  a  Jesús  en  su  vida  experimenta  cambios  en  ella.  Recordemos   a   la   mujer   adúltera   a   quien  salvo   de   ser   apedreada,   sin   juzgarla,   sin  señalarla,  solo  le  dijo:  ¿“Mujer  donde  están  los  que  te  acusan?  Tampoco  yo  te  condeno,  Vete  y  no  peques  más”.  Juan  8,  10-­‐11.  

 O   a   la   samaritana   a   quien   mientras  conversaba   reveló   su   verdad   diciendo:  “Bien   has   dicho   que   no   tienes   marido,  porque   has   tenido   cinco  maridos   y   el   que  ahora  tienes  no  es  marido  tuyo;  en  eso  has  dicho   la   verdad”   Juan   4,   18.   Más   no   le  reprocho  ni  la  rechazó.  Lloró  con  María  cuando  lázaro  murió:  Jesús,  al   verla   llorar   y   que   los   judíos   que   la  acompañaban   también   lloraban,   se  estremeció   y   profundamente   emocionado,  dijo:   “¿Dónde   lo   habéis   puesto?”   Le  contestaron:  “Ven  a  verlo,  Señor”.  Jesús  se  echó  a  llorar  (…).  Juan  11,  33-­‐35      Se   solidarizó   con   la   hija   de   Jairo,   el   criado  del   centurión,   Bartimeo,   otros   ciegos,   los  leprosos,   la   mujer   que   sufría   flujos   de  sangre,   los   paralíticos,   el   endemoniado   del  cementerio,  y  todos  aquellos  a   los  que  a  él  acudían,   sanó.   Y   hay   muchos   pasajes  bíblicos   donde   nos   encontramos   con   la  solidaridad   de   Jesús.   Aún   después   de  muerto   con   los   discípulos   de   Emaús.   Lucas  24,13-­‐34.    Siempre   con   una   actitud   positiva,   con  palabras:  De   aliento:   “Levántate”,   Anda,   vete,  tranquilizaos.  De  exhortación:  “Vete  y  no  peques  más”.    De   apoyo:   “No   tengas  miedo;   tu   ten   fe,   y  basta”.  De   admiración:   “¡Oh  mujer,  que  grande  es  tu  fe!”  De  alerta:  “Mirad  que  nadie  os  engañe”.  De   perdón:   “Hijo   tus   pecados   son  perdonados”.  “Padre  perdónalos  porque  no  saben  lo  que  hacen”.  

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De  indicación:  “Dejad  que  los  niños  vengan  a  mí  y  no  se   lo   impidan,  porque  de  los  que  son  como  ellos  es  el  reino  de  Dios”  De  justicia:  “Al  cesar  lo  que  es  de  césar  y  a  Dios  lo  que  es  de  Dios”.  Lucas  20,25.  Siempre   interesado   en   el   deseo   de   las  personas   que   se   acercaban   a   él:   “Jesús   le  dijo:   ¿Qué   quieres   que   te   haga?   “El   ciego  respondió:  “Señor  que  vuelva  a  ver”.  Pendiente   de   todos   y   cada   uno:   “Zaqueo  baja   enseguida   porque   hoy   voy   a  hospedarme  en  tu  casa”.  Palabras  de  salvación:  Jesús  le  dijo:  “Hoy  ha  entrado  la  salvación  en  esta  casa”,  (…)  Lucas  19,9.   Jesús   le   dijo:   “¡Ve!   Tu   fe   te   ha  salvado”,  Lucas  18,42,  “Te  aseguro  que  hoy  mismo  estarás  conmigo  en  el  paraíso”.  Palabras  de  enseñanza:  Jesús  le  respondió:  “Te   aseguro   que   el   que   no   nace   de   nuevo  no  puede  ver  el  reino  de  Dios”.  Juan  3,3.  Y  también  les  reprendía:  “Hombres  de  poca  fe   ¿Por   qué   has   dudado?”   “¿Aún   no  entienden?”  Y  el  que  más  me  gusta:  “¡Que  torpes   sois   y   que   lentos   para   creer   lo   que  dijeron  los  profetas!”.  

 

2. El amor “Jesús   le   respondió:   El   primero   es:  Escucha,   Israel:   El   Señor,  Dios  nuestro   es  el  único  Señor,  y  amarás  al  Señor  tu  Dios  con   todo   tu   corazón,   con   toda   tu   alma,  con   toda   tu   mente   y   con   todas   tus  fuerzas.  El   segundo  es  este:  Amarás  a   tu  prójimo   como   a   ti   mismo.   No   hay  mandamiento  mayor  que  estos”.  Marcos  12,  29,31.    Jesús   nos  muestra   que   sólo   puede   amar   a  Dios,   quien   ama,   respeta,   y   valora   a   las  otras   personas.   ¿Ahora   bien   cuál   es   el  concepto   de   amor?   (del   latín,   amor,   -­‐ōris),  el   amor  es  una  virtud  que   representa   toda  la   bondad,   compasión   y   afecto   del   ser  humano.   También   puede   describirse   como  acciones  dirigidas  hacia  otros   y  basadas  en  la   compasión,   o   bien   como   acciones  dirigidas  hacia  otros   (o  hacia  uno  mismo)  y  basadas   en   el   afecto.   Realmente   un  concepto   claro   sobre   el   amor   no   se  encuentra   pero   si   podemos   conocer   las  características  del  amor  que  pablo  describe  a  la  Iglesia  de  Corinto  en  una  de  sus  cartas:  “El  amor  es  paciente,   es   servicial;   el  amor  no   tiene   envidia,   no   es   presumido   ni  orgulloso;   no   es   grosero   ni   egoísta,   no   se  irrita,   no   toma   en   cuenta   el  mal;   el   amor  no  se  alegra  de  la  injusticia;  se  alegra  de  la  verdad.  Todo   lo  excusa,   todo   lo  cree,   todo  lo  espera  todo  lo  tolera”.  1  corintios  13,4.  No  sé  si  depronto  a  ustedes   les  pase   igual,  pero   cuando   leo   este   texto   bíblico   sólo  puedo   sentir   la   esencia,   la   presencia,   la    ternura  y  la  existencia  de  Dios.    

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3. El perdón

 ”Pedro   se   le   acercó   y   le   dijo:   “Señor,  ¿Cuántas   veces   tengo   que   perdonar   a   mi  hermano  las  ofensas  que  me  haga?  ¿hasta  siete  veces?  Jesús  le  dijo:  “No  te  digo  hasta  siete   veces,   sino   hasta   setenta   veces  siete.(…)   Así   hará   mi   Padre   Celestial   con  vosotros   si   cada   uno   no   perdona   de  corazón  a  su  hermano”  Mateo  18,  21-­‐35  Lo   más   revolucionario   de   la   propuesta   de  Jesús   fue   el   perdón:   entendido   como   la  capacidad   para   experimentar   la  misericordia   de   Dios,   que   extiende   sus  brazos   para   levantarnos   cuando   caemos   y  está   dispuesto   a   sostenernos   de   la   mano  para  seguir  caminando.  De  otro  lado  está  la  opción  de  liberarnos  del  dolor  y  del  veneno  del   rencor,   que,   afecta   nuestro   corazón   y  afecta  nuestro  sentido  de  vida,  a  quien  nos  rodea   y   a   quien   amamos.   Perdonar   es  liberar   a   un   prisionero   de   la   cárcel   y  descubrir   que   ese   prisionero   eras   tú.   El  perdón   es   la   puerta   a   la   reconciliación   en  cualquier   relación   que   necesita  restauración.  

4. El Servicio  

Jesús   los   llamó   y   les   dijo:   “Sabéis   que   los  jefes  de  las  naciones  los  tiranizan  y  que  los  grandes   los  oprimen  con  su  poderío.  Entre  vosotros  no  debe  ser  así,  sino  que  si  alguno  de   vosotros   quiera   ser   el   primero   que   sea  el  servidor  de  todos…  de  la  misma  manera  el   hijo   del   hombre   no   ha   venido   a   ser  servido,  sino  a  servir  y  a  dar  su  vida  como  rescate  para  todos”.  Marcos  10,  41-­‐45    Jesús   nos   presenta   todo   el   tiempo   con   sus  actitudes   y   su   mover   el   servicio.   Estuvo  dispuesto   a   atender   a   las   necesidades   de  otros   sin   interés,   sólo   en   función   del  bienestar   del   individuo   y   de   la   comunidad.  Siempre  ocupado  en   las   cosas  de   la   gente,  del   pueblo,   de   la   comunidad,   siempre  pendiente   del   débil,   del   enfermo,   del  necesitado,   del   pecador.   Dando   alimento  tanto  material  como  espiritual.  

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¿A qué nos invita Jesús?

Los   religiosos   y   los   que   no   conocemos   al  Señor   nos   enfocamos   en   la   teoría   y   el  conocimiento   y   dejamos   a   un   lado   el  experimentar   a   Dios.   Experimentar   es:  Hacer   pruebas   para   determinar   o   evaluar  las   propiedades   de   algo;   tener   la  experiencia   o   ser   cambiado   por   una  impresión  o  emoción.  Hemos  descartado  la  posibilidad  de  conocer  a  Dios  a  través  de  la  experiencia,   negándonos   el   derecho   a  dejarlo  entrar  en  esas  áreas  de  nuestra  vida  en   las   que   sólo   él   puede   entrar.  Experimentar   a   Dios   es   dejarlo   hacer  cambios   en   nuestro   ser.   Permitirle   que  saque   las  piedras,   los  espinos,  el  barro  que  hay   acumulado   en   el   corazón   de   cada   uno  de  nosotros.  Un  encuentro  con  Dios  es  una  experiencia   individual.   Ningún   ser   humano  puede   ser   totalmente   pleno   lejos   de   Dios.  Sólo   la   experiencia   de   Dios   nos   lleva   a  transformaciones   que   nos   acercan   más   a  Cristo   y   suben   nuestros   niveles   de   fe   y   de  santidad.   (Santidad   es   hacer   de   las   cosas  sencillas   algo   sublime,   como   quien   trabaja  para  Dios).  Cristo  está  en  nuestras  pruebas,    en  nuestras   tribulaciones,   está  en  nuestras  necesidades,   nos   acompaña   en   nuestras  soledades,   goza   con   nuestras   alegrías,  comparte   nuestra   mesa   y   vela   nuestro  sueño.  

Hoy   Jesús   te   invita   a   que   seas   su   amigo,   a  que   le   abras   la   puerta   y   lo   dejes   entrar   y  obrar   en   tu   vida.   No   quiere   ser   más   tu  Señor   de   domingos,   él   desea   una   relación  

más   íntima.   Él   quiere   que   seas   feliz,   que  descubras   que   tan   alto   puedes   llegar   y   lo  maravilloso  que  eres  a  pesar  de  tus  muchos  defectos.   Quiere   ser   parte   de   tus  pensamientos,   tus   planes,   tus   sueños,   tus  problemas,   tus   dudas.   Él   quiere   ser   uno  contigo,   como   lo   es   con   el   Padre.   No   es  fácil;  implica  morir  a  tus  deseos  y  caprichos,  para  dejar  entrar   la  presencia  santificadora  de   Dios   que   sana,   transforma,   renueva   y  que   te   restituye   todo   lo   que   has   perdido.  Todo   este   proceso   te   prepara   para   que  cuando   llegue   el   día   de   dejar   este   vestido  natural,  tu  alma  entre  vestida  de  lino  fino  y  resplandeciente   a   ese   lugar   eterno   donde  seremos  uno  solo  con  el  padre  y  el  hijo.  

“…para   que   cobren   ánimo,   se  mantengan  unidos   en   el   amor   y   alcancen   así   el  conocimiento  pleno  de  todo  y  descubran  el  secreto  de  Dios,  que  es  Cristo,  en  el  que  se  encuentran  ocultos   todos   los   tesoros  de   la  sabiduría  y  de  la  ciencia”.  Colosenses  2,2-­‐3