Jesús Nuestro Sanador

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JESUCRISTO NUESTRO SANADOR 11 de agosto de 2013 1 Introducción Dice Isaías.35.5-6 “Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad.” La expresión “entonces” (usada aquí como un adverbio de tiempo) nos lleva a preguntarnos: ¿Cuándo se producirán los hechos descritos en la primera parte del texto? ¿Cuándo acontecerá que los ojos de los ciegos serán abiertos, los oídos de los sordos oirán, el cojo saltará y la lengua de los mudos cantará? ¿En qué momento se producirán estas manifestaciones sobrenaturales? Según Isaías.35.4b esto ocurrirá cuando Dios mismo venga a salvarnos. En el cumplimiento del tiempo Dios envío -no un ángel, un profeta o un sacerdote- sino a su Hijo. De esta forma la profecía de Isaías se hizo realidad, puesto que Dios mismo venía a salvarnos en Jesús. El mismo profeta en Isaías.7.14 al anunciar el nacimiento del Mesías, proclama que Jesús sería llamado “Emanuel” (Dios con nosotros). Ya en el Nuevo Testamento Pablo nos dice que en Jesucristo “habita toda la plenitud de Dios” Colosenses.2.9 y en 2 Corintios.5.19 que “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, perdonando sus pecados”. Juan comienza su evangelio diciendo que “en el principio era el Verbo, el verbo estaba con Dios, y Dios era el verbo que era Dios” Juan.1.1-2, y en el verso 14 añade que “aquel verbo habitó entre nosotros.” Las manifestaciones de sanidad citadas en Isaías.35.5-6 se cumplen cuando Dios mismo viene a salvarnos en Jesús. Por esa razón los evangelios presentan a Jesús como Salvador y como Sanador. Presentación En Isaías.53.5 se profetiza el ministerio sanador de Jesucristo cuando dice: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros

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JESUCRISTO NUESTRO SANADOR 11 de agosto de 2013

1

Introducción

Dice Isaías.35.5-6

“Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad.” La expresión “entonces” (usada aquí como un adverbio de tiempo) nos

lleva a preguntarnos: ¿Cuándo se producirán los hechos descritos en la

primera parte del texto? ¿Cuándo acontecerá que los ojos de los ciegos

serán abiertos, los oídos de los sordos oirán, el cojo saltará y la lengua

de los mudos cantará? ¿En qué momento se producirán estas

manifestaciones sobrenaturales?

Según Isaías.35.4b esto ocurrirá cuando Dios mismo venga a salvarnos.

En el cumplimiento del tiempo Dios envío -no un ángel, un profeta o un

sacerdote- sino a su Hijo. De esta forma la profecía de Isaías se hizo

realidad, puesto que Dios mismo venía a salvarnos en Jesús. El mismo

profeta en Isaías.7.14 al anunciar el nacimiento del Mesías, proclama

que Jesús sería llamado “Emanuel” (Dios con nosotros).

Ya en el Nuevo Testamento Pablo nos dice que en Jesucristo “habita

toda la plenitud de Dios” Colosenses.2.9 y en 2 Corintios.5.19 que “Dios

estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, perdonando sus

pecados”.

Juan comienza su evangelio diciendo que “en el principio era el Verbo,

el verbo estaba con Dios, y Dios era el verbo que era Dios” Juan.1.1-2, y

en el verso 14 añade que “aquel verbo habitó entre nosotros.”

Las manifestaciones de sanidad citadas en Isaías.35.5-6 se cumplen

cuando Dios mismo viene a salvarnos en Jesús. Por esa razón los

evangelios presentan a Jesús como Salvador y como Sanador.

Presentación

En Isaías.53.5 se profetiza el ministerio sanador de Jesucristo cuando

dice: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros

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pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos

nosotros curados”. Y en Mateo.8.17 se cita el texto de Isaías para

confirmar que Cristo vino, además de salvar, para sanar las

enfermedades de su pueblo.

Después de sanar a un leproso, al siervo de un centurión, y a la suegra

de Pedro, y a las multitudes dice Mateo.8.16-17

“Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias. Mateo de nuevo cita Isaías.53.4 y lo aplica a la obra salvadora y sanadora de Jesús. El evangelio da la clave del porqué estas sanidades: “Dios mismo vino a salvarnos” en la persona de Jesucristo. Él es “Emanuel”, “Dios con nosotros”. Su sacrificio es el fundamento tanto para el perdón de nuestros pecados, como para la sanidad de nuestras enfermedades. Cristo proveyó en la cruz nuestra redención y sanidad. Oración Transicional Hoy vivimos la realidad de que, en Cristo, Dios nos puede salvar y sanar. La iglesia fue comisionada para hacer discípulos, y a sanar a los enfermos en su nombre. Necesitamos creer lo que la Palabra de Dios enseña en cuanto a Jesús como nuestro sanador. El fundamento de nuestra sanidad es la salvación de Cristo. La sanidad que Dios nos propone en Cristo es integral, afecta nuestro espíritu, alma y cuerpo. Jesús apareció para deshacer las obras del diablo y sanar toda enfermedad que nos aflija. Contenido 1.- El fundamento de la sanidad es la salvación. La relación entre sanidad y salvación se establece en 1 Pedro.2.24 cuando al citar de nuevo una profecía convertida en promesa el apóstol dice:

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“quien llevó él mismo nuestros pecados (perdón) en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia (salvación); y por cuya herida fuisteis sanados (sanidad). En Mateo.9.2 tenemos una ilustración del vínculo que existe entre la salvación y la sanidad. Jesús dijo al paralítico: “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados” (verso.2), y más tarde añadió: “Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa” (verso.6). Al ser removido el pecado la sanidad llegó. La salvación abre la puerta a la sanidad. La palabra salvación proviene de la palabra griega “sozo” que se traduce por: “salvar, librar, preservar, traer a plenitud”. Esta palabra se traduce en Mateo.9.21 por “sanidad”; en Lucas.8.36 “salvación”; y en Hechos.7.25 por “liberación”. Es decir, que la palabra salvación incluye tanto la salvación, como la liberación y la sanidad. La obra de salvación por Jesús es completa, y debe entenderse no sólo para el perdón de nuestros pecados, también como la acción de Dios para sanar nuestro cuerpo. Aquel que es poderoso para salvarnos del pecado y la condenación, es también capaz de sanar nuestras enfermedades. Dios es Omnipotente, él nos creó y nos conoce al detalle. Su poder puede restaurar nuestra salud. Jeremías.32.27; Hechos.26.8 y Lucas.1.37 declaran que nada es imposible para Dios. Dos errores que cometieron los religiosos del tiempo de Jesús y que debemos evitar a toda costa: no creer en lo sobrenatural (los saduceos), o quedarnos con una tradición sin vida (fariseos). Contextualizar: Hay quienes tratan de despojar a la Biblia de todo lo relacionado con lo sobrenatural y milagroso. Son los de la teología de la desmitologización, la escuela liberal, la que trata los milagros de Jesús como lindas historias que no ocurrieron, pero que nos sirven para animar nuestra fe. Y también los hay que han hecho un monumento con la letra del mensaje de la Biblia, son los cesacionistas, aquellos que creen que los milagros en la iglesia sólo eran para los días de los apóstoles. La propia Biblia responde a estas teorías diciendo en Hebreos.13.8 que: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.”

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No incorporemos a nuestro ADN espiritual la idea que la enfermedad forma parte normal de vida cristiana. Si Dios no nos dijo que lo que nos aflige es un aguijón para mantenernos humildes oremos por sanidad. Este es el día y la hora. Dios ya vino a salvarnos en Jesucristo. Cristo es el mismo, no ha cambiado. Sigue manifestando su compasión, su poder, su identidad a través de la sanidad y los milagros. Hay muchas promesas de sanidad en la palabra de Dios. No dudes de Dios, duda de tus dudas. Debemos predicar, enseñar y creer, lo que la Biblia proclama…

• “Para siempre, oh Jehová, permanece tu Palabra en los cielos” Salmo.119.89.

• “¡Ah, Señor mi Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible.” Jeremías.32.17.

• “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” Marcos.16.17-18

Jesús vino, según sus propias palabras en Lucas.4.16-19 para… 1.- Dar Buenas Noticias a los pobres. 2.- Sanar a los quebrantados de corazón. 3.- Dar libertad a los cautivos y oprimidos. 4.- Dar vista a los ciegos. 5.- A predicar el año agradable (la oportunidad) del Señor. Si añadimos lo que la profecía de Isaías.61.1-6 dice de Jesús…Sanar a los enlutados de corazón, y a cambiar el manto de tristeza por un manto de alegría. Por tanto podemos afirmar que… 2.- La sanidad de Dios es integral.

Los humanos nacemos en pecado, y por consiguiente nacemos

enfermos o con una enfermedad. Esta enfermedad no sólo afecta a

nuestros cuerpos (que se deterioran con el tiempo) sino también a

nuestro entendimiento, nuestra voluntad y nuestros afectos. Jesús vino

para sanarnos esta enfermedad.

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2.1 Sanidad de nuestro entendimiento.

En 1 Corintios.2.11-15 se establece como nuestro entendimiento natural

es incapaz de comprender las cosas espirituales. El Espíritu Santo trae la

vida, la luz y el entendimiento para poder comprender las cosas de Dios.

2.2 La sanidad de nuestra voluntad.

Isaías.53.6 explica de una manera gráfica como nuestras voluntades son

necias de una manera natural. Romanos.7.21-8.1. El Espíritu de vida nos

libra de la ley del pecado y de la muerte.

2.3 La enfermedad de los afectos.

Cristo vino a sanar nuestros afectos. Efesios.4.31-32 nos enseña como

los afectos de nuestro corazón pueden impedir cumplir el propósito de

Dios. El Espíritu Santo transmite un impacto al nuestra alma por medio

del cual las influencias dañinas son destruidas.

2.4 La enfermedad de nuestros cuerpos.

Isaías.53.5 refleja la promesa y provisión y el Nuevo Testamento es

testigo de su cumplimiento.

Pasos para recibir sanidad.

A.- Creamos que la sanidad es nuestra, Jesús al salvarnos también quiere sanarnos. B.- Tengamos fe y sometamos nuestro intelecto a la Palabra de Dios. C.- Pidamos que se nos unja con aceite. D.- Recibamos imposición de manos. Conclusión

• Jesús sanó todo tipo de enfermedad. Ministró sanidad a ciegos,

cojos, paralíticos, leprosos, mudos etc.

• Lo hizo de diferentes formas: Impuso manos Marcos.6.5;

Lucas.13.13; Habló palabra de sanidad y fe Mateo.8.13; reprendió la

enfermedad y a los demonios Mateo.17.18; Marcos.9.25; personas

fueron sanadas por tocarlo a él o a sus vestiduras Marcos.6.56;

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8.22; y a otros sanó diciendo “tu fe te ha sanado” Marcos.2.5;

10.52.

• Por diferentes razones: Por compasión Mateo.14.14; para cumplir

las Escrituras Mateo.8.16-17; para demostrar quién era y que Dios

lo había enviado Juan.5.36; y para destruir las obras del diablo 1

Juan.3.8.

Dios mismo ya vino a salvarnos en Jesús, la profecía de Isaías.35.5-6 se

transformó en promesa para los creyentes del Nuevo Pacto. Recuerda

que las promesas de Dios son en él sí, y en él Amén.

Pastor Félix G.