El Domingo es el Día del Señor

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Cuando Dios actúa en nosotros renueva nuestros sentidos y n o s h a c e v e r l a v i d a , incluyendo la cruz, de manera edificante.

JESÚS TIENE PODER PARA ABRIR TODOS TUS SENTIDOSSi te dispones a que obre en ti. Si te dejas encontrar. Si sales a su encuentro con humildad

Cuando lo que hoy importa es la libertad y el pleno desarrollo personal, y todo esto se centra en el individuo, nos podríamos preguntar, ¿de qué manera podemos alcanzar este anhelado desarrollo personal? ¿Bajo qué modelo o paradigma podemos alcanzar este objetivo? El Evangelio de hoy nos propone la dinámica del encuentro con Jesús como el paradigma para lograr este anhelo y esta meta. Un hombre impedido le es presentado al Señor. Hay un supuesto social importante: hay terceros interesados en buscar una solución para este hombre discapacitado. El accionar de Jesús no inicia ni parte de cero, basta el básico interés colectivo y solidario de algunos que se interesan por provocar una dinámica de cambio, que será decisivo a la hora de provocar una solución concreta al impedimento que presenta el individuo en cuestión. Interesante detenernos en este punto: en los evangelios Jesús por lo general inicia su acción desde una acción previa, por ejemplo: multiplica los panes a partir de la generosidad de un niño que ofrece sus cinco panes y tres peces. Convierte el agua en vino después de la intercesión de su Madre. En el caso de este Domingo, Jesús abrirá los sentidos de este hombre por el básico interés de estos terceros que provocan este encuentro. Lo que ocurrirá a continuación es maravilloso: el accionar de Jesús le devolverá a este discapacitado poder desarrollarse plenamente. Se vincula integralmente con su entorno. Sus sentidos se abren a la maravillosa experiencia del encuentro con los terceros y surge el testimonio personal y colectivo. Esto último dando cuenta de que el actuar de Dios es perfecto: Dios hace todo bien. Y así cada uno aporta con la originalidad del testimonio personal que se convierte en liturgia comunitaria de acción de gracias.

Percibiendo de manera plena y renovada. Y celebrando a partir de la experiencia personal

El Domingo es el Día del Señor

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LA VISIÓN DE ISAÍAS SE CUMPLE EN LA PERSONA DE JESUS Y SE ACTUALIZA CADA DÍA EN LA IGLESIA, LUZ DEL MUNDO

LLAMADOS A USAR NUESTROS SENTIDOS NO PARA DISCRIMINAR

Es interesante que precisamente en la segunda lectura de este Domingo, sea el Apóstol Santiago el que nos ayuda a comprender en la praxis cristiana lo que el Evangelio nos muestra como Buena Noticia. Dios renueva nuestros sentidos y nos regala tener la sensibilidad necesaria para descubrir el actuar de Dios en todo y reconocer que precisamente El (Dios) todo lo hace bien. Por tanto esta nueva y renovada visión es un aporte a nuestro libre albedrío para potenciar nuestras opciones para hacer el bien en grado máximo. Pero hay que estar en guardia y velar constantemente para que esta sensibilidad que Dios nos regala no estén al servicio de intereses egoístas, que por lo general nos hacen discriminar negativamente y no nos ayudan a mantener un equilibrio y sentido de equidad con todos los seres humanos y con todos los miembros de una comunidad cristiana. Santiago nos pone frente al peligro de abrirle las puertas de nuestra comunidad a la gente no por lo que son sino por lo que tienen. El cristiano es el hombre que aprende a tener la mirada y sensibilidad divina, de ver el interior de las personas y dirigir siempre una palabra que anime la esperanza y alegre el corazón. Cuando esto no ocurre, corremos el riesgo de comenzar a construir una comunidad basada en intereses y metas materiales, convirtiendo ese grupo en una especie de club selectivo y exclusivo, todo lo contrario a lo que Jesús ha pensado para su Iglesia. Esta última como la instancia llamada constantemente a recordarle al mundo que es la inclusión lo que permite construir espacios y verdaderas oportunidades, no los grupos exclusivos y excluyentes.

En las sociedades llamadas modernas, los enfermos, los discapacitados, tiene cada vez menos cabida. Por eso que la primera lectura que hoy nos regala la liturgia dominical nos habla de una buena noticia. Isaias, el profeta de los excluidos, les regala a todos aquellos que la sociedad desecha una esperanza mesiánica. Dios abrirá los corazones para provocar que los enfermos, los cojos, los ciegos, los tullidos tengan un lugar en la mesa del Reino de Dios. Por ello que desde una mirada cristiana podemos releer este mensaje y dar testimonio que en la Iglesia de Cristo nadie puede quedar excluido. Es importante que las comunidades sean testimonio que sí es posible vivir en medio de la diversidad. Que no hay ninguna "discapacidad" física, intelectual o moral, que no pueda ser centro del amor de Dios. Una Iglesia que escucha a todos, que a todos anuncia la Buena Noticia del Evangelio del Reino de Dios, y que sirve a todos con un trato digno y amoroso, reflejo del amor trinitario. Este amor será hoy y siempre el mayor testimonio creíble de la presencia de Dios actuando en nuestra historia, salvando y liberando a todo el mundo.