Jens Kastner_ Conceptualizar La Autonomía, Instituir en Un Lugar _ Eipcp.net

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eipcp instituto europeo para políticas culturales progresivas Traducción de Marcelo Expósito, revisada por Joaquín Barriendos eipcp transversal instituent practices 05 2007 “... Sin autohipnotizarse en este proceso de cuestionamiento”. Conceptualizar la autonomía, instituir en un lugar Jens Kastner Jens Kastner biography contact contact Joaquín Barriendos (translation) biography contact contact Marcelo Expósito (translation) biography contact contact languages Deutsch English Español transversal instituent practices Refiriéndose a Cornelius Castoriadis, Helmut Draxler escribe en su examen de la tradición artística de la crítica institucional: “la crítica de las instituciones sociales siempre tiene, en sí misma, un efecto instituyente” [1]. Draxler infiere de esto que la institución y lo instituyente existen como opuestos aunque se mantienen relacionados entre sí “como un espacio social que está constantemente en formación, que nunca está sencillamente ahí, sino que siempre se realiza entre la crítica y el instalarse en un lugar” [2]. Respecto a la acción política emancipadora, sin embargo, siguen sin aclararse del todo las consecuencias que se derivan de una de las proposiciones básicas del constructivismo, esto es, la que se deriva de la idea de que el espacio social está en constante formación. Para Castoriadis, habría que hacer algo más que limitarse a declarar los efectos instituyentes de la crítica. Tras describir dicho proceso, Castoriadis afirmó también que tanto los cambios políticos como el cambio social ocurrían cuando “la sociedad instituyente irrumpe en la sociedad instituida, en cada ocasión la sociedad en tanto sociedad instituida se autodestruye en tanto sociedad instituyente, lo que quiere decir que en cada ocasión otra sociedad instituida se autocrea” [3]. Pero no nos queda duda de que, para él, “otra” significa en efecto otra sociedad capitalista, ya que, al fin y al cabo, es a tal fin al que se avoca la política. Creada originalmente y aplicada en la polis griega, la política es, citando a Castoriadis, “la actividad colectiva (reflexiva y deliberativa) que se lleva a cabo [...] y cuyo objeto es la institución de la sociedad en cuanto tal” [4]. Para él, la política surge cuando y donde “la institución establecida de la sociedad se pone en cuestión en cuanto tal en sus varios aspectos y dimensiones” [5]. De acuerdo con Jürgen Habermas, Castoriadis desarrolla entonces “el caso tipo de lo político a partir del caso límite del acto de fundación de una institución; y lo interpreta además desde la perspectiva de la experiencia estética, como el momento extático que salta del continuo temporal cuando algo absolutamente nuevo se funda” [6]. Habermas critica la manera en que Castoriadis comprende la institución de cualquier mundo como una creación ex nihilo [7]. Pero Castoriadis enfatiza que toda actividad instituyente mantiene como referencia lo instituido. Toda actividad instituyente, aunque sea la revolución más radical, tendría lugar siempre en el marco de una historia “ya dada” [8]. Con la creación de la política, el bosquejo preliminar de una autonomía tanto individual como colectiva aparece también por primera vez en el curso de la historia: auto-nomos, darse una ley a sí mismo. Diferenciando su posición del concepto kantiano de “autonomía”, Castoriadis enfatiza que la autonomía “no consiste en actuar de acuerdo con una ley que es descubierta por una razón inmutable y que está ya dada para siempre. Es el cuestionamiento ilimitado de la ley y sus fundamentos por parte de uno mismo, y la capacidad, a la luz de esta interrogación, de hacer y de instituir (y por tanto también de decir)” [9]. Para Habermas, empero, dados los supuestos ontológicos básicos de Castoriadis, éste “no es capaz de localizar la lucha política por una forma de vida autónoma, que es propiamente la praxis emancipadora y proyectivo-creativa que en última instancia incumbe a Castoriadis” [10]. Tomando literalmente esta supuesta falta de localización, discutiré a continuación un breve repertorio de varias versiones de “autonomía” acontecidas en los últimos veinte años. No puedo garantizar, empero, que mi análisis se incline a proceder en un sentido habermasiano. Al contrario, el decurso de los acontecimientos históricos en el periodo que trataré podría proporcionarnos alguna información sobre

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De los ejemplos de instituciones autónomas y la crítica a la verdadera autonomía

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  • eipcpinstituto europeo para polticas culturales progresivas

    Traduccin de Marcelo Expsito, revisada por Joaqun Barriendos

    eipcp transversal instituent practices

    05 2007... Sin autohipnotizarse en este proceso de cuestionamiento.Conceptualizar la autonoma, instituir en un lugarJens Kastner

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    transversalinstituent practices

    Refirindose a Cornelius Castoriadis, Helmut Draxler escribe en su examen de la tradicin artstica de lacrtica institucional: la crtica de las instituciones sociales siempre tiene, en s misma, un efectoinstituyente[1]. Draxler infiere de esto que la institucin y lo instituyente existen como opuestos aunque semantienen relacionados entre s como un espacio social que est constantemente en formacin, quenunca est sencillamente ah, sino que siempre se realiza entre la crtica y el instalarse en un lugar[2].Respecto a la accin poltica emancipadora, sin embargo, siguen sin aclararse del todo las consecuenciasque se derivan de una de las proposiciones bsicas del constructivismo, esto es, la que se deriva de laidea de que el espacio social est en constante formacin. Para Castoriadis, habra que hacer algo msque limitarse a declarar los efectos instituyentes de la crtica. Tras describir dicho proceso, Castoriadisafirm tambin que tanto los cambios polticos como el cambio social ocurran cuando la sociedadinstituyente irrumpe en la sociedad instituida, en cada ocasin la sociedad en tanto sociedad instituida seautodestruye en tanto sociedad instituyente, lo que quiere decir que en cada ocasin otra sociedadinstituida se autocrea[3]. Pero no nos queda duda de que, para l, otra significa en efecto otra sociedadcapitalista, ya que, al fin y al cabo, es a tal fin al que se avoca la poltica. Creada originalmente y aplicadaen la polis griega, la poltica es, citando a Castoriadis, la actividad colectiva (reflexiva y deliberativa) quese lleva a cabo [...] y cuyo objeto es la institucin de la sociedad en cuanto tal[4]. Para l, la poltica surgecuando y donde la institucin establecida de la sociedad se pone en cuestin en cuanto tal en sus variosaspectos y dimensiones[5]. De acuerdo con Jrgen Habermas, Castoriadis desarrolla entonces el casotipo de lo poltico a partir del caso lmite del acto de fundacin de una institucin; y lo interpreta ademsdesde la perspectiva de la experiencia esttica, como el momento exttico que salta del continuo temporalcuando algo absolutamente nuevo se funda[6]. Habermas critica la manera en que Castoriadiscomprende la institucin de cualquier mundo como una creacin ex nihilo[7]. Pero Castoriadis enfatiza quetoda actividad instituyente mantiene como referencia lo instituido. Toda actividad instituyente, aunque seala revolucin ms radical, tendra lugar siempre en el marco de una historia ya dada[8].

    Con la creacin de la poltica, el bosquejo preliminar de una autonoma tanto individual como colectivaaparece tambin por primera vez en el curso de la historia: auto-nomos, darse una ley a s mismo.Diferenciando su posicin del concepto kantiano de autonoma, Castoriadis enfatiza que la autonomano consiste en actuar de acuerdo con una ley que es descubierta por una razn inmutable y que est yadada para siempre. Es el cuestionamiento ilimitado de la ley y sus fundamentos por parte de uno mismo, yla capacidad, a la luz de esta interrogacin, de hacer y de instituir (y por tanto tambin de decir)[9]. ParaHabermas, empero, dados los supuestos ontolgicos bsicos de Castoriadis, ste no es capaz delocalizar la lucha poltica por una forma de vida autnoma, que es propiamente la praxis emancipadora y

    proyectivo-creativa que en ltima instancia incumbe a Castoriadis[10].

    Tomando literalmente esta supuesta falta de localizacin, discutir a continuacin un breve repertorio devarias versiones de autonoma acontecidas en los ltimos veinte aos. No puedo garantizar, empero, quemi anlisis se incline a proceder en un sentido habermasiano. Al contrario, el decurso de losacontecimientos histricos en el periodo que tratar podra proporcionarnos alguna informacin sobre

  • acontecimientos histricos en el periodo que tratar podra proporcionarnos alguna informacin sobrecundo, dnde y en qu circunstancias una poltica de la autonoma, tal y como propone Castoriadis,podra cumplirse con xito en un sentido emancipador. A lo largo de este recorrido, a travs de la puestaen accin de algunas autonomas, asimismo, quiz podamos deducir algunos de los criterios con loscuales valorar el xito de tales polticas, teniendo en cuenta que las formas colectivas de autonoma debensituarse, siempre, en relacin al Estado nacin[11].

    Barcelona, septiembre de 2000 (la autonoma como nacin)

    Se dice que hay 68 millones de catalanes que se sienten parte de una nacin independiente. Pocomenos de tres cuartas partes de quienes votaron en referndum sancionaron en junio de 2006 el nuevoEstatuto de autonoma. Habiendo pasado el control previo del Parlamento espaol en Madrid, esta leygarantiza a la regin ms rica del Estado espaol an ms independencia poltica y financiera frente algobierno central que cuando se estableci el Estado de las Autonomas con la Constitucin Espaola de1979, tras la muerte de Franco. Un logro que todava se discute pero que no deja de ser celebrado. El 11de septiembre no es slo el aniversario del golpe militar chileno en 1973 y del ataque al Pentgono y alWorld Trade Center en 2001, sino tambin la Diada Nacional de Catalunya. Ese da, en 1714, tras un sitioque dur catorce meses, las tropas de Felipe V invadieron Barcelona; la captura de la ciudad constituyeuno de los elementos de la construccin y el mantenimiento de la identidad catalana. Fuera de Catalua,se sueldan desde entonces las piezas de un Estado espaol cada vez ms represivo, bajo cuya banderamantuvo unidos a los oprimidos. Pero de qu manera se ejerce esa opresin? Catalua y el Pas Vascoson las regiones ms ricas del Estado espaol. El deseo de autonoma[12] se conforma, sin embargo, conindependencia de sus estructuras econmicas. Por lo general, la succin econmica que se aplica a unaregin viene acompaada de la exclusin simblica y la opresin poltica de sus habitantes. Tambin porregla general cualquiera de estos mecanismos de exclusin y opresin es suficiente para despertar,provocar o desencadenar la demanda de autonoma. La prohibicin que la dictadura franquista (1939-1975) impuso sobre el uso de la lengua catalana constituy uno de los principales indicativos de exclusincultural. La lucha contra esa exclusin era tambin una lucha contra la autodeterminacin colectiva por laautonoma. En el modelo cataln y vasco de autonoma como nacin (diferente de la otra nacin) la ideade una comunidad reunida en torno a una lengua es inconcebible sin la idea de una cultura separada. Seentiende que la lengua es componente y expresin concreta de esta separacin. Es por tanto esencialproteger, fomentar y preservar esta peculiaridad cultural. (En las reuniones preparatorias de las protestasantiglobalizacin en Praga, dos semanas antes de la Diada catalana de 2000, a pesar de la numerosapresencia de extranjeros de habla castellana, quienes provenan de Catalua hablaban en cataln.) Sinembargo, esta concepcin de la cultura no est ms al resguardo del racismo que el concepto de Estadonacin basado en una cultura nacional homognea. La autonoma, cuando se entiende comoindependencia nacional, presupone una idea de cultura como suma de valores, mecanismos y normaspropias de un grupo que se percibe a s mismo como relativamente homogneo. Cualquier anomala, enambos casos, debe ser excluida; frente a la diferencia se deben cerrar filas.

    En la vspera de la fiesta nacional, la banda punk hardcore KOP apareci en un concierto en Barcelonaentre gritos inequvocos de Gora ETA!. El pblico que ocupaba la sala cantaba como una sola voz. ParaCastoriadis, la posibilidad de establecerse, de manifestarse al mximo en el imaginario instituido, es parteintegral del xito de una poltica de autonoma. Pocos das antes, un grupo de separatistas vascos haba

    asesinado a tiros a otro poltico socialdemcrata en la propia puerta de su casa. En tanto que medio paraaumentar la presin de la lucha por la autonoma, no puede decirse tal accin fuese una accinemancipadora; los punks catalanes, empero, la aplaudieron. Durante la jornada siguiente, algn distrito deBarcelona apareci cubierto con signos de orgullo nacional que expresaban el deseo de independencia deun pueblo para el cual el Estatuto de Autonoma cataln, aun habiendo sido ampliado en el marco de laConstitucin Espaola, resultaba todava insuficiente. Los smbolos nacionalistas y de extrema izquierdason con frecuencia, en estos casos, los mismos. No hay ms que fijarse en los producidos por Endavant(Organitzaci Socialista dAlliberament Nacional), la cual haba organizado el concierto de la nocheanterior. Los carteles que distribuyeron en el barrio de Grcia reproducan un motivo proveniente de laGuerra Civil espaola: un trabajador cortando madera frente a la bandera de la F.A.I., la federacinanarquista. Pero la bandera, en esta nueva versin, no es roja y negra como en el original; en su lugarmostraba las cuatro franjas rojas sobre un fondo amarillo de la senyera. Lo que la bandera catalana oculta

  • mostraba las cuatro franjas rojas sobre un fondo amarillo de la senyera. Lo que la bandera catalana ocultaaqu es que la lucha histrica por la revolucin y contra el fascismo durante la Guerra Civil espaola (1936-1939) no se restringi de ninguna manera a Catalua; en esta versin, por lo tanto, parece que Cataluatoma el lugar de la anarqua. La mercadotecnia utilizada por Endavant incluye tambin pegatinas con lasefigies del Subcomandante Marcos y de Fidel Castro sobre el fondo de los colores nacionales catalanes. Elactivista que venda estos productos rechaz la crtica que se le haca en torno al hecho contradictorio desituar en un mismo nivel esas imgenes y de hacerlo de una manera simplista o incluso histricamentefalaz. El da despus del concierto, en una manifestacin en la que participaron unas 15 mil personas,muchas banderas catalanas y vascas ondeaban entre banderas de feministas y de grupos de extremaizquierda. La subcultura y el establishment, punks ascticos y polticos corruptos confluyen en el mismolado de la barricada simblica convocados por una concepcin compartida de autonoma, de manera quecasi no puede decirse que sean enemigos irreconciliables en trminos de extraccin de clase o estilos devida. El nacionalismo rene a la gente. Pero una poltica de autonoma instituyente, segn Castoriadis,slo alcanza el xito cuando, de manera paralela a una manifestacin como la mencionada, considera quees igualmente importante introducir el mayor grado de autorreflexin posible en la actividad explcitamenteinstituyente, as como en el ejercicio explcito del poder[13]. Claramente, el modelo de autonoma comonacin diferente de la otra nacin est por ello condenado al fracaso.

    Chiapas/Mxico, otoo de 2004 (autonoma en la nacin)

    La fiesta nacional mexicana tambin cae en septiembre. Es la fecha en la que Mxico se independiz deEspaa tras el grito del sacerdote liberal Hidalgo el 16 de septiembre de 1810, llamando a la luchaarmada contra el poder colonial. El movimiento zapatista (EZLN), el cual declar su guerra al Estadomexicano en 1994, tambin celebra ese acontecimiento. Todos los alcaldes, sea cual sea su adscripcinpoltica, repiten ese da el llamamiento desde el balcn de sus sedes oficiales la vspera de la fiestanacional, mezclndolo con el unificador grito patritico de Viva Mxico!. En el acontecimiento original selas arreglaron sin esta ltima parte, puesto que por aquellos das lo que la gente gritaba era Que vivanlas Amricas! y Abajo el mal gobierno!. En el caracol Oventic, una de las cinco nuevas sedes zapatistasque existen desde 2003, los zapatistas tambin llaman a recordar la opresin sufrida por los y lasindgenas y la necesidad de una rebelin armada, buscando ser abrazados por la nacin mexicana. LasJuntas de Buen Gobierno, surgidas a su vez en 2003, adems de constituirse en oposicin al equipo degobierno del presidente Vicente Fox (2000-2006), perteneciente al conservador Partido de Accin Nacional(PAN), tambin recuperan el grito de Hidalgo por la independencia mexicana. De la misma manera que loha hecho el Subcomandante Marcos, los intelectuales prozapatistas han tenido que esforzarse duranteaos para probar que la autonoma exigida por los zapatistas, ya impuesta en algunos lugares, no daa laintegridad del Estado nacional. Empero, la prctica zapatista funciona con frecuencia sin la necesidad departir de una identidad colectiva absolutamente coherente. Mientras que la exigencia de autonoma dirigidaa lograr la independencia nacional necesita con urgencia una identidad colectiva en su base, una

    concepcin menos secesionista (la autonoma en la nacin) no depende tanto de ese tipo de identidad.Tambin en la autonoma en la nacin se convoca a la Historia como un conglomerado de exclusionessimblicas y culturales y de explotacin econmica. Tambin es cierto que hay un sujeto de la lucha, en sumayor parte indgena; pero la poblacin indgena habla varias lenguas (tzotzil, tzeltal y muchas ms) ypermite, al menos potencialmente, la incorporacin de otras. Los zapatistas luchan por un mundo en elque quepan muchos mundos; en el que tal vez haya lugar para el pequeo mundo turstico-revolucionariode los independentistas catalanes o de los okupas berlineses.

    Desde que comenz el alzamiento se han establecido 38 distritos autnomos en incontables comunidadeszapatistas, las cuales comprenden su autonoma, de una manera pragmtica, como tnicamente indgena.Los derechos colectivos sobre la tierra que sobre esta base se exigen, no se confrontan solamente con elTratado de Libre Comercio de Amrica del Norte (NAFTA, en ingls); tambin la patronal mexicana y losterratenientes locales ven esa exigencia como una amenaza. La institucin de las Juntas de BuenGobierno fue consecuencia, entre otras cosas, de la falta de voluntad negociadora del gobierno central.Consista en la afirmacin del control de la guerrilla sobre sus propias comunidades. La educacin, lasalud, los negocios y la agricultura se organizan ahora de manera autnoma e independiente respecto algobierno central. Fuertemente influenciados por los reclamos universalistas de justicia, democracia,

  • libertad y dignidad, los zapatistas no slo han sometido sus estructuras a procesos de democratizacincontinua sino que, por medio de la celebracin de encuentros internacionales y consultas nacionales quevan ms all de las reas que estn bajo su control, han logrado desencadenar efectos, retar a lasinstituciones y someter a la crtica sus prcticas, comprometindose con procesos de reflexin. De acuerdocon Castoriadis, el momento en que nace la democracia, al igual que la poltica, no es el reino de la ley odel derecho, ni el de los derechos del Hombre y ni siquiera el de la igualdad de los ciudadanos, sino elmomento en que emerge el cuestionamiento de la ley en y mediante la propia actividad de lacomunidad[14]. Una de las bases de la concepcin zapatista de la poltica es su lema preguntandocaminamos.

    Ms all de los crculos especializados, el discurso zapatista resulta productivo de diferentes maneras. Noes por azar que, entre los muchos entusiasmos internacionales que confluyen en Chiapas, tambin vascosy catalanes se hayan venido a reunir aqu durante ms de diez aos. Los intentos de declarar compatiblela autonoma zapatista con las leyes mexicanas que intelectuales como el antiguo diputadosocialdemcrata del Partido de la Revolucin Democrtica (PRD) Gilberto Lpez y Rivas han llevado acabo, no es sino una de las posibilidades. Se corre siempre el riesgo de que se clausure, efectivamente,un espacio tnico al promover que la poblacin indgena se establezca en su cultura. Otra posibilidadsera formular la autonoma como una empresa transnacional, relativamente independiente de los actualessistemas polticos, sociales y legales nacionales, entendida en relacin con la actualidad de losmovimientos sociales de todo el mundo ms que con la bandera nacional mexicana[15]. En efecto, lasmuchas formas de activismo en las que los movimientos de todo el mundo se han comprometido siguiendoel modelo del zapatismo, como es el caso del llamado zapatismo urbano, sugieren que esta opcin esms que una simple fantasa.

    Berln, Semana Santa de 1995 (autonoma desde la nacin)

    Por razones histricas, los crculos de la izquierda radical alemana han discutido desde sus orgenes cmoconstruir una relacin positiva entre la nacin alemana y el rea centroeuropea de habla alemana. Estetipo de discusiones se han desarrollado de una manera no dogmtica en particular desde losacontecimientos de 1968 (en los que se produjo en Alemania una ruptura con la generacin de los padres,ms que una rebelin unitaria transgeneracional como sucedi por ejemplo en Mxico), los cuales tenancomo base una subjetividad en rebelin marcusiana contra la inmovilidad unidimensional[16]. Para los

    movimientos autnomos surgidos a comienzos de los aos ochenta era obvio que la independencia no eraposible a partir de las condiciones dominantes. En la conferencia sobre la autonoma (Autonomiekongress)que tuvo lugar en Berln en 1995, jvenes y viejos autonomistas se reunieron bajo el eslogan Laautonoma es la dependencia autodeterminada, en un encuentro entre generaciones que buscaba abriruna nueva etapa cuando, en realidad, acab por constituir ms bien un balance final. Losaproximadamente 2.500 sujetos en lucha en la Universidad Tcnica de Berln y el barrio en el que se sitahaban adoptado para entonces tanto la esttica tecno como el punk, integrando el posmodernismo y elanarquismo con los enfoques tericos neomarxistas. En los aos anteriores, el movimiento (que lasfuerzas de seguridad del Estado estimaban compuesto por entre cinco y diez mil personas) haba okupadocasas, espacios pblicos y otros espacios sociales, implicndose en debates sobre temas como laspolticas del uso de energas nucleares o la inmigracin. Este modelo histrico se podra describir comouna autonoma desde la nacin, en la medida en que era un movimiento que se haba establecido alhacer referencias, claramente negativas, a la historia de la nacin alemana.

    Cinco aos antes de la conferencia, la manifestacin contra la reunificacin llamada Nie wiederDeutschland! (Nunca ms Alemania!) haba atrado a 20 mil participantes en Francfort, con unaconsiderable participacin de autonomistas. La escena autnoma (mucho ms comprometida en aquelmomento con las luchas vascas o kurdas de liberacin) haba establecido una relacin inequvoca deconfrontacin con su propia nacin. An as, el concepto de autonoma que tenan los autonomistas esvulnerable a ser apropiado por un discurso poltico nacionalista o de algn otro tipo no previsto. Laautonoma de los autonomistas estaba mucho ms determinada por una subcultura que las dosconcepciones que previamente hemos esbozado. La produccin de smbolos tambin estaba muyextendida en este caso, aunque la unidad que transmitan las rastas, la vida en comunidad y la asistencia

  • extendida en este caso, aunque la unidad que transmitan las rastas, la vida en comunidad y la asistenciaa conciertos es difcilmente equiparable a la que crean las banderas nacionales. En esta forma deautonoma, la cultura es menos un canon especfico que una mezcla de rituales, smbolos y prcticas queprovienen y se desarrollan a partir de otros movimientos, corrientes y escuelas, con una orientacintransnacional antes que limitada al marco de una nacin. No obstante, haba y todava hay muchascosas por criticar en la autonoma de los autnomos, de la misma manera que las hay en la autonoma delindependentismo o en la versin zapatista: desde sus tcticas de confrontacin con otros hasta laopacidad de sus propias estructuras, y la dificultad (por no decir falta de democracia) a la hora de admitiren su club a quienes no piensan igual. Ms an, la autonoma de los autonomistas post 68 es tambinsospechosa de haber renovado el espritu del capitalismo ms que destruirlo, tal como lo han planteadoLuc Boltanski y Eve Chiapello, quienes caracterizan la demanda de autonoma como parte de la crticaartista dirigida contra la estandarizacin y la prdida de individualidad de la era fordista. En lugar dereconocer los efectos anticapitalistas de tal crtica, Boltanski y Chiapello detectan una semejanza de formaentre los nuevos movimientos de protesta y las estructuras el capitalismo, basada en indicadores comolos modos de organizacin reticular, la movilidad y la flexibilidad. En contraste con la crtica social, queapunta a la seguridad y a la estabilidad, la crtica artista, de acuerdo con ellos, ha fracasado en su luchacontra el capitalismo ya que no toma en cuenta hasta qu punto la libertad es parte del rgimen delcapital, y cun ligado est este sistema capitalista al deseo, en el cual basa la mayor parte de susdinmicas[17]. Mientras que el modelo de autonoma como nacin se nos muestra problemtico dadoque no desafa la(s) institucin(es) de la nacin, el concepto de autonoma desde la nacin, si estamosde acuerdo con Boltanski y Chiapello, parece ms bien ensimismado en luchar contra el hacer e instituir(Castoriadis), negndose a pensar el problema de una institucionalizacin alternativa.

    El anterior celo por no mezclar el Estado con la nacin se ha convertido en fanatismo. Las antiguas yseguras (aunque montonas) condiciones de trabajo se han convertido en precariedad; la vieja rutina griscotidiana de la fbrica se ha convertido en la colorida fbrica social (Antonio Negri) en donde seoptimizan las condiciones de valorizacin. Pero aunque la crtica de las instituciones no se salve de ejercerun efecto instituyente en el mal sentido de la expresin (y, a este respecto, hay ciertamente algunas

    coincidencias entre los movimientos de protesta mencionados por Boltanski y Chiapello y los artistas de lacrtica institucional de quienes habla Helmut Draxler), no tenemos otra alternativa. En efecto, la negacin yel encubrimiento de la dimensin instituyente de la sociedad[18] ha sido uno de los pilares centrales delstatu quo hasta donde la memoria alcanza[19]. Desplaza tanto las bases como los orgenes de lasinstituciones a un antes o a un afuera, como demuestra paradigmticamente la ideologa naturalizadoradel capitalismo neoliberal con sus lmites materiales, sus necesidades de localizacin y susoportunidades de inversin.

    Las prcticas instituyentes, en el sentido de anteproyecto de autonoma, tendran por tanto que atacareste proceso mediante el cual, de acuerdo con Castoriadis, se hace irreconocible la dimensin instituyentede la sociedad, pero sin quedar fijadas en una posicin crtica tal. Las formas de autonoma son en srelacionales y ambivalentes; estn siempre en peligro de acabar operando como si fueran nacionales,plegndose sobre s mismas, o adaptndose a imperativos neoliberales como el de la responsabilidadpersonal. Lo que necesitamos por tanto son prcticas mucho ms autorreflexivas, pero sin ser vctimas,en el proceso, de una autohipnosis colectiva.

    [1] Helmut Draxler: Loos lassen: Institutionskritik und Design, en Alexander Alberro y Sabeth Buchmann(eds.), Art After Conceptual Art, Verlag der Buchhandlung Walther Knig y Generali Foundation, Colonia yViena, 2006, pg. 178.

    [2] Ibdem, pg. 179.

    [3] Cornelius Castoriadis, The Imaginary Institution of Society, MIT Press, Cambridge, 1998(http://www.korotonomedya2.googlepages.com/CorneliusCastoriadisTheImaginaryIns.doc) [versincastellana: La institucin imaginaria de la sociedad, Tusquets, Barcelona, 1983 y 1989; nuestra traduccin(NdT)].

  • [4] Cornelius Castoriadis, Power, Politics, Autonomy, en Axel Honneth, Thomas McCarthy, Claus Offe,Albrecht Wellmer (eds.), Zwischenbetrachtungen, Suhrkamp, Francfort, 1989, pgs. 468 y ss. [nuestratraduccin (NdT)].

    [5] Ibdem, pg. 469.

    [6] Jrgen Habermas, The Philosophical Discourse of Modernity, Polity Press, Londres, 1990, pg. 329[nuestra traduccin (NdT)].

    [7] Ibdem, pg. 332.

    [8] Cornelius Castoriadis, The Imaginary Institution of Society, op. cit., pg. 478.

    [9] Ibdem, pgs. 472 y ss.

    [10] Jrgen Habermas, The Philosophical Discourse of Modernity, op. cit., pgs. 332 y ss.

    [11] El examen de uno de los proyectos autnomos ms importantes de la historia reciente, el operasmoitaliano, excede con creces la ambicin de este texto y est fuera adems del arco histrico que noshemos marcado. Vase sobre este tema [en alemn] Martin Birkner y Robert Foltin, (Post-)Operaismus.Von der Arbeiterautonomie zue Multitude. Geschichte und Gegenwart, Theorie und Praxis. Eine

    Einfhrung, Schmetterling Verlag, Stuttgart, 2006 [y varias referencias en castellano, entre las cuales: Lahorda de oro. La gran ola creativa y existencial, poltica y revolucionaria (1968-1977), Traficantes deSueos, Madrid, 2007; accesible en ].

    [12] Aunque parece obvio, quiz no est de ms subrayar la necesidad de tener en cuenta el solapamientode significados del trmino autonoma que se produce en este pasaje de la versin castellana del texto, yque nos obliga a diferenciar conceptualmente entre la autonoma legal de la que goza Catalua en elseno del Estado espaol y el sentido de la autonoma buscada por el independentismo cataln que elautor valora aqu en relacin con la concepcin de Castoriadis. De ah que el autor especula con lamanera en que el independentismo busca la autonoma superando el marco legal autonmico (NdT).

    [13] Cornelius Castoriadis, The Imaginary Institution of Society, op. cit., pg. 480.

    [14] Ibdem, pg. 472.

    [15] Sobre las varias concepciones de la autonoma modeladas en las discusiones sobre el zapatismo,vase [en alemn] Jens Kastner, Wille zue Freiheit. Autonomie in der entwecklungspolitischenDiskussion, en iz3w, n 294, Freiburgo, julio-agosto de 2006, pgs. 16-19 [y en castellano, del mismoautor, Para todos todo! Diferencia cultural, igualdad social y poltica zapatista, en transversal:universalismo, junio de 2007 (http://translate.eipcp.net/transversal/0607/kastner/es)].

    [16] La continuidad del nacionalismo alemn que evocan algunos veteranos del 68 como el anteriordirigente del Sozialistische Deutsche Studentenbund (SDS) (Alianza de Estudiantes Socialistas Alemanes)Bernd Rabehl, actualmente ultraconservador, o Horst Mahler, el antiguo abogado de la Fraccin delEjrcito Rojo, que hoy representa posiciones fascistas, no concierne a la mayor parte de los movimientosdel 68, que eran de carcter transnacional, ni a su contenido ideolgico. Los argumentos de Rabehl yMahler se dirigen contra los sectores que llaman antialemanes para desacreditarlos y, con ello, alconjunto del movimiento de izquierdas radical.

    [17] Luc Boltanski y Eve Chiapello, Der neue Geist des Kapitalismus, UVK Verlagsgesellschaft, Constanza,2003, pg. 506 [versin castellana: El nuevo espritu del capitalismo, Akal, Coleccin Cuestiones deAntagonismo, Madrid, 2002; nuestra traduccin (NdT)]. Aunque son los veteranos del 68 en Francia, porsupuesto, y no los autonomistas de la zona de habla alemana, el sujeto del anlisis de Boltanski yChiapello, los autonomistas son tambin en ltimo trmino uno de los movimientos post 68 cuya retrica

  • sobre la libertad ha sido con frecuencia trasladada a las jerarquas suaves de las nuevas estructurasorganizativas del capitalismo.

    [18] Cornelius Castoriadis, The Imaginary Institution of Society, op. cit., pg. 462.

    [19] El enfoque polarizador de Boltanski y Chiapello pasa totalmente por alto el hecho de que uno de losconceptos centrales de la demanda de autonoma del 68 era, siguiento a Marx, enfatizar que la Historia lahacen los hombres y las mujeres y que por tanto puede ser hecha (Rudy Dutschke). La dicotomamutuamente excluyente implcita en la confrontacin entre buena crtica social y mala crtica artistadebe ser rechazada, dado que no logra aclarar la diferencia entre estos dos conceptos. [Vase tambin eneste sentido la crtica de Maurizio Lazzarato, Las desdichas de la crtica artista y del empleo cultural, entransversal: creativity hypes, febrero de 2007 (http://transform.eipcp.net/transversal/0207/lazzarato/es)].

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