Jaime López - '54 tonadas

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canción ’54 tonadas Jaime López

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Canción. Colección Desde la Otra Orilla. México

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’54 tonadas

Jaime López

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’54 tonadasJaime López

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© Jaime López 1a edición. 2001. Impresa. Enkidu Editores Ediciones del Lirio ISBN: 968-6545-05-0 2a edición. 2009. Internet.

Ilustración de la portada: Carmina Hernández

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Cautiva monólogo musical

para cantactriz

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I

Ahora que en el mitin se concentran las fuerzas celulares de mi cuerpo, teléfono al oído te lo cuento: el chisme es buen negocio en esta era.

A rastras la memoria me conduce rentándome películas vacías, el metro se convierte en un tranvía y al túnel del flashback nos introduce.

Del fondo viene el grito… algún atropellado sigue vivo.

El púlpito salvando a los suicidas, catorce catedrales que relucen; aquí aunque mi silencio me reduce, ya cruje cuando escribo la crujía.

Raído reina el ruido por el templo, aquí donde el pecado te lo inventas; la biblia parabólica nos cuenta que cada videoclip es un ejemplo.

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II

No lucen los espejos ya muy bellos, se notan poco a poco las atrofias; no eres por ahora aquella novia que todo un pueblo amaba verso a verso.

Ya no hay chofer ni limusina afuera, la vida es una diva trastornada; se va desafocando la mirada y ahora ya en la sala nadie espera.

Dejémonos de tretas,

no hay vida como ésta en dos planetas.

En el oscuro cuarto en que te hallas, un poco más acá de las esferas, la única luciérnaga que vuela es esa compañera con pantalla.

Así, entre estrellas solitarias obvias, existe un mundo en todo el universo que con lo artificial de su destello no deja de brillar con luz muy propia.

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III

Se escucha despertarse a los camiones, la fábrica a tu paso ya te silba y en el despunte de este nuevo día tu llanto aún rocía los faroles.

Empiezan a apagar su madrugada las luces mercuriales desde el lodo y esclava en la cadena del insomnio te miras en la esquina ahí parada.

En ese viejo feudo las piernas del patrón serán tu asiento.

Ahora que ya estás tocando el fondo, sin sueños ni ilusión, alucinada, como un pantano urbano que te traga, te hunde el pavimento hasta los codos.

Un día se dirá que un día hundía su soledad y tú entre sus rubores, en nombre de unos tiempos ya mejores, bajabas la mirada enrojecida.

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IV

De pie va levantando un nuevo día el sol al escalar los edificios, parece ir de prisa el muy cretino llevando un portafolios de rutina.

Detrás de las montañas en la infancia salía perezoso y desgreñado, ahora que se oculta en ese saco camina sin querer darnos la cara.

A veces juegas duro haciendo de la vista un lente oscuro.

Aquel azul del cielo es viejo cuadro, ahora más parece un guardaespaldas un tanto ennegrecido por la capa de nubes y relámpagos de cuarzo.

Es un elevador su domicilio y ahí en el ataúd de la oficina está con la corbata que lo asfixia el sol durmiendo el sueño del vampiro.

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V

Atrás el tiempo no contaba edades y nadie celebraba los cumpleaños, vivíamos afuera del rebaño de una o dos o tres trivialidades.

Aquello no duró más que un suspiro, un antes y un después existe ahora que estoy por ser quien soy, a mucha honra, desde antes de vagar en el exilio.

En esos buenos días la luz y las tinieblas eran mías.

Andamos de la mano de la hora en estos tiempos de pedir auxilio, por estas épocas el paraíso ya sólo pertenece al que lo compra.

Yo aún recuerdo aquel primer regalo que me arrojó del plácido paraje a las flamígeras profundidades, cayendo de la gracia como el diablo.

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VI

Alguna vez soñé con arrecifes a orillas del desierto vigilantes, cactáceos rostros como navegantes de roca pura y duras cicatrices.

Haciéndose a la mar color dorado los vi zarpar, partir rumbo a la nada; coyotes y camellos ya nadaban haciendo compañía a aquellos barcos.

Tal vez es un delirio soñar y estar burlando lo prohibido.

El sol en la cascada de sus barbas cual viejo cascarrabias solitario, no era más que un pobre atormentado cascado cascabel que viboreaba.

Alguna vez soñé con el oleaje de las arenas de tu piel de tigre, espero en el instante en que rugiste me hayas recordado al despertarte.

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VII

Levántate, querido viejo lobo, que creo que me estoy volviendo oveja; no hay cosa sin chistar que no obedezca en la dulzura de un hogar sin fondo.

Regrésame a la calle miserable, ahí donde se lidia con el hampa; libérame de la divina trampa que fue el corral que quise yo robarme.

Levántate y camina … querido viejo lobo, no te extingas.

Ya ves que un cómodo sofá te atrapa y así se multiplica interminable, domésticas mazmorras adorables, bostezo cotidiano que nos traga.

Asómate feroz por esas rejas, te espero ahí en el bar del foco rojo; levántate, querido viejo lobo, que creo que me estoy volviendo oveja.

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VIII

¿Me quieres ver la cara a mí de nuevo? ¡Si vieras que aprendí de mi pasado! Hacérmela otra vez es demasiado, un día te llevaste a quien más quiero.

¿Acaso me ha marcado la derrota? Tú sabes que te estimo por lo que eres. Si aquí los perdedores son los héroes, yo niego, pues, la cruz de mi parroquia.

Por dios, querida hermana, la mano no se lee entre gitanas.

Con golpes en el pecho, ¿quién se hiere? La culpa no se quita ni con hostias. En cuanto a lo demás, no queda otra: no creo en otra vida, en otros seres.

Apágame la tele, pon el radio, si es algo que me arrulle, lo prefiero, porque por siempre en el cuadrante entero se oye la balada del ahorcado.

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IX

Podrás quitarme el sueño día a día y hacer de cada noche una condena, si amar o no amar es el problema, ¡borrón ! Y tú tu onda y yo la mía.

No te preocupes por salvar la honra, si a ti te están faltando las agallas, aquí me están sobrando a mí las ganas… y el tiempo está corriendo en nuestra contra.

Mi amor, ya no te espantes, que yo andaré por donde el duende ande.

Lavemos el asunto sucio en casa, podemos empezar el round de sombra; que rueden las ofensas por la alfombra, que oigan las paredes la batalla.

No pasa el río el que nada arriesga, bajemos hasta el sótano, mi vida ; abramos esa puerta tan sombría, que no hay peor miedo que el que no se enfrenta.

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X

Me dicen por mi facha de jolgorio que soy la flor que se vistió de luto un día en una boda y de seguro que me verán de blanco en los velorios.

Me dicen por mis modos relajados que causo en las sotanas temblorinas, que soy un carnaval en plena misa, que quito las aureolas a los santos.

Pero en verdad os digo: jamás me reprobaron en civismo.

Lo dicen, lo repiten y lo afirman, que guiada por mi signo del zodiaco, el equilibrio desequilibrado en todo lo que hago predomina.

Así que puedo ser la flor de luto en plena boda de don Juan Tenorio o andar de blanco por cualquier velorio cual doña Inés en Halloween de lujo.

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XI

Y continúa el astro rey en llamas, puntual, a cada súbdito azuzando; con nubes o con cielo despejado se sigue levantando a diario en armas.

Insiste en imitarlo nuestro mundo, la plebe se marea y pega el grito sintiendo que la Tierra va al abismo sin ton ni son, sin rumbo dando tumbos.

No empieza aún la crisis, así que guárdate tu Apocalipsis.

Anímate, planeta peregrino, tan sólo es otro susto entre los sustos, la página que cambia acá en lo oscuro, no viene el fin del libro de los siglos.

Ya van llegando aquí los invitados, abierta está la puerta de la casa … y pese a que se llene de fantasmas, del caos viene la creación del canto.

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La lengua es redonda algo sobre España

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Heme aquí

Heme aquí oyendo cómo vuelan las palabras. Heme aquí por valles y montañas de concreto. Aquí donde la calle es una cancha de plebes que patean el idioma, la vieja lengua viva que parece pelota al rebotar de boca en boca.

Heme aquí a miles de kilómetros de casa. Heme aquí huyéndole al pantano a fin de cuentas. Mi hogar es este cuerpo caminando ausente con la mente en movimiento, así que no pretendo a donde vaya dejar de parecer un extranjero.

Heme aquí, heme aquí …

Heme aquí por baches, por banquetas, por cantinas. Heme aquí por túneles, andenes y vagones. A pie voy navegando en el asfalto,

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a solas cabalgando en el abismo, sin más paisano que el que pasa aprisa dejando su fugaz impresionismo.

Heme aquí bebiéndome la niebla del cigarro. Heme aquí dejando sólo huellas en el aire. En el hotel que va sobre las ruedas del tren y entre las alas de un avión, se encuentra la tonada que me sigue diciendo que entre más lejos, mejor.

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Soneto del Federico

Si García Lorca era Federico, quisiera ver qué cara le pondría al nada señorito pugilista que riñe aquí en la barra y es mi amigo.

Pues todo comenzó con la llovizna que ya nos empujaba al precipicio de bar en bar, por cuevas y escondrijos, en el Madrid nocturno que se abría.

Mejor que un poeta es este pillo al lado cuando surgen los tunantes, que rudos chapotean por el antro.

Es de este Federico del que yo hablo, que pese a sus tocayos abundantes, ninguno se parece a Federico.

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Soneto de la Rosita y Paco

Tras de las copas se rompió una taza y cada quien cogió su rumbo fijo, mas en el taxi se quedó dormido y casi Paco se nos va de casa.

Y la Rosita andando en el olvido llegó al hogar, pero algo le faltaba … ¿Sería aquél que tanto vomitaba detrás de ella como fiel marido?

En un pisito del Madrid de a diario, se quita uno un poco lo turista como un humano que se quita el saco.

Entre esos duendecillos brincoteando, el alma tras la faz cosmopolita de la ciudad son la Rosita y Paco.

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Soneto de la bruja Elsa

Un gato gótico con sus zarpazos trazó este barrio azul para las brujas, Gaudí maúlla al levantar la luna, pues ya las ve venir aterrizando.

Y luego siguen por la vieja ruta al gato gótico que paso a paso, mañoso y malandrín, las va mareando con esas copas llenas de burbujas.

En esta serenata catalana, las brujas danzan por las catedrales y así se ríen de la verde leña.

En una de estas medievales ramblas, encima de su pose imperturbable, la bruja Elsa se soltó la greña.

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Soneto de Ignaci y Montse

Si te han hablado del Mediterráneo, irremediablemente habrás caído en esa hipnosis del coral sonido que son sus olas penetrando el cráneo.

De tanta intrepidez contemporáneo, del torpe navegante a los fenicios, del más gitano al payo peregrino, si te han hablado del Mediterráneo,

darás con él por la Barceloneta en esas noches de esas caminatas o en el Anís del Mono de esa copa

que aguarda en un rincón de Badalona, ahí por donde abriendo la ventana Ignaci y Montse brindan su acuarela.

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Soneto del Mesalles

Allá Mesalles baila sevillanas, allá ese Víctor tiene duende propio; allá el galán tendrá siempre un piropo y allá su mano es una mano hermana.

La noche se nos lía como un porro y habla y habla como canta y canta y jura en vano que se va a la cama y sigue el tocadiscos muy sonoro.

Pues fue arrullado por el cante jondo el buen Mesalles que nació en el fondo del restaurante aquel de un barrio chino.

¡Salud, carnal, paisano fronterizo! Es tanta la emoción, mejor le paro … no vaya el corazón a reventarnos.

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Soneto de la Rosaura

Subió Rosaura a la Giralda un día que en paz desde la almohada yo soñaba con esa torre esbelta con Rosaura y toda la Sevilla que veía.

Me dio la mano y me perdió por Triana con la creciente luna que reía al río mío que por siguiriyas tocaba al ras su cuerpo de guitarra.

Sentí el Guadalquivir entre mis venas, sentí el galope de una voz antigua, sentí de la Maestranza aquella arena.

Volví del sueño que cortó una espada y aquellos ojos negros me veían … bajó Rosaura, al fin, de la Giralda.

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Soneto por tarifa

Jamás el viento me aventó impetuoso con la potencia de ese par de brazos que son Atlántico y Mediterráneo, donde es Tarifa esquina con el Moro.

Para llegar aquí, pensé instantáneo, se necesita estar un poco loco; pero bastante más pa’ entrarle al toro de descubrir aquellos mundos raros

que suelen esperarnos contundentes un poco más allá de lo que aterra. Lo dice aquel nacido en Matamoros:

si hubiera descubierto un continente, con gusto hubiese yo gritado tierra donde es Tarifa esquina con el Moro.

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La lengua es redonda

Madrid es la morena que en pleno amanecer detiene a la Gran Vía y el taxi está a sus pies.

Granada es la gitana que canta al pregonar y venda lo que venda no la podrás comprar.

Es Córdoba, sin duda, la estatua del saber: Maimónides que rasga las cuerdas del placer.

La lengua es redonda se viene a comprobar en una carabela que vuela para atrás.

Sevilla brilla, brilla por el Guadalquivir y en un solar de Triana la luna baila en ti.

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Jerez de la Frontera en la meditación, la copla es una copa de un fino viejo amor.

Allá por San Fernando se me quebró la voz, en la Venta de Vargas recé por Camarón.

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Arando al aire canciones para pasar de siglo

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Mi niña tiene el coraje

De latir, de respirar, de vivir, de ser así, mi niña tiene el coraje de gritar estoy aquí.

Ojitos de aceituna, carita de quejío, tu cuna es una luna que va a arrullarse al río.

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Juímonos, anda, Lucía

Deja ya esa perra vida, sal del árido refugio; quítate esa cara agria, hay que darnos ese lujo.

Ya relaja el nudo ciego, échate esa cheve fría; ponle alas a la troka, juímonos, anda, Lucía.

Juímonos, anda, Lucía, juímonos, que la fiesta se desata, ojos de gitana gata.

Pon tus armas bajo tierra, cántame como en la cuna; esta noche es una hamaca la querida vieja luna.

Aligérate la carga, abandónate en la vía; ponle rieles a la cama, juímonos, anda, Lucía.

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¿Cómo ves esa troka?

Dicen que hay camellos en Beirut y pingüinos en el Polo Sur, dicen que hasta existe Timbuctú y uno que otro Beatle en Liverpool. Dizque hay pesebres en Belén, que, por cierto, rima con: Matusalén, Jerusalén y amén también.

Hablan mucho de la Torre Eiffel y de pisa y corre de Babel, que por Babilonia baila el buey y que hasta Moncada es un cuartel. Dizque hay pesebres en Belén, que, por cierto, rima con: Matusalén, Jerusalén y amén también.

¿Cómo ves esa troka pa’ recorrer lo que nos falta del mundo?

Dicen que hay desiertos en el mar como que hay ahogados en el bar, dicen que el Dorado brilla allá, cerca de las rejas de Alcatraz. Dizque hay pesebres en Belén, que, por cierto, rima con: Matusalén, Jerusalén y amén también.

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El cometa errante

¡Hasta aquí! Que ya estoy que me arrastro como el mártir aquel del calvario. Te lo dice quien tanto ha pecado: ya no más, por favor.

En el nombre del ser más sagrado, te lo ruego, retira ese tarro; no me sirvas el próximo trago, no me tientes, por dios.

Ni una más, que ya se va el Cometa Errante, ya me voy a California a echarme un dancin’; a’i te mando una postal o pa’l retache te veré por los vapores de Portales.

Por el cuerpo y la sangre de Cristo, ya no me hagas tomar este vino que hace libre a cualquier municipio y hasta Tlalpan estoy.

Callejón, carretera o camino, me reclama mi propio destino; no sé dónde se encuentra mi juicio, pero yo ya me voy.

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Ábranla, que ya se va el Cometa Errante, ya me voy a California a echarme un dancin’; a’i te mando una postal o pa’l retache te veré por los vapores de Portales.

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En ese portón

En este portón tres años atrás parece que nada pasó, tal vez una estrella fugaz; apenas un rostro es tu voz y el fuego me abrasa al cantar en este portón tres años atrás.

En este portón mil noches después, ¿qué fue del querido rincón y el beso sabor a café? ¿Qué fue del famoso farol? De golpe la luz se nos fue en este portón mil noches después.

A veces como un bandolero me asalta el recuerdo de un tiempo que aún se me mueve y llueve y entonces me voy de vagón en vagón donde el metro me lleve.

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En este portón ahora y aquí, exacto la noche de hoy eterna se puede sentir; parece que estás cuando estoy cantándote así como así en este portón, ahora y aquí.

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Por los arrabales

Corazón, confesor de mis soledades; valedor, recordando y viviendo el baile, ¿dónde están las que amé por los arrabales? Corazón, confesor de mis soledades.

¿Qué pasó con la Güera Petra y la Salomé? ¿Dónde fue a parar la Lola y la Gran Lulú, la Liset, la Raquel, la Rita y la Bella Esther? Claro está y sin olvidar a la Marilú.

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Sírveme un agave

Nos veremos cara a cara sin pretextos justo ahora que el infierno ya se acerca, donde nadie nos estorbe ni nos juzgue, te lo digo Juana pa’ que entiendas Petra.

Y ábreme las llaves, que olvidé la puerta; sírveme un agave, que me lleva Gestas.

Desarmados, ya sin cuerpo, ay, alma mía, en las llamas del eterno sufrimiento; alejados de la dulce vita aquella, la manera de gozar encontraremos.

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Más mortal que una bala

Puede que duelan, y mucho, las despedidas, amiga; puede que queme tu odio más que el ardor de una herida.

Puede que cale tu ausencia más que filosa cuchilla y te lo digo tripeando que hasta me pueden tus líneas.

Cuando quisiste halagarme lo hiciste carta tras carta, pa’ despreciarme una frase fue más mortal que una bala.

Puede que duelan, y mucho, las despedidas, amiga.

Mira qué chico es el mundo, qué tan cortita es la vida, que para ahogarse hasta un vaso basta y quizá sobraría.

Si a la cantina al final vienen a dar los suicidas,

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puede que sea profunda más que la filosofía.

Puedo arrojarme al abismo si de encontrarte se trata, porque también tu silencio es más mortal que una bala.

Mira qué chico es el mundo, qué tan cortita es la vida.

Y más mortal que una bala es una sola certera palabra y más mortal que una bala es el silencio que dejas en mi alma…

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Rodeos

Entre azul y buenas noches cierta vez nos conocimos y bailamos ese duelo con el dedo en el gatillo. Desde entonces, vida mía, mucha sangre ha corrido; hay un as de corazones en el póker malherido. No hay más cartas en la manga, ¿qué te tomas?, ¿qué te sirvo? Como dicen: al fin solos, frente a frente y sin Cupido. Esa línea no es la recta, no dispares indirectas; como buen vaquero viejo ya no me ando con rodeos.

Ya no quiero azul celeste, en la barra sólo un tarro; interpreta mis señales en el humo del cigarro. Nada traigo en las alforjas, puedo ser tu tiro al blanco hoy que luzco en el sombrero las arrugas del barranco. Me he quitado las espuelas,

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mil demonios he domado y me voy montando a pelo un caballo desbocado. Esa línea no es la recta, no dispares indirectas; como buen vaquero viejo ya no me ando con rodeos.

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Cruel carrusel

Te amé muriéndome de hambre y en la noche llovía el alcohol, entonces daba la vida por robarle algún verso al amor. Y besabas, más bien, al cigarro y de esto jamás se escribió.

Te amé pegada a la barda y la fábrica en eso silbó, contigo anduve en los rieles del tranvía que un día pasó. Y tomamos café con los chinos y de esto jamás se escribió.

Y de pronto un oscuro total, dando vueltas ahí me quedé, el cruel carrusel, ya sabrás.

Yo que sé si pasaste y te vi, sé que aquélla, aunque no eras tú, bastante tenía de ti.

Cruel carrusel, cruel carrusel, detente ya, detente ya…

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Te amé cayéndome al suelo y en el suelo aun fue mejor, los pies en las nubes tenía, la cabeza rodando a un rincón. Y cantabas con tus carcajadas y de esto jamás se escribió.

Te amé despacio y de prisa en la cama o por un callejón, tal vez como un paranoico, como príncipe azul sin presión. Y deseabas lo que ya tenías y de esto jamás se escribió.

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Regalando lo peor

Cada que quiero cantarle yo al sol, se me oscurece, de pronto, la voz; cada que quiero cortarte una flor, por el contrario, te rompo un jarrón.

Cada que quiero decirte mi amor, se me atraganta el besarte y me voy; cada que pienso que doy lo mejor, puede que esté regalando lo peor.

Gracias, entonces, te doy por no mirar para acá; gracias, de veras, primor, por simular que aquí estás.

Cada que quiero la luz alcanzar, en el pantano me hundo yo más; cada que quiero ser claro y brillar, sólo tinieblas arrojo al hablar.

Cada que quiero tu mano tomar, eso que llaman distancia se da; cada que intento por ti declamar, ese bostezo me quiere tragar.

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Ese beso de tus ojos

Al cielo pongo por testigo y juro que nunca imaginé ni por ensueño que aquella cita alguna vez llegara y a media luz se me cumplió el deseo.

El vino, muy solemne, reposaba, discreto, silencioso cual vigía; las copas escoltaban nuestros platos, ahí donde el amor es un caníbal.

Parece que no pasa nada a veces, de cerca suele ser distante un rostro; no obstante, más que un beso de tu boca, deseaba ese beso de tus ojos.

Por a’i en la espesura de la charla, a tientas caminaban nuestras voces; lejanas se escuchaban las palabras, tan tímidas, pasándonos de noche.

Románticas las velas en la mesa ardían y la cita transcurría, las manos al mantel se asomaban ahí donde el amor es un caníbal.

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Asomando por el escondite

Asomando por el escondite de la propia timidez, fue con la mirada que empezamos poco a poco a acariciarnos.

Ese roce audaz de las mejillas, sonrojada calidez, fue, sin más, lo que nos fue llevando al encuentro de los labios.

Tras abrirnos en el claroscuro y probarnos el sabor, suspirando al paso de ese beso, descendimos por el cuello.

Desde ahí, ramificando el tacto, un abrazo nos fundió; interplanetario fue el encuentro en lo más solar del plexo.

Asomando por el escondite…

Asomando por el escondite de nuestro aparente ser, fue que en eso el alma liberada retozaba en el Nirvana.

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Y el travieso beso que seguía descendiendo hasta los pies, pero, pese a todo, cosa rara, ya las piernas no temblaban.

Era todo y no dejamos nada a la imaginación, la sonrisa acusa y sucumbimos en lo bajo del instinto.

Recorrimos nuestras geografías con el mero corazón, lo mejor, en fin, ahí nos dimos… ya después nos desvestimos.

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Así de fácil

Así de fácil, de corazón, así de frágil se da el amor; así de gratis, sin más por hoy, así de fácil se dice adiós…

y lo demás lo sabes tú y lo de menos el cielo azul.

Recuerdo el día de noche, al fin, que amanecimos unidos, sí, con el pasado curado ahí en un presente sin porvenir…

y lo demás lo sabes tú y lo de menos el cielo azul.

Por cierto, ¿cómo ves mi desastre? Lo siento, nunca vino mi sastre. Y se supone que debo sentir como la estatua que ve de perfil…

y lo demás lo sabes tú y lo de menos el cielo azul.

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Misterioso asesinato

Al fondo del café, ahí plantado, se ve que te han pasado por encima; tal vez herido, amigo, habrás oído: lo siento, lo lamento, vida mía… y así cualquier pretexto y tú sin medicina… mejor ya no las pidas si no quieres mentiras.

En ese misterioso asesinato, incluso, nadie dio ni con el muerto, el mismo que no fue a la funeraria, culpable que ella no llegara a tiempo… y toda la familia parece ir en deceso… a otro mugre perro con ese viejo hueso.

No digas que yo soy el único, si realmente me quieres; no, nunca me lo digas… que no pedí mentiras.

Me quiere, no me quiere, da lo mismo; me miente, no me miente, es lo que temes; no es la margarita mentirosa,

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tal vez no la deshojas cuando debes… y hablando del zodiaco, verás que nunca es tarde para cambiar de aire mucho antes que te cambien.

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Mucho más que un simple perro

Es tan denso tu silencio que me dan escalofríos, siento el peso del desprecio que me hunde bajo el piso; ya no más una sonrisa, me desairan tus pestañas, ya la luna me regaña, doce duendes me critican.

Yo no sé en qué te he ofendido, la traición no es mi defecto; suelo ser agradecido mucho más que un simple perro, pero viene ya la araña con la red que inmoviliza, ya la pálida me atiza, ya muy cínica te ensañas.

Suelo ser yo todo oídos, suelo ser acomedido, suelo ser agradecido mucho más que un simple perro.

El suspenso es tan espeso que se corta con cuchillo, ya no más un solo beso,

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ya no más aquel cariño; debe ser que ya en el colmo no me quieres, uh, lalá, por apátrida, supongo, y xenófobo, además.

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Los señoritos

Los señoritos por siempre con sus desplegados, los señoritos de siempre en el mitin de hoy, en su importante grupito de no más de cien, los señoritos jugando a la revolución; así se carguen a los de abajo y hasta se caiga el propio país, siempre ha de haber escudos humanos y un lugarcito a salvo en París.

Con el poder heredado de sangre en la tinta, los señoritos bien son los abajofirmantes; como por dios que la beca es de quien la trabaja, los señoritos bien son no gubernamentales. Organizados los pioneritos con paliacates y mochilitas, cual buen salvaje en selva de asfalto vienen y van con su guerrillita.

Cuando la moda pasó por el mundo, encuentra siempre ese punto de atrás donde se atasca y no pasa jamás… donde se atasca y no pasa jamás.

Ya cuando el hábito se ha salpicado de fango, hay que curarse en salud con la gran salvación; es lo que vienen vendiéndole los señoritos

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a todo aquél que de vil señorito pecó. Hacen la guerra con paz y amor, son regañones como Greenpeace y alguna linda estrella de rock baja a lavar su lana ahí.

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Rojos y cristianos

Pues yo no estoy con rojos ni cristianos… ¡si fueron ambos mis perseguidores! Si desde entonces iban de la mano a izquierda y a derecha los censores.

Y no es por ir al centro con neutrales. Detrás de la protestataria pose, de los sesenta a los noventa actuales, más bien los reaccionarios son de clóset.

Ya van saliendo a diestra y a siniestra, ya van cayendo por su propio peso y toda esa medida maniquea al hoyo con el siglo se va yendo.

Sermones, choros, rollos, estertores, patada apocalíptica de ahogado; incrédulos y mochos oradores, me da lo mismo tibios y troyanos.

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¿Qué le dieron a joselito?

¿Quién es ese freak?, ¿qué fue de su frac? Le dieron de todo y todo hizo crack.

Mejores los tiempos que le conocí, pues yo era un crío creyendo que él también era un crío, ¡qué dulce su voz!, ¡qué real y qué noble la pinta de aquél!

Habiéndole visto en el cine una vez, prendí yo la tele treinta años después y el tal Joselito, un tanto castizo, entonces ya era un midget postizo.

¿Quién es ese freak?, ¿qué fue de su frac? Le dieron de todo y todo hizo crack.

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¿Qué fue de la gran Betty Boop?

Me he enamorado de muchas estrellas, en el burlesque, en el teatro, en el cine; de la pantalla a los magazines, toda mi vida no he visto más bellas.

Suelen decir que no son de a de veras, tan criticadas nos ven todavía y aunque titilan un poco postizas, me he enamorado de muchas estrellas.

Pero de todas, y ya esto es el colmo, de carne y hueso no es la que adoro; tal vez es su voz, tal vez es su look, dime, ¿qué fue de la gran Betty Boop?

Tantas estrellas y muchas han muerto, que lo que vemos tan sólo es un mito; su resplandor es lo único vivo como un autógrafo en el firmamento.

Brillo perdido y quizá puro cuento, esa pantalla no es ya de plata, pero, de vidrio o de hoja de lata, aún las amo y no me lamento.

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Uno de pocos

Uno de tantos destacará y las estrellas te bajará, pero si te hartas del cielo, cuando te canse lo bueno, uno de pocos te esperará.

La buena vida es un manantial, un callejón es la oscuridad, así que si un día de estos vienes a dar a mi lecho es que ya debes andar muy mal.

Es que ya debes andar muy mal si es que conmigo has venido a dar, pero si te hartas del cielo, cuando te canse lo bueno, uno de pocos te esperará.

Uno de pocos te esperará…

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Te he de querer

En tierra de nadie hallé la señal que me dijo adelante, tocando ya el fondo llegué hasta el punto en que no hay retorno; en esta ciudad me diste el coraje en un beso mordaz y en pueblo sin ley nos queda partir desde cero otra vez.

Te he de querer, te he de querer sin volver al ayer; te he de querer, te he de querer justo ahora, mujer…

Gorrión mal herido, de golpe la sangre nos llega hasta el nido; sin cielo ni montes, volamos aun cuando no hay horizonte; detrás del disfraz nos vamos quitando la piel de metal y en el tú por tú se hace la luz apagando la luz.

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Me tumba tu rumba

No sé, caray, no sé quién pidió dolor; qué tal, mejor, ¿qué tal si me das amor? Dame, dame amor; dame, dame más dolor.

Algo en el destello me oscurecerá, algo en la penumbra me iluminará; amo ver tu rostro a medio eclipse ya en el claroscuro de la intimidad, ¿qué más?

Ya, ya, ya me tumba tu rumba…

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Lápida de años

Has de platicar contigo en silencio un tanto a lo tonto y aunque al lado siempre hay alguien, suele ser quien te acompaña un monstruo; cuando miras hacia el techo has de recordar tu mismo rostro que se va agrietando a solas y se viene abajo ya de pronto.

Porque a veces uno piensa que son cosas sólo en la cabeza, nunca falta quien va haciendo caravana con sombrero ajeno; porque a veces los errores cuestan sangre y van pesando horrores, una lápida de años vas cargando por el calendario.

Una lápida de años vas cargando por el calendario…

Porque no te preguntabas qué hago aquí con este amor sufriendo,

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o cortándose las venas o poniéndose la soga al cuello; porque no te cuestionabas y se fue, se fue pasando el tiempo, las heridas no cerraron ni lamiéndolas con el lamento.

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Desenchufado

Te extraño y lástima que no me extrañes. Te invoco y lástima que no aparezcas. Así las cosas, así es la vida y esa puerta que no se abre sola.

Te fumo y lástima que ni me fumes. Te atrapo y lástima que te hagas humo. Ya no hay contacto, ya no hay señales y aquí en mi mente nada es exacto.

Estoy desconectado, aquí en mi bóveda craneana hundido. Estoy desenchufado, tu piel eléctrica es un zumbido.

Te creo y lástima que no me creas. Te siento y lástima que no te toque. Por un momento, por un instante, en un suspiro acaricié lo eterno.

Te sueño y lástima que no me sueñes. Te tomo y lástima que te evapores. Aquellos tragos, aquellas calles y el cine aquel como un hotel de paso.

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La ofrenda

Pareciendo oírte hablar del dulce cansancio del placer cumplido desde ignoto lugar, apagué la lámpara y llegó de lo lejos un olor a incienso que me vino a incendiar.

Tú que te has perdido para al fin encontrarte y hay señales de humo desde algún callejón, sólo sé que existas donde existas excitas y eres tú la diosa y lo demás qué sé yo.

Dicen que es un campo de batalla la mente y de muy dementes el desearla tomar, la locura atrapa con sus gatos guardianes al ladrón que intenta profanar más allá.

No me queda duda que tu cuerpo es un templo, no me queda duda que al entrar siento a dios; dicho de otro modo: si el altar es la cama, eres tú la diosa… y la ofrenda soy yo.

No, a nadie quiero convencer, convencer de lo que sé; que predique el inseguro, que predique el inseguro de su fe.

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Gran quinqué

Te quiero, lucero de mi oscuridad, me entrego al fuego tuyo sideral; tus ojos al abrirme su profundidad me comen, me devoran, me arrebatan ya y en eso te beso y el temor se va.

Cariño, destino que viniste a mí, te brindo el brillo que tomé de ti; tu mano es una flor que brota y prende aquí, hay una llama siempre viva en el candil y al fin no camino para hallar el fin.

No sé si un día te contaron que el sendero aquel es laberíntico y te lleva rumbo a no sé qué, pero la Vía Láctea en tu mirada viene a ser la vieja brújula que embruja con su gran quinqué.

Gran quinqué…

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Angelita

El árabe tocaba la armónica en la barda y ella lo ahuyentaba con piedras, juguetona; el siglo era joven y ella una niña que ya le alborotaban el cuerpo las hormonas.

Al árabe en el patio le daba de patadas, coqueta, de reojo, saltándole la cuerda; y así el adolescente, fogoso, insistía tocándole Angelina, tonada muy muy vieja.

Porque la niña aquella, pequeña y tan traviesa, con cara de diablilla se llamaba Angelita… ¡Ay, Angelita!, ¡ay, Angelita!, ¡ay, Angelita!, ¡ay, Angelita!

Los golpes de la vida un día le cambiaron su pueblo de alacrán de la sierra nayarita, sería un infinito rezarnos el Rosario, así que del viacrucis, mejor, ni hablar ahorita.

El árabe tocaba la armónica y lo veo en un recuerdo que de repente se le sale; el siglo ya envejece y ella con arrugas retorna a ser la niña que vino a ser mi madre.

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Nadie va a Durango

La diligencia, mi amor, ya no circula… ni el Doroteo aquel, un tal Arango. Ni aventureros ni vagos valedores, será por eso que nadie va a Durango.

Aquí la mano de Dios está relejos, será por ser tan ateos, dice un bato; se fue John Wayne y ya el pueblo es un fantasma, será por eso que nadie va a Durango.

Hoy todo el mundo camina muy correcto, las botas limpias, sin polvo, ya sin fango; no hay jirafas ni alucinaciones, por eso estamos tan solos en Durango.

Ya el horizonte no es un potro bronco, pepitas de oro no hay tan a la mano, no existe más esa fiebre gambusina, será por eso que nadie va a Durango.

Por el desierto no crece ya el delirio, la tarde pone su cara de venado y la esperanza se extingue como lobo será por eso que nadie va a Durango.

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Ay, Mesa de Otay

De lo que ahorré, aposté un día y así en Tijuana perdí mi lana; pero esto creo que no fue nada, yo sé de alguien que dio la vida.

Le di mi mano a la Esperanza y por completo salí amolado, en un taller medio abandonado jugué al albur mis mejores cartas.

Ay, Mesa de Otay, lloro, qué caray; todo mi caudal nunca volverá.

A ti te gusta la mala vida, me dijo el bato de aquella troka cuando le dije voy pa’ la zona y el aventón era a la deriva.

Y siempre cuesta el aprendizaje, no hay nada de oquis, no hay nada gratis; aquello que te parece fácil, muy caro lo pagarás por maje.

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El tigrío

Traía sólo cinco mugres varos y poca chance de cantar victoria, me dije tembloroso peor es nada cruzando ya la línea divisoria.

Tal vez por malvestido y aventado, los cuates me llamaban el Tigrío; todo eso se quedó allá en el pueblo y ahora aquí la migra es el peligro.

Qué noche para andar de cacería, nos andan lampareando por la sombra; qué triste pa’l Tigrío dar el cuero, qué gacho terminar de vil alfombra.

Alfombra de Tigrío, ¡pura manga!, aquí les va lo poco que me queda, así como quien dice va mi resto y voy derecho y convertido en fiera.

Así que no por nada, batos locos, la raza me apodaba a mí el Tigrío; ya se han de imaginar de dónde vengo con eso de que yo salí pintito.

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Del calor a lo frío

Desde una edad muy temprana a trasnochar empecé, lo atestiguaron la Lerdo, la Mariscal y ese hotel, aquellas calles candentes de mi Juaritos aquel.

De chavalillo a’i andaba de las nevadas de Juárez a las heladas aquellas del solitario Nogales y era yo un buqui trepado al tren de carga, carnales.

Si soy un poco extremoso no es por mi culpa, amor mío; desde pequeño a lo loco voy del calor a lo frío.

Los cactos rumbo a Nogales son oraciones al sol, aquellas mismas biznagas por Tucson son de neón; hasta en el mero desierto hay una gran división.

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Del huracán al tornado, del mar al seco paisaje, en Matamoros fui huerco, después chavalo por Juárez y aquel cabrito ya era un buqui loco en Nogales.

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Amadísima ciudad

Cierta vez una ciudad me dio todo: un hotel con la mujer de mis sueños y el amor a mis paisajes perdidos en las calles de su cuerpo maltrecho.

Cierta vez un silencioso fuereño en el hombro te tocó y me supongo que, con todo y su rarísimo aspecto, te tocó en algo más que en el hombro.

Si he dejado mi huella no importa, sólo espero el haber desterrado una pena de tu alma, quizá, amadísima ciudad.

Cierta vez amanecí en una esquina, la valija como único asiento; al mirarte desde abajo hasta arriba, ese cielo me dejó sin aliento.

Cierta vez al ir perdiendo el acento, una lengua acá entre nos inventamos; y yo que nunca pensaba en cantarte, al encantarte me fuiste encantando.

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Arando al aire

Ven, que quiero hablarte al oído, tararear la melodía muy muy suave; mientras toca un grupo a lo lejos, imagina que a tus pies está el cantante.

Creo estar haciendo tierra a pesar de los pesares o si no es que sólo estamos a’i nomás arando al aire.

Ven, amor, recárgate en mi hombro, haz de cuenta, vida mía, que es un baile; desconéctate por un momento, no hagas caso del desdén y del desaire.

Siento que se van haciendo nuestros sueños realidades o si no es que sólo andamos a’i nomás arando al aire.

Algo habrá tras nomás andar arando al aire…

Toma lo que queda de mi cuerpo, sigue dura la batalla allá en la calle;

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te daré el Jardín de las Delicias con las lágrimas más negras de este valle.

Estos corazones nuestros laten una misma sangre o si no es que sólo andamos a’i nomás arando al aire.

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Contenido

Cautiva. Monólogo MusiCal para CantaCtriz

I 4II 5III 6IV 7V 8VI 9VII 10VIII 11IX 12X 13XI 14

la lengua es redonda. algo sobre españa

Heme aquí 16Soneto del Federico 18Soneto de la Rosita y Paco 19Soneto de la bruja Elsa 20Soneto de Ignaci y Montse 21Soneto del Mesalles 22Soneto de la Rosaura 23Soneto por tarifa 24La lengua es redonda 25

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arando al aire. CanCiones para pasar de siglo

Mi niña tiene el coraje 28Juímonos, anda, Lucía 29¿Cómo ves esa troka? 30El cometa errante 31En ese portón 33Por los arrabales 35Sírveme un agave 36Más mortal que una bala 37Rodeos 39Cruel carrusel 41Regalando lo peor 43Ese beso de tus ojos 44Asomando por el escondite 45Así de fácil 47Misterioso asesinato 48Mucho más que un simple perro 50Los señoritos 52Rojos y cristianos 54¿Qué le dieron a joselito? 55¿Qué fue de la gran Betty Boop? 56Uno de pocos 57Te he de querer 58Me tumba tu rumba 59Lápida de años 60Desenchufado 62La ofrenda 63Gran quinqué 64

Page 78: Jaime López - '54 tonadas

Angelita 65Nadie va a Durango 66Ay, Mesa de Otay 67El tigrío 68Del calor a lo frío 69Amadísima ciudad 71Arando al aire 72

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La edición para internet de

54 tonadas de Jaime López

se terminó en la Ciudad de México

en julio de 2009.

En su composición se usaron

tipos de la familia Candida BT.