JacintoGrau_AlejandroCasona

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Antonio Fernández lnsuela Universidad de Oviedo Una nota sobre dos dramaturgos españoles en . el exilio hispanoamericano: Jacinto Grau y Alejandro Casona 1 A José Rodríguez Richart El año 2008 se cumple el cincuentenario del fallecimiento de Jacinto Grau, ocurrido el 14 de agosto de 1958 en Buenos Aires. Al tratarse de un autor que, en general, no merece mucha atención de la crítica actual - salvo magníficas excepciones-, creemos que quizá no esté de más aportar alguna información acerca de él, derivada de su relación con Alejandro Casona. La trayectoria vital y profesional de éste - un autor del 27- coincidió varias décadas con la de Grau, dramaturgo y novelista del 98 perseguido por la incomprensión en España, en contraste con el éxito que Casona tuvo antes de la guerra civil con la sirena varada (estrenada en 1934) y Nuestra Natacha (estrenada en Barcelona el 13 de noviembre de 1935 y repuesta apoteósica- mente en Madri.d el 6 de febrero de 1936, unos días antes del triunfo electoral del Frente Popular). Al comienzo de la guerra, Casona, que estaba veraneando en un pueblo de León, logra incorporarse al bando republicano, tras pasar a Asturias, Cantabria (véase José Ramón Saiz Viadera), País Vasco y Francia. Después de residir varios meses en zona republicana (Madrid ,2 Valencia), saldrá de Cherburgo hacia Hispanoamérica el 1 º de marzo de 193 7 en el barco "Iberia," en el que viaja con la compañía teatral de Pepita Díaz y Manuel Collado, lo s triunfales intérpretes de Nuestra Natacha. Tras desembarcar en México, donde reside varios meses, recorren diversos países de Hi spanoamérica, en lo s que la citada compañía teatral representa obras de diversos autores extranjeros 1 El presente trabajo está vinculado al Proyecto de Investigación Básica 1805-065 "Alejandro Casona en su contexto histórico-cultural: recopilación y estudio de textos periodísticos, radiofónicos, epistolares e in éditos varios," financiado por la Consejería de Educación y Ciencia del Gobierno del Principado de Asturias. 2 Aquí el "Teatro del Pueblo," dirigido por Casona e integrado en la s Misiones Pedagógicas, ll eva a cabo alguna representación teatral. Véase Antonio Fernández lnsuela ("A propósito" 427-444). 11 7

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Antonio Fernández lnsuela

Universidad de Oviedo

Una nota sobre dos dramaturgos españoles en . el exilio hispanoamericano: Jacinto Grau y Alejandro Casona 1

A José Rodríguez Richart

El año 2008 se cumple el cincuentenario del fallecimiento de Jacinto

Grau, ocurrido el 14 de agosto de 1958 en Buenos Aires. Al tratarse de un

autor que, en general, no merece mucha atención de la crítica actual - salvo

magníficas excepciones-, creemos que quizá no esté de más aportar alguna

información acerca de él, derivada de su relación con Alejandro Casona. La

trayectoria vital y profesional de éste - un autor del 27- coincidió varias

décadas con la de Grau, dramaturgo y novelista del 98 perseguido por la

incomprensión en España, en contraste con el éxito que Casona tuvo antes de

la guerra civil con la sirena varada (estrenada en 1934) y Nuestra Natacha

(estrenada en Barcelona el 13 de noviembre de 1935 y repuesta apoteósica­

mente en Madri.d el 6 de febrero de 1936, unos días antes del triunfo electoral

del Frente Popular).

Al comienzo de la guerra, Casona, que estaba veraneando en un pueblo

de León, logra incorporarse al bando republicano, tras pasar a Asturias,

Cantabria (véase José Ramón Saiz Viadera), País Vasco y Francia. Después

de residir varios meses en zona republicana (Madrid,2 Valencia), saldrá de

Cherburgo hacia Hispanoamérica el 1 º de marzo de 193 7 en el barco "Iberia,"

en el que viaja con la compañía teatral de Pepita Díaz y Manuel Collado, los

triunfales intérpretes de Nuestra Natacha. Tras desembarcar en México,

donde reside varios meses, recorren diversos países de Hispanoamérica, en los

que la citada compañía teatral representa obras de diversos autores extranjeros

1 El presente trabajo está vinculado al Proyecto de Investigación Básica 1805-065 "Alejandro Casona en su contexto histórico-cultural : recopilación y estudio de textos periodísticos, radiofónicos, epistolares e inéditos varios," financiado por la Consejería de Educación y Ciencia del Gobierno del Principado de Asturias .

2 Aquí el "Teatro del Pueblo," dirigido por Casona e integrado en las Misiones Pedagógicas, lleva a cabo alguna representación teatral. Véase Antonio Fernández lnsuela ("A propósito" 427-444).

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(Deval, Wilde) y españoles como Rusiñof, Benavente y el propio Casona, ya

sean textos estrenados en España (El crimen de Lord Arturo, La sirena varada

.Y Nuestra Natacha), ya algunos ·recién terminados en el exilio, como

· "Prohibido suicidarse en primavera (México, 12 de junio de 1937), Romance

de Dan y Eisa, posteriormente titulada Romance en tres noches, (Caracas, 17

de junio de 1938) y varias piezas de teatro infantil. Durante su periplo por

Cuba, Venezuela, Puerto Rico, Colombia o Chile, también interviene en

diversos actos culturales o políticos (pro-republicanos), pronuncia varias

conferencias y envía donativos para niños o para amigos que permanecían e·n

España en el bando republicano.3 Procedente de Chile, el 7 de julio de 1939 se

asentará en Buenos Aires,4 donde vivirá hasta 1962, alternando su residencia

en la capital argentina con temporales estancias en la ciudad turística

uruguaya de Punta del Este. Finalmente, en 1962 regresa a España, donde sus

obras -cuya representación bajo el franquismo había prohibido hasta enton­

ces el propio Casona- obtienen un enorme éxito de público (el "Festival

Casona," se dijo) y de crítica, salvo las opiniones negativas de los jóvenes

críticos vinculados a la revista Primer Acto, como Ricardo Doménech o Ángel

Femández-Santos, quienes le reprochan la falta de denuncia social directa en

sus comedias. 5 Tras un regreso temporal a Argentina, vive en España hasta

que, tras una operación de corazón, fallece el 17 de septiembre de 1965.6

3 Véanse Antonio Femández Insuela, "Sobre política y periodismo en Alejandro Casona," en A. Femández lnsuela y otros, Actas del "Homenaje a Alejandro Casona(/ 903-1965)," y, sobre todo, la extraordinaria aportación documental que es el artículo de Roger González Martell "Alejandro Casona y Luis Amado Blanco: Dos asturianos unidos por la amistad y el teatro," fbidem . El aludido libro se cita, en adelante, como Actas Casona.

4 Véase Miguel Ramos Corrada, "Alejandro Casona."

5 Véase, p.e., la muy breve muestra de textos que recoge Juan José Plans en "Una polémica que sirve como apéndice," capítulo de su Alejandro Casona (Juego biográfico dividido en una raíz y tres árboles). Ese apartado falta en la segunda edición de la obra (Oviedo, Caja de Ahorros de Asturias, 1990). Discrepa de dichos jóvenes Adela Palacio Gros, en su artículo "Casona y la crítica actual."

6 Para cualquier acercamiento a la trayectoria vital y literaria de Casona creo imprescindibles el pionero estudio de José Rodríguez Richart, Vida y teatro, y su reciente recopilación Un asturiano universal. Y también nos parece útil consultar el reciente y ya citado volumen colectivo que designamos abreviadamente como Actas Casona.

·,

Femández lnsuela. Una nota sobre dos dramaturgos españoles 119

Por su parte, Jacinto Grau, nacido en 1877, al comienzo de la guerra

ejerce de cónsul de la República en Panamá, después re~ide en Chile, lu~go en

La Paz y finalmente se instala también en la capital argentina, d~:mde vive con

bastantes dificultades económicas . Como recuerda Luciano García . Lorenzo,

gran especialista en Grau, el apartamento en que vivía alquilado se lo

acabaron regalando, tres años antes de su muerte, sus amigos del Círculo

Republicano de Buenos Aires (García Lorenzo 11 ). Al respecto, escribirá

Alejan_dro Casona en una carta dirigida a Joaquín Maurín dos días después de

la muerte del autor de El Señor de Pigmalión: "Grau vivía últimamente en una

infinita modestia, sostenido por un grupo de amigos fieles. Por suscripción se

le había regalado el departamento donde vivía, y la Sociedad de Autores

Argentinos le pasaba una pequeña pensión mensual."7 Cuando Casona se

encontraba en Puerto Rico en febrero de 1938, Grau le escribió una carta8

que,

por su tono tan comedido, parece traslucir que la relación entre ambos no era

la de dos personas unidas por una clara amistad. He aquí dicha misiva, que

creemos inédita, y que a veces es de dificil lectura, por estar escrita en papel

biblia por las dos caras:

Sr. Don Alejandro Casona

Mi querido e ilustre amigo:

Santiago de Chile, !O febrero 1938

Encontrándome de paso en Santiago de Chile, procedente de Panamá

donde he tenido hasta ahora el honor de ser ministro de la República

Española. le ruego tenga la bondad de decirme si le convendría a la

Compañía que tan dignamente dirige una obra mía moderna última escrita

7 Tras dicho pasaje, dice Casona: "Con todo lo que sobre él se quiera discutir, era una altísima figura de la escena española y universal." Véase Antonio Fernández lnsuela, "Sobre política" (265). En las cartas y otros textos que transcribo, regularizo la grafía y desarrollo las abreviaturas, salvo las convencionales.

8 Quiero agradecer a Luis Miguel Rodríguez, sobrino y albacea de Casona, el que haya puesto a nuestra disposición, con su sistemática generosidad , esta carta

dirigida a su tío.

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por mí en.fispaña y sJ conoce uÚed otra obra mía impresa por la C!A P que se

llama lj:(Burlador g_11_e no se burla9 y creo le iría muy bien a Collado.

¡4_ntes de enviarlas, me gustar.ía saber si les interesaría estrenar algo mío.·

Si no les ocasiona molestia también le estimaría mucho tuviese la

gentilf!.za ·de remitirme la dirección de la Casa de Cine más importante de

ésa, a la que propondría una película mía basada en El señor de Pigmalión que podría dar resultado.

Conociendo su bondad, no dudo tendré pronto respuesta, que le agra­deceré vivamente.

Deseando conocer cuanto antes sus nuevas producciones, me complazco en reiterarle mi gran estima y devoción.

Mi dirección en Santiago de Chile es:

Hotel Windsor, Arturo Pral, 8.

Suyo, amigo

Jacinto Grau

No creemos que las gestiones de Casona, de haberse producido, ante Manuel

Collado y Josefina Díaz, tuvieran éxito: todavía en una carta del 27 de marzo

de 1958 Grau escribe a Buero que "El Burlador que no se burla no logró subir

aún a ningún escenario hispano. Esto le confirmará a V., autor de raza, la

inutilidad entonces y supongo que ahora también de todo intento de remover

las estancadas aguas de nuestro teatro moderno. Celebro mucho que con V. no

pase lo mismo." (Kronik 485) Texto, éste, en el que podemos ver una muestra

más de las habituales críticas de Grau al mundo del teatro español, críticas no

sólo presentes en sus artículo o textos teóricos sino, también en sus obras

teatrales, ya sea en el prólogo, ya en la estricta historia dramatizada, como

9 Madrid, Mundo Latino, 1930. En la citada editorial, vinculada al grupo CIAP,

es decir, la Compañía Iberoamericana de Publicaciones, tenían un peso muy importante los autores hispanoamericanos. Un fragmento de El Burlador que no se burla había visto la luz, antes de 1930, en la revista cubana Social: "El Burlador que no se burla. Escena del cuadro quinto de este drama inédito," Social XIV.3 ( 1929): 9 y 59. En dicha revista colaboraron diversos autores españoles antes de la guerra civil , desde Alberti , hasta Mauricio Bacarisse o Ramón Pérez de Ayala, pasando por el propio Casona, en este caso previsiblemente por su amistosa relación con el escritor hispanocubano Alfonso Hemández Catá.

Femández lnsuela. Uná nota sobre dos dramatur¡;os españoles 121

puede verse, por ejemplo, en el prólogo a El Burlador que no se burla'º o en

la historia dramatizada en El señor de Pigmalión.

· Digamos también que el deseo de Grau de llevar El Señor de Pigmalión

al cine tampoco se cumplió . La coincidencia cronológica con el estreno, ese

mismo año 193 8, del film Pygmalion. basado en la obra homónima de G.

Bernard Shaw, interpretado por Leslie Howard y codirigido por éste y por

Anthony Asquith, pudo ser uno de los factores que explicaran que tal

aspiración de Grau no se realizase; además, desconozco si el dramaturgo

asturiano o el propio Grau llegaron a hacer alguna gestión ante una productora

cinematográfica hispanoamericana.

Diez años después de la carta de Grau a Casona que acabamos de

comentar, volvemos a encontrar otro testimonio de la relación de ambos

autores. El 21 de septiembre de 1948 Jacinto Grau, junto con Alberti y

Casona, firma un escrito dirigido al Secretario General de la ONU en contra

de Franco. A quienes quieran adherirse a él se les dice escriban a la dirección

particular de Grau (C/ Maipú, 631, 5°, 56, Buenos Aires) (Fernández lnsuela,

"Sobre política" 253).

'º He aquí una muestra de sus duras y amargas consideraciones: "En cuanto a la suerte en nuestros teatros de este Burlador que no se burla,

no sé, a pesar de ser muy fácil, si lograré en mi país verlo alguna vez representado adecuadamente, ya que entre nosotros hace mucho tiempo que no hay teatro. Hay sólo una congestión de estupidez y un clan de autores militantes, cerrado a todo temblor y curiosidad, que arrastra otro clan de actores y empresarios con una identificación aterradora, sin otro fin que el de un simple negocio rutinario y limitado. Y aunque el arte del teatro a veces engendre riquezas y las necesite, no ha nacido envuelto en los pañales de la ciencia crematística. Está, como las demás artes, fuera de toda industria concreta, y al convertirlo en puro comercio de baratija, más o menos fantasiosa, se estrangula.

"Arriesgado es cultivar aquí el teatro como una libre forma artística, por normal que aparentemente sea esa forma, tan ajena hace tiempo a lo mejor de nuestros escritores. El autor no puede contrastarse, pues el mismo silencio y vacío encuentra en el acierto que en la flaqueza. Me parece muy lejano aún el tiempo en que una minoría de artistas, sin prejuicios de ninguna especie, cree para ella y para el gran público un teatro abierto a todos los vientos, como los grandes teatros de otros países de noble abolengo y prestigio, que han permitido al pueblo adquirir, divirtiéndose, una base de cultura o un estímulo y curiosidad para tenerla." (Citado por Jacinto Grau, Teatro Selecto 595-596).

Para las ideas de Grau acerca del teatro de su tiempo, véanse, en la "Introducción" de Luciano García Lorenzo a la misma edición (23-26).

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Y otros diez años más tarde, en 1958, volvemos a encontrar un nuevo

testimonio de la relación entre Casona y Grau, ahora por el triste motivo del

ya aludido fallecimiento de éste. Casona, que es uno de los asistentes 11 al

entierro de Grau en el cementerio de Chacarita, escribirá inmediatamente una

semblanza de su amigo muerto y la envía a J. M. Juliá, es decir, Joaquín

Maurín Juliá, el también exiliado -en Nueva York- que dirige la American

Literary Agency (ALA), con la que Casona colabora desde 1955 hasta 1965.

Los artículos de Casona, de temas culturales muy variados, tienen un notable

interés para p~der conocer su formación cultural, sus gustos literarios,12 su

modo de pensar acerca del modo de ser de la gente de países o épocas

diversas, sus impresiones con motivos de algunos de sus viajes, captando a

veces la trascendencia simbólica del detalle que pasa desapercibido para el

común de los turistas, todo ello expresado con una prosa precisa, elegante

pero nada artificiosa. En general, en el más de un centenar de artículos

enviados a Maurín para que éstos los difundiera en los múltiples periódicos

americanos con los que colaboraba ALA, 13 pocas veces escribe Casona sobre

hechos políticos o colectivos de la actualidad sociopolítica. Sin embargo, en la

semblanza de su amigo Grau, además de informar acerca del acto del sepelio,

aúna la caracterización y valoración crítica de las piezas teatrales de Grau - la

de un dramaturgo que pocas veces tuvo éxito en las tablas- con la

descripción de la personalidad civil, es decir, la de un español exiliado a causa

de su republicanismo.

La citada colaboración periodística de Casona, que debe su título,

"Coplas ante la muerte," al hecho de que Rafael Alberti leyó en el acto del

sepelio de Grau unas coplas referidas al difunto amigo común, 14 vio la luz en

varios periódicos americanos pero no aparece citada en la relación de artículos

11 Otros fueron Miguel Ángel Asturias, Enrique Azcoaga, Julio lmbert y Rafael Alberti, según señala García Lorenzo en la página 12 de su " Introducción" al Teatro Selecto de Grau.

12 Véase al respecto María del Carmen Alfonso García, "La literatura y la crítica literaria en las colaboraciones periodísticas de Alejandro Casona."

13 Para la relación literaria y epistolar entre Casona y Maurín , aparte del artículo ya citado de María del Carmen Alfonso García, véanse los trabajos de Isabel lardón López.

14 Pueden leerse en la "Introducción" de Luciano García Lorenzo (16-18).

~=- ,_.._.>:- ...; 1... • • ;._..4.

•·. Femández lnsuela. Una nota sobre dos dramaturROS españoles 123

periodísticos de Casona que incluye Harold K. Moon en su libro clásico

- Alejandro Casona (143-146) ni lo reproduce Evaristo Arce en su útil

selección de textos casonianos Alejandro Casona, escritor de periódicos (Arce).

Sólo;· recientemente, hemos publicado dos breves, aunque significativos,

fragm'entos (Femández lnsuela, "Sobre política" 266-267). He aquí el texto de

Caséma, que acompañamos con algunos comentarios a pie de página: 15

COPLAS ANTE LA MUERTE

Por Alejandro Casona

En el dilatado friso de sus escritores ilustres caídos en esta orilla

americana del destierro, la España Peregrina debe grabar hoy un nuevo

perfil. Jacinto Grau, nuestro gran dramaturgo del primer tercio del siglo. ha cerrado para siempre en tierras del Plata los ojos que hace ochenta años se

abrieron deslumbrados al sol del Mediterráneo cata/án.16

Un puñado de amigos fieles hemos depositado sus nobles despojos en el

crematorio de ese jardín colegia/ que la fiebre amarilla del 70 convirtió en

cementerio de urgencia y que hoy forma, en las afueras de Buenos Aires, la

inmensa ciudad de la Muerte. Flotaba en este invierno austral una niebla

baja transida de agua-nieve, y el viento de la Pampa despeinaba los cipreses

-oro y verde- de la Chacarita de los Colegia/es. Entre las ojivas de los

cipreses centenarios y ante la muerte, un poeta recitaba unas coplas de

despedida al dramaturgo ya en soledad definitiva: Rafael A/berti. La obra dramática de Grau, tan alejada habitualmente de los escenarios

profesionales, ha sido ampliamente difundida y estudiada por los mejores

historiadores de la literatura española y discutida por críticos y ensayistas

con pasión que no excluye la lucidez del análisis, destacando unos la hondura

filosófica, otros la ambición temática, otros la sólida estructura de los

15 Quiero dar las gracias a la Otto G. Richter Library de la Universidad de M iami (ejemplificada especialmente en Carrie Sue Leslie) el envío de las copias de los artículos de Casona para ALA y de su correspondencia con Joaquín Maurín.

16 En su última carta, Grau afirma: "Echo profundamente de menos los pinos y el mar Mediterráneo hispano, ese mar en el que yo me he sumergido tantas veces y he visto mudar de color en gradaciones de una belleza inolvidable. Lamento mucho, y me pesa en el alma, no volver a esa tierra en donde nací , siquiera no fuese más que para vivir un solo día en ella." (Cito por Luciano García Lorenzo,

El tema 115)

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caracteres. Para mí lo más valioso de la personalidad de Grau es la gallardía

con que ha sabido encarnar, en su vida y en su obra, las tres virtudes más

características de su patria: una dignidad orgullosa, insobornable a toda

solicitación material, que le condenaba inflexiblemente a la pobreza; un

ansia de aventura y lejanía, que le hermanaba en las letras con los grandes

navegantes; y un afán de universalidad despreciador de toda limitación de

fronteras.

El teatro de Grau, mucho más difundido a través del libro que desde los

tablados de la farsa, trasunta todo él una ambición de eternidad que le

impulsa a buscar sus fu~ntes de inspiración en los grandes mitos perdurables,

ya provengan de la Sagrada Escritura, como La redención de Judas o El hijo

pródigo, ya broten de la inagotable vena del Romancero, como El Conde

Alarcos o del más universal de los arquetipos humanos creados por el genio

español como Don Juan, del que derivan su melancólico Cari/lana, y su

irónico Varona, y su apasionado Burlador que no se burla. 17

Contemporáneo de la generación del 98, aunque nunca se le cuente en

sus filas, y deslumbrado por la ornamentación sonora de los "estilistas" que

pretendían llenar los vacíos de su teatro con los ecos líricos de un

"modernismo " tornado a medias de D 'Annunzio y de Rubén, rindió tributo a

aquella moda con su Don Juan de Carillana, de esfarnadas melancolías, y su

Conseja galante, - sonata, madrigal y tapiz-, en la que se perciben clara­

mente los mismos triples suspiros franceses de las marquesas Eula/ias de

Rubén y las marquesas Rosa/indas de Valle-!nclán. Pero su auténtica perso­

nalidad, su fuerza dramática viril, no es en esas obras menores donde ha de

buscarse. Se la presiente ya, corno un clarín de anunciación en su primer

drama Entre llamas, y alcanza su alta jerarquía estética en El Burlador que

17 Casona, al referirse a estas tres obras de Grau, está tratando un tema que le resulta muy atractivo, como demuestran, p.e., su propia y peculiar recreación de ese personaje en el protagonista, Gustavo Ferrán, de su drama Las tres perfectas casadas ( 1941 ), y en los artículos "Don Juan y el Diablo. Las dos negaciones del amor," publicado a fines de 1955 en diversos periódicos hispanoamericanos pero no reeditado en España (aunque comentado brevemente por María del Carmen Alfonso García en "La literatura y la crítica" 588), y "Dos procesos sensacionales (Don Juan y el Rey Barba-Azul)" (recogido en Evaristo Arce, Alejandro Casona, escritor de periódicos 28 1-287). El mito del Don Juan en Casona es estudiado por Hilda Berna! Labrada en Símbolo, mito y leyenda en el teatro de Casona (170 y ss).

l ~ '

Fernández lnsuela. Una nota sobre dos dramatur~os españoles 125

no se burla, 18 interpretación moderna del eros dionisiaco; en El hijo pródigo,

transposidón dramática de la página bíblica, y en El Conde Alarcos, ejemplo

de tragedia familiar tomada del estremecedor romance, 19 solamente compa­

rable en choque emociona/ y bárbaras pasiones a los conflictos más sombríos

de fatalismo doméstico que proporcionó a Grecia el ciclo de los Atridas.

Lástima que 'en tan alta ocasión no haya contado para la expresión escénica

con un lenguaje agreste, frugal y desnudo, digno de los agonistas que rezan y

matan en el drama. 10 ·Su pretendido arcaísmo no pasa de una infortunada

simulación que descubre demasiado el artificio11 sin lograr, en cambio, la

pátina poética y la lejanía soñada. Esta deserción del poeta es la que impide

al Conde Alarcos llegar al último escalofrío de la tragedia familiar, gloria

reservada en el teatro español de su tiempo a Valle lnclán con sus agonistas

18 Las escuetas aunque positivas valoraciones que Casona hace de esta obra contrasta con los juicios de críticos posteriores. Así, Miguel Navascués afirma: "Hay que admitir que la obra está cargada de excesivo conceptualismo. La mano del autor y sus propósitos aparecen en muchas partes . Algunas de las frases de sus personajes al describir a Don Juan suenan exactamente como los conceptos de sus ensayos. Concretando, hay muchos pensamientos abstractos sobre Don Juan y no la suficiente realización de personajes vivientes. (Navascués 93)

Y más recientemente Irene Vallejo González y Pedro Ojeda Escudero señalan que en dicha obra se nota "un exceso de reflexión teórica que no supo encajar con éxito en la realización práctica," añadiendo que " [l]a sucesión de escenas, que tiene la pretensión de mostrarnos diferentes etapas en la formación, vida y muerte de Don Juan con la intención de caracterizar por primera vez completamente la psicología de la figura legendaria, le resta dinamismo a la acción, en muchos momentos anulada por la exposición de ideas." (85-86)

19 Todavía vivo en el romancero hispánico. Una versión recogida hace pocos años en Galicia ha sido editada, con la correspondiente bibliografía actualizada, en Cano González y Fernández lnsuela (246 y ss).

20 En relación con el tema del amor, añadamos que Grau en su última carta afirmó, como recuerda García Lorenzo en su libro El tema del Conde A/arcos, que "[d)e dos cosas hablan desde niños, siempre, los españoles: del amor y de la muerte" (115, n. 1) y que Casona es el autor de dramas como Corona de amor y muerte, de 1955, sobre Inés de Castro, o, en 1953 , de La tercera palabra, es decir, el Amor (las otras son Dios y Muerte).

21 García Lorenzo, al igual que otros críticos, formula el mismo reproche a Grau , pero señala también que, en cuanto lengua poética "crea escenas y párrafos de una gran belleza." Véase su libro El tema del Conde A/arcos ( 123).

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126 Gestos 47 (Abril, 2008)

atroces, verdaderos atridas rurales y galaicos, del ciclo de las Comedias

Bárbaras . 22

Fuera cualquiera el tema propuesto, nunca las esencias perdurables del

alma española estuvieron ausentes en la obra dramática de Grau. Ni siquiera

en su comedia El señor de Pigmalión, considerada como la más internacional

y abstracta de su repertorio, se aparta de esta va/un/aria servidumbre.

Por mucho que se haya pretendido buscarle sugestiones de clasicismo

mitológico (sugestiones que en tal caso no irían más allá del símbolo y el

título) y resonancias de Karel (:apek23 en su rebelión de la máquina contra el

hombre, lo cierto es que los personajes de esta "farsa de hombres y muñe­

cos" nada tienen en común con los "robots" cibernéticos del dramaturgo

checo. Sus muñecos -símbolos son los "tipos" de la mitología popular

hispánica que saltan en la conversación de cada día con su perfil único de

proverbio, su guiño de picaresca tradicional y su bautismo de refranero.

¿Quién no los conoce con sólo escuchar sus nombres? Son Perogrullo y

Mingo Revulgo, el Capitán Araña y Ambrosio el de la Carabina, el Enano de

la Venta y Periquito - Entre-Ellas. Urdemalas y Juan el Tonto.1' Son los

22 En estas palabras dedicadas a las Comedias bárbaras, Casona se muestra como un penetrante crítico de estas obras de Valle-lnclán, uno de sus autores preferidos. Por otra parte, su libro de poemas El peregrino de la barba florida ( 1926) tiene muchas deudas con cierto mundo galaico temprano del futuro autor de los esperpentos, piezas éstas que Casona emparenta con Kafka.

23 El pintor Joseph <;::apek, hermano y colaborador del autor de R. U R., fue el escenógrafo de la representación de El señor de Pigmalión en Praga. Véase el documentado trabajo de David Vela Cervera "El estreno en Madrid" (445).

24 Años más tarde, Casona dedica uno de sus artículos periodísticos a estos personajes de la mitología popular: "Mitología de bolsillo," El Universal. Índice Literario (Caracas), 21 de noviembre de 1961 ( 1 ). En dicho artículo, que cito por su versión mecanografiada procedente de la Universidad de Miami , afirma Casona que en la tradición española, como en la ita liana de la comedia del arte y sus herederos, no faltan las personificaciones de ciertas figuras de la mitología doméstica pero éstas, al revés que en la comedia del arte, Moliere o Goldoni , no pasaron a nuestros grandes escritores: "Y no porque en la tradición española faltaran tales personalizaciones ; al contrario, por todas las junturas del lenguaje popular chorrean llenas de vida y color. Pero nuestros grandes escri tores siempre desdeñaron ocuparse de tan plebeyas criaturas, juzgándolas más propias para el refrán o el chascarrillo que para los más ambiciosos menesteres artísticos de la novela o el teatro. Ni los clásicos (con la excepción de Quevedo) ni los modernos

'f¡

Fernández Insuela. Una nota sobre dos dramaturgos españoles 127

muñecos eternos del retablo español con recuerdos del Cervantes de las Ocho

comedias y el Quevedo de La visita de los chistes.15

A esta rotunda españolidad de Jacinto Grau ha querido oponerse una

especie de "leyenda negra" que trata de ejemplarizar una vez más sobre su

caso el viejo tema romántico del desterrado en su propia patria. Según esa

leyenda, que corre de boca en boca, el gran dramaturgo de España ha sido

sistemáticamente negado y rechazado en España. Mientras que sus obras se

publicaban, se estrenaban y se aplaudían en Europa entera, en España los

editores, los actores y los críticos le volvían despectivamente la espalda,

negándole el agua y la sal. la leyenda, puerilmente romántica, liene quizá un

encanto sentimental, pero ya es hora de terminar con ella. Nadie mediana­

mente enterado de la vida y obra de Grau puede suscribir esa inocente intriga destinada a exaltar anecdóticamente a un hombre con detrimento evidente de

su patria y de sus contemporáneos. La gloria artística de Grau es lo bastante

sólida para no necesitar apoyarse en semejantes trucos de propaganda. Si el

éxito de la calle no refrendó sus estrenos, como ha ocurrido con tantos

autores en todo tiempo y lugar, no es justo cargar a todo un pueblo el pecado

parcial de un público. Cierto que su obra dramática no alcanzó en España, ni

fuera de ella, toda la repercusión pública que merecía en el momento de

producirse, viéndose reducida a un refugio de minorías; cierto que grandes

críticos extranjeros, como Miomandre o Cassou, han subrayado con admira­

ción sus valores cumbres; y cierto que alguna de sus obras, como El señor de

Pigmalión, ha sido estrenada en Praga o en París antes que en Madrid Pero

los que imaginan cerradas para él todas las puertas patrias y abiertas todas

las extranjeras, parecen olvidar que sus libros fu eron publicados siempre a

todo honor por las mejores editoriales españolas; que nuestros críticos e

historiadores literarios más responsables, desde Julio Cejador a Sainz de

Robles o Va/buena Pral, le consideran a la par de los más altos dramaturgos

clásicos, y algunos, como el inolvidable Ricardo Baeza, dedicaron cien

(con la excepción de Grau) se dignaron modelar tan frágil barro. Y por ahí se han quedado, dispersos y sin dibujo, los cien muñecos a medio tallar, que hubieran podido alimentar la farsa española con menos garbo y colorido que los italianos de la Commedia dell ' Arte."

25 Este texto quevedesco lo utilizará Casona en su última comedia El caballero de las espuelas de oro, la única con estreno abso luto en España tras la guerra civil (1964).

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artículos, prólogos, glosas y conferencias a exaltar y difi1hdir su teatro; que

sus dramas han sido representados por las mejores compañías y en los

teatros de mayor jerarquía, ya en escenas minoritarias como la "A tenea" que

llevó por toda España El Conde Alarcos, ya en los llam.ados Teatros de Arte

como el de Martínez Sierra, que presentó El Hijo Pródigo, o en las compañías

profesionales dedicadas a la multitud como Meliá-Cibrián, que se honró

ofreciendo una magnífica versión escénica de El señor de Pigmalión, monta­

da prodigiosamente por otro gran español muerto también en el exilio de

América: Salvador Bartolozzi. 26 Recuerdo aquella velada clamorosa y aún me

parece escuchar el griterío entusiasta de los estudiantes de mi generación27

que abarrotábamos las gradas altas, aplaudiendo en Grau el gran "valor

aparte, " el regreso a fecunda tradición inspiradora, el orientador del teatro

español hacia los caminos difíciles de la ambición 2"

26 Merece destacarse la reivindicación que Casona lleva a cabo de dos figuras relevantes de la renovación teatral española anterior a la guerra civil y que marcharon al exilio, el crítico y traductor Ricardo Baeza y el escenógrafo Salvador Bartolozzi, entonces poco o nada atendidos por los estudiosos del teatro español.

27 El estreno español de esa obra vanguardista, tan positivamente juzgada por Casona, se produce unos tres meses antes de que el autor asturiano se vaya a ejercer de Inspector de Enseñanza Primaria en el Valle de Arán y cinco meses antes de que se case. Según dirá Casona en un homenaje que se le tributa en 1936 tras las cien representaciones de La sirena varada, ese drástico cambio en su vida -trabajo, matrimonio, paternidad- motivó que esta obra, cuyos dos primeros actos ya había escrito con un tono de evasión o de irrealidad, acabaran desembocando en un tercer acto que es el regreso al mundo de la realidad: "Entonces la farsa poética inicial se rebeló contra sí misma y contra mí, arrollando mi primer designio. La verdad, aun con toda su carga de amargura, acabó por imponer la fuerza de su derecho perdurable . Y así fue cómo escribí este tercer acto." Comenta y reproduce el breve texto de Casona Isabel Jardón López en "Casona habla de sus inicios" (VIII).

28 Si acudimos a los trabajos de María Francisca Vilches de Frutos y Dru Dougherty acerca del teatro representado en Madrid entre 1918 y 193 1, nos encontramos con que El Conde A/arcos, interpretado por la Compañía Atenea dirigida por el crítico y traductor Ricardo Baeza, se representó en Madrid a partir del 19 de noviembre de 1919, obteniendo ocho funciones. Y El señor de Pigmalión, estrenado por la compañía profesional de Pepita Meliá y Benito Cibrián el 18 de mayo de 1928, logró en Madrid treinta funciones, en tanto que El caballero Varona, estrenado por la compañía de Irene López de Heredia el 17

Femández lnsuela. Una nota sobre dos dramaturROS españoles 129

Esta mañana de viento pampero y bruma de agua-nieve, con un puñado

de compañeros exilados y de fraternos argentinos, me ha tocado entregar al

fuego el cuerpo de Jacinto Grau en la Chacarita de los Colegiales. Esa fue su

última voluntad, dictada juntamente con un mensaje a la juventud española, y

el deseo de que sus cenizas, . cuando España sea liberada, vuelvan a su azul

natal del Mediterráneo. i Y A mi lado Rafael Alberti recitaba con voz

emocionada las "coplas " que había compuesto esa madrugada para despedir

al dramaturgo solitario. No había elegido para tan severa ocasión el verso

solemne de la elegía sino la simplicidad de la copla, que es el traje de pana

de nuestra mejor poesía; la copla con que el pueblo español canta igualmente

su amor y su dolor; la que eligió Manrique, quebrándole la cintura, para

inmortalizar a su padre el Maestre; la estrofa eterna y desnuda como la

misma Muerte. 30 Así, con las copas ante la muerte, se daban la mano a través

de quinientos años el primero y el último de nuestros grandes poetas.

Aventadas sus cenizas al mar latino, Jacinto Grau no tendrá epitafio. El

artista no lo necesita. Si alguno hubiera de consagrarse a su vida cívica

bastarían estas palabras: un español total condenado a morir lejos de España

por querer para ella la libertad y la justicia. Buenos Aires, agosto 1958

A la vista del contenido del artículo de Casona y de varias de las

anotaciones que hemos aportado, creo que en buena medida el autor de La

de diciembre del mismo año, obtuvo trece representaciones. Son cifras, pues, que dejan ver lo limitada que fue la acogida de las obras de Grau por el público convencional pero, lógicamente, esto no impide que para la crítica y los autores partidarios de la renovación teatral la tarea dramática de aquél no sea merecedora de elogios.

Véanse, respectivamente, Dougherty y Vilches, La escena madrileña entre 1918 y 19 26 (23 7 [ficha nº 617)), y Vi (ches de Frutos y Dougherty, La escena madrileña entre 1926 y 1931 (550 [ficha nº 1590) y 407 [ficha nº 206)), respectivamente.

29 Ese último deseo de Grau no se cumplió, según señala García Lorenzo ("Introducción" 12).

30 Estas líneas que Casona dedica a la copla, ya sean las manriqueñas, ya las que leyó Alberti (tres octosílabos con rima mayoritariamente consonante en los versos 1 y 3), creemos que son un claro ejemplo de la fuerza expresiva de la prosa del escritor asturiano.

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sirena varada, Nuestra Natacha o La casa de los siete balcones veía en Grau

bastantes semejanzas con su propia trayectoria vit.al y artística - su amor a su

patria, su españolismo cultural comp~tible con lo .universalista,3 1 su exilio-.

En lo que lamentablemente no coincidieron fue en una idéntica recepción de

su obras por parte del público y, en general, del mundo del teatro, sobre todo

del mundo teatral español, antes o después d.e la guerra que envió a ambos al

exilio hispanoamericano.

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31 De vuelta a España, en una entrevista de 1962 con José Luis Cano afirma: "En última instancia solamente se llega a lo universal por el camino de lo nacional. Solamente se está en condiciones de hablar con el hombre después de haber hablado larga y entrañablemente con Juan" (5).

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