Ioláni, o Tahití tal como era

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WilliamWilkieCollins (Londres 1824-1889)—dequien ya ha aparecido enestacolecciónlaprimeranovelaqueescribió:Ioláni,oTahitítalcomoera—conoció en 1851 a Charles Dickens, autor al que le uniría una profundaamistad y que le dio a conocer en las páginas del semanarioAll theYearAround, donde aparecerían por entregas La dama de blanco (1860),Armadale (1866) y La piedra lunar (1868). Como buen escritor victoriano,WilkieCollinssiempredemostróinterésporlomacabro,porloquenoesdeextrañarquesuaficiónjuvenilalanovelagóticalellevaraaencariñarseconlosrelatosdefantasmas.

Monktonelloco,unadelaspiezasmáslargasdeWilkieCollinsesunrelatogóticosobreunaextrañayranciafamiliaqueviveenunaabadíaenruinasyquearrastra lamaldiciónde la locurahereditaria. Los cuentos reunidosenestaseleccióndemuestranelinstintodelautorparamantenerensuspensolaatencióndellector,ysuhabilidadparaalargar,retorcer,hilvanaryreinventarsus enrevesadas tramas, mediante detalles ambientales y personajessecundarios que consiguen hacer de cada uno de ellos una verdaderacrónicadelladooscurodelaapaciblevidacotidiana.Nosinrazón,Borgesleteníaporelmaestrodelaintriga.

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WilkieCollins

Monktonellocoyotroscuentosdeterrorymisterio(ed.Gótica)

Valdemar:Gótica-35

ePubr1.1Titivillus18.03.18

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WilkieCollins,2000Traducción:ÓscarPalmerIlustracióndecubierta:MtislavDobuyinsky,Autoretrato(1901)

Editordigital:TitivillusePubbaser1.2

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PRÓLOGO

Wilkie (William)CollinsnacióenLondresen1824.Supadre,WilliamCollins,pintordeciertafamaensuépoca,seaseguródeproporcionarle,ademásdelnombrede uno de sus mejores amigos, Sir David Wilkie, una amplia educación y laposibilidaddeviajaramenudoalextranjero.Entre1841y1846,además,obtuvoparaéluntrabajodeaprendizsinsueldoenunacompañíadeimportadoresdeté,Antrobus&Company.Suestanciaallídebióde resultarlede lomás relajada,a juzgarpor lacantidaddetiempoqueinvirtióenpulirsushabilidadesliterarias.Dehecho,fuesobreelescritoriodesudespachoendichacompañíadonderedactó,alolargode1844,elmanuscritodesuprimeranovela,Ioláni,oTahitítalcomoera(Col.Gótican.º32),undrama gótico curiosamente ambientado en la más soleada de las costas, algocompletamente inédito en el género. Su siguiente trabajo, sin embargo, no fue unaficción sino una biografía, la de su padre, aparecida en 1848. Después vendríanAntonina,ortheFallofRome(1850),undramahistóricofuertementeinspiradoporEdward Bulwer Lytton, el olvidado autor de clásicos como Los últimos días dePompeya(1834)oRienzi(1835),yRamblesBeyondRailways(1851),unacrónicadesusviajesporCornualles.

También, en 1851, conoció al que habría de ser su mayor influencia literaria,Charles Dickens, autor al que a partir de aquel momento le unió siempre unaprofundaamistadyalqueledebehabersedadoaconocerpopularmente,yaquefueen las páginas de Household Words, el semanario que dirigía el autor de DavidCopperfield, donde empezó a publicar regularmente y a ser leído por un públiconumeroso y ávido, que exigía constantemente nuevas entregas de sus serialesfavoritos.Collins combinó la producción de éstos (entre los que destacanBasil: AStoryofModernLife—1852—,HideandSeek—1854—,yTheDeadSecret—1857—)conlaescrituradedecenasdecuentosyderelatoscortos,comolosreunidosenestevolumen.Asimismo,escribiójuntoaDickensdiversasobrasdevariableinterés,entre lasquecabemencionar laentretenidaTheLazyTourofTwo IdleApprentices(1857)ylasmelodramáticasTheLighthouse(1855)yTheFrozenDeep(1857).

No obstante, el periodo más activo e interesante de la vida de Collins puedeenmarcarse sin lugar a dudas en la década de los sesenta, una época en la querápidamentesobresaliócomoelmáshábilescritordeliteraturapopulardesutiempo.Su instinto para el suspense, y su habilidad para alargar, retorcer, hilvanar yreinventarsusenrevesadastramasleconvirtieronenelescritorporentregasideal.

Desde laspáginasdeAll theYearAround (otro semanariodirigidoporDickensquevinoasustituiraHouseholdWordsen1859),CollinspresentóasuslectoreslasvoluminosasLadamadeblanco(1860),SinNombre(1862),Armadale (1866)yLapiedralunar(1868),cuatroapasionantesnovelassobradasdeintrigayemoción,que

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lehicieronmerecedordeelogioyadmiraciónporpartedeautorestandisparescomoT.S.Eliot(quedijodeLapiedralunarqueera«laprimera,lamásextensaylamejordelasmodernasnovelasinglesasdedetectives»)oJorgeLuisBorges(quelecalificóde«maestrodelaintriga»).

Lamentablemente,elfinaldeladécadatrajoconsigoelfallecimientodesuamigoDickens (en 1870, precisamente) y el declive de su carrera. Por alguna razóndesconocida, Collins, que hasta entonces había tenido siempre una envidiablehabilidad para introducir reflexiones sociales en sus novelas sin que éstas seresintieranporello,hizodeladenunciaunestiloysededicóaarremetercontratemascomoelatletismo(enManandWife,de1870),laactituddesuscoetáneoshacialasmujeres«descarriadas››(enTheNewMagdalen,de1873),losjesuitas(enTheBlackRobe,de1883), lavivisección(enHeartandScience, de1883),oel adulterioyeldivorcio (enThe EvilGenius, de 1886), descuidando sus anteriormente trabajadasdotes narrativas en pos de una críticamoralista. El descenso de su popularidad leobligóaseguirfrecuentandolanarrativademisteriomedianteobrascomoLapobreseñoritaFinch (1872),TheLawand theLady (1875),MyLady’sMoney (1878)o IsayNo(1884),sinembargoyanadavolvióaserlomismo,yCollinssesumergióenunpermanenteestadodemalasalud,quesevioagravadoporsuadicciónalláudanoyporlosdisgustosqueleocasionabasuturbulentarelacióncondosmujeresalavez,CarolineGravesyMarthaRudd(pareceserquedurantelosúltimosañosdelavidadel escritor llegaron incluso a vivir los tres juntos bajo el mismo techo). WilkieCollinsmurióenLondresen1889.

Como buen escritor Victoriano, Collins siempre demostró cierto interés por lomacabro, por lo que no es de extrañar que su afición juvenil a la novela gótica lellevara a encariñarse con los relatos de fantasmas. No obstante, su peculiarracionalismoysuacusadapreocupaciónporlostemassocialeslellevaronaabordarla narrativa fantástica con un estilo realmente único. Como podrán comprobar loslectores, los cuentos reunidos en esta antología tienen en comúnun tono socarrón,queenocasionestiendeinclusoaloparódico,comoen¡Revientaconelbergantín!oelhilaranteprólogodeLamujerdelsueño,yunmarcadoacentocotidiano,quehacequelofantásticoseintegredeunmodotannaturalenlanarraciónquehastapuedellegararesultardesconcertante,comocuandoelprotagonistadeLasgafasdeldiabloacepta hacerse cargo de tan terrible artefacto con el objetivo de dirimir sus cuitasamorosas.Se trata,sinduda,deunaspectopocoestudiadode laobradeesteautorimprescindible,ydeunapartedesuproducciónhabitualmenteolvidadaenloqueasus ediciones en castellano se refiere, una carencia que este volumen se proponecontribuirapaliar.

ÓSCARPALMER

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MONKTONELLOCO

I

LosMonkton de la abadía deWincot no tenían excesiva fama de sociables ennuestro condado. Nunca acudían de visita a las casas de otras familias y nuncarecibieronbajosupropiotechoanadiequenofuesemipadreounadamaysuhijaquevivíancercadesuresidencia.

Sindudaeranorgullosos,ysinembargonoeraelorgullo,sinoel temor, loquelos mantenía apartados de sus vecinos. La familia había padecido durantegeneraciones un horrible caso de locura hereditaria, y susmiembros semostrabanreaciosapasearsudesgraciafrenteaotros,talycomotendríanquehaberlaexpuestodehaberseentremezcladoconelajetreadomundoquelosrodeaba.Existeunaterriblehistoria acerca de un crimen cometido hace mucho tiempo por dos Monkton, unacontecimientoqueparecióprecederalprimercasodelocura;peronoseránecesariosobresaltar a nadie relatándolo aquí. Baste decir que, a intervalos, casi todas lasformasconocidasdedemenciasemanifestaronendiversosmiembrosdelafamilia,siendolamonomaníasuexpresiónmásfrecuente.Fueatravésdemipadrecomotuvenoticiadeestoshechos,ytambiéndeunparmásqueaúntengoquerelatar.

DurantemijuventudyanoquedabansinotresMonktonenlaabadía:elseñorylaseñoraMonkton,ysuhijo,Alfred,elherederodelapropiedad.Elotrorepresentantevivode esta rama, lamás antiguade la familia, era el hermanopequeñodel señorMonkton,Stephen.Eraesteunhombresoltero,yenposesióndeunaestimablefincaenEscocia,perovivíacasidecontinuoenelcontinenteyteníareputacióndelibertinoydesvergonzado.LafamiliadeWincotmanteníaconélcasitantocontactocomoconsusvecinos.

Ya he mencionado a mi padre, y a una dama y a su hija, como los únicosprivilegiadosalosqueselespermitíaelaccesoalaabadíadeWincot.

Mi padre había sido un viejo compañero de instituto y universidad del señorMonkton,yelazarloshabíaunidocontantafrecuenciaensuvidaposteriorquesuintimidaderacompletamentecomprensible.ParaloqueyanoestoytancapacitadoesparadescribirlostérminosamistososenlosquelaseñoraElmslie(ladamaalaquehealudido)serelacionabaconlosMonkton.Sufallecidoesposohabíasidoparientelejano de la señora Monkton, y mi padre era el tutor de su hija. Pero estasdemostracionesdeamistadyrespetonuncameparecieronlosuficientementeintensascomoparaexplicarlaintimidadentrelaseñoraElmslieylosocupantesdelaabadía.

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Sin embargo, ciertamente compartían una intimidad y, a su debido tiempo, elconstanteintercambiodevisitasentrelasdosfamiliasacabópordarsusfrutos:elhijodelseñorMonktonylahijadelaseñoraElmsliesesintieronmutuamenteatraídos.

Yonotuveoportunidaddevermuyamenudoalajoven;únicamentelarecuerdoenaquelentoncescomounachicadelicada,dulceyagradable.Exactamenteelpoloopuesto en apariencia, y al parecer también en carácter, de AlfredMonkton. Peroquizáfueraesaunadelasrazonespor lascualesseenamoraron.Laatracciónentreambos pronto fue descubierta y aprobada por sus padres. En todos los puntosesenciales,exceptoeldelariqueza,losElmsliepodíancompararseperfectamenteconlosMonkton,yparaelherederodeWincotlanecesidaddequelanoviarecibieraunabuena dote resultaba del todo irrelevante. Era de conocimiento común que, a lamuerte del señor Monkton, Alfred recibiría un estipendio de treinta mil librasanuales.

Deestemodo,aunquelospadresdeambaspartescoincidieronenquelosjóvenesaúnnoeran losuficientementemayoresparacasarsede inmediato,novieronrazónalgunaporlaqueAdayAlfrednopudierancomprometerse,conelentendimientodequenoseuniríanenmatrimoniohastaqueeljovenMonktoncumplieralamayoríadeedad,algoparaloqueaúnfaltabandosaños.Mipadre,encalidaddetutordeAda,fuelaúnicapersonaconlaquelasdosfamiliasconsultaronelasunto.Élsabíaqueladesgracia de la familia de la abadía se habíamanifestadohacía algunos años en laseñoraMonkton,queeraprimadesuesposo.Laenfermedad,talycomoselaaludíaennuestrocírculo,habíaconseguidopaliarsegraciasauncuidadoso tratamiento,yhabía sido dada por superada. Pero mi padre no iba a dejarse engañar. Sabíaperfectamente que la corrupción hereditaria seguía acechando; contemplaba conhorrorlamásqueprobableposibilidaddequealgúndíareaparecieraenlaprogeniedelaúnicahijadesuamigo,ysenegósincontemplacionesadarsuconsentimientoalcompromiso.

Elresultadofuequeselecerrarontantolaspuertasdelaabadíacomolaspuertasde lacasade laseñoraElmslie.Poco tiempodespuésdeaquella interrupcióndesuamistad, la señoraMonktonmurió. Sumarido, que se sentíamuy próximo a ella,cogió un violento catarro mientras asistía a su funeral. El catarro no fue tratadoadecuadamentey le afectó a lospulmones.Enapenasunpardemeses siguió a suesposaalatumba,yAlfredquedóenposesióndelaenormeyviejaabadíaydetodoslosterrenosqueseextendíanasualrededor.

Enaquelmomento, laseñoraElmslietuvolapocadelicadezadeempeñarseporsegundavezenquemipadredierasuconsentimientoalaboda.Élvolvióanegarsede unmodomás enérgico aún que en la primera ocasión. Pasómás de un año.ElmomentoenqueAlfredalcanzaríalamayoríadeedadseaproximabaconrapidez.Yoregreséde launiversidadparapasar lasvacaciones en casa ehice algunos avancesdestinadosamejorarmirelaciónconeljovenMonkton.

Misavancesfueronrechazados.Concompletacorrección,cierto;pero,aunasí,de

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unmodotalquesugeríaclaramentequemeguardaradevolveraintentarofrecerlemiamistad. Cualquier disgusto que hubiera podido sentir a causa de aquel mezquinorechazoquedóborradodemimentedebidoaunaverdaderadesgraciaqueacaecióenelsenodemifamilia.Hacíayaalgunosmesesquelasaluddemipadresehabíaidodeteriorando, y, precisamente en elmomento al que estoy haciendo referencia, sushijostuvieronquelamentarlairreparablecalamidadquesupusosumuerte.

DebidoaalgunainformalidadoerroreneltestamentodeldifuntoseñorElmslie,estacontingenciadejóel futurodeAdaenteramenteadisposiciónde sumadre.Laconsecuencia fue la inmediata ratificación del compromisomatrimonial al que contantavehemenciasehabíaopuestomipadre.Tanprontocomoelacontecimientoseanunciópúblicamente,algunosdelosamigosmáscercanosdelaseñoraElmslie,queestaban al tanto de los sucesos referentes a la familiaMonkton, se aventuraron aintercalarentresus felicitacionesformalesunaodosreferenciasa ladifuntaseñoraMonktonyaladisposicióndesuhijo.

La señora Elmslie recibió siempre estas educadas indirectas con una única yenérgica respuesta: primero, admitía la existencia de aquellos rumores sobre losMonkton que sus amigos se resistían a especificar; después, declaraba que no setratabasinodeinfamescalumnias.Hacíageneracionesquelacorrupciónhereditariahabíadesaparecidodelafamilia.Alfrederaelmejor,elmásamableyelmáscuerdodetodoslossereshumanos.Amabaelestudioylasoledad;Adasimpatizabaconsusgustosyhabíahechosueleccióndemodoimparcial;sialguienvolvieseapronunciaren voz alta alguna indirecta que pudiera implicar que su madre estuviesesacrificándolaalentregarlaenmatrimonio,talindirectaseríatomadacomouninsultopersonalhaciaella,puesponerendudasuafectoporAdaseríaunamonstruosidad.Aquel modo de hablar silenció a la gente, pero no la convenció. Empezaron asospecharloquedehechonoerasinolaauténticaverdad,quelaseñoraElmslieeraunamujeregoísta,materialistaycodiciosa,quequeríacasarbienasuhija,sinqueleimportaranlasconsecuenciasmientraspudieseveraAdaconvertidaenlaseñoradelamayorposesióndelcondado.

En todo caso, pareció como si la fatalidad conspirara para evitar que la señoraElmslie consiguiese el que era su mayor objetivo en la vida. Apenas acababa dedesaparecer, debido a la muerte de mi padre, el primer obstáculo a la malpredestinadaboda, cuando le sucedióotro, en formadeansiedadymales causadosporladelicadasaluddeAda.Aunquefueronmuchoslosdoctoresconsultados,todoscoincidieron en aconsejar que el matrimonio debía aplazarse, y que la señoritaElmslie debía abandonar Inglaterra por un tiempo y residir en un clima mástemplado, el sur deFrancia, si no recuerdomal.De estemodo, justo antes de queAlfredfueradeclaradomayordeedad,Adaysumadrepartieronhaciaelcontinente,por loqueentendimosque launiónentre losdos jóveneshabíaquedadopospuestaindefinidamente.

En la vecindad se despertó cierta curiosidad por lo que haría AlfredMonkton

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vistaslascircunstancias.¿Acasoseguiríaasuamada?¿Iríaderegatas?¿AbriríaporfinlaspuertasdelaviejaabadíadeparenparysepropondríaolvidarlaausenciadeAdayelretrasodesubodamedianteunsinfíndefestividades?Nohizonadadeeso.Sencillamente permaneció en Wincot, llevando un modo de vida tansospechosamenteextrañoysolitariocomoelquehabíaseguidosupadreantesqueél.Literalmente,noteníamáscompañíaenlaabadíaqueladelviejosacerdotequehabíasidosututordesdelamástiernainfancia(deberíahabermencionadoconanterioridadquelosMonktonerancatólicosromanos).Cumpliólamayoríadeedad,yenWincotnisiquieraseorganizóunapequeñacenaprivadaparacelebrarelevento.Lasfamiliasdelvecindariodecidieronolvidarlaofensaqueleshabíahechosupadremediantesureserva,yleinvitaronasuscasas.Lasinvitacionesfueronrechazadaseducadamente.Uno tras otro, todos los visitantes que llamaron con resolución a las puertas de laabadía se vieron rechazados con la misma resolución tan pronto como hubierondejado sus tarjetas de visita. A causa de esta combinación de actitud siniestra yagravante, las gentes de los alrededores empezaron a agitar misteriosamente lascabezascadavezquesemencionabaelnombredelseñorAlfredMonkton,mientrasaludíana ladesgraciafamiliarysepreguntabanmalhumoradamente,ocon tristeza,segúnlesinclinasesutemperamento,quéseríaloquepodríaocuparlemestrasmesenaquellasolitariayviejacasa.

La respuesta correcta a este interrogante no fue fácil de descubrir. Resultabacompletamenteinútil,porejemplo,preguntarlealsacerdotealrespecto.Setratabadeun viejo caballero, correcto y silencioso, cuyas respuestas siempre eranexcesivamente comedidas y educadas; pero, aunque parecían acarrear una inmensacantidaddeinformación,todoelmundoobservóquecuandosereflexionabasobrelasmismasnadatangiblepodíaextraersedeellas.Elamadellaves,unaextrañaancianademodalesabruptosyrepelentes,erademasiadofieraytaciturnaparaserinterrogadasin riesgos. Los pocos sirvientes que había en la casa llevaban con la familia eltiempo suficiente como para haber aprendido amantener por lo general sus bocascerradasenpúblico.Soloatravésdeloslabriegosqueabastecíanlamesadelaabadíase pudo obtener alguna información; información que por otra parte resultó serexcesivamentevaga.

Algunosdeelloshabíanobservadoal«jovenseñor»recorriendolabibliotecaconmontonesdepapelespolvorientosentrelasmanos.Otroshabíanoídoruidosextrañosenlaszonasdeshabitadasdelaabadía,habíanmiradohaciaarriba,ylehabíanvistoforcejeandoconlasviejasventanas,comosiquisieraqueelaireylaluzpenetraranenunashabitacionesquesehabíansupuestocerradasduranteañosyaños;olehabíandescubierto peligrosamente erguido sobre la cumbre de una de las torretassemiderruidas,alasque,queserecordara,nuncanadiehabíasubidoconanterioridad,debido a que popularmente se las consideraba habitadas por los fantasmas de losmonjes que en el pasado fueron los propietarios del edificio. El resultado de estasobservaciones y descubrimientos, una vez extendidos por la comarca, fue por

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supuestolainstauracióndelafirmecreenciadequeel«pobrejovenMonktonestabasiguiendoelmismocaminoqueelrestodelafamiliahabíatransitadoantesqueél».Opiniónquesiempreparecióverserefrendadaenlamentepopularconlaconvicción(fundadaenningunapruebaenconcreto)dequeeraelsacerdotequienestabadetrásdetodaaquellamaldad.

Hastaaquíhehabladoapartirdeanécdotasquemefueroncontadas.Loquevoyanarrarahoraeselresultadodemipropiaexperiencia.

II

UnoscincomesesdespuésdequeAlfredMonktonsehicieramayordeedad,yoabandoné la universidad y decidí distraerme e instruirme un poco viajando alextranjero.

CuandoabandonéInglaterra,eljovenMonktonaúnpracticabasuvidadereclusoenlaabadía,yestaba,enopinióndetodoelmundo,hundiéndoserápidamente,siesquenohabía sucumbidoyadel todo, en lamaldiciónhereditaria de su familia.EncuantoalasElmslie,losinformesdecíanquelasaluddeAdasehabíabeneficiadodesuviaje,yque,portanto,madreehijaseencontrabanyadecaminohaciaInglaterracon la intención de restablecer los lazos con el heredero deWincot. Antes de suregreso, yo ya había iniciadomis viajes para dedicarme a vagabundear pormediaEuropasinapenasplaneardeantemanolasrutasqueibaaseguir.Lacasualidadqueme había guiado hasta entonces me llevó de igual modo hasta Nápoles. Allí meencontré con un viejo compañero de instituto, que era uno de los attachés de laembajadabritánica.YtambiénallícomenzaronlosextraordinarioshechosconectadosconAlfredMonktonqueformanelnúcleoprincipaldelahistoriaqueahoralesestoyrelatando.

Unamañana,mientrasestabaperdiendoperezosamenteeltiempoconmiamigoelattachéenlosjardinesdeVillaReale,fuimosadelantadosporunjovenquecaminabasoloyqueintercambióunsaludoconmiacompañante.

Penséquehabíareconocidolosojososcurosyansiosos,lasmejillasdescoloridas,y laexpresiónnerviosayextrañamentevigilanteque recordabacomocaracterísticadel rostrodeAlfredMonkton,yestabaapuntodepreguntarleamiamigosobreeltema,cuandosemeadelantórevelándomelainformaciónquemeinteresaba.

—Es Alfred Monkton —dijo—. Viene de tu parte de Inglaterra. Deberíasconocerle.

—Leconozcounpoco—respondí—.LaúltimavezqueestuveenlacomarcadeWincotestabaprometidoconlaseñoritaElmslie.¿Sehacasadoporfin?

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—No.Ynuncadeberíahacerlo.Haseguidolospasosdetodasufamilia.O,dichoclaramente,sehavueltoloco.

—¡Loco! Aunque no debería sorprenderme al oírte pronunciar esas palabrasdespuésdeloquesedecíadeélenInglaterra.

—Yonohabloapartirderumores.Habloapartirdeloquehadichoyhechoenmi presencia, y en presencia de otros cientos de personas. ¿Habrás oído hablar deello,supongo?

—Enabsoluto.HacíamesesquenorecibíanoticiasnideNápolesnideInglaterra.—Entonces tengo que contarte una historia extraordinaria. Por supuesto, ya

sabrásqueAlfredteníauntío,StephenMonkton.Puesbien,hacetiempo,estetíosebatió en duelo en los estados romanos con un francés que le mató de un tiro.Supuestamente, tanto los testigos como el francés (que resultó ileso) huyeron endistintasdirecciones.Aquínonosenteramosdeningúndetallesobreelduelohastaque,unmesmástarde,unodelosdiariosfrancesespublicóuninformealrespecto,apartirdeunospapelesdejadosporel testigodeMonkton,queacababademorirenParís afectado por la tisis.Aquellos papeles revelaban elmodo en el que se habíacelebradoeldueloycuálhabíasidosudesenlace,peronadamás.Elsegundotestigoyelfrancéshanpermanecidoenelanonimatodesdeentonces.Por lo tanto, todoloquesabemosacercadeldueloesqueStephenMonktonrecibióundisparo;algodeloquenadiepodríalamentarse,puestoquejamásexistióuncanallamásgrande.Ellugarexacto en quemurió, y qué se hizo después con el cadáver, sonmisterios que notienenposibilidaddedesvelarse.

—¿PeroquétienequevertodoestoconAlfred?—Esperaunmomentoylosabrás.Pocodespuésdequelasnoticiassobresutío

llegaranhastaInglaterra,¿quécreesquehizoAlfred?Cancelósusesponsalesconlaseñorita Elmslie, a punto de celebrarse en aquel entonces, para poder venir aquí abuscarlatumbadeesegranujadesgraciadoqueteníaportío.YningúnpoderterrenalserácapazdeinducirlearegresaraInglaterrayalaseñoritaElmslie,hastaquehayaencontradoelcadáverypuedallevárseloconsigoparaenterrarlocontodoslosdemásMonkton en la cámaramortuoria que hay bajo la capilla de la abadía deWincot.Durantelostresúltimosmeseshaderrochadosudinero,haimportunadoalapolicía,ysehaexpuestoalridículofrentea loshombresya la indignaciónde lasmujeres,intentando conseguir su loco propósito, y actualmente se encuentra tan lejos decumplirlocomocuandollegó.Nohasidocapazdeexplicarleanadieelmásmínimomotivo para su conducta. No puedes reírte de él, ni tampoco razonar. Por puracasualidad,mehe enterado de que en estosmomentos, justo cuando nos lo hemoscruzado,sedirigea laoficinadelministrodel Interiorpara intentarconvencerledequeenvíenuevosagentesainvestigareinterrogaralolargoyanchodelosestadosromanos,enbuscadellugarenelquedispararonasutío.Yescúchamebien:durantetodoestetiempohadeclaradounayotravezestarapasionadamenteenamoradodelaseñoritaElmslie,ysentirsecompletamentemiserableacausadesuseparación.¡Qué

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tepareceeso!Piensadespuésqueesaseparaciónselahaautoimpuestoélmismoparavenir aquí a perseguir los restos de un granuja que era toda una desgracia para lafamilia,yalquenovioenmásdedosocasionesensuvida,ydimesideentretodoslos «locos Monkton», como los suelen llamar en Inglaterra, no es Alfred el másdemente.Enrealidad,sehaconvertidoennuestraprincipalatracciónenestaaburridatemporadadeópera;aunque,pormiparte,cadavezquepiensoenesapobrechicaenInglaterra,mesientomáspredispuestoadespreciarlequeareírmedeél.

—¿ConocesalasElmslie,entonces?—Íntimamente.El otrodíamimadremeescribiódesde Inglaterra, tras haberle

hechounavisitaaAda.EstaescapadadeMonktonhaofendidogravementeatodossus amigos. Deben de haber estado intentando convencerla de que rompiese sucompromiso, pues parece que tiene derecho a hacerlo si así lo deseara. Incluso sumadre,sórdidayegoístacomoes,sehavistoobligadaalfin,pordecenciaysentidocomún,aponersedelladodelrestodelafamilia;perolabuenayfielmuchachanoquiere traicionaraMonkton.Lequitahierroasu locura,diceque lediounabuenarazón, en secreto, para marcharse; y dice que siempre podrá hacerle feliz cuandovuelvanaestarjuntosenlaviejaabadía,ymásfelizaúncuandosehayancasado;enresumen,queleamaapasionadamenteyqueporlotantolecreeráhastaelfinal.Nadapuedeconvencerladelocontrario;estádispuestaaentregarlesuvida,yasílohará.

—Esperoqueno.Pormásquesuconductanospuedaparecerdemente,imaginoque se deberá a alguna razón lógica, aunque no seamos capaces de imaginarla.¿Parecetenerproblemasmentalescuandocharlasobretópicosordinarios?

—En absoluto. Cuando consigues que diga algo, lo cual no sucede muy amenudo,hablacomounhombresensibleybieneducado.Manténsilenciosobresupreciosabúsqueda,yleconsideraráselmásgentilytempladodelossereshumanos.Perotocael temadesutíovagabundoyverásaflorardeinmediatolalocuradelosMonkton.La otra noche, una dama le preguntó, bromeando por supuesto, si habíavistoelfantasmadesutío.Éllacontemplócomosifueraunperfectodemonio,ydijoquealgúndíatantoélcomosutíolecontestaríanjuntos,aunquetuvieranquevolverdesdeelinfiernoparahacerlo.Todosnosreímosaloírsuspalabras,peroladamasedesmayó ante su mirada y en consecuencia tuvimos una pequeña escena dehisterismoyagitación.Cualquierotrohombrehabríasidosacadoapatadasdelasalapor haberle dadoun susto casi demuerte a unamujer hermosa; pero «Monkton elloco»,talycomolehemosbautizadoaquí,esunlunáticoprivilegiadoenlasociedadnapolitana,porquees inglés, esatractivo,yademás recibe treintamil librasal año.Acudea todaspartescreyendoqueexiste laposibilidaddeencontraraalguienquehubierasidodepositariodelsecretosobreellugarenelquesecelebróelmisteriosoduelo.Sitelopresentan,puedesestarsegurodequetelopreguntaráaunquenosepasnadaal respecto;peroguárdatede seguir tratandoel temadespuésdeque lehayasrespondido,amenosquequierasasegurartedesacarledesuscasillas.Enesecaso,solohablarádesutío,yelresultadoestarálejosdesatisfacerte.

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Un día o dos después de haber mantenido esta conversación conmi amigo elattaché,meencontréconMonktonenunafiestanocturna.

En el momento en que oyó mencionar mi nombre, su rostro se ruborizó. Mecondujo hasta un rincón apartado y, refiriéndose a la frialdad con la que habíarecibidohacíaalgunosañosmiofertadeestablecerunarelaciónamistosa,mepidióperdón por lo que él mismo calificó de «una inexcusable ingratitud», con unaseriedadyunnerviosismoquemetomaroncompletamenteporsorpresa.Susiguientepasofue,talycomoyamehabíaavisadomiamigo,preguntarmealrespectodellugarenelquesehabríacelebradoelmisteriosoduelo.

Mientrasmeinterrogaba,uncambioextraordinarioseprodujoensupersona.Enlugardemirarmedirectamentea lacara,comohabíanhechohastaaquelmomento,susojossefijaronintensamente,casiconfiereza,bienenunaparedcompletamentedesnuda que nos flanqueaba o bien en el espacio vacante que se extendía entre laparedynosotrosmismos(imposibledecirloconseguridad).Yoacababade llegaraNápolesenunbarcoprocedentedeEspaña,yasíseloexpliquébrevemente,puesmeparecióelmejormododeindicarlesatisfactoriamentequenopodríaserledeningunaayuda. Él no insistió, y yo, teniendo en cuenta la recomendación de mi amigo,procuréllevarlaconversaciónhaciatemasgenerales.Volvióamirarmedirectamentey,durantetodoeltiempoquepermanecimosennuestrorincón,susojosnovolvieronavagabundearhacialadesnudaparedohaciaelespaciovacantequehabíaanuestrolado.

Aunquesiempremásdispuestoaescucharqueahablar,suconversación,cuandosurgía, no exhibía el más mínimo rastro de locura. Evidentemente, había leídomucho,nodeunmodogeneralista sinoenprofundidad,y era capazde aplicar suslecturas con singular felicidad a modo de ilustración de casi cualquier tema endiscusión, sin interponer sus conocimientos de unmodo absurdo, ni ocultarlos conafectación.Susmodaleseranensímismostodaunaprotestacontraunapodocomoelde«Monktonel loco».Era tan tímido, tancallado, tan tranquiloyamableen todossus actos que a veces uno podría haberse visto inclinado incluso a calificarle deafeminado.Mantuvimosunalargacharladuranteaquellaprimeranoche;después,nosvimosamenudo,ynuncadejamospasarunasolaoportunidadde irnosconociendomejor.Sentíquehabíaadquiridociertogustopormicompañíay,apesarde loquehabíaoídoacercadesucomportamientoparaconlaseñoritaElmslie,apesardelassospechas que su historial familiar y su propia conducta habían despertado,«Monktonelloco»empezóagustarmetantocomoyolegustabaaél.Másdeunavezcabalgamosensilencioporelcampo,yamenudonavegamosrecorriendolasorillasdelabahíaporambosextremos.Denoserpordosincomprensiblesexcentricidadesen su conducta, prontome habría sentido tan a gusto en su compañía como si setratarademipropiohermano.

La primera de aquellas excentricidades consistió en la reaparición ocasional deaquella extraña expresión en sus ojos, que había visto por primera vez cuandome

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había preguntado si sabía algo sobre el duelo. No importaba de qué estuviéramoshablando o dónde estuviéramos; había ocasiones en las que de repente apartaba lamiradademirostro,oraaunladooraalotro,perosiemprehaciaunlugarenelqueno había nada que ver, y siempre con la misma intensidad y fiereza en sus ojos.Aquelloseasemejabatantoalalocura(oporlomenosalahipocondría)quemedabamiedopreguntarlealrespectoysiemprefingíanohabermedadocuenta.

Lasegundapeculiaridadensuconductafueque,mientrasestuvoenmicompañía,nunca hizo una sola referencia a los comentarios despertados por su búsqueda enNápoles,ynohablónienunasolaocasiónnidelaseñoritaElmslienidesuvidaenla abadía deWincot. Aquello no solome sorprendió, sino que además asombró atodosaquellosquehabíannotadonuestra intimidadyque sehabíanconvencidodeque yo debía de ser el depositario de todos sus secretos. Pero ya se acercaba elmomento.Aquelmisterio,ytambiénalgunosotroscuyaexistencianisiquierahabíasospechadohastaentonces,estabanapuntodeserrevelados.

Una nocheme encontré con él, en un gran baile organizado por un noble rusocuyonombrenopudepronunciarentoncesysoycompletamenteincapazderecordarahora.Mehabíaidoalejandopaulatinamentedelrecibidor,lasaladebaileyelsalóndecartas,hastallegaraunapequeñahabitación(medioinvernadero,medioboudoir)situada a un extremo del palacio y bellamente iluminada para la ocasiónmediantelámparas chinas. Cuando entré no había nadie. La vista sobre el Mediterráneo,bañado en la brillante apacibilidad de la luna italiana, era tan encantadora quepermanecí largo tiempo junto a la ventana, contemplándolamientras escuchaba lamúsica que me llegaba débilmente desde el salón de baile. Mis pensamientos seencontraban lejosdemí, juntoa losamigosquehabíadejadoenInglaterra,cuandomesobresaltéaloírminombresuavementepronunciado.

MevolvídeinmediatoyviaMonktondepieenlahabitación.Unalívidapalidezse había adueñado de su rostro, y sus ojos se apartaban continuamente demí conaquellamismaextraordinariaexpresiónalaqueyahealudido.

—¿Leimportaríaabandonarelbaileunpocomásprontoestanoche?—preguntósinmirarmeaún.

—Enabsoluto—dijeyo—.¿Puedohaceralgoporusted?¿Seencuentramal?—No.Oalmenosnoesnadadeloquemerezcalapenahablar.¿Podríavenira

vermeamishabitaciones?—Ahoramismo,siquiere.—No, ahora mismo no. Yo debo acudir de inmediato, pero no hace falta que

vengaustedhastadentrodemediahora.Yaséquenohaestadoconanterioridadenmicasa,pero laencontrarácon facilidad,estácercadeaquí.Aquí tieneuna tarjetaconmidirección.Debo hablar con usted esta noche;mi vida depende de ello. ¡Leruegoqueacuda!¡PorelamordeDios,vengaencuantohayapasadolamediahora!

Prometíserpuntualymeabandonódeinmediato.La mayoría de ustedes podrá imaginarse con facilidad el estado de nerviosa

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impacienciayvagaexpectaciónenelquepaséelperiododeespera requerido, trashaberoídopalabrascomolasquemehabíadirigidoMonkton.Antesdequelamediahorahubieraexpiradodeltodo,empecéaabrirmepasoatravésdelsalóndebaile.

Eneldescansillodelaescalerameencontréconmiamigoelattaché.—¡Cómo!¿Yatevas?—dijo.—Sí,ymedirijohaciauncuriosoencuentro.VoyalashabitacionesdeMonkton

porexpresainvitaciónsuya.—¡No será verdad! Por mi honor, que eres un hombre osado al atreverte a

encontrarteasolasconMonktonenplenanochedelunallena.—Está enfermo, el pobre.Además, no le creo ni lamitad de locode lo que le

creestú.—No discutiremos por eso; pero acuérdate de lo que voy a decirte. No te ha

pedido que vayas a un lugar en el que ningún otro visitante ha sido admitido conanterioridadsinunpropósitoespecial.Estoysegurodequeestanochevasaoíroaveralgoquerecordarásduranteelrestodetuvida.

Nosdespedimos.Cuando llaméa la puerta del patiode la casa en la quevivíaMonkton,recordélasúltimaspalabrasdemiamigo;y,aunquemehabíareídodeélcuandolashabíapronunciado,empecéasospecharquesupredicciónestabaapuntodecumplirse.

III

ElporteroquemeabriólapuertadelacasaenlaquevivíaMonktonmecondujohastaelpisoenelqueestabansituadassushabitaciones.Alsubir lasescaleras,meencontréunapuertaentreabierta.SupongoqueMonktonhabíaoídomispasos,yaquemedijoqueentraraantesinclusodequemedieratiempoagolpearconlosnudillos.

Entréy loencontré sentado juntoaunamesa, conalgunascartasabiertasen lamano; las estaba atando formando un pequeño hatillo. Pude percibir, mientrasmesolicitabaquemesentara,quesuexpresiónparecíahaberrecuperadolacompostura,sibienlapalidezaúnnohabíaabandonadosurostro.Mediolasgraciasporacudir;repitióqueteníaalgomuyimportantequedecirme,ydespuéssecalló,aparentementedemasiadoavergonzadoparacontinuar.Intentéquesesintieracómodoasegurándolequesimiayudaomisconsejospodíanserledecualquierutilidadestabadispuestoaponernosamíyamitiempoasudisposición,detodocorazónysinreservas.

Mientrasdecíaesto,viquesusojosempezabanaalejarsedemirostroparaerrarlentamente,centímetrotrascentímetro,hastadetenerseenundeterminadolugar,conla misma mirada fija en el vacío que tan a menudo me había sobresaltado en

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anterioresocasiones.Laexpresióndesurostrosealterócomonuncahastaentonceslahabíavistoalterarse.Monktonsesentó frenteamí,con toda laaparienciadeunhombresumergidoenuntrancemortal.

—Esustedmuyamable—dijolentaydébilmente,hablandonohaciamí,sinoenla dirección en la que sus ojos aún permanecían fijos—. Sé que puede ayudarme,pero…

Sedetuvo;surostroempalidecióhorriblementeyelsudorempezóaderramarseatravésdetodossusporos.Intentócontinuar,dijounaodospalabras,ydespuésvolvióacallar.Seriamentealarmadoporsusalud,melevantéconlaintencióndealcanzarleun poco de agua de una jarra que había visto sobre unamesa que estaba apoyadacontraunadelasparedes.

Él saltó de su silla en aquelmismo instante. Todas las sospechas que sobre sucordura había oído murmurar cruzaron mi mente en un solo instante, einvoluntariamenteretrocedíunoodospasos.

—Espere—dijosentándosedenuevo—.Nosepreocupepormí,ynoabandonesu silla. Quiero… desearía, si a usted no le importa, efectuar una pequeñamodificación antes de que digamos nada más. ¿Le importaría que la iluminaciónfuesemásfuerte?

—Enabsoluto.Hastaentoncesnoshabíamossentadoalasombradesulámparadelectura,que

eralaúnicaluzquehabíaenlahabitación.Cuando le respondí,Monkton volvió a levantarse, y tras entrar en otro cuarto,

regresóconunaenormelámparaenunadesusmanos.Despuéstomódosvelasdelamesadealladoyotrasdosdelarepisadelachimenea.Paramiasombro,lasjuntótodas de manera que quedaran entre nosotros, y después intentó encenderlas. Sumano temblaba de tal modo que se vio obligado a desistir de su empeño y mepermitió que acudiera en su ayuda. Siguiendo sus indicaciones, también retiré lapantalla de su lámpara de leer una vez hube encendido la otra y las cuatro velas.Cuando volvimos a sentarnos, con aquella concentración de luz entre nosotros,regresaronsusmejoresymásamablesmodales;ycuandovolvióadirigirseamílohizosinelmenortitubeo.

—Notienesentidopreguntarlesihaoídolosrumoresquecorrensobremí—dijo—.Séqueasíhasido.Mipropósitoestanocheesofrecerleunaexplicaciónrazonableparalaconductaquehaoriginadodichosrumores.Hastaahoramisecretosolohabíasido confiado a una persona.Ahora voy a confiárselo a usted junto con un objetoespecial que lemostraré a su debido tiempo. En primer lugar, en todo caso, deboempezar contándole exactamente cuál es la enorme dificultad que me obliga amantenerme ausente de Inglaterra. Necesito su ayuda y su consejo; pero, para noesconderle nada, también quisiera poner a prueba su neutralidad y su amistosasimpatía antes de que me pueda atrever a confiarle mi miserable secreto a usted.¿Podrá perdonar esta aparente desconfianza de su carácter franco y abierto… esta

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aparente ingratituda laamabilidadquemehamostradousteddesdenuestroprimerencuentro?

Leroguéquenohablaradeaquellascosasyquecontinuara.—Ya sabe —prosiguió— que estoy aquí para recobrar el cuerpo de mi tío

Stephen,yparallevarloconmigodevueltaaInglaterra,allugardeenterramientodemifamilia.Tambiéndebedeestaraltantodequeaúnnoheconseguidodarconsusrestosmortales.Intentepasarporelmomentoporencimadeloquelepuedaparecerextraordinarioe incomprensibledeunpropósitocomoelmíoy leaesteartículodeperiódico, el que está subrayado. Hasta ahora es la única prueba que he podidoobtenerenrelaciónconelfataldueloenelquefalleciómitío,yquierooírquétipodeprocedimientoaseguirlesugiereaustedsulecturadetenida.

Me alcanzó un viejo periódico francés. El contenido de lo que leí entonces sequedótanfirmementegrabadoenmimemoriaqueestoysegurodequeserécapazderepetir correctamente, pese a la distancia en el tiempo, todos los hechos que seanecesariocomunicarallector.

El artículo empezaba, recuerdo, con un comentario editorial sobre la grancuriosidadquehabíasuscitadoelfataldueloentreelcondedeSt.Loyuncaballeroinglés, el señor Stephen Monkton. El autor procedía después a recrearse en elextraordinariosecretismoquehabíaenvueltotodoaquelasuntodeprincipioafin,yaexpresarlaesperanzadequelapublicacióndeciertomanuscrito,alquealudíaensusobservaciones, pudiera llevar a la cesión de nuevas pruebas de otras partes mejorinformadas. El manuscrito había sido encontrado entre los papeles de monsieurFoulon,eltestigodelseñorMonkton,quienhabíafallecidoenParís,pocodespuésdehaberabandonadolaescenadelduelopararegresarasucasaendichaciudad,debidoaunrápidodeteriorodesusalud.Eldocumentoparecíainacabado,yseinterrumpíaprecisamenteenellugarenqueallectormásleapetecíaquecontinuara.Nosepudodescubrir ninguna razón que explicara aquella contingencia, y tras una búsquedaexhaustiva entre los papeles dejados por el difunto tampoco se había descubiertoningúnsegundomanuscritoenelquevinierarecogidalacontinuación.

Elrestodeltextoeraunareproduccióndedichodocumento.Resultó ser un acuerdo privado suscrito entre el testigo del señor Monkton,

monsieurFoulon,yeltestigodelcondedeSt.Lo,monsieurDalville;yconteníaunadeclaracióndetodoslospreparativosultimadosantesdequesecelebraraelduelo.Elpapelhabía sido fechadoen«Nápoles,22de febrero»,yestabadivididoen sieteuochocláusulas.

Laprimeracláusuladescribíaelorigenylanaturalezadeladisputa;unasuntodelomásvergonzosopor ambaspartesquenomerece lapena recordarni repetir.Lasegunda cláusula declaraba que dado que el retado había elegido como arma lapistola, y que el retador (un espadachín excelente) había insistido, por suparte, enqueelduelofuesellevadoacabodemodoenqueelprimerdisparofueseeldecisivo,los testigos,viendoqueaquelhostilencuentro inevitablementenopodría tenersino

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consecuenciasfatales,determinaronenprimerlugarqueelduelofuesemantenidoentotal secreto por todos los implicados, y que el emplazamiento en el que se iba adesarrollarno fueseanunciadoporadelantadoni siquieraa losduelistas.Seañadíaqueesteexcesodeprecauciónsehabíaconvertidoenunaabsolutanecesidaddebidoaun reciente llamamiento del Papa a los gobernantes de Italia, indignado por laescandalosafrecuenciaconlaquesepracticabanlosduelos,yurgiendoaqueenelfuturolasleyescontralosduelistassereforzaranconelmáximorigor.

Laterceracláusuladetallabaelmodoenquesehabíaprevistoquesedesarrollaseelduelo.

Laspistolas,trashabersidocargadasporlostestigos,reposaríanenelsuelo;loscombatientessesituaríanatreintapasosdedistanciaelunodelotroyarrojaríanunamonedaalaireparaverquiéndispararíaenprimerlugar.Elhombredesignadoporlafortuna avanzaría entonces diez pasos (marcados de antemano) y descargaría supistola. Si fallaba, o no era capaz de desarmar a su oponente, este sería libre deavanzar, si así lo elegía, los veinte pasos restantes antes de disparar. Este arregloasegurabalaterminacióndecisivadeldueloconunasoladescargadelaspistolas,ytantolosimplicadoscomosustestigosaceptaronfirmarlodecomúnacuerdo.

La cuarta cláusula declaraba que los testigos habían acordado que el duelodeberíallevarseacabofueradelosestadosnapolitanos,perosedejabanguiarporlascircunstanciasenloquealalocalidadexactaserefería.Lascláusulassiguientes,almenos tal y como yo las recuerdo, estaban dedicadas a detallar las diferentesprecauciones que se adoptarían para evitar ser descubiertos. Los duelistas y sustestigosabandonaríanNápolesenpartidasdiferentes;deberíancambiardecarruajeendiversasocasiones;seencontraríanenciertopuebloo,encasodenoserposible,enciertaposadadelacarreteraprincipalentreNápolesyRoma;llevaríancuadernosdedibujo,cajasdecoloresybanquetas,comosifueranartistasenbuscadeinspiraciónparasusbosquejos;ysetrasladaríanhastaellugardeldueloapie,sinemplearguíapormiedoaversetraicionados.Talespreparativosgenerales,yotrosdispuestosparafacilitarlafugadelossupervivientesunavezhubiesefinalizadoelasunto,formabanla conclusión de aquel extraordinario documento, que aparecía firmado, solomedianteiniciales,porlosdostestigos.

Justodebajode las inicialesaparecíaelcomienzodeunanarración,encabezadacon lapalabra«París»,queevidentementepretendíadescribireldueloconextremaminuciosidad.Lagrafíaeraladeltestigofallecido.

MonsieurFoulon,elcaballeroencuestión,transmitíasucreenciadequepodríanocurrir según qué circunstancias que convirtieran en un documento importante ladescripciónporpartedeuntestigooculardelosucedidoenelhostilencuentroentreSt. Lo y el señor Monkton. Se proponía, por tanto, como uno de los presentes,testificarqueelduelohabíasidollevadoatérminosegúnlascláusulasacordadas,yquelosdosimplicadossehabíancomportadocomohombresgalantesydehonor(!).Además, anunciabaque, conelobjetivodenocomprometer anadie, iba adejar el

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papelenelqueserecogíasutestimonioenbuenasmanos,coninstruccionesestrictasde que no fuese leído en modo alguno, salvo que se produjese la más extremaemergencia.

Tras estepreámbulo,monsieurFoulon relatabaqueelduelo sehabía celebradodosdíasmástardedequesehubiesefirmadoelacuerdo(aunquenomencionabaelnombredellugarnieldelacomarcaenelqueestesehabíacelebrado).Unavezloshombressehubieroncolocadoenloslugarespredispuestos,elcondedeSt.Loganólaoportunidaddeserelprimeroendisparar.Habíaavanzadosusdiezpasosyhabíadisparadocontraelcuerpodesuoponente.ElseñorMonktonnocayódeinmediato,sinoqueavanzótrastabillandoseisosietepasos,descargósupistolacontraelcondesin ningún efecto, y después cayó muerto al suelo.Monsieur Foulon declaraba acontinuaciónquehabíaarrancadounahojadesulibretadebolsillo,habíaescritounabreve descripción del modo en que había muerto el señor Monkton y la habíaprendido con un alfiler en sus ropas; este procedimiento se había hecho necesariodebidoa lapeculiarnaturalezadelplanprevistoparadeshacersecon seguridaddelcuerpodelmuerto.Cuáleraelplanencuestión,oquésehizodelcadáver,nohabíamanera de saberlo, ya que en este importante punto la narración se interrumpíabruscamente.

Una nota al pie del periódico simplemente anunciaba la forma en que eldocumentohabíasidoobtenidoparasupublicación,yrepetíalaafirmacióncontenidaen los comentarios del editor, de que ninguna continuación al mismo había sidoencontrada en poder de ninguna de las personas a las que se les había confiado elcuidado de los papeles demonsieur Foulon.Ya he reproducido, por tanto, todo elcontenidodeloqueleí,yhemencionadotodoloquehastaentoncessesabíasobrelamuertedelseñorStephenMonkton.

Cuando le devolví el periódico aAlfred, este se encontraba demasiado agitadoparahablar,peromerecordómedianteunaseñalqueestabaesperandoansiosamenteparaoírloquetuvieraquedecirle.Miposturafuemuycuidadosaydetanteo.Apenaspodíaprevercuálesseríanlasconsecuenciassinomeandabaconcuidado,ynopudepensarunplanmásseguroquepreguntarlecuidadosamenteantesde implicarmedeunmodouotro.

—¿Meexcusarásilehagounaodospreguntasantesdeofrecerleconsejo?—dije.Élasintióimpacientemente.—Sí,sí.Cualquierpreguntaqueguste.—¿Hatenidoenalgúnmomentoelhábitodeverconfrecuenciaasutío?—Nolehevistoenmásdedosocasionesentodamivida,yambassiendosoloun

niño.—Por consiguiente, no podría usted sentir un fuerte afecto personal por él,

¿verdad?—¡Afecto!De sentir elmásmínimo afecto por él, debería avergonzarme.Nos

deshonrabaalládondefuera.

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—¿Podría preguntarle si hay algún motivo familiar detrás de su interés porrecobrarsusrestosmortales?

—Losasuntosfamiliarespodríanestarimplicados,entreotrascosas,pero…¿porquélopregunta?

—Porque,habiendooídoquehaempleadoalapolicíaparaqueleayudaseensubúsqueda, estaba interesado en saber si había estimulado a sus superiores para quehicieran lo mejor posible en su servicio, dándoles algunas razones personales queexplicaranconlasuficienteconvicciónelproyectoextremadamenteinusualquelehatraídohastaaquí.

—Nuncadoyrazones.Pagoporeltrabajoquequieroverrealizado,yacambiodemigenerosidadmeveo tratadocon lamás infamede las indiferenciasporpartedetodos.Siendounextranjeroenelpaís,yalnoestarfamiliarizadoconelidioma,pocopuedo hacer para ayudarme. Las autoridades, tanto en Roma como en este lugar,fingen ayudarme, fingen buscar e interrogar como yo quisiera que buscaran einterrogaran,peroenrealidadnohacenabsolutamentenadamás.Semeinsultaysemeridiculizacasialacara.

—¿Ynocreeposible…?tengaencuentaporfavorquenoesquedeseeexcusarlamala conducta de las autoridades, y no comparto en absoluto ninguna de susopiniones,pero¿nocreeposibleque lapolicíapodríadudardeque tengaustedunverdaderointerésporencontrarle?

—¡Que no estoy verdaderamente interesado! —gritó sobresaltándome yenfrentándose a mí con fiereza, con ojos salvajes y respirando aceleradamente—.¡Quenoestoyverdaderamenteinteresado!Ustedtambiénpiensaquenoloestoy.Séquelopiensa,aunquemedigaquenoesasí.¡Basta!Antesdequedigamosunasolapalabramás,suspropiosojosleconvencerán.Vengaconmigo…soloseráunminuto.¡Solounminuto!

Leseguíhastasudormitorio,alqueseaccedíadirectamentedesdeelsalón.Aunlado de la cama yacía una gran caja de madera sin tratar, de unos dos metros delongitud.

—Retirelatapaymireenelinterior—dijo—,mientrasyosujetolavelaparaquepuedaustedver.

Obedecísus instruccionesydescubrí,paramiasombro,que lacajaconteníaunataúd de plomo magníficamente blasonado con las armas de la familia Monkton;inscritoenunacaligrafíapasadademodaaparecíaelnombrede«StephenMonkton»,yalgomásabajoseconsignabasuedadyelmodoenquehabíarecibidolamuerte.

—Mantengosuataúdpreparadoparaél—susurróAlfredamioído—.¿Lepareceesoestarlosuficientementeinteresado?

Más bienme parecía algo propio de un demente, demodo queme abstuve decontestarle.

—¡Sí!¡Sí!Veoquesehaconvencido—continuórápidamente—.Ahorapodemosregresaralaotrahabitaciónypodremoshablarconfranqueza.

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Alregresaranuestrossitios,alejémecánicamentemisilladelamesa.Mimenteestabaparaentoncesen semejanteestadodeconfusiónydesconcierto sobre loquepodríadecirohaceracontinuación,queolvidéporunmomento laposiciónqueseme había asignado cuando habíamos encendido las velas. Él me lo recordó deinmediato.

—Nosemueva—dijoconmuchaseriedad—.Sigasentadojuntoa la luz,se loruego. Pronto le explicaré por qué soy tan estricto en eso. Pero primero deme suopinión,ayúdemeenestosmomentosdeenormeafliccióneincertidumbre.Recuerde,meprometióqueloharía.

Hice un esfuerzo por reunir mis pensamientos, y lo conseguí. Era inútil trataraquelasuntoensupresenciadeotromodoqueno fueraconuna total seriedad;noaconsejarlelomejorqueestuvieraenmimanohabríasidounacrueldadpormiparte.

—Ya sabe—dije— que dos días después de la firma del acuerdo, el duelo secelebró fuera de los estados napolitanos. Este hecho le habrá conducido, porsupuesto, a la conclusión de que todas las investigaciones para la localización dellugardeberíanhabersereducidoalterritorioromano.¿Verdad?

—Asíes: labúsqueda, talycomosehadesarrollado,seharealizadoallí,yallíúnicamente. Si puedo creer a la policía, tanto ellos como sus informadores hanpreguntadoporel lugarenelquesecelebróeldueloa lo largodetodalacarreteraprincipalentreNápolesyRoma,ofreciendounaenormerecompensaenminombreparalapersonaquelodescubra.Tambiénhanhechocircular,oesomehandichoalmenos, descripciones de los duelistas y de sus testigos; han dejado un agente parasupervisar las investigaciones en la posaday el pueblomencionados en el acuerdocomo lugares de encuentro, y se han puesto en contacto con autoridades delextranjeroparaintentarlocalizaralcondedeSt.LoyamonsieurDelvilleensulugaro lugares de refugio. Todos estos esfuerzos, suponiendo que realmente se hayanefectuado,nohantenidohastaahoraningúnresultado.

—Mi impresión es —dije tras un momento de consideración— que todas lasinvestigacionesrealizadasalolargodelacarreteraprincipaloenlosalrededoresdeRomaseráncompletamenteenvano.Encuantoaldescubrimientodelosrestosdesutío, me temo que pasará lomismo que con el descubrimiento del lugar en el querecibió el disparo; ya que aquellos implicados en el duelo no se arriesgarían aacarrearuncadáveramuchadistanciadellugarenplenafuga.Ellugar,portanto,estodoloquedebería interesarnosencontrar.Ahora,consideremoslasituaciónporunmomento.Losduelistascambiarondecarruajes,viajaronporseparadoenparejas,sindudatomaroncaminossecundarios,sedetuvieronenlaposadayenelpueblocomocortinadehumo,yanduvieron,quizá,unaconsiderabledistanciasinguía.Tomandocomo verdadera esta sucesión de hechos, seguir unas precauciones de este tipo (ysabemosquedebierondehaberlasempleado)tuvoquedejarlesmuypocotiempodelos dos días utilizados para llegar demasiado lejos, aunque se hubieran puesto enmarchaalamaneceryhubieranviajadohasta lapuestade sol.Loqueyocreo,por

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tanto,esqueelduelosecelebróenalgúnlugarcercanoalafronteraconNápoles;ysiyo hubiera sido el agente de policía encargado de la investigación solo la habríaseguidodeunmodoparaleloa la frontera,avanzandodeloestehaciaeleste,hastallegara lossolitariosemplazamientosde lasmontañas.Esaesmi idea.¿Creeustedquetienealgúnvalor?

Surostrorecuperóelcolorenunmomento.—¡Creoqueesunainspiración!—gritó—.Nohemosdeperderniunsolodíaen

llevar a cabonuestro plan.No se puede confiar en la policía.Yomismo empezarémañanaporlamañana,yusted…

Se detuvo; su cara se tornó súbitamente pálida; suspiró pesadamente; sus ojosvolvieronadesplazarsehastafijarseenelvacío;yaquellaexpresiónrígidapropiadelamuertevolvióaapoderarsedesusfacciones.

—Debo confesarle mi secreto antes de que podamos hablar de mañana —continuódébilmente—.Sidudaseunsolo instantemásenconfesarle todo,noseríadignodesuamabilidad,nidignodelaayudaqueustedmebrindarácuandolohayaoído;laayudaenlaqueresidemiúltimaesperanza.

Le rogué que esperara hasta haber recuperado la compostura por completo, ohasta que fuera capaz de hablar, pero no pareció darse cuenta de lo que le estabadiciendo.Lentamente,yalparecerluchandocontrasímismo,seseparóunpocodemí,einclinandolacabezahacialamesa,laapoyóensumano.Elhatillodecartasenelquelehabíavistoatareadocuandohabíaentradoreposababajosusojos.Cuandovolvióahablarme,lededicóunamiradafirme.

IV

—Hanacidousted,segúntengoentendido,ennuestrocondado—dijo—.Porlotanto, quizáhayaoídohablar en algúnmomentodeuna curiosay antiguaprofecíarelativa anuestra familia, queaún sepreservaentre las tradicionesde la abadíadeWincot.

—Heoídohablardeunaprofecíasemejante—respondí—,peronuncasupe lostérminosenlosquehabíasidoexpresada.Pareceserquepredecíalaextincióndesufamiliaoalgoparecido,¿noesasí?

—Ninguna de las investigaciones realizadas—prosiguió— ha podido localizarlasraícesdedichaprofecíanielmomentoenelquefueformulada;ningunodelosarchivosdenuestrafamiliacontienenadasobresuorigen.Viejossirvientesyviejosarrendatariosnuestros recuerdanhaberlaoídoenbocadesuspadresyabuelos.Losmonjesa losquesucedimosen laabadíaen tiemposdeEnriqueVIIIya tenían,de

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algúnmodo,conocimientodelamisma,puestoqueyoenpersonahedescubiertolasrimasenlasquesabemosquesehabíapreservadolaprofecíadesdetiemposremotos,escritaenunahojadeunodelosmanuscritosdelaabadía.Estossonlosversos,siesqueversosmerecenserllamados:

CuandoenlacámaramortuoriadeWincotEspereaunodelosMonktonunlugar;PorqueyazcaabandonadoBajocieloabiertoysinenterrarClamandoporunmetrodetierraPesealosacrespornacimientoheredados;SeráentoncesmanifiestaseñalDellinajedelosMonktonelfinal.DesapareciendoconrapidezyenbreveDesapareciendohastaquesolounseñorquede.Delaluzdeldía,delarazamortalEllinajedelosMonktondesaparecerá.

—La predicción parece lo suficientemente vaga como para haber sidopronunciadaporunantiguooráculo—dije,observandoque, trashaber recitado losversos,Monktonsecomportabacomosiestuvieraesperandoaqueyodijeraalgo.

—Vagaono,seestácumpliendo—reiteró—.Ahorayosoyel«últimoseñor»,elúltimodelalíneamásantiguadenuestrafamiliaalaqueapuntalapredicción;yelcuerpodeStephenMonktonnoyaceenlaabadíadeWincot.¡Espereantesdedecirnada!Tengomásquereferirlesobreesto.Muchoantesdequelaabadíafuesenuestra,cuandovivíamosenlaantiguamansiónquehaycerca(ycuyasmismasruinashaceya tiempo que desaparecieron), el lugar de entierro para nuestra familia ya era lacámaramortuoria que hay bajo la capilla deWincot. Tanto si en aquellos remotostiemposlaprediccióneraconocidacomosino,lociertoesquetodosycadaunodelos Monkton (tanto si vivían en la abadía o en la pequeña finca que tenemos enEscocia)fueronenterradosenWincot,sinqueimportaraelriesgooelsacrificioparaconseguirlo.Enlosfierosdíasdebatalladeantaño,loscuerposdemisancestrosquehabían caído en costas extranjeras eran recuperados y acarreados hasta Wincot,aunque a menudo el coste para ello no se limitara a fuertes rescates, sino queimplicara también derramamientos de sangre. Esta superstición, si así le placellamarla,nuncahamuertoenmifamiliadesdeentonces;y,durantesiglos,lasucesióndelosmuertosenlacámaradelaabadíahasidorespetada,completamenterespetada,hastaahora.EllugarqueaúnesperaserllenadoyquesemencionaenlaprofecíaeseldeStephenMonkton;lavozquelloraenvanoporelrefugiodelatierraeslavozdelespíritudelmuerto.¡Contantaseguridadcomosi lohubieravisto,séquenoleenterraron,séqueledejaronenelmismosuelosobreelquecayó!

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Medetuvoantesdequepudieramusitarunasolapalabradequeja,levantándoselentamenteyseñalandoenlamismadirecciónhacialaquesusojossehabíandirigidohacíapoco.

—Puedosuponerloquequierepreguntarme—exclamó,conresoluciónyenvozalta—;quierepreguntarmecómopuedoestarlobastantelococomoparacreerenunaprofecía semejante, pronunciada en una era de superstición para asombrar a losoyentesmásignorantes.Leresponderé…—aldecirestosuvozsehundióderepentehasta convertirse en pocomás que un susurro—. Le responderé que elmismísimoStephen Monkton se yergue frente a mí en este preciso instante, confirmando micreencia.

Nosésifuedebidoaltemoryalhorrorquesereflejabanatrozmenteensurostroal confrontarme, o si fue debido a que hasta entonces no había llegado a creer losrumoressobresulocura,yaqueenaquelmomentomedominólaconviccióndequeeranverdaderos.Perolociertoesquesentícómolasangresemehelabaenlasvenasmientrasleoíahablar,ysupedetodocorazónqueallí,sentadoysinhabla,noteníaelvalorsuficienteparagirarmeymirarenladirecciónhacialaqueestabaseñalando.

—Ahí veo—continuó en el mismo tono de voz susurrante— la figura de unhombre de tez aceitunada, de pie y con la cabeza descubierta.Una de susmanos,agarrando aún una pistola, le cuelga de uno de los costados; la otra presiona unpañuelo manchado de sangre contra su boca. El espasmo de la agonía mortalconvulsionasusrasgos;peroaúnpuedoreconocerenesosrasgosalhombreatezadoqueendosocasionesmeasustóaltomarmeentresusbrazoscuandoyoeraunniño,en laabadíadeWincot.Enaquellasocasiones lespreguntéamisniñerasquiéneraaquel hombre, y me respondieron que era mi tío, Stephen Monkton. Con tantaclaridadcomosiaúnestuvieravivo,leveoahoraahí,asulado,conlamiradadelamuertereflejadaensusenormesojosnegros;yasílehevistodesdeelmismodíaenqueledispararon;encasayaquí,despiertoydormido,dedíaydenoche,¡siempremeacompañaalládondevaya!

Mientraspronunciabaestasúltimaspalabras, sus susurros sedesvanecieronaúnmáshastaconvertirseenunmurmullo inaudible.Por ladireccióny laexpresióndesus ojos, sospeché que estaba hablando con la aparición. Si hubiera podidocontemplarlaenaquelmomento,creoquehabríasidounavisiónmenoshorriblequeveraAlfredMonkton,comoleveoahora,murmurandoinarticuladamentealvacío.Misnerviostambiénestabanmásdepuntadeloquehubieracreídoposibledebidoaloquehabíasucedido.Measaltóunvagotemoraencontrarmecercadeél,teniendoencuentasuestadodeánimo,yretrocedíunoodospasos.

Élnotólaaccióndeinmediato.—¡Nosevaya!¡Seloruego!¡Seloruego,nosevaya!¿Lehealarmado?¿Nome

cree?¿Lemolestalaluzenlosojos?Lehepedidoquesesentarajuntoalresplandordelasvelasporquenopuedosoportarverlaluzquedesprendeelfantasmasiemprequeestáenlapenumbra,brillandosobreustedcuandoestabasentadoenlasombra.

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Nosevaya…¡Nomeabandonetodavía!Habíaunacompletadesesperaciónyunamiseriainenarrableensurostromientras

pronunciabaaquellaspalabrasquemedevolvióelcontroldemímismomedianteelsimpleprocesodehacermesentirpiedad.Volví a sentarmeen la sillay ledijequepermaneceríajuntoaéltantotiempocomodeseara.

—¡Gracias,milvecesgracias!Esustedlapacienciaylabondadpersonificadas—dijoregresandoasuasientoyretomandosusinicialesmodalescaballerosos—.Ahoraqueyahesuperadolaprimeraconfesióndeladesgraciaquemeacompañaensecretoalládondevoy, creoquepuedocontarle con calma loque aúnquedapor contarse.Verá, comoya le he dicho,mi tío Stephen—volvió la cabeza rápidamente ymiróhacialamesacuandoelnombresurgiódesuslabios—…MitíoStephenvinoendosocasiones a Wincot cuando yo era niño, y en ambas ocasiones me asustóterriblemente.Solometomóensusbrazosymehabló(conmuchaamabilidad,segúnmecontaronmástarde,paraloquesolíaserél),peroaunasímeaterrorizó.Quizámeasustaransugranestatura,sutezaceitunada,suespesopelonegroysumostacho,aligual que le podría haber sucedido a cualquier otro niño; o quizá su mera visióntuvieraunaextraña influenciasobremíquenopudeentenderenaquelmomento,yqueaúnsigosinsercapazdeexplicar.Fuesecomofuese,soñéconélamenudohastabastante tiempo después de que se hubieramarchado; y cada vez queme quedabasolo en la oscuridad imaginaba queme acechaba para volver a cogerme entre susbrazos.LascriadasqueseocupabandemídescubrieronestetemoryacostumbrabanamenazarmeconmitíoStephencadavezquemeportabamalomevolvíadifícildemanejar. A medida que fui creciendo aún mantuve un vago temor y ciertoaborrecimientopornuestrofamiliarausente.Siempreescuchabaconatención,aunquesinsaberporqué,cadavezquesunombreeramencionadopormipadreomimadre.Escuchabaconelinexplicablepresentimientodequealgoterriblelehabíasucedido,oestabaapuntodesucedermeamí.Aquellasensaciónsolocambiócuandomequedéasolasenlaabadía;yentoncespareciómezclarseconlaintensacuriosidadquehabíaempezadoacrecerenmiinterior,sobreelorigendelaantiguaprofecíaquepredecíalaextincióndenuestraraza.¿Meestásiguiendo?

—Sigocadapalabraconlamáximaatención.—Debesaber,entonces,queencontréporprimeravezalgunosfragmentosdela

viejarimaenlaqueserecogelaprofecía,mencionadacomocuriosidadenunlibrodeanticuario que había en la biblioteca. En la página frente a aquella en la que serecogía la cita, se había pegado un tosco y antiguo grabado en el que aparecíarepresentadounhombredepelooscuro,cuyacaraeratanextrañamenteparecidaalaque yo recordaba de mi tío Stephen que el retrato me sobresaltó por completo.Cuandolepreguntéamipadreal respecto(faltabapocoparasufallecimiento)dijoque no sabía, o pretendió no saber, nada del tema; y cuando a continuación lemencionélaprediccióndesviórápidamentelaconversaciónhaciaotrosderroteros.Lomismopasóconnuestrocapelláncuandohabléconél.Dijoqueelretratohabíasido

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realizado siglos antes de que mi tío hubiera nacido, y calificó la profecía desupersticiónytontería.Yosolíadiscutirconélesteúltimopunto,preguntándoleporqué nosotros, los católicos, que creemos que el presente de los milagros se siguemanifestandoenciertaspersonasfavorecidas,nopodríamoscreerporigualeneldondelaprofecía.Peroélnoqueríadiscutirconmigo;solodecíaquenodeberíaperdereltiempopensandoensemejantes fruslerías,que teníamás imaginaciónde laqueerarecomendable y que debería aprender a controlarla en vez de a exacerbarla.Semejanteconsejosolocontribuyóaincrementaraúnmásmicuriosidad.Medecidíen secreto a registrar el ala más vieja y deshabitada de la abadía para intentarencontraralgunosdocumentosfamiliaresolvidadosquemerevelarandequiéneraelretratoy cuándohabía sido escritaopronunciadaporprimeravez laprofecía. ¿Hapasadoalgunavezundíacompletamentesoloen lasdesiertascámarasdeunacasaantigua?

—Nunca.Semejantesoledadnoesdemiagrado.—¡Ah! Pero qué vida cuando empecé mi búsqueda. ¡Daría algo por volver a

vivirla! ¡Una incertidumbre tan tentadora, unos descubrimientos tan extraños, unasfantasías tandesatadas,unos terrores tan fascinantes…todoeso formapartedeesetipo de vida! Piense tan solo en la sensación que produce abrir la puerta de unahabitación en la que ningún ser viviente ha penetrado desde hace casi cien años;pienseenelprimerpasohaciaunaregióndehorrorosaquietudsinaire,enlaquelaluz cae débil y enfermizamente a través de ventanas cerradas y cortinas podridas;pienseenel fantasmalcrujidodelviejosuelo,que le reprochaquecaminesobreélpormuysuavesqueseansuspisadas;pienseenlasarmas,lasarmaduras,losextrañostapices de días largo tiempo olvidados, que parecen desprenderse de las paredes ymoverseen sudirecciónmientrascaminahaciaellosen la escasa luz;pienseen loquesuponehusmearenarmariosycofresconcierresdehierro,sinsaberquéhorrorespodránaparecercuandolosfuerceylosabra;pienseenrebuscarentresuscontenidoshastaqueelcrepúsculosearrojesobreusted,ylaoscuridadseimpongaterriblementeen aquel solitario lugar; piense en intentarmarcharse y en ser incapaz de hacerlo,como si algo le retuviese; en el viento aullando en el exterior, en las sombrasespesándoseasualrededor,ysumiéndoleenlamásabsolutaoscuridad…piensesoloentodasesascosasypodráimaginarselafascinacióndelaincertidumbreyelterrorquedominanunavidacomolaqueyollevabaenaquellosdías.

(Tembléalimaginarunavidasemejante;yaresultabalosuficientementemaloversusconsecuencias,comolasestabaviendofrenteamíenaquellosmomentos.)

—Bien,mibúsquedaseprolongómesesymeses;después,lasuspendíduranteuntiempo, ymás tarde volví a reanudarla. Fuese cual fuese la dirección en la que ladirigiera, siempreencontrabaalgoquemeservíadealiciente.Terriblesconfesionesde pasados crímenes y asombrosas pruebas de maldades secretas que se habíanocultadoasalvodetodoslosojos,exceptodelosmíos,salieronalaluz.Algunosdeestosdescubrimientosestabanasociadosadeterminadaszonasdelaabadía,quehan

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tenidounhorribleyparticularinterésparamídesdeentonces.Avecesvolvíaamirarciertosantiguos retratosde lagaleríadecuadros, losque realmentemedaba temorcontemplar después de lo que había descubierto. Hubo temporadas en las que losresultadosdemi investigaciónmehorrorizaban tantoquemedecidíaaabandonarladeunavezportodas,peronuncapudeperseverarenmiresolución.Latentacióndeseguirbuscandollegabaaserdemasiadofuerte,demodoquevolvíaarendirmeaellaunayotravez.Alfin,encontréunlibroquehabíapertenecidoalosmonjes,conlaprofecía al completo escrita en una hoja en blanco. Aquel primer triunfo me diocorajepararebuscaraúnmásatrásenlosarchivosfamiliares.Hastaentoncesaúnnohabíadescubiertonadasobre la identidaddelhombredelmisteriosoretrato,perolamismaconvicción intuitivaquemehabía asegurado su extraordinarioparecido conmitíoStephenparecíaasegurarmetambiénqueesteúltimodebíadeestarconectadomuy de cerca con la profecía, y debía de saber más sobre ella que ninguna otrapersona.Noteníamediosdeestablecercomunicaciónalgunaconél,ningúnmediodesatisfacerladudadesiaquellaextrañaideamíaeraacertadaono,hastaeldíaenquemis dudas quedaron completamente disipadas por lamisma terrible prueba que enestemomentotengofrenteamisojosenestahabitación.

Hizounapausaymemiró con intensidady sospecha.Despuésmepreguntó sicreía todo loquemehabíacontadohastaaquelmomento.Mi instantánea respuestaafirmativapareciósatisfacersusdudas.Demodoquecontinuó.

—Unapreciosa tardede febrero,meencontraba a solas enunade lasdesiertashabitaciones de la torreta oeste de la abadía, contemplando la puesta de sol. Justoantes de que el sol desapareciera, se apoderó demí una sensación queme resultaimposible de explicar. No vi nada, no oí nada, no supe nada. Aquella completapérdida de todo me asaltó repentinamente; no era un desmayo, ya que no medesploméalsuelonimemovíunsolocentímetrodemilugar.Sipudieraserposible,diría que fue como una separación temporal del alma y del cuerpo, pero sin quemediara lamuerte;enrealidad, todadescripcióndemisituaciónenaquelmomentoresultaimposible.Llámeleloquequiera,tranceocatalepsia:séquepermanecíjuntoa la ventana completamente inconsciente (muertos tanto lamente como el cuerpo)hastaqueelsolsehubopuesto.Despuésrecuperéelsentido.Entonces,cuandoabrílos ojos, allí estaba la aparición de Stephen Monkton, frente a mí, ligeramenteiluminado,talycomoseyerguefrenteamíenestemismoinstante,juntoausted.

—¿EstoocurrióantesdequelasnoticiasdelduelollegasenaInglaterra?—DossemanasantesdequellegasenaWincot.Einclusocuandonosenteramos

de que se había celebrado el duelo, no supimos qué día se había celebrado. Esedetalle solo lo descubrí cuando ese documento que usted ya ha leído apareciópublicadoenelperiódicofrancés.Lafechadeldocumento,comorecordará,esel22defebrero,yseafirmaqueelduelofuecelebradodosdíasmástarde.Latardeenlaquevi al fantasma, apunté enmi libretadenotas la fechade suprimeraaparición.Aqueldíafueel24defebrero.

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Se detuvo de nuevo, como si esperara que yo dijera algo. Pero, tras lo queacababadecontarme,¿quépodíadeciryo?¿Quépodíapensar?

—Incluso, pese al horror sentido al ver por primera vez aquella aparición—continuó—,mevinoalacabezalaprofecía,yconella laconviccióndequeestabacontemplando frente a mí el aviso de mi propia condena. Tan pronto como merecobrémínimamente,medecidí, noobstante, aprobar la realidadde loquehabíavisto,paradescubrirsieraonoelresultadodemiimaginaciónenferma.Abandonélatorreta; el fantasma la abandonó conmigo. Me inventé una excusa para tener elcomedordelaabadíabrillantementeiluminado,lafiguraaúnsealzabafrenteamí.Diunpaseoporelparque;ahíseguía,bajolaclaraluzdelasestrellas.Mealejédecasa,y viajé muchos kilómetros hasta llegar a la costa; el hombre alto y oscuromortalmenteheridoseguíaconmigo.Trasaquello,dejédepelearcontralafatalidad.Regreséalaabadíaeintentéresignarmeamidesgracia.Peroaquellonoibaapoderser.Teníaunaesperanzaqueparamíeramásqueridaquemipropiavida.Teníauntesoro, y la perspectiva de su pérdida me hacía temblar; y cuando la fantasmalpresenciaseconvirtióenunobstáculoentreaquelúnicotesoroyyo,aquellaadoradaesperanza, entonces mi desgracia aumentó más de lo que yo podía soportar.Probablemente sabrá a lo queme estoy refiriendo… ¿sin duda habrá oído decir amenudoqueyoestabaprometido?

—Sí,amenudo.TambiéntengociertafamiliaridadconlaseñoritaElmslie.—Nunca podrá saber todo lo que ella ha sacrificado por mí… nunca podrá

imaginar loqueyohe sentidoduranteañosyaños—suvoz temblóy las lágrimasasomaronasusojos—.Peronomeatrevoahablardeeso;el recuerdodeaquellosdías felices en la abadía casimedestroza ahora el corazón.Déjemeque regrese alotrotema.Deboreconocerleque,conociendolosvilesrumoresqueafirmabanqueyohabíaheredado la locurademi familia, y temiendoque alguienpudiese tomarunaventajainjustadetodaconfesiónquepudierahacer,mantuvelaterriblevisiónquemeperseguía, a todas horas y en todos lugares, en secreto ante absolutamente todo elmundo.Aunqueel fantasmasiempreestaba frenteamí,ypor lo tantosemostrabadelante o a un costado de cualquier persona con la que yo hablara, pronto meacostumbré a ocultar a los demás que le estaba mirando, salvo en ocasionesexcepcionales…enlasquequizámehetraicionadoanteusted.PeromiautocontroldenadasirvióconAda.Seacercabaeldíadenuestraboda.

Sedetuvoytembló.Esperéensilenciohastaqueconsiguiócontrolarse.—Imagine—continuó—.¡Imagineloquedebodehabersufridoviendosiempre

aquellahorriblevisióncadavezquecontemplabaamiprometida! ¡Imagine loqueeratomarladelamano,ytenerlasensacióndetomárselaatravésdelafiguradelaaparición!¡Imaginelavisiónsiempreconjuntadelrostrodulceyangelicalyelrostrotorturadoyespectral,cadavezquemisojosseencontrabanconlossuyos!Pienseentodoesto,yno leextrañaráque le revelasemi secreto.Ellaquisoconocer lopeor;másaún,insistióenconocerlo.Atendiendoasupetición,selocontétodo.Ydespués

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la dejé libre de romper nuestro compromiso. La idea de la muerte dominaba micorazónmientras pronunciaba las palabras de separación;muerte otorgada pormispropias manos, si es que la vida aún seguía más allá de nuestra separación. Ellasospechó aquello; lo sabía, y nunca me dejó solo hasta que su buena influenciadestruyó aquel pensamiento para siempre. De no ser por ella, yo no estaría vivoahora…Denoserporella,nuncahubieraintentadoacometerelproyectoquemehatraídohastaaquí.

—¿Quiere decir que fue la señorita Elmslie la que le sugirió que viniese aNápoles?—preguntéasombrado.

—Quierodecirqueloqueelladijomesugiriólaideaquehaacabadoportraermea Nápoles —respondió—. Mientras me mantuve firme en la creencia de que elfantasmahabíaaparecidocomounfatalmensajerodelamuerte,notuveconsuelo,yúnicamenteme sentí desgraciado al oír aAda prometermeque ningún poder en latierra leharíaabandonarmeyque seenfrentaríapormí,y solopormí, a cualquierprueba.Perotodofuemuydiferentecuandomásadelanterazonamosjuntossobreelpropósitoquehabíavenidoacumplir laaparición…Muydiferentecuandoellamehizoverquesumisiónpodríaserunamisiónafavordelbien,ynodelmal;yqueelavisoquehabíavenidoadarmepodríaserparamibeneficio,ynoparamiperjuicio.Aloíraquellaspalabras,lanuevaideaquemedioesperanzasparaseguirviviendomeasaltó de inmediato. Creí entonces lo que creo ahora; que recibí un mandamientosobrenatural para acudir aquí. Con esa fe, vivo; sin ella, moriría. Ella nunca laridiculizó,nuncaladesdeñócomolocura.¡Escucheloqueledigo!Elespírituqueseme apareció en la abadía, que nunca me ha abandonado desde entonces, que seyergue ahora a su lado,me avisa para que escape de la fatalidad que pende sobrenuestraraza;ymeordena,siquieroevitareseinfaustodestino,queentierrealmuertodesenterrado. El amor mortal y los intereses mortales deben inclinarse ante estahorrible empresa. La presencia espectral no me abandonará hasta que haya dadorefugio a ese cadáver que ruega para que la tierra le cubra. No me atreveré aregresar…nomeatreveréacelebrarelmatrimoniohastaquehayacubiertoesehuecovacíoqueaúnquedaenlacámaradeWincot.

Susojosbrillaronysedilataron;suvozsehizomásprofunda;unéxtasisfanáticosedespertóensuexpresiónmientraspronunciabaaquellaspalabras.Impresionadoyapenadocomoestaba,nohiceintentoalgunodediscutirniderazonarconél.Habríaresultadocompletamenteinútilaludiralugarescomunescomolasilusionesópticas,olas imaginaciones enfermas… peor que inútil haber intentado atribuir a causasnaturaleslaextraordinariacadenadeacontecimientosycasualidadesdelosquehabíahablado. Se había referido brevemente a la señorita Elmslie, pero había dicho losuficienteparademostrarmequelaúnicaesperanzadelapobremuchachaquetantoleamabayquelehabíaconocidodurantemástiempoquenadieestabaenaccederasusilusioneshastaelfinal.¡Conquéfidelidadseasíaalacreenciadequeaúnpodríarecuperarle! ¡Con qué resolución se sacrificaba a las mórbidas fantasías de su

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prometido,conlaesperanzadequeaúnlesesperabaunfuturofelizquenuncapodríallegar!ApesardelopocoqueconocíaalaseñoritaElmslie,elmeropensamientodesu situación, a la vista de aquellos acontecimientos, me hizo sentir dolor en elcorazón.

—Me llaman «Monkton el loco»—exclamó de repente, rompiendo el silencioque se había interpuesto entre nosotros durante los últimos minutos—. Aquí y enInglaterra,todoelmundocreequeheperdidolacabeza,exceptoAdayusted.Ellahasidomisalvación;usted también loserá.Algome lodijocuando leviporprimeravez paseando porVillaReale. Luché contra el fuerte deseo que enmi interiormeimpelíaaconfiarlemisecreto;perocuandoestanoche levienelbaileyanopuderesistirlomás.Elfantasmaparecióarrastrarmehaciausted,mientrasseencontrabaasolas en aquella silenciosa habitación. Cuénteme más sobre esa idea suya paraencontrarel lugarenelquesecelebróelduelo.Simedispongomañanaabuscarlopormímismo,¿adóndedeberíairprimero?¿Adónde?

Entonces calló. Evidentemente, se estaba quedando exhausto, y su menteempezabaaconfundirse.

—¿Qué tengo que hacer? No puedo recordarlo. Usted lo sabe todo… ¿no meayudará?¡Midesgraciamehadejadocompletamenteincapacitadoparaayudarmeamímismo!

Se calló. Murmuró algo sobre fracasar si acudía a la frontera solo, y hablóconfusamente de retrasos que podrían ser fatales. Después intentó pronunciar elnombrede«Ada»,perotrasvocalizarlaprimeraletralefallólavozy,separándoseabruptamentedemilado,rompióallorar.

Mipiedadporélmeprivóenaquelmomentodelaprudencia,ysinpensarenlasconsecuenciasleprometídeinmediatoqueharíaporélloquemepidiera.Eltriunfosalvajeen suexpresióncuandoseabalanzósobremíparaestrecharme lamanomedemostró que habría hechomejor siendo cauto, pero ya era demasiado tarde pararetractarme de lo que acababa de decir. Lo mejor que podía hacer era intentarinducirle a que recuperara la compostura, y después marcharme para pensar confrialdadelasuntoasolas.

—Sí, sí —replicó en respuesta a las pocas palabras que le dirigí intentandocalmarle—.Nosepreocupepormí.Despuésdeloquehadicho,responderépormipropia frialdad y compostura bajo toda circunstancia. Hace tanto que me heacostumbradoa la apariciónqueyaapenasnoto supresencia exceptoenocasionesextraordinarias. Además, aquí tengo, en este pequeño paquete de cartas, la mejormedicinaparauncorazónenfermo.SonlascartasdeAda;lasleoparacalmarmecadavezquemidesgraciaparece llevarse lomejordemiresistencia.Estanoche,queríaesa media hora que le he solicitado para leerlas antes de que usted llegase, parasentirmepreparadoparaverle.Yvolveréa leerlascuandousted sehayamarchado.Demodoque,unavezmás,nosepreocupepormí.Séqueconsuayudatendrééxito,yAdaseloagradecerácomomereceustedqueseloagradezcancuandoregresemosa

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Inglaterra. Si oye a los cretinos deNápoles hablar sobremi locura, no se tome lamolestia de contradecirlos: el escándalo es tan despreciable que acabará porcontradecirseasímismo.

Ledejé,conlapromesaderegresaralamañanasiguientetemprano.Cuando regreséamihotel, sentíque la ideadedormir,despuésde todo loque

habíavistoyoído,quedabacompletamentedescartada.Demodoqueencendímipipay, sentado juntoa laventana (¡cómorenovabamimentemirar la inmóvil luzde laluna!), intentépensarquéseríalomejorquepodríahacer.Enprimerlugar,apelaralosdoctoresoalosamigosdeAlfredenInglaterraquedabatotalmentedescartado.Nisiquiera podía persuadirme a mí mismo de que su intelecto estuviera losuficientementedesordenadocomopara justificarque,bajoaquellascircunstancias,revelara el secreto queme había confiado. En segundo lugar, todo intento pormiparteparainducirleaqueabandonaralaideadeseguirbuscandolosrestosmortalesde su tío resultaría completamente inútil a tenor de lo que le había dichoinconscientemente. Habiendo llegado a aquellas dos conclusiones, la única grandificultadqueseguíadejándomeperplejoerasiestaríajustificadoayudarleaejecutaraquelextraordinariopropósito.

Suponiendo que con mi ayuda encontrase el cuerpo del señor Monkton, y lollevaseconsigohastaInglaterra,¿seríacorrectopormipartecontribuirdeestemodoalaculminacióndelmatrimonioquesindudaseguiríaaestoseventos,unmatrimonioque podría ser labor de todos impedir a cualquier coste? Aquello me llevó areflexionarsobreelalcancedesulocura,oparahablardeunmodomásmoderadoycorrecto, de su fantasía. Ciertamente, se mostraba cuerdo en todos los temasordinarios;esdecir,entodaslaspartesnarrativasdeloquemehabíacontadoaquellanochehabíahabladoconclaridadycorrectamente.Enloqueserefierealahistoriadelaaparición,otroshombres,conelintelectotanclarocomoeldesusvecinos,sehabían creído perseguidos por fantasmas e incluso habían escrito sobre ello congrandesdosisdeespeculaciónfilosófica.EstabaclaroquelaauténticaalucinaciónenelcasoquesemepresentabaeralaconviccióndeMonktondelaautenticidaddelaviejaprofecía,y enella residía su ideadeque la imaginadaaparicióneraunavisosobrenaturalqueleimpelíaaevadirsusenunciados.Yquedabaigualmenteclaroqueambas ilusiones habían sido el fruto de la vida solitaria que hasta entonces habíallevado,yquehabíaactuadosobreuntemperamentodenaturalezaexcitable,quesehabíavistopotenciadomásaúndebidoaunapropensiónhereditariahacialalocura.

¿Tendríacuraaquello?LaseñoritaElmslie,queleconocíamuchomejorqueyo,asíparecíacreerloa juzgarpor suconducta. ¿Teníaacasoyo razónoderechoparadeterminardebuenasaprimerasquepudieraestarequivocada?Suponiendoquemenegaseairconélalafrontera,Alfredpartiríasindudaensolitarioparacometertodaclase de errores, y quizá para sufrir toda clase de accidentes;mientras que yo, unhombre indolente con todo el tiempodelmundo enteramente ami disposición,mequedaría en Nápoles abandonándole a su destino después de haberle sugerido la

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expedición y de haberle animado a confiar en mí. De este modo, seguía dándolevueltasymásvueltasalasuntoenmicabeza,guardándomemucho,deboañadir,debuscarleotraperspectivamásalládelapráctica.Creíafirmemente,acostumbradoaburlarmedelashistoriasdefantasmas,queAlfredseestabaengañandoasímismoalimaginarsequehabíavistolaaparicióndesutíoantesdequelasnoticiasreferentesalamuertedelseñorMonktonhubiesenllegadoaInglaterra;yporlotanto,cuandoalfinaldecidíjustamenteacompañarleensuextraordinariabúsqueda,nofueinfluidoenlo más mínimo en ese sentido por las alucinaciones de mi desgraciado amigo.Posiblemente la atracción por la aventura de la que estaba poseído en aquellostiempos me animara un poco para llegar a aquella decisión; pero debo añadir,haciéndome justicia, que también actué movido por una auténtica simpatía haciaMonkton,yapartirdeundeseosincerodecalmar,enlamedidademisposibilidades,el nerviosismo de la pobre muchacha que tan fielmente seguía esperando ysuspirandoporélenlalejanaInglaterra.

Ciertospreparativospreliminaresanuestrapartida,quemeviobligadoarealizartras una segunda entrevista con Alfred, revelaron el objeto de nuestro viaje a lamayoríadenuestrosamigosnapolitanos.Elasombrodetodosellosfue,porsupuesto,desmesurado,y la sospechacasiuniversaldequeamimodoyodebíadeestar tanlococomoMonktonenpersonasemanifestósinapenasdisimulosantemipresencia.AlgunaspersonasllegaronaintentarcombatirmiresolucióncontándomelaclasededesvergonzadoydisolutoquehabíasidoStephenMonkton.¡Comosiyotuvierauninterés personal en recuperar sus restos! El ridículo me afectó tan poco comocualquier argumento de esta otra naturaleza. Me había hecho a la idea, y ya enaquellosdíasyoeratanobstinadocomosigosiendohoy.

Endosdíaslotuvetodopreparado,yhabíaordenadoquenostrajeranuncarruajehasta la puerta algunas horas antes de lo que habíamos acordado en un principio.Habíamos sido amenazados jovialmente con un «trago de despedida» por parte denuestrosconocidosingleses,yjuzguédeseableevitarleaquellasituaciónamiamigo,yaquesehabíamostradomuchomásnerviosoacausadelospreparativosdelviajede loqueamímehubieragustado.Deestemodo,pocodespuésdelamanecer, sinquehubieraunasolaalmaenlacallequepudieravernos,abandonamosNápolesenprivado.

Nadie se asombrará, supongo, de que yo experimentara cierta dificultad paradarmecuentademiposición,ydequerechazarainstintivamentemirarunsolodíaendirección al futuro. ¡Después de todome encontraba en compañía de «Monkton elloco»a la cazadel cadáverdeunduelista a lo largode la fronteracon losestadosromanos!

V

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Habíallegadoalaconclusióndeque,paraempezar,lomejorseríaquehiciéramosdeFondi,unpueblocercanoalafrontera,nuestrocuartelgeneral;yhabíaultimado,con laayudade laembajada,queelataúddeplomonossiguierahastaallí, abuenrecaudoensucajademadera.Ademásdeconnuestrospasaportes,estábamosbienprovistosdecartasdepresentaciónparalasautoridadeslocalesdelamayoríadelasciudades fronterizas y, para coronarlo todo, contábamos con suficiente dinero anuestradisposición (graciasa lavasta fortunadeMonkton)comoparaasegurarnoslos servicios de quienquiera que necesitáramos a lo largo de nuestra búsqueda.Aquellosrecursosvariosnosasegurabanunacompletafacilidaddeacción,siempreycuandotuviéramoséxitoydescubriéramoselcuerpodelduelistafallecido.Pero,enelmás que probable caso de que fracasáramos, nuestras perspectivas futuras(especialmente después de haber asumido la responsabilidad que había aceptado)erandecualquiernaturalezamenosagradablesdecontemplar.Confiesoquemesentíainquieto,casidesesperanzado,mientrasrecorríamosbajoeldeslumbrantesolitalianolacarreteradeFondi.

Tardamos dos días en llegar hasta allí, ya que había insistido, a cuenta deMonkton,enquedebíamosviajarlentamente.

Elprimerdía,elexcesivonerviosismodemicompañeromealarmóligeramente;Monktondemostró,enmuchosaspectos,mássíntomasdedesordenmentaldelosquehastaentonceshabíapodidoobservarensuconducta.Elsegundodía,sinembargo,parecióacostumbrarseacontemplarconcalmalaideadelabúsquedaenlaquenoshabíamosembarcadoy, excepto en lo referente auna cuestión, se comportó con lasuficiente alegría y compostura. Cada vez que su difunto tío surgía en laconversación,volvíaainsistir(siemprebajolainfluenciadelaviejaprofecíaydelaaparición que veía, o creía ver) en que el cadáver de StephenMonkton, estuvieradondeestuviera,yacíasinenterrar.Encualquierotrotemameotorgabalarazónconunaabsolutadisponibilidadydocilidad;enaquel,sinembargo,mantuvosuextrañaopinión con una obstinación que resistía con lasmismas energías tanto a la razóncomoalapersuasión.

El tercerdíadescansamosenFondi.La caja en cuyo interior reposabael ataúdnos alcanzóy fuedepositada enun lugar segurobajo llavey candado.Alquilamosunasmulasyencontramosunhombrequeconocíabienelpaísparaquenossirvieradeguía.Semeocurrióquelomejorquepodíamoshacereraempezarporconfiarelobjeto de nuestra búsqueda solo a las personas más dignas de confianza queencontráramos entre las clases mejor educadas. Por esta razón seguimos en ciertomodoelejemplode losparticipantesdeaquelduelo fatal,al levantarnos, tempranoporlamañanadelcuartodía,conunoscuadernosdeapuntesyunascajasdecolores,comosifuéramosturistasenbuscadelopintoresco.

Tras haber viajado algunas horas en dirección norte por el lado romano de la

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frontera,nosdetuvimosparadescansaryparaquelasmulasrecobraranelalientoenunapequeñayasilvestradaaldeaalejadade loscaminosgeneralmenteholladosporlosturistas.

Laúnicapersonadeciertaimportanciaenellugareraelpárroco,yaéldirigímisprimeraspesquisas,dejandoaMonktonparaqueaguardaramiregresojuntoalguía.Hablaba italiano con la suficiente fluidez y corrección para mi propósito, y fuiextremadamentecautoyeducadoalinformarledelasuntoquemehabíallevadohastaallí, pero, a pesar de todas lasmolestias queme tomé, lo único que conseguí fueasustaryescandalizaralpobrepárrococoncadapalabraque ledije.La ideadeunduelo y de un hombre muerto parecía asustarle más allá de sus sentidos. Hacíareverencias,seretorcíaconinquietud,dirigíasusojoshaciaelcieloy,encogiéndosedehombrospiadosamente,medijomedianteunrápidocircunloquioitalianoquenotenía lamás ligera ideade loque leestabacontando.Aquel fuemiprimer fracaso.Debo reconocer que fui lo suficientemente débil como para sentirme un pocodesanimadoalreunirmeconMonktonyelguía.

Cuandoelcalordeldíasehubodesvanecido,reanudamosnuestroviaje.Aunoscincokilómetrosdelaaldea,lacarretera,omásbienelcaminodecarros,

sebifurcaba.Elsenderodeladerecha,segúnnosinformónuestroguía,seinternabaenlasmontañasyllegabahastaunconventoquehabíaaunosdiezkilómetrosdeallí.Siseguíamosmásalládelconvento,prontoalcanzaríamoslafronteraconNápoles.Elsenderodelaizquierdaseinternabaenterritorioromanoynosconduciríahastaunapequeñaciudadenlaquepodríamospasarlanoche.Tuveencuentaqueelterritorioromanopresentabaelcampomejorymásapropiadoparanuestrabúsqueda,yqueelconventosiempreestaríaanuestroalcanceenelcasodeque regresáramosaFondisin haber conseguido nada. Además, el sendero de la izquierda conducía hacia laparte más ancha de la zona que teníamos que explorar, y yo siempre he sidopartidariodeeliminarcuantoanteslasmayoresdificultades,demodoquedecidimosvalerosamentetomarelcaminodelaizquierda.Laexpediciónalaquenoscondujoestadecisiónnosmantuvoocupadostodaunasemanaynoprodujoresultadoalguno.No descubrimos absolutamente nada y regresamos a nuestra base en Fondi tandesconcertadosquenosupimoshaciadóndedirigirnuestrospasosacontinuación.

Yo me encontraba mucho más inquieto debido al efecto que el fracaso estabateniendo sobre Monkton, que debido al fracaso en sí. Su resolución pareciódesgajarseenelmismomomentoenqueempezamosavolversobrenuestrospasos.Al principio se le veía quejumbroso y caprichoso; después, silencioso y abatido.Finalmente,sehundióenunletargofísicoymentalquemealarmóseriamente.AlamañanasiguienteanuestroregresoaFondidemostróunaextrañatendenciaadormirincesantemente que me llevó a sospechar la existencia de alguna enfermedadorgánicaensucerebro.Durantetodoeldíaapenasintercambióunapalabraconmigo,ynuncaparecióencontrarsedeltododespierto.Alamañanasiguienteacudítempranoasuhabitaciónyleencontrétansilenciosoyletárgicocomoeldíaanterior.Sucriado,

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quenoshabíaacompañado,meinformódequeenlaabadíadeWincotAlfredhabíamostradoenunaodosocasionesanteriores,mientrassupadreaúnvivía,semejantesestadosfísicosdeagotamientomentalcomoelqueestábamosobservandoentonces.Aquella información contribuyó a relajarme y permitió que mi mente volviera acentrarseenlabúsquedaquenoshabíaconducidohastaFondi.

Hasta que mi compañero mejorara, decidí ocupar mi tiempo, prosiguiendo labúsqueda pormímismo.Aún faltaba por explorar el sendero que se extendía a laderecha de la bifurcación y que conducía hasta el convento; si me dedicaba aseguirlo, no haría falta queme alejara deMonktonmás de una noche, y almenosseríacapazamiregresodedarle lasatisfaccióndesaberqueunamásdelasdudasconcernientes al lugar de celebración del duelo se había disipado. Aquellasconsideraciones me decidieron. Dejé un mensaje para mi amigo, en caso de quepreguntara pormi paradero, yme dirigí una vezmás hacia la aldea en la que noshabíamosdetenidoeldíaquehabíamosiniciadonuestraprimeraexpedición.

Pretendiendo caminar hasta el convento,me separé del guía y lasmulas en labifurcación,dejándolequeregresaraalaaldeaparaesperarmiregreso.

Durantelosprimerossietekilómetroselsenderoascendíacondelicadezaatravésde campo abierto; después, se empinaba abruptamente y se internabamás ymás atravésdefrondososeinterminablesbosques.Paracuandomirelojmeindicóqueyadebía de haber andado la distancia prevista, el paisaje había desaparecido a mialrededor y el cielo había quedado completamente cubierto por una impenetrablepantalladehojasyramas.Peroelescarpadosenderoeramiúnicaguía,demodoqueseguí recorriéndolo; y en diez minutos, al emerger repentinamente en un clarorelativamentedespejadoynivelado,vielconventoerguirsefrenteamí.

Era un lugar pequeño, oscuro y de apariencia siniestra. No se veía ni un solosigno de vida omovimiento en sus cercanías.Manchas verdes racheaban en todasdireccioneslaotrorablancafachadadelacapilla.Elmohosearracimabaespesoencada grieta del grueso e irregular muro que rodeaba el convento. Largas y laciashierbascrecíanenlasfisurasdeltechoyelparapeto,ysedescolgabanhaciaelvacío,ondeandofatigosamentemientrasentrabanysalíanporlasdesnudasventanasdelosdormitorios. Incluso la mismísima cruz que se encontraba frente a la puerta deentrada,conunaimpresionantefigurademaderadetamañorealclavadaenella,teníalabasetanrecubiertaporbichosquesearrastrabansobresusuperficie,yparecíatanviscosa,verdeypodridahastaarribadel todo,quemealejé todoloquepudedesulado.

Unacuerdadecampanaconlamanillarotacolgabadelapuerta.Meaproximéaella;dudésinsaberporqué…contemplédenuevoelconvento,yentoncesrodeéeledificiohastallegarasuflancoposterior,enparteparaganartiempoparareflexionarsobre qué sería lomejor que podría hacer a continuación, y en parte debido a unainexplicablecuriosidadquemeimpulsó,antemipropiaextrañeza,aexaminartodoloquepudieradelexteriordeaquellugarantesdeintentarpenetrarensuinterior.

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Enlapartetraseradelconventoencontréunapequeñacasetaconstruidajuntoalmuro; un edificio tosco, desmoronado, cuyo techo se había hundido en su mayorparte,yconunagujero irregularabiertoenunode los lados,dondeenotro tiempoprobablemente debería haber habido una ventana. Detrás de la caseta, los árbolescrecíanmásespesosqueenningunaotraparte.Alcontemplarlos,nopudedeterminarsielsueloqueseextendíaamispiesseelevabaosehundía;sieraterroso,rocosooestabacubiertodehierba.Nopodíavernadaquenofuesenlaszarzas,loshelechos,lasgrandeshierbasylashojascaídasquetodolocubrían.

Niun solo sonido rompía laquietudopresiva.Niun solopájarocantabaen lasfrondosas espesuras que me rodeaban; ni una sola voz hablaba en el jardín delconvento,traselirregularmuro;ningúnrelojsonabaenlatorredelacapilla;ningúnperroladrabaenlaarruinadacaseta.Aquelsilenciomortalacentuabalasoledaddellugar de unmodo que no puedo llegar a expresar. Empecé a sentir cómo afectabanegativamenteamiánimo,muchomáscuantoque losbosquesnuncahansidomislugares favoritos para pasear. Esa especie de felicidad pastoral que los poetasrepresentanamenudocuandocantanlavidaenlosbosquesnuncahatenidoparamíni lamitad del encanto que tiene la vida en lamontaña o en el llano.Cuandomeencuentroenunbosque,echodemenoslailimitadabellezadelcielo,yladeliciosasuavidad que la distancia otorga a la tierra que se extiende ante tus pies. Notoopresivamente el cambio que sufre el aire al verse aprisionado entre las hojas, ysiempremesientomásatemorizadoquecomplacidoporesamisteriosa luz inmóvilquebrillacontanextrañoyapagadolustreenlosrinconesmásprofundos,entrelosárboles. Puede ser que me falte el gusto y que padezca de una total ausencia deaprecio por las maravillosas bellezas de la vegetación, pero debo declarar confranqueza que nunca he penetrado en un bosque sin descubrir que la parte másplacenterademipaseoeselregreso,cuandovuelvoasalirdeél;saliralmásdesnudodelossuelos,alamássalvajedelasladeras,alamásdesoladacima,salirdondeseamientras puedaver el cielo sobremí y el paisaje se extienda frente amis ojos tanlejoscomomivistapuedaalcanzar.

Tras oír una confesión como la que acabo de hacer, no creo que a nadie lesorprendierasaberquesentíelmásfuertedelosimpulsos,mientrasestabaallí,juntoa laderruida caseta, por regresarde inmediato sobremispasos,y abandonar aquelbosquecuantoantes.Estabadispuestoamarcharmecuandoel recuerdode la laborquemehabíallevadohastaelconventodetuvosúbitamentemispies.Parecíadudosoquefueseadmitidoenelinteriordeledificiosillamabaalacampana;ymásdudosoaún, en el caso de que seme permitiera la entrada, que los habitantes del mismopudieran proporcionarme la más mínima pista sobre la información que estababuscando.Entodocaso,eramideberparaconMonktonnodejarningúncabosuelto;demodoquedecidívolverhastalapartefrontaldelconventoyllamaralacampanaaverquésucedía.

Porpuracasualidad,paséfrentealapareddelacasetaenlaquesehabíaabierto

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el irregular agujero, y percibí que este había sido realizado a una altura bastanteconsiderable.

Cuandomedetuveparaobservaraquello,lacerradaatmósferadelbosqueparecióafectarmeconmásintensidadquenunca.

Esperéunminutoydesatémipañuelo.¿Atmósferacerrada?Seguramentehabíaalgomásqueeso.Elaireresultabamás

desagradableaminarizqueamispulmones.Habíaunligeroolor,indescriptible,quecargaba el ambiente… un olor con el que yo no había tenido ninguna experienciaprevia…unolor cuyoorigen (ahoraquemi atención estaba enfocada en él) se ibahaciendomásperceptiblecadavezquemeacercabaalacaseta.

Aesasalturasyahabíarepetidoelexperimentoendosotresocasionesysemehabíadespertadolacuriosidad.Habíaunmontóndefragmentosdepiedrayladrillodesparramadosporelsuelo.Reuníalgunosdeellosyforméunapequeñapiladebajodelagujero.Después,mesubíencimay,sintiéndomebastanteavergonzadoporloqueestabahaciendo,espiéelinteriordelacaseta.

Lahorriblevisiónqueencontraronmisojosenelprecisoinstanteenquemiréatravésdelagujerosiguepresenteenmimemoriacontantaclaridadcomosilahubieracontemplado ayer. Pese a la distancia en el tiempo, apenas puedo escribir hoy sinsentircómounescalofríodelantiguoterrorvuelvearecorrermicorazón.

Laprimera impresiónque recibí almirar al interior fue ladeunobjeto largoyrecostado, completamente teñido de un color semejante al de una luz azulada, queyacía extendido sobre un caballete y que tenía cierto horrendo parecido con unafigurahumana.Volvíamirarymeasegurédeello.Allídestacabanlasprominenciasde la frente, la nariz y la barbilla, difusas, como si hubieran sido cubiertas por unvelo.Allí, el contorno redondeado del pecho y el hueco que se extendía bajo él…allá, laspuntasdelasrodillasylosinmóvilesyescalofriantespiesapuntandohaciaarriba.Volvíamirarconmásatenciónaún.Misojosseestabanacostumbrandoaladifusaluzquepenetrabaatravésdeltechoroto;ymeconvencí,juzgandolalongituddel cuerpo, de que estaba viendo el cadáver de un hombre. Un cadáver que,aparentemente, hacía tiempo que había sido cubierto con una sábana, y que habíayacidoallípudriéndosesobreelcaballete,acieloabierto,eltiemposuficientecomoparaqueellinohubieraadquiridoeltinteazuladoylívidodemohoycorrupciónqueahoralorecubría.

Ignorocuántotiempopermanecíconlamiradafijaenaquellaespeluznantevisióndemuerte,enaquelterribleeinsepultodesechodehumanidadqueenvenenabaelaireinmóvil,queparecíainclusocorromperladébilluzquedescendíasobreél.Recuerdohaber oído un sonido distante y apagado entre los árboles, como si se estuvieselevantandolabrisa.Recuerdotambiénellentoarrastrarsedeaquelsonidohastallegaradondeyomeencontraba,ylainsonorayondulantecaídadeunahojamuertasobreelcadávera travésdelagujerodel tejadode lacaseta.Y recuerdo,porúltimo,queinclusoaquellamínimaalteraciónenlaescenaqueestabacontemplandoprodujode

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inmediato enmí el efecto de recuperar la energía; de relajar la pesada tensión queinmovilizabamimente.Descendíalsueloy,sentándomesobrelapiladepiedras,melimpié el espeso sudor que recubríami rostro y de cuya presencia acababa de serconsciente por primera vez. Y no era solo aquel horrendo espectáculo,inesperadamenteofrecidofrenteamisojos, loquehabíadescompuestomisnervioshastatalpunto.Enelmismoinstanteenelquevielcaballeteysusiniestracarga,measaltó el recuerdo de que Monkton había predicho que, en caso de tener éxito yencontrar el cadáver de su tío, este permanecería sin enterrar. En aquel mismoinstantemeconvencídequehabíaencontradoalmuerto…laviejaprofecíaregresóami memoria… Cuando pensé en el pobre muchacho que esperaba mi regreso enaquellaciudaddistante,unaextrañapenaanhelante,unvagopresentimientodedolor,un terror inexplicable me asaltaron junto con un frío temor supersticioso que meprivódemijuicioymicapacidaddedecisión,yquemedejó,cuandoporfinmehuberecuperado,débilymareado,comosiacabaradesufrirunapunzadadeinsoportabledolorfísico.

Me apresuré hasta alcanzar de nuevo la puerta del convento y tiréimpacientemente de la cuerda de la campana. Esperé un rato y volví a llamar.Después,oípasos.

Enmediodelapuerta,justofrenteamicara,habíaunpequeñopaneldeslizante,de apenas algunos centímetros de largo; en aquel momento, el panel fue retiradodesde el interior.A través de una rejilla de hierro pude ver dos ojos adormecidos,grises y claros, quememiraban vacuamente; y oí una voz tenue y ronca quemedecía:

—¿Quéseleofrece?—Soyunviajero…—comencé.—Vivimosenunlugarmiserable.Notenemosnadaparaenseñarlesalosviajeros.—Nohevenidoavernada.Tengounapreguntaimportantequehacer,ycreoque

enesteconventohabráalguiencapazde responderme.Siustednoestádispuestoadejarmeentrar,porlomenossalgayhableaquíconmigo.

—¿Estáustedsolo?—Completamente.—¿Nohaymujeresconusted?—Ninguna.La puerta se abrió lentamente, y un viejo capuchino, muy endeble, muy

sospechosoymuysucio,seplantófrenteamí.Yomeencontrabademasiadoexcitadoynerviosoparaperdereltiempoenpreámbulos,demodoque,contándolealmonjedeinmediatocómohabíamiradoatravésdelagujeroyquéeraloquehabíavisto,lepregunté en términos sencillos quién era el hombre cuyo cadáver acababa decontemplar,yporquénosehabíaenterradoelcuerpo.

Elviejocapuchinomeescuchócontemplándomeconojosacuososyparpadeandoinquisitivamente.Llevabaunamaltratadacajitadehojalataenunamano;ymientras

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lehablaba,sededicabaahurgarlentamenteensuinteriorpersiguiendoconelíndiceyelpulgarunosgranitosdispersosderapé,dándolesvueltasymásvueltas.Cuandohubeterminado,agitólacabezaydijoque«ciertamente,eraunavisióndesagradablelaqueteníanensucaseta»;unadelasvisionesmásdesagradables,estabaseguro,delasquehubierapodidoveryoentodamivida.

—No quiero hablar de la visión—repliqué impacientemente—. Lo que quierosaber es quién era ese hombre, cómo murió y por qué no se le ha enterradodecentemente.¿Podríadecírmelo?

Elíndiceyelpulgardelmonjehabíanconseguidoporfincapturartresocuatrogranosderapé.Losacercólentamentehastasusorificiosnasales,mientrasmanteníaabiertalacajabajolanarizparaevitarlaposibilidaddequeseleperdieraunosolodelosgranos,yesnifóunaodosvecesconlujuria.Cerrólacaja,ydespuésmemiróotravezconunaexpresiónaúnmásacuosaysuspicazenlosojos.

—Sí —dijo el monje—, una visión desagradable, la de nuestra cabaña. ¡Unavisiónmuydesagradable,ciertamente!

Nuncaentodamividamehabíacostadotantomantenerarayamigeniocomoenaquel instante. Conseguí, en todo caso, reprimir una expresión completamenteirrespetuosa referida a losmonjes en general que tenía en la punta de la lengua, ydecidí intentar conquistar de otro modo la exasperante reserva de aquel viejo.Afortunadamente paramis oportunidades de tener éxito en la empresa, yo tambiénera consumidor de rapé; y llevaba enmi bolsillo una caja llena de excelente rapéinglés,quedecidíutilizaramododesobornocomoúltimorecurso.

—Creoquesucajaestávacía—dije—.¿Leapeteceprobarunpellizcodelamía?La oferta fue aceptada con la presteza propia de un jovenzuelo. El capuchino

tomóelpellizcomásenormequeyohayavistojamásentreuníndiceyunpulgar,loinhaló lentamente, sin derramar un solo grano, entornó los ojos y, balanceando lacabezasuavemente,mepalmeópaternalmentelaespalda.

—¡Oh, hijo mío!—dijo el monje—. ¡Qué rapé más delicioso! ¡Oh, hijo mío,amable viajero, ofrécele al padre espiritual que tanto te ama otro pellizquito,pequeñito,pequeñito!

—Déjemequelerellenelacaja.Yotengodesobra.Lamaltratadacajitamefueentregadaantesdequehubieraterminadodehablar.

Lamanopaternalvolvióapalmearmelaespaldaconmásaprobaciónsicabe,ylavozdébil y ronca se explayó con elocuencia y sin escatimar elogios. Evidentemente,habíaencontradoelpuntoflacodelviejocapuchino,einmediatamenteaprovechéeldescubrimiento.

—Perdoneque le vuelva amolestar con elmismo tema—dije al devolverle lacaja—, pero tengo buenas razones para querer oír todo lo que pueda decirme enrelaciónconesecadáverquetienenenlacaseta.

—Entre—dijoelmonje.Mehizopasaralotroladodelapuerta,lacerró,ymeguioatravésdeunpatio

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recubiertodehierba.Despuésmecondujoa travésdel jardínde lacocina (tambiénrepletodemaleza)hastallegaraunagranhabitacióndetechobajo,enlaqueportodoornamento no había sino un sucio aparador, un par de asientos rudimentariamentetalladosyunoodoscuadrossiniestrosymohosos.Eraelrefectorio.

—Nohaynadie,yesagradabley fresco—dijoelviejocapuchino.En realidadhabíatalhumedadqueprontoempecéatemblar.

—¿Legustaríaverlaiglesia?—dijoelmonje—.Unajoyadeiglesia.Sitansolopudiéramosrepararla…pero¡ah,maldiciónymiseria,somosdemasiadopobrespararepararnuestrapropiaiglesia!

Entoncesmeneólacabezayempezóarevolverunenormemanojodellaves.—¡Nosepreocupeahoraporlaiglesia!—dijeyo—.¿Puedeusteddecirmeloque

quierosaber,ono?—Todo.Desdeelprincipiohastaelfinal.¡Absolutamentetodo!Vaya,perosifui

yoelqueacudióalsonidodelacampana;aquísiemprerespondealapuertaelmismo—dijoelcapuchino.

—¡Peroenelnombredelcielo!¿Quétienequeverlacampanadelapuertaconelcadáversinenterrarquetienenenlacaseta?

—Escucha, hijomío, y lo sabrás. Hace algún tiempo… algunosmeses… ¡Ah,miserabledemí!Soyviejo.Heperdido lamemoria.Yano sé cuántosmeseshace.¡Ah,miserabledemí,quémonje tanviejo soy! ¡Quémonje tanviejo!—llegadoaestepunto,sereconfortóconotropellizcodemirapé.

—Nosepreocupeporlafechaexacta—dije—,noesesoloquemeimporta.—Bien—dijoelcapuchino—.Ahorayapuedoseguir.Bueno,digamosquefue

hace unos meses. Todos los del convento estamos desayunando, ¡unos desayunosmiserables, hijo mío, los de este convento! ¡Unos desayunos tan miserables…!Estamosdesayunandoyoímos:¡bang!¡bang!Dosveces.«Pistolas»,digoyo.«¿Porquéestarándisparando?»,preguntaelhermanoJeremy.«Unjuego»,diceelhermanoVincent.«¡Ajá!Unjuego»,diceelhermanoJeremy.«Sioigomás,enviaréaalguienparaqueaverigüeloquepasa»,diceelpadresuperior.Nooímosmásycontinuamosconnuestromiserabledesayuno.

—¿Dedóndellegóelruidodelosdisparos?—pregunté.—Deallíabajo,deunclaroquehaymásalládelosenormesárbolesquesealzan

juntoalapartetraseradelconvento.Unbonitolugardenoserporloscharcosylossocavones. ¡Pero, ah,miseria! ¡La humedad que tenemos que sufrir en este lugar!¡Mucha,muchahumedad!

—Bueno,¿quépasódespuésdehaberoídolosdisparos?—Ahoraselodiré.Todavíaestamosdesayunando,todosensilencio…¿Porque,

de qué tenemos que hablar aquí? ¿Qué tenemos salvo nuestra devoción, nuestrojardín de la cocina, y lasmiserablesmigas quedesayunamosy cenamos cadadía?¡Esasmiserablesmigas!Ledecíaqueestamos todosensilencio,cuandoderepentellegaelsonidodelacampanatocandocomonuncalahabíamosoídoantes.Undiablo

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decampaneo;uncampaneoquenossorprendióconnuestrasmigasenlaboca,ynosdetuvoantesdepoderacabardetragarlas.¡Nuestrasmiserablesmigas!«Ve,hermanomío»,diceelpadre superior.«Ve,es tu tarea.Acudea lapuerta».Yosoyvaliente,todo un león de capuchino. Me acerco de puntillas. Espero. Escucho. Retiro elpequeño panel de la puerta. Espero. Escucho otra vez.Miro a través del agujero.Nada, absolutamente nada; al menos nada que pueda ver. Soy valiente, no meintimidofácilmente.¿Quéhago?Abrolapuerta.¡Ah!¡SantaMaría,madredeDios!¿Quéveofrenteanuestroportalyaciendocuánlargoes?Unhombre…¡muerto!Unhombregrande,másgrandequeusted,másgrandequeyo,másgrandequetodoslosdeesteconvento.Conunbonitoabrigoabotonado,conunosojosnegrosquemiran,miranhaciaelcielo;ysangrequemanaatravésdesucamisa.¿Quéhago?Gritounavez.Gritodos,ycorroaveralpadresuperior.

Todos los detalles que había leído sobre el fatal duelo en el periódico francés,sentado en la habitación de Monkton en Nápoles, regresaron vívidamente a mimemoria. La sospecha que me había asaltado al espiar el interior de la caseta seconvirtióenunacertezacuandoescuchélaspalabrasdelviejomonje.

—Hastaaquíloentiendo—dijeyo—.Elcadáverquehevistoenlacasetaeselcadáverdelhombrequeustedencontrótendidofrentealapuerta.Ahoradígameporquénoleshandadounentierrodecentealosrestos.

—Espere,espere,espere—respondióelcapuchino—.Elpadresuperiormeoyegritarysale.Todoscorremosjuntoshastalapuerta,levantamosalhombregrandeylocontemplamosdecerca.¡Muerto!¡Tanmuertocomoesto!—exclamógolpeandoelaparador con la mano—. Volvemos a mirar otra vez y vemos un trozo de papelenganchado con un alfiler en el cuello de su abrigo. ¡Ajá, hijo mío! Veo que tesobresaltas.¡Supusequepodríasobresaltarte!

Efectivamente, me había sobresaltado. Aquel papel era sin duda la hojamencionada en la segunda e inacabada narrativa demonsieur Foulon como la queestehabíaarrancadodesulibretayenlaquehabíadescritoelmodoenqueelmuertohabía perdido la vida. Si queríamos una prueba definitiva que nos permitieraidentificarelcadáver,yalahabíamosencontrado.

—¿Yquécreeustedqueponíaeneltrozodepapel?—continuóelcapuchino—.Lo leímos y temblamos. Este hombre ha sido asesinado en duelo. Desesperado,miserable, ha muerto cometiendo un pecado mortal. ¡Y los hombres que habíanpresenciado su asesinato nos pedían a nosotros, los capuchinos, hombres santos,sirvientesdel cielo,hijosdenuestro señor elPapa…nospedíananosotros, que leenterráramos! ¡Oh! ¡Qué ultrajados nos sentimos al leer aquello! Gemimos, nosfrotamoslasmanos,nosdamoslavuelta,nostiramosdelasbarbas,nos…

—Espereunmomento—dije,viendoqueelviejoempezabaaentusiasmarseconsuhistoriayquesinoledeteníaatiempoeraprobablequecadavezhablaraconmásfluidezyconmenospropósito—.Espereunmomento.¿Hanconservadoustedeselpapelqueestabaprendidoenelabrigodelmuerto?¿Puedoverlo?

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El capuchino parecía a punto de darme una respuesta, cuando de repente seinterrumpió.Vicómosusojosseseparabandemirostro,yenelmismomomentooíqueunapuertaseabríaysecerrabasuavementeamiespalda.

Volviéndome de inmediato, pude ver que otro monje acababa de entrar en elrefectorio.Eraunhombrealto,flaco,ydeenormebarbanegra,encuyapresenciamiviejoamigodelacajaderapésevolviósúbitamentetodounejemplodedevociónydecoro.Supusequemeencontrabaenpresenciadelpadresuperior,ydescubríquenomehabíaequivocadoenelmismomomentoenqueempezóahablar.

—Soy el padre superior de este convento —dijo tranquila y llanamente,mirándome directamente al rostro con ojos fríos y atentosmientras hablaba—.Heoído la última parte de su conversación y quisiera saber por qué está usted tanparticularmenteinteresadoenverel trozodepapelqueencontramosprendidoenelabrigodelmuerto.

Lafrialdadconlaqueconfesóquehabíaestadoescuchando,yelmodotranquiloeimperativoenquehabíaexpresadosupreguntamedejaronperplejo,hastatalpuntoque apenas supe qué tono de voz adoptar para responderle. Percibió mi duda, yatribuyéndolaaunacausaequivocada,lehizounaseñalalviejocapuchinoparaqueseretirara.Tirandohumildementedesulargabarbagris,yconsolándosefurtivamenteconunpellizcoprivadodeaquel«deliciosorapé»,mivenerableamigoseescabullóde la habitación deteniéndose brevemente en la puerta para realizar una profundareverenciaantesdedesaparecer.

—¿Ybien?—dijoelpadresuperiorconlamismafrialdad—.Estoyesperandosurespuesta,caballero.

—La obtendrá del modo más breve posible —dije yo, respondiéndole en sumismotono—.Hedescubierto,paramidisgustoyhorror,quemantienenustedesuncadáverinsepultoenesacasetaquehayadosadaasuconvento.Tengorazonesparacreer que ese cadáver son los restos mortales de un caballero inglés de rango yfortuna, que fue asesinado en el transcurso de un duelo. He viajado hasta estacomarca, en compañía del sobrino y único pariente del difunto, con el expresopropósitoderecuperarsucuerpo;ydeseoverlanotaencontradaporustedes,porquecreo que ese papel le identificará satisfactoriamente ante el pariente que acabo demencionar. ¿Leparece una respuesta lo suficientemente clara? ¿Tiene a bien ahoradarmepermisoparaverelpapel?

—Su respuestame ha satisfecho, y no veo razón alguna para impedirle ver elpapelencuestión—respondióelpadresuperior—,peroantestengoquedecirlealgo.Alhablardelaimpresiónquelehaproducidolavisióndelcadáverhautilizadoustedlaspalabras«disgusto»y«horror».Semejantesexpresionesenrelaciónconloquehapodido usted contemplar en el recinto de un convento, me demuestran que noperteneceusted al ámbitode laSagrada IglesiaCatólica.No tieneningúnderecho,por lo tanto, a esperar ninguna explicación. Sin embargo, le daré una a modo defavor. El hombre asesinado falleció, sin haber recibido la extremaunción, en pleno

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actodepecadomortal.Podemosadivinarapartirdelpapelencontradoensucuerpo,yademáslosabemos,graciasanuestrospropiosojosyoídos,quefueasesinadoenterreno eclesiástico, violando directamente las leyes especiales en contra de losduelos, cuyo estricto cumplimiento ha sido solicitado a todos los fieles de susdominios por elmismísimoSanto Padre,mediante cartas redactadas con su propiapluma. En el interior de este convento la tierra está consagrada. Y nosotros, loscatólicos, no acostumbramos enterrar a los forajidos de nuestra religión, a losenemigosdenuestroSantoPadre,yalosvioladoresdenuestrasleyesmássagradas,en suelo consagrado. En el exterior de este convento, no tenemos ni derechos nipoder;ydetenerlos,deberíamosrecordarquesomosmonjes,noenterradores,yqueelúnicoentierroconelquepodemostenerrelacióneselquevaacompañadodelasoracionesdelaiglesia.Esaestodalaexplicaciónquecreonecesariodarle.Espéremeaquíypodráverelpapel.

Conestaspalabras,elpadresuperiorabandonólahabitacióntansilenciosamentecomohabíaentradoenella.

Apenas había tenido tiempo para reflexionar sobre aquella amarga y pocoeleganteexplicación,yparasentirmealgoresentidoporellenguajeylosmodosdelapersonaquemelahabíaofrecido,cuandoelpadresuperiorregresóconelpapelenlamano. Lo extendió frente amí sobre el aparador, y pude leer apresuradamente lassiguienteslíneasredactadasconunlápiz:

EstepapelestáprendidoalcuerpodeldifuntoseñorStephenMonkton,undistinguido caballero inglés.Ha recibido un disparo en un duelo conducidoconperfectagallardíayhonorporambaspartes.Sucuerpohasidodepositadoalapuertadeesteconventopararecibirsepulturademanosdesusocupantes,yaquelossupervivientesdelencuentrosehanvistoobligadosasepararseyapreservarsuseguridadhuyendodeinmediato.Yo,eltestigodelfallecido,yelautordeesteescrito,certifico,conmipalabradehonorcomocaballero,quelabalaqueacabóconlavidadelseñorStephenMonktoninstantáneamente,fuedisparada con justicia, siguiendo estrictamente el acuerdo y las reglassuscritaspreviamentealacelebracióndeesteduelo.

(Firmado)F.

«F».ReconocídeinmediatolainicialdelapellidodemonsieurFoulon,eltestigodelseñorMonktonquehabíamuertoenParísacausadelatisis.

Eldescubrimientoylaidentificaciónsehabíancompletado.Yanadarestabasinodarle la noticia a Alfred y conseguir el permiso necesario para retirar los restosmortalesdelacaseta.Casiempecéadudardemissentidoscuandopenséqueaquelpropósito prácticamente imposible, para cuya consecución habíamos abandonadoParís,estabaahora,porpuracasualidad,virtualmentealcanzado.

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—Lapruebadelpapelesdecisiva—dijedevolviéndoseloalpadresuperior—.Yanohaydudaposibledeque los restosmortalesqueyacenen la caseta son losquehemosestadobuscando.¿Puedopreguntarlesiencontraremosobjecionesencasodeque el sobrino del difunto señor Monkton desee trasladar el cuerpo de su tío alpanteóndelafamiliaenInglaterra?

—¿Dóndeseencuentraestesobrino?—preguntóelpadresuperior.—EsperandomiregresoenFondi.—¿Estáenposicióndedemostrarsuparentesco?—Ciertamente.Llevaconsigopapelesqueloacreditaránmásalládetodaduda.—Dejepues,quesatisfaga los requisitosde lasautoridades locales,yno tendrá

porquéesperarningúnobstáculoasusdeseospornuestraparte.Noestabadehumorparaseguirhablandoniunminutomásdeloimprescindible

conunhombredetanagriotemperamento.Eldíaseestabaextinguiendoconrapidez,yaunquelanochemeasaltara,estabadecididoanodetenermehastaencontrarmederegresoenFondi.Por lo tanto, trashaberledichoalpadre superiorquepodíaestarseguro de volver a tener noticias mías prácticamente de inmediato, hice unareverenciaymeapresuréaabandonarelrefectorio.

Enlapuertadelconventoestabamiviejoamigoconsucajaderapé,esperandoparafacilitarmelasalida.

—Diostebendiga,hijomío—dijoelvenerablereclusodándomeunapalmaditadedespedidaenelhombro—.Regresaprontojuntoatupadreespiritualqueteama,yfavoréceleamigablementeconotropellizquitodeesedelicioso,deliciosorapé.

VI

Regresélomásrápidamentequepudealaaldeaenlaquehabíadejadolasmulas,hicequeensillaranalosanimalesdeinmediatoyconseguíllegaraFondipocoantesdelapuestadesol.

Mientrasascendíalasescalerasdenuestrohotel,sufrílamásdolorosainseguridadpensando en cuál sería el mejor modo de comunicarle a Alfred la noticia de midescubrimiento.Sifracasabaenprepararleapropiadamenteparamisrevelaciones,losresultados, teniendo en cuenta el estadomental en que se encontraba, podrían serfatales.Al abrir la puerta de suhabitación, nome sentía en absoluto segurodemímismo;ycuandoleplantécara,sumododerecibirmemetomótanporsorpresaqueduranteunosinstantesperdícompletamentemiautocontrol.

Todo rastro del letargo en el que había estado hundido la última vez que le vihabíadesaparecidoporcompleto.Susojosbrillabanysusmejillasestabancoloradas.

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Cuandoentré,selevantódeunsaltoyrechazólamanoqueleextendía.—Nomehatratadoustedcomoaunamigo—dijoapasionadamente—.Notenía

ningúnderechoacontinuarlabúsquedaamenosqueyofueraconusted…noteníaningúnderechoadejarmeaquísolo.Hicemalenconfiarenusted:ahoraséquenoesmejorquetodoslosdemás.

Para entonces ya me había recobrado de mi primer asombro, y le contestéinterrumpiéndole antes de que pudiera decir nada más. Teniendo en cuenta supresenteestado,resultabacompletamenteinútilrazonarconélointentardefenderme.Medecidíaarriesgareltodoporeltodoylerevelédeinmediatolasnovedades.

—Me tratarámás justamente,Monkton, cuando sepa el gran servicioque lehehechodurantemiausencia—dije—.Amenosqueestéenormementeequivocado,elobjetoporelcualabandonamosNápolespodríaestarmáscercadeloquehabíamos…

El rubor abandonó susmejillas de inmediato.Alguna expresión enmi rostro oalgúntonoenmivozhabíanreveladomásdeloqueenunprincipiohabíapretendidodar a entender. Sus ojos se fijaron intensamente en los míos; su mano agarró mibrazo,ymedijosusurrandoansiosamente:

—Dígamelaverdaddeinmediato.¿Lohaencontrado?Erademasiadotardeparadudar.Respondíafirmativamente.—¿Enterradoosinenterrar?Suvozsealzóabruptamentealhaceraquellapregunta,ysumanolibreseasióa

miotrobrazo.—Sinenterrar.Apenashabía terminadodepronunciarestaspalabrascuando lasangrevolvióa

colorearsusmejillas,susojosvolvieronabrillarmientrasmeobservabanyMonktonestallóenunataquederisatriunfantequemeaterrorizóymesobresaltómásalládetodadescripción.

—¿Quélehabíadicho?¿Quétienequedecirahoradelaviejaprofecía?—gritó,soltándome los brazos y recorriendo nerviosamente la habitación de extremo aextremo—.Admitaqueestabaequivocado.¡AdmítalocomotodoNápolestendráqueadmitirlounavezqueletengaasalvoensuataúd!

Su risa se fue haciendomás ymás violenta. Intenté tranquilizarle en vano. Sucriado y el dueño de la posada entraron en la habitación, pero solo sirvieron paraañadirleñaalfuego,demodoqueleshicevolverasalir.Alcerrarlapuertatrasellos,observéquesobreunamesacercanayacíaelpaquetedecartasdelaseñoritaElmslie,que mi desgraciado amigo leía y releía con inagotable devoción y que con tantocariñopreservaba.Comoélestabamirandohaciamícuandopaséfrentealamesa,lascartasvolvieronallamarsuatención.Lanuevaesperanzaparaunfuturoencompañíade la autora de las mismas, que en su corazón acababa de despertar mi noticia,pareciódesbordarleduranteuninstantealavistadeaquellosatesoradosobjetosquele recordaban a su prometida. En aquelmomento, su risa cesó por completo y surostrocambiódeexpresión.Entonces,seapresuróhastalamesa,tomólascartascon

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unamano, desvió por unmomento sumirada de ellas haciamí con una expresiónalteradaquehizoqueelcorazónmedieraunvuelco,ydespuéscayóderodillasjuntoalamesa,enterrósucaraentrelascartasyestallóensollozos.Dejéqueestanuevaemociónsemanifestara libremente,yabandoné lahabitaciónsindecirunapalabra.Cuando regresé, tras haber dejado transcurrir cierto tiempo, le encontré sentado,leyendotranquilamenteunadelascartasdelpaquetequereposabasobresurodilla.

Sumiradaera lade laamabilidadenpersona; sugesto,cuandose levantópararecibirmeyofrecermelamanoansiosamente,eracasifemeninoensugentileza.

Ya se había calmado lo suficiente para oír en detalle todo lo que tenía quecontarle.Noleoculténada,salvoelestadoenquehabíaencontradoelcadáver.Noasumíenmodoalgunoningúnderechosobrequépapeldeberíajugarélenlosfuturosprocedimientos,con laexcepciónde insistirdeantemanoenquemedejaraamí lasupervisióndelarecogidadelcadáver,yenrecomendarlequeseconformaraconverla carta de monsieur Foulon, tras recibir mi garantía de que los restos mortalesdepositadosenelataúderanrealmentelosdelhombrequehabíamosvenidoabuscar.

—Susnerviosnosontanresistentescomolosmíos—ledije,amododedisculpapormiaparenteexigencia—,yporesarazóndeborogarlequenopretendaasumirelliderazgodetodoloquetengamosquehacerahorahastaquepuedaverelataúddeplomosoldadoyasalvoensuposesión.Despuésdeeso,podrávolveraasumirtodaslasfunciones.

—Me gustaría tener palabras para agradecerle su amabilidad —respondió—.Ningún hermano podría haberme apoyado con más afecto, o ayudado con máspaciencia,deloqueustedlohahecho.

Callóentoncesypareciódedicarseapensar.Despuéssemantuvoocupadoatandolenta y cuidadosamente el hatillo con las cartas de la señorita Elmslie; y después,repentinamente,miró en dirección a la pared desnuda que había ami espalda conaquella extraña expresión que tan bien conocía yo. Desde que dejamos Nápoles,habíaevitadoapropósitoexcitarlehablandodeaquellainútilyespantosailusióndelaaparición por la que creía estar perpetuamente perseguido. Pero en aquel precisomomento,entodocaso,parecíatancalmadoydueñodesímismo,tanpocoprocliveaagitarseviolentamenteporcualquieralusiónatanpeligrosotópicoquemeatrevíamencionárselodirectamente.

—¿Sigue apareciéndosele el fantasma —pregunté—, tal y como lo hacía enNápoles?

Memiróysonrió.—¿Acasonoledijequemesigueatodaspartes?Susojos volvieron a dirigirse al vacío y empezó a hablar en aquella dirección,

comosisuconversaciónprosiguieseconunatercerapersona.—Nossepararemos—dijolentaysuavemente—cuandoellugarqueaúnqueda

vacíoen laabadíadeWincotyano loestémás.Entoncesmeplantaré juntoaAdafrentealaltardelacapilla,ycuandomisojosseencuentrenconlossuyos,yanoserá

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paraveresterostrotorturado.Trashaberdichoaquello, inclinó la cabeza sobre lamano, suspiró,y empezóa

repetirparasímismolosversosdelaviejaprofecía:

CuandoenlacámaramortuoriadeWincotEspereaunodelosMonktonunlugar;PorqueyazcaabandonadoBajocieloabiertoysinenterrarClamandoporunmetrodetierraPesealosacrespornacimientoheredados;SeráentoncesmanifiestaseñalDellinajedelosMonktonelfinal.DesapareciendoconrapidezyenbreveDesapareciendohastaquesolounseñorquede.Delaluzdeldía,delarazamortalEllinajedelosMonktondesaparecerá.

Creyendo que había pronunciado los últimos versos con algo de incoherencia,intentéhacerlecambiardetema.Noparecióhaberoídoloqueacababadedecirleysiguióhablandoparasí.

—El linaje de los Monkton desaparecerá —repitió—, pero no conmigo. Lafatalidad ya no pende sobremi cabeza. Enterraré al difunto insepulto; rellenaré elnichovacíoqueleesperaenlacámaramortuoriadeWincot.Yentonces…entoncesempezaréunanuevavida,¡lavidaconAda!

Aquelnombrepareciódevolverleelsentido.Acercósumaletíndeviaje,guardólascartasensuinterioryextrajounahojadepapel.

—Voy a escribirle a Ada para contarle las buenas nuevas —dijo volviéndosehaciamí—.Sufelicidad,cuandolosepa,serámayorinclusoquelamía.

Exhausto,debidoatodoloquehabíasucedidoaqueldía,ledejéescribiendoymefuialacama.Meencontraba,entodocaso,demasiadoalteradoodemasiadocansadopara dormirme. En aquel estado de duermevela, mimente se dirigió naturalmentehaciaeldescubrimientoquehabíahechoenel convento,yhacia lasconsecuenciasqueaqueldescubrimientoabuensegurollevaríaconsigo.Amedidaqueibapensandoenelfuturo,empecéadesanimarmeacausadeunadepresiónparalacualnopodíaencontrarexplicaciónalguna.Yesquenoexistíalamásmínimarazónparaaquellosvagosymelancólicospresentimientosquemeasaltaban.Losrestosmortales,acuyohallazgo tanta importancia dabami desgraciado amigo, habían sido encontrados; ysinlugaradudasleseríanentregadosenunpardedíasalosumo.PodríallevarlosaInglaterra en el primermercante que partiera deNápoles y, con la gratificación dehaberconseguidocumplirsuextrañocapricho,habíaalmenosrazonesparaesperarquesumentepodríarecuperarseporcompleto,yquelanuevavidaqueibaallevaren

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Wincot le haría un hombre feliz. Consideraciones como estas no estaban, en símismas,calculadasparaejerceruninflujomelancólicosobremíy,sinembargo,alolargo de toda aquella noche sentí mi ánimo hundirse bajo el peso de aquellainexplicabledepresión; hundiéndosedurante las horasdeoscuridad, yhundiéndosemásaúninclusocuandosalíadarunpaseopararespirarelfrescordelprimerairedelamañana.

Cuandollegóeldía,iniciamoslasabsorbentesnegociacionesconlasautoridades.Soloaquellosquehayantenidoquelidiarconlaburocraciaitalianapodránllegar

aimaginarsehastaquépuntofuepuestaapruebanuestrapacienciaporpartedetodosycadaunodeaquellosconlosqueentramosencontacto.Fuimosbandeadosdeunaautoridad a otra; fuimos observados atentamente; fuimos interrogados y mareadoshasta el desconcierto…y en ningúnmomento se debió todo aquello a que el casopresentara una dificultad o complicación especial, sino a que era absolutamentenecesario que todos y cada uno de los dignatarios civiles a los que recurrimospudieran demostrar su importancia haciéndonos llegar hasta nuestro objetivo delmodomáscircularposible.Trashaberexperimentadolavidaoficialitalianadurantetodo un día, dejé las absurdas formalidades en manos de Alfred y me dediqué areflexionarsobrelaúnicacuestiónrealmenteimportante:cómoíbamosatransportardeunmodocompletamentesegurolosrestosmortalesquenosesperabanenlacasetadelconvento.

Elmejorplanquesemeocurrió fueescribiraunamigodeRoma,dondesabíaqueeracostumbreembalsamarloscuerposdealtosdignatariosdelaiglesia,ydondeenconsecuencia,inferí,podríamosobtenerlaayudaquímicaquenecesitábamosparasolventar nuestra emergencia. Simplemente le comuniqué en mi carta que eltransportedelcuerpoeraimperativo.Despuésdescribílascondicionesenlasquelohabíaencontrado,ylegaranticéqueencasodequepudieraencontraralapersonaopersonas idóneas para ayudarnos, no escatimaríamos gastos por nuestra parte. Denuevo, este proceso provocó que se nos interpusieran más dificultades y quetuviéramosquecumplirconmásformalismosinútiles;peroalfinal, lapaciencia, laperseveranciayeldineroacabaronportriunfar,ydoshombresllegaronexpresamentedesdeRomaparallevaracabolatareaparalaqueseleshabíarequerido.

Resulta del todo innecesario quemoleste al lector entrando en detalles en estapartedeminarración.Cuandohayadichoqueelprocesodedescomposiciónquedósuspendidograciasamediosquímicos,demodoquelosrestosmortalespudieransertransportados hasta Inglaterra con toda seguridad y garantías, ya habré dicho losuficiente. Tras diez días perdidos en inútiles retrasos y trabas, tuve al fin lasatisfacción de ver la caseta del convento vacía; después cumplí con un últimotrámite ceremonial de aspirar rapé, o más bien de compartir rapé con el viejocapuchino,yordenéqueloscarruajesestuvieranpreparadosenlapuertadelaposada.Apenas había pasado un mes desde nuestra partida cuando volvimos a entrar enNápoles,habiendotriunfadoenunaempresaquehabíasidoridiculizadaycalificada

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de completamente imposible por todos y cada uno de nuestros amigos que habíantenidoconocimientodelamisma.

ElprimerobjetivoquenosplanteamosnadamásregresarfueobtenerunmediodetransporteparallevarelataúdaInglaterra.Pormar,porsupuesto.Labúsquedadeunmercante próximo a zarpar hacia cualquier puerto británico, sin embargo, noscondujo al más insatisfactorio de los resultados. Tan solo había una manera deasegurarse el transporte inmediato de los restos mortales hasta Inglaterra, y estaconsistía en alquilar un barco. Impaciente por regresar, y decidido a no perder devista el ataúdhasta que este reposara en la cámaramortuoria deWincot,Monktondecidiódeinmediatoquealquilaríaelprimerbuquequepudieraconseguir.Segúnnosinformaronenelpuerto,laembarcaciónqueantespodríaestarpreparadaparahacersea la mar era un bergantín siciliano, así que mi amigo se hizo con él. Pusimos atrabajar a los mejores astilleros que encontramos y contratamos al capitán másavezado de entre todos los que se encontraban disponibles en Nápoles (y a sucorrespondientetripulación).

Monkton,trashabervueltoaexpresarmeenlostérminosmáscálidossugratitudporlosserviciosquelehabíaprestado,descartótodaintencióndesolicitarmequeleacompañaraensuviajeaInglaterra.Parasugransorpresaysatisfacción,meofrecímotuproprio a tomar pasaje en el bergantín. Las extrañas coincidencias que habíacontemplado desde que nos encontramos por primera vez en Nápoles, y elextraordinario hallazgo en el que me había visto envuelto, habían convertido suprincipalobjetivoenlavidaenmiobjetivoprincipalporelmomento.Nocompartíaningunade sus fantasías, pobremuchacho,pero apenas exagero al declararquemiansiedadporseguiraquelladestacableaventurahastasuconclusiónnoeramenorasuansiedadporverelataúddepositadoenlacámaramortuoriadeWincot.Metemoquecuando me ofrecí a acompañarle en su viaje de regreso a casa, la curiosidad meinfluyótantocomonuestraamistad.

UnatardehermosaydespejadanospreparamosparalevaranclashaciaInglaterra.Por primera vez desde que le había conocido, Monkton parecía estar

completamenteanimado.Hablabaybromeabasobretodotipodematerias,ysereíademíporpermitirqueelmiedoalmareoafectaraaminaturalalegría.Enrealidadnoexistía semejante temor; sencillamenteera la excusaqueponía antemiamigoparaenmascarar el regreso de aquella inexplicable depresión queme había asaltado enFondi. Todo estaba a nuestro favor; y todo el mundo a bordo del bergantín semostrabaanimado.Elcapitánestabaencantadoconelnavío;latripulación(italianosymalteses) semostraba feliz ante la perspectiva de realizar un viaje corto y bienpagado en un bajel repleto de provisiones. Tan solo yo sentía el corazónapesadumbrado.Nohabíauna razónválidaquemeexplicara lamelancolíaquemeoprimía,ysinembargocualquieresfuerzoporresistirmeasuinflujofueenvano.

Yadurantelaprimeranocheenelmar,hiceundescubrimientoquedesdeluegono estaba especialmente pensado para restaurarmi equilibrio emocional.Monkton

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estaba en su camarote, junto a la caja que contenía el ataúd, y yo paseaba por lacubierta. El viento había disminuido casi hasta la calma total, y yo contemplabaperezosamente cómo las velas del bergantín golpeaban periódicamente contra losmástiles,cuandoelcapitánsemeaproximóy,alejándomedeloshombresdeltimón,mesusurróaloído:

—Algopasaconlatripulación.¿Sehafijadoustedenlosilenciososquesehanvueltoloshombresdesdepocoantesdelapuestadesol?

Efectivamente,lohabíaobservado,yasíselodije.—Hay un chico maltés a bordo—continuó el capitán—…muy listo, pero no

demasiadodisciplinado.Hedescubiertoqueleshaestadocontandoaloshombresquehayuncadáverenelinteriordeesacajaquellevasuamigoenelcamarote.

Mi corazón dio un vuelco al oír aquello. Conociendo la irracionalidadsupersticiosa de los marinos, especialmente la de los marinos extranjeros, habíatomadolaprecaución,antesdequeelataúdfueseembarcado,deextenderabordodelbergantínelrumordequelacajaconteníaunavaliosaestatuademármolqueelseñorMonkton tenía en gran estima, por lo que no estaba dispuesto a perderla de vista.¿Cómohabríapodidodescubriraquelmuchachomaltésquelapretendidaestatuaeraenrealidaduncuerpohumano?Alreflexionarsobreaquellacuestión,missospechassedirigieronhaciaelcriadodeMonkton,queademásdehablarunfluidoitalianoeraunchafarderoincorregible.Cuandoleacusédehabernostraicionado,elhombrenegótodaresponsabilidad;peroyonuncacreísunegativa.Yaúnhoysigosincreerla.

—Puedeestarsegurodequeelpequeñodiablonodirádedóndehasacadolodelmuerto—continuó el capitán—.Noesmi intención entrometermeen sus secretos,perolerecomiendoqueconvoquealatripulaciónycontradigaalchico,tantosidicelaverdadcomosino.Loshombressonungrupodeestúpidosquecreenenfantasmasydemássupercherías.Algunosdeellosdicenquenuncahabríanfirmadoelcontratode haber sabido que iban a navegar con un muerto. Otros se conforman conrefunfuñar, perome temoque acabaremos por tener problemas con todos ellos, encasodequehayamal tiempo,anoserqueustedoelotrocaballerocontradiganalchico.Loshombresdicenquesiustedosuamigolesjuranporsupalabradehonorqueelmaltésesunmentiroso,leazotaránenconsecuencia;peroquesinolohacen,estándispuestosacreeralmuchacho.

Llegado este punto, el capitán calló y esperó una respuesta. No podía darleninguna. Hacer que el chico fuera castigado dando mi palabra de honor comogarantía de una absoluta falsedad estaba fuera de todo lugar. ¿Qué otro medio dearreglar aquel desgraciado dilemame quedaba?Ninguno, que seme ocurriera. Leagradecíalcapitánsuatenciónpornuestrosintereses,ledijequenecesitaríaalgodetiempoparallegaraunadecisión,yleroguéquenoledijeranadaamiamigosobreloquehabíadescubierto.Meprometióguardarsilenciobastantemalhumorado,ysealejódemí.

Habíamosesperadoquealamañanasiguienteselevantaraalgodebrisa,perono

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fue así. A medida que el mediodía se iba acercando, la atmósfera se volvióinsufriblemente bochornosa, y el mar seguía tan liso como un espejo. Vi que elcapitán miraba a menudo y con nerviosismo hacia barlovento. Lejos, en aquelladirección,pudeobservarunapequeñanubenegraysolitariaenmitaddelcieloazul;lepreguntésinostraeríaalgodeviento.

—Más del que queremos —replicó brevemente el capitán. Después, para miasombro, ordenó a la tripulación que saliera a cubierta y que arriara las velas. Laejecucióndeaquellamaniobramedemostróclaramentecuáleraelestadodeánimodeloshombres.Hicieronsutrabajoaregañadientesymuylentamente,sindejardefarfullar ymurmurando entre sí.El comportamiento del capitán,mientras les urgíamediante juramentosyamenazas,meconvenciódequenoshallábamosenpeligro.Volvíamirarabarlovento.Lapequeñanubesehabíaensanchadohastaconvertirseen un gran banco de vapor turbio, y el mar había cambiado de color allá en elhorizonte.

—La tormenta estará sobre nosotros antes de que sepamos a qué altura nosencontramos—dijoelcapitán—.Vayaabajo.Aquísoloseráunestorbo.

Descendí al camarote y preparé aMonkton para lo que se avecinaba.Aúnmeestabapreguntandoquéeraloquehabíavistoencubiertacuandolatormentaestallórepentinamente.Sentimosqueporunmomentoelpequeñobergantínsetensabacomosifueraapartirseendos,despuésparecióbalancearsedeun ladoaotropara luegodetenerseporcompletoduranteunsolo instante,con todos losmaderos temblando.Entoncesrecibimosunimpactoquenosarrojódenuestrosasientos.Oímosunruidoensordecedoryuntorrentedeaguaseabriópasoatravésdenuestrocamarote.Medioahogados,trepamoshastalacubierta.

Antes de que pudiera distinguir nada en concreto entre toda aquella horribleconfusión,salvolatremendacertezadequeestábamoscompletamenteamerceddelmar, oí una voz desde la popa que acalló el clamor y el griterío del resto de latripulación. Las palabras eran en italiano, pero entendí su fatal significado condemasiada facilidad. Se había abierto una grieta y el mar estaba penetrando en elbarco con la misma facilidad que un cuchillo corta la mantequilla. Pese a laemergencia, el capitán no perdió los estribos. Pidió su hacha para cortar el palomayory,trasordenarlesaalgunosmiembrosdelatripulaciónqueleayudasen,envióalrestoamanejarlasbombasdeachique.

Apenas habían salido las palabras de sus labios cuando los hombres seamotinaron abiertamente. Dirigiéndome una mirada salvaje, su líder gritó que lospasajeros podían hacer lo que quisieran, pero que él y sus compañeros estabandecididosasubirsealbotedesalvamentoyadejarqueelmalditobarcoyelmuertoqueviajabaenélsefueranjuntoshastaelfondo.Cuandohabló,seformóungriteríoentrelosmarinerosyyoobservéquealgunosdeellosseñalabanburlonamentehaciamisespaldas.Alvolverme,viaMonkton,quehastaentoncessehabíamantenidoamilado,abriéndosecaminohaciaelcamarote.Leseguídeinmediato,peroelaguay

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la confusión en cubierta, y la imposibilidad, debido al bamboleo del bergantín, demoverlospiessinlaayudadelasmanosimpidieronmiavancedetalmodoquemeresultóimposiblealcanzarle.Cuandohubellegadoabajo,Monktonsehabíaagachadosobreelataúd,conelaguaqueinundabaelcamarotearremolinándoseysalpicandoasualrededormientraselbarcoselevantabaysehundíaentrelasolas.Viunavisodeloqueseavecinabaenelbrillodesusojos,unavisoenelrubordesusmejillas.Meaproximéaélyledije:

—Nonosquedamásremedio,Alfred,quecederanteladesgraciayhacerloqueestéennuestrasmanosparasalvarnuestrasvidas.

—Salveustedlasuya—gritó,agitandosumanoantemí—,puesustedaúntieneunfuturo.Elmíohabrádesaparecidocuandoesteataúdlleguealfondo.Sielbarcosehunde, sabré entonces que la fatalidad se ha consumado y nada me impediráhundirmeconél.

Vique suestadonoeraproclivea razonarni adejarsepersuadir,demodoquevolvía salir acubierta.Loshombresestabancortando todos losobstáculosque lesimpedían lanzarelgranbote,colocadoenmitaddelnavío,porencimadelhundidobastióndelbergantín.El capitán, trashaber realizadounúltimoyvano intentoporrestaurar su autoridad, los contemplaba en silencio. La violencia de la tormentaparecíaestarremitiendo,ylepreguntésirealmentenohabíaposibilidadalgunaparanosotrosencasodepermanecerabordodelbarco.Elcapitánmerespondióquesiloshombreshubieranobedecidosusórdenesesaopciónhabríasidolamássegura;peroqueahora,efectivamente,yanoquedabaningunaposibilidad.SabiendoquenopodíadependerdelcriadodeMonkton,lereveléalcapitán,delmodomásbreveysencilloquemefueposible,lacondicióndemidesafortunadoamigo,ylepreguntésipodíacontar con su ayuda. Asintió con la cabeza y descendimos juntos al camarote.Todavía ahora me causa dolor escribir acerca de la terrible decisión a la que nosvimos abocados, como último recurso, debido a la fuerza y la persistencia de lasalucinacionesdeMonkton.Elúnicomodode sacarledeallí fueatarle lasmanosyarrastrarlepor lafuerzahastacubierta.Loshombresestabanapuntodepartirenelbote,yalprincipiosenegaronaaceptarnosensuinterior.

—¡Cobardes! —gritó el capitán—. ¿Acaso llevamos con nosotros al muerto?¿Acaso no se está yendo al fondo del mar junto con el bergantín? ¿De quién osasustáisahora?

Aquellaapelaciónprodujoelefectodeseado;loshombresseavergonzarondesímismosyseretractarondesunegativa.

Enelmismomomentoenelqueabandonamoselbarco,Alfredhizounatentativaporrompermiabrazo,perolesujetéconfirmezaynovolvióarepetirelintento.Sesentóami lado, con la cabezahundida, inmóvily silencioso,mientras losmarinosremaban alejándosedel condenadobergantín; inmóvil y silencioso cuando, todos auna,sedetuvieronaciertadistanciaparaesperaryobservarcómosehundía;inmóvilysilenciosoinclusocuandoelhundimientosehuboconsumado:cuandoeltrabajado

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cascoseinternólentamenteenunadepresióndelmar,dudóaparentementeduranteunmomento,seelevóligeramente,ydespuésdesapareciódenuestravistaparanovolveraelevarsenuncamás.

Hundido con su cargamuerta; hundido para ponermás allá de nuestro alcanceaquelcadáverquehabíamosdescubiertocasidemilagro,aquellosrestosmortalestancelosamentepreservadosyencuyasmanosdescansaban,deunmodotanextraño,lasesperanzasy losdestinosdedos enamorados.Cuando losúltimos signosdelbarcohubieron desaparecido en las profundidades de las aguas, sentí que Monktonempezabaatemblarterriblementeamilado,yleoírepetirparasímismo,tristementeymuchasveces,elnombrede«Ada».

Intentédirigirsuspensamientoshaciaotro tema,perofuecompletamente inútil.Señalóhaciadondehabíaestadoelbergantín,aunqueahorayanoquedabanadaaloquemirarsalvolasagitadasolas,ydijo:

—ElnichovacíopermanecerávacíoparasiempreenlaabadíadeWincot.Aldecir estaspalabras, fijóporunmomento sus tristesydesoladosojosenmi

rostro.Después retiró lamirada,apoyóunamejillasobre lamanoyyanovolvióahablar.

Bastanteantesdequeanochecierafuimosavistadosporunbarcocomercialquenos recogió a bordo y nos llevó hasta Cartagena, en España. Alfred no volvió alevantar lacabezanivolvióahablarmeporvoluntadpropiadurante todoel tiempoqueestuvimosabordodelmercante.Observéalarmado,sinembargo,queamenudohablabasoloydemanera incoherente…musitandoconstantemente losversosde laviejaprofecía,yaludiendounayotravezaaquelfatalnichoquepermanecíavacíoenlacámaramortuoriadeWincot;repitiendoconstantemente,enuntonotandesgarradoquecadavezquelooíameafectabamásdeloqueesposibleexpresar,elnombredelapobremuchachaqueleesperabaenInglaterra.Peronoeranestaslasúnicascausasdelainquietudquesentíaporél.Haciaelfinaldenuestroviajeempezóasufrirunosataquesalternosde fiebreyescalofríosque,enmi ignorancia, imaginéquepodríansersíntomasdeunresfriado.Prontorecibíundesengaño.Apenasllevábamosundíaentierracuandosusaludempeorótantoquetuvequeasegurarmelamejorasistenciamédica que se podía conseguir en Cartagena. Durante unos días, los doctoresdifirieron,comosueleserhabitual,ensuopiniónsobrecuálpodríaserlacausadelaenfermedad; pero, en breve, empezaron amanifestarse ciertos síntomas alarmantesque no dejaron lugar a dudas. Losmédicosme comunicaron queMonkton estabaafectadodefiebrecerebralyquesuvidacorríapeligro.

Dominadopor lapreocupaciónylapena,apenassupecómoactuaranteaquellanueva responsabilidad que se me presentaba. Finalmente, decidí escribir al viejopárroco que había sido el tutor de Alfred y que, según tenía entendido, seguíaresidiendo en la abadía de Wincot. Le conté a este caballero todo lo que habíasucedido,leroguéqueletransmitieraalaseñoritaElmsliemisdesgraciadasnoticiascon lamáximadelicadeza posible, y le aseguré que estaba dispuesto a permanecer

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conMonktonhastaelfinal.Después de haber despachado mi carta, y tras haber enviado un mensajero a

Gibraltar con instruccionesdeencontrarelmejormédico inglésqueejercieseen laciudad,sentíqueyahabíahechotodoloqueestabaenmimano,yquenadaquedabasalvoesperaryesperar.

Muchas fueron las horas tristes y expectantes que pasé junto a la cama demipobreamigo.Ymuchasfueronlasocasionesenlasquedudésihabríaobradobienalsecundar sus fantasías.En todocaso, las razonesquemehabían llevadoaello trasnuestraprimeraentrevistaparecíanseguirsiendoválidas.ElúnicomododeacelerarsuregresoaInglaterrayalaseñoritaElmslie,quesemoríadepenaensuausencia,eraelcaminoqueyohabíaelegido.Noeraculpamíaquesusproyectosylosmíoshubieran quedado fulminados por un desastre que ningún hombre hubiera podidoprever.Peroahoraquelacalamidadparecíairrevocable,loquemásmepreocupabaeraqueencasodequepudierasuperarsuenfermedadfísica,¿cómoíbamosapodercombatirlamental?

Cuando reflexioné sobre la corrupción hereditaria que asolaba su desordenadamente,sobreaquelterrorinfantilantelafiguradeStephenMonkton(delquenuncasehabía repuesto), sobre laaisladavidaquehabía llevadoen laabadía,o sobre sufirme asunción de la realidad de la aparición por la que creía ser constantementeperseguido,confiesoquemedesesperabaelnopoderhacerquesusupersticiosafeencadapalabrayversodelaviejaprofecíafamiliarsetambaleara.Siaquellacadenadecoincidencias que parecían demostrar su autenticidad había conseguido causar unaimpresión fuerteyduraderaenmipersona (ypuedoasegurarqueesteeraelcaso),¿cómo podría asombrarme de que hubiera producido un efecto de absolutaconvicción en su mente, predispuesta a creerlo todo? Si discutía con él, y él merespondía,¿cómopodríayoreplicar?Siéldijera:«Laprofecíaapuntaalúltimodelafamilia:yo soy el últimode la familia.Laprofecíamencionaunnichovacío en laabadíadeWincot:enestemomentoesenichovacíoexiste.Creyendoenlaprofecíaledije que el cuerpo de Stephen Monkton había permanecido insepulto, y así loencontró usted»; si me dijera todo aquello, ¿de qué serviría que yo contestara:«Despuésdetodosolosetratadeunaseriedeextrañascoincidencias»?

Cuantomás pensaba en la tarea queme esperaba en caso de queMonkton serecobrase,másinclinadomesentíaadesanimarme.Cuantomásamenudomedecíaelfísicoinglésqueleatendía:«Puedequemejoredelafiebre,perohayunaideafijaquenunca leabandonanidedíanidenoche,quehadescompuestosurazónyqueacabará pormatarle si usted o sus amigos no consiguen que la abandone»; cuantomás amenudo oía esto,más intensamente sentíami propia frustración, ymásmealejabadetodaideaconectadaconaquelfuturodesesperanzador.

ÚnicamentehabíaesperadorecibirdeWincotalgunarespuestaenformadecarta.Fueporlotantounagransorpresa,ytambiénungranalivio,recibirundíaelrecadode que dos caballeros deseaban hablar conmigo, y descubrir que, de estos dos

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caballeros, el primero era el viejo párroco y el segundo un pariente de la señoritaElmslie.

Justo antes de su llegada, los síntomas febriles habían desaparecido y Alfredhabía sido declarado oficialmente fuera de peligro. Tanto el párroco como sucompañerosemostraronansiososporsabercuándohabríarecuperadoelenfermolasfuerzassuficientesparaacometerunviaje.HabíanvenidoaCartagenaexpresamenteparallevarseaMonktonconellosderegreso,ysesentíanmuchomásesperanzadosqueyoalrespectodelaspropiedadescurativasdelairedesutierranatal.Despuésdequesehubieranformuladoyrespondidotodas laspreguntasrelativasaaquelpuntode primera importancia, me aventuré a interesarme por la señorita Elmslie. Supariente me informó de que estaba sufriendo en cuerpo y mente debido a unaextremadapreocupaciónporAlfred.SehabíanvistoobligadosamentirleacercadelapeligrosidaddesuenfermedadparaevitarquequisieraacompañarlesaélyalpárrocoensumisiónaEspaña.

Amedidaque fueronpasando las semanas,Alfred recuperópartedesuantiguafuerzafísica,lentaeimperfectamente;perolaenfermedadqueafectabaasucerebronosufriólamásmínimaalteración.

Yaelmismodíaenelqueselehabíadeclaradorecuperadosehabíadescubiertoquelafiebrecerebralhabíaejercidounaextrañainfluenciasobresumemoria.Todossus recuerdos referentes a los hechos más recientes habían desaparecido porcompleto.TodoaquelloconectadoconNápoles,conmigoyconsuviajea Italia,sehabíadesvanecidocompletaymisteriosamentedesusrecuerdos.Tancompletamentesehabíanborradolosacontecimientosmásrecientesdesumemoriaque,aunqueyaensusprimerosdíasdeconvalecenciareconociófácilmentealpárrocoyasucriado,nunca llegó a reconocerme a mí; únicamente me contemplaba cada vez que meacercabaasucamaconunaexpresióndemelancolíaydudaquemedolíamásalládelo que soy capaz de expresar. Todas sus preguntas giraban en torno a la señoritaElmslieyalaabadíadeWincot,ytodoloquedecíaestabaancladoenelperiodoenelquesupadreaúnvivía.

Losdoctoresauguraronmásbeneficioqueperjuicioaraízdeaquellapérdidadememoria, aclarando que sería temporal y que respondía a la primera necesidad demantener su mente calmada de cara a una recuperación total. Intenté creerles…intenté sentirme tan optimista como lo hicieron los viejos amigos que le estabanllevando de regreso a casa cuando llegó el día de su partida. Pero era demasiadoesfuerzoparamí.Elpresentimientodequenovolveríaaverlenuncamásoprimiómicorazón,yalver lagastada figurademipobreamigo,medioalzadoal interiordelcarruaje y conducido gentilmente por la carretera que le llevaría hasta casa, laslágrimasasomaronamisojos.

Enningúnmomentohabíallegadoareconocerme,ylosdoctoresmerogaronque,durantealgúntiempo,noledieraoportunidaddehacerlo.Denoserporestasolicitud,le habría acompañado hasta Inglaterra. Tal y como estaban las cosas, ya no me

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quedabanadamejorporhacerquecambiardeairesyrecuperar,enlamedidadeloposible,misenergíasdecuerpoyespíritu,tandesgastadasúltimamentedebidoalaslargasesperasyalnerviosismo.Las famosasciudadesdeEspañanome resultabandesconocidas,perovolvíavisitarlas,yrevivíviejasimpresionesdelaAlhambraydeMadrid.Enunao dos ocasiones pensé realizar unperegrinaje en dirección al este,perolosúltimosacontecimientosmehabíanalteradoy,enciertomodo,desgastado.Micorazónempezóaverseacechadoporesasensaciónanhelanteeinsatisfechaquellamamos«morriña»,demodoquedecidíregresaraInglaterra.

AnteshiceescalaenParís,yaquemehabíapuestodeacuerdoconelpárrocoenquemeescribiríaaldomiciliodemibanqueroenlacapitalfrancesatanprontocomole fuera posible después de que Alfred hubiera regresado a Wincot. De habermemarchadoaleste,lacartahabríasidodevueltaaWincot.Enviéunanotaparaprevenirestaposibilidady,nadamásllegaraParís,medetuveparaveramibanqueroantesinclusodeacudiralhotel.

En elmismomomento en que la carta fue puesta entremismanos, el rebordenegroquerodeabaelsobremeindicólopeor.Habíamuerto.

Elúnicoconsueloquequedabaeraquehabíamuertotranquilamenteycasifeliz,sinreferirseniunasolavezaaquellasfatalescasualidadesquehabíantraídoconsigoel cumplimientode laprofecía. «Durante losprimerosdías tras su regreso—habíaescritoelviejopárroco—,miqueridopupilopareciómejorarunpoco,peronollegóarecuperarcompletamente las fuerzasyprontosufrióuna ligera recaídaen la fiebre.Despuésdeaquello, se fuehundiendosuavementeyde formagradual,día trasdía,hasta que se despidió de nosotros para iniciar su último viaje. La señorita Elmslie(que sabe que estoy escribiendo estas líneas) desea que le exprese su profunda yeternagratitudportodasuamabilidadparaconAlfred.Cuandoletrajimosdevueltamedijoque lehabía estadoesperandocomosuprometida,yqueahora le cuidaríacomosiyafuerasuesposa;noleabandonóniunsoloinstante.CuandoAlfredmurió,surostroestabavueltohaciaeldeellaysusmanospermanecieronentrelazadashastaexhalarelúltimosuspiro.LeconsolarásaberquedesdeeldíadesuregresoyhastaeldesumuertenomencionólossucesosacontecidosenNápolesoelnaufragioquelessiguió».

Tresdíasdespuésdehaber leído lacartameencontrabaenWincot,escuchandodebocadelpárrocotodoslosdetallesreferentesalosúltimosmomentosdeAlfred.Cuandooíque,siguiendosudeseo,habíasidoenterradoenlafatalcámaramortuoriadelaabadía,sentíunsobresaltoquenomeresultaríafácildeexplicaroanalizarencasodequepretendierahacerlo.

Elpárrocomellevóavisitarellugar…unaconstrucciónsubterránea,grisyfría,detechobajoysostenidoporvoluminososarcossajones.Estrechosnichos,encuyointerior se podían apreciar los extremos de los ataúdes, recorrían las paredes de lacámara. Los clavos y los ornamentos de plata lanzaban destellos cada vez quemiacompañante pasaba frente a ellos con la lámpara en lamano. En el extremomás

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alejadodelaentrada,elpárrocosedetuvo,señalóunnichoydijo:—Aquíyace.Entresupadreysumadre.Miréunpocomásalláyvi loqueenunprincipiomeparecióun túnel largoy

oscuro.—Estansolounnichovacío—dijoelpárrocosiguiéndome—.Sielcuerpodel

señorStephenMonktonhubiera sido traídohastaWincot, suataúdhabría reposadoahí.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, y un sentimiento de temor que ahora meavergüenzahabersentidoperoqueentoncesfui incapazdecombatir,seapoderódemí.Labenditaluzdeldíasederramabaalegrementeatravésdelapuertaabierta,alotroextremodelacámara.Ledilaespaldaalnichovacíoymeapresuréhastallegaralsolyelairefresco.

Mientras recorría a la inversa el camino que conducía a la cámaramortuoria atravésdelcésped,oídetrásdemíelcrujidodeunvestidodemujer.Alvolverme,viauna joven dama avanzando haciamí, vestida de luto. Su rostro dulce y triste y sumododeofrecermelamanomeindicarondeinmediatodequiénsetrataba.

—Oíqueestabaustedaquí—dijo—,ydeseaba…—lavozlefallóligeramente.Micorazónsesintióheridoalvercómotemblabasulabio,peroantesdequepudieradecirlenadaellarecuperóelcontroldesímismayprosiguió—:DeseabaestrecharlelamanoyagradecerlesufraternalcariñoparaconAlfred;tambiénqueríadecirlequeestoyseguradequetodolohizoactuandoconternurayconsiderandoquesetratabade lomás acertado.Quizá vuelva a alejarse pronto de su casa y es posible que novolvamosavernos.Peronunca,nuncaolvidaréquefueustedamableconélcuandomásnecesitadoestabadeunamigo,yquetieneustedmásderechoqueningunaotrapersonaenlatierraaserrecordadocongratitudenmipensamientomientrasviva.

La indecible dulzura de su voz, que temblaba ligeramentemientras hablaba; labella palidez de su rostro, y el sencillo candor de sus ojos tristes y tranquilos,meafectaron de tal modo que no pude confiar en mí mismo para responder salvomediantegestos.Antesdequehubierarecobradoelhabla,mehabíavueltoaofrecersumanoysehabíamarchado.

Nunca volví a verla. Las casualidades, y las vueltas que da la vida, nosmantuvieronapartadoselunodelotro.Laúltimavezqueoíhablardeella,ydeesohaceyaaños,seguíasiendofiela lamemoriadeldifunto,yaúnseguía llamándoseAdaElmslieúnicamenteenrecuerdodeAlfredMonkton.

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UNACAMATERRIBLEMENTEEXTRAÑA

Poco después de haber concluido mis estudios universitarios, me encontré enParísconunamigoinglés.Amboséramosentonceshombresjóvenes,ymetemoquellevábamos una vida más bien disipada en aquella deliciosa ciudad que habíamosescogido como exilio. Lo que te voy a contar sucedió una noche que paseábamosperezosamenteporlosalrededoresdelvecindariodelPalaisRoyal,decidiendoaquéentretenimientodeberíamosdedicarlassiguienteshoras.MiamigopropusovisitarelFrascati,perosusugerencianoresultódemiagrado.Yoyameconocíaaquel localprácticamentedememoriayhabíaperdidoyganadoensussalasabundantespiezasde cinco francos con el único objetivo de entretenerme.Hasta que la diversión setornó aburrimiento y hastío, principalmente debido a que Frascati es una de esasespantosasanomalíasque,amijuicio,representanlascasasdejuegorespetables.

—Porelamordelcielo—ledijeamiamigo—,vayamosaalgúnlugarenelquepodamosveralgogenuinoybarriobajero;unjuegoenelqueelfactordominanteseala pobreza, y no esos falsos oropeles. Alejémonos del tan elegante Frascati yacudamosaunacasaen laque se lepermita la entradaaunhombreconel abrigoajado,einclusoaunhombresinabrigo,ajadoono.

—Muybien—dijomiamigo—,noharáfaltaquenosalejemosdelPalaisRoyalpara encontrar la clase de compañía que buscas. Aquí mismo existe un lugar tandesvergonzadoentodoslosaspectoscomoelquedeseasver.

Enunpardeminutosllegamosaunapuertaypenetramosenlacasacuyapartetraserahasdibujadoentucuadernodeapuntes[1].

Cuandohubimosascendidolasescalerasydejadonuestrossombrerosybastonesacargodelportero,fuimosadmitidosenlahabitaciónprincipal:elsalóndejuego.Noencontramosamuchagentereunidaallí.Pero,porpocosquefueranloshombresquecontemplaronnuestraentrada,todoseranrepresentantes(lamentablemente,auténticosrepresentantes)desusrespectivascalañas.

Habíamosacudidoparaveragentebarriobajera,peroaquelloshombreseranalgomucho peor. Siempre suele haber un aspecto cómico,más omenos apreciable, entodolobarriobajero;peroallínoserespirabanadamásquetragedia,tragediamudayextraña. El silencio en la habitación era horrible. El joven delgado, ojeroso y decabellos largos, cuyos ojos hundidos contemplaban fieramente el reparto de lascartas,nohablaba;tampocohablabaeljugadorfofodelacarahinchadayrecubiertadegranos,quegarabateabaincansablementeensupedazodecartónpararegistrarlafrecuenciaconlaqueganabaelrojoylafrecuenciaconlaqueganabaelnegro;nielviejoarrugadoysucio,conlosojosdebuitreyelgabánzurcido,quehabíaperdidohastasuúltimosouyaúnseguíaobservandodesesperadamenteeljuegoaunqueyano

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pudiera participar en él. Incluso la voz del croupier sonaba como si estuvieraextrañamenteamortiguadayapagadaenlaatmósferadelahabitación.Habíaentradoenellugarparareírme,peroelespectáculoquesepresentóantemíeramásbienparallorar. Pronto necesité refugiarme de la depresión que empezaba a dominarmecentrandomi atención en algo excitante. Parami desgracia, no seme ocurrió otracosa que buscar la excitación en la mesamás cercana y empezando a jugar.Másdesgraciadamenteaún, talycomodemostrarán loshechos,gané.Ganédeunmodoprodigioso;ganéincreíblemente;ganédetalmodoquelosjugadoreshabitualesdelamesasearremolinaronamialrededory,observandomisgananciasconojosávidosysupersticiosos, empezaron a susurrarse los unos a los otros que aquel inglés iba asaltarlabanca.

EljuegoeraRougeetNoir.Lohabíajugadoentodasycadaunadelasciudadesde Europa, sin tomarme ni desear la molestia de estudiar la Teoría del Azar. ¡Lapiedrafilosofaldetodoslosjugadores!Además,yonuncahabíasidounjugadorenelestricto sentido de la palabra. Estaba a salvo de la corrosiva pasión del juego.Miparticipacióneraunmeroyperezosodivertimento.Nuncamehabíaacercadoaljuegopor necesidad, porque nunca había sabido lo que era necesitar dinero. Nunca lopracticaba de un modo tan continuado como para perder más de lo que pudierapermitirme,niganarmásdeloquepudieraembolsarmesinromperelbalancedemibuenasuerte.Resumiendo,hastaentonceshabíafrecuentadolasmesasdejuegoconel mismo espíritu que frecuentaba salones de baile y teatros de la ópera: porquesencillamenteme entretenía, y porque no tenía nadamejor en lo que emplearmishorasdesocupadas.

Pero en aquella ocasión la situación eramuy diferente. Por primera vez enmividasentírealmenteloqueeslaauténticapasiónporeljuego.Alprincipiomiéxitomedejócompletamentedesconcertado,paraembriagarmedespuésenelsentidomásliteral de la palabra. Por muy increíble que pueda parecer, resulta completamenteciertoquesoloperdíacadavezque intentabacalibrar lasposibilidadesy jugabadeacuerdo a cálculos previos. Si lo dejaba todo al azar, y apostaba sin cuidado niconsideración, ganaba sin remisión; ganaba pese a que todas las probabilidadesestuvieran a favor de la banca. Al principio, algunos de los hombres presentesarriesgaron su dinero jugando amimismo color, pero rápidamente incrementémisapuestas hasta alcanzar sumas que no se atrevían a arriesgar.Uno tras otro fueronabandonandoeljuegoysededicaronaobservarelmíoconteniendoelaliento.

Aunasí,unavez trasotra, seguíaumentandomisapuestas,másymás,y seguíganando.Laexcitaciónenel interiorde lahabitaciónalcanzóunnivel febril.Cadavez que el dinero era empujado hacia mi lado de la mesa, el silencio quedabainterrumpido por un coro gutural de exclamaciones y juramentos musitados endiferentesidiomas.Inclusoelimperturbablecroupieracabóporarrojarsurastrilloalsuelo debido a una furiosa expresión (francesa) de incredulidad antemi éxito.Tansolounhombremantuvoelcontroldesímismo,yesefuemiamigoinglés.Seacercó

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a mi lado y, susurrando en nuestro idioma, me rogó que abandonara el lugar,satisfechoconloqueyahabíaganado.Debohacerlejusticiadiciendoquerepitiósusavisosysusruegosvariasveces,yquesolomedejóallíparamarcharsedespuésdequehubierarechazadosuconsejomedianteunostérminosquelehicieronimposiblevolver a dirigirse a mí aquella noche (estaba, a todos los efectos, completamenteborrachoporeljuego).

Pocodespuésdequemiamigosehubieramarchado,unavozroncagritódetrásdemí:

—Permítame, querido señor; permítame que ponga en su lugar estos dosnapoleonesqueselehancaído.¡Quésuertetanmaravillosalasuya,señor!¡Ledoymipalabradehonordeviejosoldadodequeentodoelcursodemilargaexperienciaen este tipo de asuntos jamás había visto una suerte como la suya! ¡Nunca! ¡Siga,señor!Sacrémillebombes!¡Sigaasíysaltelabanca!

Megiréyviaunhombrealto,cubiertoconunsobretodotrenzado,queasentíaysonreíaconempedernidasociabilidad.

Dehabersidoyomismo,lehabríaconsideradounespécimenmásquesospechosode viejo soldado. Tenía unos ojos danzones e inyectados en sangre, un mostachosarnosoylanarizrota.Suvoztraicionabaunaentonaciónpropiadebarracóndelpeororden,yteníaelpardemanosmássuciasquejamáshayavisto…inclusoestandoenFrancia. Estas peculiaridades personales, sin embargo, nome repelieron en lomásmínimo. Dominado por aquella demente excitación, por aquel temerario ymomentáneo triunfo, estaba predispuesto a «fraternizar» con cualquiera que meanimaraeneljuego.Aceptéunpellizcodelrapéquemeofrecíaelviejosoldado,lepalmeé la espalda y juré que era el tipomás honesto del mundo, el más gloriosovestigiodelGranEjércitoqueyohubieratenidoelgustodeencontrarmenunca.

—¡Adelante! —gritó mi marcial amigo, chasqueando extasiado los dedos—.¡Adelante,gane! ¡Salte labanca,mille tonnerres! ¡Salte labanca,galantecamaradainglés!

Yseguíjugando.Seguídetalmaneraqueuncuartodehoramástardeelcroupieranunció:

—¡Caballeros!Labancahacerradoporestanoche.Todoslosbilletesytodoelorodela«banca»yacíanahoraamontonadosbajomis

manos.¡Todoelcapitalflotantedelacasadejuegoestabaesperandoaversemetidoenmisbolsillos!

—Envuelvabieneldineroensupañuelo,midignoseñor—dijoelviejosoldado,mientrasyocubríaconlasmanosmimontañadeoro—.Envuélvalocomonosotrosenvolvíamos las migajas que comíamos en el Gran Ejército; sus ganancias sondemasiado pesadas para cualquier bolsillo de pantalón que jamás se haya cosido.¡Así! ¡Así está bien! ¡Métalo todo, los billetes también! Credié! ¡Vaya suerte!¡Espere! ¡Se le ha caído otro napoleón al suelo! ¡Ah! Sacré petit polisson denapoléon!¿Teheencontradoporfin?Yahora,señor,dosnudosdoblesbienfuertesa

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cada lado; con su honorable permiso, el dinero está a buen recaudo. ¡Tóquelo!¡Tóquelo,afortunadocaballero!Duroyredondocomounabaladecañón.Ah,bah!SisehubierandisparadobalascomoestaenAusterlitz.Nomd’unepipe!¡Sitansololohubieran hecho! Y ahora, como antiguo granadero, y como ex-bravo del Ejércitofrancés, ¿qué me queda por hacer? ¿Qué me queda, digo? Simplemente esto:convidar a mi valioso amigo inglés a beber una botella de champán conmigo, ¡ybrindarporladiosafortunaconcopasespumeantesantesdesepararnos!

—¡Excelente, ex-bravo! ¡Jovial y antiguo granadero! ¡Champán, por supuesto!¡Unbrindisinglésparaunviejosoldado!¡Hurra!¡Hurra!¡OtrobrindisinglésporladiosaFortuna!¡Hurra!¡Hurra!¡Hurra!

—¡Bravoporelinglés,elamistosoyamableinglésporcuyasvenascorreahoralavivazsangredeFrancia!¿Otracopa?Ah,bah!¡Estabotellaestávacía!¡Noimporta!Vivelevin!¡Yo,elviejosoldado,voyaencargarotrabotellayuncuartodebon-bonsparaacompañarla!

—No,no,ex-bravo.¡Nunca,ancianogranadero!Laanteriorfuesubotella,dejeque esta sea la mía. ¡Vea! ¡Brindemos! ¡Por el Ejército francés! ¡Por el granNapoleón! ¡Por todos los presentes! ¡Por el croupier! ¡Por lamujer y las hijas delhonestocroupier;siesquelastiene!¡Porlasdamasengeneral!¡Portodoelmundo!

Para cuando la segunda botella de champán estuvo vacía, me sentía como sihubieraestadobebiendofuegolíquido.Micerebroparecíahaberestalladoenllamas.Ningúnexcesodevinomehabíaproducidosemejanteefectoen todamivida.¿Eraaquel el resultado de haber ingerido un estimulante en unmomento en el quemimentesehallabayadeporsíenunestadoaltamenteeufórico?¿Estabamiestómagoenmalascondiciones?¿Oesqueelchampáneraasombrosamentefuerte?

—¡Ex-bravo del Ejército francés!—grité, dominado por un demente estado dealegría—. ¡Estoy que ardo! ¿Cómo se encuentra usted? ¡Ha conseguido ustedencenderme! ¿Me oye, mi héroe de Austerlitz? ¡Tomemos una tercera botella dechampánparaapagarestefuego!

El viejo soldado meneó la cabeza, hizo rodar sus ojos saltones hasta que meparecióqueestabanapuntodesalírseledelascuencas,colocósusuciodedoíndicejunto a la nariz rota, anunció solemnemente «¡café!», y desapareció rápidamente atravésdelapuertadeotrahabitación.

Lapalabrapronunciadaporelexcéntricoveteranopareciótenerunefectomágicosobre el resto de los presentes.A un solomovimiento, todos se levantaron de sussitios para marcharse. Probablemente habían esperado beneficiarse de miintoxicación, pero al descubrir que mi nuevo amigo estaba decidido a prevenirbenevolentementelaposibilidaddequeterminaracompletamenteborracho,acababande abandonar toda esperanza de prosperar plácidamente con mis ganancias.Cualquieraquefueseelmotivo,lociertoesquesemarcharoncomosifuesenunsolohombre.Cuandoelviejosoldadoregresó,ysesentófrenteamíenlamesa,teníamoslahabitaciónparanosotrossolos.Podíaveralcroupier,enunaespeciedevestíbulo

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adjuntoalamisma,cenandosolo.Elsilencioeraentoncesmásespesoquenunca.Uncambiorepentinoparecíahaberafectadotambiénal«ex-bravo».Asumióuna

apariencia portentosamente solemne y, cuando volvió a hablarme, sus palabrasdejarondellegaracompañadasdejuramentos,reforzadasmediantechasquidosdelosdedos,oavivadasporapóstrofesyexclamaciones.

—Escuche, querido señor —dijo en un tono misteriosamente confidencial—,escuche el consejo de un viejo soldado.He ido a ver a la señora de la casa (¡unamujer encantadora y un genio en la cocina!) para convencerla de la necesidad deprepararnosuncaféparticularmentefuerteycargado.Debebebérseloparalibrarsedeestaligerayamistosaexaltaciónantesdepensarenregresaracasa.¡Debehacerlo,mibuen y amable amigo!Con todo el dinero que ha de llevar hasta casa esta noche,hallarseenplenaposesióndesusfacultadesresultaundebersagradoparaconustedmismo.Esbiensabidoporvariosdeloscaballerosaquípresentesestanochequehaganadoustedunaenormecantidaddedinero.Unoscaballerosque,desdeciertopuntodevista,podríamoscalificarcomodeunosmuchachosexcelentesyrespetables,¡perono son sino hombres mortales, querido señor, y tienen, por tanto, debilidades!¿Necesito decirlemás? ¡Ah, no, no! ¡Usted yame entiende!Ahora, esto es lo quedebehacer.Cuandoseencuentremejor,soliciteuncabriolé,corratodaslascortinasen cuanto haya entrado y dígale al conductor que le lleve a casa siguiendoúnicamentelasavenidasampliasybieniluminadas.Hágalo,ymañanaporlamañanapodrádarlelasgraciasaunviejosoldadoporhaberleaconsejadohonestamente.

Justo en el momento en que el ex-bravo terminó su oración en unos tonosdecididamente lacrimosos, nos trajeron el café, ya vertido en dos tazas.Mi atentoamigomealcanzóunadeellasacompañadadeunareverencia.Estabamuertodesedy me la bebí de un trago. Casi de inmediato, me vi dominado por una fortísimasensacióndemareoymesentímuchomásintoxicadoqueantes.Lahabitacióndabavueltas ami alrededor una y otra vez, con furia; el viejo soldado parecíamoverseregularmentedearribaabajocomosifueraelpistóndeunmotordevapor.Mehabíaquedado medio sordo debido a un constante y violento pitido en mis oídos; mesobrevinounsentimientodecompletaperplejidad,indefensióneidiotez.Melevantéde lasillaagarrándomea lamesaparamantenerelequilibrioy tartamudeéquemesentíahorrorosamentemal;tanmalquenosabíacómoibaapoderllegaracasa.

—Querido amigo —respondió el viejo soldado, e incluso su voz parecióbalancearse de arriba abajomientras hablaba—.Querido amigo, en su estado seríaunalocuraintentarllegaracasa;puedeestarsegurodequeperderíasudinero.Podríaserrobadoeinclusoasesinadocongranfacilidad.Yovoyadormiraquí.Duermaaquíustedtambién.Enestacasatienenunascamasmayúsculas.Alquileuna,duermalosefectosdelvino,yregreseacasaaplenaluzdeldía,sanoysalvoconsusganancias.

Soloeraconscientededosideas:una,quenodebíadejarniporunsoloinstantemipañuelorepletodedinero;laotra,quedebíatumbarmedeinmediatoenalgúnsitioydisfrutardeunbuensueño.Demodoqueaceptélapropuestadelacama,ytoméel

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brazoquemeofrecíaelviejosoldado,agarrandomidineroconlamanodesocupada.Conducidosporelcroupier,recorrimosalgunospasillosyunasescalerashastallegaraldormitorioqueibaaocuparyo.Elex-bravomeestrechócálidamentelamano,mepropusoquedesayunáramosjuntosydespués,seguidoporelcroupier,medejóparaquepasaralanoche.

Medirigícorriendoallavabo.Bebíalgodelaguaquehabíaenlajarra,derraméelresto en la pila y metí la cabeza dentro. Después me senté en una silla e intentérecuperar la compostura.Prontome sentímejor.El cambio experimentadopormispulmonesalabandonarlafétidaatmósferadelsalóndejuegoparadisfrutardelairefrescodelapartamentoqueahoraocupaba;elcasiigualmenterefrescantecambioparamisojos,delasbrillanteslucesdegasdel«Salón»alaligeraydiscretallamadelaúnica vela que había en la habitación, complementaron de maravilla los efectosrestauradoresdelagua.Elmareomeabandonóyempecéasentirmedenuevounserrazonable.Mi primer pensamiento se dirigió al riesgo que suponía dormir toda lanocheenunacasadejuegos;elsegundo,haciaelriesgoaúnmayorquerepresentabaintentarsalirahoraqueelestablecimientohabíacerradoyregresaracasasoloydenoche, a través de las calles de París, con una gran suma en el bolsillo. Habíadormidoenpeores lugaresqueaqueldurantemisviajes, demodoquemedecidí aecharbienelcerrojo,atrancarlapuertayseguirtentandoalazarhastaquellegaralamañana.

Deigualmodo,measegurédenohabersufridoningunaintrusión;mirédebajodela cama y en el interior del armario;me cercioré de que la ventana estuviera biencerraday,entonces,satisfechoporhabertomadotodaslasprecaucionesposibles,mequitélasropassuperiores,depositélavelaenlachimeneaentreunpequeñomontónderescoldosapagados,ymemetíenlacamaguardandoelpañuelorepletodedinerodebajodelaalmohada.

Prontodescubríquenosolonopodíadormir,sinoquenisiquierapodíacerrarlosojos.Estabacompletamentedespierto,ysufríaunafiebrealta.Todoslosnerviosdemi cuerpo temblaban, todos mis sentidos parecían haberse agudizadosobrenaturalmente.Divueltasymásvueltas,probétodaclasedeposturasybusquéconperseverancia los rinconesmás fríos de la cama, sin obtener ningún resultado.Dejé los brazos por encima de la colcha, los escondí debajo de lasmantas; estiréviolentamente las piernas todo lo que dieron de sí, después las recogícompulsivamentehastaacercarlaslomáximoposiblealabarbilla;agitélaalmohada,ledilavueltaparadisfrutardelladomásfrío,lapalmeéhastadejarlacompletamenteplanayyacídeespaldas;despuésladobléendos,laapoyécontraelcabecerodelacamaeintentéquedarmesentado.Todoesfuerzofueenvano;farfulléparamímismo,sintiéndomevejadoaldarmecuentadequemeesperabaunanocheenvela.

¿Quépodíahacer?Noteníaningúnlibroparaleer.Ysinembargo,amenosqueencontrara algún método para distraerme, estaba seguro de que me hallaba en lacondición idóneapara imaginar todo tipodehorrores,paraatosigarmicerebrocon

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presentimientosdetodoslospeligrosposibleseimposibles;endefinitiva,parapasarlanochesufriendotodaslasvariedadesposiblesdeterrornervioso.

Meapoyéenelcodoycontemplélahabitación,queaparecíabieniluminadaporunapreciosa luzde lunaquesederramabaa travésde laventana,paraversihabíacuadrosoadornosquepudieradistinguirclaramente.Mientrasmisojosvagabandepared a pared, recordé el delicioso librito de Le Maistre, Voyage autour de maChambre[2].Decidíimitaralautorfrancésyentretenermeparaaliviareltediodemiinsomniohaciendoun inventariomental de todos los elementosdelmobiliarioquepudieraver,siguiendohastasusfuenteslamultituddeasociacionesqueinclusounasilla,unamesaounlavabopudieraconvocar.

Dadoelestadonerviosoyalteradodemimenteenaquelmomento,descubríqueme resultabamuchomás fácil hacer el inventario que entregarme a reflexiones, demodoqueprontomerendíantelaimposibilidaddeseguirelimaginativotrucodeLeMaistre, o, mejor dicho, ante la imposibilidad de pensar en absoluto. Observé losdiferentesmueblesquehabíaenlahabitaciónypocomás.

Primeroestabalacamasobrelaqueestabatumbado,nadamenosqueunacamadecuatropostes.¡DetodaslascosasconlasquemepodríahabertopadoenParís!Sí,unacamainglesadecuatropostes,bastantevulgar,consuhabitualdoselforradodechintz,suhabitualcenefaalrededor,y lashabitualescortinassofocantesymalsanasque recordaba haber descorridomecánicamente hasta dejarlas pegadas a los postesnadamásentrarenlahabitación,peseaquenomehabíafijadoparticularmenteenlacama.Después estaba el lavabodemármol, desde cuya superficie seguíagoteandolentaymáslentamente,hastallegaralsuelodeladrillo,elaguaquehabíaderramadoenmiprisaporllenarlapila.Después,dospequeñassillas,conmiabrigo,michalecoymispantalonesdobladossobreellas.Después,unaenormesilladebrazosrecubiertaporunpolvoblancoysucio,sobrecuyorespaldoreposabanelpañueloyelcollardemicamisa.Después,unacajoneracondosdelosagarradoresdemetalcaídosyunavulgar estampa de porcelana rota a modo de adorno fijada en la parte superior.Después, un tocador adornado con un espejo muy pequeño y un acerico enorme.Después, laventana;unaventana inusualmentegrande.Después,un retratoviejoyoscuro que la débil luz de la vela me mostró apagadamente. Era el retrato de unhombre tocadoconungran sombreroespañol coronadoconunpuñadodeplumas.Unrufiánsiniestroymorenoquedirigía lamiradahaciaarriba,cubriendosusojosconunamanoycontemplandoalgointensamente,quizálahorcaenlaqueleibanacolgar.Encualquiercaso,teníalaaparienciadehabérselaganadoapulso.

Aquelcuadroparecióobligarmeadirigirtambiénlamiradahaciaarriba…hacialapartesuperiorde lacama.Eraunobjetodeprimenteynadainteresante,demodoquevolvíaconcentrarmeenelretrato.Contélasplumasdelsombrerodelhombre,yaque aparecíandestacadas: tresblancas, dosverdes.Observé laparte superiorde susombrero,queeradeformacónica,siguiendo lamodasupuestamente impuestaporGuido Fawkes. Me pregunté qué estaría mirando. No podrían ser las estrellas.

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Semejantebandidonoeraniunastrólogoniunastrónomo.Debíadeser,sinduda,lahorca; y además estaba a punto de ser colgado. ¿Se quedaría el verdugo con susombrerocónicoyconsusplumas?Lascontéotravez.Tresblancas,dosverdes.

Aunque aún persistí en aquella ocupación intelectual y cultivada, mispensamientosempezaronavagarinconscientemente.ElbrillodelaluzdelalunaqueentrabaenlahabitaciónmerecordóciertanochedelunallenaenInglaterra.Lanochedespuésdeunpicnicenunvallegalés.Todasycadaunadelasincidenciasdelviajedevuelta,atravesandounbellísimopaisajequelaluzdelalunahacíamásbelloaún,regresaronamimemoria,peseaquenohabíapensadoenaquelpicnicdesdehacíaaños,yaunqueenelcasodequehubieraintentadorecordarlo,contodaprobabilidadhabríasidoincapazderememoraraquellaescenalargotiemposuperada.Detodaslasmaravillosas facultades que nos ayudan a revelarnos que somos inmortales, ¿cuáldefinetansublimeverdadmejorquelamemoria?Allíestabayo,enunacasaextrañaydelcarizmássospechoso,enunasituacióndeinseguridadeinclusodepeligroquehabíaconvertidoelagradableejercicioderememoraciónenalgocasifueradelugar,recordando sin trabas, aunque de un modo involuntario, lugares, gentes,conversaciones,minuciasdetodotipo,quehabíasupuestoolvidadasparasiempre,yquenopodríahaberconvocadopormipropiavoluntadnibajolascircunstanciasmásfavorables. ¿Y cuál había sido la momentánea causa de aquel misterioso efecto?Ninguna,salvounosrayosdeluzlunaratravesandolaventanademidormitorio.

Seguí pensando en el picnic; en la alegría del viaje de regreso a casa, en lasentimental damita que citaba a Childe Harold porque había luz de luna… Meencontrabaabsortoenaquellasescenaspasadasyaquellospasadosentretenimientoscuando,de repente, elhilodelquecolgabanmis recuerdos separtióabruptamente.Mi atención regresó de inmediato al presente con más viveza que antes, y meencontrédenuevo,sinsabercómoniporqué,contemplandoelretratounavezmás.

¿Contemplandoqué?¡Diosdelcielo,elhombresehabíacalzadoelsombrerohastalascejas!¡No,yani

siquiera tenía sombrero!¿Dóndeestabaaquel efectocónico?¿Ydónde lasplumas,tresblancas,dosverdes?¡Allíno,desdeluego!Enlugardelsombreroylasplumas,¿quéeraeseoscuroobjetoqueahoraocultabasufrente,susojos,lamanoconlaquesecubría?

¿Acasoseestabamoviendolacama?Me tumbé sobre la espalda y miré hacia arriba. ¿Estaba loco? ¿Borracho?

¿Soñando?¿Mareadodenuevo?¿Oesqueenverdadseestabamoviendoeldoseldela cama? ¿Acaso era cierto que estaba descendiendo lenta, regular, silenciosa yhorriblemente,tanlargoyanchocomoera;hundiéndosesobremí,queyacíadebajo?

Lasangreparecióhelársemeenlasvenas.Unfríoparalizanteymortalseapoderódemí,mientrasapoyabalacabezasobrelaalmohadaymedecidíaacomprobarsieldoseldelacamaseestabamoviendoono,medianteelrecursodemantenerlavistafijaenelhombredelretrato.

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Unsolovistazomebastó.Alcontornonegro,apagadoeirregulardeldoselapenasle faltabanunpar de centímetros para estar en paralelo con la cintura del hombre.Seguímirandosinaliento.Ydeformaregular;lenta,muylentamente,visufiguraylalíneadelmarcopordebajodelafiguradesapareceramedidaqueeldoselseguíadescendiendo.

Soy,porconstitución,cualquiercosamenoscobarde.Meheencontradoenmásdeunaocasión enpeligrodemuerte, ynuncaheperdidomi autocontrol ni por uninstante.Perocuando laconviccióndequeeldoselde lacamarealmenteseestabamoviendoseapoderódemimente;cuandomepercatéacienciaciertadequeestabadescendiendo continua y regularmente hacia mí, no pude hacer otra cosa quecontemplar temblando, indefenso, dominado por el pánico, cómo aquella horrendamaquinariaasesinaseacercabamásymásparaahogarmeallídondeyacía.

Seguí mirando hacia arriba; sin habla, sin aliento. La vela, completamentegastada,seapagó;perolaluzdelalunasiguióiluminandolahabitación.Eldoseldelacamaseguíadescendiendo,abajoymásabajo,sinpausasysinruidos;ymiterrorymi pánico seguían aferrándome conmás ymás fuerza al colchón en el que estabatumbado.Abajoymásabajo,hastaqueelpolvorientoolordeldoselseapoderódeminariz.

Enaquelúltimomomento,elinstintodeautopreservaciónmearrancódeltranceypor finpudemoverme.Mequedabaelespacio justoparasalir rodandode lacama.Cuando caí sin hacer ruido al suelo, el extremo del dosel asesino me tocó en elhombro.

Sin detenerme a recuperar el aliento, sin limpiar el sudor frío que cubría mirostro,mepusede inmediatode rodillasparaobservar el dosel de la cama.Estabaliteralmentehechizadopor él.Si hubieraoídopisadasdetrásdemí, nomehubierapodidovolver;sisemehubieseproporcionadomilagrosamenteunmediodeescapeno podría haberlo aprovechado. En aquel momento, toda mi fuerza vital se habíaconcentradoenmisojos.

Siguiódescendiendo;eldosel,ylosflecosquelorodeaban.Bajómás,ymás,ymás aún, hasta que ya no quedó espacio ni para poder introducir un dedo entre lacama y su cubierta. Toqué los lados y descubrí que lo que desde abajome habíaparecidoundoselordinarioyligerodeunacamaconcuatroposteseraenrealidaduncolchónanchoygrueso,cuyaexistenciaquedabaescondidaporelauténticodoselylosflecos.Miréhaciaarribayviloscuatropostesalzándosesiniestramentedesnudos.Justo en medio de la cubierta de la cama había un enorme torno de madera que,evidentemente, descendía a través de un agujero en el techo, igual que una prensaordinariasehacedescendersobrelassustanciasseleccionadasparasercomprimidas.Aquel temible aparato semovía sinhacer elmásmínimo ruido.Ningún crujido sehabíaoídomientrasdescendía,yningúnsonidollegabaahoradesdelahabitacióndelpisosuperior.Rodeadodeaquelsilenciomortalyterrible,contempléfrenteamí,enpleno siglo XIX y en la civilizada capital de Francia, una máquina para asesinar

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secretamenteporahogocomo laquepodríahaberexistidoen lospeoresdíasde laInquisición, en las solitarias posadas de las montañas Hartz, o en los misteriosostribunalesdeWestfalia.Aunasí, seguí contemplándola;nopodíamoverme, apenaspodía respirar, pero empecé a recobrar la capacidad de pensar, y en un momentodescubríentodosuhorrorlaconspiraciónhomicidaquesehabíatejidocontramí.

Enmitazadecafésehabíavertidounadroga,yademásunadrogadecididamentefuerte.Mehabíasalvadodemorirahogadodebidoalaingestióndeunasobredosisdealgúnnarcótico.¡Cómomehabíairritadoycómohabíadespotricadocontraaquellafiebrequemehabíasalvadolavidaalmantenermedespierto!¡Conquéimprudenciame había confiado a aquellos dos desgraciados que me habían conducido hastaaquella habitación, decididos, por mor de mis ganancias, a asesinarme mientrasdormíamedianteelartefactomásseguroymáshorribledetodoslosqueleshubieranpodidollevaraconseguirsecretamentemidestrucción!¿Cuántoshombres,ganadorescomoyo,habíandormido,comoyomelohabíapropuesto,enaquellacama,ynuncahabíanvueltoaservistosnioídos?Temblabasolodepensarlo.

Peroantesdequetranscurrieramuchorato,todopensamientoquedóinterrumpidoante la visión del dosel asesino volviéndose a poner enmarcha.Después de haberpermanecidosobrelacamaduranteunosdiezminutos,segúnmepareció,empezóalevantarse. Los villanos que la hacían funcionar desde arriba creían evidentementequesupropósitoyasehabíacumplido.Lentaysilenciosamente,deigualmodoquehabíadescendido,aquelhorribledoselvolvióaelevarsehastasulugaracostumbrado.Cuandoalcanzóelpuntomásaltodeloscuatropostes,alcanzótambiéneltecho.Nitornoni agujero eranyavisibles.La camavolvía a ser, aparentemente, una simplecama;yeldosel,unsimpledoselinclusoantelosojosmássuspicaces.

Entonces,porprimeravez,fuicapazdemoverme,delevantarme,devestirmeydeempezarapensarcómopodríaescapar.Sirevelabamedianteelmenorruidoqueelintento de ahogarme había fracasado, sería asesinado con toda seguridad. ¿Acasohabíahechoalgúnruidoya?Escuchéconatenciónmirandohacialapuerta.

¡No!Ningunapisadaenelpasillo;ningúnruidodepies,ligerosopesados,enlahabitacióndelpisodearriba.Silencioabsolutoentodaspartes.Ademásdecerraryechar el cerrojode lapuerta,habíapuestocontra ellaunviejobaúldemaderaquehabíaencontradodebajodelacama.Retiraraquelbaúlsinhacerruido(semehelólasangre al pensar en qué podría contener) se me antojaba del todo imposible; yademás,intentarhuiratravésdelacasa,ahoracerradaparalanoche,erapuralocura.Laúnicaoportunidadquemequedabaeralaventana.Meacerquéaelladepuntillas.

Midormitorio estaba en el primer piso, sobre un entresuelo, y daba al callejóntrasero que has abocetado en tu dibujo. Acerqué mi mano para abrir la ventana,sabiendoquedeaquellaacciónpendía,colgadadeunhilo,miúnicaoportunidaddesalvación.Siemprehayvigilanciaenunacasadedicadaalasesinato.Sialgunapartedelmarcocrujía,silasbisagraschirriaban…¡estabaperdido!Debiódellevarmeunoscincominutos (cincohoras parami incertidumbre) abrir aquellaventana.Conseguí

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hacerloensilencio,contodaladestrezadeunladrónprofesional.Despuésmiréhaciala calle. ¡Saltar desde aquella altura representaba una muerte casi segura! Acontinuación,miréhacialosextremosdelacasa.Porlaesquinaizquierdabajabaelgruesocanalóndelaguaquehasdibujado.Pasabacercadelextremomásexteriordelaventana.Enelmomentoenqueviaquellatubería,supequeestabasalvado.¡Volvía respirar libremente por primera vez desde que había visto el dosel de la camaabalanzándosesobremí!

Para algunos hombres, el medio de escape que había encontrado podría haberparecido difícil y demasiado peligroso. Amí, la perspectiva de deslizarme por elcanalón hasta la calle ni siquiera me sugería la idea de riesgo. Siempre habíaacostumbrado practicar diversos ejercicios gimnásticos, que me sirvieran paramantenermis facultades de escalador osadoy experto, y sabía quemi cabeza,mismanos y pies me servirían fielmente en cualquier ascenso o descenso. Ya habíapuestounapiernasobre lacornisacuandorecordéelpañuelorepletodedineroquereposababajolaalmohada.Bienmepodríahaberpermitidodejarloatrás,peroestabavengativamentedecididoaquelosvillanosdelacasadejuegossevieranprivadosnosolodesuvíctima,sinotambiéndesubotín.Demodoqueregreséalacama,ymeatéelpesadobultoalaespaldaconelpañuelodelacamisa.

Justo cuando lohabía atadoy fijadocómodamente,meparecióoírun ruidoderespiraciónalotroladodelapuerta.Unheladosentimientodehorrormerecorrióelcuerpomientras escuchaba. ¡No!Elpasillo aún estaba sumidoenun silencio total.Solo había sido el aire nocturno entrando suavemente en la habitación. En unmomentovolvíaaestarotravezsobrelacornisaymehabíaagarradoalcanalónconlasmanosylasrodillas.

Medeslicéhastalacalleconfacilidadyensilencio,comohabíaimaginadoquepodríahacerlo, e inmediatamentemedirigí a lamayorvelocidadposiblehaciaunaPrefecturedepolicíaquesabíaqueestabasituadaenelvecindario.Resultóqueunsubprefectoyvarioshombresescogidosdeentresussubordinadosestabandespiertosmientras maduraban, creo, un plan para descubrir al perpetrador de un misteriosoasesinato del que todo París hablaba en aquellosmomentos. Al iniciarmi historia(con prisas, sin aliento y en un francés horrible), pude ver que el subprefectosospechabaqueyonoeramásqueuninglésborrachoquelehabíarobadoaalguien.Pero pronto cambió de opinión al oír mi relato, y antes de que hubiera podidoterminar embutió todos los papeles que tenía frente a él en un cajón, se puso susombrero,meprestóotro (yaqueyo ibadescubierto), pusoenordenunahileradesoldados, solicitó a sus expertos seguidores que se prepararan con todo tipo deherramientasparadescerrajarpuertasydesmontarsuelosdeladrillo,ymetomódelbrazo, del modo más amistoso posible, para acompañarme hasta el exterior. Meatreveréadecirquecuandoel subprefectohabía sidounniñopequeñoy lehabíanllevadoporprimeravezalteatro,nosehabíasentidonilamitaddeilusionadodeloqueestabaentoncesantelaperspectivadeloqueleesperabaenlacasadejuegos.

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Alláfuimosporlascalles,conelsubprefectofelicitándomeeinterrogándomealmismotiempo,mientrasélyyomarchábamosalacabezadenuestroadmirablepossecomitatus.Encuantollegamosalacasavarioscentinelasseapostarontantoalfrentecomo en la parte trasera del edificio. Una tremenda batería de golpes fue dirigidacontra la puerta. Una luz apareció en una ventana. Seme dijo queme escondieradetrásdelospolicías.Despuésoímásgolpescontralapuertayelgritode«¡Abranennombre de la ley!». Ante aquel terrible imperativo, los cerrojos y las cerradurascedieron empujados por una mano invisible y en un momento el subprefecto seencontró en el pasillo, enfrentándose a un camareromedio vestido y terriblementepálido.Estefueelbrevediálogoquemantuvieronacontinuación:

—Queremosveralinglésqueduermeenestacasa.—Sefuehacehoras.—No,nosefueél,sinosuamigo.Élsequedó.Muéstrenossuhabitación.—¡Selojuro,monsieurleSous-prefet,noestáaquí!Él…—Yyolejuro,monsieurleGarçon,quesíqueestá.Estuvodurmiendoaquí,no

lepareciócómodalacama,vinoanosotrosaquejarse,yaquíestádenuevo,entremishombres.Yaquíestoyyotambién,pararegistrarsuhabitaciónenbuscadeunaodospulgas.¡Renaudin!—gritóllamandoaunodesussubordinadosmientrasseñalabaalcamarero—. Agarre a este hombre y átele las manos a la espalda. ¡Y ahora,caballeros,subamosestasescaleras!

Todohombreymujerquesehallaraenel interiorde lacasa fuedetenido,yel«viejo soldado» fue el primero. Después, identifiqué la cama en la que habíadormido,yacontinuaciónascendimosalahabitaciónsuperior.

Ningún objeto extraordinario apareció en ella. El subprefecto mirócuidadosamentelaestancia,pidióunavela,ordenóatodoelmundoquepermanecieraensilencio,golpeódosvecesconelpieenelsuelo,observóatentamenteellugarenelquehabíapisadoyordenóqueselevantaraconcuidado.Asísehizodeinmediato.Encendimos más luces y vimos una cavidad abierta entre el suelo de aquellahabitaciónyel techode la inmediatamente inferior.A travésdeaquella cavidad seextendía perpendicularmente una especie de caja de acero abundantementeengrasada;enelinteriordelacajaaparecióeltornoqueyohabíavistounidoaldoselde lacamadeabajo.Acontinuación,descubrimosmáspiezas,accesoriosdel tornorecientemente engrasados, palancas cubiertas con fieltro… todos los mecanismossuperiores de una prensa, construidos con una sencillez infernal que les permitíaunirse fácilmentea losdemásaccesoriosyocuparelmínimoespacioposiblealserseparados en piezas. Colocamos todo sobre el suelo. Tras algunas dificultades, elsubprefectoconsiguiómontarlamaquinariay,dejandoasushombresparamanejarla,bajó conmigo a la otrahabitación.Entonceshicierondescender el asfixiantedosel,aunque no con tanto silencio como lo había hecho con anterioridad. Cuando lemencioné aquello al subprefecto, su respuesta, aunque simple, tuvo una terriblerelevancia:

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—Mismuchachos—dijo—estánhaciendo funcionar elmecanismode la camaporprimeravez.Esoshombrescuyodineroustedganóteníanmuchamáspráctica.

Dejamos la casa a cargo de dos agentes, y los demás acompañaron a loshabitantesdelamismahastalaprisión.Elsubprefecto,trastomarmeelprocésverbalensuoficina,meacompañóhastamihotelpararecogermipasaporte.

—¿Cree usted —le pregunté al entregárselo— que realmente han llegado aasfixiaraalgúnhombreenesacamatalycomointentaronahogarmeamí?

—Hevistodocenasdehombresmuertosporasfixiaextendidosenlascamillasdelamorgue—respondióel subprefecto—.Ensusbolsillosencontramosnotasen lasquedeclarabanquesehabíansuicidadoenelSenaporquelohabíanperdidotodoenlamesadejuego.¿Cómopuedosabercuántosdeesoshombresentraronenlamismacasa de juegos en la que entró usted? ¿Cómo sé cuántos de ellos ganaron lo queusted? ¿Cuántos durmieron en esa misma cama? ¿Cuántos murieron asfixiados?¿Cuántosdeellosfueronarrojadosalríoconunacartadeexplicaciónescritaporlosasesinos en el bolsillo?Nadie podría saber cuántos de ellos,muchos o pocos, hansufridoelmismodestinodelqueustedhaescapadoestanoche.Lagentedeesacasade juegos había conseguido mantener semejante artefacto en secreto incluso denosotros.¡Inclusodelapolicía!¡Losmuertosguardaránelrestodelsecretoporellos!Buenas noches, o mejor dicho, buenos días, monsieur Faulkner. Preséntesenuevamenteenmioficinaalasnueveenpunto.Mientrastanto…aurevoir!

El restode lahistoriaes fácildecontar.Fuiexaminadoyvueltoaexaminar, lacasa de juegos fue registrada minuciosamente desde el tejado hasta el sótano, losprisionerosfueroninterrogadosporseparado,ydosdelosmenosculpablesdeentreellos acabaron por confesar. Supe entonces que el viejo soldado era en realidad eldueño de la casa de juegos… la justicia descubrió que había sido expulsado delejércitoporvagabundohacíaaños,quedesdeentonceshabía sidoculpablede todotipodevillanías,queestabaenposesióndepropiedadesrobadas,identificadasporlospropietarios,yqueél,elcroupier,otrocómpliceylamujerquehabíapreparadomitazadecaféestabancompinchadosenlodelacama.Parecíahaberdudasrazonablesen lo que a los demás ocupantes de la casa concernía, demodo que recibieron elbeneficiode esaduda siendo tratadosúnicamente como ladronesyvagabundos.Elviejo soldado y sus dos secuaces fueron enviados a la horca; la mujer que habíadrogadomicaféfuecondenadaaprisiónporunnúmerodeañosqueyanirecuerdo,ylosclientesregularesdelacasadejuegosfueronconsideradossospechososypuestosbajovigilancia.Yo,pormiparte,meconvertídurantetodaunasemanaenelnuevo«león» de la sociedad parisiense.Mi aventura fue dramatizada por tres autores deteatroynuncallegóaestrenarse,yaquelacensuraprohibiólaapariciónenescenadeunacopiacorrectadelacamadelacasadejuegos.

Unabuenaconsecuenciademiaventura,queinclusolacensurahabríaaprobado,fue que a partir de entonces quedé completamente curado de volver a utilizar elRougeetNoircomoentretenimiento.Lavisióndeuntapeteverdecubiertodebarajas

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decartasymontoncitosdedineroestaráasociadaparasiempreenmimentecon lavisióndeundoselasesinodescendiendosobremíparaasfixiarmeenelsilencioylaoscuridaddelanoche.

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LASEÑORITAJÉROMETTEYELCLÉRIGO

I

Mi hermano el clérigo miró por encima de mi hombro antes de que hubierapodido darme cuenta de su presencia, y descubrió que el volumen en el que mehallaba completamente absorto era una colección de famosos juicios, publicada enunanuevaediciónapreciopopular.

Señalóconeldedoel juiciosobreelqueestaba leyendoenaquelmomento.Lemiré,surostromesobresaltó.Sehabíapuestopálido.Susojospermanecíanfijosenla página abierta del libro con una expresión que me alarmó y a la vez me dejóperplejo.

—Perobueno—dije—,¿sepuedesaberquéesloquetepasa?Merespondiódeunmodoextrañoyausente,manteniendoeldedoapoyadosobre

lapáginaabierta.—Casilohabíaolvidado—dijo—.Yestomeloacabaderecordar.—¿Teharecordado,qué?—pregunté—.Nomeestarásdiciendoquesabesalgo

sobreestejuicio.—Loqueséeslosiguiente—dijo—:queelhombreeraculpable.—¿Culpable?—repetí—. ¡Vaya, pero si fue declarado inocente por el juradoy

conlatotalaprobacióndeljuez!¿Aquéterefieres?—Haycircunstanciasrelacionadasconesejuicio—respondiómihermano—que

nuncasecomunicaronnial jueznial jurado,circunstanciasalasquenisiquierasealudióenlacorte.Yolasconozco,ylasconozcodeprimeramano.Nuncaselashemencionadoacriaturamortalalguna.Hehechotodoloposibleporolvidarlas.Ytú,con toda la inocencia, las has devuelto a mi mente. Me oprimen, me inquietan.¡Cómodesearíaquehubierasencontradocualquierotrolibroentubibliotecaapartedeese!

Micuriosidadsehabíadespertadoporcompleto.Hablécontodaclaridad.—Seguramente—lesugerí—,podríascontarlea tuhermano loque temuestras

reticente a mencionarles a otras personas menos cercanas a ti. Hemos seguidodiferentesprofesionesyhemosvividoendiferentespaísesdesdequeéramosniñoseíbamosalaescuela.Perosabesquepuedesconfiarenmí.

Dialogóunpococonsigomismo.—Sí—dijo—.Séquepuedoconfiarenti.Esperóunmomentoydespuésmesorprendióconunaextrañapregunta.

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—¿Creesquelosespíritusdelosmuertospuedenregresaralatierraymostrarseantelosvivos?

Respondí cautelosamente, adoptando como propias las palabras de un granescritoringlésqueserefirióaltemadelosfantasmas[3].

—Me preguntas algo —dije—, que después de quinientos años sigue sinrespuesta.Soloporesoesunapreguntaquenopuedotomarmealaligera.

Mirespuestapareciósatisfacerle.—Prométeme—continuó—quemantendrás en secretomientras viva lo que te

voy a contar.Trasmimuerte, pocomepuede importar lo que suceda.Deja que lahistoriademiextrañaexperienciaseañadaalasexperienciaspublicadasdeaquellosotroshombresquehanvistoloqueyohevistoyquecreenloqueyocreo.Elmundono será peor, y quizá incluso algún día mejore, por conocer lo que ahora voy aconfiartesoloati.

Mi hermano no volvió a aludir a la narración que me confió aquel día, hastabastantetiempodespués,mientrasyovelabajuntoasulechodemuerte.MepreguntósiaúnrecordabalahistoriadeJéromette.

—Cuéntaselaalosdemás—dijo—,comoyotelacontéati.La repito aquí, tras su fallecimiento, respetando sus mismas palabras lo más

fielmentequemeesposible.

II

Unahermosanochedeverano,haceyamuchosaños,abandonémishabitacionesen el Temple para encontrarme con un compañero de estudios que me habíapropuestopasarunanochedediversiónenlosjardinespúblicosdeCremorne.

TúestabasdecaminohacialaIndia,yyoacababaderecibirmitítuloenOxford.Había decepcionado tristemente a nuestro padre al elegir el Derecho como miprofesión,envezdeacudiralaIglesia.Enaquelmomento,adecirverdad,noteníaninguna intención seriade seguirvocación alguna.Simplementequeríauna excusaque me permitiera disfrutar los placeres de la vida londinense. Los estudios deDerechomeproporcionaronesaexcusa.

Yporconsiguienteescogílaabogacíacomomiprofesión.Al llegar al lugar en el quenoshabíamos citado, descubrí quemi amigono se

habíapresentado.Trasesperarinútilmentedurantediezminutos,perdílapacienciayentréenlosjardinesyosolo.

Didosotresvueltasalrededordelapistadebaile,sindescubriramicompañerode estudios y sin ver a ninguna persona con la que tuviera relación en aquellos

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tiempos.Poralgunarazónquenosoycapazderecordar,aquellanochenodisfrutabademi

buenhumorhabitual.Laruidosamúsicaseestabacebandoenmisnervios,lavisiónde la multitud de espectadores arremolinados alrededor de la pista me irritó, laslisonjas de las pintadas damas de la profesión del placer me entristecieron y medisgustaron.Abrímicigarreraymedirigíhacialospaseosmenostransitadosdelosjardines.

Unhombrequehabitualmenteescuidadosoenelegirsuspurostieneestaventajasobreaquellosotrosquenosepreocupantanto:siemprepuedecontaralmenoscondisfrutar el mejor puro de su cigarrera hasta apurarlo completamente. Aún estabaabsortoenlaeleccióndemipurocuandooílassiguientespalabras,pronunciadasenunacentoextranjeroyconvozdemujeramisespaldas:

—¡Déjemedeinmediato,señor!¡Notengoabsolutamentenadaquedecirle!Me di la vuelta y descubrí a una pequeña dama vestida con mucho gusto y

sencillez,queparecíatanenfadadacomoasustadacuandopasórápidamentefrenteamíendirecciónalazonamástransitadadelosjardines.Unhombre(evidentementedominado por las cantidades de vino que había bebido a lo largo de la noche) laestabasiguiendoydedicándolesusachispadasatencionesdeunmodocompletamentebastoygrosero,tantodehablacomodemodales.Ellaerajovenybonita,ymedirigióal pasar una mirada suplicante que ningún hombre (quizá debería decir ningúnhombrejoven)hubierasidocapazderesistir.

Deinmediatodiunpasoalfrenteparaprotegerla,sinimportarmelomásmínimosimeveía envuelto enuna riña indigna conun sinvergüenza.Dehecho, el tipo seresintiódemiinjerenciaymitemperamentometraicionó.Afortunadamenteparamí,justo en elmomento en que alcémimanopara asestarle un puñetazo, apareció unpolicíaquesediocuentadequeestababorrachoyquedirimióladisputaoficialmenteexpulsándoledelosjardines.

Alejé a lamujer del pequeño corro que se había formado a nuestro alrededor.Evidentementeestabaasustada,sentísumanotemblarsobremibrazo;peroteníaungranmérito:nohacíaalardedeello.

—Si me puedo sentar un par de minutos —dijo con su encantador acentoextranjero—,volveréaestarbienenseguida,ydejarédeabusardesuamabilidad.Leagradezcomucho,señor,quehayacuidadodemí.

Nos sentamos en un banco en un lugar retirado de los jardines, cerca de unapequeña fuente.Unahilera de lámparas encendidas recorría el borde exterior de lapila.Podíacontemplarlaperfectamente.

He dicho que era «una pequeña dama». No podría haberla descrito máscorrectamentecontrespalabras.

Su figura era ligera y pequeña. Era una perfectaminiatura de unamujer de lacabezaalospies.Supeloysusojoseranoscuros.Elpeloserizabanaturalmente;laexpresión de los ojos era tranquila, y algo triste; la tez, tal y como la vi en aquel

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momento,pálida; lapequeñaboca,perfectamenteencantadora.Recuerdoquemeviespecialmenteatraídopor laestructuradesucabeza;era llamativamenteeleganteyenérgica; ladistinguía,pequeñaydiscretacomoera,comounacriaturaaparteentrelosmiles demujeres que se encontraban en los jardines. Incluso el único defectovisibleenella,unaligerísimabizqueraenelojoizquierdo,parecíaañadirle,dealgúnextraño modo, un peculiar atractivo adicional a su rostro. Ya he habladoanteriormentede la agradable sencillez de suvestido.Debería añadir ahoraquenoestaba hecho de ningúnmaterial costoso, y que no llevaba ni joyas ni adornos deningún tipo.Mi pequeña dama no era rica; incluso los ojos de un hombre podíanpercibiraquello.

Noeraenabsolutoafectadanitímida.Nospusimosacharlarcontantafacilidadcomosihubiéramossidoamigosenvezdedesconocidos.

Le pregunté cómo era posible que no tuviera ningún acompañante que laprotegiera.

—Es usted demasiado joven y demasiado bonita —dije a mi directa manerainglesa—,comoparaacudirsolaaunlugarcomoeste.

Ellanohizocasodemielogio.Loalejódesícontantacalmacomosinohubierallegadoasusoídos.

—No tengo amigos que cuiden de mí—dijo sencillamente—. Esta noche mesentíatriste,completamentesola,ypenséacercarmealosjardinesparaoírlamúsicayentretenermeunrato.Nohayquepagarmuchoenlapuerta,solounchelín.

—¿Ningúnamigoquecuidedeusted?—repetí—.Seguramentehabráalmenosunhombrefelizquepodríahaberestadoaquíconustedestanoche.

—¿Aquéhombreserefiereusted?—preguntóella.—A ese hombre —respondí irreflexivamente—, al que aquí en Inglaterra las

mujeresllamansuamorcito.Habría dado mundos por haberme tragado aquellas estúpidas palabras en el

momento en que surgieron de mis labios. Sentí que me había tomado una vulgarlibertadconella.Su rostroseentristecióysusojossedirigieronhaciael suelo.Leroguéquemedisculpase.

—Nohace faltaquesedisculpe—dijoella—.Sideseaustedsaberlo, señor, sí,unaveztuveunamorcito,comodicenustedesenInglaterra.Sehamarchadoymehaabandonado.No hablemosmás de él, hágame el favor.Estoy cansada.Le daré lasgraciasunavezmásymeretiraréacasa.

Selevantóparamarcharse.Yo estaba decidido a no separarme de ella de aquel modo. Le rogué que me

permitieseasegurarmedequeregresabasanaysalvaacompañándolahastasupuerta.Elladudó.Metoméunainjustaventajamasculinasobreellaapelandoasustemores.Ledije:

—¿Supongaqueesesinvergüenzaquelaestabamolestandosigueesperándolaalaspuertasdelosjardines?

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Aquello ladecidió.Me tomódelbrazo.Recorrimosapie la riberadelTámesisrodeadosdelafragantenocheveraniega.

Un paseo de media hora nos condujo hasta la casa que había alquilado, unadesvencijada y pequeña casa situada en una calle secundaria y habitada,evidentemente,porgentepobre.

Ella alargó su mano hasta la puerta, y me deseó las buenas noches. Estabademasiado interesado en ella como para consentir abandonar a mi pequeña damaextranjerasinllevarmealmenoslaesperanzadevolveraverlaotravez.Lesolicitépermisoparahacerleunavisitaaldíasiguiente.Estábamosdepiebajolaluzdeunafarola.Ellaestudiómirostroseriaydetenidamenteantesdedarmeunarespuesta.

—Sí—dijoalfinal—.Creoqueséreconocerauncaballerocuandoloveo.Puedevenir,silodesea,señor,avisitarmemañana.

Yasínosdespedimos.Deestemodo,sinsospecharnada,sinprevernada,entréen una etapa de mi vida que ahora contemplo con sincero arrepentimiento yremordimientos.

III

Ahorahablodesdelaposicióndeunclérigo,yconelcarácterdeunhombredeedad madura. Recuerda eso, y podrás entender por qué paso lo más rápidamenteposibleporencimadelosacontecimientosocurridosduranteelsiguienteañodemivida,yporquéhablolomínimoposiblesobreloserroresyengañosdemijuventud.

Fuiavisitarlaaldíasiguiente.Repetímisvisitasdurantelosdíasylassemanassiguientes,hastaqueladestartaladacasadeaquellacallesecundariaseconvirtióenunnuevohogarparamí,unhogar (lodigoconvergüenzay reproche)másqueridoinclusoqueelprimero.

Me bastarán unas pocas palabras para repetirte, teniendo en cuenta lascircunstancias,todoloquesobreellaysobresuhistoriatuvoabienconfiarme.

El nombre al que estabandirigidas las cartas que le llegaban eramademoiselleJéromette. Entre las ignorantes gentes de la casa y los pequeños comerciantes delvecindario,queencontrabansunombredemasiadodifícildepronunciar,eraconocidaporelamistosomotede«lafrancesita».Cuandolaconocí,sehabíaresignadoallevarunavidasolitaria rodeadadedesconocidos.HabíanpasadoalgunosañosdesdequeperdieraasuspadresyabandonaraFrancia.Poseyendounapequeña,muypequeña,pensión propia, ganaba algo de dinero coloreandominiaturas para unos fotógrafos.Aún le quedaban parientes en Francia, pero hacía tiempo que había dejado deintercambiarcorrespondenciaconellos.

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—Nomepreguntemássobremifamilia—solíadecir—.Enloqueamipaísyamigenteserefiere,tantodaríaqueestuvieramuerta.

Esto fue todo, literalmente todo, lo que me contó sobre sí misma. Nunca hedescubiertoningúndetallemássobresutristehistoriadesdeaqueldíahastaeldehoy.

Nuncamencionósuapellido,nuncamedijonisiquieradequépartedeFranciaera originaria, o cuánto tiempo llevaba viviendo en Inglaterra.Que se trataba, pornacimientoyeducación,deunaauténticadama,nomecabíaduda;susmodales,suslogros,sumododehablarydepensar…todolodemostraba.Mirandomásalládelasuperficie, su carácter demostraba aspectos no muy comunes entre las mujeresjóvenesdeaquellostiempos.Asumododiscreto,eraunafatalistairrecuperableyunafirme creyente en las apariciones fantasmales de losmuertos. Por otra parte, en loreferente al dinero, tenía extraños puntos de vista completamente personales.Cadavezquemimonederoasomabaamimano,memantenía resueltamenteadistancia;así lo hizo desde la primera hasta la última vez. Rechazó trasladarse a unosapartamentosmejores;ladestartaladaypequeñacasaeralimpia,ylapobregentequevivíaensuinterioreraamableconella;aquelloleparecíasuficiente.Elregalomáscaroquemepermitióque leofreciese fueunpequeñoanillo esmaltado; el artículomás simple y barato de toda la joyería. En todas sus relaciones conmigo fue lapersonificacióndelasinceridad.Entodaocasión,ybajotodacircunstancia,decíaloquepensabaconlamismainflexibleclaridad.

—Megustausted—medijo—.Lerespeto,ysiempreleseréfielmientrasustedmeloseaamí.Peroheperdidolacapacidaddeamar.Hubootrohombrequese lallevó,ynoséadónde.

¿Quiéneraeseotrohombre?Ella se negó a decírmelo. Siempre mantuvo su rango y su nombre en estricto

secreto.Nuncadescubrícómolohabíaconocido,oporquélahabíaabandonadoél,osi por culpa suya ella había tenido que exiliarse de su país y de sus amigos. Sedespreciabaasímismaporseguiramándole,perolapasiónerademasiadofuerteparaella.Loreconocíayselamentabaconaquellafranquezatanpropiadesucarácter.Tedirémás:ellamecontó,alpocodeconocernos,queaúncreíaqueélregresaríaasulado.Podría seraldía siguiente,opodría serañosmás tarde. Inclusoaunque fueraincapaz de arrepentirse de su cruel conducta, aquel hombre seguiría añorándola,como si deunaparte extraviadade suvida se tratase, y antesodespués regresaríapararecuperarla.

—¿Yvolveráarecibirleustedsidecidevolver?—pregunté.—Lerecibiré—contestóella—,encontrademipropiomejorjuicioyapesarde

estarconvencidadequeeldíadesuregresotraeráconsigolospeoresdíasdemivida.Intentédiscutirconella.—Tieneustedvoluntadpropia—ledije—.Siintentaregresar,ejercítela.—No tengo voluntad alguna—dijo ella tranquilamente—, en todo lo que a él

concierne.Midesgraciaesamarle.

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Susojosdescansaronporunmomentoenlosmíos,conelcompletoabandonodeladesesperación.

—Ya hemos hablado suficiente de este tema —añadió abruptamente—.Dejémosloaquí.

A partir de aquel momento no volvimos a hablar del hombre desconocido.Duranteelañoquesiguióanuestroprimerencuentro,notuvonoticiasdeélnidirectani indirectamente. Podía estar vivo, o podría estarmuerto. No obtuvo ni una solapalabradeélosobreél.Yolaapreciabalosuficientecomoparaestarsatisfechoconaquelapaño.Almenos,aquelotrohombrenonosmolestaba.

IV

Pasóelaño,yllegóelfinal.Ynoelfinalquepodríashaberanticipadooqueyopudierahaberprevisto.

¿Recuerdasaquellatemporadaenlaquelascartasquetellegabandesdecasateinformabandelfataldesenlacequehabíasucedidoalaenfermedaddenuestramadre?Esaeslaépocadelaqueteestoyhablando.Unpardehorasantesdequeexhalarasuúltimoaliento,me llamójuntoasucamaymanifestósudeseodequedarseasolasconmigo.Recordándomequesumuerteestabacercana,mehablódemisperspectivasenlavida.Sehabíadadocuentademifaltadeinterésenlosestudiosqueenaquelentonces se suponía que tendrían que estar acaparandomi atención, y terminó porrogarmequereconsideraramirechazoaentrarenlaIglesia.

—El corazón de tu padre está herido por ello —dijo—. Haz lo que te pido,querido,ydeesemodoleayudarásasentirsemejorcuandoyoyanoesté.

Le fallaron las fuerzas y ya no pudo decir nadamás. ¿Podía acaso negarme acumplir su última voluntad?Me arrodillé junto a su lecho y, tomando su gastadamanoentrelasmías,leprometísolemnementeelrespetoqueunhijodebeprofesaralosúltimosdeseosdesumadre.

Habiéndomecomprometidoasometermeanteaquelsagradodeber,noteníamáselecciónqueaceptarelsacrificioqueestemeexigíaimperativamente.Habíallegadoel momento de liberarme de todas mis asociaciones indignas. No importaba elesfuerzo queme costara, debía separarme de inmediato y para siempre de aquelladesgraciadamujerquenoera,yjamáspodríaser,miesposa.

Al caer la tarde de un día monótono y neblinoso, me dirigí con el corazónhundido, decidido a pronunciar las palabras que nos separarían para siempre. Susaposentos no se hallaban lejos de la ribera del Támesis. A medida que me ibaacercandoallugarlaoscuridadseibaespesando,ylasuperficiedelríoquedóoculta

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amisojospor unanieblaheladayblanca.Permanecí duranteun rato con losojosfijosenaquelvelovaporosoqueseextendíasobreelaguacorriente.Permanecíallí,ymepreguntédesesperadounaterribleduda:¿quéibaadecirle?

Lanieblamecalóhastaloshuesos.Mealejédelariberadelríoymeapresuréaalcanzarsuvivienda.«¡Debehacerse!»,exclamabaparamíaltomarlallavequeabríasucasa.

Cuando entré en su pequeño salón no estaba trabajando, como solía ser usual.Estabadepie,juntoalfuego,conlacabezahundidayunacartaabiertaenlamano.

Enel instanteenquesevolviópararecibirme,surostromerevelóquealgoibamal. Su comportamiento habitual era el de una persona inusualmente plácida ydominada.SutemperamentoteníapocodelavivezaqueenInglaterraasociamosconla naturaleza francesa.No eramuy pródiga en la risa y, enmi experiencia previa,nuncalahabíavistollorar.Entonces,porprimeravez,visutranquilorostroalterado;világrimasensusbellosojosmarrones.Corrióamiencuentroyescondióelrostroenmi pecho para romper a llorar apasionadamente de un modo que la hacíaestremecersedelacabezaalospies.

¿Eraacasoposiblequepudierahabersentidoelcambioqueseavecinabaenmivida?¿Estabaaltanto,antesyadequeabrieraloslabios,deladuranecesidadquemehabíallevadohastasucasa?

Aquelloerasencillamenteimposible.Nopodíaser.Esperéhastaquesuprimerestallidoemocionalhubopasado.Despuéslepregunté

(con la conciencia intranquila, con el corazón hundido) qué había sucedido que lahabíaafectadotanto.

Seretiródemiladosuspirandoprofundamenteymediolacartaabiertaquehabíavistoensumano.

—Lee eso —dijo—. Y recuerda lo que te avisé que podría pasar cuandoempezamosavernos.

Leílacarta.Soloestabafirmadapordosiniciales,peroelautorserevelabaclaramentecomo

elhombrequelahabíaabandonado.Sehabíaarrepentido,queríavolverconella.Enpruebadesupenitencia,estabadispuestoahacerlejusticiadeunmodoalquehastaentonces sehabíanegado.Estabadispuesto a casarse conella, con la condicióndeque mantuviesen su unión en secreto mientras vivieran sus padres. Enviando estapropuesta,esperabaqueellaconsintiera,porsuparte,enolvidarlotodoyperdonarle.

Ledevolvílacartaensilencio.Aquelrivaldesconocidomehabíahechoelfavorde allanar el camino para nuestra separación. Al ofrecerle aquella propuesta dematrimonio,habíaconvertido,pormiparte,laspalabrasdedespedidaqueteníaquedecir en un asunto de deber hacia ella tanto como hacia mí. Aprecié aquello deinmediato.Ysinembargo,¡odiéaaquelhombreporayudarme!

Ellametomódelamanoymecondujohastaelsofá.Nossentamosensilencio,elunojuntoalotro.Surostrohabíarecuperadounatristetranquilidad.Estabacallada,

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volvíaaserellamisma.—Mehenegadoaverle—dijo—hastahaberhabladoantescontigo.Yahasleído

lacarta.¿Quétienesquedecir?Solopodíaofrecerleunarespuesta.Eramidebercontarlecuáleramiposiciónen

los términosmás claros.Cumplí conmi deber, dejándola libre de quedecidiera sufuturoporsímisma.Unavezdichasaquellastristespalabras,resultabadeltodoinútilprolongar la desgracia que suponía nuestra despedida.Me levanté y tomé sumanoporúltimavez.

Aún la veo, en aquel últimomomento, con tanta claridad como si hubiera sidoayer.Había estado sufriendodeuna afección en lagarganta, por loque llevabaunpañuelo blanco de seda anudado alrededor del cuello. Llevaba puesto un sencillovestidopúrpuradepañomerino,cubiertoporunpequeñodelantalnegrodeseda.Surostro aparecía mortalmente pálido; cuando me cogió de la mano sentí sus dedoscompletamentehelados.

—Prométemeunacosaantesdequemevaya—dije—.Aunqueyanopuedasernadamás,seré tuamigomientrasviva.Sialgunavez tienesproblemas,prométemequemeloharássaber.

Ellasesobresaltó,ysealejódemícomosilehubieseasaltadounrepentinoterror.—¡Quéextraño!—dijoparasímisma—.Élsientelomismoqueyo.Tambiénél

semuestrapreocupadoporloquemepuedapasarenelfuturoinmediato.Intentéquesetranquilizara.Intentédecirlelaverdad,quecuandohabíahablado

únicamentehabíaestadopensandoenloshabitualescambiosyazaresdelavida.Ella no me prestó atención. Volvió a mi lado, colocó sus manos sobre mis

hombrosycontemplómirostropensativaytristemente.—Loqueyopiensedeesteasuntonoesloquepuedaspensartú—dijo—.Una

vez te dije que tenía el presentimiento de que este hombre iba a regresar. Puedodecirteahoramásde loque tedijeentonces.Estoyconvencidadequevoyamorirjoven, y de que voy a morir miserablemente. Si tengo razón, ¿seguirás losuficientemente interesado en mí como para querer enterarte de lo que puedasuceder?

Sedetuvounmomento,temblando,ydespuésañadióestasinquietantespalabras:—Losabrás.El tono de completa convicción con el que había hablado me alarmó y me

inquietó.Mirostroreflejóloprofundaydolorosamentequemehabíanafectadosuspalabras.

—¡Bueno, bueno! —dijo recuperando su habitual entonación—. No te tomesdemasiado en serio lo que digo. Una pobre muchacha que ha llevado una vidasolitariacomolamíaporfuerzahadepensardeunmodoalgoextrañoyhablardeunmodo igualmente extraño… a veces. Sí. Te lo prometo. Si alguna vez tengoproblemas, te lo haré saber. Que Dios te bendiga, has sido muy bueno conmigo.¡Adiós!

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Una lágrima se deslizó pormimejilla cuando ellame besó por última vez.Lapuertasecerróentrenosotros.Lasoscurascallesmerecibieron.

Estaba lloviendoconfuerza.Miréhaciasuventana,a travésdelchaparrón.Lascortinas estaban separadas; ella estaba entremedias, escasamente iluminada por lalámparaquehabíaenlamesa,detrásdeella,esperandonuestroúltimointercambiodemiradas.Levantandolentamente lamano,mededicóunaúltimadespedidadesde laventana, con la elegancia natural que tanto me había atraído la noche que nosconocimos. Las cortinas volvieron a correrse; ella desapareció. Ya nada quedabafrenteamí,nadaquedabadetrásdemí,salvolaoscuridadylanoche.

V

Dosañosmás tardehabíacumplido lapromesarealizadaanuestramadreensulechodemuerte.EraunmiembrodelaIglesia.

El interés de nuestro padre hizo que el primer paso hacia mi nueva profesiónfuese fácil.Trashaberdesempeñadomi aprendizajepreliminar comocoadjutor, fuinombradoantesdelostreintaaños,yconseguíunbeneficioeneloestedeInglaterra.

Minuevaposiciónmeofrecíatodaslasventajasquehubierapodidodesear,conlaexcepcióndeunosingresosatodaslucesinsuficientes.Aunquemisnecesidadeseranpocas,yaúnnomehabíacasado,encontrédeseableampliarmisrecursos.Siguiendoel ejemplo de otro joven clérigo en mi posición, me decidí a recibir pupilos quepudieran necesitar prepararse para una carrera universitaria. Mis familiares sepusieron enmarchaydenuevomibuena suerteme acompañó;nadamás empezarconseguí dos alumnos. Un tercero completaría el número que en aquel momentoestabadispuestoa recibir.Conel transcursodel tiempo,este terceralumnohizo suaparición en unas circunstancias lo suficientemente destacables como para recibiraquíunamencióndetallada.

Eran las vacaciones veraniegas, y mis dos alumnos habían vuelto a sus casas.Graciasaunclérigovecino,queaceptóamablementeencargarsedecumplirconmistareas, tambiényoconseguídos semanasdevacaciones,quepaséen lacasademipadreenLondres.

Durantemiestanciaenlametrópoli,semeofreciólaoportunidaddepredicarenunaiglesia,famosadebidoalaelocuenciadeunodelosoradoresmáspopularesdenuestro tiempo,quepredicabaallíhabitualmente.Alaceptar lapropuesta,mesentí,naturalmente, nervioso y deseoso de hacerlo lo mejor posible frente a aquellacongregacióninusualmentenumerosaeinusualmenteinteligentequesereuniríaparaescucharme.

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Durante el periodo del que te estoy hablando, toda Inglaterra había quedadoconmocionada debido al descubrimiento de un terrible crimen perpetrado encircunstanciasdeextremaprovocación.Escogíaquelcrimencomoeltemaprincipaldemisermón.Admitiendoqueinclusolosmejoresdeentrenosotrossomosmerasyfrágilescriaturasmortales, sujetasamalvadasprovocacionese impulsosdelmismomodoqueelpeordeentrenosotros,miobjetivoeraenseñarcómouncristianopodríaencontrarciertorefugioantelatentaciónenlasalvaguardadesureligión.Medetuveminuciosamenteen lasprivacionesde laprimera luchadel cristianopara resistir lainfluenciamaligna,enlaayudaquesucristiandadlebrindóincansablementeenlaspeoresreincidenciasdelaspectomásdébilyvildesunaturaleza,enlafirmeyciertaganancia que fue la definitiva recompensa a su fe y su firmeza, y en la benditasensacióndepazy felicidadqueacompañaronaeste triunfo final.Predicandoa talefecto,conlafervienteconvicciónquerealmentesentía,puedodecirorgullosamentequeno defraudé a aquel cuya elecciónmehabía situado en el púlpito.Mantuve laatencióndemicongregacióndesdelaprimerapalabrahastalaúltima.

Mientras estaba descansando en la sacristía tras la conclusión del servicio,mellegóunanotaescritaalápiz.Unmiembrodemicongregación,uncaballero,deseabavermedebidoaunasuntodeconsiderableimportancia.Podríavisitarmeencualquierlugar y a cualquier hora que eligiese. Si deseaba quedar satisfecho sobre surespetabilidad,merogabaqueacudieraasupadre,cuyonombrequizámeresultasefamiliar.

El nombre dado en la referenciame resultaba indudablemente conocido, comopertenecienteaunhombredeciertanotoriedadeinfluenciaenelmundolondinense.Envié mi tarjeta a modo de respuesta, indicando una hora para que micorrespondientemevisitaraporlatardedeldíasiguiente.

VI

Eldesconocidohizosuapariciónpuntualmente.Imaginéqueseríaunosdosotresañosmásjovenqueyo.Yaunqueerainnegablementeatractivo,aunquesusmodaleseranlosmodalesdeuncaballero,sinsaberporqué,sentíunfuertedesagradohaciaélenelmismomomentoenqueentróenlahabitación.

Trashaber intercambiadounaspalabraspreliminaresde educación,mivisitantemeinformósobreelobjetodesuvisitadelmodoqueacontinuaciónvoyarelatar.

—Tengoentendidoqueviveustedenelcampo,señor—empezó.—VivoaloestedeInglaterra—respondí.—¿PiensapermanecermuchotiempoenLondres?

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—No.Mañanamismoregresoamirectoría.—¿Puedopreguntarlesitieneustedalumnos?—Sí.Asíes.—¿Algunavacante?—Solouna.—¿Pondría usted alguna objeción a que yo le acompañara de vuelta mañana

comosualumno?Loabruptodelapropuestametomóporsorpresa.Dudé.En primer lugar (como ya he dicho) no me agradaba. En segundo lugar, era

demasiadomayorcomoparaseruncompañeroadecuadoparamisotrosdosalumnos,unos muchachos que no habían llegado a la veintena. En tercer lugar, me habíapedidoque leadmitiera tres semanasantesdeque finalizaraelperiodovacacional.Teníamispropiosproyectosyentretenimientosprevistosduranteaquelintervaloynoveíarazónalgunaporlaquetuvieraquemolestarmeenprescindirdeellos.

Élnotómiindecisión,ynomeocultóquelehabíadecepcionado.—Estoy completamente empeñado—dijo—en recuperar sin demora el tiempo

que he perdido.Mi edad juega enmi contra, lo sé. La verdad es que he echado aperder mis oportunidades desde que abandoné la escuela, y estoy impaciente,honestamenteimpaciente,porenmendarmicaminoantesdequeseademasiadotarde.Deseo prepararme para acceder a alguna de las universidades; deseo demostrar, sipuedo,quenosoycompletamenteindignodeheredarelfamosonombredemipadre.Ustedeselhombrequepuedeayudarme, siesqueconsigopersuadirleparaque lohaga.Quedé impresionadopor su sermónde ayer, y simepermite que le haga talconfesión en supresencia,me cayóustedbiendesdeunprimermomento. ¿Querráustedvisitaramipadreantesdedecidirseadecir«no»?Élserácapazdeexplicarlecualquier cosa que a usted le parezca extraña enmi petición, y se sentirá feliz derecibirleestamismatarde,sipuedeustedpermitirsetalpérdidadetiempo.Encuantoalacuestióndelascondiciones,estoysegurodequetodopuedearreglarseasuenterasatisfacción.

Evidentemente, estaba decidido; seria y vehementemente decidido. Aregañadientes,aceptéverasupadre.

Nuestraentrevistafuelarga.Todasmiscuestionesfueronrespondidasdeunmodoextensoyconfranqueza.

Eljovenhabíallevadounavidaociosaeirregular.Ahorasemostrabacansadoyavergonzado de ella. Su disposición era ciertamente peculiar. Estaba seriamentenecesitadodeunguía,unmaestroyunamigo,enelqueestuvieradispuestoaconfiar.Siyodecepcionabalasesperanzasquehabíadepositadoenmí,severíadesanimadoyvolveríaareincidirenlainútileindolenteexistenciadelaqueahoraseavergonzaba.Cualquiercondiciónquedeseaseestipularseríaaceptadaacambiodequeconsintierarecibirleapruebadurantetresmeses.

Dudandoaún,consultéconmipadreyamigos.

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Todoscompartieronlaopinión(unaopiniónciertamentejustaenaquelmomento)dequeaquelnuevocontactopodríaserexcelenteparamí.Todosmereprocharonelhaberadoptadoundisgustopuramentecaprichosoanteunjovendebuenafamiliayeducación,yporpermitirqueaquellomeinfluyeraencontrademispropiosintereses,justo cuando estaba iniciandomi carrera. Presionado por aquellas consideraciones,permití que se me persuadiera de darle una oportunidad al nuevo alumno. Al díasiguiente,meacompañóenmiviajederegresoalarectoría.

VII

Permítemequeseacuidadosoyquehagajusticiaaunhombrequepersonalmenteme desagradaba. Mi alumno mayor empezó bien: produjo una impresióndecididamentefavorableenlaspersonasvinculadasamipequeñoentorno.

Las mujeres, especialmente, admiraron su bello cabello claro, su barbaligeramenterizada,sutezdelicada,suscristalinosojosazules,ysusmanosysuspiesfinamente formados. Incluso la empedernida reserva de sus modales, y aquellaapariencia abatida, casi huraña, que había originado mis prejuicios contra él,levantaronunsentimientocomúndeentusiasmorománticoenlasalademiscriadas.Laaltaautoridadquerepresentabalamismísimaamadellaves,decidióque«elnuevocaballero»nosoloestabaenamorado,sinoque(másinteresanteaún)eravíctimadeunaunióndesgraciadaquelehabíaalejadodesusamigosydesuhogar.

Encuantoamí,intentécontodasmisfuerzassuperaraquellaprimeraimpresióndedesagradohaciaminuevoalumno,perotodofueenvano.

Y no es que pudiera encontrarle ninguna falta. Sus hábitos eran discretos yregulares,yseentregabaconscientementeasuslecturas.Peropocoapocoempecéaconvencermedequesucorazónnoestabaensusestudios.Másaún,teníamisrazonesparasospecharquemeestabaocultandoalgo,ysentíadolorosamentelareservaquenosepermitía,oquenoseatrevía,aromper.Hubomomentosenlosquecasidudésinohabríaescogidomiremotarectoríaruralcomounlugarsegurodondeescondersedealgunapersonaopersonasqueletuvieranatemorizado.

Su modo habitual de comportarse en lo que se refería, por ejemplo, a sucorrespondencia,era,quedándomecorto,extraño.

Nunca recibía cartas en mi casa. Se las remitían directamente a la oficina decorreosdelpueblo.Invariablementeibaabuscarlasenpersona,einvariablementesenegabaaconfiarlesaningunodemiscriadoselenvíodesuspropiascartasalcorreo.Además, cuando salíamos a pasear juntos, más de una vez le sorprendí mirandofurtivamenteporencimadelhombro,comosisospecharaquealgunapersonaconun

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propósito malvado le estuviera siguiendo. Siendo por naturaleza completamentecontrarioalosmisterios,decidí,yaenunaetapainicialdenuestrarelación,hacerunesfuerzo por aclarar las cosas. Aún podía tener alguna oportunidad de ganarme laconfianzademialumnomayorsiaprovechabalosúltimosdíasdelasvacacionesdeverano,quenospermitíanestarasolasenlacasa,parahablarconél.

—Discúlpeme por haberme dado cuenta —le dije una mañana mientras nosencontrábamosenfrascadosennuestros libros—,peronohepodidoevitarobservarque parece haber algo que le turba. ¿Resulta indiscreto pormi parte preguntarle sipuedoayudarledealgúnmodo?

Cambió de color,memiró rápidamente, volvió a hundir lamirada en su libro,luchófuertementeconalgúnmiedosecretooalgunasecretareticenciaqueanidabaensuinterior,yderepentesaltóconlapreguntamásextraordinaria:

—¿Supongo que hablaría usted en serio cuando predicó aquel sermón enLondres?

—Mesorprendequepuedaponerloenduda—contesté.Volvió a callar.De nuevo se desató una lucha interior, yme sobresaltó con un

segundoestallidomásextrañoaúnqueelprimero.—Yosoyunadelaspersonasparalasqueustedpredicóensusermón—dijo—.

Esaeslaverdaderarazónporlaquelesolicitéquemeaceptasecomoalumno.¡Nomerechace!Cuandolehablóasucongregacióndelagentetorturadaytentadaestabaustedhablandodemí.

Tanasombradoestabaporlaconfesiónqueperdíelcontroldemímismo.Porunmomentofuiincapazderesponderle.

—¡No me rechace! —repitió—. Ayúdeme a luchar conmigo mismo. Le estoydiciendolaverdad.¡ADiospongoportestigodequeleestoydiciendolaverdad!

—Cuéntemetodalaverdad—dije—,yconfíeenmiconsueloymiayuda.Confíeenmiamistad.

Enelfervordelmomento,letomédelamano.Yacíafríaeinerteenlamía.Meavisó mudamente de que tenía que enfrentarme con una personalidad secreta yhuraña.

—Nodebehaber secretos entrenosotros—continué—.Ha entrado enmi casa,según su propia confesión, con falsos pretextos. Es su deber haciamí, y su deberhaciaustedmismo,explicarmeporqué.

Laempedernidareservadeaquelhombre,vencidaúnicamenteporunmomento,volvía ahacermella enél.Pensó,pensóconmuchocuidado, cuáles ibana ser sussiguientespalabrasantesdepermitirqueasomaranasuslabios.

—Una persona se interpone entre las perspectivas de mi vida y yo—empezólentamente con sus ojos clavados en el libro—. Una persona que me provocahorriblemente.Siento terribles tentaciones(comoaquelhombredelqueustedhablóenelsermón)cuandoestoyensucompañía.¡Enséñemearesistirlatentación!Temopormímismosivuelvoaveradichapersona.Ustedeselúnicohombrequepuede

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ayudarme.Hágalomientraspueda.Sedetuvoypasósupañueloporlafrente.—¿Lebastaeso?—mepreguntó,aúnconlosojosenellibro.—No.Nomebasta—respondí—.Estáustedtanlejosdeabrirmesucorazónque

nisiquierasehapermitidoaclararmesiesapersonaqueseinterponeentreustedysusperspectivasesunhombreounamujer.Usaustedlapalabra«persona»unayotravezenlugardedecir«él»o«ella»cuandohabladelaprovocaciónconlaqueletienta.¿Cómopuedoayudaraunhombrequedemuestratanpocaconfianzaenmí?

Mi respuesta le encontró evidentemente falto de recursos. Lo intentó; intentódesesperadamentedecirmásdeloquehabíadichohastaentonces.¡No!Laspalabrasparecíanatascarseensugarganta.Ningunaconsiguióllegarhastasuslabios.

—Deme tiempo—me rogó lastimosamente—.No consigo obligarme a ello degolpe.Tengobuenasintenciones.Selojuropormialma.Tengobuenasintenciones.Perosoylentoenestetipodecosas.Esperehastamañana.

Llegóeldíasiguiente,yunavezmásseescabulló.—Undíamás—dijo—.Nosabeustedlodifícilquemeresultahablarlibremente.

Porunaparteestoyasustado,yporlaotraavergonzado.Demeundíamás.Hastaentoncessolomehabíadisgustado.Pormuchoqueintentésercomprensivo

consureserva(ylohice),apartirdeaquelmomentoempecétambiénadespreciarle.

VIII

Llegóeldíadelademoradadiscusión,ytrajoconsigounacontecimientoparaelqueniélniyonoshabíamospreparado.¿Habríallegadorealmenteaconfiarenmídenohabermediadoaquelevento?Obienlohabríahecho,obienhabríaabandonadoelpropósitoquelehabíallevadohastamicasa.

Nosencontramos,comodecostumbre,alahoradeldesayuno.Miamadellavesmetrajolacorrespondenciadelamañana.Paramisorpresa,envezdeabandonarlahabitacióndeinmediato,comoerahabitual,caminóhastaelotroextremodelamesaydejóunacartafrenteamialumnomayor;laprimeracartaquehabíarecibidobajomitechodesdequellegóamiresidencia.

Se sobresaltó y tomó la carta.Miró el remite. Un espasmo de furia reprimidaatravesósucara,surespiraciónseaceleró,sumanotemblómientrasagarrabalacarta.Hastaaquelmomentopermanecísindecirnada.Esperabaaversiabriríaonoabriríaelsobreenmipresencia.

Tenía miedo de abrirla en mi presencia. Se puso de pie, dijo «discúlpeme unminuto, por favor», en un tono tan bajo que casi no pude oírle y abandonó la

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habitación.Esperédurantemediahora,ydespuésuncuartodehoramás.Finalmenteenviéa

alguienapreguntarlesisehabíaolvidadodeldesayuno.Unminutomástardeoísuspisadasenelrecibidor.Abriólapuertadelcomedory

seplantóenelumbralconunpequeñobolsodeviajeenlamano.—Lesuplicoquemedisculpe—dijo,sinmoversede lapuerta—.Deborogarle

quemepermitaausentarmeunoodosdías.TengonegociosqueatenderenLondres.—¿Puedoayudarleenalgo?—pregunté—.Metemoquesucarta lehayatraído

malasnoticias.—Sí—dijosucintamente—.Malasnoticias.Notengotiempoparadesayunar.—Espereunosminutos—exigí—.Espere losuficientepara tratarmecomoasu

amigoycuéntemequéesloqueleturbaantesdemarcharse.No respondió. Volvió a salir al recibidor y cerró la puerta. Después volvió a

abrirlaligeramente,sinmostrarse.—Negocios en Londres —repitió, como si pensara que informarme de la

naturalezadesu recadoeraalgo tremendamente importante.Lapuerta secerróporsegundavez.Sehabíamarchado.

Fuiamiestudioyconsiderécuidadosamenteloquehabíasucedido.El resultadodemis reflexionespuededescribirse fácilmente:medecidíacortar

vínculosconmialumnomayor.Alescribirleasupadreparacomunicarlemidecisión(lo que hice, con toda la cortesía y el respeto posibles, esemismo día a vuelta decorreo), mencioné las siguientes como las razones que me habían llevado a ello:primero,quemehabíaresultadoimposibleganarmelaconfianzadesuhijo;segundo,que aquella misma mañana su hijo había abandonado mi casa repentina ymisteriosamenteparaacudiraLondres,yqueenconsecuenciadeberíarehusarfuturasresponsabilidadesenloqueaélserefería.

Habíacolocadomicartaen la sacadelcorreoyempezabaasentirmealgomásrelajadotrashaberlaescrito,cuandoelamadellavesaparecióenelestudioconunaexpresión terriblemente seria marcada en la cara y aparentemente llevando algoescondidoensumanocerrada.

—¿Señor, querrá ver usted lo que hemos encontrado en el dormitorio delcaballerodesdequesefueestamañana?

Sabía que el ama de llaves, como mujer que era, poseía al cien por cien esasimpática debilidad propia de su sexo y conocida con el nombre de «Curiosidad».También sabía, debido avarias referencias indirectas, que la extrañamarchademialumnohabíaincrementadonotablementeladisposicióndelasmujeresdelservicioaconsiderarlevíctimadeunarelacióndesgraciada.Meparecíaqueyahabíallegadoelmomentodeatajar loschismorreossobreélycualquierfuturointentodeespiarsuspertenenciasaprovechandosuausencia.

—Suúnicatareaeneldormitoriodemialumno—ledijealamadellaves—escuidar de que esté limpia y debidamente aireada. No debe producirse ninguna

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injerencia,simehaceelfavor,niensuscartas,niensuspapeles,nienningunaotracosaquehayapodidodejar atrás.Devuelva inmediatamente a suhabitación loquehayaencontrado.

El ama de llaves tenía, además de la curiosidad de una mujer, todo eltemperamentopropiodesusexo.Meescuchóconloscoloressubidos,yúnicamenteunaperceptiblesacudidadecabeza.

—¿Debo volver a dejarlo en el suelo, señor? ¿Entre la cama y la pared? —preguntóconunairónicasimulacióndelamáshumildedeferenciaantemisdeseos—.Allíesdondeloencontrólachicacuandoestababarriendolahabitación.Cualquierapuedeverconsuspropiosojos—continuóelamadellavesindignada—queelpobrecaballero se hamarchado con el corazón roto.Y ahí, enmi opinión, está la frescaresponsabledetodo.

Trashaberpronunciadoestaspalabras,mededicóunalevereverenciaydejóunpequeñoretratofotográficosobremiescritorio.

Mirélafotografía.Enuninstante,micorazónsehabíapuestoa latirsalvajemente.Sentívértigo,y

tanto el ama de llaves, como los muebles, como las paredes de la habitación,empezaronadarvueltasamialrededor.

¡ElretratodescubiertoeneldormitoriodemialumnoeraelretratodeJéromette!

IX

Lehabíapedidoalamadellavesqueabandonaramiestudio.Estabaasolasconelretratodelafrancesasobremiescritorio.

Evidentemente, pocas dudas podía haber sobre el descubrimiento que se meacababaderevelar.Elhombrequesehabíaintroducidomedianteengañosenmicasa,empujadoporelterroraunatentaciónquenoseatrevíaarevelarme,¡eraelmismohombrequehabíasidomidesconocidorivalentiempospasados!

Trashaberrecobradoelsuficientedominiodemímismocomoparadarmecuentade aquella inexpugnable verdad, las consecuencias que siguieron a tamañodescubrimiento se abrieron camino hasta mimente demodo irreprimible. Aquellapersonadesconocidaquerepresentabaunobstáculopara lasperspectivas futurasdemi alumno, aquella persona desconocida en cuya compañía se veía asaltado portentacionesquelehacíantemblar,semerevelóentoncescontodaprobabilidadcomolamismísimaJéromette.¿Lehabíaatadoellaconlasligadurasdelmatrimonioqueélmismo le había propuesto? ¿Había descubierto ella que su lugar de refugio eramicasa?¿Habíasidoellalaquehabíaescritolacartaquelehabíallegadoaquellamisma

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mañana? Asumiendo que aquellos tres interrogantes pudieran responderseafirmativamente,¿quépodíanserentoncesaquellos«negociosenLondres»alosquehabíahechoreferenciamialumno?Recordéelmodoenquemehabíahabladodesustentaciones.Recordé la expresiónquehabía cruzado su rostro cuando reconoció lacaligrafíadelacarta…ylaconclusiónalaquelleguémegolpeóliteralmentehastasacudir lomás profundo demi alma. Ordené que ensillaranmi caballo y partí deinmediatoendirecciónalaestacióndelferrocarril.

Hacíaunahoraqueel trenenelquemialumnohabíaviajadoaLondreshabíallegado a la terminal. El único modo útil de aplacar los terribles recelos que seamontonabanenmimenteeraenviándoleuntelegramaaJéromette,aladirecciónenla que la había visto por última vez. De modo que envié el siguiente mensaje,pagandopreviamentelaposiblerespuesta:

Si tienes algún problema, telegrafíame de inmediato. Cogeré el primertren.Respondeentodocaso.

Nada había que impidiera la inmediata entrega demimensaje.Y sin embargo,pasaron las horas sin que recibiera respuesta alguna. Siguiendo el consejo delempleado, envié un segundo telegrama a la oficina de Londres, solicitando unaexplicación.Larespuestallegóenlossiguientestérminos:

Obrasdemejora en las calles.Casasdemolidas.Ni rastrode lapersonamencionadaeneltelegrama.

Montéenmicaballoyregresésinprisasalarectoría.«El día de su regreso traerá consigo los díasmás desgraciados demi vida…».

«Estoyconvencidadequevoyamorirjoven,ydequevoyamorirmiserablemente.¿Seguirás losuficientemente interesadoenmícomoparaquererenterartedeloquepueda suceder?… Lo sabrás». Aquellas palabras volvían a mi memoria mientrascabalgabahaciamicasaatravésdelanochedespejadaeiluminadaporlaluna.Tanvívidamente las seguía teniendo presentes que incluso podía volver a oír suencantador acento extranjero, su entonación tranquila y clara, mientras laspronunciaba.Encuantoalodemás,lasemocionesdeaquelinolvidabledíasehabíandesvanecido. La respuesta de la oficina de telégrafosme había alcanzado con unaextrañay pétrea desesperanza.Mimente estaba enblanco.No tenía pensamientos.Noteníalágrimas.

Mehallabaamediocaminodelacarreteraqueconducíaamicasayacababadeescucharelrelojdelaiglesiadelpueblodarlasdiez,cuandofuiconsciente,pocoapoco, de una sensación heladora queme iba dominando lentamente hasta terminarpor calarme hasta el tuétano. La cálida y fragante brisa de la noche veraniega

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dominabaelaire.Eraelmesdejulio.¿Eraposiblequeenplenomesdejuliohubieraalgunacriaturaviviente(debuenasalud)quepudiesesentir frío?Noeraposible.Ysin embargo, aquella helada sensación siguió arrastrándose en mi interior yfiltrándoseatravésdemishuesos.

Miréhaciaarriba.Miréamialrededor.Micaballo recorríaunenormeclaroenaquelmomento.Nohabíani árbolesni

agua en las cercanías. Por otra parte, los campos llanos se extendían hacia elhorizonteperfectamenteiluminadosporlaluzdelaluna.

Detuvemicaballoyvolvíamiraramialrededor.Sí.Lovi.Lovi conmis propios ojos.Una columnadeniebla blanca, de entre

metro ymedio ometro ochenta de altura, según pude juzgar, se estabamoviendodetrás demí, en el límite del camino, ami lado izquierdo. Cuandome detuve, laneblinablancasedetuvo.Cuandoreiniciélamarcha,tambiénlohizolaneblina.Puseelcaballoal trote, lacolumnadenieblaseguíadetrásdemí.Loapresuréalgalope,allíseguía lacolumnadeniebla.Volvíahacerquesedetuviera.Lacolumnaquedóinmóvil.

Sublancoeraelmismoblancoquehabíaobservadoenlanieblaqueviflotandosobreelríolanocheenquehabíaidoadespedirmedeella.Yelfríoheladoquemehabíacaladohastaeltuétanoaqueldíaeraelmismofríoqueahorameatenazaba.

Continuéavanzando lentamente.Laneblinablancavolvióaavanzar lentamenterodeadadelaclarayresplandecientenoche.

Másqueasustado,estabaasombrado.Hubounmomento,ysolouno,enelqueelmiedomeasaltó,nublándomelarazón.Medescubrísiguiendoelritmoqueproducíanlos cascos del caballo al golpear lentamente el suelo, musitando las palabras:«Jéromettehamuerto,Jéromettehamuerto»,unayotravez.Peromivoluntadseguíasiendomía.Eracapazdecontrolarme,deimponersilencioamispropioslabios.Demodo que cabalgué con tranquilidad, y la columna de neblina me siguiótranquilamente.

Mimozodecuadraesperabamiregresoenlapuertadelarectoría.Leseñalélaneblina,mientrasatravesabalapuertajuntoamí.

—¿Vealgoahí?—pregunté.Elhombrememiróasombrado.Entréenlarectoría.Elamadellavesmesalióalencuentroenelrecibidor.Señalé

denuevohacialaneblinaqueestabaentrandoenlacasaconmigo.—¿Veustedalgoraroamilado?Elamadellavesmedirigiólamismamiradaquemehabíabrindadoelmozode

cuadra.—Metemoquenoseencuentreustedbien, señor—dijo—.Haperdido todoel

color…yestátemblando.Déjemequeletraigaunvasodevino.Fuiamiestudio,situadoenlaplantabaja,ymesentéenlasillademiescritorio.

Lafotografíaseguíaallídondelahabíadejado.Lacolumnadeneblinaflotóalrededor

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delamesaysedetuvofrenteamí,detrásdelafotografía.Elamadellavestrajoelvino.Mellevélacopaaloslabiosyvolvíadejarla.El

fríoheladodelaneblinatambiénestabaenelvino.Noteníaningúnsabor,ningunacualidad tonificante.Lapresenciadel amade llavesmeoprimía.Miperro lahabíaseguidoalinteriordelahabitación.Lapresenciadelanimaltambiénmeoprimía.Ledijealamujer:

—Déjemeasolasyllévesealperro.Sefueronymedejaronsoloenlahabitación.Mesentéobservandolacolumnadenieblaqueflotabafrenteamí.Sealargólentamentehastaalcanzareltecho.Amedidaquefuealargándose,fue

ganandobrilloyluminosidad.Pocodespués,unaapariciónsombríasemostróenelcentrodelaluz.Pocoapocolaborrosaapariciónfuetomandolaformadeunafigurahumana.Unos ojosmarrones y dulces, tiernos ymelancólicos,me contemplaron atravésde laultraterrena luzde laneblina.Lacabezayel restodel rostro fueron losiguienteenaparecerantemivista.Después, lasiluetafuerevelándose,momentoamomento,descendiendohasta llegar a lospies.Volvióa erguirse frente amícomocuando la había visto por última vez, con su vestido púrpura de paño merino, sudelantal negro de seda y su pañuelo blanco atado alrededor del cuello. Se erguíafrenteamíconlaelegantebellezaquetanbienrecordaba,ymemirócomocuandomehabíamiradoenelmomentodedarmeelúltimobeso,aquelbesoquehabíahechorodarlágrimaspormismejillas.

Caíderodillassobrelamesa.Extendímismanoshaciaella,implorando:—¡Háblame!¡Oh,háblameunavezmás,Jéromette!Susojosseposaronenmíimbuidosdeunacompasióndivina.Levantólamanoy

señalólafotografíaquehabíasobreelescritorio;medianteungestomeindicóqueledieralavuelta.Asílohice.Elnombredelhombrequehabíadejadomicasaaquellamañanaestabaescritoaldorsoconlacaligrafíadeella.

Volvíamirarlacuandolohubeleído.Ellavolvióaelevarsumanoyseñalóhaciael pañuelo que rodeaba su cuello.Mientras lomiraba, la bella seda blanca cambióhorriblementedecolor;labellasedablancasevolvióoscurayespesaporlasangre.

Unmomentodespués,lavisiónempezóadesvanecerse.Lentamenteyporpartes,primerolafigura,despuéselrostro,fuedesapareciendohastaconvertirsedenuevoenlamasa difuminada que había visto al principio. La luzmurió en el interior de laneblina.Después,laneblinaensísedesmoronólentamente.Flotóencírculossobreelsueloduranteunmomento,ydespuésdesapareció.Nadaquedabafrenteamísalvolafamiliarpareddemihabitaciónylafotografíavueltadelrevéssobremiescritorio.

X

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AldíasiguientelosperiódicosinformarondeldescubrimientodeunasesinatoenLondres. La víctima había sido unamujer francesa. Habíamuerto a causa de unaheridaenlagarganta.Elcrimenhabíasidodescubiertoentrelasdiezylasoncedelanocheanterior.

Te dejaré que extraigas tus propias conclusiones a partir de lo que he relatado,peromifeenlarealidaddelaapariciónesinamovible.Afirmo,ycreo,queJéromettemantuvo su palabra. Murió joven, y murió miserablemente. Y fueron sus propioslabioslosquemerevelaronsudestino.

Vuelve a revisar el juicio, y observa las circunstancias que salieron a la luzduranteelmismo.Ahíencontraráselmóvilparaelasesinato.

Verásqueefectivamentesehabíancasadoenprivado,yquehabíanvividojuntosycontentoshastaeldíafatalenqueelladescubrióqueaélhabíaempezadoagustarleotra mujer; verás que a partir de aquel momento empezaron a desatarse violentasdiscusionesentreellos,yqueestasduraronhastaquemisermónleconvencióaéldesu terrible odio por Jéromette, reflejado en el caso de otro hombre; verás que elladescubrió que el lugar al que él se había retirado había sido mi casa, y que leamenazó por carta con la revelación pública de sus derechos conyugales; y, porúltimo, verás también que un hombre, descrito de diferentes maneras por variostestigos,fuevistoabandonandosuviviendalanochedelasesinato.Laley,incapazdeavanzarmásalládeestosdetalles,pudodescubrircircunstanciassospechosas,aunquenocertezas.Laley,afaltadepruebasdefinitivasquecondenaranalsospechoso,pudohaberactuadocorrectamentealdejarleenlibertad.

Peroyo sigocreyendoqueelhombreeraculpable.Yodeclaroqueél,ysoloél,fueelasesinodeJéromette.Yahora,yasabesporqué.

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LASEÑORAZANTYELFANTASMA

I

Estanarracióndescribeelregresodeunespírituincorpóreoalatierrayconduceallectoraunterrenonuevoyextraño.

No fue en la oscuridad de lamedianoche, sino a plena luz del día, cuando semanifestó la influencia sobrenatural. No se reveló por una visión, ni se anunciómediante una voz, sino que alcanzó el conocimiento mortal a través del sentidomenosengañoso:elsentidodeltacto.

El informe de este hecho producirá necesariamente impresiones conflictivas.Engendrará,enalgunasmentes,ladudaquenacedelarazón;revigorizará,enotras,la esperanza que justifica la fe; y dejará la terrible cuestión acerca del destino delhombre,dondesiglosdevanainvestigaciónlahandejadoya:enlaoscuridad.

Habiendoredactadoestepárrafoúnicamentecomoencabezamientoparaunaseriedeeventos,elescritordeniegaseguirelejemplomodernodeponerenprimerplanoantelaopiniónpúblicasusopinionesyasímismo.Regresaalassombrasdelasquehaemergidoydejaque las fuerzasopuestasde la incredulidady la fe seenfrentenunavezmásdelmismomodoquesiempreyenelmismoyviejocampodebatalla.

II

Loshechosocurrieronpocodespuésdequelosprimerostreintaañosdelpresentesiglotocaranasufin.

Una espléndida mañana, a primeros de abril, un caballero de mediana edadllamado Rayburn llevó a su hija pequeña, Lucy, a dar un paseo por ese verde yplacenterolugarsituadoaloestedeLondresllamado«jardinesdeKensington».

Los pocos amigos que tenía decían del señor Rayburn (no sin cariño) que setrataba de un hombre reservado y solitario. Podría haber sido descrito másprolijamente como un viudo completamente dedicado a su única hija. Aunque norebasabaloscuarentaañosdeedad,elúnicoplacerquehacíaquelavidadelpadredeLucyfueseplacenteraeralamismaLucy.

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Jugandoconsupelota,laniñacorrióhastaelextremosurdelosjardines,enesazona que todavía hoy sigue siendo lamás cercana al viejo palacio deKensington.Viendocercadeallíunodeesosespaciososbancoscubiertosquelosinglesesllaman«nichos», el señor Rayburn recordó que llevaba el periódico de la mañana en subolsilloyqueharíabienendescansaryleer.Aaquellahoratemprana,ellugarestabadesierto.

—Sigue jugando, querida—dijo—. Pero procura mantenerte al alcance de mivista.

Lucy arrojó su pelota y el padre de Lucy desplegó su periódico. No llevabaleyendomásdediezminutoscuandosintióunapequeñayfamiliarmanoapoyarseensurodilla.

—¿Yatehascansadodejugar?—preguntó,conlosojosaúnfijosenelperiódico.—Estoyasustada,papá.Élmiró a la niña.Supálido rostro le sobresaltó.La sentó sobre su rodilla y la

besó.—No debes tenermiedo cuando estés conmigo, Lucy—dijo cariñosamente—.

¿Quéha sido loque teha asustado?—paseó lavista alrededordelbancomientrashablabayviounperritoentrelosárboles—.¿Hasidoelperro?—preguntó.

Lucyrespondió:—Nohasidoelperro,hasidolaseñora.Nohabíaningunaseñoraalavistadesdeelbanco.—¿Tehadichoalgo?—preguntóelseñorRayburn.—No.—¿Puesquéhahechoparaasustarte?Laniñapasólosbrazosalrededordelcuellodesupadre.—Hablaenvozbaja,papá—dijo—.Medamiedoquepuedaoírnos.Creoque

estáloca.—¿Porquépiensaseso,Lucy?—Seacercóamí.Creíqueibaadecirmealgo.Parecíaestarenferma.—¿Bien?¿Yquémáspasó?—Memiró.EnaquelmomentoLucypareciósentirseincapazdeexpresarloquequeríadecira

continuaciónyserefugióenelsilencio.—Nadademasiadoextraordinariohastaahora—sugiriósupadre.—Sí,papá.Peronoparecióvermecuandomemiró.—¿Bueno,yentoncesquésucedió?—Laseñoraestabaasustada…yesomeasustóamí.Creo…—laniñavolvióa

repetirconseguridad—.Estáloca.Se leocurrióal señorRayburnquequizá laseñora fueraciega.Se levantópara

aclararladuda.—Espérameaquí—dijo—.Enseguidavuelvo.

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PeroLucyseagarróaélconlosdosbrazosyledijoqueledabamiedoquedarsesola.Abandonaronjuntoselbancocubierto.

Sunuevaposiciónrevelódeinmediatoaladesconocida,apoyadacontraeltroncodeunárbol.Ibavestidacompletamentedeluto:unaviuda.Lapalidezdesucara,lamiradavacíadesusojos,hacíaalgomásqueexplicarelterrordelaniña:excusabacompletamentelaalarmanteconclusiónalaquehabíallegado.

—Acércatemásaella—susurróLucy.Avanzaronalgunospasos.Ahoraresultabafácilapreciarquelamujererajoven,y

consumida por la enfermedad…pero (llegando a una conclusión dudosa dadas laspresentescircunstancias)aparentementehabíaposeídounsingularatractivopersonalendíasmásfelices.Cuandoelpadreylahijaavanzaronunpocomás,losdescubrió.Tras dudar un poco, la mujer abandonó el árbol, se aproximó con la evidenteintención de decir algo, y súbitamente se detuvo. Un cambio hacia el asombro, ydespués al miedo, alteró sus vacíos ojos. Si antes no había quedado claro, ahoraestaba más allá de toda duda que no se trataba de una pobre criatura ciega,abandonada e indefensa. Almismo tiempo, la expresión de su rostro no resultabafácil de comprender. Su aspecto de asombro y desconcierto no habría podido sermayor si los dos desconocidos que la estabanobservando se hubierandesvanecidodellugarenelqueestabandepie.

ElseñorRayburnsedirigióaellaconlaamabilidadmásabsolutareflejadaensuvozysusmaneras.

—Metemoquenoseencuentreustedbien—dijo—.Sipuedoayudarlaenalgo…Las siguientes palabras quedaron suspendidas de sus labios.Algo así resultaba

imposible,perolaextrañaimpresiónquelamujerlehabíaproducidoalprincipiosevioconfirmadaenaquelmomento.Sipodíacreerasussentidos,surostrolerevelóqueél era invisiblee inaudiblepara lamujera laqueacababadedirigirse.Ella semovió lentamente, suspirando profundamente, como una persona decepcionada einquieta.Siguiéndolaconlavista,elseñorRayburnvolvióaveralperro,unpequeñoterrierdepelosuavedeordinariacrianzainglesa.Elperronodemostrabanirastrodelaincansableactividadpropiadesuraza.Conlacabezaagachadayelraboentrelaspiernas, se encogía como un animal paralizado por el miedo. Su ama le puso enmovimientoalllamarle.Éllasiguióapáticamentecuandoellaempezóaalejarse.

Trashaberdadounpardepasos,lamujersedetuvoderepente.ElseñorRayburnlaoyóhablandosola.—¿Lohesentidootravez?—dijo,comosisesintieraperplejaporalgunaduda

quelaasombraraolaafligiera.Alcabodeunratoelevólosbrazoslentamenteylosabrióconunmovimientocariñoso…¡unabrazoextrañamenteofrecidoalaire!

—No—sedijoasímismatristementetrasesperarunmomento—.Quizámañanahayamás.Hoyyano—dirigió lamiradahaciaeldespejadocieloazul—.¡Labellaluz del sol! ¡La piadosa luz del sol!—murmuró—. Me habría muerto si hubierasucedidoenlaoscuridad.

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Unavezmásllamóasuperro,yunavezmássealejólentamente.—¿Sevaacasa,papá?—preguntólaniña.—Intentaremosaveriguarlo—contestóelpadre.Paraaquelentoncesyasehabíaconvencidodequelapobrecriaturanoestabaen

condiciones de salir sin que alguien la acompañara y la cuidase. Por motivoshumanitarios,sedecidióaintentarponerseencontactoconsusamigos.

III

Lamujerdejólosjardinesporlapuertamáspróxima,deteniéndoseparabajarseelveloantesdeintroducirseenlatransitadaavenidaqueconducehastaKensington.Trasavanzarbrevementea lo largodeHighStreet,entróenunacasadeaparienciarespetable,conuncartelqueanunciabaquesealquilabanapartamentosenunadelasventanas.

ElseñorRayburnesperóunminuto,despuésllamóalapuertaypreguntósipodíaveralaseñoradelacasa.Elcriadolecondujohastaunahabitacióndelaplantabaja,escasamente amueblada aunque con gusto. Un pequeño objeto blanco rompía laoscuramonotoníamarróndeunamesavacía.Eraunatarjetadevisita.

Conlacuriosidadnadaceremonialdelosniños,Lucycogiólatarjetaydeletreóelnombreimpresoenella.

—Z,A,N,T—leyó—.¿Quéquieredecir?Su padre le echó un vistazo a la tarjeta al quitársela a la niña para volver a

colocarla sobre la mesa. Junto al nombre impreso había una dirección escrita conlápiz:SeñorJohnZant.HotelPurley’s.

Ladueñadelacasahizosuaparición.ElseñorRayburndeseóhabersequedadofuera del edificio en el mismomomento en que la vio. Los modos y maneras decultivar las virtudes sociales son mucho más numerosos y variados de lo quegeneralmente se supone. Y aparentemente el modo de aquella dama la habíaacostumbradoaencontrarseconsussemejantesenelcampodelajusticiasinpiedad.HabíaalgoensusojoscuandomiraronaLucyquedecíaalasclaras:«Mepreguntosiaestaniñaselacastigacadavezquelomerece».

—¿Deseaverlashabitacionesquetengodisponibles?—empezó.ElseñorRayburn revelóde inmediatoelobjetodesuvisita,con tantaclaridad,

educación y concisión como podría haberlo hecho un hombre. Era consciente(añadió)dequequizáhabíasidoculpabledeunactodeintromisión.

La expresión de la dueña de la casa le indicó que estaba completamente deacuerdo.Él sugirió, en todocaso,que sumotivopodíadisculparle.Ladueñade la

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casacambiódeestrategiayaplicóunadiferenciadeopinión.—Soloconozcoalaseñoraalaquehamencionado—dijo—,comounapersona

delamásaltaresponsabilidadydelicadadesalud.Haalquiladolosapartamentosdelprimerpisoconexcelentesreferencias,yesdedestacarqueapenasmedaproblemas.Notengoningúnderechoainterferirensuvidayningunarazónparadudardequeseacapazdecuidardesímisma.

ElseñorRayburnintentódecirunaspalabrasensudefensa.—Permítamequelerecuerde…—empezó.—¿Elqué,señor?—Lo que observé cuando vi casualmente a la señora en los jardines de

Kensington.—Yo no soy responsable de lo que haya podido ver usted en los jardines de

Kensington.Perosi su tiempo tienealgúnvalor, le ruegoquenomedejedetenerlemás.

Expulsado en aquellos términos, el señorRayburn tomó lamano deLucy y seretiró.Acababadellegarhastalapuertacuandoestaseabriódesdefuera.LamujerdelosjardinesdeKensingtonsehallabafrenteaél.Enlaposiciónqueocupabanahoraélysuhija,susespaldasestabanvueltashacialaventana.¿Recordaríaellahaberlesvistounmomentoenlosjardines?

—Perdonequemeentrometa—ledijoaladueña—.Mehadichosucriadoquemicuñadovinoavisitarmemientrasyoestabafuera.Avecesmedejaalgúnmensajeensustarjetas.

Buscó el mensaje y pareció decepcionarse al ver que la tarjeta estabacompletamenteenblanco.

El señorRayburnse rezagóenelumbralde lapuerta, intentandooíralgomás.Losvigilantesojosdeladueñaledescubrieron.

—¿Conoceustedaestecaballero?—lepreguntómaliciosamenteasuinquilina.—No,queyorecuerde.Al decir aquellas palabras, la mujer miró directamente al señor Rayburn por

primeravez,yderepenteretrocedióalgunospasos,alejándosedeél.—Sí—dijocorrigiéndose—.Creoquenoshemosvisto…Sesintiótanavergonzadaqueyanopudoseguirhablando.ElseñorRayburn,compasivamente,terminólafrase.—NoshemosvistoaccidentalmenteenlosjardinesdeKensington—dijo.Ella pareció ser incapaz de apreciar la amabilidad de su actitud.Tras dudar un

pocolehizounapropuestaquepareciódemostrardesconfianzaenlapropietaria.—¿Querríahablarconmigoarribaenmishabitaciones?—preguntó.Sinesperarunarespuestaempezóadirigirsehacialasescaleras.ElseñorRayburn

y Lucy la siguieron. Estaban empezando a subir hacia el primer piso cuando laviperinapropietariaabandonólahabitaciónyllamóasuinquilinaporencimadesuscabezas:

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—¡Tengacuidadoconloquelediceaestehombre,señoraZant!¡Creequeestáustedloca!

LaseñoraZantsevolvióeneldescansilloylemiró.Niunapalabrasaliódesuslabios.Sufrióytemióensilencio.AlgoenlatristesumisióndesurostrotocólafibrainocenteysensibledelcorazóndeLucy.Laniñaempezóallorar.

Aquella sencilla muestra de simpatía hizo que la señora Zant descendiera losescalonesquelaseparabandeLucy.

—¿Puedodarleunbesoasupequeña?—ledijoalseñorRayburn.Ladueñadelacasa,depiesobrelaalfombrilla,expresósuopiniónsobreelvalor

delascariciasencomparaciónconotrométodomásexpeditivodetrataralosjóvenesllorosos:

—Siesaniñafueramía—dijo—,yaledaríayoalgoparaquellorara.Mientrastanto,laseñoraZantlescondujohastasushabitaciones.Sus primeras palabras demostraron que la propietaria había tenido éxito al

intentarponerlaencontradelseñorRayburn.—¿Medejaque lepregunte a suhija—ledijo—porqué creeustedque estoy

loca?ElseñorRayburnrecibióaquellaextrañapeticiónconunafirmerespuesta.—Aúnnosabeustedquéesloquepiensoyorealmente.¿Meprestaráunminuto

desuatención?—No—respondióellaconseguridad—.Laniñasecompadecedemí;esconella

conquienquierohablar.¿Quémevistehacerenlosjardinesquetesorprendiótanto,querida?

Lucysevolvióinquietahaciasupadre.LaseñoraZantinsistió.—Primero te vi sola, y después te vi con tu padre—continuó—. Cuando me

acerquéati,¿teníaunaaparienciaextraña,comosinoteviera?Lucyvolvióadudar,yelseñorRayburnintervino.—Está confundiendo a mi pequeña —dijo—. Déjeme que yo conteste sus

preguntas,osino,discúlpemepormiintromisiónypermitaquenosmarchemos.Había algo en su apariencia, en su tono, que se impuso sobre ella. Se llevó la

manoalacabeza.—Nocreaqueestoypreparadaparaeso—dijovacuamente—.Micorajeyaha

sidoseriamentepuestoapruebaeneldíadehoy.Sipudiesedormirydescansarunrato,meencontraríadiferente.Pasomuchotiemposolaytengorazonesparaintentaraclararmimente.¿Puedoverlemañana?¿Oescribirle?¿Dóndeviveusted?

ElseñorRayburndejóensilenciosutarjetasobrelamesa.Aquellamujerhabíadespertadomuchosuinterés.Deseabahonestamenteserledealgunaayudaaaquellamelancólicacriatura,tancruelmenteabandonada,segúnparecía,asupropiodestino.Peronoteníaningunaautoridadqueejercer,niningúnderechoadirigirsusacciones,aunque consintiera en aceptar su consejo. Como último recurso, probó a aludir alparientedelqueellahabíahabladoenlaplantabaja.

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—¿Cuándoesperavolveraverasucuñado?—dijo.—Nolosé—respondióella—.Megustaríaverle…estanbuenoconmigo.SediomediavueltaparadespedirsedeLucy.—Adiós,pequeñaamiga.Sivivesparacrecer,esperoquenuncaseasunamujer

tandesgraciadacomoyo—derepentedesviólamiradahaciaelseñorRayburn.—¿Tieneustedesposa?—preguntó.—Mimujermurió.—¡Ytieneustedunahijapara reconfortarle!Por favor,déjeme.Endureceusted

micorazón.¿Oh,señor,noloentiende?¡Leenvidio!El señor Rayburn permaneció en silencio cuando él y su hija volvieron a

encontrarseenlacalle.Lucy,comounaniñaobediente,tambiénestabacallada.Perohay límites para la capacidad de resistencia humana, y la capacidad para elautocontroldeLucyacabóporquebrarse.

—¿Estáspensandoenlaseñora,papá?—dijo.Élsolorespondióasintiendoconlacabeza.Suhijalehabíainterrumpidoenese

momento crítico en las reflexiones de un hombre en el que este está a punto dedecidirse.Antesdequehubieranregresadoacasa,elseñorRayburnhabíallegadoala conclusión de que el cuñado de la señora Zant ignoraba evidentemente la serianecesidaddesuintervención,osinohabríahechopreparativospararepetirsuvisitade inmediato. Estando así las cosas, si cualquier desgracia le sucedía ahora a laseñora Zant, el silencio por parte del señor Rayburn podría ser indirectamenteresponsable de alguna terrible desgracia. Llegando a aquella conclusión, decidióarriesgarseavolveraserrecibidogroseramenteporotrodesconocido.

Dejando a Lucy a los cuidados de su institutriz, acudió de inmediato a ladirección que había visto escrita en la tarjeta de visita y dio su nombre. Comorespuesta recibió un mensaje cortés. El señor John Zant estaba en casa y estaríaencantadoderecibirle.

IV

ElseñorRayburnfueconducidoaunodelossalonesprivadosdelhotel.Observó que la posición habitual de los muebles de la habitación había sido

modificada en algunos aspectos. Un sillón, una mesa y una alfombra habían sidomovidoshastaquedarjustoalladodeunaventana,ysehabíancolocadodemodoqueestuvieran lo más cerca posible de la luz. Sobre la mesa yacía un rollo de cueromarroquíabierto,queconteníahilerasdeelegantesypequeñosinstrumentosdeaceroymarfil.Esperandojuntoalamesa,sehallabaelseñorJohnZant,quedijo:

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—Buenosdías—conunavozdebarítonotanprofundaymelodiosaqueaquellasdospalabrascomunesasumieronunanuevaimportanciaalprovenirdesuslabios.Suaparienciapersonalestabaenarmoníaconsumagníficavoz.Eraunhombrealto,decomplexiónfinaytezoscura,conojosnegrosgrandesybrillantes,yunabarbanobley rizada que escondía la parte inferior de su rostro. Tras inclinarse con una felizmezcla de dignidad y educación, el aspecto convencional de aquel caballerodesaparecióderepenteyotroaspectodeaparentelocuralesustituyósinprevioaviso.Searrodillófrentealaalfombrilla.¿Acasohabíaolvidadorezarsusoracionesaquellamañanay tantaprisa teníapor remediar su faltaqueno tenía tiempoqueperdernipara atender al recién llegado? La duda apenas acababa de sugerirse cuando todoquedóaclaradode lamaneramás inesperada.ElseñorZantmiróasuvisitanteconunasonrisaagradableydijo:

—Muéstremesuspies,porfavor.PorunmomentoelseñorRayburnquedócompletamentedesconcertado.Después

volvióamirarlosinstrumentosextendidossobrelamesa.—¿Esustedcallista?—fuetodoloquepudodecir.—Discúlpeme,señor—dijoeleducadooperador—,eltérminoqueacabadeusar

está completamente obsoleto en nuestra profesión—se levantó de nuevo y añadiómodestamente—:Soypedicuro.

—¿Perdón?—¡No importa! Imagino que no ha venido en busca de mis servicios

profesionales.¿Aquémotivopuedoatribuirentonceselhonordesuvisita?ParaentonceselseñorRayburnyasehabíarecobradodelasorpresa.—Hevenido—respondió—debido a unas circunstancias que requieren de una

disculpaasícomodeunaexplicación.Losmodalesaltamente refinadosdel señorZant traicionaronciertos indiciosde

alarma.Sussospechasseñalaronhaciaunaformidableconclusión…unaconclusiónquelehizotemblarhastalosmáshundidosplieguesdelbolsilloenelqueguardabaeldinero.

—Lasnumerosasdemandascontramí…—empezó.ElseñorRayburnsonrió.—Tranquilícese—replicó—.Noquierodinero.Miobjetivoeshablarconusted

sobreunadamaqueperteneceasufamilia.—¡Micuñada!—exclamóelseñorZant—.Tomeasiento,seloruego.Dudandosobresihabríaescogidounmomentoadecuadoparasuvisita,elseñor

Rayburnpreguntó:—¿Quizáhayamáspersonasesperando?—Ciertamenteno.Mihorariomatutinodeatenciónalclienteesdeonceauna.Elrelojsobrelarepisadelachimeneamarcólaunaycuartoalmismotiempoque

elseñorZanthablaba.—Esperoquenometraigamalasnoticias—dijobastantepreocupado—.Cuando

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fuiavisitarlaestamañanamedijeronquehabíaidoadarunpaseo.¿Esindiscretopormipartepreguntarledequélaconoce?

ElseñorRayburnmencionódeinmediatoloquehabíavistoyoídoenlosjardinesde Kensington, sin olvidarse de añadir unas cuantas palabras que describieran suposteriorentrevistaconlaseñoraZant.

El cuñadode lamujer escuchóconun interésyuna simpatíaqueofrecieronelmayor contraste posible con la grosería no provocada de la dueña de la casa dealquiler.DeclaróquesolopodíahacerjusticiaasusentidodelaobligaciónsiguiendoelejemplodelseñorRayburnyexpresándoseasuvezcontantafranquezacomosiestuviesehablandoconunviejoamigo.

—Latristehistoriadelavidademicuñada—dijo—explicará,creo,ciertascosasquenaturalmente lehabrándesconcertado.MihermanolaconocióenlacasadeuncaballeroaustralianoqueestabadevisitaenInglaterra.Enaquelentoncesellaestabaempleadacomoinstitutrizdesushijas.Tansincerofueelcariñoqueporellasintiólafamiliaquelospadreslepropusieron,siguiendolosruegosdesushijos,quesefueracon ellos cuando regresaran a la colonia. La institutriz aceptó agradecida supropuesta.

—¿NoteníafamiliaenInglaterra?—preguntóelseñorRayburn.—Estaba literalmente sola en el mundo, señor. Cuando le cuente que había

crecidoenuncentroparaexpósitos,entenderáustedloquequierodecir.¡Oh,nohayniunápicederomanticismoenlahistoriademicuñada!Nuncahasabidonisabránada sobrequiénes fueron suspadresniporqué la abandonaron.Elmomentomásfelizdesuvidafueaquelenelqueellaymihermanoseconocieron.Fueunperfectoejemplo,porambaspartes,deamoraprimeravista.Aunquenoeraunhombrerico,mihermanohabíaganadolosuficienteenciertasempresasmercantiles.Sucarácterhablaba por sí mismo. En una palabra: alteró todas las perspectivas de la pobremuchacha, aunque entonces creíamos y esperábamos que sería para mejor. Susempleadores demoraron su regreso a Australia para que pudiera casarse comomiembrodeunafamilia.Trasunafelizvidadetansolounpardesemanas…

Lavozlefalló.Hizounapausayretirósurostrodelaluz.—Perdóneme —dijo—. Aún no soy capaz, ni siquiera ahora, de hablar con

composturasobre lamuertedemihermano.Déjemeúnicamenteque ledigaque lajovenesposaseconvirtióenviudaantesinclusodequehubieranterminadolosfelicesdíasdesulunademiel.Aquellaterriblecalamidadladerrotóporcompleto.Antesdequemi hermano hubiera sido entregado a su tumba, ella estuvo a punto demorirdebidoaunafiebrecerebral.

Aquellas palabras ofrecieron una nueva luz sobre el primer temor del señorRayburndequeelintelectodelaseñoraZanthubierapodidoestaralgotrastornado.Observándoleatentamente,sucuñadoparecióentenderloqueestabapasandoporlamentedesuinvitado.

—¡No!—dijo—.Sihayqueconfiarenlaopinióndelosmédicosquelatrataron,

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lasecueladelaenfermedadhasidoúnicamenteladedebilitarsufísico,nosumente.Heobservadoenella,deesonohayduda,ciertainestabilidadtemperamentaldesdequesufriósuenfermedad,peroesonosonmásquebagatelas.Comoejemplodealoquemerefiero,podríadecirlequelainvité,trassurecuperación,aquemehicieseunavisita.MicasanoestáenLondres,elairenomefavorece;milugarderesidenciaseencuentraenSt.Sallins-on-Sea.Yonoestoycasado,peromiexcelenteamadellaveshabría recibido a la señora Zant con la más absoluta amabilidad. Pero ella estabadecidida,obstinadamente resuelta, aquedarseenLondres.Es innecesariodecirqueen su desgraciada situaciónmepliego a todos sus deseos.Lebusquéunaviviendaalquiladay,siguiendosupetición,escogíunacasaqueestuviesecercadelosjardinesdeKensington.

—¿ExistealgunaasociaciónconlosjardinesdeKensingtonquepudiesellevaralaseñoraZantahaceraquellapetición?

—Algunaasociación,creo,conelrecuerdodesumarido.Porcierto,megustaríaestarsegurodeencontrarlaencasacuandovayaaverlamañana.¿Hadichousted(enelcursodesuinteresantedeclaración)quepretendía,comoustedsuponía,regresaralosjardinesdeKensingtonmañana?

—Sumemoriaesperfectamenteprecisa.—Gracias.Leconfiesoquenosolomesientoinquietoporloquemehacontado

sobrelaseñoraZant.Tambiénestoycompletamenteperdido,nosécómoactuardelamejorforma.Miúnicaideademomentoesintentarquecambiedeaires.¿Quécreeusted?

—Creoquetienerazón.ElseñorZantseguíadudando.—Nosería fácilparamíenestosprecisosmomentos—dijo—abandonaramis

pacientesyllevarlaalextranjero.La respuesta obvia a aquella afirmación cruzóde inmediato lamente del señor

Rayburn.Unhombredemásexperienciamundanaqueélpodríahabersentidociertassospechasyhabríapermanecidoensilencio.ElseñorRayburnhabló:

—¿Porquénorenuevasuinvitaciónylallevaasucasa,enlacosta?—dijo.Aparentemente,aquelsencillomododeobrarniselehabíapasadoporlacabeza

al señorZant, sin duda debido al estado de perplejidad de sumente. La expresiónpesimistadesurostroseiluminódeinmediato.

—¡Claroquesí!—dijo—.Porsupuestoqueseguirésuconsejo.AunqueelairedeSt.Sallinsnoconsigahacernadamás,porlomenosmejorarásusaludylaayudaráarecobrarsubuenaspecto.¿Selepasóaustedporlacabezaque(endíasmásfelices)podríahabersidounamujermuyhermosa?

Aquella era una pregunta extrañamente familiar, casi poco delicada, para serformuladabajo aquellas circunstancias.Una furtiva expresiónen losojos agudosyoscuros del señorZant pareció implicar que había sido realizada a propósito. ¿Eraacaso posible que el pedicuro sospechase que el interés del señor Rayburn por su

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cuñada pudiese estar inspirado por algún motivo que no fuese desinteresado yperfectamente puro? Llegar a una conclusión semejante implicaría estar juzgandodemasiado aprisa y con demasiada crueldad a un hombre que quizá solo fueseculpabledecierta faltadedelicadeza.El señorRayburnhizohonestamente todo loquepudoporasumirestecaritativopuntodevista.Almismotiempo,nohayporquénegarquesuspalabras,cuandorespondió,fueroncuidadosamenteprecavidas,yqueademásselevantóparamarcharse.

—¿Por qué tanta prisa? ¿Realmente tiene que marcharse? Tendré el honor dedevolverle lavisitamañana,cuandohayahecho lospreparativospara llevaracaboesaexcelentesugerenciasuya.Adiós.QueDioslebendiga.

Leofreciósumano,unamanodesuperficiesuaveycoloratezadoqueestrechófervientementelosdedosdeunamigoquesemarchaba.

—¿Será un sinvergüenza ese hombre?—fue el primer pensamiento del señorRayburn en cuanto hubo abandonado el hotel. Su sentido de lamoral acabóde unplumazocontodassusdudas,respondiendo—:Seríasunestúpidodedudarlo.

V

Inquietodebidoaciertospresentimientos, el señorRayburn regresóa sucasaapie,intentandoverquépodíahacerelejercicioparaayudarleacentrarseensímismo.

Elexperimento fracasó.Subió lasescalerasy jugóconLucy.Bebióunvasodevinoextradurantelacomida.Porlatardellevóalaniñayalainstitutrizauncirco.Cenóunapequeñacenareforzadaporotrovasodevinoydespuéssefuealacama;yaun entonces aquellos vagos presentimientos de que se estaba perpetrando algunamaldad insistieron en torturarle. Mirando hacia su vida pasada, se preguntó a símismosialgunavezalgunamujer(¡exceptuandoasudifuntaesposa,porsupuesto!)había tomado aquel lugar predominante que la señora Zant había asumido en suspensamientos… sin ninguna razón discernible para ello. Si se hubiera atrevido aresponderasupropiapregunta,larespuestahabríasido:¡Nunca!

AldíasiguientesequedóencasaesperandolaprometidavisitadelaseñoraZant,yesperóenvano.

Yaentradala tarde, ladoncellaseacercóhasta lamesadel téde lafamiliay lepresentó al señorRayburn un sobre inusualmente grande, sellado con cera negra yfirmadoporunaextrañacaligrafía.Laausenciadesellosdemostrabaquehabíasidodejadoenlacasaporalgúnmensajero.

—¿Quiénhatraídoesto?—preguntóelseñorRayburn.—Unaseñora,señor.Vestidadeluto.

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—¿Hadejadoalgúnmensaje?—No,señor.Habiendo llegado a la inevitable conclusión, el señorRayburn se encerró en la

biblioteca.TemíalacuriosidaddeLucyylaspreguntasqueprovocaríasileíalacartadelaseñoraZantenpresenciadesuhija.

Observando el sobre abierto después de haber extraído las hojas escritas quecontenía,sediocuentadequeenlaparteinteriordelacubiertatambiénhabíaunasfrases.

Miúnicaexcusaparamolestarle,cuandopodríahaberconsultadoconmicuñado, laencontraráusteden laspáginasque leadjunto.Parahablarclaro,digamos que usted se ha visto inclinado a temer por mi cordura. Por esamisma razón apelo ahora a usted. Su terrible duda sobre mí, señor, es lamismadudaqueprofesoyo.Lealoqueheescritosobremímisma,ydespuésdígame,seloruego:¿quéesloquesoy?¿Unapersonaquehasidoobjetodeuna revelación sobrenatural, o una desgraciada criatura cuyo único destinoadecuadoesserencerradaenunmanicomio?

El señor Rayburn abrió el manuscrito. Con aplicada atención, que pronto seconvirtióeninteréssinrespiro,leyólosiguiente:

VI.–ELMANUSCRITO

Ayer por lamañana el sol lució sobre un cielo límpido y azul, después de unaininterrumpidasucesióndedíasnubososiniciadaelprimerdíadelmes.

Laluzradiantetienesuefectoreanimantesobremipobreespíritu.Habíapasadolanocheconmáspazdelahabitual,sinvermeacosadaporelsueño,tancruelmentefamiliarparamí,dequemiespososiguevivo.Elsueñodelquesiempremedespiertoconlágrimasenlosojos.Nunca,desdelososcurosdíasdemipena,mehabíavistotanpocoturbadaporlasatormentadorasfantasíasytemoresqueasolanalasmujeresdesgraciadas, como cuando dejé la casa y dirigí mis pasos hacia los jardines deKensington…porprimeravezdesdelamuertedemiesposo.

Atendidapormiúnicocompañero,elperritoquehabíasidosufavorito,deigualmodoqueelmío,caminéhastael tranquilorincónde los jardinesqueseencuentramáscercanoaKensington.

Sobre aquella suave hierba, bajo la sombra de aquellos enormes árboles,

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habíamos caminado perezosamente los días en los que aún estábamos prometidos.Erasupaseofavoritoylosprimerosdíasquenosconocimosmehabíallevadoparaqueleacompañara.Allímehabíapedidoquefuerasuesposa.Allíhabíamossentidolaemocióndenuestroprimerbeso.Seguramenteeranaturalquequisieravolveraverunavezmásunlugarconsagradoamemoriascomoesas.Solotengoveintitrésaños.Notengoningúnhijoquemereconforte,ningúncompañerodemipropiaedad,nadieaquienamarsalvoaestabobacriaturaquetanfielmentemeaprecia.

Meacerquéhastaelárbolbajoelquenoshabíamoscobijadocuandolosojosdemiamadomeexpresabansuamorantesdequefueracapazdeexpresarlomediantepalabras.Elsoldeaqueldesvanecidodíavolvíaabrillarsobremí;eralamismahoradelmediodía,lamismasoledadmerodeaba.Alprincipiohabíatemidoaquelprimerefectodelterriblecontrasteentreelpasadoyelpresente.¡No!Memostrabatranquilay resignada.Mis pensamientos, alejándose de la tierra, giraban en torno a la vidamejorquenosesperaalotroladodelatumba.Algunaslágrimasasomaronamisojos.Peronoerainfeliz.Mirecuerdodetodoloquehabíasucedidoaúnestabaallí,inclusoenlosmásmínimosdetallesquesoloamíconciernen…noerainfeliz.

Loprimeroquevi,cuandolosojossemeaclararon,fuealperro.Sehabíaalejadoalgunospasosdemí,temblandolastimeramente,perosinpronunciarunsologemido.¿Quéeraloquehabíacausadoaquelterrorquelesuperaba?

Prontoloibaasaber.Llamé al perro; permaneció inamovible, consciente de que algo misterioso se

acercaba y de que le había hechizado por completo. Intenté acercarme al pobreanimalparaabrazarleytranquilizarle.

Nadamásdarunpasohaciaadelante,algomedetuvo.Nopodíaverlo.Nopodíaoírlo.Peronomedejabaavanzar.La figura inmóvil del perro desapareció de mi vista. Todo lo que me rodeaba

desapareció,conlaexcepcióndelaluzdelcielo,elárbolquemecobijabaylahierbaqueseextendíafrenteamí.Unasensacióndeinexpresableexpectaciónmantuvomisojosclavadosen lahierba.Derepente,vi lamiríadadehojaselevarseyempezaratemblar. El miedo me invadió: algo estaba pasando por encima con la invisibleligerezadelviento.Aquellosiguióavanzando.Merodeóporcompleto.Seintrodujoentrelasramasdelárbolquecubríanmicabeza;empezaronaagitarsesinproferirniun solo sonido que indicara su agitación; aquel placentero y natural crujido habíaquedado completamente acallado. Los trinos de los pájaros habían cesado. Ya nopodíaoírlosgraznidosdelospatosenelestanque.Habíaunsilencioterrible.

Pero la encantadora luz del sol seguía derramándose sobremí con tanto brillocomosiempre.

Bajoaquellaluzcegadora,rodeadadeaqueltemiblesilencio,sentíunapresenciainvisiblecercademí.

Metocócariñosamente.Al sentirle,micorazón latió incontroladoconunaalegríaqueme rebosaba.Un

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placerexquisitorecorriótodosycadaunodelosnerviosdemicuerpo.¡Sabíaquiénera!Habíaregresadoamiladodesdeelmundoinvisible.¡Oh,sabíaquiénera!

Y, sin embargo,mi inevitablemortalidad deseaba una señal queme permitieraasegurarmede la realidadde aquella sensación.Mideseo se convirtió enpalabras.Intentépronunciarlas.Dehaberpodidohablar,lehabríadicho:

—Oh,miángel,ofrécemeunaseñaldequeerestú.Peroeracomosiestuvieraparalizada,solopodíapensarlo.La presencia invisible leyó mi pensamiento. Sentí que tocaba mis labios del

mismomodo en que solían hacerlo los labios demi esposo cuandome besaba.Yaquellafuemirespuesta.Volvióaocurrírsemeotraidea.Dehaberpodidohablar,lehabríadicho:

—¿Hasvenidoparallevarmeaunmundomejor?Esperé.Nadaquepudierasentirmetocó.Fui consciente de volver a pensar otra cosa.De haber podido hablar, le habría

dicho:—¿Estásaquíparaprotegerme?Mesentírodeadaporsucariñosoabrazo,delmismomodoquelosbrazosdemi

esposoacostumbrabanabrazarmecuandomeapretabacontrasupecho.Yaquellafuemirespuesta.

La caricia que era como la caricia de sus labios se rezagó hasta perderse; lapresiónqueeracomolapresióndesusbrazosmeabrazóysedeshizo.Losjardinesvolvieronaasumirsuaspectohabitual.Viunapersonacerca;unaencantadoraniñitaquemeestabamirando.

Enaquelmomento,cuandovolvíaaserdenuevomiyosolitario,lavisióndelaniñametranquilizóymeatrajo.Avancéconlaintencióndehablarconella.Paramihorror,derepentedejédeverla.Desapareciódemivistacomosimehubieraatacadouna repentina ceguera.Pasócierto tiempo, solounpardeminutos,o almenosesocreí,ylaniñavolvióahacersevisible,caminandocogidadelamanodesupadre.Meacerquéhastaellos.Estaba lo suficientementecercacomoparaverquemeestabanobservandoconcompasiónysorpresa.Miprimerimpulsofuepreguntarlessihabíanvistoalgoextrañoenmirostrooenmicomportamiento.Antesdequepudierahablar,lahorriblemaravillavolvióasuceder.Desaparecierondemivista.

¿Seguía cerca la presencia invisible? ¿Acaso se estaba interponiendo entremissemejantesmortalesyyo,impidiendoquenoscomunicáramosenaquelmomentoylugar?

Debió de ser eso. Cuando di media vuelta en mi ignorancia, con el corazónapesadumbrado,laterriblecegueraqueendosocasionesmehabíaaisladodelosdemipropiarazayanoseinterponíaentremiperroyyo.Elpobreanimalmellenódelástima.Lollaméparaqueviniera.Semovióaloírmivozymesiguióconlanguidez,aúnsindespertarporcompletodeltrancedeterrorquelehabíaposeído.

Antesdequemehubieraretiradomásdeunpardepasos,creíserconscientede

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nuevodelapresencia.Extendímisbrazosdeseososhaciaél.Esperéconlaesperanzadequeunacariciamedijeraquedebíaregresar.Quizámerespondióindirectamente;loúnicoqueséesqueladecisiónderegresaralmismolugarya lamismahoraseapoderódemíytranquilizómimente.

Lamañanadeldíasiguienteamaneciósombríaynublada,perolalluvianohizoactodepresencia.Salíendirecciónalosjardines.

Miperrocorriópordelantedemímientrascaminamosporlacalle,ydevezencuandosedeteníaaesperarparaverenquédirecciónqueríaseguiryo.Cuandotorcíhacialosjardinesempezóacaminarpordetrásdemí.Pocodespuésmiréhaciaatrás.Ya nome seguía. Se había sentado. Le llamé. Él avanzó un par de pasos, pareciódudar,yregresócorriendohaciacasa.

Yo continué sola. ¿Debo confesar mi superstición? Pensé que la deserción delperrosuponíaunmalpresagio.

Alllegarhastaelárbolmesituédebajodelmismo.Losminutossesucedíansinque ocurriera nada digno de mención. El cielo nuboso empezó a oscurecerse. Lamonótonasuperficiedelahierbanodemostrabaconcienciatemblorosaalgunadequeunacriaturaultraterrenaestuvierapasandoporencimadeella.

Seguí esperando, con una obstinación que pronto empezó a convertirse en laobstinacióndel desespero.Cuánto tiempo transcurrió,mientras observaba la hierbaqueseextendíafrenteamí,noloséconseguridad.Soloséqueentoncesacontecióuncambio.

Bajolamonótonaygrisácealuzviquelahierbaempezabaamoverse…peronodelmismomodoquesehabíamovidoeldíaanterior.Semarchitócomosiunallamala hubiera abrasado. Sin embargo, no había llama alguna a la vista. La tierra quehabíadebajosemostróformandounaestrechafranjamarrónquepodríahabersidounsendero trazado con fuego. Me asusté. Deseaba la protección de la presenciainvisible.Roguéporquemeavisarasiesquehabíaunpeligrocerca.

Unacariciamerespondió.Eracomosiunamanoinvisiblemehubiesetomadodelamano,lahubierahechoelevarsepocoapocoylahubieradejadoseñalandohaciaelestrechosenderomarrónqueavanzabahaciamíentrelasmarchitashojasdehierba.

Miréhaciaelextremomásalejadodelsendero.Lamano invisible se cerró sobre lamía presionándomela amodo de aviso: la

revelacióndelpeligroquemeacechabaestabaacercándose.Esperé;ylavi.Apareciólasiluetadeunhombre,avanzandohaciamísobreelestrechosendero

marrón.Cuandoestuvomáscerca,mirésurostro.Pudeverdifusamente lacaradelhermanodemiesposo:JohnZant.

Perdílaconciencia.Nosabíanada.Nosentíanada.Estabamuerta.Cuandolatorturadelareanimaciónmehizoabrirlosojos,meencontrétumbada

enlahierba.Unasmanosatentaselevaronmicabezaenelprecisomomentoenelquerecuperéelsentido.

¿Quiénmehabíadevueltoalavida?¿Quiénmeestabacuidando?

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AlcélavistayviaJohnZantinclinándosesobremí.

VII

Elmanuscritoterminabaenaquelpunto.SenotabaquelaseñoraZanthabíaescritoalgunaslíneasmásenlaúltimapágina,

pero luego habían sido cuidadosamente borradas hasta resultar ilegibles. Bajo lasfraseseliminadas,aparecíanlassiguientespalabrasamododeexplicación:

Habíaempezadoaescribir lopocoquerestaporcontarse,cuandosemeocurrió que quizá podría estar ejerciendo, sin pretenderlo, una influenciainjusta sobre su opinión. Déjeme tan solo que le recuerde que yo creoabsolutamente en la autenticidad de esta revelación sobrenatural queme heesforzadoendescribir.Recuerdeeso,ydecidapormíloquenomeatrevoadecidirpormímisma.

Nohabíaningúnobstáculoserioqueleimpidieracumplirconaquellapetición.Juzgando desde un punto de vista materialista, la señora Zant había sido, sin

duda,víctimadealucinacionesproducidasporunaenfermedaddelsistemanervioso;yasesabíaconcertezaquetalessíntomaspodíansobrevenir,comoenelcélebrecasodeNicolai,elvendedordelibrosdeBerlín,sinverseacompañadosporuntrastornode los poderes intelectuales. Pero al señor Rayburn no se le había pedido queresolvieraunproblemaintrincadocomoaquel.Meramenteselehabíasolicitadoqueleyese el manuscrito y que expresase la impresión que le había sugerido sobre lacondiciónmentalde la autora, cuyaduda sobre suspropias capacidadeshabía sidoinducida, sin duda alguna, por el recuerdo de la enfermedad que había sufrido: lafiebrecerebral.

Teniendo en cuenta aquellas circunstancias, poca dificultad podía haber enformarseunaopinión.Tanto lamemoriaquehabía recordadoy el juicioquehabíaexpuestocomolasucesióndeacontecimientosrecogidaenlanarraciónrevelabanunamenteentotalposesióndesusrecursos.

Habiendosatisfechoaquelpunto,elseñorRayburnseabstuvodeconsiderarotrascuestionesmásseriassugeridasporloqueacababadeleer.

Encualquierotromomento,loshábitosdesuvidaysumododepensarlehabríanhecho incapaz de sopesar los argumentos que aceptaran o negaran cualquierrevelación sobrenatural entre las criaturas de la tierra. Pero en aquel momento su

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menteestabatanalteradaporelsorprendenteinformedelaexperienciaqueacababade leerqueúnicamenteeraconscientede sentir ciertas impresiones…sinposeer lacapacidaddereflexionarsobreellas.QuesuansiedadalrespectodelaseñoraZantsehabía incrementado, y que sus dudas referentes al señor Zant se habían vistoreforzadas,eranlosúnicosresultadosprácticosquehabíaextraídodelaconfidenciaqueacababaderecibir;almenosdelosquepodíadarsecuenta.Dadaslasordinariasexigenciasdelavidadeunhombrededisposicióndudosa,suinterésenelbienestardelaseñoraZantysudeseopordescubrirloquehabíapasadoentreellaysucuñadodespués de su encuentro en los jardines, le urgieron a actuar de inmediato.Mediahoramástardellegabaasusalojamientos.Fueadmitidodeinmediato.

VIII

LaseñoraZantestabasola,enunahabitaciónnomuybieniluminada.—Espero que disculpe la escasa luz —dijo—. Me arde la cabeza, como si

estuvieraregresandolafiebre.¡Oh,nosemarche!Despuésdeloquehesufrido,nosabeloquemeaterraestarasolas.

Eltonodesuvozleindicóquehabíaestadollorando.ElseñorRayburnhizodeinmediato todo lo que pudo para calmar a la pobre mujer, diciéndole cuál era laconclusión a la que había llegado tras la lectura delmanuscrito. El feliz resultadotuvosusconsecuenciasdeinmediato:seleiluminólacara,sumododecomportarsecambióysemostróansiosaporoírmás.

—¿Leheproducidoalgunaotraimpresión?—preguntó.Él entendió la alusión. Expresando un sincero respeto por sus propias

convicciones,leconfesóhonestamentequenoestabapreparadoparaadentrarseenlaoscura y terrible cuestión de lasmanifestaciones sobrenaturales.Agradecida por eltonoenelquelehabíarespondido,laseñoraZantcambiósabiaydelicadamentedetema.

—Debo hablarle de mi cuñado—dijo—.Me ha hablado de su visita, y estoyimpacienteporsaberquépiensausteddeél.¿LeagradaelseñorJohnZant?

ElseñorRayburndudó.Laexpresióndepreocupaciónvolvióaaparecerenelrostrodelamujer.—Sisehubiesesentidoustedtanentusiasmadoconélcomoélsesienteporusted

—dijo—,podríahabermeidoaSt.Sallinsconelánimomásligero.ElseñorRayburnrecordólasaparicionessobrenaturalesdescritasenlasúltimas

frasesdesunarración.—Creeustedenesaterribleadvertencia—dijo—,¡yaunasíacudiríaalacasade

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sucuñado!—Creoenelespíritudelhombrequemeamómientrasestuvoatadoalatierra—

dijo—.Estoybajosuprotección.¿Quépuedohacerapartededesecharmistemoresyesperar con fe y esperanza?Si hubiera tenido cerca un amigo queme animaramehabríaayudadoadecidirme—hizounapausaysonriócontristeza—.Deberecordarusted—continuó—queelmodoenelqueentiendeustedmisituaciónnoeselmismomodoenelquelacontemployo.DeberíahaberledichoqueelseñorJohnZantsienteunainútilpreocupaciónpormisalud.Dicequenomeperderádevistahastaqueestécompletamente seguro. Sería inútil intentar hacerle cambiar de opinión. Dice quetengolosnerviosdestrozados…¿yquiénquemevierapodríadudarlo?Medicequemi única oportunidad de mejorar es cambiar de aires y disfrutar de un reposoabsoluto.¿Cómopodríacontradecirle?Merecuerdaquenotengomásparientesqueélymáspuertasabiertasquelasuya…¡yDiossabequedicelaverdad!

Dijo aquellas últimas palabras con una entonación de resignación melancólicaqueapenóalbuenhombrecuyoúnicopropósitoeraayudarlayconsolarla.ElseñorRayburnhablóimpulsivamenteconlaconfianzadeunviejoamigo.

—QuierosabermásdeloqueahorasésobreustedysobreJohnZant—dijo—.Mimotivovamásalládelameracuriosidad.¿Creeustedquemiinterésporustedessincero?

—Detodocorazón.Aquellarespuestalediovalorparacontinuarconloqueteníaquedecir.—Cuandoserecobróusteddesudesvanecimiento—empezó—,¿elseñorZantle

haríaalgunaspreguntas,no?—Me preguntó qué podía haber sucedido en un lugar tan tranquilo como los

jardinesdeKensingtonparaquemedesmayara.—¿Yquélerespondióusted?—¿Responder?¡Nisiquierapudemirarlealacara!—¿Noledijonada?—¡Nada!Noséloquepensódemí;podríahabersesorprendido,opodríahaberse

ofendido.—¿Seofendefácilmente?—preguntóelseñorRayburn.—Porloqueyosé,no.—¿Serefierealoquesabeusteddeéldesdeantesdecontraersuenfermedad?—Sí.Desdemi recuperación, suscompromisosconpacientesdelcampo lehan

mantenidoalejadodeLondres.Nolehevistodesdequeconsiguióestashabitacionesparamí.Perosiemprehasidomuyconsideradoconmigo.Mehaescritoenmásdeunaocasiónpararogarmequenolejuzgaradescuidadoyparadecirme(loqueyoyasabíaatravésdemipobreesposo)quenotienedineropropioyquedebevivirdesuprofesión.

—Mientrasviviósuesposo,¿manteníanlosdoshermanosbuenasrelaciones?—Siempre.LaúnicaquejaqueleoípronunciaramiespososobreJohnZantfue

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que no venía a visitarnos a menudo después de nuestra boda. ¿Acaso hay algunamaldadenélsobrelaquenuncahabíamossospechado?Podría…¿Perocómopuedeser?Tengotodotipoderazonesparaestarleagradecidaaesehombrecontraelquehesidoadvertidasobrenaturalmente.Suconductahaciamísiemprehasidocorrecta.Nosería capazde explicarle todo loque ledebo; su influencia fue laquemeayudóacalmarmeyatranquilizarmecuandosurgióunaterribledudasobrelamuertedemiesposo.

—¿Serefiereustedaunasospechasobresinomurióporcausasnaturales?—¡Oh, no! ¡No! Estaba gravemente enfermo de una tisis galopante… pero su

muerte repentina tomó a los doctores por sorpresa.Uno de ellos pensó que podríahaber tomado una sobredosis de sus pastillas para dormir, por accidente. El otrorebatió aquella conclusión, ya que de otromodo habría tenido que celebrarse unainvestigación en la casa. ¡Oh, dejemos de hablar de eso! Hablemos de otra cosa.Dígamecuándovolveréaverle.

—Nosabríadecirle.¿CuándodejaránLondresustedysucuñado?—Mañana.LaseñoraZantmiróal señorRayburnconun ruego impresoen losojosydijo

tímidamente:—¿Vaustedalgunavezalacostaconsuencantadorahijita?Lapetición,alaquelaseñoraZantsolosehabíaatrevidoaaludir,coincidióde

pleno con la idea que en aquel momento estaba pasando por la mente del señorRayburn.

SumadoasusmarcadosprejuiciosencontradeJohnZant,loqueaquellamujeracababadedecir sobre sucuñadohizoqueel señorRayburnseviese invadidoporpremoniciones de peligro para ella; mucho más poderosas ahora que se iba aencontrarbajosu influencia…aunque fue incapazdedistinguirlasespecíficamente.Si otra persona hubiera estado presente en la entrevista y le hubiera dichoposteriormente:«Lareluctanciadeesehombreparavisitarasucuñadamientrassuesposo estaba vivo está asociada a un secreto sentimiento de culpabilidad que lainocenciadeellanopuedeniempezaraimaginar.Él,ysoloél,sabecuáleslacausarealdelarepentinamuertedesuesposo.Sudesaforadaansiedadporlasaluddeellaha sido adoptada comoelmediomás segurode arrastrarla hasta su casa».Si estasformidablesconclusioneslehubieransidoreveladasalseñorRayburn,habríasentidoqueerasudeberrechazarlascomoinjustificablesdifamacionespronunciadasporunhombreausente.Ysinembargo,cuandoaquellanochesedespidiódelaseñoraZant,sehabíaprometidoasímismoofrecerleaLucyunasvacacionesenlacosta;yencimahabíadicho,sinsonrojarse,quelaniñaselomerecíarealmentecomorecompensaporsubuencomportamientoyporelbuenrendimientoensusestudios.

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IX

Tresdíasmástarde,elpadreylahijallegaronaSt.Sallins-on-Sea,casidenoche.EncontraronalaseñoraZantenlaestación.

Lafelicidaddelapobremujeralverlossevioexpresadacomosidelafelicidaddeunniñosetratara.

—¡Oh,estoytancontenta!¡Tancontenta!—fuetodoloquepudodecircuandoseencontraron.Lucyseviomediosofocadaabesos,yrecibióunafelicidadsupremaalserle regalada lamuñecamáspreciosaquehabía tenidoensuvida.LaseñoraZantacompañóasusamigoshastalashabitacionesquehabíanreservadoenelhotel.Pudohablar confidencialmente con el señor Rayburnmientras Lucy estaba en el balcónabrazandoasumuñecaycontemplandoelmar.

El único acontecimientodignodemenciónquehabía sucedidodurante la cortaestanciade laseñoraZantenSt.Sallinshabíasido lamarchadesucuñadoaquellamismamañanaendirecciónaLondres.Habíasidollamadoparaatenderlospiesdeunpaciente ricoqueconocía elvalorde su tiempo: suamade llavesesperabaqueestuvieraderegresoalahoradelacena.

EncuantoasuconductaparaconlaseñoraZant,nosolosehabíamostradotanatentocomosiempre…sinoquehabíaempezadoasercasiopresivamenteafectuoso,tanto en sumodo de hablar como en el de comportarse.No había servicio que unhombrepudieraofrecerqueélnolehubierabrindadoconansiedad.Habíadeclaradoqueyaestabapercibiendounamejoraensuestadodesalud; lahabíafelicitadoporhaberdecididoquedarseconélensucasa;y(comoprueba,quizá,desusinceridad)lahabíatomadorepetidasvecesdelamano.

—¿Tieneustedalgunaideadeloquepuedesignificartodoesto?El señor Rayburn se guardó su idea para sí mismo. Dijo ignorarlo y a

continuaciónpreguntóquéclasedepersonaeraelamadellaves.LaseñoraZantmoviólacabezapensativamente.—Esunapersonatanextraña…—dijo—.Ytieneelhábitodetomarsesegúnqué

libertadesquemehanllevadoatemerqueestéunpocoloca.—¿Setratadeunamujermayor?—No, solo de mediana edad. Esta mañana, después de que su señor hubiese

dejadolacasa,¡llegóapreguntarmequépensabademicuñado!Ledije,contodalafrialdad posible, que pensaba que estaba siendo muy amable. Ella se mostrócompletamente insensible al tono que yo estaba empleando; la situación continuóempeorando.Losiguientequemepreguntófue:«¿Diríaustedquesetratadeltipodehombre que podría agradar a una mujer joven?». Y mientras hablaba me mirabafijamente(podríaestarequivocada,yojaláloestuviese),¡comosi la«mujerjoven»en la que estuviese pensando fuese yo! «No pienso en esas cosas y no me gusta

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hablar sobre ellas», le respondí. Aun así, ella no se desanimó lo más mínimo; acontinuación hizo un comentario personal: «Discúlpeme, pero está ustedenfermizamentepálida».Meparecióque inclusoseregocijabaporeldefectodemitez.Realmentecreoque,asusojos,esomehacíamásdignadesuestima.«Yanosiremosllevandomejorconeltiempo—dijo—.Estoyempezandoatomarleafecto».Trashaberdichoesto,semarchótarareandounacanción.¿Noestáusteddeacuerdoconmigo?¿Nocreeustedqueestáloca?

—Difícilmentepuedodarleunaopiniónhastaquelahayavisto.¿Tieneaparienciadehabersidounamujerhermosaenotraépocadesuvida?

—¡Noeltipodemujerhermosaqueyopudieseapreciar!ElseñorRayburnsonrió.—Estabapensando—continuó—quelaextrañaconductadeestapersonaquizá

podría explicarse. Probablemente estaría celosa de cualquier otra mujer joven quehubiese sido invitadaa lacasadesuseñor.Demodoquese sentíacelosadeusted(hastaquenotósupalidez).

Completamenteincapazdeconcebirlarazónporlacualpudieraconvertirseenelobjeto de los celos del ama de llaves, la señora Zant miró al señor Rayburncompletamenteasombrada.Antesdequepudieraexpresarsusensacióndesorpresa,algolainterrumpió…unainterrupciónbienvenida.Unbotonesentróenlahabitaciónyanuncióquehabíallegadounvisitante,alquedescribiócomo«uncaballero».

LaseñoraZantselevantódeinmediatoparamarcharse.—¿Quiénesesecaballero?—preguntóelseñorRayburn,reteniendoalaseñora

Zantmientrashablaba.Unavozqueambosreconocieronrespondióalegrementedesdeelotroladodela

puerta.—UnamigodeLondres.

X

—BienvenidoaSt.Sallins—exclamóelseñorJohnZant—.Sabíaqueteníaquellegarustedhoy,queridoseñor,demodoquemearriesguéaintentarlocalizarleenelhotel.

SevolvióhaciasucuñadaylebesólamanoconunaelaboradagalanteríadignadelmismísimosirCharlesGrandison.

—Cuandolleguéacasa,querida,ymeenterédequehabíassalido,supusequetupropósitoerarecibiranuestroexcelenteamigo.¿Tehassentidosolamientrasyonoestaba?¡Nopasanada!¡Nopasanada!

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Miró hacia el balcón y descubrió a Lucy observando a aquel magníficodesconocido.

—¿Suhijita,señorRayburn?¡Quéencantodeniña!Venydameunbeso.—No—respondióLucycondecisión.ElseñorJohnZantnoeradelosqueserindenfácilmente.—Enséñametumuñeca,cariño—dijo—.Siéntatesobremirodilla.Lucyrespondióendospalabras:—Noquiero.Su padre se acercó hasta ella y la reprendió como correspondía. El señor John

Zantintervinoenfavordelaclemenciacontodosugracejo.Elevósusmanosenunruegocordial.

—¡QueridoseñorRayburn!Lashadasavecessontímidas.Yaestapequeñahadaenparticularnoleagradanlosdesconocidosaprimeravista.¡Quéencanto!Todoasutiempo. ¿Y, por cierto, cuánto tiempo durará su estancia en St. Sallins? Ojalá laspocasatraccionesconlasquecontamosbastenparaanimarleaprolongarsuvisita.

Formuló aquella halagüeña pregunta con una relajación que parecía demasiadoasumida; a lavezquecontemplabaal señorRayburnconunaatenciónqueparecíaatribuir una importancia excesiva a la respuesta. Cuando dijo: «¿Cuánto tiempodurarásuestanciaenSt.Sallins?»,enrealidadqueríadecir:«¿Cuándosemarcha?».Inclinadoaadoptarestaconclusión,elseñorRayburnrespondióconcautelaquesuestanciaen la costadependeríade las circunstancias.El señor JohnZantmiróa sucuñada,queestabasentadaensilencioenunrincónconLucyensuregazo.

—Despliega tus atractivos—le dijo—.Haz que las circunstancias sean lomásagradablesposibleparanuestrobuenamigo.¿Querrácenarconnosotrosestanoche,queridoseñor,ytraerconsigoasupequeñahada?

Lucyestabalejosderecibiraquelcumplidoconelmismoespírituenelquehabíasidoexpresado.

—Nosoyunhada—dijo—.Soyunaniña.—Una niñamaleducada, además—añadió su padre, con toda la severidad que

pudoreunir.—Nopuedoevitarlo,papá.Elhombredelabarbanomegusta.Elhombredelabarbaparecíadivertido(amigableypaternalmentedivertido)por

eldirectomododehablardeLucy.Repitiósuinvitaciónacenar,ehizoloquepudoparaparecerdecepcionadocuandoelseñorRayburnlepresentósusexcusas.

—Otrodía—dijoentonceselseñorJohnZant(sinfijarlafecha,entodocaso)—.Creoqueencontrarámicasacómoda.Miamadellavesesquizáunpocoexcéntrica,peroenloesencialsetratadeunamujerentremil.¿EmpiezaasentiryaelcambiodeLondres?El airedeSt.Sallins es realmentedignode su reputación.Hay inválidosquevienenaquíysecurancomoporartedemagia.¿QuéopinadelaseñoraZant?¿Quéaspectotiene?

Evidentemente,seesperabadelseñorRayburnquedijeraquelaseñoraZanttenía

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mejoraspecto.Asíloexpresó.ElseñorJohnZantparecíahaberanticipadounamayorexpresióndeentusiasmo.

—¡Sorprendentemente mejor! —pronunció—. ¡Infinitamente mejor! Ambosdeberíamosestarleagradecidos.Porfavor,leruegoquemecreacuandoledigoqueloestamos.

—Siserefiereustedaagradecidosamí—resaltóelseñorRayburn—,noacabodeentenderelporqué…

—¿No acaba de entender el porqué? ¿Es posible que haya olvidado usted laconversaciónquetuvimoseldíaenelquetuveelhonorderecibirleporprimeravez?MiredenuevoalaseñoraZant.

ElseñorRayburnlamiró,yelcuñadodelaseñoraZantseexplicó.—Fíjeseencómoharecobradoelcolor,enelsaludablebrillodesusojos. (No,

querida, no te estoy halagando vacuamente; estoy reconociendo hechos puros yduros).Porestefelizresultado,señorRayburn,estamosendeudaconusted.

—Nocreoqueseaasí.—¡Claroquesí!Fuesuvaliosoconsejoelquemellevóainvitaramicuñadaa

quemevisitaraenSt.Sallins.Ah,ahoralorecuerda.Perdónemesimiromireloj;nodejodepensaren lahorade lacena.Noporqueseaglotón,comopodríapensarsudeliciosahijita,sinoporquesiempresoypuntualparahacerlejusticiaalcocinero.¿Leveremosmañana?Vengatempranoynosencontraráencasa.

Le ofreció su brazo a la señora Zant y, tras hacer una reverencia y sonreír, leenvióunbesoconlamanoaLucyantesdeabandonarlahabitación.RecordandosuentrevistaenLondres,elseñorRayburnentendióentonceselobjetivodeJohnZanten aquellaocasiónpara simular serunhombre indefensonecesitadodeun consejorazonable.Si la estanciade la señoraZantbajo su techo terminabamalporalgunarazón, podría declarar que nunca habría entrado en su casa de no ser por larecomendacióndelseñorRayburn.

Coneldíasiguiente, llegótambiénlaodiosaobligacióndedevolverlavisitadeaquelhombre.

ElseñorRayburnseencontrabaatrapadoentredosalternativas.Envirtuddelosintereses de la señora Zant, debería permanecer, sin importar el sacrificio de suspropias inclinaciones, en buenas relaciones con su cuñado… o debería regresar aLondresyabandonara lapobremujerasudestino.Suelección,resultaredundantedecirlo,nofueenningúnmomentomotivodeduda.Fueahacerunavisitaalacasae,inocentemente, hizo todo lo posible (sin engañar al señor John Zant ni por uninstante)porseragradabledurantelopocoquedurósubrevevisita.Mientrasbajabalas escaleras dirigiéndose hacia la salida acompañado por la señora Zant, sesorprendióde ver a unamujer demediana edad esperando enmediodel recibidor,comosisehubieraplantadoallíexpresamenteparallamarsuatención.

—Elamadellaves—susurrólaseñoraZant—.Eslosuficientementedescaradacomoparaintentarestablecerconfianzaconusted.

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Aquelloeraexactamentealoqueestabaesperandoelamadellavesenmitaddelrecibidor.

—Espero que le esté agradando nuestro acuoso entorno, señor—empezó—.Sipuedoservirledealgunaayuda,porfavorhágamelosaber.Cualquieramigodeestadamapuedecontarcontodamidisposición…yusteddebedeserunviejoamigo,deesonohayduda.Yo solo soy el amade llaves, peropresumodehaber tomadouninteréssinceroporlaseñoraZant,ydehechomealegrodeverleaustedaquí.Nuncasesabecuándopodemosnecesitarunamigo,¿verdad?Esperonohaberleofendido.Gracias,señor.Buenosdías.

Nohabíanadaenlosojosdelamujerqueindicaraunamentealterada;nadaenlaapariencia de sus labios que delatara hábitos de embriaguez. Que su extrañamanifestacióndefamiliaridadprocedíadealgúnmotivoserioeramásqueprobable.JuntandoloquelaseñoraZantlehabíacontado,yloqueélmismohabíaobservado,elseñorRayburnsospechóqueelmotivopudieranserloscelosdelamadellavesentodoloconcernienteasuseñor.

XI

Reflexionandoen lasoledaddesuhabitación,el señorRayburn imaginóqueelúnico curso de acción prudente sería intentar persuadir a la señora Zant de queabandonaraSt.Sallins.IntentóprepararlaanteaquelbruscoprocedimientocuandoaldíasiguientellegóparaacompañaraLucyadarunpaseo.

—Siaúnsearrepientedehaberseobligadoaaceptarlainvitacióndesucuñado—fuetodoloqueseatrevióadecir—,noseolvidedequeesusteddueñadesusactos.Solo tiene que venir a buscarme al hotel y yo la acompañaré hasta Londres en elprimertren.

Ellasenegóconrotundidadaaceptaraquellaidea.—Realmenteseríaunaauténticadesagradecidasiaceptarasuproposición—dijo

—. ¿Cree que soy tan desagradecida como para envolverle a usted en una disputapersonalconJohnZant?¡No!Simeveoobligadaaabandonarlacasa,loharésola.

Nohubomaneradehacerlaapartarsedeaquelladecisión.CuandoellayLucysehubieronmarchado,elseñorRayburnsequedóenelhotel,bastantepreocupado.Unhombrederecursosmentalesmásdespiertospodríahabersevisto impelidoaactuardeinmediatoparaconseguirlomejorenlaemergenciaalaqueahoraseenfrentaba.Mientrasélaúnestabatanlejosdellegaraunaconclusióncomoalprincipio,alguienllamóalapuerta.

¿AcasohabíaregresadolaseñoraZant?Miróatentamentelapuertaqueseabríay

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vio,parasuasombro,alamadellavesdelseñorZant.—Nosealarme,señor—dijolamujer—.LaseñoraZanthasufridounpequeño

desvanecimientoalapuertadenuestracasa.Miseñorlaestáatendiendo.—¿Dóndeestálaniña?—preguntóelseñorRayburn.—Yolaestabaacompañandodevuelta,señor,cuandonosencontramosconuna

damayasuhijitaenlapuertadelhotel.Ibandecaminoalaplaya,ylaseñoritaLucyme rogó que le permitiera ir con ellas. La dama dijo que las dos niñas erancompañerasdejuegos,yqueestabaseguradequeustednopondríaningunaobjeción.

—Ladamateníatodalarazón.EsperoquelaafeccióndelaseñoraZantnoseanadagrave.

—Creo que no, señor. Perome gustaría decir algomás en su interés. ¿Puedo?Gracias, señor —avanzó un paso para estar más cerca de él, y pronunció lassiguientespalabrasenunsusurro—:LlévesealaseñoraZantlejosdeestelugar,ynopierdatiempoenhacerlo.

ElseñorRayburnestabaenguardia.Únicamentepreguntó:—¿Porqué?—Segúntengoentendido—dijo—,haydiferenciasdeopiniónenelParlamento

sobresiunhombrequehaperdidoasuesposahacebienomalencasodecasarseconlahermanadesudifunta. ¡Espereunpoco!Yameacercoal tema.Miseñoresunapersonadegranintelecto:veconsecuenciasqueseescapanalaatencióndepersonascomoyo.Segúnsumododepensar,siunhombrepuedecasarseconlahermanadesuesposa sin que haya nada demalo en ello, ¿qué objeción habría a que un hombrecumplaconlafamiliaysecaseconlaviudadesuhermano?Miseñor,siloprefiereustedasí,esesehombre.Llévesealaviudalejosdeélantesdequesecaseconella.

Aquelloestabamásalládelopermisible.—¡InsultaustedalaseñoraZant—respondióelseñorRayburn—,alsuponerque

algoasíseaposible!—¡Oh! ¿La insulto, verdad?Escúcheme.Loqueocurrirá seráunade estas tres

cosas: se verá obligada a aceptar por algún engaño, se verá obligada a aceptar pormiedooladrogaráparaqueacepte.

ElseñorRayburnsesentíademasiadoindignadocomoparapermitirquesiguiera.—Estádiciendoustedtonterías—dijo—.Nopuedehabertalmatrimonio;laley

loprohíbe.—¿Acasoesustedunadeesaspersonasquenosoncapacesdevermásalládesus

narices?—preguntó lamujer insolentemente—. ¿Acaso no es bueno para la ley eldinerodeJohnZant?¿Acasoestáobligadoamencionarqueyaesparientesuyoporbodacuandocomprelalicencia?—secalló,suhumorcambió;golpeófuriosamenteel suelo con el pie. El verdaderomotivo que la animaba asomó en sus siguientespalabrasyleavisóalseñorRayburndequeleconcedieseunaescuchamásfavorabledelaquehastaentonceslehabíapermitido—.Sinolodetieneusted—estallóella—,¡yoloharé!Sihadecasarseconalguien,esealguienseréYO.¿Selallevaráustedde

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aquí?Selopidoporúltimavez.¿Selallevaráusteddeaquí?Eltonoenelquehabíahechoaquellaúltimaapelacióntuvosuefecto.—VolveréconustedalacasadeJohnZantyjuzgarépormímismo.EllaapoyóunamanoenelbrazodelseñorRayburn.—Yoiréantes…oquizánoconsigaustedque ledejeentrar.Sígamedentrode

cincominutosynollamealapuerta.Cuandoestabaapuntodemarcharse,regresóabruptamente.—Hemos olvidado algo—dijo—. Suponga que mi señor se niega a verle. Su

temperamentopodríadominarle;podríahacerlelavisitatandesagradablequeaustednolequedaramásremedioquemarcharse.

—Tambiénmitemperamentopodríadominarmeamí—replicóelseñorRayburn—. Y, si pensara que es para el bien de los intereses de la señora Zant, podríanegarmeaabandonarlacasaamenosqueellameacompañara.

—Esonuncafuncionará,señor.—¿Porquéno?—Porqueyoseríalapersonaquesufrieralasconsecuencias.—¿Enquésentido?—En el siguiente. Si usted se enfrenta a mi señor en una disputa, yo seré la

culpable por haberle permitido la entrada en la casa. Además, piense usted en ladama.Podríaustedasustarlaterriblementeencasodequeustedesdosllegaranalasmanos.

Elmododehablareraexagerado,peroaquellaúltimaobjeción teníaunafuerzaqueelseñorRayburnsevioobligadoareconocer.

—Ydespuésdetodo—continuóelamadellaves—,éltienemásderechosobrelaseñoraZantqueusted.Esfamiliarsuyo,yustedsolounamigo.

ElseñorRayburnsenegóadejarseinfluirporaquellaconsideración.—LaúnicarelaciónquetieneelseñorJohnZantconellasedebeasumatrimonio

—dijo—.Siellaprefiereconfiarenmí,queasísea.Serédignodesuconfianza.Elamadellavesagitólacabeza.—Eso solo desembocaría en otra pelea —respondió ella—. El modo más

inteligentedeactuar conunhombrecomomi señores elmodopacífico.Debemosintentarengañarle.

—Nomegustanlosengaños.—Enesecaso,señor,medespidodeusted.DejaremosquelaseñoraZantselas

arreglelomejorquepuedaporsímisma.ElseñorRayburnnoqueríaseguiraquelrazonamiento.Senegabaenredondoa

adoptaraquellaalternativa.—¿Oiráustedloquetengoquedecirle?—preguntóelamadellaves.—Nopuedehabernadademaloenello—admitióelseñorRayburn—.Adelante.

Laescucho.Ellaletomólapalabra.

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—Cuandovinoustedanuestracasa—empezó—,¿sefijóustedenlaspuertasdelpasillodelaprimeraplanta?Muybien.Unadeellaseslapuertadelsalón,ylaotraeslapuertadelabiblioteca.¿Recuerdaustedelsalón,señor?

—Unahabitacióngrandeymuybieniluminada—respondióelseñorRayburn—.Ymefijéenquehabíaunapequeñapuertaenunadelasparedes,cubiertaúnicamenteporunacortina.

—Con eso bastará para nuestros propósitos—continuó el ama de llaves—. Sihubiera mirado usted al otro lado de la cortina, habría encontrado la biblioteca.Supongamosquemiseñorsecomportadeunmodotanadecuadocomoelhabitualyle ruega que le disculpe por no poder recibirle, porque se trata de un momentoinconveniente.Y suponga que a su vez se comporta usted de unmodo igualmenteeducado y se retira por donde ha entrado, es decir, por la puerta del salón. Meencontraráesperándoleenlasescaleras,enelprimerdescansillo.¿Loveclaroahora?

—Laverdad,nopuedodecirquelovea,no.—Mesorprende,señor.¿Quépuedeevitarquevolvamosasubiryqueentremos

sinhacerruidoenlabibliotecaporlapuertadelpasillo?¿Yporquénodeberíamosusaresasegundavíadeaccesoalabibliotecacomomediodeaveriguarquépuedeserloqueestésucediendoenelsalón?Asalvo,detrásdelacortina,podráustedversimiseñorsecomportadeunamanerapocoamablecon laseñoraZant,opodráoírlasiella reclamaauxilio.Encualquierade losdoscasos,podrácomportarseustedde lamaneramásrudayenérgicaquecreanecesaria;habrásidoélquienlahayaasustado,no usted. ¿Y quién podrá acusar a la pobre ama de llaves sencillamente porque elseñorRayburn cumplió con su deber y protegió a unamujer indefensa?Ese esmiplan,señor.¿Acasonomerecelapenaintentarlo?

Élrespondió,conbastantesequedad.—Nomegusta.Elamadellavesvolvióaabrirlapuertaysedespidiódeél.SielseñorRayburnnohubierasentidomásqueuninterésordinarioporlaseñora

Zant, habría dejado que la mujer se marchara. Tal y como estaban las cosas, ladetuvo. Y tras pronunciar algunas protestas adicionales (que demostraron serinútiles),acabóporceder.

—¿Prometeustedseguirmisinstrucciones?—dijoella.El señor Rayburn le dio su palabra. Ella sonrió, asintió silenciosamente y se

marchó. Siguiendo sus instrucciones, el señor Rayburn dejó que pasaran cincominutosensurelojantesdeseguirla.

XII

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Elamadellavesleestabaesperandoconlapuertadelaentradaentreabierta.—Estánlosdosenelsalón—lesusurrómientrassubíanlasescaleras—.Pisesin

hacerruidoycójaleporsorpresa.En el centro justo de la habitación había unamesa de forma oblonga. Junto al

extremodelamismamáscercanoalaventana,laseñoraZantcaminabarecorriendoelanchode lahabitacióndeun ladoaotro.Alotroextremode lamesasesentabaJohnZant.Alversesorprendido,demostrósuauténticapersonalidad.Se levantódeunsaltoyprotestóanteaquellaintrusiónprofiriendounjuramento.

ElseñorRayburnentrósinprestaratenciónniasureacciónniasulenguaje;elseñorRayburnnopodíamirarotracosanipensarenotracosaquenofueselaseñoraZant.Estaseguíacaminandolentamentedeunextremoalotrodelahabitación,sinoírlaspalabrasdesimpatíaquelehabíadirigido;completamenteinsensibleinclusoalapresenciadeotraspersonasenlahabitación.

LavozdeJohnZantrompióelsilencio.Volvíaacontrolarsutemperamento;aúnteníarazonesparaseguirmanteniéndoseentérminosamistososconelseñorRayburn.

—Sientohaberperdidolacabezahaceunmomento—dijo.ElseñorRayburnnoprestóatenciónaaquelladisculpa;suinterésestabacentrado

enlaseñoraZant.—¿Cuándohasucedidoesto?—preguntó.—Hace un cuarto de hora. Afortunadamente me encontraba en casa. Sin

hablarme, sin darse siquiera cuenta demi presencia, subió las escaleras como unasonámbulayentróaquí.

ElseñorRayburnseñalóderepentealaseñoraZant.—¡Mire!—dijo—.¡Acabadeproducirseuncambio!Toda la inquietud de sus movimientos había cesado. Ahora se alzaba junto al

extremomásalejadodelamesa,aquelquemáscercaestabadelaventana,dejandoquetodala luzdelsolsederramarasobresurostro.Susojosmirabandirectamentehaciaelfrente,conexpresiónvacía.Suslabiossehabíanseparadomínimamente;sucabeza se había inclinado ligeramente hacia el hombro, en una actitud que sugeríaque o bien estaba escuchando algo, o bien estaba esperando a que algo ocurriera.Frente a aquella luz cálida y brillante, la señora Zant se erguía frente a los doshombres:unacriaturavivaaunqueaisladaenunaquietudqueparecíalaquietuddelamuerte.

JohnZantfuerápidoenexpresarsuopinión.—Uncolapsonervioso—dijo—.Algoparecidoalacatalepsia,comopuedeusted

comprobar.—¿Hallamadoaundoctor?—Nohaynecesidaddeello.—¿Disculpe, cómoha dicho?Amímeparece que es completamente necesaria

unaayudamédica.

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—Hagaelfavorderecordar—respondióelseñorJohnZant—queladecisiónesúnicamente mía, dada mi posición como pariente de la dama. Soy consciente delhonor que su visita me confiere, pero ha elegido el momento con desgracia.Perdónemesilesugieroqueharíabienenretirarse.

ElseñorRayburnnohabíaolvidadoelconsejodelamade llavesni lapromesaque le había hecho.Pero la expresión en el rostro de JohnZant puso seriamente apruebasuautocontrol.DudóunosmomentosyvolvióamiraralaseñoraZant.

Siprovocabaunapeleaquedándoseen lahabitación, laúnicaalternativaque lequedaba sería llevársela a la fuerza. El miedo a las consecuencias que para ellapudiera tenerun repentinoy rudodespertardesu trance fue laúnicaconsideraciónquelellevóasometerse.Saliódelahabitación.

El ama de llaves le estaba esperando en el primer descansillo de la escalera.Cuando la puerta del salón se hubo cerrado de nuevo, la mujer le señaló que lasiguierayvolvieronaascenderlasescaleras.Traslucharconsigomismoporsegundavez, el señor Rayburn la siguió. Entraron en la biblioteca desde el pasillo y sesituaron detrás de la cortina que colgaba sobre la entrada del salón. Preparar elextremodelatelaparaobservarsinlevantarsospechasloquefuesequesucedieraenlaotrahabitaciónfuerealmentefácil.

Enelmomentoenqueel señorRayburnvolvióaverle, el cuñadode la señoraZantseestabaacercandoaella.

Apenasun instantedespués, lamujer semovióantesdeque JohnZanthubierapodidoatravesarelespacioquelosseparaba.Sufigurainmóvilempezóatemblar.Acontinuaciónirguiósuinclinadacabeza.Porunmomentoseencogió,comosialgolahubieratocado.Parecióreconocerlacariciayvolvióaquedarseinmóvil.

John Zant observó el cambio. Se le ocurrió que la mujer debía de estarempezandoavolverensímisma.Intentóhablarconella.

—¡Amormío,midulceángel,venalcorazóndeaquelqueteadora!Volvió a avanzar, se plantó frente a la corriente de luz solar que se derramaba

sobreella.—¡Despierta!—dijo.Ella permaneció en lamismaposición, aparentemente a sumerced, sin oírle ni

verle.—¡Despierta!—repitió—.¡Cariño,vuelveamí!Enelmomentoenqueintentóabrazarla,enelmismomomentoenqueelseñor

Rayburnseabalanzóalinteriordelahabitaciónparaimpedírselo,losbrazosdeJohnZantsevolvieronrígidosmientrasaúnlosmanteníaextendidos.Profiriendoungritodehorror,luchópordevolverlosasuposiciónoriginal;luchó,conelvacíoiluminadoporlabrillanteluzdelsol,comosiunafuerzainvisiblelehubieraagarrado.

—¿Quéesloquemehaagarrado?—gritóelmiserable—.¿Quéesloquesujetamismanos?¡Oh,elfrío!¡¡Elfrío!!

Susrasgosseconvulsionaron;susglobosocularesseelevaronhastaquesoloel

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blancofuevisible.Cayóalsueloconunimpactoquehizotemblarlahabitación.El amade llavesentrócorriendo.Searrodilló juntoal cuerpode su señor.Con

unamano leaflojóelpañueloque llevabaenelcuello.Con laotra señalóhaciaelextremodelamesa.

La señora Zant aún estaba en el mismo sitio, pero se había producido otrocambio.Pocoapocosusojosrecuperaronsuexpresiónnaturalyvivaracha,despuésse cerraron lentamente. Se alejó de la mesa tambaleándose y elevó las manosdescontroladamente, como si buscara algo a lo que agarrarse.El señorRayburn seapresuróallegarhastaellaantesdequesederrumbara…lacogióensusbrazosylasacódelahabitación.

Unadelascriadasseencontróconellosenelrecibidor.ElseñorRayburnlaenvióa buscar un coche. Un cuarto de hora más tarde, la señora Zant estaba a salvo yrecibíasuscuidadosenelhotel.

XIII

Aquellanoche,laseñoraZantrecibióunanotaescritaporelamadellaves.

Losdoctorestienenpocasesperanzas.Laparálisisseestáextendiendoportodoelcuerpoyyahallegadoalacara.Silamuertenoselolleva,quedarácompletamente inválido. Yo me encargaré de cuidarle hasta el últimomomento.Encuantoausted…olvídele.

LaseñoraZantleentrególanotaalseñorRayburn.—Léala y destrúyala.Está escrita a partir de una total ignorancia de la terrible

verdad.Élobedecióylacontemplóensilencio,esperandooíralgomás.Ellaescondiósu

rostro.Laspocaspalabrasqueledirigióbrotaronconlentitudydesganadesuslabiostrashaberpeleadoconsigomisma.

—No fueunamanomortal loquedetuvo lasmanosde JohnZant—dijo—.Elespírituguardiánmeacompañabaparacumplir lapromesaquemehabíahecho.Losé.Nodeseosabernadamás.

Habiendohabladodeestemodo, se levantópara retirarse.Él leabrió lapuerta,viendoquenecesitabadescansarensupropiahabitación.

Unavezasolas,empezóaconsiderarlaperspectivaqueselepresentabaparaelfuturo.¿Cómoibaacontemplaralamujerqueacababadeabandonarlahabitación?

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¿Como una pobre criatura debilitada por la enfermedad, la víctima de su propiaalucinaciónnerviosa?¿Ocomoelobjetoelegidodeunarevelaciónsobrenatural,sinparalelismoconningunaotrarevelacióndelaqueélhubieratenidonoticia,ohubieraencontradoregistradaenlibros?Elprimerdescubrimientodellugarqueellaocupabarealmente en su estima se le ocurrió cuando se descubrió apartándose de laconclusiónquelehacíasentirpiedadporellae inclinándosehaciaaquellaotramásnoblequecomulgóconsufeylaelevóhastaunpuestoalmargendetodaslasotrasmujeres.

XIV

AbandonaronSt.Sallinsaldíasiguiente.Cuandollegaronalfinaldelviaje,Lucyagarróconfuerzalamanodelaseñora

Zant.Laslágrimasasomaronalosojosdelaniña.—¿Tenemosquedecirleadiós?—ledijotristementeasupadre.ElseñorRayburnnoparecíadecidirseahablar.Únicamentepudodecir:—Querida,pregúntaselotúmisma.Peroelresultadolejustificó.Lucyvolvíaaserfeliz.

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¡REVIENTACONELBERGANTÍN!

Tengoquehacerlesunaterribleconfesión.Mepersigueunfantasma.Yaunquetuvierancienañosparaintentaradivinarlo,jamásacertaríanadecirqué

tipodefantasmaeselfantasmaquemepersigue.Alprincipiolesharéreír,peromásadelante conseguiré que se les ponga la carne de gallina. Mi fantasma… es elfantasmadeuncandelerodedormitorio.

Sí, un candelero de dormitorio con su vela correspondiente; una sencillapalmatoria con su cirio; llámenlo como quieran. Eso es lo queme persigue.Ojaláfuera algomás agradable y menosmundano: una bella mujer, unamina de oro yplata, un coche con sus caballos, o algo parecido. Pero, siendo lo que es, debotomarlocomo tal,y llevarlo lomejorquepueda.Y lesagradeceréde todocorazónqueporfavormeayudenhaciendolomismo.

No soy precisamente un universitario, pero me atrevo a creer que cuando unhombreseveencantadoporcualquiercosabajoelsolesdebidoaquesehallevadounsustoterrible.Entodocaso,elencantamientoquesufroamanosdeuncandelerode dormitorio con su correspondiente vela se originó a partir del terror que meprodujo un candelero de dormitorio con su correspondiente vela.Un terror que hesentidomediavidayunterrorque,enelpresente,memantienealbordedelalocura.Noesquemeresulteagradableconfesarestoantesdeentrarendetalle,peroquizáasíse vean ustedes un poco más inclinados a creer que no soy un completo cobardecuandocompruebenquesoylosuficientementevalientecomoparareconoceralgoasídebuenasaprimeras.

Acontinuaciónencontraránlosdetalles,tanbiencomosoycapazdetransmitirlos.Meenrolécomogrumeteymehicealamarcuandoaúnnoeramásaltoquemi

bastón,ehiceunbuenusodemitiempo;o,almenos,elsuficientecomoparallegaradormirenlaliteradelpilotocontansoloveinticincoaños.

Fueenelañomilochocientosdieciocho,odiecinueve,noestoyseguro,cuandocumplí los veinticinco. Les ruego que excusen mi deficiente memoria en todo loreferenteanombres,números, lugaresydetallessimilares.No teman,sinembargo,porloqueconciernealahistoriaquelesheprometidocontarles;estácompletamentegrabadaenmimente.Enestemomentopuedoverenmicabezatodoloreferentealamismacontantaclaridadcomosifueramediodía,perosehalevantadociertanieblafrentealoquesucedióantesy,paraelcaso,tambiénunanieblaparecidafrentealoque sucedió después. Y con la edad que tengo no es muy probable que vuelva alevantarse,¿verdad?

Bien, enmil ochocientos dieciocho, o diecinueve, una época en la que nuestrapartedelmundovivíaenpaz(ynoantesdequefueradeseada,medirán),habíaunaguerra de esas de golpea y corre en marcha en aquel viejo campo de batalla que

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nosotrosloshombresdemarconocemosporelnombredeLaGranEspaña.Hacía años que las posesiones de los españoles en Sudamérica se habían

amotinado abiertamente y se habían declarado independientes. El enfrentamientoentreelnuevogobiernoyelantiguohabíacausadoungranderramamientodesangre,pero era el nuevo el que había salido más fortalecido de todo el asunto, debidoprincipalmente a la labor del general Bolívar, un hombre ilustre en su momentoaunqueactualmenteparecehaberdesaparecidodelamemoriadelagente.Ingleseseirlandesesconganasdepeleaynadaquehacerencasaseunieronalgeneralcomovoluntarios,yalgunosdenuestrosmercantesdescubrieronquellevarabastecimientosal bando popular era un buen negocio. Había riesgos notables, por supuesto, perocada vez que un movimiento especulativo de este tipo tiene éxito compensa dosfracasos con creces.Y ese es el auténtico principio del comercio, que funciona entodoelmundo,yquehevistoconmispropiosojosalládondeheestado.

Detodoslosinglesesquesevieronenvueltosenestenegociohispanoamericano,yo,suhumildeservidor,resultéseruno.

EntonceserapilotodeunbergantínpertenecienteaciertacompañíadeLondresdedicadaalcomerciogeneral,principalmenteconlugarescompletamenteextrañosylomás lejanosposibledecasa,yque llenóelbergantín,enelañoalquemeestoyrefiriendo,conuncargamentodepólvoraparaelgeneralBolívarysusvoluntarios.

Nadiesabíanadasobrenuestrasinstruccionescuandopartimos,salvoelcapitán,ya él no parecían gustarle.No puedo decir exactamente cuántos barriles de pólvorallevábamosabordo,nicuántohabíaencadabarril;soloséqueno llevábamosmáscargaqueaquella.ElnombredelbergantíneraBuenaIntención.Unnombrebastantecurioso,mediránustedes,paraunbajelatiborradodepólvora,enviadoparaayudaraunarevolución;asíeraenloqueaesteviajeserefiere.Esteúltimocomentarioesunabroma,yesperoquemeanimenacontinuarsaludándolaconcarcajadas.

ElBuenaIntenciónfuelabañeramásviejaenlaqueyomehayahechoalamaren toda mi vida, y la peor provista en todos los aspectos. Podía acarrear unasdoscientas treinta o doscientas ochenta toneladas de carga, ya lo he olvidadoexactamente,ylatripulaciónconsistíaenochohombres,cargosincluidos;esdecir,nidecercalosquehubiéramostenidoqueserparahabermanejadoelbergantín.Entodocaso, se nos pagababieny honestamente, y éramosnosotros los que teníamosqueponerlapagaaunladodelabalanza,ylaposibilidaddeacabarenelfondodelmar(odevolarenpedazos,sinosreferimosaaquellaocasiónenconcreto)alotro.

Debidoalapeculiarnaturalezadenuestrocargamento,nosvimosatosigadosconnuevasórdenesrelativasa fumarnuestraspipasoaencendernuestras linternasquenonosgustaronlomásmínimo;ycomosueleserhabitualenestoscasos,elcapitánquehabíaimpuestotalesórdenespredicabaloquenopracticaba.Aningúnhombresele permitía tener la más mínima llama encendida cuando abandonaba la cubierta,excepto al patrón, que usaba su luz cada vez que bajaba a la bodega o cuandoconsultabalascartassobrelamesadesucamarote,comosiempre.

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Esta luz era una vela común de cocina colocada sobre un viejo y golpeadocandelero, con el esmalte tan gastado y fundido que toda la lata estaba a la vista.Habría parecido más marinero y apropiado en todos los aspectos que el capitánhubieratenidounalámparaounalinterna,peroseaferrabaasuviejocandelero,yesemismo viejo candelero se ha aferrado después a mí. Ese ha sido otro juego depalabras,silesplace,yenmiopiniónmejorqueelprimero.

Bien (ya he dicho «bien» con anterioridad, pero es una palabra que ayudamucho),partimosenelbergantínypusimos rumbohacia las IslasVírgenes, en lasIndias Occidentales; tras avistarlas, nos dirigimos a continuación hacia las IslasLeeward;yunavezallí,pusimosrumboalsurhastaqueelvigíadelmástilempezóagritarnosalosdecubiertaparadecirnosqueveíatierra.AquellatierraeralacostadeSudamérica. Hasta entonces habíamos tenido un viaje maravilloso. No habíamosperdidounasolavelayningunodenuestroshombreshabíatenidoquedejarselavidaen las bombas de achique. Les diré que el Buena Intención no disfrutaba muy amenudodeviajestanapaciblescomoaquel.

Semeordenóquesubieraalpaloparacomprobarlodelatierra,yasílohice.Cuandoleinforméalcapitándequeefectivamentehabíamosavistadolacosta,se

fueabajoparaecharleunvistazoasusinstruccionesyalascartasmarítimas.Cuandoregresóacubiertaalterónuestrocursoligeramenteendireccióneste;heolvidadoelpuntodelcompás,peronoimporta.Loquesírecuerdoesqueantesdeacercarnosalacostayahabíaoscurecido.Mantuvimoselrumboycabeceamoselbergantínparaquesemantuviera a una profundidad constante de entre cuatro o cinco brazas, aunquequizáfueranseis,noselopuedodecirconseguridad.Yomeencarguédemantenerojoavizoralmodoenquesedesplazabaelbarco,yaqueningunodenosotrossabíacómoeranlascorrientesdeaquellacosta.Todosnospreguntamosporquéelcapitánnoechabaelancla,peroéldijoqueno,queprimeroteníamosqueponerunaluzenloalto del palo mayor y esperar a que otra luz nos respondiera desde la costa.Esperamos,ynosucediónadaporelestilo.Elcieloestabadespejadoyencalma.Elpoco viento que semovía llegaba en ráfagas desde tierra. Supongo que esperamosdurante,segúnmepareció,casiunahora,dejándonosllevarporlacorrienteunpocohaciaeloesteantesdequesucedieraalgo.Yentonces,enlugardeverunaluzenlacosta,vimosunbotedirigiéndosehacianosotros.

Lesdimoselaltoyrespondieron:«Amigos»,ydespuésnossaludaronpornuestronombre.Subieronabordo.Unodeelloseraunirlandés,yelotrounpilotonativodelcolordelcaféquechapurreabaunpocodeinglés.

El irlandés le extendió una nota al capitán, que tuvo a bienmostrármela. Nosinformaba de que la parte de la costa en la que nos encontrábamos no resultabasegura para descargar nuestra mercancía, ya que habían encontrado y fusilado aalgunosespíasenemigosen lacomarca(esdecir,partidariosdelanteriorgobierno).Podíamosconfiarelbergantínalasmanosdelpilotonativoparaquenoscondujeraaotrolugardelacosta.Lanotaveníafirmadaporlaspersonasadecuadas,demodoque

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dejamosqueelirlandésregresarasoloenelbote,ypermitimosalpilotoqueejercierasu legítima autoridad sobre el bergantín. Nos estuvo alejando de tierra hasta elmediodía del día siguiente (aparentemente sus instrucciones le ordenabanmantenernosalejadosdelalcancevisualde lacosta).Soloalteramoselcursopor latarde,ynovolvimosaestarcercadelacostahastapocoantesdelamedianoche.

Aquel piloto tenía una apariencia de vagabundo como jamás he visto otra.Unperro mestizo, huesudo, cobarde y belicoso, que insultaba a los hombres con uninglés quebrado y vil, hasta que todos y cada uno de ellos estuvieron dispuestos aarrojarleporlaborda.Elcapitánlosmantuvocalmados,yyolosmantuvecalmados;dadoqueelpilotonoshabíasidoimpuestopornuestrasórdenes,habíaquehacerloquemejorpudiéramosconél.Entodocaso,pocoantesdelacaídadelanocheypesea toda la buena intención del mundo por evitarlo, fui lo suficientementedesafortunadocomoparatenerunadisputaconél.

Quería irbajocubiertaconsupipaencendida,yporsupuesto ledetuve,porqueibaencontradelasórdenes.Aloíraquello,intentópasaramiladoaempellones,yyolehiceretrocederdeunmanotazo.Noeramiintenciónhacerqueterminaraenelsuelo,perodealgúnmodoesofue loquepasó.Se levantóde inmediato tanrápidocomoelrayoysacóunanavaja.Selaarranquédelasmanos,leabofeteésuasesinorostro y arrojé el arma por encima de la borda. Me dirigió una terrible mirada ydespués se esfumó de mi vista. No le presté mucha atención a aquella miradaentonces,peropocodespuéstuvemotivospararecordarlaperfectamente.

Volvíamosaestarcercadelacostacuandoelvientodejódesoplar,entrelasonceylasdocedelanoche,ylanzamoselanclasiguiendolasinstruccionesdelpiloto.

Estabaoscurocomolabocadelloboyhabíaunacalmatotal.Elcapitánestabaencubierta con dos de nuestros mejores hombres, vigilando. El resto estaba abajo,menos el piloto, que se hacía un ovillo, más como una serpiente que como unhombre,enelcastillodepopa.Miturnodevigilancianoempezabahastalascuatrodelamadrugada,peronomegustabaelaspectodelanoche,nidelpiloto,nidetodoelasuntoengeneral,demodoquemetumbéencubiertaparaecharunacabezadayestar preparado para cualquier emergencia. Lo último que recuerdo fue al capitánsusurrándomequetampocolegustabaelaspectoqueteníatodoaquello,yqueibaairasucamaroteparavolverarepasartodassusinstrucciones.Aquelloesloúltimoquerecuerdo,antesdequeellento,pesadoyregularbalanceodelbergantínsobrelasolasmesumieraenelsueño.

Medespertédebidoaunruidoderefriegaenelcastillodepopayalapresióndeunamordazaenmiboca.Teníaunhombresobreelpechoyotrosobrelaspiernas;enmediominutomehabíanatadodepiesymanos.

Elbergantínestabaenmanosdelosespañoles.Lorecorríancomounenjambre.Oíseispesadosimpactoscontraelagua,unodetrásdeotro.Vicómoapuñalabanalcapitán en el corazón cuando subía corriendo de su camarote, y oí un séptimoimpactocontraelagua.Exceptoyo,todaslasalmasdelbarcohabíansidoasesinadas

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yarrojadasalmar.Nopodíaimaginarporquémehabíandejadoamíconvida,hastaquevialpilotoinclinarsesobremíconunalinternaparaasegurarsedequiénerayo.Una diabólica sonrisa se extendió sobre su rostro y asintió con la cabeza, comodiciendo:«Túeres elhombrequemehaempujadoy abofeteado.Acambio,voyajugarcontigoalgatoyalratón».

No podía moverme ni hablar, pero pude ver a los españoles abrir la escotillaprincipal y preparar los aparejos para sacar el cargamento.Un cuarto de horamástardeoíelsonidoproducidoporunagoletauotrobarcopequeñoaldeslizarsesobreelagua.Laextrañaembarcaciónsecolocójuntoanuestrobergantín,ylosespañolessepusieronmanosalaobraparatrasladarnuestrocargamento.Todostrabajaronduroexcepto el piloto, que venía de vez en cuando con su linterna para echarme otrovistazo, sonreír y asentir delmismomodo diabólico. Soy lo suficientemente viejocomoparanoavergonzarmedecontarlaverdad,ynomeimportareconocerqueelpilotomeasustaba.

Apenasseránecesarioquedigaqueyamehabíadispuestoparalopeor.Elpiloto,estaba claro, era uno de los espías del enemigo que había conseguido ganarse laconfianza de nuestros empleadores sin que nadie sospechara de él. Él o, másposiblemente, sus jefes, tenían suficiente información sobre nosotros como parasospecharlaclasedecargamentoquellevábamos.Habíamosancladodenocheenellugarmás apropiadopara que nos sorprendieran y habíamos pagado el castigo portenerunatripulaciónpequeñay,por tanto,unavigilancia insuficiente.Todoaquelloestabalosuficientementeclaro,pero¿quéqueríahacerconmigoelpiloto?

Les doy mi palabra de que aún ahora se me pone la carne de gallina solo decontárseloaustedes.

Después de que todos hubieran abandonado el bergantín, con la excepción delpilotoydedosmarinosespañoles,estosúltimosmeagarraron,atadoyamordazadocomoestaba,ymebajaronalasentinadelbarcoparadejarmeenelsuelo.Despuésmeataronalosmaderosconunoscabosdemodoquepudieravolvermehaciaunladoohaciaelotro,peronorodarsobremímismoparacambiardelugar.Acontinuaciónsemarcharon.Alosdoslesrebosabaelalcoholportodoslosporosdelcuerpo,peroeldiablodelpilotosemanteníasobrio; tansobrio, ténganloencuenta,comopuedaestarloyoahora.

Permanecí en la oscuridad durante un rato, con el corazón latiéndome como siquisieraescapársemedelpecho.Seguíasídurantemásomenosunoscincominutos,hastaqueelpilotobajóalasentina.Solo.

Enunamanollevabaelmalditocandelerodelcapitányunaleznadecarpintero,yen la otra sujetaba un largo, estrecho y aceitoso cordel de algodón. Colocó elcandelero,conunavelanuevareciénencendida,enelsuelo;amásomenosmediometro de mi cara y cerca del casco del barco. La luz era débil, pero más quesuficienteparaalumbrarunadocenaomásdebarrilesdepólvoraabandonadosamialrededor en la sentina del bergantín. En el momento en que los vi, empecé a

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sospecharloquepretendía.Elhorrorseapoderódetodomicuerpoyelsudorempezóabrotardemirostrocomosideaguasetratase.

Levidirigirsehaciaunodelosbarrilesdepólvoracercanosalcasco,queestabaenlíneaconlavelayaunadistanciadelamismademásomenosunmetro.Hizounagujeroaunladodelbarrilconsulezna,ylahórridapólvoraempezóaderramarsealexteriortannegracomoelinfierno,cayendosobrelamanoquehabíaextendidopararecogerla. Cuando tuvo un buen puñado, taponó el agujero con un extremo de suengrasadocordel,ydespués restregó lapólvoraa lo largode todoelalgodónhastaquesuúltimohilohuboquedadoperfectamenteennegrecido.

Losiguientequehizo(tanciertocomoqueestoyaquísentado,tanciertocomoelcieloquehaysobrenosotros),losiguientequehizo,digo,fuecogerelextremolibredesulargo,negroyterriblecordelyacercarloalavelaquehabíajuntoamirostro.Loatódándolevariasvueltasalrededordelavela(elsangrientovillano),aunterciode la misma si calculamos la distancia entre la altura a la que estaba ardiendo lamechaysubase.Trashaberhechoaquello,seaseguródequemisatadurasestuvieranbienfirmes,ydespuésacercósurostroalmíoymesusurróenlaoreja:

—¡Revientaconelbergantín!Unmomentodespuésvolvíaaestarencubierta,yélylosotrosdoscerrabanla

escotilla. Sin embargo, no terminaron de asegurarla en el extremomás alejado dedondeyoestaba tumbado,demodoquecuandomiréenaquelladirecciónpudeveruna franjade luzdiurnabrillando.Oí los remosde lagoleta chocar contra el aguacadavezmásdébilmente,splash,splash,mientrasarrastrabanalbarcoatravésdelacalma total, esperandoaque se levantaraelviento.Másymásdébilmente,splash,splash.Seguíoyéndolosduranteuncuartodehoraomás.

Mientrasmisoídosseconcentrabanenaquelsonido,misojospermanecíanfijosenlavela.

Estabareciénencendida.Dedejarqueseconsumierasola,habríaardidoduranteseis o siete horas. El cordel estaba atado a un tercio de la misma en sentidodescendente;porlotanto,lallamatardaríaunasdoshorasenalcanzarlo.Allíestabayo, amordazado, atado, inmovilizado al suelo, viendo cómo mi propia vida seconsumíaalmismotiempoqueaquellavelaqueardíaamilado.Allíestabayo.Soloenmitaddelmar,condenadoavolarenpedazosyavercómomidestinoseacercabasegundoasegundodurantecasidoshoras;indefenso,incapazdesalvarmeyprivadode mi voz para solicitar ayuda. Lo que más me asombra ahora es que no meadelantaraalavela,elcordelylapólvoramuriéndomedurantelaprimeramediahoraque permanecí en la sentina del bergantín debido al horror que sentía ante misituación.

No puedo decir exactamente durante cuánto tiempo conseguí mantener eldominiodemímismoapartir dequedejédeoír los chapoteosde los remosde lagoleta.Hastaciertopunto,puedorecordaralaperfeccióntodoloquehiceytodoloquepensé;perotraspasadoesepuntotodosefundeysepierdeeneltorbellinodemis

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recuerdosdelmismomodoqueentoncesperdíelcontrolsobremímismo.Enelmomentoenquecerraronlaescotillasobremí,empecé,comohabríahecho

cualquier otro hombre, a intentar librarme frenéticamente de las ataduras queinmovilizabanmismanos.Atenazadoporelpánico,mecortélacarneconlascuerdascomo si hubieran sido navajas, pero no conseguí aflojar los nudos. Menosposibilidades aún tenía de liberar mis piernas, o de arrancar las ataduras que memanteníaninmovilizadocontraelsuelo.Dejédeintentarlocuandoestuveapuntodemorir ahogado por la falta de aire. La mordaza, como recordarán, era un terribleenemigo. Solo podía respirar por la nariz, y hablamos de una pobre ventilacióncuandoloqueestáhaciendounhombreesponerapruebatodasufuerzacomonuncaanteslohabíahecho.

Merendíyyacíinmóvil,hastaquevolvíarecuperarelaliento,sinquemisojossesepararanporuninstantedelavela.

Mientras la estaba contemplando, se me ocurrió la idea de intentar apagarlasoplando repentinamente a través de los agujeros de la nariz. Sin embargo, estabademasiadolejosyademasiadaalturacomoparaalcanzarladeesemodo.Lointenté,lointentéylointenté…hastaquenomequedómásremedioquevolverarendirmeypermanecer inmóvil una vez más, sin apartar los ojos del candelero y sin que elcandeleroapartarasusojosdemí.Elruidodelosremoseraparaentoncesmuydébil.Ya casi no podía oírlos en el silencio de lamañana.Splash,splash, cada vezmásdébilmente…splash,splash…

Sin sentir exactamente que estaba perdiendo la cabeza, ya en unmomento tantemprano como aquel empecé a darme cuenta de que la notaba extraña.Lamechaquemadaseestabahaciendocadavezmásymáslarga,mientrasqueladistanciaentrela llamay el cordel, que era lamedidademivida, era cadavezmásymás corta.Calculéquemequedabamenosdehoraymediadevida.

¿Una hora y media? ¿Había alguna posibilidad de que en aquel intervalo detiempo llegara algúnbarcodesde la costa queviera el bergantín?Tanto si la tierracercana a donde habíamos anclado el barco estaba en posesión de nuestro bando,comoenladelenemigo,imaginéqueantesodespuéstendríanqueenviaraalguienpara que recibiera al bergantín, aunque solo fuera porque se trataba de un barcoextrañoenaquelloslugares.Loqueimportabaera:¿cuándo?Segúnpodíacomprobaratravésdelarendijadelaescotilla,elsoltodavíanohabíasalido.Todossabíamosyaantesdequeelbergantínfueseasaltadoquenohabíaningúnpuertocercano,porquenohabíamosvistoningunaluzenlacosta.Segúnloquepodíaoír,aúnnosehabíalevantadoelvientosuficientecomoparaacercaraalgúnbarcohastamí.Sihubieratenidoseishorasdevida,quizáhubierahabidoalgunaoportunidaddequealgoasísucediera entre la salida del sol y el mediodía. Pero con hora y media, que paraentoncessehabíareducidoahoraycuarto;o,enotraspalabras,teniendoencuentalotempranodelahora,lodeshabitadodelacostaylacalmatotalquemerodeaba…noteníalamásmínimaoportunidad.Alsentiraquello,entabléunanuevaluchaconmis

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ataduras;laúltima,yaquesoloconseguícortarmemásyacrecentarmidolor.Mevolvíarendirypermanecíinmóvil,intentandooírelchapoteodelosremos.¡Yanoseoíanada!Ningún ruidosalvoelprovocadodevezencuandopor los

pecesalsaliralasuperficie,yloscrujidosdelosviejosmaderosdelbergantín.Una hora y cuarto. El nivel de la mecha quemada se fue incrementando

alarmantemente a medida que iban pasando aquellos quince minutos, y suchamuscadapartesuperiorempezóaensancharseyaadquirirformadeseta.Prontonopodríaseguiraguantandosupropiopesoycaería.¿Seguiríaardiendoeltrozodemechacuandocayera?Yde ser así, ¿podría llegaracaer sobreel cordeldebidoalbalanceodelbergantín?Si ese fuera el caso, apenasmequedaríandiezminutos enlugardeunahora.

Aquel descubrimiento condujo mi mente hacia nuevos derroteros durante unminuto. Empecé a preguntarme cómo sería morir en una explosión. ¿Doloroso?Bueno,contodaprobabilidadseríademasiadorápido.Quizásentiríaunenormegolpeenmiinterior,oenelexterior,oambosalavez,yesoseríatodo.Quizánisiquieraeso. ¿Llegaría la muerte al mismo tiempo que la fragmentación de mi cuerpo enmillonesdepedacitosardientes?Nopodíaimaginármelo.Nopodíafigurarmecómosería.Antesdequehubierapodidoterminardepensar,elminutodecalmaabandonómimenteymevidenuevoinmersoenlomío.

Cuandovolví enmí (ocuandomispensamientos regresaronamí,no lo séconcerteza), lamechaeraya terriblementegrande; la llamaardíaprovocandounagranhumareda, la parte chamuscada era ancha y roja, y todo aquello estaba a punto decaer.

Midesesperaciónymihorroralverlomellevaronenunanuevadirecciónquealmenos resultaríabeneficiosaparamipobre alma. Intenté rezar interiormente;ya sepodránimaginarquelamordazameimpedíahacerlodeotromodo.Lointenté,perolavelaparecíaquemarseenmiinterior.Peleéconfuerzaparaforzaramisojosaquesesepararandelalentallamaasesinayparacontemplarlabenditaluzdelsolatravésdelresquiciodelaescotilla.Lointentéunavez,lointentédosvecesydespuésdejéde intentarlo.A continuaciónprobé a cerrar los ojos.Ymantenerlos cerrados.Unavez,dos…ylasegundavezloconseguí.

«QueDiosbendigaamiviejamadre,yamihermanaLizzie;queDioslasprotejaymeperdone…».Eso fue todo loque tuve tiempodedecir antesdequemisojosvolvieran a abrirse, muy a mi pesar. La llama de la vela se apoderó de ellos, seapoderódemí,seapoderódetodomiser,ehizoquetodosmispensamientosardieranenuninstante.

Ya no podía oír a los peces, no podía oír el crujido de losmaderos.No podíapensar.Nopodía sentir el sudorquemiagoníamortal estabaderramandosobremicara.Solopodíamirarendirecciónalapesadaychamuscadamechadelavela.Seretorció, se arrugó, giró hacia uno de los lados… y cayó, completamente roja aliniciarlacaída,negraeinofensivacuandoelbalanceodelbergantínlahizoaterrizar

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sobrelabasedelcandelero.Medescubríriendo.¡Sí!Riendoantelainocentecaídadeaquelfragmentodemecha.Denoserporla

mordaza, habría lanzado aullidosde risa.Tal y comoestaba,me retorcí por dentrodebidoaella;meretorcíhastaquelasangresemesubióalcerebroyestuveapuntodemorirahogadodebidoamiincapacidadpararespirar.Solomequedabaelsentidocomúnjustoparadarmecuentadequemihórridarisaeraunaclaraseñaldequemicerebro estaba empezando a fallar. Solome quedaba el sentido común justo comopara intentar luchar por últimavez antes de quemi cerebro se desbocara comouncaballoasustadoysealejarademí.

Intentéecharleunreconfortantevistazoalaluzdeldíaatravésdelresquiciodelaescotilla. La lucha quemantuve conmis ojos para intentar separarlos de la vela ydirigirloshaciaesaotraluzfuelamásduraquehabíamantenidohastaelmomento;yvolvíaperderla.Lallamareteníamimiradaconlamismafuerzaquelascuerdasmemantenían inmovilizadas lasmanos.Nopodía desviar la vista.Yani siquiera pudecerrar los ojos cuando volví a intentarlo. Allí estaba lamecha, volviendo a crecerpeligrosamente.Allíestabaelespacioaúnporconsumirseentrelallamayelcordel,reducidoaunostrescentímetrosomenos.

¿Cuántotiempodevidamedejabanaquellosescasoscentímetros?¿Trescuartosdehora?¿Mediahora?¿Cincuentaminutos?¿Veinteminutos?¡Basta!Aquelpedazodeceratardaríamásdeveinteminutosenarder.¡Unpedazodecera!¡Imagínensealcuerpoyelalmadeunhombremanteniéndoseunidosporunsimplepedazodecera!¡Extraordinario!¡Vaya,nisiquieraelmásgrandedelosreyessentadosobresutronoconseguiríamantenerunidoselcuerpoyelalmadeunhombre!¡Ysinembargo,allíteníayounpedazodeceraquepodíahacer loqueaunreyleresultaría imposible!Ahíteníaalgoparacontarleamimadrecuandoregresaraacasa,quelasorprenderíamásquetodosmisotrosviajesjuntos.Mevolvíareírinteriormentealpensaraquello,ymemovíymeretorcíymeahoguéhastaque la luzde lavelaatravesómisojos,entróenmíyabrasólarisa;ymedejóvacío,yfrío,einmóvilunavezmás.

MimadreyLizzie.Nosécuándoregresaron,perolohicieron.Noenmimente,comomehabíaparecido con anterioridad, sino en carneyhueso; en la sentinadelbergantín.

Sí, allí estaba Lizzie con toda seguridad, tan despreocupada como siempre,riéndosedemí.¡Riéndose!Bueno,¿yporquéno?¿QuiénpodríaculparaLizzieporpensarquenoestoysinotiradoborrachoenelsuelodelabodega,rodeadodebarrilesdecerveza?¡Basta!Ahoraestállorando.Lloramientrasdavueltasymásvueltasenuna encendida niebla, frotándose nerviosamente las manos, chillando para pedirayudadeunmodomásymásapagadocadavez,comoelchapoteodelosremosdelagoleta.¡Yanopodíaoírnada!Habíaardidoenlaniebla.¿Niebla?¿Fuego?No,nilounonilootro.Esmimadrelaqueirradialuz.Mimadrecosiendocondiezardientescarbones,unoencadapuntadesusdedos,ymontonesdemechasenvezdepelogris

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colgando alrededor de su rostro. Mi madre en su viejo sillón, y las alargadas yhuesudasmanos del piloto agarradas a la espalda de la silla, derramando pólvora.¡No!¡Nipólvora,nisilla,nimimadre!Allínohabíanadasalvoelrostrodelpiloto,brillandocomouncarbónalrojovivo,comounsolenlaencendidaniebla,saltandodearribaabajoenlaencendidaniebla,corriendodeunextremoalotrodelcordelenlaencendidaniebla,recorriendomillonesdekilómetrosporminutoenlaencendidaniebla, girando y haciéndose más y más pequeño hasta convertirse en un puntitodiminuto y lanzándose de repente hacia mi cerebro como si fuese un dardo… ydespuéstodoseconvierteenfuegoyniebla.Nooigo,noveo,nopienso,nosiento.Elbergantín,elmar,yomismo,elmundo…¡Todohadesaparecidoporcompleto!

Despuésdeloquelesacabodecontar,yanosénadanirecuerdonadahastaquemedesperté (o esomepareció) en una cómoda cama.Había dos hombres rudos ydispuestoscomoyo,sentadoscadaunoaunladodemialmohada,yuncaballerodepiequemecontemplabadesde el piecerode la cama.Eran las sietede lamañana.Habíaestadodurmiendo(oloqueamímehabíaparecidoestardormido)durantemásdeochomeses.MeencontrabaentremispaisanosenlaIsladeTrinidad.Loshombresquehabíaacadaladodelacamaeranmisguardianes,yelcaballeroqueestabajuntoalpieceroeraeldoctor.Loquehiceydijeduranteaquellosochomeses,nuncalohesabidonilosabré.Medespertédetodoaquellocomosideunlargosueñosehubiesetratado.Esoestodoloquesé.

Pasaron otros dos meses antes de que el doctor creyera que resultaba seguroresponderalaspreguntasquelehacía.

Elbergantínhabíasidoanclado,talycomoyohabíasospechado,enunapartedelacostalosuficientementepocotransitadacomoparaquelosespañolesseasegurarandenoverseinterrumpidosmientrasdesempeñabansucriminaltareaensilencioyalamparodelanoche.

Mi vida no había sido salvada desde la costa, sino desde el mar. Un bajelamericano,paradoalaesperadequesereiniciaraelvientohabíavistoelbergantínancladoalsalirelsol,yelcapitán,teniendotiempodesobraentremanosdebidoalacalma total, y viendo un barco donde no debería haber ninguno, envió un bote almandodesusegundoparaqueobservaramásdecercayletrajerauninformedeloquehabíavisto.

Lo que vio, cuando él y sus hombres descubrieron que el bergantín estabadesiertoysubieronabordo,fueunresplandorquesurgíaatravésdelresquiciodelaescotilla.Cuandoelsegundodescendióalasentina,alallamalefaltabaladistanciadeunpeloparaprenderelcordelrebozadoenpólvora.Ysinohubieratenidoelbuentinoylasangrefríadecortarelcordelantesdeacercarsealavela,élysushombreshabríanvoladoconelbergantínyconmigo.Elcordelprendióyseconvirtióenunahileradefuegoenelmismomomentoenqueapagaronlavela,ysilacomunicaciónconelbarrildepólvoranosehubierainterrumpido,soloelSeñorsabeloquehabríapasado.

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Nuncasupequéfuedelagoletaespañolanidelpiloto.En cuanto al bergantín, los yanquis lo llevaron, como a mí, hasta Trinidad, y

reclamaronsuderechodesalvamento;ylesfueconcedido,porsuspropiosméritos,espero. Fui desembarcado en el mismo estado en que me habían rescatado delbergantín.Esdecir,completamentedemente.Pero,porfavor,recuerdenquetodoestosucedióhacemuchotiempo,ylesdoymipalabradeque,comoyaleshedicho,semedeclarócurado.

Dios les bendiga, comoustedesmismoshanpodido comprobar, ahora ya estoybien.Quizáunpoconerviosodebidoalahistoriaquelesacabodecontar,peroesoesnatural.Solounpoconervioso,amigos,nadamás.

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LAMUJERDELSUEÑO

PERSONAJESDELMISTERIO

FRANCISRAVEN(Mozodecuadra)SRA.RAVEN(Sumadre)SRA.CHANCE(Sutía)PERCYFAIRBANKSRA.FAIRBANK(Susempleadores)JOSEPHRIGOBERT(Sucompañerodecaballerizas)ALICIAWARLOCK(Suesposa)

TIEMPO-ELPRESENTEESCENARIO-ENPARTEINGLATERRA,ENPARTEFRANCIA

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PRIMERANARRACIÓN

ACLARACIÓNPRELIMINARDELOSHECHOSPORPERCYFAIRBANK

—¡Hola!¡Mozo!¡Hooo-laaa!—¡Querido!¿Porquénobuscaslacampana?—¡Yahemirado!Nohaycampana.—¡Ytampocohaynadieenelpatio!¡Resultarealmentecurioso!Llamadenuevo,

querido.—¡Mozo!¡Hola!¿Hayalguien?¡Mo-zoooooo!Mi segunda llamada produce eco en el espacio vacío y no atrae a nadie; en

resumen,no tieneningúnefectoapreciable.Heagotadomisrecursos.Yanoséquédecirniquéhaceracontinuación.Aquíestoy,eneldesiertopatiodeunaposada,enunpueblodesconocido,condoscaballosdelosqueencargarmeyunadamadelaquecuidar. Para añadir peso a mis responsabilidades, resulta que además uno de loscaballosestácompletamentecojoyqueladamaesmiesposa.

¿Quequiénsoyyo?,sepreguntausted.Tengotiempodesobrapararesponderaesapregunta.Nadasucede;nadieacudea

recibirnos.Dejequemepresenteyquelepresentetambiénamimujer.Me llamo Percy Fairbank, y soy un caballero inglés. Edad: cuarenta (que

digamos).Sinprofesión.Políticamente:moderado;altura:media;complexión:buena;carácter:agradable;dinero:aespuertas.

Miesposaesunadamafrancesa.Cuandomefuepresentadaporprimeravezencasadesupadre,enFrancia,respondíaalnombredemademoiselleClotildeDelorge.Meenamorédeella,aunquerealmentenoséporqué.Pudoserporquemeencontrabacompletamenteociosoynoteníanadamejorquehacerenaquelmomento.Oquizásedebieraaque todosmisamigosdijeronqueera laúltimamujercon laquedeberíaplantearme el matrimonio. Debo decir que superficialmente no hay absolutamentenada en común entre la señora Fairbank y yo. Ella es alta, morena, nerviosa,excitable, y romántica; en todas sus opiniones tiende a los extremos. ¿Qué podríahabervistoenmíunamujercomoella?¿Quépodríahabervistoyoenunamujerasí?Loignorotantocomousted.Dealgúnmisteriosomodo,encajábamosperfectamente.Llevamos siendomaridoymujer diez años ya, y nuestro único lamento es que notenemoshijos.Nosé loquepensaráusted,peroyoaeso,en términosgenerales, lollamounmatrimoniofeliz.

Pero ya está bien de hablar de nosotros.La siguiente pregunta es: ¿qué nos ha

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llevadoalpatiodeunaposada?¿Yporquémehevistoobligadoaejercerdemozoyacuidardeloscaballos?

Lamayor parte del añovivimos enFrancia, en la casa de campo en la quemiesposa y yo nos vimos por primera vez. Ocasionalmente, para mantener ciertavariedad,venimosaInglaterraparavisitaramisamigos.Esoes,precisamente,loqueestamoshaciendoahora.Nuestroanfitriónesunviejocompañeromíodeuniversidad,poseedordeunabonitafincaenSomersetshire;yhemos llegadoasucasa, llamadaFarleighHall,enplenocierredelatemporadadecaza.

Eneldíaacercadelcualestoyescribiendo,destinadoaserundíamemorableennuestrocalendario,lossabuesossereúnenenFarleighHall.LaseñoraFairbankyyonos hemos montado sobre dos de los mejores caballos de las caballerizas de miamigo.Somosbastanteindignosdesemejantedistinción,yaquenisabemosnadadecinegética ni nos importa en absoluto la caza. Por otra parte, nos encanta pasear acaballo,ydisfrutamosde lamañanaprimaveraldominadapor labrisa,yelbelloyfértil paisaje inglés que nos rodea por todas partes. Mientras prospera la caza,seguimos a la partida. Pero cuando la cosa no avanza, cuando pasa el tiempo y lapaciencia es puesta a prueba, cuando los perros corren de aquí para allácompletamente perplejos y un lenguaje soez empieza a brotar de los labios de losdeportistas, perdemos completamente el interés en seguir los procedimientos.Dirigimos nuestras monturas en dirección a un camino recubierto de hierba,deliciosamentesombreadoporárboles.Trotamosalegrementealolargodelcamino,hasta que nos encontramos en campo abierto. Galopamos a través del campo ydespués seguimos los vericuetos de un segundo camino. Cruzamos un arroyo,pasamosa travésdeunpueblo,disfrutamosdeuna soledadauténticamentepastorilentre las colinas. Los caballos agitan las cabezas, se relinchan el uno al otro ydisfrutantantocomonosotros.Lacazaquedaolvidada.Somostanfelicescomounapareja de niños. Estamos incluso cantando una canción francesa, cuandorepentinamentenuestraalegríatocaasufin.Elcaballodemiesposaapoyaunadesuspatasdelanterassobreunapiedrasueltaydauntraspié.Ladiestramanodelajinetelo salva de la caída. Pero al primer intento de continuar, la triste verdad quedarevelada:elcaballoseharotountendón;estácojo.

¿Quépodemoshacer?Somosextrañosenunasolitariaregióndelpaís.Miremosenladirecciónquemiremosnovemosrastrodevidahumana.Nohaynadaquehacersalvo tomar la carretera en dirección a lo alto de la colina y ver qué podemosencontraralotroladodelamisma.Cambiolassillasdemontarymiesposatomamicaballo.Elanimalnoestáacostumbradoallevaraunadama;semueveinquieto,sesobresalta y golpea el suelo con los cascos. Yo le sigo a pie, a una distanciaprudencial,llevandodelasriendasalcaballocojo.¿Hayalgomásmiserablesobrelafazdelacreaciónqueuncaballocojo?Hevistohombrescojosyperroscojosquesecomportaban alegremente, pero nunca he visto todavía un caballo cojo que noparecieracompletamentedesoladoantesupropiadesgracia.

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Durantemediahoramiesposasiguelascurvasylospromontoriosdelcamino.Yoarrastrolospiesdetrásdeellayeldesgraciadocaballoquesedetieneunayotravezdetrás de mí. Cerca de la cumbre de la colina, nuestra melancólica procesión seencuentraconuncampesinodeSomersetshirequetrabajaenuncampodecultivos.Le convoco para que se acerque, y el hombre me contempla impasiblemente sinavanzarunsolopaso.Lepregunto,gritandoaplenopulmón,lolejosqueestamosdeFarleighHall.ElcampesinodeSomersetshiremerespondetambiénaplenopulmón:

—’nosvintelómetros.¿Tiéuntragosidra?Hago de traductor, en beneficio de mi mujer, y transformo el dialecto de

Somersetshireeninglés.EstamosaunosveintekilómetrosdeFarleighHall,ynuestroamigodelcampodeseaserrecompensadoconun tragodesidrapor la informaciónquenosacabadeproporcionar.¡Ahíestá,mírale!¡Todounpersonaje,querida!¡Todounpersonaje!

LaseñoraFairbanknocontemplaelestudiodelanaturalezaagricultorahumanacon el mismo gusto que yo. Su inquieto caballo no la deja descansar ni un solominutoyellaestáempezandoaperderlapaciencia.

—Nopodemosseguirveintekilómetrosdeestamanera—dice—.¿Dóndeestálaposadamáscercana?¡Pregúntaseloaesebruto!

Sacounchelíndelbolsilloyloelevoparaquequedebieniluminadoporelsol.Elchelínejercesusmagnéticasvirtudes.Elchelínatraelentamentealcampesinodesdeel campo hasta mí. Le informo de que queremos dejar los caballos y alquilar uncarruajequenosllevedevueltaaFarleighHall.¿Dóndepodríamoshacertalcosa?

Elcampesinoresponde(sinapartarlosojosdelchelín):—N’Underbrich,guro.(EnUnderbridge,seguro).—¿EstámuylejosUnderbridge?—¿MulejosUnderbrich?—repiteelcampesinoriéndosedelapregunta—.¡Joo,

joo,joo!(Underbridge está, al parecer, bastante cerca. Si tan solo pudiéramos averiguar

dónde…)—¿Seríatanamabledemostrarnoselcamino,buenhombre?—¿Medarúntragosidra?Hago una cortés reverencia con la mano y le señalo el chelín. La inteligencia

agrícolaseponeenmarchayelcampesinoseuneanuestramelancólicaprocesión.Mi esposa es una mujer hermosa, pero no la mira ni por un instante. Másextraordinario aún, ni siquiera les echa un vistazo a los caballos. Sus ojos estándominadosporsumente,ysumenteestáconcentradaenelchelín.

Alcanzamos la cumbrede la colina, ¡y allí está, al otro lado, acurrucado enunvalle, el destinodenuestroperegrinaje, el pueblodeUnderbridge!Llegados a estepuntonuestroguíareclamasuchelínynosdejaparaqueencontremoslaposadapornosotrosmismos.Soy,porconstitución,unhombreeducado.Alsepararnos,ledigo:«Buenos días». El asilvestrado guía me mira mientras muerde el chelín para

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asegurarsedequeesbueno.—¡Días!—grita salvajemente, y nos vuelve la espalda como si le hubiéramos

ofendido.Uncuriosoproductodelcrecimientodelacivilización,estehombre.Sinohubieravisto la torredeuna iglesiaenUnderbridge,podríahabersupuestoquenoshabíamosperdidoenunaislasalvaje.

Alllegaralpueblonotenemosningúnproblemaparaencontrarloquebuscamos.Elpuebloestácompuestodeunacalledesolada,ylaposadasealzajustoenmitaddelamisma.Setratadeunviejoedificiodepiedratristementedescuidado.Eldibujodelletrero ha desaparecido por completo. Los postigos de la larga fila de ventanasfrontalesestánechados.Unagallinaysuspolluelossonlosúnicosseresvivientesquenos recibenen lapuerta.Con toda seguridad, esta esunade lasviejasposadasdelperiodode las diligencias, completamente arruinadapor las vías férreas.Cruzamospordebajodelarcodeentradayseguimossinencontraranadie.Llegamoshastaelpatioynosacercamosalestablo;ayudoamimujeradesmontar,yyaestamosotravezenelpuntoenelquecomenzóestanarración.Ningunacampanadecuyacuerdatirar.Ningúnserhumanoquerespondaamis llamadas.Sigodepie, indefenso,conlas bridas de los caballos en la mano. La señora Fairbank se pasea con graciaalrededordelpatioyhaceloquetodaslasmujerescuandoseencuentranenunlugardesconocido:abretodaslaspuertasqueencuentrayespíaloquepuedahaberalotrolado.Pormiparte,acaboderecuperarelaliento.Estoyapuntodellamaralposaderoportercerayúltimavez,cuandooigoalaseñoraFairbankllamándomederepente.

—¡Percy!¡Venaquí!Suvozsemuestraansiosayagitada.Acabadeabrirunaúltimapuertaal fondo

delpatioyharetrocedidosobresaltadaantealgunavisiónrepentina.Atolasbridasdelos caballos a un clavo oxidado que hay en la pared cercana amí yme uno amiesposa.Sehapuestopálidaymeagarranerviosamentedelbrazo.

—¡Cielosanto!—grita—.¡Miraeso!Miro,¿yquéveo?Veounsórdidoypequeñoestablodedoscuadras.Enunadeellashayuncaballo

mordisqueandosumaíz.Enlaotra,yaceunhombredurmiendosobrelapaja.Setratadeunhombredesgastado,ajadoycariacontecido,vestidoconuntrajede

mozo.Susmejillashuecasyarrugadas,supelogrisáceoyescaso,supielamarillentay seca, todo ello revela una historia de penas y sufrimientos pasados. Su ceño sefrunce ominosamente sobre las cejas; uno de los lados de su boca padece dedolorosas contracciones nerviosas. Cuando miro por primera vez, le oigo respirarconvulsivamente.Elhombretiemblaysuspiraensueños.Noesunavisiónagradabley me vuelvo instintivamente hacia la brillante luz del patio. Mi mujer vuelve aencaminarmeendirecciónalapuertadelestablo.

—¡Espera!—dice—.¡Espera!Podríahacerlootravez.

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—¿Hacerqué?—Cuandohemiradoporprimeravez,estabahablandoensueños,Percy.Estaba

soñandoalgohorrible.¡Calla!Yaempiezaotravez.Miroyescucho.Elhombreseagitaensumiserablelecho.Hablaatravésdelos

entrecerradosdientesconunsusurrofieroyacelerado.—¡Despierten!¡Eh,despierten!¡Asesinato!Hayun intervalodesilencio.Mueveunmagrobrazo, lentamente,hastaposarlo

sobresugarganta.Lerecorreunescalofríoysedalavueltaenlapaja.Retiraelbrazodesugargantay loalargadébilmente;cogeunpuñadodepajadelcostadohaciaelquesehavuelto.Parece imaginarsequehaagarradoelbordedealgo.Veoquesuslabiosempiezanamoversedenuevo.Entroenelestablosinhacerruido.Miesposame sigue, sin soltarme la mano. Ambos nos inclinamos sobre él. Vuelve a hablardormido.Estavezdicecosasextrañas,dementes.

—Ojos grises y claros —le oímos decir—, y el párpado caído sobre el ojoizquierdo. Cabello rubio pajizo, con una veta dorada. ¡De acuerdo, madre! Rubia.Brazos blancos, pequeñas manitas de dama, un poco enrojecidas alrededor de lasuñas.Elcuchillo.Elmalditocuchillo…primeroauncostado,despuésalotro.¡Ajá,diablesa!¿Dóndeestáelcuchillo?

Se calla y de repente se muestra inquieto. Le vemos retorcerse entre la paja.Levantaambasmanosyjadeahistéricamenteenbuscadeaire.Susojosseabrenderepente.Porunmomentonomiranhacianadaen concreto; tienenunbrillovacuo.Despuésvuelvenacerrarseenunsueñoprofundo.¿Estásoñandotodavía?Sí,peroelsueño parece haber proseguido por nuevos derroteros. Cuando vuelve a hablar, sutonohacambiado;laspalabrassonescasas;lasrepiteunayotravezenuntonotristeeimplorante.

—¡Diquemeamas!Tequierotanto…¡Diquemeamas!¡Diquemeamas!Se hunde en un sueño cada vez más profundo, repitiendo débilmente estas

palabrashastaqueacabanpormorirensuslabios.Después,yanohablamás.Para entonces, la señora Fairbank ha superado su terror. Ahora se encuentra

devoradapor lacuriosidad.Lamiserablecriatura tumbadaen lapajahaapeladoalaspectomás imaginativo de su carácter. Su ilimitado apetito por el romance deseasabermás.Meagitaimpacientementeelbrazomientrasdice:

—¿Hasoído?¡Hayunamujerdetrásdetodoesto,Percy!¡Setratadeunasuntodeamoryasesinato,Percy!¿Dóndeestálagentedelaposada?Vealpatioyllámalosotravez.

Miesposaesoriginaria,porpartedemadre,delsurdeFrancia.ElsurdeFranciaproducemujeresbellasydetemperamentocálido.Nodirémás.Loshombrescasadosentenderánmiposición.Quizáalossolterosharáfaltadecirlesquehayocasionesenlas que debemos no solo amar y honrar a nuestras mujeres… sino tambiénobedecerlas.

Mevuelvohacialapuertaparaobedeceramiesposaymetopodebrucesconun

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extraño que se ha acercado a nosotros sin que advirtiéramos su presencia. Eldesconocidoesunviejopequeño,somnolientoysonrosado;concaradepanytestacalvaybrillante.Llevapuestosunosbombachospardosyunabrigonegroantiguoyrespetable.Sientoinstintivamentequemeencuentroanteeldueñodelaposada.

—Buenos días, señor—dice el sonrosado viejo—. Soy un poco duro de oído.¿Eraustedquienllamabahaceunmomentodesdeelpatio?

Antes de que pueda responder, mi esposa se interpone. Insiste (con una vozestridente adaptada a la dureza de oído de nuestro anfitrión) en saber quién es elpobredesgraciadoqueestádurmiendoenlapaja.

—¿De dónde viene? ¿Por qué dice cosas tan terriblesmientras duerme? ¿Estásolteroocasado?¿Sehaenamoradoalgunavezdeunaasesina?¿Quétipodemujerera?¿Leacuchillórealmente?Enresumen,queridoseñorpatrón,¡cuéntenostodalahistoria!

El querido señor patrón espera adormecido a que la señora Fairbank hayaterminadodeabrumarle,ydespuésleofreceunarespuestacomolaquesigue:

—Su nombre es Francis Raven. Es metodista independiente. En su últimocumpleañoscumpliócuarentaycinco.Yesmimozodecuadra.Esaessuhistoria.

Elcálidotemperamentosureñodemiesposasetrasladahastasupieyencuentraunmododeexpresiónadecuadoenunpisotónquedescargacontraelsuelodelpatio.

Eladormecidodueñodelaposadasevuelveparacontemplarloscaballos.—Unbuenpardecaballos,esosdosdelpatio.¿Quierequeselosguardeenlos

establos?Respondo afirmativamente mediante un movimiento de cabeza. El patrón,

intentandoseragradableconmimujer,vuelveadecirle:—Voy a despertar a Francis Raven. Es metodista independiente. En su último

cumpleañoscumpliócuarentaycinco.Yesmimozodecuadra.Ésaessuhistoria.Tras habernos ofrecido la segunda ediciónde su interesante narrativa, el dueño

entraenelestablo.LeseguimosparavercómopiensadespertaraFrancisRavenyquévaapasardespués.Laescobadelestabloestáenunaesquina,apoyadacontralapared.Elpatrónlatoma,avanzahaciaeldormidomozoylarestriegafríamentesobreélcomosideunabestiasalvajeencerradaenunajaulasetratara.FrancisRavenselevanta de un salto profiriendo un grito de terror. Nos mira salvajemente con unhórridodestellodesospechaensusojos,peroenuninstanterecobralacompostura,yderepenteseconvierteenunsirvientedecente,tranquiloyrespetable.

—Leruegomedisculpe,señora.Leruegomedisculpe,caballero.Eltonoyelmodoenquesedisculpaestánporencimadesuaparentesituaciónen

lavida.Empiezo a contagiarmedel interésde la señoraFairbankpor este hombre.Ambosleseguimoshastaelpatioparaverloqueharáconloscaballos.Elmodoenquelevantalapataheridadelcaballocojomeconfirmadeinmediatoqueconocesutrabajo a la perfección. Rápida y tranquilamente conduce a los animales hasta unestablovacío.Rápidaytranquilamente,tomatambiénuncubollenodeaguacaliente

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eintroducelapataheridadelcaballoensuinterior.—Elaguacalientereducirálainflamación,señor.Despuéslevendarélapata.Todo lo que hace, lo hace con inteligencia; todo lo que dice, lo dice con un

propósito.Nadaextrañonisalvajehayahoraenél.¿Acasoesesteelmismohombrealqueoímoshablardormido?¿Elmismohombrequesedespertóprofiriendoaquelgritodeterroryconaquellahórridasuspicaciaenlosojos?Medecidoaprobarleconunaodospreguntas.

—Nohaymuchoquehacerporaquí—ledigoalmozo.—Apenasnada,señor—respondeél.—¿Sealojaalguienenlaposada?—Laposadaestáprácticamentevacía,señor.—Empezaba a pensar que estaban todosmuertos. No conseguía queme oyera

nadie.—Elpatrónestábastantesordo,señor,yelcamarerohaidoahacerunosrecados.—Sí; y usted estaba completamente dormido en el establo. ¿Echa amenudo la

siesta?El desgastado rostro del mozo de cuadra se ruboriza débilmente. Sus ojos se

alejan por primera vez de los míos. La señora Fairbank me pellizca el brazofurtivamente. ¿Estamos por fin a punto de descubrir algo? Repitomi pregunta. Elhombre no tiene otra alternativa educada que responderme. La respuesta llega enestostérminos:

—Estabacompletamenteagotado,señor.Jamásmehabríaencontradodurmiendoduranteeldíadenoserporeso.

—¿Agotado,eh?Habráestadotrabajandoduro,supongo.—No,señor.—¿Entonces,cuáleslacausa?Vuelveadudar,yrespondearegañadientes.—Estuvedespiertotodalanoche.—¿Despiertotodalanoche?¿Algunafestividadenelpueblo?—Nadaporelestilo,señor.—¿Acasohayalguienenfermo?—Nadieenfermo,señor.Estarespuestaeslaúltima.Pormuchoquelointento,nopuedosacarlenadamás.

Sevuelveysemantieneocupadoatendiendolapatadelcaballo.AbandonoelestabloparahablarconelpatrónsobreelcarruajequenoshadellevarderegresoaFarleighHall.LaseñoraFairbanksequedajuntoalmozodecuadraycuandomemarchomeobsequiaconunamiradareveladora.Lamiradadiceclaramente:

—Piensodescubrirporquéestuvodespiertotodalanoche.Déjameamíyverás.Elalquilerdelcarruajesellevaacaboconfacilidad.Laposadatieneuncaballoy

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tambiénuncoche.Elpatróntieneunahistoriasobreelcaballoyunahistoriasobreelcoche. Se parecen a la historia de Francis Raven, con la excepción de que ni elcaballonielcochetienenafiliaciónreligiosa.

—En su próximo cumpleaños, el caballo cumplirá nueve. He tenido el cocheduranteveinticuatroaños.ElseñorMaxdeUnderbridge,élcrioelcaballo;yelseñorPooleydeYeovil,élconstruyóelcoche.Esmicaballo,yesmicoche.Yésaessuhistoria.

Tras haber aliviado su mente del peso de estos detalles, el patrón procede aponerleelarnésalcaballo.Paraayudarle,arrastroelcochehastaelpatio.LaseñoraFairbank aparece cuando hemos terminado nuestros preparativos. Poco después, elmozo de cuadra la sigue al patio.Ha vendado la pata del caballo y está listo parallevarnos hasta Farleigh Hall. Observo signos de agitación en su rostro y sucomportamiento, loquemesugierequemiesposahalogradovencersuresistencia.Selopreguntoprivadamenteenunaesquinadelpatio.

—¿Ybien?¿Hasdescubiertoporquéhapasadotodalanocheenvela?La señora Fairbank tiene cierta capacidad para el dramatismo. En lugar de

respondermesencillayllanamente,síono,suspendeelinterésyexcitaalaaudienciamedianteotrapregunta:

—¿Quédíadelmeseshoy,querido?—Unodemarzo.—Eldíaunodemarzo,Percy,eselcumpleañosdeFrancisRaven.Intentoparecerinteresadosinconseguirlo.—Francisnació—continúalaseñoraFairbankcongravedad—alasdosenpunto

delamañana.Empiezoapreguntarmesielintelectodemimujerhaseguidoelmismocamino

queeldeldueñodelaposada.—¿Esoestodo?—pregunto.—Esono es todo—responde la señora Fairbank—. Francis Raven se pasa la

madrugadadesucumpleañossentadoenvelaporquetienemiedodeacostarse.—¿Yporquétienemiedodeacostarse?—Porquesuvidacorrepeligro.—¿Eldíadesucumpleaños?—El día de su cumpleaños. A las dos en punto de la madrugada. Con toda

regularidad.Entoncessecalla.¿Nohadescubiertonadamás?Hastaahoranadamás.Estavez

empiezo a sentirme verdaderamente interesado. Me pregunto ansiosamente quésignifica todo aquello. La señora Fairbank señala misteriosamente en dirección alcoche,enelqueFrancisRaven(hastaahoramozodecuadra,apartirdeahorachófer)esperaaquenossubamos.Elcochetieneunasientoparadosalfrenteyotroparaunasolapersonaenlapartetrasera.Miesposamedirigeunamiradadeavisoysecolocaenelasientodelantero.

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El resultado de estemovimiento es que la señora Fairbank permanece sentadajunto al conductor durante un viaje de algo más de dos horas. ¿Debo aclarar elresultado?Hacerloseríauninsultoasuinteligencia.Dejequeleofrezcamisitioenelcoche. Y deje que sea Francis Raven quien cuente su historia con sus propiaspalabras.

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SEGUNDANARRACIÓN

LAHISTORIADELMOZO.CONTADAPORÉLMISMO

Hanpasadodiezañosdesdeeldíaenquerecibíelprimeravisodemidesgracia,atravésdelavisióndeunsueño.

Serécapazdecontárselomejorsihacenelfavordeimaginarseaustedesmismostomandoeltéconnosotros,ennuestrapequeñagranjadeCambridgeshire,hacediezaños.

Eldíaempezabaamarcharseyéramostresalamesa:mimadre,yomismoylahermana demimadre, la señoraChance. Las dos eran escocesas de nacimiento, yambas eran viudas.Que yo sea capaz de recordar, no habíamás semejanzas entreellas.MimadrehabíavividotodasuvidaenInglaterra,ynoteníamásacentoescocésdelquepueda teneryo.Mi tíaChancenohabíasalidodeEscociahastaquevinoavivir con nosotros para ayudar a mi madre a mantener la casa después delfallecimientodesuesposo.Ycuandoabríalabocapodíaoírustedpuroescocés.¡Yapuedeimaginárselo,siesquealgunavezlohaoído!

Lo que sucedió aquella tarde fue que debatimos un problema de ciertasconsecuencias.Setratabadelosiguiente:siyoibaaobrarbienono,alrealizarunlargoviajeapiealdíasiguiente.

Eldíasiguienteresultabasereldíaantesdemicumpleaños,yelpropósitodemiviaje era ofrecerme para el puesto de mozo de cuadra en una gran mansión delcondadovecino.Segúnteníaentendido,elpuesto ibaaquedarvacanteenunas tressemanascon todaseguridad,yyoestaba tanbienpreparadoparaquemeaceptarancomocualquierotrohombre.Endíasmejores,mipadrehabíasidoelencargadodeunestablo de entrenamiento, yme habíamantenido empleado entre caballos desde laadolescencia.Disculpenquelesentretengaconestospequeñosdetalles.Todosestánrelacionadosconmihistoria,comoprontopodrándescubrir.

Mipobremadresemostrabamuertadepreocupacióndebidoamimarchaaldíasiguiente.

—Nuncapodrásandartodoelcaminohastaallíyluegovolveracasaantesdequecaigalanoche.Alfinaltodoquedaráenquehabrásdormidofueradecasaeldíadetucumpleaños.Nuncahashechoesodesdequemuriótupadre,Francis.Ynomegustaquelohagasahora.Esperaundíamás,hijomío.Tansoloundíamás.

Pormi parte, me incomodaba comportarme de unamanera tan perezosa, y nopodíasoportarlaideaderetrasaraquellavisita.Inclusounsolodíapodíamarcartoda

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ladiferencia.Algúnotrohombrepodríallegarantesqueyoyhacerseconelempleo.—Piensa en todo el tiempo que llevo sin trabajo—dije— y no me pidas que

retraseelviaje.Notefallaré,madre.Estaréaquímañanaporlanocheaunquetengaquegastarmemisúltimosseispeniquesenunviajeencarro.

Mimadremeneólacabeza.—Nomegusta,Francis.¡Nomegusta!Nohabíamaneradehacerlacambiardeopinión.Discutimosydiscutimoshasta

queambosllegamosauncallejónsinsalida.Finalmentedecidimosdemutuoacuerdodejarquelacuestiónfuesedirimidaporlahermanademimadre,laseñoraChance.

Mientras mi madre y yo intentábamos convencernos el uno al otro con todasnuestras fuerzas, mi tía Chance había permanecido tan muerta como un pescado,sorbiendosutéypensandoensuscosas.Cuandolesolicitamossuopinión,pareciódespertarse.

—¿Estáis los dos de acuerdo en someteros a mi pobre juicio? —dijo con sucerradoacentoescocés.Ambosrespondimos:

—Sí.Después de aquello, mi tía Chance recogió la mesa y a continuación sacó del

refajodesuvestidounabarajadecartas.Porfavor,noquisieraqueinterpretaranquehizoestoalaligera,conlaintención

de entretenernos a mi madre y a mí. Mi tía Chance creía seriamente que podíaaveriguar el futuro leyendo la fortuna en sus cartas. Nunca hacía nada sin antesconsultarconellas.Nopodíadarunamuestramásseriadesuinteréspormibienestarque la prueba que ahora me ofrecía. Y no lo digo de un modo profano; tan solomenciono el hecho de que las cartas, de algún modo incomprensible, se habíanmezclado con sus convicciones religiosas.Actualmente uno puede encontrarse congentequecreecomunicarseconlosespíritusatravésdemesasysillas.Siguiendoelmismoprincipio(siesquehayalgúnprincipioentodoesto),mitíaChancecreíaquelaprovidenciasemanifestabaatravésdelascartas.

—Tantositienesrazóncomosiestumadrequienlatiene,tantosiharíasbienomal,marchándoteoquedándotemañana,lascartastelorevelarán.Estamosenmanosdelaprovidencia.Lascartastelorevelarán.

Al oír aquello, mi madre volvió la cabeza hacia un lado, con el rostro algoagriado.Lasideasdesuhermanasobrelascartaseranpocomásqueunablasfemiaparaella.Peroseguardósuopiniónparasímisma.MitíaChance,parasersinceros,habíaheredadoatravésdesudifuntoesposounapensióndetreintalibrasalaño.Eraunacontribuciónimportantealaeconomíadelacasa,demodoquenosotros,comoparientes pobres, debíamos tratarla con cierto respeto. En cuanto amí, aunquemipobrepadrenuncapudohacernadapormíantesdeverseendificultades,almenosmediounabuena educación; yme crio (gracias aDios) libre de supersticionesdetodotipo.Entodocaso,enaquellosdíasbastabapocoparaentretenerme,¡demodoqueesperéaquemeleyeralafortunacontantapacienciacomositambiéncreyeraen

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ello!Mitíaempezósuabracadabraquitandodelabaraja todas lascartas inferioresa

siete.Barajóelrestoconlamanoizquierda,parafavoreceralasuerte,ymelasdioparacortar.

—Con la mano izquierda, Francie. ¡Acuérdate siempre! ¡Confía en laprovidencia,peronoolvidesquelasuerteestáentumanoizquierda!

A aquel ceremonial le siguió una larga y elaborada ronda de eliminación decartas,demodoquesunúmerosefuerareduciendohastaquesoloquedaronquince,extendidas ordenadamente frente a mi tía formando un semicírculo. La carta quehabíaquedadoenelextremoderechodelcírculoera,segúnlasreglas,lacartaelegidapara representarme a mí. De unmodo de lo más apropiado para representar a unmozodecuadrasintrabajo,lacartaresultóserelreydeoros.

—Cojo el rey de diamantes—dijo mi tía—. Cuento siete cartas de derecha aizquierda,yhumildementepidounabendiciónparaloquesigue.

Mitíacerrólosojoscomosiestuvieradandolasgraciasantesdecomercarne,yextendió hacia mí la séptima carta. La reina de espadas. Mi tía abrió los ojosapresuradamenteydirigióunamiradaastutaenmidirección.

—Lareinadeespadasrepresentaaunamujerdepelooscuro.¿Acasopiensasensecretoenunamujerdecabellososcuros,Francie?

Cuandounhombrehaestadolejosdecualquierlugardurantemásdetresmeses,sumentenopierdedemasiadoeltiempopensandoenmujeres,seanrubiasomorenas.Estabapensandoenelpuestodemozodecuadraenlamansión,yasíintentédecirlo.PeromitíaChancenomeescuchaba.Tratómiinterrupcióncondesprecio.

—¡Tut-tut!¡Ahíestálacarta,entumano!Sinoestáspensandoenellahoy,yaloharás mañana. ¿Qué tiene de malo pensar en una mujer de cabellos oscuros? Yomisma los tuve oscuros antes de quemi pelo se volviera gris.Mantente tranquilo,Francie,yobservalascartas.

Contemplélascartastalycomosemehabíasolicitado.Quedabansietesobrelamesa.Mitíaretiródosdeunextremoyotrasdosdelotro;despuésmesolicitóqueescogieradosdelastresquequedabanenlamesa.Cogíelasdebastosyeldiezdeoros.MitíaChanceelevólosojoshaciaeltechoconunamiradadegratituddevotaque puso a mimadre al borde de su paciencia. El as de bastos y el diez de orossignificaban,deaparecerjuntos,trescosas.Primero:buenasnoticias(¡evidentemente,noticias sobre el puesto demozo de cuadra!); segundo: queme esperaba un viaje(haciendoreferenciadirectaamiexpedicióndeldíasiguiente);terceroyúltimo:unasuma de dinero (¡probablemente el sueldo de mozo!), que únicamente esperaba aencontrar el camino hasta mis bolsillos. Tras haberme leído la fortuna en tanhalagadorestérminos,mitíadeclinócontinuarconelexperimento.

—¡Eh,muchacho!Reclamarlealascartasmásdeloqueestasyanoshandichoestentaralaprovidencia.Acudemañanaaesamansión.Unamujerdecabellososcurosteestaráesperandoenlapuertayteayudaráaconseguiresepuestodemozo,conlas

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gratificacionesyrequisitosqueconlleve.¡Yquizá,cuandotusbolsillosesténrepletosde dinero, no te olvidarás de tu tía Chance, que tiene que mantenerse en sudesdichadaviudez(conlaayudadelaprovidencia)contansolotreintalibrasalaño!

PrometíacordarmedemitíaChance(quienporciertoteníaeldefectodeserunapersona terriblemente codiciosa y tacaña) en aquella próxima y feliz ocasión en laquemispobresyvacíosbolsillossevieranrellenosalfin.Trashaberlohecho,miréamimadre.Habíaaceptadoquesuhermanamediaraennuestradisputaysuhermanamehabíaconcedidosufavor.Nopusomásobjeciones.Se levantósilenciosamente,mebesóy,trassuspiraramargamente,abandonólahabitación.

MitíaChancenegóconlacabeza.—Dudo,Francie,quetupobremadretengalamásligeraideadelavalíadelas

cartas.Al amanecerdeldía siguientemepuseenmarcha.Al abrir lapuertadel jardín

miréhacialagranja.Mimadreestabaasomadaaunadelasventanas,conelpañuelopegado a los ojos.Mi tía Chance estaba en otra, manteniendo en alto la reina deespadasparadarmeánimos.Lassaludéaambasconlamanoamododedespedidaysalí con viveza a la carretera. Era el último día de febrero. Tengan ahora laamabilidadderecordarqueelprimerodemarzoeraeldíademinacimiento,ylasdosenpuntodelamañanalahoraexactadelmismo.

Ahorayasabenporquéabandonémicasaaqueldía.Losiguienteescontarloquesucedióduranteelviaje.

Considerando la distancia, llegué hasta la granmansión en un tiempo bastanterazonable.Sinembargo, laprofecíadelascartasresultósererróneaantelaprimeraprueba. La persona que me recibió en la puerta de entrada no fue una mujer decabellososcuros.Dehecho,nisiquieraeraunamujer,sinounmuchacho.Mecondujohasta el despacho de los empleados y, de nuevo, las cartas se equivocaron porcompleto.Meencontrénoconunamujer,sinocontres,yningunadeellasteníaloscabellososcuros.Yahedichoqueno soy supersticioso,yhedicho laverdad.Perodebo reconocer que sentí una pequeña agitación enmi corazón cuandome inclinéante el ama de llaves y le conté el asunto queme había llevado hasta la casa. Surespuestacompletóel tríodeerroresdelalecturadelporvenirdelatíaChance.Mimala suerte seguíapersiguiéndome.Otrohombrehabía solicitadoel puesto aquellamismamañanaylohabíaconseguido.

Me tragué ladecepción lomejorquepudey ledi lasgracias al amade llaves.Después fui hasta la posada del pueblo para descansar un rato y comer algo, doscosasdelasqueparaentoncesyaempezabaaestarverdaderamentenecesitado.

Antes de reiniciar el camino de regreso a casa, hice algunas preguntas en laposadaydescubríquepodríaahorrarmealgunoskilómetrosdetrayectosiseguíaunanueva carretera en vez de volver por donde había llegado. Armado con lasindicaciones,repetidasenvariasocasiones,sobrelosdesvíosquetendríaqueseguir,me puse enmarcha y caminé hasta el anochecer, deteniéndome una sola vez para

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comeralgodepanyqueso. Justocuandoestabaempezandoaoscurecer, sepusoalloveryempezóalevantarsealgodeviento.Paraempeorarlascosas,meencontrabaenunapartede lacomarcacon laquenoestaba familiarizadoenabsoluto, aunquesuponíaquepodíaencontrarmeaunosveinticincokilómetrosdecasa.Elprimerlugarqueencontréparapreguntarfueunasolitariaposadadecarretera,situadaalasfaldasdeunespesobosque.Peseaqueellugarparecíamuysolitario,erabienrecibidoporunhombrehambriento,sediento,conlospiesdestrozadosyempapado.Elpatróneraeducadoydeaparienciarespetable,yelprecioquepidióporunacamamepareciólosuficientemente razonable. Me apenaba decepcionar a mi madre, pero no habíaningúnmediodetransportedisponibleynopodíaseguircaminandotalycomoestabalanoche.Miagotamientoprácticamentemeobligóadetenermeenlaposada.

Podría decir de mí mismo que soy un hombre mesurado. Mi cena consistióúnicamente en unas lonchas de beicon, una rodaja de pan casero y una pinta decerveza.Trasaquellafrugalcenanomefuideinmediatoalacama,sinoquemesentéconelpatrónahablardemismalasperspectivasdefuturoydemilargatemporadademalasuerte.Deaquellostemaspasamosaloscaballosyalascarreras.Nadasedijodurante aquella conversación, ni pormí ni pormi anfitrión ni por ninguno de losescasos presentes que se encontraban aquella noche en el bar, nada, repito, quehubiera podido excitar mi mente, despertar mi imaginación (que en los mejoresmomentostiendeaserpoca)oalterarmisentidocomún.

Pocodespuésdelasoncelacasaquedócerrada.Acompañéalpatrónensurondaylesostuvelavelamientrasasegurabalaspuertasylasventanasinferiores.Percibíconsorpresaelcalibredeloscerrojos,barrasyforrosdehierrodelospostigos.

—¿Sabe?, solemos estar bastante a solas por aquí—dijo el patrón—.Y nuncahemossufridoningúnintentoderobo,peronuncaestádemásprevenir.Cuandonohaynadiedurmiendoaquí,yosoyelúnicohombrede lacasa.Miesposaymihijasontímidas,ylacriadasigueelejemplodesusseñoras.¿Quiereotrajarradecervezaantes de acostarse? ¡No! Vaya, no puedo entender cómo un hombre sobrio comousted puede permanecer desempleado. Aquí es donde va a dormir. Esta noche esustedelúnicohuéspedycreoquepodrádecirsinceramentequemiseñorahahechotodoloposibleparaquesesientaustedcómodo.¿Estásegurodequenoquiereotrajarradecerveza?Muybien.Buenasnoches.

Segúnelrelojdelpasillo,cuandosubimosalahabitación,queestabasituadaenelsegundopiso,eranlasonceymedia.Miventanadabaalbosquequeseextendíadetrásdelacasa.

Cerrélapuertaconpestillo,coloquélavelasobrelacajoneraymepreparéparaacostarme,tanagotadoestaba.Elvientodesapacibleseguíasoplandoconintensidady el solemne gemido que producía al cruzar el bosque resultaba terrible de oír enmitaddelsilenciodelanoche.Sintiéndomeextrañamentedespierto,decidímantenerlavelaencendidahastaqueempezaseasentirmesomnoliento.Lociertoesquenomesentíaagusto.Estabadeprimidodebidoaladecepciónsufridaporlamañana,yme

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encontrabaagotadodebidoamilargamarcha.Entreunacosaylaotra,admitoquenopodíasoportarlaperspectivadeyacertodalanochedespiertoenlaoscuridadoyendoeldeprimentelamentodelvientoqueatravesabaelbosque.

Elsueñoseapoderódemíantesdequemehubieradadocuenta.Semecerraronlosojosycaícompletamenterendidosinnisiquierapensarenapagarlavela.

Losiguientequerecuerdoesundébilescalofríoquemerecorrióde lacabezaalospies,yunhorrorososentimientodeprofundodolorenelcorazón;undolorcomonunca había sentido con anterioridad.El escalofrío únicamente alterómi sueño.Eldolormedespertódeinmediato.Enunmomentopasédeunestadodesueñoaotrodevigilia; mis ojos se abrieron de par en par, y mi mente se aclaró tan completa yrepentinamentecomodemilagro.

Lavelasehabíafundidocasihastaelúltimotrozodecera,peroaúnquedabaalgodemechasinconsumirylaluzseguíabrillando,porelmomento,confuerza.

Viunapersonaenmihabitacióninterponiéndoseentreelpiecerodelacamaylapuertacerrada.Lapersonaeraunamujerquemecontemplabaconuncuchilloenunadelasmanos.

Noesningúncréditoparami coraje admitirlo,pero laverdades laverdad:mequedécompletamentesinhabladebidoalterror.Allíestabayo,tumbado,conlosojosclavadosenlamujer.Yallíestabaella(conelcuchilloenlamano)clavandosusojosenmí.

No dijo una sola palabra mientras nos contemplamos mutuamente los rostros,pero poco después empezó a moverse. A moverse lentamente hacia el costadoizquierdodelacama.

Laluz ledabade llenoenlacara.Eraunamujerhermosa,conelcabellorubiopajizoyunosojosgrisesyclaros.Teníaelpárpadoizquierdounpococaído.Percibíestosdetallesylosgrabéenmimenteantesinclusodequehubierallegadoalladodelacama.Sindecirunasolapalabra,sincambiarenabsolutolapétreainexpresividaddesurostro,ysinquesuspisadasprodujesenelmásmínimosonido,lamujersiguióacercándose más y más. Se detuvo junto a la cabecera de la cama y blandió elcuchilloparaclavármelo.Enunprimermomentomecubrí lagargantaconelbrazopero,alverelgolpedirigiéndosehaciamí,arrojélamanohaciaelladoderechodelacamaehicerodarelcuerpojustoenelmomentoenqueelcuchillopasabarozándomeelhombro.

Misojos sequedaron fijosensubrazoy sumano.Medioel tiemposuficienteparacontemplarlosmientrasextraíalentamenteelcuchillodelcolchón.Eraunbrazoblanco y bien formado, rematado por una delicada mano de dama con un ruborrosáceoalrededordelasuñas.

Extrajoelcuchilloyvolvióaretrocederlentamentehastaelpiecerodelacama.Allísedetuvounmomentoparaobservarme,yluegovolvióaacercarsesindecirunasolapalabra,sincambiarenabsolutolapétreainexpresividaddesurostro,ysinquesuspisadasprodujesenelmásmínimosonido,hastallegaralextremodelacamaen

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queestabayoahora.Al acercarse, volvió a elevar el cuchillo, de modo que yo me arrojé hacia el

extremo izquierdode lacama.Denuevohundióelarmaenelcolchónconunágilmovimientodelbrazo;y,delmismomodoqueantes,volvióafallarporunpelo.Estavezmisojos sequedaronclavadosenel cuchillo.Eraunade esasgrandesnavajascon las que los trabajadores cortan el pany el beicon.Susdelicadosdedos apenasllegabanacubrirmásdedosterciosdelaempuñadura.Observéqueestabahechadeastadeciervo,yqueparecíatanlimpiaybrillantecomolahoja.Todalanavajateníaaparienciadesernuevadetrinca.

Lamujerextrajoporsegundavezelcuchillodelcolchóny,derepente,loocultóenlaanchamangadesuvestido.Unavezhechoaquello,sedetuvojuntoalacama,observándome.Duranteunmomentolavipermanecerenaquellaposición.Después,lamechasedesprendiódelavelaycayósobrelaceraderretida.Lallamaseredujohastaunpuntitoazulylahabitaciónseviosumidaentinieblas.

Tansolotranscurrióunmomento,omenossiesqueesoesposible,antesdequelamecha volviera a prender por última vez provocando una abundante humareda.Cuandosurgióaquelúltimodestellodeluz,misojosaúnseguíanenfocadoshaciaelcostadoderechodelacama.Peropormuchoquemiré,nopudevernada.Lamujerdelcuchillohabíadesaparecido.

Empecéa recuperarme.Podíasentirmicorazón latiendo,podíaoírel lastimosogemidodelvientoenelbosque;ytambiénpudesaltardelacamaydarlaalarmaconlaintencióndedetenerlaantesdequesalieradelacasa.

—¡Asesinato!¡Eh,despierten!¡Asesinato!Nadierespondió.Melevantéyatravesélaoscuridaddelahabitaciónhastallegar

alapuerta.Teníaquehaberentradoporallí,yporallíteníaquehabersalido.Sinembargo,lapuertadelahabitaciónteníaechadoelcerrojo,¡talycomoyolo

habíadejadoantesdeacostarme!Meacerquéalaventana.¡Tambiénestabacerrada!Al oír una voz en el exterior, abrí la puerta.Allí estaba el patrón, dirigiéndose

haciamíporelpasilloconunavelaencendidaenunamanoyunapistolaenlaotra.—¿Quéesloquepasa?—dijomirándomedeunmodonadaamistoso.Solopuderesponderlemedianteunsusurro.—Unamujer,conuncuchillo.Enmihabitación.Unamujerrubiayhermosa.Me

haatacadoconelcuchilloendosocasiones.Elevósuvelaymeobservócuidadosamentedelacabezaalospies.—Parecehaberfalladolasdosveces.—Conseguíesquivarelcuchillo.Seclavóenlacamalasdosveces.Entreyvéalo

ustedmismo.Elpatrónentródeinmediatoeneldormitorioconsuvela.Enmenosdeunminuto

volvióasaliralpasillocompletamenteenfurecido.—¡Queeldiabloseloslleve,austedyasumujerdelcuchillo!Nohayniunasola

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marca en la cama. ¿Qué es lo que pretende, entrando en casa de un hombre yaterrorizandoasufamiliaacausadeunsimplesueño?

¿Un sueño? ¿Acaso la mujer que había intentado acuchillarme no era un serhumanocomoyo?Empecéatemblarviolentamente.Elmeropensamientodeaquellobastabaparaaterrorizarme.

—Dejarélacasa—dije—.Prefieroestarenlacarreteraamerceddelalluviaydelaoscuridadqueseguirenesahabitacióndespuésdeloquehevisto.Déjemelaluzparaquepuedavestirmeydígamecuántoledebo.

Elpatrónmeacompañóconsuvelahastaelinteriordelahabitación.—¿Quequémedebe?—dijo—.Encontrarásucuentaapuntadaenlapizarraque

hayabajo.Dehabersabidodeantemano lodesussueñosysusgritosno lehabríaadmitido enmi casa ni por todo el dinero que pueda llevar encima.Mire la cama.¿Dóndeestánloscortesquehabríadejadouncuchillo?Mirelaventana.¿Acasoestáforzado el cierre?Mire la puerta (cuyo cerrojo le he oído descorrer). ¿Acaso estárota?¡Unaasesinaconuncuchillo!¡Enmicasa!¡Deberíaavergonzarsedesímismo!

Mis ojos siguieron sumanomientras señalaba primero hacia la cama, despuéshacia la ventana y por últimohacia la puerta.No tenía ningún sentido negarlo.Lasábanade la cama estaba tan entera como el día quehabía sido tejida.Laventanaestaba cerrada.Lapuerta colgabade susbisagras con tanta firmeza como siempre.Recogímis ropas sin decir nada.Bajamos juntos a la planta baja.Miré el reloj depareddelbar.Pasabanveinteminutosdelasdosdelamadrugada.Paguélacuentayelpatrónmedejósalir.Habíadejadodellover,perolanocheeraoscurayelvientoacarreabamásfríoqueantes.Aunquepocomeimportabanlaoscuridad,elfríoolasdudas sobre el camino de regreso a casa. Mi mente se encontraba lejos de todasaquellas cosas.Mimente se concentraba en la visión queme había asaltado en eldormitorio.¿Quéeraloquehabíavisto?¿Quéeraloquehabíaintentadoasesinarme?¿Setratabaacasodeunacriaturasoñada?¿Oquizáhabíasidoeseotrotipodecriaturaproveniente delmundo que existemás allá de la tumba y que los hombres llamanfantasma?Nopudecomprendernadamientrasandabaenplenanoche.Yseguíasincomprenderlo al mediodía del día siguiente cuando, después de haberme perdidorepetidasveces,meencontréporfinfrentealapuertademicasa.

Mimadre salió solapara recibirme.Nohabía secretos entrenosotros.Le contétodoloquehabíasucedido,delmismomodoqueseloacabodecontaraustedes.

Mantuvosilenciohastaquehubeterminado.Despuésmepreguntó:—Francis,¿quéhoraeracuandovistealamujerdetusueño?Habíamiradoelrelojaldejarlaposada,yhabíavistoquelasmanillasindicaban

lasdosyveinte.Restandoeltiempoquehabíaperdidohablandoconelpropietarioyelquehabíaempleadoenvestirme,calculéquedebíadehabervistoporprimeravezalamujeraesodelasdos.Dichodeotromodo:nosololahabíavistoeldíademi

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cumpleaños,sinoquesemehabíaaparecidoalamismahorademinacimiento.Mimadrepermanecióensilencio.Perdidaensuspropiospensamientos,metomó

delamanoymecondujohastaelsalón.Suescritorioreposabasobrelamesa,juntoalachimenea.Loabrióymeindicóquemesentaraasulado.

—¡Hijomío!,tumemoriaesmalaylamíaempiezaafallar.Descríbemedenuevoa lamujer.Quieroquedentrodealgunosañospodamossercapacesdereconocerlacontantafacilidadcomoloharíamosahora.

Obedecí,preguntándomeenquéestaríapensandomimadre.Hablé,yellaescribiócadapalabraquesurgiódemislabios.

—Ojosgrisesyclaros,yelpárpado izquierdo ligeramentecaído.Cabello rubiopajizo, con una veta dorada. Brazos blancos, pequeñasmanitas de dama, un pocoenrojecidasalrededordelasuñas.

—¿Tefijasteencómoibavestida,Francis?—No,madre.—¿Tefijasteenelcuchillo?—Sí,unaenormenavajacompletamentenueva,conunmangodeastadeciervo.Mimadreañadióladescripcióndelanavaja.Tambiénelaño,elmes,eldíadela

semana,ylahoraenlaquelamujerdelsueñosemehabíaaparecidoenlaposada.Unavezhechoaquello,guardóelpapelensumesa.

—Francis,no lecuentesniunasolapalabradeestoa tu tía.Nose locuentesanadie.Manténtusueñoensecretoentrenosotrosdos.

Pasaron las semanas y los meses. Mi madre no volvió a hablar del tema. Encuantoamí,eltiempo,quetodolocura,acabóporborrardemimemoriaelrecuerdodelsueño.Pocoapoco,laimagendelamujersefuedifuminandomásymás.Pocoapoco,terminópordesaparecerdemimente.

Yaleshecontadolahistoriadelaviso.Juzguenahoraporsímismossifueonofueunavisocertero,cuandooiganloquepasóeldíademisiguientecumpleaños.

Aquel verano, la rueda de la fortuna giró por fin a mi favor. Un día estabafumandomipipacercadelaviejacanteradepiedraquehayalaentradadenuestropueblo,cuandouncarruajesufrióunaccidentequeledioungirocompletoamivida.Fueunaccidentedelomáscomún;tanto,quenomerecelapenanimencionarlo.Unadamaconduciendo,uncaballodesbocado,uncriadocobardeycompletamentefuerade sí comoúnico acompañante, y una cantera demasiado cerca comopara sentirsecómodo.Esoestodoloquevi,enapenasunmomento,entredoscaladasdemipipa.Detuveelcaballoalbordedelacanteraymehiceunapequeñaheridaconelejedelcoche.Noeranada,peroladamadijoquelehabíasalvadolavidaysuesposoacudióconellaanuestragranjaaldíasiguienteparatomarmeasuservicioenaquelmismomomento.La dama resultó ser bastantemorena, y podría divertirles oír quemi tíaChanceutilizódeinmediatolaocasiónpararestablecerelcréditodesuscartas.¡Allíestaba la promesa de la reina de espadas completamente cumplida, gracias a unamujerdecabellososcuros,talycomomelohabíapredichomitía!

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—Enel futuro,Francie,guárdatedecegartea las interpretacionesde lascartas,puesmetemoque,comolosisraelitasdeantaño,empiezasaponerendudalosdonesdelaProvidencia.Nodirémás.QuizácuandoeldineroempieceaderramarseentusbolsillostengasabiennoolvidartedetutíaChance,abandonadacomoungorriónenlabuhardillaconunaanualidaddetansolotreintalibras.

Permanecíenmipuestodetrabajo(enelWestEnddeLondres)hastalallegadadelAñoNuevo.

Por aquel entonces la salud de mi señor empezó a fallar. Los doctores leordenaronqueviajaraalextranjero,ynuestrotratoquedóroto.Peromisuertesiguiósiendopositiva.Cuando abandoné el lugar, lo hice, gracias a la generosidaddemiamable señor, llevándomeuna asignación anual garantizada enmemoriadel día enque había salvado la vida demi señora.En el futuro podía volver a trabajar o no,según me apeteciera. Mi pequeña fuente de ingresos era más que suficiente paramantenernosamimadreyamí.

Mi señor y mi señora abandonaron Inglaterra hacia finales de febrero. Ciertosasuntos realizados en su nombreme retuvieron en Londres hasta el último día dedichomes,yúnicamentepuderegresaramipuebloeneltrennocturno,parapasarmicumpleaños, como de costumbre, conmimadre. Cuando llegué a la granja era yahora de acostarse, y lamenté comprobar que estaba lejos de encontrarse bien. Paraempeorar lascosas,subotellademedicina llevabavacíadesdeeldíaanterior,ynohabíaacudidoarellenarlatalycomoelmédicolehabíaordenadoquehiciese.Esteexpendía sus propias medicinas, de modo que me ofrecí para ir a buscar más deinmediato. Ella se negó en redondo y, tras haberme servido la cena, me enviódirectamentealacama.

Mequedédormido,peroalgomástardevolvíadespertarme.Eldormitoriodemimadre estaba justo al lado del mío. Oí las pesadas pisadas de mi tía Chancerecorriendo la habitación de un extremo a otro y, sospechando que algo iba mal,llamé a la puerta. Los dolores de mi madre volvían a mortificarla; era del todonecesario aliviar su sufrimiento lo antesposible.Mevestí y corrí con labotellademedicina en lasmanos hasta la casa del doctor, al otro extremo del pueblo. En elpreciso instante en que llegué a su casa el reloj de la iglesiamarcó las dosmenoscuarto;faltabanquinceminutosparamicumpleaños.Unallamadaalacampanilladelas emergencias nocturnas atrajo al doctor hasta la ventana de su dormitorio parahablar conmigo.Me dijo que esperara unmomento y que en seguidame abría lapuertadelabotica.Mientrasleesperaba,advertílohermosaycálidaqueeralanocheparalasfechasenlasquenosencontrábamos.Desdeallípodíaverlaviejacanteradepiedrajuntoalaquehabíaocurridoelaccidente.Lalunabrillabacontantaclaridadenelcielodespejadoquelaescenaestabataniluminadacomosifuesededía.

En un par de minutos el doctor me dejó entrar en la botica. Cerré la puertaobservandoquehabíadejadosuhabitacióncompletamenteiluminada.Amablemente,perdonó la negligencia de mi madre y se dispuso a trabajar de inmediato en la

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composición de la medicina. Ambos estábamos pendientes de la botella, élrellenándolayyososteniéndolelaluz,cuandooímoslapuertaabrirse.

¿Quiénennuestrotranquilopueblopodríaestardespiertoyrondandoporlacallealasegundahoradelamadrugada?

Lapersonaquehabíaabiertolapuertaentróenelradiodeaccióndelaluzdelavela.Paracompletarnuestroasombro,¡lapersonaresultóserunamujer!

Seaproximóhastaelmostradory,colocándoseamilado,retiróelveloconelquesecubría.Enelmomentoenquerevelósurostro,lascampanadasdelasdossonaronenel relojde la iglesia.Eraunadesconocida tantoparamícomoparaeldoctor.Ytambiénera,másalládetodacomparación,lamujermásbellaqueyohubieravistoentodamivida.

—Hevistoluzpordebajodelapuerta—dijo—.Necesitounamedicina.Habló con total tranquilidady entereza, como si salir a la calle a las dos de la

madrugada, para entrar en el consultorio detrás de mí y solicitar una medicación,fuesealgocompletamentenormal.Eldoctorlacontemplócomosisospecharaquesusojosleestabanengañando.

—¿Quién es usted?—preguntó—. ¿Cómo es que está usted en la calle a estashorasdelamadrugada?

Ellanoprestólamásmínimaatenciónaaquellaspreguntas.Únicamentedijoloquequería.

—Tengounterribledolordemuelas.Necesitoláudano.Eldoctorrecuperólacomposturacuandoellalepidióelláudano.Cuandosetrata

deláudanoestáensupropioterreno,¿saben?,demodoqueenestaocasiónsedirigióaellaconmásastucia.

—¿Oh,asíqueleduelenlasmuelas?Déjemequelesecheunvistazo.Ellanegóconlacabezaydejóunamonedadedoschelinessobreelmostrador.—No quisiera importunarle con eso, doctor. Aquí está el dinero. Deme el

láudano,siestanamable.Eldoctorvolvióadepositarlosdoschelinesensumano.—No levendo láudanoadesconocidos—respondió—.Si tieneustedmolestias

decuerpoomente,esoyaesotracosa.Estaréencantadodeayudarla.Ellavolvióaguardarseeldineroenelbolsillo.—Ustednopuede ayudarme—dijo con lamisma calmaquehabía demostrado

hastaentonces—.Buenosdías.Acontinuaciónabriólapuertadelaconsultaparavolverasaliralacalle.Hastaentoncesyonohabíadichoniunasolapalabra.Habíapermanecidoconla

velaenlamano(sinsaberquelaestabasosteniendo),conlosojosfijosenellayconlamenteocupadaporsupresencia,comounhombrecompletamenteembrujado.Suapariencia traicionaba con más claridad que sus palabras su decisión por

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autodestruirse de un modo u otro. Cuando abrió la puerta, mi alarma ante lo quepudierapasarledioamilenguaelimpulsoquenecesitaba.

—¡Deténgase! —grité—. Espéreme. Quiero hablar con usted antes de que sevaya.

Ellaelevólascejasconaspectodesorpresadeescasaimportanciayunasonrisaburlonagrabadaensuslabios.

—¿Quépuedetenerustedquedecirme?—secallóunmomentoyrioparasí—.¿Porquéno?—añadió—.Notengonadaquehacerniningúnlugaralqueacudir.

Retrocedióunpasomásyasintióenmidirección.—Esustedunhombreextraño.Creoquelecomplaceré.Leesperoafuera.Lapuertadelaconsultasecerrótrasella.Sehabíamarchado.Meavergüenzaadmitirloqueocurrióacontinuación.Miúnicaexcusaparaello

esquerealmenteestabaembrujado.Elcasoesquemevolvíparaseguirlasinpensarniporunsoloinstanteenlamedicinademimadre.Eldoctormedetuvoatiempo.

—Noteolvidesdelamedicina—dijo—.Ysiquieresquetedéunconsejo,notetomesmolestiasporesamujer.Despiertaaljefedepolicía.Preocuparsedeellaessutrabajo,noeltuyo.

Extendíensilenciolamanoparacogerlamedicina.Temíaperdertodosurespetosimeatrevíaaresponderle.Debíadehaberpercibido,igualqueyo,queaquellamujerquería el láudano para envenenarse. El doctor había adoptado, segúnmi punto devista, una postura excesivamente intransigente. Sencillamente, le di las graciascuandomeentrególamedicinaysalí.

Ellaestabaesperándome talycomomehabíaprometido.Caminaba lentamentede un lado a otro; una silueta alta, elegante y solitaria bajo los brillantes rayos deluna.Estossederramabansobresubellafigura,sobresubrillantepelodorado,sobresus enormes ojos grises… era la luz quemás les convenía.Apenas parecíamortalcuandosedirigióamíparahablarme.

—¿Ybien?—dijo—.¿Quédesea?Apesardemiorgullo,apesardemitimidezydemisentidocomún(porpocoque

fuese), leentreguémicorazónenaquelmismoinstante.La toméde lasmanosy lereveléloqueestabapensandocontantaconfianzacomosinosconociéramosdesdehacíamediavida.

—Pretende usted destruirse a sí misma —dije—. Y yo pretendo impedírselo.Aunquetengaqueseguirlatodalanoche,evitaréquelohaga.

Ellaserio.—Estétranquilo.Yahavistoconsuspropiosojosqueeldoctornotieneninguna

intencióndevendermeelláudano.¿Acasoleimportaqueyovivaomuera?Alpreguntaraquelloapretómismanossuavemente.Susojosbuscaronlosmíos

conunamiradalánguidayprolongadaquerecorriómicuerpocomofuegolíquido.Lavozsemeapagóenloslabios.Nopuderesponder.

Ellaentendiósinquehicierafaltaquedijeranada.

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—Soloporhablarmeamablementeyamehadadoganasde seguir viviendo—dijo—.Laamabilidadsueletenerunefectomaravillososobrelasmujeres,losperrosy demás animales domésticos. Tan solo los hombres se resisten a su influjo.Tranquilícese. ¡Le prometo cuidarme tanto como si fuera lamujermás feliz de laTierra! No deje que le separe durante más tiempo de su cama. ¿Hacia dónde sedirige?

Era unmiserable. ¡Me había vuelto a olvidar demimadre incluso llevando sumedicinaenlamano!

—Voyamicasa—respondí—.¿Dóndesealojausted?¿Enlaposada?Ellaserioamargamenteyseñalóhacialacantera.—Esaesmiposadaporestanoche—dijo—.Cuandomecansédedarvueltasfue

allídondemeretiréadescansar.Caminamosjuntosendirecciónamicasa.Metomélalibertaddepreguntarlesi

teníaamigos.—Creíquealmenosmequedabauno—dijo—.Deotromodo,nuncamehabría

encontrado usted en este lugar. Pero resultó queme había equivocado. Hace unashoras, lapuertademiamigosemecerróen lasnarices.Elcriadodemiamigomeamenazóinclusoconllamaralapolicía.Trashaberprobadosuerteensucomarca,yano tenía nadiemás a quien recurrir, y nadame quedaba salvomimoneda de doschelinesylosharaposquellevopuestos.¿Quéposaderorespetablemedejaríaentraren sucasa?Empecéacaminarpreguntándomecómopodríaabandonarestemundosin desfigurarme y sin sufrir mucho dolor. No tienen ustedes ningún río en lascercanías,demodoquenosemeocurríaningunaescapatoria;hastaqueleviaustedllamandoa lacampanade lacasadeldoctor.Vi lasbotellasde laboticacuando ledejó entrar, y de inmediato pensé en el láudano. Por cierto, ¿qué hacía usted allí?¿Paraquiénesesamedicina?¿Parasuesposa?

—Noestoycasado.Seriodenuevo.—¡Noestácasado!Vaya,dehabermevestidomejorquizáaúnhubieratenidouna

oportunidad.¿Dóndevive?¿Aquí?Para entonces ya habíamos llegado a casa de mi madre. Lamujer extendió la

manoparadespedirse.Sintechoysinhogarcomoestaba,yniporunmomentoselehabíaocurridopedirmecobijoparapasarlanoche.Fueideamíaquedescansarabajomitechosinquemimadrenimitíalosupieran.Nuestracocinaestáconstruidaenlapartetraseradelagranja.Podíaquedarseallíhastalamañanasiguientesinquenadielavieranioyera.Lacondujehastalacocinaycoloquéunasillajuntoalosrescoldosdelfuego.Puedoadmitirquefueculpamía;puedoasumirlavergüenza,siloprefierecalificardeesemodo.Peromepreguntoquéhubierahechoustedenmicaso.Demesu palabra de honor: ¿habría dejado usted que aquella bellísima criatura pasara lanocheenlacanteracomosifueseunperrovagabundo?¡QueDiosayudaraalamujerquesealosuficientementeestúpidacomoparaamarleyconfiarenustedsiesqueasí

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hubieraobrado!Ladejéjuntoalfuego,ysubíalahabitacióndemimadre.

Sialgunavezhapadecidodelcorazón,podrásaberloquesufríensecretocuandomimadremetomódelamanoymedijo:

—Siento que tu descanso nocturno se haya visto interrumpido por mi culpa,Francis.

Ledi lamedicinay esperé a su ladohastaque el dolor remitió.Mi tíaChanceregresóa lacamaymimadreyyonosquedamosa solas.Medicuentadeque suescritorionoestabaensusitiohabitual,sinoquehabíasidocolocadojuntoalacama,asulado.Ellamevioobservarlo.

—Hoyestucumpleaños,Francis—dijo—.¿Notienesnadaquecontarme?Hastatalpuntohabíaolvidadomisueñoqueenaquelmomentonotuvenilamás

remotaideadeloquepodíaestarpasandoporsucabeza.Duranteuninstantesentíuntemorculpablequemellevóapensarquesospechabaalgo.Volvílacabezahaciaotroladoyrespondí:

—No,madre.Notengonadaquecontarte.Ellameindicóquemeinclinasesobrelaalmohadayquelabesara.—¡QueDiostebendiga,querido!—dijo—,yquecumplasmuchosmás.Me palmeó lamano, cerró sus cansados ojos y, poco a poco, se fue quedando

dormida.Volvíabajarlasescalerassinhacerruido.Creoquelainfluenciabenefactorade

mimadremeacompañóduranteaquelbrevetrayecto.Entodocaso,loqueahoravoyacontarlesescompletamentecierto:medetuveconlamanoapoyadasobrelamanilladelapuertadelacocinaymedijeamímismo:

«Supontequeabandonolacasa.Quememarchodelpueblosinvolveraverlaniahablarconella».

Siladecisiónhubieraestadoúnicamenteenmismanos,¿acasonohabríacedidoala tentación? ¿Quién puede afirmarlo? Tal y como estaban las cosas, decidí nohacerlo.Mientrasaúnestabadudando,lamujermeoyóyabriólapuertadelacocina.Misojosseencontraronconlossuyos.Aquelloacabócontodaresistencia.

Pasamos juntos las dos siguientes horas, sin que nadie nos molestara. Tiemposuficienteparaquemerevelaseelsecretodesudesperdiciadavida.Tiemposuficienteparaquetomaraposesióndemí,paraquehicieraconmigoloqueleplaciera.Peronoharáfaltaquemedetengaenlasdesgraciasquelahabíanllevadohastaaquelpunto;sondemasiadocomunescomoparainteresaracualquiera.

SunombreeraAliciaWarlock.Habíanacidosiendounadamaycomotalhabíasido educada. Pero había perdido su posición, su carácter y sus amigos. La virtudtemblabaalverla,yelvicioquesehabíaapoderadodesualmalaacompañaríahastaelfinaldesusdías.Talycomoyaleshedicho,chocanteperocomún.Nosuponíael

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másmínimocambioparamí.Yalohedichoconanterioridad,yvuelvoarepetirlo:estaba completamente embrujado. ¿Es que acaso hay algo extraordinario en ello?Sencillamente,recuerdenquiénerayo.Entrelasmáshonestasmujeresdemimismacondiciónenlavida,¿dóndepodríahaberencontradounacomoella?¿Acasopodíanandar como ella andaba? ¿Acaso podían tener su misma apariencia? Cuando mebesaban,¿serezagabansuslabioscomolohacíanlosdeella?¿Teníanacasosupiel,surisa,suspies,susmanos,sutacto?Ellajamáshabíatenidoquesoportarunasolamota de suciedad sobre su cuerpo. Puedo decirles que su piel era puro perfume.Cuandomeabrazaba,susbrazosmerodeabancomolasalasdeunángel,ysusonrisame cubría tan suavemente como si fuera la luz del sol. Pueden reírse de mí, siquieren;o llorarpormí, segúnsu temperamento.Noestoy intentandodisculparme,sencillamente intento explicarme. Ustedes son gente de mundo; lo que medeslumbraba y enloquecía entonces puede que sea experiencia cotidiana para laspersonascomoustedes.Caídaono,ángelodiablo,sereducíaalosiguiente:ellaeraunadama,yyounmozodecuadra[4].

Antes de que el resto de la casa se despertara, la acompañé (en el tren de losobreros)hastaunagranciudadindustrialquehabíaennuestracomarca.

Allí, con la ayuda de mis ahorros, pudo comprarse unas ropas decentes yconseguir un alojamiento entre extraños que no harían preguntas mientras se lespagase el alquiler. Allí, poniendo una excusa tras otra, pude visitarla y pudimosplanear juntos nuestro futuro. No hará falta que les diga que estaba dispuesto ahacerlamiesposa.Unhombredemicondiciónsiempresecasaconunamujerdesuclase.

¿Sepreguntansierafeliz,entonces?Deberíahabersidocompletamentefeliz,deno serporunpequeñodetalle.Yesquenuncameencontrabadel todocómodoenpresenciademiprometida.

Noquierodecirquefueratímidoanteella,niquesospecharadealgo,niquemeavergonzara.Laincomodidaddelaqueestoyhablandoestabacausadaporunadébildudaenmicerebroquemehacíacreerquequizálahubieravistoconanterioridadalamadrugadaquenoshabíamosencontradoencasadeldoctor.Unayotravezmeencontrépreguntándomesisurostronomerecordabaaotro,aunqueeraincapazdeaveriguar a cuál. Aquel extraño sentimiento, aquella pregunta que nunca podíaresponder, me disgustaba sobremanera; tanto que difícilmente podrían creerlo. Seinterponía entre nosotros en los momentos más extraños; más a menudo, en todocaso,porlanoche,cuandolasvelasestabanencendidas.Yasabránloquesesientealintentar recordar unnombreolvidado, y ser completamente incapazde conseguirlopormuchoqueseintente.

Aquéleramicaso.Cadavezqueintentabaencontrarmirostroperdido,fracasabadelmismomodoqueustedfracasóalintentarrecordarsunombre.

Entressemanasyalohabíamoshabladotodo,yhabíamospreparadocómoibayoa revelar la noticia en casa.Siguiendo el consejodeAlicia, iba a describirla como

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otromiembrodelserviciodelacasadeLondresenlaquehabíaestadoempleado.Yano había ningún temor de quemimadre pudiera sufrir algún daño derivado de lasorpresa.Susaludhabíamejoradomuchoenaquellastressemanas.Laprimeratardequefuecapazdevolverasentarseensusitiohabitualparatomarelté,reuníelcorajenecesario y le comuniqué que me iba a casar. La pobre mujer arrojó sus brazosalrededordemicuelloyrompióallorardealegría.

—¡Oh,Francis!—dijo—.¡Estoytancontentadequehayasencontradoaalguienquepuedacuidardeticuandoyonoesté!

EncuantoamitíaChance,yapuedenimaginarloquehizosinquehagafaltaquese loespecifique. ¡Ah,pobredemí!Si realmente lascartashubieran tenidoalgunavirtudprofética,¡quéterribleavisonospodríanhaberdadoaquellanoche!

Quedóestablecidoquealdíasiguientellevaríaamiprometidaacenaralagranja.

Debo reconocer que me sentía orgulloso de Alicia cuando la conduje hastanuestrosalónalahoraacordada.Nuncamehabíaparecidotanbellacomoaqueldía.Nuncahabíaadmiradounvestidoencualquierotramujer,¡yenestaocasiónadmiréelsuyocon tantaatencióncomosiyomismohubierasidouna fémina!Llevabaunvestido negro de seda, con mangas y cuello sencillos y de color blanco, y unamodestatocadecolorlavanda,conunarosablancaprendidaaunodesuslados.Mimadre,vestidaconsumejorropadelosdomingos,selevantórevoloteandoparadarla bienvenida a su futura nuera. Avanzó un par de pasos, medio sonriendomediosollozando,miróaAliciadirectamenteal rostro,yentonces sedetuvosúbitamente.Susmejillasemblanquecieronenuninstante,susojoslacontemplaronconhorror,susmanoscayeroninertesaamboscostadosdesucuerpo.Retrocediótorpementeycayóen los brazosdemi tía, que se encontrabadetrás de ella.No era undesmayo: aúnconservabaelsentido.SusojossedesviarondeAliciahaciamí.

—Francis—dijo—,¿noterecuerdaanadaelrostrodeestamujer?Antesdequepudieraresponderseñalóhaciasuescritorio.—¡Tráelo!—gritó—.¡Tráelo!EnaquelmismoinstantesentílamanodeAliciaposándosesobremihombro,yvi

sucaracompletamenteenrojecidaporlarabia.¡Ynoesdeextrañar!—¿Quésignificaesto?—preguntó—.¿Acasoquiereinsultarmetumadre?Dijealgunaspalabrasparatranquilizarla,aunquenorecuerdoexactamentecuáles.

Estaba tan confuso y sorprendido en aquel momento… Antes de que hubieraterminado,oíamimadreamisespaldas.

Mitíalehabíaacercadoelescritorio.Lohabíaabiertoyhabíatomadounpapeldesuinterior.Lomiró,observóelrostrodeAlicia,levantólalargayahuecadamangade su vestido y le examinó el brazo y la mano. Vi que el miedo sustituíarepentinamentealenfadoenelrostrodeAlicia.Selibródelbrazodemimadre.

—¡Estáloca!—sedijoasímisma—.¡YFrancisnomehabíadichonada!

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Conaquellaspalabras,saliódelahabitación.Yo me dispuse a seguirla, pero mi madre me hizo una señal para que me

detuviese.Leyó laspalabrasquehabíaescritasenelpapel.Mientras ibanbrotandolentamentedesuslabios,unatrasotra,señalabahacialapuertaabierta.

—Ojosgrisesyclaros,yelpárpado izquierdo ligeramentecaído.Cabello rubiopajizo, con una veta dorada. Brazos blancos, pequeñasmanitas de dama, un pocoenrojecidasalrededordelasuñas.¡Eslamujerdetusueño,Francis!¡Eslamujerdetusueño!

Algooscureciólaventanadelsalónalmismotiempoquesepronunciabanestaspalabras. Miré hacia la sombra. ¡Alicia Warlock había regresado! Nos estabaobservandodesdelaventana.¡Allíestabaelrostrofunestoquemehabíacontempladoen el dormitorio de la solitaria posada! Allí, descansando sobre el postigo de laventana,seapoyabalaadorablemanoquehabíasostenidoelcuchilloasesino.Claroquelahabíavistoantesdeencontrarnosenelpueblo.¡Eralamujerdemisueño!¡Lamujerdemisueño!

Noesperoquenadieapruebeloquevoyacontaracontinuación.Tressemanasdespuésdequemimadrelahubieraidentificadocomolamujerde

mi sueño, conduje a Alicia Warlock hasta el altar y la hice mi esposa. Estabaembrujado.Lodirécuantasveceshagafalta:¡estabaembrujado!

Duranteelperiodoanterioramisesponsales,nuestrapequeñaunidadfamiliarenla granja se hizo pedazos.Mimadre ymi tía discutían constantemente.Mimadre,creyendoenelsueño,meinstigabaaquerompieraelcompromiso.Mitía,creyendoensuscartas,meurgíaaquemecasara.

Ladiferenciadeopiniónentreambasprodujounadisputa,enelcursodelacual,mi tía, completamente inconsciente de su superstición, llegó a sacar las cartas quehabíanprofetizadolafelicidadenmividadecasado,ylepreguntóamimadresinocreía que solo «un ciego pagano podría ser tan tonto como para, tras haber vistoaquellascartas,creerenunsueño».Aquello,naturalmente,colmólapacienciademimadre. Las siguientes palabras fueron mucho más duras y llovieron desde ambosbandos. La señora Chance regresó muy enojada a Escocia para vivir con unosamigos.Me dejó una carta en la que había escrito las perspectivas parami futuroreveladas por las cartas, y una dirección a la que podría enviarle un giro postal.«Estabacercanoeldía—habíaescrito—,enqueFranciepodríaacordarsedeloqueledebíaa su tíaChance,queseenfrentabaa sudesgraciadaviudedadcon tansolotreintalibrasalaño».

Trashabersenegadoadarsuconsentimientoamimatrimonio,mimadrerechazótambiénestarpresente en labodayvisitar aAliciadespuésdequeesta sehubieraconsumado.Nohabíarabiaensuconducta.Creyendoenelsueñocomolohacía,loúnico que lamovía era un terrible temor antemi esposa.Yo lo comprendí y se lo

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permití. Ninguna palabra se cruzó entre nosotros a este respecto.Ahora,mi únicorecuerdofelizesque,aunqueladesobedecíenelasuntodelaboda,almenosaméyrespetéamimadrehastaelfinal.

Encuantoamimujer,Aliciano lamentó lomásmínimo la separaciónentre susuegrayella.Decomúnacuerdo,nuncahablamosdeltema.Nosestablecimosenlaciudad industrial que ya he mencionado, y empezamos a regentar una casa dehuéspedes.Miamableseñormeproporcionó,trashabérselosolicitado,unagenerosacantidad a cambio demi anualidad.Aquello nos permitió adquirir una buena casadecentemente amueblada.Durante una temporada las cosasmarcharonbien.Puedodescribiresteperiododemividacomounodelosmásfelices.

Misdesgraciascomenzaronconlarecaídademimadreenlamismaenfermedadque ya había sufrido con anterioridad. El doctor me confesó que en esta ocasiónexistíapeligro.Naturalmente,trashaberoídoesto,empecéapasarmásymástiempoenlagranja.Tambiénnaturalmente,cadavezquemeausentabadejabaelnegocioacargo de mi mujer. Poco a poco, descubrí que su conducta hacia mí estabacambiando.Cadavezquelevolvíalaespalda,entablabaamistadcongentededudosaydisipadacalaña.Undía,observéalgoensusmodalesquemehizosospecharquehabía estadobebiendo.Antes dequehubiera terminado la semana,mi sospecha seconvirtióencerteza.Afuerzadetratarconborrachos,ellamismasehabíaconvertidoenunodeellos.

Hice todo lo que un hombre podría haber hecho para recuperarla. ¡Fuecompletamenteinútil!¡Enrealidad,Alicianuncamehabíadevueltotodoelamorqueyosentíaporella!No teníaninguna influencia sobresucomportamiento.Nohabíaabsolutamente nada que yo pudiera hacer. Mi madre, al enterarse de este nuevoproblema,decidiócomprobarsiellapodíaconseguiralgo.Undíalaencontrévestidaparasalir.

—Ya no me queda mucho tiempo en este mundo, Francis—dijo—. Y no mesentiréagustoenmi lechodemuerteanoserquehayahecho todo loposibleporhacerte feliz. Estoy dispuesta a olvidarme de mis temores y de mis propiossentimientosparaacompañarteaveratuesposayverquépuedohacerparaqueentreen razón. Llévame contigo, Francis. Déjame hacer todo lo que pueda por mi hijoantesdequeseademasiadotarde.

¿Cómo podía desobedecerla? Tomamos el tren hasta la ciudad. Solo estaba amediahoradetrayecto.Alaunaenpuntodelatardehabíamosllegadoamicasa.EralahoradecomeryAliciaestabaenlacocina.Fuicapazdeconduciramimadreensilenciohastaelsalónydeprepararamiesposaparalavisita.Aaquellahoraaúnnohabía bebido demasiado y, afortunadamente, el diablo que habitaba en su interiorestabadominadoporelmomento.

Me siguió hasta el salón y el encuentro se desarrolló mucho mejor de lo quejamásmehubieraatrevidoaprever.Conunúnicoproblema:quemimadre,aunqueintentócontrolarsetodoloquepudo,fueincapazdemiraramiesposadirectamente

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al rostrocuandohablóconella.ParamísupusounalivioelqueAliciaempezaraaprepararlamesaparalacomida.

Pusoelmantel, trajo labandejadelpanycortóalgunasrebanadasde lahogazaparanosotros.Despuésregresóa lacocina.Enaquelmomento,mientrasyomirabaansiosamente amimadre,me sobresalté al percibir en su rostro elmismohorriblecambio que lo había alterado la mañana en que ella y Alicia se habían visto porprimera vez. Antes de que yo pudiera decir una sola palabra, ella seme adelantócompletamenteaterrorizada.

—¡Llévame de vuelta, Francis! ¡Vamos a casa! ¡Vamos a casa, Francis!¡Acompáñameynoregresesjamás!

Medabamiedopedirunaexplicación;únicamentelehiceunaseñalparaquesemantuvieseensilencioy laayudéaalcanzar lapuerta.Cuandopasamosfrentea labandejadepanquereposabasobrelamesa,sedetuvoylaseñaló.

—¿Hasvistoconquéhacortadoelpantuesposa?—preguntó.—No,madre,noestabaprestandoatención.¿Conqué?—Mira.Miré.Unaenormenavajanueva,conunmangodeastadeciervo,reposabajunto

a lahogazaen labandejadelpan.Alargué lamanoparahacermeconella.Enesemomentooímosunruidoenlacocina,ymimadremeagarródelbrazo.

—¡El cuchillo del sueño, Francis! ¡Creo que voy a desmayarme del miedo,aléjamedeaquíantesdequeellaregrese!

Yo era incapaz de decir nada, ni para consolarla ni para responder. Pese a sersuperior a la superstición, el descubrimiento del cuchillo me había dejado dandotumbos.Ensilencio,ayudéamimadreasalirdeallíylaacompañéhastasucasa.

Ibaadespedirmeconlamano.Intentódetenerme.—¡Novuelvas,Francis!¡Novuelvasallí!—Deborecuperaresecuchillo,madre.Tengoquevolverenelprimertren.Memantuvefirmeenmiresolución.Regreséenelsiguientetren.

Mi esposa, por supuesto, había descubierto nuestra desaparición. Había estadobebiendo.Estabahechaunafuria.Lacomidahabíasidoarrojadacontralachimenea.Elmantelyanoestabapuestosobrelamesa.¿Dóndeestabaelcuchillo?

Fui lo suficientemente estúpido como para preguntar por él. Se negó aentregármelo.Enelcursodeladiscusiónqueseoriginómeenterédequehabíaunahorriblehistoriaasociadaalcuchillo.Habíasidousadohacíaañosenunasesinato.Yhabía sidoescondidocon tantahabilidadque lasautoridadesnohabíanconseguidopresentarloaljuicio.Conlaayudadealgunosdesuspocofiablesamigos,miesposahabía podido comprar aquella reliquia de un crimen olvidado. Su pervertidanaturaleza le había atribuido un horrendo y desconocido valor a aquel cuchillo.Viendoquenohabíamododeconseguirloentérminoslícitos,medecidíabuscarlo,

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algo más tarde, en secreto. La búsqueda resultó infructuosa. Llegó la noche yabandonélacasaparacaminarporlascalles.¡Podránentenderqueparaentonceseraun hombre destrozado cuando les diga que tenía miedo de dormir en la mismahabitaciónqueella!

Pasaron las semanas. Ella siguió negándose a entregarme el cuchillo, y aquelmismomiedodedormirconellaenlamismahabitaciónsiguióapoderándosedemí.Porlasnochespaseaba,odormitabaenelsalón,omesentabaavelarellechodemimadre.Antesdequeterminaralaprimerasemanadelnuevomes,meviasoladoporlapeordetodaslasdesgracias:mimadrefalleció.Faltabapocoparamicumpleaños,y ella quería haber vivido hasta ese día. Yo estuve presente en elmomento de sumuerte.Susúltimaspalabrasenestemundoestuvierondirigidasamí:

—¡Novuelvas,hijomío!¡Novuelvas!Meviobligadoavolver,aunquesolofueraparavigilaramiesposa.Durantelos

últimosdíasdelaenfermedaddemimadre,habíaañadidounaguijónviperinoamipenaafirmandoqueibaareclamarsuderechodeasistiralfuneral.Apesardetodoloquepudedecirohacer,semantuvofielasupromesa.Eldíaseñaladoparaelentierroseimpuso,crecidaporlabebidaysinningunavergüenza,antemipresencia,yjuróqueacompañaríaalaprocesiónfunerariahastalatumbademimadre.

Esteúltimoinsulto,trastodoloquehabíatenidoqueaguantar,fuemásdeloquepudesoportar.Meenloqueció.Intentendisculparaunhombretalycomoéllointentahacer.Lagolpeé.

En el mismo instante en que lo hice me arrepentí. Ella se hizo un ovillo,silenciosa, en una esquina de la habitación, y me contempló fijamente. Era unamiradaqueporunmomentohelólasangreenmisvenas.Peronoteníatiempoparapensaren intentarhacer laspaces.Solopodíaarriesgarmea lopeor,ycuidarmedeella hasta que el funeral hubiera terminado. La encerré en su propio dormitorio.Cuandoregresé,trasentregaramimadreasutumba,laencontrésentadajuntoalacama,muyalteradatantoenaparienciacomoenporte,conunfardoensuregazo.Seenfrentó a mí calmadamente. Habló con una curiosa inexpresividad en su voz,extrañayantinaturaltantoenaparienciacomoenmodos.

—Ningún hombre me había golpeado hasta ahora —dijo—. Y mi esposo notendráunasegundaoportunidad.Abrelapuertaydejaquememarche.

Pasójuntoamiladoyabandonólahabitación.Laperdídevistacaminandoporlacalle.

¿Deverdadsehabíaido?Todaaquellanochevigiléyesperé.Ningunapisadaseacercóalacasa.Alanochesiguiente,vencidoporlafatiga,metumbéenlacamavestido,conla

puerta cerrada, la llave sobre la mesa y la vela encendida. Nada interrumpió misueño. Llegó la tercera noche, y la cuarta, y la quinta, y la sexta, sin que nadasucediera.Yllególaséptimanoche.Aúnteníamissospechas,yseguíaacostándomevestido,conlapuertabiencerrada;conlasllavessobrelamesaylavelaencendida.

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No dormí bien. Me desperté en dos ocasiones, aunque sin sufrir ningunasensación de intranquilidad. La tercera vez, sentí apoderarse de mí aquel hórridoescalofríoquemehabíaasaltadolanochequehabíadormidoenlasolitariaposada,acompañado de aquel mismo penetrante dolor en el corazón. Me levanté deinmediato.

Mi vista se dirigió hacia el flanco izquierdo de la cama. Y allí estaba,contemplándome…

¿Lamujerdelsueñootravez?¡No!¡Miesposa!Lamujerdecarneyhueso,conelrostro de la del sueño, con la pose de la del sueño: el brazo derecho alzado, elcuchilloagarradoenladelicadayblancamano.

Mearrojécontraelladeinmediato,peronolosuficientementedeprisacomoparaevitarqueocultaraelcuchillo.Sinqueyodijeraunapalabra,sinqueellagritaraunasola vez, la empujé hasta una silla. Con una mano tanteé su manga, y allí, en elmismolugarenquelamujerdelsueñohabíaescondidosucuchillo,habíaescondidomi esposa el suyo. El cuchillo con la empuñadura de asta de ciervo que parecíacompletamentenuevo.

De lo que sentí al hacer aquel descubrimiento no fui plenamente conscienteentonces,ysoyincapazdedescribirloahora.Ledirigíunamiradafijaconelcuchilloenlamano.

—¿Queríasmatarme?—dije.—Sí—respondióella—.Queríamatarte.Secruzódebrazosymemirófríamentealacara.—Yaúnloharé—dijo—.Conesecuchillo.Noséquéfueloqueseapoderódemí.Lesjuroquenosoyningúncobarde,ysin

embargoactuécomotal.Elhorrorfuemásfuertequeyo.Nopodíamirarla,nopodíanihablarle.Ladejéallí(llevándomeelcuchilloenlamano)ysalíalanoche.

Seoíaunviento lastimosoy el olor a lluvia cargaba el aire.Las campanasdelreloj de la iglesia tocaron el cuarto en el momento en que yo pasaba frente a lasúltimascasasdelaciudad.Lepreguntéalprimerpolicíaconelquemecrucéaquéhorapertenecíaelcuartoqueacababadesonar.

Elhombremirósurelojyrespondió:—Sonlasdos.Lasdosdelamadrugada.¿Quédíadelmeseraaquelqueacababadeempezar?

Hicemis cálculos apartir del díadel funeral demimadre.Elhorribleparalelismoentremisueñoylarealidadacababadecompletarse.¡Eramicumpleaños!

¿Habíaescapadodelpeligroquehabíaanticipadomisueño?¿Oacasoacababaderecibirunsegundoaviso?

Cuandoaquelladudacruzómicerebro,dejédeavanzarendirecciónalasalidadela ciudad. El aireme había revivido; volvía a sentirme dueño demímismo hastacierto punto. Tras pensar un rato, empecé a ver claramente el error que habíacometidoaldejaramiesposalibredeiradondequisierayhacerloquelevinieseen

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gana.Dimediavueltadeinmediatoyregreséacasa.Aúnestabaoscuro.Habíadejadolavelaencendidaenmicuarto.Cuandomiréa

través de la ventana vi que ninguna luz salía de ella. Avancé hasta la puerta.Recordabahaberlacerradoalmarcharme,yahoralaencontrabaabierta.

Esperéenelexterior,sinperderlacasadevistahastaqueamaneció.Entoncesmeatrevíaentrar.Escuchésinoírnada.Miréenlacocina,elfregaderoyelsalón,ynoencontrénada.Porfinsubíhastaeldormitorio.Estabavacío.

En el suelo encontré una ganzúa, queme reveló cómohabía conseguido entrarAlicia.Yesefueelúnicorastroquepudeencontrardelamujerdelsueño.

Esperéencasahastaquelaciudadsepusoenmarchaparaelnuevodía,ydespuésacudí a consultar a un abogado.Pese al confundido estadodemimente, tenía unaideaclaradeloquepretendíahaceracontinuación:estabadecididoavendermicasayadejarlacomarca.Sinembargo,habíaobstáculosconlosquenohabíacontado.Semedijoqueteníaacreedoresalosquepagarantesdepodermarcharme.¡Yo,quelehabía dado a mi esposa el dinero para pagar las facturas cada semana con todaregularidad!Unabreveinvestigacióndemostróquehabíamalversadohastaelúltimopeniquequelehabíaconfiado.Noteníamásremedioquevolverapagarlotodo.

Situadoenestaextrañaposición,miprimerdeberfuearreglarlotodoconlaayudademi abogado.Durantemi obligatorio peregrinaje de un lado a otro de la ciudad,hicedos idioteces.Ycomoconsecuenciade lasmismas, tuvenoticiasdemimujerporúltimavez.

En primer lugar, tras haber conseguido el cuchillo, fui lo suficientementeimprudentecomoparaguardarloenmibolsillo.Ensegundolugar,teniendounacosade importanciaquecomunicarleamiabogadoaunahora tardía, fuiasucasabienentrada la noche, solo y a pie. Llegué hasta allí sano y salvo, pero a la vuelta fuiatacadoporlaespaldapordoshombresquemearrastraronhastaunoscuropasajeymerobaron,nosoloelpocodineroquellevabaencima,sinotambiénelcuchillo.Laopinióndelabogado,ytambiénlamía,fueladequelosladronessecontabanentrelos indeseablesamigosdemiesposa,yquemehabíanasaltado instigadosporella.Paraconfirmarestepunto,aldíasiguienterecibíunacartasinfechaniremite,escritaconlacaligrafíadeAlicia.Laprimerafrasemeinformódequeelcuchillovolvíaaestar en su poder. La segunda me recordaba el día en que la había golpeado. Latercera fraseme avisó de que se limpiaría lamancha dejada pormi golpe conmisangre.Yrepitiólaspalabras:«¡Yloharéconelcuchillo!».

Todoestosucedióhaceunaño.La leyconsiguióagarrara loshombresquemehabían desvalijado, pero desde entonces, y hasta ahora, ha sido completamenteincapazdeencontrarelmásmínimorastrodemiesposa.

Ésta es mi historia. Cuando hube pagado a los acreedores y todos los gastos

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legales,apenasmequedabanenelbolsillocincolibrasdelasquehabíarecibidoporlaventadelacasademimadre,yteníatodoelmundoparavolveraempezardecero.Desde hace algunos meses, después de vagabundear por aquí y por allá, llegué aUnderbridge.Eldueñodelaposadahabíatenidoalgunarelaciónconlafamiliademipadre en el pasado.Me ofreció todo lo que podía ofrecer: comida y refugio en elpatio.Excepto losdíasdelmercado,nohayabsolutamentenadaquehacer.Cuandollegueelinviernolaposadacerrará,yyodeberébuscarmeotrolugar.Miviejoseñorpodríaayudarme,siselopidiera,peronoquierohacerlo;yahahechopormímásdeloquemerezco.Además,dentrodeunaño,quiénsabe,quizámisproblemashayantocado a su fin. El próximo invierno acercará más mi cumpleaños, y mi próximocumpleañospodríasereldíademimuerte.¡Sí!Escierto,hepasadolaúltimanochecompletamenteenvela,heoídosonarlasdosdelamadrugadaynohasucedidonada.Sinembargo,yaunteniendoestoúltimoencuenta,eltiempoqueaúnestáporllegarestiempoenelquenoconfío.Miesposatieneelcuchillo,ymesiguebuscando.¡Nosoysupersticioso,téngaloencuenta!Nodigoquecreaenlossueños,solodigoqueAlicia Warlock me está buscando. Es posible que esté equivocado. Y también esposiblequenoloesté.¿Quiénpodríadecirlo?

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TERCERANARRACIÓN

LAHISTORIACONTINUADAPORPERCYFAIRBANK

Nos despedimos de Francis Raven a la puerta de Farleigh Hall, dándole aentenderquepodíaesperarvolveraoírdenosotros.

Aquella misma noche la señora Fairbank y yo tuvimos una discusión en elsantuariodenuestrodormitorio.Eltemafue«Lahistoriadelmozodecuadra»,ylacuestión en disputa versó acerca de lamedida de deber caritativo que para con élpodíamostener.

Mi punto de vista sobre el relato del hombre se reducía a uno estrictamenteorientadohacialoshechos.Enmiopinión,FrancisRavenlehabíadadodemasiadasvueltasalasneblinosasconexionesentresuextrañosueñoysuvilesposa,hastaquesumentehabíaalcanzadounestadodeilusiónparcialentodoloqueaaqueltemaserefería.Estabadispuestoaayudarleconunacantidaddedineroyderecomendarlealabondaddemiabogado,siesquerealmenteestabaenpeligroyqueríaayuda.Allíempezabayterminabamiideade«deber»haciaestaafligidapersona.

Viéndoseenfrentadaaesterazonablepuntodevista,eltemperamentorománticodelaseñoraFairbankalcanzó,comodecostumbre,susextremos.

—NotengomayorintencióndeperderdevistaaFrancisRavencuandolleguesupróximo cumpleaños de la que tendría de abandonar un buen libro antes de haberleídoloscapítulosfinales—dijomiesposa—.Estoycompletamentedecidida,Percy,allevarleconnosotroscuandoregresemosaFrancia,encalidaddemozodecuadra.¿Qué importancia tiene para gente rica como nosotros que haya un hombremás omenosentreloscaballos?

En aquel aspecto, la compañera de mis alegrías y tristezas se mantuvoperfectamenteinasequibleatodoslosargumentosnacidosdelsentidocomún.¿Acasodeboaclararlesamishermanosenmatrimoniocómoacabó todo?Porsupuesto,miesposa terminó por irritarme y le respondí agudamente. Por supuesto, mi esposa,indignada,apoyóel rostrocontra laalmohadaconyugalyempezóasollozar.Yporsupuesto,alveraquello,el«señor»ofreciósusdisculpas,y«laseñora»sesalióconlasuya.

Antes de que terminara la semana regresamos a Underbridge y le ofrecimosdebidamente a Francis Raven un puesto a nuestro servicio comomozo de cuadrasuplementario.

Alprincipioelpobrehombreapenaspareciócapazdeasumirsubuenasuerte.Al

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recobrarse, expresó sugratituddeunmodomodestoyapropiado.Las simpatíasyapredispuestasdelaseñoraFairbanksederramaron,comodecostumbre,a travésdesus labios. Le habló de nuestro hogar en Francia como si el desgastado y canosomozohubierasidounniño.

—Setratadeunacasapreciosa,Francis.¡Yquéjardines!Establosdiezvecesmásgrandes que los que tenéis aquí, y unmontón de habitaciones entre las que poderelegir la tuya.Deberás aprender el nombrede la casa: se llamaMaisonRouge.LaciudadmáscercanaesMetz.SepuedellegarhastalasorillasdelríoMoseladandounpaseo.Ycuandoqueremosuncambiodeambiente,tomamoseltrenhastalafronterayyaestamosenAlemania.

Trashaberescuchadohastaentoncesconunaexpresióndeabsolutaperplejidadmarcada en el rostro, Francis se sobresaltó y cambió de color al oír el final de laúltimafrasedemiesposa.

—¿Alemania?—repitió.—Sí.¿AcasoconocesAlemania?Losojosdelmozodecuadrasefijaroncontristezaenelsuelo.—Alemaniamerecuerdaamiesposa—respondió.—¿Ah,sí?¿Cómo?—Una vez me dijo que había vivido en Alemania, mucho antes de que yo la

conociera,cuandoeraunamuchacha.—¿Vivíaconparientesoconamigos?—Trabajabadeinstitutrizparaunafamiliadeextranjeros.—¿EnquépartedeAlemania?—Nolorecuerdo,señora.Dudoquemelohubieradicho.—¿Tedijoelnombredelafamilia?—Sí,señora.Eraunnombreextranjero,yhacetiempoqueescapóamimemoria.

Loquesírecuerdoesqueelcabezadefamiliaeraunvinatero,propietariodeungrannegocio.

—¿Recuerdas qué clase de vino producía? Hay vinateros en nuestra comarca.¿Eramosela?

—Nopodríadecírselo,señora.Dudohaberlooídoalgunavez.Allí terminó la conversación.Nos comprometimos a ponernos en contacto con

FrancisRavenantesdedejarInglaterraynosmarchamos.Yoestabadecididoahacerunarondadevisitasanuestrosamigos ingleses,ya

regresar a la Maison Rouge en verano. A punto de partir, sin embargo, ciertasdificultadesenrelaciónconlasupervisióndeunastierrasqueposeíaenIrlandanosobligaronaalterarnuestrosplanes.EnlugarderegresaranuestracasadeFranciaenverano, no volvimos a ella hasta un par de semanas antes de Navidades. FrancisRaven nos acompañó y se estableció debidamente, bajo la ocupación nominal deayudantedeestablo,entrelossirvientesdelaMaisonRouge.

En breve, algunas de las objeciones que yo había previsto y había intentado

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vanamentemencionar ami esposa cuando habíamos hablado de tomarle a nuestroservicioempezaronamanifestarsedeunmodonadaagradable.

FrancisRavenfueincapaz(comoyomehabíatemidoquesería)dellevarsebiencon el resto de los criados. Todos eran franceses, y ni uno solo de ellos hablabainglés. Francis, por su parte, ignoraba de igual modo el francés. Sus modalesreservados,sutemperamentomelancólico,suactitudsolitaria…jugabanensucontra.Nuestroscriadoslellamaban«elosoinglés»,yacabóporserampliamenteconocidoporestemoteennuestracomarca.Sevioenvueltoendisputasque,enalgunaqueotraocasión, llegarona lasmanos.Inclusopara laseñoraFairbanksehizoevidentequehabíaquehaceralgúncambio.Mientrasaúnestábamosponderandocuáldeberíaserese cambio, el desgraciadomozo de cuadra fue arrojado a nuestros brazos por unaccidente en los establos. Perseguido aún por su proverbial mala suerte, el pobredesgraciadoserompióunapiernadebidoalacozqueleasestóuncaballo.

Fueatendidopornuestropropiomédico,ensucómodacamadelosestablos.Amedida que se iba acercando la fecha de su cumpleaños, seguía confinado en sulecho.

Físicamente, estaba progresando muy bien. Moralmente, el médico no semostraba satisfecho. Francis Raven estaba sufriendo una desconocida enfermedadmental,queinterferíanotablementeensudescansonocturno.Aloíraquello,creíqueeramidebercontarlealfísicolaverdaderanaturalezadeloqueacechabaenlamentedel paciente. Como hombre práctico, compartiómi opinión de que el posadero sedejabadominarporsusilusionesenloqueasuesposaysusueñoserefería.

—Unailusióncurable,enmiopinión—dijoelmédico—;siponemosenprácticaciertoexperimento.

—¿Enquéconsistiríadichoexperimento?—pregunté.Enlugarderesponder,elcirujanomehizootrapregunta.—¿Esustedconsciente—dijo—dequeesteañoesañobisiesto?—La señora Fairbank me lo recordó ayer —respondí—. De otro modo,

probablementenimehabríaenterado.—¿CreeustedqueFrancisRavensabequeesteañoesbisiesto?(Empecéaintuirhaciadóndesedirigíamiamigo).—Dependerádesitieneconsigounalmanaqueinglés—respondí—.Supongamos

quenolotiene.Entonces,¿qué?—Enesecaso—continuóelmédico—,FrancisRavennosospecharáenlomás

mínimoqueesteañohaya29díasenfebrero.Enconsecuencia,¿quéhará?Anticiparálaaparicióndelamujerdelcuchilloalasdosdelamadrugadadeldía29defebrero,enlugardealasdosdelamadrugadadelprimerodemarzo.Dejemosquesufrasussupersticiososterroreseneldíaequivocado.Dejemosqueeldíaquerealmenteessucumpleañospaseunanocheperfectamentetranquilayqueduermatanprofundamentecomo hacemos los demás a las dos de la madrugada. Después, cuando se levantetranquilamenteatiempoparadesayunar,ledespojaremosdesuilusióncontándolela

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verdad.Acepté llevar a cabo el experimento. Dejé que el médico avisara a la señora

FairbankdenuestrasintencionesyacudíalosestablosparaveraFrancisRaven.

Elpobrehombreveíaportodaspartespremonicionesdeldestinoqueleacechabaelominosodíaunodemarzo.Mesolicitóencarecidamentequeleordenaraaunodelos criados que se sentara junto a él durante la madrugada de su cumpleaños. Algarantizarle su petición, le pregunté en qué día de la semana caía su cumpleaños.Contóconlosdedosdelamanoydemostróser inocentea todasospechadequeelaño pudiera ser bisiesto, indicándome el día 29 de febrero, completamenteconvencidodequesetratabadelunodemarzo.Porsupuesto,decididoallevaracaboelexperimentodelmédico,meguardémuymuchodecorregirsuerror.Alobrardeestemodo,dielprimerpasocompletamenteaciegasendirecciónhaciaelúltimoactodeldramadelsueñodelmozodecuadra.

Aldíasiguientesurgióunapequeñadificultaddomésticaextrañaeindirectamenteasociadaconelcadavezmáspróximofinal.

Miesposarecibióunacartaenlaquesenosinvitabaaasistiralacelebracióndelasbodasdeplatadedosdignosvecinosalemanes,elseñorylaseñoraBeldheimer.El señorBeldheimereraun importantevinaterode losbancosdelMosela.Sucasaestabasituadaen la fronteraentreFranciayAlemania,y ladistanciadesdenuestracasaeralosuficientementeconsiderablecomoparaobligarnosadormirbajoeltechodenuestrohuésped.Segúnaquellascircunstancias,siaceptábamoslainvitación,unarápidacomparacióndefechasnosdemostróquenoestaríamosencasalamañanadelprimerodemarzo.LaseñoraFairbank,persistiendoensuabsurdadecisióndeverconsus propios ojos lo que podría o no podría sucederle a FrancisRaven el día de sucumpleaños,declinólisayllanamenteabandonarlaMaisonRouge.

—Noserádifícilenviarunaexcusa—dijosinceremonias.Yo, sin embargo, fui completamente incapaz de ver una salida fácil para la

ocasión. La celebración de las bodas de plata en Alemania es la celebración deveinticincoañosdevidaenfelizmatrimonio,y laconvocatoriamediante laquelosanfitriones reúnen a sus amigos esprácticamente equivalente auna invitación real.Tras discutir considerablemente, viendo que la obstinación de mi esposa erainvencible,ysintiendoquelaausenciadeambosresultaríaunaofensaparanuestrosamigos,dejéquelaseñoraFairbankseexcusaracomolevinieraenganayleordenéqueporlomenosconfirmaramiasistencia.Alobrardeestemodo,dielsegundopasocompletamente a ciegas en dirección hacia el último acto del drama del sueño delmozodecuadra.

Transcurrió una semana; los últimos días de febrero estaban a la vuelta de laesquina. Se me presentó otra dificultad doméstica y, de nuevo, este incidentedemostróestarextrañamenteasociadoconelcadavezmáscercanodesenlace.

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EljefedecuadrasdemiscaballerizaserauntalJosephRigobert.Setratabadeuntipo de mala catadura, extraordinariamente presumido en lo que a su aparienciapersonal se refería, y nada escrupuloso en su conducta con las mujeres. Su únicavirtudconsistíaensucariñopor loscaballos,yenelcuidadoconque tratabaa losanimales que estuvieran a su cargo. En una palabra, era demasiado buenmozo decuadracomoparaquepudierareemplazarleconfacilidad;deotromodo,yahubierahecho tiempoquehabríaabandonadomiservicio.En laocasiónsobre laqueestoyescribiendo, mi ama de llaves me informó de que sus hábitos se estabancaracterizando últimamente por la pereza y el desorden. La principal acusacióndirigidacontraéleraqueaquelmismodíahabíasidovistoenlaciudaddeMetzencompañíadeunamujer(supuestamenteunainglesa),alaqueestabahaciendolacorteenunatabernaaunahoraenlaqueyadeberíahaberestadodevueltaenlaMaisonRouge.Loúnicoquedijoelhombreensudefensafueque«ladama»(talycomolallamó)eraunaextranjera,inglesa,desconocedoradelascostumbreslocales,yqueélúnicamentelahabíaacompañadoapeticiónpropiahastaunlugarenelquepudieratomarunrefrigerio.Administrélanecesariareprimendasinmolestarmeenaveriguarnadamásdelasunto.Alobrardeestemodo,dieltercerpasocompletamenteaciegasendirecciónhaciaelúltimoactodeldramadelsueñodelmozodecuadra.

Lanochedel28defebrero,informéaloscriadosdelosestablosdequeunodeellosdeberíapasartodalanochejuntoallechodelinglés.JosephRigobertseofrecióvoluntariode inmediatopara la tarea,sindudacomomediodevolveraganarsemifavor.Aceptésupropuesta.

Aquel día, el médico cenó con nosotros. Hacia la medianoche, él y yoabandonamos el salón de fumar y le hicimos una visita a FrancisRaven.Rigobertestabaensupuestoconunaexpresiónnodemasiadoagradablepintadaenelrostro.Porloqueparecía,elfrancésyelinglésnosehabíanllevadodemasiadobienhastaelmomento. Francis Raven yacía indefenso en su cama, esperando en silencio lallegadadelasdosdelamadrugaday,enconsecuencia,ladelamujerdesusueño.

—Hevenido a darle las buenas noches, Francis—dije alegremente—.Mañanaporlamañanavendréaverlealahoradeldesayuno,antesdepartirdeviaje.

—Graciasporsuamabilidad,señor.Peronocreoquemañanameencuentreconvida. Esta vez ella me encontrará. Acuérdese de lo que le digo, esta vez meencontrará.

—¡Mibuenamigo!PerosinopudoencontrarleenInglaterra.¿CómodiablosvaaencontrarleenFrancia?

—Nopuedoapartarlaideademimente,señor;séquemeencontraráaquí.Alasdosde lamadrugadadeldíademicumpleaños,volveréaverla.Averlaporúltimavez.

—¿Quiereusteddecirquelematará?—Asíes,señor.Mematará;conelcuchillo.—¿AunqueRigobertestéenlahabitaciónparaprotegerle?

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—Soyunhombrecondenado,señor.NicincuentaRigobertspodríanprotegerme.—Yaunasí,ustedquisoquealguiensesentaraasulado.—Meradebilidad,señor.Nomegustaríaestarasolasenmilechodemuerte.Miré al médico. Si me hubiera animado, ciertamente le habría confesado a

FrancisRavenelengañoqueestábamosllevandoacaboporpuracompasión.Peroelmédicoseguíaempeñadoendesarrollarsuexperimento.Surostrodecíaclaramente:«No».

Eldíasiguiente(el29defebrero)eraeldíaenqueseibanacelebrarlasbodasdeplatadelosBeldheimer.LoprimeroquehiceporlamañananadamáslevantarmefueiralahabitacióndeFrancis.Rigobertmesalióalpasoenlapuerta.

—¿Cómohapasadolanoche?—pregunté.—Rezandoycazandofantasmas—respondió—.Unasiloparalunáticosseríaun

lugarmásapropiadoparaél.Meacerquéalacama.—Bueno,Francis.Aquíestá,sanoysalvoapesardetodoloquemedijoanoche.Susojossefijaronenlosmíosconunamiradavacíayasombrada.—Noloentiendo—dijo.—¿Vioelmásmínimorastrodesuesposacuandoelrelojdiolasdos?—No,señor.—¿Sucedióalgo?—Nada,señor.—¿Ynoledemuestraesoqueestabaustedequivocado?Sus ojosmantuvieron aquel aspecto vacío e interrogante. Únicamente acertó a

repetirlaspalabrasqueyahabíadichoconanterioridad.—Noloentiendo.Hiceunúltimointentoporalegrarle.—¡Venga,venga,Francis!Arribaeseánimo.Enunpardesemanashabrásalido

delacama.Élnegómoviendolacabezasobrelaalmohada.—Algo vamal—dijo—.No espero queme crea, señor, pero algo vamal. El

tiempolodirá.Dejé lahabitación.Mediahoramás tardepartí endireccióna la casadel señor

Beldheimer,dejandolospreparativosparalamadrugadadel1demarzoenmanosdeldoctorydemiesposa.

Loquemásmellamólaatencióncuandomeuníalosdemásinvitadosencasadelos Beldheimer fue algo que también resulta necesario mencionar aquí. Pese a logozoso de la ocasión, una de las damas presentes se mostraba completamentealicaída.¡Yaquelladamanoeraotraquelamismísimaheroínadelafiesta:laseñoradelacasa!

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Enel transcursode la tardemeencontrécharlandoconelhijomayordel señorBeldheimer,ylepreguntéquéeraloquelesucedíaasumadre.Alserunviejoamigodelafamilia,eljovenaceptódeinmediatoconfiarmelaverdad.

—Hemostenidoquelidiarconunasuntodelomásdesagradable—medijo—,ymi madre todavía no se ha recuperado de la dolorosa impresión recibida. Hacemuchosaños,cuandomishermanasaúneranniñas,tuvimosenlacasaunainstitutrizinglesa.Algún tiempodespuésdequenoshubieradejado,nos llegaronnoticiasdequesehabíacasado.Novolvimosaoírhablardeellahastaquehaceunasemanaodiezdíasmimadrerecibióunacartaenlaquenuestraex-institutrizsedescribíaasímismaenunacondicióndesumapobrezaydesgracia.Trasmuchostitubeos,sehabíaatrevido, siguiendo la sugerencia de una señora que había sido amable con ella, aescribir a sus antiguos empleadores, y a apelar a sus recuerdos en nombre de losviejos tiempos. Ya conoce usted a mi madre: no solo es la más bondadosa, sinotambién lamás confiada de lasmujeres. Resulta imposible convencerla de toda lamaldadquehayenelmundo.Respondióavueltadecorreoinvitandoalainstitutrizaquevinieraaquíaverla,eincluyódineroparapagarlelosgastosdelviaje.Cuandomipadre llegó a casa y se enteró de lo que había hecho, escribió de inmediato a suagentedeLondresencargándolequeinvestigarayremitiéndoleladirecciónqueveníaregistradaenlacartadelainstitutriz.Sinembargo,ellallegóantesquelarespuestadelagente,yleprodujolapeorimpresiónposible.Dosdíasmástarderecibimosunacartaqueconfirmósussospechas.Desdequehabíamosperdidoelcontactoconella,aquellamujer había llevadounavida completamente disipada.Mi padre habló conellaenprivadoy leofrecióunasumadedinero,acondicióndequeabandonaradeinmediatonuestracasayvolvieraaInglaterra.Silorechazaba,laalternativaseríaunadenunciaalasautoridadesyelescándalopúblico.Ellaaceptóeldineroyabandonólacasa.En suviajede regresoa InglaterraparecehaberhechoescalaenMetz.Ya seimaginará qué clase de mujer es cuando le diga que el otro día fue vista en unataberna en compañía de ese guapomozo de cuadra que trabaja para usted: JosephRigobert,¿verdad?

Mientras mi informante me revelaba aquellas circunstancias, mi memoriatrabajabaatodavelocidad.RecordéqueFrancisRavennoshabíarelatadovagamentela experiencia de su esposa como institutriz de una familia alemana. Una terriblesospechaalumbrómimente.

—¿Cómosellamabalamujer?—pregunté.ElhijodelseñorBeldheimerrespondió:—AliciaWarlock.Trashaberoídoaquellarespuesta,únicamentemequedabaunaidea:regresarami

casasinperderunsolominuto.Peroparaentonceseranyalasdiezdelanoche,yelúltimo trenhaciaMetzhabíapartidohacía rato.Convine conmi joven amigo, trashaberle informado debidamente de las circunstancias, en que debería partir en elprimer tren de la mañana, en lugar de compartir con la familia el desayuno que

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habíanpreparadoparasushuéspedes.Aintervalosdurantelanoche,mepreguntéinquietoquéestaríasucediendoenla

MaisonRouge.Lamismapreguntameseguíaasaltandounayotravezlamañanadelprimerodemarzo,mientrasviajabahaciacasaenelprimertrendeldía.Talycomose habían desarrollado los acontecimientos, únicamente una persona estaba enposicióndesaberloquehabíasucedidorealmenteenlosestabloslamadrugadadeldía del cumpleaños de FrancisRaven.Dejen que JosephRigobert tomemi puestocomonarradoryquelescuenteaustedeselfinaldelahistoria,delmismomodoquenoslacontóasuabogadoyamíhaceyatiempo.

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CUARTA(YÚLTIMA)NARRACIÓN

LADECLARACIÓNDEJOSEPHRIGOBERT:DIRIGIDAALABOGADODEFENSORQUELE

REPRESENTÓENSUJUICIO

Respetadoseñor.Eldía27defebrerofuienviadoalaciudaddeMetzenviajedenegocios relacionados con los establos de laMaisonRouge.En el paseomarítimoconocíaunamagníficamujer.Cabellosrubios.Nacionalidadinglesa.Nosadmiramosmutuamente e iniciamos una conversación (ella hablaba francés perfectamente,aunque con acento inglés). La invité a un refrigerio; mi propuesta fue aceptada.Mantuvimos una prolongada e interesante entrevista. Descubrimos que estábamoshechoselunoparaelotro.Hastaahora.¿Quiénpodríaserculpabledenada?

¿Es acaso culpa mía haber nacido atractivo, y ser reconocido universalmentecomotalporelsexodébil?¿Esacasounaafrentacriminalmostrarseaccesiblealasamistosasdebilidadesdelamor?Preguntodenuevo.¿Quiénpodríaserelculpable?

Evidentemente,lanaturaleza.Noaquellabelladama,niestehumildeservidor.Para resumir: incluso aquel ser humano poseedor del más pétreo corazón del

mundoentenderáquedossereshechoselunoparaelotronopudieransepararsesinantesponersedeacuerdoenvolveraencontrarseenotraocasión.

Hice lospreparativosparaacomodara ladamaenunaaldeapróximaaMaisonRouge. Ella consintió en honrarme con su compañía a la hora de la cena, en miapartamentodelosestablos,lanochedeldía29.Lahorafijadafuelahoraalaquesuelenretirarselosotroscriados:lasonceenpunto.

Entrelosmozosdecuadradelosestabloshabíauninglésconunapiernarota.SunombreeraFrancis.Susmodaleseranrepugnantes:ignorabacualquierrudimentodefrancés.Enlacocinaleconocíanconelapodode«elosoinglés».Peroporextrañoqueparezca,parecíaserunfavoritodemiseñorymiseñora.Inclusolepermitierondar rienda suelta a ciertos terrores supersticiosos a los que esta repulsiva personaestaba sujeta, terrores de una naturaleza tal que yo, como avanzado librepensador,nuncaperdíeltiemponimetomélamolestiadeaveriguar.

Lanochedeldía28,el inglés, sintiéndosepresade los terroresa losqueyahealudido,solicitóqueunodesuscompañerosleacompañaradurantelamadrugada.Sudeseo fue respaldadopor laautoridaddel señorFairbank.Habiendo incurridoeneldesagradodemiseñor(unapropiadosentidodemidignidadmeimpiderelatarleelmodo),mepresentévoluntarioparavigilar el lechodeloso inglés.Miobjetivoerademostrarleal señorFairbankquenoexistíamaliciapormiparte tras loquehabía

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ocurrido entre nosotros.El desgraciado inglés pasó toda la noche delirando.Al noentendersubárbaroidioma,solopudeadivinarporsusgestosqueestabaasustadoacausa de una imaginaria aparición junto a su cama. De vez en cuando, cuando eldementemedespertabaconsusgritos,letranquilizabainsultándole.Esaeslamejorymásrápidamaneradetratarconpersonasensuestado.

Enlamañanadeldía29,elseñorFairbanknosdejóparapartirdeviaje.Aquelmismodía,algomástarde,yparamiindescriptibledisgusto,descubríque

mirelaciónconelinglésnohabíaterminadoaún.EstandoelseñorFairbankausente,fue la señora Fairbank la que tomó un incomprensible interés en el reposo demidelirantecompañerodeestabloaquellanoche.Denuevo,unodenosotrostendríaquevelar junto a su cama e informar de cuanto sucediese.Dadoqueyo esperaba amibella amiga para cenar, era necesario asegurarse de que los otros criados de losestablos estuvieran en sus camas aquella noche. Por lo tanto, volví a ofrecermevoluntarioparamantenerlaguardia.LaseñoraFairbankmealabópormihumanidad.Poseoungrancontrol sobremis sentimientos; acepté sus alabanzas sin sonrojarmesiquiera.

Dosveces,despuésdequehubieraanochecido,miseñorayeldoctor(esteúltimoestabapasandolanocheenlacasa,enausenciadelseñorFairbank)vinieronavermepara hacerme preguntas. Una vez antes de la llegada de mi bella amiga, y otradespués. En aquella segunda ocasión (mi apartamento estaba pegado puerta conpuertaconeldelinglés),meviobligadoaesconderamiencantadorainvitadaenlasaladelosarreos.Ellaaceptóconangelicalresignacióninmolarsudignidadantelasservilesnecesidadesdemiposición.¡Enmividahabíaconocidounamujertanafable(demomento)!

Despuésdelasegundavisita,quedélibre.Erayacercadelamedianoche.Hastaaquel momento no había habido nada en el comportamiento del loco inglés quepudierarecompensaralaseñoraFairbankyaldoctorporpresentarsejuntoasucama.Yacía medio dormido, medio despierto, con una expresión extraña y asombradagrabada en el rostro. Al marcharse, mi señora me avisó de que me mantuvieraparticularmenteenguardiaaesode lasdosde lamañana.Eldoctormeprestóunaenormecampanademanoquepodríaseroídaconfacilidaddesdelacasaencasodequesucedieraalgo.

Unavezrestauradoelencuentroconmihermosaamiga,preparélamesaparalacena.Unpâté,unasalchicha,yunpardebotellasdegenerosomosela,compusieronnuestra simple comida. Cuando las personas se adoran, la embriagante ilusión delamor transforma la más simple de las comidas en un banquete. Dotados de unainmensurable capacidad para el disfrute, nos sentamos a la mesa. En el mismomomentoenquelebrindabaunasillaamifascinantecompañera,elinfameinglésdelahabitacióndealladoempezóotravezamontarelescándalo.Golpeóconsubastónenelsuelo,ygritódominadoporunaccesodeterrorydelirio:

—¡Rigobert!¡Rigobert!

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El sonido de aquella lamentable voz, asaltando nuestros oídos, aterrorizó amibellaamiga.Perdiótodosuencantadorcolorenuninstante.

—¡Cielos!—exclamó—.¿Quiénestáenesahabitación?—Uninglésloco.—¿Uninglés?—Notepreocupes,ángelmío,yoharéquesecalle.Lalamentablevozvolvióallamarme.—¡Rigobert!¡Rigobert!Mihermosaamigameagarródelbrazo.—¿Quiénes?¿Cómosellama?Algoquemellamólaatenciónsereflejóensurostroalhacermeaquellapregunta.

Unespasmodecelosmesacudióelalma.—¿Leconoces?—dije.—¡Sunombre!—repitióellavehementemente—.¡Dimesunombre!—Francis—respondí.—Francis¿quémás?Me encogí de hombros. No podía recordar, y muchomenos pronunciar, aquel

bárbaroapellidoinglés.Solopudedecirlequeempezabapor«R».Ellaseechóhaciaatrásensusilla.¿Acasoibaadesmayarse?No:serecobró;e

inclusorecuperómáscolordelqueantestenía.Susojosbrillabanmajestuosamente.¿Quéqueríadecirtodoaquello?¡Pesealoprofundamentequeentiendoalasmujeresengeneral,estabacompletamentedesconcertadoporaquéllaenconcreto!

—¿Leconoces?—repetí.Ellaseriodemí.—¡Quétontería!¿Cómoibaaconocerle?Veyhazquesecalleesedesgraciado.Teníamiespejoallíallado.Unsimplevistazomeconfirmóqueningunamujeren

susanojuiciopodríapreferiral inglésantesqueamí.Recuperémiautoestima.Meapresuréaacudirjuntoallechodelinglés.

En el momento en que aparecí señaló nerviosamente hacia mi habitación.Mearrollóconuntorrentedepalabrasensuidioma.Pudeadivinar,porsusgestosysuapariencia, que de algúnmodo incomprensible había adivinado la presencia demiinvitada.Ymásextrañoaún: semostrabaasustadoante la ideadequeesapersonaestuvieseenmihabitación.Leconminéaquerecuperaralacomposturamedianteeleficazsistemaqueyahemencionado;esdecir,leinsultéenmipropioidioma.Alnoobtenerestavezunresultadosatisfactorio,reconozcoqueleasestéunpuñetazoenelrostroyabandonéeldormitorio.

Deregresojuntoamibellaamiga,laencontrécaminandodeunextremoaotrodelahabitacióndominadaporunestadodeexcitaciónmaravillosode contemplar.Nome había esperado para llenar su copa; había empezado a disfrutar del generosomoselaenmiausencia.Conciertadificultadconseguíquesesentaraalamesa.Peronadaconsiguióhacerlacomer.

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—Heperdidoelapetito—dijo—.Damevino.El generoso mosela merece su nombre, es delicado al paladar y tiene un

prodigioso «cuerpo». La fuerza de este excelente vino no produjo ningún efectoabotargador en mi destacable invitada. Si acaso pareció reforzarla y levantarle elánimo; nada más. En todo momento habló en el mismo tono relajado, y en todomomentodesviólaconversaciónconlamismadestrezahaciaelinglésqueyacíaenlahabitacióndeallado.Estapersistenciamehabríaofendidoenotramujer.Peromiencantadorainvitadaeracompletamenteirresistibleyrespondíasuspreguntasconladocilidad de un crío.Además, poseía toda la divertida excentricidad de su nación.Cuandolecontéelaccidentequehabíaconfinadoalinglésasucama,selevantódeunsalto.Unaextraordinariasonrisailuminósurostromientrasmedecía:

—¡Muéstrameelcaballoquelerompiólapierna!¡Deboveresecaballoyloharé!Lacondujehastalosestablos.Yentoncesbesóalcaballo.Lojuropormihonor.

¡Besóalcaballo!Aquellomedejócompletamenteanonadado.Ledije:—Conocesaesehombre.Ytehaofendidodealgúnmodo.¡No!Noqueríaadmitirlo,niaúnentonces.—Besoatodoslosanimalesbellos—dijo—.¿Acasonotehebesadoati?Trasbrindarmeaquellaencantadoraexplicacióndesuconducta,volvióasubirlas

escaleras. Yo me quedé atrás para cerrar de nuevo la puerta del establo. Cuandollegué hasta ella, hice un descubrimiento alarmante. La sorprendí saliendo de lahabitacióndelinglés.

—Ahoramismo ibaa ir abajopara llamarte—dijo—.Elhombredeahídentroestáempezandoaescandalizarotravez.

Lavozdelingléslocovolvióaherirnuestrosoídos.—¡Rigobert!¡Rigobert!La verdad es que en aquel momento daba miedo verle. Sus ojos me miraban

desorbitados. El sudor se derramaba sobre su rostro.Dominado por el pánico y elterror,cerrabalasmanosyapuntabahaciaelcielo.Mediantetodoslosgestosysignosqueunhombrepuedehacer,mepidióquenovolvieraadejarlesolo.Realmentenopude evitar sonreír. ¡Menuda idea, la de quedarme allí con él, dejando ami bellaamigaasolasenlaotrahabitación!

Mevolvíhacia lapuerta.Cuandoeldesgraciado locomevioabandonándolesedesesperó por completo. Gritaba de talmodo que temí que despertara al resto delservicio.

Mi rapidez de reflejos en las emergencias es proverbial entre aquellos quemeconocen. Abrí el armario en que guardaba sus ropas. Agarré un puñado de suspañuelos, le amordacé conunode ellos, y aseguré susmanos con losotros.Yanohabíapeligrodeque alarmara a losdemás criados.Trashaber terminado el últimonudo,levantélamirada.

Lapuertaentre lahabitacióndel inglésy lamíaestabaabierta.Mibella amigaestaba de pie en el umbral, observándole mientras yacía indefenso en la cama.

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Observándomemientrasterminabadeatarelúltimonudo.—¿Quéestáshaciendoaquí?—pregunté—.¿Porquéhasabiertolapuerta?Ellaseacercóamiladoy,sindejardemiraralhombredelacama,mesusurróal

oído:—Leheoídogritar.—¿Ybien?—Penséquelehabíasmatado.Mealejédeelladominadoporelhorror.Lasospechaquesuspalabrasimplicaban

ya era lo suficientemente detestable. Pero el modo en que las había susurradoresultaba más repugnante aún. Me afectó tan poderosamente que retrocedí anteaquella bella criatura, con lamisma repugnancia que podría haber sentido ante unreptilquesehubieraarrastradosobremipiel.

Antes de haberme recobrado lo suficiente para replicar, mis nervios se vieronatacados por un nuevo sobresalto. De repente oí la voz demi señora llamándomedesdeelpatiodelestablo.

Nohabíatiempoparapensar,soloparaactuar.Loúnicoqueteníaquehacereraevitar que la señora Fairbank subiera las escaleras y descubriera no solo a miinvitada, sino también al inglés atado y amordazado a su cama. Bajé corriendo alpatiode inmediato.Mientrasbajaba las escaleras, oí el relojdel establomarcar lasdosmenoscuartodelamadrugada.

Miseñorasemostrabanerviosayagitada.Eldoctor—quelaestabaatendiendo—sonreíaparasícomounhombredivertidoporsuspropiospensamientos.

—¿SigueFrancisdespierto,osehadormido?—preguntólaseñoraFairbank.—Se ha mostrado algo agitado, señora. Pero ahora se ha tranquilizado por

completo. Y así seguirá mientras nadie le moleste—añadí aquellas palabras paraevitarquesubiera—.Prontosequedarádormido.

—¿Hasucedidoalgodesdelaúltimavezquevine?—Nada,señora.Eldoctorelevólascejasenunacómicaexpresióndeagotamiento.—¡Vamos,vamos, señoraFairbank!—dijo—. ¡Noha sucedidonada! ¡Losdías

delromancepasaronya!—¡Aúnnosonlasdos!—respondiómiseñoraalgoirritada.Elolordelosestablossesentíaconfuerzadebidoalairedelamañana.Laseñora

Fairbanksecolocóunpañuelo frentea lanarizynoscondujohastaelpatiopor lapuertanorte,queeralaentradaquecomunicabaconlosjardinesdelacasa.Unavezalejadosdeloloraestablo,empezóainterrogarmedenuevo.Noacababadecreersequenohubiera ocurridonada en su ausencia.Le ofrecí lasmejores respuestas quepudeimprovisarenelmomento,ylacharlasealargóhastaqueelrelojdiolasdos.Entonces, la señora Fairbank anunció su intención de acudir personalmente a lahabitacióndelinglés.Antemialivio,eldoctorintervinoparadetenerla.

—YahaoídoqueFrancisseestáquedandodormido—dijo—.Sientraahoraen

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su habitación podría despertarle. Es esencial para el éxito de mi experimento quedescansebienestanoche,yquepuedaatribuirseesedescansoa símismoantesderevelarlelaverdad.Debosolicitarle,señora,quenoalterealpobrehombre.Rigobertnosavisarásisucedealgo.

Mi señorano estabadispuesta a ceder.Durante los siguientes cincominutos seentabló una cálida discusión entre ellos dos. Finalmente, la señoraFairbank se vioobligadaaceder;porelmomento.

—Dentrodemediahora—dijo—habrá transcurrido el tiempo suficiente comopara que Francis se haya dormido del todo o haya vuelto a despertarse. Volveréentonces.

Tomóelbrazodeldoctoryregresaronjuntosalacasa.Unavezsolo,yconmediahorapordelante,decidí llevara la inglesadevuelta

hasta el pueblo. Después, de regreso a las caballerizas, le retiraría a Francis lamordazaylasataduras,yledejaríachillartodoloquequisiera.¿Quémeimportabaamí si alteraba a todo el edificiounavezmehubiera libradode la comprometedorapresenciademiinvitada?

Al regresar al patio oí un sonido como el de una puerta chirriando sobre susbisagras.Nopodíaser lapuertade laentradanorteporqueacababadecerrarlaconmis propias manos. Acudí, por lo tanto, a la puerta de la entrada oeste, que seencontrabaenlapartetraseradelascaballerizas.Estapuertaseabríaauncampoque,aún en los terrenos del señor Fairbank, estaba atravesado por dos senderos. Elsenderomáscercanoconducíahastaelpueblo.Elotro,hastalacarreteraprincipalyelrío.

Al llegar a la puerta oeste la encontré abierta, balanceándose lentamente de unladoaotrodebidoa la refrescantebrisamatutina.Yomismohabíacerradoaquellapuertaconllaveycerrojotrashaberlaabiertomomentáneamentealasonceparaqueentraramibellaamiga.Unvagotemordequealgoibamalseapoderódemimente.Volvícorriendoalascaballerizas.

Miréenmihabitación.Estabavacía.Fuialahabitacióndelosarreos.Nirastrodelamujer.Regreséamihabitaciónymeacerquéalapuertadeldormitoriodelinglés.¿Era posible que se hubiera quedado allí durante mi ausencia? Un inexplicablerechazoa abrir lapuertamehizodudar cuandoya tenía lamanoapoyada sobre elpomo de la misma. Escuché. No se oía un solo sonido en el interior. Llamé consuavidad.Nadie respondió. Retrocedí un paso, aún dudando.Acababa de ver algooscuro,queavanzabalentamentesiguiendolahendiduraexistenteentrelabasedelapuertayelsuelodemadera.Tomandolaveladelamesa,alumbréymiré.¡Aquellooscuroquesemovíalentamenteeraunreguerodesangre!

Lahorriblevisiónmesacódemiasombro.Abrílapuerta.El inglésyacíaensucama.Estabasoloen lahabitación.Lehabíanacuchillado

dos veces, una en la garganta y otra en el corazón. El arma había quedadoabandonada en la segunda herida. Era una navaja de manufactura inglesa con un

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mangodeastadeciervo,tannuevacomosihubierasidocompradaaquelmismodía.Di la alarma de inmediato. Hay testigos que podrán explicar lo que sucedió a

continuación.Resultamonstruososuponermeculpabledeesteasesinato.Admitoquesoy capaz de cometer muchos desatinos, perome arrugo ante la mera idea de uncrimen.Además,noteníaningúnmotivoparaasesinaraaquelhombre.Fuelamujerquien lo hizo, aprovechando mi ausencia. Escapó por la puerta oeste mientras yohablaba conmi señora.No tengo nadamás que decir. Le juro que todo lo que heescritoaquíesunadeclaraciónciertadeloquesucedióenlamadrugadadeldía1demarzo.

Acepte,señor,lagarantíademissentimientosdeprofundagratitudyrespeto.

JOSEPHRIGOBERT

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ÚLTIMASLÍNEAS

AÑADIDASPORPERCYFAIRBANK

TrasserjuzgadoJosephRigobert,fuedeclaradoinocentedelasesinatodeFrancisRaven.Lospapelesdelasesinadopresentaronpruebasdesobraacercade lamortalanimosidadqueleprofesabasuesposa.

Las investigaciones realizadas la madrugada del asesinato mostraron que laasesina, tras haber abandonado las caballerizas, había tomado el sendero que sedirigíahaciaelrío.Elríofuedragado,sinresultados.Hastaeldíadehoypermanecela duda sobre si murió ahogada o no. La única certeza es que AliciaWarlock novolvióaservistapornadie.

Deestemodo, empezandoconunmisterioy terminandoconotro, lamujerdelsueñosehamostradoanteustedes.Fantasma,demoniooserhumano,elijanustedesladefinición.O,conociendo las insospechadasmaravillasque les rodean,e inclusolas insospechadas maravillas en las que pueden estar envueltos, dejemos que laspalabrasdelmásgrandedetodoslospoetassirvandeexplicación[5].

WearesuchstuffAsdreamsaremadeof,andourlittlelifeIsroundedwithasleep

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LAMANOMUERTA

CuandoelpresentesigloXIXeramuchosañosmás jovende loqueactualmentees, un amigo mío llamado Arthur Holliday llegó a la ciudad de Doncasterexactamente a mitad de la semana de las carreras; o, dicho en otras palabras, amediadosdelmesdeseptiembre.

Era uno de esos caballeros jóvenes y temerarios, algo cabeza hueca, de grancorazónyenormeboca,queposeeneldondelacompletafamiliaridadyquetrepandescuidadamenteporelárbolde lavidahaciendoamigosalládondevan.Supadreeraunricofabricanteyhabíacompradosuficientesterrenosenunodeloscondadosdelcentrodelpaíscomoparadespertarlamáspuraenvidiadetodoslosnoblesdelacomarca.Arthurerasuúnicohijoy,ademásdeserelfuturopropietariodelaenormefinca y del gran negocio, siempre estuvo bien provisto de dinero y no muyrígidamente vigiladomientras vivió su padre. Los rumores (o el escándalo, lo queprefieran) afirmaban que el anciano caballero se había conducido de un modocompletamentedesbocadoensu juventudyque,alcontrarioque lamayoríade lospadres,noestabapredispuestoa indignarseviolentamentealverquesuhijoseguíasuspasos.Estopodríaserciertoopodríanohaberlosido.Personalmente,soloconocíalmayordelosseñoresHollidaycuandoyaestabaentradoenaños,yparaentonceseraelcaballeromásapacibleyrespetablequeyohayavistoenmivida.

Bien, un septiembre, tal y como les estaba contando, el joven Arthur llegó aDoncaster, habiendo decidido de repente, con ese absurdo y poco meditado estilosuyo,queiríaalascarreras.Nollegóalaciudadhastalacaídadelatarde,yacudiódeinmediatoalmejorhotelenbuscadelechoycomida.Cenaestabandispuestosaofrecérsela,peroen loqueacamase referíaseecharona reírcuandomencionósudeseo.Durantelasemanadelascarrerasnoresultaextraordinarioquelosvisitantesqueno tienenhabitacionesreservadasenDoncasterpasen lasnochesensuscochesaparcadosalaspuertasdelasposadas.Encuantoalaclasemásbajadeforasteros,yomismoloshevistoamenudo,durantetodaesasemana,arrastrarsebajolosportalesenbuscadeunlugarcubiertoparadormir.Pormuyricoquefuera,lasoportunidadesdeArthurdeencontraralojamientoparaaquellanoche(viendoquenohabíaescritode antemano para asegurarse uno) eran más que dudosas. Tras intentar encontrarplazaenelsegundohoteldelaciudad,yeneltercero,preguntótambiénendosdelasposadas inferiores. Y en todos los sitios le recibieron con lamisma respuesta. Noquedabaniunasolacamalibre.Nitodoslosbrillantessoberanosdeoroquellevabaen el bolsillo le podrían haber proporcionado una cama en Doncaster durante lasemanadelascarreras.

Para un joven con un temperamento como el de Arthur, la novedad de verse

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arrojadoalacallecomounvagabundosinunpeniquedecadacasaenlaquepidióalojamiento se le presentó comouna experiencia intensayoriginal.De estemodo,continuóandandoconsumaletínenlamano,solicitandounacamaentodosycadaunodeloslocalesparaviajerosquepudoencontrarenDoncaster;hastaquellegóalasafuerasdelaciudad.

Paraentonces,elúltimoresplandordelcrepúsculosehabíadesvanecido,lalunaempezabaaalzarsecubiertaporlaniebla,elvientoseestabaenfriando,lasnubesseestabanespesandoenabundanciaytodoapuntabaaqueprontoempezaríaallover.

La visión de la noche tuvo un efecto descorazonador sobre el buen humor deljovenHolliday.Empezóacontemplarlasituaciónenlaqueseencontrabadesdeunpuntodevistamásdramáticoquehumorístico,ymiróasualrededorbuscandootracasa pública en la que preguntar, con un sentimiento parecido al nerviosismoapoderándosede sumente ante la perspectivadeno encontrar un alojamientoparapasarlanoche.

Lapartesuburbanahacialaquesehabíadirigidoapenasestabailuminada,ynadapodíaverdelascasasfrentealasqueibapasandosalvoque,cuantomássealejaba,más pequeñas y más sucias se hacían. Siguiendo un poco más la serpenteantecarretera,acabóporverfrenteaélelmortecinoresplandordeunalámparadeaceitequeluchabainútilmenteconlaneblinosaoscuridadquelarodeaba.Determinóhacerunúltimoesfuerzoporllegarhastalalámpara,decidido,encasodenovernadaenformadeposada,aregresaralcentrodelaciudadparaintentarasegurarseenunodelosprincipaleshotelesalmenosunasillaenlaquesentarseapasarlanoche.

A medida que se fue acercando a la lámpara fue oyendo voces, y, situándosedebajo, descubrió que iluminaba la entrada de un estrecho callejón en cuya paredhabíapintadaunalargaydesgastadamanodecolorcarne,queseñalaba,coneldedoíndice,hacialasiguienteinscripción:

LOSDOSPETIRROJOS

Arthurpenetróenelcallejónsindudarlo,decididoaaveriguarquépodíanhacerporélenLosDosPetirrojos.Habíacuatroocincohombresreunidosalapuertadelaposada,queseencontrabasituadaalfondodelcallejón,directamenteenfrentadaconla entrada de la calle. Estaban escuchando a otro individuo, mejor vestido que elresto, que en voz baja contaba algo en lo que aparentemente se mostraban muyinteresados.

Alentrarenelcallejón,Arthursecruzóconunforasteroquellevabaunamochilaenlamanoyqueevidentementeestabadejandolacasa.

—No—dijoelviajerodelamochilagirándoseydirigiéndosealegrementehaciaunhombrecalvoygordodemiradaastuta,quelehabíaseguidoporelpasajevestidoconundelantalblancoysucio—.No,patrón,nomeasustofácilmenteporbagatelas,peronomeimportaconfesarqueesonoestoydispuestoatolerarlo.

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Encuantooyóaquellaspalabras,aljovenHollidayseleocurrióquealforasterose le debía de haber solicitado un precio exorbitado por una cama en Los DosPetirrojos.Yqueobieneraincapazdepagarlo,obiennoestabadispuestoaello.Enelmismomomentoenquelevolviólaespalda,Arthur,cómodamenteconscientedesus bien provistos bolsillos, se dirigió apresuradamente al patrón calvo de miradaastutaysuciodelantal,portemoraqueotroviajerosinalojamientoseleanticipara.

—Sitieneustedunacamalibre,yesecaballeroqueacabademarcharsenoquierepagarsuprecio,yoloharé—dijo.

ElastutopatróncontemplóaArthurconmiradapenetrante.—¿Lohará,señor?—preguntómeditativoydudoso.—Digaelprecio—dijoeljovenHollidaycreyendoqueladudadelpropietariose

debíaaunadesconfianzapropiadepaletos—.Digasuprecioy,siasílodesea,ledaréeldinerodeinmediato.

—¿Quéleparecencincochelines?—preguntóelpatrón,restregándosesudoblepapadarecubiertaporunabarba incipientemientrascontemplabapensativamenteeltechosobresucabeza.

Arthur estuvo a puntode reírse en la cara del hombre, pero creyendoprudentecontrolarse, leofreció loscincochelinescon tantaseriedadcomole fueposible.Elastutopropietarioextendiólamano…ylavolvióaretirarrepentinamente.

—Amijuicioestáustedactuandodeunmodojustoyhonrado—dijo—,yantesde coger sudineromegustaríahacer lomismo.Mire, así es comoestán las cosas.Puedetenerunacamaparaustedporsolocincochelines,peronopodráutilizarmásque lamitad de la habitación en la que esta se encuentra. ¿Entiende lo que quierodecir,jovencaballero?

—Claroquesí—contestóArthurconalgodeirritación—.¿Quieredecirquesetratadeunahabitacióndobleyquelaotracamayaestáocupada?

El patrón asintió con la cabezayvolvió a restregarse la doble papada conmásfuerza que antes.Arthur dudó ymecánicamente retrocedió un paso o dos hacia lapuerta.Laideadedormirenlamismahabitaciónconuncompletodesconocidonosele antojabamuy atractiva. Se sintió inclinado a guardarse los cinco chelines en elbolsilloyaregresaralacalle.

—¿Seráque sí o queno?—preguntó el patrón—.Decídaseprontoporque estanochehaymuchasotraspersonasbuscandocamaenDoncaster,ademásdeusted.

Arthurmiró hacia el callejón y oyó la lluvia estrellándose con fuerza contra elpavimento. Pensó que antes de decidirse a salir precipitadamente, abandonando elrefugioqueleofrecíaLosDosPetirrojos,leharíaunpardepreguntaspertinentesalposadero.

—¿Quéclasedehombreeselquehaalquiladolaotracama?—preguntó—.¿Setratadeuncaballero?Quierodecir,¿esunapersonatranquilaydebuenosmodales?

—Es el hombremás tranquilo con el que jamásme haya encontrado—dijo elpatrónfrotándosefurtivamentelasgordasmanos—.Tansobriocomounjuez,ytan

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regularensushábitoscomounrelojenpunto.Nohacenidiezminutosquedieronlasnueveyyaestáensucama.Nosésiesoseajustaasunocióndehombretranquilo;desdeluegovamuchomásalládelamía,selopuedoasegurar.

—¿Creeustedqueestarádormido?—Estoy completamente seguro—replicó el propietario—.Y lo que esmás, ha

caídotanrendidoqueleaseguroquenoledespertaráusted.Poraquí,señor—dijoelpatrón hablando por encima del hombro del joven Holliday, como si se estuvieradirigiendoaalgúnnuevoclientequefuerahacialaentrada.

—Aquítiene—dijoArthur,decididoaadelantarsealextraño,fuesequienfuese—.Mequedoconlacama—añadióalargándoleloscincochelinesalpatrón,quienasintióensilencio,dejócaerdescuidadamenteeldineroenelbolsillodesudelantalyencendióunavela.

—Subaaverlahabitación—dijoelpropietariodeLosDosPetirrojos,guiándolehacialaescaleraconbastanterapidezparalogordoqueera.

Subieron al segundo piso de la posada.El patrón entreabrió una puerta situadafrentealrellano,despuéssedetuvoysevolvióparamiraraArthur.

—Esunbuentrato, tantopormipartecomoporlasuya—dijo—.Ustedmedacinco chelines, y yo le proporciono a cambio una cama limpia y cómoda; y legarantizo,deantemano,queelhombrequeduermeenlamismahabitaciónqueustednolemolestaránileirritaráenmodoalguno.

Tras haber dicho estas palabras, miró fijamente el rostro del joven Holliday ydespuéslecondujoalinteriordelahabitación.

EramásgrandeyestabamáslimpiadeloqueArthurhabíaimaginado.Lasdoscamas habían sido colocadas en paralelo y entre la una y la otra mediaba unadistanciadeunosdosmetros.Lasdoserandetamañomedioyambascontabanconlasmismasdoselerasylasmismascortinasblancasysencillasparacubrirlasencasodesernecesario.

Lacamaocupadaera,delasdos,laquemáscercaestabadelaventana.Todaslascortinas, excepto la del piecero, que era el extremo de la camamás alejado de laventana,estabancompletamenteechadasasualrededor.Arthursefijóenquelospiesdel hombre dormido elevaban las escasas ropas de la cama formandouna aguda ypequeñaprominencia,comosiestuvieradurmiendosobresuespalda.Tomólavelayavanzó con cuidado para correr la cortina. Se detuvo amedio camino, escuchó unmomento,ydespuéssevolvióhaciaelpatrón.

—Esmuysilenciosoaldormir—dijoArthur.—Sí—confirmóelpatrón—,muysilencioso.EljovenHollidayavanzóconlavelaycontemplóalhombreconprecaución.—Quépálidoestá—dijoArthur.—Sí—replicóelpropietario—,muypálido,¿verdad?Arthurmiró al hombremás de cerca. Tenía la ropa de la cama subida hasta la

barbilla, y su pecho permanecía completamente inmóvil. Sorprendido y vagamente

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alarmado al descubrir aquello, Arthur se inclinó sobre el desconocido, lemiró loslabios cenicientos y separados, escuchó un momento conteniendo el aliento,contempló de nuevo el rostro extrañamente inmóvil y los estáticos labios y pecho.Entoncessevolviósúbitamentehaciaelpatrónconsuspropiasmejillas tanpálidascomoloshuecosmofletesdelhombredelacama.

—Venga aquí—susurró sin aliento—. ¡Venga aquí, por el amor deDios! Estehombrenoestádormido…¡estámuerto!

—Lo ha descubierto usted antes de lo que yo esperaba—dijo el posadero concalma—.Sí, estámuerto, de eso no hay duda.Murió a las cinco en punto de estatarde.

—¿Cómo murió? ¿Quién es? —preguntó Arthur, tambaleándose debido a laaudazfrialdaddelarespuesta.

—Encuantoaquiénes—continuóelposadero—,nosémássobreéldeloquepuedasaberusted.Ahíestánsuslibros,suspapelesysuscosas;todoselladoenesepaquetedepapelmarróna laesperadequeel juezde instrucciónvengamañanayhagasuencuesta.Llevabaaquíunasemana,pagandosinproblemasymanteniéndoselamayorpartedeltiempoenelinterior,comosiestuvieseenfermo.Estatardealascinco la camarera le trajo su té y,mientras aún se lo estaba sirviendo, él tuvo undesmayo, o un ataque, o un compuesto de ambos, yo qué sé.No pudimos hacerlevolverensíyyodijequeestabamuerto.Yvinoeldoctorynopudohacerlevolverensí,ytambiéndijoqueestabamuerto.Demodoqueahíletiene.Eljuezdepazvendrámañana,lomásprontoquepueda.Esoestodoloquesé.

Arthuracercólavelaaloslabiosdelhombre.Lallamaseguíaardiendofirmeysinondulaciones.Hubounmomentodesilencioduranteelquesoloseoyólalluviagolpeandopesadamentecontraloscristalesdelasventanas.

—Si no tiene nada más que decirme —continuó el posadero—, supongo quepuedo retirarme. ¿Ynopretenderáque ledevuelva los cincochelines,verdad?Ahíestá lacamaque leprometí:cómoday limpia.Ahíestáelhombreque legaranticéque no le molestaría, más callado que nadie en este mundo. Si le asusta a ustedcompartirhabitaciónconél,esoyanoesasuntomío.Yohemantenidomipartedeltrato,ytengotodalaintencióndequedarmeeldinero.YotampocosoydeYorkshire,joven caballero, pero he vivido lo suficiente por estos lares como para haberagudizadomiingenio.Nomeextrañaríaqueencontraraustedelmododeagudizarelsuyolapróximavezquevengaapasaruntiempoenlacomarca.

Trashaberpronunciadoaquellaspalabras,elposaderosevolvióhacialapuertayrioparasímismo,satisfechodesupropioingenio.

Peseaqueseguíaalteradoysobresaltado,Arthurhabíarecuperadoparaentonceslasuficientecomposturacomoparapodersentirseindignadoanteelengañodelquehabíasidoobjeto.

—No se ría hasta estar seguro de ser el último en poder hacerlo —dijoafiladamente—.Norecibiráustedesoscincochelinesacambiodenada,amigo.Me

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quedoconlacama.—¿Ah,sí?—dijoelposadero—.Entoncesledeseoquedescansebienestanoche.Conestabrevedespedida,saliódelahabitaciónycerrólapuertatrasdesí.¡Que descanse bien! Apenas acababan de ser pronunciadas aquellas palabras,

apenas acababa de cerrarse la puerta, y Arthur ya se estaba arrepintiendo de lasimpetuosas palabras que acababa de pronunciar. Aunque de naturaleza nadasusceptible, y en absoluto falto de valor moral y físico, la presencia del hombremuertotuvounefectoespeluznanteeinmediatosobresucerebroencuantosequedóa solas con él en la habitación. A solas… y obligado a quedarse allí hasta por lamañanadebidoasusprecipitadaspalabras.Unhombremásmaduronolehabríadadomayorimportanciaaloqueacababadedecir,yhabríaactuadonoguiándoseporsuspalabras, sino por lo que le dictase el sentido común. Pero Arthur era demasiadojovencomoparasoportarhacerelridículo,aunquefuesefrenteasusinferiores,sinsentir su propio desprecio; demasiado joven como para no temer la momentáneahumillación que le supondría tener que contradecir su estúpida bravata; un temormayoraúnqueelque leproducía tenerquepasar lanocheen lamismahabitaciónqueelmuerto.

—Soloseránunpardehoras—pensó—.Ysiemprepuedomarcharmeaprimerahoradelamañana.

Estabamirandohacialacamaocupadacuandoaquellaideapasóporsucabeza,yla aguda prominencia provocada en las sábanas por los pies del difunto volvió aatraer su mirada. Avanzó y echó la cortina, absteniéndose con toda intención decontemplarelrostrodelcadáver,nofueraaserquelecausara tanhondaimpresiónque le turbara ya de entrada. Echó la cortina con mucho cuidado y suspiróinvoluntariamentealcerrarla.

—Pobre tipo —dijo casi con tanta tristeza como si le hubiera conocidopersonalmente—.¡Ah,pobretipo!

Seacercóalaventana.Lanocheaparecíacompletamentenegraynolepermitíavernada.La lluvia seguíagolpeandocon fuerzacontra loscristales.Supuso, aloíraquello,que laventanaseencontrabaen laparte traserade lacasa,pues recordabaqueladelanterasehallabaprotegidadelasinclemenciasdeltiempoporelcallejónylosedificiosqueseerguíanfrenteaél.

Mientraspermanecíajuntoalaventana(yaque,debidoalsonidoqueprovocaba,inclusolapesadalluvia lesuponíaunalivio;unalivio, también,porquesemovíaysugería débilmente conceptos como vida y compañía), oyó las campanadas de unaiglesiadistantedandolasdiez.¡Sololasdiez!¿Cómoibaapasareltiempohastaquelaposadavolvieraaabrirsuspuertasporlamañana?

Enotrascircunstancias,habríabajadoalbardelestablecimiento,habríapedidoungrog y se habría reído y habría charlado con los presentes con tanta familiaridadcomosiloshubieraconocidodetodalavida.Perolamismaideadematarelratodeaquelmodoleparecíaahoradesagradable.Lanuevasituaciónenlaqueseencontraba

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parecía haberle cambiado. Hasta entonces, su vida había sido la vida corriente,prosaica, trivial y superficial de un hombre joven y próspero, sin problemas queresolverysinduraspruebasalasqueenfrentarse.Nohabíaperdidoningúnparienteal que amara, y tampoco ningún amigo al que apreciara. Hasta aquella noche, laporción de esa inmortal herencia que se recibe dividida entre todos nosotros habíayacido dormida en su interior. Hasta aquella noche, la Muerte y él no se habíanencontrado,nisiquieraenformadeidea.

Diounpardevueltasalrededordelahabitación,despuéssedetuvo.Elruidoquehacíansusbotassobreelsuelopobrementecubiertoleestabaponiendolospelosdepunta. Dudó un rato, y acabó por quitarse las botas para seguir caminando de unextremoalotrosinhacerruido.

Todo deseo de dormir o descansar le había abandonado. La mera idea detumbarseenlacamadesocupadaleprovocabainstantáneamentelaimagenmentaldeunaterribleimitacióndelaposicióndelhombremuerto.¿Quiénsería?¿Cómohabríasidosuvida?Debíadehabersidopobre,odeotromodonosehabríadetenidoenunlugarcomolaposadaLosDosPetirrojos.Yprobablementesehabíaidodebilitandoacausadeunalargaenfermedad,sino,difícilmentepodríahaberfallecidodelmodoenquelohabíadescritoelposadero.Pobre,enfermo,solo,muertoenunlugarextraño;muerto, sin nadiemás que un desconocido para compadecerle. Una triste historia,ciertamente.Unahistoriamuytriste.

Mientras estos pensamientos cruzaban su mente, Arthur se detuvoinconscientemente junto a la ventana, cerca del piecero de la cama y de la cortinaechada.Al principió lo contempló con aire ausente; después fue consciente dequesusojos estaban fijos en él, y finalmenteundeseoperversodehacer precisamenteaquelloquehabíadecididoevitar,contemplaralmuerto,seapoderódeél.

Alargólamanohacialascortinas,perosedetuvoenelmismoinstanteenqueibaadescorrerlas.Lediolaespaldaalacamaconenergíaycaminóhacialachimeneapara ver qué objetos estaban situados sobre la repisa, en busca de algúnentretenimientoquemantuvieraaldifuntolejosdesuspensamientos.

Encontróunjuegodeescrituradepeltre,conalgunosrestosdetintamohosaenlabotella,ytambiéndostoscosadornosdeporcelanadelomásvulgar.Porúltimoviouna placa sucia y atacada por las moscas, en cuya superficie se podía leer unacolección de retorcidos acertijos impresos en relieve mediante todo tipo de tintascoloreadasydispuestosenzigzag.Cogiólaplacayfuealeerlaenlamesasobrelaquehabíacolocadolavela,sentándoseresueltamentedeespaldasalacamatapada.

Leyó el primer acertijo. Después leyó el segundo, y el tercero… hasta habercompletadotodoslossituadosenunadelasesquinasdelaplaca.Despuéssedirigióimpacientementehaciaotra.Antesdepoderempezaraleerlosacertijosallíreunidosseviointerrumpidoporelsonidodelascampanadasdelaiglesia.

Lasonce.Habíapasadounahoraenteraconelmuertoenlahabitación.

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Unavezmás,dedicósuatenciónalaplaca.Noresultabafácildistinguirlasletrasimpresas,debidoalomortecinodelaluzquelehabíadejadoelposadero.Unavulgarpalmatoria, acompañada de un par de pesadas y anticuadas tijeras. Hasta aquelmomentosumentehabíaestadodemasiadoocupadaenotrascosascomoparapensarenlaluz.Nohabíaretiradolostrozosquemadosdelamecha,yenconsecuenciaestahabíaquedadoporencimadela llama,adquiriendoenlapartesuperiorunacuriosaforma, de la cual caían de vez en cuando, como si fueran copos, fragmentoschamuscadosdefibradealgodón.Cogiólastijerasyrecortólamecha.Laluzganóenbrilloylahabitaciónsehizounpocomenossiniestra.

Regresóalosacertijos,yseesforzóobstinadamenteenconcentrarseensulectura;primerolosdeunextremodelaplaca,despuéslosdelotro.Todossusesfuerzos,sinembargo, no sirvieron para centrar su atención en ellos. Continuó su ocupaciónmecánicamente, pero sin recibir ninguna impresión de lo que estaba leyendo. Eracomosilasombradelacamacubiertaporcortinasseinterpusieraentresumenteylasletrasalegrementeimpresas;unasombraquenadapodíadisipar.Alfinal,serindióydejó de luchar; arrojó la placa lejos de sí con impaciencia y volvió a recorrer lahabitacióndearribaabajo.

El hombre muerto, el hombre muerto, ¡el hombre muerto y escondido trasaquellascortinas!

Aquéllaerauna ideaque leacosabapersistentemente. ¡Escondido!¿Era soloelcuerpo,oeraelcuerpooculto loquesecebabaensumente?Sedetuvofrentea laventana ponderando esa duda, escuchando una vezmás la lluvia que golpeaba loscristalesmientrascontemplabalanegraoscuridad.

¡Nopodíadejardepensarenelmuerto!La oscuridad forzó a sumente a refugiarse en sí misma y puso enmarcha su

memoria, reviviendo, con un detallismo dolorosamente vívido, la momentáneaimpresiónquehabíarecibidoalecharelprimervistazoalcadáver.Enbreve,elrostrodeldifuntopareció flotar frenteaél enmediode laoscuridad,máspálidoaúnquecuando lo había visto por primera vez, enfrentándosele desde el otro lado de laventana.Aquellaterribleyborrosalíneadeluzqueaparecíaentrelospárpadosmalcerrados eramás ancha de lo que en un principio le había parecido; los labios seseparabanmásymáselunodelotro;sus rasgosseestabanhaciendocadavezmásgrandesynodejabandeacercarse,hastaqueparecieronllenarlaventana,ysilenciarlalluvia,yacallarlanoche.

Elsonidodeunavozgritandoalpiedelasescalerasledespertósúbitamentedelsueñoenquelehabíasumidosupropiaimaginacióndestemplada.Lareconociócomolavozdelposadero.

—Cierraalasdoce,Ben—leoyódecir—.Yomevoyalacama.Selimpióelsudorqueselehabíaacumuladoenlafrente,razonóconsigomismo

un rato y decidió liberar su cerebro de la macabra fantasía que aún le acosabaobligándoseaconfrontarla,aunquesolofueraunmomento,conlasolemnerealidad.

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Sinpermitirseuninstantededuda,separólascortinasdelpiecerodelacamaymiróalinterior.

Allíestabaelrostrotriste,pacíficoypálido,apoyadosobrelaalmohadacontodoelterriblemisteriodelarigidezgrabadoenél.¡Ningúnmovimiento,ningúncambiosehabíaproducido!Solo lemiróunmomentoantesdevolveracorrer lascortinas,peroaquelmomento le tranquilizó, lecalmó, le restauró lamenteyelcuerpohastapermitirlevolveraserélmismo.

Regresó a su ocupación de recorrer la habitación de un extremo al otro,perseverandoenellahastaquevolvieronasonarlascampanadas.

Lasdoce.Mientraselsonidodelascampanasmoríaenladistancia,empezóafundirsecon

un confuso ruido proveniente del piso de abajo, producido por los bebedores alabandonarelbardelaposada.Lasiguientecosaqueoyó,trasunbreveintervalodesilencio, fue el ruido producido por el cerrojo de la puerta y por el cierre de lospostigos en la parte trasera de la posada.Después volvió a reinar el silencio, y yanadavolvióainterrumpirlo.

Ahoraseencontrabaa solas,absolutae irrevocablementea solasconelmuertohastaquellegaralamañana.

La mecha de la vela requería un nuevo recorte. Arthur cogió las tijeras, perocuando estaba a punto de utilizarlas se detuvo de repente.Observó atentamente lavela, despuésmiró por encima de su hombro en dirección a la cama cubierta, y acontinuación volvió a concentrar su atención en la vela. El posadero la habíaencendidoporprimeravezparamostrarleelcaminomientrassubíanlasescaleras,yyasehabíanconsumidoalmenostrespartesdelamisma.Enunahoraalosumo,lavelasehabríaconsumidodeltodo.Enunahora,amenosquellamasedeinmediatoalhombre que acababa de cerrar la posada para pedirle una vela nueva, Arthur sequedaríacompletamenteaoscuras.

Pese a lo fuertemente que se había visto afectada su mente desde que habíaentradoenlahabitación,supocorazonablepavoraexponersealridículoyaponersuvalorbajosospechanohabíaperdidotodavíasuinfluenciasobreél.

Remoloneó juntoa lamesa sindecidirse, esperandoaver si lograba imponersesobresímismoyconseguíaabrirlapuertayllamardesdeelrellanodelaescaleraalhombrequehabíacerradolaposada.Inmersocomoestabaenaquelestadodubitativo,encontró una especie de alivio en la distracción que le supuso entretenerse unosinstantes en la tarea de recortar la mecha de la vela. Pero su mano temblabaligeramente,yademáslastijeraseranpesadasycomplicadasdemanejar.Cuandolascerró sobre la mecha, lo hizo demasiado abajo. En un instante, la vela se habíaapagadoylahabitaciónseviosumidaenlamásabsolutaoscuridad.

Laúnicaimpresióninmediataqueleprodujolaausenciadeluzfuedesconfianzadeaquellacamarodeadaconcortinas.Unadesconfianzaquenopodíatomarlaformadeningunaideaconcreta,peroqueeralosuficientementepoderosa,inclusopeseasu

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vaguedad, como para atenazarle e inmovilizarle en su silla, hacer que su corazónlatieramásdeprisayobligarleaescucharconintensidad.Apartedelfamiliarruidodela lluvia golpeando contra la ventana, con más energía y ruido que hasta aquelmomento,ningúnotrosonidoseprodujoenlahabitación.

Aunasí, lavagadesconfianzayelinexpresabletemorlesiguierondominandoeinmovilizandoensusilla.Nadamásentrarenlahabitación,Arthurhabíacolocadosumaletín sobre la mesa, de modo que ahora tomó del bolsillo la llave del mismo,extendió la mano suavemente, lo abrió y tanteó en su interior en busca de suescritorio de viaje, donde sabía que encontraría algunas cerillas. Cuando encontróuna,esperóantesdeencenderla(raspándolacontra larugosamaderadelamesa),yescuchó atentamente de nuevo, sin saber por qué. Salvo el incesante y regulartamborileodelalluvia,ningúnruidoseoíaenlahabitación.

Sinmásdilación,volvióaencender lavela,yenelmismo instanteenqueestaprendió,susojossedirigierondeinmediatohacialacamacubierta.

Justoantesdequelaluzseapagase,habíamiradoenaquelladirecciónynohabíaobservadoningúncambioapreciable,ningúntipodedesordenenlosplieguesdelasabombadascortinas.

Cuandovolvióamirarhacialacama,viounamanoblancacolgandosobreunodeloscostados.

Yacíacompletamenteinmóvil,descolgándoseporencimadelapartecentraldelacamaenelpuntoprecisoenquelacortinaquepartíadelcabeceroylaqueempezabaen el piecero se juntaban.No se veía nadamás.Las cortinas ocultaban todo salvoaquellalargayblancamano.

Permanecióallícontemplándola;incapazdemoverse;incapazdellamaranadie,sinsentirnada;sinsabernada.Todas lasfacultadesqueposeíasehabíanreunidoyfundido en una sola capacidad: la de ver. Nunca pudo saber con certeza durantecuántotiempopermanecióatenazadoporaquelprimerpánico.Podríahabersidounsoloinstante,opodríanhabersidovariosminutos.Cómoseacercóhastalacama,sise abalanzó sobre ella o si se aproximó lentamente, cómo consiguió obligarse adescorrer las cortinas y cómo reunió el valor para mirar, es algo que nunca harecordadoynuncarecordaráhastaeldíadesumuerte.Bastesaberqueseacercóalacama,yquemiródetrásdelascortinas.

El hombre se había movido. Uno de sus brazos había salido de debajo de lasropasdelacama,sucarasehabíagiradounpocosobrelaalmohadaysuspárpadossehabíanabiertopor completo.Peroaunquehabía cambiadodeposición, el rostropermanecía terribley extraordinariamente inalterado.Lamortal palidezy lamortalquietudseguíanpresentesenél.

A Arthur le bastó un vistazo para comprobar aquello; un vistazo antes deabalanzarsesinalientohacialapuertaparaalarmaralosocupantesdelaposada.

Elhombrealqueelposaderohabíallamado«Ben»fueelprimeroenaparecerenlas escaleras.Arthur ledijo loquehabíapasadoy le envió abuscar al doctormás

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próximo.Yo, el narrador de esta historia, vivía entonces con unmédico amigomío que

practicabaenDoncaster,ymeestabaencargandodesuspacientesdebidoaquehabíatenidoquemarchardevisitaaLondres.Demodoqueeldoctormáscercanoera,almenosdemomento, yo.Yapor la tardemehabían enviado a buscar de la posada,pero al no encontrarme en casa se había buscado asistencia médica en otra parte.CuandoelhombredeLosDosPetirrojosllamóamipuerta,meencontróapuntodeirme a la cama. Naturalmente, no creí una sola palabra de su historia sobre «unmuertoquehabíavueltoalavida».Entodocaso,mepuseelsombrero,mearméconunaodosbotellasdereconstituyentesycorríhastalaposada,esperandonoencontrarnadamásdestacablequealgúnpacienteindispuestocuandollegaseallí.

Misorpresaaldescubrirqueelhombrehabíadicholiteralmentelaverdadfuecasitangrande,sinoigual,queelasombroquemeprodujoencontrarmefrenteafrenteconArthur Holliday tan pronto como entré en el dormitorio. No eramomento depedir o dar explicaciones. Sencillamente nos estrechamos la mano asombrados, ydespués yo ordené a todos menos a Arthur que salieran de la habitación y meapresuréaatenderalhombredelacama.

El fuego de la cocina no llevaba demasiado rato apagado. Todavía quedabamucha agua caliente en la olla y teníamos toallas en abundancia. Con esto, mismedicinas y con la ayuda que Arthur fue capaz de brindarme siguiendo misinstrucciones,arranquéalhombre,literalmente,delabrazodelamuerte.Enmenosdeuna hora a partir del momento en que me habían avisado, volvía a estar vivo yhablandoenlamismacamasobrelaquelehabíandejadoalaesperadelaencuestadeljuezdeinstrucción.

Naturalmente,ustedesmepreguntaráncuáleraladolenciaquelehabíaafectado,yyopodríaofrecerles,amododerespuesta,una larga teoríabienaderezadacon loquelosniñosllamanpalabrasdifíciles.Prefierodecirlesque,enestecaso,lacausayel efectonocasaban satisfactoriamenteconninguna teoría conocida.Haymisteriosen lavidayensuscondicionesque lacienciahumana todavíanohasidocapazdedesvelar,ycándidamente lesconfiesoquealdevolveraaquelhombrea lavida,yoestaba, moralmente hablando, dando tumbos en la oscuridad. Sé (a través deltestimonio del doctor que le había tratado por la tarde) que sumaquinaria vital sehabía detenido sin lugar a dudas, al menos en lo que se refiere a las accionesapreciablespornuestrossentidos.Peroestoyigualmenteconvencido(viendoquefuicapaz de reavivarle) de que el principio vital aún no se había extinguido porcompleto. Cuando añada que el hombre había sufrido una larga y complicadaenfermedad que había trastornado la totalidad de su sistema nervioso, les habrécontadotodoloquesabíasobrelascondicionesfísicasdemidifuntopacientedelaposadaLosDosPetirrojos.

Cuando «volvió en sí», como se suele decir, seguía resultando una visiónsobrecogedora, con su cara incolora, sus mejillas hundidas, sus negros ojos

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desorbitadosy su largopelonegro.Laprimerapreguntaquemehizocuandopudohablarfuesobresímismo,ymehizosospecharquehabíaatendidoaunhombredemi propia profesión. Lemencionémi suposición yme confirmó que estaba en locierto.

Dijo que había llegado de París, ciudad en la que había estado vinculado a unhospital.QuehabíaregresadoaInglaterradecaminoaEdimburgoparacontinuarsusestudios,quehabíaenfermadoenplenoviaje,yquesehabíadetenidoparadescansary recuperarse enDoncaster.No añadió, sin embargo, ni una sola palabra sobre sunombreosobrequiénera.Porsupuesto,no lepreguntéal respecto.Todo loque lepregunté,unavezhuboterminadodehablar,fuequéramadelaprofesiónpretendíaseguir.

—Cualquier rama —dijo amargamente— que ponga pan en la mesa de unhombrepobre.

Al oír aquello, Arthur, que hasta entonces había estado observándole consilenciosa curiosidad, se abalanzó impetuosamente sobre él con su habitual buenhumor.

—Miqueridoamigo—todoelmundoera«miqueridoamigo»enloqueaArthurconcernía—,ahoraqueacabaderegresaralavida,noempieceadeprimirseantesusperspectivas.Yorespondoporellas.Puedoayudarleahacercosasimportantesenelcampodelamedicina.Ysiyonopuedo,mipadrepodrá.

Elestudiantedemedicinalecontemplófijamente.—Gracias—dijoconfrialdad;despuésañadió—:¿Puedopreguntarlequiénessu

padre?—Es bien conocido por esta parte del país —contestó Arthur—. Es un gran

industrial,ysunombreesHolliday.Mimano estaba sobre lamuñeca del hombremientras esta breve conversación

teníalugar.EnelinstanteenqueelnombredeHollidayfuepronunciado,sentíquesupulsoseagitabaentremisdedos,sedetenía,volvíaalatirdeimprovisoymanteníaunritmofebrildurantelosminutossiguientes.

—¿Cómo ha llegado usted aquí? —preguntó el desconocido rápidamente,excitado,casiconpasión.

Arthur relató brevemente lo que le había sucedido desde que había solicitadoalojamientoenlaposada.

—Entonces, estoy en deuda con el hijo del señorHolliday por conseguirme laayudaquemehasalvadolavida—dijoelestudiantedemedicina,hablandoconsigomismoconunsingulartonodesarcasmoenlavoz—.¡Vengaaquí!

Extendió,mientrashablaba,sularga,blancayhuesudamanoderecha.—De todo corazón —dijo Arthur estrechando su mano cordialmente—, debo

confesarle—continuó,riendo—,pormihonor,quecasimehaaterrorizado.El desconocido no pareció escucharle. Sus desorbitados ojos negros se habían

fijadoconunamiradadeansiosointerésenelrostrodeArthur,ysusdedoslargosy

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huesudosmantenían firmementeagarrada lamanodemiamigo.El jovenHolliday,por suparte, ledevolvía lamirada, sorprendidoyperplejopor el extrañomododehablarycomportarsedelestudiantedemedicina.Lasdoscarasestabancercaunadelaotra.Lasobservé,yantemisorpresa,mevirepentinamenteasombradoacausadelparecidoentreambos;noenrasgosocomplexión,sinoenlaexpresión.Debiódeserun parecido realmente notable, o ciertamente yo no me habría fijado, ya quenormalmentesoybastantelentoalahoradeencontrarparecidosentrerostros.

—Hasalvadoustedmivida—dijoeldesconocido,todavíamirandofijamentealacaradeArthuryagarrandofuertementesumano—.Sihubierasidoustedmipropiohermano,nopodríahaberhechomáspormí.

Puso un énfasis singularmente fuerte en aquellas tres palabras, «mi propiohermano»,yuncambioseprodujoensurostroalpronunciarlas.Uncambioquemilenguajenoescapazdedescribir.

—Esperopoderhacerletodavíaalgúnserviciomás—dijoArthur—.Hablaréconmipadretanprontocomollegueacasa.

—Pareceustedamarasupadreysentirseorgullosodeél—dijoelestudiantedemedicina—.¿Supongoque,acambio,tambiénélleamaráysemostraráorgullosodeusted?

—Por supuesto que sí —respondió Arthur riendo—. ¿Qué tiene eso deextraordinario?¿Acasonoestásupadreorgullosode…?

El desconocido había soltado de repente la mano del joven Holliday y habíavueltosurostroenotradirección.

—Leruegoquemedisculpe—dijoArthur—.Esperonohaberlecausadoalgúndisgustoinvoluntario.Esperoquenohayaperdidoustedasupadre.

—Nopuedoperder loquenuncahe tenido—replicóelestudiantedemedicina,conunarisaburlonayáspera.

—¡Quenuncahatenido!EldesconocidovolvióaagarrarderepentelamanodeArthur,yvolvióamirarle

directamentealacara.—Sí—dijo,repitiendosuamargarisa—.Hatraídousteddevueltaalmundoaun

pobre diablo que no tiene nada que hacer en él. ¿Le sorprendo? ¡Vaya! Es mivoluntadcontarleloqueotroshombresenmisituaciónhabitualmentemantienenensecreto.Notengoniapellidonipadre.¡LapiadosaleydelaSociedaddicequesoyundonnadie!¿Porquénolepreguntaasupadresiaceptasertambiénelmíoysimeayudaráaseguirmividaconelnombredesufamilia?

Arthurmemirómásperplejoquenunca.Lehiceunaseñaldequenodijesenada,ydespuésvolvíacolocarmimanosobre

lamuñecadelhombre.¡No!Apesardelaextraordinariadeclaraciónqueacababadehacer, no estaba, como yo había sospechado, empezando a delirar. Su pulso habíavueltoatranquilizarseysemanteníaregular;supielestabahúmedayfresca.Noteníaunsolosíntomadefiebreodeagitación.

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Alverqueningunode losdos le contestábamos, sevolvióhaciamí, empezóahablardelaextraordinarianaturalezadesucaso,ymesolicitóconsejosobreelfuturotratamientoalquedeberíasometerseasímismo.Ledijequeelasuntorequeríamayorreflexión, y le sugerí enviarle una prescripción algo más tarde. Me pidió que laescribieradeinmediato,yaquelomásprobableeraqueabandonaseDoncasterporlamañana,antesdequeyomehubieralevantado.Fuecompletamenteinútiladvertirledelalocurayelpeligroqueuncomportamientocomoaquelsuponía.Élmeescuchócon educación y paciencia, pero semantuvo firme en su resolución, sin ofrecermerazones ni explicaciones. Después me repitió que si deseaba ofrecerle unaoportunidaddevermiprescripción,deberíaescribirladeinmediato.

Al oír aquello, Arthur me ofreció su escritorio portátil que, según dijo, habíatraídoconsigoy,trasacercarloalacama,extrajodelbolsillodelmaletínuncuadernodenotasconsuhabitualestilodescuidado.Juntoalospapeles,sobrelacolchadelacama,cayóunpequeñopaquetedeesparadrapoyunaacuareladeunpaisaje.

El estudiante demedicina tomóel dibujoy lo contempló.Sumirada se fijó enunasinicialescuidadosamenteescritasencifra,juntoaunadelasesquinas.Entoncessesobresaltóyempezóatemblar;surostropálidosevolviómásblancodelonormal;sus desorbitados ojos negros se dirigieron aArthur y parecieron atravesarle con lamirada.

—Unbonitodibujo—dijoenuntonodevoznotablementecalmado.—¡Ah! ¡Y realizado por una bonita muchacha! —dijo Arthur—. ¡Oh, qué

muchachamásbella!¡Ojaláfueraunretratosuyo,ynounpaisaje!—¿Laadmiramucho?Arthur,medioenbromamedioenserio,sebesólamanoamododerespuesta.—Amoraprimeravista—dijoel jovenHolliday,volviendoaguardareldibujo

—.Peronoacabademadurar.Setratadelamismaviejahistoriadesiempre.Comosuele pasar en estos casos, ya le ha entregado su mano a otro. Ahora se veencadenadaacausadeunimpetuosocompromisoconunpobrehombrequenuncavaatenerelsuficientedineroparacasarseconella.Tuvesuertedeenterarmeatiempo,ode locontrariomehabríaarriesgadoadeclararmecuandomeentregóesedibujo.¡Aquítiene,doctor!¡Pluma,tintaypapel,todolistoparausted!

—¡Cuandoleentregóesedibujo!¡Leentregó!¡Leentregó!Mipaciente repitió lentamentepara sí laspalabras, yde repente cerró losojos.

Unamomentáneadistorsiónpasóporsurostroyviqueunadesusmanosagarrabalaropadelacamaylaapretabaconfuerza.Penséqueibaarecaer,ylesroguéaambosquenosiguierancharlando.Élabriólosojoscuandomeoyóhablar,losvolvióafijarunavezmás,escrutadores,enArthur,ydijolentayarticuladamente:

—Austed le gusta, y a ella le gusta usted.Ese pobre hombre puedemorirse yquitarse de su camino.Despuésde todo, ¿quiénpuede asegurarle que ella no se levayaaentregarcomolehaentregadoeldibujo?

AntesdequeeljovenHollidaypudieraresponder,elestudiantesevolvióhaciamí

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ymedijoenunsusurro:—Yahora,veamosesaprescripción.Apartirdeaquelmomento,novolvióahablar conArthur;ni siquieravolvióa

mirarle.Cuando hube terminado de redactar la prescripción, la examinó, la aprobó y

después nos sorprendió a ambos deseando buenas noches abruptamente. Le ofrecíquedarmevelando juntoasu lechoynegócon lacabeza.Arthurseofreciópara lomismoylerespondiósecamenteconelrostrovueltoenotradirección:

—No.Insistíenquealguiendebíaquedarsevigilándole.Alfinal,cuandovioqueinsistía

enello,cedióydijoqueaceptaríalosserviciosdelcamarerodelaposada.—Graciasalosdos—dijocuandonoslevantamosparamarcharnos—.Solotengo

unúltimofavorquesolicitarle,noausted,doctor,yaqueconfíoenqueejercitaráladiscreciónpropiadesuprofesión,sinoalseñorHolliday.

Susojos,mientrashablaba, seguían fijos enmí,yno sevolvieronparamirar aArthurnienunasolaocasión.

—Le ruego al señor Holliday que nomencione a nadie, ymuchomenos a supadre,loshechosquehoyhanocurridoenestahabitación.Leinvitoaquemeentierreensumemoriadelmismomodoquemepodríahaberenterradoenunatumbadenoser por su afortunada intervención.Nopuedodarle explicaciones para esta extrañapetición.Solopuedoimplorarlequemelaconceda.

La voz le falló por primera vez y el estudiante enterró la cara en la almohada.Arthur,completamentedesconcertado,leprometióqueasíloharía.MellevéaljovenHollidayconmigohastalacasademiamigo,decididoaregresaralaposadaparaverdenuevoalestudiantedemedicinaantesdequesemarcharaporlamañana.

Regreséalaposadaalasochoenpunto,absteniéndomeapropósitodedespertaraArthur,queestabarecuperándosedelasemocionesdelanocheanteriordurmiendoenuno de los sofás demi amigo. Tan pronto comome había quedado a solas enmidormitoriosemehabíaocurridounasospechaquemehizodecidirqueHollidayyeldesconocidonodeberíanvolveraencontrarsemientrasyopudieraevitarlo.

Yahealudidoalosrumores,oescándalos,quemehabíanllegadoenrelaciónconla juventud del padre deArthur.Mientras estaba enmi cama, pensando en lo quehabíasucedidoenlaposada(elcambioenelpulsodelestudiantecuandohabíaoídoel nombre deHolliday; el parecido en la expresión que había descubierto entre surostroyeldeArthur;elénfasisquehabíapuestoenestas trespalabras:«mipropiohermano»;ysu incomprensible reconocimientodesu ilegitimidad),mientrasestabapensando en todas estas cosas, los rumores que ya he mencionado acudieroninesperadamente a mi mente, y se convirtieron en nuevos eslabones de la mismacadenareflexiva.Algoenmiinteriormesusurró:

—Mejorseráqueesosdosjóvenesnovuelvanaencontrarse.Así lo sentí antes de dormirme, y así lo sentí al despertarme.Al día siguiente,

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comoyaleshedicho,acudísoloalaposada.Sinembargo,habíaperdidolaoportunidaddevolveraveramipacienteanónimo.

Cuandopreguntéporélhacíayacasiunahoraquesehabíamarchado.Ya les he contado todo loque sé con seguridad en relación con el hombreque

devolví a la vida en la habitación doble de la posada deDoncaster. Lo que voy aañadirahoranoessinofrutodelaconjeturaylassuposiciones,yenningúncasounhechodemostrableestrictamentehablando.

Antesquenada,tengoquedecirlesqueelestudiantedemedicinaacertóextrañaeinexplicablemente al asumir comomás que probable la posibilidad de que ArthurHollidaysecasaraconlajovendamaquelehabíaentregadoeldibujoaacuareladeun paisaje. Dicha boda tuvo lugar poco más de un año después de que hubieransucedidoloshechosqueacaboderelatar.

La joven pareja se trasladó a vivir a la misma comarca en la que yo ejercíaentonces.Estuvepresenteensubodaymesorprendíbastantealdescubrirque,tantoantes como después de la ceremonia, Arthur semostraba singularmente reservadoconmigoalrespectodelanteriorcompromisodelajoven.Únicamentehizoreferenciaal mismo en una sola ocasión, cuando nos encontrábamos a solas, contándomemeramentequesuesposahabíarealizadotodoloqueelhonoryeldeberrequeríandeella,yqueelcompromisosehabíarotoconlatotalaprobacióndelospadresdeella.Nuncavolvíaoírnadamásporsuparte.Durante tresañosélysuesposavivieronfelices. Después de aquello, la señora de Arthur Holliday empezó a presentar lossíntomas de una grave enfermedad. Resultó ser una afección larga, dolorosa eincurable,yyolaatendíentodomomento.Habíamossidobuenosamigosmientrashabíadisfrutadodebuenasalud,yalolargodesuenfermedadnosvimosmásunidosquenunca.Mantuvemuchas extensas e interesantes conversaciones conella en losintervalos en los quemenos sufría, y quiero relatarles el resultadodeunade ellas,dejandoqueseanustedesmismosquienesextraigansuspropiasconclusiones.

Laentrevistaalaquemevoyareferirsedesarrollópocoantesdesumuerte.Acudíavisitarlaunatarde,comodecostumbre,ylaencontréasolasconaspecto

dehaberestadollorando.Alprincipiosoloquisodecirmequesehabíasentidoalgodeprimida;pero,pocoapoco,sefuevolviendomáscomunicativaymeconfesóquehabíaestadorepasandoalgunasantiguascartasquelehabíansidodirigidas,antesdeconoceraArthur,porunhombreconelquehabíaestadoprometida.Lepreguntéporquésehabíarotoaquelcompromiso.Merespondióquenosehabíarotoexactamente,sinoquemásbienhabíamuertolentaymisteriosamente.Lapersonaalaquesehabíaprometido(suprimeramor,lellamó)eramuypobre,ynoexistíanunasperspectivasinmediatas de que pudieran casarse. Estaba siguiendo mi profesión, y viajó alextranjero para estudiar. Habían mantenido correspondencia regularmente hasta elmomentoenque,creíaella,élregresóaInglaterra.Apartirdeentoncesnovolvióatener noticias de él. Era de temperamento sensible y quejumbroso, y temía haberhecho inadvertidamente algo que le hubiera ofendido. Fuera o no esa la razón, lo

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ciertoesquenuncavolvióaescribir.Ytrasesperarunaño,secasóconArthur.Lepregunté cuándo había sucedido aquello, y descubrí que la correspondencia de suprimeramorhabíadejadodellegaralmismotiempoqueyohabíasidollamadoparaatenderamimisteriosopacientedelaposadaLosDosPetirrojos.

A las dos semanas de haber mantenido esta conversación, ella murió. Con eltranscurrir del tiempo, Arthur se volvió a casar. En los últimos años ha vividoprincipalmenteenLondresyapenashesabidonadadeél.

Aúntengoqueadelantarmeunosañosantesdepoderacercarmeaalgoparecidoauna conclusiónpara esta fragmentadanarración.E incluso cuando lleguemos a eseperiodoposterior, lopocoquetengoqueañadirnoocuparásuatenciónmásqueunpardeminutos.

Una tarde lluviosa de otoño, mientras todavía seguía ejerciendo como médicorural,me encontraba sentado a solas, reflexionando sobre un caso al que entoncesestaba atendiendoyquemedesconcertabadolorosamente, cuandooí que llamabandelicadamentealapuertademihabitación.

—Entre—grité,mirandocuriosamentequiénqueríaverme.Trasunmomentáneotitubeo,lamanillasemovióyunamanoalargada,blancay

huesudaagarróelcantodelapuertaparaempujarlaconsuavidadporencimadeunplieguedelaalfombraqueleimpedíarecorrerlibrementesusbisagras.Alamanolasiguióunhombrecuyorostromeprodujodeinmediatounaextrañasensación.Habíaalgofamiliarensuaspecto,ysinembargohabíatambiénalgoquesugeríaunaideadecambio.

Se presentó afablemente como el «señor Lorn», me mostró unas excelentesrecomendacionesprofesionales,ymepropusocubrirelpuesto,entoncesvacante,deayudante.Mientrasestabahablando,mepareciópeculiarquenopareciéramosestartratándonoscomocompletosdesconocidos,yquepeseaqueciertamenteyomehabíaalteradoalverle,élnoestabaenabsolutoalteradoporvermeamí.

Estuveapuntodedecirlequecreíaquenoshabíamosvistoconanterioridad.Perohabíaalgoensurostro,yalgoenmispropiosrecuerdos,queinexplicablementemeimpidióhacerlo,yqueigualdeinexplicablementemeatrajodeinmediatohaciaélymehizosentirmefelizdeaceptarsupropuesta.

Ocupó supuestode ayudante aquelmismodía.Desdeunprimermomentonostratamos como si hubiéramos sido viejos amigos, pero durante todo el tiempo queestuvoresidiendoenmicasanuncaseofrecióahacerningunaconfidenciasobresuvida pasada, y yo nunca me aproximé a ese tema prohibido salvo por algunasalusionesqueélsimulóconresoluciónnoentender.

Hacíaya tiempoquehabía tenido lanocióndequeaquelpacientede laposadapodría haber sido un hijo natural del mayor de los señores Holliday, y tambiénsospechabaquepodríahabersetratadoasimismodelprimerprometidodelaprimeraesposadeArthur.Ahora,semeocurreunaterceraidea:queelseñorLorneralaúnicapersonasobrelafazdelatierraque,dehaberquerido,hubierapodidodespejarmis

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dudassobrecualquieradeaquellosdospuntos.Peronuncaeligióhacerlo,demodoqueme quedé con la duda. Permaneció a mi servicio hasta que yome trasladé aLondresparaprobarporsegundavezfortunacomofísico.Apartirdeaquelmomento,élsiguiósucaminoyyoelmío,ynohemosvueltoavernosdesdeentonces.

No puedo añadir nada más. Podría haber tenido razón, o podría habermeequivocado.Todoloqueséesque,duranteaquellosdíascomomédicorural,cuandollegaba a casa tarde y, al encontrarme dormido a mi ayudante, le despertaba,acostumbrabahacerlodeunmodoextraordinariamenteparecidoalmodoenquesehabíaincorporadodelacamaeldesconocidodeDoncastereneltranscursodeaquellanochememorable.

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ELSEÑORPERCYYELPROFETA

PRIMERAPARTE

I.–ELCURANDERO

Los desastres que siguieron a esa odiosa afrenta contra el cristianismo que loshombresllamanguerrasenotaronenInglaterraconespecialseveridaddurantelapazquesiguióaladerrotadeNapoleónenWaterloo.Salvorarasexcepciones,laangustiase extendió entre todas las clases de la comunidad. La nación hambrienta habíaquedado abonada y preparada para un alzamiento revolucionario contra susdirigentes, que habían derramado la sangre de sus gentes y habíanmalgastado susvidasenunaguerraque,alosojosdelpueblo,nohabíaofrecidoabsolutamentenadaacambio.

Entretodosaquelloshombresdeescasafortunaquesevieronarrastrados,durantelos desastrosos comienzos de este siglo, a extraños recursos y estratagemas paraganarselavida,habíaciertomédicooscuro,deorigenfrancés, llamadoLagarde.Eldoctor(debidamentecalificadoparallevareltítulo)erahabitantedeLondresyvivíaenunadelasestrechascallejuelasqueconectanlasgrandesavenidasconlariberadelTámesis.

El método de obtener trabajo elegido por el pobre Lagarde, como únicaalternativa ante el rostro del hambre, fue ejercer de curandero, pues así sigueconsiderandoaúnlaprofesiónmédicaatodosaquellosqueutilizanmétodoscomolosdelfrancés.

Lagardeseanuncióenlosperiódicospúblicos,dirigiéndoseadosclasessocialesdelacomunidadmediantelassiguientespalabras:

Tengoelhonordeinvitaramicasa,enprimerlugar:apersonasafectadasporenfermedadesquelaprácticamédicaordinariahasidoincapazdecurar.Yen segundo: a personas interesadas en investigaciones cuyo objeto seapenetrar los secretos del futuro. Los medios mediante los cuales procuraréaliviar el sufrimiento y aligerar su duda son imposibles de definirinteligiblemente en los límites de un anuncio de periódico. Sólo puedoofrecerme a someter mi sistema al juicio del público, sin solicitar tarifaspreliminaresniaaquellasdamasniaaquelloscaballerosquemehonrenconsusvisitas.Aquellosqueveanrazonessuficientesparaconfiarenmí trassu

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experienciapersonal,encontraránsobrelamesadelrecibidoruncepilloenelquedepositarsuscontribuciones,siempresegúnsusposibilidades.Aquellosalosquenoconsigasatisfacersusexpectativaspodránaceptarlasmássincerasexpresiones de mi pesar, y no tendrán por qué abonar nada. Me podránencontrarenmicasatodaslastardesentrelasseisylasdiez.

Haciafinalesdelaño1816,aquelextrañoanuncioseconvirtióentemahabitualde conversación entre la gente educada de Londres. Durante algunas semanas, lasinvitaciones del doctor habían sido aceptadas generalmente y, considerándolo bien,no estuvieron mal remuneradas. Un puñado de fieles creyeron en él y relataronhistoriasextraordinariassobreloqueleshabíacontadoyprofetizadoenelsantuariode su consulta. La mayoría de los visitantes simplemente le consideraron unentretenimiento público, y se limitaron a preguntarse por qué un hombre tancaballeresco como el doctorLagarde habría escogido ganarse la vida exhibiéndosecomounvulgarcurandero.

II.–LOSNÚMEROS

Unacrudaynevadatarde,haciafinalesdeenerode1817,uncaballeroacudióasolas hasta la callejuela en la que vivía el doctor Lagarde y llamó a la puerta delfísico.

Fue recibidoporuncriadodeavanzadaedadyconducidoauna saladeesperasituadaenelprimerpiso.Laluzdelaúnicalámpara(pequeñaycolocadasobreunbrazo fijado a la pared) que había en la estancia quedaba tan amortiguada por unapantalla de color verde oscuro que hacía muy difícil, si no imposible, que losvisitantes que coincidieran por accidente pudieran reconocerse unos a otros. Elcepillo de metal fijado a la mesa era lo único reconocible. Frente al parpadeanteresplandordeunapequeñachimenea,elvisitantepercibiólassiluetasdetreshombressentados, apartados y silenciosos, que eran los únicos ocupantes de la habitaciónapartedeélmismo.

Enloqueaobjetosalavistaserefería,nadahabíaenaquellasaladeesperaqueatrajese especialmente la atención. Los muebles eran sencillos y estaban limpios;nadamás.Elancianocriadoleextendióunatarjetaconunnúmeroinscrito,yledijo:

—Selellamaráporsunúmero,señor,cuandoletoqueelturno—ydesapareció.Durantealgunosminutos,nadaalteróelprofundosilencioreinantesalvoeldébil

tictacdel reloj.Algomás tarde seoyóel sonidodeunacampanillaprovenientedealgunahabitacióninterior.Seabrióunapuertayaparecióuncaballerocuyaentrevistacon el doctor Lagarde acababa de finalizar. Su opinión sobre el encuentro fueabiertamenteexpresadamedianteunenfático:

—¡Farsante!

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Ninguna contribución se descolgóde sumano cuandopasó frente a la caja deldineroensucaminohacialasalida.

Elancianoservidorllamóalsiguientenúmero(elquince),yentoncesocurrióelprimer incidenteen laextrañaseriedeacontecimientosdestinadaa sucederaquellanocheencasadeldoctor.

Uno tras otro, los tres hombres que habían estado esperando junto al fuego selevantaron, examinaron sus cartas a la luz de la lámpara, y volvieron a sentarsesorprendidosydecepcionados.

El criado se acercó para investigar el asunto. Los números en posesión de losvisitantes,quedeberíanhabersidoelquince,eldieciséisyeldiecisiete,resultaronsereldieciséis,eldiecisieteyeldieciocho.Volviéndosehaciaelúltimohombreenllegar,elcriadodijo:

—¿Puede ser queme haya equivocado, señor? ¿Le he dado a usted el númeroquinceenvezdeldieciocho?

Elcaballeroextrajosutarjetanumerada.Efectivamente,sehabíacometidounerror,peronoelerrorquecreíaelcriado.La

tarjeta del último visitante resultó ser la misma tarjeta que había utilizado elinsatisfechocaballeroque acababade abandonar lahabitación, ¡el número catorce!Encuantoalatarjetanúmeroquince,nofuedescubiertahastalamañanasiguiente,cuandoalguienlaencontróenelsuelo,tiradaenunrincón.

Siguiendosuprimer impulso,elcriadoseapresuróabuscaralprimerposeedordelnúmerocatorceparaqueregresarayconfirmaraelhechoconsu testimonio.Lapuertadelacallelehabíasidoabiertaporelamadellavesdelacasa.Eraunamujerciertamentehermosa,yelcaballero,afortunadamente,sehabíademoradoparahablarconella.Graciasa la intercesióndelamade llaves,accedióavolveraascender lasescaleras.

Alregresaralasaladeespera,lesdirigióunapreguntasarcásticaalosvisitantesreunidos:

—¿Más camelos? —preguntó el caballero al que le gustaba hablar con lasmujeresbonitas.

Elcriado,completamenteperplejoporsupropiaestupidez,intentódisculparse.—Les ruegome disculpen, caballeros—dijo—.Me temo que hemezclado las

tarjetaspararepartirconlastarjetasquemehansidodevueltas.Creoqueserámejorqueconsultealseñor.

Unavezasolas,losvisitantesempezaronacharlarburlonamentesobrelaextrañasituaciónenlaqueseencontraban.Elposeedororiginaldelnúmerocatorcedescribiósuexperienciaconeldoctorasucontundentemanera.

—Lesolicitéaltipoquemeleyeselafortuna.Primerosepusoadormirydespuésmedijo que nopodía decirmenada.Le pregunté por qué. «No lo sé»,medice él.«Puesyosíquelosé—digoyo—.¡Esustedunfarsante!».Lesapuestoloqueseaaquealalargaustedestambiénseconvencerándequeesunfarsante.

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Antes de que la apuesta pudiera ser aceptada o declinada, la puerta de lahabitación interiorvolvióaabrirse.Enelumbralapareció lasiluetaalta,delgadayoscuradeunnuevopersonaje,enrelievecontralaluzdelahabitaciónquebrillabaasusespaldas.Sedirigióalosvisitantesconlassiguientespalabras:

—Caballeros,deborogarsuindulgencia.Elaccidente(puesesoesloqueahorasuponemos que ha sido), que le ha proporcionado el número ya utilizado por elcaballeroquemehaconsultadosinresultadosalúltimodeustedesenllegar,podríatenerunsignificadoqueningunodenosotrosestácapacitadoparacomprenderenelpresente. Si los tres visitantes que han sido tan amables de esperar hasta ahorapermitieranalnuevoposeedordelnúmerocatorcequepasaraalaconsultasaltándosesusturnos,ysielanteriorvisitantequequedóinsatisfechoconsintieraenpermaneceraquíunpocomás,podríasucederalgoparasupropiaconvenienciaquejustificaseesepequeñísimosacrificio.¿Sonacasodiezminutosdepacienciamuchopedir?

Lostresvisitantesquemástiempohabíanesperadoseconsultaronentresíy(noteniendo nadamejor que hacer con su tiempo) decidieron aceptar la propuesta deldoctor.Elvisitantequecreíaque todoerauna farsasacó fríamenteunamonedadeorode subolsillo, la arrojó al aire, la cogió cerrando lamanoy se acercóhasta lalámparadelapared.

—Cara,mequedo—dijo—.Cruz,memarcho.Abriólamanoycontemplólamoneda.—¡Cara!Muybien.Sigaconsuabracadabra,doctor.Esperaré.—Creeustedenelazar—dijoeldoctorobservándoletranquilamente—.Noesa

esoaloquemehaconducidomiexperienciaenlavida.Sehizoaunladoparadejarqueeldesconocidoqueahorateníaelnúmerocatorce

entraraenlahabitación,ydespuéslesiguiócerrandolapuertaasusespaldas.III.–LACONSULTA

La consulta estaba mejor iluminada que la sala de espera; ésa era toda ladiferenciaentreambas.Nienlaunanienlaotrasehabíahechoesfuerzoalgunoporimpresionar la imaginación.Entodoslosrincones,elamuebladocomúnatodas lascasasdealquilerdeLondrespermanecíasinquesehubierarealizadoelmásmínimoesfuerzoporalterarloomejorarlo.

Vistobajounaluzmáspotente,eldoctorLagardeparecíaserlaúltimapersonaenelmundo dispuesta a degradarse a símisma fingiendo una impostura de cualquiertipo.Susojoseranlosojossoñadoresdeunvisionario;suaparienciaeralaaparienciaprematuramenteenvejecidadeunestudianteacostumbradoacederlesasuslibroslashorasquedeberíahaberlecedidoasucama.Paradecirlobrevemente,eraunhombrequefácilmentepodríaserengañadoporotros,peroqueporsímismoeraincapazdepracticarunengañodeliberadamente.

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Indicándoleasuvisitantequesesentara,tomóunasillaalotroladodelapequeñamesaqueseinterponíaentreellos,esperóunmomentoconelrostroescondidoentrelasmanos,comopararecuperarse,ydespuéshabló.

—¿Viene a la consulta por un caso de enfermedad? —preguntó—, ¿o acasoquieresolicitarmequeindagueenlastinieblasqueocultanlosacontecimientosdesuvidafutura?

Larespuestaaaquellaspreguntasfueexpresadadeunmodofrancoybreve:—Notengoningunanecesidaddeconsultarlesobremisalud.Hevenidoaverqué

mepuedecontarsobremifuturo.—Puedointentarlo—continuóeldoctor—,peronopuedoprometerlequevayaa

teneréxito.—Aceptosuscondiciones—replicóeldesconocido—.Nicreonidejodecreer.Si

me permite que le hable con franqueza, mi propósito es observarle atentamente ydespuésdecidirpormímismo.

EldoctorLagardesonriótristemente.—Habráoídohablardemícomodeuncharlatánquecontribuyea entretener a

unoscuantosperezosos—dijo—.Nomequejodeeso,mipresentesituaciónconducenecesariamenteaunamalainterpretacióntantodemímismocomodemismotivos.Aunasí,almenospuedodecirquesoyvíctimadeunasinceradeclaracióndecreenciaenunagranciencia.¡Sí,lorepito,unagranciencia!Nueva,meatreveríaadecir,paralageneraciónenlaquevivimos,aunqueyafueseconocidaypracticadaenlosdíasenlosqueseconstruyeronlaspirámides.Laeraestáavanzando;ylasverdadesquehancausado mi desgracia, al defenderlas antes del tiempo adecuado para ello, estánforzandosindescansosucaminohaciaelreconocimiento.Meheresignadoaesperar.Mi sinceridad en este asuntome ha costado los ingresos derivados demi prácticamédica.Lospacientesnoconfíanenmí,losdoctoressenieganaconsultarme.Sinotuviera nadie más en quien pensar salvo en mí mismo no me habría importadomorirmedehambre.Peroexisteotrapersona,quemeesmuyqueridayalaquetengoquetenerenconsideración,demodoquemehevistoobligado,literalmenteobligado,aelegirentreconvertirmeenunpedigüeñoenlascallesoahacerloqueahorahago.

Se calló, y dirigió sumirada hacia un rincónde la habitación que estaba a susespaldas.

—Madre—dijocariñosamente—,¿estáspreparada?Unaseñoramayorvestidadelutoselevantódeunasillasituadaendichorincón.

Hastaelmomentohabíapermanecidooculta a lavistadel recién llegadodebidoalenormerespaldodelasillaenlaquesesentabasuhijo.Exceptuandoalgunoslazosde delicado encaje negro que llevaba enlazados sobre su pelo blanco como paraformarunasencillaypintorescatoca,nohabíanadadestacableensuvestimenta.Elvisitanteselevantóehizounareverencia.Ellaledevolvióelsaludoconseriedadysesituófrenteasuhijo.

—¿Puedo preguntarle qué es lo que va a hacer esta señora? —dijo el

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desconocido.—Para serle de alguna utilidad —explicó el doctor Lagarde—, debo verme

inmersoenuntrancemagnético.Lapersonaquemayorinfluenciatienesobremíeslapersonaquemeayudaráaconseguirloestanoche.

Sevolvióhaciasumadre.—Cuandoquieras—dijo.Inclinándosesobreél,laseñoratomólasmanosdeldoctorylemirófijamentea

los ojos. Ninguna palabra se cruzó entre ellos; nada más sucedió. En uno o dosminutos, la cabeza del doctor quedó recostada contra el respaldo de su silla, y suspárpadossecerraron.

—¿Estásdormido?—preguntólaseñoraLagarde.—Estoydormido—respondióél.Sumadredepositólasmanosdeldoctorcariñosamentesobrelosbrazosdelasilla

ysevolvióparadirigirsealvisitante.—Dejequeel sueñoseapoderedeélduranteunpardeminutosmás—dijo—.

Despuéscójaleunamanoypregúnteleloquedeseesaber.—¿Puedeoírnosahora,señora?—Señor,podríausteddispararunapistolaal ladode suoreja,yno laoiría.La

vibraciónpodríamolestarle,peroesoseríatodo.Hastaqueustedoyoletoquemos,yestablezcamos de ese modo una simpatía nerviosa con él, será como si hubieraperdidotodosentidodenuestrapresenciaaquí;comosiestuvieramuerto.

—¿Estáustedhablandodeesacosaquellamanelmagnetismoanimal,señora?—Asíes,caballero.—¿Yustedcreeenello,porsupuesto?—Lascreenciasdemihijo,señor,sonmiscreencias,enesteaspectoyentodos

losdemás.Heoídoloqueleestabadiciendoantes.Espormíporquiensesacrificaorganizando estas exhibiciones.Espormipobre interéspor el quebusca el dineroquetantolecuestaganar.Misaludesenfermiza,ypormuchoquediscutaconél,mihijopersistenosóloenproporcionarmelascomodidadesmásbásicas,sinotambiénlos lujos de la vida. Pormucho que sufra, tengomi recompensa; aún puedo darlegracias a Dios por haberme dado la mayor alegría de la que puede disfrutar unamujer,laalegríadeunbuenhijo.

Sonriócariñosamentemientrascontemplabaalhombredormido.—Acerque su silla—continuó— y tómele de la mano. Puede hablar con toda

libertadcuandohagasuspreguntas.Nadadeloquesucedeenestahabitaciónsaledeella.

Trashaberpronunciadoaquellaspalabras, laanciana regresóasuasiento,enelrincónocultotraslasilladesuhijo.

ElvisitantecogiólamanodelseñorLagarde.Cuandose tocaronelunoalotro,fueconscientedeunasensaciónligeramentecosquilleante,unasensaciónqueletrajoalamemoriaremotosexperimentosconunamáquinaeléctricarealizadosenlosdías

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enlosqueaúneraestudiante.—Quisiera preguntarle sobre mi futuro —dijo—. ¿Por dónde y cómo debería

empezar?Eldoctorpronunciósusprimeraspalabrasconlavozmonótonayapagadadeun

hombrequehabladormido.—Empieceporreconocerelverdaderomotivodesuvisita—dijo—.Suinterésen

elfuturoestácentradoenunamujer.Deseaustedsabersisucorazónserásuyoenlostiemposqueaúnestánporllegar…yahíesdondeterminatodosuinterésporloquelepuedadepararelfuturo.

En vez de convencerle, aquella sorprendente demostración de la capacidad deldurmiente para asomarse, por simpatía, al interior de su propia mente, y paracontemplar sus secretos más celosamente guardados, hizo sospechar aún más aldesconocido.

—Tiene usted medios de conseguir información —dijo— que no consigoentender.

El doctor sonrió, como si le hiciera gracia la idea.La señoraLagarde volvió alevantarsedesuasientoeintervino.

—Cientosdedesconocidosvienenalaconsultademihijo—dijotranquilamente—.Si creeustedque sabemosquiénes son todos esos extraños, yque tenemos losmedios para indagar en sus vidas privadas incluso antes de que entren en estahabitación,¡esquecreeustedenalgomuchomásincreíblequeelsueñomagnético!

Aquélla era una verdad demasiado evidente como para poder discutirla. Elvisitantepresentósusdisculpas.

—Perome gustaría recibir alguna explicación—añadió—.Se trata de algo tanextraordinario…¿Cómopuedopersuadiraldoctorparaquemeilumine?

—Sólopuededecirleloqueve—respondiólaseñoraLagarde—.Pregúnteleesoyrecibiráunacontestacióndirecta.Pregúntele:«¿Veustedalamujer?».

Eldesconocidorepitiólapregunta.Lerespuestallegódeinmediato,mediantelassiguientespalabras:

—Veodossiluetas,unajuntoalaotra.Unadeellasesladeusted.Laotraeslasiluetadeunamujer.Sólopuedoverladeunmodoborroso.Nopuedodescubrirnadaapartedequeesmásaltadeloquesuelensergeneralmentelasmujeres,yquellevaunvestidodecolorazulceleste.

Elhombreparaelqueestabahablandosesobresaltóaloírestasúltimaspalabras.—¡Sucolorfavorito!—pensóparasímismo,olvidandoquemientrasestuvieraen

contactoconlamanodeldoctoréstepodríapensarconsumente.—Sí—añadiótranquilamenteeldurmiente—,sucolorfavorito,comoustedbien

sabe.Sedifuminamásymáscadavezquelamiro—continuó—.Hadesaparecido.Ahora sólo le veo a usted, pero ha cambiado de aspecto. Tiene una pistola en lamano.Frenteaustedseyerguelasiluetadeotrohombre.Tambiénélllevaunapistolaenlamano.¿Sonustedesenemigos?¿Acasovanabatirseenduelo?¿Esesadamala

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causa?Sigointentándolo,peronoconsigovolveraverla.—¿Puedeusteddescribiralotrohombre?—Todavíano.Demomento,sóloesunasombraconlaformadeunhombre.Hubo otro intervalo. Una expresión de turbación se reflejó en el rostro del

durmiente. De repente, empezó a mover su mano libre en dirección a la sala deespera.

—Haga venir a los visitantes que están allí esperando—dijo—.Han de entrartodos. Cada uno de ellos habrá de cogerme de lamano libre por turnos, mientrasustedpermaneceenelsitioenelqueestá,agarrándomelaotramano.Nolasuelteniporunsoloinstante.Mimadrelesllamará.

La señoraLagardehizo sonaruna campanaquehabía sobre lamesa.El criadorecibiósusinstruccionesyseretiró.Trasunabreveausencia,volvióaaparecerenlaconsultacontansólounodelosvisitantesesperandoenelumbralasusespaldas.

IV.–ELHOMBRE

—Los otros tres caballeros se han marchado, señora —explicó el criadodirigiéndose a la señoraLagarde—.Se habían cansado de esperar.Encontré a estecaballero completamente dormido. Y me temo que se ha enfadado conmigo porhabermetomadolalibertaddedespertarle.

—Parecequeelsueñocomúnnoestápermitidoenestacasa.Acompañadodeesteretruécanoentróenlasalauncaballero,queserevelócomo

elprimerposeedordelatarjetanúmerocatorce.Vistobajoaquella luz se revelócomounhombrealtoy fino,en lomejorde la

vida,decomplexiónflorida,pelocastañoybrillantesojosazules.AlveralaseñoraLagarde,cerródeinmediatoelgrifodelasátiraconlabuenaeducacióninstintivadeuncaballero.

—Leruegoquemedisculpe—dijo—.Tengomuchasfaltas,yelhábitodehacerchistesmalosesunadeellas.¿Teníarazónelcriado,señora,cuandomehadichoquetengoelhonordepresentarmeaquídebidoasusolicitud?

LaseñoraLagardeleexplicóbrevementeloquehabíasucedido.El floridocaballero (creyendoaúnque todose tratabadeuncamelo)semostró

entusiasmadoporpoderserdealgunautilidad.—Lefelicito,señor—dijoconsuhumorfácilcuandosesentójuntoalvisitante

quehabíaquedadoenposesióndesutarjeta—.Elnúmerocatorceparecesermuchomásafortunadoensusmanosqueenlasmías.

Mientrashablaba,tomólamanolibredeldoctorLagarde.Enelinstanteenelquese tocaron el uno al otro, el durmiente se sobresaltó. Su voz se elevó, su cara seenrojeció.

—¡Ustedeselhombre!—dijo—.¡Ahoraleveocontodaclaridad!

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—¿Quéestoyhaciendo?—Estáusteddepiefrentealcaballeroqueestáaquípresentesosteniendomiotra

mano; y (como ya he dicho con anterioridad), acaban de reunirse para batirse enduelo.

Elincrédulodirigióunamiradaperspicazasucompañerodeconsulta.—Considerandoqueustedyyosomoscompletosextraños, señor—dijo—,¿no

creequeeldoctorharíamejorenpresentarnos,antesdequeestolleguemáslejos?Yaquetenemosqueenfrentarnosenduelo,noestaríademásquealmenossupiéramosnuestrosnombresantesdedejarquerujanlaspistolas.

VolvióadirigirsehaciaeldoctorLagarde:—Lassituacionesdramáticasnomedistraensinoesenel teatro—continuó—.

Déjemeque lehagaunapruebade lomáscomún.Quieroquemepresenteustedaestecaballero.¿Lehadichoélsunombre?

—No.—¿Yporsupuestoustedlosabráaunqueélnoselohayadicho?—Ciertamente.Mientras esté en trance, ymientras ustedes agarrenmismanos,

sólotendréqueindagarensuconocimientosobreustedesmismosparaconocersusnombrescontantaseguridadcomolosconocenustedes.

—¡Entoncespreséntenos!—replicóelburlóncaballero—.Yqueminombreseaelprimero.

—SeñorPercyLinwood—contestóeldoctor—.TengoelhonordepresentarlealseñorBervie,capitándeartilleríaBervie.

Losdoscaballerossoltaronlasmanosdeldoctoralunísonoysemiraronelunoalotroconunasorpresamuda.

—¡Porsupuestotienequehaberdescubiertonuestrosnombresdealgúnmodo!—dijo al fin el señor Percy Linwood explicando el misterio para su completasatisfacción.

El capitán Bervie no había olvidado lo que la señora Lagarde le había dichocuandotambiénélhabíasospechadolaexistenciadealgúntruco.Decidiórepetirsuspalabras(sindemasiadoéxito)enbeneficiodelseñorLinwood.

—Sinosienteustedlafuerzadeeseargumentodelmodoenqueyolohago—añadió—,¿quizá,comofavorhaciamí,noseopondráustedaquevolvamosatomarcada uno una mano del doctor para seguir oyendo todo lo que pueda decirnosmientraspermaneceeneseestadodetrance?

—¡Conelmayordelosplaceres!—respondiódebuenhumorelseñorLinwood—.Nuestroamigoestáempezandoaentretenerme.Estoytanansiosocomoustedporsaberquéeslopróximoquevaaver.

ElcapitánBervieformulólasiguientepregunta:—Ya nos ha visto usted preparándonos para enzarzarnos en un duelo. ¿Puede

decirnoselresultado?—Nopuedodecirlesnadamásquenosealoqueyaleshedicho.Lassiluetasde

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losduelistashandesaparecidodelmismomodoquedesaparecieronlassiluetasqueviantesquelassuyas.Loqueveoahorapareceunserpenteantepaseodegravilladeunjardín.Unhombreyunamujerloestánrecorriendo,acercándosehaciamí.Elhombresehadetenido,ahoracolocaunanilloeneldedodelamujerylabesa.

El capitánBervieabrió labocaparahacerotrapregunta,pero sepusopálidoyvolvióacerrarla.FueelseñorLinwoodquienhizolasiguientepregunta.

—¿Quiéneselafortunado?—Ustedeselafortunado—fuelarespuestainmediata.—¿Quiénes lamujer?—gritóelcapitánBervieantesdequeelseñorLinwood

pudieravolverahablar.—Lamismamujerquehevistoantes,vestidaconelmismocolor,elazulceleste.El capitán Bervie insistió empecinadamente en recibir una información más

detalladaqueaquélla.—Seguramentepodráveralgunodesusrasgosfísicos,¿verdad?—dijo.—Puedoverque tieneelcabello largoyoscuro,yque le llegahasta lacintura.

Puedo ver que tiene unos bellos ojosmarrones. Tiene la apariencia propia de unapersonanerviosaysensible.Esbastantejoven.Nopuedovermás.

—Mire otra vez al hombre que le está poniendo el anillo en el dedo—dijo elcapitán—. ¿Está usted seguro de que el rostro que ve es el rostro del señor PercyLinwood?

—Sinlugaradudas.ElcapitánBervieselevantódelasilla.—Gracias, señora —le dijo a la madre del doctor—. Ya he oído más que

suficiente.Sedirigióhacialapuerta.ElseñorPercyLinwooddejócaerlamanodeldoctor

Lagardeeinterceptóalcapitánconunamiradadeabsolutodesconcierto.—¿Nohabrácreídoustedrealmenteloqueacabadeoír?—dijo.—Sólodigoqueyaheoídomásquesuficiente—respondióelcapitánBervie.ElseñorLinwoodsediocuentaperfectamentedequecualquierintentodevolver

atratardelasuntoalaligerapodríaconduciraresultadosindeseables.—Resultadifícilhablar seriamentedeeste tipodeexhibiciones—continuócon

cautela—, pero supongo que podría mencionar, como mero dato, y sin pretenderofender a nadie, que la descripción de la dama, y puedo declararlo con todaseguridad,nosepareceenabsolutoaningunadelasqueyopuedaconocer.

El capitánBervie sediomediavueltaen lapuerta.Estabaapuntodeperder lapaciencia,perolaaparienciaserenadelseñorLinwood,ayudadaensuinfluenciaporlapresenciadelaseñoraLagarde,lerecordólosmínimosrequisitosdelaeducación.Contuvolasimpetuosaspalabrasqueaflorabanasuslabios.

—Podría hacer nuevas amistades, señor—fue todo lo que dijo—. Después detodotieneustedelfuturopordelante.

Después de haber dicho aquello, se marchó. Percy Linwood esperó un poco

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reflexionandosobrelaconductadelcapitán.¿Habíacoincididoaccidentalmenteladescripciónquedeladamahabíahechoel

doctor Lagarde con la descripción de alguna dama de carne y hueso a la queconocieraelcapitánBervie?¿Esqueestaba,poralgúncasual,enamoradodeella?¿Yacasonolehabríarecordadoeldoctorinocentementequesuamornoestabasiendocorrespondido?Asumiendoquetodoaquellofuesecierto,¿erarealmenteposiblequeel capitán hubiese creído las revelaciones proféticas que se le acababan de ofrecerbajolafantásticainfluenciadeuntrance?¿Podríallegarhastatalextremounhombrecompletamentecuerdo?Laconductadelcapitánera,sencillamente,incomprensible.

Ponderandoaquellasincógnitas,Percydecidióregresarasuasientojuntoalasilladeldoctor.

«Entodocaso,deunacosaestoyconvencido—pensóparasí—.¡Descubrirétodoeltingladoantesdeabandonarestacasa!».

VolvióatomarlamanodeldoctorLagarde.—¡Bien,veamos!¿Cuáleslasiguienterevelación?—preguntó.Eldurmientepareciótenerdificultadespararesponderlapregunta.—Vuelvoaverconfusamentealhombreyalamujer—dijo.—¿Sigosiendoyoelhombre?—preguntóPercy.—No.Estavezelhombreeselcapitán.Lamujer semuestranerviosaporalgo

queélleestádiciendo.Pareceestarintentandopersuadirladequesemarcheconél.Elladuda.Éllesusurraalgoaloído.Ellacede.Élselallevalejos.Laoscuridadlosrodea.Miroymiroyyanopuedovernadamás.

—¿Podemosesperarunrato—sugirióPercyyvolveraintentarlodespués?EldoctorLagardesuspiróysereclinóensusilla.—Mepesalacabeza—dijo—.Mesientoabotargado.Laoscuridadmeconfunde.

Yameheesforzadolosuficienteporusted.Sueltemimanoydéjemedescansar.Aloíraquellaspalabras,laseñoraLagardeseaproximóalasilladesuhijo.—Será inútil, señor, hacerlemás preguntas esta noche—dijo—. Se ha sentido

débilymaldelosnerviosdurantetodoeldía,yestáagotadoporelesfuerzoqueharealizado.Discúlpemesilepidoqueseretireunmomento,mientrasleproporcionoeldescansoquenecesita.

Apoyósumanoderechacariñosamentesobrelacabezadeldoctor,ylamantuvoallídurantemásomenosunminuto.

—¿Estásdescansandoahora?—preguntó.—Estoydescansando—contestóeldoctor,débilysoñoliento.LaseñoraLagardesevolvióhaciaPercy.—Si no ha quedado satisfecho, señor —dijo—, mi hijo estará a su servicio

mañanaporlatarde.—Gracias,señora.Sólomequedaunapreguntaporhacerysindudaustedpodrá

contestármela. Cuando su hijo despierte, ¿recordará lo que le ha dicho al capitánBervieyamímismo?

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—Mi hijo ignorará todo lo que ha visto y todo lo que ha dichomientras hayapermanecidoentrance,comosihubieraestadoenelotroextremodelmundo.

PercyLinwoodsetragóaquellaúltimayescandalosaafirmaciónconunesfuerzoquecasifueincapazdedisimular.

—Muchasgracias,señora—dijo—.Buenasnoches.Regresandoalasaladeespera,sefijóenelcepilloquereposabasobrelamesa.—Estagenteparecepobre—pensó—,yenrealidadmesientoendeudaconellos

por haberme proporcionado una tarde entretenida. Además, puedo permitirme serliberal,yaqueciertamentenovolverénunca.

Dejóunbilletedecincolibrasenlacajayabandonólacasa.Mientrascaminabaendirecciónasuclub,lanaturalserenidadmentaldePercyse

sentíaalgoturbadaporelrecuerdodellenguajeylaconductadelcapitánBervie.Elcapitán había captado el interés del joven muy a su pesar. Su primera idea fueescribirleaBervieymencionarleloquehabíasucedidoalreanudarlaconsultaconeldoctor Lagarde. Pero tras pensárselo mejor, dudaba sobre cómo reaccionaría elcapitánanteunavancedeaqueltipoporpartedeundesconocido.

—Afindecuentas—decidióPercy—,elasuntoesdemasiadoabsurdocomoparaque merezca la pena pensar en serio sobre él. No es probable que vayamos aencontrarnosdenuevo,niquevolvamosaconsultaraldoctor,asíqueaquí terminatodo.

Nuncahabía estado tan equivocado en suvida.Yno iban a pasarmuchosdíasantesdequellegaselaprueba.

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SEGUNDAPARTE;LACONSUMACIÓN

V.–ELSALÓNDEBAILE

Mientras lavisita realizadaa laconsultadeldoctorLagarde seguía frescaen lamemoriadelaspersonasqueaellahabíanacudido,elAzar,oelDestino,ocupadosen sembrar las semillas para la cosecha del futuro, descubrieron a uno de susinstrumentosmásapropiadosenunoficialretiradollamadomayorMulvany.

El mayor era un hombre pequeño e inteligente, que persistía en mantener laaparienciadeun jovenzuelocomomediodeesconder la realidadque imponíansuscincuenta años. Siendo aún soltero, y estando siempre dispuesto a mostrarseagradable,erabastantepopularentrelasmujeres.Enlossalonesdebailesiempreerabienvenido.Por aquel entonces, aúnnohacía tres escasos años que el vals alemánhabía sido importado a Inglaterra. Los gritos de protesta en contra de aquel baile,proferidos por esas personas hábiles a la hora de descubrir impropiedades latentes,aún no habían perdido su influencia en algunos sectores. Por ello, pocos eran loshombresque sabíanbailar el vals.Elmayorhabía superado con éxito la dificultadque supone aprender a bailar a una edad madura, y las jóvenes damas lerecompensabannoblementeporelesfuerzo.Esdecir,dabanporhechalaasuncióndejuventuddelmayorpesealaevidenciadesuscincuentaaños.

Dadoqueconocíaatodoelmundoyaqueerabienvenidoentodaspartes,dadoquejugababuenasmanosalwhistyaquehacíagaladeunaincansableimaginaciónala hora de animar las cenas, el mayor Mulvany pertenecía, naturalmente, a losmejoresclubesdesutiempo.PercyLinwoodyélseencontrabanconstantementeenla habitación del billar o en lamesa de la cena. Elmayor aprobaba a aquel jovenligero,guapoydebuentemperamento.

—He perdido la primera frescura de la juventud —solía decir con patéticaresignación—,ymeveoreflejadoenPercy.Naturalmente,megustaPercy.

UnastressemanasdespuésdelamemorabletardeencasadeldoctorLagarde,losdosamigosseencontraronenlasescalerasdeunclub.

—¿Tienesalgoquehacerestanoche?—preguntóelmayor.—Nadaqueyosepa—dijoPercy—,anoserquevayaalteatro.—Dejaqueelteatroespere,chico.Miviejoregimientohaorganizadounbaileen

Woolwich para esta noche. Tengo una entrada de sobra, y sé de varias y dulcesjovencitas que acudirán. ¡Algunas de ellas bailan el vals, Percy! Recolecta tuscapullosderosamientraspuedas.Venconmigo.

La invitación fue aceptada con tanta prestancia como había sido formulada. Elmayor encontró un coche y Percy pagó los caballos. Entraron en el salón de baileentre los primeros invitados, y la primera persona a la que encontraron, esperando

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juntoalapuerta,era…elcapitánBervie.Percylehizounareverencia,untantoincómodo.—Tengo algunas dudas —dijo riendo—, sobre si hemos sido debidamente

presentadosono.—¡Nohan sidodebidamentepresentados!—gritó elmayorMulvany—.Eso lo

arreglo yo. Mi querido amigo Percy Linwood; mi querido amigo Arthur Bervie.¡Conoceos!¡Apreciaos!

El capitán Bervie recibió la presentación con un frío saludo. Percy, dejándosellevarporunbuenimpulsodelmomentoaludióaloquehabíasucedidoenlaconsultadeldoctorLagarde.

—Seperdióalgodignodeoírse laotranoche,cuandoabandonólaconsultadeldoctor —dijo—. Continuamos la sesión, y usted volvió a aparecer entre lospersonajesdeldrama,sibienconotracaracterización…

—Disculpe que le interrumpa —dijo el capitán Bervie—. Soy miembro delcomité encargado de los preparativos del baile, y realmente debo atender a misdeberes.

Se retiró sin esperar una respuesta. Percy le dirigió una mirada asombrada almayorMulvany.

—¡Quéextraño!MesientoinclinadoasentirsimpatíaporelcapitánBervie.Aél,sinembargo,yoparezcodisgustarletantoqueapenasescapazdecomportarsecomounapersonacivilizada.¿Quésignificaráeso?

—Tecontaréalgo—respondióelmayorconfidencialmente—.ArthurBervieestálocamenteenamorado,y locamentees lapalabraadecuada,deunaseñorita llamadaBowmore.Ylajoven(estoquequedeentrenosotros)noacabadesentirlomismo.Esunamuchachaencantadora,yolahetenidoamenudosobremisrodillascuandoeraniña. Sus padres son viejos amigos míos. Vendrá al baile esta noche. Ésa es laverdaderarazónporlaqueArthurtehadejadodelado.Mírale,esperandoparaserelprimeroenhablarconella.Sipudierasalirseconlasuya,nodejaríaquenadiemásseacercaraalapobremuchachaentodalanoche.Realmentelapersigue.TepresentaréalaseñoritaBowmoreyveráscómonosmiraporatrevernosaacercarnosaella.Esunagranpena; ella nunca se casará con él.ArthurBervie es unhombre entremil,perocadadíaestámáscercadeconvertirseenunverdaderoogrodebidoasufuertetemperamento.¿Quétepasa?Noparecesestarescuchándome.

Aquella última frase estaba completamente justificada. Al contar la historia deamordelcapitán,elmayorMulvanyhabíarevividoenlamemoriadesujovenamigoelrecuerdodeladamadelvestidoazulquehabíadominadolasvisionesdeldoctorLagarde.

—Dime—dijoPercy—,¿cómoeslaseñoritaBowmorefísicamente?¿Hayalgúndetalledestacableensuapariencia?Tengounabuenarazónparapreguntarle.

Mientrashablaban,entrelospresentesenelcadavezmásllenosalóndebaile,seelevóunsuavemurmullodesorpresayadmiración.Elmayorpusounadesusmanos

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sobreelhombrodePercyyseñalóhacialapuertaconlaotra.—¿Quecómoes la señoritaBowmore?—repitió—. ¡Ahí la tienes! ¡Mejor será

queterespondaporsímisma!Percysevolvióhaciaelotroextremodelahabitación.Unajovenestabahaciendosuentrada,ataviadaconunsencillovestidodeseda,¡y

su color era azul celeste! Exceptuando una rosa blanca prendida en su pecho, nollevabaadornosdeningún tipo.Doblementedistinguidapor laperfectasimplicidaddesusropas,yporsualta,flexibleydominantefigura,seconvirtiódeinmediatoenla mujer más destacable de las allí reunidas. Acercándose a ella a través de lamultitud,guiadoporelcomplacientemayor,eljovenLinwoodpudoobservarmejorsus cabellos, su tez y el color de sus ojos. ¡En todos aquellos detalles, era la vivaimagendelamujerdescritaporeldoctorLagarde!

MientrasPercyquedabaabsortodebidoaaquelextrañodescubrimiento,elmayorMulvanyhabíallegadoalaalturadelajovenydesumadre,queestabanconversandoconelcapitánBervie.

—¡MiqueridaseñoraBowmore,estáustedestupenda!¡MiqueridaCharlotte,quésensaciónhascausadonadamásllegar!Lagloriosasimplicidad(simepermitesqueloexpreseasí)detuvestidoes…¿quéibayoadecir?…lasideasseamontonanenmicabeza,ahoramefaltanlaspalabras.

Los magníficos ojos marrones de la señorita Bowmore, pasando del mayor aPercy,seposaronsobreeljovenconunmodestoymomentáneointerésquelacelosaatencióndelcapitánBervieadvirtiódeinmediato.

—Estánpreparandounbaile—dijopresionandoimpacientementeparareclamarasupareja—.Sinoocupamosnuestrospuestosllegaremostarde.

—¡Alto!¡Alto!—gritóelmayor—.Hayunmomentoparacadacosa,yésteeselmomentodeque lespresenteaestemiqueridoamigo,elseñorPercyLinwood.Lepasa lo mismo que a mí, señorita Charlotte, ha quedado tan impresionado por sugloriosasimplicidadquelefaltanlaspalabras.

En aquel momento de su presentación, su mirada se desvió hacia el airadocapitán,einstantáneamentededicóunaalusiónasutemperamento.

—¡Perobueno,ArthurBervie!Aquísomos todosgenteafableybienhumorada.¿Quéesesoquetienesencimadelascejas?Pareceunceñofruncido,ynotefavoreceenabsoluto.¡Llamaauncamarerodiestroyqueteloquitedeinmediato!

—¿Puedo preguntarle, señorita Bowmore, si está usted libre para el siguientebaile?—dijoPercyenelmomentoenqueelmayorleproporcionóunaoportunidaddehablar.

—LaseñoritaBowmoretambiénmehaconcedidoamíelpróximobaile—dijoelenfadadocapitánantesdequelajovenpudieracontestar.

—¿Eltercerbaile,entonces?—insistióPercyconsusonrisamásdeslumbrante.—Será un placer, señor Linwood—dijo la señorita Bowmore. De no haberse

ofendidoporlaabiertaexhibicióndeloscelosdeArthur,nohabríasidounamujerde

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verdad.Era como imputar sobre ella una propiedadque el capitán no tenía elmásmínimoderechoa reclamar.Mientrassuacompañante laalejabadeallí, la joven ledirigióaPercyunamiradaqueeraelcastigomásseveroquehubierapodidoinfligirlealhombrequelaamaba.

Eltercerbailedelprogramaeraunvals.DesconfiandocelosamentedePercy,elcapitánsellevóaunladoaldirectordela

orquesta y utilizó su autoridad comomiembro del comité organizador para que sesustituyeseporunapiezadeotroestilo.Nobienacababadedarselavueltacuandolaesposadelcoroneldelregimiento,quelehabíaoído,seacercóasuvezaldirectordelaorquestaeinsistióenqueserespetaraelprogramaoriginal.

—Mencione la autoridad del coronel—dijo—, si es que el capitán Bervie seatreveaobjetaralgo.

Mientras tanto,elcapitán,queacudíaa reunirseconCharlotte, fue interceptadoporunodesuscompañerosdeoficialidad,quienleconvocóoficialmenteaparticiparen un inminente debate entre los miembros del comité organizador sobre lospreparativosadministrativosdelamesadelacena.

Bervienotuvomásremedioqueseguirasucolegahastalahabitacióndelcomité.Apenasunminutomás tardeeldirectorvolvióa subirsea supodioy lasnotas

inicialesde lamúsicaseelevaronsuavey lastimeramente,parapresentar la tercerapiezadelanoche.

—¡Percy, muchacho! —gritó el mayor, reconociendo la melodía—. ¡Estás desuerte!¡Esunvals!

Casi al mismo tiempo que dijo estas palabras, las notas de la sinfonía sedeslizaronmediantesuavesmodulacioneshaciaelinspiradorairedeunvals.Percyleofreciólamanoasupareja.LaseñoritaCharlottedudó,ymiróasumadre.

—¿Sabeustedbailarelvals?—preguntóPercy.—Heaprendidoabailarlo—respondióellamodestamente—,peroesunsalóntan

grande,¡yhayaquítantagente!—¡Unavuelta!—rogóPercy—.¡Sólounavuelta!LaseñoritaBowmorevolvióamirarasumadre.Supieseguíaelcompásde la

música por debajo de su vestido, su corazón latía dominado por un deliciosonerviosismo.LabondadosaseñoraBowmoresonrióydijo:

—Unavuelta,querida,talycomosugiereelseñorLinwood.Enunmomento,elbrazodePercytomóposesióndelacinturadelamuchacha¡y

allásefueronarrastradosporlasalasdelvals!¿Serían capaces las palabras de describir, bastaría el pensamiento para darse

cuenta,delexquisitoplacerdeladanza?¿Placer?Eramás.EraunhitoenlavidadeCharlotte. Era la primera vez que bailaba el vals con un hombre. ¡Qué diferenciaentre la ferviente presión del brazo de Percy y el frío y formal contacto de lainstitutrizquelahabíaenseñado!Conquéluzbrillabansusojosalreflejarseenlosdeella, admirándola con una moderación tan tierna que ningún mal podía haber en

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contestarlamediante supropiamirada.Unayotra vez sedeslizaron absortos en lamúsicayenellosmismos.Ocasionalmenteelpechodeellarozóeldeél,enaquellosmomentoscríticosen losquemásnecesitadadeapoyoestaba.Aveces,casidejabaque su cabeza sehundiera en el hombrode él, intentandoesconder aquella sonrisaque tana lasclaras traicionabasuadmiración.«Unavuelta»,había sugeridoPercy.«Una vuelta», había dicho su madre. Habían dado diez, veinte, treinta vueltasalrededordelsalón.Niunasolavezsehabíanparadoadescansar,comohacían lasotras parejas de bailarines. Habían acaparado, sin saberlo, todas las miradas de lahabitación (incluyendo la del capitánBervie). La delicada palidez de ella se habíateñido de rubor; el cuidadoso peinado de su pelo se había alterado, su pecho seelevabaysehundíamásymásrápidocadavezdebidoalesfuerzoyalarespiración,hastaquelafatigayelcalorlasuperaronalfinylaobligaronadecirledébilmente:

—Losientomucho…nopuedoseguirbailando.Percylacondujoalaatmósferamásfrescadelahabitacióndelosrefrigerios,yla

revivióconunvasodelimonada.Elbrazodeellaseguíadescansandosobreeldeél(estaba a punto de agradecerle sus cuidados) cuando el capitán Bervie entró en lahabitación.

—La señora Bowmore desea que la lleve de vuelta hasta ella —le dijo aCharlotte. Después, volviéndose hacia Percy, añadió—: ¿Será tan amable deesperarme aquímientras acompaño a la señoritaBowmorehasta el salóndebaile?Quierodecirlealgunaspalabras.Regresarédeinmediato.

El capitán habló con perfecta corrección, pero su rostro le traicionaba. Estabapálidoconlasiniestrablancuradelarabiacontenida.

Percysesentóparadescansaryrefrescarse.Dadasuexperienciaconelmododecomportarse de los hombres, no sintió ninguna sorpresa ante el contraste entre elrostroylosmodalesdelcapitánBervie.«Noshavistobailandoelvalsyquiereveniramontar una disputa conmigo». Ésa era la interpretación que el conocimiento delmundo que tenía el señor Percy hacía de la corrección del capitán Bervie. Unosminutosmástarde,elcapitánregresóalasaladelosrefrigerios,yledioaPercylasatisfaccióndeverquesusintuicionesnolehabíanengañado.

VI.–ELAMOR

Habíanpasadocuatrodíasdesdelanochedelbaile.Aunqueeratodavíaelmesdefebrero,elsolbrillabaconfuerzayelaireeratan

suave como el aire de un día primaveral. Percy y Charlotte paseaban juntos en elpequeñojardínenlapartetraseradelcottagedelseñorBowmore,cercadelaciudaddeDartford,enKent.

—Señor Linwood—dijo la joven—, tenía usted que habernos visitado al díasiguiente del baile. ¿Por qué nos ha hecho esperar? ¿Ha estado usted demasiado

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ocupadocomoparaacordarsedesusnuevosamigos?—Heestadocontandolashorasdesdequenosseparamos,señoritaCharlotte.Si

nomehubieravistodemoradoporciertosnegocios…—¡Yaentiendo!Durante tresdías losnegocios lehancontrolado.Alcuarto,ha

sidoustedcapazdecontrolarlosaellos,¿yaquíestá?¡Nomecreounasolapalabra,señorLinwood!

No había respuesta posible para una declaración como aquélla. CulpablementeconscientedequeCharlotteteníarazónalrechazarsugastadaexcusa,Percyrealizóuntorpeintentodecambiardetemadeconversación.

Enaquelmomento,diolacasualidaddequeseencontrabancercadeunpequeñoinvernaderoalfinaldeljardín.Lapuertadecristalestabacerrada,ylaspocasplantasysetosquehabíaensuinteriorpresentabanunaaparienciadescuidadaysolitaria.

—¿Novisitanadieesteclausurado lugar?—preguntóPercy jocosamente—.¿Oes que acaso esconde secretos tras las plantas y misterios prohibidos para losextraños?

—Satisfagasucuriosidad,señorLinwood,hagaelfavor—respondióCharlotteenelmismotono—.Abralapuertayyoleseguiré.

Percyobedeció.Alatravesarelumbraldelapuertaseencontróconlasdesnudasycolgantesramasdeunaplantatrepadoramuertahacíatiempo,quesehabíasoltadodelasabrazaderasquedebíandehaberlaunidoalasmaderasdeltecho.EmpujóaunladolasramasparaqueCharlottepudieraseguirleconfacilidad,sindarsecuentadequesupropioforzadopasajeatravésdeellaslehabíadescompuestoligeramentelaposición del inmaculado pañuelo que los caballeros bien vestidos solían llevaralrededordelcuelloenaquellosdías.CharlottesesentóydirigiólaatencióndePercyhaciaeldesoladoinvernaderoconunadescaradasonrisa.

—Elmisterio que su avivada imaginación ha asociado con este lugar—dijo—quieredecir,siquierequese lo interprete,quesomosdemasiadopobrescomoparamantener a un jardinero. No le preste atención a su decepción y siéntese aquíconmigo,señorLinwood.Aquímimadreylosotrosvisitantesnopodránvernosnioírnos.Yanotieneexcusaparanocontarmequéesloquerealmentelehamantenidoapartadodenosotros.

Fijósusojosenélmientrasdecíaaquellaspalabras.AntesdequePercypudierapensarenotraexcusa,larapidezdeobservacióndelamuchachaadvirtiólaalteradacondición de su pañuelo, y descubrió la parte superior de un esparadrapo negropegadoaunladodesucuello.

—¡Sehaheridoustedenelcuello!¡Poresosehamantenidoalejadodenosotroslosúltimostresdías!

—Una tontería sin importancia —respondió enormemente confundido—. Porfavor,nolepresteatención.

Losojosdeella,aúnclavadosensurostro,adquirieronunmatizdesospechaeinterrogaciónquePercyfuecompletamenteincapazdeentender.Derepente,lajoven

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selevantócomosiselehubieraocurridounanuevaidea.—Espéreme aquí —dijo ruborizándose por la excitación—. Espere hasta que

vuelva.¡Insisto!AntesdequePercypudierasolicitarunaexplicación,ellayahabíaabandonadoel

invernadero.Enpocosminutos,laseñoritaBowmoreregresóconunperiódicoenlamano.—Leaeso—dijoseñalandounpárraforodeadoporuncírculodetinta.Elpasajeque lehabía indicadocontenía información sobreundueloquehabía

tenido lugar recientemente en Londres. Los nombres de los duelistas no veníanmencionados.Unoeradescritocomounoficialyelotrocomouncivil.Habíantenidounadisputajugandoalascartasylahabíandirimidoconlaspistolas.Elcivilhabíaescapadovivodemilagro.Labaladesuantagonistahabíapasadolosuficientementecerca de su cuello comopara desgarrarle la carne, pero no había rozado las partesvitalespormuypoco.

Los ojos de Charlotte, clavados en Percy, advirtieron un repentino cambio decolorensurostroenelmomentoenqueleyólanoticia.Aquellofuesuficienteparaella.

—¡Usted fue ese hombre! —gritó—. ¡Oh, qué vergüenza, qué vergüenza!¡Arriesgarsuvidaporunainsignificantedisputaeneljuego!

—Volvería a arriesgarla de nuevo —dijo Percy—, para oírla hablar como situviesealgúnvalorparausted.

Ellaretirólamiradasinunasolapalabraderespuesta.Sumenteparecíaocupadadenuevoensuspropiospensamientos.¿Volvíaameditarsobreelduelo?¿Acasonoestabasatisfechaconeldescubrimientoqueacababadehacer?

NingunadeestasdudasturbabanlamentedePercyLinwood.Embriagadoporelencantodesupresencia,envalentonadoporlainocenterevelacióndelinterésqueellasentíaporél,decidióabrirlesucorazónporcompletoycontanpocasreservascomosisehubiesenconocidodesdelosdíasdesuinfancia.Nohabíamásqueunaexcusaparaél:Charlotteerasuprimeramor.

—Nosabeustedhastaquépuntosehaconvertidoenpartedemividadesdequenosconocimosenelbaile—continuó—.Graciasaalgunamagiaquesoyincapazdeexplicar,aquelúnicoydeliciosovalsparecióatraernosenunosminutoscomosinoshubiéramosconocidodesdehaceaños.¡Oh,Señor!Podríahacerunaconfesióndeloquesentí,sóloquemedamiedoofenderlahablandodemasiadopronto.¿Cómovaasaber un hombre en qué momento resulta apropiado ocultarle sus verdaderossentimientosalasmujeresyenquémomentoresultaconsideradorevelárselos?Unonuncasabesiesunasuntodedías,desemanasodemeses;deberíahaberunaleyqueloultimara.QueridaseñoritaCharlotte,cuandounpobretipolaamaaprimeravista,ynuncahaamadoaotramujer;cuandoseveatormentadoporelmiedodequeellaprefiera a otro hombre, ¿no podría usted perdonarle si le revelase la verdaddemasiadopronto?

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Mientrasformulabaaquellacategóricapregunta,seatrevióacogerladelamano.—Enrealidadnoesmiculpa—dijosimplemente—.Micorazónestátanllenode

ustedquenopuedohablardeotracosa.Para la felicidaddePercy,aquellaprimerapresiónexperimentaldesumanono

sólo no fue rechazada, sino que se vio suavemente devuelta. Charlotte volvió amirarleconunanuevadecisiónmarcadaenelrostro.

—Le perdonaré por decir tonterías, señor Linwood —dijo—, e incluso lepermitiré que siga visitándome, con una condición: queme cuente toda la verdadsobreelduelo.Simeocultaelmásmínimodetalle,nuestrarelaciónhabráterminado.

—¿Peronoselohereconocidoyatodo?—preguntóPercycongranperplejidad—.¿Acasohenegadoquefueseyoesehombrecuandoustedmelohapreguntado?

—¿Podría haberlo negado con ese esparadrapo en el cuello? —fue la rápidaréplica—.Estoydecididaasabermásdeloquemepuedarevelarelperiódico.¿MedaráustedsupalabradehonordequeelcapitánBervienotuvonadaqueverenelduelo? ¿Será capaz de mirarme a la cara y decirme que la auténtica causa de ladisputafueunasuntodecartas?¿Cuandoestabaustedhablandoconmigo,pocoantesdequeabandonaseelbaile,cómolerespondióustedauncaballeroqueleofrecióunsitioenlatabladelwhist?Dijo:«Nojuegoalascartas».¡Ah!¿Sepensabaquemehabía olvidado de eso? ¡Nome bese lamano! Confíeme toda la verdad o dígameadiósparasiempre.

—Sólo pregúnteme lo que quiera usted saber, señorita Charlotte—dijo Percyhumildemente—.Sihaceusted laspreguntas,yo leproporcionaré las respuestas lomejorquepueda.

Siguiendoaquelacuerdo,aPercylefueextraídalainformacióntalycomosigue:—¿FueelcapitánBerviequiensebatióconusted?—Sí.—¿Fuepormiculpa?—Sí.—¿Quéledijo?—Medijoquehabíacometidounaofensaalbailarconustedelvals.—¿Porqué?—Porquesuspadresdesapruebanqueustedbaileelvalsenunsalónpúblico.—¡Esonoescierto!¿Quémásdijo?—Dijoquehabíamultiplicadomiofensaalbailarelvalsconusteddeunmodo

quenoshizoserelcomentariodetodoslosasistentes.—¡Oh!¿Yledejóustedquedijeraeso?—No.Lecontradijedeinmediato.Yademásledije:«Esuninsultoalaseñorita

Bowmoresuponerqueellapermitiríacualquierimpropiedad».—¡Efectivamente!¿Yquérespondióél?—Bueno, se enfureció. Preferiría no tener que repetir lo que me dijo cuando

estaba dominado por los celos.Nome quedómás remedio que complacerle en su

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requerimiento.—¿Complacerle?¿Significaesobatirseendueloconél?—Noseenfade…Sí.—¿Ymantuvieronminombrealejadode todoelasuntofingiendodiscutiren la

mesadelascartas?—Sí.Lohicimoscuandolasaladelosjuegosseestabavaciandodebidoaqueera

lahorade lacena,yyanoquedabanadiepresente salvoelmayorMulvanyyotroamigo,comotestigos.

—¿Ycuándosebatieron?—Alamañanasiguiente.—¿Yenningúnmomentopensóustedenmí,supongo?—Dehecho,sí.Mealegrémuchodequenosospechaseusteddóndeestábamos.—¿Esofuetodo?—No.Me había llevado su flor, la flor queme dio usted y que había llevado

prendidaduranteelbaile.—¿Ybien?—¡Oh,quémásda!—Síqueimporta.¿Quéhizoustedconmiflor?—Lediunbesofurtivomientrasestabanmidiendoel terreno,ydespués(¡nole

digaestoanadie!)lapusejuntoamicorazónparaquemedierasuerte.—¿Fueesoantesdequeledisparase?—Sí.—¿Cómoledisparó?—Avanzó(diezpasoshaciaadelante,talycomosehabíanpuestodeacuerdolos

testigos).Despuéssedetuvoymeapuntóconsupistola.—¡Nomecuentenadamás!¡Oh,ypensarqueyohesidolamiserablecausade

tantos horrores! Nunca volveré a bailar mientras viva. ¿Pensó usted que le habíamatadocuandolabalalehirióensupobrecuello?

—No,apenaslonotéalprincipio.—¿Que apenas lo notó? ¡Quémodo de hablar! Y cuando el desgraciado hubo

hechotodoloquepudoparamatarleylellegóaustedsuturno,¿quéhizo?—Nada.—¿Qué?¿Noavanzóustedsuscorrespondientesdiezpasos?—No.—¿Ynoledisparó?—No.Yono teníaningunadisputa conél, pobre tipo.Sencillamentemequedé

dondeestabaydisparéalaire.Antes de que pudiera detenerla, Charlotte agarró su mano y la besó con un

histéricofervoradmirativo,quelehizoaPercyperderporcompletoelaplomo.—¿Porquénodeberíabesar lamanodeunhéroe?—gritóellacon lágrimasde

entusiasmobrillandoensusojos—.Nadiesalvounhéroelehabríaregaladoaaquel

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hombre su vida. Nadie salvo un héroe le habría perdonado mientras la sangre lemanabapor laheridaque leacababade infligir.Le respeto, leadmiro. ¡Oh,nomecrea atrevida! Es que no puedo controlarme cuando oigo hablar de algo noble ybueno.Yameentenderámejorcuandolleguemosaserviejosamigos.¿Verdad?

Habló con una suave entonación de ruego. El brazo de Percy se escurriósuavementealrededordeella.

—¿Acasonuncavamos a poder ser nadamás cercanoyquerido el unopara elotroqueviejosamigos?—preguntóenunsusurro—.Nosoyunhéroe;subondadmesobrepasa, señorita Charlotte. Mi única ambición es ser el dichoso hombre losuficientementedignocomoparaganarla.¡Asutiempo!Noquisieraangustiarla,noquisieraconfundirlaynoquisierapornadadelmundoaprovecharmedelhalagoquesusimpatíamehaotorgado.Sileofende,nisiquieralepediréquemedéesperanzas.

Ellasuspiróaloírestasúltimaspalabras,temblóligeramenteydespuéslemiró.Percy leyó su respuesta en sus ojos. Sin pretenderlo ninguno de los dos, sus

cabezas se acercaron más y más. Sus mejillas, y luego sus labios, acabaron porrozarse. Ella retrocedió, y se levantó para abandonar el invernadero. Al mismotiempo,elsonidodeunospasosaproximándosesehizoaudibleenelcaminodegravaqueatravesabaeljardín.Charlotteseapresuróhastalapuerta.

—¡Mipadre!—exclamóvolviéndosehaciaPercy—.Ven,quetelopresentaré.Percylasiguióaljardín.

VII.–POLÍTICA

Juzgando a partir de las apariencias, el señor Bowmore parecía un hombregastadoyprematuramenteajadodebidoalosdisgustosdeunavidadifícil.Susojospresentaban el único rasgo en el que se le parecía su hija. En forma y color, eranexactas reproduccionesde losdeCharlotte; ladiferenciaestabaen laexpresión.Lamirada del padre era inquieta, ansiosa, suspicaz. No había en ella ni rastro de lasinceridadylagentilezaqueconformabanelencantodelaexpresióndesuhija.Unhombrecuyasamargasexperienciasen lavidahanagriadosu temperamentoyhanminadosufeensussemejantes;asíeraelseñorBowmoretalycomosepresentabasuperficialmente. Recibió a Percy con educación, pero sin disimular un airepreocupado.Unayotravez,susincansablesojossedirigíandelvisitanteaunacartaabiertaquellevabaenlamano.Charlotte,observándole,señalóhacialacarta.

—¿Hasrecibidomalasnoticias,papá?—preguntó.—¡Terribles noticias!—respondió el señor Bowmore—.Noticias terribles, hija

mía, para todo inglés que se precie de respetar las libertades conseguidas por susantepasados. Mi corresponsal es una persona que comparte confidencias con losministros —continuó dirigiéndose a Percy—. ¿Cuál cree que es el remedio quepropone nuestro Gobierno para atajar el descontento universal causado entre la

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poblaciónporunainfameeinnecesariaguerra?¡Eldespotismo,señorLinwood!¡Eldespotismo como remedio para un país libre como el nuestro! ¡Dentro de unasemana,señor, losministrospresentaránunproyectode leyparasuspenderelActadelHabeasCorpus!

Antes de que Percy pudiera hacer justicia en palabras a la impresión que leacababa de producir aquel comentario, Charlotte hizo inocentemente una preguntaquealteróasupadre.

—¿QuéeselActadelHábeasCorpus,papá?—¡Dios del cielo!—gritó el señor Bowmore—. ¿Es posible que una hija mía

haya podido hacerse mujer ignorando a la paladina de la libertad inglesa? ¡Oh,Charlotte,Charlotte!

—Losientomucho,papá.Simehacesel favordedecírmelonosemeolvidarájamás.

El señorBowmore se quitó el sombrero con reverencia, como saludando a unainvisibleActadelHabeasCorpus.Tomóa suhijade lamanoconcierta severidadpaterna.Suvoztemblóporlaemociónconlaquepronunciólassiguientespalabras.

—ElActadelHabeasCorpus,hijamía,prohíbeladetencióndecualquiersúbditoinglés amenos que esa detención pueda ser justificada previamente por la ley.Nisiquieralavoluntaddelmonarcareinantepuedeevitarquenosmostremosfrentealosjueces del país, y les emplacemos a que declaren si nuestro encarcelamiento eslegalmentejustoono.

Volvióaponerseelsombrero.—¡Nuncaolvidesloquetehedicho,Charlotte!—dijo—.Nuncamedescubriría,

señor—continuóvolviéndosehaciaPercy—,nienpresenciadelmásorgullosodelosautócratas que se hayan sentado en el trono. Sin embargo, me descubro comohomenajealagranleyquedefiendelasagradalibertaddelossereshumanos.CuandoelParlamentohayaaprobadoelinfameproyectodeleyqueahoraselepresenta,lospatriotasinglesespodránserencarcelados,einclusocolgados,únicamenteacausadeórdenesobtenidasensecretoporespíaseinformadorespagadosporloshombresquenosgobiernan.Quizá le estoy aburriendo, señor.Esusted jovenypuedequeno leintereselaconductadelministro.

—Alcontrario—dijoPercy—,tengounprofundointeréspersonalenlaconductadelministro.

—¿Cómo?¿Enquésentido?—gritóelseñorBowmoreansiosamente.—Midifuntopadreteníaunademandainterpuestacontraelgobierno—respondió

Percy—,reclamandoqueselepagaseciertodinerogastadoenserviciosprestadosenelextranjero.Comoherederosuyo,heheredadotambiénlademanda,queyahasidoreconocidaformalmenteporelpresenteconsejodeministros.MipeticiónsolicitandollegaraunacuerdoserápresentadaporunosamigosmíosquepuedendefendermisinteresesenlaCámaradelosComunes.

ElseñorBowmoretomólamanodePercyyselaestrechócálidamente.

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—Enunasuntocomoéstenuncasepuedetenerdemasiadosamigos—dijo—.Yomismo mantengo algunas influencias como opinión representativa fuera de laCámara,ymepongoenteramenteasuservicio.Vengamañanayhablaremosdelosdetalles referentesasudemandamientascomemosenmihumildemesa.Hoydeboatender a un encuentro de la rama local del club Hampden, del que soyvicepresidente,yacuyosmiembrostengoquecomunicarlasalarmantesnoticiasquecontienemicarta.Disculpeque leabandone,ycuenteconunacalurosabienvenidacuandovolvamosavernosmañana.

Elafablepatriotasaludóasuhijaconunasonrisaydesapareció.—Esperoquetegustemipadre—dijoCharlotte—.Todosnuestrosamigosdicen

que debería estar en el Parlamento. Lo ha intentado dos veces. Los gastos fueronterribles,yenambasocasionesterminóderrotadoporelotrocandidato.Dicequesivolvieraaintentarloseríaelegidocontodaseguridad,peroyanonosquedadineroynisiquieradebemospensarenello.

UnhombresuspicazpodríahaberdescubiertodetrásdeaquellassimplespalabraselsecretodelinterésdelseñorBowmoreeneléxitodelademandainterpuestacontraelgobiernoporsujovenamigo.Unsúbditobritánicoconunabuenasumadedineroasudisposiciónpodríaserdeinestimableayudaparaotrosúbditobritánico(sindineroasudisposición)quenopuedesentarsecómodamenteanoserquesuasientoestéenelParlamento.PeroelhonestoPercyLinwoodnoeraunhombredadoalasospecha.Acababadeabrir los labiosparahacerseecode laglorificaciónfilialqueCharlottehabíahechodesupadrecuandouncriadoconlasropasraídaslestrajounmensajeparaelqueningunodeellosestabapreparado.

—ElcapitánBerviehavenidoparadespedirse,señorita,y laseñorarequieresucompañíaenelsalón.

VIII.–ELAVISO

Tras haber entregado su mensaje, el desarrapado criado dirigió una mirada decuriosidadfurtivaendirecciónaPercyyseretiró.Charlottesedirigióasuamadoconla indignación brillando en sus ojos y coloreando susmejillas debido a la idea devolveraveralcapitánBervie.

—¿Acasopiensasquevoyarespirarelmismoaire—exclamó—queelhombrequeintentóquitartelavida?

Percydiscutióconellacariñosamente.—Estásequivocada—dijo—.ElcapitánBervieestabatandispuestoarecibirmi

disparocomoyoarecibirelsuyo.Cuandodisparémipistolaalaire,fueelprimeroquecorrióhastami ladoparapreguntarme si estabagravementeherido.LedijeronquemiheridanoeramásqueunrasguñoycayóderodillasparadarlegraciasaDiosporhaberpreservadomividayhaberhechoerrarasumanoculpable.

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—«Yano soy el rival que le odia—medijo—.Deme tiempo para cambiar deaires e intentar tranquilizar mi mente; entonces seré su hermano y el hermano deella». Cualesquiera que sean sus faltas, Charlotte, Arthur Bervie tiene un grancorazón.Ve,telosuplico,ysésuamigocomotambiényolosoy.

Charlotteescuchóconlosojosmirandohaciaelsueloycambiandodecolor.—¿Túlecrees?—preguntóenvozbajaytemblando.—Lecreocomotecreoati—respondióPercy.Ella se ofendió secretamente debido a la comparación y detestó al capitán con

másenergíaquenunca.—Entraréyleveré,siesoesloquedeseas—dijo—.Peronoloharésola.Quiero

queentresconmigo.—¿Porqué?—preguntóPercy.—Quieroverloquerevelasucaracuandotúyélosencontréis.—¿Aúndudasdeél,Charlotte?Ellanorespondió.Percyhabíahecholoposibleporconvencerlayevidentemente

habíafracasado.Regresaron juntos al interior del cottage. Fijando su mirada atentamente en el

rostrodelcapitán,CharlotteleviopalidecercuandoPercylasiguióalsalón.Losdoshombres se saludaron con cordialidad. Charlotte se sentó junto a su madremanteniendo,almenosaparentemente,lacompostura.

—Heoídoqueha venidoustedpara despedirse—ledijo aBervie—. ¿Se trataacasodeunalargaausencia?

—Tengo un permiso de dosmeses—respondió el capitán sinmirarlamientrashablaba.

—¿Vaaviajarustedalextranjero?—Sí,esocreo.Ella se volvió hacia sumadre. Bervie aprovechó la oportunidad de hablar con

Percy.—Tengounasrecomendacionesquehacerleenprivado.Almismotiempo,Charlottelesusurrabaasumadre:—Noleanimesaprolongarsuvisita.El capitán no demostró ninguna intención de prolongar su visita. Cuando se

despidiódelasdamas,yantelasorpresadeCharlotte,tambiénPercyselevantóparamarcharse. Su coche, dijo, estaba esperándole en la puerta y se había ofrecido aacompañaralcapitánBerviederegresoaLondres.

Charlottesospechódeinmediatounarregloentrelosdoshombresparamantenerunaentrevistaconfidencial.SuobstinadadesconfianzadeBervieseviofortalecida.Cuando se separaron en la puerta del salón, le ofreció con desgana la mano. Elesfuerzoporescondersusverdaderossentimientoshaciaélledioasurostrouncoloryunavivacidadquelahicieronirresistiblementebella.Berviecontemplóalamujerquehabíaperdidoconunainconmensurabletristezaenlosojos.

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—Cuando nos volvamos a encontrar —dijo—, me encontrará ustedcompletamentecambiado.

Seapresuróasalirporlapuerta,comositemieraconfiarensímismosipasabaunsoloinstantemásensucompañía.

CharlottesiguióaPercyhastaelpasillo.—¡Volveré mañana, querida! —dijo, e intentó llevarse la mano de ella a los

labios.PeroCharlottelaretiróbruscamente.—¡Esamanono!—dijo—.ElcapitánBervieacabadetocarla.¡Bésamelaotra!—¿Aúntienesdudassobreelcapitán?—dijoPercy,divertidoporsupetulancia.Ellapusosubrazosobreelhombrodeélytocócuidadosamenteelesparadrapo

desucuelloconundedo.—Hayunacosadelaquenotengodudas—dijo—,¡yesquefueelcapitánelque

tehizoesto!Percyladejó,riendo.EnlapuertaprincipaldelcottageencontróaArthurBervie

conversandoconelmismocriadomalvestidoquelehabíaanunciadoaCharlottelavisitadelcapitán.

—¿Quéhasucedidoconelotrocriado?—preguntabaBervie—.MerefieroaeseancianoquellevabatantosañosalserviciodelseñorBowmore.

—Hadejadoeltrabajo,señor.—¿Porqué?—Segúntengoentendido,hablóconpocorespetodelseñor.—¿Oh?¿Ycómodioelseñorconusted?—MeanuncieyelseñorBowmorerespondióamianuncio.Berviemiró intensamente al hombre durante unmomento y después se unió a

Percyjuntoalapuertadesucoche.LosdoscaballerospartieronhaciaLondres.—¿Qué le parece el nuevo criado del señor Bowmore?—preguntó el capitán

mientrassealejabandelcottage—.Nomehagustadosuaspecto.—Nomehefijadomuchoenél—respondióPercy.Se produjo un silencio. Cuando se reinició la conversación ésta derivó hacia

temas comunes. El capitán miraba intranquilo por la ventanilla del coche; Percycontemplabaintranquiloalcapitán.

Llevaban recorridos unos tres kilómetros desde que habían dejado DartfordcuandoPercyviounaviejamansióncobijadabajounosmagníficosárbolesysituadaen lo alto de una elevación bastante separada de la carretera principal. En la partefrontalde lamismasepodíanapreciarmuchoscochesycabriolésaparcados,yunabanderaondeabasobreunmástilsituadoenmitaddelprado.

—Parecequeahísucedealgo—observóPercy—.¡Unacasapreciosa!¿Aquiénpertenece?

Berviesonrió.—PerteneceamipadreEselportavozdelosmagistradoslocales,yhoyrecibea

suscompañerosjuecesparacelebrarlainauguracióndelassesiones.

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SecallóymiróaPercyalgoavergonzado.—Me temoque le he sorprendidoy le hedecepcionado—continuó cambiando

abruptamente de tema—. Cuando nos hemos encontrado en el cottage del señorBowmorelehedichoqueteníaalgoquecontarle,yaúnnolehereveladonada.Lociertoesquenomesientomuysegurodehabersidosuamigoel tiemposuficientecomoparatomarmelalibertaddedarleunconsejodeestecalibre.

—Cualquieraqueseasuconsejo—respondióPercy—,confíeenquepormipartelorecibiréconmuchogusto.

Animadodeestemodo,elcapitánsedecidióahablar.—Probablemente,apartirdeahorapasaráustedbastantetiempoenelcottage—

empezó—,yentraráencontactodirectoconelentornosocialdelseñorBowmore.Leconozco desde hace muchos años. Hablando a partir de ese conocimiento, deboavisarle seriamente de que se trata de un hombre completamente sin principios yabsolutamentepeligroso.

Aquéleraunmodomuydurodehablary,naturalmente,PercyasíseloindicóalcapitánBervie.Éstejustificósulenguaje.

—SinaludiralaposturapolíticadelseñorBowmore—continuó—,puedodecirleque el verdadero motivo de todo lo que dice y hace es la vanidad. Para podersatisfacer esa única pasión, me sacrificaría a mí, le sacrificaría a usted e inclusosacrificaríaasuesposaoasuhijasinningúnremordimientooduda.SuúnicodeseoesentrarenelParlamento.Ustedtienedineroypuedeayudarle.Nodejarádeintentarcualquier recurso que pueda conducirle hasta sumeta; y si le involucra a usted endificultadespolíticas,leabandonarásinescrúpulos.

PercyhizounúltimoesfuerzopordefenderalseñorBowmore,porlasencillaeirresistiblerazóndequeeraelpadredeCharlotte.

—Leruegonometomeporundesagradecidooporindignodesupreocupación—rogó—,pero¿puedeustedofrecermealgúnhechoque justifique loqueacabadedecir?

—Puedo ofrecerle tres hechos —respondió Bervie—. El señor BowmoreperteneceaunodelosclubesmásrevolucionariosdeInglaterra,hacometidosediciónenvariosactospúblicos,ysunombre figurayaen la listanegradelMinisteriodelInterior.Esorespectoalpasado.Encuantoalfuturo,sielrumordequeelConsejodeMinistrospretendedetenerlosalzamientosinsurrectosentrelapoblacióneliminandoelActadelHabeasCorpusescierto,elseñorBowmoreestaráenpeligrosinlugaradudas, y podría ser labor de mi padre firmar una orden de detención contra él.Escríbale a mi padre para verificar todo lo que le he dicho, y yo le anticiparé lallegadadesumisivaparaquesepaqueesusteddeconfianza.Mientrastanto,rechacelaayudadelseñorBowmoreeneseasuntodesupeticiónalParlamentoy,sobretodo,ciérrelebienelpasocuandointenteganarsesuintimidad.Noharáfaltaqueleavisede que no le diga nada sobre esto a su esposa y a su hija. Su astuta lengua hacetiempoquelasengañó.¡Nodejequetambiénleengañeausted!¿Havueltousteda

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pensar en nuestra consulta al doctor Lagarde? —preguntó de repente cambiandobruscamentedetema.

—Apenas—respondió Percy, aún bajo la impresión del formidable aviso queacababaderecibir.

—Déjemequelerefresquelamemoria—dijoelotro—.Continuóustedlasesióndespués de que yo hubiera abandonado la residencia del doctor. Me haría ustedverdaderamenteunfavorsirecordaraloquevioLagardeensutrancedespuésdequeyomehubieraausentado.

Habiéndoselesolicitadoasí,Percyseesforzó.Elrecuerdodelosacontecimientostodavía estaba lo suficientemente fresco en su memoria como para responder lapeticióndesuamigo.Aldescribirloquehabíasucedido,repitióaldetalletodoloquehabíadichoeldoctor.

Berviereflexionósobreaquellaspalabrasconlaalarmaylasorpresamarcadasenelrostro.

—Unhombrecomoyo,intentandopersuadiraunamujercomo…—sedetuvoasímismo,comosituvieramiedodedejarqueelnombredeCharlottepasaraatravésdesus labios—.Intentandoinduciraunamujeraquehuyaconmigo—continuó—.¿Yconvenciéndolaademás?¡Porfavor,siga!¿Quémásvioeldoctor?

—Dijoqueestabademasiadocansadoparacontinuar.—Seguramenteacudióustedaconsultarleotravez,¿verdad?—No.Yamehabíabastadoconunavisita.—CuandolleguemosaLondres—dijoelcapitán—,tenemosquepasarcercade

allíparadirigirnosasucasa.¿Seríaustedtanamablededejarmeenlaesquinadelacalleenlaquesealojaeldoctor?

Percylemiróasombrado.—¿Aúnletomaenserio?—dijo.—¿Acasonoesserio?—preguntóBervie—.¿Nohemoshechohastaahorausted

yyoexactamente loqueaquelhombrepredijoqueharíamos?¿Nonosbatimos,enaquellosdíasenlosqueéramosrivales,conlaspistolasenlamanotalycomoélvioqueharíamos?¿Noreconocióustedladescripcióndeladamacuandolaconocióenelbaile,comoyolahabíareconocidoconanterioridad?

—¡Meras coincidencias! —respondió Percy, citando la opinión que habíaexpresadoCharlottecuandohabíanhabladodeldoctorLagarde,aunqueguardándosemuymuchodemencionar suautoridad—.¿Cuántosmilesdehombressehanvistotraicionados por el amor? ¿Cuántos hombres no se han batido en duelo por amor?¿Cuántosmilesdemujeresescogenelazulcomosucolorfavorito,yrespondenalavagadescripcióndeladamaqueeldoctorpretendióver?

—Puedequeseaasí—replicóBervie—,peroelasuntoesnotableinclusodesdesu punto de vista.Y si se siguen produciendomás coincidencias, el resultado serámuchomásnotableaún.

Una vez en Londres, Percy dejó al capitán en la esquina de la calle en la que

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residíaeldoctor.—Visítemeoenvíemeunanotasisucedealgodestacable—dijo.—Tendránoticiasmíaspaseloquepase—replicóBervie.Aquellanoche,laplumadelcapitáncumpliólapromesaqueéstehabíarealizado,

medianteunaspocasysorprendentespalabras.

¡Tristesnoticias!La señoraLagardehamuerto.Desuhijonada se sabesalvo que ha abandonado Inglaterra. He descubierto que era un exiliadopolítico. Si se ha atrevido a regresar a Francia, quizá sea posible que aúnpuedaoíralgodeél.Tengoamigosen laembajada inglesaenParísquemeayudaránenmispesquisas,yyopartohaciaelcontinentedentrodeunoodosdías.Mientrasestéfuera,escríbameatravésdemipadre.DirijasuscartasasucasasolariegacercadeDartford.Élsiempreestaráaltantodemisdireccionesenelextranjeroypodráremitirmesuscartas.¡Porsupropiobien,recuerdeelavisoquelediestatarde!Sufielamigo,A.B.

IX.–SECRETOSOFICIALES

Existía una razónmuchomás seria para ser cuidadoso que aquellas de las queBervie estaba al tanto en aquelmomento, y que le habían llevado a considerar sudeber avisar a Percy Linwoodz el nuevo criado que había entrado al servicio delseñorBowmoreeraunespía.

Bien versado en aquella infame vocación suya, el muy miserable había sidoescogido por elDepartamento del Servicio Secreto delMinisterio del Interior paravigilarlospasosdelseñorBowmoreydesusamigos,yparainformardelosmismosa sus superiores.No estaría demás añadir que el empleo de espía e informador asueldo,alserviciodelGobiernobritánicodeaquelentonces,resultababienconocidopor la Cámara de los Lores y era defendido como una medida necesaria en losdiscursosdeLordRedesdaleyLordLiverpool.

LosinformesremitidosporelespíadelMinisteriodelInteriorempezaronallegarenelmesdemarzoyteníanlaformadeunaseriedenotasencabezadascomosigue:

SeñorSecretario:Tengoelhonordeinformarledeque,desdequeentréalserviciodelseñor

Bowmore,misojosymisoídossehanmantenidoenunpermanenteestadodeobservaciónactiva,ypuedoasegurarlequelosmediosdeseguirsiendoútilamis honorables empleadores en el futuro no han disminuido en absoluto.Ninguna de las personas de la casa tiene la más ligera sospecha de miverdaderocometido.

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PRIMERANOTA

Lehan informado correctamente: el joven caballero que actualmente visita confrecuenciaalseñorBowmoreeselseñorPercyLinwood.Aunqueestáprometidoenmatrimonio con la señorita Bowmore, no ha sabido ocultar cierta falta de amistadhaciasupadre.Lajoventambiénsehadadocuentadeesto,y loha tomadoamal.AcusaasuamantedehabersedejadoponerencontradelseñorBowmoreporalgúndifamadordesconocido.

LatorpedefensaqueelseñorPercyhizodesímismodesembocó(looíconmispropios oídos) en una disputa entre los dos enamorados. Nada salvo su rápidasumisiónevitóqueelcompromisoserompieraenaquelmismomomento.

«Si hubierasmostrado una falta de confianza enmí—oí que decía la señoritaCharlotte—,podríaperdonarte.Perocuandodemuestrasunatotalfaltadeconfianzaenunhombretannoblecomomipadre,nopuedotenerpiedad».Trasunaexpresióndeamorfilialcomoésta,elseñorPercysiguióinteligentementeelcaminomásrápidoparaconseguirlaindulgenciadelaseñorita.EljoventieneunademandainterpuestaenelParlamentoporciertacantidaddedineroadeudadaasupadre,ycomplacióyaplacó a la señorita Charlotte rogándole al señor Bowmore que le recomendara elmejormododesacaradelantesusolicitud.ElseñorBowmorelepresentóenlaramalocal del Hampden Club con objeto de conseguir sus fines políticos, y la señoritaCharlotteleharecompensadoconunagenerosidadquenohadepasarseporalto.Asuamanteselehapermitidocolocarensudedounanillodecompromisoybesarlaacontinuación.

SEGUNDANOTA

ElseñorPercyhavisitadolasededelclubrepublicanoenmásocasiones.ElJuezBervie(padredelcapitán)sehaenteradoyselohacomunicadoasuhijoporescrito.El resultado ha sido el que podría esperarse: el capitán Bervie ha anunciado suregresoa Inglaterraparaejercer supositiva influenciapolíticaycontrarrestar lavilinfluenciadelseñorBowmore.

Mientrastanto,lademandadelseñorPercyhasidopresentadaantelaCámaradelosComunes,ysuconsideraciónhasidoaplazadahastadentrodeseismeses.Losdoscaballerossemuestranindignados;especialmenteelseñorBowmore.Haconvocadounareuniónensuclubparadiscutirsobrelosagraviossufridosporsujovenamigo,yha propuesto la elección del señor Percy como miembro de esa sociedadrevolucionaria.

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TERCERANOTA

ElseñorPercyhasidoelegido.ElcapitánBerviehaintentadohacerlereaccionaryqueseaconscientedelpeligroqueleamenazasiinsisteenseguirasociándoseconsus amigos republicanos, pero ha fracasado por completo. El señor Bowmore y elseñor Percy han pronunciado sendos discursos en el club intentando forzar algobierno a que preste atención inmediata a la demanda interpuesta por este últimocaballero.LababosaelocuenciadelseñorBowmoreejercesuinfluenciasobremilesde personas ignorantes (como usted ya sabe gracias a los informes previos denuestrostaquígrafos).Amientender,lasrazonesparaenviaraestehombreaprisiónde inmediato están más allá de toda duda. En cuanto a si sería deseable incluirtambiénalseñorPercyenlaordendearresto,nomecorrespondeamídecidirlo.Tansólo quiero indicar que su sedicioso discurso rivalizó con los más elaboradosesfuerzosdelseñorBowmoreenpersona.

Todo eso se refiere al presente. Ahora me gustaría dirigir respetuosamente suatenciónhaciaelfuturo.

Elpróximodía2deabril,elclubsereuniráenunpradocercanoaDartfordparacelebrarunmitinpúblico«enayudade la libertadbritánica».ElseñorBowmore lopresidirá y después se verá escoltadohastaWestminster para hablar en favor de lacausadelseñorPercyfrentealaCámaradelosComunes.Declaracontodaseriedadque«loslacayosdelGobiernonoseatreveránatocarleniunsolopelo».LaseñoritaCharlotte está de acuerdo con su padre, y el señor Percy está de acuerdo con laseñoritaCharlotte.Taleselestadodelascosasenestacasaenlaquecumploconelpapeldelserviciodoméstico.

Adjunto unos informes taquigrafiados en los que vienen recogidos los últimosdiscursos pronunciados en el Club Hampden y tengo el honor de esperar nuevasinstrucciones.

CUARTANOTA

Susórdenesmellegaronconelcorreodeestamañana.Acudíde inmediatoaveralJuezBervie(conropasdecalle,porsupuesto)y le

entreguésucartaoficial,enlaquemeordenabaladetencióndelseñorBowmoreyelseñorPercyLinwood.

Elvenerablemagistradoexpresósusdudas.Entendióperfectamentelanecesidaddemantenerelarrestoenestrictosecreto,en

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interésdelGobierno.Únicamentedemostrósureticenciaalahoradefirmarlaordendecapturareferentealamigoíntimodesuhijo.Denoserporelperentoriotonodesucarta,sinceramentecreoquehabríasolicitadodeustedalgúntiempoparaqueelseñorPercy recapacitara. No siendo lo suficientemente impetuoso como para proceder asemejante extremo, defendió astutamente los intereses del joven declinandoformalmentefechar laentradaenvigenciade laordendearrestoantesdeldía2deabril. Por favor, tenga en cuenta quemi visita fue realizada almediodía del 31 demarzo.

Sielobjetodeesteretraso(conelquemeviobligadoatransigir)espermitirlealseñorPercyunaoportunidaddefuga,esamismaoportunidadincluyenecesariamenteal señor Bowmore, cuyo nombre figura también en la orden. Confíe en mí paramantener bajo vigilancia constante a ambos caballeros, y especialmente al señorBowmore. Es el más peligroso de los dos y el más propenso, de tener cualquiersospecha,aescurrirseentrelosbrazosdelaley.

También tengo que informarle de que cuando me dirigía hacia la salida de lamansióndeljuezBervie,meencontréconotrastrespersonasenelrecibidor.

Unadeellaserasuhijo,elcapitán.Lasegundaerasuhija,laseñoritaBervie;ylaúltima era ese viejo y zalamero soldado, el mayor Mulvany. Si existe algunaposibilidaddequeelseñorBowmoreyelseñorLinwoodesténpreparandosuhuida,créame:laspersonasqueacabodemencionarseránlasqueseveaninvolucradasenella; quizá con la complicidad adicional de la señoritaCharlotte.Demomento, nosospecha nada en absoluto sobre la desgracia que se cierne sobre ella, ya que seencuentra completamente absorta en la preparación de su ajuar de boda. Comoadmiradordel sexodébil,debo reconocerque seráduropara lamuchachavera suamanteencarceladojustoundíaantesdesuboda.

Yomismo le notificaré personalmente el arresto en cuanto se haya producido.HabrátiempodesobraparatomarladiligenciadelatardeaLondres.Aquí,amenosqueocurraalgoimposibledeprever,miinformetocaasufin.

X.–LAFUGA

La tardedel1deabril la señoraBowmoresequedóasolascon loscriados.ElseñorBowmoreyPercysehabíanmarchadoauna reuniónextraordinariadelclub.Poco después, la señorita Charlotte había abandonado el cottage debido a unascircunstanciasdelasmásinusuales.

TansóloalgunosminutosdespuésdequesupadreyPercysehubieranmarchado,habíarecibidounacartaquepareciócausarlelamásviolentaagitación.LamuchachaledijoalaseñoraBowmore:

—Mamá,deboveralcapitánBervieunosminutosenprivado,porunasuntodelamáximaimportanciaparatodosnosotros.Estáesperandoenlapuertaprincipalyno

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entraráhastaquememuestreenlapuertadelrecibidor.AloíraquellolaseñoraBowmorepidióunaexplicación.—Nohay tiempoparaexplicaciones—fue laúnica respuestaque recibió—.Te

pidoquemedejescincominutosasolasconelcapitán.La señora Bowmore siguió dudando. Charlotte cogió su sombrero de jardín y

declaróenérgicamentequesinoselepermitíarecibirleenelinteriordelacasa,nolequedaría más remedio que ir ella misma al encuentro del capitán Bervie. Al oíraquellafirmedeclaración,laseñoraBowmorecedióyabandonólahabitación.

Unminutomástardehizosuapariciónelcapitán.Aunquehabíacedido,laseñoraBowmorenoestabadispuestaaconfiarasuhija,sinsupervisión,enlacompañíadeunhombrequelamismaCharlottehabíacalificadodecalumniadoryfalsoamigo.Sesituóen la terrazaadistanciaprudencialdeunade lasdosventanasdel salón,quehabíasidoabiertaparcialmenteparapermitirelpasodelairefresco,yallíesperóparaescuchar.

Durantealgún tiempo laconversaciónsemantuvomediantesusurros.Amedidaquesefueronexcitandomásymás,tantoCharlottecomoBervieacabaronporelevarinconscientementeeltonodesusvoces.

—¡Se lo juropormi fecomocristiano!—oyó laseñoraBowmorequedecíaelcapitán—.¡JuroporDios,quenosestáoyendo,queleestoydiciendolaverdad!

Alarmada por aquellas palabras, la señoraBowmore avanzó hasta la ventana ymiróhaciaelinterior.

Bervie había agarrado del brazo a Charlotte y estaba intentando inducirla aabandonar el salón con él. Ella se resistió y le imploró que la soltase. Él soltó subrazoylesusurróalgoaloído.Ellalemirófijamenteysedecidiódeinmediato.

—Déjemequeledigaamimadreadóndevoy—dijo—,yaceptaréacompañarle.—¡Asísea!—respondióél—.Perorecuerdeunacosa:cadaminutoesprecioso;

cuantasmenospalabras,mejor.LaseñoraBowmorevolvióaentraralcottageatravésdelahabitaciónadjuntay

lesencontróenelpasillo.Charlotteapenaspronuncióunpardepalabras.—DeboirdeinmediatoalacasadelJuezBervie.¡Notepreocupes,mamá!¡Sélo

quemellevoentremanosyséqueeslocorrecto!—¿AcasadeljuezBervie?—gritólaseñoraBowmoreenelcolmodelasombro

—.¿Quédirátupadre?¿QuépensaráPercycuandolosdosvuelvandelclub?—Elcochedemihermanameestáesperandocercadeaquí—respondióBervie

—.LodejoporcompletoaladisposicióndelaseñoritaBowmore.Sideseamantenersu visita en secreto, puede regresar fácilmente antes de que vuelvan el señorBowmoreyelseñorLinwood.

Lacondujohacia lapuertamientrashablaba.Ellavolvió corriendoybesó a sumadretiernamente.LaseñoraBowmorelesdijoqueesperaran.

—¡Notedejaréir!—ledijoasuhija—.¡Nosinelconsentimientodetupadre!Charlotte pareció no oírla; el capitán pareció no oírla. Ambos atravesaron

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corriendoeljardínfrontalylapuertaprincipal,yseperdierondevistaenmenosdeunminuto.

Habíanpasadomásdedoshoras.ElsolsehundíaenelhorizonteyaúnnohabíanirastrodeCharlotte.

Sintiéndose muy inquieta, la señora Bowmore cruzó la habitación para hacersonar lacampanillaconla intencióndeenviaralcriadoacasadel juezBervieparaqueapresuraraelregresodesuhija.

Mientrasseaproximabaalachimenea,seviosobresaltadaporelsonidodeunaspisadas furtivasenel recibidor seguidasdeun fuerte ruido,comoelproducidoporalgúnobjetoalcaeralsuelo.Hizosonarlacampanillaviolentamenteyabriólapuertadel salón. En el mismo momento, el espía pasó frente a ella, corriendo lo másrápidamenteque leeraposible,alparecerenpersecucióndealguien.Ella lesiguiótodolorápidamentequepudoatravésdelpequeñojardínfrontalyhastalaentrada.Alllegaralacarretera,aúnestuvoatiempodeverlearrojarsesobreelportaequipajesdelapartetraseradeuncocheparadofrentealcottage,precisamenteenelmomentoen que el cochero hacía que los caballos se pusieran en marcha en dirección aLondres. El espía vio a la señora Bowmore contemplándole, y señaló con uninsolente movimiento de cabeza hacia el interior del vehículo primero y hacia lacarretera después, indicándole que deseaba acompañar a la persona que iba en elinteriordelcochehastaelfinaldesuviaje.

Dandomediavueltapara regresar al interior, la señoraBowmorevio supropioasombro reflejado en las caras de dos mujeres del servicio que la habían seguidohastaallí.

—¿Aquiénpodríaestarpersiguiendo, señora?—preguntó lacocinera—.¿Seríaunladrón?

La doncella de la limpieza señaló en dirección al coche, apenas visible en ladistancia.

—¡Simple! —dijo—. ¿Acaso viajan de ese modo los ladrones? Ojalá hubieravueltoelseñor—continuóhablandoparasímisma—.Metemoquealgovamal.

La señora Bowmore, regresando a través de la puerta del jardín, se detuvoinstantáneamenteycontemplóalamujer.

—¿Quétehacemencionarelnombrede tuseñor,Amelia,al temerquealgovamal?—preguntó.

Ameliacambiódecolor,yparecióconfundida.—Sise locontarapodríaalarmarla, señora—dijo—,ynomeacabadeparecer

queesoestébien.El corazón de la señora Bowmore dio un vuelco debido al más cruel de los

terrores:elterroralodesconocido.—Nomemantengaenvilo—dijodébilmente—.Sealoquesea,dígamelo.Acontinuaciónabriólaprocesiónderegresoalsalón.Ladoncellalasiguióhasta

allí,ylacocinera(negándoseaquedarsesola),siguióaésta.

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—Se trata de algo que oí esta tarde, señora—empezó Amelia—. La cocineraestabaocupada…

La cocinera interrumpió a la doncella. No le había perdonado que la llamarasimple.

—No, Amelia, si me permites que te lo diga. Ocupada, no. Inquieta en loreferentealasopa.

—Nocreoqueentucerebrohayamuchadiferenciaentreunacosayotra—siguióladoncella—.Todose reduceaqueal final fuiyo,yno tú,quiensalióalhuertoarecogerlashortalizas.

—Nopordeseomío,elcielolosabe—insistiólacocinera.—¡Abandonelahabitación!—exclamólaseñoraBowmore.Inclusosupaciencia

teníaunlímite.Lacocinera lamirócomosi senegaraacreer loqueacababadeoír.Laseñora

Bowmoreseñalóhacialapuerta.Lacocineradijo:—¿Oh?—acentuandoeltonointerrogativo.El dedo de la señora Bowmore seguía señalando. La cocinera, en solemne

silencio,seplegóalascircunstanciasydiounportazo.—Estabarecogiendolashortalizas,señora—continuóAmelia—,cuandooívoces

alotroladodelavalla.Lamaderaestátanviejaqueunopuedeverperfectamenteatravésdelasgrietas.VialseñoryalseñorLinwoodconelcapitánBervie.Elcapitánparecíahaberdetenidoalosotrosdoscaballerosenmitaddelsenderoqueconducealprado.Seinterponíaentreellosyelcaminotraserodelacasa.¡Yhablóconmuchaseveridad,vayasilohizo!

—¿QuédijoelcapitánBervie?—Dijolosiguiente,señora:«Porúltimavez,señorBowmore—dijo—.¿Quiere

hacerelfavordeentenderquetantoustedcomoelseñorLinwoodestaránenpeligroamenosqueambosabandonenlacomarcaestamismanoche?».Elseñorselotomóalaligera.«Porúltimavez—dijo—,¿nosproporcionaráalgunapruebadequeloquenosestádiciendoescierto,ydejaráqueseamosnosotrosquienesjuzguemos?».«Yaselohedicho—dijoelcapitán—,meveoobligadopormideberhaciaotrapersonaamantenerloqueséensecreto».«Muybien—dijoelseñor—,yomeveoobligadoporeldeberhaciamipaís.Yledigolosiguiente—continuóensutonograndilocuente—,ni el gobierno ni los espías del Gobierno se atreverán a tocar un solo pelo demicabeza.¡Saben,señor,queeslacabezadelamigodelpueblo!».

—Eso es cierto—dijo la señoraBowmore, creyendo todavía en sumarido contantafirmezacomosiempre.

Ameliacontinuó:—ElcapitánBervienopareciópensarloasí—dijo—.Seenfureció.«¡Vayauna

tontería!—dijo—.Hayunespíadelgobiernoensucasa,disfrazadodecriado».Elseñormiróal señorLinwoodyempezóa reírse.«Noconseguiráustedsuperarésa,capitán—dijo—,pormuchoquesigahablandohastaeldíadeljuicio».Sevolviósin

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decirunapalabramásyregresóa lacasa.Tanprontocomosequedaronasolas,elcapitánagarróalseñorLinwooddelbrazo.«PorelamordeDios»—ledijo—.¡Nosigaelejemplodeesedemente!».

LaseñoraBowmorenocabíaensídesuasombro.—¿Realmentellamódementeamimarido?—preguntó.—Así es, señora. Y además lo decía completamente en serio. «Si valoras tu

libertad—ledijo al señorLinwood—, si quieres tener alguna esperanzade casarteconCharlotte,pontea salvo.Puedoproporcionarteunpasaporte.HuyeaFranciayesperaallíhastaquetodoestohayaacabado».ElseñorLinwoodnoestabadelmejordeloshumores,ylereplicómuyairado:«ElpadredeCharlotteserá,dentrodepoco,mi padre —dijo—. ¿Pretende usted que le abandone? Mis amigos del club hanaccedidoadefendermidemanda,¿creeustedquelosdejarédeladoenelencuentrodemañana?Meestáustedpidiendoquesea indignodeCharlottee indignodemisamigos.Sidicealgomás,meestará insultando».Entoncesgirósobresus taconesysiguióalseñoralinteriordelacasa.

—¿Yquéhizoelcapitán?—Elevólosbrazoshaciaelcielo,señora,ypareció…leprometoquesemeheló

lasangreenlasvenas,señora.Sihayalgodeverdadenelserhumano,esmifirmecreenciaenque…

Fuesecual fuese la firmecreenciade ladoncella, quedó sin expresar.Antesdequepudieradecirnadamás,ungritodehorrorprovenientedelrecibidoranuncióquelospoderesparalainterrupcióndelacocineraaúnnosehabíanagotado.

Laseñoray ladoncellasalieroncorriendo,aterrorizadassinsaber lacausa.Allíestaba la cocinera, sola en el recibidor, frente al armario en el que colgaban losabrigosylossombrerosdeloshombresdelacasa.

—¿Dónde está el abrigo de viaje del señor?—gritó la cocinera contemplandoalteradaunaperchavacía—.¿Ydóndeestásusombreroajuego?¡Oh,Señor,sehamarchadoenaquelcoche!¡Poresolehaseguidoelcriado!

Aunqueeraunamujersimple,habíahechoundescubrimientomuyserio.El abrigo y el sombrero, ambos confeccionados según un patrón extranjero, y

ambosmuysingularesenformaycoloralosojosingleses,habíandesaparecido;sinlugaradudas.Igualmenteciertoeraqueelcriado,alqueelcapitánhabíaacusadodeser un espía, sabía perfectamente que se trataba del abrigo y del sombrero que suseñor utilizaba siempre que salía de viaje. ¿Había descubierto el señor Bowmore(despuésdesuencuentrodeaquellatardeconelcapitán)querealmentesehallabaenpeligro?¿Acasolanecesidaddehuirdeinmediatonolehabíadejadomástiempoqueelsuficientepara recogersuabrigoysusombrerodel recibidor?¿Yacaso lehabíavistoeltraicionerocriadohuyendoabordodelcochedecaballos?Laconclusióndelacocinerafuequetodasestaspreguntasteníanrespuestaafirmativa.Ysilaspalabrasde aviso del capitán Bervie habían sido genuinas, por una vez la opinión de lacocineranodebíaserdespreciada.

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Golpeadas por aquella nueva prueba, las débiles reservas de resistencia de laseñoraBowmorecedieronporcompleto.Lapobreseñorasemarcóyapuntoestuvodedesvanecerse.Amelialallevóhastaunasilladelrecibidoryledijoalacocineraqueabrieralapuertadeentradaparaquecorrieraalgodeairefresco.

La cocinera obedeció e instantáneamente profirió un segundo grito terrorífico,estavezparaanunciarnadamenosquelaaparicióndelseñorBowmoreenpersona,vivitoycoleando,asuregresodelareuniónenelclubyencompañíadePercy.

Acontinuaciónseprodujeronlasinevitablespreguntasyaclaraciones.Pese a seguir estando completamente convencido, tal y como había declarado

anteriormente, de la santidad de su persona (políticamente hablando), el señorBowmorepalidecióalvervacíalaperchadelaquehabíancolgadosusropajes.¿Sehabíahechopasarporélalgúnhombredesconocido?¿Habríaalquiladoesehombreuncocheparaprovocarqueselepersiguieseenladirecciónequivocada?¿Quéqueríadecirtodoaquello?¿Quiéneraaquelamigodesconocidoalqueledebíasugratitud?En cuanto al comportamiento del criado, únicamente se podía interpretar de unamaneraquejustificabaplenamenteloqueelcapitánBerviehabíadichosobreél.ElseñorBowmore pensó en la otra afirmación del capitán, relativa a la necesidad deabandonar el país urgentemente, contempló a Percy con silenciosa consternación ypalideciómásaún.

LospensamientosdePercy,desviadosúnicamenteporelmomentodelamujerdesussueños,regresaronaellaconrenovadafidelidad.

—OigamosloqueopinaCharlottedetodoesto.¿Dóndeestá?Resultabaimposibleresponderaquellapreguntadeunmodosencilloyenpocas

palabras.Aterrorizada por el efecto que su intento de explicarse produjo en Percy, y

completamenteignoranteenloquealmotivodelaausenciadesuhijaserefería,laseñora Bowmore sólo pudo estallar en lloros y expresar su confianza en laprovidencia. Su esposo contempló la nueva desgracia desde un punto de vistapolítico. Se sentó y empezó a golpearse teatralmente la frente con la palma de lamano.

—Hasta ahora —dijo el patriota—, mis enemigos políticos sólo me habíanatacadoatravésdelosperiódicos.¡Yahorameatacanatravésdeminiña!

Percynohizodiscursos.HabíaunamiradaensusojosqueanunciabamalesparaelcapitánBerviesilosdosvolvíanaencontrarse.

—Voyabuscarla—fuetodoloquedijo—tanrápidocomomepuedallevaruncaballo.

AlquilóunamonturaenlaposadadelpuebloysedirigióalgalopeacasadelJuezBervie.

DurantelaausenciadePercy,elseñorBowmoreechóconsuspropiasmanosloscerrojostantodelaentradaprincipaldelcottagecomodelatrasera.

Tras haber tomado aquellas precauciones, subió a su habitación y preparó su

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bolsodeviaje.—Lo justo para usar en prisión —dijo—. Los sabuesos del Gobierno me

persiguen.—¿PersiguentambiénaPercy?—preguntósuesposa.ElseñorBowmorelamiróconimpacienciayexclamó:—¡Bah!—comosiPercynotuvieraningunaimportancia.La señora Bowmore pensaba de otra manera, demodo que la buenamujer se

refugióenelsantuariodesupropiahabitaciónypreparóensecretounamaletaparaPercy.

Duranteunahora,ymásdeunahora,noocurriónadadenada.El señor Bowmore recorría el salón de uno a otro extremo, meditando. A

intervaloslaideadehuirselepresentabacongranatractivo,yaintervaloslasideasque teníaparaeldiscursoquehabíapreparadopara leerenelmitinpúblicodeldíasiguientetomabansulugar.

—Sihuyoestanoche—observósabiamente—,¿quépasaráconmidiscurso?¡Nohuiréestanoche!¡Lagentemeescuchará!

Sesentóycruzólosbrazosconfiereza.Mientrasmirabaasuesposaparaverelefecto que le habían producido sus palabras, el sonido de unas pesadas ruedas decochearrastradasporloscascosdeunoscaballospenetraronenelsalónprovenientesdeljardín.

El señor Bowmore se levantó de un salto, con toda la apariencia de habercambiadodeidearepentinamenteenloquealahuidaserefería.JustoenelmomentoenquesalióalrecibidoroyólavozdePercyalotroladodelapuertadeentrada.

—Déjenmeentrar.¡Deinmediato!LaseñoraBowmoreretiróloscerrojosantesdequelascriadaspudieranayudarla.—¿DóndeestáCharlotte?—gritó,alveraPercysoloenelumbral.—¡Se ha marchado! —gritó Percy con furia—. ¡Se ha fugado a París con el

capitánBervie!Leasuconfesión.Estabanapuntodeenviárnoslaconunmensajerocuandolleguéalacasa.

LealargóunanotaalaseñoraBowmoreysevolvióhaciasuesposomientrasellalaleía.Charlottehabíaescritoasumadremuysucintamente,prometiéndolequeseloexplicaría todo a su regreso. Mientras tanto, había abandonado el hogar bienprotegida(otraseñoritalaacompañaríaensuviaje)yvolveríaaescribirdesdeParís.Asíempezabayacababalacarta,evidentementeescritaconmuchapremura.

PercyllevóalseñorBowmorehastalaventanayapuntóhaciauncochedecuatrocaballosqueesperabaenlapuertadeljardín.

—¿Va a venir usted conmigo y a respaldarme con su autoridad de padre?—preguntóconresolución—.¿Óvaadejarquevayaabuscarlasolo?

ElseñorBowmoreerafamosoentresusamigosporsus«ocurrentesrespuestas».Enaquelmomentopronuncióunadeellas.

—No soyBruto—dijo—.Tan sólo soyBowmore.Mi hija está por delante de

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cualquierotracosa.Voypormimaleta.Mientraslasmaletasdelosviajeroseranllevadasalcoche,alseñorBowmorese

leocurrióunaidea.Extrajo del bolsillo de su abrigo un rollo de muchos papeles espesamente

recubiertos por su abigarrada caligrafía. En la hoja en blanco con las que estabanunidos,escribióenletrasmásgrandes:

¡Terrible desgracia doméstica! ¡Vicepresidente Bowmore obligado aabandonar Inglaterra! ¡Bienestar de amada hija en juego! Su discurso seráleídoenelmitinporelsecretarioJoskin,delclub.

(Nota privadapara Joskin.Hazque imprimany peguen estas líneas portodaspartes.Ycuandoleasmidiscurso,porelamordeDios,nobajeseltonodevozcadavezquelleguesalfinaldelasfrases).

ArrojólaplumayabrazóalaseñoraBowmoredelamaneramássumaria.Alapobremujer se le ordenó enviar el rollo de papel al club sin una sola palabra deánimooapoyoporpartedesuesposo.Percysedirigióaellaamablementeydándoleesperanzasmientrasledabaunbesoenlamejillaantesdemarcharse.

A la mañana siguiente, un mensajero privado entregó en el cottage una cartadirigidaalaseñoraBowmore.

Alabrirlacarta,lamujerreconociólacaligrafíadeunviejoamigodelafamilia,el mayorMulvany. Casi sin pararse a respirar por el asombro, leyó las siguienteslíneas:

QueridaseñoraBowmore:En asuntos de importancia, la regla de oro es no andarse nunca con

retórica.Herealizadounadelasgrandesaccionesdemivida:lehesalvadolavida

asumarido.Cómome he enterado de que su vida corría peligro es algo que no le

puedo contar de momento. Baste decir que he permanecido como invitadobajoelhospitalariotejadodelJuezBervie,yqueconozcolaexistenciadeunespíadelMinisteriodelInteriorqueleshaengañadoporcompletoalhacersepasarporsucriado.Denohaberleburlado,elmuycanallahabríaarrestadoasuesposoyaotromuyqueridoamigomío.Asíescomolohice:

Deboempezarapelandoasumemoria.¿Recuerda usted que sumarido y yo somosmás omenos de lamisma

estatura? Hasta ahora muy bien. En segundo lugar, ¿descubrió usted laausenciadesuperchadelabrigoyelsombreroqueelseñorBowmoreutilizasiempreensusviajes?Yosoyelladrón,queridaseñora.Cubríconlascitadas

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ropas mi humilde persona. ¿Oyó un ruido repentino en el recibidor? ¡Oh,perdóneme,yoloprovoque!Yconseguíexactamenteelefectodeseado.Saquéalespíadelacocina,sospechandoquealgoibamal.

¿Qué vio el miserable cuando llegó hasta el recibidor? Vio a su señorvestidoconsuatuendodeviajeemprendiendolahuida.¿Yquéhizoelmuysinvergüenza? Saltar a la parte trasera del coche para asegurarse de que noperdía de vista a su prisionero. Cuando llegamos a Londres ya habíaanochecido.Deun saltomebajédel cocheymemetí encasaantesdequepudieravermelacara.

Laordendearresto,debe saberusted,noentrabaenvigenciahasta estamañana, de modo que se vio obligado a esperar. Durante toda esta últimanoche,élylossicariosdeBowStreetmantuvieronlavigilancia.Entraronconel amanecer, ¿y a quién encontraron? Al mayor Mulvany tumbado en sucama,taninocentecomounbebéreciénnacido.¡Oh,hicieronbiensutrabajo!Registrarontodamicasadesdelacocinahastalabuhardillaantesdedarseporvencidos. Sólo hay una cosa de la queme arrepiento, y es que dejé que elespíasemarcharasinobsequiarleconunabuenapaliza.Noimporta.Yahabrátiempoalgúndíadeéstos.

Comuníqueme las buenas noticias de nuestros queridos fugitivos encuanto las reciba, yme sentirémás que recompensado por lo poco que hehecho.

Susiempredevoto,TERENCEMULVANY

XI.–PERSECUCIÓNYDESCUBRIMIENTO

Viéndose transportado en dirección a Dover a tanta velocidad como les eraposiblemanteneraloscuatrocaballos,elseñorBowmoresesintiólosuficientementerelajadocomoparacriticarlaconductadePercyapartirdesuegoístapuntodevista.

—Sihubieraprestadoatenciónamisconsejos—dijo—,habríatratadoustedaeseBerviecomoelhipócritayelvillanoquees.¡Perono!Ustedconfióenélsiguiendosupropioeinexpertoimpulso.Habiéndoleofrecidosumanotraselduelo(¡elplomode mi pistola es lo que yo le hubiera ofrecido!), dudó usted en volver a retirarlacuandoesecalumniadorapelóasuamistadparaquenosedeshicierausteddeél.¡Yavelasconsecuencias!

—¡EspereaquelleguemosaParís!TodalaingenuidaddelcompañerodeviajedePercyfueincapazdeconseguirde

élotrarespuestaapartedeaquélla.

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Frustrado en aquel aspecto, el señor Bowmore optó por empezar a planteardificultades. ¿Tenían suficiente dinero para el viaje? Percy se palpó el bolsillo yrespondióbrevemente:

—Suficiente.¿Teníanpasaportes?Percymostróunacarta.—Aquí está la garantía del magistrado —dijo—. El cónsul de Dover nos

proporcionará los pasaportes. ¡Y tenga esto en cuenta! —añadió en un tonoamenazante—.LehedadomipalabradehonoralJuezBerviedequenuestroviajeaFrancianotienenadaqueverconmotivospolíticos.Cuandoestemosalotroladodelcanal,guárdesesusopinionespolíticasparaustedmismo.

ElseñorBowmoreescuchómudodeasombro.El amante de Charlotte se le presentaba ahora bajo una nueva luz: como un

hombrequehabíaperdidoelrespetoporelpadredesuprometida.Fue inútil seguir hablándole. Percy atajó deliberadamente futuros intentos de

entablarconversaciónrecostándoseensuasientoycerrandolosojos.LociertoesquelaconductayellenguajedelseñorBowmoreestabanempezandoacausarenPercylaimpresiónqueBerviehabíaintentadotransmitirleenvanodebidoaladesventajadetoparseconlainfluenciadeCharlotteensucontra.Alolargodetodoelviaje,Percyhizo exactamente lo que el capitán le había recomendado en aquella ocasión:mantuvo lasdistanciasconel señorBowmore.Encadaparadapreguntaronpor losfugitivos.Encadaparadase lesofrecióunadescripciónmásomenosinteligibledeBervie,deCharlotteydeladamaquelesacompañaba.Nohabíanintentadodisimularsuaspectoyningunapersonahabíasidosobornadaparaocultarlaverdad.

Cuando el primer tumulto de sus emociones hubo remitido en cierto grado,aquella extraña circunstancia se asoció en la mente de Percy con la conductaigualmente inexplicable del Juez Bervie cuando le había visto llegar a su casasolariega.

Elancianocaballerohabíasalidoaesperarasuvisitantealrecibidor,sinexpresar,yaparentementesinsentir,ningunaindignaciónantelaconductadesuhijo.Inclusosolicitarleinformaciónfueinútil.Tansólodijo:

—Yanorecibo lasconfidenciasdeArthur.Hace tiempoqueesmayordeedad.Comotambiénloesmihija(quiensehaofrecidovoluntariaparaacompañarle).Notengoningúnderechoacontrolarles.CreoquehanllevadoalaseñoritaBowmoreaParís,yesoestodoloqueséalrespecto.

Había demostrado la misma densa insensibilidad al proporcionarle la garantíaoficial que les permitiría conseguir sus pasaportes. Percy sólo había tenido quesatisfacerleenlacuestiónpolítica,yeldocumentohabíasidoexpedidodebuenasaprimeras. Tal había sido el comportamiento del padre; y la conducta del hijomanifestaba ahora el mismo descuido. ¿A qué conclusión apuntaba aqueldescubrimiento? Percy abandonó desesperado el intento de responder a aquellapregunta.LlegaronaDoveralasdosdelamadrugada.

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En el embarcadero encontraron a un guardacostas de servicio y consiguieronrecabarmásinformación.

En 1817 la comunicación conFrancia todavía se efectuabamediante barcos devela.Habiendo llegado bastantes horas después de la salida del paquebote regular,Berviehabíaalquiladouncargueroyhabíapartidodeinmediatoconlasdosdamas,viéndose favorecido por un buen viento. El primer impulso airado de Percy fueseguirledeinmediato.Sinembargo,enseguidarecordóelobstáculoineludibledelospasaportes.¡Contodaseguridadelcónsulnoibaaexpediraquellosdosdocumentoscompletamentenecesariosalasdosdelamadrugada!

Laúnicaalternativaeraesperaralpaqueboteregular,quelevaríaanclasalgunashorasmás tarde, entre las ocho y las nueve de lamañana. En aquel caso, podríansolicitar los pasaportes antes de las horas regulares de oficina si explicaban lascircunstancias y mostraban la carta del magistrado que les respaldaba con suautoridad.

El señor Bowmore siguió a Percy hasta la posada abierta más cercana,sublimemente indiferente a los retrasos y las dificultades del viaje. Encargó unosrefrigeriosconelairedeunhombrequeestárealizandounatristetareaennombredelahumanidad.

—Cuandopiensoenmidiscurso—dijomientrascenaban—,micorazónsangraporelpueblo.Dentrodeunpardehorassereuniránmiles,ansiososporescucharme.¿Y qué verán? ¡A Joskin en mi lugar! ¡A Joskin, con un manuscrito en la mano!¡Joskin, que siempre baja el tono de voz al final de las frases!Nunca perdonaré aCharlotte.Camarero,otrovasodebrandyconagua.

Tras una travesía inusualmente rápida a través del canal, los viajerosdesembarcaronen la costa francesa antesdeque el derrotado espíahubierapodidoregresaraDartfordenladiligenciadeLondres.ContinuandosuviajeporpostashastaAmiens,llegaronhastaaquellaciudadatiempodetomarasientosenladiligenciadeParís.

AlllegaraParís,seencontraronconotroprocedimientoincomprensibleporpartedelcapitánBervie.

Entre las personas reunidas en la estación para observar la llegada de ladiligencia, había un hombre con un pedazo de papel en la mano, buscandoevidentemente a alguna persona que esperaba descubrir entre los pasajeros. Trasconsultarsupapel,observóconatenciónaPercyyalseñorBowmoreyselesacercóderepente.

—Si desean ustedes ver al capitán —dijo en un inglés macarrónico—, leencontraránenestehotel.

LealargóaPercyunatarjetaimpresaydesaparecióentrelamultitudantesdequefueraposibleinterrogarle.

Inclusoel señorBowmorecedióanteunadebilidadhumanaysedignósentirsesorprendidoanteunhechocomoaquél.

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—¿Yahoraqué?—exclamó.—Esperehastaquelleguemosalhotel—dijoPercy.Media hora más tarde, el director les había recibido y el botones les había

conducidohastalapuertacorrecta.Percyempujóalhombreaunladoeirrumpióenlahabitación.

El capitánBervie estaba solo, leyendounperiódico.Antes deque las primeraspalabrasfuriosashubiesenescapadodelabocadePercy,Bervielesilencióseñalandohaciaunapuertacerradajuntoalachimenea.

—Estáenesahabitación—dijo—.Hablebajoopodríaasustarla.Yaséloquemevaadecir—añadiócuandoPercyseacercómásaél—.¿Meharáelfavordeoírmidefensaantesdedecidirsisoyelmayorgranujasobrelatierraoelmejoramigoquejamáshayatenido?

Formulólapreguntaamablemente,conalgoqueeraalaveztiernoyseriotantoensumiradacomosusmodales.Laextraordinariacomposturaconlaqueactuabayhablaba ejercieron una influencia tranquilizadora sobre Percy. Se sorprendió a símismodisponiéndoseaescucharaBervie.

—Primerolediréloquehehecho—continuóelcapitán—,ydespuésleexplicaréporquélohice.Mehetomadolalibertad,señorLinwood,dehacerunaalteraciónensus preparativos matrimoniales. En lugar de casarse en la iglesia de Dartford, secasará usted (si no tiene inconveniente) en la capilla de la embajada británica enParís.Elcapellánesunviejoamigomío.

AquellofuedemasiadoparaelautocontroldePercy.—Suaudaciavamásalládelocreíble—estalló.—Ymásalládelosoporrable—añadióelseñorBowmore—.¡Deseporenterado,

señor!¡Seacualseasudefensa,meniego,bajotodacircunstancia,aservíctimadeunengaño!

—Esustedvíctimadesupropiayobstinadaincapacidadparaaprovecharsedeunclaro aviso—replicóBervie—.A la undécima hora de ayer, le rogué a usted y leroguéalseñorLinwoodquevelasenporsuseguridad,ytodosmisesfuerzosfueronenvano.

LapacienciadePercyvolvióaceder.—Para usar sus propias palabras —dijo—, todavía estoy por decidir si se ha

comportadoustedcomoungranujaocomounamigo.Todavíanohadichonadaparajustificarse.

—¡Muybien expresado!—se entrometió el señorBowmore—. ¡Vaya al grano,señor!¡Lareputacióndemihijaestáenjuego!

—LareputacióndelaseñoritaBowmorenohaestadoenjuegoniporuninstante—respondióBervie—.Mihermanalahaacompañadoenesteviajedesdeelprimeroalúltimomomento.

—¿Viaje? —repitió indignado el señor Bowmore—. Quiero saber, señor, quésignificaparaustedun«viaje».Comopadreultrajado,lehagounasencillapregunta.

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¿Porquéhuyóustedconmihija?BervieextrajounpapeldesubolsilloyseloalargóaPercysonriendo.EraunacopiadelaordenqueelJuezBerviesehabíavistoobligadoaextender,

reclamandoel«arrestodeOrlandoBowmoreyPercyLinwood».Yanohabíapeligroendivulgarelsecreto.Enaquellosdías, lasórdenesdearrestobritánicaseranpapelmojadoenFrancia.

—Mefuguéconlanovia—dijoBerviefríamente—,conlacertezadequeustedyelseñorBowmoresaldríanenmipersecución.Sinoleshubieraobligadoaseguirmehastaelextranjero,eldía1deabrilhabríansidoarrestadosdeinmediato.¿Quétienequedecirahorademiconducta?

—Espere,Percy,antesderesponder—seinterpusoelseñorBowmore—.Selevepresto a la hora de excusarse a sí mismo. Pero, observe, no ha dicho ni una solapalabraparajustificarladisponibilidaddemihijaparafugarseconél.

—¿Haterminadodeunavez?—preguntóBervieconlamismacalma.El señorBowmore se reservóelderechoquemáspreciaba, elderechoa seguir

usandolalengua:—Porelmomento—respondióaltivamente—,heterminado.Berviecontinuó:—Suhijaconsintióenvenirconmigoporquelallevéhastalacasademipadre,y

convencíaéstedequeleconfiaraelsecretodelosarrestos.Nolequedómásremedioqueelegirentreverasuobstinadopadreyasudescarriadonovioenprisión,otomarasientojuntoamihermanayamíenelcoche.

VolvióadirigirseaPercy:—Amigomío, abuen seguro recuerdaustedeldía enquemeperdonó lavida.

¿Creeacasoquenolorecuerdoyotambién?Porunavezhubouninglésquenosecontentóconexpresarlamásnobledelas

emociones que puede sentir la humanidad a través de la común ceremonia deestrecharse las manos. El corazón de Percy se sintió rebosar. En un brote deinexpresable gratitud se arrojó a los brazos de Bervie. Como hermanos, los doshombresseabrazaron.Ycomohermanos,seamaronyconfiaronelunoenelotroapartirdeaqueldíayparasiempre.

La puerta de la derecha se abrió suavemente desde el interior. Un rostroencantador (los oscuros ojos brillantes por las lágrimas de felicidad, los rosadoslabios abiertos en una sonrisa) se asomó a la habitación. Una voz dulce y suave,subrayadaporunligerotemblor,formulóestamodestaprotestaenformadepregunta:

—¿Cuando hayas terminado con tu buen amigo, Percy, quizá quieras decirmealgoamítambién?

ÚLTIMASPALABRAS

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Las personas directamente interesadas en el matrimonio de Percy y Charlottefueronlasúnicaspresentesenlaceremonia.

Duranteeldiscretodesayunoquesecelebródespuésenelhotelfrancés,elseñorBowmore insistió en pronunciar un discurso para aquella selecta audiencia de seis(concretamente la novia, el novio, la dama de honor, el capellán, el capitán y laseñoraBowmore).¿Peroquéimportasilaaudienciaespequeña?Elfrenesíinglésporlosdiscursosnoessusceptibledeverseenfriadoporundetallesinimportanciacomoése. Cuando llegue el fin del mundo, las moribundas fuerzas de la naturalezaescucharánunavozatroz…lavozdelúltimoinglésofreciendoelúltimodiscurso.

Percy se encargó inteligentemente de que su luna de miel fuera lo más largaposible.Sehabíadecididoaasegurarsedequesuinfluenciasobresuesposafueralamásdecisiva,antesdepermitirlequevolvieraaponersealalcancedesupadre.

El señor y la señora Bowmore acompañaron al capitán Bervie y a la señoritaBervieensuviajederegresoaLondreshastallegaraBoulogne.Enaquellaplácidaciudad,elpatriotaperseguidomontósutienda.Eraunlugarbastantemásbaratoparavivir que París, y estaba convenientemente cerca de Inglaterra, para cuando sedecidiese a elegir de una vez entre ser un exiliado en el continente o unmártir enprisión. Al final, el curso de los acontecimientos solventó aquella duda por él. ElseñorBowmorevolvióaInglaterraconelregresodelActadelHábeasCorpus.

Pasaronlosaños.PercyyCharlotteseconvirtieron(siempre juzgandodesdeunpuntodevistaestrictamenteromántico)enotrade tantasparejassin interés.Bervie(soltero como siempre) siguió ascendiendo en su profesión, hasta llegar a lasmásaltas graduaciones del rangomilitar. El señorBowmore, inteligentemente ignoradopor el nuevo gobierno, volvió a hundirse en la oscuridad de la cualministrosmásperspicacesnuncalehubierandejadosalir.Elúnicoobjetodeinterésquenosqueda,entrelosprotagonistasdeestepequeñodrama,eseldoctorLagarde.Hastaentonces,no se había descubierto ni rastro del físico francés que tan extrañamente habíaasociadolasvisionesdesusueñomagnéticoconlosdestinosdelosdoshombresquelehabíanconsultado.

Manteniendo uniformemente su propia opinión sobre las predicciones y sucumplimiento,Bervie persistió en creer que él yLagarde (o Percy yLagarde) aúnestabandestinadosavolveraencontrarse,ya reasumir la inacabadaconsultaenelpunto en que se había roto. Otras personas, felices por la posesión de «sentidocomún»,quehabíancalificadolasprediccionesdeacertadotrabajodeadivinación,yde pura casualidad su cumplimiento, ridiculizaron la idea de encontrar al doctorLagardecomparándolacon lafamosa ideadebuscarunaagujaenunpajar.Pero laobstinacióndeBerviefueproverbial.Nadaalterósuconfianzaensusconvicciones.

Habían pasado más de trece años desde aquella consulta en los aposentos del

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doctor,cuandoBervieacudióaParísparadisfrutardesusvacacionesveraniegasencompañía de su amigo el capellán de la embajada británica. Sus primeras palabrasparaPercyyCharlottealdespedirsefueron:

—ImagínensequemeencuentroconeldoctorLagarde.Corríaelaño1830.Berviellegóalosaposentosdesuamigoeldía24dejulio.El

día27deesemismomesestallólafamosarevoluciónquedestronóaCarlosXentresdías.

El segundo día, Bervie y su anfitrión se atrevieron a salir a las calles paraobservar de cerca la revolución arriesgando sus vidas (como otros temerariosingleses).Debidoalaconfusiónreinante,acabaronporsepararse.Bervie,buscandoasu compañero, encontró su avance interrumpido por una barricada que había sidodesesperadamente atacada y desesperadamente defendida. Hombres vestidos conblusas y hombres vestidos de uniforme yacían juntos en el suelo, muertos omoribundos. La bandera tricolor ondeaba sobre ellos en señal de la victoria delpueblo.

Bervieacababadereviviraunpobredesgraciadoconuntragodeunrecipientedeaguavolcadoqueaúnconteníaunpocode líquido, cuandonotóunamanoposarsesobre su hombro. Se volvió y descubrió a un guardia nacional que había estadoobservandosuaccióncaritativa.

—Écheleunamanoaaquelpobretipo—dijoelciudadano-soldado,señalandoaun obrero que había cerca, recubierto de sangre y pólvora. Las lágrimas sederramabanporlasmejillasdelhombre.

—Nopuedoverbien,señor,porlallorera—dijo—.Ayúdemeallevarestatristecargahastalaotracalle.

Señaló una basta camilla de madera sobre la que yacía un hombre muerto oherido;surostroysupecho,cubiertosporunaviejacapa.

—Ahíestáelmejoramigoquejamáshayatenidoelpueblo—dijoelhombre—.Noscuró,nosanimó,nosrespetó,ynosapreció.¡Yahíyace,muertodeundisparomientrasestabavendandolasheridasdeamigosyenemigosporigual!

—Seaquiensea,hamuertoconnobleza—respondióBervie—.¿Puedoverle?Elobreroleindicóquepodíamirarsiquería.Bervieretirólacapa…yseencontróporúltimavezconeldoctorLagarde.

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ELFANTASMADEJOHNJAGO

I.–ELENFERMO

—Elcorazónestábien—dijoeldoctor—.Lospulmones,bien.Quehayapodidodescubrir, todos tus órganos funcionan a la perfección. No te preocupes, PhilipLefrank.Aúnnovasamorir.Laúnicaenfermedaddelaquepadeceses…elexcesodetrabajo.Yelúnicoremedio,entucaso,esdescansar.

Asíhabló el doctor enmis aposentosdeTemple (Londres).Había sido avisadouna media hora antes, después de que yo hubiera asustado a mi secretariodesmayándome sobremi escritorio. No deseo acaparar inútilmente la atención dellector,peropodríasernecesarioaclarar,amododeexplicación,quesoyunabogado«júnior» con mucho trabajo. Provengo de la isla Channel, en Jersey. Lapronunciación francesa de mi apellido (LeFranc) fue reconvertida al inglés hacegeneraciones,enlosdíasenlosquelaletra«k»aúnseusabaenInglaterraalfinaldelas palabras que ahora acaban en «c». En todo caso, defendemos nuestro orgullocomofamiliadeJersey.Aúnhastaestedíasiguesiendounapruebaparamipadreoírasuhijodescritocomounmiembrodelaabogacíainglesa.

—¡Descansar!—repetícuandomiconsejeromédicohubofinalizado—.Mibuenamigo,¿estáustedaltantodequenosencontramosenplenatemporadadesesiones?Lascortesestánabarrotadas.¡Miretodosesosinformesqueseamontonansobremimesa!¡Descansarsignificaperderelcaso!

—Ytrabajar—añadióeldoctortranquilamente—significamorirse.Mesobresalté.Noestabaintentandoasustarme,sencillamentehablabaenserio.—Meramente es cuestión de tiempo —continuó—. Tiene usted una buena

constitución, es un hombre joven; pero no puede sobrecargar deliberadamente sucerebro ni seguir destrozando su sistema nervioso durante mucho más tiempo.Márchesedeinmediato.Siesustedbuenmarino,hagaunviajepormar.Elairedelocéanoeselmejordelosairespararecuperarsusenergías.No.Nolevoyaescribirningunaprescripción.Meniegoadarlemedicación.Notengonadamásquedecir.

Conaquellaspalabras,miamigomédicoabandonólahabitación.Yoeratozudo.Aquelmismodíaacudíalostribunales.

El abogado principal del caso en el que estaba inmerso me solicitó ciertainformación que era tarea mía proporcionarle. Ante mi horror y mi asombro, fuicompletamente incapaz de aclarar mis ideas. Los hechos y las fechas seentremezclaban confusamente enmi cabeza. Fui conducido a la salida del tribunal

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completamenteaterrorizadodemímismo.AldíasiguienteremitítodoslosinformesalbufeteyseguíelconsejodemimédicocomprandounpasajeparaAméricaenelprimertransatlánticocondestinoaNuevaYork.

HabíaelegidoviajaraAméricaantesqueacualquierotrodestinomarítimoconun objetivo concreto en mente. Un pariente de mi madre había emigrado a losEstadosUnidoshacíavariosaños,yhabíaprosperadoallícomogranjero.MehabíainvitadoavisitarlesialgunavezmedecidíaacruzarelAtlántico.Ellargoperiododeinacción, eufemísticamente llamado «descanso», al que me había condenado ladecisióndemimédico,apenaspodría seraprovechadodeunmodomásplacenteroquehaciéndoleunavisitaamifamiliaryviendoloquepudieradeAmérica.Trasunabreve estancia enNuevaYork, partí en tren hacia la residencia demi anfitrión, elseñorIsaacMeadowcroft,delaGranjaMorwick.

EnAméricaseencuentranalgunosdelospaisajesmásgrandiososquehaysobrelafazdelaTierra.TambiénhayalgunosestadosdelaUnióncaracterizados,amododecontraste,porpaisajes tanplanos,monótonosypocointeresantesparaelviajerocomoningúnotroenlaTierra.Lapartedelpaísenlaqueestabasituadalagranjadelseñor Meadowcroft caía de lleno en esta segunda categoría. Miré a mi alrededorcuandodescendídelvagónhastaelandéndelaestacióndeMorwick,ymedijeamímismo:

—Sicurarsesignifica,enmicaso,aburrirse,desdeluegoheelegidoellugarmásapropiadoparaello.

Contemplando estas palabras a la luz de los acontecimientos posteriores, lasconsidero, como pronto las considerarán ustedes, palabras de un hombreesencialmente impetuoso, cuyo precipitado juicio nunca se detuvo a considerar lassorpresasquepudieratenerlepreparadaslaunióndetiempoyazar.

El hijo mayor del señor Meadowcroft, Ambrose, me estaba esperando en laestaciónparaconducirmehastalagranja.

Nohabíaningunapremonición,enlaaparicióndeAmbroseMeadowcroft,delosextraños y terribles sucesos que iban a desencadenarse a raíz de mi llegada aMorwick. Era un joven saludable y atractivo; uno de tantos jóvenes saludables yatractivos.

—¿Cómo está usted, señor Lefrank?—me dijo—. Me alegro de verle, señor.Subaalacalesa.Elcriadoseencargarádesuequipaje.

Conidénticaeducaciónconvencionallerespondí:—Gracias.¿Quétalvatodoporcasa?Deestemodo,iniciamosnuestrotrayectohacialagranja.Nuestra conversación se inició al respecto de la agricultura y la ganadería.

Demostrémitotalignoranciaenloqueacultivosyanimalessereferíaantesdequehubiéramosavanzadodiezmetros.AmbroseMeadowcroftintentóbuscarotrotemayfracasómiserablemente. En consecuencia, intenté encontrar algo pormi parte y lepregunté, por azar, si había escogido un buenmomento para realizarmi visita. El

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imperturbable y atezado rostro del joven granjero se iluminó de inmediato.Evidentemente,habíaescogidountemainteresanteporpuromilagro.

—Nopodríahaberescogidounmomentomejor—dijo—.Ennuestracasanuncahabíareinadotantaalegríacomoahora.

—¿Tienenustedesinvitados?—Noesexactamenteuninvitado.Setratadeunnuevomiembrodelafamiliaque

havenidoavivirconnosotros.—¿Unnuevomiembrodelafamilia?¿Puedopreguntardequiénsetrata?AmbroseMeadowcroftselopensóantesderesponder.Acaricióalcaballoconsu

fusta,memiróconcierta indecisiónbovinayderepentese lanzóacontármeloconlaspalabrasmássencillasposibles.

—Setrata,señor,delamuchachamásmaravillosaquehayavistoustedentodasuvida.

—¡Ay,ay!¿Unaamigadesuhermana,supongo?—¿Una amiga? ¡Dios le bendiga, no! Se trata de nuestra pequeña prima

americana,NaomiColebrook.Recordé vagamente que una hermana pequeña del señorMeadowcroft se había

casado hacía bastante tiempo con un comerciante americano, y que había muertohacía años dejando una única hija.Ahora seme informó de que el padre tambiénhabíamuerto. En sus últimosmomentos había entregado a su indefensa hija a lospiadososcuidadosdelafamiliadesuesposaenMorwick.

—Era un especulador —continuó Ambrose—. Intentó triunfar en un negociodetrásdeotro,yfracasóentodos.Murió,señor,dejandoapenaseldinerosuficientepara que le enterraran. Mi padre tenía sus dudas sobre cómo sería su sobrinaamericanaantesdequeellallegaraaquí.Nosotrossomosingleses,¿sabe?Yaunquevivimos en los Estados Unidos nos aferramos a nuestras costumbres y hábitosingleses.Nonosagradan lasmujeres americanasengeneral, se lopuedodecir confranqueza.Pero,cuandoNaomiapareció,nosconquistóa todos. ¡Quéchiquilla!Seconvirtió de inmediato en una más de la familia. Aprendió a hacerse útil en lavaquería en apenas una semana. Le contaré algo: aún no lleva dos meses connosotros, ¡y ya nos estamos preguntando cómo nos las habíamos arreglado hastaahorasinella!

UnavezempezóahablardeNaomiColebrook,Ambrosesemantuvofielaesetemayhablóalrespectosinpausaalguna.Nohacíafaltaserungranobservadorparadescubrir la impresión que la prima americana había producido en aquel caso. Elentusiasmodel joven semecontagió tibiamente,demodoquecuandoatravesamoslaspuertasde laGranjaMorwick, casi al finaldenuestro trayecto, realmente sentíciertopálpitodeemociónantelaperspectivadeconoceraNaomi.

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II.–NUEVASCARAS

NadamásllegarfuipresentadoalseñorMeadowcroft,elpadre.Elviejoerainválido,ysehabíavistoconfinadoaunasilladeruedasacausade

unreumatismocrónico.Merecibióconamabilidady tambiénconalgode fatiga,adecir verdad. Su única hija soltera (él había quedado viudo hacía tiempo) seencontraba también en la habitación, atendiendo a su padre. Era una mujermelancólicaydemedianaedad,sinningúntipodeatractivoaprimeravista.Unadeesas personas que parecen aceptar la obligación de vivir (con protestas) como unacarga que nunca habrían consentido arrastrar si les hubieran consultado antes. Lostresmantuvimosunabreveydeprimenteentrevistaenunsalóndemurosdesnudos,ydespués se me permitió acudir al piso de arriba para deshacer mi equipaje en mipropiahabitación.

—La cena estará servida a las nueve en punto, señor —dijo la señoritaMeadowcroft.

Pronuncióestaspalabrascomosila«cena»fueraunaespeciedeofensadomésticaperpetradahabitualmenteporloshombresysoportadaporlasmujeres.Seguíalmozohasta mi habitación, no demasiado satisfecho con mi primera experiencia en lagranja.

¡NirastrodeNaominideromancehastaelmomento!Mihabitaciónestabamuylimpia.Opresivamentelimpia.Deseéverunpoquitode

polvo en algún rincón.Mi biblioteca estaba limitada a una Biblia y a un libro deoraciones. La vista que tenía desde mi ventana me mostraba una franja de tierracompletamente llana y parcialmente cultivada, que escapaba tristemente ami vistadebidoalaluzmenguante.SobreelcabecerodemiblancaypulcrísimacamacolgabaunpergaminoenelquesehabíaimpresounacitacondenatoriadelasEscriturasconlasletrasgrabadasenrojoynegro.LasombríapresenciadelaseñoritaMeadowcroftsehabíamanifestadoenmihabitaciónylahabíaechadoaperder.Mientrasmirabaamialrededor,empecéasentirmedeprimido.Lahoradelacenatodavíasepresentabacomounacontecimientoenelfuturo.Encendílasvelasytomédemiequipajelaque,contodaconvicción,supusequesería laprimeranovelafrancesavistaenlaGranjaMorwick.Se tratabadeunadeesasencantadorasymagistraleshistoriasdeDumaspadre.Encincominutosmeencontréenotromundo,ymideprimentehabitaciónseviorepletadelamásanimadacompañíafrancesa.Elsonidodeunaimperativaypococomprometidacampanamehizoregresaratiempoalasregionesdelarealidad.Mirémireloj.Eranlasnueveenpunto.

Ambroseme salió al encuentro al pie de las escaleras yme enseñó el caminohastaelcomedor.

LasilladeruedasdelseñorMeadowcrofthabíasidosituadapresidiendolamesa.

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A su derecha se sentaba su triste y silenciosa hija, que me indicó con fantasmalsolemnidad que ocupara la silla vacante situada a la izquierda de su padre. SilasMeadowcroftentróenaquelmismomomentoymefuepresentadoporsuhermano.Habíaunacentuadoparecidofamiliarentreambos,aunqueAmbroseeraelmásaltoyelmásguapodelosdos.Sinembargo,nohabíaenningunadelasdoscarasrasgosquedenotarancarácter.Losclasifiquérápidamentecomohombresdecualidadesaúnpor definir, a la espera de que el tiempo y las circunstancias les permitierandesarrollarse(tantoalasbuenascomoalasmalas).

La puerta volvió a abrirse mientras seguía estudiando a los dos hermanos sinsentirme favorablemente impresionado por ninguno de ellos, debo confesarlo. Unnuevomiembrodelcírculo familiar,que instantáneamenteatrajomiatención,entróenlahabitación.

Erabajo, chupadoynervudo, inusualmentepálidopara tratarsedeunapersonacuya vida transcurría en el campo. Su rostro era, en otros aspectos, un rostrollamativoydignodever.EnuntiempoenelqueenAméricaafeitarseeralanormaylasbarbaslaexcepción,laparteinferiordesucaraaparecíarecubiertaporunaespesaynegrabarbaconsurespectivobigote.Encuantoa lapartesuperiorde lacara,seveíailuminadaporunpardesalvajesybrillantesojosmarrones,cuyaexpresiónmeindicóqueenelequilibriomentaldeaquelhombrehabíaalgoquenofuncionabadeltodo bien. Aunque resultó ser una persona completamente cuerda en todo lo quedecíayhacía,enloqueamísereferíahabíaalgoenaquellossalvajesojosmarronesquemesugeríaque,encircunstanciasexcepcionales,aquelhombrepodríasorprenderasusmásviejosamigosactuandodeunmodoexcepcionalmenteviolentooestúpido.«Un poco chalado», como se dice comúnmente. Esa fue mi impresión deldesconocidoqueacababadeentrarenlahabitación.

ElseñorMeadowcroftpadre,quehastaentoncesnohabíapronunciadounasolapalabra,mepresentópersonalmentealreciénllegado,dirigiendohaciasushijosunamirada de reojo que parecía ir cargada de desafío, unamirada que,me entristecióobservar,fuedevueltaporpartedeSilasyAmbroseconotrasimilar.

—Philip Lefrank, éste es mi capataz, el señor Jago —dijo el viejo,presentándonosformalmente—.JohnJago,estejovenesunparientepormatrimonio,el señor Lefrank. No se encuentra bien. Ha cruzado el océano para descansar ycambiardeaires.ElseñorJagoesamericano,Philip.Esperoquenotengaprejuiciosencontradelosamericanos.Empieceporconocerle.Siéntensejuntos.

Dirigió otra mirada sombría en dirección a sus hijos y, de nuevo, éstos se ladevolvieron.AmedidaqueJohnJagosefueacercandoalasillavacíaquehabíaamilado,losdosjóvenessefueronalejandodeélysetrasladaronalladoopuestodelamesa.Estabaclaroqueelhombredelabarbaeratenidoenaltaestimaporelpadre,ycordialmentedespreciadoporloshijosdebidoaalgunaotrarazón.

Lapuertavolvióaabrirse.Unajovencitaseuniócalladamentealosreunidosentornoalamesa.

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¿EraNaomiColebrook aquella joven?Miré aAmbrose y vi la respuesta en surostro.¡Naomi,porfin!

Unamuchachabonitay,hastadondepudejuzgarporlasapariencias,tambiénunabuenachica.Paradescribirladeunmodogeneral,podríadecirqueteníaunacabezapequeña, bien formada y bien llevada sobre los hombros; unos ojos grises ybrillantes,quemirabanconhonestidadyreflejabanloquequeríandecir;unafiguraligerayunbuentipo,demasiadodelgadaparanuestrasnocionesinglesasdebelleza;un fuerte acento americano y (algo inusual en América) una voz de tonalidadagradable que hacía su acento atractivo a oídos ingleses. Nuestras primerasimpresionesde lagenteson,ennuevedecadadiezcasos, lascorrectas.Naomimeagradóaprimeravista;megustósuagradablesonrisaymegustóelmodoafableconquemeestrechólamanocuandofuimospresentados.

«Si no puedo llevarme bien con nadie más en esta casa—pensé—, al menospodréllevarmebiencontigo».

Porunavezyparavariar,demostréserunauténticoprofeta.EnaquellaatmósferadecandentesenemistadesenlaGranjaMorwick,labellamuchachaamericanayyofuimosbuenosyverdaderosamigosdeprincipioafin.

AmbrosehizositioparaqueNaomisesentaraentreélysuhermano.Ellacambiódecolorporunmomento,ylemiróconciertaternurahermosaperoreacia,mientrastomaba la silla. Sospeché que el joven granjero gustaría de estrecharle lamano enprivadoaprovechandoelresguardodelmantel.

La cena no fue alegre. La única conversación animada fue la quemantuvimosNaomiyyoatravésdelamesa.

Por alguna incomprensible razón John Jago parecía sentirsemuy incómodo enpresenciadesucompatriota.MirabaaNaomidubitativamente,alzandolamiradadesuplato,yvolvíaaenterrarlalentamenteenél,frunciendoelceño.Cuandomedirigíaél,contestócomocoartado.InclusocuandohablóconelseñorMeadowcroftpareciómantenerse en guardia; en guardia contra los dos jóvenes, según pude imaginar atenor de la dirección que tomaban sus miradas en aquellas ocasiones. Cuandohabíamosempezadoacomer,medicuentaporprimeravezdequelamanoizquierdadeSilasMeadowcroftestabavendadacongasasquirúrgicas,ydespués,observandomás atentamente los errantes ojos marrones de John Jago, que lanzaban miradasfurtivas a todos los reunidos en lamesa, vi que se fijaban conun curiosoy cínicoescrutinioenlaheridamanodeljoven.

Paraterminardehacermiprimeranochedeestanciaenlagranjamásembarazosasicabe,enbrevedescubríqueelpadreyloshijoshablabanentresíindirectamente,utilizándonosalseñorJagoyamí.CuandoelviejoseñorMeadowcroft lecomentócondesprecioasucapatazunerrorenelaprovechamientodelatierracultivabledelagranja, sus ojos apuntaban directamente hacia sus hijos. Cuando éstos decidieronrecogeruncomentarioperdidoquehabíahechoyosobrelosanimalesengeneral,yloaplicaronsatíricamentea lamalagestiónde lasovejasy losbueyesde lagranjaen

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particular, lo hicieron observando atentamente a John Jago aunque estuvieranhablando conmigo. En este tipo de ocasiones, que ocurrían con frecuencia,Naomiinterveníacondecisiónenelmomentoadecuadoyconducía lacharlahaciaalgunamateria inofensiva.Cadavezque tomabaunapartepreponderanteenestemododemantenerlapaz,lamelancólicaseñoritaMeadowcroftlacontemplabaconunamuecadesilenciosoyseverodesprecioporsuinterferencia.Enmividamehabíasentadoalamesaconunafamiliamásdeprimenteydesunida.Laenvidia,elodio,lamalicia,lafaltadecaridad…nuncasonamijuiciocaracterísticastandetestablescomocuandovienenacompañadasdeunsentimientodedecenciaydecoroquelasllevaamoverseaunnivel subterráneo.Denoserpor lacuriosidadquemedespertabaNaomi,y lacuriosidadquemedespertabanlasmiraditasdeamorquesorprendícruzándoseentreellayAmbrose,nuncahubieraaguantadohastahaberfinalizadolacenaymehubierarefugiadoenlanovelafrancesaquemeesperabaenmihabitación.

Al fin, la insoportablemente larga cena, servida conostentosaprofusión, se dioporconcluida.LaseñoritaMeadowcroftselevantóconsufantasmalsolemnidadyseasegurómirechazoconestaspalabras:

—Enlagranjasomosmadrugadores,señorLefrank.Ledeseobuenasnoches.Agarró con sus huesudos dedos la silla de ruedas del señorMeadowcroft y le

atajóamitadde frasecuando seestabadespidiendodemí, conduciéndolehasta sucamacomosileestuvieraconduciendoalatumba.

—¿Desearecogersedeinmediatoensuhabitación,señor?Denoserasí,¿podríaofrecerleunpuro,siempreycuandoestosjóvenescaballeroslopermitan?

Deestemodo,eligiendosuspalabrascondolorosadeliberación,ysubrayandosureferencia a «los jóvenes caballeros» con una sardónica mirada de reojo, el señorJohnJagodesempeñósustareasdehospitalidad.Medisculpepornoaceptarelpuro.Elhombredelosbrillantesojosmarronesmedeseóunfelizdescansoyabandonólahabitaciónconestudiadaeducación.

Ambrose y Silas se acercaron amí hospitalariamente con sus tabaqueras en lamano.

—Hahechomuybienaldecirlequeno—empezóAmbrose—.NuncafumeconJohnJago.Suspurosleenvenenarán.

—YnuncacreaunapalabradeloqueledigaJohnJago—añadióSilas—.EselmayormentirosodeAmérica,seaquienseaelotro.

Naomi les amenazó con un gesto de reproche con el dedo, como si los dosrobustosgranjeroshubieransidoniños.

—¿Qué pensará el señorLefrank—dijo—al oíros hablar de esemodo de unapersonaalaquevuestropadrerespetayenlacualconfía?Idosaotraparteafumar.Meavergüenzodelosdos.

Silas se escabulló sin decir una sola palabra.Ambrose se quedó un pocomás,haciendoevidentementelaspacesconNaomiantesdemarcharse.

Viendoqueallísobraba,medirigíhaciaunacristaleraquehabíaalotroextremo

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de lahabitación.Lapuerta seabríaaunpequeño jardínbañadoenaquelmomentoporunadeliciosaluzdeluna.Salífueraparadisfrutardelaescenayencontréasientobajounolmo.Elgranreposodelanaturalezanuncamehabíaparecidotansolemnecomo después de haber visto y oído lo que había visto y oído en aquella casa.Entendía,o creía entender, la tristedesesperaciónprovocadapor lahumanidadqueantañohabíallevadoaloshombresarecluirseenmonasterios.Elladomisántropodeminaturaleza(¿dóndeestáesehombreenfermoquenoesconscientedeesapartedesímismo?)empezabaaapoderarsedetodomiser,cuandosentíunligerotoqueenelhombro y volví a reconciliarme con mi especie gracias, una vez más, a NaomiColebrook.

III.–ELENCUENTROALALUZDELALUNA

—Queríahablarconusted—empezóNaomi—.¿Nopensaráustedmaldemíporhaberle seguido hasta aquí afuera, verdad? En América no estamos demasiadoacostumbradosaandarnosconceremonias.

—Yhacenbien.Siéntese,porfavor.Sesentóamilado,contemplándomealaluzdelalunaconunamiradafrancay

sintemor.—Tieneustedunarelaciónfamiliarconestagente—continuó—,ytambiényola

tengo.Supongoquepor esopuedo contarle a usted loquenopodría contarle a uncompletodesconocido.Estoymuycontentadequehayavenidoaquí,señorLefrank,yporunarazónquenosospecha.

—Sea cual sea esa razón, gracias por el cumplido que me hace, señoritaColebrook.

Nohizocasodemirespuestaycontinuóresueltamentesiguiendosupropiotrendepensamiento.

—Creo que podría usted hacer algún bien a esta desgraciada casa—siguió lamuchacha, con sus ojos serios clavados en mi rostro—. No hay amor, no hayconfianza y no hay tranquilidad en la Granja Morwick. Aquí todos necesitan aalguien… excepto Ambrose. No piense usted mal de Ambrose, sólo es un pocoirreflexivo.Como ledecía, todosnecesitan a alguienque leshaga avergonzarsedesusduroscorazonesydesufalsomododeactuar,horribleyenvidioso.Ustedesuncaballero.Ustedsabemásde loquepuedansaberellos.Ellosnopuedenevitar sercomoson, lenecesitanaustedcomomodelo.SeñorLefrank, intente,cuando tengaoportunidad,porfavorseloruego,intentequereinelapazentreellos.Yaoyóustedloquesucediódurantelacena,ysedisgustó.¡Oh,sí,lohizo!Levifruncirelceño,y

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yaséloqueesosignificaenustedeslosingleses.No había otra alternativa más que la de hablar sinceramente con Naomi. Le

confesé la impresión que había recibido en la cena, del mismo modo que la heconfesadoenestaspáginas.Naomiasintióconlacabezaaprobandosindisimulosmifranqueza.

—Esoestábien.Esoeshablar—dijo—.Pero,¡ay!,sequedaustedcorto,señor,cuandodicequeloshombresnoparecentratarseamistosamenteporaquí.Lociertoesque se odian. Ésa es la palabra adecuada, señor Lefrank: odio. ¡Amargo, amargo,amargoodio!

Apretósuspequeñospuñosylosagitóvehementeañadiendoénfasisasusúltimaspalabras;ydespuésrecordóaAmbrose.

—Excepto Ambrose —añadió, volviendo a abrir la mano y apoyándola conpreocupaciónenmibrazo—.No juzgueustedmal aAmbrose, señor.NohaynadamaloenelpobreAmbrose.

Lainocentefranquezadelamuchachaeraciertamenteirresistible.—¿Acasomeequivoco—pregunté—si imaginoque semuestraustedunpoco

parcialhaciaAmbrose?Unainglesahabríasentido,oporlomenoshabríaaparentado,ciertadudaantesde

contestarmipregunta.PeroNaominodudóunsoloinstante.—Tiene toda la razón, señor—dijo con la más perfecta compostura—. Si las

cosasvanbien,tengointencióndecasarmeconél.—Silascosasvanbien—repetí—.¿Quésignificaeso?¿Dinero?Ellanegóconlacabeza.—Merefieroauntemorquenomepuedoquitardeencima—respondióella—.

Untemor,señorLefrank,aquelasituaciónempeoreentreloshombres;esoshombresmalvados, sin corazón y sin sentimientos. Y nome refiero a Ambrose, señor.MerefieroasuhermanoSilasyaJohnJago.¿SehafijadoenlamanodeSilas?FueJohnJagoquienselohizo,señor.Conuncuchillo.

—¿Poraccidente?—pregunté.—Fue a propósito—respondió—.Amodode respuesta por el puñetazo que le

habíadado.Aquella revelación sobre el estadode las cosas en laGranjaMorwickmedejó

sorprendidoyalarmado.¡PuñetazosycuchilladasbajoelricoyrespetabletechodelviejoMeadowcroft!¡Puñetazosycuchilladasnoentrelostrabajadores,sinoentrelosamos!Miprimeraimpresiónfuesindudalamismaqueladeustedes.Apenaspodíacreerlo.

—¿Estáustedseguradeloquedice?—pregunté.—Me lo contóAmbrose.YAmbrosenuncame engañaría.Él conoce todos los

detalles.Mi curiosidad se había acrecentado poderosamente. ¿A qué tipo de casa había

viajadoinconscientementeenbuscadepazytranquilidad?

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—¿Podríaconocerlosyotambién?—Bueno, intentaré contarle lo queme contó Ambrose. Pero debe prometerme

antesunacosa,señor.Prométamequenosemarcharáynosdejarácuandoconozcatodalaverdad.Estrechémonoslamanoyprométalo,señor.Vamos,démonoslamano.

Nohabíamaneraderesistirseasuvalerosafranqueza.Leprometíqueloharíayleestrechélamano.Naomiiniciósunarraciónenelmismomomentoenqueledimigarantía,sinperderunasolapalabraamododeprefacio.

—Cuandoleenseñenlagranja—empezó—,veráqueenrealidadsetratadedosgranjas en una. A este lado, hacia el que miramos desde debajo de este árbol, seencuentranloscultivos.Alotrolado,conmucholamitadmásgrandedelastierras,esdondesecríaelganado.CuandoelseñorMeadowcroftsehizodemasiadomayoryse puso demasiado enfermo como para seguir dirigiendo su granja, los chicos (merefieroaAmbroseySilas)sedividieroneltrabajo.Ambrosesecuidódeloscultivos,ySilasdelganado.Dealgúnmodo,lascosasnomarcharonbiendurantesugestión.No puedo decirle por qué. Sólo estoy segura de que no fue culpa deAmbrose. Elviejo empezó a mostrarse menos y menos satisfecho. Especialmente en lo queconcerníaalosanimales.Losanimaleseransuorgullo.Sindecirlesunapalabraalosmuchachos,empezóabuscarensecreto…(personalmentecreoquehizomal,¿nolepareceausted,señor?),empezóabuscarensecretoaalguienque leayudara.YunmaldíaoyóhablardeJohnJago.¿LeagradaJohnJago,señorLefrank?

—Demomento,no.Nomeagrada.—Exactamenteesoesloqueyosiento,señor.Peronosé.Lomásprobableesque

ambos nos equivoquemos.No hay nada en contra de John Jago, salvo ese extrañomododecomportarse.Dicenquellevatodoeseterriblepeloenlacara(odioelpeloen el rostro de los hombres) debido a un juramento que hizo cuando perdió a suesposa.¿Nocreeusted,señorLefrank,queunhombretienequeestaralgolocoparademostrarsupenaporhaberperdidoasumujerjurandoquenovolveráaafeitarseenlavida?Bien,puesesoes loquedicenque juróJohnJago.Quizáseaunamentira.¡Lagenteestanmentirosaporaquí!Entodocaso,escierto(ylosmismoschicoslohan admitido) que cuando John llegó a la granja lo hizo a lo grande. No es fácilcontentaralseñorMeadowcroft.Yélloconsiguió.Sí,asíes.Alviejonolegustanengeneral mis paisanos. Es como sus hijos. Ingleses, amargados ingleses hasta lamédula.Dealgúnmodo,yapesardeeso,JohnJagosehizoconél.QuizáseaporqueJohn conoce su oficio a la perfección. ¡Oh, sí!Ganado y cultivos, John realmentesabe loquehace.Desdequeéleselcapataz, lascosashanprosperadocomono lohicieron con los chicos. Ambrosemismome lo reconoció. Sin embargo, señor, esduro verse sustituido por un desconocido, ¿no cree? Ahora es John el que da lasórdenes.Los chicos hacen el trabajo, perono tienenvozni voto cuando Johny elviejosereúnenparaultimarlosnegociosdelagranja.Hetardadoendecírselo,señor,peroasísabrácómoelodioylaenvidiasedespertaronentreloshombresantesdemillegada.Desdequeestoyaquí, lascosasparecenhaberidocadavezapeor.Apenas

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pasa un día sin que se crucen duras palabras entre los chicos y John, o entre loschicos y su padre.El viejo tiene unmodo insultante, señorLefrank, un feomodo,como decimos aquí, de darle la razón a John Jago por costumbre.Háblele de ellocuando tengaunaoportunidad.Creoque laprincipal razónde lapeleadelotrodíaentre Silas y John está en su puerta. Tampoco es que quiera excusar a Silas. Fuebrutalporsuparte,pormuchoqueseaelhermanodeAmbrose,elgolpearaJohn,quees más bajo y menos fuerte que él. Pero el comportamiento de John al sacar sucuchilloeintentaracuchillaraSilasfuepeorquebrutal.¡Oh,sí,lohizo!SiSilasnohubieradetenidoelcuchilloconlamano(tieneuncorteterrible,selopuedoasegurar;yo misma se la vendé), todo podría haber terminado, por lo que yo sé, en unasesinato…

Sedetuvocuandoaquellapalabracruzósuslabios.Mirópordetrásdesuhombroysesobresaltóviolentamente.

Miré hacia donde estaba mirando mi acompañante. La oscura silueta de unhombreseerguíaalasombradelolmo,observándonos.Medirigídeinmediatohaciaél.Naomirecuperólacomposturaymedetuvoantesdequepudierahacerlo.

—¿Quiénestáahí?—preguntódirigiéndosealdesconocido—.¿Quéhaceahí?Elhombreavanzósaliendodelassombrashastaverseiluminadoporlaluzdela

luna,ysenosrevelócomoJohnJago.—Esperonoestarentrometiéndome—dijomirándomefijamente.—¿Quédesea?—dijoNaomi.—No pretendía molestarla, ni molestar a este caballero—continuó—. Cuando

tenga usted un momento libre, señorita Naomi, me haría usted un favor si mepermitieradecirlealgunaspalabrasenprivado.

Habló con lamás escrupulosa educación, intentando una y otra vez ocultar envano cierto nerviosismoque se había apoderadode él. Sus salvajes ojosmarrones,mássalvajesquenuncaalaluzdelaluna,descansabanincitadores,conunaextrañaexpresión subterránea de desesperación, sobre el rostro de Naomi. Sus manos,agarradasconfirmezafrenteaél,temblabanincesantemente.Apesardelopocoquemegustabaaquelhombre, lociertoesqueenaquelmomentomepareciódignodecompasión.

—¿Quieredecirquequiereustedhablarconmigoestanoche?—preguntóNaomisinocultarsusorpresa.

—Sí, señorita, simehace el favor, cuando a ustedy al señorLefrank les vayabien.

Naomidudó.—¿Nopuedeesperaramañana?—Mañanaestarétodoeldíalejosdelagranja,señorita,enviajedenegocios.Por

favor,concédameunpardeminutosestanoche—avanzóunpasohaciaella,suvozle fallóy se redujo tímidamenteaun susurro—.Realmente tengoalgoquedecirle,señoritaNaomi.Seríaunamuestradebondadporsuparte,unagran,granmuestrade

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bondad,permitirmequehablaraconustedestanoche.Melevantédenuevo,estavezparacederlemiasiento.Unavezmás,Naomime

detuvo.—No—dijo—.Nosemarche—yluegosedirigióaJohnJagoconreticencia—.

Sirealmenteestáustedtanempeñado,señorJohn,supongoquenomequedaráotroremedio.Nopuedoimaginarmequétieneustedquedecirmequenopuedaserdichodelantedeunatercerapersona.Entodocaso,noseríaeducadopormiparte,supongo,decirle que no. Ya sabe que una de mis obligaciones es darle cuerda al reloj delrecibidor,cadanochealasdiez.Siquiereveniryayudarme,lomásprobableesquetengamoslasalacompletamenteparanosotrossolos.¿Lesirveeso?

—Enelrecibidorno,señorita,simelopermite.—¡Enelrecibidorno!—No,ytampocoenningunaotraestanciadelacasa,sipuedosertanatrevido.—¿Quéquieredecir?—Naomisevolvióhaciamíimpacientemente—.¿Ustedle

entiende?JohnJagomeimplorómedianteunaseñalquelepermitieracontestaraél.—Concédame eso, señorita Naomi —dijo—. Creo que podré hacer que me

entienda.Enestacasahayojosquevigilan,oídosqueescuchan,ytambiénhayunospasos,nodiréaquiénpertenecen,tanligeroscomoparaquenadiepuedapercibirlos.

Estaúltimaalusiónevidentementesehizoentender.Naomiledetuvoantesdequepudieradecirmás.

—¿Bien,dóndehadeserentonces?—dijoNaomiconresignación—.¿Serviráeljardín?

—Gracias de todo corazón, señorita, el jardín será perfecto—señaló hacia unpaseodegravillaquehabíafrenteanosotros,bañadoporlaluzdelaluna—.Allí—dijo—,dondepodremosverconclaridadlosalrededoresyasegurarnosdequenohaynadieescuchando.Alasdiez.

Sedetuvoydespuéssedirigióhaciamí:—Leruegoquemedisculpe,señor,porhabermeinmiscuidodeestemodoensu

conversación.Porfavor,perdóneme.SusojosseposaronunaúltimavezenelrostrodeNaomiconunamiradaansiosa

y de ruego. Nos hizo una inclinación y se fundió entre las sombras del árbol. Ellejanosonidodeunapuerta,cerrándosesuavemente,llegóhastanosotrosatravésdelaquietuddelanoche.JohnJagohabíavueltoaentrarenlacasa.

Ahora que ya no estaba escuchando, Naomi se dirigió hacia mí con muchaseriedad.

—Nocrea,señor,quecompartoalgúnsecretoconél—dijo—.Nosemásdeloquepuedasaberustedsobreloquequieredemí.Estoyinclusopensandoennoacudiralacita.¿Quéharíaustedenmilugar?

—Habiendoaceptadohacerlo—dije—,parecesudebercumplirsupalabra.Sisesiente lomásmínimamentealarmada,yopodríaesperarenotrazonadel jardín,de

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modoquepuedaoírlasimellama.Recibiómipropuestaconundescaradomovimientodecabezayunasonrisade

lástimapormiignorancia.—Es usted forastero, señor Lefrank, si no, nome hablaría usted de esemodo.

Aquínolespermitimosaloshombreselhonordesentirnosalarmadas.EnAmérica,lasmujeressevalenporsímismas.Lehedadomipromesadeencontrarmeconél,ycomousteddice,debocumplirmipromesa.Loúnicoquemesorprende—dijomáshablandoparasíqueconmigo—esqueJohnJagosehayadadocuentadelosastutosyfeostejemanejesdelaseñoritaMeadowcroft.Lamayoríadeloshombresniselohabríanimaginado.

Metomócompletamenteporsorpresa. ¡La tristeyseveraseñoritaMeadowcrofteraunacotillayunaespía!¿QuéotrassorpresasescondíalaGranjaMorwick?

—¿Esareferenciaaunosojosyunosoídosquevigilan,yaunaspisadasligeras,eraenrealidadunaalusiónalahijadelseñorMeadowcroft?—pregunté.

—Porsupuestoquesí.¡Ah!Tambiénlehaengañadoaustedcomoengañaatodoelmundo.¡Lamuyfarsante!Estoyconvencidadequeestádetrásde,porlomenos,lamitaddelosodiosqueseprofesanloshombres.HacequeelseñorMeadowcroftsemantengaamargadoconloschicos.Viejacomoes,señorLefrank,yfeacomoes,noleimportaría(sifueracapazdehacerqueélselopidiera)convertirseenlasegundaesposade John Jago.No, señor, yno le rompería el corazón si a los chicosno lesquedaraniunpedruscodelagranjacuandomuerasupadre.Laheestadoobservandoy lo sé. ¡Ah!Podría contarle algunas cosas.Peroahoranonosqueda tiempo. ¡Ahíestánlascampanadasdelasdiez!Debemosdarnoslasbuenasnoches.Mealegrodehaberhabladoconusted,señor.Ledigoalsepararnos lomismoqueya lehedichoantes.Utilicesuinfluencia,leruegoqueutilicesuinfluenciaparaablandarles,yparaqueseavergüencendesímismosenestaterriblecasa.Mañanatendremosquehablarmás sobre lo que puede usted hacer, cuando le hayan enseñado la granja. Ahoradígame adiós, debo cumplir con mi compromiso. ¡Mire! ¡Ahí está John Jago,volviendo a surgir de la sombra del árbol! Buenas noches, amigoLefrank.Dulcessueños.

Con unamano tomó lamía y la apretó cordialmente,mientras con la otrameempujó sin ceremonias en dirección a la casa. ¡Qué muchacha encantadora! ¡Quéirresistible!Yo era tanmalo como los chicos.Reconozco que casi empecé a odiartambiénaJohnJagocuandonoscruzamosalasombradelolmo.

Lleguéalacristalera,medetuveymiréhaciaelpaseodegravilla.Ya se habían encontrado.Vi dos siluetas borrosas caminando lentamente de un

ladoaotrobajolaluzdelaluna,lamujersiempreunpocopordelantedelhombre.¿Qué leestaríadiciendo?¿Porquéestaba tanpreocupadoporquenadiepudieseoírsuspalabras?

Nuestrospresentimientosson,aveces,encasosextraordinarios, fielesprofecíasdelfuturo.Unaligeradesconfianzahaciaaquelsigilosoencuentroalaluzdelaluna

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seapoderódemí.—¿Surgiráalgunamaldaddeesto?—mepregunté,cerrandolapuertayentrando

enlacasa.Yefectivamente,asífue.Ahorasabráncómo.

IV.–ELGARROTEDEHAYA

Laspersonasdetemperamentonerviosoosensible,cuandoduermenporprimeravezenunacasaextrañayenunacamadiferentealahabitual,deberíanhacersealaideadequevanapasarunamalanoche.MiprimeranocheenlaGranjaMorwicknofue la excepción a esta regla.El poco sueñoquepude conciliar se vio agitadoporpesadillas.Hacialasseisdelamañanamicamaseconvirtióenalgoinsoportable.Elsolbrillabaenlaventana.Decidíaprovecharlareconfortanteinfluenciadeunpaseoalfrescoairedelamañana.

Justocuandosalídelacama,oípasosyvocesbajomiventana.Los pasos se detuvieron y las voces se hicieron reconocibles. Había pasado la

nocheconlaventanaabierta,demodoquefuicapazdeasomarmeamirarsinllamarlaatencióndelosdeabajo.

Las personas allí reunidas eran Silas Meadowcroft, John Jago y tresdesconocidos,cuyavestimentayaparienciame indicaronclaramentequese tratabadetrabajadoresdelagranja.Silasestababalanceandounreciobastóndemaderadehaya, y le estaba hablando a Jago en tono ronco e insolente sobre su encuentronocturnoconNaomi.

—La próxima vez que quiera cortejar a una joven en secreto —dijo Silas—asegúresedequenohayalunaoespereaquesenuble.Fueustedvistoeneljardín,señor Jago.Yporunavezpodría contarnos laverdad. ¿Laencontró receptiva a supersuasión?¿Ledijo«sí»?

JohnJagocontuvosutemperamento.—Siquiereustedbromear,señorSilas—dijoconcalmayfirmeza—,hágameel

favordebromearsobreotrotema.Estácompletamenteequivocado,señor,respectoaloquesuponequehasucedidoentrelaseñoritayyo.

Silassevolvióparadirigirseirónicamentealostrestrabajadores.—¿Lehabéisoído,muchachos?Noescapazdedecirlaverdadpormuchoquele

pongas a prueba. ¡No estaba pelando la pava con Naomi anoche en el jardín, ohseñor,no!¡Yahatenidounamujerysabedemasiadocomoparavolveraponerseelyugoasusespaldasporsegundavez!

Paramisorpresa,JohnJagorecibióaquellaburdaburlaconunarespuestaseriay

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formal.—Tiene toda la razón, señor —dijo—. No tengo intención de casarme por

segundavez.LoquetuvieraquedecirlealaseñoritaNaominoesdesuincumbencia.No tiene nada que ver en absoluto con lo que usted ha elegido suponer; fue algocompletamentedistintoyqueennadaleconcierneausted.Hagaelfavordeentenderdeunavezportodas,señorSilas,quelaideadecortejaralajovennisiquierasemeha pasado por la cabeza. La respeto. Admiro sus buenas cualidades. Pero aunquefuese laúnicamujerquequedase en laTierra, yyo fueraunhombrebastantemásjovendeloquesoy,jamássemeocurriríapedirlequeseconvirtieseenmiesposa—derepenterompióareírdeunmodobruscoeinquietante—.¡No,no!¡Noesmitipo,señorSilas!¡Noesmitipo!

Algo en aquellas palabras, o en elmodo de pronunciarlas, pareció exasperar aSilas,queabandonósutorpeironíaysedirigiódirectamenteaJohnJagoenuntonodesalvajedesprecio.

—¿Noessutipo?—repitió—.¡Pormialmaqueéseesunmododemasiadofríodeexpresarloparaunhombreensuposición!¿Quéquieredecirconesodeque«noessutipo»?¡Miserableimpúdico!¡NaomiColebrookescarneparasuamo!

EltemperamentodeJohnJagoacabóporsaltar.SeacercódesafiantementeunoodospasoshaciaSilasMeadowcroft.

—¿Quiénesmiamo?—preguntó.—Ambroseselodemostrarásiseleacerca—respondióelotro—.Naomiessu

amorcito, no el mío. Apártese de su camino si quiere conservar la piel sobre sushuesos.

JohnJagodirigióunadesussardónicasmiradasdereojohacialamanoheridadelgranjero.

—¡Noolvidetenerencuentasupropiapielcuandoamenacelamía,señorSilas!Ya le he marcado en una ocasión. Déjeme que siga con mis asuntos, o podríamarcarleporsegundavez.

Silas alzó su garrote de haya. Los trabajadores, viendo el cariz que estabatomandolariña,seinterpusieronentrelosdoshombresylessepararon.Mientraselaltercadoibacreciendoenintensidadyomehabíaestadovistiendoapresuradamente,yenesemomentodescendílasescalerasparaverloquepodíadardesímiinfluenciaalintentarpacificarlaGranjaMorwick.

Laguerradepalabrasairadasseguíacuandomeuníaloshombresenelexterior.—¡Márcheseahacerloquetengaquehacer,perrocobarde!—oíquedecíaSilas

—. ¡Márchese a la ciudad! ¡Y tenga cuidado de no cruzarse con Ambrose en elcamino!

—¡Tengaustedcuidadodenosentirmicuchillootravezantesdequemevaya!—gritóelotrohombre.

Silashizoundesesperadoesfuerzoporromperelabrazodelostrabajadoresqueleestabanagarrando.

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—¡La última vez sólo recibió mi puño!—gritó—. ¡La próxima recibirá ustedesto!

Volvióaalzarelbastónmientrashablaba.Yomeaproximéaélyseloarrebatérápidamente.

—SeñorSilas—dije—,soyuninválidoymemarchodepaseo.Subastónmeserádegranutilidad.Leruegoquemelopreste.

Los trabajadores estallaron en carcajadas. Silas fijó sus ojos en mí con unaexpresión de airada sorpresa. John Jago recobró de inmediato el dominio de símismo,sequitóelsombreroehizounareverenciaenmidirección.

—Noteníaniidea,señorLefrank,dequeleestuviéramosmolestando—dijo—.Mesientorealmenteavergonzado,señor.Leruegoquemedisculpe.

—Aceptosusdisculpas,señorJago—respondí—,conlaconviccióndequeusted,siendoelmayorde lospresentes,harágaladepacienciaycomprensiónencasodequesutemperamentovuelvaaserpuestoapruebatalycomohasidopuestoapruebaesta mañana. Y también quisiera solicitar—añadí dirigiéndome a Silas— que mehicieraustedunfavorentantoqueinvitadodesupadre.Lapróximavezquesubuenhumor le lleve a bromear a costa del señor Jago, no deje que la broma llegue tanlejos.Estoysegurodequenoqueríahacerningúnmal,señorSilas.¿Medaráustedelgustodeconfirmármeloconsuspropiaspalabras?QuisieraverlesaustedyalseñorJagoestrechándoselasmanos.

JohnJagoextendiódeinmediatolamano,conunaexpresióndeaprecioquemepareció ligeramente sobreactuada.SilasMeadowcroft, por suparte, nohizoningúnavanceamistoso.

—Quesemarcheaatendersusnegocios—dijoSilas—.Noseguirémalgastandopalabrasconél,señorLefrank,paracomplacerleausted.¡Peromalditoseasiledoylamano!

Todapersuasiónfue inútilenunhombrecomoaquél.Silasnomehubieradadomásoportunidadesdeprotestarinclusoaunquemehubieravistoinclinadoahacerlo.Diomedia vuelta en un hosco silencio y, volviendo sobre sus pasos a lo largo delsendero, dobló la esquina de la casa. Después, los trabajadores se retiraron endiferentesdirecciones,para iniciar las tareasdeldía.JohnJagoyyonosquedamossolos.

Dejéqueelhombredelosojosmarronesfueraelprimeroenhablar.—Dentrodemediahora,señor—dijo—,tengoquepartirenasuntodenegocios

haciaNarrabee, laciudadconmercadomáscercanaquehayporestosalrededores.¿Puedollevarlecartasalcorreo?¿Ohayalgunaotracosaquenecesitedelaciudad?

Ledilasgraciasyrechacéambasproposiciones.Mededicóotrareverenciayseretiróalinteriordelacasa.YotoméautomáticamenteelsenderoenladirecciónquehabíaseguidoSilasantesqueyo.

Doblandolaesquina,yandandounpocomás,meencontréfrentealaentradadelascaballerizas,y frentea frenteconSilasMeadowcroft.Tenía loscodosapoyados

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sobre la valla del patio y la hacíamoverse lentamente hacia adelante y hacia atrásmientrasretorcíaunapajaentresusdientes.Cuandomevioaproximarme,avanzóunpasohaciamíeintentóexcusarseconmuypocogracejo.

—Noseofenda,señor.Pídamecualquierotracosaylecomplaceré.PeronomepidaqueleestrechelamanoaJohnJago, leodiodemasiadoparaeso.¡Si le tocaraconunamano,señor,leestrangularíaconlaotra!Selodigosinceramente.

—¿Esossonsussentimientoshaciaesehombre,señorSilas?—Esossonmissentimientos,señorLefrank.Ytampocomeavergüenzodeellos.—¿Hayalgoparecidoaunaiglesiaporestosalrededores,señorSilas?—Claroquesí.—¿Yacudeustedaella?—Porsupuesto.—¿Alargosintervalos,señorSilas?—Cadadomingo,señor,sinfalta.Alguien,unatercerapersonaquehabíaestadoescuchandonuestraconversación,

rompióareíramisespaldas.MevolvíydescubríaAmbroseMeadowcroft.—ComprendoadóndequiereustedirapararconesodelCatecismo,peronocreo

quemihermanolohaga—dijo—.NoseaduroconSilas,señor.Despuésdetodonoeselúnicocristianoquesedejaelcristianismoenelbancocuandosaledelaiglesia.NuncaconseguiráqueseamosamigosdeJohnJagopormuchoquelointente.¿Vaya,quétieneustedahí,señorLefrank?¡Quememuerasinoesmigarrote!¡Heestadobuscándoloportodaspartes!

El grueso garrote de madera de haya llevaba un tiempo resultandoincómodamentepesadoparamiinvalidamano.Yanohacíafaltaquelomantuvieraen mi poder. John Jago se marchaba a Narrabee y el salvaje carácter de SilasMeadowcroft se había reducido a unmalhumorado reposo.Le devolví el garrote aAmbrose.Seriócuandolotomóentresusmanos.

—Nopuedeimaginarse,señorLefrank,loraroquesesienteunosinsugarrote—dijo—.Unhombreacabaporacostumbrarseasugarrote,señor¿noleparece?¿Estálistoparaeldesayuno?

—Todavíano.Habíapensadoendarantesunpequeñopaseo.—Muybien,señor.Megustaríaacompañarle,peroestamañanatengotrabajoque

hacer,ySilas también tiene losuyo.Sivuelveporelcaminoporelquehavenido,llegaráhastaeljardín.Siquiereirmáslejos,elportilloquehayalfondoleconduciráhastaunavereda.

Porpurainconsciencia,hicealgodelomásestúpido.Medimediavueltacomosemeacababadesugerirydejéalosdoshermanosasolasjuntoalapuertadelestablo.

V.–NOTICIASDESDENARRABEE

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Cuando llegué al jardín me asaltó una idea. El alegre modo de hablar y suscampechanosmodalesindicabanclaramentequeAmbroseignorabaladisputaquesehabíadesarrolladobajomiventana.Silaspodríaconfesarlequehabía sidoélquienhabíacogidosugarroteymencionarlelacabezaquehabíaamenazadoconél.Nosóloerainnecesario,sinotambiénnadadeseablequeAmbroseseenteraradelariña.Volvísobremispasoshastaelestablo.Nohabíanadieenlapuerta.Llaméalternativamentea Silas y a Ambrose. Nadie me respondió. Los hermanos se habían marchado atrabajar.

Regreséal jardínyoíunadulcevozquemedeseaba«Buenosdías».Miréamialrededor.NaomiColebrookseasomabaaunadelasventanasdelprimerpisodelacasa.Teníapuestosudelantaldetrabajoylesestabasacandoafanosamentebrilloaunos cuchillos para lamesadel desayuno enuna anticuada tabla.Un lustrosogatonegrosebalanceabasobresuhombro,observandoelbrillodelcuchillomientrasellalodeslizabarápidamentedeunextremoalotrodeltrozodepielquecubríalatabla.

—Acérquese—dijo—.Quierodecirlealgo.Percibí,mientrasme acercaba, que su bonito rostro estaba algo nublado por la

preocupación.Irritada,arrojóalgatodesuhombrodeunempujón,ymerecibiósóloconunpálidoreflejodesuhabitualydeslumbrantesonrisa.

—He visto a John Jago —dijo—. Hacía referencias a algo que dice que hasucedido esta mañana bajo la ventana de su dormitorio. Cuando le rogué que seexplicara,tansólomedijo:«PregúntelealseñorLefrank.YotengoquemarcharmeaNarrabee». ¿Aqué se refería? ¡Dígamelode inmediato, señor!Estoyhistéricaynopuedoesperarniunminutomás.

Exceptoquelomaquillélomejorquepude,lecontéloquehabíasucedidobajomi ventana con tanta sencillez como lo he narrado aquí. Ella dejó el cuchillo queestabalimpiandoycruzólosbrazosfrenteasuregazo,pensando.

—Ojalá nomehubiera encontrado anoche con John Jago—dijo—.Cuandounhombrelepidealgoaunamujer,éstaseacabaarrepintiendolamayoríadelasvecessidice«sí».

Hizoaquellapintorescareflexiónfrunciendoterriblementeelceño.Elencuentroalaluzdelalunahabíadejadoensumenterecuerdospocoagradables.LovicontantaclaridadcomoveíaaNaomimisma.

¿QuélehabríadichoJohnJago?Selopreguntécontodaladelicadezaquemefueposibleydisculpándomedeantemano.

—Megustaríacontárselo—empezó,haciendohincapiéenlaúltimapalabra.Entonces se callóde repente.Sepusopálida,ydespués recuperóel colorhasta

ponersecompletamenteroja.Volvióatomarelcuchilloysiguiólimpiándoloconlamismaenergíadeantes.

—Nodebodecírselo—continuóconlacabezainclinadasobreelcuchillo—.He

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prometidonodecírseloanadie.Ésaeslaverdad.Olvídesedetodo,señor,tanprontocomoleseaposible.¡Silencio!AquíllegalaespíaquenosvioanocheyqueselohacontadoaSilas.

La deprimente señorita Meadowcroft abrió la puerta de la cocina. Llevaba unlibrodeoracionesostentosamentegrandeymiróaNaomicomosólounamujerdemedianaedadcelosapuedemiraraunamujermásjovenyhermosaqueella.

—Es la hora de las oraciones, señoritaColebrook—dijo con susmodalesmásagrios.Sedetuvo,ysepercatódemipresenciajuntoalaventana—.Eslahoradelasoraciones, señor Lefrank —añadió lanzando una mirada de piedad devotaexclusivamenteenmidirección.

—Laseguiremosdeinmediato,señoritaMeadowcroft—dijoNaomi.—Notengoningúndeseodeentrometermeensussecretos,señoritaColebrook.Con aquella mordaz respuesta, nuestra sacerdotisa abandonó la cocina

acompañadadesulibrodeoraciones.MereuníconNaomientrandoporlapuertaquedabaaljardín.Ellamesalióalencuentrodeinmediato.

—Hay algo queme inquieta—dijo—. ¿Ha dicho que dejó a Silas yAmbrosejuntos?

—Sí.—SupongaqueSilaslecuentaaAmbroseloquehasucedidoestamañana.Comoya he dicho, lamisma idea seme había ocurrido.Hice lo que pude por

tranquilizaraNaomi.—El señor Jago no está por los alrededores —contesté—. Mientras dure su

ausenciaustedyyopodremosarreglarelasunto.Ellametomódelbrazo.—Vengaconmigoa lasoraciones—dijo—.Ambroseestaráallíyencontraréel

mododehablarconél.Ni Ambrose ni Silas estaban en el comedor cuando entramos. Tras esperar en

vanodurantediezminutos, el señorMeadowcroft ledijo a suhijaque empezara aleer las oraciones. La señorita Meadowcroft, por lo tanto, leyó; leyó con laentonación de unamujer ofendida tomando el trono de lamisericordia demaneratempestuosayluchandoporsusderechos.Despuésnossirvieroneldesayuno,y loshermanosaúnseguíanausentes.LaseñoritaMeadowcroftmiróasupadreydijo:

—Demalapeor.¿Quélehabíadicho?Naomiaplicósuantídotodeinmediato.—Sinduda loschicossehabránvisto retenidosporel trabajo, tío—despuésse

volvió hacia mí—. ¿Quiere usted ver la granja, señor Lefrank? Venga conmigo yayúdemeaencontraraloschicos.

Durantemásdeunahoravisitamosunazonatrasotradelagranja,sinencontraraloshombresperdidos.Alfinallosencontramosenelumbraldeunpequeñobosque,hablando,sentadossobreeltroncodeunárbolcaído.

Silassepusoenpiealvernosacercarnos,yseinternóenelbosquesinpronunciar

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unasolapalabraamododesaludoodisculpa.Cuandoselevantó,viquesuhermanolesusurrabaalgoaloído,yleoíresponder:

—Deacuerdo.—Ambrose,¿significaesoquetienesquemantenerensecretoalgoantenosotros?

—preguntóNaomiacercándoseasuamadoconunasonrisa—.¿LehasordenadoaSilasquemantengalabocacerrada?

Ambrosepateóhoscamenteunaspiedrassueltasquehabíafrenteaél.Comprobé,con cierta sorpresa, que no llevaba en lamano su garrote favorito, y que tampocoestabaporlascercanías.

—Negocios —dijo respondiendo a Naomi, sin demasiada gracia—. NegociosentreSilasyyo.Esoestodo,siesquedeverdadnecesitassaberlo.

Naomicontinuófemeninaconsuspreguntas,sinprestaratencióna larecepciónquepudierantenerporpartedeunhombreirritado.

—¿Porquénohabéisvenidoaescucharlasoracionesniadesayunar?—preguntóacontinuación.

—Teníamosmuchoquehacer—respondióAmbrosebruscamente—,yestábamoslejosdelacasa.

—Qué extraño—dijo Naomi—. Nunca había pasado algo parecido desde queestoyenlagranja.

—Bien,viveyaprende.Hoyhapasado.Eltonoenelquehabíahabladohabríaservidodeavisoacualquierhombrepara

queledejarasolo.Perolosavisoslanzadosimplícitamentesuelenresbalarsobrelasmujeres.Naomi,quetodavíateníaalgoquedecir,lodijo.

—¿HasvistoaJohnJagoestamañana?El ardiente mal humor de Ambrose estalló de repente (vaya, sería imposible

haberloadivinado)enllamas.—¿Cuántaspreguntasmásvoya tenerqueresponder?—gritóviolentamente—.

¿Eresacasounpárrocoquevaadarmeelcatecismo?NohevistoaJohnJagoytengotrabajoquehacer.¿Tebastaconeso?

Se volvió lanzando un juramento y siguió a su hermano hacia el interior delbosque.LosbrillantesojosdeNaomimemiraronlanzandodestellosdeindignación.

—¿Quépretendehablándomedeesemodo,señorLefrank?¡Brutogrosero!Secalló.Suvoz,aparienciaymodalescambiaronrepentinamente.—Estonuncahabía sucedidoconanterioridad, señor. ¿Hayalgoquevayamal?

Le juro que no reconozco a Ambrose, está tan cambiado… ¿Dígame, qué opinausted?

Unavezmás,intentémaquillarlasituacióncomopude.—Algolehaalterado,esoestáclaro—dije—.SeñoritaColebrook,hayocasiones

enlasquelabagatelamásinsignificantelehaceperderaunhombrelosnervios.Lehablocomohombreysé loquedigo.Dele tiempoyAmbrosevendráapresentarlesusexcusas,ytodovolveráaestarbien.

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Mi exposición del caso no le devolvió un solo ápice de confianza a mi bellaacompañante.Regresamos a la casa. Llegó la hora de la comida y aparecieron loshermanos.Supadrelesrecriminósuausenciadelasoracionesmatutinasconexcesivaseveridad,comomehabíaimaginadoqueloharía.Ellosrecibieronlareprimendaconexcesiva indignación y abandonaron la habitación. Una agriada sonrisa desatisfacciónaparecióenlosfinoslabiosdelaseñoritaMeadowcroft.Miróasupadre,despuéselevólosojoshaciaeltecho,ydijo:

—Tansólopodemosrezarporellos,señor.Naomidesaparecióencuantohubimosterminadodecomer.Cuandovolvíaverla,

teníanoticiasparamí.—HeestadoconAmbrose—dijo—ymeharogadoqueleperdonara.Noshemos

reconciliado,señorLefrank,peroaunasí…aunasí…—¿Aunasí,qué,señoritaNaomi?—Noeselmismo, señor.Él loniega,peronopuedoevitarpensarquemeestá

ocultandoalgo.Eldíasemarchó;llególanoche.Regreseaminovelafrancesa.Peronisiquierael

mismísimoDumasfuecapazdemantenermeinteresadoen lahistoria.Enquéotrascosasestabapensando,nolosabríadecir.Porquémesentíadeprimido,nolosabríaexplicar.DeseabahaberseguidoenInglaterra,yempecéasentirunciegoeirracionalodiohacialaGranjaMorwick.

Sonaronlascampanadasdelasnueveenpuntoy,conlaexcepcióndeJohnJago,nosvolvimosareunirparalacena.Sesuponíaqueteníaqueregresarparalacenayleestuvimosesperandoduranteuncuartodehora,ainstanciasdelseñorMeadowcroft.PeroJohnJagonoapareció.

La noche se espesó y el hombre ausente seguía sin regresar. La señoritaMeadowcroft se ofreció voluntaria para esperarle. Debo reconocer que Naomi ledirigióunamiradaalgomaliciosacuandolasdosmujeressesepararon.Meretiréamihabitacióny,unavezmás,fuiincapazdedormir.Cuandollegóelamanecer,volvíasalirarespirarlabrisamatutina,comoeldíaanterior.Enlaescalerameencontréconla señorita Meadowcroft, que se retiraba a su habitación. Ni un solo rizo de susgrisáceos cabellos estaba desarreglado; nada en el aspecto de aquella impenetrablemujerpodíarevelarquehubierapasadolanocheenvela.

—¿HaregresadoelseñorJago?—pregunté.LaseñoritaMeadowcroftnególentamenteconlacabezayfruncióelceño.—Estamos enmanos de la Providencia, señor Lefrank. El señor Jago debe de

habersevistoobligadoapasarlanocheenNarrabee.La rutina diaria de las comidas siguió su inalterable curso. Llegó el desayuno,

llegó lacomida,yningúnJohnJagoatravesó laspuertasde laGranjaMorwick.ElseñorMeadowcroftysuhijaseconsultaronentresíydecidieronenviaraalguienenbusca del desaparecido. Uno de los trabajadores más inteligentes fue enviado aNarrabeeparahaceralgunaspreguntas.

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Elhombreregresóalagranjaaquellamismanoche,portandoalarmantesnoticias.Había visitado todos los hoteles y todos los establecimientos de Narrabee. Habíarealizado interminables pesquisas en todas direcciones, y todo con el mismoresultado: nadie había visto a John Jago.Todo elmundo le dijo que John Jago nohabíallegadoalaciudad.

Todosnosmiramosentrenosotros,salvolosdoshermanos,queestabansentadosjuntosenunoscuro rincónde lahabitación.Laconclusiónparecía inevitable: JohnJagohabíadesaparecido.

VI.–ELHORNODECAL

ElseñorMeadowcroftfueelprimeroenhablar.—AlguiendeberíaencontraraJohn.—Sinperderunmomento—añadiósuhija.Ambrosesurgiórepentinamentedesuoscurorincón.—Yolebuscaré—dijo.Silaslesiguió.—Irécontigo—dijo.ElseñorMeadowcroftimpusosuautoridad.—Unodevosotrosserásuficiente,almenosdemomento.Vetú,Ambrose.Quizá

necesitemosa tuhermanomás tarde.Si lehasucedidoalgúnaccidente(Diosno loquiera),quizátendríamosquebuscarenmásdeunadirección.Silas,tequedarásenlagranja.

Los hermanos se retiraron juntos; Ambrose para preparar su viaje, Silas paraensillarle uno de los caballos. Naomi se escurrió detrás de ellos. Al vermeabandonadoencompañíadelseñorMeadowcroftydesuhija(ambosdevoradosporlapreocupaciónporeldesaparecido,yambosintentandoocultarlobajounacapadedevota resignación ante las circunstancias), apenas será necesario que añada quetambién yo me retiré tan pronto como me fue posible abandonar la estanciaeducadamente.Alsubir lasescalerasparadirigirmeamihabitación,meencontréaNaomimedioescondidaenunrecesoformadoporunaventanaconasientoquehabíaenelprimerdcscansillo.Mibrillanteamiguitaestabaseriamenteturbada.Escondíaelrostroensudelantalyllorabaamargamente.Ambrosenosehabíadespedidodeellacon tanta ternura como era habitual. Estaba más convencida que nunca de queAmbrose «estaba ocultando algo». Todos esperamos con ansiedad a que llegara elsiguientedía.Peroeldíasiguientenohizosinoacrecentarelmisterio.

ElcaballoquehabíallevadoaAmbroseaNarrabeeregresóalagranjamontado

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porunmozodecuadradelhotel.ÉsteentregóunmensajeescritoporAmbrosequenos sobresaltó. Sus preguntas le habían convencido definitivamente de que eldesaparecido ni siquiera se había acercado a Narrabee, La única pista sobre suparaderofueproporcionadaporunvagorumor.SedecíaqueunhombreparecidoaJohnJagohabíasidovistoeldíaanteriorenunvagóndetrenenelexpresodeNuevaYork. Actuando según aquella imperfecta información, Ambrose había decididoverificarlaverdaddelrumorextendiendosuspesquisashastaNuevaYork.

Aquel extraordinario modo de obrar reforzó mi sospecha de que algo ibarealmentemal.Mantuvemisdudasenprivado,peroapartirdeaquelmomentomementalicé para ver la desaparición de John Jago seguida por circunstanciasdecididamentegraves.

Aquelmismodíasevieronlosresultados.Ya había pasado tiempo suficiente como para que lo que había sucedido en la

granja se supiera por la comarca. Conociendo de antemano las malas relacionesexistentes entre los hombres, los vecinos habían sido también informados (por lostrabajadorespresentes,sinduda)deladeplorableescenaquehabíaacontecidodebajodemiventana.EnAmérica,laopiniónpúblicasemanifiestasinlamenorreservaoelmásmínimocuidadoporlasconsecuencias.Laopiniónpúblicadeclaróenestecasoque la desaparición del hombre ausente se debía a un acto criminal, y hacíanresponsabledelmismoaunooinclusoalosdoshermanosMeadowcroft.Aqueldía,algo más tarde, la posibilidad de este serio punto de vista sobre el asunto se vioconfirmadaantelosojosdelpopulachodebidoaunsorprendentedescubrimiento.Seanunció que un predicador metodista afincado últimamente en Morwick, yampliamente respetado en la comarca, había soñado que John Jago había sidoasesinadoyquesushuesosestabanescondidosenlaGranjaMorwick.Antesdequecayera la noche, la demanda por verificar el sueño del predicador se había hechogeneral. No sólo en el vecindario inmediato, sino incluso en la misma ciudad deNarrabee, la voz pública se alzó para reclamar la necesidad de registrar laGranjaMorwickenbuscadelosrestosmortalesdeJohnJago.

Alverelterriblegiroquehabíandadolosacontecimientos,elseñorMeadowcroftdemostróunespírituyunaenergíaparalasqueyonomehabíapreparado.

—Mis hijos tienen sus defectos—dijo—. Serios defectos; y nadie los conocemejorqueyo.MishijossehancomportadomalyhansidounosdesagradecidosconJohnJago.Tampoconiegoeso.PeroAmbroseySilasnosonasesinos.Busquentodoloquequieran.Seloruego.No,seloexijo,despuésdeloquesehadicho,paraquesehagajusticiaamifamiliayamiapellido.

Losvecinosletomaronlapalabra.LasecciónMorwickdelanaciónamericanaseorganizó al completo. Los representantes soberanos se reunieron en comité,promulgarondiscursos,eligieronapersonascompetentesquerepresentaranelinteréspúblico y al día siguiente comenzó la búsqueda. Todo el procedimiento,ridículamenteinformaldesdeunpuntodevistalegal,fuellevadoacaboporaquella

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extraordinariagenteconunsentidodeldebertanestrictoyresolutocomosihubierasidosancionadolegalmenteporelmásaltotribunaldelpaís.

Naomirecibiólacalamidadquehabíacaídosobrelacasacontantadecisióncomosu tío.El corajede lamuchachacreciócon la tareaque se lepresentaba.SuúnicapreocupacióneraAmbrose.

—Debería estar aquí—me dijo—. Los desgraciados de esta comarca son tanretorcidoscomoparadecirquesuausenciaesunaconfesióndesuculpabilidad.

Tenía razón. Dada la exaltación momentánea del populacho, la ausencia deAmbroseeraensímismaunacircunstanciasospechosa.

—Podríamos telegrafiarle a Nueva York —sugerí—, si supiéramos adóndeenviarleelmensaje.

—Conozco el hotel en el que se alojan losMeadowcroft cuando van a NuevaYork—contestóella—.AllímeenviaroncuandomuriómipadreparaesperaraquelaseñoritaMeadowcroftpudierairabuscarmeparatraermeaMorwick.

Decidimos telegrafiar al hotel. Estaba escribiendo el mensaje, y Naomi estabamirandoporencimademihombro,cuandonosvimossobresaltadosporlavozdeundesconocidoanuestrasespaldas.

—¡Oh!¿Ésaessudirección,verdad?—dijolavoz—.Yateníamosganasdesabercuálera.

Nuestro interlocutorerauncompletodesconocidoparamí;Naomi lo reconociócomounodelosvecinos.

—¿Paraquéquieresudirección?—preguntósecamente.—Creo que hemos encontrado los restos mortales de John Jago, señorita. Ya

hemoscazadoaSilas,yqueremostambiénaAmbrose.Sonsospechososdeasesinato.—¡Esoesmentira!—gritóNaomifuriosa—.¡Unaasquerosamentira!Elhombresedirigióhaciamí.—Llévelaalahabitacióndeallado,señor—medijo—,ydejequeveaconsus

propiosojos.Fuimosjuntos.En un rincón, sentada junto a su padre y agarrándole de la mano, vimos a la

severa y pétrea señorita Meadowcroft llorando en silencio. Frente a ellos,inmovilizado en una silla (los ojosmoviéndose inquietos de un lado para otro; lasmanosinmóvilesaloslados)vimosacontinuaciónaSilasMeadowcroft,dominadopor el pánico e incapaz de disimularlo. Algunas de las personas que se habíanentregadoalabúsquedaestabansentadoscercadeél,vigilándole.Lamayoríadelosdesconocidospresentesenlahabitaciónsehabíacongregadoalrededordeunamesaen mitad de la misma. Cuando me acerqué con Naomi, nos abrieron paso y nospermitieronqueviésemosclaramentealgunosobjetosquehabíandispuestosobrelamesa.

Elobjetocentraldelacoleccióneraunpequeñomontóndehuesoschamuscados.A su alrededor había esparcidos un cuchillo, dos botones de metal, y un garrote

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parcialmentequemado.ElcuchillofuereconocidoporlostrabajadorescomoelarmaqueJohnJagollevabasiempreconsigo,elarmaconlaquehabíaheridolamanodeSilas Meadowcroft. Los botones seguían un peculiar patrón que, según reconocióNaomi,lehabíallamadolaatenciónenelabrigodeJohnJago.Encuantoalgarrote,apesardequeestabaquemado,notuvedificultadenidentificarsupuñosingularmentetallado.EraelpesadogarrotedemaderadehayaquehabíaarrebatadodemanosdeSilas y que le había devuelto aAmbrose cuando éste lo había reclamado como supertenencia. Respondiendo a mis preguntas, se me informó de que los huesos, elcuchillo, los botones y el garrote habían sido encontrados almismo tiempo en unhornodecalaúnenusodelagranja.

—¿Esgrave?—mesusurróNaomicuandonosalejamosdelamesa.Habríasidopuracrueldadengañarlaenaquelmomento.—Sí—susurréamivez—.Muygrave.Elcomitédebúsquedasiguiósusprocedimientosconlamásestrictaregularidad.

Serealizaronlasdebidasaplicacionesaunjuzgadodepaz,ylajusticiapromulgósumandamiento.AquellamismanocheSilasingresóenprisiónyunoficialfueenviadoaNuevaYorkconunaordendearrestoparaSilas.

Pormiparte,hiceloquepudeparaserdeutilidad.ConlaconformidaddelseñorMeadowcroftydesuhija,fuiaNarrabeeymeasegurélamejorasistencialegalquela ciudadpudoponer ami disposición para la defensa.Unavez hecho aquello, noquedó otra elección que esperar a recibir noticias de Ambrose, y a que diesencomienzo los interrogatorios y la vista previa que les seguiría. Pasaré por alto ladesgraciade lacasaduranteaquelperiododeespera.Ningúnpropósitoútil tendríaque lo describiera ahora. Permítanmedecir tan sólo que la conducta deNaomimereafirmóenmiconviccióndequeposeíaunadoblenaturaleza.Enaquelmomentonoeraconscientedelestadodemispropiossentimientos,peroahoraestoydispuestoacreerquefueenestaépocaenlaqueempecéaenvidiaraAmbroseporlaesposaquesehabíaganado.

EltelégrafonostrajolasprimerasnoticiasdeAmbrose.HabíasidoarrestadoenelhotelyestabaencaminohaciaMorwick.Llegóaldíasiguiente,ysiguiólospasosdesuhermanohastalaprisión.Losdosfueronconfinadosenceldasseparadas,yselesprohibiólacomunicación.

Dos días después se celebró la vista preliminar.Ambrose y SilasMeadowcroftfueronacusadosfrentealmagistradodehabercometidoelhomicidiodeJohnJago.Yofuicitadocomounodelostestigosy,apeticióndelamismaNaomi,acompañéalapobremuchachaal juzgadoymesentéasu ladodurante losprocedimientos.Mianfitrióntambiénestuvopresente,ensusilladeruedas,acompañadoporsuhija.

Tal fue el resultado de mi viaje al otro lado del océano en busca de paz ytranquilidad, y así desmintieron el tiempo y el azar mis precipitadas conclusionessobrelaaburridavidaquemeesperabaenlaGranjaMorwick.

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VII.–LOSARGUMENTOSDELADEFENSA

Al dirigirnos hacia las sillas que teníamos reservadas en la sala del juzgado,pasamosfrentealaplataformaenlaquesealzabanlosprisioneros.

Silasnonosprestólamásmínimaatención.Ambrosehizounaseñalamistosadereconocimiento,ydespuésdejósumanosobrelabarraqueteníafrenteaél.Cuandopasópordebajo,NaomipudoalcanzarlamanodeAmbroseponiéndosedepuntillas.Latomó.

—Sé que eres inocente —susurró, y le dirigió una mirada amorosa yreconfortantemientrasmeseguíahaciasusitio.Ambrosenoperdióelcontroldesímismo en ningúnmomento. Podría haberme equivocado, pero aquellome pareciómalaseñal.

Elcaso,talycomoanunciabaelfiscal,apuntabadirectamentehacialosacusados.Ambrose y Silas Meadowcroft fueron acusados del asesinato de John Jago

(cometidoconelgarroteoconalgunaotraarma)ydeldeliberadointentodedestruirsu cuerpo arrojándolo al horno de cal.Comopruebas de esta última afirmación sepresentaronelcuchilloqueelfallecidollevabahabitualmenteconsigoylosbotonesdemetal que se sabía habían pertenecido a su abrigo. Se dijo que estas sustanciasindestructibles, y algunos fragmentos de los huesosmás grandes, era lo único quehabía escapado a la acción de la cal viva. Habiendo traído testigos médicos queconfirmaran esta teoría declarando que los huesos habían pertenecido a un serhumano, y habiendo demostrado también el descubrimiento circunstancial de losrestosenelhorno, laacusaciónpasóentoncesa intentardemostrarqueel fallecidohabíasidoasesinadoporlosdoshermanos,yqueéstoslehabíanarrojadoalhornodecalcomomediodeocultarsuculpabilidad.

Testigo tras testigo, todos reconocieron la exacerbada enemistad mostrada porAmbrose y Silas contra el fallecido. El lenguaje amenazador que utilizabanhabitualmenteparadirigirseaél,susviolentasdisputasquesehabíanconvertidoenunescándalopúblicoenelvecindarioyquehabíanterminado(porlomenosenunaocasión)porllegaralasmanos;ladesgraciadaescenaquehabíatenidolugarbajomiventana;ylarestituciónaAmbrose,lamismamañanadelafataldisputa,delgarroteque había sido encontrado junto a los restos del muerto. Todas estas pruebas yhechos, además de una serie de circunstancias menores, juradas por testigos cuyocrédito era irreprochable, apuntaron con terrible seguridad hacia la conclusión a laquehabíallegadolaacusación.

Miré a los hermanos a medida que las pruebas contra ellos iban sumándose.Exteriormente almenos,Ambrose seguía enposesiónde todo su autocontrol.MuydiferenteeraelcasodeSilas.Unterrorabyectosereflejabaensurostrocrispado,ensusojossaltones,fijosconunhorrorvacuoencadaunodelostestigosqueseiban

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sucediendo.Elpúblicolejuzgódeinmediato.¡Allíestaba!¡Sehabíatraicionadoantelaopiniónpopularcomounhombreculpable!

La única ventaja que consiguió la defensa en sus turnos de preguntas estuvorelacionadaconloshuesoschamuscados.

Alversepresionadosenestepunto,lamayoríadelosmédicosreconocieronquesuexamenhabíasidodemasiadoapresurado,yqueeraposiblequetodavíasepudierademostrarqueloshuesospertenecíanaunanimalenvezdeaunserhumano.Eljuezdecidióentoncesquesehacíanecesariounsegundoexamendelosmismos,yqueseincrementaraelnúmerodeexpertosmédicos.

De este modo terminó la primera vista preliminar. Los prisioneros fueronconvocadosparatresdíasmástarde.

LapostracióndeSilasalfinalizarelprocesoeratancompletaquefuenecesarioque algunos hombres le ayudaran a abandonar el juzgado.Ambrose se asomó porencimadelabarraparahablarconNaomiantesdeseguiralalguacil.

—¡Esperahastaqueoiganloquetengoquedecir!—susurróconfiado.Naomibesósumanoconafectoysevolvióhaciaamíconbrillanteslágrimasen

losojos.—¿Por qué no escuchan de inmediato lo que tenga que decir?—preguntó—.

CualquierapodríaverqueAmbroseesinocente.Esunaverdaderavergüenza,señor,devolverleaprisión.¿Nolocreeustedtambién?

SihubieraconfesadoloquepensabarealmentedeberíahaberdichoqueAmbroseno me había demostrado nada más allá de que poseía un extraordinario nivel deautocontrol.Pero reconoceraquelloantemipequeñaamigaeradel todo imposible.Desviédesumenteaquellapreguntasobrelainocenciadesuamadoproponiéndolequeintentáramosconseguirelpermisoadecuadoparavisitarlealdíasiguienteenlacárcel.Naomisesecólaslágrimasymeapretólamanoagradecida.

—¡Oh!¡Esustedungrantipo!—dijolaabiertamuchachaamericana—.Cuandolellegueelmomentodecasarse,señor,estoyseguradeque,seaquiensealamujer,nosearrepentirádehaberledichoquesí.

ElseñorMcadowcroftsemantuvoensilenciomientrasvolvimoscaminandoalagranja a ambos costados de su silla de ruedas. Sus últimas reservas de decisiónparecíanhabersehundidobajoelpesoabrumadorquesuponíala tensiónprovocadaporlosprocedimientoslegales.Suhija,ofreciendounaseveraindulgenciaaNaomi,permitiópiadosamentequesuopiniónnosalumbraraúnicamenteatravésdeunacitade las Escrituras. Y si los textos significaban algo, querían decir que ella habíaprevisto todo lo que había sucedido, y que el único aspecto triste del caso, en suopinión,era lamuertede JohnJago,quienaúnnoestabapreparadopara recibir sufin.

Alamañanasiguienteconseguíelpermisodeaccesoalaprisión.Encontramos a Ambrose aún confiado en un resultado favorable tanto para él

como para su hermano. Parecía casi tan ansioso de contar, comoNaomi de oír, la

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verdaderahistoriadeloquehabíasucedidojuntoalhornodecal.Lasautoridadesdela prisión, presentes en la entrevista, por supuesto, le recordaron que todo lo quedijerapodríaserusadocontraéleneljuicio.

—Apunten, caballeros, se lo ruego—contestóAmbrose—.No tengo nada quetemer;tansóloestoydiciendolaverdad.

Tras haber dicho aquello, se volvió hacia Naomi e inició su narración con lassiguientespalabras,segúnlorecuerdo:

—Lomejorseráqueloadmitatododebuenasaprimeras,muchacha.Despuésdequeel señorLefranknosdejaraaquellamañana, lepreguntéaSilascómosehabíahechoconmigarrote.Alcontármelo,SilasmedijotambiénlaspalabrasquesehabíacruzadoconJohnJagobajolaventanadelseñorLefrank.Estabaenfadadoyceloso.Y,loreconozco,Naomi,pensélopeorquesepodríahaberpensadodetiydeJohn.

EnestepuntoNaomileinterrumpiósinceremonias.—¿Fueesoloquetellevóahablarmecomomehablastecuandoteencontramos

enelbosque?—preguntó.—Sí.—¿Y fue por eso por lo que temarchaste aNarrabee sin ni siquiera darme un

besodedespedida?—Sí.—Pídemeperdónantesdedecirunasolapalabramás.—Teruegoquemeperdones.—Diqueteavergüenzasdetimismo.—Meavergüenzodemímismo—respondióAmbrosepenitentemente.—Ahora ya puedes seguir —dijo Naomi—. Ya estoy satisfecha. Ambrose

continuó.—MientrasSilasmeestabacontandotodoaquello,nosdirigíamoshaciaelclaro

que hay al otro lado del bosque. Y, como si la mala suerte lo hubiera querido,tomamoselsenderohaciaelhornodecal.Aldoblarunacurva,nostropezamosconJohnJago,queibadecaminoaNarrabee.Yoestabademasiadoenfadadocomoparadejarlepasartranquilamente.Ledijealasclarasloquepensaba.Aéltambiénseledebía de haber subido la sangre, supongo, y habló por su parte con tanta libertadcomo yo por lamía. Reconozco que le amenacé con el garrote, pero juro que nopretendía hacerle ningún daño. Ya sabrás, después de haber vendado la mano deSilas, que John Jago es muy diestro con su cuchillo. Proviene del Oeste, y allísiempreestánbienpreparadosparausarunarmauotra,ylassuelenllevarlistasenlosbolsillos.Tambiénesprobablequeélnoquisierahacermenada,¿perocómopodíaestar yo seguro de eso?Cuando se acercó haciamí ymemostró su arma, solté elgarroteymearrojésobreél.Conunamanoarrojéelcuchillolejosdeél,yconlaotralecogídelcuellode supodridoyviejoabrigo,y lemeneé tantoque loshuesos lebailaronbajolapiel.Mequedéenlamanoconuntrozograndedelabrigo.Loarrojéalinteriordelhornodecalydetrástiréelcuchillo.YsiSilasnomehubieradetenido,

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creo que también podría haber arrojado a John Jago a continuación. Tal y comosucedió, Silas me agarró y le gritó: «¡Váyase! ¡Y no vuelva si no quiere acabarquemado por la cal!». Se quedó de pie contemplándonos durante un minuto,recuperandoelalientoyagarrandosudestrozadoabrigo.Despuéshablóconunatotaltranquilidadynosmiróconlamismacalmatotal.«Muchasverdadeshadicho,señorSilas—dijo—, aunque lo que pretendiera fuera burlarse.No volveré, puede estarseguro».Diomediavueltaynosdejóallísolos.Nosquedamosmirándonoselunoalotrocomounaparejadeidiotas.«¿Creesquelohadichoenserio?»,dije.«¡Bah!—contestóSilas—.LegustademasiadoNaomicomoparanovolver».Naomi,¿quétepasa?

Yotambiénmehabíadadocuenta.NaomisehabíapuestopálidacuandoAmbrosehabíarepetidoloquelehabíadichoSilas.

—Nome pasa nada—respondió lamuchacha—. Tu hermano no tiene ningúnderechoatomarselibertadesconminombre.Sigue.¿DijoSilasalgomás?

—Sí. Miró hacia el horno y dijo: «¿Qué te ha hecho arrojar el cuchillo,Ambrose?».«¿Cómosabeunhombreporquéhaceloquehace?»,respondíyo.«Esun buen cuchillo —dijo Silas—. En tu lugar, me lo habría quedado». Recogí elgarrotedelsuelo.«¿—Quiéndicequeestáperdido?»,lerespondí,ytrashaberdichoaquello me acerqué a la boca del horno y empecé a tantear con el garrote en suinteriorparaversipodía recuperarlo,utilizandoelgarroteamododepala,¿sabes?«Damelamano—ledijeaSilas—.Dejaquemedescuelgueunpocoylotendréenunperiquete».En lugar de encontrar el cuchillo, yomismoestuve a puntode caersobrelacalardiente.Supongoquelosvaporesmevencieron.Todoloqueséesquememareéydejé caer el garrote en el interiordel horno.Habría seguidoal garrotehastaunamuerteseguradenoserporqueSilasmeteníabienagarradodelamano.«Déjalo—dijo—. ¡Si no te llego a tener agarrado el cuchillo de John Jago habríaacabado contigo después de todo!» Me condujo del brazo y tomamos juntos elcaminohaciaelbosque.Nosdetuvimosdondenosencontrasteis,ynossentamosenaquelárbolcaído.CharlamosunpocomássobreJohnJago.Nospusimosdeacuerdoenesperaraverquépasabaymantenerlo todoensecretoporelmomento.TúyelseñorLefrank,Naomi,llegasteiscuandoaúnestábamoshablando,ysupusistebienalimaginarqueteestabaocultandoalgo.Ahorasabesloqueera.

Asíterminó.Lehiceunapregunta;laprimeraquelehacía.—¿Tenían usted o su hermano en aquel momento algún temor de que se les

pudieraacusardelcargoqueactualmenteselesimputa?—dije.—Nisenospasóporlacabeza,señor—respondióAmbrose—.¿Cómopodíamos

imaginarnosotrosquelosvecinosibanaregistrarelhornoeibanadecirdenosotroslas cosas que han dicho?Todo lo que temíamos era que el viejo se enterara de lapeleayseenfadaramásquenuncaconnosotros.Yoeraelquemásinterésteníapormantenerlo todo en secreto, porque además de al viejo tenía que tener enconsideración también aNaomi.Póngaseusted enmi lugar, si quiere, y reconozca

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quelaperspectivaquesemepresentabaencasanoeramuyhalagüeñaencasodequeJohnJagomantuviera supalabradeno regresara lagranjay sedescubrieraque laculpadesumarchahabíasidomía.

(Aquellociertamenteexplicabasuconducta,peronoacababadesatisfacermeporcompleto).

—¿Entonces,segúnustedcree—continué—,JohnJagohacumplidosuamenazadenoregresaralagranja?¿Segúnusted,estávivoyescondiéndoseenalgunaparte?

—¡Claro!—dijoAmbrose.—¡Claro!—repitióNaomi.—¿CreeenelrumordequefuevistoviajandoeneltrendeNuevaYork?—Lo creo firmemente, señor. Y lo que es más, creo que estaba tras su pista.

Estaba deseoso de encontrarle, y creo que podría haberlo hecho si me hubierandejadoseguirenNuevaYork.

MiréaNaomi.—Yotambiénlocreo—dijoella—.JohnJagoseestámanteniendoalejado.—¿CreeustedquelesteníamiedoaAmbroseyaSilas?Elladudó.—Podríahaberlestenidomiedo—respondiórecalcandolapalabra«podría».—¿Peronolocreeconseguridad?Volvióadudar.Seguípresionándola.—¿Cree que existe algún otro motivo que justifique su ausencia? Sus ojos se

clavaronenelsuelo.Respondióconobstinación,casiaregañadientes.—Nopuedodecirlo.MedirigíaAmbrose.—¿Tienealgomásquecontarnos?—lepregunté.—No—respondió—.Leshedichotodoloquesé.Me levanté para hablar con el abogado cuyos servicios había contratado. Nos

habíaayudadoaconseguirelpermisodevisitaynoshabíaacompañadoalacárcel.Sentado a un lado, se había mantenido en silencio observando el efecto de lanarracióndeAmbroseMeadowcroftsobrelosoficialesdelaprisiónysobremí.

—¿Seránéstosnuestrosargumentos?—Éstos serán los argumentos de la defensa, señor Lefrank, sí. Entre nosotros,

¿quéopinausted?—Entrenosotros,piensoqueeljuezlesvaaenviardirectamenteajuicio.—¿Acusadosdeasesinato?—Sí,acusadosdeasesinato.

VIII.–LACONFESIÓN

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Misrespuestasalabogadoexpresaronconprecisiónlaconvicciónquesentía.LanarracióndeAmbroseteníatodalaapariencia,amisojos,deunahistoriafabricada,torpemente construida para pervertir el claro significado de las pruebascircunstanciales presentadas por la acusación. Llegué a esa conclusión aregañadientesysintiéndolomuchoporNaomi.Enconsecuencia,dijetodoloquemefue posible para desengañar su absoluta confianza en que la siguiente vista traeríaconsigoelabandonodeloscargos.

Llegóeldíadelasegundavistapreliminar.Naomi y yo volvimos a acudir juntos al juzgado. En aquella ocasión el señor

Meadowcroft fue incapaz de abandonar la casa. Su hija sí estaba presente, perocaminósolahastaeljuzgadoysesentóaparte.

Ensusegundaaparicióntraslabarra,Silasapareciómáscalmado,másparecidoasuhermano.Laacusaciónnollamóaningúntestigonuevo.Nosotrosreincidimosenlabatallaporlaspruebasmédicasrelacionadasconloshuesoschamuscadosy,hastaciertopunto,conseguimosunavictoria.Enotraspalabras:forzamosalosdoctoresaque reconocieran que variabanmucho en sus opiniones. Todos confesaron que noestabanseguros.Dosfueroninclusomásalláydeclararonqueaquelloshuesoseranhuesosdealgúnanimal,ynodehombre.Aprovechamosaquelelementoalmáximo,ydespuésbasamosnuestradefensaenlahistoriadeAmbrose.

Evidentemente,nopudimosllamaraningúntestigoadeclarar.Bienfueraporqueestacircunstancialehubieradesanimado,bienfueraporqueinteriormentecompartíami opinión sobre las declaraciones de su cliente, el abogado habló de una formamecánica;haciéndololomejorquepudo,sinduda,perohaciéndolosinunagenuinaconvicción o apasionamiento por su parte. Cuando su alocución hubo terminado,Naomimedirigióunamiradadepreocupación.Lamanodelamuchacha,cuandolatoméenlamía,estabahelada.Ellatambiénvioseñalesclarasdequeladefensahabíafracasado en el aspecto y lasmaneras de la acusación, pero esperó con resoluciónhasta que el juez anunciase su decisión. Yo había sido demasiado certero en mispredicciones. La cabeza de Naomi se derrumbó sobre mi hombro cuando oyó lasterriblespalabrasqueobligabanaAmbroseyaSilasMeadowcroftaserjuzgadosporasesinato.

Lasaquédeljuzgadoparaqueledieraelaire.Cuandopaséfrentealabarra,viaAmbrosemortalmente pálido, contemplándonosmientras salíamos.La decisión delmagistrado, evidentemente, le había desanimado. Su hermano Silas se habíaderrumbado sobre la silla del alguacil, dominado por un terror abyecto. El pobremiserabletemblabayseacurrucabacomounperroacobardado.

LaseñoritaMeadowcroftregresóconnosotrosalagranjamanteniendounférreosilencio durante todo el trayecto. No pude advertir ningún indicio en su severocomportamientoquesugirieralamásmínimacompasiónporlosprisioneros.Cuando

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Naomi se retiró a su habitación, nos quedamos a solas durante unos minutos; yentonces, para mi asombro, la aparentemente implacable mujer me demostró que,tambiénella,eraunade lashijasdeEva;yque,asupropioyduromodo, tambiénpodíasentirysufrircomoelrestodenosotros.Derepenteseacercóamíypusounamanosobremibrazo.

—Ustedesabogado,¿verdad?—Sí.—¿Ytieneexperienciaenlaprofesión?—Diezañosdeexperiencia.—Creeusted…—sedetuvoabruptamente,sudurorostrosesuavizó,susojosse

hundieron hasta el suelo—. No importa —dijo confusa—. Aunque pueda noparecerlo,estoyunpocoalteradaportodaestadesgracia.Nomehagacaso.

Sevolvió.Yoesperé,firmementeconvencidodequeantesodespuéslapreguntanoformuladaqueanidabaensumenteacabaríaporabrirsecaminohastasuslabios.Tenía razón. Regresó a mi lado sin querer, como una mujer actuando bajo unainfluenciaqueseresistíainclusoasumáximoesfuerzoporatajarla.

—¿CreeustedqueJohnJagosiguevivo?Hizo la pregunta vehementemente, con desesperación, como si las palabras

salierantrabajosamentedesuboca.—No.Nolocreo—respondí.—RecuerdeloqueJohnJagohatenidoquesufriramanosdemishermanos—

insistió—. ¿No cree usted posible, dada su experiencia, que hubiera tomado ladecisiónrepentinadeabandonarlagranja?

Respondícontantaclaridadcomoantes.—No.Dadamiexperiencia,no.Ella permaneció durante un momento mirándome con el rostro blanco de

desesperación. Después inclinó su grisácea cabeza en silencio y me dejó a solas.Mientrascruzaba lahabitaciónhasta lapuerta, lavimirarhaciaarribay laoídecirparasíenvozbaja,entredientes:

—Lavenganzaesmía.Yomelacobraré,dijoelSeñor.EraelréquiemdeJohnJago,pronunciadoporlamujerquelehabíaamado.Cuandolavolvíaver,laseñoritaMeadowcrofthabíavueltoaponersesumáscara.

La señoritaMeadowcroft volvía a ser ellamisma. La señoritaMeadowcroft podíasentarse,haciendogaladeunacalmaimpenetrable,mientraslosabogadosdiscutíanla terrible posiciónde sus hermanos, ya con el cadalso a la vista comounode losposiblesdesenlacesparael«caso».

Una vez a solas, empecé a sentirme inquieto por Naomi. Subí las escaleras y,golpeandosuavementeen supuerta, lepreguntédesdeel exterior.Laclaray jovenvozmerespondiócontristeza.

—Estoyintentandohacermealaidea.Notendráquepreocuparsepormícuandomevuelvaaver.

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Bajé las escaleras, sintiendo por primera vez sospechas sobre la verdaderanaturaleza de mi interés por la muchacha americana. ¿Por qué su respuesta habíahechoque las lágrimas seasomaranamisojos?Salí fueraadarunpaseo, a solas,parapensarsinsermolestado.¿Porquéseguíanresonandolostonosdesuvozenmisoídos?¿Porquéseguíanotandoenmimanolafríaydelicadapresióndesusdedosquehabíasentidoalsalirconelladeljuzgado?

ToméunarepentinadecisiónderegresaraInglaterra.Cuando llegué a la granja ya había anochecido. Aún no habían encendido la

lámpara en el recibidor. Deteniéndome un momento para que mis ojos seacostumbraranalaoscuridad,oílavozdelabogadoquehabíamoscontratadoparaladefensahablandoconalguienmuyagitado.

—Yonotengolaculpa—dijo—.Yavequemehaarrancadoelpapeldeentrelasmanosantesdequepudiesehacernada.

—¿Quierequeseladevuelva?—preguntólavozdelaseñoritaMeadowcroft.—Nohacefalta.Sóloesunacopia.Siguardarlacontribuyeaquesetranquilice,

déjelaqueselaquede,porfavor.Buenasnoches.Aldeciraquellaspalabras,elabogadosecruzóconmigomientrassedirigíaala

salidadelacasa.Ledetuvesinceremonias.Sentíaunaincontrolablecuriosidadporsabermás.

—¿Quiénlehaarrebatadoelpapeldelasmanos?—preguntédirectamente.Elabogadosesobresaltó.Lehabíatomadoporsorpresa.Elinstintodereticencia

profesionallehizomantenerunabrevepausaantesdeempezaracontestarme.Durante ese breve intervalo de silencio, la señorita Meadowcroft me contestó

desdeelotroladodelrecibidor.—NaomiColebrooklehaarrancadoesepapeldelasmanos.—¿Quépapel?Unapuertaseabriósuavementeamisespaldas.LamismaNaomiaparecióenel

umbralpararesponderamipregunta.—Yoselodiré—susurró—.Entreaquí.Tansólounavelailuminabalahabitación.Lacontemplebajoaquellatenueluz.

La decisión de regresar a Inglaterra pasó de inmediato a ser una de esas ideasperdidasdemivida.

—Diosdelcielo—exclamé—.¿Quéesloquehapasadoahora?Meentregóelpapelquehabíatomadodelasmanosdelabogado.La«copia» a laque sehabía referidoerauna copiade la confesión escritapor

SilasMeadowcroftasuregresoaprisión.AcusabaasuhermanoAmbrosedehaberasesinado a John Jago. Declaraba bajo juramento que había visto a su hermanoAmbrosecometerelcrimen.

Comodicelafrasepopular,«apenaspodíacreerloqueestabanviendomisojos».Leílasúltimasfrasesdelaconfesiónporsegundavez.

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…oísusvocesjuntoalhornodecal.EstabandiscutiendosobrelaprimaNaomi. Corrí hasta allí para separarles.No llegué a tiempo.Vi aAmbroseasestarle un terrible golpe a la cabeza del fallecido con su garrote (el deAmbrose).Elfallecidosedesplomósinproferirunsolosonido.Puselamanosobre su corazón. Estabamuerto.Yome asusté terriblemente.Ambrosemeamenazó conmatarme amí también si le decía una sola palabra a alguien.Tomó el cuerpo y lo arrojó al horno de cal, lanzando su garrote tras él.Regresamos juntos al bosque. Nos sentamos sobre un árbol caído a lasafueras.Ambroseseinventólahistoriaquetendríamosquecontarsialguiendescubría lo que había hecho.Mehizo repetirla como si fuese una lección.Todavía estábamos ocupados en aquello cuando la primaNaomi y el señorLefranknosencontraron.Ellossabenelresto.Ésta,lojuro,esunaconfesióncompletamente cierta. La hago libremente y por mi propia voluntad,arrepintiéndomesinceramentedenohaberlahechoantes.

(Firmado)SILASMEADOWCROFT

Dejé el papel y contemplé una vez más a Naomi. Me habló con una extrañacompostura. Una inamovible decisión se reflejaba en sus ojos; una inamovibledecisiónsereflejabaensuvoz.

—Silashamentidoyhaentregadoasuhermanoparasalvarseél—dijo—.Veocobardía,falsedadycrueldadencadalíneadeeseescrito.Ambroseesinocente,yeltiempolodemostrará.

—Seolvida—dije—dequenisiquieranosotroshemossidocapacesdeprobarloaún.

Noprestólamásmínimaatenciónamiobjeción.—John Jago está vivo, oculto en algún sitio —continuó—. Ayúdeme, amigo

Lefrank,aescribiruncomunicadoparalosperiódicos.Retrocedíalejándomedeella,sinsercapazdedecirunasolapalabradebidoami

turbación. Reconozco que creí que la nueva desgracia que acababa de asolarla lehabíaafectadoalcerebro.

—¿Acasonolocree?—dijo—.Cierrelapuerta.Laobedecí.Ellasesentóyseñalóunasillacercana.—Siéntese—continuó—.Voyahaceralgoqueestámal,peronomequedaotra

salida. Voy a romper mi sagrada promesa. ¿Recuerda usted la noche en que meencontréconéleneljardín?

—¿ConJohnJago?—Sí.Ahoraescuche.VoyacontarlequéfueloquesucedióentreJohnJagoyyo.

IX.–ELCOMUNICADO

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Esperéensilencio la revelaciónqueseavecinaba.Naomicomenzóhaciéndomeunapregunta.

—¿SeacuerdadecuandofuimosaveraAmbrosealacárcel?—dijo.—Perfectamente.—AmbrosenoscontóalgoqueelvillanodesuhermanohabíadichosobreJohn

Jagoysobremí.¿Seacuerdadeloqueera?Lorecordabaperfectamente.Silashabíadicho:«AJohnJagolegustademasiadoNaomicomoparanovolver».—Esoes—puntualizóNaomicuando lehube repetido laspalabras—.Nopude

evitarsobresaltarmecuandooí loquehabíadichoSilas,ypenséqueustedsehabíadadocuenta.

—Medicuenta.—¿Sepreguntólacausa?—Sí.—Selacontaré.LacausaesqueloqueSilaslecontóasuhermanosobreJohn

Jago era exactamente lo mismo que yo estaba pensando en aquel momento. Mesobresaltó descubrirmis pensamientos en lamente deunhombre, y expresados envozaltaporlabocadeotrohombre.Yosoylaculpable,señor,dequeJohnJagosehaya marchado de la Granja Morwick. Y yo soy la persona que puede y le harávolver.

Había algo en sus modales, más que en sus palabras, que hizo que una luzalumbraraderepentemicerebro.

—Yamehacontadosusecreto—dije—.JohnJagoestáenamoradodeusted.—¡Locopormí!—dijoella,reduciendosuvozaunsusurro—.¡Locoderemate!

Ésaeslaúnicadefiniciónquelecuadra.Despuésdehaberdadounpardevueltasporelcaminodegrava,parecióperdercompletamenteelcontrolsobresímismo.Sepusode rodillas,besómivestido,mebesó lospies, sollozóy llorópormiamor.Nomefaltacorajeparasermujer,señor.Queyopuedarecordar,ningúnhombremehabíaasustadohastaentonces.PerotengoquereconocerqueJohnJagomeaterrorizó.¡Oh,Señor, vaya si lo hizo! El corazónme llegaba hasta la garganta ymis rodillas nodejaban de temblar. Le rogué y le exigí que se levantara y semarchase.No huboformadequemehicieracaso.Allíseguía,arrodilladoyagarrándomedelosbajosdelvestido. Las palabras le salían… bueno, como nada que pueda imaginar aparte decomoaguadeunafuente.Sufelicidadysuvida,todassusesperanzasenlatierrayelcielo, dependíandeunapalabramía.Eso es loquedijo.Reuní el coraje suficientepara recordarle que ya estaba prometida con Ambrose. «Creo que deberíaavergonzarse—ledije—,yreconocerqueesustedlosuficientementeretorcidocomopara amarme pese a saber que estoy prometida con otro hombre». Cuando dijeaquellocambiódeestrategiayempezóahablarmaldeAmbrose.Aquellomesacóde

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miscasillas.Arranquémivestidodesusmanosyledije todoloquepensaba.«¡Leodio!—dije—. ¡Aunque no estuviera prometida conAmbrose tampocome casaríaconusted!¡No,niaunquefueseustedelúltimohombreenlatierra!¡Leodio,señorJago! ¡Le odio!». Vio que me había enfadado y que le estaba hablandocompletamente en serio. Se levantó y de repente volvió a calmarse. «Ya ha dichoustedsuficiente».Esoesloquemerespondió.«Hadestrozadoustedmivida.Yanotengoesperanzasniperspectivasdefuturo.Meenorgullecíadeestagranja,señorita,yme enorgullecía de mi trabajo. He aguantado el odio que sus primitivos primossentíanpormí,yhesidofielalosinteresesdelseñorMeadowcroft;ytodoporusted,señoritaColebrook.¡Todoporusted!Ahoratodohaterminado.Mividaenlagranjaha llegado a su fin.Nuncavolveré amolestarla.Memarcharépara escondermeenalgúnrincónaesperaraquemelleguelamuerte,comohacenlosanimalesestúpidoscuandosesientenenfermos.Hágamealmenosunúltimofavor.Nomeconviertaenelhazmerreírdelvecindario.Nopodríasoportarlo,mevolveríalocosólodepensarlo.Prométamequenuncalerevelaráanadieloquehasucedidohoy.¡Prométameloporlomássagrado!¡Prométaseloalhombrecuyavidahadestrozado!».Hiceloquemepedía. Se lo prometí por lo más sagrado con lágrimas en los ojos. Sí, es cierto.Despuésdehaberledichoqueleodiaba(yciertamenteasíera),lloréporsudesgracia.Lohice. ¡Señor,qué tontassomos lasmujeres!¿Quéhorribleperversidadseráésta,señor, que nos obliga inmediatamente a compadecernos de los hombres? Él meextendiólamanoymedijo:«¡Adiósparasiempre!».Yomecompadecídeél.Ledije:«Leestrecharélamanosiustedmehaceotrapromesaacambiodelamía.Leruegoquenodejelagranja.¿Quéharíamitíosiustedsemarcha?Quédeseaquíyseamosamigos.Olvideyperdone,señorJohn».Élmeloprometió(nopuedenegarmenada),y volvió a prometérmelo al día siguiente, cuando le vi por lamañana. ¡Sí, le haréjusticiaaunqueleodie!Creohonestamentequemientras le tuvieraa lavistaestabadispuestoamantenersupalabra.Fueúnicamentealquedarseasolascuandoeldiablole tentó para romper su promesa y abandonar la granja. A mí me criaronenseñándome a creer en el diablo, señor Lefrank, y creo que desde luego ayuda aexplicar muchas cosas. Explica a John Jago, por ejemplo. Ayúdeme a averiguardóndeestá,yyomeasegurarédequeregreseparalibraraAmbrosedetodasospechaquesuvilhermanohayapodidoarrojar sobreél.Aquí tieneunapluma;escribauncomunicado,amigoLefrank,yescríbalodeinmediato.¡Hágalopormí!

La dejé hablar y hablar hasta que hubo terminado, sin intentar contradecir susconclusiones. Cuando depositó la pluma sobre la palma de mi mano, inicié laredaccióndelcomunicadocon tantaobedienciacomosiyomismocreyese tambiénqueJohnJagoseguíavivo.

En cualquier otro caso, habría reconocido abiertamente que mis opinionesiniciales seguían siendo las mismas. Tal y como veía el caso, si no se hubieradesatadoningunadisputajuntoalhornodecalhabríaestadodispuestoacreerqueladesaparicióndeJohnJagopodríahabersedebidoalaterribledecepciónquelehabía

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causadoNaomi.Elmismomórbido terroral ridículoque lehabía llevadoaafirmarqueno le importabaen lomásmínimoNaomicuandoélySilas sehabíanpeleadobajolahabitacióndemidormitorio,podríahaberleimpulsadotambiénaalejarseensecreto y repentinamente del escenario de su fracaso. Pero pedirme que creyese,despuésdeloquehabíapasadojuntoalhornodecal,queaúnpermanecíaconvida,erapedirmequecreyesepuntoporpuntoladeclaracióndeAmbrose.

Me había negado a hacer aquello desde un primermomento, y aún insistía enseguirnegándolo.Simehubieranpedidoquesopesaralasprobabilidadesdecertezaentre la narración de Ambrose para su defensa, y la realizada por Silas en suconfesión,deberíahaberreconocido,pormuchoquemedisgustara,quelaconfesiónera,amijuicio,lamenosincreíbledelasdoshistorias.

¿Pero acaso podía decirle aquello a Naomi? Cincuenta comunicados habríaescritointeresándomeporJohnJagoantesqueconfesárselo.Yustedeshabríanhecholomismosilahubiesenapreciadotantocomoyolohacía.

Al final redacté el comunicado en los siguientes términos, para que apareciesepublicadoenTheMorwirkMercury:

ASESINATO.RogamosaloseditoresdeperiódicosalolargoyanchodelosEstadosUnidosquepubliquenlasiguientenoticia:AmbroseMeadowcroftySilasMeadowcroft,delagranjaMorwick,condadodeMorwick,vanaserjuzgadosporelasesinatodeJohnJago,actualmentedesaparecidodelagranjaylacomarca.Cualquierpersonaquepudieraproporcionarinformaciónsobrela existencia del tal Jago, podría salvar las vidas de dos hombres acusadosinjustamente comunicándolo de inmediato. Jagomide unmetro sesenta. Esdelgado y nervudo. Extremadamente pálido. Sus ojos son oscuros y muybrillantes e inquietos. La parte inferior de su rostro queda oculta bajo unaespesabarbaybigote.Suapariencia,engeneral,essalvajeyesquiva.

Añadílafechaynuestradirección.AquellanocheenviamosuncriadoacaballohastaNarrabeeparaquegarantizaralainsercióndelanuncioenlasiguienteedicióndelperiódico.

Cuandonosseparamosaquellanoche,Naomilucíacasicomosu«yo»másfelizydeslumbrante.Ahoraqueelanuncioestabacaminodelaimprenta,semostrabamásqueoptimista:estabaconvencidadelosresultados.

—Nosabeloquemehareconfortadousted—dijodeaquelmodofrancoycálidotan característico—. Todos los periódicos lo copiarán y, antes de que pase unasemana,habremostenidonoticiasdeJohnJago.

Sevolvióparamarcharse,perodiomediavueltayseacercóamí.—¡NuncaperdonaréaSilasporhaberescritoesaconfesión!—mesusurróaloído

—.Si algunavezvuelveavivirbajoelmismo techoqueAmbrose…bueno,yo…¡creoquenimecasaríaconAmbrose,silohiciera!

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Medejóasolas.Durante lashorasquepaséenvelaaquellanochemimentesecentróenaquellaspalabras.QuepudieraNaomicontemplar,bajo lascircunstanciasque fueran, la posibilidad de no casarse con Ambrose, era, me avergüenzo dereconocerlo, un directo estímulo para ciertas esperanzas que ya había empezado acultivar en secreto. El correo del siguiente díame trajo una carta de negocios.Misecretario me había escrito para preguntarme si había alguna oportunidad de queregresase a Inglaterra a tiempo para estar en las cortes durante el inicio del nuevocursojudicial.Lerespondí,sindudarunmomento,queaúnmeresultabaimposiblefijar la fecha de mi regreso. Naomi estaba en la habitación mientras yo escribía.¿Cómohabríarespondido,mepregunto,silehubieraconfesadolaverdaddiciéndole:«Túereslaresponsabledeestacarta»?

X.–ELSHERIFFYELDIRECTOR

EltiemposehabíaconvertidoenunacuestióndesumaimportanciaenlaGranjaMorwick.FaltabanseissemanasparaquelacortededicadaalosprocesoscriminalesinauguraralatemporadadejuiciosenNarrabee.

Duranteaquelintervalo,noocurrióningúneventodignodemención.Nos llegaron muchas cartas intrascendentes en respuesta al comunicado en

relación con John Jago, pero no recibimos ninguna información positiva. Noobtuvimoselmásmínimorastrodeldesaparecido,ynisiquieraconseguimosquesearrojaralasombradeunadudasobrelaafirmacióndelaacusacióndequesucuerpohabía sido destruido en el horno de cal. SilasMeadowcroft siguió defendiendo laautenticidaddelaconfesiónquehabíaescrito.SuhermanoAmbrose,conlamismaresolución,semantuvofirmeendeclararsuinocenciayreiteróladeclaraciónqueyahabíahecho.Duranteperiodosregulares,acompañéaNaomiavisitarleenprisión.Amedida que el día para la inauguración de las cortes se aproximaba, la decisiónempezó a fallarle, su comportamiento se volvió intranquilo y Ambrose se volvióirritablemente suspicaz ante las más insignificantes bagatelas. Aquel cambio noimplicaba necesariamente una conciencia de culpabilidad,meramente podría haberindicadounaagitaciónnerviosanaturaldebidoalacercaníadeljuicio.Naominotóelcambio de comportamiento de su amado, lo que incrementó enormemente supreocupación,aunqueenningúnmodoalterósuconfianzaenAmbrose.Exceptoalahoradelascomidas,duranteaquellassemanassobrelasqueahoraestoyescribiendopermanecíasolasconlaencantadorachicaamericanadeunmodocasiconstante.Laseñorita Meadowcroft buscaba en los periódicos noticias sobre John Jago en laintimidaddesuhabitación.ElseñorMeadowcroftnoqueríaveranadieexceptoasu

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hija, a su doctor y, ocasionalmente a uno o dos viejos amigos.Desde entonces hetenido razón para creer que Naomi, durante aquellos días de nuestra íntimaasociación,descubrió laverdaderanaturalezade lossentimientosquedespertabaenmí.Peromantuvo su secreto.Su comportamientohaciamí siguió siendo el deunahermana.Enningúnmomento rebasóniporunmilímetro los límitesdelpersonajequehabíaasumido.

Por fin empezaron las sesiones en el tribunal deNarrabee. Tras haber oído laspruebas, y examinado la confesión de Silas Meadowcroft, el gran jurado tuvoevidenciasdesobraparaenjuiciaralosdosacusados.Eldíaseñaladoparaeljuiciofueelprimerodelasiguientesemana.

YohabíapreparadodeantemanoaNaomipara ladecisióndelGranJurado.Lamuchachaencajóelnuevogolpeconvalentía.

—Sinoestácansadodetodoesto—dijo—,vengamañanaconmigoalaprisión.EstavezAmbrosenecesitaráánimos.

Sedetuvoycontemplólascartasdeldíadesparramadassobrelamesa.—YtodavíaniunasolapalabrasobreJohnJago—dijo—.Yesoque todos los

periódicoshanreproducidoelcomunicado.¡Estabatanseguradequeoiríamoshablardeélenseguida…!

—¿Aúnestáconvencidadequesiguevivo?—meatrevíapreguntar.—Tanseguracomosiempreloheestado—contestóconfirmeza—.Estáenalgún

lugar,escondido.Quizásinclusohayacambiadodeaspecto.Supongaquesigamossinsabernadadeélcuandoempieceeljuicio.Supongaqueeljurado…

Secallótemblando.Lamuerte.Unamuertevergonzosaenelpatíbulo.Éseseríael terribleresultado

delasdeliberacionesdeljurado.—Hemos esperado demasiado tiempo a que nos lleguen noticias —continuó

Naomi—.YavasiendohoradequenosotrosmismosbusquemoslashuellasdeJohnJago.Aúnfaltaunasemanaparaqueempieceel juicio.¿Quiénmepodríaayudarainvestigar?¿Seráustedesehombre,señorLefrank?

Resultará completamente innecesario añadir que (aunque sabía que noconseguiríamosnada)efectivamenteaceptéseresehombre.

Ultimamossolicitarelpermisodevisitaparalaprisión,ydedicamosdeinmediatoalabúsquedaencuantohubiéramosvistoaAmbrose.Cómoibaaconducirseaquellabúsqueda, es más de lo que puedo decir y más de lo que podría decir Naomi.SupongoqueempezaríamosporacudiralapolicíaparaquenosayudaranaencontraraJohnJagoydespuésnosdejaríamosguiarporlascircunstancias.¿Hahabidoalgunavezunprogramamásdesesperanzadorqueéste?

Nada más empezar, las circunstancias se declararon de inmediato en nuestracontra.Cuandosolicité,comodecostumbre,elpermisodevisitaparalaprisión,misolicitud fue rechazada por primera vez, sin que las personas responsables sedignarandarme razónalguna.Preguntase loquepreguntase, laúnica respuestaque

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recibífue:—Hoy,no.SiguiendounasugerenciadeNaomi,acudimoshastalaprisiónenbuscadealguna

explicacióndequenoshubieranrechazadoenlaoficina.Elalguacildeguardiaenlapuerta exterior eraunode losmuchosadmiradoresdeNaomi.Resolvióelmisterioconcautelay susurrando.El sheriffyeldirectorde laprisiónestabanhablandoenprivadoconAmbroseMeadowcroftensucelda.Habíanordenadoexpresamentequedurante aquel día ninguna persona aparte de ellos fuese admitida para ver alprisionero.

¿Qué significaba aquello? Regresamos a la granja preguntándonoslo. Allí, porcasualidad,Naomihizociertosdescubrimientoshablandoconunadelascriadas.

AquellamañanaelsheriffhabíasidoconducidohastalaGranjaMorwickporunviejoamigodelosMeadowcroft.ElseñorMeadowcroftysuhijahabíanmantenidounalargaentrevistaconelrepresentanteoficialpresentadoporelamigo.Trasdejarlagranja, el sheriff se había dirigido directamente a la prisión y se había puesto deacuerdoconeldirectorde lamismaparavisitaraAmbroseensucelda.¿AcasosehabíapuestoenmarchaalgunapotenteinfluenciaquepudieraayudarprivadamenteaAmbrose? Las apariencias así parecían sugerirlo. Suponiendo que realmente sehubiera ejercido aquella influencia, la siguiente pregunta era: ¿con qué fin? Sólopodíamosesperaryver.

Nohizofaltaquenuestrapacienciasevierapuestaapruebamucho tiempo.Unacontecimiento acaecido al día siguiente alumbró nuestra incógnita de unamaneracompletamente inesperada.Antesdelmediodía, losvecinosnos trajeronalarmantesnoticiasdesdelaprisión.

¡AmbroseMeadowcroft había confesado personalmente ser el asesino de JohnJago! ¡Había firmado la confesión en presencia del sheriff y del gobernador de laprisiónaquelmismodía!

Vi el documento. Resulta del todo innecesario reproducirlo aquí. En resumen,Ambrose confesaba lomismoque había confesadoSilas; declarando, sin embargo,que sólo había golpeado a Jago debido a una intolerable provocación, con laintencióndereducirlanaturalezadesuafrentaantelaley,deasesinatoahomicidioinvoluntario. ¿Era esta confesión, por fin, la narración de lo que realmente habíasucedido?¿OacasoAmbrosesehabíavistopersuadidoporelsheriffyeldirectordelaprisión,quienesactuandoennombredelosinteresesdelafamiliaMeadowcroftlehabíanconvencidodequeintentaraescaparalaignominiaquesupondríaunamuerteen la horca de aquel desesperado modo? El sheriff y el director mantuvieron unimpenetrablesilenciohastaquelapresiónejercidasobreelloslegalmenteduranteeljuiciolesobligóahablar.

¿QuiénibaatransmitirleaNaomiaquellaúltimacalamidad,sindudalamástristedelasquehastaahorasehabíancebadoenella?Sabiendocómolaamabaensecreto,sentí un invencible rechazo a ser la persona que le revelara la degradación de

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AmbroseMeadowcroft a su prometida. ¿Le había contado ya lo que había pasadoalgún otro miembro de la familia? El abogado me respondió que sí. La señoritaMeadowcroftselohabíadicho.

Cuandolooímequedéestupefacto.LaseñoritaMeadowcroft tendríaquehabersido la última persona de la casa en revelarle aquello a la pobre muchacha. LaseñoritaMeadowcroft habría presentado las dolorosas noticias de unmodomuchomás terrible del necesario. Intenté encontrar a Naomi, sin éxito. Siempre se habíamostradoaccesibleenlasdemásocasiones.¿Acasoseestabaescondiendodemí?Laideasemeocurriómientrasbajabalasescalerastrashaberllamadoinútilmentealapuertadesuhabitación.Estabadecididoaverla.Esperéunpardeminutosydespuéssubílasescalerasderepente.Laencontréenelrellano,abandonandosuhabitación.

Intentóvolvera esconderseen su interior,pero la agarrédelbrazoy ladetuve.Utilizósumanolibreparacubrirseelrostroconsupañuelo,ocultándoloamisojos.

—Unavezmedijoquelahabíareconfortado—ledijeamablemente—.Déjemequelohagaotravez.

Siguióluchandoparaliberarseycontinuómanteniendosurostroalejadodemí.—¿Novequemeavergüenzodemirarlea lacara?—dijoen tonosapagadosy

entrecortados—.Déjemeir.Yo insistíenhacerlacambiardeopinión.La llevéhasta laventana.Ledijeque

esperaríahastaquefuesecapazdehablarme.Sedejócaerenunasillayescondiólasmanosensuregazo.Susojossiguieron

evitandoobstinadamentelosmíosdirigiéndosehaciaelsuelo.—¡Oh!—dijo para sí—. ¿Qué locura se apoderó demí? ¿Es posible que haya

caídoendesgraciadetalmodoalamaraAmbroseMeadowcroft?Empezóatemblarencuantolaideaseasomóasuslabios.Laslágrimasrodaron

lentamenteporsusmejillas.—Nomedesprecie,señorLefrank—dijodébilmente.Lo intenté; honestamente intenté confesarle la verdad en aquel su momento

menosfavorable.—Sudeterminaciónhaacabadocediendo—dije—.Hahechoestoparaescapara

lahorca,rechazandoprobarsuinocencia.Ellase levantódandounairadogolpeenelsuelocon lospies.Volviósurostro

hacia mí con el profundo carmesí de la vergüenza grabado en él, y las enormeslágrimasbrillandoensusojos.

—¡Noquierovolverahablardeél!—dijocondecisión—.Sinoesunasesino,¿qué otra cosa es? ¡Un mentiroso, y un cobarde! ¿Cuál de sus características medesagrada más? ¡He acabado con él para siempre! ¡Nunca volveré a dirigirle lapalabra!

Me empujó con furia hacia un lado y avanzó unos pasos hacia su habitación;luegosedetuvoyvolvióaacercarseamí.Lagenerosanaturalezadelamuchachasereflejóensussiguientespalabras.

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—Peronocreaquenoleagradezcoaustedloquehahecho,amigoLefrank.Unamujerenmiposiciónessólounamujer.Ycuandounamujerestáavergonzadacomoyoloestoy,losienteconmuchaamargura.¡Demesumano!¡QueDioslebendiga!

Llevó mi mano hasta sus labios antes de que me diera cuenta y, tras besarla,corrióaencerrarseotravezensuhabitación.

Mesentéenelmismositioqueellaacababadeocupar.Mehabíamiradoporunmomento en el preciso instante en que me había besado la mano. Me olvidé deAmbrose y de su confesión. Me olvidé del juicio. Me olvidé de mis deberesprofesionalesydemisamigosdeInglaterra.Allíestaba,sentado,enelelíseodeuntontocreadopormímismo,¡conabsolutamentenadaenlamentesalvolaimagendelrostrodeNaomienelmomentoenquemehabíamirado!

Ya hemencionado con anterioridad que estaba enamorado de ella.Únicamenteañadoestoparademostrarlesqueestabadiciendolaverdad.

XI.–ELGUIJARROYLAVENTANA

LaseñoritaMeadowcroftyyofuimoslosúnicosrepresentantesdelafamiliaeneljuicio,aunqueacudimosaNarrabeeporseparado.Exceptuandoloscomunessaludospor las mañanas y por las noches, la señoritaMeadowcroft nome había vuelto adirigirlapalabradesdeelmomentoenquelehabíadichoquenocreíaqueJohnJagosiguieravivo.

Hastaelmomentomeheabstenidodeliberadamentedeentorpecerminarracióncondetalleslegales.Mepropongoahorapresentarlanaturalezadenuestradefensadelamaneramásbreveposible.

Insistimos en que los dos prisioneros se declararan inocentes. Una vez hechoaquello,pusimosenteladejuiciolalegalidaddelasprimerasvistas.Apelamosalaantigua ley inglesa según la cualnopuedecondenarsepor asesinato aunapersonamientrasnoaparezcaelcuerpodeldelitoosehayanobtenidosuficientespruebasdesu destrucción más allá de toda duda. Denegamos que se hubieran encontradosuficientespruebaseneljuicioqueahorasepresentabafrentealjurado.

Losjuecesconsultaronydecidieronqueeljuiciodeberíaseguiradelante.A continuación protestamos cuando las confesiones se tomaron como pruebas.

Declaramos que habían sido debidas al terror o la influencia externa, y señalamospequeñosdetallesen losqueambasdiferían.Por lodemás,nuestradefensaenestaocasiónfue,enlosdetallesesenciales,lamismaquehabíamosrealizadodurantelassesiones preliminares. Una vez más los jueces consultaron entre sí y denegaronnuestraobjeción.

Lasconfesionesfueronaceptadascomoprueba.

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Por suparte, la acusaciónpresentó aunnuevo testigopara apoyar su caso.Noseránecesarioperdereltiempoenrecapitularcuálesfueronsusaportaciones.Cuandollegónuestro turnode interrogarleconseguimosquesecontradijeragravemente,asíquedemostramosclaramente(yposteriores investigaciones locorroboraron)quesujuramentonoerafiable.

Eljuezlevantóelsumario.Declaró,enrelaciónalasconfesiones,quenuncaseledeberíadarvaloralgunoa

una confesión incitada por el miedo o la esperanza, pero que dejaba al jurado ladecisión de determinar si las confesiones presentadas en este caso se habían vistoinfluidasporalgunodeestoselementos.Duranteeltranscursodeljuicio,ladefensademostróqueelsheriffyeldirectordelaprisiónlehabíandichoaAmbrose,conelconsentimientodesupadre,queelcasoestabaclaramenteensucontra,yquelaúnicaoportunidaddeahorrarleasufamilialavergüenzadesumuerteenpúblicaejecuciónresidíaenunaconfesión.Tambiénledijeronque,siconfesaba,haríantodoloposibleporconseguirquesusentenciafueseconmutadaatrabajosdeporvida.EncuantoaSilas, demostramos que había realizado aquella abominable acusación contra suhermano sumido en un estado de terror. Habíamos confiado en vano en que larealidad de estos dos puntos condujera a la corte a rechazar las confesiones, yestábamos destinados a sufrir una nueva decepción al anticipar que aquellasevidencias influirían en el veredicto hacia el lado de la misericordia. Tras unaausencia de una hora, los doce miembros del jurado regresaron a la sala con unveredictodeculpabilidadparalosdosprisioneros.

Alpreguntárselesdeformadebidasiteníanalgomásquedecirensudefensaalaluzde aquella sentencia,AmbroseySilasdeclararon solemnemente su inocenciayreconocieronpúblicamentequesusrespectivasconfesionesleshabíansidoextraídascon la esperanza de escapar a lasmanos del verdugo. Aquella declaración no fuetenidaencuentaporeltribunal.Losprisionerosfueronsentenciadosamuerte.

Al regresara lagranjanoviaNaomi.La señoritaMeadowcroft le informódelresultadodeljuicio.Mediahoramástarde,unadelascriadasmetrajounsobreenelqueaparecíaescritominombreconlacaligrafíadeNaomi.

El sobre llevaba dentro una carta y un trozo de papel en el que Naomi habíaescritoapresuradamenteestaspalabras:«PorelamordeDios, lealacartaqueleheenviadoyhagaalgodeinmediato».

Mirélacarta.DecíaestarescritaporuncaballerodeNuevaYork.Eldíaanteriorhabíaleído,pormeroaccidente,elcomunicadosobreJohnJago;lohabíarecortadoylohabíapegadoenellibrodecuriosidadesquemanteníaunamigosuyo.Despuésdehaber hecho aquello, escribió a la granjaMorwick para decir que había visto a unhombre que respondía a la descripción exacta de John Jago, aunque respondía porotro nombre, trabajando como oficinista para un comerciante de jersey. Teniendotiempo de sobra antes de la recogida del correo, había regresado a la oficina paraecharleotrovistazoalhombreantesdeecharlacartaalcorreo.Parasusorpresa,sele

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informó de que el oficinista no había acudido a trabajar aquel día. Su jefe habíaenviadoa alguiena su residencia,y se lehabía informadodequeelhombrehabíahecholasmaletasrepentinamentetrashaberleídoelperiódicomientrasdesayunaba.Había pagado su alquiler con toda honestidad y se había marchado a nadie sabíadónde.

Yaeradenochecuandoleíaquellaslíneas.Teníatiempoparareflexionarantesdeactuardealgúnmodo.

Asumiendo que la carta fuera auténtica, y aceptando la explicación de Naomisobre elmotivo por el cual John Jago se habría ausentado en secreto de la granja,lleguéalaconclusióndequesubúsquedapodíalimitarseaNarrabeeyalacomarcacircundante.

El periódico que había leído mientras desayunaba le había dado sin duda suprimerainformaciónsobreel«descubrimiento»delgranjuradoysobreeljuicioquelehabía seguido.Dadamiexperienciaen tratarcon lanaturalezahumana,creíqueJago se atrevería a regresar a Narrabee bajo aquellas circunstancias y debido a lainfluenciadesuencaprichamientoconNaomi.Másaún,dadamiexperiencia,aunquesientodecirlo,estabasegurodequeintentaríaaprovecharsedelaposicióncríticadeAmbrose como un medio de extorsionar a Naomi para conseguir de ella elconsentimiento a sudemanda.Una cruel indiferencia ante el dañoy el sufrimientoquesusúbitaausenciadelagranjapudieranhaberprovocadoestabaimplícitaenelsecretismo de su huida. Aquella misma cruel indiferencia, elevada a un gradoextremo,bienpodríallevarleapresionarprivadamenteaNaomiparagarantizarselaaceptacióndesusexigenciascomoelprecioapagarporsalvarlavidadesuprimo.

Llegué a estas conclusiones tras pensar mucho. Me había decidido, arequerimientodeNaomi,aestudiarelasunto;peroresultarácándidoañadirquemisdudassobrelaexistenciadeJohnJagoseguíansiendoigualdefirmespesealacarta.Nocreíquefueramásqueunacruelyestúpida«broma».

Las campanadas del reloj del recibidor me sacaron de mis meditaciones. Lasconté.¡Medianoche!

Me levanté para dirigirme a mi habitación. Todos los demás habitantes de lagranjasehabíanretiradoalacama,comosiempre,hacíamásdeunahora.Elsilenciode la casa era desolador. Caminé con cuidado instintivamentemientras cruzaba lahabitaciónparacontemplarlanoche.Unabellaluzdelunamesalióalencuentro;eracomo la luz de luna que había alumbrado aquella noche fatal en la queNaomi sehabíaencontradoconJohnJagoeneljardín.

Tenía lavelademidormitorio sobre lamesa.Acababadeencenderla.Estabaapuntode abandonar lahabitacióncuando lapuerta se abrióde repenteyNaomi seplantófrenteamí.

Recuperándome del susto de su repentina aparición, vi de inmediato, en susansiosos ojos, en susmejillasmortalmente pálidas, que algo serio había sucedido.Veníaenvueltaenunalargacapaysehabíaatadounpañueloblancoalrededordela

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cabeza. Su pelo estaba desordenado. Evidentemente, se acababa de levantar de lacama,conprisasyasustada.

—¿Qué sucede?—le pregunté dirigiéndome hacia ella. Se colgó de mi brazotemblandoacausadelnerviosismo.

—¡JohnJago!—susurró.Pensaránquesoyunobstinadoempedernido. ¡Apenaspodíacreerla,ni siquiera

enaquelmomento!—¿SerefierealfantasmadeJohnJago?—pregunté.—¡AcabodeveraJohnJagoenpersona!—respondióella.—¿Dónde?—Enelpatiodeatrás.Bajolaventanademidormitorio.La situación era demasiado seria como para permitir cualquier consideración

sobrelaspequeñaspropiedadesdelavidadiaria.—¡Déjemequelovea!—dije.—Hevenidoabuscarle—respondióellaconsuhabitualfranquezaydecisión—.

Vengaconmigo.Suhabitaciónestabaenelprimerpisode lacasayeraelúnicodormitorioque

daba al patio trasero. Mientras subíamos las escaleras me explicó lo que habíasucedido.

—Estaba en la cama —dijo—, pero aún no me había dormido cuando oí unguijarro chocando contra el vidrio de la ventana. Esperé, preguntándome quésignificaría. Alguien arrojó otro guijarro contra la ventana. Hasta entonces estabasorprendida,peronoasustada.Melevantéymeasoméalaventana.AllíestabaJohnJago,mirandohaciaarribaeiluminadoporlaluna.

—¿Levioélausted?—Sí.Medijo:«¡Bajeahablarconmigo!¡Tengoalgoimportantequedecirle!».—¿Lerespondióusted?—Tanpronto comopude reunir aliento.Ledije: «Espereunmomento», y bajé

corriendoabuscarle.¿Quédebohacer?—Déjemequeleecheunvistazoyselodiré.Entramosensuhabitación.Manteniéndomecautelosamenteocultotraslacortina,

miréhaciaabajo.¡Allí estaba!Sehabía afeitado labarbay el bigote, llevaba el pelomuchomás

corto,peronohabíamododedisfrazarsussalvajesojosmarrones,oelpeculiarmododemoversupequeñaynervuda figura,mientrascaminaba lentamentedeaquíparaalláalaluzdelaluna,esperandoaNaomi.Porunmomento,mipropionerviosismocasiseapoderódemí.¡HastatalpuntomehabíaconvencidodequeJohnJagohabíaabandonadoelmundodelosvivos!

—¿Quédebohacer?—repitióNaomi.—¿Estáabiertalapuertadelalechería?—pregunté.—No,perolapuertadelacasetadelasherramientas,alotroladodelaesquina,

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noestácerrada.—Muybien.Salgaalaventanaydígale:«Voydeinmediato».Lavalientemuchachameobedeciósindudarunsolomomento.Nohabíatenidodudasnisobresusojosnisobresupose.Tampocolatuvesobre

suvozcuandocontestóenvozbajadesdeabajo:—¡Estábien!—Manténgale hablando donde está ahora—le dije aNaomi—, y deme tiempo

paraquepuedallegarhastalacasetadelasherramientasporelotroladodelacasa.Después finja tenermiedo de ser descubierta, y llévele hasta allí demodo que yopuedaoírlesdesdeelotroladodelapuerta.

Dejamos la casa juntos, y nos separamos en silencio. Naomi siguió misinstrucciones con la inteligencia y la rapidez propia de las mujeres en lo que aestratagemas se refiere. Apenas llevaba un minuto en la caseta de herramientascuandooíaNaomihablandoalotroladodelapuerta.

Las primeras palabras que capté con claridad estaban relacionadas con losmotivosdeJohnJagoparaabandonarlagranjasecretamente:sumortificadoorgullo(doblementemortificadoporeltajanterechazodeNaomiyporlaindignidadpersonalafrentada por Ambrose) había sido la principal razón que le había llevado aausentarse de Morwick. Admitió que había visto el anuncio y que éste le habíaanimadoamantenerseoculto.

—Despuésdehabersidoburlado,insultadoyrechazado,estuvecontento—dijoelmuymiserable—deverquealgunodeustedesteníaseriasrazonesparadesearmiregreso.Deusteddepende,señoritaNaomi,mipermanencia,ytambiénlasalvacióndeAmbrosemostrándomeenpúblico,acambiodequelleveustedminombre.

—¿Quéquieredecir?—oípreguntaraNaomicondecisión.—Prometaque secasaráconmigo—dijo—ymañanamismo iréapresentarme

frentealjuezparademostrarlequesigovivo.—¿Supongamosquemeniego?—Enese casovolverá aperdermedevistayningunodeustedes será capazde

encontrarmehastaqueAmbrosehayasidocolgado.—¿Esusted tanvillano, John Jago, comoparapensar en serio lo que acabade

decir?—preguntólamuchachalevantandolavoz.—¡Siintentadarlaalarma—respondióél—,tanciertocomohayunDiossobre

nosotrosquesentiráustedmimanoensugarganta!Ahoraesmiturno,señorita,nointentejugarconmigo.Meaceptarácomoesposo,¿síono?

—¡No!—respondióellaenvozaltayconfirmeza.AbrílapuertadeparenparymearrojésobreJohnJagocuandoestabaalzandosu

manocontraNaomi.Élnohabíasufridoelataquedenerviosquemehabíadebilitado,y además era elmás fuerte de los dos.Naomime salvó la vida.Le arrancóde lasmanoslapistolaquehabíaextraídodesubolsilloconlamanolibrejustocuandolaestabaapoyandosobremicabeza.Labalasedisparóalaire.Enesemismomomento

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golpeésus talones.Elsonidodeldisparohabíaalarmadoa lacasa.Entre losdos lemantuvimosenelsuelohastaquellególaayuda.

XII.–ELFINAL

John Jago fue llevado frente al juez al día siguiente y fue identificadodebidamente.

LasvidasdeAmbroseySalasyanoestaban,porsupuesto,enpeligro,almenosen lo que a la justicia mortal concernía. Pero aún había formalismos legales quecumplimentar,yretrasosquesufrirantesdequelosdoshermanospudieransalirdelaprisióncomoinocentes.

Durante el intervalo que se consumió de este modo, ocurrieron ciertosacontecimientos que deberían ser mencionados brevemente antes de que puedafinalizarminarración.

El señor Meadowcroft, roto por los sufrimientos que había atravesado, muriórepentinamenteacausadeunaafecciónreumáticaenelcorazón.Uncodiciloañadidoa su testamento justificó en abundancia lo que Naomi me había contado sobre lainfluenciaquelaseñoritaMeadowcrofthabíaejercidosobresupadre,ysobreelfinquehabíaperseguidoejerciéndola.AloshijosdelseñorMeadowcroftsólolesquedóunapensiónvitalicia.Laposesióndelagranjaquedócompletamenteenmanosdesuhija,conlarecomendaciónañadidadel testamentariodequedeberíacasarseconsu«mejorymásqueridoamigo,elseñorJohnJago».

Armadaconelpoderdelaherencia,laherederadeMorwickleenvióunmensajedelomásinsolenteaNaomisolicitándolequenoseconsideraradurantemástiempounadelashabitantesdelagranja.LaseñoritaMeadowcroft,deberíaañadir,rechazócompletamente creer que John Jago le hubiera pedido jamás a Naomi que ésta seconvirtiese en su esposa, o que la había amenazado, como yo le había oídoamenazarla,sirechazabahacerlo.Meacusó,comoacusóaNaomi,deintentardañarla reputación de John Jago ante sus ojos, todo por odio hacia aquel «hombremaltratado»,ymeenvió,comolehabíaenviadoaNaomi,unapeticiónformaldequeabandonaselacasa.

Los dos desterrados nos encontramos el mismo día en el recibidor, con lasmaletasenlasmanos.

—Nos vemos echados a la vez, amigo Lefrank—dijo Naomi con su singularsonrisacómica—.UstedvolveráaInglaterra,supongo,yyodeberéganarmelavidaaquí enmipropiopaís.Lasmujeres pueden encontrar un trabajo en losEstados sitienenalgúnamigoquerespondaporellas.¿Dóndeencontraréaalguienquepuedaofrecermeunpuesto?

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Porfinvielmododedecirlaspalabrascorrectasenelmomentoadecuado.—Yo tengo un puesto que ofrecerle —le respondí—, si no tiene usted

inconvenienteenaceptarlo.Hastaahoranosospechabanada.—Eso sería estupendo, señor—fue todo lo que dijo—. ¿Es en una oficina de

telégrafos,oenunatiendadecomestibles?Sorprendíamipequeñaamigaamericanatomándolaenmisbrazosydándolemi

primerbeso.—Laoficinaesalladodemichimenea—dije—.Elsalarioestodoloquequieras

pedirmemientrassearazonable.Yelpuesto,Naomi,eselpuestodeesposa.Notengonadamásquedecir,salvoquehanpasadoañosdesdequedijeaquellas

palabrasyaúnquieroaNaomitantocomoentonces.Algunosmesesdespuésdenuestraboda,laseñoraLefrankescribióaunaamiga

enNarrabeesolicitandonoticiassobrecómoibanlascosasenlagranja.Larespuestanos informó de queAmbrose y Silas habían emigrado aNueva Zelanda, y que laseñoritaMeadowcroftestabasolaenlaGranjaMorwick.JohnJagosehabíanegadoacasarseconella.

JohnJagohabíavueltoadesaparecer,ynadiesabíadóndeestaba.

Notafinal.Laprimeraideaparaestahistorialefuesugeridaalautorporel informe

impresode un juicio que tuvo lugar en losEstadosUnidos a principios delpresente siglo. La narración del caso, recientemente publicada, se titulaJuicio, confesión y condena de Jesse y Stephen Boorn por el asesinato deRussell Colvin, y regreso del hombre supuestamente asesinado. Por elHonorableLeonardSargeant,ExTenientedeGobernadordeVermont[unodelos abogados de la defensa]. Manchester, Vermont, Journal Book and JobOffice, 1873. No estaría de más añadir, en beneficio de los lectoresincrédulos,quetodoslos«acontecimientosimprobables»delahistoriaestánbasados en hechos reales, tomados de la narración mencionada. Cualquiercosaque«parezcaverdad»,sinembargo,será,ennuevedecadadiezcasos,invencióndelautor.

W.C.

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LASGAFASDELDIABLO

I.–RECUERDOSDEUNVIAJERODELÁRTICO

—Dice, señor, que cree que está a punto de alcanzar el final y que le gustaríaverleantesdepartir.

—¿Serefiereustedaantesdemorir?—Esomismo,señor.Por razones que ya mencionaré más adelante, en aquel momento no me

encontraba de humor para ver a nadie, por muy desastrosas que fueran suscircunstancias;peroaquellapersonaquehabíaenviadonoticiadequeestaba«apuntodellegaralfinal»teníaespecialderechoagozardemiconsideración.

Se trataba de un viejo marino que había visto el agua salada por primera vezestando bajo la protección de mi padre, en aquel entonces capitán retirado de lamarina.Nacido en nuestra finca, y único hijo superviviente de los siete que habíatenidonuestroguardabosques,SeptimusNotmanhabíarecibidounabuenaeducacióngraciasa labondaddemipadre,ypodríahaberconseguidoque lefuerabienen lavida de no haber sido uno de esos vagabundos natos que se resisten a llevar unaexistencia descansada. Tras haber terminado su periodo de servicio desapareciódurante muchos años. Durante parte de aquel tiempo supusimos que había estadoempleadoenlamarinamercante.Finalmente,aparecióunbuendíaennuestracasadecampo,inválidoysinunsolopeniqueenelbolsillo.Mibuenpadre,acercándoseporaquelentoncesalaúltimaetapadesuvida,tambiénhabíaquedadoinválido.Aestasalturas resulta del todo innecesario averiguar si fue debido a un sentimiento decamaradería con aquel individuo con el que en otro tiempo había mantenido unarelaciónamistosa,osifuedebidoasunaturalezagenerosa;elcasoesquecontratóaSeptimusNotmanparaquefueseelporterodelasegundadelasdospuertasquetienenuestraposesión,ycuandosevioensulechodemuerteleconfióamicuidado.

—Metemoqueesunviejogranuja—confesómipadre—,peroalguiendeberíavelarporélmientrasestéentrenosotros,ysitúnolohacesnadielohará.

Después de aquello, Septimusmantuvo su puesto como portero de la segundaentradasiemprequeestuvimosenelcampo.CuandoregresábamosanuestracasadeLondres,lasegundapuertapermanecíacerrada.Elviejomarinosealojabaentonces(debido a un fuerte ejercicio demi influencia) en una habitación situada sobre unestabloendesusoquenuestrochóferhabíapropuestoconvertirenunpajar.AnadieleagradabaSeptimusNotman.Sedecíadeélqueestabaloco;queeraunmentiroso,un

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hipócrita,unviciosodesgraciado,yunbrutodesagradable.Habíainclusogentequeafirmabaquedurantetodoeltiempoduranteelquelehabíamosperdidodevistasehabía dedicado a la piratería, y que declaraban, cuando se les pedían pruebas alrespecto,quellevabasuscrímenesescritosenelrostro.Aélnoleafectabanenlomásmínimolasopinionesdesusvecinos;mascabasutabaco,bebíasugrogy,comodicelaestrofadeaquellaviejacanción,«Nadie le importa,no,oh,aelno».Bienhabíadichomipadrequesinomeocupabayodeélnadiemásloharía.¿Ypuedocontarlesun secreto? Aunque cumplí escrupulosamente los deseos de mi padre, y aunqueSeptimussemostrabaasurudomodoagradecidoporloquehacíaporél,tampocoamímegustaba.

De modo que acudí a la habitación sobre los establos con los ojos secos(estábamosenLondresenaquelentonces),mesentéuntoasucama,lecortéuntrozodetabacoparaquemascarayledije:

—Bien, ¿qué pasa? —con tanta frialdad como si me hubiera hecho llegar elmensajedequesehabíaresfriado.

—He sido llamado—respondió Septimus—.Y antes demarcharme tengo unaconfesión que hacer y una oferta interesante que ofrecerle. Se rumorea entre loscriados,señorAlfred,quetieneustedunproblemadebidoadosseñoritas.Podráverel asunto con mucha más claridad, señor, si la muerte me permite seguir aquí eltiemposuficientecomoparadecirunascuantaspalabras.

—Nosepreocupepormí,Septimus.¿Lehavistoeldoctor?—Eldoctornopuedesabersobremímásdeloqueyomismosé.¡Asíle…!—¿Tienealgunaúltimavoluntadenlaqueyolepuedaayudar?—Ninguna,señor.—¿Hagollamaraunsacerdote?Septimusmemirótandirectamentecomopudo;teníaunaterriblebizquera.Porlo

demás era un hombre guapo, de complexión recia, con un rostro colorado,profusamenterodeadodepeloblancoypatillas,ylasmanosmásgrandesqueyohayavistoenmivida.Metióunadeaquellasenormesmanosbajo la almohadaantesderesponderme:

—Si cree usted—dijo— que habrá algún sacerdote que quiera acercarse a unhombre que tiene lasGafas delDiablo aquímismo, bajo su almohada, y que sólotienequeponérselasparaveratravésdesusropajes,sucarneytodolodemás,hastaleertodoslospensamientosqueesténescritosensumentecontantaclaridadcomosiestuvieranimpresos…entoncestráigalo,señor.¡Tráigalo!

Pensé que al sacerdote podría no gustarle aquello y, en consecuencia, retirémisugerencia.Lomenosquepodíahacerdespuésdehaberolvidado lodel sacerdote,aunquesólofueraporeducación,erapreguntarlesipodíaverlasGafasdelDiablo.

—¡Antesescuchecómomehiceconellas!—dijoSeptimus.—¿Llevarámuchotiempo?—pregunté.—Llevarátiempoylepondrálospelosdepunta.

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RecordélapromesaquelehabíahechoamipadreynospusetantoamícomoamicarnealadisposicióndeSeptimusNotman.Peroélaúnnoestabapreparadoparaempezar.

—¿Veaquellajarrablanca?—dijoseñalandohaciaellavabo.—Sí.¿Quiereagua?—Quierogrog.Tengounpocoenesajarrablanca.Yhayunatazadepeltresobre

larepisadelachimenea.Deboponermeatono,señorAlfred…deboponermeatono.Lajarrablancacontenía,grossomodo,almenosmediogalónderonyagua.Selo

acerqué.Dehabersetratadodeotromoribundopodríahaberdudado.Perounhombrequeposeía lasGafasdelDiabloera,contodaseguridad,unaexcepcióna lasreglasordinarias, y bien podría terminar su carrera almismo tiempoque se terminaba sugrog.

—Ahoraestoypreparado—dijo—.¿Aquécreeustedquemedediquétodoaqueltiempo en el que me perdieron de vista? Me refiero sobre todo a los momentosposterioresdeesetiempo.

—Dicenquefueustedpirata—repliqué.—Peorqueeso.Vuelvaaintentarlo.Intenté persuadirme a mí mismo de que podría existir una anomalía humana

semejanteaunpiratapiadoso,yvolvíaprobarsuerte.—Unasesino—sugerí.—Peorqueeso.Vuelvaaintentarlo.Meneguéavolveraintentarlo.—Dígameustedmismoquéesloquefue—dijo.Merespondiósinlamásmínimaaparienciadedescompostura.—Fuiuncaníbal.Quizá fue una debilidad pormi parte, pero ciertamenteme levanté yme dirigí

hacialapuerta.—Escuche cuáles fueron las circunstancias que me llevaron a ello —dijo

Septimus—.Yaconoceeldicho,¿no?Elcomportamientolodictaeldestino.Nohabíamododediscutireldicho.Volvíasentarme.Eraunhombrejovenyaún

algo verde; algo que en mi presente posición jugaba decididamente en mi contra.Peroteníamuypocacarnesobreloshuesos,demodoquealmenosteníaalgoamifavorparacompensar.

—SucediócuandomeenroléenunaexpediciónalÁrtico—continuóSeptimus—.Heolvidadotodoloqueaprendíyheperdidolamemoriaparalasfechas.Noconsigorecordar el año e ignoro la latitud y la longitud a la que nos encontrábamos, peropuedo contarle perfectamente el resto. Éramos una partida de exploradores contrineos.SeacercabaelfinaldelosmesesveraniegosyhabíamosllegadomásarribadeloqueningunodelosquehanidoalPoloNortehanvueltoaalcanzar.Habríamosllegado hasta allí, no lo dude, de no ser porque tres de nuestrosmejores hombreshabían enfermado de escorbuto. El teniente segundo, que estaba al mando, nos

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ordenóhacerunalto,comodicen losmilitares.«Conestapérdidade fuerza»,dijo,«esmi deber llevarles de vuelta a los barcos.Dejemos elPoloNorte donde está yroguemos aDiospor quenohayaque arrastrar amáshombres enfermos.Lesdoymediahoraparadescansarantesdeiniciarelcaminoderegreso».

El carpintero era unode nuestros hombres sanos.Él fue el siguiente enhablar.Nos informóde que unode los dos trineos no estaba en condiciones de continuar.«¿Cuánto tardará en repararlo?», preguntó el teniente. «En un clima decente»,respondió el carpintero, «diría que unas dos o tres horas, señor. Aquí, doble esacifra».Ustedmedirá,«¿yporquénoseguirsineltrineo?».Lediréporqué:porloshombres enfermos. «Hágalo todo lomás rápidamente que pueda», dijo el teniente,«enuna situacióncomo lanuestra, el tiempomarca ladiferencia entre laviday lamuerte». Lamayoría de los hombres semostraron contentos por poder descansar.Sólo dos de nosotros murmuramos por no poder seguir adelante. Uno era elcontramaestredeunodelosbarcos,yelotroerayo.«¿AcasocreeustedqueelPoloNorteestájustoalotroladodeesepromontorio?»,dijoelteniente.Elcontramaestreera un hombre joven y pagado de símismo. «Me gustaría intentarlo, señor», dijo.«Bastaría con que otro hombre tuviera el valor suficiente para acompañarme».Mientrasdecíaaquellomemirabaamí.Yonoestabadispuestoadejarquemicorajefuesepuestoenentredichopúblicamente,ymenosporunchaval.Además, tambiénmeatraíaaquellodealcanzarelPoloNorte.Mepresentévoluntariopara ir conél.Nuestraidea,comoentenderá,erallevarnosuncompásyalgodemanduca,averiguarloquepudiéramosdescubrirenunpardehorasdemarchahaciaadelante,yregresarcon tiempo de sobra para cumplir con nuestras tareas en el viaje de regreso. Eltenientenoqueríanioírhablardeello.«Soyresponsabledetodosycadaunodeloshombres a mi cargo», dijo. «Sois un par de imbéciles. Quedaos donde estáis».Ciertamente, éramos una pareja de imbéciles. Mientras los demás estabandescargando el trineo estropeado, vimos una oportunidad y nos escurrimos paraprobarsuerteyconseguirlarecompensapordescubrirelPoloNorte.

Llegadoestemomentosedetuvoyseñalóhaciaelgrog.—Mequedosecodetantohablar—dijo—.Échemeotrotrago.Volvíallenareltazóndepeltre.YdenuevoSeptimusNotmanlovació.—Dirigimosnuestrospasosendirecciónnoroeste-norte—continuó—,yalcabo

de un rato (viendo que el terreno nos favorecía) volvimos a alterarlo en direcciónnorte. No puedo decirle durante cuánto tiempo caminamos (ninguno de los dosllevabareloj),peropuedo jurarleesto: justocuandoempezabanamorir losúltimosrayosde luzsolar, llegamosa loaltodeunmontículo,¡ydesdeallípudimosverelresplandordelmarpolar!¡No!NoelestrechoqueentraenelcanaldeKennedyyqueamenudosehaconfundidoconél,losé,sinoelauténtico,¡elinmóvilydesiertomarpolar!¿Quéhabríahechoustedennuestrolugar?Yolediréloquehicimosnosotros.Nossentamosencimadeunbonitomontóndenievesecaysacamosnuestrasgalletasynuestrogrog.¿Demasiadofríoparaeso,diceusted?Sinomecree,mireloslibrosy

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veráquecuantomásalnorteseaproximaunoenaquelloslugares,menosfríohace,ymásaguaseencuentra.PregúntelealcapitánM’Cluresobrelaclasedelechoenquedurmiólanochedeltreintadeoctubredelcincuentayuno.Bueno,¿yquésepiensaque hicimos después de haber comido y bebido?Encendimos nuestras pipas. ¿Y acontinuación?Nosquedamosdormidossobreaquelloscómodosmontonesdenievedebido a la larga caminata. ¿Y con qué nos encontramos cuando despertamos?Oscuridad, niebla y llovizna.Yo llevaba la brújula e intenté buscar el rumbo parainiciarelregreso,peronohubierapodidoverloconmásclaridaddehabersidociego.Noteníamosmásmediosdeconseguirunaluzquemediantemicajadecerillas,peromelahabíadejadosobrelanieveamiladocuandomehabíaquedadodormido.Niunasoladelascerillasseencendió.Nopodíamoscontarconlaayudadenadie.Comopoco,nosencontrábamosaochokilómetrosdel lugar enelquehabíamosdejadoanuestros compañeros. Así que allí estábamos, el contramaestre y yo, a solas en eldesierto;perdidosenelPoloNorte.

Empecéasentirmeinteresado.—¿Supongoqueintentaríanregresarpormuyoscuroqueestuviera,no?—dije.—Caminamos hasta que caímos redondos—respondió Septimus—, y después

gritamos y chillamos hasta quedar roncos; y después escarbamos un agujero en lanieveyesperamosaquevolvieralaluz.

—¿Yquéesperabanquesucedieraconlallegadadelaluz?—Yo no esperaba nada, señor Alfred. El contramaestre (que ya empezaba a

perder un poco la cabeza, ¿sabe?) esperaba que el teniente enviara a alguien ennuestra búsqueda o que esperara nuestro regreso. Un comportamiento de lo másprobableparaunoficialconlaresponsabilidaddesalvaraunoshombrescuyasvidasdependían de que se les llevase cuanto antes a los barcos, y sólo dos hombresperdidos.Dos hombres que, además, habían desobedecido sus órdenes y desertadosuspuestos.Adiósmuybuenas,escoria…Apuestoaqueesoesloquedijocuandosedieron cuentadenuestradesaparición.Cuandovolvió la luz intentamos regresar; ypusimosrumboconinteligencia.PeroqueDioslebendiga,¡noteníamosnadaniparacomerniparabeber!Cuandolaluzvolvióaabandonarnos,estábamosacabados.Nosdejamos caer sobre la nieve, bajo un saliente de roca, y nos rendimos. Elcontramaestre rezó sus oraciones y yo dije: «Amén». ¡Tampoco es que sirviera demucho! Al contrario, a medida que la noche fue avanzando, el ambiente se fuevolviendomásymás frío.Noshabíamos apretado todo loposible el uno contra elotroparacompartirnuestrocalor.Nosécuántotiempopasó,loúnicoqueséesquetodavíaestabaoscurocomolabocadel lobocuandooíalcontramaestreexhalarunligerosuspiro,ydespuésnadamás.Abrísusropasyapoyélamanosobresucorazón.Muerto,defríoycansancio,sinlugaradudas.Yonohabríatardadoenseguirledenoserpormirapidezdereflejos.

—¿Surapidezdereflejos?¿Quéhizo?—Lequitéhastaelúltimotrapoquellevabaencimaymepusesusropassobrelas

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mías.¿Aquévieneeseescalofrío?¿Élyanopodíanotarlo,verdad?Yledirémás,elcontramaestrenohabría sidootra cosaqueuncubitodehielopara cuandohubieravuelto a salir el sol de no ser por mi rapidez de reflejos. Tan bien como mismermadasfuerzasmelopermitieron,leenterrébajolanieve.Lavirtud,dicen,tienesusrecompensas.Aquellabuenaacciónmesalvólavida.

—¿Quéquieredecir?—¿Noacabodedecirlequeleenterré?—¡Ybien!—Y bien, con lo seco y cortante que es el aire allí, el acto de enterrarle le

mantuvocomestible.¿Loentiendeahora?—¡Ah,miserable!—Póngaseenmilugarynomeinsulte.Meaguantétodoloquepudehastaque

mevolvílocodehambre.Entoncessaquélacuchillademinavajaconlosdientes.Yescarbéenlanievehastaqueleencontré…

Noquiseoírmás.—¡Terminedeunavez!—dije—.¿PorquénomurióenelPolo?—Porquealguienmeayudóasalirdeallí.—¿Quiénleayudó?—ElDiablo.Mostró sus amarillos dientes en una horrible sonrisa. Sólo pude extraer una

conclusión: su mente empezaba a fallarle poco antes de morir. En todo caso,cualquier cosa que me ahorrara la horrible confesión de su canibalismo era bienrecibida.Lepreguntécómohabíaacontecidoaquelrescatesobrenatural.

—Antes,másgrog—dijo—.Measaltanloshorrorescuandopiensoenello.Evidentemente,seestabahundiendo.Sinelgrog,dudoquehubierapodidodecir

muchomás.—No puedo decirle cuántos días pasaron—continuó—. Sólo sé que llegó un

momento en el que casi nohabía luz, y todo era oscuridad.Cuantomásoscuro sevolvía, más profundamente escarbaba en la especie de cueva queme había hechobajolanieve.Sieradedíaodenoche,nolosémejorqueusted.Derepente,enmitaddelterriblesilencioylasoledad,oíunavozdesdeencimadelarocaquehabíaamisespaldas.Eraunavozalegreyagradable,ymedijo:«Vaya,SeptimusNotman, ¿tequeda aún suficiente contramaestre? ¿Fue bueno mientras duró?». Yo gritéaterrorizado: «¿Quién diablos…». La voz me interrumpió antes de que pudieraterminarlafrase.«Acertaste»,dijo.«Ésesoyyo,yyavasiendohoradequeelDiabloteayudeasalirdeésta».«No»,dijeyo.«Prefieroconsumirmeenelhieloquehacerloenel fuego».«Tranquilízate», replicóél,«aúnno tequieroenmihumildemorada.Antesdequevengasamí,esperomuchomásdetieneseprocesodedegradacióndehumanidad que estás llevando a cabo. Por ello te ofrezco un viaje seguro hasta ellugarhabitadomáscercano.AmigoSeptimus,eresunhombredelosquemegustan».«¿Cómoeseso, señor?», lepregunté.«Porqueeresunaauténticabestia»,dijo,«un

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serhumanoqueseelevaasímismo,queseelevamásymásaltohastaalcanzarsudestinoinmortal,esunacriaturaqueodio.Seelevaporencimademíinclusodurantesu vida terrena. Pero tú te has arrojado, querido amigo, al nivel de un lobohambriento. Te has engullido a tu compañeromuerto, y si alguna vez tuviste algoparecido a un alma… ¡Ja, Septimus!… se despidió de ti en elmomento en que leasestaste el primer mordisco al contramaestre. ¿Crees acaso que abandonaré unestupendoespécimendeHombreAnimalcomotú,asolasenelPoloNorte?No,no.Te garantizo un pasaje gratuito en mi expreso; la oscuridad y la distancia no sonobstáculosparaMÍ.¿Estáspreparado?

»Podránocreerme,peromesentíelevadocontramipropiavoluntad.»—Dameunaluz—dije—.Nopuedoviajarenlaoscuridad.»—Tenmis gafas—dijo él—. Te ayudarán a vermuchomás de lo que pides.

Observa con ellas a tus compañeros mortales y podrás ver los pensamientos másrecónditos de su corazón con tanta claridad como lo hago yo; considerando tunaturaleza,Septimus,esotellevaráinclusomásalládelniveldellobo.

»—Supongaquenoquieromirar—dije—,¿nopodríatirarlas?»—Volveránati—dijoél.»—¿Ysilasrompo?»—Serecompondránsolas.»—¿Quétengoquehacerconellas?»—Dáselasaotrohombre.¡Yahora,vamos!¡Uno,dos,tres,va!»Puede que, de nuevo, no me crea; me desmayé, señor Alfred. Levánteme la

cabeza,tambiénnotoquepierdolaconcienciaahora.Másgrog…esoes…másgrog.RecuperéelsentidoenUpernavik,conlasGafasdelDiabloenmibolsillo.Tómelas,señor.Ylealoscorazonesdeesasdosdamas.Yactúeenconsecuencia.¡Silencio!Leoigohablarmedenuevo.Detrásdemialmohada,igualquemehablódesdedetrásdela roca.De lomáseducadoyalegre.Me llama:“¡Ven,caníbal,ven!”.Suenacomounacanción,¿verdad?“Ven,caníbal,ven”…

Cantó las últimas palabras débilmente, y murió con una sonrisa en los labios.¿Delirio o embustes? Con las gafas en la mano, me incliné más a pensar que setratabadementiras.Eranmuyanticuadas,conunoscristalesgrandesycircularesyunareciamonturadeconchadetortuga;olíanamustio,noasulfuro.Mealegrapoderdecir que tengo un gran sentido del humor. Una vez las hube limpiadoapropiadamente, me decidí a probar las Gafas del Diablo con las dos damas, y aasumirlasconsecuencias,fuerancualesfueran.

II.–RECUERDOSDEMÍMISMO

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¿Quiéneseranlasdosmujeres?Ambas eran jóvenes y solteras. Por pura delicadeza, les pido permiso para

mencionarlasúnicamenteporsunombredepila.Zilla,dediecisieteaños.Cecilia,deveintidós.

¿Cuáleramiposiciónentreellas?Yo tenía la misma edad que Cecilia. Ella era la acompañante y lectora de mi

madre,debuenafamiliaperopobre.Lehabíahechounaproposicióndematrimonioyella la había aceptado. A pesar del vacío bolso de mi corazoncito, no habíadificultadesmonetariasqueseinterpusieranenelcaminohacianuestraboda.Yoerahijoúnicoyhabíaheredado,con laexcepcióndeuna rentaparamimadre, lagranmayoría de todas las propiedades que mi padre había dejado al morir. En rangosocial, Cecilia eramás quemi igual; de estemodo podríamos aparecer empatadosanteelpuntodevistadelmundo.Entodocaso,habíaunobstáculoparanuestrauniónyunapersonadispuestaaaprovecharloalmáximo.ElobstáculosellamabaZilla.Ylapersonainteresadaeramimadre.Zillaerasusobrina;lahijadesuhermanomayor.Los padres de la muchacha habían muerto en la India y ella había sido enviadaestudiaraInglaterra,quedandoalcuidadodesutíoytutor.Yonuncalahabíavistoyapenas había oído hablar de ella hasta que se mencionó que podría pasar lasNavidadesennuestracasa(elmismoañoenquemurióSeptimusNorman).

—Sutíonotieneningunapega—dijomimadre—.Yyomealegrarémuchodepoder verla. Se trata de una personita de lo más interesante, según he oído. Tanhermosa,ytanbuena,queenelcolegiolallamanElÁngel.Yyanodigonadadesubonita fortuna, o del alto rango militar que alcanzó su pobre padre… A ti no teinteresanesascosas.Pero,oh,Alfred,¡meharíastanfelizsiteenamorarasdeZillaytecasarasconella!

Tres días antes yo le había hechomi propuesta dematrimonio aCecilia y éstahabíasidoaceptada,siempresujetaalaaprobacióndemimadre.Penséqueaquéllaeraunabuenaoportunidadparapresentarleelcasodirectayllanamente;demodoquehablé.Nuncaanteshabíavistoamimadretanultrajadaydecepcionada;furiosaconCecilia,decepcionadaconmigo.Unamujersinunmendrugodepanquellevarsealaboca, una mujer de mi misma edad, una mujer que se había aprovechado de suposiciónenlacasaparaatraermeyengañarme,yasíad infinitum. Indudablemente,Cecilia habría sido despedida de no ser porque declaré que, dado el estado de lascosas, nome quedaba otra solución que casarme con ella de inmediato.Mimadreconocíami temperamentoy se cuidómuchodeofender aCecilia enmodoalguno.Cecilia, por su parte, demostró lo que es el orgullo y se negó a convertirse enmiesposahastaquemimadreloaprobase.Seconsiderabaasímismaunamártir;yyomeconsiderabaamímismounhombreabominablementemaltratado.Entrenosotros,metemoquehicimosalgoinsoportablelavidademibuenamadre…laobligamosatenerqueserlaprimeraenceder.Quedóentendidoquenoscasaríamosenprimavera.

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También quedó entendido que Zilla se mostraría amargamente decepcionada porhabervistocanceladassusvacacionesnavideñas.

—Lapobreniñateníatantasganasdeconocerte…—dijomimadre—.Perodadaslascircunstanciasnoseríacorrectoquelainvitaraavenir.Estanfresca,taninocente,yposeeunosencantostaninfinitamentesuperioresalosdeCeciliaquenoséloquepodríallegarapasarsilavieras.Tienesunalmahonorable,Alfred;perolomejorseráque tú y Zilla sigáis siendo desconocidos. De lo contrario, podrías llegar aarrepentirtedetuprecipitadocompromiso.

NoharáfaltaquedigaquedespuésdeoíraquellomemoríadeganasporconoceraZilla;aunquedeboaclararqueniporuninstantemedesviédemifidelidadparaconCecilia.

Tal era mi situación aquel memorable día en que Septimus Norman muriódejándomeenposesióndelasGafasdelDiablo.

III.–LAPRUEBADELASGAFAS

Elmayordomofuelaprimerapersonaconlaquemeencontréalregresaracasaprovenientedelosestablos.Mesalióalencuentroenelrecibidorconelrecibodeunafacturaquelehabíaenviadoaabonarentrelasmanos.Lacantidaderacercanaalascienlibrasylahabíapagadoalcontado.

—¿Nolehanhechoningúndescuento?—dijemirandolafactura.—Conlasfiestasesperanliquidez,señor,ycobranenconsecuencia.Parecía tan respetable al dar esta respuesta, y nos había servido durante tantos

años, que sentí una irresistible tentación de probar las Gafas del Diablo con elmayordomoantesdeatrevermeaobservaralasdamasdelafamiliaatravésdeellas.Nuestrohonestoyviejocriadomeofreceríaunapruebaexcelente.

—Metemoquelavistaestáempezándomeafallar—dije.Conaquellaexplicaciónextremadamentesimplemepuselasgafasycontempléal

mayordomo.El recibidor dio vueltas a mi alrededor; doy mi palabra de honor de que aún

tiembloymehieloalescribirloahora.¡SeptimusNotmanhabíadicholaverdad!Enun instante, el corazón del mayordomo se me hizo horrendamente visible… unórganohinchadoypalpitantevistograciasa lasgafas infernales.Suspensamientoseranperfectamentelegiblesyconsistíanenlassiguientespalabras:

—¿Acasopiensaelseñorquevoyadevolverleelcincoporcientodelacuenta?Quécomportamientotanmezquino,entrometerseenlasprebendasdelmayordomo.

Mequitélasgafasymelasguardéenelbolsillo.

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—Esustedun ladrón—ledijealmayordomo—.Lehanhechoundescuentoalpagarlafacturayllevaeldineroquehasobrado,unascincolibrasmenosunoodoschelines,guardadoenelbolsillo.Hagasuscuentas.Abandonaustedmiservicio.

—¡Mañanamismo,señor,siasí lodesea!—respondióindignadoelmayordomo—.Despuésdehaberservidoasu familiaduranteveinticincoaños, seracusadodeladrónsencillamentepor tomarmisprebendasesun insultoquenomerezco, señorAlfred.

Sellevóelpañueloalosojosymedejó.Eraciertoquenoshabíaservidoduranteuncuartodesiglo;ytambiéneracierto

quesehabíaguardadolaprebendayhabíacontadounatrolaalrespecto.Peroteníasusvirtudesque lecompensaban.Cuandoyoeraniño,amenudomehabíasentadosobresusrodillasymehabíaproporcionadovinoyaguaaescondidas.Siemprehabíallevadoloslibrosdelasdespensasconhonestidadysuesposasiemprehabíadichodeél que era un marido modélico. En otro momento debería haber recordado todoaquello;deberíahabersentidoquehabíaactuadoprecipitadamenteydeberíahabermedisculpado.Enaquelprecisoinstantefuiincapazdesentirlamásmínimacompasiónporaquelhombre,ynodudéniporunmomentoquemidecisióndedespedirlefueselacorrecta.¿Quécambiosehabíaproducidoenmipersona?

Seabrió lapuertade labiblioteca,yunviejoamigoycompañerodeescuelayuniversidadseasomóalexterior.

—Creíhaberoídotuvozenelrecibidor—dijo—.Llevoesperándoteunahora.—Nadadedemasiadaimportancia—dijeconduciéndoledenuevoalinteriordela

biblioteca.—Nadaquetengaimportanciaparati—replicómodestamente.Nohacíafaltaquemedieramásexplicaciones.Enmásdeunaocasiónlehabía

prestadodinero,yantesodespuéssiemprehabíaacabadopordevolvérmelo.—¿Otropequeñopréstamo?—preguntésonriendoconsimpatía.—Mesientoavergonzadodetenerquevolverapedírtelo,Alfred.Perosipudieras

prestarmecincuentalibras…Miraestacarta.¿Quéinfameimpulsomecondujoarepetirlaexcusasobreelempeoramientode

mivista,yaleersucorazónmientrasfingíaestarleyendosucarta?Hizo una broma respecto al pintoresco aspecto de las gafas.Yome encontraba

demasiado ocupado como para apreciar su sentido del humor. ¿Qué acababa dedecirme?Mehabíadicho:

—Mesientoavergonzadodetenerquevolverapedírtelo.¿Y qué había estado pensando mientras pronunciaba aquellas palabras? Había

pensado:—Cuando uno tiene a su disposición una buena vaca, ¿quién sino un imbécil

dejaríadeordeñarla?Le devolví la carta (remitida por un abogado que le amenazaba con tomar

accioneslegales)y,contodaladurezaposible,ledije:

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—Nomeparecepertinenteseguirprestándotedinero.Memirócomounhombrealqueleacabaradegolpearunrayo.—¿Esunabroma,Alfred?—preguntó.—¿Tengocaradeestarbromeando?Recogiósusombrero.—Sólotienesunaexcusa—dijo—.Tuposiciónsocialesdemasiadoelevadapara

tupobrecerebro.Eldinerosetehasubidoalacabeza.Buenosdías.Durante años me había sentido en deuda con él por toda clase de favores

brindadosenelcolegioyenlauniversidad.Setratabadeunhombrehonorableydeunfielamigo.Silairritantesensacióndesupropiaescasezdemedioslellevabaaserinjustamente despectivo con los ricos, no había duda de que adolecía de una falta(unafaltaexasperante,amijuicio).¿Peroquiénesperfecto?¿Yquésignificabanparamí cincuenta libras? En eso es en lo que debería haber pensado, antes de darle eltiempo suficiente para llegar hasta la puerta.Tal y como estaban las cosas, le dejémarchar y juzgué que había hecho bien en librarme de un parásito que sólo meapreciabapormidinero.

Habiendo quedado libre para visitar a las damas, hice sonar la campanilla ypreguntésimimadreestabaencasa.Estabaensusalón.¿YdóndeestabalaseñoritaCecilia?Tambiénenelsalón.

Alentrarenlahabitaciónmeencontréconqueteníanvisitantes,ydecidídemorarlapruebade lasgafashastaque éstos sehubieranmarchado. Justo cuandoestabansaliendo, un atronador golpeteo en la puerta anunció la llegada de más visitas.Afortunadamente,enaquellaocasiónescapamossinnadapeorquelaentregadeunastarjetas. Teníamos un par de minutos para nosotros mismos. Aproveché laoportunidad para recordarle a mi madre que, por constitución, me mostrabainaccesible a las llamadas de laAltaSociedad, y que pensaba que no nos iríamaldisfrutardelacasanosotrossolosdurantemediahoraoasí.

—Dilealporteroquecomuniquequenoestásencasa—ledije.Mimadre,magníficaconsuviejoencaje,suadmirablevestido,supelogrisysu

finatogapúrpuradesedamiróhaciaelotroladodelachimenea,haciaCecilia(alta,perezosaybellísima,conunosencantadoresojosmarrones,unlujuriosopelonegro,unatezpálidaycálida,yunvestidodecolorámbar),ymedijo:

—TeolvidasdeCecilia,querido,aellasíquelegustalavidasocial.Ceciliamiróamimadreconunairedelánguidasorpresa.—¡Quéerrormásextraordinario!—respondió—.Odiolavidasocial.Mimadresonrió,hizosonarlacampanaydiolaorden.Nadieencasa.Mepuse

lasgafas.Seprodujounrevueloantelaterriblefealdaddelasmismas.Yoleechélasculpasa«mioculista»yesperéaverloquesucedíaentrelasdosdamas.Mimadrefuelaprimeraenhablar.Enconsecuencia,laobservéprimeroaella.

[Presentaré en primer lugar sus palabras, y después, entre paréntesis, suspensamientos].

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—¿De modo que odias la vida social, querida? ¿Seguramente será que hascambiadodeopiniónhacepoco?

(«Nole importamentircomounabellacacontaldeganarseelfavordeAlfred.¡Hipócrita!»).

[ReproduzcodelmismomodolarespuestadeCecilia].—Discúlpeme,peronohecambiadodeopiniónenlomásmínimo.Unicamente

teníamiedodeexpresarlaenvozalta.Esperonohaberlaofendidohaciéndoloahora.(Encimadequenoescapazdeestarseunsolomomentosinchafardear,después

intentaecharmelasculpasamí.¡Vayaconlavieja!).Loqueempecéapensardemimadre,vergüenzamedareproducirloaquí.Loque

pensésobreCecilia,puedoresumirloenpocaspalabras:meencontrabamásansiosoquenuncaporconocerdeunaveza«ElAngelde laescuela»; labuenayadorableZilla.

Mimadreinterrumpióelprogresodemisinvestigaciones.—¡Quítate esas horribles gafas, Alfred, o bien déjanos disfrutar de nuestros

invitados!Nodigoquenoteestéfallandolavista;sólodigoquecambiesdeoculista.Mequitélasgafasdebuengrado,muchomásteniendoencuentaqueempezaban

aasustarme.Lacharlaentrelasdamascontinuóenlossiguientestérminos:—Unaextrañaconfesión,lasuya,querida—ledijomimadreaCecilia—.¿Puedo

preguntarlecuálpuedeserelmotivoporelcualunamujerjovencomoustedodiaríalavidasocial?

—Únicamente quieromejorar como persona—respondió Cecilia—. Si supieramás idiomas o superase de una vez mi categoría de mala aficionada pintandoacuarelas,quizáustedmeconsideraramásdignadeserlaesposadeAlfred.PerolaAlta Sociedad se interpone cada vez que abro un libro o tomo los pinceles. EnLondresapenastengotiempoparamímisma;y,realmentenopuedodisimularlo, lafrívolavidaquellevonoesdemiagrado.

Penséqueaquelloestabamuybiendichoyquehabíasidoexpresadoconencanto(recuerdenquelasgafasvolvíanareposarenmibolsillo).Mimadrememiró.

—EstocompletamentedeacuerdoconCecilia—dije respondiendoa sumirada—.EnLondresnopodemoscontarniconcincominutosparanosotrosmismos,desdelamañanaalanoche.

Otroaldabonazoenlapuertacontribuyósonoramenteaafirmarmipuntodevistamientrashablaba.

—Nisiquieranosatrevemosamirarporlaventana—añadí—,portemoraquelaSociedadestémirandoalmismotiempohaciaarribayveaqueestamosencasa.

Mimadresonrió.—Ciertamentesoisdosjóvenesdelomásnotable—dijoconunairedesatírica

indulgencia.Despuéshizounabrevepausa,comosiselehubieraocurridounaideaquefuesedignademásconsideracióndelahabitual.

Sisumiradanohubieraestadoclavadaenmí,creoquehabríavueltoasacarlas

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gafasdemibolsillo.—Ya que los dos estáis tan de acuerdo en despreciar Londres y en que no os

agradalavidasocial—continuó—,sientoqueesmideber,comobuenamadre,hacerquevuestrasvidasesténenmejorarmoníaconvuestrosgustos,sipuedo.Tequejas,Alfred,dequenuncapuedespasarcincominutosasolasconCecilia;Ceciliasequejadeque continuamente la interrumpenen ese loable esfuerzopormejorar sumente.Porlotanto,osvoyaofreceraamboslaposibilidaddeestarcompletamenteasolas,día tras día, semana tras semana, durante los tres siguientes meses. Pasaremos elinviernoenLongFallas.

Long Fallas era nuestra residencia campestre. No había caza (estábamos enestación de veda), el lugar se encontraba a unos diez kilómetros de la ciudad yestaciónmáscercanas(Timbercombe);ynuestroúnicovecinoeraunjovensacerdoteritualista, de quien se rumoreaba en el pueblo que se estabamuriendo de hambrevoluntariamente. Rechacé la extraordinaria propuesta de mi madre sin dudarlo unmomento.Cecilialaaceptóconlasumisiónmásdispuestaydulce.

Aquéllafuenuestraprimeradiferenciaabiertadeopiniones.Inclusosinlasgafas,pudeverquemimadrelarecibiócomounabuenaseñal.Habíaconsentidoquenoscasásemosenprimavera,peronohabíacambiadoen lomásmínimosuopinióndequelaangélicaZillaeralaesposaadecuadaparamí.

—Arregladloentrevosotrosdos,queridos—dijo,yabandonósusillaparabuscarsuslabores.Ceciliaselevantódeinmediatoparaevitarlelamolestia.

En el instante en que sus espaldas estaban vueltas hacia mí, me coloqué lasterriblesgafas.¿Hayenanatomíaunconceptosemejantealdeunavistaposteriordelcorazón?LesaseguroquetalconceptoexisteencasodemiraratravésdelasGafasdel Diablo. Los sentimientos más íntimos de mi madre se me presentaron de lasiguientemanera:

—SinoacabancompletamentehartoselunodelotrodespuésdehaberpasadoelinviernoenLongFallasesquerealmentenoheaprendidonadasobre lanaturalezahumana.AúnsecasaráconZilla.

Los motivos de Cecilia se plantearon con total transparencia mediante lassiguientespalabras:

—Sumadreestácompletamenteseguradequediréqueno.Pormuyhorriblequesealaperspectiva,ladecepcionarédiciendoquesí.

«Por muy horrible que sea la perspectiva», se me antojó una expresiónnauseabunda, teniendo en cuenta que yo estaba incluido personalmente en aquellaperspectiva.Elmaliciosoexamendenuestrosafectospropuestopormimadresemepresentaba ahora como un procedimiento sensato. En la soledad de Long Fallaspodría descubrir con seguridad siCecilia quería casarse conmigo pormí o pormidinero.Escondímis gafas y no dije nada en aquelmomento. Pero algomás tarde,cuando mi madre entró en la habitación vestida para salir a cenar, la ataque porsorpresa y, tras anunciarle que había reconsiderado el asunto, le anuncie que me

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mostrabadispuestoa iraLongFallasdebuengrado.Cecilia también llegóvestidaparacenar.Nuncahabíaparecidotan irresistiblementeencantadoracomocuandoseleinformódemicambiodeopinión.

—Québienlopasaremos—dijo,sonriendocomo…¿sirealmentelopensara?Semarcharonasufiesta.Yoestabaenlabibliotecacuandoregresaron.Cuandooí

que el coche se detenía frente a la puerta, salí al recibidor.Me vi repentinamentedetenidoenelcaminoacausadelsonidodeunavozmasculina.

—Muchasgracias.Ahorayaestoycercadecasa.Lavozdemimadrefuelasiguienteenhablar.—Yaleharésabersinosmarchamosalcampo,sirJohn.¿Iráahacernosalguna

visita?—Conelmayordelosplaceres.Buenasnoches,señoritaCecilia.No había modo de confundir el tono en el que se habían expresado aquellas

últimascuatropalabras.El acentode sir Johnexpresabauna indescriptible ternura.Meretirédenuevoalinteriordelabiblioteca.

Mimadreentróseguidadesuencantadoraacompañante.—Ha surgido una nueva complicación —dijo—. Cecilia no quiere ir a Long

Fallas.Pregunteelporqué.Ceciliarespondiósinmirarme.—Oh,hecambiadodeopinión.Se volvió para ayudar a mi madre a quitarse el abrigo de pieles. Consulte de

inmediatoconmisgafasyobtuvelainformaciónentérminosdelomásmisteriosos:—SirJohnestaráenTimbercombe.Demasiado breve y sujeto a más de una interpretación. Algunas preguntas

contribuyeron a aclarar la situación. Sir John había sido uno de los asistentes a lacena,yélyCeciliasehabíansaludadocomodosviejosamigos.Antelasolicituddemimadre,lehabíasidopresentado.Lehabíaproducidounaimpresióntanexcelenteque le había acompañado parte del camino de vuelta a casa en su coche.Tambiénhabía descubierto que estaba a punto de ir a visitar a un pariente que vivía enTimbercombe(que,comoyahemencionado,eslaciudadmáscercanaanuestracasadecampo).Otramomentáneaoportunidaddeemplearlasgafasmerevelóelresto.SirJohn le había propuesto matrimonio a Cecilia (sin éxito), y hallándose aúnperdidamente enamorado de ella, únicamente buscaba una oportunidad apropiadapara volver a proponérselo. Ahora podía entender perfectamente la impresiónfavorablequehabíacausadoenmimadre.

LanegativadeCeciliaadarleasurechazadoadmiradorunasegundaoportunidaddedeclararse,¿sedebíaauntemorhaciasirJohnoauntemorhaciasímisma?Misgafasme indicaronqueellamisma senegabadeliberadamente aplantearse aquellapregunta,nisiquieraensusmismospensamientos.

Teniendo en cuenta aquellas circunstancias, la prueba de pasar un aburrido

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invierno en Long Fallas se convirtió, ami juicio, enmás necesaria que nunca. Siúnicamentedependieradeella,Ceciliapodríaseguirmanteniendolasaparienciasconéxitoyengañaralosdemás,aunquenoseríacapazdeengañarmeamí.Sinembargo,en combinación con sir John, aún había una oportunidad de que traicionaraabiertamenteelverdaderoestadodesussentimientos.Siyoeraenrealidadelhombrefavorecido, la querríamás que nunca, por supuesto. En caso contrario (y teniendopruebasmástangiblesparareafirmarmequelasofrecidasporlasGafasdelDiablo),nodudaríaenromperelcompromiso.

—Lassegundasopinionesnosonsiemprelasmejores,queridaCecilia—dije—.Hazme un favor. Intentemos pasar unos días en Long Fallas, y si se nos hacedemasiadoinsoportableregresaremosaLondres.

Ceciliamemiródubitativa,contemplóamimadreydespuésaccedióairaLongFallas del modo más dulce. Cuanto más se oponían en secreto, más parecíanentenderselaunaalaotra.

No partimos hacia el campo hasta tres días más tarde. El embalaje era, paraempezar,unasuntodelomásserio,ymimadreprolongóelretrasoyendoavisitarasu sobrina a su escuela en el campo.Mantuvo la visita en secreto de Cecilia, porsupuesto.PeroinclusocuandoestuvimosasolasylepreguntéporZilla,únicamentemevirecompensadoconunarespuestamuybreve.Mimadreelevólosojoshaciaelcieloydijo:

—¡Perfectamenteencantadora!

IV.–LAPRUEBADELONGFALLAS

Llevábamosallíunasemana.Sinoshubiéramoscontadolaverdadelunoalotro,habríamosdicho:

—VolvamosaLondres.HastaentoncesnohabíamosvistonirastrodesirJohn.Lasgafasmeinformaron

de que había llegado a Timbercombe y de que Cecilia le había escrito. Pero,extrañamente, fueron incapaces de revelarme lo que le había dicho. ¿Acaso ya lohabíaolvidado,oesquehabíaalgúndefecto,insospechadohastaaquelmomento,enmisgafassobrenaturales?

El día deNavidad estaba a la vuelta de la esquina. El tiempo había sido hastaentoncescasiinvariablementehúmedoyneblinoso.Ceciliaempezóabostezarsobresus entretenimientos intelectuales favoritos. Mi madre esperaba con pacienciasobrehumana a que sucediera algo. En cuanto a mí, al no tener nada con lo queentretenerme, me dediqué a satisfacer una curiosidad impropia en las regiones

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externas al círculo familiar. Hablando en cristiano: descubrí una pequeña y bonitacosturera empleada en Long Fallas. Su nombre era señorita Peskey. Cuando nadiemiraba,meentreteníaacostadelaseñoritaPeskey.

Queningunapersonadeprincipiosestrictossealarme.Eraunflirteoinocentepormi parte; y la bonita y pequeña costurera se negó rígidamente a ofrecerme lamásmínima posibilidad. Pese a ser bastante joven, la señorita Peskey tenía elcomportamientodeunamujermadura.Medejabael tiemposuficienteparaverqueteníaunapequeñaymoldeadafigura,clarosojosazulesyunpelodoradoybrillante,antes de solicitarme respetuosamente con lamás dulce de las voces que la dejasetrabajartranquila.Siintentabapersuadirladequemedejasequedarmeunratomás,selevantabamansamenteydecía:

—Meveréobligada,encontrademivoluntad,aponermebajolaproteccióndelamadellaves.

Enunaocasiónintentétomarladelamano.Ellasellevóunpañueloalosojosydijo:

—¿Esacasopropiodehombres,señor,insultaraunamuchachaindefensa?Enunapalabra,laseñoritaPeskeynohizomásquearrojarmejarrosdeaguafría.

Durante la primera semana, ni siquiera tuve ocasión de observarla a través de lasGafasdelDiablo.

El primer día de la siguiente semana, el tiempo mejoró extraordinariamente;parecíaquelaprimaverasehubierainstaladoentrenosotrosenmitaddelinvierno.

Ceciliayyofuimosadarunavueltaacaballo.Alregresar,ynotenernadamejorquehacer,acompañéaloscaballoshastalosestablosy,lógicamente,ofendíalmozodecuadra,quepensóqueestaba«vigilándole».Alregresarhacialacasa,paséfrentealaventanadelahabitaciónqueteníalacostureraenlaplantabaja.Unpatiovalladomemantuvoaunarespetuosadistancia,peroalmismotiempomepermitíaobservarelinteriordelahabitación.LaseñoritaPeskeynoestabaasolas;mimadreestabaconella.Evidentemente,estabancharlando,peroniunasoladesuspalabrasllegabahastamis oídos. No importaba.Mientras pudiera observarlas a través de mis gafas, suspensamientoseranvisiblesparamíantesinclusodequesetransformaranenpalabras.

Mimadreestabahablando.—Ybien,querida,¿tehasformadoyaalgunaopiniónsobreél?LaseñoritaPeskeyrespondió:—Todavíano.—Estás siendo extraordinariamente cauta antes de llegar a una conclusión.

¿Cuántotiempomásvaadurarestaingeniosaestratagematuya?—Deme dos díasmás, querida señora; no podré decidirme sin la ayuda de sir

John.—¿DeverdadvaaacudirsirJohnhastaaquí?—Esocreo.—¿Ytúlohasarregladoasí?

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—Si tiene la bondad de perdonarme, preferiría no tener que responder a esotodavía.

El amade llaves entró en lahabitacióny llamóamimadreparaque atendieraalgúnasuntodoméstico.Mientrassalíaporlapuerta,pudeleersupensamientoantesdequesemarcharadeltodo:

—¡Qué extraordinario resulta encontrar tales recursos e inventiva en unamuchachatanjoven!

La señorita Peskey, sola en sus meditaciones femeninas con su trabajo en elregazo, sonriópara sí.Dirigí las gafas hacia ella e hiceundescubrimientoquemedejó de piedra. Para decirlo claramente, la encantadora costurera nos estabaengañandoatodos(conlaúnicaexcepcióndemimadre),viviendobajounnombrefalsoyuna falsavocaciónen lavida.LaseñoritaPeskeynoeraotraquemiprimaZilla,¡«elÁngeldelaescuela»!

Déjenmequelehagajusticiaamipobremadre.Ellaúnicamenteeraculpabledeconsentir el engaño, y de nada más. La invención del mismo y la enteraresponsabilidaddellevarloacaborecaíanúnicayexclusivamenteenlaseñoritaZilla,dediecisieteaños.

Seguí el trendepensamientosque laspreguntasdemimadrehabíanpuesto enmarcha en la mente de aquella joven. Para justificar mi propia conducta, deboadjuntarel resultadocon tantabrevedadcomomeseaposible.¿Hanoídohablarde«mujeres con zarpas de acero»? ¿Han oído hablar demujeres «hipnóticas»? ¿Hanoídohablar,enlosperiódicos,demuchachasquehaninventadolasacusacionesmásinfamescontrahombres inocentes? ¡Entoncesnoacusenamisgafasdehabervistoalgoimposible!

Mi informe de los pensamientos de la señorita Zilla empieza de la siguientemanera:Primerpensamiento:

—Mipequeñafortunaesdeporsíconsiderable,peroquieroserlaseñoradeunagranposesiónymarcharmedelaescuela.SerumoreaqueAlfred,queridomuchacho,recibeunasquincemillibrasalaño.¿Acasohedepermitirquesealaacompañantedesumadrelaquelepesque,sinalmenosplantarlecara?¡Nipensarlo!

Segundopensamiento:—¡Qué simples son los viejos! Sumadreme visita,me invita aLongFallas y

esperaquedesplaceaCecilia.Loshombressontantontos(elmaestrodegramáticaseha enamorado demí) que a ella le bastaría con echarse a llorar y lo ganaría parasiempre. Le he propuesto unmétodomuchomás efectivo que una pelea justa porAlfred,inspiradaenunaobraqueleíelotrodía.Laancianamadrehaconsentidoconuna sola condición: «Estoy segura, querida, de que no harás nada poco apropiadoparaunaseñorita.ConquístalecomolaseñoritaCastleconquistóalseñorMarloweenEllaserebajaparavencer,siesoesloquequieres;peronohagasnadaquetehagaperderlarespetabilidad».¡Quésimplezamásasombrosa!¿Aquecolegiohabráidoensujuventud?

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Tercerpensamiento:—Qué coincidencia más afortunada la de que la doncella de Cecilia haya

resultadoserunaperezosa,yquelacostureraceneenelcomedordeloscriados.Ladoncellasequejabadelaperspectivadetenerquelevantarseantesdelasseisdelamañana para irse en el coche con el criado que hace a diario los recados enTimbercombe. ¿Y para qué? Para llevarle a sir John una nota de su señora, conórdenesdeesperarunarespuesta.Laamableypequeñacostureraoyeesto,sonríeydice:«Amínomeimportalevantarmetemprano.Yolallevaréportiyvolveréconlarespuesta».

Cuartopensamiento:—¡Menudabendiciónresultatenerlosojosazulesyelcabellodorado!SirJohnse

quedóanonadadoalverme.PorunmomentopenséquepodríaserunbuensustitutoparaAlfred.Afortunadamente,después lepreguntéporéla lavieja.Noes sinounpobrebaronet.Nomerecelapenapensarenélniporuninstante.¿Dequésirveserunaverdaderadamasinunaspropiedadesajuego?¡Terriblepensamiento!Peronoleocultémisencantos.Levifruncirelceñomientrasleíalacarta.«Esperoquenoseanmalas noticias, señor», me atreví a decir. Él meneó la cabeza solemnemente. «Tuseñora(porsupuesto,mehabíatomadoporladoncelladeCecilia)meprohíbequelavisite enLongFallas».Yopensé en lo hipócrita que debe de serCecilia, y le dijemodestamenteasirJohn:«¿Creeustedqueesinteligentecreersiempreliteralmenteenlascosasquedicenlasjóvenes?».Quéefectomásmaravillosopuedellegaratenerunapreguntabienformulada,especialmentesiéstaseveseguidadeunbuenconsejo.RecibíunarespuestaconvencionaldesirJohnparamantenerlasapariencias.Despuésnos pusimos de acuerdo en que él cabalgaría hasta Long Fallas mañana, y queesperaríaentrelosarbustosalasdosymedia.Sillueveonieva,loharáelprimerdíaqueamanezcabueno.Encualquiercaso,lapobrecosturerasolicitarámediodíalibree inducirá a la señorita Cecilia a que la acompañe a dar un paseo en la direcciónadecuada.Almarcharme, sir Johnmediodos soberanosyunbeso.Acepté ambostributosconlahumildadmásapropiada.Desdeluegohabráinvertidobiensudinero,aunqueseaunpobrebaronet;ahorapodráencontrarseconsu jovendamaentre losarbustos.¡Ydespuésdetodoyopodrédedicarmeapescaralpezmásgordo!

Quintopensamiento:—¡Maldito sea este horrible trabajo! ¡Siempre estará bien ser útil con la aguja,

peroacabaunapordesfigurarseelíndice!Noimporta,deboseguirinterpretandomipapel mientras sea necesario o, si no, la más detestable de las mujeres que heconocidoenmivida,elamadellavesdeLongFallas,meregañaráporperezosa.

Enhebrósuagujayyomeguardélasgafasenelbolsillo.Nocreoquelosospechaseentonces,peroahoraestoycompletamentealtantode

queeldiabólicoregalodeSeptimusNotmanestabaejerciendosuinfluenciasobremí.Memostrabamaliciosamentefríoenunascircunstanciasqueenlosdíaspreviosalaposesión de las gafas habrían conseguido despertar mi más justa indignación. Sir

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John y el ángel; mi madre y sus intereses familiares; Cecilia y su desconocidoadmirador…¡Quételarañadeconspiraciónyengañossehabíatejidoamialrededor!¡Y qué placer más diabólico sentí al planear tomarme la revancha en su mismoterreno!Elmétododeobtenerlasemepresentódelamaneramássimple.Sóloteníaque llevar amimadre a dar un paseo cerca de los arbustos, ¡y la revelación seríacompleta! Aquella noche estudié el barómetro con indescriptible ansiedad. Laperspectivadeltiempoeratodoloquepodíadesear.

V.–LAVERDADENTRELOSARBUSTOS

Aldíasiguiente,elsolbrillóamistoso,eltonificanteaireinvitabaatodosasaliralexterior.No hice uso de las gafas aquellamañana;mi propósito eramantenerlas abuen recaudo en mi bolsillo hasta que la entrevista entre los arbustos hubierafinalizado. ¿Debo reconocer el motivo? Era simple miedo… miedo a hacer másdescubrimientos, ymiedo a perder el control del quedependía el éxito de todomiplan.

Comimosalaunaenpunto.¿HabíanllegadoCeciliayZillaaunentendimientoacerca de la entrevista entre los arbustos? Para asegurarme de ello le pregunté aCecilia si le gustaría ir a dar un paseo en caballo aquella tarde. Ella rechazó lainvitación;queríaterminarunbosquejo.Yateníasuficienterespuesta.

—Ceciliasequejadequetusmodaleshaciaellasonmásfríosúltimamente—medijomimadrecuandonosquedamosasolas.

MimentenohacíamásquedarlevueltasalacartadeCeciliaasirJohn.¿HabríaseguidoalgúnhombretanfácilmentelasugerenciadeZilladenotenerencuentalaspalabras de Cecilia, a menos que hubiera algo que le diera motivos para ello?Únicamentepudeconfiar enmímismo lo suficiente comoparadecirle amimadrebrevemente:

—EsCecilialaquehacambiado,noyo.Mimadre semostraba evidentemente encantada ante aquella perspectiva de un

malentendidoentrenosotrosdos.—Ah—dijo—.¡SitansóloCeciliatuvieraelcarácterdulceyrefinadodeZilla!Aquelloyaerademasiado.Aduraspenaslogrécontenerme.Perolohice.—¿Quieressalirconmigoadarunpaseo,mamá?—pregunté.Mimadre aceptó la invitación con tanto entusiasmo que realmente pienso que

deberíahabermesentidoavergonzadodemímismo…denoserporlacontaminanteinfluenciadelasgafasenmibolsillo.Noshabíamospuestodeacuerdoensalirpocodespués de las dos, cuando alguien llamó tímidamente a la puerta. La angelical

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costureraaparecióenelumbralparasolicitarsumediodíalibre.¡Mimadreinclusosesonrojó!Losviejoshábitosseagarranalosmiembrosdeanterioresgeneraciones.

—¿Dequésetrata?—dijoenvozbajaeincierta.—¿Puedoirhastaelpueblo,señora,paracompraralgunascosas?—Claro.Lapuertavolvióacerrarse.—Yahoraalosarbustos—pensé.—Dateprisa,mamá—dije—.Estamosperdiendoelmejormomentodeldía.Y

porcierto,pontetusbotasmásgruesas.Aunladodelsetodearbustosestabanlosjardines.Elotroladoquedabacubierto

porunavallademadera.Partedelrecorridodeunsenderodiscurríajuntoalavalla,despuéscruzabaelcéspedquehabíamásalláyservíacomoatajoentrelapuertamáscercanadelapropiedadylosaposentosdelaservidumbre.Aquéleraunlugarseguroycomotallohabíaelegido.Podíamosoírperfectamenteaunquelasespesasplantasdehojaperennenosimpidieranver.Habíarecomendadounasbotasgruesasporque,apartedecaminarsobrelahierbahúmeda,nohabíaotromododeamortiguarnuestraspisadas.Ensuextremomásalejado,elsetodearbustosseuníaalcaminodecarruajesquesedirigíahacialacasa.

Sinolahubieradetenidoconunsusurrodeaviso,lasorpresademimadreanteellugarquehabíaescogidoparanuestropaseohabríasidoexpresadamediantepalabras,ademásdemediantemiradas.

—Mantentecompletamenteensilencio—ledije—,yescuchaatentamente.Tengounmotivoparatraertehastaaquí.

ApenashabíansurgidoaquellaspalabrasdemislabioscuandooímoslasvocesdeCeciliaydelacostureraalotroladodelseto.

—Esperaunmomento—dijoCecilia—.Tendrásquesermásexplícitaantesdequeconsientaseguiravanzando.¿PorquéllevastetúmicartaasirJohn,envezdeladoncella?

—Sóloparahacerleunfavor,señorita.NoseencontrabamuybienynoseveíarecorriendotodoelcaminohastaTimbercombe.Yonopuedocomprarbuenasagujasenelpueblo,asíqueestuvecontentadetenerunaoportunidaddeirhastalaciudad.

Hubounapausa.Ceciliaestabareflexionando,segúnsupuse.Mimadreempezóapalidecer.

Ceciliacontinuó:—Nohaynada en la respuesta de sir John ami carta—dijo—queme lleve a

suponerquepueda ser culpabledeun actode rudeza.Siempre lehe tenidoporuncaballero. Ningún caballero se impondría en mi presencia después de que yo lehubieraescritoexpresamenteparapedirlequemedejasetranquila.¿Puedesdecirmecómosupistequeestabadecididoarecibirmirechazoúnicamentedemislabios?

—Lossentimientosde loscaballerosavecesescapana sucontrol, señorita.SirJohnestabamuyalterado…

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Cecilialainterrumpió.—Nadahabíaenmicartaquepudieraalterarle—dijo.—Puesestabaalterado,señorita.Ydijo:«Nopuedoaceptarunarespuestadeeste

modo.Deboverlayloharé».Ydespuésmesolicitóquelepropusierasalirapasearhoy,yquenoledijeranada,parapodersorprenderla.Estátanlocamenteenamoradodeusted,señorita,queseencuentrafueradesí.Realmentemedamiedoloquepodríapasarsinosuavizaustedsudecepcióndealgúnmodo.Cómopuedeunadamatratarcon tanta crueldad a un caballero tan guapo, es algo que se escapa a mi pobreentender.

Ceciliaseresintiódeinmediatodelafamiliaridadimplícitaenaquellaspalabras:—Nadietehapedidoqueejercitestuentendimiento—dijo—.Puedesregresara

lacasa.—¿NoseríamejorqueesperaseaverasirJohn,señorita?—¡Por supuesto que no!Tú y sir John ya os habéis visto demasiado el uno al

otro.Se produjo otra pausa.Mi madre me agarraba del brazo, pálida y temblorosa.

Ningunopodíahablar.Mipropiamenteestabaextrañamentealterada.ObienCeciliaeraunmonstruodelengaño,obienhabíahabladoyactuadocomoselesuponeaunamujerdealtacunaymejoreducación.Elsonidodistantedeloscascosdeuncaballosobreelcaminonosindicóaambosqueseacercabaelmomentocrítico.Unminutodespués,elsonidocesó.Probablemente,sirJohnhabíadesmontadoyatadosucaballojuntoaliniciodelseto.Trasunintervalo,oímosdenuevolavozdeCecilia,algomáslejosdenosotros.Seguimos lavoz.Laentrevistaque ibaadecidirmidestinoymividaacababadeempezar.

—No,sirJohn,antesdenadadebeustedresponderamipregunta.¿Hayalgoenmi carta… hubo algo enmi conducta cuando nos encontramos en Londres… quejustifiqueestaconductaporsuparte?

—¡Elamorlojustificatodo,Cecilia!—Notieneustedningúnderechoa llamarmeCecilia,hagael favor.¿Esqueno

tieneunarespuestamásclaraqueofrecerme?—¿No tieneustedpiedaddeunhombrequenopuedevivir sinusted?¿Esque

acaso no hay nada ni en mi título ni en mi persona que pueda competir con esapersonacompletamenteoscuraconlaquetanprecipitadamentesehacomprometido?Seríauninsultosuponerquehasidosuriquezaloquelehatentado.¿Cuálpuedesersuméritoantesusojos?Inclusosuspropiosamigosnotienennadamejorquedecirensufavorsalvoqueesuntontodebuencarácter.Nolaculpo;lasmujeresamenudosedejanllevaracompromisosdelosquemástardesearrepienten.¡Hágasejusticia!¡Sea fiel a su propia nobleza de carácter… y conviértase en el ángel que haganuestrasdosvidasfelices,antesdequeseademasiadotarde!

—¿Haterminadousted,sirJohn?Hubounmomentodesilencio.Eraimposiblenoapreciaraqueltono…Eltorrente

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deelocuenciadesirJohnsecortóabruptamente.—Antes de responderle —continuó Cecilia—, tengo que decirle algo. La

muchachaquelellevóaustedmicartanoes,comopodríahabersupuestousted,midoncella.Esunadesconocida;ysospechoquesetratadeunafalsariaquesólosirveasuspropósitos.Encuentrodifícil atribuirle aunapersonade su rangoelvil engañoquesuponerespondermicartaentérminosquemellevanaconfiarenusted,yquedespués me asalta por sorpresa de este modo. Según creo, mi mensajera es losuficientemente insolentecomoparahaberseatrevidoasugerirleaustedestemododeactuar.¿Tengorazón?Esperounarespuesta,sirJohn,quelehagahonoraustedyasutítulo.¿Tengoonotengorazón?

—Tieneustedrazón,señoritaCecilia.Leruegoquenomedesprecie.Latentaciónderogarleunavezmás…

—Hablaré con usted, señor John, con tanta candidez como ha hablado ustedconmigo.Estácompletamenteequivocadoalsuponerquepuedallegaraarrepentirmedemi compromisomatrimonial. Ese hombre, cuyos falsos amigos le han rebajadoanteusted,eselúnicohombrealqueamo,yelúnicohombreconelquemecasaré.Yle ruego que entienda que simañana perdiese toda su fortuna, seguiría casándomeconélaldíasiguientesiélmelopidiera.¿Acasodebodecirmás?¿Ometrataráustedconladelicadezapropiadeuncaballeroysemarcharádeinmediato?

Norecuerdosiélcontestóalgoonoantesdemarcharse.Sóloséquesesepararon.Nomepidanqueconfiese loquesentí.Nomepidanquedescriba loquesintiómimadre.Dejemosquecambielaescenayreanudemosnuestranarraciónalgunashorasmástarde,aquelmismodía.

VI.–ELFINDELASGAFAS

Mehiceamímismounapreguntaquequisierareproduciraquí:¿quéledebíaalasGafasdelDiablo?

En primer lugar, le debía haberme mostrado todas las faltas y ninguna de lasvirtudes de las personas que me rodeaban. En segundo lugar, llegué a la granconclusióndequesihemosdevivirunavidaplenayfelizconnuestrossemejantes,debemosjuzgarlespor lomejorynopor lopeordesímismos.Habiendollegadoaestas conclusiones, confié en mi propia capacidad de visión para averiguar cuáleseranaquellascosasqueelDiablonomehabíaayudadoadescubrirenloscorazonesdelasdospersonasalasquemásqueríaenelmundo:Ceciliaymimadre.

Empecé conCecilia, dejándole amimadre tiempo para que se recobrase de laconmociónquelehabíasupuestotodoaquello.

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Evidentemente,nopodíareconocertodoloquehabíavistoatravésdelasgafasoloquehabíaescuchadodesdeelotroladodelsetodearbustos.AlhablarconCecilia,sólopudeatribuirmidistanciamientoymismodalesfríosa loscelosquemehabíaprovocado el nombre de sir John, y le rogué que me perdonase incluso aquellamomentáneadesconfianzade lamásconstanteyencantadorade lasmujeres.Habíaalgo, supongo, en mi conciencia contrita por haberla ofendido, que se expresó atravésdemicomportamientoodemiapariencia.Estábamossentadosenelsofá.Porprimeravezdesdequenoshabíamosprometido,Ceciliamerodeóconelbrazoymebesósinesperaraquefueseyoelquelabesaraantes.

—No suelo ser muy dada a demostraciones —dijo dulcemente—, y no creo,Alfred,quepuedasllegarasaberlomuchoqueteaprecio.Querido,cuandosirJohnyyonosencontramosenaquellacena,erademasiadofielaturecuerdocomoparanisiquierapermitirmepensarenél.Tupobremadremeirritóaldudarsobresiyopodríaconfiar enmímisma estando cerca de Timbercombe; de otromodo, nunca habríaaccedido a venir a Long Fallas. Recordarás que invitó a sir John a visitarnos. Leescribí,informándoledemicompromisocontigoyexplicándole,delmodomásclaroposible,quesiseacercabaaestacasa,nadaenelmundomeobligaríaaverle.Teníatodaslasrazonesparasuponerqueentenderíayrespetaríamismotivos…

Se calló. El color de la vida asomó a su encantador rostro. Me negué aimportunarlapermitiéndolecontarniunasolapalabradeloquehabíasucedidojuntoalosarbustos.Repasenloocurrido,silohanolvidado,yveancómolasgafashabíansidocompletamenteincapacesdemostrarmelosmotivosmásnoblesyelevadosquela habían movido. Las pequeñas desconfianzas y enojos superficiales los habíamostradoalaperfección,peroelverdaderocariñodelunoporelotro,escondidobajolasuperficietantodemimadrecomodemiprometida,seencontrabanmásalládesualcance.

—¿VolvemosmañanaaLondres?—pregunté.—¿Yatehascansadodeestarconmigo,Alfred?—Mehecansadodeesperaraquelleguelaprimavera,ángelmío.Vivirécontigo

en el lugar que más te apetezca, con tal de que consientas en acelerar latransformaciónqueteconvertiráenmiesposa.¿Consentirás?

—Sólositumadremelopide.Nolaatosigues,Alfred.Pero sí la atosigué.Después de lo que había oído detrás de los arbustos podía

mirarenelcorazóndemimadre(sinayuda)ysentirmesegurodequeelaspectomásnobledesunaturalezajustificaríamiconfianzaenella.Nosóloestabapreparadapara«pedírseloaCecilia»enaquelmismomomento…sinoademásansiosa,lapobre,porconfesarlocompletamenteequivocadaquehabíaestadoacausadesuinterésnaturalpor la hija de su hermano. Firmemente dispuesto a mantener el secreto de midescubrimientosobresusobrina,meneguéaescucharsuconfesión, talycomomehabíanegadoaescucharladeCecilia.¿Acasonosabía,sinquenadiemelodijera,que para Zilla habría sido un juego de niños engañar y deslumbrar a mi inocente

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madre?Únicamentepreguntési«lacostureraseguíaenlacasa».Larespuestafuelosuficientementeexplícita:

—Enestosmomentosestáenlaestacióndeltren,ynovolveráaentrarnuncamásenningunademiscasas.

AlamañanasiguienteregresamosaLondres.MantuveunabreveyprivadacharlaconeljefedeestacióndeTimbercombe.Sir

John se había despedido el día anterior de sus amigos en la ciudad. Él y Zilla sehabíanencontradoenelandén,esperandoel trendeLondres.Ella lehabíaseguidohastaelcompartimentodefumadores.Justoenelmomentoenqueeljefedeestaciónibaadarpasolibrealtren,sirJohnhabíaabiertolapuertaconunamarcadaexpresiónde disgusto y se había refugiado en otro vagón. Había tanteado al baronet comoúltimorecurso,ytambiénselehabíaescurridoentrelosdedos.¿QuéleimportabaaZilla? Tenía mucho tiempo frente a ella y pertenecía a esa clase de personas quenuncadesaprovechantodaslasventajasqueselespresentan.Elotrodíavielanunciode sus esponsales con un gran señor del acero; un hombre valorado en variosmillones, con posesiones a juego. ¡Brava Zilla!No hace falta que busquemotivosmásnoblesentuinterior,lasimplevistamebasta.

Algunosdíasantesdequemeconvirtieraenunhombrecasadofuiinvitadoaunacena organizada por un amigo soltero, y conocí a sir John. Habría sido ridículoabandonar la habitación, sencillamente le rogué a mi anfitrión que mantuviera minombre en secreto yme senté junto al baronet, quien hasta este día todavía no haaveriguadoquiénfuesu«simpáticoyagradablevecinodemesa».

Enlugardepasarnuestralunademielenelextranjero,CeciliayyoregresamosaLongFallas.Encontramosellugardelicioso,inclusoeninvierno.

¿QuesimellevélasGafasdelDiabloconmigo?No.¿Quesilasarrojélejosdemíosilasredujeaesquirlas?Tampoco.RecordéloquemehabíadichoSeptimusNormanalrespecto.Laúnica

maneradelibrarsedeellaseraregalárselasaotrohombre.¿Yquiénfueeldepositario?No había olvidado lo quemi rival había dicho sobremí entre los arbustos. Le

regalélasGafasdelDiabloasirJohn.

VII.–ENTREELLECTORYELEDITOR

¿Es que no vamos a recibir una explicación satisfactoria que dé cuenta delelemento sobrenatural de esta historia? ¿Cómo llegó ésta amanos del editor? ¿No

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habíaningúnnombreodirecciónenelmanuscrito?Sirealmentetienequesaberlo,sí,habíaunadirección.Peromeniegoadecircuál

era.¿Supongaquemeimaginoqueladireccióneraladeunpsiquiátrico?¿Quédiría

entonces?Lediríaqueustedseparecesospechosamenteauncrítico,ytendríaelhonorde

desearlequepaseunbuendía.

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WilkieCollinsnacióenLondres,ReinoUnidoen1824.Fallecióen1889.Escritorydramaturgobritánico.Sutalentoserevelóamuytempranaedad,mientrascursabasusestudios de bachiller, no obstante, el joven Wilkie prosiguió sus estudios hastaalcanzarladiplomaturaenleyes,dondeserevelótanpocoinspiradoparaelcomercioylastransaccionesqueprobófortunaconsuverdaderavocación.

Tras una primera obra histórica, el autor, interesado en el teatro visitó París ycomenzó suprimeraobra realmentepublicada, unamemoria a supadre, quehabíamuertoen1847.Desde1848comienzaaescribirsushistoriasdeficción,(Antoninaor the fall of Romey Basil) y en 1851 traba amistad con Dickens, una amistadfructífera que se apoyaba en la mutua admiración. Gracias al aclamado autorbritánico, Collins desarrolló una fina ironía, un especial talento para lacaracterizaciónpsicológica.Fueelprimeroenabordareltemadelasjoyasrobadasdeun ídolo, tema repetido después hasta la saciedad y en crear la figura del villanocomotalenmuchasdesusobras,entrelasquedestacan:Lamujerdeblanco,Elhoteldeloshorrores,PiedradelunayLaconfesióndelpastoranglicano,entreotras.

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Notas

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[1]LasreferenciaspictóricascontenidasenUnacamaterriblementeextrañasedebena que este cuento, al igual que los demás incluidos originalmente en el libroAfterDark,compartíalaparticularidaddeestarnarradopordiferentespersonasaunmismointerlocutor,unpintorllamadoKerbyalqueenunasocasionessealudedirectamente(comoenTheStolenLetter,enelquerealizaunretratodelnarradoralmismotiempoqueestelenarrasuhistoria)yenotras,comolapresente,deformatangencial.(N.delT.)<<

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[2]Viajealrededordemihabitación,deXavierdeMaistre.(N.delT.)<<

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[3]SerefiereaSamuelJohnson.(N.delT.)<<

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[4] Juego de palabras intraducible. Además de dama y mozo de cuadra, Lady yGroom, los términos utilizados por Collins en esta frase para expresar eldeslumbramiento del protagonista por unamujer de una clase diferente a la suya,puedenusarsetambiéncomosinónimosdenoviayprometido,deahíqueunaslíneasmásabajosehagareferenciaaunafuturaboda.(N.delT.)<<

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[5] «Estamos hechos de la materia de la que están hechos los sueños, y nuestrapequeñavidaestárodeadaporunsueño».(N.delT.)<<

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