Inventario y catalogación

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1 Inventario y catalogación: herramientas para el conocimiento de la historia Paloma Otero Morán Museo Arqueológico Nacional [email protected] María del Mar Gómez Talavera [email protected] Paloma Otero Morán es Conservadora Jefe del Departamento de Numismática y Medallística del Museo Arqueológico Nacional, institución que conserva la colección numismática más im- portante de España y en la que ha desarrollado su actividad profesional desde 1990. Licenciada en Geografía e Historia, su trayectoria científica está centrada en el campo de la Numismática Antigua, especialmente las acuñaciones celtibéricas de Hispania, y en las propias colecciones del Museo, con un especial interés en su difusión, documentación e historia, desde la creación de la Real Biblioteca en 1711 hasta la actualidad. María del Mar Gómez Talavera es licenciada en Geografía e Historia (Historia Moderna y Contemporánea) por la Universidad Autónoma de Madrid en 1989. Vinculada al Departamento de Numismática y Medallística del Museo Arqueológico Nacional (Madrid) desde 1999, ha par- ticipado, entre otros, en el proyecto de investigación internacional «Patrimonio Numismático Iberoamericano» (2007-2011) y en el proyecto de catalogación de las monedas de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes depositadas en el MAN (2012-2013). Especializada en numis- mática y medallística de época moderna y contemporánea, su labor profesional y científica se ha centrado en el ámbito de la catalogación y difusión de estos temas, desarrollada en diversos museos e instituciones, como el Museo Cerralbo, el Museo del Ejército o el Banco de España. Las monedas nos han acompañado durante veintiséis siglos de historia. Son objetos necesarios para la vida cotidiana e instrumentos oficiales del Estado que las emite, pero también bienes cul- turales que acopiamos y conservamos con mimo en los museos como testigos de la historia y le- gado para generaciones futuras. Para ser protegidas, comprendidas y apreciadas, deben someterse a investigaciones y estudios que recaben todo su significado. Los procesos técnicos de inventario, clasificación, documentación y catalogación son proto- colos científicos básicos, imprescindibles para llegar a esta meta, así como para asegurar su pro- tección ante las amenazas externas. Desde su entrega al Estado español, en febrero de 2012, las monedas de la fragata Nuestra Señora de la Mercedes han sido sometidas a todos estos procesos. Las monedas depositadas en el Museo Arqueológico Nacional (MAN) A finales de 2012, una vez terminado el recuento, las piezas aún sumergidas en líquido fueron trasladadas a Cartagena, al Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQVA), para continuar allí con los tratamientos de conservación, mientras que las monedas en seco, 5.138 piezas que ya

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Inventario y catalogación: herramientas para el conocimiento de la historia

Paloma Otero MoránMuseo Arqueológico Nacional

[email protected]

María del Mar Gómez [email protected]

Paloma Otero Morán es Conservadora Jefe del Departamento de Numismática y Medallísticadel Museo Arqueológico Nacional, institución que conserva la colección numismática más im-portante de España y en la que ha desarrollado su actividad profesional desde 1990. Licenciadaen Geografía e Historia, su trayectoria científica está centrada en el campo de la NumismáticaAntigua, especialmente las acuñaciones celtibéricas de Hispania, y en las propias coleccionesdel Museo, con un especial interés en su difusión, documentación e historia, desde la creaciónde la Real Biblioteca en 1711 hasta la actualidad.

María del Mar Gómez Talavera es licenciada en Geografía e Historia (Historia Moderna yContemporánea) por la Universidad Autónoma de Madrid en 1989. Vinculada al Departamentode Numismática y Medallística del Museo Arqueológico Nacional (Madrid) desde 1999, ha par-ticipado, entre otros, en el proyecto de investigación internacional «Patrimonio NumismáticoIberoamericano» (2007-2011) y en el proyecto de catalogación de las monedas de la fragataNuestra Señora de las Mercedes depositadas en el MAN (2012-2013). Especializada en numis-mática y medallística de época moderna y contemporánea, su labor profesional y científica seha centrado en el ámbito de la catalogación y difusión de estos temas, desarrollada en diversosmuseos e instituciones, como el Museo Cerralbo, el Museo del Ejército o el Banco de España.

Las monedas nos han acompañado durante veintiséis siglos de historia. Son objetos necesariospara la vida cotidiana e instrumentos oficiales del Estado que las emite, pero también bienes cul-turales que acopiamos y conservamos con mimo en los museos como testigos de la historia y le-gado para generaciones futuras. Para ser protegidas, comprendidas y apreciadas, deben sometersea investigaciones y estudios que recaben todo su significado.

Los procesos técnicos de inventario, clasificación, documentación y catalogación son proto-colos científicos básicos, imprescindibles para llegar a esta meta, así como para asegurar su pro-tección ante las amenazas externas. Desde su entrega al Estado español, en febrero de 2012, lasmonedas de la fragata Nuestra Señora de la Mercedes han sido sometidas a todos estos procesos.

Las monedas depositadas en el Museo Arqueológico Nacional (MAN)

A finales de 2012, una vez terminado el recuento, las piezas aún sumergidas en líquido fuerontrasladadas a Cartagena, al Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQVA), para continuarallí con los tratamientos de conservación, mientras que las monedas en seco, 5.138 piezas que ya

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habían sido sometidas a procesos de limpieza por Odyssey Marine Exploration (OME) en 2007,se depositaron en el Museo Arqueológico Nacional (MAN). En total, se tratan de 4.927 monedasde plata y 211 de oro, todas las de oro excepto una, que aún se conservaba en medio líquido.

El MAN, como sede de la colección numismática de referencia en España, compuesta porunas 300.000 piezas de diversas épocas y países, podía proporcionar el equipo científico y losrecursos técnicos necesarios para afrontar el proyecto inicial de catalogación y estudio del ma-terial.

El primer objetivo de todo proceso de catalogación es identificar, documentar y organizar,de acuerdo con los criterios científicos, las piezas, como requisito indispensable tanto para elcontrol y seguridad de los fondos –prevención contra robo o amenaza externa– como para cual-quier otro estudio posterior. El proceso llevado a cabo en el Museo Arqueológico Nacional hatenido, además, un carácter de proyecto piloto, puesto que ha creado la plataforma científico-técnica necesaria para el tratamiento futuro del resto de las monedas de la fragata Mercedes, queaún está en proceso de limpieza y consolidación. El objetivo último, evidentemente, es abordarel estudio numismático completo del material y su difusión, de modo que pueda ser accesible atodos los públicos, tanto a nivel divulgativo como especializado, y convertirse en fuente de re-ferencia para la investigación histórica.

Es muy probable que este lote de monedas en seco formara parte de las primeras piezas ex-traídas del pecio por OME, que fueron trasladadas a Florida en el primer viaje del 10 de abril de2007. Seguramente para preparar una imagen impactante o efectista del hallazgo, la empresadebió decidir realizar un tratamiento de limpieza y pulido lo más rápido posible para tomar lafotografía que se entregó a la prensa, y que ha sido la imagen del caso durante cinco años: varioscubos que parecen llenos hasta el borde de brillantes monedas de plata en un supuesto muybuen estado de conservación, creando la ficción de que todos los cubos tenían el mismo conte-nido en similares condiciones.

Como el resto de las monedas de la fragata Mercedes, las piezas catalogadas en el MAN per-tenecen al sistema monetario español de la época de los Borbones, emitidas entre finales delsiglo XVIII y principios del XIX, en los reinados de Carlos III y, sobre todo, de Carlos IV, con elaño 1804, fecha del hundimiento de la fragata, como fecha más reciente. Todas las piezas depo-sitadas en el MAN son reales de a ocho de plata y piezas de ocho escudos de oro, excepto unade dos escudos de oro, y abarcan los años 1774-1804.

Agua y tiempo

En principio, la catalogación de monedas procedentes de un yacimiento subacuático no sediferencia en nada de otras provenientes de yacimientos terrestres: el proceso se lleva a cabodel mismo modo. Sin embargo, sí es cierto que los objetos arqueológicos de procedencia sub-acuática están sujetos a diferentes tipos de alteraciones naturales debido a la inmersión du-rante un tiempo prolongado en el agua marina. Los tratamientos de conservación yrestauración deben ser realizados con extremo cuidado. Los métodos a utilizar suelen ser len-tos y laboriosos y su aplicación requiere de un cierto tiempo; no sólo se trata de retirar lasconcreciones que cubren las piezas y de detener la corrosión, sino de preservarlas en las me-jores condiciones, evitando procesos que las deterioren y provoquen daños irreversibles. Elcriterio general es que el tratamiento de conservación debe facilitar la «lectura» de las piezasy reintegrarles su valor estético e histórico como conjunto, no devolverlas a su estado originalde modo traumático.

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En este caso, a las alteraciones propias del medio acuático se unen algunos deterioros que,en parte, pueden achacarse a un fuerte impacto, probablemente a consecuencia de la explosiónque sufrió el buque –piezas dobladas, cantos golpeados–, mientras que otros –rayas y raspadurasen la superficie de las monedas de oro– quizá pudieron ser provocados por el sistema utilizadopor OME para extraer las monedas del fondo marino. Las monedas de plata, además, parecenhaber sufrido métodos de limpieza agresivos –desconocemos exactamente cuáles– con el fin deretirar residuos y cloruros con la mayor rapidez posible, de modo que en su mayoría muestranun tacto como de moneda decapada y «abrasada», con la superficie excesivamente rugosa y po-rosa. En algunos casos, las monedas de plata presentan importantes pérdidas de masa, lo quedificulta su correcta catalogación.

Primeras fases: desembalaje, clasificación, ordenación

En la fase inicial, se procedió a la extracción de las monedas entregadas por OME de las cajasde embalaje y de los envases originales. La mayoría de las monedas de oro y algunas de las deplata habían sido encapsuladas en blísteres o cajas termoselladas destinadas a su comercializa-ción, pero no aptas para la organización de los materiales de un museo. Otras venían en sobresindividuales de plástico y la mayoría en cajas reutilizadas de la U.S. Mint (Fábrica de Moneda delos Estados Unidos), cajas verdes rectangulares, que contenían en su interior veinticinco tuboscerrados con tapa a presión, empleadas en origen para la venta de dólares de plata a inversoresy coleccionistas, las llamadas silver eagles, «águilas de plata»; estas monedas tienen un tamañomuy similar a los antiguos reales de a ocho españoles.

Imagen 1. Real de a ocho de Carlos III (Potosí, 1776-1786), parcialmente identificable pese al deterioro superficial yla pérdida de masa. Foto: Miguel Ángel Camón.

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Las piezas han sido ubicadas en monetarios, soportes específicamente creados para la con-servación de monedas: se trata de muebles compuestos por cajones y bandejas con huecos in-dividuales, en los que se colocan las monedas según una ordenación científica.

Es en esta fase cuando se realiza la primera catalogación de las monedas, «leyéndolas» y dis-tribuyéndolas de acuerdo a unos criterios jerarquizados: el primer rango es el monarca emisor,en esta ocasión Carlos III o Carlos IV, cuyo nombre aparece en la leyenda, puede deducirse delaño de acuñación, o es reconocible en el retrato del anverso; el segundo nivel, la ceca, o ciudaddonde se han fabricado las monedas, resulta identificable a partir de la marca de ceca, general-mente un conjunto de letras enlazadas que representan su nombre (en la fragata Mercedes, Lima,México, Popayán, Potosí y Santiago de Chile); el tercero, la fecha de acuñación, ordenada ensentido creciente (entre 1774 y 1804, en este caso), y leída o deducida de otros elementos for-males de la moneda; y, finalmente, las marcas de ensayador, el funcionario de la ceca encargadode vigilar la composición y la pureza del metal y de establecer las aleaciones necesarias para laacuñación de las emisiones, cuyas iniciales aparecen siempre en los reversos de estas monedas.Los últimos grupos comprendían las piezas sólo parcialmente legibles, dado su estado de con-servación, y las consideradas «frustras» o ilegibles, imposibles de atribuir a ninguna categoría. Lacolocación de los ejemplares en los monetarios replica esta jerarquización, para una mejor loca-lización, control y estudio de los materiales.

Durante todo el proceso de reubicación de las monedas se ha tenido un cuidado extremoen documentar todas las acciones y, sobre todo, conservar las numeraciones y códigos asignadosa cada una de las piezas por OME, así como los números de control asignados por el equipocientífico-técnico desplazado a Florida para el traslado del cargamento desde Estados Unidos aEspaña, con el fin de no perder datos irrecuperables en el futuro. Asimismo, se ha decidido con-servar ocho blísteres intactos, seis con monedas de plata y dos de oro, como testigos de la situa-ción en la que llegaron. En la gestión diaria de un museo, una de las reglas a seguir es preservar

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Imagen 2. Caja de la U.S.Mint. Foto: Raúl FernándezRuiz.

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toda la información y datos posibles asociados a cada pieza: aunque no parezcan útiles en elmomento, pueden ser necesarios más adelante. Forman parte de la documentación y de la historiade cada objeto.

Catalogando

En un museo, cada pieza está identificada por un número de inventario, individual e irrepetible,y por unos datos básicos que, cuando se trata de monedas, incluyen el emisor –la autoridad queordenó la creación, acuñación y puesta en circulación de la emisión–, el país, o entidad políticao cultural al que pertenece, la denominación de valor –el valor que supone dentro del sistemamonetario–, la ceca y la fecha de acuñación. Una fase más avanzada incluye también la descrip-ción completa del objeto y su localización en la bibliografía de referencia, estableciendo su «tipo»concreto según los estudios monográficos de la serie en la que se integra.

Hay que tener en cuenta que, desde su aparición, hacia 600 a. C., hasta la actualidad, lasmonedas son documentos oficiales, en las que ninguna imagen o inscripción es gratuita, y queestán producidas en serie. Ello nos enfrenta a piezas, por un lado muy variadas, pero, por otro,también repetitivas, en las que es necesario reseñar tanto los datos que las identifican y las in-sertan dentro de su serie, como todas aquellas características que las diferencian individualmentede otros ejemplares similares. Si una catalogación o descripción adecuada es siempre imprescin-dible para asegurar el control de los fondos del museo y su validez como fuente básica de cual-

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Imagen 3. Documentación y conservación de los embalajes originales: blísteres. Foto: Lola H. Robles.

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quier interpretación histórica, es aún másimportante en el caso de las monedas,pues al ser objetos acuñados en grandescantidades, producen conjuntos de piezasaparentemente iguales. Sólo una docu-mentación completa puede prevenir pro-blemas y asegurar la base necesaria paracualquier estudio posterior.

La catalogación es un proceso en elque, ante la carencia de datos directos, lainterpretación del objeto debe ser apor-tada por la formación científica, la capa-cidad investigadora y la práctica delcatalogador. En las monedas españolasdel siglo XVIII, la información que propor-cionan las propias piezas es mucho másnumerosa que en emisiones más anti-guas, pues consta tanto el emisor comola fecha, el lugar en que fueron acuñadasy las iniciales de los responsables delproceso en la ceca, los ensayadores. Sinembargo, hay que saber leer todos estoselementos, lo cual no es siempre fácilcuando las piezas, como buena parte delas de la fragata Mercedes, han sufrido im-portantes daños.

Así ha ocurrido con las monedas de plata, cuya catalogación ha estado marcada sustancial-mente por su estado de conservación. Mientras que algunos ejemplares son legibles en su tota-lidad o a un nivel parcial, en otros el mal estado de la superficie, la pérdida de masa o lafragmentación del cospel, provocados por su larga inmersión en el agua marina y por un procesoacelerado de limpieza, dificultan su identificación. En los casos extremos, la catalogación es im-posible aunque, a veces, la aplicación de métodos deductivos –a partir de los datos visibles– yla experiencia del catalogador han permitido encajar las piezas más deterioradas en ciertas cate-gorías (emisor, ceca, un rango cronológico).

Fluorescencia de rayos X

Mediante la colaboración del Museo Arqueológico Nacional con el Instituto de Historia del Con-sejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC-CCHS), se ha procedido a someter a 790 mo-nedas –todas las de oro y una muestra estadística de las de plata– a análisis utilizando la técnicade fluorescencia de rayos X (FRX), una técnica no destructiva que permite obtener datos concre-tos sobre la composición metálica de las monedas.

La FRX permite medir las cantidades de metal presentes en cada pieza, desde el elementobase de la aleación –oro, plata– hasta trazas, mostrando su proporción respecto al total y la pre-sencia de cualquier elemento, por pequeña que sea. Contar con estos datos abre la puerta a es-tudios sobre la correspondencia entre la aleación legal –la establecida en los decretos deacuñación– y la aleación real de las piezas que salían de la ceca, la traza del origen del metal

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Imagen 4. Catalogación, toma de módulo y registro enDOMUS realizados en el Gabinete Numismático del MAN. Foto:Dpto de Numismática, MAN.

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utilizado para la producción y los métodos utilizados a lo largo del proceso técnico de fabricación.Es, además, una ocasión única para medir el impacto del deterioro propio de los materiales sub-acuáticos, así como de su limpieza tras el hallazgo, en la composición actual de las piezas, com-parándolas con monedas que no han sufrido estas condiciones, con el fin de establecer hastaqué punto pueden haber influido en la mayor o menor presencia de ciertos metales en la actua-lidad, alejándose de su aleación original.

Sin embargo, la espectrometría por fluorescencia de rayos X es una técnica de análisis desuperficie, por lo que en este momento se está planteando utilizar otras técnicas complementariasque amplíen el campo de análisis de las piezas.

Todas las medidas obtenidas pasan a formar parte de la documentación de cada moneda,como uno más de los elementos que la caracterizan, y son un dato más a la hora de resolver, oplantear, nuevos –y viejos– problemas de la investigación histórica.

Fichas y tejuelos

El resultado visible de todo este proceso es la ficha catalográfica y la etiqueta que acompañaa las piezas en los monetarios. En la ficha, o el registro informático de la base de datos –queen los museos estatales es el sistema integrado de documentación y gestión museográficaDOMUS–, deben constar como mínimo los datos básicos de identificación de la moneda, asícomo los datos técnicos y físicos que la individualizan como objeto: la materia –oro o plata enel caso de la fragata Mercedes–; el peso, siempre expresado en gramos; el módulo, o diámetro,en milímetros; y la posición de cuños, un dato relacionado con el proceso de acuñación. Me-diante términos horarios, empleando como símil la esfera del reloj, describe la disposición delcuño de reverso respecto al de anverso en el momento de recibir el golpe que imprime lostipos. En las monedas de la época de la fragata Mercedes, ya acuñadas a máquina, esta posiciónsiempre es fija, y suele ser 12 o 6 h. Aunque en los procesos mecánicos tiene menos relevanciaque en emisiones más antiguas, el estudio de la posición de cuños puede proporcionar infor-mación trascendental sobre los métodos de trabajo en las cecas, su organización y la tecnologíautilizada en los talleres, así como ayudar a la ordenación de las emisiones, al facilitar el reco-nocimiento de distintos momentos de acuñación.

La ficha básica se completa con aquellos rasgos que individualizan la moneda como un ob-jeto único: composición metálica (análisis XRF), peculiaridades de fabricación o alteraciones pos-teriores como, por ejemplo, perforaciones o resellos. En la fragata Mercedes no se han encontradohasta el momento piezas con resellos, pero sí perforadas.

A ello se une la referencia bibliográfica y, en un segundo nivel de detalle, la descripción delos tipos. Aunque en toda descripción cabe siempre el componente personal del catalogador, laNumismática cuenta con un método normalizado, unas pautas mediante las cuales se anotan sis-temáticamente los elementos descriptivos de una moneda. Hay que tener siempre presente quenada de lo que aparece en una moneda es casual: por su carácter oficial, imagen del Estado einstrumento esencial para la vida económica y cotidiana, todos los elementos que se muestranen sus dos caras tienen un significado, ya sea como propaganda del poder o como mecanismosde control y seguridad.

La descripción comienza siempre por el anverso, o cara principal, y continúa por el reverso,finalizando por el canto en el caso de que esté trabajado, lo cual suele ocurrir a partir del sigloXVIII, cuando se introduce maquinaria especial para labrarlos. Los cantos «de cordoncillo» surgieroncomo una medida de control, para evitar que las monedas fueran recortadas o limadas, puesto

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que un canto trabajado permite apreciar cualquier manipulación a primera vista. Las imágenes yleyendas, elegidas por el emisor como representación de su poder y del mensaje que quieretransmitir al mundo, van acompañadas de una serie de marcas que, en el caso de la fragata Mer-cedes, identifican el valor de la pieza, la ceca y los responsables de la emisión. Pueden ser letras,monogramas o números y estar colocadas en diversos lugares del campo o integradas en la le-yenda circular.

En cualquier ficha catalográfica de un museo es necesario contar con una buena fotografía,pero en el caso de las monedas resulta imprescindible. Al ser un producto en serie, la identi-ficación rápida y segura de cada pieza depende principalmente de la imagen; con ella conse-guiremos tener bien documentado cada ejemplar en caso de ocurrir cualquier problema,además de evitar pérdidas o confusiones en la colocación de las piezas. Como en la mayoríade objetos arqueológicos, la imagen debe mostrar la escala. Esto simplifica la identificación delas monedas a primera vista y permite mantener una visión comparativa de los distintos valores.En los registros manuales, así como en las publicaciones científicas sobre series numismáticas,la imagen siempre aparece a escala 1:1; si por alguna razón se agranda, se señala el grado deampliación.

Todo este proceso sería inútil si se perdiera el vínculo entre la información y la moneda con-creta. Ese vínculo lo constituye el tejuelo, la etiqueta que acompaña siempre a cada pieza allá

Imagen 5. Toma de fotografías. Foto: Lola H. Robles.

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donde vaya. Mientras se está llevando a cabo el proceso de desembalaje, clasificación y asigna-ción de números de inventario, la moneda lleva asociado un tejuelo provisional; una vez queocupa su lugar definitivo en la bandeja del monetario, se colocan tejuelos cuidadosamente adap-tados al alvéolo para que en ningún caso puedan salirse fortuitamente del hueco. En ellos debeconstar, como mínimo, el número de inventario y el peso, los dos datos que más rápidamentesirven para identificar la moneda en caso de que se mueva de su lugar.

Desde el desembalaje hasta la cumplimentación final del registro en la base de datos, el in-ventario y la catalogación es un trabajo lento y meticuloso, en el que cualquier error supone vol-ver atrás en el proceso. Al mismo tiempo, a medida que se avanza se va adquiriendo experienciacon el material y a veces se consigue catalogar piezas mal conservadas con mayor precisión, deforma que pueden ser ubicadas en su lugar correcto aunque en principio se les hubiera consi-derado inclasificables.

Una catalogación correcta, que permita adscribir la moneda a un personaje preciso y auna cronología concreta, es imprescindible para alcanzar una valoración lo más ajustada posiblede la pieza en sí misma, del momento histórico en que se inserta y del yacimiento al que per-tenece. Es un dato esencial para la investigación histórica. Y en un museo, compuesto por de-cenas, o cientos de miles de piezas, un objeto mal catalogado es un objeto infrautilizado, eincluso perdido.

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Imagen 6. Sustitución de los tejuelos provisionales por los definitivos. Foto: Dpto. de Numismática, MAN.