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INTRODU Ĉ CION ^ CAMBIO TECNOLOGICO Y MEDIO AMBIENTE RURAL Philip Lowe, Terry Marsden y Sarah Whátmore ^

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INTRODUĈCION ^

CAMBIO TECNOLOGICO YMEDIO AMBIENTE RURAL

Philip Lowe, Terry Marsdeny Sarah Whátmore ^

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En este volumen se abordan una serie de temas clave a losque no suelen prestar atención los científicos sociales, pero quepresentan una acuciante relevancia social. Aun cuando es ciertoque siempre ha existido un gran interés por las consecuenciassocioeconómicas del cambio tecnológico, se ha tendido a consi-derar la tecnología en sí misma como una fiierza externa e inde-pendiente a la que tanto la sociedad como los diversos gruposque la integran están obligados a adaptarse. De igual modo, elentorno rural ha sido tratado tradicionalmente como un vesti-gio, a partir de la hipótesis de que es la sociedad urbano-indus-trial la que concentra en la práctica los procesos de innovaciónsocial y económica. Es indudable que los teóricos sociales handescuidado o descartado casi siempre el entorno físico como de-terminante significativo de la actividad humana.

Por consiguiente, el tema abordado en este volumen yuxta-pone un factor que los teóricos sociales consideran tradicional-mente exógeno con otro tenido por residual. La fuerza que in-duce a desplazar estos factores desde el fondo al centro de la es-cena no procede de los científicos sociales, sino del crecientemalestar de la población. El cambio tecnológico ha llegado a sercontemplado como algo no neutral ni benigno. A medida que seextiende la alarma provocada por los diversos cambios ecológi-cos globales, aumentan las dudas acerca de la sostenibilidad delos modelos de urbanización e industrialización actuales. En estecontexto se ha puesto de mánifiesto cada vez más claramente lacompleja dependencia de la sociedad urbana con respecto al en-torno rural, con la consiguiente revalorización de la importanciasocial y ecológica de este íiltimo. A1 propio tiempo, el medio am-biente rural de la mayoría de los países desarrollados y en desa-rrollo se ha transformado por efecto de una revolución tecnoló-gica sin precedentes. Esto contradice, por un lado, la noción deun cierto retraso inherente a estas zonas, y por otro es causa deuna preocupación creciente por la destrucción de paisajes y cul-

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turas tradicionales, con las secuelas de una degradación medio-ambiental generalizada (véase el cuadro A y los capítulos 1-4 quesiguen) .

Estos temas plantean determinados problemas analíticos.Los debates actuales en torno al impacto del cambio tecnológicotienen como eje el concepto de control. Por un lado, el dominiotecnológico denota control sobre la naturaleza, pero tambiénpoder en materia social y económica. Por otro lado, los proble-mas ecológicos crónicos y los nuevos riesgos tecnológicos apun-tan hacia una tecnología que está fuera de control.

Cuadro A Problemas medioambientales causados por la intensificaciónde la producción agrícola

• Efectos sobre la salud humana de los residuos de plaguicidas y fertili-zantes, metales pesados, aditivos para piensos y demás contaminantesque permanecen en el suelo, masas de agua, productos de alimentacióny cadena alimentaria.

• Disminución y división de biotopos importantes para la conservación dela naturaleza.

• Contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, eutrofizaciónde las aguas superficiales a causa de nitratos y fosfatos, provocandoriesgos locales para la salud, empeoramiento de la calidad de los recursoshídricos, pérdida de posibilidades de recreo y aumento en los costes desuministro de agua.

• Problemas de contaminación agrícola asociados con el crecimiento dela ganadería intensiva.

• Contaminación atmosférica a consecuencia de la ganadería intensiva,estercolado y fumigación de las cosechas.

• Salinización del suelo, con la contaminación consiguiente de las co-rrientes de agua y con pérdidas de productividad del suelo y de valorespaisajísticos.

• Pérdidas de atractivos paisajísticos y de ecosistemas causados por laaglomeración de explotaciones, aumento de los monocultivos, destruc-ción de setos, muros y terrazas, drenaje de marismas y deterioro 0derribo de las edificaciones agrarias tradicionales.

• Compactación, erosión y contaminación del suelo, con el resultado depérdidas de productividad, disminución de la calidad de los recursoshídricos y reducción de capacidad de almacenamiento de agua.

(Fuente: OCDE 1989, pág. 13-14).

Este dilema es más perceptible en la agricultura que en nin-gíin otro sector, puesto al ser ésta el factor más amplio de utiliza-ción del suelo, se convierte también en la primera actividad so-cial y económica creadora y recreadora del entorno físico. Losagricultores modernos tienen a su disposición una gama sin pre-

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cedentes de ayudas químicas o mecánicas para el estímulo de laproducción. Sin embargo, es posible que, individualmente consi-derados, tengan poco conocimiento de los efectos, cada vez másextensos y noci^^os,.que pueden acompañar al uso de tales me-dios. Incluso los que se percatan de las posibles consecuenciaspensarán quizás que apenas existe otra alternativa que no seaasumir riesgos medioambientales. Debido a su misma compleji-dad y potencia, las tecnologías agrarias han convertido al agricul-tor común en una especie de aprendiz de brujo. zCómo se ha lle-gado a una situación así?

Como resultado del cambio tecnológico y de la oferta de in-centivos de la producción, esta última se ha multiplicado porcuatro en lo que va de siglo. Sin embargo, en la mayoría de lospaíses desarrollados, dejando a un lado la agricultura colectiviza-da de las economías socialistas (Persányi, capítulo 2), la agricul-tura sigue siendo una modalidad de actividad económica basadaprincipalmente en el trabajo familiar y en unidades de produc-ción de base familiar. El desarrollo y penetración plenos del ca-pitalismo en la agricultura han estado constreñidos por la pro-piedad indi^Rdual de la tierra y por la naturaleza refractaria delos procesos biológicos y ecológicos incluidos en la producciónagraria, los cuales requieren todavía la atención individual delagricultor.

Frente a estas limitaciones de naturaleza orgánica y de pro-piedad del suelo, la innovación industrial ha sido fragmentaria.El capital se ha visto forzado a realizar apropiaciones parciales delos procesos de trabajo rurales, para después reincorporarlos a laagricultura como factores de producción revalorizados o mediosde producción, es decir, en forma de fertilizantes, plaguicidas,semillas, piensos y maquinaria adquiridos externamente. De estemodo, el capital, de forma progresiva y discontinua, se ha idoapropiando de actividades y valores que anteriormente se consi-deraban sustanciales a la agricultura. Por tanto, por un lado seha evitado la absorción mediante el cambio tecnológico, y porotro la agricultura ha sido penetrada cada vez más por el capital(Goodman y Redclift, 1986).

De este modo, la dinámica de los avances tecnológicos en laagricultura se sitúa fuera de ésta. Surge a través de la estrategiaindependiente de im^estigación y desarrollo (I+D) de empresaspertenecientes a las industrias suministradoras, dedicadas a la ac-

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tualización continua de sus productos con el fin de conservar suscuotas de mercado (véase Goodman y Wilkinson, capítulo 6).Los agricultores tienen posiblemente poca influencia real sobreeste proceso o sobre las consecuencias del mismo. Para la mayo-ría de ellos, las posibilidades de elección respecto a la adopción yutilización de la tecnología son restringidas (Lowe y cols., capítu-l0 3). La situación de perfecta competencia que distingue a laproducción agraria les vuelve susceptibles a las nuevas técnicasdestinadas a reducir los costes de producción y a mejorar la pro-ductividad. Cada vez tienen que apoyarse más en el asesoramien-to externo al seleccionar y de aplicar determinados productos, yel carácter esotérico e interrelacionado de muchos procedimien-tos y técnicas agrarias crea su propia forma de dependencia tec-nológica a nivel de la explotación agraria (véase Munton, Mars-den y Whatmore, capítulo 5).

Un ejemplo específico lo encontramos en la industria de in-secticidas norteamericana (Perkins, 1984). A pesar de que el usode insecticidas se multiplicó por doce entre 1945 y 1977, las pér-didas que las plagas de insectos ocasionaron en los cultivos de Es-tados Uriidos casi se duplicaron, y las pérdidas por esta causa fue-ron similares a las de los demás países. Existen tres razones prin-cipales para que el muro defensivo de los controles químicos sehaya ido derrumbando progresivamente: en primer lugar, pues-to que la mayor parte de los insecticidas eliminan tanto a las pla-gas como a sus depredadores, las especies nocivas que logran so-brevivir se recuperan con gran rapidez, en ausencia de sus ene-migos naturales; en segundo lugar, estos agentes de amplio es-pectro determinan a veces que especies de insectos que anterior-mente carecían de importancia se conviertan en importantes pla-gas; y, en tercer lugar, la elasticidad genética de los insectos sig-nifica que la mayoría de las plagas desarrolla en el plazo de cincoaños, y a veces en una única estación, resistencia a cualquier pro-ducto químico. Sin embargo, la mayoría de los agricultores seencuentran atrapados en el círculo vicioso de los insecticidas, yel creciente volumen de ventas de éstos resulta conveniente paralas grandes empresas del sector agroindustrial. Cabe contemplarotras estrategias alternativas, más eficaces potencialmente, sobretodo la gestión integrada de plagas ("integrated pest manage-ment", IPM) basada en diversos controles biológicos. Sin embar-go, esto requeriría acciones coordinadas a nivel regional que

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aparecen poco atractivas para las grandes empresas, ya que nodan lugar a modalidades susceptibles de ser tratadas como pro-ductos y protegidas mediante patentes. Por consiguiente, todoello depende en buena medida de la organización, financiacióny asignación de prioridades que tenga la I+D agraria, y de la for-ma en que los distintos intereses sean influyentes y determinan-tes en este sentido (véase Munton, Marsden y Whatmore, capítu-l0 5).

Aunque el contexto del cambio tecnológico en las economíascentralmente planificadas ha sido muy distinto, el resultado finalha sido normalmente similar (Persányi, capítulo 2). La colectivi-zación forzosa de la agricultura permitió la racionalización y laindustrialización de la producción a gran escala. Sin embargo,también en este punto la dinámica del cambio tecnológico radi-ca en otra parte; en este caso, en los Ministerios centrales, queestablecen objetivos.económicos e industriales generalmentemuy rígidos, con escasas consideraciones a la variabilidad o sensi-bilidad del entorno rural. A partir del derrocamiento de los regí-menes comunistas en Europa oriental, se han dado pasos enca-minados a privatizar la agricultura, aunque las consecuencias es-tán aíin por ver. Sin duda las presiones tecnológicas no van a ce-der. Antes por el contrario, las condiciones de mercado haránque surjan otras presiones adicionales que vendrán a añadirse alas de las industrias fabricantes de factores de producción, comoya ocurre en los países capitalistas.

Por ejemplo, los agricultores se enfrentan a unas especifica-ciones cada vez más exigentes respecto al tipo y calidad de susproductos, impuestas por las grandes empresas de producción ycomercialización. La industria alimentaria, en general, ha incre-mentado sus inversiones en I+D, pasando de ser un sector debaja tecnología a convertirse en un sector de tecnología media(OCDE, 1986). Algunos desarrollos pueden tener implicacionesradicales. La biotecnología, por ejemplo, descubre una gran va-riedad de nuevas posibilidades de sustitución que prometen de-rribar las barreras tradicionales entre el sector de la alimenta-ción tradicional y el industrial (véase Goodman y Wilkinson, ca-pítulo 6). El ejemplo más conocido es el de los nuevos edulco-rantes, donde se plantea una competencia entre el azúcar, los ce-reales (de donde se extrae la isoglucosa) y los edulcorantes sinté-ticos de bajas calorías (por ejemplo, el aspartame), con graves

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implicaciones para la agricultura de Europa y, de América delNorte, así como para los productores de azúcar del Tercer Mun-do. Las empresas químicas y farmacéuticas transnacionales domi-nan en la actualidad el campo de la investigación biotecnológica,y cada vez están más dedicadas a la fabricación de productos se-mielaborados y terminados para la industria alimentaria. A1 pro-pio tiempo, las principales empresas transformadoras de alimen-tos se diversifican al buscar para los productos agrarios nuevosmercados no relacionados con la alimentación. Estos aconteci-mientos permiten pronosticar la aparición de una bioindustriagenérica (véase Goodman y Wilkinson, capítulo 6; Byman, capí-tulo 7).

Una consecuencia de todo ello que ya se está haciendo notares la reestructuración de la relación tradicional entre la agricul-tura y la industria, en la medida en que el agricultor se ve cadavez más oprimido entre los grandes fabricantes químicos y losgrupos industriales agroalimentarios. Las políticas agrarias con-vencionales, basadas en esa relación tradicional, reciben durosataques, con las consiguientes y amplias repercusiones de carác-ter político y ecológico. Las políticas agrarias productivistas,practicadas por la mayor parte de los países industrializados des-de las décadas de 1930 y 1940 han estado orientadas hacia elapoyo de sistemas de productos agrarios, con sus correspondien-tes sectores de suministros y de transformación, de ámbito tiponacional o regional. Estas políticas implican generalmente uncierto compromiso entre los intereses de las partes en juego. Lareorganización a escala internacional de las relaciones entre laagricultura y la industria, y la transición de una agricultura orien-tada a los recursos hacia una agricultura de base científica, soca-van actualmente la fortaleza de estas coaliciones regionales y na-cionales. Más adelante se examinan algunas de las implicacionesque tiene todo lo anterior para la viabilidad de las regiones agra-rias de Estados Unidos (FitzSimmons, capítulo 1), así como parael comercio internacional, especialmente en cuanto a las relacio-nes entre Estados Unidos y la CE (Byman, capítulo 7), y para laagricultura de los países en desarrollo (Redclift, capítulo 4).

La interacción entre el cambio tecnológico y el cambio socialy medioambiental es intrínsecamente desigual (Smith, 1984). Aeste respecto, es posible definir las zonas rurales como aquellosespacios geográficos que, tradicionalmente, han sido dedicados

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de forma predominante a la extracción de recursos naturales-alimentos, fibras, minerales y agua-, necesarios para la subsis-tencia, para la producción industrial o para el consumo urbano.Pero el cambio tecnológico y la concentración de capital en lossiste^nas de producción de alimentos, fibras, etc. modifican enprofundidad estas relaciones, intensificando la explotación dedeterminadas zonas, marginando otras y, en ambos casos, soca-vando el crecimiento sostenible a largo plazo (Redclift, capítu-l0 4).

Estos procesos de desigualdad espacial tienen su contraparti-da en las fronteras conceptuales que separan lo urbano de lo ru-ral, la sociedad de la naturaleza, la tecnología del medio ambien-te. Sin embargo, estos dualismos suelen oscurecer relaciones másamplias que, en realidad, trascienden tales divisiones. Por ejem-plo, solemos ver en las tecnologías únicamente artefactos, comolas máquinas o los compuestos quími Ĉos, prescindiendo de lasrelaciones sociales asimétricas que rodean su producción y uso.De igual modo, el cambio tecnológico suele describirse como unproceso autónomo, impulsado de modo determinista por losavances científicos, cuyas consecuencias sociales y medioambien-tales se separan a efectos analíticos, en vez de formar parte inte-gral del proceso mismo.

La compartimentación de la investigación científica en rela-ción con el Ĉambio tecnológico reproduce y refuerza esta separa-ción artificial, en la que la ingeniería y las ciencias físicas se con-templan como fuentes de innovación, y las ciencias sociales y me-dioambientales como meros instrumentos para analizar la "ab-sorción" o los "impactos". Es evidente que esta división ha de sersuperada si se quiere incorporar a los factores sociales y medio-ambientales al diseño, ejecución y regulación de la tecnologíaagraria y de otro tipo. De momento, la tendencia predominantea materializar la tecnología consolida una espiral interminablede ciclos de innovación sucesivos, necesarios para mantener laacumulación de capital, y defendidos una y otra vez como solu-ciones a problemas surgidos parcialmente a raíz de los ciclos an-teriores. De este modo, a pesar de que el cambio tecnológico dela posguerra ha sido un factor destacado del exceso de oferta yde los problemas ecológicos de la agricultura, se siguen presen-tando nuevas tecnologías como si fuesen la panacea. La tecnolo-gía de la información y la biotecnología, en particular, son obje-

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to de aclamación en cuanto precursoras de una generación pros-pectiva de tecnologías "limpias", como si, junto a sus múltiplesbeneficios, no comportasen sus propios riesgos específicos, con-secuencias indeseables y potencial perturbador (Tait, capítu-l0 8).

Estas circunstancias, de hecho, representan importantes de-safíos para la agricultura, las comunidades rurales y el medio am-biente. Plantean la cuestión de la regulación del cambio tecnoló-gico y de su economía política. Existen en la actualidad pruebassuficientes de los costes sociales y medioambientales que llevanaparejadas tanto la revolución verde de los países en desarrollocomo la agricultura de "alta tecnología" que se intenta desarro-llar en los países industrializados (Redclift, capítulo 4; Lowe ycols., capítulo 3). No obstante, hasta hace muy poco apenas se hatratado de contrarrestar o prevenir estas consecuencias, y las me-didas aplicadas han sido en gran parte ineficaces. En los paísesdesarrollados, los controles medioambientales de los métodos decultivo suelen ser débiles y de carácter reactivo (OCDE 1989); yen muchos países en desarrollo ni siquiera existen (Redclift, ca-pítulo 4). Sin embargo, estos problemas ya no permanecen con-finados dentro de las fronteras nacionales, desde el momento enque el fomento y la difusión de las nuevas técnicas están contro-lados cada vez más por las empresas internacionales del sectoragroalimentario, y los métodos empleados en la agricultura hanllegado a ejercer un impacto importante sobre la contaminaciónglobal (véase el cuadro B).

Por otro lado, las perspectivas de utilización para fines agra-rios de organismos modificados genéticamente plantean riesgosmedioambientales completamente nuevos, y han dado lugar aque se reclamen controles más estrictos, además de una estrate-gia reguladora de tipo proactivo (Tait, capítulo 8). Estas iniciati-vas en favor de una regulación más racional del cambio tecnoló-gico y de la gestión del medio ambiente rural requieren un co-nocimiento integrado de los procesos que intervienen, siendoéste el objetivo al que pretende contribuir el presente volumen.

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Cuadro B Contribución de la agricultura a la producción total de losprincipales gases, a escala mundial

Producto Proporción Actividadesproducida por agrícolasla agricultura generadoras

Metano 40-60% Descomposiciónanaeróbica enarrozales ysistema digestivode los rumiantes.Combustión de labiomasa.

Oxido nitroso 10-25% Acción bacterianasobre losfertilizantesnitrogenados.Combustión de labiomasa.

Amoníaco 80-90% Volatilización delnitrógeno de losfertilizantes yresiduos animales.

Otros gases de 60-65% Combustión de lacombustión biomasa. Tala de

árboles y quemade rastrojos yresiduos.

(Adaptado de Pretty y Conway, 1989)

Bibliografía

Impactosprincipales

Gas de"invernadero" queaumenta elcalentamientoatmosférico.

Gas de"invernadero".Además reduce lacapa de ozono.

Contribuye a laIluvia ácida.

Gases de"invernadero".Lluvia ácida.

Goodman, D.E. y Redclift, M. (1986) Capitalism, petty commodity pro-duction and the farm enterprise, pp. 20-40 of G. Cox, P. Lowe y M.Winter (eds) AgricultĈre: People and Policies. Londres, Allen y Unwin.

OCDE, Science and Technology Indicators, n° 2(1986) R and D, Inven-tion and Competitiveness. París, OCDE.

OCDE (1989) Agricultural and Environmental Policies: Opj^orlunities jor Inte-gration. París, OCDE.

Perkins, J.H: (1984) Insects, Exfierls and the Insecticide Crisis. US, PlenumPress.

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