Integracion y Democracia en America Latina

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  • ColeccinInsumisos Latinoamericanos

    Amrica Latina: integracin, democracia y desarrollo. Retos para el siglo XXI

    Ignacio Medina Nez (coordinador)

    www.librosenred.com

  • Direccin General: Marcelo PerazoloDireccin de Contenidos: Ivana BassetDiseo de Tapa: Patricio OliveraArmado de Interiores: Abel Auste

    Est prohibida la reproduccin total o parcial de este libro, su tratamiento informtico, la transmisin de cualquier forma o de cualquier medio, ya sea electrnico, mecnico, por fotocopia, registro u otros mtodos, sin el permiso previo escrito de los titulares del Copyright.

    Primera edicin en espaol en versin digital LibrosEnRed, 2004Una marca registrada de Amertown International S.A.

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  • NDICE

    Introduccin 7

    Amrica Latina en transicin al siglo XXI 7

    Desarrollo latinoamericano en el marco de la economa globalizada - Jorge Abel Rosales Saldaa 21

    Los retos del desarrollo humano - Ignacio Medina Nez 67

    Dcit y entornos. Democracia, ciudadana y globalizacin en Amrica Latina - Jorge Ceja Martnez 86

    Amrica Latina y el Caribe: resistencias de un subsistema silenciado - Jaime Preciado Coronado 121

    La integracin sudamericana: el proceso de convergencia del Mercosur y la CAN a travs del ALCSA - Daniel Efrn Morales, Aldo Rogelio Ponce y Alberto Rocha Valencia 144

    Presente y futuro de las fuerzas armadas (reexiones sobre poltica de defensa e instrumento militar en el hemisferio) - Marcos Pablo Moloeznik 192

    Acerca de los autores 225

    Editorial LibrosEnRed 230

  • Coordinador

    Ignacio Medina Nez

    Colaboradores

    Jorge Abel Rosales SaldaaJorge Ceja Martnez

    Jaime Preciado CoronadoDaniel Efrn MoralesAldo Rogelio Ponce

    Alberto Rocha ValenciaMarcos Pablo Moloeznik

  • INSUMISOS LATINOAMERICANOSCuerpo Acadmico Internacional e Interinstitucional

    Directores

    Eduardo Andrs Sandoval ForeroRobinson Salazar Prez

    Consejo acadmico y Editorial

    Pablo Gonzlez Casanova, Jorge Alonso Snchez, Fernando Mires, Manuel A. Garretn, Martn Shaw, Jorge Rojas Hernndez, Gernimo de Sierra, Alberto Riella, Guido

    Galafassi, Atilio Born, Roberto Follari, Eduardo A. Sandoval Forero, Ambrosio Velasco Gmez, Celia Soibelman Melhem,

    Ana Isla, Oscar Picardo Joao, Carmen Beatriz Fernndez, Edgardo Ovidio Garbulsky, Hctor Daz-Polanco, Rosario

    Espinal, Sergio Salinas, Lincoln Bizzozero, lvaro Mrquez Fernndez, Ignacio Medina, Marco A. Gandsegui, Jorge Cadena Roa, Isidro H. Cisneros, Efrn Barrera Restrepo,

    Robinson Salazar Prez, Ricardo Prez Montfort, Jos Ramn Fabelo, Bernardo Prez Salazar, Laura Mota Daz, Mara Pilar

    Garca, Ricardo Melgar Bao, Norma Fuller.

    Comit de Redaccin

    Laura Mota DazAmelia Surez Arriaga

    Correccin de estilo

    Amelia Surez Arriaga

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    INTRODUCCIN

    AMRICA LATINA EN TRANSICIN AL SIGLO XXI

    Los aos de 1980 a 1990 fueron conocidos en Amrica Latina con el nombre de la dcada perdida: no hubo crecimiento econmico mientras que la pobreza y extrema pobreza se extendan y profundizaban en los diferen-tes pases; se gener un debate, tambin, sobre el terrible problema de la deuda externa, que no pudo llegar ms que a negociaciones bilaterales para producir nuevos nanciamientos. Mxico fue un tpico caso prolon-gado de crisis durante el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988): se perdieron empleos, no haba suciente inversin nacional ni extranjera, se dieron las ms altas tasas de inacin en toda la historia.

    Otros pases como Colombia, Nicaragua, Guatemala y El Salvador sufran adems las atrocidades de una guerra civil prolongada. Las nicas luces de esa dcada perdida en Latinoamrica fueron, por un lado, la terminacin de los gobiernos y dictaduras militares que dieron paso a procesos electorales que producan gobiernos civiles y, por otro lado, el comienzo de los acuerdos de paz en Centroamrica que empezaron a tomar fuerza en Esquipulas.

    El presente libro parte de un diagnstico general sobre la problemtica situacin econmica de Latinoamrica de la dcada de los 90 al comienzo del siglo XXI-, que nos asemeja de alguna manera a la tragedia griega de Prometeo encadenado, sin aparente salida; contra esta visin trgica que tenan los griegos sobre el destino, nos atrevemos a armar, sin embargo, que todava existen alternativas para construir un modelo de desarrollo ms equilibrado para nuestra regin, y por ello, vamos a ofrecer diferentes enfoques sobre el anlisis del desarrollo latinoamericano que han sido dis-cutidos ampliamente entre profesores y alumnos de diversos pases latinoa-mericanos, dentro del programa de la Maestra en Planeacin y Desarrollo que ha coordinado por ms de una dcada el Centro de Experimentacin para el Desarrollo para la Formacin Tecnolgica (CEDEFT) con sede en Jiutepec, Morelos, Mxico.

    LA LTIMA DCADA DEL SIGLO XX

    Los ltimos 10 aos del siglo XX en la gran patria americana que so Bolvar parecieron dar ciertas esperanzas en el mbito econmico, debido

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    a las incipientes tasas de crecimiento; durante todos esos aos, los pases de Amrica Latina y el Caribe tuvieron una evolucin positiva del Producto Interno Bruto (PIB) aunque no pareja ni continuada en una lnea ascen-dente: tubo tasas signicativas de crecimiento del PIB como en 1994 y 1997 y 2000 (5.2%, 5.1% y 3.8% respectivamente) y otras muy exiguas como en los aos 1995 y 1999 (1.1% y 0.5% respectivamente) (Cfr. CEPAL, 2002. Panorama Social de Amrica Latina 2001-2002. Octubre del 2002. Santiago de Chile. Pag. 107)

    Algunos observadores le otorgaban a esta ltima dcada del siglo un sm-bolo de despegue enlado al desarrollo, atribuyendo la causa precisamente al modelo neoliberal basado en la liberacin de las fuerzas del mercado que, aunque causaba efectos dolorosos en gran parte de la poblacin y en el mercado interno de algunas naciones, prometa ser la solucin a mediano y largo plazo.

    Sin embargo, la propia CEPAL, en el trnsito de un siglo a otro, daba un grito de alerta; nuestros pases seguan siendo un desastre en trminos eco-nmicos, y se empezaba a notar un gran desencanto de aquellos gobiernos civiles surgidos de las dictaduras pero que no ofrecan ninguna mejora en las condiciones materiales de vida y, en cambio, imponan severos progra-mas de ajuste. El 15 de marzo del 2000, la CEPAL elabor un documento de diagnstico sobre toda la regin titulado La brecha de la equidad en Amrica Latina y el Caribe, que dio a conocer luego pblicamente en San-tiago de Chile, en una reunin del 15 al 17 de mayo del 2000, con la idea de dar un seguimiento al Plan de Accin de la Cumbre de Desarrollo Social que se haba realizado en Copenhague, Dinamarca, en 1995; esta Cumbre social haba sido convocada con la pretensin de llegar a superar la pobreza, el desempleo y la marginalidad social. El estudio de la CEPAL constaba de 331 pginas con numerosos cuadros y grcas, y encontraba que el nmero de personas latinoamericanas en situacin de pobreza haba crecido hasta cerca de 200 millones.

    Si rascamos algo de optimismo en ese mismo diagnstico habra que sealar que, entre 1990 y 1997, el nivel de pobreza en Amrica Latina y el Caribe disminuy teniendo en cuenta el porcentaje del total de hogares: de 41% descendi al 36%, y se puede precisar que el nivel de pobreza en ese perodo se redujo en 11 de 14 pases que experimentaron un proceso de recuperacin econmica sostenida con una continuidad en la inversin y una repercusin positiva en el mercado de trabajo; ello quiere decir que hubo un ligero incremento en los ingresos laborales debido tambin a que la tasa de inacin se vio notablemente reducida. De manera particular se elevaron un poco los ndices en educacin y seguridad social: el gasto real

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    per cpita en la primera aument en 13 de 15 pases; en salud y nutricin, en 11 de 14, y en seguridad social, en los 13 pases sobre los que se dispuso de informacin.

    Se puede ver que hay un descenso leve en la incidencia de la pobreza en los 90s en la mayora de los pases, con la excepcin de Colombia, Para-guay y Uruguay, pero ese ligero mejoramiento en la lnea de pobreza no ocurre cuando vemos las tendencias en la desigualdad; dice por ejemplo un reporte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que teniendo en cuenta cualquier criterio de medida, Amrica Latina permanece como la regin ms desigual en el mundo.... La distribucin del ingreso no ha mejo-rado en los 1990s y permanece debajo de los niveles de hace dos dcadas (Latin America Data Base. University of New Mxico. No. 39, Oct.22, 1999. Albuquerque, NM). El estudio del BID muestra que una cuarta parte de la riqueza de Amrica Latina se encuentra en manos del 5% de la poblacin mientras que los ms pobres, el 30%, recibe slo el 7.5% del ingreso de la regin. En este sentido, los pases con la peor desigualdad son Brasil, Chile, Guatemala, Ecuador, Mxico, Panam y Paraguay, donde hay un abismo entre los ms ricos y el resto de la sociedad.

    De esta manera, dentro del incipiente crecimiento econmico de los 90s, hay otros factores que no permiten el optimismo en materia de un verda-dero proyecto de desarrollo. Tenemos en cuenta, primero, que los aos 80s fueron esa dcada perdida, debido a las profundas crisis econmicas en donde hubo, paralelamente al crecimiento cero, una profundizacin de la desigualdad social; la mayor parte de los analistas observan que la pobreza y la inseguridad empeoraron sustancialmente en los aos 1980s (Korzeniewics, en Latin American Research Review. Vol. 33, no. 3, 2000. Pag. 8. University of New Mexico).

    Habra tambin que observar que la leve tendencia, en los 90s, hacia la disminucin de la pobreza se fren durante los aos de 1998 y 1999, como se comprueba en las cifras ociales.

    Adems, por otro lado, algo que parecen no entender todava las diversas corporaciones multinacionales que sostienen el modelo neoliberal como el Banco Mundial (BM) o el Fondo Monetario Internacional (FMI) es que, como lo arma claramente la CEPAL, el crecimiento por s slo no garan-tiza una mejor distribucin del ingreso y, por ello, no puede uno atenerse conadamente a las cifras macroeconmicas: ni los empleos productivos ni los mejores salarios ni la eciencia laboral ni mejores polticas sociales son una consecuencia mecnica del puro crecimiento en trminos cuantitati-vos. Ello quiere decir que Amrica Latina puede seguir experimentando mayores desigualdades sociales paralelo al crecimiento econmico debido

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    a que no existe una relacin directa entre dicho crecimiento y la distribu-cin de la riqueza social. El crecimiento econmico en la regin no ha sido acompaado por signicativas o duraderas reducciones en la pobreza y la inequidad (Korzeniewics, en Latin American Research Review. Vol. 33, no. 3, 2000. Pag. 8. University of New Mexico). Tambin hay que tener en cuenta que ni la continuidad del mismo crecimiento econmico est garan-tizado mientras exista tal brecha interna entre productividad e ingresos, mientras no se enlacen de manera ms horizontal los sectores productivos, mientras la tecnologa siga acaparada slo por pequeos grupos de trasna-cionales y mientras no exista una repercusin centrfuga del arrastre de las exportaciones y el comercio hacia otros sectores del mercado interno.

    Podemos tambin observar la fragilidad de nuestras economas cuando gran parte de la produccin sigue dependiendo de los llamados sectores informales. Segn estimaciones de la CEPAL, de cada 100 nuevos empleos creados entre 1990 y 1997, 69 correspondieron a este sector, al que perte-nece el 47% de los ocupados urbanos en la regin. Esto explica el actual estancamiento del promedio de los niveles de productividad del trabajo y el hecho de que en 13 de 18 pases los niveles salariales mnimos reales sean inferiores a los de 1980. Los trabajadores informales, en promedio, reci-ben una remuneracin media que equivale a la mitad de la que perciben empleados y obreros en establecimientos modernos. La distancia entre los ingresos de profesionales y tcnicos y los de asalariados en sectores de baja productividad aument un 28%, como promedio, entre 1990 y 1997.

    La propia CEPAL dio a conocer otro estudio denominado Panorama social de Amrica Latina 1999-2000, donde se rearmaba el diagnstico sobre el incipiente crecimiento econmico en los 8 primeros aos de la dcada de los 90s, armando que tal tendencia positiva se vio interrumpida en 1998 y 99; con sus fuentes, la CEPAL armaba que existan actualmente en el n de milenio 220 millones de personas en la pobreza, lo que constitua el 45% de la regin latinoamericana y caribea. Si lo queremos ver en el marco de la pobreza extrema, un estudio del BID reconoca que ms de 150 millones de latinoamericanos, ms del 30% de la poblacin, tenan un ingreso debajo de los dos dlares norteamericanos cada da para poder cubrir sus necesidades bsicas (Cfr. Latinamerican Press. Sept 27, 1999, en Latin America Data Base. University of New Mxico. No. 39, Oct.22, 1999. Albuquerque, NM).

    Lo que resulta notable es que las economas de la regin, que se haban visto frenadas en 1998, volvieron a recuperarse en el 2000 porque el PIB se expandi a una tasa media anual del 4% en el 2000, comparado con el 2.3% en 1998 y slo el 0.3% en 1999. Esta mejora del crecimiento estuvo acompa-

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    ada por tasas de inacin an menores que las favorables tasas de los lti-mos aos (CEPAL, 2000, Introduccin. Balance preliminar de las economas de Amrica Latina y el Caribe. Diciembre del 2000. Santiago de Chile)

    Se puede armar, tambin, que en algunos pases como Chile y Uruguay, los indicadores de pobreza se han aminorado en algunos puntos porcen-tuales, pero no se puede negar -sobre todo en comparacin con la llamada dcada perdida de los aos 80s en el siglo XX-, que la pobreza es un fen-meno persistente en Amrica Latina, en donde, aun focalizando los aos 90s, la distribucin del ingreso no ha tenido variaciones signicativas.

    LA TRANSICIN AL SIGLO XXI

    Las economas latinoamericanas no muestran, sin embargo, una tendencia constante de crecimiento; ms an, en los dos primeros aos del comienzo del nuevo siglo XXI parece que vamos entrando a otra dcada perdida: de haber crecido el Producto Interno Bruto (PIB) en 3.8% en el ao 2000, el crecimiento durante el ao 2001 fue solamente de 0.3%, mientras que al trmino del 2002, la actividad econmica regional cay en un -0.5%, con lo cual el PIB por habitante fue negativo, estimndose en un -1.9% para ese mismo ao. Hay que considerar tambin que la regin transri recursos nancieros netos al exterior1 por primera vez desde nes de los aos ochenta; los trminos del intercambio siguieron deteriorndose y la inacin subi al 12%, el doble que en 2001, tras 8 aos de declinacin (CEPAL, 2002. Balance preliminar de las economas de Amrica Latina y el Caribe. Diciembre del 2002. Santiago de Chile)

    La consecuencia de esta situacin ha sido tambin maniesta para todo el ao 2002: empeoraron las condiciones de vida de un gran nmero de latinoamericanos y se estima que la pobreza aument en 7 millones de per-sonas. La tasa de desocupacin se elev desde un 8.4% de la fuerza de tra-bajo en 2001 a 9.1%, mientras que las remuneraciones reales cayeron, en promedio, en un 1.5%. Entre otros signos de debilidad del mercado labo-ral, destacan el incremento del desempleo y de la informalidad (CEPAL, 2002b). Para el 2001, alrededor de 214 millones de personas (el 43% de los latinoamericanos) vivan en la pobreza; con la retraccin econmica del 2002, aument la cifra de los pobres, que lleg ya al 44% de la poblacin

    1 La misma CEPAL estima la cantidad de recursos nancieros transferidos al exterior en unos 39,000 millones de dlares.

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    (Cfr. CEPAL, 2002. Balance preliminar de las economas de Amrica Latina y el Caribe. Diciembre del 2002. Santiago de Chile)

    Esta situacin general tiene sus variantes regionales, porque las economas ms afectadas en el 2002 fueron las de Amrica del Sur: el PIB per capita de Argentina caer en un 12%, con un acumulado de -22.4% en 4 aos, y el de Uruguay acumular una cada de 20% del PIB por habitante en el cuatrienio. Al interior del MERCOSUR, slo Brasil registrar un crecimiento marginal este ao 2002 (0.2%). Las economas de la Comunidad Andina han seguido trayectorias diferentes, pero Venezuela reducir su PIB per capita en torno a un 9%. Per y, en menor medida Ecuador, exhibirn un buen crecimiento econmico. Bolivia y Colombia registrarn un crecimiento eco-nmico positivo, pero por debajo del aumento de la poblacin. Chile tam-bin exhibe un bajo dinamismo en 2002. Para Mxico, las 5 economas del Mercado Comn Centroamericano, Hait, Panam y la Repblica Domini-cana, la prdida de dinamismo de la economa de Estados Unidos durante el bienio 2001-2002 fue un factor relevante. Slo Costa Rica, El Salvador y Repblica Dominicana tendrn un crecimiento positivo del PIB per capita (CEPAL, 2002. Balance preliminar de las economas de Amrica Latina y el Caribe. Diciembre del 2002. Santiago de Chile)

    Amrica Latina constituye, as, un panorama con riesgos de explosividad a partir de esta situacin tanto de falta de crecimiento como de desigual-dad en la distribucin de la riqueza. Se dieron ciertos aos de leve creci-miento econmico general y de una moderada reduccin de la pobreza en la dcada de 1990, as como los rezagos en materia distributiva, pero parece que la transicin de un siglo a otro nos est volviendo a la situa-cin de la dcada perdida de los 80s; hay que tener en cuenta, adems, otro fenmeno importante: la expansin impresionante en el acceso a las comunicaciones, que ha tendido a homogeneizar las aspiraciones de con-sumo. Este fenmeno, sumado a la discriminacin tnica, la segregacin residencial y el incremento de la violencia urbana, congura un cuadro de riesgo para la integracin social (Ocampo Jos Antonio y Franco Rolando, coordinadores, 2000. La brecha de la equidad: una segunda evaluacin. 2. Conferencia regional de seguimiento de la Cumbre Mundial sobre Desa-rrollo Social. Santiago de Chile. 15-17 mayo de 2000)

    EL TEMA RECURRENTE DE LA DEUDA EXTERNA

    Otro de los pesos que siguen anclando a Amrica Latina en el fondo de este problema social es la dimensin creciente de la deuda externa. Ciertamente

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    en la dcada de 1980, este tema fue objeto de gran polmica cuando se enarbol la propuesta radical de la supresin de la deuda por parte de los pases pobres cuando ocurri la primera crisis de endeudamiento en 1982, particularmente en el caso mexicano; pero los pases industrializados man-tuvieron con rmeza la negociacin pas por pas otorgando simplemente soluciones coyunturales y puntuales como el Plan Baker (1986) y el plan Brady (1989), que tan slo lograron canalizar recursos frescos en negocia-ciones bilaterales para poder seguir pagando los intereses.

    El resultado catastrco sigue a la vista: en 1972, la deuda de toda Amrica Latina era de 42 mil millones de dlares; en 1993 ya se haba elevado a 528 mil millones; en 1996, la cantidad global de la deuda ascenda a 641 mil millones; en 1999, solamente en intereses, los pases tuvieron que pagar en ese ao 123 mil millones de dlares (Le Monde Diplomatique, 2000. Pag. 2. Le poids de la dette www.monde-diplomatique.fr); en el ao 2002, la deuda externa ascenda a 725 mil millones de dlares (CEPAL, 2002. Balance preliminar de las economas de Amrica Latina y el Caribe. Diciembre del 2002. Santiago de Chile)

    Si contramos la cantidad total de intereses que han tenido que pagar los pases latinoamericanos a las instituciones acreedoras, se puede ver que tan slo entre 1982 y 1996, dicha cantidad ascienda ya a 749 mil millones de dlares, una cifra que en s misma ya era superior a la deuda total acu-mulada; o sea, que, en intereses, Latinoamrica ya ha pagado el monto total de la deuda y, sin embargo, el capital adeudado sigue creciendo de manera exorbitante.

    En el Foro Social Mundial (FMS) realizado en Porto Alegre, Brasil, a nales de enero del 2001, el tema de la deuda externa fue tambin objeto par-ticular de atencin, sealando ese sistema de crditos e intereses interna-cionales como algo injusto, ilegtimo y fraudulento; este sistema funciona como un instrumento de dominacin que priva a los pueblos de sus dere-chos fundamentales, con el nico n de aumentar la usura internacional, como se seala en el documento nal del Foro; de manera particular, Bernard Cassen, presidente de la entidad francesa ATTAC, declar con r-meza: Anular el pago de la deuda es una decisin poltica de los gobier-nos. Los banqueros no podrn oponerse a una accin internacional; ellos bien saben que la deuda ya fue saldada, y que las actuales condiciones hacen imposible su pago (Excelsior. 31 enero 2001). De hecho, se realiz una semana internacional contra el pago de la deuda externa en julio del 2001 en Ginebra, Suiza, paralela al encuentro convocado por el Grupo de los 7 pases industrializados (G-7); pero el problema sigue avanzando sin ninguna solucin de fondo.

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    LA FRAGILIDAD DE NUESTRAS ECONOMAS

    La preocupacin sobre la fragilidad econmica y desigualdades sociales del antes llamado Tercer Mundo y en especial sobre la regin latinoame-ricana no viene solamente por parte de los conocidos como grupos glo-balifbicos, que empezaron a manifestarse con ms resonancia a partir de la reunin de la OMC en la ciudad de Seattle, USA, a nales de 1999, y que han continuado sus protestas en la reunin del Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional, en Washington D.C. en abril del 2000, y tambin en otras ciudades de Europa y el mundo entero. La preocupacin por la situacin latinoamericana tambin la han expresado instituciones internacionales como el BID, como por ejemplo en el anlisis que present su presidente Enrique Iglesias en el informe anual Progreso Econmico y Social en mayo del 2000. Ah se sealaban diversos problemas econmicos graves en la regin, relacionados con otros no menos importantes como la falta de una educacin suciente, la corrupcin, el incumplimiento de las leyes, etc.; se armaba, por ejemplo, que en los ltimos 50 aos, los pases latinoamericanos cayeron del segundo al quinto lugar mundial, si consi-deramos el PIB per cpita (solamente arriba de frica), pues simplemente comparando con el ingreso promedio por habitante de los pases industria-lizados, los latinoamericanas ganaban 10,600 dlares menos al ao.

    Esta situacin se hace ms grave en particular para algunos pases, pues mientras Mxico, Chile o Argentina2 tienen aproximadamente entre 3 mil y 6 mil dlares de ingreso anual promedio por habitante, otros pases como Honduras, Hait, Nicaragua y Bolivia tienen solamente entre 400 y 700 dlares anuales de ingreso promedio. El BID seala as en su diagnstico una baja tasa de crecimiento, inestabilidad econmica, desigualdad en la distribucin del ingreso, etc. pero implica tambin otros indicadores ms all del mbito productivo como es el estancamiento educativo ms all de la primaria, el poco respeto a la vida y la propiedad, y en diversos casos, la ingobernabilidad. Por ejemplo, de manera particular, en trminos del imperio de la ley y el control de la corrupcin, Amrica Latina se sita en un nivel inferior a cualquier otro grupo de pases, con excepcin de frica (La Jornada, de 8 mayo de 2000).

    Esto nos lleva a considerar lo complejo de nuestro panorama regional cuando los pases latinoamericanos se encuentran apesadumbrados no

    2 Con la terrible crisis econmica de Argentina que explot en diciembre del 2001, hay que tener en cuenta que su PIB del 2002 decreci en -11%, y de manera semejante su ingreso per capita descendi a un -12.1% (CEPAL, 2002b: 108-109)

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    slo por la pobreza y la inequidad sino tambin por la debilidad del impe-rio de la ley, es decir, la garanta de que los ciudadanos y cualquier negocio reciban un trato imparcial y predecible por parte del gobierno, de la justi-cia y de otras instituciones (Economist, No. 8170, 05/13/2000:34).

    LA BSQUEDA DE ALTERNATIVAS

    Ante este panorama desolador, se experimenta la situacin de Prometeo, el dios griego encadenado a las rocas y carcomido en sus entraas por los animales, castigado por Zeus, cuando parece no haber salida que nos ponga en camino de un desarrollo con crecimiento y redistribucin de la riqueza social. Lo que est en cuestin es la rigidez de un modelo econ-mico neoliberal que, en pocos aos, no ha mostrado ser capaz ni siquiera de hacer crecer la economa en forma constante, y mucho menos aliviar la situacin social de millones de latinoamericanos en la pobreza.

    Habra que mirar hacia varias direcciones durante el nacer del siglo XXI para descubrir que estn surgiendo nuevas propuestas en Amrica Latina complejas y no exentas de conictos. Hay que mirar, por ejemplo, la expe-riencia de Brasil que, en las elecciones presidenciales del 2002 y con la toma de posesin de Inacio Lula da Silva como presidente el primero de enero del 2003 puede ofrecer numerosas variantes en la aplicacin del modelo econmico. Por otro lado, el movimiento electoral que llev tambin al triunfo del ex coronel Lucio Gutirrez en Ecuador en el 2002 y quien tom posesin como presidente el 15 de enero del 2003 nos muestra tambin la participacin activa de una poblacin que est buscando nuevas opciones a travs de medios polticos paccos.

    En ambos casos, ha sido impresionante la participacin de la poblacin en los procesos electorales, que, por la va pacca, la va poltico electoral, se han decidido por un cambio de rumbo en las polticas econmicas de estos estados. Prometeo, en este sentido, no est destinado a permane-cer encadenado sino que, en la prctica, puede estar ensayando varian-tes para aojar las cadenas y buscar enlarse hacia un mejor modelo de desarrollo.

    Por otro lado, hay que seguir atento a la experiencia de Venezuela con su presidente Hugo Chvez, quien se ha mantenido a pesar de las violentas protestas orquestadas por la oposicin. Y adems, hay que tener presentes los silenciosos procesos de Chile, Uruguay y Costa Rica, que aun en medio de la aplicacin del modelo neoliberal, representan variantes signicativas

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    en la regin al ser considerados todava los pases con buen desempeo en el ndice de desarrollo humano.

    Y en todo este contexto se hacen presentes tambin las propuestas de diversos procesos de integracin, postulados como un mejor camino para alcanzar el desarrollo en la era de la globalizacin debido a las limitaciones de los modelos estrictamente nacionales. En el imaginario colectivo del proceso histrico latinoamericano, durante la segunda mitad del siglo XX, resurgi el concepto de integracin como una gran posibilidad para acele-rar el desarrollo de la regin. Para muchos, esta idea recoga los sueos de Francisco de Miranda sobre la Gran Colombia y de Simn Bolvar sobre la Gran patria americana una gran repblica o una unin de repblicas pero que haba fracasado rotundamente en el siglo XIX con la dispersin en numerosos pases independientes y aun enfrentados unos con otros. De hecho, en la segunda parte del siglo XX y particularmente en la dcada del 60, ocurrieron los primeros tratados de integracin (la Alianza Latinoa-mericana de Libre Comercio ALALC, que luego se transform en Alianza Latinoamericana de Integracin ALADI, y el Mercado Comn Centro-americano MCC), los cuales aunque tuvieron un cierto perodo de estan-camiento y retroceso, se han estado revisando y reorientando en variedad de perspectivas (tratados de libre comercio, uniones aduaneras, mercado comn, unin econmica y aun integracin poltica: CARICOM, MERCOSUR, SICA, Pacto Andino, etc.) para culminar durante la transicin al siglo XXI en dos orientaciones fundamentales: los acuerdos regionales entre pases latinoamericanos, y la iniciativa de las Amricas que, con distinto nombre pero con la misma perspectiva, retoma el sentido de un panamericanismo lidereado por los Estados Unidos a travs del proyecto de la Alianza para el Libre Comercio de las Amricas (ALCA). Como camino intermedio o tercera va se encuentran los tratados de integracin bilaterales que vinculan de manera asimtrica a los pases industrializados del norte (particularmente Estados Unidos) con alguno de los pases latinoamericanos y cuyo ejemplo se encuentra en la rma del acuerdo del North American Free Trade Agree-ment (NAFTA), en la propuesta del Central America Free Trade Agreement (CAFTA) o en los acuerdos Estados Unidos-Chile, etc.

    La integracin latinoamericana es muy dinmica y pareciera que, con sus altibajos y remesones, tiene su rumbo: empez con una experiencia aleccionadora, el Mercado Comn Centroamericano, y con la pretensiosa ilusin de la ALALC, que con una militancia ejemplar de 11 naciones invo-lucraba la mayor poblacin y producto interno de Amrica Latina, pero era un gigante con pies de barro. Las siguieron la experiencia subregional andina (Acuerdo de Cartagena) y la del Caribe ingls (CARICOM). Luego

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    el gigante con pies de barro se disuelve para dar paso a la Asociacin Lati-noamericana de Integracin (ALADI), menos pretensiosa pero ms rea-lista. Ms tarde y al calor de la inminente culminacin de la interminable Ronda Uruguay del GATT se intensicaron los acuerdos subregionales en el continente: naci el Mercado Comn del Sur (MERCOSUR), el Sistema de la Integracin Centroamericana (SICA que no se confunde ni con el MERCOMUN ni con la ODECA), el Tratado de Libre Comercio de Amrica del Norte (TLCAN) y el Grupo de los Tres (G-3); los pases caribeos, como si respondieran a su herencia geoestratgica, fundaron la Asociacin de Estados Caribeos (AEC), con 25 socios entre grandes y pequeos, nsulas y continente. En Miami en 1994 se anunci el ALCA entre 34 naciones, cuya negociacin se inici a partir de la Cumbre de Santiago en 1988 (Cuevas y Delgado, 2001: 15).

    Pero una cosa importante es entender la alternativa que signica la inte-gracin, porque en la prctica ya tiene muchas interpretaciones aun con-tradictorias. Lo utiliza Estados Unidos al vincularse con Amrica Latina; lo utiliza Cuba, sintindose parte del Caribe y de la regin latinoamericana; lo utiliza Europa llegando hasta la moneda comn y con una dimensin poltica; lo utiliza Mxico en su relacin con Estados Unidos, etc. Partiendo de un sentido etimolgico, se puede decir que integracin es el intento de unir lo disperso; se trata de coordinar acciones entre entes que, aunque diferentes, podran llegar a formar un todo comn. En el uso prctico para el continente americano, el trmino ha surgido a partir de la necesidad de establecer acuerdos econmicos entre naciones; pero esos mismos acuerdos han sido de diferente nivel como se puede observar desde el caso complejo y paradigmtico de la Unin Europea hasta coordinaciones entre pases para solamente mejorar las transacciones econmicas: acuerdos comercia-les, uniones aduaneras, mercados comunes, uniones econmicas.

    Esta estrategia econmica de integracin ha surgido dentro de la etapa histrica de la globalizacin como una manera de enfrentar mejor juntos varios pases los desafos del mercado mundial tan abierto. Pero actual-mente en Amrica Latina se entrecruzan estrategias y caminos diferentes: desde el Acuerdo del Libre Comercio de las Amricas (ALCA) y el Tratado de Libre Comercio de Amrica del Norte (TLCAN) hasta los acuerdos regio-nales como el de los pases centroamericanos a travs del Sistema de Inte-gracin Centroamericana (SICA), el de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el MERCOSUR, etc.

    El trabajo conjunto que hoy presentamos quienes hemos compartido la enseanza en el programa de la Maestra en Planeacin y Desarrollo del CEDEFT presenta una variedad de enfoques interdisciplinares pero guiados

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    por el inters comn de analizar ms seriamente el presente de Amrica Latina proyectndolo hacia un mejor destino.

    Se presenta en primer lugar el trabajo de Jorge Abel Rosales Saldaa titu-lado Desarrollo latinoamericano en el marco de la economa globali-zada, en el cual expone cmo desde los aos sesenta y setentas, se han realizado serios esfuerzos para crear uniones aduaneras en el marco de la Asociacin Latinoamericana de Integracin, como los antiguos Mercado Comn Centroamericano, Grupo Andino y el Caricom, reconociendo que estos esquemas lograron resultados positivos de forma parcial, pero que al no haber avanzado hacia la plena eliminacin de aranceles entre los miem-bros y no haber adoptado el arancel externo comn, quedaron en la moda-lidad que se denomina rea de preferencias arancelarias o zonas de libre comercio, es decir, en los primeros peldaos del proceso de integracin. Sin embargo, el continente avanz hacia una nueva etapa integracionista en donde estn participando no solo los gobiernos al ms alto nivel sino que se toma en cuenta a los grupos empresariales y sociales mas importantes, lo que introduce un componente que puede contribuir a darle ms viabili-dad a la consolidacin de los proyectos y a la profundizacin del proceso; particularmente porque los esquemas ms institucionalizados cuentan con instancias consultivas donde estn representados actores no estatales que expresan demandas sociales, laborales y ecolgicas, temas que en las expe-riencias tradicionales no tenan consideracin alguna.

    Ignacio Medina Nez aborda el concepto de desarrollo humano con las mediciones que ha hecho la Organizacin de Naciones Unidas desde la dcada de los noventas, utilizando sobre todo el caso particular de Mxico en una visin comparativa, en su escrito titulado Los retos del desarro-llo humano; propone que debe abandonarse el concepto de desarro-llo basado solamente en el crecimiento econmico de un pas; considera tambin que es insuciente ligar el crecimiento solamente con la distri-bucin estadstica del ingreso sino que es necesario incluir el componente democrtico y el elemento de la cultura; una de las tesis fundamentales del autor es el sealamiento de que solamente con la consolidacin de las instituciones democrticas se puede conseguir avanzar hacia el desarrollo de una poblacin.

    Jorge Ceja Martnez, con su texto titulado Dcit y entornos. Democra-cia, ciudadana y globalizacin en Amrica Latina nos pone tambin en el debate sobre la democracia, considerndola en su papel dinamizador para insertarnos de manera autnoma en los procesos mundiales. El autor lleva a cabo una revisin en torno a los temas de democracia, ciudadana y globali-zacin, partiendo de la idea de que de la calidad de los dos primeros depen-

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    der el curso que tome la globalizacin; distingue, sin embargo, los sistemas democrticos formales realmente existentes en relacin a otro modelo en donde la sociedad civil puede tener una mayor incidencia sobre las deci-siones pblicas. En este punto, el autor dene su aportacin: no siempre la discusin sobre la democracia ha tomado en cuenta el componente de la ciudadana, entendiendo por este concepto, la conciencia de derechos y deberes ejecutables que le son propios a los sujetos y/o ciudadanos, gracias a su pertenencia a una comunidad poltica determinada que norma sus rela-ciones con base en el derecho, porque tampoco se ha considerado la exis-tencia de un marco institucional que d cabida a la posibilidad de reconocer las aspiraciones de distintos actores por ampliar el abanico de sus derechos; critica que en muchos trabajos acadmicos se haga alusin a la participacin poltica de los ciudadanos pero slo referida a su componente electoral.

    Jaime Preciado Coronado presenta su trabajo Amrica Latina y el Caribe, resistencias de un subsistema silenciado, donde quiere mostrar que en Latinoamrica y el Caribe se ha congurado un subsistema supranacional silenciado que no ve hacia el sistema mundial; seala que las relaciones interamericanas nublan o desdibujan la percepcin de ese horizonte a raz de la falacia estadounidense: su primado econmico nanciero, su pre-dominancia militar, la fuerte presin cultural y sobre los imaginarios del modo de vida ejercida por esa potencia, su creciente hegemona sobre los asuntos diplomticos y en trminos ms amplios, su concepcin de la geopoltica hemisfrica en el marco de su doctrina de seguridad nacional. Factores que vienen silenciando o impidiendo la conformacin de un sub-sistema que sea capaz de ver hacia el sistema mundial. El autor arma que el silenciamiento latinoamericano se ha recrudecido despus de los aten-tados a las torres gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, tal como se ha visto en la reestructuracin de las relaciones interamericanas en funcin de los intereses estratgicos estadounidenses. Se arma que desde entonces, Amrica Latina y el Caribe tienen an mayores diculta-des para conformarse como un subsistema autnomo, pues sus procesos de integracin comercial y nanciera, tanto como sus relaciones poltico-diplomticas internacionales, se enfrentan a los lmites impuestos por Esta-dos Unidos en su frentica bsqueda por mantenerse como el hegemn de un nuevo sistema mundial, pues el que result de la posguerra fra entr en una crisis irreversible, sin que se dena todava el sistema mundial que lo substituya. Puntualiza que los objetivos de su escrito buscan identicar y analizar las fuentes de estas debilidades.

    Por otro lado, en el escrito titulado El proceso de integracin de Amrica del Sur: convergencia entre el MERCOSUR y la CAN, los autores Alberto

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    Rocha Valencia, Daniel Efren Morales y Aldo Rogelio Ponce nos proponen su trabajo sobre el rea de Libre Comercio de Sudamrica (al que llaman ALCSA), visualizndolo como un proceso de convergencia entre la Comu-nidad Andina y el MERCOSUR, sealando que es una de las estrategias optadas en el subcontinente para la creacin de un espacio poltico-eco-nmico ampliado. Arman que el ALCSA es un proyecto de integracin regional lanzado muy recientemente y al que le faltan muchas concrecio-nes, pero que ya ha desarrollado diversas variables que es preciso estudiar, puesto que stas han venido a incentivar las aspiraciones integracionistas latinoamericanas como instrumento para reposicionar la regin en el sis-tema internacional.

    Finalmente, Marcos Pablo Moloeznik aborda el difcil tema del Presente y futuro de las Fuerzas Armadas: reexiones sobre poltica de defensa e instrumento militar en el hemisferio, donde se pretende dar cuenta de la situacin que, en el hemisferio, guardan la defensa nacional y su brazo armado por excelencia, las fuerzas armadas, tratando de identicar tenden-cias y perspectivas a futuro; con ello, se abordan algunos casos nacionales que, por su naturaleza y procesos de reforma y modernizacin, constituyen modelos que ilustran sobre las transformaciones de la poltica sectorial de defensa y su respectivo instituto armado en la regin.

    Con estos trabajos, pues, pretendemos relacionar esas tres dimensiones por las que se aspira en Amrica Latina: el desarrollo, la integracin y la democracia, sealando que la transicin al siglo XXI se presenta como un momento de grandes oportunidades para avanzar en un proyecto propio dentro del marco de la globalizacin que se nos vino encima.

    Ignacio Medina Nez

    (coordinador de la edicin)

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    DESARROLLO LATINOAMERICANO EN EL MARCO DE LA ECONOMA GLOBALIZADA

    Jorge Abel Rosales Saldaa

    Basta con efectuar una primera aproximacin a la literatura especializada en el tema de la integracin econmica, para observar que el marco con-ceptual que ha dado origen a la actual Unin Europea ha sido prctica-mente el mismo en que se han basado las teoras que cimientan el proceso de integracin latinoamericano iniciado en los aos cincuenta del siglo XX. A la vez, la consolidacin y el perfeccionamiento de la Unin Europea, conforman en la actualidad una de las principales inuencias en Latino-amrica, debido a que ese modelo ha sido motivo de inspiracin de impor-tantes actores en nuestros pases, pero, hay que reconocerlo, sin poder alcanzar la profundidad y el nivel de institucionalidad de esa coordinacin de soberanas.

    En efecto, el paradigma en que se han inspirado los impulsores de la inte-gracin para el caso latinoamericano se fundament, por un lado, en los escritos de la escuela neoclsica del comercio internacional sobre las unio-nes aduaneras y los estadios de la integracin, desarrollados por autores como Jacobo Viner o Bela Balassa; y, por otro, en las teoras de las relacio-nes internacionales de la escuela neofuncionalista estadounidense, donde se pueden ubicar a pensadores como Ernst Haas y a Karl Deutsch.

    As mismo, como es conocido, la Comisin Econmica para Amrica Latina (CEPAL, organismo intergubernamental de carcter regional de la ONU encargada de elevar el nivel de la actividad econmica y realizar investi-gaciones para promover el desarrollo de la regin) fue la institucin que originalmente realiz los estudios para fundamentar la integracin econ-mica latinoamericana. En esa organizacin con sede en Santiago de Chile, Ral Prebisch (1970) propuso el modelo sustitutivo de exportaciones con la intencin de enfrentar la debilidad estructural de las economas perifricas que padecan el deterioro de los trminos de intercambio en su relacin desventajosa con los pases centrales. Para reducir la brecha de ingresos respecto a los pases industrializados, Prebisch postulaba que era necesario promover intencionalmente a travs de la planicacin y la direccin esta-

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    tal, la integracin social, la ampliacin del mercado interno y el ahorro. El aprovechamiento de los adelantos cientcos y tecnolgicos, y una poltica exterior orientada a lograr una mayor cooperacin internacional para el desarrollo, eran parte fundamental del pensamiento cepalino.

    El modelo latinoamericano se centraba en la tesis segn la cual el desa-rrollo econmico es imposible sin la industrializacin. El crecimiento soste-nido de una economa subdesarrollada depende del grado en que pueda sustentarse un activo proceso de sustitucin de importaciones por produc-cin interna a n de que su capacidad para importar permita adquirir un volumen ptimo de bienes de inversin y de tecnologa (Wionczek, 1979, p. XVII). La estrategia consista en realizar transformaciones econmicas y sociales para crear una industria moderna que cubriera prioritariamente el mercado nacional y realizara exportaciones, pero incorporando en ellas productos industriales de creciente contenido tecnolgico (Guerra-Borges, 2002: 164). Ral Prebisch (1951: 4) precisa que al perseguir la reduccin de las importaciones no se pretende la autarqua, sino, por el contrario, importar cuanto se pueda en virtud de las exportaciones y de las inversiones extranje-ras. Slo que las importaciones tienen que realizarse en forma que estimu-len el desarrollo econmico y no lo retarden. Se concibe un proteccionismo dinmico en funcin del fortalecimiento del aparato industrial nacional.

    Pero al llegar a su lmite el modelo de desarrollo en cada pas, que no lograba del todo agregarle valor a las exportaciones a travs de un mayor contenido industrial, surgi la idea de la integracin econmica emulando la experiencia europea. En ese tiempo, se pensaba que con la creacin de un mercado comn regional, el aprovechamiento de las economas de escala y la coordinacin de polticas de industrializacin, se podran movi-lizar los factores de la produccin y se conseguira acelerar el crecimiento econmico de Amrica Latina y elevar los estndares de vida de la pobla-cin en general, objetivo que se ubicaba en el centro de la propuesta.

    Desde 1955, la CEPAL plante que la forma jurdica ms apropiada para iniciar el proceso de integracin era la Zona de Libre Comercio o, preferen-temente, la Unin Aduanera. Para 1960 haba ya un comn acuerdo para avanzar hacia la integracin bajo los principios de reciprocidad, gradualismo y tratamiento de la nacin ms favorecida. Tambin era muy generalizada la idea sobre la sinonimia entre integracin econmica y unin aduanera, que deba conjugar simultneamente el comercio intra-latinoamericano y el comercio con pases fuera del rea. Sobre esta conclusin se formaliz en 1960, la creacin de la Asociacin Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) y el Mercado Comn Centroamericano (MCCA), y posteriormente, en 1969, el Pacto Andino y el Mercado Comn del Caribe, en 1973.

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    En ese entonces se supona que con el otorgamiento de preferencias mediante listas positivas, se iniciara la desgravacin arancelaria entre varios pases y luego se pasara a concertar el arancel externo comn para priorizar la inversin regional, dando origen a todo un proceso de negocia-cin que transitara de forma gradual y progresiva hacia formas cada vez ms evolucionadas de coordinacin de polticas industriales y, en general, econmicas y sociales, hasta culminar nalmente con la integracin total. Sin embargo, como ha sealado Rosenthal (1989:14) la realidad result ms compleja que la teora, puesto que tanto el caso europeo como el latino-americano se dieron en forma discontina, derivndose de ello resultados diferentes e inclusive en algunos aspectos contrapuestos.

    Mientras que el proceso europeo avanzaba esquivando sus propias di-cultades (Duverger, 1995), y nalmente se consolid con la creacin de la Comunidad Econmica Europea (proyecto que en mucho dependi de las circunstancias geopolticas de Europa y de la fuerte motivacin ideolgica de sus lderes y empresarios, que vean en la comunidad nuevas oportu-nidades, una mayor seguridad y benecios tangibles para la sociedad en general); en cambio, la aspiracin integracionista en Latinoamrica fue dicultada por las limitaciones nacionales, por la estrechez de los merca-dos regionales y por los estrangulamientos externos. Pero tambin el fra-caso se debi a la falta de convencimiento poltico de los gobiernos que abandonaron las negociaciones, incumplieron sus compromisos con la apli-cacin de las normas, y, nalmente, optaron por proyectos de desarrollo nacional a travs de medidas proteccionistas. Por lo que los esquemas crea-dos fueron desacreditados y nalmente fracasaron relativamente desde el punto de vista operativo.

    No obstante, habra que darle crdito a los autores que siguen conside-rando que para Amrica Latina existe un cuerpo de doctrina lo sucien-temente profundo para contar con un marco terico vlido y operativo, como postula Grien (1994: 548). Inclusive, para algunos especialistas en el tema, la herencia terica de la CEPAL signica uno de los aportes ms ori-ginales a la sociologa y economa internacionales, que, sin embargo, no ha sido suciente para remontar una de las principales contradicciones que caracteriza a los pases latinoamericanos en el sentido de que a pesar de su identidad cultural y la comunidad de intereses, sus economas se han desarrollado de forma separada, con distintos regmenes, lo que ha desem-bocado en una fuerte disgregacin continental.

    Lo paradjico es que el mismo modelo sustitutivo de importaciones que garantiz durante varias dcadas crecimiento econmico y desarrollo indus-trial funcion como un obstculo al incremento de los ujos comerciales

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    externos y a la asociacin econmica. Por lo que al agotarse el esquema que privilegiaba al mercado interno, y como parte de las reformas estruc-turales diseadas para superar las consecuencias de la crisis de la deuda de los aos ochenta, se increment consecuentemente la necesidad de abrir y ampliar mercados, captar inversiones, tecnologas y nanciamiento con la esperanza de lograr la modernizacin econmica y la competitividad mediante nuevos esquemas de insercin en los mercados internacionales mediante la promocin de las exportaciones, la negociacin de tratados de libre comercio y la creacin de agrupaciones bilaterales, regionales y continentales.

    Esto ha dado como resultado que en la actualidad prcticamente todos los pases latinoamericanos participan en uno o mas esquemas de integracin, como es el caso de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay que conforman el MERCOSUR; la Comunidad Andina , en la que se agrupan Venezuela, Colombia, Bolivia, Per y Ecuador; el renovado Mercado Comn Centro-americano que suma las economas de Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica y Honduras; los pases anglfonos del CARICOM; y el caso espe-cial de Mxico, que para seguir recreando su vocacin latinoamericanista ha rmado acuerdos como el llamado Grupo de los Tres, con Venezuela y Colombia; al igual que con los pases centroamericanos y sudamericanos de forma bilateral, pero que sin embargo est fuertemente comprometido con los Estados Unidos en la creacin del mercado norteamericano de libre comercio a travs del TLCAN o NAFTA.

    Con la etapa inaugurada por los acuerdos de nueva generacin, varios auto-res coinciden en la constatacin de que no existe una divisin tajante entre integracin econmica y poltica. Igualmente, ya nadie asegura que el pro-ceso de integracin sigue una trayectoria lineal y gradualista, y ms bien se piensa que en mucho puede ser reversible o llegar a estancarse. Tambin se reconoce que los procesos de integracin pueden dar o no resultados institucionales, que no dependen slo de la voluntad de los gobiernos, que deben de incluir la participacin de agentes sociales y que los esquemas ensayados pueden quedar desfasados por las nuevas circunstancias creadas por la globalizacin. Todo ello, ha llevado a no pocos analistas a proponer enfoques ms comprensivos, en los cuales la integracin econmica apa-rece como un proceso altamente politizado en el que puede haber avances y retrocesos dependiendo de la interaccin de los funcionarios estatales y los actores no gubernamentales, y de los intereses y recursos de poder que ponen en juego los productores ligados al sector externo y aquellos que sufren prdidas o que perciben riesgos derivados de la profundizacin de la competencia internacional.

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    En este sentido, Chanona (1991,1993) ha escrito que un concepto o enfoque ms amplio de integracin solo puede emanar de una colaboracin ms estrecha entre las teoras sociopolticas y econmicas. Con este punto de vista coincide Tomassini (1991), para quien es necesario redenir el con-cepto de integracin en trminos ms exibles que aquellos empleados por la teora convencional, en la cual el trmino integracin era interpre-tado como necesariamente equivalente al de unin aduanera, considerado como un modelo ptimo, puesto que garantiza un nivel adecuado de pro-teccin ante terceros y una liberacin conveniente de factores productivos entre sus miembros. Desde la ptica adoptada en este estudio, se estara requiriendo para dar cuenta de la nueva dinmica de la integracin de un concepto ms difuso pero a la vez ms comprensivo que por lo menos se reriera a los procesos reales y convencionales, y a sus componentes econmicos, polticos, sociales, culturales y geogrcos, a la vez que a sus diversos niveles: global, continental, regional y bilateral.

    En tal virtud, los esfuerzos para redenir el concepto de integracin econ-mica, en general, se han encaminado en el sentido de que ste preste ms atencin al movimiento del conjunto de factores productivos y no exclusi-vamente al intercambio de bienes y servicios. Al respecto, Tomassini (1989: 503) sostiene que la intensicacin de diversos factores profundiza el pro-ceso de complementacin econmica entre los pases, lo que a la vez exige una denicin del concepto de interdependencia en trminos de una rela-cin de intereses de forma tal que si el comportamiento de una nacin cambia otros estados se vern afectados por dichas transformaciones. Esa identicacin de coincidencias o intereses comunes sera uno de los facto-res que estn dando origen a la regionalizacin en las Amricas. Lo mismo puede armarse de la contigidad geogrca, que tambin se constituye en un factor importante que sigue contando, pero ya no como el nico ele-mento en el que se funda la interdependencia o la integracin econmica, conceptos que convergen y que en los anlisis aparecen como complemen-tarios, o en ocasiones como suplementarios y hasta como sinnimos.

    En relacin con el argumento sobre la necesidad de una redenicin de con-ceptos, se ha explicado que desde los aos ochenta, pero sobre todo a partir de que la Unin Europea consolida su integracin mediante el Tratado de la Unin Europea (Ripol, 1995) en las teoras de la integracin se est dando un trnsito del concepto de integracin al concepto de interdependencia para explicar la realidad europea no ya en el mbito regional, sino para conceptualizar su insercin en la dinmica global (Chanona, 1993: 88).

    Algo parecido ha ocurrido en el continente americano. A partir de que se empez a reconocer la integracin de facto que exista entre Estados

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    Unidos y Mxico, y sobre todo despus de que se anunci la decisin para crear el Acuerdo de Libre Comercio de Amrica del Norte se observa un acelerado trnsito de un proceso de integracin econmica informal a uno de integracin formal entre Mxico y los Estados Unidos, principal-mente (Chanona, 1993:88).

    La negociacin del TLCAN, junto con la Iniciativa para la Amricas del presidente Bush (que concibe al TLC como el primer paso para la creacin de lo que en el 2005 podra ser el rea de Libre Comercio de las Am-ricas), fueron factores que estimularon las reformas de mercado en los pases latinoamericanos y la revitalizacin o creacin de los esquemas de integracin subregionales y bilaterales en la dcada de los noventa del siglo pasado. Lo importante en ese proceso de negociacin poltica, es que prcticamente todos los gobiernos se comprometieron con la crea-cin de una unin econmica generalizada en el continente y empezaron a utilizar la opcin regional para acceder a los mercados hemisfricos y mundiales. Ahora, sin abandonar la negociacin multilateral que se desarrolla con muchas dicultades en el seno de los organismos como la Organizacin Mundial de Comercio (OMC), la creacin de agrupaciones regionales o subregionales se estn combinando con la apertura unilate-ral o la formacin de asociaciones bilaterales, cuya tendencia es una de las ms fuertes.

    Esta nueva realidad ha llevado a la CEPAL a reconocer que la poltica de integracin tradicional no es funcional a los objetivos de la poltica econ-mica continental y a las estrategias de desarrollo nacionales, por lo que ha planteado la necesidad de que el proceso de integracin real se comple-mente con la rma de convenios formales entre los gobiernos. Aunque no es un concepto original, como lo seala Palacios (1995: 298), la novedad de la formulacin de la poltica del regionalismo abierto que la CEPAL ocia-liz en 1994, consiste en que en ella convergen el concepto de integracin y la nocin de interdependencia, trminos que tienen su origen en la tra-dicin neoclsica del comercio internacional y en la teora neofuncionalista de las relaciones internacionales, respectivamente.

    Segn la CEPAL (1994: 12), se denomina, regionalismo abierto al proceso que surge al conciliar la interdependencia nacida de acuerdos especiales de carcter preferencial y aquella impulsada bsicamente por las seales del mercado resultantes de la liberacin comercial en general. Al plantear la CEPAL una nueva orientacin con base en el concepto de regionalismo abierto, pretende que las polticas explcitas de integracin sean comple-mentarias con las polticas tendientes a elevar la productividad; es decir, hacer funcionalmente compatibles la apertura unilateral con los convenios

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    intergubernamentales entre pases cercanos geogrcamente y anes cul-turalmente (CEPAL:13).

    Esa propuesta podra ser cuestionada desde varios ngulos porque en esencia propone la adaptacin funcional de la poltica de integracin a los requerimientos del proyecto neoliberal que se ha generalizado en el con-tinente; sin embargo, lo que en este captulo interesa es caracterizar, pri-mero, la globalizacin y la regionalizacin como fenmenos paradjicos a la vez que complementarios, y dar cuenta de la evolucin y la convergencia entre los conceptos de integracin e interdependencia. Por tanto, a partir de una sntesis bibliogrca, se denen las acepciones econmicas de la integracin y la interdependencia. Asimismo, al nal del captulo se hace una reexin en el sentido de cmo la colaboracin entre las teoras de las relaciones internacionales y las teoras del comercio internacional puede brindar herramientas tiles para analizar la actual etapa de la integracin en el continente americano, marco en el que se inscribe el acuerdo bilate-ral entre Mxico y Chile, objeto de estudio de esta tesis.

    1.1 - GLOBALIZACIN

    En la actualidad, as como se puede observar el mundo compuesto por pases independientes y separados por fronteras polticas o naturales, tam-bin puede verse conformado por grandes regiones o bloques. En efecto, hasta hace poco ms de una dcada, desde el punto de vista poltico, los estudios sobre las relaciones internacionales estaban marcadas por la anti-gua divisin ideolgica entre el Este y el Oeste, esquema bipolar que perdi vigencia pero que estableca con claridad la pugna entre los principales sistemas antagnicos, a la vez que el grado de entendimiento entre las superpotencias en sus respectivas reas de inuencia. Con la desaparicin del mundo bipolar, ahora la realidad internacional es caracterizada, como dice Castells (2000), por su multidimensionalidad, puesto que involucra a mltiples actores cada vez ms diversicados y poderosos que protagoni-zan grandes transformaciones y que ponen en entredicho las capacidades del Estado frente a un contexto muy diferente al pregurado durante la Guerra Fra.

    Otro enfoque muy comn en la actualidad, es interpretar muchos de los problemas mundiales a travs de otra gran divisin entre el Norte desarro-llado y el Sur en desarrollo. El conicto Norte-Sur involucra a pases ricos y pobres, a sociedades desarrolladas y subdesarrolladas, que expresan diver-sos intereses en un mundo jerarquizado y poco equitativo en relacin con

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    el ejercicio del poder poltico y el control sobre los recursos. Tal conicto se maniesta con toda crudeza en el contenido de las diversas agendas internacionales que se negocian en el marco de la ONU y de las organiza-ciones multilaterales como la Organizacin Mundial de Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, organismos dominados por las grandes potencias pero que a la vez son foros donde se expresan las demandas de las sociedades que buscan una mayor equidad en sus relacio-nes internacionales.

    Desde la perspectiva econmica, ahora ya tambin es parte del sentido comn concebir a la sociedad internacional conformando grandes reas o bloques regionales, entre las cuales sobresalen Europa, Norteamrica y el Pacco asitico, como las zonas capitalistas ms integradas y avanzadas. La importancia de estas grandes regiones econmicas reside en que agru-pan a amplios espacios geogrcos, abundante capital humano, estratgi-cos recursos y tecnologas modernas, capitales y armas sosticadas.

    Ese proceso de regionalizacin se desarrolla simultneamente y en rela-cin con los diversos fenmenos generados por la globalizacin, la cual se caracteriza, en general, por el aumento del volumen y la rapidez de las comunicaciones; una creciente movilidad del capital a travs de las fronte-ras interestatales; una mayor unicacin macroeconmica; la internaciona-lizacin de la produccin y el desplazamiento de los procesos industriales hacia los nuevos pases emergentes; y, por la integracin de mercados y la estandarizacin de patrones de consumo (Aguirre, 1995).

    Respecto de la denicin y validez de los trminos globalizacin y mun-dializacin se ha generado un interesante debate que no se puede asumir en este escrito. Pero es necesario reconocer los esfuerzos realizados por algunos autores para dotarles de un contenido preciso, como lo hace, por ejemplo, Fernando Vallespn (2000), que conceptualiza el fenmeno de la mundializacin como lo referente a la progresiva extensin de las formas de relacin y organizacin social, que desbordan los espacios tradicionales y se expanden hasta abarcar el mundo entero. Pero este autor considera preciso hablar de mundializaciones en plural, ya que sta no sigue una nica lgica ni repercute por igual en las diferentes sociedades, grupos, empresas o sectores productivos. En otras palabras, son redes de geometra variable que repercuten de forma particular en la economa, la cultura, el derecho y la poltica. A la vez, Vallespn concibe a la globalizacin, en primer trmino, como un fenmeno que abarca a grandes zonas de la acti-vidad social que van extendiendo su campo de accin hasta abarcar niveles que superan los lmites nacionales y regionales, interconectados a travs de una compleja red de relaciones, ujos e intercambios; y, en segundo lugar,

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    la globalizacin implica una intensicacin de las conexiones y dependen-cias entre las diferentes sociedades y Estados. En otras palabras, considera que el factor decisivo de la globalizacin debe encontrarse en el aumento reticular de la comunicacin y sus posibilidades, permitiendo la creacin de un nuevo dinamismo y exibilidad en la comunicacin y organizacin de la actividad econmica, en la aplicacin de las innovaciones tecnolgicas y en la descentralizacin de la produccin y la interconexin nanciera en el mbito mundial.

    Evidentemente el anglicismo globalizacin es ms utilizado que el trmino mundializacin, preferido por los autores franceses, pero en este estudio se toman como equivalentes movindose entre uno y otro slo con la na-lidad de variar un poco el lenguaje, teniendo siempre presente la impre-cisin y la problematizacin que implica cada uno de ellos. Globalizacin es un trmino que se utiliza de forma abundante no slo en los estudios de las ciencias sociales y en los anlisis del sistema mundial, sino que se ha insertado en la vida cotidiana a travs de los medios de comunicacin, pero sin un signicado unvoco, sino todo lo contrario, pues se utiliza por el sen-tido comn para explicar casi todo lo que ocurre en un pas y en el mundo sin tener la certeza de saber acerca de qu se est hablando cuando se utiliza el trmino.

    No es difcil observar que en la literatura especializada de las ciencias socia-les, globalizacin es un neologismo que todava no logra insertarse plena-mente como un concepto cientco, en razn de que abarca a un conjunto de procesos y fenmenos muy generales que tienen lugar en el sistema internacional. Como parte del discurso poltico e ideolgico, aparece como algo inexorable, que arrastra todo a su paso de forma inevitable; mientras que para otros no es ms que un mito que tiene la intencin de ocultar las desigualdades y la injusticia entre las naciones.

    Anthony Giddens (1996) ha distinguido entre entre hiperglobalizadores3 y escpticos de la globalizacin, a los primeros, los identica ligados al

    3 Por su parte, David Held (1997) reconoce tres paradigmas que tratan a fondo la proble-mtica de la globalizacin: Hiperglobalistas: su tesis dene al fenmeno de la globalizacin como una nueva poca dentro de la historia en la cual los Estados-Nacin tradicionales se han vuelto antinatu-rales e incluso obsoletas e imposibles como unidades de la economa global. Este para-digma privilegia una lgica econmica y sus variables neoliberal y neomarxista reconocen la emergencia de un solo mercado global y el principio de la competencia global; los gobiernos nacionales se ven disminuidos o relegados a simples instituciones intermedia-rias entre los crecientes poderes locales, regionales y globales y los mecanismos de gober-nabilidad global.

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    ambiente de los negocios y con gran inuencia en las elites econmicas y polticas que orientan las polticas macroeconmicas y la gestin del Estado. Los entusiastas ms radicales de la globalizacin creen que con la expan-sin del mercado a escala planetaria, los Estados-nacin no tienen ninguna viabilidad y estn destinados a desaparecer si no es que ya son slo una pieza de museo. Los autores que asumen esta posicin extrema, interpretan que el Estado-nacin se encuentra en una fase terminal, como lo sostienen autores como Kenichi Ohmae (1995) a quin se le identica como uno de los principales representantes de esa corriente, al argumentar que en el futuro la nueva economa mundial tendr como ncleo no a los Estados-nacin sino a muchas regiones econmicas entrelazadas, funcionales a la economa mundial, misma que tiende a ser homognea a escala planetaria, en la que gracias a la tecnologa no hay diferencias salariales, ni polarizacin social, violencia y guerra. A esta postura se adhiere Alberto Rocha (2003:109), para quien el Estado-nacin, como forma histrica, se encuentra en el ocaso, transformndose en el Estado-regin supranacional.

    En cambio, los detractores de tal postura han llegado a negar la propia existencia de la globalizacin e interpretan que es un mito o una trampa, como se puede leer en el ensayo de Carlos Vilas (1999), que demuestra el grado de falsedad en que incurren los hiperglobalistas al decir que la globalizacin es un fenmeno nuevo; que es un proceso homogneo y, al mismo tiempo, un proceso homogeneizador; que conduce al progreso y al bienestar universal; que la globalizacin econmica incluye la difusin de

    Escpticos: argumentan que la globalizacin es un mito que descansa por completo en una concepcin econmica con un mercado mundial perfectamente integrado; se cuidan de concebir a la gobernabilidad global y a la internacionalizacin econmica como proyectos occidentales primordialmente, lo cual indica una creciente preocupacin que imprime la tendencia de regionalizacin a manera de bloques, donde muchas veces, ms all de un rgimen de cooperacin, se sientan las bases de una polarizacin internacional que incrementa las diferencias entre riqueza y pobreza o poder y debilidad entre los actores del sistema internacional.Trasnsformacionalistas la globalizacin es concebida como una poderosa fuerza trans-formativa, la cual es responsable de las sacudidas y fenmenos desestabilizadores que ocurren dentro de las sociedades, economas, instituciones de gobierno y dems actores que forman parte del orden mundial, es decir un proceso o conjunto de procesos que encarnan una transformacin en la organizacin espacial de las relaciones sociales y las transacciones evaluadas en trminos de su extensividad, intensidad, velocidad e impacto generando ujos transcontinentales o interregionales y redes de actividad e interaccin relativos al ejercicio de poder. La extensividad de las redes globales; la intensidad de la interconectividad; la velocidad de los ujos y el impacto de la interaccin son elementos que no conducen directamente a diferenciar qu fenmeno, actor o proceso del orden mundial es ms global en comparacin de otro.

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    la democracia; y, que acarrea la desaparicin progresiva del Estado o una prdida signicativa de su importancia. Por su parte Martin y Schumann (1999: 15) aseguran que la globalizacin constituye un ataque contra la democracia y el bienestar, sobre todo ante la constatacin de que los fundamentalistas del mercado atribuyen al liderazgo estadounidense la paternidad de una doctrina poltico-econmica salvadora. Aquellos que observan no los efectos positivos para algunas sociedades, enfatizan las consecuencias negativas para las naciones menos desarrolladas al intensi-car la desigualdad social y las carencias en su interior. Tal es el caso de los crticos que sealan que la globalizacin implica la mundializacin de la miseria, o como advierte Jaime Estay (2000) al indicar que tambin agrava las disparidades entre pases en trminos de indicadores de desarrollo social y de participacin en las oportunidades a escala mundial, condenando a los pases a una mayor polarizacin social y econmica.

    Anthony Giddens sugiere que elaborar una conceptualizacin adecuada exige diferir de ambos enfoques, porque la globalizacin es un fenmeno que responde a mltiples causas, al tiempo que es un proceso sumamente contradictorio. Tampoco se puede decir que va en una sola direccin porque genera sus propias contratendencias, como procesos de integracin y simultneamente efectos de fragmentacin o exclusin, solidaridades y destruccin de los lazos comunitarios. El punto dbil de Giddens aparece cuando asegura que nadie controla a la globalizacin, argumento insos-tenible en el enfoque de este estudio, porque si se adoptara tal perspectiva no tendra ningn sentido hablar de actores y de la racionalidad sustan-tiva que conduce su accin, as como de la armonizacin y el choque de intereses que determinan los procesos incluidos en el fenmeno llamado globalizacin.

    Para algunos autores, la globalizacin marca el triunfo denitivo del modo capitalista de produccin, particularmente con la reincorporacin de los pases del antiguo bloque sovitico y de los pases que haban realizado revoluciones populares de liberacin anticolonial encabezadas por lderes socialistas, cuyos proyectos incluyeron reformas nacionalistas y estatizacin de empresas. La globalizacin vendra a ser la caracterstica principal del ciclo histrico inaugurado por la cada del muro de Berln, en noviembre de 1989, y la desaparicin de la Unin Sovitica, en diciembre de 1991.

    En esta perspectiva histrica, como lo ha explicado por ejemplo Noam Chomsky en varios artculos, la globalizacin est asociada a las llamadas polticas neoliberales de ajuste estructural y las reformas de acuerdo con el llamado Consenso de Washington. Esas polticas son aplicadas en la mayora de los pases del Tercer Mundo y, desde 1990, fueron tambin

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    implementadas en las economas en transicin del Este europeo. Otra ver-sin de esas mismas polticas se destina a los propios pases industrialmente avanzados, ms signicativamente a Estados Unidos y al Reino Unido. O en palabras de Robinson (1998) la globalizacin del proceso de produccin est unicando al mundo en un solo modo de produccin y en un solo sistema global y est llevando a cabo la integracin orgnica de diferen-tes pases y regiones en la economa global. Vista desde una perspectiva histrica ms amplia, la globalizacin puede ser entendida como la etapa contempornea de desarrollo del sistema capitalista.

    Si bien el mismo concepto de globalizacin ha generado mltiples debates acerca de sus orgenes y magnitud, presentndose como uno de los trmi-nos ms controvertidos de las ciencias sociales, parece existir un consenso en que el fenmeno puede rastrearse hasta la poca de la construccin de los Estados modernos y su desarrollo internacional a partir del siglo XVI, y que el proceso globalizador acentu su tendencia con la implosin del bloque sovitico, el n de la guerra fra y el nuevo orden mundial unipolar que surgi en la dcada de los noventa del siglo XX (Ferrer, 1996).

    Al respecto, Guerra Borges (2002: 81) seala que dentro del proceso de globalizacin, el capitalismo juega un papel esencial en la reestructura-cin de la economa mundial, en consonancia con el establecimiento de un nuevo rgimen de acumulacin, sustentado en nuevos principios genera-les de la organizacin del trabajo y de uso de las tecnologas de punta, a n de incrementar las utilidades que permitan no slo la subsistencia, sino tambin la reproduccin y expansin del sistema. De esta manera, esta estructura acumulativa inherente a la globalizacin se convierte en una estrategia decisiva del capital para superar la crisis del fordismo, propio de mediados de siglo XX, y caracterizado por la produccin en serie, el incre-mento salarial, el mantenimiento del nivel de competitividad mediante la incorporacin sostenida de tecnologa y la ampliacin del mercado interno sobre la base de una intervencin estatal institucionalizada.

    Otro aspecto interesante de la interpretacin de Guerra-Borges (2002: 43) es concebir a la globalizacin no slo como un proceso econmico sino tam-bin [como] una estrategia poltica; no slo implica el paso de un rgimen de acumulacin a otro sino tambin la voluntad poltica de consumarlo. Desde ese enfoque se subraya que la racionalidad de los actores constituye un acto deliberado para operar una profunda reestructuracin social, ins-titucional y tecnolgica que requiere una nueva forma de capitalismo, que exige un papel completamente distinto del Estado y su correspondiente ideologa llamada neoliberalismo. En consecuencia, se rechaza que el pro-ceso sea un resultado automtico de las fuerzas productivas o que sea un

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    proceso ciego o ineluctable, sino todo lo contrario es el resultado de las concepciones y polticas de los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan y todos aquellos gobiernos que aceptaron y se adhirieron a la nueva religin, como en nuestro caso de estudio bien lo proyectan las personalidades de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox, en Mxico; y Augusto Pinochet, Patricio Aywin y Eduardo Frei, en Chile.

    Como ofensiva ideolgica, el discurso de la globalizacin identica al neo-liberalismo (Preciado, 1997) con esta nueva etapa del capitalismo mundial, proyectando como necesarios el achicamiento del Estado y que ste opere en funcin del gran capital; las privatizaciones de empresas pblicas, la des-regulacin y la liberacin econmica; la restriccin de los derechos sociales, el ataque al sindicalismo y a las organizaciones nacionalistas y socialistas. Este pensamiento dominante, tambin se gesta en los organismos econ-micos multilaterales como la OMC, el FMI, el Banco Mundial y la OCDE, mismos que al no ser autnomos y estar dominados por los gobiernos de las potencias capitalistas ms poderosas, promueven la forma neoliberal de globalizacin econmica, como si fuese la nica posible o viable, y para la cual no existe alternativa; ocultando asimismo los efectos sociales que trae consigo la economa globalizada, quienes asumen los costos y que grupos sociales son los beneciarios.

    En la actualidad, por su propia naturaleza, el concepto de globalizacin est ms enfocado a explicar la interaccin econmica en el mundo con-temporneo y las repercusiones que esta interaccin genera en la cultura4, en la tecnologa, en la ecologa y en las estructuras estatales de las socieda-des, como por ejemplo puede verse en las obras de Garca Canclini (1999) y Dani Rodrik (1997). Pero es innegable que la globalizacin est deter-

    4 Zygmunt Bauman, (1998) arma que la globalizacin no produce necesariamente nin-guna unicacin cultural... no origina el surgimiento de algo que pueda parecer una cul-tura global... Del entramado global se aslan smbolos culturales y se tejen identidades de varia ndole... la autodifenciacin local se convierte en uno de sus rasgos distintivos.... De la misma forma Manuel Castells (2000) aduce que dentro de ste fenmeno las personas intentan reagruparse en torno a sus identidades primarias: religiosa, tnica, territorial o nacional; es por ello que la identidad aparece como, uno de los mayores elementos de cohesin social entre los grupos humanos. Esto es, las personas se organizan cada vez ms de acuerdo a su signicado, no en torno a lo que hacen, sino en las bases de lo que son, o de lo que creen ser dentro de redes globales de intercambios estructurales. Por el contrario, Kevin Robins (1999) debate esta idea, argumentando que la cultura global signica cada vez ms la convergencia de smbolos culturales y de formas de vida, y que, en la medida que los ltimos rincones del mundo se integren al mercado mundial, surgir un solo mundo mercantil, en el cual las culturas y las identidades locales se desarraigan y sustituyen por smbolos mercantiles.

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    minando la evolucin de los sistemas polticos y sociales, dando origen a nuevos movimientos antisistmicos y creando, posiblemente, un proceso civilizatorio a escala planetaria. No obstante que incluye un sinnmero de dimensiones, de forma sinttica y para los propsitos de este estudio, la globalizacin presenta los siguientes rasgos:

    Intensicacin del comercio. Pese que ms del 70 por ciento de la pro-duccin de bienes se realiza en el marco nacional, se observa una ten-dencia a la elevacin de las transacciones transfronterizas, en particular como resultado de la adopcin del esquema exportador y de las medidas multilaterales para liberalizarlo; adems de la creacin de bloques regio-nales abiertos, los cuales en la visin de la OMC (1995), son un comple-mento en la bsqueda del objetivo para lograr un comercio cada vez ms libre, que no un libre comercio universal e irrestricto sobre todo por la oposicin de las grandes potencias comerciales. El neoproteccionismo, el comercio compensado, el comercio intraindustrial, los subsidios a la pro-duccin y un sinfn de restricciones y condicionamientos que imponen los pases ricos, vendran a constituir un conjunto de medidas que impiden que se avance en el propsito de la negociacin multilateral de contar con normas universales que garanticen un comercio ms equitativo y justo entre los pases.

    Internacionalizacin de los procesos productivos. La nueva divisin interna-cional del trabajo, que se expresa de forma particular en la mundializacin de la industria manufacturera, conlleva la especializacin de las sociedades desarrolladas en procesos sosticados de alta tecnologa, fuerte capitali-zacin e innovacin de productos; al tiempo que las actividades intensivas propias de la maquila y la sobreexplotacin de los sectores laborales se destinan a las naciones en desarrollo. Situacin que exige de los pases pobres un esfuerzo por atraer inversin extranjera directa, como la prin-cipal opcin para reducir el desempleo y la pobreza; un claro compromiso para moderar las reivindicaciones sindicales, el abatimiento de los costes salariales y una reduccin de las prestaciones sociales.

    Impulso a las grandes reformas econmicas de carcter estructural. Cam-bios que implican, entre otros aspectos, la apertura econmica, nan-ciera y comercial; nanzas pblicas sanas para reducir el dcit y seguir pagando la deuda externa; y, la redenicin del papel del Estado en la economa, por medio de acciones como la desregulacin y la privatizacin de empresas pblicas. Es decir, la adopcin del neoliberalismo globaliza-dor que exige de los pases dbiles reformas radicales en los mbitos de la legislacin laboral, tributaria, bancaria, comercial, nanciera, energtica y prestaciones sociales del Estado.

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    Acrecentamiento del poder de las empresas transnacionales. En la econo-ma globalizada, donde la liberacin de los mercados nacionales impone la apertura a la inversin y el comercio externos, a travs del desarme legal y arancelario, las empresas transnacionales se convierten en los actores dominantes debido a su enorme capacidad de concentracin de la produc-cin, tecnologa y capitales, lo cual las coloca en una posicin privilegiada para la monopolizacin y competencia por los mercados internacionales. Con su desarrollo y penetracin en las economas nacionales, las compa-as transnacionales han alterado la diferenciacin que se estableca entre los pases tradicionalmente productores de materias primas y aquellos pro-ductores de bienes elaborados con alto contenido tecnolgico. La mundia-lizacin de los mercados, a nivel de las empresas, como dice Delgado (1997: 315) signica que el fortalecimiento y crecimiento de las ms modernas transnacionales rompe con la nocin de comercio interno y externo de las naciones; modica y restringe los mercados de trabajo, y establece patro-nes de consumo en gran parte de los sectores sociales de los pases, particu-larmente en los estratos de ingresos alto y medio integrados al desarrollo.

    Integracin de los mercados nancieros a escala mundial. Lo que implica una alta volatilidad producto de los enormes volmenes de capital nan-ciero que se transere por el mundo sin ningn control gubernamental, lo que provoca una clara vulnerabilidad econmica sobre todo porque el comportamiento de los mercados nancieros en un determinado pas tiene efectos inmediatos en los mercados de otros pases sin importar la lejana de stos. Tal es el efecto provocado por las famosas crisis nancieras llamadas tequila, samba o vodka. Al respecto, Ramonet (2002: 4) asegura que vivimos una segunda revolucin que se trata de la interdependencia y de la imbricacin cada vez ms estrecha de las economas de numerosos pases, sobre todo el sector nanciero, ya que la libertad de circulacin de capitales y de ujos nancieros, es total y hace que este sector domine, muy ampliamente, la esfera econmica. Guerra-Borges (2002: 88) citando un documento del FMI asegura que el volumen medio de operaciones dia-rias del mercado de divisas se calcula en unos 1 500 miles de millones de dlares en los ltimos aos, y que las corrientes de capital entre los pases desarrollados se han multiplicado por tres entre 1985 y 1995.

    Revolucin en las redes de comunicacin. Por medio de instrumentos sos-ticados como la Internet, la telefona celular, el uso satelital para la radio y televisin, con lo cual es posible establecer contacto en cualquier parte del mundo de forma instantnea. Las transformaciones tecnolgicas en las ramas de la informtica, robtica y telecomunicaciones, forman parte de la revolucin tecnolgica que da la base para que los ujos nancieros y de

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    inversin extranjera directa, y los bienes y servicios exportables redimensio-nen el sistema capitalista en todo el mundo. Al mismo tiempo, las facilida-des tecnolgicas para entrar en contacto con personas e informaciones en cualquier parte del mundo, permiten generar una conciencia ms universal y establecer lazos de solidaridad y coordinar acciones en contra, incluso, de los pilares institucionales mas reconocidos de la globalizacin, como la OMC, el FMI-BM y la OCDE.

    La proyeccin de valores culturales a escala mundial. Especialmente valo-res culturales occidentales y particularmente norteamericanos, orientados en esencia al individualismo, la competencia, el consumismo, el afn de lucro y la violencia. Pero no se trata de valores universales o comunes de los pueblos del mundo sino de polticas que expresan intereses particula-ristas con una proyeccin universal mediante el dominio por las grandes potencias de las industrias culturales y las redes tecnolgicas de comuni-cacin. No obstante, el reconocimiento de esa realidad no es obstculo para la promocin y difusin de otras identidades y de todo un conjunto de valores culturales propios de las sociedades y pueblos del mundo, con-tribuyendo as a la generacin de una nueva ciudadana fundada en un mayor cosmopolitismo, interculturalismo y universalismo verdaderamente globales. Al tiempo, el impulso activo de algunas normas y valores polticos cada vez ms universales, como la democracia, los derechos humanos, la observancia de la legalidad internacional y conciencia ecolgica, pueden considerarse como positivos cuando se combinan con actitudes abiertas al escrutinio pblico internacional de los gobiernos, pero sin ocultar que en muchas ocasiones su promocin se asocia con acciones intervencionistas por parte de los estados dominantes en el mundo jerarquizado.

    Creciente prdida de la autonoma de los Estados. Sobre todo para tomar decisiones autnomas y soberanas. Se difuminan las fronteras nacionales y el poder de los gobiernos se dispersa en un mltiples sentidos: hacia arriba, respecto a otros Estados ms poderosos y en relacin con los orga-nismos econmicos internacionales y las instituciones polticas multilate-rales; hacia abajo, con otros niveles de autoridad provinciales y locales; y, hacia fuera, con actores no estatales como empresas y organizaciones no gubernamentales. La globalizacin tambin cuestiona la supremaca del Estado, al reducir su margen de soberana (Giddens, 2000), y cuyos gobier-nos y polticos pierden capacidad e inuencia en sus decisiones, al verse obligados a aplicar polticas de acuerdo con los lineamientos de los cen-tros de poder mundial, colocando en un segundo trmino las demandas y necesidades de la sociedad nacional. El Estado-nacin se convierte, as, para los grandes centros nancieros y las transnacionales en un obstculo,

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    sobre todo cuando ste aplica los estrechos mrgenes de autonoma en cir-cunstancias de una economa cada vez ms mundializada. En ese sentido, la globalizacin limita la independencia estatal tradicional al provocar una disminucin de los instrumentos polticos y regulatorios de los gobiernos nacionales, sobre todo de los pases chicos o dependientes, de tal forma que el desarrollo de los pases depender crecientemente de los mercados internacionales y cada vez menos de las polticas econmicas gubernamen-tales (Estefana, 1996: 14), al grado de que en muchos aspectos los lazos orgnicos e internos entre las sociedades nacionales, as como el conjunto de las instituciones del Estado, han llegado a ser sobresedas por los orga-nismos internacionales y por las grandes corporaciones transnacionales, que tienen su origen en los pases mas avanzados.

    Mayor interdependencia econmica y social. Entendida como el conjunto de mltiples ujos de dinero, personas y comunicaciones; as como el esta-blecimiento de numerosos regmenes internacionales que establecen prin-cipios, normas, reglas y procedimientos en reas de inters comn entre los Estados, con la nalidad de administrar una gran variedad de intere-ses entre diversos sectores sociales que establecen contactos ms all de las fronteras. La interdependencia se convierte as en uno de los rasgos mas distintivos de la globalizacin, especialmente cuando se observa el enorme volumen de transacciones de bienes y servicios, capitales nancie-ros e inversin, productos culturales y tecnologas, que trascienden fronte-ras por todo el mundo.

    Creacin de nuevos espacios para la participacin de actores no guberna-mentales y de las organizaciones intergubernamentales. Es un hecho que la accin de los agentes transnacionalizantes genera la irrupcin de las organizaciones de la sociedad civil que se estn esforzando por construir alternativas mas humanistas, sociales y populares ante la globalizacin, donde se puede ubicar la accin de los llamados globalicrticos o alter-mundistas; y, especialmente, a personalidades destacadas del mundo arts-tico, escritores, cientcos y lderes mundiales. Lamentablemente, se puede observar que el movimiento social internacional todava es dbil frente a los impulsores de la globalizacin neoliberal, ya que este sector cuenta con numerosos actores entusiastas no slo en los centros de poder hege-mnico, sino tambin en los pases en desarrollo, donde destacan muchos jefes de Estado, incluyendo a muchos polticos, empresarios, intelectuales y empleados que esperan nuevas oportunidades y que tienen grandes aspi-raciones de mejora econmica y de estatus social. De esta situacin nace asimismo la necesidad de reconstruir las bases comunitarias y de solidaridad entre las propias sociedades nacionales, y la revaloracin de las funciones

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    sustantivas de las instituciones estatales y pblicas, sobre todo de cara a la multiplicacin de las organizaciones nancieras, tratados internacionales e instituciones intergubernamentales del nuevo orden internacional que la globalizacin representa.

    Formacin de regiones econmicas internacionales. Por ltimo, otra de las caractristicas de la globalizacin neoliberal es que ha dado un mayor impulso a la formacin de regiones econmicas. Aunque este tema se pro-fundizar en el siguiente apartado, en general se puede concebir que los tambin llamados bloques econmicos regionales son funcionales y refuer-zan la globalizacin, porque constituyen redes productivas, comerciales y nancieras en los territorios de los pases que se agrupan, y que a la vez son incorporados a los ujos de capital, de comercio, de tecnologa e infor-macin que monopolizan las grandes corporaciones transnacionales. Por lo que se puede armar, en particular para el caso latinoamericano, que ms all de la formalizacin e institucionalizacin de los proyectos regio-nales, stos tienden a ser subsumidos por un proceso mayor de regionaliza-cin continental y mundializacin capitalista. En Latinoamerica, debido al hecho de que el comercio intrarregional no es muy signicativo y los prin-cipales mercados externos se localizan fuera del rea latinoamericana, es patente que la puesta en operacin de los procesos de integracin, tanto histricos como de nueva generacin, no slo tiene que ver con la vocacin expansiva del capital con proyeccin mundial; sino que la regionalizacin tambin es consecuencia del proceso de despliegue de la geopoltica del capital y de la disputa hegemnica entre Estados Unidos y las otras poten-cias econmicas con proyecciones globales, como pudo observarse en 1994, para el caso mexicano con el establecimiento, primero, del TLCAN, y poste-riormente en el ao 2000, cuando la Unin Europea y Mxico aprobaron el Acuerdo de Asociacin Econmica, Concertacin Poltica y Cooperacin.

    En consecuencia y desde un punto de vista muy amplio, la globalizacin expresa los intereses de las sociedades ricas del norte del planeta, a la cual se integran los