ARCINIEGAS, Cuento y Recuento de La Democracia en America

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Cuento y Recuento de la Democracia Americana Author(s): German Arciniegas Source: Journal of Inter-American Studies, Vol. 4, No. 2 (Apr., 1962), pp. 149-156 Published by: Center for Latin American Studies at the University of Miami Stable URL: http://www.jstor.org/stable/165224  . Accessed: 30/08/2014 22:14 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at  . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp  . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected].  . Center for Latin American Studies at the University of Miami is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Journal of Inter-American Studies. http://www.jstor.org

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Cuento y Recuento de la Democracia AmericanaAuthor(s): German Arciniegas

Source: Journal of Inter-American Studies, Vol. 4, No. 2 (Apr., 1962), pp. 149-156Published by: Center for Latin American Studies at the University of MiamiStable URL: http://www.jstor.org/stable/165224 .

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CUENTO

Y

RECUENTO

E

LA

DEMOCRACIAMERICANA*

Germ&n

Arciniegas

Hablar

hoy

de

America

-

de

todas

las

Americas,

pero

en

particular

de

nuestra

America

Latina

-

es

lo

mAsaventurado

y

dificil.

Y

lo

m&s

simple

y

sencillo.

Vivimos

complicando

un

tema

que

parecia

clarisimo

en

los dias

batalladores

de

Bolivar,

de

Juarez,

de

Marti.

Cuantas

veces,

en estos

tiempos,

nuestrosciento

ochenta millones de

personajes,

parecen

ciento

ochenta

millones de

problemas

en

busca

de

un

autor.

Hasta

hace

no muchos

aiios

usabamos

de una

expresion

que

parecia

muy

justa.

Deciamos

que

America era el

Nuevo

Mundo. En

efecto,

habia hecho

su

aparici6n geogrifica

hacia

poco

tiempo, y

se

habia

anticipado

a

poner

en

marcha ideales

de

libertad,

de

independencia,

de

democracia,

que

aun

hoy

son fuente de

progreso

politico, punto

de

referencia

en los

conflictos de

todos

los dias. En

Europa

estas

aspiraciones

se

estrellaban

contra

una

herencia,

aun

viva,

de

jerarquias,

de

imperios,

de

aristocracias.

El

Asia multitudinaria

mantenia

esos misterios

que

nos la

han hecho

impenetrable

no

s61o

en

sus intimos

repliegues,

sino

en

sus

lineas

gene-

rales,

con

estatuas

de

Budas

al

fondo,

que

parecen

de

piedra

vieja y

estAn vivas. El

Africa,

dorada de

la cintura

para

arriba,

6bano de

la

cintura

para

abajo, surgia

al

norte con la

esfinge

de

los

cuarenta

siglos

que

decia

Napole6n,

y

al sur

con un

voodoo

tan

antiguo

como

sus noches

de 6bano

y

estrellas

de marfil. Dentro de

ese

globo

de

la

geografia

politica,

nosotros eramos

el

Nuevo

Mundo.

Hoy

todo

esto

parece

haber

cambiado.

Es

mas

Nuevo

Mundo Rusia

que

sacudi6 la

herencia

de

Rasputin y

el

zar

NicolAs,

y

la

tir6

al

Neva,

fundando un

imperio

de

crecimiento

veloz,

b6licamente

agresivo, que

en

cuarenta afios

se

ha

colocado

en

condiciones

de desafiar

a todas las

naciones.

En

el

palacio

de

vidrio,

en Nueva

York,

por

otra

parte,

cuando

se

habla

del nuevo

mundo

se

estA

haciendo

una

referenciaclara

a la

Africa

insurgente.

Por

ultimo,

cuantos

hacen

la visita

de

Israel,

encuentran

que

alli,

saliendo

del

Mar

Muerto hacia

las

piedras

rosadas de

Jerusalen

esta el Nuevo

Mundo.

Nosotros

mismos,

cuando hablamos de los Estados Unidos

de-

cimos

que

nos

parecen niinos,

nos mostramos

ya

viciados como

pueblos

Discurso

pronunciado

en

la

sesi6n

inaugural

de

la

Academia

Interamericana

en la Ciudad de

Mexico,

7

de

febrero

de 1962.

149

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JOURNAL

OF

INTER-AMERICAN STUDIES

escepticos,

a

veces

cinicos,

que

no

se

aprietan juvenilmente

para

mostrar

una sola

cara,

una

alma

combativa,

una

esperanza

unanime.

Dejamos

de ser esas naciones batalladores que en tiempos de Bolivar ataban en

el Peru

ejercitos

venidos

de

Caracas

y

de

Buenos

Aires,

que

tenian

una

misma

gaceta

cuyas

voces

sonaban acordes en

Chilpancingo,

en

Chu-

quisaca

o en

Quito.

dQue

pasa?

dDe

veras

somos

ya

otro

viejo

mundo?

dEstamos

ha-

ciendo un

esfuerzo

est6pido por

envejecer

a la

fuerza

un continente

antes

de

que

haya

aportado

a la

historia

del hombre

la

originalidad

de

un

estilo,

el tono

de una

cultura,

la

manera de

una

justicia,

el

esplritu

de

una libertad americanos?

Cosas

hay

que pertenecen,

que constituyen

anticipaciones

de

nues-

tro

aporte

a

la

cultura

universal,

y

que

las

dejamos

ir de nuestras

manos

como el

oro del

siglo

XVI.

Una

de

ellas es

la

democracia.

La

demo-

cracia de

los

tiempos

modernos

encontr6 en

toda

la

America la

provincia

ideal

donde

pudiera

establecerse,

antes

que

en

ninguna

otra

parte.

Aqui,

el

gobierno

del

pueblo

por

el

pueblo y para

el

pueblo,

se

proclam6

facilmente

por

la ausencia de

casas

reales,

de

cortes,

de

esas

jerarquias

aristocraticas

fundadas en

unas

selvas

genealogicas

que

pretendian

hun-

dir sus raices en la Edad Media y que todavia en el siglo XVIII eran

duefias

de

la

tierra,

de

los

tronos,

de

los

privilegios.

Aun

hoy,

reducir

a

los

herederos

de esa

fronda

dorada

es

problematico

en

Europa,

no

obstante

el

esfuerzo

gigantesco

que

hizo

la

burguesia

en

los anfos

que

van de

la

publicaci6n

de la

Enciclopedia

a

la

revolucion francesa.

En

America,

no.

Aqui,

todas

nosotros somos los

hijos

del

comun.

Hijos

del

pueblo

bajo

de

las

naciones

blancas

que

vienen cruzando

el

Atlantico desde

los

dias

de los descamisados

que

acompanaron

a Col6n

-

con

1e

vinieron

hasta

gentes

salidas

de

la

carcel

-

hasta

los

siglos

XIX y XX, en que los inmigrantes y perseguidos de Europa han buscado

estas

playas para

hallar

trabajo

y

dejar

de

ser

los abandonados

o los

sospechosos

de

sus

patrias

europeas.

Somos

hijos

del

pueblo

negro

que

vino

del

Africa

ya

sabemos c6mo.

Somos

hijos

del

pueblo

original

de

estas

tierras

-

pieles rojas,

aztecas,

chibchas,

incas, araucanos,

guara-

nies

-,

donde,

por

lo

que

a

nuestra America

se

refiere,

los

espafioles

se

encargaron

de

cortarnos las cabezas de los

emperadores

y

los

principes.

No

hace

mucho,

en una

reuni6n

que

tuvimos

en

Berlin,

Raymond

Aron

nos

hablaba de

la

democracia

como

invenci6n

europea.

Aunque

su

discurso

estaba

lleno

de

agudas

observaciones,

indiscretamente

me

atrevl a

hacerle

algunos

recuerdos. Antes

de

que

Rousseau

hubiera

es-

crito

el

Contrato

Social,

en

Asuncion

del

Paraguay

salio

un dia

al balc6n

un

corregidor

a

pedir

al

pueblo

sumision a

la

corona.

Uno

de

los

que

le

escuchaban,

desde

la

plaza,

levanto

la voz

y

le

pregunt6:

El

seinor

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CUENTO

Y RECUENTO

DE LA DEMOCRACIA

AMERICANA

Corregidor

puede

hacerme el

favor

de

decirme

que

entiende

por

Vox

Populi?

Conteste

lo

que

quiera,

pero yo

se

lo

digo:

es

el comuin.

Antes

de que ocurriera en Francia la Revoluci6n del 89 fue en 1780 la revo-

luci6n

de los comuneros en

Paraguay,

en

la

Nueva

Granada,

o el

levanta-

miento

de

Tupac

Amaru

en

el Peru.

Antes

que

se

proclamara

en Paris

la

republica

de

Francia,

se habia

proclamado

en

Filadelfia la

de

los

Estados

Unidos. Antes de

que

se

introdujeran

en

Inglaterra

las

leyes

representativas

las

practicaban

en

la

Nueva

Inglaterra

los descendientes

de los

peregrinos.

Todas

las

republicas

de la America

indoespainola

son mas

antiguas

que

las

europeas,

con

la

excepci6n

de

la

de

Francia

donde

repuiblica

significa

un

accidente

que

suele

presentarse

en ciertas

epocas de prop6sito de enmienda. Todo esto es tan cierto como que la

revoluci6n

rusa ocurrio

despues

de

la

mexicana.

Papini

decia

que

nosotros nada

habiamos llevado al mundo de

las

ideas. Es

poco

aportar

una

nueva

filosofia

politica?

Nosotros somos

y

no somos descendientes de una cultura

europea.

A

America

nos

llegan

filosofias,

religiones,

politicas.

Nosotros las re-

cibimos con curiosidad

y

las elaboramos de otra manera.

Es cierto

que

hoy

la frontera

del

occidente

puede

situarse en

las

costas Americanas

del

Pacifico.

Defendemos unas

aspiraciones

y esperanzas que

alientan lo

mismo

aqui

que

en el

fondo

del

pueblo europeo.

Pero la nueva filo-

sofia

que

viene

de

Europa

a nuestra America

no

es toda

original.

Esta

penetrada

de temas

que

nosotros les

dimos,

como ese de la

democracia.

En esa suma

de contribuciones

de

todos

los

continentes

que

el

europeo

resume con

magia

tan

eficaz

que

borra

sus

origenes,

hay hoy

mucha

cosa nuestra

que

apenas

se

sospecha.

Lo hemos

penetrado

con el

tabaco,

con los

tomates,

con las

patatas,

con el

cacao ...

y

con la

democracia.

Como

nosotros

les somos

deudores

del

trigo,

de tres

lenguas,

de

las

naranjas,

del

cristianismo,

de

la

polvora,

de

los

rev61veres,

de

la rueda...

y

de

lagunos

vicios

politicos

que

nos

han

hecho tanto

mal

como

tanto

bien

el

trigo.

Algunas

de

las

cosas

europeas

o se

han

agigantado,

o

se

han defen-

dido en nuestras

tierras. Las dos

ciudades

mas

grandes

del

mundo

en

donde

se

habla

espafiol,

no estan

en

Espania:

son

Mexico

y

Buenos

Aires.

Las

dos

ciudades

mas

grandes

del mundo

en

donde se

habla

el

portugues

no

son

ni

Lisboa

ni

quien

sabe

cual

otra de

Portugal,

sino

Rio

de

Janeiro y

San

Pablo.

Inglaterra

di6 a

Shakespeare

en

el

siglo

XVI; pero el diccionario de la lengua inglesa que gobierna hoy ese

idioma

lo

hizo un

americano,

Webster,

y

lo

siguen

enriqueciendo

los

americanos.

Hemos tenido

en nuestra

America

hasta

repuiblicas

europeas pere-

grinas, fugitivas.

En

la

aspiracion

universal

que

duplica

al

hombre

151

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JOURNAL

OF

INTER-AMERICAN

STUDIES

americano

hay

la

justa

proporci6n

de

sangre

europea

que

Ilevamos

en

nuestras venas. Tambien

lo

europeo

se hace

aqui

en

America

. ..

de

otra manera. Alfonso Reyes parecia tan europeo como Ortega y Gasset,

y

mas. Y sin

embargo,

no ha

nacido

en

Europa

un

hombre

que

tuviera

las travesuras

mexicanas

de

Alfonso

Reyes,

el

ingenioso.

Se

podria

comentar

a

Diego

Rivera

emparentando

sus

frescos

con los del

rena-

cimiento

italiano,

y

aun

se ha

hecho.

De

comun

habria

el

que

mexicanos

e italianos han

cubierto

las

paredes

de ciertos

edificios

con

pinturas

pedag6gicas.

Pero

es

obvio

que

Rivera esta

infinitamente

mfs cerca

del

an6nimo

pintor

que

coloreo las

paredes

de

Bonampak

en el Yucatan

el aino

540

que

de Piero

della Francesca

o

de

los maestros

de la

Capilla

Sixtina. Y con esta fuente original, los frescos del Renacimiento mexi-

cano

son m&s

eficaces

que

ninguna

otra

pintura

de nuestro

mundo

con-

temporSneo.

No

digo

estas cosas

ni

para

invitar

al americano

que

las

escuche

a

que

se

pavonee

recordandolas,

ni

para

desconocer

que

nos

movemos

en

niveles

distintos

europeos,

asiaticos

y

americanos,

y

aun americanos

del

norte

y

del sur.

Quiero

insistir,

sencillamente,

en

un

punto

de

par-

tida

que

no creo

equivocado,

y que

no

lleva

a

la

conformidad,

sino

a

la inconformidad. La revoluci6n de hace

ciento

cincuenta anios

no se

ha

malogrado,

sino

que

se

ha adormecido.

Hemos

Ilegado

a un

punto

en

que

el

ser

libre

o el ser

independiente

son cosas

que

en

primer lugar

dependen

de

la

propia

voluntad.

Hay

quienes

quieren

ser

libres

y

quie-

nes

no

lo

quieren

ser.

Hay quienes

quieren

ser

independientes

y quienes

temen

serlo.

Nosotros

hemos

insistido

siempre

en

el

tema

de la

liber-

tad

porque

es

el aire

que

respira

el hombre cuando

afirma

su

dignidad.

Pero

no olvidemos

que

la

libertad

del estado

es su

independencia.

De la

independencia

tenemos ideas

en

que

ha

faltado

lo

que

hubiera

llamado Alfonso

Reyes

el deslinde. La guerra de independencia no fue

sino

un

episodio,

el

episodio

b6lico,

de un

proceso

que

ni

naci6

en el

cuartel

ni

termin6

con la ultima

batalla.

El tema

de

la

independencia

lo

formularon

los

universitarios,

los

caudillos

del

pueblo

y

curas

como

Hidalgo

antes

de 1810.

La

guerra

del

pueblo,

de

los

comuneros,

ocurri6

en

1780.

Ganada

la

guerra

contra

los

espafioles

quedo

el

proceso

pendiente.

A Mexico

tornaron

los

espafioles

y

vinieron

los

franceses

y

entraron

las tropas de los Estados Unidos. Fue una lucha dura, larga, en que

esta

republica

acab6

por perder

parte

de

su

territorio.

Nosotros,

los

colombianos,

en

una

operaci6n

incruenta

e

infeliz,

perdimos

a

Panama.

Quedamos

con

el

mapa

que

hoy

tenemos a

la

vista.

Esto

quiere

decir

que

no

hemos

tenido

la

capacidad

fisica

necesaria

para

defender

nues-

tro

territorio.

O

nos ha

faltado

un

espiritu

de solidaridad

continental.

152

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CUENTO

Y

RECUENTO

DE

LA

DEMOCRACIA

AMERICANA

Con

todo,

algo

hemos

aprendido,

algo

se

ha

logrado y

algo

tenemos

ya

que

nos

aliente. No estamos inermes como

en

el

siglo

XIX.

El

derecho

ha logrado en America avances mayores que en el resto del mundo.

Hay

un

abismo

entre lo

que

fue el Destino Manifiesto de

Teodoro

Roosevelt,

con

un

big

stick de

policia

por

amenaza,

y

una

Alianza

para

el

Progreso

como

la de

Kennedy

que

solo

America

puede

concebir.

Hay

un

abismo

entre

la

doctrina

de

Monroe

y

la

carta

de Rio de

Janeiro.

Pero

el tema

de

la

independencia

sigue

siendo

parte

de nuestros

complejos

colectivos. Cuando

se

gan6

la

guerra,

qued6

abierto

el inte-

rrogante

de como

mantener

la

independencia conquistada.

Al dia si-

guiente

de

salir

en

fuga

los

virreyes

nos

entregamos

en

cada

pais

a

cultivar la soberania como un vicio solitario. Una de las razones

que

aseguraron

a los Estados

Unidos su

independencia

despues

de las

vic-

torias de

Washington,

esta en

haber

puesto

en

vigor

una

idea

que

ahora

estan inventando los

europeos:

el

mercado

comuin.

La

base

de

ese

mapa

de Estados

Unidos

que

en

la

bandera

del

norte

representan

es-

trellas,

esta

en

haber

establecido

una

sola

y

ancha base

en su

estructura

economica

comun.

Nosotros,

que

tanto avanzamos en

la

critica

de

nuestra

historia,

ol-

vidamos que en la epoca de los Bolivares, para dar el primer paso hacia

la

independencia,

la

generaci6n

de

1810 hizo de la

guerra

contra

los

ejercitos

de

Fernando

VII el

mercado comuin

de la

libertad.

Me

alegra

recordar

aqui

c6mo cuando

vino la

amenaza

de

la

invasi6n

espaniola

a

M6xico,

nuestro

Francisco de

Paula

Santander

se

apresuro

a ofrecer

su

espada para

venir

a

luchar

en

esta

tierra

como otro

mexicano. San

Martin march6

con

sus

tropas

argentinas

hasta

Lima.

Bolivar

lleg6

con

sus venezolanos

hasta

Ayacucho.

Hoy

des

menos

evidente

la

nece-

sidad

de

reducir Nuestra America

al

mismo

mercado

comun de

la liber-

tad? aPodemos imaginar a un imperio euroasiatico tomando a su cargo

una

desinteresada

salvaguardia

de

nuestro

espiritu?

Me

he

referido

a las

circunstancias

en

que

Mexico

perdio,

o

perdio

Colombia,

tierras

que

pasaron

al

dominio de

los

Estados Unidos. Y

podria

agregar

que

los

ap6stoles

del

Destino

Manifiesto,

como

Walker

en

Nicaragua,

eran un

reflejo

no

de

la filosofia

que

se

formulo

en

Fila-

delfia,

sino del

impetu

imperial que

tiene

su

origen

en

la

historia de

occidente,

cuna

y

corona de los

grandes

estados

europeos.

Fundamen-

talmente,

el

ser

imperial

es

en

Europa

un

estado

historico del

espiritu,

como

el

no

serlo es

una

manera

singularlsima

de

America.

Imperiales

han

sido

Roma, Austria,

Alemania,

Inglaterra,

Francia,

Espafa,

Portugal,

Holanda,

Belgica,

Rusia.

Esa ambici6n

de

invadir

paises

vecinos,

de

extenderse

por

el

Asia,

por

el

Africa,

por

America,

son

cosas de

Europa,

desde los

tiempos

de

Alejandro

de

Macedonia,

o

Julio

Cesar.

Rusia

se

153

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7/23/2019 ARCINIEGAS, Cuento y Recuento de La Democracia en America

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JOURNAL

OF INTER-AMERICAN STUDIES

devora

hoy

a

Hungria,

como

Alemania,

Alsacia

y

Lorena

en

el

XIX.

Sobre

esto no

cabe

equivocarse, porque

es asi.

Un Bolivar o un San Martin, que vayan de Venezuela a Nueva Gra-

nada,

al

Ecuador,

al

Peru,

a

Bolivia,

o

a

Chile,

libertando

pueblos

y

dejindolos

luego

en

libertad,

sin reclamar

para

sus

patrias

una

pulgada

de

la tierra

ajena,

es

una

cosa tan

inverosimil

para

el

europeo

de

Europa,

como

lo

seria

para Napoleon

pedir

que

en

vez

de ser

coronado

empe-

rador

hubiera

reclamado

para

si

el

titulo

de

libertad.

No

ha

nacido

fuera

de

America el

hombre

que

resuma,

a

la

manera

de

Juarez,

su

filosofia

diciendo:

El

respeto

al

derecho

ajeno

es la

paz.

Cuando

un

argentino

dice

despues

de la

guerra

del

Paraguay

La

victoria

no da

derechos , esta enunciando algo incomprensible para un europeo.

Es ironico

y

explicable

unicamente

por

la vanidad

de

quienes

igno-

ran

nuestra

historia,

el

que

se

nos

invite

a

las

asambleas

de la

paz,

llevado

por

el

aire,

como

palomas,

fortalezas volantes

con un ramo

de

olivo

en

el

pico

de los canlones.

A

nosotros,

que

durante

300 anfos

no

tuvimos

en

esta America

una

guerra,

y

que

hemos

ajustado

un tratado

que

hace

imposibles

los

choques

entre las naciones

del hemisferio. Es

ir6nico

el

que

se

diga que

hay aqui,

en nuestra

America,

una

oposici6n

entre

los

gobiernos y

los

pueblos, y que

no

corresponden

los

gobiernos

a

la

expresi6n

de

la

voluntad

popular,

y que

lo

digan

paises

que

le

cierren

el

paso

a las

elecciones

para

tener

gobiernos representativos, y

que

no

permiten

que

se

imprima

un diario

ni

un

libro

que

no

representen

la

opini6n

exclusiva

del

gobierno

nacido en la asamblea de un solo

partido.

Pero

todo

esto

que

puede

decirse

en

favor

de

nuestra madurez

po-

litica,

no

representa

sino el

compromiso

que

nace de lo

que podriamos

llamar

Nuestro

Contrato

Social.

Seguin

nuestro

contrato

con el

pueblo,

la

tierra

y

el hombre

y

la

escuela

y

la

industria

y

el

capital

no

pueden

estancarse en manos de unos pocos ... Ahora, que todo esto, queda sub-

ordinado

al

ser

independientes.

Tengo

por

fuerza

que

repetir

aqui

las

palabras

del

presidente

de

Colombia,

Alberto

Lleras,

que

encuadran

su doctrina

indeclinable

de hacer de

la

America Latina el

bloque

ideal

que

podra

asegurar

nuestra convivencia

en el

hemisferio

occidental

frente a

los

Estados

Unidos,

y

nuestra

fuerza moral

frente

a

Europa y

sus

imperios, y

nuestra

democracia frente al Asia

y

sus suenios

mon-

golicos,

y

nuestro

tono

de

vida frente

al Africa

y

su

despertar

economico

que

le

permite

producir

a

precio

de

competencia

imposible

las mismas

cosas que nuestra tierra solo puede ofrecer al costo que reclaman, con

toda

justicia,

nuestros

campesinos.

Dice el

presidente

Lleras:

El sistema

de

la

Organizaci6n

de Estados

Americanos

no

nace,

como

algunos

pretenden,

de una evoluci6n

de la doctrina

Monroe,

sino

de la

necesidad

de sustituirla

y

abrogarla,

conservando

de ella

sola-

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CUENTO

Y

RECUENTO

DE

LA

DEMOCRACIA AMERICANA

mente,

pero

bajo

control,

vigilancia

y

decisi6n

de

las

21

naciones

que

forman

el

sistema la

defensa contra

cualquier

acto

de

intervenci6n,

ame-

naza o acci6n extracontinentalcontra su autonomia. Ciertamente,la

doctrina Monroe

preserv6

la

independencia

de las

j6venes

republicas

americanas,

cuando fue

proclamada

por

una

de

ellas,

con

capacidad

para

hacerla

valer,

por

su

ya

notable

poder

fisico.

Los intentos

de

res-

tauraci6no

instauracion

de

colonias en

el suelo

americano,

sucedidos

con

persistencia

hasta la

proclamacion

de la

doctrina

Monroe,

no se

repi-

tieron.

Pero

subsistia

un

grave

peligro.

Las

repuiblicas

atinoamericanas

quedaron

a

merced

del Estado

protector,que

no

parecia

mostrarmenos

interes en

la creaci6n

de un

imperio

que

las

monarquias europeas.

Sucesivos actos de fuerza ejecutadospor los Estados Unidos, a algunos

de

los

cuales debe

su

formacion

geogr4fica

presente,

demostraron

las

tremendas

posibilidades

del

nuevo

imperialismo

y

la

dificultad

de ha-

cerle

frente.

Sin

embargo, y principalmente

en los ultimos

treinta

afnos,

se adelant6 en

America,

no

una alianza defensiva

de

viejo

estilo,

sino,

al

contrario,

un

empeino

racional de someter

el

hemisferio a la

ley

in-

ternacional,

de

proscribir

la

guerra,

de

condenar

cualquier

forma

de

imperialismo,

de

vigorizar

la

asociaci6n de sus

estados,

de

eliminar

la

intervenci6n

y

de

preservar

la unidad

y

la solidaridad

para

la

defensa

colectiva contra las amenazas externas. Esa tarea, casi legendaria,por

su buen

exito,

culmino

en

Bogota,

entre

las

cenizas

y

escombros

del

9

de

abril,

con

la

firma

de

la Carta

de la

Organizaci6n

de los Estados

Americanos.

La

independencia

es el

tema

de

nuestro

tiempo

en

nuestra

Am6rica.

No una

independencia

para

salir de

una servidumbre

y

caer en otra.

No

hay que

olvidarlo nunca: todos

los

imperios

son

iguales.

La

inde-

pendencia

de

un

estado es su

libertad.

Como

individualmente cada

americano

reclama el derecho

de

vivir,

de

contradecir,

de

hablar,

de

votar

por

el candidato

que

quiera,

de ser del

partido

que

le

guste,

de

leer el

libro

que

le

interese,

no

hay

manera

para

el

estado de

compor-

tarse

dignamente

si

no

se

siente

seguro

en

su

independencia.

La

lucha

heroica

por

defender

la

independencia

no

es

sino

la

aspiracion

indecli-

nable

a conservar a

dignidad

internacional.

Vanidosos,

os de

esta America

de

Jose

Marti,

insistimos en

buscarnos

diferencias

que

nadie

niega,

y

que

son

una fecunda fuente de

pro-

greso.

Pero

olvidamos

que

asi como los

imperios

tienen su comuinde-

nominador de sensual ambicion de poderio, nosotros tenemos un co-

mun

denominador de

libertades

para

defender

y

de

aspiraciones

de

justicia

humana

para

colmar a

nuestra manera democratica. Lo

que

hoy

tenemos

a la vista es la

cultura de

Nuestra

America

en

peligro.

Cultura

politica

en

gran parte,

porque

lo

que

hemos

ofrecido al

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JOURNAL

OF

INTER-AMERICAN STUDIES

mundo como

cosa nueva

es

la

aspiraci6n

a un

tipo

de sociedad humana

libre,

que

en

otras

partes

no

se ha

abierto

paso

por

razones

hist6ricas.

Hoy

se

esta

produciendo

en

America

un siglo

XVI a

la

inversa.

Ya no

estan

aqul

Corteses

ni Pizarros

despachando

oro para

Espafna

y

para

los

banqueros

de Carlos

V.

Ahora

se

estan

abriendo

las com-

puertas para que

lleguen

a

nuestra

America rios

de

dolares, rublos,

liras

y algunas

otras monedas

de nombre

europeo

y

aun asiatico.

Dos

de estas corrientes

tienen

origen

politico.

La

de los

dolares,

destinada

a

una alianza

para

el

progreso,

entendida

como

instrumento

de la

de-

mocracia. La

de

los

rublos,

destinada a una

alianza

para

montar

un

ejercito, que

sirva

al

comunismo.

Nosotros conocemos bien lo que fueron hace pocos afios los pres-

tamos

que

llenaron

de armas

a

nuestra

America. Las

que

recibimos

en

Colombia sirvieron

para

matar

colombianos

y

fusilar democracia.

En

la

primera

reuni6n

de

Montevideo

se

lleg6

a una

f6rmula revolucionaria

en

materia

de

dinero

para

nuestra

America: en

vez

de

tanques y

fusiles,

escuelas

y

redenci6n humana.

De

la

dignidad

nuestra

resultara

el

que

este

plan

sea

para

surgir

y

no

para

depender.

Pero

convengamos

en

que para

nosotros

lo

revolucionario

no

es tener

un

grande

ej6rcito,

sino

un

pueblo

libre.

Que

lo

libertamos

no con

las armas

sino con las

leyes,

como decia nuestro viejo Francisco de Paula Santander.

Cuando

hablo

de

independencia

no

lo

digo

con

el

proposito

de des-

unir el

hemisferio

y

enfrentarlo en una

guerra

retorica.

Hay

dos

cosas

que

han creado

la

dificultad

de

entendimiento

entre los

Estados

Unidos

y

nosotros.

La

una,

parad6jicamente,

la doctrina Monroe.

La

otra,

la

diferencia de

niveles

econ6micos.

La doctrina

Monroe,

gracias

a

Dios,

es

ya prehist6rica,

arqueologica.

La diferencia

de niveles

se

puede

lentamente

superar,

y

no tan lentamente.

Nuestra

America

crece

y

se

industrializa.

Tenemos

al sur del Rio Grande

casi tantas ciudades

de

mas

de

un

mill6n

de habitantes

como

al

norte

en los Estados

Unidos,

y

no

menos buenas

de fachada. Tenemos

mas

poblaci6n

que

los Estados

Unidos,

y

cuando esa

poblacion

consuma como debe

consumir,

viva

como debe

vivir,

la

industria

en

el

sur sera como

la

industria en el

norte.

Cuando

se

piensa

que

California

hace

cien aiios no era

con

su

oro

mas

de

lo

que

es

hoy

Bolivia

con

su

estanio se

ve

que

el

progreso

puede

acelerarse

si

hay

un

espiritu

juvenil que

le

de

alas.

La

independencia

de

nuestra

America

no

es una

f6rmula

para

la

agresion sino para reducir desniveles y poder vivir y convivir. Cuando

vemos

que

Europa

esti

hoy contemplando

su

independencia

amenazada

y

que para

defenderla

echa

por

el camino

del

mercado

comun,

se

ve

claro como

la luz

del dia

que

hoy

este

problema

de tener

una

perso-

nalidad

propia

bien

definida

es el tema

de nuestro

tiempo, y

no s6lo

el

tema

de nuestra

Am6rica.

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