Informe N 88 Resumen Estudio Bein

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! "# El cambio de Gabinete definió un nuevo rumbo en la política económica orientado a corregir más rápido de lo previsto el atraso del tipo de cambio (una de las dos distorsiones de precios relativos que enfrenta la economía), interviniendo al mismo tiempo sobre la brecha cambiaria y sobre las expectativas de devaluación implícitas en la curva de futuros del dólar en el mercado local. Esta acción terminó por quebrar cualquier idea de desdoblamiento cambiario, algo que se reflejó en el desplome de la brecha entre los futuros del dólar en Nueva York y los locales, en tanto también desaparecieron de escena los instrumentos fallidos del blanqueo (BAADE y CEDIN) que intentaban habilitar un “desdoblamiento financiero informal”. De hecho, la jugada del equipo económico apunta a moderar la brecha cambiaria, algo que la intervención de la ANSES vendiendo bonos contra pesos logró encaminar gracias a la fuerte demanda en el exterior de activos locales registrada en los últimos meses, como contrapartida de la confirmación de la agenda de apertura al crédito que viene encarando el Gobierno en un intento de amortiguar los costos de la escasez de divisas. Al arreglo con el CIADI de dos meses atrás se sumó el preacuerdo para compensar a Repsol por la estatización de 2012, que facilitó el objetivo de YPF de colocar deuda en el mercado internacional y permitió cerrar acuerdos de explotación de Vaca Muerta. En tanto ambas decisiones junto con el “rediseño” de las estadísticas de actividad y precios del INDEC y la posibilidad cierta de que se autorice al FMI el cumplimiento del “artículo IV”, sientan mejores condiciones para avanzar en la normalización de la deuda en default -la situación de los holdouts y el Club de París- mientras el Gobierno trata de destrabar créditos comerciales bilaterales con China y Rusia para financiar grandes proyectos de inversión. Sin embargo, en la transición, esta estrategia de corrección en cuotas altas de la distorsión cambiaria para, una vez finalizado el ajuste (un dólar en torno a $7,2 en febrero), volver a equilibrar el ritmo devaluatorio con la tasa de interés que remunera el ahorro en pesos antes de la salida de la cosecha, enfrenta dos riesgos significativos: El primero tiene que ver con las lógicas decisiones de tesorería de las firmas y familias que anticipan su demanda de dólares para importaciones de bienes y servicios y al mismo tiempo postergan la salida exportadora; decisiones que se reflejaron en un Banco Central que debió enfrentar en los últimos tres meses ventas netas similares a las de Octubre de 2011, cuando no había cepo y la fuga de capitales era el principal factor de la caída en las Reservas. El segundo riesgo, y tal vez el más importante, es el filtrado a la inflación del movimiento cambiario, justo cuando fin de año coincide con los meses de inflación más alta, a los que se suma el aumento en el precio de la carne en Noviembre y las autorizaciones de aumentos de precios que dejó a su salida el ex Secretario de Comercio. Y si bien en los últimos días el BCRA logró acceder a financiamiento puente para estabilizar las Reservas mientras devalúa más rápido, el descuido de la Política en el manejo del conflicto salarial iniciado en Córdoba aumentó la incertidumbre respecto al segundo riesgo. Es que, aún cuando el impacto del arreglo con la policía extendido a todas las provincias no supera los $6.000 millones anuales (teniendo en cuenta que es incorrecto comparar el costo fiscal de un aumento del 40% en promedio, sino que lo correcto es tomar el costo implícito derivado del salto en el aumento respecto a las paritarias proyectadas inicialmente), la resolución del conflicto no sólo eleva la nominalidad demandada en las discusiones salariales del resto de los sectores y en particular del sector público, sino que además podría anticiparlas en el tiempo. Y si esto llegase a ocurrir, el intento de hacer el ajuste gradual -que no es más ni menos que bajar en forma suave el salario en dólares- se autoanula, manteniendo la presión cambiaria hacia adelante. Para intentar frenar esto, el Gobierno vuelve a apelar a los “acuerdos de precios”, que fueron los que en rigor permitieron un año atrás bajar fuerte la inflación en la previa a las paritarias, aunque la diferencia esta vez, es el acolchonamiento de precios previo que se avaló en diciembre. En el escenario base, con devaluación al 30% (5/6% mensual en diciembre-enero, 3% en febrero-marzo y 1,7% a partir de abril) y paritarias al 24%, el salario real cae 2,5% y la economía crece 1% si se confirma el salto de 6/8% en la cosecha, se afirma la ejecución del Plan Procrear y se consigue avanzar en alguno de los proyectos de infraestructura y energía con financiamiento incorporado. Por el contrario, si las paritarias se escapan, el límite es aquel nivel que impide ganar competitividad en 2014. Esto es, si el dólar se mueve 30%, que las paritarias lo hagan también al 30%. En este escenario alternativo, la economía casi no gana competitividad en el margen, el salario real no cae, el nivel de actividad crece algo más (2%) aunque requiere del supuesto que el Banco Central no intenta una nueva aceleración de la devaluación, y también se limita la corrección tarifaria necesaria para moderar la incidencia de los subsidios. En este segundo escenario el PIB nominal sube más que en el primero por un crecimiento real en el margen 1 p.p. mayor y por la mayor inflación (31%), y si bien la presión tributaria puede caer algo, da espacio para financiar con impuesto inflacionario parte del aumento adicional en las paritarias. A contramano, se mantiene la presión cambiaria dado el menor nivel de reservas y la menor ganancia de competitividad. Este escenario comprometería más la dinámica de 2015, y su estabilidad depende del supuesto de que a partir del intento fallido de ganar competitividad vía precio del dólar, la Política también acote la agenda de reducción de subsidios y aumento de tarifas. $ % " ! & & () % *+ !’ , - ./ ! *+ 0 12 )3 4 54.65 *4! + 046 7 ) 89% *) +

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Es el informe publico del mes de diciembre 2013 del estudio de Miguel Bein.

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El cambio de Gabinete definió un nuevo rumbo en la política económica orientado a corregir más rápido de lo previsto el atraso del tipo de cambio (una de las dos distorsiones de precios relativos que enfrenta la economía), interviniendo al mismo tiempo sobre la brecha cambiaria y sobre las expectativas de devaluación implícitas en la curva de futuros del dólar en el mercado local. Esta acción terminó por quebrar cualquier idea de desdoblamiento cambiario, algo que se reflejó en el desplome de la brecha entre los futuros del dólar en Nueva York y los locales, en tanto también desaparecieron de escena los instrumentos fallidos del blanqueo (BAADE y CEDIN) que intentaban habilitar un “desdoblamiento financiero informal”. De hecho, la jugada del equipo económico apunta a moderar la brecha cambiaria, algo que la intervención de la ANSES vendiendo bonos contra pesos logró encaminar gracias a la fuerte demanda en el exterior de activos locales registrada en los últimos meses, como contrapartida de la confirmación de la agenda de apertura al crédito que viene encarando el Gobierno en un intento de amortiguar los costos de la escasez de divisas. Al arreglo con el CIADI de dos meses atrás se sumó el preacuerdo para compensar a Repsol por la estatización de 2012, que facilitó el objetivo de YPF de colocar deuda en el mercado internacional y permitió cerrar acuerdos de explotación de Vaca Muerta. En tanto ambas decisiones junto con el “rediseño” de las estadísticas de actividad y precios del INDEC y la posibilidad cierta de que se autorice al FMI el cumplimiento del “artículo IV”, sientan mejores condiciones para avanzar en la normalización de la deuda en default -la situación de los holdouts y el Club de París- mientras el Gobierno trata de destrabar créditos comerciales bilaterales con China y Rusia para financiar grandes proyectos de inversión.

Sin embargo, en la transición, esta estrategia de corrección en cuotas altas de la distorsión cambiaria para, una vez finalizado el ajuste (un dólar en torno a $7,2 en febrero), volver a equilibrar el ritmo devaluatorio con la tasa de interés que remunera el ahorro en pesos antes de la salida de la cosecha, enfrenta dos riesgos significativos: El primero tiene que ver con las lógicas decisiones de tesorería de las firmas y familias que anticipan su demanda de dólares para importaciones de bienes y servicios y al mismo

tiempo postergan la salida exportadora; decisiones que se reflejaron en un Banco Central que debió enfrentar en los últimos tres meses ventas netas similares a las de Octubre de 2011, cuando no había cepo y la fuga de capitales era el principal factor de la caída en las Reservas. El segundo riesgo, y tal vez el más importante, es el filtrado a la inflación del movimiento cambiario, justo cuando fin de año coincide con los meses de inflación más alta, a los que se suma el aumento en el precio de la carne en Noviembre y las autorizaciones de aumentos de precios que dejó a su salida el ex Secretario de Comercio. Y si bien en los últimos días el BCRA logró acceder a financiamiento puente para estabilizar las Reservas mientras devalúa más rápido, el descuido de la Política en el manejo del conflicto salarial iniciado en Córdoba aumentó la incertidumbre respecto al segundo riesgo. Es que, aún cuando el impacto del arreglo con la policía extendido a todas las provincias no supera los $6.000 millones anuales (teniendo en cuenta que es incorrecto comparar el costo fiscal de un aumento del 40% en promedio, sino que lo correcto es tomar el costo implícito derivado del salto en el aumento respecto a las paritarias proyectadas inicialmente), la resolución del conflicto no sólo eleva la nominalidad demandada en las discusiones salariales del resto de los sectores y en particular del sector público, sino que además podría anticiparlas en el tiempo. Y si esto llegase a ocurrir, el intento de hacer el ajuste gradual -que no es más ni menos que bajar en forma suave el salario en dólares- se autoanula, manteniendo la presión cambiaria hacia adelante. Para intentar frenar esto, el Gobierno vuelve a apelar a los “acuerdos de precios”, que fueron los que en rigor permitieron un año atrás bajar fuerte la inflación en la previa a las paritarias, aunque la diferencia esta vez, es el acolchonamiento de precios previo que se avaló en diciembre.

En el escenario base, con devaluación al 30% (5/6% mensual en diciembre-enero, 3% en febrero-marzo y 1,7% a partir de abril) y paritarias al 24%, el salario real cae 2,5% y la economía crece 1% si se confirma el salto de 6/8% en la cosecha, se afirma la ejecución del Plan Procrear y se consigue avanzar en alguno de los proyectos de infraestructura y energía con financiamiento incorporado. Por el contrario, si las paritarias se escapan, el límite es aquel nivel que impide ganar competitividad en 2014. Esto es, si el dólar se mueve 30%, que las paritarias lo hagan también al 30%. En este escenario alternativo, la economía casi no gana competitividad en el margen, el salario real no cae, el nivel de actividad crece algo más (2%) aunque requiere del supuesto que el Banco Central no intenta una nueva aceleración de la devaluación, y también se limita la corrección tarifaria necesaria para moderar la incidencia de los subsidios. En este segundo escenario el PIB nominal sube más que en el primero por un crecimiento real en el margen 1 p.p. mayor y por la mayor inflación (31%), y si bien la presión tributaria puede caer algo, da espacio para financiar con impuesto inflacionario parte del aumento adicional en las paritarias. A contramano, se mantiene la presión cambiaria dado el menor nivel de reservas y la menor ganancia de competitividad. Este escenario comprometería más la dinámica de 2015, y su estabilidad depende del supuesto de que a partir del intento fallido de ganar competitividad vía precio del dólar, la Política también acote la agenda de reducción de subsidios y aumento de tarifas.

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