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“Año de la Diversificación Productiva y del Fortalecimiento de la Educación”
TEMA: EL “TÚ” Y EL “ELLO”
CURSO: Psicología Social
DOCENTE: Ps. Yliana Vidarte García
INTEGRANTES:Ávila More ChristopherDe La Calle Vera SussanIbáñez Vergara KentRodríguez Fernández IvánRuíz Rodríguez Mitchell
CARRERA:Psicología
CICLO:VI
21/10/15
EL TÚ Y EL ELLO
I. DATOS INFORMATIVOS :
Nombre de la Institución: Universidad Católica de Trujillo Benedicto
XVI.
Localización: Trujillo.
Beneficiarios: Alumnos del VI ciclo de la facultad de psicología.
Fecha: 21/10/2015
Inicio: 10:30 am
Término: 1:30 pm
Duración: 4 horas pedagógicas.
Meta: 90% de los participantes.
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 1
II. OBJETIVOS :
A. Generales:
Aprender y comprender las funciones de los vínculos
interpersonales, para favorecer actitudes y comportamientos de
inteligencia social que permitan una mayor conexión en los
alumnos del VI ciclo de la facultad de psicología de la UCT.
B. Específicos:
Aprender cómo funciona la relación Yo-Ello en las relaciones
interpersonales de los alumnos del VI ciclo de la facultad de
psicología de la UCT.
Aprender cómo funciona la relación Yo-Tú en las relaciones
interpersonales de los alumnos del VI ciclo de la facultad de
psicología de la UCT.
Comprender la sensación sentida en las relaciones interpersonales
de los alumnos del VI ciclo de la facultad de psicología de la
UCT.
Aprender a manejar la utilidad del ello en las relaciones
interpersonales de los alumnos del VI ciclo de la facultad de
psicología de la UCT.
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 2
Sensibilizar sobre el dolor al rechazo en las relaciones
interpersonales de los alumnos del VI ciclo de la facultad de
psicología de la UCT.
Aprender a diferenciar la empatía de la proyección en las
relaciones interpersonales de los alumnos del VI ciclo de la
facultad de psicología de la UCT.
III. MEDIOS Y MATERIALES :
A. Recursos humanos:
05 Facilitadores del taller.
Profesora de Psicología Social.
Asistente de Cátedra.
B. Materiales:
01 Laptop.
01 Proyector multimedia.
02 Parlantes.
50 Cuestionarios ERVI.
50 Hojas bond.
50 Hojas de color.
50 Hojas de papel periódico.
50 Lapiceros.
03 Vendas de color negro.
50 Sillas.
03 Plumones de pizarra.
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 3
IV. CONCEPTUALIZACIÓN TEÓRICA :
A. Relación Yo – Ello:
Es un tipo de relación que se caracteriza principalmente por la falta de
empatía de una de las personas dentro del marco de una conversación (o
cualquier tipo de comunicación), ya que esta persona no busca establecer
una conexión con la otra, sino un beneficio o logro por medio de ésta.
En este tipo de relación entre las personas una de ellas no ve a la otra como
persona sino como un “ELLO”, es decir, como un objeto a estudiar. Las
tareas o preocupaciones intervienen en esta relación, desviando la atención
que se le debe dar a la otra persona. Sin Ello, el ser humano no puede vivir.
Pero todo el que vive sólo con Ello, no es humano. (BUBER, 1995, págs.
1-105).
Así tenemos el siguiente ejemplo: Una mujer cuya hermana acababa de
fallecer me contó que había recibido la llamada telefónica de condolencia de
un amigo que, pocos años atrás, había perdido también a su propia hermana.
Cuando su amigo le dio el pésame, la mujer, visiblemente conmovida, le
abrió su corazón y empezó a contarle los pormenores de la larga enfermedad
que finalmente acabó arrebatándole a su hermana.
Pero, mientras estaba contándole lo mucho que la añoraba escuchó, al otro
lado de la línea telefónica, el sonido de las teclas de un ordenador, como si
su interlocutor estuviera aprovechando la ocasión para poner al día su correo
electrónico. Entonces sus comentarios fueron vaciándose gradualmente de
contenido hasta tornarse superficiales y automáticos.
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 4
Cuando finalmente colgó el teléfono, experimentó la punzada visceral
característica del tipo de relación que el filósofo Martin Buber denominó
yo- ello y se sintió peor que antes de la llamada.
Según Buber, la modalidad de relación yo-ello se caracteriza porque la
persona carece de empatía y de la correspondiente conexión con la realidad
subjetiva del otro que tan evidente es para el emisor como para el receptor.
Quizás el amigo del ejemplo anterior se hubiera sentido en la obligación de
llamarla y expresarle sus condolencias, pero la falta de auténtica conexión
emocional acabó truncando una oportunidad de contacto y convirtiéndola en
un mero gesto despojado de todo contenido.
Buber acuñó la expresión yo-ello para referirse a la franja del espectro de las
relaciones que va desde el simple distanciamiento hasta la manipulación
más burda en la que no tratamos a los demás como personas, sino como
cosas y, en consecuencia, los convertimos en meros objetos.
Los psicólogos, por su parte, emplean la expresión relación instrumental
para hablar de esta modalidad distante de relación que nos lleva a considerar
a los demás como simples medios para el logro de nuestros objetivos. En
este sentido, cada vez que nos despreocupamos de los sentimientos de los
demás y prestamos únicamente atención a lo que nos interesa de ellos
estamos manteniendo una relación instrumental.
Esta modalidad egocéntrica de relación se halla en el polo opuesto de la
comunión, un estado de alta empatía en el que no sólo nos interesamos por
los sentimientos de los demás, sino que nos vemos transformados. Y ello es
así porque la comunión establece un feedback que nos permite conectar con
los demás, mientras que la relación exclusivamente instrumental, por su
parte, nos desconecta de ellos.
Las tareas o preocupaciones que dividen nuestra atención nos despojan de
recursos y establecen una modalidad de funcionamiento automático que sólo
presta la atención mínima necesaria para mantener la conversación, un tipo
de interacción que, cuando la situación exige una mayor presencia, se
experimenta como desconexión .
El exceso de preocupaciones tiene un coste que afecta a cualquier
conversación que aspire a ir más allá de lo estrictamente rutinario,
especialmente cuando nos adentramos en un dominio emocionalmente
conflictivo. Obviamente, la llamada telefónica de condolencia anteriormente
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mencionada no pretendía hacer ningún daño, pero la división de la atención
que con más frecuencia de la deseada caracteriza a la vida moderna, nos
predispone lamentablemente hacia una modalidad de relación impersonal.
B. Relación Yo-Tú:
Es una relación muy contraria a la anterior, dado que ésta implica una
cercanía con la persona que se entabla algún tipo de comunicación, mientras
que en la relación YO-ELLO hay una distancia entre las personas, en la
relación YO-TÚ hay un acercamiento, una conexión empática, hay un
compromiso no por querer experimentar sino por saber cómo está la otra
persona.
La persona sabe que está siendo comprendida por la otra parte, porque se da
cuenta que esta persona experimenta las mismas emociones que ella,
además las expresiones que evidencian muestran el compromiso de todo su
ser.
Veamos este ejemplo: La siguiente es una conversación que, en cierta
ocasión, escuché casualmente en un restaurante: Mi hermano, que tiene
treinta y nueve años, es un auténtico cabeza cuadrada y tiene muy mala
suerte con las mujeres. Su primer matrimonio fue un auténtico fracaso
porque, aunque posee muchas habilidades técnicas, carece de toda
competencia social.
Últimamente utilizo un método para no perder tiempo con las citas. Para
ello, emplaza a las distintas candidatas a la misma hora y en el mismo lugar
y las ubica en mesas separadas. Luego se sienta exactamente cinco minutos
frente a cada una de ellas, pasados los cuales suena un timbre y, en el caso
de que decidan volver a verse, intercambian sus direcciones de correo
electrónico para concertar una nueva cita.
Pero lo cierto es que mi hermano echa a perder todas las oportunidades que
se le presentan porque, apenas se sienta, empieza a hablar de sí mismo, sin
mostrar el menor interés por su interlocutora. No me extraña que ninguna
mujer quiera volver a verle.
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 6
Comparemos esto con el test de las citas empleado por Allison Charney, que
consistía en contar el tiempo que transcurría antes de que la persona con la
que había quedado le formulase una pregunta que contuviese la palabra tú.
Según cuenta, en su primera cita con Adam Epstein el hombre con quien un
año más tarde acabó casándose, no tuvo siquiera tiempo para poner en
marcha el cronómetro.
Ese test nos proporciona un indicador muy claro de la capacidad de
establecer contacto con los demás, adentrarse en su realidad interna y
comprenderla. Los psicoanalistas emplean el término intersubjetividad para
referirse a esta modalidad de conexión que permite fundir los mundos
internos de dos personas que la expresión yo-tú describe, en mi opinión, de
un modo bastante más poético.
Como señaló el austríaco Buber en su libro de 1937 sobre la filosofía de las
relaciones, la relación yo-tú (o yo y tú) refleja una conexión muy especial, el
tipo de vínculo que, con mucha frecuencia aunque no siempre, encontramos
entre marido y esposa, miembros de la misma familia y buenos amigos. No
olvidemos que el vocablo alemán utilizado por Buber es la forma más
íntima empleada por amigos y amantes.
Para Buber, místico y también filósofo, el tú posee una dimensión
trascendente, porque la relación humana con lo Divino es la única conexión
yo-tú que puede mantenerse indefinidamente, el ideal último de nuestra
imperfecta humanidad. Pero las modalidades cotidianas del yo-tú van desde
el simple respeto y cortesía hasta el afecto, la admiración y las innumerables
formas en que manifestamos nuestro amor.
El distanciamiento y la indiferencia emocional que caracterizan a la relación
yo-ello contrasta profundamente con la proximidad de la relación yo-tú. En
la primera (para la que basta con la vía superior y sus aptitudes racionales y
cognitivas asociadas), los demás son meros medios para el logro de nuestros
propios fines mientras que, en la segunda (que establece la conexión y
requiere del concurso de la vía inferior), por el contrario, se convierten en
un fin en sí mismo.
La frontera que separa el ello del tú es muy permeable y fluida. Es por ello
que todo tú puede convertirse, en ocasiones, en un ello y que todo ello
puede acabar convirtiéndose también en un tú. Pero lo cierto es que, cuando
esperamos ser tratados como un tú, la modalidad yo-ello se experimenta
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 7
muy negativamente, como sucedió con la llamada telefónica con la que
hemos iniciado esta sección porque, en tales casos, el tratamiento tú se
diluye súbitamente en un ello.
La empatía constituye la antesala misma de la relación yo-tú, en cuyo caso,
nuestro compromiso no es tan superficial porque, como dijo Buber, «la
relación yo-tú sólo puede expresarse con todo nuestro ser». Uno de los
rasgos distintivos del compromiso yo-tú es la sensación sentida, es decir, la
sensación clara de ser objeto de la empatía de otra persona. En esos precisos
momentos no existe la menor duda de que la otra persona sabe lo que
estamos sintiendo y, por ello mismo, nos sentimos reconocidos.
Como dijo uno de los pioneros del psicoanálisis, cliente y terapeuta oscilan
al mismo ritmo a medida que va intensificándose su conexión emocional.
Como señaló el teórico humanista Carl Rogers, la empatía terapéutica
aparece cuando el cliente se siente comprendido, es decir, se siente
reconocido como tú.
C. La Sensación Sentida:
Basándonos en la relación yo – tú, es el sentir ser objeto de la empatía de
otra persona, es decir, darse cuenta de que otra persona se está conectando
contigo.
Las sensaciones en sí, son vivencias subjetivas, porque dependen del sujeto
y pueden influir significativamente en la sensibilidad que podamos tener
durante algún tipo de comunicación, además las sensaciones internas como
externas son vividas y percibidas de una manera diferente por cada sujeto.
Veamos el siguiente ejemplo: En su primer viaje a nuestro país, el psiquiatra
japonés Takeo Doi vivió una situación un tanto embarazosa el día en que,
visitando a una persona a la que acababan de presentarle, su anfitrión le
preguntó si tenía hambre, agregando creo que tenemos un poco de helado .
En realidad, Doi tenía hambre, pero se sintió desconcertado de que se lo
preguntase una persona a la que acababa de conocer algo que, en Japón,
jamás habría ocurrido y, puesto que las normas de la cultura japonesa no le
permitían aceptar la invitación, la declinó cortésmente.
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Doi también recuerda haber alentado la expectativa de que su anfitrión
insistiera y, en consecuencia, se decepcionó al verle admitir tan fácilmente
su negativa. Según dice, cualquier anfitrión japonés habría sentido
sencillamente su hambre y le hubiera ofrecido algo de comer sin mediar
palabra alguna.
Esta conciencia de las necesidades y sentimientos ajenos y la consiguiente
respuesta pone de relieve la importancia que la cultura japonesa (y,
hablando en términos generales, todas las culturas orientales) atribuye a la
modalidad de relación yo-tú.
“El término japonés amae se refiere a esta especial sensibilidad que se
asienta en la empatía y actúa en consecuencia, sin necesidad alguna de
llamar la atención al respecto. En la órbita de amae, nos sentimos
reconocidos por los demás”.
La presencia de amae favorece la comunicación directa de pensamientos y
sentimientos. La actitud implícita es algo así como “Si yo lo siento, también
debes sentirlo tú”, de modo que no es preciso que diga en voz alta lo que
quiero, siento o necesito. Tú debes estar lo suficientemente conectado
conmigo como para sentirlo y obrar en consecuencia, sin necesidad de que
te lo pida.
Pero este concepto no sólo tiene un sentido emocional, sino también
cognitivo porque, cuanto más estrecha sea nuestra relación con alguien,
más, abiertos y atentos estaremos.
Cuanta más historia personal hayamos compartido, más fácil y rápidamente
registraremos lo que otra persona está sintiendo y más semejante será
también el modo en que pensemos y reaccionemos ante lo que pueda
presentarse.
Para el filósofo francés Emmanuel Lévinas, la modalidad yo-ello es la más
superficial de las relaciones, porque no se ocupa tanto de conectar con los
demás, como de pensar sobre ellos, cosa que no sucede con la modalidad yo
tú, en donde uno se zambulle, por decirlo de algún modo, en las
profundidades del otro. Como dice Lévinas, el ello describe al otro en
tercera persona y lo convierte en una mera idea, lo más alejado, en suma, de
la conexión íntima.
Los filósofos consideran que nuestra visión implícita del mundo determina
el modo en que pensamos y actuamos. Este conocimiento puede ser
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compartido por toda una cultura, por una familia o sencillamente por un par
de amigos y nos ata, con amarras invisibles, a una realidad social construida.
Como indica Lévinas, esta sensibilidad compartida emerge de la relación
interpersonal, lo que significa que nuestra sensación privada y subjetiva del
mundo hunde sus raíces en el mundo de las relaciones.
Como dijo Freud hace ya mucho tiempo, todo aquello que establece puentes
de conexión entre las personas genera sentimientos parecidos, un hecho que
no pasará inadvertido para quien haya entablado una conversación casual
con una persona que le atrae, sin embargo, de esta relación superficial,
Freud advirtió que los vínculos que establecemos con los demás puede
consolidar la identificación, es decir, la sensación de que el otro y nosotros
somos casi uno y el mismo.
Conocer a alguien significa, a nivel neuronal, resonar con sus pautas
emocionales y con sus mapas mentales. Es por ello que, cuanto más se
sobrepongan nuestros mapas, mayor es nuestra identificación y mayor
también la realidad compartida. Cuanto más nos identificamos con alguien,
más se funden nuestras categorías mentales, una fusión inconsciente que
supone que lo más importante para el otro también es, para nosotros, lo más
importante. Es más sencillo. Otro indicador bastante paradójico, por cierto
de esta similitud de mapas mentales es el que afecta a los prejuicios egoístas
ya que, en este caso, tendemos a compartir con las personas que más
valoramos los mismos pensamientos distorsionados en los que más solemos
incurrir. Esto es algo que se pone de manifiesto, por ejemplo, en la ilusión
de invulnerabilidad desmesuradamente optimista que nos lleva a creer que
es más probable que las cosas malas les sucedan a los demás que a nosotros
o a las personas que más nos interesan.
La experiencia de unidad es decir, la sensación de fusión de nuestra
identidad con alguien aumenta cuando asumimos la perspectiva de otra
persona y se consolida cuando contemplamos las cosas desde su punto de
vista, una experiencia que, cuando la empatía es mutua, cobra una especial
resonancia. No es de extrañar que, en tal caso, las personas que se hallen
estrechamente unidas combinen sus mentes hasta el punto de que una
concluya las frases que la otra ha comenzado, un signo de una relación muy
intensa y profunda que los investigadores de la relación de pareja han
denominado validación de alta intensidad.
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La relación yo-tú se refiere a una relación unificadora que nos lleva a
percibir al otro como alguien distinto de todos los demás. Este tipo de
encuentro profundo jalona los momentos de mayor compromiso y que más
vívidamente recordamos a los que se refiere cuando dijo que «toda vida
verdadera es un encuentro».
D. La Utilidad del Ello:
Se refiere a la ambivalencia del uso del Ello, ya que ningún extremo es
bueno, es decir, no podemos pasar nuestros días tratando a las personas
como objetos, ni tampoco podemos entablar conexiones tan auténticas con
todas las personas.
Utilizar el Ello es indispensable para mantener el equilibrio, pues permite
que mantengamos la distancia adecuada con las personas que nos
relacionamos, obviamente esto depende de nuestros principales intereses.
Veamos el siguiente ejemplo: El columnista del New York Times Nicholas
Kristof es un conocido periodista de investigación ganador de un premio
Pulitzer y que ha mantenido su objetividad en medio de guerras, hambrunas
y las principales catástrofes de las últimas décadas. Pero esa objetividad se
perdió un buen día en Camboya mientras investigaba la escandalosa venta
de miles de niños como esclavos de los traficantes de sexo.
El momento crítico ocurrió el día en que un proxeneta camboyano le
presentó a una menor de edad menuda y temblorosa llamada Srey Neth y
Kristof cometió el terrible pecado periodístico de comprarla por ciento
cincuenta dólares.
Kristof llevó a Srey Neth y a otra chica a su pueblo y las puso en libertad,
ayudándolas a emprender una nueva vida. Al cabo de un año, Srey Neth
estaba acabando su formación como esteticién en Phnom Penh, la capital de
Camboya y a punto de abrir su propio gabinete, mientras que la otra chica,
lamentablemente, volvió al dinero fácil. Fueron muchos los lectores que,
emocionados por los artículos escritos al respecto por Kristof, enviaron
donaciones a una organización que se dedica a ayudar a chicas como Srey
Neth a comenzar una nueva vida.
La objetividad es uno de los principios fundamentales de la ética
periodística por lo que, desde una perspectiva ideal, el periodista debe
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asumir el papel de observador neutral, rastreando los eventos e informando
de lo que ocurre, sin interferir en modo alguno. Así fue como Kristof cruzó
la frontera y se sumió en su relato, abandonando el estricto papel de
periodista distante.
Pero el código deontológico del periodismo no es más que un caso
particular de un tipo de relación yo-ello que afecta también a muchas otras
profesiones, desde la medicina hasta la policía. Desde esa perspectiva, por
ejemplo, el cirujano no debería intervenir quirúrgicamente a una persona
con la que mantuviese una relación muy estrecha, por el temor a que sus
sentimientos empañen su claridad mental y, del mismo modo, un policía
tampoco debería, en teoría, permitir que sus relaciones personales
interfiriesen con el ejercicio de su profesión.
En cualquiera de los casos, sin embargo, el principio que nos lleva a
mantener la adecuada distancia profesional aspira a proteger a los
implicados de la imprevisible e inestable influencia de las emociones en el
ejercicio profesional.
El mantenimiento de esa distancia es el que nos permite ver a los demás en
función del papel que desempeñan paciente, criminal, etcétera sin necesidad
de conectar con el ser humano que asume ese rol. Y es que, mientras que la
vía inferior nos conecta de inmediato con la ansiedad de los demás, los
sistemas prefrontales pueden tranquilizarnos y proporcionarnos la distancia
emocional necesaria para pensar con la suficiente claridad. No olvidemos
que la eficacia de la empatía depende del adecuado equilibrio entre las vías
superior e inferior.
La modalidad ello tiene claras ventajas para el desempeño de la vida
cotidiana, aunque sólo sea para establecer la distancia necesaria para llevar a
cabo nuestras actividades más rutinarias. A fin de cuentas, no es necesario
establecer un vínculo íntimo con todas las personas con las que
interactuamos cotidianamente ya que, para ello, basta con que nos
relacionemos basándonos exclusivamente en el rol social que una
determinada persona desempeña como la camarera o el dependiente, por
ejemplo, tratándole como un ello unidimensional e ignorando
simultáneamente las otras dimensiones de su personalidad, es decir, su plena
identidad humana.
Jean Paul Sartre, el filósofo francés del siglo XX, consideraba a esta
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 12
unidimensionalidad como un síntoma de la alienación característica de la
vida moderna. En su opinión, los roles públicos constituyen una especie de
ceremonia, una suerte de guión que nos permite tratar a los demás y ser
tratados, a su vez como un ello: «Existe una danza del tendero, como
también hay una danza del sastre y una danza del subastador que tratan de
convencer a sus respectivos clientes de que no son nada más que un tendero,
un sastre o un subastador».
Pero Sartre no dice nada sobre los beneficios derivados de esta mascarada
yo-ello que nos libera de la necesidad de pasarnos en día sumidos en una
interminable serie de encuentros yo-tú. Así, por ejemplo, la distancia digna
que mantiene el camarero proporciona a sus clientes una burbuja de
intimidad que les libra de intromisiones en su mundo privado. Así es
también como el camarero puede desempeñar eficazmente su trabajo y
disponer de la autonomía interna necesaria para dirigir su atención a sus
intereses y búsquedas privadas, aunque sólo sea en el ámbito del ensueño y
de la fantasía.
El rol, pues, nos proporciona una esfera de intimidad en medio de la vida
pública que no se ve amenazada por los comentarios triviales siempre y
cuando no dejen de ser triviales. Por otra parte, la persona que asume el rol
siempre tiene la posibilidad de atender a alguien como un tú, transgrediendo
provisionalmente los límites de su rol y asumiendo su personalidad
completa. Pero, hablando en términos generales, el rol opera como una
especie de filtro que protege parcialmente a la persona que lo desempeña. Es
precisamente por ese motivo que, al menos al comienzo, no vemos a la
persona, sino a un ello.
En la relación entre simples conocidos, el rapport aumenta en la medida en
que ambos se involucran en una danza no verbal de atención, sonrisas,
gestos y movimientos coordinados. Pero, en el encuentro con alguien que
desempeña un rol profesional, nuestra atención tiende a centrarse en nuestra
necesidad, en nuestra ansiedad o en el resultado deseado. Las
investigaciones realizadas en este sentido en el ámbito de las relaciones
interpersonales de quienes desempeñan un rol de ayuda como médicos,
enfermeras, consejeros o psicoterapeutas evidencian la menor presencia (por
ambos lados) de los ingredientes fundamentales del rapport que impregnan
los encuentros informales. Esta atención dirigida hacia objetivos supone un
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 13
reto para los profesionales de la ayuda cuya eficacia, después de todo,
depende también del rapport. En el ámbito psicoterapéutico, por ejemplo, la
química interpersonal entre terapeuta y cliente resulta esencial para el
establecimiento de una alianza operativa. En el ámbito de la medicina, la
necesaria confianza del paciente en su médico es esencial para que obedezca
sus recomendaciones. Es por todo ello que, quienes desempeñan ese tipo de
roles, harían bien en preocuparse de que sus encuentros profesionales
conserven los ingredientes esenciales del rapport, equilibrando el necesario
desapego con la empatía suficiente para permitir la dosis mínima de relación
yo-tú.
E. El Dolor del Rechazo:
La experiencia del rechazo puede producir varias consecuencias
psicológicas adversas tales como soledad, baja autoestima, agresión y
depresión. También puede producir sentimientos de inseguridad emocional y
aumentar la sensibilidad ante rechazos posteriores, pero de ¿De dónde nace
el miedo al rechazo? Como suele ser habitual en la mayoría de
comportamientos, su origen se puede explicar de dos formas: la innata
(evolutiva) y la adquirida. Probablemente tiene mucha más importancia la
segunda y en cualquier caso es la única sobre la que tienes margen de
maniobra.
Lo has heredado: La explicación evolutiva es que los seres humanos hemos
desarrollado una necesidad interior de ser aceptados y de encajar en el grupo
porque en el pasado ser rechazados del seno de una familia o tribu podía
suponer la muerte. Ir solo por la jungla a buscar alimento puede ser bastante
peligroso.
Lo has aprendido: La explicación psicológica es mucho más compleja y se
basa en todas aquellas experiencias que han dejado huella en tu carácter y
personalidad a lo largo de tu vida, como por ejemplo que la primera persona
a la que pediste salir te rechazara de forma cruel. Es por este motivo que la
reacción de pánico al rechazo se puede entender como un condicionamiento
negativo: con tal de evitar un estímulo negativo como una mala cara, una
negativa o un desprecio, evitas repetir situaciones en las que has sido
rechazado en el pasado.
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 14
El temor al rechazo también se fundamenta en tu autoconcepto (cómo te ves
a ti mismo) y tu autoestima (cómo te sientes contigo mismo). Pero ¿por qué
a veces tenemos demasiado miedo? y las respuestas más sencillas son:
Primero ocurre porque confundimos los temores reales con los imaginarios
e interpretamos creaciones mentales como amenazas físicas. Entonces
respondemos como si fueran riesgos vitales poniendo en marcha
mecanismos de supervivencia.
Segundo porque las personas tienen conflictos, estados de ánimos y
motivaciones que implican que en la mayoría de ocasiones el resultado no
va a depender de ti. Quizás esté rechazando la frase que has dicho, la
situación en que se lo has dicho, o la idea que tiene esa persona de lo que
significa que le digas eso. El problema es que creemos que nos rechazan no
sólo por lo que estamos haciendo en ese momento, sino sobre todo por lo
que somos.
Veamos el siguiente ejemplo: Para Mary Duffy, la hora de la verdad en que
se dio cuenta de que había dejado de ser contemplada como una persona y
pasó a ser considerada como el carcinoma de la habitación B-2 ocurrió la
mañana posterior al día en que le extirparon un cáncer de mama.
Todavía estaba medio dormida cuando, sin advertencia previa, se vio
rodeada por un montón de desconocidos ataviados con bata blanca, el
médico que la había operado y un grupo de estudiantes de medicina. El
doctor, sin dirigirle la palabra, le quitó la sábana y la despojó del camisón
como si fuera un maniquí, dejándola desnuda.
Demasiado débil para protestar, Duffy esgrimió entonces un irónico Buenos
días que, no obstante, no consiguió impedir la perorata que el médico se
lanzó a dar sobre el cáncer al grupo que, indiferente a su desnudez, rodeaba
su cama.
Cuando, finalmente, el médico se dignó en dirigirle la palabra, preguntó
distraídamente: ¿Ha tenido gases?, pero cuando ella trató de afirmar su
humanidad con un tajante ¡No! ¡Eso no lo hago hasta la tercera cita! , el
doctor pareció ofenderse, como si le hubiera defraudado.
Lo que Duffy necesitaba en ese momento era que el doctor afirmase
sencillamente su individualidad con un gesto que la tratara con un poco de
dignidad. Necesitaba un momento de yo-tú y lo único que recibió fue una
ducha fría de yo-ello.
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 15
Todos nos sentimos, como Duffy, inevitablemente angustiados cuando
esperamos conectar con alguien que, por una u otra razón, no asume su parte
y, a causa de ello, nos sentimos desamparados, como el bebé cuya madre se
niega a prestarle atención.
Ese tipo de sufrimiento tiene un fundamento neuronal, porque nuestro
cerebro registra el rechazo social en la corteza cingulada anterior (o CCA),
la misma región que se activa cuando experimentamos un daño físico y
también provoca, por lo que sabemos entre otras muchas cosas, una
angustiosa sensación de dolor corporal.
La investigación dirigida por Matthew Lieberman y Naomi Eisenberger en
UCLA sugiere que la corteza cingulada anterior opera como una especie de
alarma neuronal que detecta el peligro del rechazo y alerta a otras partes del
cerebro a reaccionar en consecuencia. En ese sentido, ambos opinan que
forma parte de lo que ellos denominan un sistema de identificación social
que parece asentarse en los mismos circuitos cerebrales que avisan al
cerebro de un posible daño físico.
El rechazo evoca una amenaza primordial importante para el cerebro. En
este sentido, Lieberman y Eisenberger nos recuerdan que la integración en
un grupo era esencial para la supervivencia del hombre prehistórico, porque
la exclusión podía implicar su sentencia de muerte, como hoy en día sigue
ocurriendo cuando un mamífero humano se ve en la obligación de
sobrevivir en medio de la naturaleza. Según afirman estos investigadores, el
centro del dolor pudo haber desarrollado esta sensibilidad a la exclusión
social como una señal de alarma que muy probablemente estimula la
necesidad de recomponer la relación amenazada.
Este descubrimiento da sentido a las metáforas que solemos emplear para
referirnos al dolor generado por el rechazo como tener el corazón roto o los
sentimientos heridos, lo que indica la naturaleza física del sufrimiento
emocional. El lenguaje humano parece reconocer esta equiparación entre el
dolor físico y el sufrimiento social, porque son muchos los idiomas en los
que los términos utilizados para describir el sufrimiento social se derivan del
mismo léxico que se emplea para hablar del dolor físico.
También es muy elocuente el hecho de que los simios que tienen lesionada
la corteza cingulada anterior no puedan llorar de angustia cuando se ven
separados de sus madres, un fracaso que, en plena naturaleza, podría poner
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 16
en peligro su vida. Del mismo modo, las madres de estos simios que
presentan lesiones en la corteza cingulada anterior ya no responden a los
gritos de aflicción de sus hijos cogiéndoles en brazos para protegerles y, en
el caso de los seres humanos, se ha descubierto que el llanto del bebé activa
la corteza cingulada anterior de su madre y no se desconecta hasta que ésta
responde.
Quizás nuestra necesidad primordial de conexión explique la proximidad de
los centros del tallo cerebral asociados a las lágrimas y la risa, que afloran
espontáneamente en los momentos de mayor conexión social, como
nacimientos, muertes, bodas y reencuentros largamente esperados. De este
modo, la angustia de la separación y la alegría del vínculo social reflejan el
poder primordial de la conexión.
Cuando esta necesidad de proximidad no se ve adecuadamente satisfecha
pueden presentarse diversos tipos de trastornos emocionales. Los psicólogos
han acuñado el término depresión social para referirse al malestar concreto
causado por las relaciones problemáticas y amenazadoras. El rechazo o el
miedo al rechazo también es una de las causas más comunes de ansiedad. La
sensación de inclusión no depende del número ni de la frecuencia de los
contactos sociales, sino de lo reconocida y aceptada que se sienta, aunque
sólo sea por unas pocas personas clave.
No es de extrañar, por tanto, que las amenazas de abandono, separación o
rechazo discurran a través de los mismos circuitos cerebrales porque, en un
tiempo, fueron auténticas amenazas hoy simbólicas a nuestra supervivencia
física. Es precisamente por ese motivo que, cuando esperamos ser tratados
como un tú y nos tratan como un ello, nos sentimos especialmente mal.
F. ¿Empatía o Proyección?
Al establecer empatía podemos conectarnos sinceramente con otra persona,
por el contrario, al proyectarnos usamos a la otra persona, convirtiéndola en
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 17
un Ello.
Veamos el último ejemplo: En cuanto lo vi reconocí vagamente, comenta un
psicoanalista respecto a su primera entrevista con un nuevo paciente, la
emergencia de una de las muchas versiones de ansiedad a las que soy
susceptible.
Observando atentamente a su paciente mientras le escuchaba, no tardó en
descubrir que lo que tan nervioso le ponía eran sus pantalones, con la raya
perfecta y sin la menor arruga.
Mi paciente prosiguió irónicamente, el psicoanalista parecía un modelo del
catálogo Eddie Bauer, mientras que yo parecía recién salido de la última
página del suplemento de tallas grandes y prendas defectuosas.
Estaba tan nervioso que, sin perder el contacto visual, se echó hacia delante,
para poder estirar mejor las perneras de sus pantalones chinos
completamente arrugados. Poco después, el paciente relató un recuerdo muy
intenso de la expresión de desaprobación severa y silenciosa de su madre
que evocó en el analista el recuerdo de la continua insistencia de su madre
en que se planchara los pantalones.
El psicoanalista cita ese ejemplo para ilustrar el papel que desempeña la
empatía en la terapia, esos momentos en los que, según dijo, el terapeuta se
siente perfectamente conectado con su paciente y experimenta exactamente
los mismos sentimientos que él. Desafortunadamente, sin embargo, parte de
lo que el analista siente procede de su propio bagaje emocional y constituye
una proyección de su realidad interior sobre la de su paciente. En este
sentido, la proyección ignora la realidad interior de la otra persona y, cada
vez que incurrimos en la proyección, solemos creer con demasiada facilidad
que el otro siente y piensa lo mismo que nosotros.
Esta tendencia se vio advertida hace ya muchos años por el filósofo David
Hume que, en el siglo XIX, advirtió lo que denominó la asombrosa
tendencia del ser humano a atribuir a los demás «las mismas emociones que
observamos en nosotros y encontrar en todas partes las ideas que más
presentes se hallan en nosotros», en nuestra propia mente. En la auténtica
proyección, no obstante, no hacemos más que proyectar nuestro mapa del
mundo sobre el mapa del otro, sin ningún tipo de ajuste o sintonía. Las
personas demasiado ensimismadas y perdidas en su mundo interior no
tienen mucha más alternativa que proyectar su propia sensibilidad sobre los
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 18
demás.
Hay quienes sostienen que cada acto de empatía conlleva una forma sutil de
proyección, porque el hecho de sintonizar con alguien provoca en nosotros
sentimientos y pensamientos que fácil, aunque erróneamente, solemos
atribuirles. El reto del analista consiste en discernir las proyecciones lo que,
técnicamente hablando, se denomina contratransferencia de la auténtica
empatía. En la medida en que el terapeuta sabe diferenciar los sentimientos
internos que reflejan los sentimientos del paciente de aquellos otros que
proceden de su propia historia, puede registrar con más facilidad lo que
realmente siente el paciente.
Si la proyección convierte al otro en un ello, la empatía nos permite verlo
como un tú, porque establece un feedback que nos ayuda a ajustar nuestra
percepción a su realidad. Mientras controla sus propias reacciones, el
terapeuta puede comenzar advirtiendo que lo que parece un sentimiento
propio no se origina en él, sino en su paciente y su significado acabará
tornándose consciente en la medida en que aflore una y otra vez, al tiempo
que va construyendo la relación cliente-terapeuta. Luego puede compartir
esa sensación interior, devolviendo la experiencia a su paciente, mientras la
empatía va perfeccionando la sintonía.
Nuestro anhelo de bienestar depende, en buena medida, de que los demás
nos consideren un tú, una necesidad de conexión que posiblemente refleje la
necesidad primordial de supervivencia. Es por ello que el eco neuronal de
esa necesidad acrecienta actualmente nuestra sensibilidad a la diferencia
existente entre ello y tú y nos lleva a experimentar el rechazo social de un
modo tan profundo como el sufrimiento psicológico. Si ser tratados como
un ello nos inquieta, igualmente inquietante es tratar de ese modo a los
demás.
V. CONCLUSIONES :
Martín Buber explica que la relación Yo-Tú es la más efectiva para entablar
empatía, ya que el otro tipo de relación causa un malestar en el
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 19
establecimiento de la comunicación, porque solo se ve a la persona como un
objeto y no como una persona que tiene sentimientos.
Para Buber, en las relaciones Yo-Tú expresamos nuestro ser completo, y por
tanto somos auténticos. Por el contrario, las relaciones Yo-Ello son
distantes, fragmentarias, parciales y alienantes. (MIRON, 2014).
Podemos elegir qué tipo de relación establecer, en nuestras vidas cotidianas,
podemos formar parte de una relación donde exista el “ello” o podemos
elegir formar parte de una relación de “yo y tu” donde la sensación sea
directa, donde podamos percibir sin necesitar palabras mediadoras,
estableciendo una conexión a niveles mucho más íntimos.
La sensación sentida hace referencia principalmente a sentirse conectado
con otra persona, a ser su objeto de empatía, partiendo en un principio de
sincronía, ya que el lenguaje corporal debe ser el primer contacto que
debemos entablar para así poder tener una economía social en números
verdes y no en números rojos como comúnmente se observa en la sociedad
actual donde los individuos se conectan solo en términos de “ellos”.
La utilización del Ello permite el equilibrio en nuestras interacciones
sociales, pues no siempre podemos usar a las personas como objetos, ni
siempre podemos conectarnos con todas las personas; es así que el Ello
permite que tomemos la distancia necesaria y nos relacionemos
saludablemente con las personas que necesitamos.
El rechazo social hace referencia a la circunstancia en la cual un individuo
es excluido en forma deliberada de una relación social o interacción social.
El tema incluye tanto el rechazo interpersonal (o rechazo por los padres)
como también el rechazo romántico. Tiene dos orígenes, el primero es
innato y el segundo es adquirido, este miedo depende en gran medida de la
construcción que tenemos de nuestro autoconcepto y autoestima.
Si eres empático estableces relaciones de tipo Yo-Tú, pero si sólo proyectas
estableces relaciones de tipo Yo-Ello.
VI. BIBLIOGRAFÍA :
BUBER, M. (1995). yo y tú (2da Edición ed.). (J. M. CAPARRÓS, Ed., & C.
Díaz, Trad.) Madrid, España: CAPARRÓS EDITORES S.L.
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 20
SLIDESHARE (2014) sensasion y percepción. Recuperado el 15 de octubre del
2015 de http://es.slideshare.net/Marshias/definicion-de-sensacion-y-percepcion-
en-psicologia
MIRON, D. R. (11 de Julio de 2014). Philo Life. Recuperado el 16 de Octubre
de 2015, de Philo Life: http://philolife.net/buber-yo-y-tu-1.html
MORALES, J. F. y Moya, M. C. (1994). Agresión. En J. F. Morales, M. C.
Moya, E. Rebolloso, J. M. Fernández-Dols, C. Huici, J. Marques, D. Páez y J. A.
Pérez (Coords.), Psicología social (pp. 465-491). Madrid. MCGRAW-HILL.
NAVARRO, P. (2014) Miedo al rechazo: ¿tu peor enemigo? o ¿tu mejor
aliado?. Recuperado el 15 de octubre del 2015 de
http://habilidadsocial.com/miedo-al-rechazo/
VII. ANEXOS :
A. Actividad Nº 1: Se realiza una dinámica de apertura denominada:
"Palabras ERVI"
1. Objetivo: Apertura.
EL “TÚ” Y EL “ELLO” - PSICOLOGÍA SOCIAL - VI CICLO 21
2. Materiales: 50 hojas bond de colores, 50 lapiceros y 2 plumones de
pizarra.
3. Duración: 10 minutos.
4. Desarrollo: Antes de iniciar con el tema se colocarán las siguientes
palabras en la pizarra:
Buen humor - Común - Inteligencia - Belleza - Respeto - Tiempo -
Iniciativa - Poder - Lealtad - Paciencia - Deporte - Protección -
Honestidad - Diferencia - Popularidad - Riqueza - Intereses -
Flexibilidad - Amor - Orden - Responsabilidad - Seguridad -
Generosidad - Confianza.
Los estudiantes deberán leer todas las palabras y escoger sólo tres (las
que más llamen su atención), para escribirlas en la primera mitad de una
hoja bond de color y luego en la segunda mitad de la misma hoja. Una
vez finalizado (ojo se debe observar que nadie borre o reemplace lo que
ya estaba escrito), deberán colocar su nombre en ambas partes y
entregar sólo una mitad a los facilitadores, quienes guardarán las
mitades hasta el final de la sesión.
B. Actividad Nº 2: Se realiza una dinámica denominada: "Me gustaría que..."
1. Objetivo: Confrontación.
2. Materiales: 50 hojas de papel periódico, 50 hojas bond blancas, 50
lapiceros y 1 plumón de pizarra.
3. Duración: 20 minutos.
4. Desarrollo: Los estudiantes toman asiento en una hoja de papel
periódico y forman un gran círculo. Luego sacaran una hoja bond
blanca donde escribirán algo que quisieran que la persona de su derecha
haga (bueno o malo) al compañero de alado, con la frase "Me gustaría
que LE....". Una vez que todos terminan de escribir se les pide que
tachen la palabra LE y en su lugar escriban ME. Así que por turno cada
uno recibirá (bueno o malo) aquello que supuestamente era para el otro
compañero.
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Luego se hace una pequeña discusión acerca de cómo se sintieron los
participantes, ya que "no le hagas al otro lo que no te gusta que te
hagan a ti".
C. Actividad Nº 3: Se realiza una dinámica denominada: "El primer contacto"
1. Objetivo: Confianza.
2. Materiales: 03 vendas de color negro.
3. Duración: 20 minutos.
4. Desarrollo: Los estudiantes forman tres grandes grupos A, B y C. Cada
grupo elige un representante que será retirado del salón de clases y se
les colocará una venda. A los tres grupos se les dará las siguientes
instrucciones:
Grupo A: Ayudará dando las pautas necesarias para que ingrese su
compañero.
Grupo B: Bloqueará las entradas para impedir que ingrese su
compañero.
Grupo C: Ni ayudará, ni bloqueará el ingreso de su compañero.
Mientras que los representantes vendados retornaran al salón uno por
uno con la consigna de que ganarán siempre y cuando logren ingresar al
grupo. Luego se hace una pequeña discusión acerca de cómo se
sintieron los participantes, ya que con esto se experimenta lo difícil que
es hacer nuevos amigos o relacionarnos.
D. Actividad Nº 4: Se realiza una dinámica denominada: "Experimento de
reconocimiento de vínculos interpersonales (ERVI)"
1. Objetivo: Introspección.
2. Materiales: 50 hojas de papel periódico y 2 plumones de pizarra.
3. Duración: 25 minutos.
4. Desarrollo: Los estudiantes toman asiento en una hoja de papel
periódico y con la mitad de hoja bond de color que conservaron, donde
escribieron sus tres palabras y teniendo como base la exposición de los
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temas, tendrán que autoanalizarse respondiendo el siguiente
cuestionario:
Cuestionario de Palabras ERVI
Este experimento nos ayuda a reflexionar acerca de los vínculos interpersonales que
hemos formado a lo largo de nuestra experiencia y que en gran medida nos ayudará a
definir si hemos actuado como un Tú o como un Ello, si lo hacemos por miedo al
rechazo o por la utilidad del Ello y finalmente si el vínculo es por empatía o por
proyección.
Las mitades que fueron otorgadas a los facilitadores servirán para
realizar ejemplos prácticos dentro del salón de clase.
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PREGUNTAS SI NO
¿Por qué llamaron mi atención?
¿Son características mías?
¿Son características que quisiera tener?
¿Comparto esas características cuando conozco a una persona
nueva?
¿Son características que busco cuando conozco a una persona nueva?
¿Comparto esas características con mi amigo(a)?
¿Son características que busco en un amigo(a)?
¿Comparto esas características con alguien en el salón de clase?
¿Son características que busco en alguien del salón de clase?
¿Comparto esas características con mi pareja?
¿Son características que busco en una pareja?
¿Comparto esas características con mi familia?
¿Son características que busco en una familia?