Infocame 176

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INFOCAME Boletín Informativo Edición Año 15 Nº 176. Febrero de 2014 "No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar “superado”. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El problema de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla." -- Albert Einstein Me voy a permitir desglosar un escrito de Albert Einstein sobre la crisis, el cual me ha parecido de una impresionante actualidad, lo que me confirma que el ser humano repite los errores, aprende poco de la experiencia, lo que hace que se repita una y otra vez la misma historia. Ya es hora que nos preocupemos por elevar el nivel de consciencia individual y colectiva, este artículo pretende contribuir a ello. De la arrogancia a la ignorancia “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo.” Nos hemos creído que lo sabíamos todo. Tanto avance tecnológico y científico nos ha hecho sentir de alguna manera omnipotentes, sabios, con una capacidad de dominarlo todo. Y sin embargo, cuando suceden desastres naturales, cuando no podemos evitar catástrofes, volvemos a tomar conciencia de nuestra condición humana. Hemos hecho de la ciencia una apoteosis y “despreciado” los planteamientos de filósofos, místi cos o simplemente de grupos orientados al desarrollo espiritual. Durante siglos el pensamiento cartesiano ha tenido más “caché” y solo lo científicamente probado era considerado como verdadero, dejando lo que no podía demostrarse como falso o falto de sustento. El ser humano ha conseguido crear tecnologías que salven vidas o que las hagan más fácil, sin embargo todavía no ha logrado hacer esas mismas vidas más plenas o felices. Tenemos muchos conocimientos sobre las cosas, sin embargo nos conocemos poco a nosotros mismos. Estamos confundidos, nos hemos olvidado que el ser humano es un ser espiritual que necesita para estar bien tener una estructura de valores y orientar su comportamiento hacia los demás. El hombre actual se está convirtiendo en un instrumento más de producción, con una baja autoestima. Se va haciendo constantemente preguntas sobre el sentido de su vida, pero se ha precipitado, aun sin proponérselo, en los fondos de la soledad y la incomunicación. LA CRISIS: Una Oportunidad de Recuperar Valores y Volver al Ser

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Boletín Informativo CAME Nro. 176

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INFOCAME

INFOCAME Boletín Informativo

Edición Año 15 Nº 176. Febrero de 2014

"No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que

puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el

día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias.

Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar “superado”. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y

penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la

crisis de la incompetencia. El problema de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y

soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay

méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de

crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro. Acabemos

de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla."

-- Albert Einstein

Me voy a permitir desglosar un escrito de Albert Einstein sobre la crisis, el cual me ha parecido de una

impresionante actualidad, lo que me confirma que el ser humano repite los errores, aprende poco de la

experiencia, lo que hace que se repita una y otra vez la misma historia. Ya es hora que nos preocupemos por

elevar el nivel de consciencia individual y colectiva, este artículo pretende contribuir a ello.

De la arrogancia a la ignorancia

“No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo.”

Nos hemos creído que lo sabíamos todo. Tanto avance tecnológico y científico nos ha hecho sentir de alguna

manera omnipotentes, sabios, con una capacidad de dominarlo todo. Y sin embargo, cuando suceden desastres

naturales, cuando no podemos evitar catástrofes, volvemos a tomar conciencia de nuestra condición humana.

Hemos hecho de la ciencia una apoteosis y “despreciado” los planteamientos de filósofos, místicos o

simplemente de grupos orientados al desarrollo espiritual. Durante siglos el pensamiento cartesiano ha tenido

más “caché” y solo lo científicamente probado era considerado como verdadero, dejando lo que no podía

demostrarse como falso o falto de sustento.

El ser humano ha conseguido crear tecnologías que salven vidas o que las hagan más fácil, sin embargo todavía

no ha logrado hacer esas mismas vidas más plenas o felices. Tenemos muchos conocimientos sobre las cosas,

sin embargo nos conocemos poco a nosotros mismos. Estamos confundidos, nos hemos olvidado que el ser

humano es un ser espiritual que necesita para estar bien tener una estructura de valores y orientar su

comportamiento hacia los demás.

El hombre actual se está convirtiendo en un instrumento más de producción, con una baja autoestima. Se va

haciendo constantemente preguntas sobre el sentido de su vida, pero se ha precipitado, aun sin proponérselo, en

los fondos de la soledad y la incomunicación.

LA CRISIS: Una Oportunidad de Recuperar Valores y Volver al Ser

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De la apariencia a la esencia

“La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos.”

La sociedad del “bienestar” –económico- llevó al ser humano a olvidarse de su ser (enfoque espiritual) y

centrarse más en lo humano (enfoque material). Es decir, se preocupó más de lo material, lo tangible, y fue

dejando de lado valores, principios y caminos que llevan a conectar con la esencia.

La racionalidad económica y pragmática lo ha invadido todo. Nada vale por sí mismo sino por su

utilidad. El otro no es, de entrada, un ser humano, sino un probable competidor. La obra de arte no se

deslumbra por su belleza, sino por la ocasión de invertir que representa. Estudiar no es un placer, es un

trámite para ganar más dinero. Solo lo numérico y cuantificable -lo aparente en suma- es objeto de

complacencia. Vivimos en una sociedad que se enfrenta a una crisis de valores, una sociedad donde lo más

importante es tener y donde se promueven las necesidades del consumismo, dejando a un lado el valor del

ser.

En el mundo de la consultoría, por ejemplo, se llegó a valorar más la marca, el marketing y la “parafernalia”

que rodea un proyecto de formación que lo que de verdad se pretendía conseguir con él. Fue una época de

quien más cobra, más vale, quién más sale en los medios, más sabio es, aunque lo que diga sea igual que lo

dicho por él mismo tantas otras veces, o por personas o empresas cuya estrategia fue siempre el fondo y no la

forma. Hemos vivido durante muchos años bajo el lema “tanto cuestas, tanto vales” y quizás esta crisis

produzca un cambio a “tanto vales, tanto cuestas”.

Algunas empresas de formación nos hemos visto defendiendo proyectos que quedaban muy bien lanzarlos,

en los que ni siquiera creía la Alta Dirección, de esta manera se han puesto acciones de moda sin ningún

sustento verdadero. Estar a la moda motivó a muchas empresas a realizar proyectos de formación que

despertaban conciencias que no encontraban cabida en los procesos internos, con la consiguiente decepción

por parte de sus destinatarios.

De la ambivalencia a la polivalencia

“La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva,

los descubrimientos y las grandes estrategias”

Si observamos a nuestro alrededor vemos que se categoriza en dos casi todo: lo político, lo social, lo

geográfico, las personas y los conceptos. Hablamos de izquierda o de derecha, de pobre o de rico, de norte o

de sur, de buena o de mala, de lo uno o de lo otro, etc. Tenemos la tendencia a escindir en dos para que así

resulte más fácil escoger una postura entre opuestos. La decisión entonces es solo dicotómica, si se está a

favor de uno, se está en contra de otro.

No deja de resultar una postura cómoda en la que hay que pensar poco y decidir menos aún. De esta manera

no es necesario analizar, comprender, integrar, valorar... solo optar, como hace la máquina en el sistema

binario.

Sin embargo, las situaciones -y menos aún las personas- no pueden reducirse a tal nivel de simpleza.

Entender cualquier problemática requiere un análisis más global, más complejo o

más sistémico, que nos permita entender que cada parte influye en las demás y de una

manera no tan lineal. Dependerá del momento, de las circunstancias, en suma,

del entorno en el que se encuentre.

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Pero para poder hacer esto es necesario, mentalmente, ver las cosas con una visión más amplia,

emocionalmente estar abierto a comprender y conductualmente ser creativo para buscar puntos de encuentro

entre los opuestos aparentes. La creatividad, competencia tan necesaria en épocas de crisis, requiere no

rechazar ideas o conceptos sino integrarlos; implica descubrir algo donde nadie percibe nada, ampliar la

mirada.

Abandonemos esa necesidad tan arraigada de la bipolaridad, de centrarnos en lo que nos separa más que en

lo que nos une, busquemos el complemento, la armonía, comprendamos que todo lo que existe tiene un

sentido y que buscar la valía intrínseca de las cosas o de las personas nos ayudará a mantener en equilibrio

los sistemas. Rechazar al opuesto es lo fácil, encontrar en él lo que aporta al equilibrio es creativo y la

creatividad es un camino imprescindible para afrontar las crisis.

Del temor al dolor

“Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar „superado‟”

Hemos vivido durante muchos años en la sociedad del bienestar, que todo nos proveía y que hizo de nosotros

unos seres autocomplacientes, cómodos y temerosos de salir de la zona de confort en la que estábamos

inmersos.

Nos fue más fácil buscar la seguridad fuera en lugar de enfrentarnos a nuestros miedos. Nos acostumbramos

a exigir cambios fuera para sentirnos seguros, en lugar de trabajarnos personalmente para hacernos más

fuertes, más conscientes, más responsables, en suma, para crecer como personas buscando el desarrollo de

nuestro ser, único y verdadero camino para conseguir mejoras en el hacer y bienestar.

En lugar de enfrentarnos a nuestros miedos y aprender a tolerar la frustración, aceptar el fracaso y afrontar el

rechazo en la relación con el otro, hemos creado una forma de comunicación interpersonal que evita la

comunicación cara a cara. El uso excesivo de la tecnología (mails, las redes sociales, los blogs) han hecho

languidecer la comunicación interpersonal, las personas se han convertido en consumidoras de palabras sin

un ejercicio activo del diálogo, creemos que comunicar es exponer unilateralmente nuestras ideas, perdiendo

la riqueza del intercambio real.

Del victimismo al protagonismo

“Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas

que a las soluciones”

Han sido muchos años de observar en los seminarios de empresas el grado importante de insatisfacción de las

personas y de escuchar comentarios suyos centrados en lo que les faltaba por sobre lo que tenían: “El salario no es

suficiente, el trabajo es demasiado, el jefe es un incompetente, la empresa…,”, etc.,

en suma, las personas se sentían mal y tenían un montón de razones “objetivas”

para ello.

La crisis hoy está poniendo las cosas en su sitio, las personas empiezan

a ver a su alrededor mucha gente en el paro, que ahora que no tiene trabajo

reconoce que el anterior no era tan malo; ahora se empieza por fin a valorar lo

que siempre tuvo valor, pero que la actitud de insatisfacción permanente o la falta

de agradecimiento por lo existente imposibilitaba valorarlo.

INFOCAME Ya es hora que dejemos de responsabilizar al entorno del propio vacío interior, el cual no se llena con más

dinero, con mejor trabajo o cambiando el entorno, solo puede desaparecer tomando conciencia que somos los

protagonistas de nuestra vida y por ello los responsables de cómo vivirla. Que depende de nuestra actitud

decidir centrarnos en lo superfluo o en lo importante, que podemos elegir sufrir por no tener todo lo que

deseamos en lugar de agradecer lo que poseemos. En suma, está en nosotros abandonar la desidia y el

desánimo que se siente cuando se tiene todo y no se sabe apreciarlo, y enfrentarse a la angustia de tener una

vida llena de posesiones y sin embargo sentirse vacío.

De la razón a la pasión

“La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El problema de las personas y los países es la pereza para

encontrar las salidas y soluciones”

Otro aspecto importante dentro de esta crisis de valores es el predominio de la actividad mental y el poco

desarrollo de las emociones, lo cual se fomenta día a día con la enorme cantidad de información disponible a

través de los medios de comunicación e Internet. Esta crisis se manifiesta en todos los aspectos de la vida

humana: en el modo de hablar, de relacionarse con los demás, en la forma en que se quiere acumular todo, ya

sean posesiones materiales, información o hasta personas, tanto en el ámbito personal como en el profesional.

La razón ha primado en la forma de liderar, en la manera de gestionar y de prestar los servicios en general en el

mundo empresarial. Solo merecía prestarle atención a lo que la lógica numérica decía que era rentable, o que

aportaba un beneficio a la compañía. Inclusive en la banca se analizaba en profundidad la rentabilidad del

cliente y en función de ella se definía el precio a darle, llegando a desechar clientes por no ser rentables. Como

una vez dijo un director de banco, alumno mío, al respecto: “Yo lo tengo muy claro: mi gestión del tiempo con

los clientes: un millón, un minuto”, dedicándole más tiempo al cliente que más dinero tenía.

En el mundo de la consultoría hemos visto cómo se disfrazaban los proyectos, dándoles una apariencia de

orientación al cliente externo o interno, sin una preocupación verdadera por su bienestar. Por otra parte,

muchas organizaciones definieron unos valores rimbombantes que no se reflejaron en el comportamiento diario

de su personal.

Esto ha sido así desde mi punto de vista, porque el comportamiento tan transaccional que se tuvo durante

muchos años ha hecho que se perdieran los valores, que se diluyese el “leit motiv” de las acciones. Por ello fue

necesario también poner de moda la “gestión del compromiso”, como una manera de comprar voluntades para

sustituir la falta de pasión o la ilusión que da a las personas ver en las empresas una falta de compromiso real

con la sociedad o con el medio ambiente.

Tenemos empresas que son cuerpos con cabeza pero sin corazón. Con lo cual no es de extrañar que las

relaciones interpersonales entre sus miembros sean también por lo general superficiales, sin ningún tipo de

compromiso. Esto no significa que tengamos que procurar relaciones significativas con todas aquellas personas

con las que convivimos en la empresa, pero sí es necesario comprender que por muy individualista que un

hombre pueda llegar a ser, para lograr su autorrealización es imprescindible la forma en que se relaciona con

los demás.

Los valores no sólo son una cuestión personal, sino que repercuten en todos los ámbitos de la sociedad. Ésta es

la razón por la que una crisis de valores a nivel personal se refleja en la sociedad en su conjunto y se constituye

en un problema social, del cual se derivan acciones y conductas poco éticas que vemos día a día en nuestro

entorno, tanto en la política, la economía y en el mundo empresarial.

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Del mimetismo al eclecticismo

“Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro.

Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla”

A gran parte de las personas les cuesta reflexionar sobre lo que sienten, piensan y hacen y les resulta más fácil

imitar los comportamientos de los demás. Con ello se ahorran el trabajo de tomar verdadera conciencia de lo

que hacen y por qué lo hacen, de esta manera no se sienten responsables de sus actos sino solo víctimas de las

circunstancias.

Mimetizarse con el otro representa entonces una forma de protegerse ante el entorno evitando el riesgo de ser

diferente. Ese temor a distinguirse hace que la mayoría de las personas se mimeticen con las actitudes

negativas de los demás, adopten las visiones pesimistas de la realidad que tienen muchos; es más fácil ver todo

lo negativo que hay fuera en lugar de entender que esa necesidad de ver todo lo negativo fuera está provocada

para no ver lo negativo dentro. Se ha perdido en cierta manera el pensamiento independiente, se piensa con el

pensamiento de otros, que es lo mismo que no pensar.

Existe una presión social que exige una sumisión automática en nombre de la eficiencia del conjunto. Con este

planteamiento para no resultar disfuncional, es difícil atreverse a buscar nuevas salidas o valores, originales y

libres. No podremos mejorar el mundo desde esta postura. Ahora es el momento para darle paso al

eclecticismo; en lugar de separar y luchar contra la opinión del otro, procurar conciliar lo mejor de cada uno.

No se pueden armonizar las relaciones desde una visión negativa, no se puede profundizar en el otro si nos

dejamos llevar por los comentarios generalizados de los demás. Hay que atreverse a disentir, a opinar, a poner

luz en las sombras, a actuar bien, aunque la mayoría lo haga mal. Solo desde la decisión personal de no actuar

como los demás, sino de la forma que nos haga mejor persona y profesional, podremos realmente hacer un

cambio en la familia, en la empresa y en la sociedad en su conjunto.

Reflexión final

“Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en

la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia”

El ser humano está sumido en la superficialidad, sintiendo el vacío interior que le provoca la

despersonalización y el vivir de cara al exterior, aturdido por las prisas, sin saber a dónde va y quién es en

realidad. Pero como en el fondo no podemos sofocar esa llamada interna de ser coherentes en nuestro proceso

de búsqueda de la felicidad, demos gracias a la crisis que nos sacude y nos demanda recuperar los valores

como los únicos caminos para dar sentido a nuestra vida individual y colectiva. Los valores configuran nuestra

esencia, nuestro ser, lo que nos hace únicos como personas y lo que nos une en torno a una misma cultura

empresarial. Como dijo alguien alguna vez: “Los valores nos hacen pasar de la teoría a los hechos, de lo

especulativo a lo positivo, de lo abstracto a lo concreto, de lo frío y nebuloso a lo inmediato, vivo y candente”.

Espero haber contribuido con este artículo a esa transformación

Autor: María Julieta Balart

Junio 2013 - ejemplar nro. 90

Este artículo ha sido tomado del libro Nuevas Tendencias

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R.M. 0378_94_ED 21 de abril de 1994

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