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INFANTICIDIO FEMENINO EN CHINA ASUNCIÓN BENÍTEZ LIBORO El Colegio de México EL PROPÓSITO DE ESTE TRABAJO es ir más allá del juicio moral para entender el fenómeno del infanticidio femenino en China, el cual se estudiará como algo que se presenta dentro de un contexto social específico. El trabajo examina las razones por las cuales se da este fenómeno, el ambiente social en el cual se produce y los factores culturales, sociales y económicos que lo causan. Finalmente, se discute el resurgimiento del infanti- cidio femenino en los últimos años, ligándolo a la nueva polí- tica de población en China. El infanticidio se define como la matanza deliberada de un niño o una niña, hasta los dos años. 1 Su práctica ha sido difícil de detectar, porque muchas sociedades niegan su exis- tencia. Sin embargo, sabemos que el infanticidio ha existido durante la mayor parte de la historia humana en lugares tan distintos como África y Australia, entre culturas tan diferentes como la griega y la azteca y en tiempos tan separados como Europa en la Edad Media y la India de nuestra época. 2 Las ra- zones de su práctica han sido diversas; van desde el ejercicio de un sacrificio ritual, la eliminación de niños ilegítimos, de- fectuosos o sin madres, hasta la resolución de cuestiones de estatus (por ejemplo, para mantener líneas genealógicas o castas puras). En algunas sociedades, esto ha sido apoyado por la creencia cultural de que un niño no es completamente "hu- 1 Se puede tomar esta definición para la mayoría de los casos, aunque la dife- rencia entre la matanza deliberada y la negligencia que causa la muerte de un niño no siempre sea clara. Véase Laila Williamson, "Infanticide: An Anthropological Ana- lysis", en Infanticide and the Valué of Life, ed. Marvin Kohl, Buffalo, Prometheus, Books, 1978, p. 62. 2 Las obras de Williamson y de María W. Piers, Infanticide: Past and Present, Nueva York, W.W. Norton & Co., 1978, proporcionaron bastante información so- bre el infanticidio en general. 398

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INFANTICIDIO FEMENINO EN CHINA

ASUNCIÓN BENÍTEZ LIBORO El Colegio de México

E L PROPÓSITO DE ESTE TRABAJO es ir más allá del juicio moral para entender el fenómeno del infanticidio femenino en China, el cual se estudiará como algo que se presenta dentro de un contexto social específico. El trabajo examina las razones por las cuales se da este fenómeno, el ambiente social en el cual se produce y los factores culturales, sociales y económicos que lo causan. Finalmente, se discute el resurgimiento del infanti­cidio femenino en los últimos años, ligándolo a la nueva polí­tica de población en China.

El infanticidio se define como la matanza deliberada de un niño o una niña, hasta los dos años.1 Su práctica ha sido difícil de detectar, porque muchas sociedades niegan su exis­tencia. Sin embargo, sabemos que el infanticidio ha existido durante la mayor parte de la historia humana en lugares tan distintos como África y Australia, entre culturas tan diferentes como la griega y la azteca y en tiempos tan separados como Europa en la Edad Media y la India de nuestra época.2 Las ra­zones de su práctica han sido diversas; van desde el ejercicio de un sacrificio ritual, la eliminación de niños ilegítimos, de­fectuosos o sin madres, hasta la resolución de cuestiones de estatus (por ejemplo, para mantener líneas genealógicas o castas puras). En algunas sociedades, esto ha sido apoyado por la creencia cultural de que un niño no es completamente "hu-

1 Se puede tomar esta definición para la mayoría de los casos, aunque la dife­rencia entre la matanza deliberada y la negligencia que causa la muerte de un niño no siempre sea clara. Véase Laila Williamson, "Infanticide: An Anthropological Ana-lysis", en Infanticide and the Valué of Life, ed. Marvin Kohl, Buffalo, Prometheus, Books, 1978, p. 62.

2 Las obras de Williamson y de María W. Piers, Infanticide: Past and Present, Nueva York, W.W. Norton & Co., 1978, proporcionaron bastante información so­bre el infanticidio en general.

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mano" hasta que no obtiene la aceptación del grupo social y, por lo tanto, es prescindible hasta entonces. Esta aceptación se produce cuando uno adquiere un nombre o algunas caracte­rísticas "humanas", como la capacidad de caminar y hablar.3

En la mayoría de las sociedades estudiadas, las razones más comunes del infanticidio han sido económicas y demográficas. La primera se da especialmente en épocas de hambruna, de extrema pobreza o de guerra. Se justificaba pensando que al matar al recién nacido, se salvaba a los otros hijos o miembros de la familia que ya formaban parte de la sociedad. El trastor­no del sistema económico y social que implica un exceso de niños traería sufrimiento y miseria a los demás, lo cual se con­sideraba peor que deshacerse de un pequeño bebé. Una segunda razón era mantener el equilibrio entre el número de la pobla­ción y los recursos naturales a los que ésta tenía acceso. Sin los métodos anticonceptivos adecuados y con las técnicas pri­mitivas del aborto, el infanticidio ofrecía una salida práctica para controlar el crecimiento de la población. Aquí encontra­mos una razón que explica la tendencia generalizada hacia el infanticidio femenino: para limitar el crecimiento de la pobla­ción, se creía que era más eficaz matar a las niñas, que son ma­dres potenciales, que matar a los niños.

Infanticidio femenino en la China tradicional

El infanticidio femenino también existía en China en los tiem­pos antiguos, aunque hay toda una discusión sobre el grado v extensión de su práctica.4 Han Feizi, un letrado de la escue­la legalista que murió en 233 a.C, habla de este fenómeno en sus obras. Escribió:

3 Williamson, op. cit, p. 64. 4 Entre los que argumentan su extensa y frecuente práctica, véase Arthur Smith,

un misionero del siglo XIX que hizo uno de los primeros estudios de campo en Chi­na, Village Life in China, Nueva York, Fleming H . Revell Co., 1899, pp. 308-309. Entre los que contradicen esto, véase Evariste Régis Huc, otro misionero cristiano que escribió sus memorias del viaje en Recuerdos de un viaje por la China, trad. F. Ruiz Llanos, Buenos Aires, Argos, 1947, pp. 506-516. También véase Sue Grone-wold, Beautiful Merchandise: Prostitution in China, 1860-1936, Nueva York, Haworth Press, 1982, p. 38, para otros autores de ambas posiciones.

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Cuando un niño nace, sus padres se felicitan, pero cuando nace una niña, ellos la matan. . . La razón de esta diferencia en trata­miento es que los padres están pensando en la conveniencia del futuro y calculando lo que a la larga más les convendrá.5

La explicación principal era económica, porque durante aquella época (dinastía Han), los padres tenían que pagar impuestos por sus hijos e hijas a partir de los tres años, así que una familia no podía mantener más de tres (normalmente, dos varones y una niña). 6

En el siglo IX, se menciona el infanticidio en el Comenta­rio de Zuo (Zuozhuan) y en los Anales de Bambú. También apa­rece en los documentos del siglo X , en los decretos de las di­nastías Yuan (1279-1368) y Ming (1368-1644) y en muchos testi­monios de autores, tanto chinos como extranjeros, de los siglos XIX y X X . 7 Un autor de finales del siglo XII contaba que, en la provincia Fujian, "si un hombre tuviera muchos hijos, él criaría no más de cuatro varones y conservaría no más de tres niñas". Para solucionar el problema del exceso, un balde de agua esperaba al bebé en el momento del nacimiento. Esto se llamaba "bañar al bebe". En otras partes, esta práctica se lla­maba "escardar la prole", porque se mataba a todos los que nacían después de que la herencia familiar ya se había dividido entre los hijos.8

Muchos autores aclaran que el infanticidio no fue más no­torio en China que en Europa. Sin embargo, en relación a Chi­na, casi todos coinciden en decir que la práctica fue más ob­servada en el sur que en otras partes del país. 9 Esto cobra sentido al pensar que esa región era de las más pobres, puesto

5 Herrlee G. Creel, Chínese Thought From Confucius to Mao Tse-Tung, Chicago, University of Chicago Press, 1953.

6 Wolfram Eberhard, Social Mohility in Traditional China, Leiden, Holanda, E.J. Brill, 1962, p. 131.

7 Olga Lang, Chínese Family and Society, New Haven, Connecticut, Yale Uni­versity Press, 1946, p. 46.

8 Jacques Gernet, Daily Life in China on the Eve of the Mongol Invasión, 1250-1276, trad. H . M . Wright, Nueva York, MacMillan Co., 1962.

9 Por ejemplo, Smith, op. cit., p. 258; Maurice Freedman, Lineage Organization in Southeastern China, Londres, Athlone Press, 1958, nota en p. 28; Hugh D.R. Baker, Chínese Family and Kingship, Nueva York, Columbia University Press, 1978, p. 6, que, a su vez, cita Samuel Couling, The Encyclopedia Sínica, Shanghai, 1917, p. 249.

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que la mayoría de los chinos que emigraron a otros lugares del mundo en busca de oportunidades para sobrevivir prove­nían del sur. Wang Shiduo (1802-1889), un letrado chino des­tinado a la pobreza, declaró que los males de China en el siglo xix no eran resultado del mal gobierno ni de la falta de inge­nio o diligencia de los chinos, sino del desequilibrio cada vez mayor entre la población y los recursos económicos. El se atre­vió a sugerir varios remedios drásticos, entre ellos, la práctica abierta del infanticidio femenino, el uso de drogas para esteri­lizar a las mujeres adultas y el matrimonio tardío. 1 0

A pesar de esta práctica aparentemente tan difundida, el infanticidio femenino siempre ha sido deplorado moralmen-te y considerado como un crimen a lo largo de la historia chi­na. Lü Kun, un sabio funcionario del siglo xvi, denunció a los que lo practicaban como "gente sin conciencia".11 A fi­nales del siglo xvn, para contrarrestar la práctica, un magis­trado de Hunan proclamó que se premiaría a las familias que tuvieran dos hijas. El premio consistía en una placa de made­ra donde se exaltaban las virtudes de esa familia.12 Esto tenía sentido en una sociedad como la china, donde se valora mu­cho la estima de los demás.

A l igual que en Europa, en China la fundación de asilos para huérfanos le salvó la vida a miles de niñas que hubieran sido abandonadas a morir por sus padres. Sin embargo, la fal­ta de recursos económicos los mantenía frecuentemente inac­tivos. Existían, además, decretos oficiales en contra del infan­ticidio, como los de la provincia de Hubei, en 1873, y de Guangdong, en 1848.13 El padre Huc, un sacerdote-misionero de la Congregación de San Lázaro, vio una de estas proclamas durante su extenso viaje por China a mediados del siglo pasa­do. La famosa "Reforma de los Cien Días", iniciada por Kang Yuwei en 1898, incluía la abolición de la práctica del infanti-

1 0 Ping-ti Ho, Studies of the Population of China, 1368-1953, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1959, pp. 274-275.

1 1 Joanna F. Handlin, "Lü K'un's New Audience: The Influence of Women's Literacy on 16th Century Thought", en Women in Chínese Society, Margery Wolf y Roxanne Witke (eds.), Stanford, Cal., Stanford University Press, 1975, pp. 34-35.

1 2 Ho, op. cit., p. 60. 1 3 Gronewold, op. cit.

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cidio femenino.14 Desgraciadamente, el movimiento fue repri­mido en su totalidad cuando la emperatriz Ci X i tomó el poder.

Infanticidio selectivo según el sexo

Es significativo que el infanticidio se haya dado casi exclusi­vamente entre las niñas y no entre los niños. En un estudio, hecho en el siglo XIX, de varias provincias de China, las 160 mujeres entrevistadas —todas mayores de cincuenta años de edad y que sumaban entre ellas un total de 631 hijos y 538 hijas—, admitieron haber cometido infanticidio de 158 de las niñas, pero de ningún niño. De sus hijos, 60% llegó a vivir más de diez años, en comparación con sólo 38% de las hijas. El número más grande de infanticidios, admitido por una so­la mujer, fue de once. Como sólo cuatro de las mujeres cria­ron más de tres niñas, los autores del estudio consideraron que la suma de infanticidios admitida fue mucho menor que la real.15

El nacimiento de un niño siempre se celebraba como un gran evento en la familia china. El embarazo era descrito co­mo "portar felicidad en el cuerpo".16 Invariablemente, se an­ticipaba con alegría el nacimiento de un varón, porque ello significaba un seguro para la vejez de sus padres y su futuro sustento. Por el sistema de parentesco patrilineal y patrilocal, se consideraba a los hijos, no a las hijas, como miembros con­tribuyentes y permanentes de las familias. Tener por lo me­nos un hijo varón, y preferiblemente varios, era visto como una de las necesidades básicas de la vida. La división del uni­verso entre yin (lo femenino) y yang (lo masculino), según la cosmología china, le asignaba a las mujeres las características de ser pasivas, tímidas y débiles, mientras que a los hombres se les asignaba el ser fuertes, agresivos y activos. Asimismo, esto fue sostenido por la ideología confuciana dominante, que

1 4 K'ang Yu-Wei, Ta Tung Shu (The One-World Philosophy o/K'ang Yu-Wei), trad. Laurence G. Thompson, Londres, George Alien & Unwin Ltd, 1958.

1 5 Smith, op. cit, pp. 308-309. 1 6 Marión J. Levy, Jr., The Family Revolution in Modern China, Nueva York,

Atheneum, 1968, p. 66.

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dictaba la subordinación de la mujer durante toda su vida: pri­mero a su padre, luego a su esposo y después a su hijo. Ade­más, en la sociedad tradicional china, donde el culto a los an­cestros era muy importante, el nacimiento de un hijo aseguraba la perpetuación del apellido y las ceremonias religiosas que sólo los miembros masculinos de una familia podían hacer. Esto se llamaba popularmente la "continuidad del incienso y del fuego", algo en lo que la mujer no podía participar.17 Exis­tían dichos populares que apoyaban estas creencias; por ejem­plo, "un hijo deforme vale más que una hija tan inteligente como las dieciocho Lohans" o "un niño es mejor que diez ninas .™

En cambio, el nacimiento de una niña no siempre se consi­deraba de buena fortuna y menos entre las clases más pobres. Para muchas familias, las hijas representaban "mercancías en las que uno pierde" (sheben huó)>19 porque sus padres las cria­ban sólo para que otra familia (la de sus futuros esposos) gozara de su trabajo al casarse, siguiendo el sistema tradicional en que la mujer toma el domicilio de su familia política. Han Suyin refiere el caso de una campesina que había tenido nueve hijas, de las cuales sólo conservaba dos debido a que a una la había regalado, a cinco las había matado su esposo y a una la ha­bía ahogado ella misma. Esta mujer fue a un hospital muy lejos de su casa para dar a luz por décima vez, ya que una de sus vecinas le contó que había tenido un niño en ese hospital, y ella tenía la esperanza de que si daba a luz allí tendría también un niño. 2 0

La obligación de la dote que dictaba la sociedad empeora­ba la situación para las familias con pocos recursos. Además, se consideraba que las mujeres no podían hacer el trabajo pe-

1 7 Fei Hsiao Tung, Chínese Village Close-Up, Beijing, New World Press, 1983, p. 29.

1 8 Gronewold, op. cit, pp. 37-38. 1 9 Marjorie Topley, "Marriage Resistance in Rural Kwang-tung", en Women

in Chínese Society, Margery Wolf y Roxane Witke (eds.), Stanford, Cal., Stanford University Press, 1975, p. 78.

2 0 Han Suyin, Bírdless Summer, Nueva York, Putnam, 1968, habla de su expe­riencia trabajando como médico en China en 1940. Citado en Jean Chesneaux y otros, China From the 1911 Revolutíon to Liberation, trad. Paul Auster y Lydia Davis, Nueva York, Pantheon Books, 1977, p. 283-284.

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sado del hombre en el campo, ni continuar el apellido o rendir culto a los antepasados. Ellas no tenían ningún derecho legal ni de propiedad. En resumen, los hijos cumplían funciones vitales de índole religiosa y económica para la familia, mien­tras que las hijas eran vistas como miembros temporales que sus familias tenían que mantener hasta que se casaran y pasaran a pertenecer a otras familias. Para las familias que vivían en un nivel de subsistencia, la preferencia por los hijos varones era clara y así las hijas eran las primeras en ser sacrificadas, ya sea porque se las abandonaba o vendía. El infanticidio femenino era un acto extremo en tiempos de crisis pero, a la vez, era indirectamente respaldado por un estricto sistema jerárquico cuya ideología imponía la dominación de edad, generación y sexo masculino en la sociedad.

Es conveniente señalar aquí la importancia de la relación entre el número de la población y la dimensión de la tierra de la que ésta dependía. Según Fei Xiaotong, un famoso so­ciólogo chino, en un año normal se podían producir 300 jin de arroz (1 jin = 1/2 kilo) por cada mu de tierra (1 mu = 1/5 hectárea). Se necesitaban 1 350 jin de arroz para mantener a una familia (dos adultos y un niño). Es decir, una familia mí­nima requería por lo menos cinco mu para vivir.2 1 Obvia­mente, esto servía como un factor limitante al número de hijos que una familia podía tener. La presión económica y demo­gráfica causaba con frecuencia la separación de las familias. Como lo afirmó un autor chino:

Los campesinos en situación desesperada, sólo en última instan­cia, recurrían a la venta de su tierra. Las propiedades personales podían ser reemplazadas, podían tener más hijos, pero la tierra era difícil de recuperar una vez que se había perdido.22

Muchas veces los campesinos ni siquiera poseían tierras para vender, así que, en los tiempos difíciles, vendían a sus hijas

2 1 Fei Hsiao Tung, Peasant Life in China, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1939, p. 33.

2 2 Judith Stacey, Patriarchy and Socialist Revolution in China, Berkeley, Cal., University of California Press, 1933, p. 19, cita a Chen Han-seng, Landlord and Peas­ant in China: A Study of the Agrarian Crisis in South China, Nueva York, Internatio­nal Publishers, 1936.

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y éstas luego eran convertidas en sirvientas, concubinas o pros­titutas.

Había contextos en los que el infanticidio femenino era menos frecuente, o no se daba. En las áreas donde se producía la seda, por ejemplo, se apreciaba a las hijas porque la labor de las mujeres era importante. En las clases sociales acomoda­das, donde las hijas no representaban una carga económica, muchas crecían y gozaban del afecto de sus familias. Existen datos sobre varios letrados chinos de la clase alta que registra­ron en poesía su gran tristeza por la muerte o el casamiento de una hija querida.23 Esto confirma la importancia de la po­breza como causa principal del infanticidio femenino.

Las consecuencias del infanticidio femenino

La cantidad de evidencia descriptiva sobre el infanticidio fe­menino en China está apoyada por varios estudios sobre la proporción de los sexos en la composición de la población. Los datos de la prefectura Xuzhou de la provincia Jiangsu, en 1874, muestran un promedio de 129 hombres por cada 100 mujeres. Un estudio sobre Beijing en 1917 revela 145:100 entre las edades de 1-5 años. Según este mismo estudio, la tasa de mortalidad infantil era casi 30% mayor para las niñas que para los niños. Esto contradice las estadísticas observadas según las cuales, en general, mueren más niños que niñas en los primeros años de vida. También podría significar que las niñas sufrie­ran la negligencia de sus padres —un tipo de infanticidio indi­recto que implicaba recibir menos alimentación y atención que sus hermanos. Las estadísticas chinas dieron la proporción de 124 hombres por cada 100 mujeres en 1927 y 125:100 en 1928. La famosa encuesta de J.L. Buck, en 1929, confirma la tendencia desigual en la proporción de 108:100. En 1934, la provincia Anhui tenía un promedio de 123:100, una diferencia realmente muy elevada.24

2 3 Elisabeth Croll, Feminism and Socialism in China, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1978, p. 25.

2 4 Elizabeth Perry, Rebels and Revolutionaris in North China, 1845-1945, Stan-ford, Cal., Stanford University Press, 1980, p. 51; William J. Goode, World Revol-

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La proporción desequilibrada entre hombres y mujeres se podría atribuir a otros factores, como son las migraciones in­ternas o la exclusión de las niñas de los informes sobre pobla­ción. Esto último muestra, de nuevo, la infravaloración de la mujer en China, pues muchos padres de familia no incluían a sus hijas en la enumeración de los miembros de la familia. Los datos sobre China indican que los hombres excedían en número a las mujeres durante las tres etapas de la infancia, la adolescencia hasta la edad de la maternidad. Sin embargo, es indudable que el infanticidio femenino fue un factor impor­tante que causó proporciones tan diferenciadas. Una conse­cuencia de este desequilibrio fue la escasez de novias para mu­chos jóvenes que llegaban a la edad de matrimonio. En varios pueblos había quejas de los hombres que no podían encon­trar futuras esposas, por la falta de mujeres.

La declinación del infanticidio femenino

Los datos históricos sobre China indican que la práctica del infanticido femenino se redujo considerablemente en las pri­meras décadas de este siglo, aunque aún persistía en algunos lugares o por lo menos se sentían sus consecuencias. El pri­mer censo nacional de la República Popular China, en 1953, indicó una proporción todavía relativamente elevada de 107.5 hombres por cada 100 mujeres.25 Esta estadística es notable, si uno considera el alto porcentaje de muertes entre los hom­bres durante las masivas campañas militares antes de 1949.

Las razones por la disminución de la práctica son varias. Es innegable el papel que jugó la influencia de las ideas cristia­nas del Occidente, a finales del siglo pasado y principios de éste, en frenar la práctica. Sin embargo, son más relevantes las reformas agrarias y de la familia llevadas a cabo dentro del

ution and Family Patterns, Glencoe. 111., Free Press, 1963, p. 308; Eberhard, op. cit., p. 131, cita al Ministerio del Interior y al Servicio de Estadísticas de Nanki; John L. Buck, Land Utilization in China, Nueva York, Council on Economic & Cultural Affairs, 1956, p. 375; Perry, op. cit, p. 61, cita al Comité de Estadísticas de la provin­cia Anhui.

2 5 Stacey, op. cit, p. 89.

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movimiento revolucionario general, encabezado por el Partido Comunista. La reforma agraria incluía a las mujeres en el re­parto de las tierras, mientras que la reforma familiar trató de criticar y cambiar el milenario sistema jerárquico que favorecía completamente a los hombres. La labor del Partido Comu­nista en este aspecto había empezado mucho antes de 1949. Las medidas legales que se aplicaron en las bases rojas durante los años treinta y cuarenta prohibían estrictamente la práctica del infanticidio femenino. Sus extensas campañas de educación y propaganda entre los campesinos ayudaron a eliminar mu­chas creencias y costumbres supersticiosas y a crear transfor­maciones positivas en cuanto a la posición social de la mujer. La participación de las mujeres en la producción y en trabajos fuera del ámbito familiar subrayó su importancia como con­tribuyentes a la economía y a la sociedad en general, igual que los hombres.

Después de 1949, el nuevo gobierno de China adoptó otras políticas y programas para redefinir el papel de la mujer en la sociedad. Entre éstas están la Ley de Matrimonio de 1950 (revisada en 1982) y la Constitución de 1954 (revisada en 1975, 1978 y 1982). Estos dos documentos garantizan los derechos iguales entre ambos sexos en todas las esferas de vida (política, económica y social). Además, existen provisiones especiales para la protección de los niños. La Ley de Matrimonio prohibe específicamente el infanticidio y el maltrato a los menores. El Código Penal, adoptado en China hace unos años, castiga fuer­temente, con diez años de prisión y hasta con pena de muerte, a los que causan daños severos o muerte intencionada a niños menores de catorce años. 2 6 Todas estas medidas, junto con la estabilidad política y un definitivo mejoramiento del nivel de vida después de 1949, han funcionado para eliminar casi por completo la práctica del infanticidio femenino.27

2 6 Xin Lin, "Protección de niñas recién nacidas", Beijing Informa 5 (2 de fe­brero 1983), p. 2.

2 7 Aparecieron varios artículos en los periódicos chinos Renmin Ribao, Con-gren Ribao y China Daily, entre otros. También, en Xin Lin, op. cit., y Xin Ming, "How the Chinese Law Protects Children", Women of China 6 (junio de 1984), p. 1.

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La nueva política de población

Según el último censo nacional de 1982, la población de Chi­na es de 1 008 175 288 habitantes, o sea 22% de la humanidad. Más de la mitad de ésta población nació durante los 33 años desde la proclamación de la República Popular. Así, este país, con un cuarto de la población mundial y sólo 7% de la tierra cultivable del mundo, se encuentra con grandes problemas lo-gísticos. Se calcula que la proporción de tierra cultivable per cápita ha bajado de 2.7 mu por persona en 1949 a 1.5 mu en 1979 28 £1 gobierno chino se ha dado cuenta de que su meta para las "Cuatro modernizaciones", o cualquier estrategia de desarrollo que adopte, no será alcanzable si la población sigue creciendo en la misma forma. Es por esto que después de expe­rimentar altibajos en su política de población, China decidió lanzar un programa para controlar estrictamente su crecimiento demográfico. Empezando con el cuarto Plan quinquenal (1971-1975), China introdujo la doble meta para el desarrollo de la producción material y el control del crecimiento de la pobla­ción en los proyectos del Estado.

El programa de planificación familiar se intensificó en 1979 con la introducción de la política de un solo hijo por pareja. El gobierno calculó que con los 20 millones de jóvenes que llegan a la edad de matrimonio cada año, tendría que limitar rigurosamente el número de hijos que saldría de estos matri­monios. A l mismo tiempo, junto con las nuevas reformas eco­nómicas se introdujo el sistema de responsabilidad familiar, para promover el desarrollo de la producción agrícola. Estas dos políticas le han creado nuevas demandas contradictorias a la familia campesina. Por un lado, el alto nivel de producción que el gobierno exige de cada familia requiere mayor mano de obra. Y por otro, el gobierno ha impuesto un límite de un solo hijo por familia, reglamentado por incentivos materiales y sanciones económicas.

Los incentivos materiales varían en diferentes zonas, pero en general incluyen aumentos en el salario para los padres hasta

2 8 H . Yuan Tien, "China: Demographic Billionaire", Population Bulletin 83, núm. 2 (abril, 1983), p. 5.

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que el hijo o hija tenga 14 años de edad. También reciben ra­ciones adicionales de grano, algodón u otros artículos básicos, no pagan los gastos médicos ni de educación, tienen prioridad en la asignación de vivienda y la admisión del hijo en guarde­rías, escuelas, hospitales, y hasta para conseguir trabajo cuando éste sea grande, la madre tiene derecho a vacaciones más largas de maternidad y los padres recibirán una pensión adicional cuando se jubilen. Las familias que tienen un solo hijo firman una promesa de no tener más y reciben un certificado de re­conocimiento que les permite gozar de los beneficios mencio­nados. Entre las sanciones económicas después de 1979, hay un impuesto a los padres (equivalente a aproximadamente 10% de sus salarios anuales) en caso de que tengan otro hijo. Ade­más, tendrán que pagar sus gastos médicos y de educación, a veces se les reducen o se les confiscan sus raciones de artículos básicos, los padres pierden las oportunidades de promoción o de premios monetarios en sus trabajos y todos los beneficios recibidos para el primer hijo se tienen que devolver al nacer el segundo.

El resurgimiento del infanticidio femenino

A pesar de su aparente éxito en poco tiempo, la política de un solo hijo ha ocasionado ciertos problemas. Quizá el más preocupante sea el resurgimiento del infanticidio femenino. Hace unos años, tanto la prensa china como la extranjera em­pezaron a revelar casos del fenómeno, especialmente en el cam­po. Una noticia muy ilustrativa de esto fue la siguiente:

Entre los ocho bebés que nacieron durante los primeros tres meses de 1982 en la Brigada Meizhuang en el condado de Huai-yuan, provincia de Anhui, sólo tres niñas sobrevivieron, mientras cinco niñas murieron —tres de ellas ahogadas y dos abandona­das. [Resultados de una investigación de la Federación de Muje­res de la Provincia Anhui, Renmin Ribao, 7 de abril de 1983].

Aunque los casos son pocos, esporádicos y muy aislados, lo significativo es que éstos hayan sido divulgados por los pro­pios chinos. En la prensa china, una forma de manejar la in­formación es canalizarla hacia "modelos buenos" o "malos

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ejemplos", según la política oficial o la campaña gubernamental que se esté llevando a cabo en el momento. También se puede inferir que, independientemente de la cantidad de casos repor­tados, lo importante es que el gobierno chino los considera suficientemente alarmantes como para condenarlos y criticar­los en público.

Junto con las noticias sobre infanticidio femenino, tam­bién se han publicado casos de maltrato a mujeres que han dado a luz a niñas y sobre otras manifestaciones de la persis­tencia de la preferencia tradicional por lo hijos varones. Se­gún los datos de 1978, había 15% más de hombres que de mu­jeres entre las edades de 30-49, y la diferencia se aumenta en los datos locales de 1980.29 El último censo indicó que 51.5% de la población son hombres, mientras que sólo 48.5% son mujeres. Como en tiempos pasados, una razón para esta pro­porción desequilibrada, aparte del infanticidio, es la exclusión deliberada de las hijas únicas en los registros. Así, los padres piensan que tendrán otra oportunidad para tener un varón, bajo la estricta política de un solo hijo.

El gobierno ha tomado medidas para tratar de eliminar el resurgimiento del infanticidio femenino. Entre éstas están las constantes campañas masivas de educación y propaganda, el denunciar y castigar públicamente a los que cometen estos crímenes y promover que, particularmente en las zonas rurales, el marido se traslade a vivir en la casa de sus suegros como una iniciativa para cambiar el sistema de matrimonio patrilo-cal. Sin embargo, el hecho de que China sea un país con pocos recursos y una población gigantesca ha significado incontables problemas para que el gobierno provea los servicios sociales necesarios. Las casas para ancianos no son suficientes y las pen­siones que ellos reciben son inadecuadas, de tal manera que muchos padres siguen confiando en tener un hijo varón para su futura seguridad. La familia sigue siendo la unidad básica de la sociedad, la que se responsabiliza por el bien de sus miem­bros y la que cuida de los viejos. En 1982, un demógrafo chino describió las contradicciones que acarrea la nueva política de población para las parejas campesinas:

2 9 Tien, op. cit., p. 19.

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La familia sigue siendo la unidad primaria de consumo y repro­ducción, así el número de nacimientos está estrictamente vin­culado a los intereses económicos de la familia. En la decisión de cuántos niños tener, los padres consideran los costos de la crianza del niño hasta que éste alcance la edad apropiada para trabajar. Ellos también consideran que cuando el niño crezca contribuirá al ingreso familiar y, en particular, proporcionará seguridad a los padres en su vejez.30

Las mismas limitaciones económicas impiden al gobierno cum­plir totalmente con los incentivos materiales que conceden a familias de un solo hijo. Además, algunos estudios han revela­do que las parejas que han firmado promesas y recibido sus certificados de un solo hijo tienden a ser gente mayor de edad y con un hijo varón que ha cumplido por lo menos siete años. 3 1 Esto nos sugiere que la "gran cantidad" de familias con certificados de un solo hijo que reportó la prensa china, tal vez ya tenían tiempo practicando la planificación familiar y se sentían aseguradas al tener un hijo varón que había supe­rado los años más peligrosos de la infancia. En 1979, en una reunión pública en Fuzhou, de 5 000 de estas parejas compro­metidas a limitar la población, más de 3 600 de ellas tenían un hijo varón. 3 2

El gobierno chino no es ajeno de estos problemas. Tomán­dolos en cuenta, ahora está experimentando con lo que se puede llamar el "sistema de contratos dobles".33 Bajo el sistema de responsabilidad familiar, cada familia firma un contrato con el gobierno o la colectividad para producir cierta cuota o cum­plir un trabajo específico. Pero con esta reciente innovación, la familia contratada también tiene que prometer que va a prac­ticar la planificación familiar y no va tener un niño "no auto­rizado". En caso de incumplimiento de cualquiera de los dos contratos o de ambos, la familia será castigada de acuerdo con los contratos vigentes. Esto es en respuesta a las contradiccio-

3 0 Tien, op. cit, pp. 34-35. 3 1 Tien, op. cit, p. 34. 3 2 David Bonavia, The Chinese, Harmondsworth, Middlesex, Penguin Books,

1982, p. 95. 3 3 Yang Xiaobing, "Planificación familiar en Shandong", Beijing Informa 7

(16 de febrero de 1983), pp. 27-28.

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nes causadas por las políticas oficiales de promover la produc­ción, pero limitar la población al mismo tiempo.

Como en tiempos antiguos, el resurgimiento del infanti­cidio femenino es resultado de una combinación de factores ideológicos y materiales. Es innegable, como lo admite el go­bierno chino, que 4'ideas feudales" siguen vigentes entre la po­blación, especialmente en el campo. La preferencia por hijos varones, que está en la raíz del infanticidio femenino, no se ha podido eliminar completamente. A l contrario, con las nue­vas políticas económicas y demográficas que se están llevando a cabo en China, el infanticidio de niñas ha resurgido como manifestación extrema de esta preferencia. El infanticidio fe­menino es una consecuencia negativa, y seguramente inespe­rada, de las medidas tomadas por el gobierno chino para con­trolar el crecimiento de su población. Estas medidas entran en conflicto con las exigencias de la nueva reforma económi­ca en el campo. Sin embargo, el infanticidio femenino no es, de ninguna manera, un método que los chinos vean para limi­tar el crecimiento de su población, como lo hacen aparecer algunos artículos de la prensa occidental cuando lo juntan con acusaciones de coerción y aborto forzado.34 Este tipo de fe­nómeno se ha prestado para un manejo políticamente tenden­cioso de algunos medios de información fuera de China. Es­tas informaciones fueron utilizadas en 1985 como argumento por la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID) de los Estados Unidos para justificar la reducción en 10 millones de dólares de su contribución de 46 millones al Fondo de las Na­ciones Unidas para Actividades en Materia de Población.

Para eliminar la práctica del infanticidio de niñas, el go­bierno chino tendría que ir más allá de la aplicación de casti­gos y premios. Es necesario examinar a fondo la persistencia de la preferencia por hijos varones y todos los factores ideoló­gicos y estructurales que la mantienen. También tendría que cuestionar sus supuestos logros en sus esfuerzos por eliminar ciertas creencias y actitudes tradicionales, además de revaluar la verdadera posición social de la mujer en la China actual.

3 4 Por ejemplo, los artículos de V. G. Kularni, "The Slaughter of the Innocents Still Goes On" y "The Battle of the Bulge Is No Easy Fight", en Far Eastern Econ-omic Review, 28 de abril, 1983, pp. 50-51.