INDÍGENAS Y EPIDEMIAS EN CHIAPAS Fermín Ledesma ECUADOR: UNA TRAGEDIA ... - La … · 2020. 4....

18
Mural callejero en el barrio La Mission, San Francisco, California. Foto: Ojarasca Suplemento Mensual Número 276 abril 2020 DÍAS DE PANDEMIA, AÑOS DE RESISTENCIA INDÍGENAS Y EPIDEMIAS EN CHIAPAS Fermín Ledesma ECUADOR: UNA TRAGEDIA CAUSADA POR EL DESPRECIO OFICIAL Fernanda Vallejo NATURALEZA Y PUEBLOS ORIGINARIOS EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS Luis Hallazi ESPERANDO AL VIRUS EN LOS CAMPOS DEL NORTE Texto y fotos de David Bacon EL PRIMER SILENCIO Una fábula de Carlos Hurtado C. LOS PRIMEROS AÑOS DE SAMIR FLORES Gloria Muñoz Ramírez LEY DE FOMENTO Y PROTECCIÓN DEL MAÍZ, ¿NUEVO EMBATE? Ana de Ita y Ramón Vera Herrera EL TREN 3D ABRE PASO A LA DEPREDACIÓN Samuel Rosado Zaidi LA ORGANIZACIÓN COMO ASAMBLEA DEL TERRITORIO Pedro Uc Be LA MUERTE TIENE FIESTA Juan José Reyes ALMA EN CAUTIVERIO/KÄCHÄLBÄ CH’UJLEL Nicolás López Arcos (ch’ol) ESCARBAR LA TIERRA PARA EL MURO/ TITLALUAUANAS NIMAN TITLATSAKUAS Martín Tonalmeyotl (nahua) COYOTE, PARECE Shaunna McCovey (karuk/yorok) ANADARKO JOHN Carrol Arnet (cheroqui) VOCES Y SUSURROS Jaime Sa’akäsmä

Transcript of INDÍGENAS Y EPIDEMIAS EN CHIAPAS Fermín Ledesma ECUADOR: UNA TRAGEDIA ... - La … · 2020. 4....

  • Mural callejero en el barrio La Mission, San Francisco, California. Foto: Ojarasca

    Suplemento Mensual Número 276 abril 2020

    DÍAS DE PANDEMIA, AÑOS DE RESISTENCIA

    INDÍGENAS Y EPIDEMIAS EN CHIAPAS Fermín Ledesma

    ECUADOR: UNA TRAGEDIA CAUSADA POR EL DESPRECIO OFICIAL Fernanda Vallejo

    NATURALEZA Y PUEBLOS ORIGINARIOS EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS Luis Hallazi

    ESPERANDO AL VIRUS EN LOS CAMPOS DEL NORTETexto y fotos de David Bacon

    EL PRIMER SILENCIO Una fábula de Carlos Hurtado C.

    LOS PRIMEROS AÑOS DE SAMIR FLORESGloria Muñoz Ramírez

    LEY DE FOMENTO Y PROTECCIÓN DEL MAÍZ, ¿NUEVO EMBATE? Ana de Ita y Ramón Vera Herrera

    EL TREN 3D ABRE PASO A LA DEPREDACIÓNSamuel Rosado Zaidi

    LA ORGANIZACIÓN COMO ASAMBLEA DEL TERRITORIO Pedro Uc Be

    LA MUERTE TIENE FIESTA Juan José Reyes

    ALMA EN CAUTIVERIO/KÄCHÄLBÄ CH’UJLELNicolás López Arcos (ch’ol)

    ESCARBAR LA TIERRA PARA EL MURO/ TITLALUAUANAS NIMAN TITLATSAKUAS Martín Tonalmeyotl (nahua)

    COYOTE, PARECE Shaunna McCovey (karuk/yorok)

    ANADARKO JOHN Carrol Arnet (cheroqui)

    VOCES Y SUSURROS Jaime Sa’akäsmä

  • ABRI

    L 20

    20

    La Jor na daDi rec to ra Ge ne ral: Car men Li ra Saa de Pu bli ci dad: Mar co Hi no jo saArte y Diseño: Francisco García Noriega

    Oja ras ca en La Jor na da Di rec ción: Her mann Be lling hau sen Coordinación editorial: Ra món Ve ra-He rre ra Edi ción: Gloria Muñoz RamírezCa li gra fía: Ca ro li na de la Pe ña (1972-2018) Diseño: Marga PeñaRetoque fotográfico: Ricardo FloresCorrección: Héctor PeñaVersión en Internet: Daniel Sandoval

    Oja ras ca en La Jor na da, es una pu bli ca ción men sual edi ta da por de mos, De sa rro llo de Me dios, sa de cv. Av. Cuauh té moc 1236, Col. San ta Cruz Ato yac, de le ga ción Be ni to Juá rez, cp. 03310, Mé xi co df. Te lé fo no: 9183 0300 y 9183 0400. El con te ni do de los tex tos fir ma dos es res pon sa bi li dad de los au to res, y los que no, de los edi to res. Se au to ri za la re pro duc ción par cial o to tal de los ma te ria les in clui dos en Oja ras ca, siem pre y cuan do se ci te la fuen te y el au tor. issn: 0188-6592. Cer ti fi ca do de li ci tud de tí tu lo: 6372, del 12 de agos to de 1992. Cer-ti fi ca do de li ci tud de con te ni do: 5052. Re ser va de tí tu lo de la Di rec ción Ge ne ral del De re cho de Au tor: 515-93. Re gis tro pro vi sio nal de Se po mex: 056-93. No se res pon de por ma te ria les no so li ci ta dos.

    Editado en Demos Desarrollo de Medios S.A. de C.V, Avenida Cuauhtemoc 1236, Colonia Santa Cruz Atoyac, C.P. 03310, Mé xi co, [email protected]

    DÍAS

    DE P

    ANDE

    MIA

    DÍAS DE PANDEMIA, AÑOS DE RESISTENCIA

    La cola de la paga en la Ciudad Real,

    Chiapas. Foto: Mario OIarte

    Coatíes en un grabado alemán antiguo (cortesía del autor)

    2

    EL PRIMER SILENCIO

    Al gran árbol donde se encuentran los coatíes encargados del Consejo Regional Coatí llegó una noticia. Parecía buena, muy buena.

    “Los destructores desaparecieron”, chasqueó emo-cionado uno de los intrépidos capitanes de alguna de las manadas que a diario revisan los alrededores de las casas de los destructores y sus basureros en busca de comida rápida.

    La hembra más vieja de todas las manadas escuchó las distintas versiones que iban llegando. Escuchaba y escuchaba, no decía nada, apenas movía el rostro mostrando leves rasgos de aprobación a los rumo-res recibidos. Miembros de las distintas manadas la miraban con insistencia y le dirigían chasquidos para saber qué pensaba. Su confianza en ella era total, de muchos peligros los había salvado por generaciones. Pero ella sólo escuchaba, pensaba y olía el viento. Conocía bien los lenguajes del viento. Caminaba len-to entre los troncos del gran árbol.

    Después de varios días chasqueó grave y quedo, y todos pusieron atención. Había vivido mucho, su cuerpo y rostro estaban llenos de cicatrices, varias de ellas causadas por los destructores.

    “Los sigo oliendo, no se fueron, tienen miedo a algo que no logra ver mi nariz y se guardaron”.

    “¿Seguirán destruyendo?”, preguntó una joven hembra.

    Ella se rascó el cuello lentamente, nunca contesta-ba de inmediato: “Sí, pero sólo algunos inviernos más, puedo oler su miedo hasta aquí, es fuerte y apesta más de lo normal. Su reino está en peligro. Éste es un primer silencio, será pasajero, creo entender que se están destruyendo ellos mismos. No nos podemos confiar. Saldrán de nuevo, pero puedo oler que habrá más silencios y más largos. Al tercer silencio quizás desaparezcan y los árboles fantasmas tomarán de nuevo su lugar” n

    Carlos Hurtado C. Akumal, Quintana Roo

    Las pandemias por enfermedades exóticas o nuevas fueron el azote histórico de los pueblos originarios de América desde que llegaron los eu-ropeos en el siglo XV. Han sido y son uno de los efectos más nocivos y odiosos de la colonización. Primero los invasores ibéricos y sus letales viruelas y gripes, y luego ingleses y franceses en el norte del continente arrasaron con la población originaria. En algunos lugares llevaron a su extinción, como ocurrió con los taínos en Cuba y otras islas del Caribe, y decenas de pueblos originarios en lo que hoy son Canadá y Estados Unidos. Lo mismo vino ocurriendo en la llamada América Latina. El geno-cidio militar y esclavizante contó con la “ayuda” de las enfermedades, que para los europeos no siempre eran letales, pero sí para los indígenas. Así, del Ártico a Tierra del Fuego las epidemias causaron daños inconmensura-bles. La actual población indígena bien puede conside-rarse sobreviviente de ese y otros males del sistema de dominación que derivó en el capitalismo.

    Hoy que el planeta entero enfrenta una epidemia global en la escala de la nefanda “gripe española” de 1918, pero en inéditas condiciones de globalización del sistema-mundo creado por el capitalismo occidental, los pueblos se encuentran particularmente amenaza-dos. Y con ello, los importantes procesos de liberación que han construido en las décadas recientes.

    Como expone un llamamiento continental de los pueblos originarios, afrodescendientes y organizaciones populares de América Latina, la crisis por el COVID-19 “pone en una encrucijada a los pueblos de Abya Yala”. Sus organizaciones, añaden, son “la primera línea de resistencia frente a las peores expresiones del sistema en descomposición”.

    Aunque la pandemia ha golpeado hasta ahora las áreas urbanas, donde como quiera habitan millones de miembros de los pueblos originarios, éstos saben que la epidemia no se irá, y está por asaltar las comunidades

    más alejadas; en muchos casos, allí será más letal. Han ido cerrando sus territorios a los visitantes, como los zapatistas de Chiapas anunciaron tempranamente, pero después lo hicieron los municipios de La Montaña de Guerrero y muchos otros.

    Es revelador que el consejero de la Policía Comuni-taria en la casa de justicia de El Paraíso, que abarca 33 comunidades guerrerenses, declare que cuentan con alimento para la cuarentena pues en la última cosecha les fue “muy bien”. Eso le permite decir: “No tenemos pensa-do pedirle nada al gobierno porque hay suficientes ali-mentos”. Ojalá pudieran decir lo mismo muchísimas otras comunidades, como Ayutla Mixe, que enfrenta la crisis en medio de una imperdonable falta de agua de larga data, con la complicidad del simulador gobierno oaxaqueño.

    Desempleo, disminución del mercado de productos agrícolas y sequías en puerta se suman a los efectos de la nueva enfermedad y su fatal combinación con las en-fermedades ya existentes, producto de la desigualdad, la injusticia y la brutalidad neoliberal. El llamamiento continental ya mencionado sostiene: “En una América donde nos negamos a aceptar los ajustes estructurales y el desembarco de nuevas políticas imperialistas, y donde nuestros pueblos han encarnado importantes levantamientos populares en los últimos meses, la pan-demia se ha convertido en una excusa para legitimar la presencia de las fuerzas armadas en nuestros territorios, implementar medidas de ajuste y el deterioro de las condiciones de existencia de la clase trabajadora”.

    La respuesta no puede ser otra que resistencia y más resistencia, en condiciones adversas. No será la vez primera. Contra una crisis que lo desnuda todo (los sis-temas de salud, la depredación de la naturaleza, la mi-seria moral del capitalismo, la inoperancia de partidos políticos, iglesias y Estados nacionales) cuentan con sus identidades, la organización comunitaria, saberes com-patibles con el buen vivir y la solidaridad profunda n

  • DÍAS

    DE P

    ANDE

    MIA

    Mano a mano, Chiapas. Foto: Mario OIarte

    ABRIL 2020

    3

    La paradoja de los pueblos indígenas ha sido sobrevi-vir a epidemias sin provocarlas, lo han venido haciendo desde la llegada del Imperio español que trajo consigo la viruela, la gripe y el sarampión, que provocaron el colapso de la civilización amerindia. Además de resistir a otros “vi-rus” sociales como el colonialismo, la esclavitud y el racismo como formas de control, las epidemias foráneas han sido una constante. La historia republicana no fue la excepción a epi-demias como la fiebre amarilla, malaria o cólera, focalizadas en población nativa y originaria, que se alternaron con la explotación esclavista y extractiva como ocurrió en la épo-ca del caucho, donde se calcula que murieron cuarenta mil indígenas y otros miles fueron desplazados. Es tan grande la discriminación que hay poca información sobre los impactos de infecciones foráneas a poblaciones indígenas a lo largo de la historia de Perú y Latinoamérica.

    La historia reciente sigue escondiendo diversos meca-nismos de explotación hacia los pueblos indígenas y hacia la naturaleza, por la sobreexplotación de recursos naturales, y continúan dejando una huella violenta en territorios indíge-nas. Recordemos la exploración del proyecto de gas de Cami-sea a inicios de los años 80, hecha por la multinacional Shell, que llevó a la muerte de la mitad del pueblo yora o nahua, debido a la alta vulnerabilidad de su sistema inmunológico. En el Perú hay aproximadamente diez pueblos en aislamien-to voluntario en circunstancias similares. La manera

    en que el Estado los protege sigue siendo insuficiente y las pocas medidas implementadas son constantemente que-brantadas por normas de excepción a favor de actividades extractivas.

    De la misma manera, las cerca de diez mil comunidades campesinas y nativas de nuestro país han estado expuestas a la intromisión de empresas extractivas en sus territorios, que de acuerdo a su codicia han ido modificando y destruyendo ecosistemas enteros, generando impactos irreversibles. Nue-vas investigaciones científicas vienen corroborando la rela-ción que existe entre dicha destrucción y nuevas mutaciones de virus, producto del hacinamiento de diversas especies animales en espacios reducidos por efecto de la deforesta-ción o contaminación de ríos y suelos. La historia del ébola y ahora el COVID-19 tiene relación con estas alteraciones a los ecosistemas (Ver: https://pacifista.tv/notas/coronavirus-nueva-pandemia/).

    Hoy estamos en medio de una cuarentena planetaria para evitar más contagios del COVID-19, a los que nuestros sistemas sanitarios no podrían resistir, donde si bien las po-blaciones rurales son las menos expuestas, son sin duda las más vulnerables. En el caso del Estado peruano es poco lo que podría hacer al respecto si la epidemia llegara a la Ama-zonia o a zonas alto andinas. A esa situación hay que agre-garle la irracionalidad del poder fáctico que socava nuestro débil Estado, cuando el Decreto Supremo 044-2020-PCM, que declara Estado de Emergencia Nacional para detener el brote del COVID-19 es burlado por las empresas extractivas de minerales y otras, que no lo acataron y al día siguiente lograron corregir el decreto para que se exceptuara la activi-dad minera. Esa es la historia reciente del Perú: la excepción a la norma para favorecer al poder corporativo, aunque haya vidas en riesgo.

    Tomemos en cuenta que dentro del 35 por ciento de las tierras de comunidades campesinas se explora y se ex-plotan recursos mineros. Muchos de los campamentos están alejados, como también lo están las comunidades; sin em-bargo, el personal que trabaja allí tiene una alta movilidad. Lo mismo ocurre en la cuenca amazónica, donde el 12 por ciento del territorio está destinado a concesiones de hidro-carburos, que se superponen a 412 comunidades. Un brote

    del virus en estas zonas donde no existe un sistema de salud o el que existe se reduce a una posta médica, sin insumos ni personal sanitario, sería catastrófico para esas poblaciones.

    Los límites de nuestro Estado en esas zonas se hacen no-tar por ejemplo respecto al subsidio de S/380, donde sólo se cuenta con información para la población urbana en pobre-za y pobreza extrema, de acuerdo al Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) a través de su Sistema Nacional de Focalización de Hogares (Sisfoh),  mas no para la población de las comunidades campesinas y nativas. Lo que nos de-muestra que las herramientas para proteger a los pueblos in-dígenas siguen siendo insuficientes y limitadas, puesto que no se trata tan sólo de traducir información en las 48 lenguas indígenas, lo cual es importante, sino de asegurar que esa información en su lengua materna llegue y se entienda en dichas poblaciones.

    La actual situación de pandemia ha desnudado por com-pleto la fragilidad de nuestro Estado y la perversión del sis-tema capitalista en su versión neoliberal. La pandemia del coronavirus extendida por todo el planeta nos hace vulnera-bles a todos y todas en cualquier rincón del mundo, lo que no debe confundirse con no reconocer la alta vulnerabilidad por la situación de exclusión histórica de los pueblos indígenas, población que se entiende como parte de la naturaleza y que guarda en su conocimiento secretos para hacer frente a las múltiples crisis del futuro inmediato, sea sanitario, ambiental, climático o pandémico.

    Lo que estamos viviendo hoy en nuestro aislamiento so-cial no tiene parangón; nunca antes en la historia de la huma-nidad tanta gente sana tuvo que internarse en sus viviendas para evitar el contagio de un virus. Aún no es tiempo de eva-luaciones, pero sin duda ésta es la oportunidad para enfren-tar otro futuro posible. No podremos volver a la normalidad de nuestra anterior rutina de consumo desbocado a costa de la destrucción de la naturaleza, porque ese precisamente es el problema, y si logramos entender lo que nos estamos ju-gando, otra paradoja está a punto de cumplirse:  el fin del modelo neoliberal que padecemos, y posibles mejoras eco-lógicas n

    luis Hallazi, abogado y politólogo peruano, investigador en derechos humanos.

    LUIS HALLAZI

    NATURALEZA Y PUEBLOS ORIGINARIOS EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS

    LAS POBLACIONES RURALES SON LAS

    MENOS EXPUESTAS, Y LAS MÁS

    VULNERABLES. ES POCO LO QUE EL

    ESTADO PERUANO PODRÁ HACER

    CUANDO LA EPIDEMIA LLEGUE A LA

    AMAZONIA O A ZONAS ALTO ANDINAS

  • PASA A LA PÁGINA 5

    ABRI

    L 20

    20

    DÍAS

    DE P

    ANDE

    MIA

    Zoques en Nuevo Carmen Tonapac, Chiapas. Foto: Fermín Ledesma

    4

    Hoy como hace cinco siglos, las pandemias siguen siendo un instrumento de colonización. La pobla-ción más vulnerable por la llegada de enfermedades han sido los pueblos indígenas generalmente desprovistos de acceso a servicios públicos, infraestructura hospitalaria, aislados por las condiciones geográficas accidentadas y una histórica relación tensa con el Estado (colonial y nacional), que en su conjunto dan una idea del escenario en que en-frentaron las epidemias que surgieron a partir de la coloniza-ción española en el siglo XVI.

    Las consecuencias más desastrosas sobre los pueblos origi-narios en México fueron la mortandad de miles de indígenas que los puso al borde del colapso, y en otros casos las difíciles condi-ciones de recuperación y estigmatización que enfrentaron y que se prolongaron muchos siglos. Tanto epidemias como conquista militar y explotación indígena terminaron por crear condiciones de dominación/subordinación sobre los pueblos indígenas.

    Los conquistadores consideraron las epidemias como señal divina favorable que parecía autorizarles a someter a la población nativa (Bermúdez). Por eso, algunos autores se-ñalan que las pandemias legitimaron limpiezas étnicas a gran escala, o bien fueron estrategias etnocidas (necropolíticas) para instaurar el nuevo orden social en América Latina.

    En el caso de los pueblos zoques de Chiapas, las epidemias fueron una constante desde el primer contacto con los kirawa (blancos/mestizos), y todo apunta a que, en efecto, facilitaron una pronta colonización y subordinación. Además, los espa-ñoles satanizaron las formas médicas ancestrales de curar el cuerpo y entender las enfermedades, de tal manera que fue-ron desdibujando conocimientos que articulaban prácti-cas, estrategias y un conjunto de relaciones con la naturaleza que los pueblos solían usar para enfrentar las enfermedades con los recursos naturales del territorio, sobre todo plantas.

    Los zoques practicantes de la medicina ancestral fueron perseguidos y estigmatizados como brujos, curanderos o hechiceros, y luego llevados a juicios inquisitoriales por las autoridades eclesiásticas. Dolores Aramoni Calderón, en Los refugios de los sagrado (1992), documentó el juicio contra Die-go de Vera, zoque de Magdalenas Coalpitan (hoy Francisco León) en 1678 y contra Antonio Ovando, Nicolás de Santiago y Roque Martín, de Jiquipilas, Ixtacomitán y Tuxtla en 1685, todos por curar, practicar la “brujería”.

    EpidEmias En tiErras zoquEs

    Los primeros brotes epidémicos de sarampión se re-gistraron en los alrededores de San Cristóbal de las Ca-sas en 1529, luego el cocoliztli en Chiapa de Corzo en 1545, a los que se sumaron peste, rubeola, tabardillo, viruela, carco-ma, mal del pinto y otras enfermedades que se prolongaron hasta la aparición de la influenza española a principios del siglo XX (Bermúdez).

    Sumado a los enfrentamientos militares y la hambruna por las plagas de langostas que atacaban los cultivos, las epi-demias propiciaron un descenso drástico de la población de Chiapas durante el periodo colonial. Tan sólo en 1611 se re-portó el descenso del 62.5 por ciento de la población indíge-na en toda la Alcaldía de Chiapas (Bermúdez). Hasta 1670, la recuperación fue lenta cuando aumentó la población cerca del 0.5 por ciento anual (Obara y Viqueira).

    Los zoques que habitaban los valles centrales y el nor-te de Chiapas fueron los más golpeados por las epidemias. Desde tiempos ancestrales dominaban la selva de los Chi-malapas, el sur de Tabasco y Veracruz, donde desarrollaron una sociedad pacífica, sin un Estado centralizado y con pa-trones de asentamiento dispersos. Pero este orden fue inte-rrumpido con la llegada de los españoles en el siglo XVI.

    La colonización desplegó una conquista militar y una misión evangelizadora para instaurar un mundo económico colonial y extractivo de larga duración. El sometimiento pro-vino de dos frentes: desde la provincia de Coatzacoalcos con la expedición punitiva del capitán Luis Marín en 1524, y lue-go desde los valles centrales de Chiapas con el encomendero Baltasar Guerra, quien se dirigió a las montañas de Ixtacomi-tán e Ixtapangajoya para pacificar a los zoques que se habían insubordinado en 1533.

    La imposición de encomiendas en Nicapa, Chapultenan-go y Ostuacán, la concentración de pueblos, el pago de tribu-tos, la captura de 900 tamemes como esclavos y la extracción de gran cochinilla en Tapalapa y cacao en Ixtacomitán fue-ron las medidas drásticas de los españoles. Por su parte, la conquista espiritual que trataba de remediar los malos tratos se desplegó desde el convento de Tecpatán con Fray Tomás Casillas y Fray Alonso de Villalva a partir de 1546 (Remesal).

    Cuando los frailes atravesaban la sierra de Ixhuatán rum-bo a Ciudad Real en 1545, cayeron gravemente enfermos de calentura. Al menos dos mozos cargadores fallecieron, según narra Fray Tomás de la Torre, así que a partir de la coloniza-ción, la población zoque comenzó a ser reducida por epide-mias, hambrunas y explotación.

    En 1563 comenzaron a escasear los alimentos, sobre todo maíz en la zona zoque. Un siglo después, en 1692, la población de Tuxtla, que era de mil 500 habitantes, que-dó reducida a la mitad doce años después. El mismo caso en Jiquipilas hacia 1733. En Ocozocuautla, el 15 por ciento de

    la población había muerto entre 1778 y 1785. Otros pueblos desaparecieron, como Cuscahuatán, Magdalenas de las Pitas, Tacuasintepec, Comeapa y otros. Tecpatán, la zona más po-blada, que originalmente concentraba el 9 por ciento de la población en 1585, pasó a tener tan sólo el cuatro por ciento de los zoques en 1817. El censo episcopal de 1771 registró la muerte de mil 084 indígenas (Bermúdez; Obara y Viqueira; Villa Rojas). El desplome de la población era dramático.

    Cuando la población apenas se recuperaba, apareció la viruela en 1833; luego el cólera atacó en Ixtacomitán, Chapul-tenango y Magdalenas en 1850, según los registros episco-pales. Los pueblos optaron por cerrar los caminos para evitar la propagación de la epidemia. En 1877 vino la fiebre amarilla a través del río Ixtacomitán que mató a 14 personas en Pichu-calco (Orvañanos).

    Para tener una idea de las epidemias en la zona, en junio de 2003, de manera accidental, dentro del ex convento de Tec-patán, los arqueólogos encontraron más de tres mil osamen-tas apiladas. Se estima que se trató de un ataque de epidemia en los siglos XVII y XVIII (La Jornada, 3/6/2003). La explicación de las autoridades sobre el número excesivo de muertos y el despoblamiento siempre fue porque muchos indígenas eran trasladados a las haciendas de cañas de azúcar y de cacao para trabajos forzados y casi nunca por las epidemias.

    rEspuEstas indígEnas

    Aunque no existen estudios que den cuenta de las es-trategias locales de los pueblos zoques para enfrentar las epidemias, en la memoria oral colectiva y escasas fuentes documentales se refiere que muchos pueblos recurrieron a la medicina ancestral. El historiador Oscar J. Martínez (2013) cuenta que durante la aparición de pestes en Copainalá en los siglos XIX y XX, los pobladores recurrieron a diferentes “brebajes” para curarse.

    FERMÍN LEDESMA DOMÍNGUEZ

    INDÍGENAS Y EPIDEMIAS EN CHIAPASUN RECUENTO DESDE LAS MONTAÑAS ZOQUES

    INDÍGENAS Y EPIDEMIAS EN CHIAPASUN RECUENTO DESDE LAS MONTAÑAS ZOQUES

  • VIENE DE LA PÁGINA 4

    Danzante zoque de Coapilla. Foto: Fermín Ledesma

    ABRIL 2020

    5

    Mi Ik’otyel tyi iwuty

    Yejtyal säkli’bambä

    Iwuty kchuchu’

    Mi apejkañ, mi awotyañ.

    Bäk’eñtyik mi icha’ sujtyel majlel

    Mi isajtyel majlel tyi ñäch’tyälel

    Mi iñajäyel icha’añ, cha’añ chämeñ.

    Mi jk’otyel tyi aty’ejl

    Ma’añix mi achäñ käñoñ

    Cha’añ joñoñ abutsoñ.

    lajchämp’ejix jab tsa’ chumle wokol tyi abäkel

    tsa’ ch’ok-a ch’ijiyemlel tyi ich’ujlel

    tsa’ mäjki aty’añ, tsa’ tyiki awak’

    Lajal bajche’ woli yäk’ tyi tyikiñ

    ñäjch’el bajche’

    ik’ay ñäch’tyälel.

    Wäle yajpemix awuty

    Tyi ili ñumel k’iñ.

    ALMA EN CAUTIVERIO/KÄCHÄLBÄ CH’UJLEL 

    Nicolás López Arcos

    Dibujas en tu memoria 

    el pálido rostro

    de mi abuela

    Le hablas, le gritas.

    Temerosa se aleja,

    se pierde en el silencio,

    se olvida que está muerta.

    Me acerco a ti

    no me reconoces

    has borrado en tu mente que soy tu retoño.

    En doce otoños se congelaron tus huesos

    anidó sobre tu cuerpo el dolor

    se congeló tu lengua y tu voz

    tu cuerpo intacto,

    inmóvil en el recuerdo

    y tu mirada

    ausente

    en la historia de hoy.

    niColás lópEz arCos, poeta ch’ol originario del ejido Adolfo Ruíz Cortinez, Salto de Agua, Chiapas.

    Una estrategia zoque presente en muchos relatos fue refugiarse en las montañas tanto durante la conquista co-lonial como en la Revolución y en la época de la quema de santos, como una estrategia de sobrevivencia. Es decir, el ais-lamiento social posibilitó sobrevivir a pandemias.

    rEflExionEs dEsdE El tErritorio zoquE

    En la historia de los pueblos indígenas, colonización y pandemias llegaron de la mano en forma de guerra. Las epidemias traídas de Europa facilitaron la colonización de los pueblos porque estos no tenían fuerzas (políticas y militares) para organizar respuestas a gran escala contra la conquista militar, como en el caso de los zoques atrapados en su sobre-vivencia cotidiana para no colapsar.

    El Estado (colonial y nacional) estuvo casi ausente para enfrentar la situación. Más bien fueron las autoridades loca-les quienes actuaron para frenar la epidemia. Los pueblos indígenas sortearon con sus propias ciencias médicas las enfermedades, aun a costa de la muerte de miles de ellos y la desaparición de pueblos enteros. Finalmente, el aislamien-to de algunos pueblos y el poco contacto comercial con los mestizos contribuyó a sostener la vida en los territorios indí-genas en tiempos de epidemias n

    fuEntEsBermúdez, Luz del Rocío, 2012, “Interpretaciones ante una trage-dia: santos, demonios y la desaparición de indios en Chiapas, siglos XVII-XVIII”, en Anales de la Academia de Geografía e Historia de Gua-temala, No. LXXXVII, Guatemala.

    De la Torre, Fray Tomás, 1982, Desde Salamanca España hasta Ciudad Real, ed. Frans Blom, primera edición, Gobierno de Chiapas: Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

    Martínez, Janiere, 2013, Obras públicas y transformación sanita-ria en Copainalá, 1887-1938, primera edición, CONACULTA: Chiapas, México.

    Obara, Tadeshi y Juan Pedro Viqueira, 2017, El arte de contar tri-butarios. Provincia de Chiapas, 1560-1821, primera edición, Colegio de México: Ciudad de México.

    Remesal, Fray Antonio, 1932, Historia general de las Indias Occi-dentales y particular de la gobernación de Chiapa y Guatemala, Tomo II, 2da edición, Tipografía Nacional: Guatemala.

    Villa Rojas, Alfonso, 1975, Los Zoques de Chiapas, primera edi-ción, INI: México, DF.

    fErmín lEdEsma domínguEz pertenece al Centro de Lengua y Cultura Zoque.

  • ECUADOR, UNA TRAGEDIACAUSADA POR EL DESPRECIO OFICIAL

    ABRI

    L 20

    20

    DÍAS

    DE P

    ANDE

    MIA

    FERNANDA VALLEJO

    PASA A LA PÁGINA 7

    Guayaquil, Ecuador, abril de 2020. Foto: Iván Castaneira

    6

    Aunque sea una perogrullada, el capitalismo es el que mata, no el virus; sólo que de tan obvio, parece trivial y no lo es. Las noticias de horror que resue-nan en todos los medios a nivel mundial son ciertas: en Gua-yaquil, Ecuador, la gente muere (no sólo de COVID-19, pero también) y sus familias no tienen ni el derecho de enterrarlos con dignidad.

    Somos un país que no conoció lo que llamaron Estado de bienestar; pero eso sí, lleva casi medio siglo siendo forza-do, por una vía o por otra, a entrar en la modernidad, a pagar caro por el progreso. Y así, cíclicamente somos sometidos a medidas de ajuste que empiezan con los sistemas más fun-damentales para el cuidado de la vida: la salud y la educa-ción. En los últimos dos años, se redujo en cerca del 30 por ciento la inversión en salud y fueron despedidos más de mil 500 médicos y personal sanitario. No podíamos estar más desmantelados para recibir lo que vendría.

    Los muertos en la calle son el grito más desgarrador de la exclusión sostenida y maquillada de mi país, en la ciudad emblema de esa exclusión y despojo.

    Guayaquil nunca dejó de ser un feudo de señores oligar-cas y plutócratas, su prosperidad de enclave se sostiene en la vergonzosa miseria de millones.

    Se ufanan de ese orden de las cosas, se ufanan de su ca-pacidad de desprecio por quienes con su hambre alimentan su opulencia.

    Eso es un ángulo en el que quisiera detenerme un poco más. El desprecio neoliberal, populista y oligarca por la gen-

    te, por la vida, por la naturaleza, por la dignidad que saltó en Guayaquil anda por todos lados.

    Los acontecimientos que desnudan ese desprecio se de-sarrollan muy rápidamente. Apenas da para levantar cabeza después de semejante revolcón.

    El primer caso oficial de coronavirus se reporta el 14 de febrero. El 10 de marzo el gobierno anuncia más medidas de ajuste, incluyendo reducción de salarios a trabajadores y tra-bajadoras del sector público (que llamaron aporte temporal). El plan era dosificar en varias entregas todo el paquetazo: al final cambiarían las cosas con la epidemia.

    El 11 de marzo empiezan a decretarse restricciones de movilidad y algunas medidas frente a la pandemia que ya contaba con cientos de contagiados y los primeros muertos. Una semana después, el 17 de marzo, se decreta estado de excepción y toque de queda que se endurecerá la siguiente semana.

    El 24 de marzo, el gobierno anuncia que pagará pun-tualmente 324 millones de dólares de bonos de deuda ex-terna (el tramo correspondiente a tenedores particulares, la mayoría de la burguesía ecuatoriana, fueron emitidos en el gobierno de Rafael Correa), mientras se empeñaba oro de la reserva valorado en 700 millones de dólares a cam-bio de 300 millones, todo ante la mirada estupefacta de un pueblo forzosamente recluido. El presidente además, mediante decreto, liberaliza y flexibiliza de todas las for-mas posibles las condiciones de trabajo, así que los em-pleadores pueden pagar por tramos, considerar el receso forzado como vacaciones impagas, definir el horario tra-bajado y pagar según ese tiempo, todo lo imaginable ex-cepto el despido intempestivo (para eso las empresas con-

    tarán con un artículo específico de la ley correspondiente). Hay una medida de cobro anticipado del IVA a empresas (reembolsable).

    Todo eso en cuestión de 15 días, mientras las personas se encontraban encerradas y con ley marcial. A diario en cadena nacional llevaban sus cuentas (deshonestas) de con-tagiados, sospechosos y muertos y seguían como si nada en sus políticas de estrangulamiento.

    Poco a poco nos enteraríamos que los primeros casos no recibieron atención y el cerco epidemiológico no existía. Nos fuimos enterando qué tan improvisados y negligentes fueron los gobernantes que 40% de contagiados son perso-nal médico y sanitario, que no contó con equipo mínimo y ni siquiera con su salario a tiempo. Mientras el vicepresidente los llamaba “héroes”, haciendo de las cadenas nacionales su campaña electoral, se destapaban escándalos de sobrepre-cios en compras hospitalarias para la emergencia, se gasta-ban millones en publicidad para el vicepresidente, y renun-ciaba la ministra de salud denunciando que se le negaron los recursos para la emergencia.

    Quince días nos repitieron que la culpa era nuestra, que porque salimos de indisciplinados que somos (porque el hambre es así, indisciplinada). Que no seamos quejumbro-sos, que hay que arrimar el hombro todos por igual. Es culpa de la gente que no sabe usar el 911 y al primer estornudo está llamando. Es culpa de los y las compatriotas varados en distintos lugares por no poder pagar hoteles y pasajes de vuelos “humanitarios”. Culpables los vendedores ambulantes que siguen rebuscando su diario. Culpables los médicos por

  • EL DESPRECIO

    NEOLIBERAL, POPULISTA

    Y OLIGARCA POR LA

    GENTE, POR LA VIDA, POR

    LA NATURALEZA, POR LA

    DIGNIDAD, QUE SALTÓ EN

    GUAYAQUIL ANDA POR

    TODOS LADOS

    DÍAS

    DE P

    ANDE

    MIA

    VIENE DE LA PÁGINA 6

    Guayaquil, Ecuador, abril de 2020. Foto: Iván Castaneira

    Guayaquil, Ecuador, abril de 2020. Foto: Iván Castaneira

    ABRIL 2020

    7

    querer “vestirse de astronautas” (según lo dijo el viceministro de salud en una de sus primeras intervenciones). Culpables los y las pensionistas por aglomerarse a cobrar sus pensiones, cuando ya pueden hacerlo por internet. La culpa es nuestra.

    Violencia sistemática y conculcación de derechos sin lí-mites ni precedentes. Nos han agredido sin piedad duran-te tres semanas. De palabra, de obra y de omisión. Soltando todo su desprecio.

    Mientras las cadenas estatales le hacían publicidad gratui-ta a las empresas, en la Amazonía las poblaciones ribereñas del Bobonaza —en su mayoría kichwas amazónicos— veían destrozadas sus chacras y viviendas por un desbordamiento inusitado del río. Los gobernantes en sus distintos niveles no hicieron absolutamente nada. Este desastre tampoco exis-tió para los medios. No existió, como no existen los pueblos amazónicos: sólo sus territorios para calmar su codicia.

    El gobierno del desprecio, el desgobierno, ha facilitado la violación de derechos laborales en bananeras, despidos en florícolas y otras empresas, más de mil 300 personas sólo en las dos últimas semanas. Empresas que tienen para donar en teletones y no para pagar a sus trabajadoras y tra-bajadores.

    La respuesta de la oligarquía a esta crisis total es incom-petente y ofensiva, ha recurrido a lo único que sabe cuando se trata del pueblo: represión reforzada, teletones y donati-vos despreciables, como ataúdes de cartón o un lote munici-pal para la fosa común (porque hablaron inicialmente, muy sueltos de huesos, de fosa común con monumento a los caí-dos anónimos y todo), agua bendita lanzada desde un heli-cóptero por el obispo.

    No han tenido una sola política decente para la situación de emergencia.

    En Guayaquil los servicios privados de salud no atendie-ron emergencias, mostraron sus caros costos y sus pocas condiciones. El mayor servicio exequial lo controla una fun-dación que recauda millones por el monopolio de la lotería, no rinde cuentas a nadie por ese dinero y no fue capaz de abrir sus puertas, donar nichos, gestionar ataúdes, facilitar trámites ante la crisis de cadáveres. No hicieron nada.

    Pero además de la indignación ante tanto desprecio con-densado en tiempo y profundidad, cabe preguntarnos cómo lograron perforar en su capilaridad el tejido social y deshabi-litarnos tanto, al punto de perder el derecho a gestionar no ya nuestra vida, sino nuestra propia muerte.

    Y ahí la pesadilla neoliberal con sus medidas de ajuste se junta con el autoritarismo redistribuidor, que decidió e impu-so cómo debía ser nuestra educación, nuestra salud, nuestra

    organización, cuál era el progreso que nos convenía, a cam-bio de servicios con obsolescencia programada. La embria-guez de consumo y “progreso” durante la década pasada nos sedujo.

    Casi nadie lo notó. Los pueblos indígenas sí, y su resis-tencia les costó destierro y represión silenciosa. Y ahora, esa autodeterminación tan peleada, es su herramienta para lidiar con la pandemia. Atentos como andan siempre en la vida,

    saben que no tienen ni centros de salud ni nada, y aún si hu-biesen, serían los últimos en ser atendidos.

    Así que rápidamente activaron sus propios protocolos de autocuidado y organización. Todas las comunas establecie-ron su régimen de vida y auto aislamiento comunitario, que es muy distinto del decretado.

    La enfermedad es de la ciudad, del modo de vida de la ciudad, dicen, así que tenemos que fortalecer los modos de vida del campo. Y se han reactivado con mucha fuerza true-ques y ayudas mutuas y presta-manos. Y los sabios y sabias comunales van por las casas repartiendo plantas medicinales y consejos para prevenir la enfermedad. No se permite el re-torno de migrantes a las comunas, pero sí se envían provisio-nes a familiares y amigos en las ciudades.

    La producción campesina brilla hoy con luz propia; gra-cias a que no han parado de mandar productos a los centros urbanos, la especulación con precios o desabastecimiento han quedado bajo control.

    Es la producción del campo la que está proveyendo a los kits de alimentos que gobiernos locales (especialmente los indígenas) entregan permanentemente a familias sin re-cursos en la ciudad. La producción campesina se está entre-gando a domicilio bajo la forma de canasta de verduras, hoy más que nunca tan necesarias, verduras y frutas frescas. La producción campesina de leche se distribuye entre familias empobrecidas en ciudades pequeñas.

    La producción artesanal rural se activa para producir y distribuir ropa e insumos de protección médica y la donan donde hace falta, o la venden y con eso pagan a su gente. No hay desprecio que las detenga.

    En las ciudades se activaron redes de apoyo con alimen-tos para vecinos y vecinas en necesidad, redes de cuidado y apoyo ante violencia de género e intrafamiliar. Colectivos de jóvenes colaboran con productores campesinos facili-tando su sistema de pedidos y entregas mediante internet, redes sociales o aplicativos de celular. Universidades ponen su contingente (pese a la lentitud e indolencia gubernamen-tal) para atención médica a distancia, para exámenes de de-tección de COVID, barrios, conventos, médicos particulares, artesanos de distintas ramas, como en otras partes se han activado, enfrentando así el desprecio y la desidia.

    Los barrios, esas entidades tan desmanteladas desde hace más de treinta años, recuperan el control de su territo-rio, reviven, y activan sus redes de cuidado.

    El capitalismo mata, no el virus; pero el virus enseña y despierta. Ojalá tengamos la fuerza suficiente para contra-rrestar el proyecto de muerte y su enorme poder que está en manos de nuestras élites, ojalá el tejido urbano que ha despertado permanezca después de la cuarentena. Yo tengo esperanza, pero duermo con un ojo abierto n

  • ABRI

    L 20

    20

    8

    DÍAS

    DE P

    ANDE

    MIA

    ESPERANDO AL VIRUS

    Cosechando fresas en el lodo en Santa Maria. Foto: David Bacon

    Una cuadrilla de trabajadores sindicales cosecha lechuga tras la máquina, en D'Arrigo Brothers, 2018. Foto: David Bacon

    Francisco Lozano, un jornalero en Santa María, en la cos-ta central de California, dice que la pobreza hace que la crisis sea mucho peor. En invierno, cuando no hay tra-bajo, las familias viven de los escasos ahorros que quedan de la temporada anterior, y cuando ésos se terminan, le piden prestado a la familia o a sus amistades. “Ése es el momento en que el trabajo recomienza, y volvemos a cosechar fresas”, dice. “Pero en vez de lograr salir de deudas, nuestra situación es peor que nunca, la fruta no es buena, y están pagando por hora —el sueldo mínimo [en California el sueldo mínimo son 13 dólares la hora], eso no es suficiente para subsistir”.

    Las condiciones laborales se han deteriorado. “Debido a las lluvias, trabajamos en el lodo”, explica. “Pero trabajamos codo a codo, así que es imposible la sana distancia. Nos dicen que nos lavemos las manos, pero hay muchísima gente en cada estación, así que el jabón se acaba. Lo normal es que la gente sufra resfriados en esta temporada del año, y muchos de nosotros de todos modos vamos por la presión económi-ca. Con el virus, eso es riesgoso. Pero a los dueños sólo les interesa la producción”.

    LUIS JIMÉNEZ, dirigente de la Alianza Agrícola del estado de Nueva York, se queja de que las necesidades de los trabajado-res son ignoradas. Teniendo 4 mil obreros, el estado produce más yogurt y crema ácida que ninguna otra área del país, y la mayoría de quienes laboran ahí habitan en las viviendas que les proporcionan las compañías lecheras. “Pero no podemos comprar comida sino hasta que salimos de trabajar, y entonces los anaqueles de las tiendas ya se vaciaron —no hay ni arroz, ni huevos ni carne”, dice. “Los patrones nos dicen que no sal-gamos de nuestra casa cuando no estamos de turno, pero en-tonces cómo le hacemos para tener de comer”.

    Como todos los jornaleros entrevistados, Jiménez tiene miedo de la llegada del virus. “Vivimos 8-10 personas en la casa. Cómo nos vamos a aislar. Algunos tienen su propia habitación, pero conozco una granja en la que todo mundo duerme en un galerón con literas. En la labor nos tenemos que ayudar uno al otro todo el tiempo, como cuando tene-mos que mover una vaca. No puedes hacerlo solo, el trabajo lo requiere. Los rancheros nos dicen que la salud es impor-tante, pero siento que en realidad lo que les importa es que cumplamos con el trabajo que nos dicen que hagamos”.

    Para estos trabajadores, mantener la distancia social en estas condiciones de vida es virtualmente imposible. La vi-vienda para los que poseen visas H-2A en el centro del es-tado de Washington consiste en dormitorios prefabricados, donde quienes laboran duermen en literas en un solo cuarto pequeño, y muchos trabajadores comparten la cocina.

    Pese a la retórica tóxica anti-inmigrantes, el gobierno de Trump ha instruido a los consulados estadunidenses, incluso en medio de la pandemia, que los contratistas y los cul-

    tivadores procesen las visas H-2A, y todas las otras solicitudes de visas se han frenado. De hecho se levantaron todas las res-tricciones previas que especificaban que sólo le darían visa a los trabajadores que ya hubieran contratado en años previos.

    EDGAR FRANKS, un organizador de Familias Unidas por la Justicia, insiste: “Hay más de 5 mil trabajadores con visas H-2A en el centro del estado de Washington, y se espera contar con más de 20 mil para finales de agosto”. En San-ta María, Francisco Lozano también informa la llegada de trabajadores H-2A, conforme los productores buscan apar-tamentos disponibles para alojarles. “Las rentas están su-biendo muy rápido. Los precios también; las tiendas están ganando mucho dinero”.

    SEGÚN LA ABOGADA CORRIE ARELLANO, de California Rural Legal Assistance (CRLA), la organización que brinda asistencia legal a los jornaleros del estado, los contratistas y los productores traen unos 800 jornaleros cada año. “Al prin-

    cipio casi llenaban los moteles baratos en el pueblo, ahora están rentando casas y apartamentos y las rentas suben”. En un caso que llevó CRLA en Santa María, a José González, Efraín Cruz, Ana Teresa Cruza y Rosaura Chávez los tenían en una casa donde 18 o 20 jornaleros dormían en dos dormito-rios y a los que les dijeron que no podían salir salvo para ir a trabajar. Se reportó que una residencia de Santa María tenía hasta 80 trabajadores.

    PARA MARY BAUER, consejera general del Centro de los Derechos del Migrante, un grupo que se dedica a apoyar los derechos y el bienestar de quienes tienen visas H-2A, “no queda claro si los trabajadores podrán contar con acceso a atención médica o si van a poder aislarse si las condiciones requieren que así lo hagan. Los empleadores no tienen, a la fecha, la obligación de proporcionar viviendas que per-mitan que los trabajadores entren en cuarentena si les es necesario n

    EdiCión y traduCCión: Ojarasca

    JORNALEROS MEXICANOS EN LOS CAMPOS DEL NORTE

    TEXTO Y FOTOS: DAVID BACON

    EN LOS CAMPOS Y COMUNIDADES DE TODO ESTADOS UNIDOS, DOS MILLONES Y MEDIO DE TRABAJADORES AGRÍCOLAS AGUARDAN EL ZAPATAZO DEL CORONAVIRUS. EN LO QUE ESPERAN YA VAN SINTIENDO LOS DUROS EFECTOS DE LAS MEDIDAS PARA CONTENER SU DISEMINACIÓN.

  • EL TREN 3D: DESPILFARRO, DESPOJO, DEPREDACIÓN

    El 13 de marzo pasado, Corporativo en Soluciones Integrales (CSI) ganó la licitación para coordinar la elaboración del llamado Documento Técnico Unifica-do (DTU) —un documento con menos requisitos que una Manifestación de Impacto Ambiental (MIA)— que el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) entregará a la Se-cretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para que ésta le autorice comenzar la construcción del Tren “Maya” (TM). La empresa se especializa en producir MIAs y cobrará unos 8.8 millones de pesos sólo por la coordinación de la redacción del DTU. Los Términos de Referencia (TDR) del TM señalan que el DTU cubre el tramo Palenque-Escár-cega, Escárcega-Calkiní, Calkiní-Área Natural Protegida de Cuxtal y de ahí hacia Izamal, al oriente de Mérida.

    A pesar de que la pandemia de COVID-19 se vislumbra-ba desde enero, Fonatur decidió continuar con los preparati-vos del proyecto, pese a la falta de recursos públicos en áreas más importantes, como hospitales y equipo de protección para el personal médico. Incluso ha destinado dinero a acti-vidades irrelevantes para el “desarrollo de las comunidades”: 300 mil pesos para el arrendamiento de un tractor para el cuidado de un campo de golf, 119 mil pesos para manteni-miento de piscinas, 256 mil pesos para abastecer un restau-rante, 131 mil pesos para suministrar bebidas alcohólicas a un bar y 7.2 millones a su propia empresa Fonatur Infraestructu-ra para servicio y apoyo técnico no especificados.

    De hecho, la gran ganadora de las licitaciones del año pasado fue Key Capital, que elaborará el proyecto técnico del TM por 282 millones de pesos, seguida por Fonatur In-fraestructura, que recibió 94 millones de Fonatur Tren Maya. En 2019 se licitaron y adjudicaron 843 millones de pesos a empresas como Steer Davies & Gleave México (asesoría técni-ca), entre otras. Además, en un intento por limpiar su imagen “neoliberal” gastó 104 millones de pesos en publicidad y en “museografía” para una exposición del Tren y material audio-visual elaborado por la UNAM.

    Este despilfarro no ha sido diferente este año. 58% del monto licitado y adjudicado para el TM ha sido otorgado por Fonatur Tren Maya a Fonatur Infraestructura (65 millones), a la UNAM (14 millones), el elaborador del DTU (8 millones) y el grupo de seguridad privada PRYSE (7.3 millones). El año pasa-do, Fonatur contrató a la misma empresa CSI para promover, ante Semarnat, la exención de la MIA en el tramo llamado “FIT” —donde se encuentran las vías preexistentes del siste-ma ferroviario—, justificando que habría “mínimo impacto” porque “ya está construida la vía”. En los TDR Fonatur indica que consensaría el proyecto del Tren con los pueblos origina-rios, lo cual sucedió mediante una consulta a modo con auto-ridades ejidales y municipales y sin una campaña informativa clara, amplia, incluyente y en lengua maya.

    El DTU y el trazo encubren además el proyecto urbano y de reordenamiento territorial que acompaña al Tren. En 2019 se licitaron diversos anteproyectos para los polos de urba-nización y las estaciones de Palenque, Escárcega, Mérida, Chichen Itzá, Playa del Carmen, Tenosique y otros. Extrali-mitando sus atribuciones legales (que lo facultan sólo para realizar infraestructura turística), el director de Fonatur ha manifestado la orientación industrial del Tren y reconoce en diversos documentos la intención de urbanizar. Aunque se ostenta “sustentable” y “respetuoso del medio ambiente”, pretende construir un “polo de desarrollo” cerca del pobla-

    do de Pakal-Na sin un proyecto específico de ordenamiento territorial o urbano que, en principio, compete a otras depen-dencias y, por encima de éstas, a las comunidades que han habitado ahí por siglos.

    Se acusa a los detractores del TM de “fifís” o neolibe-rales, cuando el proyecto perpetúa el modo neoliberal de acaparamiento territorial y de uso de dinero público para comprar bebidas alcohólicas, promoción turística, viajes y hoteles para empleados de Fonatur y compra de agroquími-cos e insumos para mantener campos de golf (¿qué hay más excluyente y depredador?). En los Términos de Referencia (TDR), Fonatur habla de “conceptos estéticos atractivos” en las estaciones y los “polos de desarrollo”, sin especificar si és-tos serían agradables para los turistas o para los pobladores y, más aún, si esa infraestructura tiene utilidad más allá del Tren. El propio concepto de “polo de desarrollo” proviene de la academia, lejos del acontecer de las comunidades campe-sinas e indígenas. No obstante, este tramo “inocuo” podría afectar unas 840 mil hectáreas de núcleos agrarios y a no me-nos de 80 mil personas de origen maya a sólo 1 km del trazo, pero rara vez se habla de los efectos que tendrá sobre las ciu-dades por las que pasará el Tren y en la polarización de la ya conflictiva relación campo-ciudad en toda la península. Los TDR plantean que el TM atravesará Cuxtal, reserva ecológica municipal al sur de Mérida, de donde proviene el agua para “Mérida I”, sistema que abastece al centro histórico y a la zona de hospitales, a no menos de 200 mil habitantes e, irónica-mente, a más de dos mil 500 hoteles, muchos de ellos en el centro histórico.

    Aunque algunos han catalogado este proyecto como nuevo (de la 4T), muchos de los proyectos que se están re-activando a su alrededor tienen historia con gobiernos an-teriores. Como hemos dicho en otros artículos, el Tren res-ponde a un proyecto de acumulación y despojo ampliados. Desde inicios del milenio, distintos gobiernos yucatecos (incluido el actual) han promovido una expansión incontro-

    lada de Mérida, hacia el poniente, el norte y el sur. Poblados a las afueras de la zona conurbada han sido velozmente ab-sorbidos por proyectos inmobiliarios como Ciudad Caucel, Santa Fe, Las Américas y la expansión hacia la reserva eco-lógica de Cuxtal, al sur.

    Ni bien se construyó y expandió el anillo periférico de Mérida, se buscó hacer otro periférico que pasara por esta nueva zona conurbada y un macrolibramiento que, ahora, conectaría al TM con la carretera hacia Puerto Progreso, al corredor industrial y a la cervecería Modelo —recién insta-lada en terrenos que serían usados para otro aeropuerto internacional de la ciudad—, a un costado de la zona de ex-tracción de agua del sistema “Mérida II”, que abastece a otra parte considerable de la población de la ciudad. En esta zona, lo que hoy es el TM era antes llamado “Tren Transpe-ninsular” y tenía un trazo muy similar en la sección norte de su ruta.

    Algunos “especialistas” han olvidado el Acuerdo de Sus-tentabilidad de la Península de Yucatán (ASPY) y el proceso de urbanización salvaje de Mérida que pretenden convertirla en una nueva fuente de trabajadores para la maquila y de agua para la gran industria. Muchas de ellas vierten sus resi-duos en el subsuelo, confiadas en que la corriente subterrá-nea los sacará al mar, pero ¿qué pasará cuando los poblado-res urbanos no tengan acceso al agua en cantidad o calidad suficientes por la expansión urbana que provocará el TM? ¿Un nuevo trasvase? ¿Más despojo para los pueblos mayas? De igual modo, la UNAM exhibe una actitud esquizofrénica, colaborando “académicamente” con Fonatur para estudios geotécnicos, mientras otros miembros de su comunidad es-criben repetidamente contra el proyecto y el modo en que se lleva a cabo. En el norponiente de Mérida se construye un “Parque Científico” en el que se vislumbra un papel activo de la UNAM y otros centros públicos de investigación. Sería per-tinente preguntar si la comunidad universitaria se sumará a los profesionistas útiles a la nación o para hacer dinero a través de proyectos de despojo n

    SAMUEL ROSADO ZAIDI

    ABRIL 2020

    9

  • GLORIA MUÑOZ RAMÍREZ

    ABRI

    L 20

    20

    10

    Samir no conocía el miedo, dice su padre Cirino Na-bor Flores, a quien le hubiera gustado que lo cono-ciera, pues así, piensa, a lo mejor estaría vivo. Sentado en el patio de su casa, habla por vez primera de su primogé-nito, el luchador social, organizador de pueblos y defensor del territorio asesinado el 20 de febrero de 2019. No es fácil. La voz se corta, los silencios se alargan, la vista se nubla. Una luz aparece en su rostro cuando lo recuerda de pequeño: par-lanchín, preguntón, sociable, juguetón y bueno para la calle,

    tanto que a los cinco años ya se regresaba solo del kinder “Siervos de la Nación”, a donde sólo permitió que su mamá lo acompañara los primeros días.

    Cirino Nabor, campesino originario de Amilcingo, More-los, conoce a Epifania Soberanes Montaño en 1980. La joven nacida en Hueyapan llega a vivir a la comunidad con su fa-milia y se hacen novios. Un año más tarde empiezan a vivir juntos y en 1982 nace el primero de sus tres hijos, a quien ponen el nombre de Samir Flores Soberanes.

    La pareja de campesinos tiene 40 años juntos sin casarse. “Nosotros estamos bien así y somos felices ”, dice Cirino y lo confirma Epifania, con quien trabaja el campo hombro con hombro. Siembran maíz, cacahuate, amaranto y sorgo. Y en su milpa crecieron los ejotes, tomates, jitomates y tomatillos. Apenas acabó la primaria, Cirino agarró la yunta y empezó a arrear bueyes.

    Los primeros años la pareja vivió en la calle de Reforma, cerca de donde está actualmente Radio Amiltzinko, estación creada por su hijo y otros compañeros en 2013. Ahí se em-baraza Epifania, quien el dos de agosto de 1982, al sentir los primeros dolores de parto, se traslada a un pequeño hospital de Cuautla, donde un doctor de apellido Aguilar trae al mun-do a Samir, pues en Amilcingo, como en la mayor parte de las comunidades indígenas, no había servicios de salud. Tres años después nace su hermano José Luis y en 1990 Nayeli, la tercera y última hija.

    “Samir nunca fue un niño callado ”, dice su padre y lo co-rrobora Epifania, su madre: “Le gustaba hablar fuerte, reírse, todo quería saber”. Una vez, recuerda, “agarró una piedra y

    muy serio me dijo: ‘mamá, yo me pregunto para qué sirve esta piedra’. Y yo qué le podía contestar si se le ocurrían esas preguntas”. Amiguero, agrega, siempre fue. “Le gustaba la gente. Se sentaba en la puerta de la casa a ver pasar a los niños que iban a la escuela y desde ahí les hablaba, no le im-portaba si no le contestaban ”.

    Le gustaba jugar a los carritos y a la pelota. Y Epifania no salía de la escuela porque “a cada rato me mandaban llamar porque ya había hecho travesuras o se metía con sus compañeros, pero lo que pasa es que él nunca se dejó, ni de grande. Siempre se defendió. Por eso, cuando creció y se empezó a meter en cosas de política le decíamos que no anduviera en eso, que a lo mejor le podían pegar. Yo tenía miedo, me ponía a llorar y él me decía que no pasaría nada. Pero qué no va a pasar, ahorita dónde está. Nos lo arreba-taron y no se sabe ni quién. La verdad yo ni quiero saber, es mejor”. La tristeza es más grande que el orgullo que siente por la lucha de su hijo, dice Epifania, pues “una como madre quiere tener a sus hijos”.

    El amor por la tierra le viene también de pequeño. Des-de los tres años su papá se lo llevaba al campo: “Primero ahí nomás estaba jugando, pero como a los cuatro años empezó a aprender”. Ya de adulto, Samir siembra maíz, cacahuate y amaranto en la tierra que le comparte su padre.

    Martha Sánchez Barranco, una amiga de la infancia que después sería su compañera de lucha dentro del movimiento contra el Proyecto Integral Morelos (PIM), recuerda que ju-gaban juntos en la calle, “a las escondidas, a la botella, a las agarradas, a atrapar luciérnagas”. Samir pedía prestado un

    SAMIR SIN REVERSALOS PRIMEROS AÑOS DE UN DEFENSOR DEL TERRITORIO

    EL DIEZ DE ABRIL, EN EL MARCO DEL 101

    ANIVERSARIO DEL ASESINATO DEL GENERAL

    EMILIANO ZAPATA, SE PRESENTÓ EL LIBRO “SAMIR

    SIN REVERSA”, ESCRITO POR LA PERIODISTA

    GLORIA MUÑOZ RAMÍREZ. SE TRATA DE UN

    PERFIL DEL DEFENSOR DEL TERRITORIO NAHUA

    Y COMUNICADOR COMUNITARIO SAMIR FLORES

    SOBERANES, ASESINADO EL 20 DE FEBRERO

    DE 2019 EN AMILCINGO, MORELOS, DEL CUAL

    PRESENTAMOS EN OJARASCA EL PRIMER CAPÍTULO.

    PASA A LA PÁGINA 11

    Samir conduciendo su programa. Foto: Radio Amiltzinko

  • ABRIL 2020

    11

    burro a don Mario, papá de Martha, para llevárselo al campo, donde transcurría gran parte de sus días.

    Jorge Velázquez, uno de sus compañeros más cercanos en los últimos dos años, estudió con él preescolar, primaria y secundaria. A Samir le gustaba bailar y junto a Jorge se ins-cribió en el Club de Danza escolar. No es recordado como un alumno brillante ni de altas calificaciones, era “normalito”, pero “bueno para la danza y el futbol”.

    Samir termina la escuela primaria en 1993 y en 1994 ingresa a la telesecundaria Benito Juárez, que finaliza en 1996. Después cursa el bachillerato en Temoac y en el año 2000, a los 18 años, ingresa a estudiar Informática en la Universidad Tecnológica de Izúcar de Matamoros (UTIM), a donde se traslada a vivir compartiendo un cuarto con otros tres amigos.

    formaCión polítiCa

    La primera formación política de Samir Flores llega cuando aún es un niño. Junto con su amigo Juvenal So-lís, toma un taller de artes plásticas y de agricultura orgáni-ca que ofrecía un pintor que llegó a refugiarse a Amilcingo después del movimiento estudiantil de 1968. Oliverio Díaz “nos daba talleres para que fuéramos sustentables”, recuerda Juvenal, pero los padres de Samir no lo dejan ir a sus clases por sus ideas “raras”, o “a lo mejor porque él era ateo”. Samir entonces se escapa para ir con el “maestro pintor”, quien, al tiempo que les enseña a pintar y sembrar, les habla de la lu-cha: “Nos decía que nunca deberíamos tener patrones, que deberíamos ser independientes, que tuviésemos nuestro propio trabajo y que no fuéramos empleados de nadie”.

    Esas primeras ideas con contenido social se juntan con el recuerdo de su tío Vinh Flores Laureano, legendario luchador social con formación en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), quien en la década de 1970 luchó por la fundación de la Normal Rural para mujeres de Amilcingo y posteriormente por la conformación del municipio de Te-moac, integrado por cuatro comunidades indígenas: Amil-cingo, Huazulco, Popotlán y Temoac. Vinh Flores fue asesi-nado en 1976.

    Es el parentesco y el destino fatal de su tío la preocupa-ción del padre de Samir y el motivo por el que no lo deja ir a las clases del pintor, en cuya casa, recuerda Juvenal, “si ha-blábamos de religión nos corría, y nosotros salíamos espan-tados, como si hubiéramos visto al mismo demonio ”. Ya des-pués, dice, “fuimos entendiendo la verdad de sus palabras”.

    Después de esa época, Samir sale de Amilcingo para es-tudiar en Temoac y luego en Izúcar de Matamoros, Puebla, donde conoce a la que sería su compañera de vida y de lu-cha, Liliana Velázquez, para quien, no hay duda, “las ideas

    políticas Samir las traía en la sangre ”. Y a ella se las comparte desde que empezaron a ser novios.

    Samir tiene 20 años y habla con Liliana de la inconformi-dad por las injusticias que pasaban en su pueblo. Le cuenta también de las ideas del pintor que se le habían quedado en la cabeza. Desde su nueva residencia en Puebla se preocupa por las luchas de la Normal de su comunidad. “Si tenían pro-blemas o iban a organizar alguna marcha, venían por él y yo me preguntaba si no tendrían más gente o qué. Le pedían apoyo con el carrito, el sonido, con todo”, recuerda Liliana.

    Siendo su novia, Liliana vive, casi padece, su crecimien-to político. Y empieza también a involucrarse en sus luchas. Él entra a trabajar como director de educación en la presi-dencia de Temoac, único cargo que tiene en una instancia de gobierno, donde conoce a personas que se dedican a la agricultura orgánica y se integra en los talleres.

    “Cuando nos juntamos, la niña más grande ya tenía como dos años y yo ya estaba embarazada de la segunda. Nació la otra niña y las cargábamos a las dos para ir al campo a sem-brar orgánico. A la segunda le poníamos una hamaca en los árboles y nosotros nos poníamos a trabajar la tierra, mientras que la otra ya caminaba. A él le gustaba que ellas anduvieran

    ahí. Las dos empezaron a crecer así, y cuando ya tenían entre tres y cinco años nos íbamos a las marchas con las de la Nor-mal, con los maestros que nos invitaban. Él llevaba el audio y ellas andaban repartiendo los volantes”, cuenta su compa-ñera.

    Aunque era católico no era devoto, por la influencia del pintor, pero se acerca a la teología de la liberación y a los espacios de transformación social dentro de la iglesia. Ahí, a principios del 2006, conoce a Irma Sánchez, maestra origi-naria de Jantetelco, con quien inicia una amistad que termi-na con su muerte. En la Casa Comunitaria de Jantetelco es la primera vez que Irma puede hablar de Samir: “Él pertenecía a un grupo que se llamaba Guerreros Verdes y participaba con la doctora Elena Kahn, cuyo hijo era opositor a la pre-sa de Guerrero y se lo mataron. Él a su vez pertenecía a la Pastoral de la Tierra, una sección de la iglesia del Sagrado Corazón y de la teología de la liberación, donde también a mí me invitaron. Ahí nos hablaban de la Madre Tierra, de la contaminación y de lo que podemos hacer en la comunidad para apoyar, para liberar a los cultivos de los insecticidas y otras cosas”.

    lily, su CompañEra dE vida y dE luCHa

    Liliana Velázquez Fuentes estudió Contabilidad en un centro escolar de Izúcar de Matamoros, municipio donde Samir estudiaba Informática. El joven delgado y chaparrito se hace primero amigo de sus hermanos y luego la conquista a ella. Se hicieron novios un 26 de septiembre del 2002 y dos años después empiezan a vivir juntos, mientras siguen estu-diando. Cuando Liliana termina la carrera tienen su primer em-barazo; después Samir termina Informática y, aún sin titularse, empieza a estudiar Derecho en la Universidad Siglo XXI, ya con las ideas políticas más claras y pensando en la carrera que le serviría en la defensa de los derechos de los pueblos.

    Son años de mucha soledad para la joven pareja. Samir empieza a pintar paisajes con las yemas de los dedos en pla-tos de todos tamaños. El volcán Popocatépetl, frente al que vivió toda su vida, es el motivo que predomina en su colorida pintura. El oficio lo aprende en las calles de Izúcar, pregun-tando directamente a un artesano en la calle. También se gana la vida pintando rótulos y anuncios en las bardas, tarea que sería suya ya como activista. Su padre le ayuda a com-pletar los gastos, pero el dinero escasea con el embarazo y al año abandona la Universidad para trabajar en una tortillería. “En mayo nació mi hija y nos dedicamos a ser papás en Amil-cingo”, cuenta Lily.

    Samir y Liliana compaginan la vida familiar con los talle-res de agricultura orgánica. Tienen a su segunda hija y los cuatro caminan juntos a todos lados, hasta que en 2011 em-piezan los rumores de que se construirá una termoeléctrica en Huexca, un gasoducto en las faldas del volcán Popocaté-petl y un acueducto. “Los compañeros de Puebla nos empe-zaron a platicar sobre el proyecto que venía y Samir empezó a involucrarse, a hacer sus primeras reuniones con los ejida-tarios y a informar a los demás. Muchos lo tomaban de a loco. Yo también participaba e iba a las reuniones, pero casi nadie iba, eran si acaso unas diez personas, pero Samir no se des-animaba”, recuerda Liliana, quien lo acompaña a informar a Huexca y Los Limones.

    En ese año Samir ya trabaja como herrero, luego de aprender el oficio con un vecino. “Era muy dedicado, le da-ban las nueve o diez de la noche en el taller y se quedaba tra-bajando. Cuando empezó el proyecto de la termoeléctrica, él tenía dos trabajadores y cuando terminaban se alistaban para irse a informar a Huexca o a donde fuera. Él subía el au-dio al carro y allá íbamos a informar lo que se venía con ese proyecto. Llegaban los compañeros de Puebla, él llevaba el audio y los demás el proyector y la computadora y así hacían sus reuniones ”.

    Liliana los acompaña poco tiempo, pues un tercer emba-razo de alto riesgo le impide continuar en el camino. Samir conoce a más gente y se involucra de tiempo completo en la lucha contra el Proyecto Integral Morelos n

    VIENE DE LA PÁGINA 10

    Don Cirino y Doña Epifania, padres de de Samir. Foto: Gerardo Magallón

    Samir con su compañera Liliana. Foto: Archivo de la familia Flores Velázquez

  • PASA A LA PÁGINA 13

    ABRI

    L 20

    20

    San Juan Chamula, Chiapas. Foto: Mario OIarte 12

    El 24 de marzo la Cámara de Senadores aprobó la Ley Federal para el Fomento y Protección del Maíz Nativo (LFFPMN) tras un año de correcciones y discu-sión por parte de las cámaras de senadores y diputados. En la última versión, aunque hubo ajustes, se mantuvo el núcleo

    de contenidos que traen aparejados enormes problemas, tal como señaló la Red en Defensa del Maíz en su posiciona-miento del 2 de octubre de 2019.

    El primero y más evidente es que la Ley, como ha insisti-do coloquialmente la senadora Ana Lilia Rivera, “no prohíbe nada”. Cómo puede protegerse el maíz nativo sin decretar una moratoria, frenar o prohibir la siembra experimental, piloto y comercial del maíz genéticamente modificado, así como su trasiego y comercialización.

    Hoy sabemos que sus promotoras asumen imposible prohibir el maíz transgénico si la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados lo permite, y si el nuevo Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) impulsa su comercialización. ¿En dónde queda en-tonces la promesa del presidente López Obrador de que no habrá cultivos transgénicos en México, al menos los desti-nados a la alimentación?

    El artículo 4 de esta Ley declara que es obligación del Es-tado garantizar el acceso al consumo de maíz nativo y sus productos derivados, sin organismos genéticamente modifi-cados (OGM), situación poco factible de lograr sin prohibicio-nes claras de siembra y con un mercado abierto a las impor-taciones de grano de maíz viable como semilla, procedente de Estados Unidos, donde más del 90 por ciento del maíz es transgénico.

    El segundo problema que señaló la Red es que se definie-ra el maíz nativo como “semilla básica” de conformidad “con el artículo 3 de la Ley Federal de Producción, Certificación y Comercio de Semillas” y según la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV). La LFFPMN aprobada define mejor al maíz nativo, pero lo limita a las ra-zas que sean identificadas por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), es decir, sólo las catalogadas.

    La tercera cuestión son los bancos de semillas. El artícu-lo 13 de La Ley señala que el Estado fomentará la creación de Bancos Comunitarios de Semillas de Maíz Nativo por parte de ejidos y comunidades. Pero entre las atribuciones del Consejo Nacional de Maíz (Conam), instancia también creada por esta Ley, tiene la de opinar para la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) sobre la autorización y supervisión de los Bancos de Semillas. Hoy, si cualquier ejido o comunidad decide crear y operar un banco de se-millas es totalmente libre de hacerlo, no tiene que pedir au-torización de ninguna instancia. Esta Ley le da injerencia al Estado para autorizar y supervisar los bancos de semillas de los ejidos y comunidades.

    Los bancos de semillas comunitarios tienen poca acep-tación campesina pues cada familia acostumbra guardar su propia semilla para la siembra en el siguiente ciclo. Las semi-llas se intercambian libremente entre la gente por sus cana-les de confianza.

    De lo más grave es que el artículo 12 plantee que Sader, la Secretaria del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Se-marnat), la de Cultura y el Conam identificarán las áreas geo-gráficas en las que se practiquen sistemas tradicionales de producción de “razas de maíz nativo”, según la información con que cuenten, además de incluir lo dicho por productores y otras instituciones más.

    Ésta es una idea desatinada: encapsular la producción de maíz nativo, y por ende toda la riqueza de las milpas, que du-rante milenios ha funcionado para mantener vivo y diverso, no sólo el maíz, sino la agricultura campesina y las comuni-dades. Reducirlas a regiones acotadas y definidas por el Es-tado y algunos productores (verdaderas “reservaciones de maíz nativo”), como todas las estrategias segregacionistas, establecerá también la paradoja de que el resto de regiones no lo son.

    No importa que se afirme que en estas regiones “...las se-cretarías establecerán las medidas necesarias para fomentar la sustentabilidad de los sistemas tradicionales de produc-ción de maíz nativo.” Al ser el maíz un cultivo de polinización

    ANA DE ITA Y RAMÓN VERA-HERRERA

    LEY DE FOMENTO Y PROTECCIÓN DEL MAÍZ¿NUEVO EMBATE LEGAL CONTRA LOS PUEBLOS?

  • VIENE DE LA PÁGINA 12

    LA INDUSTRIA Y LAS

    SECRETARÍAS DE

    ESTADO CELEBRAN

    EL GRADO DE

    INOCUIDAD DE LA LEY

    PERO ¿ES DE VERDAD

    INOCUA?

    NO SÓLO NO DAÑA SUS

    INTERESES SINO QUE

    LOS POSICIONA

    Solidaridad con la Primera Nación Wet'suwet'en, Canadá, 2020. Artista: Gord Hill

    ABRIL 2020

    13

    Un macho blanco llega

    borracho con sus botas

    incrustadas en rojo y blanco,

    y se topa con este

    gran hombre comanche

    en el mingitorio. Comanche

    termina, sube su cremallera

    y comienza a retirarse.

    cruzada, resulta inútil delimitar fronteras que el viento y los insectos no respetan. Por qué poner un freno a los intercam-bios libres de semillas y saberes entre pueblos, cuando die-ron origen a la gran diversidad de razas y variedades que se transforma con los siglos.

    Sin darse cuenta, las promotoras de esta Ley, al remitir a las instituciones del Estado y a un Consejo omnipresente la definición de dónde sí y dónde no se cultiva maíz nativo,

    “Dígaaame, jefe”, apoyado

    en la pared, sacudiéndoselo,

    “¿nunca le enseñó su mamá

    a lavarse las manos después de mear?”.

    Comanche en la puerta,

    sin voltear, dice:

    “No. Pero me enseñó a no

    mearme en los dedos”.

    o la supervisión de los bancos de semillas comunitarios, es-tán contraviniendo el principio de autodeterminación de los pueblos e impidiendo el intercambio de semillas y saberes de los cuales el maíz es fruto.

    La discusión sobre reservaciones de maíz se dio en 2011 cuando en aras de poner en marcha la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados, popularmente conocida como Ley Monsanto, las secretarías de Agricultura y de Ambiente impusieron una definición de los centros de origen y diversidad de maíz (2011). A los intentos de segre-gación por regiones las comunidades campesinas e indíge-nas, junto con gente de ciencia y amplios sectores sociales, reclamamos que todo México y más es centro de origen y diversidad del maíz. Así también frente a la LFFPMN hoy reclamamos que en todo México se siembra y se siembre maíz nativo.

    Proponer la estrategia de reservaciones de maíz es per-mitir la siembra de cualquier cosa y bajo cualquier método en las regiones donde el Estado y su Consejo del Maíz de-finan que no se siembra maíz nativo. Son las corporaciones semilleras las que han impulsado esta segregación regional con tal de sortear las prohibiciones a la entrada de sus pro-ductos, sobre todo las semillas de cultivos genéticamente modificados.

    De ahí que no extraña la felicitación a los diputados por la aprobación de la LFFPMN de la Asociación Mexi-cana de Semilleros AC (AMSAC), donde encomian que se sal-vaguarde y aproveche “la diversidad genética del maíz nati-vo y otros recursos fitogenéticos”. Y dicen: “Como Asociación continuaremos trabajando para promover el objeto de esta

    ANADARKO JOHNCarroll Arnet

    Carroll arnEt (Oklahoma, 1927), cheroqui. Aparece en la antología Voices of the Rainbow. Contemporary Poetry by Native Americans (ed. Kenneth Rosen, Arcade Publishing, Nueva York, 2012).

    traduCCión: JustinE montEr Cid

    ley, así como aumentar la producción de alimentos básicos en México, aprovechando los desarrollos tecnológicos como las semillas mejoradas cuyas características han beneficiado enormemente a la productividad agrícola y ayudan a mitigar los efectos negativos del cambio climático haciendo frente a los desafíos de la agricultura moderna”.

    En 2010, GRAIN resaltó la presentación que hacía la AM-SAC de sí misma como “una asociación que integra a todo el sector semillero en México, que tiene poder e influencia en las decisiones gubernamentales, con capacidad de ges-tión y participación en leyes y normas y es reconocida por sus servicios e infraestructura para resolver la problemática de sus agremiados”. AMSAC en México es claramente un ‘lobby’ muy eficiente sin relación alguna con la agricultura campesina ni el maíz nativo, y en cambio han sido promo-tores de los organismos genéticamente modificados, de la Ley Federal de Producción, Certificación y Comercio de Se-millas del 2007 y de que México se adhiera al convenio de UPOV versión 91, donde se promueve la privatización de las semillas. En AMSAC están todas las grandes transnaciona-les de la semilla, entre las que se encuentran en su consejo directivo los gigantes genéticos Bayer, hoy fusionada con Monsanto, y Syngenta, además de Corteva, que hoy suma varias fusiones.

    Entonces la industria y las secretarías de Estado celebran el grado de inocuidad de la ley pero ¿es de verdad inocua? No sólo no daña sus intereses sino que los posiciona.

    Las comunidades la impugnan por el grave daño que se hace a la milenaria labor de crianza mutua con el maíz y la milpa, y a los pueblos que siguen reivindicando ser gente de maíz en defensa de sus territorios y su autonomía n

  • ABRI

    L 20

    20

    Campesino en el Jovel. Foto: Mario OIarte

    14

    Nos acusan de estar contra el desarrollo, pero no es cierto. Lo que ocurre es que nos ignoran y supo-nen que los indios somos pendejos. Pero se aganda-llan por varias razones. Primero porque cuentan con informa-ción que nosotros no tenemos. Porque cuentan con el apoyo político y tienen dinero y con eso vienen y aventajan. Si esto no es conquista y colonia, qué chingados es.

    Pero entonces decimos: esto ya no va a pasar. En los úl-timos años han llegado varios megaproyectos que tienen en común dos rasgos importantes: el primero es arrebatarnos el territorio. Un segundo rasgo es no respetar nuestra visión y no tomarnos en cuenta.

    Están instalando granjas porcícolas y cada una cría 50 mil cerdos. Los deshechos están dirigidos a los cenotes; pero los cenotes son los lugares donde nosotros nos abastecemos de agua y nuestros animales también. Ahora resulta que hasta los venados caca de cochino toman. Les hemos reclamado y nos dicen: no, sí hay un estudio de impacto ambiental. Así. Y según ustedes para qué sirve, les decimos. Son estudios que se hacen para cuidar el medio ambiente. Pues qué raro cuidan ustedes el medio ambiente, les contestamos. Noso-tros no lo cuidamos así.

    En la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal, la asamblea de la que yo soy integrante, hemos re-corrido varias regiones con amigos y amigas de la academia, que están en un colectivo que se llama Articulación Yucatán. Y les hemos preguntado: ¿nos pueden explicar qué son los estudios de impacto ambiental? Y han hecho un trabajo muy interesante y con ellos le hemos hecho observaciones a esos estudios y resulta que están muy mal hechos.

    Y protestamos: por qué están mal hechos, ¿no se supone que quien los hace es especialista? Uno de los estudios de im-

    pacto ambiental decía que efectivamente encontraron nidos de pájaros en una zona, pero decidieron tomar los nidos de pájaro y sacarlos de esa zona para que el pájaro no se viera afectado. Los que crecimos en el monte y que no fuimos a la universidad y que no somos biólogos, sabemos que en el momento que pones la mano en el nido o tocas el pájaro, el pájaro no regresa.

    A quién chingados quieren engañar. Y la Semarnat, porque ellos lo palomean, curiosamente nos dijeron de este estudio de impacto ambiental: lo que pasa es que hay un protocolo y es válido cambiar el nido de los pájaros a otro lugar. Así se la juegan. Entonces descubrimos también que quien paga estos estudios es la empresa. La empresa paga su estudio a un especialista, este especialista paga su estudio a otras per-sonas, pasan por algunos filtros y después el último eslabón lo palomea la Semarnat.

    Y nos dicen: ustedes indios no están de acuerdo con nada, les gusta vivir abandonados, vivir en la marginación, nosotros queremos hacerles un favor, queremos desarrollar el sureste que hace mucho tiempo está abandonado. Por eso ya metimos chiqueros, ya les metimos parques eólicos, turis-mo verde, transgénicos. Para que les duela un poco más les metemos un tren.

    Ninguna comunidad en Yucatán solicitó un tren. Cuando escuchamos el discurso de “vamos a favorecer el desarrollo en el sureste”, nosotros pensábamos que estaban hablan-do de mejorar la salud, de mejorar la vivienda y la educación.

    Y constatamos varios impactos en nuestra vida que nos duelen, como la devastación de la selva mediana, la selva alta. Está el caso de lo que hacen los menonitas en Quintana Roo: es una cosa espantosa. Desmontan árboles que tienen unos 200 años, pero no es un árbol. Hablamos de hectáreas. Los menonitas meten maquinaria así a lo bestia, y con cade-nas arrastran el monte, pero además lo que tiran lo apilan y le meten fuego, ni siquiera aprovechan la madera. La queman.

    Con las granjas industriales hay una contaminación te-rrible en los cenotes; una contaminación del aire. El tufo de 50 mil cerdos. Y ellos dicen: si ya saneamos el agua. No hay ningún problema.

    Llevaron a los diputados de Yucatán para mostrarles y los diputados dijeron: sí está saneada. Y los diputados, pues bueno, son diputados, qué más. Entonces yo un poco mo-lesto me pongo impertinente y hasta un poco grosero; de repente me salen palabras técnicas y le digo al tipo que dice que está saneada el agua: oye, y por qué no pones un chiquero en tu casa; total, vas a sanear el agua, no te va a llegar el olor. No chingues, ponlo en tu casa. Por qué lo traes a mi casa.

    Entonces hay contaminación del aire y la contaminación por el glifosato es una cosa seria en toda esa zona de Ho-pelchén. Casi hasta Guatemala por Quintana Roo hay una deforestación del monte y hay contaminación con glifosato. Alguien se atrevió a hacer estudios y descubrió que en la le-che materna hay glifosato, en el semen hay glifosato.

    Otra cosa que nos duele mucho es la muerte de los ani-males, la muerte de aves y de murciélagos. Alguien diría: a quién le preocupa que se mueran los pájaros; pues a noso-tros claro que nos afecta que se mueran los pájaros, si los pá-jaros son sembradores también. De este árbol que se llama k’úumche’, los pájaros comen y luego distribuyen las semillas en todo el monte. Por eso tienen comida otros animales. Si se mueren las abejas o se mueren los murciélagos, qué le im-porta a esa gente. Esos aerogeneradores pueden matar a los pájaros migrantes. Pero me dicen: es que tú no sabes, como eres indio no sabes que los aerogeneradores son inteligen-tes. Y le digo entonces le debí preguntar al aerogenerador y no a usted.

    De ese tamaño está la situación: hay muerte de aves, de murciélagos, está el problema de la eliminación de las plan-tas medicinales. Cuando viene una deforestación nadie pre-gunta si esta planta es medicinal o no. No les interesa saberlo.

    Un compañero en Valladolid, casi llorando, nos dijo: nosotros aquí hacemos artesanía con bejucos, hacemos cestos, y cuando deforestan acaban con los bejucos que son nuestra fuente de vida, y dónde vamos a cortar los bejucos para hacer nuestra artesanía. También sirven para instru-mentos que utilizamos aquí en la casa.

    Esto me hizo recordar este cuentito que escribe Bruno Traven que se llama “Canastitas en serie”. Él retrata la dispari-dad entre la lógica capitalista y la nuestra. Eso exactamente es lo que nos pasa hasta el día de hoy.

    Otra cosa que nos preocupa cuando se deforesta es que se van a ir los venados, los jabalíes. Ningún venado va a venir, ningún jabalí va a cruzar entre un millón de paneles solares con alegría.

    Imagínense corriendo los venados entre los paneles so-lares, imagínense a los pájaros floreando allá en los paneles solares.

    En cambio cuando hacemos milpa vemos a los pájaros florear allá sobre la milpa porque tienen qué comer.

    También destruyen la tierra, fumigan y ponen fertilizan-tes químicos y después de algunos años la tierra ya no da. Se desgasta, se muere, se destruye. En la comunidad se generan conflictos, la gente que comienza a creer (y también tengo que admitir que son muchos), que creen lo que les dice el gobierno, lo que les dicen las empresas, están dispuestos a defender la causa de las empresas. En San José Tipceh, en el municipio de Muna en Yucatán, nos querían asesinar por-que fuimos a acompañar a los compañeros que no quieren el proyecto solar allá. Y pues los otros que sí lo quieren, que son muchos, alimentados por la empresa que les lleva su cochinita todos los domingos en la mañana y cartones de cerveza, pues se aventaron contra nosotros. Y fue una de las veces que sufrimos agresiones físicas. Y luego nos volvieron a amenazar de muerte y esa amenaza viene de gente que sabe y que está relacionada, y provoca conflictos en la comunidad.

    Otro problema que tenemos es que con este megapro-yecto llegan también los grupos delictivos, el narcotráfico. Ya es más frecuente que las avionetas (hasta en pistas federales) aterricen con toneladas de cocaína. Son cosas que nosotros

    PEDRO UC BE

    MÚUCH’ XÍINBALLA ORGANIZACIÓN COMO ASAMBLEA DEL TERRITORIOVIENE DE RECONOCER LOS PROBLEMAS

    PASA A LA PÁGINA 15

  • Mujer con jarrón de barro, San Juan Chamula. Foto: Mario OIarte

    ABRIL 2020

    15

    no estamos acostumbrados a vivir en la comunidad y nos po-nen en riesgo.

    Un problema adicional es la migración. La gente que ya vendió o que ya rentó sus tierras sabe que ya valió porque, se-gún la nueva ley que se hizo en tiempo de Peña Nieto, cuando se renta la tierra por treinta años, en el contrato aclara que si la empresa lo decide puede prorrogar hasta dos ocasiones más sin que tenga que pedirle permiso a los dueños. Estamos ha-blando de 90 años. Si esto no es despojo qué chingados es.

    Con el Tren Maya y todos sus megaproyectos, que yo les llamo Fonatren, se va a generar mayor pobreza, mayor igno-rancia de la gente, por los niveles de corrupción. Esto forta-lece la corrupción de las autoridades en todos los niveles. La mayoría de los comisarios ejidales son unos pinches corruptos y los corrompieron con 10 mil pesos, con 5 mil pesos, con 20 mil pesos. Con eso corrompen a un comisario ejidal y simula una asamblea y sella y firma el contrato. Y como él es la autori-dad los papeles entran en el Registro Agrario Nacional (RAN) y como ahí también hay corruptos, pues que pase, y se aprueba.

    Finalmente es la pérdida de la cultura y de la lengua ma-dre. Perdemos nuestros valores y pensamos que de verdad vamos a tener desarrollo. Y sí, tal vez ese desarrollo viene: van a poner un Oxxo, un Walmart. Y si no tengo dinero no puedo pasar a comprar allá. Y si el Oxxo necesita un predio porque tiene que crecer, pues me va a decir: lo sentimos mucho, o te quitas o te quitamos.

    Entonces se genera la migración. Me da mucha tristeza cuando veo que mucha gente de Centroamérica viene para pasar y cruzar al Norte y tal vez en unos años nos agarremos de las manos con ellos y nos enfrentemos al muro. Porque hay otro muro, hay uno en el Istmo que nadie ve todavía.

    Nosotros como Asamblea del Territorio Maya Múuch´ Xíinbal somos comunidades mayas que nos convoca-mos para crear estrategias para la defensa de nuestro territo-rio en contra de los megaproyectos.

    Nuestro lema es: no vendemos ni rentamos la tierra. Nues-tros principios son conservar nuestra lengua, nuestro territorio y nuestra cultura. Tenemos que conocer y defender nuestros derechos como pueblos mayas. Y cuando digo derechos, no necesariamente son los reconocidos en la Constitución.

    Creemos que tenemos derechos que no están reconoci-dos y tenemos que pelear por ellos. Los tenemos que luchar y defender. También necesitamos conservar nuestra indepen-dencia de los partidos políticos, de las religiones. Algunas ve-ces algunos diputados nos han llamado y nos dicen: oye qué chingón lo que están haciendo en Múuch´ Xíinbal. En qué les ayudo. Gracias, le contestamos, en que no te metas nos vas a ayudar mucho. No queremos nada con los partidos políticos, ni con muchas fundaciones. Me duele decir que sé que muchas fundaciones que dan dinero a las ONGs son fundaciones capi-talistas que terminan generando el camino para este despojo.

    Como asamblea promovemos nuestra autonomía y auto-determinación como comunidades mayas de la mano con el Congreso Nacional Indígena, el CNI. También construimos y ejecutamos un plan de vida con nuestros aliados. Hacemos una serie de actividades: talleres de información y formación en maya y castellano en las comunidades. Recorremos todas las comunidades en la península de Yucatán y si lo podemos hacer es porque creemos en lo que hacemos y no cobramos. Quienes estamos en Múuch´ Xíinbal somos voluntarios. Na-die tiene un sueldo ni queremos tenerlo, porque sabemos que si no tenemos dinero es un problema, pero si tenemos dinero ya tenemos dos problemas; entonces preferimos no tener el dinero y ser voluntarios, trabajando con las comu-nidades. No queremos hacernos una asociación civil de ésas que se dedican a bajar fondos, no vamos a hacer eso, somos gente de comunidades, personas de 25 comunidades en este momento que nos organizamos, que nos comunicamos y nos organizamos n

    Segunda y última parte de la presentación de Pedro Uc Be en el Taller en Defensa de los Territorios, Dirección de Etnología y An-tropología Social (DEAS) del Instituto Nacional de Antropología e Historia, 13 de febrero de 2020.

    COYOTE, PARECE Shaunna McCovey

    Coyote, parece

    que puedes tentar la lluvia,

    llamarla por su verdadero nombre,

    hacer que su significado cambie,

    en una casa hecha con piedras

    llena de historias.

    Y Coyote, parece

    que moldeas fácilmente con la luz del sol

    seres poderosos

    en formas que no se pueden ver

    a menos que se calienten

    al borde de una nube.

    Y Coyote, parece

    que hay historias de ti contadas

    por aquellos que no sabían

    que robaste el fuego para aliviar a otros del frío.

    Y quizás no seas

    tan tramposo después de todo.

    sHaunna mCCovEy (karuk/yurok) ha trabajado como activista política y organizadora por muchos años y sus escritos han aparecido en muchas revistas,

    incluida News From Native California.traduCCión: JustinE montEr Cid

    VIENE DE LA PÁGINA 14

  • ESCARBAR LA TIERRA PARA EL MURO/TITLALUAUANAS NIMAN TITLATSAKUAS

    Martín Tonalmeyotl

    ABRI

    L 20

    20

    Calle en San Cristóbal de las Casas. Foto: Mario Olarte16

    Tikuiteuas se tepantle ika tsontekomamej

    Timomakuitlayotis ika intl