IMPERAILISMO-HEGEMONIA Y EL FIN DE LA UNIPOLARIDAD

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IMPERIALISMO, HEGEMONÍA Y ¿EL FIN DE LA UNIPOLARIDAD? Parte I Dr. JORGE VERAZA URTUZUÁSTEGUI México, D. F., 2008

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Actualmente se escuchan múltiples voces que en diversos tonos y por diversos motivos señalan que la hegemonía mundial de EU se encuentra en crisis y no sólo que este país experimenta desde agosto de 2007 una formidable crisis económica que se viene profundizando cada vez más y está lejos de haber tocado fondo; pero también –-aunque en menor número-- se escuchan voces como la de Raúl Zibechi que señala e intenta demostrar con gran ingenio que la hegemonía de EU se encuentra hoy fortalecida y, correspondientemente, América Latina se encamina “Hacia el Fin de la Década Progresista” en la que países como Brasil, Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador y Uruguay, etc., pudieron enfrentarse con cierto grado de eficacia al imperio, pero ahora pierden terreno mientras EU parece recuperarlo. En fin, más allá de la corrección o incorrección de cada una de estas posiciones debemos asumir su contraste; y con él, asumir la necesidad de forjar criterios teóricos suficientes como para orientarnos en la coyuntura pudiendo evaluar adecuadamente si la hegemonía mundial de EU se encuentra en crisis o no, si el sistema-mundo seguirá siendo unipolar o si se abre una era de multipolaridad en el orbe capitalista, etc. En lo que sigue quiero hacer patente que Karl Marx nos ha legado los criterios suficientes para evaluar la condición de la hegemonía mundial de EU y su desarrollo posible y así orientarnos en la coyuntura actual; precisamente por eso quiero aprovechar que en este año de 2008 se cumplen 190 años de su nacimiento en 1818, así que quiero dedicar mi intervención a la memoria de este gran pensador.

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IMPERIALISMO, HEGEMONÍA

Y ¿EL FIN DE LA UNIPOLARIDAD?

Parte I

Dr. JORGE VERAZA URTUZUÁSTEGUI

México, D. F., 2008

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IMPERIALISMO, HEGEMONÍA Y ¿EL FIN DE LA UNIPOLARIDAD?

Actualmente se escuchan múltiples voces que en diversos tonos y por diversos

motivos señalan que la hegemonía mundial de EU se encuentra en crisis y no sólo

que este país experimenta desde agosto de 2007 una formidable crisis económica

que se viene profundizando cada vez más y está lejos de haber tocado fondo;

pero también –-aunque en menor número-- se escuchan voces como la de Raúl

Zibechi que señala e intenta demostrar con gran ingenio que la hegemonía de EU

se encuentra hoy fortalecida y, correspondientemente, América Latina se

encamina “Hacia el Fin de la Década Progresista” en la que países como Brasil,

Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador y Uruguay, etc., pudieron enfrentarse con

cierto grado de eficacia al imperio, pero ahora pierden terreno mientras EU

parece recuperarlo. En fin, más allá de la corrección o incorrección de cada una

de estas posiciones debemos asumir su contraste; y con él, asumir la necesidad

de forjar criterios teóricos suficientes como para orientarnos en la coyuntura

pudiendo evaluar adecuadamente si la hegemonía mundial de EU se encuentra en

crisis o no, si el sistema-mundo seguirá siendo unipolar o si se abre una era de

multipolaridad en el orbe capitalista, etc. En lo que sigue quiero hacer patente

que Karl Marx nos ha legado los criterios suficientes para evaluar la condición de

la hegemonía mundial de EU y su desarrollo posible y así orientarnos en la

coyuntura actual; precisamente por eso quiero aprovechar que en este año de

2008 se cumplen 190 años de su nacimiento en 1818, así que quiero dedicar mi

intervención a la memoria de este gran pensador.

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1. La teoría de Karl Marx sobre el imperialismo y la hegemonía mundial

El capitalismo es inherentemente imperialista, o por decirlo con mayor precisión:

el modo de producción capitalista específico, esto es, maquinístico gran

industrial ―pues la maquinaria y la gran industria constituyen, según Karl Marx1,

el modo de producción propio de la sociedad burguesa― el modo de producción

capitalista específico, digo, es intrínsecamente imperialista. El imperialismo no

es una fase del capitalismo (como creyera Lenin2) ni un rasgo decadente del

mismo (como creyera Rosa Luxemburgo3) sino la expresión concreta de la esencia

del dominio del capital industrial sobre la sociedad.

Y según esto, tenemos que la figura desarrollada del dominio del capital

industrial sobre la sociedad es el mercado mundial; y el correlato del dinero en

tanto equivalente general de los intercambios mercantiles, es la promoción de

una nación hegemónica como equivalente general que domina el metabolismo

económico y político (y cultural) de todo el orbe. Tal es la idea que resulta de El

Capital y de la crítica de la economía política en sus seis libros4.

1.1. Cómo entender o mal entender la hegemonía mundial capitalista y el

combate contra la misma (“Los Movimientos del 47”).

Capitalismo, imperialismo y hegemonía mundial de una nación capitalista

son tres términos que se co-pertenecen en la teoría del desarrollo capitalista de

Karl Marx, por cierto, ya veinte años antes de la publicación del primer tomo de

El Capital en 1867. En efecto, en un artículo decisivo publicado en 1848 y

titulado “Los Movimientos del 47” Karl Marx prevée la sustitución de la

hegemonía mundial de Gran Bretaña por la hegemonía de EU; es decir, hace poco

1 Karl Marx, El Capital; Tomo I, Capítulo 13 “Maquinaria y Gran Industria”. 2 I. I. Lenin; El imperialismo, fase superior del capitalismo (1914). 3 Rosa Luxemburgo, La acumulación de capital (1912); Edit. Grijalbo, México, 1970. 4 Karl Marx, Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859).

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más de 162 años y ni más ni menos que 100 años antes de que dicha sustitución

ocurriera efectivamente, al término de la Segunda Guerra Mundial (1945).

Pero no sólo prevée dicha sustitución de hegemonía, sino que la

argumenta en términos geopolíticos. Señalando como factor fundamental la

situación privilegiada de EU en medio de los dos más grandes océanos mundiales

―así que en capacidad de poder dominarlos y, con ello, el metabolismo social de

todo el orbe capitalista― el Atlántico y el Pacífico. Situación lograda por EU

precisamente a partir de 1847, después de arrebatarnos a los mexicanos

mediante guerra de conquista más de la mitad de su territorio: Texas, Nuevo

México, Oklahoma, California y Utah, etc. Con lo que EU obtuvo una plataforma

continental, un inmenso valor de uso geopolítico, podríamos decir, un territorio

firme y apto como útil instrumento para dominar el mundo. Un “instrumento”

que de ninguna manera se encontraba en las manos de Gran Bretaña o Francia en

aquel entonces; pero, incluso, por ninguna de las restantes naciones en la

actualidad.

Vaya esto contra Ricardo Pascoe quien en 2008 releyó dicho artículo

periodístico de Marx para, con base en el mismo, hacer una frustrante

rememoración con la intención de pretender celebrar de mala fé el aniversario

190 del nacimiento de Karl Marx (1818) cuando que, más bien, su intención recta

fue hacer una loa a modo de artículo periodístico5 de la reforma energética del

presidente espurio Felipe Calderón, santánnica y entreguista hasta las cachas del

petróleo de los mexicanos.

Sin embargo, no sorprende no digamos la cortedad de miras sino,

tampoco, la peste emocional6 de este periodista y flamante lector de un artículo

como el de Marx, que hace época, cuando no descubre en el mismo precisamente

5 Ricardo Pascoe, en el periódico El Universal; 23 de abril de 2008 (http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/40337.html) 6 Al respecto Cfr. Wilhelm Reich; Análisis del carácter, Edit. Paidós, Buenos Aires, 1978, Capítulo XII, “La Plaga Emocional”.

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la sorprendente previsión de la sustitución de la hegemonía capitalista sino que

se le escurre entre los dedos debido al enfermo y mezquino interés del periodista

de marras de pergeñar algunos chismes a beneficio de EU y de Calderón,

malversando los conceptos de Marx. Y no sorprende, porque desafortunadamente

decenas de lectores durante el Siglo XX, con más altura moral e intelectual que

la de Pascoe, lectores que van de Pedro Scarón7 ―a José Aricó8 y Carlos Franco9

y otros― no han sabido registrar adecuadamente esta tesis decisiva de Marx

presente en el referente artículo y, aún peor, han mal interpretado el resto de

ideas ahí presentes no por querer ponerlas a beneficio de EU o de un vende

patrias como Calderón ―que quizá ni nacía cuando ellos leyeron a Marx― sino al

contrario, por querer oponerse a EU y creer erróneamente que Marx no lo hacía.

Tan fuerte y paradójico es el dominio ―también ideológico― de la potencia

hegemónica capitalista mundial, pues provoca este tipo de espejismo y

despropósitos, incluso, en sus opositores.

Ciertamente Marx en “Los Movimientos del 47” no toma partido en contra

de México y de los mexicanos, como de mala fe para servirle al imperio

norteamericano o por tratar de criticarlo se ha querido leer; más bien, toma

partido por el proletariado mundial y por la humanidad, incluidos los mexicanos

por supuesto. Y en el contexto de esta empresa constata un resultado histórico:

EU ha invadido México y lo ha conquistado. Además, le ha arrebatado poco más

de la mitad de su territorio. En tercer lugar, de ninguna manera Marx se

encuentra recomendando que ocurran en el futuro invasiones o conquistas

imperialistas y despojos de pueblos más débiles por más fuertes, en este caso de

México por EU, como erróneamente se ha querido leer el ensayo de Marx;

prestándole, así, un servicio al imperio prestigiándolo con el dicho de Marx,

paladín del proletariado y de los pobres de la Tierra. Más bien como digo, Marx

no se encuentra recomendando nada para el futuro, sino constatando un

resultado histórico incontrovertible. Mientras que mal interpretarlo le presta un

7 Cfr. sus notas al libro Materiales para América Latina de Karl Marx y Frederic Engels; Edit. Siglo XXI, México, 1974. 8 José Aricó, Marx y América Latina, FCE, México, 1980. 9 Ibid. Prólogo.

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servicio al imperio intencionalmente como en el caso de Ricardo Pascoe (y por

añadidura a la vez cínica e hipócritamente) o le presta dicho servicio de manera

no intencionada como es el caso de los intelectuales a los que hemos aludido.

Más bien Marx señala un resultado positivo para el proletariado y la humanidad

que derive de este acto histórico negativo con el que, en principio, se beneficia

el capitalismo norteamericano.

En correspondencia con este trazo suyo, Marx no lleva a cabo una protesta

en la que denuncie ante los Europeos con toda formalidad, el crimen

internacional llevado a cabo por EU contra México, sino que sólo de pasada

denuncia esta injusticia. Este proceder se explica por la coyuntura histórica en

Europa, que es en donde Marx publica su artículo. En efecto, el mundo no se

encuentra intercomunicado en ese entonces en la misma medida que hoy, y no

sólo las noticias llegan con retraso, sino que los sucesos en México poco efecto

tienen en Europa y poca resonancia tendría una protesta formal de un periodista

contra la invasión norteamericana del territorio mexicano; mientras que en la

antesala de la revolución Europeo continental de 1848, y en la que el

proletariado, tanto en Francia como en Alemania, jugaría por vez primera en la

historia un papel de ninguna manera dirigente pero sí como sujeto autónomo

haciendo valer sus intereses y un programa político propio frente a los de la

burguesía, etc., bajo tales condiciones analizar diversos sucesos internacionales,

entre ellos, el ocurrido en México, señalando el interés que tienen para el

proletariado y la humanidad es lo que corresponde. Hoy un suceso de tal

naturaleza tiene interés práctico para el proletariado y para la humanidad, así

que cualquier periodista, con una perspectiva no digamos comunista o socialista

sino simplemente democrática, denunciaría la invasión de EU no sólo en cuanto

tal sino respecto a la legalidad internacional y a la democracia que el imperio se

encontrara pisoteando. Pues cuando pisotea a un pueblo pisotea de paso las

formas de convivencia generales que valen para otros pueblos, y sobre todo, para

el desenvolvimiento de las luchas obreras. Hoy un evento que sucede a 15 mil

kilómetros de distancia tiene efecto aquí y no sólo es una perspectiva o una idea,

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sino que tiene practicidad inmediata para los distintos actores sociales, entre

ellos, el proletariado. Pero este no es el caso en 1848 cuando fue publicado el

ensayo “Los Movimientos del 47”. Así que, para no malversar su lectura léaselo

de buena fe y en acuerdo a su contexto histórico, y se entenderán muchas cosas

en vez de mal entenderlas y servir al imperio dominante.

Valga todo lo dicho para propiciar un entendimiento matizado –sólo así

correcto- no sólo de la intervención de Marx en contra de la dominación de la

burguesía, en especial, de la potencia hegemónica mundial. Sino para que

tengamos un entendimiento matizado del ejercicio mismo de la hegemonía

mundial según su contexto histórico y de cómo, para combatirla, no basta con la

intención, sino que debemos evaluar correctamente el contexto, la fuerza

relativa de la potencia hegemónica y del resto de contendientes, etc., si no todo

lo que hagamos puede volverse en nuestra contra.

1. 2. Paradojas de la hegemonía y de los teóricos del imperialismo frente

a Marx.

He aquí una paradoja. La teoría del imperialismo y de la hegemonía mundial

capitalista de Marx que se encuentra sustentando su argumentación en los

“Movimientos del 47”, nos revelan, en primer lugar, que Marx posee una teoría

del imperialismo10; al revés de lo que se ha venido sosteniendo a lo largo del

siglo XX porque Lenin así lo dijo en su Imperialismo, fase superior del

Capitalismo (1914) y el stalinismo se encargó de dogmatizar después esta idea de

Lenin. He aquí otra paradoja. Las teorías del imperialismo de los marxistas

posteriores a Marx se encuentran por detrás de la de Marx. Precisamente porque

tanto la de Rosa como la de Lenin, Bujarin y otros, son teorías del imperialismo

que carecen de una consideración conceptual del problema de la hegemonía, en

10 Como lo he demostrado al detalle en 1847-1997. Los escrito de Marx y Engels sobre México (Su coherencia y vigencia en confrontación con el Marx y América Latina de José Aricó); Jorge Veraza Urtuzuástegui, Tesis de doctorado en Estudios Latinoamericanos, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, México, 1999.

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particular, de la hegemonía de EU. No es que no lo traten en absoluto sino que

no lo hacen conceptualmente; a lo más lo tratan como dato empírico. Mientras

que Marx ―y este es otro de los rasgos específicos de su teoría del imperialismo y

por lo cual es superior y de virulenta actualidad― construye una argumentación

geopolítica para explicar la hegemonía y, en este caso, la sustitución de la de

Gran Bretaña por la de EU. Así que también su teoría del imperialismo se

argumenta en primer lugar en términos geopolíticos y, por eso, históricos.

Mientras que la de Rosa ―no obstante su empirismo e historicismo― se argumenta

con base en una consideración teórica abstracta sobre los esquemas de

reproducción de capital, la de Kautzky sobre una consideración abstracta del

desarrollo funcional del capitalismo hablando de ultra imperialismo y super

imperialismo; mientras que la de Lenin se argumenta en base a una

consideración abstracta de las modificaciones funcionales de la economía

capitalista, como son el paso de la competencia al monopolio y del dominio del

capital industrial al del capital financiero. En todas ellas la consideración

geopolítica, esto es, del valor de uso territorial y poblacional, pasa a segundo

término o no aparece, es un aderezo, un adorno, algo secundario respecto de los

cambios funcionales que cada uno de estos autores cree observar en la estructura

del capital, sea en el proceso de producción o en el de su desarrollo o en la

distribución de plusvalor, etc., o como en el caso de Bujarin que se atiene a la

ley del desarrollo capitalista, la ley de la tendencia decreciente de la tasa de

ganancia, para explicar el imperialismo. Procedimiento de entrada correcto y

que reconoce implícitamente que Marx sí posee una teoría del imperialismo,

puesto que Bujarin utiliza la ley forjada por Marx para explicarlo; pero el

procedimiento de Bujarin permanece abstracto precisamente porque no integra

de modo esencial e intrínseco la perspectiva geopolítica de análisis con la ley de

la tendencia decreciente de la tasa de ganancia.

Ciertamente la perspectiva de Marx para analizar el imperialismo y la

hegemonía mundial capitalista se atiene, en primer lugar, al valor de uso, es

decir, a cuestiones materiales, y no en primer lugar a cuestiones de valor y

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funcionales. En realidad, bien miradas las cosas, su punto de vista es el inverso

del que ha prevalecido hasta la fecha.

Ahora bien, porque es prioritario el dominio material, el ejercicio del

poder sobre el sometido y la garantía ideológica y material para ejercer dicho

dominio, por todo ello, pasa a primer plano la dimensión geopolítica y las

previsiones y cálculos en torno a los valores de uso poblacionales y territoriales.

Pero por eso mismo la teoría del imperialismo de Marx, consecuentemente

materialista e histórica, mantiene la perspectiva ―tanto más decisiva para

comprender los fenómenos del ejercicio de la hegemonía mundial de EU hoy―

mantiene la perspectiva, digo, de que el cosmos burgués tanto capitalista como

imperialista, está dominado por el capital industrial, no por el capital financiero

o por cualquier otra forma de capital. Y eso, no durante una fase del capitalismo

sino mientras este exista. De suerte que es correlativo al dominio directo sobre

la clase obrera para explotarle plusvalor, tanto el dominio jurídico y mercantil

como el tecnológico ―o, en otros términos, la subsunción formal y la subsunción

real del proceso de trabajo inmediato del capital― sí, es correlativo de este

dominio directo y material que lleva a cabo el capital industrial, con el dominio

imperialista y hegemonista que es también un dominio material específicamente

geopolítico.

Por eso es que como correlato de su teoría del desarrollo capitalista,

sustentada en el dominio del capital industrial, ―y entonces en la subsunción

formal y real del proceso de trabajo inmediato bajo el capital― Marx piensa al

imperialismo y a la hegemonía mundial capitalista no sólo en acuerdo a la ley de

la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, que es, precisamente, la ley del

desarrollo del dominio del capital industrial, sino también en acuerdo al dominio

geopolítico materialmente determinado, tanto en dimensiones social

organizativas como en dimensiones tecnológicas. Es decir, el dominio geo-

político alude a un doble dominio correspondiente al de la subsunción formal y

real del proceso de trabajo inmediato bajo el capital: de un lado, el dominio

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social y político corresponde a la subsunción formal, mientras que, de otro lado,

el dominio geográfico territorial corresponde a la subsunción real o tecnológica

de los diferentes procesos de producción territorialmente arraigados bajo el

capital. De ahí que frente al dominio del capital industrial las restantes formas

de capital ―el comercial, el usurario o el financiero, etc. ― son meros

instrumentos del ejercicio de dicho dominio.

Y ni más ni menos, la noticia internacional más relevante en los diarios de

todo el mundo el viernes 27 de junio de 2008 fue: “Se Derrumban las Bolsas

desde EU hasta Europa”.11 Precisamente porque “la caída de los principales

índices de la bolsa del Wall Street” y de las bolsas europeas, se debe a la caída

de la tasa de ganancia de la General Motors y de la tasa de interés del mayor

banco de EU, el Citigroup, que arrastraron tras de sí la caída de la tasa de

ganancia de los principales empresas industriales de todo el mundo y de tras de

ellas las tasas de interés de los bancos y de los dividendos de las bolsas europeas;

mientras el precio del petróleo –uno de los principales costos de producción de

todas las empresas- sigue subiendo y ya se ofrece a 140 dólares el barril.12 Cayó

la tasa de ganancia de Nike, de Blackberry, Research in Motion, y del tercer

mayor fabricante de Software mundial, Oracle Corp. Y de otras muchas grandes

empresas. En efecto, la ley formulada por Marx en El Capital, simultáneamente

ley del desarrollo capitalista y ley del dominio del capital industrial, demuestra

ser hoy ―como lo ha demostrado en todas las crisis económicas desde hace casi

200 años― la ley que las explica en tanto momentos y palancas del desarrollo

capitalista aunque también de su decadencia y de su posible muerte.

Por cierto, “el precio del petróleo subió después de que Libia dijo que

estaba estudiando opciones para recortar la producción, en respuesta a posible

medidas de EU contra los países productores”. Este inteligente desafío a la

11 La Jornada, 27 de junio-2008, pág. 29 12 “El precio del petróleo está ahora a 140 dólares y hay preocupaciones reales de que el crecimiento global se encamine hacia una seria desaceleración, y eso está golpeando a todos los sectores”, destacó Eddi Bakker, director gerente de ventas e intermediación de acciones de Calyon Securities. Ibid.

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hegemonía mundial de EU por parte de Libia se suscitó en el curso de la caída de

la tasa de ganancia en EU y, como vemos, incidió para que se desencadenara la

caída de la tasa de ganancia en todo el mundo. Imperialismo, hegemonía y ley de

la tendencia de la tasa de ganancia van de la mano.

Mientras tanto, en México la reforma energética promovida por Juan

Camilo Mouriño y Felipe Calderón se encuentra seriamente puesta en cuestión

por el repudio generalizado que ha encontrado en “amplios sectores del pueblo

mexicano” y “aún debe enfrentar el resultado de la consulta nacional que se

avecina”13. De suerte que la promesa santánnica que estos políticos panistas

montados en el gobierno de México hicieran a las empresas transnacionales de

privatizar a su favor PEMEX está a punto de morir de asfixia y humillada por la

soberanía del pueblo. Así que la defensa del petróleo mexicano y de nuestra

soberanía nacional habrán de tener un efecto catastrófico incidiendo en la crisis

económica de EU y aún en la crisis de la economía mundial; y, por ende, en las

condiciones del ejercicio de la hegemonía norteamericana sobre el mundo.

2. Una historia contada de otro modo para entenderla.

En 1975, recién derrotado EU en Vietnam, cuando los funcionarios de la

embajada de ese país tuvieron que salir huyendo en helicóptero, tomó fuerza la

idea de que el mundo testificaba la crisis de la hegemonía mundial de EU. De

hecho, desde 1971 EU y el mundo ―que recién mostraba una faz industrializada

general― sufrían la primera crisis económica mundial; pues la de 1929 no lo fue

completamente y el mundo ofrecía aún no sólo rincones sino grandes áreas no

industrializadas. Esta crisis económica ―reforzada en 1973 con la crisis del

petróleo― duraría, con breves lapsos de recuperación y recaídas, hasta 198214,

oyéndose cada vez mayor número de voces y en tono más fuerte y perentorio la

frase “¡crisis de hegemonía!”, “Estados Unidos sufre una crisis de hegemonía,

etc.”

13 Luis Javier Garrido, “El Debate”, La Jornada, viernes 27 de junio, 2008, pág. 27 14 Cfr. Ernest Mandel, La crisis 1974-1980, Edit. Era, México, 1983.

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De hecho, la crisis económica mundial mostraba el límite de la política

económica keynesiana como política económica adecuada no para este o aquel

país capitalista ―que para muchos países todavía era adecuada― sino para el

ejercicio de la hegemonía mundial. Así que la derecha sacó sus conclusiones y en

1981 removió la política económica keynesiana sustituyéndola por la política

neoliberal, con su acumulación salvaje de capital, su “flexibilización de la fuerza

de trabajo”, su destrucción del proteccionismo y del fomento estatal de la

economía, el adelgazamiento del Estado, especialmente en lo que respecta al

gasto social y con sus privatizaciones de empresas y riquezas que antes

pertenecían a las diferentes naciones y ahora pasaban a manos de diversos

capitales transnacionales. Esta formidable expropiación de riqueza y plusvalor

contrarrestaba la caída de la tasa de ganancia en los países centrales ―en

especial EU― que estaba en la base de la crisis económica.

No obstante, para iniciar este movimiento el capitalismo norteamericano

debía enfrentarse a la clase obrera en su propio país y no se hicieron esperar las

reclamaciones y movilizaciones de los grandes sindicatos norteamericanos. Así

como la advertencia del grave costo social que tendría la contención de los

salarios, que el imperio estaba en crisis, y que irritar a la clase obrera en estas

condiciones era del todo inapropiado, una política económica equivocada y, aún,

quizá autodestructiva. Así que en medio de la recuperación económica neoliberal

de los 80 todavía se escucharon voces desde la izquierda que con voz tonante

hablaban de la crisis de hegemonía mundial de EU. Hasta que, cuando en 1989

cayó el muro de Berlín y en 1991 se desmembró la URSS, finalmente se dejaron

de oír dichas voces.

De hecho, la guerra fría había terminado y la pugna entre las dos grandes

potencias mundiales EU y la URSS concluyó a favor de aquellos. Comenzaba un

nueva era que por contra de la guerra fría ―moviéndose en torno a estos

formidables polos económicos, de poder político, militar y cultural―, sería

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caracterizada por su unipolaridad. Supuestamente de la bipolaridad se pasó a la

unipolaridad; y el ejercicio de la hegemonía mundial por parte de EU era ahora

más que patente. Y en 1991, poco antes de su desmembramiento, la URSS pudo

testificar impotente cómo George W. Bush padre, flamante presidente del

imperio, pudo convocar a todas las grandes naciones del orbe a que le ayudaran a

invadir Irak.

No obstante, desde fines de los 70 ―y en medio de la visión que sugería

que EU sufría de una crisis de hegemonía― se empezó a correr la voz de que

quizá ahora el mundo era multipolar, precisamente porque Japón y Europa ―en

especial Alemania Occidental― mostraban una economía más fuerte que la de EU

y en diversas áreas un desarrollo tecnológico superior; los ferrocarriles

norteamericanos, por ejemplo, se habían rezagado 50 años en comparación de

los velocísimos trenes japoneses o de los franceses, y algo por el estilo sucedía

en la industria metal mecánica. Así que la multipolaridad parecía equivaler a

crisis de hegemonía, precisamente porque la industria pesada ―incluido el

petróleo― es la columna vertebral de una posible confrontación militar, como lo

demostró en la Segunda Guerra Mundial la derrota completa de Hitler a partir de

haber perdido la batalla de Stalingrado y, con ello, los yacimientos de petróleo

de los que se quería apropiar en la URSS para abastecer a la industria alemana y

su máquina de guerra. Sin embargo, ahora en 1991, después de la invasión a Irak

y del desmembramiento de la URSS, entrábamos paradójicamente a una era de

unipolaridad y de ejercicio franco y cínico de la hegemonía mundial de EU.

Evidentemente, la noción de crisis de hegemonía perdió sustento junto con la de

multipolaridad; mientras que las de mundo bipolar y de unipolaridad parecían

todavía describir realidades auténticas, esta del presente, y aquella, del pasado

reciente.

Aparentemente el mundo fue bipolar durante la guerra fría entre 1945 y

1991; y a partir de este año fue unipolar hasta la fecha. Sin embargo,

actualmente y desde el 2003 en que George Bush hijo volvió invadir Irak, pero no

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consiguió el apoyo de Alemania y Francia así como de otras naciones europeas

para esta empresa bélica, se vuelve a oír la idea de que el mundo quizás sea

multipolar. E, incluso, la actual crisis económica de EU (2007-2008) el

desprestigio creciente de Bush hijo, tanto por su debacle en Irak como por la

gestión económica dentro de su país, así como su próxima sustitución en

noviembre de 2008 por un candidato a presidente que seguramente no será de su

partido, el Republicano, y según todas las probabilidades podrá ser Barack

Obama, todos estos factores, han movido a algunos especialistas a hablar del fin

de la unipolaridad.

En realidad, los términos bipolaridad, multipolaridad y uniporalidad

―enlistados en este orden por su gestación histórico ideológica― son descriptivos

y coyunturales pero pretenden ser estructurales y fuertemente arraigados en

términos geopolíticos. Pero en este terreno resultan ser profundamente ambiguos

y aún equívocos.

En efecto, pensar la hegemonía mundial de EU, esto es, el dominio y la

forma del dominio del amo es decisivo; pero por razones atingentes al mismo

ejercicio del dominio y sus efectos en las mentes de los dominados parece estar

cribado de dificultades. Tanto es así, que extrañamente el esclavo se resiste a

reconocer el dominio del amo; y, precisamente, en la exacta medida y en

reciprocidad con el rasgo característico de todo amo consistente en no reconocer

las necesidades, capacidades e, incluso, la humanidad del esclavo. Así que ya la

frase mundo bipolar en algo sugiere que EU no ejerce la hegemonía mundial,

aunque la frase se dice precisamente en el momento en que la ejerce y la URSS y

demás países del así llamado bloque socialista intentan defenderse de ella.

Análoga intención y despropósito involucra el término multipolaridad,

según anticipé. Mientras que el de unipolaridad ya reconoce la hegemonía

mundial de EU a regañadientes y como en protesta por no ser esta democrática y

por ende plural; por eso, aunque reconoce la hegemonía no la nombra por su

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nombre sino que la llama unipolaridad, con lo que se guarda en la manga la

posibilidad de, en algún momento, volver a decir bipolaridad o multipolaridad o

algún otro término que pueda servir al propósito de desconocer, aunque sea de

palabra, el dominio del amo: la hegemonía de EU. Este placer desafiante y lúdico

del esclavo, gustoso de no reconocer al amo, no deja de contener un ingrediente

infantil; pero la realidad es que sólo se puede combatir y aún triunfar sobre el

amo reconociendo exactamente su dominio y cómo es que se ejerce, cuál es la

fuerza de la hegemonía mundial de EU y en qué consisten sus debilidades y qué

tan profundas son si realmente las tiene. Porque si el enemigo estuviera fuerte y

dijéramos para ofuscarlo que está débil y decadente, y para envalentonarnos o

para ambas cosas a la vez, el efecto escénico e ideológico podría tener quizás

éxito pero sólo momentáneo, y nos veríamos sorprendidos desagradablemente

con la derrota. Pero desafortunadamente, estos parecen haber sido los resortes

emocionales que en diversos momentos de los últimos 40 años han movido a

diversos autores democrático liberales y socialistas a no reconocer a las claras la

hegemonía mundial de EU; o a reconocerla de palabra pero, luego, desconocerla,

de hecho, con las siguientes palabras que van diciendo.

Al respecto cabe observar en qué ámbito de la política es particularmente

virulenta la disputa en torno a si la hegemonía de EU está en crisis o no. No es

por cierto entre las filas de la izquierda que esto sucede sino de vez en cuando.

Es mas bien entre los representantes del partido Republicano y el Demócrata, en

ocasión en que estos le reprochan a aquellos y viceversa el que la administración

en curso sea ineficiente o equivocada. Como quien dice: lo que haces no nos

sirve para dominar al mundo realmente, se nos están cayendo las riendas de las

manos por tu ambición y rigidez reaccionaria ―dirá el Demócrata― y por tu

debilidad y creencia en que todo se puede negociar, liberal y blandengue como

eres (o quizá seas un radical encubierto) dirá el Republicano.

Es ni más ni menos que de esta disputa por el poder entre los grandes

partidos políticos imperiales norteamericanos que deriva como reproche

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polarizado y alternante el dilema acerca de si la hegemonía mundial de EU está

en crisis o no, etc. Por su parte, una cierta izquierda reformista se vincula a este

reproche polarizado apoyando al partido Demócrata en contra del Republicano;

otra izquierda a veces reformista y a veces no, pero más desdeñosa sin querer

apoyar francamente a los Demócratas, quiere sacar adelante políticas

económicas, sociales y culturales que beneficien a las grandes masas y que de

ninguna manera serían del interés de los Republicanos, así que les espetan a la

cara lo de la crisis de hegemonía y esperan que por la fuerza misma de las cosas

los Demócratas podrán hacer algo mientras no dejan de ser criticados y

repudiados en sus errores y servicios a los intereses del capital por esta

izquierda; mientras que una izquierda no reformista y que de ninguna manera

quiere caer en la trampa del juego entre el partido Demócrata y el Republicano

―porque ambos son expresiones del dominio del capital norteamericano― critica

los errores y la atrocidad de la política interna y externa de Bush hijo (o del

Demócrata Clinton en su momento) señalándola como decadente (lo que es

cierto) y coronando esta denuncia con que la hegemonía mundial de EU está en

crisis (lo que es falso) porque así da fuerza al resentimiento popular en contra de

sus amos despóticos y se forja el espejismo de que la nueva sociedad está más

cerca, porque la subversión de la actual parece inminente en gracia a lo que los

amos ya hacen; así que sería suficiente con que el pueblo se anime a empujar un

poco para que la utopía se realice.

Evidentemente que es mejor una opción política que otra, y en la

actualidad el Demócrata Barack Obama que el Republicano McCain, y habrá

quien desde la izquierda lo pueda o lo quiera apoyar directa o indirectamente

para así dar fuerza al programa propio.

De hecho, el 26 de junio del 2008 la noticia política más importante en EU

es que “Se Suma el Sindicalismo Estadounidense a la Campaña Presidencial de

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Barack Obama”.15 De quien el presidente de la AFL-CIO, John Sweeney, dice ―en

ocasión de anunciar una “movilización política para la participación de más de 13

millones de votantes” –dice―, “es un campeón para las familias trabajadoras

quien entiende que se necesita hacer para crear una economía que funcione para

todos y no sólo para las grandes petroleras, las grandes farmacéuticas, las

aseguradoras, los especuladores y los muy ricos”.16 Y debemos entender que

cuando Sweeney dice “una economía que funcione para todos” se refiere al

pueblo, pero más allá de sus palabras y de su intención, la coyuntura histórica

fuerza las cosas como para que eso signifique la economía del capital social

norteamericano como un todo. Pues cuando “los líderes de los 56 sindicatos

nacionales que conforman la central obrera votaron de manera unánime para

apoyar a Obama” dijeron: “necesitamos un cambio en la dirección de nuestro

país, y elegir a un presidente que pondrá a las familias trabajadoras… por

delante del Wall Street”,17 esas familias trabajadoras se alimentan del capital

variable del capital industrial norteamericano, y que al enfrentarse estas al

capital financiero estadounidense refuerzan al capital industrial norteamericano

en contra de todo lo que actualmente no le conviene a este del financiero. Todo

lo cual demuestra una tendencia a que la desequilibrada acumulación social

norteamericana hoy en crisis se reequilibre precisamente a través de que el

dominio del capital industrial norteamericano se reafiance echando mano del

capital financiero de otra manera que la abusiva en contra del conjunto de la

sociedad, que es como lo ha venido haciendo por década para afianzar su

dominio.

Quisiera advertir que el enredo de la redacción del párrafo antecedente no

hace sino reflejar el enredo propio del ejercicio del dominio del capital industrial

sobre la sociedad. De ahí que sea fácil confundirse al observarlo, al sufrirlo.

Enredo y confusión que son consustanciales con dicho dominio en vista de

preservarlo. Por eso me ha interesado denunciarlo aunque estuviera de por 15 La Jornada, 27 de junio del 2008, pág. 27 16 Ibidem. 17 Ibidem.

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medio el riesgo de dificultar la lectura de este escrito. Afortunadamente mi

interpretación de los hechos encontró pronta confirmación.

De hecho, pocos días depués, el 29 de junio, el candidato independiente

Ralph Nader, critica a Barack Obama: “Se ha hechado para atrás en tantas

cosas”, y, añade, que “se ha convertido en una político convencional de centro

desde que ganó la nominación demócrata para las presidenciables de

noviembre”.18 Así que lo acusa de “promover intereses corporativos en

detrimento de los estadounidenses comunes”, cuando que debiera reformar la

ley laboral para realmente beneficiar a los trabajadores de bajos ingresos. Con lo

que Ralph Nader parece estar contestando directamente a la posición de apoyo a

Obama que han tomado los sindicatos de trabajadores en EU.

Lo que no entiende Ralph Nader ―y por ahí aunque con intención de

izquierda, al intentar restarle fuera a Obama por un rodeo y sin quererlo tiende

a fortalecer a McCain― lo que no entiende, es que en primer lugar Obama debió

de combatir contra Hilary Clinton dentro de la nominación del Partido

Demócrata; pero a partir de ahí el enemigo principal es otro, y entonces su

táctica debe cambiar, y cambió de hecho. Ahora no debe enfrentarse al capital

norteamericano frontalmente, precisamente porque debe lograr su apoyo en

contra del republicano McCain, restándole dicho apoyo a este. Sólo después de

vencer en este combate, en tercer lugar, podrá acceder a la presidencia de EU y

entonces podrá actuar según su convicción frente al escenario político objetivo

del momento. ¿Cómo lo hará, con la faz más cargada a la izquierda que presentó

en su lucha contra Hilary Clinton o con la faz recorrida hacia el centro que

mostró después de su nominación por el Partido Demócrata? Más allá de los

cambios de táctica necesarios en la contienda política, he querido revelar en los

párrafos precedentes la estructura de dominio capitalista que acota la actuación

posible de Barack Obama.

18 Cfr. “Barack Obama promueve intereses “corporativos”, acusa Ralph Nader”, en La Jornada, 30 de junio del 2008, p. 31.

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Por todo ello, el conjunto de la izquierda -sobre todo la auténticamente

revolucionaria-, no debe verse involucrada por resentimiento o por combatividad

en la disputa superficial que se da entre Demócratas y Republicanos en torno a la

hegemonía de EU. Pues el diagnóstico certero de la batalla, así como la fuerza

relativa del enemigo y de la propia fuerza son decisivos para la estrategia y la

táctica revolucionarias.

Y bien, cuando en los días que corren se habla del fin de la unipolaridad y

en términos positivos de multipolaridad ―porque Brasil, la India, China y Rusia,

no digamos Japón y Europa, son nuevos sujetos geopolíticos que no se avienen en

todo o francamente se le oponen a EU― con estas palabras sin decir crisis de

hegemonía se la está sugiriendo. Y no se la dice abiertamente porque se tiene la

experiencia histórica de la década de los 70 y 80 del Siglo XX en que se la dijo y

se la repitió y se la creyó tocar con la mano pero cayó el muro de Berlín y se

desmembró la URSS, mientras EU prevalecía. Así que ahora se dice

multipolaridad para decir crisis de hegemonía pero sin tener que fundamentar

una afirmación tan fuerte y, sin embargo, implantar la noción en el corazón y el

cerebro de quien la escucha.

3. Unipolaridad, Bipolaridad y Multipolaridad racionalmente entendidas.

En realidad el ejercicio de la hegemonía mundial, cuando efectivamente

existe, siempre es unilateral o, si se quiere, unipolar; porque el país

hegemonista (Gran Bretaña en el Siglo XIX y hasta la Segunda Guerra Mundial y

EU a partir de entonces) constituye el equivalente general del metabolismo

geopolítico mundial (económico, político, cultural y militar) análogamente a

como el dinero es el equivalente general de los intercambios mercantiles

generalizados de la sociedad burguesa. Y no puede haber dos equivalentes

generales como la historia de la moneda lo demuestra, terminando la rivalidad

entre el oro y la plata siempre con el triunfo de alguno de los dos. Pero si las

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comunicaciones y los transportes interconectan eficientemente a todos los

puntos de la sociedad ―como es el caso del mundo desde hace más de cien

años― no cabe siquiera la rivalidad entre equivalentes generales. Sólo uno

prevalece. Y la sustitución del patrón oro por el dólar al inicio de la guerra fría

como síntoma de que EU tomaba las riendas del mundo y poseía, además, mayor

fuerza económica e industrial que el resto de un mundo diezmado, destruido y

hambriento, pues recién salido de la Segunda Guerra Mundial, demuestra,

incluso, que el equivalente general circulatorio puede ser forzado a dejar de ser

oro para pasar a ser sólo papel mediante la equivalencia general geopolítica

ejercida por la potencia hegemónica.19

En este sentido es aleccionadora la percepción de un dirigente que por

estar dedicado a defender a su pueblo frente EU, no se hace ilusiones respecto

de que estén débiles o no ejerzan la hegemonía decisivamente. En efecto,

“cuando Fidel Castro critica por tercer día consecutivo a la Unión Europea,

denunciando que esta “viola los derechos humanos de los migrantes y calla

abusos cometidos [contra los derechos humanos] por el gobierno de George W.

Bush”, esta denuncia del doble discurso de la Unión Europea por Fidel Castro es

una clara señal de que este percibe con todo realismo la unipolaridad del

ejercicio hegemónico de EU a la que se pliega la Unión Europea hasta rayar en

hipocresía.20

De otro lado, no el ejercicio de la hegemonía mundial sino la estructura

esencial de la misma siempre es bipolar; precisamente porque uno es el polo 19 En un artículo por demás inteligente (“Una alianza non sancta”, La Jornada, 3 de julio de 2008, p. 22). y que más abajo tendremos ocasión de comentar en positivo, Gustavo Iruegas comete, sin embargo, un error de expresión cuando dice: “en la actualidad el derecho internacional está en proceso de regresión como resultado de un orden internacional unipolar”. Esta terminología es equívoca según vengo sosteniendo pues hace creer que dentro del capitalismo el orden internacional podría no ser unipolar. Pero este es una construcción estructural del mismo. Lo que tenemos en la actualidad a partir de las transgresiones de Bush al derecho internacional en ocasión de invadir Afganistán e Irak, etc, es algo más específico y no esta generalidad unipolar propia de la estructura del orden internacional. Lo que tenemos es un orden internacional de orden discrecional a favor de EU en el que hay leyes para otros pero que EU puede no cumplir. Orden unipolar discrecional o orden unipolar dictatorial y mangoniador. Y si no la unipolaridad del mismo si que pueden ser suspendidos en el futuro su carácter discrecional, dictatorial y mangoniador. 20 La Jornada, 24 de junio -2008, pág. 27.

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dominante, actualmente EU, y otro es el polo dominado, el resto del mundo.

Mismo que, en segundo lugar, puede convertirse en rival o, si se quiere, una

parte del mismo. Pero no necesariamente esta rivalidad pone en crisis la

hegemonía mundial de EU. Un desafío no es una crisis y el ejercicio de la

hegemonía está cuajada de desafíos permanentemente.

Actualmente, la economía de EU se encuentra en crisis, seriamente

deteriorada en términos estructurales y de largo plazo. Este país detenta por

supuesto la hegemonía mundial aún, no sólo por la fuerza militar sino todavía por

la fuerza relativa de su economía y por su poder ideológico y cultural, no

obstante estar seriamente desprestigiado en lo que respecta al ejercicio de la

administración de George Bush hijo, pero este poder es muchísimo más vasto que

esto y alude a toda una forma de vida y de ver el mundo. Además, se avecinan

las elecciones por la presidencia de la república y el Demócrata Barack Obama

tiene posibilidades de triunfar. Más allá de las ilusiones de crisis de hegemonía o

del fin de la unipolaridad (pues puede decirse que la hegemonía mundial seguirá

ejerciéndose unipolarmente aunque exista en términos económicos y

diplomáticos, etcétera, un mundo multipolar)21 vale la pena visualizar la

situación de la estructura real de poder de Estados Unidos tal y como la describía

James Petras en 2004:22 “casi un 48% de las compañías y bancos del mundo son

de EU y un 30% son de la UE y un 10% son japoneses. En otras palabras, casi 90%

de las mayores corporaciones que dominan la industria, la banca y los negocios

son estadounidenses, europeas o japonesas. El poder económico está en esas tres

unidades geográfico-económicas, no en concepto sin sentido [dicho contra el

libro Imperio de Antonio Negri y Michael Hart23] como imperio sin imperialismo o

21 Paradoja que expresa fielmente José Blanco en un reciente artículo (“Obama Presidente”) publicado en La Jornada el 17 de junio del 2008, pág. 18: “EU sigue siendo la mayor potencia del planeta, pero su peso relativo en la economía–mundo ha venido disminuyendo constantemente. El planeta se vuelve multipolar en términos económicos, pero en términos militares su poder sigue siendo incontestable. EU ya no puede competir comercialmente con muchos países en una infinidad de productos, pero puede aplastar militarmente a cualquiera.” 22 Con base en el artículo del Financial Times del 10 de mayo del 2002. James Petras “QUIEN GOBIERNA AL MUNDO” revista Autogestión, Madrid, 13-11-2004. 23 Imperio; Paidós, Buenos Aires, 2001.

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corporaciones multinacionales ‘desterritorializadas’.” Ahora sí, sobre esta base

preguntémonos ¿qué posibilidades se abren en esta coyuntura especialmente

para los pueblos sometidos, para la izquierda y para el proyecto socialista?