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IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN DE APUESTAS PEDAGÓGICAS EN ENTORNOS EDUCATIVOS 1 Andrea Catherine Cardona Montoya 2 Angélica María Franco González 3 Nilsa Esperanza Zúñiga Mejía 4 Luis Adolfo Martínez Herrera 5 RESUMEN Pensar el proceso de paz que experimenta el Estado y la sociedad colombiana y, a su vez, los procesos de formación para la paz, ameritan identificar las representaciones e imaginarios sociales que, desde la experiencia, anhelos y creencias construyen nuevos horizontes de mediación no violenta de los conflictos en la sociedad colombiana. Es así, como este artículo busca analizar el papel de los imaginarios sociales de paz y, en un segundo plano, los imaginarios de guerra presentes en la comunidad educativa María Auxiliadora del municipio de Santuario, Risaralda en la configuración de dinámicas pedagógicas alusivas a la paz. Por consiguiente, esta investigación se fundamenta en el paradigma cualitativo ya que su objetivo es el de comprender el fenómeno de estudio desde el interior, a partir de las personas participantes (directivos, docentes y estudiantes). Así pues, el imaginario de paz que se configura desde las experiencias de vida presentes en la comunidad educativa, que ha sido golpeada por el conflicto armado, es el de una paz negativa fundada en una falsa promesa frente a un acuerdo de paz, liderado por el Estado, que dibuja en su gente un sueño frustrado. PALABRAS CLAVE Imaginarios sociales, postacuerdo, paz, sujeto político, pedagogía. 1 El presente artículo da cuenta de una investigación que analiza los imaginarios de paz en el postacuerdo y su configuración en las dinámicas pedagógicas alusivas a la paz, de la comunidad educativa María Auxiliadora de municipio de Santuario, Risaralda. 2 Especialista en Edumática y aspirante a Magister en Pedagogía y Desarrollo Humano de la Universidad Católica de Pereira. [email protected] 3 Especialista en Edumática y aspirante a Magister Pedagogía y Desarrollo Humano de la Universidad Católica de Pereira. [email protected] 4 Especialista en Edumática y aspirante a Magister Pedagogía y Desarrollo Humano de la Universidad Católica de Pereira. [email protected] 5 Asesor del trabajo de grado, Doctor en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Argentina. Investigador de la Universidad Católica de Pereira. [email protected]

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IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN DE

APUESTAS PEDAGÓGICAS EN ENTORNOS EDUCATIVOS1

Andrea Catherine Cardona Montoya2

Angélica María Franco González3

Nilsa Esperanza Zúñiga Mejía4

Luis Adolfo Martínez Herrera5

RESUMEN

Pensar el proceso de paz que experimenta el Estado y la sociedad colombiana y, a su

vez, los procesos de formación para la paz, ameritan identificar las representaciones e

imaginarios sociales que, desde la experiencia, anhelos y creencias construyen nuevos

horizontes de mediación no violenta de los conflictos en la sociedad colombiana. Es así,

como este artículo busca analizar el papel de los imaginarios sociales de paz y, en un segundo

plano, los imaginarios de guerra presentes en la comunidad educativa María Auxiliadora del

municipio de Santuario, Risaralda en la configuración de dinámicas pedagógicas alusivas a la

paz. Por consiguiente, esta investigación se fundamenta en el paradigma cualitativo ya que su

objetivo es el de comprender el fenómeno de estudio desde el interior, a partir de las personas

participantes (directivos, docentes y estudiantes). Así pues, el imaginario de paz que se

configura desde las experiencias de vida presentes en la comunidad educativa, que ha sido

golpeada por el conflicto armado, es el de una paz negativa fundada en una falsa promesa

frente a un acuerdo de paz, liderado por el Estado, que dibuja en su gente un sueño frustrado.

PALABRAS CLAVE

Imaginarios sociales, postacuerdo, paz, sujeto político, pedagogía.

1 El presente artículo da cuenta de una investigación que analiza los imaginarios de paz en el postacuerdo y su configuración en las dinámicas pedagógicas alusivas a la paz, de la comunidad educativa María Auxiliadora de municipio de Santuario, Risaralda. 2 Especialista en Edumática y aspirante a Magister en Pedagogía y Desarrollo Humano de la Universidad Católica de Pereira. [email protected] 3 Especialista en Edumática y aspirante a Magister Pedagogía y Desarrollo Humano de la Universidad Católica de Pereira. [email protected] 4 Especialista en Edumática y aspirante a Magister Pedagogía y Desarrollo Humano de la Universidad Católica de Pereira. [email protected] 5 Asesor del trabajo de grado, Doctor en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Argentina. Investigador de la Universidad Católica de Pereira. [email protected]

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ABSTRACT

Thinking of the peace process colombian State and society are going through and, on its side,

formation to peace process, merit to identify the representations and social imaginaries that,

from experience, longings and beliefs found new horizons of non-violent mediation of

Colombian society conflicts. That way, this article seeks to analyze peace social imaginaries

role and, adicionally, war imaginaries present in María Auxiliadora middle school in

Santuario, Risaralda on pedagogical dynamics configuration allusive to peace. Therefore,

present research is grounded in qualitative paradigm since its objective is to comprehend the

study phenomenon from inwards, beginning with participants (directives, teachers and

students). Alike, peace imaginary that configurates itself from life experiences present in

educational community, which has been impacted by armed conflict, is the one of a negative

peace founded on a fake promise of a peace arrangement, leaded by the State, that draws

among people a frustrated dream.

KEY WORDS

Social imaginaries, postacuerdo, peace, political subjetc, pedagogy

INTRODUCCIÓN

El presente artículo muestra los resultados de la investigación realizada en el

municipio de Santuario (departamento de Risaralda), específicamente en la Institución

Educativa María Auxiliadora6, con el fin de identificar los imaginarios sociales de paz

presentes en la comunidad educativa en la situación del postacuerdo, generado por la firma

del proceso de paz realizado en la Habana.

Este escrito pretende hacer un análisis de los resultados obtenidos en esta

investigación, a partir de la perspectiva de interpretación de la categoría de imaginario social

propuesta por Michel Maffesoli, tomando como instrumento fundamental la entrevista

semiestructurada aplicada a la comunidad educativa (Directivos, Docentes y Estudiantes) de

6 La Institución Educativa María Auxiliadora cuenta con 6 Sedes que ofrece sus servicios educativos (desde Transición hasta grado 11°, además de educación para adultos) al municipio de Santuario, en el departamento de Risaralda ubicado en Centro-Oeste del territorio Colombiano. Las sedes de la institución educativa se encuentran distribuidas así: Sede Principal (María Auxiliadora) con 815 estudiantes, sede Sagrados Corazones con 215 estudiantes, Sede Pueblo Vano con 40 estudiantes, sede La Bamba con 38 estudiantes , sede La Cristalina 9 estudiantes y Baja Esmeralda con 12 estudiantes.

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la Institución Educativa María Auxiliadora del municipio de Santuario, con el fin de conocer

la manera cómo se constituye el imaginario de paz y de guerra a partir de lo que han conocido

o vivido, ya sea de manera directa o indirecta, cada uno de estos actores. En consonancia con

esto, se busca dar cuenta de la categoría conceptual sobre la cual se cimienta esta

investigación: imaginarios sociales, fundamentada en Michel Maffesoli, quien como

sociólogo se ha interesado por el estudio de la vida cotidiana, el tribalismo desde la identidad

social y el imaginario posmoderno.

De esta manera se relacionará, inicialmente, una contextualización del panorama

general del conflicto armado en Colombia focalizando el análisis en el municipio de

Santuario, que es el lugar que convoca dicha investigación. Posteriormente se expondrá un

primer apartado que da cuenta de los hallazgos de la investigación realizada, analizando los

imaginarios sociales desde las percepciones, experiencias y utopías de la comunidad

educativa. Por último, se propone una reflexión en función de una construcción social para la

paz que permita vincular la utopía como una potencia que movilice a un grupo social,

permitiendo así una acción liberadora desde los postulados de Freire.

1. Una mirada histórica del conflicto armado en Santuario

Con el anuncio realizado el 19 de noviembre del año 2012 por las Fuerzas Armadas

Revolucionarias de Colombia (FARC), el cual comunica el cese unilateral del fuego, se

celebra el inicio del posible fin de la guerra colombiana que había afectado principalmente a

la población rural del país por más de cinco décadas. Consecuentemente, el congreso de

Colombia publica la ley 1732 de 20147, proponiendo una política de educación para la paz, la

cual obliga a los establecimientos educativos, públicos y privados, de formación básica y

media, brindar una materia denominada Cátedra de la Paz8 con el fin de garantizar la

creación y el fortalecimiento de una cultura de la paz en Colombia.

7 Ley 1732 del 1 de septiembre de 2014; por la cual se establece la catedra de la paz en todas las instituciones educativas del país. 8 La Cátedra de la Paz comprende tres enfoques de formación determinados así: un enfoque específico de convivencia pacífica, un enfoque amplio como educación de calidad accesible a todos y un enfoque de formación ciudadana, el cual es el principal enfoque que se piensa desarrollar en dicha cátedra, con el fin de propiciar “…la formación de ciudadanos que se relacionen pacíficamente entre sí, que participen activamente y por medios pacíficos y democráticos en iniciativas que buscan mejorar las condiciones de vida en sus contextos cercanos y en la sociedad en general, que contribuyan a fortalecer la Democracia y el Estado Social de Derecho, que respeten las leyes y los bienes públicos, que valoren y respeten las diferencias, que construyan una memoria histórica que les ayude a comprender el pasado para edificar un presente y un futuro más pacífico, incluyente y democrático, que se relacionen de manera cuidadosa y responsable con los animales y con el medio

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Una vez firmado el acuerdo de paz entre las FARC y el Gobierno Nacional, el

Ministerio de Educación Nacional (MEN) publica las Orientaciones Generales para la

Implementación de la Cátedra de la Paz en los establecimientos educativos de preescolar,

básica y media, pues este es el momento histórico o

“...punto de partida para que construyamos una Colombia con más y mejores

oportunidades para todos y en la que la garantía de los derechos humanos, la resolución

pacífica de conflictos y el reconocimiento de la diversidad y la pluralidad se conviertan

en los verdaderos pilares de nuestra sociedad.” (MEN, Orientaciones generales para la

implementación de la Catedra de la paz, 2017)

Pero los intentos por construir una convivencia pacífica no son solo temas que

preocupan a la nación, las comunidades que han vivido la guerra, las instituciones educativas

y en general, todos los actores sociales ven la necesidad de construir una cultura de la paz.

Por esta razón, se hace necesario identificar cuáles son los imaginarios de paz que se generan

en los contextos que han sido golpeados directamente por los diferentes tipos de violencias

que adolece el país.

Por su parte Risaralda, en la década de los 90’s, vive una crisis económica debido a la

decisión de Estados Unidos y algunos países Centroamericanos de terminar el acuerdo

mundial del café, lo que trajo como consecuencia el incremento de actos ilícitos y la

presencia de grupos al margen de la ley.

“Con relación a las variables coyunturales experimentadas a partir de la década de

1990 en Risaralda y Pereira, se pueden nombrar las siguientes condiciones: 1. La

crisis cafetera profundizada a partir de la ruptura del Pacto Internacional del Café

ocurrida en 1989. Ello generó el declive de la institucionalidad cafetera. 2. La Crisis

de la deuda a finales de la década de 1980 y el diseño de las políticas de ajuste

estructural (PAE) derivadas del Consenso de Washington” (Martínez, 2017).

Para ampliar el panorama, Martínez (2006) relaciona los actos violentos con la

posición geográfica de algunos municipios del departamento de Risaralda, caracterizándola

así: para la época, el narcotráfico hacía presencia en los municipios de Marsella y La

Virginia, mientras que los grupos al margen de la ley se concentraban en municipios como

Pueblo Rico y Mistrató, (que servían como corredor al pacífico) Guática, Belén de Umbría y

ambiente, todo en un marco de respeto por los Derechos Humanos” (MEN.p.8) Este enfoque propende, tanto una paz positiva como una paz negativa y es coherente con los tres ámbitos definidos en los estándares básicos de competencias ciudadanas definidas por el Ministerio de Educación

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Quinchía, (este último municipio contó por dos años consecutivos con los índices más altos

de desplazamiento en el Departamento).

Paralelo a ello, y teniendo en cuenta la influencia de los grupos al margen de la ley, el

municipio de Santuario se encontraba afectado por acciones que éstos efectuaron a los

campesinos de la zona. Durante los años 90, las extorsiones por parte de las FARC empiezan

a tomar fuerza perjudicando a los cafeteros que allí vivían. Por otro lado, de acuerdo a la

información recolectada por el señor Jaime Vásquez (historiador del pueblo) las FARC se

instauraron con campamentos alrededor de Santuario, justamente cerca al Parque Nacional

Tatamá (donde se conectaban con Pueblo Rico). Ante esta situación, el territorio santuareño

empezó a tener la presencia de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), grupo que fue

incorporado en el municipio con el fin de combatir a las FARC. A partir de ese momento, los

habitantes de Santuario empiezan a vivir una guerra aún más intensa, en la que se encontraba

los dos grupos anteriormente mencionados y el Ejército Nacional Colombiano.9

Según el inspector de la época, el señor Javier Mamut (2018) en el año 1993 las AUC

empiezan a ejecutar la labor para la cual habían sido vinculados al municipio. Es a partir de

ahí, que los asesinatos se convierten en parte de la cotidianidad, lo que provocó el miedo y el

desplazamiento de los habitantes del pueblo. Esto transcurrió durante una década o un poco

más, tiempo durante el cual las AUC y el Ejército Nacional logran acabar con la presencia de

las FARC en el municipio, bombardeando su último campamento en el año 2002, dejando así

a las AUC como “justicieros” del territorio, lo que les permitió instaurar allí su centro de

mando del departamento.

Lo anterior tuvo lugar hasta el año 2004, periodo en el cual se inicia el proceso de

desmovilización de las AUC. El 15 de diciembre del año 2005, entregan las armas 552

miembros del Bloque Central Bolívar (BCB) pertenecientes a dicho grupo armado; es a partir

de ese entonces, donde “La Tranquilidad” vuelve a los habitantes de Santuario, los

enfrentamientos y desaparecidos empiezan a ser parte del pasado y la calma, en cierto

sentido, a ser parte del presente. Santuario deja de ser un foco de guerra. Es así pues, como se

da fin a la guerra en el municipio; sin embargo, en otras zonas del país aún se presentan

conflictos con algunos grupos al margen de la ley.

Estos antecedentes insertan al municipio en un proceso de paz nacional, en el cual se

experimenta un periodo transicional para superar el conflicto armado y la configuración de

9 Información brindada por el señor Jaime Vásquez Raigoza, historiador del municipio

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apuestas pedagógicas por la paz se convierten en escenarios de tensión, dada aquella

responsabilidad social que se delega a las instituciones educativas frente a la formación para

la paz. De allí la importancia de analizar los imaginarios sociales de paz en la I.E María

Auxiliadora y su influencia en dichas construcciones sociales.

2. Anotaciones conceptuales alusivas al origen del imaginario y a la noción de realidad

en la vida cotidiana

Para comprender el origen de la noción del imaginario social, es necesario reivindicar

la figura de Cornelius Castoriadis, ya que él es el uno de los exponentes más importantes de

dicha categoría en su momento originario; quien lo define desde los marcos de interpretación

propios de las representaciones sociales entendidas dentro del marco institucional (la familia,

la iglesia y el estado, entre otras) donde tiene lugar las conciencias colectivas y las posturas

ideológicas. El autor plantea en su obra la institución imaginaria de la sociedad una

comprensión del imaginario social reconociendo la evolución del mismo en la construcción

de sociedades y hace una indagación de los principales aspectos que configuran el imaginario

social, en el que tienen cabida la creación social histórica, la imaginación y el aspecto

intersubjetivo, los cuales se desarrollarán a continuación y permitirán generan un horizonte

compresivo frente al surgimiento del concepto.

En lo que se refiere al primer aspecto, creación social histórica, el autor deja claro que

es necesario concebir el imaginario social desde una creación ontológica que indaga por la

naturaleza del ser y su existencia, reconociendo en él los aspectos que configuran su

identidad desde lo individual y lo colectivo. De manera que, el hombre como sujeto histórico

es quien crea la realidad y como creador de la misma es quien puede seguirla transformando.

Así mismo, cuando el autor nos habla de las sociedades instituyentes como “aquellas que se

oponen a la sociedad instituida” (Castoriadis, 1994, p.6) permite problematizar lo dado (lo

instituido), ya que este posibilita actos de alineación social y coacción, dejando como

consecuencia la dominación y la imposición. En este sentido, el papel instituyente debe

cuestionar, someter a prueba y refutar, si es posible, lo instituido, para romper con el

paradigma dogmático que busca imputar en la sociedad un pensamiento universal como una

forma de regulación social. Por consiguiente, la sociedad en su acto creador, debe facilitar

aportes en la consecución de la transformación social.

Por otro lado, respecto a la imaginación, Castoriadis considera que esta es condición

de posibilidad de la creación, ya que permite el surgimiento de lo nuevo desde una dimensión

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originaria. Es por ello, que el autor señala que es imposible pensar la historia por fuera de una

concepción imaginaria o creadora en tanto edifica la historia en el surgimiento de las

significaciones sociales. Además, es importante entonces reflexionar lo que nos trae a

exhortación el autor: “la imaginación radical del ser humano singular como fuente de

creación y de alteración, le permite alcanzar una libertad efectiva” (Castoriadis, 1997, p.12).

Esta visión del autor desde la imaginación concebida como el acto creador es lo que en

últimas le da forma al ser humano y lo sitúa una dimensión social.

En cuanto al aspecto intersubjetivo, su etimología alude a la interacción, a la

compresión y al entendimiento mutuo. Lo intersubjetivo convoca y da lugar a dos o más

sujetos en interacción social donde es posible la comunicación. En este orden de ideas, dado

que el ser se hace y se forma desde lo social, no es posible concebir su posición en el mundo

como un sujeto aislado. Acorde con esto, Castoriadis plantea que el mundo creado por la

sociedad alberga un conjunto de significaciones que encarnan deseos, prácticas y sentires, las

cuales conducen a significaciones propias que constituyen a la identidad del ser. De ahí que la

postura del autor cimiente la visión del imaginario, desplazando el aspecto individual y

centrando su interés en un aspecto fundamentalmente social, dejando claro el siguiente

planteamiento: “El hombre sólo existe en la sociedad y por la sociedad... y la sociedad es

siempre histórica” (Castoriadis, 1994, p.4). Razón por la cual, el sujeto vive en una relación

hombre-mundo, ya que no sólo está en el mundo, sino que está con el mundo y es en esa

relación de reciprocidad donde el sujeto puede leerse en otras esferas distintas de sí mismo

que le permitan objetivar no solo un “yo” sino también un “nosotros”. Conviene subrayar

entonces, que el papel del imaginario social percibido desde la construcción social debe ser

pensado desde la intersubjetividad, desde ese hombre capaz de relaciones, ya que, el ser es,

en la medida en que se relaciona con los otros y con el mundo.

En conclusión, la humanidad existe en tanto ella es capaz de crear imaginarios

sociales, los cuales están en constante correlación y deben ser sometidos a discusiones,

cambios y transformaciones que hacen parte del devenir histórico social que atraviesa el

hombre en el transcurso de su vida. En consecuencia, dado que los imaginarios permean la

realidad-mundo de la cual hace parte y participa el hombre, a su vez, conllevan a intervenir

en las estructuras sociales capaces de concebir la sociedad como una unidad, permitiendo

vislumbrar el horizonte del imaginario social a partir de la comprensión del hombre desde la

trama de significaciones que él mismo ha construido.

Por otra parte, se torna necesario presentar algunos elementos generales de la obra de

Peter Berger y Thomas Luckmann desde las interacciones de la vida cotidiana y el lenguaje

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como generador de dimensiones imaginarias. En su obra la construcción social de la

realidad, los autores dan a conocer algunos elementos fundamentales que permiten analizar

sociológicamente la realidad de la vida cotidiana, los cuales se recogen en los siguientes tres

aspectos: la realidad de la vida cotidiana, la interacción social en la vida cotidiana y, el

lenguaje y el conocimiento en la vida cotidiana, dichos aspectos vinculan la construcción de

imaginarios sociales.

El hombre habita entre múltiples realidades y aunque pueda desplazarse de una

realidad a otra, dentro de estas existe una realidad que se impone sobre las demás, esta es

denominada por los autores como “suprema realidad” o “vida cotidiana”. Para Berger y

Luckmann la realidad cotidiana es aquella realidad que se “organiza alrededor del “aquí” de

mi cuerpo y el “ahora” de mi presente” (2003, p.37) mediado por la praxis, además de ser una

realidad ya objetivada, dado que ella está dada independientemente de la existencia de cada

sujeto.

Puesto que la vida cotidiana está definida por lo que puedo hacer, esta suprema

realidad se presenta de manera rutinaria y se problematiza una vez exista una actividad que

no encaje dentro de esta; es así como aparece un sector problemático que impulsa al sujeto a

aprehenderlo y a llevarlo a su rutina o al sector no problemático.

Por otro lado, las interacciones sociales en la vida cotidiana se dan a partir del

continuo intercambio de experiencias entre sujetos. Berger y Luckmann hacen referencia a

este intercambio como un situación “cara a cara”, en la cual, “el otro se me aparece en un

presente vivido que ambos compartimos” (2003, p. 44), esto quiere decir que para que exista

un intercambio los sujetos deben compartir el “aquí” y el “ahora” en su vida cotidiana. Así

mismo, las interacciones sociales me permiten conocerme y conocer al otro, además de

generar tipificaciones del sujeto con el cual se interactúa, lo que posibilita caracterizar al otro

desde sus gustos, costumbres, maneras de pensar, etc. Estas tipificaciones pueden ser

generarles o particulares y a su vez son recíprocas en el encuentro “cara a cara”.

Ahora bien, las interacciones sociales que se dan en la vida cotidiana están mediadas

por el lenguaje dado que este “…marca las coordenadas de mi vida en la sociedad, y llena

esa vida de objetos significativos” (Berger y Luckmann, 2003, p. 37), esto quiere decir que el

lenguaje objetiva ciertas realidades, además de permitir la interpretación de las mismas. Para

Berger y Luckmann las objetivaciones se concretan a partir de sistemas de signos, lo cuales

traen consigo diversas significaciones. Para los seres humanos el sistema de signos más

importante es el lenguaje, que es definido “…como un sistema de signos vocales” (Berger y

Luckmann, 2003, p.53), el cual permite la expresividad entre los sujetos, teniendo como

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característica fundamental la reciprocidad en la situación “cara a cara”. Para los autores,

ningún otro sistema de signos como el lenguaje nos permite escuchar al otro y poner en

diálogo las subjetividades, en esta medida, la mejor forma de conocernos es hablando con el

otro. (2003)

Aunado a esto, el lenguaje es coercitivo porque obliga al sujeto a adaptarse al

contexto en el cual se encuentra (proceso comunicativo característico de una región),

posibilita también pasar de una realidad a otra, por ejemplo, de la realidad aislada (como son

los sueños) a la realidad de la vida cotidiana. Además de ello, el lenguaje permite acceder al

“acopio social de conocimiento que comparto con el otro” (Berger y Luckmann, 2003, p.58),

es decir, permite adquirir conocimiento y compartirlo con los otros. El lenguaje utilizado

hace parte de la rutina de cada sujeto, puesto que lo que se sabe se inscribe dentro de la vida

cotidiana y por lo tanto de la praxis, así pues, este lenguaje se circunscribe en un cumulo de

conocimientos.

En este orden de ideas, el cúmulo de conocimientos creado por el lenguaje -el cual puede

pasar de una generación a otra o perdurar en el tiempo- se ve reflejado en la realidad

cotidiana y permite la construcción de imaginarios sociales a partir de las interacciones entre

los sujetos.

Puntualizando en la dimensión teórica desde la cual se hace el análisis de este estudio,

la percepción en el imaginario social desde Maffesoli toma fuerza en la imagen, entendida

esta, desde una perspectiva estética que provoca una “expresión de simpatía simbólica que

me empuja a perderme en el otro” (Maffesoli, 2005, p.215). Esta noción de empatía no sólo

enmarca una categoría de orden psicológico, también forma parte de un conjunto diverso de

apelaciones que evidencian: sentimientos, pasiones, emociones, pulsiones; todas ellas

entendidas desde el enfoque estético a partir de esa “misteriosa atracción alrededor de éste

(aquellos) que uno experimenta y siente en común y que hace sociedades” (Maffesoli, 2005,

p.215).

De esta manera, la preeminencia de la imagen en el aspecto grupal permite reconocer

el “pensar colectivo” (Maffesoli, 2005 p.211) como esa imagen que reintroduce una

interdependencia social. Conviene subrayar entonces el lugar de la imagen en el estereotipo

cotidiano desde una concepción trivializada, en el que los mass-media establecen un

estereotipo que modela conductas y cualidades, es a partir de esta perspectiva que se

comprende el “estéreo-arquetipo” en el que “la imagen tiende a prevalecer, se asiste a una

acentuación de la idea, o del ideal comunitaria” (Maffesoli, 2005, p.210). Por tanto, se puede

constatar como lo llama el autor la muerte de la individuación, ya que “la comunión

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alrededor de una imagen común reintroduce una interdependencia universal y, con ello

asegura una forma de eternidad” (Maffesoli, 2005, p.211), entendiendo esa eternidad como

memoria colectiva.

Por su lado, la experiencia surge en el cuerpo social constituido por el conocimiento y

la memoria colectiva y es ahí donde cobra preeminencia la “Cultura que supera el espíritu

individual” (Maffesoli, 2005, p.209), en la medida en que coexiste en su naturaleza

antropológica ese Estar-Juntos, puntualizando en lo que señala el autor “el individuo no

podría vivir o sobrevivir más que si está estrechamente enmarcado en una red societal”

(Maffesoli, 2005, p.220). Todo esto parece confirmar, el lugar del sujeto como un ser social

por naturaleza, ya que, desde su filogénesis, su desarrollo evolutivo ha demostrado que

necesita de la otredad para poder vivir, ya que es un ser esencialmente comunicativo, de

manera que se hace a partir de los otros, ello indica, que las estructuras sociales configuran su

propia esencia asumiendo su propia identidad.

Conviene subrayar entonces, desde los postulados de Maffesoli, el lugar de la tribu

como esa necesidad de organización social que centra su atención en el aspecto grupal,

originado en ese compartir objetos-imágenes, los cuales están compuestas de habitus que

reúnen: dinámicas, expresiones, movimientos, costumbres, posturas, deseos, etc., asociados a

esas formas de reagrupamiento sean estas: políticas, religiosas, musicales, deportivas, entre

otras; todas ellas, convocadas por un horizonte común que las lleva a consumir “el mundo

objetual o el mundo imaginal que reconfortan el cuerpo social” (Maffesoli, 2005, p.212). En

definitiva, el primado del grupo (de la tribu) enfatiza en la comunión con el otro, donde el

“yo” cede el lugar el “nosotros”.

Lo fundamental del estar-juntos es que tiene sentido, en tanto se comprende en la

complentariedad; entendido este desde una visión antropológica que “consiste en reconocerse

a partir del otro” (Maffesoli, 2005, p.218). Condición que permite resaltar lo que señala

Maffesoli citando a Heidegger en reconocer el “dato mundano”, es decir “el sujeto tácito en

la sociedad”, enmarcado en el Dasein que señala “el “yo” no el primeramente sí mismo, sino

que es “yo” a través de los demás”; de ahí surge la comprensión del “uno en sociedad”.

En lo que respecta a la Utopía, esta es concebida como un acto de ensoñación o

fantasía que busca revertir la realidad. La utopía es nombrada por Maffesoli (2005) como

aquellas “‘fuerzas imagínales’, es decir, fuerzas o realidades inmateriales que obran en lo más

profundo de la vida social” (p. 90), lo que permite la reconfiguración en la vida cotidiana.

Trayendo a colación a Carretero cuando se refiere a Maffesoli, este resalta la utopía

como una manifestación propia de lo imaginario que permite crear y recrear la realidad. Bajo

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esta visión de revertir o “desdoblar la realidad instituida” (Carretero, 2005, p.5), subyace

implícitamente una posibilidad en la utopía, que pretende resaltarla como un acto potencial

(Maffesoli, 2005) desde el cual se pueden crear movilizaciones de comunidades o de un

colectivo, que logren, a partir de su ensoñación, la transformación de su realidad inmediata.

Avanzando en este mismo razonamiento, son estas tres subcategorías (percepciones,

experiencias y utopías) las que posibilitan la comprensión del imaginario social, ya que, a

través de la dialéctica presente en todas ellas, se configura un conjunto coherente, en la

medida en que no se pueden comprender de manera aislada, ya que todas forman el hilo

conductor que permite comprender la noción de imaginario como algo socialmente

construido.

3. Imaginarios sociales: experiencias y utopías

Este estudio cualitativo da cuenta de las significaciones que han tenido la paz en el

contexto colombiano. Este fue desarrollado mediante entrevistas semiestructurada dirigidas a

una muestra de la comunidad educativa que incluyó directivos, docentes y estudiantes, cuyo

objetivo, busca analizar los imaginarios sociales de la población participante a partir de las

siguientes subcategorías: percepciones, experiencia y utopías; las cuales representarán la base

fundamental de este análisis, que permitirán tener un carácter comprensivo de las reflexiones

que emergen sobre la paz que coadyuven a la constitución de sujetos políticos para fortalecer

procesos democráticos en la construcción de una educación para la paz.

Teniendo en cuenta lo anteriormente esbozado, fue necesario partir de un conjunto de

interrogantes planteados a la población participante, para caracterizar y analizar cómo se

configuran sus imaginarios basados en las significaciones aportadas. Estos interrogantes se

fundamentaron en los siguientes ejes temáticos: significados de paz, educación para la paz,

consecución de paz, experiencias de paz y de guerra, sensaciones de paz y de guerra y el ideal

de paz desde la utopía.

3.1 Significados de paz

Es complejo afirmar que existe un concepto elaborado de paz que articule las

significaciones de una sociedad, dado que ellas han respondido a características muy propias

que dan cuenta de las particularidades culturales y contextuales, donde tienen lugar las

percepciones, vivencias y expectativas de cada individuo. Razón por la cual, es necesario

reconocer que la memoria histórica de Colombia durante décadas, ha atravesado diversos

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acontecimientos a raíz de un agudizado conflicto armado provocado fundamentalmente por

principios económicos y políticos, los cuales han traído como consecuencia nuevas formas de

poder colectivo y lucha de clases y con ello, el surgimiento de grupos armados al margen de

la ley como los son: las FARC, el ELN (Ejército de Liberación Nacional) y las AUC;

trayendo como resultado problemas tan vividos y sentidos hoy en nuestra nación que se

manifiesta a través de la desigualdad, la pobreza, la injusticia, el desempleo, la violencia, el

desplazamiento forzoso, entre otros. De manera que, muchos departamentos y municipios se

han visto afectados, unos más que otros, pero sea de forma directa o indirecta, el panorama de

violencia ha logrado cubrir varios rincones del territorio colombiano.

En esta misma línea, abordar el conocimiento sobre la paz en el contexto colombiano,

permite entenderlo bajo la subcategoría de percepciones de la comunidad educativa, a partir

de las posturas que tienen sobre la paz y los imaginarios inmersos en cada uno de ellos.

Estas consideraciones entre directivos y docentes permiten evidenciar la cimentación

de dos imaginarios respetivamente: por un lado, subyace un imaginario desde la construcción

social¸ que desplace la mirada de Estado como único ente responsable en la solución de un

conflicto que lleva más de 50 años y vuelque su mirada hacia los ciudadanos como sujetos

activos que forman parte de un tejido social, desde procesos de acción democrática que ponga

en evidencia las voces, las comprensiones, los significados y las vivencias que permitan más

adelante generar iniciativas y apuestas frente a la contribución una paz duradera y sostenible.

Al respecto Alberto10 percibe la paz como “…Un proyecto que realmente es construido y que

realmente debe y debería ser avalado es por nosotros los ciudadanos”. Por otro lado, se

manifiesta una imagen desde un ideal aún no alcanzado, que señala un descontento frente a la

historia de un país marcado por la violencia, donde aún no es posible hablar en condiciones

de equidad y justicia: “…la paz en Colombia ha sido un anhelo frustrado” (Carolina, 2018).

11

Dentro de esta misma línea, las percepciones de los estudiantes encierra imaginarios

de distinto orden: inicialmente desde una necesidad social que prioriza los acuerdos en

materia política como el eje transversal en el camino hacia la paz, que contribuyan al diálogo

y a la negociación de los distintos actores movilizados por diferentes ideales políticos y

permitir un avance en el logro de un país más democrático, justo e incluyente. En este

10 Docente de 55 años, con 14 años de ejercicio docente en la institución. Oriundo de la región. 11 Carolina, Directivo Docente de 42 años de edad, vinculada desde el 2006 a la institución, con 1 año en el cargo de coordinadora

Page 13: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

sentido, cuando se le preguntó a Alejandra12 respecto a ¿qué sabe de la paz en Colombia?

Ella responde: “Sé que es algo que se necesita en Colombia”.

Adicional a esto, la mayoría de los estudiantes dan cuenta de un imaginario desde la

ausencia de guerra, que pone como principal agente del conflicto los grupos armados, cuya

idea enmarca, según Galtung, una visión reduccionista de la paz, ya que ella conlleva pensar

situaciones de distinto orden donde tienen lugar el respeto por los derechos sociales,

culturales y económicos que promuevan el acceso a la educación, la vivienda, la salud y la

igualdad de oportunidades en pro de una sociedad más equitativa, más justa y más incluyente.

Así pues, lo que se sabe de la paz en Colombia es percibido como una situación difícil de

definir: “porque ya… bueno… hay personas o territorios en los que los paramilitares ponen

minas y ya están diciendo que hay más territorios seguros porque están haciendo un

proyecto de desminación”. (Ever, 2018)13. Asía mismo Sofía14, expresa: “…la paz en

Colombia se habla mucho sobre grupos armados” (2018). Es así como la percepción de paz

es constituida desde un imaginario de ausencia de guerra.

3.2 Educación para la paz

Las reflexiones sobre la paz debe ser el punto de partida para la configuración de

dinámicas pedagógicas, dado que representa el primer paso que deben dar todas instituciones

educativas del país para implementar, dentro de su currículo, la catedra de la paz como lo

reglamenta la ley 1732 del 2014; sin embargo, es una tarea que el MEN, en sus Orientaciones

Generales para la Implementación de la Catedra de la Paz, designa a las Instituciones

Educativas del país, dando cumplimento así a lo estipulado en la ley 115 de 199415.

A partir de esta prioridad que determina una política de educación para la paz, es

posible dar cuenta de la pertinencia de conocer el contexto y las dinámicas que atraviesa el

mismo, que permitan tener una mirada comprensiva y se ajuste a las necesidades que

convocan a la comunidad. Todo ello, en miras a convertir la Cátedra de la Paz en la

construcción de un proyecto colectivo, que posibilite los mecanismos precisos como una

forma de reivindicar la deuda social.

Lo dicho hasta aquí supone pensar que la educación debe encaminar la enseñanza

hacia el pensamiento crítico, además debe ser socializadora y amparada bajo una concepción

humanista, que transforme el aula en comunidades de diálogo, promoviendo aprendizajes

12 Estudiante de 17 años, grado 11º 13 Estudiante de 14 años, grado 9º 14 Estudiante de 16 años, grado 10º 15 Ley General de Educación, Capítulo 2 Currículo y plan de estudios, Art 77. Autonomía escolar.

Page 14: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

compartidos, cooperativos y solidarios que vayan encaminados a impulsar acciones sociales,

que les permita conocer su contexto como posibilidad para transformarlo.

En concordancia con lo planteado anteriormente, al momento de indagar con la

comunidad educativa sobre la existencia de estrategias educativas que busquen formar para la

paz se obtuvieron las siguientes percepciones por parte de los docentes y directivos:

“Para que se cumpla una estrategia se necesita tener los insumos y que haya un

objetivo y el objetivo lo hay… sería tener la paz. Los insumos somos nosotros (el

recurso humano) que lo podemos hacer… y eso lo podríamos hacer nosotros

repito: desde la familia y desde una buena educación en nuestras escuelas y

colegios y aun en universidades.” (Alberto, 2018)

Dichas consideraciones dejan la existencia de un ideal de paz desde la acción social,

que posibilite la constitución de sujetos políticos y se asuma la responsabilidad social frente

al conflicto desde distintos escenarios: familiar, social, educativo, etc. Todo ello, a través de

iniciativas y procesos de dialogicidad entre distintos actores que componen el tejido social.

En contraste a esta noción, también se expone un principio de paz como proyecto,

permitiendo así demostrar una propuesta institucionalizada desde el sistema, pero

desarticulada del contexto y sus necesidades. Consecuente con ello Carolina expresa que:

“como estrategia, en los colegios se ha incentivado la catedra de la paz, se fortalece el

proceso de democracia a través del proyecto del mismo nombre y las charlas y

conversatorios que han dado desde las ONG que se preocupan por el asunto de los

temas de reconciliación y acompañamiento a víctimas.” (2018)

Frente a estas mismas percepciones de formación para la paz existe en los estudiantes

un horizonte en común que expresa un ideal desde el desconocimiento de estrategias que

formen para la paz: “La verdad no, nunca en el colegio nunca nos han hablado de eso o

cosas así” (Alejandra, 2018). ¿Estrategias? … pues… en si no se” (Sofía, 2018). Ello supone

pensar en las escisiones que existen frente a un proyecto de paz que aún no involucra a los

estudiantes como actores activos dentro de este proceso que requiere acciones participativas

que puedan llevar a la resignificación del imaginario de paz para verla de manera holística y

dirigiéndose hacia una “paz positiva”, reconociendo indirectamente lo que Galtung denomina

“el triángulo de las Violencias”. Lo que posibilitaría la consolidación de actitudes que

conduzcan a una democracia con principios de equidad, convivencia, sensibilidad y respeto.

3.3 Consecución de paz

Page 15: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

Hablar en términos de consecución de paz implica una comprensión hermenéutica

sustentada en la construcción social, en el que la cultura representa las formas de acercarse al

individuo desde la experiencia, ya que, es propiamente en la cultura donde se conocen los

modos de una sociedad, en la medida en que alberga un conjunto de conocimientos, valores,

creencias e ideales que hacen parte de la vida colectiva y por tanto permiten comprender,

desde una mirada más holística, las sociedades, en tanto posibilita, maneras de percepción y

análisis de la realidad desde un panorama más integral.

Ahora bien, frente al cuestionamiento planteado a la comunidad educativa que se

refiere a la posibilidad de creer en el logro o la consecución de paz en Colombia, los docentes

direccionan sus opiniones en la subcategoría de percepción, donde es posible reconocer la

existencia de un acuerdo comúnmente construido que vislumbra un imaginario desde la

incredulidad de paz:

“yo creo que en Colombia aún no hemos podido llegar a la paz, hemos visto procesos

de desarme, inicios de procesos de reconciliación, pero para que haya verdadera paz

yo pienso faltan condiciones o factores sociales… que permitan que las condiciones

de la gente… bueno mejoren, de tal forma que tal vez no tengan que recurrir a lo

ilegal, a lo oculto, a lo malo para sobrevivir, cierto?” (Coordinadora, julio 2018).

Se considera que la firma de un acuerdo de paz aún está muy lejos de percibir una paz

estable y duradera que reivindique la deuda social; en tanto es posible la necesidad de

construir paz desde la participación de cada uno de los actores sociales que refuerce la acción

política de los ciudadanos sustentado en las bases la democracia:

“No, no hemos llegado todavía a la paz en Colombia, así exista en estos momentos

un documento con un protocolo definido: que es un acuerdo de paz, que fue firmado

por el gobierno y un grupo de personas alzados en armas; no, no lo creo” (Alberto,

2018).

Con relación a las posturas presentadas por los estudiantes también es posible

reconocer un factor común que comprende un imaginario desde la ausencia de grupos

armados, en este sentido, la comprensión de la paz continúa evidenciándose en los

estudiantes desde la ausencia de guerra. Por su parte, Sofía expresa:

“No, no creo porque todavía siguen existiendo esos grupos armados y así hayan

firmado, así esas personas estén ahí quietas por el momento, van a seguir así, porque

ya lo hicieron desde hace muchos años y ellos no se van a quedar quietos porque el

Estado les esté pagando y así obviamente ellos van a seguir en sus cosas” (2018)

Page 16: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

Lo anterior permite evidenciar un desconocimiento claramente marcado, que no posibilita

tener una mirada comprensiva de los demás factores que desatan conflicto en una sociedad

como lo son: la pobreza, la injusticia, la discriminación, la explotación, la corrupción, entre

otros.

3.4 Experiencias de paz y de guerra

En lo que respecta a la subcategoría de experiencia, esta toma como eje central los

modus vivendi de la población participante en materia de guerra y paz, donde tienen lugar sus

prácticas, sus experiencias y sus costumbres, considerando todo el entramado cultural del

cual hacen parte y en el que están inmersos, se trata de una lectura de las narrativas vividas a

través de la experiencia.

Los docentes y directivos expresan sus experiencias de guerra algunos desde su

experiencia de vida y otros desde las voces de los demás actores de la comunidad educativa:

“yo se las historias de Santuario por lo que cuentan los muchachos: que a mi finca

entraron, que a las muchachas, las que se iban con los paracos las calviaban para

que todo el mundo supiera que era de ellos … sí, eso cuentan los muchachos…pues

los más viejitos de este tiempo, cuando yo llegue me decían: no profe es que la

muchacha que usted vea calva es que se metió con un paraco entonces para que nadie

la coja, ni la manosee, ni nada, la mandan calviar.” (Coordinadora, 2018).

Así pues, es posible observar diversas imágenes desde la historia de un pueblo, las

cuales señalan las voces de la gente que deja ver los registros de narrativas que ya hacen parte

de leyendas culturalmente aceptada, además cobra vida en la medida en que se enriquece y

toma nuevas significaciones.

Una de estas imágenes aparece desde la vivencia de grupos armados, donde se

evidencia claramente un conflicto que afectó a gente cercana como amigos o allegados, lo

que permite comprender uno de los efectos de la guerra a partir de la experiencia. Para Alerto

(2018), su experiencia le permitió ver a “…amigos, muchos amigos que de pronto si

resultaron muy afectados y lo de siempre, terminaron muertos, tuvieron sus familiares que

desalojar los hogares…Del resto del país pues conozco la información que veo por la

televisión” Finalmente, desde los mass-media¸ este aspecto cobra mucha importancia y

credibilidad en la sociedad, ya que existe implícitamente, en ese lenguaje audiovisual, un

direccionamiento del pensamiento que involucra posturas políticas, ideologías, intereses

económicos, todos ellos trazados bajo paradigma hegemónico monopolizante, que ejercen en

la sociedad un poder de coacción.

Page 17: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

Por su parte los estudiantes convergen en mostrar un legado histórico de conflicto

narrado desde sus vivencias familiares: “Un tío mío era soldado y a él lo mató una granada y

mi papá era soldado y siempre tuvo como encuentros de batallas hasta que murió” (Ever,

2018). De ahí que esta experiencia haya tenido implicaciones en la vida de estos jóvenes y les

admita tener una comprensión del conflicto fundamentada en la memoria familiar.

En este mismo sentido, Alejandra cuenta su experiencia desde aquellas historias de

sus padres y crea una noción de guerra desde aquellas voces y reconoce la historia de un país

que busca los caminos hacia la paz:

“Aquí estaba la guerrilla hace mucho tiempo, antes de que yo naciera, y de hecho mi

papá lo vivió muy… o sea muy cercano. A él le cobraban vacunas. O sea, a las personas que

tenían fincas o carros le cobraban una mensualidad por tener tierras, cosas muy valiosas

para ellos…” (2018)

En lo que corresponde a las experiencias de paz vividas por la comunidad educativa

se puede constatar un común denominador entre los docentes, directivos y estudiantes que

señala la paz como una sensación de tranquilidad. Las manifestaciones de los actores aluden

a un municipio sereno, tranquilo, en calma, “Digamos que se respira cierta tranquilidad”

(Coordinadora, 2018); donde los vestigios de la guerra quedaron en el pasado. Se podría

decir, que de las huellas de violencia que dejó el conflicto, solo quedan aquellos residuos de

historias recicladas convertidas en mitos y en leyendas de un pueblo:

-“Sí, es tranquilo el pueblo, lo normal” (Sofía, 2018).

- “yo considero que acá en Santuario se ha visto mucho lo pacífica de la gente y es un lugar

chévere donde usted puede salir sin preocupación” (Alejandra, 2018)

3.5 Sensaciones de paz y de guerra

Si bien lo anteriormente relacionados da cuenta de las percepciones y experiencias de

directivos, docentes y estudiantes, se hace necesario vincular las sensaciones que se generan a

partir de las imágenes de paz y de guerra que ha forjado el país, siendo estas, parte del

imaginario social construido desde la experiencia a partir del tejido de sentidos de los actores

de la I.E María Auxiliadora.

Teniendo en cuenta el proceso transicional que ha vivido Colombia en las últimas

décadas y sus intentos históricos por llegar a un acuerdo de paz con las FARC, las AUC y

otros grupos al margen de la ley, (algunos de los cuales han sido fallidos, por ejemplo, el

Page 18: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

despeje del Caguán, en su momento liderado por el ex presidente Pastrana 1998-200216), se

hace necesario identificar las sensaciones generadas por imágenes17 de paz y de guerra por las

que ha atravesado el país y por consiguiente el municipio de Santuario.

Por parte de los docentes y directivos, las sensaciones construidas desde la guerra en

el país se manifiestan en el miedo, el terror, la tristeza, entre otras. Las imágenes de guerra

expuestas a este grupo generaron emociones que se relacionan con una idea de ignorancia por

parte de un grupo de personas que se levantan en armas para exigir ciertas condiciones

sociales, políticas y económicas. El conflicto armado es pensado como un acto ejecutado por

personas que no están formadas acorde a los ideales que fundamentan sus exigencias. Al

respecto Alberto manifiesta: “la ignorancia a un punto tan extremo que termina uno siendo

un juguete de uno mismo o de quien lo quiera manipular.” (2018)

Avanzando en este razonamiento, la sensación que predomina es la del miedo.

Imágenes como los entierros colectivos, niños reclutados por las AUC, prohibición de armas

en una escuela, ponen en evidencia una cultura del miedo causado por acciones violentas a

manos de los grupos levantados en armas. Un miedo que delega un poder a estos grupos

armados, generando así una coacción en el municipio, restringiendo sus acciones y

delimitando sus sueños. Frente a esto Carolina expresa: “Miedo horrible, súper miedo.”

“¡Horrible! Yo siempre pienso que… ¿qué tal que fuera uno?”18(2018)

A partir de estas coacciones, se manifiestan posturas intersticiales, que se construyen

en el colectivo de algún sector y se caracteriza por postura con ciertas particularidades que

no se muestran elocuentemente. Se presenta una cultura del silencio que procura reservar las

sensaciones que genera un líder en la esfera de lo político que manifestó, en su momento, el

desacuerdo con la firma del tratado de paz en Colombia. Estas sensaciones del miedo y del

silencio, evidencian una pasividad frente la guerra, como un acto de supervivencia desde lo

individual hacia lo colectivo.

Para terminar de describir las sensaciones que configuran los imaginarios de los

docentes y directivos, es importante resaltar la expresión del docente Alberto, quien al ver

una imagen de un frente de las AUC devela una idea de igualdad entre una fuerza del Estado

16 Para la época, el gobierno colombiano intentaba llegar a acuerdos de paz con las FARC y una de las estrategias era crear una zona de distensión en el Caguán, municipio del departamento del Caquetá, altamente afectado por este grupo. 17 Se presentaron 12 imágenes que se pueden agrupar en 4 temas: 5 imágenes alusivas a la guerra en Colombia, 3 imágenes alusivas a las víctimas del conflicto, 1 imagen alusiva a personajes políticos y las demás imágenes alusivas a la paz y a los acuerdos (una de estas imágenes vincula personajes políticos) 18 Esta sensación se genera al ver los entierros colectivos.

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y otra que se encuentra en la ilegalidad, ya sea por ser estos grupos, los que ejercen el control

y la seguridad en diferentes territorios o porque sus acciones de violencia perpetúan la guerra:

“yo veo una foto común y corriente de unos personajes, como yo ver un grupo… si

esa imagen que me mostraran fuera de un grupo de policías diría lo mismo, sí; si

fuera un grupo de mis estudiantes no diría lo mismo porque estamos en un contexto

muy diferente.” (2018)

Por otro lado, este mismo sector educativo revela un imaginario de paz como un acto

de incertidumbre, de una promesa incumplida y un buen intento que aún no logra la

construcción de paz anhelada por los colombianos. No solo la guerra arroja imágenes

negativas, también la paz genera imágenes desfavorables, puesto que conducen a un anhelo

frustrado, a un fracaso burlesco. En relación con lo anterior, al indagar por la firma del

acuerdo de paz con las FARC la mayoría de los docentes y directivos manifiestan una

incredulidad frente al proceso, un imaginario de promesa falsa, puesto que este no es

suficiente para alcanzar aquel ideal de igualdad y justicia que se añade al deseo de paz. Al

respecto, la sensación de Alberto frente a la firma por la paz fue: “Obviamente

desconfianza…” Sensación similar a la de Carolina cuando expresa: “Esa me da risa. Pues

un buen intento, pero no… eso no… que lejos”. (2018)

Otra imagen negativa frente a la paz en el postacuerdo es la causada por las

movilizaciones de los grupos sociales como estudiantes, campesinos, entre otros,

pretendiendo con ello hacer un llamado a la no violencia después de haberse votado el

plebiscito por la paz19, en el cual ganó el “No”, entendiéndose así, que los colombianos no

estaban de acuerdo con lo pactado en la mesa de negociación en la Habana. Para el caso de

Santurio, el 58,92%20 de los votantes apoyaron el “No”. En consecuencia, estas

movilizaciones están presentes en el imaginario de paz como una manifestación que genera

inconformidad por tener que realizar estas actividades para exigir algo que debería ser una

garantía social, a Alberto esta imagen le genera “inquietud, malestar, dándome cuenta que

muchos habían perdido sus hijos, sus padres, como tenían que abandonar las parcelitas para

irse a formar parte de esos muros en… de los tugurios, llamémoslo así en las ciudades”

(2018)

Frente a estas mismas movilizaciones, la paz es una burla, dado que estas actividades

son un proceso que sirve únicamente para que los diferentes grupos se expresen. Carolina

19 Tomado del periódico regional Diario del Otún 20 Tomado de la registraduría nacional del estado civil. Consultado el 14 de septiembre de 2018 en: https://elecciones.registraduria.gov.co/pre_plebis_2016/99PL/DPL24094ZZZZZZZZZZZZ_L1.htm

Page 20: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

sostiene que “esas marchas y eso no sirven para nada. Cómo se reirán los malos cuando ven

esas fotos.” (2018)

Es así como se configuran los imaginarios de los docentes y directivos a partir de las

sensaciones que producen las imágenes de guerra y los intentos de paz que ha atravesado

Colombia. El miedo y el silencio, la risa y la desconfianza, están cimentadas en una tristeza

producida por el conflicto armado que hasta el momento no ha permitido una Colombia en

paz.

Ahora bien, los estudiantes por su parte expresan unas sensaciones que presentan

algunos encuentros y desencuentro con respecto a los docentes. En primera instancia, las

AUC no solo generan miedo por evocar a esas personas trasgrediendo a los demás, sino

también por imaginarlas lejos de sus seres queridos, es una sensación del miedo hacia la

guerra y hacia la ausencia de la vida en familia. En este sentido Ever expresa: “miedo. Porque

me imagino que esas personas están lejos de su familia obligados” (2018). Así mismo, esta

imagen denota maldad, la cual se relaciona con el expresidente Álvaro Uribe Vélez,

Alejandra manifiesta: “Solo con ver Uribe… como lo mismo. Gente muy mala... gente que…

no sé ni que piensan de la vida… no sé”. (2018)

Teniendo en cuenta lo anterior, mientras que los docentes optan por el silencio,

algunos estudiantes expresan de manera pasional y explicita sus sensaciones frente a Uribe

Vélez: “Que señor tan… me da asco la verdad... tan horrible… Por lo que yo he escuchado y

todo sé que es una mala persona y que es un asesino y que solo quiere acabar con el país.”

(Alejandra, 2018). Esta sensación evidencia un sentimiento heredado, una construcción

colectiva que da cuenta de un imaginario social que responsabiliza a líderes políticos de la

guerra en Colombia. Se debe aclarar que, para la mayoría de estudiantes, la sensación no es

compartida, a los demás integrantes que se entrevistaron, la imagen de Uribe no les genera

nada.

Evidentemente, el miedo en los estudiantes causa una idea de soledad o de pérdida de

familia, pero adicional a este miedo, todas las imágenes de guerra generan tristeza en ellos.

Una tristeza colectiva por aquellos muertos en combate, por las masacres, y la violencia que

lleva a fragmentar las familias. En este caso concreto, Ever y Sofía relacionan una sensación

de “Tristeza por tantos muertos”, “es triste para esas mamás saber que los hijos murieron

ahí”. (2018)

Para el caso de la paz en el postacuerdo, la mayoría de los estudiantes tienen un

imaginario de incredulidad frente a la firma por el acuerdo de paz: “A la vez sería como

mentira o verdad. Pero bueno, se ve que al menos están haciendo algo por cambiar este

Page 21: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

conflicto”, afirma el estudiante Ever. De acuerdo con esta expresión, Sofia manifiesta:

“Farsa. Pues a mí Santos nunca me pareció una buena persona y Timochenco tampoco”

(2018). Este imaginario social es latente en esas expresiones de sentidos, en las que los

estudiantes explican “que ya podemos vivir en paz, que ya la guerra ha terminado y no es

verdad” (Sofia, 2018). Estas sensaciones se encuentran en consonancia con las expresadas

por los directivos y docentes cuando afirman la desconfianza y aquella risa frente al proceso

de paz, por ser un buen intento que aún no logra su cometido.

Adicional a estas sensaciones de los estudiantes, las movilizaciones sociales generan

en la mayoría de ellos una acción de lucha porque Colombia ya tiene algo en común que la

une para exigir sus derechos. Sin embargo, no todos los estudiantes tienen esa noción, para

este caso concreto, Alejandra manifiesta: “uno no tiene que marchar por la paz, la paz debe

estar aquí en Colombia”. (2018)

Las sensaciones de los estudiantes son contradictorias en lo que respecta a la paz y a

la guerra. Dentro de estas diferencias, se encuentra una sensación que convoca a todos los

actores de la comunidad educativa: la firma del acuerdo de paz como una farsa, un acto que

evoca un imaginario de incredulidad.

3.6 El ideal de paz desde la utopía.

En lo concerniente a la paz soñada, y por ende a la subcategoría de utopía, los

docentes y directivos de la institución educativa configuran los imaginarios sociales de paz

desde diferentes imágenes fantasiosas. Uno de estos ideales es construido desde la educación

como la posibilidad de crear un conjunto social más justo, que permita resaltar las bondades

de su gente. Consecuente con ello, Alberto considera: “un país educado es un país que llega

siempre a sobresalir y a superar muchas dificultades.” (2018). Si bien es cierto que la

escuela debe apoyar la formación de los sujetos, la familia es otra institución que fundamenta

las posturas ideológicas y políticas de cada individuo, lo que conlleva a la construcción de un

tejido social. Conviene subrayar entonces, que esta es responsable de la formación del ser a

partir de lo axiológico, de principios fundados en valores como el respeto, la solidaridad y la

tolerancia.

La familia tiene desde sus funciones, los procesos de enculturación que consisten en la

transmisión de representaciones y valores colectivos necesarios para el progreso y el

desarrollo del individuo. Estos aspectos fundamentales que promueve la familia ayudan a

transitar el camino hacia la vida social y marcan las relaciones del individuo con su

comunidad de manera pacífica o violenta. En este sentido, se presenta una responsabilidad

Page 22: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

familiar para la construcción de paz, así pues, para el Alberto, la paz ideal “es la buena

convivencia en la familia… empieza pues por el respeto en el hogar” (2018).

Otra imagen de anhelo de paz para Colombia, señala un ideal de justicia cimentado

en los derechos humanos fundamentales. En este caso, esta se encuentra enmarcada en la

posibilidad de suplir aquellas necesidades básicas o los derechos del ser humano como la

vivienda, alimentación, salud, educación y demás que impliquen la dignidad de cada

individuo. Así pues, lo justo, es que cada sujeto de la sociedad tenga las condiciones de vida

que permiten el desarrollo social y cultural, sin tener que llegar a actos violentos para poder

adquirir los recursos que le permitan sobrevivir. En esta medida, se gesta una noción de

justicia en el “que hubiera unas garantías para que las personas de menos recursos tuvieran

lo mínimo garantizado.” (Carolina, 2018)

Así pues, los imaginarios sociales de paz para la mayoría de los docentes y directivos

se consolidan desde el deseo de igualdad, justicia y educación. Este imaginario idealizado de

la paz está enmarcado en lo que Galtung denomina paz positiva, en el cual existe una armonía

social abarcando los aspectos económicos, políticos y culturales.

En relación con lo anterior, los estudiantes de la I.E María Auxiliadora edifican su

imaginario de paz ideal a partir de la ausencia de guerra, lo que en palabras de Galtung se

conoce como una paz negativa, un deseo de inexistencia de grupos armados al margen de la

ley. En este orden de ideas, la mayoría de los imaginarios sociales de paz, desde lo utópico,

fueron manifestados de la siguiente manera: “¡No más guerras! Eso es lo que uno piensa

primero” (Alejandra, 2018). Este deseo de ausencia de guerra hace parte de aquella

ensoñación en la que se vislumbran todos los habitantes de un país en un entorno tranquilo,

fuera del alcance de las armas. Para Ever esta paz ideal es una paz “Maravillosa… Todos:

niños, ancianos, jóvenes, adultos.... Todos caminando tranquilos sabiendo que ya no hay

guerra en alguna parte de este país” (2018)

Adicional a este imaginario de ausencia de guerra existe en algunos estudiantes una

idea de justicia similar al de los docentes. La paz utópica se proyecta desde la posibilidad de

tener una sociedad en la cual “la educación fuera gratuita junto con la salud, que no hubiera

tanto problema con las EPS, tantas personas muriendo ahí, que haya un gobierno que en sí,

sirva.” (Sofía, 2018)

4. Imaginarios sociales: vínculos y desencuentros

Una vez realizada la descripción y caracterización de cada uno de las percepciones,

experiencias y utopías hallados en la población participante, es ineludible ahora tipificar

Page 23: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

dicha información a partir de un análisis hermenéutico, donde coexiste un método

interpretativo que da cuenta del fenómeno social, ya que busca conocer el origen de las

significaciones que se erigen en las personas, grupos o colectivos. De modo que, comprender

las mismas implica, a su vez, analizar los discurso, los cuales están hechos de sociedad

porque obedecen a un contexto y su lectura es polisémica en la medida en que está cargada de

símbolos y signos propios de su contexto histórico, cotidiano, situacional y lingüístico. En

consonancia, el método interpretativo busca, a su vez, comprender los fenómenos como

construcciones sociales que posibilitan leer las creencias y las motivaciones que impulsan a

actuar a las personas, de ahí la importancia de reconocer su experiencia y la forma como

interpretan el mundo social (imaginarios) a partir de la interacción.

Ahora bien, siendo la interpretación el fundamento para analizar las significaciones

presentes en los actores, fue posible trazar seis imaginarios que dejan ver los encuentros y

desencuentros más evidentes en la comunidad educativa:

4.1 Imaginarios de paz como condición de posibilidad para superar el conflicto

El conflicto representa divergencia, oposición y discrepancia de intereses que

conllevan a generar acciones negativas en contra de aquello que se confronta, siendo en

muchos casos la violencia el instrumento más utilizado para la consecución de objetivos

particulares, que por lo general están asociados a la lucha por el poder (Galtung, 2016).

Empero, cabe aclarar, que pensar el conflicto también implica reconocer un conjunto de

connotaciones que subyacen en la sociedad producto de sus modus vivendi, de esas formas de

ser, pensar y estar en el mundo. De ahí, que el concepto tenga unas formas de entenderse en

términos geográficos, culturales y generacionales que responden a dinámicas contextuales

específicas.

Para el caso puntual que convoca a esta investigación, existen vínculos y

desencuentros entre los actores que participaron de la misma frente a las significaciones del

conflicto. Con respecto al primero la comunidad educativa (directivos, docentes y

estudiantes) confluyen en que es la paz y no la guerra, la salida para superar los conflictos.

Por otra parte, si bien convergen en que la paz es la condición necesaria o indispensable para

eliminar el conflicto, en lo que se refiere a segundo aspecto (los desencuentros), se percibe

una escala generacional que influye en sus formas de pensar.

Considerando lo anterior, se puede observar dos posturas: una que obedece a la

percepción de los directivos y docentes y otra, la de los estudiantes. Con relación a los

primeros, consideran que la paz debe tener un origen social, en tanto esta reclama un sentido

Page 24: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

de responsabilidad con el otro, además de comprender que ellos tienen un papel formativo

dentro de la sociedad. De ahí que predomine un imaginario desde la construcción social, que

reclame a la educación la necesidad de crear nuevos retos y escenarios, donde el papel

fundamental del educador radique en ser gestores de cultura, de procesos de enseñanza y

aprendizaje que le den a la educación una base significativa desde un horizonte humano y

social; que valore al educando como individuo, como persona, como un fin en sí mismo, en

palabras de Freire propender por una educación “Liberadora o transformadora”. Así mismo,

bajo esta visión que pone como solución el aspecto social en la superación al conflicto, muy a

propósito Maffesoli (2005) se centra en la concepción de la fuerza como la unión de diversos

elementos en donde manifiesta que “la figura de lo social está esencialmente compuesta por

la cooperación” y es más enfático cuando afirma que el estar-juntos social es “una integración

de elementos heterogéneos que, al tiempo que preserva su particularidad, concurren en

formar un conjunto coherente” (Maffesoli, 2005 p.216)

Por otra parte, haciendo referencia a los segundos actores, ostentan otro argumento

pensado desde la no presencia de grupos armados como solución al conflicto, en este sentido,

es posible percibir un imaginario desde la ausencia de guerra. Con respecto a esta postura,

Galtung señala que esta concepción se fundamenta en una paz negativa, razón por la cual, los

jóvenes perciben la consecución de la paz en tanto no existan grupos al margen de la ley. En

tal caso, si bien existe una preocupación manifestada a raíz de dichos grupos, esta es solo una

de causas que conducen al conflicto, pero no es la única que propicia actos de guerra, ya que,

poniendo en consideración lo que nos trae a exhortación Galtung, esto sólo representaría una

violencia de tipo directa, la cual tiene una estrecha relación con la muerte, la aniquilación del

otro, represión, el acoso, entre otros. No obstante, para Galtung, evaluar la crueldad de la

guerra como derivación de grupos armados, está basado en una visión reduccionista, por lo

cual plantea el siguiente cuestionamiento “¿Cuán limitado es ver la paz como lo opuesto a la

guerra, y definir los estudios de paz como los estudios referidos a la evitación de la guerra?”

(Galtung, 2016 p.5).

Siguiendo en la misma línea de Galtung, desde el paradigma anterior es restringido

ver la consecución de la paz, ya que esta no debe ser entendida como la abolición de grupos

armados; se trata de una reflexión que permita pensar que la guerra empuja problemas de

distinto orden, en donde tiene lugar otro tipo de violencias: estructural y cultural; en la cual

cada una es un puente conductor de la disgregación social. Es por ello, que la violencia

estructural se erige a partir de la estratificación social, en donde unos tienen privilegios sobre

otros y pueden acceder a las necesidades básicas humanas: identidad, libertad, bienestar y

Page 25: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

supervivencia; y finalmente nos encontramos frente a la violencia cultural que posee un

carácter simbólico en donde entran en juego un conjunto de elementos que interfieren en la

constitución de las sociedades: ideología, lenguaje, religión, ciencia, arte, educación y los

mass media. A su vez, esta última ejerce un poder en la medida en que regula el escenario de

la libertad individual legitimando la violencia estructural y cultural. Es entonces, por medio

de la acción deliberada que los individuos acceden a estar sometidos, ya que, interfiere en sus

contextos de reflexión y de acción (pensar-actuar) dejando como resultado una sociedad

pasiva que naturaliza de manera voluntaria el poder de coacción.

Todo lo anterior parece confirmar, que los factores que instituyen cada una de las

violencias conducen a problemas en cadena en donde el uno propia el otro, se sirve del otro

para su despliegue y lo utiliza como materia prima para la consecución de sus objetivos.

Significa que funcionan como un conjunto coherente donde las partes componen el todo, es

decir, que no pueden comprenderse aisladamente.

4.2 imaginario desde una educación para la paz descontextualizada

Al momento de examinar los vínculos y desencuentros descubiertos en la población

participante, es predominante un imaginario desde una educación para la paz

descontextualizada¸ ya que, si bien, los directivos y docentes coinciden en reconocer que

existe un proyecto de paz estipulado como una orientación del MEN por medio de la ley

1732 de 2014, proponiendo una política de educación para la paz, la cual obliga a los

establecimientos educativos de formación básica y media brindar una materia denominada

Cátedra de la Paz con el fin de garantizar la creación y el fortalecimiento de una cultura para

la paz en Colombia, dicho proyecto no está consolidado en la Institución Educativa María

Auxiliadora, solo han existido unos acercamientos a través de conferencias, charlas y

conversatorios dirigidos a los directivos y docentes para incentivar la implementación de un

proyecto sobre la catedra de la paz. Sin embargo, el desencuentro se evidencia precisamente

en los estudiantes, ya que ellos declaran que hasta el momento no conocen estrategias que

formen para la paz. Se podría decir entonces, que esta propuesta aún está muy lejos de

conducir procesos democráticos, ya que no involucra la participación de los estudiantes o

demás actores de la comunidad educativa, que permitan rescatar el papel socializador de la

educación como edificador de realidades, donde sea posible visibilizar los discursos a partir

de las voces, iniciativas, significaciones, que conviertan al aprendiz en un sujeto activo en la

construcción de paz.

Page 26: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

Es necesario entender que la acción educativa debe estar amparada en procesos de

reconocimiento contextual donde tienen lugar los factores culturales, físicos y sociales que

determinan la forma de ser y de actuar en el estudiante a partir de la interacción con el

entorno y con las personas inmersas en el mismo y es precisamente desde esta perspectiva

que cobra sentido la experiencia en el aprendizaje, ya que mueve la construcción de

conocimientos y capacidades. Esta concepción fundamentada en el contexto permite

reconocer la esfera donde se desarrolla cada persona, porque es allí que el individuo se hace;

condición que permitirá comprender que el otro vale en la medida en que hace parte de una

red societal. Lo dicho hasta aquí, supone pensar antropológicamente el aspecto social como

parte de la naturaleza del ser humano, que desde su ontogénesis ha demostrado que necesita

de la otredad para poder vivir, ya que es un ser esencialmente comunicativo, de manera que

se hace a partir de los otros. De ahí que la cultura edifique las estructuras sociales que

configuran su propia esencia asumiendo su propia identidad. En palabras de Maffesoli “las

características que constituyen al individuo en su identidad, sexo, ideología, profesión, hacen

parte de sus relaciones institucionales (familiares, conyugales y partidarias” (2005, p.211).

4.3 Imaginario de paz como un proyecto inconcluso

Frente a la consolidación de la paz en el panorama colombiano, la comunidad

educativa manifiesta que la paz no es un hecho en nuestro país, en tal caso es posible

establecer un vínculo discursivo en el que coinciden todos los actores que da lugar a un

imaginario de paz como proyecto inconcluso. Razonamiento que permite declarar un juicio

basado en que estamos muy alejados de vislumbrar una paz en Colombia dadas las

condiciones apremiantes que vivimos actualmente. Si bien, reconocen que han existido unos

esfuerzos en cuanto al desarme y acuerdos de paz, también son conscientes que esto solo

representa un peldaño del proceso, más no la solución en términos definitivos.

A esta postura consensuada de la comunidad educativa subyace un elemento

mediador que ejerce un poder de coacción: los mass media, los cuales trasmiten a través de

sus canales, un paradigma de paz y de guerra que le transfieren a la sociedad. Acorde con

esto, Maffesoli trae a colación el “estereotipo-arquetipo”, donde la televisión y la publicidad

modelan el estereotipo cotidiano, dando lugar a la imagen trivial, en el cual el aspecto grupal

“tribalismo” cobra protagonismo en tanto ella comparte “objetos-imágenes” que convocan a

unos individuos a ese “estar-juntos”. Esta identificación con la imagen que han heredado los

medios a la sociedad, han posibilitado un tejido de imaginarios, por lo cual Maffesoli señala

que: “la imagen tiende a prevalecer, se asiste a una acentuación de la idea, o del ideal,

Page 27: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

comunitaria” además recalca “…que la comunión alrededor de una imagen común

reintroduce una interdependencia universal” (2005, p.211).

De ahí, que la prevalencia de la imagen conserve, como lo llamaba Maffesoli, “una

memoria colectiva”, en la medida en que perpetúa los mitos, las leyendas y los cuentos que

configuran el imaginario social.

En definitiva, es complejo hablar de una paz en sentido absoluto, puesto que ello

implica generar acciones transformadoras en los ámbitos sociales, educativos, económicos,

culturales y políticos. Se trata de una acción colectiva que conduzca a la participación de

agentes sociales e instituciones en pro de promover acciones sostenibles que permitan al

Estado actuar con mayor eficacia, validando el ejercicio de participación ciudadana como un

acto legítimo para construir sociedad. Desde este punto de vista, el gobierno debe tomar

decisiones amparadas en fundar condiciones y oportunidades viables teniendo en cuenta el

contexto, que le permita tener una mirada comprensiva sobre las necesidades que convocan al

mismo. De manera que, avanzar hacia la paz demanda obligatoriamente una movilización

social que origine la consolidación de una sociedad más justa, equitativa, democrática y

pacífica, de donde se infiere que este podría ser un primer acercamiento para la edificación de

la paz. Cabe aclarar, que la consecución de la paz en términos “perfectos” no existe, ya que

siempre existirán ejercicios políticos que tengan implicaciones sobre la sociedad, es por eso

que se pueden lograr procesos de desarrollo “sub-óptimos”. (García, 2015, p.61).

4.4 Imaginarios de paz narrados desde la experiencia

Poniendo en consideración la historia del municipio de Santuario como escenario de

guerra, este tuvo su fuerza en el pasado; frente a este aspecto fue posible percibir un

imaginario que devela la historia de un pueblo, a partir de los vestigios del conflicto que dan

cuenta de la dominación de grupos armados que marcaron con ímpetu el control de una

región atravesada por la sangre y el miedo, donde imperó una cultura del silencio y de la

indiferencia.

Respecto a esta situación histórica de conflicto que vivió el municipio, los agentes de

la comunidad educativa expresan que esta guerra los “tocó” (a unos de manera directa y a

otros de manera indirecta). En este caso puntual, en los actores más adultos (directivos y

docentes) el imaginario se configura desde la vivencia con grupos armados, ya que, con la

llegada de los mismos a Santuario, se logró afectar la vida de muchas personas, por razones

tales como: la muerte, desplazamiento forzoso, expropiación de tierras, conflicto entre

diferentes grupos al margen de la ley, entre otro.

Page 28: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

En cambio para los estudiantes, la experiencia se torna de manera indirecta en la

media en que dada la época en que Santuario vivió estos tiempos de violencia, algunos

estudiantes no habían nacido y otros estaban muy pequeños. De manera que, lo que ellos

cuentan es a partir de una experiencia de vida familiar, donde ellos expresan que a sus

familias les tocó vivir el cobro de vacunas, muerte de familiares a causa de las granadas,

padres militares muertos en combate, saqueos, amenazas, desplazamientos forzosos, etc.

En este orden de ideas, es claro que la guerra tuvo implicaciones en la vida de cada

uno de estos actores y bajo esta concepción, ya sea vivida o contada por otros, subyace a su

vez, un aspecto cultural, como ese lenguaje socialmente establecido, que representa la razón

sobre la cual se erige su imaginario de paz, porque es sobre este principio que los actores

fundan su pensar y su sentir; dando como resultado, la autoformación del sujeto que tiene

lugar en las interacciones sociales de manera gradual y progresiva, pero es propiamente en la

cultura donde se constituye el individuo en la medida en que se va apropiando de la misma.

Por consiguiente, el lugar de la cultura en palabras de Maffesoli (2005) “supera el

espíritu individual” (p.209); es decir, que se construye en la manera de hacer en colectivo, de

donde se infiere que, nuestra identidad se configura a partir de las relaciones institucionales

(familiares, conyugales, partidarias). Todo ello permite comprender lo que plantea Maffesoli

como el “Tribalismo” en la constitución del cuerpo social.

Ahora bien, si la guerra se condensa o tiene su fuerza en la historia del municipio de

Santuario, en la actualidad emerge otro sentir, otras formas de pensarse en ese lugar que antes

tuvo un tinte sangriento producto de la violencia. Esa perspectiva que hoy cobija las calles,

los parques, los barrios, etc., está permeada, según lo expresa la comunidad educativa, de

calma, de tranquilidad. Se podría decir que subyace implícitamente un ideal desde la

esperanza, como esa recuperación de la memoria historia, pero ya no desde un tinte gris sino

desde visión cromática que devela transformación, expectativa, confianza; en ultimas, una

esperanza que busca de manera desesperada huir de un miedo que genera angustia y

desasosiego, transmutándolo por un “pensamiento positivo”, fundamentado en una creencia

optimista que pone en el trascurrir del tiempo una forma de sanar, fortalecerse y volverse a

levantar.

Lo anteriormente expuesto evidencia nuevamente ese estar-juntos que conduce,

como lo llama Maffesoli, a un habitus, el cual envuelve un conjunto de costumbres que

vislumbran el uno en sociedad, es decir, que la cualidad fundamental de esa red societal es:

“cada uno es el otro y nadie es en sí mismo” (Maffesoli 2005 p.219). Es ahí donde resulta la

“preeminencia del todo sobre las partes”. En conclusión, este habitus “va a encontrar un

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nicho profundo en lo cotidiano y lo imaginario de un cuerpo social dado” (Maffesoli, 2005,

p.247).

4.5 Imaginario desde el postacuerdo

En el postacuerdo, la paz es sentida como una promesa incumplida, un anhelo

frustrado, en el que el estado de las emociones impulsado por las pulsiones y las pasiones

evocan una falsedad en la firma de un acuerdo de paz en aquella comunidad que vivió

inmersa en las afectaciones producidas por paramilitares, guerrilleros y soldados. Así pues,

la paz se desdibuja y se aleja de la realidad y aunque los intentos por alcanzarla son válidos,

esta no deja de ser aún un ideal no alcanzado.

Aquellas sensaciones de incredulidad alusiva al acuerdo de paz en el país, confluyen

en la comunidad educativa evocando un imaginario de promesa falsa, el cual tiene su origen

en el desencantamiento o afinidades que se erigen hacia algunos líderes políticos, optando en

algunos momentos la cultura del silencio, si se trata de evocarlos. Hecho entendible si se vive

en una comunidad donde las armas protagonizaban el contexto. Esto evidencia un deseo de

sobrevivir frente a las circunstancias: “Para sobrevivir, hay que saber avanzar con una

máscara y no descubrirse ante nada ni ante nadie, ni siquiera ante sí mismo” (Maffesoli,

2005, p.19)

Este ejercicio de supervivencia, dualidad que enmarca posturas diversas, latentes u

ocultas en cada ser, permite aquello a lo que Maffesoli llama libertades intersticiales, que

llevan a cada integrante de una comunidad a ocultar ciertas opiniones, a “vivir al mismo

tiempo varias realidades” (Maffesoli, 2005, p. 21) generando así la perdurabilidad del ser y su

colectividad, la trascendencia y conservación de un grupo con un deseo de paz inalcanzado.

Entonces, desde los espacios del miedo y del horror generados por la guerra, las libertades

intersticiales se construyen como un modo de preservación del ser, como un mecanismo de

protección desde el presente y hacia las generaciones futuras.

“De esta manera, bajo las diversas imposiciones socio-político-económicas, se

puede plegar sin romper, se puede aceptar las ideologías “de dientes para

afuera” y poner en obra un mecanismo de restricción mental, se puede hacer

“como si” se aceptaran las morales establecidas, las religiones dominantes y

los diversos mandatos sociales, al tiempo que guardan su “distancia””.

(Maffesoli, 2005, p.122)

Page 30: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

Así pues, las libertades intersticiales que han conservado a aquella comunidad del

municipio de Santuario, logran manifestar un deseo de paz que, aunque no sea cercano, no

implica un imposible.

4.6 Imaginario desde la utopía

Aunque una comunidad no reconozca el conflicto que origina una guerra o el

enfrentamiento armado en el cual ha estado inmersa, esto no quiere decir que no se quiera

llegar a un estado de bienestar común donde confluyan unos con otros de manera pacífica. Es

aquí, donde la utopía como acto de ensoñación o fantasía permite “desdoblar la realidad

instituida” (Carretero, 2005, p.5) e imaginar mundos posibles. En lo concerniente a la

comunidad educativa María Auxiliadora, la paz utópica, se configura desde la institución

familiar, desde la experiencia de vida en el núcleo familiar. Lo que los lleva a tener dos

ideales de paz: el primero, expresado desde los estudiantes, alude a un imaginario de ausencia

de guerra desde la posibilidad de terminar con el conflicto armado. Adicional a este, existe en

algunos estudiantes, un imaginario que va en consonancia, con el de los docentes y

directivos: un imaginario de justicia consolidado desde aquella paz estructurante o perfecta en

la que, según Galtung, las instituciones del Estado garantizan una vida en igualdad de

condiciones para la sociedad.

Con lo anterior, se puede observar que, quienes vivenciaron el conflicto siendo

afectados por un grupo armado – ya sea legal o ilegal – desean una paz negativa (Galtung,

2009). Mientras que la paz como un imaginario de justicia hace referencia a que todos los

colombianos tengan acceso a la salud, la educación, a una actividad económica estable que le

permita garantizar la manutención de su familia, etc. Este imaginario emerge de quienes no

han tenido historias vividas por parte de su familia que los vincule con las FARC, las AUC o

el Ejército Nacional, sin olvidar, además, los niveles de formación.

En este sentido, se evidencia una escisión en la historia de guerra que ha vivido el

municipio de Santuario, manifestando que el deseo de paz y su forma específica, se fecunda a

partir de la relación directa o indirecta con el conflicto armado, lo que muestra el hilo rojo21

que permite hallar las raíces de la configuración del imaginario de paz de la comunidad

educativa.

21 Metáfora utilizada por Michel Maffesoli para evidenciar el trazo de un pensamiento o de una acción. “Hace alusión al hilo rojo que se amarra a las cuerdas usadas por los marinos, el cual significa en este caso, el hilo conductor que permite guiarse a las búsquedas difíciles y llegar finalmente a lo profundo de la idea que se está esbozando”. (Maffesoli, 2005)

Page 31: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

Esta ilusión o idea fantasiosa de paz, puede llegar a ser una potencia “que puede servir

de recurso, un modelo para quienes buscan la alternativa al poder” (Maffesoli, 2005, p.111).

Es la posibilidad de llegar a transfigurar sus propias realidades y volcarse a un nuevo orden

que permita la paz desde los espacios de formación y permee las localidades. Sin embargo,

existe otra posibilidad, dicha utopía puede ser utilizada para generar, en palabras de

Maffesoli, “constricción”: “Es decir, fuerzas o realidades inmateriales que obran en lo más

profundo de la vida social y se emplean de diferentes maneras para modelar en estos los

contornos” (2005, p.90), en otras palabras, crear una utopía y alimentarla en el imaginario

social con el fin de mantener un orden.

5 Construcción social para la paz: educación como acción liberadora

“… si lo que uno quiere es educarse y formarse, es de

fuerzas humanas de lo que se trata, y en que solo si lo

conseguimos sobreviviremos indemnes a la tecnología y ser

de la máquina”. (Gadamer.)

Tomando como base el camino trazado desde la identificación de imaginarios sociales

y aquellas subcategorías que los configuran (percepciones, experiencias y utopías), es ahora

ineludible brindar un análisis comprensivo que involucre como lo llama Freire el papel de la

educación en la transformación social, que invite a pensar el proceso dialógico como la

construcción de realidades desde el quehacer político.

En relación con lo anterior, es incomprensible pensar la paz por fuera de una urdirme

societal, ya que, es en las relaciones sociales donde existe la posibilidad de un proceso

participativo y activo que conduzca a motivar acciones políticas que marquen el camino en la

consolidación del logro hacia la paz.

Bajo esta visión, que señala la paz como un objetivo expresado por la comunidad

educativa desde su máximo anhelo, subyace implícitamente una posibilidad utópica, que

pretende resaltarla como un acto potencial (Maffesoli, 2005) desde el cual se pueden crear

movilizaciones de comunidades o de un colectivo, que logren, a partir de su ensoñación, la

transformación de su realidad inmediata.

La imaginación, la utopía, aquel sueño diurno, que manifiesta cada actor, es lo que

estructura culturalmente un grupo social. En esta medida y recordando a Carretero (2005),

“En la imaginación afloraría un vestigio de una infancia envuelta en una mágica ensoñación

que, una vez recobrada, ensancha los horizontes del ser humano y desbloquea las coacciones

Page 32: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

que la realidad le impone” (p.42). Es allí donde se manifiesta la potencialidad de la utopía, la

que, en este caso concreto, debe ser aprovechada para impulsar la formación para la paz que

tanto ha buscado Colombia.

Haber identificado las características de aquel deseo colectivo de paz, que se

identifica con la propuesta de Galtung como una paz positiva, es una oportunidad para

fomentar desde la institución educativa, una dinámica pedagógica alusiva a la paz que permee

la cotidianidad desde ese estar-juntos.

Construir apuestas pedagógicas alusivas a la paz requiere de una relación dialógica en

donde converjan las voces de lo instituido y lo instituyente (Maffesoli, 2005). Lo instituyente,

manifestado en los imaginarios sociales de paz y de guerra de una comunidad educativa, los

cuales aportan a la construcción de realidades a partir de sus propias experiencias de vida; y

lo instituido, desde las Orientaciones Generales para la Implementación de la Cátedra de la

Paz, que formulen estrategias que respondan no solo al contexto, sino también al actual

periodo transicional experimentado por el país. De manera que, se hace necesario vincular el

postulado de Freire y su pedagogía liberadora como una acción transformadora, con el fin de

reflexionar la formación para la paz ineludible en el postacuerdo.

“Para el educador-educando, dialógico, problematizador, el contenido programático

de la educación no es la donación o una imposición –un conjunto de informes que ha

de ser depositados en los educandos-, sino la devolución organizada, sistematizada y

acrecentada al pueblo de aquellos elementos que éste le entregó en forma

inestructurada” (Freire, 1970, p. 77).

Bajo este precepto, no se trata entonces de construir apuestas pedagógicas desde la

visión personal de los educadores o desde lo instituido, sino que se debe interpretar las voces

de aquellos que han sido, de una forma directa o indirecta, tocados por el conflicto armado

que ha afectado el país las últimas cinco décadas.

Partir de lo que la comunidad sabe, piensa, siente, vive y sueña como proyecto de paz

es una tarea que se debe realizar, ya que Freire plantea que “… no podemos, a menos que sea

ingenuamente, esperar resultados positivos de un programa, sea éste educativo en un sentido

más técnico o de acción política, que no respete la visión particular del mundo que tenga o

esté teniendo el pueblo” (1970, p.78). Lo contrario a esto sería la imposición de verdades que

no tiene relación con el contexto al cual se estaría aplicando, dando como resultado lo que

Freire denomina “invasión cultural” (1970, p.78).

Sabiendo esto, es necesario que el diseño de apuestas pedagógicas alusivas a la paz

sea una respuesta a los imaginarios nacidos desde el sentir de la comunidad, emergiendo así

Page 33: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

la potencia de la utopía. No es suficiente con implementación de las leyes determinadas por

lo instituido, esto conllevaría a una “educación bancaria” que va en contra del espíritu

liberador propuesto por Freire, donde es la misma comunidad la que demanda conocimientos

contextualizados y pertinentes.

Es así como, a partir de la relación dialógica establecida por la comunidad educativa,

debe surgir el “contenido programático” que será lo que permita encaminar la construcción

de apuestas pedagógicas alusivas a la paz. Dicha construcción debe ser el resultado de una

búsqueda que no vaya en contra de la metodología liberadora, sino que, por el contrario, sea

un diálogo constante, orientado por la toma de conciencia de sus actores sobre sí mismos y el

papel que cumplen en la sociedad. Lograr cimentar una apuesta pedagógica alusiva a la paz a

partir de los imaginarios sociales de paz debe ser también el resultado de un proceso

investigativo, donde el objeto de estudio no es el hombre como una maquina o la cosificación

de las cosas, sino aquellas sensaciones, pensamientos y símbolos referidos a la realidad y

aquellas maneras de revertirla. Razón por la cual, las instituciones educativas deben tomar lo

que siente su comunidad, aquello que se construye en el estar-juntos y potenciar la utopía

permitiendo así, la movilización de una colectividad que pueda traer al campo de lo real

aquella paz positiva que está en el imaginario su gente.

Se trata entonces de convertir a la comunidad educativa en sujetos trasformadores

activos que tengan la capacidad de crear otras formas de poder. Sujetos empoderados y

conscientes de su historia, que, desde la cotidianidad, sus conocimientos, sentires, y sueños,

logren reconocerse y reconocer al otro dentro de su construcción de mundo. Todo esto con el

fin de comprender que constituirse como sujeto político es un proceso permanente toda vez

que se da en el estar “siendo” en el mundo.

En este orden de ideas, la educación exige orientar su enfoque pedagógico hacia el

desarrollo del pensamiento crítico, lo cual amerita un ejercicio cognitivo que posibilite en los

estudiantes realizar procesos mentales que involucren conocimientos asimilados a través de

los sentidos y la memoria; condición que comprende un razonamiento para que el individuo

tenga una mayor conciencia y capacidad de reflexión sobre su realidad y pueda problematizar

asuntos de carácter social y político. Todo ello toma fuerza en el desarrollo de la autonomía,

en la medida en que hay una constitución del criterio propio y esto permite influir a su vez, en

su forma de actuar y de pensar, desde una mirada reflexiva que cuestione la experiencia

misma como posibilidad de aprendizaje.

Para tal fin, la propuesta pedagógica de Freire es una herramienta fundamental, ya

que, apuesta por el cambio social desde el pueblo, a su vez, puede representar la respuesta

Page 34: IMAGINARIOS DE PAZ EN EL POSTACUERDO: CONFIGURACIÓN …

hacia el cómo de la educación, ya que introduce una comprensión sobre las maneras de hacer

el acto educativo. Se trata de generar procesos que faciliten el conocimiento crítico de su

realidad para entenderla y construir nuevas formas de actuar y dialogar, como medio para

construir sujetos del cambio como posibilidad de crear y transformar, siendo este el camino a

seguir propuesto por Freire, ya que ayudan a la re-significación de la práctica educativa con

miras a reconstruir el tejido social en pro del “nosotros”.

En consecuencia, los imaginarios que se configuran a partir de las realidades vividas o

conocidas por los actores de una comunidad, dan cuenta de las historias, de los sueños

diurnos y de un sentimiento colectivo que evoca un imaginario de paz “que se desdibuja en

el letargo de un sueño incumplido” (Martínez, 2017, p.482), un entramado de experiencias,

utopías y libertades que deben unirse para formar dinámicas pedagógicas alusivas a la paz,

puesto que aun estas no son evidentes en la comunidad educativa.

De esta manera, el imaginario social de paz que se configura desde aquellas historias

de vida presentes en los directivos, docentes y estudiantes de esta comunidad educativa, que

ha sido golpeada por el conflicto armado, es el de una paz negativa fundada en una

incredulidad frente a un acuerdo de paz, liderado por el Estado, que dibuja en su gente un

sueño frustrado.

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