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III D^TERMINACI(5N D2^ LA PUR^ZA En este punto no todos los criterios han estado unánimes al esta- blccer el concepto de pureza y, por consiguiente, el de impureza. Y la cuestión tiene e.xtraordinafia importancia, porque la pureza es uno de los factores que se refleja inmediatamente en el precio, ya que éste está en relación directa con su valor. ^ Concretamente entendemos por impureza, aparte de las semillas de distinta especie a la que vamos a ensayar, aquella parte de la muestra de una semilla que por una u otra razón se pueda clasificar como inerte, o no germinable, de antemano. O sea que esta impureza, sin necesidad de llevarla a la germinadora, podemos asegurar que no ha de germinar. En cuanto a las semillas de distinta especie, no cabe duda que impurifican con su presencia la muestra. Nos quedará, por tanto, como semilla pura en una muestra, aque- lla que siendo de la especie en estudio tenga capacidad de germinar: es deci.r, que sea apta por sí misma para la germinación, aunque más tarde, en el ensayo correspondiente, el resultado pueda ser escaso o nulo, ^ De acuerdo con lo antedicho, clasificaremos las impurezas como sigue: a) Z,as semillas de especie distinta a la que ensayamos• b) I,as semillas de la especie en estudio, pero dañadas, bien mecánicamente, bien por agentes naturales, con gravedad suficiente para impedir la germina- ción normal. c) I,as semillas de la especie en estudio que se hallen ger- minadas. d) I,as materias estériles, tales como ramillas, brácteas, trozos de raquis, polvo, tiena, arena, ínsectos, resina, alas de semilla, trozos de cáscara de las mismas, etc., y también, y en el grado en que sea posible reconocerlas por uno u otro medio, la ŝ semi- llas vanas de la especie ensa.yada. _ „ _

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En este punto no todos los criterios han estado unánimes al esta-blccer el concepto de pureza y, por consiguiente, el de impureza. Yla cuestión tiene e.xtraordinafia importancia, porque la pureza es unode los factores que se refleja inmediatamente en el precio, ya que ésteestá en relación directa con su valor. ^

Concretamente entendemos por impureza, aparte de las semillasde distinta especie a la que vamos a ensayar, aquella parte de lamuestra de una semilla que por una u otra razón se pueda clasificarcomo inerte, o no germinable, de antemano. O sea que esta impureza,sin necesidad de llevarla a la germinadora, podemos asegurar que noha de germinar. En cuanto a las semillas de distinta especie, no cabeduda que impurifican con su presencia la muestra.

Nos quedará, por tanto, como semilla pura en una muestra, aque-lla que siendo de la especie en estudio tenga capacidad de germinar:es deci.r, que sea apta por sí misma para la germinación, aunque mástarde, en el ensayo correspondiente, el resultado pueda ser escasoo nulo, ^

De acuerdo con lo antedicho, clasificaremos las impurezas comosigue:

a) Z,as semillas de especie distinta a la que ensayamos•b) I,as semillas de la especie en estudio, pero dañadas,

bien mecánicamente, bien por agentes naturales,con gravedad suficiente para impedir la germina-ción normal.

c) I,as semillas de la especie en estudio que se hallen ger-minadas.

d) I,as materias estériles, tales como ramillas, brácteas,trozos de raquis, polvo, tiena, arena, ínsectos,resina, alas de semilla, trozos de cáscara de lasmismas, etc., y también, y en el grado en que seaposible reconocerlas por uno u otro medio, la ŝ semi-llas vanas de la especie ensa.yada.

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Por consiguiente, para determinar la pureza, la primera opera-

ción a hacer con la totalidad de la muestra media recibida, después

de pesada ésta inmediatamente, es analizarla, para separar la semi-

lla pura de las impurezas que le acompañan, operación que se hace

muy bien sobre una superficie de cristal, poniendo a la izquierda del

operador la muestra media, que se va haciendo pasar hacia la derecha

poco a poco, en banda estrecha, mediante una espátula o aguja previa-

mente esterilizada a la llama, apartando las impurezas y colocándo-

las en grupos, según su clase.

l^n los casos que sea preciso, se acude al augilio de la lupa paraeliminar alguna duda. I,a figura i.g puede ilustrar sobre el materialcorrientemente usado en estas operariones.

Fig. i.-Material de laboratorio utilizado para la determinación de íinpurezas.

Casi siempre hemos visto recomendar hacer el análisis de purezacon una parte pequeña de la muestra media, llamada muestra deanálisis. Este egamen se repetía con una segunda muestra de análisis,y si los resultados diferían en más de un cierto límite se hacía un terceregamen; promediando los resultados obtenidos se llegaba a un valorde la pureza. Pero también se hace el análisis sobre la totalidad de lamuestra media recibida, porque, en primer lugar, no hay duda de unamayor ezactitud cuanto mayor sea la cantidad de material analizado,

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y, por otra parte, necesitando de cierta cantidad de semilla pura para^el ensayo de germinación y no siendo suficiente muchas veces la quesuministraban los análisis de pureza sobre muestras reducidas, habíaque acudir a obtener nuevas cantidades de semillas puras, 1o que equi-valfa a hacer la parte más laboriosa del análisis de pureza sin aprove-charla debidamente.

Una vez separadas las distintas clases de impurezas, deben colo-carse en recipientes distintos, pesando cada parte también separada-mente. Asimismo se pesa la parte declarada pura. Todas estas pesadasy la ya citada de la muestra media anterior al análisis se hacen conuna apro$imación de o,z gramo. No es precisa más egactitud a losfines que pretendemos.

I,a suma de. los pesos parciales de semilla pura y de las distintasimpurezas debe compararse con el peso que tenfa la muestra medi^.previamente pesada, por si hubiera habido una pérdida anámala du-rante el análisis. Se comprende, desde luego, que es inevitable unapequeña diferencia por desaparición o adición de pequeñas partículasde distinta naturaleza.

Después de pesada la parte pura y Ias impurezas, deben conser-varse unas y otras en sobres con breves anotaciones, de forma que seaposible cualquier comprobación en un momento dado.

Entrando en la importancia que relativamente pueden tener lasdistintas clases de impurezas, haremos también algunas observacio-nes sobre las mismas.

Gru^o a) .- Es de destacar la severidad con que hay que trataruna semilla que contenga otras de distinta especie, y se comprendela confusión que se puede ocasionar en un vivero por esta causa y ladificultad de seleccionar las plantas de cada especie. Esta clase deimptireza en las semillas suele produeirse por falta de cuidada en elalmacenaje, o por no limpiar debidamente los aparatos utilizadospara el desalado. Se debe, desde luego, aclarar en cada caso la causaque ha podido motivar la mezcla. ^

Si las semillas de especie diferente no son fácilmente separables,por su distinto tamaño, densidad, etc., que pudiera permitir unarápida separación, se impone el rechazar decididamente la semillade donde procede la muestra que tales características ha demostrado.Pero aun en el caso de que egistiera esa facilidad no cabe aceptarla semilla cuando Ia especie distinta pasa de un cierto límite. l^stelímite es el i por ioo del peso de la muestra.

Gru^o b). - Hay que mencionar lo difícil que es, en ciertos casos,

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decidirse por dar como no germinable de antemano algunas semillasrotas o dañadas por hongos, insectos, etc. ^n realidad, es un problemade hábito por parte del personal auxiliar que hace la selección. Cuandoéste tiene cierta práctica puede, con mucha aproximación, a^riori dic-taminar sobre la viabilidad de una semilla. I,o mismo ocurre cuando hayque decidir sobre una semilla mal conformada. Én los casos dudososse suele recomendar hacer con las semillas en cuestión un ensayo degerminación, previa pesada; si germinan pocas (menos de15o por zoo).se incorporan a las impurezas, y si ocurre lo contrario, pueden sumarsea la parte de semilla pura. Pero repetimos que un personal especiali-zado y un criterio constantemente uniforme es la mejor garantía•

Ahora bien: cuando las semillas dañadas mecánicamente no lle-gan al 0,5 por ioo del peso de la muestra, se deben incorporar algrupo d), pues, por. su poca importancia, no hay que descender atantas distinciones. 1~n cambio, si pasan de esa proporción, no sóloconservan su propio ca.rácter, sino que es preciso aclarar 1as posiblescausas del daño que presentan las semillas. En cuanto a las semillasdañadas por animales o vegetales, si pasan del Z por zoo del peso dela muestra debe llegarse a la determinación de la especie de 1os cau-santes del daño.

Gru^o c). - Hemos incluído en él las semillas que, aun siendo dela especie a analizar, están ya germinadas. Efectivamente, ya talessemillas, normalmente, nos son completamente inútiles. Hay que se-ñalar, sin embargo, la excepción de los robles y haya, pues su semilla,aun cuando esté germinada e incluso con la raicilla parcialmente secao dañada, puede darse por útil si el mal no ha atacado a más de lamitad de la longitud de aquélla.

Grupo d). - Se ha reunido en este grupo el conjunto de materiasinertes que acompañan comúnmente a las semillas. No repetiremossu relación e iremos directamente a tratar de las que verdaderamentetienen interés por las dificultades que presenta su determinación:nos referimos a las semillas vanas. I,a necesidad de tomarlas en con-sideración ha sido claramente expuesta por muchos autores; pero estanecesidad es absoluta con la introducción del concepto de la facultadgerminativa arelativa^, que excluye las semillas vanas, en contraposi-ción a la facultad germinativa ^aparenteu, que se habfa venido utili-zando. Pero todo ello se comprenderá mejor cuando hayamos expuestoen su totalidad la determinación de la facultad germinativa; mientrastanto, queda el problema de separar la semilla vana de la que no loes, en el grado máximo posible.

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^xteriormente, muy pocas veces se cuenta con indicios terminan-tes que petmitan asegurar nos encontramos ante una semilla vana.Tal caso se presenta, por ejemplo, en el pino silvestre, en que estas se-millas suelen tener un color pálido o blanco más o menos acentuado.pero que destaca bien del uniforme tono pardogrisáceo de la semillacon almendra. Hay, por consiguiente, que acudir a otros procedi-míentos para este reconocimiento.

I,a conocida eflotación^ en agua, alcohol, éter, etc., no es reco-

mendable como método de análisis en laboratorio, pues aparte de

una precisión relativa y de no poderse utilizar con semillas ligeras,

no es conveniente, como regla general, el tratar la semilla que sirve

de muestra con ningún preparado que pueda, acaso, alterar las con-diciones naturales con que se recibe.

Más recomendable es acudir al uso

de un separador mecánico, como el queemplea la acreditada Fstación de Semillas

de Wageningen (Holanda). ^n esquema

(fig. 2.a), consiste en un ventilador, cuya

corriente de aire, regulada por una llave,

es dirigida en sentido vertical a través deun tubo metálico, encontrando en su reco-

rrido, de abajo arriba, previo paso por

un ensanchamiento troncocónico que hace

más homogénea su distribución, un primer

filtro de seda y después un par de aber-lternada ntt s d idura a s, pro uc as por pa a-VALVULA DE

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llas, en forma de boquilla de flauta, loque obliga al aire a seguir un caminosinuoso, dejando zonas desprovistas decorriente y terminando por salir por unsegundo filtro en la parte superior deltubo. Taas semillas que se quieren limpiarde granos vanos se colocan, en pequeñacantidad, sobre el primer filtro de seda, lo

ibl fá il be mente, pues el tu o escPig. s.-$squema de separador que es pos

mecáníoo, por corriente de aire, desarticulable, y al llegar la corriente dede semilla van8. aire arrastra las más ligeras hacia la parte

superior, de forma que, según su densi-dad, al llegar a las zonas sin corriente quedan recogidas por la conca-vidad que forman las pantallas, y tanto más arriba cuanto más ligeras

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sean. I,as semillas con cierto peso especffico no se habrán movido del

filtro en que primitivamente se las colocó. I,a separación deseada se

habrá conseguido, y la semilla aparece clasificada en dos o tres grupos.

Naturalmente, cada especie requiere una cierta cantidad y velocidad

de aire; pero regulando el ventilador, la válvula de admísión y el

diámetro del tubo podemos conseguir una variedad suficiente para

tratar muy distintas clases de semillas. Sin embargo, el rendimiento,

con ser en ocasiones muy elevado, no puede dar tampoco ĝarantía

absoluta, pues ocurre que ciertas semillas, por su especial contextura,

cáscara más densa, etc., pueden pesar, vanas, lo que otras más pe-

queñas con almendra. Por tanto, es necesario hacer una comproba-

ción abriendo alguna de las semillas del grupo en que deben estar

las vanas, para juzgar de la perfección que se ha conseguido en la

separación. Además, en las semillas muy ligeras, como olmo, abedul,

etcétera, no hay posibilidad de obtener una corriente sufieientemente

graduada para separar las vanas de las que no lo están.

Precísamente para estas semillas ligeras hay un aparato de gran

garantia que, por transparencia, permite la separación. Se trata del

c^diafanoscopio», del Dr. Merl, y consiste (fig. g) en una caja pequeña,

Fig. 3. - Diafanoscopio ñel Dr. 12er1.

de madera, en cuya tapa superior aparece un orificio circular de cincocentímetros de diámetro, cerrado por una placa de vidrio. En el inte-rior de la caja hay un espejo cóncavo, como el que sirve para iluminar

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el campo en los microscopios corrientes, y que concentra en la placa

de vidrio, sobre la que se han colocado las semillas, los rayos lumino-sos que hasta el espejo llegan a través de una abertura en la pared

posterior de la caja, procedentes de una potente lámpara eléctrica

que funciona al exterior, con lo que se evita todo calentamiento, y

obligando a la luz a pasar inmediatamente por una esfera de vicirio

con agua, con lo que los rayos convergen y se refuerzau. I,a gran

intensidad de la luz que 11ega a la placa portasemillas atraviesa las

delgadas paredes de sus tegumentos cuando son ligeras, y permite

dictaminar de la existencia, o no, del embrión en su interior.

Por nuestra parte, hemos intentado aplicar la radiografía a estainvestigación de las semillas vanas, con resultados que, a reserva demás detenidas experiencias, podemos considerar como satisfactorios.

Presentamos, en apoyo de esta afirmación, varias positivas de las

radiografías realizadas. l;n la primera (fig. 4), puede verse una seriede siete semillas de Pinus sabiniana Dougl., recogidas de un ejem-

plar aislado de esta especie, en I,a Herrería (EI >^scorial), las cualesestán completamente vanas, como suele ocurrir frecuentemente

cuando no hay germinación cruzada. A continuación aparecen diezsemillas no vanas de P. ^inea, en las que incluso puede precisarse

el espacio vacío que queda entre la cáscara y la almendra, y también,

aunque menos claramente, el embrión que se destaca por su distintaconstitución en el interior de la almendra. A renglón seguido puede

observarse siete semillas, también de P. pinea, totalmente vanas y

en las que se distingue perfectamente el embrión atrofiado.

I,a segunda radiografía (fig. 5) está dedicada al P. ^inaster.Pára obtenerla de forma que pudiéramos comparar semilla vana yno vana, empezamos por separar unas y otras recurriendo a la flota-ción en alcohol. I,a fila superior está hecha con semilla que no flotóy, efectivamente, puede comprobarse que ni una sola está vana. Enla fila inferior están las que flotaron, y podemos ver de su total queocho (las señaladas con i) están vanas; dos (las seí`Zaladas con z) estánsemivanas y habrla que considerarlas como vanas a efectos de aná-lisis de pureza, y cinco (las señaladas con 3} no son vanas, a pesar dehaber flotado.

I,a tercera radiografía (fig. 6) tiene ocho grupos de semillas, radio-

grafiados simultánearnente, , desde el tamaño más grande (B) del

P. ^inea hasta el más pequeño (E) del P. silvestre, demostrando que

no es preciso alterar las condiciones de obtención de las radiografías

según las especies y que puede trabajarse sin variación ninguna en

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las más diversas magnitudes. F,n el grupo A, que encierra diez semillasde Abies pinsapo, se ven tres no vanas (i) y siete vanas (2); de estas

últimas una de ellas (2, a) encerraba un corpúsculo extraño que

resultó ser una pequeña oruga. El grupo B encierra cinco semillas de

P. pinea, no vanas. 1^1 grupo C comprende a trece semillas de P. la-

ricio, no vanas. El, grupo D contiene nueve semillas de P. ^inaster,

de las que siete no están vanas (i) y dos si lo están (2). ^1 grupo E

es el de once semillas de P. silvestre, no vanas. Por último, el grupo F

comprende a doce semillas de A. ^insapo, de las que una (i) no está

vana y las once restantes lo están.

Todos los resultados se comprobaron posteriormente abriendo lassemillas.

Hemos observado en las radiografías de semillas pequeñas, como elP, silvestre, que las vanas se desvanecen hasta no dejar impresa másque una simple sombra; esto es una ventaja cuando las semillas secolocan ordenadamente en filas, pues entonces basta contar los hue-cos que se observen para saber el número de vanas que había en las

, semillas radiografiadas.I,a acción de los rayos sobre la vitalidad de las semillas es imper-

ceptible, pues las radiografías se hacen en tiempos que oscilan entre

o,i y o,3 de segundo, y en cuanto a la instalación y técnica operato-ria es sencillísima, recurriendo a aparatos como lá esfera roentge-

nológica de Siemens (fig. 7), con la que hemos trabajado obteniendo

rendimientos magníficos, de los que es muestra la tercera ^adiografíaque hemos presentado. ^sta esfera, que constituye el equipo trans-

portable de los médicos-radiólogos para sus trabajos a domicilio, no

tiene de regulable más que los tiempos de disparo, a partir de o,ó5 de

segundo; todos los demás factores son fijos. Así, resulta su manejo más

sencillo que el de cualquier cámara fotográfica. También es satisfac-

toria la rapidez que se consigue, pues en un plazo no superior a quince

minutos (incluído el revelado de la placa) pueden analizarse las 30o se-millas que suelen constituir generalmente el lote que se ha de someter

al ensayo de germinación, que es, como veremos más adelante, el

momento en que con más precisión nos conviene descartar las semi-llas vanas.

Por tanto, y reservando, como ya hemos indicado, para más dete-nidas experiencias la confir^ación definitiva de este procedimientode determinación de semillas vanas, insistimos en señalar que lasprimeras impresiones obtenidas son alentadoras.

Mientras tanto, y contando con la posibilidad de encontrar gra-

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nos vanos en el grupo considerado como puro, de donde se toma, pre-

cisamente, la semilla que se somete al ensayo de germinación, y abrien-

do, al fin de este ensayo, las que no hayan germinado, aparecerán

entre ellas, en mayor o meuor proporción, finalmente, las que siendovanas pasaron como buenas entre las puras. Este análisis fir^al es el

lYg. y. - r?sfera roentgenológica «Sieiuens», utilizable

para la investigación radiográfica de las semillas vanas.

que nos pertnitirá descubrir con todo rigor la proporción de unas y

otras, y hasta conocer su resultado tendremos que dejar como pro-

vísional el valor obtenido para la pureza, según vamos a decir inme-

d íatamente.

Recordemos que ya teníamos pesados los distintos componentes

de la muestra media, y llamando ^ al peso de la semilla pura y a,ó, c y d a los pesos de las impurezas que hemos mencionado como in-

-so-

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cluídas en los grupos que llevaban estas mismas letras, el porcentaje

^le pureza, P, por ioo es:

P por aoo= ^ x too.p+a+b+^^1'd

>^1 ealor de P se redondea en unidades enteras.Ahora podemos ir apreciando, aunque en algún momento haya po-

dido parecer era objeto de demasiado detalle, la importancia de lasemilla vana, pues si por un lado la separamos de la semilla puray por otro la agregamos a las impurezas, ello da lugar a una disminu-ción en el valor de P, y si esta variación puede ser ordinariamente depoca monta, en razón del escaso peso de la semilla vana, la diferenciallega a ser de consideración si la proporción de granos vacíos es gran-de, con un mázimo cuando la semilla, por su gran tamaño, aun siendovana es pesada, como ocurre con nuestro pino piñonero.

^n los casos en que se garantiza la pureza de una semilla se admiteuna cierta tolerancia cuando el resultado del análisis, como es lo másprobable, no coincide con la cifra garantizada.

De los límites a que se puede lleĝar en esa tolerancia se puedendar cifras diversas, según los distintos autores; así, por ejemplo, lasque se emplean en Alemania son las siguien^es:

PURLZA GARANTIZADA

De 97 por i oo en adelante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

De 9o por aoo a 97 Por aoo ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Menos delgo por zoo ................................

aor.xxAxcrA eDn^raDA

a por a o0

z -

3 -

^n la obra citada de M, del Campo y F. Peña las tolerancias son:Pox aoo '

Semilla con pureza superior al 9o por aoo ... ... .... .... . 2Semina con pureza inferior' al 9o por aoo .. . . . . . . . . . . . . . . 3

Nosotros seguiremos estas últimas cifras.