III Domingo de Cuaresma - ciclo a

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Juan 4, 5-42. 3 domingo de Cuaresma –A. Comentarios y presentación: M.Asun Gutiérrez. Música: Andrés Tejero. DAME DE BEBER.

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Evangelio del Domingo 27 de Marzo de 2011. Reflexiones de Asun Gutiérrez.

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Juan 4, 5-42. 3 domingo de Cuaresma –A.Comentarios y presentación: M.Asun Gutiérrez.Música: Andrés Tejero. DAME DE BEBER.

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5 Llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José. 6Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía. 7 Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: “Dame de beber”.8 Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos.

Los samaritanos son personas despreciadas por los judíos.Jesús actúa con total libertad, no le importan los prejuicios

que impedían la conversación pública con una mujer, sino que ella solucione su vida.

Jesús, cansado y sediento, encuentra a una mujer sedienta. Buena oportunidad para reflexionar en las situaciones en las que Jesús sale a

mi encuentro o yo voy al suyo. ¿Qué me pide? ¿Qué le pido? ¿Qué me ofrece? ¿Qué le ofrezco?

 ¿Dónde descubro hoy a Jesús cansado, sediento, diciéndome «dame de beber»?

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9 La samaritana le respondió: “¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”. Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos. 10Jesús le respondió:“Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva”.

Aparentemente la samaritana tiene todo para calmar la sed: el pozo, el cubo, la cuerda, el cántaro.... Jesús habla de otros pozos, de otras aguas, de otros deseos, de otra sed.Habla del don de Dios, el Espíritu, alegría indecible, paz contagiosa, libertad plena, fuerza creadora..., que nos lava, sacia nuestros deseos y nos hace desear más, nos fecunda, nos vivifica, nos pacifica, nos hace libres, y nos llena de todo lo que podemos desear, en plenitud.

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11 “Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa «agua viva»? 12 ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo

que sus hijos y sus animales?”. 13Jesús le respondió:“El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, 14 pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo

le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna”.

Jesús se va revelando al ritmo de las inquietudes que descubre en la mujer. No la agobia ni condena, sino que le habla con palabras que la van llevando de deseo en deseo, de verdad en verdad, haciéndola salir de sí misma para abrirse al don de Dios.“La vida eterna” no es el punto de llegada, sino un modo de vivir el presente de modo nuevo y permanente.

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15 “Señor, le dijo la mujer,dame de esa agua para que

no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a

sacarla”.

“Dame esa agua” que me alivia el cansancio de los caminos y la tortura de la sed, que me libra de tantas desilusiones,

que me aclara la mirada y limpia mi corazón, que fecunda mi desierto y me llena de felicidad y de vida.

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16Jesús le respondió: “Ve, llama a tu marido y vuelve aquí”.17La mujer respondió: “No tengo marido”.

Jesús continuó: “Tienes razón al decir que no tienes marido,18porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido;

en eso has dicho la verdad”.

Los cinco maridos simbolizan a los ídolos tras los que Samaría se había prostituído (2 Re 17, 24-41; Os 2, 4-25). La samaritana no tiene marido, no tiene al verdadero Dios. Jesús sustituye a todos sus dioses.La mujer sedienta es buen retrato de una humanidad que busca, porque no está satisfecha; que tiene sed no sólo de agua, sino de felicidad, de justicia, de verdad, de libertad, de belleza, de Dios... y no sabe bien a qué pozos acudir.

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19La mujer le dijo: “Señor, veo que eres un profeta. 20Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se

debe adorar”. 21Jesús le respondió:“Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre. 22Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo

que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. 23Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre

en espíritu y en verdad.

Jesús va descubriendo la necesidad de una relación nueva con el Padre.Ya ha llegado la hora de dar culto "en espíritu y en verdad“. Los ritos exteriores, las normas estériles, la categoría de los templos, ya no tienen capacidad para calmar la sed de Dios. Lo fundamental es el compromiso interior de la persona. Nuestra oración, nuestra Eucaristía, no deben quedar “secuestradas” en el templo, sino traducirse claramente en nuestro estilo de vida.Jesús nos encuentra y lo encontramos en los hermanos, en la alegría, la tristeza, la ilusión, la solidaridad..., en todo lo que forma la vida cotidiana de sus hijos.

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Porque esos son los adoradores que quiere el Padre. 24 Dios es espíritu, y los que lo adoran

deben hacerlo en espíritu y en verdad”.

El amor de Jesús no tiene límites, el Dios que anuncia no cabe en los espacios que se construyen para Él. No es la pertenencia a una institución, sino la forma de relacionarnos con los demás y con el mundo la que define nuestra relación con el Padre de todos.

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25La mujer le dijo:“Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo”.26Jesús le respondió:“Soy yo, el que habla contigo”.27En ese momento llegaron sus discípulos y quedaron sorprendidos al verlo hablar con una mujer. Sin embargo, ninguno le preguntó: ¿Qué quieres de ella? o ¿Por qué hablas con ella?.

Jesús es la respuesta a todas las clases de sed que hay en la humanidad y a toda búsqueda de luz y de vida. Jesús supera barreras, rompe moldes, a pesar de la sorpresa y el escándalo que continuamente provoca, hasta a los más cercanos.

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28 La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente:29 “Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que hice.

¿No será el Mesías?”.30 Salieron entonces de la ciudad y fueron a su encuentro.

Cuando la mujer descubre que su deseo más profundo sólo puede saciarse

en el “pozo de Jesús”, deja el cántaro, ya no necesita apoyos exteriores.Ella misma se ha convertido en manantial de “agua viva”,

sembradora del Evangelio, y en apóstol de su pueblo. El encuentro con Jesús lleva a compartir esa experiencia

y al compromiso con el anuncio de la Buena Noticia.Jesús aprovecha nuestro pozo para descansar y hacerse el encontradizo

con todos los necesitados del agua que despierta el entusiasmo de la vida.

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31 Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús, diciendo: “Come, Maestro”.32Pero él les dijo: “Yo tengo para comer un alimento que ustedes no conocen”.33Los discípulos se preguntaban entre sí: “¿Alguien le habrá traído de comer?”.34Jesús les respondió:“Mi comida es hacer la voluntad de aquel que me envió y llevar a cabo su obra.35Ustedes dicen que aún faltan cuatro meses para la cosecha. Pero yo les digo: Levanten los ojos y miren los campos: ya están madurando para la siega. 36Ya el segador recibe su salario y recoge el grano para la Vida eterna; así el que siembra y el que cosecha comparten una misma alegría. 37Porque en esto se cumple el proverbio: «Uno siembra y otro cosecha».38Yo los envié a cosechar adonde ustedes no han trabajado; otros han trabajado, y ustedes recogen el fruto de sus esfuerzos”.

Jesús se alimenta de su unión con el Padre. “Hacer” su voluntad no es sólo aceptarla con plena confianza, sino cooperar en su realización.

La obra del Padre es la misión de Jesús y de sus seguidores.

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39Muchos samaritanos de esa ciudad habían creído en él por la palabra de la mujer, que atestiguaba: “Me ha dicho todo lo que hice”. 40Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos, y él permaneció allí dos días.

41Muchos más creyeron en él, a causa de su palabra. 42Y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo

hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo”.

La samaritana, llena de la Palabra que la ilumina y la quema por dentro, se ha convertido en evangelista y testigo del Mesías. Mujer y testigo. Samaritana y evangelista. El Espíritu no distingue de sexos, de razas ni de religiones. Su testimonio, lleno de capacidad de convicción y de pasión, lleva a los samaritanos a una experiencia personal de Jesús, a creer en Él. Que como a la samaritana, el encuentro con Jesús nos impulse a ser dadores de agua viva y testigos de la Buena Noticia.