Identidad Narrativa y Alteridad en el Tornavoz de Jesus Gardea

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IDENTIDAD NARRATIVA Y ALTERIDAD EN EL TORNAVOZ DE JESÚS GARDEA Angélica Tornero (Universidad Autónoma del Estado de Morelos) [email protected] Resumen El objetivo de este estudio es reflexionar sobre la identidad de los personajes en la novela El tornavoz, del escritor mexicano Jesús Gardea. Este análisis está basado, sobre todo, en la figura del personaje principal de la novela, Cándido Paniagua. Se trata de indagar, por una parte, la relación entre con- figuración de la trama e identidad del personaje y, por otra, los rasgos que permiten al lector refigurar su temporalidad y comprenderlo a partir de sus acciones específicas. Para llevar a cabo esta reflexión, se partió del análisis que Paul Ricoeur realiza sobre la trama en relación con la identidad narrativa. Palabras clave: identidad, alteridad, personaje literario. NARRATIVE IDENTITY AND XXX IN EL TORNAVOZ OF JESÚS GARDEA Abstract The aim of this study is to reflect upon the characters’ identity in the novel El tornavoz of the Mexican writer Jesús Gardea. This analysis is based, above all, on the figure of the main character Cándido Paniagua. It is an attempt to explore, on the one hand, the relationship between the configuration of plot and character’s identity, and on the other, those traits that allow the reader to re-figure his temporality and understand him through his specific actions. In order to develop such reflections, Paul Ricoeur’s analysis of plot as related to narrative identity was employed as a starting point. Key words: identity, otherness, literary character. Recepción: 18-06-09 Evaluación: 21-09-09 Recepción de la versión definitiva: 06-10-09 Letras, 52, (82), 2010, pp. 19-45 - ISSN: 0459-1283

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    IDENTIDAD NARRATIVA Y ALTERIDAD EN EL TORNAVOZ DE JESS GARDEA

    Anglica Tornero (Universidad Autnoma del Estado de Morelos)

    [email protected]

    ResumenEl objetivo de este estudio es reflexionar sobre la identidad de los personajes en la novela El tornavoz, del escritor mexicano Jess Gardea. Este anlisis est basado, sobre todo, en la figura del personaje principal de la novela, Cndido Paniagua. Se trata de indagar, por una parte, la relacin entre con-figuracin de la trama e identidad del personaje y, por otra, los rasgos que permiten al lector refigurar su temporalidad y comprenderlo a partir de sus acciones especficas. Para llevar a cabo esta reflexin, se parti del anlisis que Paul Ricoeur realiza sobre la trama en relacin con la identidad narrativa.

    Palabras clave: identidad, alteridad, personaje literario.

    NARRATIVE IDENTITY AND XXX IN EL TORNAVOZ OF JESS GARDEA

    AbstractThe aim of this study is to reflect upon the characters identity in the novel El tornavoz of the Mexican writer Jess Gardea. This analysis is based, above all, on the figure of the main character Cndido Paniagua. It is an attempt to explore, on the one hand, the relationship between the configuration of plot and characters identity, and on the other, those traits that allow the reader to re-figure his temporality and understand him through his specific actions. In order to develop such reflections, Paul Ricoeurs analysis of plot as related to narrative identity was employed as a starting point.

    Key words: identity, otherness, literary character.

    Recepcin: 18-06-09 Evaluacin: 21-09-09 Recepcin de la versin definitiva: 06-10-09

    Letras, 52, (82), 2010, pp. 19-45 - ISSN: 0459-1283

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    IDENTIT NARRATIVE ET ALTRIT DANS EL TORNAVOZ

    (LE TOURNE VOIX) DE JESUS GARDEA

    RsumLobjectif de cette tude est de rflchir sur lidentit des personnages dans le roman El tornavoz (Le tourne voix) de lcrivain mexicain Jess Gardea. Cette analyse sappuie, notamment, sur la figure du personnage principal du roman, Cndido Panigua. Il sagit de rechercher, dun ct, la relation entre configuration de la trame et de lidentit du personnage et, de lautre, les traits permettant au lecteur de r-imaginer sa temporalit et de le com-prendre partir de ses actions spcifiques. Pour mener bien cette rflexion, on est parti de lanalyse que Paul Ricur fait de la trame en relation avec lidentit narrative.

    Mots cls: Identit, altrit, personnage littraire.

    IDENTIT NARRATIVA E ALTERIT NEL ROMANZO EL TORNAVOZ,

    DI JESS GADEA

    RiassuntoLo scopo di questarticolo di riflettere sullidentit dei personaggi nel ro-manzo El tornavoz, dello scrittore messicano Jess Gadea. Lanalisi basata sulla figura del personaggio principale, Cndido Paniagua. Si vuole ricercare, da una parte, il rapporto tra la configurazione della trama e lidentit del per-sonaggio e, dallaltra, i tratti che permettono al lettore di rifare la temporalit di questo personaggio e di capirlo a posteriori delle sue azioni specifiche. Per poter realizzare questa riflessione, stata studiata lanalisi di Paul Ricoeur sulla trama e il rapporto che questa ha con lidentit narrativa.

    Parole chiavi: identit, alterit, personaggio letterario.

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    IDENTIDADE NARRATIVA E ALTERIDADE EM EL TORNAVOZ, DE JESS GARDEA

    ResumoO objectivo deste estudo o de reflectir sobre a identidade das personagens do romance El tornavoz, do escritor mexicano Jess Gardea. Esta anlise centra-se, sobretudo, na figura da personagem principal do romance, Cndi-do Paniagua. Pretende-se indagar, por um lado, a relao entre configurao da trama e identidade da personagem e, por outro, os traos que permitem ao leitor prefigurar a sua temporalidade e compreend-lo a partir das suas aces especficas. Para levar a cabo esta reflexo, partiu-se da anlise que Paul Ricoeur realiza sobre o enredo em relao com a identidade narrativa.

    Palavras-chave: identidade, alteridade, personagem literria.

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    1. IntroduccinMucho se ha escrito a lo largo de la historia de los estudios literarios,

    en el marco de la potica, la retrica y la teora literaria, sobre el personaje, categora que ha mostrado enormes dificultades para ser definida y deslin-dada. De las tendencias primeras a configurar la arquetipicidad de los per-sonajes y de las propuestas integradoras de la diferencia en determinadas expresiones elaboradas a partir del realismo intelectual del arte, se transit, en pocas recientes, al naturalismo empirista que brinda la experiencia del realismo moderno, fundado en personajes y no en caracteres (Garca Berrio, 1988: 186). Los personajes de la literatura contempornea tienden a romper la rigidez de los arquetipos y a incidir en la copia realista de la realidad, con lo cual comienzan a destacar en su individualidad, como sujetos. Este trn-sito atrajo otras situaciones problemticas para conceptualizar el personaje literario. La tendencia fue aproximarse a su comprensin con la premisa de que los personajes expresan su individualidad mediante orientaciones psico-lgicas. La atencin se centr en el mundo interior del personaje o su visin sobre la existencia. Hacia finales del siglo XIX se extendi el paradigma de los estudios ideolgicos del personaje, en algunas manifestaciones de la novela social e intelectual; ejemplo de ello son los estudios de M. M. Bajtn. En el siglo XX, los planteamientos tericos para comprender la nocin de perso-naje derivaron del estructuralismo y la semitica. El ideal cientificista de las aproximaciones formalistas condujo a la comprensin de esta categora en trminos de funcin o actante, actor o rol.

    Hacia la segunda mitad del siglo XX, Roland Barthes (1980) escribi: Lo que hoy da est caduco en la novela no es lo novelesco, sino el perso-naje; lo que no puede ser ya escrito es el nombre propio (p.79). Al lado de esta caducidad, el pensador francs declara tambin la muerte del autor, porque, dice, no es posible saber quin est hablando en un texto literario, por la sencilla razn de que la escritura es la destruccin de toda voz, de todo origen. La escritura es el lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que va a parar nuestro sujeto, el blanco y negro en donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe (Barthes, 1984: 65). No slo Barthes se refiri as al autor, lo hicieron tam-bin tericos como Ricardou (1971) y Julia Kristeva (1981). Como parte del Zeitgeist prevaleciente en los aos setenta y ochenta del siglo XX, encabeza-do por la famosa propuesta de la muerte del hombre de Michel Foucault

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    (1988), estos tericos optaron por hacer algo semejante con el autor, el per-sonaje y cualquier determinacin prxima al sujeto, cualquier estipulacin que indicara que hay alguien ah, con una identidad definida, del cual es posible hablar.

    La reflexin sobre el sujeto sigue en el centro del debate y, al parecer, continuar por un tiempo. Esta meditacin tiene implicaciones en relacin con la identidad personal y, en otro sentido, con la concepcin del personaje. En este trabajo me interesa reflexionar principalmente sobre la configuracin del personaje literario en trminos de la identidad del que habla. Para realizar esta reflexin he elegido a Cndido Paniagua, protagonista de la novela El tornavoz, escrita por el autor mexicano Jess Gardea. Se trata de indagar, por un lado, la relacin entre configuracin de la trama e identidad del persona-je y, por otro, los rasgos que permiten al lector refigurar su temporalidad y comprenderlo a partir de sus acciones especficas con los otros. El lector se enfrenta a una temporalidad compleja, basada en dos aspectos estructura-les: la simultaneidad de las dimensiones espaciotemporales de los vivos y los muertos, y la paradoja.

    Para llevar a cabo esta reflexin se parti del anlisis que Paul Ricoeur realiza sobre la trama en relacin con la identidad narrativa.

    2. Identidad narrativa y alteridadResponder a la pregunta quin?, escribi Hanna Arendt, es contar la

    historia de una vida. La historia narrada dice el quin de la accin. Por lo tanto, la propia identidad del quin no es ms que una identidad narrativa, agrega Paul Ricoeur (1999: 997). Para estos autores, la tarea consiste en alejarse de la antinomia a la que est condenado el problema de la identidad personal. Por una parte, la perspectiva que presenta un sujeto idntico a s mismo en la diversidad de sus estados, y por otra, la concepcin del sujeto como ilusin sustancialista, cuya eliminacin no muestra ms que una diver-sidad de cogniciones, de emociones y de voliciones (p.997). Para Ricoeur, la identidad narrativa deja atrs la comprensin de la identidad personal como dem, es decir, como idntica, para alcanzar la identidad del s-mismo o ipse, que reconoce una identidad cambiante, en la cohesin de una vida (p.998). As, el sujeto aparece constituido a la vez como lector y como escritor de su propia vida, como lo deseaba Proust. El lector es tambin escritor, porque al

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    refigurar hace de la propia vida un tejido de historias narradas, que lo con-ducen hacia su s mismo, a un s como fruto de una vida examinada debido a los efectos catrticos de los relatos histricos y de ficcin que se ha aplicado a s mismo (p.998).

    Este s, no obstante, no ocupa el lugar del fundamento; se trata de un cogito quebrado, que atestigua su ipseidad en experiencias inconexas, segn una diversidad de focos de alteridad (Ricoeur, 1996: 353). Es decir, leer y escribir es un acto narrativo que permite al lector atestiguar la experiencia de su s mismo, como ipseidad y, por lo tanto, como alteridad.

    Para describir la constitucin de la identidad narrativa, Ricoeur re-toma a filsofos de distintas corrientes de pensamiento, as como a las teo-ras estructuralistas y narratolgicas. De manera importante, San Agustn, Aristteles, Nietzsche, Descartes, Heidegger, Husserl, as como estudiosos de potica y retrica, ofrecen a Ricoeur una plataforma, a partir de la cual desarrolla su hermenutica del s. Es imposible en este espacio resumir las ideas del filsofo francs que sustentan su propuesta. Me limitar a ofrecer lineamientos generales que permitan comprender mejor este estudio.

    Al abordar el pensamiento de San Agustn, Ricoeur retoma la idea de distentio animi. De Aristteles, especficamente de la Potica, el filsofo francs abordar las nociones de mythos y mimesis. En relacin con la prime-ra, es importante para Ricoeur conservar la idea de mythos (trama), como la reunin de elementos heterogneos que permiten la inteligibilidad de lo que se cuenta, es decir, conservar el carcter de concordancia de la trama (Ri-coeur, 2000: 92). Pero el modelo trgico no es simplemente un modelo de concordancia, sino de concordancia discordante. Este aspecto se introduce al distinguir en la accin la dicha o la desdicha. Los incidentes de temor y compasin son la discordancia primera y amenazan la coherencia de la tra-ma (Ricoeur, 2000: 98).

    La trama tiende a hacer necesarios y verosmiles los reveses de fortuna, estos incidentes discordantes. Y as los purifica o mejor an, los depura. (). Al incluir lo discordante en lo concordante, la trama incluye lo con-movedor en lo inteligible. De este modo, Aristteles llega a decir que el pathos es un ingrediente de la imitacin o de la representacin de la praxis (Ricoeur, 2000: 101).

    En cuanto a la actividad mimtica o mimesis descrita en la Potica, sta permite pensar el proceso activo de imitar o representar. Esta parte del bino-

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    mio es de utilidad para pensar la relacin de la potica con el mundo y con la referencia. La reflexin sobre la distentio animi de Agustn y la mimesis, permitirn al filsofo describir el tiempo en la narracin.

    Estas reflexiones se adecuan a las narraciones en las que la trama pre-valece sobre el personaje; es decir, cuando la discordancia queda incluida en la concordancia y los acontecimientos son inteligibles para el lector, en el marco de la totalidad de la historia que se relata. La duda en relacin con la persistencia de la trama en las narraciones, surge al apreciar, sobre todo en la novela contempornea, la imposicin del personaje sobre la trama. Mientras que en los mitos, leyendas y cuentos maravillosos, la identidad dem y la ipse se superponen, con lo que la trama funciona en trminos del mythos aristot-lico, en la novela propiamente, la trama empieza a experimentar ciertas me-tamorfosis. En la picaresca se observa ya la liberacin del carcter en relacin con la trama; ms adelante, en la novela educativa, el carcter compite con la trama y finalmente, el primero eclipsa totalmente a la segunda en la nove-la contempornea. Ahora bien, segn Ricoeur, las metamorfosis observadas histricamente, no alteran la descripcin del mythos. Aun cuando se aprecian modificaciones importantes, la nocin de mythos sigue funcionando para des-cribir las narraciones literarias. El concepto de imitacin de las acciones pue-de extenderse ms all de la novela de accin a la de carcter y pensamiento, porque stas ltimas tambin implican acciones, con lo cual quedan incluidas las novelas contemporneas.

    Sin embargo, Ricoeur expresa sus dudas en relacin con la permanencia de las narraciones en la cultura occidental, debido a las desviaciones permi-tidas por el esquematismo que ha gobernado la inteligencia narrativa. Estas desviaciones han surgido en el propio seno de los paradigmas; son variacio-nes que amenazan la identidad de estilo hasta el punto de anunciar su muerte (Ricoeur, 1998). Ricoeur ejemplifica la manifestacin de estas desviaciones con el asunto del cierre o terminacin de la obra de arte. El abandono del criterio de totalidad en la novela contempornea es un sntoma del fin de la tradicin de construccin de la trama. La discusin sobre la inconclusividad de la novela conduce a pensar que quiz las formas narrativas estn en deca-dencia. Queda, no obstante, un resquicio para pensar que no es totalmente as. Ricoeur afirma que si el asunto se observa a partir de la distincin entre mimesis II y mimesis III, las propuestas de ruptura, fragmentacin o no ter-minacin de las novelas, en el sentido tradicional, no necesariamente hablan del fin de las narraciones. No se debe pensar slo en la estructura, en el texto,

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    sino en la lectura. Al leer estas novelas, el lector podr experimentar con una mayor profundidad la manera de comprender el orden de la vida humana en toda su amplitud. La configuracin puede sugerir el cierre o no cierre de la novela, pero el lector espera algo, est a la expectativa de la concordancia. Si la concordancia no se ofrece en una novela en la que la tendencia es a la diso-lucin de la trama, entonces el lector esperar una seal para que co-opere en la obra, para que cree l mismo la trama (Ricoeur, 2000: 412).

    Ricoeur vincula la teora de la trama con la reflexin sobre la alteridad. El filsofo sita en la ipseidad la relacin con la alteridad, la cual consiste en una variedad de experiencias inconexas de lo extrao que afectan al s en su pasividad. Para el filsofo la alteridad se encuentra en el seno de la identidad: la alteridad no se aade desde el exterior a la ipseidad, como para prevenir su derivacin solipsista, sino que pertenece al tenor de sentido y a la constitu-cin ontolgica de la ipseidad. Es decir, la alteridad no es el otro distinto de m, como otro yo, sino del s mismo como otro. Ricoeur explica la labor de la alteridad en el centro de la ipseidad a partir de una distincin tripartita: la pri-mera se refiere al cuerpo propio o la carne; la segunda, al otro distinto de s y la tercera a la conciencia moral. La carne da lugar a la primera experiencia de alteridad del s al funcionar como mediacin entre ste y un mundo que le es extrao. Las sntesis pasivas que sostienen esta funcin mediadora atestiguan la otredad inherente al s. La segunda instancia, es la otredad que emerge en la relacin de intersubjetividad. Al otro slo puedo captarlo como otro yo en tanto efecto una traslacin analgica desde m hacia l. El tercer campo en el que se manifiesta la alteridad es el de la conciencia moral. Ricoeur realiza un complicado rodeo por Heidegger para decir que escuchar la voz de la conciencia no es or la invocacin al s mismo a retomar las propias posibi-lidades de ser, sino tambin ser conminado por el otro en segunda persona a actuar segn la opcin del vivir-bien, quedando as afectado por l en la dimensin tica de la conciencia.

    En su desarrollo filosfico, Ricoeur se interesa por la dimensin ti-ca, fundamentalmente. Es decir, la exploracin del tiempo y la narracin se relaciona con el inters por responder quin habla, quin se pronuncia, para describir el modo de ser de este sujeto tico. Mediante el recorrido por las dimensiones, lingstica, prxica, narrativa y tica, el filsofo describe cmo es este sujeto.

    En este trabajo, retomaremos algunos lineamientos de esta perspectiva para explorar la identidad del personaje.

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    3. Quin es Cndido Paniagua? 3.1. El tornavoz: estructura de resonancias

    El tornavoz (1984) es la tercera novela escrita por Jess Gardea (1939), tras haber incursionado en el cuento y en la poesa. Este escritor mexicano naci en Delicias, Chihuahua, y muri en el Distrito Federal, en marzo de 2000. Su obra ha sido poco leda y difundida, no obstante la calidad literaria que la caracteriza. El tornavoz es una novela que simula narrar la saga de tres generaciones de hombres que llevan el apellido Paniagua. Se trata de una parodia porque no se relata a la manera de una leyenda o fbula realista, sino de una imitacin de este discurso. Si se tomara en cuenta la edad de los dife-rentes personajes, con el supuesto de que se narra la saga de tres generacio-nes, se podra concluir que en esta novela se abarca alrededor de cien aos, como afirma Alejandrina Drew (1985: 2). Hay, no obstante, elementos que permiten pensar que no es as. La intencin del texto es expresar la soledad de un hombre, que en vida padece la incomprensin de los dems y que, ya muerto, busca resonar, hacerse or entre los vivos o, en otro sentido, ser re-cordado. Se narra cmo Cndido Paniagua se introduce en el mundo de los vivos y cmo los vivos reciben a este muerto; dicho de otro modo, qu pasa cuando estos dos mundos se intersectan.

    La dificultad de la novela, sealada ya por la crtica, radica en su es-tructura fragmentaria. Hay que destacar, no obstante, que esta eleccin no es producto de la ocurrencia o de la dificultad per se. Desde mi perspectiva, el argumento requiere esta complejidad para poder realizarse literariamente. Es decir, fue preciso acudir a una complicada estrategia de imbricacin de dimensiones espaciotemporales para lograr el efecto de sentido. No se trata de anacronas que ocurren en una misma dimensin espaciotemporal, sino de dos dimensiones, que distingo como el mundo de los muertos y el de los vivos. En el primero, Cndido, ya muerto, va de un sitio a otro y se comunica con muertos y vivos. En el segundo, los vivos, Isidro y Jeremas, sobrino y sobrino nieto de Cndido, respectivamente, viven una temporalidad en apa-riencia vulgar, pero la incidencia de Cndido en el mundo de estos personajes provoca confusin en relacin con su propia situacin existencial.

    Una estrategia ms agrega complejidad a esta novela. En el marco del encuentro de estos dos mundos de muertos y vivos, se narran microhistorias de los involucrados. Es decir, hay un presente efectivo del relato, que abarca del nacimiento de Jeremas a su partida de Placeres a los diez aos, y a su

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    regreso veintisiete aos despus, y un conjunto de microrrelatos de los per-sonajes involucrados.

    Cndido Paniagua es la voz principal, cuya historia se imbrica en este presente del relato, estando vivo y muerto. Podra decirse que, en el marco de esta superposicin de dimensiones espaciotemporales, se narra la historia de Cndido, cuando ste es joven y adulto y cuando se convierte en una voz que desea ser escuchada. Se cuenta tambin la infancia de su sobrino, Isidro, y su etapa de adulto y el nacimiento del hijo de ste, Jeremas, y su etapa de adulto. Cndido Paniagua cruza las generaciones que vienen detrs de l y sigue vivo, como voz, dentro de Jeremas, cuando ste es ya mayor.

    Esta configuracin temporal se resuelve en el discurso apelo a la dis-tincin narratolgica en tres secciones, sealadas con nmeros romanos. En la primera, la presencia de Cndido es evidente y constante, y aparece en relacin con Isidro nio. Esta parte de la historia se imbrica con la de Isidro adulto. El narrador va de un tiempo a otro. Pero no slo esto, tambin se imbrica con la de Jeremas, porque el nio ha nacido ya. Es preciso sealar que las tres secciones en las que se divide la novela estn, a su vez, divididas en muchas ms, por espacios en blanco dejados en el texto. En el primer seg-mento de esta primera parte, aparecen los tres personajes: Isidro est con sus amigos espiritistas, especficamente con Omar Vitelo, evocando a Cndido ya muerto, cuando nace Jeremas. En la segunda seccin, Cndido es una voz que busca resonar en los dems; todo gira alrededor de l aun cuando no est presente. Cndido es el personaje que permite estructurar el conjunto de mi-crohistorias que constituyen esta novela; las pequeas historias que derivan, motivadas por este personaje. En la tercera seccin, Cndido intenta volver al mundo a travs de Jeremas.

    Antes del nmero uno romano, que distingue la primera seccin, el lector se topa con un fragmento a manera de dilogo:

    Y eso qu es, Jeremas? Es como una campana, como un palomar. Jeremas Techito abombado entre el cielo y la tierra (p.7).

    La ubicacin de este fragmento seala ya su importancia como clave hermenutica, sobre todo si se considera que se repite al final de la novela. Adems, genera un espacio vaco (Iser, 1987) que no slo crea gran expec-

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    tativa semntica, sino tambin apertura y, en otro sentido, dislocacin: se trata de un dilogo iniciado y no concluido. Al comenzar a leer, el lector no se percatar de que el pasaje alude al ttulo ni comprender a qu se refiere. Al toparse de nuevo con este fragmento en la ltima pgina de la novela, el lector completar el sentido del epgrafe. Esta disposicin textual, indica, de otro modo, la circularidad que prevalece.

    Este fragmento y el ttulo, El tornavoz aportan la clave para com-prender a Cndido Paniagua. El ttulo de la novela cobra especial importan-cia para pensar que se trata de una voz que trasunta y que desea ser difundi-da. De manera literal, tornavoz se refiere a una de las partes de las que est constituido un plpito y sirve para que el sonido de la voz se dirija y difunda. Esta lectura literal es posible en la novela, debido a que la verdadera casa de Cndido Paniagua es precisamente la iglesia de las Capuchinas, como expresa el personaje (p.41). El lector puede hacer la asociacin del tornavoz con la iglesia. El fragmento al que me he referido gua hacia esta posibilidad. Los smiles utilizados para describir el tornavoz (es como una campana, como un palomar) conducen por analoga a pensar en el adminculo del plpito: como la campana, el tornavoz tiene la funcin de difundir el sonido. Por otro lado, el tornavoz es como un palomar si se piensa especficamente en los nidos que estas aves hacen en los campanarios. Es decir, el tornavoz es una campana porque difunde el sonido y esta est resguardada en un campa-nario, que es tambin un palomar. Los smiles contribuyen a la construccin del campo semntico del lexema iglesia, por lo que el lector no dudar en relacionar el sentido de tornavoz con este campo de la experiencia.

    La metfora techito abombado entre el cielo y la tierra proviene de la estrategia de derivacin semntica. La parte ms alta del campanario o palomar es como un techito abombado. No se trata ya del sombrero del plpito, como dice el diccionario, sino de un techito afuera, en el exterior, que traza una lnea divisoria entre el cielo y la tierra; en otro sentido, entre lo etreo y lo terrenal, que es precisamente a lo que apunta la identidad de Cndido. El tornavoz de Paniagua est fuera de la iglesia y podra afirmar-se de la institucin que representa la iglesia. El personaje desea que la voz no se pierda en la bveda que es el cielo; su intencin es que esta voz penetre en los oyentes terrenales. Paradjicamente, la voz no logra escucharse, como se ver ms adelante.

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    3.2. El personaje incomprendidoCndido se constituye, en relacin con los personajes femeninos y con

    el hermano, Felipe, como un ser incomprendido. La cuada Ilda y la esposa de Isidro, Olivia, desarrollan animadversin hacia este personaje, mientras que el hermano Felipe, parece haberse asimilado a los valores de la esposa, lo que lo ha hecho perder su propia identidad.

    Alejandrina Drew (1985) ha hecho notar que estos personajes feme-ninos parecen proyectar las debilidades emocionales del ser humano -la envidia, los celos, la proteccin obsesiva de sus hijos- en contraste con las manas intelectuales, abstractas, de los personajes masculinos (p.14). En otro sentido, podra decirse que los personajes femeninos se estructuran, por una parte, en un tiempo cotidiano, vulgar, del quehacer diario, y por otra parte, reaccionan con rechazo frente a lo que no entienden. Estos per-sonajes son completamente terrenales y habitan en esta dimensin espacio/temporal; son incapaces de advertir algo ms all de lo concreto. Estos dos personajes permiten al lector comprender, va negativa, la personalidad de Cndido. Quiz esta tensin es llevada al lmite, ya que las mujeres y el to parecen pertenecer a mundos irreconciliables. La dicotoma, aqu, tiende a absolutizar los polos. No obstante, esto no ocurre con la totalidad de los personajes femeninos de la novela. Martha, la enfermera, que no es pariente de la familia, es un personaje diferente. As, no se puede concluir que todos los personajes femeninos son caracterizados como anodinos; son especfica-mente las esposas de los Paniagua, Ilda y Olivia.

    En la primera parte de la novela, se intercalan dos dimensiones espa-cio/temporales. En una se desarrolla la historia del nacimiento de Jeremas y en la otra, se cuenta el conflicto que el mayor de los Paniagua tiene con la cuada y los malos tratos y la incomprensin de ella y de su hermano hacia el to. En este nivel narrativo aparece tambin el sobrino, nio, a quien el to convertir en su cmplice y su confidente. Aqu, el narrador ofrece al lector algunos elementos que permiten refigurar la identidad del personaje, desde el inicio del discurso:

    Cndido sala en defensa de su misin. Los cuados haban ter-minado de almorzar y se encontraban de talante para el comba-te. La cuada dijo: Cul misin, hombre y dio al aire de la maana una risotada gigantesca, venenosa. Temblaron los poci-

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    llos de peltre en la mesa, la falda del mantel. Cndido Paniagua, sin inmutarse, pero cuidando de que su voz fuera la voz misma del desprecio, contest: Y usted, Ilda, qu sabe. Qu saben las moscas o las vacas (p.11).

    Cndido parece estar en el mundo para cumplir una misin y defender-la contra todo. Hay aqu una mnima, pero observable, alusin a la figura de aquel que se impone a s mismo un deber con un fin determinado. Se trata de una especie de Quijote que quiere cumplir con una misin. Esta idea est re-lacionada tambin con la de Mesas: aquel iluminado que tiene un deber su-perior. En el texto no se vuelve a hablar sobre esta misin, como tal, aunque hay rasgos que permiten comprender al lector que est frente a un personaje singular; una variacin sobre el iluminado. Es interesante, no obstante, que el lector no sabe ni sabr cul es la misin que debe cumplir ni con qu finalidad ni en qu consiste su ser iluminado. La idea de Cndido iluminado proviene no de las acciones que realiza como Mesas, sino de algunas mani-festaciones corporales, expresadas metafricamente. Es un personaje de luz:

    Salud a Felipe con una sonrisa que brill en su cara como un pez en el agua () Y all volvi a ver, en un santiamn, el her-mano menor otra vez la luz, el ntimo sol de Cndido. Y se sinti sombro y dbil. (p.15).

    Ms adelante, la cuada lo envidia por su brillo:

    Unas cuantas hojas se le haban adherido a los pantalones. Desde la cocina, a la cuada se le antojaron las hojas espejitos de oro, adornos que el to exhiba a propsito para llamar la atencin. Cndido tena un aire de fiesta (p.15). Es, adems, un perso-naje que contagia por medio de la luz: Los contagios del to Paniagua supo Isidro entonces por su padre se efectuaban a travs de la luz: ni el aire, ni el fuego, ni el agua; ni tampoco la tierra, los impedan (p.17).

    El nombre es un anclaje semntico importante para constituir la iden-tidad de Cndido. Los nombres no son inocentes en la narrativa de Gardea, dice Margo Glantz en su ensayo Los nombres que matan: Jess Gardea (1982). Es evidente que el nombre funciona como centro de imantacin semntica (Pimentel, 1998) del personaje. Cndido, como se sabe, es un ad-

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    jetivo utilizado para describir a aquellas personas ingenuas, sin malicia. A esta primera aproximacin al hombre que tiene una misin o un deber que cum-plir, se une el adjetivo cndido, con lo cual se perfila un personaje que desea vivir en un mundo diferente, en este sentido, idealista, y que, por otro lado, es ingenuo, precisamente, como se ver ms adelante, por esta pretensin. Estos dos elementos permiten pensar que se trata de un hroe que quiere salvar a los dems, al estilo del Quijote, pero, por otro lado, est signado por la ingenuidad y, en cierto sentido, por la locura.

    La esposa de Felipe desprecia a Cndido porque no lo comprende; para ella un ser bastante simple la vida se resuelve cotidianamente, mien-tras que el to parece vivir en otro mundo. La estructura espacio/temporal en la que se mueven estos dos personajes es muy diferente. Mientras que la temporalidad que constituye la identidad de la cuada est construida con acciones habituales: hace la comida, se encarga de la casa, cuida al hijo, lo cual dibuja un perfil de personaje convencional, la de Cndido es menos asi-ble porque carece de marcas de tiempo cotidiano. La diferencia entre ambos personajes se hace explcita, adems, mediante las manifestaciones de burla de la cuada; sta no comprende a Cndido. Ahora bien, tampoco importa saber las razones de la incomprensin; en ningn momento se hacen expl-citas. El lector se enfrenta, simplemente, a dos mundos, diferenciados, sobre todo por la aproximacin a la vida: una cotidiana, otra ms abstracta. La intencin del texto es clara; es decir, no se trata de expresar la ancdota, sino las relaciones entre seres de distinta naturaleza. Desde luego, se abandona la dimensin puramente anecdtica, para entrar en otra que apunta a una comprensin ms profunda de la incompatibilidad e incomprensin, de las diferencias y, en suma, de las formas de ver el mundo.

    A travs de la narracin que hace Cndido a su sobrino Isidro, el lector comprende la identidad de Felipe, su hermano. La manera en que Cndido habla de su hermano, refuerza la idea de la incomprensin de la que l se siente vctima. El propio hermano le es ajeno, es alguien que ha perdido su identidad, frente a s mismo y a Cndido, porque la esposa, Ilda, ha hecho que olvide quin es: Nada recuerda ya. Habla de lo que yo le he contado. Sali joven de all y comenz a desmemoriarse en el trato con Ilda (p.38). La idea de la memoria como construccin de la identidad es reiterativa en esta novela. Los personajes olvidan sus vivencias y con ello el contenido de su identidad. El hermano ha olvidado en el trato con Ilda; es decir, no ha permanecido s mismo, en trminos de una identidad idem, pero al parecer,

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    tampoco ipse, en el sentido de Ricoeur, ya que Felipe no conserva lo propio, se pierde a s mismo por completo, al adoptar los valores de la esposa. En diversos momentos, Cndido expresa esta preocupacin:

    Felipe vino ayer, y estaba parda la tarde cuando toc la puerta, con nudillos destemplados y un modo falto de amor, y yo, a los toquidos, pregunt quin?, y tu padre me contest: soy yo hermano. Y no era cierto. Otra vez, Ilda lo mandaba de emi-sario. Pero l tiene que sufrir despojo de su alma antes de poder llamar. Y eso se nota, sobrino (p.26).

    La ltima expresin metafrica abre una comprensin diferente al fe-nmeno de la prdida de identidad. El alma del hermano sufre despojo, se queda sin contenido y slo hay cuerpo: La soledad nos vuelve susceptibles, como ninguna otra cosa, al vaco del mundo y de los cuerpos que en l son (p.27). La condicin de soledad de Cndido lo vuelve ms sensible, por lo que percibe esta perturbacin en el alma de su hermano, quien ha perdido su identidad. El hermano va a buscar a Cndido como representante de la esposa, es emisario, slo un mensajero: Por qu tardas tanto en cumplir las rdenes de tu mujer, Felipe (p.28), le pregunta el hermano mayor. El hermano menor expresa el mensaje de la mujer, lo cual hace reaccionar de manera violenta a Cndido:

    Alto!, le grit, alto, Felipe. Felipe, por la sorpresa, o por lo que fuera, me mir con una expresin de horror en el rostro, y entonces me dijo algo incomprensible: me dijo: Quin eres? y su voz temblaba como la onda en el agua. Yo le respond: Soy Cndido Paniagua, tu hermano, no me recuerdas?, y le mostr mis manos largas y flacas con las que yo lo haba transportado de nio. (p.28).

    El tono en que Cndido le habla, desconcierta a Felipe al punto de preguntarse por aquel con quien habla. Estos dos personajes han perdido la comunicacin, porque su presente est constituido por recuerdos diferentes. Se desconocen, a pesar de haber tenido el mismo origen, lo cual, por una parte, cuestiona el tema de la identidad dem y, por otra, establece la alteri-dad radical con el otro. Para Felipe el hermano est loco, lo mismo que para su esposa: Pero tu padre alcanz a decirme que yo estaba loco, y sali del cuarto dejando la puerta abierta (p.29).

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    El desconocimiento de Felipe hacia el hermano, hace a Cndido du-dar, por lo que opta por confrontarse consigo mismo:

    En cuanto cerr la puerta, corr a consultarlo [el espejo]. Quera verme la cara en l. A lo mejor Felipe deca la verdad, y yo no era yo. Me puse, pues, sobrino, de cuclillas junto al fuego, con el espejo en una mano (p.30).

    Para reconocerse, el personaje buscar en el espejo elementos de iden-tidad. Lo que ah observa, no es su cara, sino fragmentos de su pasado. El espejo es metfora de la memoria, del recuerdo que le permitir esclarecer su presente. Al mirar el espejo, el personaje observa escenas de su vida pasada, en la iglesia del pueblo en donde naci. Especficamente mirar cuando llev a Felipe a sentarse en una banca para observar a las palomas en el atrio de la iglesia. A Felipe parece no haberle gustado esa experiencia por lo que no vuelve: Oye Cndido me dijo, sin apartar la vista de un palomo rijo-so por qu a esa paloma se le paran as las plumas?. Felipe, despus de aquella tarde, no volvi a acompaarme a la iglesia (p.39). Sin ms infor-macin, Cndido expresa la incomprensin de Felipe hacia l. La experiencia en la iglesia no ha sido igual en ambos personajes. Mientras que Cndido encontrar lo ms propio de su s mismo en este ambiente, Felipe se ir por el camino convencional del matrimonio y los hijos.

    Despus de narrar al sobrino estas experiencias de reconocimiento, Cndido concluye que lo que Felipe vio en l fue a l mismo, pero de nio (p.40), por eso se asust. Es decir, la reaccin de desconocimiento tuvo que ver con el olvido de s mismo, la desmemoria, que le haba hecho olvidar su infancia y, por lo tanto, desconocerse. El hermano Felipe, parece no mante-ner nada propio, que le permita recuperarse, comprenderse en relacin con su hermano, lo cual lo lleva a concluir que el mayor de los Paniagua est loco.

    El otro personaje femenino, Olivia, no habla directamente de la locura de Cndido, porque habita en otro espaciotiempo. El to ha muerto ya, por lo que Olivia tiene slo referencias indirectas del to. Ella se siente perturbada porque su marido parece posedo por el alma de aquel: Cndido Paniagua te ha encerrado en su vida de muerto (p.32). Este personaje llama locos a los amigos con los que Isidro realiza sesiones de espiritismo. Isidro cambi, modific su manera de ser, desde el momento en que particip en estas re-uniones, lo cual coincide con el nacimiento de su hijo, Jeremas. La invoca-

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    cin que realizaron Isidro y sus amigos del to Cndido, incidi en este nio. Es decir, Isidro sirvi de medio para que, al nacer Jeremas, el alma del mayor de los Paniagua se introdujera en l.

    Para Olivia, Cndido es el motivo de que su esposo ya no est presente en su vida y la de su hijo. Aun cuando sigue vivo, parece estar lejano, en otro sitio:

    Desde hace un ao, Isidro. Eso es lo que traes. Juego con Jeremas. Pero no metes tu alma. (p.32).

    Y ms adelante, contina:

    T hablas, Isidro, pero de Cndido. Adems, Vitelo, y sus amigos, locos todos, siniestros, hundindose tambin. No pue-des verlo?.

    Paniagua gimi. La luna estaba yndose del aire, de las cosas, del cuarto. Paniagua dijo:

    Sabes t acaso lo que yo veo, Olivia? (p.32).

    Este dilogo queda inconcluso. La pregunta as formulada y no res-pondida, provoca un espacio vaco que debe ser llenado por el lector. De acuerdo con la interpretacin que aqu se ha seguido, Isidro realiza esta pre-gunta retrica para decir a su esposa que ella no comprende nada de lo que ocurre. Isidro no es el personaje convencional que Olivia ha conocido. An ms, la vida con Olivia parece haber opacado su identidad hasta el punto de estar muerto en vida.

    3.3. El to era como un sueo Isidro aparece en dos momentos del relato, que no corresponden con

    espacio/tiempos diferentes, sino con un traslado de dimensiones. En una dimensin, Isidro nio escucha las historias del to; en otra, Isidro, ya mayor, experimenta la llegada de Cndido a su memoria. Lo expreso as, porque Isidro no invoc al to, fue el muerto el que solicit volver. Las constantes narraciones del momento en que Isidro nio escucha las historias del to, in-

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    tercaladas en el relato del nacimiento de Jeremas, las sesiones espiritistas de Isidro, la aparicin en l de Cndido y la muerte de su sobrino, hacen pensar al lector que se trata de momentos recordados por Isidro. No obstante, hay tambin otra posibilidad interpretativa: no es tiempo pasado, no son ana-lepsis, sino la aparicin de Cndido en los sueos de Isidro, la interseccin de dos mundos, como se dijo al inicio de este anlisis. Esta estrategia es ms compleja que la analepsis que describe slo un tiempo pasado; la estructura, aqu, se relaciona con lo que en la teora de la ficcin posmoderna se ha de-nominado erasure (McHale, 1987). Se trata de desdibujar las coordenadas espaciotemporales, para proponer que el sueo no est del otro lado de la dicotoma, no es uno de los polos, el ubicado del lado izquierdo de la dis-tincin, vigilia/sueo, sino que se trata de un espacio/tiempo que est ah y que algunos pueden ver y otros no. Esto es claro cuando Olivia reclama a Isidro lo que ve, como se mencion arriba, y ste le responde, t que sabes lo que yo veo. El mundo de los muertos no es asequible a cualquiera; los Paniagua, a excepcin de Felipe, se relacionan con ambos mundos: el de los vivos y el de los muertos.

    Esta idea de las dimensiones que se traslapan, es evidente en la expre-sin de Isidro nio: El to era como un sueo, a veces. Su voz le sonaba adentro: poda verlo sin necesidad de levantar la cabeza (p.16). Es decir, el to no est ubicado afuera de Isidro, no es exterioridad, alteridad radical. El recuerdo de la relacin de Isidro nio con el to es la resonancia de ste como nio y como adulto, con lo que se constata la intersubjetividad. El otro es s mismo como otro, en palabras de Ricoeur.

    Hay, aqu un entramado mnimo, que permite comprender este vn-culo: las sesiones de espiritistas provocaron la aparicin de Cndido. Al par-ticipar Isidro en estas reuniones comienza a hablar de Cndido, a tenerlo presente. l mismo dice a Olivia haberlo olvidado durante treinta aos, y recordarlo ahora, a partir de la relacin que establece con Omar Vitelo, el personaje que lo induce a realizar estas sesiones para convocar a los muertos. Isidro no rehye a Cndido, no lo rechaza ni siente desprecio por l, como es el caso de las mujeres. Al mirar la fotografa donde aparece el to, Olivia se burla, a lo que Isidro reacciona:

    No respetas al to.Te est matando.No, no es l, Olivia. l quiere que yo viva de verdad.

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    Qu t vivas de verdad?S, s. Pero lleg tarde. (p.50).

    Este personaje parece agotado, en el sentido literal, seco, un hombre que no tiene ya vida. En un momento, el narrador dice: Si l no hubiera sido tambin otro perdido, seco ya, habra podido ayudarle al hijo a encon-trar camino, alguna tierra en el mundo (p.47). La intencin de Cndido de volver en Isidro fracasa, porque lleg demasiado tarde, cuando Isidro se ha extraviado de s mismo.

    3.4. Cndido del cieloComo ya se dijo, Cndido narra al sobrino ancdotas de su vida de

    nio y joven, tambin se cuentan momentos de la edad madura. A travs de estos relatos, el lector se forma una idea del personaje. Destacan dos momen-tos para comprender quin es el to. Uno est relacionado con los das en que Cndido se encuentra con los otros que cambiarn su vida, a saber los seres angelicales y santos, y otro se vincula con el momento en que el padre le consigue un trabajo, un quehacer con implicaciones sociales y econmicas, que l rechaza.

    Empezar con ste ltimo. El contenido de la identidad que ha he-redado de la familia no satisface a Cndido. Hay dos breves fragmentos en que se expone la tensin entre acciones que constituyeron la identidad del personaje en un momento de su vida y su rechazo a este modo de ser: Me han puesto a trabajar de mandadero en una oficina de cobranzas. Ando el da entero por las calles montando en una bicicleta vieja que me consigui Paniagua (p.41). Con el uso de la frecuencia singulativa, en el discurso se expresa que los das del personaje transcurren de manera montona, como cobrador. La contradiccin que el personaje experimenta en relacin con esta accin constitutiva de su identidad es evidente: Tejo mi tela sin ton ni son. Pero Paniagua est feliz, y mi madre, y los observadores amigos de la fami-lia (p.41). Y ms adelante dice: () t me encuentras viviendo en aquel tiempo, hecho y derecho, pero retorcido en la entretela (p.43). En ambos casos, para Cndido las acciones carecen de sentido, mientras que resultan reconocidas de manera favorable familiar y socialmente.

    Este Cndido terrenal, cotidiano, cuya temporalidad es expresada me-diante acciones que se repiten de la misma manera, encuentra una forma

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    diferente de comprenderse, cuando se topa con los seres que habitan en la iglesia:

    Pocas cosas me proporcionaban entonces tanta alegra como es-tas presencias en el aire quieto de los sbados, sobrino. Pocas. De manera que cuando entro a Capuchinas yo soy otro: un Pa-niagua del cielo (p.43).

    Ser un Paniagua del cielo es ya la manifestacin de una identidad. El personaje est ms all de lo terrenal. Este encuentro confirma la interpreta-cin que se ha venido haciendo de este personaje, en relacin con su iden-tidad: es un ser que tiene una misin, esta misin est ms all del mundo terrenal, es un Mesas, que encuentra el sentido de su s mismo al entrar en relacin con los santos y ngeles, al compartir el silencio y sosiego de la igle-sia: Las bancas de madera, largas, macizas y lustrosas, me invitan a sentarme y recibir en ellas, en absoluto sosiego, la lluvia (p.42). Las personas estorban la relacin de Cndido con este ms all. Su conexin inicia en la soledad ms absoluta y teniendo como nico vnculo con el exterior a los personajes no humanos: santos, vrgenes, ngeles. Al salir las seoras de la iglesia, Cndido dice: Y luego, el silencio. La paz que me rodea entonces, sobrino, esponja. Los poros del alma botan sus tapones de mundo y se abren como los cielos; y la claridad que andaba afuera, comienza a invadirme (p.44). Se trata de un Cndido lleno de paz y luz, a la sombra de la iglesia, en compaa de las ta-llas. Esta constitucin de la identidad resulta peculiar, ya que los silentes, los mudos, forman parte del mundo interior del personaje y le permiten llegar a su s mismo como otro. Cndido lo dice claramente: yo soy otro. Esta ex-presin de alteridad es crucial para comprender la identidad de este personaje que se constituye cuando entra en relacin con la iglesia, su configuracin: palomas, santos, campanario. El personaje mismo se expresa as: Pasemos mejor a la almendra (). Una tarde en Capuchinas bastar, sobrino. Esa ser la almendra. La suma (p.43). El encuentro con este mundo celestial cambia la vida del personaje y la comprensin que tiene de s mismo.

    La relacin con la iglesia, con la religin, podra decirse en otro senti-do, es informal. Capuchinas es una casa para Cndido:

    Capuchinas se haba convertido en mi verdadera casa. Pero tam-bin mi verdadera familia se encuentra all. Encaramada en sus peanas. Santos son, y vrgenes y obispos; y los pequeos: los n-

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    geles rollizos. Yo s que ellos aman mi irreverencia. Me lo dicen a su modo (p.44).

    La relacin que el personaje establece con los habitantes de la iglesia implica una ruptura, no slo porque no se trata de un vnculo no convencio-nal, sino porque se celebra la falta de solemnidad. Hay aqu una importante crtica a la religin, que se vincula con la idea de falsedad. La relacin de Cndido, desde luego, es atpica.

    Esto enfrenta al lector con una personalidad difcil de asir, porque tras-toca el metarrelato del devoto cristiano, ofreciendo una perspectiva contra-dictoria: Cndido no es un santo en el sentido dado por este metarrelato, y los habitantes de la iglesia tampoco lo son, ya que celebran la irreverencia. Asociado con la idea del Quijote o an con la del Mesas, este dato sobre la irreverencia alcanza un sentido posible: el ser de un Quijote o un Mesas, no puede comprenderse a partir de una realidad absoluta, sino a partir de los elementos paradjicos, a la manera de la deconstruccin, planteada por De-rrida (1987). As, Cndido es un personaje complejo que opta por un modo de vida diferente, caracterizado por la soledad.

    En vida, el hogar de Cndido es la iglesia y muerto, su ubicacin es el cielo. En un pasaje, la voz narrativa dice:

    La ubicacin que le confera Vitelo a Cndido Paniagua era en el cielo. Suelto, como la luz o el aire. Pero Vitelo tambin lo llamaba tbano, a escondidas de Isidro, y lo situaba entonces a medio camino del cielo y la tierra, prendido a la oscura piel de las almas (p.83).

    Cndido est entre el cielo y la tierra de dos maneras: como luz y como insecto que se alimenta de sus vctimas. Esta ambigedad reitera el carcter contradictorio, con lo que el lector confirma la paradoja de la identidad de este personaje.

    3.5. Voces que bajaban del aire Cndido Paniagua aparece el da del nacimiento de Jeremas. Isidro, el

    padre, pronuncia tres veces el nombre del to en esa ocasin. La reiteracin es importante, porque indica que Cndido y Jeremas estn estrechamente

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    vinculados. La organizacin semntica de este vnculo, ocurre, en principio, a partir de la observacin de rasgos fsico semejantes en ambos personajes. Al describir Olivia a Isidro la fotografa del to, advierte la semejanza: Una frente muy alta y algo boluda. Amplia. La misma frente de Jeremas. Y ms adelante agrega: La boca es regular. Los labios, medio gruesos, Roja debi tenerla. Roja, como la de Jeremas (p.51). El sealamiento de este parecido fsico es un indicio importante para comprender que Cndido est en Jere-mas; ha vuelto a nacer con l.

    Cndido fracas con Isidro: Y un da l volvi. Pero comprendi que estaba como muerto en m, como ido para siempre. Y entonces, Olivia, fue cuando empec a hablarte de l a todas horas (p.53). Es decir, cuando el to vuelve a la memoria de Isidro, no porque ste lo recuerde, sino porque aquel se empea en regresar, en resonar, no habr condiciones para hacerse escuchar. A travs de la sesiones de espiritistas, Cndido logar que Isidro hable de l constantemente, olvidndose de s mismo, al punto de perderse y morir. La coincidencia con el nacimiento de Jeremas, permite a Cndido no slo hacerse presente por medio de Isidro, sino trasponer su existencia a la de Jeremas.

    En la ltima parte de la novela, se narra la vida de Jeremas nio, utili-zando el paralelismo y la analoga. Omar Vitelo es a Isidro, lo que Colombi-no Varandas es a Jeremas. Estos personajes aparecen de manera repentina y sin explicacin en las vidas de los Paniagua, y son quienes aproximan a ambos a Cndido. Estos dos personajes funcionan como mediacin entre Cndido muerto y los otros dos Paniagua, vivos. A diferencia de Cndido e Isidro, el to y Jeremas no se relacionarn directamente, en vida. No existe la me-moria anecdtica en Jeremas en relacin con el to, como ocurre con Isidro nio. El to est en Jeremas potencialmente desde su nacimiento y aos ms tarde, en el trnsito de la infancia a la juventud, Cndido se hace presente, como voz en el aire, solicitando a Jeremas un tornavoz: Colombino, en el rbol hablan () Y qu es lo que dicen? Slo una palabra, y siempre la misma, Colombino: Tornavoz (p.108). En este momento de la narracin, los personajes no identifican este llamado con Cndido. Esto ocurrir vein-tisiete aos despus, cuando Jeremas regrese a Placeres para buscar a Vitelo y decirle que Cndido lo ha enviado de nuevo all, para recordarle que no ha muerto. La metfora del tornavoz cobra aqu importancia central. Vitelo pregunta: Y qu es lo que quiere l, ahora, Jeremas? Un tornavoz. Un tornavoz, y que yo se lo haga (p.126).

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    Para cumplir con esta solicitud, Cndido ha pedido a Jeremas el regre-so a Placeres y a Omar Vitelo. Es en este espacio donde se propone cumplir con el deseo de regresar, pero paradjicamente, este lugar representa la im-posibilidad, porque ah mismo el espacio/tiempo parece estar suspendido; es decir, no hay sucesin que permita la coherencia. En Placeres parece no ocurrir nada; es como un permanente estar ah. El pueblo es un lugar de re-sonancias, de presencias, ms que de historias, de acontecer.

    Jeremas regresa a Placeres para comunicar que Cndido est vivo. Esta cualidad de estar vivo de Cndido es constantemente cuestionada en el texto, porque, como ya se ha dicho, no se trata de un ser viviente, que respire y est encarnado. Cndido vive en los otros, como en este caso en Jeremas, y desea seguir siendo escuchado. Jeremas har las veces de tornavoz, es l esa caja de resonancias que impedir que Cndido muera del todo.

    La identidad de Cndido Paniagua no es definida por Jeremas a partir del retrato moral o fsico. No hay datos que permitan al lector conocer ms del to a partir de las acciones o dilogos del sobrino. Se reitera, simplemen-te, su cualidad de espritu en busca de no ser olvidado, su necesidad de ser escuchado en la tierra.

    La metfora del tornavoz: techito abombado entre el cielo y la tierra seala la intencin de que la voz no se escape hacia la bveda celeste, sino que llegue a aquellos que estn en la tierra. Cndido quiere ser escucha-do precisamente en la tierra. La indeterminacin que caracteriza a la novela impide, no obstante, saber qu es lo que se quiere comunicar y cul es el sentido.

    Jeremas, al final, regresa a su casa natal para recibir a Cndido. En el ltimo prrafo de la novela se establece un paralelismo con el momento en que el to se apoder de Isidro. ste perdi el sueo. Lo mismo ocurrir ahora:

    Jeremas se revuelve en la cama. En el mismo cuarto donde l naci. El rbol. El lamo. Sus ramas se quejan como una mujer. Araan los adobes de la casa y no dejan dormir. No dejan dormir a Jeremas Paniagua (p.126).

    Este final tiene dos caractersticas; por una parte, se regresa al punto de partida, el momento en que el to aparece a propsito de la existencia de

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    Jeremas. La diferencia consiste en que en aquel tiempo, Jeremas apenas naca y en ste ya es mayor. Por otro lado, Jeremas pierde el sueo, como lo perdi su padre antes de morir. La narracin no tiene final. No se sabe qu ocurre con Jeremas, con Vitelo o con Cndido, como tampoco se sabe el paradero de otros personajes.

    4. Consideraciones finalesSe ha dicho ya que la estructura fragmentaria de esta novela complica

    la comprensin, debido a que la coherencia es constantemente cuestionada. Las estrategias que apuntalan la ruptura del espacio/tiempo, provocan que se pierda la relacin y, con ello, la posibilidad de asir la identidad de los per-sonajes. Es decir, en El tornavoz no hay asomo de construccin de identidad de personajes tendiente al estereotipo, pero tampoco se trata ya de que la psi-cologa de los personajes destaque sobre la trama. La complejidad de esta no-vela radica en la imbricacin de dos espaciotemporalidades: la de los vivos y la de los muertos. Esta imbricacin ocurre, adems, a partir de una estrategia de deconstruccin que provoca la polisemia en los polos de la dicotoma. La distincin vivo/muerto se desestructura y los valores de uno y otro pierden su lugar, definido dentro de la simblica del catolicismo, desestabilizando el sentido. Son los vivos los muertos? Los vivos y los muertos comparten caractersticas y unos son comprendidos a partir de los otros. Esto significa que no son absolutos y que no son excluyentes.

    Una construccin como sta, sin duda, pone en riesgo cualquier teora sobre la coherencia. Ricoeur mismo acepta que este tipo de narrativa vulnera la idea misma de narracin. Si pensamos slo en la estructura del texto, el resultado es precisamente la incoherencia. Si avanzamos hacia la teora de la interpretacin y consideramos el papel del lector, podemos concluir algo diferente.

    Se deca ya al inicio, siguiendo el pensamiento de Ricoeur, que al leer estas novelas el lector podr experimentar con mayor profundidad la manera de comprender el orden de la vida humana en toda su amplitud. Esto es lo que ocurre precisamente con estas novelas: no es preciso que haya principio y final, ni mucho menos causalidad y ni siquiera coherencia narrativa tex-tualmente. Las novelas con propuestas de disolucin de la trama, como es el caso, si son estudiadas slo de manera formal, conducen a conclusiones similares. Es precisamente en este tipo de narrativa en donde se debe avanzar

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    hacia el lector. Esta aproximacin puede ocurrir de varias maneras. En este ensayo me centr nicamente en la configuracin de la identidad, mediante la pregunta cmo comprende el lector quin le habla en esta novela? Es pre-ciso sealar que la pregunta no est dirigida a pensar en un lector emprico. El enfoque es fenomenolgico-hermenutico.

    El tornavoz ofrece la riqueza de las novelas que exigen al lector la co-creacin del texto, no slo porque debe realizar mltiples movimientos de relectura y relacin, sino porque se produce un excedente de sentido que lo conduce a realizar preguntas; con ello, se ampla su comprensin del mundo y de su s mismo o en otro sentido, del orden de la vida humana. Cndido Paniagua es un personaje identificable, aun cuando su construccin sea muy compleja. Este personaje, vivo y muerto, muestra un ordenamiento de la vida, configurada a partir de afectos, sentimientos, temores, inseguridad, por lo que la discordancia forma parte de la propuesta misma de configuracin de la trama. En esta novela, la concordancia descansa en el trabajo del lector; ste se har preguntas que referir a su propia experiencia.

    Como se observ en el anlisis, las estrategias de configuracin de Cndido son mltiples: l narra breves pasajes de su vida, a travs de los cuales el lector obtiene rasgos importantes de su identidad. En estas narra-ciones se manifiesta la identidad ipse de este personaje y su configuracin a partir de experiencias que afectan a su s mismo. Cndido vivo es un cuerpo que atestigua su alteridad en relacin con el mundo. El personaje realiza acciones, interiores o exteriores, que le permiten constatar su s mismo a partir del mundo. La mayora de los actos que realiza el cuerpo son afectivos y mentales y no de desplazamiento corporal. Este personaje, generalmente, est quieto, acostado o sentado. Despus, cuando Cndido ha muerto, su cuerpo deja de existir como carne, pero su ser se traspone al cuerpo de los otros. Cndido vive en los otros, en Isidro y Jeremas, as como en los dems personajes. En esta dimensin, Paniagua no tiene ya una ubicacin espacio-temporal cotidiana, sino que se expresa como voz o metafricamente hablan-do como viento que atraviesa los tiempos. Cndido se convierte, as, en una presencia constante, a travs del recuerdo. La diferencia, como se ha visto ya, es que los aquellos no desean recordarlo, no es un acto de la voluntad, sino que est ah, como parte de lo que los define.

    En la configuracin de este personaje se advierte tambin la intersub-jetividad. El to se configura a partir de los otros personajes, de lo que ellos

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    pensaron o dijeron sobre Cndido. Esto se aprecia tambin en las narracio-nes que el personaje hace de su pasado. Aun cuando no se trata de escritura, porque el personaje no escribe sus memorias, es evidente que los encuentros con Isidro se basan de manera importante en fragmentos de la historia de vida del personaje. En estos apartados de la novela, el personaje configura su s mismo a manera de trama. A travs del intercambio regular entre las per-sonas gramaticales, se evidencia la afeccin del s por el otro distinto del s. Constantemente, Cndido se est refiriendo a los dems para hablar a Isidro de s mismo.

    Cndido Paniagua es afectado por los otros de manera que los rehye. Este es quiz uno de los rasgos centrales de la novela. El personaje no en-cuentra contento en las relaciones con los vivos, sino con los santos y, en otro sentido, con los muertos; es con stos con quienes cre lazos de amistad. No obstante, al morir, busca desesperadamente a los vivos, busca la resonancia de su voz en la tierra, con la intencin de ayudarlos a vivir. Hay aqu una intencin tica del personaje. Su misantropa no es absoluta, porque est pre-ocupado por los otros, al punto de desear resonar en ellos. Paradjicamente, en la imposibilidad de la comunicacin, Cndido no pierde la esperanza.

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