IDEAS CON PODER La aceleración de la inventiva …€¦ · muchas ideas con poder formatean el...

80
PRIMAVERA 2015——Nº 2143 LA REVISTA DEL FOMENT IDEAS CON PODER La aceleración de la inventiva humana Panorama LA EJEMPLARIDAD COMO IDEAL ---Javier Gomá Dossier CHURCHILL: EL CARÁCTER ES DESTINO ---Ignacio Peyró Temas de mañana EL ÁRTICO COMO MERCADO EMERGENTE ---Nicklas Larsen Artes&Co. NÚRIA ESPERT: EL TEATRO QUE DA FORMA A LA VIDA ---Sergi Doria LOS OFENDIDOS ---Antonio Muñoz Molina

Transcript of IDEAS CON PODER La aceleración de la inventiva …€¦ · muchas ideas con poder formatean el...

PRIMAVERA 2015——Nº 2143

LA REVISTA DEL FOMENT

IDEAS CON PODERLa aceleración de

la inventiva humana

PanoramaLA EJEMPLARIDAD COMO IDEAL---Javier GomáDossierCHURCHILL: EL CARÁCTER ES DESTINO---Ignacio Peyró

Temas de mañanaEL ÁRTICO COMO MERCADO EMERGENTE ---Nicklas Larsen

Artes&Co.NÚRIA ESPERT: EL TEATRO QUE DA FORMA A LA VIDA---Sergi Doria

LOS OFENDIDOS---Antonio Muñoz Molina

3

NOTAS DEL PRESIDENTE

—— La fusión de humanismo y ciencia ha sido un maridaje fecundo a lo largo de la historia. Lo representan sabios excepcionales como Leonardo da Vinci o Ramon Llull, de quien este año conmemoramos los siete siglos de su muerte. Visionarios, adelantados a su época, que se desenvolvían igual en los diferentes registros creativos; la lengua, la música, la pintura, la ciencia, las matemáticas, la arquitectura…Así, la humanidad ha avanzado a la vez que se han sucedido descubrimientos que han cambiado el curso lineal y previsible de la historia. En el origen siempre está el proceso de las ideas, el pensamiento creativo, que ha engendrado las continuas transformaciones de nuestro mundo con todas sus grandezas y también miserias.

En los últimos veinte años, Internet y la digitalización han sido el eje transformador de nuestra sociedad, la cultura y la economía. Una revolución extraordinaria que rompe con lo tradicional en su sentido más amplio. Un cambio completo de paradigma en el que todo está en constante evolución. Las estructuras pesadas de la vieja economía dejan paso a lo móvil, lo pequeño, lo liviano. Parece sencillo, pero no lo es. Las empresas aún exploran los modelos de negocio que regirán la nueva economía y que alcanzarán a todos los sectores productivos, no solo a los de la información y la cultura, sino también los servicios, el transporte o la energía. Lo digital habla de coste marginal cero, de economía colaborativa y de compartir conocimiento en un mundo ultraconectado. Las empresas trabajan para construir su nueva arquitectura para indagar dónde se genera valor.

Además de las nuevas ideas transformadoras y con poder que han impactado en la esencia de nuestro tradicional sistema de vida, tal vez necesitamos más que nunca de las palabras que nos relaten qué está sucediendo, nos apunten hacia dónde vamos y, en definitiva, pongan nombre a los nuevos conceptos que gobiernan el mundo.

Joaquim Gay de Montellà Presidente de Foment del Treball

3

C

M

Y

CM

MY

CY

CMY

K

Foment_de_Treball_210x260_ESP_IMP.pdf 1 11/02/15 20:18

EDITORIAL

5

—— Las ideas definen el sentido de una época, la per-filan al interactuar con las dinámicas de la realidad. ¿Cuáles son las ideas con poder en este año 2015? Hemos seleccionado siete, del cloud computing —por ejemplo— al retorno de la idea de ejemplaridad, de la modernidad líquida al auge de la neurociencia. Otras muchas ideas con poder formatean el tiempo presente y sin duda aparecerán en los siguientes números de

. Del mismo modo que, por el impacto generativo de las ideas, cada momento histórico queda marcado por el carácter de sus líderes. Los lectores de pueden revalorizar lo que significó la personalidad de Wins-ton Churchill, ahora que se cumple medio siglo de su muerte. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, con-secuencia de la Primera —la que había de ser la última de las guerras—, Churchill prenunció la brutalidad del Telón de Acero y el inicio de la guerra fría. Churchill, Roosevelt o De Gaulle representan formas de liderazgo que hoy casi han quedado olvidadas. Pero su herencia hizo posible cortar el nudo gordiano que fue la colisión entre dos ideas de tanto poder como la libertad y el totalitarismo.

Además de las indagaciones sobre arte y cultu-ra propias de la sección “Artes&Co”, para el bloque

“Temas de mañana” iniciamos una colaboración con el Scenario Magazine del prestigioso Institute for Futures Studies de Copenhague, con temas tan heterogéneos como el porvenir de los media o el Ártico como mercado emergente. Ideas y liderazgos son fundamentales para desentrañar un futuro y darle un sentido que se nutre de tensiones y conflictos tanto como del empeño por estar a la altura de los tiempos. Es decir, se trata de escrutar el devenir de la condición humana. Ensimismados en el presente, aban-donamos a veces la consideración de los futuros posibles, los métodos para afrontar los temas de mañana y que

intenta una vez más esclarecer para sus lectores. Al fin y al cabo, el futuro comienza a todas horas.

LA

RE

VIS

TA D

EL

FO

ME

NT

PR

IMA

VE

RA

2015——

Nº 214

3ID

EA

S CO

N P

OD

ER

PRIMAVERA 2015——Nº 2143

LA REVISTA DEL FOMENT

IDEAS CON PODERLa aceleración de

la inventiva humana

PanoramaLA EJEMPLARIDAD COMO IDEAL---Javier GomáDossierCHURCHILL: EL CARÁCTER ES DESTINO---Ignacio Peyró

Temas de mañanaEL ÁRTICO COMO MERCADO EMERGENTE ---Nicklas Larsen

Artes&Co.NÚRIA ESPERT: EL TEATRO QUE DA FORMA A LA VIDA---Sergi Doria

LOS OFENDIDOS---Antonio Muñoz Molina

01 F03 Cover ok 2.indd 1 12/03/15 13:06

Foment del Treball no se hace responsable de las opiniones vertidas por los colaboradores en sus artículos. © Foment del Treball. Reservados todos los derechos. Prohibida su reproducción, edición o transmisión total o parcial por cualquier medio y en cualquier soporte sin la autorización escrita de Foment del Treball.

PVP: 10 euros.

Edita Foment del Treball

Dirección Valentí Puig

Realización

Coordinación Sergio Escartín

Diseño Llorenç Perelló Alomar

Depósito legal: B–17853–2014ISSN: 2385-3891

se edita en castellano y catalán

Valentí Puig, director

Foto

de po

rtada

: Get

ty Im

ages

/Iko

n Im

ages

sitúatepara competir

Polígono de la Zona FrancaLa mejor ubicación industrialy logística para la empresa

En Barcelona ciudad Las mejores conexiones internacionalesDesde 4.500 m2 a 100.000 m2

Condiciones de alquiler flexibles

[email protected]

entidad formada por:

C

M

Y

CM

MY

CY

CMY

K

Foment_Treball_210x260_Cast.pdf 1 31/10/14 13:13

PANORAMA ——

ARTES&Co. ——

DOSSIER —— TEMAS DE MAÑANA ——

64 Entrevista Núria Espert: el teatro que da forma a la vida / 66 Literatura Un lugar donde escribir / 70 Periodismo La entrevista ideal / 72 Contra

cultura Cuando la repetición hace la diferencia / 74 Geografías Hotel Galle Face, viejo lujo en Sri Lanka / 76 Estilo Patek Philippe, el aniversario de

un mito / 78 De autor Los ofendidos

Sumario

10 Las ideas importan todavía más14 El ambiguo mundo de la modernidad líquida16 Existo, luego pienso20 El mundo está bien hecho22 El proyecto Big History 26 Supranacionales y transnacionales28 Internet global como una nueva galaxia30 La ejemplaridad como ideal

34 Churchill o el carácter como destino40 Winston en diez frases42 Alfonso XIII, por Winston Churchill

48 Los medios de comunicación en 203052 El Ártico como mercado emergente58 Una cerveza superior en la ciudad de Kafka

16 34 52

7

Los valores significan mucho.Sobre todo, si tienes el valor de mantenerlos durante 110 años.

Desde nuestros orígenes, somos una entidad financiera orientada a promover el ahorro y el bienestar de las personas. Pasa el tiempo, pero la esencia no cambia. Vocación de servicio, liderazgo y compromiso social son hoy, como ayer, los valores que nos guían. Y seguir contando con la confianza de nuestros cerca de 14 millones de clientes nos ha convertido en lo que somos. • El primer banco de España• La red de oficinas y cajeros más extensa• El banco más innovador del mundo, y líder en operativa multicanal (internet, móviles, cajeros, smart TV, redes sociales...)• La primera Obra Social del país y una de las principales del mundo, con un presupuesto anual de 500 millones de euros No solo somos un banco. Somos CaixaBank.

www.CaixaBank.com

C

M

Y

CM

MY

CY

CMY

K

AAFF210X260_cast.pdf 1 04/03/15 14:05

10 Las ideas importan todavía más por Valentí Puig

14 El ambiguo mundo de la modernidad líquida por Justo Barranco

16 Existo, luego pienso por redacción F

20 El mundo está bien hecho por Marc Bassets

22 El proyecto Big History por Daniel Capó

26 Supranacionales y transnacionales por Teresa Carreras

28 Internet global como una nueva galaxia por Jordi Torres

30 La ejemplaridad como ideal por Alberto Gordo

—Las ideas y la transformación del mundo convergen en su mejor momento para el conocimiento y el progreso, que nos ofrecen mayores garantías de libertad, lucidez y riqueza. Por

ello consideramos como capital intelectual aquella información intangible que puede producir valor. Las ideas con poder no

han sido nunca una exclusiva de la filosofía como tradición. En realidad, proceden a menudo de formas de pensamiento muy heterogéneas, tan heterogéneas como la realidad fluctuante.

Inventos como la máquina de vapor o los sistemas informáticos pueden equipararse por sus consecuencias con ideas

fundacionales comparables con la separación de poderes o el derecho internacional. Con amplios márgenes de diferencia,

todas son ideas con poder. Y lo que ya sabemos es que las ideas son la gran materia prima del siglo XXI.

Ideas con poder

—— Los seres humanos desconocemos tantas cosas del universo como de nosotros mismos. Oportunamente, las ideas nos permiten interpretar el mundo tanto como reconfigurarlo. Por ejem-plo: con Steve Jobs han desaparecido las cabinas telefónicas, el choque de civilizaciones es una idea que emerge cíclicamente, topan los pros y contras de la inteligencia artificial, no logramos definir lo que es la conciencia humana, modulamos nuevas formas de conviven-cia cívica, pretendemos calcular cómo se expande el cosmos, el ADN resuelve enigmas criminales, la robótica hace las guerras y transitamos tanto por la incer-tidumbre como por la trascendencia.

Si las ideas siempre han importado, en un mundo posideológico importan todavía más y en la segunda década de un nuevo siglo la inteligencia del ser humano obtiene cuotas insólitas de innovación multiplicativa. Celebramos un nuevo poder de las ideas. Pueden surgir de una tradición filosófica que se readapta, de la poscrisis económica, de procesos políticos imprevistos o tanto de la indagación científica y sus aplica-ciones tecnológicas como de la explo-ración de nuevas dinámicas empresa-riales. Todavía no acertamos a saber

cuáles serán las ideas más influyentes del siglo XXI: es por una lógica cuestión de perspectiva temporal pero también de aceleración de la inventiva humana. A lo sumo es suponible, pero no menos osado, indicar cuá-les pueden ser algunas de

Las ideas importan todavía más

DE ‘LA ESCUELA DE ATENAS’ A LOS ALGORITMOS QUE RIGEN GOOGLE, LA

INTERCONEXIÓN ENTRE IDEAS Y ÉPOCAS ES UNO DE LOS POTENCIALES MÁS ACTIVOS

las ideas que van prefigurando la déca-da actual, a sabiendas de que pasado mañana el paisaje puede haber variado como por efecto de una tempestad perfecta, a cuyo efecto nos exponemos por navegar en aguas desconocidas en busca de algo nuevo y beneficioso. En estos tiempos sin nuevos sistemas filosóficos y con violencia teocrática, la ausencia de grandes ideas unificadoras hace aún más fascinante lo que vendrá, dinamizado por las redes, acelerado por el paradigma digital, espoleado por la curiosidad inextinguible de la inteligencia humana.

Un efecto indicativo es que el poder de las sociedades occidentales reside hoy en la capacidad de vender nuevas ideas en un mundo globalizado. Las empresas con elevada capacidad innovadora obtienen sus beneficios con productos que ni tan siquiera esta-ban en estudio unos años antes. Ge-nerar ideas es ahora mismo una de las grandes estrategias económicas por-que, en fase de recuperación económi-ca, la destrucción creativa resulta ser una vez más una dinamo que propulsa creatividad y nuevas ideas para un mundo que busca tanto el futuro como la estabilidad. El cruce genético entre tecnociencia y cultura humanística ha dado lugar a lo que llamamos tercera cultura, una de las sinergias intelectua-les que más avanzan en nuestra época. Del mismo modo, el poscapitalismo se crece con las ideas de innovación, gracias a que la capacidad inventiva de la humanidad no tiene límites y es acumulativa. Esas ideas se expanden

por Valentí Puig

a velocidad de vértigo porque vivimos en la era de la comunicación huma-na, de forma instantánea, libre y sin límites. En 1997, un radical manifiesto ciberpunk sostenía: “Vivimos en el ciberespacio, estamos en todas partes, no conocemos fronteras”. La profecía ciberpunk ha transformado el comer-cio, altera la noción de propiedad inte-lectual y, en fin, usa las ideas con poder para su combustión incesante.

Como ya ha pasado medio siglo después de la muerte de Winston Churchill, viene al caso la definición que de él hizo su adversario político, el laborista Clement Attlee. Lo compa-raba con un bizcocho de varias capas: “Una capa es sin duda del siglo XVII. ¡El siglo XVIII es evidentemente él! Había en él el siglo XIX y una capa gruesa, desde luego, de siglo XX; y otra curio-sa capa que posiblemente fuera del siglo XXI”. Sin duda, lo era. La nueva creatividad tiene sus precedentes en la innovación continua que proviene de la experimentación, el conocimiento y las responsabilidades de la concien-cia humana. Aquellos entornos más favorables a las ideas creativas serán los motores de una nueva prosperi-dad, sobre todo si logran un equilibrio entre el sentido de comunidad y la autonomía individual. Tal vez nunca tantos cabos anduvieron sueltos. Tal vez eso dé paso a una concatenación de ideas con poder, antesala de otras teorías unificadas sobre la experiencia del mundo y de la vida. La apariencia simple de un hecho acotado por la tecnología —hoy por WhatsApp, tal y

Derecha. En el centro de la famosa

pintura de Rafael ‘La escuela de Atenas’, Platón (izquierda) y

Aristóteles (derecha) debaten sobre la

búsqueda de la verdad[Foto de Lucas Schifres,

Getty Images ]

10

CAPITAL INTELECTUAL

12

como hizo el chip, ya protohistórico en comparación con el gigabyte— consi-gue cambiar costumbres, modos amo-rosos, transmisión de ideas políticas y alteraciones en la cohesión familiar. En un mundo de cada vez más interconec-tado, las ideas con poder dan la vuelta al planeta en fracciones de segundo. Del mismo modo que la aparición de las ciudades cambió el significado de la libertad, ¿qué está ocurriendo en el ciberespacio? Hace cerca de 250.000 años, la humanidad en ciernes comen-zó a usar el lenguaje. Representaba la aparición del aprendizaje colectivo una nueva complejidad, una forma incipien-te de interacción. De ahí proceden las primeras ideas con poder, gracias a la sedimentación constante de los apren-dizajes colectivos. Más ideas, conflictos inesperados, sistemas emergentes de consecuencias por ahora desconoci-das, soluciones que se dirían surgidas del azar: no ya el futuro, es que ni siquiera el presente se podrá seguir pensando linealmente.

Bucles de ideas con poder andan en busca de su orden revelador. ¿Cómo afrontar la realidad de sociedades que envejecen y requieren mucho más de una democracia providencial? ¿Es la educación en línea la respues-ta para un aprendizaje permanente que ofrezca competitividad? ¿Cuáles son las narrativas adecuadas para la aventura del ser humano en el planeta Tierra? ¿Hay alternativas a la sociedad desvinculada? Cientos de ideas están confluyendo como imantadas por un rompecabezas de piezas sin fin. Ideas e hipótesis fluyen en un presente radical, en un mundo que se ha hecho presen-tista, al tiempo que no faltan los au-gures del apocalipsis o la decadencia. No sabemos hasta qué punto muchas cosas han empezado a funcionar de otra manera. Ni tan siquiera hemos es-bozado otro orden mundial cuando ya estalla otro desorden. Colonizar otros planetas, aplicar la nanotecnología a la medicina cotidiana, conocer mejor los instantes posteriores al Big Bang y a la vez escanear el cerebro o regenerar la democracia: a lo sumo, hablamos más de futuros que de futuro. Como dice el historiador David Christian, el vals interminable del caos y la complejidad

es uno de los hilos conductores de la historia del mundo.

Quizás estemos en el umbral de una fase renacentista, aunque a veces lo temamos a un apagón semejante al de las eras oscuras. A diferencia del primer renacimiento, las ideas con po-der actualmente se propagan a la ve-locidad de la luz, de un extremo al otro de la tierra, y tenemos más capacidad de elección con un clic o con el zapeo. Es cierto que estamos en la cultura del ahora mismo, indiferente a lo que sig-nifica un pasado en común, pero tam-bién no es menos cierto que tenemos acceso muy directo al entendimiento de la complejidad, a pesar de que exis-tan tantas inercias de simplificación y banalidad. Queda mucho margen de maniobra para las ideas con poder. En su fresco La escuela de Atenas, Rafael celebra las glorias del pensamiento griego pero les da rasgos del saber renacentista. Así, los historiadores han identificado la figura de Miguel Ángel en la del filósofo Heráclito, Leonardo aparece como Platón y el arquitecto Bramante presta su rostro al geómetra Euclides. Es decir, la escenificación pic-tórica de un mundo del pasado clásico recurría a las figuras vitales del Rena-cimiento. De unas ideas con poder a otras, la historia alcanza sus mejores momentos por contraste con la devas-tación, la violencia y la guerra.

Desde luego, seguimos en buena parte entre el mito y la razón. De ahí han surgido las ideas con poder, en las grandes universidades o en un garaje de Silicon Valley. Al mismo tiempo, la innovación no garantiza la felicidad ni anula la tragedia. En el siglo IV, Agustín de Hipona dijo: “Entiendo que entiendo” y en el siglo XXI escrutamos las imágenes cerebrales porque sigue intrigándonos la naturaleza de nuestra conciencia. Mito y ciencia trazaban los

trayectos de Star Trek hasta que los héroes naufragaron en un reality show. Luego creíamos que la televisión había acabado con el ágora donde se debate la cosa pública, pero ahora tenemos en YouTube las conferencias breves de TED.com, seguidas por millones de personas en todo el mundo, con afán de conocer y entender las grandes cuestiones. TED.com es otra idea con poder. Ahí aparecería un Aristóteles de hoy yendo con su micrófono inalámbri-co de un lado para otro del escenario, en busca de ideas para una mejor calidad de la democracia representa-tiva. Digamos que no pocas ideas con poder son a veces la transformación de una idea clásica.

Toda selección de unas ideas con poder acaba por fuerza siendo arbi-traria y aleatoria salvo que dispon-gamos de un espacio enciclopédico y de un tiempo ilimitado. O lo que es lo mismo: ¿por qué unas y no otras? Lo fundamental es la constatación de que las ideas siguen teniendo poder y que en su mejor capacidad son un an-tivirus que permite atajar tentaciones totalitarias o desvaríos prometeicos. Hay una idea del hombre en las pin-turas de Altamira, que se desarrolló cuando Darwin pasó por el estrecho de Magallanes y hoy sigue ese mismo empeño en los transbordadores es-paciales. Como parte del avance acci-dentado de la humanidad, el telesco-pio, el reloj de bolsillo, la máquina de vapor, la anestesia, la fibra óptica o el acelerador de partículas no pueden per-manecer al margen de una historia de las ideas, como los presocráticos, el algo-ritmo, la teoría del Estado, Erasmo, el contrato social o la lógica de la libertad. Al fin al cabo, ideas y con poder.

“Si las ideas siempre han importado, en un mundo posideológico importan todavía más y en la segunda

década de un nuevo siglo la inteligencia del ser humano obtiene cuotas insólitas de innovación multiplicativa.

Celebramos un nuevo poder de las ideas”

Izquierda. Las breves conferencias TED, seguidas por millones de personas en todo el mundo gracias a Internet, están dedicadas a las “ideas dignas de difundir”[Foto de Steven Rosenbaum, Getty Images]

13

CAPITAL INTELECTUAL

—— Fin de la historia. Posmodernidad. Segunda modernidad. Hipermoderni-dad… Los intentos por atrapar en un solo término los radicales cambios vividos en las últimas décadas han sido tan nume-rosos como discutidos. Y quien ha aca-bado imponiéndose en esta masificada carrera por retratarlos ha sido el ya casi nonagenario sociólogo polaco Zygmunt Bauman (Poznan, 1925), que desde hace décadas —tras abandonar su país por una campaña antisemita del gobierno comunista polaco— es profesor en la Universidad de Leeds. Bauman ha crea-do —y explotado en todas su variantes— el término modernidad líquida como metáfora de nuestra vida actual. Vivimos en un mundo líquido y en él hay amor líquido, miedo líquido, vigilancia líqui-da… Porque los líquidos, a diferencia de los sólidos, no conservan fácilmente su forma. Los líquidos, como las relaciones personales, las creencias, los hábitos o los contratos de trabajo en el mundo de hoy, fluyen, se derraman, se desbordan, salpican, se filtran, gotean, inundan… Nada toma una forma determinada durante mucho tiempo, a diferencia del mundo de hace unas décadas, cuando el trabajo y el matrimonio eran a menudo para toda la vida y las reglas sociales, políticas y económicas y las instituciones y creencias estaban bien establecidas. Era la llamada modernidad sólida.

Modernidad, recuerda Bauman, significa modernización obsesiva, adictiva. No aceptar las cosas como son, sino cambiarlas por algo mejor. Lo modernizamos todo: las regulaciones, las relaciones, los objetos… Fundir lo sólido y moldearlo de nuevo era una preocupación de la modernidad desde el principio, pero inicialmente solo buscaba sustituir las herrumbrosas instituciones del siglo XVIII, el antiguo régimen, por otras nuevas con mejores fundamentos

El ambiguo mundo de la modernidad líquida

EL PROFESOR ZYGMUNT BAUMAN DEFIENDE QUE VIVIMOS EN UN MUNDO LÍQUIDO PORQUE NADA TOMA UNA FORMA

DETERMINADA DURANTE MUCHO TIEMPO

y más duraderas. Pero con el tiempo el proceso tomó otros derroteros. Bauman fija el inicio de la modernidad en 1755 en el terremoto de Lisboa, al que siguió un enorme incendio y un devastador tsu-nami. Una tragedia que retrata Voltaire en su Cándido, donde aparece el ridículo Pangloss, un filósofo seguro de que vi-vían en el mejor de los mundos posibles y de que todo lo que sucedía era para bien. Tras un terremoto de esa magnitud, esas ideas quedaron muertas. La catás-trofe de Lisboa tuvo un enorme impacto en la Ilustración europea. La naturaleza era ciega y había que poner el mundo bajo la administración humana. Reempla-zar lo que había por lo que podía dise-ñarse racionalmente. Por algo realmente duradero.

A la larga, la racionalidad instru-mental dejaría el campo libre al papel determinante de la economía, que se iría desatando de sus tradicionales ataduras políticas, éticas y culturales. Como lo harían progresivamente los propios indi-viduos. La disolución de aquellas amarras que limitaban la libertad individual de elegir y actuar llevó a la desregulación, la liberalización y la flexibilización actuales. Un largo proceso en el que se han gene-rado, como señalaba Ulrich Beck, institu-ciones zombis, muertas y todavía vivas, como la familia, la clase y el vecindario. Y se han roto los vínculos entre las eleccio-nes de los individuos y los proyectos y las acciones colectivos. La responsabilidad del fracaso recae, denuncia Bauman, pri-mordialmente sobre los individuos aun-que los riesgos de cada elección puedan ser causados por fuerzas que trascienden su capacidad para actuar. Así, la virtud más útil no es la conformidad a las nor-mas —escasas y a menudo contradicto-rias— sino la flexibilidad.

Por ello hoy la mayor preocupa-ción de nuestra vida social e individual,

señala, es cómo prevenir que las cosas no sean tan sólidas como para que no puedan cambiar en el futuro. No creemos que haya soluciones definitivas y además no nos gustan. Sabemos que somos cam-biables. Y estamos seguros de que van a aparecer nuevas oportunidades que van a devaluar las existentes. Sucede con los objetos materiales pero también con las relaciones con los demás y con nosotros mismos, en cómo nos evaluamos. Quizá la mayor ambivalencia del mundo líquido, advierte, la muestren las relaciones, el nuevo amor líquido. Los hombres y muje-res contemporáneos, abandonados a sus propios recursos, están siempre ávidos de la seguridad de la unión y de una mano servicial con la que puedan contar en los malos momentos, es decir, desesperados por “relacionarse”. Pero desconfían todo el tiempo del “estar relacionados” y par-ticularmente de estar relacionados “para siempre”, porque temen que ese estado pueda convertirse en una carga y ocasio-nar tensiones que no se sienten capaces ni deseosos de soportar y que pueden limitar la libertad que necesitan… para “relacionarse”.

“Que seamos flexibles nos lo piden”, apunta, “nuestros propios gobiernos, hoy incapaces de casi nada más tras el divor-cio entre poder y política”. Gran parte del poder requerido para actuar con eficacia del que disponía el Estado moderno ahora se ha desplazado al espacio global, mien-tras que la política ha quedado circunscrita a un ámbito local. Y ha habido un colapso del pensamiento, de la planificación y de la acción a largo plazo. Paradójicamente, dado el proyecto inicial de la modernidad, señala el sociólogo, la tarea de construir un nuevo orden mejor para reemplazar al viejo y defectuoso no forma parte de nin-guna agenda actual. Y, además, ha pasado la época de las revoluciones sistémicas porque resulta extraordinariamente difícil imaginar qué podrían hacer los vencedores para revertir la situación. Una ambigüedad final: en la sociedad contemporánea, en la que somos más libres que nunca antes, también somos más impotentes que en ningún otro momento de la historia. “To-dos sentimos hoy”, concluye Bauman, “la desagradable experiencia de ser incapaces de cambiar nada”.

Justo Barranco es periodista

por Justo Barranco

14

OTRA MODERNIDAD

15

Existo, luego pienso EXTRAORDINARIOS AVANCES EN EL CONOCIMIENTO DEL CEREBRO HAN PUESTO LA NEUROCIENCIA EN PRIMER PLANO, HASTA EL PUNTO DE QUE SE LA VE COMO

SUSTITUTA DE LA PSICOLOGÍA. ¿CUÁLES SON LOS LÍMITES NEURONALES A LA HORA DE DECIDIR LIBREMENTE? LA CIENCIA DEL CEREBRO EXPLORA ENIGMAS MUY

ANTIGUOS Y ESCANEA EL LABERINTO DE LAS NEURONAS

—— Lo que se discute en las aulas y los laborato-rios de la neurociencia es si el conocimiento del cerebro explicará lo que es pensamiento, cómo tomamos decisiones y, en general, cómo nos com-portamos. Otro frente de debate es la proporción de los factores emocionales o inconscientes y los racionales al ejercer nuestro libre albedrío. En términos generales, la neurociencia tiene que ver con todo lo relativo al sistema nervioso. La carto-grafía del cerebro ha avanzado espectacularmente en las últimas décadas y se extrapola —tal vez en exceso— a la explicación del comportamiento a la hora de votar uno u otro partido político o a la forma de asumir esta o aquella opción económica. La técnica de imagen por resonancia magnética funcional hace posible ir explorando con alta de-finición las sucesivas capas de la vida cerebral. Son fases de un atlas que ilustra las conexiones del cerebro. Pero incluso con las tecnologías más avanzadas, no podemos negar o afirmar que algún día seamos capaces de trazar el mapa de los cir-cuitos neuronales.

El neurólogo Antonio Damasio, de la Universi-dad de Iowa, en el Error de Sócrates (1994) explora el rol de las emociones en la toma de decisiones, por contraste con la tesis de que nuestras deci-siones de cada día corresponden a una urdimbre racional. Como tecnología, el escaneo del cerebro está permitiendo sugerir que se trata de un órgano regionalizado, en cuyo fluir la emoción cuenta por lo menos tanto como la razón. Donde Descartes se equivocó, afirma Damasio, es en la afirmación “Pienso, luego existo” porque es al revés: “Existo, luego pienso”. Dicho de otro modo, las órdenes

más bajas de nuestro organismo están en el bucle de la razón superior. ¿Cómo descifrar las órdenes que da el cerebro? De hecho, se trata de la estruc-tura viviente más compleja del universo. Al analizar el impacto de los trastornos y lesiones cerebrales, la eurociencia clínica ayuda cada vez más a inda-gar en enfermedades como la de Alzheimer o el mal de Parkinson.

Entre la ciencia ficción y la futurología, una pregunta vital se refiere a cambios neuronales que darían nuevas orientaciones a la responsabilidad criminal o a los métodos educativos si bien no hay un consenso sobre ese pasado mañana, po-siblemente porque la neurociencia tal vez nunca lo explique todo aunque comienza a explicar no pocas cosas. Es la idea, todavía discutida, de que los procesos cerebrales que se representan en nuestra conciencia solo son una mínima parte, un fragmento, de lo que ocurre en nuestra cabeza. Desde este punto de vista, viene a ser un conflicto entre el proceso moral y el proceso más bien utili-tarista, un cálculo de costes y beneficios. El profe-sor Sebastian Seung de Princeton sostiene que la identidad, la memoria o la personalidad se forman según el modo en que las células y áreas distintas del cerebro se interconectan. Al mismo tiempo, eso significa que la especie humana puede estudiarse a sí misma. Al fin y al cabo, fue Ramón y Cajal quien llamó primero neuronas a las células nerviosas.

Para el profesor Michael Gazanniga, un ade-lantado de la neurociencia cognitiva y explorador de la división entre los dos hemisferios cerebrales, “somos agentes personalmente responsables y dueños de nuestros actos, a pesar de que vivimos

16

NEUROCIENCIA

Imagen. La neurociencia estudia la estructura y la organización funcional del sistema nervioso y los resultados obtenidos permiten entender cómo aprende nuestro cerebro, cómo guarda la información y cuáles son los procesos biológicos que facilitan el aprendizaje [Foto de Getty Images/Science Faction]

17

Lo que la neurociencia nos va enseñando es que todo funciona de forma distinta a como

creemos que debe funcionar

en un mundo determinado”. Esa era la tesis de su ensayo fundamental ¿Quién manda aquí? (2011). Mantiene que somos personas y no cerebros: es decir, somos la abstracción que ocurre cuando una mente, que emerge de un cerebro, interactúa con el cerebro. El cerebro trabaja en gran manera con el piloto automático: primero actúa y luego se hace las preguntas. Gazzaniga espera que la inves-tigación neurocientífica permita relevar en algún momento un sentido innato de la ética que sea la brújula del comportamiento humano.

Quizás estemos en una fase de sobrevaloración de los poderes de la neurociencia pero también puede ser que este sea el umbral para poder ir leyendo lo que pasa en nuestras mentes. Algunos estudios neurocientíficos sugieren que se haga posible leer las intenciones de un ser humano an-tes de que las ejecute. Recientemente, ha tenido un impacto mediático especial la tesis de que el cerebro usa una herramienta matemática como la inventada por Alan Turing —cuya vida queda contada en la película Descifrando enigma— para descodificar las claves cifradas del ejército de Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Fue un gran paso de la revolución informática. En realidad, la máquina de Turing fue capaz de juzgar la fiabilidad de una u otra información. Lo que ahora sabemos es que también recompone, como en un rompeca-bezas, las informaciones sin fiabilidad contrastada para así poder llegar a decisiones simples. Aunque, según parece, el invento es polaco y proviene de la Primera Guerra Mundial, la máquina de Turing tiene actualmente algo que ver con cómo los seres hu-manos recurrimos a una estrategia similar para dar sentido a una información incierta, como lograba

la máquina descodificadora en virtud de un algo-ritmo específico. Comenzamos a entender mejor cómo el cerebro se sobrepone a la incertidumbre y toma sus decisiones. Lo que no sabemos es hasta qué nivel de complejidad en las decisiones tendrá vigencia esta teoría. La descodificación neuronal sigue en el enigma y quién sabe si podrá ser una realidad.

Lo que la neurociencia nos va enseñando —dice Gazzaniga— es que todo funciona de forma distinta a como creemos que debe funcionar, como por ejemplo que cuando el ser humano de-cide emprender una acción esa decisión opera ya antes de que el individuo sea consciente de ello. Eso es: puede ser que cuando eres consciente de un pensamiento esa idea ya haya transcurrido. En realidad, cada vez que guardamos memoria se van creando nuevas conexiones cerebrales. ¿Cómo envejece el cerebro? Lo cierto es que la neurocien-cia viene probando hasta qué punto portentoso el cerebro es capaz de adaptarse a la experiencia vital. ¿Hasta dónde puede llevarnos el estudio del cerebro y de nuestro sistema nervioso? Queda por delante la vasta tarea de cartografiar los miles de millones de células que conforman el cerebro, cómo se originan, de qué modo se desarrollan y en qué medida y a qué velocidad interconectan. Ese empeño fascinante y arduo puede contribuir al tra-tamiento de la esquizofrenia o a analizar la hipóte-sis de un cerebro colectivo. El ser humano quisiera saber por qué sueña y según qué pautas. Todavía desconocemos muchos circuitos y hendiduras del cerebro humano. Por el camino, los hallazgos de la neurociencia pueden acabar transformando el concepto de quiénes somos y cómo pensamos.

Derecha. Los resultados de

una resonancia magnética del

cerebro resultan de gran utilidad para evaluar y detectar una gran variedad

de afecciones y problemas

18

NEUROCIENCIA

19

—— Podríamos hablar de la disputa de los dos Jorges: dos grandes poetas castellanos, Jorge Manrique y Jorge Guillén, que, sin saberlo, definieron uno de los debates cruciales de nuestro tiempo. “Cualquier tiempo pasado fue mejor”, escribe Manrique en las Coplas a la muerte de su padre. “El mundo está bien hecho”, dice Guillén en el poema “Sillón beato”. ¿Vivimos en un mundo en declive —más violento, más iletrado, más infeliz—o en el mejor de los mundos que hayan existido jamás? Podemos responder a esta pregunta de una forma impresionista: en vista de las barbaridades del Estado Islámi-co en Oriente Próximo, la epidemia del ébola en África, el paro endémico en la Europa mediterránea, la prepotencia de Putin en Ucrania, es difícil no sus-cribir la idea de que cada vez vamos a peor y añorar un pasado más o menos remoto.

Pero también podemos adoptar una perspectiva empírica: fijarnos en los números, las estadísticas; buscar, en el universo de los datos masivos, las claves sobre nuestro mundo. Esta es la opción del profesor Steven Pinker, psicólogo experimental en la Universidad de Harvard y uno de los pensadores más estimulantes sobre la naturaleza humana y la evolución de nuestras sociedades. Pinker es el autor de Los ángeles que llevamos dentro, un libro en el que, con profusión de datos y gráficos, demuestra que el mundo es cada vez menos violento. “Es posible”, escribe Pinker, “que el declive de la violencia sea la tendencia más signifi-

Un combatiente kurdo sostiene a su hijo en el centro de la ciudad fronteriza

siria de Kobane, conocida como Ayn

al-Arab, el 28 de enero de 2015

[Foto de Bulent Kilic /AFP/Getty Images]

El mundo está bien hechoLA APLICACIÓN CRECIENTE DE LA RACIONALIDAD EN LOS ASUNTOS HUMANOS NOS AYUDA A ENTENDER QUE LA VIOLENCIA “ES MÁS UN PROBLEMA QUE HAY QUE RESOLVER QUE UN CONCURSO QUE HAY QUE GANAR”

cativa y menos apreciada de la historia de nuestra especie”. Centrémonos en las guerras. El número de muertos en conflictos bélicos alcanzó un pico en los años cuarenta: los años de la Se-gunda Guerra Mundial. Desde entonces no ha dejado de bajar. Con breves repuntes —el más reciente por la gue-rra civil en Siria—, anecdóticos desde el punto de vista estadístico. Cuando terminó la guerra fría, hace veinte y cinco años, había unas quince guerras en curso —conflictos armados con más de mil muertes anuales, según la definición que utiliza Pinker—; en 2013, había siete. No es solo la guerra lo que ha declinado. También los genocidios. En cuanto a los homicidios, en Estados Unidos, uno de los países más violen-tos del mundo desarrollado, había más de diez por cada 100.000 habitantes a principios de los años ochenta; aho-ra hay menos de cinco. Y la violencia contra los niños... Pinker cita incluso, como prueba de la mejora del género

humano y de los avances hacia la civi-lización, la prohibición de las corridas de toros en Catalunya.

¿Cómo se explica esta evolución? ¿Y cómo es posible que la mayoría no seamos conscientes de ella? En la pri-mera pregunta, Pinker responde con cinco “fuerzas históricas” que, según él, han fomentado nuestros mejores instintos, los mejores ángeles de nues-tra naturaleza del título del libro. Estas fuerzas son la emergencia de un levia-tán, un Estado robusto que retiene el monopolio de la fuerza; el comercio, que hace que las personas sean más valiosas vivas que muertas; la femini-zación de nuestras culturas, que nos aleja de la glorificación de la violencia, “un juego básicamente masculino”; el cosmopolitismo, que nos amplía el punto de vista de los demás, el de la empatía; y lo que el profesor de Har-vard denomina escalera de la razón, la aplicación creciente de la racionalidad en los asuntos humanos, que nos ayu-

por Marc Bassets

20

MENOS VIOLENTOS

una de las críticas más contundentes al cientismo del autor de Los ángeles que llevamos dentro y a su voluntad de explicar el mundo solo con cifras, renunciando al conocimiento humanís-tico, a la religión, a lo inefable.

La paradoja de Pinker es que, si tie-ne razón —y es difícil arrebatársela— y el mundo es menos violento que nun-ca, posiblemente sea porque el homo sapiens nunca ha dejado de creer que todo tipo de peligros lo amenazaban, que el apocalipsis acechaba en la es-quina. El estado de alerta permanente, aunque nazca de un autoengaño, es el combustible de la evolución. Es plau-sible pensar que estamos mejor que nunca porque siempre pensamos que estamos peor que nunca. O que, para-fraseando a los dos poetas, “el mundo está bien hecho” precisamente porque “cualquier tiempo pasado fue mejor”.

da a entender que la violencia “es más un problema que hay que resolver más que un concurso que hay que ganar”.

A la segunda pregunta —¿por qué ignoramos las buenas noticias?—, Pinker responde con explicaciones psicológicas. En síntesis: nuestra mente nos engaña. Recordamos más lo nega-tivo que lo positivo. Como dice Pinker en sus conferencias, citando una frase del tenista Jimmy Connors: “Odio más perder de lo que me gusta ganar”. Vivimos en la ilusión de un pasado arcádico y solemos confundir nuestra evolución vital, un declive de la infancia a la vejez y la muerte, con la evolución del mundo. Tendemos a creer que lo que es memorable —un atentado, un accidente de avión, un terremoto— es lo que es probable. El ejemplo más rotundo que presenta Pinker es el de los atentados terroristas, triviales en términos estadísticos porque los tres mil muertos de los atentados del 11-S, los más letales de la historia, son

una anécdota si se comparan con las muertes por homicidios y en guerras civiles, pero que acaban imponiendo la visión de un mundo hostil, cada vez más amenazador y que condiciona las políticas de nuestros gobiernos.

Las tesis de Pinker tienen detracto-res. Sí, hay menos muertos en guerras, pero es porque la medicina ha avan-zado y permite salvar a los heridos, no porque las guerras sean menos violen-tas y los que toman parte en ellas más civilizados. De acuerdo, el número de guerras desciende a mínimos históri-cos, pero dos de las guerras más de-vastadoras —las dos guerras mundia-les, Holocausto incluido— fueron hace muy poco, anteayer en términos de la historia humana. ¿Lo cuentan todo, las cifras? Leon Wieseltier, uno de los raros intelectuales norteamericanos en el sentido europeo —o en el sentido neo-yorquino de los años cuarenta o cin-cuenta— articuló en una polémica con Pinker en la vieja revista New Republic

Marc Bassets es corresponsal del diario ‘El País’ en Washington

21

El proyecto Big HistoryTRAS LA IDEA DE UNA MEMORIA Y UN APRENDIZAJE COLECTIVOS SE ENCUENTRA TAMBIÉN LA NECESIDAD DE QUE LOS DISTINTOS

CAMPOS DE CONOCIMIENTO SE FECUNDEN MUTUAMENTE: LA CIENCIA ENRIQUECE LA COMPRENSIÓN DE LA HISTORIA, QUE A SU

VEZ ILUMINA EL DISCURRIR DE LA CONVIVENCIA HUMANA

por Daniel Capó

—— Comencemos por una pregunta: ¿qué tipo de historia hay que enseñar hoy? ¿Con qué conteni-dos y con qué objetivos? ¿Es posible explicar, por ejemplo, el gran curso de la humanidad obviando el papel de las leyes de la astronomía, la física, la química molecular, la biología de las especies o la antropología evolutiva? Para el historiador austra-liano David Christian —que ideó el proyecto Big History con la ayuda económica de Bill Gates—, la respuesta sería un no taxativo. En sus propias pa-labras, si para explicar la historia de la humanidad es preciso remontarse a la prehistoria, “entonces, hay que acudir forzosamente a la arqueología. Pero si queremos hacerlo con seriedad, tendre-mos que analizar la evolución y eso nos lleva a la biología. Y si queremos comprender cómo se desarrollaron los primates, deberíamos antes estudiar cómo surgió la vida”. En última instancia, el punto inicial sería el Big Bang, el arranque del

universo. La aspiración de la Big History pasa por conjugar las aportaciones de la historia natural con la historia humana en un único relato que no dé la espalda a los avances científicos. Para Chris-tian, la historia actúa en función del desarrollo de estructuras cada vez más complejas que se enfrentan continuamente a su propia fragilidad. Historia natural, historia humana.

El poeta inglés W. H. Auden escribió que el hombre, cuando da la espalda por completo a la tradición, termina en manos del humor cambiante y frívolo de las modas, ajeno a la sabiduría de la historia, que sirve de guía, aunque humilde e imperfecta, del comportamiento humano. Sus pa-labras, leídas cincuenta años después, adquieren relevancia en una época, como la nuestra, defi-nida por la especialización científica y técnica. Si los politólogos tienden a otorgar cada vez más importancia al nervio narrativo de la sociedad la

Derecha. La célula aparece millones de

años después del origen del universo.

Es la Big History. El ‘Paramecium

caudatum’ es un organismo unicelular

eucariota, cuyas células realizan

todas las funciones vitales

22

HISTORIA Y EVOLUCIÓN

Big Bang. El proyecto

Big History conecta la historia natural

iniciada con el Big Bang con

la historia de la humanidad

23

falta de un paradigma que dé coherencia a los diferentes campos del saber, solo puede conducir a un déficit de anclaje moral e intelectual. ¿Cómo nos vemos a nosotros mismos?, ¿hacia dónde nos dirigimos? Para algunos economistas estamos abocados a una nueva geografía de la inteligen-cia, cuyo resultado será una sociedad profun-damente atomizada que progrese a múltiples velocidades. Es decir, determinados valores —y determinados conocimientos— se ajustan mejor que otros a las exigencias de la modernidad. Faltos de esa imprescindible cartografía que nos oriente, los países sin un sentido sólido de la his-toria navegarán a tientas en un mar de sombras.

Al igual que en los grandes frescos, la mira-da alcanza hasta un pasado remoto de trece mil millones de años, cuando el universo era apenas un grano de arroz a punto de expandirse. De ese estallido surgirán las galaxias y las nebulosas, los agujeros negros y los quarks, las estrellas y los planetas. Hace apenas cuatro mil seiscientos millones de años que empezó a formarse nuestro sistema solar, y la vida consciente —la humani-dad— surgiría muchísimo después, hace unos doscientos mil años. Lo que diferencia a los hu-manos es el lenguaje, dice Christian en “La histo-ria de nuestro mundo en 18 minutos”, una de sus conferencias TED (www.ted.com). “Disponemos de un sistema de comunicación tan poderoso que nos permite compartir lo que hemos apren-dido con precisión y acumularlo en la memoria colectiva. Y ello significa que puede sobrevivir a los individuos que adquirieron esa información y que puede ser transmitida de generación en generación”. Es lo que Christian denomina apren- Daniel Capó es periodista y asesor editorial

dizaje colectivo. Tras la idea de una memoria y un aprendizaje colectivos se encuentra también la necesidad de que los distintos campos de co-nocimiento se fecunden mutuamente: la ciencia enriquece la comprensión de la historia, que a su vez ilumina el discurrir de la convivencia humana. De este modo, la perspectiva resulta coherente y poliédrica al mismo tiempo.

Un último apunte: en 2008 fue cuando David Christian conoció a Bill Gates, el fundador de Mi-crosoft, quien decidió de inmediato financiar con diez millones de dólares lo que pronto sería el proyecto Big History, un plan de estudios online gratuito —con capítulos que van del Big Bang y los elementos químicos a la revolución tecnológi-ca moderna— pensado para estudiantes de se-cundaria. Con más de quince mil alumnos inscri-tos en clase y mil doscientos colegios implicados, la obsesión de Gates es lograr que los futuros ciudadanos globales del siglo XXI cuenten con un marco intelectual claro y preciso que les ayude a comprender el funcionamiento del ecosistema híbrido de la historia. “La Gran Historia —explica Christian— puede mostrarnos la naturaleza de nuestra complejidad y fragilidad, y los peligros a que nos enfrentamos, pero también puede des-velarnos el poder del aprendizaje colectivo”. El verdadero optimismo —y Gates es un optimista inveterado como demuestran año tras año los bo-letines de su fundación— se afianza sobre lo que podría llamarse tradición constructiva. Aprender del pasado para, así, entender con humildad el presente y construir juntos el camino del futuro.

Disponemos de un sistema de comunicación tan poderoso que nos permite compartir lo que hemos aprendido con precisión y

acumularlo en la memoria colectiva

Abajo. Para comprender la

evolución humana hay que tener en cuenta las

aportaciones de la historia natural

24

HISTORIA Y EVOLUCIÓN

Evolución. El hallazgo y

posterior análisis de los fósiles permite

conocer al detalle a los seres vivos del

pasado

25

—— El gran reto de Europa en este si-glo que empieza y que continúa marca-do por la modernidad líquida y por mu-chos excesos es dar el protagonismo a la ciudadanía europea, empoderarla, para que sea la cara visible de un nuevo relato de Europa y pueda proporcionar auténtica fuerza al proyecto europeo del siglo XXI. En esta sociedad el cam-bio, las desregulaciones y las liberaliza-ciones transcurren a una velocidad de vértigo mientras que las políticas en las instituciones son lentas y las relaciones entre las personas son volátiles, impre-visibles y de exhibición constante. Des-de el estallido del consumismo, la polí-tica se ha contagiado de dicho vértigo. Las personas viven sin certezas porque deben asumir los miedos existenciales que conlleva la libertad. Y la libertad es la base de la democracia, uno de los pilares del proyecto europeo.

El siglo ha comenzado con una go-bernanza mundial sin árbitro. El mun-do de hoy es global y multipolar. Y en este mundo multipolar el modelo eu-ropeo que inspiró Jean Monnet ya no es el modelo de referencia dominante. Ninguna potencia está en situación de garantizar el liderazgo necesario para responder a los desafíos globales. Eu-ropa vio en la integración un modo de superar su carrera histórica de guerras y conflictos internos que llevaban a la autodestrucción. Ahora, a este modelo hay que sumar una acción exterior armonizada y única. Es un modelo que ha necesitado más de sesenta años de éxitos y fracasos para tener un acquis comunitario de mecanismos de nego-

Supranacionales y transnacionales

HASTA AHORA EUROPA ES EL ÚNICO ORGANISMO SUPRANACIONAL QUE HA LOGRADO RECONCILIAR TODO UN CONTINENTE TRAS

DOS GUERRAS MUNDIALES, ALGO QUE NO HA OCURRIDO, POR EJEMPLO, EN ASIA

ciación capaces de ser la referencia para la integración en cualquier parte del mundo. América del Sur, bajo la bandera de Europa, es un ejemplo de ello, ya que se han llevado adelante procesos de integración de repercu-sión exitosa: la Comunidad Andina, Mercosur y la CELAC, que agrupa 33 países de América Latina y el Caribe. 2015 es un año muy importante para Iberoamérica: elecciones presidencia-les en Argentina, legislativas en Ve-nezuela y la Cumbre de las Américas, en Panamá, con el presidente Castro como protagonista. El levantamiento del largo e histórico bloqueo económi-co a Cuba por parte de EEUU fue una sorpresa fuera de guión a finales del año pasado.

En el ámbito internacional las insti-tuciones multilaterales deben tender la mano a los países emergentes. Desde principios del siglo XXI el centro de gravedad mundial se está desplazando a gran velocidad hacia el continente asiático. La irrupción de China, India y Brasil obliga a la UE a dar un golpe de timón a su política exterior. Estados Unidos y la Rusia de Putin priorizan las relaciones Asia-Pacífico en detri-mento de las transatlánticas. Mientras, la influencia de China en Asia, África y América Latina no deja de crecer. Las verdaderas barreras a las que se enfren-ta Europa en esta zona no son tanto económicas como culturales. La crisis económica que todavía arrastra Europa ha dejado en evidencia que el futuro papel de una Alemania sin complejos será clave para Europa en esa zona. La

cuestión es ver si Alemania y sus socios europeos sabrán caminar hacia una ma-yor integración política. Para trabajar seriamente por la gobernanza mundial, los Estados deben ceder soberanía a las instituciones multilaterales para que en un mundo que hoy es multipolar también pueda articularse la multila-teralidad de la que Europa es uno de sus actores esenciales. Se trata de unas instituciones que deben adecuar unos partidos políticos que son del siglo XIX, que cuentan con unos programas del siglo XX, a la realidad del siglo XXI.

La Unión Europea nació para evitar un nuevo enfrentamiento franco-ale-mán después de tres guerras intraeu-ropeas. Y en esta sociedad líquida es necesario que sobrevivan y arraiguen los valores de los padres fundadores: la paz, la democracia y el modelo so-cial. Los griegos han dado un primer paso para afirmar que la política sigue siendo necesaria y, con el apoyo de la gente, han evitado la fractura europea. Ahora la palabra clave sigue siendo negociación que, en las relaciones co-merciales, se traduce en el Partenariado Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP), en curso de negocia-ciones entre la UE y los Estados Unidos. Es un proyecto comercial de nueva generación que establecerá la conver-gencia reglamentaria.

Estamos en un momento de cam-bio cultural de dimensiones nuevas porque ha llegado la hora de que el proyecto europeo esté en manos de las personas. Es decir: la hora de re-forzar la Europa política vinculando a los ciudadanos con las decisiones supranacionales para que Europa tenga más presencia en el mundo global. Cada vez más son necesarias nuevas motivaciones que cambien las mentalidades que trasciendan las fron-teras de los estados-nación y sitúen las aspiraciones de los ciudadanos, y especialmente de los más jóvenes, en una perspectiva paneuropea real. Es el momento de que las instituciones que han permitido la multipolaridad —Na-ciones Unidas y UE— no impidan la multilateralidad y, así, pueda lograrse la gobernanza mundial.

Teresa Carreras es periodista

por Teresa Carreras

26

EUROPA COMO MODELO

27

—— En el marco de los cambios tecno-lógicos que estamos viviendo en pleno siglo XXI, la nube, ese espacio impreci-so del que todo el mundo habla, se ha convertido en el centro neurálgico de una nueva red global de Internet que conecta a millones de personas. Es lo que, por ejemplo, está detrás de servi-cios como Facebook o Gmail, tan po-pulares hoy en día y que tanto cambian ya nuestro modo de relacionarnos. Pero sobre todo también hablamos de una nueva fuerza que indudablemente cam-biará nuestras empresas y las conducirá hacia el espacio digital tan inmenso que conforma la vasta red de Internet, que ya no tiene nada que ver con lo que era en sus orígenes.

Puede hacerse un símil con la elec-tricidad. Hace un siglo, las empresas generaban su propia electricidad para ellas mismas. Pero poco a poco apare-cieron unos productores externos que ofrecían el servicio de una forma más barata, segura. Y, sobre todo, se paga-ba solo por lo que se gastaba, por lo que se evitaban inversiones para crear las infraestructuras de generación de energía. A partir de ese momento, para una empresa comenzó a ser más conve-niente conectarse a la red para obtener energía que generársela ella misma y, además, así podían centrar los esfuer-zos en lo que era su negocio.

Podríamos afirmar que la nube —computación en la nube o cloud com-puting en términos técnicos— se puede ver como una oportunidad para que las empresas puedan disponer de los re-cursos informáticos necesarios sin tener que abastecérselos internamente me-diante una simple conexión a la red de Internet. Los que ofrecen este servicio en el otro lado de Internet son inmensas

Internet global como una nueva galaxia

INTERNET GLOBAL MEJORARÁ NUESTRAS VIDAS, PERO HAY CONTRAPARTIDAS QUE DEBEMOS CONSIDERAR, Y LA PRIMERA DE ELLAS ES QUE, MEDIANTE ALGORITMOS,

SE PODRÁ CONTROLAR LO QUE ESTAMOS A PUNTO DE HACER

granjas de ordenadores del tamaño de cinco o seis veces el campo del Barça, con cientos de miles de ordenadores. Es un nuevo paradigma de computación y almacenamiento que convierte la infor-mática en un servicio más, como puede ser la electricidad, el agua o el gas. De este modo, ahora las empresas tienen a su disposición una gran oferta de servi-cios que permiten mejorar sus procesos productivos y de innovación.

La nube de Internet global también nos permite acceder a un inmenso universo digital desde cualquier lugar donde haya conectividad y, sobre todo, desde cualquier dispositivo. En reali-dad, la frontera entre el mundo real y el mundo virtual se va difuminando. De hecho, la evolución de este paradigma no se detiene y ya empiezan a aparecer nuevos dispositivos que no solo interac-cionan con nosotros, sino que también lo hacen directamente entre sí. Internet global ya pone en contacto, además de a los millones de personas que la usamos, a miles de millones de dispo-sitivos de todo tipo, con capacidad de comunicarse en cualquier momento y en cualquier lugar.

Estamos en el umbral de una nueva era en la que Internet global ya empieza a ser bastante sutil para las personas que interactuamos pero aún no somos del todo conscientes de que ya condi-ciona nuestro modo de trabajar y vivir. Y aumentará, porque Internet global crece día a día con una progresión de efecto multiplicador y en un futuro próximo será imposible vivir desvincula-dos de ella. Y esto sucede porque la in-formática es todavía una disciplina muy joven si la comparamos con el resto de ingenierías. Es decir: le queda mucho recorrido para generar nuevas dinámi-

cas. Sus orígenes se remontan no más allá de la mitad del siglo pasado y cada quince años aproximadamente se ha producido una revolución tecnológica que lo ha cambiado todo. A mediados de los años sesenta la informática cruzó el ámbito de la investigación para entrar progresivamente en el área de las gran-des empresas en forma de gran orde-nador compartido por los trabajadores de la empresa —llamados mainframes—. Fue hacia el año 80 cuando llegó lo que se conocía como PC —personal com-puter— u ordenadores personales: esta fase permitió que la informática estuvie-ra al alcance de pequeñas y medianas empresas, e incluso de particulares. Pero a mediados de los años noventa llegó a las empresas y a toda la socie-dad en general una nueva infraestructu-ra llamada Internet que conectó todos los ordenadores. Es así como vuelve a producirse una verdadera mutación en nuestra forma de trabajar.

Cuando entramos en el siglo XXI aparece en torno a la nube una nueva revolución tecnológica que transforma Internet global, basada básicamente en el procesamiento de números, en una nueva Internet global que permite que los textos y la multimedia sean también computables y accesibles digitalmente para todos desde cualquier dispositivo y en cualquier momento. Y, muy pronto, según el incesante trabajo en los labo-ratorios de investigación, Internet global permitirá también hacer el contexto computable. Contexto computable significa que incorporará capacidades predictivas, que incluirán la correcta funcionalidad y el contenido en el mo-mento adecuado, a la persona idónea, aprendiendo continuamente sobre dicha persona y realizando la previsión

por Jordi Torres

28

TECNOLOGÍAS

y conocimiento, de la misma forma que la automatización de las fábricas en el siglo XX supuso un desafío para los tra-bajadores de mono azul en las cadenas de montaje. En una sociedad global, ello urge todavía más a plantear un debate colectivo sobre las consecuencias que tendrá la Internet global y que sin duda representa una transformación a fondo de la actual forma de vivir, trabajar y pensar.

de lo que pueda necesitar. Es un ob-jetivo que requiere poder tratar situa-ciones complejas caracterizadas por la ambigüedad y la incertidumbre. Esto se está intentando conseguir por medio de métodos de inteligencia artificial capa-ces de proporcionar una Internet global más capacitada para entender la infor-mación e incluso aprender a partir de sensores de todo tipo del mundo real y lograr, por ejemplo, conducir un coche sin conductor. Estos nuevos sistemas permitirán a las empresas aumentar la capacidad de razonamiento a fin de po-der tomar decisiones mejor informadas

en situaciones complejas que por su naturaleza son ambiguas e incertas.

Internet global mejorará nuestras vidas, pero no sin resultados proble-máticos: el primero de ellos es que se podrá controlar, mediante algoritmos, lo que estamos a punto de hacer. Ahora la privacidad es un tema fundamental en el debate actual, pero pronto pasará a un segundo plano cuando la apues-ta sea preservar la capacidad de libre elección. En el mundo empresarial, Internet global representa un reto para los empleados de cuello blanco del siglo XXI, que trabajan con información

Jordi Torres es catedrático de la UPC y director de Investigación en el Barcelona Supercomputing Center

29

Imagen conceptual de los flujos de

información continua gracias a las nuevas

tecnologías

—— Que la idea de ejemplaridad haya calado tanto, y tan pronto, es un fenó-meno que Javier Gomá —autor de la Tetralogía de la ejemplaridad— atribuye a tres razones. En primer lugar, “la so-ciedad ha llegado a la convicción de que el estado de derecho en su versión clásica no es suficiente y se requiere un plus extrajurídico”; es decir, ya no vale con cumplir la ley. En segundo lugar, “estamos convencidos de que la sepa-ración entre vida privada y vida pública, que es perfecta desde el punto de vista jurídico, desde el punto de vista vital, social o personal tampoco es suficien-te”. Y amplía el argumento: el ejercicio del poder se basa en la confianza, y la

confianza tiene que ver con el tipo de persona que eres. Por último, en nuestra época es muy difícil verbalizar las conductas morales, es decir, explicar qué es lo justo o lo decente. “Cuando tú le

quieres decir a tu hijo qué es un com-portamiento honesto no le mandas al diccionario, sino que le pones un ejem-plo; le dices: ese es un comportamiento ejemplar”.

A Javier Gomá —director de la Fun-dación Juan March desde el 2003— si-gue asombrándole el interés mediático y de público suscitado y exclama: “¡Por un libro de filosofía!”. Entrevistado por F, explica que su indagación de la ejem-plaridad, concepto en torno al cual gira toda su obra —y en particular la llamada Tetralogía de la ejemplaridad—, es el fruto de una “vocación literaria pura”. Un plan de vida que vislumbró cuando tenía dieciséis años. “Al principio fue una fascinación por la Grecia arcaica, donde ya observé, aunque entonces no tuviera la madurez suficiente para saberlo, una cultura muy arraigada de la ejemplaridad. Con el tiempo comprendí que la ejemplaridad trascendía el perio-do histórico y además era transversal, ya que consideraba temas éticos, esté-ticos, políticos, jurídicos, sociológicos, antropológicos y principalmente onto-lógicos”.

Gomá trata de “concebir la reali-dad como ejemplo personal, no como lenguaje”, y de ese modo se opone a la interpretación predominante de la filosofía contemporánea. La ejemplari-dad, nos enseña, es un ideal y conviene diferenciarlo del ejemplo, que puede ser positivo o negativo. La ejemplaridad nos atañe a todos, y aquí entramos en una de las tesis fuertes de su Tetralogía: la oposición a esa visión orteguiana, según la cual “una minoría selecta tiene la responsabilidad del ejemplo y el resto es masa que obedece”. Al contrario,

todos somos ejemplos para todos, y cuando tomamos conciencia de ello nace el imperativo. “Dado que soy ejemplo, nace en mí una llamada a que mi ejemplo sea positivo, virtuoso”.

Estuvo más de veinte años atrapado por esa vocación, un periodo, dice, en el que el “sentimiento dominante fue la ansiedad”. Y entonces llegó el primer libro, Imitación y experiencia (2003), en el que ya establece no solo una primera teoría general de la ejemplaridad, sino un plan detallado para un proyecto mu-cho más ambicioso. Va publicando tí-tulos: en el 2007, Aquiles en el gineceo, donde compara al héroe griego con lo que él llama “la medianía sin relieve” del hombre que sin sofisterías, sin énfasis, sin manierismo, cumple con sus obliga-ciones, funda una casa y envejece: “En

El filósofo y ensayista Javier Gomá defiende

que el ideal de la ejemplaridad está más

vivo que nunca [Foto de Laura M. Lombardía]

La ejemplaridad como ideal

EN SU ‘TETRALOGÍA SOBRE LA EJEMPLARIDAD’, EL FILÓSOFO JAVIER GOMÁ REFUNDA LA IDEA DE QUE TODOS SOMOS EJEMPLO DE TODOS Y DE AHÍ NACE

EL IMPERATIVO DE UNA MEJOR CONVIVENCIA

texto Alberto Gordo

30

VALOR DEL EJEMPLO

Alberto Gordo es periodista de ‘El Cultural’ (‘El Mundo’)

ese anonimato universal yo veo épica”, apunta. En el 2009 llega Ejemplaridad pública, y un primer escollo: los editores creen que el título no sirve. ¿Qué es eso de la ejemplaridad? Pero Gomá se niega a cambiarlo. “Esa anécdota tiene valor en la medida en que muestra que, en el 2009, la ejemplaridad como concepto no estaba vigente”, dice.

Seis años después, y tras la pu-blicación del último de la Tetralogía, Necesario pero imposible (2013), puede afirmarse que el concepto ha hecho fortuna. Los periodistas hablan de ejemplaridad, los políticos hablan de ejemplaridad, ya no se concibe una vida pública sin un requisito de ejemplaridad. Como concepto, la ejemplaridad ya escapa a cualquier tipo de instrumen-talización. Su utilidad es amplia: “Puede

renovar la ciencia política, la sociología, el derecho, la ética, la estética, la teoría de la cultura”. ¿Paga la filosofía algún precio por descender tan rápido a la ca-lle? “Es evidente que existe un reduccio-nismo, pero yo eso no lo critico porque entiendo que forma parte del proceso natural de recepción”.

Se habla de reforma moral, pero ¿es necesaria? Gomá trata de consi-derarlo en profundidad. Piensa, y así lo ha manifestado en varios ensayos, que las leyes pueden tener una función educativa, y que lo ideal es que el ciu-dadano no tema al castigo asociado al incumplimiento, sino que interiorice que, si algo es ilegal, lo es porque impli-ca un comportamiento censurable. Por eso cree en un sistema educativo que forme “buenos ciudadanos”. Y cree, por

supuesto, en la función de la filosofía, que “se ocupa de los problemas a largo plazo”.

¿Cree también Javier Gomá en los ciudadanos? ¿Cree que será posible que avancen, juntos, en pos de un sistema que persiga y valore la ejemplaridad? “A diario vemos que la sociedad se escandaliza ante determinados ejem-plos negativos; eso quiere decir que el ideal de la ejemplaridad está más vivo que nunca. Escandalizarse es observar la diferencia que hay entre la realidad y el ideal moral de tu conciencia; cuando esa distancia es muy grande uno entra en conmoción y reprocha ciertos com-portamientos, aunque sean legales”.

El fresco de Felice Giani que recrea la

disputa entre Aquiles y Agamenón. Gomá

compara al héroe griego con lo que él

llama “la medianía sin relieve”

[Foto: DEA / G. Cigolini]

31

Galardón “Elegido Servicio de Atención al Cliente del Año”, otorgado por tercer año a Gas Natural Servicios SDG, S.A. Consulte detalles en: www.gasnaturalfenosa.es/atencion

Medio siglo sin

Churchill—Medio siglo después de la muerte de Winston Churchill

limitarse a la nostalgia sería banal. Al contrario, la vivencia entre dos siglos indica que Churchill encarna

la gran constatación de que los individuos, en pleno ejercicio de sus libertades, representan un poder de

creación que en mucho es superior a fuerzas históricas o abstractas. En definitiva, la creatividad humana, como

ocurre con la figura extraordinaria de Winston Churchill, va por delante y supera las constricciones deterministas que llevaron a tantos desastres en el siglo pasado, como

la expansión de los totalitarismos. Hombres como Churchill demuestran el vigor de la acción humana, la

calidad de un liderato y el fuste de lo que puede lograrse convertir en realidad.

34 Churchill o el carácter como destino por Ignacio Peyró

40 Winston en diez frases por redacción F

42 Retrato de Alfonso XIII por Winston Churchill

34 34

por Ignacio Peyró

CHURCHILL O EL CARÁCTER COMO DESTINO

Medio siglo después de su muerte, algo de Winston Churchill pervive hoy en nuestra libertad

—— La City se embozó en su mejor nie-bla, las campanas del Big Ben enmude-cieron y las grúas del Támesis se inclina-ron en lenta reverencia para acompañar el funeral de Winston Churchill. Era el 31 de enero de 1965 y aquella fue una ocasión augusta. Londres —refieren los cronistas— no había visto nada igual desde los tiempos del primer ministro Gladstone. Tampoco iba a volverlo a ver: las exequias del gran estadista fueron las últimas “en la tradición británica de ceremonia imperial”. Así lo había dis-puesto Isabel II: una liturgia pausada, de aflicción contenida, de pompa sobria, hasta el momento de gloria de las salvas de honor. Un funeral de estado.

De la catedral de San Pablo a Bl-enheim, algo de ese recogimiento iba a perpetuarse en tantos y tantos ingleses que salieron a la calle para presenciar el séquito. Al paso del féretro, los bobbies se tocaban el casco; los civiles se descubrían la cabeza. Su pena era una tristeza sin llantos, sin hipidos, sin pancartas. Eran las mismas buenas gentes británicas que George Orwell, en los graderíos del fútbol, había visto mansas y silenciosas como en misa de domingo. Aquel día representaban a la nación agradecida. Tantos años después del mediodía de su gloria, tal vez pudiera pensarse si no había algo exagerado, algo propagan-dístico, en la despedida —como dijo un

historiador des-memoriado— a “aquel viejo que viste raro y bebe vino con el desayuno”. Y, sin embargo, aquellas secretarias del War Office y aque-

llos tenderos del East End no tenían que preguntarse por qué estaban allí. Sabían lo que debían a ese hombre. Algunos de ellos, a buen seguro, habían combatido en el otro lado del Canal. Muchos ha-bían vivido, sobre esas mismas calles, los bombazos del Blitz. Y todos habían encontrado un motivo para el valor y la esperanza en la voz que, a través de la BBC, supo gritar que “no nos rendiremos jamás”. En aquella hora crítica de 1940, como cuenta Ian Buruma, el mundo no tuvo otro asidero que el vigor moral de Winston Churchill. Qué menos que un homenaje de piedad a su memoria.

Al encarar la batalla de Inglaterra, según reflexiona Store, “un líder de jui-cio sobrio bien podría haber concluido que no había esperanza alguna”. Por suerte, del florilegio de adjetivos que ha merecido Winston Churchill, el de sobrio es de los menos frecuentados. Dormía sin orden, siempre comió sin reducirse a un horario. Allá donde el laborista Attlee se atenía con escrúpulo a los tiempos, él entretenía a su Estado Mayor hasta la madrugada, empapado de scotch y de locuacidad alcohólica. Fumaba entre nueve y diez puros al día, tenía una de-bilidad manifiesta por el brandy “muy añejo” y —según sus propias cuentas— vació en esta vida los cascos de cuarenta mil botellas de champán. Pero quizá un estadista necesita unas virtudes en tiem-pos de paz y otras en tiempos de guerra. Churchill nunca tuvo proporción, tem-planza, mesura. El liderazgo, en cambio, le temblaba en la sangre, vástago como era del viejo tronco de Marlborough. De su padre había heredado el aplomo de un inglés brizado en las certezas victorianas; de su madre, el optimismo individualista de los norteamericanos de la mejor edad.

Y si nació con el noblesse oblige del aris-tócrata, terminaría por adquirir el don de la oportunidad de los políticos, la visión del militar y los instintos del historiador. Otra nota de carácter quedaba río arriba de su estirpe: ese rasgo entre audaz y temerario que bien podía deberse a la carga genética de un Raleigh y de un Drake y que lo iba a distinguir entre los políticos de su época.

Al estudiar el temperamento chur-chilliano, lord Owen, por tanto, acierta con su caveat: que nadie piense, ante Winston Churchill, que estamos fren-te a una persona normal. No fueron normales —pensemos en Hitler— sus enemigos. Y no iba a ser normal una vida que le llevó a conocer la última carga de la caballería y los primeros pasos de la carrera espacial, el auge y la caída del imperio, el descrédito y la fama y —como él mismo escribió— “el triunfo y la trage-dia”. De un extremo a otro, tuvo tiempo para vencer la Segunda Guerra Mundial, ocupar mil y un puestos de relevancia política, marcar una pauta como histo-riador, ganar el Nobel de literatura y dar nombre a una vitola de habanos y a un moteado para pajaritas. Para cualquier hombre, combatir en tres continentes o gozar la celebridad del periodista hu-biesen representado una consecución vital: en la biografía de Churchill, figuran apenas como hijuelas de la gloria.

Muchos han intentado dar con la cifra de la grandeza churchilliana. A Phyllis Moir, una de las secretarias del prohombre, le hacían la pregunta insis-tentemente. La buena mujer iba a tardar años en pensarse la respuesta. Al final, escribió que “era imposible trabajar con el señor Churchill durante un tiempo sin experimentar la sensación de que era un

Izquierda. Retrato de Winston Churchill (1914) como primer lord del Almirantazgo durante el inicio de la Primera Guerra Mundial[Foto de Popperfoto/ Getty Images]

3535

PERFIL

36

hombre predestinado”. Es difícil leer co-sas así en los escritos de los politólogos. Pero cuando Moir retrata al Churchill siempre laborioso, siempre apresurado, es inevitable pensar en un hombre que siente la urgencia de cumplir con un designio.

Sus prisas se manifestaron pronto. Nada más ingresar en la Academia Mili-tar de Sandhurst, el joven Churchill escri-be a su madre y le informa de su solemne intención de “hacer algo en el mundo”. Atrás quedaba el niño tímido, el alumno poco aplicado y el compañero poco po-pular de los tiempos de Harrow, uno de los viveros de la raza. “Hacer algo en el mundo”: lo mismo había dicho, mucho antes, un tal Benjamin Disraeli. Al igual que el eminente victoriano, Churchill iba a acelerar para conseguirlo: tal vez no contaba con un gran bagaje intelectual, pero sí tenía un magnífico uniforme de húsares al que dar lucimiento.

También tenía una valentía —de nuevo— temeraria, hasta el punto de que cabe preguntarse qué hubiera sido de Winston Churchill de no gastar sus exce-dentes de energía, literalmente, buscan-do guerra. Su historial todavía asombra. Antes de cumplir los veinticinco años, ya había participado en cincuenta operacio-nes con fuego real en Cuba, en la India, en el Sudán, en Egipto y en Sudáfrica. Lo hizo, casi siempre, en la doble vertiente de soldado y corresponsal, a medias por cuadrar las cuentas y a medias por un romanticismo poco meditado. En

ocasiones —como en tiempo de los bóers— solo fun-gió como perio-dista, pero aun así se las arregló para meterse en pro-blemas. Por ejem-plo: en Sudáfrica, cuando atacaron su tren, Churchill tomó el mando y no recibió la Cruz

Victoria solo por figurar en condición de personal civil. Después, recluido en Pre-toria, iba a añadir más páginas a las mo-cedades del héroe: su huida del campo de prisioneros y su llegada hasta Lourenço Marques —capital de Mozambique, trescientas millas más allá— se leyeron en Inglaterra como las aventuras de un Byron. Hoy quedan, más bien, como los versos inaugurales de una épica.

No hubiera habido Churchill estadis-ta de no haber existido, previamente, un Churchill militar. Por eso apenas extraña que el gran hombre siempre volviera a la milicia: tras su primera y frustrada aven-tura en Oldham, a finales del XIX, y tam-bién en la Gran Guerra, a tumba abierta, como una purgación de sus culpas en el desastre de Gallípolli. Pero Sudáfrica había sido su revelación al mundo y, a lo-mos de esta celebridad, iba a dar el salto natural a la política: apenas clareaba el nuevo siglo cuando ya era uno más en los Comunes. Solo poco antes, había vuelto a recurrir a su madre: “Le telegrafié para que me enviara libros”. Con ese pragma-tismo se iba a forjar la prosa de un histo-riador en la falsilla de Gibbon y —según Bernard Shaw— el mayor estilista de la Inglaterra de su tiempo.

Winston Churchill mantendría su escaño por más de sesenta años, pero su carrera de hombre público destaca me-nos por su duración que —típicamente— por su fulguración. Ocupó, siempre antes de lo habitual, puestos ministeriales ca-paces de culminar un cursus honorum, de Defensa a Municiones, del Almirantazgo al Ministerio del Aire, de las Colonias a Interior. Ocupó incluso el cargo de canci-ller del Exchequer, la Hacienda británica, a pesar de ser un manirroto, del mismo modo que se convirtió en un orador memorable pese a arrastrar un problema con las eses. Sorprende poco —carácter es destino— que, en sus seis décadas en la arena política, conociera el éxito y el fracaso y solo rara vez la disciplina.

El historiador John Lukacs, que tanto ha trabajado la figura de Churchill,

analiza su trayectoria antes de la Segun-da Guerra Mundial: por contraste con su desempeño bélico, su historia previa había estado recorrida de no pocos errores. Siempre se le criticó su postura contra la abdicación de Eduardo VIII, como se le censuró su determinación a conservar la India. Como fuere, el gran error —cubierto en sangre— fue Gallí-polli, tanto más grave en la medida en que tuvo no poco de empecinamiento personal. Cayeron allí un cuarto de mi-llón de soldados y, en consecuencia, él mismo cayó del Almirantazgo. En vano podía reclamar su perfil de visionario: su profética exigencia de rearme frente al enemigo alemán antes de la Gran Guerra, su impulso del petróleo frente al carbón, su uso pionero de los tanques e incluso su pronta oposición —“hay que ahogarlo en la cuna”— al bolchevismo. Gallípolli lo iba a condenar a la postra-ción y al silencio, aunque sin merma de la lucidez: según su mujer, Clementine, el peso de las muertes y la derrota por poco lo matan de pena.

Aquella fue la primera estación pe-nitencial de Winston Churchill. La más amarga sería la de los años treinta, apes-tado, apartado, con pocas complicidades, profeta en el desierto ante la incubación del poder nazi. Ahí se alzó como alerta temprana del peligro que suponía Hitler, cuando hasta el duque de Windsor —el transitorio Eduardo VIII— admiraba abiertamente al dictador alemán, la clase alta inglesa mostraba no pocas simpatías y Neville Chamberlain recibía el aplauso de las masas como hombre de paz. Puer-tas adentro del carácter churchilliano, el historiador Michael Burleigh comenta que tal vez se necesitara tener algo diabólico en el interior para reconocer tan prontamente al diabólico régimen nacionalsocialista del exterior. Al me-nos, el hombre que había vencido a “la desesperación más oscura”, como bien sabía el doctor Moran, fue capaz de hacer creer a otros que la desesperación podía vencerse. En mayo de 1940, Churchill

Fumaba entre nueve y diez puros al día, tenía una debilidad manifiesta por el brandy añejo y, según él mismo, llegó a

beberse cuarenta mil botellas de champán

Izquierda. Clementina, la esposa del exprimer ministro británico Winston Churchill, junto a su hijo Randolph durante el funeral de su marido en Londres el 30 de enero de 1965 [Foto de Angelo Cozzi Giorgio Lotti Sergio Del Grande/Mondadori Portfolio via Getty Images]

37

PERFIL

38

iba a conocer su “mejor hora”: frente a vaguedades pactistas, impuso al gabinete su tesis de combatir a Hitler y la historia se decantó de su lado.

Esa historia estaba aún por escribir. En su discurso de investidura, Churchill, de modo pronto célebre, no pudo ofrecer al pueblo inglés más que “sangre, esfuer-zo, lágrimas y sudor”. Como siempre en su carrera política, su aparición en escena fue una providencia de la mejor oportunidad: sus discursos, que todavía hoy resuenan como una razón vital, sir-vieron para despejar escepticismos, para galvanizar a un país que también iba a conocer “su mejor hora” ante las incur-siones nocturnas del Blitz. Son palabras patrimoniales de la memoria humana: “Defenderemos nuestra isla cueste lo que cueste. Lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas. No nos rendi-remos jamás”. Incluso desde la derecha, Churchill ha tenido sus críticas —maso-nazo, temerario, americanoide, entrega-do al comunismo—, pero al luchar contra el totalitarismo nazi, sabía que luchaba contra la ebriedad de un caos que quería volar los cimientos de la civilización.

Churchill fue, precisamente, “el antagonista de Hitler”, la encarnación —dice Lukacs— de la resistencia de un mundo antiguo, unas libertades antiguas y unas leyes antiguas contra un hombre que materializaba una fuerza terrible-mente eficiente, brutal y moderna. El inglés era consciente de que había un final en juego: no solo el del papel de su nación entre las potencias mundiales,

sino también el de una época en el mundo que había comenzado siglos antes de nacer él. Por ello ejerció de “defensor de la civilización” en un momen-

to agónico: Churchill sabía que Gran Bretaña podía resistir, pero no vencer a Hitler. Y, ante todo, sabía que los nazis podían ganar la guerra. Es algo que hoy tiende a olvidarse. La lucha era —según Lukacs— entre un Hitler revolucionario y un Churchill conservador.

El mérito de Churchill en la con-tienda —afirma Burleigh— se resume en haber desempeñado al principio un liderazgo visible ante su pueblo y, después, en haber garantizado la parti-cipación en el esfuerzo bélico del aliado americano. De fondo, ardía un dilema moral: el continente entero bajo los nazis o medio continente bajo el control soviético. En última instancia, ese hom-bre que bajo la tempestad de acero de los bombardeos cometía la temeridad de subirse a los tejados de Downing Street, pudo alzar la mano con la uve de la victoria. Pero hay algo de melancolía de la historia al recordar que, para 1945, Churchill había dado órdenes de elabo-rar un plan de ataque contra Stalin. El país ya estaba exánime. Y “de Stettin en el Báltico a Trieste en el Adriático”, un “telón de acero” caía sobre Europa.

Al perder las elecciones generales, apenas dos meses después del Día de la Victoria, Winston Churchill tuvo ocasión de concluir que “todas las grandes na-ciones son desagradecidas”. Comenzaba una retirada con la magnitud de un oca-so. En su cuesta abajo, aún conocería un estrambote —del 51 al 55— para repetir como premier. Después, tuvo tiempo para sus libros, para su acuarelismo, para la afición a la albañilería, para ir de crucero en el yate de Onassis, ya fatigado y casi desahuciado, sin dejar nunca lejos de la mano ese whisky ligero como un enjuague, con la última tristeza de ver cómo el Imperio británico se resolvía en sombra. Al final, se rompió el fémur, fue nombrado ciudadano honorífico de los Estados Unidos —el primero desde La-fayette— y se sentó por última vez en los Comunes en el verano de 1964. Estaba ya

a meses de morir. El corresponsal Augus-to Assía, que tanto lo trató, había escrito en pleno Blitz que, incluso sin guerra, Churchill “habría pasado a las páginas de la Historia como una de las más pode-rosas, deslumbrantes y versátiles figuras del ruedo británico”. Suyo era “el nervio de los grandes tipos isabelinos”.

Fue una más de sus heterodoxias —tan fumador y bebedor— superar los noventa años, pero el carácter de Chur-chill dio abasto y coherencia a cualquier contradicción. El muchacho que se peleaba con el latín en Harrow iba a ser un magno escritor en lengua inglesa. El héroe laureado en tres continentes terminaría en la pose de gravedad de los grandes estadistas. El temperamento perseguido a perpetuidad por el “perro negro” de la melancolía sería, también, el del Churchill capaz de naufragar en champán etiqueta Pol Roger. Es una ironía pensar, en fin, que el responsable del fracaso de Gallípolli algún día se asomaría, heraldo de la victoria, a los balcones de Whitehall. Como mostró su contradanza entre liberales y conser-vadores —al cabo, un elogio a la conci-liación de ambas posturas—, todas sus oposiciones iban a resolverse con bien. Por ejemplo, se ha descrito a Churchill como el celoso guardián de las liberta-des atávicas inglesas, pero ¿qué hubiese sido de la vieja Europa si no llega a ser, también, un francófilo de pro? El 31 de enero de 1965, las gentes de Londres tu-vieron cumplida respuesta al ver apare-cer, en el funeral de San Pablo, el perfil del general Charles de Gaulle. Eran los artífices de la Europa reconciliada, como una entente cordial. Churchill, de Gaulle, ambos habían estado juntos en la hora “del triunfo y la tragedia”. Ambos sabrían, con plena justicia, del poder y de la gloria.

Fue visionario con su profética exigencia de rearme frente a Alemania antes de la Gran Guerra, su impulso del petróleo frente

al carbón, su uso de los tanques y su oposición al bolchevismo

Ignacio Peyró es autor de ‘Pompa y circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa’

Izquierda. Winston Churchill, durante uno de sus discursos en Leeds (Inglaterra) en 1950, antes de volver a ser primer ministro (1951-55)[Foto de Popperfoto/ Getty Images]

39

PERFIL

“No te sitúes nunca en principios tan elevados que no puedas bajar para adaptarte a las circunstancias”

“Los imperios del futuro serán los imperios de la mente”

“Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar”

“Debo señalar que mi regla de vida prescribe fumar puros como un rito absolutamente sagrado y también beber alcohol antes, después, y, si es necesario, durante todas las comidas y en los intervalos entre ellos”

“Sería una gran reforma en la política si la sabiduría se pudiera extender con tanta facilidad y tanta rapidez como la locura”

“La paz con Alemania y Japón en nuestros términos no traerá mucha tranquilidad... Como observé la última vez, cuando la guerra de los gigantes termina, las guerras de los pigmeos comienzan”

“Los que pueden ganar bien una guerra, rara vez pueden conseguir una buena paz, y aquellos que podrían lograr una buena paz nunca habrían ganado la guerra”

WINSTON EN 10 FRASES

40

CITAS

“Solo tengo un único propósito —la destrucción de Hitler— y mi vida se simplifica de ese modo. Si Hitler invadiera el Infierno, yo haría al menos una referencia favorable al diablo en la Cámara de los Comunes”

“Entiendo que, en política, el hombre sale adelante no tanto por lo que hace como por lo que es. No es tanto cuestión de cerebro como de carácter y originalidad”

“Esta es la lección: Nunca rendirse. Nunca rendirse. Nunca, nunca, nunca, nunca —en nada, sea grandioso o pequeño, importante o insignificante— nunca rendirse, salvo a las convicciones de honor y al buen juicio. Nunca ceder ante la fuerza, nunca ceder ante el poder aparentemente abrumador del enemigo”

41

42

Noviembre de 1919: el rey Jorge V del Reino Unido(1865-1936) despide al rey Alfonso XIII de España (1886-1941) en el andén de París[Foto de Thompson/Topical Press Agency/Getty Images]

ALFONSO XIIIWinston Churchill conoció y apreció a Alfonso XIII.

Le retrata en el libro ’Grandes contemporáneos’ publicado en 1937, con el rey de España ya en el exilio

¡Nacer rey! ¡No haber sido jamás otra cosa que rey; haber reinado durante cuarenta y seis años, y después ser des-tronado! ¡Empezar una nueva vida en la madurez de la edad, en condiciones diferentes y reducidas, en una situación y en un estado de ánimo nunca hasta entonces experimentados, excluido de la única actuación a la que toda la vida se había consagrado! ¡Áspero destino, ciertamente! Haber dado lo mejor de sí mismo, haber arrostrado inquietudes y peligros, haber realizado grandes cosas, haber estado al frente de su país duran-te todos los riesgos del siglo XX; haber visto a su patria crecer en prosperidad y reputación; y después ser violentamente rechazado por la nación de la que estaba tan orgulloso, cuyas glorias y tradiciones encarnaba; la nación que había tratado de simbolizar en las más bellas acciones de su vida..., no hay duda de que es bastante para poner a prueba el alma de un huma-no mortal.

Las vicisitudes de los políticos no guardan relación con semejante prueba. Los políticos se elevan a través de afanes y luchas; esperan levantarse de nuevo. Casi siempre, en el poder o fuera de él, están rodeados y sostenidos por grandes partidos. Tienen con ellos muchos com-pañeros de desgracia. Su labor, con toda su variedad e interés, continúa. Los polí-ticos saben que no son más que criaturas de un día. No sostienen en sus manos el áureo joyero que encierra los tesoros de los siglos y cuya pérdida sería irreparable. Están prontos a alternar lo favorable con lo adverso a lo largo del sendero que han escogido en la vida. Y aún los mismos políticos sufren sus angustias (…). Pero ser rey y luego ser destronado... es una prueba incomparablemente más acerba.

Alfonso XIII fue hijo póstumo. Su cuna fue un trono. Hubo un tiempo,

durante la regencia de su madre, en que a los filatélicos les deleitaban los sellos de España, que ofrecían la imagen de un bebé (…). Apenas había alcanzado Alfon-so la virilidad, cuando un nuevo maestro, llamado el Peligro, unió sus lecciones a las del curso áulico. En los sombríos bajos fondos de la política española hay muchas sociedades secretas sobre las cuales la pistola y la bomba ejercen horrible, dramática atracción. Todo el mundo recuerda la tragedia que perturbó y estuvo a punto de convertir el día de la boda en su último día: el largo, espléndi-do cortejo, las multitudes jubilosas; en su carroza real el joven monarca y la her-mosa princesa británica que acababa de ser su esposa; una figura lúgubre y furtiva asomándose a la ventana más alta, el pe-queño paquete de monstruoso poder, la explosión destructora, la calle hecha una carnicería, decenas de hombres y muje-res revolcándose en su sangre o heridos de muerte; la consternación y el pánico en torno a la horrorosa escena; el rey, sereno y frío como el acero, ayudando a la desposada a descender del carruaje acri-billado y tratando de ocultar a sus ojos el espectáculo circundante; los brillantes uniformes escarlata del destacamento del Decimosexto de Lanceros, enviado de Inglaterra en su honor, lanzándose delante en su auxilio... La escena, íntegra, perdura estampada en la memoria de la generación en que ocurrió.

Pero no iba a ser este el final del día. La cabeza del cortejo había llegado ya a palacio. ¿A qué obedecía la demora en aparecer el rey y la reina? Pronto se supo la verdad; y muy poco después la pareja real se acercaba manchada de sangre, pero indemne, avanzando con el inflexi-ble ceremonial preceptivo. No bastó la real presencia en los balcones del palacio para calmar a la excitada muchedumbre.

Fue preciso que el rey tomase un auto-móvil abierto y pasease sin protección y casi solo entre la multitud de sus súb-ditos, para recibir su tributo de lealtad y su acción de gracias por haber resultado ileso de un mortal peligro. Este fue el espíritu que iba a animar su conducta en todos los momentos de peligro.

La primera vez que tuve el honor de tratarle fue cuando visité Madrid en la primavera de 1914. Me convidó al almuer-zo, y después me habló libre e íntima-mente en su pequeño gabinete próximo al comedor. Yo había ido a Madrid a jugar al polo, y con tal motivo nos encontramos varias veces. Otro día me invitó a dar un paseo en su auto, e hicimos una larga excursión, camino de El Escorial. Aquí la conversación versó sobre el estado de inquietud de Europa. De pronto, el rey me preguntó:

—“Mr. Churchill, ¿cree usted en la guerra europea?”—Yo contesté: “Señor, a veces creo; a veces, no”. — “Eso es exactamente lo que a mí me pasa”, dijo.

Discutimos las varias posibilidades de que el porvenir parecía estar preñado. Su profunda estimación por Inglaterra esta-ba patente en todo lo que dijo (…). A nadie pudo sorprender que España observase una estricta neutralidad en la gran lucha de Armagedón. Las barreras históricas entre España y las potencias aliadas y asociadas no eran fáciles de trasponer. El amargo recuerdo más profundo de los es-pañoles es el de la invasión napoleónica, con la angustia de la guerra peninsular. A pesar de haber transcurrido un siglo, no puede existir unidad de sentimientos en-tre Francia y España. Gibraltar, aunque una apagada causa de irritación, todavía

por Winston Churchill

43

RETRATO

desempeña su papel en el pensamiento español. Pero el odio real es contra los Estados Unidos, porque la pérdida defi-nitiva de los últimos restos del imperio colonial español dejó un vacío doloroso en el ánimo de una raza altiva. La aris-tocracia estaba a favor de Alemania; la clase media, contra Francia. Y así decía el rey: “Solo yo y la plebe estamos por los aliados”. Era lo mejor que podía suceder para que España permaneciese neutral en la contienda; y prosperó, ciertamente, gracias a su abstención.

El rey me habló de otros atentados contra su vida. Recuerdo, particular-mente, uno. Regresaba a caballo, de una parada, cuando un asesino surgió de pronto ante su caballo, empuñando un revólver, a escasamente un metro de distancia. “El polo resulta muy útil para estas ocasiones —dijo el rey—. Puse la cabeza de mi caballo en su dirección y me lancé sobre él mientras disparaba”. De esta manera logró salir ileso. En total fueron cinco atentados consumados y muchas conjuraciones abortadas. El conocimiento que hice con él en 1914 fue renovado en sus múltiples visitas a Inglaterra, y siempre pude observar en él una preocupación vigilante por los intereses de su patria y un sincero deseo por el bienestar material y el progreso de su pueblo (…).

Nada podía privar al rey de su natural alegría y buen humor. Los largos años de ceremonial, los asuntos del Estado, los peligros que le rodeaban, habían dejado intacta aquella fuente de jovialidad y alegría juvenil (…). Seguramente no pue-de haber una figura menos trágica, más aparentemente despreocupada que la de este estadista sagaz, acosado monarca y hombre perseguido. Contemplándolo, venía a mi memoria el recuerdo de los

oficiales llegados con premiso a su país desde las trincheras de Flandes, felices en el círculo familiar, bailando alegremente en el baile o el cabaret, riéndose en las comedias de los teatros de variedades, sin que nada revelase en ellos la huella de los afanes y peligros que aún ayer habían dejado atrás y a los cuales volverían al día siguiente.

Las vicisitudes que condujeron a la caída de la monarquía en España alcan-zaron lentamente su vértice. Su origen se encuentra en la quiebra del sistema parlamentario por su falta de contacto con la realidad y con la voluntad nacio-nal. Partidos artificiosamente discipli-nados y divididos produjeron una suce-sión de gobiernos débiles conteniendo pocos —si tenían alguno— estadistas capaces de asumir una verdadera res-ponsabilidad o de empuñar el poder en la forma adecuada a la ocasión. La larga, irregular guerra de Marruecos —legado de siglos— roía como una úlcera la sa-tisfacción interior del pueblo español, con bastantes dolores de desastre de tiempo en tiempo. No existía entre los políticos españoles ese pacto rígido, que es un vínculo de honor entre todos los partidos de la Gran Bretaña, de escudar la Corona contra toda impopularidad o censura. Gabinetes y ministros se derrumbaban como castillos de naipes y dejaban alegremente que el rey sopor-tase las cargas que eran propias de ellos. Lo hizo sin vacilar. Mientras tanto, la guerra con los moros iba de mal en peor y el malestar público crecía. Crecía a pesar de la prosperidad y riqueza que la gran contienda mundial había propor-cionado a España. Las obstinadas, pode-rosas e irreductibles fuerzas de la Iglesia y del Ejército, y la casi independiente institución del cuerpo de artillería,

confrontaron a Alfonso con otra serie de problemas del más embarazoso carácter que accionaban y reaccionaban unos so-bre otros a través de la estéril confusión de la máquina parlamentaria.

El final fue amargo. Casi sin amigos, casi solo en el viejo palacio de Madrid, rodeado de multitudes hostiles, el rey Alfonso se dio cuenta de que tenía que marcharse. Una época se cerraba. ¿Debe-mos juzgarlo como estadista despótico o como un soberano constitucionalmente limitado? ¿Fue realmente durante cerca de treinta años el verdadero gobernante de una de las más viejas ramas de la fa-milia de las naciones europeas? ¿O fue, simplemente, un empedernido deportis-ta jugador de polo, que daba la casualidad de que era rey, llevaba sus atributos rea-les con fácil gracia y buscaba ministros, parlamentarios o extraparlamentarios para que lo sacasen adelante año tras año? ¿Pensaba en España, pensaba en sí mismo o se limitaba exclusivamente a gozar de los placeres de la vida sin pensar absolutamente en nada? ¿Gobernó o rei-nó? ¿Hay que tratar su reinado como los anales de una nación o como la biografía de un individuo?

Sólo la Historia puede dar respuesta decisiva a estas preguntas. Pero no va-cilaré en proclamar ahora que Alfonso XIII fue un político resuelto y sereno que usó de forma continua y plena toda la influencia de su oficio de rey para do-minar las políticas y los destinos de su país. Se juzgó superior a sus ministros, no solo en jerarquía, sino en capacidad y en experiencia. Se sintió el único eje fuerte e inconmovible alrededor del cual giraba la vida española. Su solo objetivo era la potencia y la fama de su reino. Alfonso no pudo concebir que amaneciese un día en que dejaría de estar personalmente

44

identificado con España. En todo mo-mento adoptó las medidas que estaban a su alcance para asegurar y conservar su dirección sobre el destino de su país, y usó sus poderes y administró su depósito con positiva prudencia e intrépido valor. Es, por lo tanto, como estadista y gober-nante, y no como monarca constitucional siguiendo comúnmente el consejo de sus ministros, como él desearía ser juzgado, y como la Historia habrá de juzgarle. No tiene por qué temblar ante la prueba. Preserva, como él mismo ha dicho, una conciencia nítida.

Un relámpago iluminó la sombría escena. Vio en torno suyo una hostilidad extensa, arraigada y, aparentemente, casi universal: especialmente hostilidad per-sonal hacia él. Pronunció entonces una de las expresiones que se le atribuían en ese interesante período y que muestran la fuerza y la calidad de su comprensión de la vida: “Me parece como si hubiese ido a visitar a un viejo amigo y me encon-trase con que había muerto”. El episodio fue, realmente, una triste decepción. Explicadlo como queráis: la dureza de los tiempos en todo el mundo, la incapaci-dad política del partido monárquico, la tendencia de la época, la propaganda de Moscú; pero lo cierto es que, sin disfraz, fue un gesto de repulsa de la nación espa-ñola que llega al corazón.

A todo el mundo le ha chocado el contraste entre la súbita y feroz aversión de los españoles por su rey, y su notable popularidad en el momento de su caída entre las democracias de Francia y de Inglaterra. En la patria, todos rostros ceñudos; en el extranjero, todo aplausos. Soberanos derribados de sus tronos bajo la acusación de despotismo han solido recibir asilo en tierras extrañas, pero hasta entonces jamás habían sido acogi-

dos en París y en Londres con amplias, espontáneas manifestaciones de respeto y aprobación. ¿Cómo explicarlo? Los españoles, para quienes las instituciones democráticas llevaban consigo la espe-ranza de nuevos y grandes progresos y mejoras, veían a Alfonso como un obs-táculo para su avance. Las democracias francesa e inglesa, que ya gozan de todas sus ventajas, saben más acerca de ello. Ellas consideraban al rey como un de-portista; los españoles le conocían como gobernante. Las fuerzas organizadas de Francia, Inglaterra y, sin duda, de los Estados Unidos, se sentían más atraídas por el carácter y la personalidad del rey Alfonso que por el carácter y la persona-lidad del pueblo español. Les sorprendía que la nación no quisiese tal soberano. El pueblo español veía las cosas a su manera y esta visión era la que debía prevalecer. El mismo Alfonso no querría que fuese de otro modo (…).

Hace muchos años, frente a una difícil situación, Alfonso hizo la arro-gante declaración —jactancia no fácil en España— de “Yo he nacido en el trono y moriré en él”. Que esto era una íntima, personal e intensa resolución y una norma de conducta, es indudable. Tuvo que abandonarla, y hoy, joven aún, está en el destierro. Pero no debe suponerse que esta decisión, la más penosa de su vida, fue tomada tan solo en el último momento o bajo apremiante imposición. Bastante más de un año antes, había dado a conocer que, como rey, no se opondría a la voluntad explícita del pueblo español, constitucionalmente expresada, acerca de la cuestión de república o monarquía. Pero, después de todo, ¿qué rey moderno desearía reinar sobre un pueblo que no lo quisiera? En caso de que las elecciones generales de España diesen como resul-

tado una amplia mayoría republicana en las Cortes, todo el mundo habría de entender que estas daban nacimiento a la Asamblea Constituyente. Entonces, y de la manera más legal, el rey habría abdica-do de sus poderes y se habría puesto a la disposición del gobierno deseado por sus anteriores súbditos.

Pero no iba a ser así. La efectiva crisis sobrevino súbita, inesperada-mente, con solución impensada, como resultado de unas simples elecciones municipales en las que nunca deberían haber entrado las cuestiones fundamen-tales...: elecciones en las que, además, las fuerzas adictas a la monarquía no se habían preparado para una eficaz acción política. Aun así, hubo una gran mayoría monárquica; pero nadie esperó el resultado definitivo. La crisis venía acompañada de toda clase de vehemen-cias e insultos. Por su comportamiento en esta odiosa prueba, el rey Alfonso demostró que anteponía el bienestar de su país a sus personales sentimientos de orgullo y a sus propios intereses (…). Él fue el primero en lanzar en el palacio el grito de “¡Viva España!”. Hizo después otra notable manifestación: “Espero que no habré de volver, pues ello solamente significaría que el pueblo español no es próspero ni feliz”. Esas declaraciones nos ofrecen medios para juzgar su rei-nado. Se equivocó; cometió, sin duda, tantos errores como los gobernantes regios o parlamentarios de otros países; tuvo tan poco éxito como la mayoría de ellos en satisfacer los vagos apremios de esta moderna edad. Pero observamos que el espíritu que lo guió a través de estos largos años de dificultades no ha sido otro que el de leal servicio a su país, y que siempre ha sido impulsado por el amor y el respeto hacia su pueblo.

“Las vicisitudes que condujeron a la caída de la monarquía en España alcanzaron lentamente su vértice. Su origen se encuentra en la quiebra del sistema parlamentario por su falta de contacto con la

realidad y con la voluntad nacional”

45

RETRATO

Cuenta Nómina Bankinter

Promoción válida hasta 30 de junio de 2015 o hasta un máximo de 40.000 nuevas cuentas. Exclusiva para nuevos clientes con nómina/ingresos desde 1.000 €. Saldo máximo a remunerar 5.000 €. Primer año: tipo de interés nominal anual 4,94% (5%TAE). Segundo año: tipo de interés nominal anual 1,99% (2% TAE). Liquidación semestral. Ejemplo para saldo en cuenta nómina diario de 3.000 €, calculado para un periodo de liquidación de 180 días, remuneración bruta: 1er. semestre 73,08€, 2º semestre 73,08€, 3er. semestre 29,44 €, 4º semestre 29,44 €. Para acceder y conservar las ventajas de nuestra Cuenta Nómina además de mantener el nivel de ingresos declarado, será necesario el cargo mensual de recibos, así como que la tarjeta asociada a la nómina del titular esté activa.

Lo importante no es cómo se lo digamos,sino que nuestra cuenta nómina hace crecer su dinero

Sin comisiones. Asesor personal.Tarjeta de créditogratis.

oficinas 901 810 425 bankinter.com

48 Los medios de comunicación en 2030 por Klaus Æ. Mogensen

52 El Ártico como mercado emergente por Nicklas Larsen

58 Una cerveza superior en la ciudad de Kafka por Ramiro Villapadierna

Temas de mañana

—El escenario de lo real está disponible para los megacambios que, pese a que hace poco eran inconcebibles, ya son elementos de mutación

cotidiana. ¿Qué posibilidades tiene el Ártico como mercado emergente? ¿En qué medida el panorama

mediático se transforma ya con la celeridad equiparable a un despliegue exponencial? En las aguas desconocidas del futuro, cada megacambio responde a un fragmento de visión, de un mañana

que inventamos día a día. Nuevas energías, dinámicas económicas hasta ayer impensables,

dimensiones del Estado del bienestar por actualizar, tendencias demográficas: forman parte de esos

escenarios del porvenir que para la ciencia eran casi inimaginables y que hoy se nutren de la creciente

falta de fronteras entre hoy y mañana.

Los datos masivos son como un iceberg: hay una pequeña parte visible y, al mismo tiempo, una mayor parte sumergida con un valor difícil de calcular

48

—— Antes de analizar lo que sucederá en los próximos 15 años, hasta 2030, podemos intentar retroceder otros quince o veinte años, hasta el final del anterior milenio, para hacernos una idea de cómo el panorama de los medios de comunicación puede cambiar en menos de dos décadas. En 1996, Internet estaba aún en pañales. Microsoft había lanzado su navegador, Internet Explorer, el año anterior, y Netscape, había aterrizado en diciembre de 1994. Un teléfono móvil normal pesaba casi medio kilo, no tenía ninguna cámara y su pantalla era muy pequeña. El primer SMS de la historia se había enviado cuatro años antes, en diciembre de 1992. Los primeros DVD se introdujeron en 1995 y el VHS aún domi-naba el mercado. En 1996 ya existían los televisores de pantalla plana, pero rara-mente superaban las 30 pulgadas.

Desde entonces las cosas se suce-dieron a una velocidad de vértigo. Ahora tenemos teléfonos inteligentes, libros electrónicos, librerías en línea, edición bajo demanda, servicios para ver pelícu-las y escuchar música en línea, enormes pantallas planas en tres dimensiones y de alta definición, y mucho más. Pero quizá más importante es el giro que han experimentado las estructuras de poder de los medios de comunicación, donde los usuarios han adquirido la capacidad de acceder a ellos directamente, saltán-dose los sistemas jerárquicos y cerrados de distribución, y crear y distribuir contenidos ellos mismos con las herra-mientas que tienen a mano: teléfonos móviles, ordenadores personales e Inter-net. El número de medios de este tipo ha crecido sustancialmente. Por ejemplo,

en YouTube se suben hoy 100 horas de vídeo por minuto y el número de libros publicados y discos producidos se ha multiplicado casi por 50 en los últimos diez años.

A pesar de las lamentaciones habi-tuales de la industria sobre los tiempos difíciles que le está tocando vivir, el volu-men de negocio en la música, el cine, los videojuegos y las editoriales ha crecido sustancialmente en estos últimos años de crisis económica, como refleja el informe The Sky is Rising (www.techdirt.com/skyisrising). Lo que ha sucedido es simplemente que el flujo del dinero ha cambiado de dirección, con una gran parte aterrizando directamente en ma-nos de los artistas y en los nuevos canales de distribución en Internet. La revolu-ción de los medios de comunicación está, pues, en marcha. Pero ¿qué nos espera en 2030?

LOS PRONÓSTICOS SEGUROS. Una predicción sencilla es que tendre-mos más de lo mismo: las pantallas serán más grandes, con mejor resolución y color, y la mayoría incluirán la opción 3D, incluso sin necesidad de utilizar gafas especiales. Hoy ya podemos encontrar pantallas 4k con el doble de resolución en ambas dimensiones que un equipo de televisión de alta definición común, y algunos fabricantes han mostrado pan-tallas 8k, con otra duplicación de reso-lución. Tiene más sentido, por lo tanto, centrarse en la calidad del color en vez de en nuevas mejoras de la resolución, pero aun así, es probable que en 2030 veamos pantallas 16k y posiblemente incluso pantallas 32k.

La selección de medios va a au-mentar y, a menos que los plazos de los derechos de autor se extiendan, vamos a contar en el dominio público con mucho más contenido, incluidos música y cine estrenados antes de 1935 y literatura de escritores que murieron antes de 1960, detalles que varían entre países. Vere-mos también más autores autoeditados y editores semiamateurs, y el volumen de nuevo contenido gratuito crecerá enor-memente.

● El ancho de banda de los disposi-tivos, tanto fijos como móviles, va a aumentar, con conexiones más estables. Al mismo tiempo, el uso de datos en estos dispositivos también crecerá, por lo que es probable que aún se experimenten algunos pro-blemas en la conexión.● Surgirá una gran variedad de dis-positivos con funciones que se adap-ten a diferentes formatos y nuevas opciones, desde una pequeña pan-talla pegada a los ojos, a una gigante que cubra toda la pared. ● Probablemente asistiremos a un continuo cambio en los modelos de negocios, que pasarán de pagar por contenidos individuales a planes de servicio que den acceso a una amplia gama de contenido (también en el caso, por ejemplo, de libros, revistas y nuevos medios). ● Se creará más contenido de medios en redes en las que los actores se unan, contribuyan a obras colectivas de mayor envergadura o se ayuden unos a otros con la crítica o la edición de sus trabajos.

por Klaus Æ. Mogensen

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN 2030

El panorama de los medios de comunicación se ha transformado radicalmente en los últimos quince o veinte años. Pero ¿qué ocurrirá a

partir de ahora? ¿Qué cambios habrá experimentado el sector en 2030? He aquí la realidad que nos espera en un futuro no muy lejano

49

‘MASS MEDIA’

1 2 3

Escenario 1 ECONOMÍA DE LAS SUPERESTRELLAS. Una re-ducida élite de creadores tiene el planeta entero como audien-cia: autores a los que todo el mundo debe leer, músicos con éxitos que todos escuchan, ci-neastas que crean un taquillazo tras otro, y productoras que generan las series de televisión más populares. Estos creadores publicarán y venderán sus tra-bajos por su cuenta, saltándose a los editores y distribuidores tradicionales y se quedarán con el mayor trozo del pastel. Junto con estas superestrellas existe una enorme amalgama de crea-dores de medios que aún no se han hecho grandes y, en muchos casos, nunca lo lograrán. Estos actores hacen uso de una jungla de redes y portales para captar la atención sobre su trabajo, y sus modelos de negocio son una mezcla de publicidad, micro-pagos, intercambio de servicios, y pura “atención económica”: ser vistos, leídos y escuchados por otros tiene su recompensa. Po-cos pequeños creadores pueden vivir de lo que hacen; su produc-ción en los medios es un pasa-tiempo que realizan en paralelo al trabajo con el que pagan las facturas o algo que hacen entre sus actividades de freelance o de consultoría.

Escenario 2EL PODER EN LOS DISTRIBUIDORES. El poder sobre el mercado se centra en unos pocos distribuidores que ofrecen contenido en las plataformas de medios. Es prác-ticamente imposible para los creadores publicar nada fuera de estos distribuidores, que ofrecen a sus consumidores un acceso seguro, fácil y barato a prác-ticamente todo lo que se está publicando o se ha publicado. Las economías de escala y una estructura automatizada casi por completo hacen posible mante-ner los precios bajos, pero esto no impide que los distribuidores se queden con la mayor parte del pastel, hasta el 80% de lo que pagan los usuarios. Además, los grandes distribuidores gene-ralmente demandan contratos exclusivos de los creadores: “Si quieres que te publiquemos, no puedes publicar en ningún otro sitio”. Existen una serie de alter-nativas más o menos anárquicas a estos grandes, pero allí hay aún menos dinero así que la mayoría de los creadores serios se tragan su orgullo y utilizan los canales establecidos. Después de todo, antes de la ola digital ellos no esperaban obtener más del 10% o el 15% del precio de venta, así que el 20% sigue siendo un paso hacia delante.

Escenario 3 EL USUARIO TOMA EL CONTROL. En los usuarios de medios es donde está el dinero y al final es ahí el lugar en que reside el poder. Toda la producción de contenidos del mundo está abierta a los usuarios de los medios y existen suficientes distribuidores como para que rechazar aquellos que sean demasiado caros o de peor calidad —o puedes ir directamente al creador y obte-ner una oferta mejor—. Internet ha hecho el mercado completamente transparente, y no pasan demasiados segundos desde que escuchas hablar de un contenido y puedes acceder a escucharlo, leerlo o verlo. Las opiniones de los medios de comunicación tradicionales ya no tienen mucho peso; se tiende a hacer un uso mayor de la red de personas que comparten tus gustos —la llamada social curation (gestión social del contenido)—. Para algunos, incluso se convierte en una afición buscar contenidos ocultos, a los que otorgan algún valor, para luego compartirlos con amigos a través de recomendaciones o directamente co-piándolos; con ello, cualquier creador con talento puede tener fans aunque se haya auto editado o no se publicite demasiado. Además, los usuarios no se cortan al hacer sus propias secuelas o versiones alterna-tivas de trabajos que les gustan, y en esto en general los autores miran hacia otro lado. Después de todo, no quieren enfadar a sus mayores fans. Parece claro que, con el tiempo, el dinero encontrará su camino para llegar al autor a través de un canal u otro, por ejemplo con sus apariciones pú-blicas, y entonces importará menos si las reglas se cumplen a raja tabla o no.

POSIBLES ESCENARIOS DEL SECTOR EN 2030

50

La nueva realidad parece sencilla de predecir, de la misma manera que pronosticar lo que va a desaparecer por completo o parcialmente:

Los medios de masas impresos están condenados a la extinción. Solo seguirán publicándose en papel productos pres-tigiosos y atractivos. Aunque es cierto que este desarrollo puede posponerse un tiempo si baja el coste de la impresión y la distribución del papel, los medios impresos tenderán a desaparecer porque los digitales se pueden actualizar más rápido y porque no tiene sentido gastar en impresiones muy caras para medios de usar y tirar.

Els videoclubs on llogues pel·lícules o videojocs de manera física s’esvairan probablement del tot fins i tot abans del 2020 a causa de la competència de les descàrregues i la reproducció en línia. El contingut digital en suports físics fixos —CD, DVD, Blu-Ray— seran història, excepte que puguin oferir una qualitat superior als mitjans digitals, molt més fluids. Els editors i distribuïdors de la vella escola, amb les estructures rígides, desapareixeran en favor d’intermediaris, sobretot digitals, més àgils i eficaços. No obstante, aún no sabemos si el mercado estará dominado por pocos actores mo-nopolísticos, como Amazon y Apple, o se-rán numerosos pequeños actores los que dominarán el mercado mediante portales compartidos, como los que conocemos hoy en día, en los que puede encontrarse una gran cantidad de productos y com-parar precios entre una larga lista de proveedores. En conjunto se perfilan desarrollos bastante probables. Lo que resulta más complicado, pero también más interesante, es hacer pronósticos sobre si seremos testigos de alguna trans-formación radical, como el cambio actual de los medios físicos a los digitales. Para intentar dilucidar este incierto futuro, el resto de este artículo se concentrará en presentar algunas hipótesis cercanas a lo que veremos en 2030.

INTERFACES DE USUARIO. Poco a poco nos estamos alejando de la tradi-cional interfaz de usuario basada en la pantalla y el teclado. Los teléfonos inteli-gentes y las tabletas nos han acostumbra-do a las pantallas táctiles y los comandos de voz. Las videoconsolas como la Wii de

Nintendo o Kinect para Xbox permiten transferir nuestros movimientos corpo-rales a los videojuegos. Y lo último para teléfonos y ordenadores es “el recono-cimiento de gestos”, con el que puedes controlar los programas únicamente con el movimiento de las manos en el aire.

El súmmum ha sido el nuevo pro-ducto de Google, las Googles Glasses, que liberan las manos por completo. La pan-talla se construye sobre un par de gafas y puedes controlarlas mediante órdenes habladas e incluso el parpadeo. Aunque el producto tiene aún pendientes algunas mejoras estéticas y no resulta tan discre-to dar órdenes con la voz como teclearlas, las Googles Glasses ya apuntan hacia las nuevas posibilidades que los avances tecnológicos podrán proporcionarnos en el futuro.

Otra novedad en la que se trabaja es la que hace posible controlar los ordena-dores y los teléfonos inteligentes a través de un casco que lee los impulsos nervio-sos y los transforma en señales eléctricas. El sistema aún no ha despegado del todo en parte porque se necesita llevar algo en la cabeza y porque el control no es tan fácil o preciso como las interfaces tradi-cionales. Sin embargo, la tecnología en 2030 habrá mejorado mucho, gracias qui-zá al uso de micro implantes que puedan instalarse de manera rápida y sencilla. Esto aportará una forma muy natural de interactuar con la electrónica, sobre todo si es posible producir un feedback en el cerebro, como transmitir imágenes direc-tamente a sus centros visuales. Puede que llegue a ser posible no solo añadir imá-genes a lo que ven tus ojos, sino también eliminar o editar lo que el ojo está viendo, mezclando realidad y fantasía de una manera muy convincente. Y aunque estos experimentos no han llegado aún muy lejos, en 15 años puede pasar de todo.

Una innovación más probable será la pantalla que pueda enrollarse o ple-garse, y que permita llevarla fácilmente en el bolsillo. En este campo ha habido intentos, pero no implementaciones convincentes. La aplicación de polímeros a la electrónica, que muchos consideran el futuro de la electrónica de consumo, permitirá no solo pantallas, sino tam-bién circuitos electrónicos flexibles. No obstante, hay una gran diferencia entre flexible y plegable, y un producto comer-

cial debe estar preparado para plegarse y desplegarse miles de veces. Una alterna-tiva sería una pantalla plegable formada por varias pantallas rígidas que se colo-caran tan pegadas unas a otras como para no notar la diferencia. Pero el método en realidad no importa demasiado: en quin-ce años tendremos un dispositivo que combine la amplia pantalla de un ordena-dor tradicional con la sencilla portabili-dad de los teléfonos móviles.

También se han llevado a cabo expe-rimentos con dispositivos holográficos en los que una imagen tridimensional flota delante o detrás de la pantalla. Al contrario que las técnicas de 3D utilizadas hoy, las imágenes holográficas son real-mente en tres dimensiones, es decir, que los elementos de la imagen están donde aparentan. El problema es que este tipo de imágenes sólo se pueden ver bien en la oscuridad, porque la luz pasa a través de ellas y lo que parece más probable es que veamos dispositivos holográficos en situa-ciones específicas, como cines especiales donde ver luchas de gladiadores y otros es-pectáculos en 3D, pero no que esta técnica vaya a ser la nueva gran novedad en las unidades móviles o equipos domésticos.

EL MERCADO DE LOS MEDIOS. Es relativamente sencillo conjeturar sobre el futuro de la tecnología de los medios porque la mayor parte de lo que tendre-mos en 2030 ya se está fabricando. Es diferente tratar los modelos de negocio y las estructuras del mercado porque las decisiones políticas pueden influenciar-los mucho. ¿Una extensión en los térmi-nos de los derechos de autor reducirá la cantidad de contenido en los dominios públicos? ¿Un endurecimiento de estas normas hará imposible algunos modelos de negocio o, por el contrario, una dis-tensión de las mismas permitirá nuevos modelos? ¿Tolerará “de facto” la sociedad los monopolios de medios o se movilizará para pararlos? ¿Se intentará contrarres-tar la creciente desigualdad económica, o será aceptada siempre y cuando nadie se muera realmente de hambre? Estas incertidumbres hacen necesaria la con-sideración de varios escenarios posibles para el sector de los medios en 2030.

Klaus Æ. Mogensen ©SCENARIO Magazine

51

‘MASS MEDIA’

—— El deshielo causado por el cambio climático está alimentando el surgi-miento de una nueva oportunidad de negocio en el Ártico. Un escenario in-édito que va tener su impacto tanto en la extracción de los recursos naturales de la zona como en las nuevas rutas navegables de importantes ramificacio-nes geopolíticas. Como consecuencia de ello, afectará a la economía internacio-nal, que necesitará adaptarse a estas du-ras condiciones ambientales para poder obtener algún beneficio. La región del

Ártico se está deshaciendo. En el verano del 2012 se registró el tamaño más pe-queño de la capa de hielo de su océano desde que comenzaron las mediciones a finales de los años setenta. Aunque los esfuerzos internacionales consigan desacelerar de inmediato el cambio climático, nos enfrentamos a un calor perpetuo que es imposible revertir. Esta grave situación, además, se vuelve más compleja por el aspecto lucrativo que implica las oportunidades de negocio vinculadas al deshielo, el interés geopo-

lítico de la región y el beneficio econó-mico que se obtiene de los minerales y las energías renovables. Todo ello está sobredimensionando las oportunidades industriales en el norte circumpolar y enfrentando a las partes involucradas en el desarrollo del Ártico a un futuro muy costoso por las duras condiciones atmosféricas, la falta de investigación y conocimiento sobre la materia y la escasa infraestructura adecuada para beneficiar la sostenibilidad y eficiencia de las reservas.

por Nicklas Larsen

EL ÁRTICO COMO MERCADO EMERGENTE

Por las extensas superficies heladas del Ártico, son muchos los que van descubriendo nuevas oportunidades aunque a la comunidad internacional le preocupa especialmente el cambio climático. Surge así un

atractivo negocio nacido del deshielo ártico. Aumentan los intereses políticos en esa zona del mundo y las oportunidades económicas que ofrecen los minerales y las fuentes de energía no renovables

52

ÁRTICO

CONTEXTO. El Ártico se rige por el marco legal de los gobiernos nacionales de los países que limitan con la región —Dinamarca vía Groenlandia, EEUU, Islandia, Rusia y Canadá—; el marco in-ternacional de la ONU, que especifica los dominios de las naciones continentales bajo el mar, y el Consejo Ártico, el órgano intergubernamental que coordina a es-tos países e interactúa con ellos para pro-mover su cooperación. En su gobernan-za, la fuente principal de disputa entre los interesados en la región ártica puede resumirse en control de la extracción de los recursos naturales, dominio de las rutas de navegación, defensa, seguridad y demandas territoriales de algunas áreas en términos de soberanía.

El aumento de la comercialización del Ártico es también motivo de conflicto e inquietud por los riesgos ambientales que conlleva, como la multiplicación de residuos, los vertidos de petróleo y la explotación del último lugar virgen del planeta. Las partes en este debate están representadas, por un lado, por

las naciones limítrofes y sus empresas, que representan los intereses mercan-tiles internacionales y, por otro, por las organizaciones medioambientales que intentan evitar el desarrollo industrial y prefieren ver el Ártico como una reserva natural global. En posición intermedia se sitúan otras ONG, centradas en alcanzar la mejor solución para los habitantes de Ártico, y fomentar las negociaciones sobre las zonas en disputa y la apertura de oportunidades comerciales.

NAVEGACIÓN Y TURISMO. Con las aguas del Ártico cada vez más nave-gables, se están multiplicando las rutas transárticas. Se trata de pasillos que ya se han abierto durante un corto periodo de tiempo en los meses más cálidos, y que se espera representen un importante ahorro logístico. Las nuevas rutas pueden incluso incrementar los beneficios para el medio ambiente por la reducción que suponen para el consumo de petróleo y las emisiones de gas de efecto invernade-ro. Con un canal de Panamá demasiado

estrecho para grandes cargas, un Egipto políticamente inestable controlando el canal de Suez y la necesidad de cruzar un mar Arábigo plagado de piratas, la nueva ruta se percibe como una alterna-tiva óptima. Un ejemplo es el estrecho de Bering que une los océanos Ártico y Pacífico, un potencial canal de distribu-ción ancho, profundo y libre de piratas entre Alaska y Rusia. Este rediseño de los pasillos marítimos ya ha generado que en 2012 pasasen por el Ártico un millón de toneladas de carga. Entre 2008 y 2012, el mar de Bering experimentó un crecimiento del 118% en tránsito y transporte.

La ruta del noroeste puede ahorrar 7.000 kilómetros a la ruta atlántica estadounidense, mientras que la ruta marítima del norte ofrece un atajo de 10.000 kilómetros desde Asia hacia los países europeos y evita, así, los mares más inaccesibles e inseguros del mundo. Es probable, por tanto, que en los próxi-mos años asistamos a un crecimiento en el sector del transporte marítimo en

Imagen de una masa de hielo flotante entre

las montañas de Groenlandia

53

cuanto a la producción de rompehielos y el desarrollo de sistemas de navega-ción que permitan capear los peligros del océano Ártico. Las condiciones del hielo cambian muy rápido y el viaje por esas aguas puede tener consecuencias nefastas, como la pérdida de vidas y los daños irreparables en el medio ambien-te. Se suma, además, el millón de turistas que se estima visitaron la zona en 2013, lo que confirma los diferentes tipos de desarrollo alternativo que ya se están llevando a cabo en el Ártico, como la caza, la pesca, los deportes extremos, las expediciones y el turismo etnográfico, histórico y educativo.

Con el tránsito marítimo en au-mento y la proliferación de cruceros de pequeño tamaño surcando aguas árticas,

es cuestión de tiempo que los icebergs comiencen a causar algún percance a las embarcaciones que no estén bien equi-padas. Ello ha hecho centrar la atención en el reto de mejorar la seguridad de la navegación y establecer una unidad de búsqueda y rescate (SAR) al tiempo que se desarrollan las rutas por el Ártico.

PERFORACIÓN Y EXTRACCIÓN. Las extracciones del Ártico son ya una realidad. Sin embargo, se están desarro-llando mucho más despacio de lo que se preveía. La petrolera Royal Dutch Shell, entre otras, tuvo problemas en 2012 con sus pozos exploratorios, los barcos no cumplen los requisitos medioambien-tales y las plataformas de perforación están encalladas. La industria perforado-

ra justifica su amplia presencia y holgada inversión en el Ártico con su supuesta responsabilidad en la extracción de los nuevos combustibles fósiles y su enfoque sostenible.

Reconociendo la dificultad que supo-ne trabajar en estos entornos naturales de alta mar, que requieren una habilidad especial para responder a los derrames de petróleo, ocho compañías mundiales de la industria de la perforación forma-ron la Asociación Internacional de Pro-ductores de Petróleo y Gas, una organi-zación con la prevención como bandera y la función de elaborar programas con-juntos para responder adecuadamente a derrames de crudo en el Ártico.

Estas empresas están desarrollando normativas para la zona con el fin de am-

“Esto está gestando un nuevo negocio ártico (…) todo ello sobredimensiona las oportunidades industriales

en el norte circumpolar”

54

ÁRTICO

En cifras• Científicos de la NASA sugirieron

a mediados del siglo XX veranos árticos sin hielo

• El Ártico alcanzó en septiembre del 2014 la mínima extensión helada desde que comenzaron las mediciones en 1979: 3,41 millones de kilómetros cuadrados helados, un 18% menos que en el anterior récord, del 2007

• El hielo de Groenlandia contribuyó en 2011 al aumento del nivel del mar seis veces más de lo esperado, comparado con los diez años anteriores

• El 13% de las reservas de crudo de la tierra y el 30% de las de gas se encuentran en la región ártica

Un esquimal preparado para la

caza sobre el hielo del Ártico

[Foto de Ton Koene / Getty Images]

55

“Un cambio de las reglas del juego en la industria minera de Groenlandia puede abrir las puertas a la extracción de sustancias

radioactivas como el uranio, lo que supondría un punto de inflexión en la historia del Ártico”

pliar sus conocimientos operativos. Sin embargo, un reciente informe elaborado por el Consejo Nacional de Investigación estadounidense dejó claro que los EEUU no están aún preparados para responder adecuadamente a estos nuevos retos. A medida que aumenta el número de perforaciones en el océano Ártico, crece también el riesgo de derrames nocivos de crudo invisibles a la vigilancia visual, ya que se esconden bajo las placas de hielo flotantes. Por esta razón se están instalando sónares de alta frecuencia que revelan mediante sonidos si hay crudo bajo el hielo o atrapado en él. No obstan-te, las organizaciones medioambientales alegan que las compañías y los gobiernos responsables del calentamiento global buscan ahora beneficios en la explotación de estos cambios climáticos. Greenpeace, por ejemplo, denunció las actividades de la Shell en el Ártico con su satírica cam-paña “Let’s Go! Arctic”, cuyo objetivo era que la empresa abandonara la región.

Otro foco de negocio son las extrac-ciones de metales, tierras raras y minera-les de gran valor como diamantes y oro. Ya se han aprobado grandes proyectos como el de octubre del 2013, la mina de metal de 15.000 millones de dólares a 150 kilómetros de la capital de Groenlandia, Nuuk, que doblará el PIB del país por sí sola. Se espera que lleve hasta allí a 3.000 trabajadores, la mayoría chinos, para construir y poner en marcha la infraestructura necesaria. Sin embargo, el estado autónomo de Groenlandia aún depende de Dinamarca, responsable de las relaciones internacionales y la defensa el país. Un cambio de las reglas del juego en la industria minera de Groenlandia podría abrir las puertas a la extracción de sustancias radioactivas como el uranio, lo que supondría un punto de inflexión en la historia del Ártico, tanto desde el punto de económico, como cultural y político, debido a la importancia estratégica de

este elemento para las potencias nuclea-res y la industria armamentística.

CONSECUENCIAS. Las nuevas rutas navegables ahorran días de travesía y costes de viaje y transporte, por lo que es posible que también asistamos a lentos cambios en las dinámicas del comercio global. Las nuevas rutas se han bautizado en China como “las rutas doradas del Ártico” —The Golden Arctic Waterways— por su potencial eficiencia, y en agosto del 2013 se llevó a cabo el primer viaje de prueba por el Paso del Noroeste de un buque chino de 19.000 toneladas. Astilleros en India, Corea del Sur y Singapur hacen notable aporta-ción de barcos con estructuras y cascos capaces de resistir las aguas glaciares. Sin embargo, el desarrollo del Ártico es desafiado por las duras condiciones climatológicas, que dificultan la adap-tación de las empresas en cuanto a la navegación y la perforación. La región, además, puede que tenga que enfren-tarse a un competidor, Islandia, que ya dispone de mucha de la infraestructura necesaria para la comercialización. Una gran industrialización implica un cambio social y tendrá implicaciones en una región ártica que ya tiene cuatro millones de habitantes de diferentes culturas. El deshielo tendrá su impacto no solo en los pueblos indígenas, sino también en el resto del mundo, que será testigo de las consecuencias del au-mento del nivel del mar, así como de los cambios atmosféricos y de circulación que implicará. Resulta crucial que los países involucrados en la región acuer-den políticas corporativas que cubran los requisitos normativos para operar en el Ártico, con decisiones basadas en la investigación y el desarrollo científico a largo plazo. La visión a corto plazo no es suficiente para asegurar el Ártico y prevenir la aparición de refugiados

del clima en pequeñas islas y ciudades flotantes a causa del deshielo, especial-mente si las nuevas actividades en el Ártico son de nivel deficiente.

Tanto la ONU como las empresas energéticas afirman tener un enfoque sostenible, lo que lleva a preguntarse: “¿Es suficiente ser sostenible?”. Soste-nible significa conseguir más con menos durante más tiempo, es decir, causar menos daño. En contextos comerciales, la Unesco recomienda que los países y las empresas involucradas cumplan estrictas reglas para proteger el medio ambiente y que se promuevan iniciativas soste-nibles en el negocio del Ártico, como el uso de energías renovables. No obstante, el escenario más probable será que las plantas de extracción y las rutas navega-bles comerciales pospongan su actividad debido al impacto del entorno ártico en sus planes de negocio, así como por las ramificaciones políticas que implica.

A pesar de que la región está bajo constante vigilancia internacional, sigue siendo uno de los entornos más difíciles en cuanto a logística e implantación de investigaciones científicas, lo que con-vierte al Ártico en uno de los lugares del mundo menos estudiados. El desarrollo sostenible, los recursos naturales sin explotar, la protección del ecosistema, la potencial aceleración del cambio climá-tico, así como la falta de infraestructuras, todo ello tiene un denominador común: la falta de evidencias científicas y datos que lo avalen, junto con la resistencia de la región a implantarlos. Sin embargo, las partes implicadas están armándose para proteger sus intereses, y están abiertos a la cooperación internacional con el fin de beneficiarse y adaptarse a las nuevas oportunidades que ofrece este atractivo mercado emergente.

Niklas Larsen ©SCENARIO Magazine

56

ÁRTICO

Imagen aérea del rompehielos

nuclear ruso ‘Yamal’ en el Polo Norte

geográfico, océano Ártico

[Foto de Marketa Jirouskova / Getty Images]

57

58

—— Praga no es una capital concéntrica ni lineal ni radial, como sucede en la mayoría, sino una amalgama de núcleos, entre meandros fluviales y rugosidades del terreno, un “puzle” recosido de cul-turas pero en absoluto desordenado. Un cursi lo llamaría un feng shui urbano: ex-trañamente yuxtapone heterogeneidad y coherencia entre sus elementos y fue el premio Nobel Jaroslav Seifert el que dijo verla, desde la colina del Petřin o del castillo, como un gran tablero de figuras de ajedrez, en una sistematización de elementos dispares unidos por una lógi-ca propia.

Al viajero le hablan de una Praga mágica, por no decir mística —hoy ape-nas se diferencia—, lugar de hermética o alquímica si no cabalística, Golem dur-miente o fáusticas apuestas con el cielo y infierno. Es cruce de corrientes telúricas, con puntos de fuga donde tomar siempre en todo caso una buena cerveza, solución que viene a conferirle esa absurda levedad que a Milan Kundera se le antoja insopor-table. Los viajeros románticos occiden-tales vieron la ciudad dorada, de cúpulas y puntas, bajo cuya belleza solo podía esconderse negrura, y oyeron las leyendas del gueto, que protegían a los judíos o a los amantes, o de la Ciudad Nueva, donde por Na Rybníčku, la callecita del Insti-tuto Cervantes —situado sobre uno de estos vórtexs—, aún ha de pasearse, a su hora y en sudario blanco, aquella vecina barroca degollada por el marido infiel. A dos manzanas, está la Casa de Fausto en la plaza de Carlos, el rey. Lo menos que pudo pasar entre sus muros es el negro pacto y que por el mismo tejado lo arrancara de

aquí Belcebú: probado es que distintos alquimistas se refugiaron en ella y un sin-número de desgracias se sucederían en el palacete maldito, hoy parte de la Facultad de Medicina, no sé si la morgue.

Entre las finas colecciones de Praga no queda ninguna de las pinturas del inquietante Arcimboldo, ni el retrato del atrabiliario emperador Rodolfo II, hoy expuesto, como mucho de lo que saquea-ron los suecos, en el castillo Skokloster de Suecia. Pervive el disparate praguense de gótico, barroco, renacimiento, art nouveau y funcionalismo, y conviven cada cual en su función, de alfil, peón o reina, secundándose en el tablero pero sin ha-blarse, en un juego inaudible. Con fuste surrealista como una cornucopia de fru-tas y restos encontrados, solo tan brillan-tes y atractivos como a punto de pudrirse, es parte del impresionante misterio de la contemplación de Praga, que hizo decir a Seifert: “Sentí entonces tener a Europa entera en mis manos”.

Praga acaba de ser designada Ciudad Literaria por la Unesco. Al viajero se le sugiere el micromundo de la Ciudad Vie-ja, y el lánguido Moldava y sus puentes le dan la perspectiva antes de depositarlo en la orilla de Malá Strana, a las faldas de la fortaleza de Hradčany. Como no se puede evitar subir a un castillo tan central en una capital europea, bueno será subirlo por una paralela a la repateada calle Ne-rudová, por Thunovská, parando en la auténtica taberna U Hrocha, lugar sucio y adecuado para paladear una Pilsen bien tirada. Lo mejor es pasear, ligero y sin de-masiado rumbo, por una ciudad maravi-llosamente rara y en cada callejón parece

verse una puerta por la que pasar al lado oscuro y perderse.

Pasó el tiempo en que Praga era la gema oculta del Este. Hoy es la octava capital más visitada y millones inundan sus callejas y vetustos empedrados. Y estudiantes de toda Europa conocen hoy antes la experiencia del chico encuentra a chica, que no la del Este se encuentra con el Oeste; idea que los románticos han visto hasta en el nombre Praga: dicen que ‘umbral’, según la etimología. Después de visitar la fortaleza y antes de romper el hechizo queda por visitar el histórico monasterio de Strahov y su maravillosa biblioteca y las colecciones naturales. De bajada, las escalinatas conducen a Bretis-lavová y Tržište, o por Vlašská, la calle de los italianos, una de las cuatro comunida-des originarias de Praga, con los checos, los alemanes y los judíos.

Hay que tomar el tranvía 22 en Malá Strana. En Praga no solo el tranvía y el metro son leales, sino que algunos son obras de arte, como el histórico tranvía 91, o estaciones como Malá Strana, de un fu-turismo passé como de Abba y elegida una de las más bellas del mundo. En un par de paradas, se cruza el río. Estamos ante el Teatro Nacional, donde en cien metros de cafés y editoriales nació prácticamente la nueva nación checa. El teatro no solo es uno de los pasatiempos eslavos por exce-lencia sino que Praga es uno de los lugares donde más ha desempeñado un papel so-cial y político. Que la Revolución de Ter-ciopelo resultara una emocionante pieza, con final feliz, el dramaturgo Havel en el trono, los attrezzistas de pajes y el mundo entero aplaudiendo en pie, solo podía ex-

por Ramiro Villapadierna

UNA CERVEZA SUPERIOR EN LA CIUDAD DE KAFKA

Precisamente hace cien años que Gregor Samsa se despertó en Praga, de un sueño de Franz Kafka, y amaneció en bicho: algo que cambió la

literatura. ‘La metamorfosis’ era un cuento que al propio Kafka le daba miedo pero que consideró liberador de su personalidad escindida

59

CARTA DESDE PRAGA

trañar fuera pues, en Praga, espectáculo, intelectualidad y conciencia política han compartido los mismos cafés.

Para la generación del cambio de siglo hasta los años veinte, huérfana del viejo imperio pero con el futuro de la décima potencia del mundo en sus manos, el surrealismo es una opción: es la generación Devětsil, que descubre en Praga un lugar para vivir con intensidad. El polifacético Karel Teige la describe como “la ciudad mágica del poetismo”, el sitio del “arrojo, la despreocupación, la sorpresa y la alegría”. Una sola calle bas-ta para contar esta historia: la pequeña avenida Nacional, que se extiende desde los pies de la plaza de Venceslao hasta el río. Una serie consecutiva de cafés entre-verada de editoriales y redacciones con-vierte este tramo en un crisol. Enfrente del teatro, el primero es el café Slavia, donde todavía se celebra la tertulia bajo El bebedor de absenta de Viktor Oliva. Praga es entonces la única capital que no prohíbe este licor maligno. Si quiere probarlo donde es emblema, pídalo aquí bajo la musa que reunió a los hermanos Čapek con los pintores Václav Špála y

Jan Zrzavý, de Los obstinados, y donde el surrealista Vítězslav Nezval conoció a Františka Řepová, o donde el propio Vančura firmó el manifiesto Los escrito-res comunistas a los trabajadores comu-nistas, que logró su expulsión del partido.

A unos pasos, en el 13 de la avenida, en el café Narodní se formó el grupo Devětsil, donde Teige lanza el manifiesto poetista, de un arte que fuera la higiene mental como es el deporte la higiene física. Nace también el célebre Círculo Lingüístico de Praga, insuperado expe-rimento lingüístico, de la mano de Vilém Mathesius y Roman Jakobson. En uno de sus poemas, Seifert inmortalizará el nú-mero 17, la confitería y vinería Paukert; y unos pasos más allá, en el núm. 25, el hito del momento fue el nuevo café Me-tro, funcionalista frente al vetusto café Union, del núm. 29. En sus habitáculos se había reunido, durante la “secesión” del arte nuevo y el cambio de siglo, el “quién es quién” de todas las artes, empezando por el histriónico Jaroslav Hašek, el del soldado Švejk, y hallaron refugio los ex-pulsados de Devětsil del café Nacional. Desde finales de los veinte y hasta la

invasión nazi, el Metro es el epicentro donde, en marzo de 1934, se funda el pri-mero grupo surrealista fuera de París. Y allí se establece la “inteligencia” marxis-ta, concepto aún no contradictorio pues quienes leían El capital no sabían eco-nomía; y el Frente de Izquierda edita su periódico, por S. K. Neumann, uno de los promotores de Kafka. Ahí los trotskistas rompen por primera vez con Moscú. Y enfrente, en el Louvre y en el Moulin Rouge, se reunían la intelectualidad de lengua alemana, los Kafka, Brod, Rilke, Einstein, y el grupo de filósofos de Einse-meyer. Con el parto de Checoslovaquia, ahí nace el PEN Club checo en 1925. Lo presidía Karel Čapek, el de La fábrica de absoluto y del Viaje a España que inspiró luego a Rilke, a Durých y a Kisch.

Puestos a no hablar de Praga, el que menos lo hizo fue Franz Kafka. Precisa-mente hace cien años que Gregor Samsa se despertó en Praga, de un sueño del escritor, y amaneció en bicho: algo que cambió la literatura. Era un cuento que al propio Kafka le daba miedo pero que consideró liberador de su personalidad escindida. El parto de los montes requirió

60

CARTA DESDE PRAGA

cinco días y sus noches, pero una vez que emergió del armario su escarabajo inte-rior, y él le organizó su funeral, logró abrir su espita literaria.

El ejemplo de Samsa es lo realmente kafkiano, que no es lo complejo si no la parte más praguense de sus tropos: el absurdo, un modo de sobrevida local —a la vez surreal—, una soportable levedad al través del absurdo, la “Praga con dedos de lluvia” del poetismo y la de los dedos largos que le birlan a uno la cartera si se descuida. Esa tradición de sobrevolar los traumas con cínica ligereza, ayudó a pasar por los totalitarismos e impregnó la nueva ola del cine checo desde los sesenta.

Praga llegó a ser en el siglo XIX una de las ciudades con más prostíbulos de Euro-pa: desde mediados de siglo, se limita que las muchachas hicieran guiños en la calle o se abrieran el escote; el lenocinio había prosperado inusitadamente por cientos de casas de la Ciudad Vieja, situadas a lo largo de las viejas murallas, con  los verdu-gos y los sepultureros. El oficio era tan co-rriente entre las jóvenes que uno de cada cuatro mozos padecía el mal francés. En tiempos de Dvořák, una meretriz ganaba

el doble que un funcionario del imperio y para muchas de poca educación la man-cebía era la universidad. Bismarck acudía de caza —como decían los asiduos— al callejón de La Gamuza, que sale del viejo Teatro Nostic, donde Mozart estrenaría poco antes algunas de sus óperas más osadas. Medio siglo antes también Mozart se dejaba querer en el callejón, hoy una travesía que acoge el muy aconsejable bar de ron Bartida.

Del célebre canciller de hierro fue fama que defendía su calificativo en tan-das de seis. Y como otros jóvenes con ne-cesidades de aprender a cumplir, también Kafka tuvo aquí sus lecciones de la vida, en el que encontró el lugar propicio a me-dio trecho entre su casa y el instituto ale-mán donde se graduó. Como el escarabajo de Samsa, Dvořák recuerda que Praga se ha dirigido al mundo a veces de forma tan insospechada como explicando el movi-miento de los planetas, regalando a Kafka o a Rilke a la literatura no equiparables, ideando el sistema de cerveza que la cata-pultó a la bebida del siglo XX, o creando la Sinfonía del nuevo mundo.

El museo y casa de Antonín Dvořák

Ramiro Villapadierna es analista centroeuropeo y director del Instituto Cervantes en Praga

es un rincón maravilloso de Praga, en Ke Karlovu 20, una callecita también cercana al Instituto Cervantes. Uno se diría en el centro y, a la vez, en un pueblo. Y, como gusta recordar la directora Kateřina Nová, es un pequeño pueblo checo, si bien en el estado de Iowa, levantado por inmigran-tes, el que sirvió de marco creativo a la Sinfonía del nuevo mundo: allí vio Dvořák encontrarse al viejo y al nuevo en paz.

Para tomarse una portentosa cerveza en el centro de Praga, es aconsejables U Tří Růží, en Husova 10, pero también a otros sitios —Pivovarský Dum, si viene de casa de Dvořák— asumiendo que donde haya más turista la tirarán más rápido y peor. En Praga la cerveza es un fenómeno distinto al bar español: se toma sentado y nunca de pie; en medio litro y no en quin-tos; a la temperatura del vino, más que a la de los helados; en silencio, más que de charla —al menos la primera—, y servida por mesoneros que le perdonan la vida, en vez de pretender hacérsela feliz.

61

Sin título-17 1 18/09/14 15:11

Artes&Co.64 Entrevista

Núria Espert: el teatro que da forma a la vidapor Sergi Doria

66 Literatura Un lugar donde escribir

por Sam Abrams

70 Periodismo La entrevista ideal

por Núria Escur

72 Contra cultura Cuando la repetición hace la diferencia

por Jacobo Zabalo

74 Geografías Hotel Galle Face, viejo lujo en Sri Lanka

por Llucia Ramis

76 Estilo Patek Philippe, el aniversario de un mito

por Julián Nieto

78 De autor Los ofendidos

por Antonio Muñoz Molina

64

NÚRIA ESPERT: EL TEATRO QUE DA FORMA A LA VIDA

La grandeza de una actriz como Núria Espert tiene mucho de polifonía. Y eso solo ocurre en casos excepcionales, cuando el teatro va más allá de la

representación y se convierte en forma de vida

—— La del actor es, como el fado, una “extraña forma de vida”… En la sociedad utilitaria podría limitarse al modus vivendi. En Núria Espert supone palpitar, respirar, sudar, llorar, desear en cada uno de sus personajes. Hace tres años, la actriz se en-frentó a un papel —o una pena— capital: La viola-ción de Lucrecia, aquel extenso poema que Shakes-peare dedicó al duque de Southampton cuando la peste asolaba Londres. El asunto: Lucrecia, esposa de Colatino, rey de Roma, es violada por Tarquino y ese acto lúbrico trae la desgracia a la monarquía romana y abre las puertas a la república.

Nunca olvidaremos aquella noche en el Lliure de Gràcia. A la media luz de un velador, la actriz se empapa del texto y, sin necesidad de maquillaje alguno, se lanza al escenario con toda la ambición y concupiscencia de Tarquino. La narración de los hechos y la verborrea del violador conjugan esca-lofríos. El hablar sexualmente pastoso de Tarquino deviene en la voz de Lucrecia su víctima: la mujer que pide clemencia para que el agresor no mancille su honor de reina de Roma y traicione la amistad con Colatino. Puro Shakespeare: “Así como la llu-via desgasta el mármol, las lágrimas no consiguen ablandar la lujuria”. No hay clemencia, porque “la lujuria y el crimen pasan la noche en vela”. Basta un minuto entre velos para sentir —no escuchar, sino sentir, recalcamos— el horrísono rumor de la violación: primero el asalto, después los gemidos de la mujer agredida, poco después el jadeo decre-ciente del violador… Lo demás es amargo silencio y asco profundo… La ultrajada Lucrecia, envuelta en una sábana, es herida y llanto. Núria Espert es también Tarquino y Colatino, enfrentados: la poli-fonía de la tragedia.

El personaje de Lucrecia empujó a la actriz al abismo de las emociones. La interpretación tiene sus límites: “Cuando hice Maquillaje, el psiquiatra

Castilla del Pino me advirtió de las consecuencias en mi salud mental”, comenta. Personajes… “De todos los que encarné he aprendido algo… Y todos tienen algo de uno mismo. Me cuesta escoger pero ahora me viene a la mente Gigi, Ana Christie, Yer-ma, las criadas…”.

Volvamos la vista atrás. Años cincuenta. Una adolescente de L’Hospitalet trasnocha en los ensa-yos —eso sí, acompañada de su madre— para inter-pretar La vida es sueño de Calderón de la Barca y el Romeo y Julieta shakesperiano en versión catalana de Josep Maria de Sagarra. La oportunidad le llega en 1954: le proponen sustituir a la actriz Elvira Noriega en la Medea que se estrena en el Teatro Griego. Con diecinueve años, Espert es la mujer traicionada, los celos y la desesperación. Con el paso del tiempo volverá a ser Medea, pero nunca sonará en sus labios a texto repetido sino a vida.

La vida de Núria Espert son encuentros providenciales. En Madrid conoce a Armando Moreno, el que será marido. Forman compañía y se atreven en 1969 con Las criadas. Pero si Genet es —en sí— una provocación, todavía lo es más si lo dirige Víctor García. Amigos del riesgo, Núria y Armando apuestan por el argentino bebedor y rompedor: “Nos hubiéramos matado por él”, re-pite siempre al recordarlo. La imagen de la actriz desnuda en Yerma —Madrid, año 71, el del proceso de Burgos— evoca un teatro de la comedia rodeado de grises: “Parecía que esperaran un ataque terro-rista”, explica. La trilogía con el director genial y maldito concluye con Divinas palabras. Ocho años de vértigo, dos mil representaciones de Yerma y gira de cuatro años por Estados Unidos, la URSS y Argentina. La Espert hace realidad la ilusión de Margarita Xirgu: un García Lorca planetario. Con Valle-Inclán culmina la ceremonia de los adioses con Víctor García: “La obra estaba deslavazada y

texto Sergi Doria — fotografías Sergio Parra

65

TEATRO

66

terminamos de mala manera nuestra relación, pero Víctor marcó para mí un antes y un después: una de las cuatro cosas buenas que me han pasado en la vida junto con mis dos hijos y mi marido”.

Núria Espert metaboliza la literatura española. En los ochenta se convierte en Doña Rosita la solte-ra: “La obra que más me gusta de Federico, porque yo admiro a Chéjov y doña Rosita es chejoviana”, apunta. Volverá a ser Medea. En 1981 la dirige un joven que promete: Lluís Pasqual… “Como Hamlet o Macbeth, Medea es de esos personajes más gran-des que la vida que nunca te lo acabas… Ella ha ido envejeciendo conmigo y haciéndose más sabia y práctica…”.

Después de dirigir a Glenda Jackson en La casa de Bernarda Alba —prácticamente sin hablar inglés —, la actriz británica destaca “la sorprendente hu-mildad de Núria, la exigencia de su trabajo, su res-peto por la obra…” y cómo —mediante García Lor-ca— “se despojó de sus prejuicios hacia lo español”. Decididamente cosmopolita, la Espert observa una inquietante paradoja… El mundo “nunca ha sido tan global y nunca tanta gente ha querido que sea tan pequeño. Nunca los pequeños nacionalismos han tenido tanto peligro como hasta ahora. Hay gente que viaja con ese espíritu y, al volver a casa, quiere declarar la autonomía de una calle. Que esta calle no va a ser de este pueblo, este pueblo no va a ser de esta ciudad, esta ciudad no va a ser de esta comunidad…”.

Animada por su marido, en 1987 dirige en Glasgow Madama Burterfly… La heroína de Puccini suena como la doña Rosita lorquiana. Seguirán Rigoletto, Elektra, La Traviata, Carmen, Stiffelio… Como directora de plantilla en el Opera House y el Covent Garden, Núria Espert recorrerá el mundo entero. Lejos de su casa y su gente, en las horas interminables de los aeropuertos, siente el deseo de apartarse: “Me puse muy enferma, yo creo que de soledad, hasta que todo eso tomó la forma de una depresión”.

La vida debía tomar otra forma… Y nuestra gran actriz quiso salvarse por el teatro. Se acogió a su poeta predilecto con Lluís Pasqual en Haciendo

Lorca y al estimado Chéjov en La gaviota, de la mano de Josep Maria Flotats. Vuelve a ser Medea y en 2004 retorna a la ópera con la Tosca de Puccini. Desde ese momento, puede hablarse de otra dé-cada prodigiosa: Espert es la Celestina. Comparte Strindberg con Lluís Homar y José Luis Gómez. Juega con Feydeau en Hay que purgar a Totó. Es Bernarda Alba, la loba de Lillian Hellman, la trági-ca Lucrecia y el rey Lear… Cuando ella interpretó al rey viejo, pobre, enfermo y despreciado, condenado a la intemperie por sus errores, comprendimos que todos somos leares en potencia. Una mujer hecha hombre. A los veintiún años ya fue Hamlet, prínci-pe de Dinamarca. El papel chocaba en la Barcelona de 1960: “Fue una noche horrible y tempestuosa, pero yo seguí con el texto...”. También encarnó al Próspero de La tempestad. En esos tres personajes, recalca, “pesa más la peripecia humana que su con-dición masculina”, a diferencia de Otelo o Romeo.

Teatro Lliure, 2015. Tres horas de tour de for-ce exigen una vida casi monacal que excluye apara-dores mediáticos: “Has de cuidarte más de costum-bre, practicar más ejercicio, comer mejor… Hacer todo lo posible para encontrarte estupendamente. Y así, sin problemas físicos, ni nada que distraiga tu cabeza, retomar el camino. Un actor joven, después de la función, puede tomarse una cerveza. Los que pasamos de cuarenta, nos vamos directamente a la cama… Cuando acabo la función me siento como si tuviera ochenta años…”.

El teatro como discurso de un método para aprehender el mundo. A Núria Espert, la mujer que nació actriz, le quedan todavía muchos papeles para modelar su personalidad y lamenta haber encarnado tan solo una décima parte: “¡Hedda Ga-bler, la señorita Julia, Electra, Antígona…!”, suspira con melancolía. Al final se impone el determinismo para abordar el presente: “¡Mientras tenga tantas ganas de trabajar y mientras me quiera el público, tendrán que venir los Geos a echarme del teatro!”. Toda una lección de vida.

Cuando ella interpretó al rey viejo, pobre, enfermo y despreciado, condenado a la intemperie por sus errores,

comprendimos que todos somos ‘leares’ en potencia

TEATRO

Sergi Doria es periodista cultural y autor de la biografía ‘Ignacio Agustí. El árbol y la ceniza’

67

Sam Abrams es escritor y profesor

—— Al terminar una gira de promoción literaria en Barcelona, James Baldwin me dio indicaciones para poder visitarlo en Saint Paul de Vence, donde pasaría casi los últimos veinte años de su vida. Me dijo que era una atracción local y que solo tenía que pedir a cualquier peatón por el “señor que vive en una biblioteca”. Al ver mi cara de sorpresa, me contó que finalmente había logrado su gran deseo en la vida: vivir en una biblioteca. Decla-ró literalmente que “mi casa es una bi-blioteca con una mesa y una máquina de escribir en el centro”. Desde la indepen-dencia personal artística y económica, Baldwin elegió libremente vivir de esta forma tan austera y tan exclusivamente entregada a su carrera literaria.

Tras la obra de los grandes autores literarios modernos, siempre hay un locus standi particular y atractivo, un lugar desde donde el autor o la autora contempla la vida y el mundo, la materia prima de sus creaciones. Y, casi siempre, gracias al interés que tienen las casas de los escritores como herramienta para ayudarnos a entender mejor la literatu-ra, se convierten en museos u objetivos de peregrinación e, incluso, de culto. A menudo, los lugares de peregrinación y culto no son más que una simple di-rección, como el mítico número 27 de la Rue de Fleurus en París, donde la genial autora Gertrude Stein recibió numerosos artistas y escritores entre 1903 y 1938, o la calle de la República Argentina, 163, en Barcelona, donde los poetas Carles Riba y Clementina Arderiu se instalaron tras el regreso definitivo de

su exilio francés en 1943 y escribieron obras tan imprescindibles como Esbozo de tres oratorios (1957 ) y Es decir (1958), respectivamente.

Tanta es la necesidad y la voluntad de profundizar en la obra de un autor significativo y empaparse del mundo que hay detrás de su obra literaria, que muchos visitantes realizan un largo tra-yecto para pasar tan solo un rato en una estancia. Solo hay que pensar en la habi-tación 511 del Hotel Ambos Mundos, en La Habana, donde Hemingway escribió entre 1938 y 1939 la mayor parte de su novela inmortal sobre la Guerra Civil de España, Por quién doblan las campanas (1940), o la reconstrucción del dormi-torio de Marcel Proust, conservada en el Musée Carnavalet de París, donde el autor creó febrilmente las últimas pá-ginas de uno de los hitos de la narrativa moderna, En busca del tiempo perdido (1913- 1927), o la habitación restaurada del actual Wald Hotel, en Davos, Suiza, que evoca el ambiente del antiguo Wald Sanatorium, donde Thomas Mann en-contró la inspiración para su obra maes-tra, La montaña mágica (1924), durante una visita a su mujer, Katia, que entonces era paciente del establecimiento.

A veces no somos del todo cons-cientes de la magnitud de la obra de un creador hasta que no hemos podido visitar la vivienda donde la escribió. Sería el caso de la esplendorosa finca Yasnaya Polyana, situada en el sudoeste de Tula, Rusia, a unos 200 kilómetros de Moscú, “la inaccesible fortaleza literaria”, como la llamaba Tolstoi y donde escribió Gue-

rra y paz (1869 ) y Ana Karenina (1878). En un sentido muy distinto sería el caso del piso “secreto”, en Prinsengracht, en Ámsterdam, donde la joven escritora Ana Frank daría forma a su dietario, un auténtico canto a la vida. También podríamos recordar la magnífica casa de Emily Dickinson, en Amherst, en el centro geográfico del estado de Massa-chusetts, donde la autora nació y vivió entre 1855 y e1886, mientras escribía, de manera oculta, los 1.789 poemas que revolucionarían la poesía del siglo XX. O la dacha de Peredelkino, cerca de Moscú, donde Boris Pasternak, “el habitante de las nubes” como lo bautizó Stalin, superó el aislamiento, el ostracismo y las penu-rias materiales, entre 1930 y 1960, para regalarnos Dr. Zhivago (1957), la insólita crónica de las devastadoras consecuen-cias de la revolución rusa.

Otras veces nos podemos ver obliga-dos a visitar casas de escritores a la con-tra. El Palazzo Leopardi, en el bellísimo pueblo de Recanati, en la región de Las Marcas, sería un buen ejemplo, porque fue la casa natal del autor de Zibaldone, la casa asfixiante de la que siempre quiso huir y a la que siempre terminó volvien-do, la casa donde se formó y en la que, paradójicamente, escribió algunos de sus textos como el gran poema “El infinito”. O el discretísimo apartamento de Cons-tantino Cavafis, en la calle de Lepsius, en Alejandría, que nos permite entender cómo el autor trascendió su entorno inmediato para concebir su obra poética, los 154 poemas históricos, filosóficos y eróticos, escritos entre 1910 y 1933.

Existe la categoría de las casas de escritores que encarnan el espíritu de la obra del autor y que se van construyendo arquitectónicamente en paralelo a la obra literaria. En 1930 el gran William Faulkner compró la casa, construida en 1844, que conocemos como Rowan Oak, el mitificado pueblo de Oxford, Misisipi. La casa, el jardín y los terrenos del entor-no necesitaban reformas urgentes, que se llevaron a cabo entre los años treinta y cincuenta del siglo pasado, al mismo tiempo que Faulkner redactaba muchas de las novelas que le valieron el premio Nobel de literatura en 1949.

68

LITERATURA

UN LUGAR DONDE ESCRIBIR UN MUNDO

Tras la obra de los grandes autores literarios modernos, siempre hay un escenario particular y atractivo, un lugar desde donde el autor o la autora

contempla la vida y el mundo, la materia prima de sus creaciones

por Sam Abrams

69

Exterior de Rowan Oak,

residencia de William Faulkner

—— La entrevista ideal no existe. No existe desde el momento en que, aca-bada la conversación —y eso ocurre siempre—, grabadoras apagadas y cafés apurados, sigues pensando que quedan preguntas por hacer y respuestas que nunca te darán. Del mismo modo, el en-trevistado ideal es un espejismo. Uno se contenta entonces con la frase o el titu-lar que le queda en mente. Es el milagro de la confidencia. No hay otra sensación igual en este oficio. Ese momento mági-co en que el entrevistador nota —se per-cibe físicamente, materialmente— que el entrevistado le está contando algo que no ha confiado nunca antes a nadie. La confidencia no tiene precio.

En el género de la entrevista, enten-dida siempre como una conversación —jamás un cuestionario— no hay espacio para la prisa de la primicia. No importa quién la publique antes, solo quien la ha escrito mejor. Lou Reed hizo llorar a mi predecesora en una rueda de entrevistas “porque no se lo había preparado”. En-tré yo y cambié mentalmente el orden de todas las preguntas que había previs-to. Le pregunté qué tal había dormido. El resultado fue extraordinario. Y Carla Bruni, descalza, sentada en el suelo de su casa de soltera en el centro de París, me dio la clave mientras me ofrecía una Coronita: “Respondemos mejor cuando no tememos a nuestro interlocutor. Usted podría ser mi hermana…”.

Contaba Bernard Pivot, maestro donde los haya con el programa Apos-trophes, que no hay pregunta incómo-da sino entrevistador zafio. Solo con Charles Bukowski perdió la batalla: el escritor, patético y alcoholizado ante la cámara, bebía directamente de la botella en el plató, totalmente desbor-dado durante la conversación. Porque el entrevistador debe ser algo psicólo-go, forzosamente. Cualquier pequeña variación puede dar al traste con una buena entrevista: el humor del persona-je ese día, la puntualidad, por supuesto el espacio donde se desarrolla, el tono, la gestualidad, cualquier incomodidad, por pequeña que sea, el más leve desliz, puede decidir que el entrevistado se cierre en banda, dentro de su cáscara, o se abra en canal ante un extraño.

Cuando alguna vez me han pedido —empecé a entrevistar a los 19 años y

tengo 52— que deje a un becario acom-pañarme durante la entrevista (“Para que tome nota”, te dicen) siempre me ha parecido que no entienden el proceso. No solo porque la presencia de un terce-ro —sea relaciones públicas, promotor o becario— desvirtúa el encuentro sino porque lo importante, lo realmente importante de una entrevista, no ocurre mientras transcurre la charla sino antes y después. Antes, durante las horas que comporta aproximarse al personaje, sumergirse, leer lo que otros han publi-cado de él, investigar sus puntos débiles, hablar con los que le conocen. Después —me refiero a la prensa escrita, ese pobre papel que se nos muere— cuan-do tras una mera transcripción se va puliendo, se compone, se pone orden y música a las palabras. Se crea una at-mosfera. Solo si ese antes y ese después de la conversación han sido cuidados, el resultado es fluido.

Porque otra cosa fundamental es que el entrevistado note que te has mo-lestado en conocerle. ¿Cómo te atreves a entrevistar a un escritor que presenta su último libro y se ha pasado tres o cua-tro años trabajando en él, por ejemplo, sin leerlo previamente? ¿O un director en un estreno sin haber visto su pelícu-la? Nunca he entendido ese método de llegar in albis a la cita. Me parece una falta de respeto hacia el entrevistado.

Joaquín Soler Serrano, otro primer espada en estas lides, explicaba que para lograr sus frutos en ese mítico

programa, A fondo, primero había que compartir con el entrevistado copa, cigarro o, al menos, oración. No me atrevería a postular tanto pero sí es cierto que el entrevistado agradece que tú te hayas interesado por él mucho antes de encajarle la mano. Cuando a mis inconscientes 23 años el jurado correspondiente tuvo a bien conceder-me el premio Ciudad de Barcelona por una serie de entrevistas, me anunciaron que era la persona más joven que lo lograba. Ahora sé que la gran culpable fue, precisamente, esa juventud. Un entonces espléndido Pasqual Maragall me advirtió: “Aprovecha ahora porque después, con la edad, ya no dirás todo lo que te apetezca”. Tenía razón. Esa fres-cura no vuelve, solo la ingenuidad y el entusiasmo te da fuerzas para atreverte a formular ciertas cuestiones. A veces sale bien.

Me preguntan por un entrevistado ideal al que me hubiera gustado conocer. Solo se me ocurren personajes muertos: Al Capone, Katharine Hepburn, Ken-nedy, Susan Sontag… Pero es esta otra entelequia. Porque tampoco existe el entrevistado ideal. Todo ser humano, in-cluso el más anónimo, es susceptible de encerrar una historia apasionante que debes rescatar. No hay material despre-ciable, decía Tolstoi, todos guardamos secretos dignos de conocer.

Existe un baremo conocido como el Teorema de Salvador Pàniker, según el cual “todo entrevistado acaba reducido a los límites mentales de su entrevis-tador”. Es posible lo que mantiene el filósofo. También es cierto que, a veces, algún entrevistado regala perlas sin pe-dir nada a cambio. A menudo me gusta gastar una broma a los que entrevisto diciéndoles que no se preocupen, que va a ser “un pinchacito sin dolor” porque es así como a veces se sienten ellos, vulnerables y examinados, fiscalizados. Luego, en ocasiones, lo agradecen, les resulta terapéutico soltar sus demonios. En cuanto a las frases, lo bueno, si bre-ve, dos veces bueno. Como el maestro Manuel del Arco que, además, sabía dibujar a sus entrevistados.

LA ENTREVISTA

IDEALLo realmente importante sucede antes y después de la charla, pero

una cosa fundamental es que el entrevistado note que te has

molestado en conocerle

por Núria Escur

Núria Escur es periodista de ‘La Vanguardia’ y premio Ciudad de Barcelona de periodismo

70

PERIODISMO

Bernard Pivot, el histórico

presentador del programa ‘Apostrophes’

[Foto de Remi Berli/ RAPHO]

—— La posibilidad de grabar un sonido lo cambia todo. El sonido que volvemos a oír es siempre distinto, por exacto que sea en su repetición, puesto que la disposición del oyente se altera de un momento a otro, y su reacción ante la sonoridad reencontrada forzosamente difiere del encuentro inicial. Desde tiempos antiguos se intuyó que buena parte del placer estético derivado de la audición radicaba en el reconocimiento de tonos y melodías: la rememoración sensible, se pensó, ponía al alma en co-nexión metafísica, participando del orden cósmico. La posibilidad de grabar y reproducir sonidos parece mate-rializar un deseo de antaño. Pero como el cumplimiento de los deseos depara sorpresas, con ello se modifica el modo de escuchar y de componer.

Si la gravitación en torno a una nota dominante para la composición de melodías sentidas como familiares ya había quedado dinamitada con el dodecafonismo y el intelectualismo en la composición serial, el progreso científico hizo posible otra forma de evocación aními-ca. El director Ernest Ansermet dijo que “la aparición de la melodía nos hace dejar el tiempo del mundo para introducirnos en un mundo que tiene su tiempo propio y un tiempo que cambia de medida con cada experiencia musical. Nos traslada del espacio sonoro a un horizonte espaciotemporal análogo a nuestro horizonte de exis-tencia, pero imaginario”. La música, como el resto de las artes, apunta en el siglo XX a la maltrecha subjetividad para reconocer el sentido que necesariamente se le es-capa.

La experimentación en compositores como Varè-se, Stockhausen o Boulez se centra en los estados de conciencia y la percepción del sonido —lo que le pasa al sujeto cuando es afectado por el fenómeno acústico— asumiendo el bagaje de la composición más innovadora de la primeras décadas de siglo, inspiradas en las intui-ciones musicales de un compositor como Gustav Mahler y la transmutación de géneros en el marco de la sinfonía, que representa en sí misma un mundo. Un mundo en constante cambio que incluye en su representación polidiscursiva a la paradójica huella de algo parecido al silencio a partir de masas de sonido en sutil movimiento, generadoras de la sensación de una absoluta quietud. Su-

cede en el comienzo de la primera sinfonía o en el adagio de la inacabada décima, en que voluminosas estridencias alternan con pasajes de minimalismo extático. Más próximo a nuestra época, sigue asombrando el empleo que Stanley Kubrick hiciera de las Atmosphères de Ligeti en su distopia espacial.

La revolución dodecafónica, cuyos artífices toman a Mahler como inspirador por sus desafíos de la tonali-dad, se alía con las ansias de experimentación, puesta al servicio también de la cara oscura del ser humano. Quizá no sea casualidad, dada la ambivalencia constitutiva de la música, que convivan en una misma época el control matemático de los materiales sonoros y el gusto por la aleatoriedad, tanto en el modo como los músicos habrían de interpretar la partitura como en el propio sonido que emana, por ejemplo, del piano preparado de John Cage. La repetición de células convive, en su recurrencia, con un atractivo grado de imprevisibilidad en compositores de la talla de Morton Feldman, Steve Reich o Phillip Glass, a menudo interpretados por el Kronos Quartet. La superposición de líneas melódicas en bucle contrasta con el minimalismo y la presencia del silencio, también evocado en Arvo Pärt. Todos ellos son la inspiración de los actuales Max Richter, Johann Johannson, Bryce Dressner, Nico Muhly u Olafur Arnalds.

Ya antes de estas nuevas visiones que concilian la tradición clásica y los avances técnicos, a veces incor-porando el jazz —como ocurre con Uri Caine o el joven Francesco Tristano—, la invención de instrumentos elec-trónicamente controlados supuso en su día una relación con el sonido que invertía los términos para conservar su esencia. El theremin (1920) y las ondas Martenot (1928), antecesores de la actual música electroacústica, generan una realidad física —vibración de ondas a partir de la amplificación— que habilita la manipulación y constitu-ción artificiosa del espacio sonoro. En el fondo, se asiste al cuestionamiento de lo natural o artificioso; tal y como lo evidencia la llamada música concreta, y de forma lla-mativa en el Concierto para ruidos de Pierre Schaeffer. Más allá de lo escandaloso del experimento, la grabación y reorganización de sonidos de la vida cotidiana inaugura un ámbito de inusitada productividad gracias a sintetiza-

por Jacobo Zabalo

72

CONTRA CULTURA

CUANDO LA REPETICIÓN HACE LA DIFERENCIA

La actual digitalización no cambia en esencia el método de composición musical, pero facilita enormemente su despliegue y

difusión, al no requerir de soporte electromagnético

dores y samplers: las posibilidades de modificación —matemáticamente premeditada o improvisada— son infinitas. La actual digitalización no cambia en esen-cia el método de trabajo, pero facilita enormemente su despliegue y difusión, al no requerir de soporte electromagnético.

Hace casi un siglo Walter Benjamin escribía que “la obra de arte reproducida se convierte cada vez más en la reproducción de una obra de arte dispuesta para ser reproducida”. Cierta música electrónica lleva al extremo la explotación de dicha realidad y es plena-mente consciente de la dimensión subliminal de ese arte (su afección anímica y conexión con realidades instintivas, a las que la conciencia solo tiene acceso

parcialmente). El espíritu dionisíaco, la disolución del principio de individuación reverbera, así, en la pro-puesta de Aphex Twin, que lleva la audición al límite por medio de una agresiva polirritmia en la base de percusión. Apenas hay forma de adaptarse a un frenesí que busca emanciparse de la melodía. Resta el tiempo pero se vive como un precipicio sin tregua; un torrente en perpetua e infinitesimal fragmentación que remite a un origen no tan lejano.

73

Jacobo Zabalo es doctor en Humanidades. Imparte clases de filosofía en la Universidad Pompeu Fabra y colabora con varios medios en los que publica artículos sobre música y estética

74

—— Kottarappu Chattu Kuttan ha muerto. No lo reco-nozco por su nombre, sino por la foto que publica un periódico inglés. Vestido de blanco, con la pechera car-gada de insignias y un mostacho tupido, los ojos hundi-dos y una nariz aguileña, esperaba en la escalinata con las palmas juntas a los huéspedes del Galle Face, en Sri Lanka, el hotel colonial más antiguo de Asia. El Galle Face es uno de los mil lugares que deberías ver antes de morir, según un libro y la página web que nos animó a hacer la reserva —y en la que se habían borrado conve-nientemente con Photoshop los edificios horribles que tiene detrás—.

Recuerdo los cristales de un aeropuerto entelados por la humedad. Todos querían vender algo: excursio-nes, rupias, lavadoras, neveras. Nos dejamos convencer por un hombre de zapatos lustrosos, que nos metió en su taxi. En la carretera sin arcenes, los vehículos se apelotonaban de cualquier manera y los estudiantes corrían con uniformes impolutos entre los tuk-tuks. Militares armados con rifles Kaláshnikov hacían guar-dia bajo los cocoteros junto a tenderos de fruta y, en los autobuses, la gente se descolgaba de las puertas. Nadie frenaba, se pitaban unos a otros. Había figuras de san-tos gigantes en vitrinas, budas, dioses azules o con una trompa, casas a punto de derrumbarse bajo el peso de los anuncios coloridos, perros flacos, humo y bicicletas, motos, señales de tráfico meramente decorativas. Allí se conduce por la izquierda. Y por la derecha. Y contra dirección. En el norte de la isla, seguía la guerra de los Tigres tamiles.

El jet lag ralentizaba el bullicio de los paisajes que nunca has visto. Colombo, la capital, al oeste, es la ciu-dad más fea que visitaríamos; apesta a motor, a basura podrida y a aceite frito, pero aún no lo sabíamos. ¿Por qué Sri Lanka? Hicimos rodar un globo terráqueo, lo detuvimos con el dedo y mi índice se quedó en Tissa-maharama, el parque nacional de Yala, donde cinco años antes, en 2004, el tsunami engulló a doscientas cincuenta personas. En total, más de 30.000 perdieron la vida en una zona que también se ha llamado Ceilán y Serendib y Taprobane, y Lágrima de la India, y la isla de los mil nombres. Veríamos extensos campos de cruces en su recuerdo junto a las playas paradisíacas.

Pero la gran ola tuvo piedad del Galle Face, que aún se yergue elegante, viejo lujo, apenas a unos metros del océano Índico, separado por un paseo en el que los

niños hacen volar sus cometas. Una construcción orde-nada en el caos; o por lo menos, un edificio descripti-ble. Un descanso para la vista, saturada de estímulos. El hotel se construyó en 1864. Y desde que empezó a trabajar en él hace setenta y dos años —primero como botones y luego como institución—, Kottarappu Chattu Kuttan dio la bienvenida a los turistas casi siempre británicos, así como a la princesa Alexandra de Dinamarca, o a Nixon, a Gandhi, a Arthur C. Clarke, huésped asiduo, que acabó en el hotel su última novela, 3001, odisea final. Arrastraron nuestras maletas por suelos de mármol y alfombras indias hacia un ascensor de madera barnizada que crujía al subir. La habitación era enorme, y el pachuli no ocultaba el olor a cañería y a mar. Un ventilador giraba perezoso en el techo. A las ocho de la mañana, el calor era pegajoso.

Leo que han renovado el ala clásica del hotel, que acabó el arquitecto Thomas Skinner en 1894, y cuya fachada aún se conserva. Leo que Kottarappu Chattu Kuttan murió unos meses después de la renovación. Cuando fuimos, el ala clásica guardaba aún ese aire decadente de los tiempos que se resisten a pasar, el bello encanto de lo que ya no funciona, como tampoco funcionaba una de las lámparas. Nos daba igual. Tras un sueño profundo, bajamos a comer. Sentados en el porche sostenido por columnas, éramos exploradores en un clásico del cine de aventuras, o los figurantes de un cómic de Tintín. De hecho, aunque transcurre en Tailandia, El puente sobre el río Kwai, película de David Lean basada en el libro de Pierre Boulle, se rodó en la selva de Sri Lanka, cerca de Kitulgala.

Miramos la extensa terraza en forma de tablero de ajedrez que hay frente al océano. Quedaban los restos de una boda; ondeaban las banderas, y las guirnaldas se mecían con la brisa mientras el sol caía a plomo sobre las sillas vacías. Desde aquella terraza se contemplan ocasos espectaculares en el Índico, y la gente, a veces, deja el cóctel y aplaude. Los cuervos se aproximaban amenazantes al porche dando saltos, y en cuanto un alemán intentó llevarse un sándwich club a la boca, uno de los cuervos se lo arrebató de las manos con sus garras y se fue volando. Alguien le disparó con un tirachinas.

HOTEL GALLE FACE, VIEJO LUJO EN SRI LANKA

Llucia Ramis Laloux es periodista y escritora. Su último libro publicado es ‘Todo lo que una tarde murió con las bicicletas’

per Llucia Ramis

75

GEOGRAFÍAS

76

—— Patek Philippe lleva grabada la marca de la honestidad y el compromiso, unos rasgos definitorios fruto de más de ochenta años cuidando la firma. Desde 1932, la familia Stern trabaja por la con-figuración de una Patek Philippe cada día superior a la del día anterior. Para ello, la casa ha intentado siempre no caer en las trampas del beneficio rápido y se ha mantenido infranqueable en su gran obsesión por sustentar la identidad de la manufactura. “Patek Philippe manten-drá su naturaleza de empresa familiar en los próximos años”, indicó su presidente. “Me guío por lo que he aprendido de mi padre, que ha sido un gran maestro”. Para Thierry Stern, estos rasgos son los que definen a la firma y los que le han permitido pasar, en 25 años, de medio millar a más de 1.600 personas trabajan-do para la casa, solo en Suiza, como “una gran familia”.

Thierry Stern tomó como referencia la anterior celebración del 150 aniversa-rio de Patek Philippe, la cual supuso un hito en la historia reciente de la marca. Era 1989 y la firma ginebrina asombró al mundo con el lanzamiento del Calibre 89, el reloj de bolsillo más complicado jamás fabricado. Del recuerdo de aquella mítica pieza surgía la pregunta de con qué nos iba a sorprender en esta ocasión. Conociendo el carácter reflexivo de Thierry Stern y su padre Philippe, que actualmente posee el cargo de presiden-te honorario de la firma, se podía esperar que la gran pieza presentada tuviera un importante carácter simbólico. Y, finalmente, así ha sido. “El Grandmaster Chime supone el trabajo de siete años de investigación”, apunta Thierry Stern. “Pero no hablamos solo de mecanismo. También lo hacemos del esmalte, el

grabado, el diseño y el cuidado en los de-talles”. En Patek Philippe han elaborado un producto acorde con la actual filosofía de la casa, muy enfocada en la conserva-ción y la difusión de los métiers d’art. En este sentido, el Grandmaster Chime es un reloj “total”, cuyo arte alcanza tanto el interior como el exterior de la caja.

Su movimiento incluye nada menos que 1.366 componentes, suma veinte complicaciones y su realización ha moti-vado la solicitud de seis patentes por parte de la marca. Lo vemos en su vistosa caja, para la cual se ha desarrollado un sistema basculante que permite llevar el reloj por cualquiera de sus dos caras, y lo vemos más todavía en la incorporación de cinco funciones de sonería, dos de ellas desarro-lladas para este reloj y que son novedad mundial: la alarma con indicación de sonería y la indicación también acústica de la fecha de calendario. Una absoluta obra de arte elaborada en oro rosa, con un diámetro de 47,4 milímetros por una altura de 16,1 milímetros, y de la que tan solo saldrán a la venta seis unidades.

Pero la gran sorpresa del 175 aniver-sario ha sido que el Grandmaster Chime no ha venido solo en esta ocasión. Llega casi al medio centenar de relojes. Patek Philippe ha entendido el aniversario como la ocasión perfecta para establecer un puente entre el pasado y el presente, partiendo de piezas que recuerdan a modelos históricos de la firma para aca-bar con una fantástica demostración de todas las artes relojeras que domina en la actualidad. Los amantes de las grandes mecánicas sin duda apreciarán el sofis-ticado Chiming Jump Hour, modelo en que se recupera la indicación de hora sal-tante, que Patek Philippe solo ha utiliza-do una vez en los últimos cien años, con

ocasión de su 150 aniversario. Se trata de una pieza que, por sí sola, merecería todo un artículo, ya sea para destacar su elegante diseño, la maestra ejecución de su caja de platino grabada artesanalmen-te, su dispositivo de sonería de horas o el curioso sistema de indicación saltante de las horas, minutos y segundos. Sorpren-dente también es la reinterpretación que se ha hecho del cronógrafo, una de las funciones más cuidadas por Patek Phi-lippe en los últimos diez años. La manu-factura ha tenido el detalle de diseñar este modelo tanto en edición masculina como en femenina: todo un signo de los tiempos que demuestra el auge de la alta relojería de complicación para mujer. A ellas va destinado el modelo 4675 que presentamos en estas páginas, una edición limitada de 150 piezas con caja de oro rosa de 37 milímetros y esfera opalina engastada con 12 diamantes en talla baguette para los índices. Hay que destacar que todos los cronógrafos de la colección 175 aniversario prescinden del contador de minutos para concentrarse en el uso de la función combinando la aguja de segundero con las diferentes escalas que decoran las esferas. Por úl-timo, el World Time Geneva Harbour es un ejemplo de las cuarenta referencias de métiers d’art que Patek Philippe ha presentado dentro de la colección y que suman todos los oficios artísticos que la manufactura ha conservado. Todos los modelos, muchos de ellos piezas únicas, tienen como temática común la ciudad de Ginebra, en este caso expresada en forma de vista del lago en una esfera de esmalte cloisonné.

EL 175 ANIVERSARIO DE UN MITO

Como ocurre en tantas otras facetas, Patek Philippe es un caso especial dentro de la relojería, no solo por la calidad y el prestigio de sus creaciones,

sino por la propia identidad de la manufactura

por Julián Nieto

Julián Nieto es periodista especializado en alta relojería

ESTILO

7777

Los ofendidosAntonio Muñoz Molina

Foto

del a

utor

por R

icard

o Mar

tín

—— Ahora mismo no hay manera de ser nadie si no se forma parte de un grupo que pueda recibir ofensas e indignarse contra ellas, exhibiendo una herida siempre simbólica que sin menosca-bo alguno del bienestar personal fortalezca la cohesión colectiva, la quejumbrosa identidad perseguida. Un individuo solo no es nadie; y, además, el hecho de que esté solo ya lo vuelve sospecho-so. Recuerdo un documental sobre primates superiores que vi hace años. Un grupo de chimpancés patrullaba en fila india las fronteras de su territorio. Iban cabizbajos, severos, mirando de un lado a otro, compactos en su conjura defensiva. Cualquier chimpancé de una banda enemiga o solo forastera que se atre-viese a invadir ese territorio, por voluntad o por despiste, estaría sujeto a un castigo feroz, que incluía la tortura, la amputación y en ocasiones la muerte.

Los dispuestos a sentirse ofendidos patrullan con celo seme-jante el territorio sagrado de sus ideales o de sus costumbres, o tan solo el de su sensibilidad, extremada y por lo tanto muy frágil. A ti te ofende alguien y estás solo y no tienes defensa. Pero si tienes la suerte de que te ampare una comunidad te conviertes en víctima y entonces te abriga el coro indignado y lloroso de los tu-yos. Salvo las víctimas de verdad, casi todo el mundo es propenso al victimismo, a sus emociones gratuitas y sus ventajas prácticas. Si yo soy novelista y publico una novela que recibe malas críticas y no consigue lectores me entristezco y me aguanto. Si decido que en vez de novelista soy novelista andaluz, por ejemplo, la cosa cambia. Puedo aducir que esas críticas tan negativas en realidad son una prueba del desprecio de la élite intelectual de Madrid a la literatura que se escribe en Andalucía, en la sacrosanta perife-ria, o incluso más, una prueba del desprecio de Madrid hacia Andalucía, hacia el pueblo andaluz. En ese momento ya dejo de ser un infortunado como tantos, como casi todos. Ahora soy un perseguido, y además no estoy solo. La ofensa es más grave por no ser individual: en mí se está ofendiendo a toda una comunidad, a un pueblo que lleva siglos sufriendo la opresión forastera, como casi todos los pueblos. Por lo demás, una de las paradojas de las singularidades identitarias es lo exactamente que se parecen todas entre sí.

En todo ello Internet es una gran ayuda. Antes te paraba alguien por la calle y se te quejaba en la cara de algo que habías escrito y le había molestado. Una vez, en Granada, frenó un coche a mi lado, y de él salió, interpelándome, la víctima de una ofensa mía: el hombre era un psicopedagogo al que le había molesta-do que yo comparara su especialidad con la de ufólogo o la de astrólogo. Internet ha hecho efectivo y cómodo el linchamiento

colectivo, lo que Jaron Lanier llamó admirablemente “maoísmo digital”. Algunos de los grupos de linchadores más vehementes defienden intereses en apariencia inocuos, apacibles, incluso filantrópicos. He visto cómo asociaciones de madres partidarias de la lactancia, o de defensores del bienestar animal, se encrespa-ban belicosamente con alguna articulista incauta que vindicaba el derecho de las mujeres a no consagrar su vida completa a ama-mantar a sus bebés, o contra alguien que informaba en Facebook de que había puesto en su cocina una ratonera, a fin de atrapar al correspondiente roedor.

Muy pronto ya no será posible escribir nada, decir nada, sin provocar el coro de quejas ofendidas y enfurecidas de alguna comunidad, de algún grupo numeroso o recóndito. La piadosa derecha republicana de Estados Unidos, tan partidaria de la pena de muerte y de la tortura, puso el grito en el cielo —nunca mejor dicho— cuando el presidente Obama, hablando de los terroristas islámicos, mencionó el ejemplo de las cruzadas en un recuento de las barbaridades que de vez en cuando ha provocado la fe religiosa a lo largo de la historia.

Pero mi preferido en este campo de las ofensas es Su Santi-dad, cuando después de la matanza de Charlie Hebdo aludió con pesadumbre comprensiva al peor agravio que al parecer puede sufrir nadie, que le falten a la madre. Al fin y al cabo, algo tienen en común las madres, las patrias, las religiones: que solo hay una, y además da la casualidad de que es la verdadera. Como ciuda-dano escéptico y secular me siento ofendido, pero no pasa nada porque los ciudadanos sin amparo de identidades solo tenemos el amparo dudoso de nuestra ciudadanía.

78

DE AUTOR

Publis CAT.indd 63 13/03/15 08:59

Fondo de Solidaridadde la Fundación Agbar

Fuente desolidaridad

AYUDAS AL PAGODEL CONSUMO DEL AGUA

L’aigua de la teva vida

El Fondo de Solidaridad de la Fundación Agbar es una fuente solidaria

que mana para llegar a los que más lo necesitan.Por eso, colaboramos con Cáritas, la Cruz Roja y

los servicios sociales de los ayuntamientos, para ayudar a las familias que tienen problemas para pagar la facturadel agua y, de este modo, garantizar el acceso al consumo

básico de agua a todo el mundo. Llegando allí donde podamos ayudar. Desde la puesta en marcha del fondo,

hemos beneficiado a más de 30.000 personas. Abriéndonos camino, como el agua.