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IBARGUENGOITIA: LA SATIRA HISTORICO-POLITICA POR FEDERICO CAMPBELL Ciudad de Mexico Cuando en un accidcnte dc aviacion murio Jorge Ibargiicngotia ccrca de Madrid, cl 27 de novicmbre de 1983, hubo quo discernir do inmediato, para los fines dc una nota nccrol6gica, tres o cuatro palabras quo definicran su obra. El redactor del obituario se rcfirio cntonces al humor, la ironia, la parodia y la satira. Mas quo un humor involuntario, quc el cscritor, nacido en Guanajuato cl 22 de cncro de 1928, nunca asumio cabalmente, al articulista Ic intercsaba rcscatar cl "chispazo del sentido comun quc de pronto aparecia en los textos del autor al rematar una frase o un dialogo. El lugar comun periodistico no podia cludir que la mucrtc, mis alli de la pena y la rcsignaci6n, ponia cl definitivo punto final a una obra quc se gest6 en los dificiles caminos del teatro y se amplio lucgo, con mayor felicidad, en los senderos de la novela y la cr6nica periodistica. La subita dcsaparicion del escritor mexicano -autor de las novelas Los rcldmrpagos de agosto (1965), Maten al leon (1969), Las muertas (1977), Dos crimenes (1979), Los pasos de Lopez (1982 los cuentos La ley de Ilerodes (1967); la tragicomedia El atentado (1978), y las cr6nicas Viajes en la America ignola (1972)- impidio por el momento haccr un dcslinde entre la obra -cerrada ya, concluida- y la personalidad literaria que en vida distinguio al escritor. Uno sentia muy presente cl caricter de Jorge Ibargiicengoitia al leer sus libros. Uno sentia que por ahi se asomaba el hombre, el nino malicioso y serio quc no mataba una mosca, cl solitario y dcsvclado artesano que en la madrugada combatia furioso con las palabras, dctras de su maquina de escribir, y de repcnte se detenia para rerse a solas, para permitirse esa sonrisa secreta que nunca concedio al ojo de los fotografos. Sc decia uno entonces que, finalmentc, una escritura es como una persona: puede gustar o no, simpatizar o no, decirle a uno nada, poco o mucho. Mas al la del texto, aparte del libro, al margen de los datos biogrificos que nos ofrece la solapa, sobrevive un mundo inaprensible, que solo en parte logra transmutarse en litcratura, algo indefinible que en la memoria solo da el personaje del escritor. Por

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IBARGUENGOITIA: LA SATIRA HISTORICO-POLITICA

POR

FEDERICO CAMPBELLCiudad de Mexico

Cuando en un accidcnte dc aviacion murio Jorge Ibargiicngotia ccrca deMadrid, cl 27 de novicmbre de 1983, hubo quo discernir do inmediato, para losfines dc una nota nccrol6gica, tres o cuatro palabras quo definicran su obra. Elredactor del obituario se rcfirio cntonces al humor, la ironia, la parodia y la satira.

Mas quo un humor involuntario, quc el cscritor, nacido en Guanajuato cl 22de cncro de 1928, nunca asumio cabalmente, al articulista Ic intercsaba rcscatar cl"chispazo del sentido comun quc de pronto aparecia en los textos del autor alrematar una frase o un dialogo. El lugar comun periodistico no podia cludir quela mucrtc, mis alli de la pena y la rcsignaci6n, ponia cl definitivo punto final a unaobra quc se gest6 en los dificiles caminos del teatro y se amplio lucgo, con mayorfelicidad, en los senderos de la novela y la cr6nica periodistica.

La subita dcsaparicion del escritor mexicano -autor de las novelas Losrcldmrpagos de agosto (1965), Maten al leon (1969), Las muertas (1977), Doscrimenes (1979), Los pasos de Lopez (1982 los cuentos La ley de Ilerodes (1967);la tragicomedia El atentado (1978), y las cr6nicas Viajes en la America ignola(1972)- impidio por el momento haccr un dcslinde entre la obra -cerrada ya,concluida- y la personalidad literaria que en vida distinguio al escritor. Unosentia muy presente cl caricter de Jorge Ibargiicengoitia al leer sus libros. Unosentia que por ahi se asomaba el hombre, el nino malicioso y serio quc no matabauna mosca, cl solitario y dcsvclado artesano que en la madrugada combatia furiosocon las palabras, dctras de su maquina de escribir, y de repcnte se detenia para rersea solas, para permitirse esa sonrisa secreta que nunca concedio al ojo de losfotografos.

Sc decia uno entonces que, finalmentc, una escritura es como una persona:puede gustar o no, simpatizar o no, decirle a uno nada, poco o mucho. Mas al ladel texto, aparte del libro, al margen de los datos biogrificos que nos ofrece lasolapa, sobrevive un mundo inaprensible, que solo en parte logra transmutarse enlitcratura, algo indefinible que en la memoria solo da el personaje del escritor. Por

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eso la imagen que nos formamos de 61, en un juego de equivocos pirandelliano, nosiempre cs la misma imagen quc 61 cree que tenemos de 61, y ni siquicra una imagenparccida a la que nosotros suponemos que los demas se hacen de 61. Y en esaambigiicdad germina precisamente, se pule y madura con los anios, la riqueza y clestilo dc un inventor como Jorge Ibargiicngoitia.

Su scntido del humor, tan dificil de conscguir en la prosa castellana, cs algoque se le da sin proponcrselo, algo que esta en 61 desde siempre, como su altaestatura ffsica, tal y como a otros hombres se les da la calvicie, y no tanto clproducto de una elaborada naturalidad literaria; parece proceder mas bien de uncscritor malhumorado, o por lo mcnos, de alguicn que no hace ostcntacion de sualcgria dc vivir. Sin embargo -y pocos discntirin de esta opinion-, cl suyo csun humor mas cerca dcl negro que del blanco. Podria discernirsc, inclusive un tono"ibargiicngoitesco" del humor.

"Mi interes nunca ha sido haccr reir a la gente, en lo mas mfnimo. No creo quela risa sea sana ni intcrcsante ni qu Ilene ninguna funci6n literaria. Lo que a mime interesa cs prcsentar una vision de la realidad como yo la vco. No me sicntocompromtido con la risa, ni cntregado a ella, y no crco ni siquicra quc la risa seabucna", dijo Ibargucngoitia a Rene Delgado, en una entrCvista incluida en Losescritores (Editorial Proccso; Mexico, 1982).

"Yo escribi esos articulos Cn Excelsior, mais de 800, quc no cstan mal del todo,pcro quc no ticncn el nivcl de la novcla. Entiendo quc muchos de ellos sonchistosos,pero me nicgo absolutamenteca aceptarel titulo dc humorista", concluyd.

Gustavo Garcia, al prologar una edicion de La ley de Ilerodes, en la editorialPromcxa, reconoce quo Ibargiiengoitia accrt6 a "ver explotar las posibilidadescriticas o desmitificadoras del humorismo", lo cual no deja de scr un merito en clpanorama dc la literatura mcxicana, en la que no han abundado "los casos decscritorcs que asuman los ricsgos y beneficios de la burla, la parodia, y la ironiacomo armas literarias".

Un cnsayo litcrario no es un alcgato juridico. No sc pucde demostrar con unpirrafo o una frase quc cl humor predomina en la obra de cierto autor, porquegeneralmente esta distancia humoristica, este escribir de lado y con ironia,proviene del contexto global de las situaciones y los pcrsonajes. Una proposicidnliteraria, ya lo sabia Montaigne, evoca, sugiere, insinda, como advicrte Octavio Pazjustamcntc en su aprcciacion deLas muertas (en Mexico en la obra de Octavio Paz.II. Generaciones y semrblanzas; Ed. FCE; Mexico, 1988):

Al leer ciertos pasajcs deLas muertas, precisamente los mas crueles y tcrribles,no podemos evitar la risa. El humorista es siempre un moralista. Serio comoBuster Keaton, Ibarguiengoitia nos hace reir. La risa es una defensa contra lo

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intolerable. Tambidn es una respuesta al absurdo. Una respuesta no menosabsurda. Pues lo verdaderamente c6mico es que todo sea como es; la maldad esdoblemente terrible porque no tiene pies ni cabeza.

ESCRIBIR CANSA

Entre encro de 1969 y julio de 1976, Jorge Ibarg(icngoitia escribi6 doscolumnas a la semana en al diario Excelsior. Primero colaboraba los martes y losviernes. Lucgo cambid los marntes por los lunes. Los viajes, Coyoacin (su barrioen la ciudad de Mexico), el homnbre asediado por cl crecimiento y el absurdourbanos, la impertinencia de algunos espacios arquitect6nicos (como el de CiudadUniversitaria), cl oficio de escritor, fucron temas de los mis frecuentes en susdcscnfadados ensayos periodisticos.

No deja de scr una ironia del destino que muchos de sus articulos hayanversado sobre los viajes en avi6n, los aropucrtos, los pasajeros: "Quicro ir a Paris,pero si los motores fallan, voy a acabar en el comedor de una casa de Ia coloniaLorenzo Boturini". En "El progreso del pasajero adreo", "Fin del progreso,principia acropuerto", "Contra las ganas de irse de aquf", Ibargilengoitia sesolazaba aprovechando esa situaci6n particular, teatral, que suele darse entre losviajeros encerrados en un jet, una sala de espera o una aduana.

Vuelo BA 141, espere aquf. Eran las doce del dia. Las salas del aeropuertointernacional de Londres estaban repletas. El ambiente era de terminal decamiones de segunda, en visperas de la Candelaria. Unas seioras, de las mejoresfamilias de Raipur, con pedacitos de oro incrustados en las narices, como verrugasartificiales, y mandiles encima del sahari, andaban recogiendo los vasos sucios.

Los mexicanos nos distinguimos a veinte metros por la papada, los cachetitos,la tendencia a llevar sacos de Tlaxcala, o bien a comprar sacos de cuero, loszapatos son inconfundibles pero indescriptibles. La mujer mexicana que viaja sepasa el tiempo contando las maletas y los nifios. En una mesa estaba una seioramexicana meti6ndose sandwiches en la boca como quien mete tablas en una sierraelctrica.

La primera vcz que Ibargilengoitia se subid en un avi6n grande -s6lo habiavolado antes en avioneta- le pareci6 la experiencia mis elegante que habia tenidoen su vida.

Era un Constellation de Air France. Al subir por la escalerilla y entrar en elavi6n me encontr6 con una de las mujeres mis bellas y mejor vestidas que habiayo visto.

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Al rato vino y me ayud6 a ccrrar el cintur6n de seguridad. Mis tarde, en plenovuelo, rcgres6 a preguntarme si queria yo champaija o vino, despuds, a ponermeuna almohada, cuando amanecid me dio caf6 con leche. Baj6 del avi6nsinti6ndome millonario.

Hacia uno siete horas a Nueva York. Para cruzar el Atlintico habia que haccruna escala en Gander -Terranova- y otra en Shannon -Irlanda-. Losasientos de los aviones eran de una cosa que parecia cuero, mucho mis ampliosque los que so usan ahora. Habia pocos pasajeros para cada sobrecargo. Lassobrecargos eran Ila crema y nata de las miles de mujeres j6venes y guapetonas queaspiraban a una vida emocionante -- el avion estaba siempre en peligro decaerse-, apasionada -ratos libres en brazos del copiloto-, instructiva -seconocian tierras muy raras y costumbres extraias-y bien remunerada. Nadic sehabia dado cuenta de que el oficio de sobrecargo es muy cansador y requiere lashabilidadcs combinadas de mesera, equilibrista y nana.

Tambin solfa ocuparse sobre la vida comin y corriente del escritor. Tenfa unavisi6n -unos la llamaban veneno, otros mala leche- muy personal de laproducci6n literaria, cl 6xito, el plagio, yen ella brillaba de pronto el menos comGnde los sentidos: cl sentido comdn: Rulfo dice que no escribe porque los libros nodcjan. Pero dejaban mucho menos hace veinte afios, cuando Rulfo escribi6 losdos que ha escrito.

Recientcmenc Guillermo Sheridan ha preparado para las editoriales Vuelay Joaquin Mortiz tres volmirenes que recogen lo mcjor de la obra periodistica deJorge Ibargtiengoitia.

Dice Sheridan:

Son dos mil cuartillas que trazan un doble mapa: uno, sentimental e ir6nico, delo que significa vivir en M6xico (es decir: de lo que significa padecer la ciudady la provincia, viajarlas, comer, beber, votar, recordar, amar y aborrecer); otro, clque se desprende de la mirada singularisima, aut6noma y esceptica, del hombrequo ve al pafs y que se ve a si mismo mientras lo hace. Si algunos de los sucesosque, en la d6cada de 1970, incitaron a Ibargilengoitia, pueden considorarsecaducos, no tardaremos en reconocor que la manera de convertirlos en literaturaIcs agrega un valor mas que propio.

La sccci6n on que Sheridan rescata algunas de las reflexiones deIbargijengoitia sobre cl quchaccr literario lieva el titulo de "Escribircansa" y on ellapueden rastrearse no pocas interesantes observaciones.

Cuando Ibargiengoitia comenta que a Gabriel Garcia Marquez se lec andareprochando que no escriba una novela "que viene platicando desde hace cincoafios y segin parece cs scmejante a la que acaba de publicar Carpentier", afirma que

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cl asunto le interesa porquc, por un lado, se refiere al concepto de producci6nliteraria, por otro, al de 6xito, y por ultimo, al de plagio.

Garcia Mirquez se tard6 toda su vida, hasta 1966, en escribir un libro. Todasu obra anterior no es mis que bocetos de Cien anios de soledad. ZQue mis se lepuede exigir? Yo, francamente, creo que nada. Lo que hizo es perfectamentesatisfactorio, y todo lo demas -si hay mas- sera ganancia.

Abel Quezada le reprocha a Garcia Marquez que ande platicando su novela yno la escriba. Yo no veo en esto fraude ni holgazanerfa. LHace mal un escritoren platicar la novela que no puede escribir? Yo creo que no. Al contrario. Yo,cada vez que cucnto la mia, le descubro nucvos aspectos al tema, elimino partessuperfluas, etc. LQue alguien la puede plagiar? Esto ya es otro punto.

Yo creo que la idea de plagio en America Latina es mas aguda que en otroscontinentes. Como la idea de virginidad. Si alguien ya toc6 un tema, el de juntodice: 'inservible lo habeis dejado, para vos y para mi'.

,No acuso Asturias a Garcia Marquez de plagiarlo? LNo dijo que Cien anios desoledad era una calca de Las ilusionesperdidas de Balzac? Pero si a csas vamos,hay mas semejanzas entre El senfor Presidente y Tirano Banderas -siendo dstamucho mejor- que entre las otras dos novelas.

Pero en resumidas cuentas, 4 qu6 es plagio? Yo creo que plagiar es coger unmanuscrito del escritorio de alguien y publicarlo con otro nombre. Un escritor detalento, con voz propia, como el mismo Asturias -aunque la voz de este ultimome parezca execrable- plagia todo, porque entra a saco en la vida, y no plagianada, porque todo lo transforma y lo presenta segun su vision peculiar.

LOS PASOS DE JORGE

Como otros escritores, como Eric Ambler, Dostoiewski, Carlo Emilio Gadday Max Frisch, Juan Benet o Vicente Lefcro, Jorge Ibarguicngoitia estudio ingenie-ria civil, pero como dice cl propio Lefiero en un estudio inddito titulado "Los pasosde Jorge",cl autor de Dos crimenes "tcrming cambiando los numeros por laslctras".

Vicente Lciero sigue la carrera de Ibarguengoitia como dramaturgo, analizala detcrminante importancia que en el despertar de su vocacion literaria tuvoRodolfo Usigli, y reficre c6mo tambien el maestro (autor de El gesticulador,Corona de sombras) tuvo que ver -acaso involuntariamente- con el hecho deque a principios de los anios 60 el escritor renunciara al teatro y pasara a la novela.Leicero da cuenta de los tiempos de gestaci6n, y de los incidentes de escenificaci6n,de Susana y ldsjovenes, Clotilde en su casa, Ante varias esfinges, y aventura lahip6tesis de qde, en por lo menos tres cuentos, Jorge Ibargliengoitia se refiere a surclacion amorosa con la escritora Luisa Josefina Hernaindez. Escribe Lefiero:

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Se sabe de esta relaci6n por los cuentos inconfundiblamente autobiogrificos delguanajuatense, nunca por confesiones directas. Ni en entrevistas ni en declara-ciones Ibargiiengoitia aludi6 jamis a Luisa Josefina, pero lo hizo implacable-mente, sc podria decir impidicamente, en relatos que pese al disfraz de lo literariotraslucen las incidcncias de aquella pasidn tormentosa.

En ececto, como anota Gustavo Garcia, entre los temas que so barruntan on lasprimeras obras do Ibargicngoitia toma forma el de la imposibilidad amorosa y, apartir dc ahi, el del miedo a la traici6n sexual. "El universo de Ibarguingoitia esci de las pequcfias frustraciones o los actos irreflexivos", es decir: cl mundo delpobre diablo, observa Gustavo Garcia.

"Yo entr6 en la Escucla de Filosofifa y Letras, que entonces estaba en M ascaroncs,y alli la conoci. Ni yo cle gustaba a ella, ni clla me gustaba a mf; ni yo lesimpatizaba, ni me simpatizaba ella. A Julia le gustaban los hombres esmirriadosy muy cultos, asi que me consideraba un ingenierote bajado del cerro a tambora-zos. yo, por mi parte, pensaba quc a ella le faltaban pechos, le faltaban piernas,le faltaban nalgas y le sobraban dos o tres idiomas que ella crefa quc hablaba a lasmil maravillas", dice el narrador-personaje de "La vela pcrpctua".

Cuenta Leficro quo on julio de 1984, ya mucrto Ibargiiengoitia, un grupo de laUniversidad Veracruzana mont6 Clotilde en su casa, on los corredores de una viojacasona de Jalapa, "con sorprendente fidelidad al texto y una buena comprensi6n doese estilo naturalista, siempre en medio tono, que caracteriza al teatro doIbargicngoitia y quo los directores do su ticmpo no lograron entender".

Cuando Ibargingoitia concluy6 Ante varias esfinges, obra en la quo teniapucstas todas sus espcranzas de convertirse en un gran dramaturgo, envi6 doinmediato una copia a su macstro Rodolfo Usigli, que on ese ticmpo trabajaba comoembajador de Mexico en El Libano. La respuesta de quien lo habia considerado"cl mjorde sus alumnos", el "otro talento gricil, tras el mio", tard6 muchos messon Ilegar y cuando lleg6 result6 un cubetazo do agua helada en las ilusiones deljoven dramaturgo. En una carta fochada en Beirut cl 7 de diciembre de 1957, UsigliIc criticaba su "mal gusto" en el uso dcl lcnguaje: "No s6lo describe ustod en el misdesdcfioso descuido, sino que ahora incurre en cantidad de anglicismos decomposici6n al grado de quo en momentos parece que esti uno leyondo una muymala traducci6n de Tennessee Williams."

No so sabe hasta qu6 punto Ibargiengoitia cmpez6 en ese momento adesencantarse del tcatro. Pese a la carta de Usigli, que contest6 con dignidad yclegancia, persisti6 unos cuantos ailos mis cn los terrenos de la dramaturgia, estavez de carictcr "hist6rica": compuso una comedia sobre cl asesinato del general

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Alvaro Obreg6n, El atentado, y lo que empezo imaginando como tcatro historico"muy serio", dice Lenicro, termin6 sicndo "una regocijante farsa historica", cuyainvestigacion historiogrifica Ic permitio descubrir la veta inagotable de la historianacional mas recicntc y lo condujo mas tarde, en 1964, a escribir su novela Losreldmpagos de agosto.

Sin saber, acaso, que se despedia del tcatro prepar6 tambien La conspiracidnvendida, en la que reconstruye, con personajes libremente inventados, peroalusivos a cicrtos heroes oficiales, el episodio que precipita la independencia deMexico en 1810 y que habria de ser la idea y el germen de su iltima novela, Lospasos de Lopez.

A pesar del exito de El atentado, que le merecio el prcmio de la Casa de lasAmericas, en La Habana, en 1963, Ibargiengoitia dio finalmente el viraje:

El atentado me dej6 dos beneficios: me cerr6 las puertas del teatro y me abri6 lasde la novela. Al documentarme para escribir esta obra encontrd un material queme hizo concebir la idea de escribir una novela sobre la iltima parte de larevoluci6n mcxicana basindome en una forma que fue comun en esa dpoca enMexico: las memorias de general revolucionario.

Descubri centonces las posibilidades de la parodia, y si la farsa, como dice, le"ccrro las puertas del teatro", fue porque su pucsta en escena en M6xico no cont6con el entusiasmo de la critica. Sc fue alejando de los escenarios como autor, perose mantuvo unos afios mas como critico en las paginas de la Revista de laUniversidad de Mexico, desde la que practicaba una satira despiadada, disimuladaa veces en una amarga ironfa. Una vez, entre una y otra critica, desliz6 uncomentario que lo divorciaba ain mas de su escuela literaria original: "Tengofacilidad para el dialogo, pero incapacidad para establecerlo con gente de teatro."

En la acuciosa y amorosa investigaci6n de Vicente Leiero, "Los pasos deJorge", Ibargiiengoitia se ve citado diciendo que Los reldmpagos "cambio mi vida,porque me hizo comprender que el medio de comunicaci6n adecuado para unhombre insociable como yo es la prosa narrativa".

Y dice de si mismo:

En el rostro del autor se notan las huellas del tiempo: ha engordado, haencanecido, tiene papada, pero vive feliz. No tiene deudas ni se siente olvidadoni es dcsconocido y, sobre todo, no es dramaturgo. Hace diccisiete anios descubridque, aunque puede escribir obras de teatro con relativa felicidad, su caracter nose presta para tratar con gente de teatro: ni entiendo lo que ellos dicen ni ellosentienden lo que 61 les quiere decir.

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LA PARODIA Y LA SATIRA

Ha habido en M6xico, en los iltimos ailos, y ciertamente en las obras demadurez de Jorge Ibargiengoitia, una pasi6n por la historia. Muchos historiadoresque se formaron junto a Daniel Cosio Villegas adquirieron el hibito de expresarsecon amenidad y sencillez, siendo el caso mis notable el de Luis Gonzilez, autor dePueblo en vilo e Introduccion a la microhistoria. Algunos discipulos de esteultimo abordan hoy la historiograffa con la idea de que "la historia es una novelaque sucedi6" y escriben, en consecuencia, con la expresividad del buen narrador.Trabajos de historia"serios" y novelas "scrias" empieczan a compartir una obsesi6nformal: hay que hacer ver lo que so narra o contarlo bien, con gusto por las palabrasy fe on la imaginaci6n. Finalmente, no importan cl color de la novela ni el de lashistorias, segin ha dicho E. L. Doctorow cn otro lugar: lo inico que hay esnarrativa.

Pero si bien Ibargucngoitia es contemporineo de estos historiadores quequicren escribir como novelistas y de ciertos hombres de letras (como Fernando delPaso), a quicnes les ha dado por meterse en los archivos propios del historiador, clsuyo siempre fue un proyccto distinto. Siempre se mantuvo mis cerca de laliteratura que de lIa historia. No le obsesionaba la precisi6n de los datos ni cay6nunca en el fetichismo de los documentos. Le atrafan mis las situacionesinvoluntariamente c6micas c improvisiblemente dramiticas de los personajeshistoricos.

La idea de que los hechos y la ficci6n portenecon a provincias distintas,separadas y opucstas, fue un sofisma que nunca quit6 ci suciio a JorgeIbargiengoitia. No so paraliz6 entre la informaci6n y la imaginaci6n. Nonecesitaba dcl dato para dar rienda suolta a su escritura. Lo que 1 asumi6 con rigorfue, por encima do todo, un respoto a la composici6n dramatica, en el sentido misaristot6lico de la expresi6n; a las relaciones dramiticas de los personajes a losproblemas con que estos entraban en relaci6n, mis que a los hechos desnudos yoficiales de la historia patria. Su capacidad do invenci6n procur6 mis imaginar losacontecimientos y a los protagonistas reales no como fueron sino como pudieronhaber sido, croindoles alrededor una verdad mis humana y plausible que lapetrificada por la "historia de bronce", la historia de las estatuas del poder, alas quetambin ha contribuido a dinamitar Luis Gonzalez do otro modo.

Al parodiar la novela de la Revoluci6n Mexicana, y especialmento los librosde memorias que siempre configuran al narrador personaje que se retrata a simismo, Ibargicngoitia consigui6 una eficacia narrativa irreprochable. "El estilo ylos objetivos dcl autor son casi subversivos en su capacidad de parodiar; los pobresdiablos ya no son bur6cratas o intelectuales pequlio burgueses, sino los militaros

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revolucionarios del norte que, al triunfo del carrancismo, se instalaron como laclase gobernante, los heroes oficiales", dice Gustavo Garcia.

Composicidn escrita. a semejanza de otra, trastocamiento ir6nico de unaforma ya codificada como seria, la parodia de Jorge Ibargilengoitia quicre y lograscr policiaca en Dos crimenes, triunfa como falsas memorias revolucionarias enLos reldmpagos de agosto, procedecomo novela rosa en Estas ruinas que ves, tienela agilidad y la frialdad de una novela de aventuras en Los pasos de Lpez , la notaroja o la cr6nica policiaca en Las muertas, a medida en que va enriqueci6ndosede ese fil6n de la historia que nunca se habria acabado el autor, asi hubiera vividocien afos.

Puede, por tanto, inferirse que al quitar una mascara y encontrar detras otrasobre el rostro de la sociedad mcxicana, Jorge Ibargiengoitia va organizando unastira hist6rico-politica sobre la grandilocuencia y la gesticulaci6n solemne de losprotagonistas mis comunes de esa clase media, intelectual o gobernante, provin-ciana y simuladora. No se puede tomar en scrio ni a esa sociedad ni al pals en clquc cle toc6 naccr y vivir.

La terrible sabidurfa narrativa de Jorge Ibargiengoitia se revcla ahora, ailosdespues de su mucrte, cuando sus obras -bombas de tiempo--, se leen comotranscripciones de la realidad mexicana, o cuando los simulacros de la vida politica,por ejemplo, parccen mis exagerados y absurdos que los que pint6 Ibargtiengoitia.

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