HUMANIZAR EL HACER Simoné Malacchini · 178 DISEÑA EMERGENTES 179 HUMANIZAR EL HACER HUMANIZE THE...

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179 DISEÑA EMERGENTES 178 HUMANIZAR EL HACER HUMANIZE THE MAKING Observar propuestas que cues- tionen lo establecido a través del diseño, que abran preguntas y que funcionen como un ente movili- zador, viene a ser una necesidad ante un contexto donde algunos aún se encuentran atados a un producir autómata, muchas ve- ces carente de sentido profundo. En esta línea, y desde diversos lugares, a continuación se presen- tarán los trabajos de Taller Mano Alzada y Estudio Prado, poniendo énfasis en un hacer “humaniza- do” donde adquieren relevancia los oficios y lo análogo vinculado a técnicas y materiales nobles. No es novedad decir que nos encontramos en una realidad que día tras día nos ubica en un modelo enajenante donde pare- ciera ser que el leitmotiv estu- viese centrado en una finalidad productivista basada en índices monetarios en desmedro del bien común. Si bien este discurso ha pasado a ser prácticamente un lugar común, es en parte el ca- talizador de una contra respues- ta que expresa un malestar social desde donde se tiende a repensar ciertas realidades ya estable- cidas. Así es como aparece, en grupos más críticos, la necesidad de detenerse para reevaluar el hacer, tanto desde una mirada individual como colectiva. Si en los noventa nos encon- trábamos de lleno en la cultura del “tener”, hoy se intenta dar un giro hacia la cultura del “ser”. Lo anterior no deja fuera a la disciplina del diseño, sobre todo si pensamos la estrecha relación de esta con la cultura material. En respuesta a este escenario se observan tendencias como el DIY (Do It Yourself), el coworking (o trabajo colaborativo) y el down- shifting, que apunta a vivir bien con lo necesario ralentizando la velocidad frenética del diario vivir. En concordancia con el de- nominado giro hacia la “cultura del ser”, aparecen ciertas ansias de humanidad que muchas ve- ces se han ido traduciendo en una revisión de los oficios. Es- tos acercarían la práctica del diseño a lo humano, expresado en técnicas que se alejan de la producción en serie y que se vin- culan a lo análogo. Inserto en este contexto se encuentra el trabajo del Taller Mano Alzada, cuyos integrantes se definen como un colectivo que propone salidas gráficas en las que canalizan el sentir ciudada- no. Su línea de acción se centra en producir material gráfico a partir de un discurso basado en la contingencia, material que luego es sacado a la calle. Como colectivo, propician la horizon- talidad al evadir expresamente todo orden jerárquico. De este modo, las decisiones son consen- suadas por los 18 integrantes que hoy lo conforman. Taller Mano Alzada se origi- na en 2005, en el contexto de las movilizaciones estudiantiles, cuando un grupo de estudian- tes, en su mayoría de Diseño de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, se apropia de una sala para diseñar y producir carteles con consignas alusivas al movi- miento. La actividad del colectivo continúa intermitentemente, re- novándose a medida que pasan En cuanto a la técnica, de- claran que debe existir una co- herencia con el discurso y el contexto, el que relacionan di- rectamente con la serigrafía ma- nual. En contraposición, la grá- fica digital deshumanizaría todo proceso volviéndolo genérico. Por lo mismo, como taller pro- ponen alejarse de los «medios maquinistas» que operarían bajo la lógica de la enajenación. La importancia del oficio es- taría en ser forjador de lazos comunitarios e indicio de un conocimiento heredado, donde la honestidad tras la expresión de la mano es el sello que otor- ga lo análogo. Se produciría un traspaso directo de energía, re- flejada en la unicidad de cada pieza gráfica, donde se hace presente la imperfección como característica humana. Ocurre, por tanto, una mirada horizontal a través del afiche «imperfecto», reconociendo «lo humano» en el error y ubicando a la gráfica a la misma altura del interlocutor. Desde otro lugar opera Estu- dio Prado, alter ego de Nicolás Hormazábal, diseñador indus- trial que ha decidido no utilizar su nombre personal debido a la intención de despojarse de la autoría. Dicho estudio propone un producto alejado de la in- dividualidad, persiguiendo una impronta centrada en solucio- nar necesidades específicas por sobre el diseño «de autor». A partir de propuestas de lí- neas simples, Estudio Prado trabaja tanto en el área de la comunicación visual como en el de la objetualidad. Es sobre todo desde esta última que ha desarrollado una propuesta que bien podría tener como concepto fundante la honestidad. El mobi- liario aparece a simple vista como un objeto desnudo, generando un reconocimiento inmediato de ofi- cios que se agolpan en nuestra retina, oficios muchas veces hoy aplastados por la sobrefactura presente en la mayoría de los objetos en que prima un supues- to valor estético por sobre uno funcional; por otra parte, oficios olvidados, dada su permanente presencia en lo cotidiano, al pun- to que se funden en nuestro ima- ginario, haciéndose invisibles. Así es como recordamos piezas que bien podrían ser parte de la car- pintería o técnicas que recuerdan el mobiliario escolar. En esta sutileza de la línea, Estudio Prado despoja a la forma de cualquier elemento superfluo que pueda interferir en la fun- cionalidad principal. La voluntad férrea de no trabajar generando nuevas necesidades, sino dando solución a aquellas exigencias básicas ya existentes, se traduce en una revisión de los objetos esenciales llevados a una forma funcionalista práctica. A par- tir de una investigación formal asociada a los materiales según el contexto local, incorpora una metodología rigurosa centrada en el proceso donde finalmente el objeto se limpia de lo accesorio dejando solo «lo necesario». Así, dentro de «lo necesario» aparecen también, como motor de trabajo, las ansias de incitar a la pregunta a través de sus pro- ductos. De esta manera, Estudio Prado determina ciertos detalles formales que se usarán para guiar a las preguntas que generará en el interlocutor. Esto se traduce en dejar a la vista el proceso de ar- mado que comprende el uso de ensambles y tornillos, donde la decisión de dejar estos últimos a la vista recae en facilitar futuras reparaciones a partir del uso de un lenguaje común y cotidiano, además de introducir a la persona en el proceso de reflexión detrás del mismo objeto. Con lo anterior, se plantearía una forma más hu- mana de ver el producto, en la que se integra al usuario de manera horizontal llevando el objeto a un nivel más cotidiano y simple. Hay una intención de no sobrevalorar el objeto, sino que mostrarlo tal cual es. Esto se vincula con el uso de materiales que se encuentren «a la mano» en el contexto local. Hay una conciencia de parte del estudio de trabajar con lo que existe en el país, una visión de realidad que responde a la op- ción de producción real de cada producto según la industria local. Finalmente, y en parte como era referido en Taller Mano Alza- da, Estudio Prado también decla- ra al «error» como protagonista del proceso. Este viene a ser un motor humano que va proyec- tando la forma y que incita a una respuesta constante. diversas generaciones de estu- diantes, no siempre ligados a un espacio puntual. Debido a las grandes movilizaciones del 2011, nuevamente ocupan una sala de la Facultad, la cual perdura hasta hoy como espacio fijo de trabajo. El grupo humano que man- tiene vigente al colectivo se hace cargo del legado a través de un traspaso de recambio generacio- nal. Mantener un espacio físico estable en una sala de la uni- versidad se erigiría como un acto simbólico que recoge una visión política en sí, asociada a la ocu- pación del espacio. Más allá de los colores políticos o de una vi- sión partidista, existe como base un cuestionamiento constante de lo establecido, donde el espacio permite la construcción de un pensamiento crítico común. Las piezas gráficas, en su mayoría afiches «colectivos», nacen de un proceso de trabajo grupal, dejando de lado la au- toría personal. El mensaje, di- rigido a la «masa popular», in- tenta descubrir puntos de vista críticos que se hagan cargo del malestar social. Así, aparece una fuerte crítica a la educación de mercado, lo que se expresa en dos principios del taller: la educación horizon- tal tendiente a la autoeducación (la no jerarquía y retroalimenta- ción de conocimientos comparti- dos en colectivo) y la autogestión, basada en la autonomía y gestión de recursos mínimos. Esto se ve reflejado en la organización de diversas actividades, como ta- lleres y workshops o incluso un ciclo de cine, donde el colectivo se abre a la comunidad más allá de la Facultad. Simoné Malacchini Diseñadora Pontificia Universidad Católica de Chile Académica Departamento de Diseño, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile. Designer, Pontificia Universidad Católica de Chile _ Professor, Design Department, Faculty of Architecture and Urban Studies, Universidad de Chile. El siguiente artículo presenta dos iniciativas enfocadas en humanizar el mundo material, desde el diseño, con una mirada crítica y apegada a la sociedad. Tanto el colectivo Taller Mano Alzada como Estudio Prado son propuestas de diseño que dialogan con la revisión de los oficios y una consecuente contra respuesta análoga, enfoque que se observa como una tendencia mundial ante una realidad deshumanizada. The following article presents two initiatives aimed at humanizing the material world, from design, with a critical outlook and rooted in society. Both collectives, Taller Mano Alzada and Estudio Prado are design proposals that converse with the revision of the trades and a consistent analogue counter-response, approach that is observed as a global trend vis-à-vis a dehumanized reality. Oficios _ análogo _ humanidad _ autogestión _ contracultura _ cultura del ser. Trades _ analogue _ humanity_ self-management_ counterculture _ culture of being. DNA

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HUMANIZAR EL HACERHUMANIZE THE MAKING

Observar propuestas que cues-tionen lo establecido a través del diseño, que abran preguntas y que funcionen como un ente movili-zador, viene a ser una necesidad ante un contexto donde algunos aún se encuentran atados a un producir autómata, muchas ve-ces carente de sentido profundo.

En esta línea, y desde diversos lugares, a continuación se presen-tarán los trabajos de Taller Mano Alzada y Estudio Prado, poniendo énfasis en un hacer “humaniza-do” donde adquieren relevancia los oficios y lo análogo vinculado a técnicas y materiales nobles.

No es novedad decir que nos encontramos en una realidad que día tras día nos ubica en un modelo enajenante donde pare-ciera ser que el leitmotiv estu-viese centrado en una finalidad productivista basada en índices monetarios en desmedro del bien común. Si bien este discurso ha pasado a ser prácticamente un lugar común, es en parte el ca-talizador de una contra respues-ta que expresa un malestar social desde donde se tiende a repensar ciertas realidades ya estable-cidas. Así es como aparece, en grupos más críticos, la necesidad de detenerse para reevaluar el hacer, tanto desde una mirada individual como colectiva.

Si en los noventa nos encon-trábamos de lleno en la cultura del “tener”, hoy se intenta dar un giro hacia la cultura del “ser”.

Lo anterior no deja fuera a la disciplina del diseño, sobre todo si pensamos la estrecha relación de esta con la cultura material.

En respuesta a este escenario se observan tendencias como el DIY (Do It Yourself), el coworking (o trabajo colaborativo) y el down-shifting, que apunta a vivir bien con lo necesario ralentizando la velocidad frenética del diario vivir.

En concordancia con el de-nominado giro hacia la “cultura del ser”, aparecen ciertas ansias de humanidad que muchas ve-ces se han ido traduciendo en una revisión de los oficios. Es-tos acercarían la práctica del diseño a lo humano, expresado en técnicas que se alejan de la producción en serie y que se vin-culan a lo análogo.

Inserto en este contexto se encuentra el trabajo del Taller Mano Alzada, cuyos integrantes se definen como un colectivo que propone salidas gráficas en las que canalizan el sentir ciudada-no. Su línea de acción se centra en producir material gráfico a partir de un discurso basado en la contingencia, material que luego es sacado a la calle. Como colectivo, propician la horizon-talidad al evadir expresamente todo orden jerárquico. De este modo, las decisiones son consen-suadas por los 18 integrantes que hoy lo conforman.

Taller Mano Alzada se origi-na en 2005, en el contexto de las movilizaciones estudiantiles, cuando un grupo de estudian-tes, en su mayoría de Diseño de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, se apropia de una sala para diseñar y producir carteles con consignas alusivas al movi-miento. La actividad del colectivo continúa intermitentemente, re-novándose a medida que pasan

En cuanto a la técnica, de-claran que debe existir una co-herencia con el discurso y el contexto, el que relacionan di-rectamente con la serigrafía ma-nual. En contraposición, la grá-fica digital deshumanizaría todo proceso volviéndolo genérico. Por lo mismo, como taller pro-ponen alejarse de los «medios maquinistas» que operarían bajo la lógica de la enajenación.

La importancia del oficio es-taría en ser forjador de lazos comunitarios e indicio de un conocimiento heredado, donde la honestidad tras la expresión de la mano es el sello que otor-ga lo análogo. Se produciría un traspaso directo de energía, re-flejada en la unicidad de cada pieza gráfica, donde se hace presente la imperfección como característica humana. Ocurre, por tanto, una mirada horizontal a través del afiche «imperfecto», reconociendo «lo humano» en el error y ubicando a la gráfica a la misma altura del interlocutor. Desde otro lugar opera Estu-dio Prado, alter ego de Nicolás Hormazábal, diseñador indus-trial que ha decidido no utilizar su nombre personal debido a la intención de despojarse de la autoría. Dicho estudio propone un producto alejado de la in-dividualidad, persiguiendo una impronta centrada en solucio-nar necesidades específicas por sobre el diseño «de autor».

A partir de propuestas de lí-neas simples, Estudio Prado trabaja tanto en el área de la comunicación visual como en el de la objetualidad. Es sobre todo desde esta última que ha desarrollado una propuesta que bien podría tener como concepto

fundante la honestidad. El mobi-liario aparece a simple vista como un objeto desnudo, generando un reconocimiento inmediato de ofi-cios que se agolpan en nuestra retina, oficios muchas veces hoy aplastados por la sobrefactura presente en la mayoría de los objetos en que prima un supues-to valor estético por sobre uno funcional; por otra parte, oficios olvidados, dada su permanente presencia en lo cotidiano, al pun-to que se funden en nuestro ima-ginario, haciéndose invisibles. Así es como recordamos piezas que bien podrían ser parte de la car-pintería o técnicas que recuerdan el mobiliario escolar.

En esta sutileza de la línea, Estudio Prado despoja a la forma de cualquier elemento superfluo que pueda interferir en la fun-cionalidad principal. La voluntad férrea de no trabajar generando nuevas necesidades, sino dando solución a aquellas exigencias básicas ya existentes, se traduce en una revisión de los objetos esenciales llevados a una forma funcionalista práctica. A par-tir de una investigación formal asociada a los materiales según el contexto local, incorpora una metodología rigurosa centrada en el proceso donde finalmente el objeto se limpia de lo accesorio dejando solo «lo necesario».

Así, dentro de «lo necesario» aparecen también, como motor de trabajo, las ansias de incitar a la pregunta a través de sus pro-ductos. De esta manera, Estudio Prado determina ciertos detalles formales que se usarán para guiar a las preguntas que generará en el interlocutor. Esto se traduce en dejar a la vista el proceso de ar-mado que comprende el uso de

ensambles y tornillos, donde la decisión de dejar estos últimos a la vista recae en facilitar futuras reparaciones a partir del uso de un lenguaje común y cotidiano, además de introducir a la persona en el proceso de reflexión detrás del mismo objeto. Con lo anterior, se plantearía una forma más hu-mana de ver el producto, en la que se integra al usuario de manera horizontal llevando el objeto a un nivel más cotidiano y simple. Hay una intención de no sobrevalorar el objeto, sino que mostrarlo tal cual es.

Esto se vincula con el uso de materiales que se encuentren «a la mano» en el contexto local. Hay una conciencia de parte del estudio de trabajar con lo que existe en el país, una visión de realidad que responde a la op-ción de producción real de cada producto según la industria local.

Finalmente, y en parte como era referido en Taller Mano Alza-da, Estudio Prado también decla-ra al «error» como protagonista del proceso. Este viene a ser un motor humano que va proyec-tando la forma y que incita a una respuesta constante.

diversas generaciones de estu-diantes, no siempre ligados a un espacio puntual. Debido a las grandes movilizaciones del 2011, nuevamente ocupan una sala de la Facultad, la cual perdura hasta hoy como espacio fijo de trabajo.

El grupo humano que man-tiene vigente al colectivo se hace cargo del legado a través de un traspaso de recambio generacio-nal. Mantener un espacio físico estable en una sala de la uni-versidad se erigiría como un acto simbólico que recoge una visión política en sí, asociada a la ocu-pación del espacio. Más allá de los colores políticos o de una vi-sión partidista, existe como base un cuestionamiento constante de lo establecido, donde el espacio permite la construcción de un pensamiento crítico común.

Las piezas gráficas, en su mayoría afiches «colectivos», nacen de un proceso de trabajo grupal, dejando de lado la au-toría personal. El mensaje, di-rigido a la «masa popular», in-tenta descubrir puntos de vista críticos que se hagan cargo del malestar social.

Así, aparece una fuerte crítica a la educación de mercado, lo que se expresa en dos principios del taller: la educación horizon-tal tendiente a la autoeducación (la no jerarquía y retroalimenta-ción de conocimientos comparti-dos en colectivo) y la autogestión, basada en la autonomía y gestión de recursos mínimos. Esto se ve reflejado en la organización de diversas actividades, como ta-lleres y workshops o incluso un ciclo de cine, donde el colectivo se abre a la comunidad más allá de la Facultad.

Simoné Malacchini Diseñadora Pontificia Universidad Católica de Chile Académica Departamento de Diseño, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile.Designer, Pontificia Universidad Católica de Chile _ Professor, Design Department, Faculty of Architecture and Urban Studies, Universidad de Chile.

El siguiente artículo presenta dos iniciativas enfocadas en humanizar el mundo material, desde el diseño, con una mirada crítica y apegada a la sociedad. Tanto el colectivo Taller Mano Alzada como Estudio Prado son propuestas de diseño que dialogan con la revisión de los oficios y una consecuente contra respuesta análoga, enfoque que se observa como una tendencia mundial ante una realidad deshumanizada.

The following article presents two initiatives aimed at humanizing the material world, from design, with a critical outlook and rooted in society. Both collectives, Taller Mano Alzada and Estudio Prado are design proposals that converse with the revision of the trades and a consistent analogue counter-response, approach that is observed as a global trend vis-à-vis a dehumanized reality.

Oficios _ análogo _ humanidad _ autogestión _ contracultura _ cultura del ser.Trades _ analogue _ humanity_ self-management_ counterculture _ culture of being.

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TALLER MANO ALZADAFREEHAND WORKSHOP

Colectivo “Taller Mano Alzada”Estudiantes de Diseño, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile.Design students, Faculty of Architecture and Urban Studies, Universidad de Chile.

El Taller Mano Alzada nació como un colectivo autónomo e independiente dentro de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, conformado por estudiantes de Diseño, Arquitectura y Geografía que buscaban comunicar de forma gráfica a la comunidad y a la sociedad sus ideas en torno a lo que es la educación en Chile. Bajo este principio se levantaron distintos grupos humanos con un mismo nombre; conforme con esto, surgen cambios y nuevos planteamientos en torno a lo que es la producción gráfica y la autogestión.

Hoy, como Taller Mano Alzada, no pretendemos más que trabajar desde cómo pensamos; por lo mismo, todas nuestras acciones son reflejo de la unión de personas que tienen como fin enseñar y producir en conjunto. Declaramos que el espacio utilizado nace desde la recuperación y apropiación del espacio público y que debe auto-validarse por sus integrantes. Es esta validación la que nos hace actuar frente a la comunidad, enseñando, reflexionando, aprendiendo y produciendo desde las ideas que nos mueven y motivan, demostrándonos que no somos seres inertes, carentes de pensamiento y acción.

El hecho de formar parte de la academia y estar bajo un sistema de enseñanza institucionalizado nos hace responsables de poner bajo sospecha el aprendizaje en las aulas, instaurado bajo normas jerárquicas y parámetros muchas veces sesgados. Esto nos obliga a cuestionarnos

la ausencia de una educación horizontal, la que se construye bajo la premisa de un aprendizaje conjunto, donde más que una autoridad, educadores y educandos, todos tienen el deber de enseñar y aprender del otro. Es decir, no un amaestramiento ni una acumulación de saberes, sino una construcción del conocimiento. Por lo mismo, nos mostramos como somos, personas que aprenden para enseñar, no para reproducir, sino para utilizar los conocimientos que vamos aprehendiendo.

Utilizamos los procesos manuales, pues creemos en ellos como una respuesta a la condición mecanicista que representa la actual comunicación digital, reconociendo el error como la esencia de la condición humana, sincero y alejado de pretensiones perfeccionistas que escapan de la realidad. La entrega humana que se da mediante el oficio es incontrastable con cualquiera de los mecanismos de comunicación que hoy nos rodean, que privilegian la optimización por sobre la riqueza del hacer manual. Cuando este último nace del trabajo colectivo nos permite iluminar nuestros pequeños espacios.

La instancia de realizar talleres es la excusa para socializar y conocernos entre nosotros. Es también una instancia política, una razón más para reunirnos y compartir nuestro pensamiento, una forma sencilla de convivir y resistir. Reivindicamos la horizontalidad como método de fuerza, de permanente rebeldía ante la alienante realidad.

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ESTUDIO PRADO: EL HACER COTIDIANO Y LA IMPORTANCIA DEL ERROR EN EL ETERNO EJERCICIO DE PENSAR NUEVAS SOLUCIONESESTUDIO PRADO: EVERYDAY MAKING AND THE IMPORTANCE OF MISTAKES IN THE PERPETUAL EXERCISE OF THINKING NEW SOLUTIONS

Nicolás HormazábalDiseñador Industrial, Universidad Tecnológica Metropolitana.Industrial designer, Universidad Tecnológica Metropolitana.

Estudio Prado es un estudio de diseño y creación de productos, servicios y estrategias.

El estudio nace por la necesidad del desmarcarnos, como profesionales y como personas, de una industria. También por la exigencia de dejar de sentirnos un número y convertirnos en seres humanos capaces de equivocarnos y, por lo tanto, de experimentar y crear con una impronta propia. Quizás eso explica en parte la importancia de ser un ente independiente. De buscar el surco, la fisura, un evento, un momento en el cual se pueda pensar y reflexionar con tiempos propios: una solución.

El estudio trabaja en pos de la unificación de conocimientos para solucionar problemáticas, de manera integral, a personas, comunidades, instituciones y empresas. Desarrollamos procesos multidisciplinarios y colaborativos y, además, desplegamos nuestra propia creación de productos basados en el estudio de necesidades cotidianas y específicas.

Junto al área gráfica desarrollamos productos y líneas de muebles para proyectos especiales o propios. Actualmente hemos desarrollado una línea de mobiliario para espacios de trabajo y el hogar, pensando en esos objetos esenciales que arman nuestro espacio cotidiano. Mostrar lo que se esconde y hacer evidentes los procesos de solución nos permite dar

cuenta de la importante tarea de informar mediante un objeto.

La producción que mostramos en estas páginas se basa en paneles de terciado u otros (melamina, OSB, MDF, MDP, etc.). La línea posee cinco objetos esenciales: banca larga, banca corta, repisa, perchero y estantería a piso. Además de esta línea diseñamos un piso alto, desarrollado para espacios tanto públicos como privados (desde una cocina hasta un bar) o bien para otros contextos, siempre en cantidades no menores a 10 unidades. Con esta finalidad, este piso es producido mediante el doblado de tubos de metal de 1”, producción que mayoritariamente es conocida por los tradicionales mobiliarios escolares nacionales. Reconocemos esta industria y forma de producción para luego generar una solución que se pueda integrar a las líneas de fabricación en serie para proyectos de mayor volumen.El piso es el primero de una serie de muebles que están diseñados pensando en esta manera de producción.

Nuestros procesos y metodologías son variables dependiendo del encargo o problemática a solucionar. Sin embargo, tenemos conceptos que intentamos mantener para todo ejercicio metodológico y que nos permiten dar una impronta a cada producto. El bien común y la empatía para con el usuario final requieren de una reflexión previa que, al mismo tiempo, acompañe los procesos de creación. Este ejercicio nos ha permitido encontrar una línea identificadora de nuestro trabajo. De manera visual se pueden relacionar dichos conceptos con la simpleza o con la búsqueda de formas y materiales básicos.

Sin embargo, esto es solo el resultado de un proceso previo donde se hacen conscientes diversas formas de manipulación o quedan en evidencia, de manera controlada, uniones y materialidades. Así, las personas que usan u observan el producto saben el cómo y el para qué, pudiendo así crear procesos de cuestionamiento sobre el “hacer”.

Visto de otra manera, trabajamos con la capacidad de percibir códigos visuales tangibles del ser humano. Esta reflexión se suma a una metodología proyectual en la cual aparecen los procesos clásicos y necesarios para crear un resultado preciso.

Usamos materiales existentes y a la mano. Además, mediante una solución que los transforma en actores relevantes, entregamos valor a materiales usualmente no considerados porque suelen ser usados en contextos distintos. El precio final del producto es parte del proceso y el material es un factor de suma relevancia en este sentido. De esta forma, el “menos es más” se vuelve un concepto relevante.

Trabajar en el área industrial y de productos, así como en comunicación gráfica, nos permite lograr resultados mucho más acabados en un proyecto, desarrollando identidad gráfica y producto a la vez, con el consiguiente mayor impacto comunicacional. Esto nos permite crear un levantamiento de identidad real más contundente, dado que implica continuidad en la lectura de un imaginario gráfico e industrial, de lo intangible y tangible, de la comunicación visual y la comunicación de uso.

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