HOMENAJE A DON ANTONIO CASO EN EL DECIM9 ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO

El día 6 de nierzo de 1956, al cur>~plirse el décimo aniversario del fdlecimiento del insigne Maestro D. Antonio Coso, t ~ v o lugar en lu Biblioteca de lo, Facultad de Derecho, que lleva su nonzlzre, un acto conmemorotiwo, del cual se reproducen o cmrfinuación, y por su orden, los di~cursos pronunriados. La c~rerr~onia fué *.esidida por el Rector de la Uniaersidad, D r . Nabw Carri(10 Flores.

A ) Discurso dcl Lic. Virgilio Dominguez

Eii el acto de imposición del nombre "Antonio Caso" a esta biblioteca de la Ciudad Universitaria, nos congregamos los presentes, autoridades, profesores y alumnos, para rendir liomenaje a la memoria del Macero desaparecido. 1.a comu- nidad universitaria recuerdajcon emoción la feclia luctuosa, el 6 de marro de 1946, cuando, hoy hace precisanxnte diez años, perdimos a quien fuera el mejor exponente de nuestra Casa de Estudios.

Vienen a mi memoria en rápida sucesión las acontecimientos de aquellos dias aciagos. La Universidad, México y la cultura, perdían a uno de sus mejores hom- bres, el Maestro Caso, así. con ente mayúscula, como llamábamos todos cariñasa- mente a don Antonio. Como pequeño actor de aquel gran drama, papel Que me tocó desempeñar por ser entonces Director de este plantel, se proyectan en mis recuerdos los sucesos ocurridos. Seguramente acontece lo propio en la mente de los señores profesores, pites no hubo nadie en la Universidad de aquella época, que no conociera y admirara al Maestro.

Si sólo pensara en el personal docente de la Facultad, no tendría objeto recordar hechos que son muy caiocido's, pues la muerte de Anhnio Caso nos conmovió a todos los profesores en lo más íntimo, y todas concurrimos a las innumerables ceremonias celebradas para honrar c ~ i memoria. Pero no iiicnso en los profesores sino en los alumnos de esta flamante Ciudad Universitaria, los que no tuvieron el privilegio de ser discipulos del Maestro, ni el de conocer y tratar al personaje que hoy recordamos.

Como decia Manuel Herrera y Lasso en reciente ceremonia, la Patria es una asamblea de vivos y muertos, por lo que es nuestro deber exponer ante los jóvenes estudiantes de la Ciudad Universitaria, la semblanza del que fué uno de los más altos valores de nuestra Casa de Estudios. Y nada mejor en este aniversadio de

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duelo, que recordar el tremendo impacto que causó en la sociedad mexicana el deceso de Antonio Caso, que se pone de relieve si repasamos los actos luctuosos, veladas fúnebres y conferencias sobre su obra que tuvieron lugar después de su muerte.

En el acto del sepelio, que tuvo lugar el 7 de marzo de 1945, pronunciaron oraciones fúnebres las siguientes personas: el que habla a ustedes, que participó como Director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia; el Lic. Don Eduardo Garcia Máynez, que habló en nombre de la Facultad de Filosofia y Letras; el Lic. don José Vasconcelos, que lo hizo también en representación de la Universidad Nacional; el Lic. don Alfonso Reyes, en nombre del Colegio Nacional y del Colegio de México; don Germán Arámburu, Ministro del Perú, nos expresó sus condo- lencia~ en nombre de su país; el Dr. don Salvador Zubirán, tomó la palabra como Redor de la Universidad Nacional, y don Jaime Torres Bodet como Secretario dc Educación Pública. El sepelio reunió en el Panteón Español a toda la intelectualidad mexicana, pues las diversas ideologías en pugna -izquierdas, derechas y demás matices- estuvieron ahí representadas por sus mejores exponentes, unidoi en ese momento por el vínculo común del duelo. Las palabras pronunciadas en ese acto, no fueron en verdad discursos, sino frases llenas de emoción, improvisadas después de una noche de lágrimas.

Después, la ciudad de México organizó una velada fúnebre, que tuvo lugar el 20 de marzo de 1946 en el Pdacio de Bellas Artes, en la que hablaron el Lic. don Francisco González de la Vega, en representación de la Facultad de Derecha, y el Lic. don Arturo Garcia Formentí, en representación del Sr. Gobernador del Distrito Federal.

Posteriormente, se celebró la velada oficial de la Universidad Nacional, el 5 de abril de 1946 en el Anfiteatro Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria, con asistencia del Sr. Presidente de la República, en la que hablaron: el Dr. don Ignacio Chávez, en representación de las autoridades universitarias; el estudiante Salvador Pineda, en nombre de la juventud universitaria: el Lic. don Antonio Castro Leal, en representación de la Faculrad de Filosofía y Letras, y el Lic. don Salvador Azuela, en nombre de ta Facultad de Derecho.

Más tarde, la Asociación Nacional de Abogados celebró una serie de actos de homenaje, durante los dias comprendidos del 7 al 11 de octubre de 1946, en el Salón de Plenos del Tribunal Superior de Justicia. Hablaron en esas veladas los señores Lic. don Gilberto Valenzuela; ,Dr. don Julio Jiménez Rueda; Dr. don Luis Recaséns Siches; Lic. don Felipe Lóper Rosado; Lic. don Salvador Azuela; Lic. don Eduardo García Máynez. y L i c don Enrique González Rubio.

Por su parte, la Facultad de Filosof'a y Letras organizó en el año de 1946, un ciclo de conferencias sobre la obra del Maestro, en el que participaron, entre otros, José Gaoc. Eduardo García Máynez, Oswaldo Robles, Leopoldo Zea, Samuel Ramos y Luis Recaséns Siches. Hay que mencionar, además, la ceremonia organizada por el Gobierno del Distrito Federal, en la que a la antigua calle de las Artes de la Colonia de San Rafael, se le puso el nombre de calle Antonio Caso que hoy ostenta; así como también el acto de inauguración de la Sala Antonio Caso en la Biblioteca de México, que tuvo lugar el 27 de noviembre de 1945, con asistencia de los señores Presidente de la República y Secretario de Educación Pública.

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Par último, el 6 de marzo de 1947, primer aniversario de la muerte del Maes- tra, tuvo lugar la inauguración de'la Biblioteca "Antonio Caso' del plantel de San Ildefonso, con asistencia de los señores Presidente de la República y Secretario de Educación. Tomaron la palabra en el acto como Director de la Facultad, el quz ahora se dirige a ustedes y el seiior Lic. don Antonio Carrillo Flores, a cuyo cargo estuvo el discurso de recordación del Maestro desaparecido. El momento solemne y culminante del acto fué cuando los señores Presidente de la República y Rector de la Universidad Nacional. descubriaron el busto de don Antonio Caso, acto que el seíior Director de la Facwltad va a reiterar en esta ceremonia para canser- var la tradición.

E n realidad, debmas considerar la ceremonia de imposición de nombre de hoy, como prolongación de aquella ceremonia de inauguración ocurrida hace nueve años, por tratarse de la misma Escuela y de la misma Biblioteca que lleva desde entonces el misma nombre, y por la continuidad existente entre el viejo plantel y su moderno edificio en la Ciudad Universitaria.

Las ceremonias que antes he mencionado. son sólo las más importantes, pues tanto en la Capital, como en provincia y en el extranjero, hubo numerosas veladas de recordación que no es posible citar. porque entonces la lista seria interminable. Dichas ceremonios han continuado celebrándose con intervalos regulares, y segura- mente el &a de hoy, que es el décimo aniversario de la muerte del Maestro, se mul- tiplicarán en los centros de cultura del país. Sin duda alsuna, ningún intelectual mexicano Iia sido tan llorado como Antonio Caso e igualmente ninguno ha sido objeto de tantos homenajes póstumos, como lo fué y lo sigue siendo el Maestro que hoy recordamos.

2QuiCn fué ese hombre, objeto de tantas actos de homenaje, a quien la poste- ridad continúa recordando como si su muerte hubiera ocurrido ayer? Para los profesores del plantel que fuimos sus discípulas, lo conocimos y lo admiramos, rcsillta inútil relatar su biografía. Para los alumnos de esta Ciudad Universitaria, a principalmente van dirigidas mis palabras, resulta necesario hablarles del Maestro, en particular en esta ceremonia que tiene por objeto exaltar su memoria.

Imposible en al breve lapso de esta alocuciún exponer la obra de Antonio Caso, porque no fué un especialista sino un pensador universal, que cultivó diversas ramas del saber, como la filosofia, la socioiagia, la historia, la moral, la estética, la literatura, etc. Además, fué catediática, investigador, escritor, polemiCta, etc. Y por lo que toca a su obra escrita, los Bibros que public6 con tan numerosos, que su examen no puede hacerse a través de estas breves palabras.

En rigor, para exponer y valorar la obra <le Antonio Caso, se necesita un ciclo de conferencias sustentadas por especialistas, como el que promovieron el Ccnrro de Estudios Filosúficos y el Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional, y sc desarrolló en la Facultad de Filosofía y Letras. El texto de las conferencias rneiicionadas, así como otros trahnjos de pensadores nacionales y ex- tranjeros que no formaron parte de dicho ciclo, aparece en el libro publicado por el Centro dc Estudios Filosóficos el año de 1947, el cual se titula "Homenaje n Antonio Caca". En ese libro se encuentran los trabajos de José Gaos, Eduardo Garcia h lá~nez , Oswaldo Robles. Patiick Romaneil, Leopoldo %ea. Rafacl Moreno, Juan Hernándei Luna, Edzar Slieffieid Brighlman, David Garcia Bzcca, Emiliq

Uranga, Samuel Ramos, Juan hlanirel Terán y Luis Recaséns Siches. Estos intelec- tuales examinan sistemáticamente la obra de Caso, en sus muy variados aspectos, por lo que, ante la imposibilidad de exponerla m esta breve alucución, remito a los jóvenes estudiantes que me escuchan a la publicación mencionada, para que conozcan la obra intelectual del Maestro.

Sin embargo, la indole misma de este acto requiere, si no un examen de la obra del Maestro, que por lo &nos se señale algún rasgo importante de su vida. Aun en esta actividad restringida, me encuentro que no hay aspecto de la vida de Antonio Caso, que de palabra o por escrito iio haya sido tratado anteriormente. No obstante esa, estimo que hay un aspecto de la vida de Caso al cual no se le Iia dado espe- cial atención, y que resulta adecuado tratar en la presente ceremonia. Lo titularé "Antonio Caso, shbolo del viejo barrio universitario", y a dicho tópico dedicaré las palabras que restan de esta plática.

El viejo barrio universitario, lo llamaremos así porque está próximo a desa- parecer, como todos ustedes saben, está ubicada entre la Plaza de Santo Domingo y las cable< del Carmen, entre las calles de Venezuela y las de la Moneda. Se encuentran en el mismo los planteles principales de la Universidad, o sean: la Escuela Nacional Preparatoria, la Escuela de Jurisprudencia y la Escuela de Me- dicina. La Facultad de Filosofía y Letras estuvo también en dicha zona durante muchos años. Ahora bien, el Maestro Antonio Caso fué el personaje central y el simbolo de este viejo barrio universitario, en el que desarrolló sus actividades desde su juventud, h a e a su muerte.

En abril de 1906, a la edad de veintitrés años y siendo estudiante de la Escuda de Leyes, el joven Caso tomó parte en las oposiciones a una cátedra de His- toria Universal de la Escuela Nacional Preparatonia. No triunfó en la prueba porque la clase estaba destinada de antemano a un candidato oficial, pero la prensa hizo grandes elogios del opositor. Gaos cita una reseña periodística de la época en la que se lee:

"Entre la multitud agolpada a las puertas del salón, se abrió paso un joven como de cera, quien nerviosamente se apoderó de la tribuna, sacudió la melena y rompió a hablar como un inspirado. LFué un discurso sobre la Convención Francesa el que pronunció el joven Caso, pálido y nervioso? ¿Fué una narración histórica? No: fué una brillantísima disertación de pensador hondo, dentro de las modernas corrientes del pensamiento, dentro de los últimos cánones de la dialéctica, dentro del más elevado criterio filosófico. Tomó las figuras culminantes de la Revolución Francesa, y les extrajo su psicologia, y les arrancó sus ideas, y les desarti?ló sus tendencias y les pulverizó sus sofismas. Tomó la época, y l a presentó sacudida, agrietada, convulsiva, llena de profundos abismos y de asprraciones de justicia, y de vapores de sangre, y explicó los choques y los \conflictos y las catástrofes. Caso posee temperamento de orador. El gesto, el ademán, la palabra. todo es en Caso gran- de y admirable. La hermosa cabeza que lleva sobre los hombros, adornada de una crin luenga y bruna, cierra el movimiento de la cláusula, espontánea, vibrante y radiosa. Produjo el frenesi m el aplauso. Caso tiene un altísimo concepto de la Historia y una noble visión del Arte.'"'

Después de esta brillante iniciación, que lo di6 a conocer en todo el barrio universitario, Antonio Caso ya recibido de abogado, f u d ó el año de 1909 el celebre Ateneo de la Juventud. junto con José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Pedro. Henriquez Ureña y Carlos González Peña. A través de las conferencias de este Ateneo, el Maestro, en unión de los otros brillantes miembros del grupo, emprendió su polémica

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contra el pensamiento oficial, el positivismo. y obtuvo la restauración de los estudios metafíscios. Esta campaña realizada en su juventud, constituye uno de los hechos cul- minantes de su vida, a pesar de que se le hayan querido restar méritos a su actua- ción. Garcia Máynet dice a1 respecto:

"Es verdad que la derrota de la "Filosoiia oficial"' no se debió exclusiva- mente a Antonio Caso, sino a un selecto grupo de escritores, filósoios y artistas; pdro también es cierto que él desempeñó el papel principal en esa lucha y que, obtenida la victoria, era él el mejor preparado para realizar la imprescindible tarea de restauración. E l derrumbamiento del positivismo mexicano era inevitable, y tarde o temprano se habria consuniado, aun sin la intervención de Antonio Caso; pero la labor restauradora constructiva sólo podia emprenderla un hombre como él. Para consumar semejante empresa no bastaba el talento iilosóiica; requerianse el celo de un apóstol y la elocuencia de un maestro."

Posteriormente, Antonio Caco fué profesor de varias disciplinas filosóficas, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela de Altos Estudios. Catedrático de sociología de la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Director de la E'scuela de Altos Estudios en 1913, entonces el plantel universitario de más alta jerarquía, cuan- do tenia treidta años de edad. Rector de la Universidad los años de 1921 y 1922. Director de la :Facultad de F i l o ~ f i a y Letras en varias ocasiones y profesor de la niisnia. Nuestra Universidad le otorgó el titulo de Doctor Honaris Causa. Don Manuel Avila Camacho lo nombró miembro vitalicio del Colegio Nacional. Su última designación universitaria fué la de Profesor de Carrera Emérito, y su última actuación docente un cido de coniereucias en los Cursad de Invierno de la Escuela de Jurisprudencia, que inició pocos dias antes de su muerte. Desarrolló cn la primera de ellas el tema "La Idea del Progreso en la Edad Media". la cual fué publicada por la Revista de nuestra Escuela.

E l Maestro Caso fué objeto de honores intemaciona.les, pues fué proiesar huésped de las Universidades de La Habana, Guatemala, Lima, Río de Janeiro y Buenos Aires, las cuales le confirieron el doctorado honoris causa. Y aquí concluyo la enumeración de los honores nacionales y extranjeros de que fué objeto, porque de otra manera la lista seria interminable.

Sus principales libros son: "Filosofía de la intuición* publicado en 1914; "Problemas filosóficos" publicado en 1915; "Filósofos y doctrinas morales' pu- blicada en 1915; "La existencia como economia, como desinterés y como caridad" publicado en 1919; "Dramma per Musica"' publicado en 1920; "Ensayos criticos y polémicas" publicado en 1922; "Discursos a la Naciún Mexicana" publicdo en 1922; "El concepto de la Historia UrjversaI" publicado en 1923; "Doctrinas e Ideas" publicada en 1924; "El problema de México y la ideologia nacional" pu- blicado en 1924; "Discursos heteragéneos, Principios de Estética" publicado m 1925; "Historia y Antologia del pensamieiito filosófico" publicado en 1926; "Socio- logía genética y si5temática" publicado en 1927; "El acto ideatorio" publicado en 1934; "La Filosoiia de Husserl" publicado en 1934; "Meyerson y la Física moderna"' publicado en 1939; "Positivismo, Neopositivismo y Fenomemlogia" pu- blicado en 1941; "La persona humana y el Estado totalitario" publicado en 1941; "El peligro del hombre" publicado en 1942; "Filósofos y maralistas franceses" publicado en 1943, etc.

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Todas las actividades que he mencionada las desarrdló el Maestro en el viejo barrio universitario en el lapso de cuarenta años. Es decir, desde el aiio de 1906 en que tomó parte en las oposiciones de la Escuela Nacional Preparatoria. hasta el año de 1946 en que ocurrió su muerte. Durante ese tiempo fué el personaje central y el simbolo del barrio mencionado. en el que brilló coma orador, como catedrático, como universitario y como Maestro de la juventud.

Como orador, fueron famosas las conferencias de Caso en el Ateneo de la Juventud, las que sustentó de carácter académico, sus intervenciones en el Consejo Universitario, en los h g r e s o s de Universitarios, etc. Como catedrático, sus clases fueron verdaderas fiestas del espíritu, a las que concurrían alumnos de todos los @anteles, así como muchas personas ajenas a los mismos que iban atraídas por el prestigio de su palabra. Las aulas de la antigua Escuela de Altos Estudios, el aura Jacinto Pallares de nuestra Escuela de Jurisprudencia, las aulas de lla Escuela Nacional Preparatoria y lasidel patio chico de la misma en donde estuvo la Facul- tad de Filasofía y Letras, fueron los sitios donde desarrolló su actividad docente. Como universitario, Caso fué el paladín de nuestra Casa de Estudios cuando habia conflictos con el Estado y el defensor de sus principias de libertad de pensamiento y de cátedra. Todavía recuerdo aquel famoso discurso que el Maestro pronunció el año de 1933, ante un pseudo Congreso de Universitarios que pretendía suprimir la libertad de cátedra, para establecer en su lugar el materialismo histórico como orientación de la enseñanza.

Pero su más importante actuación fué como Maestro de la juventud estudiosa, a la que no sólo impartia sus enseñanzas, sino a la que orienltaba y estimulaba después de que habia pasado por su cátedra. De esta manera, Antonio Caso formó varias generaciones' de intdeatuales. que actualmente son catedráticos de nuestros planteles universitarios. Se encuentran en esta situación tantos pro,fesores que pre- fiero no citar sus nombres para no incurrir en omisiones involuntarias. El Maestro no sólo fué grande por su autoridad intelectual, sino además pch. da autoridad moral de su conducta, en la que s iem~re igualó con la vida el pensamiento. Por eso para sintetizar su vida viene a mi memoria las palabras del "Fedón" platónico citadas por García Máynez: "Fué el más sabio, el más justo, el mejor de uiantos hombres hemos conocido en nuestro tiempo."

Han trangcurrido diez años desde la muerte del Maestro. El vacío que dejó su ausencia sigue sin llenar, lamentando todos que no exista actualmente entre nosotros, una persona de la autoridad moral e intelectual de Caso, quien siempre encontraba la solución m las crisis universitarias, no permitiendo que nuestra Casa de Estudios se apartaira de su augusta misión. La muerte de Antonio Caso coincidió con la iniciación de las obras de la nueva Universidad, por lo que tal parece que al dejar de existir el Maestro, el viejo barrio universitario del cual fué el símbolo desaparece también. quedando a cargo de las generaciones de la Ciudad Universitaria, la res- ponsabilidad del futilro de nuestra Casa de Estudios.

Una Universidad es, como lo decía Vasconcelos, antes que burocracia y edifi- cios, una gran conciencia; y tanto mejor si se trata de un grupo de grandes con- ciencias. El viejo barrio universitario careció de edificios apropiados y sufrió pe- nurias económicas, pero en él florecieron grandes conciencias como Justo Sierra, Antmio Caso y José Vasconcelos, quienes orientaron el pensamiento de la Nación. La cueva Universidad con sus modernos edificios, sus magníficas instzlaciones

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niateriales y su alto presupuesto, tiene el deber de producir el grupo de conciencias que ilumine el pensamiento del hléxico del futuro. Jamás estará a la altura del viejo barrio universitario, s i sólo sirve para asiento de exposiciones universales, de lugar para eventos deportivos, o como sitio para que los guías de turistas lo míeí icn a &os extranjeros. Consiguientemente, la terminación del traslado de las planteleS del viejo barrio a los nuevos edificios, no significa la conclusión de la obra sino la iniciación de la responsabilidad. Es prcmaruro emitir juicios sobre la Ciudad Universitaria porque apenas empieza su vida, pero estamos seguros que cumplirá su misión, porque tenemos f e en las nuevas generaciones de estudiantes que son el porvenir del país.

Me referiré a la pregunta que seguramente se hacen los jóvenes que ine escuchan, sobre cuáles son los medios para que de este grupo moderno de edificios, *rjan las grandes conciencias que orienten el pensamiento de la Nacibn. No es posible mostrar caminos seguros ni fórmdac especiales que conduzcan a tal fin. Pero si es posible exponer ideas generales, que ayuden a encontrar el camino para la meta ambicionada, siendo la principal l a lectura de las vidas ejemplares de los grandes hombres. Por eco el señor Director de la Facdtad de Derecho, con grari acierto, ha puesto a esta biblioteca el nonibre de "Airtonio Caso", para honrar la manoria de uno de nuestros hombres ejemplares, y por eso ha ordenado que en el lugar lnas prominente de la misma se coloque el busto del hlaectro, para que ail ser victo por uStedcs les sirva de inspiracibn.

Y para terminar estas palabras, dentro de breves momentos, cuando el señor Director del plantel en colenme acta descubra el busto dc don Antonio Caso, en- contraréis la contestación sobre cuáles san los medios para que en la Ciudad Univar- sitaria, se produzca un grupo de grandes conciencias como las del viejo barrio, para nosotros los profesores tan querido. Esta respuesta aparece en la frase de Rrancisco González de la Vega inscrita con letras doraidas alrededor del busto. Leedla y ahí encontraréis la norma de nuestra conducta, pues dice así:

"JJvengs de Miz ico : Este es "mrfro héroe. Seguid su ejemplo ."

B ) Dircurso del Aiutnno Raytnundo Ramos Gósiez

Introdt~cción a Caso.-Los pueblos que no cuentan entre sus aspiraciones so- ciales ia de crear una historia sobre el modelo de sus héroes de la acción y del intelecto, son pueblos pervertidos o en vías de sii total descomposiciln moral. Este peligro parece inminente, cuando los homhres se solidarizan can la expresión 1 a ietzs- chana: " N o contentamiento sino más poder"; fórniula ésta que parece ser el falso evangelio de algunas épocas aciagas de la civilización en que esa "alma colectiva" de que nos habla la psicología alemana a partir de Lazarus y \Yun#t, pierde irre- mediablerrente o tergiversa, la tabla de ,los valores universales.

Si el fundamento filosófico de la cultura es el amor en siis distintas :nani- fectncionec humanas, coma quiere Sorokin, y si toda historia está siempre y fatal- mente por escribirse, es necesario ahora, a diez años de la muerte de don Antonio Caso, dejar escrito, a nombre de las estudiantes de la Facultad de Derecho, cste testimonio de admiración de los que no tuvimos la fortuna de ser sus aluninos y sólo recibimos la radiación lejana de sus enseiintizas "y el dan de gracia de su ejenlplo". Esta vida si'ngular. merece el tralamiento de almr infinito a ql;e CI

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sometió las vidas ajenas cuando las juzgaba, y creemos con Alfonso Reyes que "ha de pasar mucho tiempo para que el polvo se organice en otra estructura de igual excelsitud y fineza".

Ciertamente, la dimensión temporal de Caso no se ha perdido en las encru- cijadas del recuerdo. Inmortailizar su efigie en el arte de la escultura no es for- jarle un ataud de bronce, porque ahí quedaron para s iem~re las palabras que a nombre de la juventud dije Salvador Pineda: "Hay que conservar intacta la her- mosa lección del destino, con el celo y el fervor con que los Caballeros de la Santa Grial guardan la sangre de Jesucristo en la copa de José de Arimatea"". La imagen, detenida en el volumen que talló el artista, ha de ser sólo el incentivo que nos mueva a su memoria. Su t u m b , "la verdadera tumba de los muertos, como escribib León Gambetta, es el corazón de los vivos". Su espíritu, su verdadero espíritu es, por antonomada, la inveterada costumbre de pensar. Su filosofia, como en el hijo de Sofronisco y Fenareta, un inaplazable "estilo de vida": partero de pensamientos y escultdr 'dk ideas.

La historia tiene por objeto, afirma en una cláusula brillante Herodoto de Halicarnasa, "que no se Iileguen a desvanecer con el tiempo la memoria de los he- chos públicos de los hombres, ni menos a obscurecer sus grandes y maravillosas hazañas", y la historia de una obra termina en cierto modo cuando empieza para los demás. El heroísmo intelectual y la unidad vital de 3a obra. son las dos notas esenciales en la trayectoria de Don Antonio; sus "hechos públicos" y sus "maravillosas Iiazañas" si bien han terminado para él, se están iniciando apenas en el alma de los demás.

Sensibilidad pródiga la suya, 20 llevó a sufrir con el sufrimiento de los otros, y esta forma del dolor colectivo de las pueblos quedó inscrita en definitiva por la voz de Don Salvador Azuela: "Caso libra también sus batallas de civismo. Durante las dos grandes guerras mundiales de la historia contemporánea, su conciencia siempre alerta se levanta para señalar el peligro, al sentir en su pecho generoso 13 trepidación de los cascos de las hordas de Atila". Cuandm diserta sus tesis tienen todos los registros del ritmo social: desde la oda a la Música de Fray Luis de León en sus discursos a la Nación Mexicana hasta las pdlémicas contra el "israelita genial" en los Nuevos Discursos a la Nación Mexicana. Desde el ensayo de Me- yerson y la Física Moderna hasta La Persona Humana y el Estado Totalitario. De su Dramma per Musica hasta la Sociologia genética y sistemática.

E n el discurso inaugural que prologa a sus Lecciones sobre la Historia de la Fiosofia, señala Hegel, que "es justo exigir que toda historia, cualquiera que sea su objeto, exponga los hechos imparcidmente, sin que en ellos se pretenda poner ningún interés especial". "Sin embargo -continúa- la historia de algo, sea lo que fuere, guarda la más estrecha e irreductible relación con la idea de que de ese algo se tenga!'

El maestro Caso. El filósofo Caso. E?1 sociólogo Caso. El pragmático, el idealista, el cristiano, el ecléctico; el platónico en cuanto es como Platón un verda- dero amante; el aristotélico en cuanito nos avasalla con el i ~ e r i o de su lógica formidable El de sayal franciscano en cuanto teórico de la existencia como caridad y el de inteligencia agustina en cuanto a la sinceridad de su propio y libre examen: ¡Todos!, absdlutamente todos, se reúnen en el HOMBRE CASO; espíritu íntegraf pero diverso que se dispara sobre los puntos cardinales del humanismo. Multiforme, si,

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con el don profético y el espiritu cabal de lo presente y lo futuro; no diremos que protéico, porque el conductor de kx rebañas de Poseidón era avaro de su saber y esquiva a las cancultas; el maestro en cambio, se prodigó en la enseñanza desinteresada de su ciencia.

Sin duda, él no Icvantó la sólida estructura de una filosofia sistemática "En su-aspecto dogmático, es la de Antonio Caso una filosofía de la vida, de la intuición y de la acción -informa el Lic. Garúia Máynez-; en su parte critica. -con- cluye- representa una ininterrumpida y vigorosa polémica en contra de los excesos del intelectualicmo y sobre todo, del positivismo."

Con rectificaciones y yerros dentro de la vastedad de sus aciertos, se va depurando en el rito de su piedad, (la afori,stica de sus escritos filosóficos; no únicamente continuador sino creador también de una original tradición de pensa- miento, condensa las máximas de su filosofía de t a acción en el discurso violento, como lo hicieran el hcrético Nietzsclie y Schopenliauer, ese Euda perdido en los caminos de Occidenie. Kant, le va a entregar los frutos peligrosos de lo a priori y de lo "trascendente" y Bcrgson, el poeta de la intuición y la evidencia la magia de su temía del conocimiento. "La historia de la filosofia - enseña Nicdai Hafl- mann- presenta dos grandes direcciones espirituales: la del pensamiento sistemá- tico constructivo, y la del pciisamiento problemático" ('Cita de Garcia Máynez). A ésta, pertenece Caso.

Las necias creen que los grandes sistemas problemáticos a veces se contradicen. Los necios tienen razón. A veces se contradicen en lo intimo. Pero los necios no quieren o no oueden pensar que por abajo de (la trama de lo aparente formal corre otra, sutil y finisima, que sirve de hao conductor en el laberinto, y que se llama "unidad en la diversidad", "aposición de los contrario? en la que tienen de crea- dor contrapunto, de mmplementación urgentisima y no de pugnas estériles.

La significación hidbrica de Caso, que hoy no podemos exponer cabalmente por el minimo margen temporal que nos separa de su figura, va más allá de su obra escrita; no se ha quedado flotando, como un fantasma gris, en las aulas universi- tarias. Tenia raíces, y se han clavado en el espíritu de las generaciones que devie- nen; Para decido con las palabras suyas cuando habla de la Filosofia de la Con- versión: "Las personas permanecen; si, pero evolucionan. No es la personalidad d g o rígido e inextensible. Es dúctil. SU ductilidad llega a extremos inauditos." La naturaleza humana es una nube que cambia. que siempre es pero que nunca es la misma. Caso evoluciona en el espiritu universitario, pero renovado en las distintas juventudes que pasan por el filtro de sus ideas. Su estatura dialéctica no puede definirse todavía, porque se está haciendo en qa afirmación de la tesis. se está purificando en la negación de la amtitesis y nos muestra su pensamiento sin linderos en la promesa de una sintesis futura.

Caso es algo más que un fi,lósofo, que un sociólogo, que un maestro, es algo más que todas estas armónicas contradicciones; es la historia de la Universidad, es la Universidad misma como el último o como el primer ba&ión del humanismo frente al im~er io de la técnica. EiI humanismo, cuya esencia quizá pudiera conden- sarse en el apotegma latino: "Ama et fac quod vis": AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS.

Caso, Maestro y Filósofo. Educar es conducir, llevar. Preparar al individua para determinado propósito de la sociedad. Pera ¿adónde llevar? (Adónde habrá que condccir a las generaciones que tendrán que prolongar, superándolo, el esfuerzo

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de las generaciones precedentes? ¿Adónde encaminaremos a los hombres? (Cómo formularemos sus destinos, si no nos empeñamos en saber cuáles son éstos? En estas preguntas, búsqueda de los fines de la enseñanza, y en la respuesta que se les dé, se encuentra enmarcada la problemá'tica de la cultura. Una vmdadera educación no es completa si le falta el aliento que sólo puede engendrar un gran propósito, w alto i,deal; la conquista de la libertad, la igualdad de las oportunidades escolares, y por qué no, el bienestar económico de las clases desposeídas.

Caso entiende como ningún otro universitario, esta dificdtad de Ser Educativo y predica con el ejemplo el C ó m Ser de la enseñanza, que es el complemento entre la actitud teorética y la practicidad de la acción. Hay que educar para la libertad! Ser un hombre libre es estar en la posibilidad de ser un hombre culto, ser un hombre culto es, por necesidad, sentirse un hombre libre. Caso pensaba que "la ley supiema de lla educación era el respeto de la personalidad de quien se educa'" y que sus fines últimos eran, el desarrollo de esa misma persandidad adaptada al medio social y a la circunstancia histórica en que se vive. "México, se complacía en repetir y la subraya en sus Discursos Heterogéneos. debe definir su ideal industrial y pedagó- gico. Nunca lo ha definido. Sus industriales no saben lo que quieren, sus pedagogos tabilpoco. Por eso va la Patria dando tumbas sobre su propia historia sin hacer mexicanos para México."'

Entregarse en el júbilo de quien se recupera en la entrega y ceder en el yo íntimo de la idea y la palabra como ejercicio de amar, como programa y decisión inquebrantable, es tener en verdad alma de maestro, y Caco la tenia. Si la fórmula cmtológica de que "la persona es el individuo espiritual" lo define en relación con su fisosofía pedagógica; la fórmula latina que reza: NON SIBIS SED surs : Nada para nosotros, todo para ellos; la define en relación con su enseñanza filosófica.

Educar es, en fin, arte de filósofos; y si es fácil reconocer a Caso como es- peculador de la ciencia que tiende a ia unidad de conocimientos, difícil señalarle esta actividad como exclusiva. En toda circunstancia, su verdad sobre el eni.wn del nniverso abarca una línea continuada, que va de su plática en la Sociedad de Conferencias sobre Nietzsclie, a su plática sobre Stirner y el individualismo. De 1910 en el Ateneo de la Juventud, disertando sobre Stuart Mill, a 'las seis con- ferencias en el salón de actas dk la Facultad de Filosofia y Letras, sobre el po- síítiviivismo. De la Filosofia de la Intuición en 1914, hasta el Último libro que dejara escrito: El A d a Ideatorio y la Filosofia de Husserl.

San Agustin, ese Platón Cristiano, clausuró las puertas de la antigüedad alásica; hechó la llave de oro al mar y en los caminos vecinales de la Edad Media construyó el gran paréntesis de s u Ciudad Eterna. Paréntesis que sólo había de cerrarse, cuando Descartes, ese Lutero de Francia, rompib, sin proponér- selo, la espina dorsal de la escolástica para iniciar la filocafía moderna, con la trágica joroba de su interrogación formidable. Después, Com,te influyó el pensa- miento hispanoamericana a tal punto que, hecho insólito en la fama de un filósofo su iiema: Amor, Orden, Progreso, se hizo leyenda en el escudo cívico brasilero y lema bajo los ernplomados alemanes de la Escuela Nacional Preparatoria, eje diamantioo sobre el que gira la Universidad de Mexico. Por último, en el inte- lecto de Caso se unieron todos los caminas y partieron de su intelecto a los demás, definitivamente renovadas, Como escribiera Alfonso Reyes en la Trayedtaria de Goethe: "Mezcla de algún modo la valiintad de Occidente y la resignaciiin de Orien-

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te. Concilia el espiritu del Norte y del Mediodia y cuenta sus dineros de bárbaro septentrional sobre el mosaico romano."'

Si, Caso es un filósofo, no porque tenga una concepción total globalizadora del iiniverso; que sin duda la tiene. No porqiie pasea una nocihn de macrocosmos mediante la autorreflexión sobre sus funciones valordtivas, teóricas y prácticas; que sin duda la tiene. No porqiie conozca la "ciencia de lo fu~damental"; que sin duda la conoce. Sino principalmente, porque sabe con Brenes Mesen, que así como antroposofía no significa hambre de sabiduria sino sabiduria del hombre, y teosofía no significa Dios de sabidiiria sino sabiduría de Dios, Filosofia no sólo quiere decir Amar a la Sabiduría sino también Sabiduría del Amor.

Asi pues, a partir de Caso, ya no es ia clásica interrogante de Hamlet, Príncipe de las Dudas: "Ser no ser"; sino el conflicto punzante de ese otro Príncipe Danés: Soren Kierkegaard, que se plantea el angustioso dilema: "De- sesperarse o Creer.'"

Ceso, Simbolo.-México. 1883-1916. Maestro de Filosofia y de sociologia. Director de la Facultad de Filosofía y Letras. Rector de la Universidad Nacional. Una hermosa cabeza detenida sobre la base salida de su idea. Una idea que reorta- ba con el vuela de su ademán severo y una palabra que abría senderos de amor por donde bransitaba el mágico lenguaje de sus manos y el sereno cristal de sus ideas. Esta es la realidad física, el marco positivo en dl que se movia la fignra de Don Antonio Caso, pero a ellos escapa el verdadero Caso con su "positivisino de esencias" y su trascendencia de símbolo. ¡ E n esta hora y sobre la geografia de América !

Símbolo hoy más que nunca, cuando estamos ciertos de que vivimos entre la psicosis de dos conflagraciones bélicas, de que todavia no se han acostumbrado nuestros pulmones a respirar el incienso guerrero de las trágicas humaredas de Pearl Harbor, ni se ha borrado de nuestros ojos la sangre del inútil sacrificio de las guarniciones de Wake, cuando ya se vislumbra en el horizonte, la sombra apacaliptica de una tercera hecatombe universal.

En verdad nuesbra época camina can su propio paso siniestro alucinada por el metálico brillo de las bayonetas, bajo el tambor guerrero del sol de la discordia. Civilización mecanizada, cuando "la máquina es un esquema que se mueve falal- mente". Civhlizaci6n ayuna de banderas reales, que se ha quedado ciega contem- plando el cielo artificial de la pólvora y que huye desesperada por caminos que no llevan a ninguna parte, sembrados de cruces derrotadas.

Siglo XX en que un pueblo revive el conjuro hiágico de Alberich el nibelungo. Siglo en que los "cazadores de judios" maldijeron el Amor, apagaron la luz y arrancaron el oro a la entraiia de la tierra. "Clodoveo y Carlomagno forjaron en sus potentes manos el anillo; los Othones, y los Hohenstauier lo obtuvieron después. Luis XIV y Bonaparte heredaron las despojos del Santa Imperio "y un día Hitler. tragicómico nibelungo de Germania, entró a Versallec entre las pasos de ganso y la rebelión de las swásticas y fue a conquistar el mundo imperecedero de la luz.

Este pueblo había olvidado -y ya Nietzsche tenia acuñada su frase lapidaria: "Es imposible vivir sin olvidarv- que sus antepasados habían grabado; can ei rito augusto del Bien, en el pórtico de la historia: La Música de la Fenamenologta

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del Espíritu, la Filosofia de Fausto y la Lógica de las Sinfonías Heroicas de Beethoven.

Europa destrozada y abrumada bajo el peso de tanta ignominia y de tanta gloria; España mkrtir crucificada por la rapiña organizada en falange, tienen sus simbolos en Unamuno: ese caballero de la adusta figura que va por los campos de Salamanca presidiendo con su aalabra magistarial, el rin vivo de las generaciones que pasan.. .

América, joven aún por su reciente integración talhrica en los continentes, modelada por los sueñas marinos de Colón, Vasco de Gamma y Magallanes; y México, pais convulsionado de ideas y esperanzas, tienen su cimbolo en Don Antonio Caso, de quien no se ha dicho todo y mucho se ha quedado por decir, en la obscuridad de las palabras que no nacen -i Mejor !-. Que mucho tenga que decirse sobre quien lo dijo todo.

C ) Discurso del Dr. Roberto L. Mantilla Molina, Director de la FacuEtnd & Derecho.

Séame permitido, antes de declarar oficial y friamente el nombre que en lo futuro llevará nuestra biblioteca, decir unas palabras de recuerdo personal, de intima emoción.

Surgió ante mi en la adolescencia la personalidad de Antmio Caso. Fué el sábado 16 de junio de 1928, en las exequias del poeta maraviiloso, Salvador Diaz Mirón. junto a la tumba de Amado Nervo.

De mi adoptiva provincia veracruzana subió a la metrópoli un grupo de estu- diantes dando guardia a una prisión desierta: el cuerpo del poeta. Mi amado Insti'tuto Veracruzano, que poco antes había rechazado las intemperancias del hombre, rendía asi pleitesía al bardo.

Y rasgó el aire sutil del altiplano la voz magnífica del Maestro: Sermo galeefus -dijo- sermo galeafus, discurso con yelmo: He aquí la

expresión de San Jerónimo para calificar el esplendor de un discurso". Pero más que al aedo veracruzano conviene a la obra de Antonio Caso la

frase alada del Padre de la Iglesia; en dicha obra se realiza, en verdad, el para- digma dialmironiano :

"Tres heroismos en conjunción: El heroismo del sentimiento El heroismo del pensamiento Y el e s - de la expresión".

Sermo gnleatus; discursos con yelmo.. . ! ¡Y de cuáles podria decirse con más justeza que de aquellos en que con pala-

bra precisa y vibrante, refulgante y sólida cual el acero de un yelmo, Caso -nuevo Fichte- arengaba a la Nación Mejicana, combatiendo lacras, destruyendo prejuicios, señalando rutas.. . ; o de aquella, quizás su máxima obra La exirtenia como economia, como desinferés y como caridad, en la que con verbo encendido p r e dicaba el heroi- de la entrega total al prójimo; o de las páginas de aquella Sociologia que teníamos en nuestras manos al iniciar los estudios en la entonces Escuela Nacional de Jurisprudencia, en la cual concluia señalando como disciplina suprema la que investiga los ideales humanos: la Moral.

Porque tengo para mí que la tónica fundamedtal del pensamiento de Caso es la ética: "Todo idealismo verdadero implica un movimiento de disgusto por la rea- lidad", proclamada el Maestro, y de ese disgusto por la realidad surgía imperio- samente el deseo, la necesidad espiritual, de trascenderla y mejorarla: "sólo en iin mundo imperfecto, pero perfectible por la voluntad, tiene sentido la acción.'' Y al decir esto, Antonio Caso sentía la angustia de empeñar a todos los mejicanos en la acción constructiva y dignificadora, pues proclamaba: "Persuadir es la más urgente y la más alta de las ocupaciones humanas ¿Cómo persuadiremos moralmente? .. . .*1 pueblo no puede ofrecerse coma nomas de acción tratados abstrusos de filoso- f í a ; pero sí es posible mostrarle que los hambres superiores son quieiies mejor han realizado la naturaleza humana. Los héroes, los mártires, los sadtos, son más hombres que los demás."

Por ello, por la fuerza social de una personalidad carismática, como daría Max XVeber, tiene especial valer y significado este recordar a Antonio Caso. Im- porta mostrar a la juventud universitaria, a la juventud toda de nuestra patria, la figura señera y ejemplar de un hombre que supo "igualar con la vida el pensamiento".

No es esta ocasión de estudiar sistemáticamente la doctrina de Caso, de enumerar y comentar los libros que escribió, de pretender seguir hasta sus orígenes la urdimbre y la trama de su obra; de investigar en que fuentes abrevó y cuál es su aportación estrictamente personal al acervo de la cultura humana. No es esta la ocasión, y acaso no importa averiguarlo: Romeo y Julieta son de Shakespeare cualquiera que sea el autor del cuentecillo 3taliano en que se narran los odios y zmores de Capuletos y Montescos.

Boutroux y Bergson, Fichte, Schopenhauer y Nietzche; Carlyle y Emerson; más tarde Scheler y Husserl.. . , canteras que dieron material para elevar la ca- tedral magnigica del pensamiento de Caso, o temas para sus inigualables disertaciones.

Sea cuando abordaba un problema para plantear y desarrollar las soluciones que 4 mismo consideraba plausibles, sea cuando reproducía y explicaba el sistema de otro pensador, se sentía la garra del león: Caso imprimía el sello de su talento y de su personalidad a cuanto tocaba.

Quienes no hayan gozado del privilegio de la palabra viva del Maestro, privi- legio del que disfruté varias años en las aulas del patio chico d d colegio de San Ildefoiiso -sede entonces de la Facultad de Filosofia-; quienes no hayan tenido tal fortuna -dijo-, difícilmente podrán apreciar en toda su portentosa magnitud la figura de Antonio Caso.

Su obra escrita densa de pensamiento, exquisita en la forma, no recogió todo el caudal que corrió inagotable por su cátedra en cursas siempre nuevos, en cons- tante superación. Lenguaje espléndido el de sus libros, pero sin las resonancias vitales de su palabra hablada.

i Qué placer para el espíritu escuchar aquella voz rica de sabios matices exponiendo el pensamiento perenne de Platón! ¡Qué plenitud de ricas sugestiones en sus pausas, fija la profunda mirada brillante en el vacío, avanzando en silencio su mentón de prognato, como quilla que hiende el proceloso mar de la idea.. . !

i Qué elegancia y claridad en la explicación: la dialéctica hegeliana adquiría en su boca la gracia de un minué, y hasta en el adusto pensamiento de Husserl sabia prender una chispa de ironia . . . !

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Y, si en su clase de Estética sondeaba el sentido metafísico de las bellas artes -recordemos la pequeña obra maestra que es Dramma per musica-, su dis- NISO adquikia \la solemnidad y la magnificencia de una sinfonia de Beethoven.

¡Maestro Caso: sembrad& de ideas, suscitador de inquietudes. alumbrador de vocaciones !

El busto que ahora se encuentra en este recinto fué obsequiado por la gene- ración que en el aiio de 1935 concluyó sus estudios. De la ceremonia en que se recibió nos dice Antonio Carrillo Flores, que entonces dirigía nuestra Escuela, lo siguiente: "Don Antonio Caso presidió la fiesta con una satisfacción a la que tal vez contribuía contemplar al hermano menor conduciendo con mano certera y firme la ilustre casa."

Poco habría de sobrevivir a aquella ceremonia Antonio Caso. Al ocurrir, meses después, su tránsito, exclamaba; F'or fin voy a saber! Epílogo y resumen de su vida; de una vida que fué constante y apasionada búsqueda de la verdad, de la verdad para mover a la accción fecunda a esta Universidad, a esta patria mejicana a las que tanto amó.

Un año después de su deceso, el 6 de marzo de 1947, siendo director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, el profesor don Virgilio Dominguez, en bri- llante ceremonia en la que pronunció ático discurso Antonio Carrillo Flores, se dió el nombre de Antonio Caso a la biblioteca que aún subsiste en el viejo y querido plantel de San Imldefonso.

Hoy, 6 de marro de 1956, toca la honra a este modesto discipulo de Antonio Caso de declarar que en lo sucesivo llevará este nombre venerado la biblioteca de la Facultad de Derecho en este plantel de la Ciudad Universitaria.