Hoja Parroquial del 28 de octubre del 2012

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28 de octubre de 2012 Nº 2.639 Semanario de la Diócesis de Segorbe-Castellón hoja parroquial Beato Juan XXIII, el Papa del Concilio. Pintura de Felipe Herreros 50 años del Concilio Vaticano II

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50 Años del Concilio Vaticano II. Mons. López Llorente: "El Vaticano II, brúijula en un mar abierto". El Concilio de la A a la Z.

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28 de octubre de 2012Nº 2.639 Semanario de la Diócesis de Segorbe-Castellónhojaparroquial

Beato Juan XXIII, el Papa del Concilio. Pintura de Felipe Herreros

50 años del Concilio Vaticano II

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El edificio del Seminario Mater Dei distinguido por el Colegio de Arquitectos

El Colegio Territorial de Arquitectos de Castellón, ha distinguido el edificio del Seminario Mater Dei como ejemplo del movimiento moderno de arquitectura, una tendencia nacida en el siglo XX que impulsó una edificación más funcional e innovadora. Nuestro se-minario, junto con la Casa Arrufat, en el arrabal de San Pascual de Villarreal, son los dos de los seis edificios

de la Comunidad Valencia-na que han sido merecedo-res de esta distinción con la que se pretende realzar su valor arquitectónico. El

Mater Dei fue construido por el arquitecto madrile-ño Luis Cubillo, uno de los mas innovadores de los años 60. Fue su promotor e

inspirador el obispo Pont i Gol, siendo el primer semi-nario construido en España después de la apertura del Concilio Vaticano II. Se inauguró en 1966, coin-cidiendo con el VI Cen-tenario de “la Troballa” de la Mare de Déu del Lledó. El rector del seminario, el presidente del Colegio Territorial y el concejal de Urbanismo de Castellón, inauguraron días pasados una placa conmemorativa en los muros del Seminario.

REDACCIÓN. CASTELLÓN.

Agenda DiocesanaMartes 30.* Jornada de fomarción del clero.* 18h Eucaristía de entrega de la Misio Canónica a los

profesores de religión, en la Basílica del Lledó.

Jueves 1 de noviembre. Fiesta de Todos los Santos.* 11h Misa presiddida por el Obispo en el cemente-

rio de Castellón.* 16h Rezo del Rosario y misa presidida por el Obis-

po en el cementerio de Segorbe.

Viernes 2 de noviembre.* 13h30 El Espejo de la Iglesia Diocesana en COPE.

Domingo 4.* 9h45 Iglesia Viva en COPE.

La parroquia de Santia-go Apóstol de Montanejos organizó este verano un primer Campamento de Inglés destinado sobre todo a los niños vecinos de la lo-calidad y a los que veranean durante los meses estivales. La Montanejos English Summer School (MESS) comenzó como el resultado de un trabajo conjunto, ya que desde la iniciativa de algunos padres, el párroco, Juan Crisóstomo Nanga-

gahigo lo comentó en la reunión del Arciprestazgo de Onda, y se implicaron la Academía de Vila-real Bla, Bla, Bla y la asociación hu-manitaria AMEAFRICA,

que proporcionaron dos profesores y una alumna de la UJI que está acabando el máster de la Paz.

Con el inicio de curso, los padres han constatado

la mejora en el nivel de in-glés de los niños que parti-ciparon, y hasta más de uno ha pasado por el trance de que sus hijos les hacen pre-guntas en inglés exigiendo respuesta en la misma len-gua, tal como se hacía en el campamento. Con este re-sultado, las familias piden la continuidad de la iniciativa. El año que viene se repetirá el campamento del 1 al 20 de julio con novedades: los participantes dormirán in situ, y se organizarán tiem-pos de oración.

El siete de octubre la pa-rroquia de Santo Tomás de Villanueva, en Benicas-sim, celebró la fiesta de la Virgen del Rosario con un acto en el espacio público. Por primera vez desde hacía muchos años, la imagen de

la Virgen se entronizó a las puertas del templo, y con el Santísimo Sacramento se rezó un rosario muy partici-pativo. La víspera, un con-cierto de canto y guitarra interpretado por músicos internacionales cantó a la esperanza en el Teatro Mu-nicipal de la localidad.

REDACCIÓN. MONTANEJOS.

REDACCIÓN. BENICASSIM.

Montanejos English Summer School: una iniciativa práctica y evangelizadora

Devoción pública a la Virgen del Rosario

Vida Diocesana

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El Vaticano II: brújula en un mar abiertoQueridos diocesanos: La conmemoración del 50º Aniversario del Concilio Vaticano II es una de las ra-zones de la convocatoria del actual Año de la fe. El Con-cilio, anunciado por sorpre-sa por el Beato Juan XXIII a inicios de 1959, supuso no sólo el mayor acontecimien-to religioso del siglo XX sino también la reunión más nu-merosa de obispos en toda la historia de la Iglesia. Desde el anterior concilio, el Vati-cano I (1869-1870), había transcurrido casi un siglo y, sobre todo, el mundo había cambiado completamente.

En un contexto de cam-bio y optimismo, su convo-catoria despertó un interés generalizado por la Iglesia y su voluntad de renovarse. El cristianismo, que había construido y plasmado el mundo occidental, parecía perder cada vez más su fuer-za creativa. Se le veía cansado y daba la impresión de que el futuro era decidido por otros poderes espirituales. El sentido de esta pérdida y de la tarea que ello comporta-

ba se resumía en la palabra “aggiorna-mento” (actualiza-ción). El cristianis-mo debía estar en el presente para po-der forjar el futuro. Esto no significaba que la Iglesia tuvie-ra que someterse al mundo moderno, sino que debía ofrecer una actitud dialogante para pre-sentar el Evangelio según las preguntas profundas del hombre de su tiempo.

La preparación duró casi un cuatrienio. Luego, desde el 11 de octubre de 1962 hasta el 8 de diciembre de 1965, fue el tiempo del con-cilio, celebrado en los meses de otoño de esos cuatro años. El fruto del trabajo conciliar quedó plasmado en las cua-tro grandes constituciones -sobre la Liturgia, la Palabra de Dios, la Iglesia y la Iglesia en el mundo actual-, nueve decretos y tres declaraciones. Pasado medio siglo desde la apertura del Concilio es el momento de su lectura so-segada, para comprenderlo

en el plano de la fe y para superar las mitificaciones y los ásperos contrastes en su interpretación histórica y teológi-ca. Esto no favorece ni el conocimiento ni la recepción del Vaticano II. En este momento, cuando

el Año de la Fe nos invita a reactivar la fe, la vida y la misión evangelizadora de la Iglesia estamos llamados leer, estudiar y volver a pro-poner los grandes textos que dejó el Vaticano II.

El Concilio fue una vuelta al centro de la fe. Buscaba hacer vivir con más vitalidad la Palabra de Dios. También representó una mayor importancia de la liturgia como presencia del Misterio de Dios. Asimismo mostró una comprensión más profunda de la Iglesia y alentó una mayor presencia de la Iglesia en el mundo ac-tual. Con palabras del Beato Juan Pablo II, el Vaticano II es una “gran gracia” y una “brújula segura” para la

Iglesia. Sus documentos son “incluso para nuestro tiem-po, una brújula que per-mite a la nave de la Iglesia avanzar en el mar abierto” (Benedicto XVI). Por ello es necesario volver a los textos conciliares. Hay muchas pu-blicaciones que a menudo en lugar de dar a conocer los documentos del Concilio, los han ocultado. Su lectura y estudio directo hace po-sible acercarse a la inmensa riqueza que nos ha legado la asamblea ecuménica, que hemos de leer en continui-dad con la tradición viva de la Iglesia. Para nuestro tiem-po, marcado por un olvido de Dios, el Concilio tiene un mensaje fundamental: “el cristianismo en su esen-cia consiste en la fe en Dios, que es Amor trinitario, y en el encuentro, personal y co-munitario, con Cristo que orienta y guía la vida. Todo lo demás se deduce de ello” (Benedicto XVI).

Con mi afecto y bendi-ción,

Tribuna

(*) ObispO de segOrbe-Castellón

pOr Juan Manuel gil

Las tres primeras consecuencias derivadas de la filiación divina (y II)La tercera consecuencia derivada de la filiación es que hemos de ser testigos en el Espíritu. Su misión es la de transfor-mar a los discípulos de Jesús en testigos, ya que por la fe estamos en Él (Jn 15,26). Ser testigo es: Implicarse en la Palabra del Evangelio, para que transforme y fermente toda la propia existencia hasta irradiarla con coherencia ante todos y a cualquier precio.

El Espíritu siempre en el origen de todo testimonio: Sobre todo en los már-tires, que en griego significa testigos. Han perdido su vida para darla hasta la caridad extrema por Dios o por los hom-bres. El martirio cumbre de la santidad: El don supremo que el Espíritu concede a los creyentes. El Espíritu Santo enseña en el momento del martirio lo que tienen que decir (Luc 12,11). El martirio sería

imposible sin la fuerza del Espíritu, dice san Pablo (1Cor 12,3).

Entrenador de los mártires: Así lo llama el Padre del Iglesia Tertuliano. Él los introduce en la arena para afrontar la lucha. El alistador es Cristo, el árbitro, Dios. Espiritualidad del martirio de Juan Pablo II: Al final del segundo milenio, la Iglesia ha vuelto a ser la Iglesia de los mártires, y muchos desconocidos, que reforzados por el Espíritu son signo de libertad y dignidad humana. Verificación viva de la acción del Espíritu de la verdad.

Testimonio con la propia vida: Con el martirio o con las dificultades de la vida cotidiana. El Espíritu interviene en esto para darnos la perfecta alegría has-ta la bienaventuranza: Segunda Carta de san Pedro 4,14 y San Francisco de Asís en Florecillas VIII. Sucesores de los már-

tires: Los hombres y mujeres consagrados a la vida religiosa, don de Dios Padre a la Iglesia por medio del Espíritu (Vita Con-secrata, 1996). Estas dos cosas (testimo-nio propia vida y vida religiosa) implican radicalidad para el Evangelio. En toda su vida cotidiana, hasta la muerte. Cruci-ficado para el mundo, llevando a todas partes la cruz del Salvador, como dice San Pablo (Gal 6,7).

También los esposos cristianos son nuevos mártires: No faltan frutos de san-tidad en tal estado. Hay que verificarlos y proponerlos como ejemplos. Juan Pablo II en Tertio Milenio Adveniente. Mul-tiforme belleza de la Iglesia: El Espíritu prodiga gracia en los diversos estados de la vida. Iglesia pródiga en carismas, como lo explica san Cirilo de Alejandría en su catequesis 16,22.

MOns. CasiMirO lópez llOrente *

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Concilio Vaticano II

El Concilio Vaticano II de la A a la ZAniversario. El 11 de oc-tubre se cumplieron 50 años de la apertura del Concilio Vaticano II. Este aniversario es uno de los motivos de la declaración del Año de la Fe.

Benedicto XVI. De 1962 a 1965 hizo notables apor-taciones al Concilio Vatica-no II como “experto”; asis-tió como teólogo consultor del cardenal Joseph Frings, arzobispo de Colonia.

Concilio. Un concilio es una asamblea o reunión de obispos. Si se convoca para toda la Iglesia, se llama ecu-ménico, y con el Vaticano II se han celebrado veintiuno en la historia. También pue-de ser a nivel de un conti-nente o provincial.

Documentos. El Conci-lio Vaticano II produjo los siguientes documentos: Cuatro constituciones so-bre los temas fundamen-tales (Dei Verbum sobre la Palabra de Dios, Lumen Gentium sobre la Igle-sia, Sacrosantum Con-cilium sobre la Liturgia y Gaudium et Spes sobre la relación con el mundo actual), tres declaraciones con principios doctrina-les en diversas cuestiones (Gravissimum educatio-nis sobre la educación, Nostra Aetate sobre la relación con las religiones no cristianas y Dignitatis Humanae sobre la libertad religiosa), y 9 decretos (Ad Gentes sobre la misión, Presbyterorum Ordinis

sobre el sacerdocio, Apos-tolicam Actuositatem so-bre el apostolado de los lai-cos, Optatam Totius sobre la formación sacerdotal, Perfectae Caritatis sobre la vida religiosa, Christus Dominus sobre los obis-po, Unitatis Redintegra-tio sobre el ecumenismo, Orientalium Ecclesiarum sobre las Iglesias católicas orientales e Inter Mirifica sobre los medios de comu-nicación social).

Eclesiología. Presenta una renovada eclesiología en la Constitución Lumen Gentium, que concibe la Iglesia como Pueblo de Dios, en una armonizada relación entre jerarquía y fieles, para ser todos, desde su propia condición, res-ponsables del anuncio de Jesucristo al mundo actual.

Finalidad. Al comienzo de la segunda sesión tomó las riendas del Concilio el

nuevo Papa, Pablo VI. En su discurso programático, del 29 de septiembre de 1963, relanzó la línea pas-toral de Juan XXIII mar-cando al Concilio cuatro orientaciones muy concre-tas: a) precisar la noción de Iglesia; b) promover su re-novación interna; c) traba-jar por el restablecimiento de la unidad de los cristia-nos; d) reabrir el diálogo con el mundo moderno.

Gaudium et Spes. Es una llamada a que la Iglesia asuma con todas las con-secuencia los gozos, las esperanzas, y también los dolores, sufrimientos y pe-nas de toda la humanidad. Promueve una Iglesia que quiere entrar en comunión con todo lo que acontece en la humanidad.

Haber. El Concilio tenía en su haber el trabajo he-cho en los años anteriores en teología, Biblia, relacio-

nes interconfesionales… tanto por teólogos como por movimientos, como la Acción Católica. También hubieron documentos del magisterio que prepararon el terreno, como la Rerum Novarum de Leon XIII.

Interés. El Concilio des-pertó un interés enorme en el mundo civil porque veían que era un aconteci-miento de una magnitud enorme. Incluso en ciertos sectores del bloque comu-nista se valoró la Doctrina social de la Iglesia como la más perfecta con que po-día contar la humanidad (aunque ellos la considera-ban utópica).

Juan XXIII. Fue el ins-trumento del que se sir-vió el Espíritu para pro-vocar dentro de la Iglesia este huracán que abrió las puertas a proclamar sin temores de ningún tipo la doctrina del Evangelio.

Nave de la Basílica de S. Pedro del Vaticano, convertida en aula conciliar

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Concilio Vaticano II

Liturgia. La primera Constitución que se apro-bó fue la Sacrosantum Concilium sobre la li-turgia, y que promovió cambios como el uso de las lenguas vernáculas y en definitiva una mayor comprensión de la liturgia católica.

Llamadas. Las interpe-laciones principales del Concilio estaban diri-gidas a crear puentes de comunión con el mundo moderno, renovar la ecle-siología, la cristología, la teología moral, la liturgia y los sacramentos, la reli-giosidad popular, siempre con fidelidad al espíritu del Evangelio. También llama al anuncio de la es-peranza cristiana frente a las utopías de los huma-nismos al margen de Dios como el marxismo, a llevar a la vida el mensaje social del Evangelio, y a la co-rresponsabilidad de todos los bautizados. Todo esto sigue, y son llamadas tam-bién para hoy, en el año de la Fe.

Modernidad. Juan XXIII habló de un “aggiorna-mento” de la Iglesia. Es la palabra que se repitió hasta la saciedad, y que significa puesta al día en sus actitu-

des, formas… en una línea de sencillez y de pobreza evangélica.

No. Juan XXIII repetía a las comisiones de trabajo que no quería que fuera un Concilio para condenar al mundo, sino para amarlo tal como es y crear puentes y salvarlo.

Observadores. En las sesio-nes conciliares participaron observadores de otras igle-sias y confesiones cristianas, e incluso de otras religiones.

Pont i Gol. El Obispo de la recién constituida dió-cesis de Segorbe-Castellón participó en el Concilio, y como con el resto de obispos, el evento repre-sentó una gran influencia, llevando a un talante ha-cia formas más cercanas y sencillas. Fue el primero que impulsó todas aquellas estructuras que exigía el Concilio para renovar des-de dentro y la base la vida de las parroquias: consejo de presbiterio, de pasto-ral, parroquiales,… dando participación y correspon-sabilidad a los seglares.

Quien. Participaron 2.450 Obispos, incluso del blo-

que comunista. También estuvieron representados abades, teólogos y seglares.

¿Ruptura o Renovación? No fue una ruptura, sino una Renovación de las es-tructuras y vida de la Iglesia.

Segorbe-Castellón. In-mediatamente, el Obispo Pont y Gol se tomó muy en serio llevar a la vida dioce-sana el espíritu renovador del Concilio y se logró en buena medida. Se acogió con mucha diligencia y ahora toca seguir alimen-tando ese espíritu. El Año de la Fe tiene que potenciar el espíritu renovador del Concilio, y esa revitaliza-ción solo será posible con la colaboración de todos.

Todos. La llamada univer-sal a la santidad fue una de las grandes aportaciones. Todos estamos llamados a la santidad y a trabajar responsablemente en las comunidades a las que per-tenecemos, según las orien-taciones de la jerarquía, para avanzar hacia la meta última de todos bautiza-dos: la santidad.

Unidad. El decreto Uni-tatis reintegratio estuvo

dedicado a la unidad de los cristianos, fundamentada en la unión dentro de las propias comunidades de base de la Iglesia: diócesis y parroquias.

Vaticano. El Concilio lleva el nombre de Vaticano por el lugar donde se celebró. Y es el segundo porque en 1869 ya hubo un Concilio Vaticano I, que se opuso al racionalismo y decretó el dogma de la infabilidad del Papa.

Web. Todos los documen-tos se pueden consultar en la web del Vaticano: http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/index_sp.htm

¿Zanjado? El CVII no está agotado. Los últimos Papas, tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI, han afir-mado repetidamente su ac-tualidad. En la carta Novo Millennio Inneunte, Juan Pablo II afirmaba que “a medida que pasan los años, aquellos textos no pierden su valor ni su esplendor. Es necesario leerlos de manera apropiada y que sean co-nocidos y asimilados como textos cualificados y norma-tivos del Magisterio, dentro de la Tradición de la Iglesia” (NMI 57).

Papa Pablo VI, que guió el final del Concilio Obispo Pont i Gol

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Historia de la Cofradía de la Puríssima Sang i de la Mare de Déu de la Soledat de Vila-real

Nuestros Libros

Este domingo cuarto de octubre celebra su fiesta anual la Confraria de la Puríssima Sang de Nostre Senyor Jesucrist i Mare de Déu de la Soledat de Vila-real, manteniendo la fe-cha de la antigua fiesta de Cristo Rey. La vitalidad y patrimonio de fe de esta entidad queda recogida en el libro de su historia, que se presentó el año pasado, editado por el Ayunta-miento de la localidad, y elaborado por Mn. Vicent Gimeno, Joaquín Lizan-dra y Pascual Tirado, bajo la coordinación de Pas-cual Segura.

Este volumen de 351 páginas, responde a un deseo que la Junta de Capítulo de la Cofradía tenía desde hacía años para conservar la historia que sus antepasados han construido a lo largo de diversas generaciones. En sus páginas se encuentran muchos recuerdos, curio-sidades y anécdotas res-catadas a lo largo de los siglos.

En las diversas partes, se narra su origen y se hace un recorrido por más de quinientos años. Tam-bién estudia la Capilla de la Sang, el patrimonio ar-tístico y objetos de devo-ción, y las representacio-nes teatrales en Vila-real. El prólogo está a cargo del Obispo, mons. Casimiro López Llorente.

La devoción a Cristo en su Pasión fue una ten-dencia creciente, en todo el Occidente europeo, en la religiosidad de los siglos XIV y XV. Algunos sitúan el origen de la devoción a

la Sangre de Cristo en tor-no a las predicaciones de San Vicente Ferrer, el cual estuvo en Vila-real en dos ocasiones, en marzo de 1414 y en el mes de junio de 1412. Pero será a par-tir de 1540, al instituir el Papa Pablo III a petición del Consejo de Aragón la fiesta anual de la “Precios-sísima Sang de Jesucrist”,

cuando se incrementa la devoción y se multiplican las cofradías dedicadas a la Sangre de Jesucristo.

Podemos asegurar que, desde la época de los Após-toles, la Preciosa Sangre de Cristo ha sido símbolo de la Redención. En efec-to, la efusión de la sangre del Señor es la fuente de la vida de la Iglesia.

Cinco siglos de devoción kerigmática

Fundada en Vila-real, en la segunda mitad del siglo XVI, entre 1544 y 1546, la Cofradía tuvo su sede durante siglos en la antigua iglesia de la Sangre, termi-nada en 1583, adosada a la muralla en pleno barrio de la judería, de la que, lamen-tablemente, solo se conser-va la portada. Consta en la actualidad de más de sete-cientos cofrades. En Sema-na Santa, la Cofradía desfila el miércoles, en la Procesión General, y, el viernes, en el Via Crucis matutino y en la Procesión del Santo Entie-rro. El Domingo de Glo-ria acompaña el paso del resucitado. Desde el siglo pasado cuenta con los pasos del Ecce Homo del escultor José Ortells (1958) y el de la Virgen de la Soledad de Pascual Amorós (1939).

Los colores de sus ves-tes, de gran simbolismo, la identifican: el rojo, de la Sangre purísima y preciosa de Cristo, precio divino de nuestro rescate. El blanco del agua, que su sagrado costado derramó junto con la sangre, símbolo de la vida eterna que nos es comunicada en el Bautis-mo que nos regenera. Y el negro, de aquellos velos, de aquellas tocas enlutadas, paños virginales que vis-ten las soledades de la más angustiada y afligida de las madres, la “Mare de Déu de la Soledat”, que, junto a su Purísima Sangre, Cristo nos da. En el prólogo, el Obispo concluye recordan-do que “casi cinco siglos os contemplan”, y los exhorta a recordar siempre su histo-ria, guardar memoria agra-decida en su corazón.

REDACCIÓN. VILA-REAL.

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El Evangelio del Domingo

“Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí”Primera LecturaJer 31,7-9.

Salmo responsorialSal 125. R/. El Señor ha estado gran-de con nosotros, y estamos alegres. R/.

Segunda LecturaHeb 5,1-6.

EvangelioMc 10,46-52. En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus dis-cípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: -«Hijo de David, Jesús, ten

compasión de mí.» Mu-chos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: -«Hijo de David, ten compasión de mí.» Jesús se detuvo y dijo: -«Llamadlo.» Llamaron al ciego, dicién-dole: -«Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el man-to, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: -«¿Qué

quieres que haga por ti?» El ciego le contestó: -«Maes-tro, que pueda ver.» Jesús le dijo: -«Anda, tu fe te ha cu-rado.» Y al momento reco-bró la vista y lo seguía por el camino. Palabra del Señor.

Próxima semana: Dt 6,2-6 / Sal 17 / Heb 7,23-28 / Mc 12,28-34

Domingo XXX del Tiempo Ordinario (2ª Semana del Salterio)

CredoLA TRINIDAD233 Los cristianos son bautizados en “el nombre” del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y no en “los nom-bres” de éstos (cf. Virgilio, Professio fidei (552): DS 415), pues no hay más que un solo Dios, el Padre to-dopoderoso y su Hijo único y el Es-píritu Santo: la Santísima Trinidad. 234 El misterio de la Santísima Tri-nidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina.

EL DOGMA DE LA SANTíSIMA TRINIDAD253 La Trinidad es una. No confesa-mos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: “la Trinidad consubs-tancial” (Concilio de Constantino-pla II, año 553: DS 421).254 Las Personas divinas son real-mente distintas entre sí.

255 Las Personas divinas son relativas unas a otras. La distinción real de las Personas entre sí, porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras: “En los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Es-píritu Santo lo es a los dos; sin em-bargo, cuando se habla de estas tres Personas considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza o subs-tancia” (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 528).256 A los catecúmenos de Constan-tinopla, san Gregorio Nacianceno, llamado también “el Teólogo”, con-fía este resumen de la fe trinitaria: «Ante todo, guardadme este buen depósito, por el cual vivo y com-bato, con el cual quiero morir, que me hace soportar todos los males y despreciar todos los placeres: quiero decir la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Os la

confío hoy. Por ella os introduciré dentro de poco en el agua y os sacaré de ella. Os la doy como compañera y patrona de toda vuestra vida. Os doy una sola Divinidad y Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una manera distinta. Divi-nidad sin distinción de substancia o de naturaleza, sin grado superior que eleve o grado inferior que abaje [...] Es la infinita connaturalidad de tres infinitos. Cada uno, considera-do en sí mismo, es Dios todo en-tero[...] Dios los Tres considerados en conjunto [...] No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me baña con su esplendor. No he comenzado a pensar en la Tri-nidad cuando ya la unidad me posee de nuevo...(Orationes, 40,41: PG 36,417).

(*) La numeración al inicio de cada párrafo corresponde al artículo del Ca-tecismo de la Iglesia Católica.

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Elías Sanz, sacerdote y testigo del Concilio en Roma

Dep. Legal: CS 97-1960Suplemento del B.O. del Obispado

Edita: Obispado de Segorbe-Castellón Director: Juan Manuel Gil Coordinador: Josep Miquel Francés Redacción: Guillem Farré.Oficina de Prensa: Teléfono 964 222 819 / Fax: 964 722 018 / [email protected] / [email protected] / www.obsegorbecastellon.es

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“¡Abrid las ventanas!”Elías Sanz acaba de cum-plir cincuenta años de sacerdocio. Y uno de los momentos más importan-tes en su vida sacerdotal, fueron los dos años que pasó estudiando en Roma absorbiendo todo el agua nueva que fluía del Con-cilio: “Lo viví con mucha intensidad porque aunque mi formación teológica cristalizó antes, el Concilio sentó las bases de una ecle-siología apoyada funda-mentalmente en el mensaje evangélico”.

- ¿Cómo es que coin-cidió con el Concilio en Roma?

- Me ordené el año 62 y, después de 11 de meses de estar en Nules de vicario, mons. José Pont y Gol me envió a estudiar en la Gre-goriana de Roma, coinci-diendo con la segunda fase del Concilio. Fui a estudiar teología dogmática, que fue la experiencia más rica de mi vida, sobretodo en aquel ambiente que estaba todo en ebullición.

- ¿Qué expectativas se palpaban en Roma?

- Todos estaban en una actitud enormemente positiva respecto a lo que podía y, de hecho, hizo el Concilio, por tanto tam-

bién estaban muy abiertos a lo que pudiera aportar. Todos estábamos igual de expectantes, estudiantes y profesores, con el deseo de que fuese una renovación a fondo de la Iglesia con la fi-nalidad de conectar y salvar el mundo.

- ¿Se cumplieron esas expectativas?

- Yo creo que con cre-ces.

- ¿Qué es lo más im-portante del Concilio a su juicio?

- Todo, ya que la expe-riencia misma del Concilio fue abordando todos los te-

mas intra-eclesiales, siem-pre con la mirada puesta a dar una respuesta a los pro-blemas del mundo y enta-blar puentes con la cultura. También fue una cuestión de primera magnitud recu-perar la presencia de Dios en la historia. Era una no-ción que se había perdido, y fue muy importante que la Iglesia lo proclamara abiertamente a través de la liturgia, la teología, la moral, la doctrina social, porque cuando el hombre se olvida de Dios, quien acaba perdiendo siempre es la humanidad.

- Una anécdota.- Juan XXIII bajaba a

los salones donde estaban las comisiones trabajando para saludar, y decía “abrid las ventanas”. Los eclesiás-ticos le respondían delica-damente: “No Santidad, que el viento se nos llevaría los papeles”, y él respondía que de eso se trataba, que se necesitaba que se remo-viesen los papeles para estar a la escucha del Espíritu y no hacer listas de dogmas o condenas.

- ¿Cómo gestionar la herencia del Concilio en el S. XXI?

- Hubo una etapa de entusiasmo desbordante en la fase posterior. Después vino otra de cierto desen-canto por errores y equivo-caciones en algunos secto-res, y el Magisterio empezó a corregir esas desviaciones. También hubo un mo-mento de letargo respecto a esa etapa inicial en la que se crearon por ejemplo los consejos de presbiterio, pastorales en las parro-quias… Ahora se trataría, aprovechando el Año de la Fe, de recuperar la fe en el espíritu del Concilio, recu-perar la esperanza en todo lo que aportó a la humani-dad, y sobretodo recuperar el amor por el mundo, en el que estamos para salvar.

G. FARRÉ. CASTELLÓN.