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EL MUNDO. MIÉRCOLES 6 DE NOVIEMBRE DE 2019 PAPEL HOJA 26 C I E N C I A El cambio de modelo energético es el primero de los seis puntos que propone el informe para hacer frente a la crisis climática. Dentro del texto, los investigadores desglosan varias medidas, todas orientadas a un mismo objetivo: reducir y eliminar el uso de recursos fósiles. «Implementar prácticas de conservación masivas; reemplazar los combustibles con renovables limpias; abandonar los yacimientos de petróleo que quedan bajo la tierra; eliminar subsidios a las companías de combustible; e imponer tasas al carbono que sean lo bastante elevadas para restringir el uso de fósiles», son las propuestas para lograr un futuro sin energías fósiles. «Hay recursos que sí son ilimitados, como la energía del Sol. El problema es que no los estamos utilizando bastante», denuncia Vieites. El cambio de modelo energético es urgente, recuerdan los expertos, porque incide en varios de los problemas ambientales a los que nos enfrentamos en un escenario de cambio climático. «La temperatura global de la superficie, el calor de los océanos, los eventos meteorológicos extremos y sus costes o el nivel del mar están todos aumentando», resume William Ripple, autor principal del informe desde la Universidad Estatal de Oregón (EEUU) y primer firmante de la declaración. Tres cuartas partes de los compromisos recogidos en el Acuerdo de París son insuficientes para frenar la emergencia climática. Tal y como están planteados, no bastan para que los países que más contribuyen al cambio climático dejen de aumentar sus emisiones de gases de efecto invernadero, principal causa del calentamiento global. Así lo afirma un nuevo estudio elaborado por un panel de expertos independientes y publicado por la Fundación Ecológica Universal, después de evaluar los compromisos firmados en París en 2015, cuya materialización se discutirá el próximo mes en Madrid. De los 184 puntos acordados en la capital gala, sólo 36 responden a medidas capaces de lograr una reducción de emisiones del 40% o superior. «Con muy pocas excepciones, los compromisos de todas las naciones –grandes, medianas y pequeñas– son insuficientes para abordar el cambio climático», sentencia Sir Robert Watson, expresidente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y coautor del informe. «Esas promesas son escasas y llegan demasiado tarde». La Unión Europea es el único de los grandes emisores de gases de efecto invernadero (GEI) que ha adoptado una postura proactiva contra el cambio climático, de acuerdo con la evaluación. La UE, responsable de un 9% de los GEI a nivel SÓLO EUROPA SUPERA EL EXAMEN POR AMADO HERRERO CAMBIAR LA ENERGÍA Además del dióxido de carbono, el estudio llama la atención sobre los llamados contaminantes de vida corta, tales como el carbono negro, el ozono troposférico, el metano o los hidrofluorocarbonos, que se usan en todo el mundo y ponen en riesgo tanto la salud humana como la de los ecosistemas. Evitando estas emisiones contaminantes «se podría reducir la tendencia de calenta- miento a corto plazo en más de un 50% durante las próximas décadas, al tiempo que se salvarían millones de vidas y se incrementarían las cosechas debido a una reducción de la contaminación del aire», según el estudio. Vieites no tiene dudas sobre la gravedad del problema: «Nos estamos envenenando. No es concebible que en China haya niñas de 11 años con cáncer de pulmón». REDUCIR CONTA- MINANTES El informe propone «restringir el desbrozamiento masivo de tierras» y «restaurar y proteger ecosistemas como los bosques, pastizales y manglares, lo que contribuiría ampliamente a secuestrar dióxido de carbono atmosférico». Los científicos subrayan el papel que pueden desempeñar los bosques de todo el mundo en la absorción o secuestro de las emisiones contaminantes. «Debemos reducir rápidamente la pérdida de hábitat y biodiversidad, protegiendo los bosques primarios e intactos, especialmente aquellos con alta cantidad de carbono almacenado y otros bosques con la capacidad de secuestrar rápidamente carbono». Las recursos naturales permitirían, según estima el informe, una reducción de emisiones de un tercio de las necesarias para cumplir el Acuerdo de París de aquí a 2030. En resumen, se trata de asimilar que «no podemos sobreexplotar el planeta», indica Vieites. PRESER- VAR LA NATU- RALEZA «Los científicos tienen una obligación moral de avisar con claridad a la humanidad de cualquier amenaza catastrófica». Así arranca un nuevo informe, que ha revisado la literatura científica de los últimos 40 años y ha logrado el apoyo de más de 11.000 investigadores de todo el mundo para declarar «la emergencia climática». El estudio, liderado por William Ripple, además de dar la voz de alarma, concreta las seis medidas que, según sus autores, son necesarias para hacer frente a la amenaza y evitar un «incalculable sufrimiento». El problema atañe, advierten, a diversas áreas científicas, sociales y políticas. No sólo se trata del aumento de las temperaturas, sino de un amplio rango de «peligros reales derivados de un calentamiento del plane- ta», plantea el informe, publicado en la revista ‘BioScience’. David Vieites, científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) y uno de los 11.333 investigadores que secundan la declaración, explica que «los puntos que propone el estudio se reducen a uno: «Un cambio social masivo». Lograr los objetivos requiere «que la sociedad consuma de otra forma, que entienda que los recursos son limitados». Un cambio de mentalidad y costumbres que, entiende este experto, «es muy difícil de lograr». Aunque, advierte, también urgente: «Estamos llegando a un punto sin retorno». El valor del nuevo estudio, que ha revisado datos públicamente disponibles, no está en la novedad, sino en la perspectiva general que ofrece tanto del problema como de sus posibles soluciones. «Es una alerta sobre lo que ya se sabe, una síntesis», explica Vieites. Pablo Acebes, ecólogo de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), quien también ha respaldado la declaración de emergencia climática, está de acuerdo en que los seis puntos han de considerarse como problemas íntimamente unidos. «Uno de los grandes errores es, precisamente, considerar a las distintas áreas relacionadas con el cambio climático como compartimentos aislados, cuando, en realidad, están interrelacionadas». Al final, todo conduce a una misma y fundamental idea: «El planeta es finito, los recursos son limitados». POR ÁNGEL DÍAZ MADRID ILUSTRACIONES: ULISES CULEBRO SEIS PASOS PARA SALVAR EL MUNDO HOJA 27 EL MUNDO. MIÉRCOLES 6 DE NOVIEMBRE DE 2019 PAPEL C I E N C I A mundial, apunta a reducir en un 58% sus emisiones para el año 2030, una cifra que supera el compromiso adquirido en París de recortar en «al menos un 40% las emisiones por debajo del nivel de 1990». La ambición europea en materia climática es la excepción a la norma en el panorama mundial. Cuatro naciones concentran más de la mitad de las emisiones globales: China (26,8%), Estados Unidos (13,1%), India (7%) y Rusia (4,6%). El estudio se publica el mismo día en el que la administración estadounidense ha comunicado oficialmente a Naciones Unidas su salida del Acuerdo de París. Además, el Gobierno federal ha recortado las regulaciones destinadas a reducir las emisiones, con lo que se espera que no cumpla ni siquiera con lo pactado en Francia. China e India sí han presentado propuestas concretas para reducir el nivel de emisiones (en relación con su PIB) para 2030 y los autores consideran «probable» que se cumplan. Sin embargo, las estimaciones apuntan a que las cifras absolutas de GEI que generan estas naciones van a seguir aumentando, dado el crecimiento de sus economías. El informe clasifica los compromisos de ambos como insuficientes, ya que no contribuirán a reducir las emisiones en un 50% para 2030. En el caso de Rusia, aunque se mantiene dentro del marco del Acuerdo, no ha presentado aún una promesa concreta sobre la reducción de emisiones. Los científicos recuerdan que, de no lograrse esa reducción de emisiones para la próxima década, el número de huracanes, temporales, incendios forestales y sequías puede duplicarse, tanto en número como intensidad. Y, con ello, los daños económicos, que alcanzarían un coste estimado de 2.000 millones de dólares al día para 2030. «Un precio que el mundo no puede permitirse», advierten los autores. Consumir menos carne y más vegetales sería un cambio que «reduciría en gran medida las emisiones de metano y otros gases de efecto invernadero y liberaría tierras agrícolas para cultivar comida humana», señala el estudio, que destaca también la importancia de reducir los desperdicios de comida, cuyo nivel actual se ha disparado. «Al menos un tercio de toda la comida que se produce termina en la basura», alerta. Acebes se muestra de acuerdo en la necesidad de cambiar hábitos dietéticos, pero matiza que es necesario diferenciar entre la ganadería intensiva o industrial y ganadería extensiva. «La ganadería intensiva, que en la última década está multiplicándose principalmente a través de granjas aviares o porcinas, produce una inmensa cantidad de residuos, está asociada a enfermedades como las vacas locas, la gripe aviar o porcina, al consumo excesivo de antibióticos y a la producción de grandes cantidades de piensos para consumo animal, en vez de para las personas», según este experto. Por el contrario, la ganadería extensiva, como la que se alimenta «a diente» en pastizales de la Península desde hace milenios, contribuye a mantener ecosistemas y paisajes que albergan una gran biodiversidad, además de tener «un gran valor cultural y paisajístico». La diferencia es clara: «No es lo mismo la ganadería tradicional típica mediterránea que deforestar el Amazonas para alimentar al ganado», resume Acebes. De hecho, la ganadería extensiva contribuye a «mantener el monte abierto». Sin ella, habría más matorrales, más biomasa y, por tanto, «la intensidad y recurrencia de los fuegos sería mayor». La transfor- mación económica que proponen William Ripple y sus colegas se resume en tres puntos, uno de los cuales está más comúnmente aceptado –el cambio de modelo energético–, si bien no implementado, y otro sin duda más polémico, pues acarrea un cambio profundo de paradigma, referido al modo en que se mide y persigue el crecimiento económico. Las propuestas son: «Trans- formar la dependencia de los combustibles de carbono, teniendo en consideración la dependencia humana de la biosfera. Redirigir los objetivos de crecimiento del producto nacional bruto y búsqueda de riqueza. Disminuir la extracción de materiales y las explotación de ecosistemas, con el fin de mantener a largo plazo la sostenibilidad de la biosfera». Sobre el primer punto, Vieites señala que el modelo energético sería «fácil de revertir», por lo que es «una vergüenza» que no se haya hecho ya con mucha mayor intensidad. «Tenemos energías limpias», insiste. El reto es extraer de ellas el máximo provecho, en detrimento de los fósiles, que no son sino «otra manera de sobreexplotar el planeta». El último punto que proponen los científicos es el control demográfico, un asunto que no está hoy tan presente en la agenda de la comunidad internacional como lo estuvo hace ya décadas. De hecho, es uno de los puntos en el que admiten que ha habido «signos esperanzadores», debido a que las tasas de nacimiento globales han descendido. Sin embargo, recalcan también que, en los últimos 20 años, la disminución de las tasas de nacimiento se ha ralentizado. Por ello, argumentan, es necesario «estabilizar la población global, que se está incrementando en más de 200.000 personas al día». Piden, para ello, que se «usen enfoques que aseguren la justicia social y económica». Vieites, por su parte, reconoce que «es duro decirlo», pero insiste en que el problema es real y su perspectiva, si no se soluciona, dramática: «Somos demasiados. Llegará un punto en que lucharemos por los recursos. Si no se controla el crecimiento y no hay recursos para todos, la población reventará». La demografía es otro de los puntos en los que, recuerda Acebes, «la simplificación puede conducir a una mala interpretación». Los retos demográficos de los países desarrollados, incluido España, son diferentes a los que deben atajarse en otras naciones emergentes, como Brasil, China o el sudeste asiático, donde el crecimiento demográfico excesivo podría causar graves problemas. Por el contrario, Europa se enfrenta a un envejecimiento de la población, acuciante en nuestro país. «En España tenemos problemas demográficos serios; si no fuera por la población inmigrante, la situación sería desastrosa», advierte Acebes. COMER MEJOR RE- PENSAR LA ECO- NOMÍA CONTRO- LAR LA POBLACIÓN

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EL MUNDO. MIÉRCOLES 6 DE NOVIEMBRE DE 2019P A P E LHOJA Nº26

C I E N C I A

El cambio de modelo energético es el primero de los seis puntos que propone el informe para hacer frente a la crisis climática. Dentro del texto, los investigadores desglosan varias medidas, todas orientadas a un mismo objetivo: reducir y eliminar el uso de recursos fósiles. «Implementar prácticas de conservación masivas; reemplazar los combustibles con

renovables limpias; abandonar los yacimientos de petróleo que quedan bajo la tierra; eliminar subsidios a las companías de combustible; e imponer tasas al carbono que sean lo

bastante elevadas para restringir el uso de fósiles», son las propuestas para lograr un futuro sin energías fósiles.

«Hay recursos que sí son ilimitados, como la energía del Sol. El problema es que no los estamos utilizando bastante», denuncia Vieites. El cambio de modelo energético es urgente, recuerdan los expertos, porque incide en varios de los problemas ambientales a los que nos enfrentamos en un escenario de cambio climático.

«La temperatura global de la superficie, el calor de los océanos, los eventos meteorológicos extremos y sus costes o el nivel del mar están todos aumentando», resume William Ripple, autor principal del informe desde la Universidad Estatal de Oregón (EEUU) y primer firmante de la declaración.

Tres cuartas partes de los compromisos recogidos en el Acuerdo de París son insuficientes para frenar la emergencia climática. Tal y como están planteados, no bastan para que los países que más contribuyen al cambio climático dejen de aumentar sus emisiones de gases de efecto invernadero, principal causa del calentamiento global. Así lo afirma un nuevo estudio elaborado por un panel de expertos independientes y publicado

por la Fundación Ecológica Universal, después de evaluar los compromisos firmados en París en 2015, cuya materialización se discutirá el próximo mes en Madrid. De los 184 puntos acordados en la capital gala, sólo 36 responden a medidas capaces de lograr una reducción de emisiones del 40% o superior. «Con muy pocas excepciones, los compromisos de todas las naciones –grandes, medianas y pequeñas– son insuficientes para abordar el

cambio climático», sentencia Sir Robert Watson, expresidente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y coautor del informe. «Esas promesas son escasas y llegan demasiado tarde». La Unión Europea es el único de los grandes emisores de gases de efecto invernadero (GEI) que ha adoptado una postura proactiva contra el cambio climático, de acuerdo con la evaluación. La UE, responsable de un 9% de los GEI a nivel

SÓLO EUROPA SUPERA

EL EXAMEN POR AMADO HERRERO

CAMBIAR LA ENERGÍA

Además del dióxido de carbono, el estudio llama la atención sobre los llamados contaminantes de vida corta, tales como el carbono negro, el ozono troposférico, el metano o los hidrofluorocarbonos, que se usan en todo el mundo y ponen en riesgo tanto la salud humana como la de los ecosistemas.

Evitando estas emisiones contaminantes «se podría reducir la tendencia de calenta-miento a corto plazo en más de un 50% durante las próximas décadas, al tiempo que se salvarían millones de vidas y se incrementarían las cosechas debido a una reducción de la contaminación del aire», según el estudio. Vieites no tiene dudas sobre la gravedad del problema: «Nos estamos envenenando. No es concebible que en China haya niñas de 11 años con cáncer de pulmón».

REDUCIR CONTA-MINANTES

El informe propone «restringir el desbrozamiento masivo de tierras» y «restaurar y proteger ecosistemas como los bosques, pastizales y manglares, lo que contribuiría ampliamente a secuestrar dióxido de carbono atmosférico».

Los científicos subrayan el papel que pueden desempeñar los bosques de todo el mundo en la absorción o secuestro de las emisiones

contaminantes. «Debemos reducir rápidamente la pérdida de hábitat y biodiversidad, protegiendo los bosques primarios e intactos, especialmente aquellos con alta cantidad de

carbono almacenado y otros bosques con la capacidad de secuestrar rápidamente carbono».

Las recursos naturales permitirían, según estima el informe, una reducción de emisiones de un tercio de las necesarias para cumplir el Acuerdo de París de aquí a 2030.

En resumen, se trata de asimilar que «no podemos sobreexplotar el planeta», indica Vieites.

PRESER-VAR LA NATU- RALEZA

«Los científicos tienen una obligación moral de avisar con claridad a la humanidad de cualquier amenaza catastrófica». Así arranca un nuevo informe, que ha revisado la literatura científica de los últimos 40 años y ha logrado el apoyo de más de 11.000 investigadores de todo el mundo para declarar «la emergencia climática». El estudio, liderado por William Ripple, además de dar la voz de alarma, concreta las seis medidas que, según sus autores, son necesarias para hacer frente a la amenaza y evitar un «incalculable sufrimiento». El problema atañe, advierten, a diversas áreas científicas, sociales y políticas. No sólo se trata del aumento de las temperaturas, sino de un amplio rango de «peligros reales derivados de un calentamiento del plane-ta», plantea el informe, publicado en la revista ‘BioScience’. David Vieites, científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC)

y uno de los 11.333 investigadores que secundan la declaración, explica que «los puntos que propone el estudio se reducen a uno: «Un cambio social masivo». Lograr los objetivos requiere «que la sociedad consuma de otra forma, que entienda que los recursos son limitados». Un cambio de mentalidad y costumbres que, entiende este experto, «es muy difícil de lograr». Aunque, advierte, también urgente: «Estamos llegando a un punto sin retorno». El valor del nuevo estudio, que ha revisado datos públicamente disponibles, no está en la novedad, sino en la perspectiva general que ofrece tanto del problema como de sus posibles soluciones. «Es una alerta sobre lo que ya se sabe, una síntesis», explica Vieites. Pablo Acebes, ecólogo de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), quien también ha respaldado la declaración de emergencia climática, está de acuerdo en que los seis puntos han de considerarse como problemas íntimamente unidos. «Uno de los grandes errores es, precisamente, considerar a las distintas áreas relacionadas con el cambio climático como compartimentos aislados, cuando, en realidad, están interrelacionadas». Al final, todo conduce a una misma y fundamental idea: «El planeta es finito, los recursos son limitados».

POR ÁNGEL DÍAZ MADRID ILUSTRACIONES: ULISES CULEBRO

SEIS PASOS PARA SALVAR EL MUNDO

HOJA Nº27EL MUNDO. MIÉRCOLES 6 DE NOVIEMBRE DE 2019 P A P E L

C I E N C I A

mundial, apunta a reducir en un 58% sus emisiones para el año 2030, una cifra que supera el compromiso adquirido en París de recortar en «al menos un 40% las emisiones por debajo del nivel de 1990». La ambición europea en materia climática es la excepción a la norma en el panorama mundial. Cuatro naciones concentran más de la mitad de las emisiones globales: China (26,8%), Estados Unidos (13,1%), India (7%) y Rusia (4,6%).

El estudio se publica el mismo día en el que la administración estadounidense ha comunicado oficialmente a Naciones Unidas su salida del Acuerdo de París. Además, el Gobierno federal ha recortado las regulaciones destinadas a reducir las emisiones, con lo que se espera que no cumpla ni siquiera con lo pactado en Francia. China e India sí han presentado propuestas concretas para reducir el nivel de emisiones (en relación con su PIB) para 2030 y los autores

consideran «probable» que se cumplan. Sin embargo, las estimaciones apuntan a que las cifras absolutas de GEI que generan estas naciones van a seguir aumentando, dado el crecimiento de sus economías. El informe clasifica los compromisos de ambos como insuficientes, ya que no contribuirán a reducir las emisiones en un 50% para 2030. En el caso de Rusia, aunque se mantiene dentro del marco del Acuerdo, no ha presentado aún una promesa

concreta sobre la reducción de emisiones. Los científicos recuerdan que, de no lograrse esa reducción de emisiones para la próxima década, el número de huracanes, temporales, incendios forestales y sequías puede duplicarse, tanto en número como intensidad. Y, con ello, los daños económicos, que alcanzarían un coste estimado de 2.000 millones de dólares al día para 2030. «Un precio que el mundo no puede permitirse», advierten los autores.

Consumir menos carne y más vegetales sería un cambio que «reduciría en gran medida las emisiones de metano y otros gases de efecto invernadero y liberaría tierras agrícolas para cultivar comida humana», señala el estudio, que destaca también

la importancia de reducir los desperdicios de comida, cuyo nivel actual se ha disparado. «Al menos un tercio de toda la comida que se produce termina en la basura», alerta.

Acebes se muestra de acuerdo en la necesidad de cambiar hábitos dietéticos, pero

matiza que es necesario diferenciar entre la ganadería intensiva o industrial y ganadería extensiva. «La ganadería intensiva, que en la última década está multiplicándose principalmente a través de granjas aviares o

porcinas, produce una inmensa cantidad de residuos, está asociada

a enfermedades como las vacas locas, la gripe aviar o porcina, al consumo excesivo de antibióticos y a la producción de grandes cantidades de piensos para consumo animal, en vez de para las personas», según este experto. Por el contrario, la ganadería extensiva, como la

que se alimenta «a diente» en pastizales de la Península desde hace milenios, contribuye a mantener ecosistemas y paisajes que albergan una gran biodiversidad, además de tener «un gran valor cultural y paisajístico».

La diferencia es clara: «No es lo mismo la ganadería tradicional típica mediterránea que deforestar el Amazonas para alimentar al ganado», resume Acebes. De hecho, la ganadería extensiva contribuye a «mantener el monte abierto». Sin ella, habría más matorrales, más biomasa y, por tanto, «la intensidad y recurrencia de los fuegos sería mayor».

La transfor-mación económica que proponen William Ripple y sus colegas se resume en tres puntos,

uno de los cuales está más comúnmente aceptado –el cambio de modelo energético–, si bien no implementado, y otro sin duda más polémico, pues acarrea un cambio profundo de paradigma, referido al modo en que se mide y persigue el crecimiento económico.

Las propuestas son: «Trans-formar la dependencia de los combustibles de carbono, teniendo en consideración la dependencia humana de la biosfera. Redirigir los objetivos de crecimiento del producto nacional bruto y búsqueda de riqueza. Disminuir la extracción de materiales y las

explotación de ecosistemas, con el fin de mantener a largo plazo la sostenibilidad de la biosfera».

Sobre el primer punto, Vieites señala que el modelo energético sería «fácil de revertir», por lo que es «una vergüenza» que no se haya

hecho ya con mucha mayor intensidad. «Tenemos energías limpias», insiste. El reto es extraer de ellas el máximo provecho, en detrimento de los fósiles, que no son sino «otra manera de sobreexplotar el planeta».

El último punto que proponen los científicos es el control demográfico, un asunto que no está hoy tan presente en la agenda de la comunidad internacional como lo estuvo hace ya décadas. De hecho, es uno de los puntos en el que admiten que ha habido «signos esperanzadores», debido a que las tasas de nacimiento globales han descendido. Sin embargo, recalcan también que, en los últimos 20 años, la disminución de las tasas de nacimiento se ha ralentizado. Por

ello, argumentan, es necesario «estabilizar la población global, que se está incrementando en más de 200.000 personas al día». Piden,

para ello, que se «usen enfoques que aseguren la justicia social y económica».

Vieites, por su parte, reconoce que «es duro

decirlo», pero insiste en que el problema es real y su perspectiva, si no se soluciona, dramática: «Somos demasiados. Llegará un punto en que lucharemos por los recursos. Si no se controla el crecimiento y no hay recursos para todos, la población reventará».

La demografía es otro de los puntos en los que, recuerda Acebes, «la simplificación puede conducir a una mala interpretación». Los retos demográficos de los países desarrollados, incluido España, son diferentes a los que deben atajarse en otras naciones emergentes, como Brasil,

China o el sudeste asiático, donde el crecimiento demográfico excesivo podría causar graves problemas. Por el contrario, Europa

se enfrenta a un envejecimiento de la población, acuciante en nuestro país. «En España tenemos problemas demográficos serios; si no fuera por la población inmigrante, la situación sería desastrosa», advierte Acebes.

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