Historias legendarias en un paraje rural: diálogo entre ... · Se supe que aquel se encontraba en...

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“Cuando estaba Flugger, hasta en Buenos Aires se hablaba de Guerrico... después todo se vino abajo, no nos quedó ni la estación”. “Si a Flugger le iba tan bien, por qué no a los otros”. “En la estancia se veía trabajo... él era exigente pero también trabajaba... era lo que se dice un patrón... no hubo otro como él”. “Mientras estuvo vivo, tenía todo hecho un lujo y eso era bueno para todos los de acá... después nunca más se vio... eso que ve usted todo campo pelado ahora, era todo viña, había para trabajar... él siempre tenía algo para hacer, aunque fuera solamente por la comida pero trabajo no le faltaba”. “Papá no trabajaba ahí siempre, pero todos los años iba a hacer los corrales ahí para embarcar la hacienda... y todos los años se embarcaba... yo tenía 17 años y me acuerdo de los bueyes y las carretas que llegaban a la estación... y todos ayudábamos”. En el texto Historias legendarias en un paraje rural: diálogo entre dos perspectivas de análisis, Diana Milstein analiza un conjunto de relatos que registró en Guerrico entre los años 1999 y 2000. El paraje esta enclavado entre Allen y Gral. Roca y a comienzos del siglo XX, la llegada de Hans Flügel determinó la prosperidad del lugar gracias a la explotación de ganado lanar en la extensa propiedad de más de 1400 hectáreas. Los relatos que utiliza para su trabajo cuentan historias acerca de este estanciero y “su viborón, sus pactos diabólicos, sus objetos ocultos y supuestas derivaciones de su nacionalidad alemana, y todo ello vinculado a un ciclo de prosperidad del Paraje, que coincidió con el período de vida de Flugger (sic)”. La autora se centra en la idea de que estas historias con componentes míticos y sobrenaturales están relacionadas al periodo de transición entre tiempos prósperos y de decadencia del lugar, en contraste con el resto de la región del Alto Valle, cuya prosperidad se prolongó hasta mediados de los años 80. No nos detendremos en algunas cuestiones de excepcionalidad de esta estancia ganadera emplazada en medio de una zona netamente frutícola ya que las abordaremos en otras secciones. Pero sí es necesario recordar que Flügel era un alemán que llegó en 1910 y que compró las tierras a Jenaro Fernández, quien por cosas del destino se cruzó en su Granada natal con el General Enrique Godoy. Cuando Jenaro vino a la Argentina fue a ver a Godoy quien le dio trabajo como chofer de sus hijas; más tarde, cuando Godoy fue nombrado jefe de división del ejercito, lo convenció para que lo acompañe al sur y administrar una proveeduría del ejército. Después de muchos avatares el gobierno entregó a Jenaro una extensión enorme de tierra; la “estancia”, como la llamaban, fue vendida en 1910 a Hans Flügel. “En poco tiempo, desarrolló una actividad muy intensa; llegó a tener diez mil ovejas, un tambo que producía leche para la zona, y treinta y cinco personas trabajando. La lana que recogía – alrededor de 30.000 kilos – la embarcaba directamente en la estación de tren de Guerrico y era comercializada en Buenos Aires, así como los 3000 o 3500 corderos que vendía todos los años. En los relatos de los pobladores, los recuerdos de la época en que la estancia trabajaba de ese

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“Cuando estaba Flugger, hasta en Buenos Aires se hablaba de Guerrico... después todo

se vino abajo, no nos quedó ni la estación”. “Si a Flugger le iba tan bien, por qué no a los

otros”. “En la estancia se veía trabajo... él era exigente pero también trabajaba... era lo que se dice un

patrón... no hubo otro como él”. “Mientras estuvo vivo, tenía todo hecho un

lujo y eso era bueno para todos los de acá... después nunca más se vio... eso que ve usted todo campo pelado ahora, era todo viña, había

para trabajar... él siempre tenía algo para hacer, aunque fuera solamente por la comida pero

trabajo no le faltaba”. “Papá no trabajaba ahí siempre, pero todos los

años iba a hacer los corrales ahí para embarcar la hacienda... y todos los años se embarcaba... yo tenía 17 años y me acuerdo de los bueyes y

las carretas que llegaban a la estación... y todos ayudábamos”.

En el texto Historias legendarias en un paraje rural: diálogo entre dos perspectivas de análisis, Diana Milstein analiza un conjunto de relatos que registró en Guerrico entre los años 1999 y 2000. El paraje esta enclavado entre Allen y Gral. Roca y a comienzos del siglo XX, la llegada de Hans Flügel determinó la prosperidad del lugar gracias a la explotación de ganado lanar en la extensa propiedad de más de 1400 hectáreas. Los relatos que utiliza para su trabajo cuentan historias acerca de este estanciero y “su viborón, sus pactos diabólicos, sus objetos ocultos y supuestas derivaciones de su nacionalidad alemana, y todo ello vinculado a un ciclo de prosperidad del Paraje, que coincidió con el período de vida de Flugger (sic)”. La autora se centra en la idea de que estas historias con componentes míticos y sobrenaturales están relacionadas al periodo de transición entre tiempos prósperos y de decadencia del lugar, en contraste con el resto de la región del Alto Valle, cuya prosperidad se prolongó hasta mediados de los años 80. No nos detendremos en algunas cuestiones de excepcionalidad de esta estancia ganadera emplazada en medio de una zona netamente frutícola ya que las abordaremos en otras secciones. Pero sí es necesario recordar que Flügel era un alemán que llegó en 1910 y que compró las tierras a Jenaro Fernández, quien por cosas del destino se cruzó en su Granada natal con el General Enrique Godoy. Cuando Jenaro vino a la Argentina fue a ver a Godoy quien le dio trabajo como chofer de sus hijas; más tarde, cuando Godoy fue nombrado jefe de división del ejercito, lo convenció para que lo acompañe al sur y administrar una proveeduría del ejército. Después de muchos avatares el gobierno entregó a Jenaro una extensión enorme de tierra; la “estancia”, como la llamaban, fue vendida en 1910 a Hans Flügel. “En poco tiempo, desarrolló una actividad muy intensa; llegó a tener diez mil ovejas, un tambo que producía leche para la zona, y treinta y cinco personas trabajando. La lana que recogía – alrededor de 30.000 kilos – la embarcaba directamente en la estación de tren de Guerrico y era comercializada en Buenos Aires, así como los 3000 o 3500 corderos que vendía todos los años. En los relatos de los pobladores, los recuerdos de la época en que la estancia trabajaba de ese

modo, están marcados por una alta valoración del lugar y del trabajo y de una etapa enfatizada por la actividad económica y laboral, en comparación con lo que sucedió cuando el ciclo de esta estancia finalizó”. Todo el bienestar que manifiestan los relatos parece finalizar a la muerte de Hans, esto parece haber generado algunas leyendas que explicarían los tiempos de bonanza. Según algunos relatos Flügel tenía un pacto con el diablo y que criaba un viborón al que alimentaba con leche y vagabundos. Se supe que aquel se encontraba en una de sus casas cercana al río, allí don Hans iba todas las mañanas en su caballo blanco. También, según los testimonios el estanciero escondía armas y personas en el lugar. Sin embargo, los actuales moradores de la casa junto a otros contaron que excavaron buscando encontrar algo de valor, pero nunca hallaron nada. José, hijo de un empleado de la estancia, cuenta que Flügel escondía nazis en la estancia: “Dicen que por el río pasaban y bajaban barquitos, que llegaban nazis de Alemania y que Flugger (sic) los llevaba a su casa y los tenía escondidos... Hay algunos que dicen que Hitler en persona estuvo escondido acá en Guerrico”. Otra persona con la que habló Milstein fue Nicolás, un propietario de una chacra y de unos sesenta años quien contó que su padre y él trabajaron en la estancia. Para él, Guerrico tenía mucha “mala suerte” pues allí las heladas y el granizo habían sido peores que en otras localidades del Alto Valle. La esposa de Nicolás le contó también sobre el pacto con el diablo de don Hans; ella trabajó limpiando en la casa de los Flügel. Recordaba que las hijas del estanciero iban a la escuela en Buenos Aires y que al morir Hans vendieron casi todas las tierras, hoy solo quedan unas pocas, justamente aquellas donde se encuentra la casa grande de la familia y varias dependencias con maquinarias, herramientas, aperos y otros objetos de trabajo. Osvaldo, agente sanitario de Guerrico le contó algunas historias de los buenos tiempos de la estancia. La vida de la peonada parece haber sido bastante dura; las viviendas no eran buenas, vivían en barracas con letrinas afuera y “la comida no era un lujo, pero todos comían”. La estancia tiene hoy la casa grande cerrada, existe otra, donde una vez al año venían a hospedarse las hijas pero en estos últimos años dejaron de venir. El lugar estaba cuidado por el Sr. Torti, que falleció en 2008 y cuando nuestro equipo trabajó recopilando material visual lo entrevistamos recorriendo todo el lugar. Diana Milstein, recuerda que estuvo con el encargado y no pudo lograr explicaciones del hermetismo en que se mantiene el lugar. Incluso algunos de sus entrevistados manifestaban estar muy interesados en conocer algunos espacios vedados de la estancia. Esta imposibilidad aumentaría la necesidad de encontrar explicaciones al pasado apelando “a significados preexistentes combinados de una manera particular en torno de ese patrón de estancia”. De esta manera el viborón, el pacto con el diablo, la existencia de objetos de valor enterrados, la presencia de nazis, etc. para la autora son formas de explicar los poderes que el patrón Flügel se llevó al morir y que utilizaba para administrar con prosperidad el Paraje. “En Guerrico, existió un viborón, alimentado y cuidado por Flugger (sic) que no fue un animal propio de la naturaleza, tenía rasgos antinaturales, que lo convertían en una especie de monstruo maléfico. No se alimentaba del mismo modo que el resto de las víboras. También a diferencia de sus pares tenía una relación privilegiada con un ser humano, era cuidado y sobrealimentado por un hombre que además le ofrecía como alimento a otros seres humanos. En el Paraje también estuvieron los nazis protegidos por Flugger (sic). Hombres perversos, poderosos, asesinos, capaces de provocar mucho daño a otros hombres, que se convirtieron en la representación colectiva de lo siniestro de los seres humanos. Quien alimenta y cuida a ese animal no natural y protege a seres humanos que van contra la naturaleza humana es Flugger convertido así también en parte en un monstruo no natural que lleva en sí rasgos siniestros de la

humanidad. De ahí, que es posible creer que poseía poderes que le permitieron pactar con el diablo y determinar el provenir del Paraje más allá de su muerte”. Todos estos mitos y leyendas manifiestan la desprotección que sienten muchos de los que viven hoy en Guerrico pero es también una ayuda para comprender su situación actual. Durante nuestro recorrido por la estancia en 2007 preguntamos a Torti sobre estas historias; él reconocía que muchas debieron nacer por la personalidad de Hans Flügel. El estanciero era muy reacio a las relaciones y tal vez su ascendencia alemana sumó al interpretar su forma de administrar la estancia. "Era una especie de refugio. Nadie podía entrar sin autorización", contó en su momento Gerardo Martínez, un ex empleado del lugar (Diario Río Negro, 2004). Hoy la estancia es un lugar abandonado lleno de herramientas y establos en ruinas que hablan de tiempos de mucho trabajo y riqueza. Por alguna razón existen los mitos en la memoria de la gente; la explicación que intenta Diana Milstein nos acerca al pensamiento de los pobladores y su carácter indisociable de sus prácticas y representaciones: “Las personas utilizan ideas de su experiencia próxima con naturalidad y espontaneidad precisamente porque [...] las ideas y la realidad sobre las que estas informan se hallan natural e inevitablemente vinculadas. (Geertz, 1995, p. 6) Don Flügel era dueño de casi todas las tierras del lugar, un patrón-padre del que dependió la vida de muchos. Estas leyendas mantienen con vida tiempos de relaciones paternalistas, donde el progreso personal o de un lugar dependía de grandes propietarios…

Continuará…