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    HISTORIA UNIVERSAL CONTEMPORNEAJAVIER PAREDES

    PARTE II: DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL A NUESTROS DAS

    XXVLAS DEMOCRACIAS EUROPEAS EN EL PERODO DE ENTREGUERRAS

    Por su dispositivo amplio y plural para la participacin y la accin poltica, podramos definir el rgimen dedemocracia durante el perodo considerado como un rgimen de libertad legal, en el que -junto al ejercicio dederechos correspondientes a las libertades de asociacin, expresin y las dems libertades bsicas-exista almenos el derecho a proponer alternativas polticas. En dicho rgimen podan revalidarse peridicamente,mediante elecciones, a gobiernos legtimos cuyos lderes competan de forma libre y no violenta para ejercerdicho poder. Siempre que se incluyeran en el mismo proceso democrtico todos los cargos polticosefectivos, y fueran reales las medidas para la participacin de todos los miembros de una comunidad poltica.Todo lo cual y en la prctica poltica de entreguerras equivala a libertad para crear partidos y realizar

    elecciones libres y no desvirtuadas, sin excluir la posibilidad de presentarse -y adquirir legitimidad-ante elelectorado, al responder directa o indirectamente ante el mismo por todo cargo poltico efectivo. Teniendo encuenta que en aquellas democracias dicho electorado estaba representado por el conjunto de la poblacin quepoda ejercer el derecho de sufragio universal masculino, con posibles ampliaciones aun electorado y votofemeninos (como uno de los aspectos claves de modernizacin poltica del perodo, que progresivamente irincorporndose al sistema). Lo distintivo del rgimen democrtico no era tanto la realidad de un sistema quepermita oportunidades incondicionales de expresar opiniones -afines o ajenas alas de partido y lderesgobernantes-, sino una oportunidad exactamente legal, e igual para todos, de expresar todas las opiniones ymantener la proteccin del Estado contra arbitrariedades de cualquier tipo (en especial, de la interferenciaviolenta contra aquel derecho).Durante el perodo de entreguerras algunas democracias no slo dieron prevalencia a estos valoresdemocrticos. Tambin acomodaron otros, bien por clculo de lderes y corrientes polticas o bien por

    objetivos de mayores consensos e integracin democrticas. Pero siempre provinientes los nuevos valoresdemocrticos de demandas sociales, a los anteriores derechos y reconocimientos polticos se aadieron otrassituaciones de equiparacin, en el mundo del trabajo, la asistencia social o la educacin, en tanto que valoresy derechos sociales de las nuevas sociedades democrticas. Tal extensin fue reconocida -no sin luchassociales y de una forma a veces remisa o tarda, al final de largos y empeados conflictos-por democraciasansiosas de desactivar turbulencias, o para enfrentar peligrosos ascensos de oposiciones sociales.No obstante, en determinados pases un lastre de anteriores regmenes estuvo representado por la prepotenciao la coactividad estatales que envenenaron an ms situaciones de legitimidad cada vez ms discutida, hastaamenazar o destruir las propias democracias. Pero en algn caso que examinaremos, a veces aquellassituaciones fueron ampliamente remontadas por lderes polticos perspicaces, ampliamente comprometidosen la defensa de regmenes democrticos. y lderes polticos influyentes -pero independientes de gruposeconmicos o sociales-ejercitaron sus funciones, dirigiendo o representando instituciones democrticas

    revelndose, a veces, tan eficaces como los conductores totalitarios en otras alternativas estatales. Fueronaquellos lderes que cumplieron su cometido, en el desafo de sanear situaciones econmicas poco fluidas, ofrente a enrevesadas tensiones sociales, sin desatender depauperadas demandas de sectores populares, enrenovados regmenes de democracias.

    1. ANTECEDENTES: HACIA EL DESORDEN Y LA INESTABILIDAD INTERNACIONALESTras la Primera Guerra Mundial qued al descubierto un doloroso panorama de desolacin y numerosasheridas sin curar de todo tipo -demogrficas, sociales o econmicas-, al tiempo que en el horizonte sedibujaban toda una serie de cambios y oscilaciones sucesivas: tanto internas, en cada nacin contendiente,como internacionales. A los diez millones de muertos en la guerra se aadan muchos millones de mutiladosque tenan que ser atendidos con cargo a los presupuestos oficiales. Tan enorme malestar y desgarramientomoral y social produjo heridas que nunca pudieron ser suficientemente restaadas en la siguiente dcada, delos felices aos veinte.Algunas de las derivaciones del conflicto mundial permanecieron vivas o se acrecentaron, como el ciclo de ladeuda europea, el intervencionismo estatal o las inflaciones monetarias. Otras secuelas, como la cuestin delas reparaciones de las naciones perdedoras, simplemente quedaron encubiertas por el desorden general de la

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    Gran Depresin, ya en los aos treinta. Pero incluso, en un anlisis de ganadores y perdedores -o debeneficio/coste-del primer conflicto mundial del siglo XX, el precio de la guerra alcanz una proyeccintambin general, que se tradujo en: malestar econmico, a menudo representado por inseguridad yoscilaciones imprevistas; un futuro demogrfico cuestionado y, en definitiva, la amenaza de una crisis decivilizacin, entreabierta y trabada a las soluciones -exclusivas, excluyentes-de las lites polticas. Raznsta de un inquietante desconcierto, por el que el poder se mantuvo, durante un tiempo con viejas recetas enmanos de dirigentes ancianos -con una menor apertura a las nuevas cuestiones de la poca-y escasa agilidad

    para hacer frente a coyunturas deterioradas, de destruccin y deslizamientos imprevistos.

    1.1. EFECTOS DEL TRATADO DE VERSALLES EN EUROPAEn principio, los pases beligerantes, reunidos en la Conferencia de Paz de enero de 1919, para empezar lanueva era posblica no contaron con las naciones vencidas y sus vicisitudes. y slo cuatro de los Estadosvencedores, representados por sus dirigentes, Lloyd George por Gran Bretaa, Clemenceau por Francia,Orlando por Italia y Wilson por Estados Unidos, disearon all un precario statu qua internacional. Elnacimiento, por ejemplo, del patronazgo sobre Estados-clientes, surgidos de las ruinas de Imperios centrales,fue un fenmeno que impuls el clientelismo de Estados minuspotentes, Estados que se convirtieron enapenas dbiles democracias -recin nacidas a la vida internacional-en permanente naufragio, o regmenescoronados, que deberan asegurar una proverbial indefensin entre Imperios. En estas circunstancias, laEuropa central y oriental inici un indefectible camino de endeudamientos y establecimiento de acuerdosdesiguales, vnculos dependientes, como pago de reconocimiento o sostn tcnico y material mantenidos conEstados de Europa occidental. Ello y todo en un ambiente de expectativas de nacionalismos insatisfechos-viejos y nuevos, en el tiempo histrico-para adquirir ms reconocimiento o premios territoriales.La nueva geografa de la paz restaurada en Europa, ni se tradujo en un apaciguamiento, ni respet elprincipio de autodeterminacin de pueblos o nacionalidades, pese a las obsesiones o los sueos delpresidente americano W. Wilson, que intervino decisivamente en el nuevo reparto europeo (apadrinando laemergencia de algunas nacionalidades histricas a su nueva vida, como naciones-Estado). Con cuatromillones de extranjeros encerrados en una vegetativa Rumania, tres millones de alemanes en una ficticiaChecoslovaquia, una no menos artificiosa Yugoslavia, recreada para los eslavos del sur y cimentada bajola dominacin serbia -monrquica y centralizadora como pocas-sobre pueblos centrfugos (o Estados-tapn,antisoviticos), etc., toda una sustitucin o expansin de opresiones -viejas y nuevas-recorra el mapa

    posblico europeo.En lnea con la diplomacia tradicional -la que conocan los viejos estadistas de Versalles- los vencedoreseuropeos estuvieron decididos a beneficiar al mximo su triunfo. Ya menudo secretos compromisosdesmintieron en las negociaciones de paz el pretendido fin de una guerra del Derecho. Argumento ste decontendientes recogido por negociadores de un nuevo orden y derechos, o preservaciones contra lainjusticia y .la violencia. Al contrario, lo transmitido por los negociadores a los tratados de paz fue unadesigual transaccin entre pases. De forma que los diferentes tratados consagraron la preeminenciaoccidental en el escenario europeo, mediante dos hechos esenciales: en primer lugar, por la liquidacin delpoder militar germnico y la propia reduccin de Alemania a la impotencia y precariedad, al sumirla en unafactual humillacin econmica; y en segundo lugar, debido ala desmembracin de los Estados centrales ybalcnicos, abriendo la ineludible necesidad, entre ellos, de alinear dependencias o recrear alianzas militaresbilaterales, tanto como ayudas financieras imprescindibles.

    Por otro lado las potencias vencedoras, escpticas ante el foro de arbitraje nacido en .1920 como Liga de lasNaciones, y refractarias ala cooperacin internacional, apenas variaron su deteriorado entendimiento inicial.A ella debe aadirse el choque de intereses entre pases vencedores y sus puntos de tensin correspondientes.Tan aparente paz restaurada, sin embargo fue menos ficticia que la ilusoria restauracin econmica de laEuropa posblica.A las destrucciones directas -tanto materiales como productivas o financieras- los pases vencedores fueronaadiendo, como prolongacin de su daado aparato productivo, gastos derivados de la Gran Guerra:reconstruccin de regiones devastadas, reposicin de reservas, renovacin de material, coste suplementariode importaciones, etc. En los aos siguientes al conflicto, la erosin financiera atac la firmeza de lasfortunas nacionales. En el seno de democracias mutiladas, surgieron las dificultades financieras de Francia oGran Bretaa, la precariedad de Alemania, o el giro econmico de una Italia despechada por el reparto devencedores (y encaminndose hacia el fascismo). Incluso pareci evidente la reincidencia en sus malesestructurales de pases neutrales como Espaa (que, por su parte, tambin se encaminara a la dictadura dePrimo de Rivera). En suma, se mostraron bien a las claras todos los sntomas del agotamiento de la Europaposblica y su lento declinar hacia un mundo bipolar.

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    PARTE II: DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL A NUESTROS DASPor lo dems, las implicaciones econmicas de los acuerdos de Versalles fueron all, antes que nada, unpesado lastre -y una ocasin perdida-para enfrentar un equilibrio econmico. El artculo 231 del tratadofirmado el 28 de junio de 1919 estableca la responsabilidad de Alemania y sus aliados en eldesencadenamiento del conflicto. Los aliados victoriosos fijaron precio entonces a las prdidas blicas entrminos de compensaciones y ajustes territoriales, reparticin de la flota y colonias de la potenciaresponsable. Adems de fijar aquellos para Alemania su desmilitarizacin y la obligacin de entregas dedinero, a modo de reparaciones econmicas -verdaderos recargos o trabas, para lastrar un posibleresurgimiento industria-a pagar por una Alemania ya subalterna. Mientras las prdidas alemanas podancifrarse -segn estimaciones diversas-en el 13 % de su espacio, el 15 % de su territorio agrcola, el 12 % desu poblacin, el 10 % de sus manufacturas, el 16 % de su carbn o el 48 % de su hierro, slo los pagos dereparaciones monetarias fueron evaluados en un montante, que el ao 1921 fue establecido en 132.000millones de marcos/oro. De los cuales, un 22 % deba entregarse a Gran Bretaa, y un 52 % a Francia.Desde el mismo momento de las drsticas exigencias de pagos, surgi ya una postura -convertida entestimonio-de oposicin a las poco imparciales soluciones, as como a su poltica de ejecucin a todo trance.Aquella postura fue iniciada por diplomticos y observadores perspicaces, como Harold Nicolson o NormanH. Davies, as como por economistas de relieve -que adquirieron ms, a partir de entonces-como J. M.Keynes, o historiadores concienzudos, como w. H. Dawson. En Alemania, como era de esperar, desde

    aquellas imposiciones emergi un sentimiento colectivo de rechazo y resentimiento, que persisti en eltiempo. Una de cuyas manifestaciones se detect en la historiografa alemana que, en su mayora, alimentun ataque constante al Dicktat de Versalles. Pero las crticas ms significativas fueron las que argument elcriticismo del economista J. M. Keynes, que abandon la delegacin britnica en protesta por los trminosfinales del tratado.El criticismo respecto al Tratado de Versalles se concentr sobre todo en las distorsiones econmicas queintroduca, a ms de los desquites polticos e ideolgicos futuros del revanchismo. En aquel sentido, respectoal marco posblico de desenvolvimiento, Keynes argument que los peligros reales para el futuro no secifraran slo en cuestiones de fronteras, sino ms bien en cuestiones de alimentos, carbn y comercio ,estando persuadido de que el tratado, superando los lmites de lo posible, en la prctica no haba sentadonada. Keynes pudo criticar as a partir de entonces no slo las condiciones econmicas de un arreglo faltode sabidura -en sus objetivos de destruir los medios de subsistencia de Alemania-, sino incluso alertar sobre

    los peligros, en Europa y fuera de ella, de un prolongado eclipse de la economa alemana. Pero an en 1921,con un franco deterioro en)as relaciones Pars-Londres (incluso con la inquietud inglesa, ante una Franciarevanchista respecto a Alemania), una visin nueva y reforzadora del Tratado de Versalles apoyaba las lneasy argumentos franceses, que haban sido trasladados al mismo dos aos antes.Las razones favorables para el mantenimiento del arreglo de Versalles, lejos de cifrarse en una venganzafrancesa o una paz cartaginesa sobre Alemania, valoraron la agraviada y destructiva situacin en Francia,entre 1918 y 1923. Igualmente se adujeron sus globales esfuerzos, en pro de una salvaguarda militar aliada, ode la contribucin a una nueva reconstruccin econmica -y cooperante-de Europa, para facilitar su propiorestablecimiento. stas fueron las tesis esgrimidas por el primer ministro francs A. Tardieu en 1921,enfatizando tres aspectos del trato concedido a Alemania. En primer lugar, el punto de vista francs sostuvoque, en comparacin con las repercusiones del plan alemn de dominio finalmente abortado, las prdidasterritoriales alemanas todava estaban lejos de su humillacin. A continuacin afirmaban que las

    devastaciones, juzgadas mayores en Francia, hacan perentorias las transferencias de riqueza industrialalemana -en forma de compensaciones-ala reconstruccin de la maltrecha economa francesa. Finalmente, seconclua con el poco convincente argumento de que fueran las compensaciones, a Francia o Blgica, las queparalizasen a Alemania en sus designios futuros.En este ltimo aspecto, poda aducirse que -entre los problemas de Alemania-su inflacin crnica de 1919 a1923 era achacable, ms que a otra cosa, al socorrido recurso de emitir billetes por los gobiernos alemanes; oincluso ala fuerte especulacin, promovida por industriales del rea del Rhin. Por contra la posicin francesa,segn un proyecto de su ministro de Comercio en 1918, iba dirigida ala creacin de un bloque econmico enEuropa, que podra haber operado hacia un sistema de tarifas preferenciales y de acuerdos en materia deconcurrencia. Pero tanto dicha propuesta como un sistema de salvaguarda -en el que tena sentido unaRenania desmilitarizada-.pasaban por un pacto permanente entre poderes occidentales. y este esquemafrancs fue el que colaps con el rechazo de Estados Unidos. Por esta razn, para su recuperacineconmica, Francia qued a la sola y entera dependencia de las reparaciones alemanas. Fueron stas laslneas argumentales de vindicacin francesa del Tratado de Versalles que recogera una corriente dehistoriadores contemporneos en Francia (J. Ner), en Alemania (W. Karr, A. J. Nicholls) o estudiosos de lasrelaciones internacionales (J. Marks, G. Shulz), por no citar una ms reciente lnea de trabajo (M.

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    Trachtenberg, W. A. McDougall). La reelaboracin de los puntos de vista franceses de Tardieu, pasadosveinte aos -durante la Segunda Guerra Mundial-permitiran a E. Mantoux formular una requisitoria a lavisin crtica de la paz cartaginesa o las consecuencias econmicas de Keynes.La lnea crtica , coetnea del arreglo econmico y de Versalles, terminara imponindose sin embargobajo la inspiracin de Keynes. En 1924, el Plan Dawes modific el mtodo de las reparaciones alemanas, conun escalona miento de los pagos,y la garanta mediante hipotecas de ferrocarriles e industria pesada. Mientras se planteaba la evacuacin del

    Rhur y surga una nueva voluntad negociadora (Conferencia de Locarno, octubre de 1925; admisin deAlemania en la Liga de Naciones, en 1926), el sistema seguira funcionando hasta 1930. En ese ao, el PlanYoung dilatara an el calendario de pagos (se prevea la conclusin en 1988) y determinara la supresin decontroles aliados (como la evacuacin aliada de Renania), hasta que el Acuerdo de Lausana (1932) canceltodas las reparaciones y plazos pendientes. Los crticos al Tratado de Versalles, sin embargo pudieronafirmar que, ya entonces, eran concesiones tardas. Por ejemplo, para reconciliara opinin pblica alemana,con un arreglo y sucesivas revisiones, que podan haber fomentado el aislamiento de Francia o el revival deAlemania (y, en ltimo trmino, el asalto nazi al Estado alemn en los aos treinta).En ltima instancia, la oposicin al Tratado de Versalles terminara creando dos interpretaciones diferentes,en cuanto a sus trminos y alcance efectivos. Por un lado, la postura que argument que el fenmeno nazi fueuno ms de sus legados, por cuanto la opinin pblica de Alemania habitualmente lo encaj como un Dicktatintolerable. Y, por su lado, otra visin alternativa mantuvo que el xito nazi en Alemania provino de untratado poco endurecido. De acuerdo con esta segunda interpretacin, el tratado fue desde el principio papelmojado, debido al revisionismo de sus condiciones por unos aliados progresivamente desentendidos de suspropias exigencias iniciales, y finalmente desunidos, con el virtual aislamiento francs y el revival alemn.Ambas visiones seran expresadas en sendas obras, de J. M. Keynes y E. Mantoux. En realidad es difcil hoyargumentar acerca del acierto del Tratado de Versalles, pues no hay una respuesta clara. Existen opinionesconstruidas sobre slidas evidencias -tan vlidas como las otras-en el sentido del alcance final de los tratadosen diversos campos. En cualquier caso, es evidente que se introdujeron fluctuaciones y situaciones pocoequilibradas en Europa, desde donde se propagaron, como ondas, a otras reas mundiales.

    1.2. INESTABILIDAD ECONMICA Y GOBIERNOS CONSERVADORESEn Europa, el rechazo alemn y las dilaciones aliadas, para articular los pagos de las reparaciones por

    Alemania, fueron trasladando el problema en el tiempo. As crearon otro, el de los dbitos crecientes aEstados Unidos, por suministros y prstamos contrados por parte de las naciones aliadas, que no percibanlas comprometidas deudas de guerra. La tendencia conservaba as la distorsin comercial y financieraocasionada durante la Primera Guerra Mundial; aadindose a esto la diferente situacin de la que salieronlas naciones aliadas. En este sentido, son significativas las situaciones contrapuestas de Estados Unidos yFrancia; mientras las reservas de oro de la potencia norteamericana se estimaban en 278 millones de libras en1919 respecto a 1913, esa misma relacin era negativa en -25 millones para Francia, durante ese mismoperodo. Tal situacin resulta explicable si se tiene en cuenta que, mientras el territorio norteamericano no seutiliz como escenario de guerra, el francs por el contrario sufri los efectos de la destruccin blica. Poresta razn tuvieron que reconstruir 1.000 fbricas, 1.500 centros de enseanza y 246.000 edificios. En otroorden de cosas, el balance era negativo para Francia si se comparan con las 400.000 toneladas hundidas de lamarina mercante norteamericana, frente alas 900.000 toneladas de la francesa. y para completar el cuadro,

    deben considerarse tambin las diferentes contribuciones demogrficas de estos pases, pues frente a los115.0000 muertos norteamericanos en la guerra, Francia presentaba el estremecedor saldo de 1.360.000personas fallecidas. A las cifras contrastadas de prdidas blicas y reproductivas econmicas, resultaconveniente aadir el drenaje posblico de las diferentes divisas; en cuyo caso y para las comparacionesentre los dos pases antecedentes, tendramos un significativo contraste (vase el cuadro 5.1). En el balancefluctuante de aos posteriores, prdidas, amortiguaciones de efectos blicos y beneficios, tambin seacumularon diferentemente-en los distintos pases. En trminos econmicos, los beneficiarios del conflictofueron en general pases no europeos, que se convirtieron en proveedores de mil y un productos durante laguerra, absorbidos por necesidades industriales o de consumo crecientes de los pases implicados. Pero elbeneficiario supremo fue Estados Unidos, que parta de una buena situacin antes de 1914, y que desdeentonces aument sus exportaciones de mercancas, al contar con mercados abiertos a compradores de amboscontendientes. En ltimo momento, slo el bloqueo de mercados por efectos de estrategia militar, hizo quelos principales compradores de la industria norteamericana fuesen las potencias aliadas. Los pagos ycompensaciones econmicas afluyeron, por lo dems, a Estados Unidos durante los diez aos siguientes a1919, como consecuencia de la creciente demanda y cobertura de exportaciones hacia Europa. y los antiguosexportadores de capitales -Alemania, Gran Bretaa o Francia-que en los aos preblicos haban realizado

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    PARTE II: DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL A NUESTROS DASfuertes inversiones en Estados Unidos, en sus colonias o en Sudamrica, se convirtieron en deudores. ytuvieron que pagar sus facturas en dlares/oro, para lo que se vieron obligados a vender sus inversiones enEstados Unidos, e incluso pedir prstamos para hacer frente a sus obligaciones. De este modo, los problemascorrieron a mayor velocidad que la ansiada prosperidad, de los felices aos de 1920. A travs de tupidas -ynuevas-redes comerciales o lazos financieros, tendidos entre potencias derrotadas y transmisoras de pagos enreparaciones, y potencias vencedoras y deudoras de compras y crditos. Las cuales endosaron sumasprovinientes de reparaciones y generaron nuevas demandas de crditos, siendo todas ellas nuevamentedeudoras, por dobles o triples vas. Los desequilibrios se generalizaron en el desarrollo econmico mundialde los felices aos 1920. y los acontecimientos se sucedan de tal forma que a cada xito aparenteacechaba una amenaza potencial. En este sentido, se dieron contradicciones que expresaron dichainestabilidad.

    Primera contradiccin fue la que acusaron los crecimientos industriales en Europa, muy polarizados enindustrias bsicas -carbn, construccin, acero-a expensas de nuevas industrias de consumo (que surgi pesea todo, a crdito, ya remolque de un ansia de prosperidad). Ahora bien, para pases europeos como Alemania,Gran Bretaa o Francia, dicho progreso industrial estaba afectado por una declinante participacin en elcomercio mundial. En Estados Unidos, por el contrario, con impulsos de tiempo atrs expresados en lasexigencias de mecanizacin y gratificacin, ambas direcciones se materializaron y aduearon de los hogaresnorteamericanos y su consumo. Se puso all por tanto un mayor nfasis en nuevas industrias para el

    consumo, como las del automvil o de los electrodomsticos, que impulsaron una tasa de desarrollo muchoms alta que en Europa.Segunda contradiccin, la que persisti entonces a escala mundial, debido a la tupida red de endeudamientoscompensaciones y crditos. La economa lo mismo fue restrictiva para unos como expansiva y hasta frvolapara otros: desde dos sectores de economa progresiva en Estados Unidos, como el industrial de consumo yel agrcola, se trababa el progreso econmico de otros pases. Los productos industriales norteamericanosinundaron los mercados mundiales a los que haban llegado haca aos, durante la excepcional situacin de laGran Guerra europea. Ala vez que Estados Unidos, sin embargo, mantenan rgidas tarifas contra productoseuropeos. Aquel pas entonces no slo apareca como el ganador econmico e incontestable de aquellaguerra, sino que impondra ms efectos -cercanos o lejanos-de su capacidad de autosuficiencia agrcola o dematerias primas.En el perodo cclico que apareci en el horizonte se puede distinguir una sucesin de alternativaseconmicas en tres tramos: el primero hasta 1924, principalmente ocupado por la reparacin de daos; elsegundo desde 1924 a 1929, con la vuelta a una pregonada -ya veces desinhibida-prosperidad; y el tercero,marcado desde el principio por aquel fatdico ao, abri una fase de colapso y difusin -ao a ao y segntiempos y periferias econmicas-del ciclo depresivo por el mundo. Pero desde 1924, la supremaca

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    econmica norteamericana -expresada en el creciente volumen de prstamos a otros pases-tambin revelque la principal base de crecimiento econmico, en los pases europeos, estaba representada por ladisponibilidad de capital e inversiones de Estados Unidos. Desde Norteamrica salieron hacia Europa, entre1925 y 1929, hasta 2.900 millones de dlares en forma de inversiones y prstamos de dinero efectivo. Estascantidades resolvieron, entre otros problemas, los de Alemania, para afrontar sus reparaciones a los aliados-principalmente Francia y Gran Bretaa-ala vez que se utilizaron para reequipamiento industrial o de obraspblicas en aqul y -en menor medida-de estos pases. A lo largo de la segunda mitad de los felices aos

    veinte, con avances crecientes sin embargo los pases europeos se debatiran en una contradiccin esencial,que los ligaba tanto a la recesin como a la recuperacin. sta era posible gracias a los empujes deinversiones extranjeras y prstamos como los de Estados Unidos, que permitieron pagar importaciones enunos pases o nuevas industrias y reparaciones en otros. Bajo esa direccin econmica estuvo cifrada buenaparte del desvo occidental hacia Estados Unidos. Esta atraccin proporcion un negativo e inestablecrculo, de prstamos, pagos y reembolsos, as como de retornos de intereses de inversiones, conocidocomo el ciclo de la deuda. Deuda que, en una de sus formas, creaba un esquema que implicaba prstamosnorteamericanos para pagos de reparaciones de Alemania a Inglaterra o Francia; mientras que aquellos pagosen estos ltimos pases eran destinados a devolver intereses de inversiones y ayudas de Estados Unidos,concedidos durante la Primera Guerra Mundial.Con semejante sistema de pagos internacionales, el 60 % de los efectuados desde Alemania iban a parar aEstados Unidos, a travs del mencionado ciclo de la deuda. Algo que se repeta con los pases ms pobresen la dependencia de los prstamos estadounidenses, para reembolsar anteriores prstamos. En todo casoquedaba descartada, por la autosuficiencia norteamericana, la forma alternativa para pases europeos, dereembolso por supervit de balanzas de pagos. y la facilidad con que los inversores de Estados Unidosrecurran a la exportacin de sus capitales no slo traduca el obligado recurso de algunos pases-industrializados, estancados o empobrecidos-para depender de inversiones externas en un 25 % de susbienes, sino que ejemplificaba bien la situacin econmica del propio Estados Unidos, finados los aosveinte. En la potencia norteamericana la saturacin de dinero especulativo, sin colocacin atractivasuficiente, estaba convirtiendo a aquel pas en reiterado centro receptor de capitales: los que deban enviar-en obligados pagos de facturas, en dlares/oro-los pases por sus compras, y que oblig a los aliadoseuropeos a vender sus inversiones en Estados Unidos, para recaudar dlares/oro o pedir prstamosnorteamericanos (para pagar aqullas y otras deudas).

    Como el volumen de comercio no reflejaba de ningn modo el nivel de inversiones recibido, el resultadoltimo fue que los reembolsos iran concretndose en forma de transferencias de reservas/oro,encaminndose hacia Estados Unidos. y as result que hacia 1929, Estados Unidos haba concentrado lasmayores provisiones de oro del mundo, la cual mostr que aquel pas haba invertido el flujo de capitales. Denacin deudora se haba convertido en nacin acreedora, por lo que distorsionaba el sistema y elfuncionamiento de los cambios, adems de modificar la estructura del comercio mundial.Tercera contradiccin que hizo que irreal es avances de prosperidad, industrial o agrcola, actuaran comodepresores del comercio mundial, en unos casos; o, en otros, se pusiera de manifiesto la imposiblerecuperacin de pases, entre el despegue y la recesin, por estar supeditados a las inversiones especulativasde origen norteamericano. Aquella contradiccin facilit el que sobrevinieran medidas como la tomada porGran Bretaa -arrastrando a otros pases-desde 1925, con la adopcin del patrn oro como referencia de lalibra esterlina. Lo cual no redujo la inestabilidad, sino que la aument. Los gobiernos rivales ajustaron

    valores de monedas en grados y tiempos diferentes; o mantuvieron sobre evaluaciones, con la que hubonuevos estmulos de flujo de oro hacia Estados Unidos. Los intentos de alcanzar una armona en la economainternacional terminaron abocando -ya antes de 1929a desconfianzas crecientes ante el caos monetario,industrial o comercial. Mientras la conferencia de la Liga de Naciones -reunida en Ginebra en 1927no aportninguna solucin, los gobiernos comenzaron a considerar una perspectiva proteccionista, a base de tarifas ycuotas a las importaciones. El mercado europeo no se haba reconstruido cuando, lo que comenz como unproteccionismo aduanero, terminara siendo la traduccin al mbito econmico de los nacionalismosemergentes desde Versalles.Respecto a Versalles y la poltica europea, el aislacionismo estadounidense tuvo su prolongacin en otroscampos, mediados los aos veinte, como el recurso al proteccionismo aduanero o al freno inmigratorio.Estados Unidos se cerr tambin ala afluencia de hombres, limitando la inmigracin y paralizando as lavlvula de seguridad en la presin demogrfica europea. Cuando tales polticas restrictivas -comerciales,inmigratorias-curiosamente emanaron de gobiernos, que hicieron del principio del laissez faire una referenciainmutable de Estados Unidos hasta 1929, como los regmenes conservadores de W. Harding o C. Coolidge.En cuyos mandatos, las interferencias de los gobiernos en los negocios fueron mnimas, sus presidenciasmuy dbiles, y en el caso de la de Coolidge qued reducida a la insignificancia. Todo estaba supeditado a los

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    PARTE II: DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL A NUESTROS DASintereses de la industria y de los negocios, por lo que las agencias de reglamentacin federal (es decir,nacional) quedaron bajo control de las empresas. De Andrew Mellon, representante de toda una dinastaempresarial y secretario del Tesoro, se deca que bajo l sirvieron tres presidentes. Ante esteplanteamiento, un editorial de la revista Life se preguntaba sobre la necesidad de un gobierno visible(aunque aseguraba que seguramente confiaran a hombres de negocios en un prximo milenio).Tanto los gobiernos europeos como de los Estados Unidos se encontraron con hechos consumados y noacertaron a controlar semejantes desequilibrios. Una y otra vez, los responsables polticos volvieron a losmodos ya los patrones sencillos y anticuados, anteriores a la Primera Guerra Mundial. La improntaconservadora domin ms visiblemente en los ejecutivos europeos. As qued de manifiesto en distintasactuaciones, desde los gobiernos fuertes franceses (Clemenceau, Briand, Millerand, Poincar), hasta lascoaliciones liberal/conservadoras inglesas (Lloyd George, Bald. win) o el bloque conservador alemn(Hindenburg). Sin embargo, sus polticas restauradoras econmicas quedaron en entredicho, al haber sidoafectados por la guerra los cimientos europeos de la prosperidad. Dominados por la precariedad, tanto enGran Bretaa como Francia, incluso con episdicos gobiernos de izquierda (1922 y 1924), apenas pudieronsuperar el distorsionado esquema econmico de posguerra. y es que se mostraron incapaces de reanimar unsistema industrial envejecido o erosionado y un mercado inelstico, con demoras de recuperacin,exportaciones en declive y precios no competitivos. Tampoco pareca el mejor arreglo las polticas

    deflacionarias con salarios congelados y descensos reales; no se acert a detener el desempleo endrnico y elpersistente subconsumo. La poltica social se limit a medidas de apoyo o beneficencia sociales, paraneutralizar las fuertes contestaciones interiores. En lneas generales, la poltica monetaria fue fluctuante oerrtica, aun con vuelta al patrn/oro de la libra, en 1925. Lo cierto es que en Inglaterra la recuperacinestaba an por llegar en 1929; un poco ms de fortuna tena el franco, con la vuelta a su valor real despus dela devaluacin de cuatro quintas partes en 1928; y, por su lado, el marco alcanzaba una cierta estabilidad conla vuelta del patrn/oro desde 1924.Sin embargo, el gobierno Poincar en Francia (desde 1929 con Pierre Laval y Andr Tardieu), como el deBaldwin en Inglaterra (desde 1924, con Austen Chamberlain o Winston Churchill) al traducir vastosconsensos de opinin pblica, obtuvieron algunos logros, menos en Inglaterra que en Francia o Alemania.Gobernaron recurriendo a prcticas autoritarias -con recurso a decretos leyes y prcticas de guerra, nuncaabandonadas del todo-, mientras aumentaba en el Estado la influencia de los grandes cuerpos

    administrativos, reclutados entre los altos medios financieros (ms influyentes, cada vez, en las grandesopciones nacionales).No obstante, durante los aos de 1920 dos fenmenos aparecieron ms evidentes. Si por un lado se estableciun mayor estrechamiento de vnculos -para bien o para mal-en las economas del mundo, por otro, todas laseconomas se tornaron ms vulnerables. Un brusco movimiento, en el escenario econmico ms fuerte, podapromover toda una reaccin en cadena; siendo, por dems, una situacin en la que se combinaron lossiguientes efectos aadidos: baja cclica en la economa, perturbaciones aportadas por la guerra y caos oinestabilidad crnica. Todo lo cual provoc la gravsima situacin que, ya desde entonces, comenz a serconocida como la Gran Depresin y que es objeto de estudio en otro captulo.

    1.3. DE LA INESTABILIDAD AL AISLAMIENTO: ASCENSOS NACIONALISTASEntre 1931 y 1932, no pocos pases europeos, americanos o asiticos, asistieron con sorpresa a la

    generalizacin del desastre. El rea sovitica, por su independencia del comercio mundial, vivi al margendel ciclo depresivo. En Europa, Alemania recibi el castigo ms duro. y fuera del continente europeo,Estados Unidos y Japn sufrieron las implicaciones ms fuertes de la depresin. Pases como Suecia, GranBretaa y Francia -ms tarde-fueron seriamente afectados. Los pases no industrializados, como los del este ysur de Europa y de Sudamrica, tuvieron menos capacidad para encajar el golpe, debido a las cadas deprecios agrcolas ya la lucha que se libraba en un mercado desorganizado, entre productores por ventas msbaratas. Fue entonces cuando sali a relucir, con ms evidencia, el drama de las dependencias omonocultivos de un producto -cacao, caf, azcar o trigo-respecto a mercados de consumo lejano o incierto.En el sistema econmico de un mundo tan convulso, se hubiese necesitado una concertacin internacionalpara arreglar y encauzar la situacin depresiva general. Por las excesivas reservas de los pases en 1932, unaconferencia como la de Lausanne apenas lleg ms all de un acuerdo, de lo que se consideraba inevitablepor muchos lados: la anulacin de pagos por reparaciones de Alemania. Pero en 1933 una ConferenciaEconmica Mundial en Londres no slo no ofreca ninguna salida del atolladero, sino que ratificaba ladesconfianza de los gobiernos hacia polticas comunes. Mientras dejaban a cada pas a merced de susrecursos, en cada uno de ellos prosperaron reclamaciones particulares -o inclinaciones gubernamentales-de

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    intervencin. y la lnea ms habitual fue, en este sentido, la de levantar tarifas aduaneras de proteccin deindustrias y productos nacionales, frente a la competencia extranjera.Con esta especie de golpe general al sistema del librecambismo, algunos pases echaban marcha atrs en eltiempo. En el caso de Gran Bretaa se revisaban 86 aos de libre comercio, mediante su Import Duties Act(1932); y Francia, lo mismo que Gran Bretaa, volva a una especie de pactos coloniales restringidos, enforma de acuerdos bilaterales con sus dominios (Conferencia de Otawa) y preferenciales (en el caso deFrancia). Con stas y otras medidas de proteccin de mercados restringidos se fueron delineando, en 1933,

    una serie de murallas tarifarias en el comercio internacional. Estas barreras y compartimentacin por pases yeconomas nacionales no slo propiciaron dificultades de acceso a cada pas competidor, sino que en algunosintrodujeron controles estatales de intercambios. Todo ello era una manifestacin ms de las implicacionesde intervencionismo gubernamental, que estimulaba la ruptura del liberalismo en crisis y fomentaba elegosmo en las relaciones comerciales, alentado por el nacionalismo (vase la figura 5.1 ).

    En el pas smbolo del liberalismo econmico, Gran Bretaa, en 1932 un gobierno de Unin Nacional-formado en septiembre de 1931, por el laborista Ransay MacDonald- abandon el librecambio. y en todaspartes se induca a los consumidores a comprar los productos de fabricacin nacional. La poltica econmicade los gobiernos a partir de entonces traducira cada vez ms perspectivas nacionalistas y, cada vez menos,esquemas liberales, cuyos mecanismos fueron rotos por las nuevas intromisiones del poder poltico en lasociedad. A su vez, la quiebra del sistema liberal en la Gran Depresin y la ausencia -o desorientacin,cuando no el hundimiento-de la iniciativa privada, oblig a los gobiernos a intervenir. Pero en su nuevopapel intervencionista, el poder poltico encontr apoyos de la opinin pblica, predispuesta favorablementepara cualquier reanimacin de economas colapsadas. y una de las salidas podra provenir de la identificacincon los recursos y fuerzas propias, tanto como del rechazo de los extraos, cuando no la posiblesubordinacin a proyectos nacionales expansivos. En definitiva, un peligro ste de desorden y de fuentes deconflictos-alarmas saltando en el orden internacional.

    2. REGMENES DEMOCRTICOS ASEDIADOS O ANULADOSEn el mbito poltico y social europeo fue posible comprobar como, si en la mitad de la dcada de los aos

    1920 existan democracias parlamentarias, varias de ellas implantadas despus de la Primera GuerraMundial, el panorama poltico se ensombreci en pocos aos, hasta dejar reducidos los regmenesdemocrticos aun pequeo grupo occidental. De igual forma, existan gobiernos nacionales en varios de estospases que no se contentaban con una poltica clsica, y que deban encajar presiones, legales o extralegales,de tipo de oposicin tnica interna; o, en fin, regmenes que deban soportar persistentes accionesextraparlamentarias de grupos de extrema derecha, hasta en democracias tan poco inclinadas a estasorientaciones, como Gran Bretaa, Francia o Finlandia. Esta ltima haba adquirido estatus de nacin-Estadodespus de la Primera Gran Guerra, pero el carcter de democracia poscolonial no constituy sin embargoall un rasgo determinante, de sometimiento a la involucin derechista o totalitaria, durante el perodo deentreguerras.Un antiguo Imperio central como en Austria, por el contrario, produjo resultados contrapuestos. ComoEstado separado de un Imperio -y no nacionalen Austria un significativo nmero de ciudadanos

    cuestionaba la existencia de nacin-Estado: al identificarse con Alemania, para cuya unin o Auschlussestaban dispuestos, ms all de la desmembracin de su Imperio austro-hngaro, por diktat de los vencedoresde aquella guerra. Por lo cual en Austria, la disposicin hacia la democracia como un proceso deaprendizaje sera entrecortado all por largos perodos autoritarios o al margen de la democracia. En elmbito de aquel mismo Imperio, otra nacin surgida de sus ruinas, como Checoslovaquia, fue tan

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    PARTE II: DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL A NUESTROS DASartificialmente diseada que incorporaba dos naciones -Checkia y Slovaquia-en lugar de una dentro de unEstado. Con todo lo que de forzado y tenso poda permitir, a etnias distintas, mantener el consensodemocrtico y subsistir bajo las mismas instituciones, hasta terminar -bajo las negociaciones y elconsentimiento occidental-en manos de Hitler al final de los aos treinta.Pero otras democracias aparentemente menos frgiles, formadas bajo esquemas de nacin-Estado, como lasmeridionales de Italia, Espaa o Portugal, perecieron en poco tiempo desde el final de la Primera GuerraMundial. y solamente algunas otras, ampliamente aceptadas por sociedades fragmentadas pero polticamenteunidas, bajo el concepto que los politlogos identifican como democracias consoasociacionales-esencialmente, Holanda, Blgica o Suiza-opuestas a democracias de gobierno mayoritario, noexperimentaron quiebra en sus instituciones. Debido a su largo aprendizaje y recurriendo a mecanismos quelas permitieron manejar las tensiones y superar turbulencias e inestabilidades entre dos guerras.No obstante, entre mayoras de sus poblaciones, los actos de gobernantes democrticos, tanto como losaumentos de ilegitimidad de gobiernos, aumentaron o disminuyeron la probabilidad de cada de regmenes dedemocracia. Por favorecer u obstruir, con el sistema democrtico, el cambio econmico o social -y ampliaexpectativa de eficacia-los gobiernos fueron inclinndose, en diferentes pases durante aquellos aos, amantenerse o abandonar democracias. En un caso bien conocido, como el alemn de la Repblica deWeimar, junto a situaciones de violencia e ilegitimidad iniciales, con las que el rgimen se desenvolvi

    desde el principio, para un sector en crecimiento de las poblaciones alemanas, la pobreza, la desigualdad, elestancamiento econmico incluso, pudieron ser ms soportables que la dependencia nacional -aceptada porun gobierno democrtico-de potencias extranjeras. Tal como fue aceptada -aun con reservas-unaErfllungspolitik por los polticos de Weimar, parecan servir con ms solicitud los imperativosinternacionales de una democracia subalterna, que las necesidades y la eficacia de gestin material o social,para restaurar las vidas y la confianza de una nacin semi soberana.En una democracia legtima, pero afectada por situaciones de crisis -cuando la autoridad se ve atacada poralgn sector de la sociedad, o las decisiones gubernamentales afectan negativamente a muchos ciudadanos-elcarcter vinculante de la ley, el derecho a mandar de los representantes hasta producirse un cambio porprocedimientos regulados, las mismas reglas de juego democrtico, requieren tanto obediencia de la mayorade ciudadanos-votantes, como la confianza en la responsabilidad del gobierno. y la legitimidad entonces esla creencia de que, a pesar de sus limitaciones y fallos, las instituciones polticas existentes son mejores que

    otras que pudieran haberse establecido. Pero los regmenes varan mucho, en el nmero y conviccin deciudadanos sobre su legitimidad: sta es otorgada retirada da a da, no existe con independencia deacciones y actitudes de personas, sectores sociales, lites o grupos de intereses, carisma de lderes polticos yorientacin de instituciones. La socializacin poltica era entonces la baza -y la razn preservadora-de-regmenes democrticos de larga tradicin: al jugar a su favor la penetracin larga (y la compenetracindemocrtica). Como ocurri en pases de tradiciones polticas, donde sus poblaciones fueron impregnadaspor dcadas, y hasta generaciones enteras, en sistemas de educacin, de informacin y prensa, de cultura delites largo tiempo destiladas dentro de diversos sectores sociales. Pero en democracias jvenes frente ainestabilidades posblicas o las crisis de los aos treinta. Sin tiempo all de acomodaciones sociopolticas, ode procesos socializadores, que permitiesen ahormar un aprendizaje democrtico, la legitimidad -o laobediencia-prestada por una mayora a una democracia, tena un carcter relativo. Estando basada en unconjunto de creencias prevalentes o previas: entre las cuales, la conviccin -o dudas-de la gente sobre

    variables desempeadas por gobiernos, como la eficacia o la efectividad, podan representar un mayor peso.Producido todo ello en democracias jvenes, al evaluar como asegurar un mayor o menor xito en losobjetivos colectivos, en satisfaccin de intereses (materiales e ideales, y no slo del grupo dirigente). En unainteraccin mutua, de relaciones directas e indirectas, la evaluacin constante, positiva o negativa, de dichasrelaciones, permitira contemplar al menos un funcionamiento real -y no formal-de regmenes, segnvariables mostradas en el esquema de la figura 5.2.

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    Con la percepcin consiguiente de distintos niveles de xito o fracaso de regmenes democrticos, alenfrentarse a problemas parece lgico que sus Legitimidades entre poblaciones fluctuasen enormemente. yque, en especial ms all de lmites nacionales, se generasen sentimientos compartidos o Zeitgeist de

    identidad entre pueblos, sobre si un particular sistema poltico fuese ms deseable o dudoso: en especial sefue reforzando -o debilitando-entre distintos pueblos la percepcin positiva o negativa de que Estadospoderosos tuviesen ms xito con un tipo particular de rgimen. y entre las dos guerras mundiales, endistintas democracias, el Zeigeist se , encontr enormemente impactado por el xito de Estados nodemocrticos: hasta el punto de desvanecerse en muchos pases su legitimidad democrtica, por el xitoque alcanzaban dirigentes y orientaciones fascistas, primero en Italia, despus en Alemania.En Italia, una monarqua constitucional fue instituida largas dcadas antes, cuando se remataba suunificacin nacional durante su Risorgimento, en el ltimo tercio del siglo XIX; mientras su proceso dedemocratizacin se aceler -como otras democracias estables-en las primeras dcadas del siglo. De talmanera que a diferencia de Alemania -uno de los prototipos de pas con amplia aceptacin, antes de 1918, deideologas antidemocrticas o tradicionales, con importantes apoyos sociales-en la Italia de Orlando y otroslderes democrticos de los aos posblicos, se ilustraron bien las persistentes relaciones entre ineficacia

    internacional, ineficiencia gubernamental y prdida de legitimidad democrtica, en las percepciones desectores importantes de su sociedad. Hasta decidir aun movimiento como el de los fasci -una oposicindesleal y antisistema, que evitara en lo posible un enfrentamiento directo con el Estado o sus agentes-y sulder Mussolini, a crear un modelo para derrocar una democracia (al realizar una combinacin de actosilegales y una toma del poder legal). Despus de la creacin del fascismo como movimiento -desde febrerode 1919 en Italia las huelgas generales, en especial de 1920, en Lombarda y Piamonte, o en agosto de 1922en todo el pas, el marasmo pblico estuvo ampliamente representado por el abandono de gobiernos de sutarea. y dej al rgimen democrtico en mnimos de eficiencia; mientras durante meses produjo todo untraslado de legitimidades entre la gente hacia el nuevo Estado fascista.Eficacia y efectividad -dos dimensiones variables que caracterizan un sistema democrtico-en el casodel anulado rgimen en Italia desde 1922 cobraron su importancia. Cuando conjuntamente aqullas duranteun tiempo podan fortalecer, reforzar, mantener (en el caso de Italia entonces, a la inversa, debilitando) la

    creencia en la legitimidad del rgimen. y es que regmenes y gobiernos tienen que servir objetivos colectivos,que, definidos por el liderazgo poltico y la sociedad, representan un reto que cambia continuamente. Peroson juzgados por la colectividad -o una mayora en ella-con la medida de los intereses colectivos (materialeso ideales), que constituyen la medida de la actuacin del rgimen, en todo lo que han sido funciones bsicasde un sistema poltico: orden pblico, seguridad personal, arbitraje y resolucin de conflictos. De tal formaque una de las percepciones bsicas de eficacia se centra en lo que se refiere ala capacidad de un rgimenpara encontrar soluciones a problemas bsicos (todo sistema poltico se enfrenta a alguna serie de ellos);mientras que por efectividad -gubernamental, por ejemplo-poda y puede entenderse la capacidad paraponer en prctica medidas polticas, con el resultado deseado. y la falta de efectividad debilit la autoridaddemocrtica del Estado y, como resultado, su legitimidad: sellndose el destino liberal en Italia, cuandomedios y dirigentes gubernamentales permitieron -por complicidad o inactividad-situaciones de gobiernodbil o ausente, que dej a los fasci ya Mussolini constatar que no haba Estado (y su camino al poderquedaba libre, ante la inaccin democrtica).Las erosiones o situaciones de crisis representaron en las democracias de baja intensidad un momentoespecialmente clave para la anulacin democrtica esperada o suscitada, por fuerzas y lderesantidemocrticos. Estando aquellas situaciones propiciadas por factores caractersticos de las propias

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    PARTE II: DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL A NUESTROS DASdemocracias. Como las propias leyes electorales, las actuaciones de lites polticas o sociales, la difusin deideologas o zeitgeist -existentes ya, a menudo, en el momento de instaurarse las diversas democracias-y, enltimo trmino como factor contributivo de las crisis de las democracias, sus sistemas de partidos mltiples,extremos, polarizados y centrfugos. En el sentido de que, mientras la competencia poltica en sistemas dedos partidos han contribuido a la estabilidad democrtica (slo Espaa constituira la nica excepcin aaquella regla antes de la instauracin dictatorial de 1923: con un sistema bipartidista a nivel parlamentario,aunque no electoral a nivel regional), las democracias con multipartidismo extremo y polarizado hanarrastrado una inestabilidad fatal para la per. vivencia de su sistema.Sistemas de bipartidismo se dieron en un corto grupo de democracias: histricamente, en Estados Unidos,Gran Bretaa -excepto algn perodo de transicin-, adems de sus mbitos coloniales, Australia, NuevaZelanda o Canad (que han funcionado como tales regmenes bipartidistas) y en Espaa (hasta 1923). Perollevaban camino de convertirse en sistemas bipartidistas otro nmero de democracias europeas mspequeas: en donde se mantena un sistema electoral mayoritario de distritos electorales uninominales,hasta que su sustitucin por el sistema de representacin proporcional-al nmero de electores-cort aquelproceso (como en Austria, en el perodo de entreguerras, y especialmente en torno a 1930, convertida enrgimen multipartidista extremo). En algunos casos, como el de Espaa y su flamante rgimen democrticode 1931, gracias a un sistema electoral que daba gran ventaja a las pluralidades mayores -por tanto, a dos

    grandes coaliciones electorales-acab tendiendo a dos partidos prepotentes y de una gran polarizacinideolgica, que se transmiti a la vida poltica -adems de partidos antisistema considerables-de la jovendemocracia republicana. Fue tambin un caso similar de sistemas de partido mltiple extremo, en el queEspaa se vio precedida por la Repblica de Portugal (hasta 1926 y la sustitucin dictatorial, con laimplantacin de su Estado Nuovo ), Italia (despus de la Gran Guerra, hasta la intrusin fascista de 1922), laAlemania de la Repblica de Weimar, la Francia de la III Repblica, Finlandia, Checoslovaquia, los Estadosblticos, o algunos de Europa oriental y balcnica, en breves e intermitentes perodos democrticos.Otras democracias de entreguerras eran exponentes del sistema de partidos mltiples, con un menor esquemade tensiones, en forma de coaliciones de gobierno, alternantes y sin partidos antisistema relevantes. Estoscasos de sistema de pluralismo moderado (menos de cinco partidos: todos dispuestos a formar coaliciones,aunque con potencial para chantajear), despus de la Gran Guerra congelaron su sistema -durante largosaos-en Europa continental, bajo tres rasgos caractersticos: 1) manteniendo una distancia ideolgica

    pequea entre partidos relevantes; 2) configurando coaliciones bipolares; y 3) sosteniendo competenciacentrpeta (que sumaba y no restaba fuerza de legitimacin hacia el centro del Estado). Fueron los casos dedemocracias con tres partidos: Blgica (aunque all con partidos antisistema considerables: durante los aostreinta, el 11 % del voto estuvo en manos del partido fascista Rex, adems de otro 7,1 % en los nacionalistasflamencos); tres partidos tambin en Irlanda; cuatro en Suecia, Islandia, Dinamarca o Luxemburgo; cinco, enSuiza, Holanda y Noruega. En Noruega y Suecia, adems, los grandes perodos de dominio incontestablesocialdemcrata comenzaron, respectivamente, en 1935 y 1932.De un conjunto de trece democracias de entreguerras en Europa, podemos extraer una pertinentecomparacin de adversidades, sofocacin y hundimientos democrticos que resultan altamente significativos:para valorar la incidencia de sus sistemas de partidos -multipartidos extremos polarizados-en el destino finalde sus regmenes democrticos. Teniendo en cuenta que de aqullas, Polonia, Hungra y algn pas balcnicode tentaron perodos insuficientes de institucionalizacin, adems, de las restantes: siete fueron vctimas de

    derrumbamiento por causas internas; una (Checoslovaquia, en 1938) pereci bajo una combinacin defactores internos y externos; dos (Finlandia, 1930 y 1932; Francia, 1934), estuvieron apunto dederrumbamiento, escapando a duras penas de su destino (que volvera a remontarse, en el caso de Francia en1958; como en el caso de la supervivencia democrtica de Italia, desde 1945, bajo un sistema multipartidopersistente). A estos ltimos casos de excepcional supervivencia a sus propios esquemas partidarios hay queaadir, en Holanda o Suiza, sus sistemas de pluralismo extremo, aunque segmentado: donde sus partidos sesituaron en ms de una dimensin y no compitieron entre ellos (al tener seguro un electorado tnico, cultural,religioso y territorial diferenciado para cada uno), y formar atpicas democracias consoasociacionales. Enalgn otro caso excepcional, a la inversa, la involucin fue una salida imprevista, que mostr cmo loscambios de rgimen ocurren cuando por actos de uno o ms grupos de la oposicin desleal -que cuestionan elrgimen y quieren cambiarlo-los mismos dirigentes gubernamentales toman una direccin autoritaria. Comoen las democracias blticas de Estonia y Letonia: donde sendos presidentes, pats y Ulmanis,democrticamente elegidos por las urnas, ante perspectivas de inestabilidad del marco democrtico -conpresencia de activos movimientos fascistas-y gubernamentales -debidas al nmero de pequeos partidos,multiplicados en Letonia por representantes de minoras tnicas y representacin proporcional-, adems delimpacto de la crisis econmica, les llevaron a orientar sus Estados hacia el autoritarismo. Echando mano de

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    races predemocrticas, sus regmenes se habran transformado en fascistas, justamente cuando lderesdemocrticos con prestigio -originado en su guerra de independencia-mediante una especie de autoritarismopreventivo intentaban superar una amenaza extraparlamentaria. Aquellos lderes impusieron entoncesgolpes incruentos de Estado, que dirigieron la autoliquidacin democrtica en 1934 (mientras el traspaso dela legitimidad, de un conjunto de instituciones polticas a otro, evidenciaba cambios de rgimen).De todas formas, an est en discusin entre politlogos y cientficos sociales el tipo de acontecimientos quecontribuyeron decisivamente a la desestabilizacin, cada y -en pocos casos- reequilibramiento de

    democracias. Centrndose aqulla en buena medida de casos en las primeras fases de instauracindemocrtica, las caractersticas de violencias contra el sistema en diversos momentos (no precisamenteterminales) y las reacciones de los gobiernos. y en regmenes de democracias de entreguerras, segn algunosenfoques interpretativos, precisamente existen datos sistemticos que indican la estrecha relacin entreinestabilidades gubernamentales y quiebras de democracias parlamentarias europeas, as como intensidad delas crisis (en especial, la inestabilidad suplementaria a las crisis poltica o social, que transmiti la difusinde la crisis econmica de la Gran Depresin). En el sentido de que las inestabilidades gubernamentalesreflejaron las crisis polticas o sociales, tanto como contribuyeron a ellas los cambios de gobierno frecuentes(en democracias poco estables de por s). Por ejemplo, observando el cuadro 5.2. sobre duraciones medias degobiernos en pases de entreguerras, antes y despus de la Depresin de los primeros aos treinta, delconjunto de gobiernos de pases representados, slo en Francia la democracia sobrevivi con gobiernos demenos de nueve meses (de media).

    En el grupo de gobiernos de superior duracin, slo otro pas (Estonia) cambi de rgimen democrtico auno de autoritarismo preventivo; el resto de pases con estabilidad gubernamental antes de la depresin,continuaron mantenindola (con duraciones medias de un ao o ms de gobiernos) despus de la crisis de losaos treinta: Holanda, Gran Bretaa, Dinamarca, Suecia, Noruega e Irlanda tuvieron situacionescaractersticas en este sentido (salvo en Holanda, el segundo pas de democracia polticamente ms estable,pese al descenso de das de duracin de sus gobiernos; ms peligrosa mente descendi la duracin enBlgica); aumentando la estabilidad incluso en pases que, como Finlandia, vivi los primeros aos de 1930enfrentada a una seria crisis.Siempre teniendo en cuenta la modesta -y aun pequea o escasa-investigacin histrica o cientfico-social

    acerca de las relaciones entre crisis econmicas y polticas (sin estructurar an un modelo descriptivocomplejo, lejos de cualquier mecanicismo y consideraciones puramente especulativas: como las que elmarxismo movilizaba no tan lejanamente). Pero ms all de la pura fascinacin, igualmente, por lasinterferencias de violencia poltica, entre los factores por los cuales se derrumbaron democracias en plenoflorecimiento durante un intervalo de dos guerras mundiales, los anlisis cientfico-sociales parecen alternar128

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    PARTE II: DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL A NUESTROS DASdiversos factores. Como los de tensiones estructurales bsicas (conflictos del sistema poltico, desigualdad,dependencia o rpidos cambios econmicos y sociales) alternantes con exmenes particulares de conflictosabiertos, que preceden al derrumbe de democracias (donde la violencia pona en marcha otros procesos; peroslo en los casos de intervencin militar directa, la aplicacin de violencia organizada decidira el destinoadverso del rgimen democrtico), y adems en estos ltimos procesos, por el que los militares adoptaron unpapel de intervencin poltica, la accin castrense sera un resultado ltimo de un complejo proceso dedecadencia de subsistentes regmenes.A lo largo de una dura etapa de prueba, de la que una pequea representacin de pases occidentales semantuvo firme dentro de regmenes democrticos, sin embargo se revelaron procesos bastante persistentes,que impidieron hundimientos de democracias y pases al margen de lneas que condujeron al totalitarismo.Como fueron los casos de la formulacin de programas potencialmente transparentes, con objetivoscolectivos y problemas definidos en funcin de ellos, pero resueltos dentro del cuadro de experienciasdemocrticas y de igualdad de oportunidades legales y sociales. En un modo de relacin entre eficacia yefectividad, en las que los gobiernos exhibieron capacidades para resolver problemas y las fuerzas pro-rgimen manejaron habilidades para mantener la necesaria cohesin social para gobernar. Tanto comolderes democrticos estuvieron all en disposicin, para asumir responsabilidades del poder, de cara a suselectorados (y, ms all, con perspectivas sociopolticas amplias: rechazando tentaciones de recurrir a

    mecanismos polticos no democrticos, en la toma de decisiones, o evitando conscientemente recurrir afuentes de legitimidad ajenas a los partidos, o con respuestas inadecuadas a la atmsfera de crisis).

    3. GESTIN DE LA CRISIS, ESTADO SOCIAL Y REAJUSTES DEL ESTADOCONTEMPORNEOEntre las mltiples consecuencias de la Gran Depresin de los aos treinta, se puede sealar en el mbitopoltico que las reacciones gubernamentales tuvieron efectos econmicos, contrastados de inmediato ya largoplazo. Enfrentados a salidas nacionales, y en medio de sus turbulencias psicolgicas, econmicas ysociolgicas, los Estados europeos no se contentaron con intervenciones parciales en su poltica eco, nmica.Ms bien enfocaron una reconstitucin de la economa sobre nuevas bases, mientras los gobiernos dejaronatrs los principios liberales, para promover economas sociales que reclamaban la intervencin e incluso ladireccin del Estado. Fueron los aos en los que se quiso encontrar solucin a los problemas a base de

    extender derechos polticos a las nuevas situaciones sociales, o en razn de planificar y alternativamente-programar acciones econmicas desde el Estado.Adems de legislaciones protectoras a las que antes nos hemos referido, frente a rivales o concurrentes, seintent restablecer el equilibrio de las balanzas de pago, recurriendo al proteccionismo. Para conseguir estosobjetivos los gobiernos gestionaron la crisis mediante el recurso a diferentes tcnicas, de las cuales puedenmencionarse tres: la poltica de deflacin, el control presupuestario y la reanimacin productiva, por gestinpblica directa.En el caso de la deflacin, la intervencin gubernamental tenda a disminuir el lmite de precios conlimitaciones de circulacin monetaria o del gasto pblico; o bien, mediante la restriccin del crdito y lacongelacin de salarios, para hacer ms competitiva la produccin en el mercado internacional. Fue sta unalnea conservadora de intervenciones gubernamentales que, iniciada con no mucho xito en Gran Bretaa,qued casi circunscrita a los casos de Alemania hasta 1932 -prcticamente lanzando al pas al nazismo-o

    Francia hasta 1934.En el segundo caso, de las tcnicas de gestiones gubernamentales de la crisis mediante el controlpresupuestario -as como el recurso al nacionalismo comercial y econmico-practicado con xito en GranBretaa por Neville Chamberlain, constitua una rigurosa y no tan discordante deflacin, con reduccin desalarios, asignaciones y drsticas economas presupuestarias. En una cierta forma, la recuperacin inglesa,que comenz en 1934 con alguna disponibilidad de dinero barato y ambiente favorable para la iniciativaprivada, fue en parte un logro de un gobierno de Unin Nacional, entre los dos partidos britnicos rivales.Bien es cierto que en este caso, adems el impulso provino del mbito imperial -reservado, frente a terceros,por el proteccionismo de la metrpoli-, que respondi y apoy as el esquema de nacionalismo en GranBretaa. Lo que permiti reactivaciones de industrias como las de construccin y vehculos, mientras semantena casi inmvil una industria de base, con altos niveles de paro.Pero, en un tercer caso, la lnea ms caracterstica de intervencin del Estado se dirigi ala gestin pblicadirecta, por organismos a su cargo y en ausencia de cualquier oposicin o control polticos. Fue una lnea quepermiti reanimar estratgica y simultneamente actividades y empleo, como tcnica de justificacintotalitaria de un partido y un gobierno dictatorial. Esta lnea de actuacin se aplic a la industria de base ya

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    las obras pblicas, y fue sin duda el paradigma del comportamiento interventor directo, que se encuentra enel Estado nazi de Alemania (vase la figura 5.3).

    Fueron todas ellas experiencias de fuerte intromisin de los poderes polticos en las esferas econmicas ysociales de las sociedades occidentales. Pero tambin resultaron ser otras tantas ocasiones de reasentamientode los distintos Estados en sus comunidades nacionales. Adems, de paso transformaron las ideaseconmicas de los economistas y del liberalismo de laissez faire tradicional. Un neoliberal ingls, como eleconomista J. M. Keynes, pudo extraer de todo ello una) nueva formulacin macroeconmica que recre laeconoma tradicional desde su Teora general del empleo, el inters y el dinero (1936). En esa nuevaconcepcin, la explicacin de las causas econmicas estuvo regida por las variaciones en la produccin y elempleo; y el impulso econmico se cifr en demandas agregadas, determinadas tanto por la propensin aconsumir del consumidor (bienes de consumo), las inversiones de capital (bienes de capital), como por elgasto pblico y las polticas de demanda del Estado: convertido en poder regulador econmico y autnticamano invisible del mercado. En las propuestas de Keynes, lo esencial resida en lneas de sugestionesdirigidas a alentar el consumo, tanto como proponer una resuelta e indefectible intervencin econmica delos poderes del Estado.

    3.1. GRAN BRETAA: UN IMPERIO PUESTO A PRUEBAUno de los pases europeos no invadidos en la guerra, aunque aliado victorioso, se mantuvo durante elintervalo de entreguerras en una tensin persistente, pero finalmente controlada. Toda la trayectoria polticabritnica en ese perodo se orient en esa direccin, tanto por la contencin de los partidos polticos -con unsistema bipartito en la poltica britnica sin mucho lugar para tres partidos-como por la corona -incluso concrisis dinstica, pero sin prdida de legitimidad-, o la institucin reguladora de las cmaras (conpreponderancia de la Cmara de los Comunes, sobre el tradicional reducto de los Lores). La monarquabritnica ofreci en este sentido en aquel panorama de inestabilidades, una lnea de relativa continuidad:representada por Jorge V (1910-1936), Eduardo VIII (1936, abdic por su matrimonio con la seora

    Simpson) y Jorge VI (1936-1952).Bajo otras consideraciones menos institucionales, sin embargo, las limitaciones y precariedad se aduearonde la economa britnica desde la Gran Guerra. Con una flota destruida y sin fuentes de energa alternativasal carbn -electricidad o petrleo eran las energas dominantes, en complejos industriales avanzados-, GranBretaa se encontr superada por la competencia industrial y comercial de las nuevas potencias (EstadosUnidos y Japn). Adems de sus problemas crecientes (industrias declinantes y envejecidas; protesta socialsin encajar y huelga general de 1926; paro casi crnico, repuntado en la crisis de 1929-30), el rgimenbritnico tuvo que hacer freno te aun viejo problema como el de Irlanda, siempre irresuelto; as como unasrelaciones internacionales distorsionadas, crecientemente condicionadas por los nacionalismos o lostotalitarismos emergentes. Por otra parte, sin embargo -y sas comenzaban a ser claves a considerar-, enGran Bretaa se hicieron avances en sectores como la vivienda, la educacin o la atencin de sanidad.En trminos ms escuetamente polticos, hay que referirse a tres procesos de cierta relevancia durante el

    perodo de entreguerras: el florecimiento del Partido Laborista, con dos gobiernos cortos; el llamativodeclinar del Partido Liberal, debilitado por las tendencias internas enfrentadas, que representaron Aquith yLloyd George; o, en fin, la no del todo satisfactoria experiencia de gobiernos de coalicin.El primer ministro que firm el armisticio fue el liberal Lloyd George. Presida entonces una coalicin deguerra, surgida de unas elecciones en las que por primera vez participaron las mujeres, y el mismo comicio130

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    PARTE II: DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL A NUESTROS DASen que obtuvo una abrumadora victoria (14 de diciembre de 1918). La popularidad de George ascendinotablemente en Gran Bretaa: no slo por haberla conducido a la victoria, sino tambin por haberprometido crear un pas digno de los hroes que lo habitan y por exigir a Alemania pagar el entero coste de laguerra. La coalicin liberal-conservadora por l encabezada se mantuvo en el poder desde 1919 a 1923, peseala creciente oposicin laborista y la de los independentistas irlandeses del Sinn Fein. Los representantesirlandeses, con 13 escaos en la Cmara de los Comunes, rechazaron acudir al Parlamento de Westminster yreconstruyeron su propio Parlamento (Dail Eireann) en Dubln, donde proclamaron la Repblica de Irlanda.El problema de Irlanda no slo arruin la reputacin de Lloyd George, sino que destruy para muchos aosel futuro de la unin entre Gran Bretaa y aquella isla. En plena Gran Guerra tuvo lugar la revuelta dublinesade 1916 -y su Eastem Rebellion-que, pese a su fracaso, marc el principio de una etapa caracterizada por elapoyo creciente al partido-nacionalista irlands del Sinn Fein ( Nosotros Solos ), y la posposicin delarreglo ingls de Home Rule. A partir de entonces se gener un estado de rebelin permanente respecto deGran Bretaa, sobre todo desde 19.19, con autnticas campaas terroristas contra la polica britnica enaquella .isla. Un George desbordado por la magnitud del problema tuvo que negociar y hacer frente alaparticin efectiva en dos Irlandas (del Norte y del Sur), con dos parlamentos opuestos, y una concesin deautonoma de los condados del sur en 1921. Justamente al proponer un Tratado de Dominio en aquella isla,se reconoca un Parlamento y gobierno propios de Irlanda del Sur, con la supervisin de un gobernador

    britnico para tales casos. Pero el Estatuto fue rechazado por los republicanos independentistas, con EamondDe Valera al frente. Este personaje era uno de los lderes supervivientes de 1916 y smbolo de la resistenciairlandesa, que iniciaba una guerra civil definitiva.En diciembre de 1922 surga en Irlanda un Estado Libre, del que poco despus nacera la nacin irlandesa.Todo ello todava bajo el asignado estatus de dominio britnico en el sur, y con representacin directa enLondres de los condados de Irlanda del Norte o UIster. Una fase decisiva del contencioso irlands tardara 15aos todava en cerrarse: cuando, en 1937, se promulg la Constitucin irlandesa y al ao siguientesobrevendra la independencia, casi completa, de la nueva nacin y su Estado Libre de Irlanda (Eire). Elnuevo Estado fue separado de Irlanda del Norte (Ulster) dependiente de Londres; aunque, de hecho, DeValera nunca renunciara desde el sur a presidir un nico Estado en toda Irlanda. y como signo de suseparacin real de Inglaterra, el nuevo Estado irlands rechaz participar en la Commonwealth britnica y sedeclar neutral en la Segunda Guerra Mundial.

    Por su parte, en Gran Bretaa la cada de Lloyd George en 1922 supuso un largo eclipse del Partido Liberal.El propio hundimiento de George -que nunca desempeara ya ningn puesto poltico notorio-estuvorelacionado con la prdida de apoyo entre las clases populares y obreras. Su declinar qued ms patentedespus de las duras huelgas de sectores como el naval y minero, entre 1919 y 1921, que fueron duramentereprimidas. Adems, su cada fue promovida por el resentimiento y la oposicin creciente ala coalicin degobierno ya su lder, por parte del Partido Conservador dirigido por Stanley Baldwin. En octubre de 1922,los conservadores proponan la vuelta aun gobierno limpio, adems de poner de relieve los fracasos enpoltica exterior,. como la estril Conferencia de Gnova o el incidente de Chanak y su azaroso compromisocon los turcos. A pesar de todas esas crticas, conviene sealar en el haber poltico de la coalicin presididapor George, los siguientes logros: la implantacin efectiva del sufragio universal, con la inclusin de lasmujeres en el censo (The Sex Disqualification Removal Act, 1919) y la primera posibilidad de sufragiofemenino; las construcciones municipalizadas de viviendas (The Addison Housing Act, 1919) hasta un total

    de 213.800 en 1922, distribuidas entre Inglaterra y Gales; la extensin del seguro de paro y la introduccindel principio de responsabilidad del Estado en la proteccin de los trabajadores, contra los efectos de lasvariaciones industriales.En los sucesivos procesos electorales ingleses se confirm un frecuente dominio conservador, cuyos triunfosjalonan tres etapas: 1922-23, 1924-29 y 1931-45. Los distintos gobiernos del Partido Conservador estuvieronpresididos, sucesivamente, por A. B. Law, S. Baldwin, N. Chamberlain y W. Churchill. En gran parte, dichosgobiernos centraron su gestin en los intentos de recuperacin de la libra, con un debate complementario delproteccionismo.Durante un intervalo de tiempo muy corto, de enero a octubre de 1924, accedi al poder britnico porprimera vez el Partido Laborista, conducido por J. Ramsay MacDonald y aupado por los votos masivos delos obreros, antiguos votantes del partido Liberal. Un indito tripartidismo se abra as paso en Gran Bretaa,mientras laboristas y liberales conseguan detener la marcha hacia el proteccionismo comercial de losconservadores. En parte, se aplicaba aqul a las soluciones de modernizacin del equipo industrial ingls-falto ya de competitividad-ya las aspiraciones de afirmar un nacionalismo comercial, de la metrpoli junto asus colonias en el Imperio britnico.

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    Tras ascender de nuevo al poder los conservadores en el ltimo trimestre de 1924, trataron de recuperar eldispositivo comercial e industrial de su Imperio, readaptando su sistema por medio de una preservacin de lalibra en aquel mbito. En 1926, durante el mandato de Baldwin, se fundaba la Commonwealth o libreasociacin de los dominios con la metrpoli. La nueva frmula defina los dominios como pases libres eiguales entre s, autnomos y fieles a Gran Bretaa, que sin separarse de la metrpoli les permita gestionarsus asuntos internos y vnculos comerciales asociadamente. El proyecto satisfizo a los dominios imperiales,incluso los ms reacios o dscolos, y acab por ratificarse en el Parlamento britnico en 1931. Aquella

    especie de club de los pases blancos del Imperio britnico fue un caso excepcional de organizacincooperativa internacional, en un mar de aislamientos, prevenciones y salvaguarda de cada nacin cerradasobre s, durante la depresin de los aos 1930. Bien es cierto que aquel club britnico no planteabasoluciones para viejos problemas coloniales, como el de la India, y menos an para nuevos mandatoscoloniales, como los de Palestina, Transjordania e Irak. Estos territorios, procedentes de la descomposicinde un Imperio como el turco se incorporaban a otro, cuestionado incluso, como el britnico; mientras en laszonas de territorios traspasados e incorporados -como legado de la Gran Guerra la experimentada diplomaciabritnica-se empleara a fondo en cortar y zurcir fronteras (llegando a formar, con el tiempo y ladescolonizacin, Estados tan artificiales como Kuwait) (vase la figura 5.4).

    Los gobiernos conservadores operaran con menos fortuna en la readaptacin posblica de su sociedad yorden interno en la propia Gran Bretaa. El gobierno de Baldwin, por ejemplo, se vio desbordado por losproblemas sociales y econmicos del centro del Imperio; donde, pese a toda su reorganizacin comercial yterritorial exterior a la metrpoli, aquellos problemas se agigantaron respecto a etapas anteriores, como lasque dirigieron liberales y laboristas. Frente aun aparato industrial envejecido ya una fuerte competencia einestabilidad internacionales, a mitad de los aos veinte el gobierno de Baldwin tuvo que adoptar drsticasmedidas monetarias, en medio de un tenso ambiente social. Para acometer los retos de una difcilmodernizacin tecnolgica, el jefe conservador adopt un respaldo de reducciones salariales, que las TradeUnions recibieron como una medida que supona un ataque a las conquistas y logros sindicales. y desde susfuertes posiciones reaccionaron con una huelga general entre el 3 y 14 de mayo de 1926, con situaciones deruptura de la legalidad y reacciones gubernamentales, que abocaron a la reglamentacin de la libertadsindical. Alternativamente a la respuesta gubernativa o de reconduccin de conflictos por la va de

    reglamentaciones y estrechamiento jurdicos, no obstante los conservadores echaron mano de otras medidassocorridas, que introdujeron a Gran Bretaa en un positivo reformismo social. El cual permiti a losconservadores remontar a duras penas la crisis social, ya Baldwin mantenerse en el poder hasta 1929. Fueronaos aquellos de la ltima parte de los aos veinte, en los que pudieron tener lugar en Gran Bretaainiciativas como la de Neville Chamberlain, ministro de Salud, en las que se adoptaron importantes reformasasistenciales, como la completa asistencia de pobres por la Administracin local, y se aprob el sistema deseguros obligatorios de viudas y hurfanos, o pensiones a jubilados a partir de los 65 aos. Pero cuandofinalmente lleg la recesin, al final de la dcada, Gran Bretaa todava no haba dejado atrs el marasmoeconmico y social.La Gran Depresin lleg a Gran Bretaa cuando ocupaban el poder los laboristas de Ramsay MacDonald,como resultado del agotamiento del esquema de polticas conservadoras y del proceso de castigos yreconversin poltica desde el electorado. Pero pasadas las elecciones; en 1930 adems de encajar la

    izquierda reformista en el poder el impacto de la recesin, el gobierno laborista tuvo que hacer frente a losmismos reveses polticos que en 1924 (cuando actuaron como minora gobernante con apoyos del partidoliberal). En mayo de 1931, en plena depresin, Gran Bretaa soportaba ms de dos millones y medio deparados, as como pesadas cargas de su Estado asistencial en sus presupuestos. Esta situacin forz alpremier laborista MacDonald a optar por una va de gobiernos de concentracin nacional, entre otras cosas,

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    PARTE II: DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL A NUESTROS DASpara repartir responsabilidades y carga poltica tanto como para restaurar confianza pblica. As se formbajo su presidencia un gabinete de conservadores con liberales, en el que slo figuraban tres laboristas (vaseel cuadro 5.3).

    Los gobiernos de Unin Nacional en Gran Bretaa atajaron, desde 1931, una de las situaciones msdeterioradas, mediante medidas que revisaron -y enfrentaron-opciones marginadas en el decenio anterior. En1932 emergi un nacionalismo comercial y econmico, desde la Conferencia de Ottawa de ese aoconvertido en un proteccionismo imperial. El abandono del-librecambismo por la Import Duties Act deNeville Chamberlain (1932) fue acompaado de medidas de restauracin monetaria y deflacin queredujeron salarios y presupuestos para facilitar el fortalecimiento de las reservas de oro.Por otra parte, la cohesin nacional-imperial creciente en Gran Bretaa permiti no slo superar la crisisdinstica de 1935, sino resolver problemas externos. Como los de las aspiraciones nacionalistas en la India yEgipto, o el triunfo republicano y el desvo de demandas de unificacin irlandesa del Ulster. En vsperas deun nuevo enfrentamiento mundial, al final de los aos treinta, el Estado ingls se haba fortalecido medianteprcticas intervencionistas y de reconstruccin interna de su economa.Ya entonces era impulsada sta por las nuevas industrias del automvil, la energa elctrica y la aeronutica,principalmente localizadas en el sureste de Inglaterra, donde dichos enclaves industriales, poco despus, se

    convirtieron en el blanco preferente de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.

    3.2. EL DECLIVE DE LA III REPBLICA FRANCESADurante el perodo de entreguerras, Francia present una trayectoria en constante inestabilidad. Dichaevolucin estuvo intensamente marcada por las contradicciones de la III Repblica, que afectaron tanto a sueconoma o a su diplomacia, como a su planificacin militar y al sistema de partidos polticos. Desde 1870 a1917, en una primera fase, el rgimen de la III Repblica haba sobrevivido a una serie de tensiones queerosionaron sus poderes y su sistema de partidos. La segunda fase, entre 1918 y 1940, gener una mayorinestabilidad que la precedente. No se trataba entonces de los tradicionales desequilibrios que allsubsistieron, entre ejecutivo y Asamblea Nacional. Siendo tales des equilibrios los que dieron comoresultado una crnica inestabilidad ministerial o un vaco de funciones presidenciales de la III Repblica, yaantes de 1914. La novedad del perodo de entreguerras se present en la divisin y la disipacin del poder

    legislativo, por el afn de conseguir mayoras gubernamentales y por atender a las maniobras polticasmediatas. Entre 1918 y 1939 se sucedieron no menos de 36 gobiernos, formados por 20 primeros ministros,lo que contrasta con Gran Bretaa en el mismo perodo, que tuvo nueve gobiernos, dirigidos slo por cincojefes de gabinete. Todo ello -adems de la inestabilidad-impidi que se elaborase una legislacin de largoalcance, o evit la creacin de tradiciones polticas duraderas.Dentro de la que cabra considerar como la crisis de 22 aos de la III Repblica, Leon Blum, el ldersocialista francs de fines de los aos treinta, apunt en este sentido que la ms grande deficiencia polticaconsista en que en su pas no haba ms que partidos polticos. Por esta razn el mayor problema resida enla ausencia de una organizacin efectiva de partidos; por lo que el sistema se sostuvo en unos planteamientoselectorales que resaltaban, por encima de todo,. a los candidatos individuales en escrutinios de demarcacinpoltica. La debilidad y pequeez de los partidos polticos en Francia exigan excesivos esfuerzos para lograrel apoyo parlamentario, que diera estabilidad a los gobiernos. En gran parte, la historia poltica de la Francia

    de entreguerras est relacionada con los esfuerzos de pequeos grupos, para formar coaliciones y bloquesque les permitiesen actuar ms eficazmente, tanto en la Asamblea Nacional como entre el electorado. Elderecho que tenan las cmaras de impugnar a los ministros fue usado en numerosas ocasiones. As losgobiernos franceses del perodo de entreguerras caan, sobre todo, debido a mociones de censura. Tras la

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    Primera Guerra Mundial, toda una serie de comits operativos se interfirieron constantemente en el procesode gobierno. Mientras la propia Asamblea Nacional se mantuvo siempre sensible a cualquier rebrote de lapresidencia de la III Repblica, y su posible deslizamiento hacia un rgimen autoritario. Para evitar estepeligro se recurri a la peor de las soluciones: encomendar a menudo la titularidad presidencial a personajesmediocres o de tercera fila, como ocurri en 1920. Ese ao, la Asamblea neg la presidencia a Clemenceau yconfiri el cargo a un poltico de poca base como Deschanel, que sera destituido muy pocos meses despusde ser nombrado.

    Una de las contradicciones esenciales radicaba en la existencia de partidos polticos, de base exclusivaprovincial, en uno de los Estados ms centralizados de Europa. No menos contradictorio, por otra parte, erael esfuerzo tendente a encontrar zonas comunes de entendimiento entre grupos, mientras se producan luchasinternas y deslizamientos, por debajo de la aparente colaboracin entre ellos (en forma de coaliciones decircunstancias, que podan llegar a bloques polticos inconsistentes). Las coaliciones de grupos centristas yde derechas integraron el Bloque Nacional, formado por Clemenceau en 1919, para afrontar las primeraselecciones de la victoria. Tambin la misma coalicin de centro-derecha hizo posible la victoria del Bloquede Unin Nacional, preparado por Poincar en 1926. Igualmente una similar combinacin de centro-izquierda, dirigida por Herriot, triunfara como Cartel des Gauches en 1924, o con igual resultado, bajo ladenominacin de Frente Popular con Leon Blum, en 1936. Pero a menudo las luchas internas por mantener elpoder -o mejorar posiciones-proseguan en cada coalicin, con lo que los gobiernos caan con la mismarapidez con que se formaban. El caso extremo estuvo representado por el Partido Radical, que aspir acolocar dirigentes al frente de ministerios en no importa qu coalicin, a lo largo de todo el perodo deentreguerras.En el perodo considerado de ltima vigencia de la III Repblica, entre las diversas coaliciones y gobiernostuvo especial relieve la coalicin de centro-derecha, que, como Bloque Nacional, obtuvo la victoria en laselecciones de 1919. Desde entonces hasta 1924, sucesivos gobiernos -liderados, respectivamente, porClemenceau, Millerand y Poincar-tuvieron que hacer frente a dos problemas bsicos. El primero, la crisisfinanciera: que debido a la inflacin, oblig al gobierno a solicitar prstamos y presion para conseguir elmximo pago de reparaciones de guerra a Alemania. Estos fondos eran considerados de importancia vital,para reconstruir el aparato industrial y la infraestructura financiera de Francia. El segundo problemagubernamental estuvo relacionado con la escisin del socialismo francs en dos partidos, el socialista y elcomunista, que mantuvieron durante el perodo de entreguerras una abierta tensin, lo que provoc una

    manifiesta inestabilidad social (y casi incontrolable oscilacin, por la parte izquierda del electorado).Desde 1924 a 1926, la coalicin de socialistas y radicales dio el triunfo al Cartel des Gauches. En dichointervalo se acentuaron los desrdenes sociales, tanto como en Francia se incrementaron las alzas de preciosy se agudizaron los problemas de la inracin o la deuda. En cuanto al desarrollo del Estado, las reformasadministrativas introdujeron la sindicacin del funcionariado, el relevo de altos cargos, el laicismo en laescuela y ciertas mejoras econmicas y sociales. Pero la persistencia de la inestabilidad financiera siguipesando en la economa francesa, tanto como las exigencias de reparaciones y mayores endeudamientosexternos.Durante la segunda mitad de los aos veinte, una aceleracin econmica y algunos avances socialesalimentaron la confianza, que fue depositndose en gobiernos fuertes. ste fue el caso del ejecutivo surgidode la coalicin de moderados y radicales, desde 1926, ao del regreso de Poincar al dominio de la polticafrancesa. Desde 1926 hasta 1931, su presencia al frente del gabinete de Unin Nacional signific, sobre todo,

    la acentuacin de polticas presupuestarias y monetarias. La reduccin de gastos y el saneamiento detesorera (Caja de Amortizacin, 1928), junto ala devaluacin del franco, permitieron un equilibriopresupuestario, una cierta estabilidad de la moneda y, como corolario, la reanudacin de la expansin. Enpoco tiempo, la aparente bonanza econmica produjo repatriacin de capitales y una relativa expansinindustrial, que permiti la implantacin de nuevos sectores, como el del aluminio o el de la industria delautomvil. Estos impulsos -industrial, as como agrario-aunque rezagados, produjeron una tendencia al plenoempleo momentneo. y al igual que en , Gran Bretaa por la poca, los gobiernos conservadores francesestendieron a asentar ciertas mejoras sociales: como la extensin de los seguros sociales, las indemnizacionesagrcolas por catstrofes naturales o la gratuidad de la enseanza secundaria.En Francia, las crisis polticas solan coexistir con problemas econmicos, pero entre estos ltimos, losheredados de la Primera Guerra Mundial actuaron de freno irreparable, en un pas con una base industrialms limitada respecto a competidores. A diferencia de otros pases, Francia tuvo que atender tanto a lareconstruccin como ala renovacin de su equipo e infraestructuras anticuados. y la ltima lnea fuedefinitivamente pospuesta, con la suspensin de las reparaciones alemanas, en las que se haba cifrado todala modernizacin y actualizacin industrial de Francia. Desde 1931, suprimidas las entregas en concepto dereparaciones (obligadas desde Versalles y en las que Francia, como vimos, haba cifrado su recuperacin

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