Historia Final
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EL COLEGIO DE MICHOACÁN, A. C.CENTRO DE ESTUDIOS DE LAS TRADICIONES
Crítica y discurso históricoDra. Nora Jiménez
La formación de Gamarra en la modernidad a la luz de la
educación de los jesuitasAlejandro Mendoza
Cuarto trimestre30 de septiembre de 2015
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INTRODUCCIÓN.
El texto que presento es un ensayo de perspectiva histórica que atiende a una orientación de
contextualización de un problema: se trata de la hipótesis de que el sentido de la
modernidad en la filosofía de Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos acaso se haya
cultivado desde su educación temprana bajo la Compañía de Jesús y no en el horizonte de
la tradición cientificista y racionalista-cartesiana. A dar testimonio histórico de ello he
compuesto esta breve relación.
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De un incidente sucedido en el año 1781, podemos comenzar a evocar la pertinencia de una
proximidad importante entre Juan Benito Díaz de Gamarra con la Compañía de Jesús, ya
expulsada de la Nueva España en este año, para dar un matiz necesario acerca de su
“formación moderna”. El suceso es el de la acusación que el entonces Obispo de
Michoacán Juan Ignacio de la Rocha lanza contra Díaz de Gamarra y Dávalos por faltar a la
ortodoxia escolar en la enseñanza de la teología y filosofía en el Colegio de San Francisco
de Sales de la Congregación Oratoriana de San Felipe Neri en San Miguel el Grande. En
carta fechada el 7 de noviembre del dicho año de 1781, dirigida a los padres de la
Congregación, el obispo de la Rocha expone la mencionada falta de ortodoxia en los
siguientes términos:
(…) que en dicho Colegio [de San Francisco de Sales] no se hace especial profes ión
de alguna doctrina, sino que los maestros a su arbitrio enseñan lo que en sus tiernosaños aprendieron, o lo que después abrazaron; y ya suele enseñarse filosofía y
teología especulativa por los principios de la escuela suarista (poco conformes a las
doctrinas de S. Agustín y Sto. Tomás) y ya aunque se adopten los principios de la
escuela tomista, es por el voluntario modo de cualquiera autor del gusto particular
del maestro.1
No es cosa menor la observación del obispo sobre este “desliz” en el Colegio de San
Francisco considerando que su rector era, a la sazón, el dr. Juan Benito Díaz de Gamarra, a
quien en la misma carta acusa de malograr los estudios de los alumnos de dicho Colegio,
pues, en su examen en la Universidad, “fueron reprobados los más de los jóvenes” que
habían tomado el Curso en artes impreso por el dr. Gamarra2. A esta carta los padres de la
Congregación dieron respuesta en sentido contrariante a las afirmaciones del sr. de la
Rocha tanto a lo por él señalado sobre la orientación suarista en filosofía y teología como
sobre el asunto de los alumnos reprobados.
A poco más de catorce años que se había dado la expulsión de los jesuitas cuando
fue enviada esta carta, resulta muy significativa la referencia puntual y precisa sobre el
descamino que se tomaba, a decir del obispo de la Rocha, en el Colegio de San Francisco,
1 Quixano Zavala, Manuel, La venerable congregación del Oratorio de N. P. S. Felipe Neri de la Villa de San
Miguel el Grande, obispado de Michoacán, impreso en México por D. Felipe de Zúñiga y Ontiveros, 1782, p.98, citado en Junco de Meyer, Victoria, Gamarra o el eclecticismo en México, México, FCE, 1973, p. 48.2 Ibíd., p. 49. El Curso en artes es, por lo demás, el título que para las clases ostentaba usualmente uncompendio de los Elementos de filosofía moderna.
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dejando el canon de la escolástica tomista por el suarismo, pues, como es sabido, la obra de
Francisco Suárez pasaba por ser la expresión más destacada de la reforma de la escolástica
y del pensamiento medieval más tradicional precisamente en el marco de la filosofía y
teología de los jesuitas. En las palabra de de La Rocha no deja de sentirse, pues, una
intención de señalar una perniciosa práctica continuada de “jesuitismo” en el Colegio cuya
rectoría estaba ocupada por Gamarra.
Resulta de gran importancia atender a la presencia de los jesuitas en la formación
intelectual filosófica y teológica de Gamarra y Dávalos a fin de recuperar las raíces de su
pretendida modernidad que en la obra Elementos de filosofía moderna ya tiene un
contenido como una estrategia discursiva más próxima a la tradición de la modernidad
cartesiana y cientificista que de esa otra forma de, podríamos decir, protomodernidad, quese daba en la reforma suarista de la escolástica en los colegios de la Compañía de Jesús, de
tal manera que se puede hacer visible que en el itinerario intelectual de Díaz de Gamarra,
desde su temprana formación, se dio en un medio en el que la escolástica tradicional — la
tomista — había sido ya revisada y cuestionada, no en los términos de una abrupta ruptura
del cientificismo cartesiano sino bajo el horizonte de la misma escolástica, la referida
suarista.
Lo que después de sus “tiernos años” aprendió como formación filosófica-teológica
Juan Benito Díaz de Gamarra, se encuentra de manera directa en el ámbito educativo de los
jesuitas, en cuyo seno forjó su carrera como bachiller en artes, es decir, como estudiante de
filosofía3. En efecto, Gamarra, nacido el 21 de marzo de 1745 en la villa de Zamora de la
provincia de Michoacán, comenzó sus estudios en artes — o filosofía — en octubre de 1757
en el Colegio Jesuita de San Pedro y San Pablo hasta recibir el grado de bachiller en artes el
9 de enero de 17604. La impronta jesuita de su formación filosófica la podemos estimar con
mejor perspectiva si tomamos un criterio generacional que nos muestra lo siguiente: Díaz
de Gamarra fue contemporáneo, mas discípulo, de los jesuitas notables, después extrañados
3 Los estudios filosóficos se daban en la facultad menor, la de filosofía, normalmente como formación básicay preparatoria para el posterior acceso a las facultades mayores de teología, derecho y medicina. Sin embargo,solía darse el caso que los estudios terminasen en el grado de bachiller en artes sin continuar a las facultadesmayores, lo que destinaba, normalmente, no acceder a un lugar privilegiado en el medio institucional yacadémico de la Nueva España. No fue éste, sin embargo, el caso de Gamarra, como veremos más adelante.4 Sobre este periodo de bachillerato en artes, cf. Herrejón, Carlos, “Formación del zamorano Gamarra”,
Relaciones, Zamora, verano de 1992, núm. 52, pp. 138-140
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en la expulsión, como Campoy, Clavijero y Aguirre. Sin embargo, parece que la presencia
advertida más destacada en el mundo formativo de Gamarra fue la de Diego José Abad 5,
quien, observa Herrejón: “Dada su pertenencia al grupo renovador de jesuitas, no es
improbable que tras los contenidos aristotélicos y de escolástica tradicional, ya hubiera
algunas orientaciones modernas.”6 Este ambiente de jesuitas, parece, pudo ser la primera
vertiente de modernidad en el filósofo zamorano.
Pero se deben poner en consideración dos cosas: primero, que los jesuitas, en
términos generales, no fueron nunca pertenecientes a la tradición cartesiana cientificista y
del empirismo ya cercano al racionalismo ilustrado que Gamarra expone sobre todo en la
segunda parte de sus Elementa. Por otro lado, hay que preguntarnos sobre el contenido de
los cursos y de las formas definitorias de los estudios en artes propios de los Colegios de la
Compañía de Jesús. Aquí podemos echar mano de otro criterio cronológico divisivo paraenmarcar la circunstancia de formación de Gamarra, que tomamos de Celina Lértora
Mendoza, según el cual, las etapas de la filosofía colonial serían 1) la escolástica, dominada
por el tomismo y el método silogístico, dada en el comienzo del siglo XVII hasta su
segunda década, 2) la ecléctica, donde el tomismo es por lo menos puesto a revisión desde
la misma escolástica tardía, sobre todo a la luz el pensamiento del doctor eximio, entre los
años 30 y los 80 del siglo y 3) la filosofía crítica, que significaría, ya decididamente, el
acogimiento del método experimental y de la orientación cientificista de la filosofía7 y que
se habrá dado en las últimas dos décadas del setecientos. Según esta división cronológica,
Gamarra habría tenido su formación en el momento ecléctico, teniendo como profesores a
escolásticos de la primera etapa, pero en un ambiente de ideas ya más próximo a la filosofía
crítica, sin que, no obstante, la educación jesuita haya llegado a esta última etapa, no sólo
por su expulsión sino por una natural reticencia a adoptar en su cuerpo de enseñanza
filosófica una modernidad plenamente alejada de la especulación metafísica-escolástica,
pero, he aquí el asunto, teniendo a Francisco Suárez, y no a Tomás de Aquino, como el
maestro.
5 Ibíd ., p. 1386 Ibíd ., p. 1397 Lértora Mendoza, Leticia, “La filosofía académica en México” en González González, Enrique (Coord.),
Estudios y estudiantes de filosofía. De la Facultad de Artes a la Facultad de Filosofía y Letras (1551-1929),México, UNAM-IISUE, 2008, pp. 265ss.
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Esta síntesis de la circunstancia nos permite entender que, para su obra ya madura, a
Gamarra no le haya resultado especialmente problemático criticar sin paliativos a los
peripatéticos8 y el que, por otro lado, mantener un cultivo de disciplinas tradicionales como
la metafísica siguiera presente en sus Elementa, sin perjuicio de su “modernidad”.
Ahora bien, en este marco parece un indicador sustantivo que quien haya sido,
según parece, el maestro efectivo de Gamarra lo fuese José Muñoz, un jesuita más bien
reacio a adoptar las corrientes renovadoras, ateniéndose, de hecho, a la recomendación de la
XVII Congregación General de la Compañía de 1751 que se pronunció a favor de la
enseñanza de la física con el método silogístico9. Pero no cabría dudar que la generación de
Gamarra, no obstante tener como docentes a escolásticos, ya habría tenido presente el
sentido de “modernidad” en la práctica filosófica, por lo menos en ese sentido, aún no
crítico-científico cuanto más bien ecléctico de los jesuitas ilustrados del setecientosnovohispano. ¿En qué consistió, según esto, esta etapa ecléctica? En términos generales, se
puede observar que los cursos de física y metafísica consistían en la exposición de los
textos aristotélicos ya sintetizados, mas no para hacer una interpretación tomista
apologética de ellos, sino para ponerlos en discusión desde las ideas de Duns Escoto,
Francisco Suárez y hacia una incipiente polémica con el método cartesiano.10 En todo caso,
podemos decir, ninguno de los profesores jesuitas fue más allá del ámbito de la renovación
escolástica suarista.
Así, de manera general, podemos decir que la noción de modernidad en Gamarra se da ya
en su formación inicial como bachiller de artes en el Colegio jesuita de San Pedro y San
Pablo de la Ciudad de México, en el espacio de una estimación ecléctica de la tradición
escolástica donde, a partir de Francisco Suárez, se revisaba el tomismo clásico y se
comenzaba una incipiente aproximación a la tradición empirista y racionalista, pero parece
que no fue en este medio en el que Díaz de Gamarra encontró de manera franca su idea de
la filosofía hacia las corrientes propiamente cientificistas. Incluso cabe dejar la hipótesis de
que quizás ni siquiera en los Elementa, no obstante su formación textual del tipo tratado
8 Véase el Memorial ajustado, opúsculo satírico en que Gamarra ridiculiza en una farsa los tópicosaristotélicos de la filosofía en perjuicio de la razón y la experiencia, que son desdeñadas por la autoridad deAristóteles.9 Herrejón, Carlos, Loc. Cit., p. 13910 Lértora Mendoza, Leticia, Loc. Cit., pp. 270ss.
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más que disputación, haya ido más allá de esta forma ecléctica de filosofía, aún no crítica
sino renovadora. En este sentido habría que revisar las aspiraciones programáticas que en
filosofía había tenido la Compañía de Jesús en el siglo XVIII novohispano, de manera que
la pregunta que queda como fundamental para despejar es sobre la verdadera “superación”
gamarrista de la modernidad ecléctica que se dio en el espacio de su formación jesuita.