Historia de Vida de una Maestra. Concha Castro
Transcript of Historia de Vida de una Maestra. Concha Castro
Historia de Vida de una Maestra.
Concha Castro
Autora:
MARÍA SÁNCHEZ SÁNCHEZ
Tutora:
Mª ESTHER PRADOS MEGÍAS
Universidad de Almería
Trabajo Fin de Máster
Máster en Investigación y Evaluación Didáctica en el Aula para el
Desarrollo Profesional Docente
Almería, Septiembre 2015
AGRADECIMIENTOS
Quiero dedicar este espacio para dar las gracias a aquellas personas que me han dado la
oportunidad de aprender y poder realizar la investigación que abre un nuevo camino en
mi vida. A las personas que quiero agradecer el “regalo” de esta investigación son
Concha, Daniela y Esther.
Concha, la protagonista absoluta de esta investigación. Este trabajo no hubiera sido el
mismo sin ella, sin sus palabras, sus gestos y la ternura que despierta al relatar su
historia. Gracias a Concha esta investigación se ha convertido en mi día a día, en un no
parar de reflexionar y aprender de su experiencia. Ella ha hecho posible este trabajo,
gracias a su disposición y a su amabilidad.
Daniela y Esther, dos personas que poco a poco se van haciendo imprescindibles en mi
vida. Ellas fueron las dos personas que hicieron posible que pudiera realizar la
investigación con Concha. Hace pocos años que nos conocemos, pero en este corto
período de tiempo se han convertido en las dos personas que más me han enseñado
como alumna y como persona. La palabra enseñar ha cobrado un sentido diferente
gracias a ellas.
Por último, quiero dedicar este trabajo a las mujeres de mi vida, las de mi historia.
ÍNDICE PÁG.
1. Mis motivaciones e inquietudes 3
1.1. Propósitos de la investigación 4
2. Marco teórico 5
2.1. Fundamentación teórica 5
2.1.1. La huella de la educación de Concha 5
2.1.2. La evolución del sistema educativo durante su práctica docente 21
2.2. La identidad: El reflejo del yo 24
2.3. La importancia de las historias de vida en educación 26
2.4. El estado de la cuestión 28
3. Metodología 31
3.1. Introducción 31
3.2. Metodología de la investigación 31
3.2.1. El paradigma cualitativo. La Narrativa 31
3.3. Principios éticos en Narrativa 35
3.4. ¿Relato de vida o historia de vida? 37
3.5. Primeros pasos en la investigación. La negociación 39
3.5.1. Rol como investigadora 40
3.5.2. La devolución de su historia 43
3.6. Técnicas e instrumentos utilizados en la investigación 44
3.6.1. Las entrevistas en profundidad como espacios compartidos 44
3.6.2. Observar para interpretar 48
3.6.3. Diario de la investigadora 50
3.6.4. Cuentos que cuentan y vidas contadas 50
3.6.5. Relato autobiográfico 51
3.6.6. Fotografías 52
3.6.7. Material documental 52
4. Proceso de análisis 52
4.1. La transcripción 52
4.2. Temáticas y categorías 54
4.3. Re-construcción de la historia de vida de Concha 66
5. Historia de vida de Concha 67
6. Últimas reflexiones 93
7. Referencias bibliográficas 95
8. Anexos 101
Anexo I. Entrevistas
Anexo II. Proceso de tematización
Anexo III. Relato autobiográfico
Anexo IV. Diario de una investigadora novel
Anexo V. Fotografías
Anexo VI. “El Fantasma JARN”
Anexo VII. Carta “Este abuelo es un tesoro”
Anexo VIII. Consentimiento informado
3
1. Mis motivaciones e inquietudes
En estos últimos años la investigación en educación se ha visto reforzada por
investigaciones que pretenden una evolución del sistema educativo y con ello, la
transformación de la conciencia social de nuestra sociedad. En ese sentido, son muchos
los esfuerzos que se realizan desde investigaciones impulsadas y llevadas a cabo en este
ámbito por personas interesadas y motivadas por un cambio real en los métodos de
enseñanza. Un cambio que simbolice la evolución del pensamiento y la reflexión del ser
humano como sujeto que forma parte de un complejo engranaje.
Para mí, la educación siempre ha significado enseñar poniendo en valor las capacidades
de las personas desde el respeto a su yo más profundo. Aprender para concienciar y
poder transmitir conocimientos de diferentes formas para llegar al último rincón de la
persona, sin menospreciar las emociones que en ese momento puedan surgir por
encontrarnos con algo nuevo.
Es necesario conocer qué nos ha llevado a tener un sistema educativo carente de todo lo
anteriormente expuesto y porqué algunas personas sí han podido llevar a cabo un
método de enseñanza diferente, “contracorriente”, en una etapa tan difícil y tan segadora
de ideas y de imaginación, como fue la época más negra de España, el franquismo.
Por todo ello, nace mi voluntad y mi deseo de embarcarme en este proceso de
investigación y de autoconocimiento como investigadora. Como no podía ser de otra
manera, este proceso se hace desde una mirada narrativa que profundiza y ayuda a la
comprensión de lo contado a través del diálogo con una maestra.
A partir de mi propio relato sobre mi etapa escolar en un colegio público, de las
entrevistas biográficas a la protagonista de esta investigación y de la re-construcción de
su identidad a través de su historia de vida, nace el trabajo que se muestra a
continuación. Un trabajo que ha supuesto numerosas reflexiones y emociones, a veces
compartidas con la investigada y otras en la soledad de la investigadora durante el
tiempo que ha durado esta investigación.
A modo introductorio al trabajo de investigación, expondremos las partes de las que
consta para el buen entendimiento del mismo. La primera parte hace referencia al
contexto socio-político que existe en España durante la II República, como antecedente
4
a lo que ocurrirá cuando nuestra investigada experimente sus primeros años de
enseñanza. Todo ello seguido de un análisis de la evolución del sistema educativo hasta
la jubilación de nuestra maestra. Además, se expondrá qué significa el concepto de
identidad y de relato e historia de vida. Por último, se referenciarán algunas
investigaciones sobre educación con historias de vida.
En el apartado de metodología se expondrá el porqué escoger el paradigma
interpretativo y el enfoque narrativo para esta investigación y todo lo concerniente al
proceso metodológico, desde los primeros pasos como investigadora hasta los
instrumentos utilizados.
Por último, encontramos el análisis de las entrevistas realizadas a la investigada. En este
apartado incluimos la tematización y las categorías surgidas durante dicho análisis para
poder re-construir la historia de vida de nuestra protagonista.
La riqueza, la fuerza y la pasión que se desprenden de estos encuentros con
determinadas profesoras nos indican hasta qué punto la relación educativa, cuando es
amorosa y da sentido, implica una transformación profunda que crea puentes en nuestra
relación con el mundo (López, 2010, p. 215).
1.1. Propósitos de la investigación
Toda investigación requiere de unas preguntas o cuestiones iniciales que orienten y
guíen los pasos a realizar y poder así comenzar el proceso de indagación. En este caso,
los propósitos que focalizan este proceso o trabajo son:
- Indagar sobre qué aspectos personales, sociales, políticos, culturales y
económicos, han influido en el desarrollo personal, profesional y práctica
docente.
- Conocer los aspectos educativos relevantes en la práctica docente de esta
maestra.
- Construir el relato biográfico de la maestra para comprender aquellas cuestiones
que configuran la identidad docente en un mundo en continuo cambio.
5
2. Marco teórico
2.1. Fundamentación teórica
Para poder comprender y reconstruir la identidad de Concha como maestra, es necesario
trazar un camino que nos abra paso entre los diferentes contextos educativos que
marcaron tanto la vida personal como la vida profesional y práctica docente de Concha.
Por ello, indagaremos en aquellas leyes y acontecimientos educativos más importantes
de la época que dejaron una huella profunda en la vida de nuestra investigada, partiendo
desde las que vivenció en primera persona como alumna hasta que se jubiló como
maestra de Lengua y Literatura en un instituto de Almería.
2.1.1. La huella de la educación en Concha
Todos vosotros habéis vivido, muchos de vosotros seguramente habéis vivido un
ambiente en los medios pedagógicos docentes en los que se había elevado a la categoría
de dogmas unas cuantas ideas que se trataba de imbuir en las mentes de la juventud que
se preparaba para el Magisterio. Una de esas ideas liberales era la de que hay que
respetar, sobre todo, la conciencia del niño y la conciencia del maestro; que la
educación es respetar el sentido natural de los educandos y su libertad. Pues bien; yo
quiero que meditéis que la idea contraria es el eje de toda filosofía de la educación
patriótica. […] Frente a ese dogma del naturalismo hedonista que afirma que el hombre
es naturalmente bueno, hay que contraponer la doctrina católica de que el hombre es
malo por causa del pecado original y de la caída que envileció su alma. […] Por tanto,
el problema de la educación consiste en situarse ante al niño diciéndose: ¿Es este un ser
a quien no hay más que cultivar porque él tiene de un modo inmanente todas las
virtudes o es un ser en el que predomina la naturaleza de la bestia humana, si no viene la
educación a poner la semilla de espiritualidad y de luminosidad en su alma? Todo
hombre tiene dormida en el fondo de su espíritu aquella chispa de la Divinidad que puso
Dios en la conciencia humana, y la obra grande de la educación es hacer que esa chispa
dormida muchas veces por el sentido animal del hombre, se convierta en hoguera y
alumbre nuestra vida y rija su moral y su conducta (Discurso en la clausura del Curso de
Orientaciones Nacionales de la Enseñanza Primaria en 1938 de Pedro Sainz Rodríguez,
Ministro de Educación del primer Gobierno de Franco1).
1 VV.AA. (1938). Curso de Orientaciones Nacionales de la Enseñanza Primaria, Burgos, Hijos de
Santiago Rodríguez, vol. I, p. 61.
6
Antes incluso de ganar la guerra, se comenzaba a formar a maestras y maestros en lo
que sería un nuevo concepto de educación basado en preceptos religiosos que
fomentarán y serán la base del nacionalcatolicismo en España.
Pero antes de meternos de lleno en la etapa del sistema educativo durante el franquismo,
haremos un breve recorrido por un período histórico caracterizado por ideas liberales y
democráticas en la educación. Hablamos del proyecto educativo de la II República en
España, “especialmente del bienio reformador de 1931-1933 que representa
posiblemente el mayor esfuerzo hecho en nuestro país por una reforma de la educación
desde una perspectiva democrática” (De Puelles, 2009, pp. 325-326). Es necesario
ubicarnos dentro del contexto anterior a la época franquista para poder entender de
dónde partía España social, política y culturalmente.
Es importante conocer y saber que a partir de la acción legislativa que se emprende
durante este período y gracias a las iniciativas del Gobierno,
el pensamiento educativo que se pone en práctica en la II República, tiene dos claros
orígenes: la Institución Libre de Enseñanza (ILE) y el pensamiento educativo del PSOE,
ambas concepciones educativas muy imbricadas mutuamente y a su vez deudoras del
pensamiento educativo en las escuelas nuevas, la escuela activa, la escuela unificada, la
escuela laica, es decir, de las vanguardias educativas de los primeros años treinta del
siglo XX (Pérez, 2000, p. 318).
La primera etapa de la II República se caracterizó por un intenso debate entre las
distintas fuerzas políticas que en aquel momento constituían las Cortes en España. Se
debatía sobre un texto preconstitucional2 redactado por la recién formada Comisión
Jurídica Asesora. Ésta, “en lo que respecta a la educación, materia que todos calificaban
de espinosa, se inclinó por una transacción entre lo viejo y lo nuevo” (De Puelles, 2009,
p. 295). Evidentemente, los sectores más vinculados a posiciones de izquierdas,
mantuvieron un discurso centrado en la laicidad del Estado Español y en la separación
de éste y la Iglesia. Las críticas comenzaron con la redacción del Capítulo II. Familia,
Economía y Cultura y, más concretamente en el artículo treinta y uno que decía lo
siguiente:
2 Si se desea, se puede ver el texto completo en la siguiente dirección web:
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/anteproyecto-de-constitucion-de-la-republica-espanola-de-
1931/html/
7
Artículo 31.- El servicio de la cultura nacional es atribución esencial del Estado. La
enseñanza primaria es gratuita y obligatoria. El escolar tiene derecho a la enseñanza
religiosa, pero el maestro no puede ser obligado a prestarla contra su conciencia. La
República legislará en el sentido de facilitar el acceso de todas las clases a las
enseñanzas superiores, a fin de que no se halle condicionado más que por la aptitud y la
vocación. La libertad de la cátedra queda reconocida y garantizada en la Constitución.
Con la redacción de este artículo no se era tajante en la exclusión de la religión dentro
de las aulas del sistema educativo. Los distintos grupos parlamentarios mantuvieron un
acalorado debate por cuestiones referidas a la inclusión de la enseñanza religiosa en el
sistema educativo que se prolongó desde el 8 al 20 de Octubre de 1931. Entre los
principales actores que intervinieron, cabe destacar los discursos de Fernando de los
Ríos, Ministro de Justicia del Gobierno provisional; Gil Robles, minoría católica;
Álvaro Albornoz, Partido Socialista Radical; Alcalá-Zamora, Primer Presidente del
Gobierno provisional de la II República y líder de la minoría católica republicana;
Andrés Ovejero, socialista y miembro de la Comisión de Instrucción Pública; Jiménez
de Usúa, socialista y uno de los miembros de la Comisión Jurídica Asesora; Manuel
Azaña, Grupo de Acción Republicana y Segundo Presidente del Gobierno de la II
República; y Rodolfo Llopis, Partido Socialista.
Durante los cinco años de gobierno republicano, debemos distinguir cuatro etapas en las
que se sucedieron diferentes gobiernos: Gobierno provisional, Bienio Azañista, Bienio
Radical-Cedista y Frente Popular. “De estos cuatro períodos, tres de ellos (Gobierno
provisional, Bienio Azañista y Frente Popular) desarrollaron una política educativa que
podríamos calificar como de estrictamente republicana” (Pérez, 2000, p. 318). En
cambio, el Bienio Radical-Cedista, intentará cambiar no sólo la Constitución, sino que,
se redactaron “normas de menor rango que contradecían en su espíritu y en su contenido
dispositivo a las elaboradas por los republicanos en los períodos previos” (Pérez, 2000,
p. 318).
Para poder visualizar y entender mejor cómo se desarrolló aquella época, dividiremos
este período en cuatro etapas que se corresponden con los cuatro gobiernos que se
fueron alternando en el poder durante la II República. Así, comenzamos con el Primer
Gobierno provisional, presidido por Alcalá-Zamora.
8
Gobierno provisional (De 14 de Abril a 9 de Diciembre de 1931):
Durante el primer período de la II República, los máximos dirigentes que gobernaban
España en aquel momento se encontraron con un país sumido en la pobreza, donde más
del 40 por ciento de la población se dedicaba a la agricultura y el analfabetismo era la
pieza angular que caracterizaba nuestro país, siendo la tasa del “24,8 por ciento en
varones y 39,4 por ciento en mujeres” (Pérez, 2000, p. 318).
El problema fundamental que encontró la II República en materia educativa fue la falta
de profesionales de la enseñanza. Según Pérez (2000, p. 319), “eran 36.680 los maestros
nacionales existentes a la llegada de la República, distribuidos en dos escalafones, el
primero con siete categorías y el segundo con tres”. Conscientes del problema, el 22 de
Octubre de 19313, se aprobó una Ley por la que se establecía el incremento de las plazas
de maestras y maestros y además, se decretó una subida salarial para mejorar las
condiciones de vida de estas personas dedicadas a la enseñanza.
En este nuevo período en la historia de España, además, se propuso aumentar y mejorar
la formación de las maestras y maestros teniendo así, la generación mejor formada de
todos los tiempos. Por este motivo, se aprobó el Decreto de 29 de Septiembre de 19314,
que impulsó la reforma de las Escuelas Normales. “El nuevo plan, conocido como Plan
Profesional, puso especial énfasis en la consideración del maestro como eje fundamental
de la reforma que necesitaba la enseñanza primaria en España” (Santander, 2010, p. 77).
Así, en el preámbulo de dicho decreto se decía:
Urgía crear escuelas, pero urgía más crear Maestros; urgía dotar a la Escuela de medios
para que cumpliera la función social que le está encomendada; pero urgía más capacitar
al Maestro para convertirlo en sacerdote de esta función; urgía elevar la jerarquía de la
Escuela, pero urgía igualmente dar al Maestro de la nueva sociedad democrática la
jerarquía que merece y merecerá haciéndole merecedor de ella.
Este decreto también supuso uno de los hitos más importantes y significativos de la
política educativa republicana. Según Pérez (2000), se establecieron tres períodos para
la formación de los/as maestros/as:
uno cultural, exigencia del bachillerato para acceder a las Escuelas Normales; dos,
profesional, durante tres cursos en las Escuelas Normales; y tres, un período de práctica
3 Ver en: http://www.boe.es/datos/pdfs/BOE/1931/295/A00420-00421.pdf 4 Recogido en Pérez (2000)
9
docente, durante un curso escolar, en una escuela primaria nacional, bajo la dirección y
orientación del profesorado de la Normal y de la Inspección Primaria (p. 319).
El plan de estudios regulado por estas normativas organizaba las materias en tres grupos
diferentes y de la siguiente manera:
- Conocimientos filosóficos, pedagógicos y sociales.
- Metodologías especiales.
- Materias artísticas y prácticas.
Santander (2000) refiere que las materias incluidas en los grupos de estudios,
mencionadas anteriormente, se repartían entre los tres cursos que constituían la
formación del plan:
Cuadro 1. Plan de Estudios 1931.
Plan de Estudios
Primer curso
- Elementos de Filosofía.
- Psicología.
- Metodología de las Matemáticas.
- Metodología de la Lengua y de la Literatura
española.
- Metodología de las Ciencias Naturales y de la
Agricultura.
- Música.
- Dibujo.
- Trabajo Manual o Labores.
- Ampliación facultativa de Idiomas.
Segundo curso
- Fisiología e Higiene.
- Pedagogía.
- Metodología de la Geografía.
- Metodología de la Historia.
- Metodología de la Física y de la Química.
- Música.
- Dibujo.
- Trabajos manuales o Labores.
- Ampliación facultativa de Idiomas.
Tercer curso
- Paidología.
- Historia de la Pedagogía.
- Organización escolar.
- Cuestiones económicas y sociales.
- Trabajos de seminario.
- Trabajos de especialización.
(Santander, 2010, p. 78)
10
Otro decreto aprobado durante este período, fue el Decreto de 29 de Abril de 19315 en
el que se establecía el bilingüismo dentro de las escuelas catalanas. En su preámbulo se
refería lo siguiente:
La lengua catalana, proscrita y combatida por la Dictadura, era ya antes de dicho
régimen, y es hoy con más intensidad y mayor extensión, la lengua de uno de los
pueblos más emotivos y creadores del territorio hispano, descubre las intimidades de su
conciencia y expresa sus pensamientos.
Además, se aprobó otro decreto (Decreto de 6 de Mayo de 19316), por el que se
establecía la libertad religiosa.
Debemos decir que el Decreto de 29 de Septiembre de 1931, fue la acción legislativa
más importante de esta etapa republicana, ya que, en él se hacía palpable una política
coeducativa que se llevó a la práctica unificando las distintas escuelas de Magisterio
segregadas por género que hasta ese momento coexistían en todo el territorio español.
Según la Orden de 30 de Octubre de 19317,
aquellas localidades donde existan Escuelas Normales de Maestros y Maestras se
fusionarán, constituyendo una sola Escuela Normal del Magisterio primario. Dicha
Escuela quedará instalada en un solo edificio, al que habrá de llevarse, previo
inventario, cuanto constituya la documentación, el material y los enseres de la otra
Escuela.
Un aspecto importante de esta época era la concepción de mejora en el sistema
educativo y para ello, el Ministerio de Instrucción, se dirigió a las Escuelas Normales
después del primer ingreso de estudiantes para conocer la opinión que merecía aquel
nuevo plan de enseñanza implantado.
En esta línea, se remitió a las Escuelas Normales un cuestionario dirigido al Claustro
que recogía los siguientes apartados:
1. Dificultades en la aplicación del plan de estudios.
2. Experiencias deducibles de la realización del examen-oposición de ingreso.
3. Problemas planteados en la distribución entre el profesorado de las nuevas
materias de la carrera.
4. Atribuciones del claustro.
5 Recogido en Pérez (2000)
6 Ibídem
7 Ibídem
11
5. Funciones pedagógicas de los claustros de profesores.
6. Procedimientos para la designación de Directores.
7. Desarrollo del curso de prácticas.
8. Competencias y funciones del regente de la escuela graduada aneja.
9. Organización de las prácticas a lo largo de la carrera.
10. Relaciones de la Escuela Normal con el medio circundante.
11. Dificultades de los locales existentes de las Normales.
12. Régimen de residencias escolares y bibliotecas.
13. Participación del alumnado en la vida de la Escuela Normal (Santander,
2010, p. 81).
La aprobación de todas estas normativas constituyó un hito muy importante para las
mujeres dedicadas a la enseñanza. Aparecieron “las primeras profesoras de bachillerato,
inspectoras de educación y profesoras contratadas por la Universidad” (Cuño, 2013, p.
96). Y además, según Cuño (2013):
Las maestras republicanas buscaron un campo propio de actuación mediante la
reivindicación de prácticas educativas innovadoras aplicables en los centros docentes.
Desarrollaron su labor en todas las actividades educativas y culturales desplegadas por
la República: Escuelas nocturnas para trabajadoras adultas, Misiones Pedagógicas,
Bibliotecas Populares, colonias y cantinas escolares (p. 96).
Para concluir de ilustrar esta etapa tan ambiciosa del sistema educativo español,
debemos decir que ésta no estuvo exenta de complicaciones derivadas del anterior plan
educativo de 19148, ya que, maestras/os y niñas/os tuvieron que adaptarse de una forma
muy rápida a todos los cambios socio-políticos y económicos que se venían dando
desde la Dictadura de Primo de Rivera hasta la proclamación de la II República.
Bienio Azañista (De Diciembre de 1931 a Diciembre de 1933):
El problema que caracterizó esta segunda etapa de gobierno republicano fue la escasez
de escuelas que permitiera a las niñas y niños el acceso a la enseñanza. Por ello,
Rodolfo Llopis, Director General de Primera Enseñanza, encargó a inspectores que
intentaran realizar un informe sobre la cantidad de escuelas con las que se contaba en
nuestro país. Éstos, concluyeron que España contaba con 32.680 escuelas en
8 Real Decreto de 30 de agosto de 1914. Ver plan de estudios en:
http://www.uv.es/magisdire/PLANES_HISTORICOS/Plan_de_estudios_1914
12
funcionamiento y que en aquel momento se necesitaba la construcción de otras
27.151escuelas para atender a las niñas y niños en edad escolar (Pérez, 2000).
Además de este problema, hay que añadir que cuando los republicanos accedieron al
poder encontraron que el presupuesto de 1931 “destinaba ocho millones a
construcciones escolares, de los cuales ya se habían gastado 3,7 millones de pesetas, por
lo que sólo disponían de 4,8 millones, uno de los cuales estaba destinado previamente a
las construcciones de Madrid” (Pérez, 2000, p. 324).
En este nuevo período se mantuvo la tónica de la política transformadora del sistema
educativo añadiendo algunas mejoras a las ya conseguidas hasta el momento por el
primer gobierno provisional de la II República. Según Pérez (2000), algunas de las más
importantes fueron las siguientes:
1. Creación de la Sección de Pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Madrid (Decreto de 27 de Enero de 19329). Con un doble
objetivo: Primero, el cultivo de las ciencias de la educación y el desarrollo de los
estudios pedagógicos superiores y, segundo, la formación del profesorado de
Segunda Enseñanza, de las Escuelas Normales, Inspección de Primera enseñanza
y Directores de Escuelas Graduada (p. 324).
2. Se anularon todos los nombramientos arbitrarios por la Dictadura dentro de la
Inspección de Primera Enseñanza, se aprobaron nuevos criterios y normas para el
ingreso, se posibilitó que los mejores maestros, sin necesidad de abandonar la
escuela, se incorporasen a la función inspectora; en los presupuestos de 1933,
sobre una plantilla, en 1932, de 212 inspectores, se crearon cien nuevas plazas.
Toda la normativa sobre la Inspección quedó sistematizada en el Decreto de 2 de
Diciembre de 193210
, poniendo de manifiesto el nuevo carácter de la función
inspectora menos burocrática y más técnica. Se trataba de acercar el inspector a la
escuela y al maestro con afán tutelar, con ánimo de aportar su ciencia y su
experiencia, convirtiendo al inspector en un profesor ambulante, transformándole
en un verdadero consejero escolar que trabajase en la escuela con el maestro. Se
creó la Inspección Central de Primera Enseñanza con la finalidad de coordinar los
distintos centros y profesores, así como asesorar a la Dirección General de
Primera Enseñanza (p. 325).
9 Ibídem
10 Ibídem
13
3. La primera circular que hizo pública Rodolfo Llopis, una vez aprobada la
Constitución, tiene fecha de 12 de enero de 193211
, y en ella, tras afirmar que
«España, va a renovar profundamente su vida» y que la República confiaba en
gran parte esa renovación a los maestros, se establecían cuatro epígrafes, los tres
primeros dirigidos al maestro como educador, a la vitalización de la escuela y a la
unión entre la escuela y el pueblo, respectivamente. El cuarto y último epígrafe
de la circular declaraba que la escuela habla de ser laica, lo que significaba «que
la escuela sobre todo ha de respetar la conciencia del niño. La escuela no puede
ser dogmática ni ser sectaria. Toda propaganda política, social, filosófica y
religiosa queda terminantemente prohibida en la escuela. La escuela no puede
coaccionar las conciencias. Al contrario, ha de respetarlas (p. 325).
4. A lo largo de 1933 fueron creados los Consejos Regionales de Cataluña tanto de
Enseñanza Primaria como de Enseñanza Media con el objeto de organizar y
dirigir sendos niveles educativos en el ámbito territorial de Cataluña. La
Generalidad propuso al Gobierno de la República otorgar a la Universidad de
Barcelona un régimen autonómico, que fue concedido por Decreto de 1 de Junio
de 193312
. En consecuencia se organizaba la Universidad de Barcelona como
universidad única, regida por un patronato, y que habría de ofrecer a las lenguas y
las culturas catalana y castellana garantías de convivencia, en igualdad de
derechos para profesores y alumnos (p. 327).
Como vemos, durante los dos años de Bienio Azañista se sucedieron las reformas en
pos de un sistema educativo que mejorara la calidad de la enseñanza, tanto del
alumnado como del profesorado. Todo ello, respetando las diferentes sensibilidades que
pudieran estar presentes en la escuela española.
Bienio Radical-Cedista (De Diciembre de 1933 a Febrero de 1936):
El cambio de gobierno que se produjo después de las elecciones, dio el triunfo a los
partidos vinculados con la derecha española. Los dos años y medio de gobierno de estas
fuerzas políticas fueron un período convulso en lo que se refiere a movimientos internos
del partido. Durante este período se sucedieron en la presidencia hasta cuatro personas:
Lerroux, Samper, Lerroux de nuevo, Chapaprieta y Potela Valladares. Así, por el
Ministerio de Instrucción Pública hubo hasta diez cambios en los se sucedieron ocho
personas en el cargo: José Pareja Yébenes, Salvador de Madariaga, Filiberto Villalobos,
11 Recogido en Pérez (2000) 12 Ibídem
14
Joaquín Dualde, Ramón Prieto Bances, Dualde otra vez, Juan José Rocha, Luis Bardaji,
Manuel Becerra y por segunda vez Filiberto Villalobos (Pérez, 2000). Además de estos
constantes cambios, se produjeron otros dentro de la administración educativa que no
favorecían la continuidad del proyecto educativo que se había emprendido durante los
primeros años de la II República. Ello dificultaba poder dotar a la población en edad
escolar de los medios suficientes que garantizaran una enseñanza de calidad.
Pérez (2000) realiza un recorrido sobre los momentos más importantes de este bienio:
1. Durante los años 1934 y 1935 se crearon un total de 2.575 plazas de maestros, lo
que contrasta con el período precedente, pues, en los meses de 1931 y en los años
1932 y 1933, la República creó 13.580 nuevas plazas de maestro, lo que pone
bien a las claras el interés de unos y otros por la mejora educativa (p. 328).
2. Se intentó, además, en este segundo bienio, desmontar la reforma de las Escuelas
Normales de 29 de septiembre de 1931, presentándose en las Cortes distintas
proposiciones de ley en esa dirección, siendo la coeducación uno de los ejes de la
polémica sostenida por los sectores conservadores y confesionales contra la
reforma. Su propuesta consistía en reducir la preparación del Magisterio, duplicar
el número de Escuelas de Magisterio, una por sexo, acabando con la coeducación,
volvía la enseñanza libre del magisterio y se terminaba con el acceso automático
al escalafón (p. 328).
3. También fue rectificada, en el segundo bienio, la actuación seguida en la
inspección de primera enseñanza suprimiéndose la Inspección Central de Primera
Enseñanza cuyas funciones, de coordinación y asesoramiento, eran tanto más
necesarias cuantos más cambios se producían en el ámbito político. Fue
suprimida, a su vez, la inamovilidad de los inspectores en su cargo y destino,
disociándose, en la nueva disposición, entre la inamovilidad en el cargo y en el
destino, lo cual dejaba a los inspectores en una situación de vulnerabilidad ante
los intereses partidarios y de influyentes personajes de pueblos y ciudades (p.
329).
4. Las Órdenes Religiosas debían dejar de impartir sus enseñanzas, el 1 de octubre
en la enseñanza media y el 31 de diciembre en la enseñanza primaria, según
establecía la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas13
. Pareja Yébenes,
presentó e1 29 de diciembre de 193314
un proyecto de ley contrario a la
sustitución de las Órdenes Religiosas. Este proyecto no llegó a discutirse, ya que,
13
Para más información, consulte: https://laicismo.org/1933/ley-de-confesiones-y-congregaciones-
religiosas-de-1933/1942 14
Recogido en Pérez (2000)
15
en realidad las Órdenes Religiosas siguieron impartiendo sus enseñanzas bajo
distintas denominaciones. La actividad desarrollada en aquellas fechas ponen de
manifiesto la gran movilización producida en la sociedad por los sectores
confesionales de la enseñanza y cuya hegemonía se haría sentir de forma
implacable tras la guerra civil (pp. 329-330).
5. La autonomía de la enseñanza en Cataluña también fue rectificada en el segundo
bienio. Quedaban disueltos el Patronato de la Universidad de Barcelona, los
Consejos regionales de primera y segunda enseñanza de Cataluña y hasta el
patronato escolar de Barcelona. No sólo fueron suprimidos en el segundo bienio
los organismos encargados de desarrollar la autonomía educativa en Cataluña,
sino que personas de tanta relevancia cultural y educativa en el Principado como
Pompeu Fabra, Josep Xirau, Antoni Trías i Pujol y Bosch Gimpera, fueron
procesados y encarcelados, y, aunque el fiscal pidió condena perpetua para ellos,
fueron puestos en libertad en diciembre de 1934.
Frente Popular (De Febrero a Julio de 1936):
El 16 de Febrero de 1936 se celebraron las últimas elecciones democráticas en nuestro
país antes de la Guerra Civil Española que comenzaría el 18 de Julio de ese mismo año.
Fueron muchas las iniciativas que este nuevo frente de izquierdas tenía en su programa
educativo. Siguiendo la misma línea de los primeros años de República (Gobierno
provisional y Bienio Azañista), volvieron a poner en marcha algunas reformas que
durante el Bienio Radical-Cedista habían sido suprimidas y además, introdujeron
algunas innovaciones dentro del sistema educativo. De nuevo Pérez (2000), nos las
devuelve a la memoria:
1. Se continúa construyendo escuelas, que era uno de los objetivos prioritarios de
los republicanos, creándose un total de 5.300 plazas de maestros y maestras.
2. Se restableció la Inspección Central de Primera Enseñanza volviendo a sus
puestos los funcionarios, estableciéndose, de nuevo, la inamovilidad de los
inspectores en su cargo y destino.
3. Para elevar el nivel cultural de los alumnos y prestigiar socialmente la enseñanza
primaria fue creado el Certificado de Estudios Primarios, que se obtendría a los
catorce años, al finalizar la edad escolar, sometiéndose a las pruebas orales y
escritas correspondientes.
16
4. En cuanto a la enseñanza en Cataluña, volvieron a restablecerse los instrumentos
de su autonomía, reorganizándose los Consejos Regionales de Primera y Segunda
enseñanza, así como el patronato de la Universidad de Barcelona (p. 331).
Cinco años de gobierno republicano dieron luz y esperanza al sistema educativo español
pero pronto esas luces se apagaron. La guerra entre hermanos había comenzado y fueron
ellas y ellos, los más débiles, quienes pagaron las consecuencias de la barbarie.
Maestras y maestros, fueron perseguidas/os por considerarlas/os culpables de formar a
generaciones en la libertad y el respeto. Según Cuño (2013, p. 98), “se les consideró
responsables de haber inoculado en la sociedad y en las mentes juveniles el virus
republicano”. La persecución obligó a muchas maestras y maestros a optar por el exilio,
otras y otros fueron fusilados. El miedo era el arma que se utilizaba para que las
familias obedecieran. “El historiador Morente Valero ha contado hasta 60.000 maestros
depurados” (Cuño, 2013, p. 98). Además, este autor, Cuño (2013), ofrece algunos datos
muy interesantes:
En nueve provincias fueron ejecutados en torno a 250 maestros. Y 54 institutos públicos
de enseñanza secundaria creados por la República fueron cerrados. En torno a un 25 por
ciento de los maestros sufrieron algún tipo de represión y un 10 por ciento fue
inhabilitados de por vida (p. 98).
Así, la Iglesia se hizo cargo de la enseñanza y la formación de niñas y niños en España,
además de ocuparse de la depuración de muchas maestras y maestros.
En el documento revisado para documentar este epígrafe (Cuño, 2013), he encontrado
escrito el testimonio de Hilda, una niña por aquel entonces que relata cómo ocurrió el
asesinato de su madre y de su padre, ambos directores de escuelas primarias. Lo relata
un conocido al que contó su historia. Para comprender la situación vivida en aquella
época y poder entender qué pasó durante los 40 años de Dictadura Española, creo que es
importante rescatar el recuerdo de Hilda.
“Hilda, con 5 años, veraneaba con sus padres en Besullo; era la mediana de tres
hermanas y sus padres ejercían siempre juntos. Era un 8 de septiembre y la madre tenía
la responsabilidad de dejar Besullo y desplazarse a Cangas. Había que abrir la
escuela. La guerra llevaba ya unas semanas de su propio curso, pero ella era la
directora y como funcionaria de la República tenía la obligación de personarse y
reanudar las clases; en principio, todo maestro lo piensa, la guerra no la hacen los
17
niños. La mataron de un tiro en la nuca junto a los árboles en lo alto de Moal, a unos
kilómetros de la escuela, junto a otras tres maestras como ella. Se llamaba Balbina
Gayo Gutiérrez y tenía 34 años. Su marido no supo nada y pasó dos días pensando qué
debía hacer. Cuenta Hilda que Alejandro Casona –otro maestro de escuela, hoy
olvidado pero famoso entonces como autor de una obra teatral que sacaba a la derecha
de sus casillas, Nuestra Natacha, que hoy nos haría sonreír por su candor– inició desde
Besullo, que también era su pueblo, el peregrinaje hacia el exilio, y recomendó a su
padre que marchara con él. Tenía, pues, tres opciones. Quedarse con sus hijas y
esperar, marchar con Alejandro Casona o ir a la búsqueda de su mujer. Si nunca se
había separado de ella, no iba a hacerlo ahora. Escogió lo último. Le detuvieron, le
ataron las manos atrás y le aplicaron la ley de fugas; lo mataron por la espalda en
Bimeda, al otro lado de la Sierra de Pando, donde habían dado muerte a su mujer dos
días antes. Se llamaba Ceferino Farfante Rodríguez y tenía 33 años” (Cuño, 2013, p.
100).
Después de tres años de Guerra Civil y la creación del Nuevo Estado, se promulga en
1945 una nueva ley de educación, la Ley sobre Educación Primaria. Esta ley
acompañará a nuestra investigada durante sus primeros años escolares y en su
formación como maestra en un internado para señoritas en la provincia de Ourense.
La Ley de 17 de Julio de 1945 sobre Educación Primaria “invoca entre sus principios
inspiradores, como el primero y más fundamental, el religioso. La Escuela española en
armonía con la tradición de sus mejores tiempos, ha de ser ante todo católica” (Ley
sobre Educación Primaria, 1945). Además, la ley se fundamenta en los postulados que
consignó Pío XI como normas del derecho educativo cristiano en su Encíclica Divini
Illius Magistri15
.
Dentro del documento, encontramos una serie de artículos en los que se refleja el
carácter religioso y patriótico que caracterizaba la época y, por tanto, la educación en
nuestro país. El texto recoge en su articulado, cómo debía ser la educación en los
centros escolares de Primaria y además, establecía la enseñanza y la formación del
profesorado durante el franquismo. Se exponen aquí algunos artículos de la Ley sobre
Educación Primaria de 1945 que evidencian lo anteriormente mencionado:
15
Enlace a la Carta encíclica de S.S. Pío XI sobre la educación cristiana de la juventud: http://www.vicariadepastoral.org.mx/3_magisterio_pontificio/divini/divini_llius_magistri.pdf
18
Artículo quinto.- La educación primaria, inspirándose en el sentido católico,
consubstancial con la tradición escolar española, se ajustará a los principios del Dogma
y de la Moral católica y a las disposiciones del Derecho Canónico vigente.
Artículo sexto.- Es misión de la educación primaria, mediante una disciplina rigurosa,
conseguir un espíritu nacional fuerte y unido e instalar en el alma de las futuras
generaciones la alegría y el orgullo de la Patria de acuerdo con las normas del
Movimiento y sus Organismos.
Artículo cincuenta y nueve.- Escuelas de Magisterio. Son las instituciones docentes
dedicadas a la formación del Magisterio público y privado. En ambiente especial y con
metodología apropiada, están llamadas a despertar y vigorizar las dotes vocacionales de
los alumnos, a infundirles el espíritu de su noble profesión y el sentido religioso y
humano propio de todo educador (…).
A lo largo de todo el documento se hace patente la profunda creencia sobre la moral
cristiana que debía ser transmitida y mantenida por la institución escolar. Esta creencia
se materializaba, por ejemplo, en abogar por la segregación por sexos que se establecía
en las escuelas que superaran las/os 30 alumnas/os. Se terminaba por completo con la
coeducación implantada en la II República. Así, también se establecía la escuela unitaria
para aquellos territorios en los que la “densidad de población, dentro de un ratio
máximo de un kilómetro, no superara la cifra de censo mínimo determinado” (Art. 21
de la Ley sobre Educación Primaria, 1945). Este fue el caso de nuestra investigada.
Estudió en una escuela unitaria hasta los 10 años, edad en la que entró interna a un
colegio de monjas.
Como apunta Parra (2009, p. 151) “la educación es considerada como una función del
individuo, de la familia, de los grupos sociales, de la Iglesia y en último lugar del
Estado”. Se entiende que el Estado actuará como último implicado en la educación de
las niñas y niños de nuestro país, dejando así, el control absoluto del sistema educativo
español a la Iglesia. Este principio de subsidiaridad del Estado frente a la Iglesia
evidenciaba la desigualdad social entre unas personas y otras, es decir, con esta falta de
implicación del Estado en materia educativa se fomentaba que las clases obreras más
pobres no pudieran acceder a la educación, ya que, ni el individuo o individua ni la
familia podían asumir tales costes. La segregación por clases también se reflejaba así en
esta ley de 1945.
19
A continuación se muestra un cuadro con el Plan de Estudios que introdujo la Ley sobre
Educación Primaria de 1945.
Cuadro 2. Plan de Estudios de 1945.
PLAN DE ESTUDIOS DE 1945
PRIMER
CURSO
- Psicología General (3 horas semanales)
- Pedagogía General (3 horas semanales)
- Ampliación y Metodología de la Letras: Lengua y Literatura Españolas (3
horas)
- Ampliación y Metodología de las Ciencias: Matemáticas (3 horas)
- Religión (2 horas)
- Educación Física (5 horas)
- Música (2 horas)
- Caligrafía (2 horas)
- Agricultura [para alumnos](2 horas)
- Labores Artísticas y Enseñanza del Hogar [para alumnas] (2 horas)
- Prácticas de enseñanza
SEGUNDO
CURSO
- Filosofía de la Educación (3 horas)
- Metodología y Organización Escolar (3 horas)
- Ampliación y Metodología de Letras: Geografía (3 horas)
- Ampliación y Metodología de Ciencias: Física y Química (3 horas)
- Religión y su Metodología (2 horas)
- Música (2 horas)
- Dibujo (2 horas)
- Labores Artísticas y Enseñanza del Hogar [para alumnas] (2 horas)
- Trabajos Manuales [para alumnos] (2 horas)
- Educación Física (5 horas)
- Prácticas de Enseñanza
TERCER
CURSO
- Psicología Experimental (3 horas)
- Historia de la Pedagogía (3 horas)
- Ampliación y Metodología de las Letras: Historia (3 horas)
- Ampliación y Metodología de las Ciencias: Geología y Biología (3 horas)
- Formación del Espíritu Nacional Música (2 horas)
- Francés (2 horas)
- Iniciación Profesional Educación Física (5 horas)
- Enseñanzas del Hogar [para alumnas]
- Prácticas de Enseñanza
Fuente: http://www.uv.es/magisdire/PLANES_HISTORICOS/Plan_de_estudios_1945
En 1950 entró en vigor el Reglamento de Escuelas del Magisterio que introdujo algunos
cambios en la formación de las y los aspirantes a maestras/os. En el capítulo primero se
establece que,
Las Escuelas del Magisterio serán no sólo Centros docentes, sino fundamentalmente
formativos y educativos, donde el alumno encuentre como otro hogar en que se forme y
20
capacite para la vida social y profesional. La educación física, intelectual, moral y
religiosa, político-social, patriótica, artística, profesional y cultivo y fomento de la
educación, debe ser la gran tarea de estos Centros, a los que España encomienda visión
tan trascendental como lo es la de moldear a los que han de ser a su vez, educadores de
la niñez.
“La preparación de los aspirantes se fundamentará en la formación religiosa, moral,
político-social, física, cultural y profesional” (Ávila y Holgado, 2008, p. 190) pero la
segregación por sexo dentro de los estudios de magisterio era un hecho y así se hizo
constar. Según Araque (2009, p.120), “el capítulo VI del Reglamento de Escuelas del
Magisterio contenía el Plan de Estudios (…) de las futuras maestras, como eran las
prácticas de enseñanza como asignatura, la enseñanza de Religión, Educación Física y
Enseñanzas del Hogar”. Como observamos, el sistema educativo durante la posguerra
no sólo fomentaba la discriminación por clases sociales, sino también, por género.
Asignaturas como Labores y Caligrafía, promovían los roles y estereotipos de género
que debían aprender las mujeres para ser buenas esposas y madres, como dice Reina
(1938, p. 23), “hacer a la mujer muy mujer, para que sea apoyo del varón, alma de la
familia, sostén de la sociedad”.
“Con las Enseñanzas del Hogar las maestras aprendían conceptos básicos sobre la
familia, el hogar –lavado, planchado, etc.- e higiene alimenticia” (Araque, 2009, p.
122). Lo que se pretendía con estas enseñanzas era perpetuar, a lo largo del tiempo, el
carácter sumiso de las mujeres y, además, mantenerlas alejadas de la vida social. Se les
instaba a vivir sus vidas en el ámbito privado del hogar. Se esperaba que las maestras
transmitieran este legado a sus alumnas de mujer-madre y cuidadora del hogar.
Siguiendo esta misma normativa, el 20 de julio de 1950 se publica el Programa de
Educación Física Femenina para la carrera de Magisterio. Se diferencia una vez más el
sexo dentro de la formación académica. “En la primera etapa del franquismo se produjo
una unión entre la Educación Física y el folclore español como una forma de exaltación
patriótica y moral, produciéndose una visión cristiana sobre el cuerpo, la mujer y la
familia” (Araque, 2009, p. 124).
Como se ha comentado con anterioridad, nuestra protagonista, estudia a partir de los 10
años en un internado para señoritas dirigido por monjas en la provincia de Ourense. Allí
estudia la carrera de Magisterio por libre y, por tanto, no acude a estas Escuelas del
21
Magisterio, solamente lo hace para examinarse y obtener el título de maestra. El hecho
de no acudir a este tipo de Escuela no quiere decir que Concha no estuviera sometida a
este tipo de enseñanza. Evidentemente, la base y el sustento de su educación seguía
siendo la religión como dogma central de su formación académica.
2.1.2. La evolución del sistema educativo durante su práctica docente
Concha comienza su carrera profesional a principios de los años 60, años marcados
todavía por aquellas leyes que podían parecer lejanas en el tiempo pero que seguían
muy presentes en la sociedad y mentalidad española del primer franquismo. Durante
este período se suceden algunos cambios dentro del sistema educativo pero no es hasta
1970, con la aprobación de la Ley General de Educación, que se produce un salto
importante en la institución escolar. Así, a los años comprendidos entre la década de los
60 y 70, se les denomina período tecnocrático, “caracterizado por un proceso de cambio
que afectó al orden económico y social y cuya consecuencia más importante fue el
ascenso social de una cada vez más numerosa clase obrera” (Parra, 2009, p. 153). Dicha
clase obrera era la que demandaba una educación más técnica propia de los tiempos que
se sucedían.
La Ley General de Educación de 1970 se fundamentaba en
la responsabilidad de proporcionar oportunidades educativas a la totalidad de la
población. (…) Por otra parte, la conservación y el enriquecimiento de la cultura
nacional, el progreso científico y técnico, la necesidad de capacitar al individuo para
afrontar con eficacia las nuevas situaciones que le deparará el ritmo acelerado del
mundo contemporáneo (…) Se pretende también mejorar el rendimiento y calidad del
sistema educativo. En este orden, se considera fundamental la formación y
perfeccionamiento continuado del profesorado, así como la dignificación social y
económica de la profesión docente (…) (Ley General de Educación, 1970).
Lo que se pretendía con esta nueva ley era modernizar el régimen “mediante un
conjunto de medidas, que haciendo caso omiso del espíritu del Movimiento, pudieran
responder a los retos del cambio económico, social y cultural producido en los años
sesenta” (Parra, 2009, p. 153).
Dentro de la ley se hace mención a los nuevos niveles de enseñanza en el sistema
educativo que posibilitarán la escolarización de miles de niñas y niños. Estos son:
22
Educación Preescolar, Educación General Básica, Bachillerato y Educación
Universitaria y de la Formación profesional y de la Educación permanente de adultos.
La actividad profesional de Concha se desarrollará fundamentalmente dentro de la
Educación General Básica (EGB). Para contextualizar mejor el campo de acción de
nuestra investigada, expondremos de manera breve, en qué consistía la EGB.
En el artículo 15.2 se menciona la composición de este nivel de enseñanza:
Este nivel comprenderá ocho años de estudio, cumpliéndose normalmente entre los seis
y trece años de edad, y estará dividido en dos etapas:
a) En la primera, para niños de seis a diez años, se acentuará el carácter globalizado de
las enseñanzas.
b) En la segunda, para niños de once a trece años, habrá una moderada diversificación
de las enseñanzas por áreas de conocimiento, prestándose atención a las actividades de
orientación, a fin de facilitar al alumno las ulteriores opciones de estudio y trabajo (Ley
General de Educación, 1970).
Según el artículo 16 la ley dispone que,
en la Educación General Básica, la formación se orientará a la adquisición, desarrollo y
utilización funcional de los hábitos y de las técnicas instrumentales de aprendizaje, al
ejercicio de las capacidades de imaginación, observación y reflexión, a la adquisición de
nociones y hábitos religioso-morales, al desarrollo de aptitudes para la convivencia y
para vigorizar el sentido de pertenencia a la comunidad local, nacional e internacional, a
la iniciación en la apreciación y expresión estética y artística y al desarrollo del sentido
cívico-social y de la capacidad físico-deportiva (Ley General de Educación, 1970).
Así mismo, en el artículo 17.1 se establecen las áreas de actividad educativa:
Las áreas de actividad educativa en este nivel comprenderán: el dominio del lenguaje
mediante el estudio de la lengua nacional, el aprendizaje de una lengua extranjera y el
cultivo, en su caso, de la lengua nativa; los fundamentos de la cultura religiosa; el
conocimiento de la realidad del mundo social y cultural, especialmente referido a
España; las nociones acerca del mundo físico, mecánico y matemático; las actividades
domésticas y cuantas otras permitan el paso al Bachillerato, así como la capacitación
para actividades prácticas que faciliten su incorporación a la Formación Profesional de
primer grado (Ley General de Educación, 1970).
23
La ley de 1970 supuso una reforma educativa que ayudó a la escolarización miles de
niñas y niños que antes no hubieran podido acceder a una educación en nuestro país.
“Se ponía fin a una injusta y secular distribución de los saberes que condenaban a la
mayoría de españoles a una primaria pobre y desconectada del sistema” (De Puelles,
2009, p. 383).
Llegaría la muerte de Franco en el año 1975 y con ello la Democracia en 1978. Durante
esta etapa denominada Transición, se sucedieron numerosos acontecimientos socio-
políticos a los que no entraremos por querer centrarnos en las leyes en materia de
educación que han marcado a nuestra sociedad en los últimos 40 años.
En 1985, en pleno gobierno socialista, se aprueba el Ley Orgánica del Derecho a la
Educación (LODE) que incorporó el sistema de colegios concertados.
Cinco años después, en 1990, se implanta una nueva normativa que pone fin a la Ley
General de Educación de 1970. Esta nueva ley es la llama Ley de Ordenación General
del Sistema Educativo (LOGSE). Ésta introduce la escolaridad obligatoria hasta los 16
años. Esta reforma se volcó hacia “la consecución de una enseñanza básica, común para
toda la población comprendida entre los seis y los dieciséis años, teniendo como
objetivo principal la integración de toda la población escolar (…) bajo el principio de
calidad” (De Puelles, 2009, p. 424).
Esta nueva normativa abría la puerta a todo tipo de alumnado con capacidades,
emociones y sensibilidades diferentes, esto exigía que el profesorado cambiara su
práctica docente y pasaran de ser meros/as transmisores/as de conocimientos, que
otros/as redactaban, a un profesorado implicado y “artífice de su propia propuesta
didáctica” (Parra, 2009, p. 157). Sobre el papel, esta propuesta pedagógica era lo que en
principio la sociedad española esperaba después de años en los que la educación, más
que fomentar la creatividad y respetar los ritmos del alumnado, homogeneizaba con sus
prácticas monótonas, repetitivas y memorísticas. Así, las expectativas fueron
disminuyendo cuando el profesorado no respondía a sus nuevos menesteres. Como dice
Parra (2009, p. 157) “la falta de una adecuada formación del profesorado en ejercicio
para cumplir con eficiencia esas nuevas funciones, frustró las expectativas de un cambio
de rumbo sustantivo en la práctica de la enseñanza”.
24
Esta ley concretamente, afectó a nuestra investigada, no por lo dicho en el párrafo
anterior, sino por la organización de las enseñanzas impartidas en los centros escolares.
En su artículo tres se especificaba cuáles serían: Las enseñanzas en régimen general y
las enseñanzas en régimen especial. Así, Concha, en sus últimos años como profesora,
impartió clases a niñas y niños de edades comprendidas entre los 12 y los 17 años en un
instituto de la zona, ya que, a esas edades el alumnado cambiaba de centro escolar
debido a los cambios legislativos en educación.
Concha se jubiló en el año 2006, año en el que se aprobó una nueva ley educativa, la
Ley Orgánica de Educación 2/2006 de 3 de mayo (LOE), pero ésta nunca llegó a
afectarle de ninguna manera.
Terminado el recorrido histórico desde la II República hasta la jubilación de Concha en
el año 2006, podemos concluir con algunas reflexiones finales. Hemos visto como la
lucha de poder entre unos egos y otros han ido desvirtuando la palabra educar. Cuesta
mucho trabajo no mirar hacia atrás y ver con tristeza como el miedo ha sido el arma
fundamental y característica de la historia de España. Así, Concha ha sido una niña
educada por unos padres que se formaron como maestros durante la II República y que
le enseñaron el valor del respeto, la libertad y el amor a la lectura. Pero las
circunstancias familiares la obligaron a seguir estudiando en un internado donde vivió
en primera persona una educación marcada por el nacionalcatolicismo y todo lo que ésta
conlleva. Durante su juventud, ya siendo maestra, la sociedad española seguía sumida
en un Dictadura represora de ideas liberales, influyendo en su vida a nivel personal y
profesional. Pero la fuerza y la vitalidad de nuestra protagonista han hecho que su
manera de enseñar y educar no se vea empañada por un sistema educativo marcado por
mecanismos obsoletos y viejas estructuras.
2.2. La identidad: El reflejo del yo
Reconstruir la identidad de Concha está suponiendo un redescubrir desde su pasado el
sentido presente, donde el recuerdo de experiencias vividas en forma de emociones,
sentimientos, hechos y palabras dan sentido a su identidad como maestra.
Según Rivas (2009, p. 23), “la identidad se construye en relación, de acuerdo a la
experiencia que cada sujeto tiene en contextos e instituciones determinadas”. Por ello,
reconstruir la identidad docente de Concha a través de los espacios compartidos y el
25
diálogo generado en ellos, nos brinda la posibilidad de conocer que su historia está
"atravesada y modelada por y en contextos históricos, sociales y políticos" (Leite, 2011,
p. 139). Así, indagar en las experiencias personales dentro de las diferentes esferas que
componen la práctica docente de la investigada, supone descubrir los procesos de
adaptación y transformación a lo largo de su historia como profesora de Lengua y
Literatura. Es por ello que, como dicen Rivas y Cortés (2013, p. 16), “vamos elaborando
nuestra identidad en un proceso de reconstrucción individual de las condiciones del
contexto en el que se desarrolla”.
Comparto con Márquez (2011) la idea de construcción personal de la identidad:
tiene doble cara, por una parte se convierte en una liberación y un acto de creación y por
otra genera la llamada incertidumbre, desgarro y cuestionamiento, que aparece a lo
largo de la vida de cada decisión para un proyecto personal propio en un mundo incierto
(p. 181).
Todas las personas cuando contamos o relatamos un hecho de nuestra vida, lo hacemos
desde el posicionamiento que nos da el hecho de tomar una u otra decisión. Cuando
Concha me ha ido contando su experiencia de vida, lo ha hecho siendo consciente de
que haya tenido equivocaciones o no, esas son las decisiones que han constituido su
historia. En algunos momentos dentro de los espacios de diálogo que hemos tenido, así
me lo ha hecho saber. Los “errores” que haya podido cometer son suyos y constituyen
su trayectoria personal y profesional.
Pero esto no significa que desde el presente se mire hacia el pasado y que la mirada no
sea diferente. Las personas cambian y con ellas su entorno, es decir, las relaciones tanto
con familiares como con amigas/os, el espacio profesional, etc. Además de los cambios
constantes en nuestros sistemas sociales, culturales, económicos y políticos. Y así, todo
fluye e influye en la relación que cada una/o tenga consigo misma/o. “La identidad no la
concebimos como fija, sino que a situamos en un continuo en relación al espacio social
y temporal” (Márquez, 2011, p. 182).
Ante estos planteamientos y reflexiones, después de escuchar y releer las entrevistas de
Concha y de escribir mi propio relato autobiográfico, puedo decir que las personas
estamos marcadas por nuestras experiencias pero depende de nosotras actuar de una
manera u otra. El carácter, la experiencia vivida, las decisiones tomadas… todo forma
26
parte de nuestra identidad, pero ahora, en el presente, podríamos tomar otras decisiones
en base a otras experiencias y eso sigue constituyendo nuestro ser más profundo, por
eso las dudas me asaltan y me pregunto, ¿quiere decir eso que no llegamos a conocernos
jamás?, ¿cuál es nuestra verdadera identidad? Maalouf (1999), dice:
… la identidad está formada por múltiples pertenencias, pero es imprescindible insistir
otro tanto en el hecho de que es la única, y que la vivimos como un todo. La identidad
de una persona no es una yuxtaposición de pertenencias autónomas, no es un mosaico,
es un dibujo sobre una piel tirante; basta tocar una de esas pertenencias para que vibre la
persona entera (p. 34).
Reflexiono sobre la idea de que somos sujetos cambiantes en nuestras maneras de actuar
y concebir la vida, pero nuestra esencia permanece por las vivencias y con todo lo que
adquirimos con ellas. Es por ello que puedo decir de que la identidad es algo que se
encuentra en el adentro de nuestros cuerpos y que está abierto a la reflexión constante y,
que por tanto, se enriquecerá al igual que lo hace nuestra conciencia y será libre para
adquirir nuevos conocimientos y aprendizajes. Como señalan Hernández y cols (2014,
p. 98) “el sujeto se construye a través de la reflexividad y de los estilos de vida
derivados de la estructura social de la que forma parte”.
En esta investigación tratamos de reconstruir la identidad profesional de Concha desde
un enfoque narrativo, así, coincido con Márquez (2011) cuando plantea que,
Bruner propone la narrativa como alternativa para estudiar la identidad, como
construcción social. Parte del supuesto de que existen dos formas de organizar y
gestionar el conocimiento del mundo y estructurar la experiencia inmediata: una forma
es por el medio del pensamiento lógico-científico, que consiste en cómo tratamos a las
cosas físicas y cómo organizamos este conocimiento a partir de la causalidad y el
determinismo; la otra forma es el pensamiento narrativo que se refiere a cómo tratamos
a la gente y sus situaciones y cómo representamos nuestras vidas así como la de los
otros (pp. 186-187).
2.3. La importancia de las historias de vida en educación
Hablar de historias de vida en educación, significa hablar de procesos de reflexión sobre
el funcionamiento de las instituciones de enseñanza, los métodos utilizados y las
27
relaciones y vínculos creados dentro de las aulas entre alumnado y profesorado. Como
señala Rivas (2009), con las historias de vida en educación,
las relaciones de poder, las jerarquías sociales, la segregación o integración social, los
procesos políticos, los significados culturales, etc. son puestos en evidencia en el
proceso de interpretación que caracteriza este modelo de investigación. Se nos
manifiesta la globalidad de la sociedad, desde el peculiar punto de vista que ofrece cada
historia particular (p. 23).
Sancho y Hernández (2011, p. 11), apuntan que “aprender de la experiencia biográfica
de los docentes, encierra una gran carga política: implica reconocer que la educación no
es un espacio neutro o desproblematizado, sino que constituye un lugar donde podemos
devenir sujetos”.
Investigar desde esta mirada es una manera de reconocer la importancia de las
experiencias vividas dentro de nuestras aulas. Conceder un espacio en el que la voz del
profesorado sea el principal elemento dentro de la investigación, supone “profundizar en
el devenir del ejercicio de la profesión y de cómo ésta se adhiere a lo personal, político,
social…, a sabiendas de que cada maestra narra su historia desde la subjetividad propia
y en relación a sus experiencias” (Prados, Márquez y Padua, 2012, p. 147).
Dentro del proceso que nos lleva a re-construir la historia de vida de nuestra
investigada, existen momentos en los que ella misma, reflexiona sobre su práctica
docente al recordar su paso por uno de los colegios en los que impartió docencia.
Yo tenía esa visión de la enseñanza. Siempre tenía la duda de si lo estaría
haciendo bien o no, pero los niños trabajaban muchísimo.
(Concha, Abril 2015)
Por ello creo que es importante trabajar desde esta perspectiva dentro de la educación.
Cuestionarse la propia práctica docente, supone un ejercicio de reflexión que puede
propiciar cambios en los métodos de enseñanza y avanzar hacia un modelo más
democrático dentro de las aulas. Es necesario, según Goodson (2004, p. 11), “recorrer
su trayectoria (lo que incluye sus diferentes momentos de aprendizaje y experiencias
profesionales) para comprender el lugar en el que se sitúa y su disposición para la
innovación y el cambio”. Como subraya el mismo autor (Goodson, 2004, p. 35), “al
centrarnos en las historias de vida del profesorado, emergen toda una serie de
28
perspectivas sobre nuevas iniciativas para reformar, reestructurar y reconceptualizar la
educación”.
La realidad vivida es contada a través de la subjetividad de las personas investigadas, en
este caso de Concha. Su historia se basa en el momento histórico que le tocó vivir y en
cómo lo vivencia a través de sus emociones y pensamientos. Y como dice Leite (2011),
ello me permite “ir acercándome a los procesos de conformación de identidades de las
personas” (p. 99).
Esta perspectiva nos lleva, por tanto, a poner de relieve realidades divergentes,
complejas, a veces contrapuestas, diversas…, que nos enseñan acerca de los diferentes
contextos de construcción de la experiencia: los tipos de centro, la variedad de
profesorado, las características sociales y culturales…, y más que todo esto, el tipo de
relación que se genera con los compañeros y con los docentes, el modo como la escuela
organiza la vida cotidiana de los sujetos, las estrategias de supervivencia en la vida
diaria, los temores, las filias, los amores y desamores, etc. En definitiva, todo el
complejo mundo cotidiano de la escuela (Rivas, 2009, p. 23).
2.4. Estado de la cuestión
Para poner en valor la investigación que presento, considero necesario citar algunas de
las investigaciones sobre historias de vida de maestras y maestros que ilustran el trabajo
realizado a través de este tipo de investigación cualitativa.
La primera investigación que expongo y que ha sido una fundamental en el trabajo
realizado, ha sido el trabajo realizado por Analía Leite en su tesis doctoral, Historias de
vida de Maestros y Maestras. La interminable construcción de las identidades: Vida
personal, trabajo y desarrollo profesional en 2011. El trabajo elaborado por Leite
(2011) se basa en la construcción de las identidades docentes desde la reconstrucción de
las historias de vida de una maestra y un maestro. Para la autora es esencial el trabajo
con las entrevistas biográficas y la relación surgida entre los distintos actores que
forman parte activa de su tesis doctoral. Este trabajo me ha hecho reflexionar sobre mi
propia práctica investigadora. Ha habido momentos en los que el paralelismo entre un
trabajo y otro ha sido constante, siempre salvando las distancias entre una tesis doctoral
y un trabajo fin de máster. En muchas ocasiones, los pensamientos y emociones que he
podido leer en la tesis de Leite (2011), me han trasportado a mi propia historia dentro de
esta investigación. Incluso me ha ayudado a entender mis propios sentimientos después
29
de realizar las entrevistas en profundidad a nuestra protagonista. En su trabajo destaca
tres ideas sobre la construcción de las identidades docentes: 1) La construcción de las
identidades docentes es un proceso interminable, donde constantemente se revisa lo
aprendido a través de la experiencia; 2) Los procesos identitarios son complejos,
múltiples, simultáneos y recíprocos; y 3) Los procesos identitarios son procesos muchas
veces invisibles para los docentes y pueden salir a la luz en la medida que puedan ser re-
construidos por los/as protagonistas directos.
Bolívar (2006), también aborda la identidad del profesorado en la obra La identidad
profesional del profesorado de secundaria: crisis y reconstrucción. En esta
investigación, la metodología empleada es el estudio del caso, la entrevista biográfica y
los grupos de discusión. En su análisis cuestiona el modelo clásico o tradicional de
enseñanza frente al vacío que nos encontramos cuando miramos hacia nuevas
alternativas, además del reconocimiento social paupérrimo que existe hacia el
profesorado. Bolívar (2006) también considera que es fundamental la formación para
reafirmar la identidad de maestras y maestros.
Otra investigación de calado en cuanto a identidad profesional se refiere, es la realizada
por el grupo de investigación ProCIE “Profesorado, Cultura e Institución Educativa”, de
la Universidad de Málaga y Almería junto con el grupo “Investigación curricular y
Didáctica de las ciencias Experimentales” de la Universidad de Jaén, denominada La
construcción de la identidad profesional de los estudiantes del grado de primaria
(2014). El objetivo general de esta investigación era analizar, desde metodologías
narrativas, la formación de los estudios del profesorado de primaria, en particular en
cuanto a la identidad profesional que se construye en este proceso. En una primera fase,
se rescataron las experiencias de 32 alumnas y alumnos de primer año y en una segunda
fase, se trabajó con maestras y maestros en activo, a partir de sus relatos de sus primeros
años como docentes. Una de las principales conclusiones de esta investigación es que la
identidad empieza a forjarse incluso antes de comenzar los estudios de magisterio, es
decir, durante su etapa como estudiantes y que los aprendizajes y conocimientos
construidos, si no hay un proceso de análisis crítico y reflexivo que ponga en diálogo la
escuela con la sociedad, permanecen estancos y asumidos como los más importantes
“saberes”.
30
Sancho y cols (2003-2006) a partir de la investigación Análisis del impacto de los
cambios sociales y profesionales en el trabajo y la vida de los docentes, construyen
doce relatos, de doce docentes (seis mujeres y seis hombres), de seis comunidades
autónomas diferentes. En esta investigación se relacionan los contextos sociales e
históricos de la época con los cambios legislativos acaecidos en España entre 1970 y
2002. Las reflexiones más importantes que podemos vislumbrar de esta investigación
son: la importancia de subjetivar al profesorado; la necesidad de tener en cuenta la
opinión de los docentes en los cambios de las políticas educativas; el potencial de las
historias de vida como ejercicio de reflexión para el profesorado; la formación de los
docentes debería ajustarse sus necesidades de todo tipo, no sólo de saber; los procesos
de cambio tendrían que tener a los docentes como parte activa en estos procesos y no
como simples ejecutores de las políticas. Este trabajo se recoge en gran medida en la
obra que lleva por nombre, Con voz propia. Los cambios sociales y profesionales en el
trabajo y la vida de los docentes.
Argemí (2014) presenta su trabajo fin de máster sobre identidad profesional docente,
llamado La identidad profesional docente: Concepto en constante (re)novación y
(re)configuración. Estudio de caso en el Recinto educativo Llars Mundet (Barcelona).
Los principales resultados fueron la heterogeneidad de mecanismos de adquisición de la
identidad profesional docente, la heterogeneidad de las identidades profesionales
docentes, las identidades profesionales docentes diferenciadas por centro educativo y
cambios en la configuración de la identidad profesional docente.
Por último, quiero mencionar el trabajo realizado por María Jesús Márquez en su tesis
doctoral, Mediadoras Interculturales en los Centros Educativos. Un punto de vista
narrativo (2011). En él he encontrado una manera diferente de enfocar la construcción
de la historia de vida de Concha. Destaco la forma de entrelazar el relato para ir
construyendo la historia de cada una de sus investigadas, al mismo tiempo que va dando
cuenta de los procesos identitarios de las protagonistas de su investigación. Las
aportaciones de su tesis giran en torno a diferentes ejes, pero dentro de esta
investigación, la más relevante es la “Identidad”, puesto que, me ha hecho reflexionar y
comprender cómo las personas vamos incorporando las experiencias vividas a nuestro
cotidiano del día a día. Así, quiero destacar que el trabajo realizado en esta tesis
doctoral, al igual que la tesis de Leite (2011), ha sido de especial relevancia en la
realización de esta investigación.
31
3. Metodología
3.1. Introducción
Al hablar de metodología en investigación, hablamos sobre la manera en la que nos
planteamos los problemas o necesidades y sobre todo, en cómo vamos a buscar y dar
una respuesta a las mismas. Es por ello, que elegir la metodología adecuada para una
determinada investigación es de vital importancia y una de las primeras decisiónes que
una investigadora debe tomar para llevar a cabo la indagación, la recogida de
información y el posterior análisis de la misma.
En esta investigación, la metodología llevada a cabo parte del paradigma cualitativo
como posicionamiento desde el cual la investigadora mira la realidad y la indaga para
conocerla.
A continuación, se explicará qué significa investigar desde el paradigma cualitativo y
por qué creemos que es necesario hacerlo desde un enfoque narrativo. Además,
contaremos y especificaremos tanto las técnicas e instrumentos utilizados para la
recogida de información como mi rol como investigadora dentro de todo este proceso
metodológico.
3.2. Metodología de la investigación
3.2.1. El paradigma cualitativo. La Narrativa
En los años setenta el “Giro Hermenéutico” de las ciencias sociales significó pasar de la
perspectiva positivista en las investigaciones a una perspectiva interpretativa en la que
los actores son el eje central de la investigación, como conocedores y conocedoras de su
entorno, sus vidas y las organizaciones en las que están inmersos (Márquez, 2011, p.
117).
Este párrafo me ayuda a comprender lo que significa mirar, indagar y trabajar dentro del
paradigma cualitativo. La perspectiva cualitativa ha despertado cuestiones, preguntas e
interrogantes que de alguna forma sentía que tenía latentes. Recupero aquí un párrafo de
un texto que escribí en el contexto de la asignatura “Cuerpo, Género y Relaciones de
Poder en Contextos Educativos” del Máster en Estudios de Género: Mujeres, Cultura y
Sociedad del año escolar 2012-2013:
32
<<Por mi trabajo sé que el comprender la realidad de otras personas a través de sus
vivencias es esencial para poder identificar sus necesidades. Pero ahora es cuando
realmente he tomado consciencia de lo importante que es poder crear conocimiento a
partir de las historias de vida>> (María, 2013).
Fue durante los días que duró esta asignatura en los que volví a considerar que una
metodología cualitativa permite indagar en las problemáticas que pudiera encontrar en
mi trabajo. Así, he optado por este paradigma para realizar esta investigación, ya que
ofrece la oportunidad de poder indagar profundamente en las emociones, sentimientos y
pensamientos, concepciones y contextos de las personas con las que se investiga y
poder así reconstruir su identidad personal y profesional.
Hablar del paradigma cualitativo significa, siguiendo a Deutscher (1973), hablar de
fenomenología. Van Manen (2003) define la fenomenología como:
el estudio de la experiencia vivida; la explicación de los fenómenos tal como se
presentan en la conciencia; el estudio de las esencias, la descripción de los significados
experimentales que vivimos; y el estudio de los fenómenos desde la perspectiva de las
ciencias humanas (Van Manen, 2003, pp. 27-31).
A lo largo del proceso metodológico seguido en esta investigación, las distintas
acciones que he llevado a cabo han ido acompañadas siempre de procesos reflexivos
sobre las informaciones obtenidas y sobre mi propia práctica como investigadora. Ha
sido al sumergirme en la literatura cuando he comprendido que pensar, reflexionar,
deconstruir y construir un nuevo pensamiento era necesario para conocer de cerca el
verdadero significado de la perspectiva cualitativa. Como apunta Van Manen (2003, p.
30), “el carácter reflexivo de la fenomenología se describe como una concienciación,
una preocupación, una armonización atenta, es decir, el acto de preguntarse atenta y
conscientemente sobre el proyecto de vida, del vivir, de lo que significa vivir una vida”.
Investigar desde la fenomenología ha supuesto escuchar sin valorar y sin enjuiciar, ya
que, como dicen Taylor y Bogdan (1987, p. 16) “el fenomenólogo quiere entender los
fenómenos sociales desde la propia perspectiva del actor (…) La realidad que importa
es lo que las personas perciben como importante”. Además, los autores (Taylor y
Bogdan, 1987, pp. 20-23) plantean algunas consideraciones sobre la metodología
cualitativa que expondremos brevemente:
33
1. La investigación cualitativa es inductiva.
2. El investigador ve al escenario y a las personas en una perspectiva holística.
3. Los investigadores cualitativos son sensibles a los efectos que ellos mismos causan
sobre las personas que son objeto de su estudio.
4. Los investigadores tratan de comprender a las personas dentro del marco de
referencia de ellas mismas.
5. El investigador cualitativo suspende o aparta sus propias creencias, perspectivas y
predisposiciones.
6. Para el investigador cualitativo, todas las perspectivas son valiosas.
7. Los métodos cualitativos son humanistas.
8. Los investigadores cualitativos dan énfasis a la validez en su investigación.
9. Para el investigador cualitativo, todos los escenarios y personajes son dignos de
estudio.
10. La investigación cualitativa es un arte.
La investigación se plantea, además, desde una perspectiva narrativa. Como bien
expresa Márquez (2011, p. 119), la narrativa es
un enfoque integrado en el paradigma cualitativo y significa una práctica accesible,
natural y democrática. Contar y narrar vivencias propias y compartir las narraciones de
los actores supone una relación dialógica e intersubjetiva, entendiendo que la
subjetividad es una condición necesaria para el conocimiento social (Márquez, 2011,
p.119).
Es por ello que el uso de la narrativa como herramienta para contar y compartir
vivencias ha sido fundamental en esta investigación porque ofrece la oportunidad de
crear un espacio igualitario y democrático entre investigadora y participante,
favoreciendo con ello la confianza en el proceso de entrevistar. A lo largo de todo el
proceso metodológico de esta investigación he podido ir descubriendo cómo la narrativa
iba impregnando y entretejiendo mi práctica como investigadora. Ésta, me ha permitido
crear vínculos estrechos con la investigada, comprender sus emociones y vivenciar con
ella su propia historia. En este sentido, Clandinin et col. (1995) (citado por Mattos,
Prados y Padua, 2013, p. 256), plantea que la narrativa,
permite también arropar con más naturalidad la expresión de los pensamientos, de los
sentimientos, de los deseos de las personas implicadas en la investigación… Para
reflexionar acerca de lo que aporta las personas investigadas, el estilo narrativo permite
34
analizar el discurso desde una perspectiva más original, desde la óptica de que es un
discurso unido a la vida, a las vivencias y a la experiencia.
En esta investigación ha sido importante que la persona investigada se sienta partícipe
de dicho proceso. Siguiendo a Márquez (2011, p. 129), "la narrativa, lejos de ver a las
personas como meras operarias en el trabajo y en el mundo de la vida, o desde una
posición jerárquica investigadora-investigada”, brinda la oportunidad de que la persona
investigada sea copartícipe y parte fundamental dentro del proceso de investigación,
constituyéndose así, como actriz principal de su propio relato.
Como señalan Connelly y Clandinin (1995, p. 11) "el uso de la narrativa en la
investigación educativa es que los seres humanos somos organismos contadores de
historias, organismos que, individual y socialmente, vivimos vidas relatadas", es decir,
la narrativa nos ayuda a comprender y entender la manera en que las personas vivimos,
sentimos y estamos en el mundo. Al utilizar el enfoque narrativo en la investigación,
nos damos cuenta de que la historia relatada, aún sin contarlo, está contextualizada en
un tiempo y en un lugar determinado, por tanto, es así que, “desde la perspectiva
narrativa, además de interesarnos lo que cuenta también ponemos especial atención en
cómo lo cuenta, y de cómo lo contado es contextualizado social y culturalmente”
(Prados, Márquez y Padua, 2012, p. 148).
Otro aspecto característico de la narrativa es que la persona investigada contará su
historia en un momento determinado de su vida, en el cual, según su vivencia en ese
momento determinado, relatará los eventos acontecidos en su experiencia de vida de
una determinada manera. Es decir, el relato nunca será contado igual en dos momentos
diferentes de la vida de la investigada.
Para Bolívar (2014, p. 712), la narrativa se trata de “otorgar toda su relevancia a la
dimensión discursiva de la individualidad, a los modos como los humanos vivencian y
dan significado al mundo de la vida mediante el lenguaje”. Entendiendo la
individualidad como subjetividad, la narrativa nos va a ofrecer innumerables
posibilidades de contar, mostrar e interpretar cada una de las historia de las personas
investigadas.
La vida sólo se comprende a través de las historias que contamos sobre ella, entonces,
podemos decir que una vida examinada (…) es una vida narrada. (…) Aprendemos a
35
convertirnos en el narrador de nuestra propia historia sin que nos convirtamos por
entero en el actor de nuestra vida (Ricoeur, 2006, pp. 20-21).
Sin embargo, la cuestión más importante a destacar en este sentido de convertirnos en
actores de la propia vida es que ello aporta conocimiento sobre la forma de interpretar la
realidad, es por ello que las palabras de Rivas (2009) sitúan lo que es a nuestro juicio
una de las cuestiones más interesantes,
supone una forma de conocimiento que interpreta la realidad (…) desde una óptica
particular: la de la identidad como una forma de aprendizaje de los contextos en los que
los sujetos viven y los modos como los narramos en un intento de explicarnos el mundo
en que vivimos (p. 18).
3.3. Principios éticos en Narrativa
La responsabilidad ética desde el enfoque narrativo y desde los relatos o historias de
vida, nos hace tener una responsabilidad, conjugada con una ética individual sobre
nuestros actos con la participante y sobre la elaboración del relato y la producción de
conocimiento (Márquez, 2011, p. 123).
Cuando decidí realizar una investigación biográfica-narrativa me asaltaron las dudas y
cuestionamientos sobre los pasos a seguir dentro del proceso. Buscaba no sobrepasar las
líneas rojas que marcaban la diferencia entre conseguir tener un espacio de confianza u
obtener un lugar en el que la investigada sintiera que en algún momento me podía estar
aprovechando de su historia.
Para Rivas (1996, p.78, citado en Mattos, 2011, p. 99) “la cuestión de la ética se
resumiría, en un respeto ilimitado y absoluto hacia los sujetos investigados, en todos los
aspectos que se ven afectados por la investigación”. Es por ello que en todas los
encuentros que he tenido con la investigada, el respeto ha sido el pilar fundamental
dentro del proceso y el eje principal sobre el que ha girado dicha investigación.
Kreusburg (2011, p. 38), considera que “las características de nuestra metodología,
especialmente el contacto directo con los sujetos que estudiamos, dificultan el
distanciamiento y el cumplimiento de las responsabilidades o cuidados éticos que este
quehacer conlleva”. Es por ello, que nos adaptamos a cualquier circunstancia que
pudiera surgir durante el proceso de la investigación, es decir, las/os investigadoras/es
narrativas/os, no deciden cuándo y dónde realizar las entrevistas o el material que nos
36
“deben” dejar para complementar y enriquecer sus investigaciones, sino que, son las
personas investigadas las que deciden todo este tipo de cuestiones. En mi caso, la
mayoría de ellas las hemos resuelto mediante el consenso, valorando la disponibilidad
de cada una y hablando y exponiendo las necesidades que iban surgiendo durante las
entrevistas y los diferentes encuentros.
Encontramos autores como Fernández (2010, p. 22), que expone tres principios éticos
de procedimiento prescritos para la elaboración de historias de vida:
1. El principio de respeto a la autonomía personal: Necesidad de otorgar consentimiento
explícito para ser objeto de investigación. Facilitar toda la información disponible sobre
la investigación. Que el investigado no se sienta estafado o engañado respecto a los
objetivos previstos, el proceso diseñado o el uso de los datos. Necesidad de contar con
el consentimiento de terceras personas afectadas. La información que se produce es
propiedad del investigado y debe validarla en dos momentos: previo y posterior al
análisis. Facilitar su participación en todas las fases de la investigación.
2. El principio de confidencialidad: Confidencialidad de los datos: garantía de
anonimato.
3. El principio de justicia: Que los participantes no se sientan valorados o juzgados, que
no queden en evidencia, que no puedan ser sancionados por sus opiniones o actitudes.
No provocar fatiga, cansancio, ansiedad... facilitar la relajación, la escucha atenta.
Atender a los posibles beneficios del investigado. Nunca provocarle perjuicios por su
participación.
Desde el comienzo de la investigación ha sido esencial seguir estos tres principios que
define Fernández (2010). Desde el consentimiento informado donde se explica el por
qué de la investigación, la metodología y la confidencialidad del proceso, hasta respetar
los ritmos de la persona investigada.
Termino con unas palabras de Kreusburg (2011) que para mí definen a la perfección lo
que ha significado posicionarme éticamente dentro de una investigación biográfica-
narrativa.
Al adentrarnos en sus contextos y formar parte de sus escenarios, pensamientos y
palabras, aunque sea por tiempos más o menos cortos y descontinuados, es
imprescindible ejercer una vigilancia ética para no ultrajarlos. Por el contrario, nuestro
compromiso ético tendrá como reto mover los contextos hacia condiciones más dignas.
37
La ética se presenta así, como el ejercicio de pensar la acción humana, sus
motivaciones, sus consecuencias prácticas, su finalidad y sentido, su aporte moral, su
justicia y su responsabilidad (Kreusburg, 2011, pp. 35-37).
3.4. ¿Relato de vida o historia de vida?
Cuando comencé esta investigación tenía claro que mi trabajo se basaría en la historia
de vida de Concha. Aún sin saber todavía realmente qué significaba exactamente este
concepto me centré en las entrevistas en profundidad como medio para indagar, pero a
medida que transcurría el tiempo, la investigación demandaba otro tipo de información,
necesitaba ver y tocar lo que Concha me estaba contando. Me empecé a interesar
todavía más por las experiencias que nuestra protagonista había vivido: dónde habían
transcurrido, qué ocurría en ese momento y lugar determinado, cómo era el entorno que
la rodeaba, qué tipo de pensamiento tenía lugar en aquel momento… Dice Goodson
(2012, p. 6): “El trabajo sobre relatos de vida se concentra, pues en los relatos
personales, pero las historias de vida (life histories) intentan comprender los relatos
junto a su trasfondo histórico y cultural”.
Como apunta el autor (Goodson, 2012), para reconstruir una historia de vida, es
necesario incluir un contexto social e histórico con todos sus matices socio-económicos
y socio-políticos que caractericen la época en la que enmarcar las experiencias. A lo
largo de mi proceso como investigadora he ido sintiendo la necesidad de indagar más
sobre los contextos en los que trascurre la vida de Concha. Era necesario conocer y
obtener dicha información para poder entender la posición de Concha como maestra,
además de la toma de decisiones personales tomadas durante su carrera profesional
como docente, así, todo ello constituye la identidad de la investigada.
El objetivo fundamental de la investigación basada en historias de vida consiste en
localizar el propio relato del profesor o profesora en el marco de un análisis contextual
más amplio o, para decirlo en palabras de Stenhouse, <<construir una narrativa de la
acción dentro de una teoría del contexto>>. (…) la distinción entre un relato de vida y
una historia de vida, es absolutamente clave. El relato de vida es la <<narración que
construimos sobre nuestra propia vida>>; la historia de vida es una empresa llevada a
cabo en colaboración y que requiere la revisión de una gran variedad de evidencias. (…)
La historia de vida es el relato de vida situado en su contexto histórico (Goodson, 2004,
p. 50).
38
Para realizar una investigación con historias de vida es necesario recoger la información
que nos proporcionan los relatos de las personas investigadas pero además, “deben ser
complementados o triangulados con otras narraciones del mismo sujeto, en espacios y
tiempos ampliados, en primer lugar, y con otros medios (documentos, testimonios
orales) que ayuden a comprender el contexto donde toman un sentido más amplio”
(Bolívar, 2014, p. 715). Es por ello que esta investigación se nutre además de
documentación aportada por Concha en otros espacios fuera del contexto de las
entrevistas y generada durante su práctica docente.
La tarea de la transformación de un relato de vida (life story) en una historia de vida
(life history), “es hacer visibles los modos en que los relatos de vida personales están
mediados por imperativos culturales y políticos más amplios” (Bolívar, 2014, p. 716),
es decir, mi tarea como investigadora es reconstruir la historia de vida de Concha
partiendo del relato que ella misma me cuenta en las entrevistas biográficas y situarlo en
las “geografías sociales” (Bolívar, 2014, p. 716) en las que sus experiencias están
inmersas. Por ello, reconstruir la historia de vida de Concha supone tejer y entrelazar los
datos biográficos que nuestra protagonista cuenta, con datos históricos que caracterizan
sus vivencias, con el único fin de conocer la identidad personal y docente de la
investigada.
Además, coincido con Hernández (2011) cuando dice que:
lo que constituye la característica principal de la perspectiva metodológica de las
historias de vida es su finalidad, que no es otra que conectar las narrativas personales y
biográficas de profesores e investigadores con su contexto sociocultural, histórico e
institucional. Esta conexión es la que hace posible que lo individual se convierta en
colectivo, desde una doble dimensión: en relación a la posición que se construye, y en la
proyección que estas formas de subjetividad adquieren en relación con la experiencia de
ser docente (p. 20).
En varias ocasiones, a lo largo del proceso de investigación, nuestras historias
personales (la de Concha y la mía propia) se han cruzado aún sin haber coincidido en el
tiempo. Muchas de las experiencias vividas por la investigada han supuesto una
reflexión de mi propia experiencia escolar convirtiendo el relato en algo colectivo pero
en contextos históricos y sociales diferentes.
39
Uno de los aspectos más importantes que he podido aprender con la metodología de las
historias de vida han sido los aportes de las teorías feministas a la investigación. Según
Hernández (2011):
(…) los estudios feministas, han cumplido un papel de suma importancia en el estímulo
de formas de pensar, construir argumentos históricos y aportar explicaciones
intelectuales que escapan de lo universal y lo homogéneo, dando lugar al
reconocimiento de la diversidad posicional. Es, sobre todo, desde posiciones feministas
(como paraguas amplio que acoge diversas perspectivas) donde se localiza la valoración
de la experiencia (con su carga emotiva, personal y biográfica) como fuente de
conocimiento, y el papel de las emociones y los afectos como un poderoso componente
del proceso cognitivo. Del mismo modo, la escritura personal o subjetiva que
caracteriza la perspectiva narrativa de investigación, refleja los valores de un proyecto
teórico feminista que defiende la deconstrucción de convenciones académicas e
intelectuales excluyentes y cientificistas (p. 16).
Algunos autores (Bolívar, 2002 y 2014; Goodson, 2003 y 2004, Hernández, 2004 y
2011, Leite, 2011) señalan la importancia de investigar a través de historias de vida las
experiencias docentes de maestras y maestros. Parten de la convicción de que han sido
las/os grandes olvidadas y olvidados del sistema educativo y ahora sé que puede decir
desde mi mirada como investigadora que comparto este pensamiento. Como apunta
Bolívar (2014, p. 723), “los cambios educativos y reformas afectan no sólo (…) a los
acontecimientos, habilidades o capacidades de los profesores, sino más básicamente a
las relaciones que tienen en su trabajo (…) La cara personal y emocional del cambio
educativo ocupa un lugar central en el ejercicio profesional”.
Indagar en la historia de vida de Concha, me ha permitido reflexionar sobre su práctica
docente y la que imperaba durante un período determinado en nuestro sistema
educativo. Esto me traslada a otro pensamiento, necesitamos conocer las historias de
vida del profesorado porque “al centrarnos en ellas, emergen toda una serie de
perspectivas sobre nuevas iniciativas para reformar, reestructurar y reconceptualizar la
educación (Goodson, 2004, p. 35).
3.5. Primeros pasos en la investigación. La negociación
Conocí a Concha en las V Jornadas de Historias de Vida. Voces Silenciadas,
organizadas por el grupo de investigación Hum-619, ProCie (Profesorado, Cultura e
40
Institución Educativa) en la Universidad de Almería en el mes de marzo de 2015.
Concha asistía como invitada a una de las mesas de las Jornadas, denominada 'Otras
Voces'. Cuando la escuché contar su experiencia de vida desde su infancia hasta su
jubilación como maestra de Lengua y Literatura, comprendí que una persona con una
experiencia tan rica y que suscitaba tanto interés en la sala, podría convertirse en una
historia de vida desde una mirada narrativa.
Y así, el primer paso dentro de la investigación fue compartir con la entrevistada la carta
de presentación en la que se especificaban los términos y el propósito de la misma. En
ella se apuntaban cuestiones tales como, las herramientas de obtención de información,
las entrevistas en profundidad; la confidencialidad de los datos obtenidos dentro del
proceso; el acuerdo de disponibilidad para próximos encuentros; el uso de la grabadora
digital como recurso de recogida de información en las entrevistas y el compromiso de
la investigadora de la devolución del trabajo generado a partir de las trascripciones de la
dichas entrevistas, en la que la propia investigada podría cambiar, modificar, añadir o
transformar cualquier información escrita. Además, se ofrecía a la participante la
posibilidad del anonimato de su identidad.
Este tipo de investigación, en el que damos voz a la persona investigada, se nutre de la
negociación constante entre investigadora y participante como eje principal de la
misma. El camino recorrido durante el proceso metodológico, necesita de acuerdos
reflexionados y compartidos que marcan la dirección y la toma de decisiones por parte
de la investigadora. Por eso que "una investigación centrada en los pensamientos,
sentimientos, vivencias y acciones de las personas involucradas, nos obliga a establecer
relaciones colaborativas y comprometidas éticamente" (Mattos, 2011, p. 101).
Comparto con Conelly y Clandinin (1995) que el proceso de la negociación dentro de
una investigación cualitativa es “una cuestión ética que tiene que ver con los principios
que establecen las responsabilidades tanto de los investigadores como de los
practicantes”.
3.5.1. Rol como investigadora
Los investigadores narrativos buscan describir esas vidas, recoger y contar historias
sobre ellas, y escribir relatos de la experiencia (Connelly y Clandinin, 1995, p. 12).
41
Al comienzo de la investigación, los pensamientos y reflexiones sobre cómo tenían que
desarrollarse las entrevistas o de las expectativas que como investigadora estaba
depositando en ellas, hicieron que en la primera entrevista los nervios afloraran un poco
más de lo que en un principio hubiera querido. El espacio ofrecido por Concha en su
casa, para mí era un contexto desconocido al que me tendría que habituar y con el que
me tendría que relacionar. Era un espacio en el que no me sentía segura, sentía y
pensaba que quizá invadía su intimidad y ello pudiese molestar en el planteamiento de
la investigación. Ya en la primera entrevista, la primera de mis decisiones como
investigadora fue asumir que ese espacio era en el que Concha se sentía cómoda, segura
y fortalecida para poder relatar su historia y por eso lo había elegido como escenario
para contar por “primera vez” su vida. Así comprendí la posición en la que yo me
encontraba como investigadora. Mi trabajo sería estar al servicio de Concha, es decir,
entendí que la capacidad de adaptación de la persona investigadora a los diferentes
contextos en los que se ha de trabajar es una pieza muy importante en la investigación
narrativa. “La forma en que entramos en juego en las relaciones con las personas que
colaboran con sus relatos implica una disponibilidad o posición de apertura a la
experiencia del otro” (López, 2010, p. 223).
El transcurrir de los días en casa de Concha realizando las entrevistas, ha sido muy
revelador, sobre todo ir descubriendo la capacidad de empatizar con ella y con las
historias que contaba. Los sentimientos que han aflorado en mí escuchándola han hecho
cuestionarme si realmente sus vivencias estaban deslumbrándome y no me dejaban ver
con claridad la realidad que ella misma me contaba. Al reflexionar sobre este aspecto,
intenté que la fascinación y admiración que sentía hacia Concha, no desdibujara el
objetivo de mi investigación. Es por ello que lo que plantea Mattos (2011) me hacer
reflexionar acerca de algunas características que se han tener en cuenta como
investigadora:
sensibilidad, como consecuencia del carácter interactivo de la presencia del
investigador/a en el contexto; adaptabilidad, que ayuda a la inmersión en la situación, de
una forma más global, pudiendo manejar varios tipos de datos simultáneamente y que
permite que el investigador/a pueda ir modificando su conducta y sus intuiciones en
función de nuevas demandas del medio o de los cambios que se producen en los
contextos, y la capacidad de observar holísticamente, poniendo en juego todas las
capacidades (afectivas, físicas, emotivas, ideológicas...), para que le ayuden desde una
42
perspectiva global a interrelacionar el conocimiento que emerge en el contexto de
investigación (p. 105).
Así, he intentado mantener un equilibrio entre las emociones que he sentido durante las
entrevistas y el camino marcado dentro del proceso metodológico.
Al mismo tiempo que escuchaba el relato de Concha, iba haciendo pequeñas
anotaciones en una libreta en la que escribía sobre cómo ella reaccionaba cuando me
contaba cuestiones vinculadas a su vida personal y profesional. Estas anotaciones eran
muy breves, palabras concisas que describían sensaciones y emociones que ella
expresaba mientras hablaba. Al finalizar cada una de las entrevistas, esas notas me
servían para relatar lo vivido en ese espacio de tiempo y reflexionar sobre la evolución
de investigadora e investigada. Cada día se sentía más cómoda y su relato era más
profundo. Para mi estos encuentros han sido como “entrar en juego en primera persona
para ir al encuentro del otro, ponerme en conexión en su manera de vivir y experimentar
el mundo y, como consecuencia, hacer emerger un saber vinculado a la vida” (López,
2010, p. 223).
También he sentido preocupación en el momento de la trascripción de las entrevistas. Al
escuchar mi voz, las preguntas que hacía y sobre todo, los instantes en los que me
precipitaba e interrumpía el relato, me sentía mal e iba haciendo anotaciones de las
cosas que tendría que tener en cuenta para la próxima entrevista. A partir de mis
anotaciones he descubierto que hay que conceder espacio a los silencios que forman
parte de la relación establecida entre las dos; dejar hablar a la entrevistada y darle
menos importancia a los comentarios que desde mi posición como investigadora creo
que tengo que hacer y que en algunos momentos me trasladaban a mi propia historia
personal; y que las preguntas que hago como investigadora emergen del relato de la
entrevistada y no tanto del esquema previo que construyo como investigadora.
Una de las decisiones más importantes dentro de este proceso ha sido tomar la
determinación de finalizar las entrevistas. Como se ha mencionado ya, la fascinación
por el relato de Concha me empujaba a seguir indagando y conocer más aspectos de su
vida personal y profesional, pero la exigencia de llevar a cabo el TFM en plazos
concretos me obligaron a comunicar a Concha la finalización de las entrevistas en un
cuarto encuentro.
43
El reto de esta investigación biográfica-narrativa ha consistido en mantener siempre una
coherencia con los principios éticos de la investigación narrativa. Por eso mi posición
como investigadora frente a la investigada ha sido siempre de respeto absoluto hacia su
toma de decisiones con respecto a las entrevistas, al contenido de éstas y a los
posteriores encuentros donde me ha facilitado documentación adicional.
3.5.2. La devolución de su historia
Un paso fundamental dentro del proceso metodológico con historias de vida, es la
devolución del relato re-construido a partir de las entrevistas biográficas llevadas a
cabo. Este momento es muy importante porque nuestra investigada se mirará a través de
un espejo y puede que el reflejo que vea de ella misma no sea el que esperaba ver. El
documento fue enviado a Concha por e-mail para que pudiera leerlo y quedamos al día
siguiente en su casa para verlo juntas.
Este único encuentro, después de realizar todo el trabajo de análisis, se tradujo en un
espacio donde Concha manifestó la emoción y el sentimiento de sorpresa al leer y re-
encontrarse en su propia historia. Nunca antes había contado su vida y mucho menos la
había visto escrita. Para ella esto suponía una exposición de su intimidad pero al mismo
tiempo se sentía bien consigo misma porque no había contado nada que no fuera verdad
y esa era su vida.
Concha decidió cambiar algunas frases y añadir otras, para mejorar la comprensión de
algunos hechos relatados. En este momento, el respeto a las modificaciones y
aportaciones de nuestra investigada al relato, es fundamental y absoluto. Además, con
este nuevo encuentro se generó otro espacio de diálogo en el que la investigada vuelve a
recordar momentos de las entrevistas y corrobora la intencionalidad con la que ella
narraba su vida y el significado que se le ha podido dar dentro de la historia. En este
punto volvemos a la ética que caracteriza la narrativa y al rol como investigadora que
me posiciona como observadora de la realidad de Concha. Como dicen Rivas y Leite
(2011, p. 75) “desde nuestro punto de vista es necesario considerar la mirada del sujeto
entrevistado como un factor no sólo importante, sino necesario, para poder hacer una
construcción compartida del relato y de su interpretación”. Podemos decir que el trabajo
realizado es un trabajo colectivo y colaborativo entre investigada e investigadora.
44
3.6. Técnicas e instrumentos utilizados en la investigación
Dentro de una investigación biográfica-narrativa, y en concreto en esta investigación, lo
que vamos buscando es información acerca de percepciones, creencias, emociones,
pensamientos, experiencias, sensaciones y vivencias contadas por nuestra investigada
que nos permitan reconstruir su identidad. Es por ello que la investigación debe valerse
de diferentes técnicas e instrumentos que nutran el trabajo desarrollado en la
investigación. Estos meses de investigación me ofrecen la posibilidad de poder hablar lo
que a día de hoy considero qué son técnicas e instrumentos metodológicos. Las técnicas
empleadas en investigación son las distintas acciones que he llevado a cabo para la
obtención de información, mientras que los instrumentos son las herramientas que he
puesto en juego para obtener dicha información. Así, como técnica fundamental en la
que se basa la investigación, he contado con las entrevistas en profundidad o entrevistas
narrativas, además de la observación como segunda técnica pero no por ello menos
importante, ya que dichas entrevistas deben proveerse de la información que
proporcione la observación. Los instrumentos utilizados para la recolección de
información han sido el diario de campo, documentación aportada por la investigada
como cuentos y cartas contextualizadas dentro de su práctica docente y material
documental que me ha ayudado a fundamentar mi experiencia como investigadora.
Como aporte adicional a la investigación, también he utilizado mi propio relato
autobiográfico, el cual, ha permitido que pueda reflexionar sobre mi proceso de
enseñanza-aprendizaje durante la etapa escolar.
3.6.1. Las entrevistas en profundidad como espacios compartidos
El proceso metodológico se ha centrado en entrevistas en profundidad. Prados, Márquez
y Padua (2012) destacan la entrevista en profundidad “como un espacio de
conocimiento mutuo, de relaciones que explican y argumentan la construcción de
subjetividades que se interrelacionan en el ejercicio del conocimiento y de la
comprensión de escenarios profesionales” (p. 149). El espacio relacional creado entre
participante e investigadora ha propiciado diferentes encuentros. Además de compartir
información para esta investigación se ha generado un ambiente de escucha,
sensibilidad, empatía y respeto. Las entrevistas en profundidad me han dado la
oportunidad de conocer e indagar cuestiones relativas a la vida de Concha que han
45
ayudado a comprender el contexto histórico y social en el que vivió y en el que se
desarrolló personal y profesionalmente.
La entrevista como espacio conversacional, como posibilidad de creación y re-creación
de un espacio dialógico (…), ha sido el eje vertebrador del proceso metodológico, que
por otro lado articula y da cuenta de una perspectiva epistemológica y ética vital en el
trabajo con historias de vida (Leite, 2011, p. 183).
Al comienzo de la investigación, Concha y yo, acordamos que las entrevistas
concluirían en función de las necesidades de la misma. Pero por motivos ya expuestos
solo he realizado cuatro sesiones con un total de seis horas y media de grabación para
poder obtener informaciones sobre la vida personal y profesional de Concha.
Como comentaba anteriormente, todos los encuentros han tenido lugar en una
habitación de la casa de la entrevistada, en la que normalmente ella trabaja en sus
novelas y cuentos para niñas y niños, donde juega con su nieto y sigue aprendiendo de
lo que más le gusta que es la lectura.
Así, la primera de estas entrevistas comenzó con preguntas genéricas sobre su infancia y
familia. Fue una entrevista en la que predominó la cautela en las preguntas. Conforme
ésta avanzada, salieron a la luz cuestiones que Concha nunca había comentado ni
siquiera en su entorno más próximo y familiar; afloraban sentimientos y emociones que
sorprendían tanto a Concha como a mí. Comparto con Sancho et al. (2012) la visión
acerca de la entrevista en una investigación narrativa, de la que dice que es “una
estrategia de indagación cuando se utiliza como espacio de encuentro en una
investigación que se plantea como un proceso de acompañamiento que forma a quienes
participan en ella” (p. 154).
A partir de esta entrevista puede vislumbrar aspectos más concretos sobre los que
indagar. Ello permitió ir guiando el proceso de investigación hacia el objetivo planteado
pero siempre teniendo en cuenta que las entrevistas se convertían en espacios
relacionales y que en las conversaciones podían surgir temas que en principio no
estaban planteados. LeCompte y Goetz (1988) plantean la entrevista con un marcado
“estilo conversacional, familiar y cómodo para los respondientes es el que favorece
más en ellos la confianza y la naturalidad necesarias para que los datos que se
obtengan sean elaborados, matizados y válidos” (p.145). Esto brindaba la oportunidad
46
de abrir la mirada hacia cuestiones en las que Concha ponía el acento y consideraba más
importantes. Es decir, “es la entrevista, como vía de acceso a la memoria de la
experiencia del otro, la que se convierte en el relato que da forma y sentido a la historia
de vida” (Sancho et al., 2012, p. 154).
Después de la primera entrevista, la cual escuché en repetidas ocasiones para
familiarizarme con el proceso y poder reflexionar sobre mi propia práctica y después de
anotar mi primera experiencia como entrevistadora, pude percibir e intuir qué aspectos
de la vida de Concha podían ser de interés para mi investigación. Así, para la segunda
entrevista fui preparada con algunas cuestiones en las que estaba interesada y quería
indagar.
Nuestro segundo encuentro fue un poco más distendido, ya conocía algunas cuestiones
relativas a la vida de Concha en las que quería profundizar, pero hubo algunas preguntas
que todavía podían ser algo prematuras en el tiempo. Es decir, no había logrado todavía
un ambiente lo suficientemente seguro en el que Concha pudiese sumergirse en temas
vinculados a sentimientos y emociones personales que pudieran causarle algún tipo de
malestar o dolor al recordarlas. Intenté utilizar palabras y tonos agradables en la
formulación de mis preguntas, además de terminarlas siempre con “si te apetece
contestarme y si no, pasamos a otras cuestiones”. Cuando sucedía esto, procuraba
cambiar a temas relacionados con su práctica profesional pero que no involucraran
sentimientos “negativos” o simplemente hacía que me contara pequeñas anécdotas con
su alumnado. Esta práctica la he llevado a cabo durante todo el proceso metodológico
en las entrevistas.
El tercer encuentro en casa de Concha para mí fue el encuentro con una mujer diferente.
El tan ansiado espacio de confianza que esperaba pudiésemos crear por fin había
llegado. Encontré a una Concha muy animada por contar su experiencia de vida y de
compartirla conmigo. A esta entrevista asistí con algunas dudas sobre datos relativos a
su práctica profesional pero fue la más enriquecedora en ese aspecto. También le
comenté que sería interesante nutrir y enriquecer el trabajo con aportaciones de
pequeños párrafos de sus cuentos y otros materiales originados durante su práctica
docente. Concha me ha proporcionado todo el material necesario durante los posteriores
encuentros surgidos a partir de las entrevistas. Al finalizar la tercera entrevista
comuniqué a Concha la decisión que tomada con mi tutora. Haríamos una cuarta
47
entrevista para finalizar esta etapa del trabajo. En ese momento también le planteé que
después de la trascripción completa de todas las entrevistas llegaría el momento de la
devolución y que si había algún aspecto que ella quisiera matizar o ampliar siempre se
podría volver a quedar para hablar sobre esa cuestión en particular.
En la cuarta entrevista la relación investigada-investigadora sentía que era muy sólida.
Hablamos sobre temas relativos a la política y al amor. Temas muy personales para
Concha que anteriormente no se habían podido tratar por la premura en nuestra relación
pero que ahora sí podíamos hablarlos sin ningún tipo de impedimento.
Al finalizar todas las entrevistas, Concha y yo nos hemos seguido viendo y
compartiendo experiencias que en muchas ocasiones nos han llevado a “encontrarnos”,
en el sentido de reconocernos en determinadas situaciones. Ello ha dado lugar a que
nuestra relación se vea enriquecida desde el diálogo mantenido.
Quiero destacar las palabras de Prados, Márquez y Padua (2012) cuando se refieren a la
entrevista como un espacio donde “lo prescrito como rutina y reglas que dirigen los
pasos y cálculos han de ser flexibilizados por los deseos, propósitos y evidencias que
emergen en lo mediado entre entrevistada y entrevistadora”. He podido sumergirme en
un mundo nuevo de emociones y sensaciones que a través del relato de Concha han
hecho que pudiera sentir y vivir su propia historia.
Además creo que la entrevista “se ha de ver como un instrumento personalizado, una
expresión de cómo el entrevistador ve el mundo, en realidad, de cómo valora a las
personas y por qué” (Kushner, 2002, p. 96).
Por último, quisiera señalar que el trabajo realizado a través de las entrevistas en
profundidad han generado en mí emociones y sentimientos muy profundos, ya que, el
espacio de diálogo creado entre participante e investigadora me ha hecho viajar a
momentos de mi propia historia. Rivas (2007, citado en Márquez, 2011) lo expresa así:
…es difícil sustraerse a los efectos de una investigación que genera relación con los
sujetos desde una cierta intimidad, desde la posibilidad de acceder a su mundo personal
y a su propia historia. Cada sujeto con el que he trabajado, al que he entrevistado o con
el que he construido un texto, ha dejado un surco en mi propia experiencia. Ya forman
parte de mi propia formación y de mi modo de entender la experiencia escolar. (…) Lo
48
que pienso, digo y construyo tiene que ver con la mirada que cada uno de ellos me ha
ofrecido (p. 141).
3.6.2. Observar para interpretar
Según Friedrichs (1973, citado en Flick, 2007, pp. 149-150) los procedimientos de
observación se pueden clasificar en general a lo largo de cinco dimensiones:
1. Observación encubierta frente a observación al descubierto: ¿hasta qué punto la
observación se revela a los que son observados?
2. Observación no participante frente a participante: ¿hasta qué punto el observador se
convierte en parte activa del campo observado?
3. Observación en situaciones naturales frente a artificiales: ¿se hacen las
observaciones en el campo de interés o se “trasladan” las interacciones a un lugar
especial (por ejemplo, un laboratorio) para que aporten una mayor capacidad de
observación?
4. Observación de sí mismo frente a observación de otros: la mayoría de las veces se
observa a otras personas, de manera que ¿cuánta atención se presta a la observación
reflexiva de sí mismo del investigador para fundamentar más la interpretación de lo
observado?
En nuestros encuentros ha sido clave el que Concha me hiciese partícipe de su entorno
más cercano y lejano, lo cual ha permitido que pudiese desarrollar cuestiones vinculadas
a la observación para poder matizar el relato con la emoción expresada en cada
momento. Además de facilitarme información concreta y directa de su experiencia me
ha aportado un testimonio corporal adicional que enriquece extraordinariamente el
vínculo con lo narrado. Después de la experiencia como investigadora siento más
cercana la visión que tiene Van Manen (2003) sobre de la observación. Éste habla de la
“observación de cerca” que consiste en intentar:
Salvar la distancia que a menudo crean los métodos basados en la observación. (…) El
método de la observación de cerca requiere que el investigador sea participante y
observador a la vez, que mantenga cierta orientación a la reflexión y al mismo tiempo se
proteja de la actitud más manipulativa y artificial que una actitud reflexiva tiende a
introducir en una situación y relación social (Van Manen, 2003, pp. 86-87).
La observación ha consistido en participar activamente del diálogo originado entre
investigada e investigadora, además de poner la atención en Concha, en cómo contaba
49
su historia, en las formas de expresarse a través de sus gestos y miradas. También mi
atención se ha dirigido hacia el espacio escogido por la investigada para realizar las
entrevistas. La habitación donde habitualmente trabaja Concha ha sido el lugar de
encuentro, un lugar siempre asignado para cada una de nosotras, una mantita para
Concha, la mesa redonda, un ordenador y totalmente rodeadas de libros y de fotografías
de ella y su familia.
A lo largo de todos nuestros encuentros he podido observar cómo la actitud corporal y
el movimiento de Concha iban cambiando. En nuestra primera entrevista estaba tensa,
rígida. Expresar emociones y sentimientos, no es fácil, máxime cuando se trata en un
contexto de investigación, por ello, pienso que Concha al principio mantenía una
distancia corporal y un cierta postura de alerta, con movimientos cortos y lentos. Todo
lo que iba observando lo anotaba en mi diario, sobretodo porque ello podía después
aportar informaciones valiosas a tener en cuenta en el hecho de entrevistar. Muchas
preguntas y preocupaciones rondaron mi cabeza durante las dos primeras entrevistas.
Algo pasaba entre el relato de Concha y su cuerpo. Ella muy amablemente iba
dialogando conmigo pero su cuerpo parecía no acompañarla en ese camino de contar.
Poco a poco, con el transcurrir de los días, su posición iba cambiando. Su historia iba
teniendo sentido con la expresión del movimiento de sus manos, de su sonrisa, de su
mirada… Nunca hemos expresado verbalmente este cambio en Concha pero creo que
sin decirlo, ella y yo, nos hemos dado cuenta de que algo estaba pasando, por fin había
conseguido romper con aquello que no la dejaba contar.
Estas cuestiones como decía anteriormente las iba anotando y han supuesto una fuente
importante de información para comprender también los entresijos que nutren el espacio
relacional de las entrevistas. Como dicen Hammersley y Atkinson (2001), las notas de
campo son:
El sistema tradicional en etnografía para registrar los datos fruto de la
observación. Consisten en descripciones más o menos concretas de los procesos sociales
del contexto. La intención es capturar esos procesos y ese contexto en su integridad,
anotando sus diferentes mecanismos y propiedades, aunque lo que se registre dependa
claramente de cierto sentido general de lo que es relevante para la investigación (p.
193).
50
3.6.3. Diario de la investigadora
El diario personal que he ido escribiendo a lo largo del proceso de investigación está
compuesto por las notas de campo que he ido tomando en las sucesivas entrevistas,
derivadas de la observación y de las reflexiones que han ido surgiendo a través de mi
práctica como investigadora. Se plasman cuestiones vinculadas a las reflexiones sobre el
proceso metodológico y sobre todo, del análisis de la información obtenida a través de
las entrevistas. Además, se apuntan interrogantes personales sobre la capacidad de la
investigadora de poder llevar a cabo esta investigación. Está escrito de manera
cronológica para facilitar la comprensión y se puede consultar en los anexos.
3.6.4. Cuentos que cuentan y vidas contadas
Concluidas las cuatro entrevistas he seguido visitando a Concha en su casa. Su acogida
y su disposición han hecho que me sienta cómoda en su casa y junto a ella. Estos
encuentros, ahora puede decir, que han sido un elemento importante en la medida que
también Concha se ha implicado por propia voluntad a construir de forma “ordenada”
una cronología de su historia, de sus documentos personales y de sus aportaciones a
su práctica docente. Es probable que este trabajo pueda tener continuidad con una tesis
doctoral, motivo por el cual, estas informaciones adicionales pueden convertirse en
recursos importantes para conocer más en profundidad la historia de vida de nuestra
protagonista. Estos encuentros nos permiten seguir compartiendo vivencias, creando así
una relación que va más allá de la relación investigadora-investigada.
Durante su trayectoria profesional, Concha, ha escrito infinidad de cuentos para sus
alumnas y alumnos. Han sido cuarenta años de imaginar y crear pequeños mundos en
los que sus protagonistas eran las niñas y niños a los que impartía clases. Es por ello que
pedí a nuestra investigada pequeños párrafos de sus cuentos que aportaran contenido a
esta investigación. Con la amabilidad que caracteriza a Concha, ésta me ha regalado
algunos de sus cuentos para que pudiera incluirlos en este trabajo y así visibilizar el
suyo propio dentro de sus aulas.
Otro de los “regalos” brindados por Concha han sido las cartas que forman parte de un
proyecto que se realizó en su clase durante quince años. Son cartas de abuelas y abuelos
de residencias para personas mayores de toda España dirigidas a niñas y niños de su
aula. El contenido de estas cartas es especialmente emotivo. En ellas podemos encontrar
51
desde las vidas cotidianas en las residencias hasta chistes, recetas de cocina,
canciones… Al leerlas evocan recuerdos de mi propia experiencia y me ayudan a
comprender algunos elementos educativos.
La entrevista en profundidad, junto al diario de campo, y la documentación de otros
materiales que la propia participante ha ido compartiendo supone “adentrarnos en el
significado y sentido del relato, la vida y la experiencia de la persona” (Márquez, 2011,
p. 123).
3.6.5. Relato autobiográfico
El trabajo biográfico no es un mero ejercicio del recuerdo. (…) Rememoramos nuestra
experiencia a partir de las categorías de los que somos ahora. O mejor, de lo que hemos
llegado a ser. Por tanto, en estas categorías está también nuestra historia y nuestro
proyecto, tanto personal como profesional. Por tanto, cada relato es diferente (Rivas y
Cortés, 2013, p. 13)
Una de las primeras tareas en mi investigación fue escribir y contar mi propia
experiencia escolar a partir de los dos o tres años hasta que acabé la Educación General
Básica con trece años. El enfoque narrativo, y por tanto, el uso de los relatos dentro del
paradigma cualitativo es un elemento que da credibilidad y legitimidad a la construcción
de pensamiento en el ámbito educativo (Rivas, 2009 y Bolívar, 2002).
Volver a encontrarme con algunos recuerdos de mi infancia, todavía hoy, me traen al
presente emociones y sentimientos de aquella época. Es increíble como el tiempo
permanece en nuestros cuerpos y sigue sintiendo los mismos miedos y temores al
recodar situaciones dolorosas. Contar mi experiencia de vida a través de la narrativa ha
supuesto entender y comprender por un lado, que las palabras de Concha en las
entrevistas nacerían de sus recuerdos llenos de emociones y, por otro, que recogerlos y
darles forma sería una tarea complicada, ya que, como aporta Prados et al. (2012, p.
148) “su historia de vida, adquiere especial importancia dentro de la investigación
narrativa por contextualizar social y culturalmente una época, y se convierten así en
historias corporeizadas, expresadas en sus modos, posicionamientos y vivencias”.
52
3.6.6. Fotografías
Bogdan y Biklen (1982, citado en Woods, 1987, p. 57) dicen que las fotografías “no
narran por sí mismas, pero contribuyen a una memoria viva”. Es por ello que en esta
investigación se aportan fotografías significativas de algunas experiencias de la vida de
Concha que podemos encontrar en el apartado de anexos.
3.6.7. Material documental
El material documental utilizado en esta investigación se encuentra recogido en el
apartado de bibliografía. En él se apunta la relación de libros, tesis, artículos y leyes que
se han utilizado para la redacción, elaboración y reflexión de esta investigación. Como
fuente física de documentación se han utilizado la Biblioteca Universitaria de la
Universidad de Almería y la Biblioteca Pública Provincial de Almería “Francisco
Villaespesa”.
Aparte de los libros y artículos proporcionados personalmente por mi tutora, la
documentación basada en artículos de revistas científicas han sido buscados a través de
Google Académico y de la base de datos ERIC.
El instrumental utilizado durante la investigación ha sido la grabadora de voz, las notas
de campo, el diario personal de la investigadora y el software informático para
tratamiento de texto y manejo de bibliografía.
4. Proceso de análisis
4. 1. La transcripción
El proceso de transcripción ha sido una etapa dura dada la densidad y volumen de las
horas grabadas en las entrevistas. Han sido horas de trabajo en las que la concentración
y la reflexión mientras escribía lo grabado han estado presentes y ha sido una constante.
Esta etapa dentro del proceso de investigación me ha permitido ir ahondando y
profundizando más en la historia de Concha. La forma, la entonación, el volumen…
todo ello, conjugado con el recuerdo de sus miradas y gestos, me han ayudado a crear
una imagen de las vivencias de nuestra investigada que me han brindado momentos de
reflexión a la hora de reconstruir su historia de vida. Además, después de cada
53
transcripción, las anotaciones de cuestiones que a mi parecer podían ser interesantes de
tratar han sido importantes para contextualizar la investigación.
Dentro del proceso metodológico con historias de vida, la devolución de la
transcripción de las entrevistas es un paso vital en la relación investigadora-investigada.
Es la etapa donde por primera vez la persona investigada se enfrenta a su propia historia
contada por ella misma pero desde una posición diferente. Se ve reflejada en sus propias
palabras escritas por otra persona y puede ser un proceso duro. De ahí mi preocupación
cuando Concha leyera la transcripción. Como dice Cortés (2012), considero que la
devolución en la investigación biográfica es
esencial por dos razones: por un lado, sitúa al investigado en una posición participativa,
donde la toma de decisiones en el propio hecho de la investigación, y por otro lado, es
un elemento clave para comprender y evidenciar que la información que estamos
trabajando tiene el sentido que realmente se quiere dar (p. 68).
Lo que se pretende con la devolución del trabajo realizado en las transcripciones es
“hacer partícipes a los sujetos de sus propias palabras” (Rivas y Leite, 2011, p. 77). Es
el momento donde nuestra investigada podía hacernos llegar cualquier tipo de
modificación, sugerencia, aportación reflexiva… es decir, esta etapa de devolución es
de suma importancia porque es donde se fortalece la relación de igualdad y democrática
entre investigadora e investigada.
Concha pidió que le entregara la transcripción de todas las entrevistas al mismo tiempo.
Así lo hice y cuando ella las leyó surgió uno de los primeros “problemas”. Ella es
escritora y profesora de Lengua y Literatura, está acostumbrada a escribir
correctamente, así que, cuando leyó las entrevistas y observó que éstas estaban
transcritas respetando la literalidad de lo grabado, se puso en contacto conmigo para
ofrecerse a realizar de nuevo las entrevistas. Tuve que explicarle algunos de los
procedimientos metodológicos que se siguen en la investigación narrativa así como el
tratamiento que daríamos a la información obtenida. Compartí con ella también mis
dudas al respecto y el modo de hacer investigación, así como compartir con ella que
estos son mis primeros pasos como investigadora. Consulté a mi directora y convenimos
algunas de las cuestiones que diría a Concha. Le expliqué que lo que buscaba como
investigadora era que las entrevistas se convirtieran en un diálogo compartido y que mi
labor consistiría en indagar y ordenar la información obtenida. Además le mostré el
54
resultado de un trabajo con entrevistas en profundidad para disipar las posibles dudas
que le quedaran después de la explicación.
A partir del momento en que todo quedó aclarado y después de que Concha no realizara
ninguna modificación del contenido de las entrevistas, pude comenzar con un análisis
más profundo del relato.
4.2. Temáticas y categorías
Como ya se ha comentado anteriormente, la transcripción de las entrevistas ha supuesto
el primer paso hacia la reconstrucción de la historia de vida de nuestra investigada.
Después de llevar a cabo este importante paso dentro del proceso de investigación,
había llegado el momento de profundizar en la información proporcionada por Concha.
Lo primero que hice fue releer con detenimiento todas las entrevistas que organicé
dentro de un mismo documento para facilitar el trabajo. Así, esta nueva lectura se
realizó detenidamente. Las pausas reflexivas se constituyeron en un elemento muy
importante para analizar las diferentes temáticas dentro del relato de Concha. Durante
este primer paso hice una primera tematización16
con aquellos aspectos que consideraba
relevantes y que habían constituido una parte importante del discurso de Concha.
Convenimos establecer ocho grandes temas que a su vez se subdividían en otros tantos.
Para Van Manen (2003) las temáticas “no son objetos ni generalizaciones (…) son más
como nudos en los entramados de nuestras experiencias y en torno a ellos se van
hilando ciertas experiencias, vividas como un todo significativo” (p.108).
A continuación se muestran diferentes esquemas de la evolución que refleja la reflexión
sobre las temáticas encontradas en el relato de nuestra investigada. Hablamos de
evolución porque a lo largo de todo el proceso realizado en esta investigación, la
organización y clasificación de la información obtenida en las entrevistas se ha ido
reelaborando mediante las lecturas y reflexiones que han formado parte del proceso
como investigadora. Quiero resaltar el hecho de que para la elaboración de este apartado
han sido muy importantes las Tesis Doctorales de Mª Jesús Márquez (2011),
Mediadoras Interculturales en Centros Educativos. Un punto de vista narrativo; de
Analía Leite (2011), Historias de vida de maestros y maestras. La interminable
construcción de las identidades: Vida Personal, Trabajo y Desarrollo Profesional y de
16
En el apartado de anexos se podrá observar el trabajo realizado con las entrevistas de Concha.
55
Berenice Mattos (2011). La voz del alumnado: Una investigación narrativa acerca de
lo que siente, piensa, dice y hace el alumnado de Magisterio de Educación Física en su
formación inicial. Éstas me han brindado una visión muy rica y completa acerca de
cómo realizar el análisis de los temas y categorías del relato de la investigada. He
escogido de cada una de ellas elementos que aportan a nuestro estudio una dimensión
más amplia y enriquecedora.
Primera mirada al relato de Concha (Mayo de 2015):
Temas Subtemas
1. Infancia y juventud.
- Contexto social y político donde crece.
- Familia:
Madre.
Padre.
Hermanas.
Familia extensa: Tías, tíos...
- Internado:
Marginación.
Maltrato.
Racismo.
- Personalidad cuando era niña.
2. Historia familiar actual.
- Boda:
Presiones para que se case.
Creencias.
Advertencias sobre el matrimonio.
- Relación familiar:
Marido.
Hijos e hija.
Padre.
Suegra.
Familia política.
- Qué entiende por amor.
- Mujer, madre, maestra y ama de casa.
- La soledad.
- Cambio de aires: De Las Palmas a Almería.
3. Profesional.
- Ingreso en la profesión: Corrupción en las
oposiciones y primer trabajo.
- Experiencias profesionales y ambientes
dentro de la institución:
Las Palmas.
Almería.
- Metodología dentro del aula:
56
Una autora desconocida.
Cartas abuelas/os, cartas soldados,
cartas a don Rafael, el fantasma
JARN...
Encuentros con autores.
Biblioteca.
Premios ganados a través de la
escritura...
- Otras experiencias profesionales: Ateneo,
ALIN...
4. Personalidad.
- Respeto hacia otras personas.
- Ingenuidad.
- Influencia del contexto socio-político en su
infancia.
- Influencia historia personal-familiar.
- Percepción que ella cree que tienen otras
personas sobre ella.
- Responsabilidad.
- Un paréntesis.
- Diplomacia.
- Timidez.
- Valentía.
- Visión de la sociedad.
- Influencia de su experiencia personal en el
trato a las/os niñas/os en el aula.
5. Visión de la infancia, de las y los
profesionales de la educación y de la escuela.
- Visión holística que deben tener las/os
maestras/os.
- Estudios de futuras/os enseñantes.
- Visión de la escuela.
- Percepción de Concha sobre las personas
adultas y la infancia.
6. Política.
- Concha progresista.
- La conciencia social como cambio necesario
para la transformación.
- La libertad.
- Política Educativa.
7. Religión.
- La Fe como refugio.
- Respeto a otras creencias.
- Visión particular de la religión.
57
8. Amor.
- El amor como vía de escape.
- Soñar el amor.
Segunda mirada al relato de Concha (Julio de 2015):
Temas Subtemas
1. Infancia y juventud.
- Contexto socio-político y entorno.
- Familia:
Madre.
Padre.
Hermanas.
Familia extensa: Tías, tíos...
- Internado:
Marginación.
Maltrato.
Racismo.
- Personalidad cuando era niña.
2. Historia familiar.
- Pre-boda y boda:
Presiones para que se case.
Creencias sobre el matrimonio basadas
en la moral cristiana de la época.
Advertencias sobre el matrimonio.
- Relación familiar:
Marido: ¿Qué es el amor?, el amor
como vía de escape.
Hijos e hija.
Padre.
Suegra.
Familia política.
La soledad.
- Mujer, madre, maestra y ama de casa.
- Cambio de aires: De Las Palmas a Almería.
- Si no se hubiera casado.
3. Profesional y Laboral
- Ingreso en la profesión.
- Experiencias profesionales y ambientes
dentro de la institución:
Las Palmas.
Almería.
- Metodología dentro del aula:
58
Una autora desconocida.
Cartas abuelas/os, cartas soldados,
cartas a don Rafael, el fantasma
JARN...
Encuentros con autores.
Biblioteca.
Premios ganados a través de la
escritura...
- Otras experiencias profesionales: Ateneo,
ALIN...
4. Personalidad de Concha forjada por la
experiencia.
- Respeto hacia otras personas.
- Ingenuidad.
- Influencia del contexto socio-político en su
infancia.
- Influencia historia personal-familiar.
- Percepción que ella cree que tienen otras
personas sobre ella.
- Responsabilidad.
- Un paréntesis.
- Diplomacia.
- Timidez.
- Valentía.
- Visión de la sociedad.
- Influencia de su experiencia personal en el
trato a las/os niñas/os en el aula.
5. Visión de la infancia, de las y los
profesionales de la educación y de la escuela.
- Estudios de futuras/os enseñantes.
- Visión de la escuela.
- Percepción de Concha sobre las personas
adultas y la infancia.
- Política Educativa.
6. Política (Visión de Concha).
- Concha progresista.
7. Religión.
- La Fe como refugio.
- Respeto a otras creencias.
- Visión particular de la religión.
8. Vida actual de Concha.
- La jubilación.
- Lo que necesita.
- Percepción de sí misma.
59
- Percepción de las relaciones entre mujeres y
hombres.
Tercera mirada al relato de Concha (Agosto de 2015):
Temas Subtemas
1. Vivir y crecer en un pueblecito de las
montañas orensanas.
- Conformando la identidad de Concha.
- Experiencias y vivencias familiares.
- Aprender en un internado religioso.
2. Mi vida sin mí.
- El comienzo de una vida en soledad.
- Mujer, madre, maestra y ama de casa.
- Sumergirse en la oscuridad: El cambio de
ciudad.
- Reflexiones de una mujer.
3. La vida en el aula.
- Ingreso en la profesión.
- Experiencias profesionales y ambientes
dentro de la institución.
- La imaginación de Concha como recurso
fundamental en su práctica docente.
- Otras experiencias profesionales que han
enriquecido la vida personal y profesional de
Concha.
4. De-construyendo la personalidad de
Concha.
- Las vivencias de Concha como eje
vertebrador del trato hacia otras personas.
- Algunas características que la definen.
- Percepción que Concha cree que tienen otras
personas sobre ella.
- Visión de la sociedad: La individualidad.
- Pensamientos y reflexiones progresistas de
Concha.
5. ¿Qué piensa Concha sobre la infancia, el
profesorado y la escuela?
- Cómo deberían ser los estudios de
Magisterio.
- La escuela: Una fuente de ideas, alegría y
respeto.
- Relaciones entre el mundo de la infancia y el
adulto.
- Reflexionar sobre Política Educativa.
60
6. Hablar sobre Religión.
- La Fe como refugio.
- Respeto a otras creencias.
- Visión particular de la religión.
7. Concha ahora.
- Un paso más: La jubilación.
- ¿Qué siente, piensa y necesita Concha en
esta etapa de su vida?
Cuarta mirada al relato de Concha (Septiembre de 2015):
Temáticas
- Conformando la identidad de Concha.
- Experiencias y vivencias familiares.
- Aprender en un internado religioso
Parte Primera: La infancia
- El comienzo de una vida en soledad.
- Mujer, madre, maestra y ama de casa.
- Sumergirse en la oscuridad: El cambio de ciudad.
- Reflexiones de una mujer y personalidad de Concha.
Segunda Parte: Lazos Familiares
- Ingreso en la profesión.
- Experiencias profesionales y ambientes dentro de la
institución.
- La imaginación de Concha como recurso fundamental en
su práctica docente.
- Otras experiencias profesionales que han enriquecido la
vida personal y profesional de Concha.
Tercera Parte: La Maestra
- Cómo deberían ser los estudios de Magisterio.
- La escuela: Una fuente de ideas, alegría y respeto.
- Relaciones entre el mundo de la infancia y el adulto.
- Reflexionar sobre Política Educativa.
Cuarta Parte: Una Maestra
- Un paso más: La jubilación.
- ¿Qué siente, piensa y necesita Concha en esta etapa de su
vida?
Quinta Parte: El júbilo de
renacer
El proceso de evolución de los temas y subtemas de esta investigación ha supuesto un
trabajo concienzudo de reflexión, sobre todo, en la parte de la clasificación de los
61
subtemas. Ha habido ocasiones en las que ha sido necesario repensar su ubicación y con
ello, el volver a unificar o no ciertas cuestiones en un mismo subtema.
El siguiente paso de este proceso es establecer las categorías analíticas que englobarán
las temáticas, es decir, pasamos a “las categorías de análisis que emergen de éstas y que
las engloban con el propósito de darle sentido y una organización al conocimiento”
(Márquez, 2011, p. 150). Para la organización de estas categorías en el análisis de la
identidad, tanto Márquez (2011) como Leite (2011), utilizan el planteamiento de Dubar
(2000) cuando habla sobre el sentido diacrónico y sincrónico de dicha organización.
Leite (2011) refiere que,
lo diacrónico, temporal, está ligado a la trayectoria subjetiva y a una interpretación de la
historia personal, socialmente construida expresada en la historia vivida, la trama, el
argumento de la misma. Lo sincrónico, por su parte, entendido como el eje espacial
ligado al contexto de acción, a la definición de la situación en un espacio culturalmente
dado, los escenarios de actuación (p. 201).
Entiendo así, que lo diacrónico es la vivencia personal y subjetiva de la investigada, lo
que siente, piensa y lo que le emociona en cada momento; y lo sincrónico son los
diferentes escenarios socio-políticos, culturales y económicos que enmarcan su historia
y que influyen definitivamente en su vida, de una u otra manera. Partiendo de esta
reflexión, “las categorías de análisis debían reconocer, recuperar e integrar aquellos
elementos, aspectos, situaciones y hechos que diesen cuenta de la trayectoria de
Concha” (Leite, 2011, p. 201). Recuperando el concepto de identidad que hemos
referido con anterioridad, debemos recordar que ésta se conforma a través de las
experiencias de los sujetos que se encuentran atravesadas por diferentes contextos
históricos (Rivas, 2009 y Leite, 2011). Es por ello que encuentro fundamental plantear
aquí la distinción entre un concepto y otro al igual que lo realizan las dos autoras
(Márquez, 2011 y Leite, 2011).
Otro aspecto fundamental para la construcción de categorías analíticas lo comprendí
después de la visita al Máster en Investigación y Evaluación Didáctica para el
Desarrollo Profesional Docente, en la asignatura de Investigación y Corporeidad en el
Contexto Escolar, de un alumno en proceso de Tesis Doctoral17
, Iván de Jesús Espinosa
17
Experiencias significativas en las relaciones docente-estudiantes-comunidad en escuelas
telesecundarias de la región intercultural HUSANCHA
62
Torres, en las que planteó una cuestión importante sobre el cómo comprender los relatos
autobiográficos. Él habla de que las personas contamos nuestra historia pasada según la
pensemos y sintamos en el presente. La subjetividad de los relatos es la unión de lo que
sentimos en el pasado y lo que sentimos en el presente al recordar, elemento a
considerar en el proceso de elaboración de las categorías de análisis. En este sentido
Leite (2011) habla sobre las dos funciones de una narración:
Un segundo aspecto en la elaboración de las categorías de análisis se relacionó, por un
lado, con las dos funciones de una narración según Labov y Waletzky (citado por Kohli,
1993, p. 179): la función referencial y la función evaluativa. La primera referida a la
descripción temporal de los acontecimientos del pasado y la segunda al sentido que
asumen esos acontecimientos en el presente, en la situación en que el relato ocurre (p.
202).
Por último, era necesario reflexionar sobre “los rasgos y características particulares del
trabajo y la profesión docente que a su vez (…) nos conecta con marcos históricos,
sociales, políticos y culturales desde los cuales emerge la educación (…) y la
estructuración de un trabajo y una profesión” (Leite, 2011, p. 203). Este sería el tercer
componente para tratar de elaborar las categorías analíticas de esta investigación sobre
la historia de vida de Concha.
Coincido con Leite (2011) en establecer tres categorías de análisis en las que se integran
las siete temáticas que han resultado del relato de Concha. Esas tres categorías son:
Identidad personal, identidad social e identidad laboral.
Tengo que aclarar que esta última categoría, identidad laboral, yo la definiré como
identidad profesional. Leite (2011) hace una distinción entre estos dos términos,
afirmando que para ella “supone una toma de posición respecto del reconocimiento de
la enseñanza como un trabajo” (p. 209), puesto que, los protagonistas de su
investigación definen la enseñanza como “tarea peculiar, profesión peculiar” (p. 209).
También hace mención a investigaciones que hablan de la “des-humanización y des-
profesionalización de los colectivos docentes”. Pero en el caso del relato de Concha,
habla sobre la enseñanza como un trabajo altamente cualificado cuando ella realizó los
estudios de Magisterio. Es cierto que en la actualidad habla de la falta de conocimientos
y preparación de las/os futuras/os enseñantes pero en esta investigación esa temática no
se encuentra dentro de la categoría de identidad profesional. Hemos enmarcado las
63
vivencias y experiencias de Concha como categoría de análisis profesional docente. A
continuación presentamos el cuadro que ayuda a la visualización de las categorías
analíticas y de las temáticas que cada una engloba.
Cuadro 3. Categorías
Categorías de Análisis Temáticas
Identidad Personal
- Conformando la identidad de Concha.
- Experiencias y vivencias familiares.
- Aprender en un internado religioso.
- El comienzo de una vida en soledad.
- Mujer, madre, maestra y ama de casa.
- Sumergirse en la oscuridad: El cambio de ciudad.
- Reflexiones de una mujer y personalidad de
Concha.
- Un paso más: La jubilación.
- ¿Qué siente, piensa y necesita Concha en esta
etapa de su vida?
Identidad Social
- Cómo deberían ser los estudios de Magisterio.
- La escuela: Una fuente de ideas, alegría y
respeto.
- Relaciones entre el mundo de la infancia y el
adulto.
- Reflexionar sobre Política Educativa.
Identidad Profesional
- Ingreso en la profesión.
- Experiencias profesionales y ambientes dentro de
la institución.
- La imaginación de Concha como recurso
fundamental en su práctica docente.
- Otras experiencias profesionales que han
enriquecido la vida personal y profesional de
Concha.
La categoría de identidad personal hace referencia a todos aquellos aspectos del relato
de Concha que tienen que ver con su infancia, su historia familiar y las relaciones
familiares (padre, madre, hermanas…), la personalidad de Concha, la constitución de su
propia familia y el lugar que ocupa en ella, etc. Para la Leite (2011, p. 206) “la identidad
personal, como sedimento histórico y relacional, resulta esencial en la re-construcción
de las identidades docentes (…) para mostrar, para visualizar las imbricaciones de la
64
historia personal y familiar”. A partir de esta afirmación, reflexiono sobre el hecho de
que una historia personal, con todo lo que ello implica, marca el inicio de toda una vida
de toma de decisiones que irán sorteando obstáculos y que forjarán nuestra identidad
como personas y por con siguiente, como profesionales.
La identidad social, en esta investigación, se refiere a las percepciones y maneras de
actuar que nuestra investigada tiene acerca de las niñas y niños (percepción que influye
en cómo tratarlos dentro del aula), qué piensa Concha sobre el profesorado y sobre todo
de la Política Educativa que deja huella tanto en el alumnado como en el profesorado.
Podríamos decir que nos referimos a lo que vive, piensa y reflexiona sobre la educación
a partir de los diferentes momentos históricos vivenciados personal y profesionalmente.
Dice Leite (2011) que cuando hablamos de identidad social debemos
reconocer que la cultura no es tanto una estructura institucional como un modo de
interpretar el mundo de acuerdo con otros. Este es el sentido cuando hablamos de la
identidad social como un proceso que integra imágenes, valores, prácticas, discursos y
relaciones –sedimentadas sede los histórico-político-social- sobre la docencia, sobre lo
que es, dice, hace y debería hacer, ser y decir un maestro o una maestra, siempre en co-
relación con el otro/a, otros/as (p. 208).
Por último, la identidad profesional, la entiendo como aquellas vivencias de Concha
dentro de la institución educativa. Ello engloba tanto su ingreso en la profesión
(sentimientos acerca de su primer trabajo) práctica profesional (metodología), como las
relaciones con las y los compañeras/os que influyen en su vida y otras prácticas fuera
del aula que enriquecen a Concha a nivel personal y profesional, entre otras. Entiendo la
identidad profesional como la manera que ha tenido Concha de afrontar su profesión en
cada momento histórico influenciado por creencias alejadas del pensamiento liberal de
nuestra protagonista.
Como categorías de análisis transversales en el relato de Concha, encontramos el género
y la religión. Según Cobo (2005) el género,
se ha desarrollado en varias direcciones (…). En primer lugar, el concepto de género se
refiere a la existencia de una normatividad femenina edificada sobre el sexo como
hecho anatómico. En segundo lugar, esta normatividad femenina reposa sobre un
sistema social en el que el género es un principio de jerarquización que asigna espacios
y distribuye recursos a varones y mujeres. Este sistema social será designado por la
65
teoría feminista con el término de patriarcado. En tercer lugar, el género se ha
convertido en un parámetro científico irrefutable en las ciencias sociales (p. 250).
Como hemos reflejado dentro del marco teórico de esta investigación, el momento
histórico que le toca vivir a Concha es un momento muy difícil para las mujeres. Los
roles impuestos, tanto a mujeres como a hombres, por un sistema fuertemente patriarcal
han atravesado la historia de Concha desde su infancia hasta su madurez. La sociedad
en la que tuvo que desempeñar su actividad docente se caracterizaba por el predominio
del machismo en todas las instituciones, comenzando por la familia y terminando por la
escolar. Aunque para nuestra protagonista el hecho de ser mujer no ha sido un factor
discriminatorio en su profesión. Así lo cuenta ella después de hacerle la siguiente
pregunta, ¿Tú crees que ha podido influir ser mujer en tu carrera profesional?:
Yo creo que… nunca había influido en ningún sentido hasta que llegué aquí
porque aquí esta gente dividían a las personas en pitos y agujeros. Y entonces
pues, hablar con los compañeros era sospechoso, era una cosa así como de la
Edad Media o así, ¿no? Pero no me ha influido para mal ni para bien. Yo
siempre he encontrado mejores amigos entre los hombres que entre las mujeres,
por lo que fuera, siempre me han parecido más respetuosos, más afectuosos,
¿sabes?, me entendía mejor con los hombres que con las mujeres, no sé por qué.
También he tenido compañeras extraordinarias, ¿eh?, también. Pero bueno,
creo que no me ha influido de una manera especial el ser mujer. Yo creo que en
Magisterio es la carrera, quizá, en la que hay menos diferencia en ese sentido,
quizá. No sé si en medicina u otras ahora, porque claro las cosas han cambiado
mucho, pero yo no me he sentido discriminada por ser mujer, por ser mujer no.
(Concha, Abril de 2015)
La otra categoría transversal que está en relación directa con el género, es la Religión.
Concha cuenta que, tanto la familia de su madre como la de su padre, estaba integrada
por religiosos y religiosas y que ha sido un aspecto muy importante de su vida, sobre
todo cuando ingresa en el internado dirigido por monjas. La moral cristiana de aquel
momento cala en nuestra protagonista, pero con el paso del tiempo, ella encuentra su
peculiar forma de creer. Es interesante reconocer en el relato de Concha cómo es
educada en creencias religiosas pero como a su vez reflexiona sobre qué significa tener
66
Fe y sobre el respeto hacia el prójimo como ser humano con creencias diferentes a la
suya.
(…) se distinguieron un poco también al ser un poco acomodados por tener en
la familia muchísimos curas, tanto que... cura en gallego se dice “crego”, y mi
abuelo materno era el “crego” y entonces a mí de niña me llamaban la
“Conxinha del crego”. Era el mote de mi familia por la cantidad de curas y
monjas que ha habido. Una familia muy religiosa en aquellos tiempos y, yo en
medio del tiempo, luego fui interna, (…) a los diez años cuando aprobé el
ingreso fui interna a un colegio de monjas, (…) lo que tuvo que ver también mi
manera de pensar.
(Concha, Abril de 2015)
4.3. Re-construcción de la historia de vida de Concha
Después del proceso de análisis de las entrevistas en profundidad donde se ha
desgranado por completo la vida Concha, el siguiente paso era volver a re-construirla.
Como se ha expuesto con anterioridad en esta investigación, las entrevistas se volvieron
un diálogo compartido y como tal, la conversación se hizo natural. La información y los
datos que Concha me ha ido aportando a lo largo de estas cuatro entrevistas, se
mezclaban entre comentarios, pensamientos, risas y emociones que iban surgiendo
durante todo el proceso. Mi labor como investigadora, ha sido indagar y profundizar en
el contenido de las mismas para poder re-construir la historia de Concha sin que ésta
pierda su sentido y su coherencia. Ha sido una labor muy meticulosa, puesto que,
contaba con muchísima información que he tenido que seleccionar y descartar para
poder mostrar cuáles han sido las vivencias de Concha que han configurado su
identidad, tanto personal como profesional.
67
5. Historia de vida de Concha.
Historia de vida de Concha
Primera Parte: La Infancia
“Saudade e Soños”. El colorido de una mariposa sobre Galicia
Nací en el año 41, en el año del hambre, un año sumamente difícil para la sociedad
familiar y nacional. Nací un mes de febrero, un día 7. Nuestra casa y nuestro barrio
eran del casco de Carballino. Carballino era una pequeña ciudad. Viví allí casi desde
los 10 años hasta que me fui a Canarias que tenía 21. Rozadas de Viña, es la aldeíta en
la que nací. Una aldea casi medieval, muy buena gente, las puertas abiertas, nadie
cerraba las casas. No nos enterábamos de las cosas que pasaban porque en las aldeítas
no había delincuentes, ni iban por allí. No había nada que robar tampoco porque era
gente que sobrevivía. Fue maravilloso criarme en el campo y conocer tantos bichos. Yo
era una más y ¡tantas plantas y tantos pájaros! Y la gente tan distinta. Me ha marcado
muchísimo para bien eso, ¡ojalá todos los niños tuvieran esa experiencia!, aunque
fuera durante el verano sólo.
Mi madre era un cielo de persona, un sol, linda, progresista. Se llamaba María, María
Josefa. Todo el mundo la llamaba Doña María. El poco tiempo que la tuve me ha
influido muchísimo en mi manera de ver la vida. Se ve que también tengo un carácter
parecido al de ella, pero la visión que tenía ella de la vida… Mi padre era un hombre
muy valioso, muy culto, ella también. Eran dos maestros muy cultos. Hicieron la
carrera con la República, les tocó por su edad. Mi padre era un adolescente cuando la
República y aunque era muy de derechas hasta que conoció la Democracia, si decía
que la República llenó de libros las escuelas. He oído muchas veces que fueron los
Maestros mejor preparados de la historia de España y mis padres eran dos pedazos de
Maestros. Eran dos personas cultísimas que además, valoraban la cultura y eso influyó
muchísimo en nuestra educación. Otra cosa curiosa que decía mi padre es que tenían
unos sueldos fantásticos. Mi madre no tuvo sueldo porque terminó la carrera en tiempo
de la Guerra y las oposiciones las aprobó cuando nací yo. Por problemas de la Guerra
y de todas estas cosas estuvo como interina mientras tanto. Mi padre era una persona…
Yo diría intolerante. Fue un padre extraordinario que se preocupó muchísimo de
nuestra educación y de nuestra salud, por ejemplo. Pero era muy duro, sobre todo
68
conmigo porque él no admitía que yo dijera lo que pensaba, incluso para jugar o para
estas cosas y, entonces eso me ha marcado y lo recuerdo mucho. Fui una niña un poco
rebelde, no rebelde mala, sino, que tenía mi propia vida desde pequeña. Tenía mis
propias ideas y en aquel ambiente en el que tenías que obedecer a todo, pues me costó
muchas lágrimas y algunos castigos importantes también a lo largo de los primeros
años. Tenía un carácter un poco especial, siempre decía lo que pensaba aunque me
riñeran o me castigaran. ¡Qué caro me ha costado ser una niña imaginativa! El no ser
muy comprendida por mi padre como comprendía a mi hermana, por ejemplo, pues me
dolía mucho. Tenía mi manera de ser y no era tan obediente, a lo mejor. Era obediente
porque le tenía miedo. Eso me ha durado toda la vida. Eso me marcó muchísimo a la
hora de comprender a los niños cuando llegué a ser maestra. Él también lo pasó muy
mal cuando era niño, también lo trataron con dureza y supongo que eso es lo que
aprendió, no le culpo en absoluto, al contrario, tengo mucho que agradecerle. Y mi
madre y yo, cuando no estaba mi padre, cantábamos y bailábamos o hacíamos
gimnasia, cosa muy mal vista en aquellos tiempos y me decía: “Mira, no digas a nadie
que cantamos y bailamos, sino van a decir que somos mujeres mundanas”. Mi madre
ha influido mucho en mi manera de ver la vida también y me comprendía, mi padre no.
A mi madre le daba pena que mi padre fuera tan duro conmigo. Ella me decía: “Tú
eres la mejor de tus hermanas”. Pero yo creo que me lo decía para consolarme de lo
duro que era conmigo. Él temía y, me lo dijo más de una vez, que algún día me
dedicara a la farándula y que me convirtiera en una cosa que tenía mal nombre.
Mi familia fue, tanto por parte de madre como de padre, campesinos acomodados. Eso
quiere decir que tenían lo necesario para vivir, que incluso podían vender alguna
vaquita o los productos de la tierra y se distinguieron un poco también al ser un poco
acomodados por tener en la familia muchísimos curas, tanto que, cura en gallego se
dice “crego”, y mi abuelo materno era el “crego” y, entonces a mí de niña me
llamaban la “Conchiña del crego”. Era el mote de mi familia por la cantidad de curas
y monjas que ha habido. Una familia muy religiosa en aquellos tiempos y yo en medio
del tiempo.
Una curiosidad, por si sirve como anécdota y en algo puede que marque mi vida y la de
cualquiera. A mi padre y a sus hermanos los crió un tío cura que era también durísimo
pero era también una gran persona, eran aquellos tiempos. Y a mi madre, la crió otro
69
cura hermano del abuelo porque el abuelo no podía darle carrera. Todo eso marca,
quieras que no. Fue una vida muy distinta a la de mis amigas en todos los aspectos, no
sé. Tuve muchas cosas buenas también que recordar, muchas cosas bonitas. Yo me
quedo con lo mejor siempre.
Yo tenía dos hermanas más pequeñas, una era Rosalía, Rosalía Castro, te puedes
imaginar la pobre… en Galicia… Bueno, Rosalía, que era un bombón de niña, estaba
todo el día sentada, no daba ningún problema, se lo comía todo, dormía cuando mis
padres querían, se dormía siempre, era un cielo de niña, un caramelo y era la favorita
de mi padre desde que nació. La pequeña era la pequeñita. Se llama Mari Cruz.
A mi madre la mandaban a otras escuelas porque era maestra provisional o porque las
cosas estaban así. Entonces yo era siempre la que iba con ella porque era la mayor. Mi
madre y yo teníamos algo muy, muy estrecho entre nosotras, un vínculo muy estrecho.
Mis hermanas también, pero por ejemplo con la segunda, a mi madre la ayudaron
mucho sus dos hermanas, mi tía Dominga y mi tía Filomena. Eran unos cielos. A mi
hermana Rosalía medio la criaron hasta los dos o tres años que ya mi madre tuvo una
plaza en propiedad y a mí mientras tanto, me llevaba a todas partes. La relación con mi
madre era absolutamente cercana y entrañable y qué te voy a decir, maravillosa, hasta
que fui interna a los 10 años. Un hecho crucial y tremendo fue que cuando tenía… no
tenía 13 años, se murió mi madre. Eso marcó mi vida definitivamente. No puedo hablar
de mi madre sin llorar. En mi casa el ambiente al morir mi madre era muy duro
también. Al no estar mi madre, mi padre estaba convencido de que tenía que meterme
en vereda pero yo tampoco hacía nada malo. No sólo mi padre me marcó cuando era
niña, sino que en general los adultos eran muy duros con los niños. Bueno, pero no
todos los niños tienen la misma experiencia que yo.
A mí me gusta leer desde pequeña porque mis padres cultivaron mucho eso a pesar de
no haber libros para niños en aquellos tiempos, en mi infancia, pero mis padres
supieron hacerlo. Para niños no había libros infantiles prácticamente. El primer libro
de niños que tuve fue un regalo que me hicieron y era un libro racista a tope. Un libro
con poquitas páginas, que se titulaba “Pepito, el negrito que quería ser blanquito”.
Fíjate tú qué maravilla de cuento. Nunca lo he olvidado. Y después hubo una inspectora
que escribió unos libros, “Maribel y su familia”. Eran como tres o cuatro libros. Mi
padre me los regaló cuando yo era adolescente y eran unos libros horrendos. Mi padre,
70
el pobre, tenía un concepto muy amargo de la vida por lo mal que lo habría pasado.
Eran unos libros de una huérfana a la que su padre la maltrataba, le hacía pedir
limosna, venía borracho. Ese era el tema de los libros. Yo los leía poquito, era cuando
murió mi madre también. Me ponían tristísima. En las escuelas de mis padres tampoco
había libros, entonces ellos se las apañaban con nosotras y con los alumnos, contando
cuentos tradicionales que a lo mejor los niños no conocían o de textos clásicos que
podían conseguir, o también de episodios de la historia de España que a los niños les
gustaba mucho. Por ejemplo, “Los Hombres Primitivos”, “Las Campañas de Indíbil y
Mandonio” que eran los jefes de unas tribus, eso me encantaba, esa época… “Viriato”,
“Guzmán el Bueno”, todas estas cosas. Mis padres se valían de la historia también.
Mi padre, pobrecillo, para darnos carrera a las tres, se las vio y se las deseó. Fue un
padre extraordinario en muchos aspectos. Menos mal que como había heredado fincas
y estas cosas, pues fue vendiendo pinos, las finquitas... Primero para poder soportar la
enfermedad de mi madre que fueron cinco años y, luego, para poder darnos carrera a
las tres. Pagando un colegio de señoritas, que era un colegio caro y después mis
hermanas. Mis hermanas estuvieron internas conmigo ya cuando murió mi madre. Mi
hermana la pequeña aún estuvo un curso con mi padre. La otra pequeña estuvo dos o
tres años con mi padre mientras iba a la escuela antes de ir interna conmigo. Creo que
estuvieron un año nada más internadas, después las llevó al Colegio de Huérfanos de
Zaragoza, de Huérfanos de Magisterio porque él ya no podía más económicamente y
entonces se fueron a allí. Era un internado, pero no un internado riguroso que no
podían asomarse a las ventanas ni nada, sino que salían, ligaban y se lo pasaban muy
bien, hacían excursiones… Hicieron allí la carrera de Magisterio y tienen un recuerdo
maravilloso. De mis hermanas vive la pequeña que es Mari Cruz y Rosalía murió hace
ya 25 años. Murió muy joven, a la misma edad que mi madre. Mi hermana pequeña
tuvo ocasión de aprender idiomas porque destinaron al marido a Inglaterra y fue
profesor de español. Tuvieron un camino distinto al mío. Y yo pues nada, yo Maestra.
Mi padre me dijo: “Tú, Maestra”. Y yo, Maestra.
Medio las he criado a las dos, ¡claro! Era la mayor. Y fue una etapa durísima, la
verdad. La adolescencia, muy dura pero bien, bueno, ahí estamos. Cuando era
jovencilla e iba con mis amigas a sus casas, las abrazaban las abuelicas, la madre, el
padre…, les daban besos y yo decía: “A mí nadie me da un beso nunca”. Es verdad, yo
no tenía a nadie nunca que me diera un beso, era un desierto, si, muy fuerte.
71
A los diez años fue cuando aprobé el ingreso y fui interna a un colegio de monjas. Mis
padres deciden ingresarme allí por cariño. Cuando yo tenía 10 años eran los maestros
del barrio de los pulpeiros de Carballino. Mi madre no llegó a ejercer porque enfermó
y no pudo ser. De mi casa al colegio había un kilómetro de distancia y mis padres para
que no me mojara, para que no pasara frío, me metieron interna. También para que las
monjas me enseñaran a comer, según decía mi padre. Yo que sé, eso es lo que me
decían. El paso por el internado fue fundamental. Fue un modo de vida completamente
distinto. Un internado muy rígido. Separarme de mi madre, fue tremendo. Fue lo peor
y, la libertad que yo tenía... Cuando llegué y vi aquel palacio… Era como un palacete,
como se dice en Galicia, un pazo que era de una familia célebre que fue pariente de mi
familia, muy lejana. Vi a las monjas vestidas de largo y aquella puerta que se cerró, fue
una experiencia durísima… sobre todo eso. Y ya no disfruté nunca más de ella, no la
veía casi nunca, ni ella a mí, pero debió ser aún peor para ella. Y ya está.
Pero yo no me sentía mal allí, como en mi casa había más soledad y más tristeza,
incluso tenía miedo a las vacaciones. El internado era como un pequeño país. Allí
había como un resumen de lo que era el mundo. Entre las mismas monjas, había
monjas muy diferentes. Había categorías entre ellas, que a mí me parecía fatal. Había
una monja que era un poco más despreciada, como era la cocinera, la Madre Belisaria.
Estaba la Madre Soledad, que era sorda, pero era un dulce de monja y era la maestra
de las “niñas gratuitas”, de las pobres. Yo como era interna no entraba, pero las niñas
externas entraban por la puerta principal del colegio y las “niñas gratuitas” entraban
por un portón que había en la esquina del patio y, allí mismo estaba el aula de las
“niñas gratuitas”. Teníamos prohibido hablar con ellas. Hacían el recreo aparte, si es
que hacían recreo, que creo que no. No lo recuerdo. ¡Había una marginación! Eran los
tiempos también. Yo no culpo a las monjas porque las monjas hacían lo que
aprendieron a hacer y, entre ellas había mejores personas y peores personas también y,
había personas extraordinarias. A veces nos castigaban a ir a las clases de las “niñas
gratuitas”. Como a mí no me gustaba estudiar latín, pues me castigaban a ir allí y yo
me lo pasaba pipa pues allí tenía un grupillo de amigas y me gustaba mucho estar con
ellas.
Nos marcó mucho una monja que se llamaba la Madre Esclavitud, fíjate si el nombre le
va también. Era tremenda, las monjas le tenían miedo y nosotras le teníamos pánico.
Cuando nos llamaba, íbamos temblando como una vara verde. El sistema que seguía
72
con las internas era horrible. Las niñas internas mayores le gastaban a veces trastadas
porque era muy miedosa. Todas las personas crueles son cobardes. Nos maltrataba
mucho. Maltrataba incluso a la monja que la ayudaba, la Madre Margarita.
Una de las experiencias duras, pero que me parece maravillosa al recordarla, fue que
un señor, no recuerdo cómo se llamaba, tenía un cine en Carballino. Era un señor que
tenía mucho dinero y no sé por qué se le ocurrió ponernos los sábados de ocho a diez,
las películas mudas de Charlot, que eran una joya. Ponía la película en el salón de
estudios que estaba abajo. Arriba estaban los dormitorios nuestros y el baño. Entonces,
la Madre Esclavitud nos reclutaba a las que quería, diez o doce, y cuando empezaba la
película nos decía: “Fulanita, fulanita, fulanita… ¡arriba!”. Y nos teníamos que ir
arriba, nos encerraba en el baño, pero desde allí se oía la película. Nos hacía coger la
ropa para coser y nos hacía cantar la Salve Regina una por una. Si no le gustaba cómo
la cantábamos, mandaba a las otras a que se rieran. Cuando le parecía o cuando ya la
película estaba acabando, nos mandaba abajo. A veces las niñas lloraban, a mí nunca
me vio llorar, nunca. Dije: ¡A mí nunca me ves llorar! Se metía con las más tranquilas,
siempre con las pequeñas, era horrible de mala y cruel que era. Los castigos que
aplicaba eran tremebundos, humillantes, etc. Luego nos enteramos de que a la Madre
Esclavitud, ya por protestas de los padres que se enteraron de las cosas que nos hacía,
la mandaron a cuidar de los enfermos de un psiquiátrico. Son historias que quieras o
no, te marcan, te marcan mucho. En esos años la obediencia era ciega. El internado
era duro, pero yo tengo buen recuerdo de las monjas. Incluso ahora cuando entro en un
claustro de este tipo me siento como un poco reconfortada por dentro, no sé, para mí
fue un apoyo importante y se lo agradezco mucho a pesar de la Madre Esclavitud.
También teníamos un profesor que nos daba Lengua y Literatura, se llamaba, el Señor
Tabarés, fue ¡un gran profesor! Me influyó un montón a la hora de leer y de escribir.
Pero me marcó mucho la distancia de los profesores tan duros. Te humillaban con
frecuencia en la clase si no hacías las cosas tal como querían y, aún así, no tengo mal
recuerdo de ellos. Los recuerdo con aprecio, ellos eran una muestra de lo que existía.
Allí hice el bachillerato de Magisterio interna y me examinaba por libre. Me examinaba
en Ourense, en la Escuela de Magisterio. Empecé a los 10 años y terminé allí casi a los
18. No hice el bachillerato superior, sino, que hice sólo hasta la reválida de cuarto.
Estuve interna siete años, siete cursos.
73
Segunda Parte: Lazos familiares
Desarraigo y égida. El cuidado de una mariposa
Conocí a mi marido en la academia cuando me preparaba para oposiciones.
Llevábamos un año y medio de novios. Él se fue a la mili poco después y al regresar, mi
suegra nos casó. Me casé enseguida. No me dejó ni pensarlo. Y yo no sabía defenderme
en esos tiempos. Ni yo, ni casi ninguna chica. Sólo las que eran muy afortunadas o las
que tenían un carácter como el mío pero más guerreras, porque yo tenía un carácter
que, posiblemente, si hubiera vivido mi madre, hubiera sabido defenderme de otra
manera. Pero con mi padre no podía defenderme. Entonces aprendía a aceptar,
aceptar, aceptar, a callar, a callar, a callar y eso después me ha hecho daño para
muchas cosas. Tengo que agradecerle todo lo demás a mi padre, ¿eh? Que no le
guardo la menor cosa por eso. Él lo hizo lo mejor que sabía y lo hizo muy bien, pero a
mí me ha convertido en una persona muy introvertida para las cosas importantes y muy
tímida.
Mi novio me decía que si no me casaba con él, se suicidaba y yo tan idiota, me lo creía.
De todos modos éramos novios y… bien. Pero bueno, las cosas eran muy distintas.
Ahora se dice: ¡Eso es un chantaje! Se les dice a las niñas jóvenes. Yo no sabía si era
un chantaje o si realmente era otra cosa porque yo no sabía que existían los chantajes.
Conocía otras clases de chantajes de los adultos como niña, porque de tonta no tenía
un pelo, pero en esto no sabía. El mismo día que me examinaba de las oposiciones, del
examen práctico que era el último, me esperaban en el juzgado para casarme por lo
civil. Ya tenía 20 o 21 años. Así que mi novio me llevó en la moto. Llevaba yo una falda
blanca plisada, se llenó toda de gasolina negra, llegué a casarme de esa manera y volví
otra vez a examinarme. Después, me casé por la Iglesia a las siete de la mañana. Vino
mi novio con un taxi, el taxista me dijo: “Mira, tu novio es el niño terrible del pueblo.
Te voy a dar un consejo que me ha servido a mí: Cuando te enfades, no te pelees con él,
tira tres veces de la cadena, espera que se llene la cisterna y, cuando la cisterna se ha
llenado tres veces, entonces hablas con él”. No te imaginas lo que me ha ayudado ese
consejo en la vida.
Fue todo tan rápido porque destinaron a mi novio. Él hizo las oposiciones en la mili y
lo destinaron inmediatamente a Las Palmas. Mi suegra que después ha vivido algún
que otro año conmigo también, me dijo: “Yo te vi y dije: esta para mi hijo y si mi hijo
74
aprueba las oposiciones en Tenerife, no se va solo”. Fue cuando me confesó, después
de unos años ya de casada, que ella fue quien apuró la boda cuando destinaron a mi
marido a Las Palmas. Me hicieron sábanas, me hicieron de todo para que no se fuera
solo. Me dijo: “Porque yo conozco a Manolo y si se va solo, no vuelve. Sabía que tú lo
ibas a cuidar, que lo ibas a tratar muy bien”. Me pillaron un poco las circunstancias
porque yo siempre he sido muy libre y a lo mejor no me hubiera casado, a no ser que
hubiera dado con ese amor rotundo que me hubiera durado toda la vida.
A los dos años o así de casarme mi padre se quedó solo. Mis hermanas terminaron la
carrera y entonces le dije que se fuera a vivir conmigo a Las Palmas. Se adaptó
bastante bien. Como era Maestro, incluso estuvimos en el mismo colegio varios años, a
lo largo del tiempo. Pero un día como era muy mandón y el pobre estaba acostumbrado
a mandar, me dijo: “Si es que yo aquí no mando nada”, y yo le dije: “Papá, pero si es
que no mandamos nadie, hacemos las cosas de común acuerdo”. A las hijas no nos
permitía tratarlo de ‘tú’ y, se enfadó mucho cuando mis hijos lo trataban así, pero
bueno, se adaptó también. Fue fácil tenerlo. Mi padre y mi marido eran dos hombres de
los de antes y tenían un concepto de las cosas y de la familia... Mi marido se había
desligado prácticamente de la educación de los hijos unos años que estuvo fuera
porque un primo suyo le ofreció un puesto de director comercial de una empresa muy
grande en Las Palmas. Ganaba un gran sueldo pero viajaba continuamente, entonces
yo crié a mis hijos sola mientras eran niños. Yo me dedicaba a la escuela y a ellos por
completo. Mi marido era una persona que se quería mucho y eso está muy bien. Yo creo
que no me quería, o si me quería, no lo sé, no he podido averiguarlo pero yo me
entrego. Los dos hombres vivían su vida y yo procuraba que vivieran tranquilos y
felices. Les hacía las comidas que les gustaban y el vino que les gustaba pero me he
sentido muy sola, jamás lo he dicho, ni a mis hijos, pero sí, me he sentido sola y es una
sensación que me ayudó a superarme, se ve que soy una batalladora innata.
He tenido seis hijos. Los más difíciles los viejos. Fue muy duro. Ya aquí, en Almería,
era más fácil que en Las Palmas. He tenido una chica que venía y hacía la limpieza en
¡esta pedazo casa! Venía dos o tres veces por semana. Pero cuánto me duelen los
momentos en los que yo tenía para salir a comprar después de estar todo el día en la
escuela porque había clase por la tarde también. Y tantísimas cosas que había que
hacer en casa con cuatro niños pequeños sin ayuda ninguna. A veces he llorado
recordando esos momentos en que yo tenía que dedicarme a lavar. Fue una etapa tan
75
dura que llegué a enfermar también, porque me levantaba a las cinco de la mañana y
me acostaba a la una o las dos. Eso fue un desgaste tremendo y el médico me dio dos
meses de permiso porque llegué a un límite de falta de fuerza, adelgacé muchísimo. A
mi marido y a mi padre no se les ocurría ayudarme recogiendo la cocina y lo peor de lo
que todo que recuerdo de esa época, son los pañales, porque no existían pañales de los
de ahora. Me hubiera gustado mucho a esas horas de la noche, jugar con mis hijos,
cantar con ellos… Tener más tiempo para jugar con ellos, yo alguna vez les he dicho:
“¡Cuánto echo de menos el no haber tenido más tiempo para jugar con vosotros!”. Y
me emociono al decirlo. Por dentro he sido una persona muy libre. Por dentro he hecho
lo que he querido, pero pienso que tenía que haberme rebelado y no sabía, no había
tenido la oportunidad de aprender algunas cosas. Pero yo por dentro tenía mi vida y la
hacía a mi manera.
Mi marido era el más difícil de mis hijos. Pero nunca nos peleábamos. Se acostumbró a
no explotar porque vio lo que había. Yo era la que se preocupaba de todo, de las
carreras, de todo y cuando él iba a hacer algo o hacía algo que no me parecía con los
hijos, pues lo llamaba y le decía: “Pues yo esto no lo veo así y yo por ahí no paso, la
puerta está abierta para ti o para mí”. Pero no me defendía por mí, defendía a mis
hijos. Luego en lo demás pues era una persona agradable. Le decía a todo el mundo
que él era el que lo hacía todo porque era muy presumido y hasta se lo decía a los hijos
y no era verdad porque la que hacía todo era yo, pero bueno, a quien Dios se la dé, San
Pedro se la bendiga. Mis hijos eran mis hijos y, yo creo que estaba más casada con
ellos que… Con él también, ¡vaya! La vida no estaba deteriorada en la familia que era
lo que yo quería, era aquel tiempo también que nos había pillado, a él y a mí. El cura
me dijo el día antes de casarme: “Si tu marido llega borracho (nunca se ha
emborrachado, no ha pasado nunca nada de eso), si tu marido llega borracho y te
pega, tú piensa que la paz de tu familia vale por encima de todo”. Yo no hubiera
consentido nunca un maltrato semejante, por mis hijos también. De ninguna manera.
Pero si he aguantado mucho, a lo mejor él también, o sea que, que la vida es así. La
vida es dura por muchas cosas. En la escuela es más fácil, es mucho más fácil ser
maestra que ser madre. Yo llegaba a la escuela y me olvidaba de las cosillas que podía
haber en casa.
Nunca he dicho esto pero no era el amor como yo lo concibo. Lo fue en el sentido de
ser el padre de familia, de ser mi compañero. En ese sentido pues si y colaboró en que
76
hubiera buen ambiente en casa y, ya te digo que era una persona que se quería. Pero
bueno eso me lo decía a mí, yo procuraba que eso no trascendiera a los hijos. Yo he
querido mucho a mi marido, pero no sé si eso era el amor, a lo mejor sí, yo que sé.
Algunas veces para tratar de conocerme, veo el programa de Juan y Medio para
aprender a hacerme mayor y también hay muchísimas mujeres que se han casado en las
mismas circunstancias que yo, era la vida, te empujaban todos a eso y no sabías
revelarte. He tenido algún amor platónico también. Pero absolutamente platónico. Es
bonito. Ayuda, sí, ayuda. Yo no hice nada que no tuviera que hacer pero me ayudaba a
soñar. ¡Qué importante es soñar, madre mía! Siempre he sabido soñar, desde pequeña.
¡Cuánto me ha ayudado soñar! Me ayudaba a poder con la vida. Yo siempre les decía a
mis alumnos que aprendieran a soñar con los ojos abiertos. Es una capacidad
extraordinaria, a mí me ha salvado la vida. Yo me refugiaba en mis sueños, de un tipo o
de otro, sin perder la cabeza de su sitio, ¡la cabeza en su sitio y los pies en el suelo! No
tiene nada que ver, te ayuda a ver la vida de una manera más maravillosa y a huir
cuando estás triste. A mí me ha ayudado muchísimo escribir y a veces me ha hecho
llorar lo que estaba escribiendo. Escribir y soñar. Cerrar los ojos.
Tengo cuatro hijos maravillosos y hemos sido una pareja que nuestros hijos nunca nos
han visto discutir. El mayor de mis hijos se llama Jesús Manuel, el segundo se llama
Javier, la tercera, Mari Cruz y después David, el pequeño. Tengo muy buena relación
con ellos. Siempre los he protegido mucho. Tampoco tenía mucho tiempo y eso se lo
digo ahora de mayores y dicen: “¡Pero mamá, si tú estabas siempre con nosotros!”.
Pero sí, me ha sabido a poco la relación con mis hijos. Echo de menos cuando los
abrazaba y eran niños. Le tengo a lo de la maternidad una idea muy fija.
El segundo año de vivir en Las Palmas, mi suegra se fue con nosotros porque decía que
no sabíamos apañarnos con el dinero. Cuando llegó allí, vio lo que eran los sueldos
miserables de los maestros. Vino con idea de ayudarnos y era muy, muy graciosa, era
muy mandona por eso con los hijos se llevaba regular. Conmigo no, nunca se peleaba.
Después, aquí en Almería, vino dos o tres años y estaba muy a gusto. Era una mujer
muy delicadita que estaba siempre en la mesa camilla haciendo ganchillo pero no me
daba trabajo. Le tenía que hacer una comida especial y esas cosas pero yo con eso
podía. Yo me llevaba bien con la familia de mi marido. Eran de otra manera, yo los
aprecio mucho. Manolo era el pequeño de su familia y se metían mucho en la vida, eran
77
personas, ¿cómo te diría?, religiosamente, no quiero decir fanáticas pero con un
concepto de la religión más, más antiguo, digamos.
Me he sentido absolutamente sola. Desde niña. Quizá por mi manera de ser o quizá por
las circunstancias, por mi manera de ver la vida y de enfocar que sobre todo hubiera
paz, que sobre todo vivieran tranquilos que tuvieran una familia unida. Como yo sabía
lo que era una familia rota, pues me marcó muchísimo eso también con mis hijos,
mucho, mucho.
Después de vivir en Las Palmas buscamos un lugar que tuviera un clima parecido por
mis hijos. Queríamos ir a Granada pero no había plazas para los tres. Mi marido dejó
la empresa para poder venirnos aquí y Almería era el único sitio donde había un clima
bueno y plaza para los tres. Mi padre no se pudo incorporar porque llegó muy enfermo
y hubo que jubilarlo. Pero mi marido y yo sí. Mi padre murió hace ya 27 o 28 años.
Murió el día de mi santo. Fue muy triste, fue muy triste que se muriera. Vivió
veintitantos años conmigo. Ya después, mi marido estuvo enfermo mucho tiempo y ya
me costaba salir. Aunque él salía perfectamente por sí mismo pero ya sabía yo lo que
iba a pasar y ya procuraba estar más tiempo en casa, no dejarlo solo. Después, siempre
te queda la resaca, estaba triste, esas cosas y ya no tenía ganas de salir. Y si, seguí
colaborando con el Centro Andaluz de las Letras y alguna cosilla más, pero nada, muy
poco. Pero ya hace dos o tres meses que he pensado en salir un poco de la madriguera.
Y ahora, gracias a ti, pues bueno… estoy hablando más que en toda mi vida.
Tercera parte: La maestra
Laberintos, cuentos y ensayos. La constante creación de sus vuelos
A los 17 años ya era Maestra. Entonces ya empecé a prepararme las oposiciones. Fui a
las primeras oposiciones que se convocaron. No se podían hacer antes de los 18 años.
En estas primeras oposiciones se vendieron las plazas. Una amiga, la que era mi amiga
me dijo: “Mira, la plaza vale 65.000 pesetas”. Yo se lo dije a mi padre y éste me dijo:
“¡Esta Teresa que es muy ligera de lengua, eso no puede ser, es mentira! ¡Eso no
puede ser!”. Pero lo cierto es que, dos o tres años después ingresaron a la cárcel por
varios procesos que se descubrieron. A mí me suspendieron y a lo mejor lo he
merecido, no lo sé. Yo creo que estaba bien preparada pero en esas circunstancias no
sabes. Entonces fui a las siguientes oposiciones. Tocábamos a un montón por plaza y el
78
tribunal estaba tan asustado que dejó veintitantas plazas libres por miedo a represalias
o acusaciones. Estaba el examen escrito, con los puntos de la Falange y todas esas
cosas, después el examen oral y después el examen práctico que tenía que explicarle a
unas niñas. Yo no había hecho las prácticas nunca en la vida porque había estado
interna y me las dieron por aprobadas, eso nos lo hacían las monjas. En esta ocasión
aprobé. Fíjate qué casualidad, antes era una lista general de todo el país, no era como
ahora por autonomías y saqué en las oposiciones el mismo número nacional que había
sacado mi madre. No me acuerdo si era el 45 o el 65, que era una gran numeración,
porque éramos miles los que hacíamos en toda España, me lo dijo mi padre.
Mi primer destino fue en Las Palmas. Tuve que pagar el primer sueldo para que me
dieran una interinidad de unos días al que hacía todas estas trampas en la delegación,
él llevaba toda la contabilidad, de todos los maestros. No nos apañábamos con el
sueldo de mi marido, no nos daba ni para pagar el piso y comer. Entonces dije: “Pues
bueno, pues vamos a pagar el primer sueldo”. Después vino una orden para los que
estábamos ya de interinos, nos quedábamos ya como propietarios provisionales.
Aquello fue una salvación. Pero me da vergüenza y no me da vergüenza porque no
había otra cosa. Y gracias a eso nos fuimos apañando poco a poco.
En Las Palmas estuve 16 años, en tres colegios diferentes: Primero en el Colegio
Cervantes, tan sólo un año donde empecé con una sustitución hasta final de curso.
Después, al curso siguiente ya fui al Colegio Guanarteme que estaba en el Barrio de
Guanarteme, un barrio de pescadores súper pobre, durante cinco años y después 9
años en el Colegio 29 de Abril.
Al Colegio Cervantes le llamaban “El Asilo” porque todos los maestros eran mayores.
La primera aula que tuve eran 58-62 niñas, no lo recuerdo bien. Eran sólo niñas. El
colegio tenía en un lado el patio los varones y en el otro lado el patio las niñas. Aquel
grupo numerosísimo de niñas no sabían ni leer ni escribir ninguna porque se empezaba
con seis años a ir a la escuela. Yo no sabía por donde empezar y me volvía loca al
llegar a casa. No me servía lo que hacían mis padres que ya tenían experiencia ni lo
que hacían conmigo los profesores. Tenían “el rayas”, que era el libro oficial, una
pizarra para escribir, no teníamos ni libretas hasta después de que pasaron unos meses
que se iban comprando una libretilla, era un barrio muy pobre. Entonces, con “el
rayas”, con dibujos, con cancioncitas que me iba inventando, con pequeños poemitas,
79
pues poco a poco, me fui adaptando yo la primera a la clase y les fui enseñando a leer
aquello de mi “mi mamá me ama, yo amo a mi mamá”, la lección del “titi” y todas
aquellas cosas. Ahí empecé a escribir cuentos muy pequeñitos y cancioncillas pequeñas
para animar la clase y para que jugaran un poquito, aprender y así. Fue una
experiencia dura pero lo recuerdo con muchísimo cariño, no como algo imposible, sino
como que hacía todo lo posible por ayudarlas. Entonces ahí la experiencia fue de lo
más variada porque la sociedad en Las Palmas era una sociedad muy moderna y ya
había problemas de drogas, de prostitución. Tuve una clase una vez que tenían unas
costumbres tremendas. Entonces me inventé una isla y eso les encantaba, decía:
“Bueno, nos vamos a ir de fin de semana y entonces tenemos que hacer comida,
tenemos que ver el clima, tenemos que ver las condiciones geográficas, dónde se
encuentra situada”. Trabajaban como locas para hacer una lista de los alimentos que
teníamos que llevarnos. Con esa isla las fui metiendo a trabajar, a leer… No importaba
tanto que aprendieran mucha historia que les importaba un bledo. Pero lo veíamos de
un punto de vista más lúdico. Yo siempre las he enseñado a escribir también y,
entonces, teníamos en la clase una supuesta escapada de fin de semana que duraba
toda la semana. La programábamos aparte de lo que tenía que dar en clase, que ya te
digo que procuraba adaptarlo a esta isla mágica que teníamos. ¡Ojalá lo hubiera
escrito! Pero bueno, como nunca tenía tiempo para nada, pues me valió como
experiencia para animar a las niñas a estar a gusto en la clase. También tuve una clase
de niños en la que había nada más que 22 o 25 niños. Tenían todos cumplidos los 16
años y de allí salía llorando el maestro, la maestra, todo quisqui. Eran terribles,
terribles. Con problemas de drogas. Yo les daba dibujo, ¡menos mal que les daba
dibujo! Dibujo aprendieron poco pero algún niño si descubrió un sistema de dibujar, se
trataba de dibujos diminutos de ciudades, ¡maravilloso! Entonces le dije: “¡Vas a ser
un gran arquitecto!”. De esa manera, con una tolerancia casi absoluta yo nunca salí
llorando de la clase. Mi papel no era más importante, sino, que yo era una más, ellos
tenían un trabajo y yo tenía otro, distinto. La técnica que he seguido siempre ha sido de
colaboración, de ayuda, de tolerancia.
Me acuerdo del Barrio de Guanarteme que era una maravilla de sitio al lado del mar y
lleno de plataneras detrás del colegio. Ahí fue donde empecé a escribir en serio, en
serio para los niños. Y para ambientar la clase, para que se integraran bien, hacíamos
colecciones y, me acuerdo un año, por ejemplo, que para que las niñas de tercero
80
estuvieran a gusto en la clase, dije: “Vamos a hacer un jardincito en la clase”. Había
además una fábrica de fósforos, muy cerca del colegio, entonces les pedimos cajas
vacías con dibujos que eran preciosas. Les dije a las niñas: “¿Queréis que
coleccionemos las cajas?”, me dijeron que sí. Entonces hicimos, en una esquina de la
clase con las cajas unos muritos preciosos y luego pusimos plantas, un charco de agua
con un cacharro adornado con plantas y flores alrededor. Siempre empezaba por
hacerles agradable la estancia en la clase. Les contaba cuentos, les contaba travesuras
de cuando era pequeña. Y luego hacíamos muchas aventurillas de salir del colegio y de
participar en cosas que llegaban al colegio.
En el Colegio 29 de Abril, tenían un grupo de teatro. El director se empeñó en que lo
dirigiera yo. Ganábamos todos los premios, el maestro que había de otro colegio y yo,
ganábamos los concursos de AETIG, que eran concursos nacionales y, hemos ganado
un montón de premios. Yo escribía las obritas. La primera vez que fuimos al concurso,
los niños se echaron a reír porque les hacía mucha gracia la obra y nos descalificaron.
También en una ocasión casi me llevan a la cárcel porque escribí una obra que se
llamaba Poquitilandia. Iba de cómo veía yo la manera de gobernar y, como yo era tan
infeliz, no caía en cosas. Como no salía, iba siempre de la clase a mi casa y de mi casa
a mi clase, pues estaba poco enterada de cómo funcionaban las cosas. Nos habían dado
el primer premio, pero por unas frases que llevaba la obra nos descalificaron.
En Almería, en el colegio en el que he trabajado durante 20 años, en el ambiente
académico nos llamaban el “campo de concentración”. Yo venía de aquel colegio
maravilloso que se llamaba 29 de Abril, donde éramos íntimos un grupo de compañeros
y nos ayudábamos muchísimo y me encontré con una mentalidad muy rancia. Lo pasé
muy mal. Había un grupo de maestras que me amargaban la vida a propósito, pero no
solo en la escuela sino fuera de la escuela. En la carnicería, en la peluquería… Creo
que lo hacían en primer lugar por la mentalidad tan pobre que tenían. Eran ignorantes
absolutamente, les daban a los niños unos castigos increíbles, organizaban peleas de
los listos contra los tontos, los ponían separados, les pegaban y les ponían piedrecillas
debajo de las rodillas. Las madres, las llamaban las “brujas” porque eran malísimas.
Influían también en alguna que otra persona. Los compañeros eran más tranquilos. A
mí me tenían fichadísima. Primero porque iba con bikini a la playa y eso les parecía
inmoral, luego porque hubo un curso de ética de una semana, en el que venía entre
otros, mi amor platónico que era Javier Sada. Iban monjas también, era sobre
81
sexualidad también y claro, yo fui y, entonces aprovecharon para decirles a las madres
que yo había ido porque yo era una puta. Tenían como domesticado al resto, les tenían
miedo. Yo no me dejaba domesticar. Todo el día metida en mi clase y hacía las cosas
como me parecía. Conmigo no pudieron pero me hicieron mucho daño, estuve tomando
Tranxilium por las noches. Un día me dijeron que por qué me ponía vaqueros si yo
tenía un cuerpo como el de una señora obesa –no lo soy-. Al día siguiente me puse un
pantalón vaquero ajustadísimo de mi hija y unos tacones altos y me fui moviendo el
culo a la clase. También veían que yo era muy tolerante con los niños pero a mí los
niños nunca me faltaron al respeto. Trabajarían más o menos, se portarían mejor o
peor, aprovecharían más o menos pero nunca me faltaron al respeto. Llegó un
momento que pasaron los años, ocho o nueve años, y me cansé de la situación con las
compañeras estas. Entonces, un día me hicieron una pregunta absolutamente ofensiva
en un claustro y les dije que hasta ahí habíamos llegado y que la próxima vez me iba al
juzgado y a delegación a denunciarlas. Y entonces me dejaron. Me cogieron un poco de
miedo, por lo menos no se atrevieron a enfrentarse abiertamente como hacían.
Los niños siempre son una maravilla. También me tocó una clase que no quería nadie,
llevaban tres años repitiendo quinto y, eran ya todos mayorcitos. Habían dividido los
quintos, había dos. Los niños bonitos y los niños tontos y, a mí me tocó los tontos. Pues
ha sido de las experiencias más preciosas que he tenido. Porque de tontos no tenían un
pelo. Eran niños que les costaba estudiar ¡por lo que fuera!, porque estaban menos
atendidos, porque les era más difícil. Conmigo fueron cariñosísimos. Fue una maravilla
estar con ellos. Lo que yo no sabía era que la inspección estaba haciendo un
seguimiento. Cuando iba el curso muy avanzado, más o menos por el mes de abril o
mayo, vinieron dos psicólogos y la inspectora a la clase y, se llevaron una sorpresa
enorme porque vieron que los niños eran muy felices en la clase, que habían avanzado
muchísimo. Sólo hay que comprenderlos. En esta clase que era una clase difícil en
cuanto al tema académico, pues tenía que buscarme la vida. Les decía: “A ver, ¿cómo
os gustaría que estuviera la clase? Pues queremos que haya pósters de Starky y
Hutch”. Entonces les dejé que empapelaran la clase con pósters en vez de con cosas
científicas. Poníamos música bajita cuando hacían la tarea.
Creo que por dentro nunca he dejado de sentirme como cuando era una niña y no
padezco de infantilismo en absoluto. Yo sabía lo que sentían los niños. Era una relación
entre personas, personas que cada una tenía allí su cometido, su trabajo. Yo les decía
82
desde el principio: “Mirad, en clase, en nuestra clase18
–nunca en mi clase- tenemos
dos proyectos distintos. Lo primero que os digo es que no hay temas prohibidos –cosa
que algún compañero veía horrible- ni niños tontos, eso de que hay niños tontos es una
idiotez, estáis aquí porque sois todas personas inteligentes”. “Y otra cosa es que
tenemos dos proyectos, tenéis cada uno un proyecto individual, que es sacar el curso,
aprender muchas cosas, bien preparadas para el curso siguiente y, un proyecto común
que es que la clase funcione muy bien, que aprendamos muchas cosas, que hagamos
muchas aventuras y que nos los pasemos pipa pero que trabajemos mucho”. Yo
fundamentaba la clase en eso y entonces de ahí surgía todo. Me han preguntado varias
veces: “¿no hiciste algún escrito de cómo funcionaba la clase?”. Es que yo nunca he
enseñado para explicarlo después. Y también me han pedido que escriba cómo
enseñaba la lengua para que a los niños no se les hiciera pesada y no fuera un ladrillo
y les gustara. Incluso, me lo ha dicho la gente de prácticas. Pero como yo no lo hacía
más que de puertas adentro, pues no pensé en cómo escribirlo. Además, a mí hacer
organigramas y esas cosas se me da muy mal. Yo llevaba un sistema completamente
distinto en el aula. Nunca he reñido o humillado, hay que hablar, hay que entenderse en
todas las cosas de la vida, con los mayores y con los pequeños y no tan pequeños.
Acostumbraba a los niños a respetar las opiniones de los demás y a escuchar. Tampoco
he influido ni en cuestiones religiosas ni en nada, ni con mis hijos. He tenido una
tolerancia y una higiene democrática absoluta desde siempre, incluso antes de la
democracia.
Como no había temas prohibidos en la clase, una vez quisieron hablar de la muerte y
me sorprendió, entonces les dije: “Mirad, ahora estamos un poquito liados, vamos a
hacer una cosa, lo vamos a dejar para la semana que viene, entonces de mientras
planteáis vosotros las preguntas que queráis hacer o lo que queráis expresar sobre la
muerte y yo también me lo pienso y lo tocamos la semana que viene”. Yo pensé que no
quería hablarles de la muerte desde el punto de vista tradicional de negruras y todo
eso, sino, desde un hecho que va a ocurrir, que nos duele, nos hace daño pero que eso
es algo natural. Yo he acudido muchas veces a la clave de humor porque creo que es
algo muy sano, a la hora de enseñar también y escribí un cuento que se titula “El
Esqueleto Aventurero”. A partir de ahí, de un ambiente muy relajado y de habernos
18
Durante todo su relato Concha insiste en la idea de que ella es una más en su clase y por ello he querido
resaltar en negrita esas palabras.
83
reído, hablamos sobre la muerte. A veces hemos tenido que llorar porque se ha muerto
algún niño o se ha muerto alguien o cuando morían los abuelos. Entonces la vida es
eso. Llorábamos, nos emocionábamos… ¡¡Somos personas!! ¡Eso enriquece
muchísimo, educa, prepara a los niños para la vida! Es que no podemos convertirnos
en robots. A lo mejor estoy equivocada. Yo procuraba que los temas fuesen de lo más
variado. A veces los proponían ellos, muchas veces, y otras veces pues eran lecciones
ocasionales que surgían de cualquier experiencia, de todo lo que pasaba, lo que les
pasaba a ellos.
También me buscaba párrafos, poemas, cositas así de autores clásicos, lo que habían
hecho mis padres también con nosotras. Pero ya empecé a escribir cuentos, por
ejemplo para explicar, la creación del mundo. En vez de explicárselo desde el punto de
vista religioso porque eso ya lo conocían, escribí, un poema para ellos desde otro punto
de vista. Escribí un cuento que se titula El Reino de Neptuno. El Rey Neptuno fue
consiguiendo que los habitantes del mar pudieran tener un mundo. Escuchaba siempre
lo que le pedían sus súbditos y mandó construir un mundo para que pudieran salir a
tomar el sol. Y más adelante, para explicar la evolución de las especies escribí otro
cuento que se titula El País de los Hielos Eternos. Nunca dije que yo escribía esos
cuentos. Veintitantos años después tampoco. Se enteraron cuando llegaron a la
segunda etapa y les dije: “Pero bueno, eso me lo he inventado yo”. He escrito una
treintena de libros.
Yo tenía esa visión de la enseñanza. Siempre tenía la duda de si lo estaría haciendo
bien o no, pero los niños trabajaban muchísimo. Ni era mala persona, ni perdía el
tiempo para nada, ¡vamos! ¡Lo multiplicaba!
Un día me vino el inspector y me dijo: “¡Programaciones!”. Yo le dije, “Mire, tengo un
cuaderno en el que yo preparo cada día cómo será la clase y nunca sé si voy a poder
cumplirlo. Yo si quiere, le digo lo que le gusta oír, pero yo no hago programaciones”.
Yo temblando pensé que me iba a abrir un expediente. Le dije: “Si quiere que sigamos
engañándonos unos a otros, yo le diré que tengo programaciones, pero mire, una
programación viene al principio de los libros en los últimos años y es una orientación,
mejor que la que pueda hacer yo y, si es para enseñársela a usted, no la hago”. Y se
quedó cortado, el pobre. Me preguntó: “Entonces, ¿qué hace usted?”. Y le enseñé la
libreta. La estuvo mirando y me dijo: “Pues sí, esto puede valer”, y yo dije: “Tampoco
84
lo cumplo a veces porque en la clase los niños no son lavadoras que se les aprieta el
botón. Luego de aquí pueden salir muchas cosas”. Y el hombre se fue conforme.
La lectura me parece que es lo que enriquece a los niños, es básica para su formación y
enriquece muchísimo la imaginación, el aprender, el vocabulario, el disfrutar de una
historia que es un viaje o una aventura o un cuento de terror que tanto gusta ahora a
los niños o una historia de amor a los más románticos. Los niños terminan disfrutando
muchísimo de la lectura y, eso además, luego les prepara para estudiar con más
facilidad y, además, el cariño a los libros, el tocarlos, el tenerlos, el disfrutarlos. Me
parece absolutamente básico. Un día me encontré un armario pequeño en la basura. Lo
llevé a clase y le dije a los niños: “Se me ha ocurrido que este armarillo podíamos
dedicarlo a vuestros libros favoritos, a los que vayáis leyendo que os gustan más. Va a
ser el baúl de nuestros tesoros literarios”. Les propuse hacer un diseño para pintar el
armario, se pusieron en grupillos e hicieron unos cuantos diseños. Había un niño
maravilloso en la clase para dibujar y los niños eligieron su diseño. Pintaron el
armario maravilloso, colorines vivos, ¡quedó precioso! Era nuestro baúl de los tesoros,
de los libros que considerábamos tesoros y allí los íbamos metiendo. Luego se los
prestaban a otros niños de otras clases también. Además, cada niño dibujaba el libro
que más le había gustado en una cartulina doblada, como si fuera la portada de un
libro. Diseñaban la ilustración que ellos hubieran hecho para la portada y lo
colgábamos en la pared. Estábamos siempre rodeados de libros, pero llevamos el
programa a fondo, el programa académico. Lo que pasa es que la lectura era
fundamental. Las editoriales, para hacer publicidad de autores y libros, si los niños
leían cierto número de libros, enviaban a los autores. Y por mi clase han pasado los
mejores, los que más les gustaban a los niños. Autores premiados que tenían ya un
montón de publicaciones, entre ellos, Carlos Puerto. A éste, un niño le hizo una
caricatura muy maja. Se pusieron en fila para que les dedicara los libros. El primer
niño de la fila le dijo: “Mira, Carlos, te he hecho una caricatura” y en vez de abrirla,
la cogió y la lanzó hasta la última esquina y dice: “¡Estoy yo para ver caricaturas y
tonterías!”. Entonces los niños se dieron la vuelta y se fueron a nuestra clase. No
consintieron que les firmara ningún libro. Fue una experiencia de espíritu crítico de los
niños.
Los niños han participado en algunos de mis libros, por ejemplo, en el de Urcitania,
Reino del Sol, que es una historia de Almería. Les comenté a mis alumnos que tenía un
85
amigo que iba a escribir este libro y que les invitaba a participar como jurado. A
medida que iba escribiendo un capítulo, se lo leía a los niños en clase y ellos me decían
si les gustaba y, en algún momento me decían: “Dígale a su amigo que este capítulo se
parece un poco a una lección de sociales”. Y al llegar a casa yo quitaba o sustituía
parte de la información por una aventura o por cualquier cosa. Lo peor fue que antes
de escribir el libro les dije: “Va a ser una persona la protagonista pero quiere llevar un
animal de compañía. Entonces, vamos a escribir cuentos con animales de compañía y el
animal que más elijáis entre todos, ese va a ser el compañero del protagonista”. Yo no
sé por qué me sorprendí. En vez de un perro o un gato o algo así, fíjate que animal
escogieron, ¡una mariposa! Yo pensé: “¿Ahora qué hago con una mariposa como
amigo de compañía?”. Pues me inventé una mariposa con un mal genio del demonio.
Otra experiencia muy bonita fue el fantasma que teníamos en clase. Apareció una
mancha de humedad en el fondo de la clase que era el perfil perfecto de un hombre muy
guapo. Y otras manchas que parecían caras. Entonces les dije a los niños que teníamos
un nuevo compañero y que se había venido a vivir con nosotros y decían: “¿Dónde
está? No lo vemos”. Les decía: “Es que es un fantasma”. Les propuse escribir un libro
en el que cada uno contara por qué el fantasma se había venido a nuestra clase, qué
hacía allí. Escribieron cada uno un cuento, incluso niños de otras clases que quisieron
participar. A partir de ahí, escribimos un libro que se titula Aventuras del Fantasma
Jarn, que es el nombre que le pusieron. Creo que valdría la pena publicarlo porque
tiene cuentos preciosos19
. A veces otros temas salían de la clase y un día les dije a los
niños si querían conocer mejor a los abuelos porque algún niño decía que su abuelo
era un cascarrabias y los otros decían que no, que eran unos soles. Entonces les
propuse escribir a las residencias oficiales que hay por toda España, que los niños
escribieran a los abuelos para ver cómo vivían, que nos contaran su historia pero
también para que nos mandaran cuentos antiguos, canciones, juegos de antes, etc.
Contestaron masivamente. Ahí se estableció una correspondencia de toda la clase pero
sobre todo una correspondencia privada de niños con sus abuelos. Fue muy, muy
entrañable porque los niños también querían saber porqué hay tantos abuelos en las
residencias en vez de vivir con los hijos. Algunos abuelos contaban cosas que hacían
llorar a los niños y, otros eran muy divertidos, había de todo. Yo me quedé con la
experiencia humana porque los niños se quedaron con las cartas de sus abuelos20
.
19
Ver anexo 5 20
Ver anexo 6
86
Algunos padres llevaron a los niños a Ávila, Alicante, etc. Vinieron abuelos también a
pasar a veces una semana. Fue una experiencia riquísima. Se convirtió, en muchos
casos, en experiencias familiares. Lo malo era cuando moría un abuelo y nos lo
comunicaban, entonces venía la llantina en la clase pero llorar es natural. Esta
experiencia duró 15 años.
Después se escribieron con un Fraile 13 años porque en una lectura salió la palabra
monje y nadie sabía lo que era un monje. Entonces yo les dije: “¿Queréis que
escribamos a un convento o a un monasterio?”. Yo conocía el de Oseira. Entonces, un
niño escribió la carta y los otros la firmaban. Les preguntaban por qué se metían allí yo
les expliqué lo que era un monje cisterciense y lo dura que era la vida. Bueno, dura
como nosotros lo imaginamos. Nos contestó el Padre Rafael que tenía aquí dos
hermanas. Vino a ver a los niños unas cuantas veces y me pidió por favor que no
cortáramos la correspondencia. 13 años duró la correspondencia con el Padre Rafael.
Los niños aprendieron otra manera de ver la vida.
Durante algunos años tuve una clase muy grande y conseguí que me prestaran de la
clase de párvulos, dos mesas grandes redondas y amarillas. Una era el rincón del
lector y la otra era el rincón del escritor. Entonces los niños que terminaban pronto la
tarea, en vez de aburrirse en la clase o ponerle otra cosa, podían elegir irse a una de
las dos mesas y allí, pues terminaban una tarea que tuvieran, podían leer, podían
escribir, etc. Si eran dos o tres que estuvieran haciendo un trabajo de investigación
podían sentarse allí a trabajar, eran como dos rincones que les encantaban. No
teníamos internet, investigábamos a partir de libros que podíamos conseguir, buscando
profesionales sobre los temas cuando se trataba, por ejemplo, de conocer una profesión
o venía alguien a la escuela y les contaba.
Yo llevaba ese sistema tan diferente y tenía tanto miedo de estar equivocada…
Entonces, descubrí a Krause, sus ideas sobre la educación y de la educación de la
sociedad y el planteamiento del Instituto Libre de Enseñanzas del que pude conocer
esas ideas de la que han salido gente maravillosamente preparada: Lorca, Machado,
cineastas, Dalí, músicos, Falla… Una de las cosas que hacían era sacar a los niños del
colegio. Entonces yo decía: “Pues no está mal lo que hago de sacar a los niños”. Con
mi rebañillo, como decían los amigos. Y que los padres confiaran en mí como para
dejármelos.
87
Después estuve en el Instituto Nicolás Salmerón. A los de secundaria nos pasaron al
instituto porque el colegio lo dejamos sólo para primaria. En el instituto estuve tres
años. ¡Qué compañeros más estupendos! Fueron conmigo increíbles. Y después de la
experiencia anterior, pues es que no se cómo darles las gracias cada vez que los veo.
Allí me pasó una cosa muy bonita. Una de las profesoras vino a decirme: “Mira, tengo
una amiga que el hijo ha estudiado biología y tiene que hacer las prácticas y nadie
quiere un práctico, anda cógelo tú y tal”. Y lo cogí. Al chaval le gustó tanto la
experiencia con los niños que hizo magisterio aparte y es maestro ahora en El Milagro.
Y con los críos muy bien. Además, no sé por qué, me ofrecieron dar la lección
inaugural del curso siguiente el primer año de estar allí y les dije que yo se lo
agradecía mucho pero que no, que a mí las tarimas como que me imponen mucho.
Cuando llevaba allí dos años había recibido algunos premios por ahí, ¿Qué es el Rey
para ti? Lo ganamos dos veces y algunas cosas más.
Se acercaba la jubilación. Ya me sentía cansada porque claro, he criado cuatro hijos, o
sea seis y tirar de una casa tan grande… Me daba pena dejar el contacto con los niños,
sobre todo el último año. Cuando se enteraron que me iba a jubilar, que no se lo dije a
nadie, bueno, los compañeros lo sabían, claro, pero los niños no. Cuando se enteraron
hicieron de todo: la mesa llena de regalos, decirme cosas preciosas y, yo decía: “¡Dios
mío!”. Hasta el último día que estuve en la clase, se me ocurrían a veces cosas que no
se me habían ocurrido antes y decía: “¡Por Dios! ¡Si me hacían falta otros 40 años
para aprender a ser maestra!”. Porque es que los críos te potencian tanto… Hacían
cosas muy graciosas para llevarme los regalos: que los habían llamado a Dirección,
que los habían castigado y luego aparecían con un ramo de flores, con mil cosas. Y un
día les dije: “Es que no se cómo agradecéroslo. Sois muy buenos, gracias por todo, por
aguantarme con el análisis sintáctico”. Me acuerdo de un niño rubito que me dijo: “Es
que te queremos seño” y me hizo llorar. ¡Qué bonicos son! Madre mía. He sido una
maestra mimada.
Mi jubilación fue extraordinaria. ¡Me hicieron una despedida que no te puedes
imaginar! Me regalaron un reloj maravilloso, una comida… fueron todos los
compañeros. Y la sorpresa que un día me dieron la mujer del Director y otra
compañera que vinieron a casa, fue decirme que iban a solicitar que me nombraran
hija adoptiva de la ciudad y, cuando me dicen eso, digo: “¡Vosotras estáis locas! Es
que ni se os va a ocurrir, vamos, que no, que de ninguna manera”. Y no lo acepté. ¡Con
88
la de gente que hay en la ciudad! Y no, y no. Se lo agradecí mucho, ¿no?, porque ya
ves, una distinción muy grande pero vamos que no me lo merecía porque hay en la
ciudad gente… ya ves.
Yo he seguido colaborando con el colegio por ejemplo, en muchas actividades. Algunas
preciosas, como por ejemplo, la creación de un libro que le regalamos a Amigos del
Sáhara. Como la persona que dirigía el colegio conocía a alguien en la Diputación,
conseguimos que lo publicaran pero los niños hicieron las ilustraciones. Yo lo había
escrito para un alumno que lo pasó muy mal. Entonces, ese libro se lo ofrecimos a
Amigos del Sáhara. La Diputación pagó 500 ejemplares, 50 se quedaron en el colegio,
a mí me dieron unos cuantos y los otros 450 se vendieron. Los vendió Amigos del
Sáhara y el colegio les ayudó, a 10€. Los niños siguieron los pasos de cómo se publica
un libro, desde la escritura, el prólogo lo escribió una niña y muy bien. Además, como
ya se conocen por aquí mis libros, en los colegios y eso, pues he seguido teniendo
experiencias con los niños de la provincia y de los colegios de la ciudad porque me
invitan a ir. Voy también con el Centro Andaluz de las Letras, como escritora, antes
íbamos cinco o seis veces al año, pero ahora como no hay dinero, pues vamos una vez
al año cada uno, por lo menos los que conozco a un colegio y, sigo en contacto en este
sentido.
Antes, estaba metida en otro movimiento que se llamaba "ALIN” de fomento de la
lectura. Yo entonces era muy joven y muy activa. En ALIN hemos trabajado muchísimo
y ha valido la pena. También hice cursos de todo tipo: de Psicología, de Literatura,
por supuesto, de Literatura Infantil, de literatura todo. Y estaba metida en el
movimiento cultural de la ciudad, me apunté al Ateneo, fui Vicepresidenta del Ateneo y
hacíamos muchísimas cosas. También tuve una experiencia preciosa que ha durado 10
años. Me invitó el Área de la Mujer de la Diputación para dar talleres de narrativa en
los pueblos con las mujeres y eso ¡fue increíble! Las hacía escribir para que vivieran la
experiencia. Había mujeres que habían inventado cantidad de cuentos para contarles a
sus hijos, otras que nunca habían escrito, otras que no les decían a nadie que escribían
porque les daba vergüenza, etc. Eran muy lindas todas. Se creó en ellas la afición de
escribir y sobre todo, escribían cosas de la infancia. Yo les decía: “No tenéis que
inventaros nada si no queréis, sino, experiencias de la infancia” ¡Increíbles!
89
Cuarta Parte: Una Maestra.
El efecto mariposa. Aprender, crear y creer en la infancia
Pienso que los programas educativos ignoran absolutamente las capacidades de todos
los niños y que beneficia sólo a aquellos a los que se les es más fácil aprenderse las
lecciones de alguna manera. Ignora las capacidades que tienen otros niños que podrían
ser a lo mejor grandes investigadores, grandes poetas, grandes dibujantes, como la
historia ha certificado en muchas ocasiones. A veces a los genios, en el colegio, se les
trataba como niños que estaban dotados con una capacidad inferior. Entonces eso me
entristece mucho, ¡cuánto se corre en la escuela! Y cuánto hay que correr para
responder a un programa educativo del que sobra una gran parte porque no les va a
servir casi de nada. No quiero generalizar pero lo que si abunda es el profesor
transmisor de conocimientos y punto y, eso no es aprender ni descubrir el amor al
conocimiento, ni disfrutar de un lugar desde el que se puede descubrir lo maravilloso
que es el conocimiento, el saber, la compañía, el compañerismo, el afecto, todo lo que
un aula puede dar de sí, la alegría. La alegría es fundamental, el sentido del humor. El
maestro tiene que tener sentido del humor para saber capear muchas cosas. Con una
broma, una risa o con una canción o un baile con el niño que se “ponga tonto”, se
puede sacar adelante que ese niño se adapte a la escuela, que se sienta agusto, que le
dé gusto estar allí, aprender y sobre todo, que no se sienta el tonto de la clase. Hay
infinidad de niños que pasan su etapa escolar y al instituto y, después, abandonan
porque no han encontrado lo que querían encontrar. No hemos podido, no hemos
sabido transmitírselo.
Yo de la infancia tengo el mejor concepto posible. Son para mí lo más entrañable del
mundo, a cualquier edad pero también tengo un poco de pena porque creo que la
infancia está muy infravalorada para los padres y para los enseñantes. Primero por las
muchísimas tareas que tenemos los adultos a la hora de criar a los hijos y a la hora de
conocerlos. ¡Tienen tantas capacidades! y crecen tan deprisa que se nos escapan a
veces cosas muy importantes. Se debe contar con los niños también para todo.
Empezando por la familia. Es que no son más pequeños en inteligencia, ese es el error.
Ni en imaginación. No están metidos en la cuadrícula que estamos metidos los mayores,
por mucho que te quieras librar. Los niños son seres súper inteligentes, tienen una
90
mente limpia o casi, pero siempre estamos enseñándoles a ser como nosotros. Eso es un
error, porque ¿es qué nosotros lo hacemos todo bien?
Yo creo que habría que empezar por cambiar profundamente la manera de enseñar.
Los enseñantes de cualquier nivel, pero especialmente cuando se trata de niños, tienen
que valorar la espontaneidad, la alegría que tienen, las capacidades, darles las
oportunidad para demostrarlas porque son extraordinarias. La Universidad es el punto
desde el que hay que partir. Son los profesores de la Universidad los primeros que
tienen que preparase para que haya una manera completamente distinta de enseñar. Yo
creo que en otros países la hay. Lo que no podemos hacer es terminar la carrera y
¡hala! Sentarnos a enseñar. Tenemos que seguir aprendiendo pero hay que empezar en
la Universidad, siento decirlo, pero los profesores de la Universidad también.
Y ¿quién hace los programas? ¿Hay ahí enseñantes, hay que gente que tenga
experiencia, han probado otras maneras de enseñar? No, se copia de lo que hay más o
menos y entonces estamos siempre en las mismas. Creo que es importantísimo y urgente
que se planteen los estudios de Magisterio pero no sólo de Magisterio, sino, de los
enseñantes en general. Los maestros tenemos que estar preparados. A no ser que
pensemos que el objetivo principal para cada niño, es aprobar el curso. Lo es, es un
objetivo, tienen que aprobar el curso, pero una cosa es aprobarlo sabiendo, disfrutando
y realmente yendo preparados con un pensamiento crítico, con unas ganas de conocer,
de escuchar a los demás, de respetar, de saber qué piensan los demás y de ahí pueden
sacar ideas, o sea, aprender en general y disfrutar de ello y, creo que eso no ocurre
siempre, sino que, están muy preocupados por el programa. Lo primero que hay que
aprender en la escuela de Magisterio es qué son los niños. Los niños son personas. Los
niños tenemos un mundo que los mayores a veces no comprenden. Quizá, es lo primero
que tenemos que saber cuando estamos frente ellos. El aula tiene que ser un hervidero
de ideas, de tolerancia, de cariño, de alegría, de respeto mutuo, de interés para los
niños. Yo creo que ahí es donde hay que enseñar a los maestros, a los futuros maestros,
a los futuros enseñantes en general.
91
Quinta Parte: El júbilo de renacer.
La metamorfosis de la Mariposa. El resurgir de una Maestra de la vida
Cuando te jubilas es otro mundo. Has dejado de ser quien eras antes. Eres viejo
oficialmente, pero para mí, la vejez es una etapa preciosa, con todos los problemas que
hay que seguir solucionando pero me parece una edad preciosa. Yo me siento mucho
más libre ahora, aunque siempre he ayudado muchísimo a mis hijos. Mi amiga Ana
María me llama ‘la abuela sin fronteras’ porque he ayudado a criar a todos mis nietos
y he trabajado muchísimo desde que me jubilé pero me parece que soy mucho más libre
que antes y que tengo que aprender a ser mayor. De vez en cuando veo el programa de
Juan y Medio para escuchar las historias de antes en las que yo veo la vida que yo he
tenido en la posguerra, cómo trabajaban desde que tenían 3 años, por ejemplo. Eso lo
he visto yo en las escuelas que ha tenido mi madre. Los niños desde que tenían 3 años o
así, trabajaban en algo, era tremendo. Y digo, voy a escuchar a ver qué hacen en
muchos aspectos, en el amor, todas estas cosas. Hay historias interesantísimas también
y entonces pues aprendes.
Es muy triste estar sola para todo. Me gustaría mucho encontrar a un amigo con el que
pudiera salir, ir al cine, viajar… Yo nunca me he cerrado a ninguna cosa. He tenido
muy delimitado todo, yo jamás le he sido infiel a mi marido. No le he sido infiel porque
no me he ido con nadie, pero yo pienso que igual tenía que haberlo hecho. Lo que pasa
es que yo soy incapaz de engañar. Soy incapaz y entonces se lo hubiera dicho. Creo que
el hombre y la mujer buscan de distinta manera. Los hombres no pueden con la soledad
porque siempre se han visto atendidos por sus mujeres, las mujeres cuidábamos de los
hombres. Entonces se les hace insoportable estar solos. En muchos casos, por el sexo
también, porque el hombre, es el hombre. Pero el otro día, vi a una especialista en este
tema que decía que la mujer es válida sexualmente aunque tenga 90 años. Es natural
que muchas mujeres echen de menos y busquen un compañero también en ese sentido.
Yo empiezo a verme ahora, que de un año aquí noto que he tenido un bajón grande
físicamente porque ha sido muy duro de problemas. Tengo ahora una temporadilla un
poco de bajón porque me duele una rodilla, porque estoy con vértigo y al estar de pie
un rato me mareo un poco y eso. Pero aparte de este bajoncillo que ya estoy empezando
a superar, cuando venga la playa… ¡me encanta meterme en el mar!
92
Además, soy una persona que tengo que estar siempre en movimiento intelectualmente y
llevo estos cinco o seis años enclaustrada y lo más bonito que me ha pasado es
conocerte. Porque me estás sacando de mí misma y ya me he decidido. Ya había
empezado hace un par de meses a asistir a actos culturales que incluso había dejado de
ir y ya estoy empezando a ir otra vez.
93
6. Últimas reflexiones
Para concluir esta investigación me gustaría volver al principio de ésta y recordar cuáles
han sido los propósitos que me han llevado a emprender este viaje a través de la vida de
Concha. Éstos son:
- Indagar sobre qué aspectos personales, sociales, políticos, culturales y
económicos, han influido en el desarrollo personal, profesional y práctica
docente.
- Conocer los aspectos educativos relevantes en la práctica docente de esta
maestra.
- Construir el relato biográfico de la maestra para comprender aquellas cuestiones
que configuran la identidad docente en un mundo en continuo cambio.
Repensar en ellos supone una profunda reflexión acerca del proceso de investigación y
de cómo las categorías de análisis que emergen de este trabajo han ayudado a dar
sentido a la organización de las temáticas que emanan del diálogo con Concha para
poder re-construir su historia.
Pensar en la identidad profesional como categoría de análisis permite un acercamiento a
la mirada y el posicionamiento en la práctica docente de las/os maestras/os. Es
fundamental conocer cuáles han sido los contextos en los que han desarrollado su
profesión para entender cuáles han sido las estrategias emocionales, relacionales y
metodológicas. Debemos entender que las aulas, y en general, los centros educativos
son espacios compartidos y de confluencia, donde lo social se vuelve profesional y esto
es lo que va transformando a las personas. Otra categoría analítica surgida en esta
investigación es la de identidad social. Esta categoría está muy vinculada a la anterior,
pues como se ha mencionado, lo social se vuelve profesional. Es decir, las creencias y el
imaginario colectivo acerca de la escuela se unen con las emociones, sensaciones y
pensamientos vividos en la experiencia de cada docente. Todo ello atravesado por unas
circunstancias históricas que condicionan la vivencia dentro del aula. Por último, la
categoría de identidad personal me hace reflexionar sobre la importancia de las
experiencias que nos hacen crecer como personas. La familia, las amistades, las modas,
los contextos, las creencias, etc., todo influye en nuestra vida y es difícil determinar
cuándo hemos dejado de conformarnos como personas si todos los días interactuamos
con otras y aprendemos de ellas y con ellas.
94
Es importante comentar que el proceso de investigación presentado termina con la
exposición de las categorías analíticas. Ello es así, puesto que se trata de un Trabajo Fin
de Máster y la historia de vida aquí relatada es sólo el primer paso a la interpretación de
ésta. La continuación de este proceso supondría establecer categorías interpretativas
propias de una Tesis Doctoral. Es por ello que la investigación concluye con las
analíticas. Este trabajo se ha realizado con una sola persona investigada por las
exigencias propias del sistema educativo donde se enmarca este máster. Los tiempos
son limitados y por ello ha sido imposible acceder a otra persona y emprender el mismo
proceso metodológico de entrevistas en profundidad.
A lo largo de todo este proceso han surgido dudas y pensamientos acerca de cómo nos
constituimos las personas a través de las experiencias vividas y de aquellos recuerdos
del pasado que sentimos y revivimos en el presente. Los procesos identitarios que
caracterizan a cada persona, desde mi punto de vista, duran toda la vida. Re-construir la
historia de vida de Concha me ha hecho pensar profundamente sobre esto, sobre todo, al
recordar algunas palabras de nuestra protagonista que dicen que siempre estamos
viviendo y aprendiendo. También el constructo de identidad se nutre de este
movimiento inagotable por el que el ser humano transita.
Entender las distintas subjetividades, en este caso de Concha, es comprender que somos
un compendio de historias que se entrecruzan y que dan sentido y significado a la
persona, al contexto en el que habita y a la forma de ejercer y entender su profesión. De
ahí que al construir la historia de vida de Concha también hay que considerar la
subjetividad de la investigadora y del proceso que ayuda a comprender la propia
subjetividad que se construye mientras se investiga y te formas como tal.
Esta investigación sugiere que quizá habría que mirar hacia aquellos espacios de
encuentro en los que podamos encontrar preguntas más que respuestas. Profundizar en
la experiencia y vida de Concha, brinda la oportunidad de conocer propuestas diferentes
que incluyen a niñas y niños como actores principales dentro de las aulas. Construir la
historia de Concha, nos platea cuestiones de tipo epistemológico, ontológico,
pedagógico acerca de las concepciones “aún tradicionales” no tanto de las metodología
y sí del posicionamiento en el que se sitúa el profesorado en general, así como las
concepciones que éste, el profesorado, la institución académica y la instituciones
políticas entienden el mundo de la infancia. Si bien es cierto que poco a poco vamos
95
mirando e incorporando nuevas iniciativas pedagógicas, todavía coexisten en nuestro
sistema educativo, las enseñanzas tradicionales basadas en la memorización y
calificación numérica que segrega al alumnado. Incluso cuando se ponen en práctica
métodos diferentes dentro de las aulas, los sistemas de evaluación nos siguen alentando
a la competitividad y la individualidad. Como aporta Mattos (2011) en su investigación:
(…) podemos leer como el examen sólo sirve para cuantificar y para mostrar cuanto es
capaz de reproducir el alumno/a acerca de un tema o materia, a fin de emitir una
calificación desde una acción selectiva y promocionar de forma competitiva (p. 174).
Este tipo de investigaciones que ponen el foco en la persona, en su voz y experiencia,
sea profesorado o alumnado, dan claves para comprender que el proceso educativo y en
la educación se pueden desarrollar caminos posibles, caminos de cambio de estructuras
institucionales y de transformación del pensamiento.
Como reflexiones finales me gustaría destacar el proceso que he vivido como
investigadora dentro de la narrativa. Durante estos meses que ha durado la investigación
he tenido muchas dudas acerca de los pasos a seguir. A partir de la transcripción de las
entrevistas llegó el momento más duro del proceso. He tenido que documentarme
mucho al respecto porque en ocasiones me perdía entre tanta información y tardaba en
darme cuenta de la manera en la que debía estructurar el trabajo. Por ello, los momentos
de redacción de todo lo vivido han sido duros dada mi inexperiencia como
investigadora. Creo que me hace falta profundizar más en conceptos relativos a los
procesos identitarios y sobre cuestiones vinculadas a experiencias dentro del aula.
Espero poder paliar estas “lagunas” en mi formación siguiendo con estudios de
doctorado.
7. Referencias bibliográficas
Araque, N. (2009). “La formación de las maestras durante la primera etapa del
franquismo”. Tendencias Pedagógicas, 14, pp. 117-127.
Arévalo, A. (2010). La experiencia de sí como investigadora. En Contreras, J. y Pérez,
N. (Comps.). Investigar la experiencia educativa. 2º Edición. Madrid: Ediciones
Morata S.A.
96
Ávila, A. y Holgado, J. A. (2008). Formación del Magisterio en España. La legislación
normalista como instrumento de poder y control. Madrid: Ministerio de Educación,
Política Social y Deporte.
Bolívar, A. (2002). “¿De nobis ipsi silemus?: Epistemología de la investigación
biográfico-narrativa en educación”. Revista Electrónica de Investigación Educativa,
(4)1.
__________ (2006). La identidad profesional del profesorado de secundaria: crisis y
reconstrucción, Archidona (Málaga): Ediciones Aljibe.
__________ (2014). “Las historias de vida del profesorado. Voces y contextos”. Revista
Mexicana de Investigación Educativa. Vol. 19, Núm. 62, pp. 711-734.
Bruner, J. (2014). La educación, puerta de la cultura. 2ª Ed. Madrid: Machado Grupo
de Distribución, S. L.
Carta encíclica de S.S. Pío XI sobre la educación cristiana de la juventud:
http://www.vicariadepastoral.org.mx/3_magisterio_pontificio/divini/divini_llius_ma
gistri.pdf (Consultada el 24 de Julio de 2015).
Cobo, R. (2005). “El género en las Ciencias Sociales”. Cuadernos de Trabajo Social,
vol. 18, pp. 249-258.
Connelly, S. y Clandinin, D. (1995). Relatos de Experiencias e Investigación Narrativa.
En J. Larrosa, R. Arnaus, V. Ferrer, N. Pérez, F, Connelly, D. Clandinin et al,
Déjame que te cuente. Ensayos sobre Narrativa y Educación, pp. 11-58. Barcelona:
Laertes.
Cortés, P. (2012). El proceso de devolución, discusión e interpretación en la
investigación socio educativa con Historias de Vida. En Rivas, J. I., Hernández, F.,
Sancho, J. M., Núñez, C. Historias de vida en educación: Sujeto, Diálogo,
Experiencia. Barcelona: Dipòsit Digital UB.
Cuño, J. (2013). “Reforma y contrarreforma de la Enseñanza Primaria durante la II
República Española y el ascenso del Fascismo (1932- 1943)”. Revista Historia
Educativa Latinoamericana. Vol. 15, nº 21, pp. 89-106.
97
Deutscher, I. (1973). What We say/What We do: Sentiments and Acts. Glenview: Scott,
Foresman.
De Puelles, M. (2009). Modernidad, Republicanismo y Democracia: una historia de la
educación en España (1898- 2008). Valencia: Tirant Lo Blanch.
Dubar, C. (2000). La socialisation. Construccion des identités sociales et
professionnelles. París: Armand Colin.
Friedrichs, J. (1973). Methoden empirischer Sozialforschung. En Flick, U. (2007).
Introducción a la investigación cualitativa. (2ª ed.) Madrid: Ediciones Morata
S.L.
Goodson, I. (2003). “Hacia el desarrollo de las historias personales y profesionales de
los docentes”. Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol. 8, Núm. 19, pp.
773-758.
________ (ed.), (2004). Historias de Vida del Profesorado. Barcelona: Octaedro y
EUB.
________ (2012). Developing narrative theory: life history and personal
representation, Londres y Nueva York: Routledge.
Hernández, F. (2004). Las historias de vida como estrategias de visibilización y
generación de saber pedagógico. En Goodson, I. Historias de Vida del Profesorado.
Barcelona: Octaedro y EUB.
Hernández, F. (2011). Las historias de vidas en el marco del giro narrativo en la
investigación en Ciencias Sociales: los desafíos de poner biografías en contexto. En
Hernández, F., Sancho, J. M. y Rivas, J. I. Historias de vida en Educación.
Biografías en contexto, pp.13-22, Barcelona: Esbrina.
Hernández, F., Sancho, J., Hermosilla, P., Martínez, S. y Creus, A. (2014). Tránsitos
identitarios de docentes desde las historias de vida. En Rivas, J. I., Leite, A. Prados,
E. (Coords.). Profesorado, escuela y diversidad. La realidad educativa desde una
mirada narrativa. Málaga: Ediciones Aljibe, S. L.
Kushner, S. (2002). Personalizar la evaluación. Madrid: Ediciones Morata S.L.
98
Kreusburg, R. (2011). Cuestiones éticas en torno a la investigación sobre y con historias
de vida. En Hernández, F., Sancho, J. M. y Rivas, J. I. Historias de vida en
Educación. Biografías en contexto, Barcelona: Esbrina.
LeCompte, M. D. y Goetz, J. P. (1988). Etnografía y diseño cualitativo en investigación
educativa. Madrid: Ediciones Morata S.A.
Leite, A. (2011). Historias de vida de maestros y maestras. La interminable
construcción de las identidades: Vida Personal, Trabajo y Desarrollo Profesional.
Tesis Doctoral inédita. Servicio de publicaciones de la Universidad de Málaga.
Ley de 17 de Julio de 1945 sobre Educación Primaria. En:
http://www.boe.es/datos/pdfs/BOE/1945/199/A00385-00416.pdf (Consultada el 24
de Julio de 2015).
Ley General de Educación de 1970. En: http://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-
A-1970-852 (Consultada el 25 de Julio de 2015).
López, A. (2010). Un movimiento interior de vida. En Contreras, J. y Pérez, N.
(Comps.). Investigar la experiencia educativa. 2º Edición. Madrid: Ediciones Morata
SA.
Maalouf, A. (1999). Identidades asesinas. Madrid: Alianza.
Márquez, M. J. (2011). Mediadoras Interculturales en Centros Educativos. Un punto de
vista narrativo. Tesis Doctoral inédita. Servicio de publicaciones de la Universidad
de Almería.
Mattos, B. (2011). La voz del alumnado: Una investigación narrativa acerca de lo que
siente, piensa, dice y hace el alumnado de Magisterio de Educación Física en su
formación inicial. Tesis Doctoral inédita. Servicio de publicaciones de la
Universidad de Almería.
Mattos, B. Prados, E. y Padua. (2013). “La voz del alumnado: Una investigación
narrativa acerca de lo que siente, piensa, dice y hace el alumnado de Magisterio de
Educación Física en su formación inicial”. Movimento, vol. 19, núm. 4, pp. 251-269
Escola de Educação Física Rio Grande do Sul, Brasil.
99
Parra, J. M. (2009). “La evolución de la Enseñanza Primaria y del trabajo escolar en
nuestro pasado histórico reciente”. Tendencias Pedagógicas, 14, pp. 145-157.
Pérez, M. (2000). “La Enseñanza en la Segunda República”. Revista de Educación,
Número extraordinario, pp. 317-332.
Prados, E., Márquez, M. J. y Padua, D. (2012). Historias que cuentan. Entrevistar como
el arte de dejarse contar. En Rivas, J. I., Hernández, F., Sancho, J. M., Núñez, C.
Historias de vida en educación: Sujeto, Diálogo, Experiencia. Barcelona: Dipòsit
Digital UB.
Reina, O. (1938). Experiencias de educación. Madrid: Raife.
Ricoeur, P. (2006). “La vida: un relato en busca de narrador”, Ágora. Papeles de
filosofía, vol. 25, núm. 2, pp. 9-22.
Rivas, J. I. (1996). Investigación Naturista en Educación. Una revisión Crítica. En
Mattos, B. (2011). La voz del alumnado: Una investigación narrativa acerca de lo
que siente, piensa, dice y hace el alumnado de Magisterio de Educación Física en su
formación inicial. Tesis Doctoral inédita. Servicio de publicaciones de la
Universidad de Almería.
________ (2009). “Narración, conocimiento y realidad. Un cambio de argumento en la
investigación educativa”. En Rivas, J. I. y Herrera, D. (2009), coord. Voz y
Educación. Barcelona: Octaedro.
Rivas, J. I. y Cortés, P. (Coords.). (2013). Punto de partida: Colaborar, Construir, Sentir.
En Cruce de caminos. El desarrollo de subjetividades y la construcción como
investigador/ra a través de los relatos biográficos. Málaga: CeCol Editorial
Rivas, J. I. y Leite, A. (2011). La Devolución en los Procesos de Construcción
Interactiva de los Relatos. En Hernández, F., Sancho, J. M. y Rivas, J. I. Historias
de vida en Educación. Biografías en contexto, Barcelona: Esbrina.
Sancho, J. M., Hernández, F., Larraín, V. y Montané, A. (2012). La entrevista como
espacio de relaciones en una investigación planteada como acompañamiento. En
Rivas, J. I., Hernández, F., Sancho, J. M., Núñez, C. Historias de vida en educación:
Sujeto, Diálogo, Experiencia. Barcelona: Dipòsit Digital UB.
100
Santander, M. (2010). “La reforma en la formación de los Maestros de Enseñanza
Primaria: El plan profesional de 1931”. Revista Tavira, 26, pp. 57-103.
Taylor, S. J., y Bogdan, R. (1987). Introducción a los métodos cualitativos de
investigación. (2ª ed.). Barcelona: Paidós.
Toro, J.M. (2005). Educar con co-razón. 11ª ed. Bilbao: Desclée de Brouwer, S.A.
Van Manen, M. (2003). Investigación Educativa y Experiencia de Vidak. Barcelona:
Idea Books, S.A.
Woods, P. (1987). La escuela por dentro. La etnografía en la investigación educativa.
Barcelona: Paidós.
101
8. Anexos
Anexo I. Transcripción de las entrevistas en profundidad
Entrevista I Concha Castro (11,15 horas del 17 de abril de 2015)
Comenzamos la primera entrevista con Concha Castro en su casa, en la segunda planta,
en la habitación donde juega con su nieto.
M: ¡Buenos días Concha!
M: Lo primero que me gustaría saber es dónde naciste, en qué año y que me cuentes un
poco sobre tu infancia.
C: Pues hace tantos años… no sé si me acuerdo (se ríe). Nací en el año 41, en el año del
hambre, un año sumamente difícil para la sociedad familiar y nacional. Mis padres eran
maestros de pueblo, de pueblo, pueblo pequeñito de las aldeas en las montañas
orensanas… Y nací un mes de febrero, un día 7 y la vida entonces… yo fui desde niña
una niña muy atrevida; no sé si vale que te cuente esta anécdota, pero yo me escapaba a
gatas de la escuela donde estaba mi madre y me metía debajo de un caño de agua de
estos, ya sabes lo que llueve en Galicia. Y habíamos nacido en el pueblo tres niños, más
o menos en los mismos días… en quince días. Y entonces yo ya cuando podía valerme
por mí misma me escapaba y entonces… pues la lluvia recogía, ¿cómo se llaman? los
canalones estos, me sentaba allí, debajo de la lluvia y mi madre me encontraba allí (ríe
mientras lo cuenta). Entonces cogí la difteria, los otros niños se murieron y yo no. O sea
fui una niña un poco rebelde, no rebelde mala, sino, que tenía mi propia vida desde
pequeña, ¿no? Desde pequeña tenía mis propias ideas y en aquel ambiente en el que
tenías que obedecer a todo, a todo, a todo, pues me costó muchas lágrimas y algunos
castigos importantes también a lo largo, incluso de los primeros años. Mi madre era un
cielo de persona, un sol, linda, progresista (la recuerda con muchísimo cariño). Mi padre
era un hombre muy valioso, muy culto, ella también, eran dos maestros muy cultos.
Hicieron la carrera con la República, les tocó por su edad, ¿no? Y mi padre era una
persona…yo diría intolerante, era…fue un padre extraordinario que se preocupó
muchísimo de nuestra educación y de nuestra salud, por ejemplo. Pero era muy duro,
sobre todo conmigo porque él no admitía que yo dijera lo que pensaba, incluso para
jugar o para estas cosas y, entonces eso me ha marcado mucho y lo recuerdo mucho, lo
he recordado mucho al llegar a la escuela, lo que sentía yo y lo que sufría, al sentir esa
102
mano tan dura de mi padre encima. Pobrecillo, es que fue un padre extraordinario
pero…fue muy duro. Él también lo pasó muy mal cuando era niño, también lo trataron
con dureza y supongo que eso es lo que aprendió que no le culpo en absoluto, al
contrario, tengo mucho que agradecerle. Y mi madre cuando estaba mi padre, porque él
es el contraste, cantábamos y bailábamos o hacíamos gimnasia, cosa muy mal vista en
aquellos tiempos y me decía: “mira, no digas a nadie que cantamos y bailamos sino van
a decir que somos mujeres mundanas” (reímos) Cosas así. Mi familia fue, tanto por
parte de madre como de padre fueron campesinos acomodados, eso no quiere decir que
no tuvieran que levantarse de noche para trabajar, quiere decir que tenían lo necesario
para vivir que incluso podían vender alguna vaquita o los productos de la tierra, alguno
que otro, y se distinguieron un poco también al ser un poco acomodados por tener en la
familia muchísimos curas, tanto que... cura en gallego se dice “crego”, y mi abuelo
materno era el “crego” y entonces a mí de niña me llamaban la “Conxinha del crego”
(reímos). Era el mote de mi familia por la cantidad de curas y monjas que ha habido.
Una familia muy religiosa en aquellos tiempos y, yo en medio del tiempo, luego fui
interna, y a lo mejor estoy corriendo mucho, a los diez años cuando aprobé el ingreso
fui interna a un colegio de monjas, entonces si quieres de esto hablamos en otro día, lo
que tuvo que ver también mi manera de pensar, por no correr tanto.
M: Si tú quieres contármelo ahora… bueno, pues una pregunta, ¿eras hija única?
C: No, yo tenía dos hermanas más pequeñas, una era Rosalía, Rosalía Castro, te puedes
imaginar la pobre… en Galicia… Bueno, Rosalía que era un bombón de niña estaba
todo el día sentada, no daba ningún problema, se lo comía todo, dormía cuando mis
padres querían, se dormía siempre, era un cielo de niña, un caramelo y era la favorita de
mi padre desde que nació. Y yo era el garbanzo negro desde que nací, porque yo andaba
como las cabras por el campo, me subía a los árboles, iba con los niños a robar fruta a la
huerta, a veces de los padres de los mismos niños y, bueno, te puedes imaginar, no te
puedes imaginar. Y entonces yo daba mucho trabajo, era muy difiscosa para comer,
daba mucha lata para comer, no me gustaba dormir, bueno… y la pequeña era la
pequeñita y entonces era la pequeñita. En todos estos años, me preguntas lo que quieras,
pero un hecho crucial y tremendo fue que cuando tenía… no tenía 13 años, se murió mi
madre. Y entonces eso marcó mi vida definitivamente vamos (se pone muy triste).
M: Entonces, ¿cómo deciden tus padres ingresarte en un colegio privado?
103
C: Mira… no puedo hablar de mi madre sin llorar.
M: Tú cuéntame lo que tú quieras, ¿eh?
C: Lo hicieron por cariño porque mis padres ya cuando yo tenía 10 años eran los
maestros de un barrio de Carballino, Carballino es el pueblo de los pulpeiros y ellos
eran los maestros del barrio de los pulpeiros, pero mi madre no llegó a ejercer porque
enfermó y no pudo ser, pero hemos vivido allí hasta que… hemos vivido allí pues hasta
que… casi 20 años o mi padre más aún. Entonces cuando tenía 10 años, nuestra casa y
nuestro barrio era del casco de Carballino pero era aldea y Carballino era pequeña
ciudad, entonces el barrio de los pulpeiros era otra cosa. Y entonces había un kilómetro
de distancia y mis padres para que no me mojara, para que no pasara frío, me metieron
interna…en eso… también para que las monjas me enseñaran a comer, según decía mi
padre (se ríe), yo que sé, eso es lo que me decían. Y eso fue para mí una cosa tremenda,
separarme de mi madre, fue tremendo (se emociona).
M: ¿Cómo fueron los primeros años de estar interna?
C: Lo peor fue eso, pero después yo me adapté. Como en mi casa el ambiente al morir
mi madre era muy duro también… si quieres córtalo porque no me gusta nada llorar.
M: Lo que tú quieras Concha, lo corto.
(Hacemos una pequeña parada porque Concha se emociona al recordar a su madre y me
cuenta que no le gusta llorar)
(Al cabo de pocos minutos, retomamos la entrevista)
M: Bueno Concha, cuéntame cómo era tu padre contigo y de qué manera te marcó eso.
C: Bueno pues, al no estar mi madre, mi padre como yo era la más gamberra, yo creo
que era buena niña pero… mi madre me decía: “Tú eres la mejor de tus hermanas”,
pero yo creo que me lo decía para consolarme de lo duro que era mi padre conmigo.
Pero mi padre lo hacía convencido de que tenía que meterme en vereda pero yo
tampoco hacía nada malo. Únicamente que a lo mejor nos parecíamos mucho y yo tenía
mi manera de ser y en aquellos tiempos había que obedecer a rajatabla, para mi padre.
Entonces eso me marcó muchísimo, muchísimo a la hora de comprender a los niños
cuando llegué a ser maestra, que… los niños tenemos un mundo que los mayores a
104
veces no comprenden. Y entonces eso es, quizá, lo primero que tenemos que saber
cuando estamos frente a los niños, que los niños son personas antes que alumnos y que,
lo que hayamos pasado o lo que estén pasando en sus casas, muchas veces, que no
podemos ni imaginárnoslo, eso es lo que tenemos que tener en cuenta a la hora de
comprenderles, de saber porqué no funcionan, porqué no estudian. A veces es porque
están demasiado mimados o consentidos y otras veces por todo lo contrario, no
podemos imaginárnoslo. Y los niños a veces disfrazan su situación por hacerse una
coraza, una armadura frente al maestro, frente a los otros niños o para que no le
critiquen o para no quedar peor y, llegar a saber, llegar a saber porqué los niños
funcionan como funcionan creo que sería un tema de estudio para cambiar, no sólo la
actitud de los maestros en activo, sino, empezar por cambiar la manera de enseñar a los
maestros, porque un maestro no puede aprender, no puede sacar la carrera, creo yo, es
un error, simplemente aprobando las asignaturas. Me llevo unos cuantos sobresalientes,
voy, hago las prácticas pero… no he aprendido de pedagogía, psicología, que no sé si
ahora se estudiarán, antes si las estudiábamos.
M: Creo que sí.
C: ¿Sí? Hay cosas que no se pueden aprender en los libros y entonces, creo que es
importantísimo que se planteen los estudios, y urgente, que se planteen los estudios de
magisterio pero no sólo de magisterio, sino, de los enseñantes en general. Otra cosa que
he hecho yo, muy al menos con las personas que tienen, en relación con el público pero
muy especialmente con los niños y con los jóvenes, muy especialmente con ellos, es la
manera de expresarnos. Hay que estudiar oratoria. Nosotros estudiábamos oratoria en
aquellos tiempos, no a grandes escalas pero no nos permitían tartamudear al hablar o
tartamudear al dar una lección o cosas así. Oratoria… a ver, cómo te lo diría, no
recuerdo ahora (recuerda lo que estudiaba), bueno, todo lo que tenga que ver con la
expresión oral, es importantísimo para un enseñante. Pero sobre todo, la psicología, la
manera de comprender a los niños, el no tener un número excesivo de alumnos, el tener
también, no digo un ayudante, que podían ser los alumnos de prácticas que yo siempre
los he admitido y valorado muchísimo su ayuda en clase, no sólo por lo que ayudaban
sino, por lo que aportaban porque desde mi edad a la de ellos había cambiado mucho el
mundo y entonces, para mí han sido una gran ayuda y les estoy enormemente
agradecida. Pero ellos también han aprendido, creo yo, que…que enseñar no puede ser
algo monótono, algo frío, algo metido dentro de cuatro paredes, sino, que el aula es un
105
aula de cristal, que es que, por medio de cartas, saliendo a la calle, haciendo todo lo
que…acercando los niños al mundo y el mundo a los niños, el aula tiene que ser un
hervidero de ideas, de tolerancia, de cariño, de alegría, de respeto mutuo, de interés para
los niños. Yo creo que ahí es donde hay que enseñar a los maestros, a los futuros
maestros, a los futuros enseñantes en general. Y luego, cosas tan básicas como que,
como que sepan leer de maravilla, les guste leer, les guste estudiar, les guste seguir
preparándose continuamente porque, yo recuerdo que en los últimos días de maestra, a
lo mejor me estoy adelantando, pero ya me irás diciendo tú, lo que va por el camino,
porque es que esto me parece fundamental a la hora de la preparación de los futuros
enseñantes y, es que yo, en los últimos días iba descubriendo a veces cosas que decía:
“Pero ¿por qué no se me ha ocurrido antes?”. Porque hay que estar observando siempre,
siempre, siempre. No valen los desmayos, no vale el cansancio, no vale el quemarse,
¿cómo se va a quemar uno? ¡Eso es imposible!, quemarse ante los niños. Hay que tirar y
ya está, hasta aquí. Me he dilatado mucho (nos reímos). ¿Por dónde quieres que
sigamos?
M: (río) Bueno, vamos a volver un poco para atrás. Ya me has contado un poquito cómo
influyó eso para que tú decidieras, ¿no? Cómo ha sido tu paso de niña a tener una visión
de la infancia por tu trayectoria personal, entonces, ¿por qué decides estudiar? ¿Por eso
mismo? ¿Por qué decides ser maestra?
C: No, no. Mi padre me dijo: “Tú, maestra”. Y yo, maestra.
M: Te lo dijo tu padre entonces (reímos).
C: Sí. Entonces el paso fundamental fue el internado. Fue…un modo de vida,
completamente distinto, ¿no? Un internado muy rígido, pero… yo no me sentía mal allí,
como en mi casa había más soledad y más tristeza, pues yo, incluso tenía miedo a las
vacaciones. Y entonces, en el internado, pues es como, como un pequeño país. Como
una… allí hay como un resumen de lo que es el mundo. Entre las mismas monjas, había
monjas muy diferentes. Había categorías entre ellas, que a mí me parecían fatal, ¿no?
Porque había una monja que era un poco más despreciada, como era la cocinera, que era
la Madre Belisaria, había la Madre Soledad, que el nombre no podía venirle más a pelo
porque era sorda, pero era un dulce de monja y era la maestra de las “niñas gratuitas”,
de las pobres. Nosotras… yo estoy interna no entraba… pero las niñas externas entraban
por la puerta principal del colegio, las “niñas gratuitas” entraban por un pontón que
106
había en la esquina del patio y allí mismo, había el aula de las “niñas gratuitas”.
Teníamos prohibido hablar con ellas. Y…hacían el recreo aparte, si es que hacían
recreo, que creo que no. Yo no lo recuerdo.
M: Había marginación en el colegio.
C: Había una marginación... Sí, eran los tiempos también, ¿sabes? Y yo no culpo a las
monjas porque las monjas hacían lo que aprendieron a hacer y, entre ellas había mejores
personas y peores personas también y, había personas extraordinarias. Y entonces nos
castigaban a veces a ir a las clases de las “niñas gratuitas”. Como a mí no me gustaba
estudiar latín, de lo cual, me arrepiento mucho porque ahora me hubiera
encantado…pues me castigaban a ir allí y yo me lo pasaba pipa pues allí tenía un
grupillo de amigas y entonces pues me gustaba mucho estar con ellas. Suspendí latín en
junio y tuve que ir en septiembre pero valió la pena (reímos). Entonces, a ver, ¿qué más
había? Nos marcó mucho una monja que se llamaba la Madre Esclavitud, fíjate si el
nombre le va también. Era una morenaza graaande (hace gesto), navarra, enorme, con la
piel muy oscura parecía mulata pero no lo era. Era tremenda, las monjas le tenían miedo
y nosotras le teníamos pánico, le teníamos pánico. A mí cuando me llamaba, íbamos
temblando… como una vara verde. Ya te contaré en otro momento si no quieres que
alargue las cosas.
M: No, no, tú cuéntame lo que quieras.
C: El sistema que seguía con las internas. Le teníamos horror. Tanto es así, que las niñas
internas mayores, yo cuando estaba ella entonces era de las pequeñas-medianas, 10, 11,
12 años; pues… las mayores le gastaban a veces trastadas porque era muy miedosa.
Todas las personas crueles son cobardes. Y entonces, cuando se reía, se reía a gritos,
pocas veces. Y luego nos maltrataba mucho; maltrataba incluso a la monja que la
ayudaba, la Madre Margarita. Había un pasillo encerado, con unas bayetas que había
para poner los pies para poder pasar; la Madre Margarita era muy vieja y era pequeñita
y redondita; entonces le daba miedo poner las bayetas porque se caía; y entonces la
Madre Esclavitud la vigilaba (ríe): “¡¡Margarita, Sor Margarita!! ¡¡Venga aquí!!¡Sor
Margarita! ¡Ponga los pies en las bayetas!” Porque era limpísima, la Madre Esclavitud
era limpísima; entonces la ponía, le pegaba un empujón y la mandaba contra la pared de
enfrente (ríe). Esto es verídico, ¿eh? Y a nosotras pues te puedes imaginar. Una de las
experiencias duras, pero, pero… me parece maravillosa al recordarla, fue que un señor
107
que tenía un cine en Caballino; era un señor my alto, no recuerdo cómo se llamaba; muy
elegante, parecía un dandy de aquellos tiempos. Tenía mucho dinero y no sé porqué se
le ocurrió que los sábados por la tarde, ponernos a las ocho de la tarde, de ocho a diez,
las películas mudas de Charlot, que eran una joya. La mayoría de las niñas que venían
de los pueblos, estaban internas porque los padres habían emigrado, no habían ido
nunca al cine y no sabían lo que era y, yo lo mismo; yo casi no había ido al cine nada
más que una vez o así. Y entonces ponía la película de Charlot en el salón de estudios
que estaba abajo y arriba estaban los dormitorios nuestros y el baño. Entonces, la Madre
Esclavitud nos reclutaba a las que quería, diez o doce, y cuando empezaba la película
nos decía: “Fulanita, fulanita, fulanita… ¡arriba!” Y nos teníamos que ir arriba, nos
encerraba en el baño, pero desde allí se oía la película. Entonces nos hacía coger la ropa
para coser; si teníamos algún tomate en los calcetines o lo que fuera o alguna tarea, lo
que sea y nos hacía cantar la Salve Regina una por una; y si no nos gustaba, y si no le
gustaba cómo la cantábamos, mandaba a las otras a que se rieran y… entonces, cuando
le parecía o cuando ya la película estaba acabando; nosotras oyendo la película y a
veces lloraban, a mí nunca me vio llorar, nunca, digo: A mí nunca me ves llorar; y
entonces nos mandaba abajo, entonces las películas de Charlot, algunas niñas vimos lo
que nos tocó (reímos). Yo no sé porqué estaba yo entre las acusadas porque yo no me
metía en nada y, se metía con las más tranquilas, siempre con las pequeñas, era horrible
de mala de cruel que era.
M: ¿Ella os daba clase?
C: No, no, no. Ella atendía el internado. Y no nos explicábamos cómo. Bueno, los
castigos que aplicaba eran tremebundos, humillantes, etc. Pero las monjas creo que le
tenían miedo también; bueno, esto como anécdota, tremenda; hay infinidad de ellas; y
un día las internas mayores; en el dormitorio nos dimos cuenta que estaban montando
algo porque se reían mucho; teníamos que estar en silencio absoluto en el dormitorio,
como no andaba por allí, aprovecharon. Y al día siguiente, a las seis de la mañana que
era cuando tocaban a maitines para que las monjas se levantaran y fueran al coro a
rezar; el coro estaba en la misma planta que los dormitorios y entonces oímos unos
alaridos, unos gritos horribles de la Madre Esclavitud corriendo y gritando (reímos) por
el pasillo encerado y, qué había ocurrido, pues que las internas mayores, cansadas de
tantos atropellos, con una almohada hicieron una muñeca, del tamaño de una almohada,
le pusieron piernas, le pusieron zapatos, la vistieron con un uniforme de paseo, le
108
pusieron el sombrerito ridículo que llevábamos cuando salíamos a pasear y la colgaron
del cuello en la campanilla de tocar a maitines. Total, que a la Madre Esclavitud le
tocaba aquella semana tocar a maitines y, cuando fue y tiró de eso que era una niña
ahorcada (reímos); y eso eran unos gritos… Por supuesto, no denunciamos a quienes
fueron pero lo pudieron investigar, a saber cómo y las expulsaron. Las expulsaron del
colegio. Pero bueno… son cosas que nos divertimos mucho. Luego nos enteramos de
que la Madre Esclavitud, ya por protestas de los padres, del momento en que expulsó a
las niñas y los padres se enteraron de las cosas que nos hacía, pues, la mandaron a
cuidar de los enfermos de un psiquiátrico. Mira, nos reíamos… hemos llorado de risa
infinidad de veces pensando en las cosas que haría a los pobres y ojalá pensando que
ellos le hicieran a ellas faenas también (reímos). Son historias que quieras o no, te
marcan, te marcan mucho, ¿no?
M: Por supuesto, y más en esos años, ¿no?
C: En esos años, claro, la obediencia era ciega. El internado era duro, pero yo tengo
buen recuerdo de las monjas; incluso ahora cuando entro en un claustro de este tipo me
siento como un poco reconfortada por dentro, no sé, para mí fue un apoyo importante; y
se lo agradezco mucho a pesar de la Madre Esclavitud (reímos). Gracias a ella nos
hemos reído después…
M: Entonces allí, dentro del internado, tú tenías a tus amigas, pero ¿recuerdas a alguna
monja que te marcara especialmente porque fuera buena contigo, fuera buena profesora?
C: Si, si no eran malas. Yo recuerdo especialmente a la Madre Caridad que era una
monja cubana, guapísima, que era la sacristana de la capilla, los domingos abrían para
que la gente pudiera ir a misa allí; y era tan guapa que iban todos los chicos a misa al
colegio por verla poner los manteles (ríe), por verla encender las velas; y esas cosas, era
la más linda de todas. Y luego había la Madre Pilar que era un genio, cultísima, era hija
de una familia riquísima de Vigo, era una dibujante maravillosa, tenía una letra perfecta
y nos daba francés; yo no aprendí nada de francés, pero bueno (ríe), la recuerdo con
muchísimo cariño. Y… y después pues teníamos un profesor que estaban todas
enamoradas de él porque era una belleza de hombre; yo no, porque yo… a mí nunca me
gustaron los guaperas ya desde muy joven, pero si… yo creo que hasta alguna monja,
porque es que era guapísimo el hombre; y que nos daba lengua y literatura, fue un ¡gran
profesor! Que me influyó un montón a la hora de leer y de escribir.
109
M: Cuéntame cosas de él.
C: Pues… era muy católico y tenía ocho hijos; y tenía a penas treinta y pocos años; y la
mujer era preciosa también. Vivía en Ourense, a 29 Km y, entonces venía en moto, con
el invierno y el frío que hacía en Galicia; desde Ourense llegaba el pobre hecho unos
zorros siempre, mojado; a mí me daba mucha pena, pero fue un gran profesor con el que
nos reíamos, con el que… nos leía, con el que… nos enseñó a leer; a mí me gusta leer
desde pequeña porque mis padres cultivaron mucho eso a pesar de no haber libros para
niños en aquellos tiempos, en mi infancia, pero mis padres supieron hacerlo. Y… y este
señor que se llamaba, el Señor Tabarés, pues, tengo un enorme recuerdo de él y del
Señor Pereira que venía también desde Ourense, pero tenía mejor situación familiar y
nos enseñaba química; a mí me gustaba mucho la química, la física no, pero la química
si me gustaba bastante, hasta que llegamos a la química orgánica que me perdí (reímos);
ya me perdí. Y ¿qué más te puedo contar? En el diccionario había también racismo;
teníamos una niña que era hija de un gallego y de una india mexicana, que era una
princesa mexicana; y era… la niña era una india físicamente; y la pobre pasó las de Caín
por el racismo de algunas compañeras e incluso de algunas monjas; y a eso entonces no
le llamábamos racismo porque no sabíamos qué era eso, pero si, crueldad. Y yo la
quería mucho, se llamaba Ana, ¿qué habrá sido de ella?, pobrecilla. Después su padre se
enteró de que lo pasaba mal y se la llevó.
M: ¿No la volviste a ver?
C: Nunca, nunca, nunca. Su padre vivía en México y no sé… era un hombre ya
mayorcillo; yo lo vi una vez y ya no se qué fue de ella. Y otra interna también era un
poco desestimada por las monjas, porque era de una familia, digamos, de aquellas… en
fin… criticadas moralmente, no sé porqué.
M: En la clase de tu profesor, ¿también se demostraba ese racismo que cuentas o era de
otra manera?
C: No, no, no. No, porque, yo allí hice el bachillerato de magisterio interna y me
examinaba por libre; y el profesor no discriminaba; a mí como era tan callada… porque
yo normalmente hablo muy poco y… me llamaban cantinha de Rendodela y me daba
una rabia que me llamaran cantinha de Redondela.
M: ¿Y eso que significa? (reímos)
110
C: Pues que era muy callada, que estaba muy tímida. Redondela es una ciudad preciosa
de allí, no sé porqué, qué tendría él que ver con Redondela; y yo no me atrevía ni a
hablar, sobre todo por eso (ríe). Me intimidaba mucho, me sentía intimidada, vamos; no
se metía conmigo más de otra manera, pero a mí eso me daba rabia, que me llamaran
cantinha de Redondela. Y… y era una persona encantadora, que no puedo decir otra
coas de él, buenísimo; y ¿qué más te puedo contar del internado? Bueno, infinidad de
cosas.
M ¿Hasta qué edad estuviste allí?
C: Pues estuve hasta casi los 18 años, hasta que terminé Magisterio.
M: ¿Y lo terminaste allí dentro?
C: Si.
M: ¿A qué edad empezaste a estudiar Magisterio?
C: Me examinaba en Ourense, en la Escuela de Magisterio pero por libre. Empecé a los
10 años y terminé allí casi a los 18.
M: Entonces, lo de estudiar Magisterio ¿a qué edad empezó?
C: Pues, yo no hice el bachillerato superior, sino que hice sólo hasta la reválida de
cuarto porque mi padre, pobrecillo, para darnos carrera a las tres, se las vio y se las
deseó, fue un padre extraordinario en muchos aspectos; entonces, pues, menos mal que
como había heredado fincas y estas cosas, así montes, pues fue vendiendo pinos, fue
vendiendo finquitas; primero para poder soportar la enfermedad de mi madre que fueron
cinco años y, luego, para poder darnos carrera a las tres; pagando un colegio de
señoritas, que era un colegio caro; y después mis hermanas, ya cuando se hicieron un
poquito mayores, fueron al Colegio de Huérfanos de Magisterio porque él ya no podía
más económicamente y entonces se fueron a Zaragoza, al colegio que había para
huérfanos del Magisterio y tienen un gran recuerdo del Colegio de Huérfanos. Hace
poco que he hablado con mi hermana la pequeña, la otra se murió hace ya muchos años,
murió muy joven.
M: ¿Cómo se llama tu hermana la pequeña?
C: Mari Cruz. Y mi madrina quería ponerle Filomena, mi padre quería…
111
(CORTAMOS LA ENTREVISTA, TOCAN A LA PUERTA)
M: Bueno, me estabas contando sobre tus hermanas, que habías hablado hace poco con
Mari Cruz, que es tu hermana pequeña…
C: Y que me contaba que tenían las dos un recuerdo extraordinario del Colegio de
Huérfanos de Zaragoza, que aprendieron muchísimas cosas que no… era un internado
pero no un internado riguroso que no podían asomarse a las ventanas ni nada, sino que
salían, ligaban y se lo pasaban muy bien, hacían excursiones…
M: Pero entonces, no era lo mismo que donde tú estabas, ¿no?
C: No, era un internado laico. Y… una de las personas que marcó mucho a mis
hermanas fue el Padre Tomás, un sacerdote extraordinario, que siguió hasta que murió
hace pocos años, teniendo mucha relación con mi hermana la pequeña porque mi
hermana Rosalía murió con 44 años, cinco niños pequeños, bueno, un desastre, como mi
madre. Y nada, mis hermanas fueron maestras también; y… la pequeña tuvo ocasión de
aprender idiomas porque destinaron al marido a Inglaterra y fue profesor de español;
primero para adultos españoles en Inglaterra y después estuvo también en Bélgica y en
Portugal para hijos de españoles; entones tuvieron un camino distinto al mío. Y yo pues
nada, yo maestra y…
M: Entones, a los 18 años ya eres maestra, ¿no?
C: ¡A los 17, si!! Entonces ya empecé a prepararme las oposiciones. Fui a las primeras
oposiciones que se convocaron cuando… no se podían hacer antes de los 18 años y
entonces pues, fui, y… se vendieron las plazas. Una amiga, la que era mi amiga me dijo:
“Mira la plaza vale 65.000 pesetas”. Yo se lo dije a mi padre y mi padre me dice:
“¡Esta Teresa que es muy ligera de lengua, que eso no puede ser, que es mentira y tal!
¡Eso no puede ser!”. Pero lo cierto es que, dos o tres años después ingresaron a la cárcel
por varios procesos que se descubrieron.
M: ¿Por eso mismo? Fíjate.
C: Si, si. Y entonces, pues nada, a mi me suspendieron y a lo mejor lo he merecido, no
lo sé, yo creo que estaba bien preparada pero en esas circunstancias no sabes, ¿no?
Entonces fui a las siguientes oposiciones y… tocábamos a un montón por plaza y el
tribunal estaba tan asustado que dejó veintitantas plazas libres. Claro, por miedo a
112
represalias o acusaciones y tal. Y yo el día que me examiné… había el examen escrito,
con los puntos de la Falange y todas esas cosas, después el examen oral y después el
examen práctico que tenía que explicarle a unas niñas y esto. Yo el día del examen
práctico que era el último, me esperaban en el juzgado para casarme por lo civil.
M: ¿Con cuántos años?
C: Pues ya tenía veintiún, veinte años, 20-21. Así que mi novio me llevó en la moto,
llevaba yo una falda blanca plisada, se llenó toda de gasolina negra (ríe), llegué a
casarme de esa manera y volví otra vez a examinarme.
M: ¡El mismo día todo!
C: ¡Sí! Porque es que destinaron a mi novio; hizo las oposiciones en la mili a 10.000
habitantes en Tenerife y lo destinaron inmediatamente a Las Palmas y entonces, pues mi
suegra me confesó años más tarde, dice: “Cuando supe que mi hijo tenía que
marcharse, yo ya te había echado el ojo y apuré la boda para que no se marchara
solo”. Me lo confesó después porque mi suegra me quería mucho y, se llevaba muy bien
conmigo.
M: Y, ¿cuántos años llevabas con tu novio?
C: Pues… veintitantos… el tiempo… (Recuerda) lo conocí en la academia cuando me
preparaba para oposiciones, se fue a la mili poco después y al venir de la mili, mi suegra
nos casó (reímos).
M: Llevabas muy poco.
C: No me dejó ni pensarlo (reímos). Si, un año y medio. No, no que antes era más; la
mili duraba 22 meses, me parece; pero en seguida; y yo no sabía defenderme en esos
tiempos…
M: Y, ¿aceptaste eso?
C: No, yo no; él me decía que si no me casaba con él, se suicidaba y yo tan idiota, me lo
creía.
M: ¿Te dijo eso así?
113
C: ¡Sí! (reímos) Lo que no te pase a ti (refiriéndose a ella misma). Bueno, no, de todos
modos éramos novios y… bien. Pero bueno, eran las cosas muy distintas, ahora tenéis,
creo yo, la mayoría de las personas tenéis las cosas mucho más claras que entonces.
M: Bueno… son otros tiempos.
C: Si, son otros tiempos afortunadamente. Y ya está y qué más te cuento (reímos).
M: Me estabas contando que el mismo día que te examinabas de las oposiciones, tuviste
que casarte (reímos).
C: Tuve que ir a casarme, entonces… creo que era un jueves o un viernes; entonces yo
tenía dos o tres amigas, dos de ellas eran hermanas modistas, buenísimas y, dije: “Tengo
que casarme”, “y ¿qué te pasa?” Tal y cual, bueno, pues me hicieron un traje de
chaqueta blanco precioso y me ayudaron a escoger un sombrerito y a comprar el ramo
de flores; entonces lo hicieron el fin de semana el traje, con otras amigas que cosían, el
traje de boda y otro traje de vestir monísimo que me hicieron por si tenía algún apuro en
las palmas, etc. Lo peor fue que las monjas pensaron que me había casado porque estaba
embarazada y cuando volví al año siguiente que era cuando volvía yo embarazada,
embarazada, ya de siete u ocho meses, pues me trataron con… con las que hablé…con
mucha lejanía y un cierto desprecio. Les dije: “Madre estoy embarazada ahora, que yo
no me casé embarazada”. Pero no se lo creyeron. Y no había tiempo para dos
embarazos, vamos; pero esas cosas que antes estaban muy mal vistas. Y no sé, fue una
cosa triste que recuerdo; pero bueno, no pasa nada tampoco.
M: Bueno, entonces te casaste ese día, hiciste tu examen…
C: Y me casé a las siete de la mañana (reímos).
M: ¡A las siete de la mañana!
C: No, me casé por la Iglesia a las siete de la mañana. Vino mi novio con un taxi, el
taxista me dijo: “Mira, que tu novio es el niño terrible del pueblo” (reímos) “Que te
voy a dar un consejo que me ha servido a mí: Cuando te enfades, no te pelees con él,
tira tres veces de la cadena, espera que se llene la cisterna y, cuando la cisterna se ha
llenado tres veces, entonces hablas con él”. No te imaginas lo que me ha ayudado ese
consejo en la vida.
114
M: Para tener paciencia, ¿no?
C: No sólo con él, que era una buena persona pero era… explotaba pronto, sino,
también con mis hijos, porque, yo después, esperaba a tranquilizarme cuando había un
disgusto y cuando veía que estaba tranquilo él y tranquilos mis hijos cuando había
alguna cosa, los llamaba a parte y les decía: “Mira, yo creo que esto y tal…”. Y siempre
hablaba los problemas en un momento de tranquilidad, nunca me enfrentaba, nunca,
nunca, nunca. Y con mis hijos tampoco. Y eso me ha ayudado mucho, creo yo, con
ellos; muy difícil, es mucho más difícil ser madre que ser maestra, es mucho más difícil.
M: Entonces, te casaste y te fuiste con tu marido a Las Palmas.
C: Si, si.
M: Y, ¿qué pasó con el examen, lo aprobaste?
C: Si, si, aprobé, aprobé. Además… fíjate qué casualidad, saqué… antes era una lista
general de todo el país, no era como ahora por autonomías y saqué en las oposiciones el
mismo número nacional que había sacado mi madre; no me acuerdo si era el 45 o el 65,
que era una gran numeración, porque éramos miles, que hacíamos en toda España; me
lo dijo mi padre. Y, pues nada ya mi primer destino fue en Las Palmas y ya estaba allí;
tuve que pagar el primer sueldo para que me dieran una interinidad de unos días al que
hacía todas estas trampas en la delegación, pero gracias a una maestra que tuvieron que
ingresarla en un psiquiátrico, pobrecilla, y él llevaba toda la contabilidad, de todos los
maestros. Tenía una especie de agencia, él no daba clase, era maestro pero lo que hacía
era resolver los papeles de los maestros; y tenía, mucho, en la delegación y en la
inspección sobre todo, tenía mucha mano; eran aquellos tiempos, ¿sabes? Y entonces un
maestro gallego, que nos quería mucho a mi marido y a mí, pues nos dijo: “Mirad, hay
esto, hay esta plaza, pero tenéis que pagarle a… (No digo el nombre por si aún vive, no
creo –reímos- era ya mayor entonces), Antonio León, tenéis que darle el primer sueldo
para que te dé a ti esa plaza de interinidad, de sustituta, vamos… y tal”. No nos
apañábamos con el sueldo de mi marido, no nos daba ni para pagar el piso y comer, es
que no nos daba y lo pasábamos mal. Y entonces dije: “pues bueno, pues vamos a pagar
el primer sueldo”. Entonces después vino una orden en los que estábamos ya interinos
sustituyendo, quedábamos ya como propietarios provisionales. Aquello fue una
salvación. Pero me da vergüenza y no me da vergüenza porque no había otra cosa…
115
haber tenido que dar mi primer sueldo de una manera fraudulenta pero era lo que había.
Y gracias a eso nos fuimos apañando poco a poco.
M: Entonces allí ¿qué tal tu primer año de trabajo?
C: Bueno, fue, fue tremendo; yo lo conté allí el otro día…; la primera, la primera aula
que tuve eran, eran 58-62 niñas, no lo recuerdo.
M: Niñas.
C: Niñas, porque era… el colegio estaba en un lado del patio los varones y en el otro
lado del patio las niñas.
M: ¿Cómo se llamaba el colegio?
C: ¡Ay! ¿Cómo se llamaba? En la ciudad le llamaban “El Asilo” porque todos los
maestros eran mayores (reímos). Y yo eran tan joven y tan menuda… los niños mayores
me echaban piropos y me escribían cartas (reímos). Y aquel grupo numerosísimo de
niñas no sabían ni leer ni escribir ninguna porque se empezaba con 6 años a ir a la
escuela. Y entonces yo no sabía por donde empezar, es que no sabía por donde empezar
y me volvía loca al llegar a casa; no me sirve lo que hacían mis padres que ya tienen
experiencia; lo que hacían conmigo los profesores, pues lo mismo. Entonces nada,
tenían “el rayas”, una pizarra para escribir, no teníamos ni libreta hasta un poquito…
que pasaran unos meses se iban comprando una libretilla, era un barrio muy pobre. Y
entonces, con “el rayas”, con dibujos, con cancioncitas que me iba inventando, con
pequeños poemitas, pues poco a poco, pues me fui adaptando yo la primera a la clase y
les fui enseñando a leer aquello de mi “mi mamá me ama, yo amo a mi mamá” (ríe), la
lección del “titi” y todas aquellas cosas. Si, fue una experiencia dura pero lo recuerdo
con muchísimo cariño, no como algo imposible, sino… como que hacía todo lo posible
por ayudarlas y ahora no recuerdo cuántas aprendieron a leer o no. Yo si sé que… en
fi… prefiero… es que no lo sé, pero bueno, era lo que había. Era una clase paralela a
párvulos.
M: Paralela.
C: Si, y párvulos… que no se si había párvulos, ahora que recuerdo. Me dijeron: “es una
clase paralela a párvulos”. Porque esas niñas no habían estado nunca en un aula
tampoco.
116
M: Claro, párvulos es antes.
C: Párvulos era primero, antes.
M: Entonces, tú te inventabas cuentos, canciones…
C: Si, ahí empecé, ahí empecé.
M: Porque tú considerabas que no había nada con lo que tú pudieras trabajar o ¿cómo
surge la idea?
C: No teníamos nada, ni libros, ni bibliotecas cerca, ni biblioteca en el colegio. Nada,
tenías que valerte con lo que había, con la pizarra de clase, con la pizarrita de las niñas y
una libreta después, conseguí que pudieran comprarse para que aprendieran a dibujar
también en colores y, a lo mejor les decía: “Mira, aquí habla perro”; entonces, dibujaban
el perro cada una como sabía, lo pintábamos, luego le poníamos el nombre, las partes
del perro, estas cositas, así, así, avanzaban a leer. Con lo que se me iba ocurriendo. Yo
no había hecho las prácticas nunca en la vida tampoco, porque había estado interna y me
las dieron por aprobadas sin… Llevábamos a la Escuela de Magisterio, teníamos que
demostrar que llevábamos las prácticas, pero eso nos lo hacían las monjas; pues,
hacíamos un costurero, que teníamos que aprender a coser y bordar, yo aún lo tengo,
unas muestras de lo que aprendíamos a hacer y ya está; y de prácticas nada.
M: Y ¿la relación con las otras maestras y maestros?
C: Bien, bien. Si, en Canarias no he tenido el menor problema, la gente es muy buena,
muy tranquila. Yo, en Canarias como experiencia, por si interesa, tuve un problema
muy grave que estuve a punto de marcharme de la enseñanza, de hecho me busqué otro
trabajo y después no lo cogí. Porque descubrí una red de ventas de drogas en el colegio.
¿Eso te puede interesar?
M: ¡Claro que me interesa! ¿Por parte de quién?
C: Pues… bueno, allí seguía habiendo un grupo escolar muy grande en el que éramos
112 maestros; que teníamos también profesor de canto, pero esto ya pagaban los padres,
profesor de natación, teníamos piscina, profesor de tenis y maestros, maestros, en total
éramos 112, porque era una barriada grande y lo hicieron colegio, entonces íbamos en
tres turnos con los niños. Yo estaba con las mayores y había… me tocó un año una clase
117
que tenía 47 niñas, bueno, en cada clase había 47 o 49, todo niñas; y tenía 19 clases, o
sea que les daba clase una vez por semana. Y no tengo mal recuerdo, no he tenido
problemas con los niños; pero la clase que me tocó un año, fue una clase en la que había
niñas que ya se dedicaban un poquillo a la prostitución porque estaban casi hasta los 17
años algunas, a lo mejor porque no las echaban porque estudiaran o lo que sea, que
repetían curso y todas estas cosas; y yo descubrí en el libro de clase, yo daba aquel año
sociales, unas anotaciones; había una niña que me decía: “Seño que no puedo
comprarme el libro, ¿me presta el suyo?”. Y se lo prestaba siempre y no era de mi
tutoría, era de otra clase. La niña se llamaba Amor, me acuerdo de ella perfectamente. Y
noté unas rayillas allí por detrás, y entonces yo les dije a mis alumnas: “Mirad, he
encontrado esto aquí, ¿qué quiere decir?”. Y me dijeron: “Es que Amor distribuye
drogas en el colegio y está saliendo… (las niñas confiaban mucho en mí, ¿no?) Pero no
le diga que se lo dijimos nosotras” No, no, no. “Entonces hay un hombre casado que
tiene 32 años que la liga, la lleva al cine y por ahí, pero es el que…”. Claro, yo cuando
supe… “Niñas, lo que me estáis diciendo es muy serio” “Seño, de verdad que tal,
además nos da pena de ella porque la está engañando porque tiene mujer, tiene 2
hijos”. Entonces yo pensé: “Se lo voy a decir al director inmediatamente”. El director
era un hombre gallego, extraordinario como director; hizo que un colegio de un barrio
paupérrimo… hubiera enchufes… del Capitán General, del Obispo, todo el mundo para
poder matricular allí a los niños, porque es que ¡teníamos de todo! De todo. Primero, un
uniforme igual al de las Jesutinas, ¡ah no! ¡Qué era las Teresianas! Que era el colegio
pijo de Las Palmas; pero es que además el colegio funcionaba de maravilla en ese
sentido. Y… yo tenía muy buena relación con él pero era un hombre muy político
también y entonces pensé: “Yo sola no voy a decirle esto al director porque me puede
decir que no”. Y entonces se lo dije a un compañero gallego que lo apreciaba mucho, él
a mí también y era una gran persona y, a otra compañera que también la quería mucho
y… “mirad, pasa esto”; tenía más confianza con ellos, no es que los otros fueran peores
compañeros, pero con estos tenía más confianza; “Quiero que vengáis conmigo a hablar
con Don Román porque pasa esto”. Y me dijeron: “Ahora mismo vamos”. Y le dijimos:
“Don Román, pasa esto, queremos que llame a la policía inmediatamente”. Y Don
Román, como yo me temía, empezó a reír “jajaja, bueno, con lo que nos ha costado
poner este colegio a la cabeza de la ciudad, ahora vamos a descubrir esta basura, no
voy a llamar a la policía. Estas cosas hay que arreglaras aquí dentro”. Y entonces le
dijimos: “Bueno pues si no llama a la policía, queremos que llame a la inspección, no
118
nos vamos de aquí si no llama a la inspección” “No, ¡¿por qué?! Esto lo hablamos, lo
hablo con la niña, lo hablo con los padres”, “no nos vamos de aquí si no llama a la
inspección”. Y entonces, llamó a la inspección. Al día siguiente hubo Asamblea
General, el inspector dijo: “reunión general de todos los profesores, de todo el
profesorado”. Y era un inspector que era de comunión diaria, en aquellos tiempos esas
cosas se valoraban mucho; estaba casado con una maestra, que como era también de un
grado inferior… tenían muy buen cartel en el mundo de la enseñanza. Muy serio, él y el
director y no me acuerdo quién más en la mesa y todos los maestros allí, muy serios;
entonces, dice: “Pónganse de pie los tres maestros que denunciaron este caso ante el
director”. Nos pusimos de pie. Y entonces, dice: “Lo primero que les voy a decir es que
si de aquí sale una sola palabra de este problema les abro expediente”. Nos echó una
bronca de tres pares de narices, a los otros ya les dijo que ni se les ocurriera abrir la
boca; no explicó el problema que había, simplemente dijo esto y nos dijo que no quería
que saliera de entre nosotros tres y el director, delante de los demás que no sé porqué los
reunió, pero bueno, por si se había corrido la voz. Nos amenazó. Entonces, yo me sentí
responsable de aquello; y entonces había un poco más arriba una comisaría de policía;
yo conocía a uno de los policías porque era de cerca de mi pueblo, ¡estas casualidades
de la vida! Parece que las dibujan, ¿eh? Fui allí y yo lo conocía desde niño porque el
hermano de mi amiga María Teresa, la que fue a las oposiciones y me dijo que se
habían… y a veces nos veíamos, hablábamos y tal… bueno, no es que me fiara mucho
de él porque era así un poco taran vaina (reímos), pero bueno, fui allí y le dije: “Mira,
Genito, pasa esto”; y entonces tuvo una reacción que a mí me dio qué pensar, me dijo,
llamó a un compañero y me dijo: “Mira, esta persona quiere declarar… y vas a tomar
nota”; y a mí me pareció una encerrona. Y entonces me quedé callada un rato y le dije
luego: “Genito, me acojo a mi derecho a declarar en mi lengua natal que es en gallego”;
y la policía no tenía ni idea, el que tenía que tomar nota; entonces empecé a hablar
deprisa, deprisa, deprisa para que no pillara nada o casi nada; entonces ya el otro dejó de
escribir y tal. Lógicamente Genito, no me volvió a dirigir la palabra o por lo menos si lo
veía, ¡Hola, hola!, pero… me pareció una encerrona, ¿sabes? Y entonces, fíjate, lo que
le han importado los niños al director, a la policía, a la inspección… yo me sentí tan, tan
mal que busqué otro trabajo.
M: ¿En qué año fue eso, Concha?
119
C: Yo tenía… tenía ya cuatro hijos y, mis hijos venían conmigo al colegio, menos el
pequeño que iba a una guardería o los dos pequeños quizá, no, el pequeño iba a una
guardería que antes no había guarderías, que me los llevaba conmigo y me los dejaban
llevar, una suerte; pero estaba en la guardería y entonces, yo tendría entonces… 28
años, 27 o 28 años y, estaba de buen ver (reímos). Entonces, encontré un trabajo que era
como relaciones públicas de una oficina de seguros, que yo tenía que ir a visitar a
clientes ya hechos pero de la gente “guapa” de Las Palmas. Y aquello me sonó así como
un poco… no se… Me echaron muchos piropos los que me hicieron la entrevista, me
dijeron: “El trabajo es para ti, nos encanta cómo eres, eres muy guapa”, todas estas
cosas y “los clientes van a estar encantados de recibirte”. Y a mi esas cosas que tenía
siempre del Sexto Mandamiento (ríe), que a lo mejor no era así; me doblaba más el
sueldo más de lo que ganaba, me decían que tenía un horario más o menos libre pero yo
pensé: “Bueno, en primer lugar esto, en segundo lugar, tengo que estar a disposición
cuando me llamen para visitar a un cliente a lo mejor por la tarde o lo que sea y no
puedo llevarme a mis hijos al colegio y los primeros, mis hijos”. Y entonces, por lo
otro, a lo mejor lo hubiera probado, pero por otra parte me tiraba mucho la escuela
también pero también tenía a mis hijos que podían haber seguido yendo al colegio, pero
yo, soy muy madraza; y entonces, pues… les dije que no; dijeron: “¡Qué pena! Te
damos lo que quieras…”. Nada, y volví a la escuela. No la había dejado. Mientras hacía
todos estos trámites yo seguía yendo a la escuela.
M: Y, ¿la relación entonces con el director se deterioró o siguió igual?
C: No, no, no. No se deterioró nada porque yo seguí metida en mi clase como de
costumbre y…
M: Ya pero ya llevabas allí tiempo…
C: Ya llevaba allí… estuve 9 años en ese colegio; mi hija ya tenía edad escolar, o sea
que ya llevaba cinco o seis años allí.
M: Al final, ¿qué pasó con esa niña?
C: Los padres la casaron con un primo suyo; la niña tenía 16 años; la casaron con un
primo suyo que tenía 25 años porque los padres… Yo le dije al director que había que
hablar con los padres y, los llamó y se lo dijo y la casaron. Nunca he vuelto a verla,
nunca, nunca, ¿qué habrá sido de ella? Pobrecilla.
120
M: Y la relación que tú mantenías con tus alumnas, ¿cómo era?
C: Era extraordinaria, si. Yo es que nunca les he reñido a mis alumnos, nunca. Por
ejemplo, esta clase que era una clase difícil (refiriéndose a un colegio de Almería) en
cuanto al tema académico, pues tenía que buscarme la vida, “a ver, ¿cómo os gustaría
que estuviera la clase? Pues queremos que haya pósters de Starky y Hutch” Que era…
“y no sé qué cantante”, entonces les dejé traer… se llevaban muchas de tener pósters y
les dejé que empapelaran la clase con pósters en vez de con cosas científicas y por ahí…
y poníamos música bajito cuando hacían la tarea y eso lo he hecho muchas veces,
cuando era posible en la clase; hablábamos de temas… entonces para animarles a
estudiar, yo me inventaba una isla, ¡ojalá lo hubiera escrito! Pero es que no me daba
tiempo de todo, ¡tenía cuatro hijos, a mi padre, a mi marido… mi padre vivió conmigo
veintitantos años, mi suegra algún año que otro! Y entonces me inventé una isla y eso
les encantaba, decía: “Bueno, nos vamos a ir de fin de semana y entonces tenemos que
hacer comida, tenemos que ver el clima, tenemos que ver las condiciones geográficas,
dónde se encuentra situada” Y todo eso; y entonces trabajaban como locas para hacer
una lista de los alimentos que teníamos que llevarnos, de todo eso… con esa isla las fui
metiendo a trabajar, a leer… no importaba tanto que aprendieran mucha historia o
que… era imposible, les importaba un bledo. Sí, pero lo veíamos de un punto de vista
más, más lúdico, no es que no lo viéramos, lo veíamos… y luego por ejemplo, contar
historias, “a ver, vamos a llevar preparado lo que habéis leído para contarlo allí a las
demás o historias que os habéis inventado” (cuenta lo que hacía con sus alumnas). Yo
siempre las he enseñado a escribir también y, entonces, teníamos en la clase una
supuesta escapada de fin de semana, de fin de semana que duraba toda la semana; la
programábamos a parte luego de lo que tenía que dar en clase; que ya te digo que
procuraba adaptarlo a esta isla mágica que teníamos. Y luego allí, una clase de niños, de
los varones, que había nada más que 22 o 25 niños, que tenían todos cumplidos los 16
años y de allí salía llorando el maestro, la maestra, todo quisqui. Eran terribles, terribles.
Con problemas de drogas, de todo. Y entonces, yo entraba siempre… yo les deba
dibujo, ¡menos mal que les daba dibujo! Porque para probarme los primeros días, en
aquellos tiempos que todo era pecado, pintaban unas tetas grandes en la pared y yo les
decía: “A ti te gustan gorditas, ¿no?” (Reímos). Pues yo me enfrentaba poco con ellos.
Y otra vez pillaron o lo llevaron de fuera, supongo, un lagarto de este tamaño (indica
cómo era de grande) y, lo llevaba un niño en la mano, me dice: “¡Mira seño!”. Y yo:
121
“¡Oh qué bonito! ¡Dale la vuelta que nunca le he visto la barriga a un lagarto!” Y lo
mete por aquí… (Refiriéndose dentro de la camiseta) (Reímos). Ya tenía yo mis tablas
y… (Ríe) y entonces… dibujo aprendieron poco pero si descubrió algún niño un sistema
de dibujar que era todo de dibujos diminutos, diminutos de ciudades, ¡maravilloso! Y, le
digo: “¡Va a ser un gran arquitecto!”. Entonces conmigo no se enfrentaban y,
hablábamos a veces de algún tema o hacían los dibujos como les parecía, a veces
algunos los hacían como tenían… algunos y ¡otros nada! Y otras veces pues… “¿Me
deja dibujar en la pizarra?” Y, yo: “Bueno, pues si no estorbas a los demás…”. Y
entonces, de esa manera, con una tolerancia casi absoluta… pero yo nunca salí llorando
de la clase ni… Al principio no dormía porque decía: “Mañana, Dios mío, ¿qué me
pasará mañana?” (Ríe). Porque había una compañera que a la pobre la traían mártir y a
otro compañero también porque como les levantaran la voz o lo que sea, no lo
consentían.
M: Entonces, ¿qué crees tú que podía pasar en esa clase? ¿Por qué a ti te respetaban y a
los demás no?
C: Yo procuraba ser como una más, o sea, no hacía mi papel de maestra, no lo he hecho
nunca como, como que mi papel fuera más importante, sino, que yo era una más, ellos
tenían un trabajo y yo tenía otro, distinto y era más bien… y la técnica que he seguido
siempre de colaboración, de ayuda, de tolerancia; he tenido muchos casos en los que he
tenido que adaptarme a las circunstancias. Tenía aquí (refiriéndose a un colegio de
Almería) un niño que le ha dado por cantar zarzuela, porque era un niño inadaptado
absolutamente. Y… y entonces pues… era un niño muy guapo además y venía
expulsado de otro colegio y le dije… y los niños ya sabían cómo funcionaba la clase,
¿no? Entonces cuando venía un niño así con algún problema, pues ya más o menos…
había un ambiente de tolerancia y tal… entonces nos reíamos cuando hacía alguna
gracia, nos reíamos y le decíamos: “A ver, cuéntanos otro chiste o canta o cualquier
cosa”. Entonces, un poco le desmontábamos la actitud de llamar la atención. Pero este
niño por ejemplo, no… no dejó de querer llamar la atención durante dos o tres meses,
en ese sentido, entonces lo que hacía era que estaba muy de moda la zarzuela, Luis
Cobos,… y él encantado… entonces había un preludio de zarzuela o intermedio, no me
acuerdo ahora mismo; a mí siempre me ha chiflado y me gusta muchísimo la zarzuela; y
entonces se ponía a cantar zarzuela en la hora de matemáticas; pues se aburría y decía:
“¿Me deja cantar? Hago las cuentas y los problemas” Vale, entonces un día le dije:
122
“Asómate a la dirección, Juanjo, y dile por favor, que te den un paquete de tiza”. Y
estábamos en el pabellón de atrás y digo: “éste se me va a matar por ahí” (reímos), ya
tenía 12 o 13 años. Y dije: “Niños, ¿qué os parece si le decimos a Juanjo que cante muy
bajito, que os encantó oírle, pero como os gusta oírle pues os distrae del trabajo y
entonces para que podáis hacer el trabajo, que cante bajito?, ¿os parece bien?”. “Si”.
Entonces llegó Juanjo, “oye Juanjo, estábamos diciendo que es una pena que no cantes
(ríe) pero hay un problema, a ver, vamos a llegar a un acuerdo. Mira, a los niños les
encanta la zarzuela y a mí también, entonces, para que no los distraigas porque tienen
que aprobar y tú también, pues vas a cantar bajito, bajito y entonces ellos pueden hacer
su trabajo y tú el tuyo mientras… pero esto si me prometes hacer el trabajo”, “vale”.
Efectivamente, los dos primeros meses los pasó: “tatatatararata…” (Tararea la zarzuela
de Juanjo) (Reímos). Y los niños me miraban, se sonreían, me guiñaban un ojo, o sea…
que ellos participaban también… y así, las batallitas de la abuela (reímos). Pero que ha
sido así, de una gran tolerancia… nunca, nunca les reñía, me reñían ellos a mí a veces
por las notas pero… porque yo les exigía mucho, les exigía que se ganaran las notas.
Y… pero bueno, había un ambiente muy bonito en la clase, era… yo que sé lo
trabajábamos, no perdíamos un segundo… pero era… en fi… no sé si quieres más
batallitas (ríe).
M: ¡Claro! A mí me interesa todo eso, me interesa cómo te sentías tú en tus primeros
años de dar clase, qué te sugerían tus alumnas o tus alumnos, cómo ha ido
evolucionando tu pensamiento con respecto a la infancia, cómo has ido adaptando tu
pedagogía a tus clases, sobre todo los primeros años, para entender la evolución.
C: Si, si, si. Yo, creo que por dentro nunca he dejado de sentirme como cuando era una
niña y no soy… no padezco de infantilismo en absoluto. Yo creo que era una niña muy
madura desde pequeña. Las madres de mis amigas, si iba yo, las dejaban ir; así como mi
padre no se fiaba de mí, las madres de mis amigas sí. Y yo sabía lo que sentían los niños
y, entonces yo en una clase que los niños lo estaban pasando mal porque no comían,
porque… o por los problemas que fueran o porque tenía que enseñarles, yo, por
ejemplo, empezaba por ambientar la clase, como te decía antes, como les gustaba. Yo
me acuerdo en una de los primeros años de maestra que… era un barrio súper pobre, en
el Barrio de Guanarteme que es una maravilla de… era una maravilla de sitio al lado del
mar, lleno de plataneras detrás del colegio… y bueno, hay anécdotas todas las que
pudiera contarte, ahí fue donde empecé a escribir en serio, en serio, en serio para los
123
niños. Y… ya no se qué te iba a contar, ¡ah! Por ejemplo, para ambientar la clase, para
que se integren bien, hacíamos colecciones y, me acuerdo un año, por ejemplo, que las
niñas de tercero que no he vuelto a tener niñas de tercero, siempre he tenido de cuarto
para arriba… después, para que estuvieran agusto en la clase, digo: “Vamos a hacer un
jardincito en la clase”. Y había una fábrica de fósforos, como los llaman allí, de cerillas,
muy cerca del colegio; entonces les pedimos cajas vacías porque tenían… las cajas eran
preciosas con dibujos. “¿Queréis que coleccionemos las cajas?”, “Sí”. Entonces
hicimos, en una esquina de la clase con las cajas unos muritos preciosos y luego
pusimos plantas, un charco de agua con un cacharro adornado con plantas y flores
alrededor, en fin, empezaba por hacerles agradable la estancia en la clase. Les contaba
cuentos, les contaba travesuras de cuando era pequeña (reímos).
M: ¡Las tuyas propias!
C: ¡Sí! En fin, procuraba… fue una tendencia mía siempre a que se encontraran agusto
en la clase, no sé de dónde… no sé, siempre lo he visto así, empezando por ahí. Y luego
si hemos trabajado mucho y hacíamos muchas aventurillas de salir del colegio y de
participar en cosas que llegaban al colegio… Tenía un grupo de teatro, el director se
empeño en que yo dirigiera el grupo de teatro. Ganábamos todos los premios, el maestro
que había de otro colegio y yo, ganábamos… los concursos de AETIG, que eran
concursos nacionales y, hemos ganado un montón de premios. Yo escribía las obritas,
nunca, nunca me…
M: ¿Todo eso lo tienes recogido en algún documento?
C: Nunca he hecho nada (ríe). No, le pedí una vez un certificado al director, diciendo
que dijera que efectivamente había ganado muchos premios de teatro. Y el director ya
era muy viejecillo y se lo encargó a la secretaria que también me conocía y me puso
tantas cosas buenas que no se me ha ocurrido enseñarlo nunca, ni sacarlo nunca.
M: ¿En serio? ¿Por las cosas buenas?
C: Me da mucha vergüenza… yo que sé todas las cosas que puso allí (reímos), ya no me
acuerdo, entonces no las he sacado, nada. Fue una verdadera aventura, yo llevé al grupo
de teatro durante ocho años… Yo tenía un Volkswagen pequeño, mi marido tenía otro
coche… Yo tenía un Volkswagen pequeño, íbamos a veces 13 en el Volkswagen, el
grupo de teatro (reímos), íbamos como en un cajoncito que tenía atrás, apretados,
124
apretados, ¡qué inconsciente, madre mía! Es que antes no pensábamos esas cosas; y me
los llevaba y hacíamos teatro de mimo, teatro cantado, pequeñas zarzuelas que las
componía yo, lástima que no pudiera… nunca conocí a ninguna persona que pudiera
sacar la música; y, eso llamaba mucho la atención, ¿sabes? Y… la primera vez que
fuimos, los niños se echaron a reír porque les hacía mucha gracia la obra y nos
descalificaron. Esa fue la primera vez que fuimos al concurso (reímos). Pero ya después
sí. Fue muy interesante y muy bonito. También en una ocasión casi me llevan a la cárcel
porque escribí una obra que se llamaba Poquitilandia y, era cómo veía yo la manera de
gobernar y, yo era tan infeliz (ríe) que no caía en cosas… menos mal que en el jurado…
nos descalificaron, nos habían dado el primer premio, pero por unas frases que llevaba
la obra nos descalificaron.
M: ¿Qué decía la obra?
C: Gracias a que yo había asistido a un grupo de teatro con… Gustavo Rey, ¿cómo se
llamaba? (recuerda en voz bajita); un periodista que estaba haciendo unos trabajos sobre
el teatro en Las Palmas… ¡Augusto Rey!, ¿Augusto Rey? Creo que sí, bueno, y me hice
muy amiga de él y me apreciaba mucho, entonces, él fue…era uno de los miembros de
ese concurso de teatro, que era muy reñido. Y aplaudieron muchísimo, era una
zarzuelita cantada en verso; y entonces, decía por ejemplo, que las cárceles que…
abrirlas para… pero todo en verso… para hacer por ejemplo, centro culturales, pero
expresado de una manera poética, ¿no? Y que los militares… para qué queríamos un
ejército (reímos), no tan expresado tan duramente, pero que bueno, que había muchos
campos por labrar, muchas casas para hacer, entonces… y claro… aquello sentó como
un tiro y entonces Augusto Rey, dice, me lo dijo después: “Concha, tú estás loca”. Yo
es que pensé que no era malo decirlo (reímos) Desde la tradición de la vida, como no
salía de la clase a mi casa y de mi casa a mi clase, pues… estaba poco enterada de cómo
funcionaban las cosas (reímos). Dice: “Tuve que jurarles que eras una persona…”
(Ríe).
M: ¿Llegaron las quejas al director?
C: No, no, no. Ya se lo dije yo al director porque era “rojo” perdido; durante la guerra
se tuvo que escapar para Brasil.
M: Y, ¿estaba de director?
125
C: Después volvió, si, en la “dicta blanda”, en los años sesenta y tantos, setenta, ¿no?
Estaba ya de director en los 70 años, creo que era cuando estaba yo allí. Yo me vine
para aquí en el 78. Y entonces había un miembro del tribunal que era muy de aquel
color y se empeñó, porque los otros miembros dijeron: “la obra es preciosa, fue muy
bonita…” y tal, pero se empeñó en que nos quitaran el primer premio como castigo.
M: ¿Os descalificaron del concurso?
C: Simplemente nos quitaron el primer premio y gracias a Augusto Rey, que después lo
vi aquí en Almería que estaba yo metida en otro movimiento que era “ALIN” de
fomento de la lectura y lo trajimos y fue estupendo encontrarlo después, ya más viejo y
eso, si. Yo entonces era muy joven.
M: Entonces, supongo que el vínculo que establecías con tus alumnas y con tus alumnos
debió ser muy bonito.
C: ¡Sí!
M: Ya no sólo era relación maestra-alumnado, ya era algo más, ¿no?
C: Era relación personas, personas que cada una tenía allí su cometido, su trabajo. Yo
les decía desde el principio: “Mirad, en clase, en nuestra clase –nunca en mi clase- aquí
tenemos dos proyectos distintos, lo primero que os digo es que no hay temas prohibidos
–cosa que algún compañero veía horrible- (hace gesto de que corte la grabadora pero
después rectifica y seguimos) no hay temas prohibidos ni niños tontos, eso de que hay
niños tontos es una idiotez, estáis aquí porque sois todas personas inteligentes”. Si tenía
también niños de apoyo y eso. “Y otra cosa es que tenemos dos proyectos, tenéis cada
uno un proyecto individual, que es sacar el curso, aprender muchas cosas, bien
preparadas para el curso siguiente y, un proyecto común que es que la clase funcione
muy bien, que aprendamos muchas cosas, que hagamos muchas aventuras, que nos los
pasemos pipa pero que trabajemos mucho”. Yo fundamentaba la clase en eso y entonces
de ahí surgía todo. Me han pedido varias veces, algo que me preguntaste tú antes, ¿no
hiciste algún escrito de cómo funcionaba la clase? No sé hacerlo, nunca…es que yo
nunca he enseñado para explicarlo después y me han pedido también que escriba cómo
enseñaba la lengua para que a los niños no se les hiciera pesada y no fuera un ladrillo y
les gustara, incluso, decía la gente de prácticas y todo eso. Pero como yo no lo hacía,
126
más que de puertas adentro, pues… no pensé nunca en cómo escribirlo, además a mi
hacer organigramas y esas cosas se me dan muy mal.
M: A mí también (reímos).
C: ¡Horrible! Vamos… cuando voy por el medio, ya me he equivocado cien veces, no
se me dan… las cosas técnicas se me dan mal y, entonces no he sabido escribirlo nunca
y ni me lo he planteado, no he querido y, entonces si a ti te sirve alguna cosa pues yo te
lo digo.
M: Era por preguntarte.
C: Si… (Ríe) No, lo que… tú… lo que te sirva de curiosidad o lo sea.
M: Si todo lo que… por curiosidad… ya sabes que yo estoy aquí para investigarte a ti a
fondo (reímos).
C: Que si después me voy por las ramas o me salto, pues volvemos para atrás o como tú
quieras.
M: Bueno, he visto antes que has hecho un gesto de que cortara por lo de tus
compañeros, ¿no? Si quieres hablar de eso… si no, no.
C: Si… verás, yo llevaba un sistema completamente distinto en el aula pero yo he
aprendido muchas cosas de ellos, algunas también para no hacerlas, como por ejemplo,
reñir, humillar, estas cosas; me parece que eso… hay que hablar, hay que entenderse en
todas las cosas de la vida, con los mayores y con los pequeños y no tan pequeños.
Entonces yo trabaja del aula para adentro y,… yo en una ocasión, aquí era un centro que
había un ambiente muy malo al principio y que nos llamaban el “campo de
concentración”.
M: ¿Aquí en Almería?
C: Si, en el ambiente académico nos llamaban el “campo de concentración” y es verdad
y lo pasé muy mal y, hubo alguna persona que me las hicieron pasar canutas, pero es
que les extrañaba; yo los disculpo porque les extrañaba mi manera de vestir. Yo iba con
pantalones vaqueros y tenis siempre igual que los niños y entonces me decían que yo no
era una señora, estas cosas, ¿no? Que me lo decían a lo mejor por cariño, no para… pero
yo jugaba con los niños en el recreo, en la hora de gimnasia, sin el profesor de gimnasia
127
jugaba con ellos a las palas, a correr, a lo que fuera y no había esa costumbre, entonces
a mí… como que yo les parecía una persona un poco preocupante o un poco…
M: Porque no eras como ellos, a lo mejor, ¿no?
C: Ya… yo pensaba: No puede ser que se equivoquen todos. Y entonces, eso me creaba
a veces pensar, ¿qué hago mal?, ¿qué hago mal?, ¿qué hago mal?
M: Te cuestionabas a ti misma.
C: Claro, me cuestionaba cómo hacía las cosas pero yo veía que los niños en la clase
estaban bien, trabajaban mucho y entonces decía: “bueno, pues yo aprenderé de los
compañeros lo que me parezca bien y lo que no me parezca bien, no, no lo voy a
aprender”.
M: Y entonces, a nivel personal ¿te creó un algún tipo de conflicto? ¿Te llegaste a
plantear no hacer así tus clases?
C: No, yo le pedía a Dios, yo creo en Dios a mi manera, de una manera muy particular,
yo creo que si tiene que haber alguien bueno por ahí que nos ayude pero no el
tradicional… pues yo… en el colegio hubo quien me hizo frente, me hicieron pasar las
de Caín absolutamente, las de Caín pero sola no, cualquier maestra joven que llegaba y
tenía una manera distinta de ver las cosas, pues…
M: ¿En Canarias no te pasó eso? ¿Fue cuándo llegaste aquí?
C: No, no, en Canarias no, para nada. Teníamos un ambiente… de los ciento y pico que
éramos, había un grupo que éramos 18-19 que éramos jóvenes todos y algunos menos
jóvenes pero ya… que nos íbamos de cena los sábados, llevábamos a los niños de
excursión, ¡qué nos llevábamos de maravilla! Y nunca hemos tenido conflicto con
ningún compañero, nunca en la vida.
M: Entonces fue cuando llegaste aquí, a Almería.
C: Aquí, si, fue aquí. Pero aquí yo no era la única perseguida, sino…
M: Piensa porqué te pudo pasar eso aquí.
C: Porque yo iba a mi bola, yo…
128
M: Pero ibas a tu bola también en Canarias, ¿no?
C: Pero es que Canarias llevaba como 20 años de adelanto socialmente porque…
cuando yo llegué allí, el ambiente, la sociedad era completamente… era muchísimo más
moderna porque allí iba el turismo desde hacía 30, 40, 50 años y venían con otras
costumbres desde Europa y veías a los viejos vestidos con colorines y los veías bailar en
las discotecas, veías a las señoras mayores que se quedaban en pelotas en la playa y
todos los chavales jóvenes se sentaban alrededor… (Reímos). Y claro yo, vine aquí, por
ejemplo, iba a la playa y yo llevaba bikini; en Las Palmas ya empezaban a verse las
partes de arriba cuando yo llegué aquí y yo llevaba un bikini normal, pequeño y,
entonces, bueno, yo…no te digo todo lo que me llegaron a llamar. Y veían que yo era
muy tolerante con los niños pero a mí los niños nunca me faltaron al respeto, nunca me
faltaron al respeto, ni los prendas si quiera; trabajarían más o menos, se portarían mejor
o peor, aprovecharían más o menos pero nunca me faltaron al respeto. Claro, verían una
falta de respeto gravísimo, por ejemplo, que había un niño, le llamaban “pillo”, se
llamaba Pepillo, le llamaban “pillo”; que entraba en la clase y lo primero que me decía
era: “¡Tía buena! ¡Maciza!”. En vez de decirme buenos días (reímos). Estas cosas, ¿no?
Pues eso lo hubieran visto como un desacato absoluto o una falta gravísima. Y a mí esas
cosas pues… yo me reía con él, pobrecillo, luego me veía en la calle a 15 metros y se
ponía a gritar desde la calle lo mismo (reímos)… ya cuando me hice mayor… esas
cosas… Hay que tener una visión particular de la vida, siempre la he tenido y no sé si he
estado en lo cierto o no, no sé. Yo… me sirve que ahora me ven por ahí y me abrazan y
me… no sé y me dicen que me querían mucho y me dicen cosas muy bonitas ahora que
son personas adultas, todas con barba, con barriga, con… (reímos) y no sé en qué me
habré equivocado, a saber, en muchas, en muchas cosas me habré equivocado… pero lo
malo es que aunque quieras hacer las cosas bien, bien, bien… pones tu corazón en ello
pero no sabes, a lo mejor te has equivocado… en fin…
M: De todo se aprende, ¿no, Concha?
C: Si, te queda esa cosa… pues igual tendría que exigirles más, pero yo… como no
había temas prohibidos, no había opiniones prohibidas. Lo que si los acostumbraba era a
respetar las opiniones de los demás y a escuchar, y a escuchar.
M: Una de las cosas de las que hablamos aquel día que estaban Esther y Daniela, fue lo
de no transmitir prejuicios a los niños y a las niñas.
129
C: ¡Por supuesto! No, no, yo para nada.
M: Entonces, tu forma de dar clase se basaba en eso ¿no?
C: Una tolerancia y una higiene democrática absoluta pero desde siempre, antes de la
democracia. Yo para nada he influido ni en cuestiones religiosas ni en nada, ni con mis
hijos. Yo he tenido que dar religión y, además, te digo una cosa, los años en que… tuve
una formación religiosa muy profunda, no sólo en la familia, sino, en el internado y a
mí, en aquellos años tan duros de cuando falleció mi madre, en mi juventud que el cura
del pueblo que era un cura joven, me llamaba la “princesa de los ojos tristes”, no sé
porqué, porque yo nunca he sido una persona tristona, siempre he sido muy alegre, pero
él me notaba y me había visto que iba a veces a la iglesia, me sentaba y encontraba allí
un poco de refugio, de eso, ¿no?, entonces pues, la Fe me sirvió y mientras tuve es Fe y
me sigue sirviendo a mi manera, tal y como yo lo concibo. Y de apoyarme en una idea y
pienso que ojalá haya algún protector que nos ayuda… no sé si no lo hay y eso se
llamaría agnosticismo, a lo mejor… pero a mí me ha ayudado mucho el tener Fe y
por eso, pienso que hay que respetar enormemente, enormemente a la gente que tenga
Fe en la Virgen del Rocío o en Mahoma o en quien sea porque eso a mucha gente le
sirve de amparo, creer en algo y decir ¡ayúdame, ayúdame! Que a lo mejor son ellos los
que se ayudan así mismos en esas circunstancias pero pienso que cómo a mí me ha
ayudado, pienso que… aunque ahora creo en esas cosas de otra manera pues… que
puede ayudar y, todo lo que ayuda hay que respetarlo, si no se le hace daño a nadie,
claro.
M: Pues, Concha, ¿estás cansada? ¿Quieres dejarlo?
C: No, pero cuando tú quieras.
M: ¡No! A mí me da igual, es por si tú estás cansada.
C: ¡No! Yo, mira, con lo poco que hablo (reímos).
M: Por esto te digo, no te quiero agobiar.
C: No, pero cuando me enrollo… (Reímos).
M: Yo no te quiero agobiar. Me has contado…
C: ¡Ah! Pues ya me has aguantado más de la cuenta.
130
M: ¡Yo no estoy aguantándote! ¡Qué te voy a aguantar! (reímos). Son las 12:35.
C: Pero tú oriéntame hacia donde quieres que vayamos.
M: Para una primera entrevista en la que me has contado desde tu infancia y las cosas
que más o menos te marcaron… si en algún momento tú quieres volver a algo concreto
en lo que tú te sientas más cómoda para hablar, porque hoy para ser el primer día,
tampoco… si tú quieres contarme algo más otro día o cuando a ti te apetezca, sobre esa
etapa… ¿no? Porque he visto que te ha afectado mucho el hablar de tu madre…
C: Si era una época muy difícil, muy, muy difícil. Muy dura.
M: Si me has dicho que te ha marcado, entonces…
C: Me ha marcado a veces para bien, también. Para entender después a otras personas,
en ese sentido. Lo he pasado pero me quedo con lo bueno, siempre me quedo con lo
bueno de todas las cosas.
M: Pues cuando tú estés preparada y quieras hablarme de eso, me hablas, no te quiero
agobiar con eso.
C: No, y tú, lleva el camino por dónde más te interese y si ves que me voy por donde…
he saltado mucho o eso te interesa menos, pues me lo dices.
M: Claro, claro. Si todo lo que tú me cuentes me va a interesar. Es cierto, que a lo mejor
hoy ha sido como una visión más global de cómo ha sido…
C: Tú dirige, dirige la historia.
M: Yo después, cuando hagamos la revisión de la entrevista pues ya voy viendo qué
matices me van gustando o qué me interesa más y te puedo preguntar más por aquí, por
allí, entonces ya para la próxima entrevista, pues ya traigo yo preparado algo mucho
más concreto.
C: Si eso es, exactamente. Claro, yo… puesta a contar, te puedo contar te puedo contar
lo que sea pero que sea más lo que a ti te sea más para…
M: A mi tu experiencia me encanta (reímos). Y yo quiero empaparme de toda, pero si es
cierto que a lo mejor, que para el trabajo de investigación hay cosillas hay que…
131
C: A eso me refiero, que quieres insistir más en eso, no tengas ningún problema.
M: A mí lo que me interesa mucho es, el cómo… haber tú no es que te posiciones
políticamente en algo, sino, que a través de tu desarrollo profesional y personal si vas
encaminando tu práctica de alguna manera, ¿no? Dentro de ese período tan horrible que
tuvimos de dictadura, ahí te desmarcabas mucho.
C: Si, si, si. Yo procuraba no entrar porque es que tenía niños que por ejemplo sus
abuelos eran franquistas a tope, a lo mejor los padres menos, algunos también, ¿eh?
Pero también había niños que a lo mejor eran hijos de militares o de guardias civiles,
entonces yo tenía muy en cuenta, muy, muy en cuenta a la familia de los niños también
para no ofender nunca y eso. El primer año que tuvimos textos en los que venía qué era
el Senado, qué era la Democracia, etc., y ahí me tocaba sociales también; bueno, nos
tocaba dar de todo, antes éramos generalistas; pues… por ejemplo, yo expliqué en clase
lo que era el Senado y un niño que era una bellísima persona y los padres también, me
trajo un recado de su padre al día siguiente, era Guardia Civil, y me dice: “Dice mi
padre que nos enseñe más religión y menos política”. Y entonces yo le dije: “Mira, dile
a tu padre que yo respeto mucho lo que él crea y que yo he sido maestra con Franco y he
tenido que enseñar lo que Franco mandaba y que nunca me he rebelado contra eso,
porque ese era mi trabajo y, ahora es una etapa de la historia distinta y yo tengo que
enseñar lo que me mandan” Y el padre se ve que lo entendió y no… no volvió a decirme
nada. Así que yo era aséptica. Entonces, biológicamente no apoyaba nunca una idea a
favor del franquismo. Eso lo tenía claro, pero no hacía política en contra de nada, pero
sí dejaba claro que aquella visión… etapa sin libertad y todo esto.
M: Y esta anécdota te pasó aquí en Almería, ¿no?
C: Si, si, si, me pasó aquí. Yo llegué en el 78. Entonces claro, estos líos empezaron a
venir en los 80 y por ahí. También vino alguna madre; tuve que explicar, por ejemplo,
cómo se concebía un hijo, en ciencias y todo esto y, alguna que otra madre vino, “menos
mal que se lo ha explicado, que estaba temblando porque mi hija me preguntara”
(reímos). “¡Qué peso me he quitado de encima!” (Más risas). Porque claro… desde un
punto de vista aséptico también. Y como no había temas prohibidos en la clase, si… yo
les decía, cuando se reían de alguna cosa… una vez, por ejemplo dijeron: “Queremos
hablar de sexo”, pues vamos a hablar de sexo; si yo en ese momento no tenía claro por
dónde tirar le decía: “Mirad, tenemos que terminar este trabajo, mañana hablamos de
132
esto”. Yo no eludía el tema, no había temas prohibidos. Entonces, ¡claro! Cualquier
cosa que explicara, no pasaba nada. Una vez quisieron hablar de la muerte y me
sorprendió, que los niños te sorprenden siempre y entonces les dije: “Mirad, ahora
estamos un poquito liados, vamos a hacer una cosa, lo vamos a dejar para la semana que
viene”. Sería un jueves o así. “Lo vamos a dejar para la semana que viene, entonces de
mientras planteáis vosotros las preguntas que queráis hacer o lo que queráis expresar
sobre la muerte…”. Y todo eso, “y yo también me lo pienso y lo tocamos la semana que
viene”. Entonces yo, digo que no quiero hablarles de la muerte desde el punto de vista
tradicional de negruras y todo eso, sino, desde un hecho que va a ocurrir, que nos duele,
nos hace daño pero que eso es algo natural, etc. Entonces yo he acudido muchas veces a
la clave de humor porque creo que es algo muy sano, a la hora de enseñar también; y
escribí un cuento que se titula “El Esqueleto Aventurero”; los niños me lo recuerdan por
ahí (ríe); en clave de humor y, entonces, pues nos reímos muchísimo. Entonces, a partir
de ahí, de un ambiente muy relajado y de habernos reído, pues entonces, pues…
partimos para hablar… bueno, ya sabes, morir es algo que nos va a tocar a todos, nos
duele pero en fin, es algo natural, no hay que estar pensando en eso, sino que cuando
venga lo pasamos y se acabó y tal, ¿sabes? Pero partiendo a mejor del caso, que a lo
mejor no era el más apropiado, de un cuento de humor. Un esqueleto que llevaba
muchos años tumbado y me imagino que yo sería una después (reímos); y que quiso
salir, salió de noche y no era consciente de su imagen y entonces provocaba gritos,
carreras y el tío… y dice la gente: ¡Está sin civilizar! (reímos).
M: Pero fíjate, los niños aprendieron qué era eso, el concepto.
C: Si, si claro. La idea era que no hubiera… porque a veces hemos tenido que llorar
porque se ha muerto algún niño o se ha muerto alguien o cuando llegaba lo de los
abuelos; se moría un abuelo y luego los llantos pues también. Entonces la vida es eso.
Se ríe cuando… siempre que podamos pero cuando llorábamos, llorábamos también.
Porque estando yo ahí, se han muerto dos o tres niños por lo menos.
M: Y, ¿cómo manejabas esa situación? Porque nos quejamos mucho de que ahora
dentro de las aulas, las emociones no existen, ¿no? Que tienes que dejar tu experiencia,
tus emociones… fuera del aula porque no se tienen en cuenta.
C: ¡¡¡Ay no por Dios!!! ¡Qué somos personas! ¡Yo estoy en contra de eso!
133
M: Yo también estoy en contra, por eso lo digo.
C: ¡¡Somos personas!! ¡Si eso enriquece muchísimo, educa, prepara a los niños para la
vida! Es que no podemos convertirnos en robots. A lo mejor estoy equivocada yo, es
que no lo sé en qué me habré equivocado pero…
M: No, de hecho se está volviendo a trabajar las emociones en clase, pero claro de una
manera, como tú dices, muy aséptica, no es que si yo tengo ganas de llorar, llore, y si
tengo ganas de reír, ría. Que eso es lo que tú me estás diciendo que tú sí hacías en tus
clases.
C: ¡Sí claro! Si llorábamos, si nos emocionábamos pues…
M: ¿Cómo has enseñado tú a los niños a manifestar sus emociones dentro de las clases?
¿Por qué lo hacías tú, por qué lo hablabas con ellos?
C: Yo creo que… empezando porque hablábamos de todo y procuraba que los temas
fuesen de lo más variado, a veces los proponían ellos, muchas veces, y otras veces pues
eran lecciones ocasionales que surgían de cualquier experiencia; entonces, de todo lo
que pasaba, lo que les pasaba a ellos y algunas veces lo decían, otras venían muy
introvertidos, que yo respetaba eso y entonces hablaba con ellos aparte, pero de las
mismas cosas. Tuvimos un alumno que hizo un curso con nosotros y luego le dio
leucemia y, lo llevaron a Barcelona, le cortaron una pierna y durante todo ese curso…,
la madre que es una persona súper inteligente, venía a buscar la tarea siempre para que
el niño siguiera estudiando, dice: “Mi hijo va a tener que trabajar”. Sabiendo… Tiene
una librería ahora. Y entonces todos los días rezamos un Padre Nuestro por… ¡yo nunca
rezo en la clase! Ni nada, yo rezo a mi manera, estas cosas que te quedan de lo de antes
(ríe) que no lo he borrado del todo. Pero nos acordamos siempre de Ricardo y al entrar
pedíamos por Ricardo siempre, y entonces… cómo iba la operación, cómo iba la
pierna… todo eso… esas vivencias las hemos tenido siempre en la clase pero no de una
manera fúnebre, sino de una manera… decir, bueno, va a estar muy bien, ya veréis
cuando vuelva, tal cosa, tal otra, después volvió a la clase y era uno más y fue acogido
así como un poco niño mimado pero sin… los niños son tan inteligentes, que no lo
abrumaban con anda, sino, como uno más pero había una cierta consideración; tenía su
piernilla ortopédica, estas cosas así. Es que yo creo que esa es la vida, lo triste, lo alegre,
partiendo de la alegría, sí es posible. Y partiendo de lo positivo siempre, yo tengo una
134
visión… yo no hubiera sobrevivido cuerda si no hubiera tenido una visión de la vida tan
positiva, de quedarme siempre con lo mejor de… y a veces me he pasado. Porque como
me decía mi amigo Alfonso, el médico, me decía: “Tus hijos tienen que verte llorar
alguna vez, eso es educativo”. Y mis hijos no me veían llorar, lloraba de noche y estas
cosas pues… pienso que lo hice mal, en ese sentido. En la escuela es más fácil, es
mucho más fácil ser maestra que ser madre. Es mucho más fácil. Yo llegaba a la escuela
y me olvidaba de las cosas que… las cosillas que puede haber en casa. Hemos sido una
familia que nos queremos mucho, como una piña pero claro, hay a veces disgustos y
cosas. Yo llegaba a la escuela y aquello era una terapia y, volvía a casa y… y en casa
me daba tiempo de hacer, de preparar la lección del día siguiente; tenía el curso medio
organizado pero… por ejemplo, por semanas o según me conviniera o según me
pareciera mejor. Y después por ejemplo, corregir exámenes pues… porque aquí tenía
casi 200 alumnos y yo siempre les daba el examen corregido al día siguiente y entonces
a lo mejor me quedaba hasta las tantas o me levantaba a las 5, a las 5 me levantaba
siempre, pero vamos aunque no tuviera que corregir; procuraba que cayeran cerca del
fin de semana, los exámenes, para que me diera más tiempo si tenía mucho jaleo en
casa. En fin, adaptando las cosas. No me enrollo, pero cuando me enrollo… (Reímos).
M: Si quieres lo dejamos aquí, Concha. Descansa.
(Quedamos en llamarnos para la próxima cita)
Entrevista II Concha Castro (11,15 horas del 21 de abril de 2015)
M: ¡Buenos días, Concha!
C: ¡Buenos días, María!
M: Bueno, el otro día hablamos un montón pero hay detalles que me gustaría que me
aclarases, ¿vale? Para entrar en materia, me gustaría que definieras lo que significa para
ti la infancia.
C: ¡Ay! Para mí ¿la infancia en general o la mía en particular?
M: Pues a partir de tu experiencia, qué es para ti ese concepto, qué son para ti las/os
niñas/os... Sobre todo por tu experiencia.
135
C: Bien, si. Bueno, mi experiencia fue un poco… digamos a parte porque era una niña
con… digamos, un poco bicho raro; que me gustaban todas las cosas que le gustaban a
todos los niños pero… tenía un carácter un poco especial, siempre decía lo que
pensaban aunque me riñeran o me castigaran y eso. Y yo de la infancia tengo el mejor
concepto posible y lo digo con… como que son para mí lo más entrañable del mundo
los niños a cualquier edad pero también con un poco de pena porque creo que la
infancia está muy infravalorada para los padres y para los enseñantes. Primero porque
las muchísimas tareas que tenemos los adultos a la hora de criar a los hijos y a la hora
de conocerlos, ¡tienen tantas capacidades! y crecen tan deprisa que se nos escapan a
veces cosas muy importantes; a veces ni siquiera llegamos a conocerlos. Si trabajamos
fuera de casa, estamos siempre fuera, llegamos a casa siempre corriendo y en el colegio
lo mismo; primero, los programas educativos que ignoran absolutamente las
capacidades de todos los niños, sino que hay un programa general para todos, que creo
que beneficia a aquellos que… a los que se le es más fácil aprenderse las lecciones de
alguna manera, aunque sea de varias maneras pero ignora por completo las capacidades
extraordinarias que tienen otros niños que podrían ser a lo mejor grandes investigadores,
grandes poetas, grandes dibujantes como la historia ha certificado en muchas ocasiones;
a veces a los genios se les… en el colegio se les trataba con niños que estaban dotados
con una capacidad inferior. Entonces eso me entristece mucho, ¡cuánto se corre en la
escuela!, cuánto hay que correr para responder a un programa educativo del que sobra
una gran parte porque no les va a servir casi de nada, no se puede profundizar a la hora
de estudiar y aprender, no, no… generalmente, no quiero generalizar pero lo que si
abunda es el profesor transmisor de conocimientos y punto y, eso no es aprender ni
descubrir el amor al conocimiento ni disfrutar de un lugar desde el que se puede
descubrir lo maravilloso que es el conocimiento, el saber, la compañía, el
compañerismo, el afecto, todo lo que un aula puede dar de sí, la alegría… la alegría es
fundamental, el sentido del humor; el maestro tiene que tener sentido del humor para
saber capear muchas veces muchas cosas que con una broma, una risa o aunque sea con
una canción o un baile con el niño que se “ponga tonto” o lo que sea pues se puede
sacar adelante que ese niño se adapte a la escuela, que se sienta agusto, que le dé gusto
estar allí, aprender y sobre todo que no se sienta el tonto de la clase porque hay
infinidad de niños que pasan su etapa escolar, hasta van al instituto incluso después y
abandonan porque no han encontrado lo que querían encontrar, no hemos podido, no
hemos sabido transmitírselo… los tontos de la clase un año tras otro, tras otro… eso no
136
puede pasar. Los maestros tenemos que estar preparados sobre todo para eso. A no ser
que pensemos que el objetivo principal de un curso para cada niño, es aprobar el curso,
lo es, es un objetivo, tienen que aprobar el curso; pero una cosa es aprobarlo sabiendo,
disfrutando y realmente yendo preparados con un pensamiento crítico, con unas ganas
de conocer, de escuchar a los demás, de respetar, de saber que los demás piensan y de
ahí pueden sacar ideas que a lo mejor pues no se le habían ocurrido, o sea, aprender en
general y disfrutar de ello y, creo que eso no ocurre siempre, sino que, muy preocupadas
por el programa… a los 6 o 7 años empezamos a enseñarles que es el adjetivo, o a los 8
años, qué es una oración simple y los niños no están capacitados para descubrir la
utilidad de esos conocimientos, no sirve nada más que para aburrirlos. Yo creo que
habría que empezar por cambiar profundamente la manera de enseñar. Que los
enseñantes de cualquier nivel, pero especialmente cuando se trata de niños, valorar la
espontaneidad, la alegría que tienen, las capacidades que tienen, darles las oportunidad
para demostrar las capacidades que tienen que son extraordinarias; y a veces, con los
niños que menos responden a la clase, me he fijado después cuando son mayores, les he
visto trabajando profesionalmente de manera extraordinaria, son grandes profesionales,
se ganan la vida muy bien como pescaderos, como médicos, como lo que sea… hay
gran diferencia entre unos y otros pero que se buscan la vida y son personas que pueden
ser felices. No sé, qué más podría decirte de la infancia… que son además un pozo de
sorpresas, imaginación, colaboración, no sé… mis clases eran como una pequeña
República en la que los niños hacían… sabían resolver… desde llevar la biblioteca,
incluso prestarles libros a niños de otras clases que teníamos una ¡gran biblioteca! Que
habíamos recogido pidiendo por todas partes; hasta tener agua, por ejemplo, que parece
una tontería, bueno, pues teníamos agua para cuando tuvieran sed y cada uno tenía sus
vasos y esas cosas, en fin, que la clase sea un lugar humano, humano, que los niños se
sientan partícipes y que vayan al aula personas que a ellos les interesen, descubrir…
desde pequeños ayudarles a descubrir cuál podría ser su futuro, su vocación… es difícil
pero no siempre… pero no es imposible; y entonces que pasen por el aula o llevarles a
sitios donde puedan conocer a personas, ¿a ti qué te gustaría ser? Tal cosa; entonces
procurar que conozca ese mundo o sus mundos, que puedan elegir; además cuando se
les da la opción de escoger a todos, después esas puestas en común que se llamaban
antes, que se ponen en la clase, les abre mucho los ojos a todos y conocen cosas que de
otra manera es impensable que conozcan. En fin, no quiero enrollarme más (reímos).
137
M: No pasa nada, a mi me gusta que te enrolles… Bueno, como has hablado de la
escuela y del modo que se enseña de un tiempo a esta parte, de un modo repetitivo,
memorístico que antes reflejabas tú también… claro, en la entrevista anterior me
contabas muchísimos ejemplos de cosas que tú hacías y veo que la imaginación para ti
es fundamental, en tu práctica, ¿no?
C: ¡Qué caro me ha costado ser una niña imaginativa! (ríe)
M: Pero bueno, eso te ha servido a ti para crear otro mundo, como decías para crear una
República, una pequeña República en tu aula y te ha servido para fomentar también la
creatividad de tus alumnas/os, ¿no?
C: ¡Por supuesto, por supuesto!
M: Entonces, ahora tú comparas lo que hacías en tu clase y lo que ahora mismo… a lo
mejor con tu nieto también puedes darte cuenta cómo le están enseñando en el cole,
cómo ves tú esa forma de educar en el aula, claro.
C: Si, en realidad es que siempre ha existido la forma tradicional de enseñar, de enseñar
a base de texto. El texto puede ser una orientación, yo no quitaría los textos,
simplemente los cambiaría, no sé cómo, no soy especialista en eso ni quiero hacerlo;
pero cambiaría la manera de enfocar los textos de los niños y desde luego, para nada les
haría estudiar esos párrafos horribles que se estudian de memoria sin entender nada para
salvar el momento de la clase y después aprobar el examen, eso no es aprender, eso es
cansar, aburrir y, yo creo que hay que darles muchísimas otras opciones porque si les
das todas esas opciones diferentes, a que cada niño muestre su manera de aprender un
tema y luego en clase las expone, pues puede ser, desde el niño que da una conferencia
con una pequeña investigación que ha hecho y maravilla a los otros niños y a lo mejor
lo entienden a él mejor que a mí, hasta otros tipos de investigaciones que hacen entre
ellos más prácticas y todo aquello que van descubriendo, si se expone en el aula, pues
aprenden todos a la vez otra manera de… de verdad de entender las cosas, creo, no sé.
M: Vi en la entrevista anterior también algo que ya tiene que ver más con tu infancia,
¿vale? Me dijiste que el hecho de que tu padre fuera tan duro contigo te marcó mucho a
la hora de comprender a las/os niñas/os, a la hora de dar clase, ¿me puedes especificar
un poquito más cómo fue esa etapa con tu padre y por qué te marcó tanto a la hora de
entender a las/os niñas/os?
138
C: Bueno… (ríe). No sólo mi padre, sino en general los adultos eran muy duros con los
niños, bueno… pero no todos los niños tienen la misma experiencia que yo.
M: ¡Yo quiero la tuya! (reímos).
C: Bueno, ya te digo que yo era un poco bicho raro y entonces pues… mis hermanas,
por ejemplo, eran más pequeñas que yo las dos; pues mi padre a la segunda la adoraba,
es que era una niña modelo, yo también lo reconocía y, la otra como era la pequeñita
pues, pues era pequeñita tenía unos meses, era muy pequeña. Mi padre era a mí a la que
más exigía porque era la mayor, porque no conseguía… que hiciera las cosas tal y como
él quería y, él era muy tradicionalista y era una persona muy culta; fue un maestro, un
gran… los dos ¿eh? Mis padres eran dos maestros valoradísimos y… y yo… yo que sé,
tenía mi manera de ser y no era tan obediente, a lo mejor; era obediente porque le tenía
miedo pero… el no ser muy comprendida por mi padre como comprendía a mi hermana,
por ejemplo, pues… me dolía mucho, eso me ha durado toda la vida pero bueno, ya de
mayor ya me reía y decía y eso… pero de niña me marcó mucho y también la lejanía de
los adultos, de los profesores; porque yo veo ahora que cuando un niño llora o incluso
en estos programas de televisión que hay que son gente joven o gente mayor, cuando
alguien se equivoca siempre hay alguien que lo abraza, que lo quiere, que le seca las
lágrimas, estas cosas, ¿no? El mundo ha cambiado mucho, el ambiente, en nuestro país
en ese sentido y yo no sé, en el aula pues un niño lo pasaba mal y lo pasaba mal y ahí se
quedaba y, eras una persona incomprendida y acababas encerrándote en ti misma. Yo
soy como una tumba para mis cosas que considero importantes y eso no es bueno. A mí
me marcó en ese sentido, la distancia, los profesores tan duros, te humillaban con
frecuencia en la clase si no hacías las cosas tal como querían y, aún así, no tengo mal
recuerdo de ellos; yo los recuerdo con aprecio porque ellos eran una muestra de lo que
existía, igual ahora también sigue existiendo mucho de eso, desgraciadamente. En las
aulas sigue existiendo mucho también, no tanto, pero la dureza, la frialdad y, es que con
los niños no se puede ser frío, no se puede ser duro; es mucho mejor una palabra de
aliento o una reflexión, que una regañina; yo nunca les he reñido a mis alumnos ni a mis
hijos; y a mí me decían alguna vecina que era muy amiga: “Nunca te he visto reñirle a
tus hijos, ¿cómo lo haces?”. Porque eran unos niños muy bien educados, cariñosos y
eso, es que no hace falta reñir. Yo no les llamaba la atención en público, a los alumnos
tampoco; cuando tenía algo que decirles, los llamaba en otro momento y les decía:
“Mira, creo que esto puedes mejorarlo de esta manera o de esta otra”, con un enorme
139
respeto, creo yo y, un enorme cariño, eso creo que es fundamental en las aulas, en
cualquier nivel. En la Universidad también, ahí ya no me meto porque es un ambiente
que no conozco, conozco la escuela y el ambiente del instituto porque estuve tres años,
que nos mandaron al instituto a los de secundaria. Yo creo que el trato en el instituto es
un poco más cercano… con los alumnos porque ya son mayores, pero en la escuela es
que no se decirte… ya hace 12 o 13 años que me he jubilado y ya te digo que yo era de
puertas adentro, porque no era una maestra muy comprendida que digamos (reímos).
M: Tengo una preguntilla…
C: Si ves que me extiendo mucho, me dices…
M: No, no, a mí me gusta que te extiendas Concha, no te preocupes. Cuanto más te
extiendes, más datos me das.
C: Son cosas difíciles de explicar.
M: Por eso, si necesitas mucho rato para explicarte, yo no te voy a cortar, ni mucho
menos, no te preocupes.
C: Y tú no te cortes (reímos).
M: Bueno… te apetece contarme algo sobre tu madre, de cómo era su relación contigo y
con tus hermanas o lo dejamos para otro día.
C: Bueno, eso siempre está ahí, aún no lo he superado. Pues mi madre tuvo tres niñas y
era maestra y, entonces pues, mi padre tenía una escuela y a mi madre la mandaban a
otra porque era maestra provisional o porque las cosas estaban así. Entonces yo era
siempre la que iba con mi madre porque era la mayor. Mi madre tenía conmigo…
teníamos algo muy, muy estrecho entre nosotras, un vínculo muy estrecho. Mis
hermanas también, pero por ejemplo a la segunda, a mi madre la ayudó mucho… la
ayudaron mucho sus dos hermanas, mi tía Dominga y mi tía Filomena, ¡vaya nombres!
¡Pobrecillas! Que eran unos cielos (ríe). Una era, físicamente, una india mexicana,
igual, y la otra era parecida a una mujer china. En mi familia hubo cosas así muy
curiosas; y eran unos cielos y eran… tenía cuatro hermanos solteros y eran… a mi
hermana Rosalía medio la criaron hasta los dos o tres años, que ya mi madre tuvo una
plaza en propiedad; y yo mientras tanto… me llevaba a mí a todas partes; por Galicia,
después tuvo que ir provisional a Castilla, a un pueblo de la provincia de Palencia, y…
140
el Valcabadillo y allí estuvimos un año y, ya después pues… la relación con mi madre
absolutamente cercana y entrañable y qué te voy a decir, maravillosa, hasta que fui
interna (silencio) a los 10 años porque cerca de casa… los niños antes no podíamos
estudiar carrera, en los pueblos pequeños no había institutos y Carballino es una ciudad
de la provincia de Ourense que era una pequeña ciudad o una villa mejor dicho, pero no,
no había… no era posible estudiar bachillerato, había que ir a examinarse a Ourense,
menos en el colegio de las monjas que hacíamos allí incluso la carrera de magisterio y,
allí estuve interna siete años, siete cursos. Y entonces pues, despedirme de mi madre fue
algo horrendo. Cuando yo era una niña de aldea, aldea, con las casitas esas que tenían
los animales, a lo mejor la mitad de la cocina… tercermundista absolutamente…
maravilloso fue… criarme en el campo y conocer tantos bichos como yo… era una más
y ¡tantas plantas y tantos pájaros! Y la gente tan distinta, para mí fue… me ha marcado
muchísimo para bien eso, ojalá todos los niños tuvieran esa experiencia, aunque fuera
durante el verano sólo. Y el internado fue… separarme de mi madre fue lo peor y, la
libertad que yo tenía… (Se apena). Cuando llegué y vi aquel palacio, era como un
palacete, como un... como se dice en Galicia, un pazo que era de una familia célebre que
fue pariente de mi familia, muy lejana. Y yo vi a las monjas y… y así, vestidas de largo
y aquella puerta que se cerró, fue una experiencia durísima… sobre todo eso. Y ya mi
madre y ya no disfruté nunca más de ella, no la veía casi nunca ni ella a mí, pero debió
ser aún para ella y ya está.
M: ¿Tus hermanas seguían viviendo allí en tu casa mientras tú estabas en el internado o
estaban con familiares?
C: No, mis hermanas estuvieron internas conmigo, ya cuando murió mi madre. Mi
hermana la pequeña aún estuvo un curso con mi padre; mi padre fue un padre
extraordinario que compraba las sábanas y las hacía a la máquina, las servilletas… fue
un hombre apañadísimo y, mi hermana la pequeña estuvo… estuvo dos o tres años con
mi padre mientras iba a la escuela antes de ir interna conmigo. Después nos metió…
estábamos internas… fueron al mismo colegio que yo hasta que… creo que estuvieron
un año nada más internadas en el colegio conmigo, después las llevó al Colegio de
Huérfanos de Zaragoza, de huérfanos de magisterio. Hicieron allí la carrera y tienen un
recuerdo maravilloso. De mis hermanas vive la pequeña que es Mari Cruz y Rosalía
murió hace ya 25 años, murió muy joven, como mi madre, a la misma edad que mi
madre. Y mi hermana pequeña vive ahora en Vigo. Está casada allí y tiene hijos allí y
141
hace mucho tiempo que no la veo, tengo muchas ganas de darle un tirón de orejas, era
muy rabisca, por medio la he criado (ríe), medio las he criado a las dos, ¡claro! Era la
mayor. Y fue una etapa durísima, la verdad, la adolescencia, muy dura pero, bien,
bueno, ahí estamos (reímos).
M: El otro día también me dijiste que tu madre te decía que eras la mejor de tus
hermanas y, tú decías: “No sé porqué, yo creo que me lo decía por mi padre”.
C: Es que a mi madre le daba pena que mi padre fuera tan duro conmigo, yo a lo mejor
es que me lo ganaba a pulso porque yo era como una cabrilla, andaba siempre corriendo
por todas partes, nunca sabía si iba a llegar entera. Mi hermana Rosalía se sentaba en su
banquito, comía todo lo que le echaban, dormía todas las horas y la acostaban… era un
bombón de niña y, además, ella hacía lo que le daba la gana, lo ha hecho siempre, ¡qué
inteligente era! Mi padre la adoraba porque es que además ella se ponía a estudiar y
ocultaba el tebeo debajo del libro y entonces mi padre decía: “Pobrecita que se mata a
estudiar y se queda dormida encima del libro” y yo sabía que se dormía del libro pero
que tenía el tebeo debajo (lo cuenta riendo). Yo no, yo ponía el tebeo encima y leía el
tebeo (ríe). Entonces claro, mi padre me perseguía un poco más; tenía miedo de que
algún día… me encantaba cantar y bailar desde que era pequeña y él temía y, me lo dijo
más de una vez, que algún día me dedicara a la farándula y que me convirtiera en una
cosa que tenía mal nombre, porque mi padre para eso era terrible, era muy fanático en
ese sentido pobre (ríe). Y era muy generoso porque había un pobre que todos los
viernes… lo poco que tenía mi padre que… maestro de la posguerra, sin el sueldo ya de
mi madre, darnos carrera a las tres, vendiendo sus finquitas y lo que tenía, sus pino, esas
cosas…para un pobre siempre había comida en mi casa. Era una gran persona pero…
digo la palabra bruto con cariño porque conmigo era muy bruto (ríe).
M: Bueno, es lógico por lo que…
C: Si, el pobre…
M: Por lo que me contaste, él también lo había pasado mal en su infancia.
C: Una curiosidad, por si sirve como anécdota y en algo puede que marque la vida mía
y la de cualquiera. A mi padre y a sus hermanos los crió un tío cura, un tío cura y su
hermana porque sus padres murieron de la peste de tuberculosis que hubo, moría la
gente. Entonces este tío cura era también durísimo, durísimo pero era también una gran
142
persona, eran aquellos tiempos… y su hermana que era una mujer bellísima, no pudo
casarse porque antiguamente las hermanas del cura, tenían que cuidar del cura toda la
vida. Y a mi madre, la crió otro cura hermano del abuelo porque el abuelo no podía
darle carrera, era una persona de una cultura… no había estudiado una carrera, era un
hombre culto hasta cierto… en la aldea hasta cierto punto nada más; académicamente
no tenía… entonces como también se murió mi abuela y dejó a cinco niños pequeñitos
recién nacido el pequeño… Este tío cura le dio carrera a mi madre y sus hermanos no
quisieron prefirieron seguir siendo campesinos y eligieron muy bien porque fueron muy
felices. Pero a mi madre le pagó el colegio y toda la carrera en las Madres Carmelitas de
Ourense que era el colegio de las niñas finolis (reímos). Y así… Todo eso marca,
quieras que no, si. Fue una vida muy distinta a la de mis amigas en todos los aspectos,
no sé. Tuve muchas cosas buenas también que recordar, muchas cosas bonitas. Yo me
quedo con lo mejor siempre.
M: Y haces muy bien.
C: Sí, sí.
M: Eso decías el otro día que siempre te quedabas con lo mejor de las cosas.
C: Sí, sí. La vida es una experiencia dura, para mí, por muchas cosas que no te voy a
contar. Ha sido una experiencia muy dura, pero también es muy bonita y si te queda…
siempre he sido muy optimista, siempre veo el vaso medio lleno siempre hasta arriba y,
eso me ha ayudado muchísimo, muchísimo en la vida para soportar muchas cosas.
M: Me contaste la anécdota del día que te casaste, pero claro, hay una frase que me
dijiste el otro día que dice: “Yo no sabía defenderme en esos tiempos”. Cuando tu
suegra te casó…
C: Si, ni yo, ni yo, ni casi ninguna chica porque sólo las que eran muy afortunadas o las
que tenían un carácter como el mío pero más guerreras porque yo posiblemente tenía un
carácter que… que si hubiera vivido mi madre yo hubiera sabido defenderme de otra
manera, pero yo con mi padre no podía defenderme entonces aprendía a aceptar,
aceptar, aceptar, a callar, a callar, a callar y, eso después me ha hecho daño para muchas
cosas; tengo que agradecerle todo lo demás a mi padre, ¿eh? Que no le guardo la menor
cosa por eso, él lo hizo lo mejor que sabía y lo hizo muy bien, pero a mí me ha
convertido en una persona muy introvertida para las cosas importantes, muy tímida y
143
etc. Entonces, claro yo (silencio) tenía este novio que estaba muy enamorado de mí y yo
quizás caí en aquello que decía: “Es que si me dejas me suicido”. Y estas cosas así.
Ahora se dice: Eso es un chantaje, se les dice a las niñas jóvenes. Yo no sabía si era un
chantaje o si realmente era otra cosa porque yo no sabía que existían los chantajes;
conocía otras clases de chantajes de los adultos, ¿no? Como niña, porque de tonta no
tenía un pelo pero… pero en esto no sabía. De todos modos tengo cuatro hijos
maravillosos y hemos sido una pareja que nuestros hijos nunca nos han visto discutir;
también les extrañaba mucho pero yo es que seguía la técnica esta de llamarle y decir:
“Mira Manolo esto y si no quieres ahí está la puerta” (ríe). Muy claro, muy claro, si he
sido muy clara con él pero sin armar bronca nunca, no sé si hice bien o mal en eso, no lo
sé, porque a lo mejor mis hijos también tenían que haber aprendido a echar broncas,
¡¿qué se yo?! No sabes, es que es dificilísimo, la vida en esas cosas… si volviera a
empezar me gustaría saber estas cosas antes de empezar pero habría otras que
desconocería, la vida es así.
M: Pero entonces tú, cuando llega ese momento, ¿qué piensas?, ¿tú pensabas casarte tan
rápido?, ¿lo habíais hablado?, ¿cómo fue ese momento en el que te dicen: ¡Qué te tienes
que casar!?
C: Bueno, pues mi suegra quiso conocerme, mi suegra y los hijos. Era una familia muy
católica… yo a mi suegra la quería mucho. A mí me adoraba mi suegra, me quería
mucho, yo a ella también. Era una mujer con mucho carácter pero los hijos la entendían
poco y sufría mucho. Y… me presentó a su familia, fuimos un día a su pueblo que es
Allariz, un pueblo maravilloso de la provincia de Orense y, mi suegra dice, me lo dijo
mi suegra después que ha vivido alguno que otro año conmigo también, dice: “Yo te vi y
dije: esta para mi hijo y, mi hijo si aprueba las oposiciones en Tenerife no se va solo”.
Y entonces, me confesó después de unos años ya de casada que ella fue quien apuró la
boda cuando destinaron a mi marido a Las Palmas, que apuró la boda, me hicieron
sábanas, me hicieron de todo para que no se fuera solo, dice: “porque yo conozco a
Manolo y si se va solo, no vuelve” (ríe). Y entonces, pues… lo que la madre decía:
“sabía que tú lo ibas a cuidar, que lo ibas a tratar muy bien” y todas estas cosas. Y
entonces como me pillaron un poco las circunstancias y esto, porque yo siempre he sido
muy libre y a lo mejor no me hubiera casado, a no ser que hubiera dado con ese amor
rotundo que me hubiera durado toda la vida. Hombre, yo he querido mucho a mi
marido, pero (silencio) no sé si eso era el amor, a lo mejor sí, yo que sé, Las
144
circunstancias eran… pero yo algunas veces para tratar de conocerme, si no sale una
señora muy pesada o un señor muy pesado, pero hay gente maravillosa entre los viejos,
veo el programa de Juan y Medio. Veía una o dos personas de vez en cuando para
recordar historias de aquel tiempo para aprender a hacerme mayor y también hay
muchísimas mujeres, muchas que se han casado en las mismas circunstancias que yo,
era la vida, te empujaban todos a eso y no sabías regalarte. Y ya después mi padre, dos
años o así de casarme pues ya se quedó solo, cuando mis hermanas terminaron la carrera
y entonces le dije que se fuera a vivir conmigo y vivió veintitantos años con nosotros. Y
entonces pues ahí siguió mandando las circunstancias para todo y… yo procuraba que
hubiera mucha paz en casa; y…
M: Pues fíjate que quería preguntarte sobre esa etapa. Tu padre se fue a vivir contigo,
¿cómo fue esa experiencia? Porque realmente estabas recién casada, empezabas una
vida nueva pero vuelve tu padre a tu vida, ¿no?, ¿cómo fue eso?
C: Mi padre se adaptó bastante bien, era maestro, ¡ah! Ya te lo había dicho. Incluso
estuvimos en el mismo colegio varios años, a lo largo del tiempo, pero se adaptó
bastante bien, y un día… era muy mandón (ríe), el pobre estaba acostumbrado, pero
bueno, un día me dijo: “Si es que yo aquí no mando nada” y digo yo: “Papá, pero si es
que no mandamos nadie, hacemos las cosas de común acuerdo, pero usted todo lo que
se le ocurre…”. Lo trataba, no nos permitía a las hijas tratarlo de “tú” y, se enfadó
mucho cuando mis hijos lo trataban de “tú”, pero bueno, se adaptó también. Pero no,
fue, fue fácil tenerlo, fue fácil y por ejemplo, por la noche yo acostaba a mis niños y… y
cuánto me duele eso que era el momento que yo tenía para salir a comprar porque todo
el día estaba en la escuela, había clase por la tarde también y tantísimas cosas de… que
había que hacer en casa con cuatro niños pequeños… sin ayuda ninguna, entonces… a
mí me duele mucho, a veces he llorado recordando que, esos momentos en que yo tenía
que dedicarme a la lavar, porque no encontrabas una chica en Las Palmas de servicio ni
de broma; tuve una antigua alumna que se quedaba con el pequeño a veces pero… y
entonces pues claro, imagínate… Fue una etapa tan dura que llegué a enfermar también,
porque me levantaba a las cinco de la mañana y me acostaba a la una o las dos, el
fregadero hasta arriba… porque mi marido y mi padre, pues eran dos hombres de los de
antes, no se les ocurría a lo mejor ayudarme recogiendo la cocina o… y lo peor de todo,
de todo que recuerdo de esa época, fue los pañales, porque no existían pañales de los de
ahora. Y entonces, había siempre dos niños con pañales que se llevan poco y, llegar por
145
la noche… aquel cubo lleno de pañales llenos de caca… ¡con lo fiscosa que soy yo para
esas cosas! (ríe) ¡Ay! ¡Eso era lo que más me costaba, lo demás lo llevaba bien porque
tengo un carácter que, que me permite poder con todo! (ríe) Pero lo de los pañales me
traía mártir, pero bueno, nada, tenía ese pudor. Me hubiera gustado mucho a esas horas
de la noche, jugar con mis hijos, cantar con ellos; bueno, cantar, se sabían todas mis
canciones porque yo los sentaba… los mayores sobre todo se sabían todas las canciones
que me sabía yo; yo me sabia muchas, me gustaba mucho. Pero… tener más tiempo
para jugar con ellos, yo alguna vez les he dicho: “¡Cuánto echo de menos!” Y… y me
emociono al decirlo, “el no haber tenido más tiempo para jugar con vosotros”; y la
respuesta que me consuela mucho, siempre es la misma: “Pero mamá, ¡si estabas
siempre con nosotros!”. Mi marido dejó la escuela porque un primo suyo le ofreció un
puesto de director comercial de una empresa muy grande en Las Palmas y, entonces
ganaba un gran sueldo pero viajaba continuamente, entonces yo crié a mis hijos sola
mientras eran niños y… y entonces yo me dedicaba a la escuela y a ellos por completo y
me han ofrecido a veces alguna cosa, como aquel trabajo que te comentaba el otro día,
que hubiera sido un trabajo con el que hubiera ganado más dinero pero no me importó
nada. Me ofrecieron también otra cosa, que puede… bueno, no sé… es una anécdota
pero también fue importante. Como te decía, a mi me gustaba mucho bailar y yo sabía
bailar muy bien los bailes de Galicia y, cuando pude y mis hijos crecieron un poco,
aprendí los de Canarias también. Y una vez había una romería de… que organizaba la
Casa de Galicia, un concurso de baile gallego y lo gané yo; y entonces me nombraron
Reina de la Muñeira (ríe). ¡Una cosa muy curiosa! Y la Casa de Galicia tenía un grupo
de baile de niños y de adultos, que tenía ya contratos por Hispanoamérica, por
Inglaterra, por ahí y, me ofrecieron dirigir el grupo de baile y, claro, yo tenía cuatro
niños y mis niños, eran mis niños y, yo no dejaba mis niños con nadie… hasta un
momento que a mi suegra le pusieron la extremaunción y luego no era verdad, nos lo
dijo para que fuéramos a verla porque hacía tiempo que no la veíamos. Porque claro,
desde Canarias con tantos niños los viajes son muy caros; y entonces, tuve que dejar a
mis hijos con esta chica y es que cogí una gastritis horrible de la preocupación pero
nunca más los he dejado con nadie ¿sabes? Y ellos ante todo, por encima de todo y
siguen siéndolo; soy muy madraza, mamá gallina (reímos).
M: Una cosilla que me decías el otro día era que había sido muy difícil ser madre, más
que maestra.
146
C: Si, muy difícil ser madre.
M: Pero… Claro, no sé si tiene algo que ver con lo que me comentabas antes de que
según tu percepción, porque la de tus hijos es otra, no tenías tiempo para estar con ellos.
C: Yo en realidad… ellos tienen, como te decía, la sensación de que yo siempre estaba
con ellos, es que es verdad, yo siempre estaba con ellos pero ya cuando se hicieron
mayores que iban al instituto y yo iba a la escuela… pero no me quedaba ese tiempo de
montar una fiesta en casa, que lo admiro tanto con esas cosas; no había tiempo material;
ni yo podía dejar mi sueldo porque con el sueldo sólo de mi marido…, cuando nos
vinimos aquí que era maestro porque dejó la empresa aquella porque queríamos
venirnos a la península porque el problema de las drogas en Canarias era tremendo y
cuando llegamos aquí nos dimos cuenta de que pasaba lo mismo, era tremendo también.
Pero bueno, no queríamos separarnos y mandar a los hijos solos, primero porque
económicamente era imposible… a la universidad y allí no había en Las Palmas
entonces… y entonces ya no sé que me habías preguntado (reímos). Se me fue la…
M: Sobre la percepción que tenían tus hijos y la tuya de que no pasabas tiempo con ellos
pero ellos sí creen que…
C: ¡Ellos sí! Ellos decían que yo siempre estaba ahí porque yo no estaba en el tiempo
que ellos estaban en el instituto o en la universidad, el resto del tiempo yo estaba
siempre ahí, yo no… Te comentaba que yo no sabía lo que era tomar café con una
amiga, eso sí y… y bueno, pues que más, qué más te puedo decir (ríe).
M: Pues eso, que para ti había sido muy duro ser madre.
C: ¡Ah! ¡Es verdad!
M: ¡Claro! Es que no sabía si era por esa percepción tuya.
C: Eso también, pero también porque en la adolescencia los niños cambian mucho y
cuatro niños son cada uno de su padre, como se suele decir, son muy distintos todos
ellos, son todos muy buenos chavales, gracias a Dios. Yo estaba con ¡mil ojos siempre!,
procuraba que no se dieran cuenta pero yo estaba siempre pendiente de con quién
andaban. Puse una mesa de ping-pong en el patio para que vinieran sus amigos a jugar
ahí y para conocer con quién andaban y todo, porque yo a ellos no… procuré que nunca
se sintieran vigilados, les daba una gran libertad pero yo estaba siempre con mil ojos y
147
afortunadamente he tenido suerte pero, luego, también, a veces los adolescentes pues no
están de acuerdo con la visión que puedes tener tú, entonces yo hablaba con ellos y a
veces era difícil… coincidir. Pero bueno, me ayudó mucho con mis hijos el saber cómo
pensaban los niños en la escuela y también me ayudó en la escuela, conocer a mis hijos,
¡claro! Pero sobre todo con mis hijos me ayudó mucho porque veía desde otro punto de
vista las opiniones de los niños, de los adolescentes y eso me ayudó también.
M: Claro, tú creas unos vínculos muy fuertes con tus alumnos, con tu pequeña
República, ¿no? (reímos). También intentabas que l@s niñ@s conocieran las
emociones, que las expresaran…
C: Es que son personas y yo me he tragado todas las emociones.
M: Claro, entonces yo te quería preguntar si lo mismo… o sea… a ver si…
C: Tú pregúntamelo como te sea más fácil, no te preocupes, no me va a parecer mal me
lo preguntes como me lo preguntes.
M: Vale… ¿crees que has sido mejor en la escuela que en tu casa?
C: ¡Ay Dios mío! A veces he tenido esa sensación. Mis hijos nunca estuvieron en mis
clases pero por protegerlos porque otros compañeros no dijeran… los compañeros de
clase no dijeran, como es su hijo le das más nota, le da menos nota, siempre han tenido
bastante buenas notas, menos uno de ellos que era un republicano también (ríe), me da
mucha guerra y al final acaba haciendo… sacándose tres títulos con el número uno, pero
bueno, en fin, hubo que pasarlo (silencio). No he sido mejor maestra que madre… yo
me he desvivido en todos los sitios, lo que pasa es que en la escuela pasaba meses con
mis alumnos, durante cinco horas y, luego ya con el ciclo superior pues ya, a lo mejor,
una o dos horas diarias y, claro, tenía muuucho tiempo para estar con ellos. Yo con mis
hijos procuraba lo mismo en casa, mis hijos no se cerraban tampoco; después de comer,
por ejemplo, los fines de semana o cuando ya había sesión única por la mañana, nos
quedábamos… yo procuraba que nos quedáramos charlando siempre en la mesa; mi
marido acababa de comer y se iba a dormir la siesta, ¡siempre! Yo me quedaba siempre
en la mesa y… y charlábamos de sus cosas y… y no había secretos… yo procuré saber,
como te decía antes, qué andaban, las niñas que les gustaban, contaban todo
abiertamente, no había ese problema; entonces, hasta donde he podido… hacíamos eso,
¿no? Porque era también su confidente porque no había tapujos de ningún tipo y yo
148
incluso… aquellos tiempos en los que todo era pecado y cuando mis hijos eran
adolescentes… yo tenía en la mesa de noche… les dije: “Ahí hay preservativos, si tenéis
un hijo, ¿eh? Sois los padres, ahí tenéis preservativos”. Sin ningún tapujo. Y eso una
vez lo comenté con un par de compañeras y me dijeron que yo estaba loca y que… que
visión de la vida y tal, pero bueno, yo pienso que había que protegerlos a ellos y
también a sus relaciones, con quien tuvieran. Y afortunadamente si he conseguido que
tuvieran una gran confianza en ese sentido. No y también hacíamos nuestras comidas,
nuestras comilonas y si, ha sido, ha sido muy bonito tener muchos hijos en ese sentido.
Muy duro porque no he tenido ayuda nunca de ningún tipo y entonces me lo comía todo
yo sola pero… ellos se daban cuenta.
M: ¿Tú te has sentido sola?
C: Absolutamente sola. Sí, desde niña. Sí, mucho, mucho. Quizá por mi manera de ser o
quizá por las circunstancias, por mi manera de ver la vida y de enfocar que sobre todo
hubiera paz, que sobre todo vivieran tranquilos que tuvieran una familia unida, como yo
sabía lo que era una familia rota, pues me marcó muchísimo eso también con mis hijos,
mucho, mucho y, y tenía que, no sé, a veces pensé que… en casa jamás se ha hablado
mal de nadie, nunca, nunca, nunca y después me daba la impresión en mis hijos que
pensaban que todo el mundo era mejor que ellos. A veces lo pensaba porque nunca
hablábamos mal de nadie y tenían algún error o lo que sea y yo les decía: “Pero eso es
natural, pero no pasa nada”; digo jolín, tenía que haber sido un poco más chismosa, un
poco más mala lengua. Era demasiado puritana yo en ese sentido, era lo que había
aprendido pero es que no creo en la mala leche, yo creo que la mala leche es un vicio
horrible que hace mucho daño y, me hubiera servido, a lo mejor, tener un poco de mala
leche. No con ellos, sino, para que aprendieran a conocer mejor el mundo. Entonces yo
me pierdo aún ahora en el mundo mundial, tal como es el mundo, estoy un poco sin
“civilizar” en ese sentido; no sé que es más incivil el mundo o que yo no he sabido…
entonces… pues meto la apta con frecuencia. Sigo teniendo mi propia visión de las
cosas y respeto muchísimo lo que piense cualquiera pero procuro aprender, pero, tengo
muchas lagunas en ese sentido.
M: Pero eso no significa que te equivoques.
C: A veces si me equivoco porque me equivoco. Tengo un amigo que era… ya habrá
fallecido, era muy mayor y tengo otro amigo ahora que es mayorcísimo, tiene noventi
149
algo años, profesor de una universidad de, de Texas. Es hermano de Doña Concha
Zurita, te sonará de la universidad. Él y este me decían siempre: “Vas por la vida con
los brazos abiertos, is que te han tenido que dar de todos los lados”, y es verdad. No se
defenderme, como yo no ataco, no voy nunca predispuesta a que me ataquen y me doy
cuenta demasiado tarde, ¡una desgracia ser así! (reímos).
M: Yo creo que no.
C: ¡Jolín!
M: Yo en ese aspecto, me parezco mucho a ti porque yo no voy con maldad a ningún
sitio y luego “te las meten dobladas por todos lados”.
C: No debería hacer falta. Pero de quien menos te lo esperas, pero yo creo que esto le
pasa a todo el mundo también. Lo que pasa es que la gente sabe dar… a mí se me
ocurren las respuestas cuando ya ha pasado el tiempo (reímos). Y ya no hay remedio.
Bueno, pues no pasa nada.
M: ¿Por qué crees…? O sea, bueno… me lo has dicho en realidad, ¡por todo lo que has
vivido! ¿No? Que eres así. Es que me sorprendió mucho el otro día que me dijeras que
cuando lo del teatro que os quitaron el primer premio…
C: ¡Ah, sí, sí!
M: Que no entendías porqué con esas frases… como que tú vivías en tu burbuja y no te
dabas cuenta de que a lo mejor esas frases podían, podían ofender en la época en la que
vivías.
C: Yo sabía que no podíamos abrir nunca la boca ni opinar políticamente ni nada de eso,
pero el hecho de haber vivido en una aldea, de haber estado interna siempre, de haberme
casado y marchado, de no haber tenido, de no haber ido a la universidad abierta donde
había ideas de todas clases, sino, un internado religioso, pues a mí me cerró muchas
puertas a la hora de tener un concepto más abierto del mundo. Y entonces, pues, ¿qué
era? (carcajadas). Como yo tenía unas ideas muy particulares sobre… tenía unas ideas
democráticas, que yo no sabía que eran democráticas porque no sabíamos lo que era la
democracia. Yo cuando empecé a oír hablar a Tierno Galván, dije: “Yo soy así” (ríe),
“¡Anda, uno que piensa como yo, qué raro!”. Pero no había tenido acceso ni a lecturas,
ni a prensa, ni a emisoras en las que yo hubiera podido contrastar otras ideas. Yo tenía
150
esas ideas que era lo que me hacía ser un poco bicho raro y, en esa obra de teatro ni
dudé en expresarlas y, claro, el señor de la Falange que siempre presidia todo pues… le
sentó muy mal y, entonces este Augusto Rey, me dijo: “¡Concha no digas esas cosas
nunca más!” (Ríe) y, yo: “No te preocupes, digo el que va a la cárcel, va a la cárcel y
los militares a matar gente” (reímos).
M: Bueno, me dijiste que te fuiste a Las Palmas, ¿no? Bueno, te sacaste las oposiciones,
a tu marido también lo destinaron allí…
C: Lo destinaron a él, por eso yo pedí después poder ir allí, si.
M: Y bueno, llegaste allí y me contaste que la primera vez que te enfrentaste a una clase
pues fue muy duro porque nunca habías hecho prácticas, no…
C: Nada y 62, 58 o 62, las que fueran que es lo mismo para enseñarlas a leer y a
escribir. Menos mal que eran unas niñas buenísimas, buenísimas, obedientes, calladitas.
M: Lo que te quería preguntar era que cuánto tiempo pasa desde que llegas allí y tienes
a tu primer hijo.
C: Pues me quedé embarazada… fuimos en septiembre pues, más o menos, en mayo.
M: O sea, recién llegada.
C: Sí, prácticamente sí.
M: ¿Y cómo fue esa experiencia?
C: Pues yo le hablaba a mi hijo, le decía que lo quería mucho y, después me salió el
menos madrero de todos (ríe) porque también se fue muy joven.
M: ¿Cómo fue compaginar ser maestra recién llegada, con quedarte embarazada y
empezar también a ser madre? O sea es que fue empezar a ser madre y empezar a ser
maestra a la vez.
C: Si, y a ser esposa también.
M: También, son tres cosas.
C: Tres cosas, sí y en un lugar donde no conocía a nadie. Fue muy duro, fue muy duro
físicamente porque yo mentalmente me adapto bien a las cosas, me adapto a las
151
circunstancias pronto, ¿no?, no hay más remedio y luego, tengo una manera de ser, en
parte a lo mejor porque había tenido un pre-aprendizaje durísimo como ama de casa,
estudiante de carrera, ayudar a cuidar a mis hermanas, todo eso… que de algo me ha
valido para aprender a sufrir y a soportar, pero tengo una manera de ser que me ayuda
con todo. Yo soy muy fuerte y sin embargo muchas veces las personas que son así
mejor personas les parezco una persona débil, una persona que, que me cuidan, que
estas cosas y, yo soy una persona muy fuerte, muy fuerte porque he tenido una cabeza
que me ha ayudado muchísimo, quizá también la educación que me dieron aquella que
había que poder con todas las cosas, eso me ha ayudado muchísimo también. Pero
aparte de eso, yo pongo el corazón en lo que hago y, y no me importa ninguna otra cosa
y, hago las cosas muy de esa manera y, entre que he tenido una buena salud o etapas, en
que llegué a un punto de falta de salud porque dormía tres horas, no dormía esas tres
horas, ¡mamá agua, mamá pis!, yo me levantaba siempre, entonces, yo sólo quería llegar
a poder dormir tres horas seguidas y, claro, eso fue un desgaste tremendo y el médico
me dijo: “Dos meses de permiso y no se te ocurra acudir a la escuela”. Porque llegué a
un límite de falta de fuerza, de falta de todo, adelgacé muchísimo. Y el primer mes me
mandaron una interina, que la pobre no tenía experiencia y yo llevaba mi clase con tanta
cosa y, y los niños… fui a verlos y claro, no hacían las cosas… y quedaba un mes para
los exámenes finales, entonces, de los dos meses que mandó el médico, un mes lo cogí y
el otro me fui a la clase porque no quería dejar a los niños, ¿sabes?, que perdieran y eso.
Pero lo fui llevando, lo fui llevando bien. Durísimo pero he podido, ¡es que no me
puedo quejar!, porque la salud y la cabeza me han ayudado y el corazón, mucho.
M: Entonces allí tuviste a tus cuatro hijos, ¿no?
C: Si.
M: ¿Cómo se llaman? No me los has dicho.
C: El mayor se llama Jesús Manuel, porque mi marido se llamaba Manuel y mi padre
Jesús y, mi padre, que se llevó tres desilusiones con tres hijas, le tuve que poner su
nombre. Además, Jesús es un nombre que me encanta. Se llama Jesús Manuel. El
segundo se llama Javier porque era el nombre de una amiga enanita que tenía, que tenía
un hermano que se llamaba Javier y a mí me encantaba ese nombre. Y la tercera, Mari
Cruz, como mi hermana se llama Mari Cruz y, como fue la madrina, le puse Mari Cruz.
Eso de llamarse Cruz y apellidarse Pena, pues ¡te puedes imaginar! (reímos). Se
152
apellidan Pena (ríe), yo era la señora de Pena (ríe) en aquellos tiempos y donde lo
decía… había esa costumbre en todas partes, en Las Palmas, en la sociedad aquella de
los primos de mi marido que viven allí, que eran la flor y nata de la sociedad,
riquísimos, con aquello, señora de Pena y todo el mundo ¡jajajaja! (reímos). Y no lo
decía nunca pero cuando me presentaban a sus amigos, pues… Y después David, el
pequeño. No sabía si ponerle David o Miguel, me gustaban los dos nombres, por el
nombre del Arcángel San Miguel porque a mí los ángeles me gustan mucho y, se llamó
David. Son cuatro hijos estupendos. Todos han… yo les he dado carrera hasta donde he
podido pero luego ellos han seguido y han hecho mucho más, están muy bien. De dinero
van raspados, menos el mayor que gana mucho, mucho dinero (ríe). Gana mucho dinero
porque es funcionario, es funcionario de la Eurojust. El Eurojust que es como un
organismo de justicia europeo, que relaciona la policía europea y mundial con la justicia
y entonces llevan casos de investigación; y mi hijo ha llegado al puesto más alto pero a
base de oposiciones, que ese es un estudiante que sigue estudiando y haciendo tesis y
cosas así. Los otros van tirando.
M: Bueno, ¡como todos!
(Reímos)
C: Pero se defienden, si.
M: Es lo que nos toca ahora, la época esta extraña que estamos sufriendo.
C: Pues sí. Pero bueno, si, tiran bien.
M: Bueno, aunque me has adelantado antes algo de porqué decidís veniros aquí a
Almería…
C: Pues como casi, no casi no, obligatoriamente nos fuimos a Las Palmas, a Canarias,
pues buscando un lugar que tuviera un clima parecido por mis hijos. Y mi padre nos
decía: “¡Estáis locos!”, porque claro, en Las Palmas habíamos tenido la experiencia de,
de cuando invadieron el Sáhara y muchísima gente se marchó porque allí los soldados
estaban acuartelados. Lo sabemos porque uno de los primos de, de Manolo era, era
Teniente Coronel de la Infantería de Marina y nos lo dijo; y mucha gente se largó de
allí. Y entonces el Rey de Marruecos decía que la próxima… lo próximo que iba a
invadir eran Las Palmas. Y entonces empezó a haber una inmigración enorme, enorme,
153
enorme de árabes y, es que se llamaba la ‘Revolución Pacífica’, decían que… teníamos
la sensación de que mandaban a mucha gente para después dar… eso, ¿sabes? Eso por
una parte, pero sobre todo, buscamos un clima donde… dulce como aquel. Y cuando
llegamos aquí y no había… queríamos ir a Granada pero no había… como éramos tres
maestros… mi marido dejó la empresa para poder venirnos aquí y, en el único sitio…
en Granada sólo había una plaza y queríamos ir los tres juntos; por la universidad
queríamos ir a Granada, que al fin y al cabo también es Sur también. Pero… donde
había con un clima bueno era aquí, plaza para los tres. Mi padre no se pudo incorporar
porque llegó muy enfermo y hubo que jubilarlo. Pero mi marido y yo sí. Y entonces
pues, otra etapa durísima fue la de mandar a cuatro hijos a la universidad y valernos
para darles la carrera que han querido. El mayor se ha valido pronto por sí mismo
porque, este que está en La Haya, porque quiso… la idea… la ilusión era ser policía, se
hizo policía secreta, aprobó las oposiciones y, a partir de ahí empezó a hacer
oposiciones; llegó a ser Primer Oficial del Europol y siguió, siguió, siguió. Y… pero
tres niños fuera eran cuatro casas abiertas, la nuestra y otras tres casas donde estaban. Y
bueno, yo aprendía a hacer jerseys y, en vez de comprar jerseys pues les hacía yo los
jerseys y heredaba los pijamas de mi hija y esas cosas así (reímos), había que valerse
como podíamos. Bueno, hicieron lo que querían hacer y eso es lo importante.
M: Entonces cuando ya estabais aquí fue cuando… también me contaste que tu suegra
vivió contigo un par de años, ¿no?
C: Si. El segundo año de vivir en Las Palmas se fue con nosotros porque decía…
M ¡Ah! ¿Allí en Las Palmas?
C: Si. Porque decía que no sabíamos apañarnos con el dinero y, ya cuando llegó allí y
vio lo que eran los sueldos miserables. El primer año yo no tuve sueldo hasta marzo o
por ahí y, entonces pues ya vio, ¿no? Bueno, fue con idea de ayudarnos y era muy, muy
graciosa, era muy mandona por eso con los hijos se llevaba regular (ríe). Y me tiraba…
cogía las cojines y los ponía en el suelo y, decía: “Es que se llevan los cojines en el
suelo”, “vale abuela”; entonces conmigo no, nunca se peleaba (ríe). Y después ya aquí
pues vino dos o tres años y, estaba muy agusto; era una mujer muy delicadita que estaba
siempre en la mesa camilla haciendo ganchillo pero no me daba trabajo, se tiene que
hacer una comida especial y esas cosas pero yo con esas cosas podía. Como con ella me
llevaba muy bien… y yo era mu confidente suya y, me regaló una Virgen del Carmen
154
que tengo ahí en la habitación, una Virgen así (muestra el tamaño), que se la regaló su
marido en el viaje de novios y sus hijos no quisieron nunca ponérsela en una peanita
donde ella estaba y, estaba muy dolida, entonces la tenían envuelta con toallas en el
armario y, me lo decía y yo, “bueno abuela” y dice: “Es que no sé a quién dejársela
porque no quieren ponérmela aquí y tal” y yo: “Bueno, pues si quieres regalármela a
mí…”. Me la regaló y la tengo ahí en recuerdo de ella. Mi cuñada se enfadó mucho
conmigo.
M: ¿Por eso? Porque te la regaló a ti.
C: Si. Nunca habían querido ponerla donde estaba ella, esas cosas. También trabajaba
mucho y corría mucho y… pero bueno, que no había una gran sintonía con esa nuera
con la que convivía.
M: ¿Y tú qué tal? ¿Cómo te llevabas con la familia?
C: Yo bien, si.
M: ¿Te han ayudado en algo?
C: No (reímos, carcajadas). No… yo me llevaba bien con ellos. Algún verano que otro,
cada cinco o así, íbamos… tenían y tienen, porque no han podido venderlo, un chalet,
ahora viven en Madrid, en Allariz, en una lomita, un chalet muy grande y se veía gran
parte de la provincia de Orense, ¡una vista maravillosa! Tenía piscina, entonces cuando
íbamos, mis hijos se lo pasaban… por el pueblo corriendo, por allí, muy bien. Pero
bueno, eran de otra manera; pero bueno, que yo los aprecio mucho, ¿eh? Me llevaba
muy bien con ellos y tal, pero bueno, eran de otra manera; yo es que era muy tonta y
entonces pues… (ríe) y ¡como era la más pequeña de toda la familia! Porque Manolo
era el pequeño y ahora… pero con diferencia de 15 años con la hermana mayor. Pues se
metían mucho… en la vida y… y eran personas, ¿cómo te diría?, religiosamente muy,
no quiero decir fanáticas pero muy… con un concepto de la religión más, más antiguo,
digamos, ¿no?
M: Si porque para ti la religión también ha sido muy importante pero la has vivido de
otra manera, ¿no?
C: Yo la he vivido a mi manera y aún ahora, no sé si Dios, no creo… si existe el Dios de
antes será un Dios muy malo porque ¡hay qué ver cuánto daño!, ¿no?; yo creo que si
155
tiene que haber algo por ahí, a lo mejor alguna fuerza que desconocemos, que es buena,
que nos ayuda y ese sería mi Dios, un Dios del exilio. Tengo un libro de poesías que…
yo escribo poca poesía pero tengo un libro de poesía que se titula Dioses del Exilio; que
son esos dioses que la gente a lo mejor no… no imagina y eso, y que pueden estar por
ahí (ríe). Soy religiosa a mi manera, a mi manera.
M: Eso te ha ayudado también.
C: He llorado mucho.
M: Me dijiste que eso fue una gran ayuda…
C: Fue una gran ayuda y por eso, no se puede decir que la religión es una idiotez porque
da igual que exista ese Dios o que exista otro, que no exista ninguno; si tú puedes creer
en algo y piensas que eso te va a ayudar y te da fuerza, ¡jolín!, ¿a qué te tienes que
agarrar? A mí me ha servido y, me sigue sirviendo. Lo primero que hago es rezarle a los
Santos que le tengo a cada uno de mis hijos (reímos).
M: Cada uno, uno, ¿no?
C: ¡Sí!
M: Entonces, cuando llegas aquí, a Almería encuentras plaza en un cole.
C: Si, ya vine destinada. Si, ya había concursado, un concurso de traslados y había
llamado al colegio y… y llegué ahí y, bueno, la primera sorpresa fue de un ambiente
horrible; venía de aquel colegio maravilloso que se llamaba 29 de Abril, donde éramos
íntimos, un grupo de compañeros y nos ayudábamos muchísimo y me encontré con una
mentalidad muy rancia que no quiero decir que toda la gente tuviera una mentalidad
rancia, pero aquí sí lo era el grupo que había…
(CORTAMOS LA ENTREVISTA PORQUE LLAMAN POR TELÉFONO)
M: Pues me estabas contando sobre el cambio que supuso para ti llegar a Almería, de un
colegio a colegio.
C: No sólo el colegio sino la sociedad y yo me quedo con aquello que decían, que me
decían: Cuando se llega a Almería la gente… cuando la gente llega a Almería llora, pero
cuando se va, llora porque se va. Y es verdad, yo si tuviera que irme ahora de aquí…
156
estoy encantada en esta ciudad que es pequeña, al menos donde nos movemos. Pero…
la sociedad era completamente distinta a la de Las Palmas y la mentalidad del colegio al
que me tocó ir, que no diré su nombre, pues era tremenda. Si te cuento una anécdota
para poder explicarte lo que era… cuando había un claustro de profesores había dos
“brujas” que decían: “Todos contra todos”; y aquello era horrible, horrible. La anécdota
que te cuento es que vino, dos o tres años después, una chica destinada que sólo había
sido maestra una semana, una chica jovencilla y, en el primer claustro empezó a llorar, a
llorar, a llorar y, yo le dije: “Mira, no te preocupes, si puedes con este colegio…”;
estuvo un año aquí; “Si puedes con esto, nunca vas a encontrar un centro peor donde te
hagan sufrir así”. Y es verdad, ya después conseguimos tomarnos a broma muchas cosas
y disfrazarnos a veces, hacer cosas raras para reírnos (ríe) y, fue una gran ayuda que
estuviera ella, y ya está, fue… los niños siempre son una maravilla. También me tocó
una clase que no quería nadie, llevaban tres años repitiendo 5º y, eran ya todos
mayorcitos y era una clase… habían dividido los quintos, había dos quintos y, los niños
bonitos y los niños tontos y, a mí me tocó los tontos que llegaban; pues de las
experiencias más preciosas que he tenido, con aquellos niños. Porque de tontos no
tenían un pelo. Eran niños que les costaba estudiar porque… ¡por lo que fuera!, porque
estaban menos atendidos, porque les era más difícil, tenía niños delincuentes que luego
se hicieron delincuentes famosos y todo, en la clase. Pero conmigo fueron
cariñosísimos, cuando salían a algún sitio siempre me traían una botella de colonia o
moras de los árboles o flores, había un niño que cogía las flores de los jardines y me las
traía y le decía: “No robes las flores de jardines” (ríe). Fue una maravilla estar con ellos
y yo no sabía que la inspección estaba haciendo un seguimiento y, entonces, cuando iba
el curso muy avanzado, más o menos por el mes de abril o mayo, vinieron dos
psicólogos y la inspectora a la clase para hacer… y se llevaron una sorpresa enorme
porque vieron que los niños eran muy felices en la clase, que habían avanzado
muchísimo; les hicieron un test a ver qué pensaban de la maestra y me decían que yo era
una princesa, que era aquella de los Ángeles de Charlie, decía que yo era una de los
Ángeles de Charlie, estas cosas así preciosas de los críos. Y fue, ya te digo... me ha
pasado más de una vez que las clases esas que dejan… a estos sólo hay que
comprenderlos y, después, pues son niños tan extraordinarios o más porque se vuelcan,
porque se les da cariño y les escuchas y… y un día le di una “torta” a uno; porque ya te
digo que era una clase… era ya mayorcitos… y le echó las manos al cuello a otro y,
empezó rojo, rojo, rojo, rojo y yo: “¡Qué lo sueltes, qué lo sueltes! ¡Niños ayudadme!”
157
Y como los niños se quedaron parados, le di un tortazo al que le estaba ahogando al otro
(ríe), y después le di un abrazo, “¡perdóname!”, pero lo soltó (sigue riendo).
M: ¿Después ese niño estuvo bien contigo?
C: No, bien, bien siempre. Los niños muy bien.
M: Pero les sorprendería mucho la forma en qué…
C: Se quedó tan frío que lo soltó, no por la “torta”, que seguramente no le hizo daño.
Pero luego ya dije: “Mira, perdona”. Ya se tranquilizó y ya después ya hablamos y eso.
Y había un grupo de maestras que me amargaban la vida a propósito, pero no solo en la
escuela sino fuera de la escuela.
M: ¡¿Fuera de la escuela?!
C: En la carnicería, en la peluquería… en todas partes. Bueno… eso pasa en las mejores
familias.
M: ¿De qué manera te hacían la vida imposible?
C: Pues en primer lugar por la mentalidad tan pobre que tenían. Eran ignorantes
absolutamente, les daban a los niños unos castigos increíbles, organizaban peleas de los
listos contra los tontos, los ponían separados… bueno, eran… Las madres, yo no, las
madres las llamaban las “brujas” porque eran malísimas. Influían también en alguna que
otra persona. Los compañeros eran más tranquilos, pero estas eran… vamos, había esas
dos y otras dos o tres que eran por el estilo aunque no tanto… a mi me tenían
fichadísima. Primero porque iba con bikini a la playa y eso les parecía inmoral, luego
porque hubo un curso de ética de una semana, en el que venía entre otros mi amor
platónico que era Javier Sada (ríe). Iban monjas también, era sobre sexualidad también
y claro, yo fui y, entonces aprovecharon para decirles a las madres que yo había ido
porque yo era una puta y estas cosas así para… en fin… todo lo que te puedas imaginar.
Ya te contaré otra experiencia pero no quiero grabarla.
M: Vale, me la cuentas cuando no grabemos.
C: Sí, sí, sí.
M: No te preocupes.
158
C: Pero bueno, de eso hay en todas partes, gente mala y gente buena. Y aquí, pues éstas
tenían como domesticado al resto, les tenían miedo. Yo no me dejaba domesticar, todo
el día metida en mi clase y hacía las cosas como me parecía. Una vez me amenazaron si
iba a cursillos porque no habían ido nunca y entonces yo tampoco podía romper la
baraja y, les dije que iba porque quería ir y que me daba igual. Entonces claro, esas
cosas… no estaban acostumbradas a que les plantaran cara y un psicólogo, de los que
atendía el colegio, me dijo: “Conchita márchate de aquí porque te van a hundir”; y yo
le dije: “Yo tengo la casa enfrente, tengo un hijo enfermo (uno de mis hijos estaba malo
entonces), mi padre está enfermo y no me voy porque no me da la gana”. Cómo es el
ambiente que había otra psicóloga, que es muy conocida aquí en Almería porque hace
una labor extraordinaria como ONG, que lloraba antes de empezar el curso y, le decía
al Inspector Jefe: “No me mande ahí, ¡no me mande!”. Porque ahí el que entraba las
pasaba canutas. Era una guerra. Conmigo no pudieron pero me hicieron mucho daño,
estuve tomando Tranxilium por las noches y eso, si, si.
M: El otro día me decías que tus hijos nunca te habían visto llorar y que llorabas por las
noches, ¿era por eso que llorabas por las noches?
C: No… bueno, la vida es dura por muchas cosas. No, yo del colegio no lloraba. Al
llegar a casa tenía mucho que hacer y muchas cosas a las que dedicarme. Y a lo mejor
alguna vez… pero no, no, eran otras historias.
M: También me decías que entrar en el aula era como un refugio para tus problemas.
C: Si… claro, porque mi padre y mi marido eran dos hombres de los de antes y entonces
tenían un concepto de las cosas, de la familia y todo eso. Mi marido se había desligado
prácticamente de la educación de los hijos, esos años que estuvo fuera. Y entonces pues,
era una persona que se quería mucho que… eso está muy bien, yo creo que no me
quería, o si me quería, no lo sé, no he podido averiguarlo pero yo me entrego, me
entrego; a lo mejor no lo he hecho bien tampoco haciéndolo así, creo que no, que me he
equivocado a veces pero yo era la que tenía que poder con todo, con todo, con todo y
con ellos también, con los dos hombres que tenían un concepto distinto de las cosas y
que cada uno vivía si vida y yo procuraba que vivieran tranquilos y felices y, les hacía
las comidas que les gustaban y, el vino que les gustaba y, estas cosas así pero me he
sentido muy sola como te decía, jamás lo he dicho, ni a mis hijos ¡jamás!, jamás lo he
dicho, pero por si te sirve y te da fuerza para la vida pues (silencio)… si, me he sentido
159
sola y es una sensación que me ayudó a superarme y si, pues se ve que soy una
batalladora innata, nunca me he quemado, ni con los hijos, ni con los alumnos y, los que
me hicieron más daño fueron a veces los compañeros pero, pero aquí, no he tenido otras
malas experiencias.
M: Se te juntaría todo porque tenías ¡seis hijos! En vez de cuatro, ¿no?
C: Tenía seis hijos (reímos). Los más difíciles los viejos.
M: Claro, tenías seis hijos y luego el trabajo, aunque te gustara porque de la puerta de tu
aula para adentro tú tenías tu vida pero claro, el ambiente de trabajo y el tener que
ocuparte tantísimo del cuidado de tu familia, tuvo que ser muy duro eso.
C: Si, si. Ya aquí tuve… era más fácil que en Las Palmas, entonces he tenido una chica
que venía y hacía la limpieza; ¡esta pedazo casa! Pues nada, venía dos o tres veces por
semana, incluso cuando mi padre estaba enfermo tuve una chica fija dos años para que
no estuviera solo y, pues me aliviaba de las tareas de casa y, bueno, me las fui
apañando. Mi padre pues vivió su vida jubilado, recién jubilado, andaba mucho y era un
hombre muy fuerte pero no podía trabajar ya porque respiraba mal y eso, pero era un
hombre muy fuerte, era un hombre que no se metía… que se adaptaba bien y, yo por
dentro he sabido regalarme muchas cosas de los dos hombres… de los viejos (ríe). Por
dentro, he sido una persona muy libre por dentro, he hecho lo que he querido, no en
aspectos… porque no sabía defenderme de algunas cosas, en ese aspecto he sido una
persona que he procurado, lo que te decía antes, vivir en paz, que vivieran en paz, que
supieran vivir en paz, cuando nos juntábamos estábamos muy contentos todos y, ha
valido la pena, creo. Pero pienso que tenía que haberme rebelado y no sabía, no había
tenido la oportunidad de aprender algunas cosas.
M: ¿Si?
C: Si, ha sido eso. Pero yo por dentro tenía mi vida y la hacía a mi manera.
M: Claro, tú has sido una mujer muy activa, ¿no?
C: ¡Muchísimo! Yo, vamos desde que mis hijos… yo todo lo de las comidas y eso, todo
lo de casa lo llevaba muy bien, pero ya cuando mis hijos iban al instituto, ya no
tenían… era adolescentes y eso… pero ya, ya, desde antes, desde que eran un poco más
pequeños, si podía, yo he ido siempre a toda clase de cursillos. Ya cuando fueron
160
mayores iba a Congresos fuera de aquí sobre literatura infantil y lectura. En ALIN
trabajábamos, que era la asociación esta de profesores de fomento de la lectura,
hacíamos un trabajo, minuto que teníamos… hemos trabajado muchísimo y ha valido la
pena y… hice cursos de todo tipo: de psicología, de literatura, por supuesto, de literatura
infantil, de literatura todo. Y estaba metida en el movimiento cultural de la ciudad, me
apunté al Ateneo, fui Vicepresidenta del Ateneo y hacíamos muchísimas cosas. Yo soy
una persona que tengo que estar siempre en movimiento intelectualmente y llevo estos
cinco o seis años enclaustrada y lo más bonito que me ha pasado es conocerte (reímos)
M: ¡Gracias!
C: Porque me estás sacando de mí misma y ya me he decidido a… ya había empezado
hace un par de meses a asistir a actos culturas que incluso había dejado de ir y ya estoy
empezando a ir otra vez.
M: Me alegro, me alegro mucho. Entonces, ni tu marido ni tu padre se metían en ese
“activismo” tuyo, ¿no?, ¿tú has podido hacer siempre lo que has querido?
C: Bueno… (suspira). Si, ahí he hecho lo que he querido, ¿sabes? Si veía una mala cara
o así, sabía resolverlo sin enfadarme, decía: “Hoy lo he pasado muy bien, ¡es que me
hacía mucha falta salir un poco de casa! Yo encauzaba las cosas, de una manera un poco
imaginativa (ríe).
M: O sea que has tenido siempre mecanismos de…
C: Si, si, si, de diplomacia. La diplomacia me ha servido para no enfrentarme nunca.
Cuando tenía que enfrentarme, no era enfrentarme, era lo que te decía antes, llamar a
parte y hablar las cosas. Con mi padre era inútil, como tuviera una idea, tenía esa idea y,
o me callaba o no me hablaba en dos meses (ríe). Pero con mi marido era distinto, era
un niño más, ¡si ya me lo dijo el taxista cuando me llevó a casar!
M: ¡Es verdad! Me lo dijiste el otro día.
(Reímos)
M: ¿Cómo era tu marido? No me has contado nada acerca de él. Bueno, si te apetece
contármelo.
C: Bueno…
161
M: Si no quieres, no, no pasa nada.
C: Pues… era un hijo más en muchos aspectos. Tampoco he comentado esto jamás con
nadie pero por si te puede servir… para que vez que abro la caja, no la abro, para estas
cosas sí. Sí, he podido entenderme con él, tampoco era… explotaba mucho, era un
hombre muy cómodo, era un hombre muy culto también y era un hombre que iba muy a
lo suyo y, mi padre también, pero mi padre era distinto, mi padre tenía otro concepto…
no me atrevo a decir la palabra, de las cosas de la vida. Y mi marido, bueno, pues yo, yo
lo llevaba, como uno más, el más difícil de mis hijos (reímos). Pero nunca nos
peleábamos ni nada porque donde uno no quiere… (ríe).
M: ¿Qué carácter tenía?
C: Tenía un carácter muy explosivo pero se acostumbró a no explotar.
M: ¡Ah! Pues eso está muy bien.
C: Si, porque vio lo que había y había cosas con las que estábamos radicalmente en
desacuerdo y, entonces cuando era algo así, que tenía que ver con los hijos sobre todo…
pues yo era la que se preocupaba de todo, de las carreras, de todo, de todo y, entonces
yo... alguna vez a lo mejor iba a hacer algo o hacía algo que no me parecía con los hijos,
pues lo llamaba para que… y le decía: “Pues yo esto no lo veo así” tal y cual “y yo por
ahí no paso, la puerta está abierta para ti o para mí”.
M: Pero entonces si sabes defenderte, Concha.
C: Pero no me defendía por mí, defendía a mis hijos. Defendía a mis hijos. Y luego en
lo demás pues era una persona agradable, le decía a todo el mundo que él era el que lo
hacía todo, estas cosas así porque era muy presumido y hasta a los hijos y, no era verdad
porque la que hacía todo era yo, pero bueno, a quien Dios se la dé, San Pedro se la
bendiga (reímos). Mis hijos eran mis hijos y, yo creo que estaba más casada con ellos
que… con ellos estaba casada… con él también, ¡vaya! Porque luego, la vida era
agradable en la familia, ¿eh? Acosta de lo que fuera pero… la vida era agradable, era
una persona agradable y mis hijos lo adoran y… y eso, pues ya está, cada uno es como
es y…
M: A lo mejor te hago una pregunta que es muy íntima que si quieres me la contestas y
si no, no.
162
C: ¡Por supuesto! (reímos).
M: No se, es que me da la sensación, pues de lo que tú has dicho al principio, de que a
lo mejor no era el amor de tu vida, ¿no?
C: ¡Dios mío! ¡Cuántas cosas te estoy contando! (reímos). ¡¿Después no me voy a
arrepentir?! ¡Cómo nunca las he dicho! No, no era el amor como yo lo concibo. Porque
yo… lo fue en el sentido de ser el padre de familia, de ser mi compañero. En ese sentido
pues… pues si y, colaboró en que hubiera buen ambiente en casa y, ya te digo que era
una persona que se quería, él decía: “Yo primero, después yo, después yo”. Pero bueno
eso me lo decía a mí, pero yo procuraba que eso no trascendiera a los hijos. Entonces
pues nos llevábamos muy bien y viajamos juntos alguna vez y, cuando era posible y… y
eso, o sea que no… la vida no estaba deteriorada en la familia que era lo que yo quería
y, en lo demás pues son esas cosas, era aquel tiempo también que nos había pillado, a él
y a mí; a él por ser un hombre de aquel tiempo y a mí porque también me había el cura
el día antes de casarme: “Si tu marido llega borracho (nunca se ha emborrachado, no ha
pasado nunca nada de eso), si tu marido llega borracho y te pega, pues tú piensa que la
paz de tu familia vale por encima de todo”. Y yo no hubiera consentido nunca un
maltrato semejante por mis hijos también, ¿sabes? De ninguna manera. Pero si he
aguantado mucho, a lo mejor él también; o sea que, que la vida es así (reímos).
M: Bueno, en eso no voy a entrar más…
C: Mejor porque en estas cosas no iba a entrar.
M: Yo siempre te digo que me cuentes lo que tú quieras. Yo no quiero invadir tu
intimidad para nada, ¿eh?
C: ¡Ya lo sé! (reímos)
M: Bueno… pues si quieres lo dejamos aquí, Concha. Llevamos un montón aunque se
me ha pasado volado, ¡es la una menos cuarto!
C: ¡¿Si?! Pues se me ha pasado contigo también.
M: Pues si quieres lo dejamos aquí.
C: Sí, sí.
163
Entrevista III Concha Castro (11,00 del 22 de abril de 2015)
(Después de media hora de grabación, llaman a Concha por teléfono y cuando la corto
me doy cuenta de que no se ha guardado. Sin querer, la he apagado antes de guardar.
Seguimos la entrevista por donde nos habíamos quedado y al final Concha me contará
otra vez las mismas experiencias que no se grabaron al principio).
M: Bueno… sigue contándome los de los autores que estaban prohibidos.
C: Había un índice en el que los mejores escritores españoles… porque los consideraban
que no eran adeptos al régimen… bueno, muchísimos emigraron y otros desaparecieron
de la sociedad aunque siguieron escribiendo, estaban prohibidos y para niños nada, no
había libros infantiles prácticamente. El primer libro de niños que tuve fue un regalo
que me hicieron y era un libro racista a tope, un libro con poquitas páginas, que se
titulaba Pepito, el negrito que quería ser blanquito; era un niño negrito que estaba triste
porque era negro y entonces bebió mucha leche de vaca hasta que se volvió blanco, ese
era el cuento. Fíjate tú qué maravilla de cuento, ¿no? Nunca lo he olvidado. Y después
hubo una inspectora que escribió unos libros, ¿cómo se llamaba? Maribel y su familia,
una cosa así; como tres o cuatro libros. Mi padre me los regaló cuando yo tenía… era
adolescente y eran unos libros horrendos. Mi padre, es que el pobre, tenía un concepto
muy amargo de la vida por lo mal que lo habría pasado o lo que sea. Y eran unos libros
de una huérfana a la que su padre la maltrataba, le hacía pedir limosna, venía borracho;
ese era el tema de los libros. Y yo leía poquito, era cuando murió mi madre también y
que me ponían tristísima y entonces yo ahora le decía a mi padre que si, qué le iba a
decir, no le iba a decir estos libros son horribles, ¿no? Y nada. Y los leía pero, nada. Y
entonces para los niños, yo me buscaba de autores clásicos párrafos, poemas, cositas así,
lo que habían hecho mis padres también con nosotras. Pero ya empecé a escribir
cuentos, por ejemplo para explicar, una vez que me tocó dar ciencias, porque antes
éramos generalistas y dábamos de todo y, me tocó dar por ejemplo, la creación del
mundo; en vez de explicárselo desde el punto de vista religioso porque eso ya lo
conocían, que Dios había creado el mundo en 7 días…, también escribí, es un poema
para ellos desde ese punto de vista, por ahí lo tengo y, escribí un cuento que se titula El
Reino de Neptuno, que es cómo el Rey Neptuno fue consiguiendo que los habitantes del
mar pudieran tener un mundo… escuchaba siempre lo que le pedían sus súbditos y
entonces… creo que está aquí (hace referencia a un libro encima de la mesa)…
164
Entonces mandó construir un mundo para que pudieran salir a tomar el sol y todo eso, lo
difícil que fue vivir ahí pero que fueron aprendiendo, todas estas cosas. Y más adelante,
para explicar la, ¿cómo se llama? La transformación de las especies, la evolución de las
especies escribí otro cuento que se titula El País de los Hielos Eternos, porque había
una glaciación en aquel tiempo cuando se… y todo eso, es un cuento bonito, creo yo
también. Es una fiesta de disfraces en la que cada animal lleva su disfraz y todo eso.
M: Tú nunca dijiste que eran tuyos los cuentos.
C: No, ni aquí tampoco, ¿eh?
M: ¡¿Nunca?!
C: Veintitantos años después tampoco (ríe). Cuando se enteraron… porque les había
contado un cuento que les gustaba mucho, dos, uno El Esqueleto Aventurero, cuento
que les gustaba muchísimo y, entonces cuando llegaban a la segunda etapa me decían:
“¡¿Se acuerda del Esqueleto Aventurero?!”. Si, si. “Yo me acuerdo de él y a veces me
río y tal”. Y otro que decía que el origen de la Luna había partido de la Bahía de
Almería, que unas manos poderosas la habían sacado de la Bahía de la tierra que faltaba
y todo esto. Y ese cuento les encantaba también. Y recuerdo cuando llegaron a la
segunda etapa y les dije: “Pero bueno, eso me lo he inventado yo”. Porque ya se sabía,
¿no? que escribía. ¡Yo nunca les he dicho ni los títulos de mis libros, ni les he leído a
partir de ahí nada de lo que yo escribía! Además como había libros ya de autores, había
libros extraordinarios… pues ya de lo mío no les leía casi nada o nada, vamos ya
cuando hubo otros libros manteníamos una biblioteca extraordinaria de todo lo que
habíamos recogido y de ahí sacaban párrafos, diálogos, descripciones y entonces las
llevaban a clase y cada uno leía lo que había encontrado y, eso enriquecía mucho, el
gusto por la lectura y el comprenderla y veían lo variado que cualquier cosa que podían
hacer. Todo lo que llevaran los compañeros, era como multiplicar.
M: ¡Ay Concha! Es que le estoy dando vueltas a todo lo que me he perdido… bueno,
cómo te he preguntado cuándo empezaste a escribir para las/os niñas/os, que fue allí en
Las Palmas, pues si quieres me puedes hacer una cronología de lo que ha sido tu
desarrollo profesional. Desde que empezaste como maestra en Las Palmas, cuántos años
estuviste allí, a qué cursos dabas clase… sobre todo para tener una visión general de lo
que ha sido tu vida como docente.
165
C: En Las Palmas empecé con aquellas… un grupo numerosísimo de 60 niñas de seis
años que no sabían ni leer ni escribir. Con el rayas primero que era el libro oficial y ahí
empecé a escribir cuentos muy pequeñitos y cancioncillas pequeñas para animar la clase
y para que jugaran un poquito, aprender y así. Y ya después de esa clase tuve una clase
de tercero, de tercer curso, que es la única vez que he tenido un tercero y la única vez
que tuve niñas pequeñas también, porque a partir de ahí, durante muchos años, todos los
años que estuve en Las Palmas, los grupos escolares que eran grupos de 44 secciones
normalmente, la mitad eran niños, la mitad eran niñas; estaban separados por el patio y,
en el patio estaban separados también a la hora de jugar. Y entonces ahí ya tuve algún
curso de 4º y 5º pero enseguida pasé con las mayores, con la segunda etapa, tenía 19
clases en la segunda etapa, de niñas. Les daba clase una vez por semana nada más y
tenía una tutoría. Y entonces ahí la experiencia fue de lo más variada porque la sociedad
en Las Palmas era una sociedad muy moderna comparada con la sociedad peninsular
porque ya llevaba muchísimos años con turismo, una sociedad más abierta. Y entonces
las niñas con 16 años, algunas tenían incluso 17, estaban hasta mayores, no sé si es que
las normas del colegio eran así, no lo recuerdo, oficialmente creo que era hasta los 16
pero muchas niñas cumplían, y niños, los 17 años en el colegio. Entonces ya había
problemas de drogas, de prostitución… yo he tenido una clase una vez que… que tenían
unas costumbres tremendas, bueno, pues empecé por tratar de que se encontraran muy
agusto en la clase y fue cuando me inventé lo de aquella isla a la que nos trasladábamos
continuamente y por ahí las iba enganchando porque tenían que hacer presupuestos de
comida, itinerarios, cosas para divertirnos allí, música elegir… entonces aquella isla
fue… ojalá hubiera podido desarrollar eso como escritora, ¿no? O profesional, las dos
cosas, pero bueno, como nunca tenía tiempo para nada, pues me valió como experiencia
mucho para animar a las niñas a estar agusto en la clase.
(CORTAMOS LA ENTREVISTA PORQUE LLAMAN POR TELÉFONO)
M: Me comentabas tu paso por Las Palmas, de la clase conflictiva, conflictiva entre
comillas.
C: Si, lo era, lo era. Pero en la clase no había conflictos porque… hombre porque
procuraba adaptar la clase a los intereses y eso. Ahí fue donde descubrí que había, que
te comenté que había una venta de drogas en el colegio y que casi me cuesta la carrera,
haberlo descubierto.
166
M: Estuviste allí 16 años, ¿no?
C: En Las Palmas 16 años. Pues estuve 9 años en el último colegio y después en otros
dos, 5 años en uno y un año en otro.
M: ¡Ah, vale! Del primero no te acordabas del nombre…
C: ¡¡El Cervantes, el Cervantes!! Si, el Colegio Cervantes, estaba saliendo hacia el
aeropuerto, al final de toda la ciudad. Si, le llamaban “el asilo” porque los maestros eran
todos muy viejos.
M: ¿Y en ese era donde tú tenías tu grupillo de amigas/os o era en los otros en los que
estuviste?
C: No, en el último que estuve, en el 29 de Abril.
M: Y ¿el otro cómo se llamaba?
C: El otro, el otro se llamaba… ¡ay! ¡ay! Guanarteme, el Colegio Guanarteme porque
era en el Barrio de Guanarteme, un barrio de pescadores súper pobre…
M: De ese barrio si me hablaste el otro día.
C: No me acuerdo.
M: Bueno, estuviste…
C: Primero en el Cervantes, un año sólo, bueno, desde enero. Empecé con una
sustitución hasta final de curso y después al curso siguiente ya fui a Guanarteme cinco
años y después 9 años en el 29 de Abril.
M: Y luego ya en el 78, te vienes aquí.
C: Sí.
M: Y aquí estás sólo en un colegio, ¿no? Aquí en Almería.
C: Sí, después en el Instituto Nicolás Salmerón.
M: ¡Ah! ¡qué también estuviste en el Nicolás! Vale, vale.
167
C: Sí, porque a los de secundaria nos pasaron a otro… al instituto porque aquí lo
dejamos sólo para primaria.
M: Entonces, ¿cuántos años estuviste en el cole?
C: En este cole 20 y en el instituto tres.
M: Bueno, y tu experiencia en el instituto qué tal, que de eso no sé nada.
C: Pues hubo… tuve un práctico que había estudiado biología y bueno, la experiencia la
misma con los niños, ¿no? Con los compañeros, maravilloso. ¡Qué compañeros más
estupendos! Fueron conmigo increíbles, vamos. Y claro, pues de la experiencia anterior,
pues es que no se cómo darles las gracias cada vez que los veo. Y allí me pasó un cosa
muy bonita; había una de las profesoras vino a decirme: “Mira, tengo una amiga que el
hijo ha estudiado biología y tiene que hacer las prácticas y nadie quiere un práctico,
anda cógelo tú y tal”. Y lo cogí, había estudiado biología pero bueno. Y al chaval que
ha estado ahora de maestro en las monjas, en El Milagro, le gustó tanto la experiencia
con los niños que hizo magisterio aparte y es maestro ahora. Un chaval majo, majo
también. Y con los críos muy bien.
M: ¿Allí también hacías lo mismo que en el cole?
C: Si, más o menos si, lo mismo. Yo procuraba variarles un poco las cosas para
amenizarles la clase, por ejemplo, les enseñaba en Reyes un villancico cortito en gallego
y ahora se lo enseñan a los hijos, una cosa muy bonita. Y siempre les he enseñado a
hacer a los niños… hablábamos también a veces de la alimentación, teníamos libros
sobre alimentación que los pedimos al Ministerio de no sé qué, no me acuerdo, nos lo
mandaron. Y les enseñé a hacer el salchichón de chocolate porque todos los niños de mi
familia les encantaba el salchichón de chocolate, entonces he tenido que probar cada
cosa (ríe), ¡te puedes imaginar! (reímos). Y les encantaba, ¿sabes? Y el salchichón es
muy fácil de hacer, no necesita cocina ni nada y luego me traían la prueba. Había que
hacer de tripas corazón porque a uno le salía como una piedra, a otros les salía una cosa
chorretosa (ríe). Pero bueno, bien.
M: Entonces tu etapa allí fue mucho más agradable que en el cole.
C: Fue extraordinaria. Cuando me jubilé, me jubilé estando ahí ¡me hicieron una
despedida que no te puedes imaginar! Me regalaron un reloj maravilloso, una comida…
168
fueron todos los compañero, bueno, bueno. No sé porqué me ofrecieron dar la lección
inaugural del curso siguiente el primer año de estar allí y les dije que yo se lo agradecía
mucho pero que no, que a mí las tarimas como que me imponen mucho. Pero cuando
llevaba allí dos años, bueno había recibido algunos premios por ahí, ¿Qué es el Rey para
ti? Lo ganamos dos veces y algunas cosas más y, la sorpresa que un día, yo sé si ya me
había jubilado, fue el año que me jubilé o fue el año anterior, creo que ya me había
jubilado porque estaba aquí en casa y vinieron la mujer del Director y otra compañera a
decirme que iban a solicitar que me nombraran hija adoptiva de la ciudad y, cuando me
dicen eso, digo: “¡Vosotras estáis locas! Es que ni se os va a ocurrir, vamos, que no, que
de ninguna manera”. Y no lo acepté, “¡no salís de mi casa sin jurarme que no, que no
me vais a hacer pasar por esa vergüenza!” (reímos). ¡Con la de gente que hay en la
ciudad! Y no, y no. Se lo agradecí mucho, ¿no?, porque ya ves, una distinción muy
grande pero vamos que no me lo merecía porque hay en la ciudad gente… ya ves.
M: Bueno, eso de que no te lo merezcas…
C: Que no, que no., yo sólo hacía mi trabajo.
M: ¿Tú crees que ha podido influir ser mujer en tu carrera profesional?
C: Yo creo que… nunca había influido en ningún sentido hasta que llegué aquí porque
aquí esta gente que te decía, dividían a las personas en pitos y agujeros. Y entonces
pues, hablar con los compañeros era sospechoso, era una cosa así como de la Edad
Media o así, ¿no? Pero no me ha influido para mal ni para bien. Yo siempre he
encontrado mejores amigos entre los hombres que entre las mujeres, por lo que fuera,
siempre me han parecido más respetuosos, más afectuosos, ¿sabes?, me entendía mejor
con los hombres que con las mujeres, no sé por qué. También he tenido compañeras
extraordinarias, ¿eh?, también. Pero bueno, creo que no me ha influido de una manera
especial el ser mujer. Yo creo que en Magisterio es la carrera, quizá, en la que hay
menos diferencia en ese sentido, quizá. No sé si en medicina u otras ahora, porque claro
las cosas han cambiado mucho, pero yo no me he sentido discriminada por ser mujer,
por ser mujer no.
M: Es una carrera feminizada, ¿no?
C: Sí, porque era joven y estaba un poco más de buen ver, quizá eso… (ríe), pero sólo
con esto, con las brujas, con la otra gente no (ríe).
169
M: Una cosa que te quería preguntar, después de que me contaras que los últimos años
estuviste en el instituto, es ¿cómo enfrentaste esos últimos años en los que se acercaba
la edad de jubilación? ¿Fue difícil?
C: No… fue lo mismo prácticamente, únicamente que fue un ambiente muy agradable.
M: ¿Pensabas en el final de tu carrera como…?
C: Si claro, lo piensas, me sentía cansada porque claro, he criado 4 hijos, o sea 6
(reímos) y, tirar de una casa tan grande… seis y a veces siete, porque mi suegra
pobrecilla mía pues también pero era muy buena conmigo, vamos. Pero… ya no sé lo
que me preguntaste…
M: Que cómo veías aquella etapa, cómo lo afrontaste, ¿te sentías triste por dejar la
escuela?
C: ¡Claro! Me daba pena dejar el contacto con los niños porque es que, sobre todo el
último año, siempre me han demostrado mucho cariño, ¿no?, pero el último año es que
en los últimos… cuando se enteraron que me iba a jubilar, que no se lo dije a nadie,
bueno, los compañeros lo sabían, claro, pero los niños no. Cuando se enteraron…
hicieron de todo: la mesa llena de regalos, de decirme cosas preciosas y, yo decía:
“¡Dios mío!”. Hasta el último día que estuve en la clase, se me ocurrían a veces cosas
que no se me habían ocurrido antes, decía: “¡Por Dios! ¡Si me hacía falta otros 40 años
para aprender a ser maestra!”. Porque es que los críos te potencian tanto o que puedes
hacer de una manera o de otra y quizá la frase más tierna fue… hacían cosas muy
graciosas para llevarme los regalos: que los habían llamado a Dirección, que los habían
castigado y luego aparecían con un ramo de flores, con mil cosas. Y un día les dije: “Es
que no se cómo agradecéroslo. Sois muy buenos, gracias por todo, por aguantarme con
el análisis sintáctico”. Me acuerdo de un niño rubito que me dijo: “Es que te queremos
seño” (ríe), y me hizo llorar. ¡Qué bonicos son! Madre mía. He sido una maestra
mimada, ¿eh?
M: Bueno y tú también mimabas a tus alumnas/os, ¿no?
C: Yo que sé, yo les hacía trabajar mucho, protestaba mucho (reímos). Pero sí, sí, fue
una experiencia maravillosa.
M: Y, ¿el día de tu jubilación cómo fue? El último día de clase.
170
C: Pues terminó el curso normalmente con la junta de evaluación, se entregaron las
notas y tal y, el último día de instituto ya sin niños, pues fuimos a comer al Club de
Mar. Me invitaron a comer ahí y a mi familia y no estaba ninguno de mis hijos, me dio
una pena… pero bueno, estábamos mi marido y yo, fue algo muy bonito, como siempre,
cariñosos, entrañables, si.
M: Después de tantos años y después de haberte esforzado tanto y, después de haber
tenido tantísimas experiencias con tus alumnos y con tus alumnas, pues quería conocer
qué pensabas, qué sentías, si pensabas en no desvincularte de la escuela, o fue, me
jubilo y ya.
C: Yo he seguido colaborando con el colegio por ejemplo, en muchas actividades,
algunas preciosas, como por ejemplo, la creación de un libro que le regalamos a Amigos
del Sáhara. Un libro mío, como la persona que dirigía el colegio conocía a alguien en la
Diputación, conseguimos que lo publicaran pero los niños hicieron las ilustraciones,
ninguno de mis hijos colaboró en las ilustraciones y, se publicó ese libro y yo lo había
escrito para un alumno que lo pasó muy mal, muy mal y, entonces, ese libro se lo
ofrecimos a Amigos del Sáhara. La Diputación pagó 500 ejemplares, 50 se quedaron en
el colegio, a mi me dieron unos cuantos y los otros 450 se vendieron… los vendió
Amigos del Sáhara y el colegio les ayudó, a 10€. Yo no puedo regalarles 450.000€ a…
o 45.000€ a nadie pero el libro si lo he regalado y se hizo esa experiencia. Los niños
siguieron los pasos de cómo se publica un libro, desde la escritura, el prólogo lo escribió
una niña y muy bien.
M: ¿Tú crees que te ha faltado algo por hacer con ellos?
C: Muchísimas cosas, otros 40 años.
M: Pero 40 años de experiencias y de crear mundos, ¿no?
C: Muchas cosas sí.
M: No sé si cuando tú enviudas coincidió con esa etapa, con años anteriores…
C: No, ya estaba jubilada, estaba jubilada ya. Por cierto, me preguntabas antes si había
cortado… como ya se conocen por aquí mis libros, en los colegios y eso, pues he
seguido teniendo experiencias con los niños de la provincia y de los colegios de la
ciudad porque me invitan a ir. Además voy también con el Centro Andaluz de las
171
Letras, como escritora y, entonces, antes íbamos 5 o 6 veces al año, pero ahora como no
hay dinero, pues vamos una vez al año, cada uno, por lo menos los que conozco a un
colegio y, sigo en contacto en este sentido, o sea que mañana voy a un colegio aquí
también y tendré que ir a este de aquí también, al lado, a los del barrio he ido varias
veces.
M: ¡Qué estupenda eres! (reímos). También te quería preguntar por tu “activismo”, por
así decirlo, en movimientos, asociaciones… a lo largo de toda tu vida porque has
participado en un montón de cosas, ¿no?
C: ¡Uy! Un montón, un montón. Muchísimas… bueno, en el mundillo de la cultura
muchas veces nos invitan a dar un recital, a ir a un pueblo, a estas cosas y, yo estos
últimos años no he ido pero he ido mucho, mucho a otros pueblos y han sido
experiencias muy bonitas. Tuve una experiencia preciosa que ha durado 10 años, que
me invitó… el organismo este de la mujer de la Diputación, no me acuerdo, el
departamento de la mujer de la diputación, a dar talleres de narrativa en los pueblos con
las mujeres y, eso fue increíble, porque durante 10 años iba, durante una semana y,
entonces, las hacía escribir… era para que tuvieran la experiencia de escribir. Había
mujeres que habían inventado cantidad de cuentos para contarles a sus hijos, otras que
escribían… que nunca habían escrito, otras que no les decían a nadie que escribían
porque les daba vergüenza, otra… me acuerdo que en su casa la tenían mártir porque
decían que escribieran a gente que estaba loca, había de todo, ¿no? Pero eran muy lindas
todas. Y, entonces, si se creó en ellas la afición de escribir, en muchas de ellas sobre
todo y, escribían cosas de la infancia, les decía: “No tenéis que inventaros si no queréis,
sino, experiencias de la infancia” ¡Increíbles! Para contarles a los niños, a los niños de
de ahora. Por ejemplo, una señora que decía el regalo de Reyes para ella y sus seis
hermanos, durante muchos años era una cabeza de ajo y, que esperaban con un ansia
enorme a que llegara el día de Reyes para que volvieran a ponerle una cabeza de ajo;
fíjate la diferencia y, los padres la imaginación de ponerles un regalo, ese cariño, no
tenían esa cosa, una cabeza de ajo a cada hermano. Fue increíble, me traían… en los
pueblos siempre había huertas y eso, me traían unos ramos de flores; creo que he
engordado 7kg cada que iba… (ríe) traían cosas para la merienda, la gente generosísima
y encantadoras y, tenía experiencias muy bonitas con ellas, mucho, mucho. Siempre
andaba por allí, cuando mis hijos se hicieron grandes.
172
M: Bueno, también me contaste ayer que estabas en la Asociación de Amigos de la
Alcazaba.
C: Estuve en el Ateneo también.
M: Cuéntame sobre esa etapa.
C: Fui Vicepresidenta. Pues cogimos el Ateneo en un estado ruinoso absolutamente con
500.000 ptas. en aquel momento de deuda, con el teléfono cortado, con el agua que se
salía en el baño, bueno, fue una pena.
M: ¿En qué año pasó esto que me cuentas?
C: ¡Ay! ¿En qué año sería? No me acuerdo, no me acuerdo, pero fuimos los últimos que
gestionamos el Ateneo, así que eso se podría comprobar. Y entonces, a base de pedir
limosna en la Universidad, a profesores que dieran conferencias, nos prestaban la sala
de Unicaja, nos prestaban varias salas, en la misma del Ateneo una salita pequeña. Nos
fuimos a la Diputación a pedir dinero, nos dieron 500.000 ptas. para pagar la deuda, en
fin… y… hicimos muchísimas cosas, hicimos cuatro o cinco actos cada mes y la gente
llenaba las salas, que al principio no iba casi nadie. Al mismo tiempo había también,
que el Ayuntamiento lo pagaba, el aula de poesía y, los que lo llevaban se traían los
mejores poetas del país y las dos cosas consiguieron que se llenaran las salas que al
principio no iba nadie y, la gente se aficionó muchísimo a ir, a escuchar poesía o a las
conferencias que hacíamos desde el Ateneo, hacíamos viajes, hacíamos muchísimas
cosas. Además, trabamos incluso en vacaciones. No trabajaba el Ateneo en los dos
meses de verano pero la Presidenta y yo estábamos siempre reunidas preparando
actividades para el curso siguiente que después le planteábamos al resto de la directiva.
Fue muy interesante.
M: ¿Y ALIN?
C: ALIN, pues era un grupo de profesores, hombres, mujeres de… éramos maestros
todos, no sé si habría algún licenciado pero creo que éramos todos maestros, que le
planteamos al… Yo llegué un mes después de que hubiera empezado ALIN. Se planteó
al centro de profesores un grupo de fomento de la lectura y, entonces, nos juntamos una
gente que nos pusimos en contacto con las editoriales y empezamos a tener actividades,
por ejemplo, cine basado en libros, en novelas… muchas actividades con los colegios,
173
pero sobre todo, un Salón del Libro que se hizo famoso en todo el país. Para eso
conseguimos unas pirámides que nos hicieron en la Diputación, porque una era de
Diputada y consiguió que nos las hicieran. ¡Cuánto hemos llorado cuando no
conseguíamos las cosas! (ríe). Cada minuto que teníamos, trabajábamos en eso, en el
Salón del Libro, venían los mejores autores, pasaban por el Salón del Libro que duraba
una semana en la Villaespesa. Entre tres y cinco mil niños de toda la provincia, venían
los autores, daban conferencias a los maestros, a la gente que quisiera asistir, tenían
encuentros con los niños y los niños tenían sus pirámides llenas de libros para que los
cogieran y eso. También nos robaron unos cuantos, si, pero bueno, yo he visto robar a
una madre de mis alumnos que tenía ocho hijos y que pasaban tanta hambre que a veces
otro compañero y yo, les dábamos un bocadillo así (gesto indicando lo grande que era),
y la vi que estaba cogiendo libros y, entonces, pues yo me hice la loca y no le dije nada,
porque que una mujer se arriesgue a robar libros para que sus hijos lean, merece una
estatua, en un país donde nadie leía. Y entonces, yo pregunté en clase: “¿Os habéis leído
este libro?” y los niños decían: “¡Si, si! ¡Yo lo tengo, yo lo tengo!”. Yo para comprobar,
¿no? Que… “¡Ah! ¡Qué bien!” tal y cual. Se lo dije a algunas compañeras y bueno, a
unas les pareció bien y a otras les pareció mal que… pero a mí me pareció heroico lo de
la madre esta que procuraba que sus hijos leyeran. Después, esos mismos libros que
teníamos más de 3.000, durante el curso, también conseguimos que nos pagaran unas
mochilas y, entonces, a los colegios que lo solicitaban, les mandábamos como préstamo
una mochila, les llamábamos las “mochilas viajeras” y, después nos las devolvían. ¡Fue
una maravilla! El día que cerrábamos el Salón del Libro y comíamos juntos… Durante
el Salón del Libro pasaban los mejores autores y el último día comíamos juntas y,
después de comer nos reuníamos para ver de qué iba tratar el Salón del año siguiente
que ya lo empezábamos a gestionar desde ese mismo momento. Y así he estado muchos
años allí. Se vino abajo eso por desinterés oficial, según me dijeron las dos compañeras
que quedaban al frente de eso.
M: ¿Cuántos años estuviste ahí?
C: ¡Ay! Yo creo que ocho o nueve años, por lo menos, o más, sí.
M: Mientras eras profesora, ¿no?
C: Sí, sí, sí, estaba en activo.
174
M: Ya después, cuando dejaste de trabajar, ¿seguías en los grupos?
C: Ya no estaba en ALIN porque se vino un poco abajo y cambiaron la técnica, mi
padre estaba enfermo, tenía un hijo que estaba enfermo en ese momento también, yo ya
no pude seguir ahí, pero bueno que seguimos siendo una piña, éramos muy amigas,
amigos todos lo que sacamos adelante esto, si.
M: Y ayer me decías que llevabas cinco años sin hacer nada, ¿qué ha pasado?
C: Sin hacer nada… Yo no he perdido el tiempo, en estos cinco o seis años lo que he
hecho es salir.
M: ¿Por qué?
C: Me he vuelto cavernícola (reímos)
M: ¿Qué ha pasado Concha?
C: No… porque mi marido estuvo enfermo mucho tiempo y ya me costaba salir y, si
estaba malo, aunque salía perfectamente por sí mismo pero ya sabía yo lo que iba a
pasar y ya procuraba estar más tiempo en casa, no dejarlo solo y… y después, pues ya
eso y, siempre te queda… la resaca que te queda, estaba triste, esas cosas y ya no tenía
ganas de salir. Y si, seguí con el Centro Andaluz de las Letras y alguna cosilla más,
pero nada, muy poco. Pero ya hace dos o tres meses que he pensado en salir un poco de
la madriguera y eso (ríe). Y ahora, gracias a ti, pues bueno… estoy hablando más que en
toda mi vida.
M: Yo me alegro. Otro día, ya te dije, que tenemos que tomarnos un café, como las
señoras (frase que ella me había dicho con anterioridad).
C: ¡Por supuesto! ¡Claro! (reímos).
M: Entonces, enferma tu marido después de que tu dejaras de trabajar y, bueno, también
tu padre estaba enfermo, ¿pasa todo después de que…?
C: Sí, no, mi padre murió hace ya 27 o 28 años.
M: ¿Murió antes de que tú dejaras de trabajar?
175
C: Sí, sí. Sí, murió el día de mi santo. Sí. Estuvo muy enfermito. Era un hombre que era
como un atleta, como un castillo, ¿sabes? Y los últimos meses… los últimos tres años lo
pasó mal y, sobre todo, al final que tenía que darle la comida y era un hombre muy
orgulloso de su potencia y eso… Ya no pudo con eso, pobrecillo mío. Y le hacía leche
frita, le compraba pasteles, le hacía cocido gallego, todo lo que él quisiera pero ya no
tenía ni ganas de comer. Y fue muy triste, fue muy triste que se muriera. Vivió
veintitantos años conmigo.
M: Y luego tu marido enferma, ¿no?
C: Si, pero hizo vida prácticamente normal hasta el mismo día que se murió. Iba a
andar, iba a nadar. Hombre, ya el último mes ya no iba a nadar y, en vez de ir andando
hasta la Residencia o hasta el final del Paseo Marítimo, pues íbamos despacito hasta
más cerca, hasta El Palmeral y volvíamos y así. Pero el mismo día que se murió, antes
de comer, por ejemplo, estuvo jugando con los niños en el patio. Y aquella tarde se
levantó mal de la siesta, lo llevé a la clínica y ya, allí se murió.
M: Bueno, dejamos ese tema que es muy triste. Cambiamos de tema. También me
contabas de cursillos que hacías. Sabes que ahora están las famosas escuelas
alternativas, modernas, pero escuela moderna, escuela moderna la hacías tú dentro de la
escuela tradicional. Montessori…
C: Sí, Montessori. El Emilio de Rouseau que mi padre lo tenía escondido porque estaba
prohibido, era un libro prohibido, mi padre lo tenía escondido, lo tengo yo por aquí.
M: Llamamos escuela moderna a lo que tú hacías realmente en tus clases.
C: Yo tenía esa visión de la enseñanza y tengo un compañero aquí que una vez le puse
un correo a no sé cuantos colegios, diciendo… porque salió un artículo sobre un premio
extraordinario, absolutamente extraordinario que me dieron en Washington…
M: Ahora me tienes que contar cuántos premios tienes.
C: No, te contaré este, porque este desde luego fue muy especial. Y entonces, le enseñé
una página… le enseñé muchos años después, el curso pasado, una página que salió en
Escuela Española en Madrid y sale una fotografía mía y una foto del grupo de niños de
otra clase, no pusieron a los míos, pusieron otra, pero bueno… y en el que cuenta el
premio este que me dieron y, entonces, se le ocurrió decir: “Pionera” y se lo mandó a
176
todos los colegios (ríe) que tenía en el correo. Siempre tenía la duda de si lo estaría
haciendo bien o no, pero los niños trabajaban muchísimo y como yo siempre había sido
bicho raro también y había tenido mi manera de ver la vida de una manera distinta
que… muy distinta, yo que sé, pero yo… ni era mala persona, ni perdía el tiempo para
nada, ¡vamos! ¡lo multiplicaba! Entonces decía, bueno, si los niños están agusto,
aprenden y sacan buenas notas y, yo tenía la prueba de fuego que es cuando iban al
instituto… Después venían a reñirme porque allí le daban mejores notas que yo.
M: ¡Ah! ¿Sí?
C: Si, era una prueba de fuego que yo tenía. Yo les decía: “A mí lo que me disgustaría
es daros ya un sobresaliente y al llegar allí, que os suspendieran”. Entonces, pues yo
veía que los niños no fracasaban si después trabajaban. Pero he tenido que ir
buscándome esos apoyos para, y otros, para… porque claro, lo general es que las clases
fueran clases, explicar la lección, trabajar, porque los maestros trabajan, ¿eh? Aunque
fuera con otro sistema. Con los niños no se puede perder el tiempo porque te comen por
los pies. Y entonces, ellos trabajan también, yo aprendí muchas cosas de los
compañeros también. El trato de los niños y el ambiente de la clase y, la manera de
llevar los temas, quizá, era lo diferente. Yo hacía muchísimas actividades relativas a…
no sólo a los temas del programa, sino, a temas que interesaban a los niños, temas de la
vida, profesionales, de todo tipo.
M: Pues ya que hemos empezado a hablar otra vez de la escuela, si quieres, volvemos a
lo del principio que se me ha borrado.
C: Pregunte seño (reímos).
M: Lo que estábamos hablando antes era de porqué era para ti tan importante la
literatura y que los niños aprendieran a leer.
C: Es que la lectura me parece… Primero, lo que enriquece a los niños, creo que es la
actividad, junto con hacer el amor, en la que participa el cerebro al completo, según
tengo entendido. Si (reímos). Entonces, primero para el disfrute porque la literatura
enriquece muchísimo la imaginación, el aprender, el vocabulario, el disfrutar de una
historia que es un viaje o una aventura o un cuento de terror que tanto gusta ahora a los
niños o una historia de amor a los más románticos. Entonces son… los niños terminan
disfrutando muchísimo de la lectura y, eso además, luego les prepara para estudiar con
177
más facilidad y, además, el cariño a los libros, el tocarlos, el tenerlos, el disfrutarlos. Por
eso mismo, me parece básica la lectura para su formación. Conocen cantidad de
personajes, cómo piensan, cómo funcionan, cómo resuelven sus asuntos, cómo disfrutan
o cómo lloran. Me parece absolutamente básico. Era la parte fundamental. Yo basaba en
la lectura y, la hacíamos variadísima, como parte fundamental para después y para el
disfrute también.
M: También hemos hablado… bueno, me habías comentado tú las actividades que las
niñas y los niños, los autores que más les gustaban… Entonces, hablábamos sobre las
actividades con los propios autores de los libros, ¿me cuentas experiencias acerca de
esto?
C: Te comentaba que en los años 80 ya había una cierta bonanza económica y los padre
estaban muy por la labor de que los niños leyeran porque empezaron estas campañas en
la tele, en muchos sitios, en los organismos… para que la gente leyera. Y entonces, yo
tenía alrededor de 200 alumnos y, los padres colaboraban y veían bien que los niños
cada mes se compraran un libro de lectura. Eso, aparte de los que habíamos reunido
para la biblioteca pidiéndole a todo el mundo, que teníamos muchísimos. Y entonces,
las editoriales, para hacer publicidad de autores y libros, si los niños leían cierto número
de libros, enviaban a los autores. Y por mi clase han pasado, pues, los mejores, los que
más les gustaban a los niños. Autores premiados que tenían ya un montón de
publicaciones, Carlos Puerto…
M: Cuéntame la experiencia con Carlos Puerto.
C: Carlos Puerto… Los escritores todos eran amabilísimos y a veces les cantábamos. Si
eran por ejemplo de otra Comunidad, sobre todo si vienen de Galicia, yo les enseñaba a
los niños una canción de allí y se la cantábamos o le hacíamos algún regalo. Y a Carlos
Puerto, un niño le hizo una caricatura, muy maja, por cierto. Nos costó conseguir la foto
(ríe). Se pusieron en fila para que… en el aula, en otra aula que era un poco más grande,
para que les dedicara los libros. El primer niño de la fila le dijo: “Mira, Carlos, te he
hecho una caricatura” y en vez de abrirla, la cogió y la lanzó hasta la última esquina y
dice: “¡Estoy yo para ver caricaturas y tonterías!” (imita la voz). Entonces los niños se
dieron la vuelta y se fueron a nuestra clase y no consintieron que les firmara ningún
libro. Pero luego con otros autores las experiencias fueron buenísimas. Y diré que
Carlos Puerto era maravilloso como escritor y era el favorito de mis alumnos.
178
M: Y ¿qué te dijeron tus alumnos? ¿Qué te comentaron de él?
C: Echaron pestes, que no iban a leer ni un libro más de él (reímos) y yo: “¿Por qué no?
Si os gusta como escribe, eso es lo principal”. Fue una experiencia también de espíritu
crítico de los niños.
M: Hablábamos también de experiencias, porque lo primero que he hecho hoy al llegar
a tu casa ha sido preguntarte por los libros que habías… por los cuentos que habías
escrito para los niños Entonces también me contabas experiencias de aquí del colegio y
me comentabas sobre el cuento del fantasma, la experiencia del fantasma y nada, a ver
si me cuentas cosillas que hacíais en la clase y que para ti fueron importantes y para los
niños también.
C: En algunos de mis libros han participado los niños, por ejemplo, en el de Urcitania,
Reino del Sol, que es una historia de Almería… pero desde los recursos de la literatura,
hay fantasía. Una historia, porque les di historia un año y la historia seguía siendo un
punto duro. Entonces digo, voy a escribir un libro de historia de Almería, de cuál mejor,
para mis niños. Entonces le dije a mis alumnos que tenía un amigo que iba a escribir
este libro, ¿no? Y que les invitaba a participar como jurado. Entonces, según este amigo
que era yo, no sabía luego cómo presentarles al amigo (ríe). Que les invitaba si
aceptaban y les encantó, entonces, a medida que iba escribiendo un capítulo, se lo leía a
los niños en clase y ellos me decían si les gustaba y, en algún momento me decían:
“Dígale a su amigo que este capítulo se parece un poco a una lección de sociales”,
porque a lo mejor había cargado la mano en la información, en la información histórica
y, entonces, les digo: “¡Ah! Vale, gracias, ya se lo digo”. Y al llegar a casa yo quitaba…
sustituía parte de la información por una aventura o por cualquier cosa y entonces los
niños participaban mucho en eso. Lo peor que me pusieron fue, antes de escribir el libro
que les dije: “Este amigo también quiere… va a ser una persona la protagonista pero
quiere llevar un animal de compañía. Entonces, vamos a escribir cuentos con animales
de compañía y el animal que más elijáis entre todos, ese va a ser el compañero del
protagonista”. Yo no sé porqué me he sorprendido, fíjate que animal escogieron en vez
de un perro o un gato o algo así, una mariposa. Yo no sé porqué una mariposa, sería que
había dibujos animados de mariposa pero la mayoría… y digo: “¿Ahora qué hago con
una mariposa como amigo de compañía?” Y digo, si la pones como muy preciosa y muy
dulce, puede ser ridícula. Y otra cosa, bueno, me inventé una mariposa con un mal
179
genio del demonio y, entonces sí, viajaban y recorrían la provincia de aventura en
aventura (ríe mientras lo cuenta) y de lugar en lugar, pero es un libro ameno y que les
gustó mucho. Los colegios la votaron inmediatamente y el año pasado conseguí que
hicieran una segunda edición y, se agotó inmediatamente también. Y el fantasma pues…
una mancha de humedad que apareció en el fondo de la clase, en una esquina y era el
perfil perfecto de un hombre muy guapo, perfil que tendría un metro y medio o así,
¡muy grande! Y otras manchas que parecían caras, asombrada. Y entonces les dije a los
niños que teníamos un nuevo compañero y que se había venido a vivir con nosotros y
entonces decían: “¿Dónde está? No lo vemos”. Les decía, es que es un fantasma. Y
entonces ya les conté y tal, les invité a… El fantasma era, bueno, un alucine para los
niños. ¡Ay! Bueno, pasó otra cosa que no te conté antes que es que parece que las cosas
a veces… otras fuerzas existen, creo yo. Les propuse escribir un libro en el que cada
uno contaría el porqué el fantasma se había venido a nuestra clase, qué hacía allí. Y
entonces, escribieron cada uno un cuento y luego, escribieron tantos cuentos, incluso
niños de otras clases que quisieron participar y, entonces, si los aceptamos los cuentos,
entonces, con permiso de los niños siempre, claro. Y entonces, pues escribimos un libro
que se titula Aventuras del Fantasma Jarm, que es el nombre que le pusieron. Y cuando
teníamos el libro ya casi terminado, me dijo el Director que un amigo suyo que era
profesor de la Universidad, que le había pedido un aula prestada para dar una clase de la
fantasmagoría en la literatura, en el colegio. Entonces el Director les prestó un aula a él,
al amigo y a los doctorandos. Y entonces le dije: “¡Por favor, por favor!” Él sabía que
yo estaba haciendo la experiencia del fantasma, “por favor, dile que mis niños están
haciendo esto, si quiere venir una mañana a la clase”, y vino encantado, se llama
Gregorio, no sé si lo conoceréis u os suena. Vino y le explicó a los niños que si el
fantasma estaba allí, era porque quería estar allí, que estas cosas ocurren y, los niños
quedaron maravillados y, le cogieron un cariño al fantasma increíble, ya se lo tenían,
¿no? Y entonces fue una cosa redonda. Y ahí tenemos el libro de las Aventuras del
Fantasma Jarm y yo creo que valdría la pena publicarlo porque tiene cuentos preciosos.
Tuve un profesor de prácticas que se llamaba Jesús, Jesús Galdeano que me ayudó
mucho porque a veces la experiencia, me las veía y me las deseaba para sacarlas
adelante yo sola. Y me ayudó con el jurado de niños que eligieron los cuentos que iban
a ir en el libro y esto. Entonces, esto hacía que los niños se esforzaran más a la hora de
escribir, lo mismo con algunos concursos literarios en los que han participado y, te
decía antes que han ganado más de 100 premios literarios, incluido ¿Qué es el Rey para
180
ti?, de Coca-Cola trepecientas veces han ganado y segundos y terceros premios también
y, qué más te cuento (ríe).
M: También me habías contado la experiencia con los abuelos, ¿cómo surgió?
C: ¡Ah! Sí, eso fue una experiencia muy grande, muy entrañable. Pues a veces otros
temas salían de la clase, ¿no? Y un día, pues les dije a los niños si querían conocer
mejor a los abuelos porque algún niño decía que el abuelo era un cascarrabias y los
otros decían que no, que eran unos soles y tal. Entonces les propuse escribir a las
residencias oficiales que hay por toda España, que los niños escribieran a los abuelos
para ver cómo vivían, que nos contaran su historia pero también para que nos mandaran
cuentos antiguos, canciones, juegos de antes, etc. Y contestaron masivamente. Y ahí se
estableció una correspondencia de toda la clase pero sobre todo una correspondencia
privada de niños con sus abuelos. Y fue muy, muy entrañable, sobre todo las
experiencias de los abuelos, porque también querían saber los niños por qué hay tantos
abuelos en las residencias en vez de vivir con los hijos y, algunos abuelos contaban
cosas que hacían llorar a los niños y, otros eran muy divertidos y, había de todo.
También recibíamos muchísimos cuentos y de todo lo que le pedimos, nos enviaron
muchísimas cosas. Te comentaba que la editorial Anaya se enteró, a saber cómo, y me
escribieron diciendo que ellos estaban haciendo una recopilación por el estilo, que si
queríamos participar y yo les contesté diciendo que no me era posible o no sé si les
contesté, no me acuerdo. Me era imposible. Seleccionar todo eso… Hubiera sido una
experiencia maravillosa pero ahí, tengo los que tengo y, los que eran de los niños… yo
me quedé con la experiencia humana porque los niños se quedaron con las cartas de sus
abuelos. Algunos padres los llevaron a Ávila, Alicante, vinieron abuelos también a
pasar a veces una semana con… fue una experiencia riquísima. Se convirtió, en muchos
casos, en experiencias familiares. Lo malo era cuando moría un abuelo y nos lo
comunicaban, si era el abuelo adoptivo de algún niño y, entonces venía la llantina en la
clase pero llorar es natural.
M: ¿Durante cuánto tiempo estuvisteis escribiendo?
C: 15 años. Y después se escribieron con un Fraile 13 años.
M: ¿Con un Fraile?
181
C: Con un Fraile Cisterciense nada menos. Porque en una lectura salió la palabra monje
y nadie sabía lo que era un monje y, yo creo que sabían menos de los monjes que de los
extraterrestres. Entonces yo les dije: “¿Queréis que escribamos a un convento o a un
monasterio?”. Y allí, cerca de Orense hay muchos monasterios en Galicia, muchos. Pero
yo conocía el de Oseira de oso. Y entonces, un niño escribió la carta y los otros, todos la
firmaban. Cuando escribía un niño la carta, los demás la firmaban todos siempre, para
dar las gracias después, también. Y entonces nos contestó. Les preguntaban por qué se
metían… yo les expliqué lo que era un monje cisterciense y lo dura que era la vida, ¿no?
Bueno, dura como nosotros lo imaginamos. Y entonces nos contestó el Padre Rafael, la
casualidad que había nacido en Granada pero se había criado en Almería y tenía aquí
dos hermanas. Entonces el Padre Rafael que estaba malo de una rodilla y lo trataba un
sobrino suyo que era médico, pues vino a ver a los niños unas cuantas veces y, claro,
cuando acababa una clase y ya se iban, a veces estaban dos años conmigo, otras veces
un año, me pidió por favor que no cortáramos la correspondencia. Y 13 años duró la
correspondencia con el Padre Rafael.
M: ¡Madre mía! ¿Qué aprendieron los niños?
C: Otra manera de ver la vida porque él echaba muchos sermones de Dios y todo eso
cuando venía a verlos. Eso a los niños les entraba por un oído y les salía por otro
(reímos), pero el Padre Rafael era el Padre Rafael.
M: Le tendrían mucho cariño, ¿no?
C: Si, y les intrigaban mucho las cartas también y… que luego las leíamos en clase.
Guardo, no las he guardado todas porque es que no me… porque yo no podía estar con
tantas cosas al mismo tiempo. Guardo unas cuantas de él y ahora por Navidades nos
escribimos.
M: ¡Qué bien! ¿Cuántos años tiene él ya?
C: Creo que debe tener 80 u ochenta y tantos.
M: ¿Todavía sigue allí?
C: Si, si, sigue en Oseira, si.
182
M: Hablábamos de alguna experiencia así especial, me comentabas de la clase que
tuviste con niños “especiales”.
C: Si, eran… pues había una clase de 5º muy, muy numerosa y a eso se le agregaron los
niños de apoyo y, algunos más que iban un poco más retrasados de eso. Entonces, yo ya
sabía lo que iba a pasar pero le dije a la compañera: “Por favor, tú los conoces,
repártelos para dar las clases, tú te quedas con una y yo con otra”. Y entonces yo ya
imaginé lo que iba a pasar. Entonces los metió a todos en mi clase y se llevó a los suyos.
Y Fede que era un punto filipino en la clase, de estos que alegran la clase con sus cosas,
que no sabía ni leer ni escribir en sexto y, me dice: “¡Seño! ¡Nos han dejado a todos los
tontos!” (reímos). Y fue una clase maravillosa después. Yo llegaba a casa y decía:
“¡Cómo los enseño!”. No sabían restar, no sabían… no sabían las cuatro reglas, apenas
sabían leer ni escribir. Cómo los entusiasmaba en la clase, pues de mil maneras. Incluso
les echaba un pulso a veces cuando teníamos un rato y veía que estaban cansados, les
decía: “Mira, yo es que tengo un fuerza en las manos… menos mal que no me da por
daros lapotes porque… y yo os puedo a todos”. Y eran niños de 13 años, 12-13 años,
había uno que tenía 14, Tato, y al Tato… no podía con su mano porque tenía una
fuerza… pero a la mayoría de los demás le podía al pulso, ¿sabes? Esas cositas así que
se fueron integrando y fue una clase cariñosísima y, yo que sé, los veo por ahí y me da
una alegría… Ya todos tienen hijos y el Fede terminó por primera vez en su vida, lo que
te decía antes, el blog de dibujo y, le dije: “A ti… mira oye, el hacer artes marciales en
la clase o ponerte a cantar o a saltar por las mesas se te ha acabado” (reímos). Y es que
el pobre, lo habían diagnosticado como deficiente, el psicólogo que había entonces; para
que los padres cobraran 6.000€ al año. Y el niño se puso la vida por montera, se lo
pasaba pipa haciéndose el loco. Y yo le he dicho: “Tú de loco tienes tanto como yo o
menos, ¡nada! ¡Tú aquí a currar como todo el mundo!”. Y después se portaba muy bien,
cambió las pilas. Tengo un cuento escrito para él, le dije: “¿Me dejas que escriba un
cuento sobre ti?” y dice: “Si”. Y es una carta que le he escrito como si fuera un amigo
de oficina, un compañero de oficina.
M: ¿Tú a él?
C: Pero no se lo he dado. Lo he escrito para un libro de relatos que tengo por ahí sin
publicar.
M: ¡Madre mía! ¡Cuántas cosas sin publicar, Concha!
183
C: Pfff, treinta y muchos.
M: Ya ves. Y ¿la niña china?
C: Y la niña china pues la metieron en mi clase y al hermano como era un año o dos
mayor lo pusieron en otra clase. Pero la niña estaba… venía del campo de China, no
conocía para nada el idioma, ni la raza. Las caras… deberíamos parecerle todos
distintos. Entonces le pedí al Director que pusiera también a su hermano en la clase para
que estuvieran juntos y lo puso. Entonces ahí, gracias a Santiago, el compañero de
apoyo que me ayudó muchísimo, que además, tenía muchos niños de apoyo también y,
me ayudó muchísimo con los niños, a enseñarles lo básico y, a enseñarle también a leer
a los dos niños chinos. Y entre los dos pues fuimos llevando. Dos o tres horas a la
semana con él. Y la niña china me traía el desayuno todos los días y a mí me daba una
vergüenza que me moría. Era muy mandona, me decía: “¡Tú come!”, lo primero que
aprendió a decir (ríe), “No, gracias Lilí, ya he desayunado, gracias”. Habría esa
costumbre, supongo, en China de llevarle comida a los maestros, que sé yo. A lo mejor
había maestros vocacionales que no cobraran. Y me traía media naranja, media
manzana, un yogurt… y yo tenía que comérmelo porque se enfadaba mucho (ríe). Yo
una vez le regalé una muñeca y no la quería ni de broma, al final la aceptó. ¡Qué
costumbres!
M: También me has contado otra experiencia que hiciste en clase cuando llevaste un
armario (reímos).
C: Me encontré un armario pequeño en la basura, ¡viejo, viejo! Ya no tenía color, casi
negro. Lo llevé a clase y le dije a los niños y, dice: “¡Seño, dónde vas con eso!”, “Se me
ha ocurrido que este armarillo podíamos dedicarlo a vuestros libros favoritos, a los que
vayáis leyendo que os gustan más, va a ser el baúl de nuestros tesoros literarios”. Y
entonces les propuse hacer un diseño para pintar el armario y se pusieron en grupillos,
cada uno como quiso y… hicieron unos cuantos diseños y, había un niño maravilloso en
la clase para dibujar y para todo porque era extraordinario, era guapísimo, un niño, un
cielo y, eligieron el diseño de Juan Ramón.
(CORTAMOS LA GRABACIÓN)
Entonces cada niño con el grupillo que quiso, grupos de 3-4 niños como mucho,
hicieron un diseño para pintar el armario y, ganó el grupo de Juan Ramón y, yo les dije,
184
para que pudieran verlo detenidamente, por si querían cambiar de opinión y tal,
teníamos las pizarras y digo, pues bueno, Juan Ramón y los suyos van a dibujar su
diseño en la pizarra y allí se quedó durante un mes, como homenaje, ¿no? Por haber
ganado el premio y pintaron el armario maravilloso, colorines vivos y ¡quedó precioso!
Y entonces era nuestro baúl de los tesoros, de los libros que considerábamos tesoros y
allí los íbamos metiendo y, luego se los prestaban a otros niños de otras clases también,
los libros de nuestra biblioteca y esos. Esos libros hacíamos el honor también, cada niño
dibujaba el libro que más le había gustado en una cartulina doblada, como si fuera la
portada de un libro. Diseñaban la ilustración que ellos hubieran hecho para la portada y
lo colgábamos en la pared, estábamos siempre rodeados de libros, pero llevamos el
programa a fondo, el programa académico. Lo que pasa es que la lectura era
fundamental.
M: ¡Ah! También me comentabas antes lo de las mesas que tenías.
C: ¡Ah! Si, tenía al fondo de la clase… tuve unos años una clase muy grande en el
pabellón de abajo y conseguí que me prestaran de la clase de párvulos, que habían
sobrado dos mesas grandes redondas, amarillas y, entonces, una era el rincón del lector
y la otra era el rincón del escritor. Y allí teníamos cantidad de revistas, tebeos,
periódicos ¡muchísimos!, coleccionábamos de todo, en las vacaciones también. Y
nuestra biblioteca que teníamos un montón de libros que habíamos ido recogiendo y,
entonces los niños que terminaban pronto la tarea, en vez de aburrirse en la clase o
ponerle otra cosa, podían elegir irse a una de las dos mesas y allí, pues o terminaban una
tarea que tuvieran, podían leer, podían escribir, podían… si eran dos o tres que
estuvieran haciendo un trabajo de investigación podían sentarse allí a trabajar, eran
como dos rincones que les encantaban.
M: ¿Qué trabajos de investigación les mandabas?
C: Pues con frecuencia sobre los temas que tenían que aprender, pero investigamos…
No teníamos internet entonces. Entonces investigábamos a partir de libros que
podíamos conseguir, buscando profesionales sobre los temas cuando se trataba, por
ejemplo, de conocer una profesión o venía alguien a la escuela y les contaba. Cuando
había una mayoría que quería, por ejemplo, había muchos que querían ser Policías,
otros Bomberos, otros querían ser Mecánicos, había un grupo de niñas que querían ser
Modelos y, entonces, yo les dije: “Bueno, pero a condición de que empecéis a diseñar
185
vuestra ropa, complementos, etc. en los ratos que tenéis libres en casa y aquí”. Entonces
llamé a la Escuela de Artes y Oficios. Había un profesor que enseñaba… daba moda y
diseño de moda. Y entonces, fueron las niñas, yo no fui. Yo los mandaba solos a los
niños a estos sitios casi siempre, menos a las lecturas de poesía o a sitios donde iba con
40 o cuarenta y tantos. Cuando iban grupillos pequeños los mandaba solos para que
aprendieran, con permiso de los padres, claro, fuera de las horas de clase. Fueron a
hablar con este profesor y que ellas querían ser Modelos y que querían aprender a
diseñar moda y, que como eran pequeñas no tenían edad para ir, le hizo tanta gracia al
profesor, que las invitó a asistir a varias clases, no sé cuántas, no recuerdo. Y fueron
cinco niñas y las invitó a desfilar como Modelos. Y entonces, él hacía desfiles de
Modelos en la ciudad, no sé si sigue haciéndolos y, iba a ver yo a mis niñas desfilando
los modelos de esta persona, de este diseñador de moda. Y una de las niñas se hizo una
Modelo muy conocida en Almería, Milagros. Era una niña calladita en la clase, llena de
pecas y llegó a ser una modelo muy conocida, si, si.
M: Entonces también invitabas a gente a tus clases, profesionales, ¿no?
C: Si, si, si. He llevado Médicos, he llevado un Policía, abuelos, Periodistas… Un
Periodista, Miguel Naveros, como su hija estuvo en mi clase y veía la marcha que
llevábamos, incluso nos prestó periódicos de principios de siglo, para que los niños lo
conocieran, los anuncios que tenían, los temas, esas cosas, si.
M: ¡Qué bien! Entonces aparte de Milagros, habría niños y niñas que también
cumplirían…
C: Niños no, sólo fueron niñas. Fueron cinco niñas sólo.
M: No, pero digo que llevando a esos profesionales a tu clase, digo yo, que aparte de
esas niñas, de Milagros que si fue al final Modelo, habría alguien que también cumpliría
su sueño.
C: Milagros o Mercedes, ¡ay! Ya no me acuerdo ¡Mercedes, Mercedes!
M: Lo digo por si alguien quería ser Policía, ¿al final fue Policía también?
C: Tengo alumnos… el marido de esta niña que me llamó antes es Policía, si. Y luego
hay muchos niños que se fueron a Periodismo porque colaboraban a veces con la prensa
y… pequeñas cosas pero artículos sobre el estado… cómo veían ellos, por ejemplo, una
186
niña escribió un artículo que titularon Política. ¡Qué pena! Porque sólo había disputas y
cosas de esas. Hicieron cosas muy bonitas las que escribían. Y yo no les empujé nunca
hacia ningún sitio, ni hacia ninguna ideología, ¡jamás!, ni religiosa ni política. Pero
después se fueron muchos niños a Periodismo, los que pudieron estudiar una carrera y
pudieron pagársela fuera. Otros se fueron a Bellas Artes o a Artes y Oficios, muchos
hicieron Magisterio, a otros los padres le tenían otro destino preparado y… y a una niña
que quería ser Maestra a toda costa y es ahora una Abogada conocida porque su madre
era Abogada y sus abuelos eran Notarios, estas cosas. Después influyen muchas cosas,
pero yo, yo no, nunca les he planteado ni prejuicios contra nada, eso sí, analizábamos
mucho las cosas para que luego ellos tuvieran libremente sus opiniones y juzgaran a
quién querían votar, a quién no. Se empeñaban en saber a quién votaba yo, nunca se lo
decía y, decían: “Al PP” y decían otros: “¿Al PP? ¡Nooo! Al PSOE”, “A los
Comunistas”. Yo nunca les decía nada, nunca, nunca (reímos).
M: Antes te he preguntado, ¿cuándo te pusiste a escribir en serio?
C: Como te había comentado, en las escuelas de mis padre no había libros porque el
franquismo había hecho el índice tremendo aquel, creo que lo hemos comentado
después. Entonces pues mis padres se las apañaban con nosotras, con mis hermanas y
conmigo, con los alumnos a veces, contando cuentos tradicionales que a lo mejor los
niños no conocían o de textos clásicos que podían conseguir, o también de episodios de
la historia de España que a los niños les gustaba mucho, por ejemplo, Los Hombres
Primitivos, las Campañas de Indíbil y Mandonio que eran los jefes de unas tribus, eso
me encantaba, esa época… Viriato, Guzmán el Bueno, todas estas cosas. Mis padres se
valían de la historia también. Y después yo pues empecé a escribir porque en mi primera
escuela no había libros. 16 más 20, 36, ¿no? Descuenta de ahí 10 años. En mis primeros
20 años de Maestra, no había libros de lectura en ningún colegio, ni existía una
literatura infantil, entonces yo ahí empecé a escribir a saco. Poesías, pequeñas novelitas,
cuentos… y a veces para explicar una lección, otras veces para introducir una lección
desde un punto de vista que no fuera, por ejemplo, el religioso o político, sino, de una
manera más libre. He dado clases de religión porque era obligatorio también y entonces
teníamos la Biblia del Niño que se lo pasaban pipa con Jacob y Noé y toda esta Historia
Sagrada. A mí me encantaba de cría porque era como ciencia ficción. No existía la
ciencia ficción para niños pero aquello era como la ciencia ficción y a mí me encantaba.
Entonces he seguido eso un poco también con ellos, porque además, como cultura
187
también me gustaba que conociera la Historia Sagrada. Ahora le cuento también a mi
nieto Mauro algunas veces pues algún episodio de la Historia Sagrada o de cómo se
fundó la ciudad de Roma, estas cosas así. Pero en plan literario pues yo escribía de todo
para los críos y en algunos libros, como te comentaba, participaban ellos también;
cuando les decía que eran de otro autor y los invitaba y tal. “¿Quién escribió esto?”
Autor desconocido, siempre decía lo mismo (ríe). No es mentira, a mí no me conocía
nadie.
M: ¡Ah! Otra cosa que hemos hablado al principio ha sido sobre tu etapa aquí en
Almería que fue muy duro cuando llegaste por las compañeras que había aquí, pero
¿cuándo empieza a cambiar la situación? ¿Cuánto tiempo llevabas aquí hasta que esa
situación más o menos cambia?
C: Bueno, yo venía de una sociedad muy moderna que era la de Las Palmas,
socialmente muy avanzada por aquello del turismo y tal. Al llegar aquí me encontré con,
no me refiero a la sociedad almeriense, aún así era una sociedad… Almería estaba muy
desvinculada, muy separada, no había medios de comunicación para ir a Madrid…
bueno, estábamos muy aparte y, eso influye mucho en las costumbres, no había
tampoco medios de comunicación tan importantes como ahora, como internet. Entonces
en la clase pues había un grupo de personas… este colegio estaba muy mal considerado
hablando de compañerismo y de costumbres duras de algunos maestros y, yo me
encontré aquí con una caverna de la Edad Media. Y la mayoría de los compañeros pues
los apreciaba y ellos a mi también, pero tuve la mala suerte de que… no sólo yo,
muchas compañeras, sobre todo las jóvenes, yo entonces… pues hace 36 años yo era
joven, una mujer joven y era más modernita vistiendo, llevaba bikini a la playa y eso les
escandalizaba muchísimo y cosas así. Y entonces pues me pusieron en la proa y me
hacían todas las jugarretas posibles, además, utilizando a los alumnos contra mí o contra
mis alumnos o los padres, no sé, era gente que no daba más de sí, yo que sé, no tenían…
no habían leído un libro en la vida aparte de cuando hicieron la carrera, eran muy
ignorantes, eran muy malas con todo el mundo. No era sólo conmigo, es que eran así,
tenían eso, eran las que mandaban en el colegio y al Director lo ponían firme fuera que
el que fuera. Y entonces a mi me lo hicieron pasar muy, muy mal, incluso con los
padres. Menos mal que los niños solían defenderme y los niños iban bien en clase y eso
y, me lo hicieron pasar muy mal. Hasta que pasaron unos años… las iba apartando con
detalles que les hacían saber que me importaba un bledo lo que hicieran, ¿no? Pero ya te
188
comentaba que incluso a los Psicólogos les daba miedo venir al colegio, tremendo. Y
yo, llegó un momento que pasaron los años y ya me cansé y, un día en un claustro me
hicieron una pregunta absolutamente ofensiva y les dije que hasta ahí habíamos llegado
y que la próxima vez me iba al juzgado y a delegación a denunciarlas. Y entonces me
dejaron… me cogieron un poco de miedo porque además, había padres que las habían
denunciado a veces a la Inspección, ¿sabes? Eso que antes no se denunciaba a nadie, en
España tragábamos y callábamos pero… Entonces pues ya…
M: Entonces a partir de ese claustro más o menos…
C: Por lo menos no se atrevieron a enfrentarse abiertamente como hacían.
M: Desde que empezaste en ese colegio hasta ese claustro, ¿cuánto tiempo había
pasado?
C: Igual ocho o nueve años. Yo además iba a cursillos continuamente, a conferencias, a
todo tipo de cosas y, una vez, se plantaron y reunieron diciendo que en el colegio nadie
iba a cursillos y que yo no iba. Yo les dije: “Pues vosotras no vais, yo voy”. Sí, porque
yo no me enfrento nunca pero en las cosas que me han importado, en la vida particular,
privada, referente a mis hijos o referente a mi trabajo… yo cuando creía que tenía razón,
ponía mis cartas sobre la mesa y decía “Por ahí no paso”.
M: Y la anécdota que me comentabas del pantalón vaquero… Es que me ha gustado
mucho (reímos).
C: Pues yo que era una mujer joven y estaba delgadita y esas cosas, ¿no? Yo llevaba
vaqueros porque me gustaban los vaqueros y tenis y, yo vestía como los niños más o
menos, como cualquier… como viste ahora mucha gente. Y un día me dijeron que
porqué me ponía vaqueros si yo tenía un cuerpo como el de una señora obesa que… una
de las compañeras que era muy bajita, que la pobre sería un encanto de mujer pero la
pusieron de mal ejemplo físicamente, “Tú tienes el cuerpo como esta”. ¡Ah! Me
acuerdo, que no te lo dije antes, lo que les contesté: “Bueno, yo puedo ser rechoncha
(que no lo era para nada), pero vamos a ver, la persona que tenga la nariz fea (y no
nombré a nadie pero había una) o la persona que tiene de esas caras avinagradas que da
miedo verlas o la persona que se fea naturalmente qué hace, ¿no salen de casa? Pues yo
también salgo”. Y al día siguiente me puse un pantalón vaquero ajustadísimo de mi hija
y unos tacones así (hace gesto con la mano indicando lo altos que eran) y me fui
189
moviendo el culo a la clase (reímos). Entonces ya empezaron a cogerme un poco de
respeto, esto ya antes de plantearles lo del juzgado y la inspección. Las iba venciendo
con estas cosas (reímos).
M: Me decías que los hombres eran más respetuosos.
C: Siii, los compañeros me apreciaban, ¿eh? Los compañeros me apreciaban y yo a ellos
también y, además, yo era muy buena amiga de uno de ellos hasta que le fueron con… a
decir que yo hablaba mal de él y dejó de saludarme. Estas cosas pasaban ahí dentro. Y
había otro que después tuvo una experiencia de vida familiar horrible, horrible, un caso
que ya te contaré en otro momento y era un compañero con el que me tocaba hacer
siempre los recreos y yo lo quería muchísimo y él a mí también, ¿sabes? Y yo con los
compañeros bien porque me respetaban mucho y nos apreciábamos, eran estas que eran
así de nacimiento, alguna bruja las maldijo (reímos).
M: ¡Gallega!
C: ¡Cómo las brujas de los cuentos! Como que las madres las llamaban las brujas.
M: Eso dice mucho, que las madres sean las que las llamen así…
C: Y algunas madres y padres las denunciaron porque les daban a los niños unos
castigos… horribles, vamos. Les pegaban y les ponían piedrecillas debajo de las
rodillas, que yo de eso me enteré por los niños pasado el tiempo. ¡Qué eran así, qué eran
muy brutas! Brutas malamente porque mi padre era bastante bruto pero era muy buena
persona (ríe) y era un hombre muy culto. Estas encima eran unas bestias que… bueno,
en fin, ya he dicho muchas cosas malas (reímos).
M: ¡Ay, Concha! Una pregunta, ¿cómo se llamaba tu madre? Que no me lo has dicho.
C: Se llamaba María, como tú. María Josefa.
M: Yo sólo soy María.
C: Todo el mundo la llamaba Doña María, Doña María, era un sol, un cielo de mujer.
Me ha influido muchísimo. El poco tiempo que la tuve me ha influido muchísimo en mi
manera de ver la vida. Se ve que también tengo un carácter parecido al de ella, pero la
visión que tenía ella de la vida… ella y mi madrina, la que parecía una china que era un
sol también.
190
M: ¿Esa era Filomena?
C: ¡Filomena! Filomena, la que parecía una chinita. Y la tía Dominga que parecía una
india americana era un cielo también, ¡más buenas! Si, las quería mucho y a mi tío Juan
que me peleaba con él y me tiraba piedras (reímos). ¡Tenía una puntería! Es que parecía
que practicaba a escondidas. Yo imagino que era muy joven entonces mi tío Juan.
Porque yo tenía unos 8 o 9 años y se fue… dijo que tenía más edad de la que tenía para
poder ir voluntario a la Guerra y el abuelo, mi papá Manuel, que era un cielo también,
se echó a llorar y le dijo: “ ¡No vayas! ¡No vayas a la Guerra, no vayas! No tienes
edad”. Pero fue. Entonces perdió una pierna por aquí (indica la altura de la pierna) y
entonces era mutilado de guerra y tenía un sueldecito, aparte de que tenían un capitalillo
bueno mis tíos también. Y yo recuerdo cuando se levantaba de la cama que decía: “¡Me
cago en Franco, me cago en Franco! Cuando dormía yo en casa de las tías (ríe).
Entonces él siempre insultaba a mis tías, como era un caballero mutilado… Y entonces
yo le decía: “¡No te consiento que digas eso de mis tías porque ellas son muy buenas”.
Y entonces yo lo que hacía, es que le decía: “¡Cojo, cojo!” y echaba a correr y, entonces
él me cogió una manía terrible (ríe). Entonces aprendió a tirar piedrecillas o a lo mejor
es que ya sabía y tenía… sabía por dónde iba a pasar y me tira chinas, pero ¡es que me
daba siempre! Y yo digo: “¡Cómo lo voy a vencer!” (reímos). Yo imagino que a lo
mejor él no tendría ¡más que 30 años! Y ¡a mí me parecía un viejo! O menos de 30
años, por ahí tendría. Y entonces, digo yo: “Este me las va a pagar”. Yo tenía mucha
imaginación para esas cosas y, entonces, cuando me tiraba piedras… en una aldeíta, que
las casas eran todas… había 20 habitantes o así, empecé a gritar: “¡Ay, ay, ay que me ha
dado, que me ha dado, ay que me ha dado con una piedra!”. A mis tías no podía decirles
que me tiraba piedras porque si no, les decía que lo insultaba y eso nunca me lo
hubieran consentido y le llamaba cojo (reímos). Y entonces primero le decía: “¡Cojo,
cojo, píllame, píllame!” y, entonces después se ponía furioso y empezaba a tirarme
piedras y a gritar (ríe mientras lo cuenta). Las vecinas salían y decían: “¡Qué te parece!
¡Tirándole piedras a la niña!” (reímos). Y entonces yo lo vencí en ese sentido y, se lo
tomó tan en serio que yo creo que influyó para que se fuera a vivir a la capital, a Orense,
son su sueldecito, ¡ojalá no hubiera sido por mi culpa! (ríe). ¡Ha vivido como un rey en
un hotel!, ¡ha vivido como un rey! Y cuando pasaron los años y yo ya no podía ir a
verlo porque no tenía dinero y, porque estaba en Canarias. Y entonces, cuando volví una
vez a Galicia, estaba siempre en una terraza muy elegante en un café y estaba siempre
191
allí y, lo fui a ver y a darle un beso. Yo pensando, bueno, ahora nos vamos a reír los dos
un rato de aquellas cosas, entonces lo que hizo fue que se levantó y se fue y, me dejó
plantada. No te cuento todo lo que hizo pero… (ríe). Me dio mucha pena, ¿no? Porque
para mí fue una cosa de cría, tenía 7 u 8 años, defendía a mis tías y no me gustaba que
un caballero… porque mi padre nos contaba cuentos de caballeros y no hacían esas
cosas. Y luego, por otra parte, confiaba muchísimo en mi porque había tenido una novia
que se murió de tuberculosis, se llamaba Rosita y me enseñaba la fotografía y era
preciosa de guapa y se murió. Entonces él, me decía que nunca más tuvo una novia, ni
quiso a ninguna otra mujer. Me contaba que antes de irse a la Guerra le dio un beso y yo
le decía: “¡Qué asco! ¿no?” (reímos) “¡Cómo que qué asco!”, yo decía: “¡Eso es
pecado!”. Pero vaya… yo era su confidente, menos cuando se metía conmigo e
insultaba a las tías que sabía por donde le dolía… ¡Qué bruta era yo también! (reímos).
Tengo un cuento escrito para él, pobrecillo. Es que era muy raro, era muy raro, el tío
Juan era muy raro y, además, era el más pequeño y lo habían mimado ¡uuufff! Ese se
murió… se murió mi abuelilla cuando nació él, si, murió en el parto. Y claro, los
hermanos que eran un poquito mayores, eran cinco críos pequeños, pues lo mimaban
mucho. Y entonces, se hizo una persona muy engreída. La única que le plantaba cara era
yo (reímos).
M: Y luego te deja plantada ahí…
C: Si, igual me lo merecía. A saber lo que habrá sufrido el pobre… En vez de pensar
que yo era una cría…
M: Pero eso es lo que hablábamos el otro día de la percepción que tienen las personas
mayores de las niñas y de los niños.
C: Claro, los niños hacen sus juicios y muy justos a veces. Hay que dejarlos que se
expresen aunque… me decía: “¡Mal educada, mal educada!” y luego me veía comer las
patatas fritas con las manos, que mi padre no me dejaba, “¡Se lo voy a decir a tu
padre!”, “¡Y yo le voy a decir que insultas a mis tías!”. Siempre estábamos en guerra,
¡qué elemento!
M: Está aquí tu hija ya y es la una, si quieres… ¡ay! Bueno, una preguntilla. Es que en
el libro que nos regalaste a las tres el otro día, pone que naciste en Rozadas de Viña.
C: Esa es la aldeíta en la que nací, siempre lo pongo.
192
M: Vale y entonces Carballino, ¿qué era?
C: Carballino es donde mis padres tuvieron la última escuela allí.
M: Pero allí viviste tú.
C: Yo he vivido allí casi siempre. He vivido en las aldeítas pequeñas cuando mis padres
andaban cada uno por una aldea y luego allí se iban a juntar, cuando murió mi madre
porque hizo una permuta y se iban a juntar allí. Y entonces allí sí, allí desde los 10 años
hasta que me fui a Canarias que tenía 21. Pero que yo iba con frecuencia, a Rozadas de
Viña yo iba con frecuencia. Y un día vieron mi nombre, un chico en internet y, le
preguntaron a mi hermana que era muy amigo de mi hermana y dice: “He visto en
internet una escritora que se llama Concha Castro y dice que es de Rozadas” y dice:
“Es mi hermana”, “¿Quién?, ¿Conchita?”, “Si”, “¡Ay, tenemos que hacerle una estatua
en el pueblo!” (reímos). ¡Qué gracia! Ahora hay dos vecinos, quedan dos nada más, si.
M: ¿Hace cuánto que no vas por allí?
C: ¡Uy! Pfff, pues hace muchos años ya, 10 o 12 años o más. Muchos años. Me da
mucha pena porque tengo finquitas allí, ¡pequeñitas! Se las regalé a mis hijos, les dije,
esta para ti, esta para ti, esta para ti.
M: Pues yo es que tenía esa duda porque sólo me has hablado de Carballino y luego veo
en el libro lo de Rozadas.
C: Si, porque la parroquia estaba en Viña, una iglesia maravillosa allí, creo que barroca
o… muy bonita y, a 1Km más o menos está Rozadas, que es el pueblo donde nací. Casi
medieval cuando yo era niña pero bueno, muy buena gente, las puertas abiertas, nadie
cerraba las casas y ahora no sé.
M: Pues como antes, ¿no? Que parecía que no pasaba nada.
C: Si, las cosas que pasaban no nos enterábamos, porque pasaban pero en las aldeítas no
había delincuentes, ni iban por allí.
M: No les interesaba, ¿no?
C: No había nada que robar tampoco porque era gente que sobrevivía.
193
M: Pues después de la primera entrevista en la que me hablaste del colegio donde
fueron tus hermanas en Zaragoza, encontré una página en Facebook del colegio.
C: ¡Ah! ¿Sí?, ¡Se lo tengo que decir a mi hermana! Porque le tienen un cariño enorme,
bueno, le tiene mi hermanilla la que vive y, la última vez que hablé con ella hablé del
colegio de Zaragoza. Tiene un recuerdo muy bueno de allí, de aquel colegio. Era una
residencia, más que… porque eran grandecitas, si, un colegio de huérfanos de
Magisterio.
M: Pues si lo vi el otro día en Facebook.
C: Se lo voy a decir, seguro que no lo sabe. ¡Cómo se le dé también como a mí…!
Cuando pongo un mensaje nunca sé a dónde va a llegar, ¡qué mal se me da todo eso!
(reímos).
M: Bueno, Concha, te voy a dejar ya.
C: Bueno, María.
Entrevista IV Concha Castro (11,00 horas del 28 de abril de 2015)
C: El otro día vi a R… se será posible… el poeta.
M: ¿R. Q.?
C: ¡R. Q.!
M: ¡Ah! ¿Lo conoces?
C; ¡Sí!
M: ¡Ah! Bueno, si, si hablé yo con él, claro.
C: Y me dijo: “Que me habló de ti María, que estamos los dos en Podemos”
M: ¡Sí!
C: “¡Ah! Pues yo le he votado a Podemos”. No se lo he dicho, ¿eh? Digo, bueno, pues
ya votaremos, pero si, si le he votado.
M: Estamos en el Consejo Ciudadano los dos.
194
C: ¿Si?
M: De aquí de Almería.
C: ¡Qué bien! Sois los que tenéis que cambiarle la cara a este país, es muy importante
¡jolín! Es que sois una esperanza. Yo del 15M… la novela que… la acabé el otro día de
corregir pero le voy a dar otra vueltecilla, las últimas. Hablo también del 15M como una
esperanza. Es que vamos… es que esto… ¿Viste ayer en el programa del Gran
Wyoming que al final entrevistaron a tres periodistas, una francesa, un alemán y un
estadounidense del New York Times? Gente muy, muy preparada y, el concepto que
tienen de España y de los gobernantes es pésimo. En Inglaterra por ejemplo, dimitió el
Presidente de no sé que era un cargo público altísimo, por haber dicho una cosa de
distinta manera a como era. Dice, fuera de aquí no se comprende.
M: ¡Es que no se comprende!
C: ¡Qué sigan ahí amarraos!
M: Claro, como deben tantas cosas a tanta gente… por eso no se quieren ir.
C: Claro, o que la Policía… vamos la represión, hay represión otra vez, esto es terrible.
En fin, es muy triste.
M: Pues sí.
C: ¡Ojalá se vayan de una vez para siempre!
M: ¡Ojalá! Lo que pasa es que… bueno, ya viste lo que pasó aquí en Andalucía, que
estamos igual.
C: Es que yo no me lo explico que al que más van a votar en este país es al PP. Es que
es increíble, ¿sabes qué pasa? Que sigue el muro de la Guerra. La izquierda vota a la
izquierda, hagan lo que hagan y la derecha lo mismo, no nos hemos curado.
M: Llega un momento en que dices: “Madre mía, ¡si es que están haciendo lo mismo,
¿no?!”. Nos están robando todos, pues vamos a buscar una alternativa, vamos a mejorar.
C: Yo creo que tiene la culpa también la manera en la que hemos pasado a la
Democracia que fue una… fue algo muy importante y fue bonito y fue una esperanza
extraordinaria. Pero, no se ha sabido explicar, se ha tenido miedo porque el miedo lo
195
teníamos todos. Se ha tenido miedo a explicarle a la gente joven y a los que no habéis
nacido en aquel tiempo lo que realmente ha ocurrido. Entonces ahí hay una laguna
tremenda.
M: Yo cuando era pequeña no lo entendía, bueno, pequeña… cuando ya tienes cierta
edad para… adolescente con 16-17 años, no entiendes porqué a esa gente que estaba
cuando la dictadura franquista, de repente los llaman demócratas porque estuvieron
cuando la Constitución del 78. Y, ¡están en un partido democrático, supuestamente!
¡Pero si esta gente fue los que metieron a mi abuelo en la cárcel!
C: Claro, y los que durante 40 años siguieron fusilando gente y torturándola y todo eso.
Lo que decían los periodistas estos es que España es ahora un punto para el periodismo,
el más interesante del mundo. Porque es ahora una revolución nueva la que habéis
formado afortunadamente. Esperemos que no os callen más de la cuenta.
M: Yo espero que no decaiga. Ahora los medios de comunicación… bueno, los medios
de comunicación no nos han hecho ningún favor, ¡ninguno!
C: Si es que están vendidos la mayoría.
M: Y ahora le están dando cabida a Ciudadanos de una manera brutal, no lo entiendo.
C: Sí, sí, sí. Ayer decían que incluso pueden ganar las elecciones, decía uno de estos
periodistas.
M: Que no te extrañe porque del PP, algunas personas están muy hartas y, bueno, yo
conozco aquí gente en Almería, de decir: “Me están convenciendo los de Podemos”. Y
yo muy contenta y, de repente, a última hora, coger la papeleta de Ciudadanos.
C: Sí, sí, sí, porque no se han dado cuenta de quiénes son Ciudadanos.
M: Pues más claro el agua, ¿es que no ven las noticias? ¿Es que no leen las noticias?
C: Ese es el problema. No leen, escuchan la emisora de radio o el periódico que les
gusta o el programa de televisión. Como dice mi consuegro que es muy gracioso, dice:
“Es que yo veo el Gato al Agua porque me da el gusto” (ríe). Dice: “Dicen lo que
quiero oír”. Y así, muchísima gente. Entonces no salimos de ahí.
196
M: Claro. Pero no sé. Nosotros cuando nos hemos presentado aquí en Andalucía… yo
iba la número 5 por Almería. Ha salido mi compañera Lucía de aquí de Almería. Hemos
conseguido nada más que una parlamentaria, pero bueno, algo es algo.
C: Por algo se empieza.
M: Claro. Y entonces, cuando se estaba elaborando el programa, cuando estábamos
aportando ideas, porque todo el mundo pudo aportar ideas al programa de Podemos
aquí, y bueno, cuando se hagan las elecciones generales igual y, en cada Comunidad
Autónoma igual. Yo decía, si es que son medidas y es un programa de sentido común.
No es que estemos proponiendo cosas en contra de la gente, es a favor de la gente, de la
vida.
C: Pero es además lo que ocurre en otros países europeos más avanzados que nosotros
socialmente y en muchos aspectos. El otro día hubo un programa en el que
entrevistaron, ¡ah! Fue el de Jordi Évole. Entrevistaban a un hombre joven, no recuerdo
si era suizo o austríaco. El plan de vivienda que tienen allí. ¡Es alucinante! Lo que más
pagan en las viviendas oficiales y, es un 70% de la vivienda que funciona allí, ¡cinco y
pico euros al mes! Y aquí la gente se muere de hambre y no tiene para pagar el alquiler,
estamos atrasadísimos, ¿eh? Parece que no es importante. Por eso a mí la lectura me
parece tan fundamental, tan fundamental en la educación. Acostumbrar a los alumnos de
cualquier nivel porque si lees, te enteras y si lees otras cosas que no las que te gustan
leer, no sólo eso, como decía mi consuegro, “Es que como me dan el gusto, pues
escucho eso y leo eso”. Pues no vamos a ningún lado.
M: Yo pienso que falta mucha conciencia social. El individualismo que se ha creado…
si yo tengo, me da igual que tú no tengas, porque como yo tengo para vivir, pues me da
igual que el que tengo al lado no tenga. Podemos ha surgido como herramienta para
crear conciencia social.
C: Claro. Pero eso, los gobiernos, tenían que fundamentar sus leyes y su manera de
gobernar, deberían fundamentarla en eso, en las ideas sociales., para que la gente
aprenda también, la gente aprende pronto.
M: Claro, pero si tú lo que quieres es romper la cohesión porque así es cuando ganas…
197
C: Es lo que están haciendo, claro. Y entonces nada, se han repartido el país y ahí están.
Bueno, pues yo os deseo toda la suerte del mundo porque nos hace mucha falta, ¿eh? Es
una pena.
M: Pero es lo que hablábamos, aquí en Almería cuesta trabajo, ¿eh?
C: Si, cuesta mucho, si.
M: Mucho trabajo, incluso dentro del propio Círculo les cuesta trabajar en los grupos de
trabajo, les cuesta arrancarse, hay que buscar soluciones para la participación…
C: ¡Qué importante sería eso! Que la gente participara. Es que Almería ha estado muy
lejos siempre, muy separada y por ahí vienen las cosas también. Pues si hubieras
conocido Almería hace 36 años, se te hubieran caído los palos del sombrajo. La
mentalidad de la gente, ¿no? Porque… que no son ni mejores ni peores que en otros
sitios es que están muy aisladas y era una defensa absoluta de yo más, yo más, yo más.
¿Sabes? Ese tipo de demostrar que es más, no te dejaba pasar nadie delante, yo siempre
dejaba pasar a todo el mundo y una amiga me dijo una vez: “¡¿Por qué te tiras por el
suelo de esa manera que siempre me dejas pasar?!” (ríe). Yo no me tiro por el suelo.
Pero que entendían… era esta filosofía, ¿no?
M: Pues yo quería preguntarte por eso, porque no es que haya cambiado mucho la
situación. Me contaste que cuando llegaste aquí en el 78 te encontraste con una Almería
“profunda, profunda”.
C: “Profunda, profunda”, si. Yo tardé 10 en acostumbrarme a estar aquí pero también
influyo mucho el ambiente del colegio que me tiré ahí 20 años. Después ya empezó a
venir otra gente normal pero los primeros años fueron horribles. Y yo, venía de
Canarias con aquel ambiente tan moderno comparado con esto.
M: Y, ¿tú crees que ha tenido que ver…? Bueno, es que no sé porqué Almería ha estado
tan aislada, ¿tú tienes alguna teoría sobre eso?
C: Porque estaba todo muy lejos. Para ir a Granada… yo me acuerdo cuando mis hijos
estaban en la Universidad y tardábamos casi cuatro horas en llegar, cinco horas a
Málaga, una carretera de… y luego Madrid ya ves, estábamos aislados. Yo creo que eso
ha influido muchísimo. Luego, la gente se encerraba mucho en sí mismo y tenía mucha
vergüenza de lo que pensaran los demás. Eso aún ocurre pero mucho menos, mucho
198
menos. Y cuando uno se libra de eso… en parte… en parte yo quizá les parecía que
yo… no sé cómo explicarte esto. Yo un buen día me dije… mira esta tan tímida… y lo
soy, soy muy tímida aunque no lo parezca así cercanamente, pero era tan tímida que yo
pasaba por ejemplo, había un tío, dos o tres tíos sentados en el Paseo Marítimo y yo
daba la vuelta por el barrio por no pasar por delante para que no me dijeran nada (ríe).
Me daba muchísima vergüenza todo. Pero un buen día dije: “¿Y por qué no voy a…?
¿A mí que me importa? ¿Qué me importa lo que me digan?”. El día que me pude librar
de todo eso, empecé a vivir más tranquila en el colegio, a demostrarles que no me
importaba lo que… las cosas que me hacían y, por ahí empecé a liberarme. Después de
una reflexión sencilla pero que me ha valido mucho.
M: Pero también tienes que ser valiente para llevarla a cabo. Tener siempre… haber
sido de una manera tímida, retraída y que te dieran vergüenza esas cosas, a mí también
me pasa, la reflexión sería profunda en realidad…
C: Ya lo creo. Yo ni hablaba mal de nadie en la vida, nunca, nunca, en mi casa nunca
hemos hablado mal de nadie, ni me metía con nadie, yo hacía mi trabajo tranquila. Yo
les trataba como compañeras pero siempre las risitas, las críticas, las calumnias, ¡si es
que ha habido de todo! Y entonces, un buen día digo, esto se ha acabó. Y ¡qué bien me
siento! He aprendido a sentirme mejor en muchos aspectos. Se aprende de todo lo malo.
Si uno no se hunde, se aprende de todo lo malo y te haces más fuerte también en
muchos aspectos. Sigo siendo muy tímida, yo voy por ahí… mi padre me decía cuando
era niña: “Tú eres capaz de morirte de hambre debajo de un puente, antes que pedir un
bocado de pan”. No soy soberbia, para nada, más bien todo lo contrario absolutamente
pero no sé pedir, no, no, no me gusta pedir, soy más de dar, de dar lo que sea.
M: Yo con el tiempo he intentado cambiar eso. Yo antes siempre daba, daba, daba…
incluso llegaba a sentirme mal a veces porque después no había nadie que me dijera:
“María, toma”.
C: Si, si, pero es que también pasaba mucho eso, ¿eh? Que había mucha mala… pasaba
eso bastante también que… la gente se acostumbraba a que dieras y después no
correspondía cuando tú necesitabas y ¡a mí con lo que me cuesta pedir!
199
M: También he pesando mucho eso. A lo mejor el no saber pedir ayuda, a lo mejor
nosotras también esperamos a que la gente venga sin nosotras pedirlo y eso también nos
enfada, ¿no?
C: Si, claro. No, yo nunca espero nada.
M: Pero nunca has tenido una situación en la que tú a lo mejor, realmente necesitas
ayuda y, lo que tú dices, que te da vergüenza o que no te sale, pero si esperas que la
gente se dé cuenta de cómo estás.
C: Esperar, lo esperas también, claro. Pero vas sacando conclusiones, vas sacando
conclusiones. Lo que decías tú al principio que nos hemos vuelto absolutamente
individualistas para mal y eso habría que cambiarlo. Y luego la gente es muy generosa
también en otros aspectos aquí, porque cuando hay una desgracia o una calamidad o lo
que sea, la gente se vuelca, o sea que no es que haya mala gente, son las costumbres que
hay. Que luego la gente es generosa y yo tengo gente a la que aprecio muchísimo y que
conmigo se porta muy bien y… y en fin. Dejémoslo ahí (reímos).
M: Yo muchas veces pienso pfff, porque viajes a otros sitios, conoces a otra gente…
C: Si, yo es que hace mucho tiempo que no viajo y eso no puede ser, porque viajar sola
ya me da un poco de cosa, pero tengo que meterme en alguna… en algún tipo de
agencia o alguna cosa que hagan viajes. Ahora que mi hijo ha encontrado trabajo porque
también estaba muy limitada porque el pobre llevaba cinco años en paro, lo he tenido
que ayudar muchísimo. Ha vivido conmigo y he procurado que no notara, ¿sabes?
que… yo mimo mucho a la gente y a mis hijos a y mis nietos y, he procurado que no
notara… en fin, el pobre estaba hecho polvo, después se separó de la mujer y tal, tiene
dos niños y he procurado que estuviera lo mejor posible. Pero claro, yo tengo un sueldo
y hasta ahí… he hecho milagros con el sueldo a veces y, entonces, no he viajado, he
dejado de viajar y de salir en gran parte por eso porque… poder ayudar a mi hijo en
tantísimas cosas, porque perdió la casa y todo con esto que vino. Les iba muy bien pero
vino la crisis y se quedaron sin nada y, bueno, pues entonces he dejado de viajar porque
es que a mi viajar es que, es que… me encanta. Irme a comer un trozo de empanada a
Galicia o a Canarias, a Canarias de mi corazón. ¡A mi hijo el pequeño lo han destinado
a Canarias! Te lo dije el otro día.
M: Sí, sí.
200
C: ¡Ya no tengo más remedio que volver! (reímos)
M: ¡Qué pena! ¿No? (reímos). Bueno, he estado leyendo el libro que me diste de
Cuentos de la Tierra y del Mar y he visto algunas cosillas… el cuento del Tonto.
C: ¡Aaahhh! Sí, sí.
M: ¿Por qué escribiste este cuento? Cuéntame la historia.
C: Pues porque cuando yo era pequeña, niña. En los pueblos donde había… mis padres
tenían la escuela, siempre había un tonto como hay en todas partes. Yo sentía una
predilección por esa persona, siempre. Lo observaba mucho y no sé, qué sé yo, a lo
mejor me parecía mucho a él (reímos). Pero sí. Luego había un loco o alguna loca.
(CORTAMOS, SUENA EL TELÉFONO)
M: Me estabas contando sobre el cuento del Tonto. Lo leí. Es cortito, muy corto. Y me
ha llamado la atención.
C: Y, ¿qué piensas?
M: ¡Qué llevas razón! Me llamó mucho la atención porque muchas veces pienso… la
descripción que tú haces aquí de la persona..., yo muchas veces también la he pensado,
de decir: ¿Qué estará pensado? ¿Qué pensará de nosotras/os? Porque él está
estigmatizado como el tonto y ¿qué pensará del resto de la gente? ¿Qué se le pasará por
la cabeza a esa persona?
C: Sí. Yo lo he resumido mucho porque es difícil hablar de eso. Pero yo recuerdo a
José, un tonto que había, uno de las aldeítas, que estaba siempre solo y tenía
muchísimos piojos y se los quitaba y se los comía, si, y los mocos, pobrecillo, ¿no? Y
pienso en él, pensaba en él cuando escribí el cuento ese. Y había una loca en mi pueblo
también que se volvió loca de amor. La dejó el novio y después decía que todos los
hombres estaban enamorados de ella y se llamaba Pura. Y al final la encadenaron, me
enteré de que la encadenaron y, que durante muchos años no le cortaron ni el pelo ni las
uñas y que era una pena.
M: ¿Por qué hicieron eso?
201
C: Porque estaba… porque tenían miedo que se hiciera daño, que se suicidara y yo no sé
lo que hubiera sido peor. Y decía: “¡Lumbre, lumbre, lumbre!”. Todo el día estaba
gritando: “¡Lumbre, lumbre, lumbre, todo es lumbre!”. Y a mí me dijo: “Conchinha, tu
padre estaba enamorado de mí porque yo era muy guapa”. Y tenía una hermana
¡guapísima, guapísima! Ella también era guapa. “Pero todo era lumbre, Conchinha,
todo era lumbre”.
M: Y ¿qué significaba eso?
C: No sé que significaría para ella la lumbre. Alguna pesadilla que ha tenido o algo. Se
volvió loca completamente porque la dejó el novio, sí.
M: Hay aquí una frase que dice: Era la persona menos querida y la menos odiada en el
pueblo. Y es verdad.
C: Es verdad, sí. Es como de todos pero no es de nadie.
M: Es que esta frase me gustó mucho.
C: Y yo pienso incluso, no sé si lo tengo en el cuento, en otra versión si lo tengo, que
quizá era un hombre feliz.
M: Sí, en la última frase dice: No debes compadecerme, yo soy el único hombre feliz.
C: Sí, no me lo dijo nunca pero yo lo pensaba porque no lo veía enfrentarse con nadie,
comía cualquier cosa, lo que le daban porque él no se ganaba la vida, pobrecillo, ¿no?
Siempre me han llamado la atención las personas raras, quizá porque yo también lo era,
si (ríe). Me entendía muy bien. Tenía una amiga que nunca tuvo ningún amigo ni amiga,
más que yo. Y estaba absolutamente introvertida porque era una chica muy alta y yo era
una chica alta cuando… entre mis amigas pero ella era… medía cerca de 1,80 m y era
preciosa físicamente pero cuando iba con las amigas y las compañeras de curso eran tan
bajitas todas, que todo el mundo se metía con ella. Se “introvirtió” de tal manera que lo
pasaba canutas, ¿eh? Lo pasó muy mal, muy mal y, yo era su amiga y confidente y me
entendía con ella también. Por eso te digo que yo tengo un punto de bicho raro (reímos).
M: A lo mejor es que eres más empática que otras personas.
C: No sé (ríe).
202
M: Sí, claro. Hay gente que no quiere saber nada de otras personas porque les parecen
raros y…
C: Pero es una pena no escucharlas porque a veces son más lúcidos que… Y es esta
chica era una chica cultísima. Cuando yo tenía 14 años y ella 17, abrieron en Carballino
una biblioteca pública y no salíamos de allí, de la biblioteca. Pero ella es que tenía una
cultura… porque se cerró en sí misma pero… después estuvo de criada porque la madre
no la quería para nada, el padre se murió y la madre la maltrataba, estas cosas. Estuvo
de criada, después se fue a Alemania, se casó con un dentista. Y ahora vivía… hace
unos años quedé con ella otra vez porque tenía un amigo Policía que era amigo de mi
hijo y me encontró la dirección y, vive en Mahón o por ahí. Se llamaba Tita, Agustina.
M: Entonces, al final le fue bien.
C: Si, creo que sí. Creo que sí, ojalá.
M: Un reencuentro.
C: Sí (ríe).
M: ¡Qué bien!
C: Por si te llama la atención, no le gustó que la encontrara.
M: ¿Por qué?
C: No lo sé. No me lo explicó.
M: Pero ¿te dijo algo?
C: Decía que incluso me podía denunciar por haber dado con ella sin su permiso, si.
¡Qué evolución tuvo la pobre! Es que se habrá visto muy sola toda la vida, ¿no? Porque
con 17 años se fue de Carballino y no he vuelto a verla, cuando… nos escribíamos pero
después perdí la dirección de Alemania y no me la sabía de memoria y esas cosas.
Como andaba corriendo siempre como una loca. Y entonces claro, me hizo una ilusión
enorme escribirle otra vez y pensé en ir a verla, en que viniera a casa, todo eso, pero no
se alegró mucho y, las cartas eran muy tirantes, entonces ya dejamos de escribirnos. Fue
una reacción extraña. ¡Pobre! Habrá sufrido mucho a lo mejor, no sé. Sí, porque yo
203
estaba contentísima de haberla encontrado y yo decía, que se venga a casa, qué se yo, si
está sola, pero… esas cosas. Bueno, nunca te hablé de la ley del más y el menos.
M: ¡Nooo!
C: Que he usado con mis alumnos. Es que ¡siempre se me olvida! Es una cosa…
¡quieres que te la comente?
M: ¡Siii!
C: Pues… bueno, hay infinidad de libros y tratados sobre eso, ¿no? Esto no tiene
ninguna importancia pero a mí con los alumnos sí que me ha ayudado muchísimo. Mis
hijos nunca me han escuchado en esto porque los pobres (ríe)… la madre es la madre.
Pues la ley del más y del menos, se la ponía en la pizarra a los niños y es algo así como
un autocontrol, una autodisciplina. Yo dibujaba dos líneas perpendiculares, la línea
horizontal era el camino de la vida, la línea vertical, perpendicular, según en el sitio
donde se encuentre… la edad, la edad está en la línea horizontal y la línea vertical, hacia
arriba está el más y hacia abajo el menos, es algo muy simple pero los niños lo
entendían muy bien. Hacia arriba está, por orden, cuanto más arriba, aquello que mejor
se nos da, lo que más nos gusta y, al principio, aquello que podemos mejorar o
conocerlo mejor a ver si nos gusta y hacia abajo todo lo contrario, cuanto más abajo, lo
que más nos cuesta, lo que tenemos que recuperar. Es simplemente eso. Pero los niños
lo entendían tan bien, que cada uno tenía sus perpendiculares y ahí van… y me…
cuando se han hecho mayores decían: “¿Sabe aquello?”. Claro, era como una reflexión
que nos hacíamos y que a veces me ha ayudado mucho a ver esto porqué se me da mal,
voy a tirar hacia arriba, a pasarlo a la ley del más.
M: O sea que ha ayudado de más grande a la gente.
C: Sí, sí. Es que a mí me ha ayudado mucho eso también. Lo tenía como una imagen.
M: Claro, una vez que tienes interiorizadas las cosas, te cuesta menos.
C: Sí, sí.
M: También leí el de la Bahía de la Luna que de ese si me habías hablado, creo.
C: Sí, sí, sí.
204
M: ¡Ay! ¡Espera! Entonces lo del Tonto… ¿qué querías enseñar a los niños con esto?
C: Pues que aceptaran a las personas que son distintas, era esa la idea principal. Que
jugaran con ellos, que los vieran. Además, hubo una época… ya tenía yo el cuento
escrito pero que en las clases normales de los niños pues introdujeron niños pues con
Síndrome de Down… y fue una experiencia estupenda. No he visto que los niños fueran
crueles con ellos sino, los adultos. Sino los adultos. Y experiencias tremendas, por
ejemplo, teníamos una niña con Síndrome de Down que tenía 16 años y, era adoptada y,
una vez lloraba, lloraba, lloraba y le dije: “¿Qué te pasa?” Y dice: “Es que mi madre se
tiene que ir a Madrid y me quedo sola con mi padre”. Ella decía que el padre abusaba
de ella. Entonces yo cogí a dos compañeros que me parecían tal y, no quisieron saber
nada. Y entonces fui a la inspección, hablé con el Psicólogo, no quiso saber nada.
Entonces hablé con la Asistente Social y decía que eran cosas de la niña, pero yo no
creo que fueran cosas de la niña. Lo mismo ocurrió con otra niña de 14 años, monísima,
que la madre era prostituta y la tenía reservada para dedicarla a la prostitución. Y ella
me lo dijo y ¡no quería! Y era una niña súper inteligente. Pero la madre recibía en su
casa y allí estaban el niño y la niña adolescentes. Y entonces quería que la hija se
acostumbrara a esa idea y nunca supe que fue de ella. Hice lo mismo. Todos los
recorridos que hice, no sé si tendría que haber ido al juzgado, me quedó esa duda. Pero
no se me ocurrió ir al juzgado… en fin, cosas tremendas.
M: Con lo que te tienes que quedar es que no te quedaste indiferente, ¿no?
C: Hombre, no.
M: Siempre has hecho algo.
C: ¿He hecho lo que he podido? ¡Es que no lo sé! ¿Qué podía hacer? ¿Ir al periódico y
denunciar? O ir… es que no nos enseñaron a defendernos de estas cosas tampoco y
entonces yo iba donde creía que tenía que ir. Y no quería hacerle daño a la niña
tampoco, ni que se supiera su nombre y todas estas cosas. Pero es que todo el mundo
pasó de ella. Y de este otro caso que te digo, de la niña con Síndrome de Down, lo
mismo. El mundo a veces es un asco.
M: Y ¿eso ha pasado aquí en Almería o en Las Palmas?
C: Aquí, pasó aquí.
205
M: Muchas veces la gente huye de los problemas y no quieren saber… tienen sus
propios problemas y no quieren implicarse en los de los demás.
C: ¿Para qué están, para qué están? ¡Dios mío! ¿Para qué cobran un sueldo? ¿Los niños
qué? En Las Palmas las cosas del sexo… empezaba a haber ya una libertad, no entre los
adultos, pero entre la gente joven, entre los niños adolescentes… Como te comentaban
estaban a veces en el colegio hasta los 17 años, no recuerdo qué ley era aquella, pero si.
Y entonces las niñas me comentaban a veces, “Es que estoy preocupada porque es que
no sé si estoy embarazada”, estas cosas y, conmigo tenían mucha confianza y me
comentaban. Entonces, hasta donde podía, las podía ayudar. Pero aquella sociedad
como era más abierta, pues era más fácil hablar con los padres y… pero aquí, ¿con
quién hablas?, ¿con la madre de esta niña, con la que quería dedicarla a la prostitución?
No he vuelto a verlas a ninguna de las dos.
M: Y Concha, ahora que hablas de las familias y eso, ¿cómo era la relación con las
familias aquí en Almería? Las familias ¿se implicaban?, ¿no se implicaban?
C: A ver, con esta chica que la madre, supongo, la dedicó a la prostitución y que habrá
cobrado un buen dinero, no ha venido ¡nunca al colegio! El niño se metió en una
pandilla de Pescadería, se dedicaba a robar, todas estas cosas. Me lo dijo él. Y la niña
pues ya ves, ¿cómo se habla con esa persona? Es que quien tendría que hablar con ella
sería la Asistenta Social, el Director del colegio… Nada. Y con las familias yo siempre
he tenido muy buena relación pero he tenido ya después con los niños de secundaria, en
el instituto, a algún niño que se dedicaba también a la delincuencia y por ahí y, al fin,
conseguí que viniera la madre y la madre lo tapaba y, que no, que no y que no era
verdad. Y entonces estábamos en la dirección, porque yo llevé a la madre a la dirección,
dije, “Mira, va a venir la madre de este niño”. Y me llevé al niño también. Y dije,
“Mire…”, Isaac se llamaba. Entonces el niño lo negaba todo. Iba siempre con una
navaja, les reventaba las ruedas a los maestros y, yo le dije, “Mira Isaac, yo no quiero
que nadie te castigue”. Eso delante de su madre y su madre también. “Lo que quiero es
que tú aceptes lo que estás haciendo por si podemos ayudarte”. Y así, pero fue el único
caso que conseguí que viniera la madre, porque luego los padres contestaban:
“Edúquenlos ustedes que para eso son Maestros”, “Yo no puedo con él, a mi no me
hace caso”, estas cosas. Entonces los niños difíciles… los padres no aparecían. Esto ya
con los adolescentes. Con los pequeños sí, pero bueno.
206
M: Yo creo que es muy importante la implicación de las familias en todas estas cosas.
C: ¡Por supuesto! Por supuesto. Yo he llamado, por ejemplo, a padres de niños
brillantes que a lo mejor al llegar al segundo trimestre muchas veces bajaban, estaban
un poco cansados o lo cogían con menos ganas y, llamar a los padres y los padres lo
agradecían, también había padres… uno de ellos, por ejemplo ¡dos! Que me llamaron
mucho la atención que eran profesores de la Universidad y no les gustó que les dijera:
“Mire, que el niño está bajando, la niña está bajando, a ver si entre todos conseguimos
que se aupe”, “Si es que son muy pequeños, si es que…”. Estas cosas y tenían ya 12 o
13 años. Entonces, hacer hasta donde puedes, no te puedes meter en otras cosas.
M: No, claro, claro. Es lo que tú dices, si ay casos así más graves… en mi caso que soy
Trabajadora Social, tendríamos que estar ahí.
C: Claro, claro.
M: Bueno, aunque no venga mucho al caso pero yo siempre pienso que además de estar
el Orientador o la Orientadora dentro del colegio, tendría que estar también una
Trabajadora Social para todos estos casos. Así, haciendo de enlace entre el colegio, la
familia y las instituciones y los recursos…
C: Sí, sí. Yo me fui a la Trabajadora Social de… que no la teníamos en el colegio pero
había una dedicada a esto también. Me informé a ver quién era y hablé con ella, pero
nada, nadie se ha implicado, en ninguno de los dos casos. Y como te comenté en aquel
de venta de drogas en el colegio de Las Palmas, lo mismo.
M: ¡Qué desastre! Bueno, el otro día te pregunté… es que no me acuerdo si te pregunté,
no, no, de esto no. Sobre la libertad. Tú decías que eras libre cuando eras pequeña pero,
¿qué concepto tienes tú de esa palabra?
C: Pues el que… quizá… así de pronto no… bueno, yo te diría que para mí la libertad es
que una persona sea como quiera, teniendo en cuenta que la libertad tuya termina donde
empieza la libertad de los demás, simplemente eso. Vivir y dejar vivir. Y que una
persona se muestre como es y que tú tengas muy en cuenta, muy en cuenta que la otra
persona tiene derecho a ser como quiera y, entonces, respetar esa manera de entender la
libertad. Aprender de lo que otra persona… de las diferencias de la otra persona, para
bien y para mal. Decía Antonio Machado, “Escucha a tu contrario, es tu
207
complementario”. Y es verdad, tú de otra persona puedes aprender cosas que a lo mejor
no habías caído o por lo menos a respetarla. Y la libertad… yo por ejemplo, esto que se
ha debatido hace unos meses con respecto a la libertad de prensa y de palabra con esto
de… que ocurrió en Francia. Yo creo que la libertad no tiene derecho a ofender, para mí
no, yo lo siento, ni la libertad de expresión. Entonces ¿tú puedes ir por la calle e
insultar? Por ejemplo, te encuentras a otra persona de otra raza ¿tú la puedes insultar? O
¿desde los medios de comunicación? U ofender. Pienso que no, que el respeto está por
delante de todo, la libertad tiene que usarse con prudencia, con respeto. Me parece
también un abuso de la libertad cuando en televisión, en los telediarios ponen
continuamente las imágenes de las atrocidades de los ISIS y compañía. Una vez y otra
vez y otra vez y ¡los niños ven la tele en casa! Eso puede animar a los adolescentes o a
los jóvenes a hacer las mismas barbaridades o les cura o les educa, ¡no les educa! ¿Les
hace reflexionar? También dependerá de si los padres ayudan ahí un poco. Pero ¿cómo
se evita que los niños vean esas atrocidades horribles? Yo a veces, estaba comiendo y
tuve que dejar de comer porque no podía ver esas imágenes esas espantosas. No tendría
que haber un lugar donde se corte la libertad de expresión, pero que no esté al alcance
de quien puede hacerle daño, de los niños por ejemplo. Que haya foros o lugares o… no
lo sé. Pero eso puede hacer mucho daño. Acostumbrar a la gente joven también a ver
eso como si no pasara nada. Me parece horrible. Es que la libertad es un bien
maravilloso, creo que es uno de los bienes más grandes que tenemos.
M: Entonces, ¿tú crees que se ha desvirtuado esa palabra?
C: Pero eso no quiere decir que no hay que tratarla con prudencia, con respeto y
pensando en los demás. España, un país tan acérrimamente católico, como vemos en las
procesiones que la gente llora que todo eso, para muchos no sabemos hasta qué punto es
fanatismo hasta qué punto es otra cosa. Pero a la gente le ayuda a creer en esa Virgen o
creer en Alá o… entonces, ¿por qué hay que ir contra ellas? Me parece horrible. ¿Por
qué revolucionar a la gente y ofenderla de esa manera? Creo que la libertad es una
maravilla, si la sabemos usar. Igual que la belleza, igual que la inteligencia. Son bienes
extraordinarios, si no se usan mal. Y ser libre, pues… me costó mucho el ser una
persona libre, manifestar lo que pensaba y hacer lo que quería hasta cierto punto. Me
costó muchos disgustos y castigos cuando era cría. Yo no me rebelaba pero hacía lo que
quería (ríe). O sea, no me rebelaba abiertamente, pero luego… Te pongo un ejemplo, en
la aldea donde nací, mis tías lavaban la ropa y la gente de la aldea y, la tendían de noche
208
en los prados para que con la luz de la luna y un poco de ceniza que le echaban, no
existía la lejía, blanqueara. Entonces, cuando estaba de día la regaban o me decían
cuando estaba allí en las vacaciones y me decían, “Échale agüita a las sábanas y agua
con jabón” y la echaba. Y mis tías me decían, en aquella época nadie robaba, “Mira,
siéntate allí en el prado a jugar y si ves que alguien se lleva alguna ropa, gente de otro
pueblo, pues nos lo dices”. Y yo me sentaba con 7 u 8 años allí en una esquina, ni
miraba la ropa, porque yo decía: “Si alguien la roba ¿qué hago? ¡Menuda vergüenza
decirle que no robe! Y ¿cómo le digo a mis tías que es que no estaba vigilando?”. O sea,
me encontraba en esas encrucijadas, ¿sabes? o si la gente me decía: “¿Qué habéis
comido?”. Mi padre me decía, diles: “Lengua de preguntadores”. Porque claro, como
eran los Maestros… la gente tenía que comer en las aldeas porque eran agricultores
todos, no pasaban hambre. Y decían: “Los Maestros con el sueldo que tienen…”.
Bueno, mis padres tenían dos sueldecillos en aquel momento, no hemos pasado hambre
tampoco. También tenían alguna finquita. Y yo decía: “Huevos con patatas fritas” o
decía lo que habíamos comido y después mi padre me preguntaba: “¿Qué has dicho?”
“Pues he dicho lo que hemos comido”, “¡Ah, ah! ¡Esta mujer no tiene arreglo!, ¡Esta
niña es tonta!” (ríe). Pero es que me parecía horrible decir otra cosa, yo no necesitaba
mentir. Nunca. Y mi madre me decía: “Existen dos clases de mentiras: las mentiras
oficiosas y las mentiras perniciosas”. Me lo decía a mí sola porque mi madre y yo nos
entendíamos muy bien. Me decía: “Las mentiras oficiosas pueden salvar de un apuro,
es una disculpa, por ejemplo. No son pecado. Porque la palabra pecado está en todas
partes. Pero las mentiras perniciosas es decir una cosa que no es verdad de otra
persona, levantar una calumnia y esas son un pecado muy grande, es una cobardía
también”. Me lo explicaba mucho. Y ya te decía que mi madre ha influido mucho en mi
manera de ver la vida también y me comprendía, mi padre no (ríe). Pobrecillo, habrá
sufrido más que yo seguramente. “Esta mujer no tiene arreglo. ¡Esta niña no tiene
arreglo!”.
M: Y ¿tu madre y tu padre se llevaban bien? Porque por lo que me cuentas, eran muy
diferentes.
C: Pfff. Yo creo que mi madre estaba enamoradísima de mi padre. Mi padre era un tío
buenísimo, según me han dicho. Era un tío muy atlético, tenía los ojos verdes. Mi
familia ha habido… mi padre era el único que tenía los ojos verdes en esa familia, pero
en la de mi madre, ¡había unos ojazos verdes en los curas, en la familia! Y había gente
209
guapísima, en la familia de mi madre había gente guapísima. Y mi padre no era guapo,
era un tío interesante, muy atractivo y, eso. Mi madre estaba enamoradísima de él. Y mi
padre a su manera, porque el pobre… era muy fanático de sus ideas. Pero bueno, se
llevaban muy bien, yo jamás he oído un disgusto ni… pero claro, en Galicia a los
hombres se les respetaba muchísimo y, yo, incluso heredé eso también y, en fin, así he
salido (reímos). Cuando vine aquí y veía cómo mis compañeras que a veces estaban con
los maridos, eran compañeros ella y él,… yo en la playa y yo veía como las mujeres les
contestaban a los hombre y decía, “eso en Galicia no lo harían en aquellos tiempos”
M: ¡Fíjate! Aquí se supone que teníamos una mentalidad mucho más retrógrada…
C: En ese sentido pero yo veía que las mujeres trataban a los hombres… y los hombres
my bien a las mujeres, al revés que en Galicia. Mis tíos tenían un criado, mis cuatro tíos
solteros estos que tenía. Lo cogieron con 12 años y le han dejado toda la herencia y se
ha convertido en el tío más rico de eso y, me alegro porque además, porque Ramón fue
como un hijo para ellos, era una persona muy buena, además. Y en el comedor, que era
un comedor súper humilde, vamos, que allí no había lujos. Pero en la casa de mis
abuelos que era una casa grande, la casa más grande del pueblo; pues mi tío y el criado,
comían en el comedor y las hermanas de mi padrino, mi tío, comían en la cocina, no
comían con los hombres. Los hombres eran aparte y las mujeres aparte. Eso me llamaba
mucho la atención. No sé si en las otras familias ocurría, pero allí sí. Como eran
hermanos los cuatro. Pues mi tío Juan, el cojillo (ríe) se fue para Ourense.
M: Pero en tu casa eso no pasaba, ¿no?
C: No, no.
M: Aparte, tendría que comer tu padre solo porque erais todas mujeres…
C: Si, en mi casa no pasaba eso, no. Las mujeres eran quizá las que mandaban, no digo
en el caso de mis tíos porque eran hermanos pero en caso de los matrimonios, yo creo
que la mujer muy dulcemente, muy mansamente… El hombre era el que mandaba pero
la mujer conseguía sus cosas de otra manera. Yo nunca me he enfrentado a mi marido,
pero no porque pensara que era más que yo, sino, porque había aprendido la técnica de
la diplomacia y, entonces, hablaba con él en otro momento y no me callaba las cosas,
no, no. Si había una cosa con la que no estaba de acuerdo, cuando estábamos los dos
tranquilos, hablaba con él.
210
M: Eso está muy bien.
C: Si, funciona. Cuando uno habla enfadado, no sabe lo que dice, no está uno en sus
trece, no. Y entonces hay que esperar para que la otra persona esté en sus trece para
entender las cosas y estar uno también tranquilo. Me ha valido eso mucho, con mis hijos
también y con los alumnos igual. Nunca les he reñido.
M: Cuando me dijiste que tus padres habían estudiado en la República…
C: Claro, por la edad. Les correspondió estudiar en la República.
M: Claro, eso tuvo que ser… claro, yo me imagino aquello y pienso en que maravilloso
todo pero no sé si sería maravilloso o no.
C: No lo sé.
M: ¿Qué hablaste con ellos sobre eso?
C: Es que como mi padre era muy de derechas hasta que conoció la Democracia y tardó
unos años en darse cuenta de lo que era, ¿no? Porque él nació también de otra manera y
él era un adolescente cuando la República. Y mi padre lo que si decía era que la
República llenó de libros las escuelas, por ejemplo. Que los Maestros… eso no me lo
dijo mi padre pero lo he oído muchas veces, que fueron los Maestros mejor preparados
de la historia de España y mis padres eran dos pedazos de Maestros. Eran dos personas
cultísimas que además, valoraban la cultura y eso influyó muchísimo en nuestra
educación. Y otra cosa curiosa que decía mi padre es que tenían unos sueldos
fantásticos. Mi madre no tuvo sueldo porque terminó la carrera ya con… en tiempo de
la Guerra o… y las oposiciones las aprobó cuando, cuando nací yo. Por problemas de la
Guerra y de todas estas cosas. Estuvo como interina mientras. Pero mi padre dice que en
la pensión en la que vivía que había un Médico y otro también que tenía un cargo
importante y dice, “Mi sueldo era tan bueno o mejor que el del Médico”.
M: Es que era muy importante la educación.
C: ¡Era muy importante la educación! La familia, la educación, la cultura en general, la
agricultura… pero tuvieron tantas dificultades la República para llevar a cabo los
programas que tuvieron, que los malnacidos estos hicieron lo que hicieron. Si al menos
cuando acabó la Guerra, hubieran hecho lo que en otros países europeos, en Alemania,
211
la II Guerra Mundial dejó a Alemania y a otros países destruidos, ¡poquitos años
después estaban a la cabeza de Europa! Porque no hubo represalias. Pero es que aquí fue
horrendo.
M: Aquí teníamos dictadura.
C: Pero fue horrendo hasta después de morirse Franco, que la gente seguía amenazando
cuando se quería hacer, por ejemplo, en Berja una vez un homenaje a Lorca que me
habían invitado a ir y, y amenazas de muerte si se hablaba de Lorca.
M: ¿En qué año fue eso?
C: Pues yo ya estaba aquí. Yo vine en el 78 y ya hacía tres años que había muerto
Franco, pues a lo mejor fue en el 80 o por ahí y la gente…
M: Y pensábamos que vivíamos en Democracia…
C: Estábamos naciendo y ahí quedaba lo que quedaba y, aún queda.
M: Y yo quería hablar contigo, si no te importa, sobre política.
C: Y yo te lo agradezco porque yo de la gente joven aprendo muchísimo.
M: Es que parece que fue hace mucho tiempo pero en realidad hace muy poco.
C: Es que la historia hay que contarla de otra manera.
M: Pero estamos empeñados en que hay que olvidar la historia, que hay que dejar las
cosas atrás, pero yo realmente… quien haya tenido familia que haya vivido esa época y
¡que todos hemos tenido que han vivido esa época! ¿Cómo vamos a poder olvidar eso?
Si es parte de mi familia, es parte de mi historia.
C: Es que no se puede.
M: En mi caso, mi abuelo por parte de madre era socialista y no pudo escaparse y, lo
pillaron. Se iba a ir a Argentina en un barco pero no llegó a tiempo y se fueron y, lo
dejaron aquí en Almería. Y claro, lo metieron en la cárcel, estuvo por todas las cárceles
de España, hasta que llegó a Dos Hermanas y de Dos Hermanas se lo trajeron aquí, pero
estuvo mucho tiempo. Después cuando, supuestamente, llegó la Democracia, le dieron
una indemnización de un millón de pesetas.
212
C: ¡Bueno! ¡No me lo puedo creer! ¡Jo, qué suerte ha tenido! (reímos). Porque otros…
M: Claro. Pero ¿cómo vas a olvidar eso? No se puede olvidar la historia, no podemos
olvidar lo que ha pasado, no podemos olvidar que no se respetaban los Derechos
Humanos.
C: ¡No se puede! ¿Y la justicia para con la gente? Esto, la Memoria Histórica de la que
se habla, desde otros países dicen que eso es lo más justo que se puede hacer. ¿Cómo un
país va a seguir defendiendo que se haya asesinado de esa manera? ¡Y que no se les dé a
conocer a la gente joven! Es que ese fue el error de la Democracia, ese fue el error. No
abrir, no abrir incluso ahora la historia de verdad a la gente joven. Por miedo, porque se
sigue teniendo miedo. Y ahora con estos ahí pues imagínate. La novela esta que te
comenté antes, va sobre eso. La he escrito pensando en… a ver, es una novela para
gente joven, la puede leer cualquier persona, ¿no? Pero, uno de los protagonistas es un
chaval y está desde la abuela a él. Es una novela sobre esa Transición. Y ceo que
deberían leerla, no se publicará nunca quizá, pero pienso que si alguna vez se publica
sería un libro de lectura para los más jóvenes o para cualquiera, pero sobre todo, para
los más jóvenes. Porque habla sin ninguna clase de odio ni de nada, pero claro…
M: ¿Tú cómo viviste esa etapa de la Transición?
C: Pues obedecer y callar era la consigna. De la Transición te refieres ¿a los 40 años? O
¿la etapa de después?
M: La Transición, la de después.
C: Con una… la he vivido con una gran curiosidad y con un enorme interés. Yo
descubrí lo que era la izquierda. No eran el demonio con rabo y un tridente que
pinchaba y asesinaba, sino, una época en la que me veía absolutamente reflejada y en la
que veía que aquello era lo que yo pensaba y, que tanto me había hecho padecer por
pensar… yo no sabía que había la izquierda, sólo sabíamos... como te comenté que
estaba interna, no nos llegaban nunca ni libros, ni periódicos, ni nada de nada sobre
otras ideas. Entonces aquello era lo que conocía y lo veía todo con ojos asombrados,
cuando escuchaba a Tierno Galván o los socialistas y decía: “Yo soy así”, “Eso es lo
que pienso yo”. Fue para mí una maravilla descubrir lo que eran otras ideas y descubrir
que era así como yo pensaba y no lo sabía. Entonces, es una etapa de aprender,
aprender, aprender, escuchar, escuchar, leer, escuchar a unos y otros y, y eso. Y aún
213
después de esa etapa, el sufrir por haber dicho que votaba al PSOE y, por ejemplo,
corriera la idea de que era una roja extremista y peligrosa.
M: ¡Cómo ahora los de Podemos! (reímos)
C: Como son los de Podemos para algunos.
M: Si, si, si. Somos venezolanos y chavistas.
C: Si, como los iraníes.
M: ¡De todo!
C: Si, pero de eso ya ves, hace muy poco tiempo. Y como anécdota te diré, un día llegó
una compañera llorando al colegio. “¿Qué te pasa, qué te pasa?”, “¡Vengo muy
asustada!”. Esto fue, pues hará 12-13 años. “¡Vengo muy asustada porque vengo por la
calle del Paseo y pasó un coche cantando la Internacional! ¡Y me da mucho miedo!”
(ríe). Y digo: “¡Tonta!, ¿Yo te he hecho daño a ti? No, ¿Yo he matado a alguien? No.
Pues ellos tampoco”.
M: ¡Qué fuerte!
C: Una compañera, una Maestra. Nada, es para que veas que nos extraña que ahora aún
haya estas mentalidades. Ahí está el muro, no hemos sabido derribar el muro.
M: No. Yo creo que el problema fue ese, el de la Transición esa tan rara y tan…
C: Con tanto miedo, creo yo.
M: Fue miedo.
C: Fue miedo. Pero con esa mano izquierda y nunca mejor dicho, se ha ido
consiguiendo que los militares sean un ejército que el pueblo respeta, que el pueblo
admira, aunque hay muchos cabritos, como los hay en muchas partes, también los hay
en la Iglesia y en los maestros, entre los padres, pero es un… el ejército está bien
considerado gracias a eso y se ha vuelto un ejército democrático en algunas cosas, hasta
cierto punto.
M: Faltan algunas cosillas, ¿eh?
214
C: Efectivamente, ahí quedan muchas habas que cocer, pero bueno y, en la Iglesia para
¡qué te cuento! En fin, hay mejor no tocar, pero bueno. Pero también hay católicos,
cristianos, que a mí me parecen dos cosas distintas, ser cristiano y ser católico. Que ha
ido mejorando y son personas también respetuosas con la gente de izquierdas. Hay
mucha gente de izquierdas entre los cristianos nuevos también.
M: Y gente de Podemos también.
C: ¡¿Gente de Podemos también?!
M: Hay de todo. Es una de las… El respeto es lo que llevamos nosotros por bandera
también.
C: ¡De ahí no podéis moveros porque es una de las banderas más preciosas que tenéis.
A mí me gusta Pablo Iglesias cuando dice que él respeta al Papa, lo admira, que le
encantaría conocerlo, todas estas cosas. ¡Pues claro! Porque sigue habiendo la idea de la
izquierda como una izquierda peligrosa y ¿quién ha matado a la gente durante 40 años?,
¿la izquierda? ¡Pues no! Y la Democracia, ¿la izquierda ha matado a alguien? ¡Nadie!
Los otros tampoco, pero ¡jolín! Siguen discriminando. A lo mejor yo también tengo las
ideas y poco arraigadas.
M: Bueno, acuérdate cuando legalizaron el Partido Comunista que anteriormente habían
matado a personas en un despacho de abogados.
C: Bueno y aquí… ¿cómo se llamaba? ¿Verdejo? ¿Se apellidaba? El chico que aquel
que mató la Guardia Civil. El año que llegué yo, estaba Almería toda pintada. N
recuerdo el nombre… Verdejo.
M: El año pasado en el aniversario hicieron un evento en el Zapillo. Como seguía ese
odio hacia la izquierda.
C: Temor, temor.
M: No sé si tú tendrás esta percepción pero desde el año pasado con el inicio de
Podemos y, bueno, desde el 15M, lo que he sentido es un odio tremendo hacia estos
movimientos.
C: Eso fue tremendo. Si hubiéramos sabido hacer mejor el paso de la Democracia y si la
gente leyera como leen en otros países y no leyera sólo lo que les gusta leer, lo que les
215
da la razón… Pero nuestro país no lee, nuestro país no escucha, no está acostumbrado y
era tanto, tanto, tanto el martilleo del Cara al Sol y de todas esas cosas que… yo lo
comprendo hasta cierto punto pero yo pienso que en las Universidades y en las escuelas,
habría siempre que hablar por las buenas y con prudencia, pero educar en ese sentido,
de leer, de escuchar, de aprender, de conocer otras culturas, otras ideas y respetarlas. Yo
creo que en la educación… la educación es lo que fundamenta la manera de vivir de una
sociedad pero la educación yo veo que está… siento decirlo, lo siento de corazón pero
siento que es pobre, pobre, pobre en muchos aspectos. Ya con el Wert, para qué vamos
a hablar. Eso es ya tremendo. Pero pienso que… no sé. Es muy triste. Y vuelvo a la
lectura porque… Cuando una amiga estaba haciendo la Tesis Doctoral, quería encontrar
a alguien pagándole que se la corrigiera porque no le daba tiempo. Le dieron un año
sabático porque gustó mucho el tema y la Junta le dio un año sabático para que la
hiciera, pero si no la terminaba… Entonces bueno, trabajó de día y de noche y para
que… por si acaso en la redacción… no es que tuvieran que saber del tema de la Tesis
Doctoral, sino, por si repetía una frase sin darse cuenta o algo, o algún acento que
faltara y tal, la corrigieran. Bueno, entonces yo, me fui aquí, me fui al colegio que había
seis o siete chicos de prácticas y, entonces, dije: “Mira, si quieren ganarse un dinerillo…
para que corrijan esto, sólo es corregirlo ortográficamente y nada más”. Y la Directora
me dijo: “No, no saben”. Y yo: “¡Por Dios! ¡No me digas eso!” (reímos). Entonces
conozco a una profesora de la Universidad que les daba Lengua y Literatura y la llamé y
le dije: “Mira, pasa esto y, a ver si algún alumno tuyo quiere ganarse algún dinerillo”. Y
dice, “Ninguno sabe”. Digo: “Y ¿entonces?”. ¡Tú fíjate! ¡Tu fíjate! ¿Es que cómo puede
caber en la cabeza que futuros maestros no sepan corregir un texto? Es que si que los
hay, tiene que haber. A lo mejor ella no caía en eso, no los conocía en ese sentido.
M: Me parece increíble que nadie supiera.
C: Pues te voy a decir una cosa que te va a llamar la atención. Cuando mi hija estaba
haciendo la Tesis, otro caso, le dijeron en la Universidad que había un cursito de cuatro
horas en el que… sobre la lectura y la escritura y, entonces, había muchísimos
profesores y yo conseguí que me dejaran ir. “Mira que soy compañera de mi hija, estoy
jubilada pero me gustaría mucho asistir”, y me dejaron asistir. Y había profesores de
todo, desde Informática, Agraria, Magisterio, de todos casos. Había un salón enorme
abarrotado de profesores. ¿Sabes para qué era el curso? Yo me quedé con los ojos a
cuadros. Para orientar a los profesores que los pobres se encontraban con el problema de
216
que los alumnos que les llegaban a la Universidad, no sabían sacar la idea principal de
un texto, no sabían redactar un tema de opinión y no sabían sacar de una lectura una
idea principal, esto, lo otro, lo otro. Y yo me quedé a cuadros. Y entonces yo les dije:
“Mire, yo no tengo derecho a intervenir pero esto quiere decir que no sabemos enseñar
la Lengua. Que la Lengua se sigue enseñando para aprobar, al pie de la letra lo que sea y
se acabó”. Y una de las profesoras vino al final y me dijo: “¡Cuánto le agradezco que
haya dicho eso!, porque es que mi hija está con ese problema”. ¡Es que es muy fuerte
esto que ocurre!
M: Claro, ahí te cuestionas… quien hace las leyes de educación son los gobiernos, ¿qué
pretenden con esto?
C: Pero los profesores también tenemos que ver
M: ¡Claro! Por ejemplo, en el Máster hemos tenido clases donde se ha hablado de cómo
evaluar a las niñas y a los niños dentro del aula. Mis compañeras y compañeros casi
todos son de Primaria y Secundaria y, algunos y algunas están dando clase. Y no
conciben las clases tengan otra estructura donde el alumnado participe, para que
expresen sus opiniones. Eso no lo conciben. Conciben estudiarse las cosas de memoria
porque mañana te pongo un examen y si quieres aprobar, te lo tienes que saber.
C: Pues eso es lo que hemos hablado estos días atrás. Eso no es manera de aprender.
M: Si en el colegio te han ensañado eso, luego en el instituto y en la Universidad te
enseñan lo mismo…
C: ¡Si, claro! Efectivamente, por eso yo creo que aquellos que se vayan a dedicar a la
enseñanza, en el nivel que sea, tienen que aprender a enseñar de otra manera es que
ellos son la base de lo que va a ocurrir después.
M: Y, ¿qué consejo les darías? Yo comparto contigo que los protagonistas en el aula
son las niñas y niños.
C: ¡Claro! Y poder hablar y expresarse también, por supuesto.
M: Entonces, si estuvieras en mi clase, ¿qué les dirías a mis compañeros y compañeras
para que hicieran eso?
217
C: Bueno, pues la gente que ha hecho las prácticas en mi clase, casi siempre venían
rebotados porque como la Lengua para todo el mundo era un ladrillazo. Cuando venían,
ellos veían el desarrollo de la clase y entonces, les llamaba mucho la atención esa otra
manera de enseñar y de aprender. Y decía: “¡Pues si la Lengua no es ningún tostón! Si
es un campo maravilloso para aprender la lengua”. Desde que los niños escriban un
diálogo o algo, eso sería un ejemplo basiquísimo, ¿no? De hablar en clase, leer, hablar,
leer, leer mucho, entender lo que se lee, es decir, usar el idioma como algo práctico,
como algo que nos sirve para entendernos con nuestros semejantes, con los cercanos y
con los lejanos. El idioma como instrumento de comunicación, de expresión, de
aprender de los demás, de lo que escriben o lo que dicen otras personas, es que es un
campo sin límites. Yo me matriculé en la Universidad de Mayores porque aquello de
que no tenía tiempo de ir a la otra, que me había matriculado en Filología Española pero
después me coincidió con el horario de clase y no… y con matrícula hecha y todo y no
pude ir, quería haber hecho esa carrera. Y entonces, podíamos ir a la clase que
quisiéramos de muchos profesores de la Universidad como oyentes. Y uno de los
profesores que conocí y, que además, tiene una oratoria de las mejores que he oído… la
clase de literatura y, fui unas cuantas veces porque no salía de mi asombro a ver si es
que esto lo da así… ¡era una clase al dictado! No servían de nada los libros ni había
conocimiento de otros autores. ¡Fíjate el fichero que tengo yo ahí! ¡Qué no es nada!
Porque ya he tirado infinidad de cosas, porque no me caben, no me cabían. Pero la
Literatura ¡no se puede dar al dictado ni estudiarla al pie de la letra! Porque entonces,
¿qué es un idioma? ¿Es un medio de expresión, de comunicación, intercambio de ideas,
de aprender, de disfrutar, de conocer muchísimas otras cosas? Estoy yo por eso metí a
los niños en que se escribieran con los… con colegios, con los abuelos, con los
soldados… ya verás que ahí hay muchísimas cartas, no tantas. La inmensa mayoría de
ese material lo tenían los niños porque eran suyas y yo, si hubiera sido en la
Universidad, yo hubiera… hay una ayuda que no tenemos en la escuela, no tenemos
nada más que tú sola y los periódicos reciclados y todo reciclado, para poder trabajar
aunque sea así. Pero si yo estuviera en la Universidad o hubiera encontrado gente que
me hubiera ayudado a hacer una gran investigación sobre la Lengua como medio de
comunicación, de expresión, de lo riquísima que es, sobre la manera de enseñarla,
hubiera tenido ayuda, pero aquí, pues es muy difícil. En la escuela no tiene medios para
nada, yo no sé ahora, hace trece años que me he ido, pero es que no había… primero, no
había medios, pero si tú quieres buscar los medios pues los buscas aunque sea
218
reciclando y aunque sea buscando gente que sepa y aprendiendo continuamente y
haciendo cursos continuamente. Yo he aprendido mucho, mucho en cursos que he
hecho. Nunca he dejado de ir a cursos. He ido incluso a congresos fuera de aquí,
seminarios.
M: Claro, yo te veo con esa inquietud de seguir aprendiendo pero luego, otras personas
se dedican a la enseñanza y no tienen ese tipo de inquietudes.
C: Habrá también. Yo creo que ya hay gente, ya gente que tiene este otro sistema.
M: Yo es la primera vez que me encuentro con tantas personas que se dedican a la
enseñanza y en clase no he podido contenerme y les he dicho porqué no hacéis esto o
esto. Están tan cegados con que va a venir el inspector y les va a decir que cómo
justifican una nota que…
C: ¡Ah! A mí me ha venido el inspector (reímos). Y dice: “¡Programaciones!”. Porque
le llamaban el ‘hombre de las programaciones’. Y yo lo dije… yo estaba un poco
nerviosa cuando llegó, le dije: “Mire, tengo un cuaderno en el que yo preparo cada día
anterior o como sea la clase y nunca sé si voy a poder cumplirla, yo si quiere, le digo lo
que le gusta oír, pero yo no hago programaciones” (ríe). Y yo temblando, digo, este me
va a abrir un expediente. Y yo: “Si quiere que sigamos engañándonos unos a otros, yo le
diré que tengo programaciones, pero mire, una programación viene al principio de los
libros en los últimos años y es una orientación, mejor que la que pueda hacer yo y, si es
para enseñársela a usted, no la hago”. Y se quedó cortado, el pobre (reímos). Dice:
“Entonces, ¿qué hace usted?” y digo: “Pues mire, tengo esta libreta…”. Y entonces
estuvo mirando y dice: “Pues sí, esto puede valer”, y yo: “Tampoco lo cumplo a veces
porque en la clase los niños no son lavadoras que se les aprieta el botón. Luego de aquí
pueden salir muchas cosas”. Y el hombre se iba conforme (reímos).
M: Pues a eso le tienen miedo. Siempre tienen que tener un examen que justifique esa
nota, no se les ocurre valorar otro tipo de cosas como has podido hacer tú.
C: Pero vamos a ver, lo primero que hay que aprender en la escuela de Magisterio es
qué son los niños. Que los niños son personas. Y las prácticas a lo mejor tendrían que
durar más. ¿Cuándo se hacen prácticas? No me acuerdo si es una vez en la carrera o si
se hacen todos los años.
219
M: Creo que todos los años no.
C: Pero es que eso es básico. Es que la Universidad es el punto desde el que hay que
partir. Entonces son los profesores de la Universidad, los primeros que tienen que
preparase para que haya una manera completamente distinta de enseñar. Yo creo que en
otros países la hay, imagino que sí.
M: Si, está la famosa Finlandia. Bueno, en Fuengirola hay una escuela finlandesa.
Tienen un sistema que parece que funciona. Aquí nos cuesta, al venir de una escuela
tradicional…
C: Pero es lógico. A mí ir a cursillos me ha ayudado mucho porque, a lo mejor en
algunos había lo mismo, pero había otros que eran muy valiosos y, aunque no
hablaran… a mi me servía también, no sólo para aprender muchas cosas, porque venía
gente valiosa a veces, gente muy valiosa, sino, también para quedarme yo también
tranquila con el sistema, aunque abiertamente el sistema no se empleaba el que seguía
yo, abiertamente no. Pero siempre pillabas una cosita de allí, otra de allí y otra de un
libro que te recomendaban, otra de algún escritor que tenía una visión de la vida
distinta. Pero lo que no podemos hacer es terminar la carrera y ¡hala! Sentarnos a
enseñar. Tenemos que seguir aprendiendo pero hay que empezar en la Universidad,
siento decirlo, pero en los profesores de la Universidad también.
M: Claro, pero ¿cómo hacemos para cambiar esa mentalidad?
C: Y ¿quién hace los programas? ¿Hay ahí enseñantes, hay que gente que tenga
experiencia, han probado otras maneras de enseñar? No, se copia de lo que hay más o
menos y entonces estamos siempre en las mismas.
M: Cuando se hacen leyes nunca se cuenta con profesionales expertos.
C: Y siempre se debe contar con los niños también. Yo siempre que hay un acto de
estos institucionales en Almería, ya me conocen y se ríen, siempre digo: “¿Y los niños?
¿Por qué olvidáis siempre a los niños?”. Esto del Milenio, por ejemplo. ¿Cómo no se ha
tenido a los niños en el Milenio para ir enseñándoles esto? Me invitó la Biblioteca a dar
una charla a un colegio y como en el libro Urcitania, Reino del Sol toco el tema de los
árabes, que estaban aquí y todo esto, pues me dijeron: “Mira, si quieres hablar del
Milenio” y eran niños de ocho a diez años y, digo yo, “¡Jolín!” Yo he tenido casi
220
siempre niños grandes, pero bueno, lo adapté. Y había pues un colegio entero y las
Maestras me dijeron que se lo habían pasado pipa ellas y los niños, que no se habían
aburrido nada porque es un tema que llevarlo a los niños de manera que… ¿Quién era
Hixem II? Hixem II tenía no sé cuántos soldados y conquistó hasta Murcia o hasta
Alicante (ríe) estas cosas, sino, con anécdotas históricas que les interese en ese sentido.
Y yo estaba aterrorizada por tener que explicar el Milenio de hoy para mañana
prácticamente y llevar el tema, ni siquiera toqué mi libro. Digo: “Mira, en este libro hay
una leyenda que os la voy a contar, sobre cuando estaban los árabes aquí”, porque es
una historia en pequeñas dosis de Almería. Pero… te voy a regalar uno, me quedan
pocos pero te voy a regalar uno. Y entonces pues, no se tiene en cuenta a los niños
nunca, nunca, nunca. En una lectura de poesía, por ejemplo, que se hacen aquí en la
Librería Zebras, a veces hacen. Y yo un día digo: “Yo también traigo dos poemas para
niños, a ver por qué no hay niños aquí”. Y a veces llevan niños ahora, ¿eh? Pero es que
hay que contar con ellos.
M: Pienso que eso tiene mucho que ver con la mentalidad que tenemos. Como tú decías,
cuando eras pequeña echabas en falta que las personas adultas tuvieran contigo otro tipo
de relación, ¿no?
C: Si. Ahora ha cambiado mucho con respecto a aquello, mucho, mucho.
M: Seguimos viendo a la infancia como algo que está aparte y que no se enteran de
nada. No los implicamos en la vida social. ¿Qué pasa ahí?
C: Empezando por la familia. Es que no sabemos. Yo a mis hijos… estábamos siempre
ahí pero no he sabido implicarles tanto como hubiera querido, como he aprendido
después, es que se aprende toda la vida. Mi madrina era casi analfabetilla, era analfabeta
funcional pero era una mujer muy sabia y decía: “Estamos a morrer e aprender”,
Estamos muriendo y aprendiendo. Que había que aprender toda la vida. Y entonces hay
muchas cosas que yo he tenido que aprender a lo largo de la vida y sigo aprendiendo. A
mí me encanta hablar contigo y con gente que piense, no en este caso que piense de
distinta manera que pensamos de una manera bastante parecida, pero me gusta escuchar
a todo el mundo porque es de quien aprendo, otras maneras, claro.
M: Tenemos la mentalidad esa de no implicarlos en nada porque son pequeños,
entonces, ¿cuándo los implicamos? ¿Cuándo sean grandes?
221
C: Es que no son más pequeños en inteligencia, ese es el error. Ni en imaginación. No
están metidos en la cuadrícula que estamos metidos los mayores, por mucho que te
quieras librar. Por mucho que uno se quiera librar. Yo estoy bastante libre de las
cuadrículas pero aún así, hay cuadrícula. Los niños son seres súper inteligentes, tienen
una mente limpia o casi, pero siempre estamos enseñándoles a ser como nosotros. Eso
es un error, porque es ¿qué nosotros lo hacemos todo bien? Es que hay que empezar por
ahí.
M: ¿No entra ahí el ego que cada uno tenemos de creer que lo hacemos todo bien?
C: Entra el creer… yo que creo que no es egocentrismo, sino, miedo a que lo pasen mal,
a que no sepan lo que sabemos nosotros, a que no sepan defenderse, yo creo que eso es
mucho, yo creo que eso es mucho. Cuando era niña nos educaban para lo que había,
para sobrevivir en una dictadura. Entonces, pues era lo que había pero que pena el trato.
Y a mí por ejemplo, yo creo que… te comentaba el otro día que algunas personas me
han considerado una persona débil o tonta y yo tengo una fuerza enorme. Yo lo sé. He
podido con todo, pero con cosas que nunca contaré a nadie, cosas tremendas. He tenido
una adolescencia durísima y una vida durísima. Mi suegra cuando vivía conmigo algún
año que otro, me decía: “¡Hay que ver el salero que tienes para trabajar! Pero qué
pena me da, pareces una esclava, es que trabajas como una esclava”. Pero yo es que
podía con todo, con una paciencia y con… y creo que yo no soy para nada una persona
débil en ningún sentido. Eso sí, soy muy sensible. Y entonces, por una parte, el que yo
lo haya pasado muy mal luego me ha servido para ver cómo lo pueden pasar los niños.
Me ha servido mucho, mucho, mucho. Los niños y la gente en general. Y me encanta
ver que cuando alguien se equivoca, lo abrazan y le dan besos. En el programa de la
Voz a los que pierden, los abrazan, se los comen a besos. ¿Cómo se llama este?
Antonio, que te aproveche pensará mucha gente porque ¡da unos abrazos y unos besos!
Habrá mucha gente que dirá: “Este se aprovecha”, pues ¡no! ¡Qué maravilla! ¿Qué tal si
pasa que disfruta en cualquier otro sentido? Pues que disfrute ¡jolín!
M: Ahora que hablas de los abrazos, es cierto que nos cuesta expresar a los demás lo
que sentimos y todo eso, pero cuando participas en algo colectivo hace que puedas
transmitir tus sentimos.
C: Claro, claro, ¡eso es fantástico! Eso es importantísimo. Fíjate en nuestros políticos.
¿Tú ves que siempre están sonriendo y siempre están clavándose las espadas? ¿Se dan
222
algún abrazo de verdad? No hay, no hay, eso es un teatro. Y eso es lo que no puede ser.
Pero fíjate la mentalidad, por ejemplo, en la escuela y, esta persona, una compañera que
aprecio mucho y que lo hacía de corazón. En el patio, eran niños grandecillos, un niño
cogió a una niña así por los hombros, la llevaba así cogida (hace gesto del brazo por
encima del hombro) y ella le dijo: “¡¿Tú por qué te dejas tocar?! ¡Lo que tienes que
hacer es darle una torta! Y le dije yo, le dije a ella aparte: “Mujer, mejor que se dieran
un beso a que se dieran una torta”, “¡Jolín! ¡Pues vaya mentalidad la tuya también!
¡Eso es inmoral!”. Lo que es inmoral es lo que nos han ensañado a nosotros. Yo cuando
era jovencilla e iba con mis amigas a sus casas, las abrazaban la abuelica, la madre, el
padre…, les daban besos y yo decía, “A mí nadie me da un beso nunca”. Es verdad, yo
no tenía a nadie nunca que me diera un beso, era un desierto, si, muy fuerte. Hay que
abrazarse y besarse y, no te digo tocarse, pero también, de todo. Saber cómo somos,
¿no? ¿Por qué tiene que ser pecado el cuerpo y lo que de él venga? ¡Qué educación más
terrible! ‘Deseducación’. Terrible. Pero bueno, esto ha cambiado mucho, mucho,
mucho. Mucho.
M: Bueno, voy a cambiar de tema, es que me hizo mucha gracia lo que me dijiste el otro
día de que veías el programa de Juan y Medio para aprender a ser mayor.
C: Si, ya voy entrando pero es que…
M: Pero, ¿qué significa eso de aprender a ser mayor?
C: Bueno, pues es que… mira, tengo una cosa que escribí para Esther, te lo voy a
fotocopiar y te la voy a dar, que ahí hay una especie de resumen… pero cuando te
jubilas es otro mundo. Has dejado de ser quien eras, primero eres viejo oficialmente y
entonces, para mí la vejez es una etapa preciosa, con todos los problemas que hay que
seguir solucionando y eso, pero, me parece una edad preciosa, yo me siento mucho más
libre ahora y, siempre he ayudado muchísimo a mis hijos y he estado… que mi amiga
Ana María romero me llama ‘la abuela sin fronteras’ porque yo he ayudado a criar a
todos mis nietos porque entonces estaba aquí y he trabajado muchísimo también desde
que me jubilé pero me parece que soy mucho más libre que antes y que tengo que
aprender a ser mayor. Al principio… yo veo pocas veces la tela, la veo poco, ¿no? Pero
el programa de Juan y Medio, para escuchar las historias de antes, en las que yo veo la
vida que yo he tenido en la posguerra, cómo trabajaban desde que tenían tres años… eso
lo he visto yo en las escuelas que ha tenido mi madre. Los niños desde que tenían tres
223
años o así, trabajaban en algo, era tremendo. Y digo, voy a escuchar a ver qué hacen en
muchos aspectos, en el amor, todas estas cosas. Y aunque lo he visto sólo de vez en
cuando… de vez en cuando lo veo y cuando a veces sólo hay una señora muy pesada
que no hace nada más que llorar y quejarse pues lo quito (ríe). Pero hay historias
interesantísimas también y entonces pues si aprendes. Yo he renunciado al amor con
mucha pena porque… pero veo a gente de la 3º edad que ha encontrado al amor de su
vida después. Yo en principio no estaría dispuesta porque… no sé, porque, porque no,
porque qué se yo, eso no te lo cuento (reímos). ¡No! No te va a servir (ríe). Pero tendría
que ser alguien muy, muy especial. Tan guapo como Javier Sada (ríe) y una persona
culta, por supuesto, a lo mejor que fuera una persona rica por dentro. Una persona rica,
alegre, que valora las cosas por sí mismas no por lo que valen como dinero. Una vez me
tiraron los tejos (reímos). Pero es que ni me gustan los jóvenes ni me gustan los viejos,
es que es muy difícil (ríe).
M: Yo no he visto mucho ese programa pero si sé que hay veces que llaman hombres
simplemente porque buscan a una mujer que los cuide.
C: Sí, pero hay una palabra que es la soledad. Es que yo creo que el hombre y la mujer
buscan de distinta manera. Los hombres van porque no pueden con la soledad porque
siempre se han visto atendidos por sus mujeres, las mujeres cuidábamos de los hombres.
Entonces luego se les hace insoportable estar solos y eso. Y en muchos casos, por el
sexo también, porque el hombre, es el hombre. Pero el otro día, hubo un especialista en
este tema, una especialista en este tema que decía que la mujer es válida sexualmente.
Sexualmente, no para concebir, aunque tenga 90 años. Y entonces, es natural que
muchas mujeres echen de menos y busquen un compañero también en ese sentido. A mí
ya lo que me extraña es que muchas y muchos se conocen sólo por teléfono y vienen
con la maleta y, se van sin haberlos visto. Y a lo mejor físicamente digo, “¡Jolín!”. Que
no es por nada, que la vida nos ha devaluado mucho en ese aspecto, físicamente mucho.
Pero, cuán no será la soledad, las ganas de tener compañía para que prueben. Y muchos
son felicísimos después, son felicísimos.
M: Tú, por ejemplo, ¿ves ese programa y dices, me gustaría ir allí lo mismo que estas
mujeres?
224
C: No estoy dispuesta, estoy muy cerrada a eso, ¿sabes? Me gustaría mucho encontrar a
un amigo con el que pudiera salir, ir al cine, viajar… siempre y cuando durmiera en otra
habitación o en la misma pero que fuera homosexual, por ejemplo (reímos).
M: Tú lo que quieres es compañía, ¿no?
C: Si porque es muy triste estar sola para todo y eso. Sí. O a lo mejor… no sé, qué sé yo
si llegaría a algo con él, no lo sé. Yo nunca me he cerrado a ninguna cosa. He tenido
muy delimitado todo, yo jamás le he sido infiel a mis hijos, digo a mi marido. No le he
sido infiel porque no me he ido con nadie, pero yo pienso que igual tenía que haberlo
hecho. Lo que pasa es que yo soy incapaz de engañar. Soy incapaz y entonces se lo
hubiera dicho.
M: Yo supongo… bueno, si no me lo quieres contar… yo supongo que como has tenido
una vida muy interesante, te has movido en círculos donde has podido conocer gente
que te ha podido parecer maravillosa, inteligente…
C: Si, si. He tenido algún amor platónico también. Pero absolutamente platónico.
Platónico absolutamente y a veces correspondido pero ¡sin una palabra! (reímos).
M: Eso es muy bonito.
C: Si, es bonito. Si, ayuda, ayuda, ¿eh? Si ayuda. Una vez me enamoré de un hombre
hindú y él de mí también pero era una cosa muy bonita y, nunca hemos hablado más
que de… Tenía una tienda y yo iba a comprar y, él siempre me despachaba a mí y, yo
fui con mi marido a veces así, mi marido decía, “¡Tanta palabra y tanta amabilidad
y…”. Él se quedaba con que algo había, allí había una atracción mutua pero tenía que ir
allí porque mi suegra quería que fuera allí a comprarle la ropa, si no, no iba. No iba, yo
no hice nada que no tuviera que hacer, ¿no? Pero me ayudaba a soñar. ¡Qué importante
es soñar, madre mía! Siempre he sabido solar, desde pequeña. ¡Cuánto me ha ayudado
soñar! Me ayudaba a poder con la vida. Pues yo siempre les decía a mis alumnos que
aprendieran a soñar con los ojos abiertos, porque es que… y he leído a veces cosas de
Psicólogos y charlas y así, de que animan a la gente a soñar, que eso es una capacidad
extraordinaria, a mí me ha salvado la vida. Yo me refugiaba en mis sueños, de un tipo o
de otro, sin perder la cabeza de su sitio, ¡la cabeza en su sitio y los pies en el suelo! No
tiene nada que ver, te ayuda a ver la vida de una manera más maravillosa y a huir
cuando estás triste de eso. A mí me ha ayudado muchísimo escribir y a veces me ha
225
hecho llorar lo que estaba escribiendo. Yo nunca he contado penas. Bueno, en esta
última novela…, es una novela durilla porque es sobre la Guerra y cosas así pero no he
contado penas, no quiero hablar nunca de penas, sino que, trato todos los temas de
manera que se toca pero escribir me ha ayudado muchísimo, no solo para la escuela
mientras fue necesario y no había libros, desde luego he seguido escribiendo luego
también para los niños, pero me ha ayudado mucho, mucho, mucho. Escribir y soñar.
Cerrar los ojos. Y una vez me fui a confesar, cuando me confesaba, y era un cura joven
y, le dije, “Mire, yo pienso mucho en un hombre, es que me gusta mucho y sueño que
soy feliz con él y, eso supongo que es pecado”, y me dijo, “No, no es pecado”. Fíjate.
“No es pecado, sueña y cuando quieras, me cuentas lo que sueñas”. Y yo por ejemplo,
no soñaba con cosas de sexo porque era pecado y eso era tan macha martillo, que
aquello de la pureza, era la pureza. Era el pecado único, casi. No era pecado hacer daño,
pero la pureza sí. Entonces yo he tardado mucho, en ese sentido, en liberarme de esas
idioteces pero yo si soñaba que estaba enamorada de ese hombre, que nos veíamos, que
salíamos, que me abrazaba…, estas cosas de las que he carecido mucho, aunque ahí te
cuente una parte del capítulo vital (ríe) pero si me ha ayudado mucho, mucho. En fin.
Yo pensé que nunca le iba a contar estas cosas a nadie. Nunca, nunca, nunca he hablado
de mis cosas con nadie, nunca en la vida. No he encontrado a la persona propicia, a lo
mejor.
M: Bueno, hay momentos en los que te sientes más agusto y no te importa contar ciertas
cosas.
C: Claro, claro. Si, nunca me ha pasado eso. Yo nunca, nunca he contado nada, ni a mis
hijos tampoco, pobrecillos, no. Hice mal, tenía que haberles contado más cosas si, si, si.
Creo que sí que ahí me he pasado mucho de protección tan absoluta que… Bueno, ya
está hecho.
M: Tú tienes con ellos una relación estupenda.
C: Muy buena, si. Si, si, pero en algunos aspectos quizá… siempre los he protegido
mucho. Bueno, ya está hecho. Tampoco tenía mucho tiempo y eso se lo digo ahora de
mayores y dicen, “¡Pero mamá, si tú estabas siempre con nosotros!”. Pero sí, me ha
sabido a poco la relación con más tiempo con mis hijos, me ha sabido a poco. Y eso,
hecho de menos cuando los abrazaba y eran niños y, esas cosas. Le tengo a lo de la
maternidad una idea muy fija.
226
M: Bueno, pues ahora te toca abrazar a tus nietos, ¿no?
C. Sí, mis nietos me adoran.
M: ¿Cuántos nietos y nietas tienes?
C: 10
M: ¡Qué montón!
C: Tengo 10 y dos niñas que para mí eran dos nietas más, vamos. Mi hijo se casó con
una chica que tenía dos niñas maravillosísimas, preciosísimas y, después cuando se
separaron, la madre era un poco así y, las ha apartado completamente.
M: ¿No tienes relación con ellas?
C: Ya no tengo relación con ellas. He seguido mandándoles una camisetilla, bombones,
estas cosas. Pero ya han crecido, una tiene 18 años, otra 16 y, como se ha perdido esa
relación… y lo siento mucho porque para mí son como dos nietas más, si algún día me
necesitan, aquí estoy. Entonces tendría 12 pero oficialmente ahora, tengo 10 (ríe).
M: Familia muy numerosa.
C: Mucho, mucho. He trabajado mucho por mis nietos también, muchísimo
afortunadamente.
M: El otro día que hablaste con tu nieto por teléfono, parecías otra persona…
C: Sí. Pero esa relación la he tenido de alguna manera con mis alumnos también, si. Y
no la he nombrado, pero a mí me ha ayudado también a encontrarme a mí misma, que
como te digo, yo llevaba ese sistema tan diferente y tenía tanto miedo de estar
equivocada, por ejemplo, leer, no profundamente a Krause, las ideas que tenía Krause
de la educación y de la educación de la sociedad. Y que el Instituto Libre de
Enseñanzas, planteó su…, tengo que repetir la palabra, su planteamiento sobre la
educación basado en las ideas de Krause. Y entonces, cuando pude conocer las ideas de
la Institución Libre de Enseñanzas de la que han salido gente maravillosamente
preparada: Lorca, Machado, cineastas, Dalí, músicos, Falla… pues me interesa mucho
saber de qué partían y claro, yo esto lo supe ya hace pocos años, porque tampoco
conocía a Krause. Hasta que di con él casualmente en un libro. Y entonces, sacaban a
227
los niños del colegio. Por ejemplo, como ya eran niños universitarios hicieron una vez
un viaje a Portugal desde Madrid, andando casi todo el trayecto. Entonces yo decía:
“Pues no está mal lo que hago de sacar a los niños a… de sacarlos aquí, allí, al otro
lado”. Con mi rebañillo, como decían los amigos. Y que los padres confiaran en mí
como para dejármelos. Esa es otra porque tenía que llevarlos, generalmente, al centro
que era donde había actividades o a los ancianos del Zapillo. Que una vez vinieron al
colegio. Una vez conseguí que vinieran a cantarles romances que ellos se sabían, a los
niños. ¡Qué bonito fue! ¡Se sabían cantidad de romances!
M: Lo que hablábamos, ni se le da importancia a la infancia ni se le da importancia a la
vejez.
C: En los niños abunda todo lo que les falta a los abuelos. Y en los abuelos abunda todo
lo que les falta… mucho de lo que les falta a los niños, no todo ni mucho menos. Y
entonces, el encuentro fue extraordinario, cuando se escribían, cuando se encontraban.
M: En la sociedad en la que vivimos se repite el mismo mensaje: La juventud es lo
mejor, pero ¿hasta donde llega la juventud?
C: Yo empiezo a verme ahora, que de un año aquí noto que he tenido un bajón grande
físicamente, pero he tenido una fuerza y yo, me sentía tan fuerte como cuando tenía 20
años, aunque no lo fuera pero… y aún estoy muy bien pero este último año ha sido muy
duro de problemas, mi niño sin trabajo, económicamente…, todas estas cosas que lo he
llevado tan bien que afortunadamente nos hemos valido y he podido ayudarlo en todo lo
que ha… en todo lo que ha necesitado pero lo vía sufrir mucho y eso a mi… ver sufrir a
los hijos… sufres más, te duele más incluso que yo. Pero sí, tengo ahora una
temporadilla un poco de bajón porque me duele una rodilla, porque estoy con vértigo y
al estar de pie un rato me mareo un poco y eso. Pero aparte de este bajoncillo que ya
estoy empezando a superar… tengo que recuperar. Cuando venga la playa… ¡me
encanta! Meterme en el mar y a ver si no hay medusas (ríe). Ya no nado libremente
como antes hasta allá y vuelvo, sino que, estás pendiente de eso…
M: Bueno, son las 12:45. Hemos hablado mucho. También tenía ganas de hablar
contigo sobre política…
C: Pues todo lo que te quede… si pasa el tiempo y quieres… Lo que te haga falta.
228
Anexo II. Proceso de Tematización
INFANCIA
Contexto socio-político y entorno
C: Pues hace tantos años… no sé si me acuerdo (se ríe). Nací en el año 41, en el año del
hambre, un año sumamente difícil para la sociedad familiar y nacional. Y nací un mes
de febrero, un día 7 y la vida entonces. (VIDA)
Y mi madre cuando estaba mi padre, porque él es el contraste, cantábamos y bailábamos
o hacíamos gimnasia, cosa muy mal vista en aquellos tiempos y me decía: “mira, no
digas a nadie que cantamos y bailamos sino van a decir que somos mujeres mundanas”
(LO QUE PODÍA HACER Y LO QUE NO) (reímos) Cosas así. Entonces cuando tenía
10 años, nuestra casa y nuestro barrio era del casco de Carballino pero era aldea y
Carballino era pequeña ciudad, entonces el barrio de los pulpeiros era otra cosa. Y
entonces había un kilómetro de distancia. (DONDE VIVÍA)
…porque yo veo ahora que cuando un niño llora o incluso en estos programas de
televisión que hay que son gente joven o gente mayor, cuando alguien se equivoca
siempre hay alguien que lo abraza, que lo quiere, que le seca las lágrimas, estas cosas,
¿no? El mundo ha cambiado mucho, el ambiente, en nuestro país en ese sentido y yo no
sé, en el aula pues un niño lo pasaba mal y lo pasaba mal y ahí se quedaba y, eras una
persona incomprendida y acababas encerrándote en ti misma. (CÓMO SE TRATABA
A L@S NIÑ@S DE LA ÉPOCA)
…los niños antes no podíamos estudiar carrera, en los pueblos pequeños no había
institutos y Carballino es una ciudad de la provincia de Ourense que era una pequeña
ciudad o una villa mejor dicho, pero no, no había… no era posible estudiar bachillerato,
había que ir a examinarse a Ourense. (ESCASOS RECURSOS)
Cuando yo era una niña de aldea, aldea, con las casitas esas que tenían los animales, a lo
mejor la mitad de la cocina… tercermundista absolutamente… maravilloso fue…
criarme en el campo y conocer tantos bichos como yo… era una más y ¡tantas plantas y
tantos pájaros! Y la gente tan distinta, para mí fue… me ha marcado muchísimo para
bien eso, ojalá todos los niños tuvieran esa experiencia, aunque fuera durante el verano
sólo. (VIVIR EN EL CAMPO LE HA MARCADO MUCHÍSIMO)
229
C: Como te había comentado, en las escuelas de mis padre no había libros porque el
franquismo había hecho el índice tremendo aquel, creo que lo hemos comentado
después. (INFLUENCIA DEL FRANQUISMO EN LAS ESCUELAS)
C: Esa es la aldeíta en la que nací, siempre lo pongo.
C: Carballino es donde mis padres tuvieron la última escuela allí.
C: Yo he vivido allí casi siempre. He vivido en las aldeítas pequeñas cuando mis padres
andaban cada uno por una aldea y luego allí se iban a juntar, cuando murió mi madre
porque hizo una permuta y se iban a juntar allí. Y entonces allí sí, allí desde los 10 años
hasta que me fui a Canarias que tenía 21. Pero que yo iba con frecuencia, a Rozadas de
Viña yo iba con frecuencia.
C: Si, porque la parroquia estaba en Viña, una iglesia maravillosa allí, creo que barroca
o… muy bonita y, a 1Km más o menos está Rozadas, que es el pueblo donde nací. Casi
medieval cuando yo era niña pero bueno, muy buena gente, las puertas abiertas, nadie
cerraba las casas y ahora no sé.
C: Si, las cosas que pasaban no nos enterábamos, porque pasaban pero en las aldeítas no
había delincuentes, ni iban por allí.
C: No había nada que robar tampoco porque era gente que sobrevivía. (SEGURIDAD
QUE TENÍAN ANTES Y QUE AHORA NO EXISTE. DONDE NACIÓ Y
DONDE VIVIÓ)
Familia
Mis padres eran maestros de pueblo, de pueblo, pueblo pequeñito de las aldeas en las
montañas orensanas…
Mi madre era un cielo de persona, un sol, linda, progresista (la recuerda con muchísimo
cariño). Mi padre era un hombre muy valioso, muy culto, ella también, eran dos
maestros muy cultos. Hicieron la carrera con la República, les tocó por su edad, ¿no?
(PROFESIÓN Y ESTUDIOS DE LOS PADRES) Y mi padre era una persona…yo
diría intolerante, era…fue un padre extraordinario que se preocupó muchísimo de
nuestra educación y de nuestra salud, por ejemplo. Pero era muy duro, sobre todo
conmigo porque él no admitía que yo dijera lo que pensaba, incluso para jugar o para
230
estas cosas y, entonces eso me ha marcado mucho y lo recuerdo mucho, lo he recordado
mucho al llegar a la escuela, lo que sentía yo y lo que sufría, al sentir esa mano tan dura
de mi padre encima. Pobrecillo, es que fue un padre extraordinario pero…fue muy duro.
(RELACIÓN CON EL PADRE) Él también lo pasó muy mal cuando era niño,
también lo trataron con dureza y supongo que eso es lo que aprendió que no le culpo en
absoluto, al contrario, tengo mucho que agradecerle. (JUSTIFICACIÓN DEL
CARÁCTER DE SU PADRE) Y mi madre cuando estaba mi padre, porque él es el
contraste, cantábamos y bailábamos o hacíamos gimnasia, cosa muy mal vista en
aquellos tiempos y me decía: “mira, no digas a nadie que cantamos y bailamos sino van
a decir que somos mujeres mundanas” (reímos) Cosas así. (RELACIÓN CON SU
MADRE) Mi familia fue, tanto por parte de madre como de padre fueron campesinos
acomodados, eso no quiere decir que no tuvieran que levantarse de noche para trabajar,
quiere decir que tenían lo necesario para vivir que incluso podían vender alguna vaquita
o los productos de la tierra, alguno que otro, y se distinguieron un poco también al ser
un poco acomodados por tener en la familia muchísimos curas, tanto que... cura en
gallego se dice “crego”, y mi abuelo materno era el “crego” y entonces a mí de niña me
llamaban la “Conxinha del crego” (reímos). Era el mote de mi familia por la cantidad de
curas y monjas que ha habido. Una familia muy religiosa en aquellos tiempos y, yo en
medio del tiempo. (HISTORIA FAMILIAR DE LOS PADRES MARCADA POR
LA RELIGIÓN)
…yo tenía dos hermanas más pequeñas, una era Rosalía, Rosalía Castro, te puedes
imaginar la pobre… en Galicia… Bueno, Rosalía que era un bombón de niña estaba
todo el día sentada, no daba ningún problema, se lo comía todo, dormía cuando mis
padres querían, se dormía siempre, era un cielo de niña, un caramelo y era la favorita de
mi padre desde que nació.
…y la pequeña era la pequeñita y entonces era la pequeñita. (SUS HERMANAS) En
todos estos años, me preguntas lo que quieras, pero un hecho crucial y tremendo fue que
cuando tenía… no tenía 13 años, se murió mi madre. Y entonces eso marcó mi vida
definitivamente vamos (se pone muy triste).
C: Mira… no puedo hablar de mi madre sin llorar.
Como en mi casa el ambiente al morir mi madre era muy duro también… (LA
MUERTE DE SU MADRE)
231
C: Bueno pues, al no estar mi madre,…
Pero mi padre lo hacía convencido de que tenía que meterme en vereda pero yo
tampoco hacía nada malo. Únicamente que a lo mejor nos parecíamos mucho y yo tenía
mi manera de ser y en aquellos tiempos había que obedecer a rajatabla, para mi padre.
(RELACIÓN CON SU PADRE)
C: No, no. Mi padre me dijo: “Tú, maestra”. Y yo, maestra. (PADRE
AUTORITARIO)
…a mí me gusta leer desde pequeña porque mis padres cultivaron mucho eso a pesar de
no haber libros para niños en aquellos tiempos, en mi infancia, pero mis padres supieron
hacerlo. (LO QUE LE ENSEÑARON SUS PADRES)
mi padre, pobrecillo, para darnos carrera a las tres, se las vio y se las deseó, fue un padre
extraordinario en muchos aspectos; entonces, pues, menos mal que como había
heredado fincas y estas cosas, así montes, pues fue vendiendo pinos, fue vendiendo
finquitas; primero para poder soportar la enfermedad de mi madre que fueron cinco
años y, luego, para poder darnos carrera a las tres; pagando un colegio de señoritas, que
era un colegio caro; y después mis hermanas, ya cuando se hicieron un poquito
mayores, fueron al Colegio de Huérfanos de Magisterio porque él ya no podía más
económicamente y entonces se fueron a Zaragoza, al colegio que había para huérfanos
del Magisterio y tienen un gran recuerdo del Colegio de Huérfanos. Hace poco que he
hablado con mi hermana la pequeña, la otra se murió hace ya muchos años, murió muy
joven. (ESFUERZO DE SU PADRE PARA DARLES UNA BUENA
EDUCACIÓN)
C: Mari Cruz. Y mi madrina quería ponerle Filomena, mi padre quería… (HERMANA)
C: Y que me contaba que tenían las dos un recuerdo extraordinario del Colegio de
Huérfanos de Zaragoza, que aprendieron muchísimas cosas que no… era un internado
pero no un internado riguroso que no podían asomarse a las ventanas ni nada, sino que
salían, ligaban y se lo pasaban muy bien, hacían excursiones…
C: No, era un internado laico. Y… una de las personas que marcó mucho a mis
hermanas fue el Padre Tomás, un sacerdote extraordinario, que siguió hasta que murió
hace pocos años, teniendo mucha relación con mi hermana la pequeña porque mi
232
hermana Rosalía murió con 44 años, cinco niños pequeños, bueno, un desastre, como mi
madre. Y nada, mis hermanas fueron maestras también; y… la pequeña tuvo ocasión de
aprender idiomas porque destinaron al marido a Inglaterra y fue profesor de español;
primero para adultos españoles en Inglaterra y después estuvo también en Bélgica y en
Portugal para hijos de españoles; entones tuvieron un camino distinto al mío. Y yo pues
nada, yo maestra y… (SUS HERMANAS) (OPORTUNIDAD DE SUS
HERMANAS DE HACER COSAS Y LA PERCEPCIÓN DE QUE ELLA NO HA
PODIDO HACERLAS)
C: Bueno… (ríe). No sólo mi padre, sino en general los adultos eran muy duros con los
niños, bueno… pero no todos los niños tienen la misma experiencia que yo. (DUREZA
DE SU PADRE Y DE LAS PERSONAS ADULTAS)
C: Bueno, ya te digo que yo era un poco bicho raro y entonces pues… mis hermanas,
por ejemplo, eran más pequeñas que yo las dos; pues mi padre a la segunda la adoraba,
es que era una niña modelo, yo también lo reconocía y, la otra como era la pequeñita
pues, pues era pequeñita tenía unos meses, era muy pequeña. Mi padre era a mí a la que
más exigía porque era la mayor, porque no conseguía… que hiciera las cosas tal y como
él quería y, él era muy tradicionalista y era una persona muy culta; fue un maestro, un
gran… los dos ¿eh? Mis padres eran dos maestros valoradísimos y…
(COMPARACIÓN CONSTANTE CON SUS HERMANAS)
C: Bueno, eso siempre está ahí, aún no lo he superado. Pues mi madre tuvo tres niñas y
era maestra y, entonces pues, mi padre tenía una escuela y a mi madre la mandaban a
otra porque era maestra provisional o porque las cosas estaban así. Entonces yo era
siempre la que iba con mi madre porque era la mayor. Mi madre tenía conmigo…
teníamos algo muy, muy estrecho entre nosotras, un vínculo muy estrecho.
(RELACIÓN CON SU MADRE) Mis hermanas también, (NO QUIERE QUEDAR
POR ENCIMA DE SUS HERMANAS) pero por ejemplo a la segunda, a mi madre la
ayudó mucho… la ayudaron mucho sus dos hermanas, mi tía Dominga y mi tía
Filomena, ¡vaya nombres! ¡Pobrecillas! Que eran unos cielos (ríe). Una era,
físicamente, una india mexicana, igual, y la otra era parecida a una mujer china. En mi
familia hubo cosas así muy curiosas; y eran unos cielos y eran… tenía cuatro hermanos
solteros y eran… a mi hermana Rosalía medio la criaron hasta los dos o tres años, que
ya mi madre tuvo una plaza en propiedad; (SUS TÍAS) y yo mientras tanto… me
233
llevaba a mí a todas partes; por Galicia, después tuvo que ir provisional a Castilla, a un
pueblo de la provincia de Palencia, y… el Valcabadillo y allí estuvimos un año y, ya
después pues… la relación con mi madre absolutamente cercana y entrañable y qué te
voy a decir, maravillosa, hasta que fui interna (silencio) a los 10 años porque cerca de
casa… (RELACIÓN CON SU MADRE)
C: No, mis hermanas estuvieron internas conmigo, ya cuando murió mi madre. Mi
hermana la pequeña aún estuvo un curso con mi padre; mi padre fue un padre
extraordinario que compraba las sábanas y las hacía a la máquina, las servilletas… fue
un hombre apañadísimo y, mi hermana la pequeña estuvo… estuvo dos o tres años con
mi padre mientras iba a la escuela antes de ir interna conmigo. (CUIDADO DE SU
PADRE) Después nos metió… estábamos internas… fueron al mismo colegio que yo
hasta que… creo que estuvieron un año nada más internadas en el colegio conmigo,
después las llevó al Colegio de Huérfanos de Zaragoza, de huérfanos de magisterio.
Hicieron allí la carrera y tienen un recuerdo maravilloso. De mis hermanas vive la
pequeña que es Mari Cruz y Rosalía murió hace ya 25 años, murió muy joven, como mi
madre, a la misma edad que mi madre. Y mi hermana pequeña vive ahora en Vigo. Está
casada allí y tiene hijos allí y hace mucho tiempo que no la veo, tengo muchas ganas de
darle un tirón de orejas, era muy rabisca, por medio la he criado (ríe), medio las he
criado a las dos, ¡claro! Era la mayor. Y fue una etapa durísima, la verdad, la
adolescencia, muy dura pero, bien, bueno, ahí estamos (reímos). (SUS HERMANAS)
C: Es que a mi madre le daba pena que mi padre fuera tan duro conmigo, yo a lo mejor
es que me lo ganaba a pulso porque yo era como una cabrilla, andaba siempre corriendo
por todas partes, nunca sabía si iba a llegar entera. Mi hermana Rosalía se sentaba en su
banquito, comía todo lo que le echaban, dormía todas las horas y la acostaban… era un
bombón de niña y, además, ella hacía lo que le daba la gana, lo ha hecho siempre, ¡qué
inteligente era! Mi padre la adoraba porque es que además ella se ponía a estudiar y
ocultaba el tebeo debajo del libro y entonces mi padre decía: “Pobrecita que se mata a
estudiar y se queda dormida encima del libro” y yo sabía que se dormía del libro pero
que tenía el tebeo debajo (lo cuenta riendo), yo no, yo ponía el tebeo encima y leía el
tebeo (ríe). Entonces claro, mi padre me perseguía un poco más; tenía miedo de que
algún día… me encantaba cantar y bailar desde que era pequeña y él temía y, me lo dijo
más de una vez, que algún día me dedicara a la farándula y que me convirtiera en una
cosa que tenía mal nombre, porque mi padre para eso era terrible, era muy fanático en
234
ese sentido pobre (ríe). (RELACIÓN CON SU PADRE PERO SIEMPRE EN
COMPARACIÓN CON SUS HERMANAS) Y era muy generoso porque había un
pobre que todos los viernes… lo poco que tenía mi padre que… maestro de la
posguerra, sin el sueldo ya de mi madre, darnos carrera a las tres, vendiendo sus
finquitas y lo que tenía, sus pino, esas cosas…para un pobre siempre había comida en
mi casa. Era una gran persona pero… digo la palabra bruto con cariño porque conmigo
era muy bruto (ríe). (DESTACA LA BONDAD DE SU PADRE)
C: Si, el pobre…
C: Una curiosidad, por si sirve como anécdota y en algo puede que marque la vida mía
y la de cualquiera. A mi padre y a sus hermanos los crió un tío cura, un tío cura y su
hermana porque sus padres murieron de la peste de tuberculosis que hubo, moría la
gente. Entonces este tío cura era también durísimo, durísimo pero era también una gran
persona, eran aquellos tiempos… y su hermana que era una mujer bellísima, no pudo
casarse porque antiguamente las hermanas del cura, tenían que cuidar del cura toda la
vida. Y a mi madre, la crió otro cura hermano del abuelo porque el abuelo no podía
darle carrera, era una persona de una cultura… no había estudiado una carrera, era un
hombre culto hasta cierto… en la aldea hasta cierto punto nada más; académicamente
no tenía… entonces como también se murió mi abuela y dejó a cinco niños pequeñitos
recién nacido el pequeño… Este tío cura le dio carrera a mi madre y sus hermanos no
quisieron prefirieron seguir siendo campesinos y eligieron muy bien porque fueron muy
felices. Pero a mi madre le pagó el colegio y toda la carrera en las Madres Carmelitas de
Ourense que era el colegio de las niñas finolis (reímos). Y así… Todo eso marca,
quieras que no, si. Fue una vida muy distinta a la de mis amigas en todos los aspectos,
no sé. Tuve muchas cosas buenas también que recordar, muchas cosas bonitas. Yo me
quedo con lo mejor siempre. (HISTORIA FAMILIAR DE SUS PADRES
MARCADA POR LA RELIGIÓN)
C: Había un índice en el que los mejores escritores españoles… porque los consideraban
que no eran adeptos al régimen… bueno, muchísimos emigraron y otros desaparecieron
de la sociedad aunque siguieron escribiendo, estaban prohibidos y para niños nada, no
había libros infantiles prácticamente. El primer libro de niños que tuve fue un regalo
que me hicieron y era un libro racista a tope, un libro con poquitas páginas, que se
titulaba Pepito, el negrito que quería ser blanquito; era un niño negrito que estaba triste
235
porque era negro y entonces bebió mucha leche de vaca hasta que se volvió blanco, ese
era el cuento. Fíjate tú qué maravilla de cuento, ¿no? Nunca lo he olvidado. Y después
hubo una inspectora que escribió unos libros, ¿cómo se llamaba? Maribel y su familia,
una cosa así; como tres o cuatro libros. Mi padre me los regaló cuando yo tenía… era
adolescente y eran unos libros horrendos. Mi padre, es que el pobre, tenía un concepto
muy amargo de la vida por lo mal que lo habría pasado o lo que sea. Y eran unos libros
de una huérfana a la que su padre la maltrataba, le hacía pedir limosna, venía borracho;
ese era el tema de los libros. Y yo leía poquito, era cuando murió mi madre también y
que me ponían tristísima y entonces yo ahora le decía a mi padre que si, qué le iba a
decir, no le iba a decir estos libros son horribles, ¿no? Y nada. Y los leía pero, nada.
Entonces pues mis padres se las apañaban con nosotras, con mis hermanas y conmigo,
con los alumnos a veces, contando cuentos tradicionales que a lo mejor los niños no
conocían o de textos clásicos que podían conseguir, o también de episodios de la
historia de España que a los niños les gustaba mucho, por ejemplo, Los Hombres
Primitivos, las Campañas de Indíbil y Mandonio que eran los jefes de unas tribus, eso
me encantaba, esa época… Viriato, Guzmán el Bueno, todas estas cosas. Mis padres se
valían de la historia también. (LA LITERATURA EN EL FRANQUISMO)
C: Se llamaba María, como tú. María Josefa.
C: Todo el mundo la llamaba Doña María, Doña María, era un sol, un cielo de mujer.
Me ha influido muchísimo. El poco tiempo que la tuve me ha influido muchísimo en mi
manera de ver la vida. Se ve que también tengo un carácter parecido al de ella, pero la
visión que tenía ella de la vida… ella y mi madrina, la que parecía una china que era un
sol también. (RELACIÓN CON SU MADRE)
C: ¡Filomena! Filomena, la que parecía una chinita. Y la tía Dominga que parecía una
india americana era un cielo también, ¡más buenas! Si, las quería mucho y a mi tío Juan
que me peleaba con él y me tiraba piedras (reímos). ¡Tenía una puntería! Es que parecía
que practicaba a escondidas. Yo imagino que era muy joven entonces mi tío Juan.
Porque yo tenía unos 8 o 9 años y se fue… dijo que tenía más edad de la que tenía para
poder ir voluntario a la Guerra y el abuelo, mi papá Manuel, que era un cielo también,
se echó a llorar y le dijo: “ ¡No vayas! ¡No vayas a la Guerra, no vayas! No tienes
edad”. Pero fue. Entonces perdió una pierna por aquí (indica la altura de la pierna) y
entonces era mutilado de guerra y tenía un sueldecito, aparte de que tenían un capitalillo
236
bueno mis tíos también. Y yo recuerdo cuando se levantaba de la cama que decía: “¡Me
cago en Franco, me cago en Franco! Cuando dormía yo en casa de las tías (ríe).
Entonces él siempre insultaba a mis tías, como era un caballero mutilado… Y entonces
yo le decía: “¡No te consiento que digas eso de mis tías porque ellas son muy buenas”.
(DEFENSORA) Y entonces yo lo que hacía, es que le decía: “¡Cojo, cojo!” y echaba a
correr y, entonces él me cogió una manía terrible (ríe). Entonces aprendió a tirar
piedrecillas o a lo mejor es que ya sabía y tenía… sabía por dónde iba a pasar y me tira
chinas, pero ¡es que me daba siempre! Y yo digo: “¡Cómo lo voy a vencer!” (reímos).
Yo imagino que a lo mejor él no tendría ¡más que 30 años! Y ¡a mí me parecía un viejo!
O menos de 30 años, por ahí tendría. Y entonces, digo yo: “Este me las va a pagar”. Yo
tenía mucha imaginación para esas cosas y, entonces, cuando me tiraba piedras… en
una aldeíta, que las casas eran todas… había 20 habitantes o así, empecé a gritar: “¡Ay,
ay, ay que me ha dado, que me ha dado, ay que me ha dado con una piedra!”. A mis tías
no podía decirles que me tiraba piedras porque si no, les decía que lo insultaba y eso
nunca me lo hubieran consentido y le llamaba cojo (reímos). Y entonces primero le
decía: “¡Cojo, cojo, píllame, píllame!” y, entonces después se ponía furioso y empezaba
a tirarme piedras y a gritar (ríe mientras lo cuenta). Las vecinas salían y decían: “¡Qué
te parece! ¡Tirándole piedras a la niña!” (reímos). Y entonces yo lo vencí en ese
sentido y, se lo tomó tan en serio que yo creo que influyó para que se fuera a vivir a la
capital, a Ourense, son su sueldecito, ¡ojalá no hubiera sido por mi culpa! (ríe). ¡Ha
vivido como un rey en un hotel!, ¡ha vivido como un rey! Y cuando pasaron los años y
yo ya no podía ir a verlo porque no tenía dinero y, porque estaba en Canarias. Y
entonces, cuando volví una vez a Galicia, estaba siempre en una terraza muy elegante en
un café y estaba siempre allí y, lo fui a ver y a darle un beso. Yo pensando, bueno, ahora
nos vamos a reír los dos un rato de aquellas cosas, entonces lo que hizo fue que se
levantó y se fue y, me dejó plantada. No te cuento todo lo que hizo pero… (ríe). Me dio
mucha pena, ¿no? Porque para mí fue una cosa de cría, tenía 7 u 8 años, defendía a mis
tías y no me gustaba que un caballero… porque mi padre nos contaba cuentos de
caballeros y no hacían esas cosas. Y luego, por otra parte, confiaba muchísimo en mi
porque había tenido una novia que se murió de tuberculosis, se llamaba Rosita y me
enseñaba la fotografía y era preciosa de guapa y se murió. Entonces él, me decía que
nunca más tuvo una novia, ni quiso a ninguna otra mujer. Me contaba que antes de irse
a la Guerra le dio un beso y yo le decía: “¡Qué asco! ¿no?” (reímos) “¡Cómo que qué
asco!”, yo decía: “¡Eso es pecado!”. (INFLUENCIA DE LA RELIGIÓN) Pero
237
vaya… yo era su confidente, menos cuando se metía conmigo e insultaba a las tías que
sabía por donde le dolía… ¡Qué bruta era yo también! (reímos). Tengo un cuento escrito
para él, pobrecillo. Es que era muy raro, era muy raro, el tío Juan era muy raro y,
además, era el más pequeño y lo habían mimado ¡uuufff! Ese se murió… se murió mi
abuelilla cuando nació él, si, murió en el parto. Y claro, los hermanos que eran un
poquito mayores, eran cinco críos pequeños, pues lo mimaban mucho. Y entonces, se
hizo una persona muy engreída. La única que le plantaba cara era yo (reímos).
C: Si, igual me lo merecía. A saber lo que habrá sufrido el pobre… En vez de pensar
que yo era una cría…
C: Claro, los niños hacen sus juicios y muy justos a veces. Hay que dejarlos que se
expresen aunque… me decía: “¡Mal educada, mal educada!” y luego me veía comer las
patatas fritas con las manos, que mi padre no me dejaba, “¡Se lo voy a decir a tu
padre!”, “¡Y yo le voy a decir que insultas a mis tías!”. Siempre estábamos en guerra,
¡qué elemento! (TODO LO ANTERIOR RELACIÓN FAMILIAR EXTENSA)
C: Pfff. Yo creo que mi madre estaba enamoradísima de mi padre. Mi padre era un tío
buenísimo, según me han dicho. Era un tío muy atlético, tenía los ojos verdes. Mi
familia ha habido… mi padre era el único que tenía los ojos verdes en esa familia, pero
en la de mi madre, ¡había unos ojazos verdes en los curas, en la familia! Y había gente
guapísima, en la familia de mi madre había gente guapísima. Y mi padre no era guapo,
era un tío interesante, muy atractivo y, eso. Mi madre estaba enamoradísima de él. Y mi
padre a su manera, porque el pobre… era muy fanático de sus ideas. Pero bueno, se
llevaban muy bien, yo jamás he oído un disgusto ni… pero claro, en Galicia a los
hombres se les respetaba muchísimo y, yo, incluso heredé eso también y, en fin, así he
salido (reímos). Cuando vine aquí y veía cómo mis compañeras que a veces estaban con
los maridos, eran compañeros ella y él,… yo en la playa y yo veía como las mujeres les
contestaban a los hombre y decía, “eso en Galicia no lo harían en aquellos tiempos”.
(RELACIÓN DE SUS PADRES –GÉNERO-)
M: ¡Fíjate! Aquí se supone que teníamos una mentalidad mucho más retrógrada…
C: En ese sentido pero yo veía que las mujeres trataban a los hombres… y los hombres
my bien a las mujeres, al revés que en Galicia. Mis tíos tenían un criado, mis cuatro tíos
solteros estos que tenía. Lo cogieron con 12 años y le han dejado toda la herencia y se
238
ha convertido en el tío más rico de eso y, me alegro porque además, porque Ramón fue
como un hijo para ellos, era una persona muy buena, además. Y en el comedor, que era
un comedor súper humilde, vamos, que allí no había lujos. Pero en la casa de mis
abuelos que era una casa grande, la casa más grande del pueblo; pues mi tío y el criado,
comían en el comedor y las hermanas de mi padrino, mi tío, comían en la cocina, no
comían con los hombres. Los hombres eran aparte y las mujeres aparte. Eso me llamaba
mucho la atención. No sé si en las otras familias ocurría, pero allí sí. Como eran
hermanos los cuatro. Pues mi tío Juan, el cojillo (ríe) se fue para Ourense.
C: No, no.
C: Si, en mi casa no pasaba eso, no. Las mujeres eran quizá las que mandaban, no digo
en el caso de mis tíos porque eran hermanos pero en caso de los matrimonios, yo creo
que la mujer muy dulcemente, muy mansamente… El hombre era el que mandaba pero
la mujer conseguía sus cosas de otra manera. (TODO LO ANTERIOR: ESTILO DE
VIDA EN GALICIA-GÉNERO-)
C: Claro, por la edad. Les correspondió estudiar en la República.
C: No lo sé.
C: Es que como mi padre era muy de derechas hasta que conoció la Democracia y tardó
unos años en darse cuenta de lo que era, ¿no? Porque él nació también de otra manera y
él era un adolescente cuando la República. Y mi padre lo que si decía era que la
República llenó de libros las escuelas, por ejemplo. Que los Maestros… eso no me lo
dijo mi padre pero lo he oído muchas veces, que fueron los Maestros mejor preparados
de la historia de España y mis padres eran dos pedazos de Maestros. Eran dos personas
cultísimas que además, valoraban la cultura y eso influyó muchísimo en nuestra
educación. Y otra cosa curiosa que decía mi padre es que tenían unos sueldos
fantásticos. Mi madre no tuvo sueldo porque terminó la carrera ya con… en tiempo de
la Guerra o… y las oposiciones las aprobó cuando, cuando nací yo. Por problemas de la
Guerra y de todas estas cosas. Estuvo como interina mientras. Pero mi padre dice que en
la pensión en la que vivía que había un Médico y otro también que tenía un cargo
importante y dice, “Mi sueldo era tan bueno o mejor que el del Médico”. (ESTUDIOS
Y PROFESIÓN DE LOS PADRES)
239
C: Yo cuando era jovencilla e iba con mis amigas a sus casas, las abrazaban la abuelica,
la madre, el padre…, les daban besos y yo decía, “A mí nadie me da un beso nunca”. Es
verdad, yo no tenía a nadie nunca que me diera un beso, era un desierto, si, muy fuerte.
(FALTA DE CARIÑO EN SU INFANCIA)
Personalidad Concha niña
…yo fui desde niña una niña muy atrevida; no sé si vale que te cuente esta anécdota,
pero yo me escapaba a gatas de la escuela donde estaba mi madre y me metía debajo de
un caño de agua de estos, ya sabes lo que llueve en Galicia. Y habíamos nacido en el
pueblo tres niños, más o menos en los mismos días… en quince días. Y entonces yo ya
cuando podía valerme por mi misma me escapaba y entonces… pues la lluvia recogía,
¿cómo se llaman? los canalones estos, me sentaba allí, debajo de la lluvia y mi madre
me encontraba allí (ríe mientras lo cuenta). Entonces cogí la difteria, los otros niños se
murieron y yo no. O sea fui una niña un poco rebelde, no rebelde mala, sino, que tenía
mi propia vida desde pequeña, no? Desde pequeña tenía mis propias ideas y en aquel
ambiente en el que tenías que obedecer a todo, a todo, a todo, pues me costó muchas
lágrimas y algunos castigos importantes también a lo largo, incluso de los primeros
años. (ATREVIDA Y REBLEDE PARA LA ÉPOCA)
Y yo era el garbanzo negro desde que nací, porque yo andaba como las cabras por el
campo, me subía a los árboles, iba con los niños a robar fruta a la huerta, a veces de los
padres de los mismos niños y, bueno, te puedes imaginar, no te puedes imaginar. Y
entonces yo daba mucho trabajo, era muy difiscosa para comer, daba mucha lata para
comer, no me gustaba dormir, bueno…
…como yo era la más gamberra, yo creo que era buena niña pero… mi madre me decía:
“Tú eres la mejor de tus hermanas”, pero yo creo que me lo decía para consolarme de lo
duro que era mi padre conmigo.
Únicamente que a lo mejor nos parecíamos mucho y yo tenía mi manera de ser y en
aquellos tiempos había que obedecer a rajatabla, para mi padre. Entonces eso me marcó
muchísimo, muchísimo a la hora de comprender a los niños cuando llegué a ser
maestra,... (PERCEPCIÓN DE SÍ MISMA)
C: Pues que era muy callada, que estaba muy tímida. Redondela es una ciudad preciosa
de allí, no sé porqué, qué tendría él que ver con Redondela; y yo no me atrevía ni a
240
hablar, sobre todo por eso (ríe). Me intimidaba mucho, me sentía intimidada, vamos; no
se metía conmigo más de otra manera, pero a mí eso me daba rabia, que me llamaran
cantinho de Redondela. (TIMIDEZ)
C: Bien, si. Bueno, mi experiencia fue un poco… digamos a parte porque era una niña
con… digamos, un poco bicho raro; que me gustaban todas las cosas que le gustaban a
todos los niños pero… tenía un carácter un poco especial, siempre decía lo que
pensaban aunque me riñeran o me castigaran y eso.
C: ¡Qué caro me ha costado ser una niña imaginativa! (PERCEPCIÓN DE SÍ
MISMA)
… y yo… yo que sé, tenía mi manera de ser y no era tan obediente, a lo mejor; era
obediente porque le tenía miedo pero… el no ser muy comprendida por mi padre como
comprendía a mi hermana, por ejemplo, pues… me dolía mucho, eso me ha durado toda
la vida pero bueno, ya de mayor ya me reía y decía y eso… pero de niña me marcó
mucho y también la lejanía de los adultos, de los profesores. (MARCADA POR LA
RELACIÓN CON SU PADRE)
Yo soy como una tumba para mis cosas que considero importantes y eso no es bueno. A
mí me marcó en ese sentido, la distancia, los profesores tan duros, te humillaban con
frecuencia en la clase si no hacías las cosas tal como querían y, aún así, no tengo mal
recuerdo de ellos; yo los recuerdo con aprecio porque ellos eran una muestra de lo que
existía, igual ahora también sigue existiendo mucho de eso, desgraciadamente. En las
aulas sigue existiendo mucho también, no tanto, pero la dureza, la frialdad y, es que con
los niños no se puede ser frío, no se puede ser duro; es mucho mejor una palabra de
aliento o una reflexión, que una regañina. (MARCADA POR LA RELACIÓN CON
EL PROFESORADO Y LAS PERSONAS ADULTAS)
M: Eso decías el otro día que siempre te quedabas con lo mejor de las cosas.
C: Si, si. La vida es una experiencia dura, para mí, por muchas cosas que no te voy a
contar. Ha sido una experiencia muy dura, pero también es muy bonita y si te queda…
siempre he sido muy optimista, siempre veo el vaso medio lleno siempre hasta arriba y,
eso me ha ayudado muchísimo, muchísimo en la vida para soportar muchas cosas.
(OPTIMISMO)
241
C: Si, ni yo, ni yo, ni casi ninguna chica porque sólo las que eran muy afortunadas o las
que tenían un carácter como el mío pero más guerreras porque yo posiblemente tenía un
carácter que… que si hubiera vivido mi madre yo hubiera sabido defenderme de otra
manera, pero yo con mi padre no podía defenderme entonces aprendía a aceptar,
aceptar, aceptar, a callar, a callar, a callar y, eso después me ha hecho daño para muchas
cosas; tengo que agradecerle todo lo demás a mi padre, ¿eh? Que no le guardo la menor
cosa por eso, él lo hizo lo mejor que sabía y lo hizo muy bien, pero a mí me ha
convertido en una persona muy introvertida para las cosas importantes, muy tímida y
etc. (MARCADA POR LA RELACIÓN CON SU PADRE)
C: Siempre me han llamado la atención las personas raras, quizá porque yo también lo
era, si (ríe). Me entendía muy bien. (EMPATÍA)
Me costó muchos disgustos y castigos cuando era cría. Yo no me rebelaba pero hacía lo
que quería (ríe). O sea, no me rebelaba abiertamente, pero luego… Te pongo un
ejemplo, en la aldea donde nací, mis tías lavaban la ropa y la gente de la aldea y, la
tendían de noche en los prados para que con la luz de la luna y un poco de ceniza que le
echaban, no existía la lejía, blanqueara. Entonces, cuando estaba de día la regaban o me
decían cuando estaba allí en las vacaciones y me decían, “Échale agüita a las sábanas y
agua con jabón” y la echaba. Y mis tías me decían, en aquella época nadie robaba,
“Mira, siéntate allí en el prado a jugar y si ves que alguien se lleva alguna ropa, gente
de otro pueblo, pues nos lo dices”. Y yo me sentaba con 7 u 8 años allí en una esquina,
ni miraba la ropa, porque yo decía, “Si alguien la roba ¿qué hago? ¡Menuda vergüenza
decirle que no robe! Y ¿cómo le digo a mis tías que es que no estaba vigilando?”. O sea,
me encontraba en esas encrucijadas, ¿sabes? o si la gente me decía, “¿Qué habéis
comido?”. Mi padre me decía, diles, “Lengua de preguntadores”. Porque claro, como
eran los Maestros… la gente tenía que comer en las aldeas porque eran agricultores
todos, no pasaban hambre. Y decían, “Los Maestros con el sueldo que tienen…”.
Bueno, mis padres tenían dos sueldecillos en aquel momento, no hemos pasado hambre
tampoco. También tenían alguna finquita. Y yo decía: “Huevos con patatas fritas” o
decía lo que habíamos comido y después mi padre me preguntaba “¿Qué has dicho?”
“Pues he dicho lo que hemos comido”, “¡Ah, ah! ¡Esta mujer no tiene arreglo!, ¡Esta
niña es tonta!” (ríe). Pero es que me parecía horrible decir otra cosa, yo no necesitaba
mentir. Nunca. (SU CARÁCTER Y SUS RELACIONES FAMILIARES) Y mi
madre me decía, “Existen dos clases de mentiras: las mentiras oficiosas y las mentiras
242
perniciosas”. Me lo decía a mí sola porque mi madre y yo nos entendíamos muy bien.
Me decía, “Las mentiras oficiosas pueden salvar de un apuro, es una disculpa, por
ejemplo. No son pecado. Porque la palabra pecado está en todas partes. Pero las
mentiras perniciosas es decir una cosa que no es verdad de otra persona, levantar una
calumnia y esas son un pecado muy grande, es una cobardía también”. Me lo explicaba
mucho. Y ya te decía que mi madre ha influido mucho en mi manera de ver la vida
también y me comprendía, mi padre no (ríe). Pobrecillo, habrá sufrido más que yo
seguramente. “Esta mujer no tiene arreglo. ¡Esta niña no tiene arreglo!”.
(INFLUENCIA DE LA RELACIÓN CON SU MADRE)
C: Siempre me han llamado la atención las personas raras, quizá porque yo también lo
era, si (ríe). Me entendía muy bien. Tenía una amiga que nunca tuvo ningún amigo ni
amiga, más que yo. Y estaba absolutamente introvertida porque era una chica muy alta y
yo era una chica alta cuando… entre mis amigas pero ella era… medía cerca de 1,80 m
y era preciosa físicamente pero cuando iba con las amigas y las compañeras de curso
eran tan bajitas todas, que todo el mundo se metía con ella. Se “introvirtió” de tal
manera que lo pasaba canutas, ¿eh? Lo pasó muy mal, muy mal y, yo era su amiga y
confidente y me entendía con ella también. Por eso te digo que yo tengo un punto de
bicho raro (reímos).
C: No sé (ríe).
C: Pero es una pena no escucharlas porque a veces son más lúcidos que… Y es esta
chica era una chica cultísima. Cuando yo tenía 14 años y ella 17, abrieron en Carballino
una biblioteca pública y no salíamos de allí, de la biblioteca. Pero ella es que tenía una
cultura… porque se cerró en sí misma pero… después estuvo de criada porque la madre
no la quería para nada, el padre se murió y la madre la maltrataba, estas cosas. Estuvo
de criada, después se fue a Alemania, se casó con un dentista. Y ahora vivía… hace
unos años quedé con ella otra vez porque tenía un amigo Policía que era amigo de mi
hijo y me encontró la dirección y, vive en Mahón o por ahí. Se llamaba Tita, Agustina.
C: Si, creo que sí. Creo que sí, ojalá. (EMPATÍA)
Internado
…luego fui interna, y a lo mejor estoy corriendo mucho, a los diez años cuando aprobé
el ingreso fui interna a un colegio de monjas.
243
C: Lo hicieron por cariño porque mis padres ya cuando yo tenía 10 años eran los
maestros de un barrio de Carballino, Carballino es el pueblo de los pulpeiros y ellos
eran los maestros del barrio de los pulpeiros, pero mi madre no llegó a ejercer porque
enfermó y no pudo ser, pero hemos vivido allí hasta que… hemos vivido allí pues hasta
que… casi 20 años o mi padre más aún. Entonces cuando tenía 10 años, nuestra casa y
nuestro barrio era del casco de Carballino pero era aldea y Carballino era pequeña
ciudad, entonces el barrio de los pulpeiros era otra cosa. Y entonces había un kilómetro
de distancia y mis padres para que no me mojara, para que no pasara frío, me metieron
interna…en eso… también para que las monjas me enseñaran a comer, según decía mi
padre (se ríe), yo que sé, eso es lo que me decían. Y eso fue para mí una cosa tremenda,
separarme de mi madre, fue tremendo (se emociona). (CUÁNDO Y POR QUÉ SE VA
INTERNA)
C: Lo peor fue eso, pero después yo me adapté.
C: Sí. Entonces el paso fundamental fue el internado. Fue…un modo de vida,
completamente distinto, ¿no? Un internado muy rígido, pero… yo no me sentía mal allí,
como en mi casa había más soledad y más tristeza, pues yo, incluso tenía miedo a las
vacaciones. Y entonces, en el internado, pues es como, como un pequeño país. Como
una… allí hay como un resumen de lo que es el mundo. (OTRO MUNDO) Entre las
mismas monjas, había monjas muy diferentes. Había categorías entre ellas, que a mí me
parecían fatal, ¿no? Porque había una monja que era un poco más despreciada, como era
la cocinera, que era la Madre Belisaria, había la Madre Soledad, que el nombre no podía
venirle más a pelo porque era sorda, pero era un dulce de monja y era la maestra de las
“niñas gratuitas”, de las pobres. Nosotras… yo estoy interna no entraba… pero las niñas
externas entraban por la puerta principal del colegio, las “niñas gratuitas” entraban por
un pontón que había en la esquina del patio y allí mismo, había el aula de las “niñas
gratuitas”. Teníamos prohibido hablar con ellas. Y…hacían el recreo aparte, si es que
hacían recreo, que creo que no. Yo no lo recuerdo.
C: Había una marginación... Sí, eran los tiempos también, ¿sabes? Y yo no culpo a las
monjas porque las monjas hacían lo que aprendieron a hacer y, entre ellas había mejores
personas y peores personas también y, había personas extraordinarias. Y entonces nos
castigaban a veces a ir a las clases de las “niñas gratuitas”. Como a mí no me gustaba
estudiar latín, de lo cual, me arrepiento mucho porque ahora me hubiera
244
encantado…pues me castigaban a ir allí y yo me lo pasaba pipa pues allí tenía un
grupillo de amigas y entonces pues me gustaba mucho estar con ellas. Suspendí latín en
junio y tuve que ir en septiembre pero valió la pena (reímos). Entonces, a ver, ¿qué más
había? (MARGINACIÓN Y SEGREGACIÓN POR CLASES SOCIALES) Nos
marcó mucho una monja que se llamaba la Madre Esclavitud, fíjate si el nombre le va
también. Era una morenaza graaande (hace gesto), navarra, enorme, con la piel muy
oscura parecía mulata pero no lo era. Era tremenda, las monjas le tenían miedo y
nosotras le teníamos pánico, le teníamos pánico. A mí cuando me llamaba, íbamos
temblando… como una vara verde.
C: El sistema que seguía con las internas. Le teníamos horror. Tanto es así, que las niñas
internas mayores, yo cuando estaba ella entonces era de las pequeñas-medianas, 10, 11,
12 años; pues… las mayores le gastaban a veces trastadas porque era muy miedosa.
Todas las personas crueles son cobardes. Y entonces, cuando se reía, se reía a gritos,
pocas veces. Y luego nos maltrataba mucho; maltrataba incluso a la monja que la
ayudaba, la Madre Margarita. Había un pasillo encerado, con unas bayetas que había
para poner los pies para poder pasar; la Madre Margarita era muy vieja y era pequeñita
y redondita; entonces le daba miedo poner las bayetas porque se caía; y entonces la
Madre Esclavitud la vigilaba (ríe): “¡¡Margarita, Sor Margarita!! ¡¡Venga aquí!!¡Sor
Margarita! ¡Ponga los pies en las bayetas!” Porque era limpísima, la Madre Esclavitud
era limpísima; entonces la ponía, le pegaba un empujón y la mandaba contra la pared de
enfrente (ríe). Esto es verídico, ¿eh? Y a nosotras pues te puedes imaginar. Una de las
experiencias duras, pero, pero… me parece maravillosa al recordarla, fue que un señor
que tenía un cine en Caballino; era un señor my alto, no recuerdo cómo se llamaba; muy
elegante, parecía un dandy de aquellos tiempos. Tenía mucho dinero y no se porqué se
le ocurrió que los sábados por la tarde, ponernos a las ocho de la tarde, de ocho a diez,
las películas mudas de Charlot, que eran una joya. La mayoría de las niñas que venían
de los pueblos, estaban internas porque los padres habían emigrado, no habían ido
nunca al cine y no sabían lo que era y, yo lo mismo; yo casi no había ido al cine nada
más que una vez o así. Y entonces ponía la película de Charlot en el salón de estudios
que estaba abajo y arriba estaba los dormitorios nuestros y el baño. Entonces, la Madre
Esclavitud nos reclutaba a las que quería, diez o doce, y cuando empezaba la película
nos decía: “Fulanita, fulanita, fulanita… ¡arriba!” Y nos teníamos que ir arriba, nos
encerraba en el baño, pero desde allí se oía la película. Entonces nos hacía coger la ropa
245
para coser; si teníamos algún tomate en los calcetines o lo que fuera o alguna tarea, lo
que sea y nos hacía cantar la Salve Regina una por una; y si no nos gustaba, y si no le
gustaba cómo la cantábamos, mandaba a las otras a que se rieran y… entonces, cuando
le parecía o cuando ya la película estaba acabando; nosotras oyendo la película y a
veces lloraban, a mí nunca me vio llorar, nunca, digo: A mí nunca me ves llorar; y
entonces nos mandaba abajo, entonces las películas de Charlot, algunas niñas vimos lo
que nos tocó (reímos). Yo no sé porqué estaba yo entre las acusadas porque yo no me
metía en nada y, se metía con las más tranquilas, siempre con las pequeñas, era horrible
de mala de cruel que era.
C: No, no, no. Ella atendía el internado. Y no nos explicábamos cómo. Bueno, los
castigos que aplicaba eran tremebundos, humillantes, etc. Pero las monjas creo que le
tenían miedo también; (MIEDO, MALTRATO Y HUMILLACIÓN) bueno, esto
como anécdota, tremenda; hay infinidad de ellas; y un día las internas mayores; en el
dormitorio nos dimos cuenta que estaban montando algo porque se reían mucho;
teníamos que estar en silencio absoluto en el dormitorio, como no andaba por allí,
aprovecharon. Y al día siguiente, a las seis de la mañana que era cuando tocaban a
maitines para que las monjas se levantaran y fueran al coro a rezar; el coro estaba en la
misma planta que los dormitorios y entonces oímos unos alaridos, unos gritos horribles
de la Madre Esclavitud corriendo y gritando (reímos) por el pasillo encerado y, qué
había ocurrido, pues que las internas mayores, cansadas de tantos atropellos, con una
almohada hicieron una muñeca, del tamaño de una almohada, le pusieron piernas, le
pusieron zapatos, la vistieron con un uniforme de paseo, le pusieron el sombrerito
ridículo que llevábamos cuando salíamos a pasear y la colgaron del cuello en la
campanilla de tocar a maitines. Total, que a la Madre Esclavitud le tocaba aquella
semana tocar a maitines y, cuando fue y tiró de eso que era una niña ahorcada (reímos);
y eso eran unos gritos… Por supuesto, no denunciamos a quienes fueron pero lo
pudieron investigar, a saber cómo y las expulsaron, las expulsaron del colegio. Pero
bueno… son cosas que nos divertimos mucho. Luego nos enteramos de que la Madre
Esclavitud, ya por protestas de los padres, del momento en que expulsó a las niñas y los
padres se enteraron de las cosas que nos hacía, pues, la mandaron a cuidar de los
enfermos de un psiquiátrico. Mira, nos reíamos… hemos llorado de risa infinidad de
veces pensando en las cosas que haría a los pobres y ojalá pensando que ellos le hicieran
246
a ellas faenas también (reímos). Son historias que quieras o no, te marcan, te marcan
mucho, ¿no? (ANÉCDOTA, COMPLICIDAD ENTRE LAS COMPAÑERAS)
C: En esos años, claro, la obediencia era ciega.(IMPORTANTE PARA EL
CONTEXTO) El internado era duro, pero yo tengo buen recuerdo de las monjas;
incluso ahora cuando entro en un claustro de este tipo me siento como un poco
reconfortada por dentro, no sé, para mí fue un apoyo importante; y se lo agradezco
mucho a pesar de la Madre Esclavitud (reímos). Gracias a ella nos hemos reído
después… (INTERNADO COMO APOYO EN SU VIDA PERSONAL)
C: Si, si no eran malas. Yo recuerdo especialmente a la Madre Caridad que era una
monja cubana, guapísima, que era la sacristana de la capilla, los domingos abrían para
que la gente pudiera ir a misa allí; y era tan guapa que iban todos los chicos a misa al
colegio por verla poner los manteles (ríe), por verla encender las velas; y esas cosas, era
la más linda de todas. Y luego había la Madre Pilar que era un genio, cultísima, era hija
de una familia riquísima de Vigo, era una dibujante maravillosa, tenía una letra perfecta
y nos daba francés; yo no aprendí nada de francés, pero bueno (ríe), la recuerdo con
muchísimo cariño. Y… y después pues teníamos un profesor que estaban todas
enamoradas de él porque era una belleza de hombre; yo no, porque yo… a mí nunca me
gustaron los guaperas ya desde muy joven, pero si… yo creo que hasta alguna monja,
porque es que era guapísimo el hombre; y que nos daba lengua y literatura, fue un ¡gran
profesor! Que me influyó un montón a la hora de leer y de escribir.
C: Pues… era muy católico y tenía ocho hijos; y tenía a penas treinta y pocos años; y la
mujer era preciosa también. Vivía en Ourense, a 29 Km y, entonces venía en moto, con
el invierno y el frío que hacía en Galicia; desde Ourense llegaba el pobre hecho unos
zorros siempre, mojado; a mí me daba mucha pena, pero fue un gran profesor con el que
nos reíamos, con el que… nos leía, con el que… nos enseñó a leer.
Y… y este señor que se llamaba, el Señor Tabarés, pues, tengo un enorme recuerdo de
él y del Señor Pereira que venía también desde Ourense, pero tenía mejor situación
familiar y nos enseñaba química; a mí me gustaba mucho la química, la física no, pero
la química si me gustaba bastante, hasta que llegamos a la química orgánica que me
perdí (reímos); ya me perdí. (RECUERDO DEL PROFESORADO) Y ¿qué más te
puedo contar? En el diccionario había también racismo; teníamos una niña que era hija
de un gallego y de una india mexicana, que era una princesa mexicana: y era… la niña
247
era una india físicamente; y la pobre pasó las de Caín por el racismo de algunas
compañeras e incluso de algunas monjas; y a eso entonces no le llamábamos racismo
porque no sabíamos qué era eso, pero si, crueldad. Y yo la quería mucho, se llamaba
Ana, ¿qué habrá sido de ella?, pobrecilla. Después su padre se enteró de que lo pasaba
mal y se la llevó.
C: Nunca, nunca, nunca. Su padre vivía en México y no se… era un hombre ya
mayorcillo; yo lo vi una vez y ya no se qué fue de ella. Y otra interna también era un
poco desestimada por las monjas, porque era de una familia, digamos, de aquellas… en
fin… criticadas moralmente, no sé porqué. (RACISMO SIN SABER QUE ERA
RACISMO)
C: No, no, no. No, porque, yo allí hice el bachillerato de magisterio interna y me
examinaba por libre; y el profesor no discriminaba; a mí como era tan callada… porque
yo normalmente hablo muy poco y… me llamaban cantinha de Rendodela y me daba
una rabia que me llamaran cantinha de Redondela.
Y… y era una persona encantadora, que no puedo decir otra coas de él, buenísimo; y
¿qué más te puedo contar del internado? Bueno, infinidad de cosas.
C: Pues estuve hasta casi los 18 años, hasta que terminé Magisterio.
C: Si.
C: Me examinaba en Ourense, en la Escuela de Magisterio pero por libre. Empecé a los
10 años y terminé allí casi a los 18.
C: Pues, yo no hice el bachillerato superior, sino, que hice sólo hasta la reválida de
cuarto.
…menos en el colegio de las monjas que hacíamos allí incluso la carrera de magisterio
y, allí estuve interna siete años, siete cursos. Y entonces pues, despedirme de mi madre
fue algo horrendo. (ESTUDIOS)
Y el internado fue… separarme de mi madre fue lo peor y, la libertad que yo tenía… (se
apena). Cuando llegué y vi aquel palacio, era como un palacete, como un... como se
dice en Galicia, un pazo que era de una familia célebre que fue pariente de mi familia,
muy lejana. Y yo vi a las monjas y… y así, vestidas de largo y aquella puerta que se
248
cerró, fue una experiencia durísima… sobre todo eso. Y ya mi madre y ya no disfruté
nunca más de ella, no la veía casi nunca ni ella a mí, pero debió ser aún para ella y ya
está. (SEPARACIÓN DE SU MADRE)
HISTORIA FAMILIAR
Pre-boda y boda
Yo el día del examen práctico que era el último, me esperaban en el juzgado para
casarme por lo civil.
C: Pues ya tenía veintiún, veinte años, 20-21. Así que mi novio me llevó en la moto,
llevaba yo una falda blanca plisada, se llenó toda de gasolina negra (ríe), llegué a
casarme de esa manera y volví otra vez a examinarme.
C: ¡Sí! Porque es que destinaron a mi novio; hizo las oposiciones en la mili a 10.000
habitantes en Tenerife y lo destinaron inmediatamente a Las Palmas y entonces, pues mi
suegra me confesó años más tarde, dice: “Cuando supe que mi hijo tenía que
marcharse, yo ya te había echado el ojo y apuré la boda para que no se marchara
solo”. Me lo confesó después porque mi suegra me quería mucho y, se llevaba muy bien
conmigo. (MACHISMO CARACTERÍSTICO. MUJER COMO CUIDADORA)
C: Pues… veintitantos… el tiempo… (recuerda) lo conocí en la academia cuando me
preparaba para oposiciones, se fue a la mili poco después y al venir de la mili, mi suegra
nos casó (reímos). (NO IMPORTABA SI ELLA QUERÍA O NO)
C: No me dejó ni pensarlo (reímos). Si, un año y medio. No, no que antes era más; la
mili duraba 22 meses, me parece; pero en seguida; y yo no sabía defenderme en esos
tiempos… (INDEFENSIÓN APRENDIDA POR LAS CIRCUNSTANCIAS DEL
ENTORNO)
C: No, yo no; él me decía que si no me casaba con él, se suicidaba y yo tan idiota, me lo
creía. (LA AMENAZA COMO ARMA PARA SOMETER
PSICOLÓGICAMENTE)
C: ¡Sí! (reímos) Lo que no te pase a ti (refiriéndose a ella misma). Bueno, no, de todos
modos éramos novios y… (RESIGNACIÓN PROPIA DE LA ÉPOCA POR SER
249
MUJER) bien. Pero bueno, eran las cosas muy distintas, ahora tenéis, creo yo, la
mayoría de las personas tenéis las cosas mucho más claras que entonces.
C: Si, son otros tiempos afortunadamente. Y ya está y qué más te cuento (reímos).
C: Tuve que ir a casarme, entonces… creo que era un jueves o un viernes; entonces yo
tenía dos o tres amigas, dos de ellas eran hermanas modistas, buenísimas y, dije: “Tengo
que casarme”, “y ¿qué te pasa?” Tal y cual, bueno, pues me hicieron un traje de
chaqueta blanco precioso y me ayudaron a escoger un sombrerito y a comprar el ramo
de flores; entonces lo hicieron el fin de semana el traje, con otras amigas que cosían, el
traje de boda y otro traje de vestir monísimo que me hicieron por si tenía algún apuro en
las palmas, etc. Lo peor fue que las monjas pensaron que me había casado porque estaba
embarazada y cuando volví al año siguiente que era cuando volvía yo embarazada,
embarazada, ya de siete u ocho meses, pues me trataron con… con las que hablé…con
mucha lejanía y un cierto desprecio. Les dije: “Madre estoy embarazada ahora, que yo
no me casé embarazada”. Pero no se lo creyeron. Y no había tiempo para dos
embarazos, vamos; pero esas cosas que antes estaban muy mal vistas. Y no sé, fue una
cosa triste que recuerdo; pero bueno, no pasa nada tampoco. (CREENCIAS
MACHISTAS QUE INFLUYEN EN LA VIDA DE CONCHA)
C: Y me casé a las siete de la mañana (reímos)
C: No, me casé por la Iglesia a las siete de la mañana. Vino mi novio con un taxi, el
taxista me dijo: “Mira, que tu novio es el niño terrible del pueblo” (reímos) “Que te
voy a dar un consejo que me ha servido a mí: Cuando te enfades, no te pelees con él,
tira tres veces de la cadena, espera que se llene la cisterna y, cuando la cisterna se ha
llenado tres veces, entonces hablas con él”. No te imaginas lo que me ha ayudado ese
consejo en la vida. (ANTES DE CASARSE LE ADVIERTEN Y ACONSEJAN)
C: Entonces, claro yo (silencio) tenía este novio que estaba muy enamorado de mí y yo
quizás caí en aquello que decía: “Es que si me dejas me suicido”. Y estas cosas así.
Ahora se dice: Eso es un chantaje, se les dice a las niñas jóvenes. Yo no sabía si era un
chantaje o si realmente era otra cosa porque yo no sabía que existían los chantajes;
conocía otras clases de chantajes de los adultos, ¿no? Como niña, porque de tonta no
tenía un pelo pero… pero en esto no sabía. (REFLEJA LA FALTA DE
250
EDUCACIÓN EN MATERIA DE RELACIONES PERSONALES. ACEPTAR Y
CALLAR)
…mi suegra después que ha vivido alguno que otro año conmigo también, dice: “Yo te
vi y dije: esta para mi hijo y, mi hijo si aprueba las oposiciones en Tenerife no se va
solo”. Y entonces, me confesó después de unos años ya de casada que ella fue quien
apuró la boda cuando destinaron a mi marido a Las Palmas, que apuró la boda, me
hicieron sábanas, me hicieron de todo para que no se fuera solo, dice: “porque yo
conozco a Manolo y si se va solo, no vuelve” (ríe). Y entonces, pues… lo que la madre
decía: “sabía que tú lo ibas a cuidar, que lo ibas a tratar muy bien” y todas estas cosas.
(MACHISMO EN ESTADO PURO. ROL DE MADRE Y ESPOSA
CUIDADORA)
Mujer, madre, maestra y ama de casa (CARACTERIZADO POR LA
TRANSVERSASLIDAD DEL GÉNERO –MACHISMO-)
… y cuánto me duele eso que era el momento que yo tenía para salir a comprar porque
todo el día estaba en la escuela, había clase por la tarde también y tantísimas cosas de…
que había que hacer en casa con cuatro niños pequeños… sin ayuda ninguna,
entonces… a mí me duele mucho, a veces he llorado recordando que, esos momentos en
que yo tenía que dedicarme a la lavar, porque no encontrabas una chica en Las Palmas
de servicio ni de broma; tuve una antigua alumna que se quedaba con el pequeño a
veces pero… y entonces pues claro, imagínate… Fue una etapa tan dura que llegué a
enfermar también, porque me levantaba a las cinco de la mañana y me acostaba a la una
o las dos, el fregadero hasta arriba… porque mi marido y mi padre, pues eran dos
hombres de los de antes, no se les ocurría a lo mejor ayudarme recogiendo la cocina o…
y lo peor de todo, de todo que recuerdo de esa época, fue los pañales, porque no existían
pañales de los de ahora. Y entonces, había siempre dos niños con pañales que se llevan
poco y, llegar por la noche… aquel cubo lleno de pañales llenos de caca… ¡con lo
fiscosa que soy yo para esas cosas! (ríe) ¡Ay! ¡Eso era lo que más me costaba, lo demás
lo llevaba bien porque tengo un carácter que, que me permite poder con todo! (ríe) Pero
lo de los pañales me traía mártir, pero bueno, nada, tenía ese pudor. Me hubiera gustado
mucho a esas horas de la noche, jugar con mis hijos, cantar con ellos; bueno, cantar, se
sabían todas mis canciones porque yo los sentaba… los mayores sobre todo se sabían
todas las canciones que me sabía yo; yo me sabia muchas, me gustaba mucho. Pero…
251
tener más tiempo para jugar con ellos, yo alguna vez les he dicho: “¡Cuánto echo de
menos!” Y… y me emociono al decirlo, “el no haber tenido más tiempo para jugar con
vosotros”; y la respuesta que me consuela mucho, siempre es la misma: “Pero mamá,
¡si estabas siempre con nosotros!”. Mi marido dejó la escuela porque un primo suyo le
ofreció un puesto de director comercial de una empresa muy grande en Las Palmas y,
entonces ganaba un gran sueldo pero viajaba continuamente, entonces yo crié a mis
hijos sola mientras eran niños y… y entonces yo me dedicaba a la escuela y a ellos por
completo y me han ofrecido a veces alguna cosa, como aquel trabajo que te comentaba
el otro día, que hubiera sido un trabajo con el que hubiera ganado más dinero pero no
me importó nada. Me ofrecieron también otra cosa, que puede… bueno, no sé… es una
anécdota pero también fue importante. Como te decía, a mi me gustaba mucho bailar y
yo sabía bailar muy bien los bailes de Galicia y, cuando pude y mis hijos crecieron un
poco, aprendí los de Canarias también. Y una vez había una romería de… que
organizaba la Casa de Galicia, un concurso de baile gallego y lo gané yo; y entonces me
nombraron Reina de la Muñeira (ríe). ¡Una cosa muy curiosa! Y la Casa de Galicia tenía
un grupo de baile de niños y de adultos, que tenía ya contratos por Hispanoamérica, por
Inglaterra, por ahí y, me ofrecieron dirigir el grupo de baile y, claro, yo tenía cuatro
niños y mis niños, eran mis niños y, yo no dejaba mis niños con nadie… (NO COGE
EL TRABAJO POR CUIDAR DE SUS HIJOS) hasta un momento que a mi suegra le
pusieron la extremaunción y luego no era verdad, nos lo dijo para que fuéramos a verla
porque hacía tiempo que no la veíamos. (CHANTAJE DE LA SUEGRA) Porque
claro, desde Canarias con tantos niños los viajes son muy caros; y entonces, tuve que
dejar a mis hijos con esta chica y es que cogí una gastritis horrible de la preocupación
pero nunca más los he dejado con nadie ¿sabes? Y ellos ante todo, por encima de todo y
siguen siéndolo; soy muy madraza, mamá gallina (reímos). (PREOCUPACIÓN DE
MADRE)
C: Si, muy difícil ser madre.
C: Yo en realidad… ellos tienen, como te decía, la sensación de que yo siempre estaba
con ellos, es que es verdad, yo siempre estaba con ellos pero ya cuando se hicieron
mayores que iban al instituto y yo iba a la escuela… pero no me quedaba ese tiempo de
montar una fiesta en casa, que lo admiro tanto con esas cosas; no había tiempo material;
ni yo podía dejar mi sueldo porque con el sueldo sólo de mi marido…, cuando nos
vinimos aquí que era maestro porque dejó la empresa aquella porque queríamos
252
venirnos a la península porque el problema de las drogas en Canarias era tremendo y
cuando llegamos aquí nos dimos cuenta de que pasaba lo mismo, era tremendo también.
Pero bueno, no queríamos separarnos y mandar a los hijos solos, primero porque
económicamente era imposible… a la universidad y allí no había en Las Palmas
entonces… y entonces ya no sé que me habías preguntado (reímos). Se me fue la…
C: ¡Ellos sí! Ellos decían que yo siempre estaba ahí porque yo no estaba en el tiempo
que ellos estaban en el instituto o en la universidad, el resto del tiempo yo estaba
siempre ahí, yo no… Te comentaba que yo no sabía lo que era tomar café con una
amiga, eso sí y… y bueno, pues que más, qué más te puedo decir (ríe).
(AUTOEXIGENCIA DE ESTAR SIEMPRE CON SUS HIJOS)
C: Eso también, pero también porque en la adolescencia los niños cambian mucho y
cuatro niños son cada uno de su padre, como se suele decir, son muy distintos todos
ellos, son todos muy buenos chavales, gracias a Dios. Yo estaba con ¡mil ojos siempre!,
procuraba que no se dieran cuenta pero yo estaba siempre pendiente de con quién
andaban. Puse una mesa de ping-pong en el patio para que vinieran sus amigos a jugar
ahí y para conocer con quién andaban y todo, porque yo a ellos no… procuré que nunca
se sintieran vigilados, les daba una gran libertad pero yo estaba siempre con mil ojos y
afortunadamente he tenido suerte pero, luego, también, a veces los adolescentes pues no
están de acuerdo con la visión que puedes tener tú, entonces yo hablaba con ellos y a
veces era difícil… coincidir. Pero bueno, me ayudó mucho con mis hijos el saber cómo
pensaban los niños en la escuela y también me ayudó en la escuela, conocer a mis hijos,
¡claro! Pero sobre todo con mis hijos me ayudó mucho porque veía desde otro punto de
vista las opiniones de los niños, de los adolescentes y eso me ayudó también. (MADRE
PROTECTORA PERO SIN VISIBILIZARSE)
C: ¡Ay Dios mío! A veces he tenido esa sensación. Mis hijos nunca estuvieron en mis
clases pero por protegerlos porque otros compañeros no dijeran… los compañeros de
clase no dijeran, como es su hijo le das más nota, le da menos nota, siempre han tenido
bastante buenas notas, menos uno de ellos que era un republicano también (ríe), me da
mucha guerra y al final acaba haciendo… sacándose tres títulos con el número uno, pero
bueno, en fin, hubo que pasarlo (silencio). (NO DA CLASES A SUS HIJOS PARA
QUE NO PIENSEN QUE TIENEN PRIVILEGIOS) No he sido mejor maestra que
madre… yo me he desvivido en todos los sitios, lo que pasa es que en la escuela pasaba
253
meses con mis alumnos, durante cinco horas y, luego ya con el ciclo superior pues ya, a
lo mejor, una o dos horas diarias y, claro, tenía muuucho tiempo para estar con ellos. Yo
con mis hijos procuraba lo mismo en casa, mis hijos no se cerraban tampoco; después
de comer, por ejemplo, los fines de semana o cuando ya había sesión única por la
mañana, nos quedábamos… yo procuraba que nos quedáramos charlando siempre en la
mesa; mi marido acababa de comer y se iba a dormir la siesta, ¡siempre! Yo me quedaba
siempre en la mesa y… y charlábamos de sus cosas y… y no había secretos… yo
procuré saber, como te decía antes, qué andaban, las niñas que les gustaban, contaban
todo abiertamente, no había ese problema; entonces, hasta donde he podido… hacíamos
eso, ¿no? Porque era también su confidente porque no había tapujos de ningún tipo y yo
incluso… aquellos tiempos en los que todo era pecado y cuando mis hijos eran
adolescentes… yo tenía en la mesa de noche… les dije: “Ahí hay preservativos, si tenéis
un hijo, ¿eh? Sois los padres, ahí tenéis preservativos”. Sin ningún tapujo. Y eso una
vez lo comenté con un par de compañeras y me dijeron que yo estaba loca y que… que
visión de la vida y tal, pero bueno, yo pienso que había que protegerlos a ellos y
también a sus relaciones, con quien tuvieran. Y afortunadamente si he conseguido que
tuvieran una gran confianza en ese sentido. No y también hacíamos nuestras comidas,
nuestras comilonas y si, ha sido, ha sido muy bonito tener muchos hijos en ese sentido.
Muy duro porque no he tenido ayuda nunca de ningún tipo y entonces me lo comía todo
yo sola pero… ellos se daban cuenta. (CONCHA MADRE CONFIDENTE Y
AMIGA)
C: Pues me quedé embarazada… fuimos en septiembre pues, más o menos, en mayo.
C: Si, prácticamente sí. (HISTORIA)
C: Pues yo le hablaba a mi hijo, le decía que lo quería mucho y, después me salió el
menos madrero de todos (ríe) porque también se fue muy joven.
C: Si, y a ser esposa también.
C: Tres cosas, si y en un lugar donde no conocía a nadie. Fue muy duro, fue muy duro
físicamente porque yo mentalmente me adapto bien a las cosas, me adapto a las
circunstancias pronto, ¿no? (ROLES DE GÉNERO)
C: ... porque dormía tres horas, no dormía esas tres horas, ¡mamá agua, mamá pis!, yo
me levantaba siempre, entonces, yo sólo quería llegar a poder dormir tres horas seguidas
254
y, claro, eso fue un desgaste tremendo y el médico me dijo: “Dos meses de permiso y no
se te ocurra acudir a la escuela”. Porque llegué a un límite de falta de fuerza, de falta
de todo, adelgacé muchísimo. (SACRIFICIOS DE UNA MADRE ENTREGADA)
Relación familiar
C: No sólo con él, que era una buena persona pero era… explotaba pronto,
(CARÁCTER DEL MARIDO) sino, también con mis hijos, porque, yo después,
esperaba a tranquilizarme cuando había un disgusto y cuando veía que estaba tranquilo
él y tranquilos mis hijos cuando había alguna cosa, los llamaba a parte y les decía:
“Mira, yo creo que esto y tal…”. Y siempre hablaba los problemas en un momento de
tranquilidad, nunca me enfrentaba, nunca, nunca, nunca. Y con mis hijos tampoco. Y
eso me ha ayudado mucho, creo yo, con ellos; muy difícil, es mucho más difícil ser
madre que ser maestra, es mucho más difícil. (ESTRATEGIAS)
C: ... Porque como me decía mi amigo Alfonso, el médico, me decía: “Tus hijos tienen
que verte llorar alguna vez, eso es educativo”. Y mis hijos no me veían llorar, lloraba
de noche y estas cosas pues… pienso que lo hice mal, en ese sentido. (OCULTA
SENTIMIENTOS) En la escuela es más fácil, es mucho más fácil ser maestra que ser
madre. Es mucho más fácil. Yo llegaba a la escuela y me olvidaba de las cosas que…
las cosillas que puede haber en casa. Hemos sido una familia que nos queremos mucho,
como una piña pero claro, hay a veces disgustos y cosas. (ESCUELA COMO
REFUGIO)
C: ... yo nunca les he reñido a mis alumnos ni a mis hijos; y a mí me decían alguna
vecina que era muy amiga: “Nunca te he visto reñirle a tus hijos, ¿cómo lo haces?”.
Porque eran unos niños muy bien educados, cariñosos y eso, es que no hace falta reñir.
Yo no les llamaba la atención en público. (EDUCAR A LOS HIJOS)
De todos modos tengo cuatro hijos maravillosos y hemos sido una pareja que nuestros
hijos nunca nos han visto discutir; también les extrañaba mucho pero yo es que seguía la
técnica esta de llamarle y decir: “Mira Manolo esto y si no quieres ahí está la puerta”
(ríe). (ESTRATEGIA) Muy claro, muy claro, si he sido muy clara con él pero sin
armar bronca nunca, no sé si hice bien o mal en eso, no lo sé, porque a lo mejor mis
hijos también tenían que haber aprendido a echar broncas, ¡¿qué se yo?! No sabes, es
que es dificilísimo, la vida en esas cosas… si volviera a empezar me gustaría saber estas
255
cosas antes de empezar pero habría otras que desconocería, la vida es así. (DUDA
SOBRE LA EDUCACIÓN QUE LES HA DADO A SUS HIJOS)
C: Bueno, pues mi suegra quiso conocerme, mi suegra y los hijos. Era una familia muy
católica… yo a mi suegra la quería mucho. A mí me adoraba mi suegra, me quería
mucho, yo a ella también. Era una mujer con mucho carácter pero los hijos la entendían
poco y sufría mucho. Y… me presentó a su familia, fuimos un día a su pueblo que es
Allariz, un pueblo maravilloso de la provincia de Ourense… (SUEGRA Y FAMILIA
POLÍTICA)
Y ya después mi padre, dos años o así de casarme pues ya se quedó solo, cuando mis
hermanas terminaron la carrera y entonces le dije que se fuera a vivir conmigo y vivió
veintitantos años con nosotros. Y entonces pues ahí siguió mandando las circunstancias
para todo y… yo procuraba que hubiera mucha paz en casa; y… (ELLA LE PIDE A
SU PADRE QUE SE VAYA A VIVIR CON ELLA, ASUMIENDO ASÍ EL PAPEL
QUE LE CORRESPONDE COMO HIJA MAYOR)
C: Mi padre se adaptó bastante bien, era maestro, ¡ah! Ya te lo había dicho. Incluso
estuvimos en el mismo colegio varios años, a lo largo del tiempo, pero se adaptó
bastante bien, y un día… era muy mandón (ríe), el pobre estaba acostumbrado, pero
bueno, un día me dijo: “Si es que yo aquí no mando nada” y digo yo: “Papá, pero si es
que no mandamos nadie, hacemos las cosas de común acuerdo, pero usted todo lo que
se le ocurre…”. Lo trataba, no nos permitía a las hijas tratarlo de “tú” y, se enfadó
mucho cuando mis hijos lo trataban de “tú”, pero bueno, se adaptó también. Pero no,
fue, fue fácil tenerlo, fue fácil y por ejemplo, por la noche yo acostaba a mis niños y…
(EL CARÁCTER DEL PADRE CUANDO SE VA A VIVIR CON ELLA, TIENE
QUE ADAPTARSE)
C: El mayor se llama Jesús Manuel, porque mi marido se llamaba Manuel y mi padre
Jesús y, mi padre, que se llevó tres desilusiones con tres hijas, le tuve que poner su
nombre. Además, Jesús es un nombre que me encanta. Se llama Jesús Manuel. El
segundo se llama Javier porque era el nombre de una amiga enanita que tenía, que tenía
un hermano que se llamaba Javier y a mí me encantaba ese nombre. Y la tercera, Mari
Cruz, como mi hermana se llama Mari Cruz y, como fue la madrina, le puse Mari Cruz.
Eso de llamarse Cruz y apellidarse Pena, pues ¡te puedes imaginar! (reímos). Se
apellidan Pena (ríe), yo era la señora de Pena (ríe) en aquellos tiempos y donde lo
256
decía… había esa costumbre en todas partes, en Las Palmas, en la sociedad aquella de
los primos de mi marido que viven allí, que eran la flor y nata de la sociedad,
riquísimos, con aquello, señora de Pena y todo el mundo ¡jajajaja! (reímos). Y no lo
decía nunca pero cuando me presentaban a sus amigos, pues… Y después David, el
pequeño. No sabía si ponerle David o Miguel, me gustaban los dos nombres, por el
nombre del Arcángel San Miguel porque a mí los ángeles me gustan mucho y, se llamó
David. Son cuatro hijos estupendos. Todos han… yo les he dado carrera hasta donde he
podido pero luego ellos han seguido y han hecho mucho más, están muy bien. De dinero
van raspados, menos el mayor que gana mucho, mucho dinero (ríe). Gana mucho dinero
porque es funcionario, es funcionario de la Eurojust. El Eurojust que es como un
organismo de justicia europeo, que relaciona la policía europea y mundial con la justicia
y entonces llevan casos de investigación; y mi hijo ha llegado al puesto más alto pero a
base de oposiciones, que ese es un estudiante que sigue estudiando y haciendo tesis y
cosas así. Los otros van tirando. (HISTORIA DE SUS HIJOS)
Y entonces pues, otra etapa durísima fue la de mandar a cuatro hijos a la universidad y
valernos para darles la carrera que han querido. El mayor se ha valido pronto por sí
mismo porque, este que está en La Haya, porque quiso… la idea… la ilusión era ser
policía, se hizo policía secreta, aprobó las oposiciones y, a partir de ahí empezó a hacer
oposiciones; llegó a ser Primer Oficial del Europol y siguió, siguió, siguió. Y… pero
tres niños fuera eran cuatro casas abiertas, la nuestra y otras tres casas donde estaban. Y
bueno, yo aprendía a hacer jerseys y, en vez de comprar jerseys pues les hacía yo los
jerseys y heredaba los pijamas de mi hija y esas cosas así (reímos), había que valerse
como podíamos. Bueno, hicieron lo que querían hacer y eso es lo importante. (EL
ESFUERZO QUE SUPONE PODER AYUDAR A LOS HIJOS PARA QUE
ESTUDIEN UNA CARRERA. SIEMPRE LO MEJOR PARA SUS HIJOS)
C: Si. El segundo año de vivir en Las Palmas se fue con nosotros porque decía…
C: Si. Porque decía que no sabíamos apañarnos con el dinero y, ya cuando llegó allí y
vio lo que eran los sueldos miserables. El primer año yo no tuve sueldo hasta marzo o
por ahí y, entonces pues ya vio, ¿no? Bueno, fue con idea de ayudarnos y era muy, muy
graciosa, era muy mandona por eso con los hijos se llevaba regular (ríe). Y me tiraba…
cogía las cojines y los ponía en el suelo y, decía: “Es que se llevan los cojines en el
suelo”, “vale abuela”; entonces conmigo no, nunca se peleaba (ríe). (LA “AYUDA”
257
DE LA SUEGRA EN LAS PALMAS) Y después ya aquí pues vino dos o tres años y,
estaba muy agusto; era una mujer muy delicadita que estaba siempre en la mesa camilla
haciendo ganchillo pero no me daba trabajo, se tiene que hacer una comida especial y
esas cosas pero yo con esas cosas podía. Como con ella me llevaba muy bien… y yo era
mu confidente suya y, me regaló una Virgen del Carmen que tengo ahí en la habitación,
una Virgen así (muestra el tamaño), que se la regaló su marido en el viaje de novios y
sus hijos no quisieron nunca ponérsela en una peanita donde ella estaba y, estaba muy
dolida, entonces la tenían envuelta con toallas en el armario y, me lo decía y yo, “bueno
abuela” y dice: “Es que no sé a quién dejársela porque no quieren ponérmela aquí y
tal” y yo: “Bueno, pues si quieres regalármela a mí…”. Me la regaló y la tengo ahí en
recuerdo de ella. Mi cuñada se enfadó mucho conmigo. (EL CARÁCTER
MACHISTA DE LA SUEGRA. CONCHA ERA LA RESPONSABLE DE SU
BIENESTAR)
C: Si. Nunca habían querido ponerla donde estaba ella, esas cosas. También trabajaba
mucho y corría mucho y… pero bueno, que no había una gran sintonía con esa nuera
con la que convivía.
C: Yo bien, si.
C: No (reímos, carcajadas). No… yo me llevaba bien con ellos. Algún verano que otro,
cada cinco o así, íbamos… tenían y tienen, porque no han podido venderlo, un chalet,
ahora viven en Madrid, en Allariz, en una lomita, un chalet muy grande y se veía gran
parte de la provincia de Ourense, ¡una vista maravillosa! Tenía piscina, entonces cuando
íbamos, mis hijos se lo pasaban… por el pueblo corriendo, por allí, muy bien. Pero
bueno, eran de otra manera; pero bueno, que yo los aprecio mucho, ¿eh? Me llevaba
muy bien con ellos y tal, pero bueno, eran de otra manera; yo es que era muy tonta y
entonces pues… (ríe) y ¡como era la más pequeña de toda la familia! Porque Manolo
era el pequeño y ahora… pero con diferencia de 15 años con la hermana mayor. Pues se
metían mucho… en la vida y… y eran personas, ¿cómo te diría?, religiosamente muy,
no quiero decir fanáticas pero muy… con un concepto de la religión más, más antiguo,
digamos, ¿no? (RELACIÓN CON LA FAMILIA POLÍTICA. AL
CONSIDERARLA MÁS INEXPERTA POR SU JUVENTUD, INTENTABAN
CONTROLAR SU VIDA, ENCIMA DESDE UN PUNTO MUY
ESTRICTAMENTE RELIGIOSO)
258
C: No… bueno, la vida es dura por muchas cosas. No, yo del colegio no lloraba. Al
llegar a casa tenía mucho que hacer y muchas cosas a las que dedicarme. Y a lo mejor
alguna vez… pero no, no, eran otras historias. (AGOBIO POR TODAS LAS
TAREAS QUE DEBÍA HACER EN CASA)
C: Si… claro, porque mi padre y mi marido eran dos hombres de los de antes y entonces
tenían un concepto de las cosas, de la familia y todo eso. Mi marido se había desligado
prácticamente de la educación de los hijos, esos años que estuvo fuera. Y entonces pues,
era una persona que se quería mucho que… eso está muy bien, (HOMBRES
MACHISTAS) yo creo que no me quería, o si me quería, no lo sé, no he podido
averiguarlo pero yo me entrego, me entrego; (DUDA DE SI ALGUNA VEZ LA
QUISO DE VERDAD) a lo mejor no lo he hecho bien tampoco haciéndolo así, creo
que no, que me he equivocado a veces pero yo era la que tenía que poder con todo, con
todo, con todo y con ellos también, con los dos hombres que tenían un concepto distinto
de las cosas y que cada uno vivía si vida y yo procuraba que vivieran tranquilos y
felices y, les hacía las comidas que les gustaban y, el vino que les gustaba y, estas cosas
así (ROL AMA DE CASA. AHORA SIENTE QUE SE HA EQUIVOCADO) pero
me he sentido muy sola como te decía, jamás lo he dicho, ni a mis hijos ¡jamás!, jamás
lo he dicho, pero por si te sirve y te da fuerza para la vida pues (silencio)… si, me he
sentido sola y es una sensación que me ayudó a superarme y si, pues se ve que soy una
batalladora innata, nunca me he quemado, ni con los hijos, ni con los alumnos y, los que
me hicieron más daño fueron a veces los compañeros pero, pero aquí, no he tenido otras
malas experiencias.
C: Tenía seis hijos (reímos). Los más difíciles los viejos. (LA SOLEDAD COMO
IMPULSO PARA PODER CON TODO)
C: Si, si. Ya aquí tuve… era más fácil que en Las Palmas, entonces he tenido una chica
que venía y hacía la limpieza; ¡esta pedazo casa! Pues nada, venía dos o tres veces por
semana, incluso cuando mi padre estaba enfermo tuve una chica fija dos años para que
no estuviera solo y, pues me aliviaba de las tareas de casa y, bueno, me las fui
apañando. (RESPONSABILIDAD DEL CUIDADO) Mi padre pues vivió su vida
jubilado, recién jubilado, andaba mucho y era un hombre muy fuerte pero no podía
trabajar ya porque respiraba mal y eso, pero era un hombre muy fuerte, era un hombre
que no se metía… que se adaptaba bien (ADAPTACIÓN AL PADRE) y, yo por
259
dentro he sabido regalarme muchas cosas de los dos hombres… de los viejos (ríe). Por
dentro, he sido una persona muy libre por dentro, he hecho lo que he querido, no en
aspectos… porque no sabía defenderme de algunas cosas, en ese aspecto he sido una
persona que he procurado, lo que te decía antes, vivir en paz, que vivieran en paz, que
supieran vivir en paz, cuando nos juntábamos estábamos muy contentos todos y, ha
valido la pena, creo. Pero pienso que tenía que haberme rebelado y no sabía, no había
tenido la oportunidad de aprender algunas cosas. (CÓMO SE VE ELLA MISMA EN
SU RELACIÓN DE PAREJA. MUJER OPRIMIDA POR EL MACHISMO DEL
MOMENTO)
C: Si, ha sido eso. Pero yo por dentro tenía mi vida y la hacía a mi manera. (VÍA DE
ESCAPE)
C: Pues… era un hijo más en muchos aspectos. Tampoco he comentado esto jamás con
nadie pero por si te puede servir… para que vez que abro la caja, no la abro, para estas
cosas sí. Sí, he podido entenderme con él, tampoco era… explotaba mucho, era un
hombre muy cómodo, era un hombre muy culto también y era un hombre que iba muy a
lo suyo y, mi padre también, pero mi padre era distinto, mi padre tenía otro concepto…
no me atrevo a decir la palabra, de las cosas de la vida. Y mi marido, bueno, pues yo, yo
lo llevaba, como uno más, el más difícil de mis hijos (reímos). Pero nunca nos
peleábamos ni nada porque donde uno no quiere… (ríe). (TEME HABLAR DEL
MARIDO, NO SE ATREVE A DECIR “COSAS MALAS” DE ÉL)
C: Tenía un carácter muy explosivo pero se acostumbró a no explotar. (EL
CARÁCTER DE SU MARIDO Y SU RELACIÓN CON ÉL)
C: Si, porque vio lo que había y había cosas con las que estábamos radicalmente en
desacuerdo y, entonces cuando era algo así, que tenía que ver con los hijos sobre todo…
pues yo era la que se preocupaba de todo, de las carreras, de todo, de todo y, entonces
yo... alguna vez a lo mejor iba a hacer algo o hacía algo que no me parecía con los hijos,
pues lo llamaba para que… y le decía: “Pues yo esto no lo veo así” tal y cual “y yo por
ahí no paso, la puerta está abierta para ti o para mí”. (ESTRATEGIAS CON SU
MARIDO)
C: Pero no me defendía por mí, defendía a mis hijos. Defendía a mis hijos. Y luego en
lo demás pues era una persona agradable, le decía a todo el mundo que él era el que lo
260
hacía todo, estas cosas así porque era muy presumido y hasta a los hijos y, no era verdad
porque la que hacía todo era yo, pero bueno, a quien Dios se la dé, San Pedro se la
bendiga (reímos). Mis hijos eran mis hijos y, yo creo que estaba más casada con ellos
que… con ellos estaba casada… con él también, ¡vaya! Porque luego, la vida era
agradable en la familia, ¿eh? Acosta de lo que fuera pero… la vida era agradable, era
una persona agradable y mis hijos lo adoran y… y eso, pues ya está, cada uno es como
es y… (SIN DECIRLO, CONCHA SE EXPRESA COMO UNA MUJER QUE HA
SUFRIDO PSICOLÓGICAMENTE)
C: ¡Por supuesto! (reímos).
C: ¡Dios mío! ¡Cuántas cosas te estoy contando! (reímos). ¡¿Después no me voy a
arrepentir?! ¡Cómo nunca las he dicho! No, no era el amor como yo lo concibo. Porque
yo… lo fue en el sentido de ser el padre de familia, de ser mi compañero. En ese sentido
pues… pues si y, colaboró en que hubiera buen ambiente en casa y, ya te digo que era
una persona que se quería, él decía: “Yo primero, después yo, después yo”. Pero bueno
eso me lo decía a mí, pero yo procuraba que eso no trascendiera a los hijos.
(PROTECCIÓN DE SUS HIJOS PARA QUE NO SUPIERAN CÓMO ERA
REALMENTE SU PADRE) Entonces pues nos llevábamos muy bien y viajamos
juntos alguna vez y, cuando era posible y… y eso, o sea que no… (NO ERA AMOR)
la vida no estaba deteriorada en la familia que era lo que yo quería
(RESPONSABILIDAD DE MANTENER A LA FAMLIA UNIDA) y, en lo demás
pues son esas cosas, era aquel tiempo también que nos había pillado, a él y a mí; a él por
ser un hombre de aquel tiempo y a mí porque también me había el cura el día antes de
casarme: “Si tu marido llega borracho (nunca se ha emborrachado, no ha pasado nunca
nada de eso), si tu marido llega borracho y te pega, pues tú piensa que la paz de tu
familia vale por encima de todo”. Y yo no hubiera consentido nunca un maltrato
semejante por mis hijos también, ¿sabes? De ninguna manera. Pero si he aguantado
mucho, a lo mejor él también; o sea que, que la vida es así (reímos). (EL MALTRATO
COMO PRÁCTICA HABITUAL Y SOCIALIZADA DENTRO DE LOS
MATRIMONIOS)
C: Sin hacer nada… Yo no he perdido el tiempo, en estos cinco o seis años lo que no he
hecho es salir.
C: Me he vuelto cavernícola (reímos)
261
C: No… porque mi marido estuvo enfermo mucho tiempo y ya me costaba salir y, si
estaba malo, aunque salía perfectamente por sí mismo pero ya sabía yo lo que iba a
pasar y ya procuraba estar más tiempo en casa, no dejarlo solo y… y después, pues ya
eso y, siempre te queda… la resaca que te queda, estaba triste, esas cosas y ya no tenía
ganas de salir. Y si, seguí con el Centro Andaluz de las Letras y alguna cosilla más,
pero nada, muy poco. Pero ya hace dos o tres meses que he pensado en salir un poco de
la madriguera y eso (ríe). Y ahora, gracias a ti, pues bueno… estoy hablando más que en
toda mi (LA TRISTEZA SE APODERA DE LA VIDA DE CONCHA) vida. (Pienso
que después de la muerte de su marido, ella hace balance de su vida. Cree que ha
cometido demasiados errores y ha permitido que su marido quedara siempre por
encima de ella, incluso con sus hijos. Esto le hace pensar y reflexionar sobre toda
su vida, lo que le lleva a cuestionarse como madre y como profesional. Una mujer
en una época equivocada)
C: Si, no, mi padre murió hace ya 27 o 28 años.
C: Si, si. Si, murió el día de mi santo. Si. Estuvo muy enfermito. Era un hombre que era
como un atleta, como un castillo, ¿sabes? Y los últimos meses… los últimos tres años lo
pasó mal y, sobre todo, al final que tenía que darle la comida y era un hombre muy
orgulloso de su potencia y eso… Ya no pudo con eso, pobrecillo mío. Y le hacía leche
frita, le compraba pasteles, le hacía cocido gallego, todo lo que él quisiera pero ya no
tenía ni ganas de comer. Y fue muy triste, fue muy triste que se muriera. Vivió
veintitantos años conmigo. (CUIDADORA DE SU PADRE)
C: Si, pero hizo vida prácticamente normal hasta el mismo día que se murió. Iba a
andar, iba a nadar. Hombre, ya el último mes ya no iba a nadar y, en vez de ir andando
hasta la Residencia o hasta el final del Paseo Marítimo, pues íbamos despacito hasta
más cerca, hasta El Palmeral y volvíamos y así. Pero el mismo día que se murió, antes
de comer, por ejemplo, estuvo jugando con los niños en el patio. Y aquella tarde se
levantó mal de la siesta, lo llevé a la clínica y ya, allí se murió. (LA MUERTE DE SU
MARIDO)
C: Ahora le cuento también a mi nieto Mauro algunas veces pues algún episodio de la
Historia Sagrada o de cómo se fundó la ciudad de Roma, estas cosas así. Pero en plan
literario pues yo escribía de todo para los críos y en algunos libros, como te comentaba,
participaban ellos también; cuando les decía que eran de otro autor y los invitaba y tal.
262
“¿Quién escribió esto?” Autor desconocido, siempre decía lo mismo (ríe). No es
mentira, a mí no me conocía nadie. (LA HUMILDAD DE CONCHA)
C: Y un día vieron mi nombre, un chico en internet y, le preguntaron a mi hermana que
era muy amigo de mi hermana y dice: “He visto en internet una escritora que se llama
Concha Castro y dice que es de Rozadas” y dice: “Es mi hermana”, “¿Quién?,
¿Conchita?”, “Si”, “¡Ay, tenemos que hacerle una estatua en el pueblo!” (reímos). ¡Qué
gracia! Ahora hay dos vecinos, quedan dos nada más, si.
C: ¡Uy! Pfff, pues hace muchos años ya, 10 o 12 años o más. Muchos años. Me da
mucha pena porque tengo finquitas allí, ¡pequeñitas! Se las regalé a mis hijos, les dije,
esta para ti, esta para ti, esta para ti.
C: Ahora que mi hijo ha encontrado trabajo porque también estaba muy limitada porque
el pobre llevaba cinco años en paro, lo he tenido que ayudar muchísimo. Ha vivido
conmigo y he procurado que no notara, ¿sabes? que… yo mimo mucho a la gente y a
mis hijos a y mis nietos y, he procurado que no notara… en fin, el pobre estaba hecho
polvo, después se separó de la mujer y tal, tiene dos niños y he procurado que estuviera
lo mejor posible. Pero claro, yo tengo un sueldo y hasta ahí… he hecho milagros con el
sueldo a veces y, entonces, no he viajado, he dejado de viajar y de salir en gran parte
por eso porque… poder ayudar a mi hijo en tantísimas cosas, porque perdió la casa y
todo con esto que vino. Les iba muy bien pero vino la crisis y se quedaron sin nada y,
bueno, pues entonces he dejado de viajar porque es que a mi viajar es que, es que… me
encanta. Irme a comer un trozo de empanada a Galicia o a Canarias, a Canarias de mi
corazón. ¡A mi hijo el pequeño lo han destinado a Canarias! Te lo dije el otro día. (LA
AYUDA DE CONCHA)
C: Yo nunca me he enfrentado a mi marido, pero no porque pensara que era más que yo,
sino, porque había aprendido la técnica de la diplomacia y, entonces, hablaba con él en
otro momento y no me callaba las cosas, no, no. Si había una cosa con la que no estaba
de acuerdo, cuando estábamos los dos tranquilos, hablaba con él.
C: Si, funciona. Cuando uno habla enfadado, no sabe lo que dice, no está uno en sus
trece, no. Y entonces hay que esperar para que la otra persona esté en sus trece para
entender las cosas y estar uno también tranquilo. Me ha valido eso mucho, con mis hijos
también y con los alumnos igual. Nunca les he reñido. (ESTRATEGIAS)
263
C: Claro, claro. Si, nunca me ha pasado eso. Yo nunca, nunca he contado nada, ni a mis
hijos tampoco, pobrecillos, no. Hice mal, tenía que haberles contado más cosas si, si, si.
Creo que sí que ahí me he pasado mucho de protección tan absoluta que… Bueno, ya
está hecho.
C: Muy buena, si. Si, si, pero en algunos aspectos quizá… siempre los he protegido
mucho. Bueno, ya está hecho. Tampoco tenía mucho tiempo y eso se lo digo ahora de
mayores y dicen, “¡Pero mamá, si tú estabas siempre con nosotros!”. Pero sí, me ha
sabido a poco la relación con más tiempo con mis hijos, me ha sabido a poco. Y eso,
echo de menos cuando los abrazaba y eran niños y, esas cosas. Le tengo a lo de la
maternidad una idea muy fija. (CONCHA PROTECTORA)
C. Si, mis nietos me adoran.
C: Tengo 10 y dos niñas que para mí eran dos nietas más, vamos. Mi hijo se casó con
una chica que tenía dos niñas maravillosísimas, preciosísimas y, después cuando se
separaron, la madre era un poco así y, las ha apartado completamente.
C: Ya no tengo relación con ellas. He seguido mandándoles una camisetilla, bombones,
estas cosas. Pero ya han crecido, una tiene 18 años, otra 16 y, como se ha perdido esa
relación… y lo siento mucho porque para mí son como dos nietas más, si algún día me
necesitan, aquí estoy. Entonces tendría 12 pero oficialmente ahora, tengo 10 (ríe).
C: Mucho, mucho. He trabajado mucho por mis nietos también, muchísimo
afortunadamente. (FAMILIA: NIETOS)
Hombre, yo he querido mucho a mi marido, pero (silencio) no sé si eso era el amor, a lo
mejor sí, yo que sé. Las circunstancias eran… (CUESTIONA SUS PROPIOS
SENTIMIENTOS) pero yo algunas veces para tratar de conocerme, si no sale una
señora muy pesada o un señor muy pesado, pero hay gente maravillosa entre los viejos,
veo el programa de Juan y Medio. Veía una o dos personas de vez en cuando para
recordar historias de aquel tiempo para aprender a hacerme mayor y también hay
muchísimas mujeres, muchas que se han casado en las mismas circunstancias que yo,
era la vida, te empujaban todos a eso y no sabías regalarte. (NECESITA CONOCER
OTROS CASOS COMO EL DE ELLA PARA ENTENDER)
264
Yo he renunciado al amor con mucha pena porque… pero veo a gente de la 3º edad que
ha encontrado al amor de su vida después. Yo en principio no estaría dispuesta
porque… no sé, porque, porque no, porque qué se yo, eso no te lo cuento (HA
RENUNCIADO AL AMOR) (reímos). ¡No! No te va a servir (ríe). Pero tendría que
ser alguien muy, muy especial. Tan guapo como Javier Sada (ríe) y una persona culta,
por supuesto, a lo mejor que fuera una persona rica por dentro. Una persona rica, alegre,
que valora las cosas por sí mismas no por lo que valen como dinero. Una vez me tiraron
los tejos (reímos). Pero es que ni me gustan los jóvenes ni me gustan los viejos, es que
es muy difícil (ríe). (SU HOMBRE IDEAL SERÍA ALGO PARECIDO A ESTO)
C: Si, si. He tenido algún amor platónico también. Pero absolutamente platónico.
Platónico absolutamente y a veces correspondido pero ¡sin una palabra! (reímos).
(AMOR PLATÓNICO)
C: Si, es bonito. Si, ayuda, ayuda, ¿eh? Si ayuda. Una vez me enamoré de un hombre
hindú y él de mí también pero era una cosa muy bonita y, nunca hemos hablado más
que de… Tenía una tienda y yo iba a comprar y, él siempre me despachaba a mí y, yo
fui con mi marido a veces así, mi marido decía, “¡Tanta palabra y tanta amabilidad
y…”. Él se quedaba con que algo había, allí había una atracción mutua pero tenía que ir
allí porque mi suegra quería que fuera allí a comprarle la ropa, si no, no iba. No iba, yo
no hice nada que no tuviera que hacer, ¿no? Pero me ayudaba a soñar. ¡Qué importante
es soñar, madre mía! Siempre he sabido solar, desde pequeña. ¡Cuánto me ha ayudado
soñar! Me ayudaba a poder con la vida. Pues yo siempre les decía a mis alumnos que
aprendieran a soñar con los ojos abiertos, porque es que… y he leído a veces cosas de
Psicólogos y charlas y así, de que animan a la gente a soñar, que eso es una capacidad
extraordinaria, a mí me ha salvado la vida. Yo me refugiaba en mis sueños, de un tipo o
de otro, sin perder la cabeza de su sitio, ¡la cabeza en su sitio y los pies en el suelo! No
tiene nada que ver, te ayuda a ver la vida de una manera más maravillosa y a huir
cuando estás triste de eso. A mí me ha ayudado muchísimo escribir y a veces me ha
hecho llorar lo que estaba escribiendo. Yo nunca he contado penas. Bueno, en esta
última novela…, es una novela durilla porque es sobre la Guerra y cosas así pero no he
contado penas, no quiero hablar nunca de penas, sino que, trato todos los temas de
manera que se toca pero escribir me ha ayudado muchísimo, no solo para la escuela
mientras fue necesario y no había libros, desde luego he seguido escribiendo luego
también para los niños, pero me ha ayudado mucho, mucho, mucho. Escribir y soñar
265
(EL AMOR PROHIBIDO Y SOÑAR PARA ESCAPAR. ESCRIBIR PARA
CONSTRUIR OTRAS REALIDADES). Cerrar los ojos. Y una vez me fui a confesar,
cuando me confesaba, y era un cura joven y, le dije, “Mire, yo pienso mucho en un
hombre, es que me gusta mucho y sueño que soy feliz con él y, eso supongo que es
pecado”, y me dijo, “No, no es pecado”. Fíjate. “No es pecado, sueña y cuando quieras,
me cuentas lo que sueñas”. Y yo por ejemplo, no soñaba con cosas de sexo porque era
pecado y eso era tan macha martillo, que aquello de la pureza, era la pureza. Era el
pecado único, casi. No era pecado hacer daño, pero la pureza sí. Entonces yo he tardado
mucho, en ese sentido, en liberarme de esas idioteces pero yo si soñaba que estaba
enamorada de ese hombre, que nos veíamos, que salíamos, que me abrazaba…, estas
cosas de las que he carecido mucho, aunque ahí te cuente una parte del capítulo vital
(ríe) pero si me ha ayudado mucho, mucho. En fin. Yo pensé que nunca le iba a contar
estas cosas a nadie. Nunca, nunca, nunca he hablado de mis cosas con nadie, nunca en la
vida. No he encontrado a la persona propicia, a lo mejor. (EL PECADO DE SOÑAR
LA FELICIDAD JUNTO A OTRA PERSONA. SOÑAR EL AMOR COMO VÍA
DE ESCAPE)
C: Absolutamente sola. Sí, desde niña. Sí, mucho, mucho. Quizá por mi manera de ser o
quizá por las circunstancias, por mi manera de ver la vida (NIÑA) y de enfocar que
sobre todo hubiera paz, que sobre todo vivieran tranquilos que tuvieran una familia
unida, como yo sabía lo que era una familia rota, pues me marcó muchísimo eso
también con mis hijos, mucho, mucho y, y tenía que, no sé, a veces pensé que… en casa
jamás se ha hablado mal de nadie, nunca, nunca, nunca y después me daba la impresión
en mis hijos que pensaban que todo el mundo era mejor que ellos. A veces lo pensaba
porque nunca hablábamos mal de nadie y tenían algún error o lo que sea y yo les decía:
“Pero eso es natural, pero no pasa nada”; digo jolín, tenía que haber sido un poco más
chismosa, un poco más mala lengua. (MADRE. LA SOLEDAD)
Si no se hubiera casado…
Y entonces como me pillaron un poco las circunstancias y esto, porque yo siempre he
sido muy libre y a lo mejor no me hubiera casado, a no ser que hubiera dado con ese
amor rotundo que me hubiera durado toda la vida.
266
Cambio de aires: De Las Palmas a Almería
C: Pues como casi, no casi no, obligatoriamente nos fuimos a Las Palmas, a Canarias,
pues buscando un lugar que tuviera un clima parecido por mis hijos. Y mi padre nos
decía: “¡Estáis locos!”, porque claro, en Las Palmas habíamos tenido la experiencia de,
de cuando invadieron el Sáhara y muchísima gente se marchó porque allí los soldados
estaban acuartelados. Lo sabemos porque uno de los primos de, de Manolo era, era
Teniente Coronel de la Infantería de Marina y nos lo dijo; y mucha gente se largó de
allí. Y entonces el Rey de Marruecos decía que la próxima… lo próximo que iba a
invadir eran Las Palmas. Y entonces empezó a haber una inmigración enorme, enorme,
enorme de árabes y, es que se llamaba la ‘Revolución Pacífica’, decían que… teníamos
la sensación de que mandaban a mucha gente para después dar… eso, ¿sabes?
(SITUACIÓN POLÍTICA DEL PAÍS) Eso por una parte, pero sobre todo, buscamos
un clima donde… dulce como aquel. Y cuando llegamos aquí y no había… queríamos ir
a Granada pero no había… como éramos tres maestros… mi marido dejó la empresa
para poder venirnos aquí y, en el único sitio… en Granada sólo había una plaza y
queríamos ir los tres juntos; por la universidad queríamos ir a Granada, que al fin y al
cabo también es Sur también. Pero… donde había con un clima bueno era aquí, plaza
para los tres. Mi padre no se pudo incorporar porque llegó muy enfermo y hubo que
jubilarlo. Pero mi marido y yo sí. (CIRCUNSTANCIAS PARA ELEGIR
ALMERÍA: CLIMA Y TRABAJO)
PERSONALIDAD
Diplomacia (ESTRATEGIA CON SU MARIDO Y SU PADRE)
C: Bueno… (suspira). Si, ahí he hecho lo que he querido, ¿sabes? Si veía una mala cara
o así, sabía resolverlo sin enfadarme, decía: “Hoy lo he pasado muy bien, ¡es que me
hacía mucha falta salir un poco de casa! Yo encauzaba las cosas, de una manera un poco
imaginativa (ríe).
C: Si, si, si, de diplomacia. La diplomacia me ha servido para no enfrentarme nunca.
Cuando tenía que enfrentarme, no era enfrentarme, era lo que te decía antes, llamar a
parte y hablar las cosas. Con mi padre era inútil, como tuviera una idea, tenía esa idea y,
o me callaba o no me hablaba en dos meses (ríe). Pero con mi marido era distinto, era
un niño más, ¡si ya me lo dijo el taxista cuando me llevó a casar!
267
Influencia experiencia personal en el trato a l@s niñ@s (EL FRANQUISMO
COMO CATALIZADOR DE SU VIDA)
Eso sí, soy muy sensible. Y entonces, por una parte, el que yo lo haya pasado muy mal
luego me ha servido para ver cómo lo pueden pasar los niños. Me ha servido mucho,
mucho, mucho. Los niños y la gente en general. Y me encanta ver que cuando alguien
se equivoca, lo abrazan y le dan besos.
Influencia del contexto socio-político (IDEAS DEMMOCRÁTICAS EN UN
MUNDO REPRESOR)
C: Yo sabía que no podíamos abrir nunca la boca ni opinar políticamente ni nada de eso,
pero el hecho de haber vivido en una aldea, de haber estado interna siempre, de haberme
casado y marchado, de no haber tenido, de no haber ido a la universidad abierta donde
había ideas de todas clases, sino, un internado religioso, pues a mí me cerró muchas
puertas a la hora de tener un concepto más abierto del mundo. Y entonces, pues, ¿qué
era? (carcajadas). Como yo tenía unas ideas muy particulares sobre… tenía unas ideas
democráticas, que yo no sabía que eran democráticas porque no sabíamos lo que era la
democracia. Yo cuando empecé a oír hablar a Tierno Galván, dije: “Yo soy así” (ríe),
“¡Anda, uno que piensa como yo, qué raro!”. Pero no había tenido acceso ni a lecturas,
ni a prensa, ni a emisoras en las que yo hubiera podido contrastar otras ideas. Yo tenía
esas ideas que era lo que me hacía ser un poco bicho raro…
C: Cuando era niña nos educaban para lo que había, para sobrevivir en una dictadura.
Entonces, pues era lo que había pero que pena el trato.
Influencia historia personal (LA DUREZA DE CONCHA)
C: ...tengo una manera de ser, en parte a lo mejor porque había tenido un pre-
aprendizaje durísimo como ama de casa, estudiante de carrera, ayudar a cuidar a mis
hermanas, todo eso… que de algo me ha valido para aprender a sufrir y a soportar, pero
tengo una manera de ser que me ayuda con todo.
He podido con todo, pero con cosas que nunca contaré a nadie, cosas tremendas. He
tenido una adolescencia durísima y una vida durísima. Mi suegra cuando vivía conmigo
algún año que otro, me decía, “¡Hay que ver el salero que tienes para trabajar! Pero
qué pena me da, pareces una esclava, es que trabajas como una esclava”.
268
Ingenuidad (SIN MALDAD EN SUS ACTOS)
C: Era demasiado puritana yo en ese sentido, era lo que había aprendido pero es que no
creo en la mala leche, yo creo que la mala leche es un vicio horrible que hace mucho
daño y, me hubiera servido, a lo mejor, tener un poco de mala leche. No con ellos, sino,
para que aprendieran a conocer mejor el mundo. Entonces yo me pierdo aún ahora en el
mundo mundial, tal como es el mundo, estoy un poco sin “civilizar” en ese sentido; no
sé que es más incivil el mundo o que yo no he sabido… entonces… pues meto la pata
con frecuencia.
C: A veces si me equivoco porque me equivoco. Tengo un amigo que era… ya habrá
fallecido, era muy mayor y tengo otro amigo ahora que es mayorcísimo, tiene noventi
algo años, profesor de una universidad de, de Texas. Es hermano de Doña Concha
Zurita, te sonará de la universidad. Él y este me decían siempre: “Vas por la vida con
los brazos abiertos, is que te han tenido que dar de todos los lados”, y es verdad. No se
defenderme, como yo no ataco, no voy nunca predispuesta a que me ataquen y me doy
cuenta demasiado tarde, ¡una desgracia ser así! (reímos).
C: No debería hacer falta. Pero de quien menos te lo esperas, pero yo creo que esto le
pasa a todo el mundo también. Lo que pasa es que la gente sabe dar… a mí se me
ocurren las respuestas cuando ya ha pasado el tiempo (reímos). Y ya no hay remedio.
Bueno, pues no pasa nada.
…y, en esa obra de teatro ni dudé en expresarlas y, claro, el señor de la Falange que
siempre presidia todo pues… le sentó muy mal y, entonces este Augusto Rey, me dijo:
“¡Concha no digas esas cosas nunca más!” (ríe) y, yo: “No te preocupes, digo el que va
a la cárcel, va a la cárcel y los militares a matar gente” (reímos).
Percepción que tienen los demás de ella (ELLA PIENSA QUE LA GENTE LA VE
DÉBIL POR SU CARÁCTER AMABLE, CONCILIAR, ETC.)
Yo soy muy fuerte y sin embargo muchas veces las personas que son así mejor personas
les parezco una persona débil, una persona que, que me cuidan, que estas cosas y, yo
soy una persona muy fuerte, muy fuerte porque he tenido una cabeza que me ha
ayudado muchísimo, quizá también la educación que me dieron aquella que había que
poder con todas las cosas, eso me ha ayudado muchísimo también. Pero aparte de eso,
yo pongo el corazón en lo que hago y, y no me importa ninguna otra cosa y, hago las
269
cosas muy de esa manera y, entre que he tenido una buena salud o etapas, en que llegué
a un punto de falta de salud porque dormía tres horas.
Y a mí por ejemplo, yo creo que… te comentaba el otro día que algunas personas me
han considerado una persona débil o tonta y yo tengo una fuerza enorme. Yo lo sé.
Respeto hacia los demás (TIENE SIEMPRE PALABRAS AMABLES PARA LAS
PERSONAS, INCLUSO PARA AQUELLAS QUE SE LO HICIERON PASAR
MA EN EL COLEGIO)
Sigo teniendo mi propia visión de las cosas y respeto muchísimo lo que piense
cualquiera pero procuro aprender, pero, tengo muchas lagunas en ese sentido.
C: Ya lo creo. Yo ni hablaba mal de nadie en la vida, nunca, nunca, en mi casa nunca
hemos hablado mal de nadie, ni me metía con nadie, yo hacía mi trabajo tranquila. Yo
les trataba como compañeras pero siempre las risitas, las críticas, las calumnias, ¡si es
que ha habido de todo!
Y luego la gente es muy generosa también en otros aspectos aquí, porque cuando hay
una desgracia o una calamidad o lo que sea, la gente se vuelca, o sea que no es que haya
mala gente, son las costumbres que hay. Que luego la gente es generosa y yo tengo
gente a la que aprecio muchísimo y que conmigo se porta muy bien y… y en fin.
Dejémoslo ahí (reímos).
Responsabilidad (ELLA SABÍA QUE SUS CLASES ERAN DIFERENTES Y QUE
UNA SUSTITUTA NO LAS DARÍA IGUAL. ESTABA PREOCUPADA POR
AYUDAR A SU ALUMNADO)
C: ... Y el primer mes me mandaron una interina, que la pobre no tenía experiencia y yo
llevaba mi clase con tanta cosa y, y los niños… fui a verlos y claro, no hacían las
cosas… y quedaba un mes para los exámenes finales, entonces, de los dos meses que
mandó el médico, un mes lo cogí y el otro me fui a la clase porque no quería dejar a los
niños, ¿sabes?, que perdieran y eso. Pero lo fui llevando, lo fui llevando bien. Durísimo
pero he podido, ¡es que no me puedo quejar!, porque la salud y la cabeza me han
ayudado y el corazón, mucho.
270
Timidez
Yo un buen día me dije… mira esta tan tímida… y lo soy, soy muy tímida aunque no lo
parezca así cercanamente, pero era tan tímida que yo pasaba por ejemplo, había un tío,
dos o tres tíos sentados en el Paseo Marítimo y yo daba la vuelta por el barrio por no
pasar por delante para que no me dijeran nada (ríe). Me daba muchísima vergüenza
todo. (INSEGURIDAD DE LAS MUJERES CUANDOS ALIMOS A LA CALLE –
MICROMACHISMOS QUE SUFRIMOS-)
Sigo siendo muy tímida, yo voy por ahí… mi padre me decía cuando era niña: “Tú eres
capaz de morirte de hambre debajo de un puente, antes que pedir un bocado de pan”.
No soy soberbia, para nada, más bien todo lo contrario absolutamente pero no sé pedir,
no, no, no me gusta pedir, soy más de dar, de dar lo que sea.
C: Si, si, pero es que también pasaba mucho eso, ¿eh? Que había mucha mala… pasaba
eso bastante también que… la gente se acostumbraba a que dieras y después no
correspondía cuando tú necesitabas y ¡a mí con lo que me cuesta pedir!
M: También he pesando mucho eso. A lo mejor el no saber pedir ayuda, a lo mejor
nosotras también esperamos a que la gente venga sin nosotras pedirlo y eso también nos
enfada, ¿no?
C: Si, claro. No, yo nunca espero nada. (POR NO MOLESTAR NO PIDA NADA
AUNQUE ELLA SÍ LO DE TODO SIN RECIBIR NADA A CAMBIO. HA
SUFRIDO LA INSOLIDARIDAD DE LA SOCIEDAD)
Valentía
Pero un buen día dije: “¿Y por qué no voy a…? ¿A mí que me importa? ¿Qué me
importa lo que me digan?”. El día que me pude librar de todo eso, empecé a vivir más
tranquila en el colegio, a demostrarles que no me importaba lo que… las cosas que me
hacían y, por ahí empecé a liberarme. Después de una reflexión sencilla pero que me ha
valido mucho.
Y entonces, un buen día digo, esto se ha acabó. Y ¡qué bien me siento! He aprendido a
sentirme mejor en muchos aspectos. Se aprende de todo lo malo. Si uno no se hunde, se
aprende de todo lo malo y te haces más fuerte también en muchos aspectos.
271
Pero yo es que podía con todo, con una paciencia y con… y creo que yo no soy para
nada una persona débil en ningún sentido.
Visión sociedad
C: Esperar, lo esperas también, claro. Pero vas sacando conclusiones, vas sacando
conclusiones. Lo que decías tú al principio que nos hemos vuelto absolutamente
individualistas para mal y eso habría que cambiarlo.
PROFESIONAL Y LABORAL
Ingreso en la profesión
C: ¡A los 17, si!! Entonces ya empecé a prepararme las oposiciones. Fui a las primeras
oposiciones que se convocaron cuando… no se podían hacer antes de los 18 años y
entonces pues, fui, y… se vendieron las plazas. Una amiga, la que era mi amiga me dijo:
“Mira la plaza vale 65.000 pesetas”. Yo se lo dije a mi padre y mi padre me dice:
“¡Esta Teresa que es muy ligera de lengua, que eso no puede ser, que es mentira y tal!
¡Eso no puede ser!”. Pero lo cierto es que, dos o tres años después ingresaron a la cárcel
por varios procesos que se descubrieron. (CORRUPCIÓN EN LAS OPOSICIONES)
C: Si, si. Y entonces, pues nada, a mi me suspendieron y a lo mejor lo he merecido, no
lo sé, yo creo que estaba bien preparada pero en esas circunstancias no sabes, ¿no?
Entonces fui a las siguientes oposiciones y… tocábamos a un montón por plaza y el
tribunal estaba tan asustado que dejó veintitantas plazas libres; claro, por miedo a
represalias o acusaciones y tal. Y yo el día que me examiné… había el examen escrito,
con los puntos de la Falange y todas esas cosas, después el examen oral y después el
examen práctico que tenía que explicarle a unas niñas y esto. (LAS OPOSICIONES
CON CONSIGNAS FRANQUISTAS)
C: Si, si, aprobé, aprobé. Además… fíjate qué casualidad, saqué… antes era una lista
general de todo el país, no era como ahora por autonomías y saqué en las oposiciones el
mismo número nacional que había sacado mi madre; no me acuerdo si era el 45 o el 65,
que era una gran numeración, porque éramos miles, que hacíamos en toda España; me
lo dijo mi padre. (SE ALEGRA AL COINCIDIR CON SU MADRE) Y, pues nada ya
mi primer destino fue en Las Palmas y ya estaba allí; tuve que pagar el primer sueldo
para que me dieran una interinidad de unos días al que hacía todas estas trampas en la
272
delegación, pero gracias a una maestra que tuvieron que ingresarla en un psiquiátrico,
pobrecilla, y él llevaba toda la contabilidad, de todos los maestros. Tenía una especie de
agencia, él no daba clase, era maestro pero lo que hacía era resolver los papeles de los
maestros; y tenía, mucho, en la delegación y en la inspección sobre todo, tenía mucha
mano; eran aquellos tiempos, ¿sabes? Y entonces un maestro gallego, que nos quería
mucho a mi marido y a mí, pues nos dijo: “Mirad, hay esto, hay esta plaza, pero tenéis
que pagarle a… (no digo el nombre por si aún vive, no creo –reímos- era ya mayor
entonces), Antonio León, tenéis que darle el primer sueldo para que te dé a ti esa plaza
de interinidad, de sustituta, vamos… y tal”. No nos apañábamos con el sueldo de mi
marido, no nos daba ni para pagar el piso y comer, es que no nos daba y lo pasábamos
mal. Y entonces dije: “pues bueno, pues vamos a pagar el primer sueldo”.
(CORRUPCIÓN EN SU PRIMER TRABAJO) Entonces después vino una orden en
los que estábamos ya interinos sustituyendo, quedábamos ya como propietarios
provisionales. Aquello fue una salvación. (GOLPE DE SUERTE) Pero me da
vergüenza y no me da vergüenza porque no había otra cosa… haber tenido que dar mi
primer sueldo de una manera fraudulenta pero era lo que había. Y gracias a eso nos
fuimos apañando poco a poco. (REFLEXIONA SOBRE SU REMORDIMIENTO)
Experiencias profesionales y ambientes dentro de la institución
Las Palmas
C: Bueno, fue, fue tremendo; yo lo conté allí el otro día…; la primera, la primera aula
que tuve eran, eran 58-62 niñas, no lo recuerdo. (EXCESO DE ALUMNAS)
C: Niñas, porque era… el colegio estaba en un lado del patio los varones y en el otro
lado del patio las niñas. (DEGREGACIÓN POR SEXOS)
C: ¡Ay! ¿Cómo se llamaba? En la ciudad le llamaban “El Asilo” porque todos los
maestros eran mayores (reímos). Y yo eran tan joven y tan menuda… los niños mayores
me echaban piropos y me escribían cartas (reímos). Y aquel grupo numerosísimo de
niñas no sabían ni leer ni escribir ninguna porque se empezaba con 6 años a ir a la
escuela. Y entonces yo no sabía por donde empezar, es que no sabía por donde empezar
y me volvía loca al llegar a casa; no me sirve lo que hacían mis padres que ya tienen
experiencia; lo que hacían conmigo los profesores, pues lo mismo. (BUSCAR
RECURSOS PARA SUS CLASES) Entonces nada, tenían “el rayas”, una pizarra para
273
escribir, no teníamos ni libreta hasta un poquito… que pasaran unos meses se iban
comprando una libretilla, era un barrio muy pobre. Y entonces, con “el rayas”, con
dibujos, con cancioncitas que me iba inventando, con pequeños poemitas, pues poco a
poco, pues me fui adaptando yo la primera a la clase y les fui enseñando a leer aquello
de mi “mi mamá me ama, yo amo a mi mamá” (ríe), la lección del “titi” y todas aquellas
cosas. (HACÍA LO QUE PODÍA CON LO QUE TENÍA) Si, fue una experiencia
dura pero lo recuerdo con muchísimo cariño, no como algo imposible, sino… como que
hacía todo lo posible por ayudarlas y ahora no recuerdo cuántas aprendieron a leer o no.
Yo si sé que… en fi… prefiero… es que no lo sé, pero bueno, era lo que había. Era una
clase paralela a párvulos.
C: Si, y párvulos… que no se si había párvulos, ahora que recuerdo. Me dijeron: “es una
clase paralela a párvulos”. Porque esas niñas no habían estado nunca en un aula
tampoco.
C: Bien, bien. Si, en Canarias no he tenido el menor problema, la gente es muy buena,
muy tranquila. Yo, en Canarias como experiencia, por si interesa, tuve un problema
muy grave que estuve a punto de marcharme de la enseñanza, de hecho me busqué otro
trabajo y después no lo cogí. Porque descubrí una red de ventas de drogas en el colegio.
¿Eso te puede interesar?
C: Pues… bueno, allí seguía habiendo un grupo escolar muy grande en el que éramos
112 maestros; que teníamos también profesor de canto, pero esto ya pagaban los padres,
profesor de natación, teníamos piscina, profesor de tenis y maestros, maestros, en total
éramos 112, porque era una barriada grande y lo hicieron colegio, entonces íbamos en
tres turnos con los niños. Yo estaba con las mayores y había… me tocó un año una clase
que tenía 47 niñas, bueno, en cada clase había 47 o 49, todo niñas; y tenía 19 clases, o
sea que les daba clase una vez por semana. Y no tengo mal recuerdo, no he tenido
problemas con los niños; pero la clase que me tocó un año, fue una clase en la que había
niñas que ya se dedicaban un poquillo a la prostitución porque estaban casi hasta los 17
años algunas, a lo mejor porque no las echaban porque estudiaran o lo que sea, que
repetían curso y todas estas cosas; y yo descubrí en el libro de clase, yo daba aquel año
sociales, unas anotaciones; había una niña que me decía: “seño que no puedo
comprarme el libro, ¿me presta el suyo?”. Y se lo prestaba siempre y no era de mi
tutoría, era de otra clase. La niña se llamaba Amor, me acuerdo de ella perfectamente. Y
274
noté unas rayillas allí por detrás, y entonces yo les dije a mis alumnas: “Mirad, he
encontrado esto aquí, ¿qué quiere decir?”. Y me dijeron: “Es que Amor distribuye
drogas en el colegio y está saliendo… (las niñas confiaban mucho en mí, ¿no?) Pero no
le diga que se lo dijimos nosotras” No, no, no. “Entonces hay un hombre casado que
tiene 32 años que la liga, la lleva al cine y por ahí, pero es el que…”. Claro, yo cuando
supe… “Niñas, lo que me estáis diciendo es muy serio” “Seño, de verdad que tal,
además nos da pena de ella porque la está engañando porque tiene mujer, tiene 2
hijos”. (PROBLEMAS DE DROGAS Y PROSTITUCIÓN EN EL COLEGIO)
Entonces yo pensé: “Se lo voy a decir al director inmediatamente”. El director era un
hombre gallego, extraordinario como director; hizo que un colegio de un barrio
paupérrimo… hubiera enchufes… del Capitán General, del Obispo, todo el mundo para
poder matricular allí a los niños, porque es que ¡teníamos de todo! De todo. Primero, un
uniforme igual al de las Jesutinas, ¡ah no! ¡Qué era las Teresianas! Que era el colegio
pijo de Las Palmas; pero es que además el colegio funcionaba de maravilla en ese
sentido. Y… yo tenía muy buena relación con él pero era un hombre muy político
también y entonces pensé: “Yo sola no voy a decirle esto al director porque me puede
decir que no”. Y entonces se lo dije a un compañero gallego que lo apreciaba mucho, él
a mí también y era una gran persona y, a otra compañera que también la quería mucho
y… “mirad, pasa esto”; tenía más confianza con ellos, no es que los otros fueran peores
compañeros, pero con estos tenía más confianza; “Quiero que vengáis conmigo a hablar
con Don Román porque pasa esto”. Y me dijeron: “Ahora mismo vamos”. Y le dijimos:
“Don Román, pasa esto, queremos que llame a la policía inmediatamente”.
(IMPLICACIÓN Y RESPONSABILIDAD EN LOS PROBLEMAS
DESCUBIERTOS) Y Don Román, como yo me temía, empezó a reír “jajaja, bueno,
con lo que nos ha costado poner este colegio a la cabeza de la ciudad, ahora vamos a
descubrir esta basura, no voy a llamar a la policía. Estas cosas hay que arreglaras aquí
dentro”. (ENCUBRIR UN DELITO PARA MANTENER LA IMAGEN DEL
COLEGIO. ESA ES LA RESPONSABILIDAD QUE TENIA EL DIRECTOR EN
AQUELLA ÉPOCA) Y entonces le dijimos: “Bueno pues si no llama a la policía,
queremos que llame a la inspección, no nos vamos de aquí si no llama a la inspección”
“No, ¡¿por qué?! Esto lo hablamos, lo hablo con la niña, lo hablo con los padres”, “no
nos vamos de aquí si no llama a la inspección”. Y entonces, llamó a la inspección. Al
día siguiente hubo Asamblea General, el inspector dijo: “reunión general de todos los
profesores, de todo el profesorado”. Y era un inspector que era de comunión diaria,
275
(INSPECTOR RELIGIOSO) en aquellos tiempos esas cosas se valoraban mucho;
estaba casado con una maestra, que como era también de un grado inferior… tenían
muy buen cartel en el mundo de la enseñanza. Muy serio, él y el director y no me
acuerdo quién más en la mesa y todos los maestros allí, muy serios; entonces, dice:
“Pónganse de pie los tres maestros que denunciaron este caso ante el director”. Nos
pusimos de pie. Y entonces, dice: “Lo primero que les voy a decir es que si de aquí sale
una sola palabra de este problema les abro expediente”. Nos echó una bronca de tres
pares de narices, a los otros ya les dijo que ni se les ocurriera abrir la boca; no explicó el
problema que había, simplemente dijo esto y nos dijo que no quería que saliera de entre
nosotros tres y el director, delante de los demás que no sé porqué los reunió, pero
bueno, por si se había corrido la voz. Nos amenazó. (LAS AMENAZAS DEL
INSPECTOR PARA SEGUIR ENCUBRIENDO LA SITUACIÓN Y NO SACAR
A LA LUZ LA ISTUACIÓN DEL COLEGIO) Entonces, yo me sentí responsable de
aquello; y entonces había un poco más arriba una comisaría de policía; yo conocía a uno
de los policías porque era de cerca de mi pueblo, ¡estas casualidades de la vida! Parece
que las dibujan, ¿eh? Fui allí y yo lo conocía desde niño porque el hermano de mi amiga
María Teresa, la que fue a las oposiciones y me dijo que se habían… y a veces nos
veíamos, hablábamos y tal… bueno, no es que me fiara mucho de él porque era así un
poco taranvaina (reímos), pero bueno, fui allí y le dije: “Mira, Genito, pasa esto”; y
entonces tuvo una reacción que a mí me dio qué pensar, me dijo, llamó a un compañero
y me dijo: “Mira, esta persona quiere declarar… y vas a tomar nota”; y a mí me
pareció una encerrona. Y entonces me quedé callada un rato y le dije luego: “Genito, me
acojo a mi derecho a declarar en mi lengua natal que es en gallego”; y la policía no tenía
ni idea, el que tenía que tomar nota; entonces empecé a hablar deprisa, deprisa, deprisa
para que no pillara nada o casi nada; entonces ya el otro dejó de escribir y tal.
Lógicamente Genito, no me volvió a dirigir la palabra o por lo menos si lo veía, ¡Hola,
hola!, pero… me pareció una encerrona, ¿sabes? Y entonces, fíjate, lo que le han
importado los niños al director, a la policía, a la inspección… yo me sentí tan, tan mal
que busqué otro trabajo. (RESPONSABILIDAD DE CONCHA DE BUSCAR OTRA
ALTERNATIVA A LA SITUACIÓN CREADA EN EL COLEGIO)
C: Yo tenía… tenía ya cuatro hijos y, mis hijos venían conmigo al colegio, menos el
pequeño que iba a una guardería o los dos pequeños quizá, no, el pequeño iba a una
guardería que antes no había guarderías, que me los llevaba conmigo y me los dejaban
276
llevar, una suerte; pero estaba en la guardería y entonces, yo tendría entonces… 28
años, 27 o 28 años y, estaba de buen ver (reímos). Entonces, encontré un trabajo que era
como relaciones públicas de una oficina de seguros, que yo tenía que ir a visitar a
clientes ya hechos pero de la gente “guapa” de Las Palmas. (DESALENTADA POR
AQUELLA SITUACIÓN, BUSCA OTRO TRABAJO) Y aquello me sonó así como
un poco… no se… Me echaron muchos piropos los que me hicieron la entrevista, me
dijeron: “El trabajo es para ti, nos encanta cómo eres, eres muy guapa”, todas estas
cosas y “los clientes van a estar encantados de recibirte”. (LE DAN EL TRABAJO
POR SER GUAPA) Y a mi esas cosas que tenía siempre del Sexto Mandamiento
(RELIGIÓN) (ríe), que a lo mejor no era así; me doblaba más el sueldo más de lo que
ganaba, me decían que tenía un horario más o menos libre pero yo pensé: “Bueno, en
primer lugar esto, en segundo lugar, tengo que estar a disposición cuando me llamen
para visitar a un cliente a lo mejor por la tarde o lo que sea y no puedo llevarme a mis
hijos al colegio y los primeros, mis hijos”. Y entonces, por lo otro, a lo mejor lo hubiera
probado, pero por otra parte me tiraba mucho la escuela también pero también tenía a
mis hijos que podían haber seguido yendo al colegio, pero yo, soy muy madraza; y
entonces, pues… les dije que no; (PREFIRIÓ SEGUIR EN LA ESCUELA COMO
MAESTRA) dijeron: “¡Qué pena! Te damos lo que quieras…”. Nada, y volví a la
escuela. No la había dejado. Mientras hacía todos estos trámites yo seguía yendo a la
escuela.
C: No, no, no. No se deterioró nada porque yo seguí metida en mi clase como de
costumbre y…
C: Ya llevaba allí… estuve 9 años en ese colegio; mi hija ya tenía edad escolar, o sea
que ya llevaba cinco o seis años allí.
C: Los padres la casaron con un primo suyo; la niña tenía 16 años; la casaron con un
primo suyo que tenía 25 años porque los padres… Yo le dije al director que había que
hablar con los padres y, los llamó y se lo dijo y la casaron. Nunca he vuelto a verla,
nunca, nunca, ¿qué habrá sido de ella? Pobrecilla.
C: No, no, en Canarias no, para nada. Teníamos un ambiente… de los ciento y pico que
éramos, había un grupo que éramos 18-19 que éramos jóvenes todos y algunos menos
jóvenes pero ya… que nos íbamos de cena los sábados, llevábamos a los niños de
excursión, ¡qué nos llevábamos de maravilla! Y nunca hemos tenido conflicto con
277
ningún compañero, nunca en la vida. (UN AMBIENTE FENOMENAL ENTRE LOS
COMPAÑEROS)
C: Pero es que Canarias llevaba como 20 años de adelanto socialmente porque…
cuando yo llegué allí, el ambiente, la sociedad era completamente… era muchísimo más
moderna porque allí iba el turismo desde hacía 30, 40, 50 años y venían con otras
costumbres desde Europa y veías a los viejos vestidos con colorines y los veías bailar en
las discotecas, veías a las señoras mayores que se quedaban en pelotas en la playa y
todos los chavales jóvenes se sentaban alrededor… (reímos). (DIFERENTES
CONTEXTOS ENTRE LAS PALMAS Y ALMERÍA)
C: En Las Palmas empecé con aquellas… un grupo numerosísimo de 60 niñas de seis
años que no sabían ni leer ni escribir. Con el rayas primero que era el libro oficial y ahí
empecé a escribir cuentos muy pequeñitos y cancioncillas pequeñas para animar la clase
y para que jugaran un poquito, aprender y así. Y ya después de esa clase tuve una clase
de tercero, de tercer curso, que es la única vez que he tenido un tercero y la única vez
que tuve niñas pequeñas también, porque a partir de ahí, durante muchos años, todos los
años que estuve en Las Palmas, los grupos escolares que eran grupos de 44 secciones
normalmente, la mitad eran niños, la mitad eran niñas; estaban separados por el patio y,
en el patio estaban separados también a la hora de jugar. Y entonces ahí ya tuve algún
curso de 4º y 5º pero enseguida pasé con las mayores, con la segunda etapa, tenía 19
clases en la segunda etapa, de niñas. Les daba clase una vez por semana nada más y
tenía una tutoría. (GRUPOS A LOS QUE DABA CLASE) Y entonces ahí la
experiencia fue de lo más variada porque la sociedad en Las Palmas era una sociedad
muy moderna comparada con la sociedad peninsular porque ya llevaba muchísimos
años con turismo, una sociedad más abierta. (DIFERENCIAS) Y entonces las niñas
con 16 años, algunas tenían incluso 17, estaban hasta mayores, no sé si es que las
normas del colegio eran así, no lo recuerdo, oficialmente creo que era hasta los 16 pero
muchas niñas cumplían, y niños, los 17 años en el colegio. Entonces ya había problemas
de drogas, de prostitución… yo he tenido una clase una vez que… que tenían unas
costumbres tremendas, bueno, pues empecé por tratar de que se encontraran muy agusto
en la clase y fue cuando me inventé lo de aquella isla a la que nos trasladábamos
continuamente y por ahí las iba enganchando porque tenían que hacer presupuestos de
comida, itinerarios, cosas para divertirnos allí, música elegir… entonces aquella isla
fue… ojalá hubiera podido desarrollar eso como escritora, ¿no? O profesional, las dos
278
cosas, pero bueno, como nunca tenía tiempo para nada, pues me valió como experiencia
mucho para animar a las niñas a estar agusto en la clase.
C: Si, lo era, lo era. Pero en la clase no había conflictos porque… hombre porque
procuraba adaptar la clase a los intereses y eso. Ahí fue donde descubrí que había, que
te comenté que había una venta de drogas en el colegio y que casi me cuesta la carrera,
haberlo descubierto.
C: En Las Palmas 16 años. Pues estuve 9 años en el último colegio y después en otros
dos, 5 años en uno y un año en otro. (CRONOLOGÍA)
C: ¡¡El Cervantes, el Cervantes!! Si, el Colegio Cervantes, estaba saliendo hacia el
aeropuerto, al final de toda la ciudad. Si, le llamaban “el asilo” porque los maestros eran
todos muy viejos.
C: No, en el último que estuve, en el 29 de Abril.
C: El otro, el otro se llamaba… ¡ay! ¡ay! Guanarteme, el Colegio Guanarteme porque
era en el Barrio de Guanarteme, un barrio de pescadores súper pobre…
C: No me acuerdo.
C: Primero en el Cervantes, un año sólo, bueno, desde enero. Empecé con una
sustitución hasta final de curso y después al curso siguiente ya fui a Guanarteme cinco
años y después 9 años en el 29 de Abril. (CRONOLOGÍA)
Almería (LA TRATABAN MAL POR TENER UN CARÁCTER MÁS ABIERTO,
SE CUESTIONA ASÍ MISMA)
…yo en una ocasión, aquí era un centro que había un ambiente muy malo al principio y
que nos llamaban el “campo de concentración”.
C: Si, en el ambiente académico nos llamaban el “campo de concentración” y es verdad
y lo pasé muy mal y, hubo alguna persona que me las hicieron pasar canutas, pero es
que les extrañaba; yo los disculpo porque les extrañaba mi manera de vestir. Yo iba con
pantalones vaqueros y tenis siempre igual que los niños y entonces me decían que yo no
era una señora, estas cosas, ¿no? Que me lo decían a lo mejor por cariño, no para… pero
yo jugaba con los niños en el recreo, en la hora de gimnasia, sin el profesor de gimnasia
279
jugaba con ellos a las palas, a correr, a lo que fuera y no había esa costumbre, entonces
a mí… como que yo les parecía una persona un poco preocupante o un poco…
C: Ya… yo pensaba: No puede ser que se equivoquen todos. Y entonces, eso me creaba
a veces pensar, ¿qué hago mal?, ¿qué hago mal?, ¿qué hago mal?
C: Claro, me cuestionaba cómo hacía las cosas pero yo veía que los niños en la clase
estaban bien, trabajaban mucho y entonces decía: “bueno, pues yo aprenderé de los
compañeros lo que me parezca bien y lo que no me parezca bien, no, no lo voy a
aprender”.
C: No, yo le pedía a Dios, yo creo en Dios a mi manera, de una manera muy particular,
yo creo que si tiene que haber alguien bueno por ahí que nos ayude pero no el
tradicional (RELIGIÓN)… pues yo… en el colegio hubo quien me hizo frente, me
hicieron pasar las de Caín absolutamente, las de Caín pero sola no, cualquier maestra
joven que llegaba y tenía una manera distinta de ver las cosas, pues…
C: Aquí, si, fue aquí. Pero aquí yo no era la única perseguida, sino…
C: Porque yo iba a mi bola, yo…
Y claro yo, vine aquí, por ejemplo, iba a la playa y yo llevaba bikini; en Las Palmas ya
empezaban a verse las partes de arriba cuando yo llegué aquí y yo llevaba un bikini
normal, pequeño y, entonces, bueno, yo…no te digo todo lo que me llegaron a llamar. Y
veían que yo era muy tolerante con los niños pero a mí los niños nunca me faltaron al
respeto, nunca me faltaron al respeto, ni los prendas si quiera; trabajarían más o menos,
se portarían mejor o peor, aprovecharían más o menos pero nunca me faltaron al
respeto. Claro, verían una falta de respeto gravísimo, por ejemplo, que había un niño, le
llamaban “pillo”, se llamaba Pepillo, le llamaban “pillo”; que entraba en la clase y lo
primero que me decía era: “¡Tía buena! ¡Maciza!”. En vez de decirme buenos días
(reímos). Estas cosas, ¿no? Pues eso lo hubieran visto como un desacato absoluto o una
falta gravísima. Y a mí esas cosas pues… yo me reía con él, pobrecillo, luego me veía
en la calle a 15 metros y se ponía a gritar desde la calle lo mismo (reímos)… ya cuando
me hice mayor… esas cosas… Hay que tener una visión particular de la vida, siempre la
he tenido y no sé si he estado en lo cierto o no, no sé. Yo… me sirve que ahora me ven
por ahí y me abrazan y me… no sé y me dicen que me querían mucho y me dicen cosas
muy bonitas ahora que son personas adultas, todas con barba, con barriga, con…
280
(reímos) y no sé en qué me habré equivocado, a saber, en muchas, en muchas cosas me
habré equivocado… pero lo malo es que aunque quieras hacer las cosas bien, bien,
bien… pones tu corazón en ello pero no sabes, a lo mejor te has equivocado… en fin…
C: Lo destinaron a él, por eso yo pedí después poder ir allí, si.
C: Nada y 62, 58 o 62, las que fueran que es lo mismo para enseñarlas a leer y a
escribir. Menos mal que eran unas niñas buenísimas, buenísimas, obedientes, calladitas.
C: Si, ya vine destinada. Si, ya había concursado, un concurso de traslados y había
llamado al colegio y… y llegué ahí y, bueno, la primera sorpresa fue de un ambiente
horrible; venía de aquel colegio maravilloso que se llamaba 29 de Abril, donde éramos
íntimos, un grupo de compañeros y nos ayudábamos muchísimo y me encontré con una
mentalidad muy rancia que no quiero decir que toda la gente tuviera una mentalidad
rancia, pero aquí sí lo era el grupo que había…
C: No sólo el colegio sino la sociedad y yo me quedo con aquello que decían, que me
decían: Cuando se llega a Almería la gente… cuando la gente llega a Almería llora, pero
cuando se va, llora porque se va. (LA SOCIEDAD ALMERIENSE: CERRADA) Y
es verdad, yo si tuviera que irme ahora de aquí… estoy encantada en esta ciudad que es
pequeña, al menos donde nos movemos. Pero… la sociedad era completamente distinta
a la de Las Palmas y la mentalidad del colegio al que me tocó ir, que no diré su nombre,
pues era tremenda. Si te cuento una anécdota para poder explicarte lo que era… cuando
había un claustro de profesores había dos “brujas” que decían: “Todos contra todos”; y
aquello era horrible, horrible. La anécdota que te cuento es que vino, dos o tres años
después, una chica destinada que sólo había sido maestra una semana, una chica
jovencilla y, en el primer claustro empezó a llorar, a llorar, a llorar y, yo le dije: “Mira,
no te preocupes, si puedes con este colegio…”; estuvo un año aquí; “Si puedes con esto,
nunca vas a encontrar un centro peor donde te hagan sufrir así”. Y es verdad, ya después
conseguimos tomarnos a broma muchas cosas y disfrazarnos a veces, hacer cosas raras
para reírnos (ríe) y, fue una gran ayuda que estuviera ella, y ya está, fue… los niños
siempre son una maravilla. También me tocó una clase que no quería nadie, llevaban
tres años repitiendo 5º y, eran ya todos mayorcitos y era una clase… habían dividido los
quintos, había dos quintos y, los niños bonitos y los niños tontos y, a mí me tocó los
tontos que llegaban; pues de las experiencias más preciosas que he tenido, con aquellos
niños. Porque de tontos no tenían un pelo. Eran niños que les costaba estudiar porque…
281
¡por lo que fuera!, porque estaban menos atendidos, porque les era más difícil, tenía
niños delincuentes que luego se hicieron delincuentes famosos y todo, en la clase. Pero
conmigo fueron cariñosísimos, cuando salían a algún sitio siempre me traían una botella
de colonia o moras de los árboles o flores, había un niño que cogía las flores de los
jardines y me las traía y le decía: “No robes las flores de jardines” (ríe). Fue una
maravilla estar con ellos y yo no sabía que la inspección estaba haciendo un
seguimiento y, entonces, cuando iba el curso muy avanzado, más o menos por el mes de
abril o mayo, vinieron dos psicólogos y la inspectora a la clase para hacer… y se
llevaron una sorpresa enorme porque vieron que los niños eran muy felices en la clase,
que habían avanzado muchísimo; les hicieron un test a ver qué pensaban de la maestra y
me decían que yo era una princesa, que era aquella de los Ángeles de Charlie, decía que
yo era una de los Ángeles de Charlie, estas cosas así preciosas de los críos. Y fue, ya te
digo... me ha pasado más de una vez que las clases esas que dejan… a estos sólo hay
que comprenderlos y, después, pues son niños tan extraordinarios o más porque se
vuelcan, porque se les da cariño y les escuchas y… y un día le di una “torta” a uno;
porque ya te digo que era una clase… era ya mayorcitos… y le echó las manos al cuello
a otro y, empezó rojo, rojo, rojo, rojo y yo: “¡Qué lo sueltes, qué lo sueltes! ¡Niños
ayudadme!” Y como los niños se quedaron parados, le di un tortazo al que le estaba
ahogando al otro (ríe), y después le di un abrazo, “¡perdóname!”, pero lo soltó (sigue
riendo).
C: No, bien, bien siempre. Los niños muy bien.
C: Se quedó tan frío que lo soltó, no por la “torta”, que seguramente no le hizo daño.
Pero luego ya dije: “Mira, perdona”. Ya se tranquilizó y ya después ya hablamos y eso.
Y había un grupo de maestras que me amargaban la vida a propósito, pero no solo en la
escuela sino fuera de la escuela.
C: En la carnicería, en la peluquería… en todas partes. Bueno… eso pasa en las mejores
familias.
C: Pues en primer lugar por la mentalidad tan pobre que tenían. Eran ignorantes
absolutamente, les daban a los niños unos castigos increíbles, organizaban peleas de los
listos contra los tontos, los ponían separados… bueno, eran… Las madres, yo no, las
madres las llamaban las “brujas” porque eran malísimas. Influían también en alguna que
otra persona. (MALAS PRÁCTICAS DE LAS “BRUJAS” EN SUS CLASES,
282
ADEMÑAS DE HACERLE LA VIDA IMPOSIBLE A CONCHA DENTRO Y
FUERA DEL COLEGIO) Los compañeros eran más tranquilos, pero estas eran…
vamos, había esas dos y otras dos o tres que eran por el estilo aunque no tanto… a mi
me tenían fichadísima. Primero porque iba con bikini a la playa y eso les parecía
inmoral, luego porque hubo un curso de ética de una semana, en el que venía entre otros
mi amor platónico que era Javier Sada (ríe). Iban monjas también, era sobre sexualidad
también y claro, yo fui y, entonces aprovecharon para decirles a las madres que yo había
ido porque yo era una puta y estas cosas así para… en fin… todo lo que te puedas
imaginar. Ya te contaré otra experiencia pero no quiero grabarla.
C: Pero bueno, de eso hay en todas partes, gente mala y gente buena. Y aquí, pues éstas
tenían como domesticado al resto, les tenían miedo. Yo no me dejaba domesticar, todo
el día metida en mi clase y hacía las cosas como me parecía. Una vez me amenazaron si
iba a cursillos porque no habían ido nunca y entonces yo tampoco podía romper la
baraja y, les dije que iba porque quería ir y que me daba igual. (LAS AMENAZAS DE
LAS BRUJAS A CONCHA) Entonces claro, esas cosas… no estaban acostumbradas a
que les plantaran cara y un psicólogo, de los que atendía el colegio, me dijo: “Conchita
márchate de aquí porque te van a hundir”; y yo le dije: “Yo tengo la casa enfrente,
tengo un hijo enfermo (uno de mis hijos estaba malo entonces), mi padre está enfermo y
no me voy porque no me da la gana”. Cómo es el ambiente que había otra psicóloga,
que es muy conocida aquí en Almería porque hace una labor extraordinaria como
ONG, que lloraba antes de empezar el curso y, le decía al Inspector Jefe: “No me mande
ahí, ¡no me mande!”. Porque ahí el que entraba las pasaba canutas. Era una guerra.
Conmigo no pudieron pero me hicieron mucho daño, estuve tomando Tranxilium por las
noches y eso, si, si. (UNA EXPERIENCIA HORRIBLE)
C: Si, después en el Instituto Nicolás Salmerón.
C: Si, porque a los de secundaria nos pasaron a otro… al instituto porque aquí lo
dejamos sólo para primaria. (CON EL CAMBIO DE LEY PASA A DAR CLASE AL
NICOLÁS SALMERÓN)
C: En este cole 20 y en el instituto tres. (CRONOLOGÍA)
C: Pues hubo… tuve un práctico que había estudiado biología y bueno, la experiencia la
misma con los niños, ¿no? Con los compañeros, maravilloso. ¡Qué compañeros más
283
estupendos! Fueron conmigo increíbles, vamos. Y claro, pues de la experiencia anterior,
pues es que no se cómo darles las gracias cada vez que los veo. (EXPERIENCIA
MUY BUENA EN EL INSTITUTO) Y allí me pasó un cosa muy bonita; había una de
las profesoras vino a decirme: “Mira, tengo una amiga que el hijo ha estudiado biología
y tiene que hacer las prácticas y nadie quiere un práctico, anda cógelo tú y tal”. Y lo
cogí, había estudiado biología pero bueno. Y al chaval que ha estado ahora de maestro
en las monjas, en El Milagro, le gustó tanto la experiencia con los niños que hizo
magisterio aparte y es maestro ahora. Un chaval majo, majo también. Y con los críos
muy bien. (EXPERIENCIA CON ALUMNO EN PRÁCTICAS QUE HA
CONSEGUIDO QUE SEA PROFESOR)
C: Fue extraordinaria. Cuando me jubilé, me jubilé estando ahí ¡me hicieron una
despedida que no te puedes imaginar! Me regalaron un reloj maravilloso, una comida…
fueron todos los compañero, bueno, bueno. No sé porqué me ofrecieron dar la lección
inaugural del curso siguiente el primer año de estar allí y les dije que yo se lo agradecía
mucho pero que no, que a mí las tarimas como que me imponen mucho. (LA
QUERÍAN TANTO QUE LE OFRECIERON LA CHARLA INAUGURAL
DESPUÉS DE JUBILADA) Pero cuando llevaba allí dos años, bueno había recibido
algunos premios por ahí, ¿Qué es el Rey para ti? Lo ganamos dos veces y algunas cosas
más (PREMIOS. NUNCA DICE LOS QUE TIENE) y, la sorpresa que un día, yo sé
si ya me había jubilado, fue el año que me jubilé o fue el año anterior, creo que ya me
había jubilado porque estaba aquí en casa y vinieron la mujer del Director y otra
compañera a decirme que iban a solicitar que me nombraran hija adoptiva de la ciudad
y, cuando me dicen eso, digo: “¡Vosotras estáis locas! Es que ni se os va a ocurrir,
vamos, que no, que de ninguna manera”. Y no lo acepté, “¡no salís de mi casa sin
jurarme que no, que no me vais a hacer pasar por esa vergüenza!” (reímos). ¡Con la de
gente que hay en la ciudad! Y no, y no. Se lo agradecí mucho, ¿no?, porque ya ves, una
distinción muy grande pero vamos que no me lo merecía porque hay en la ciudad
gente… ya ves. (NO ACEPTÓ SER HIJA PREDILECTA DE LA CIUDAD POR
SU MODESTIA)
C: Que no, que no., yo sólo hacía mi trabajo.
C: Yo creo que… nunca había influido en ningún sentido hasta que llegué aquí porque
aquí esta gente que te decía, dividían a las personas en pitos y agujeros. Y entonces
284
pues, hablar con los compañeros era sospechoso, era una cosa así como de la Edad
Media o así, ¿no? Pero no me ha influido para mal ni para bien. Yo siempre he
encontrado mejores amigos entre los hombres que entre las mujeres, por lo que fuera,
siempre me han parecido más respetuosos, más afectuosos, ¿sabes?, me entendía mejor
con los hombres que con las mujeres, no sé por qué. También he tenido compañeras
extraordinarias, ¿eh?, también. Pero bueno, creo que no me ha influido de una manera
especial el ser mujer. Yo creo que en Magisterio es la carrera, quizá, en la que hay
menos diferencia en ese sentido, quizá. No sé si en medicina u otras ahora, porque claro
las cosas han cambiado mucho, pero yo no me he sentido discriminada por ser mujer,
por ser mujer no. (GÉNERO. ELLA CREE QUE NO, PERO SU VIDA ENTERA
ESTÁ MARCADA POR SER MUJER EN UN MUNDO DE HOMBRES)
C: Si, porque era joven y estaba un poco más de buen ver, quizá eso… (ríe), pero sólo
con esto, con las brujas, con la otra gente no (ríe).
C: No… fue lo mismo prácticamente, únicamente que fue un ambiente muy agradable.
C: Si claro, lo piensas, me sentía cansada porque claro, he criado 4 hijos, o sea 6
(reímos) y, tirar de una casa tan grande… 6 y a veces 7, porque mi suegra pobrecilla
mía pues también pero era muy buena conmigo, vamos. Pero… ya no sé lo que me
preguntaste…
C: ¡Claro! Me daba pena dejar el contacto con los niños porque es que, sobre todo el
último año, siempre me han demostrado mucho cariño, ¿no?, pero el último año es que
en los últimos… cuando se enteraron que me iba a jubilar, que no se lo dije a nadie,
bueno, los compañeros lo sabían, claro, pero los niños no. Cuando se enteraron…
hicieron de todo: la mesa llena de regalos, de decirme cosas preciosas y, yo decía:
“¡Dios mío!”. Hasta el último día que estuve en la clase, se me ocurrían a veces cosas
que no se me habían ocurrido antes, decía: “¡Por Dios! ¡Si me hacía falta otros 40 años
para aprender a ser maestra!”. Porque es que los críos te potencian tanto o que puedes
hacer de una manera o de otra y quizá la frase más tierna fue… hacían cosas muy
graciosas para llevarme los regalos: que los habían llamado a Dirección, que los habían
castigado y luego aparecían con un ramo de flores, con mil cosas. Y un día les dije: “Es
que no se cómo agradecéroslo. Sois muy buenos, gracias por todo, por aguantarme con
el análisis sintáctico”. Me acuerdo de un niño rubito que me dijo: “Es que te queremos
285
seño” (ríe), y me hizo llorar. ¡Qué bonicos son! Madre mía. He sido una maestra
mimada, ¿eh?
C: Pues terminó el curso normalmente con la junta de evaluación, se entregaron las
notas y tal y, el último día de instituto ya sin niños, pues fuimos a comer al Club de
Mar. Me invitaron a comer ahí y a mi familia y no estaba ninguno de mis hijos, me dio
una pena… pero bueno, estábamos mi marido y yo, fue algo muy bonito, como siempre,
cariñosos, entrañables, si. (JUBILACIÓN)
C: Bueno, yo venía de una sociedad muy moderna que era la de Las Palmas,
socialmente muy avanzada por aquello del turismo y tal. Al llegar aquí me encontré con,
no me refiero a la sociedad almeriense, aún así era una sociedad… Almería estaba muy
desvinculada, muy separada, no había medios de comunicación para ir a Madrid…
bueno, estábamos muy aparte y, eso influye mucho en las costumbres, no había
tampoco medios de comunicación tan importantes como ahora, como internet. Entonces
en la clase pues había un grupo de personas… este colegio estaba muy mal considerado
hablando de compañerismo y de costumbres duras de algunos maestros y, yo me
encontré aquí con una caverna de la Edad Media. Y la mayoría de los compañeros pues
los apreciaba y ellos a mi también, pero tuve la mala suerte de que… no sólo yo,
muchas compañeras, sobre todo las jóvenes, yo entonces… pues hace 36 años yo era
joven, una mujer joven y era más modernita vistiendo, llevaba bikini a la playa y eso les
escandalizaba muchísimo y cosas así. Y entonces pues me pusieron en la proa y me
hacían todas las jugarretas posibles, además, utilizando a los alumnos contra mí o contra
mis alumnos o los padres, no sé, era gente que no daba más de sí, yo que sé, no tenían…
no habían leído un libro en la vida aparte de cuando hicieron la carrera, eran muy
ignorantes, eran muy malas con todo el mundo. No era sólo conmigo, es que eran así,
tenían eso, eran las que mandaban en el colegio y al Director lo ponían firme fuera que
el que fuera. Y entonces a mi me lo hicieron pasar muy, muy mal, incluso con los
padres. Menos mal que los niños solían defenderme y los niños iban bien en clase y eso
y, me lo hicieron pasar muy mal. Hasta que pasaron unos años… las iba apartando con
detalles que les hacían saber que me importaba un bledo lo que hicieran, ¿no? Pero ya te
comentaba que incluso a los Psicólogos les daba miedo venir al colegio, tremendo. Y
yo, llegó un momento que pasaron los años y ya me cansé y, un día en un claustro me
hicieron una pregunta absolutamente ofensiva y les dije que hasta ahí habíamos llegado
y que la próxima vez me iba al juzgado y a delegación a denunciarlas. Y entonces me
286
dejaron… me cogieron un poco de miedo porque además, había padres que las habían
denunciado a veces a la Inspección, ¿sabes? Eso que antes no se denunciaba a nadie, en
España tragábamos y callábamos pero… Entonces pues ya…
C: Por lo menos no se atrevieron a enfrentarse abiertamente como hacían.
(SITUACIÓN EN EL COLEGIO Y CÓMO LA SUPERA DÍA A DÍA)
C: Igual ocho o nueve años. Yo además iba a cursillos continuamente, a conferencias, a
todo tipo de cosas y, una vez, se plantaron y reunieron diciendo que en el colegio nadie
iba a cursillos y que yo no iba. Yo les dije: “Pues vosotras no vais, yo voy”. Sí, porque
yo no me enfrento nunca pero en las cosas que me han importado, en la vida particular,
privada, referente a mis hijos o referente a mi trabajo… yo cuando creía que tenía razón,
ponía mis cartas sobre la mesa y decía “Por ahí no paso”.
C: Pues yo que era una mujer joven y estaba delgadita y esas cosas, ¿no? Yo llevaba
vaqueros porque me gustaban los vaqueros y tenis y, yo vestía como los niños más o
menos, como cualquier… como viste ahora mucha gente. Y un día me dijeron que
porqué me ponía vaqueros si yo tenía un cuerpo como el de una señora obesa que… una
de las compañeras que era muy bajita, que la pobre sería un encanto de mujer pero la
pusieron de mal ejemplo físicamente, “Tú tienes el cuerpo como esta”. ¡Ah! Me
acuerdo, que no te lo dije antes, lo que les contesté: “Bueno, yo puedo ser rechoncha
(que no lo era para nada), pero vamos a ver, la persona que tenga la nariz fea (y no
nombré a nadie pero había una) o la persona que tiene de esas caras avinagradas que da
miedo verlas o la persona que se fea naturalmente qué hace, ¿no salen de casa? Pues yo
también salgo”. Y al día siguiente me puse un pantalón vaquero ajustadísimo de mi hija
y unos tacones así (hace gesto con la mano indicando lo altos que eran) y me fui
moviendo el culo a la clase (reímos). Entonces ya empezaron a cogerme un poco de
respeto, esto ya antes de plantearles lo del juzgado y la inspección. Las iba venciendo
con estas cosas (reímos). (SITUACIÓN EN EL COLEGIO Y CÓMO LA SUPERA
DÍA A DÍA)
C: Siii, los compañeros me apreciaban, ¿eh? Los compañeros me apreciaban y yo a ellos
también y, además, yo era muy buena amiga de uno de ellos hasta que le fueron con… a
decir que yo hablaba mal de él y dejó de saludarme. Estas cosas pasaban ahí dentro. Y
había otro que después tuvo una experiencia de vida familiar horrible, horrible, un caso
que ya te contaré en otro momento y era un compañero con el que me tocaba hacer
287
siempre los recreos y yo lo quería muchísimo y él a mí también, ¿sabes? Y yo con los
compañeros bien porque me respetaban mucho y nos apreciábamos, eran estas que eran
así de nacimiento, alguna bruja las maldijo (reímos). (RELACIÓN MUCHO MEJOR
CON LOS COMPAÑEROS)
C: ¡Cómo las brujas de los cuentos! Como que las madres las llamaban las brujas.
C: Y algunas madres y padres las denunciaron porque les daban a los niños unos
castigos… horribles, vamos. Les pegaban y les ponían piedrecillas debajo de las
rodillas, que yo de eso me enteré por los niños pasado el tiempo. ¡Qué eran así, qué eran
muy brutas! Brutas malamente porque mi padre era bastante bruto pero era muy buena
persona (ríe) y era un hombre muy culto. Estas encima eran unas bestias que… bueno,
en fin, ya he dicho muchas cosas malas (reímos). (DENUNCIAS DE ALGUNAS
MADRES A LAS BRUJAS)
Y experiencias tremendas, por ejemplo, teníamos una niña con Síndrome de Down que
tenía 16 años y, era adoptada y, una vez lloraba, lloraba, lloraba y le dije: “¿Qué te
pasa?” Y dice: “Es que mi madre se tiene que ir a Madrid y me quedo sola con mi
padre”. Ella decía que el padre abusaba de ella. Entonces yo cogí a dos compañeros que
me parecían tal y, no quisieron saber nada. Y entonces fui a la inspección, hablé con el
Psicólogo, no quiso saber nada. Entonces hablé con la Asistente Social y decía que eran
cosas de la niña, pero yo no creo que fueran cosas de la niña. Lo mismo ocurrió con otra
niña de 14 años, monísima, que la madre era prostituta y la tenía reservada para
dedicarla a la prostitución. Y ella me lo dijo y ¡no quería! Y era una niña súper
inteligente. Pero la madre recibía en su casa y allí estaban el niño y la niña adolescentes.
Y entonces quería que la hija se acostumbrara a esa idea y nunca supe que fue de ella.
Hice lo mismo. Todos los recorridos que hice, no sé si tendría que haber ido al juzgado,
me quedó esa duda. Pero no se me ocurrió ir al juzgado… en fin, cosas tremendas.
C: ¿He hecho lo que he podido? ¡Es que no lo sé! ¿Qué podía hacer? ¿Ir al periódico y
denunciar? O ir… es que no nos enseñaron a defendernos de estas cosas tampoco y
entonces yo iba donde creía que tenía que ir. Y no quería hacerle daño a la niña
tampoco, ni que se supiera su nombre y todas estas cosas. Pero es que todo el mundo
pasó de ella. Y de este otro caso que te digo, de la niña con Síndrome de Down, lo
mismo. El mundo a veces es un asco.
288
C: Aquí, pasó aquí. (SITUACIONES DE ABUSOS Y VIOLENCIA A MENORES
QUE DENUNCIÓ PERO NADIE LE HIZO CASO. SE SIENTE CULPABLE DE
NO HABER HECHO MÁS)
C: ¿Para qué están, para qué están? ¡Dios mío! ¿Para qué cobran un sueldo? ¿Los niños
qué? En Las Palmas las cosas del sexo… empezaba a haber ya una libertad, no entre los
adultos, pero entre la gente joven, entre los niños adolescentes… Como te comentaban
estaban a veces en el colegio hasta los 17 años, no recuerdo qué ley era aquella, pero si.
Y entonces las niñas me comentaban a veces, “Es que estoy preocupada porque es que
no sé si estoy embarazada”, estas cosas y, conmigo tenían mucha confianza y me
comentaban. Entonces, hasta donde podía, las podía ayudar. Pero aquella sociedad
como era más abierta, pues era más fácil hablar con los padres y… pero aquí, ¿con
quién hablas?, ¿con la madre de esta niña, con la que quería dedicarla a la prostitución?
No he vuelto a verlas a ninguna de las dos. (COMPARACIÓN ENTRE LAS
PALMAS Y ALMERÍA CON RESPECTO A LAS FAMILIAS)
C: A ver, con esta chica que la madre, supongo, la dedicó a la prostitución y que habrá
cobrado un buen dinero, no ha venido ¡nunca al colegio! El niño se metió en una
pandilla de Pescadería, se dedicaba a robar, todas estas cosas. Me lo dijo él. Y la niña
pues ya ves, ¿cómo se habla con esa persona? Es que quien tendría que hablar con ella
sería la Asistenta Social, el Director del colegio… Nada. Y con las familias yo siempre
he tenido muy buena relación pero he tenido ya después con los niños de secundaria, en
el instituto, a algún niño que se dedicaba también a la delincuencia y por ahí y, al fin,
conseguí que viniera la madre y la madre lo tapaba y, que no, que no y que no era
verdad. Y entonces estábamos en la dirección, porque yo llevé a la madre a la dirección,
dije, “Mira, va a venir la madre de este niño”. Y me llevé al niño también. Y dije,
“Mire…”, Isaac se llamaba. Entonces el niño lo negaba todo. Iba siempre con una
navaja, les reventaba las ruedas a los maestros y, yo le dije, “Mira Isaac, yo no quiero
que nadie te castigue”. Eso delante de su madre y su madre también. “Lo que quiero es
que tú aceptes lo que estás haciendo por si podemos ayudarte”. Y así, pero fue el único
caso que conseguí que viniera la madre, porque luego los padres contestaban:
“Edúquenlos ustedes que para eso son Maestros”, “Yo no puedo con él, a mi no me
hace caso”, estas cosas. Entonces los niños difíciles… los padres no aparecían. Esto ya
con los adolescentes. Con los pequeños sí, pero bueno.
289
C: ¡Por supuesto! Por supuesto. Yo he llamado, por ejemplo, a padres de niños
brillantes que a lo mejor al llegar al segundo trimestre muchas veces bajaban, estaban
un poco cansados o lo cogían con menos ganas y, llamar a los padres y los padres lo
agradecían, también había padres… uno de ellos, por ejemplo ¡dos! Que me llamaron
mucho la atención que eran profesores de la Universidad y no les gustó que les dijera:
“Mire, que el niño está bajando, la niña está bajando, a ver si entre todos conseguimos
que se aupe”, “Si es que son muy pequeños, si es que…”. Estas cosas y tenían ya 12 o
13 años. Entonces, hacer hasta donde puedes, no te puedes meter en otras cosas.
C: Si, si. Yo me fui a la Trabajadora Social de… que no la teníamos en el colegio pero
había una dedicada a esto también. Me informé a ver quién era y hablé con ella, pero
nada, nadie se ha implicado, en ninguno de los dos casos. Y como te comenté en aquel
de venta de drogas en el colegio de Las Palmas, lo mismo. (IMPLICACIÓN DE LAS
FAMILIAS EN LOS PROBLEMAS DETECTADOS EN EL COLEGIO DE
CONCHA)
C: Claro, claro, ¡eso es fantástico! Eso es importantísimo. Fíjate en nuestros políticos.
¿Tú ves que siempre están sonriendo y siempre están clavándose las espadas? ¿Se dan
algún abrazo de verdad? No hay, no hay, eso es un teatro. Y eso es lo que no puede ser.
Pero fíjate la mentalidad, por ejemplo, en la escuela y, esta persona, una compañera que
aprecio mucho y que lo hacía de corazón. En el patio, eran niños grandecillos, un niño
cogió a una niña así por los hombros, la llevaba así cogida (hace gesto del brazo por
encima del hombro) y ella le dijo, “¡¿Tú por qué te dejas tocar?! ¡Lo que tienes que
hacer es darle una torta! Y le dije yo, le dije a ella aparte, “Mujer, mejor que se dieran
un beso a que se dieran una torta”, “¡Jolín! ¡Pues vaya mentalidad la tuya también!
¡Eso es inmoral!”. Lo que es inmoral es lo que nos han ensañado a nosotros. (LA
MORALIDAD EN EL COLEGIO POR LA RELIGIÓN)
Metodología de trabajo
M: Entonces, tú te inventabas cuentos, canciones…
C: Si, ahí empecé, ahí empecé. (EN LAS PALMAS)
C: No teníamos nada, ni libros, ni bibliotecas cerca, ni biblioteca en el colegio. Nada,
tenías que valerte con lo que había, con la pizarra de clase, con la pizarrita de las niñas y
una libreta después, (POCOS MEDIOS) conseguí que pudieran comprarse para que
290
aprendieran a dibujar también en colores y, a lo mejor les decía: “Mira, aquí habla
perro”; entonces, dibujaban el perro cada una como sabía, lo pintábamos, luego le
poníamos el nombre, las partes del perro, estas cositas, así, así, avanzaban a leer. Con lo
que se me iba ocurriendo. Yo no había hecho las prácticas nunca en la vida tampoco,
porque había estado interna y me las dieron por aprobadas sin… (PRIMERAS IDEAS
EN CLASE PARA QUE LAS NIÑAS APRENDIERAN A LEER) Llevábamos a la
Escuela de Magisterio, teníamos que demostrar que llevábamos las prácticas, pero eso
nos lo hacían las monjas; pues, hacíamos un costurero, que teníamos que aprender a
coser y bordar, yo aún lo tengo, unas muestras de lo que aprendíamos a hacer y ya está;
y de prácticas nada. (LAS PRÁCTICAS EN LA CARRERA)
C: Era extraordinaria, si. Yo es que nunca les he reñido a mis alumnos, nunca. (REÑIR
JAMÁS) Por ejemplo, esta clase que era una clase difícil (refiriéndose a un colegio de
Almería) en cuanto al tema académico, pues tenía que buscarme la vida, “a ver, ¿cómo
os gustaría que estuviera la clase? Pues queremos que haya pósters de Starky y Hutch”
Que era… “y no sé qué cantante”, entonces les dejé traer… se llevaban muchas de tener
pósters y les dejé que empapelaran la clase con pósters en vez de con cosas científicas y
por ahí… y poníamos música bajito cuando hacían la tarea y eso lo he hecho muchas
veces, cuando era posible en la clase; hablábamos de temas… entonces para animarles a
estudiar, yo me inventaba una isla, ¡ojalá lo hubiera escrito! (ADAPTAR LA
METODOLOGÍA A LA CLASE Y NO AL REVÉS) Pero es que no me daba tiempo
de todo, ¡tenía cuatro hijos, a mi padre, a mi marido… mi padre vivió conmigo
veintitantos años, mi suegra algún año que otro! Y entonces me inventé una isla y eso
les encantaba, decía: “Bueno, nos vamos a ir de fin de semana y entonces tenemos que
hacer comida, tenemos que ver el clima, tenemos que ver las condiciones geográficas,
dónde se encuentra situada” Y todo eso; y entonces trabajaban como locas para hacer
una lista de los alimentos que teníamos que llevarnos, de todo eso… con esa isla las fui
metiendo a trabajar, a leer… no importaba tanto que aprendieran mucha historia o
que… era imposible, les importaba un bledo. Sí, pero lo veíamos de un punto de vista
más, más lúdico, no es que no lo viéramos, lo veíamos… y luego por ejemplo, contar
historias, “a ver, vamos a llevar preparado lo que habéis leído para contarlo allí a las
demás o historias que os habéis inventado” (LA ISLA) (cuenta lo que hacía con sus
alumnas). Yo siempre las he enseñado a escribir también y, entonces, teníamos en la
clase una supuesta escapada de fin de semana, de fin de semana que duraba toda la
291
semana; la programábamos a parte luego de lo que tenía que dar en clase; que ya te digo
que procuraba adaptarlo a esta isla mágica que teníamos. Y luego allí, una clase de
niños, de los varones, que había nada más que 22 o 25 niños, que tenían todos
cumplidos los 16 años y de allí salía llorando el maestro, la maestra, todo quisqui. Eran
terribles, terribles. Con problemas de drogas, de todo. Y entonces, yo entraba siempre…
yo les deba dibujo, ¡menos mal que les daba dibujo! Porque para probarme los primeros
días, en aquellos tiempos que todo era pecado, pintaban unas tetas grandes en la pared y
yo les decía: “A ti te gustan gorditas, ¿no?” (reímos). Pues yo me enfrentaba poco con
ellos. Y otra vez pillaron o lo llevaron de fuera, supongo, un lagarto de este tamaño
(indica cómo era de grande) y, lo llevaba un niño en la mano, me dice: “¡Mira seño!”.
Y yo: “¡Oh qué bonito! ¡Dale la vuelta que nunca le he visto la barriga a un lagarto!” Y
lo mete por aquí… (refiriéndose dentro de la camiseta) (reímos). Ya tenía yo mis tablas
y… (ríe) y entonces… dibujo aprendieron poco pero si descubrió algún niño un sistema
de dibujar que era todo de dibujos diminutos, diminutos de ciudades, ¡maravilloso! Y, le
digo: “¡Va a ser un gran arquitecto!”. Entonces conmigo no se enfrentaban y,
hablábamos a veces de algún tema o hacían los dibujos como les parecía, a veces
algunos los hacían como tenían… algunos y ¡otros nada! Y otras veces pues… “¿Me
deja dibujar en la pizarra?” Y, yo: “Bueno, pues si no estorbas a los demás…”. Y
entonces, de esa manera, con una tolerancia casi absoluta… pero yo nunca salí llorando
de la clase ni… Al principio no dormía porque decía: “Mañana, Dios mío, ¿qué me
pasará mañana?” (ríe). Porque había una compañera que a la pobre la traían mártir y a
otro compañero también porque como les levantaran la voz o lo que sea, no lo
consentían. (CLASES “DIFÍCILES”, METODOLOGÍA ADAPTADA A ELLAS)
C: Yo procuraba ser como una más, o sea, no hacía mi papel de maestra, no lo he hecho
nunca como, como que mi papel fuera más importante, sino, que yo era una más, ellos
tenían un trabajo y yo tenía otro, distinto y era más bien… y la técnica que he seguido
siempre de colaboración, de ayuda, de tolerancia; he tenido muchos casos en los que he
tenido que adaptarme a las circunstancias. Tenía aquí (refiriéndose a un colegio de
Almería) un niño que le ha dado por cantar zarzuela, porque era un niño inadaptado
absolutamente. Y… y entonces pues… era un niño muy guapo además y venía
expulsado de otro colegio y le dije… y los niños ya sabían cómo funcionaba la clase,
¿no? Entonces cuando venía un niño así con algún problema, pues ya más o menos…
había un ambiente de tolerancia y tal… entonces nos reíamos cuando hacía alguna
292
gracia, nos reíamos y le decíamos: “A ver, cuéntanos otro chiste o canta o cualquier
cosa”. Entonces, un poco le desmontábamos la actitud de llamar la atención. Pero este
niño por ejemplo, no… no dejó de querer llamar la atención durante dos o tres meses,
en ese sentido, entonces lo que hacía era que estaba muy de moda la zarzuela, Luis
Cobos,… y él encantado… entonces había un preludio de zarzuela o intermedio, no me
acuerdo ahora mismo; a mí siempre me ha chiflado y me gusta muchísimo la zarzuela; y
entonces se ponía a cantar zarzuela en la hora de matemáticas; pues se aburría y decía:
“¿Me deja cantar? Hago las cuentas y los problemas” Vale, entonces un día le dije:
“Asómate a la dirección, Juanjo, y dile por favor, que te den un paquete de tiza”. Y
estábamos en el pabellón de atrás y digo: “éste se me va a matar por ahí” (reímos), ya
tenía 12 o 13 años. Y dije: “Niños, ¿qué os parece si le decimos a Juanjo que cante muy
bajito, que os encantó oírle, pero como os gusta oírle pues os distrae del trabajo y
entonces para que podáis hacer el trabajo, que cante bajito, ¿os parece bien?”. “Si”.
Entonces llegó Juanjo, “oye Juanjo, estábamos diciendo que es una pena que no cantes
(ríe) pero hay un problema, a ver, vamos a llegar a un acuerdo. Mira, a los niños les
encanta la zarzuela y a mí también, entonces, para que no los distraigas porque tienen
que aprobar y tú también, pues vas a cantar bajito, bajito y entonces ellos pueden hacer
su trabajo y tú el tuyo mientras… pero esto si me prometes hacer el trabajo”, “vale”.
Efectivamente, los dos primeros meses los pasó: “tatatatararata…” (tararea la zarzuela
de Juanjo) (reímos). Y los niños me miraban, se sonreían, me guiñaban un ojo, o sea…
que ellos participaban también… y así, las batallitas de la abuela (reímos). Pero que ha
sido así, de una gran tolerancia… nunca, nunca les reñía, me reñían ellos a mí a veces
por las notas pero… porque yo les exigía mucho, les exigía que se ganaran las notas.
Y… pero bueno, había un ambiente muy bonito en la clase, era… yo que sé lo
trabajábamos, no perdíamos un segundo… pero era… en fi… no sé si quieres más
batallitas (ríe). (AMBIENTE DE COLABORACIÓN, DE AYUDA, DE
TOLERANCIA…)
C: Si, si, si. Yo, creo que por dentro nunca he dejado de sentirme como cuando era una
niña y no soy… no padezco de infantilismo en absoluto. Yo creo que era una niña muy
madura desde pequeña. Las madres de mis amigas, si iba yo, las dejaban ir; así como mi
padre no se fiaba de mí, las madres de mis amigas sí. Y yo sabía lo que sentían los niños
y, entonces yo en una clase que los niños lo estaban pasando mal porque no comían,
porque… o por los problemas que fueran o porque tenía que enseñarles, yo, por
293
ejemplo, empezaba por ambientar la clase, como te decía antes, como les gustaba.
(NUNCA HA DEJADO DE SER UNA NIÑA) Yo me acuerdo en una de los primeros
años de maestra que… era un barrio súper pobre, en el Barrio de Guanarteme que es una
maravilla de… era una maravilla de sitio al lado del mar, lleno de plataneras detrás del
colegio… y bueno, hay anécdotas todas las que pudiera contarte, ahí fue donde empecé
a escribir en serio, en serio, en serio para los niños. (ALLÍ EMPEZÓ A ESCRIBIR
EN SERIO) Y… ya no se qué te iba a contar, ¡ah! Por ejemplo, para ambientar la clase,
para que se integren bien, hacíamos colecciones y, me acuerdo un año, por ejemplo, que
las niñas de tercero que no he vuelto a tener niñas de tercero, siempre he tenido de
cuarto para arriba… después, para que estuvieran agusto en la clase, digo: “Vamos a
hacer un jardincito en la clase”. Y había una fábrica de fósforos, como los llaman allí,
de cerillas, muy cerca del colegio; entonces les pedimos cajas vacías porque tenían…
las cajas eran preciosas con dibujos. “¿Queréis que coleccionemos las cajas?”, “Sí”.
Entonces hicimos, en una esquina de la clase con las cajas unos muritos preciosos y
luego pusimos plantas, un charco de agua con un cacharro adornado con plantas y flores
alrededor, en fin, empezaba por hacerles agradable la estancia en la clase. Les contaba
cuentos, les contaba travesuras de cuando era pequeña (reímos). (AMBIENTAR LA
CLASE PARA QUE SE INTEGRARAN)
C: ¡Sí! En fin, procuraba… fue una tendencia mía siempre a que se encontraran agusto
en la clase, no sé de dónde… no sé, siempre lo he visto así, empezando por ahí. (QUE
SE ENCONTRARAN BIEN) Y luego si hemos trabajado mucho y hacíamos muchas
aventurillas de salir del colegio y de participar en cosas que llegaban al colegio… Tenía
un grupo de teatro, el director se empeño en que yo dirigiera el grupo de teatro.
Ganábamos todos los premios, el maestro que había de otro colegio y yo, ganábamos…
los concursos de AETIG, que eran concursos nacionales y, hemos ganado un montón de
premios. Yo escribía las obritas, nunca, nunca me… (GRUPOS DE TEATRO)
C: Nunca he hecho nada (ríe). No, le pedí una vez un certificado al director, diciendo
que dijera que efectivamente había ganado muchos premios de teatro. Y el director ya
era muy viejecillo y se lo encargó a la secretaria que también me conocía y me puso
tantas cosas buenas que no se me ha ocurrido enseñarlo nunca, ni sacarlo nunca.
C: Me da mucha vergüenza… yo que sé todas las cosas que puso allí (reímos), ya no me
acuerdo, entonces no las he sacado, nada. (MODESTIA) Fue una verdadera aventura,
294
yo llevé al grupo de teatro durante ocho años… Yo tenía un Volkswagen pequeño, mi
marido tenía otro coche… Yo tenía un Volkswagen pequeño, íbamos a veces 13 en el
Volkswagen, el grupo de teatro (reímos), íbamos como en un cajoncito que tenía atrás,
apretados, apretados, ¡qué inconsciente, madre mía! Es que antes no pensábamos esas
cosas; y me los llevaba y hacíamos teatro de mimo, teatro cantado, pequeñas zarzuelas
que las componía yo, lástima que no pudiera… nunca conocí a ninguna persona que
pudiera sacar la música; y, eso llamaba mucho la atención, ¿sabes? Y… la primera vez
que fuimos, los niños se echaron a reír porque les hacía mucha gracia la obra y nos
descalificaron. Esa fue la primera vez que fuimos al concurso (reímos). Pero ya después
sí. Fue muy interesante y muy bonito. (EL TEATRO) También en una ocasión casi me
llevan a la cárcel porque escribí una obra que se llamaba Poquitilandia y, era cómo veía
yo la manera de gobernar y, yo era tan infeliz (ríe) que no caía en cosas… menos mal
que en el jurado… nos descalificaron, nos habían dado el primer premio, pero por unas
frases que llevaba la obra nos descalificaron.
C: Gracias a que yo había asistido a un grupo de teatro con… Gustavo Rey, ¿cómo se
llamaba? (recuerda en voz bajita); un periodista que estaba haciendo unos trabajos sobre
el teatro en Las Palmas… ¡Augusto Rey!, ¿Augusto Rey? Creo que sí, bueno, y me hice
muy amiga de él y me apreciaba mucho, entonces, él fue…era uno de los miembros de
ese concurso de teatro, que era muy reñido. Y aplaudieron muchísimo, era una
zarzuelita cantada en verso; y entonces, decía por ejemplo, que las cárceles que…
abrirlas para… pero todo en verso… para hacer por ejemplo, centro culturales, pero
expresado de una manera poética, ¿no? Y que los militares… para qué queríamos un
ejército (reímos), no tan expresado tan duramente, pero que bueno, que había muchos
campos por labrar, muchas casas para hacer, entonces… y claro… aquello sentó como
un tiro y entonces Augusto Rey, dice, me lo dijo después: “Concha, tú estás loca”. Yo
es que pensé que no era malo decirlo (reímos) Desde la tradición de la vida, como no
salía de la clase a mi casa y de mi casa a mi clase, pues… estaba poco enterada de cómo
funcionaban las cosas (reímos). Dice: “Tuve que jurarles que eras una persona…” (ríe).
C: No, no, no. Ya se lo dije yo al director porque era “rojo” perdido; durante la guerra
se tuvo que escapar para Brasil. (LA CENSURA EN LAS OBRAS DE TEATRO
CASI LE LLEVAN A LA CÁRCEL, PERDIERON EL CONCURSO POR ESO)
295
C: Después volvió, si, en la “dicta blanda”, en los años sesenta y tantos, setenta, ¿no?
Estaba ya de director en los 70 años, creo que era cuando estaba yo allí. Yo me vine
para aquí en el 78. Y entonces había un miembro del tribunal que era muy de aquel
color y se empeñó, porque los otros miembros dijeron: “la obra es preciosa, fue muy
bonita…” y tal, pero se empeñó en que nos quitaran el primer premio como castigo.
C: Simplemente nos quitaron el primer premio y gracias a Augusto Rey…
(CENSURA)
C: Era relación personas, personas que cada una tenía allí su cometido, su trabajo.
(RELACIÓN ENTRE PERSONAS) Yo les decía desde el principio: “Mirad, en clase,
en nuestra clase –nunca en mi clase- aquí tenemos dos proyectos distintos, lo primero
que os digo es que no hay temas prohibidos –cosa que algún compañero veía horrible-
(hace gesto de que corte la grabadora pero después rectifica y seguimos) no hay temas
prohibidos ni niños tontos, eso de que hay niños tontos es una idiotez, estáis aquí porque
sois todas personas inteligentes”. Si tenía también niños de apoyo y eso. “Y otra cosa es
que tenemos dos proyectos, tenéis cada uno un proyecto individual, que es sacar el
curso, aprender muchas cosas, bien preparadas para el curso siguiente y, un proyecto
común que es que la clase funcione muy bien, que aprendamos muchas cosas, que
hagamos muchas aventuras, que nos los pasemos pipa pero que trabajemos mucho”. Yo
fundamentaba la clase en eso y entonces de ahí surgía todo. (FUNDAMENTACIÓN
DE SUS CLASES) Me han pedido varias veces, algo que me preguntaste tú antes, ¿no
hiciste algún escrito de cómo funcionaba la clase? No sé hacerlo, nunca…es que yo
nunca he enseñado para explicarlo después y me han pedido también que escriba cómo
enseñaba la lengua para que a los niños no se les hiciera pesada y no fuera un ladrillo y
les gustara, incluso, decía la gente de prácticas y todo eso. Pero como yo no lo hacía,
más que de puertas adentro, pues… no pensé nunca en cómo escribirlo, además a mi
hacer organigramas y esas cosas se me dan muy mal.
C: Si… verás, yo llevaba un sistema completamente distinto en el aula pero yo he
aprendido muchas cosas de ellos, algunas también para no hacerlas, como por ejemplo,
reñir, humillar, estas cosas; me parece que eso… hay que hablar, hay que entenderse en
todas las cosas de la vida, con los mayores y con los pequeños y no tan pequeños.
Entonces yo trabajaba del aula para adentro y,… (SISTEMA DE APRENDIZAJE
DIFERENTE AL RESTO DE COMPAÑEROS)
296
C: Si, te queda esa cosa… pues igual tendría que exigirles más, pero yo… como no
había temas prohibidos, no había opiniones prohibidas. Lo que si los acostumbraba era a
respetar las opiniones de los demás y a escuchar, y a escuchar.
C: Una tolerancia y una higiene democrática absoluta pero desde siempre, antes de la
democracia. Yo para nada he influido ni en cuestiones religiosas ni en nada, ni con mis
hijos.
C: Si, si, si. Yo procuraba no entrar porque es que tenía niños que por ejemplo sus
abuelos eran franquistas a tope, a lo mejor los padres menos, algunos también, ¿eh?
Pero también había niños que a lo mejor eran hijos de militares o de guardias civiles,
entonces yo tenía muy en cuenta, muy, muy en cuenta a la familia de los niños también
para no ofender nunca y eso. El primer año que tuvimos textos en los que venía qué era
el Senado, qué era la Democracia, etc., y ahí me tocaba sociales también; bueno, nos
tocaba dar de todo, antes éramos generalistas; pues… por ejemplo, yo expliqué en clase
lo que era el Senado y un niño que era una bellísima persona y los padres también, me
trajo un recado de su padre al día siguiente, era Guardia Civil, y me dice: “Dice mi
padre que nos enseñe más religión y menos política”. Y entonces yo le dije: “Mira, dile
a tu padre que yo respeto mucho lo que él crea y que yo he sido maestra con Franco y he
tenido que enseñar lo que Franco mandaba y que nunca me he rebelado contra eso,
porque ese era mi trabajo y, ahora es una etapa de la historia distinta y yo tengo que
enseñar lo que me mandan” Y el padre se ve que lo entendió y no… no volvió a decirme
nada. Así que yo era aséptica. Entonces, biológicamente no apoyaba nunca una idea a
favor del franquismo. Eso lo tenía claro, pero no hacía política en contra de nada, pero
sí dejaba claro que aquella visión… etapa sin libertad y todo esto.
C: Si, si, si, me pasó aquí. Yo llegué en el 78. Entonces claro, estos líos empezaron a
venir en los 80 y por ahí. También vino alguna madre; tuve que explicar, por ejemplo,
cómo se concebía un hijo, en ciencias y todo esto y, alguna que otra madre vino, “menos
mal que se lo ha explicado, que estaba temblando porque mi hija me preguntara”
(reímos). “¡Qué peso me he quitado de encima!” (más risas). Porque claro… desde un
punto de vista aséptico también. Y como no había temas prohibidos en la clase, si… yo
les decía, cuando se reían de alguna cosa… una vez, por ejemplo dijeron: “Queremos
hablar de sexo”, pues vamos a hablar de sexo; si yo en ese momento no tenía claro por
dónde tirar le decía: “Mirad, tenemos que terminar este trabajo, mañana hablamos de
297
esto”. Yo no eludía el tema, no había temas prohibidos. Entonces, ¡claro! Cualquier
cosa que explicara, no pasaba nada. Una vez quisieron hablar de la muerte y me
sorprendió, que los niños te sorprenden siempre y entonces les dije: “Mirad, ahora
estamos un poquito liados, vamos a hacer una cosa, lo vamos a dejar para la semana que
viene”. Sería un jueves o así. “Lo vamos a dejar para la semana que viene, entonces de
mientras planteáis vosotros las preguntas que queráis hacer o lo que queráis expresar
sobre la muerte…”. Y todo eso, “y yo también me lo pienso y lo tocamos la semana que
viene”. Entonces yo, digo que no quiero hablarles de la muerte desde el punto de vista
tradicional de negruras y todo eso, sino, desde un hecho que va a ocurrir, que nos duele,
nos hace daño pero que eso es algo natural, etc. Entonces yo he acudido muchas veces a
la clave de humor porque creo que es algo muy sano, a la hora de enseñar también; y
escribí un cuento que se titula “El Esqueleto Aventurero”; los niños me lo recuerdan por
ahí (ríe); en clave de humor y, entonces, pues nos reímos muchísimo. Entonces, a partir
de ahí, de un ambiente muy relajado y de habernos reído, pues entonces, pues…
partimos para hablar… bueno, ya sabes, morir es algo que nos va a tocar a todos, nos
duele pero en fin, es algo natural, no hay que estar pensando en eso, sino que cuando
venga lo pasamos y se acabó y tal, ¿sabes? Pero partiendo a mejor del caso, que a lo
mejor no era el más apropiado, de un cuento de humor. Un esqueleto que llevaba
muchos años tumbado y me imagino que yo sería una después (reímos); y que quiso
salir, salió de noche y no era consciente de su imagen y entonces provocaba gritos,
carreras y el tío… y dice la gente: ¡Está sin civilizar! (reímos). (NI TEMAS
PROHIIDOS NI PREJUICIOS. EXPLICAR LA MUERTE A TRAVÉS DE UN
CUENTO: EL ESQUELETO AVENTURERO)
C: Si, si claro. La idea era que no hubiera… porque a veces hemos tenido que llorar
porque se ha muerto algún niño o se ha muerto alguien o cuando llegaba lo de los
abuelos; se moría un abuelo y luego los llantos pues también. Entonces la vida es eso.
Se ríe cuando… siempre que podamos pero cuando llorábamos, llorábamos también.
Porque estando yo ahí, se han muerto dos o tres niños por lo menos.
C: ¡¡¡Ay no por Dios!!! ¡Qué somos personas! ¡Yo estoy en contra de eso!
C: ¡¡Somos personas!! ¡Si eso enriquece muchísimo, educa, prepara a los niños para la
vida! Es que no podemos convertirnos en robots. A lo mejor estoy equivocada yo, es
que no lo sé en qué me habré equivocado pero…
298
C: ¡Sí claro! Si llorábamos, si nos emocionábamos pues…
C: Yo creo que… empezando porque hablábamos de todo y procuraba que los temas
fuesen de lo más variado, a veces los proponían ellos, muchas veces, y otras veces pues
eran lecciones ocasionales que surgían de cualquier experiencia; entonces, de todo lo
que pasaba, lo que les pasaba a ellos y algunas veces lo decían, otras venían muy
introvertidos, que yo respetaba eso y entonces hablaba con ellos aparte, pero de las
mismas cosas. Tuvimos un alumno que hizo un curso con nosotros y luego le dio
leucemia y, lo llevaron a Barcelona, le cortaron una pierna y durante todo ese curso…,
la madre que es una persona súper inteligente, venía a buscar la tarea siempre para que
el niño siguiera estudiando, dice: “Mi hijo va a tener que trabajar”. Sabiendo… Tiene
una librería ahora. Y entonces todos los días rezamos un Padre Nuestro por… ¡yo nunca
rezo en la clase! Ni nada, yo rezo a mi manera, estas cosas que te quedan de lo de antes
(ríe) que no lo he borrado del todo. (RELIGIÓN) Pero nos acordamos siempre de
Ricardo y al entrar pedíamos por Ricardo siempre, y entonces… cómo iba la operación,
cómo iba la pierna… todo eso… esas vivencias las hemos tenido siempre en la clase
pero no de una manera fúnebre, sino de una manera… decir, bueno, va a estar muy bien,
ya veréis cuando vuelva, tal cosa, tal otra, después volvió a la clase y era uno más y fue
acogido así como un poco niño mimado pero sin… los niños son tan inteligentes, que
no lo abrumaban con anda, sino, como uno más pero había una cierta consideración;
tenía su piernilla ortopédica, estas cosas así. Es que yo creo que esa es la vida, lo triste,
lo alegre, partiendo de la alegría, sí es posible. Y partiendo de lo positivo siempre, yo
tengo una visión… yo no hubiera sobrevivido cuerda si no hubiera tenido una visión de
la vida tan positiva, de quedarme siempre con lo mejor de… y a veces me he pasado.
(LA EXPRESIÓN DE LOS ENTIMIENTOS EN CLASE) Yo llegaba a la escuela y
aquello era una terapia y, volvía a casa y… (LA ESCUELA COMO TERAPIA) y en
casa me daba tiempo de hacer, de preparar la lección del día siguiente; tenía el curso
medio organizado pero… por ejemplo, por semanas o según me conviniera o según me
pareciera mejor. Y después por ejemplo, corregir exámenes pues… porque aquí tenía
casi 200 alumnos y yo siempre les daba el examen corregido al día siguiente y entonces
a lo mejor me quedaba hasta las tantas o me levantaba a las 5, a las 5 me levantaba
siempre, pero vamos aunque no tuviera que corregir; procuraba que cayeran cerca del
fin de semana, los exámenes, para que me diera más tiempo si tenía mucho jaleo en
casa. En fin, adaptando las cosas. (SU AUTOEXIGENCIA)
299
C: Yo no les llamaba la atención en público, a los alumnos tampoco; cuando tenía algo
que decirles, los llamaba en otro momento y les decía: “Mira, creo que esto puedes
mejorarlo de esta manera o de esta otra”, con un enorme respeto, creo yo y, un enorme
cariño, eso creo que es fundamental en las aulas, en cualquier nivel. En la Universidad
también, ahí ya no me meto porque es un ambiente que no conozco, conozco la escuela
y el ambiente del instituto porque estuve tres años, que nos mandaron al instituto a los
de secundaria. (EL RESPETO HACIA SU ALUMNADO) Yo creo que el trato en el
instituto es un poco más cercano… con los alumnos porque ya son mayores, pero en la
escuela es que no se decirte… ya hace 12 o 13 años que me he jubilado y ya te digo que
yo era de puertas adentro, porque no era una maestra muy comprendida que digamos
(reímos).
C: Es que son personas y yo me he tragado todas las emociones. (SENTIMIENTOS)
C: Y entonces para los niños, yo me buscaba de autores clásicos párrafos, poemas,
cositas así, lo que habían hecho mis padres también con nosotras. Pero ya empecé a
escribir cuentos, por ejemplo para explicar, una vez que me tocó dar ciencias, porque
antes éramos generalistas y dábamos de todo y, me tocó dar por ejemplo, la creación del
mundo; en vez de explicárselo desde el punto de vista religioso porque eso ya lo
conocían, que Dios había creado el mundo en 7 días…, también escribí, es un poema
para ellos desde ese punto de vista, por ahí lo tengo y, escribí un cuento que se titula El
Reino de Neptuno, que es cómo el Rey Neptuno fue consiguiendo que los habitantes del
mar pudieran tener un mundo… escuchaba siempre lo que le pedían sus súbditos y
entonces… creo que está aquí (hace referencia a un libro encima de la mesa)…
Entonces mandó construir un mundo para que pudieran salir a tomar el sol y todo eso, lo
difícil que fue vivir ahí pero que fueron aprendiendo, todas estas cosas. Y más adelante,
para explicar la, ¿cómo se llama? La transformación de las especies, la evolución de las
especies escribí otro cuento que se titula El País de los Hielos Eternos, porque había
una glaciación en aquel tiempo cuando se… y todo eso, es un cuento bonito, creo yo
también. Es una fiesta de disfraces en la que cada animal lleva su disfraz y todo eso.
(OTRA MANERA DE ENSEÑAR A TRAVÉS DE SUS PROPIOS CUENTOS)
C: Veintitantos años después tampoco (ríe). Cuando se enteraron… porque les había
contado un cuento que les gustaba mucho, dos, uno El Esqueleto Aventurero, cuento
que les gustaba muchísimo y, entonces cuando llegaban a la segunda etapa me decían:
300
“¡¿Se acuerda del Esqueleto Aventurero?!”. Si, si. “Yo me acuerdo de él y a veces me
río y tal”. Y otro que decía que el origen de la Luna había partido de la Bahía de
Almería, que unas manos poderosas la habían sacado de la Bahía de la tierra que faltaba
y todo esto. Y ese cuento les encantaba también. Y recuerdo cuando llegaron a la
segunda etapa y les dije: “Pero bueno, eso me lo he inventado yo”. Porque ya se sabía,
¿no? que escribía. ¡Yo nunca les he dicho ni los títulos de mis libros, ni les he leído a
partir de ahí nada de lo que yo escribía! Además como había libros ya de autores, había
libros extraordinarios… pues ya de lo mío no les leía casi nada o nada,(NUNCA DIJO
QUE ERAN SUS CUENTOS) vamos ya cuando hubo otros libros manteníamos una
biblioteca extraordinaria de todo lo que habíamos recogido y de ahí sacaban párrafos,
diálogos, descripciones y entonces las llevaban a clase y cada uno leía lo que había
encontrado y, eso enriquecía mucho, el gusto por la lectura y el comprenderla y veían lo
variado que cualquier cosa que podían hacer. Todo lo que llevaran los compañeros, era
como multiplicar. (NUEVAS FORMAS DE ENSEÑAR)
C: Si, más o menos si, lo mismo. Yo procuraba variarles un poco las cosas para
amenizarles la clase, por ejemplo, les enseñaba en Reyes un villancico cortito en gallego
y ahora se lo enseñan a los hijos, una cosa muy bonita. Y siempre les he enseñado a
hacer a los niños… hablábamos también a veces de la alimentación, teníamos libros
sobre alimentación que los pedimos al Ministerio de no sé qué, no me acuerdo, nos lo
mandaron. Y les enseñé a hacer el salchichón de chocolate porque todos los niños de mi
familia les encantaba el salchichón de chocolate, entonces he tenido que probar cada
cosa (ríe), ¡te puedes imaginar! (reímos). Y les encantaba, ¿sabes? Y el salchichón es
muy fácil de hacer, no necesita cocina ni nada y luego me traían la prueba. Había que
hacer de tripas corazón porque a uno le salía como una piedra, a otros les salía una cosa
chorretosa (ríe). Pero bueno, bien. (NICOLÁS SALMERÓN)
C: Yo que sé, yo les hacía trabajar mucho, protestaba mucho (reímos). Pero si, si, fue
una experiencia maravillosa.
C: Yo he seguido colaborando con el colegio por ejemplo, en muchas actividades,
algunas preciosas, como por ejemplo, la creación de un libro que le regalamos a Amigos
del Sáhara. Un libro mío, como la persona que dirigía el colegio conocía a alguien en la
Diputación, conseguimos que lo publicaran pero los niños hicieron las ilustraciones,
ninguno de mis hijos colaboró en las ilustraciones y, se publicó ese libro y yo lo había
301
escrito para un alumno que lo pasó muy mal, muy mal y, entonces, ese libro se lo
ofrecimos a Amigos del Sáhara. La Diputación pagó 500 ejemplares, 50 se quedaron en
el colegio, a mi me dieron unos cuantos y los otros 450 se vendieron… los vendió
Amigos del Sáhara y el colegio les ayudó, a 10€. Yo no puedo regalarles 450.000€ a…
o 45.000€ a nadie pero el libro si lo he regalado y se hizo esa experiencia. Los niños
siguieron los pasos de cómo se publica un libro, desde la escritura, el prólogo lo escribió
una niña y muy bien. (SIGUE COLABORANDO CON COLEGIOS)
C: Muchísimas cosas, otros 40 años. (SENSACIÓN DE QUE LE HAN FALTADO
40 AÑOS PARA SAEGUIR HACIENDO COSAS)
C: Muchas cosas sí.
C: Yo tenía esa visión de la enseñanza (OTRA VISIÓN DE LA ENSEÑANZA) y
tengo un compañero aquí que una vez le puse un correo a no sé cuantos colegios,
diciendo… porque salió un artículo sobre un premio extraordinario, absolutamente
extraordinario que me dieron en Washington…
C: No, te contaré este, porque este desde luego fue muy especial. Y entonces, le enseñé
una página… le enseñé muchos años después, el curso pasado, una página que salió en
Escuela Española en Madrid y sale una fotografía mía y una foto del grupo de niños de
otra clase, no pusieron a los míos, pusieron otra, pero bueno… y en el que cuenta el
premio este que me dieron y, entonces, se le ocurrió decir: “Pionera” y se lo mandó a
todos los colegios (ríe) que tenía en el correo. (PREMIO EN WASHINTONG)
Siempre tenía la duda de si lo estaría haciendo bien o no, pero los niños trabajaban
muchísimo y como yo siempre había sido bicho raro también y había tenido mi manera
de ver la vida de una manera distinta que… muy distinta, yo que sé, pero yo… ni era
mala persona, ni perdía el tiempo para nada, ¡vamos! ¡lo multiplicaba! Entonces decía,
bueno, si los niños están agusto, aprenden y sacan buenas notas y, yo tenía la prueba de
fuego que es cuando iban al instituto… Después venían a reñirme porque allí le daban
mejores notas que yo. (OTRA VISIÓN DE LA ENSEÑANZA)
C: Si, era una prueba de fuego que yo tenía. Yo les decía: “A mí lo que me disgustaría
es daros ya un sobresaliente y al llegar allí, que os suspendieran”. Entonces, pues yo
veía que los niños no fracasaban si después trabajaban. Pero he tenido que ir
buscándome esos apoyos para, y otros, para… porque claro, lo general es que las clases
302
fueran clases, explicar la lección, trabajar, porque los maestros trabajan, ¿eh? Aunque
fuera con otro sistema. Con los niños no se puede perder el tiempo porque te comen por
los pies. Y entonces, ellos trabajan también, yo aprendí muchas cosas de los
compañeros también. El trato de los niños y el ambiente de la clase y, la manera de
llevar los temas, quizá, era lo diferente. Yo hacía muchísimas actividades relativas a…
no sólo a los temas del programa, sino, a temas que interesaban a los niños, temas de la
vida, profesionales, de todo tipo. (OTRA VISIÓN DE LA ENSEÑANZA)
C: Es que la lectura me parece… Primero, lo que enriquece a los niños, creo que es la
actividad, junto con hacer el amor, en la que participa el cerebro al completo, según
tengo entendido. Si (reímos). Entonces, primero para el disfrute porque la literatura
enriquece muchísimo la imaginación, el aprender, el vocabulario, el disfrutar de una
historia que es un viaje o una aventura o un cuento de terror que tanto gusta ahora a los
niños o una historia de amor a los más románticos. Entonces son… los niños terminan
disfrutando muchísimo de la lectura y, eso además, luego les prepara para estudiar con
más facilidad y, además, el cariño a los libros, el tocarlos, el tenerlos, el disfrutarlos. Por
eso mismo, me parece básico la lectura para su formación. Conocen cantidad de
personajes, cómo piensan, cómo funcionan, cómo resuelven sus asuntos, cómo disfrutan
o cómo lloran. Me parece absolutamente básico. Era la parte fundamental. Yo basaba en
la lectura y, la hacíamos variadísima, como parte fundamental para después y para el
disfrute también. (IMPORTANCIA DE LA LITERATURA)
C: Te comentaba que en los años 80 ya había una cierta bonanza económica y los padres
estaban muy por la labor de que los niños leyeran porque empezaron estas campañas en
la tele, en muchos sitios, en los organismos… para que la gente leyera. Y entonces, yo
tenía alrededor de 200 alumnos y, los padres colaboraban y veían bien que los niños
cada mes se compraran un libro de lectura. Eso, aparte de los que habíamos reunido
para la biblioteca pidiéndole a todo el mundo, que teníamos muchísimos. Y entonces,
las editoriales, para hacer publicidad de autores y libros, si los niños leían cierto número
de libros, enviaban a los autores. Y por mi clase han pasado, pues, los mejores, los que
más les gustaban a los niños. Autores premiados que tenían ya un montón de
publicaciones, Carlos Puerto… (LA LECTURA, IMPORTANTÍSIMA EN SUS
CLASES PARA CREAR UN ESPÍRITU CRÍTICO EN EL ALUMNADO)
303
C: Carlos Puerto… Los escritores todos eran amabilísimos y a veces les cantábamos. Si
eran por ejemplo de otra Comunidad, sobre todo si vienen de Galicia, yo les enseñaba a
los niños una canción de allí y se la cantábamos o le hacíamos algún regalo. Y a Carlos
Puerto, un niño le hizo una caricatura, muy maja, por cierto. Nos costó conseguir la foto
(ríe). Se pusieron en fila para que… en el aula, en otra aula que era un poco más grande,
para que les dedicara los libros. El primer niño de la fila le dijo: “Mira, Carlos, te he
hecho una caricatura” y en vez de abrirla, la cogió y la lanzó hasta la última esquina y
dice: “¡Estoy yo para ver caricaturas y tonterías!” (imita la voz). Entonces los niños se
dieron la vuelta y se fueron a nuestra clase y no consintieron que les firmara ningún
libro. Pero luego con otros autores las experiencias fueron buenísimas. Y diré que
Carlos Puerto era maravilloso como escritor y era el favorito de mis alumnos.
C: Echaron pestes, que no iban a leer ni un libro más de él (reímos) y yo: “¿Por qué no?
Si os gusta como escribe, eso es lo principal”. Fue una experiencia también de espíritu
crítico de los niños. (EXPERIENCIAS CON ESCRITORES EN EL COLEGIO)
C: En algunos de mis libros han participado los niños, por ejemplo, en el de Urcitania,
Reino del Sol, que es una historia de Almería… pero desde los recursos de la literatura,
hay fantasía. Una historia, porque les di historia un año y la historia seguía siendo un
punto duro. Entonces digo, voy a escribir un libro de historia de Almería, de cuál mejor,
para mis niños. Entonces le dije a mis alumnos que tenía un amigo que iba a escribir
este libro, ¿no? Y que les invitaba a participar como jurado. Entonces, según este amigo
que era yo, no sabía luego cómo presentarles al amigo (ríe). Que les invitaba si
aceptaban y les encantó, entonces, a medida que iba escribiendo un capítulo, se lo leía a
los niños en clase y ellos me decían si les gustaba y, en algún momento me decían:
“Dígale a su amigo que este capítulo se parece un poco a una lección de sociales”,
porque a lo mejor había cargado la mano en la información, en la información histórica
y, entonces, les digo: “¡Ah! Vale, gracias, ya se lo digo”. Y al llegar a casa yo quitaba…
sustituía parte de la información por una aventura o por cualquier cosa y entonces los
niños participaban mucho en eso. Lo peor que me pusieron fue, antes de escribir el libro
que les dije: “Este amigo también quiere… va a ser una persona la protagonista pero
quiere llevar un animal de compañía. Entonces, vamos a escribir cuentos con animales
de compañía y el animal que más elijáis entre todos, ese va a ser el compañero del
protagonista”. Yo no sé porqué me he sorprendido, fíjate que animal escogieron en vez
de un perro o un gato o algo así, una mariposa. Yo no sé porqué una mariposa, sería que
304
había dibujos animados de mariposa pero la mayoría… y digo: “¿Ahora qué hago con
una mariposa como amigo de compañía?” Y digo, si la pones como muy preciosa y muy
dulce, puede ser ridícula. Y otra cosa, bueno, me inventé una mariposa con un mal
genio del demonio y, entonces sí, viajaban y recorrían la provincia de aventura en
aventura (ríe mientras lo cuenta) y de lugar en lugar, pero es un libro ameno y que les
gustó mucho. Los colegios la votaron inmediatamente y el año pasado conseguí que
hicieran una segunda edición y, se agotó inmediatamente también. (HACER
PARTÍCIPES AL ALUMNADO DE SUS LIBROS, COMO EN URCITANIA) Y el
fantasma pues… una mancha de humedad que apareció en el fondo de la clase, en una
esquina y era el perfil perfecto de un hombre muy guapo, perfil que tendría un metro y
medio o así, ¡muy grande! Y otras manchas que parecían caras, asombrada. Y entonces
les dije a los niños que teníamos un nuevo compañero y que se había venido a vivir con
nosotros y entonces decían: “¿Dónde está? No lo vemos”. Les decía, es que es un
fantasma. Y entonces ya les conté y tal, les invité a… El fantasma era, bueno, un alucine
para los niños. ¡Ay! Bueno, pasó otra cosa que no te conté antes que es que parece que
las cosas a veces… otras fuerzas existen, creo yo. Les propuse escribir un libro en el que
cada uno contaría el porqué el fantasma se había venido a nuestra clase, qué hacía allí.
Y entonces, escribieron cada uno un cuento y luego, escribieron tantos cuentos, incluso
niños de otras clases que quisieron participar y, entonces, si los aceptamos los cuentos,
entonces, con permiso de los niños siempre, claro. Y entonces, pues escribimos un libro
que se titula Aventuras del Fantasma Jarm, que es el nombre que le pusieron. Y cuando
teníamos el libro ya casi terminado, me dijo el Director que un amigo suyo que era
profesor de la Universidad, que le había pedido un aula prestada para dar una clase de la
fantasmagoría en la literatura, en el colegio. Entonces el Director les prestó un aula a él,
al amigo y a los doctorandos. Y entonces le dije: “¡Por favor, por favor!” Él sabía que
yo estaba haciendo la experiencia del fantasma, “por favor, dile que mis niños están
haciendo esto, si quiere venir una mañana a la clase”, y vino encantado, se llama
Gregorio, no sé si lo conoceréis u os suena. Vino y le explicó a los niños que si el
fantasma estaba allí, era porque quería estar allí, que estas cosas ocurren y, los niños
quedaron maravillados y, le cogieron un cariño al fantasma increíble, ya se lo tenían,
¿no? Y entonces fue una cosa redonda. Y ahí tenemos el libro de las Aventuras del
Fantasma Jarn y yo creo que valdría la pena publicarlo porque tiene cuentos preciosos.
(EL FANTASMA JARN) Tuve un profesor de prácticas que se llamaba Jesús, Jesús
Galdeano que me ayudó mucho porque a veces la experiencia, me las veía y me las
305
deseaba para sacarlas adelante yo sola. Y me ayudó con el jurado de niños que eligieron
los cuentos que iban a ir en el libro y esto. Entonces, esto hacía que los niños se
esforzaran más a la hora de escribir, lo mismo con algunos concursos literarios en los
que han participado y, te decía antes que han ganado más de 100 premios literarios,
incluido ¿Qué es el Rey para ti?, de Coca-Cola trepecientas veces han ganado y
segundos y terceros premios también y, qué más te cuento (ríe). (MOTIVAR A LOS
NIÑOS A SEGUIR ESCRIBIENDO)
C: ¡Ah! Sí, eso fue una experiencia muy grande, muy entrañable. Pues a veces otros
temas salían de la clase, ¿no? Y un día, pues les dije a los niños si querían conocer
mejor a los abuelos porque algún niño decía que el abuelo era un cascarrabias y los
otros decían que no, que eran unos soles y tal. Entonces les propuse escribir a las
residencias oficiales que hay por toda España, que los niños escribieran a los abuelos
para ver cómo vivían, que nos contaran su historia pero también para que nos mandaran
cuentos antiguos, canciones, juegos de antes, etc. Y contestaron masivamente. Y ahí se
estableció una correspondencia de toda la clase pero sobre todo una correspondencia
privada de niños con sus abuelos. Y fue muy, muy entrañable, sobre todo las
experiencias de los abuelos, porque también querían saber los niños por qué hay tantos
abuelos en las residencias en vez de vivir con los hijos y, algunos abuelos contaban
cosas que hacían llorar a los niños y, otros eran muy divertidos y, había de todo.
También recibíamos muchísimos cuentos y de todo lo que le pedimos, nos enviaron
muchísimas cosas. Te comentaba que la editorial Anaya se enteró, a saber cómo, y me
escribieron diciendo que ellos estaban haciendo una recopilación por el estilo, que si
queríamos participar y yo les contesté diciendo que no me era posible o no sé si les
contesté, no me acuerdo. Me era imposible. Seleccionar todo eso… Hubiera sido una
experiencia maravillosa pero ahí, tengo los que tengo y, los que eran de los niños… yo
me quedé con la experiencia humana porque los niños se quedaron con las cartas de sus
abuelos. Algunos padres los llevaron a Ávila, Alicante, vinieron abuelos también a
pasar a veces una semana con… fue una experiencia riquísima. Se convirtió, en muchos
casos, en experiencias familiares. Lo malo era cuando moría un abuelo y nos lo
comunicaban, si era el abuelo adoptivo de algún niño y, entonces venía la llantina en la
clase pero llorar es natural.
C: 15 años. (CARTAS CON ABUELAS Y ABUELOS DE RESIDENCIAS
ESPAÑOLAS) Y después se escribieron con un Fraile 13 años.
306
C: Con un Fraile Cisterciense nada menos. Porque en una lectura salió la palabra monje
y nadie sabía lo que era un monje y, yo creo que sabían menos de los monjes que de los
extraterrestres. Entonces yo les dije: “¿Queréis que escribamos a un convento o a un
monasterio?”. Y allí, cerca de Ourense hay muchos monasterios en Galicia, muchos.
Pero yo conocía el de Oseira de oso. Y entonces, un niño escribió la carta y los otros,
todos la firmaban. Cuando escribía un niño la carta, los demás la firmaban todos
siempre, para dar las gracias después, también. Y entonces nos contestó. Les
preguntaban por qué se metían… yo les expliqué lo que era un monje cisterciense y lo
dura que era la vida, ¿no? Bueno, dura como nosotros lo imaginamos. Y entonces nos
contestó el Padre Rafael, la casualidad que había nacido en Granada pero se había
criado en Almería y tenía aquí dos hermanas. Entonces el Padre Rafael que estaba malo
de una rodilla y lo trataba un sobrino suyo que era médico, pues vino a ver a los niños
unas cuantas veces y, claro, cuando acababa una clase y ya se iban, a veces estaban dos
años conmigo, otras veces un año, me pidió por favor que no cortáramos la
correspondencia. Y 13 años duró la correspondencia con el Padre Rafael.
C: Otra manera de ver la vida porque él echaba muchos sermones de Dios y todo eso
cuando venía a verlos. Eso a los niños les entraba por un oído y les salía por otro
(reímos), pero el Padre Rafael era el Padre Rafael.
C: Si, y les intrigaban mucho las cartas también y… que luego las leíamos en clase.
Guardo, no las he guardado todas porque es que no me… porque yo no podía estar con
tantas cosas al mismo tiempo. Guardo unas cuantas de él y ahora por Navidades nos
escribimos.
C: Creo que debe tener 80 u ochenta y tantos.
C: Si, si, sigue en Oseira, si. (PADRE RAFAEL)
C: Si, eran… pues había una clase de 5º muy, muy numerosa y a eso se le agregaron los
niños de apoyo y, algunos más que iban un poco más retrasados de eso. Entonces, yo ya
sabía lo que iba a pasar pero le dije a la compañera: “Por favor, tú los conoces,
repártelos para dar las clases, tú te quedas con una y yo con otra”. Y entonces yo ya
imaginé lo que iba a pasar. Entonces los metió a todos en mi clase y se llevó a los suyos.
Y Fede que era un punto filipino en la clase, de estos que alegran la clase con sus cosas,
que no sabía ni leer ni escribir en 6º y, me dice: “¡Seño! ¡Nos han dejado a todos los
307
tontos!” (reímos). Y fue una clase maravillosa después. Yo llegaba a casa y decía:
“¡Cómo los enseño!”. No sabían restar, no sabían… no sabían las cuatro reglas, apenas
sabían leer ni escribir. Cómo los entusiasmaba en la clase, pues de mil maneras. Incluso
les echaba un pulso a veces cuando teníamos un rato y veía que estaban cansados, les
decía: “Mira, yo es que tengo un fuerza en las manos… menos mal que no me da por
daros lapotes porque… y yo os puedo a todos”. Y eran niños de 13 años, 12-13 años,
había uno que tenía 14, Tato, y al Tato… no podía con su mano porque tenía una
fuerza… pero a la mayoría de los demás le podía al pulso, ¿sabes? Esas cositas así que
se fueron integrando y fue una clase cariñosísima y, yo que sé, los veo por ahí y me da
una alegría… Ya todos tienen hijos y el Fede terminó por primera vez en su vida, lo que
te decía antes, el blog de dibujo y, le dije: “A ti… mira oye, el hacer artes marciales en
la clase o ponerte a cantar o a saltar por las mesas se te ha acabado” (reímos). Y es que
el pobre, lo habían diagnosticado como deficiente, el psicólogo que había entonces; para
que los padres cobraran 6.000€ al año. Y el niño se puso la vida por montera, se lo
pasaba pipa haciéndose el loco. Y yo le he dicho: “Tú de loco tienes tanto como yo o
menos, ¡nada! ¡Tú aquí a currar como todo el mundo!”. Y después se portaba muy bien,
cambió las pilas. Tengo un cuento escrito para él, le dije: “¿Me dejas que escriba un
cuento sobre ti?” y dice: “Si”. Y es una carta que le he escrito como si fuera un amigo
de oficina, un compañero de oficina. (ADAPTÁNDOSE A UNA CLASE
DIFERENTE)
C: Pero no se lo he dado. Lo he escrito para un libro de relatos que tengo por ahí sin
publicar. (REGALOS A SU ALUMNADO EN FORMA DE CUENTOS)
C: Pfff, treinta y muchos. (MÁS DE 30 LIBROS SIN PUBLICAR)
C: Y la niña china pues la metieron en mi clase y al hermano como era un año o dos
mayor lo pusieron en otra clase. Pero la niña estaba… venía del campo de China, no
conocía para nada el idioma, ni la raza. Las caras… deberíamos parecerle todos
distintos. Entonces le pedí al Director que pusiera también a su hermano en la clase para
que estuvieran juntos y lo puso. Entonces ahí, gracias a Santiago, el compañero de
apoyo que me ayudó muchísimo, que además, tenía muchos niños de apoyo también y,
me ayudó muchísimo con los niños, a enseñarles lo básico y, a enseñarle también a leer
a los dos niños chinos. Y entre los dos pues fuimos llevando. Dos o tres horas a la
308
semana con él. (SEGUIR HACIENDO COSAS DIFERENTES PARA ADAPTAR
LA CLASE AL ALUMNADO)
Y la niña china me traía el desayuno todos los días y a mí me daba una vergüenza que
me moría. Era muy mandona, me decía ”¡Tú come!”, lo primero que aprendió a decir
(ríe), “No, gracias Lilí, ya he desayunado, gracias”. Habría esa costumbre, supongo, en
China de llevarle comida a los maestros, que sé yo. A lo mejor había maestros
vocacionales que no cobraran. Y me traía media naranja, media manzana, un yogurt… y
yo tenía que comérmelo porque se enfadaba mucho (ríe). Yo una vez le regalé una
muñeca y no la quería ni de broma, al final la aceptó. ¡Qué costumbres!
C: Me encontré un armario pequeño en la basura, ¡viejo, viejo! Ya no tenía color, casi
negro. Lo llevé a clase y le dije a los niños y, dice: “¡Seño, dónde vas con eso!”, “Se me
ha ocurrido que este armarillo podíamos dedicarlo a vuestros libros favoritos, a los que
vayáis leyendo que os gustan más, va a ser el baúl de nuestros tesoros literarios”. Y
entonces les propuse hacer un diseño para pintar el armario y se pusieron en grupillos,
cada uno como quiso y… hicieron unos cuantos diseños y, había un niño maravilloso en
la clase para dibujar y para todo porque era extraordinario, era guapísimo, un niño, un
cielo y, eligieron el diseño de Juan Ramón. Entonces cada niño con el grupillo que
quiso, grupos de 3-4 niños como mucho, hicieron un diseño para pintar el armario y,
ganó el grupo de Juan Ramón y, yo les dije, para que pudieran verlo detenidamente, por
si querían cambiar de opinión y tal, teníamos las pizarras y digo, pues bueno, Juan
Ramón y los suyos van a dibujar su diseño en la pizarra y allí se quedó durante un mes,
como homenaje, ¿no? Por haber ganado el premio y pintaron el armario maravilloso,
colorines vivos y ¡quedó precioso! Y entonces era nuestro baúl de los tesoros, de los
libros que considerábamos tesoros y allí los íbamos metiendo y, luego se los prestaban a
otros niños de otras clases también, los libros de nuestra biblioteca y esos. Esos libros
hacíamos el honor también, cada niño dibujaba el libro que más le había gustado en una
cartulina doblada, como si fuera la portada de un libro. Diseñaban la ilustración que
ellos hubieran hecho para la portada y lo colgábamos en la pared, estábamos siempre
rodeados de libros, pero llevamos el programa a fondo, el programa académico. Lo que
pasa es que la lectura era fundamental. (CREACIÓN DE UNA PEQUEÑA
BIBLIOTECA EN CLASE)
309
C: ¡Ah! Si, tenía al fondo de la clase… tuve unos años una clase muy grande en el
pabellón de abajo y conseguí que me prestaran de la clase de párvulos, que habían
sobrado dos mesas grandes redondas, amarillas y, entonces, una era el rincón del lector
y la otra era el rincón del escritor. Y allí teníamos cantidad de revistas, tebeos,
periódicos ¡muchísimos!, coleccionábamos de todo, en las vacaciones también. Y
nuestra biblioteca que teníamos un montón de libros que habíamos ido recogiendo y,
entonces los niños que terminaban pronto la tarea, en vez de aburrirse en la clase o
ponerle otra cosa, podían elegir irse a una de las dos mesas y allí, pues o terminaban una
tarea que tuvieran, podían leer, podían escribir, podían… si eran dos o tres que
estuvieran haciendo un trabajo de investigación podían sentarse allí a trabajar, eran
como dos rincones que les encantaban. (DOS RINCONES: EL DEL ESCRITOR Y
EL DEL LECTOR)
C: Pues con frecuencia sobre los temas que tenían que aprender, pero investigamos…
No teníamos internet entonces. Entonces investigábamos a partir de libros que
podíamos conseguir, buscando profesionales sobre los temas cuando se trataba, por
ejemplo, de conocer una profesión o venía alguien a la escuela y les contaba. (OTRA
FORMA DE APRENDER A TRAVÉS DE LA INVESTIGACIÓN) Cuando había
una mayoría que quería, por ejemplo, había muchos que querían ser Policías, otros
Bomberos, otros querían ser Mecánicos, había un grupo de niñas que querían ser
Modelos y, entonces, yo les dije: “Bueno, pero a condición de que empecéis a diseñar
vuestra ropa, complementos, etc. en los ratos que tenéis libres en casa y aquí”. Entonces
llamé a la Escuela de Artes y Oficios. Había un profesor que enseñaba… daba moda y
diseño de moda. Y entonces, fueron las niñas, yo no fui. Yo los mandaba solos a los
niños a estos sitios casi siempre, menos a las lecturas de poesía o a sitios donde iba con
40 o cuarenta y tantos. Cuando iban grupillos pequeños los mandaba solos para que
aprendieran, con permiso de los padres, claro, fuera de las horas de clase. Fueron a
hablar con este profesor y que ellas querían ser Modelos y que querían aprender a
diseñar moda y, que como eran pequeñas no tenían edad para ir, le hizo tanta gracia al
profesor, que las invitó a asistir a varias clases, no sé cuántas, no recuerdo. Y fueron
cinco niñas y las invitó a desfilar como Modelos. Y entonces, él hacía desfiles de
Modelos en la ciudad, no sé si sigue haciéndolos y, iba a ver yo a mis niñas desfilando
los modelos de esta persona, de este diseñador de moda. Y una de las niñas se hizo una
310
Modelo muy conocida en Almería, Milagros. Era una niña calladita en la clase, llena de
pecas y llegó a ser una modelo muy conocida, si, si.
C: Si, si, si. He llevado Médicos, he llevado un Policía, abuelos, Periodistas… Un
Periodista, Miguel Naveros, como su hija estuvo en mi clase y veía la marcha que
llevábamos, incluso nos prestó periódicos de principios de siglo, para que los niños lo
conocieran, los anuncios que tenían, los temas, esas cosas, si.
C: Niños no, sólo fueron niñas. Fueron cinco niñas sólo.
C: Milagros o Mercedes, ¡ay! Ya no me acuerdo ¡Mercedes, Mercedes!
(EXPERIENCIAS EN EL COLEGIO CON PROFESIONALES CUANDO EL
ALUMNADO QUERÍA SABER MÁS DE UNA PROFESIÓN)
C: Tengo alumnos… el marido de esta niña que me llamó antes es Policía, si. Y luego
hay muchos niños que se fueron a Periodismo porque colaboraban a veces con la prensa
y… pequeñas cosas pero artículos sobre el estado… cómo veían ellos, por ejemplo, una
niña escribió un artículo que titularon Política. ¡Qué pena! Porque sólo había disputas y
cosas de esas. Hicieron cosas muy bonitas las que escribían. Y yo no les empujé nunca
hacia ningún sitio, ni hacia ninguna ideología, ¡jamás!, ni religiosa ni política. Pero
después se fueron muchos niños a Periodismo, los que pudieron estudiar una carrera y
pudieron pagársela fuera. Otros se fueron a Bellas Artes o a Artes y Oficios, muchos
hicieron Magisterio, a otros los padres le tenían otro destino preparado y… y a una niña
que quería ser Maestra a toda costa y es ahora una Abogada conocida porque su madre
era Abogada y sus abuelos eran Notarios, estas cosas. Después influyen muchas cosas,
pero yo, yo no, nunca les he planteado ni prejuicios contra nada, eso sí, analizábamos
mucho las cosas para que luego ellos tuvieran libremente sus opiniones y juzgaran a
quién querían votar, a quién no. Se empeñaban en saber a quién votaba yo, nunca se lo
decía y, decían: “Al PP” y decían otros: “¿Al PP? ¡Nooo! Al PSOE”, “A los
Comunistas”. Yo nunca les decía nada, nunca, nunca (reímos). (ENSEÑAR SIN
PREJUICIOS)
C: Y después yo pues empecé a escribir porque en mi primera escuela no había libros.
16 más 20, 36, ¿no? Descuenta de ahí 10 años. En mis primeros 20 años de Maestra, no
había libros de lectura en ningún colegio, ni existía una literatura infantil, entonces yo
ahí empecé a escribir a saco. Poesías, pequeñas novelitas, cuentos… y a veces para
311
explicar una lección, otras veces para introducir una lección desde un punto de vista que
no fuera, por ejemplo, el religioso o político, sino, de una manera más libre. He dado
clases de religión porque era obligatorio también y entonces teníamos la Biblia del Niño
que se lo pasaban pipa con Jacob y Noé y toda esta Historia Sagrada. A mí me
encantaba de cría porque era como ciencia ficción. No existía la ciencia ficción para
niños pero aquello era como la ciencia ficción y a mí me encantaba. Entonces he
seguido eso un poco también con ellos, porque además, como cultura también me
gustaba que conociera la Historia Sagrada. (EMPIEZA A ESCRIBIR PARA NIÑOS)
C: Pues porque cuando yo era pequeña, niña. En los pueblos donde había… mis padres
tenían la escuela, siempre había un tonto como hay en todas partes. Yo sentía una
predilección por esa persona, siempre. Lo observaba mucho y no sé, qué se yo, a lo
mejor me parecía mucho a él (reímos). Pero si. Luego había un loco o alguna loca.
M: ¡Qué llevas razón! Me llamó mucho la atención porque muchas veces pienso… la
descripción que tú haces aquí de la persona, yo muchas veces también la he pensado, de
decir: ¿Qué estará pensado? ¿Qué pensará de nosotr@s? Porque él está estigmatizado
como el tonto y ¿qué pensará del resto de la gente? ¿Qué se le pasará por la cabeza a esa
persona?
C: Si. Yo lo he resumido mucho porque es difícil hablar de eso. Pero yo recuerdo a
José, un tonto que había, uno de las aldeítas, que estaba siempre solo y tenía
muchísimos piojos y se los quitaba y se los comía, si, y los mocos, pobrecillo, ¿no? Y
pienso en él, pensaba en él cuando escribí el cuento ese. Y había una loca en mi pueblo
también que se volvió loca de amor. La dejó el novio y después decía que todos los
hombres estaban enamorados de ella y se llamaba Pura. Y al final la encadenaron, me
enteré de que la encadenaron y, que durante muchos años no le cortaron ni el pelo ni las
uñas y que era una pena.
C: Porque estaba… porque tenían miedo que se hiciera daño, que se suicidara y yo no sé
lo que hubiera sido peor. Y decía: “¡Lumbre, lumbre, lumbre!”. Todo el día estaba
gritando: “¡Lumbre, lumbre, lumbre, todo es lumbre!”. Y a mí me dijo: “Conchinha, tu
padre estaba enamorado de mi porque yo era muy guapa”. Y tenía una hermana
¡guapísima, guapísima! Ella también era guapa. “Pero todo era lumbre, Conchinha,
todo era lumbre”.
312
C: No sé que significaría para ella la lumbre. Alguna pesadilla que ha tenido o algo. Se
volvió loca completamente porque la dejó el novio, si.
C: Es verdad, si. Es como de todos pero no es de nadie.
C: Y yo pienso incluso, no sé si lo tengo en el cuento, en otra versión si lo tengo, que
quizá era un hombre feliz.
C: Si, no me lo dijo nunca pero yo lo pensaba porque no lo veía enfrentarse con nadie,
comía cualquier cosa, lo que le daban porque él no se ganaba la vida, pobrecillo, ¿no?
Bueno, nunca te hablé de la ley del más y el menos.
C: Que he usado con mis alumnos. Es que ¡siempre se me olvida! Es una cosa…
¡quieres que te la comente?
C: Pues… bueno, hay infinidad de libros y tratados sobre eso, ¿no? Esto no tiene
ninguna importancia pero a mí con los alumnos sí que me ha ayudado muchísimo. Mis
hijos nunca me han escuchado en esto porque los pobres (ríe)… la madre es la madre.
Pues la ley del más y del menos, se la ponía en la pizarra a los niños y es algo así como
un autocontrol, una autodisciplina. Yo dibujaba dos líneas perpendiculares, la línea
horizontal era el camino de la vida, la línea vertical, perpendicular, según en el sitio
donde se encuentre… la edad, la edad está en la línea horizontal y la línea vertical, hacia
arriba está el más y hacia abajo el menos, es algo muy simple pero los niños lo
entendían muy bien. Hacia arriba está, por orden, cuanto más arriba, aquello que mejor
se nos da, lo que más nos gusta y, al principio, aquello que podemos mejorar o
conocerlo mejor a ver si nos gusta y hacia abajo todo lo contrario, cuanto más abajo, lo
que más nos cuesta, lo que tenemos que recuperar. Es simplemente eso. Pero los niños
lo entendían tan bien, que cada uno tenía sus perpendiculares y ahí van… y me…
cuando se han hecho mayores decían: “¿Sabe aquello?”. Claro, era como una reflexión
que nos hacíamos y que a veces me ha ayudado mucho a ver esto porqué se me da mal,
voy a tirar hacia arriba, a pasarlo a la ley del más. (LEY DEL MÁS Y DEL MENOS)
C: Si, si. Es que a mí me ha ayudado mucho eso también. Lo tenía como una imagen.
C: Pues que aceptaran a las personas que son distintas, era esa la idea principal. Que
jugaran con ellos, que los vieran. Además, hubo una época… ya tenía yo el cuento
escrito pero que en las clases normales de los niños pues introdujeron niños pues con
313
Síndrome de Down… y fue una experiencia estupenda. No he visto que los niños fueran
crueles con ellos sino, los adultos. Sino los adultos. (ENSEÑAR VALORES A
TRAVÉS DE SUS CUENTOS: EL TONTO)
C: ¡Ah! A mí me ha venido el inspector (reímos). Y dice, “¡Programaciones!”. Porque
le llamaban el ‘hombre de las programaciones’. Y yo lo dije… yo estaba un poco
nerviosa cuando llegó, le dije, “Mire, tengo un cuaderno en el que yo preparo cada día
anterior o como sea la clase y nunca sé si voy a poder cumplirla, yo si quiere, le digo lo
que le gusta oír, pero yo no hago programaciones” (ríe). Y yo temblando, digo, este me
va a abrir un expediente. Y yo, “Si quiere que sigamos engañándonos unos a otros, yo le
diré que tengo programaciones, pero mire, una programación viene al principio de los
libros en los últimos años y es una orientación, mejor que la que pueda hacer yo y, si es
para enseñársela a usted, no la hago”. Y se quedó cortado, el pobre (reímos). Dice,
“Entonces, ¿qué hace usted?” y digo, “Pues mire, tengo esta libreta…”. Y entonces
estuvo mirando y dice, “Pues sí, esto puede valer”, y yo, “Tampoco lo cumplo a veces
porque en la clase los niños no son lavadoras que se les aprieta el botón. Luego de aquí
pueden salir muchas cosas”. Y el hombre se iba conforme (reímos). (OTRA FORMA
DE ENSEÑAR SIN PROGRAMACIONES)
C: Si. Pero esa relación la he tenido de alguna manera con mis alumnos también, si. Y
no la he nombrado, pero a mí me ha ayudado también a encontrarme a mí misma, que
como te digo, yo llevaba ese sistema tan diferente y tenía tanto miedo de estar
equivocada, por ejemplo, leer, no profundamente a Krause, las ideas que tenía Krause
de la educación y de la educación de la sociedad. Y que el Instituto Libre de
Enseñanzas, planteó su…, tengo que repetir la palabra, su planteamiento sobre la
educación basado en las ideas de Krause. Y entonces, cuando pude conocer las ideas de
la Institución Libre de Enseñanzas de la que han salido gente maravillosamente
preparada: Lorca, Machado, cineastas, Dalí, músicos, Falla… pues me interesa mucho
saber de qué partían y claro, yo esto lo supe ya hace pocos años, porque tampoco
conocía a Krause. Hasta que di con él casualmente en un libro. Y entonces, sacaban a
los niños del colegio. Por ejemplo, como ya eran niños universitarios hicieron una vez
un viaje a Portugal desde Madrid, andando casi todo el trayecto. Entonces yo decía,
“Pues no está mal lo que hago de sacar a los niños a… de sacarlos aquí, allí, al otro
lado”. Con mi rebañillo, como decían los amigos. Y que los padres confiaran en mí
como para dejármelos. Esa es otra porque tenía que llevarlos, generalmente, al centro
314
que era donde había actividades o a los ancianos del Zapillo. Que una vez vinieron al
colegio. Una vez conseguí que vinieran a cantarles romances que ellos se sabían, a los
niños. ¡Qué bonito fue! ¡Se sabían cantidad de romances! (RECONOCER SU
PRÁCTICA EN OTROS AUTORES LA RECONFORTA)
Otras experiencias profesionales
…Estaba yo metida en otro movimiento que era "ALIN” de fomento de la lectura y lo
trajimos y fue estupendo encontrarlo después, ya más viejo y eso, si. Yo entonces era
muy joven. (ALMERÍA)
C: ¡Muchísimo! Yo, vamos desde que mis hijos… yo todo lo de las comidas y eso, todo
lo de casa lo llevaba muy bien, pero ya cuando mis hijos iban al instituto, ya no
tenían… era adolescentes y eso… pero ya, ya, desde antes, desde que eran un poco más
pequeños, si podía, yo he ido siempre a toda clase de cursillos. Ya cuando fueron
mayores iba a Congresos fuera de aquí sobre literatura infantil y lectura. (CURSOS Y
CONGRESOS) En ALIN trabajábamos, que era la asociación esta de profesores de
fomento de la lectura, hacíamos un trabajo, minuto que teníamos… hemos trabajado
muchísimo y ha valido la pena y… hice cursos de todo tipo: de psicología, de literatura,
por supuesto, de literatura infantil, de literatura todo. (ALIN) Y estaba metida en el
movimiento cultural de la ciudad, me apunté al Ateneo, fui Vicepresidenta del Ateneo y
hacíamos muchísimas cosas. (ATENEO)
C: No, ya estaba jubilada, estaba jubilada ya. Por cierto, me preguntabas antes si había
cortado… como ya se conocen por aquí mis libros, en los colegios y eso, pues he
seguido teniendo experiencias con los niños de la provincia y de los colegios de la
ciudad porque me invitan a ir. Además voy también con el Centro Andaluz de las
Letras, como escritora y, entonces, antes íbamos 5 o 6 veces al año, pero ahora como no
hay dinero, pues vamos una vez al año, cada uno, por lo menos los que conozco a un
colegio y, sigo en contacto en este sentido, o sea que mañana voy a un colegio aquí
también y tendré que ir a este de aquí también, al lado, a los del barrio he ido varias
veces. (INVITADA A CENTROS EDUCATIVOS, CENTRO ANDALUZ DE LAS
LETRAS…)
C: ¡Uy! Un montón, un montón. Muchísimas… bueno, en el mundillo de la cultura
muchas veces nos invitan a dar un recital, a ir a un pueblo, a estas cosas y, yo estos
315
últimos años no he ido pero he ido mucho, mucho a otros pueblos y han sido
experiencias muy bonitas. Tuve una experiencia preciosa que ha durado 10 años, que
me invitó… el organismo este de la mujer de la Diputación, no me acuerdo, el
departamento de la mujer de la diputación, a dar talleres de narrativa en los pueblos con
las mujeres y, eso fue increíble, porque durante 10 años iba, durante una semana y,
entonces, las hacía escribir… era para que tuvieran la experiencia de escribir. Había
mujeres que habían inventado cantidad de cuentos para contarles a sus hijos, otras que
escribían… que nunca habían escrito, otras que no les decían a nadie que escribían
porque les daba vergüenza, otra… me acuerdo que en su casa la tenían mártir porque
decían que escribieran a gente que estaba loca, había de todo, ¿no? Pero eran muy lindas
todas. Y, entonces, si se creó en ellas la afición de escribir, en muchas de ellas sobre
todo y, escribían cosas de la infancia, les decía: “No tenéis que inventaros si no queréis,
sino, experiencias de la infancia” ¡Increíbles! Para contarles a los niños, a los niños de
de ahora. Por ejemplo, una señora que decía el regalo de Reyes para ella y sus seis
hermanos, durante muchos años era una cabeza de ajo y, que esperaban con un ansia
enorme a que llegara el día de Reyes para que volvieran a ponerle una cabeza de ajo;
fíjate la diferencia y, los padres la imaginación de ponerles un regalo, ese cariño, no
tenían esa cosa, una cabeza de ajo a cada hermano. Fue increíble, me traían… en los
pueblos siempre había huertas y eso, me traían unos ramos de flores; creo que he
engordado 7kg cada que iba… (ríe) traían cosas para la merienda, la gente generosísima
y encantadoras y, tenía experiencias muy bonitas con ellas, mucho, mucho. Siempre
andaba por allí, cuando mis hijos se hicieron grandes. (EXPERIENCIA 10 AÑOS
CON MUJERES EN LA DIPUTACIÓN)
C: Estuve en el Ateneo también.
C: Fui Vicepresidenta. Pues cogimos el Ateneo en un estado ruinoso absolutamente con
500.000 ptas. en aquel momento de deuda, con el teléfono cortado, con el agua que se
salía en el baño, bueno, fue una pena.
C: ¡Ay! ¿En qué año sería? No me acuerdo, no me acuerdo, pero fuimos los últimos que
gestionamos el Ateneo, así que eso se podría comprobar. Y entonces, a base de pedir
limosna en la Universidad, a profesores que dieran conferencias, nos prestaban la sala
de Unicaja, nos prestaban varias salas, en la misma del Ateneo una salita pequeña. Nos
fuimos a la Diputación a pedir dinero, nos dieron 500.000 ptas. para pagar la deuda, en
316
fin… y… hicimos muchísimas cosas, hicimos cuatro o cinco actos cada mes y la gente
llenaba las salas, que al principio no iba casi nadie. Al mismo tiempo había también,
que el Ayuntamiento lo pagaba, el aula de poesía y, los que lo llevaban se traían los
mejores poetas del país y las dos cosas consiguieron que se llenaran las salas que al
principio no iba nadie y, la gente se aficionó muchísimo a ir, a escuchar poesía o a las
conferencias que hacíamos desde el Ateneo, hacíamos viajes, hacíamos muchísimas
cosas. Además, trabamos incluso en vacaciones. No trabajaba el Ateneo en los dos
meses de verano pero la Presidenta y yo estábamos siempre reunidas preparando
actividades para el curso siguiente que después le planteábamos al resto de la directiva.
Fue muy interesante. (VICEPRESIDENTA DEL ATENEO)
C: ALIN, pues era un grupo de profesores, hombres, mujeres de… éramos maestros
todos, no sé si habría algún licenciado pero creo que éramos todos maestros, que le
planteamos al… Yo llegué un mes después de que hubiera empezado ALIN. Se planteó
al centro de profesores un grupo de fomento de la lectura y, entonces, nos juntamos una
gente que nos pusimos en contacto con las editoriales y empezamos a tener actividades,
por ejemplo, cine basado en libros, en novelas… muchas actividades con los colegios,
pero sobre todo, un Salón del Libro que se hizo famoso en todo el país. Para eso
conseguimos unas pirámides que nos hicieron en la Diputación, porque una era de
Diputada y consiguió que nos las hicieran. ¡Cuánto hemos llorado cuando no
conseguíamos las cosas! (ríe). Cada minuto que teníamos, trabajábamos en eso, en el
Salón del Libro, venían los mejores autores, pasaban por el Salón del Libro que duraba
una semana en la Villaespesa. Entre 3 y 5 mil niños de toda la provincia, venían los
autores, daban conferencias a los maestros, a la gente que quisiera asistir, tenían
encuentros con los niños y los niños tenían sus pirámides llenas de libros para que los
cogieran y eso. También nos robaron unos cuantos, si, pero bueno, yo he visto robar a
una madre de mis alumnos que tenía ocho hijos y que pasaban tanta hambre que a veces
otro compañero y yo, les dábamos un bocadillo así (gesto indicando lo grande que era),
y la vi que estaba cogiendo libros y, entonces, pues yo me hice la loca y no le dije nada,
porque que una mujer se arriesgue a robar libros para que sus hijos lean, merece una
estatua, en un país donde nadie leía. Y entonces, yo pregunté en clase: “¿Os habéis leído
este libro?” y los niños decían: “¡Si, si! ¡Yo lo tengo, yo lo tengo!”. Yo para comprobar,
¿no? Que… “¡Ah! ¡Qué bien!” tal y cual. Se lo dije a algunas compañeras y bueno, a
unas les pareció bien y a otras les pareció mal que… pero a mí me pareció heroico lo de
317
la madre esta que procuraba que sus hijos leyeran. Después, esos mismos libros que
teníamos más de 3.000, durante el curso, también conseguimos que nos pagaran unas
mochilas y, entonces, a los colegios que lo solicitaban, les mandábamos como préstamo
una mochila, les llamábamos las “mochilas viajeras” y, después nos las devolvían. ¡Fue
una maravilla! El día que cerrábamos el Salón del Libro y comíamos juntos… Durante
el Salón del Libro pasaban los mejores autores y el último día comíamos juntas y,
después de comer nos reuníamos para ver de qué iba tratar el Salón del año siguiente
que ya lo empezábamos a gestionar desde ese mismo momento. Y así he estado muchos
años allí. Se vino abajo eso por desinterés oficial, según me dijeron las dos compañeras
que quedaban al frente de eso.
C: ¡Ay! Yo creo que 8 o 9 años, por lo menos, o más, si.
C: Si, si, si, estaba en activo.
C: Ya no estaba en ALIN porque se vino un poco abajo y cambiaron la técnica, mi
padre estaba enfermo, tenía un hijo que estaba enfermo en ese momento también, yo ya
no pude seguir ahí, pero bueno que seguimos siendo una piña, éramos muy amigas,
amigos todos lo que sacamos adelante esto, si. (ALIN)
VISIÓN DE LA INFANCIA, DE L@S PROFESIONALES Y DE LA ESCUELA
Percepción de Concha sobre las personas adultas y la infancia
C: Y yo de la infancia tengo el mejor concepto posible y lo digo con… como que son
para mí lo más entrañable del mundo los niños a cualquier edad pero también con un
poco de pena porque creo que la infancia está muy infravalorada para los padres y para
los enseñantes. Primero porque las muchísimas tareas que tenemos los adultos a la hora
de criar a los hijos y a la hora de conocerlos, ¡tienen tantas capacidades! y crecen tan
deprisa que se nos escapan a veces cosas muy importantes; a veces ni siquiera llegamos
a conocerlos. Si trabajamos fuera de casa, estamos siempre fuera, llegamos a casa
siempre corriendo y en el colegio lo mismo; (INFRAVALORACIÓN DE LA
INFANCIA)
C: Y siempre se debe contar con los niños también. Yo siempre que hay un acto de
estos institucionales en Almería, ya me conocen y se ríen, siempre digo, “¿Y los niños?
¿Por qué olvidáis siempre a los niños?”. Esto del Milenio, por ejemplo. ¿Cómo no se ha
318
tenido a los niños en el Milenio para ir enseñándoles esto? (NO SE CUENTA CON
LOS NIÑOS PARA ACTOS Y EVENTOS) Me invitó la Biblioteca a dar una charla a
un colegio y como en el libro Urcitania, Reino del Sol toco el tema de los árabes, que
estaban aquí y todo esto, pues me dijeron, “Mira, si quieres hablar del Milenio” y eran
niños de 8 a 10 años y, digo yo, “¡Jolín!” Yo he tenido casi siempre niños grandes, pero
bueno, lo adapté. Y había pues un colegio entero y las Maestras me dijeron que se lo
habían pasado pipa ellas y los niños, que no se habían aburrido nada porque es un tema
que llevarlo a los niños de manera que… ¿Quién era Hixem II? Hixem II tenía no sé
cuántos soldados y conquistó hasta Murcia o hasta Alicante (ríe) estas cosas, sino, con
anécdotas históricas que les interese en ese sentido. Y yo estaba aterrorizada por tener
que explicar el Milenio de hoy para mañana prácticamente y llevar el tema, ni siquiera
toqué mi libro. Digo, “Mira, en este libro hay una leyenda que os la voy a contar, sobre
cuando estaban los árabes aquí”, porque es una historia en pequeñas dosis de Almería.
Pero… te voy a regalar uno, me quedan pocos pero te voy a regalar uno. Y entonces
pues, no se tiene en cuenta a los niños nunca, nunca, nunca. En una lectura de poesía,
por ejemplo, que se hacen aquí en la Librería Zebras, a veces hacen. Y yo un día digo,
“Yo también traigo dos poemas para niños, a ver por qué no hay niños aquí”. Y a veces
llevan niños ahora, ¿eh? Pero es que hay que contar con ellos. (NO SE CUENTA CON
LOS NIÑOS PARA ACTOS Y EVENTOS)
C: Si. Ahora ha cambiado mucho con respecto a aquello, mucho, mucho.
C: Empezando por la familia. Es que no sabemos. Yo a mis hijos… estábamos siempre
ahí pero no he sabido implicarles tanto como hubiera querido, como he aprendido
después, es que se aprende toda la vida. Mi madrina era casi analfabetilla, era analfabeta
funcional pero era una mujer muy sabia y decía, “Estamos a morrer e aprender”,
Estamos muriendo y aprendiendo. (NO SABEMOS IMPLICAR A LOS NIÑOS EN
LA VIDA SOCIAL) Que había que aprender toda la vida. Y entonces hay muchas
cosas que yo he tenido que aprender a lo largo de la vida y sigo aprendiendo. A mí me
encanta hablar contigo y con gente que piense, no en este caso que piense de distinta
manera que pensamos de una manera bastante parecida, pero me gusta escuchar a todo
el mundo porque es de quien aprendo, otras maneras, claro. (CONCHA SIGUE
APRENDIENDO)
319
C: Es que no son más pequeños en inteligencia, ese es el error. Ni en imaginación. No
están metidos en la cuadrícula que estamos metidos los mayores, por mucho que te
quieras librar. Por mucho que uno se quiera librar. Yo estoy bastante libre de las
cuadrículas pero aún así, hay cuadrícula. Los niños son seres súper inteligentes, tienen
una mente limpia o casi, pero siempre estamos enseñándoles a ser como nosotros. Eso
es un error, porque es ¿qué nosotros lo hacemos todo bien? Es que hay que empezar por
ahí. (LOS NIÑOS SON LIBRES, LOS ADULTOS NO)
C: Entra el creer… yo que creo que no es egocentrismo, sino, miedo a que lo pasen mal,
a que no sepan lo que sabemos nosotros, a que no sepan defenderse, yo creo que eso es
mucho, yo creo que eso es mucho. (MIEDOS DE LAS PERSONAS MAYORES=NO
DEJAR HACER A LOS NIÑOS)
C: En los niños abunda todo lo que les falta a los abuelos. Y en los abuelos abunda todo
lo que les falta… mucho de lo que les falta a los niños, no todo ni mucho menos. Y
entonces, el encuentro fue extraordinario, cuando se escribían, cuando se encontraban.
(INFANCIAVS PERSONAS MAYORES, SE DIFERENCIAN MUCHO?)
Visión de la escuela
Pero ellos también han aprendido, creo yo, que…que enseñar no puede ser algo
monótono, algo frío, algo metido dentro de cuatro paredes, sino, que el aula es un aula
de cristal, que es que, por medio de cartas, saliendo a la calle, haciendo todo lo
que…acercando los niños al mundo y el mundo a los niños, el aula tiene que ser un
hervidero de ideas, de tolerancia, de cariño, de alegría, de respeto mutuo, de interés para
los niños. Yo creo que ahí es donde hay que enseñar a los maestros, a los futuros
maestros, a los futuros enseñantes en general.
mis clases eran como una pequeña República en la que los niños hacían… sabían
resolver… desde llevar la biblioteca, incluso prestarles libros a niños de otras clases que
teníamos una ¡gran biblioteca! Que habíamos recogido pidiendo por todas partes; hasta
tener agua, por ejemplo, que parece una tontería, bueno, pues teníamos agua para
cuando tuvieran sed y cada uno tenía sus vasos y esas cosas, en fin, que la clase sea un
lugar humano, humano, que los niños se sientan partícipes y que vayan al aula personas
que a ellos les interesen, descubrir… (CÓMO DEBERÍAN SER LAS AULAS) desde
pequeños ayudarles a descubrir cuál podría ser su futuro, su vocación… es difícil pero
320
no siempre… pero no es imposible; y entonces que pasen por el aula o llevarles a sitios
donde puedan conocer a personas, ¿a ti qué te gustaría ser? Tal cosa; entonces procurar
que conozca ese mundo o sus mundos, que puedan elegir; además cuando se les da la
opción de escoger a todos, después esas puestas en común que se llamaban antes, que se
ponen en la clase, les abre mucho los ojos a todos y conocen cosas que de otra manera
es impensable que conozcan. (AYUDARLES A DESCUBRIR SU VOCACIÓN)
C: Si, en realidad es que siempre ha existido la forma tradicional de enseñar, de enseñar
a base de texto. El texto puede ser una orientación, yo no quitaría los textos,
simplemente los cambiaría, no sé cómo, no soy especialista en eso ni quiero hacerlo;
pero cambiaría la manera de enfocar los textos de los niños y desde luego, para nada les
haría estudiar esos párrafos horribles que se estudian de memoria sin entender nada para
salvar el momento de la clase y después aprobar el examen, eso no es aprender, eso es
cansar, aburrir y, yo creo que hay que darles muchísimas otras opciones porque si les
das todas esas opciones diferentes, a que cada niño muestre su manera de aprender un
tema y luego en clase las expone, pues puede ser, desde el niño que da una conferencia
con una pequeña investigación que ha hecho y maravilla a los otros niños y a lo mejor
lo entienden a él mejor que a mí, hasta otros tipos de investigaciones que hacen entre
ellos más prácticas y todo aquello que van descubriendo, si se expone en el aula, pues
aprenden todos a la vez otra manera de… de verdad de entender las cosas, creo, no sé.
(LO QUE CAMBIARÍA DEL COLEGIO)
C: Bueno, pues la gente que ha hecho las prácticas en mi clase, casi siempre venían
rebotados porque como la Lengua para todo el mundo era un ladrillazo. Cuando venían,
ellos veían el desarrollo de la clase y entonces, les llamaba mucho la atención esa otra
manera de enseñar y de aprender. Y decía, “¡Pues si la Lengua no es ningún tostón! Si
es un campo maravilloso para aprender la lengua”. Desde que los niños escriban un
diálogo o algo, eso sería un ejemplo basiquísimo, ¿no? De hablar en clase, leer, hablar,
leer, leer mucho, entender lo que se lee, es decir, usar el idioma como algo práctico,
como algo que nos sirve para entendernos con nuestros semejantes, con los cercanos y
con los lejanos. El idioma como instrumento de comunicación, de expresión, de
aprender de los demás, de lo que escriben o lo que dicen otras personas, es que es un
campo sin límites. (LA SORPRESA DE LOS ALUMNOSEN PRÁCTICAS
CUANDO DESCUBREN UNA NUEVA FORMA DE ENSEÑAR LENGUA)
321
Yo me matriculé en la Universidad de Mayores porque aquello de que no tenía tiempo
de ir a la otra, que me había matriculado en Filología Española pero después me
coincidió con el horario de clase y no… y con matrícula hecha y todo y no pude ir,
quería haber hecho esa carrera. Y entonces, podíamos ir a la clase que quisiéramos de
muchos profesores de la Universidad como oyentes. Y uno de los profesores que conocí
y, que además, tiene una oratoria de las mejores que he oído… la clase de literatura y,
fui unas cuantas veces porque no salía de mi asombro a ver si es que esto lo da así…
¡era una clase al dictado! No servían de nada los libros ni había conocimiento de otros
autores. ¡Fíjate el fichero que tengo yo ahí! ¡Qué no es nada! Porque ya he tirado
infinidad de cosas, porque no me caben, no me cabían. Pero la Literatura ¡no se puede
dar al dictado ni estudiarla al pie de la letra! Porque entonces, ¿qué es un idioma? ¿Es
un medio de expresión, de comunicación, intercambio de ideas, de aprender, de
disfrutar, de conocer muchísimas otras cosas? (LO QUE NO DEBE SER UNA
CLASE) Estoy yo por eso metí a los niños en que se escribieran con los… con colegios,
con los abuelos, con los soldados… ya verás que ahí hay muchísimas cartas, no tantas.
La inmensa mayoría de ese material lo tenían los niños porque eran suyas y yo, si
hubiera sido en la Universidad, yo hubiera… hay una ayuda que no tenemos en la
escuela, no tenemos nada más que tú sola y los periódicos reciclados y todo reciclado,
para poder trabajar aunque sea así. Pero si yo estuviera en la Universidad o hubiera
encontrado gente que me hubiera ayudado a hacer una gran investigación sobre la
Lengua como medio de comunicación, de expresión, de lo riquísima que es, sobre la
manera de enseñarla, hubiera tenido ayuda, pero aquí, pues es muy difícil. En la escuela
no tiene medios para nada, yo no sé ahora, hace trece años que me he ido, pero es que
no había… primero, no había medios, pero si tú quieres buscar los medios pues los
buscas aunque sea reciclando y aunque sea buscando gente que sepa y aprendiendo
continuamente y haciendo cursos continuamente. Yo he aprendido mucho, mucho en
cursos que he hecho. Nunca he dejado de ir a cursos. He ido incluso a congresos fuera
de aquí, seminarios. (BUSCARSE LOS MEDIOS NECESARIOS PARA HACER
LAS CLASES DE FORMA DIFERENTE. ESO SE LLAMA TRABAJAR DESDE
LA IMPLICACIÓN)
Estudios de l@s maest@s
C: ¿Sí? Hay cosas que no se pueden aprender en los libros y entonces, creo que es
importantísimo que se planteen los estudios, y urgente, que se planteen los estudios de
322
magisterio pero no sólo de magisterio, sino, de los enseñantes en general.
(REPLANTEAR LOS ESTUDIOS) Otra cosa que he hecho yo, muy al menos con las
personas que tienen, en relación con el público pero muy especialmente con los niños y
con los jóvenes, muy especialmente con ellos, es la manera de expresarnos. Hay que
estudiar oratoria. Nosotros estudiábamos oratoria en aquellos tiempos, no a grandes
escalas pero no nos permitían tartamudear al hablar o tartamudear al dar una lección o
cosas así. Oratoria… a ver, cómo te lo diría, no recuerdo ahora (recuerda lo que
estudiaba), bueno, todo lo que tenga que ver con la expresión oral, es importantísimo
para un enseñante. (LA ORATORIA COMO PARTE IMPORTANTÍSIMA DE LA
ENSEÑANZA) Pero sobre todo, la psicología, la manera de comprender a los niños, el
no tener un número excesivo de alumnos, (COMPRENDER A LOS NIÑOS) el tener
también, no digo un ayudante, que podían ser los alumnos de prácticas que yo siempre
los he admitido y valorado muchísimo su ayuda en clase, no sólo por lo que ayudaban
sino, por lo que aportaban porque desde mi edad a la de ellos había cambiado mucho el
mundo y entonces, para mi han sido una gran ayuda y les estoy enormemente
agradecida. (VALORAR A LOS ALUMNOS EN PRÁCTICAS)
Y luego, cosas tan básicas como que, como que sepan leer de maravilla, les guste leer,
les guste estudiar, les guste seguir preparándose continuamente porque, yo recuerdo que
en los últimos días de maestra, a lo mejor me estoy adelantando, pero ya me irás
diciendo tú, lo que va por el camino, porque es que esto me parece fundamental a la
hora de la preparación de los futuros enseñantes y, es que yo, en los últimos días iba
descubriendo a veces cosas que decía: “Pero ¿por qué no se me ha ocurrido antes?”.
Porque hay que estar observando siempre, siempre, siempre. No valen los desmayos, no
vale el cansancio, no vale el quemarse, ¿cómo se va a quemar uno? ¡Eso es imposible!,
quemarse ante los niños. Hay que tirar y ya está, hasta aquí. (REQUISITOS PARA
SER MAESTRA/O)
Los maestros tenemos que estar preparados sobre todo para eso. A no ser que pensemos
que el objetivo principal de un curso para cada niño, es aprobar el curso, lo es, es un
objetivo, tienen que aprobar el curso; pero una cosa es aprobarlo sabiendo, disfrutando y
realmente yendo preparados con un pensamiento crítico, con unas ganas de conocer, de
escuchar a los demás, de respetar, de saber que los demás piensan y de ahí pueden sacar
ideas que a lo mejor pues no se le habían ocurrido, o sea, aprender en general y disfrutar
de ello y, creo que eso no ocurre siempre, sino que, muy preocupadas por el programa…
323
C: ¡Si, claro! Efectivamente, por eso yo creo que aquellos que se vayan a dedicar a la
enseñanza, en el nivel que sea, tienen que aprender a enseñar de otra manera es que
ellos son la base de lo que va a ocurrir después. (PLANTEAMIENTO PERSONAL
DE LA ENSEÑANZA)
C: ¡Claro! Y poder hablar y expresarse también, por supuesto.
C: Habrá también. Yo creo que ya hay gente, ya gente que tiene este otro sistema.
C: Pero vamos a ver, lo primero que hay que aprender en la escuela de Magisterio es
qué son los niños. Que los niños son personas. Y las prácticas a lo mejor tendrían que
durar más. ¿Cuándo se hacen prácticas? No me acuerdo si es una vez en la carrera o si
se hacen todos los años. (PLANTEAMIENTO BÁSICO PARA SER MAESTRA/O)
... los niños tenemos un mundo que los mayores a veces no comprenden. Y entonces eso
es, quizá, lo primero que tenemos que saber cuando estamos frente a los niños, que los
niños son personas antes que alumnos y que, lo que hayamos pasado o lo que estén
pasando en sus casas, muchas veces, que no podemos ni imaginárnoslo, eso es lo que
tenemos que tener en cuenta a la hora de comprenderles, de saber porqué no funcionan,
porqué no estudian. A veces es porque están demasiado mimados o consentidos y otras
veces por todo lo contrario, no podemos imaginárnoslo. Y los niños a veces disfrazan su
situación por hacerse una coraza, una armadura frente al maestro, frente a los otros
niños o para que no le critiquen o para no quedar peor y, llegar a saber, llegar a saber
porqué los niños funcionan como funcionan creo que sería un tema de estudio para
cambiar, (ENTENDER A LOS NIÑOS COMO PERSONAS QUE INTERACTÚAN
EN DIFERENTES CONTEXTOS) no sólo la actitud de los maestros en activo, sino,
empezar por cambiar la manera de enseñar a los maestros, porque un maestro no puede
aprender, no puede sacar la carrera, creo yo, es un error, simplemente aprobando las
asignaturas. Me llevo unos cuantos sobresalientes, voy, hago las prácticas pero… no he
aprendido de pedagogía, psicología, que no sé si ahora se estudiarán, antes si las
estudiábamos. (REQUISITOS PARA SER MAESTRA/O) (VISIÓN HOLÍSTICA
QUE DEBEN TENER)
324
Política Educativa
…primero, los programas educativos que ignoran absolutamente las capacidades de
todos los niños, sino que hay un programa general para todos, que creo que beneficia a
aquellos que… a los que se le es más fácil aprenderse las lecciones de alguna manera,
aunque sea de varias maneras pero ignora por completo las capacidades extraordinarias
que tienen otros niños que podrían ser a lo mejor grandes investigadores, grandes
poetas, grandes dibujantes como la historia ha certificado en muchas ocasiones; a veces
a los genios se les… en el colegio se les trataba con niños que estaban dotados con una
capacidad inferior. (LOS PROGRAMAS EDUCATIVOS ACTUALES IGNORAN
LAS CAPACIDADES DE LOS NIÑOS) Entonces eso me entristece mucho, ¡cuánto
se corre en la escuela!, cuánto hay que correr para responder a un programa educativo
del que sobra una gran parte porque no les va a servir casi de nada, no se puede
profundizar a la hora de estudiar y aprender, (CORRER PARA RESPONDER AL
PROGRAMA EDUCATIVO) no, no… generalmente, no quiero generalizar pero lo
que si abunda es el profesor transmisor de conocimientos y punto y, eso no es aprender
ni descubrir el amor al conocimiento ni disfrutar de un lugar desde el que se puede
descubrir lo maravilloso que es el conocimiento, el saber, la compañía, el
compañerismo, el afecto, todo lo que un aula puede dar de sí, la alegría… la alegría es
fundamental, el sentido del humor; el maestro tiene que tener sentido del humor para
saber capear muchas veces muchas cosas que con una broma, una risa o aunque sea con
una canción o un baile con el niño que se “ponga tonto” o lo que sea pues se puede
sacar adelante que ese niño se adapte a la escuela, que se sienta agusto, que le dé gusto
estar allí, aprender y sobre todo que no se sienta el tonto de la clase porque hay
infinidad de niños que pasan su etapa escolar, hasta van al instituto incluso después y
abandonan porque no han encontrado lo que querían encontrar, no hemos podido, no
hemos sabido transmitírselo… los tontos de la clase un año tras otro, tras otro… eso no
puede pasar. (EL PROFESORADO NO SÓLO COMO UN MERO TRANSMISOR
DE CONOCIMIENTO, TIENE QUE IR MÁS ALLÁ)
…a los 6 o 7 años empezamos a enseñarles que es el adjetivo, o a los 8 años, qué es una
oración simple y los niños no están capacitados para descubrir la utilidad de esos
conocimientos, no sirve nada más que para aburrirlos. (CRÍTICAS AL SISTEMA
EDUCATIVO) Yo creo que habría que empezar por cambiar profundamente la manera
de enseñar. Que los enseñantes de cualquier nivel, pero especialmente cuando se trata
325
de niños, valorar la espontaneidad, la alegría que tienen, las capacidades que tienen,
darles las oportunidad para demostrar las capacidades que tienen que son
extraordinarias; y a veces, con los niños que menos responden a la clase, (UN
CAMBIO EN EL SISTEMA EDUCATIVO) me he fijado después cuando son
mayores, les he visto trabajando profesionalmente de manera extraordinaria, son
grandes profesionales, se ganan la vida muy bien como pescaderos, como médicos,
como lo que sea… hay gran diferencia entre unos y otros pero que se buscan la vida y
son personas que pueden ser felices.
Ya con el Wert, para qué vamos a hablar. Eso es ya tremendo. Pero pienso que… no sé.
Es muy triste. (LEY WERT) Y vuelvo a la lectura porque… Cuando una amiga estaba
haciendo la Tesis Doctoral, quería encontrar a alguien pagándole que se la corrigiera
porque no le daba tiempo. Le dieron un año sabático porque gustó mucho el tema y la
Junta le dio un año sabático para que la hiciera, pero si no la terminaba… Entonces
bueno, trabajó de día y de noche y para que… por si acaso en la redacción… no es que
tuvieran que saber del tema de la Tesis Doctoral, sino, por si repetía una frase sin darse
cuenta o algo, o algún acento que faltara y tal, la corrigieran. Bueno, entonces yo, me
fui aquí, me fui al colegio que había seis o siete chicos de prácticas y, entonces, dije,
“Mira, si quieren ganarse un dinerillo… para que corrijan esto, sólo es corregirlo
ortográficamente y nada más”. Y la Directora me dijo, “No, no saben”. Y yo, “¡Por
Dios! ¡No me digas eso!” (reímos). Entonces conozco a una profesora de la Universidad
que les daba Lengua y Literatura y la llamé y le dije, “Mira, pasa esto y, a ver si algún
alumno tuyo quiere ganarse algún dinerillo”. Y dice, “Ninguno sabe”. Digo, “Y
¿entonces?”. ¡Tú fíjate! ¡Tu fíjate! ¿Es que cómo puede caber en la cabeza que futuros
maestros no sepan corregir un texto? Es que si que los hay, tiene que haber. A lo mejor
ella no caía en eso, no los conocía en ese sentido.
C: Pues te voy a decir una cosa que te va a llamar la atención. Cuando mi hija estaba
haciendo la Tesis, otro caso, le dijeron en la Universidad que había un cursito de cuatro
horas en el que… sobre la lectura y la escritura y, entonces, había muchísimos
profesores y yo conseguí que me dejaran ir, “Mira que soy compañera de mi hija, estoy
jubilada pero me gustaría mucho asistir”, y me dejaron asistir. Y había profesores de
todo, desde Informática, Agraria, Magisterio, de todos casos. Había un salón enorme
abarrotado de profesores. ¿Sabes para qué era el curso? Yo me quedé con los ojos a
cuadros. Para orientar a los profesores que los pobres se encontraban con el problema de
326
que los alumnos que les llegaban a la Universidad, no sabían sacar la idea principal de
un texto, no sabían redactar un tema de opinión y no sabían sacar de una lectura una
idea principal, esto, lo otro, lo otro. Y yo me quedé a cuadros. Y entonces yo les dije,
“Mire, yo no tengo derecho a intervenir pero esto quiere decir que no sabemos enseñar
la Lengua. Que la Lengua se sigue enseñando para aprobar, al pie de la letra lo que sea y
se acabó”. Y una de las profesoras vino al final y me dijo, “¡Cuánto le agradezco que
haya dicho eso!, porque es que mi hija está con ese problema”. ¡Es que es muy fuerte
esto que ocurre! (CRÍTICA AL SISTEMA EDUCATIVO ACTUAL)
C: Pero los profesores también tenemos que ver. (HAY QUE TENER EN CUENTA
AL PROFESORADO PARA HACER LEYES EN EDUCACIÓN)
C: Pero es que eso es básico. Es que la Universidad es el punto desde el que hay que
partir. Entonces son los profesores de la Universidad, los primeros que tienen que
preparase para que haya una manera completamente distinta de enseñar. Yo creo que en
otros países la hay, imagino que sí. (LA UNIVERSIDAD COMO CUNA PARA EL
APRENDIZAJE Y DESARROLLO DE LAS COMPETENCIAS PARA SER
BUEN/A MAESTRO/A)
C: Pero es lógico. A mí ir a cursillos me ha ayudado mucho porque, a lo mejor en
algunos había lo mismo, pero había otros que eran muy valiosos y, aunque no
hablaran… a mi me servía también, no sólo para aprender muchas cosas, porque venía
gente valiosa a veces, gente muy valiosa, sino, también para quedarme yo también
tranquila con el sistema, aunque abiertamente el sistema no se empleaba el que seguía
yo, abiertamente no. Pero siempre pillabas una cosita de allí, otra de allí y otra de un
libro que te recomendaban, otra de algún escritor que tenía una visión de la vida
distinta. Pero lo que no podemos hacer es terminar la carrera y ¡hala! Sentarnos a
enseñar. Tenemos que seguir aprendiendo pero hay que empezar en la Universidad,
siento decirlo, pero en los profesores de la Universidad también. (EL RECICLAJE
DEL PROFESORADO PARA SEGUIR APRENDIENDO)
C: Y ¿quién hace los programas? ¿Hay ahí enseñantes, hay que gente que tenga
experiencia, han probado otras maneras de enseñar? No, se copia de lo que hay más o
menos y entonces estamos siempre en las mismas. (HAY QUE TENER EN CUENTA
AL PROFESORADO PARA HACER LEYES)
327
C: ¡Era muy importante la educación! La familia, la educación, la cultura en general, la
agricultura… pero tuvieron tantas dificultades la República para llevar a cabo los
programas que tuvieron, que los malnacidos estos hicieron lo que hicieron. Si al menos
cuando acabó la Guerra, hubieran hecho lo que en otros países europeos, en Alemania,
la II Guerra Mundial dejó a Alemania y a otros países destruidos, ¡poquitos años
después estaban a la cabeza de Europa! Porque no hubo represalias. Pero es que aquí fue
horrendo. (CRÍTICA A LAS REPRESALIAS DURANTE EL FRANQUISMO
QUE NO DEJÓ RESPIRAR A LA CULTURA Y A CONOCIMIENTO)
VISIÓN DE CONCHA SOBRE LA POLÍTICA (POSICIONAMIENTO)
Concha progresista
C: ¡Qué bien! Sois los que tenéis que cambiarle la cara a este país, es muy importante
¡jolín! Es que sois una esperanza. (PODEMOS COMOVESPERANZA) Yo del
15M… la novela que… la acabé el otro día de corregir pero le voy a dar otra vueltecilla,
las últimas. Hablo también del 15M como una esperanza. (SU NUEVA NOVELA) Es
que vamos… es que esto… ¿Viste ayer en el programa del Gran Wyoming que al final
entrevistaron a tres periodistas, una francesa, un alemán y un estadounidense del New
York Times? Gente muy, muy preparada y, el concepto que tienen de España y de los
gobernantes es pésimo. En Inglaterra por ejemplo, dimitió el Presidente de no sé que era
un cargo público altísimo, por haber dicho una cosa de distinta manera a como era.
Dice, fuera de aquí no se comprende. (DIFERENCIAS ENTRE NUESTROS
POLÍTICOS Y LOS DE OTROS PAÍSES)
C: ¡Qué sigan ahí amarraos!
C: Claro, o que la Policía… vamos la represión, hay represión otra vez, esto es terrible.
En fin, es muy triste. (EN CONTRA DE LA LEY MORDAZA)
C: ¡Ojalá se vayan de una vez para siempre! (SENTIMIENTO DE RECHAZO
HACIA LAS POLÍTICAS DEL PP)
C: Es que yo no me lo explico que al que más van a votar en este país es al PP. Es que
es increíble, ¿sabes qué pasa? Que sigue el muro de la Guerra. La izquierda vota a la
izquierda, hagan lo que hagan y la derecha lo mismo, no nos hemos curado.
328
(JUSTIFICACIÓN DE POR QUÉ SIGUE GANANDO LA DERECHA EN
ESPAÑA)
C: Yo creo que tiene la culpa también la manera en la que hemos pasado a la
Democracia que fue una… fue algo muy importante y fue bonito y fue una esperanza
extraordinaria. Pero, no se ha sabido explicar, se ha tenido miedo porque el miedo lo
teníamos todos. Se ha tenido miedo a explicarle a la gente joven y a los que no habéis
nacido en aquel tiempo lo que realmente ha ocurrido. Entonces ahí hay una laguna
tremenda. (IDEA DE QUE EN LA TRANSICIÓN NO SE SUPO EXPLICAR BIEN
LA SITUACIÓN POR MIEDO)
C: Claro, y los que durante 40 años siguieron fusilando gente y torturándola y todo eso.
Lo que decían los periodistas estos es que España es ahora un punto para el periodismo,
el más interesante del mundo. Porque es ahora una revolución nueva la que habéis
formado afortunadamente. Esperemos que no os callen más de la cuenta.
C: “Profunda, profunda”, si. Yo tardé 10 en acostumbrarme a estar aquí pero también
influyo mucho el ambiente del colegio que me tiré ahí 20 años. Después ya empezó a
venir otra gente normal pero los primeros años fueron horribles. Y yo, venía de
Canarias con aquel ambiente tan moderno comparado con esto. (PASO DE UNA
SOCIEDAD A OTRA: DE LAS PALMAS A ALMERÍA)
C: Porque estaba todo muy lejos. Para ir a Granada… yo me acuerdo cuando mis hijos
estaban en la Universidad y tardábamos casi 4 horas en llegar, 5 horas a Málaga, una
carretera de… y luego Madrid ya ves, estábamos aislados. Yo creo que eso ha influido
muchísimo. Luego, la gente se encerraba mucho en sí mismo y tenía mucha vergüenza
de lo que pensaran los demás. Eso aún ocurre pero mucho menos, mucho menos. Y
cuando uno se libra de eso… en parte… en parte yo quizá les parecía que yo… no sé
cómo explicarte esto.
C: ¡No se puede! ¿Y la justicia para con la gente? Esto, la Memoria Histórica de la que
se habla, desde otros países dicen que eso es lo más justo que se puede hacer. ¿Cómo un
país va a seguir defendiendo que se haya asesinado de esa manera? ¡Y que no se les dé a
conocer a la gente joven! (LEY DE MEMORIA HISTÓRICA) Es que ese fue el error
de la Democracia, ese fue el error. No abrir, no abrir incluso ahora la historia de verdad
a la gente joven. Por miedo, porque se sigue teniendo miedo. Y ahora con estos ahí pues
329
imagínate. (ERROR DEL PASO A LA DEMOCRACIA) La novela esta que te
comenté antes, va sobre eso. La he escrito pensando en… a ver, es una novela para
gente joven, la puede leer cualquier persona, ¿no? Pero, uno de los protagonistas es un
chaval y está desde la abuela a él. Es una novela sobre esa Transición. Y ceo que
deberían leerla, no se publicará nunca quizá, pero pienso que si alguna vez se publica
sería un libro de lectura para los más jóvenes o para cualquiera, pero sobre todo, para
los más jóvenes. Porque habla sin ninguna clase de odio ni de nada, pero claro… (SU
NOVELA SOBRE LA TRANSICIÓN)
C: Pues obedecer y callar era la consigna. De la Transición te refieres ¿a los 40 años? O
¿la etapa de después?
C: Con una… la he vivido con una gran curiosidad y con un enorme interés. Yo
descubrí lo que era la izquierda. No eran el demonio con rabo y un tridente que
pinchaba y asesinaba, sino, una época en la que me veía absolutamente reflejada y en la
que veía que aquello era lo que yo pensaba y, que tanto me había hecho padecer por
pensar… yo no sabía que había la izquierda, sólo sabíamos... como te comenté que
estaba interna, no nos llegaban nunca ni libros, ni periódicos, ni nada de nada sobre
otras ideas. Entonces aquello era lo que conocía y lo veía todo con ojos asombrados,
cuando escuchaba a Tierno Galván o los socialistas y decía, “Yo soy así”, “Eso es lo
que pienso yo”. Fue para mí una maravilla descubrir lo que eran otras ideas y descubrir
que era así como yo pensaba y no lo sabía. Entonces, es una etapa de aprender,
aprender, aprender, escuchar, escuchar, leer, escuchar a unos y otros y, y eso. Y aún
después de esa etapa, el sufrir por haber dicho que votaba al PSOE y, por ejemplo,
corriera la idea de que era una roja extremista y peligrosa. (DESCUBRIR LA
IZQUIERDA EN LA TRANSICIÓN: UNA ETAPA DE APRENDIZAJE Y
CONOCIMIENTO)
C: Si, pero de eso ya ves, hace muy poco tiempo. Y como anécdota te diré, un día llegó
una compañera llorando al colegio. “¿Qué te pasa, qué te pasa?”, “¡Vengo muy
asustada!”. Esto fue, pues hará 12-13 años. “¡Vengo muy asustada porque vengo por la
calle del Paseo y pasó un coche cantando la Internacional! ¡Y me da mucho miedo!”
(ríe). Y digo, “¡Tonta!, ¿Yo te he hecho daño a ti? No, ¿Yo he matado a alguien? No.
Pues ellos tampoco”.
330
C: Una compañera, una Maestra. Nada, es para que veas que nos extraña que ahora aún
haya estas mentalidades. Ahí está el muro, no hemos sabido derribar el muro.
C: Con tanto miedo, creo yo.
C: Fue miedo. Pero con esa mano izquierda y nunca mejor dicho, se ha ido
consiguiendo que los militares sean un ejército que el pueblo respeta, que el pueblo
admira, aunque hay muchos cabritos, como los hay en muchas partes, también los hay
en la Iglesia y en los maestros, entre los padres, pero es un… el ejército está bien
considerado gracias a eso y se ha vuelto un ejército democrático en algunas cosas, hasta
cierto punto. (EL MIEDO)
C: Efectivamente, ahí quedan muchas habas que cocer, pero bueno y, en la Iglesia para
¡qué te cuento! En fin, hay mejor no tocar, pero bueno. Pero también hay católicos,
cristianos, que a mí me parecen dos cosas distintas, ser cristiano y ser católico. Que ha
ido mejorando y son personas también respetuosas con la gente de izquierdas. Hay
mucha gente de izquierdas entre los cristianos nuevos también. (VE EVOLUCIÓN DE
PENSAMIENTO EN LAS PERSONAS CATÓLICAS)
C: ¡De ahí no podéis moveros porque es una de las banderas más preciosas que tenéis.
A mí me gusta Pablo Iglesias cuando dice que él respeta al Papa, lo admira, que le
encantaría conocerlo, todas estas cosas. (PODEMOS) ¡Pues claro! Porque sigue
habiendo la idea de la izquierda como una izquierda peligrosa y ¿quién ha matado a la
gente durante 40 años?, ¿la izquierda? ¡Pues no! Y la Democracia, ¿la izquierda ha
matado a alguien? ¡Nadie! Los otros tampoco, pero ¡jolín! Siguen discriminando. A lo
mejor yo también tengo las ideas y poco arraigadas. (CONDENA LOS ASESINATOS
DEL FRANQUISMO)
C: Bueno y aquí… ¿cómo se llamaba? ¿Verdejo? ¿Se apellidaba? El chico que aquel
que mató la Guardia Civil. El año que llegué yo, estaba Almería toda pintada. N
recuerdo el nombre… Verdejo. (RECUERDA AL CHICO ASESINADO EN
ALMERÍA POR UN GUARDIA CIVIL ESTANDO EN DEMOCRACIA).
C: Temor, temor.
C: Eso fue tremendo. Si hubiéramos sabido hacer mejor el paso de la Democracia y si la
gente leyera como leen en otros países y no leyera sólo lo que les gusta leer, lo que les
331
da la razón… (RECLAMA LA LECTURA COMO MEDIO PARA CULTURIZAR
A LAS PERSONAS) Pero nuestro país no lee, nuestro país no escucha, no está
acostumbrado y era tanto, tanto, tanto el martilleo del Cara al Sol y de todas esas cosas
que… yo lo comprendo hasta cierto punto pero yo pienso que en las Universidades y en
las escuelas, habría siempre que hablar por las buenas y con prudencia, pero educar en
ese sentido, de leer, de escuchar, de aprender, de conocer otras culturas, otras ideas y
respetarlas. Yo creo que en la educación… la educación es lo que fundamenta la manera
de vivir de una sociedad pero la educación yo veo que está… siento decirlo, lo siento de
corazón pero siento que es pobre, pobre, pobre en muchos aspectos. (UNA
EDUCACIÓN POBRE EN NUESTRO PAÍS QUE NO LEE)
Conciencia social
C: Ese es el problema. No leen, escuchan la emisora de radio o el periódico que les
gusta o el programa de televisión. Como dice mi consuegro que es muy gracioso, dice:
“Es que yo veo el Gato al Agua porque me da el gusto” (ríe). Dice: “Dicen lo que
quiero oír”. Y así, muchísima gente. Entonces no salimos de ahí. (ESCUCHAMOS Y
VEMOS LO QUE NOS RECONFORTA)
C: Pero es además lo que ocurre en otros países europeos más avanzados que nosotros
socialmente y en muchos aspectos. El otro día hubo un programa en el que
entrevistaron, ¡ah! Fue el de Jordi Évole. Entrevistaban a un hombre joven, no recuerdo
si era suizo o austríaco. El plan de vivienda que tienen allí. ¡Es alucinante! Lo que más
pagan en las viviendas oficiales y, es un 70% de la vivienda que funciona allí, ¡cinco y
pico euros al mes! Y aquí la gente se muere de hambre y no tiene para pagar el alquiler,
estamos atrasadísimos, ¿eh? (COMPARACIÓN DE ESPAÑA CON OTROS
PAÍSES DEL MUNDO) Parece que no es importante. Por eso a mí la lectura me
parece tan fundamental, tan fundamental en la educación. Acostumbrar a los alumnos de
cualquier nivel porque si lees, te enteras y si lees otras cosas que no las que te gustan
leer, no sólo eso, como decía mi consuegro, “Es que como me dan el gusto, pues
escucho eso y leo eso”. Pues no vamos a ningún lado. (IMPORTANCIA DE LA
LECTURA EN LA EDUCACIÓN)
C: Claro. Pero eso, los gobiernos, tenían que fundamentar sus leyes y su manera de
gobernar, deberían fundamentarla en eso, en las ideas sociales., para que la gente
332
aprenda también, la gente aprende pronto. (CAMBIO DE LEYES TENIENDO EN
CUENTA A LA GENTE)
C: Es lo que están haciendo, claro. Y entonces nada, se han repartido el país y ahí están.
Bueno, pues yo os deseo toda la suerte del mundo porque nos hace mucha falta, ¿eh? Es
una pena.
C: ¡Qué importante sería eso! Que la gente participara. Es que Almería ha estado muy
lejos siempre, muy separada y por ahí vienen las cosas también. Pues si hubieras
conocido Almería hace 36 años, se te hubieran caído los palos del sombrajo. La
mentalidad de la gente, ¿no? Porque… que no son ni mejores ni peores que en otros
sitios es que están muy aisladas y era una defensa absoluta de yo más, yo más, yo más.
¿Sabes? Ese tipo de demostrar que es más, no te dejaba pasar nadie delante, yo siempre
dejaba pasar a todo el mundo y una amiga me dijo una vez: “¡¿Por qué te tiras por el
suelo de esa manera que siempre me dejas pasar?!” (ríe). Yo no me tiro por el suelo.
Pero que entendían… era esta filosofía, ¿no? M: Pues yo quería preguntarte por eso,
porque no es que haya cambiado mucho la situación. Me contaste que cuando llegaste
aquí en el 78 te encontraste con una Almería “profunda, profunda”. (AISLAMIENTO
DE ALMERÍA Y MENTALIDAD DE LAS PERSONAS)
Libertad
C: Pues el que… quizá… así de pronto no… bueno, yo te diría que para mí la libertad es
que una persona sea como quiera, teniendo en cuenta que la libertad tuya termina donde
empieza la libertad de los demás, simplemente eso. Vivir y dejar vivir. Y que una
persona se muestre como es y que tú tengas muy en cuenta, muy en cuenta que la otra
persona tiene derecho a ser como quiera y, entonces, respetar esa manera de entender la
libertad. Aprender de lo que otra persona… de las diferencias de la otra persona, para
bien y para mal. Decía Antonio Machado, “Escucha a tu contrario, es tu
complementario”. Y es verdad, tú de otra persona puedes aprender cosas que a lo mejor
no habías caído o por lo menos a respetarla. (VIVIR Y DEJAR VIVIR) Y la libertad…
yo por ejemplo, esto que se ha debatido hace unos meses con respecto a la libertad de
prensa y de palabra con esto de… que ocurrió en Francia. Yo creo que la libertad no
tiene derecho a ofender, para mí no, yo lo siento, ni la libertad de expresión. Entonces
¿tú puedes ir por la calle e insultar? Por ejemplo, te encuentras a otra persona de otra
raza ¿tú la puedes insultar? O ¿desde los medios de comunicación? U ofender. Pienso
333
que no, que el respeto está por delante de todo, la libertad tiene que usarse con
prudencia, con respeto. (USO DE LA LIBERTAD CON PRUDENCIA) Me parece
también un abuso de la libertad cuando en televisión, en los telediarios ponen
continuamente las imágenes de las atrocidades de los ISIS y compañía. Una vez y otra
vez y otra vez y ¡los niños ven la tele en casa! Eso puede animar a los adolescentes o a
los jóvenes a hacer las mismas barbaridades o les cura o les educa, ¡no les educa! ¿Les
hace reflexionar? También dependerá de si los padres ayudan ahí un poco. Pero ¿cómo
se evita que los niños vean esas atrocidades horribles? Yo a veces, estaba comiendo y
tuve que dejar de comer porque no podía ver esas imágenes esas espantosas. No tendría
que haber un lugar donde se corte la libertad de expresión, pero que no esté al alcance
de quien puede hacerle daño, de los niños por ejemplo. Que haya foros o lugares o… no
lo sé. Pero eso puede hacer mucho daño. Acostumbrar a la gente joven también a ver
eso como si no pasara nada. Me parece horrible. Es que la libertad es un bien
maravilloso, creo que es uno de los bienes más grandes que tenemos. (LA LIBERTAD
Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN)
C: Pero eso no quiere decir que no hay que tratarla con prudencia, con respeto y
pensando en los demás. España, un país tan acérrimamente católico, como vemos en las
procesiones que la gente llora que todo eso, para muchos no sabemos hasta qué punto es
fanatismo hasta qué punto es otra cosa. Pero a la gente le ayuda a creer en esa Virgen o
creer en Alá o… entonces, ¿por qué hay que ir contra ellas? Me parece horrible. ¿Por
qué revolucionar a la gente y ofenderla de esa manera? Creo que la libertad es una
maravilla, si la sabemos usar. Igual que la belleza, igual que la inteligencia. Son bienes
extraordinarios, si no se usan mal. Y ser libre, pues… me costó mucho el ser una
persona libre, manifestar lo que pensaba y hacer lo que quería hasta cierto punto. (LA
LIBERTAD Y LAS CREENCIAS)
C: Pero fue horrendo hasta después de morirse Franco, que la gente seguía amenazando
cuando se quería hacer, por ejemplo, en Berja una vez un homenaje a Lorca que me
habían invitado a ir y, y amenazas de muerte si se hablaba de Lorca.
C: Pues yo ya estaba aquí. Yo vine en el 78 y ya hacía tres años que había muerto
Franco, pues a lo mejor fue en el 80 o por ahí y la gente…
C: Estábamos naciendo y ahí quedaba lo que quedaba y, aún queda. (RENACER
DESPUÉS DE LA MUERTE DE FRANCO)
334
LA RELIGIÓN
RESPETO HACIA OTRAS CREENCIAS
…pienso que ojalá haya algún protector que nos ayuda… no sé si no lo hay y eso se
llamaría agnosticismo, a lo mejor… pero a mí me ha ayudado mucho el tener Fe y por
eso, pienso que hay que respetar enormemente, enormemente a la gente que tenga Fe en
la Virgen del Rocío o en Mahoma o en quien sea porque eso a mucha gente le sirve de
amparo, creer en algo y decir ¡ayúdame, ayúdame! Que a lo mejor son ellos los que se
ayudan así mismo en esas circunstancias pero pienso que cómo a mí me ha ayudado,
pienso que… aunque ahora creo en esas cosas de otra manera pues… que puede ayudar
y, todo lo que ayuda hay que respetarlo, si no se le hace daño a nadie, claro.
LA FE COMO REFUGIO
... en aquellos años tan duros de cuando falleció mi madre, en mi juventud que el cura
del pueblo que era un cura joven, me llamaba la “princesa de los ojos tristes”, no sé
porqué, porque yo nunca he sido una persona tristona, siempre he sido muy alegre, pero
él me notaba y me había visto que iba a veces a la iglesia, me sentaba y encontraba allí
un poco de refugio, de eso, ¿no?, entonces pues, la Fe me sirvió y mientras tuve es Fe y
me sigue sirviendo a mi manera, tal y como yo lo concibo. Y de apoyarme en una idea y
pienso que ojalá haya algún protector que nos ayuda… no sé si no lo hay y eso se
llamaría agnosticismo, a lo mejor… pero a mí me ha ayudado mucho el tener Fe.
Fue una gran ayuda y por eso, no se puede decir que la religión es una idiotez porque da
igual que exista ese Dios o que exista otro, que no exista ninguno; si tú puedes creer en
algo y piensas que eso te va a ayudar y te da fuerza, ¡jolín!, ¿a qué te tienes que agarrar?
A mí me ha servido y, me sigue sirviendo. Lo primero que hago es rezarle a los Santos
que le tengo a cada uno de mis hijos (reímos).
Visión particular de la Religión
Yo la he vivido a mi manera y aún ahora, no sé si Dios, no creo… si existe el Dios de
antes será un Dios muy malo porque ¡hay qué ver cuánto daño!, ¿no?; yo creo que si
tiene que haber algo por ahí, a lo mejor alguna fuerza que desconocemos, que es buena,
que nos ayuda y ese sería mi Dios, un Dios del exilio. Tengo un libro de poesías que…
yo escribo poca poesía pero tengo un libro de poesía que se titula Dioses del Exilio; que
335
son esos dioses que la gente a lo mejor no… no imagina y eso, y que pueden estar por
ahí (ríe). Soy religiosa a mi manera, a mi manera.
C: He llorado mucho.
VIDA ACTUAL DE CONCHA
La jubilación
C: Si, ya voy entrando pero es que…
C: Bueno, pues es que… mira, tengo una cosa que escribí para Esther, te lo voy a
fotocopiar y te la voy a dar, que ahí hay una especie de resumen… pero cuando te
jubilas es otro mundo. Has dejado de ser quien eras, primero eres viejo oficialmente
(CUANDO TE JUBILAS PIERDES TU IDENTIDAD) y entonces, para mí la vejez
es una etapa preciosa, con todos los problemas que hay que seguir solucionando y eso,
pero, me parece una edad preciosa, yo me siento mucho más libre ahora y, siempre he
ayudado muchísimo a mis hijos y he estado… (LA VEJEZ TE DA LA LIBERTAD
AUNQUE SIGAS AYUDANDO) que mi amiga Ana María romero me llama ‘la
abuela sin fronteras’ porque yo he ayudado a criar a todos mis nietos porque entonces
estaba aquí y he trabajado muchísimo también desde que me jubilé pero me parece que
soy mucho más libre que antes y que tengo que aprender a ser mayor. Al principio… yo
veo pocas veces la tela, la veo poco, ¿no? Pero el programa de Juan y Medio, para
escuchar las historias de antes, en las que yo veo la vida que yo he tenido en la
posguerra, cómo trabajaban desde que tenían 3 años… eso lo he visto yo en las escuelas
que ha tenido mi madre. Los niños desde que tenían 3 años o así, trabajaban en algo, era
tremendo. (NECESIDAD DE ENCONTRARSE CON HISTORIAS COMO LA
SUYA. RECORDAR Y CONSOLARSE EN OTRAS HISTORIAS) Y digo, voy a
escuchar a ver qué hacen en muchos aspectos, en el amor, todas estas cosas. Y aunque
lo he visto sólo de vez en cuando… de vez en cuando lo veo y cuando a veces sólo hay
una señora muy pesada que no hace nada más que llorar y quejarse pues lo quito (ríe).
Pero hay historias interesantísimas también y entonces pues si aprendes.
336
Percepción de sí misma (SE VE MAL FÍSICAMENTE)
C: Yo empiezo a verme ahora, que de un año aquí noto que he tenido un bajón grande
físicamente, pero he tenido una fuerza y yo, me sentía tan fuerte como cuando tenía 20
años, aunque no lo fuera pero… y aún estoy muy bien pero este último año ha sido muy
duro de problemas, mi niño sin trabajo, económicamente…, todas estas cosas que lo he
llevado tan bien que afortunadamente nos hemos valido y he podido ayudarlo en todo lo
que ha… en todo lo que ha necesitado pero lo vía sufrir mucho y eso a mi… ver sufrir a
los hijos… sufres más, te duele más incluso que yo. Pero sí, tengo ahora una
temporadilla un poco de bajón porque me duele una rodilla, porque estoy con vértigo y
al estar de pie un rato me mareo un poco y eso. Pero aparte de este bajoncillo que ya
estoy empezando a superar… tengo que recuperar. Cuando venga la playa… ¡me
encanta! Meterme en el mar y a ver si no hay medusas (ríe). Ya no nado libremente
como antes hasta allá y vuelvo, sino que, estás pendiente de eso…
Percepción de las relaciones entre mujeres y hombres
C: Si, pero hay una palabra que es la soledad. Es que yo creo que el hombre y la mujer
buscan de distinta manera. Los hombres van porque no pueden con la soledad porque
siempre se han visto atendidos por sus mujeres, las mujeres cuidábamos de los hombres.
Entonces luego se les hace insoportable estar solos y eso. (LA SOLEDAD) Y en
muchos casos, por el sexo también, porque el hombre, es el hombre. Pero el otro día,
hubo un especialista en este tema, una especialista en este tema que decía que la mujer
es válida sexualmente. Sexualmente, no para concebir, aunque tenga 90 años. Y
entonces, es natural que muchas mujeres echen de menos y busquen un compañero
también en ese sentido. A mí ya lo que me extraña es que muchas y muchos se conocen
sólo por teléfono y vienen con la maleta y, se van sin haberlos visto. Y a lo mejor
físicamente digo, “¡Jolín!”. Que no es por nada, que la vida nos ha devaluado mucho en
ese aspecto, físicamente mucho. Pero, cuán no será la soledad, las ganas de tener
compañía para que prueben. Y muchos son felicísimos después, son felicísimos. (EL
SEXO)
Lo que necesita
C: No estoy dispuesta, estoy muy cerrada a eso, ¿sabes? Me gustaría mucho encontrar a
un amigo con el que pudiera salir, ir al cine, viajar… siempre y cuando durmiera en otra
337
habitación o en la misma pero que fuera homosexual, por ejemplo (reímos).
(AMISTAD)
C: Si porque es muy triste estar sola para todo y eso. (NO QUIERE ESTAR SOLA)
Sí. O a lo mejor… no sé, qué sé yo si llegaría a algo con él, no lo sé. Yo nunca me he
cerrado a ninguna cosa. He tenido muy delimitado todo, yo jamás le he sido infiel a mis
hijos, digo a mi marido. No le he sido infiel porque no me he ido con nadie, pero yo
pienso que igual tenía que haberlo hecho. Lo que pasa es que yo soy incapaz de
engañar. Soy incapaz y entonces se lo hubiera dicho.
Un paréntesis (COMIENZA EL CAMBIO)
C: ...Yo soy una persona que tengo que estar siempre en movimiento intelectualmente y
llevo estos cinco o seis años enclaustrada y lo más bonito que me ha pasado es
conocerte (reímos)
C: Porque me estás sacando de mí misma y ya me he decidido a… ya había empezado
hace un par de meses a asistir a actos culturas que incluso había dejado de ir y ya estoy
empezando a ir otra vez.
338
Anexo III. Relato autobiográfico
“Un relato autobiográfico es la lectura que hacemos de nuestra propia vida”.
(Rivas y Cortés, 2013, p. 16)
Mientras leía el Trabajo Fin de Máster de Juana María Reyes Gómez21
, “Resolfeando la
Educación Musical a través de los relatos de dos Maestras de Educación Infantil”,
dirigido por mi tutora el año pasado, he ido extrapolando a mi vida cada palabra que
encontraba escrita en ese trabajo. He comprendido que para entender mi presente, tengo
que volver a recorrer el camino a mi pasado y recordar lo vivido para saber qué está
pasando en mí y en el mundo en el que me muevo. Como decía Juana en su trabajo,
aunque podamos tener una misma formación, cada experiencia es única y ésta es la que
te hace recorrer un camino diferente al de otra persona, pero también te hace encontrarte
con otras que en un principio podían tener poco que ver con tu formación o contigo
misma. Esto es lo que actualmente ha pasado en mi vida, mis inquietudes personales me
han llevado a encauzar mi vida más en el ámbito académico que en el de la acción
profesional y esto es lo que me ha llevado a realizar esta investigación.
Los primeros recuerdos de niña son de cuando tenía dos o tres años. La gente me dice
que no puede ser que tenga recuerdos tan pequeña, pero es que es cierto, no me lo
invento, mi madre da fe. Recuerdo la sensación de angustia cuando con dos años, mi
hermano llegó a mi vida. Digo angustia porque de repente tenía que compartir a mi
madre y ella ya no me prestaba toda la atención. Todo fue muy raro pero ella me dijo
que tenía que ser buena y portarme bien porque era mi hermano y lo tenía que querer
mucho. En cuanto mi hermano llegó a casa, mi madre me apuntó al colegio. Cuando fui
mayor me dijo que me apuntó tan pronto porque me gustaba mucho aprender. Siempre
estaba con mi tía que impartía clases particulares de francés en casa de mi abuela
porque era maestra y, mientras se estudiaba las oposiciones, se sacaba así un dinerillo.
Se supone que también me preguntaron a mí si yo quería ir al colegio y yo dije que sí,
pero de eso no me acuerdo.
Así que, me escolarizó en la Compañía de María, un colegio concertado, porque el
horario era más flexible, me podía quedar allí durante más tiempo y le facilitaba a mi
21
Quiero agradecer a Juana el trabajo realizado en su TFM porque me ha recordado que cada persona es
única. Muchas veces nos vemos tan inmersas/os en nuestras propias vidas que se nos olvida mirar
alrededor.
339
madre poder venir más tarde a recogerme. Antes de entrar al colegio, me volvió a decir:
“Tienes que ser buena y portarte bien”. Yo siempre decía que sí, que era buena y que
me portaba bien, creo que yo era así de serie, no tenía que esforzarme en serlo. Ahora
pienso que las madres tenían como la especie de obligación de decirlo, aún sabiendo
que sus hijas e hijos se portaban bien en todos los contextos. Pero en aquella época yo
me lo tomaba muy a pecho, yo tenía que ser buenísima y portarme bien con las niñas y
niños del colegio.
Recuerdo esa etapa como algo horrible. Lo primero que viene a mi recuerdo es la
imagen de la televisión puesta en el salón de casa antes de salir hacia el colegio a las
nueve de la mañana, mi uniforme y la sensación de rechazo absoluto a ir a ese centro.
De hecho, todas las mañanas iba llorando. Me acuerdo del puente verde de metal que
había que cruzar para pasar la Rambla antes de que la arreglaran y del temor que eso me
provocaba porque sabía que el colegio estaba cerca. Sólo tengo tres recuerdos de mi
clase en la Compañía de María.
El primero fue el primer día de clase. Yo llegué con mi mochila nueva que me habían
comprado mis padres, mi libreta y mi estuche con colores para pintar y, sobre todo para
escribir porque mi tía ya me había enseñado a escribir mi nombre y yo estaba
orgullosísima de saber hacerlo. Cual fue mi sorpresa nada más sentarme cuando la
profesora me quitó mi libreta y el rotulador que tenía en la mano y me tiró, literalmente,
un trozo de plastilina en la mesa. Miré hacia la puerta y mi madre seguía ahí. Con los
años me ha contado que ese día sintió pena por mi y que nunca se le olvidará la cara con
la que la miré. Hacer plastilina fue lo único que hice ese año en el colegio. El segundo
recuerdo es el de una niña con el pelo rizado y un poco rellenita. La niña hablaba poco
pero creo que me hice su “amiga”. Y el tercer recuerdo que tengo es el de un tobogán
que había en el patio. Al que tampoco nos dejaban subir demasiado por si nos caíamos.
Lo que sí siento cada vez que rememoro aquella época es miedo, angustia, malestar y
aburrimiento.
Con el tiempo, mi madre me fue llevando menos días al colegio. Como no era
enseñanza obligatoria, no pasaba nada. Hasta que decidió no volver a llevarme más
porque le daba pena dejarme allí llorando para no hacer nada. Pero entre tanto, me
seguía diciendo que tenía que ser buena y portarme bien, de hecho, en ocasiones me
convencía con esas palabras para que no llorara y fuera al colegio sin protestar.
340
Cuando tenía tres años, camino de cuatro, entré en el Colegio Público Freinet. Mi madre
dice que allí todo fue diferente, de hecho esa etapa sí que la recuerdo con un especial
cariño y felicidad. Teníamos un montón de juguetes y podíamos coger el que más nos
gustara. Yo siempre cogía una caja registradora para jugar a las tiendas. Pero primero
había que “estudiar” y luego podíamos jugar todo lo que quisiéramos. Mi “seño
Carmela” era muy buena, nos trataba realmente bien. Ella era algo mayor, era bajita y
regordeta. Tenía el pelo corto y castaño oscuro. Las veces que he vuelto a encontrarme
con ella por la calle han sido encuentros muy agradables y cariñosos.
Al final de la clase, que tenía el suelo de madera, había un espacio en el que nos
sentábamos todos alrededor de ella y allí nos contaba cuentos, cantábamos y nos
preguntaba qué habíamos hecho el fin de semana y cómo lo habíamos pasado. Hubo una
temporada que tuvimos una profesora de prácticas que se llamaba Celeste. Para mí era
altísima, tenía el pelo largo, liso y rubio, a mi me encantaba pero me daba vergüenza
decírselo. Celeste nos trajo una mascota a la clase, nos trajo un hámster. Yo estaba
contentísima de tener un hámster en clase, no recuerdo exactamente por qué, pero esa es
mi sensación. Cuando terminaba de hacer las tareas, me acercaba y me quedaba callada
mirando lo que hacía o no hacía el hámster, me fascinaba. Entre esto y que mi tío
estudiaba Veterinaria, creo que fue en esta etapa en la que decidí que yo también curaría
a los animales y los querría mucho.
El primer día que llegué a clase con gafas, porque soy miope desde los 3 años, mi madre
me puso en la cola para entrar y me dijo: “Si alguien te dice algo, tú le explicas que es
que no ves bien y que necesitas las gafas para estudiar”. Yo no entendía bien por qué
mi madre me dijo esto, eran unas gafas y punto. Yo no le daba tanta importancia al
hecho de llevarlas pero parecía que las personas mayores sí y que tenía obligación de
explicar el por qué las necesitaba. Pero ninguna niña ni ningún niño me dijo nada. Seguí
haciendo lo mismo que todos los días. Me seguía portando muy bien y era muy buena
con mis compañeras y compañeros porque eso es lo que mi madre me decía todos los
días.
Poco a poco, creo que fui creando en mí una necesidad de ser siempre la más buena de
la clase y la más responsable, de hecho mi seño Carmela, así se lo trasladaba a mi
madre.
341
En primero y segundo de EGB también tuve una “seño buenísima”, se llamaba Sole,
tenía el pelo rubio y rizado, llevaba media melena y tendría unos 35 años. A pesar de
que ella era muy buena, yo no entendía algunas cosas de sus clases. Me refiero a que,
parece una tontería, pero el paso de preescolar a primero de EGB, es un gran paso. Las
dinámicas de clase cambian y nadie te lo explica. Ya no podíamos jugar hasta el recreo,
no se podía hablar, entre los compañeros y compañeras ya no nos ayudábamos, no sé,
todo cambió. Pero como yo era muy buena y hacía todo lo que me decían, me adapté
rápido. En este curso también tuvimos la presencia de otra profesora que no recuerdo el
nombre. Sole se puso enferma y mandaron a una sustituta. Esta mujer era horrible o por
lo menos yo la recuerdo así. Era muy estricta, hasta el punto de estar sentada haciendo
una ficha y empezar a darme con su pie en el mío porque no lo tenía correctamente
colocado, según ella. Yo estaba tan sumamente concentrada en la ficha que no me di ni
cuenta de que me estaba dando con el pie y entonces se enfadó y me regañó. Era la
primera vez que alguien me regañaba y quedé atónita. En ese momento empecé a pensar
que la maestra le iba a decir a mi madre que me había portado mal y entonces ella
también me regañaría y la defraudaría muchísimo, porque tenía que ser muy buena en
el colegio y no lo estaba siendo. Ese día lo pasé fatal, creo que ni jugué en el patio de lo
mal que lo estaba pasando. Pero pronto llegó Sole y todo volvió a la normalidad. El
recuerdo de primero de EGB, es un color oscuro, sombrío.
En segundo de EGB, nos cambiaron de clase y nos pusieron en la parte de arriba con las
niñas y niños que eran un poco más mayores. Era toda una responsabilidad estar allí
arriba. Mi clase era muy agradable, la decorábamos con dibujos y la recuerdo como con
un color especial. Yo seguía siendo de las niñas más buenas en clase y eso se reflejaba
en los boletines que llegaban a mi casa. Me fui haciendo cada vez más responsable en
cuanto a estudiar se refiere. Tanto es así, que estuve uno o dos días enferma en casa y en
esos días, Sole, explicó las horas del reloj. Cuando yo llegué a clase y vi que mis
compañeras y compañeros sabían leer la hora y hacer todos los ejercicios que había en
la pizarra y yo no, casi me muero del disgusto. Me sentía avergonzada por no saberlo y
llegué a casa pidiéndole a mi madre que por favor me lo explicara. Mi madre se rió un
poco de mí, no entendía cómo me preocupaba tanto no saber algo. Así que, cogió una
pizarra que me habían regalado en mi cumpleaños y me explicó la hora. Después de eso,
en Reyes, me regalaron un reloj de “Flick y Flack” que recuerdo con muchísimo cariño.
342
Al terminar el curso, fui con una tía de mi madre a recoger las notas. Sole estuvo
hablando con ella un buen rato, le dijo que yo era buenísima que no había dado
problemas ni un solo día, que siempre mostraba interés en todo, que era muy aplicada…
tantas cosas buenas le dijo de mí, que mi tía se echó a llorar allí. Yo no sabía que decir.
Mi tía no paraba de darle las gracias por sus palabras y yo allí callada, mirando. Yo me
preguntaba, “¿pues esto no es lo que se supone que es lo que hay que hacer? Portarse
muy bien y ser buena”. Ese día, mi tía llegó a la casa de mi abuela contando todo lo que
había pasado con mi profesora y diciéndome a mí lo buena que era. De hecho, todavía
hoy se acuerda de ese día y me sigue diciendo lo buena que soy.
Tercero, cuarto y quinto curso de EGB, fue otra época que estuvo marcada por el terror
en clase. Don Antonio era la pesadilla de mis compañeras y compañeros y también la
mía. La disciplina que impartía en clase era brutal. No podíamos hablar nada en clase, si
hablabas te tiraba de la coleta para arriba hasta que te levantaba de la silla. A los niños
les daba cocotazos en la cabeza. Fue horrible. Nunca había conocido a un señor tan
estricto en ninguno de mis pocos años de colegio. Así, tuvimos que acatar normas muy
estrictas durante estos tres cursos, hasta que un día en el que se ve que lo pillamos con
mal pie, la tomó con mi amigo Rafa. Mi amigo Rafa y yo éramos los mejores amigos
del mundo, o eso pensábamos, y un día, como muchos tantos, estábamos hablando en
clase. Creo recordar que fue en 4º de E.G.B. Estábamos tan entusiasmados hablando y
riéndonos que no nos percatamos de que Don Antonio nos miraba con cara de pocos
amigos y se acercaba a nosotros con el cinturón en la mano. Justo cuando lo teníamos
encima nos dimos cuenta de lo que nos esperaba. A mí me levantó de la silla
cogiéndome de la coleta. Pero fue mi amigo Rafa quien se llevó la peor parte. Lo
primero que le hizo fue pegarle un coscorrón bastante fuerte en la cabeza, con el que a
Rafa se le saltaron las lágrimas. Después para que se callara y no llorara le tapó la boca
con cinta aislante que llevaba guardada en un bolsillo. Y por último, lo ató a su silla con
el cinturón. Cuando terminó nos dijo a toda la clase que le gritáramos ¡tonto!
En aquel momento me sentí aliviada de que a mí no me hubiera pegado tan fuerte como
a mi amigo. Pero estaba tan asustada por lo que le estaba pasando a Rafa que no sabía
qué hacer, él estaba llorando y yo estaba inmóvil, como una roca. No podía moverme.
Pensaba que si lo consolaba o le decía cualquier cosa, Don Antonio me iba a pegar a mí.
Así que no me moví de mi sitio ni le miré en lo que quedaba de clase, que se me hizo
interminable.
343
A la hora de la salida de clase salíamos juntos, pero aquel día yo salí corriendo y no lo
esperé. Normalmente mi madre y la suya nos esperaban juntas a que bajáramos las
escaleras de caracol para llevarnos a casa. Así que cuando llegué donde estaban ellas,
mi madre me miró y me preguntó si me pasaba algo, que tenía mala cara. Yo le contesté
que no y nos fuimos. Cuando llegué a mi casa le conté a mi madre lo que había pasado
y Rafa se lo contó a la suya. A mí me creyeron, a Rafa no.
Desde entonces mi amigo lo pasó muy mal porque era una constante que Don Antonio
la tomara con él. Al principio de ocurrir todo esto, sí condicionó el que yo me
relacionara con Rafa de la misma manera que antes, pero con el tiempo ese miedo se fue
mitigando poco a poco pero sin irse del todo.
Durante esos años me exigí a mi misma sacar muy buenas notas, entre otras cosas para
que Don Antonio no me cogiera manía. Creo que a partir de este período siempre he
sido muy exigente en las cosas que hago y eso hace que lo pase mal y me agobie. De
hecho cuando teníamos algún examen, me ponía tan nerviosa que vomitaba y me
encontraba fatal. Siempre pensaba que no lo iba a hacer tan bien como esperaban mis
padres y mi profesor. También me preocupo mucho por la puntualidad y porque las
cosas estén siempre bien hechas.
Esta etapa escolar fue la peor de todo el colegio. Don Antonio quería siempre que nos
aprendiéramos las cosas de memoria. Para los exámenes yo me aprendía hasta las comas
y no es una expresión, es cierto que sabía perfectamente dónde iba cada coma en el
texto que me aprendía. La asignatura que más me gustaba era Naturaleza, ahora creo
que se llama Conocimiento del Medio. En esa asignatura siempre sacaba nueves, nueves
y medio y nueves con setenta y cinco, pero nunca un 10. Yo no lo entendía porque me
sabía el libro entero, literalmente. Hasta que un día, Don Antonio nos dijo que nunca
nos pondría un 10 porque eso es la perfección y que nadie de nosotros y nosotras
éramos perfectas. Así que seguí estudiando igual que siempre para no defraudarlo y
sacar buenas notas.
Un día, en un examen de Naturaleza, un compañero de clase que se llamaba Román,
contestó a las preguntas muy escuetamente, poniendo estrictamente lo que se estaba
preguntando. Don Antonio le dijo que le iba a suspender porque había contestado poco,
que aunque hubiera contestado bien a las preguntas, no lo podía aprobar porque así no
lo ponía en el libro. Esto me hizo pensar en que tenía que estudiar el triple para
344
aprenderme todo lo que decía el libro. Era agobiante. Deseaba que no fuera más mi
profesor. Así, hay muchas historias que ocurrieron en esa aula durante esos tres cursos
que creo que marcaron la forma en cómo cada uno de nosotros y nosotras entendíamos
la educación.
Durante esta etapa escolar fui todavía más buena si cabe e intentaba ayudar a mis
compañeros/as, sobre todo cuando nadie me veía. El verano de cuarto a quinto mi padre
me compró un Cuadernillo Rubio de divisiones porque Don Antonio así lo recomendó.
Recuerdo aquel verano muy angustioso. Mi hermano y mi prima estaban siempre
jugando y yo tenía que hacer divisiones porque mi profesor lo había dicho. No es que
estuviera todo el día haciendo divisiones pero sí tengo el recuerdo de la sensación de
obligación de tener que hacerlas. Ha sido uno de mis peores veranos, siempre con la
angustia de tener algo relacionado que hacer con la escuela, cuando todo el mundo lo
pasaba bien y se divertía sin preocupaciones.
Así, llegué al siguiente curso sabiendo hacer las divisiones muy bien, así que, me sentía
en la obligación de ayudar a mis compañeras y compañeros que no sabían hacerlas o
que les costaba más. Hubo ocasiones en las que hasta que no terminábamos de hacerlas,
no podíamos salir al recreo y en muchas de ellas, yo me quedaba ayudando dentro de
clase, había días que ni salía al patio por el hecho de ayudar. Me sentía en la obligación
de apoyar a las persona si no sabían hacer algo.
Ese año, recuerdo un día al salir de clase, que mi amiga Carolina me dijo bajando las
escaleras: “María, tienes que dejar de ser tan buena, es que ya eres tonta”. Yo me
quedé muda, no sabía qué decir. Sólo me salía: “Ya…”. Pero tampoco entendía lo que
me estaba diciendo, si ella era una de las compañeras a las que más ayudaba. “¿No
quería que la ayudara más?” “¿No quería que ayudara a otras personas?” No lo
entendía.
Como digo, yo estaba muy acostumbrada a ayudar a todo el mundo, así que, el día que
yo necesité ayuda, pensaba que me la prestarían. Pero no fue así. No recuerdo bien que
explicó Don Antonio en matemáticas, el caso es que puso unos ejercicios en la pizarra y
había que hacerlos. Yo no tenía ni idea de lo que había que hacer, así que pensé, bueno,
están mis amigas y mis amigos para ayudarme en el recreo. Pues ahí sí que me llevé una
gran sorpresa, a la vez que un gran disgusto y decepción. Cuando tocó el timbre para
salir al recreo, mi amiga Carolina me preguntó: “¿Es que no has terminado?” y yo le
345
dije: “No, es que no lo entiendo” y me volvió a contestar: “Bueno, te espero abajo”. Ese
momento fue uno de los peores que hasta ese día había vivido. Me sentí sola y muy mal,
no entendía por qué mi amiga no me ayudaba, cuando yo la había ayudado tantísimos
días sin importarme perder el recreo. Recuerdo esa situación con decepción y con la
sensación de que ni siquiera le importaba a mi amiga. Digo esto porque durante esos
años no fui muy popular en el colegio y no tenía muchas amigas y amigos, me llevaba
bien con todas y todos pero confianza con unas/os pocas/os nada más, aunque esto es
una de las cosas que tampoco me importaba demasiado, yo era muy feliz. A día de hoy,
reconozco que este hecho me dolió mucho y no lo esperaba.
Los años pasaron, yo seguía con mi buen quehacer de ayudar a las/os demás en la
medida que podía pero a mí me costaba mucho pedirla. Lo de mi amiga Carolina me
marcó significativamente, ya que es como si hubiera entendido que yo no podía pedir
favores y que mi condición era prestar la ayuda que fuera necesaria a las/os demás. Una
vez mi madre me dijo que dejara de pensar en las personas y que me centrara en mí por
una vez.
Cuando llegué a sexto de EGB comenzaba otra etapa, era el ciclo superior, éramos de
las/os mayores del colegio. Durante este curso tuve una tutora que nos daba la
asignatura de matemáticas. No recuerdo ni su nombre. Para mí este curso fue también
horrible por esta asignatura. Nuestra tutora era una persona que no nos explicaba nada,
leíamos el libro de matemáticas y luego nos ponía ejercicios en la pizarra y yo era
incapaz de hacerlos. Me levantaba a su mesa a preguntarle cómo se debían hacer, pero
lo único que conseguía era que me los hiciera ella y yo seguía sin entender nada. Ni
siquiera me lo explicaba mientras resolvía los ejercicios. Ese año fue el primer año en el
que me sentí “tonta” por primera vez en mi vida. Me daba vergüenza decirle a mis
padres que no sabía hacer algo, así que no pedí ayuda y cuando llegué al primer examen
de matemáticas, fue un horror. Saqué un 4,5 y eso para mí era terrible, había defraudado
a mis padres y mis compañeras y compañeros pensarían que era tonta de verdad. Yo
siempre había sacado muy buenas notas en todo y no me podía creer lo que estaba
pasando. Al final le conté a mi madre lo que pasaba y me dijo que no me preocupara
que a partir de ese momento, entre mi padre y ella, intentarían ayudarme.
Entrar en sexto de EGB significaba tener profesorado diferente para cada una de las
asignaturas, así que ese año, en Lengua, “me tocó” Doña Paquita. Era una señora bajita,
346
con el pelo castaño siempre muy peinado con una onda hacia un lado. Llevaba siempre
los labios pintados de rojo y si se le iba el color, se los pintaba en clase. Siempre llevaba
falda, tacones y en invierno, un abrigo de leopardo. No era muy agradable. Nunca se
reía en clase, sólo con el resto del profesorado en los recreos. Sus clases eran muy
aburridas, leíamos el libro, hacíamos alguna lectura y después los ejercicios. También
recuerdo que para aprobar el curso teníamos que aprendernos de memoria dos poemas y
cuando nos los supiéramos, teníamos que ir a su mesa y recitárselos allí de pie. Uno era
la Canción del Pirata de Espronceda que nos la hizo copiar en una hoja de papel (con
todo lo largo que es) y el otro era el “Romance de Abenámar” que a día de hoy todavía
no entiendo. Tenía un vocabulario que no era propio para niñas y niños de once años. El
caso es que debíamos aprenderlos de memoria. Hasta que no me los supe
extraordinariamente bien, no fui a su mesa a recitarlos. Saqué un diez en los dos. Doña
Paquita también daba la asignatura de Hogar. En Hogar hacíamos petit point. Ese fue el
primero de tantos que hice en el colegio y se lo regalé a mi abuela que lo colgó en su
salón. Ahora los tengo yo.
Llegó séptimo de EGB y la verdad es que me lo pasé muy bien en este curso. Seguía
con profesores nuevos para Matemáticas, Naturaleza, Ciencias Sociales, Inglés y en
Lengua y Literatura. Como ya me había acostumbrado a las dinámicas del ciclo
superior, no me costó trabajo adaptarme al profesorado nuevo. Lo único que había un
profesor al que todo el alumnado del ciclo superior temía. Se llamaba Francisco, creo.
Tenía un mote, por eso no recuerdo bien el nombre. El caso es que también era muy
estricto en sus clases. Nos daba Ciencias Sociales. De un día para otro te tenías que
saber la lección porque en clase preguntaba y si no te lo sabías, te ponía un cero.
Además, tenía la costumbre de decirnos antes de preguntar que iba a sacar el compás
para hacerlo mejor. De hecho, siempre lo sacaba y lo dejaba encima de su mesa.
Temíamos entrar en su clase, siempre con la incertidumbre de no saber si te preguntaría
a ti o no, si serías la afortunada que pasaría inadvertida para su dedo acusador. Además,
cuando no contestabas como él quería, te humillaba en clase, lo quería todo de memoria.
Más de lo mismo pero con más miedo. Este profesor también nos daba Dibujo Técnico.
Esa asignatura era lo peor que me podía pasar, se me daba fatal hacer las láminas,
menos mal que a mi padre no.
Octavo de EGB fue el mejor curso del ciclo superior del colegio. Ya conocía al
profesorado, era el mismo que en séptimo, y como era buena estudiante, el profesorado
347
me tenía “cariño” por decirlo de alguna manera. El único mal recuerdo, aparte de los
nervios, el miedo, la incertidumbre, el desasosiego, fue cuando entrenando a balonmano
me hice una esguince de tobillo muy fuerte que me tuvo en casa cuatro semanas porque
no tenía muletas para ir a clase. Cuando volví, mis compañeras y compañeros habían
hecho un montón de exámenes de Lengua y Literatura, de Ciencias Sociales y de Inglés.
Recuerdo que acababa de llegar del médico de quitarme la escayola y estando en clase
de Matemáticas, Don Francisco me vio desde la puerta que estaba abierta y desde allí
me dijo que tenía que hacer los mismos exámenes que mis compañeras y mis
compañeros y que los hiciera al día siguiente. Yo me quería morir. No entendía por qué
me estaba diciendo eso si acababa de incorporarme después de un mes sin ir a clase. Yo
hacía mis ejercicios porque mis padres iban a recoger la tarea pero nadie dijo nunca
nada de exámenes y menos al día siguiente de volver a clase. Le tuve que pedir por
favor que me dejara hacerlos otro día para poder estudiar. Me dejó dos días para
estudiarme dos exámenes porque decidió que tenía que hacerlos el mismo día los dos.
Ahora que termino el relato de mis recuerdos del paso por la escuela, veo reflejada en
mi historia a un profesorado que venía con una mochila cargada de viejas tradiciones y
creencias con respecto a la enseñanza y al alumnado, aprendizajes memorísticos, el
fomento de la individualidad y la competencia entre compañeras y compañeros, pero
sobre todo la emoción del miedo que presidía la enseñanza de mis maestros y maestras
y el miedo mío y el de mis compañeros y compañeras para aprender. El miedo como
arma, sí y digo bien, ya que esa era su misión, hacer que aprendieras el temario de
memoria, para que no hablaras en clase, para que no te movieras de tu pupitre, para que
no fueras una niña, en resumen, para que no fueras una persona. Toro (2012) dice así:
Mi respeto hacia los niños partía de considerarlos ya, a pesar de sus pocos años, como
personas, y no meros proyectos de futuro y se dirigía, sobre todo, a ese fondo misterioso
y sagrado que para mí representa todo ser humano. Ese respeto se traducía en la
convicción profunda de que podían comprender lo que yo les decía y que tenían el
derecho a no ser tratados, a pesar de su corta estatura, con ningún tipo de rebajas: ni en
mi entrega, ni en la calidad de mi trabajo, ni en los niveles académicos o en los temas de
conversación y reflexión (p. 22).
Cuando leo las palabras de José María Toro sobre su experiencia con un grupo de niñas
y niños desde primero hasta quinto de primaria, pienso en cómo de diferente hubiera
sido la mía. Si hubiera tenido a alguna profesora o profesor que hubiera sabido
348
entendernos y nos hubiera tratado como las niñas y niños que éramos y nos hubieran
ofrecido su ayuda para comprender el mundo y poder llegar a ser personas el día de
mañana, todo sería diferente.
Anexo IV. Diario de una investigadora novel
7 de Abril de 2015
Tutoría a las 11,30 con Esther Prados para tratar temas y cuestiones vinculadas al
Trabajo Fin de Máster (TFM). A lo largo de la mañana en el despacho de mi tutora
hemos hablado sobre algunas Tesis Doctorales que podría comenzar a leer para obtener
pequeñas pinceladas de lo que significa trabajar con historias de vida en general y en
educación en particular.
Han surgido las primeras dudas sobre cómo comenzar a trabajar en el TFM, sobre todo,
una que sigue rondando mi cabeza, ¿qué me mueve para hacer una investigación sobre
una maestra?, ¿para qué?, ¿por qué? En este momento es difícil para mí contestar a esta
pregunta aunque tenga muy claro que esto es lo que quiero hacer. Lo primero que se me
viene a la cabeza cuando pienso en estas cuestiones es en mi propia experiencia escolar
y en la suerte que tuvieron las y los alumnos de Concha de tenerla como profesora.
Hoy también hemos hablado sobre el nombre que pondría a mi TFM. Esther me ha
sugerido que escribiera palabras o conceptos que me evocaran el recuerdo de la primera
vez que escuché a Concha contar su experiencia profesional y lo único que he podido
escribir son las siguientes palabras: Relato, contar, maestra, vida, infancia, camino,
escuela, romper, establecido, cuentos, transformar, educación, enseñanza, historia,
perspectiva, identidad. A partir de aquí he escrito algunos títulos para mi TFM pero no
sé si alguno de ellos será el definitivo o cambiará completamente cuando termine el
trabajo. Creo que esto también forma parte del proceso metodológico dentro de la
narrativa. Los nombres que se me han venido a la cabeza son:
- Historia de vida de una maestra: La escuela como procuradora de experiencias.
- Contar para enseñar: Historia de vida de una maestra.
- Historia de vida de una maestra: Identidad, desarrollo profesional y creatividad en el
aula.
349
Otra de las cuestiones que hemos debatido hoy en tutoría ha sido si hacer el trabajo a
partir de entrevistas en profundidad o a través del relato autobiográfico de Concha.
Esther me ha dado la oportunidad de ir a casa de Concha mañana para hablar con ella
sobre el trabajo y para que me conozca. Además, para facilitarme el primer encuentro,
ella y Daniela Padua, irán antes a su casa para hablar sobre las V Jornadas de Historias
de Vida y proponerle el trabajo de investigación. En este primer encuentro, decidiremos
si hacemos entrevistas biográficas o relato autobiográfico.
8 de Abril de 2015
Esta tarde he acudido a casa de Concha Castro para hablar de mi interés en realizar el
TFM con ella. Durante el camino hacia su casa he sentido muchos nervios por la
incertidumbre de si aceptaría o no hacer un trabajo como el que iba a plantearle, sobre
todo, por el carácter tan personal que tienen las historias de vida dentro de la
investigación.
Cuando he llegado, como habíamos hablado, ya estaban allí Esther y Daniela. He
entrado en la cocina donde me esperaban para hablar sobre las V Jornadas de Historias
de Vida y de cómo se había sentido Concha en su intervención en las mismas. Mientras
hablábamos nos hemos tomado un té y unos dulces que nuestra anfitriona nos ha
ofrecido. Estábamos sentadas alrededor de una mesa redonda que facilitaba el diálogo
entre iguales.
Después de tratar varios temas y de reír con otros tantos, ha llegado el momento de
hablar sobre el trabajo del máster. Le he explicado a Concha que durante su
intervención en las jornadas en la Universidad de Almería sentí la emoción de lo que yo,
en mi modesta opinión, creo que tiene que ser la educación. Y que me encantaría que
me contase su experiencia como profesora, sobre todo, aspectos muy importantes para
mí como la metodología que llevaba a cabo durante sus clases. Ella no ha dudado ni un
segundo en aceptar la propuesta. También he mencionado el trabajo con entrevistas o
con relato autobiográfico, pero tanto Esther como Daniela, han sugerido que lo mejor
sería hacerlo a través de las entrevistas para ir adquiriendo una mayor y mejor
formación como investigadora.
Concha ha mantenido en todo momento una actitud muy cordial conmigo. Me he
sentido muy agusto estando entre mujeres y compartiendo reflexiones y vivencias. He
350
salido de casa de Concha acordando llamarnos por teléfono para quedar otro día y
empezar con las entrevistas y con muchas ganas e ilusión de comenzar este proyecto.
También, Concha, ha tenido el detalle de regalarnos un libro de poesía que le publicaron
en 2007, denominado Es tiempo de vivir.
13 de Abril de 2015
He llamado a Concha para concertar la primera cita pero me ha dicho que se encuentra
mal a causa de unos mareos. Me ha dicho que la vuelva a llamar el miércoles (15 de
Abril) a ver si se encuentra mejor y poder comenzar con las entrevistas.
15 de Abril de 2015
Acabo de hablar con Concha y dice que se encuentra mejor. Hemos quedado en vernos
en su casa el viernes día 17 de Abril a las 11,00 horas.
16 de Abril de 2015
He estado pesando sobre la cita de mañana con Concha. Siento una presión bastante
grande por hacerlo bien porque creo que recuperar su historia es hacerle “justicia” a una
vida dedicada a la enseñanza y que nadie conoce. Ha sido una de las personas que más
ha trabajado por la cultura en Almería y su nombre no brilla como el de otras personas.
Creo que hacer este trabajo me va a emocionar bastante, sobre todo cuando me cuente
experiencias relacionadas con otras formas de enseñar a sus alumnos y alumnas.
Tampoco quiero defraudar ni a Esther ni a Daniela porque gracias a ellas he podido
iniciar este trabajo.
A lo largo de esta mañana he pensado y reflexionado sobre cómo empezar la primera
entrevista pero tengo muchas dudas al respecto: ¿estaré marcando demasiado la
dirección de la entrevista cuando lo que quiero es que se convierta en un diálogo
compartido? No lo sé, supongo que mañana me daré cuenta de si lo que pienso es cierto
o no. También estoy preocupada con la duración de la entrevista. Tanto Esther como
Daniela me han dicho que no dure más de una hora para no agobiar a Concha y que no
se canse el primer día. Voy con nervios a este primer encuentro pero creo que los puedo
controlar.
351
17 de Abril de 2015
Primera entrevista realizada. Estoy muy, muy contenta al respecto. La relación entre
Concha y ello ha comenzado con muy buen pie. Hemos estado hablando una hora y
media aproximadamente. Hemos tratado temas de su infancia, familia, sus primeros
años como profesora, su estancia en un colegio de Almería… en fin, Concha me ha
hecho una panorámica global de cómo ha sido su vida, quiénes han formado parte de
ella y dónde ha trascurrido. Es cierto que ha habido un momento en el que ella misma se
ha dado cuenta de que me estaba contando toda su historia de vida a grandes rasgos y
me ha dicho que iba muy rápido. Yo en esos momentos le he dicho que no se preocupe
y que si existen cuestiones que no me queden claras o en las que me gustaría indagar
más a fondo, ya lo haríamos en posteriores encuentros.
Hemos realizado esta primera entrevista en una habitación de la parte de arriba de su
casa. Es una habitación llena de fotos familiares, libros y cuentos para niñas y niños, un
ordenador, donde tiene guardadas más de 30 novelas sin publicar y una mesa redonda
donde nos hemos sentado a charlar. En esta habitación es donde ella trabaja en sus
“novelitas” como ella misma dice y juega con su nieto. Al principio he sentido que
invadía su intimidad al entrar en aquella estancia y he procurado ir muy despacio a la
hora de hacer preguntas sobre su vida personal.
Casi al principio de la entrevista hemos tenido que cortar la grabación porque al
recordar a su madre y sobre todo su muerte cuando ella apenas tenía 10 años, se ha
echado a llorar. Hemos hablado un poco sobre ello pero no lo hemos grabado. Cuando
ha estado dispuesta a seguir con el relato, hemos comenzado a hablar de otro tema para
que se fuera recuperando. Ha sido un momento difícil porque al no conocer bien a
Concha, no sabía cómo debía reaccionar. Lo primero que he hecho ha sido cortar la
grabación y escuchar lo que sentía en ese momento. Después todo ha ido de maravilla,
aunque a veces sentía que podía estar incomodándola. Cuando he pensado esto, le he
preguntado a ella si le importaba hablar sobre ciertos temas y ella, muy amablemente,
me ha dicho que no. Para ser el primer contacto con la investigada, estoy bastante
satisfecha. Pero cuando me he escuchado en la grabación para ir transcribiendo la
entrevista, ha habido cosas que no me han gustado. Como por ejemplo, no respetar los
silencios que se producían cuando Concha hablaba y entonces hablaba yo. Me he
sentido mal porque creo que ha sido una falta de respeto hacia ella. Y eso no puede
352
volver a pasar. Es su momento y lo tengo que respetar. Al escuchar la grabación he
pensado algunas cuestiones que me gustaría que me contara mejor y en las cuales
profundizara, sobre todo las experiencias en el centro escolar de Almería en el que
trabajó 20 años y del que no quiere decir su nombre para no darle mala fama.
Un aspecto a destacar de este primer encuentro, es la falta de expresividad de Concha en
sus gestos. Movimientos muy cortos y lentos de las manos y los brazos que me han
hecho cortarme un poco más a la hora de establecer un diálogo fluido.
Hemos quedado el próximo día 21 de Abril a las 11,00 horas para seguir con las
entrevistas en un segundo encuentro.
21 de Abril de 2015
Comenzamos la entrevista a las 11,15 horas. En la misma habitación elegida por
Concha. Esta vez me siento con más libertad a la hora de coger una silla y sentarme para
comenzar la entrevista. Me he sorprendido de ver cómo de un día a otro, la confianza
entre las dos, ha dado un gran paso. He intentado indagar sobre aspectos que en la
primera entrevista se quedaban cortos. Pero hoy la entrevista ha sido más dura. Después
de casi dos horas hablando hemos quedado para un tercer encuentro mañana miércoles a
la misma. Me he despedido de Concha, he encendido la grabadora y he grabado lo que
ha sido para mí compartir esta mañana con ella:
Hoy Concha me ha emocionado muchísimo (largo silencio). Sobre todo cuando
ha dicho que se ha encontrado sola y que nadie le ha ayudado. Ella también se
ha emocionado al decirlo. Nunca le había contado eso a nadie. Ha sido un
momento en el que se me ha puesto un nudo en la garganta.
(María, Abril de 2015)
Cuando he llegado a mi casa también he decidido grabar una pequeña reflexión sobre la
jornada de hoy:
Hoy la entrevista con Concha ha sido más profunda, con muchísimos silencios.
A Concha le cuesta mucho abrir sus sentimientos y contar cosas que realmente
le afectan. Siempre intenta disculpar a los demás, a gente que incluso le ha
podido hacer daño. Los disculpa diciendo que eran otros tiempos, que era lo
que habían aprendido. Siempre está intentando no hacer tan mala a la gente que
353
le hizo mal a ella. Siempre piensa que muchas veces se ha equivocado, no sé…
la humildad de esta mujer es muy grande. Pero hoy sobre todo lo de los
silencios. También me ha emocionado, aparte de cuando ha dicho que sí, que se
ha sentido sola, ha sido que me diga que lo mejor que le ha pasado ¡ha sido
conocerme! Eso me ha gustado muchísimo. Está siendo una experiencia muy
enriquecedora. Aparte de que en muchas cosas nos parecemos un montón y me
gusta encontrar a gente que piense como yo y… no sé, que vea las cosas como
yo las veo también, porque al igual que Concha, yo también he pensado que era
la que estaba equivocada, que me falta maldad en muchas ocasiones. Como ella
me ha dicho después de cortar la grabación… me ha dicho que se le ocurren las
cosas, las respuestas o las contestaciones después, cuando ya la situación ha
pasado; eso también me pasa muchas veces a mí. Pero… no sé… Es una
persona que ha intentado cuidar de todo el mundo, ha intentado proteger a sus
hijos de lo malo (silencio). Hoy ha sido, hoy ha sido diferente al primer día
(silencio). De todas formas le cuesta mucho abrirse. Cuando hablamos de
experiencias, de anécdotas y todo eso, te las cuenta ligerísimamente pero
cuando le pregunto específicamente por su padre, por su madre, por su
marido… son personas que le han marcado tantísimo que es muy difícil que
cuente algo que le toque directamente el corazón, muy difícil. Y como siempre
está intentando que los demás no parezcan malos y no es esa la idea. Tengo que
preguntarle por eso, porqué ese empeño en que no parezcan malos, no tienen
porqué parecer malos, simplemente son cosas que a ella le han afectado.
Intentaré transmitírselo de alguna manera pero evidentemente si no me quiere
hablar de esas cosas, yo no le voy a forzar. Para la próxima entrevista, si me
gustaría pues que me contara qué supuso para ella el jubilarse. Claro que no sé
si se jubiló antes de que su marido muriera o después o cómo fue esa etapa.
Todo eso quiero esclarecerlo un poco. Y por qué lleva cinco años sin salir de
casa. Quiero saber también en todas las cosas en las que ha estado metida.
Bueno, se me ha pasado el tiempo súper rápido hoy, mucho más rápido que el
primer día, hoy ha sido como hablar como con una amiga. Creo que me tengo
que plantear también las entrevistas, aparte de las cosas que yo lleve
preparadas, las preguntillas que yo quiero hacerle, como más una charla, si.
Porque cuando charlas con ella, se abre más. Y creo que hoy no me quería
contar tantas anécdotas porque se cree que no me interesan. Y creo que ha
354
estado muy escueta también en las contestaciones por eso. Porque cree que es
una pesada pero es que a mí me gusta que me cuente esas cosas porque de esas
anécdotas se conoce a las personas. Cómo actúes en un determinado lugar, en
un determinado sitio, en una determinada circunstancia, también dice cómo
eres. Así que eso también tengo que decírselo y mañana también he vuelto a
quedar con ella. Mañana miércoles. Hoy ha sido martes 21 de Abril, pues
mañana miércoles 22 también he quedado a las 11,00 horas en su casa para una
tercera entrevista. Estoy muy contenta porque dice que le gusta mucho hablar
conmigo. Así que nada, mañana lo veremos.
(María, Abril de 2015)
22 de Abril de 2015
Volvemos a encontrarnos en la habitación de Concha, en el piso superior de su casa.
Hoy casi me da un infarto cuando después de media hora de grabación, han llamado a
Concha por teléfono y cuando la he cortado me doy cuenta de que no se ha guardado
nada de lo que habíamos hablado. Sin querer, he apagado la grabadora antes de guardar.
Este momento ha sido horrible para mí. Concha me estaba contando con tantas ganas y
emoción todas las experiencias que ha vivido dentro del aula que estaba segura de que
ese momento no se iba a volver a repetir aunque me las contara después. Así, hemos
seguido la entrevista por donde nos habíamos quedado y al final Concha me ha contado
otra vez las mismas experiencias que no se grabaron al principio. He de decir que he
estado algunos minutos pensando en lo que había pasado y me he despistado un poco
del relato de Concha. Me he sentido muy mal, la verdad. Pero bueno, hoy me ha
gustado mucho la conversación, nos hemos reído mucho con las experiencias de
Concha.
Antes de salir hacia su casa, también he grabado algo para que no se me olvidara
decírselo en la entrevista:
¡Idea! Coger los cuentos que ha escrito Concha y que me vaya diciendo… Por
ejemplo, como el otro día que me dijo que hizo un cuento para enseñar lo que
era la muerte, ¿no? Pues que me vaya diciendo qué cuento hizo para enseñar
qué y voy poniendo trocitos también de los cuentos.
(María, Abril de 2015)
355
Cuando se lo he propuesto a Concha le ha hecho mucha ilusión y no ha dudado en sacar
montones de materiales que tenía guardados en sus armarios y estanterías. Hemos
quedado en volver a vernos después de terminar con el proceso de las entrevistas para
ver con detenimiento todo el material. Aún así, me ha regalado algunos de sus libros
para niñas y niños que voy a empezar a leer para poder preguntarle en la próxima
entrevista.
Estoy bastante emocionada porque puedo observar la evolución de Concha en estas tres
entrevistas que llevamos. Cada día es más abierta y nos lo pasamos mejor compartiendo
experiencias.
Hemos quedado en llamarnos la semana que viene para que me dé tiempo a ir a tutoría
con Esther para que me vaya revisando el trabajo que hasta ahora he hecho con la
transcripción de las entrevistas. Tengo que ir el lunes 27 a la tutoría.
24 de Abril de 2015
Estoy transcribiendo las entrevistas. Esta mañana he terminado la segunda y esta tarde
estoy con la tercera. Al principio creía que era un trabajo fácil, pero de fácil nada. Para
transcribir un minuto de entrevista, pasan cinco o más hasta que consigo terminarlo. Es
un proceso muy duro y cansado. Además de que cuando escuchas las entrevistas, ves
todos los fallos que has cometido y que intentarás no volver a cometer.
27 de Abril de 2015
En la tutoría con Esther hemos hablado sobre las horas de entrevistas que llevo grabadas
con Concha y hemos decidido realizar una cuarta para pulir algunas cuestiones y
ampliar información sobre algunos aspectos que no me quedan claros cronológicamente
hablando. Hemos hablado también sobre la devolución de la transcripción de las
entrevistas. Concha ha preferido que se las entregue todas al finalizar nuestros
encuentros y así se lo he transmitido a Esther. Ella me ha dicho que no le tema a ese
momento porque también forma parte del proceso metodológico en una investigación
narrativa con historias de vida. Así que, he salido reconfortada de tutoría y con ganas de
llamar a Concha para concertar nuestra última entrevista. También he hablado con
Esther sobre el muro que Concha levanta a la hora de hablar sobre los “hombres de su
vida”, refiriéndome a su padre y su marido. Pero hemos llegado a la conclusión de que
es lógico dada su educación y el carácter que tiene tan amable y conciliador.
356
Cuando he llegado a casa la he llamado y hemos quedado mañana a las 11,00 horas en
su casa.
28 de Abril de 2015
Como siempre, nos hemos sentado alrededor de la mesa redonda de la habitación de
Concha. Le he explicado que hoy sería el último día en el que nos veríamos para
realizar entrevistas. Para mí ha sido un momento un poco triste porque parecía que
nuestra relación tenía que terminar al concluir esta cuarta entrevista. Pero ya hemos
quedado otro día para desayunar y ver todo el material que ha ido generando durante
todos sus años de práctica docente.
La entrevista de hoy ha estado genial porque han salido temas que yo llevaba apuntados
por si acaso tenía que preguntarlos, pero no ha hecho falta en absoluto porque con
Concha todo fluye. Me ha resultado fascinante la facilidad con que los temas emergen
de la conversación y los hablamos con tranquilidad, sin tapujos y sin prisas. Creo que
las dos nos hemos sentido muy cómodas. Los gestos de Concha que en la primera
entrevista delataban su inseguridad al contar su historia han ido evolucionando hasta
convertirse en expresiones de sus emociones y sentimientos sin tener que contenerlos.
Hoy también le he propuesto continuar trabajando con ella en una posible Tesis
Doctoral y parece que le ha hecho bastante ilusión.
8 de Mayo de 2015
Esta mañana hemos quedado a las 10,00 horas en casa de Concha para ir a desayunar al
Paseo Marítimo, a una conocida cafetería de la zona. Allí hemos compartido, además
del desayuno, algunas confidencias que no han formado parte de las grabaciones por
petición expresa de Concha y que ella ha tenido el cuidado de no mencionar durante las
grabaciones. Después de una hora aproximadamente, nos hemos desplazado su casa
para enseñarme todo el material que tenía de sus años como profesora. El momento en
el que me ha enseñado el pequeño proyecto de “Este abuelo es un tesoro” ha sido muy
emocionante. Leer las cartas que niñas/os y abuelas/os habían escrito desde el año 1985
ha sido fascinante. Casi lloro de la emoción que he sentido. Sobre todo al leer las cartas
de las personas mayores contando cómo era su vida en la residencia y haciendo
partícipes a las niñas y niños de sus experiencias. No tengo palabras para expresar lo
que he sentido hoy. Pensar que me he perdido aprender de esa manera me da mucha
357
impotencia también. Hoy ha sido un día de muchas sensaciones y emociones. Me he
traído a casa las cartas y el libro de las historias del “Fantasma JARN”.
Son las 19,30 de la tarde y acabo de leer “Este abuelo es un tesoro”. Ahora sí que he
llorado leyendo las historias que las abuelas y abuelos contaban a sus nietas/os
adoptivas/os.
En muchas de las cartas contaban que vivían en residencias porque no querían molestar
a sus hijas e hijos porque tenían mucho trabajo y entendían que ahora ese era su lugar.
Otras/os pedían por favor que no dejaran de escribir porque les había devuelto la
ilusión. Eran personas que vivían en residencias de toda España y que gracias a la
iniciativa de una profesora de Almería, volvían a sentirse importantes para alguien.
Una de las cartas que me ha emocionado bastante ha sido la de un hombre que vivió en
una calle muy cerca de mi casa. Nunca lo he conocido porque ya en 1985 tenía 85 años.
Pero me ha hecho reflexionar sobre lo cerca que estamos las personas las unas de las
otras y lo poco que sabemos sobre ellas.
Ha habido un momento que me ha hecho recordar mi infancia con mi madre, mi tía, mi
abuela y las tías de mi madre. Ha sido cuando he descubierto pequeñas canciones que
las abuelas y abuelos mandaban a las niñas y niños. Canciones que me cantaban para
que bailara con mi prima en la casa de mi bisabuela. Me emociono de nuevo al escribir
estas palabras porque echo de menos aquellos momentos rodeada de las mujeres de mi
familia; mujeres trabajadoras y luchadoras que tanto me han enseñado.
Las historias se entrecruzan, no importa cuándo ni dónde pero inevitablemente, unas y
otras, se entrelazan y creo que esto es lo bonito de investigar de esta manera. Esta
experiencia está siendo también un encuentro conmigo misma y un ejercicio de
reflexión que tengo que agradecer a las personas que me están ayudando con este
trabajo.
15 de Mayo de 2015
Hoy por la mañana después de ir a la Universidad y dejar unos libros en la biblioteca, he
visitado a Concha en su casa y nos hemos tomado un té. Nos hemos sentado en un patio
maravilloso que tiene en la parte posterior de la casa y hemos estado charlando de más
historias de sus años como profesora pero tampoco han quedado reflejados en las
358
grabaciones. Lo que si le he pedido es que me contara es la receta del salchichón con
chocolate que en alguna ocasión ha salido en nuestras conversaciones y nos quedaba
pendiente la receta:
El salchichón de chocolate se hace… no necesita ni fuego ni nada, por eso lo
explicaba a los niños.
- Un vaso de colacao o de cacao dulce.
- Medio paquete de mantequilla o de margarina.
- Un huevo. No es necesario batirlo.
- Unas 18-20 galletas tostadas de María o de cualquier otra cosa.
- Una arenita de sal.
- Una pizca de leche, una pizca quiere decir, media tacita de café, muy poquita.
Entonces hay que sacar la mantequilla de la nevera, después cogemos una
ensaladera, porque a mí meter palabras inglesas como bol o cualquier otra en
el español es que mí me duele en el alma. Una ensaladera, una olla, cualquier
cosa. Ponemos allí un vaso de cacao dulce o de colacao por ejemplo; 18-20
galletas tostadas María o de cualquier marca, cortadas en trocitos pequeños;
medio paquete de mantequilla o margarina; una pizquita de leche como un
posillito de café, la mitad; una arenita de sal; un huevo y nos ponemos… si no
se me ha olvidado nada, a amasar con las manos bien lavaditas; amasamos,
amasamos, amasamos hasta que todo se convierta en una pasta homogénea y si
queda muy blanda se le pueden añadir más galletas; si es muy dura y no se
puede amasar, un poquito más de leche. No sé si dije que hay que añadir un
huevo también, creo que sí. Entonces, una bandeja, que hubiera sido mejor
ponerla ya de antemano, es para poner después el salchichón de chocolate.
Después cogemos esta bola de chocolate que hemos hecho, le damos forma de
salchichón, lo grueso o más delgado que queramos. Lo ponemos en la bandejita,
lo repasamos un poco, podemos hacerle como si fuera el tronco de un árbol,
unas rayas con un tenedor o ponerle bolitas de colorines o lo que sea hasta que
tenga la forma de salchichón. A esta masa se le puede añadir, si nos apetece
aunque esta no es la receta original, uvas pasas después de tenerlas mojadas, si
están mojadas en agua ardiente mejor, están más ricas; se le pueden poner
almendras tostadas en trozos o nueces o lo que queramos o frutas confitadas, lo
359
que queramos. Entonces cuando tenemos el salchichón hecho en la bandeja, lo
metemos en el nevera, mejor de hoy para mañana para que se solidifique bien
otra vez la mantequilla y ya está hecho. Lo adornamos como queramos y luego
se corta en trocitos y parece un salchichón de chocolate.
(Concha, Mayo de 2015)
Ha sido un ratito muy agradable pero me he tenido que ir pronto porque me esperaban
en casa. Antes de irme, Concha me ha invitado a comer el miércoles que viene.
20 de Mayo de 2015
Acabo de llegar de casa de Concha. Hemos comido un salmorejo riquísimo y bebido
vino “del bueno”, como ella dice. Ha sido un mediodía y una tarde estupenda, donde
hemos compartido confidencias y donde Concha ha demostrado la confianza que ha
depositado en mí. Como en días anteriores, me ha contado experiencias que no están
reflejadas en ninguna grabación y que me hacen entender muchas de las historias que
me ha ido contando a lo largo de las cuatro entrevistas que he mantenido con ella.
Hoy por fin he podido traerle todas las transcripciones de las entrevistas. Se las he
grabado en su ordenador y le he dicho que no dude en comunicarme cualquier cambio,
modificación, supresión de información… lo que ella quiera.
Son las 20,30 y acabo de hablar con Concha acerca de las entrevistas. Me he asustado
bastante porque me ha dicho que hay que repetirlas porque no es que estén mal (por mi
parte) sino que, no le gusta como se ha expresado, dice que “habla mal” y que es mejor
repetirlas. Le he dicho de vernos otro día para comentar todas sus preocupaciones y que
necesitaba hablar con mi tutora. Se me ha venido el mundo encima cuando me ha dicho
de repetir las entrevistas, me he desanimado mucho.
26 de Mayo de 2015
Esta mañana he tenido tutoría con Esther y le he contado la conversación con Concha
sobre repetir las entrevistas. Me ha tranquilizado bastante porque hemos llegado a la
conclusión de que al ser tan perfeccionista en las cosas que hace, no le ha gustado leerse
de forma tan literal conforme a lo grabado en los cuatro encuentros. Esther y yo hemos
hablado de qué decirle y cómo a Concha para que entienda que todo forma parte del
proceso metodológico. También hemos acordado diferentes cuestiones acerca del
360
trabajo y de cómo comenzar a analizar las entrevistas una vez que Concha dé el visto
bueno.
Ha sido una mañana productiva y tranquilizadora porque también hemos hablado con
Daniela que nos ha dicho lo mismo que nosotras pensábamos. Así que, he quedado en
llamar a Concha para ir a su casa y explicarle todo lo que hemos hablado esta mañana.
27 de Mayo de 2015
A las 11,00 horas he llegado a casa de Concha. Cuando he entrado en su casa he notado
cierto malestar porque ella no sabía cómo explicarme el problema que tenía con las
entrevistas. Le he dejado un tiempo para que comenzara a hablar y ha sido cuando me
ha dicho que ella se ve muy mal hablando y que no le gusta cómo queda reflejado lo que
me cuenta sobre el papel.
Me ha dicho que le de las preguntas por escrito y que ella las contesta y las escribe y me
cuenta todo ordenadamente en el tiempo. Cuando me ha dicho esto, le he explicado que
eso la ordenación de la información es mi trabajo como investigadora, si ella me lo
hace, yo no aprendo nada. Otra cosa que le explicado es sobre el tratamiento de la
información. Las entrevistas son la piedra en bruto, el material con el que yo voy a
trabajar y, luego, su historia de vida bien redactada sería la piedra preciosa, el fruto del
trabajo.
Después de explicarle todo y de decirle que no se preocupara, se ha quedado más
tranquila y puedo empezar a trabajar las entrevistas.
La verdad es que ha sido un momento tenso porque no sabía si tendría que volver a
empezar el trabajo desde cero y me he sentido un poco mal. Supongo que estos
pequeños sustos también forman parte de la investigación narrativa. Trabajar con
personas es una aventura.
11 de Junio de 2015
Esta mañana he estado en casa de Concha de nuevo. Hemos estado viendo fotografías
de su paso por los distintos centros escolares en los que ha trabajado y algunas de su
familia. Con cada fotografía me contaba una anécdota diferente.
361
Cuando pienso en todas las cosas que me ha contado desde que dejamos de grabar las
entrevistas, me da pena que no queden reflejadas en ningún sitio. Pero ha sido decisión
de Concha y tengo que respetarla. Espero que si hacemos la Tesis juntas, todas estas
cosas puedan quedar escritas y que la gente las conozca y valore a Concha como un ser
humano formidable.
15 de Junio de 2015
Durante este último mes he estado trabajando en una comunicación para el I Seminario
de Educación para el Siglo XXI22
. El seminario está organizado por y para jóvenes
investigadores/as y vi una oportunidad perfecta para contar el trabajo que estaba
desarrollando dentro del TFM con Concha. El seminario es en Segovia los días 18 y 19
de este mes. Hace una semana me aceptaron la comunicación y dentro de dos días me
voy para poder asistir y exponer qué estoy haciendo y con quién. Estoy nerviosa porque
es la primera vez que hago algo así sola, es decir, poner sólo mi nombre en la
comunicación y viajar para hablar sobre ella. Pero también estoy contenta porque es un
paso más en mi pequeña carrera como investigadora. Además, tengo ganas de conocer
gente que esté pasando o haya pasado por el mismo proceso que yo y poder compartir
opiniones y reflexiones acerca de estos procesos.
22 de Junio de 2015
Han pasado unos días desde el seminario de Segovia. ¡Ha sido una experiencia
fantástica! He conocido personas maravillosas y he afianzado algunas relaciones con
otras personas que conocí en las V Jornadas de Historias de Vida en la UAL. Me han
tratado muy bien y les ha encantado mi trabajo. Me he sentido abrumada, la verdad.
Vengo con mucha energía y fuerza para seguir trabajando en esta investigación.
Además, me han incluido en un grupo de jóvenes investigadores/as para compartir
información y poder ayudarnos entre nosotras/os y, así, no sentirnos solas/os. ¡Me ha
encantado la experiencia!
3 de Julio de 2015
Esta mañana a las 9,30 horas había quedado con Concha para contarle sobre el
seminario de Segovia pero ayer por la tarde me llamó para decirme que no podía y que
me volvería a llamar para quedar.
22
Página web: https://segoviaseminario.wordpress.com/
362
Estoy deseando contarle cómo ha ido todo y la reacción de la gente al explicarles cómo
una mujer en época franquista, enseñaba de otra forma.
21 de Julio de 2015
Por fin he visto a Concha, pero sólo unos minutos que he ido a su casa para devolverle
el material que me había dejado para la comunicación de Segovia. Le he dicho que
estaba esperando que me llamara para quedar otra vez y la pobre ha estado enferma y
por eso no ha podido llamarme.
Antes de irme me ha dicho algo que me ha hecho pensar y que me ha dejado un poco
mal. Me ha dicho que tenemos que hablar sobre el trabajo de la Tesis porque cree que es
mejor que lo haga sobre mi carrera y no con ella. No me esperaba que me dijera eso y la
verdad es que ha sido como un jarro de agua fría. No sé que habrá podido pasar. Le he
dicho que por favor, cuando pueda que me llame y hablamos sobre el tema.
Estoy muy preocupada porque no sé si esa decisión la ha tomado por algo que yo haya
podido hacer dentro de la relación que hemos estado forjando a lo largo de estos meses
o no. No paro de darle vueltas a qué he podido hacer mal. Me he desanimando bastante.
3 de Agosto de 2015
Sigo trabajando en el TFM. Hace poco hablé con Esther por Skype sobre el éste. He ha
costado mucho hacer la parte de metodología aún sabiendo qué tenía que poner en este
apartado. Me he despistado mucho leyendo libros, artículos, etc. y no he sabido
concretar y redactar lo que quería y tenía en mi cabeza. Han sido unos días en los que he
sentido que he perdido el tiempo porque no encontraba el camino para poder seguir
escribiendo. Ha sido difícil pero lo he terminado.
Sigo preocupada por lo que me dijo Concha sobre la Tesis pero no he recibido ninguna
llamada suya y tampoco quiero agobiarla porque había venido su hijo de vacaciones.
Esperaré un poco más.
21 de Agosto de 2015
Llevo muchos días sin escribir en el diario. He estado muy ocupada leyendo, releyendo,
pensando y reflexionando cada epígrafe de la investigación.
363
Hoy puedo decir que este proceso, para mí nuevo, está siendo muy duro en varios
sentidos y he estado reflexionando sobre ello. Creo que este será el último día que
escriba en el diario porque no quiero hacerlo muy extenso y creo que ya me he pasado
escribiendo.
El primero es que por primera vez me enfrento a una investigación de verdad en la que
soy la responsable de que todo vaya bien. Al principio no sabía si sería capaz de hacerlo
pero ahora que he aprendido algo más sobre cómo trabajar dentro de este tipo de
investigación, creo que puedo ir afrontando otros retos, pero poco a poco.
Otro es la soledad de la investigadora. Para mí ha sido un camino duro porque nadie a
mi alrededor ha entendido lo que estaba haciendo. La soledad ha sido un factor
determinante en esta investigación. A veces me ha hecho pararme y vivir momentos
angustiosos y otras veces ha sido un aliciente para seguir adelante y poder dar a conocer
mi trabajo y este tipo de investigación entre la gente más allegada a mí.
Había oído hablar sobre la soledad mientras investigas, incluso he leído experiencias de
otras personas pero cuando realmente lo entiendes, es cuando te atraviesa el cuerpo y la
sientes. Mañanas, tardes y noches pensando en que nadie me entendía o que a nadie le
interesaba lo que estaba haciendo. Y lo peor de todo es que no podía hablar con nadie
sobre mis sensaciones y emociones mientras he estado trabajando en la investigación
porque nadie las entendía. Así que, durante todo este tiempo, he estado callada. Algunos
conocidos me han llegado a decir que me iba a volver loca de tanto pensar, pero yo
pensaba, ¿qué sabrán ellos?
A lo largo de todos estos meses he tenido un proceso de transformación personal que
también me cuestiono y no sé si soy mala persona o no. En muchas ocasiones, cuando
estoy con amigos o amigas, no hablo, me quedo callada. No es que no me interesen los
temas que se plantean o sí, no lo sé. Pero no tengo nada que decir al respecto, es como
si después de tanto leer, pensar y reflexionar, mi mente se ha vuelto más compleja y
necesita hablar de otras cuestiones. No sé si me estoy volviendo antisocial. Supongo que
después de terminar esta etapa tendré que volver a pensar sobre esto y tomar decisiones.
364
Anexo V. Fotografías
Fotografía I. Concha con sus compañeras del internado.
Fotografía II. Perfil del Fantasma JARN Fotografía III. Disfrazados del Fantasma JARN
365
Fotogafía IV. Concha disfrazada en una fiesta del colegio.
Fotografía V. Concha
366
Anexo VI.”El Fantasma JARN”
367
368
Anexo VII. Carta “Este abuelo es un tesoro”
369
Anexo VIII. Consentimiento informado
370