Historia de una vida

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HISTORIA DE UNA VIDA Autora: Olga Angélica Mata Flores Dedicado a todas la mujeres hermosas de este Planeta, en especial a mi madre: Rosa Elvira y a mi amada hija Denise Carolina. Tengo una larga historia de vida, 54 años y meses que contar, así que imaginen todo lo que podría platicarles de mi persona. A grandes rasgos les diré que como todas nosotras un día me enamore de un hombre maravilloso, guapo, atento, y sobre todo me amaba (según yo). Así que un día de un mes de febrero nos casamos y venimos a vivir a la ciudad, cerca de su familia, todo iba muy bien, excelente diría yo, hasta que me di cuenta que él bebía mucho, mucho; así pasaron 17 años, después de 2 hijas hermosas y una buena vida en el aspecto económico me di cuenta que no tenia compañero, amigo, amante, esposo… estaba sola –con mis hijas, claro- pero, me sentía completamente sola. El alcoholismo de mi esposo (nunca aceptado por él) fue deteriorando nuestra relación, nuestros sentimientos –si es que realmente un día los hubo- él me decía que me quería a su manera. ¡Vaya manera de quererme! Toda la semana trabajaba, Los viernes se iba con los amigos a tomar, los sábados se recuperaba de la mona y los domingos se los dedicaba a su familia: madre, hermanos e hijas. Yo siempre me sentí hecha a un lado. Como muchos de este tipo de hombres a mí me trataba bien al principio, no me molestaba para nada, llegaba ebrio a dormir y al día siguiente ni siquiera me pedía el desayuno…..pasaron años y en los últimos llegaba insultándome y tratando de ofenderme; hasta que un día una de mis hijas, la pequeña que tenia 12 años me dijo:

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HISTORIA DE UNA VIDAAutora: Olga Angélica Mata Flores

Dedicado a todas la mujeres hermosas de este Planeta, en especial a mi madre: Rosa Elvira y a mi amada hija Denise Carolina.

Tengo una larga historia de vida, 54 años y meses que contar, así que imaginen todo lo que podría platicarles de mi persona.

A grandes rasgos les diré que como todas nosotras un día me enamore de un hombre maravilloso, guapo, atento, y sobre todo me amaba (según yo). Así que un día de un mes de febrero nos casamos y venimos a vivir a la ciudad, cerca de su familia, todo iba muy bien, excelente diría yo, hasta que me di cuenta que él bebía mucho, mucho; así pasaron 17 años, después de 2 hijas hermosas y una buena vida en el aspecto económico me di cuenta que no tenia compañero, amigo, amante, esposo… estaba sola –con mis hijas, claro- pero, me sentía completamente sola.

El alcoholismo de mi esposo (nunca aceptado por él) fue deteriorando nuestra relación, nuestros sentimientos –si es que realmente un día los hubo- él me decía que me quería a su manera. ¡Vaya manera de quererme! Toda la semana trabajaba, Los viernes se iba con los amigos a tomar, los sábados se recuperaba de la mona y los domingos se los dedicaba a su familia: madre, hermanos e hijas. Yo siempre me sentí hecha a un lado. Como muchos de este tipo de hombres a mí me trataba bien al principio, no me molestaba para nada, llegaba ebrio a dormir y al día siguiente ni siquiera me pedía el desayuno…..pasaron años y en los últimos llegaba insultándome y tratando de ofenderme; hasta que un día una de mis hijas, la pequeña que tenia 12 años me dijo:

-¿Olga, toda la vida vas a aguantar que mi papa te diga esas cosas? ¡Divórciate, nosotras te apoyamos!

¡Se imaginaran la sorpresa que me lleve al escucharla, fue tremendo! Recuerdo que nos fuimos a dar un paseo en el auto rumbo a la bufa y en uno de los miradores hablamos de la situación y tome la decisión de divorciarme. ¡¡Ahí me di cuenta de lo que yo les estaba enseñando a mis hijas, respecto a sus futuros esposos!! ¡¡Ellas también debían aguantar a un borracho!! El mío era: Trabajador, medico, docente, rico, buena gente, proveedor de su familia en lo económico pero, un alcohólico.

Así que tramite el divorcio voluntario, costo un poco de trabajo que me lo diera pero, al fin firmo y me lo dio. Me quede en casa con mis hijas, la mayor de 16 años y lo que no vivimos en 17 años de ser una “familia”, lo vivimos en 10 meses que él estuvo fuera

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de casa. Iba a hacer tareas con las hijas, las llevaba al cine y a comer, convivía con nosotras a menudo.

Mis hijas y yo planeamos ir de vacaciones a Córdoba, Ver. Ya que en esa ciudad viven mis padres. Era diciembre y todo estaba planeado, teníamos los boletos para irnos de paseo. Mi exesposo llamo por teléfono para decirnos que él nos llevaría en el auto para que el viaje fuera más cómodo y nos dejaría en la casa de los abuelos. ¡Que alegría! Seguramente ya estaba cambiando su manera de beber y todo iba a ser como antes (me refiero a los primeros años de vida juntos). No fue así.

Salimos muy temprano de viaje. Las niñas se levantaron muy temprano se subieron al auto. El subió el equipaje y yo prepare unas tortas para el camino. Algo en mi corazón me decía que no saliéramos pero, él había venido desde su casa a las 5 de la mañana para llevarnos y no pude decirle que no quería salir.

Íbamos cerca de las 7 am. en la carretera Zacatecas-San Luis Potosí, cerca de Salinas, cuando no se que sucedió. Desperté y vi los cristales del parabrisas en mí y me sentí atrapada entre el tablero y el asiento del copiloto, en mi sorpresa solo pude decir: ¡Dios mío, Dios mío, ayúdanos! Al voltear a ver a mi esposo inmediatamente me di cuanta que ya no estaba entre nosotros, murió en el choque. Unos señores tocaban mi ventana y gritaban: ¡Esta viva! No se como me sacaron de ahí, solo recuerdo que estaba tirada en la tierra con mucho frio y me tapaban con mi ropa –la que llevaba en la maleta-. De repente pensé en mis hijas. ¿Dónde están mis hijas? Le pregunte a un señor que me abrazaba y lloraba a mi lado, no me dejaba incorporarme. Ese hombre me dijo que una de mis hijas estaba a mi lado y sentí su mano y escuche su voz que me decía: ¿Mamá y mi papi y mi hermana, donde están?...en ese momento me incorpore y alcance a ver a mi pequeña tumbada en el asiento trasero con su pelo cubriéndole el rostro o volteada. ¡No lo se! Pero mi corazón me dijo que ella se convirtió en un ángel en el momento del accidente. ¡Ya no estaba conmigo! Solo ate a repetir el Salmo 23, que dice:

El Señor es mi pastor, nada me faltará.

En lugares de delicados pastos me hará descansar;

Junto a aguas de reposo me pastoreará.

Confortará mi alma.

Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

El señor que me auxiliaba solo lloraba mucho y se escuchaban muchas personas hablando y las sirenas de las patrullas y ambulancias sonando. Yo recobraba y perdía el

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conocimiento. Mi mente no quería entender lo que sucedía. Mi corazón lo sabía muy bien.

Al final nos trasladaron a un hospital y ahí operaron a mi hija de un brazo del cual sufrió una fractura. Y a mi me tuvieron una semana internada con las piernas rotas y toda golpeada de mi lado izquierdo del cuerpo. Ahora se que Dios me permitió vivir para no dejar a mi hija sola.

Pase por muchas lágrimas y mucho dolor físico y emocional; también pase por penurias económicas pues no me dieron pensión por viudez, ya que 10 meses antes del accidente me divorcie voluntariamente del padre de mis hijas.

Recuerdo que muchas personas nos visitaron en el hospital: amigos, familiares, alumnos y exalumnos míos, pues trabajo como maestra; todos decían que no esperaban verme tan fuerte y valiente. Yo se que esa fortaleza y valentía me las regalo Dios, pues no podían salir de mi, estaba destrozada del corazón y del cuerpo.

Mis hermanos llegaron en la noche pues en cuanto supieron de lo sucedido volaron hasta acá. Uno de mis hermanos me pregunto que como me sentía. Yo le conteste que bien pero que nadie me quería decir donde estaban mi hija y mi esposo, que yo en mi corazón sentía que ya no estaban conmigo, pero que los médicos decían que estaban en otro hospital…y mi hermano con esa voz tan dulce que tenia me dijo:

-¿Y como te sientes?

-Bien. Le conteste llorando.

-Que bueno que sientes en tu corazón la verdad. Ellos ya están con el Señor.

Llore por un largo rato, pensando y recordando mil cosas de mis amados. Fue muy doloroso. No pudimos ir al funeral, mi hija y yo estábamos hospitalizadas. Ese día me operaron por primera vez de la pierna y del tobillo. Cuando salí del hospital, la ambulancia me llevo al aeropuerto pues mis hermanos me llevaron a sus casas a “recuperarme” allá. Cuando paso el tiempo para yo empezar a caminar, no pude, me dolían las piernas, me vio el Dr. y me dijo que el tobillo estaba mal acomodado y tuvo que volver a operarme. Al fin volví a mi casa, a mi tierra querida y desgraciadamente tampoco la pierna había quedado bien, pase por 8 cirugías de la pierna y tres del tobillo. Llegué a pensar que ya no podría ser la misma persona de antes del accidente pero, estaba equivocada. La última cirugía de la pierna me la hizo un gran Dr. Traumatólogo, excelente medico. Me opero y estando en el quirófano me dijo que tendría que cortar un poco del fémur porque estaba muy lastimado, que quedaría coja unos centímetros pero que volvería a caminar. Después de un año de estar en silla de ruedas, me di cuenta que mi pierna quedo corta 6cm pero no estoy coja, lo resuelvo con un alza en el zapato de la misma medida. Y también se que pude soportar todo este calvario porque Dios me dio un gran carácter: alegre, optimista, valiente, etc. No

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es vanagloria, sólo que si no me lo hubiera dado así, no hubiese podido soportar todo lo vivido en ese tiempo.

Estuve un año con incapacidad en mi trabajo y otro año con subsidio por parte de mi delegación y rodeada de personas hermosas que me apoyaron en todo (familiares y amigos), fueron unos verdaderos ángeles que velaron por mí en todos los aspectos, me sentía querida y ese amor que me prodigaron me dio la fuerza para salir delante de esta situación.

En julio harán 4 años de mi última operación y 3 de que camino pues estuve en silla de ruedas por un año después de la operación, empece apoyándome en una andadera y yendo a rehabilitación. Después de que me enseñaron a caminar nuevamente tome un bastón que me sirve de apoyo cuando voy por la calles típicas de nuestra ciudad y me siento privilegiada al usarlo, porque en la mayoría de los lugares a donde voy paso primero y siempre hay personas maravillosas que me ayudan cuando lo requiero. AMO A DIOS. AMO LA VIDA ¡Tengo una hermosa familia; mi hija y mi nieto! ¡Tengo un trabajo! ¡La vida es hermosa! ¡¡¡Gracias a Dios por darme esta gran oportunidad!!!