Historia de Osorno

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Historia de Osorno • Historia de Osorno o Una historia de Osorno o Guillermo Feliú Cruz Osorno o La antigua ciudad de Osorno (1558-1604) Intento de fundación (1553) Don García de Mendoza Viaje de don García al sur de Chile y fundación de Osorno Fecha de fundación Primeros gobernantes. Características de la ciudad Actividades agrícolas e industriales Caminos, puentes, comunicaciones Templos de Osorno Monasterio de las Isabelas Terremoto del 6 de diciembre de 1575 Desastre de Curalaba.- Sus consecuencias La suerte de Osorno El coronel don Francisco del Campo 20 de enero de 1600 Viaje de del campo a Chiloé

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Historia de Osorno• Historia de Osorno

o Una historia de Osorno o Guillermo Feliú Cruz Osorno o La antigua ciudad de Osorno (1558-1604)

■ Intento de fundación (1553)■ Don García de Mendoza■ Viaje de don García al sur de Chile y fundación de Osorno■ Fecha de fundación■ Primeros gobernantes. Características de la ciudad■ Actividades agrícolas e industriales■ Caminos, puentes, comunicaciones■ Templos de Osorno■ Monasterio de las Isabelas■ Terremoto del 6 de diciembre de 1575■ Desastre de Curalaba.- Sus consecuencias■ La suerte de Osorno■ El coronel don Francisco del Campo■ 20 de enero de 1600■ Viaje de del campo a Chiloé■ Doña Inés de Bazán, una heroína hija de Osorno■ Actividades de Del Campo en Osorno■ Llegada de Francisco Hernández Ortiz■ Despoblación de Osorno■ Las monjas de Osorno

■ Osorno, sólo un recuerdo■ Reliquias históricas

o La actual ciudad de Osorno■ Primera parte

La repoblación (1796-1810)■ Antecedentes del actual Osorno.- Fundación de «Conversiones»■ Alzamiento de los indios de Rio Bueno■ Expedición punitiva■ Toma de posesión■ Junta General de 8 de septiembre de 1793■ Intervención directa de don Bernardo O'Higgins■ Preparativos para la repoblación■ Las primeras chacras■ Don Ambrosio O'Higgins parte a Osorno■ Repoblación de Osorno■ Piedra fundamental de la repoblación de Osorno■ Primer gobernante de Osorno■ Don Ambrosio O'Higgins informa al Rey■ Ultimos días de Don Ambrosio O'Higgins en Osorno■ Instrucciones al Superintendente de Osorno■ Osorno pasa a depender directamente de Lima■ Principales colaboradores de la repoblación de Osorno■ El Padre franciscano Javier de Alday■ Don Francisco Aburto, Comisario de Naciones

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■ El fuerte■ La ciudad fabulosa de los Césares y primitivo origen de la misión y fuerte de Río Bueno

■ Principales trabajos realizados durante la administración de Olaguer Feliú

■ Plaga de ratonesCenso de la poblaciónPropiedades y especies del Estado ubicadas fuera del fuerteCompañías de miliciasTérmino del Gobierno de Olaguer FeliúDon César Balbiani, nuevo SuperintendentePrincipales trabajos realizados durante la administración de Balbiani. Puente del DamasCapilla provisional SalubridadServicio nocturno de vigilanciaCosechas en 1797Educación públicaCenso de poblaciónMejoras en el fuerteBalbiani hace entrega del cargoDon Juan MackennaAmarguras de un gobernanteDon Juan Mackenna llega a OsornoLabor realizada por el nuevo gobernador. Censo de poblaciónFuncionamiento de la escuelaTrabajos del edificio de la iglesiaEdificación definitivaArtesanosProgresos en la industriaDesarrollo de la agricultura y ganaderíaCaminosGastos ocasionados por la repoblación Labor del cura, don Juan de Ubera Fin del gobierno de Mackenna

■ Decadencia de la colonia■ Fin de la repoblación■ Monumento al general Mackenna ■ Segunda parteIndependencia a colonización (1810-1850)■ Aspecto general■ Osorno en la Guerra de la Independencia■ Batalla de El Toro■ Resultado de la batalla. Regreso a Osorno■ Beauchef reemplazado■ Motín del 15 de noviembre de 1821■ Cómo se produjeron los acontecimientos■ Bando del jefe del motín de Osorno■ Atinada actuación de don Rafael Pérez de Arce■ El Teniente don José Mesa■ Sucesos militares y civiles posteriores al motín■ El Coronel Beauchef a Valdivia■ Solicitud de indulto

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■ Epílogo de un romance■ Actitud patriótica de los amotinados■ Cooperación de Valdivia y Osorno en el intento de toma de Chiloé,

en 1824■ Pobreza de la ciudad■ Terremotos del 20 de febrero de 1835 y 7 de Noviembre de 1837■ Aspecto de la ciudad■ Milicia cívica■ Municipalidad■ Instrucción pública■ Administración de Justicia. La cárcel■ Caminos y puentes■ Salubridad. Beneficencia■ Estanco■ Producciones. Economía■ Diputados■ Naufragio del bergantín Napoleón ■ Tercera ParteEl despertar (1850-1900)■ El despertar■ Colonización■ Territorio de colonización de Llanquihue■ Don Bernardo Eunom Philippi■ Don Vicente Pérez Rosales■ Romance de Pérez Rosales■ Censos de población■ Servicios municipales■ Las primeras ordenanzas. Contribuciones■ Servicios fiscales■ Urbanización. Edificación. Ornato. Progresos urbanos■ Educación■ Liceo de hombres■ Cuerpo de bomberos■ Estado social■ Los duendes en Osorno■ La prensa■ Salubridad. Beneficencia■ Acontecimientos trascendentales. Calamidades■ El Comandante don Eleuterio Ramírez■ El osornino Florencio Ascencio Álvarez. Modesto héroe de la

Esmeralda■ El Teniente don Juan Amador Barrientes A.■ El pequeño corneta Avila■ Religión■ Inquietud política■ Sucesos del 10 de noviembre de 1894■ Ferrocarril de Valdivia a Osorno■ Comercio. Agricultura. Industria■ Caminos ■ Cuarta parteLa luz (1900-1946)■ Llega el siglo de la luz: El siglo XX■ Progreso en los Servicios Municipales■ La comuna de Rahue

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■ Urbanización. Edificación. Ornato■ Servicios fiscales■ Servicios educacionales■ El nuevo Liceo de hombres■ Liceo de niñas■ Scoutismo■ Comercio. Agricultura. Industria■ Sociedad agrícola y ganadera de Osorno (Sago)■ Exposiciones anuales■ Ejército■ La aviación civil■ Monumento a Eleuterio Ramírez■ Otros acontecimientos trascendentales■ Salubridad. Beneficencia

■ La Cruz Roja de Osorno■ Servicios bómbenles■ Aspecto social■ La prensa■ El deporte■ Don A. Julio Buschmann von Dessauer o Conclusión

o Apéndice■ Lista de los actuales pobladores de esta ciudad de Osorno con distinción de tiempos y expediciones en que han venido y individuos que contiene

■ Conducidos desde el puerto de Valparaíso al de Valdivia en la fragata Sta. Bárbara y bergantín Misericordia en el mes de noviembre de 1794

■ Venidos de Valdivia en dicho año 94

■ Familias de Valdivia admitidas en Osorno en diciembre de 95

■ Conducidos desde Valparaíso a Valdivia en la fragata Astrea , y bergantín Limeño en 1° de diciembre de 1795

■ En el bergantín Limeño

■ Familias que de Chiloé han venido por tierra a Osorno en el mes de diciembre de1795

■ Continúan las familias de Chiloé venidas por tierra en los días 3 y 5 de enero de1796■ Hijos de familias de Chiloé cuyos padres vienen por mar■ Nuevos pobladores habitantes de estos contornos, y de los de Valdivia■ Pobladores conducidos de Chiloé a Valdivia por el bergantín de S. M. el Limeño■ Familias de Chiloé que por no haber tenido lugar en el bergantín vienen por tierra

■ Tres cartas a Mackenna, después de su alejamiento de Osorno

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■ Primera carta■ Segunda carta■ Tercera carta

■ Gobernadores de Osorno (1846 a 1946)■ Nómina de regidores que han desempeñado las funciones de 1. er alcalde o posteriormente a las de alcalde

Bibliografía

Historia de Osorno

Víctor Sánchez Olivera

Una historia de Osorno

Al trazar el cuadro, bastante completo, de la evolución de la Capitanía General de Chile en sus diferentes aspectos al finalizar el siglo XVIII, lamentábase don Diego Barros Arana, en la Historia General de Chile, de no poder proporcionarlo con mayor exactitud y abundancia de informaciones, por la carencia de materiales documentales y también por la ausencia, casi uniforme, de historias locales correspondientes a ese interesante período del coloniaje. A estas historias, monografías o ensayos, les concedía el venerable historiador una importancia señalada, como fuentes auxiliares, para ahondar en el detalle, en el desarrollo de las poblaciones urbanas y rurales; y de ellas derivaba el conocimiento del régimen de la propiedad y sus consiguientes transformaciones; las vicisitudes de la vida social; los fenómenos de la evolución comercial, agrícola e industrial; en general, el sistema económico, la demografía con sus oscilaciones y a las alternativas, siempre bastante lentas, pero constantes, de las gradaciones de la cultura.Escribía entonces Barros Arana casi al finalizar el siglo pasado, cuando las historias particulares o locales de las ciudades chilenas apenas comenzaban a aflorar en nuestra literatura histórica. Con el fervor del estudioso que no ha

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podido completar, como quisiera, la investigación que se ha propuesto, el autor de la Historia General recomendaba, con entusiasmo y vehemencia, la consagración a ese género de trabajos, tan interesante para fomentar la tradición ciudadana, como para iluminar la vida del pasado nacional en una obra de conjunto. Vicuña Mackenna había abierto el camino de aquella literatura histórica particularista, simpática y pintoresca, casi siempre, cuando el autor es dueño de un buen gusto estético, con dos libros que hasta hoy gozan la fama de maestros, la Historia de Santiago y su gemela la Historia de Valparaíso, publicadas poco después de la segunda mitad del siglo XIX. La pauta, el plan, quedó trazada con esas dos preciosas obras, y, luego no tardaron en aparecer valiosas contribuciones que debían ilustrar circunstanciadamente la vida nacional. Los primeros continuadores del género inaugurado por Vicuña Mackenna, si no recordamos mal, fueron José María Sayago, con la Historia de Copiapó, Manuel Concha con la Crónica de La Serena y las Tradiciones Serenenses, Tomás Guevara con la de Curicó, Guillermo Cox Méndez con la de La Concepción, Joaquín L. Morales con la del Huasco, Julio Figueroa con la de San Felipe, et sic de coeteris.

Algunas de estas historias locales han llegado a tener un valor clásico, consideradas desde el punto literario; pero, en general, debe reputárselas atrasadas, como es natural, frente a las nuevas fuentes documentales proporcionadas por la investigación moderna. De ordinario, esas historias están basadas en los antiguos cronistas de Chile, un Góngora de Marmolejo, un Mariño de Lobera, un Alonso de Ovalle, un Diego de Rosales, un Córdoba de Figueroa, un Cosme Bueno, un Carvallo y Goyeneche, un Abate Molina, un Vidaurre, un Olivares, un Pérez García y otros más. Y en esa fuente esencial, cuando la hay, de las actas de los cabildos de las ciudades estudiadas, generalmente perdidas, descabaladas, como paiébanlo las de La Concepción y La Serena, estudiadas sólo en nuestros días por don Domingo Amunátegui Solar.

El campo abierto a la investigación del tema es ahora enorme, y a ello se debe la mejor calidad de tales historias locales. No las citamos aquí porque a nuestro objeto no cuadra el referirnos a ellas, pero debemos expresar, con regocijo, que las aspiraciones de Barros Arana, en gran parte están satisfechas. Hoy las ciudades más importantes de Chile tienen su historia local, bien documentadas en los nuevos archivos, entregados ordenadamente al

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investigador. En el siglo pasado no fueron estudiados sino por los grandes historiadores del siglo, Amunátegui, Barros Arana y Vicuña Mackenna; los historiadores de ciudades rara vez los explotaron. De los archivos de la Capitanía General, de la Real Audiencia, de los Escribanos, de la Contaduría Mayor, de las Intendencias y Gobernaciones, de las Cartas de Indias, de Claudio Gay y José Ignacio Víctor Eyzaguirre, del Cedulario, Jesuítas y Vicuña Mackenna, en el Archivo Nacional, de Barros Arana y de J. T. Medina en la Biblioteca Nacional, de los Documentos del Arzobispado de Santiago, los cronistas de las ciudades chilenas de nuestro tiempo, han podido extraer las más valiosas noticias, las más singulares informaciones y los datos más preciosos para poder seguir, en un cuadro de conjunto, tal como lo deseaba Barros Arana, la evolución del pueblo chileno en cada uno de los movimientos que le ha impuesto la ley del progreso. Con la acumulación de esos datos y su ordenación metódica, aun cuando todavía no se pueda vislumbrar la ley sociológica que determinó nuestro pasado y las fuerzas que su raíz ha arrojado en el devenir del pueblo, no es ya difícil bosquejarlo en una estampa, por cierto, bien incompleta, pero seguro en los colores de ciertos trazos. Y todavía para la representación de la vida social de las costumbres, tradiciones, creencias y aptitudes de los pueblos, los historiadores locales han disfrutado de una maravillosa información, como es aquella que se encuentra acopiada en las páginas de los viajeros extranjeros que pasaron por Chile en los siglos XVII y XVIII con ojo avizor, dilatada la pupila en la contemplación de un mundo extraño, nuevo para ellos, y que sintieron y comprendieron con criterio distinto al de nuestros cronistas coloniales. El juicio de esos viajeros importa un testimonio ajeno a los sentimientos de amor al terruño, y, por lo mismo, es valioso por la apreciación objetiva y gráfica de la existencia colonial. En nuestras Imágenes de Chile es fácil verificar tal juicio, y establecer cómo las observaciones de los viajeros iluminan el pasado nacional con atisbos, sugerencias y recuerdos, que el historiador no puede despreciar en modo alguno.

La investigación ordenada y sistemática de esos archivos, la discriminación crítica de las fuentes consultadas, sean éstas impresas o manuscritas, en el plan y en el propósito que se ha propuesto, han permitido al Profesor don Víctor Sánchez Aguilera, escribir una historia de la ciudad de Osorno que su autor ha intitulado El pasado de Osorno. La gran ciudad del porvenir.

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La obra fue presentada al concurso de carácter nacional auspiciado por la Municipalidad de esa ciudad, y en ese torneo mereció, con toda justicia, el primer premio. Se nos honró designándonos miembros del jurado en aquel torneo, y fue nuestra opinión la de que dicho trabajo con creces satisfacía lo que la Municipalidad de Osorno se había propuesto conseguir para conocer su pasado y su presente. En el informe nuestro decíamos:

«El trabajo de DITO, por su amplia investigación histórica en fuentes absolutamente originales, por el plan general de la obra, el gran acopio de noticias y materiales, merece el premio de esa Municipalidad (...) le vemos dueño de una documentación valiosa y original que por largo tiempo ha debido consultar en los archivos de la capital. Le ha sido posible, en su búsqueda incesante, producir piezas originales e inéditas, como puede verse en el texto de su Historia».

Una nueva lectura de la obra del señor profesor don Víctor Sánchez Aguilera, Director del Museo Histórico de Osorno y miembro del Instituto de Conmemoración Histórica de Chile, no nos ha hecho más que confirmar nuestro primer juicio, y aún mejorarlo en sus líneas generales. Diremos ahora, ampliando nuestra opinión anterior, que la exposición es sencilla, clara, de una gran llaneza, porque el autor no ha pretendido hacer obra literaria, es decir, no ha querido manifestar galas de estilo que tan mal se aviene, cuando no nace espontáneamente, en las obras de carácter de investigación que, como la del señor Sánchez Aguilera, en esta etapa de la elaboración del conocimiento histórico, de primera agua, por así decirlo, debe obedecer a una lógica ordenación de los hechos, a una constante discriminación crítica, a la tarea ingrata, pero indispensable, de la erudición que a las veces ahoga al expositor y a quien no tiene una firme voluntad para no dejarse vencer por el peso inerte, frío y muerto de los datos que ahogan al escritor.

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El señor Sánchez Aguilera ha sorteado los obstáculos, que debieron forzosamente presentársele, ayudado sólo de su buen sentido. Y ha triunfado. Comprendió su papel de cronista, de expositor, de relator de un confuso pasado histórico, y a la claridad, a la objetividad de los hechos y a la cronología de los sucesos, ha subordinado la acción del relato expuesta escuetamente. Es por esto que su narración se desliza con la mayor sencillez, como ya hemos dicho. Contribuye a mantener la atención y a grabar los acontecimientos narrados la forma en que está distribuido el libro. Pequeños capítulos ilustran una materia, sin recargo de citas, las cuales sólo integran el texto cuando el documento, oportunamente escogido, contribuye al esclarecimiento de una cuestión. Estos capítulos breves, casi todos anexos, y la intercalación de algunas piezas documentales, hacen la lectura de la obra fácil y agradable. Esos documentos transcritos dan la sensación de ambiente. Pero debemos decirlo también: no siempre el autor ha mantenido un invariable método de exposición, porque a las veces introduce materias que, sin ser ajenas, debieran quedar agrupadas en una sección general del libro que pudo ser el de versión general de una época dada, en la que habrían cabido ciertos incidentes que allí entorpecen la narración.

Así está concebida la forma de la obra. El fondo, el que refiere a la investigación, como ya lo hemos dicho, no menciona sino elogios. Fue el pasado de Osorno, como el de todas las ciudades sureñas deChile, turbulento, ansioso y agitado. Una p considerable de su incierta primitiva existencia cae dentro.... período heroico de la conquista. Valdivia, a quien preocupo extender el dominio de su gobernaciónhasta las regiones .... australes, concibió la fundación de la ciudad en 1553, y des.... a Francisco deVillagra en busca de un terreno adecuado para asentar una población. El terreno quedó elegido, visto por lo ...... nos, «debidamente ojeado» como decían los conquistadores. Pero la muerte de Valdivia ese mismoaño, debió paralizar la .... Primer contratiempo para dar forma a una idea; primer inte... de fundacióntambién. Don García de Mendoza debía llevar a cabo en los mediados de marzo de 1558. El desarrollo fue...to; la riqueza agrícola mantuvo la fundación, y el Monasterio las Isabelas, la Iglesia Parroquial, losConventos de San Francisco y el de Santo Domingo, dieron fama a Osorno de pueblo .... Un clima suave,

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un cielo azul, un paisaje encantador, reteni los moradores. El terremoto de 1575 la arruinó a los quincede existencia. Segundo contratiempo. El desastre de Curalaba 23 de Diciembre de 1598 -arruinó a Osorno como a todas .... ciudades del norte, hasta Chillán. El cuadro de esos sucesos trágico.

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«Este hecho -el desastre de Curalaba en que fue muerto el Gobernador Martín García Oñez de Loyola -fue la chispa que encendió uno de los alzamientos más terribles que recuerda la Historia Chilena», escribe el señor Sánchez Aguilera.

«Todas .... florecientes ciudades del sur -continúa- fueron cayendo, una a una, bajo el arma implacable del indio, o el fuego incendiario. Y así desaparecieron: Santa Cruz de Coya, Angol, Imperial, Valdivia y la heroica Villarrica, de la cual no salvó un solo defensor... Es interesante recordar las fechas en que estos acontecimientos transcendentales se fueron sucediendo: 7 de marzo 1599, despoblación de Santa Cruz de Coya.- 24 de noviembre de 1599, incendio y destrucción de Valdivia. Murieron ahí más de cien españoles y fueron tomados prisioneros por los indios más de cuatrocientas mujeres y niños, también españoles.- 5 de abril de 1600, despoblación de Imperial.- 18 de abril de 1600, despoblación de Angol.- 7 de febrero de 1602, fin de la defensa heroica de Villarrica, que había durado más de tres años, y en la que todos murieron».

Antes, el 20 de enero de 1600, había sido Osorno incendiada totalmente por las huestes embravecidas de Pelantaro. Una resistencia heroica, epopética, se mantuvo allí sobre las ruinas humeantes. El 15 de marzo de 1604 la ciudad fue despoblada. Su recuerdo pasó a ser como una sombra:

«Este país -dice el cronista Córdoba- quedó tan impenetrable, que de presente no habrán diez españoles que la hayan visto, tal es la fuerza o terquedad».

Desapareció envuelta en la leyenda.

Tales fueron los orígenes de la ciudad osornina. Las conversiones de indios habían de darle origen a nueva vida. El Gobernador don Ambrosio O'Higgins sería su segundo fundador, «su obra maestra, la que más quiso y la que más amó». A partir desde entonces, con circunstancias

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varias, no ha dejado de florecer. Este período de la repoblación lo estudia el señor Sánchez Aguilera con especial acucia; añade antecedentes nuevos, y presenta un cuadro muy completo de él. Iguales son los que se refieren a la Independencia y Colonización; nutridos de datos son los que abarcan los años comprendidos entre 1850 y 1900, que el autor llama El despertar, y en el que la figura señera de Vicente Pérez Rosales se destaca nítida como un soberbio organizador. Por último, la parte que el señor Sánchez Aguilera intitula La Luz, es la historia contemporánea de Osorno a partir de 1900 a 1946. La visión del pueblo es así completa, completísima.

¡Trabajo bien logrado el suyo! Le hace honor a su autor y a la bella ciudad osornina, que más de algún recuerdo evoca al autor de estas líneas por haber sido uno de sus antepasados, el Coronel de Ingenieros Militares don Manuel Olaguer Feliú, su primer Gobernador y quien impulsó con entusiasmo y dedicación la repoblación de la gran ciudad.

Guillermo Feliú Cruz Osorno

VA

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No es fácil que los habitantes de un pueblo puedan emitir un juicio exacto sobre la impresión que su propia ciudad pueda causar a los extraños.

Los turistas, generalmente, enfocan los lugares que recorren bajo determinado aspecto.

Debemos recurrir entonces a la opinión de la gente culta y de estudio, que analiza material y espiritualmente a los pueblos.

Hermoso es el retrato que, sobre Osorno, ciudad del porvenir, hizo la intelectual argentina Concepción Ríos en 1936:

«Entre los pueblos del Sur de Chile, Osorno tiene, sin duda alguna, coqueterías de niña mimada. Se extiende en valle fértil y riquísimo, coronado el flanco por la primera cadena de volcanes que el turista puede contemplar en su viaje de recreo. Y la ciudad, amplia en el valle central, nos recibe con su pavimentación impecable, sus calles limpias y el progreso empinado en las ventanas de sus edificios modernísimos.

La primera sorpresa es su entrada a su hotel Burnier, chato de líneas, amplio de comodidades. Abierto al sol de esa plaza vasta llena de avenidas y flores. Más allá la iglesia de Osorno que, en la noche de mi llegada, se me antojó un edificio laico, tal la arquitectura rectangular de torres apenas insinuadas, sin radio, sin la música acostumbrada de los vitral ix.

Por eso Osorno, en su marcha precipitada de casas modernas, de hoteles cómodos, de avenidas amplias, está consiguiendo el puesto de vanguardia que le

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asignará el tiempo y que será refugio de curiosos y centro de intercambio comercial entre Chile y la Argentina, apenas separados por un recodo de belleza inigualable.

Feliz el ser humano que pueda vivir por estos parajes sublimes y nunca bien ponderados».- (Turismo Austral- Valdivia.- Noviembre de 1936).

Por su parte, el ameno periodista Carlos Varas, que firmaba bajo el seudónimo de Montt-Calm, dijo sobre «Las ciudades de Chile», en El Mercurio del 18 de septiembre de 1910:

«Osorno es la ciudad de las flores, la ciudad de los chalets y de las rubias alemanas. Es tanta la bondad de sus hijos, que han conseguido ultimar una injusta leyenda que afrentaba a aquellas regiones. Osorno es un pequeño paraíso, en el cual el trabajo tiene manifestaciones muy prácticas y muy amplias. Es un emporio que en el futuro ocupará su sitio en el primer rango de las ciudades ricas y productoras».

Esta ciudad, tan bellamente descrita en las líneas anteriores, se encuentra ubicada a 40 grados 35' de latitud sur y 73 grados 10' de longitud, a 25 metros sobre el nivel del mar. Dista de Santiago, por vía férrea, 953 km, y 127 de Puerto Montt, término del ferrocarril del sur.

Es la capital de la provincia de Osorno, creada por Ley N.°: 6.505, de 19 de enero de 1940.

A fines de la época colonial el país se hallaba dividido en dos Intendencias: Santiago y Concepción. A esta última, dependiendo en forma directa de la plaza militar de Valdivia, y cuyo Gobernador era nombrado por el Rey, pertenecía Osorno.

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El nombramiento directo no impedía que el jefe valdiviano estuviera sometido a la autoridad del Intendente de la provincia sureña

Llegado el período republicano, la ciudad perteneció al llamado «Gobierno de Valdivia», cuya jurisdicción se extendía desde el límite sur del departamento de Concepción hasta los confines del Estado. Osorno era una «Delegación», que se reducía al recinto del puerto y su castillo, y estaba al mando de un gobernador especial.

La Ley de 30 de agosto de 1826, que dividió al país en ocho provincias, convirtió el Gobierno de Valdivia en las provincias de Valdivia y Chiloé. Formaban parte de la primera las delegaciones de Valdivia y Osorno, a las cuales se agregó, en 1827, la de La Unión.

Por Ley de 22 de octubre de 1861 el departamento de Osorno pasó a formar parte de la provincia de Llanquihue, creada con esa fecha.

En 1928, la nueva división política establecida durante el gobierno del presidente Ibáñez, redujo el número de provincias, y determinó que el departamento de Osorno pasara a depender nuevamente de la provincia de Valdivia.

Finalmente, la Ley de 19 de enero de 1940, creó la provincia de Osorno, de la cual la ciudad de igual nombre fue designada capital.

Hace cincuenta años, en 1895, su población, según el censo general de la República, ascendía a 4.667 habitantes. Al cumplirse ciento cincuenta años de su repoblación, 13 de enero de 1946, se albergan bajo sus techos más o menos 30.000 habitantes, ya que el último censo, 1940, le asigna, 27.235.

A pesar de estar situada en una región esencialmente lluviosa, la ciudad de Osorno no tiene las grandes precipitaciones de Valdivia y Peulla, por ejemplo, y ello se debe a que se encuentra situada en los históricos «llanos», donde el pluviómetro marca solo 1.200 milímetros de agua, mientras que en los lugares altos antes citados alcanza a 3.100.

Con respecto a sus producciones, «el solo departamento de Osorno produce la cuarta parte de las vacas que pueblan todo Chile». (Walterio Meyer.- El problema de la invasión del bosque en el sur de Chile).

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En relación con las siembras y cosechas, «los agricultores de esta provincia han venido superando de año en año los rendimientos obtenidos hasta alcanzar en la presente temporada (1945) el respetable récord de 21,3 qqm. por hectárea como promedio del área que se dedica a este cultivo (trigo) en la provincia». (Informe Servicio Genética Inspectoría de Osorno).

La Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno (Sago) dice en su Memoria del mismo año:

«El uso de 94% de semillas de origen genético y eliminación del

cultivo de variedades menos productivas, ha elevado el rendimiento medio de las cosechas de trigo de 13 qqm. por hectárea en el año 1936 hasta el récord del año 1944, o sea se ha mejorado el rendimiento medio en más de un 50%».

De las estadísticas se desprende que la provincia de Osorno ha batido el récord de rendimiento medio por hectárea durante los últimos años entre las provincias de mayor producción de trigo del país. En una cosecha total de 9.500.000 qqm. en 1944, a las provincias trigueras del sur (Cautín a Chiloé), corresponde más del 30%. La mayor intensidad de dicha producción se concentra en Osorno y Llanquihue.

Y, para terminar la breve presentación general que hacemos de la ciudad cuya historia expondremos a continuación, diremos que Osorno es el centro de turismo de la región que se extiende desde el río Bueno hasta el golfo de Reloncaví.

La naturaleza ha obrado con mano pródiga al dotar a esta zona de campos ubérrimos y de lagos y volcanes de belleza incomparable.

Las facilidades naturales han sido ampliamente aprovechadas por hombres de esfuerzo, que harán de Osorno una ciudad grande, hermosa y ejemplo de actividad y pujanza.

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La antigua ciudad de Osorno

(1558-1604)

Intento de fundación (1553)

El Conquistador don Pedro de Valdivia había resuelto fundar una ciudad en la región en que después se levantó Osorno, a la que habría dado por nombre el de su mujer, doña Marina de Gaete.

Para realizar esta empresa comisionó a su compañero de conquista, el Teniente General don Francisco de Villagra, el que acompañado de 60 hombres llegó a determinar aún el lugar en que se fundaría la nueva ciudad. Esto sucedía a fines del año 1553.

Desgraciadamente, el inesperado y trágico fin del Conquistador, acaecido a fines de ese año, echó por tierra el plan de fundación, pues Villagra debió trasladarse rápidamente al norte a fin de hacer frente al levantamiento indígena.Si es efectivo que don Francisco de Villagra recorría, a fines de 1553, esta región, y tenía el propósito de fundar en ella una nueva ciudad, no es menos cierto, como lo probaremos más adelante con varias citas, que la repentina muerte de Valdivia impidió la realización de este plan. Villagra, en su viaje al sur, alcanzó primero hasta el seno de Reloncaví, y aún no llegaba de regreso a los terrenos de la futura ciudad cuando supo la muerte del Gobernador.

Numerosos historiadores antiguos y modernos, de los cuales sólo citaremos la obra que confirma nuestra aseveración, así lo establecen.

Entre ellos tenemos a Góngora Marmolejo, contemporáneo de aquellos acontecimientos, en su Historia de Chile (pág. 44); a Barros Arana, en el tomo II de su monumental Historia (pág. 17); a don Crescente Errázuriz,

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en «Chile sin Gobernador» (pág. 2); a Thayer Ojeda, en «Las Antiguas Ciudades de Chile» («Osorno»); etcétera.

Pero en los Documentos Inéditos coleccionados por don José Toribio Medina, es donde a cada paso encontramos declaraciones de testigos que permiten establecer, con claridad absoluta, que la ciudad no fue fundada, no alcanzó a ser fundada, en tiempos de Valdivia.

Durante la Conquista, era costumbre que todos los conquistadores, de cualquier rango que ellos fueran, hicieran valer sus méritos en «probanzas de servicios» en las cuales referían con detalles las diferentes operaciones en las que les había correspondido actuar.

Y es en ellas, principalmente las contenidas en el tomo XVII de los Documentos inéditos, donde encontramos totalmente aclarado este punto de la historia de Osorno

En la probanza de servicios del capitán Pedro de Soto (tomo XVII, página 346), regidor de la ciudad de Valdivia y jefe de los cuatro emisarios que vinieron inmediatamente después de la muerte de don Pedro de Valdivia en busca de Villagra, aparece repetido muchas veces, en declaraciones de testigos, que Villagra no alcanzó a fundar la ciudad que habría llevado el nombre de Santa Marina de Gaete (aunque el verdadero nombre era Marina Ortiz Gutiérrez).

Por ejemplo, Toribio de Cuevas dice: «porque se quería por allá poblar un pueblo».

Alonso Corral, que andaba en el grupo de sesenta hombres que acompañaban a Villagra, agrega: «estando conquistando la tierra e buscando sitio para poblar una ciudad»...

Jerónimo Núñez declara en 1575:

«Estando buscando asiento para poblar la ciudad de Osorno, llegó el capitán Pedro de Soto a donde estaba el dicho general Francisco de Villagra y le dio nueva de la muerte del Gobernador don Pedro de Valdivia, y ansí por esta causa no poblamos la dicha ciudad, que es agora de Osorno».

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Todos los demás testigos invocados por Pedro de Soto confirman, más o menos en iguales términos, lo que se trata de probar.

En consecuencia, Osorno no fue fundado en tiempos de don Pedro de Valdivia, siendo entonces su primer fundador don García de Mendoza.

Don García de Mendoza

Antes de referirnos a las actividades de don García, relacionadas con la fundación de Osorno, dejaremos establecido el porqué omitimos el apellido Hurtado, con que muy a menudo se le designa.

Don Crescente Errázuriz dice, a este respecto, en la obra que dedica a don García:

«En los encabezamientos de las provisiones del segundo Gobernador de Chile puede leerse: Don García Hurtado de Mendoza. Nunca, empero, se firmó él sino don García de Mendoza. Así lo llaman también casi siempre los cronistas contemporáneos, y siempre, cuando le escriben o lo mencionan, su padre o el Rey. Por eso lo llamaremos nosotros así».

Viaje de don García al sur de Chile y fundación de Osorno

Es sabido que don García, al ser nombrado Gobernador de Chile, por su padre, Virrey del Perú, se dirigió

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directamente al sur de nuestro país, haciendo una breve escala en Coquimbo

Llegó a la bahía de Talcahuano en los primeros días de julio de 1557 y, después de repoblar la ciudad de Concepción, el 6 de enero de 1558, y fundar Cañete, el 19 del mismo mes y año, se dirigió al sur del país, siguiendo la ruta que pasaba por La imperial. Este recorrido es el que ha cantado en inmortales versos el gran Ercilla.

En su viaje al sur, determinó don García el lugar en que, a su regreso, fundaría la nueva ciudad.

Hasta el río Rahue su viaje se hizo sin mayores dificultades, pues, si es verdad que en esta zona no había ciudades, en cambio había encomenderos españoles, tal como Nieto de Gaete, hermano de doña Marina, que deben haberle dado facilidades, cuando menos para el cruce de los numerosos ríos que debieron atravesar. Nieto de Gaete estaba establecido en los terrenos del actual Osorno, ya que era propietario de la Isla Nieto de Gaete, que abarca el sector comprendido entre los ríos Bueno y Rahue.

Don García de Mendoza inició su regreso desde el Seno de Reloncaví, pues es casi seguro que no alcanzó hasta la isla grande de Chiloé, el 1° de marzo de 1558, al día siguiente de la fecha estampada en una de las estrofas del poema de Ercilla, y que el poeta grabó en el tronco de un árbol.

Como hemos dicho, en este viaje de regreso fundó la ciudad de Osorno.

¿Origen del nombre? Repitamos lo que dice al respecto Pérez García, citado por Gay:

«Había cumplido con la casa de su padre llamando Cañete de la Frontera a la ciudad que pobló en Tucapel, y no quiso olvidarse de la de su abuelo, el conde de Osorno».

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Fecha de fundación

La ciudad de Osorno no fue fundada el 27 de marzo de 1558, como lo han dicho algunos historiadores y cronistas.

Don Crescente Errázuriz dice al respecto:

«Mariño de Lobera, libro II, cap. X, escribe erradamente que la fundación de Osorno se hizo el 27 de marzo».

Agrega don Crescente, que con tanta paciencia y minuciosidad sigue la marcha de los personajes y hechos de la Flistoria, que el 20, a más tardar, don García ya estaba en Valdivia. Luego agrega:

«A mediados de marzo debió, en consecuencia, de fundarse la nueva ciudad».

La fecha del 27 la acogieron algunos gobernantes e historiadores, tales como don Juan Mackenna y don Tomás Thayer Ojeda, aunque este último admitió posteriormente que casi todas las fechas fijadas por Mariño de Lobera son inexactas.

La obra histórica de este soldado, Crónica del Reino de Chile, fue revisada y completada después, a petición de don García de Mendoza, ya Virrey del Perú, por el padre jesuíta Bartolomé de Escobar, a fin de que en ella reparara el olvido, que de su persona, había hecho Ercilla.

Las fechas de esta obra, dice don Crescente Errázuriz, «son todas o casi todas erradas y arbitrarias, puestas años después, hijas quizás del deseo de autorizar el relato, de seguro fundadas sólo en engañosos recuerdos del cronista o en cálculos antojadizos del corrector de sus manuscritos».

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Más adelante don Crescente agrega:«Fijada por la imaginación del

autor o del corrector del libro cierta fecha, el P. Escobar averiguaba con facilidad el día de la semana o la fiesta religiosa que a ella correspondía y el aserto adquiría mayor fuerza».

Por todo esto, y ya que en su carta del 20 de abril de 1558, en que don García comunicaba al Rey la fundación de Osorno, no indica la fecha de este acontecimiento, debemos conformarnos con saber solamente que la ciudad fue fundada «a mediados de marzo».

Para finalizar, agregaremos una reflexión nuestra.

Don García de Mendoza, en su viaje al sur, pasó por la región de Osorno, según la opinión de distinguidos historiadores el 15 ó 16 de febrero, y llegó a Tautil, frente a la isla puluq... término de su recorrido, el 26, es decir que, a pesar de todas las penalidades y desorientaciones que cuenta Ercilla en su poema emplearon sólo diez días.

Seguramente partieron de regreso al día siguiente del ... de febrero, en que el poeta grabó su famosa estrofa, es decir, el 1° de marzo, y siguieron un camino mucho más fácil que ... la ida.

En consecuencia, lo lógico es que no podían haber empleado casi todo el mes de marzo para llegar al lugar en que se levantaría Osorno, y como el acto de fundar un pueblo se concretaba a una simple ceremonia, se confirma la creencia del señor Errázuriz de que la nueva ciudad debe haberse fundado a mediados del mes.

Primeros gobernantes. Características de la ciudad

Las primeras autoridades locales fueron las siguientes:

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Corregidor, que era el representante del Gobernador, el licenciado Alonso Ortiz. Alcaldes ordinarios, Diego Nieto de Gaete y Francisco de Santiesteban. Escribano público y de Cabildo, Francisco de Tapia. El primer párroco fue, posiblemente, Fray Antonio Rondón.Con respecto a las características especiales de la

región, don García de Mendoza dice en su Relación de 1559:

«Poblé la ciudad de Osorno, que es una de las buenas de toda aquella tierra, por ser villa más de 80.000 indios y tener ochenta vecinos y ser muy fértil de comidas y muy más de oro».

Don Miguel de Olaverría, en un informe sobre el Reino de Chile, fechado en 1594, describe así a Osorno:

«La ciudad de Osorno está en el mismo paraje que la ciudad Rica en lo que es estar la tierra dentro de la cual dista en más altura 24 leguas, es buena población y de apacible vivienda, goza de paz en toda su comarca desde que la reduzco el dicho don Alfonso (de Sotomayor) y se saca oro en ella; tendrá 10.000 indios de paz, abunda de muchos y buenos mantenimientos. Está en altura de 40 grados escasos nacen en esta ciudad con extremo hermosas las mujeres y los hombres muy valientes y que prueban en la guerra y lo son de la misma manera los demás hombres que nacen en toda la tierra de Chile y los mestizos salen generalmente valientes y atrevidos». (Gay. Tomo II, página 17).

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El lugar era llamado por los indios Chauracaví (reunión de murtas)

Con respecto a la raza indígena que poblaba los territorios ubicados entre el río Toltén y el golfo de Reloncaví, debemos recordar que los indios de esta región eran designados con el nombre general de huilliches (gente del sur), separados de sus hermanos de origen, los picunches (gente del norte), que vivían al norte del río Itata.

Estos dos grandes grupos formaron uno solo hasta la llegada de los araucanos, gente guerrera que vino de las pampas argentinas, y que, introduciéndose a manera de cuña, desplazó al pueblo aborigen hacia el norte y el sur.

La comprensión obrada en ambos sentidos, hizo que, sobre todo en el sur, la densidad de la población fuera notable. Así es como podemos ver que los indios de la región de Osorno fueron designados con el nombre particular de «cuncos», palabra que significa racimo, aludiendo posiblemente, según lo hace notar don Ricardo E. Latcham en su obra Prehistoria Chilena, a la aglomeración, de la gente establecida aquí

Esta abundancia de población hizo que poco a poco los indios sureños fueran emigrando hacia el sur, y los obligó aún a cruzar el canal de Chacao a fin de establecerse en la isla grande de Chiloé y otras pequeñas del archipiélago.

Actividades agrícolas e industriales

La antigua ciudad de Osorno logró adquirir en el curso de sus 45 años de vida bastante actividad agrícola, comercial e industrial, en relación con la época. Baste decir que tuvo hasta fábricas de paños y lienzos y casa y fundición de monedas. Briseño, en su obra Antigüedades Chilenas, dice que ahí «secuñaba el celebrado oro de Ponzuelo», famoso mineral situado en las cercanías de Osorno.

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Se presume que Ponzuelo coincide con el lugar denominado actualmente Millantúe (cerro de oro) ubicado al oeste de Ri... chuelo, y donde ahora en las vegas del río y en la montaña virgen, es posible observar miles de pozos que los españoles,..............................medio de los indios, perforaron hasta la capa aurífera.

Con respecto a molinos, al principio no los hubo y, según cuenta en 1563 el conquistador don Juan de Reinaga, que fue capitán de la ciudad de Osorno y teniente de Gobernador de don Francisco de Villagra:

«El trigo era molido por manos de indios, padeciendo en el moler del trigo intolerable trabajo, ... hizo venir persona que sabía hacer molinos, y daba calor animando que los hiciesen, como ahora hay dos y otro que se hace». (Greve.- Historia Ingeniería -1, página 232).

Caminos, puentes, comunicaciones

El capitán Reinaga, que hemos citado en el capítulo anterior, dice que «hizo que se aderezasen la puente del río de esta ciudad y caminos reales».

Sin duda que una de las primeras preocupaciones de los españoles tuvo relación con estas actividades, indispensables para la vida y desarrollo de un pueblo.

Los cronistas e historiadores han establecido que Osorno antiguo dispuso de un camino regularmente acondicionado que lo puso en comunicación con Maullín, pasando por el fuerte de Maipué, y que fue éste el camino

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que seguramente siguieron al tiempo de la despoblación y huida al sur.

Con respecto a los medios de transporte, la escasez y carestía de los animales hizo que los infelices indios desempeñaran el papel de bestias de carga. Recuas de aborígenes movilizaban a lo largo de los primitivos y difíciles caminos los elementos que los pueblos necesitaban. Y no era raro ver a estos infelices con sus espaldas heridas por el roce de los pesados fardos. Sólo después de 1559 el Licenciado Santillán fomentó el empleo de caballos y aparejos, «que no sabían antes qué cosa era».

González de Nájera cuenta la horrible mutilación a que eran sometidos los indios a fin de dificultar posibles conatos de fuga: les cortaban los pies poco más arriba del nacimiento de los dedos con un cincel golpeado a martillo, llamado pujavante. Se completaba esta dolorosa operación, que los indios resistían estoicamente, haciéndoles meter los pies en una caldera con sebo hirviendo.

La navegación de los ríos suplió la escasez y dificultad de los caminos terrestres. Hay constancia de que en aquellos tiempos la desembocadura del río Bueno no presentaba los inconvenientes que en la actualidad.

Greve, en su obra ya citada, tomo I, página 365, dice al respecto:

«En el año 1557, el piloto español Francisco de Cortés Flojea calificaba favorablemente la barra del río Bueno. La Historia Geographica, que data de 1760, contiene sobre dicho río lo siguiente:

'Boca del Río Bueno, es limpia y despejada: solamente tiene una Isleta sin arrecifes ni farellones. Trae el río ancho caudal de aguas con mansas corrientes: es navegable por 18 ó 20 leguas, y sus riberas son muy amenas y descubiertas: riega la Provincia de Characahuin, y su plano es casi horizontal al del Mar, de manera que las mareas rebalsan,

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y se reconocen hasta cerca de 20 leguas (...) Juntas del río de Osorno con Río Bueno; es el Rio de Osorno navegable por 8 a 9 leguas, y hay tradición de que cuando la ciudad de Osorno asistía en poder de los españoles, entraban barcos de vela hasta la misma ciudad».

Templos de Osorno

Los principales edificios eran los templos, de los cuales había varios.

La Iglesia Parroquial estaba situada frente a la Plaza, y un poco más al norte de donde se encuentra actualmente.

Flabía en Osorno conventos de San Francisco y de Santo Domingo En esos tiempos los Jesuítas no tuvieron iglesias en el sur de Chile, aunque hubo misioneros, entre los cuales debemos contar al P. Luis de Valdivia. Tampoco hubo convento de Agustinos, los cuales sólo tuvieron casa en Valdivia, antes del levantamiento general de fines del siglo XVI. Los Mercedarios eran sólo capellanes del Ejército.

Los Franciscanos, doctrina de San Cosme y San Damián, establecida en 1565, por el P Juan de Ibarguen, tenía su templo en los mismos terrenos que poseen hoy. La manzana del Convento Franciscano era la última que tenía el pueblo al costado oriente, y al sur de ella también había despoblado.

El Convento de Santo Domingo limitaba igualmente el pueblo, pero por el costado poniente, pues ocupaba la manzana que va a terminar ahora en la línea férrea y que comienza en la esquina que forman las calles Ramírez y Bulnes; pero esta manzana se prolongaba casi en media más hacía el centro del pueblo, dejando la próxima a la plaza sólo de media cuadra hacia abajo.

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Existía un cuarto lugar destinado al culto: la Capilla de Nuestra Señora del Socorro, que un vecino acaudalado, llamado Rodrigo de los Ríos, mandó construir, y cuya festividad fuese el Día de la Expectación. Estaba situada muy cerca del convento de Santo Domingo, en la actual calle los Carrera, y cerca de la línea férrea.

A propósito de estas donaciones cuantiosas, corrientes en aquella época en lo relacionado con el culto, es interesante hacer notar que Osorno nació a la vida con la fama de un pueblo rico. El cronista colonial Córdoba y Figueroa cuenta en su Historia de Chile que el hermano de doña Marina de Gaete,Diego Nieto de Gaete, que fue uno de los primeros propietarios de esta región, dio por testamento 27 mil pesos «de buen oro» a tres mil indios de encomienda, y quedó «un opulento residuo para su familia. Se comprende que el «residuo» aquel no debe haber sido tan modesto cuando a los pobres indios les tocó, considerando la época, una cantidad tan subida.

Monasterio de las Isabelas

Osorno tuvo el privilegio de contar con el primer, o segundo, monasterio de monjas creado en Chile, el Monasterio de la Buena Enseñanza, más comúnmente llamado de las Isabelas. Parece que ya había otro monasterio semejante en Chile al tiempo de crearse el de Osorno: el de Santa Clara, en Imperial.

El Padre Roberto Lagos, en su Historia de ¡as Misiones del Colegio de Chillán, nos da interesantes datos sobre las Isabelas, ya que en la Biblioteca Barberini de Roma encontró un Memorial del Provincial de los Franciscanos de Santiago dirigido al Comisario General de Indias.

El Monasterio se fundó en el mes de agosto de 1571, y su nombre vulgar de las Isabelas nació del hecho de haberse reunido tres señoras de ese nombre: doña Isabel de Landa, doña Isabel de Palencia y doña Isabel de Jesús,

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ancianas y viudas las dos primeras, y sobrina de la señora Palencia la última.

Se reunieron en un principio para llevar una vida de aislamiento y de piedad, y sólo algún tiempo más tarde se les reconoció el carácter de congregación. Su primer director espiritual fue el Padre Juan de Vega.

Eligieron por titular a Santa Isabel. Dice el P Lagos:

«La admirable reina que tanto ilustró el trono de los húngaros con sus heroicas virtudes, especialmente por su desasimiento de todos los bienes temporales, consagrándolos a los pobres y viviendo en medio de la más dorada abundancia como verdadera discípula del crucificado de Alverna».

Después del abandono de Osorno, en 1604, fueron llevadas a Santiago, y son las actuales Monjas Claras, pues inmediatamente que llegaron a su nueva residencia cambiaron la advocación.

Estas siervas del Señor tuvieron que sufrir lo indecible durante los años que luchó Osorno, antes de ser abandonado, y el hecho del rapto de una de ellas, acaecido durante un gran asalto de los indios, dio tema a don Salvador Sanfuentes para escribir su hermoso poema «Huentemagu».

Durante la defensa desesperada y heroica de este pueblo, miles de indios lo asaltaron en una noche tempestuosa. Cuando invadieron el convento, la providencial caída de un rayo los ahuyentó. Pero uno de ellos no perdió la calma, y se llevó a la flor del monasterio, Sor Francisca, en el mundo doña Gregoria Ramírez.

Con respecto a la suerte que tuvo en el cautiverio Sor Francisca, estimamos mejor reproducir lo que, al respecto, dice el P. Lagos, que estudió este asunto de primera mano:

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«Según el historiador Rosales, pretendió tomarla por mujer suya: pero la compostura decorosa y la angelical majestad de la pudorosa virgen triunfaron del rústico salvaje, privilegio jamás alcanzado por otras españolas que tenían la desventura de caer en tan oprobiosa esclavitud.

Más aún: Fluentemagu no solo desistió de sus malvadas pretensiones, sino que, reducido por modo maravilloso al respeto y veneración de la poderosa virgen, le dio vivienda aparte de las indias sus mujeres, les ordenó que la sirvieran y respetasen como a un ser extraordinario, pues en ella se hermanaban admirablemente, al decir de los cronistas de la época, la virtud con la belleza. El Memorial citado afirma que Sor Gregoria Ramírez estuvo cautiva once meses; que en tan largo tiempo no padeció afrenta alguna en su delicadeza, y que tanta gracia fue un puro don del cielo. ¿Cómo y por qué medios pudo saberlo quien con tanta certidumbre lo asegura? Poco propensos somos a aceptar milagros en cuya comprobación no intervenga el delicadísimo y recto juicio de la Iglesia: pero indudablemente merece respeto lo que refiere el citado Memorial, por haberlo sabido de boca de la misma señora Ramírez como prelado suyo y del propio Huentemagu, quien, prendado de tanta virtud, la siguió después hasta Santiago, recibió el bautismo y se consagró al servicio de su antigua cautiva por todo el resto de su vida».

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«Cuando cayó en cautiverio y cuándo se vio libre sor Gregoria no lo dice el Memorial; pero no faltan antecedentes para creer que volvió a su antigua libertad el 15 de Agosto de 1600, día de felicidad inenarrable para la pudorosa virgen en que el valiente capitán Peraza dio por sorpresa un asalto al rancho en que se la guardaba y la restituyó al regazo de sus compañeras de infortunio, que todavía se hallaban en el fuerte».

Se nos perdonará que hayamos dado, tal vez, demasiada extensión al punto del Monasterio de las monjas osorninas, pero, aparte de que este episodio novelesco fue uno de los principales acontecimientos en la monótona vida de este villorrio colonial, que dio motivo aún para un hermoso poema, fue comentario obligado de todos los cronistas de la época.

Terremoto del 6 de diciembre de 1575

La tranquila vida del primer Osorno se vio trastornada el 6 de diciembre de 1575, «hora y media antes de la noche».

Valdivia y ciudades australes fueron destruidas por un terremoto y maremoto. La mayoría de las casas de La Imperial, Villarrica, Valdivia, Osorno y Castro quedó reducida a escombros.

La fuerza del sismo fue tan grande, que un derrumbe cerró el desaguadero del lago Riñihue, dique que cedió en abril del año siguiente, inundando en forma desastrosa una extensa región.

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Los daños incalculables ocasionados por el sismo fueron reparados con la cooperación del Gobernador don Rodrigo de Quiroga y del Obispo de La Imperial, Fr. Antonio de San Miguel.

Refiriéndose al terremoto, el Gobernador Quiroga decía al Rey en carta fechada en Santiago el 2 de febrero de 1576:

«Algunos prodigios ha habido en este Reino de dos meses a esta parte. Por que a los 6 de diciembre del año pasado hubo un terremoto y temblor tan grande que en un momento derribó las casas y templos de cinco Ciudades que fueron la Imp., Ciudad Rica, Osorno, Castro y Valdivia y salió la mar de su curso ordinario de tal manera que en la costa de la Imperial (que es el actual Carahue), se acocaron casi ciento ánimas de Indios y en el puerto de Valdivia dieron al través dos navios que allí estaban surtos y mato el temblor veinte y tantas personas entre hombres, mujeres y niños; yo e procurado y procuro con todo calor el reparo de todo ello por la mejor orden que me ha parecido, espero en nuestro Señor abra buen efecto; yo he mandado hacer plegarias y procesiones suplicando a nuestro Señor aleja de sobre nosotros su indignación el cual la Real persona de V. M. guarde y ensalce». (Gay- Documentos - Tomo II, página 112).

En 1862 don Guillermo Frick, jefe de ingenieros de la provincia de Valdivia, ocupado en el reconocimiento y mensura de las tierras baldías, recorrió, entre otros, los

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terrenos ubicados entre tierras baldías, recorrió, entre otros, los terrenos ubicados entre los lagos Riñihue y Panguipulli y expresó la opinión de que los dos lagos antes mencionados habían formado, aun en épocas posteriores a la conquista española, una sola masa de aguas, separadas después por un gran cataclismo.

La opinión del señor Frick es confirmada por don Ernesto Greve en su biografía de aquel personaje (página 36) y llega a la conclusión de que dicho alzamiento de tierras se produjo a consecuencias del terremoto de 1575.

Reproduzcamos lo que dice, en el trabajo antes citado, el señor Greve:

«Estudios detenidos que, por nuestra parte, hemos verificado al respecto, del accidente que suponía don Guillermo Frick, fundándose en los resultados de la exploración que llevase a cabo en el año de 1862, nos han conducido al convencimiento de que el antiguo lago conocido de los cronistas bajo el nombre de Vitalauquén -o sea: Lago Grande- no era solamente el actual Panguipulli, sino que constituyó el conjunto formado por éste y el Riñihue, pues el antiguo nombre Vitalauquén no se amoldaría del todo al lago Panguipulli actual. Ahora, en cuanto a la realidad del fenómeno del derrumbe -supuesto éste, tan acertadamente, por don Guillermo Frick- ha de bastar la copia del siguiente trozo de la Crónica del Reino de Chile, escrita por el capitán don Pedro Mariño de Lobera, quien lo hacía en el año de 1595, figurando como Corregidor de Valdivia a la fecha del accidente que describe:

'Ya queda dicho en el capítulo 2.° la represa que hubo en la

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gran laguna de Renigua a los seis días del mes de diciembre de 1575. Habiendo pues durado por espacio de cuatro meses y medio por tener cerrado el desaguadero con el cerro que se atravesó en él; sucedió que al fin del mes de abril del año siguiente de 76 vino a reventar con tanta furia como quien había estado el tiempo referido hinchándose cada día más de suerte que toda el agua que había de correr por el caudaloso río la detenía en sí con hasta violencia. Y así por esto como por estar en lugar alto salió bramando, y hundiendo el mundo sin dejar casa de cuantas hallaba por delante que no llevase consigo'». {Colección de Historiadores de Chile - Tomo VI, página 314).

Desastre de Curalaba.- Sus consecuencias

Cincuenta y siete años habían pasado desde que don Pedro de Valdivia inició su grandiosa conquista de Chile, cuando un día desgraciado, el 23 de diciembre de 1598, otro Gobernador, don Martín García Oñez de Loyola, pereció a mano de los indios en Curalaba, lugar cercano a Purén.

Este hecho fue la chispa que encendió uno de los alzamientos más terribles que recuerda la Historia Chilena. Todas las florecientes ciudades del sur fueron cayendo, una a una, bajo el arma implacable del indio, o el fuego incendiario. Y así desaparecieron: Santa Cruz de Coya,

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Angol, Imperial, Valdivia y la heroica Villarrica, de la cual no salvó un solo defensor.

Es interesante recordar las fechas en que estos acontecimientos trascendentales se fueron sucediendo:

7 de marzo de 1599, despoblación de Santa Cruz de Coya

24 de noviembre de 1599, incendio y destrucción de Valdivia. Murieron ahí más de 100 españoles y fueron tomados prisioneros por los indios más de 400 mujeres y niños, también españoles.

5 de abril de 1600, despoblación de Imperial

18 de abril de 1600, despoblación de Angol.

7 de febrero de 1602, fin de la defensa heroica de Villarrica, que había durado más de tres años, y en la que todos murieron.

La suerte de Osorno

¿Cuál había sido, mientras tanto, la suerte de la lejana y aislada Osorno?

Durante los primeros tiempos del alzamiento general, el Corregidor, Capitán Jiménez Navarrete, pudo reprimir algunos conatos de sublevación de los indios vecinos a la ciudad.

Construyó, en seguida, dentro del mismo pueblo, un fuerte que sirviera para el refugio y defensa de sus habitantes.

El hambre fue haciendo presa de los infelices moradores de Osorno y de un fuerte que, en Valdivia, había fundado, el 13 de marzo de 1602, Francisco Plernández Ortiz por encargo del Gobernador don Alonso de Rivera y que, según éste, debía servir de base para la repoblación de la ciudad. Sin embargo, este fuerte debió ser abandonado después de indecibles sufrimientos de sus defensores, el 13 de febrero de 1604.

Durante este período trágico murieron en Osorno más de sesenta personas, de hambre, y en el fuerte de Valdivia más de noventa.

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Don Crescente Errázuriz, basado en cartas del Gobernador Rivera, dice lo que sigue, con respecto a la pobreza de esta gente:

«Y de las sesenta mil cabezas de ganado, y de las veinte mil yeguas y caballos, y de las setecientas yuntas de bueyes con que se labraba la tierra y de las treinta mil fanegas de trigo y cebada que se podían encerrar, más del maíz y de las papas, estando en paz y quietud, y de los tres mil indios amigos y dos mil yanaconas de servicio, no quedaba sino el recuerdo».

El Padre Rosales, tan exacto en sus relatos, agrega:

«Con la gente fue creciendo el hambre y las necesidades: éranles imposible el sembrar por tener al enemigo siempre sobre sí, y el mismo peligro había en salir a buscar yerbas, porque en descuidándose se llevaban los indios las españolas y las indias de servicio. Moríanse los más de los días mujeres y niños, de hambre, y habiéndose muerto una india la cortó un soldado los pechos y se los comió crudos. Y habiendo enterrado a un soldado salieron a escondidas otros que perecían de hambre y le desterraron y le pusieron en parte donde llegasen los perros y los gallinazos a comérsele para cogerlos y sustentarse con ellos.

Los panecitos de las malvas eran gran regalo, y estándose muriendo

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un soldado y ayudándolo a bien morir un fraile de San Francisco en lugar de decir los actos de contrición que el Padre le enseñaba a hacer en aquella hora, decía:

-Padre mío, panecitos de malvas que el hambre es la que me mata.

Muchos niños se morían de sed, porque el agua estaba lejos y no había quien la trajese; que hasta el agua les faltaba. Dos mujeres principales que antes apenas comían alones de aves, mataron a escondidas un caballo y le tenían guardado en una casa grande entre sus vestidos ricos, y buscando quien le había muerto y donde estaba le hallaron en la casa. Y porque se echó bando que ninguno matase caballo, por lo mucho que los había menester, a un soldado que mató uno or no morirse de hambre le sacaron por pena los dientes, habiéndole perdonado la vida por muchos ruegos. Hallaron una vaca de el enemigo por gran cosa, y cuando la mataron para repartir entre todos, un alférez reformado se metió dentro de ella y se bebió la sangre cruda de pura hambre. Y habiendo un soldado comídose un perro, murió aullando como perro y por un almud de habas y otro de cebada, dio una mujer unos chapines que valían treinta pesos, y por media fanega de cebada dio otra un vestido bueno de terciopelo. Tanta como ésta era la necesidad que pasaba aquella gente con indecible valor sin esperanza de remedio, muriendo cada día varias

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personas de hambre, lo cual obligó a despoblar aquella ciudad».

El coronel don Francisco del Campo

Encendida la hoguera de la guerra en toda la región comprendida entre el Bío-Bío y Chiloé, el virrey del Perú dispuso el envío de un refuerzo a Chile, el que colocó al mando del coronel don Francisco del Campo, militar de excelente hoja de servicios. Este refuerzo constaba de 265 hombres, con los cuales llegó a Valdivia el 7 de diciembre de 1599, es decir once días después de la destrucción de esa ciudad.

A del Campo no le quedó otra disyuntiva que dirigir su auxilio a Villarrica o a Osorno, optando por lo último, en vista de la amenaza inmediata que supo amenazaba durante esos días a esta ciudad.

Se sabía que un ejército de muchos miles de indios se dirigía a Osorno, una vez consumada la destrucción de Valdivia.

Del Campo logró reunir en Osorno una fuerza de cerca de cuatrocientos hombres, incluidos los que ya tenía la plaza y los que lograron escapar de Valdivia, pero esto no impidió que una noche los indios incendiaron sorpresivamente el convento de San Francisco.

Una vez que el coronel aplicó a los alzados el castigo que merecía su osadía, creyó poder auxiliar aVillarrica, pero, mientras se dirigía a cumplir su propósito, supo que los indios aprovecharían su ausencia para tratar de destruir la ciudad.

Sin embargo, siguió a Valdivia, donde había quedado su barco, a fin de aprovisionarse de anuas, municiones y ropas, y regresar al sur.

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20 de enero de 1600

Desgraciadamente, los indios aprovecharon esta ausencia y, dirigidos por Pelantaro, incendiaron totalmente la ciudad.

El día 20 de enero se celebraría con gran solemnidad en la iglesia parroquial la fiesta de San Fabián y San Sebastián, ceremonia que anualmente se hacía con la mayor pompa posible.

Los vecinos y sacerdotes propusieron suspender las fiestas, sabedores, el día 19, de la proximidad de los indios, petición que no acogió el Corregidor, tal vez para no alarmar a los habitantes, aceptando, sin embargo, que los vecinos durmieran esa noche en el fuerte, situado en la manzana NE. de la Plaza.

Esta última medida fue salvadora, pues si no, se hubiera producido en Osorno la misma tragedia de Valdivia, en que los indios ultimaron sin piedad a los españoles que, despavoridos y aislados, huían de sus casas. «Al reír de el alba comenzó el llanto de la ciudad», dice el P. Rosales.

El asalto del día 20 dejó a la ciudad, con excepción de la manzana fortificada, reducida a escombros humeantes. Al caer la tarde de ese día los asaltantes se retiraron a las lomas situadas al norte de la ciudad, pasado el río, y regresaron al siguiente a terminar su obra de exterminio antes que llegara el coronel del Campo, cuya proximidad conocerían oportunamente por centinelas que habían dejado junto al río Bueno.

Interesante es conocer la descripción que algunos vecinos hicieron de estos luctuosos sucesos.

Juan de Arostigui, en probanza de servicios hecha en Osorno, el 4 de mayo de 1602, da, en los números 15 y siguientes, preciosos datos sobre Osorno y su defensa.

En el N.°: 15 dice que, después de la pérdida de Valdivia, «el capitán y corregidor de la ciudad de Osorno recogió toda la gente en un fuerte que se hizo con cuatro cubos». Estos cuatro «cubos» eran torreones situados en cada esquina de la manzana que servía de fuerte.

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N.°: 17.- Después de la llegada del coronel Francisco del Campo, y refuerzo, fue nuevamente a Valdivia «por las municiones y demás gente que había dejado en el navio»:

«El día de los mártires San Fabián y San Sebastián, al amanecer entraron en la ciudad de Osorno cuatro o cinco mil indios con el cacique Pelantaro de la ciénaga de Purén, disparando arcabuces y a caballo con pechos e ijadas, con alboroto y vocería acometieron el dicho fuerte por cuatro partes con mechones de fuego para quemarle, donde se peleó con ellos hasta las once del día (...) y a un tiempo pusieron fuego a las casas, templos e iglesias, de manera que el humo, fuego y arcabucería y grita de los indios ponían espanto, día de mucho trabajo y riesgo, que fueron compelidos a que se retirasen de las dichas murallas».

N.°: 18.- Enseguida se retiraron y como cuatrocientos indios atacaron «la iglesia Matriz, que estaba cincuenta pasos de el fuerte y le quebraron las puertas y entraron dentro y quebraron el sagrario donde estaba el Santísimo Sacramento y lo robaron».

«Se tuvo con los indios una pelea muy reñida, de manera que murieron casi cien indios» y como vinieran en socorro quinientos indios a caballo, fue forzoso retirarse al fuerte.

N.°: 19.- Otro día «bajaron parte de los indios, y pusieron fuego a la dicha iglesia y la quemaron, que era uno de los mejores templos del obispado».

El cura de Osorno durante esos días desgraciados era el «clérigo presbítero, cura y vicario» don García de Torres Vivero, quien, en sus declaraciones, dice que «se llevaron

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la custodia y la cruz y la robaron, sacaron a un Cristo y lo ataron a un pilar de los portales de la iglesia dicha y lo apedreaban».

Iguales detalles mencionan Juan Cerón Carvajal y Bartolomé Hernández. Dice este último que cuando los indios vinieron por segunda vez y quemaron la iglesia, tuvieron cercado el fuerte durante tres días, y, al saber que venía el coronel del Campo, se alejaron y se fueron «a la isla que llaman de Gaete, que hay tres leguas».

Jerónimo Hernández, «testigo que se halló en el dicho fuerte fue, uno de los veinte de a caballo» que salieron a proteger la iglesia. Agrega que después del primer asalto los indios «se retiraron a la tarde a una loma, sobre el río de la ciudad, para impedir el tomar el agua».

El coronel del Campo llegó a Osorno el día 24.

Los indios se habían dispersado oportunamente, lo que no impidió que a muchos se les aplicara crueles castigos y se les quitara sus animales.

Hizo construir, además, en las cercanías de la ciudad, tres fuertes, a fin de prestar protección a los campos sembrados.

Viaje de del campo a Chiloé

Se aprestaba el coronel para iniciar la repoblación de Valdivia cuando tuvo conocimiento de la llegada de corsarios a Chiloé.

Ante el temor de que estos extranjeros pudieran unirse a los indios alzados, y prestarles una inmensa ayuda, del Campo se puso inmediatamente en marcha al sur, logrando constatar que el holandés Baltazar de Cordes se había apoderado de la ciudad de Castro.

Después de una breve y victoriosa campaña, alejó el peligro corsario y regresó a Osorno.

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Doña Inés de Bazán, una heroína hija de Osorno

Hemos omitido los detalles de la lucha que permitió a del Campo la recuperación de Castro; pero no olvidaremos un episodio que protagonizó una hija de Osorno, doña Inés de Bazán, que, después de la muerte de su marido, el capitán español don Juan de Oyarzún, que vino con don García de Mendoza y murió en acción de guerra, se trasladó a Chiloé con sus tres hijos.

Después de la toma de Castro, hecha en forma pérfida por el corsario Cordes, el capitán don Luis Pérez de Vargas, que estaba ausente de la ciudad acompañado de veinticinco hombres, trató de recuperar por sorpresa el mayor número de sus compañeros, sobre todo las mujeres, entre las cuales se encontraba su propia mujer.

Desde los montes en que Pérez de Vargas y sus compañeros permanecían refugiados, envió a un soldado de apellido Torres, que fingió haber desertado, para que preparara los detalles de la sorpresa.

Doña Inés fue su entusiasta cooperadora, y en el momento del asalto de sus compatriotas los cañones corsarios bajados del buque no funcionaron, pues la osada osornina había mojado sus cuerda-mechas.

El capitán Pérez Vargas tuvo éxito en su empresa, pues logró recuperar siete mujeres quitó el ganado al enemigo, mató dos holandeses, hirió a su capitán y hasta les arrebató un estandarte.

Desgraciadamente, Torres y doña Inés no lograron escapar. Cordes hizo ahorcar al primero «y cuando estaba doña Inés al pie del cadalso, con la soga al cuello, compadecióse de ella el corsario, contentándose con expulsarla del recinto, después de haberla hecho aplicar cruelísimos azotes». (Vicuña Mackenna - Historia de Valparaíso - Tomo I, página 107).

En esta forma el pérfido corsario holandés, que traicioneramente se apoderó de Castro, completó, sin quererlo, el terceto de heroínas de Chile colonial que llevaron igual nombre: Inés de Suárez, Inés de Aguilera e Inés de Bazán.

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Actividades de Del Campo en Osorno

A su llegada a la ciudad de Osorno, del Campo se encontró con la dolorosa noticia del fallecimiento del estimado Corregidor, capitán Jiménez Navarrete, y procedió a nombrar en su reemplazo al vecino don Francisco de Figueroa.

Trató por todos los medios de ponerse en comunicación con el Gobernador Rivera, a fin de que éste se impusiera de la situación calamitosa en que se encontraba Osorno

Inició una guerra implacable contra los indios en estado de cargar armas. Se calcula que en esta ocasión fueron muertos más de mil quinientos, haciendo prisioneros a más de mil. Sin embargo, este sistema no produjo el resultado que del Campo esperaba, pues el cruel método no hizo más que aumentar el espíritu de rebelión

Viendo el coronel del Campo que una mayor resistencia de los españoles en Osorno a nada bueno conduciría, dada la falta de ayuda exterior, resolvió, de acuerdo con el vecindario, el traslado de toda la gente a Castro, para lo cual él mismo se dirigió primeramente a ese lugar a fin de traer caballos y víveres para realizar su propósito.

No pudo imaginarse nunca este distinguido militar que ese viaje significaría el fin de su vida. En efecto, mientras muchos de sus compañeros se dispersaron junto a «la primera bahía», a fin de reunir embarcaciones para cruzar a Castro, los indios, guiados por un mestizo quiteño llamado Lorenzo Baquero, a quien del Campo había castigado anteriormente, cayeron sorpresivamente sobre el campamento del coronel, sucumbiendo éste a manos del mestizo que, a su vez, fue muerto por un español.

El cadáver del coronel Del Campo fue echado por sus compañeros a un río, atado a grandes piedras, a fin de que los indios no profanaran su cuerpo, ni utilizaran su cabeza como trofeo de victoria.

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Llegada de Francisco Hernández Ortiz

A fines de 1601 pudo llegar a Valdivia una expedición de socorro. En efecto, el 22 de noviembre ancló en ese puerto un navio con auxilios, a cargo del capitán Francisco Hernández Ortiz, enviado por el Gobernador Alonso de Rivera. Inmediatamente esta expedición se puso en marcha en dirección a Osorno

En el trayecto pudieron darse cuenta del hambre terrible que sufrían aún los propios naturales, pues, como cuenta el Padre Rosales, vieron a un indio en la labor canibalesca de comerse a su propia mujer.

Dos enviados que se adelantaron a Osorno a fin de obtener medios para el cruce fácil del río Bueno, trajeron a su regreso la dolorosa noticia de la muerte del coronel Del Campo.

A su llegada a Osorno Hernández Ortiz tomó el mando de la ciudad, orden que, por otra parte, traía del Gobernador Rivera, para el caso que Del Campo no existiera.

Como los elementos de auxilio que traía no alcanzaron a cubrir las necesidades enormes de la población, fue en busca de ellos a Chiloé, los que obtuvo al encontrarse en Carelmapu con el capitán Jerónimo de Peraza, reemplazante de del Campo, que, después de cumplir el objetivo que llevó a su jefe al sur, regresaba a Osorno.

Una vez calmadas las principales necesidades de los osorninos, Flernández Ortiz se dirigió al norte a fin de prestar socorro a los defensores de Villarrica, pero antes pasó por Valdivia con el fin de establecer un fuerte que, al mismo tiempo que sirviera de base a la repoblación de la ciudad, protegiera el puerto, tan indispensable a las necesidades de los habitantes del sur.

Este fuerte se llamó de la Trinidad, y fue establecido el 13 de marzo de 1602

Cumplido el proyecto de instalar primeramente este fuerte, Hernández Ortiz continuó su viaje aVillarrica; pero en el trayecto a esa ciudad se impuso del tremendo fin que tuvieron todos sus defensores, por lo que

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resolvió volver a Osorno.

Libres ya los indios del asedio a Villarrica, pudieron concretarse a hostilizar el fuerte recién establecido de Valdivia, el que debió ser abandonado el 13 de febrero de 1604.

Despoblación de Osorno

Desde el terrible 20 de enero de 1600, las penalidades de los habitantes de Osorno fueron día a día agravándose. Los cuatrocientos hombres con que logró contar el coronel del Campo, fueron mermando poco a poco hasta verse reducidos a ochenta.

En los últimos tiempos de la defensa, debieron intervenir hasta las mujeres.

Al ver que esta situación se hacía del todo insostenible, el capitán Hernández Ortiz, resolvió abandonar la ciudad o, mejor dicho, el fuerte que los había protegido durante los últimos tiempos.

No era otra tampoco la determinación que había tomado, por su parte, el Gobernador Rivera, orden que Hernández Ortiz no conoció antes de tomar su propia resolución, debido a contratiempos sufridos por el barco que la traía.

Y comienza aquí la escena final de eta tragedia.

El 15 de marzo de 1604 los osorninos tomaron el camino del sur en dirección a Calbuco. La orden de Rivera, desconocida del Corregidor, era llevarlos a Carelmapu, pero el Gobernador aprobó después plenamente lo hecho por su capitán.

Para narrar el dramático éxodo de esta pobre gente, tendríamos que decir con otras palabras lo que en forma vivida e impresionante cuenta el Padre Rosales, quien, a su llegada a Chile, muy poco tiempo después de estos sucesos, logró auscultar aún el dolor intenso que ellos produjeron Dice el Padre:

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«... y con ver los grandes trabajos, hambres y muertes, puso en consulta la despoblación de la ciudad de Osorno con el Cabildo y capitanes de experiencia, y viendo todos como se iban consumiendo y que les era imposible el sustentarse, fueron de parecer que despoblase y se fuesen a Chiloé, que aunque estaba cuarenta leguas no había otra parte más cercana.Con esto salieron los españoles y españolas, religiosos y monjas, los más a pie, y cual o cual a caballo, sin llevar que comer, cargadas las mujeres de sus hijos; cual se para de floja y cansada y cual se caía en el suelo de hambre. Unas dejaban los hijos, y los soldados de compasión los cargaban, y otras por su flaqueza pedían a los maridos que se los ayudasen a cargar, y hubo hombre de estos que llevaba a cuestas tres niños. Era lástima ver a las pobres españolas, gente noble y delicada,

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caminar a pie y descalzas, con el ato a las rodillas, por pantanos y ríos, con grandísima aflicción y trabajo, comiendo yerbas crudas, y tan desflaquecidas que había día que no marchaba el campo un cuarto de legua. Quien más compasión causaba eran las santas monjas, que por la honestidad y vergüenza caminaban algo apartadas del bullicio de la gente, todas juntas, descalzas y alegres en los trabajos que por Dios pasaban, rezando sus horas por el camino y cantando alabanzas a Dios, causando a todos ánimo y devoción al verlas, al paso que todos las tenían compasión. Sacaron algunas señoras de Osorno sus vestidos ricos, sus galas y atavíos, y como el camino era tan largo y penoso los iban arrojando, teniendo por mejor aligerar de carga que verse oprimidas de ella, no haciendo poco en llevarse a sí mismas, que fue el camino más trabajoso y tal el hambre que murieron en él veinte y cuatro personas españolas y indias, y se tubo por valiente y esforzada la que llegó a Carelmapu, que fue el fin de la jornada, donde hicieron dos fuertes para toda la gente».

Felizmente, todo el mundo, indios del lugar y españoles de Castro, colmaron a esta pobre gente de mil atenciones, dentro de la escasez general de recursos. Hubo también un buen número de indios infieles que hasta allá siguieron a sus amos y se radicaron en ese lugar de paz.

Una vez que el capitán y Corregidor Hernández Ortiz dejó a su gente instalada, sólo pensó en pedir al

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Gobernador su relevo, pues expuso «que se hallaba ya muy viejo y trabajado, y que estimaría le hiciese favor de enviarle sucesor y dejarle ir a morir con descanso».

Las monjas de Osorno

Las pocas siervas del Señor que lograron salvar de las penalidades, no se fueron al Calbuco, sino directamente a Castro, donde permanecieron hasta que fue un barco a buscarlas.

Y como si sus penalidades hubieran sido pocas, el navio que las conducía, azotado por un temporal, se perdió en Concepción, por lo que debieron terminar su viaje en otro barco.

Como lo dijimos en capítulo anterior, se radicaron en Santiago con el nombre de monjas Claras.

Osorno, sólo un recuerdova

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Pasaron los años, murieron todos los actores de este doloroso drama de guerra, y de Osorno no se conservó sino el recuerdo

Córdoba y Figueroa, que escribió su Historia de Chile más o menos en 1740, dice:

«Este país quedó tan impenetrable, que de presente no habrá diez españoles en Chile que la hayan visto, tal es la fuerza o terquedad».

En capítulos siguientes veremos el porqué los indios trataron de ocultar con obstinación el lugar donde floreció un pueblo laborioso.

Algunas infelices mujeres españolas cogidas por los indios durante los ataques contra Osorno, no tuvieron la suerte de la monjita de Huentemagu y debieron soportar largos y penosos cautiverios.

En un informe sobre Francisco Lazo de la Vega, fechado el 16 de marzo de 1634, firmado por don Lorenzo de Alnen, y que reproduce Gay en sus Documentos (Tomo II, página 360, N.°: 116), encontramos el siguiente dato:

«De hallarse este enemigo tan castigado resulto venir mensajeros de la Imperial con presente a tratar rescates cayendo ante mano los Españoles con que se hallaban y de esta manera de mujeres de las que viven de 33 años a entre ellos se han rescatado y particulares tres principales vecinas de Osorno doña Juana de Figueroa, doña M. de Luna y doña Violante Suárez, no se sabe que haya español entre ellos, infinitas gracias sean dadas a Dios».

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Pero el recuerdo de Osorno se mantuvo, no sólo por su heroica vida, sino por sus habitantes que, al dispersarse, fueron las ramas del tronco familiar que vivió y sufrió en la arruinada ciudad

El padre Luis Mansilla Vidal, en su obra Relación genealógica de varias familias de Chiloé, página 4, dice:

«Parece que Osorno hubiera sido la tierra clásica donde se formó el nudo gordiano de las familias de los primeros Conquistadores, cuyos vástagos se han extendido con profusión, de manera que para ellos no ha habido frontera ni de mar ni de cordillera que les haya impedido formar esa cadena interminable».

Muchos apellidos de conquistadores que se avecindaron en Osorno se mantienen hasta nuestros días y, además, hay mucha gente que, a pesar de tener apellidos distintos, descienden de aquellos valerosos soldados-ciudadanos.

En la imposibilidad de formar, por ahora, una lista más o menos completa de todos los habitantes de la antigua ciudad, repetiremos los nombres de algunos vecinos destacados, que hemos sacado de la obra antes mencionada del Padre Mansilla.

Ojalá más tarde tengamos tiempo y medios para hacer un estudio detallado de las antiguas familias osorninas, pues, como lo dice don Rodolfo Lenz en carta de 21 de agosto de 1912 al Padre Mansilla:

«Es una tarea sumamente instructiva la de investigar la historia de una familia a través de los siglos. Así comprenderemos realmente que es la historia y que vale la vida humana. Investigar la historia de

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su propia familia no es un juego de vanidad, como muchos creen, sino la base de los estudios históricos en general».

Entre los primeros vecinos y encomenderos debemos citar a los cuñados de don Pedro de Valdivia, y sus descendientes.

Don Diego Nieto Ortiz de Gaete González Marmolejo llegó a Chile en 1551 en busca de su cuñado. Este lo nombró alcalde de Valdivia. Más tarde se avecindó en Osorno, donde fue regidor y alcalde ordinario en 1560.

Don Cristóbal vino al país con sus hermanas Marina y Catalina. Vivió primeramente en Imperial y Santiago, y después en Osorno.

Don Juan Suárez de Figueroa Nieto Ortiz de Gaete fue encomendero en Osorno y oficial de Real Hacienda, y regidor desde 1560 a 1580, casado con doña Inés de Mendoza Carvajal, hija de don Alvaro Mendoza, también encomendero de Osorno.

El capitán don Francisco Nieto Ortiz de Gaete de Estrada Caravantes fue un rico encomendero.

El capitán don Juan de Oyarzún fue casado con la heroína de Castro, doña Inés de Bazán, siendo ellos el tronco de la familia de este apellido.

El capitán don Juan de Alvarado, origen de este apellido en Chile, fue regidor y alcalde ordinario de la ciudad en 1560 y 1564. Vino de España en compañía de su mujer, doña Mencía de Moraga, y se avecindaron en Osorno, hasta la destrucción de la ciudad, de donde se trasladaron a Castro.

El capitán don Baltazar Verdugo, encomendero, fue regidor en 1563, oficial real, alcalde ordinario en 1573 y 1580. Murió a manos del enemigo.

Don Baltazar Ruiz de Pliego de la Vega, vecino en 1585, fue después gobernador de Chiloé

El capitán don Pedro Mazo Muñoz de Alderete asistió a la fundación de Valdivia y se avecindó en Osorno.

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Don Pedro de Subillagoya fue contador mayor de las Reales Cajas de Osorno, emparentado con las familias Andrade y Barrientes.

Con respecto a la familia Díaz, encontramos como encomendero de Osorno, en 1560, a don Jerónimo Díaz Carrasco. Su familia se emparentó con la de don Luis Chirinos de Loaiza, fundador de Osorno en 1558, y que fue alcalde ordinario hasta 1585

Una hija de éste, doña Mariana, se casó en Osorno con don Francisco Montoya.

Flermano de la anterior fue el capitán don Jerónimo Chirinos Díaz de Cabrera Fernández, que se unió a doña Teresa Serrano Aguirre.

Don Hernando de Moraga, fundador de Osorno, fue alcalde ordinario y encomendero en 1560. Después de la destrucción de la ciudad se trasladó a Santiago.

Don Pedro Vidal, actuó en toda la defensa de Osorno.Otros vecinos fueron:Don Juan de Espinoza y Rueda, encomendero, regidor y

oficial real en 1560 y 1563;Capitán don Hernando 1.° Arias, encomendero, síndico

del Convento Franciscano en 1573;Capitán don Juan de Montenegro, regidor en 1580. Fue

uno de los conquistadores de Chiloé en 1567;Don Mateo Pizarro, que vivió en Osorno desde 1558 a

1585;Don Juan Garcés de Bobadilla, encomendero en 1574;Capitán don Francisco Garcés de Bobadilla,

encomendero;Capitán don Julián Carrillo, corregidor en 1578;Capitán don Diego Frías Narváez, escribano público;Capitán don Juan de Oyarzún Bazán, hijo de don Juan y

doña Inés, natural de Osorno, que casó con doña Gregoria Frías Narváez Díaz de Cabrera Fernández, también osornina, que se radicaron en Castro;

Don Pedro Muñoz (a veces Núñez) de Alderete, vecino de Osorno en 1587

Si se toma en cuenta que todas las personas que hemos nombrado, y muchas otras oriundas de Osorno o avecindadas en él, fueron padres de numerosos hijos, se verá cómo es efectivo que esta ciudad fue «la tierra clásica donde se formó el nudo gordiano de las familias de los primeros conquistadores» del sur de Chile.

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Reliquias históricas

Un vecino de Osorno, don Leo Rüffelmacher, tuvo la suerte de encontrar, en época reciente, un pequeño objeto destinado al culto que, sin duda, perteneció a alguna de las iglesias de la antigua ciudad.

Se trata de una campanilla de mano fundida en bronce el año 1539 y que salió a flor de tierra durante una faena de limpieza de terrenos, en un campo situado al oeste de la ciudad y a corta distancia de ella.

En 1600 los indios saquearon todas las casas de Osorno, llevando cuanto objeto de valor o de curiosidad encontraron. Por supuesto que no menospreciaron la campanilla a cuyo son los fíeles seprosternaban durante el sacrificio de la misa o el desarrollo de las procesiones.

Para formarnos una idea de su tamaño, diremos que su diámetro inferior es de ocho y medio centímetros, siendo el superior de cinco. La altura total es doce centímetros, pesa 500 gramos y no ha conservado el badajo.

La cara externa de esta reliquia está llena de grabados en alto-relieve, y muestra en su circunferencia superior la leyenda latina «O, mater del memento me!» {¡Oh, Madre de Dios, acuérdate de mí!). En el ruedo inferior, y en caracteres góticos, se lee: «Eben ghegosen im ihar MDXXXIX» («Recién fundida en el año 1539»),

Este objeto es, sin duda, el recuerdo histórico de mayor valor que hemos encontrado, hasta ahora, relacionado con la ciudad que los indios destruyeron a fines del siglo XVI.

El espíritu profundamente religioso de los repobladores de Osorno, hizo que en 1796 una de las primeras preocupaciones fuera la de recuperar las imágenes que adornaron las iglesias de la primera ciudad y las campanas de su templo principal.

Ese año don Ambrosio O'Higgins ofició al Intendente de Chiloé, don Pedro de Cañaveral, a fin de que este funcionario tratara de ubicar el paradero de la Virgen del Rosario, que los habitantes llevaron al sur en el tiempo de la despoblación.

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Los informes del Intendente establecieron que dicha imagen había sido trasladada a Chacao, donde fue devorada por el fuego de un incendio que destruyó la iglesia de ese lugar.

Cañaveral agregaba que los libros de Tesorería de la construida ciudad habían sido enviados a Lima.

En 1798, el Gobernador de Osorno, don Juan Mackenna, según lo declara en oficio de 2 de noviembre, hizo investigaciones entre los indios con respecto al paradero de las antiguas campanas.

Interrogado al respecto el cacique Caniu, declaró que ellas, «según las informaciones de los indios ancianos, se hallaban en el río de las Canoas», y que haría lo posible por sacarlas en el buen tiempo.

Los datos imprecisos de la tradición hicieron que estas búsquedas no tuvieran el éxito deseado.

La actual ciudad de Osorno

Primera parte

La repoblación (1796-1810)Antecedentes del actual Osorno.- Fundación de «Conversiones»

Pasaron muchos años desde los hechos que ocasionaron la ruina de todas las ciudades del sur de Chile, y sólo la planta victoriosa del indio recorrió estos campos.

La reconquista se fue realizando en forma lenta y paciente por los soldados de Cristo, los Franciscanos, que,

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desde su sede de Chillán, fueron avanzando hacia el sur en su propósito de propagar la fe.

Fue así como instalaron en esta región las «conversiones» de Río Bueno, Cudico, Dagllipulli y otras.

La de Río Bueno fue fundada el 3 de enero de 1778; la de Cudico, el 9 de enero de 1787; y la de Dagllipulli (lugar donde hoy se encuentra la estación ferroviaria de Rapaco), el 14 de enero de 1787.

Alzamiento de los indios de Río Bueno

Un alzamiento de los indios trajo por consecuencias la ruina de la antigua ciudad de Osorno. Lo curioso es que otro alzamiento apresuró su repoblación, ya que la expedición encargada de castigar a los rebeldes siguió avanzando hacia el sur hasta tomar posición de los terrenos de la antigua ciudad

En la noche del 20 de septiembre de 1792, catorce años después de su instalación, la misión de Río Bueno fue destruida por los indios, los que, además, «mataron cinco españoles, cautivaron a dos mujeres con sus hijos, y a el P. Pdor. Fr. Antonio Cuzco le sorprendieron entre la cocina y la Casa Misional, hiriendo de una lanzada el Brazo; así herido pudo entrar a la casa, en la que permaneció hasta el veinte y cuatro a las dos de la tarde, en que..., los indios cada instante más sedientos de sangre española, y sin saber el consentimiento de su cacique D. Juan Queipul que se hallaba ausente, entraron en el cuarto del Padre, que estaba reclinado en su cama, y abrazado con el Sto. Cristo, les habló palabras dulces como Padre de ellos, y les ofreció dar cuando pidiesen, pero los infelices, como rabiosos perros y sin atender a las dulces razones del Padre, le dieron dos puñaladas, una en la tetilla y la otra en el vientre, con las que entregó su alma al Redentor». (Así encontramos relatados estos hechos en el Libro Universal', N.°: 1, que se encuentra en la Parroquia de Río Bueno).

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Expedición punitivaDon Lucas de Molina, coronel de Infantería de los reales

ejércitos y gobernador interino de la plaza de Valdivia, convocó a una junta de guerra para considerar los hechos acaecidos en la región de Río Bueno, la que dispuso que el capitán de Infantería don Tomás de Figueroa (el mismo del motín de Santiago en 1811) saliera a castigar y someter a los indios.

El Diario puntual y manifiesto que escribió este militar, nos relata en detalle todas sus actividades guerreras, a las que dio comienzo el 3 de octubre de 1792.

Instaló el centro de sus operaciones en la misión de Dagllipulli, la que transformó en cuartel. A doscientos metros escasos, al poniente de la estación de Rapaco, podemos ver actualmente los fosos que protegieron ese fuerte.

El viernes 21 de noviembre, en conferencias que tuvo don Tomás de Figueroa con los caciques Catriguala e Iñil, prometieron éstos hacerle entrega de la ciudad de Osorno «con todos sus territorios», ceremonia que se efectuó al día siguiente.

El sábado 22 de noviembre de 1792 amaneció lloviendo con furia, pero a las 9 de la mañana cesó el temporal, como para dar buen tiempo a la realización de un acto trascendental en la vida de un pueblo.

Toma de posesión

El día mencionado, el capitán Figueroa, acompañado de los caciques Iñil y Catriguala, se dirigió a tomar posesión de las ruinas de la heroica Osorno.

Pero mejor dejemos hablar al propio capitán, contándonos este acontecimiento de importancia capital:

«Luego que los caciques me dieron a entender me hallaba en la ciudad, mandé formar mi

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campo en batalla, manteniendo a derecha e izquierda, en la propia formación, a los indios amigos, que me habían acompañado en toda mi campaña, y en esta posición ordené que todos los oficiales, la bandera y los caciques amigos saliesen al orden de parada y se uniesen en el centro, donde se hallaba la bandera, donde igualmente debían concurrir los reverendos padres misioneros, fray Manuel Ortiz, Fray Francisco Hernández y el intérprete Francisco Aburto, y mandando a Catriguala, Iñil y demás caciques se aproximasen donde me hallaba; luego que lo verificaron, a presencia de todos los citados, mandé al intérprete el capitán de amigos Francisco Aburto preguntase a los caciques Catriguala e Iñil y demás caciques de su llamamiento, cuál era el motivo que les obligaba a ceder la ciudad de Osorno, a lo que respondieron que no les obligaba otra causa ni motivo que la de quererla ceder voluntariamente al Rey, y que, a su nombre, pudiese yo tomar posesión de ella, en manifiesto de que ellos no habían sido comprendidos como los demás caciques en la conjuración que había experimentado la plaza de Valdivia con la muerte de un padre misionero

y once españoles más, de que estaban horrorizados

Satisfechos todos los circunstantes de ser cierta y verídica la cesión voluntaria de la ciudad de Osorno, a beneficio del Rey, mandé que todos volviesen a ocupar sus puestos, y que el padre capellán fray Manuel Ortiz, acompañado del padre misionero fray Francisco Hernández formasen un altar con la posible decencia, y que en él colocasen la efigie de la Virgen del Pilar, patrona de mi

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campo, y me diesen mi aviso de haberlo verificado, mandando al mismo tiempo que los diez batidores saliesen al frente y viniesen a formar en el centro donde se hallaba la bandera. En el instante de haberse formado y concluido el altar, mandé que don Teodoron Negrón, que mandaba el centro, saliese con toda su división y la bandera y la formase en columnas y en esta posición permaneciesen hasta nueva orden, disponiendo que el teniente don Pablo Asenjo hiciese desplegar el resto de mi campo en una fila, y con ella formar un cuadro, debiendo quedar en el centro de él el altar y colocar en los ángulos del principal frente dos pedreros, y con la orden al condestable Félix Flores de mandar pegar fuego a ellos en el instante que se le ordenase; dispuesto todo, pasé acompañado de mi ayudante, el cadete don Lucas de Molina, al sitio donde estaba la bandera y tomándola de la mano del cadete don Remigio de Molina, dispuse la marcha en estos términos: los diez batidores en tres filas, llevando uno delante que los mandaba, después seguían los citados cadetes espada en mano, teniéndome a mí en el medio, después seguía toda la división que mandaba don Teodoro Negrón, con filas abiertas, cubriendo la retaguardia, y mandando al tambor romper marcha y al teniente don Pablo Asenjo que mandase presentar las armas enarbolando la bandera, pasé frente del altar, a cuyos lados estaban de rodillas delante de los R. R. P. P. misioneros ya citados, y mandando a todos la voz de atención, repetí por tres veces la voz de silencio, silencio, silencio, atención, atención, atención, Castilla, Castilla, Castilla. Osorno, Osorno, Osorno, por el Rey nuestro señor don Carlos IV, y a cuya voz repetía todo mi campo por tres veces que ¡viva! mandando al mismo tiempo el teniente Pablo Asenjo al condestable Félix Flores hiciese dar fuego a un pedrero

Estas ceremonias se repitieron en todos los ángulos del cuadro, en los propios términos que lo habían verificado en el centro de él, y después de concluidas coloqué la bandera a la espalda del centro del altar y dejándole de custodia toda la manga que la había acompañado, y retirándome con mis dos citados cadetes, mandé al teniente don Pablo Asenjo volviese a su formación en batalla, y que formando después en columna, marchase a colocarse frente al altar, a asistir al Te Deum Laudamus que cantaron los dos enunciados P. P. en acción de gracias, por habernos concedido Dios la posesión de una ciudad que tanto habían resistido los indios el manifestarla y cederla.

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Concluido este acto, que a todos los indios que estaban presentes causó la mayor novedad y admiración, mandé que se retirase el campo a que acampase y dar las disposiciones a la seguridad de él, y también a obsequiar a todos los caciques e indios de cuenta. Este día se concluyó con carreras de caballos promovidas por los indios, y otros juegos,

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retirándose Catiguala y sus caciques después a disponer para el día siguiente la partida de su hijo y el indio que había de acompañar al sargento de artillería que iba a conducir mi oficio a Chiloé para aquel gobernador.

También se verificó que los caciques Catiguala, Iñil y los demás con todos sus guillimenes me fuesen a enseñar la ciudad y sus entradas, en lo que se gastó más de hora y media de tiempo, por estar la mayor parte de ella montuosa».

Y así terminaron las actividades del día 22 de noviembre.

Al día siguiente, domingo, hubo una solemne misa que cantó el P. Ortiz y ofició el P. Hernández y se hicieron los preparativos para colocar en la Plaza una gran cruz de Caravaca. Este es un lugar de España, célebre por una cruz de cuatro brazos que allí se venera. La madre de don Tomás se llamaba María Caravaca.

La cruz, de seis varas de alto, colocada en la Plaza de Osorno, llevaba la siguiente inscripción: en el brazo superior de ella «¡Viva Carlos IV»; y al pie «Por don Tomás de Figueroa»; y debajo «Año de 1792».

También ese día domingo continuó el reconocimiento de las ruinas de la ciudad destruida

«En ella encontré -dice Figueroa-, muchos vestigios por su grandeza, por lo hermoso y ancho de sus calles tiradas a cordel, y edificios que aunque arruinados indicaban haber sido población populosa y rica, con muchos pozos hechos con el mejor arte; en uno de ellos encontré una escalera, y presumiendo que en él pudiese haber alguna cosa de importancia, dispuse que los soldados tirasen a agotarle el agua, lo que no pude conseguir por falta de instrumentos y porque tenía más de cuatro varas de ella; en otros que estaban casi tapados mandé se tirasen a destapar, pero por no tener útiles para ello me fue forzoso desistir».

Y así quedó consumada la toma de posesión de Osorno, y a fin de afirmar este dominio, se instaló un fuerte junto al río Rahue, hechos con el mejor arte; en uno de ellos encontré una escalera, construido por el ingeniero don Manuel Olaguer Feliú. Como jefe del destacamento, quedó el subteniente don Julián Pinuer.

V-A.

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Junta General de 8 de septiembre de 1793

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Como en la entrega de las ruinas de Osorno hubieran intervenido solamente los caciques principales, vecinos inmediatos de la arruinada ciudad, se juzgó conveniente obtener la conformidad de todos los jefes indígenas de la provincia de los Llanos, para lo cual se les convocó a una junta general, que se efectuó el 8 de septiembre de 1793, a orillas del río Rahue, o de las Canoas.

Fie aquí el acta de los acuerdos tomados en ella:

«Junta General de esta provincia de el Buta Huyllimapu o Llanos, jurisdicción de Valdivia, celebrada el día 8 de septiembre de este año de mil setecientos noventa y tres a las orillas del río de las Canoas en el valle e inmediaciones a la arruinada ciudad de Osorno, reducción de Rahue, con asistencia de todos los caciques de la provincia (excepto el del Cantón de Río Bueno, Queypul, que se halla ausente) es a saber, Catrihuala, Iñil y Canihu, caciques de Rahue, y con ellos los quilmenes, o cabezas de sus parcialidades, Calfunguir, cacique de Dallipulli; Ancaquir, Cacique de Cudico; Colin, Cacique de Quilacahuín; Naquinquir y Pichi-Huaquipán, Comisionados de Pailapán, Caciques de los Juncos. Estando acompañados cada uno de estos caciques de las principales Cabezas de sus respectivas Comunidades, interviniendo por parte de los españoles el subteniente don Julián Pinuer, comandante de el nuevo destacamento de Osorno; el padre predicador apostólico fray Francisco Javier de Alday, misionero de Dallipulli, y el Comisario de Naciones don Francisco Aburto, comisionados todos tres por el muy ilustre señor Capitán General de el Reino, para la celebración de dicha Junta. A la que así mismo concurrieron el padre predicador apostólico Fray Manuel Ortiz, misionero de Río Bueno, el cabo primero Ramón Flandes, los oficiales de amigos que acompañan a los caciques nombrados, con otros soldados y lenguaraces. Se expresan los artículos en que con arreglo a la instrucción, que dio el señor Gobernador interino de la Plaza de Valdivia, el coronel don Lucas de Molina Bermudo; quedaron convenidos los indios de esta Reducción de Rahue, y la Paz general de toda la Provincia. Reconvenidos los indios de la superioridad de las armas del Rey nuestro señor (que Dios guarde), en la guerra próxima pasada y que con ellas en la mano se habían apoderado los españoles de la arruinada ciudad de Osorno, y su territorio, antes que el muy ilustre señor Capitán General de él, por efecto de su piedad generosa, les concediese el perdón; y que así era preciso admitiesen el destacamento que de orden superior se ponía en este destino, y se establecieren en él los españoles; pero que

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para este fin necesitaban correspondiente extensión de terreno, dijeron:

1°: Que desde luego llevaban muy a bien que los españoles se cimentasen en las tierras de sus antepasados.

2.°: Que tomasen los españoles todas las tierras que hay entre los ríos de las Canoas y las Damas, desde las juntas de éstos en cuya inmediación están las ruinas de Osorno, hasta la Cordillera, para lo que cedían desde ahora para siempre a favor del Rey nuestro señor cualesquiera acción o derecho que ellos o sus sucesores podían tener a dichos terrenos sin que para esto sea necesario otro documento.

3. °: Que estarán prontos a las órdenes del Comandante de este destacamento y siempre serán amigos constantes de los españoles, y los socorrerán en cuanto pudieren.

4. °: Que si algún indio insultase a los españoles le entregarán para su justo castigo, como también avisarán al Comandante si algún español les hace algún agravio para que le aplique la pena correspondiente.

5. °: Que darán paso franco, y auxiliarán con embarcaciones, cabalgaduras y guías, a los correos del Rey; como también a los españoles que trafiquen por sus tierras sin causarles demoras ni perjuicios.

Reconvenidos de que antes de la pasada guerra habían pedido Padres misioneros a quienes habían cedido tierras para su mansión y preguntados si los admitían de nuevo y en qué términos, dijeron:

1°: Que con todo gusto admitían padres misioneros.

2. °: Que para su mansión les darían tierras independientes de las asignadas para los españoles, queriendo que estuviesen entre ellos los misioneros en paraje competente.

3. °: Que no darían sentimiento alguno a los padres, obedecerían sus disposiciones y los respetarán como corresponde.

4. °: Que aunque la extensión de la misión debía ser la dependencia de los tres caciques Catrihuala, Iñil y Cahihu, que está entre el río Pilmaquén y Maypué no permite la distancia que los padres cimentados en las orillas del río de las Canoas, puedan asistir a todos los indios que comprende dicha reducción de Rahue por lo que si todos estos indios han de estar debajo de Misión se hace preciso el establecimiento de otra en las inmediaciones del río Pilmaiquén a que acceden estos caciques siempre que el Rey lo juzgue oportuno.

5. °: Que todos indistintamente entregarán sus hijos menores para el bautismo y en tiempo oportuno para la instrucción cristiana.

6. °: Que todos los solteros se casarán en adelante por la Iglesia y cumplirán con las obligaciones cristianas.

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Convenidos los Caciques y guilmenes de esta reducción de Rahue que van expresados para perpetuar el establecimiento de los españoles en estas tierras y mantener con ellos una constante paz, se hizo la ceremonia de enterrar en el mismo campo de la Junta un fusil, una lanza y una macana, acción con la que perpetúan la amistad, y poniendo sobre estas armas los bastones del Rey, la bandera y el Laurel de la Paz, se abrazaron todos los indios de la reducción y dieron la mano a los Padres Misioneros y demás personas españolas nombradas arriba.

Después de practicadas estas diligencias Calfuguir, Cacique de Dallipulli, tomando en la mano el bastón de Su Majestad, como primerCacique de la Plaza de Valdivia, habló sobre la firmeza en mantener los tratados de estas paces establecidas con los españoles y demás puntos convenidos en la Junta y pasando más adelante peroró sobre la recíproca amistad entre todos los caciques concurrentes que hasta entonces se habían mirado como enemigos irreconciliables, y se estableció entre ellos la paz con mutuas satisfacciones de que resultaron cinco artículos:

1°: Que si algún indio cometiese algún exceso, ninguno se opondría a su justo castigo

2. °: Que no se maloquearán ni robarán unos a otros.

3. °: Que si algún cacique o mocetón intentase perturbar la paz, lo entregarán a los españoles para que le castiguen.

4. °: Que en llegando Queypul se le obligue a mantener como tos mismos Tratados y que si no lo hace le perseguirán como enemigo común, siendo este el objeto principal de la concurrencia de los Caciques a esta Junta; pues miran a Queypul como causante de todos los males que han padecido en la próxima guerra.

5. °: Que siempre que el señor Gobernador de Valdivia los llame armados estarán prontos a servirle personalmente con armas y caballos, contra cualesquiera enemigo de los españoles, con esto se cerró la Junta con mucho regocijo.

El día siguiente se visitaron los caciques nuevamente reconciliados, se hicieron muchos cargos y se dieron los correspondientes satisfacciones. De nuestra parte se les volvió a encargar que nunca faltasen a lo tratado en la Junta bajo el supuesto que no había más perdón si volvían a delinquir como ya se les había dicho el día antecedente.

El día diez los Caciques Iñil y Caniu, acompañados de algunos mocetones nos llevaron a pasear las tierras que habían cedido al Rey, y de nuevo a nombre de todos renovaron la cesión. Así mismo el Cacique Canihu cedió para los padres misioneros las tierras llamadas Butalelbún, cuyos linderos son por el este el Estero llamado Cuhinco, por el sur el río de las Canoas y por el este y norte la montaña. Pero el padre comisionado Fray Francisco Javier Alday, dijo al dicho Cacique en presencia de todos que solamente podía recibir y recibía a nombre de Dios y del Rey, el uso y no la propiedad de las tierras que le asignaba para el establecimiento de los padres, y el cacique Caniu respondió que desde luego reservaba en sí la propiedad de las expresadas tierras como dueño legítimo de ellas y que si por algún acaso faltaban de allí los padres misioneros entraría a gozarlas él o los herederos que representasen su acción y para que conste lo firmamos en Osorno a once días del mes de septiembre

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de mil setecientos noventa y tres. Julián Pinuer. Fray Francisco Javier de Alday. Fray Manuel Ortiz. Francisco Aburto Ramón Flandes. Manuel Silva. A ruego, Matías Silva. A ruego, Lorenzo Sánchez. Es copia de su original a que me refiero. Valdivia a veinticinco de septiembre de mil setecientos noventa y tres.- Lucas de Molina». {Documentos originales de la Repoblación de Osorno, Tomo I.

Archivo Histórico Nacional).

Intervención directa de don Bernardo O'Higgins

Desde su promoción al cargo de Gobernador de Chile, a fines de 1787, don Ambrosio O'Higgins puso todo su empeño en obtener primero la autorización y apoyo del Rey para repoblar Osorno y, en seguida, para realizarla.

Comprendió el Gobernador la importancia enorme que ofrecía para la seguridad y abastecimiento de toda la región comprendida entre Valdivia y Chiloé la existencia de Osorno

La ciudad era absolutamente necesaria, no sólo para servir de lazo de unión terrestre entre las plazas de Valdivia y Chiloé, sino porque, repitiendo las palabras de don Ambrosio, Osorno debía ser el «almacén» de aquellas plazas, «puertos marítimos ingratos y estériles por sí mismos».

Valdivia estaba expuesta a perecer si por alguna circunstancia imprevista no podía recibir los víveres que se le enviaban por vía marítima. Estaba aislada entre montañas, y muy pocos españoles se aventuraron a salir de ella para ir a trabajar al interior, a los Llanos. Don Juan Mackenna dice que en 1792, año del alzamiento de Río Bueno, «había solamente cinco españoles avecindados en los llanos de Valdivia, los que únicamente sembraban lo necesario para la mantención de sus familias; su ganado era igualmente en corto número, no animándose a aumentarlo, ni sus labranzas, por el temor de los indios, y lo acaecido el citado año 92 manifestó cuán fundados eran sus recelos».

A raíz de los dolorosos acontecimientos de la misión de Rio Bueno, el Gobernador expuso al Rey la grave situación producida y lo informaba del descubrimiento de las ruinas de Osorno y su propósito de restablecer esta ciudad.

La Real Cédula de 7 de diciembre de 1793, que reproducimos más adelante, autorizó a O'Higgins para materializar sus propósitos, Cédula que se vio reiterada a corto plazo con la Real Orden de 16 de septiembre de 1794.

Debemos hacer notar que, según lo define don Andrés Bello:

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«Las reales cédulas emanaban por lo regular del Consejo de Indias; pero las reales órdenes se despachaban por la vía reservada, esto es, por una de las Secretarías de Estado, y en los últimos tiempos (del régimen colonial) esta vía reservada había llegado a absorberlo todo. Cada ministro, en su respectivo ramo de despacho, dictaba, a nombre del soberano, disposiciones generales, verdaderas leyes».

He aquí el texto de estos documentos:

REAL CÉDULA DE 7 DE DICIEMBRE DE 1793

«Enterado el Rey de cuando U. S. refiere en sus cartas números 120, 123 y 126, sobre los insultos cometidos recientemente por los indios infieles de la jurisdicción de Valdivia. Salida de U. S. a la Plaza de los Angeles para contenerlos: descubrimiento de la antigua ciudad de Osorno por las partidas de tropas empeñadas en el seguimiento de aquellos malhechores: providencias de U. S. para la conservación y restablecimiento de este pueblo importante: y celebración de un Parlamento General con los Gobernadores y Caciques de todas las naciones de esa frontera; ha venido S. M. en aprobar estas acertadas medidas, esperando del acreditado celo de U. S. tomará principalmente a su cargo la repoblación de la antigua ciudad de Osorno, y el restablecimiento del camino de Valdivia a Chiloé por las inmediaciones de dicha ciudad nuevamente descubierta, estableciendo fuertes, poblaciones y misioneros en los parajes convenientes para la conservación del camino, seguridad de la costa, y completa reducción de los indios infieles que ocupan aquel territorio. Igualmente confía S. M. de la prudencia de U. S. que sabrá prevenir los embarazos que la diversidad de opiniones, e intereses de los Gobernadores de Valdivia y Chiloé puede oponer (como ya se ha experimentado) a la ejecución de un plan que debe producir tantas ventajas. Todo lo participo a U. S. de orden del Rey para su inteligencia y cumplimiento.

Dios que. a U. S. m. a. San Lorenzo, 7 de diciembre de 1793 El Duque de Alcudia» (Repoblación de Osorno).

REAL ORDEN RELATIVA A LA REPOBLACIÓN DE LA CIUDADDE OSORNO

(16 de septiembre de 1794)

«Enterado el Rey de cuanto V. E. expone en su carta de once de febrero último con los documentos y plan del terreno antiguo y moderno de la ciudad de Osorno que acompaña, relativo todo al restablecimiento de ésta, y providencias dadas al efecto, como también de los medios de que se ha valido y auxilios que propone y solicita para los gastos que de ello puedan originarse, se ha servido S. M. aprobarlo todo, y con más particularidad el que V. E. ponga en práctica su propósito de ir personalmente a ordenar

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dicho establecimiento y repartimiento de tierras de la expresada nueva ciudad de Osorno, llevando o disponiendo vayan las familias pobladoras que pueda, dándolas los socorros que fueran de costumbre en los casos de igual naturaleza. Y si para esto fueren menester algunas cantidades de su real erario, desde luego le autoriza S. M. a V. E. para que los mande satisfacer, en la confianza de que velará

sobre que en todo se use la economía que especialmente en las actuales urgencias es tan necesaria; y lo participo a V. E. para su inteligencia y cumplimiento. Dios guarde a V. E. muchos años.- San Ildefonso, diez y seis de septiembre de mil setecientos noventa y cuatro.- Eugenio de Llaguno - Señor Presidente de Chile».

Don Ambrosio O'Higgins tomó conocimiento de esta Real Cédula con la siguiente providencia:

«Santiago, diez y nueve de febrero de mil setecientos noventa y cinco.- Guárdese y cúmplase esta real orden: archívese original después de tomada razón de él en la Tesorería General y Tribunal de Cuentas, y agregado testimonio al expediente de su asunto con copia de la carta a que se refiere, tráigase éste para proveer lo que en consecuencia corresponda y convenga.- O'Higgins.- Pedro Joseph de Ugarte»

Preparativos para la repoblación

Ya en poder de la Orden de Repoblación, y sabedor de los elementos de que podía disponer, don Ambrosio O'Higgins comenzó sus preparativos.

Además de las familias chilotas que pensaba traer a Osorno, pidió gente a varias otras partes, aún puntos lejanos, como Santiago, Rancagua, Colchagua, Melipilla, Quillota, etc. Para efectuar el reclutamiento, el Gobernador insinuó aún el empleo de medios coercitivos para hacer que la gente prefiriera a su pobreza presente la halagadora situación que él comprendía tendrían en su nueva residencia.

En su afán de que toda la gente del país trabajara, el Gobernador O'Higgins creyó que podría emplearse mucha gente desocupada u ociosa residente en Santiago en las

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labores de la repoblación de Osorno, y así vemos que en oficio de 19 de septiembre de 1794, dirigido al oidor de la Capital, don Juan Rodríguez Ballesteros, le decía:

«Usía me ha asegurado repetidas veces que esta Capital abunda de mozos blancos ociosos que sólo viven del detestable vicio del juego, y he oído con gusto las noticias de las providencias que ha tomado para perseguirles, y ahuyentarlos. Como a pesar de esto sea indubitable que ellos existen más o menos conocidos, según el celo y actividad que ponen los jueces en descubrirles, he creído deber aprovechar la ocasión de limpiar el pueblo de esta peste trasladándoles a la nueva población deOsorno en que de orden de S. M. estoy entendiendo. Para ello encargo a V. S. expresamente que desde este día se aplique a hacer una inquisición y examen prolijo y circunstanciado de estas gentes, y me pase a la mayor brevedad razón de ellos, para determinar a su tiempo lo que corresponda». (Doc de la Repoblación de Osorno).

Sin embargo, no se vaya a pensar por esto que don Ambrosio fuera a pretender repoblar la ciudad a base de ociosos o cesantes, o con un crecido porcentaje de ellos, pues el mismo día 19 de septiembre de 1794 decía al Alcalde de Santiago, don Ramón Rosales:

«Entre las gentes de que debe resultar la nueva población de Osorno tienen un lugar muy principal los Artesanos, y señaladamente los Carpinteros, Albañiles, Herreros, Sastres y Zapateros», de los cuales hizo venir tres de cada oficio, siempre que fueran, repitiendo sus palabras, «mozos honrados».

Desde el establecimiento del fuerte de Osorno, se trató de ir radicando pobladores, los que poco a poco formaron un caserío provisorio en los alrededores del fuerte.

El Gobernador de Valdivia envió, en mayo de 1794, el primer trigo para iniciar las siembras, remesa que consistió en 25 cargas destinadas a ser distribuidas «a los sujetos capaces de poder sembrar con arreglo a la instrucción que se sirve acompañarme», decía el teniente Pinuer al Gobernador mencionado, agregando: «no he podido conseguir reducir a más de dos soldados para que se asienten en este Destacamento con sus familias», por lo que no había casi con quien sembrar. (Carta de 1° de junio. Repoblación de Osorno).

A fines del mismo año fueron enviadas desde Santiago las primeras herramientas para el trabajo agrícola y construcciones, y algunas semillas.

He aquí la relación hecha por don José Ignacio de Arangua, portador de esas especies, y que hemos encontrado en los documentos mencionados anteriormente:

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«HERRAMIENTAS para repartir a los pobladores de Osorno:50 palas de fierro.50 azadones.50 hachas.50 hechonas.50 puntas de arado con sus correspondientes clavos.29 barretas.4 planos de albañil.GRANOS:150 fanegas de trigo.50 de cebada. 2 de semilla de alfalfa. 4 de garbanzos. 4 de lentejas».

Las primeras chacras

En el mes de septiembre de 1795 don Manuel Olaguer Feliú procedió a hacer la repartición de chacras entre los primeros pobladores.

Por la importancia que puede tener el acta pertinente en relación con la constitución de la propiedad, vamos a reproducirla en forma exacta a su original, existente en los documentos a que nos hemos referido anteriormente:

«Noticia de las chacras distribuidas por suerte a los pobladores de la ciudad de Osorno el 21 del presente mes con arreglo en su extensión a la orden del Excmo. Sr. Capitán General

A Franco. Navarrete, tres y media cuadras de frente mirando al sur, y fondo hasta el Río de las Damas. Linda por el Oeste hasta el Arroyo del Molino, y por el Este con Juan Ángel Guajardo, y por el Sur con el camino.

Juan Angel Guajardo: 4 cuadras de frente al S. fondo hasta el Río de Damas: Linda por el Sur con el camino, por el O. con Franco. Navarrete, y por el E. con Silvestre Silva.

Silvestre Silva: 3 V2 cuadras de frente mirando al Sur, y fondo hasta

el Río de las Damas: Linda por el S. con el camino, por el O. con Juan Ángel Guajardo, y por el E. con Don Josef Moreno

Don Josef Moreno: 3 V2 cuadras de frente al S. y fondo hasta el Río

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de las Damas: Linda por el Sur con el camino por el O. con Silvestre Silva, y por el E. con Gerardo Díaz

Gerardo Díaz: 6 V2 cuadras de frente al S. O. y fondo hasta el Río

de las Damas: Linda por el S. O. con el camino, por el O. con don Josef Moreno, y por el E. con Franco Brener.

Franco. Brener: 5 V2 cuadras de frente al S. O. y fondo hasta el Río

de las Damas: Linda por el N. E. con Gerardo Díaz, y el S. O. con el camino terminado en donde estuvo la casa del Indio Paillahueque.

Mariano Yañez: 5 cuadras de frente mirando al N. Linda: por el N. camino por medio con Franco. Navarrete, por el O. con el Arroyo del Molino, por el E. con Franco Altamirano, teniendo de fondo 5 cuadras alS.

Franco. Altamirano: 2 V2 cuadras de frente al N. fondo 10 cuadras

al S. linda al N. camino por medio con Juan Ángel Guajardo, al O. con Mariano Yáñez, y por el E. con Bernardo Barragaño

Bernardo Barragaño: 3 L cuadras frente al N. fondo 7 cuadras

hacia el S. Linda por el N. camino por medio con Silvestre Silva, por el O. con Franco. Altamirano, y por el E. con Josef Soto.

José Soto: 3 V2 cuadras frente al N. y 7 fondo al S. linda por el N.

camino en medio, con don Josef Moreno, por el O. con Bernardo Barragaño y por el E. con Juan de Dios Morrón.

Juan de Dios Morrón: 3 1 cuadras frente al N. E. y 7 cuadras de

fondo al S. O. linda por el N. E. con Gerardo Díaz, camino en medio, y por el O. con Josef Soto.

Juan Ignacio Soto con su hijo Nicolás: 4 cuadras frente al N y 7 cuadras de fondo al S. Linda por el E. con el Estero del Molino, y por el S. con el camino que viene de él a la ciudad por la parte del E. dejando libre todo este frente de la Población.

Luis Mancilla: frente al O. desde el Estero que sale desde las Lagunas que están al Sur de la ciudad y termina por el camino que va al Potrero en el Estero o Arroyo de las Trancas, con fondo de 6 cuadras al Sur, entre los dos Arroyos dichos.

Valdivia, 25 de septiembre de 1795.

Manuel Olaguer Feliú».

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Como hemos dicho anteriormente, a contar desde el establecimiento del fuerte, fue formándose un modesto caserío de habitaciones provisorias con techo de paja, que subsistió aún un largo tiempo después de la repoblación oficial, y mientras se hacían los edificios definitivos en el lugar que ocuparon las antiguas ruinas, y fue este caserío de chozas el que encontró el Gobernador O'Higgins a su llegada.

Don Ambrosio O'Higgins parte a Osorno

El Gobernador y su comitiva salieron de Valparaíso en dos barcos, la fragata Astrea y el bergantín Limeño, el 11 de noviembre de 1795 y llegaron al castillo de Niebla después de veintiún días de navegación. El Limeño siguió inmediatamente a Chiloé a fin de traer las familias de esa zona.

Don Ambrosio se hizo acompañar de algunos funcionarios, entre los cuales cabe mencionar al asesor general, don Ramón Martínez de Rosas, don Ignacio Andía y Varela, secretario accidental de Gobierno, y el obispo de la Concepción, doctor don Tomás de Roa y Alarcón, que aprovechó este viaje para efectuar una visita pastoral a la región.

Una vez llegados los expedicionarios al lugar de las ruinas de Osorno (16 de diciembre, según recuerda Mackenna), se comenzaron los trabajos preparatorios para la ceremonia oficial de la repoblación, la que se hizo en el mismo sitio de la ciudad antigua y teniendo a la vista el antiguo plano. O'Higgins dice al respecto:

«Debe entenderse por constituida la ciudad y por consiguiente reintegrada en su jurisdicción en toda la extensión en que por documentos auténticos y de la fe más indubitable consta haberse primeramente fundado».

Repoblación de Osorno

Y así llega el miércoles 13 de enero de 1796.

Don Ignacio de Andía y Varela presenta al Gobernador y Capitán General del Reino de Chile una Relación de los 427 civiles, hombres, mujeres y niños, que formarán la base de la nueva ciudad, y que han acudido desde diversas regiones del territorio.

Incluimos esta Relación, en copia exacta de su original, en el Apéndice del presente trabajo

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Al pie de dicho censo don Ambrosio O'Higgins hizo escribir la siguiente providencia, que, hasta ahora había sido considerada como el acta oficial de la Repoblación de Osorno.

«Visto el estado que antecede y que con todas las familias que comprende y vienen marchando por tierra, hay ya seguramente un total de vecinos que hacen bien un pueblo considerable y por lo mismo con que verificar desde luego las soberanas providencias de S. M. en que repetidamente se ha mandado hacer la repoblación de esta ciudad,declaro por virtud de la real autoridad que se ha servido conferirme para el caso por repoblada esta ciudad de Osorno y a todos los sujetos contenidos en la lista que precede, por sus verdaderos pobladores y que como a tales les deben ser guardados los fueros, gracias y exenciones que S. M. dispensa a éstos, y señaladamente los que expresa la real cédula de 5 de abril de 1744. Y mediante a que hecha la unión y sociedad de dichos pobladores debe entenderse constituida la ciudad y por consiguiente reintegrada en su jurisdicción en toda la extensión en que por documentos auténticos y de la fe más indubitable, consta haberse primeramente fundado; declaro así mismo que los términos de esta expresada ciudad y su jurisdicción son por el sur el río de Maypué en que termina la provincia de Chiloé, por el norte el río de Pilmaiquén, por el oeste la costa entre Río Bueno y Maypué, y por el este la gran cordillera; y que los jueces así ordinarios como diputados de este distrito que por ahora y en adelante se nombraren, deben ser reputados como tales en sus clases, oírse y respetarse sus providencias, determinaciones y sentencias como las de los demás jueces reales de S. M. en los partidos del reino con sola subordinación y dependencia en sus casos al señor Gobernador Intendente de la provincia de la Concepción, Tribunal de la Real Audiencia y Gobierno Superior y Capitanía General del Reino

Y a fin de que conste a todos los pobladores esta providencia y que les sirva al mismo tiempo de satisfacción y gobierno, publíquese hoy por bando en la Plaza Mayor de esta ciudad y demás lugares de concurso de estos vecinos y comuniqúese con testimonio al Gobernador de Valdivia, al señor Gobernador Intendente y Tribunal de la Real Audiencia después de tomada razón de ella en el libro general de órdenes y providencias..

El Barón de Ballenary».

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Aparte de esta «providencia», se levantó el mismo día el Acta oficial de la Repoblación que, textualmente copiada, dice así:

«Don Ambrosio O'Higgis Ballenar, Barón de Ballenary Teniente General de los Rs. Extos. Intendente de Ejército y de la Provincia de Santiago, Superintendente General, Subdelegado de Real Hacienda, y de Correos, Postas y Estafetas, Superior Gobernador, y Capitán General de este Reino de Chile y Preste, de su Rl. Audia y Chancillera.

Por cuanto reunidas ya en este destino las familias colectadas en las Provincias de Santiago, Concepción, y Chiloé para hacer la repoblación de esta ciudad he declarado en este día por efectuada dha. repoblación, y a los sujetos presentes y que vienen marchando desde Valdivia a este destino por sus Pobladores, y que como a tales se les debe guardar las prerrogativas, exempciones y privilegios que S. M. les dispensa, y que entre otras expresa la Real Cédula de 5 de abril de 1744: -Por el presente declaro y sea notorio a todos estar y ser desde hoy en adelante, y que sea y se tenga por repoblada esta Ciudad de Osorno, y el Juez, y Jueces que con esta misma fecha he nombrado para su régimen, policía, y gobierno, respetado como tal por todos cuantos existan desde el Rio de Maypué hasta el de Pilmaiquén y desde la costa de entre ambos hasta la Cordillera, con sola subordinación y dependencias en sus casos al señor Gobernador Intendente de la Concepción, tribunal de la Real Audiencia, Superior Gobierno y Capitanía General de este Reino de Chile. Y para que llegue a noticia de todos lo mandé publicar en la Plaza y demás parajes ya Poblados. Fecho en la Ciudad de Osorno a trece de enero de mil setecientos noventa y seis años.

EL BARÓN DE BALLENARY.

Por mandado de S. E.

Igno. de Andía y Varela».

«Doy fe la necesaria en dcho. haberse publicado el auto que antecede hoy día de su fecha por voz de Cerafin Díaz que hizo oficio de Pregonero ante los Pobladores de esta Ciudad en las esquinas de su Plaza Mayor y principales puestos a son de Tambor y Pito.

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Igno. de Andia y Varela».

(Repoblación de Osorno - Documentos originales.- Libro II- N.°:23).

Por tratarse de un documento que es algo así como la fe de bautismo de un pueblo, insertamos una reproducción fotográfica de él.

Piedra fundamental de la repoblación de Osorno

Don Ambrosio O'FIiggins hizo colocar en el frontispicio de la Casa del Cabildo de Osorno, que se instaló al costado poniente de la Plaza, donde después estuvo la cárcel, y actualmente el correo, una placa fundamental de piedra granítica, grabada con caracteres de tres y medio centímetros de alto.

Su leyenda era la siguiente:

«D. O. M.LA ANTIGUA CIUDAD DE OSORNO RESTAURADA POR EL TENIENTE GENERAL DON

AMBROSIO OTIIGGINS DE VALLENAR PRESIDENTE, GOBERNADOR Y CAPITÁN GENERAL, Y REPOBLADA DE ORDEN DE S. M EL SEÑOR DON CARLOS IV AÑO DE

1794».

Podemos advertir que se grabó el año 1794 y no el oficial de la repoblación. Esto puede explicarse por el hecho de que don Ambrosio pensó efectuar aquel año la nueva fundación, de lo que se vio impedido por razones de salud, y la placa, que seguramente debe haber sido hecha en Santiago, ya estaba lista en aquel tiempo. También puede haberse tomado como base la real orden de 1794, que autorizó la repoblación.

Esta inscripción estaba aún frente al edificio de la cárcel en 1859, según lo dice Astaburuaga en su Diccionario Geográfico. No sabemos cuándo desapareció, tal vez poco después de un incendio que destruyó en parte el edificio y, al reconstruírsele, solo conservó parte de sus murallas de cancagua.

Más o menos en 1890, alguien que descubrió una mitad de esta piedra, la obsequió a don Fernando Cañas Letelier. La casualidad quiso que otra parte de ella fuera encontrada a un metro de profundidad en la tierra, mientras se hacía un foso en la propiedad de campo de don León Henríquez, situada a cinco kilómetros al norte de

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Osorno. ¿Cómo llegó allá? ¿Tal vez con los escombros retirados después del incendio? Pero, ¿con qué objeto llevarlos a tan larga distancia del pueblo? Por otra parte, se comprende que si alguien la llevó como curiosidad, no ha habría abandonado en el campo.

Unidas las dos mitades encontradas, se pudo leer sólo lo siguiente, ya que algunas letras había sido destruidas por las barretas de los obreros del señor Henríquez, o al demoler el edificio de la cárcel.

«I. O. M.LA ANTIGUA CIUDAD DE OSOR RESTAURADA POR EL TENIENTE GENERA DON

AMBROSIO O'HIGGINS DE VALLENARPRESIDENTE, GOBER CAPITÁN GENE

Y REPOBLADA DE ORDEN DE SEÑOR DON CARLOS O DE 1794».

La leyenda anteriormente transcrita la hemos copiado del N.° de 20 de agosto de 1892 del periódico osornino El Damas. El periodista ignoraba, en aquel entonces, cuál había sido la inscripción completa original, y sólo se concretó a copiar lo que se leía en la piedra.

Posteriormente fue cedida esa placa fundamental por la señora viuda de don Fernando Cañas Letelier a la Parroquia de Osorno, en cuyo poder estuvo hasta el mes de noviembre de 1946, en que el señor Obispo de Valdivia autorizó su entrega al Museo Histórico de Osorno, de reciente fundación.

Pero la leyenda aparece notablemente reducida, como podrá apreciarse en la fotografía que insertamos. ¿Qué se hizo la parte restante?

Por fortuna esta verdadera reliquia histórica ya se encuentra a salvo de nuevas mutilaciones y se cumplirá el deseo del periódico antes citado que, hace 52 años, decía:

«Esta es la reseña de este verdadero monumento histórico que el tiempo le dará el verdadero mérito que tiene para este departamento».

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Primer gobernante de Osorno

El día 16 de enero don Ambrosio O'Higgins procedió a nombrar a don Manuel Olaguer Feliú como Superintendente, Comandante Militar y Juez de la ciudad de Osorno.

El Decreto extendido al efecto, dice así:

«Osorno, 16 de enero de 1796.

Teniendo consideración a que declarada la repoblación de esta ciudad el 13 del presente es consiguiente el nombramiento de un juez que cuide de la administración de la justicia entre sus vecinos; y a que encargado el capitán de ingenieros don Manuel Olaguer de la dirección de las obras públicas que se están practicando, puede desempeñar aquellas funciones, sin el nuevo gasto e inconvenientes que induciría necesariamente la elección de un subdelegado independiente y separado; por el presente nombro al expresado capitán don Manuel de Olaguer de juez ordinario de esta población y su partido, con la misma jurisdicción de los demás subdelegados del Reino, unida a la Superintendencia y Comandancia Militar de este Fuerte de la Reina Luisa; entendido todo por vía de comisión y hasta tanto que variadas las presentes circunstancias, deje de ser necesaria esta providencia. Despáchesele el título correspondiente, y comuniqúese al Sr. Gobernador Intendente de la Provincia y al Tribunal de la Real Audiencia para su inteligencia.

EL BARÓN DE BALLENARY».

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Don Ambrosio O'Higgins informa al Rey

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Dos días después de la Repoblación, el 15 de enero, el Gobernador dio cuenta al Gobierno peninsular de la restauración de Osorno, e incluyó en su comunicado el Acta de repoblación.

Describía el paraje en que se levantaba la nueva ciudad, hablaba de sus ruinas, del clima, de sus proyectos relacionados con ella, etc.

Refiriéndose a las ruinas, dice:

«Nada puedo decir a V. E. sobre la antigua ciudad, porque nada más he encontrado de ella que un montón de ruinas de edificios que manifiestan por sí bastante elevación y grandeza, y dejan, sin embargo, percibir la plaza, calles, casas y conventos de las comunidades que las constituían. Todo estaba en ella cubierto de un bosque espesísimo, que ha costado inmensamente rozar para ponerle en estado de reconstruir en él. La elevación del terreno hacía una vista deliciosa, pero que se podía haber perdonado por el trabajo de abatirlo».

Termina, por último, refiriéndose a la cooperación que le prestaron los caciques, e indios en general, ayuda basada en la confianza que hacía su persona sentían:

«La experiencia de un trato, el crédito y la buena opinión que de mí tenían adelantada, les ha obligado por el contrario a hacerme todo género de obsequios y cumplimientos. A mi entrada en la tierra, tenían aclarados los caminos; salían de todas partes y distancias a acompañarme, y luego no hicieron dificultad en concurrir a Osorno a parlamentar al estilo de la frontera».

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Ultimos días de Don Ambrosio O'Higgins en Osorno

Don Ambrosio O'Higgins permaneció en Osorno hasta el 18 de enero de 1796, a juzgar por una carta del 15, en que decía: «pienso restituirme dentro de tres días a Valdivia».

A pesar de haber ponderado el buen clima de Osorno, su salud se resintió bastante en esta ciudad, hasta el extremo de exponerse, según él, «a un inminente peligro de la vida».

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Pero, todo esto se explica fácilmente, si se considera que un anciano de 75 años tuvo que soportar en corto tiempo las fatigas de una larga navegación y de un penoso viaje por tierra.

El 9 de febrero se embarcó en Valdivia de regreso al norte, a bordo del bergantín El Limeño.

En esa ciudad tuvo la gran satisfacción de ver recompensados todos sus desvelos por el engrandecimiento de Chile, al saber que el Rey lo había promovido al cargo de Virrey del Perú.

Instrucciones al Superintendente de Osorno

A pesar de las nuevas molestias físicas inherentes al viaje de regreso desde Osorno, el anciano Gobernador no olvidaba un momento la suerte de la futura ciudad, que llegó a ser su predilecta entre las de Chile.

El 26 de febrero, ya en Concepción, puso su firma a un documento notabilísimo, que honraría a un gobernante de cualquier época: las Instrucciones que daba al Superintendente de Osorno para el mejor éxito en la reconstrucción de la ciudad. Este documento es el mejor auto-retrato que un gobernante pudiera haber dejado para el juicio de la posteridad.

Revela en él un conocimiento amplio de todas las cosas, tanto relacionadas con el gobierno civil como militar. Deja constancia de su generosidad y cariño hacia los nuevos pobladores, en especial los indios. Se demuestra como un verdadero profeta al decir que las actividades de la agricultura y de la ganadería harían la grandeza de Osorno.

Se preocupa de la educación espiritual de los habitantes, a fin de que se formaran en ellos hábitos de honradez y de trabajo. Declara guerra al ocio y aconseja que se elimine a los indolentes y perezosos de la comunidad osornina.

Hemos querido reproducir íntegro este notable documento, a pesar de su extensión, porque su lectura dirá mucho más que todos los comentarios que se hagan en relación con él.

Don Ambrosio O'Higgins, una vez llegado a Lima, hizo imprimir esta Orden y la repartió profusamente. «La he hecho imprimir aquí con el fin principal de que, publicada, puedan los nuevos habitantes de Osorno comprender los altos designios de S. M. en el restablecimiento de esta población y que todos conozcan el orden y reglas bajo de que debe ser llevada adelante, para que se conformen con ella». (Carta al Príncipe de la Paz).

He aquí el documento:

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«Instrucción dada al Superintendente de Osorno, por el Excmo. señor Marqués de Osorno, Virrey, Gobernador y Capitán General de estos Reinos. &

La grave enfermedad que padecí en Osorno, la debilidad a que ésta me dejó reducido, la necesidad de embarcarme sin dilación en Valdivia para retomar climas y temperamentos menos duros, y los negocios que con preferencia debían ocupar mis pocos alientos en aquellos destinos, me impidieron dejar a usted una instrucción circunstanciada sobre la

superintendencia de aquella ciudad que en decreto de 16 de enero puse a su cuidado. Dije a usted algo acerca de esto en los momentos que mi delicada salud lo permitían, y le hice explicar lo demás por medio del asesor general don Ramón de Rozas, cuando el tiempo y las circunstancias me hacían imposible ejecutarlo por mí mismo. Hoy que trasladado a esta ciudad de la Concepción, me hallo enteramente restablecido y recuperada mi antigua robustez, voy a tratar a usted de aquel particular, distinguiendo para consultar la claridad lo que le pertenezca y corresponda hacer como superintendente, como juez y como jefe militar

La repoblación de Osorno no es precisamente la fundación de una ciudad o una villa como las demás del reino, y en que su objeto es reunir hombres dispersos para acostumbrarlos al orden y subordinación. En el tiempo de mi mando he hecho siete poblaciones de éstas, sin otro trabajo, gastos ni fatigas que la de ordenar la unión en un lugar de los españoles que vivían en sus heredades a las distancias que éstas demarcaban. El interés de los mismos circunvecinos les hacía apresurarse y correr a estos establecimientos para ayudarse recíprocamente, tener cerca de sí jueces que les conservasen sus bienes, y curas que instruyeran a sus hijos en la religión y costumbres.

Pero son otras las miras y motivos que S. M. ha tenido para poblar de nuevo a Osorno. No se habrían sacado de todas las antiguas ciudades y villas del reino, ni llevado a distancias tan enormes las familias que allí se han trasladado a costa de tantos gastos, si no se hubiera tenido en esto consideraciones de más importancia.

No es tampoco la vanagloria de recuperar un puesto perdido y reedificar una ciudad sobre sus antiguos cimientos. Es su situación local y la proporción en que está lo que ha movido a S. M. para ordenar su repoblación. Colocado Osorno casi a iguales distancias entre Chiloé y Valdivia, era necesaria allí una población que en todo tiempo surtiese a estos puertos marítimos, ingratos y estériles por sí mismos, de lo necesario para su subsistencia, y en el de guerra de hombres fuertes y robustos que les defendiesen. Los gastos anuales, de víveres y demás efectos para ambas plazas eran insoportables y muy incómodos a las capitales de Lima y Santiago. En tiempo de guerra se hacían extremadamente inciertos, y sin llegar el caso de ser atacadas, podría hacerles perecer de hambre la causal interceptación de un situado.

Si Chiloé o Valdivia eran embestidos o tomados de enemigos de enemigos, usted sabe bien, por el conocimiento que tiene del reino, que era imposible socorrerles ni recuperarles, por la dificultad de pasar tropas de distancia de trescientas o cuatrocientas leguas por países enemigos, montuosos y quebrados, para cualesquiera de los dos objetos, más, no teniendo por ahora, y siendo siempre

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muy difícil conservar aquí escuadras superiores a las con que se amenazarían o llevarían dichas plazas.

Todo esto es manifiesto y hablo de ello con quien por su oficio debe tener esto por indubitable. Así conocerá usted también que si Chiloé yValdivia, situadas a barlovento de todas nuestras posesiones en el Mar del Sur, interesan hasta el punto de reputarse por unos puestos de que depende la conservación de los demás, el lugar o la población, que les sostenga o defienda, debe ser la misma recomendación. Éste es Osorno y el pueblo cuya regeneración he puesto al cuidado de usted

Si según el objeto principal de su restablecimiento, Osorno debe ser el almacén de Chiloé y Valdivia, es consiguiente que sus nuevos habitantes nada deben ser más que labradores, las tierras son fértiles y el clima a propósito para todo género de granos. Las antiguas relaciones y descripciones de ese país nos aseguran de su gratitud a la más ligera diligencia sobre su cultivo. Las experiencias hechas en el año pasado y cuanto yo he visto ahora por mí mismo, no permiten dudar que allí puede haber una agricultura útil y ventajosa, y que el trigo, maíz, frijoles y demás menestras y verduras se darán tan abundantemente que, después de satisfechas las necesidades de los colonos presten muy luego muchos sobrantes a Chiloé y Valdivia. Así, toda la diligencia y cuidado de usted debe reducirse a exitar, animar y compeler en caso necesario a esos pobladores a que tomen esta ocupación como la única e interesante para sí y para el Estado.

Hace cuarenta días que salí de Osorno y cuento con que en ellos se habrán concluido los ranchos o casas provisionales que se quedaron construyendo para alojar los pobladores. Si esto se ha verificado ya, cuento también con que les habrá usted hecho empezar a rozar el campo o tierras señaladas para las siembras o chácaras. Nada insta más que esto. El desmonte, así como presenta la mejor tierra y ofrece más que otra buena cosecha, es trabajoso y de difícil ejecución por lo espeso de él y corpulento de los árboles. Pero todo puede vencerlo el trabajo y la constancia. Sobre todo el cuidado de usted que no debe dejar pasar un día para animar a los desidiosos y socorrer a los que necesiten de algún auxilio por la naturaleza del terreno que les haya cabido. Los cuarenta presidiarios que he dejado allí a la disposición de usted podrán repartirse entre los pobladores que necesiten de más brazos que los suyos para la roza y desmonte. Nada debe omitirse para animar a esas gentes a que en este primer calor de la población adelanten cuanto pueda ser en el desmonte, y es esta la obra en que principalmente debe auxiliárseles. Para animarles mejor a esto les ofrecerá el premio de cincuenta pesos al que en todo el presente año justifique haber rozado mayor número de varas del terreno en su heredad, treinta al segundo y veinte al tercero de los que más se aproximen a aquel en la diligencia y el suceso.

Supongo que les habrá ya usted repartido la herramienta de labor que lleve para este fin. Cuando hayan comenzado a desmontar será tiempo de que se les distribuyan los bueyes, así los cincuenta que se remitieron por cuenta de la real hacienda, como los ciento que yo envié comprados con mi dinero en obsequio de S. M. y bien de los pobladores, para que arrastren o tiren los árboles y troncos y sucesivamente aren con la posible anticipación, pues estoy bien informado que es preciso sembrar allí por mayo, lo más tarde, para que la cosecha sea buena. Para este efecto, si la fragata de S. M., la Asírea, hubiere ya arribado a

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Valdivia, cuide usted que sin retardo se trasladen a Osorno el trigo, frijoles y demás granos que en ella mandé conducir para semillas.

Luego que todos hayan sembrado, y siempre que las aguas o lluvias lo permitan, destine usted los pobladores y presidiarios a limpiar las manzanas o cuadras en que estuvo construida la antigua ciudad. No quiero con esto que se piense arrastrar las ruinas todas fuera de su recinto. Esto sería imposible, y además perjudicial, porque siendo aquellas la tierra misma de que se formaron los tapiales o adobes de que se hicieron en su primera fundación las casas, haría ésta falta al construir otros nuevos para el barro y otros menesteres. Así será bastante que se descubra hasta el nivel de la plaza el suelo en que precisamente han de hacerse ahora los edificios y que la tierra se junte o amontone en el centro de cada solar o sitio para que pueda allí cada uno hacer de ella el uso que queda indicado

Pasado lo fuerte del invierno, haga usted que los pobladores empiecen a fabricar ladrillos para construir sus casas, persuadiéndoles de la preferencia que deban hacer de este material al de adobes en un país en que la frecuencia e impetuosidad de lluvias destruye éstos a muy corto tiempo, y no pueden por consiguiente ser del uso que en Santiago y demás partes septentrionales del reino. En el contorno de la ciudad hay tierras excelentes para ladrillos y sólo pueden faltar inteligentes que los hagan; pero yo tendré cuidado de remitirlos de Santiago, igualmente que fabricantes de teja que, según se ve entre las ruinas, se hacía allí en otros tiempos de muy buena calidad.

Al mismo tiempo debe usted principiar el corte de los mismos materiales para reconstruir la iglesia parroquial por mano de los presidiarios y también de los pobladores, que deberán concurrir a esta faena un día de cada semana, a fin de hacer con aquel ahorro y este auxilio menor el gasto a la real hacienda.

Las ocupaciones de sembrar y construir casas los pobladores se han de hacer desde luego y siempre, compatibles con la crianza de ganados mayores y menores, y contar este ejercicio como un ramo de la agricultura, que debe ser la profesión de los de Osorno. Además de las veinticinco cuadras de tierras señaladas para chácaras, he repartido con aquel objeto a varios sujetos porciones de terreno hasta en cantidad de quinientas cuadras, y con esto y la habilitación que he propuesto hacer a los pobladores de los llanos, y de que tratará usted con el Gobernador de Valdivia conforme al orden especial que le dirigiré acerca del particular, no dudo que en breve prosperará este ramo de subsistencia, pues son a propósito para él los campos por su frescura, bosques, pastos y aguas de que abundan.

Dejé a Ud. ahí un libro blanco de papel fino fuerte y bien encuadernado y cubierto, para que sentase en él los títulos de tierras de todos con el deslinde y amojonamiento de cada suerte. Trate esto con la mayor prolijidad y exactitud, pues sólo esto será el medio de evitar que en lo sucesivo se susciten pleitos sobre términos, que embaracen y perjudiquen la tranquilidad de los pobladores.

Haga Ud. en este libro un lugar señalado a las tierras de Huinculmapu, que cedieron últimamente Canihuante y Caniulef, pues aunque por ahora son comunes, importa queden claros y bien expresados sus términos para cortar en adelante tropiezos con los mismos indios.

Las tierras repartidas deben hacerse constantemente útiles en ambos objetos, y el que por abandono y negligencia no las sembrare o cercare, deberá perderlas, y al arrojarle de la población como un miembro inútil, dejará libres ambos terrenos para

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aplicarse a cualquier nuevo poblador que se presente, precedida justificación para todo de que en dos años consecutivos ha dejado de cultivarlas.

Hará Ud. saber a todos que a ninguno le será lícito vender su solar, chácara o estancia sino después de pasado el año de mil ochocientos y cinco, y que si antes de este término, quisiere alguno desavecindarse, perderá por entero dicho terreno, y cuanto en él se encuentre edificado o plantado, y se dará a otro cualquiera nuevo poblador que lo solicite.

Que cuando algunos pobladores fueren de reconocida nobleza, industria y bienes, y justificándolo debidamente, quisieren que sean indivisibles estas fincas y sucedan en ellas algunos de sus herederos por vía de substitución y vínculo, dispensaré esta gracia por virtud de la autoridad que S. M. ha concedido a los gobernadores y capitanes generales de este reino en real cédula de cinco de abril de setecientos cuarenta y cuatro.

Será general, respecto de todos, la prohibición de enajenar estas tierras en tiempo alguno a favor de conventos, comunidades ni persona eclesiástica, ni aún por el directo modo de acensuarlas, y cuyo contrato queda expresamente prohibido.

No debiéndose esperar la abundancia, riqueza y populación en este establecimiento sino de la agricultura y crianza de ganados, ni conviniendo otra especie de prosperidad que ésta a los objetos indicados al principio, prohibirá por ahora, y hasta otra providencia, severamente, el cateo, descubrimiento y trabajo de minas, lavaderos de oro, plata y cobre, pues además que la experiencia hace ver que no hay países más miserables que aquellos en que se trabajan minas, es también constante que huye de ellos la población, que destruye y aniquila la propia y la de los circunvecinos.

Apliqúese usted a hacer comprehender a estos pobladores que las verdaderas minas y riquezas deben buscarlas y encontrarlas en la agricultura y crianza de ganados, y que con ellas serán dueños de toda la plata que S. M. envía a las islas y a Valdivia para el pago de sus tropas y gastos de fortificación de ambos puestos.Para que esto se realice y tenga el pronto efecto que conviene y deseo, es de absoluta necesidad que cuide usted por su parte de concurrir a que el camino desde Osorno a Valdivia sea tan llano que no ofrezca en tiempo alguna embarazo su tránsito. Al gobernador de esta plaza he dejado y repetiré desde aquí órdenes las más precisas sobre esto. Se ha trabajado mucho en esta empresa y es muy laudable a aquel jefe por la actividad y celo con que adelantó en ella.

Después de abierto completamente el camino por toda la montaña, queda que allanar los altos y bajos del terreno y cuidar que no retoñen los árboles. lie dejado en Valdivia establecido fondo para el entretenimiento y conservación de este camino, sin el cual no puede hacer Osorno a Valdivia esta relación de conveniencia y necesidad de que tratamos.

Bien allanado este paso, será del particular cuidado de usted practicar igual diligencia desde Osorno a Maypué, término de su jurisdicción por el sur, luego que, examinadas las contestaciones que se han suscitado sobre esta ruta, se decida sobre cual de ella deba preferirse. Usted se ha instruido de las diversas opiniones que tienen los de Chiloé acerca de este punto; pero es usted quien debe resolverlo después de bien examinado todo por sí mismo, como que se trata de un particular

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del distrito de ese gobierno y respectivo a Osorno. El subteniente don Teodoro Negrón servirá útilmente en esta empresa. Luego que haya llegado yo a Lima ordenaré al gobernador de Chiloé se aplique a evacuar la misma obra desde Maipué a Maullín y hacer útiles los fondos destinados a este objeto por aquel gobierno y que hasta ahora solo se han empleado en exploraciones y proyectos.

En dominios tan distantes y despoblados no hay auxilios con que contar, ni socorros que esperar y es preciso que todo lo haga la real hacienda.

Así encargo a usted que use en su gasto de tal economía que los fondos que dejo consignados por ahora en la Tesorería de Valdivia puedan llegar a dar algún estado y forma, así a esta obra del camino como a las demás que han de costearse del Erario. He prevenido ya a usted en orden a esto lo conveniente y necesario en carta de 6 del presente y no dejaré jamás de repetir la exactitud, orden y cuenta con ello.

Sobre todo encargo a usted la buena razón en la distribución de raciones y que en caso de fiarla a ajena mano, no sea otra que la del teniente don Pedro Lagos, de cuya honradez estoy tan satisfecho. Un descuido en este particular puede traer consecuencias muy fatales a la colonia. Cualesquiera falta de víveres para raciones sería ocasión de descontentos y murmuraciones. Nadie se hace cargo de los distintos accidentes que pueden ocasionar una ligera escasez. Es de temer fuesen estas faltas repetidas en el próximo invierno por las lluvias y falta de bastantes caballerías para los transportes si no se anticipan y tienen acopiados por lo menos tres meses de víveres en Osorno.Ya dejé prevenido la necesidad de ensanchar para esto el almacén y que se extendiese hasta poder contener cuatro mil tercios o medias cargas por lo menos. Veo las dificultades que ofrecerá su conducción desde Valdivia; pero todo lo debe vencer la diligencia y el cuidado con que coadyuvará a usted el gobernador, que así para este objeto, como para precaver los daños que sufrirán también los víveres de las guarniciones de los fuertes, quedó prevenido de hacer construir en Pichi, Futa y Huequecura galpones con que cubrir el charque y harinas de las aguas que tan notablemente le perjudican con daño de los consumidores. Por si pudiere ser más ventajoso este transporte en muías propias que fletadas, daré aquí orden al comandante de los Angeles, coronel don Pedro Nolasco del Río, para que en la primavera envíe a disposición de usted cincuenta de buena calidad y a propósito para aquel servicio.

Ya habrán llegado a allá las yeguas de crianza que remití con los caballos para remonta de la tropa. Así aquellas que fueron de cuenta de la Real Hacienda, como las ciento más que yo remitiré compradas y costeadas de mi peculio para beneficio común de esa población, debe usted hacer que se conserven en las tierras de Huincal-Mapu, sin perjuicio de allanar algunas de ellas a los pobladores que quieran amansarlas para la silla, bajo de las seguridades de responder de ellas y las crías.

Así aquellas muías como estas yeguas se pondrán en el inventario general de efectos destinados al servicio y uso de la repoblación de Osorno, y me remitirá testimonio íntegro de este documento, así como del de la entrega que hizo a usted don Ignacio Guarda, unido al que se practicó al tiempo que subrogó éste a don Julián Pinuer, para que de todo resulte el conocimiento necesario sobre la existencia de estos efectos, costo de ellos y cuanto conduzca a ilustrar la cuenta de lo librado

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contra las Tesorerías de Santiago, Concepción y Valdivia para la repoblación de Osorno.

Siendo usted además juez ordinario de esta población, es necesario que con la felicidad y abundancia que proporcione a sus vecinos como superintendente, procure introducir entre ellos religión, costumbres, honradez, buena fe y cuantas virtudes deben formar un ciudadano y un vasallo. El virtuoso eclesiástico que he destinado para primer cura de esa población cooperará con usted a inspirar a los pobladores los conocimientos verdaderos sobre sus obligaciones a Dios, al Rey, al prójimo y a sí mismos, y que sin su exacto y severo cumplimiento de ellas no podrán lograr jamás esta felicidad, que por medio de tantos gastos, providencias y fatigas se les desea y solicita. No hay lecciones más eficaces sobre esto que las del ejemplo del que manda. Yo no puedo dar a usted ahora otras mejores que las que el Marqués de Cañete, siendo gobernador de este reino, dio en el mismo lugar de Osorno al licenciado Alonso Ortiz al nombrarle por su primer corregidor el año de 1558. Díjole 'fuese próvido y considerado hasta en las cosas más menudas, por depender muchas veces de ellas otras de mayor consideración; que se guardase de todo lo que pudiese dañar y no aprovechar, y más de decir sin necesidad, en presencia de otros, cosas que desagradasen, porque es locura en el juez hacerse de enemigos sin propósito, siendo esta ligereza en la que yerran casi todos; que los jueces y ministros se habían hallado sólo para beneficio de sus súbditos, no para su propio interés; que los que apartaban un punto los ojos de este respecto acababan siempre mal, como lo afirmaban en aquella parte recientes ejemplos.

Si el buen modo siempre y en todas partes hace y obra los prodigios que acaso no logran autoridad, el respeto y la fuerza, es más necesaria en este establecimiento, de donde gentes libres traídas de lugares tan distantes y remotos desfilarían al menor descontento. No quiero en esto que usted, por una excesiva indulgencia, perjudique el interés de la colonia, ni menos el derecho de las partes, pues la experiencia de todos los siglos, y especialmente la mía, me tienen persuadido que nada agrada más a los hombres que una recta y constante administración de justicia.

Tenga usted singular cuidado y atención a que los indios o naturales del contorno sean bien tratados; que no sean engañados en los conchabos o cambios; que los delitos que se cometieren contra ellos sean castigados con doble rigor que si hubiesen sido ejecutados contra los españoles. La ley lo ordena así y es indispensable su observancia para escarmentar a los delincuentes y que por este medio depongan aquellos la desconfianza y el terror con que observé miraban este establecimiento a pesar de todo mi cuidado en agasajarlos.

Principalmente ha de vigilar usted sobre esto respecto de la tropa y guarnición del fuerte. El soldado, más duro y menos suave que el paisano, no trata con tanta dulzura como es necesario a los miserables indios, y divertidos en los ranchos o chozas de éstos, cometen excesos con sus mujeres, de que ya tuve ahí más de una queja. Es preciso que en cuanto a esto use usted de la mayor severidad, castigando ejemplarmente a los delincuentes.

Deseo también que los indios sean bien tratados que quisiera fuesen atendidos como los mismos españoles hasta en lo espiritual, y que para esto tuviesen un cura y un pastor que fuese común a todos. La misión de Coinco dista sólo catorce o quince cuadras de Osorno, y no veo por qué el párroco de aquella ciudad no podría asistirlos como los dos religiosos. Si esto se verificase, la Real Hacienda ahorraría

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seiscientos sesenta pesos que anualmente gasta en el sínodo de estos religiosos, además de las raciones con que se les asiste y costos a que precisa el entretenimiento de la casa, vasos sagrados, vestiduras, etc. Sin embargo, no tomo resolución sobre la extinción de esta misión hasta que usted, instruido por la experiencia, me informe lo que estime mejor y más conveniente.

El público también exige su justicia y que se la dispense en contra de los particulares que le perjudiquen. Singularmente debe usted tener atención ahí a que uno u otro mercader no abuse de la distancia y falta de concurso de comerciantes para tiranizar al pueblo dándole por precios muy subidos los efectos de tienda y pulpería. En caso de advertir algún exceso acerca de esto, deberá usted corregirle y fijar a las cosas aquel valor que forme el costo principal de los efectos, gastos de conducción y el premio moderado de la diligencia y trabajo del dueño.

Para que los vecinos de Osorno se vayan acostumbrando desde luego al uso y ejercicio de las armas y que con este conocimiento aseguren su propia defensa y la de los pleitos (sic) de Valdivia y Chiloé, dejé en ella erigida una compañía de milicias urbanas de fusileros, y

nombrando los oficiales, encargué a usted eligiese los sargentos y cabos y alistase para ella los pobladores que juzgase a propósito. Cuento con que lo habrá usted ya ejecutado y que me remitirá a su tiempo el estado de esta compañía, con relación del progreso y adelantamiento que haya hecho por medio del cuidado e instrucción que de ella les dará el teniente don Pedro Lagos, a quien encargué de este particular. Como vaya aumentándose el número de habitantes, convendrá que se formen otras compañías bajo el pie y fuerza de la ordenanza del ejército. El clima duro de Osorno hará gentes robustas y aptas para la agricultura y la guerra, y la diligencia de usted buenos labradores y soldados, que es todo el objeto de la empresa.

Aunque los indios del distrito no pueden causar inquietud alguna a la población por su débil naturaleza y corto número la prudencia exige que viva usted con cuidado y mantenga la compañía de dragones que guarnece el contiguo fuerte de la Reina Luisa bajo el régimen, disciplina, subordinación y servicio en que S. M. quiere se hallen sus tropas, y ejercitada diariamente en el manejo del arma, vuelva a su tiempo a incorporarse en su cuerpo mejorada, y aquella ocupación le impida distraerse en daño de los indios y de la misma población.

Cuide usted que se evite absolutamente el empeño de esa tropa en favor de cabos y sargentos. Nada recelo acerca de esto ni tengo, por consiguiente, que prevenir en cuanto al teniente don Pedro Lagos, por el antiguo conocimiento que tengo de su desinterés y honrosa conducta. El empleo en pulperías y tiendas es ahí inevitable, y acaso de conveniencia al soldado si, como

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he advertido, se hace guardar un orden y regularidad en los precios'.

Aunque, como he dicho antes, nada haya que recelar de esos indios, no es infundado el sospechar que su comunicación con los del otro lado de la cordillera, más audaces que esos, les puede inducir a alguna insurrección, o cuando menos a robar las haciendas de ganados que se están poblando. Así, cuidará usted que se cierren absolutamente los boquetes o pasos de la cordillera por donde aquéllos transitan a esta banda, y que, conforme a las órdenes que dejé al subteniente don Teodoro Negrón, se verifique esta obra en todo el resto del presente verano.

Es cuanto me ocurre por ahora advertir a usted y no dudo que queden muchas cosas por prevenir. Como se vayan presentando, diré a usted de Santiago o desde Lima lo que crea conveniente, y entre tanto obrará usted sobre lo omitido como las circunstancias lo aconsejen. Dios guarde a usted muchos años.- Concepción, 26 de febrero de 1796.- El Barón de Ballenary.- Señor don Manuel Olager Feliú».

Juntamente con el envío de 29 ejemplares impresos de este hermoso documento, de los cuales debía reservar uno el Gobernador y repartir los 28 restantes entre los pobladores más letrados, el Virrey O'Fíiggins mandaba, para el conocimiento de los habitantes, un libro estimado por don Ambrosio. Laparte pertinente de su carta de 29 de agosto de 1796, dice así:

«Y como pueden conducir para mejor los conocimientos de ella las lecciones del mejor de nuestros autores, el célebre Alonso de Herrera, le envío también un ejemplar de esta obra que conservaba con mucho aprecio ha mucho tiempo entre mis libros. Póngale V. M. en el inventario de los bienes comunes de aquella población, reconózcale con frecuencia para comunicar sus luces a quien crea merecerlas».

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Osorno pasa a depender directamente de Lima

Una vez llegado a Lima, el Virrey O'Higgins, interesado grandemente por el surgimiento de la naciente colonia de Osorno, solicitó al Rey la dejara bajo su dependencia directa, lo que el Monarca autorizó por Real Orden de L° de junio de 1798.

Junto con agradecerse a O'Higgins el entusiasmo y sacrificios desplegados en la repoblación de la ciudad, se accedía a lo solicitado, tomando en cuenta, principalmente, que para el logro completo de la empresa «es insuficiente el Erario de Chile, necesita ser socorrida del de Lima, y que el Virrey Marqués de Osorno por sus conocimientos y mayores facultades se halla en proporción de promoverla: se ha servido S. M. aprobar la reserva, que hizo del cuidado y dirección del proyecto, de que dio cuenta después de su arribo a Lima con fecha 23 de septiembre de 1796; pero con calidad de que no pase esta gracia a su sucesor»...

Principales colaboradores de la repoblación de Osorno

Hemos visto figurar, a propósito de la toma de posesión de las ruinas de Osorno, al capitán don Tomás de Figueroa, implacable, y si se quiere sanguinario, pacificador de los indios por medio de la fuerza.

También hemos mencionado al teniente don Julián Piniuer, jefe del destacamento que guarneció el fuerte construido a orillas del Rahue, y primer Comisionado en las juntas celebradas con los indios.

Conocemos también la labor del capitán-ingeniero don Manuel Olaguer Feliú, constructor del fuerte y primer Superintendente, Juez y Comandante Militar de la nueva ciudad.Nos falta mencionar la labor de dos modestos colaboradores que, a pesar de no haber manejado armas, desempeñaron papeles de suma importancia en la parte más difícil relacionada con la repoblación de Osorno, cual fue la preparación espiritual de los indios para que aceptaran la reposición de la destruida ciudad.

Estos modestos colaboradores fueron el Padre franciscano Fr. Francisco Javier de Alday y el Comisario de Indios, don Francisco Aburto

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El Padre franciscano Javier de Alday

«Es necesario, decirlo de una vez: escribir historia de América sin frailes, es partir de arriba abajo la escultural, estatua de una virgen; es un cuerpo sin alma; es el olvido de la cruz y la glorificación de la espada».

Estas hermosas frases del historiador franciscano P. Roberto Lagos se pueden aplicar en forma magistral al P. Francisco Javier de Alday, a quien cupo una parte importantísima en la pacificación de los indios del territorio de Valdivia, lo que facilitó enormemente la restauración de la ciudad de Osorno.

Español, nacido en 1750, llegó al Colegio de Franciscanos de Chillán en 1774. Destinado a prestar sus servicios en la región valdiviana, fue el fundador de las misiones de Río Bueno y Dagllipulli.

Cumplido su cometido en esta zona, fue nombrado prefecto de misiones en 1803. Producida la Independencia de Chile, aceptó como «un filósofo resignado y conforme», dice el P. Lagos, el nuevo estado de cosas.

El P. Alday fue comisionado por don Ambrosio O'Higgins, con fecha 3 de abril de 1793, para procurar el restablecimiento de las misiones de Valdivia.

Vino a establecerse en Dagllipulli, junto al capitán don Tomás de Figueroa, que tenía a su cargo el cuerpo volante de tropas. Desde aquí se dedicó a recorrer todas las reducciones, acompañado por el cacique Calbuguir (o Calfunguir), que era su gran amigo.

Participó en forma activa en la preparación y desarrollo de las juntas de indios de Quilacahuín y Rahue, correspondíéndole presidir, en ausencia del jefe militar, la primera de ellas. Estas juntas fueron los últimos trámites preparatorios de la repoblación de Osorno.

El P. Lagos, ya varias veces citado en relación con este modesto apóstol franciscano, dice (página 371) que «sin la pacificación de los indios, sin las asambleas celebradas con ellos, sin la reposición de unas y fundación de otras conversiones, toda obra del citado P, y sin sus trabajos para obtener el consentimiento de los naturales, de ninguna manera se habría conseguido la repoblación».

Agrega:«O'Higgins y el P. Alday eran dos personalidades que,

a haber seguido entendiendo junto en los negocios de este país, habrían producido maravillas».

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Por su parte, el Gobernador de Chile decía de él que agregaba «a su acreditado celo y probidad la ventaja de ser apreciado de los indios de las parcialidades y Misiones conmovidas en esa jurisdicción» y que él sería «el mejor agente de la paz y quietud de esos Naturales».

La vida del P. Alday se extinguió tranquilamente en Santiago, en 1826.

Don Francisco Aburto, Comisario de Naciones

No debemos olvidar a otro modesto, pero efectivo colaborador en la repoblación de Osorno.

El mismo día que don Ambrosio O'Higgins firmaba en Concepción el nombramiento relacionado con el P. Alday, (3 de abril de 1793), designó como Comisario de Naciones, o Comisario de Indios, a don Francisco Aburto.

Este funcionario fue, además, el tercer Comisionado que nombró el Gobernador para presidir las juntas con los indios. Primero lo era el teniente Pinuer, jefe del fuerte de Osorno, y segundo el Padre Alday.

El Comisario de Naciones era el intermediario o agente de comunicación entre las autoridades gubernativas y los indios, a los cuales ayudaba también a solucionar sus dificultades, facilitar sus negocios, etc.

Los indígenas se acostumbraron tanto a su intervención, que ella no desapareció sino algunos años después de establecida la República. Prueba de ello es que Aburto desempeñaba aún su cargo cuando contaba setenta y un años de edad, en 1816, según lo hace notar don Ricardo Donoso. Se ignora la fecha de su fallecimiento.

Al hacer su designación para el cargo mencionado, O'Higgins hizo resaltar los servicios que Aburto ya había prestado en la conciliación de españoles e indios.

Participó en forma activa, tal como el Padre Alday, en la preparación y realización de las dos juntas de indios que antecedieron a la repoblación de Osorno.

El fuerte

En tiempos de la repoblación de esta ciudad, reinaban en España Carlos IV y María Luisa, mujer ésta de costumbres livianas, que convirtió a un oscuro ciudadano, Manuel Godoy, en Ministro de la Corona y Duque de Alcudia.

El favorito de la Reina marcó el destino de la Metrópoli y sus colonias, y su sombría influencia produjo nada menos que la abdicación de Carlos IV y el destronamiento de su hijo y sucesor, Fernando VII, ante la invasión napoleónica, provocada por la reina madre a trueque de libertar de la prisión a su favorito. Y ¿por

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qué olvidar que a esa amistad estrecha se debió también, en no pequeña parte, la Independencia de la América Española?

Pues bien, quiso el destino que en el último rincón del mundo, en Chile, dos fuertes de guerra perpetuaran los nombres de María Luisa y el Duque de Alcudia: el de Osorno y el de Río Bueno, respectivamente.

En 1793, es decir al año siguiente de la recuperación de las tierras de Osorno por don Tomás de Figueroa, se constituyó el fuerte de San Luis, llamado después de María Luisa, bajo la dirección del ingeniero don Manuel Olaguer Feliú Quedó como jefe del destacamento militar el teniente don Julián Pinuer.

El foso del fuerte comenzó a abrirse el día de San Luis, rey de Francia (25 de agosto), de donde arrancó su primer nombre, y la obra quedó terminada en junio de 1794, según lo decía Pinuer al coronel don Pedro Quijada, Gobernador de Valdivia.

En carta de fecha 12 de mayo de 1793, el Gobernador Militar de Valdivia, don Lucas de Molina, decía a don Ambrosio O'Higgins:

«Para el día 12 del próximo mes de junio saldrá el Destacamento de Osorno en el número de sesenta hombres a lo menos, al mando del Subteniente Don Julián Pinuer, y por el pronto se formará una oficina provincial en donde se acopiarán los víveres que se puedan conducir para la manutención de aquel Departamento, sirviendo al propio tiempo de cuartel para la tropa, y para la seguridad de ésta se hará un cuadro de revellines, quedando dentro de él la oficina; y es cuanto se puede hacer por ahora, y en interim llega la primavera se irán acopiando materiales de aquellas ruinas que existen de la antigua ciudad, pues habiendo este propósito, quiero se levante la fábrica del fuerte».

El Destacamento no pudo partir, debido a las lluvias, sino el 15 de agosto. (Documentos originales dela Repoblación de Osorno).

En el fuerte de Osorno se hospedó, durante su permanencia en la arruinada ciudad, don Ambrosio O'I-Iiggins, futuro Virrey del Perú.Más tarde este baluarte fue designado generalmente con los nombres de El Castillo y Mackenna, primero por ser un recinto militar, y después porque en él pasó sus once años de estada en Osorno el gran Superintendente don Juan Mackenna.

Don José Rodríguez Ballesteros, coronel español de la época de la Independencia, en su obra Revista de la guerra de la Independencia de Chile, hace un detalle de las características del fuerte de María Luisa:

«Tiene un fuerte nombrado María Luisa, que es construido en la barranca del río de las Canoas, en la

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parte del norte, a distancia de doscientas veinticinco toesas de la junta de este río con el de las Damas. Es su figura triangular, guarnecido de tres baluartes, en los que había en el gobierno español un obús de bronce del calibre de a diez mirando al plan de la plaza, y tres pedreros de catorce libras que se mantenían cargados. La puerta tiene puente levadizo y un foso de ocho varas de ancho en los ángulos salientes, y en los flancos de doce varas de ancho en los ángulos salientes, y en los flancos de doce varas de ancho y cinco de profundidad, con sus correspondientes revellines. Se mantenía en esta fortaleza una guardia o destacamento de una compañía veterana de 50 hombres, con un almacén de víveres y pertrechos. Desde el mismo fuerte, con cubos, se saca el agua del río de las Canoas. Además de la guarnición veterana existía compañía de pobladores milicianos de 100 hombres vecinos de la misma, bastamente instruidos en el manejo del arma y fuegos».

Sin embargo, para formarnos una idea más o menos clara de las dependencias que tuvo este fuerte, ninguna fuente de información mejor que el Inventario General de los efectos pertenecientes al Fuerte de la Reina Luisa, sus edificios, armas, municiones y demás herramientas, etc., que corresponden a la Ciudad y Repoblación de Osorno, y que se confeccionó con motivo de la entrega que, por orden del Marqués de Osorno, hizo el primer Gobernador, don Manuel Olaguer Feliú, a su sucesor, coronel don César Balbiani, que hemos encontrado en el Archivo Nacional

Para no quitar a esta relación el sabor original que le dan los años, lo transcribimos textualmente, en la parte que se relaciona con los edificios y armamentos. Dice así:

«Un Edificio de treinta y ocho vars. de largo, con cinco divisiones: La primera sirve de habitación del superintendente, y contiene una sala, y dos recamaras con puertas corredizas, siete Tauretes, dos Mesas, un Catre, un Estrado de tablas, dos Ventanas con Aldavillas, tres Puertas, la una con cerradura, y la otra con Picaporte; La segunda un cuarto que sirve de Almacén de víveres, con Ventana y Aldavilla. Puerta con cerradura, y un Armen lio para los Fusiles de repuesto; La tercera es el cuartel de la Tropa con su Tablado, Armerillo, cuarto de Sargentos con puerta corrediza, tres Ventanas, y una Puerta sin cerradura; La cuarta es la Habitación que ocupa el oficial de Dragones, y contiene un Catre, dos Mesas, dos Tauretes, una Ventana con Aldavilla, y una Puerta con cerradura; La quinta es un cuarto formado en el Corredor que sirve de Oratorio con Mesa para celebrar,

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y una Puerta con cerradura. Vna cocina de doce varas, dividida en dos partes que sirven a un mismo fin, y ésta

tiene un horno, y dos Puertas, la una con Candado; y un lugar común para la Tropa, a la espalda.

Un Cuerpo de Guardia de nueve varas largo, con tabladillo, Cepo, y Puerta, todo corriente.

Una casa de quince varas largo, y siete ancho, empostada y entijerada, que se está construyendo para habitación

del Superintendente.Un lugar común pa. Oficiales, con Puerta, y cerradura.Tres Garitas de Madera colocadas en los Baluartes.

ARMAS Y EFECTOS DE ARTILLERÍAUn Cañón Obús montado en su cureña, cuatro Espeques,

un Atacador, y Lanada.

Tres Pedreros montados en sus Piquetes, con Atacadores y Lanadas respectivas.

Dos Pedreros desmontados, reventados, e inútiles.

Ocho Ahujas, dos Botafuegos, un rollo de Cuerdamecha, un Chifle, y dos medidas de oja de lata.

Ciento siete balas para metralla del obús, y cincuenta y una de Pedrero.

Nueve mil y trescientas balas de fusil.

Cinco Barriles de Pólvora de a quintal, y otro más con una arroba y veinte y dos Ib. pesado en bruto.

Dos cajones de cartuchos de fusil, que no se pueden contar por desechos.

Setenta y tres Fusiles, de los cuales hay cuatro descompuestos y tres inútiles.

Ochenta y tres Bayonetas, la una quebrada.

Cuatrocientos cuarenta y dos piedras de chispa para Fusil».

Los restos de este fuerte se mantuvieron hasta el último cuarto del siglo pasado, conservando, entre otros detalles, el departamento subterráneo que se abría hacia la barranca del río. Dos de sus cañones guarnecieron después, durante un buen tiempo, la puerta de la cárcel, ex-Cabildo de Osorno.

Posteriormente se levantó sobre aquellos terrenos el Matadero que, una vez demolido, dejó esas tierras libres para la construcción de la futura avenida costanera.

Al recorrer ese lugar, evocamos la memoria de personajes notables, de motines, de fusilamientos y de

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cuantas alternativas ofrece una obra de conquista y civilización.

La ciudad fabulosa de los Césares y primitivo origen de la misión y fuerte deRío Bueno

Ya que nos hemos referido en el capítulo anterior a la construcción de los fuertes de Osorno y Río Bueno, es interesante recordar el primitivo origen de este último y su relación con la famosa leyenda de la Ciudad de los Césares.

Fiemos dicho que las misiones o conversaciones religiosas fueron las avanzadas de la penetración lenta y pacífica de los españoles en la región austral.

La de Rio Bueno tuvo un origen curioso.

Desde época inmemorial existió la creencia de que había en la región cordillerana, probablemente en la zona de los lagos osorninos, o en la Patagonia, una ciudad misteriosa que nadie conocía: la Ciudad de los Césares.

Se explicaba su origen en la siguiente forma: en tiempos de Carlos V, según cuenta el Padre Rosales, el obispo de Plasencia mandó dos naves a reconocer el estrecho Magallanes:

«El uno pasó felizmente el Estrecho y el otro, combatido de una furiosa tempestad, dio al través veinte leguas adentro, y haciéndose pedazos en las peñas, salió a la playa la gente. Escaparon de la tormenta 160 hombres destinados a poblar, tres clérigos, alguna gente de mar y veintidós mujeres casadas».

«Caminaron siete días, pasando montes de nieve y cerros encumbrados sobre las nubes, cuando descubrieron desde lo alto tierra plana. Hicieron un fuerte y una ciudad que comúnmente se llama 'La ciudad de los Césares', en parte tan retirada y escondida que, aunque se han hecho algunas diligencias por descubrirla, todas han sido en vano».

Como el Padre Rosales nació en los primeros años del siglo XVII; es decir en los tiempos de la destrucción del primitivo Osorno, podrá apreciarse la antigüedad de esta tradición.

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La sencilla gente de aquella época fue adornando las características de la misteriosa ciudad con detalles fantásticos y fabulosos.

Circuló también la leyenda que le daba otro origen: que la habían formado pobladores de las ciudades australes destruidas a fines del siglo XVI (Valdivia, Villarrica y Osorno).

Don Ignacio Pinner, comisario de naciones e intérprete del territorio de Valdivia, después de conversar al respecto con los indios, envió un memorial a la Corte de España, la que ordenó al Presidente de Chile, que lo era don Agustín de Jáuregui, en 1774, efectuar un reconocimiento para verificar la verdad de los rumores.

El Gobernador de Valdivia, don Joaquín de Espinosa y Dávalos, comisionó al mismo Pinner para ver qué había de efectivo al respecto. Lo acompañó el padre franciscano Fr. Benito Delgado, que fue el verdadero cronista de esta expedición, y ha dejado un interesante Diario de ella.

La columna, compuesta de ochenta soldados, salió de la misión de Arique, a la cual pertenecía el padre Delgado, el 22 de septiembre de 1777. Esta misión estaba situada un poco al oriente de Valdivia y al sur del río Calle-Calle.

Lo curioso es que, poco antes de llegar al río Bueno, desistió de continuar en la empresa nada menos que el jefe y alentador de ella, por temor a los indios de más al interior.

Mientras llegaba el reemplazante que designara el Gobernador de Valdivia, y que resultó ser el capitán don Lucas de Molina, el padre Delgado cruzó el río y entabló conversaciones con los indios, a fin de obtener el consentimiento para instalar ahí una misión, en lo cual obtuvo completo éxito

El 28 de octubre todo el cuerpo expedicionario pasó al sur del río y, según cuenta el padre Roberto Lagos (Historia Misiones del Colegio de Chillón, página 293), «de acuerdo con los caciques marcaron el sitio para la fundación de un fuerte, que desde luego quedó establecido junto a la ribera sur del río y próximo a una vertiente, por determinación de don Lucas de Molina.

El 13 de noviembre de 1777 partió la expedición de los Césares, compuesta de 27 personas, quedando el resto a cargo del nuevo fuerte.

La empresa tuvo el resultado que podía esperarse: después de recorrer la zona de los lagos Puyehue y Llanquihue y de buscar sin resultado un paso para internarse en la cordillera, los expedicionarios, desilusionados, regresaron a Río Bueno, a donde llegaron el 1° de enero de 1778.

El resultado positivo de la empresa consistió entonces en el avance pacífico que significó la instalación en Río Bueno, la que quedó sellada oficialmente por acta suscrita el 3 de enero.

«Diez y siete años más tarde -dice el padre Lagos- se cambió el sitio del fuerte y se le llamó en adelante San José de Alcudia, del cual aún subsisten los fosos junto al río Bueno, que lo presenta como baluarte en su ribera. Desde la altura del recinto se ven rodar como dormidas las cristalinas aguas, semejando a lo lejos una cinta de

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luciente plata; sobre ambas orillas se extiende un hermoso valle rodeado en lontananza de perennes bosques: soberbio panorama impregnado de la más opulenta poesía».

El nombre de Alcudia, que llevó el fuerte de San José de Río Bueno, se debe, como hemos dicho anteriormente, al ministro español don Manuel Godoy, duque de Alcudia.

Principales trabajos realizados durante la administración de Olaguer Feliú

Una de las principales preocupaciones del Gobernador de la ciudad fue la de intensificar las siembras y cultivos.

Como viera que había necesidad de ampliar la extensión de terrenos destinados a las chacras, entró en trato con los indios, a fin de obtener de ellos la cesión voluntaria de las tierras próximas a la ciudad ubicadas al norte del río Damas.

Tuvo éxito en sus gestiones, según se desprende del oficio que, con fecha 7 de abril de 1796, envió Olaguer al Barón de Ballenary:

«En consecuencia a la orden verbal que V. E. me dio y reconocimiento que hice de las tierras que hay a la parte del norte del río de las Damas, donde estaban avecindados algunos indios, para que tomados a éstos sirviesen a los pobladores de Osorno de chácaras, hice comparecer en aquel Fuerte al cacique Caniuhanti, y por medio del Comisario se le gratificó por ellas sesenta pesos, quedando el expresado cacique muy satisfecho y yo complacido».

El costo de la harina se habría elevado enormemente si desde el principio no se hubiera tratado de instalar molinos.

Ya en 1794, en oficio de 5 de agosto, decía el Gobernador de Chile al Gobernador de Valdivia:

«Contéstese al Gobernador que a la mayor brevedad haga construir en Osorno el Molino que ha propuesto el Comandante D. Julián Pinuer, disponiendo que esta máquina se ejecute con la firmeza y solidez que sea capaz de asegurar su duración, sin perjuicio de procurar en sus gastos todos los ahorros posibles y economía». (Rep. de Osorno).

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En abril de 1796 (oficio de fecha 24) Olaguer decía a O'Higgins:

«Tengo la satisfacción de comunicar a V. E. haberse ya puesto un Molino en esta Población, en el mismo paraje que estuvo el antiguo, en las inmediaciones del Fuerte. El chilote poblador Remigio Mansilla, que condujo de Chiloé sus piedras, aunque pequeñas, me pidió permiso paracolocarlas, y no sólo se le di si que también le he auxiliado con gastadores y herramientas, todo, lo que espero tendrá V. E. a bien».

Más adelante agregaba:

«...Siendo ciertamente grande la complacencia que tuve en verle moler».

Plaga de ratones

La naturaleza quiso poner a prueba la tenacidad de los pobladores osorninos: una espantosa plaga de ratones comenzó, a mediados de 1796, a destruir los sembrados y cuanto había en las modestas habitaciones.

Nada pinta mejor esta plaga que las palabras del Gobernador Olaguer al Virrey del Perú (oficio de 2 de septiembre):

«Desde la fecha de mi último oficio a V. E. se ha experimentado (aunque ya había algunos), una fuerte plaga de ratones que toda expresión es corta a manifestar la multitud inmensa que cubre los campos y casas: Ha asolado aquéllos en términos de no quedar sementera más que tal cual de trigo que ya encontró algo crecido. Las habas, cebada y arvejas, totalmente las ha aniquilado, y he suspendido la siembra de otras semillas porque toda diligencia será inútil en tanto que no minoren. Son una especie de ratones pequeños de igual tamaño todos, cuya procreación no se ha podido investigar en qué términos sea. Hay de varias especies

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y colores, y aun blancos como algodón, de los que conservo una piel por cosa rara. Después de haber muerto sin número, creí oportuno llevar la cuenta, y en este mes próximo pasado de agosto se mataron en el Almacén de Víveres de este Fuerte 14.600».

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Censo de la población

Durante los primeros tiempos, y mientras los pobladores podían sustentarse a sí mismos, se proporcionó raciones para ellos, sus mujeres e hijos.

Una de esas planillas nos ha permitido conocer el número de habitantes civiles de la ciudad el 5 de octubre del año 96 y, según la relación de raciones entregadas, había:

Hombres, cabezas de familia 95

Mujeres casadas 93

Hijos 212

Hombres solteros 6

Lo que daba un total de:406 personas

Podremos observar que esta cantidad es inferior a aquella que figuró en la lista de repoblación, lo que se debe, probablemente, al alejamiento de algunos pobladores, o a que otros de los que se habían inscrito para hacer el viaje a Osorno no lo realizaron.

El censo de 30 de enero de 1800, da los siguientes datos:

Familias 371

Solteros 512

Párvulos 115

Total: 1.012

Dos años más tarde, el 31 de diciembre de 1801, el número total de habitantes llegó a 1.145.

Propiedades y especies del Estado ubicadas fuera del fuerte

Además de las dependencias que hemos mencionado al hablar del Fuerte de María Luisa, había, fuera de este recinto, un galpón de cuarenta y cinco varas de largo, techado de paja, que estaba dividido en dos compartimientos: uno de ellos destinado a oficina, y el otro a un taller de carpintería. Este último, además de emplearse como lugar de trabajo, servía para almacenar maderas.

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Otro galpón, de construcción similar a la anterior, y de treinta varas de largo, era el lugar de reclusión para los cuarenta presidiarios que fueron enviados a Osorno a fin de cooperar en las labores de la repoblación.

VA

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Las herramientas y otros elementos de trabajo estaban a cargo del Condestable de la ciudad, Félix Flores.

A fines de 1796 el caserío provisorio que, como hemos dicho anteriormente, estaba situado en las proximidades del Fuerte, constaba, más o menos, de cien humildes casas con techo de paja, las que servían de morada a los pobladores y soldados casados.

La modesta capilla formaba parte de las dependencias del Fuerte, y en ella se veneraba una imagen del Apóstol San Mateo, con diadema de plata, enviada desde Lima por el Virrey O'Higgins, y otra de la Virgen, también con corona de plata, vestiduras de media lama blanca y manto de melina azul, obsequio del Marqués de Avilés, sucesor de O'Higgins en el Gobierno de Chile.

Con respecto a los demás elementos para la celebración de la misa, fueron ellos obsequiados a la capilla de la nueva ciudad por el caballero de Lima don Félix Colunga, Administrador General de Temporalidades de ex-Jesuítas.

Compañías de milicias

Durante la superintendencia de don Manuel Olaguer Feliú se organizó una Compañía de Milicianos que, en diciembre de 1796, constaba de 103 hombres, incluyendo la plana mayor.

Esta Compañía se formó con el objeto de cooperar con las tropas del Fuerte en una posible defensa de la ciudad.

Los 92 soldados rasos que la componían estaban dirigidos por el siguiente cuerpo de oficiales, sub-oficiales y cabos:

Capitán don Juan José Moreno.Teniente don Alonso Oyarzún.Sub-Teniente don Tomás Sotomayor.Sargento 1.° don José Barrientos.Sargento 2.° don Jacinto Barrientos.Sargento 2.° don José Antonio Balderas.Cabo 1° don Juan Sánchez.Cabo 1 d o n Juan de Dios Pérez.Cabo 1° don Francisco Javier Oyarzún.Cabo 1° don Ignacio Gómez.Cabo 2.° don Januario Leiva.Cabo 2.° don Mateo González.Cabo 2.° don José María González. Cabo 2.° don Manuel SilvaAdemás de estos 103 hombres, había ocho destinados a la Artillería.Don Juan José Moreno, que comandaba estas fuerzas, fue, en los comienzos de

la vida de la ciudad, el civil más prestigioso. Lo vemos encabezar la lista de

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pobladores con el calificativo de «don», y algunos años más tarde desempeñó durante largo tiempo el cargo de Gobernador de la ciudad.

Término del Gobierno de Olaguer Feliú

El período de mando del primer Superintendente de Osorno abarcó casi todo el año 1796, pues el 5 de diciembre hizo entrega de sus funciones a su sucesor, el coronel don César Balbiani, que llegó acompañado, procedente de Lima, por el sobrino de don Ambrosio, capitán de Dragones don Tomás O'Higgins, y por don José Ignacio Arangua, capitán de Milicias.

El sobrino fue portador de una hermosa carta que el Virrey enviaba a los indios osorninos, carta que fue leída y comentada a ellos el mismo día de la ceremonia de entrega del mando, y que, en su parte más importante, decía:

«Amigos míos: sin embargo de la distancia en que se halla esta Capital y sus Provincias a cuyo mando se ha servido el Rey destinarme, tengo a todos Uds. muy presentes. Nunca podría yo hacerles una mejor expresión de mi memoria que enviándoles, como hago ahora, una persona de mi misma sangre que los salude a mi nombre. Esta es la del Capitán don Tomás O'Higgins, mi sobrino, que les asegurará de mi voluntad y deseo con que quedo de que se mantengan en quietud, cultiven su tierra tranquilamente y aumenten sus ganados».

Escucharon este cariñoso mensaje los caciques Caniuhanti, Calfunmilla, Catihuala y Queipul, que asistieron a la reunión acompañados de cerca de doscientos mocetones.

Los indios amaron entrañablemente a don Ambrosio O'Higgins, pues lograron comprender su espíritu bondadoso y justo. Mackenna le decía en carta del año 98:

«Tanto aquí como en la Frontera de la Concepción pronuncian con ternura el nombre de Ambrosio. He preparado que por este nombre V. E. es conocido de todos estos Indios».

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Don César Balbiani, nuevo Superintendente

Una vez que el Virrey O'Higgins hubo llegado a Lima, además de su resolución de hacer que Osorno dependiera directamente del virreinato, extendió el nombramiento de un nuevo Superintendente, Juez y Comandante Militar para la ciudad, en favor del teniente-coronel don César Balbiani, residente entonces en la capital de los virreyes.

El Decreto respectivo está fechado en Lima el 27 de agosto de 1796 y se funda, principalmente, en el hecho de que al capitán-ingeniero don Manuel Olaguer pudiera faltarle tiempo para atender, simultáneamente, la Plaza de Osorno y supervigilar las obras de Valdivia, de las cuales estaba encargado.

Además, hizo resaltar en dicho Decreto el hecho de que Balbiani, «por el conocimiento anticipado con que se halla de la Provincia de Chiloé, confianza y amor que obtiene de sus habitantes, logrará confirmar en el propósito de avecindarse en Osorno a los que anteriormente pasaron desde las islas a la Nueva Colonia con el indicado designio, y que animándose otros por su medio a imitarles, se aumentará así el número de Pobladores».

Aunque el Virrey recién había abandonado Chile, quiso enviar un comisionado especial que, a su regreso, pudiera informarlo amplia y verídicamente de los progresos alcanzados en la repoblación de Osorno y sobre el curso de otros trabajos iniciados bajo su gobierno en otras partes del país. Y este enviado no podía ser de mayor confianza de don Ambrosio: su sobrino, el capitán don Tomás O'Higgins.

Estos dos funcionarios llegaron a Osorno a principios de diciembre de 1796, iniciando con gran actividad las funciones de sus respectivos cargos.

Juntamente con Balbiani y el capitán O'LIiggins vino un tercer funcionario, el oficial don José Ignacio de Aragua, encargado especialmente de alcanzar a Chiloé a fin de entusiasmar a algunos pobladores de la isla a radicarse en Osorno. Arangua cumplió con todo entusiasmo su misión y llegó con su gente a la nueva colonia en febrero de 1797.

El nuevo Superintendente, que se hizo cargo de sus funciones el 5 de diciembre de 1796, duró poco tiempo en su cargo: hasta el 18 de noviembre del año siguiente. Tal vez el clima alteró grandemente su salud, lo que lo obligó a solicitar su reemplazo al Virrey.

Principales trabajos realizados durante la administración de Balbiani. Puentedel Damas

VA

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Una de las principales preocupaciones del nuevo Gobernador fue la de facilitar las comunicaciones con el norte, disponiendo la construcción de un puente sobre el río de las Damas.

Esta resolución la comunicó al Virrey O'Higgins por oficio de 22 de diciembre de 1796, es decir muy pocos días después de hacerse cargo de la superintendencia de la ciudad.

La obra fue realizada con toda actividad, ya que a mediados del mes de mayo del año siguiente fue terminada, como lo comunicó el Gobernador al Virrey:

«Quedan concluidas en esta Colonia las obras del puente de madera en el río de las Damas, con doscientas veinte varas largo, cuatro de ancho, y siete y media de alto, construido con la mayor fortaleza». (Oficio de 15 de mayo - Repoblación de Osorno).

En la construcción de este puente tuvo actuación principal el carpintero holandés Timoteo Cadagán, uno de los maestros enviados a Osorno por el Marqués de Avilés, y que llegó a fines de diciembre de 1796, contratado por «dos años forzosos» y con un sueldo anual de trescientos sesenta pesos

Capilla provisional

Como hemos dicho al hablar sobre el Fuerte de Osorno, las ceremonias del culto se realizaban en una dependencia que se arregló en uno de los corredores.

Balbiani ordenó la construcción de una capilla provisional, con techo de paja, que se ubicó a distancia de cien varas frente al Fuerte, con una habitación anexa destinada al cura. El Superintendente confiaba en poder iniciar la construcción de la iglesia definitiva en tanto llegaron los artesanos que pidió al Gobernador de Chile, como lo hace notar en oficio de 22 de diciembre, dirigido al Virrey:

«Sin en esta estación vinieren los albañiles y fabricantes de materiales que he solicitado del Excmo. Señor Capitán General y Presidente de Chile, dispondré que sin pérdida de tiempo se corten las maderas y se prepare el terreno para comenzar la reedificación, así de la Iglesia como de los demás edificios, sobre los mismos cimientos de la antigua ciudad».

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La Iglesia provisional fue inaugurada solemnemente el 21 de septiembre de 1797. El Gobernador Balbiani dio cuenta de esta ceremonia al Marqués de Avilés por medio del siguiente oficio:

«Excmo. Señor:

Con general devoción y regocijo de esta Repoblación se estrenó el día 21 del p.p. la Iglesia provisional, en que con la posible solemnidad fueron colocadas la imagen de la Inmaculada Concepción y San Mateo Apóstol, Patrón de la ciudad.

He visto aquel día con bastante satisfacción la ternura con que estos colonos hicieron las demostraciones debidas al culto divino, restableciendo la fe que por el discurso de tantos años se había desterrado de esta remota posesión.

El cuerpo de la Iglesia es capaz de quinientas almas, y su disposición y aseo interior más que regular para el destino. Cuya noticia espero sea del superior agrado y satisfacción de V. E.

Nuestro Señor guarde a V. E. muchos años. Osorno, Io

de Octubre de 1797.

Excmo. Señor.

César Balbiani».

Al leer la nota anterior, nos merece un reparo lo relacionado con la capacidad de la capilla: que pudiera contener «quinientas almas», en circunstancias que en el Inventario que sirvió de base a la entrega que hizo Balbiani a su sucesor, se deja constancia de que había «una iglesia techada de paja, de treinta varas largo y doce de ancho». Nos inclinamos a creer más bien que, por tratarse de una obra provisional, y para un escaso número de habitantes, no hubo necesidad de una casa que pudiera contener quinientas almas, ya que pronto habría de levantarse la iglesia definitiva en el centro de la ciudad.

Salubridad

Como si hubiera sido poco la plaga de ratones que destruyó siembras y provisiones durante el año 1796, los habitantes fueron víctimas, ese mismo año, de «una epidemia de fiebres malignas, que en algunos ha causado estragos», como decía Balbiani al Gobernador de Chile.

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Conocedor de esta desgracia, el Virrey del Perú pidió se destinara para la ciudad de Osorno un cirujano con Botiquín.

Es curioso recordar las medicinas con que contaban las pequeñas boticas primitivas. Reproducimos una lista de ellas, formada durante el gobierno de don Juan Mackenna, en 1800:«Crémor tártaro; Simientes frías; Bálsamo de Copaiba; Polvos de mercurio; Sasafrás; Palo santo; Quina; Piedra besar; Piedra lipe; Aguilón gomado; Albayalde; Almendras; Incienso; Aceite de María; Jarabe de limón; íd. de naranja; íd. de violado; íd. de amapola; Tintilla de rota; Agua de canela; Vinagre de Saturno; Canela en palo; Aceite de almendras; Ungüento blanco; Ungüento Estoraque; Azúcar Blanca; Nueces moscadas; Zarzaparrilla;

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Hilas».

Aparte de los remedios «caseros», en los que se empleaba de preferencia las plantas medicinales, uno de los tratamientos más corrientes era la sangría, en la que intervenían «facultativos» especializados.

El primer «facultativo» que tuvo Osorno fue José Ubaldo Saavedra, que vino de Valdivia, donde estaba en calidad de presidiario en la Compañía de Obreros. Desgraciadamente, Saavedra falleció en abril de 1799, por lo que se solicitó con urgencia la venida de otro «facultativo» de Valdivia, también presidiario, pues en la ciudad no había quién supiera sangrar.

Servicio nocturno de vigilancia

A las 10 de la noche se levantaba el puente levadizo que daba acceso al Fuerte. La seguridad y tranquilidad de la población civil quedaba entonces confiada exclusivamente a los propios habitantes.

El Gobernador resolvió establecer una guardia nocturna a cargo de ocho o diez dragones mandados por un cabo, y para los cuales hizo construir, a distancia de cien varas de la estacada del Fuerte, un pequeño retén o cuerpo de guardia. Este servicio de vigilancia se mantenía desde el toque de retreta hasta el día siguiente.

Fue esta guardia, en consecuencia, la primera policía que tuvieron los osorninos.

Cosechas en 1797

En el mes de abril de 1797 el Gobernador de Osorno elevo al Marqués de Avilés un informe sobre el resultado de las cosechas, del cual copiamos lo siguiente:

«Se han cosechado en el presente año trescientas veinticinco fanegas de trigo, y poco más de ciento de cebada, procedentes de las siembras que se hicieron después de la plaga de ratones. De las papas, maíz, frijol y garbanzos no ha podido averiguarse su producto, respecto

va

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de que aún quedan en los campos por cosechar con esperanzas abundantes».

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No todos los pobladores demostraron interesarse por el éxito de las labores agrícolas. Balbiani formó una lista de dieciséis reacios, a los que retiró todos los auxilios que les había otorgado para el cultivo de sus chacras.

Sabedor de esto el Gobernador de Chile dispuso que si esos dieciséis ociosos no se interesaban por colaborar en la obra común, se les remitiese a «servir a jornal en las obras de Valdivia por dos años». (Oficio de 29 de julio de 1797).

Educación pública

Por oficio de 10 de octubre de 1797, el Gobernador de Osorno comunicaba al Marqués de Avilés sus proyectos con respecto al fomento de la instrucción en la naciente ciudad:

«Excmo. Señor:

Para el loable objeto de proporcionar la instrucción necesaria a la juventud de esta repoblación, bajo el activo celo y dirección del Cura Vicario don Juan de Ubera, he dispuesto la fábrica de una casa de madera antigua a la Iglesia, que sirva de escuela de primeras letras, donde por los medios suaves y sagaces espero reciban al mismo tiempo los indios jóvenes la doctrina conveniente para el conocimiento de la Religión, que será fácil civilizándose con los demás ir formando un solo cuerpo de vasallos.

No contento con esta útil providencia, el celo de ese Vicario ha promovido igualmente a su costa, y mediante una corta ayuda, el establecimiento de una escuela separada para niñas, al cargo de una mujer adecuada al intento, todo lo que espero merezca la superior aprobación de V. E. por cuya vida ruego a Dios la guarde muchos años.- Osorno, 10 de octubre de 1797.

Excmo. Señor

César Balbiani».

En los trabajos de construcción de la escuela participó el grupo de artesanos llegados a Osorno en diciembre del año anterior, dirigidos, además del carpintero Cadagán, que ya hemos mencionado en la construcción del puente, por Aníbal Gómez que, en un documento de la época, se hace llamar «Profesor de Albañil».

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Llama la atención en dicho documento la hermosa letra de este artesano y lo correcto de suredacción. Ganaba un sueldo anual de trescientos sesenta pesos.

Censo de población

En una Memoria de Balbiani, fechada el 12 de abril de 1797, presenta el siguiente cuadro relacionado con el movimiento de población:

Familias PersonasFamilias existentes en 31 de diciembre

97 438

Id. venidas últimamente de Chiloé

33 159

Id. voluntarias presentadas 8 21

Personas solteras agregadas-

10

Total: 138 628

Mejoras en el fuerte

Entre los adelantos introducidos por el Superintendente en las construcciones situadas dentro del Fuerte, cabe mencionar la conclusión de la casa destinada al Gobernador, y que él describe así:

«Una casa habitación del Comandante Militar y Superintendente, de quince varas de largo y siete y media ancho, techada de tablas, con cinco divisiones interiores, tres puertas principales con sus cerraduras y cuatro interiores sencillas con sus aldabas, cinco ventas con ídem, y tres vidrieras, compuestas de treinta vidrios; un extradito, tres mesas, seis taburetes, y una escalera de mano».

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Además de las tres garitas con que contaba el Fuerte, hizo construir «un campanario techado de tablas, con su campana y escalera de mano».

Balbiani hace entrega del cargo

Mientras llegaba su sucesor, don Juan Mackenna, el Superintendente procedió a hacer entrega de la ciudad al Jefe del Fuerte, teniente de Dragones don Pedro Lagos, para cuyo efecto se confeccionó un minucioso Inventario, del cual hemos tomado muchos de los datos precedentes.

Corta, pero fructífera, fue la estada de este digno militar en la dirección de los destinos de Osorno.

Las generaciones posteriores, recordaran su nombre, dándolo a una de las calles de la ciudad, que después fue designada con el de Bilbao, tal vez desconociendo la labor de uno de sus principales repobladores.

Don Juan Mackenna

Difícil es que el Virrey del Perú hubiera podido encontrar en América un hombre que reuniera mejores condiciones de gobernante, militar y educador de un pueblo, como el elegido por don Ambrosio O'Higgins.

Antes de referirnos en detalle a la obra realizada por él en Osorno, daremos a conocer algunos datos biográficos relacionados con su persona

Una pequeña ciudad de Irlanda, Clogher, cercana a Dublín, meció en cuna dorada, al tierno infante que vio la luz el 26 de octubre de 1771: Juan Mackenna O'Reilly.

De ilustre familia católica, en los 43 años de su vida sirvió con gloria a un Rey en acciones de guerra memorables, contribuyó al bienestar de sus semejantes, y fue segundo padre de un pueblo.

A los trece años de edad dio a sus mayores el beso que sería el postrero, y partió a España, donde bajo la tutela de su tío, el conde de O'Reilly, inició brillantes estudios, que lo harían cadete del Regimiento de Irlanda a los 16 años, e ingeniero a los 21.

Mezquindades de los hombres le negaron más tarde en Europa legítimos ascensos, y entonces él, que podía volar con sus propias alas, saltó a América.

Y en la ciudad de los virreyes logró la comprensión que anhelaba. Su anciano compatriota O'Higgins reconoció en él «su excelente conducta, aplicación y gran talento, su inteligencia, actividad y desinterés».

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El 11 de agosto de 1797 el Virrey, don Ambrosio O'FIiggins, nombraba a Mackenna jefe de su empresa predilecta: la Repoblación de Osorno. El 4 de octubre partía al sur, y el 30 de noviembre se juntó con los sencillos colonos que llegaría a considerar después como sus hijos.

El día 1° de diciembre les habló con palabra encendida sobre los sagrados deberes de la sociedad, sobre la manera de conquistar la felicidad privada y la de su pueblo, sobre el trabajo, la honradez y las buenas costumbres.

Y después, rudo laborar por espacio de 11 años.

Y a impulsos de su cerebro lúcido y de su mano activa, se hizo el milagro de la resurrección de un pueblo. Se abrieron caminos, se levantaron templos, funcionaron escuelas, giraron las piedras molineras, serpentearon los canales de regadío, bailaron los husos hiladores, se alistaron los hombres en escuadrones para afirmar las conquistas de la paz.

Hombre sencillo y desinteresado.

Lo siguiente dice de él Vicuña Mackenna, su nieto:

«Un corazón elevado se contenta con muy poco. ¡Qué lecciones para los ambiciosos aquel joven, lleno de corazón y de talentos que había tenido un rango en los ejércitos de Europa, apartado de los honores, como escondido en un lejano desierto, cultivando la tierra con sus propias manos y enseñando, con su ejemplo y sus desvelos, la religión y las artes a una porción del género humano, rebaño que como cristiano había recibido de su Dios para conducir a la virtud, pueblo que su Rey le había confiado para ilustrar y hacer dichoso!»

Ingratitudes y asechanzas le hirieron, junto con su padre espiritual, O'Higgins.

El noble anciano, que soñó con venir a dejar sus huesos a Osorno, se durmió para siempre el 18 de marzo de 1801.

Mackenna se sobrepuso a las miserias de los hombres durante algún tiempo más, y el 30 de junio de 1808 era llevado a otros lugares, donde el brillo de su espada y la chispa de su genio ayudarían a cimentar la libertad de su segunda patria.

El amor lo unió allá a una hermosa joven de 18 años, doña Josefa Vicuña Larraín, formando así ambos el trono de un árbol selecto.

El cariño de una chilena de corazón conquistó así un nuevo soldado para las armas de la patria.

Pero al fin, y muy prematuramente, se debía cumplir la profecía de su madre:

«¿Por qué hablas de ir a América, cuando conoces las decisiones internas que agitan esos países, tanto en el norte como en el sur? Por todo encontrarías las mismas

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turbulencias, porque en general yo creo que la agitación y descontento que reina entre los hombres procede de una equivocada ambición».

Y las disensiones, las turbulencias, los descontentos y las ambiciones, accionaron la bala que en la madrugada del 21 de noviembre de 1814, allá en el lejano Buenos Aires, recibió de manos de su hermano de causa, Luis Carrera.

Así se apagó la vida de este general de 43 años de edad, con cuya memoria tiene contraída Osorno una gran deuda.

Amarguras de un gobernante

Don Ambrosio O'Higgins fue reemplazado en su cargo de Gobernador de Chile por don Gabriel de Avilés y del Fierro, Marqués de Avilés, cuya estada aquí fue breve, pues pasó a desempeñar en 1798 el virreinato de Buenos Aires, y a la muerte del anciano virrey del Perú, le sucedió en Lima.

Tanto durante el tiempo que ejerció sus funciones en Chile, como en Buenos Aires, Avilés demostró un odio profundo hacia la obra de O'Higgins y sus colaboradores de Osorno, y trató de indisponerlas ante la Corona.

En 1799 el noble anciano, tal vez amargado por las incomprensiones y odios, y ya agotado por el peso de los años y las enfermedades, pensó quizá en pasar el resto de su vida en su ciudad predilecta, y con fecha 12 de febrero escribió al Gobernador de Chile comunicándole su resolución de que se le construyera una casa en Osorno.

He aquí el texto de dicha carta:

«Mi obligación al Rey por la gracia que me hizo de la dignidad de Marqués de Osorno me ha sugerido la idea de construir una casa en aquella ciudad que perpetúe la memoria de mi reconocimiento, la decore, y sirva al mismo tiempo el gasto que se ha de hacer en ella de un nuevo socorro y auxilio a los pobladores que hayan de trabajarla. Para hacer doblemente útil este proyecto he resuelto destinar por primer fondo de la obra quinientas vacas de mi hacienda de las Canteras de ese Reino en el Obispado de la Concepción a fin de que distribuidas y vendidas allí por mano del Superintendente se emplee el producto en los gastos de los jornales. Y lo comunico a U. S. a fin de que de su orden al comandante general de la Frontera para que auxilie el transporte de este ganado y de que encargo hoy

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al coronel don Pedro Nolasco del Río. Dios guarde a U. S. muchos años. Lima, febrero 12 de 1799.

El Marqués de Osorno». (Repoblación de Osorno - Tomo V).

Esta carta fue contestada por el Gobernador de Chile con fecha 6 de mayo.

A pesar de que la comunicación del Virrey está fechada el 12 de febrero de 1799, no hay duda de que don Ambrosio había expresado ya a Mackenna con anterioridad su deseo de realizar la mencionada construcción, pues el Superintendente, en oficio de 20 de agosto del año anterior, es decir casi seis meses antes, le decía:

«He demarcado en el centro del lado o frente de la Plaza que mira al Sur; respecto que ignoro las dimensiones que V. E. tenga por conveniente señalar a esta casa, no puedo hacer un cálculo fijo de su costo. Sin embargo conceptúo que con la cantidad de tres mil pesos se puede construir en esta ciudad una regular casa de ladrillo. Lo participo a V. E... etc.» {Repoblación de Osorno).

En consecuencia, sabemos que el sitio elegido para levantar la casa donde el venerable anciano repoblador de Osorno pensó pasar sus últimos días, se demarcó en la medianía de la acera sur de la Plaza de Armas de la ciudad, y en enero de 1800, según leemos en una Memoria de Mackenna, se construía ese edificio «a expensas propias del Excmo. Señor Virrey, y para el uso que S. E. querrá dedicarlo». Se trataba de una construcción de 33 varas de largo por 15 de ancho, y su manipostería era de bloques de cancagua y greda, tal como se construyeron la Iglesia y la Casa del Ayuntamiento.

No hemos encontrado datos sobre el fin a que se destinó, después de la muerte del Virrey, la casa de su propiedad

Don Juan Mackenna llega a Osorno

Al llegar a Chile, Mackenna se dirigió primeramente a Chiloé, a fin de procurar la traída de más vecinos de la isla a avecindarse en Osorno. En efecto, el 6 de noviembre llegó a San Carlos, y el 12 del mismo mes a Castro.

Acompañado de diez familias chilotas arribó a Osorno el 30 de noviembre, según lo dice en su Descripción Histórica y geográfica fechada el 12 de abril de 1800.

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«Al día siguiente de mi llegada -escribe al Virrey O'LIiggins- mandé juntar a todos los colonos y en un corto discurso les expliqué, con toda la energía posible, los sagrados deberes de la sociedad, de cuya exacta observancia pueden esperar llevar a debido efecto las miras de la superioridad, ser felices ellos mismos y útiles a la sociedad; les exhorté que unánimemente contribuyesen a ayudarme en desterrar de la colonia la ociosidad, los robos y demás vicios que se oponen a la religión y buenas costumbres, sobre cuya base estriba la felicidad pública y por consiguiente la del individuo».

La larga estada de Mackenna en Osorno y el hecho de que llegara en los comienzos de la repoblación, hicieron que fuera el director de las obras definitivas de la nueva ciudad, labores que pudo

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Labor realizada por el nuevo gobernador. Censo de población

El 19 de diciembre de 1797, es decir pocos días después de hacerse cargo de sus Superintendente de Osorno, don Juan Mackenna levantó un nuevo censo de la población, siguiente resultado:

La Compañía de Dragones y sus familias 103

Pobladores, mujeres e hijos 564

Párvulos de los dichos 72

Solteros voluntarios agregados a familias 21

Cholos que sirven de criados 29

Presidiarios 49

Total de personas: 829

Funcionamiento de la escuela

Hemos visto que durante la administración de Balbiani se construyó un edificio para escuela que, al llegar Mackenna, era necesario poner en servicio.

El 19 de diciembre del 97 ofició al Virrey del Perú comunicándole las resoluciones tomadas al respecto:

«Mi antecesor, don César Balbiani, atendiendo a este importante objeto, mandó construir una Escuela pública, la que por falta de Maestro no se ha abierto. El respetable Párroco de esta Colonia, don Juan Ubera, me ha hecho presente que en el poblador don Alonso Oyarzún se reúnen todas las circunstancias necesarias para el desempeño de este ministerio, en atención a lo que y a la mucha falta que hace la expresada Escuela, he señalado de los fondos de la Repoblación 3 reales diarios al expresado Oyarzún hasta que V. E. determine lo que fuere de su superior agrado». (Repoblación de Osorno).

funciones de el que dio el

desempeñar con una competencia especial dada su profesión de ingeniero.

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No debemos olvidar entonces que el primer maestro que prestó sus servicios en la repoblada ciudad de Osorno fue don Alonso Oyarzún, que recibía por su trabajo la modesta remuneración de 3 reales diarios.

Los libros de estudio usados por los escolares de aquella época eran: Cartilla para primeras letras, Catecismo del Padre Astete, que corrientemente llamaban sólo «Astete», y Catones.

Trabajos del edificio de la iglesia

Al iniciarse la administración de Mackenna se comenzó con actividad la construcción del edificio para la Iglesia definitiva, cuyos cimientos, en marzo de 1798, no alcanzaban aún a la altura del suelo.

Sus muros fueron hechos de bloques de cancagua, material abundante en esta región, y que pareció lo más adecuado para el caso. Con respecto al techo, no se empleó la teja, sino las tablas o tejuelas de alerce. La planta tenía la forma de una cruz latina, distribuida en tres naves, cuyas dimensiones totales eran 200 pies de largo por 73 de ancho.

El trabajo de limpieza del terreno que ocupó la iglesia destruida a raíz de la despoblación del antiguo Osorno, se hizo mientras estuvo aquí don Ambrosio O'Higgins, en 1796.

Entre esas ruinas se encontró la piedra recordatoria de la bendición del templo, ceremonia que se efectuó el 24 de noviembre de 1577.

Don Ignacio de Andía y Varela, dibujante del plano que sirvió de base a la repoblación, y que hemos insertado en la parte correspondiente al Osorno antiguo, hizo un dibujo de esta piedra conmemorativa, que fue encontrada el 2 de enero de 1796. Tanto el plano como el dibujo de la placa se encontraban en la Biblioteca de Lima, donde ojalá hayan escapado del incendio que destruyó ese monumento de cultura.

Insertamos una reproducción fotográfica de la leyenda dibujada por Andía y Varela.

Junto con esta piedra fundamental se encontró la pila bautismal de la antigua iglesia. Tuvo el honor de emplearla por primera vez el primer infante que nació en el repoblado Osorno: Tomás José Joaquín Gutiérrez, nacido el 29 de diciembre y bautizado al día siguiente por el cura don Juan de Ubera. Esta partida encabeza el Libro I destinado a estas inscripciones.

La bendición de la iglesia, levantada en 1800 la efectuó, el 5 de enero de 1807, el Padre Francisco Javier de Alday, de lo que quedó constancia en el Libro I de la Misión de Cuyunco (página 299).

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La iglesia fue «dedicada al glorioso apóstol San Mateo, siendo cura de ella, interino, don Juan Fermín Vidaurre. Se celebró la fiesta con toda la solemnidad que permitieron las circunstancias y pobreza del lugar». (Libro citado)

La Misión de Cuyunco existió desde 1794 a 1853, en que sus libros pasaron a la Parroquia de Osorno, permaneciendo allí hasta 1868, en que se creó la Misión de Rahue, donde ahora se encuentran.

En ta Memoria o informe que envió Mackenna con fecha 30 de enero de 1800, sobre el estado de la ciudad y sus actividades, leemos una descripción detallada de las reparticiones interiores y características generales de la iglesia de Osorno, que es interesante conocer:

«La Iglesia parroquial, cuya planta es en cruz latina dividida en tres naves, cuyos machones serán adornados con pilastras dóricas. Este edificio, sin comprender las torres, tiene por la parte interior sesenta y siete varas de largo, y veinte y dos de ancho. La sacristía está colocada detrás del presbiterio, de ancho cinco varas, y su longitud el ancho de la Iglesia, cuyos cimientos tienen de seis a ocho pies de profundidad, y de ancho seis hasta el nivel del piso del terreno, siguiendo la pared de cuatro pies nueve pulgadas hasta la altura del zócalo, y lo restante cuatro pies seis pulgadas. La planta de las torres es un cuadrado, cuyo lado interior tiene seis varas; resaltan o sobresalen a la fachada de la Iglesia cinco varas, y por los lados diez y ocho pulgadas. Esta explicación se manifiesta con más claridad en el Plano de este edificio que he remitido a las Superioridades de Lima y Chile. Las paredes tienen actualmente de altura sobre el nivel del terreno en la fachada cuatro varas, y todo lo restante cerca de tres, a excepción de los machones, que tienen únicamente dos pies y medio».

Aunque, como ya hemos dicho, aparece en el Libro I de la Misión de Cuy une o la constancia de que la Iglesia de Osorno se bendijo el 5 de enero de 1807, tenemos a la vista el oficio de Mackenna, de fecha 13 de enero, en que comunica al Gobernador, don Luis Muñoz de Guzmán, la ceremonia antes mencionada como realizada el 6 de enero.

No sabríamos decir cuál de los dos documentos está en la verdad, con respecto a la fecha, pues ninguno de esos días fue domingo, que es el que, de preferencia, pudo haberse empleado. El 5 fue lunes.

Por estimar de interés para la historia particular de la Parroquia de Osorno, copiamos íntegro el documento de Mackenna:

«Excmo. Señor:

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Tengo el honor de participar a la Superioridad de V. E. de haberse verificado la dedicación de esta Iglesia Parroquial el día 6 del corriente, en que fueron colocados con la posible solemnidad la Sma. Imagen de la Virgen del Rosario y la de San Mateo Apóstol, Patrones de esta ciudad; fue inexplicable la ternura y regocijo que manifestaron estos habitantes en el momento que vieron expuestos el Smo. Sacramento y dichas Santas Imágenes a la adoración y veneración pública y en el mismo sitio de donde su culto había sido desterrado por más de dos siglos. No se ahorró gasto particular ni cuidado para que esta función tan grata como sagrada se hiciese con toda la decencia de que este destino es susceptible: para el mismo fin y con el objeto de que los Indios de la Jurisdicción, quienes fueron todos convidados, viesen las fuerzas de la Colonia, se pusieron sobre las Armas la Guarnición de este Fuerte y las cuatro Compañías deMilicias, que se formaron en calle desde la antigua Iglesia provisional hasta la nueva. Todo se efectuó con el mejor orden y sin la menor novedad de importancia, no obstante el gran concurso de gente, así Españoles como Indios.

Lo que comunico a la Superioridad de V. E. persuadido de que la noticia será interesante y agradable a su religioso ánimo

Nuestro Señor guarde la importante vida de V. E. muchos años.- Osorno y enero 13 de 1807

Excmo. SeñorJuan Mackenna».

(Doc. Repoblación de Osorno - Tomo V).

Edificación definitiva

Como hemos dicho anteriormente, los primeros pobladores se contentaron con levantar modestas chozas en los alrededores del Fuerte, las que se hubieron mantenido por muchos años más a no mediar el entusiasmo de Mackenna por construir casas relativamente cómodas y definitivas.

Sin embargo, sus buenos propósitos se vieron obstaculizados por la falta de medios económicos de los habitantes y por la natural indolencia de ellos que, por otra parte, en su mayoría nunca habían visto construcciones mejores. Refiriéndose a los colonos chilotes, decía en oficio de 11 de marzo de 1798, dirigido al Virrey:

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«Los colonos chilotes (alegan) su total ignorancia del modo de hacer ladrillo o teja, no habiendo jamás visto otro edificio de material que el de la Fragua de esta Colonia, que se acaba de construir».

A fin de allanar todos los inconvenientes, agrega Mackenna:«Les he propuesto darles presidiarios para hacer los adobes y que después pagaran con su trabajo personal los gastos que hayan ocasionado. A esto se han conformado gustosos, y algunos están actualmente limpiando sus solares, preparando maderas, etc. para hacer lo que se pueda en lo restante del verano. Esto, Señor Excmo. (no ocasionando crecidos gastos al Erario) es el único arbitrio que he podido discurrir para obligar a estos colonos a abandonar sus miserables chozas y principiar la fábrica de sus casas, sobre los antiguos solares. En la Plaza y sus inmediaciones no señalaré solar alguno sino bajo la precisa condición que la casa ha de ser de ladrillo. En esta ciudad, cuyas ruinas rememoran su antigua opulencia, y cuyos moradores poseían encomiendas de indios, no se ve el menor vestigio de haber habido casa alguna de ladrillo. Se encuentran todavía varias paredes de adobes y tapias, que se han conservado a la altura de diez o doce pies, sin tejado ni cubierta por el espacio de 194 años».

Justamente un mes más tarde Mackenna tenía el gusto de ver terminada una casa de adobes en el centro de la ciudad Repitamos parte de su oficio de 10 de abril, dirigido al Marqués de Avilés:

«Sobre las minas de la antigua Ciudad queda concluida una casa de adobes, de diez y ocho varas de largo, ocho de nacho y cuatro y media de alto. Es indecible lo que la vista de esta casa ha estimulado a todos los pobladores y el gozo del pobre chilote de verse dueño de una casa sin duda infinitamente mejor que la del vecino más acomodado de su patria». (Rep. de Osorno).

Otro de los edificios públicos construidos en 1800 fue la Casa del Ayuntamiento, situado en la Plaza Mayor y frente a la Iglesia, el que fue hecho con los mismos materiales y dimensiones que hemos nombrado en relación con la casa de don Ambrosio O'Higgins.

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Además del Ayuntamiento, Iglesia y casa del Virrey, se construyeron este año, frente a la Plaza, tres casas de pobladores que, a pesar de la ordenanza del Superintendente, tuvieron paredes de adobes.

Cerca de la Plaza se hicieron, además, varias otras construcciones, una de ellas destinada a la fábrica de bayetones y otra a la fragua y herrería. Este último edificio se cubrió con las primeras tejas que el Gobernador ordenó hacer en la Colonia, pero resultaron de mala calidad, muy porosas, y hubo que reemplazarlas por otras. La fragua tenía dos hornillas construidas de mampostería.

El resto de la cuadra en que se ubicó la Iglesia fue destinado a la construcción de un gran galpón de setenta y tres varas de largo y quince de ancho, con techo de paja, y que se destinó a taller de carpinteros y aserradores y bodega de maderas y demás elementos de construcción.

Hubo necesidad de poner en fácil y cómoda comunicación el sector del Fuerte y de la población provisional con el centro de la naciente ciudad, haciendo el arreglo de la calle que conducía a la Plaza con una magnífica calzada enripiada.

Se procedió también a arreglar el puerto, situado al costado del Fuerte, y en el centro de la Plaza se construyó un pozo grande de nueve varas de profundidad, y un sinnúmero de pequeñas obras destinadas a la comodidad de los pobladores

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Artesanos

El Gobernador había recibido de Lima algunos artesanos, en su mayoría irlandeses, los que con su técnica y su régimen de vida y de trabajo fueron un excelente ejemplo para los pobladores, muchos de los cuales estaban acostumbrados a la pereza y al trabajo en forma primitiva y rutinaria. Mackenna dice, con respecto a los chilotes, que jamás había visto gente más floja, y tuvo que presionarlos enérgicamente a fin de que aceptaran usar el arado y otras herramientas agrícolas semejantes. Eran torpes hasta para la fabricación de tejas y ladrillos y en sus propiedades no se veía progreso alguno.

El primer grupo de «artífices» vino en virtud del Decreto de 19 de septiembre de 1797, emitido por el Virrey O'Higgins. Dejaremos constancia de los hombres que lo integraban, pues es interesante recordar los primeros artesanos especializados que laboraron en este pueblo. Eran los siguientes:

CARPINTEROS: Tomás Robertson; Juan Knitht; Carlos Bider; Roberto O'Keepe; Carlos Beaver. HERREROS: Juan Green; Jaime Glover; Juan Titson; Juan Ornsbi. CURTIDORES: Juan Watenson; Juan Wab. TONELERO: Daniel Clohan. ZAPATERO Pedro Smith.

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MUCHACHO

S: Jaime

Wakeman;

Juan Lervis.

Con fecha 28 de noviembre del año siguiente llegó un segundo grupo:

ALBAÑIL: Tomás Sullivan. CARPINTERO: Carlos Badder. AFERRADOR. Ricardo Mills. ZAPATERO: Jorge Johnson. TEJEDOR: Guillermo Conoly; Guillermo Waito (ídem) SASTRE: Guillermo Nial. TONELERO: Juan Nelegan. LABRADOR: Enrique Graham. CARPINTEROS: Tomás O'Donavan; Abraham Thorn.

Estas listas las hemos tomado de los documentos originales existentes en el Archivo Nacional

Sin embargo, no todos estos artesanos resultaron de provecho para la Colonia, pues, como lo decía O'Higgins al Gobierno de Madrid, con fecha 8 de mayo de 1800, «las comodidades de la vida que empezaron allí a disfrutar, les hicieron a poco tiempo flojos, perezosos y borrachos, y obligaron al Superintendente a devolverme la mitad de ellos por inútiles y aún perjudiciales».

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Progresos en la industria

Los «molinos chilotes» eran pequeños y, por supuesto, de escaso rendimiento, por lo que el Gobernador hizo construir dos más de mejor calidad, resolución que comunicó al Marqués de Avilés por oficio de 10 de abril de 1798:

«En mi oficio N.°: 1 puse en el superior conocimiento de V. E. haberse principiado dos molinos; en oficio N.°: 3 de quedar concluido uno; y ahora tengo la satisfacción de participar a V. E. que el otro se acaba de construir, y según el ensayo que se hizo en mi presencia, muele diariamente treinta fanegas de trigo, de suerte que estos dos molinos, con otros tres pequeños chilotes todos actualmente en buen estado, pueden moler diariamente hasta setenta y cuatro fanegas».

La harina no sólo alcanzaba después para el consumo de la ciudad, sino que había un exceso de mil doscientas fanegas de producción.

Además de los molinos, estableció una curtiduría («tenería»), que funcionó bajo la dirección de los curtidores irlandeses Watenson y Wab, suficiente para curtir anualmente cuatrocientos o quinientos cueros.

Mackenna dio impulso especial a la producción de chicha, en el deseo de que su consumo reemplazara al del aguardiente, que era la bebida que con asiduidad empleaban los habitantes.

Para intensificar la producción, estableció una fábrica con instalaciones de su invención, y su «molino»

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se empleaba, al mismo tiempo, para moler la corteza destinada a la curtiduría.Se preocupó también, con visión de gran gobernante, en establecer y fomentar la industria de tejido del lino, para lo cual aprovechó los servicios de los tejedores extranjeros. Trajo de Chiloé cuatro fanegas de semilla, las que, como dice al Gobernador de Chile, don Joaquín del Pino, en carta de 20 de octubre de 1800, repartió «a 23 colonos chilotes que beneficiaban el lino en su país, y cuyas mujeres saben hilar el lienzo de esa provincia, el que sin embargo de ser muy vasto, mejorado el beneficio del lino y tejido de telar podrá en lo futuro ser objeto de alguna importancia para la Colonia. A pesar de mis esfuerzos para que los hijos de los pobladores aprendiesen a tejer en telares, no han querido como no los obligase, alegando que el tejer es oficio de mujeres. Viendo cuán inútil era el intentar disuadirles de esta preocupación, pues los telares en las casas de dos colonos, donde las mujeres aprenden a tejer. Luego que haya algunas bien instruidas, remitiré a Lima los tejedores ingleses, respecto que la experiencia me ha manifestado que por más cuidado y vigilancia que se tenga, ninguna fábrica establecida por cuenta de la Real Hacienda pueda a lo sumo hacer más que costearse. El bayetón hasta ahora tejido se vende a ocho reales vara».

Con respecto a los tejidos de lana, diremos que en

aquellos años se compraba el vellón de ella a 1 lu reales.

A las mujeres hiladoras se les pagaba dos reales por

hilar cada libra. Las telas eran coloreadas con

Mackenna se esforzó por formar hábitos de trabajo en todos los pobladores, pero muchos hombres, acostumbrados a la holganza, comenzaron a desertar de la Colonia, dejando abandonados a mujeres e hijos.

El Gobernador prohibió entonces la salida de pobladores, sancionando las infracciones con fuertes penas. Sólo autorizó el retiro de aquellos colonos que dejaran reemplazante.

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Desarrollo de la agricultura y ganadería

En 1800, los colonos poseían ya 22.529 cuadras de terreno limpio y, con respecto al principal cultivo, las papas, que en un principio se vendían a tres pesos y medio la fanega, valían, el mismo año a que hacemos referencia más arriba, sólo tres o cuatro reales.

El ganado vacuno alcanzaba al número de 2.638 cabezas, el lanar a 2.482, y a 1.268 el de caballos.

En la cosecha de trigo, que fue de 1.878 fanegas el año 1799, hubo un sobrante de 753; y en la de papas, un exceso de 2.157 fanegas en una producción de 5.257.

En 1802, decía Mackenna al Marqués de Avilés:

«La cosecha de este año ha sido en extremo abundante en este distrito, no solamente por lo relativo al trigo, sino también de cebada, maíz, papas y demás legumbres (...) La cantidad de trigo cosechada excede al consumo de la Colonia en cerca de tres mil fanegas». (Oficio de 3 de abril).

Requisito indispensable para el desarrollo de la agricultura y ganadería, fue la construcción de caminos, punto al cual Mackenna dedicó especial preocupación. Ante todo, se esmeró por dejar concluido cuanto antes el de Osorno a Chiloé, faena que se vio terminada ya en 1799. Hizo construir, además, uno que llevaba hacia la cordillera, con una longitud de cuatro leguas.

Sus visitas de reconocimiento se extendieron a todos los lugares de su jurisdicción, desde ladesembocadura del río Bueno hasta la región cordillerana.

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El Gobernador, como un medio de disciplinar a los varones de la ciudad y, al mismo tiempo, prepararlos para la defensa de ella, formó una milicia de trescientos hombres, con los cuales hacía ejercicios y maniobras durante los días festivos.

Caminos

Aún antes de la repoblación de Osorno, las autoridades españolas, tanto de Valdivia como de Chiloé, se esforzaron por mejorar el camino que unía a ambos lugares.

En el Archivo General de Simancas, en España, se encuentra el plano de un camino cuya reproducción fotográfica nos fue proporcionada por el arquitecto de Osorno don Eugenio Freitag. Está firmado por el Gobernador de Valdivia, don Mariano de Pusterla, y fechado el 1.° de enero de 1791.

Su leyenda dice así:

«Plano que comprende los puertos de Valdivia y Chiloé, con la costa intermedia según la Carta de la Mar del Sur últimamente corregida: en él se manifiesta el nuevo camino de Comunicación entre ellos abierto en el año de 1789 de orden de S. M. por dirección del Ingeniero en Jefe de los Rs. Ejércitos don Mariano de Pusterla Gobernador de la Plaza de Valdivia y arreglado por los rumbos que ha observado y número de leguas que ha computado el Ingeniero Extraordinario don Manuel Olaguer Feliú en el

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reconocimiento que de él acaba de hacer transfiriéndose de aquellas Islas a dicha Plaza.

Los Ríos que se hallan en el camino se manifiestan con dos líneas, y con una los Arroyos: de aquellos los nombrados Angachilla, Río Bueno, Pilmayquén, de las Canoas y Maypue se pasan en barca o canoa y los restantes que son quince precisa establecerles Puentes de Madera, que construidos al uso del País serán de poco costo.

Los Ángulos y rodeos que se advierten en el camino no ha sido posible evadirlos por la irregularidad del terreno, mas acomodado paso de los Ríos, y dejar libres Haciendas de los Indios que no han querido ceder; pero al ensancharle para su perfección se evitarán las tortuosidades que en él se notan como ya se practicó por parte de la Provincia de Chiloé desde el N.°: 1 al 2 y resultarán menos leguas de las cincuenta y seis computadas en el Estado actual.A excepción de la distancia del N.°: 3 hasta Valdivia, y de la que hay desde el 4 al 5 que son de buen piso, en la generalidad llano y despejado, y con solo algunos trechos de Monte claro; es todo lo demás de espesísimo cerrado bosque, de corpulentos Arboles, cañas bravas, quilas, y variedad de Arbustos que forman un tejido casi impenetrable; el Terreno;

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sin embargo es consistente y solo tal cual corto trecho de barro y greda, que necesitan plancharse con Maderas en la inmediación a los Ríos y Arroyos.

La escala no permite designar la configuración del terreno, además que la espesura de monte impide las correspondientes operaciones Geométricas; pues aún verificado el ensanche siempre quedarán ocultos los contornos sin ser posible detallarlos y solo, como ahora, con la Brújula se podrán demarcar las direcciones que se enmienden al perfeccionar el Camino».

Como dato curioso podremos observar en el plano las líneas que dicen:

«Aquí se hallan las minas de la Ciudad de Osorno».

Este documento fue enviado por don Ambrosio O'Higgins a España, con fecha 2 de abril de 1791, según consta de la carta escrita al Ministro don Antonio Porier, y que encontramos reproducida en la Mapoteca de Medina.- Documentos.- IX.

En ella dice:

«El Gobernador de Chiloé, don Pedro Cañaveral, ha dispuesto el ensanche y perfección del nuevo camino hasta el río Maipué y

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concurrido con su actividad y buen celo a lo demás que por parte de jurisdicción es conducente al mejor logro de este proyecto, y por la de Valdivia se está trabajando el mismo despejo, igualmente con empeño y toda la gente que allí es posible conseguir al ingeniero, y espero que quede todo compuesto, sin que haya costado una obra tan deseada desde remotos tiempos ningún gasto extraordinario, armas, ni desagrado de los naturales poseedores de aquellos terrenos, siéndome esto de satisfacción por haber acertado a verificar las reales intenciones y la que recibirá S. M. redundando en adelantamiento de estos dominios, y sus amados vasallos si Y. E. se sirve hacerlo presente».

Como este camino pasaba a regular distancia al poniente de las ruinas de Osorno, en 1794 costó encontrar las huellas de la senda que llevaba desde esta ciudad a empalmar con el camino real, y no se hubiera conseguido este descubrimiento tan fácilmente, si no hubiera sido por la cooperación de los indios, según dice don Joaquín Sánchez en informe de 8 de noviembre de 1794, escrito desde el Fuerte de Osorno.

El señor Greve, en su Historia de la Ingeniería en Chile (Tomo II, página 415), da otros datos sobre

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«El camino de Valdivia a Chiloé, abierto durante el período colonial, fue refaccionado en 1828, según informaba el secretario de la Intendencia, don Felipe Bastidas, con fecha 14 de febrero de dicho año».

En 1835, el Intendente de Valdivia, don Isaac Thompson, decía lo siguiente sobre el estado de este camino:

«En el mismo caso se halla el otro camino que lleva de esta ciudad a los departamentos de la Unión y Osorno por la parte del río de Angachilla. Hasta el lugar donde se pasa este río, el camino es regular a excepción de algunos malos pasos; pero desde aquí hasta los llanos, en un espacio como de diez y ocho leguas, es fragosísimo, cubierto de bosques, interrumpido por grandes pantanos, y lleno de precipicios, pasando siempre sobre montañas que parecen inaccesibles».

"V-A.

este camino:

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Gastos ocasionados por la repoblación

El Gobernador Mackenna trató de conseguir que los gastos que demandara la reconstrucción de la ciudad de Osorno fueran los menores posibles para el Erario.

Durante los cuatro primeros años de su administración, es decir desde fines de 1797 a 1801, se había invertido el siguiente dinero, según cuenta presentada por el Tesorero:

1797 (desde 1.° de diciembre) $1.506 4 rs.

$13.115 5 3/

$10.790 3 3/

$8.912 67,2

$10.295 5

$44.621 1 r.

Esta planilla de gastos lleva la firma del primer Tesorero que tuvo la ciudad, don José Domingo

1798 4

1799 4

1800

1801

Total:

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Pérez, «Interventor de la Real Hacienda y Reales Obras de la Repoblación de la Ciudad de Osorno», al que también se le daba el título de «Sobrestante».

Las pesadas labores de este funcionario eran remuneradas con trescientos sesenta y cinco pesos al año. En 1800 encontramos una solicitud en que el señor Pérez pedía el mejoramiento de su sueldo, ya que el trabajo era tanto, que se veía obligado a pagar de su bolsillo un ayudante, en circunstancias que el Interventor de Chiloé, con un trabajo menor, recibía ochocientos pesos.

En oficio de 6 de noviembre de 1804 don Juan de Oyarzábal daba al Presidente Subdelegado de la Real Hacienda un resumen de los gastos ocasionados por la Repoblación de Osorno.

Desde 1793, año en que se iniciaron las actividades para la recuperación de los terrenos de la antigua ciudad de Osorno, hasta el 31 de diciembre de 1803, se gastaron $ 205.701, girados en la siguiente forma

$55.821 por la Tesorería General del Ejército y Real Hacienda de Santiago.

$20.184 por la General de Concepción.$129.696 por la de la Plaza de Valdivia.Del total general se han invertido $127.188 «en los

costos de la construcción de los fuertes de Osorno y Alcudia, y en el de la compra y gastos de conducción de víveres para raciones de los pobladores, que ya no se les suministran por cosechar de sus labranzas, así para su manutención, como también para vender y abastecer a la Plaza de Valdivia».

«De los fondos del Erario de este Reino se han contribuido para los gastos de la expresada Repoblación $145.138; por los de la Tesorería General de Lima, $59.125; y $4.000 por el finado Excmo. señor Marqués de Osorno, como se puntualiza en la final demostración de f. 4 de dicha Razón».

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Don Ambrosio O'Higgins reunía en Lima, a su vez, en forma incansable, fondos para su predilecto Osorno, y con este fin se realizaron en la Ciudad de los Virreyes grandes corridas de toros a beneficio de su reconstrucción, reuniones que tuvieron un éxito económico notable. De un Estado fechado en Lima el 17 de abril de 1800, copiamos:

«1.a corrida

$4.199 3 rs.

2. a

corrida

$4.718 2 rs.

3. a corrida (Pascua de

Resurrección) $4.390 5 rs.»

Por lo demás, la ciudad comenzaba ya a tener sus entradas propias, entre las cuales debemos contar el arriendo de tierras y animales del Potrero del Rey. Al final de 1805 dicho predio, que abarcaba 3.300 cuadras, tenía ya 1.210 cabezas de ganado vacuno, lanar y caballar.

Labor del cura, don Juan de Ubera

Al repoblarse Osorno, fue designado párroco el presbítero don Juan de Ubera, cura en propiedad de la ciudad de Castro, y que, de común acuerdo con el Gobernador O'Higgins y el obispo de Concepción, recibió esta comisión por el plazo de tres años.

Este sacerdote, llamado a desarrollar una hermosa labor en la repoblada ciudad, era muy conocido de don Ambrosio, desde los años en que éste era Intendente de Concepción.

Antes de destacar su actuación en Osorno, recordemos dos episodios curiosos en que fue

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protagonista don Juan de Ubera en pleno corazón de Arauco

En 1787 el obispo de la Concepción, don Francisco de Borja José de Marán, confiado en el sosiego aparente en que vivían los indios del sur del Bío Bío, resolvió hacer una visita pastoral por toda su diócesis, hasta Chiloé, acompañado de una pequeña comitiva y cinco granaderos. Formaba parte de este grupo el presbítero don Juan de Ubera.

Sabedores los indios de que el obispo llevaba un valioso equipaje, avaluado en treinta mil pesos, crecida suma para aquellos años, asaltaron la caravana a fin de robar las especies que conducía, y todos habrían sido muertos si, por intervención del cacique Curimilla, amigo de los españoles, no se hubiera tomado la curiosa resolución de jugar el destino de los españoles prisioneros en una partida de chueca, la que, felizmente, fue ganada por los amigos del obispo, lo que les permitió regresar sanos y salvos a Concepción, a excepción de dos dragones, que perecieron durante el asalto.

Según Barros Arana, don Juan de Ubera, además de sacerdote, era médico y cirujano titulado. Esta última especialidad lo hizo intervenir en otro hecho curioso, dos años más tarde del suceso narrado anteriormente.

Don Ambrosio ya era Gobernador de Chile y, habiendo aparecido una epidemia de viruelas en Concepción, temió que pudiera propagarse a la región de Los Angeles, donde O'Higgins tenía su valiosa hacienda de Las Canteras.

Para prevenir el mal, ordenó vacunar a todos los habitantes y encargó esta misión a don Juan de Ubera; pero los vecinos de Los Angeles se reunieron en asamblea pública para oponerse al cumplimiento de semejante orden. Seguramente el carácter afable del cura Ubera y sus dotes de persuasión convencieron a los atemorizados angelinos de la conveniencia de dejarse vacunar.

El cura Ubera desempeñó en forma apostólica la misión que se le había confiado en Osorno haciéndose acreedor al cariño y respeto de todo el vecindario.

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El 14 de enero de 1799 se cumplieron los tres años para los cuales había sido designado y, en su reemplazo, se nombró en Lima, con fecha 19 del mismo mes, al Padre Domingo Fontán.

Aunque el sucesor del amado pastor ya hubiera llegado a Osorno, los habitantes no se desalentaron y solicitaron por segunda vez a su Virrey les dejara al cura Ubera. La primera presentación no fue conocida de don Ambrosio, pues se extravió en la larga y accidentada ruta a Lima

Al hablar del repoblador de Osorno, dijimos que el mejor retrato que se podía hacer de él era reproducir las Instrucciones que dio, siendo ya Virrey, para que sirvieran de norma en la Repoblación, normas que honrarían a cualquier gobernante, aún de los tiempos actuales.

Nada puede pintar mejor la personalidad del Cura Ubera que el hermoso documento que reproducimos a continuación, y en el que los humildes pobladores dejaron constancia de que veían en él a «un padre, un cura, un médico y un despertador de las dormidas conciencias».

Damos íntegro el texto de esta bella solicitud:

«Excmo. Señor:

Los pobladores de la recuperada ciudad de Osorno, puestos a los pies de V. E., decimos: que como en V. E. respetamos un padre universal de este pueblo, en cuyas piadosas y sabias providencias resplandece un paternal anhelo a nuestro beneficio y fomento de esta Colonia, esta confianza nos alienta a elevar nuestras súplicas a su benigno y superior Tribunal en todas las ocurrencias, en que sólo V. E. con sus amplias facultades puede favorecernos, y siendo ésta

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tanto más interesante cuanto respecta al bien espiritual de nuestras almas, y a beneficio de nuestra salud temporal, esperamos de la benignidad de V. E. se sirva acceder a nuestra solicitud siguiente:

Estamos, señor, noticiados de que a pedimento de nuestro párroco, el Dr don Juan de Ubera, se ha servido V. E. nombrar otro cura de este pueblo, y aunque no dudamos que el religioso electo se halle dotado de todas las cualidades y circunstancias necesarias para el buen desempeño de su cargo, no pudiendo disimular el justo y general sentimiento que nos causa esta mutación, nos vemos en la precisión de aclamar por la perpetuidad de dicho don Juan de Ubera en su ministerio, en atención a lo útil y necesario que es en este destino.

Podría ser excusado el hacer a V. E. presente las recomendables cualidades de este ministro, pues nadie mejor que V. E. tiene conocimiento de su carácter, por lo que se sirvió elegirlo para este empleo, mas el obsequio debido a su mérito no permite omitirlo.

El celo, actividad y vigilancia con que ha desempeñado su cargo, exceden de los términos de

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la obligación; su desinterés y afabilidad con que trata a sus feligreses, la ardiente caridad con que no reserva el último real de su sueldo para socorrer a los necesitados, la fervorosa devoción con que propende al adelantamiento del culto divino, la amable parcialidad que guarda con nuestro Superintendente y Gobernador, y el anhelo y eficacia con que se dedica a la educación y doctrina de nuestros hijos, son recomendaciones que difícilmente se encuentran todas en otro individuo, pero aun cuando se encuentren, no se hallará la de ser facultativo en la medicina, cualidad la más recomendable para un pueblo en que V. E. no ignora no hay otro facultativo, no siendo de menos consideración el pleno conocimiento que tiene adquirido de este clima o temperamento. Últimamente, Señor, estamos tan bien hallados y complacidos con nuestro párroco, que en él miramos un padre, un cura, un médico y un despertador de las dormidas conciencias.

Todos estos motivos, y otros muchos que por no molestar más la atención de V. E. no relacionamos, exigen una justa razón para aclamar por su perpetuidad y establecimiento en este

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curato, y para que V. E. no tenga obstáculo por lo que respecta a la voluntad del predicho don Juan de Ubera, hemos suplicado a este Sr. Gobernador se sirva tomarle su consentimiento, y hecho, remitirlo con este memorial a manos de Y. E. para su superior determinación Por tanto,

A V. E. pedimos y suplicamos se sirva mandar que el expresado don Juan de Ubera se perpetúe en el ministerio que atiene, que es gracia que esperamos alcanzar del patrocinio y magnificencia de V. E.

Otrosí.- Decimos que si con motivo del nombramiento que V. E. se ha servido hacer de este ministerio en otro eclesiástico se hubiesen ocasionado algunos gastos irreconciliables al Real Erario, estamos prontos a reintegrarlos inmediatamente, sirviéndose V. E. concedernos lo que por gracia y justicia solicitamos merecer de su poderosa mano.

Otrosí.- Decimos que el memorial que antecede es copia del que se remitió a V. E. en el próximo agosto pasado de noventa y nueve por el barco La Rosita, y que como éste hubiese sido apresado por los enemigos y perdídose su correo, lo duplicamos, añadiendo que,

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en obedecimiento de la superior orden de V. E. se halla en posesión de este curato el Ro. P. Fr. Domingo Fontán, a cuyo ingreso, considerando el próximo retiro del antecesor, don Juan de Ubera, reclamamos verbalmente al Sr. Superintendente, pidiendo se mantuviese en esta Colonia interim llegaba la determinación de V. E. acerca de nuestra solicitud, esperanzados siempre en que nuestros ruegos sean admitidos por V. E. con benevolencia, como lo esperamos. Ut supra.

Juan José Moreno;Bartolomé Sotomaior;Antonio Rosas;Juan Brener;Alonso Oyarsun;Marcos Rosas».

(Documentos, Repoblación de Osorno).

Esta solicitud fue elevada a conocimiento del Virrey juntamente con el informe de fecha 19 de julio de 1799, en que el Gobernador Mackenna reiteraba lo dicho por los vecinos más respetables de la ciudad en representación de todos los pobladores, y agregaba: «es uno de los mejores hombres que he conocido».

El cariño del cura Ubera hacia sus feligreses ya lo había manifestado, muy previsoramente, a don Ambrosio O'Higgins cuando en carta de 3 de octubre de 1798, le decía:

«Como miro a estos colonos con compasión y les deseo toda felicidad, he escrito a Santiago a fin de que no permitan venga aquí de

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cura ningún niño, pues me será muy sensible se pierda el trabajo que he tenido en arreglar su gente que Dios solamente sabe el mérito que he contraído a beneficio de mi salvación».

El señor Ubera advertía esto al Virrey al imponerse de la resolución del Obispo de Concepción de «poner carteles para convocar a los opositores a este curato», en vista de la terminación del plazo para el cual había sido designado el cura de Osorno.

Al concurso de opositores se presentó el Padre Domingo Fontán, franciscano del Colegio de Ocopa, en el Perú, quien fue nombrado, y tomó posesión de su cargo el 23 de octubre de 1799.

Pese a los deseos de don Juan de Ubera y de todos los pobladores, el reemplazante no continuó la obra apostólica de su antecesor, por lo que fue removido por el Obispo, que se basó para ello en informes confidenciales de don Juan Mackenna y del virtuoso sacerdote Fr. Francisco Javier de Alday.

En reemplazo del Padre Fontán pasó a desempeñar el curato de Osorno el presbítero don Juan Fermín Vidaurre, que se posesionó de su cargo el 20 de diciembre de 1802.

Antes de terminar el capítulo relacionado principalmente con el primer párroco de Osorno, debemos recordar que don Ambrosio O'Higgins, conocedero de la obra admirable desarrollada por el señor Ubera, le hizo obsequio de un terreno de treinta cuadras, situado a inmediaciones del pueblo, a fin de que, con más recursos materiales, se hiciera más fácil su labor de caridad.

Algunos años más tarde, en los albores de la Independencia nacional, vemos figurar de nuevo el nombre del presbítero don Juan de Ubera, de tan grato recuerdo en Osorno, pero en la ciudad de Los Angeles, donde, con fecha 9 de octubre de 1810, se efectuó la

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ceremonia de reconocimiento de la 1.a Junta Nacional de Gobierno.

En aquella ocasión, después de exponer el comandante de dicha plaza el objeto de la reunión y obtener el juramento de fidelidad a la Junta de parte de los concurrentes, dicha promesa fue santificada, como ministro de Dios, por el presbítero, capellán de dragones, don Juan de Ubera.

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Fin del gobierno de Mackenna

El 30 de junio de 1808 don Juan Mackenna recibió orden de trasladarse a Santiago, de parte del Gobernador García Carrasco.

La muerte de su jefe, amigo y protector, acaecida el 18 de enero de 1801, que ocasionó a corto plazo el desligamiento de Osorno de la dependencia directa de Lima, por Real Orden de 28 de octubre de 1802, hubiera podido enfriar en Mackenna su entusiasmo por el trabajo.

Sin embargo, no sucedió así: El Gobernador logró materializar todos los proyectos de su anciano jefe y amigo, ampliados por los propios.

Su labor de once años se hizo acreedora al reconocimiento de todo un pueblo, el que tuvo la cortesía de no hacerle presente sus sentimientos sino cuando ya el Gobernador se hubo alejado. «¡Delicadeza sencilla de aquellos honrados pobladores que no querían merecer el nombre de palaciegos!», dice Vicuña Mackenna en su Biografía de Mackenna, página 46.

Por una parte, fueron los padres de diferentes misiones los que le manifestaron su gratitud por los favores y atenciones que a ellos había prodigado, ayudándolos en el fomento de la religión cristiana.

Por otra, los pobladores reunidos en el Ayuntamiento dejaron constancia de «el celo, desinterés y dulzura con que los había gobernado por más de once años; en cuyo tiempo declaramos que jamás se mezcló ni directa ni indirectamente en ninguna especie de comercio ni hacienda de ganados, nunca cobró derecho alguno de pasaportes, ni la administración de justicia, siendo siempre su principal objeto componer cualquiera disensión que acaecía, y que todos viviesen en paz y unión. Puso el mayor esmero en corregir los vicios y costumbres públicas; aumentó y disciplinó las milicias, manteniendo siempre la colonia en el mejor pie de defensa contra los indios infieles; y cuidó de la enseñanza y educación de la juventud. No es menos digna de alabanza la notoria integridad y economía que observó en la inversión de los caudales públicos y del

va

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repartimiento a los colonos de tierras, ganados y herramientas, etc. Principió y concluyó la reedificación de la ciudad, entre cuyas obras, se distingue una famosa Iglesia de tres naves de piedra de sillería con la casa de Ayuntamiento y cárcel del mismo material, y demás edificios públicos y particulares, como también todos los caminos y puentes (menos el del río de las Damas) de esta jurisdicción. Reconoció, en requerimiento de tierras para la colonia, todo el distrito, desde la mar hasta la cordillera y estuvo al parecer en la desembocadura del río Bueno, cuyo reconocimiento hizo con el objeto de proporcionar a la colonia el beneficio de la navegación de este río. Otros muchos y debidos elogios podíamos hacer del citado señor Mackenna, a no temer lastimar su modestia, pero sírvale de satisfacción (la más dulce de todas para un corazón noble y generoso) que aunque es notorio que ha salido pobre de

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esta colonia, y sin el menor premio, ha salido acompañado de las bendiciones de los pobres, dejando penetrados de reconocimientos a cuantos vecinos honrados tiene Osorno y su jurisdicción». En el Apéndice incluimos el texto íntegro de esta carta, lo mismo que las que enviaron a Mackenna, con igual motivo, los padres misioneros de las reducciones pertenecientes a la jurisdicción de Osorno, y la del Vi ce-Prefecto encargado de estas misiones.

Decadencia de la colonia

Muerto O'Higgins, y desligada la colonia de Osorno de la ayuda material del Perú, la ciudad comenzó a llevar una vida lánguida, a pesar de todo el entusiasmo desplegado por Mackenna a fin de evitar la decadencia de ella.

Como a la falta de ayuda exterior se sumara la del Gobierno central de Chile, que se agudizó con la guerra de la Independencia, la situación se tornó sencillamente calamitosa.

Para colmo, otros factores vinieron a empeorar la difícil situación económica de Osorno:

«Un especulador de Chile contrató el abasto de víveres para la plaza de Valdivia, y los infelices colonos vieron podrirse en sus graneros las cosechas de sus campos, privadas de exportación y de consumo. Este estado de cosas empeoró con los años, sobrevino la pobreza, el descontento, los vicios, y la concordia patriarcal que reinó en los primeros días de su prosperidad, desapareció en aquella familia de mil quinientos individuos que el hambre dispersó bien pronto en los contornos de aquella latitud. Mackenna no obstante no desmayó jamás, al contrario, sus esfuerzos crecían con las dificultades; pero abandonado de los presidentes de Chile y de los mandatarios del Perú, tuvo que limitar su empeño a conservar lo que existía, ya que no hubo medio alguno de adelanto». (Vicuña Mackenna.- Obra citada.- Página 42).

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Fin de la repoblación

Consideramos el fin del gobierno de don Juan Mackenna como el término del período de la Repoblación de Osorno, tanto porque las obras que significaran adelanto se paralizaron, por las causales anotadas anteriormente, como porque la continuación de ellas incumbiría más, en lo sucesivo, al Ayuntamiento o a la iniciativa privada.

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Hemos dado bastante amplitud a la exposición de los asuntos relacionados con la reconstrucción de la ciudad, ya que se trata del período de mayor actividad en su desarrollo, en relación con el corto número de años empleados en darle nueva vida. Y esto se justifica: nada había, y hubo que hacerlo todo, ya fuera provisorio o definitivo.

Al alejarse Mackenna, dejaba un pueblo formado, cuyos habitantes sentían ansias de mejoramiento en sus condiciones privadas y colectivas. Desgraciadamente, el advenimiento del período tumultuoso de la Independencia, vino a hacer que durante muchos años Osorno siguiera siendo el mismo pequeño villorrio que se formó en sus comienzos.

Monumento al general Mackenna

A principios de 1914, la Sociedad Chilena de Historia y Geografía y la Liga Patriótica Militar elevaron una solicitud al Presidente de la República, en cuyo primer párrafo decían:

«En marzo del presente año, las autoridades, el Ejército y el pueblo de Santiago, se reunieron en solemne asamblea para conmemorar el centenario de la gloriosa batalla del Membrillar. Cuando se trató de designar el sitio en que este acto debía realizarse, se vio con amargura que el vencedor de esa jornada, el padre de la patria don Juan Mackenna, no tenía ni siquiera una lápida sepulcral que recordara su memoria veneranda, puesto que sus cenizas descansaban en ignorado rincón de suelo extraño. No había tampoco ni una columna, ni un busto, ni mucho menos un monumento que representara la deuda de gratitud del pueblo chileno para con una de las personalidades más nobles y más puras de la Patria Vieja».

Ambas instituciones, al pretender salvar ese olvido, no pedían fondos al Estado para levantar una columna o monumento en recuerdo del gran militar de la Independencia y repoblador de Osorno, sino la simple autorización legislativa para realizar su propósito.

Tuvieron éxito en su petición, y el 21 de marzo de 1915, en un grandioso acto público, se inauguró un hermoso medallón colocado en una sencilla columna, en la Alameda Bernardo O'Higgins de la capital de la República

En representación del Gobierno pronunció un conceptuoso discurso el Ministro de Relaciones Exteriores, don Alejandro Lira. En una de sus partes dijo:

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«Era ya tiempo de cumplir una deuda imperiosa de gratitud nacional, contraída en los campos de batalla y escrita con caracteres indelebres en los anales de la historia patria.

La herniosa figura del bizarro irlandés que, renunciando a los halagos y dulzuras del hogar nativo, y cediendo a los impulsos de generoso entusiasmo, contribuyó en tal alto grado al triunfo de la independencia chilena, surge ahora abrillantada con el transcurso de los tiempos y la consagración definitiva de la historia».

Después de referirse a los momentos culminantes de la vida de Mackenna en Chile, el señor Lira terminó con las siguientes palabras:

«Saludemos, señores, con justo orgullo la noble imagen que el bronce ha inmortalizado; propongamos su vida como ejemplo a las generaciones venideras; y recojamos, como lección eterna de patriotismo, la hermosa divisa del insigne soldado que el 8 de diciembre de 1809 decía al Virrey del Perú estas históricas palabras, que parecen arrancadas a las Vidas de Plutarco: 'A la posesión de la fortuna, he preferido siempre el honor sin mancha y el testimonio de una conciencia pura'».

A continuación habló el Primer Alcalde de Santiago, don Ismael Valdés Vergara, quien dijo:

«El monumento que inauguramos como testimonio de la gratitud de la nación al ilustre brigadier don Juan Mackenna, servirá de perpetuo y educador ejemplo para las futuras generaciones de Chile, porque es la consagración más solemne de las grandes virtudes que constituyen el pedestal de sus glorias».

La Municipalidad de Osorno se hizo representar en esta ceremonia por el doctor don Neftalí Barrientes, quien fue portador de una placa de bronce con la siguiente leyenda:

«Homenaje de la Municipalidad de Osorno a su Repoblador y Primer Gobernador. 1797-1809».

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Desgraciadamente, en esta inscripción hay dos errores: Mackenna no fue, al menos cronológicamente hablando, el «primer Gobernador» de Osorno, y su gobierno no se extendió hasta 1809, sino hasta un año antes».

En el discurso que pronunció el doctor Barrientes hizo una completa exposición de la labor materialdesarrollada por Mackenna en Osorno y, al referirse a la parte espiritual, dijo:

«Con vivo celo atiende los intereses morales e intelectuales. Mackenna fue un ferviente apóstol de sus gobernados: constantemente predicaba los más sanos principios de moral y de cultura, vigilaba la instrucción de los niños que concurrían a la escuela, pareciendo, dice uno de sus biógrafos, más que gobernador, el patriarca de una tribu honrada y laboriosa, reunida alrededor de su hogar en una concordia antigua, sin que hubiera quejas ni envidias, porque su mano generosa y equitativa había señalado a cada uno su heredad.

Pero esto no es bastante: Osorno erigirá también un monumento a Mackenna en día no lejano, porque además de ser su verdadero fundador, es el primero y el más grande de sus benefactores».

Segunda parte

Independencia a colonización (1810-1850)

Aspecto general

Consideramos como segundo período en la vida de Osorno el tiempo comprendido entre la iniciación de la Independencia y el comienzo de la Colonización por elementos extranjeros, ya que este último, acontecimiento vino a significar un verdadero despertar en todo género de actividades

Hasta 1850, la ciudad continuó con su vida apacible, sólo turbaba por luctuosos y sangrientos sucesos en 1821. Su progreso fue lentísimo, como lo fue también el de

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todos los pueblos situados lejos de la capital de la República, por motivos que es conveniente recordar.

Antes del advenimiento de Portales, el país vivió un período de perturbación permanente, de completa anarquía política.

Las campañas de la Independencia se prolongaron por espacio de varios años, hasta 1826, en que logró incorporarse al territorio nacional el archipiélago de Chiloé. La Expedición Libertadora del Perú comprometió «todo el haber de Chile», como dice Galdames, y cortos años después, entre 1833 y el 39, nuestro país debió destruir la Confederación Perú-boliviana, que para nosotros los chilenos significaba un peligro. Tanto comprometió este último acontecimiento la vida nacional, que, al leer los periódicos de esa época, vemos que ellos llenaban sus columnas estudiando la magna empresa que la nación acometía. La victoria de Yungay fue la hermosa recompensa a tantos desvelos y sacrificios.

Mientras tanto, los pueblos de Chile dormían. «La misma falta de iniciativa, la misma pasividad antigua, acostumbrada a esperar todo bien así como a temer todo mal de la omnipotencia de un amo, llamárase éste rey, capitán general, director supremo, presidente o patrón, permanecía como antes dominando en el carácter de las muchedumbres, tanto en las educadas como en las ignorantes». (Galdames.- Historia de Chile - página 297).

Con respecto a Osorno, la primera mitad del siglo XIX es el período más oscuro para reconstituir su historia. Los documentos faltan casi en absoluto, pues los que había en la Gobernación y Ayuntamiento fueron llevados por los españoles en su retirada de Valdivia al sur, en 1820.

Hasta 1826 Osorno formó parte del llamado Gobierno de Valdivia, y desde este año hasta 1861 perteneció a la provincia del mismo nombre. Pues bien, es raro encontrar en los tomos de documentos originales que se guardan en el Archivo Nacional asuntos relacionados con la ciudad de Osorno.

Con respecto a los Gobernadores que hubo durante este período, hemos logrado encontrar muy escasos datos de ellos. Sólo sabemos que Mackenna fue reemplazado por don Juan José Moreno y Madariaga, teniente coronel de los Ejércitos Nacionales, que figura en la lista de los repobladores de Osorno; desde 1820 a 1825 desempeñó el cargo don Diego Plaza de los Reyes, teniente coronel graduado de los Ejércitos Nacionales, entusiasta partidario de la causa patriota y eficaz cooperador de Beauchef en sus campañas posteriores a la toma de Valdivia; y don Miguel Asenjo, a quien vemos figurar entre los años 1827 y 1830.

No conocemos, sino aproximadamente, el tiempo que estos Gobernadores desempeñaron su cargo en Osorno, y sólo nos hemos limitado a tomar nota de los años en que hemos visto sus nombres en documentos públicos.

No volvemos a encontrar datos oficiales sobre Gobernadores hasta 1842, en que figura don Juan Antonio García. Con él iniciamos la nómina que incluimos en el Apéndice de esta obra.

Se justifica la falta de noticias sobre estos funcionarios y la escasez de oficios emanados de ellos. Al menos, con respecto a Osorno, no tenían remuneración por el desempeño de sus cargos, ya que no figuran, hasta el 10 de enero de 1848, en las listas de funcionarios pagados ($365 al año). La falta de documentos, aún de épocas

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posteriores, también se explica, ya que los Gobernadores debían deducir de su propio sueldo lo necesario para costear los artículos de escritorio.

Conocidos ya los aspectos generales de este período histórico, veamos sus detalles.

Osorno en la Guerra de la Independencia

El espíritu patriótico de osorninos y valdivianos se despertó desde los albores de la época revolucionaria gracias al entusiasmo de un hijo de Osorno, el coronel don Pablo Asenjo, gran amigo de don José Miguel Carrera, que fue comisionado por éste para formar un comité revolucionario que actuaraen esta región.

Después de la audaz toma de Valdivia por Lord Cochrane (3 de febrero de 1820), los jefes españoles Santalla y Bobadilla emprendieron una rápida huida hacia el sur. Aunque disponían de mayores fuerzas que los patriotas, su retirada se hizo atropelladamente, evitando aún el contacto con las pequeñas bandas de huasos patriotas que se organizaron en toda la extensión de los Llanos y Osorno

Se distinguieron en esta organización patriota los vecinos osorninos señores Diego Plaza de los Reyes y Pedro Santibáñez.

Las tropas realistas pasaron rápidamente por Osorno en la noche del 18 de febrero de 1820 y no se detuvieron hasta llegar frente a Chiloé, con la intención de unirse a Antonio Quintanilla.

Este jefe español no aceptó la recepción de gente que había demostrado tanta pusilanimidad ante un enemigo inferior en fuerzas, y le exigió primeramente rehabilitarse.

Beauchef dice, al respecto, en sus interesantes Memorias refiriéndose a Quintanilla:

«El les hizo pasar víveres, armas, municiones, caballos, etc., y les hizo decir que si no eran cobardes, debieran reconquistar lo que habían perdido».

Al comprender el comandante Beauchef, jefe militar de Valdivia, el peligro que significaba para las armas de la República la unión de las fuerzas realistas, se dirigió con sus tropas a Osorno. Contribuyó también grandemente a esta resolución el estado de miseria en que quedaron los soldados valdivianos después de la ida de lord Cochrane al norte. Por lo demás, «Osorno era el cuartel general de los patriotas, como Valdivia lo había sido de los partidarios y de los soldados del Rey», como dice Vicuña Mackenna en su obra La guerra a muerte. Beauchef escribió al respecto: «Se puede decir

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con justicia que es en estos lugares donde existe el verdadero patriotismo». (Parte de 26 de febrero, dirigido a Cochrane).

En realidad, la circunstancia que primó para que Beauchef tomara la resolución de trasladarse a Osorno, fue el total desamparo en que lo dejó el Almirante, como lo dice aquél en sus Memorias:

«Me era necesario mover mi tropa, pues carecía de todo. El Gobernador Gómez me dio el consejo de partir para los Llanos, pues me era difícil prolongar mi estada en esta pequeña ciudad desprovisto de aprovisionamiento».

Muy atinada fue esta resolución, y positivos los beneficios que obtuvo con ella, pues ya en el camino recibió de un rico propietario, de apellido Manríquez, doscientos caballos para montar su tropa, y en la región de Trumao los indios le obsequiaron bueyes para proveer a su alimentación, generosidad que él retribuyó regalándoles aguardiente e índigo.

Beauchef llegó a Osorno a fines del mes de febrero, siendo recibido en forma calurosa por el nuevo Gobernador, don Diego Plaza de los Reyes.

Instaló la tropa en el Fuerte, y los oficiales fueron alojados en casas de particulares, que se los disputaban para agasajarlos.

El 26 de febrero el jefe patriota enarboló en el Castillo la bandera nacional.

La madrugada del 3 de marzo fue designada para la partida al sur. Al llegar Beauchef al Fuerte, encontró a oficiales y soldados «fríos y tristes como penitentes».

Esta frialdad era debida a la campaña de desmoralización que fomentó un capitán de granaderos, diciendo a la tropa que el jefe los llevaría a una muerte segura, en vista de la desigualdad de las fuerzas chilenas y españolas.

Las interesantes Memorias inéditas del coronel Beauchef, escritas en su mayor parte en francés, nos han servido para documentarnos en detalle sobre estos acontecimientos.

Al arengar esa mañana a su tropa, dice el coronel, «me serví al hablarles, de algunas expresiones demasiado enérgicas para ser escritas, pero que agradan a los soldados, y les dije: amigos, los maturrangos, nombre de desprecio que los patriotas daban a los españoles, se han reunido en Maullín y están en marcha sobre nosotros, y nosotros vamos a marchar sobre ellos. El lugar donde vamos a encontrarnos nos es favorable. Se nos dice que son 500, pero el número no hace nada; es corazón lo que se necesita, y nosotros lo tenemos, y vamos a probárselo. Por lo demás, yo no quiero conmigo sino voluntarios y hombres decididos a vencer, que es lo que se necesita. No tenemos retirada; más bien la muerte mil veces que perder el lugar y ser los prisioneros de los españoles que acabamos de vencer en su fortaleza. Que los que quieran seguirme marchen adelante».

Las alentadoras palabras de Beauchef fueron contestadas con gritos de «¡Viva la Patria!»

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El coronel separó 140 hombres de los mejores, pues había algunos débiles y enfermos que debió dejar en Osorno. El pequeño cuerpo era dirigido por cuatro oficiales que, según Beauchef, «merecen ser nombrados»: el ayudante, Dionisio Yergara, José Labbé, Pedro Alemparte y José María Carvallo. Con respecto al capitán de granaderos que trató de desmoralizar a la tropa, Beauchef dice que «se declaró enfermo, a lo que le respondí que se fuera a acostar, o algo más enérgico, y que no tenía necesidad de él».

En cambio, un civil, don Juan Ángel Agüero, se ofreció espontáneamente para guiar a la pequeña expedición, a pesar de los peligros que ello ofrecía. Al comienzo del viaje se les unió don Diego Plaza de los Reyes, con los caballos en que debía montar la tropa.

Batalla de El Toro

El día 6 de marzo de 1820 se produjo la batalla entre españoles y chilenos, en un lugar llamado El Toro, situado al oriente de la actual villa de Tegualda.

Vicuña Mackenna, en su obra La guerra a muerte, dice, con respecto a este encuentro:

«En la larga cuenta de nuestros hechos de armas, no recordamosninguno más verdaderamente heroico que el sostenido en El Toro, allá en los confines más remotos de nuestro continente. Hubo en el curso de aquellas guerras defensas sin disputa admirables; pero salir al encuentro de un enemigo casi triple por su número, sin retirada, por desfiladeros, en un país ignoto, en el último rincón de Chile, con el ánimo sublime de morir, es algo que sólo cabe en el alma grande de los héroes, y tal era sin disputa la de don Jorge Beauchef».

Aparte del valor heroico, que exalta Vicuña Mackenna, es claro reconocer que en esta acción de guerra se decidía la suerte del sur del territorio, incluyendo Valdivia y Corral. La reconquista española de esta zona, quien sabe qué otras consecuencias funestas hubiera tenido para la suerte de la República.

Después de tres días de marcha desde la partida de Osorno, Beauchef juzgó que debían encontrarse ya muy próximos a los españoles, e hizo alto a fin de organizar la continuación del avance.

Ya había formado, con 50 granaderos, la vanguardia, que confió al bravo Labbé, y había dado a su jefe las instrucciones correspondientes sobre la forma de proceder

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en el avance, cuando se produjo un hecho que, así como tuvo un desenlace cómico, bien pudiera haberlo tenido trágico para los chilenos.

Un soldado chilote, que antes había servido a los españoles, se ofreció a Labbé para fingir una deserción y presentarse como fugitivo ante los enemigos. Allá, después de justificar su huida con el cariño que sentía hacia su isla y a sus familiares, trataría de impresionarlos al decirles que los chilenos eran 300 soldados escogidos y bien apertrechados. Agregaría, además, que los prisioneros españoles eran bien tratados por los patriotas.

A pesar del peligro que vio Beauchef en la realización de esta comedia, el chilote fue autorizado para partir, montado en el caballo del propio coronel.

Hacía una hora que nuestro hombre galopaba, libre de preocupaciones, ya que no esperaba encontrarse tan pronto con las avanzadas enemigas, cuando fue cogido sorpresivamente por éstas. Lo repentino del ataque hizo que el chilote, al ser presentado al coronel Bobadilla, no pudiera ocultar la nerviosidad que lo embargaba, y bastó que se le pusiera delante de un pelotón de fusilamiento, acusado como espía, para que dijera toda la verdad sobre su misión.

El temor que sintió Beauchef cuando se le comunicó el proyecto del chilote, se cumplió, lo que vino a sumarse a la situación desmedrada en que se encontraban las fuerzas patriotas, y que dio a conocer, como el coronel lo dice, «todo el mérito de esta acción o hecho de guerra».

El grueso del ejército español ocupaba las «casas del Toro», modestas viviendas se vaqueros, anexo a las cuales había un corral formado por troncos de árboles clavados en tierra. Dentro de este gran recinto se instaló la infantería, que contaba con 378 soldados; y fuera de él, la caballería y algunos artilleros con dos pequeñas piezas de montaña. Toda esta tropa estaba dirigida por 38 oficiales, lo que hacía un total de 500 hombres.

Bobadilla, de acuerdo con sus oficiales, decidió no avanzar, sino esperar en las posiciones que ocupaban; pero colocó dos compañías, a unos cuatrocientos pasos de distancia, con el objeto de cortar la vanguardia de Beauchef y ponerla entre dos fuegos. Destruida ésta, toda la fuerza debía caer sobre el resto.

Era la hora del mediodía. Repentinamente el jefe patriota oyó un disparo de fusil, que fue seguido deun intenso tiroteo.

Los soldados patriotas se desmontaron de sus caballos, y a los gritos de «¡Viva la Patria!» comenzaron apresurados su avance en busca del enemigo.

La caballada fue retirada y quedó a cargo de don Juan Ángel Agüero, juntamente con las muías que llevaban las cargas de reserva de municiones.

A pesar de que el grueso de los patriotas trató de llegar cuanto antes en socorro de la vanguardia, las numerosas curvas del camino hicieron que pasara más de un cuarto de hora antes que encontrara a los primeros heridos que se retiraban a retaguardia y, poco después, a Labbé con sus granaderos que se replegaban sin haberse desmoralizado. Todos declaraban que los españoles eran más de quinientos.

Antes de reiniciar la acción, Beauchef se encontraba rodeado de un grupo de granaderos, cuando, repentinamente, los españoles aparecieron en el alto de la cuesta del camino, haciendo una descarga cerrada que ocasionó la muerte de cuatro

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soldados. Todos recibieron las balas en la cabeza, pues lo empinado de la cuesta hizo que los proyectiles cayeran casi verticalmente.

Un balazo dirigido por la certera puntería de Beauchef, que derribó a un oficial español de caballería, fue como la voz de mando para el ataque decisivo. Tres o cuatro tambores comenzaron a tocar «¡A la carga!». Las voces no se oían. Y la ola patriota inició su ataque formidable con bayoneta calada.

El enemigo se sintió tan impresionado por esta acometividad por él no esperada, que se desmoralizó por completo. Beauchef describe así este momento:

«Nos encontramos cuerpo a cuerpo con el enemigo, asombrado de nuestra impetuosidad. Lo que me sorprendió fue encontrarnos en medio de su caballería e infantería, todos mezclados juntos. Mis soldados hacían un fuego terrible, y usaban la bayoneta sobre esas tropas en desorden, que no trataban ya de defenderse, sino de huir, y mis soldados hacían en ellos una carnicería horrible. Mi voz ya no era oída. Ellos perseguían al enemigo en su huida con tal actividad, que no me permitía alcanzarlos. La caballería (enemiga) abandonaba sus caballos para esconderse en los bosques y preservarse de una muerte segura. Mis soldados, como todos los chilenos, buenos jinetes, se apoderaban de ellos, y la bayoneta les servía de lanza, y la derrota fue completa. Los perseguimos a la carrera cerca de cinco leguas. Los soldados ya no podían más, y se detuvieron al fin, y así pude juntarlos. Encontré a varios privados del conocimiento, por el calor y la sed, y pude, de esta manera, restablecer el orden.

En este momento volvían más o menos veinte de mis soldados montados en los caballos de los enemigos, y el oficial Labbé a su cabeza, quien nos dijo haber estado cuatro leguas más allá y que estaba seguro que solamente una veintena de oficiales bien montados había pasado más allá, y que era imposible alcanzarlos; que entre ellos se encontraban el coronel Bobadilla y el comandante Santalla, de los cuales los soldados traían sus despojos, como capas, gorras, cartucheras, armas, etc., que ellos abandonaban para huir con más velocidad».

Eran las 5 de la tarde

Al leer estas líneas, copiadas de las Memorias inéditas del coronel Beauchef, se justifican las hermosas palabras de Vicuña Mackenna, con las cuales hemos comenzado el relato de esta batalla tan gloriosa para las armas patriotas, y tan desconocida para la mayoría de los chilenos, lo que nos ha inducido a hacer una narración tan extensa de ella.

Posteriormente supo Beauchef, por declaraciones de un capitán español, de apellido Varela, el porqué de esta vergonzosa confusión y descalabro de las armas del Rey

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Varela formaba parte de las tropas que estaban en emboscada. Al ver pasar los ocho primeros hombres de la vanguardia patriota, los tomaron o mataron, produciéndose, poco después, la reñida lucha con el resto de la vanguardia, la que se batió con tanta decisión, que los españoles creyeron estar luchando con todas las tropas de Beauchef. Poco a poco llegó el resto de la gente que estaba en las casas del Toro a participar en el encuentro.

Cuando la vanguardia comenzó su ordenada retirada, celebraron con gritos de «¡Viva el Rey!» el triunfo que creían haber obtenido. En ese momento fueron sorprendidos por la llegada de todos los elementos de Beauchef, lo que desorganizó por completo a los españoles y produjo entre ellos la desordenada fuga.

Antes de cerrar este capítulo, hagamos el recuerdo de un soldado que se destacó entre los héroes de esta acción: el granadero Juan Ferrey, que formaba parte de la vanguardia. Al verse rodeado de enemigos, y no pudiendo cargar nuevamente su arma, la tomó por la punta del cañón, y así se defendió y atacó rudamente, prefiriendo sucumbir antes que entregarse a los enemigos. Según el relato de Beauchef, «había recibido nueve balazos. Después de su muerte, su bella cabeza estaba todavía amenazante. Era el más bello de mis granaderos».

Resultado de la batalla» Regreso a Osorno

Según el relato del coronel Beauchef, sus tropas tuvieron una pérdida de 11 hombres, que fueron muertos, y de 29 heridos. Elogia, como se merece, al capitán Labbé y, con respecto a la actuación general de sus soldados, dice:

«Un puñado de hombres contra una división bien organizada, con buena infantería, un escuadrón de caballería, con dos pequeñas piezas de artillería y todo lo necesario. ¡Y bien! Todo cayó en nuestro poder: hombres, armas, provisiones, cañones, municiones, etc. Venían en esta columna 39 oficiales (antes lo hemos visto fijar su número en 38). Yo tomé 14 de ellos. Los otros, pudieron salvarse a Chiloé, para llevar allí el terror y la vergüenza de su derrota. Creo que es uno de los bellos hechos de amias de la guerra de la Independencia».

Antes de la vuelta a Osorno, Beauchef comisionó al teniente Alemparte para reunir a los españoles que se habían ocultado en los bosques vecinos. Al día siguiente, a la 1 de la tarde, ya tenía más de 300. Todos se presentaban con sus ropas destrozadas. A ellos se podía aplicar ahora la despectiva frase de «baraja sucia» con que ellos habían calificado antes a los patriotas.

El viaje de regreso estuvo lleno de peripecias, pues durante la tarde se descargó una lluvia torrencial, que sólo cesó a las 8 de la noche. Las dificultades del camino, aumentadas por el temporal, produjeron la pérdida de muchas muías, cargadas de despojos, que se precipitaron en las quebradas.

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El jefe patriota dijo que si este temporal se hubiera producido el día anterior, los habría derrotado a todos, españoles y patriotas.

La ciudad de Osorno recibió a los vencedores en forma triunfal. Las campanas fueron echadas a vuelo, y en los rostros de soldados y civiles se pintaba una gran alegría. Espléndidas comidas, bien regadas con la chicha de la tierra, fueron ofrecidas a los vencedores.

Los prisioneros españoles fueron organizados por compañías que, al cuidado de campesinos armados de lanzas, continuaron al día siguiente su viaje a Valdivia

Beauchef reemplazado

Un acontecimiento que vino a producir a corto plazo una situación angustiosa en el ejército patriota del sur, lo constituyó el reemplazo del comandante Beauchef por don Cayetano Letelier, jefe de ingenieros, que tomó posesión de su cargo el 4 de mayo de 1820.

No fueron, sin embargo, las dotes de Letelier las que ocasionaron esta situación desgraciada, sino más bien la miseria y abandono en que quedaron, de parte del Gobierno central de la República, estos humildes soldados del sur:

«Letelier era un perfecto caballero y un valiente soldado. Franco, fino, amable, lleno de prendas personales, según el retrato que de él nos ha dejado el mismo hombre a quien desposeyó, tenía, sin embargo, un triste vacío en su naturaleza; y esa fragilidad funesta vino a dominarla por entero una mujer imperiosa, pero sin corazón y sin belleza que, en la ausencia de su marido, pasó a vivir bajo el techo del nuevo funcionario, ejerciendo sobre su espíritu el más inaudito y deplorable predominio». (Vicuña Mackenna. Obra citada).

En octubre de 1820, la aprehensión casual de un emisario enviado por bandas realistas instaladas al norte de Valdivia, hizo saber a los patriotas el peligro que existía de que Quintanilla, informado por el emisario de las derrotas patriotas de Pangal y Tarpellanca, a orillas del Laja, avanzara con sus fuerzas chilotas en dirección a Osorno y Valdivia, por lo que Letelier y Beauchef, ya que este último aún losecundaba, resolvieron ocupar Osorno con una fuerza considerable de tropas.

Ellas fueron las que protagonizaron un hecho luctuoso en la historia de la ciudad y del país en general, debido, en no pequeña parte, al alejamiento de Beauchef, en junio de 1821, y a la designación, como jefe de las fuerzas de Osorno, del odiado mayor José María Vicenti y de algunos subalternos tan poco dignos de cariño como él.

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Motín del 15 de noviembre de 1821

«El motín de Osorno fue un verdadero drama de odio y amor, de hambre y de venganza», dice Vicuña Mackenna en su obra La guerra a muerte.

El Batallón que guarnecía la plaza de Osorno, denominado «Valdivia», estaba dividido en cuatro compañías, de las cuales dos estaban en el cuartel de la Plaza de Anuas, una en el lugar llamado La Trinchera, y otra en el Fuerte denominado Mackenna.

El jefe militar de Valdivia había acantonado en Osorno una fuerza relativamente poderosa, debido a que después de los desastres patriotas a que hemos hecho referencia en el capítulo anterior, se temía el ataque español desde Chiloé

Este cuerpo estaba integrado por elementos totalmente heterogéneos, pues, junto a los aguerridos luchadores de El Toro, figuraban doscientos presidiarios que habían sido sacados de las cárceles del norte para traerlos a Valdivia.

El motín de Osorno fue un drama de miseria, de hambre y de venganza. La tropa creyó que eliminando a sus jefes terminarían sus penurias, lo que estimaban fácil realizar, dado el aislamiento en que estaban con respecto a las demás fuerzas militares de Chile.

Sin embargo, hay que reconocer que este desamparo no sólo era propio del Batallón osornino, sino de todas las fuerzas patriotas destacadas fuera de Santiago, y justamente esta situación angustiosa provocó la caída y abdicación de O'Higgins, Director Supremo, como consecuencia del alzamiento de las fuerzas de Concepción, mandadas por don Ramón Freire, que pasó a reemplazar a O'Higgins en la dirección suprema del Estado.

Las tropas de Maule al sur, según relatos de dos contemporáneos, llegaron a alimentarse de perros, caballos y muías.

El motín de Osorno fue un drama de amor. Uno de sus principales promotores, el sargento Juan de la Cruz García, creyó alcanzar, desde un cargo de oficial, la mano de una señorita, hija de un vecino respetable de la ciudad, que le era negada.

El Batallón a que hacemos referencia contaba en sus cuadros a los siguientes jefes y oficiales:

Jefe del Cuerpo, Mayor José María Vicenti.Capitán Miguel Cortés.Capitán José María Labbé. Capitán Simón Antonio Santucho. Capitán Manuel Valdovinos. Teniente Tomás Domingo Anguita. Teniente José María Carvallo. Teniente Juan de Dios Vial Teniente Ramón Nieto. Subteniente Miguel Alfaro. Sus principales suboficiales eran: Sargento 1.° Juan de la Cruz García. Sargento Andrés Silva. Sargento Miguel Bustamante.

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Sargento José Galaz. Cabo José Casas.

Cómo se produjeron los acontecimientos

En relación con los motivos inmediatos que tuvo la tropa para sublevarse, bastará leer más adelante el bando en que el sargento 1° Juan de la Cruz García explica las causales.

Residía en ese tiempo en Osorno el teniente-coronel don Cayetano Letelier, jefe político y militar de la provincia de Valdivia, que se hospedaba en la casa del párroco, padre mercedario Fr. Miguel Ovalle, consumado patriota en la guerra de la Independencia que, por un brillante sermón patriótico pronunciado en 1810, recibió un obsequio de $500 del Conde de la Conquista.

En la noche del miércoles 14 de noviembre de 1821 la oficialidad del Batallón Valdivia asistía a una tertulia que se celebraba en el hogar de don José María Casas, situado a dos cuadras al poniente de la Plaza.

En la misma noche otra reunión de carácter muy distinto se verificaba en el cuartel del Fuerte. Era la de los sub-oficiales complotados, que tomaban allí los últimos acuerdos para la sublevación que estallaría en pocos momentos más. Era la reunión de «los sargentos», en la cual participaban García, Silva, Espinoza, Crespo, Rubio, Bustamante, Galaz, Pulgar, Casas, Sobarzo, Poblete, Parra, Roa, Simanis, Machuca, Toledo, Baeza, Cabrera, Barbosa y Santana.

El amanecer del 15 de noviembre fue trágico, no sólo para la oficialidad del Batallón Valdivia, sino para el pueblo entero.

Uno de los primeros muertos por los amotinados, según Vicuña Mackenna, fue el maestro de víveres, don Patricio Lagos, responsable, en opinión de la tropa, de tantas hambres.

Sin embargo, no encontramos su nombre ni en la relación del Comisario don Rafael Pérez de Arce, que conoció de cerca estos acontecimientos, ni en el informe del futuro Gobernador de Valdivia, don Jaime de la Guarda, ni tampoco en las inscripciones de defunciones de la Parroquia de Osorno, por lo que nos inclinamos a creer que el señor Lagos no fue sacrificado en este motín.

El Gobernador, don Cayetano Letelier, creyó poder sofocar personalmente la revuelta, pero fue inmediatamente ultimado por el sargento Andrés Silva. El vecino don Félix Flores, que vivía en el extremo oriente de la cuadra norte de la Plaza, encontró, al amanecer de ese día, frente a su casa, el cadáver desnudo del Gobernador Letelier. Dicha calle, hoy Ramírez, llevó el nombre de Letelier.

Cabe advertir que el día 14, manos anónimas dejaron en una de las pilas de la Iglesia una advertencia de lo que sucedería, a fin de que el cura Ovalle previniera del peligro a su amigo y huésped Letelier; pero este arrogante jefe no dio mayor importancia al rumor.

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El capitán Valdovinos, que se encontraba de guardia en el cuartel del Castillo, dormía tranquilamente cuando fue arrancado de su cama. Don Fernando Cañas Letelier, abogado y periodista, publicó en El Damas, de 2 de julio de 1892, un interesante relato sobre este motín. Con respecto a la muerte de Valdovinos, dice:

«Lo desnudaron, lo ataron a la extremidad de un lazo, lo arrojaron a las poderosas corrientes del Rahue, lo suspendieron, volvieron a sumergirlo hasta dejarlo medio ahogado. Así lo colocaron en el centro del patio y lo cosieron a bayonetazos al son de una infernal gritería y descomunal algazara de esta tropa hambrienta de sangre».

Ebria de venganza, la soldadesca sacrificó a sus jefes en forma cruel: al odiado teniente Anguita, que dormía profundamente, lo velaron en su propia cama, poniendo alrededor de ella cuatro candelabros, y después lo despertaron y mataron a balazos. El Capitán Cortés y el teniente Alfaro, que vivían en una misma casa, fueron conducidos desnudos al cuartel y allí muertos a bayonetazos. Al teniente argentino Carvallo, héroe de El Toro, lo sorprendieron en los momentos que ensillaba un caballo a orillas del río y lo echaron vivo aún a las aguas, después de haberlo hecho juguete de las bayonetas. Por último, al teniente Vial, que se había subido al techo y se escondía detrás de una viga, lo derribaron como quien caza una alimaña

Lo curioso es que el jefe del Batallón, y justamente el más odiado, el Mayor Vicenti, escapó de esta matanza. Guiado pro un ordenanza fiel, fue a esconderse en las quebradas cordilleranas.

El comisario militar, don Rafael Pérez de Arce, y el teniente don José de Meza, enviado como emisario por Quintanilla, y que resolvió aquí unirse al ejército patriota, pusieron tranquilidad después de tanta furia.

Al amanecer del 15 de noviembre, la gente de Osorno huía de la ciudad. Las señoras montaban «a dos ases o a dos voluntades», sin atender a vestidos ni a nada.

Copiamos de Cañas Letelier:

«Don Santiago Montalva, padre de la prometida de García, tenía su casa en la plaza del Castillo, en el costado norte, en el mismo lugar que hoy ocupa la de Klismann, con un enorme solar como una verdadera quinta. El solar de la casa de don Francisco Félix Díaz García y los contiguos pertenecían al señor Montalva y estaban cubiertos de un tupido membrillar. En éste se dice que se escondió el señor Montalva con sus talegos de dinero».

«Don J. José Moreno, antiguo Gobernador de Osorno y hombre prestigioso, vivía en el costado sur de la plaza del Castillo, en el edificio llamado de los Urriagas, o más bien

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en el que está al costado de la casa de don Carlos Geisse, que ocupa indebidamente la plaza de nuestra referencia. El Sr. Moreno, como el Sr. Montalva, sin salir del pueblo escaparon a la furia de aquella tropa desenfrenada».

El 1.° García se convirtió en Comandante del Batallón, y en oficiales los sargentos y cabos más destacados.

En la tarde del día 15, el nuevo Comandante explicó por bando los motivos que los habían inducido a rebelarse.

Bando del jefe del motín de Osorno

«Don Juan García, comandante general de la división nacional de observaciones en Osorno, etc. Por cuanto a que las circunstancias exigen se satisfaga al público de un hecho que seguramente debe tener en expectación a toda la provincia y debiendo en cumplimiento de mis deberes manifestar al mundo los justos e irrevocables motivos que me han impelido a proceder directamente contra la persona del Gobernador don Cayetano Leletier y otros oficiales, cuyas conductas relajadas y separadas del regular orden han maquinado que les haya cabido la suerte de ser decapitados en la mañana de este día. Mi primera atención cuando emprendí mi carrera militar en los libres estandartes de la patria fue sacudir el yugo en que yacíamos ofreciéndome al sacrificio voluntariamente por ver mi país en el honroso rango de nación y demás que constituyen a un hombre libre protegido por las leyes. Don CayetanoLetelier en el momento que se recibió del mando olvidó estos deberes, su conducta política es la primera base que sostiene la fuerza no ha sido otra que la de la opresión. El soldado ha carecido hasta de lo más preciso para sostener la vida, los alimentos suministrados eran sucintos, cual es público, los sueldos no completos cuya escasez no la motiva la falta de numerario, sino los monopolios conocidos. La provincia es testigo, y las contribuciones y otros sacrificios hechos por el sostén de la tropa, no me queda duda que la conducta de Letelier más ha aspirado a la destrucción de las fuerzas que a asegurar los derechos de América, tratando de entorpecer

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la majestuosa marcha con que caminan nuestros negocios públicos. En los meses que anteceden se suministró a la tropa dos pesos, sucinta cantidad con que gratos sufrían la fatiga y penalidades de un caro país, falto de los recursos de primera orden, en el presente sólo hemos recibido un peso después de los gastos que origina una marcha. Los trabajos de fortificación en las avenidas de Chiloé se han construido sin librarse a los empleados en esta fatiga la más pequeña gratificación. El trato de los oficiales en los continuos ejercicios es bien público, de su orgullo e insolencia no se exceptuaban ni aún los sargentos hasta el extremo de recibir palos y otros improperios tan notorios, la falta de una leve lista, se castigaba con un exorbitante número de palos: por último, a pesar de haber salido la guarnición a campaña, el cirujano quedó en Valdivia cotejando la comodidad de aquel, y no el de los infelices enfermos. Mis miras y la de la valiente tropa de mi mando no aspiran destrucción ni a turbar el orden, el sosiego la tranquilidad del vecindario, protegerlos y asegurar sus intereses derramando hasta la última gota de sangre en defensa de la patria, es el norte que nos dirige: en cuya virtud toda autoridad política y militar se sostendrán en sus destinos ejerciendo las funciones que el gobierno de que dependemos les haya confiado. Si las tropelías inevitables en la tropa hubiere causado algún saqueo u operación diversa a mis ideas reclamará el dueño de las prendas a quien se entregará, dado el debido parte. Publíquese por bando en los sitios acostumbrados de esta ciudad, transcríbase al superior gobernador accidental de Valdivia, como también a las demás autoridades del distrito. Es dado en el cuartel general de Osorno, a 15 de noviembre de 1821».

Atinada actuación de don Rafael Pérez de Arce

Don Rafael Pérez de Arce, comisario militar de la división observadora acantonada en Osorno, se dio cuenta inmediatamente de la gravedad y proporciones del motín de la madrugada del 15, por lo que estimó prudente no salir de su casa.

Momentos después de comenzada la rebelión y matanza, se presentó en su domicilio un grupo de soldados mandados por un sargento, los cuales le ordenaron les entregara el dinero que estaba a su cuidado y el almacén de vestuario y víveres.

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Accedió inmediatamente a lo primero, haciéndoles entrega de «un talego con seiscientos y pico de pesos»; pero les hizo presente que era más prudente que no tomaran posesión directa de la bodega donde, entre otras cosas, se guardaban tabaco y ron, porque esto contribuiría a exaltar más los ánimos, lo que era conveniente evitar. Les agregó que él los proveería con largueza de todo lo que necesitaran. Felizmente, estas atinadas razones fueron aceptadas por la tropa.

Don Rafael tenía un hermano cadete en el Batallón Valdivia, don Francisco Pérez de Arce, a quien mandó al día siguiente al cuartel, a fin de que tratara de conocer cuáles eran los propósitos inmediatos de la tropa sublevada.

El informe del cadete no pudo revestir mayor gravedad: los soldados se proponían saquear la ciudad y desbandarse después, aunque fuera necesario huir a la otra banda de la cordillera de los Andes.

El comisario comprendió el papel que él podía desempeñar a fin de evitar mayores calamidades y, a riego de ser asesinado, se presentó en el cuartel, solicitando ser oído por los nuevos jefes y oficiales.

Su palabra persuasiva y tranquila y la promesa de que él se ofrecía como intermediario para tratar de arreglar pacíficamente las dificultades, llevaron a la cordura a la gente exaltada.

Era indispensable, ante todo, aplacar el hambre de los sublevados, recurriendo a la ayuda del vecindario. Don Rafael se ofreció gustoso para realizar este propósito y no aceptó la escolta de una compañía de soldados, sino de un reducido grupo, formado por un sargento y doce hombres.

Cuando la división fue llevada posteriormente a Valdivia, don Rafael Pérez de Arce elevó un completo informe de su actuación al Director Supremo, don Bernardo O'FIiggins, con fecha 5 de diciembre de 1821.

Fue tal el ascendiente que el comisario militar se conquistó con su tino y prudencia en toda esta zona, que, cuando en 1826, y en conformidad a la ley de 12 de octubre de ese año, se eligió el primer Intendente de la provincia de Valdivia, fue designado don Rafael Pérez de Arce, con fecha 20 de noviembre.

Don Fernando Cañas Letelier, al referirse al papel desempañado por Pérez de Arce, decía en El Damas de 20 de agosto de 1892:

«Pérez de Arce es acreedor a figurar en primera línea en las páginas de la historia de esta provincia».

El Teniente don José MesaOtra persona que contribuyó grandemente a aminorar las consecuencias del

trágico motín del 15 de noviembre, fue el teniente don José Mesa.

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Enviado por Quintanilla a fin de tratar de convencer a la división osornina que cometía un error con oponerse a las armas del Rey, Mesa se pasó al ejército patriota.

A raíz del motín, fue el mejor guía y consejero que tuvo el desmoralizado sargento García, y muchas de las medidas que éste tomó se debieron a insinuaciones del nuevo oficial patriota.

El cuerpo municipal de Valdivia, en acta de 12 de diciembre, dejó constancia de «los incomparables servicios» de este joven, a quien llamó «benemérito oficial».

Sucesos militares y civiles posteriores al motín

El 19 de noviembre el Comandante de facto, don Juan de la Cruz García, dirigió oficio al Cabildo y Ayuntamiento de Valdivia, lamentando lo sucedido y proponiendo la elección de un Gobernador en reemplazo del extinto don Cayetano Letelier.

García aseguraba en su oficio la fidelidad de él y de la división a su mando hacia las armas de la patria. Textualmente decía al respecto:

«Mi mayor placer será en ocupar la espada en el sostén de la justa causa de la América».

En oficio del 23 del mismo mes agregaba:

«Todos nos consumiremos que retroceder del punto en que traten de hollar la libertad de los americanos, que hemos sabido comprar con nuestra sangre».

Invitaba García a los miembros del Ayuntamiento y Cabildo valdivianos a reunirse en la Misión de Trumao el día 27 de noviembre, a fin de efectuar al día siguiente la elección de nuevo Gobernador.

En la mañana del 28, y antes de la votación, cuyo reglamento fue fijado por García con fecha 22, se celebró una misa en la Misión de Trumao, seguida de una solicitud de perdón de los sucesos recientes, dirigida a los cabildos respectivos por los escribanos públicos de Osorno y Valdivia.

Los nuevos jefes del batallón osornino se comprometían a «la subordinación, orden y demás principios que constituyen un virtuoso militar, amante de la patria, cuyo documento de fidelidad y respeto

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tienen en sí la idea, por si alegue el nuevo gobernador algunos temores».

Efectuada la votación, resultó elegido don Pedro de la Fuente, militar exilado en Valdivia por su afección a los Carrera y su amistad con Manuel Rodríguez.

De la Fuente consiguió tranquilizar los ánimos, pero el 22 de diciembre resignó su cargo, temeroso de que pudiera interpretarse en forma torcida su patriótica intervención. Fue designado en su reemplazo el vecino don Jaime de la Guarda, tesorero de la provincia.

Una de las primeras medidas tomadas por el Gobernador de la Fuente, fue la de disponer el traslado del Batallón a Valdivia, lugar donde ya se encontraba el 5 de diciembre.

A menudo un motín provoca otros, y fue lo que aconteció aún antes de que las tropas abandonaran Osorno. Un conato de alzamiento contra la nueva oficialidad fue sofocado severamente por García, que hizo fusilar en el Fuerte a los suboficiales Toledo y Baeza y a nueve cómplices.

Ya en pleno viaje, fue necesario tomar igual medida con seis individuos más, que fueron pasados por las armas en el paso de Trumao.

El vecindario valdiviano se esmeró por socorrer a tan indeseables visitas, no sólo por temor a ellas, sino porque muchos comprendieron que el estado de miseria y abandono de esos hombres había sido una de las causas principales del motín de Osorno.

Además del dinero y especies, las damas regalaron joyas, fondos con los que fue posible acuñar la moneda que se llamó «chunimpa», con la que se pagó a la tropa.

Por otra parte, las autoridades valdivianas se esforzaron por comunicar pronto al Gobierno los graves sucesos ocurridos, a fin de dar término a la situación irregular que existía.

En efecto, el Cabildo comisionó a los señores Vicente de la Guarda y Juan José Moreno, que ofrecieron sus servicios generosamente, para que en una pequeña embarcación se trasladaran a Valparaíso, y de ahí a Santiago, a fin de informar al Director Supremo.

Llegaron a Talcahuano en los primeros días de enero de 1822 e hicieron entrega al Intendente de Concepción del pliego que llevaban para el Gobierno; pero, temerosos de que ese documento pudiera perderse en el viaje por tierra, continuaron ellos a Valparaíso.

Desgraciadamente, la pequeña embarcación de estos esforzados emisarios naufragó frente al río Maule y algunos de sus tripulantes perecieron.

La situación irregular ocasionada por el motín de Osorno se mantuvo casi medio año, debido, primeramente, a que la noticia de los sucesos llegó a Santiago dos meses después de ocurridos éstos y, en segundo lugar, a la falta de recursos y hombres que existía, con motivo del reciente despacho de la Expedición Libertadora al Perú y de los desastres reiterados sufridos por los patriotas desde Chillán al sur.

"V-A.

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El Coronel Beauchef a Valdivia

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El hombre elegido por el Director Supremo, don Bernardo O'Higgins, para arreglar la delicada situación valdiviana, fue el coronel don Jorge Beauchef, que unía a sus dotes de gran militar el tino y energía necesarios, además de ser sumamente querido por la tropa.

La expedición de su mando partió de Valparaíso, en los buques Lautaro y Chacabuco, el Io de abril de 1822 y constaba de 331 hombres que, dado el ascendiente y prendas personales de Beauchef, no necesitaba para imponerse a los amotinados.

Sin embargo, éstos, instigados por el feroz Silva, asesino del Gobernador Letelier, creyeron que Beauchef pudiera venir resuelto a tomar medidas de suma severidad en contra de ellos, y estuvieron dispuestos aún a disparar con los cañones de los fuertes en contra de los buques expedicionarios.

El coronel se vio obligado a reprimir en forma ejemplar estos hechos, lo mismo que un complot contra su persona, del cual se le informó oportunamente, e hizo fusilar en el castillo de Corral, el 9 de mayo, a Silva, Bustamante, Salas, Casas y Rubio. La cabeza de Silva fue colocada en Osorno, en la plaza del Fuerte, frente a la casa de García que, según parece, no acompañó a las tropas a Valdivia.

Tenemos, en resumen, que el trágico motín de Osorno no sólo ocasionó la muerte de siete jefes y oficiales, sino la de veintidós revoltosos que fueron cayendo víctimas de su ambición o del temor al castigo.

¿Y García, principal jefe del alzamiento? En vista de que su actuación en el motín no tuvo nada de sanguinario y, por el contrario, ayudó al avenimiento de las partes, sólo fue desterrado a Concepción, de donde regresó poco tiempo después indultado por don Ramón Freire, por decreto de 25 de febrero de 1826.

Solicitud de indulto

Vamos a reproducir íntegro el texto de la solicitud enviada por García al Director Supremo, no sólo porque en ella expone en forma curiosa su intervención en los desgraciados sucesos, sino porque encontramos aquí detalles de fechas que, hasta ahora, no hemos podido coordinar.

La solicitud dice así:

«Excmo. Señor:

El ciudadano Juan de la Cruz García, protestando a V. E. el mayor respeto, expongo: Que habiendo acontecido en Osorno el año pasado amotinamiento inesperado por las tropas de la guarnición, y por el fallecimiento de varios oficiales, resultó que se me nombrase su Comandante sin que antes me comunicasen su negro designio; y sin que yo

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tomase la más leve parte en tal movimiento, una obstinación violenta como aquella hizo a los soldados sublevados obligarme por las bayonetas a la admisión del cargo, sin que para evadirme me valiesen los más esforzados pretextos. Entré, por fin, con dolor de mi alma a funcionar enel mando de la referencia, y a costa de exponer mi existencia en manos de los amotinados, fue mi primera intención aquietarlos con seducciones y libertar al pueblo de Valdivia de los terribles males que contra él proyectaban.

Sucedidas estas circunstancias, me presenté a V. E. en la capital de la República manifestando mis sentimientos opuestos al desorden entre las milicias, y V. E. tuvo a bien se me juzgase y oyese en el curso de la causa, la que tuvo por resolución definitiva se me confinase a esta ciudad por el término de tres años. En ella, pues, existo sin haberme desviado un solo instante en satisfacción de la condena, mientras que en esta situación me cercan necesidades no poco afligentes al sostén indispensable de la creatura.

Antes de ser militar, mi subsistencia y la de una infeliz madre en estado de viudez y rodeada de pequeños hijos, pendía de mi industrial trabajo y a él me es necesario ocurrir nuevamente para adquirirla, cuando otros medios distintos no me lo faciliten. Pero a nada podré dirigirme si V. E., como padre de los infelices ciudadanos, no alza mi destierro por el tiempo que falta, disponiendo mi absoluta libertad. Yo espero conseguirlo de su bondadoso corazón, al paso que, desde que tan dignamente ocupa el Mando Supremo, he observado su anhelo al alivio del súbdito que ha implorado su protección. Esto efectivo y la gloria que acaba de dar a Chile con el triunfo merecido sobre Chiloé por el ejército que tan sabiamente supo conducir y por lo que con el más alto respeto le felicito, me hace aguardar el éxito de mi reverente súplica, que espero por gracia. En cuyos términos, a V. E. encarecidamente pido se digne acceder a mi solicitud del modo que solicito, etc.- Excmo. Señor. -

(Firmado) Juan de la Cruz García».

El Director Supremo proveyó lo siguiente:

«Concepción, 25 de febrero de 1826.

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Concedido.- Ocurra al jefe de la Provincia en solicitud del pasaporte necesario para conducirse a su casa.

Freire.- Palazuelos».

El original de este interesante documento que, en copia, fue elevado a la consideración de Freire, estuvo en poder de don Francisco Félix Díaz García, descendiente de don Juan de la Cruz, y fue reproducido por el periódico El Osorno en su número del 14 de noviembre de 1921, de donde lo hemos tomado.

En el texto de él resaltan algunos puntos oscuros.No nos referiremos a la participación que tuvo García en la preparación y

desarrollo del motín, que nosotros hemos tomado de autores y documentos imparciales, sino a la falta de coordinación de ciertas fechas.

En primer lugar, no cabe duda que el indulto de García se decretó en 1826, ya que el solicitante felicita a Freire por su «triunfo merecido sobre Chiloé», que fue en enero del mismo año.

Pero, ¿cómo se explica que diga en su solicitud que la revuelta se produjo «el año pasado», en circunstancias que la matanza de oficiales fue el 15 de noviembre de 1821?

Lógicamente el proceso de García que, según hemos visto por sus declaraciones, se hizo en Santiago, debe haberse instruido poco después de los acontecimientos mismos, ya que a eso vino Beauchef, o, cuando mucho, a fines de 1822. ¿Cómo se explica entonces que solicitara indulto después de haber sido condenado a tres años de relegación, que ya habría cumplido, a principios de 1826? Son detalles que, hasta ahora, no hemos conseguido aclarar. A menos que el proceso se hubiera efectuado mucho más tarde, pero entonces no hablaría del «año pasado».

Epílogo de un romance

Triunfante el motín del 15 de noviembre de 1821, para Juan de la Cruz García se abrió un paraíso con el cual sólo había soñado su afiebrada mente.

El Libro I de Matrimonios de la Parroquia de Osorno, en su folio 103, dice textualmente:

«Día veinte y uno de enero de mil ochocientos veinte y dos case infacie Eclesie, con el permiso de sus jefes (?) a don Juan García natural de la ciudad de la Concepn. de Chile, con doña Niebes Montalva natural desa Ciudad, fueron

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padrinos don Ceferino Bargas, y Da. Jesús Montalva de que doy fee.

Fr. Miguel Ovalle».

Los hijos de este matrimonio de amor fueron numerosos: más de una docena, cinco de los cuales fueron varones. Desgraciadamente, sólo uno de éstos alcanzó a vivir hasta la edad adulta, pero murió soltero, cuando contaba 22 años, de modo que el apellido familiar de García se extinguió con respecto a su descendencia masculina.

Una anciana más que octogenaria, residente en Osorno, la señora Teresa Angulo Urriaga, fue esposa de don Francisco Félix Díaz García, culto caballero, hijo de la segunda hija de nuestro héroe, que fue casada con don Luis Ceferino Díaz, uno de los primeros en hacer la navegación del río Bueno en una goleta que entró por la barra, estableció una curtiduría, que instaló en el fundo Río Blanco y una destilería en la ciudad. Don Luis Ceferino falleció en 1892.

La señora Angulo es nieta, además, por línea materna, de don Santiago Montalva, padre de doña Nieves.

En 1842, con fecha 11 de abril, el Presidente don Manuel Bulnes, con la firma de su Ministro de Guerra, don Manuel Montt, concedió los despachos de teniente de la Compañía de Cazadores del Batallón de Infantería Cívica, de reciente creación en Osorno, a don Juan de la Cruz García.

La agitada vida de nuestro héroe se extinguió tranquilamente, a los 78 años, el 5 de agosto de 1863. Su esposa, hada de un romance de juventud, se le fue a unir en la eternidad el 23 de julio de 1871, cuando constaba 70 años de edad.

«La historia de los pueblos, será siempre la historia del corazón».(Vicuña Mackenna).

Actitud patriótica de los amotinados

A pesar de la actitud sanguinaria que demostraron alguno de los promotores del motín de Osorno, justo es reconocer que después obraron como chilenos ante un peligro que amenazaba a la patria entera.

Para ellos, convertidos en delincuentes, que estaban aún dispuestos a huir trasmontando los Andes, nada hubiera sido más sencillo que aceptar las insinuaciones del jefe español Quintanilla y unirse a él en Chiloé, lugar tan cercano a Osorno.

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Sin embargo, tanto los jefes del Batallón Valdivia, como la tropa, rechazaron indignados tal proposición y prefirieron afrontar en forma varonil las consecuencias de su desgraciada actitud

Digno broche del proceder de los modestos soldados fue la reacción de los verdaderos jefes de Valdivia que en agosto de 1823, ordenaron no dejar pasar más allá de Osomo a un nuevo comisionado de Quintanilla, que les ofrecía la felicidad y el bienestar futuros y el olvido de todo lo pasado.

Los laureles de esta actitud digna de recordar fueron cogidos en 1826.

Cooperación de Valdivia y Osorno en el intento de toma de Chiloé, en 1824

La abdicación de O'Higgins, en 1823, exaltó al cargo de Director Supremo de Chile al general don Ramón Freire.

Una de sus primeras preocupaciones fue la de incorporar al territorio nacional los lugares que aún permanecían en poder de los españoles, como la actual provincia de Arauco, los terrenos próximos al sur del Bío-Bío, las faldas de la cordillera de los Andes donde se habían refugiado guerrilleros adictos a España, y la isla de Chiloé

La estada del coronel Quintanilla en este último punto significaba un constante peligro para la independencia de la República, por lo que el general Freire resolvió destruir este importante foco realista.

En efecto, el 1.° de marzo de 1824 salió del puerto de Talcahuano una expedición destinada a este objeto, la que, después de recoger en Valdivia un batallón de la Guardia de Honor, siguió su viaje al sur.

Este cuerpo expedicionario contaba con 2150 hombres, entre los cuales iban el coronel don Jorge Beauchef, embarcado en Valdivia, y un hermano de doña Isabel Riquelme, el sargento mayor don Manuel Riquelme, tío, en consecuencia, de don Bernardo O'Higgins.

El objetivo principal de la expedición, la toma de la isla de Chiloé, no se vio cumplido en esta primera empresa, pero el mayor Riquelme tuvo pleno éxito en las operaciones que se le encargó realizar en la parte continental, y en las que prestó cooperación un cuerpo de milicianos patriotas de Osorno, comandados por el mayor Labbé, de sobresaliente actuación en la batalla de El Toro, que se dirigió por tierra a la región de Maullín, obedeciendo órdenes de Freire.

Al mayor Riquelme se le dio orden, el 28 de marzo de 1824, de apoderarse con su batallón, compuesto de 280 hombres, del fuerte de Carelmapu, defendido por 200 infantes y 100 jinetes, que estaban bajo el mando del comandante español don Tadeo Islas.

Don Diego Barros Arana relata así el desarrollo de esta acción:

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«En esta ocasión, Islas, aunque muy activo, sea por incapacidad militar o por la mala calidad de su tropa, no pudo oponer una resistencia regular a la columna agresora. El fuego de cañón de ésta bastó para dispersar las partidas enemigas que se oponían a su desembarco, y un pequeño combate sostenido el día siguiente puso a Riquelme, con la sola pérdida de dos hombres, en posesión de la batería de Carelmapu. Continuando éste en marcha hacia el norte, teniendo que atravesar extensos fangales, con el aua o el barro hasta la rodilla, dispersó las fuerzas enemigas, que estaban estacionadas cerca del río Maullín, al amparo de un fortín conocido con el nombre de San Javier. Los soldados fugitivos tiraban sus armas al río, destruían las piraguas que había para pasarlo y abandonaban en desorden todo aquel territorio, al mismo tiempo que los milicianos patriotas de Osorno, dirigidos por el mayor Labbé, según las órdenes que les había dado Freire en Valdivia, se acercaban a Maullín y dejaban toda esa comarca libre de enemigos. El comandante Islas, que no había podido defenderse de la agresión patriota, logró refugiarse en los bosques del lado oriental con algunos de sus soldados, llegar a Calbuco y de allí pasar a Chiloé a dar cuenta de su derrota y a reincorporarse al ejército del rey».

Con respecto a Freire, fracasado en su intento de apoderarse de la isla, regresó con sus tropas a Talcahuano, a mediados del mes de abril.

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Pobreza de la ciudad

Si no sobre los progresos de la ciudad de Osorno, al menos hemos encontrado datos relacionados con el estado en que ella se encontraba en diferentes épocas, en los informes o memorias que enviaban a Santiago los Intendentes de la provincia de Valdivia, en los números del periódico oficial El Araucano, cuya colección hemos revisado cuidadosamente, y en los documentos existentes en el Archivo Nacional.

Con respecto a la pobreza de la ciudad de Valdivia, basta leer la descripción que hace de ella don Vicente Pérez Rosales en su admirable obra Recuerdos del Pasado. Y si la capital de la provincia, ubicada en lugar preferente para sus comunicaciones, presentaba un triste aspecto, es de imaginar el estado de las otras ciudades de la provincia: La Unión y Osorno.

Al hablar del motín de 1821, hemos visto que una de sus causas más poderosas fue el estado de pobreza y abandono en que se encontraba la tropa del destacamento acantonado en Osorno, miseria que el comandante Letelier no había podido remediar, pese a sus buenas intenciones, por falta casi absoluta de recursos.

Con fecha 21 de febrero del año 21, el jefe mencionado comunicaba al Director Supremo que se había visto obligado a repartir de fondos fiscales veinticinco pesos entre la gente más pobre. O'Higgins aprobó el mencionado gasto, y agregó: «puede continuar en lo sucesivo interim tienen arbitrios para subsistir».

A los oficiales del destacamento, en vista de la falta de pago de sus sueldos, se les autorizó «para surtirse de varias prendas de vestuario de los efectos de los comerciantes Peña y Masenlli».

La falta de billetes del Estado, o moneda metálica, hizo que fuera necesario hacer circular vales o billetes emitidos por la Tesorería de la provincia, y que había necesidad de renovar anualmente debido a la facilidad con que se deterioraban. Para aumentar el sacrificio de los pobladores, hay que anotar que dicha moneda provincial era aceptada sólo con un descuento de un cuarto a un tercio del valor correspondiente.

En 1834 el Intendente de Valdivia, don José de la Cavareda, insinuaba al Gobierno la idea de suprimir esos vales, por lo fácil que era falsificarlos, «pues, como decía el mencionado funcionario, por la forma de los billetes hechos según el estado de las artes de Valdivia, es muy fácil ejecutarlo, como ya se ha intentado» (Memoria del 2 de agosto), y como en realidad sucedió en septiembre de 1840, en que se descubrió una falsificación de vales provinciales.

En consecuencia, los negocios se realizaban, generalmente, cambiando «efectos por efectos».

En nota de 14 de junio de 1836, el Intendente acusaba recibo de la orden de recoger las onzas de oro de 1826 y 1830 que se hallaron en las oficinas fiscales, «el que ha tenido, decía, entero cumplimiento en las oficinas fiscales de esta provincia, en las cuales no se ha encontrado una sola onza de oro».

La falta de moneda nacional hizo que se aceptara en las transacciones la de otros países sudamericanos, uso que se prohibió en 1838.

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El estado lamentable de la ciudad vino a agravarse con dos sucesos inesperados.

Terremotos del 20 de febrero de 1835 y 7 de Noviembre de 1837

La región de Valdivia y Osorno fue azotada, en corto tiempo, por dos espantosos terremotos.

El primero de ellos se produjo el 20 de febrero de 1835, a las 11 l/0 de la mañana, y a pesar de causarlos peores estragos en Concepción, Talcahuano, Chillán y otros pueblos de esa zona, se dejó sentir también con gran fuerza en el territorio de Valdivia».

1835 fue recordado por los abuelos como el «Año de la Ruina». Y en realidad que tuvieron razón para designarlo así.

Se encontraba entonces en el país el famoso naturalista Carlos Darwin, que viajaba en el barco capitaneado por Flitz-Roy, y le tocó experimentar el fenómeno cuando se encontraba en Valdivia.

Darwin lo describe así:

«El terremoto comenzó de repente y duró dos minutos, pero a mi compañero y a mí nos pareció mucho más largo. El temblor del suelo era muy sensible; las ondulaciones parecían venir del Este; otros sostuvieron que del Sud-oeste, lo que prueba cuán difícil es determinar la dirección de las vibraciones. No hay gran dificultad para sostenerse de pie, a mí casi de produjo mareo el movimiento, que se parece mucho al de un buque entre olas muy cortas, o, mejor dicho, como si se patinase en hielo muy blando que cediese al peso del cuerpo».

Agrega:

«Aún cuando las casas, hechas de madera, no fuesen derribadas, no por eso dejaron de sufrir las sacudidas. Todos los habitantes, presa de un terrible pánico, se precipitaron a las calles».

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No hemos logrado encontrar datos con respecto a los perjuicios que este sacudimiento de tierra haya ocasionado en Osorno.

En Concepción y Talcahuano no quedó en pie una sola casa, y en este último lugar una salida del mar barrió con cuanto encontró en su camino.

El otro cataclismo, que produjo estragos en las ciudades de Valdivia, Osorno y

Ancud, tuvo lugar, según informe del Intendente de Valdivia, a las 8 y 5 de la

mañana, y a las 7 V„, según el de Chiloé.

La fuerza del sismo fue tan grande, que las personas apenas podían mantenerse en pie. Los edificios públicos más importantes de las ciudades antes nombradas quedaron destruidos o con graves deterioros, lo que no sucedió en tal escala con los particulares, debido a que casi en su totalidad eran de madera.

En la tierra se produjeron enormes grietas y las sementeras quedaron destruidas, debido al movimiento de la tierra y a los numerosos derrumbes de cerros que las sepultaron

Felizmente, las desgracias personales fueron escasas, no sólo por la hora en que la catástrofe se produjo, sino por la índole de las costumbres.

Refiriéndose a Osorno, el Intendente de Valdivia, don Isidoro Vergara, decía en su informe de 24 de noviembre:

«Según la noticia que he recibido de los departamentos, la iglesia Parroquial de Osorno y su Casa de Cabildo han quedado por los suelos, corriendo igual suerte las Casas misiones y sus Capillas respectivas, a excepción de dos o tres que no han quedado en tan mal estado por ser sus edificios de madera».

«Los caminos han quedado casi intransitables, tanto por las grandes aberturas de tierra como por la caída de árboles enormes y derrumbes de cerros inmediatos, que presentando al viajero infinitos obstáculos retardan la fácil comunicación».

El período de fuertes temblores se prolongó por espacio de veinticuatro horas, pero los remezones de menor intensidad se sucedieron por un tiempo no menor a quince días.

El mar no tuvo agitaciones de especial consideración y en la costa no se produjeron solevantamientos o depresiones visibles.

El terremoto de 1837, tal vez por su mayor intensidad en la región de Osorno y Chiloé, dejó recuerdos indelebles en la mente popular, y es así como no hace muchos años las gentes del pueblo repetían en romances los detalles del espantoso siniestro.

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Como una curiosidad los reproducimos, tomados de la obra folklórica Chiloé y los Chilates, del académico don Francisco Javier Cavada:

«El temblor de 1837: Emperatriz de los cielos, Madre de Dios soberana, Madre de Jesucristo, María llena de gracia,

en este triste destierro a ti suspiran y claman. ¡Lo que se ha visto en Chiloé y en Valdivia, Virgen Santa! Un martes por la mañana, día siete de noviembre, a las siete de la mañana hubieron siete mareas. En el año treinta y siete se ha sentido un terremoto que las tierras se doblaban, haciendo concavidades y abriéndose las montañas. Las fieras daban bramidos, el mar furioso amenaza, el viento sopló bastante, el agua se desbordaba, los edificios cayeron, los templos y las murallas: todo fue una confusión La gente toda turbada en el puerto de San Carlos, en el palacio y las playas se han reunido las gentes para encomendar sus almas, todos puestos de rodillas ante la imagen sagrada de Jesús sacramentado. Allí se han postrado en tierra, que los alientos le faltan, los padres de la oración recién venidos de Italia, y llorosos en el templo y del altar en sus aras celebrando el sacrificio de la misa sacrosanta. Se asustan los circunstantes que allí presentes estaban, y dentro del santo templo con otros se acompañaban. Allá en la iglesia del Carmen se ha desprendido unas tablas, y se ha roto la cabeza un sacerdote que estaba Un santo Cristo de bulto de la piedad soberana, su imagen allí presente del Redentor de las almas. Señor mío Jesucristo, que tus manos se desclavan del patíbulo de la cruz,

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Jesús, defiende las almas.Aplaca, Señor, tu irade tu espada y tu venganzaque contra los pecadoresy la tienes levantada.De Carelmapu refierocerca del pueblo a la chacradonde el mar se refugiócerca de hallan varias casas.En esta hora de temblorse cierran puertas, ventanas,corren veloces las aves.¡Qué movimientos el agua!Por la boca de los ríoslas olas del mar avanzan.Todos pensaban en morirlos que estaban en llamada (¿ramadas?)porque ya no tenían consuelo,sólo de Dios esperabanla sagrada consolacióny la Madre Candelariacomo madre protectora,que sus clemencias no faltanpara libertar sus hijoscuando de veras la llaman.Sólo para los ladronesno tienen perdón sus almas:robaron cuanto pudierona las familias que andabanmetiéndose por los cerros,y como infernaron su almaen los profundos eternos,por eso no temen nada.Téneles misericordiaa estas benditas almaspor su sangre reamada,y por tu caiz tan pesadaque tú llevaste al Calvariodiciendo así la palabra.\Consummatum est\ya está la obra acabada».

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Aspecto de la ciudad

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En 1834, la ciudad de Osorno era, según lo decía el Intendente Cavareda, en Memoria de 2 de agosto, un pueblo rodeado de bosques impenetrables que invadían aún la misma población

En 1842 leemos en El Araucanode 12 de agosto (Memoria del Ministro del Interior), Osorno era un villorrio constituido por 102 casas y cuya población se bastaba para la alimentación diaria con dos animales vacunos y ocho lanares. Los habitantes blancos formaban sólo la sexta parte de la población de la provincia, en un total calculado en 48.000 por el Intendente Cavareda en la Memoria antes citada.

El 4 de julio de 1845 asumió el mando de la provincia de Valdivia don Salvador Sanfuentes, el que envió al Gobierno interesantes memorias o informes, después de efectuar minuciosas visitas a todos los pueblos de su jurisdicción.

Según dice Sanfuentes, Osorno presentaba «un triste aspecto de desolación». Las habitaciones, en su mayoría, eran simples ranchos, debido, principalmente, a que los propietarios de mayores recursos tenían sus casas en sus respectivos fundos.

Los principales edificios de la ciudad, la Iglesia Matriz y el Cabildo, permanecían arruinados después del terremoto del año 37. En este último edificio, que consistía en un solo cañón de casas, de no más de veintisiete varas de largo por quince de ancho, funcionaban: la cárcel pública, con secciones para hombres y mujeres, además del cuarto de guardia, la sala del Cabildo, sala de armas y escuela municipal. Nos parece difícil comprender cómo en un recinto tan estrecho cabía tanto.

El plano de la ciudad era el mismo que tuvo desde la repoblación. Por supuesto que era inoficioso habilitar más manzanas si la mayoría de las existentes estaba vacía. Cinco calles iban de E a O, con una extensión de siete cuadras; y siete atravesadas, con una longitud de cinco. En total treinta y cinco manzanas. Ninguna de las calles tuvo nombre hasta esos tiempos.

Los paseos públicos son sencillos, como los habitantes: además de la Plaza, que no tenía atractivos como lugar de paseo, el puente del río de las Damas y un plano vecino a dicho puente, donde se efectuaban las carreras de caballos, único deporte en aquellos años.

No había vigilantes ni serenos, ni servicio público de aseo. La tranquilidad de la población se aseguraba con el carácter pacífico de los habitantes, y el aseo de las calles y casas estaba reglamentariamente entregado a los moradores.

Cuando la autoridad necesitaba los servicios de gente armada, empleaba los milicianos.

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Milicia cívica

Este cuerpo, que hemos visto figurar en Osorno desde los tiempos de don Juan Mackenna, estaba formado por vecinos del pueblo, que se reunían los días domingos a practicar formaciones militares y manejo de armas.

En tiempos de don Salvador Sanfuentes, el total de la fuerza efectiva de este Batallón era de 384 hombres de infantería, con uniforme y armamento, de los cuales 200, más o menos, participaban en las reuniones dominicales.

Existía también un escuadrón de caballería, denominado «Pumachilgüe», pero sus hombres carecían de uniforme y armamento.

Por decreto de 25 de abril de 1850, se comisionó al coronel don Benjamín Viel para reorganizar los cuerpos militares y cívicos de la provincia, correspondiendo a Osorno una dotación de cinco compañías, una de las cuales tuvo su asiento en Río Bueno, y las restantes en la capital del departamento, formando en conjunto éstas últimas un batallón de infantería.

Desde el año 1839 se comenzó a subvencionar a este cuerpo con la suma de $70 mensuales.

Municipalidad

La Municipalidad, formada por siete miembros, tenía entradas realmente insignificantes. El principal producto era la chicha de manzana, que pagaba el impuesto de un real por cada barril, y que en total no rendía más de 400 ó 500 pesos anualmente. Otras entradas consistían en los réditos de $1.800 puestos a interés, al remate del Balseo de Trumag, que solía dar $70, y al arriendo de dos fundos rústicos avaluados en $500 y que producían ambos sólo $20, y el rubro de multas, que rendía por término medio poco más de $100 al año.

Con estos fondos el Municipio tenía que costear la alimentación de los reos, pagar $200 anualmente al preceptor de la escuela, además de los gastos ordinarios de ella, y el sobrante debía invertirse en la reparación de los puentes, que sufrían considerablemente en el curso de cada invierno. Además se pagaba con fondos municipales un actuario y un tesorero. Este último percibía, además, una comisión del 4% sobre las cobranzas.

Pero, si corto era el número de pesos que ingresaba a caja, reducidos eran también los gastos, en vista de la facilidad de vida de esos años y al alto valor de la moneda. Como dato curioso, diremos que la Municipalidad pagaba medio real diario al proveedor de alimentos por cada reo de la cárcel, y éstos se servían nada menos que dos libras de carne, la octava parte de un almud de papas, dos onzas de sal, dos ajíes y dos panes por cada ración. Los alimentos se entregaban en crudo y eran preparados por un ranchero elegido entre los mismos presos

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No menos curiosa era la fama de pagar los impuestos municipales. Era tal la escasez de dinero que había en esos años en esta región, que dichos tributos se pagaban en animales, sistema que ofrecía, como se comprende, múltiples dificultades, pero cuya solución era imposible alcanzar.

Con respecto a la escasez monetaria, el Intendente Sanfuentes decía en carta de 17 de julio de 1845, dirigida a don Manuel Montt:

«Aquí no se ven jamás la plata, ni las monedas menudas de oro. Sólo las onzas aparecen una que otra vez. La moneda que generalmente circula es el cobre y unos pocos vales que han escapado a la recolección que está haciendo esta tesorería y están ya tan sucios y remendados, que son apenas una sombra de lo que fueron. Sin embargo, se solicitan con ansia, pues es el único objeto como se evita llevar tras de sí un criado con un gran saco de cobre para la compra más insignificante que quiera hacerse, y ¡ojalá que este pequeño inconveniente fuera el único producido por la escasez del medio circulante!»

El Intendente Sanfuentes, al exponer al Gobierno la urgencia que había en emitir nuevos billetes, insinuaba que éstos llevaran impresos, en lugar de cifras, objetos naturales pintados en ellos.

Para hacer ver la ignorancia que reinaba entre los habitantes de esta provincia a mediados del siglo pasado, baste repetir el dato que Pérez Rosales hace figurar en su obra Ensayo sobre Chile: «sobre 8.31 habitantes hay uno que sabe leer y escribir, y uno sobre 6.92 que sabe leer solamente».

Instrucción pública

En la época que comentamos, la escuela municipal de Osorno no tuvo más de setenta alumnos de matrícula, de los cuales asistía a clases ordinariamente la mitad, debido a los motivos que siempre ha tenido el pueblo para no mandar sus hijos al colegio: la indiferencia o ignorancia, la pobreza, que los hace utilizarlos como auxiliares en el trabajo agrícola, y las largas distancias de la casa a la escuela.

La mayor parte de la instrucción se impartía en las misiones religiosas, a las cuales concurrían principalmente los indios, pero allí los sacerdotes dedicaban el tiempo casi exclusivamente a prepararlos en la religión, enseñarles a rezar y darles los conocimientos relacionados con la confesión y comunión.

Como los indios vivían dispersos en los campos, el capitán de amigos recorría periódicamente las reducciones en busca de niños, los cuales permanecían

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concentrados en la misión por espacio de quince días o cuando más un mes. Despachados éstos, se traía un nuevo grupo.

Como se puede ve, lo que menos aprendían los niños en las misiones era a leer y escribir.

Todas estas casas religiosas tenían un terreno anexo para efectuar siembras y plantaciones, en cuyo trabajo participaban los padres de los niños, ya que de ahí obtenían alimentos para ellos mientras permanecían reunidos. Las madres, por su parte, hilaban y preparaban la comida.

En la misión se iniciaban y terminaban las labores del día con sesiones de rezo y explicaciones de la doctrina, todo en idioma mapuche. Estas reuniones eran dirigidas, muy a menudo, por indios ancianos elegidos entre los más juiciosos y servibles para el caso.

En la noche, niños y niñas se retiraban a galpones separados que les servían de dormitorios

El Gobierno, deseoso de fomentar la instrucción, dictó, con fecha 24 de julio de 1834, una ley que imponía un impuesto sobre el consumo de carnes; pero en Osorno dicha disposición no tuvo aplicación práctica, pues, como lo decía el Intendente en oficio de 1.° de julio de 1835, «no se ha podido conseguir que se forme un mercado público donde se exija el impuesto».

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El mismo año 34, la ley de 30 de octubre mandó establecer escuelas en todas las misiones, medida que tampoco pudo cumplirse totalmente por falta de locales.

Con fecha 20 de mayo de 1847 se decretó la creación de una escuela fiscal de hombres para Osorno, y en noviembre del año siguiente el Gobierno concedió fondos para construir casa destinada a dicha escuela, en lo que se invirtió la suma de $179-1 real.

Administración de Justicia. La cárcel

En la provincia de Valdivia había un solo juez letrado con residencia en la capital de ella, de modo que en Osorno la justicia era administrada, en primera instancia, por los alcaldes o regidores, y sus providencias eran autorizadas por dos testigos

Los alcaldes también desempeñaron funciones notariales, como lo recuerda don Ricardo Donoso en su obra Constitución de la Propiedad Austral (página 299):

«Estando facultados por la Ley, los alcaldes, subdelegados e inspectores, en razón de las funciones políticas que ejercen, para hacer las escrituras de contratos y testamentos, en donde hay Escribanos Públicos, podrán practicarlo dichos funcionarios con arreglo a su cuantía y con la obligación (después de pagados de sus derechos) de remitir los originales al Archivo Público del departamento en que se protocolice».

A propósito de los gastos municipales, hablamos algo relacionado con la alimentación de los reos.

El número de detenidos que habitualmente había en le presidio era reducido, no más de veinte, condenados, en su mayoría, por motivos no graves, pues los crímenes eran rarísimos, según dice el Intendente Sanfuentes. Lo más corriente era, sin embargo, que hubiera tres o cuatro detenidos, y hubo años, como 1842, en que ingresaron sesenta en total. En una visita que efectuó el Intendente en 1846, había 18, de los cuales 11 eran por delitos y 7 por deudas.

Debemos hacer notar que no sólo la cárcel servía de lugar de reclusión, pues los funcionarios rurales mantenían cepos, no solamente para asegurar a los delincuentes recién aprehendidos, sino para castigar en forma definitiva a los individuos que hubieran cometido pequeñas faltas.

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Caminos y puentes

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Trabajo permanente, como lo es hasta hoy día, demandaba la conservación de caminos y puentes. De los dos principales caminos, el de Valdivia y el de Chiloé, decía el Intendente Sanfuentes, en Memoria estadística de la provincia, correspondiente a 1846:

«Ambos se hallan francos y transitables, sin presentar otros obstáculos que grandes lodazales en la estación del invierno, a causa de su estrechez y mala forma. Ellos tienen infinidad de ramificaciones que conducen a todas direcciones en el Departamento, cruzando propiedades particulares sin oposición de los dueños, por conveniencia general».

Con respecto a puentes, el único que existía en las proximidades de Osorno era el del río de las Damas.

Las dificultades en las comunicaciones entre un lugar y otro hacían que el valor de los fletes fuera muy elevado. Don Guillermo Frick, que tuvo en 1849 la misión de reconocer y mensurar los terrenos fiscales de la provincia, dice al respecto en «Apuntes sobre la provincia de Valdivia» (El Araucano, de 12 de diciembre):

«Una muía de Futa a Osorno vale dos pesos; de Osorno a Llanquihue, poco menos otro tanto, pero probablemente cuatro pesos por el mal camino, que pronto quedaría intransitable; caballo con montura hasta Osorno, 20 rs., etc.; cuatro cargas y algunos caballos calcúlense por cada familia».

Salubridad. Beneficencia

Uno de los primeros servicios relacionados con la salud pública que funcionaron en Osorno, y en el país en general, fue el de la vacuna para prevenir la viruela.

El periódico oficial El Araucano publicaba mensualmente cuadros estadísticos que demostraban el número de personas vacunadas.

En 1850 el médico provincial, don José R. Elguero, decía que en esta región no había epidemias y escaseaban las enfermedades.

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Con respecto a la natalidad, el mismo año hubo en Osorno 235 nacimientos de varones y 67 de mujeres. Desgraciadamente el informe no menciona las defunciones.

Con largueza proporcionó el Estado, entre los años 1847 y 49, fondos para la construcción del edificio destinado al Hospicio de Osorno, dirigido por los padres franciscanos. Durante este lapso se invirtieron con este fin tres mil seiscientos pesos, según se desprende de los datos consignados en los libros de la Intendencia de Valdivia

En Osorno no hubo hospital durante la primera mitad del siglo XIX.

Con respecto al cementerio, así describe el nuestro el Intendente Isaac Thompson, en informe del año 1835: «Lo mismo sucede con otro cementerio que tiene la ciudad de Osorno, que por hallarse enteramente abierto, los despojos humanos vienen a ser el pasto de los animales».

Estanco

Los estancos eran establecimientos comerciales en que se expendía artículos sujetos al monopolio fiscal: tabacos, naipes, té, papel sellado, jergas, lonas, patentes, etc.

En las capitales de departamento se establecía sucursales de los estancos provinciales, a los que se daba el nombre de estanquillos.

Principalmente durante los años comprendidos entre 1840 y 1850, los osorninos solicitaron reiteradamente la instalación de uno de estos establecimientos, lo que no fue posible realizar hasta 1851, en tiempos de la administración Bulnes, en que se decretó la creación de un depósito de especies estancadas independiente del de Valdivia, a petición del Intendente, don Juan Miguel Riesco.

En los comienzos del año 1841 encontramos, en oficio de 29 de enero del Intendente don J. Ignacio García, los motivos que impedían la apertura de un estanquillo en Osorno: que no encontraba sujeto en el pueblo con las garantías que su administración exigía. Por otra parte, hacía presente:

«No hay circulación alguna de numerario o papel moneda, pues para todas sus compras usan el cambio de unas especies por otras, de modo que por esta circunstancia rehúsan los vecinos tomar a su cargo los estanquillos, evitando un compromiso que no podrían llenar».

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Además, el vecindario habría perdido económicamente, «en atención a que proporcionando las especies estancadas por otras, obtienen (los estanqueros) un doble valor en su beneficio; no sucedería si se vendiesen únicamente por numerario».

La falta de estanco ocasionaba grandes molestias a los habitantes, ya que no encontraban ni donde comprar papel sellado, indispensable para todos sus contratos y demás documentos oficiales.

Por lo demás, la venta privada de tabacos dio lugar a incidentes molestos y curiosos, como uno de trascendencia acaecido en el curso de 1845, en que se acusó de usura a un comerciante en dicho ramo:don José María Lorca.

Intervinieron en dicho incidente nada menos que el Intendente de la provincia, el Gobernador de Osorno, que lo era don Juan A. García, el Juez de primera instancia, don Juan Francisco Monteemos, y un numeroso grupo de testigos amantes del tabaco.

Unos habían comprado «a conchavo», cambiando aún animales por el artículo tan codiciado; otros a «5 reales plata», o a diez... Total que el enredo fue tan grande, que ni fallo hubo al fin...

Mensualmente la autoridad administrativa hacía la «visita de corte y tanteo» al estanco. Era un balance en que se dejaba constancia de las especies existentes y de las vendidas, una copia del cual debía enviarse a Santiago, por intermedio del Intendente respectivo.

Producciones. Economía

Las labores agrícolas y ganaderas, tanto como las del comercio y la industria, llevaban una vida lánguida, debido a un sinnúmero de factores.

La reducida población, no sólo de Osorno, sino de la provincia entera, hacía inútil una producción superior a las necesidades de los habitantes, debido a las dificultades para la exportación. Las cosechas de trigo podían mantenerse sólo por corto tiempo, ya que eran escasos los «campanarios» (verdaderos silos criollos) para guardarlos.

Además del trigo, se producían, principalmente, el maíz, las papas y las manzanas, notándose, como sucede actualmente, por falta de canales de regadío, la falta de hortalizas. Ya se cultivaban también el lino, el cáñamo y la alfalfa.

Animales vacunos y lanares había pocos en la región de Osorno, pues las principales haciendas que los producían estaban más al sur, en el camino a Chiloé. Esta escasez se debía sólo a falta de iniciativa de los dueños de fundos.

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Había, por otra parte, una gran falta de brazos, no solamente para las faenas del campo, sino para los oficios e industrias. Los artesanos debían ejercer dos o más oficios simultáneamente, único medio de tener entradas suficientes para la subsistencia.

El comercio más importante era el de las maderas, cuya calidad y variedad han sido siempre tan celebradas. Sin embargo, en ese tiempo no existía en Osorno máquinas aserradoras.

En la ciudad y alrededores había en 1846 doce molinos de agua que, en su mayoría, elaboraban harina «en rama», por lo que casi todo el pan que consumía el pueblo tenía un color oscuro.

Los demás establecimientos industriales eran: dos curtidurías, ocho carreterías, ocho carpinterías, cinco herrerías, cinco panaderías, y numerosos telares, en los que se fabricaban bayetas, alfombras, huinchas, sayales, ponchos, frazadas, medias, ceñidores, etc.

En ese tiempo no había en Osorno talabarterías, barberías ni cigarrerías.Con respecto al comercio en general, diremos que cada casa era un pequeño

almacén, ya que la mayor parte de los pagos a los empleados y servidumbre se hacían en especies.

Por supuesto que, dado el corto vuelo de los negocios, no se conocían las quiebras de comerciantes en aquel tiempo en que, según descripción de Sanfuentes, no había «casa de posada, fondas, cafés, bodegones, canchas de bolas y reñideros de gallos, pues la única pasión de los habitantes en materia de juegos, eran las carreras de caballos y tiras de gallo».

Las carretas eran escasas, y muy original el primitivo sistema de vender la leña: una yunta de bueyes arrastraba por las calles del pueblo un pesado tronco de árbol, el que, una vez comprado, iba siendo consumido poco a poco por el hacha. Este sistema es tradicional aún en los campos.

En 1835 el Intendente don Isaac Thompson insinuaba al Gobierno la idea de implantar un nuevo sistema para obtener el impuesto sobre la producción de chicha de manzana, ya que el método empleado hasta entonces daba escasos resultados, por la dificultad en el control de las ventas. El jefe de la provincia proponía que el impuesto se aplicara según el número de árboles en producción, debiendo arrancarse los que no produjeran.

Una fanega de siembra tenía, a fines del período que estudiamos, los siguientes rendimientos: trigo, 30; fréjoles, 20; cebada, 30; maíz, 24; papas, 20. El precio de una cuadra de terreno de cultivo era de $1 y 4 reales. (Memoria 1842, Ministro Interior).

El decreto de 21 de julio de 1843 estableció una Comisión de Estadística en cada departamento. En Osorno ella quedó integrada por los señores Manuel Labbé y Nicolás Burgos, nombrados por el Gobierno, y por los siguientes funcionarios: Juez de la Instancia, cura párroco y un regidor elegido por la Municipalidad. Esta Comisión funcionaba bajo la presidencia del Gobernador del departamento

En 1848 se constituyó, en conformidad al decreto supremo de 9 de junio, una Junta para hacer el cómputo de la renta anual que podía producir cada casa particular. En el mes de diciembre se había formado el siguiente cuadro:

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62 casas con renta de $ 91257 casas con renta de $ 698 62 casas con renta de $ 1.32958 casas con renta de $ 1.111 32 casas con renta de $ 283 271 casas con renta de $ 4.333

En 1850 los diferentes productos tenían los siguientes precios:

Fanega de trigo $1-2 reales Fanega de cebada $1-2 reales

Fanega de maíz $2-4 reales Fanega de linaza $3-4 reales Fanega de arvejas $2-4 reales Fanega de fréjoles $8 Fanega de habas $2-2 reales Fanega de Papas $1 Bueyes $8Novillos $7-4 reales Vacas $6-4 reales Temeros de año $2-2 reales Terneros de 2 años $4 Yeguas $4 Muías $10 Ovejas $-- - 6 reales Carneros $— - 7 reales Corderos $— - 4 reales Cabras $— - 4 reales Cerdos $3Quintal charqui $7-4 reales Grasa $16Manteca $10-6 reales Sebo $12 - - reales Barril chicha $— 4 reales Arroba aguardiente $14 Vigas S— - 5 reales Postes $-- - 2 reales Tablas laurel (ciento) $9 Tablas alerce $6-4 reales

Frazadas $2Bayetas (vara) $— - 4 reales Ponchos $2

En 1850 se creyó que una nueva fuente de producción se presentaba a los osorninos: minas de oro. Se hicieron algunos pedimentos para instalar faenas en la quebrada de Quimalhue, lugar situado seis leguas al norte de Osorno, pero los resultados obtenidos fueron pobres, y las labores fueron abandonadas.

Diputados

He aquí la nómina de los parlamentarios que representaron a Osorno durante este período:

1834: Propietario, don Ramón Rengifo.

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Suplente, don Vicente Arlegui.

1840: Propietario, Presbítero don Ramón

Cisternas.

Suplente, don Manuel González

Ortúzar. 1846: Propietario, don José

María Berganza.

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Suplente, don J. María Egaña. 1849: Propietario, don Manuel Ramón Infante.

Suplente, don José Pedro Guzmán.

Naufragio del bergantín Napoleón

No terminaremos nuestra exposición sobre la vida de Osorno durante la primera mitad del siglo XIX sin referirnos a un hecho cuyas causales se investigaron en esta ciudad: el naufragio del bergantín Napoleón, comandado por el capitán don José Eduardo Nolibois de Neuville, y que se produjo en la barra del río Bueno el 3 de marzo de 1847

El capitán declaró que había permanecido dos días fuera de la barra, para reconocer exactamente los canales por los cuales el año anterior entró y salió con la goleta Elisa Cuando las circunstancias le parecieron favorables, aprovechó de entrar por el lado norte, el más apropiado para los buques de mayor tonelaje. Pasó la barra sin novedad, pero en seguida las condiciones del viento produjeron el naufragio. Permanecieron luchando contra los elementos hasta después de la media noche, en que el mar se enfureció y los obligó a bajar a tierra.

Según el informe del Gobernador de Osorno, don Juan Antonio García, el bergantín salvó sin novedad la barra por el lado norte, y poco después encalló a corta distancia en un banco de arena con fondo de cinco pies de agua.

El informe establecía que pudiera haberse salvado la carga, avaluada en $14.000, si la tripulación se hubiera dedicado inmediatamente a ello, en lugar de marcharse a la misión de Quilacahuín, encontrando, a su regreso, todo completamente deshecho. Según el técnico Pavie, el barco tomó la entrada demasiado al norte, donde hay poco fondo.

Hemos tratado de pintar, en la forma más exacta posible, el cuadro de la vida osornina durante la primera mitad del siglo recién pasado, basándonos en los documentos de la época.

El comienzo de la segunda mitad marca un verdadero despertar, debido, principalmente, a la llegada de los primeros colonos extranjeros.

Tercera Parte

El despertar (1850-1900)

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El despertar

La llegada de la gente rubia fue para Osorno como si se hubiera aplicado una inyección a un cuerpo anémico: nuevas ideas, nuevos métodos, un esfuerzo nuevo.

El comienzo de la Colonización significó el remozamiento de las costumbres de los sistemas de trabajo.

La ciudad principió a despertar de su largo sueño. Ansias de más luz sintieron los espíritus. Se organizaron más escuelas, dirigidas por los primeros profesores normalistas, se abrió la primera biblioteca pública, se creó el primer liceo.

Y la luz material también llegó: las oscuras noches perdieron algo de su tristeza con los sencillosfaroles que, de trecho en trecho, iluminaron las modestas calles.

La Municipalidad, cerebro y corazón del pueblo, ordenó sus servicios, sus presupuestos, arregló calles, la Plaza, y construyó puentes.

El Estado comenzó a instalar, poco a poco, oficinas de los diferentes servicios públicos: Tesorería, Juzgado de Letras, Registro Civil.

Al disiparse el temor que antes causaban las sombras de la noche, nació el primer club, y la solidaridad ante el peligro se materializó en la formación del cuerpo de bomberos.

Osorno leyó en 1880 su primer periódico, que fue seguido de muchos más.

El telégrafo vibró nervioso para ponernos en rápida comunicación con los nuestros y con los extraños.

El tren cruzó trepidante los hasta entonces silenciosos campos, transportó su carga humana y favoreció el intercambio de productos entre los pueblos.

Brotó la conciencia democrática, que se despertó en forma tan propia del carácter del chileno, que en la última década del siglo XIX, debido tal vez a los resquemores y odiosidades que produjo la revolución del 91, provocó motines públicos de trascendencia nacional.

Todo eso es el período de El Despertar de Osorno. Pero no se crea por esto que pasamos de la sombra a la luz total. Para ello se necesitaron otro impulso y otra época.

Colonización

El propósito de colonizar diversas zonas del territorio nacional existió desde los comienzos de la era republicana, pero estos proyectos sólo principiaron a tomar

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mayor cuerpo durante el Gobierno del General Bulnes, con la dictación de la ley de 18 de noviembre de 1845, relacionada con la inmigración.

Don Bernardo Philippi recibió en 1848 el encargo de hacer venir de Alemania ciento cincuenta o doscientas familias de agricultores y artesanos de aldea. Debían ser católicos y hacerse ciudadanos chilenos. Se les ofrecía una extensión de 10 a 15 cuadras de terreno, las cuales quedaban libres del pago de contribuciones durante doce años.

Philippi tuvo dificultades para realizar su cometido, pero en enero de 1850 llegaron a Valdivia 34 inmigrantes relativamente acomodados, los que fueron verdaderos iniciadores de la colonización en esa ciudad.

Se confió la tarea de ubicar a los colonos que llegaran a don Vicente Pérez Rosales, que fue nombrado Agente de Colonización, por decreto de 17 de octubre de 1850.

Innumerables fueron los obstáculos que este funcionario debió salvar, siendo el principal de ellos el hecho de que repentinamente casi todos los terrenos más cercanos a Valdivia aparecieran con dueños que sólo ofrecían deshacerse a buen precio de sus propiedades. Todos se hicieron propietarios en las formasmás curiosas que cabe imaginar.

Pérez Rosales tuvo que dirigir sus ojos entonces a los terrenos situados más al sur, en La Unión, Osorno y alrededores del lago Llanquihue.

Con respecto a Osorno, diremos que, aunque compró aquí algunos terrenos, pudo darse cuenta de que «ellos carecían de aquella unidad indispensable para un establecimiento colonial de alguna importancia», como lo dice en su hermosa obra Recuerdos del Pasado. En ella podemos leer el relato de su penoso viaje hasta el lago Llanquihue.

Le pareció que el lugar que llamó Muñoz Gamero, y que es el actual Puerto Octay, podía ser el sitio inicial para la instalación de colonos, uniéndolo por un buen camino con la ciudad de Osorno.

Don Ernesto Greve, en su Historia de la Ingeniería en Chile (Tomo II, página 411) dice que «en el año 1850 se habían radicado ya los primeros colonos extranjeros en las riberas del lago Llanquihue, lo que se verificó en la localidad conocida como Playa Maitén. Estos pobladores, que eran todos alemanes, llegaron allí desde Osorno venciendo serias dificultades. Puerto Varas recibió sus primeros colonos en 1853, pero sólo en 1858 tuvo ello lugar en mayor escala, radicándose al año siguiente los primeros de Faitillar».

El primer sendero que llevó a los nuevos pobladores a esos lugares, partía de Osorno, hasta que Pérez Rosales trasladó el centro de sus actividades a Melipulli, que, posteriormente, fue designado con el nombre de Puerto Montt.

Sobre la construcción de los caminos que partieron de Osorno y Puerto Montt, y que llegaron a los extremos norte y sur del lago, respectivamente, damos detalles en el capítulo relacionado con los caminos.

En los primeros meses del año 1851 habían llegado ya a la región unas 600 personas de diferentes sexos y edades.

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En la construcción de los caminos tuvo actuación muy destacada don Guillermo Frick que, junto con su hermano don Ernesto, puede decirse que fueron la base de la colonización valdiviana.

Pérez Rosales, después de su pintoresca y accidentada excursión al lago Llanquihue, repartió en Valdivia los terrenos baldíos de Osorno y La Unión.

Los primeros colonos que se instalaron en las cercanías de Osorno, lo hicieron en el fundo Bellavista, situado entre la ciudad y el río Bueno, y formaban nueve familias.

Estos colonos llegaron al puerto de Corral el 25 de agosto de 1849, a bordo del bergantín Catalina, procedente de Hamburgo.

Uno de estos ciudadanos alemanes, don Jorge Aubel, natural de Rottenburgo, vino a establecerse en Osorno, donde encontró a un compatriota, don Juan Renous, que había venido a radicarse aquí más o menos en 1844, y que poseía una propiedad contigua al Fuerte.

El señor Renous se dedicó primeramente a coleccionar especies para un naturalista residente en Leipzig y después administró el fundo Bellavista, de que ya hemos hecho mención.

En 1851 se encontraban radicados en la ciudad los siguientes señores alemanes: Jorge Aubel, Holstein Peters, dos hermanos Bachamann, (iraním y Kramer.

En 1852 encontramos a los señores Carlos Bentz, Francisco Daniel, Germán Hube, Antonio Kuschel, Enrique Lorentz, Carlos Mantels, procedentes todos de Prusia; Conrado Bachmann, Eduardo Buschmann,Francisco Geisse, Maximiliano Günther, Lorenzo Holstein, Federico Hubenthal, Adán Martin, Carlos Scheuch y Carlos Schilling, de Essen; Enrique Jüngen, de Holstein; Federico Neumeister, de Wurttenberg; y Juan Renous, de Baviera.

Por este mismo tiempo vivían en las cercanías de Osorno los señor Augusto Gluckmann y Gaspar Mohr, procedentes de Wurttenberg, y don Cristino Schulz, de Prusia. En el fundo Bellavista residía el sileciano don Francisco Kindermann. Por último, en Quilacahuín los señores Juan Bachmann, de Essen, Enrique Kramm, de Hannover, y Juan Petersen, de Holstein.

Don Jorge Aubel es, sin duda, uno de los ciudadanos alemanes que más se destacó en Osorno a contar del año 1850 y cuyo nombre aun perdura en el gran establecimiento industrial que hoy pertenece a la Compañía de Cervecerías Unidas.

Flabía nacido en la ciudad de Rottenburgo el 20 de febrero de 1819 y se trasladó a Chile, acompañado de su esposa, en 1846, es decir cuando contaba 25 años de edad

Una vez instalado en Osorno, fue el principal impulsador de toda obra de adelanto, sobre todo en la formación de colegios e instituciones alemanes.

En 1896, y con motivo de celebrar las bodas de oro de su llegada a Chile, la ciudad de Osorno rindió un grandioso homenaje a este venerable anciano casi octogenario.

La vida de don Jorge se apagó apaciblemente el 12 de enero de 1900.

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Otras de las familias destacadas de esos tiempos fueron las de don Francisco, don Justo y don Felipe Geisse, de noble ascendencia alemana, que se instalaron en Osorno poco después de 1850.

El primero de los señores nombrados ocupó el puesto de ingeniero de provincia y posteriormente el de Intendente interino de Llanquihue.

Una calle de Osorno recuerda el nombre de don Justo Geisse, padre de una numerosa familia y propietario de una gran casa comercial que, aun después de traspasada a otros dueños, fue llamada durante mucho tiempo «la tienda de los Geisses».

Por último, don Felipe se distinguió en una expedición exploradora del lago Nahuelhuapi.

Otros nombres que resaltan durante los primeros tiempos de la inmigración alemana son: Guillermo Dolí, Martín Mohr, Carlos Schilling, Conrado Stückarth, Santiago Hott, Carlos Ditrich, el doctor en Química don Adolfo Schwarzenberg, su hermano don Gedeón, y los señores Ubenthal, Scheuch y Kutscher, minero de profesión este último.

Entre los ciudadanos más progresistas debemos recordar también a don Federico Eggers, fundador de la villa de Riachuelo, y que fue el primero que tuvo teléfono en su propiedad.

Territorio de colonización de Llanquihue

El hecho de que las colonias alemanas estuvieran establecidas en dos provincias distintas, Valdivia yChiloé, ya que esta última alcanzaba por el norte hasta el río Maullin, presentaba numerosos inconvenientes de carácter administrativo, por lo que el Presidente de la República, don Manuel Montt, y su ministro don Antonio Varas, crearon, por Decreto de 27 de junio de 1853, el Territorio de Colonización de Llanquihue, usando de la facultad que les confería la Ley de 2 de julio del año anterior

Se nombró, en conformidad a ese Decreto, un Intendente de Colonización «independiente de las autoridades de cualquiera otra provincia, y que sea el centro de la acción administrativa sobre las colonias», según decía textualmente.

El Intendente de Colonización, que tuvo su sede en la ciudad de Puerto Montt, estaba investido de las facultades propias de los intendentes de provincia «en la parte en que tuvieren cabida, y que como tal tendrá bajo sus órdenes todos los funcionarios que en él (territorio) hubiere».

En el Territorio de Colonización no quedó comprendida la ciudad de Osorno, ya que sus límites próximos los fijaba así:

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«El río de las Damas en todo su curso hasta una legua de la ciudad de Osorno; al poniente, una línea recta que partiendo del punto del río de las Damas, que acaba de mencionarse, remate en la confluencia del río Rahue con el Negro».

Igual cosa determinó el Decreto de 2 de noviembre de 1854, que rectificó los límites occidentales del Territorio de Llanquihue:

«Partirá la línea desde la confluencia del estero de Chuyaca con el río de las Damas, seguirá el rumbo de la falda oriental de la pequeña loma que allí se encuentra hasta llegar al camino de Llanquihue».

La exclusión de la ciudad de Osorno y de algunos de sus campos vecinos del Territorio de Colonización, presentó numerosos inconvenientes, como lo hizo notar el funcionario don Guillermo Dolí en informe de 28 de febrero de 1858 {El Araucano, de 3 de abril):

«Al terminar esta relación, no puedo menos de hacer notar a U. S. el grave inconveniente que ofrece bajo varios aspectos el deslinde del Territorio de Llanquihue con esta provincia. Por supremo decreto fecha 2 de noviembre de 1854, se adjudica a la colonia toda la península formada por los ríos de las Damas y Rahue, en cuya confluencia está situada Osorno, y la línea divisoria pasa tan cerca de la ciudad, que la población numerosa inmediata queda separada de su centro administrativo natural y obligada a ocurrir a Puerto Montt, que dista más de veinte leguas de allí y casi no es accesible en los meses de invierno por el estado intransitable de aquellos caminos. Mayormente se resiente la administración de justicia de los efectos perniciosos de la separación citada, pues a causa de la distancia en que viven los jueces respectivos; casi no es posible conseguir a los malhechores y la acción de la justicia es, por consiguiente, muy insignificante o del todo nula. Por esta circunstancia y la de no prestar, como antes, el servicio de las milicias, y carecer de escuelas para educar a sus hijos, los pobladores de las Quemas van empeorando cada día más sus costumbres y serán con el tiempo bien perjudiciales a la colonización. A mi parecer debía señalarse por lo demás el río Rahue como límite septentrional del Territorio de Llanquihue o agregarse

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todo el departamento de Osorno a la colonia, a fin de evitar los inconvenientes que dejo indicados».

Tanto el rápido aumento de la población, como la constante subdivisión de la propiedad, hicieron necesario a corto plazo la creación de la provincia de Llanquihue, lo que se hizo por Ley de 22 de Octubre de 1861.

Pasados diez años desde el arribo de los primeros inmigrantes, en 1857, había llegado a Chile un total de 2.754 personas.

El sur de Chile sintió un verdadero despertar y un florecimiento debido a la obra tenaz de esta gente que ha hecho prodigios en la agricultura, en el comercio y en la industria.

El modesto villorrio de Osorno que, según el decir de Pérez Rosales, vivía a mediados del siglo pasado como un cenobita, se presenta hoy como una hermosa ciudad moderna, gracias, en gran parte, a los hijos y nietos de aquéllos que tuvieron que luchar en forma indecible con la naturaleza para transformar estos campos cubiertos de bosques impenetrables en hermosas tierras de cultivo.

Don Bernardo Eunom Philippi

Dice de él el Dr. don Aureliano Oyarzún, en un estudio sobre su persona:

«Pertenece a Philippi la idea de la colonización de las provincias de Valdivia y Llanquihue, y fue él el primero en llevarla a la práctica con la ayuda del cónsul de Prusia en Valparaíso, Fernando Flindt, trayendo en 1846 las nueve primeras familias en la barca de propiedad de ambos socios llamada Catalina y que se radicaron en el fundo de Bellavista, comprado con este objeto en Valdivia».

Antes de referirnos en detalle a la obra desarrollada en Chile por este benefactor, damos a conocer algunos datos biográficos de él.

Nació don Bernardo en Charlottenburgo, lugar cercano a Berlín, el 19 de septiembre de 1811 y demostró desde muy joven su afición por los viajes y exploraciones en lugares remotos y desconocidos. Es así como, viajando en calidad de grumete de un buque mercante, llegó por primera vez a Chile y quedó encantado de esta tierra. En un segundo viaje, realizado en 1840, resolvió quedarse en ella, atrayéndole de preferencia las provincias australes, que comenzó a explorar

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a costa de grandes sacrificios y peligros. Fue así como recorrió el archipiélago de Chiloé y el territorio de las provincias de Valdivia y Llanquihue.

A fines de enero de 1842 efectuó su memorable y pintoresco reconocimiento de la margen occidental del lago Llanquihue, cuyos detalles dejó estampados en un Diario digno de ser conocido por todos. Están pintadas ahí con mano maestra las dificultades inmensas que ofrecía semejante empresa, el estado de miseria en que aquí se vivía, los rudimentarios métodos de trabajo, etc.

Philippi tomó parte en la expedición que, comandada por don Juan Williams, hizo flamear por primera vez en el Estrecho de Magallanes, el 21 de septiembre de 1843, la bandera de Chile, al tomar posesión de esas tierras, expedición que ganó estrechamente la partida al buque francés Phaeton que llegaba poco después con iguales pretensiones.

El Presidente don Manuel Bulnes, conocedor de sus proyectos de colonización, lo comisionó en 1848 para que se trasladara a Alemania a fin de ponerlos en práctica.

Philippi no sólo tuvo éxito en la contratación de obreros, sino que entusiasmó a familias distinguidas, y que disponían de recursos económicos, a trasladarse a Chile.

En 1851 el nuevo Presidente de la República, don Manuel Montt, llamó a Philippi al país, siendo reemplazado en su cargo de Agente de Colonización en Alemania por don Vicente Pérez Rosales.

Don Bernardo Eunom Philippi desempeñó sus diversos cargos con grados de ingeniero militar, siendo nombrado capitán en 1843, ascendiendo sucesivamente a mayor y teniente coronel en 1847 y 1849.

Tomando en consideración de que este hombre de temple excepcional se prestaba tanto para la realización de grandes empresas como para el cumplimiento de delicadas misiones, el Gobierno le confió el mando de Magallanes en circunstancias especialmente graves.

En un motín encabezado en aquel lejano lugar por un oficial llamado Miguel José Cambiaso, fue alevosamente asesinado el Gobernador, capitán de marina don Benjamín Muñoz Gamero, junto con un regular número de militares y civiles, entre los cuales se contaba el capellán de Punta Arenas.

El comandante Philippi debía poner orden en la perturbada colonia de Magallanes, y como en la revuelta también fueron sacrificados algunos indios, trató de atraerse la amistad de éstos y hacerles olvidar los sucesos pasados.

Sin embargo, los indígenas lo asesinaron alevosamente en circunstancias que acudía, en unión de algunos compañeros, a una invitación que aquéllos le habían hecho

El 27 de octubre de 1852 se extinguió, en forma trágica e inesperada, la vida de este benefactor de Chile.

Don Vicente Pérez Rosales

La personalidad de don Vicente Pérez Rosales no podría ser descrita dentro de un breve capítulo. ¡Tan múltiples fueron las actividades que desarrolló durante los

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79 años de su existencia!

Por lo demás, tanto su vida de aventuras y de esfuerzos como su labor administrativa, han sido estudiados por eminentes historiadores y literatos.

Su hermoso libro Recuerdos del Pasado es, según el crítico Alone, «el mayor éxito de librería y de crítica conquistado post mortem que recordamos. Es asimismo, cuanto suele llamarse, en otros términos, la gloria y una promesa de inmortalidad».

Pérez Rosales dio forma definitiva a sus Recuerdos sin pretensiones literarias de ninguna especie y lo que más atrae en su hermoso libro, es la forma liviana, espontánea y sencilla con que narra los diferentes episodios y etapas de su vida.

Sólo nos concretaremos entonces a dar algunos breves datos biográficos que mayor relación tengan con la materia que nos ocupa.

Nació don Vicente en Santiago, el 5 de abril de 1807.

Hizo brillantes estudios en Europa, bajo la dirección de eminentes profesores, como don Manuel Silvela, don Leandro Fernández de Moratín, etc.

Conoció allá a distinguidas personalidades americanas: San Martín, Egaña, Irrisarri y Bello

Su vida de andanzas y aventuras no tuvo límites. Recorrió palmo a palmo el territorio chileno y el argentino, y el oro de California deslumhró sus ojos de joven y rubricó una de las etapas más accidentadas de su vida.

Vuelto nuevamente a Chile, el ministro don Antonio Varas le ofreció un alto cargo de carácter político, que Pérez Rosales rechazó, aceptando, en cambio, el puesto de Agente de Colonización, el 17 de octubre de 1850.

Incontables fueron las resistencias de carácter material y espiritual que el Agente debió vencer, hasta lograr imponer sus propósitos.

El 12 de febrero de 1853 don Vicente Pérez Rosales fundó la ciudad de Puerto Montt, primeramente denominada Melipulli, a fin de favorecer su obra de colonización

A fines de marzo de 1855 partió a Europa con el objeto de intensificar la venida de nuevos colonos alemanes. Allá publicó (1857) un interesante libro titulado Essai sur le Chile (Ensayo sobre Chile), en el que no sólo se concretó a divulgar lo relacionado con las provincias australes, sino que describió todas las demás que formaban el territorio nacional, hasta Atacama.

Nada descuidó en esta completa descripción, pues hasta incluyó una interesante exposición sobre las plantas indígenas del país.

Otros detalles sobre su obra en el sur de Chile podrán leerse en lo relacionado con la Colonización.

A fines de diciembre de 1859, estando aún en Alemania, fue llamado a ocupar el cargo de Intendente de Concepción, y en 1876 fue designado senador de la provincia de Llanquihue.

La actividad notable de toda su vida contrastó con la inmovilidad de sus últimos días, ya que se vio atacado por una parálisis, mal que lo llevó a la tumba el 6 de septiembre de 1886.

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Las ciudades de Puerto Montt y Puerto Varas recuerdan con sendos monumentos la memoria de este hombre excepcional, e igual deuda tiene para con él Osorno, pues, si es verdad que Pérez Rosales no actuó directamente en ella, no es menos cierto que su labor colonizadora repercutió aquí como en todo el sur de Chile, y a él se debe, en primer lugar, el progreso actual de Osorno, que la hace destacarse entre las ciudades del país por su empuje y su belleza.

Pérez Rosales merece monumentos y merece cantos, y por eso reproducimos con gusto el Romance de Caupolicán Montaldo, escritor nacional residente en Osorno, primer poeta chileno que ha recordado como tal a este hombre que también fue artista.

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Romance de Pérez Rosales

«No me pidáis que la fiesta tenga orquesta de violines, con músicas elegantes, laudatorias y melindres. Hablaremos un instante de los ciudadanos libres cuyo corazón enorme formó el corazón de Chile. De los que no combatieron con espadas ni fusiles, ni manejaron discursos para que la chusma vibre, ni regalaron promesas que entre los vientos se escriben. No me pidáis que la fiesta tenga música difícil. En mi guitarra chilena se canta el romance firme, montañés como los riscos, como el agua fresco y simple, melodioso y espontáneo como la flor del copihue. Bien haya mi petulancia que es abierta y aborigen: en este instante en que el aire se llena de ambiguos límites hay que levantar bandera por las grandezas de Chile Digo el áspero romance por aquel que se distingue -Vicente Pérez Rosales- creando una

va

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nueva estirpe, forjador de un ritmo propio que alcanza lo inverosímil,

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pensamiento luminoso, jamás turbado ni triste para que ascienda el poema más vigoroso de Chile. No me pidáis que la fiesta tenga otra sal ni otro tinte, porque al chileno más grande de las batallas civiles lo recuerdan las estrellas del sur celeste y posible, la razón de los volcanes, la voz primaria del lingue. Vicente Pérez Rosales, fraternos tonos viriles, habló mano a mano entonces con el puelche -dios terrible- y con el alma cautiva de la selva huraña y virgen. Tomó entre sus manos fuertes el paisaje irreductible, y creó un paisaje nuevo con alma y corazón libres. Vicente Pérez Rosales, amador de lo difícil, conquistador generoso sin espadas ni fusiles, ni discursos, ni promesas para que la chusma vibre, vengo a saludar tu nombre que es el romance de Chile!»

Censos de población

Uno de los primeros censos hechos con cuidado en la República fue el levantado en 1854, cuyos datos han sido suficientemente estudiados por la Dirección de Estadística

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El número de pobladores avecindados en la ciudad de Osorno era ese año bastante reducido, a causa de que mucha gente se había repartido en los campos del departamento y, mientras la ciudad contaba con sólo 981 habitantes, el departamento figuraba con 10.517.

Es interesante recordar algunos datos contenidos en ese censo que, en Osorno, fue dirigido por el regidor don Jorge Martel.

La población tenia 134 casas, 1 cuarto, 1 convento, 1 cuartel y cárcel, 1 iglesia, 6 ranchos y 2 quintas.

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De los 981 pobladores, 555 eran hombres y 426 mujeres.

Sus ocupaciones eran las siguientes: 6 soldados, 4 vigilantes, 5 religiosos, 1 presbítero, 1 notario, 1 tinterillo, 1 preceptor, 1 partera, 24 comerciantes, 48 agricultores, 25 carpinteros, 4 herreros, 21 cocineras, 45 sirvientas y 47 lavanderas.

Sabían leer y escribir 222, y 759 eran totalmente analfabetos.

Por nacionalidades se clasificaban así: 879 chilenos, 2 españoles, 2 italianos, 97 alemanes y 1 peruano. 41 tenían imposibilidades físicas o morales.

El aumento de población en el resto del siglo XIX fue lento, pues los censos oficiales sucesivos dieron los siguientes resultados:

1865: 1.536 habitantes

1875: 1.895 habitantes

1885: 3.097 habitantes

1895: 4.667 habitantes

Servicios municipales

Durante la primera mitad del siglo XIX, no hemos encontrado en E1 Araucano datos relacionados con el movimiento de entradas y salidas de la Municipalidad de Osorno. Sólo comienzan a aparecer después del año 1850, es decir durante el período que comprende la III Parte de este trabajo. En la Municipalidad local tampoco podemos encontrar datos correspondientes a este tiempo, ya que todo el archivo se perdió en el incendio del 13 de enero de 1864.

Hasta este año el Presupuesto anual de la corporación edilicia fue, en términos

medios, de $1.500, siendo el más bajo, dentro de este lapso, el de 1854, que sólo

ascendió a $1.209.87 '/.,.

Las entradas se produjeron en la siguiente forma:

Saldo del año anterior:

Intereses del capital a rédito:

Derechos del pasaje del río Trumag:

Ramo de chichas:

Arriendo de terrenos

Ramo de multas:

$220.87 V2.-

($1.800) $360.-

$230.-

$315.-

$60.-

$24.-

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$1.209.87 V2.-

Esta suma se invirtió como sigue:

Sueldo al preceptor de primeras letras:

$300.-

Sueldo de tres vigilantes: $192.-

Sueldo del alcalde de la cárcel $120.-

Leña para el presidio: $15.-

Sueldo del escribiente municipal: $24.-

Fiesta del Santo titular (San Mateo): $50.-

Gastos de escritorio del juzgado de 1.a Instancia

$6.-

Gastos de la Tesorería Municipal: $1.50

Arreglo de puentes: $25.-

Suscripción a El Diario de Valparaíso: $15.-

Mantenimiento del presidio: $400.-

Gastos extraordinarios: $21.81 V2.-

Honorario del Tesorero: $29.56.-

Total: Igual: $1.209.87 V2.~

Este presupuesto fue subiendo lentamente: pasó los $2.000 a contar del año 65; el 71 subió a 3.000; el 74 llegó a $5.186.30; en 1877, ascendió a $6.675.82; y, al comenzar 1881, era ya de $8.225. Finalizó el siglo con un total de $30.000.

Después del año 1865, junto con el Presupuesto general del Municipio, había uno especial para los gastos de Instrucción Primaria. Hasta el principio de los años nombrados, la Municipalidad había tenido que atender todo lo relacionado con el servicio escolar, incluso el pago de profesores; pero en lo sucesivo el Fisco aportó casi la totalidad de los fondos destinados a este objeto.

El Presupuesto de Instrucción Primaria del año 65 fue el siguiente:

ENTRADAS:

Suma con que contribuye el Tesoro Nacional: $2.424.-

Suma la Municipalidad: $300.-

Producto calculado de las mandas forzosas:$6 -

Producto de las ventas de libros: $50.-

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Total: $2.780.-Total:

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SALIDAS:

Sueldo de 7 preceptores y 1 preceptora: $2.220.- Para

adquisición y reparaciones de muebles y útiles para las

escuelas: $100.-

Costo del papel, plumas, tiza y tinta: $40.-

Para alquiler casa escuela N.°: 1 de hombres: $144.-

Para alquiler casa escuela N.°: 1 de mujeres: $144.-

Para gastos imprevistos: $132.-

Total: $2.780.-

Durante la mayor parte del tiempo que subsistió este presupuesto especial, su monto fue generalmente superior al municipal, lo que demuestra que en aquellos lejanos años la educación del pueblo fue una preocupación preferente del Estado y de la Municipalidad. En dicho presupuesto figuraron también asignaciones anuales para las escuelas misionales de Tralmahue, Quilacahuín y San Juan de laCosta, las cuales recibian 62 V2 centavos por cada alumno (Dcto. de 27 de mayo de 1868).

Con respecto al Presupuesto Municipal, y más o menos hasta 1880, las principales entradas fueron: la asignación fiscal para el mantenimiento del presidio, la contribución de serenos, el impuesto de carnes muertas, contribución a la producción de chicha de manzana, peajes, multas y arriendo de terrenos.

La Municipalidad pagaba sueldo al escribiente municipal, que lo era al mismo tiempo de la Gobernación, a los serenos, al Alcaide de la cárcel y al Tesorero y Procurador municipales. Invertía el resto en arreglo de calles y caminos, diferencia de costo del mantenimiento del presidio, y otros gastos menudos.

Durante muchos años figuró en el detalle de salidas la celebración del día de San Mateo, Patrono de la ciudad, festejos que, además de misas y procesiones, comprendían entretenimientos populares. Este ítem que en un principio fue de $50, comenzó a reducirse paulatinamente, hasta que desapareció del todo en 1872.

En cambio, desde el año 1865 comenzó a celebrarse, a expensas municipales, el aniversario «de la patria», para lo cual se destinaban $25, cantidad que fue creciendo a medida que disminuía la de San Mateo.

Desde 1869, y en conformidad al Decreto de 29 de abril del año anterior, el Municipio recibió una asignación fiscal de $200, que después fue aumentada, como auxilio para el mantenimiento de la policía, la que desde el mismo año se dio el lujo de contar con un sargento, un cabo, tres serenos y un vigilante a caballo.

El Decreto de 15 de septiembre de 1870 asigna a la Municipalidad osornina una suma relativamente crecida, de $1.300.82, aparte del auxilio que hemos mencionado más arriba, bajo el rubro de «dotación fiscal para el sostenimiento del cuerpo de policía». Con esto la ciudad pudo tener su primer Comandante de Policía en 1871, funcionario que ganaba $300 de sueldo anula. El cuerpo de sargentos y

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cabos, cuatro individuos, tuvo caballos para el mejor desempeño de sus funciones, y el número de guardianes se elevó a 13, aumentando a 21 en 1874.Como cada nueva entrada daba motivo para un nuevo adelanto local, tuvimos el año 74 alumbrada

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por modestos faroles la Plaza de Armas. Este adelanto, entusiasmó a los osorninos, los que desearon alumbrado público para toda la población, deseo que se realizó el año 76, mediante una contribución que produjo una entrada de $300.

Cincuenta faroles, que ocasionaban un gasto de $15 anuales cada uno, vinieron a quitar algo de la oscuridad absoluta que había reinado hasta entonces en las desiertas calles.

Esta primera instalación de alumbrado público de Osorno costó $800, y en un principio la Municipalidad sólo costeó el consumo de cinco faroles, pues los restantes se servían a expensas de los moradores de las casas ubicadas en las esquinas donde estaban colocados.

Y así, modestamente, sin las comodidades de la vida del presente siglo, pasó la segunda mitad del pasado el sencillo pueblo de Osorno.

Entre los alcaldes y regidores más destacados de este período debemos mencionar a los señores Felipe Angulo, José Vicente Flores, Francisco Montecinos, Saturnino Barril, Samuel Burgos, Germán Bueno y Andrés Querubín Rosas.

Las primeras ordenanzas. Contribuciones

Durante muchos años los osorninos, no supieron lo que era pagar contribuciones. El primer Reglamento que impuso tributos fue el de Serenos, y que se dictó con fecha 16 de marzo de 1857, en conformidad a la Ley de 23 de octubre de 1835.

El artículo 1° de dicho Reglamento decía:

«La contribución de serenos grava las casas, edificios públicos, establecimientos de comercio, de artes y oficios, fábricas, despachos de licores y de cualquiera otra especie que se hallen dentro de la población».

El Decreto de 21 de octubre de 1864, del Ministerio del Interior, aprobó la Ordenanza acordada por la Municipalidad de Osorno para determinar los derechos que debían pagarse en las pasadas establecidas en los ríos Rahue y Pilmaiquén, en la parte que correspondía a la comuna.

Esa Ordenanza dividía el año en dos períodos: uno desde el 1° de octubre al 31 de marzo; y el otro, desde el Io de abril al 30 de septiembre.

A título de curiosidad vamos a reproducir las tarifas que ella establecía:

1.a temp. 2.a temp.2 cent. 3 cent.Por cada persona mayor de 5 años:

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Por cada caballo o muía, sin fueren amarrados a la embarcación:

1 cent. 2 cent.

Por cada carga, entendiéndose por tal la de una muía:

3 cent. 4 cent.

Por cada animal vacuno de un año de edad, o menor:

1 V2 cent.

2 cent.

Id. de más de un año de edad: 2 cent. 3 cent.

Por un cerdo grande: 1 cent. 2 cent.

Por un cerdo 1 echón: V2 cent.

1 cent.

Por cada cabeza de ganado lanar o cabrío: V2 cent.

Por cada ciento de tablas de alerce: 12 cent.

16 cent.

Si las tablas son de laurel: 16 cent.

20 cent.

De roble pellín: 14 cent.

18 cent

Por cada rastra de leña: 1 cent. 1 V2 cent.

No pagaban derechos: los pertrechos de guerra, correos, postillones, tropas del Ejército, su equipaje, y empleados públicos que se dirigieran a desempeñar sus empleos.

Otra de las contribuciones que debían pagar los osorninos, y que se fijó en sesión municipal de 26 de agosto de 1864, fue la que se impuso a los dueños de vacas que fueron tenidas dentro del radio urbano: 12^centavos al mes, si se tenía una, y 25 centavos más por cada una de exceso.

Con fecha 30 de agosto de 1865 se dictó el Reglamento que imponía una contribución de alumbrado público, que gravaba, según decía textualmente, «los edificios públicos y privados de cualquiera clase que sean, las oficinas, establecimientos de artes y oficios de cualquiera especie que se hallaren dentro de los límites custodiados por la policía de seguridad».

La contribución se establecía sobre el canon calculado de arriendo anual de cada edificio, y se dividía en cuatro categorías:

1°: Propiedades cuyo arriendo no bajara de $200, incluyendo también las iglesias, cuarteles, las tiendas de primer orden, las boticas y cafés.

2. °: Propiedades cuyo arriendo no llegara a $200 ni bajara de $150. Agregaba: mesas de billar que hubiese independientes de los cafés y fondas, las herrerías, las carpinterías, panaderías y tiendas de segundo orden.

3. °: Las casas cuyo arriendo no llegara a $150 ni bajara de $100, las tiendas de tercer orden, los bodegones, picanterías, fondas y sastrerías.

4. °: Casas cuyo arriendo fuera de 30 a $100, las tiendas de último orden, las platerías, jabonerías, cigarrerías, zapaterías, dulcerías y canchas de bola.

Page 212: Historia de Osorno

El impuesto mensual que pagaban estas cuatro categorías, respectivamente, era de 75, 50, 30 y 15 centavos

En sesión municipal de 14 de julio de 1866 se aprobó la Ordenanza sobre cobro de derechos municipales relacionados con las plazas de abasto, ramo denominado también de tendales o puestos sueltos, y depósito de animales.

El Decreto de 26 de enero de 1872 aprueba la Ordenanza que prescribe el cierre de los sitios eriazos de la ciudad, dentro de los límites que el mismo Decreto indica.

Los sitios debían ser cerrados «con cercas de maderas labradas o aserradas, o con una estacada clavada y uniforme, debiendo tener estos cierros por lo menos dos metros de altura y ser conservados en perfecto estado».

Esta misma Ordenanza prohibió la construcción de ranchos con techo de paja, y las casas que se encontrara con este material no podrían ser renovadas con él.

En 1875, y en conformidad al Decreto de 19 de mayo del año anterior, se comenzó a percibir el impuesto por patentes de carretas, que ese año rindió $100. Hablamos sólo de carretas, porque no había carruajes de otra especie.

Pagaban $4 las que tuvieran ruedas de rayo, $2 las de trozos de madera, y $1 las que sólo consistían en un eje con dos ruedas, y que servían para conducir rastra de leña y maderas de construcción.

El Decreto Supremo de fecha 22 de febrero del mismo año 1875 aprobó la tarifa acordada por la Municipalidad de Osorno para el cobro de los derechos de pontazgo en el puente N.°: 1 de Damas. Se designaba con este número el que se encuentra en la parte NO. de la ciudad y próximo al actual puente de San Pedro.

La tarifa era la siguiente:

12 centavos por cada coche o carretón de cuatro ruedas que llevara pasajeros o carga, y la mitad si iba vacío.

5 centavos por cada birlocho o carreta de dos ruedas cargados. Vacíos, la mitad;

1 centavo por cada animal vacuno, caballar o mular, sin tomar en consideración jinete, montura, aparejo o carga;

V2 centavo por cabeza de lanares, cabríos o cerdos.

No pagaban impuesto los pasajeros a pie y funcionarios públicos en servicio.

Algunos años más tarde, en 1880, y con motivo de la reciente construcción de edificio para matadero, se estableció el pago de un derecho de $0.30 por cada 100 kilos de peso bruto de los animales, no pudiendo venderse a la población sino la carne beneficiada en el Matadero Municipal.

El mismo año 1880, y desde el Io de enero, cesaron las contribuciones de serenos y alumbrado, fijadas por Decretos Supremos de 16 de marzo de 1857 y 23 de agosto de 1865, respectivamente, y, en su reemplazo, se cobró la «Contribución de Policía Local de Osorno».

Esta es una breve relación de los pagos que, en los primeros tiempos, efectuaron los habitantes de la ciudad por servicios de uso público.

Page 213: Historia de Osorno

Servicios fiscales

Aparte de la Gobernación departamental, el Correo fue el primer servicio fiscal que tuvo la ciudad de Osorno.

Las dificultades en las comunicaciones terrestres con Valdivia, sobre todo en el invierno, y la escasez de correspondencia conducida, hicieron que los viajes de los postillones se efectuaran con poca frecuencia.

El movimiento de correspondencia en 1859, por ejemplo, fue de 922 cartas recibidas, 1013 enviadas y un paquete de muestras.

A fin de encontrar individuos que sirvieran de correos, se les eximía de la prestación de servicios en la milicia cívica.

El correo de Valdivia a Osorno hacía escalas en Chamil, La Unión y Trumag.

Ya en 1892 había un itinerario de llegadas y salidas más o menos regular: el correo de Valdivia llegaba los martes y sábados a las 10 a. m. y partía para el mismo lugar los miércoles y domingos a igual

Llegaba correspondencia de Puerto Montt los días 3, 4, 12, 19 y 27 de cada mes, a las 11 a. m., y salía de Osorno al sur los días 3, 4, 22 y 29 a las 9 a. m.

En la oficina de correos de Osorno el reparto de la correspondencia se hizo durante muchos años en alta voz, inmediatamente después de la llegada de los postillones, costumbre que duró hasta el año 1888 en que, a iniciativa del Banco Nacional de Chile, recién establecido en la ciudad, se colocaron casillas por suscripción particular.

La llegada del tren vino a mejorar enormemente el servicio de correos.

Al hablar de los Presupuestos Municipales, hemos visto que esa Corporación costeó el servicio policial durante muchos años, el que se mejoró notablemente a partir de 1873, en que comenzó a recibir una ayuda fiscal.

Era tan difícil encontrar gente que se concretara al cumplimiento más o menos correcto de las delicadas funciones de policial, que, en sesión municipal de 8 de febrero de 1873, se acordó retener $1 mensual a cada soldado de policía, a fin de darlo como gratificación a fin de año, siempre que hubiera cumplido satisfactoriamente sus labores. Hay que advertir que, en esa época, cada soldado policial ganaba $10 mensuales.

Desde el 1° de enero de 1888 se separó el servicio de la policía urbana del de la guardia de cárcel, disolviéndose, al efecto, el llamado Cuerpo de la Guardia Municipal. Esta determinación, tomada en sesión municipal de 21 de agosto de 1887, fue aprobada por Decreto Supremo de fecha 10 de septiembre del mismo año.

En 1888, y por Decreto de 30 de abril, se dispuso que los gastos de mantenimiento de las cárceles corrieran por cuenta del Estado, lo que vino a aliviar visiblemente el Presupuesto Municipal.

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Finalmente, en 1896, la Ley de 12 de febrero dispuso que las policías que funcionaran en las cabeceras departamentales entregaran su dirección al Ejecutivo, quien correría con los gastos de sumantenimiento, disposición que rigió a contar del 1 d e septiembre.

Esta transformación del servicio, que hizo alarde de modernización, se manifestó en Osorno en forma material con la instalación en la Plaza, frente a la Gobernación, de una columna que sustentaba una campana de alarma.

La oficina del Registro Civil de Osorno comenzó a funcionar el 1° de enero de 1885, en conformidad a la Ley que creó este servicio, y que rigió en toda la República desde igual fecha. Esta oficina fue atendida desde su apertura, y por más de treinta años, por don Mateo Robles Burgos.

La Ley de 22 de diciembre de 1875 creó las Tesorerías provinciales y departamentales. En conformidad a ella, se abrió la oficina de Osorno, servida por un Tesorero fiscal, un oficial interventor y guarda-almacenes y un portero.

Finalmente, el Juzgado de Letras, tan insistentemente solicitado durante muchos años por el pueblo y autoridades, fue creado a mediados de 1886.

Lo relacionado con el Telégrafo y Ferrocarril lo hemos dejado para el capítulo que trata de acontecimientos trascendentales de la ciudad.

Entre los Gobernadores de la segunda mitad del siglo pasado, cuya lista completa figura en el Apéndice de este trabajo, cabe destacar la personalidad de don Carlos Guillermo Fuschlocher, que con un tino y capacidad notables dirigió los destinos del departamento de Osorno desde fines de 1870 hasta septiembre de 1889.

Urbanización. Edificación. Ornato. Progresos urbanos

El plano de Osorno no tuvo, hasta 1900, gran diferencia con el que sirvió de base para la repoblación de la ciudad en 1796. Y esto se explica: pasaron muchos años antes que las manzanas se hicieran insuficientes para contener el número de viviendas necesarias, de acuerdo con la población.

Pero hay algo relacionado con el plano de Osorno que no nos hemos podido explicar, y sobre lo cual no hemos encontrado el menor detalle en los documentos antiguos relacionados con la repoblación de la ciudad.

Nos referimos al porqué las manzanas que, en el plano que sirvió de base a la reconstrucción, tienen todos sus ángulos rectos, en las actuales los tienen agudos y obtusos. Creemos que esta diferencia no puede haberse producido intencionalmente. Tal vez los repobladores hicieron primero el trazado de la Plaza con error en los ángulos y las prolongaciones de líneas extendieron dicha diferencia a toda la planta de la ciudad.

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Comparando el plano del Osorno antiguo, que se tuvo a la mano al tiempo de la repoblación, y que insertamos en la Parte destinada a la antigua ciudad, con el de fines del siglo pasado, veremos que la población sufrió un ensanche sólo en los terrenos del ángulo formado por los ríos Rahue y Damas.

Los deslindes de la ciudad coinciden con los fijados en sesión municipal de 19 de marzo de 1865, que determinó los límites urbanos en la siguiente forma: norte, el río Damas; oriente, estero de la Pampadel Huaso; sur, calle Pinuer (hoy Manuel Rodríguez); y poniente, el río Rahue.

En los comienzos de la segunda mitad del siglo pasado, las calles ya tenían nombres, pero no hemos encontrado el Decreto que se los asignara. Esta denominación ha sido posterior al año 1846 en que, según dice una de las Memorias, del Intendente Sanfuentes, ninguna de las calles de Osorno tenía nombre.

En 1886, el Decreto Supremo de 21 de agosto aprobó la Ordenanza municipal redactada por la Corporación en sesión del 12 de noviembre del año 83. En su parte esencial disponía lo siguiente:

«Todas las calles de la ciudad de Osorno conservarán los nombres bajo los cuales son conocidas actualmente».

Ordenó, al mismo tiempo, la numeración de las casas, y la infracción de este mandato de penó con multa de $0.40 a $1, o un día de prisión.

Los terrenos que rodeaban la ciudad se denominaban Pampas: la de la Curtiembre, primitiva cancha de carreras, estaba próxima al ángulo formado por el Rahue y El Damas, terrenos que, en 1872, fueron vendidos por el Municipio a don Fernando Mathei; al lado oriente se encontraba la Pampa del Iiuaso; y al sur, más allá de la calle Pinuer, o del Foso, la Pampa de la Conrada.

Con respecto al arreglo de las calles, la primera en ser acondicionada en forma más o menos regular fue la actual calle Mackenna, que comunicaba el Fuerte con la Plaza.

Desde 1866 se comenzó a efectuar, poco a poco, la empinadura y arreglo de las calzadas «por el sistema convexo», y la colocación de soleras al borde de las aceras

En 1887 se hizo un arreglo de consideración en las calles de la ciudad de Osorno. Fueron enripiadas más de diez cuadras de calzada y se les colocaron soleras de pellín. Hubo necesidad de mover, en terraplenes y nivelaciones, más de tres mil metros cúbicos de tierra.

A pesar de las medidas dictadas desde los tiempos de Mackenna para que los habitantes construyeran casas más o menos confortables, se mantuvieron durante mucho tiempo dentro del recinto urbano viviendas con techo de paja, lo que se acordó prohibir terminantemente en sesión municipal de 26 de agosto de 1864. Sin embargo, sólo en 1872, y en sesión de 19 de febrero, se aprobó la primera Ordenanza sobre construcción de edificios.

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La Ordenanza aprobada por Decreto de 26 de enero de ese mismo año, impuso el cierre de los sitios eriazos y reiteró lo ordenado anteriormente con respecto a los techos de las casas.

Luego después del lamentable incendio del edificio de la Gobernación y Municipalidad, ocurrido el 13 de enero de 1864, y en que se quemaron, según nota del Intendente de Llanquihue, fechada el 22 de enero, «el archivo, juzgado, la cárcel, la sala de armas y varios departamentos particulares», se pensó en iniciar, lo antes posible, la construcción de un nuevo edificio. Mientras tanto, los servicios más indispensables funcionaron en dos modestas piezas arrendadas por un canon mensual de $8.

En 1865, y según lo expone en su Memoria anual la primera autoridad del departamento, se construyó una casa para la Gobernación, con todas las comodidades necesarias para las diversas oficinas. El Fisco contribuyó para la realización de las obras con $1.800, «la Municipalidad con otra suma de alguna consideración».

Para la reconstrucción de la cárcel se recibió un auxilio fiscal de $1.500, aportando el resto el vecindario.

En 1874 se construyó, por cuenta municipal, un cómodo, adecuado y sólido edificio de dos pisos, con un costo de $4.500, buena suma para aquellos tiempos.

La Memoria de 31 de marzo de 1875, presentada por el Gobernador, don Carlos Guillermo Fuchslocher, de la cual hemos tomado los datos anteriores, finalizaba con el siguiente párrafo:

«Antes de terminar, me es sumamente satisfactorio manifestar a U. S. que desde cerca de dos años ha, se nota un desarrollo muy favorable en todos los ramos del comercio, de la industria y de la agricultura, un progreso general en todo sentido, que prueba indisputablemente el bienestar de que disfrutan los laboriosos habitantes de este departamento».

Contribuyó a aumentar esta holgura la Ley de 24 de agosto de 1876, que concedió a las Municipalidades del sur el usufructo de los terrenos fiscales durante 15 años.

El mismo año 76 la navegación de los ríos osominos tuvo un apreciable progreso, con la llegada a Osorno, el 16 de diciembre, del primer barco a vapor, perteneciente a la Compañía Industrial de Valdivia, al cual la Municipalidad otorgó un sitio especial para sus recaladas.

En 1893 el río Rahue era navegado por los vapores Rahue, Río Negro, Damas, Osorno y Río Bueno, los que, alternándose, atracaban diariamente al oeste de la ciudad, en su límite urbano.

El Decreto de 4 de octubre de 1894 declaró legalmente instalada la «Empresa de Navegación Osorno», y cuyos objetivos fueron los de efectuar la navegación de los ríos Bueno, Rahue y Negro con carga, pasajeros y remolques. Fue ésta una

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sociedad anónima en que participaron muchos industriales y agricultores, que suscribieron las 100 primeras acciones, que valían $500 cada una.

El crecimiento de la ciudad, y la multiplicación de sus actividades, sobre todo agrícolas, hizo necesaria la construcción de varios puentes. Así, en 1866 ya había tres sobre el río Damas, siendo el último construido el de Chuyaca. También se comenzó la construcción de uno que uniera la ciudad con el sector de Ovejería, el que quedó terminado en 1869.

Además del puente N.°: 1 de Damas, que existió desde los tiempos mismos de la repoblación, el del río Rahue, llamado también San Pedro, vino a llenar una sentida necesidad de los habitantes, no sólo a los de los campos, sino a los de la población Rahue, que comenzaba a tomar mayor desarrollo.

Este puente fue inaugurado con toda solemnidad el domingo 26 de enero de 1883, y su construcción estuvo a cargo del señor Pedro Johnson, unido en sociedad con don Ricardo Halberg, de Antofagasta el primero y de Osorno el último.

Su costo total ascendió a la suma de $11.002 y se emplearon diez meses en su construcción.

La inauguración constituyó un motivo de júbilo para los osorninos. Intervino en la bendición de la obra el presbítero don José Antonio Concha y hablaron durante la ceremonia don José Torihio Adriazola, que fue uno de los padrinos, y don Ricardo Piwonka.

En 1892 el puente San Pedro se encontraba en mal estado, haciéndose necesaria su reconstrucción, la que fue ejecutada por el mismo señor Johnson, contratista del anterior.

Este puente logró resistir providencialmente la gran avenida de los ríos Rahue y Damas, producida el 9 de julio de 1899, y que arrastró todos los otros puentes vecinos a la ciudad. Sin embargo, hubo que reconstruirlo nuevamente en los primeros años del presente siglo.

Otro trabajo importante efectuado entre los años 1850 y 1900, fue la construcción de un edificio destinado a Matadero, el que quedó instalado en la margen derecha del estero de Ovejería. La Municipalidad acordó la realización de esta obra en sesión de 12 de octubre de 1878.

Anteriormente la casa de abastos y matadero estuvo situada a orillas del Damas y tenía al oriente la calle O'Higgins. Este local fue puesto en remate a mediados de 1874.

El primer mercado o «recoba» fue instalado en 1866 por don Juan Damm, quien ofreció construir un edificio con ese objeto, sin costo para el Municipio, siempre que se le dieran todas las entradas durante un período de tres años, pasados los cuales el establecimiento pasaría a poder de la Municipalidad.

En febrero de 1894 se acordó establecer el Mercado Municipal en el edificio de propiedad de la Corporación ubicado en calle O'Higgins, desahuciando el arrendamiento de las escuelas que ahí funcionaban.

Con respecto al ornato de la ciudad, y comenzando por su Plaza, diremos que fue curioso el primer arreglo que en ella hicieron los osorninos: construyeron en 1865, en el centro del paseo, una imponente y monumental pirámide de 19 metros de altura que, en su base, medía 4.70 metros. Debajo de ella se hizo un pozo de

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ocho metros de profundidad, que llenó dos objetos: proporcionar el agua necesaria para el riego del jardín que se formó alrededor de la pirámide, y suministrarla también a las bombas, en caso de incendio. Para formar el jardín hubo necesidad de poner 480 metros cúbicos de tierra sobre el nivel de la Plaza.

Doce años más tarde este modesto monumento, que no sabemos qué quiso simbolizar, se encontraba en tal estado de ruina, que la Municipalidad, en sesión de 30 de julio de 1877, acordó su demolición.

En 1875 se continuó el arreglo de la Plaza: se acomodaron las cuatro veredas laterales y se plantaron los primeros árboles y, para proteger todas estas mejoras, se optó por cerrar el paseo.

Los arbolitos recién colocados, según declaración del gobernador Fuchslocher, tuvieron los enemigos de siempre: gente poco culta que los destruía, y aun hubo regidores que se opusieron a este hermoseamiento local.

En 1869 ya se había procedido a regularizar y cerrar la Plazuela de San Francisco.

Los primeros escaños, colocados por cuenta de algunos vecinos, se instalaron en la Plaza en 1874, junto con emprenderse otras obras de mejoramiento en este paseo.

Estos trabajos de hermoseamiento terminaron en 1887, en que se enripiaron cinco avenidas diagonales, se colocaron 636 varas lineales de verja de madera de roble pellín para encerrar cuatro jardines en el centro de la Plaza. Se hizo la plantación de más de cien árboles nuevos y se intensificó el alumbrado, colocando, además de los faroles con quemadores planos, los que tenían el sistema llamado Dúplex.

Para completar este cuadro de hermoseamiento fueron instalados en el principal paseo cuatro grandes jarrones ornamentales sobre sus respectivos pedestales.

Por último, a fines de diciembre de 1888, se aprueban en sesión municipal los planos para la construcción del primer kiosco que tuvo la Plaza.

Sin embargo, he aquí un dato curioso: en sesión de 27 de marzo de 1896 se tomó el acuerdo de prohibir soltar animales en la Plaza de Osorno...

Por supuesto que todos estos progresos en el ornato hicieron indispensable la designación de empleados municipales que los mantuvieran, y es así como a contar del Io de enero de 1884 se creó el cargo de mayordomo de los trabajos públicos, y a principios de 1887 el servicio de Policía de Aseo, que comenzó modestamente, desarrollando sus labores con dos carretas.

Con respecto al alumbrado público, ya hemos dicho en el capítulo relacionado con los servicios municipales, que se inauguró en septiembre de 1874, con 15 sencillos faroles a parafina que se colocaron en la parte más central de la ciudad, número que en corto plazo se elevó a 50, y que estaban colocados a una cuadra de distancia uno de otro. En 1887 se aumentó el número a 66, lo que permitió tenerlos, al menos en la parte central, a distancia de media cuadra.

Y para completar el cuadro de una pequeña ciudad con ciertas comodidades, reproducimos la noticia que daba el periódico ElDamasú 12 de noviembre de 1892:

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«Coche del servicio público.- Hay uno por primera vez en Osorno al servicio del que lo desee ocupar. Durante los últimos tres días ha sido buscado con mucho interés: no ha tenido un momento de descanso».

Educación

En 1850, a pesar de haber en la provincia de Valdivia 4.619 niños en edad de recibir instrucción, sólo asistían a las 15 escuelas que funcionaban 551 alumnos, de los cuales casi la totalidad (508) eran hombres, quedando, en consecuencia, para las niñas el pequeño saldo de 43.

La población total de la provincia era de 23.098 habitantes.

Las 15 escuelas eran atendidas por 15 maestros y 2 ayudantes.

En la provincia había, además, dos escuelas municipales de hombres, en Valdivia y Osorno, con un total de 63 alumnos. No había colegios particulares ni conventuales.

Por estos datos estadísticos podremos formarnos una idea del atraso de la educación en la época mencionada.

En 1865 ya tenemos en la sola ciudad de Osorno una matrícula de 359 niños.

Hasta 1855 no hubo en la ciudad una escuela fiscal de mujeres, y, a instancias del Gobernador, don Francisco Montecinos, se dictó el Decreto Supremo que vino a llenar esta sentida necesidad.

Por tratarse de un documento de trascendencia en la educación del pueblo, lo reproducimos íntegro:

«Santiago, mayo 19 de 1855.

Con lo expuesto en la nota precedente y en la adjunta del Gobernador de Osorno; y considerando que la población de dicha ciudad exige el establecimiento de una escuela para mujeres, he venido en acordar y decreto:

1°: Establécese en la ciudad de Osorno una escuela para mujeres, en la cual se enseñarán gratuitamente los ramos siguientes: lectura, escritura, catecismo, aritmética, costura y bordado.

2. °: Autorízase al Intendente de Valdivia para que nombre, dando cuenta, una preceptora idónea, que

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desempeñe la indicada escuela con el sueldo de doscientos diez y seis pesos anuales.

3. °: Concédese la asignación de cuarenta y ocho pesos anuales para arriendo del local en que funcione la referida escuela.

4. °: Entréguese por la oficina de hacienda respectiva a la preceptora que se nombrase, la cantidad de cincuenta pesos, para que provea a la escuela mencionada de los útiles necesarios rindiendo la correspondiente cuenta.

5. °: Impútense las cantidades decretadas a la partida 56 del presupuesto del Ministerio de Instrucción Pública.

Refréndese, tómese razón y comuniqúese.

Montt.- Francisco Javier Ovalle».

Preceptora de la escuela recién creada fue nombrada doña Juana Calange, que renunció el cargo a fines de año, siendo reemplazada interinamente por doña Andrea García.

La iniciativa particular dio forma, en 1854, a una obra que nacida modesta, fue agrandándose considerablemente con el transcurso de los años: la creación del Instituto Alemán de Osorno, colegio que hoy honra a la educación particular del país, y por cuyas aulas han pasado muchas generaciones que han contribuido a la grandeza de la zona y de la nación entera.

Fue fundado el 22 de enero del año mencionado. Es el colegio de origen germánico más antiguo de Chile y el segundo fundado en la América del Sur.

Con respecto a sus creadores y al homenaje que se les ha rendido posteriormente, vamos a reproducir la leyenda íntegra de una artística placa de bronce colocada en el Instituto, en que se recuerda sus nombres:

«COMO RECUERDO DEL PASADO, COMO GRATITUD PARA EL PRESENTE, COMO EJEMPLO

PARA EL PORVENIR:Jorge Aubel Ricardo

StreibeleinConrado Aubel Conrado

AmthauerGermán Hube Augusto

KlickmannPablo Stoeltzin Daniel Prüssing

Justo H. Geisse Lorenzo Hollstein

Santiago Stolzenbach

Conrado Bachmann

Justo Schüler Eduardo

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BuschmannJuan I de Antonio

KutscherSimón Lorentz Federico Otto

KnoopCarlos Andler Ernesto Ewertz

Federico Neumeister

Enrique Kraemer

Guillermo Schmidt Federico Geisse

Francisco Herrguth Augusto Schulz

Carlos Freude Guillermo Leimbach

Juan Siebert Ana María Hott

Enrique Ziebrecht Carlos Ochsenius

Santiago Sandrock Rodolfo Lehmann

Carlos Noelke Comandante Bueno

Gedeón Schwarzenberg.

En el 75.° aniversario del Instituto Alemán de Osorno, en recuerdo de sus fundadores.

185422 de enero de 1929».

El primer profesor de este colegio fue don Carlos Herbeck que cumplió en este plantel de educación su apostolado durante 30 años, hasta el 1° de enero de 1884.

En 1885, y por Decreto Supremo de 23 de mayo, se concedió al Director del Colegio Alemán una subvención anual de $144.10 que significó una ayuda fiscal de $12 mensuales, que se agregó a los $0 40 mensuales que pagaba cada alumno. El Instituto desarrolló sus labores, durante su primer año de vida, con una matrícula de 30 niños.

En 1874 se inició la construcción de un cómodo edificio situado frente a la Plaza, del cual dijimos algo en el capítulo relacionado con la edificación y progresos locales. Esta casa comenzó a prestar sus servicios en 1875.

El 19 de julio de 1878 el Gobierno concedió la personalidad jurídica al Instituto Alemán de Osorno.

En este capítulo sólo nos referiremos a los comienzos de este colegio, dejando para la última parte de este trabajo lo relacionado con sus progresos posteriores.

Antes de la creación del Instituto Alemán mantuvo un pequeño colegio particular para la educación de los hijos de los ciudadanos alemanes el profesor don Maximiliano Günther.

Otros colegios privados que funcionaron durante el período de 1850 a 1900 fueron el de don Ernesto Bergk, abierto en 1876, y el de don Francisco Bohle, cura

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párroco, que funcionó después de 1890. Este último, llamado «Colegio Osorno», tenía cursos de Io y 2o años de Humanidades y de teneduría de libros.

En medio de la ignorancia general de comienzos de la segunda mitad del siglo, brilló como una estrella de primera magnitud un verdadero sabio, cuyas lecciones deben haber entusiasmado poderosamente a la juventud de aquellos tiempos a adquirir cultura. Nos referimos al profesor alemán don José Roehner.

Don Domingo Amunátegui Solar, en su obra Recuerdos del Instituto Nacional, página 86, dice de él:

«Don José Roehner, alemán. Llegó a Chile como profesor privado de la familia Biscbhoffhaussen, que residía en Valparaíso. De allí se trasladó con sus alumnos a una hacienda cerca de Osorno, y más tarde, contratado por otra familia alemana, a Valparaíso. Fue profesor en 1869 de la Escuela Alemana de Santiago y del Instituto Nacional, donde enseñó alemán, y en seguida inglés y griego. Dirigió asimismo en 1876 la Academia Literaria del último establecimiento».

«El sabio Roehner» fue también profesor fundador del Liceo de Plombres de Valdivia, en 1845.

En 1860, y por Decreto de fecha 4 de diciembre, se nombró preceptor de Osorno a uno de los primeros egresados de la Escuela Normal de Santiago: don Luis Alvarado. Así comenzó a repartirse por toda la República la semilla preparada por el gran don Domingo Faustino Sarmiento.

El Gobierno, deseoso de difundir la cultura aún en los centros más alejados, brindó a Osorno con una Biblioteca Popular, en 1856.

El texto de ese Decreto era el siguiente:

«Santiago, julio 31 de 1856.Con lo expuesto en la nota que precede,He venido en acordar y decreto:1°: Precédase por el Intendente de Valdivia a

establecer la Biblioteca Popular de Osorno, con los libros contenidos en la adjunta lista, que se pondrán inmediatamente a disposición del público, bajo las condiciones que se expresan en el respectivo reglamento.

2.°: Nómbrase bibliotecario de la mencionada Biblioteca al preceptor don Manuel Antonio Barrientes, quien deberá rendir antes deentrar en funciones la fianza de que habla el Art. 30 del Decreto de 16 de enero último.

3. °: Abónese al bibliotecario nombrado, desde que principie a prestar sus servicios, un sobresueldo de cien

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pesos anuales, que se imputará a la partida 56 del presupuesto del Ministerio de Instrucción Pública.

4. °: Fíjese en un lugar visible del local de la Biblioteca Popular una copia del Decreto de 16 de enero del presente año.

Tómese razón y comuniqúese.

MONTT.- Francisco Javier Oval le».

El Decreto de 16 de enero se refería al establecimiento de bibliotecas populares anexas a las escuelas en los lugares que el Presidente de la República ordenara, y estableció también que la Municipalidad nombraría de su seno un Director de Biblioteca, que velara por la conservación e incremento de ella.

Algunos años después, el Decreto de 27 de septiembre de 1867 instaló bibliotecas populares en las Gobernaciones, a cargo del oficial de esas reparticiones y con un sobresuelo de $60 anuales.

En 1871 las escuelas primarias del departamento de Osorno estaban distribuidas en la siguiente forma:

1er Distrito, Osorno.- Escuelas 2, 3 y 4 de hombres y 1 de niñas.

2do Distrito, La Costa.- Escuela N.°: 5.

3er Distrito, Quilacahuín.- Escuela N.°: 6.

4. t0 Distrito, Roble.- Escuela N.°: 7.

5. t0 Distrito, San Pablo.- Escuela N.°: 8

En el mismo año la Municipalidad nombró, en sesión del 15 de octubre, un Comisario de Instrucción Primaria para el departamento.

En 1887 la distribución era la siguiente:

Superior de Hombres Osorno

Elemental N.°: 1 Osorno

Elemental N.°: 2 San Pablo

Elemental N.°: 3 Quilacahuín

Elemental N.°: 4 La CostaElemental mujeres N.°: 1 Osorno

Mixta N.°:

1 Las Quemas

Mixta N.°:

2 Rahue

Mixta N.°:

3 Chacayal

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Mixta N.°:

4 Colhue

Mixta N.°:

5 San Pablo

Mixta N.°:

6 Dollinco

Mixta N.°:

7 Riachuelo

Mixta N.°:

8 Osorno

Además de estas escuelas, existía en Osorno la del Hospicio de San Francisco, a la que asistían poco más de 60 alumnos.

El mismo año 87 la matrícula de alumnos, en el departamento, era la siguiente:

ESCUELAS PÚBLICAS FISCALES:

575 hombres y 301 mujeres Total: 876 ESCUELAS PARTICULARES:

146 hombres y 79 mujeres Total: 225721 hombres 380 mujeres Total: 1.101

La escuela superior de hombres de Osorno fue creada por Decreto de 13 de marzo de 1886; y la de niñas, el 30 de enero de 1893.

Con respecto a la edificación escolar, es grato dejar constancia de que la Municipalidad de Osorno se esmeró por dotar a los colegios de casas adecuadas a sus funciones. Así, encontramos que, en sesión de 7 de diciembre de 1864, se acordó ayudar con $300 para construir o comprar un edificio para la escuela que, en ruinoso estado, funcionaba en terreno de propiedad de la parroquia.

Nueve años después se autorizó la suma de $1.700 para la construcción de otro edificio destinado a las escuelas Nos. 2 y 3 de hombres.

Al año siguiente, en 1874, la Municipalidad compró a don Juan Damm, en $1.650, una propiedad situada en calle Mackenna entre Matta y Cochrane, para el funcionamiento de la escuela N.°: 1 de niñas, local en que, años más tarde, funcionó por primera vez el Liceo de Hombres y, posteriormente, la Policía. Este edificio fue ocupado por la escuela de niñas el 16 de septiembre, digna forma de conmemorar el aniversario de la Independencia Nacional.

Vemos entonces que la Ilustre Municipalidad de Osorno, consideró como una preocupación preferente la de facilitar el cómodo funcionamiento de las escuelas ubicadas dentro de la comuna.

Liceo de hombres

Durante el año 1888 la ciudad de Osorno solicitó se la dotara de un Liceo. En sesión municipal de 31 de agosto, la Corporación ofreció proporcionar la casa que ocupaba la escuela N.°: 1 de niñas y dotar al nuevo colegio del mobiliario necesario.

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Fue así como a fines de año se dictó el siguiente Decreto Supremo: «Santiago, 6

de diciembre de 1888.

Visto el oficio que precede, con lo dispuesto por el Consejo de Instrucción Pública.

Decreto:

Créase un Liceo de segunda clase para cada una de las ciudades de Antofagasta, Santiago, Temuco y Osorno

Estos establecimientos comenzarán a funcionar desde el Io de marzo próximo.

Tómese razón comuniqúese e insértese en el Boletín de las Leyes. Balmaceda.- Julio Bañados Espinoza».

Poco después de dictado este Decreto, fue nombrado Rector del nuevo Liceo el profesor y abogado don Juan Emilio Corvalán.

El 5 de marzo de 1889 se iniciaron las clases con la concurrencia de 45 alumnos,

de los cuales 32 pertenecían al 1erAño de Humanidades y 13 a la sección

Preparatoria.

El 31 del mismo mes se cerró la matrícula, habiéndose inscrito hasta esta fecha 60 niños para el l.er Año y 28 para la Preparatoria.

Además del señor Corvalán, que desempeñó clases de Matemáticas y Castellano, fueron los primerosprofesores de este colegio los señores: don Agustín del Río, l.er Inspector y Bibliotecario; don AdolfoSantibáñez, 2 ao Inspector y profesor de Caligrafía; don Fernando Cañas Letelier, de Castellano y Matemáticas; don Juan Francisco Cruzat, de Geografía; y don Máximo Guerrero, del curso Preparatorio y de Gimnasia.

El mismo año 89 se hizo necesaria la división del 1.' Año de Flumanidades, en vista del crecido número de alumnos asistentes a él.

En diciembre finalizaron los trabajos escolares en forma feliz, celebrándose el término con un hermoso paseo campestre. La columna fue encabezada por la banda de músicos y por las autoridades.

Como parte del programa campestre se presentó una improvisada revista de gimnasia, en la que algunos alumnos actuaron aún con traje de huaso y con espuelas, como relata un periódico de la época.

Pero todo este cuadro feliz comenzó a empañarse desde los primeros meses del año siguiente.

El 8 de mayo de 1890 el Liceo se trasladó a un nuevo local, ubicado en la esquina de las calles Freire y Figueroa (Carrera), próximo al cementerio alemán.

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Al día siguiente un grupo de más de cincuenta alumnos liceanos jugaba en una pequeña pampa vecina al cementerio. Quiso la mala suerte que una piedra lanzada por uno de los niños fuera a dañar un adorno de mármol de una de las tumbas. Este simple hecho fue la chispa que encendió sucesos dolorosos.

El Juez Letrado, don Manuel Rodríguez Baltra, inició un sumario y, como primera medida, hizo apresar a un grupo de niños, los que estuvieron detenidos durante más de un mes. Dos de ellos fallecieron a corto plazo a causa, se dijo entonces, de las condiciones deplorables en que fueron mantenidos en prisión.

Los padres de los niños afectados por tan drásticas medidas iniciaron una tenaz y violenta campaña en contra del Juez, al que aún hicieron víctima de un asalto en plena Plaza, el 17 de septiembre de 1890, resultando el señor Rodríguez Baltra con el maxilar inferior fracturado.

La mala suerte siguió persiguiendo al Liceo osornino. Su jefe comenzó a ser objeto de censuras, por situaciones de índole privada que, en 1892, nuevamente apasionaron los ánimos en relación con el colegio. A mediados de año el Rector fue alejado de su cargo y, antes del término del período escolar, el Liceo fue suprimido. Su último día de funcionamiento fue el 8 de octubre de 1892.

Cuerpo de bomberos

Así como en la capital de la República un gran siniestro, el incendio de la Iglesia de la Compañía, dio vida al Cuerpo de Bomberos, en Osorno esta institución se organizó también poco después de la destrucción por el fuego del edificio que ocupaban la Gobernación y la Municipalidad, siniestro que ocasionó la irreparable pérdida de libros y documentos de un valor inapreciable.

En diciembre del mismo año fue nombrado Gobernador de Osorno don Adolfo de la Cruz, quien había visto organizar el cuerpo de bomberos de Valparaíso.

Gracias al entusiasmo de algunos vecinos, dirigidos por el Gobernador, en los primeros meses de 1865, tal vez febrero o marzo, se constituyó provisoriamente en Osorno la institución bomberil.

La primera ayuda económica permanente que el naciente cuerpo recibió fue de fondos fiscales, según hemos encontrado anotado en los libros de la Intendencia de Llanquihue, con fecha 29 de mayo de 1865. Esta subvención fue de $25 mensuales, que pagaba la Tenencia de Ministros del departamento.En sesión municipal del 18 de agosto, se accedió a la petición formulada por el secretario de la «Junta provisional del Cuerpo de Bomberos», en que pedia autorización para construir un pequeño edificio en el local de la cárcel pública, a fin de colocar en él la bomba y demás útiles. La citada construcción serviría después para el presidio, una vez que se construyera el cuartel definitivo para los bomberos.

Al mismo tiempo la Corporación concedió su primer auxilio económico ($25) a esta altruista institución.

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El Cuerpo de Bomberos de Osorno quedó constituido oficialmente el 27 de agosto de 1865

A fin de hacer más efectivo el trabajo de la bomba a palanca, en 1869 se construyeron, en diferentes lugares del pueblo, cinco depósitos para el agua, con capacidad de 18.723 libros cada uno. La primera bomba fue importada por don Justo Geisse

En 1871 el servicio bomberil era considerado por el Gobernador del departamento como muy satisfactorio y dejaba constancia al mismo tiempo, que se habían construido cuatro nuevos depósitos para el agua y se había adquirido escalas, hachas y otros utensilios.

En 1873, y a pesar de la rareza de los incendios, los bomberos osorninos se organizaron en dos Compañías: 1.a de chilenos y 2.a de alemanes.

Ya sea que el entusiasmo de los voluntarios disminuyera, o la falta de incendios, el hecho es que en 1880 ya no había bomberos en Osorno.

En efecto, a comienzos del mes de marzo de 1881 se publicaba por tercera vez una invitación para tratar de formar un Directorio destinado a reorganizar el Cuerpo de Bomberos. El periódico agregaba:

«Si a esta tercera reunión no llega el número suficiente, es una prueba que falta entusiasmo a los hijos de Osorno».

Producto de estas iniciativas fue la creación de la 1.a Compañía, que lleva el nombre del héroe Arturo Prat, y cuya fecha precisa de constitución no hemos logrado establecer.

El 24 de junio de 1883 se creó la 2.a Compañía de Bomberos, «Germanía», que reunió en su seno, principalmente, a ciudadanos alemanes y descendientes de éstos; y el 3 de mayo de 1888 la 3.a, denominada «Eleuterio Ramírez», en recuerdo del héroe hijo de Osorno, constituida, principalmente, por ciudadanos chilenos. Al organizarse esta última Compañía recibió una ayuda municipal de $300.

Como las tres agrupaciones antes nombradas tuvieran un material dedicado principalmente a la extinción del fuego por medio del agua, se hizo necesario más tarde la creación de una cuyo papel exclusivo fuera el de demolición y salvataje. Así nació la 4.a Compañía de Bomberos, el 26 de enero de 1894.

La 1.a Compañía, al tiempo de su reorganización, continuó empleando la bomba a palanca que tuvieron los bomberos de 1865, hasta 1887, en que lograron adquirir una nueva La Memoria anual del Gobernador, don Carlos Guillermo Fuchslocher, decía, con respecto a esta Compañía:

«Tenía ya una bomba bastante maltratada y gastada, pues tiene a la fecha 21 años de servicios. Es la primera que hubo en este pueblo».

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En relación con el Cuerpo, agregaba:

«Falta un cuartel general para reunir las Compañías de que consta en un solo lugar».

Estos últimos deseos comenzaron a realizarse al año siguiente, pues en sesión de 17 de junio de 1888 la Municipalidad concedió al Cuerpo de Bomberos, por un plazo de treinta años, el usufructo del sitio donde hoy se levanta el cuartel general. Se dio a los bomberos el plazo de un año para obtener la personalidad jurídica, y dos para comenzar la edificación. Se daría por caducada la concesión al no cumplirse estos requisitos.

Con igual fecha el Municipio puso a disposición del Cuerpo el local de la escuela N.°: 1 de niñas, ubicado frente al sitio cedido, para efectuar en él las reuniones, mientras contaba con edificio propio.

En 1889 la Municipalidad concedió, por el término de diez años, la autorización necesaria para la colocación de dos campanas de alarma en las calles de la ciudad.

Al año siguiente el Cuerpo de Bomberos modernizó el sistema de estanques, construyéndolos de cal y ladrillo, para lo cual el Municipio otorgó un auxilio económico de $600.

En 1892 los bomberos de la 2.a Compañía iniciaron los trámites encaminados a adquirir bombas a vapor, deseo que se vio cumplido a fines de 1895. El Damas, de 8 de noviembre, daba la noticia

«Vimos rodar por primera vez por nuestras calles las bombas a vapor llegadas de Alemania para la 2.a y 3.a

Compañías de Bomberos».

Y para terminar este ligero bosquejo sobre las actividades bomberiles del siglo pasado, hagamos un pequeño y divertido comentario relacionado con la eficiencia de estos servicios durante la última década, y establecer lo que va de ayer a hoy.

El jueves 15 de diciembre de 1892 se produjo un incendio y, con fecha 22, el periódico La Estrella del Sur hacía, con respecto a él, las siguientes consideraciones:

«La 3.a Compañía de Bomberos fue la primera en llegar, como un cuarto de hora, más o menos, antes de las otras. La actitud del Cuerpo de Bomberos en este incendio ha estado a la altura de sus antecedentes».

He aquí, en breves líneas, la historia de los comienzos de esta querida y respetada institución osornina.

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Estado social

En 1863, el juez letrado de Puerto Montt, don Antonio F Gundián, en una amplia Memoria, fechada el 6 de mayo, da interesantes detalles sobre la vida de la gente de la ciudad y del campo osominos. Preferimos copiar textualmente parte de dicho documento:

«En Osorno parece que todo el mundo no viviese sino para estar pendiente de los trabajos del Juzgado y de la oficina. Asombra en realidad tanto movimiento judicial en un pueblo tan poco numeroso y en que la propiedad tiene un valor relativamente insignificante. Este fenómeno no se explica sino en vista de la general afición a los estudios forenses, que hace que haya tantos tinterillos cuantos son los que medianamente han aprendido a leer y escribir, hasta las mismas mujeres no es extraño verlas alegando con calor en cuestiones de derecho o de procedimientos».

Con respecto a la vida del obrero, dice:

«El peón, en campos o ciudades, es casi siempre contratado por año, muy poco al día. El peón añero gana de 28 a $30, siendo mayor de 20 años; si es menor, no pasa de 18 a 20; o sea, el peón de 1.a clase sólo obtiene $2.50 al mes (9 a 10 centavos al día)».

Esto puede darnos una idea del estado de miseria en que esta gente vivía. Para colmo, muchos patrones eran generosos para otorgar créditos a sus inquilinos, sobre todo en chichas, aprovechando esta lamentable afición del hombre del pueblo. Generalmente el trabajador debía al patrón sumas mucho mayores que las que debía recibir por capítulo de jornal lo que lo amarraba al dueño del predio en que trabajaba

Consecuencia de este estado de pobreza eran los robos, que constituían una verdadera plaga, imposible de combatir con dos serenos y un vigilante, «los únicos guardianes de la ciudad».

Como el número de malhechores aumentara en 1868, la Intendencia de Llanquihue se vio obligada a mandar al Gobernador de Osorno 25 sables, a fin de que fueran repartidos entre los subdelegados del departamento.

La asociación que daba cierto orden y cultura a los varones era la Milicia Cívica, cuyo Batallón contaba en 1852 con 406 plazas, que «con facilidad pudiera

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presentarse con lucimiento en todas partes», como decía, en Memoria de 10 de diciembre, el Intendente de Valdivia, don Vicente Pérez Rosales.

Algunos años más tarde el Batallón Cívico llegó a contar con una banda de músicos que alegró sus reuniones y ejercicios dominicales y sirvió para dar un sello de animación a la modesta ciudad de Osorno

Las milicias cívicas desaparecieron en 1896, en que, por Ley de 12 de febrero, se estableció el servicio de la Guardia Nacional.

Los deportes organizados no se conocieron durante el siglo pasado, ya que el tiro al blanco, que se inició en 1889, perseguía un objetivo netamente militar. Esta actividad se realizó a iniciativa del Gobernador departamental, y el primer club de tiro se formó, principalmente, con miembros de la milicia cívica y del Cuerpo de Bomberos.

Con respecto a la gente acomodada, las primeras manifestaciones de organización en instituciones de carácter social las dieron los ciudadanos alemanes, al fundar con fecha 22 de febrero de 1862 el Club Alemán, que fue también el centro de todas sus actividades artísticas y culturales.

Esta institución inauguró su local el 3 de marzo del mismo año.

El club Osorno, que reunió principalmente al elemento chileno, se organizó en 1895, y obtuvo del Supremo Gobierno la personalidad jurídica el 26 de julio de 1900.

Debemos hacer mención especial de una institución social y de carácter mutualista que se organizó a fines del siglo pasado, la Sociedad de Socorros Mutuos «Unión de Artesanos», que hasta ahora se ha mantenido, llevando una vida próspera.

Decimos que hay que destacar la organización de esta sociedad, por dos motivos: por haberla creado artesanos, y por haber nacido en medio de los mil incidentes que en 1891, año de su organización, dividían a la familia chilena.

El 3 de octubre del año mencionado, un grupo de artesanos y sus dirigentes echaban las bases de la nueva institución. Las personas que tuvieron a su cargo la organización, y que formaron el primer Directorio, fueron los siguientes señores: Basilio Garay O. (Presidente), Ernesto Toledo (Vice-Presidente), Gerardo Martel (Secretario), Avelino Angulo (Pro-Secretan o), Facundo Andrade (Tesorero) y Francisco Muñoz y Manuel Troncoso (Consejeros).

La Sociedad poseía un cómodo hogar social que, desgraciadamente, fue destruido por un incendio el 19 de febrero de 1948, pero sus dirigentes han continuado con entusiasmo la obra de los fundadores. Entre estas personas debemos mencionar a los señores Juan de Dios Flinostroza, Tomás Burgos, Miguel Guarda U., Rafael Sáez C., Hipólito Pezoa de la Peña y Feliciano Carrasco

La Sociedad Unión de Artesanos es la más antigua institución de su género en Osorno y en la región.

Los entretenimientos de carácter público eran escasos durante la segunda mitad del siglo pasado. Los difíciles medios de transporte hacían que muy a lo lejos llegara a estas tienas alguna «compañía acrobática».

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Una de éstas dejó perdurables recuerdos entre los sencillos habitantes en 1881: la Compañía Esmeralda que, además de sus números de variedades, exhibía llamativas pruebas de magia, como la de cortarle a un paciente la nariz y volverla a colocar. En su elenco figuraba el equilibrista Pineda, que se propuso dar el espectáculo público de cruzar el río Rahue sobre un alambre, prueba que al fin no realizópor no haber reunido los habitantes la remuneración que el artista exigía.

Antes de ausentarse de Osorno, esta compañía circense dio una función a beneficio de las viudas y huérfanos osorninos de la guerra, la que dejó un saldo líquido de $11.

Con respecto a espectáculos teatrales se organizaban de vez en cuando cuadros de aficionados de la localidad. Uno de éstos fue formado en 1882 por el ciudadano ecuatoriano don Gregorio Jacinto Vasconcelos, quien se dedicaba a múltiples actividades. Era artista de profesión y, unido a otro artista de apellido Triana y a un grupo de aficionados, logró presentar algunas obras teatrales al público.

Poco después de 1890 funcionó la sala de espectáculos Elwanger.

Los duendes en Osorno

Como complemento de lo dicho sobre el estado social de la población, relataremos un caso divertido ocurrido en las cercanías de la ciudad en el año 1886.

Un vecino de Cancura presentó al juez de subdelegación, don José Dolores Montecino, y al de distrito, don Froilán Barrientes, un serio denuncio: en su casa ocurrían hechos misteriosos y sobrenaturales.

Trasladadas allá las autoridades mencionadas, pudieron imponerse de cómo los «duentes» jugaban en esa vivienda: vieron con sorpresa que un mortero y una piedra de moler eran lanzados lejos por manos invisibles; cómo un huso colgado en la pared volaba por los aires y una manzana iba a golpear la cara de una niña, a la que también los traviesos duendes arrojaban tierra y, cuando iba a lavar al estero próximo, trasladaban la ropa puesta a secar a lo más alto de los árboles vecinos.

Por supuesto que las autoridades judiciales no lograron aclarar nada en relación con estos curiosos sucesos.

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La prensa

El 10 de abril de 1880 apareció el primer periódico de Osorno, El Correo, cuyo editor fue don José María Casas Mujica, y su primer director y redactor don Aníbal L. Carvajal. Dejó de publicarse el 16 de julio de 1887, con el número 402.

Aparecía los sábados, y su formato fue, en un principio, muy pequeño, como un pliego no mayor en tamaño a una de nuestras revistas actuales.El señor Carvajal era un joven de 21 años de edad, y de una cultura especial, para aquellos años, pues, además de sus actividades periodísticas, hacía versos y daba lecciones de Gramática, Aritmética, Partida Doble y otros ramos de Humanidades.

Al revisar los ejemplares de este primer periódico de Osorno, encontramos en ellos datos curiosos e interesantes. Las principales noticias del centro del país, y del mundo entero, se conocían con un considerable atraso, ya que todavía el telégrafo no llegaba a Osorno, y el tren corrió algunos años más tarde.

Numerosas iniciativas de bien público tuvieron su origen en las columnas del periódico osornino. Editorialmente levantó su voz para hacer ver la necesidad de formar en esta ciudad una «sociedad de bomberos».

En sus hojas leemos con interés detalles de las operaciones de la guerra del Pacífico, cómo fue celebrada la toma de Lima, etc.

En abril del 81 da informaciones del gran huracán que, en Valdivia, destruyó más de cincuenta casas, entre ellas la Intendencia y un cuartel de bomberos

En junio de 1883 inició una campaña destinada a obtener la creación de un juzgado de letras en Osorno.

En enero del mismo año sus páginas dejaron constancia de la llegada del primer carruaje que hizo el servicio de pasajeros entre Valdivia y Osorno.

Poco tiempo después que El Correo apareció el periódico El Damas, fundado el 15 de marzo de 1882, y que se mantuvo hasta 1896.

En 1880 también se editaron El Ají y El Mycete, periódicos satíricos, de los cuales sólo salieron unos cuantos números, en los que los dirigentes de ellos se atacaban mutuamente en forma mordaz.

En el resto del siglo pasado se publicaron los siguientes periódicos, a los cuales agregamos el año de su aparición:

El Rahue 1887

Semanal

E1 Osornino 1888-

■1890

Semanal

El Mosquito 1888-

■1890

Semanal

La Unión Liberal 1888-

■1890

Semanal

El Comercio 1889

Eventual

El Azote 189 ■18 Semana

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0- 90 lEl Constitucional 189

1

La Voz de Osorno 1892-

■1906

Bisemanal

La Estrella del Sur 1892-

■1893

Semanal

La Opinión Liberal 1893-

■1894

Semanal

El Artesano 1896

...

El Liberal 1896-1917 Semanal

El Obrero 1896-1899 Semanal

Varios de estos periódicos tuvieron una vida breve y no llenaron otro objetivo que el de intervenir en las luchas políticas o rencillas lugareñas, que menudearon durante esta época.

Salubridad. Beneficencia

Durante la mayor parte de la segunda mitad del pasado siglo desempeñó en Osorno las funciones de médico de ciudad el Dr. don Eduardo Gunckel (1855 a 1886), sucediéndole en el cargo el Dr. don Ramón Moreno.

A falta de hospital para la atención de los enfermos de escasos recursos, funcionó durante muchos años un Dispensario, servido por el médico de ciudad, el que atendía con interés los enfermos menesterosos, aún en sus propios domicilios. Las estadísticas que figuran en las Memorias anuales de los Gobernadores, y que reproducía el periódico oficial El Araucano, dan a conocer los grandes servicios prestados por este Dispensario.

Desde 1869 el pueblo solicitó con insistencia la creación de un Hospital. Aunque el Municipio se comprometía a proporcionar la casa, y el vecindario las camas y muebles, estos deseos sólo se vieron cumplidos muchos años más tarde.

En 1882 se fundó la Sociedad de Beneficencia, cuyos Estatutos fueron aprobados por Decreto Supremo de 16 de mayo de 1884, y cuya finalidad principal era la de obtener la fundación del Hospital.

A mediados de 1886 dicha sociedad había conseguido construir un edificio destinado a tal objeto, con auxilios fiscales y sus propios fondos, pero desgraciadamente no pudo ponerse en servicio de inmediato por no disponer de los recursos suficientes para dotarlo de mobiliario y atender a su mantenimiento.

Como esta situación no tuviera probabilidades de resolverse a corto plazo, el Municipio, en sesión de 29 de junio de 1888, acordó proporcionar al Hospital los elementos necesarios para su habilitación, los que consistieron en 50 catres de

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madera, 25 veladores de igual material, 96 frazadas, 113 sábanas, 103 fundas para pallases, 117 fundas para almohadas y ocho carretadas de pasto seco. Estos fueron, pues, los humildes principios de nuestro Hospital.

A principios del mes de julio de 1891 se abrió en el Hospital un Dispensario destinado a la atención de los enfermos que no necesitaran hospitalización

Otro médico que prestó sus servicios en Osorno, en esta época, fue, además de los señores Gunckel y Moreno, ya nombrados, el Dr. don Adolfo Schürmann.Con respecto al Cementerio de Osorno debemos decir que, al repoblar la ciudad, el Gobernador Mackenna, con una visión rara en aquellos tiempos, resolvió no permitir sepultaciones en la Iglesia, como era costumbre hacerlo, ni instalar el cementerio anexo a ella, y en nota de fecha 17 de septiembre de 1804 dio a conocer al Gobernador de Chile, don Luis Muñoz de Guzmán, los motivos que había tenido para ubicar el campo santo en un terreno vecino a la ciudad. Entre otros argumentos, expuso que el piso de madera de la Iglesia debería ser abierto a menudo, si se quería sepultar los cadáveres dentro de ella; y en un lugar anexo, el costo sería considerable, por las murallas que deberían circundarlo En cambio, al instalar el cementerio donde lo hizo, bastó con construir un foso de tres varas de ancho y tres de profundidad que le sirviera de límite. Todo este foso estaba protegido por un espeso cerco de espinos.

Más o menos en 1870 este cementerio, que estaba ubicado en el lugar que hoy ocupa la fábrica de las Cervecerías Unidas, fue abandonado, habilitándose el actual cementerio parroquial. Don Germán Hube adquirió los terrenos del antiguo y, en conformidad al acuerdo establecido con la Municipalidad (sesión de 16 de febrero de 1870), se comprometió a proporcionar bueyes y carretas para efectuar la traslación de restos al nuevo cementerio.

En 1887 se hizo en Osorno una intensa campaña destinada a aminorar los efectos del cólera, si por desgracia hubiera llegado a esta región. Desde enero de ese año el terrible mal se extendió con una rapidez pasmosa por la zona central y sur de la República, causando numerosas víctimas. Felizmente la epidemia no avanzó más al sur del Toltén.

La iniciativa particular se manifestó con entusiasmo ante el peligro, pues como lo decía el Gobernador, en su Memoria de 1887, Osorno era «el único departamento de la República que no ha recibido de los auxilios fiscales destinados para el caso por el Supremo Congreso». Hubo que preparar lazareto, carros para la conducción de enfermos, medicinas, etc. Los entusiastas organizadores de esta campaña fueron los doctores Ramón Moreno, Eduardo Gunckel y Adolfo Schürmann.

Consecuencia de esta cruzada fue el establecimiento permanente de la Policía de Aseo, cuyo Reglamento fue aprobado en sesión municipal de 7 de febrero del año 87.

En 1892 la ciudad no contaba ni con un carro mortuorio público y en contadas ocasiones se podía disponer del que poseía el Instituto Alemán, para lo cual había que pedir cochero y caballos a particulares. En vista de la necesidad de que el pueblo todo tuviera a su alcance un vehículo de esa especie, el Club de Artesanos compró uno que puso a disposición del vecindario

Como no todos los enfermos o necesitados podían acogerse a los beneficios que proporcionaba el Hospital, un grupo de señoras de la localidad fundó, el 30 de enero

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de 1894, la «Sociedad de Socorros de Señoras de Osorno» y que, como sus Estatutos, aprobados por Decreto de 6 de noviembre del mismo año lo establecen, tiene por objeto «Atender en su propio domicilio a aquellos enfermos que por circunstancias especiales no pueden pasar al Plospital; y proporcionar los recursos necesarios para su mantención a las familias indigentes que temporalmente o para siempre hayan perdido sus sostenedores».

Es conveniente dejar constancia del Directorio que inició esta altruista labor. Estaba constituido en la siguiente forma:

Presidenta, señora Berta Klix de Schwarzenberg.Vicepresidenta, señora Trinidad M. v. de Ramos.Secretaria, señora Vicenta B. de BurgosProsecretaria, señora Carmen C. de Cavada.Tesorera, señora Candelaria M. de Adriazola.Consejeras, señora Eduvigis R. v. de Siegle.

de la población. Felizmente el porcentaje de defunciones, por este mal, fue relativamente pequeño.

Finalmente, otro período en que esta epidemia se presentó con caracteres alarmantes, fue el comprendido entre los años 1881 y 1882.

Otro acontecimiento, producido el 13 de enero de 1864, debemos considerarlo como una verdadera desgracia general, aunque no afectaba sino a la Gobernación y la Municipalidad: el incendio del edificio que ambas ocupaban. Ese doloroso suceso repercutirá cada vez que se quiera indagar o escribir algo sobre el pasado de Osorno, ya que en esa ocasión se perdieron los archivos que, posteriormente, serían de inapreciable valor.

Durante los años 1864 y 1865 los ánimos tranquilos de los habitantes de Osorno se vieron despertados por acontecimientos de carácter nacional: la guerra con España.

Entre los municipios del país, los de Santiago y Ovalle tomaron la iniciativa de erogar fondos para ayudar al Gobierno. La Municipalidad de Osorno, en sesión de 8 de junio de 1864, acordó hacer una suscripción popular para ayudar a repeler «la pirática invasión de la flotilla española».

En reunión de 28 de noviembre del año siguiente se acuerda donar $300 como auxilio para la guerra con España y «ofrece al Supremo Gobierno, para cuando las circunstancias lo exigieren la mitad de sus rentas»... «y arbitrar en el vecindario los medios de satisfacer las más premiosas e indispensables necesidades del Municipio, para lo cual cuenta con la más decidida voluntad de los habitantes de este departamento».

Llega la guerra contra el Perú y Bolivia. De nuevo se muestra la generosidad osornina, a pesar de la escasez de recursos de sus habitantes. La Municipalidad celebra sesión especial, con este motivo, el 12 de mayo de 1879, y acuerda dar $150 para los gastos de guerra y $50 más para las ambulancias que se organizaban en Valparaíso.

Pero, si escasa es la contribución monetaria, el elemento humano se brinda con largueza. Los modestos «cívicos», formados en la escuela de orden y civismo instaurada desde los tiempos de Mackenna, corren a los campos de batalla, y hechos de armas gloriosos, como Taparacá, Iquique, Pisagua, Sangra, exaltan a la inmortalidad nombres de hijos de esta tierra: Eleuterio Ramírez, Florencio Ascencio

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Alvarez, el teniente Juan Amador Barrientes y el pequeño corneta Avila, de los cuales nos ocuparemos en capítulos especiales.

Aun los extranjeros, encariñados con el suelo que sirvió de cuna a sus hijos, corrieron a alistarse en las huestes de Chile, entre los cuales debemos recordar a don Albino Martin, que desempeñó el cargo de ingeniero en el crucero Blanco.

El 25 de enero de 1881, a las 5 de la tarde, llegó a Osorno la fausta noticia de la Toma de Lima. El pueblo se reunió en la Plaza y escuchó regocijado la lectura de los despachos recibidos.

En seguida la multitud, encabezada por el Gobernador interino don Gustavo Fuchslocher, se dirigió al hotel Ide, desde cuyos balcones varios ciudadanos hicieron uso de la palabra.

Las fiestas continuaron durante los días 26 y 27. Hubo improvisadas soirées en casa del Gobernador, y las calles y paseos se vieron alegrados por la gente que, al son de una banda improvisada, manifestaba su alegría. La Plaza se vio iluminada durante varias noches por el resplandor de luces de bengala.El 5 de febrero se celebró en forma oficial tan feliz acontecimiento, con un Te Deutn y una procesión en que fue paseada en triunfo la Patrona del Ejército Chileno. El pueblo fue festejado en la Plaza con asados y licores obsequiados, en gran parte, por algunos vecinos alemanes, que así manifestaban su alegría ante los triunfos de su segunda patria, y por la Municipalidad que, ya en sesión de 16 de enero, consultó fondos para celebrar dignamente esta inminente victoria.

Ese mismo año 81, el pueblo de Osorno tuvo otro motivo de regocijo: la inauguración del telégrafo. El 12 de marzo se iniciaron los trabajos de instalación de la línea de Valdivia a Osorno, y en el mes de julio se terminó de tender el alambre. Sin embargo, las instalaciones no estuvieron totalmente listas hasta septiembre, eligiéndose el día 18 para efectuar su inauguración.

La Municipalidad se reunió extraordinariamente a las 8 de la mañana de ese día, con asistencia de numeroso público. Todo el vecindario y autoridades oyeron, en seguida, una misa de gracia, después de lo cual se puso en acción el aparato telegráfico.

Mientras el jefe de la oficina, don Hildebrando Monreal, transmitía los primeros telegramas, dirigidos al Intendente de Valdivia y al Municipio y vecindario de esa ciudad y de La Unión, la banda de músicos tocaba el Himno Nacional, que era coreado por toda la concurrencia.

En noviembre del mismo año se impartieron las órdenes para instalar la línea telegráfica a Trumag, ya que la anteriormente establecida pasaba por San Pablo. Este servicio pudo establecerse debido al aporte de los vecinos cuyos intereses serviría principalmente, y consistieron en dinero, postes, y casa para la oficina y el empleado que la atendería.

Estábamos en comunicación telegráfica con Valdivia, pero las comunicaciones terrestres poco habían mejorado, al menos en cuanto a comodidad. El periódico El Correo, en su número de 14 de enero de 1882, daba una buena noticia:

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«Ha llegado el primer carruaje que hace el viaje de Valdivia a este pueblo, perteneciente a la nueva y primera empresa de esta clase en estos mundos».

Las actividades relacionadas con la construcción del ferrocarril de Valdivia a Osorno, y de la cual hablamos en capítulo aparte, comenzaron a fines de 1887. En efecto, en sesión municipal extraordinaria de fecha 5 de octubre, se leyó el siguiente telegrama, recibo el 3:

«Señor Gobernador:

Comisión Mixta de Senadores y Diputados ha aprobado autorización para construir ferrocarril de Victoria a Osorno, con ramal a Valdivia por nueve votos contra dos. La obra se llevará a efecto.- Balmaceda».

La Corporación se congratuló por esta excelente noticia, y contestó a S. E. en la forma siguiente:

«Excmo. señor Presidente de la República.- La Municipalidad de Osorno, reunida en sesión especial, y en vista de telegrama de V. E. fecha 3 del presente, ha acordado dirigir a V. E. las más fervientes expresiones de gratitud por el feliz resultado del proyecto de ferrocarril que deberá unir a esta apartada región con la parte central de la República y que, realizado, contribuirá indispensablemente al más rápido y seguro adelanto y engrandecimiento de esta Comarca. Reciba Y. E. las más ardientes felicitaciones por el decidido interés desplegado para la ejecución de aquella importante obra. Excmo. Señor.- Carlos Guillermo Fuchslocher.- Gustavo Fuchslocher.- Germán Bueno.- Ricardo Piwonka.- Fernando Cañas Letelier.- Carlos Monteemos.- Andrés Querubín Rosas».

Como veremos más adelante, la línea de Valdivia a Osorno se construyó independientemente de la de Victoria al sur y de Antilhue al norte.

Otro acontecimiento de trascendencia en la vida osornina fue la repercusión que aquí tuvo la Revolución del 91, y de lo cual hablamos en detalle en relación con otros sucesos políticos de la misma época.

Las discordias políticas no impidieron, sin embargo, que los osorninos celebraran regocijados, el año 92, un gran aniversario: el 4. Centenario del Descubrimiento de América.

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Los festejos, que comprendieron los días 11 y 12 de octubre, fueron organizados por don Samuel Burgos y el Rvdo. Padre Calixto, Presidente del Hospicio de San Francisco.

Hubo fiestas populares, en la Plaza se quemaron hermosos fuegos artificiales, y se presentó a la admiración de los vecinos un gran carro alegórico simbólico que representaba una nave que, según decía El Damas de 15 de octubre, «a media luz parecía que bogaba tranquila, empujada por la acción de su tripulación». Agregaba el diario que el aniversario había sido celebrado «pomposamente».

En 1895 la Compañía Nacional de Teléfonos de Valdivia inició los trámites que trajeron por consecuencia la instalación de este moderno servicio en Osorno.

La Municipalidad, en sesión de 8 de julio, accedió a lo solicitado por la Compañía: la cesión de un sitio de propiedad municipal para instalar las oficinas y sus anexos y el permiso de rigor para efectuar las instalaciones.

Y terminamos el siglo con un cuadro sombrío de los acontecimientos de trascendencia: el bandalaje.

En los campos del sur de Chile, entre ellos los de Osorno, mucha gente pretendió imponer como ley la del más fuerte. Sobre todo la gente de las propiedades rurales vivió durante años en la mayor tranquilidad. Lo que muchos desalmados hacían por interés económico, a otros los guiaba simplemente la venganza o los malos instintos.

Fue entonces cuando el Gobierno, deseoso de poner coto a tantos desmanes y crímenes, envió a estas tierras al famoso Comandante Hernán Trizano, quien, contando, entre otros, con José Eugenio Sánchez Aguilera como uno de sus ayudantes, logró imponer el orden que hacía tiempo había desaparecido de la comarca.

El Comandante don Eleuterio Ramírez

Osorno ha inmortalizado en el bronce a uno de sus hijos predilectos: Eleuterio Ramírez Molina, héroe de la batalla de Tarapacá.

El año 1836 el hogar formado por don José Ramírez y la señora Marcelina Molina se vio alegrado por la llegada de un varón, al cual pusieron por nombre Eleuterio.

El Libro II de Bautizos de la Parroquia de Osorno contiene en su página 67 la inscripción relacionada con el niño Ramírez. Dice así:

«Día 19 de abril de 1836 bauticé solemnemente a Eleuterio de dos días, legmo. de don Josef Ramírez, y de doña Marcelina Molina. Pado. don Juan García, y su mugr. doña Carmen Pérez deq. doy fe

Fr. Martín Fernández».

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Cuando el niño contaba ocho años de edad, su familia fue a radicarse en Calbuco, ciudad de la cual su padre había sido nombrado Gobernador y Comandante de Armas.

Los relatos guerreros de don José y la ascendencia militar de su madre, hija de don Lucas de Molina y nieta del militar de igual nombre, oficiales ambos que hemos visto figurar en la toma de posesión de Osorno, en 1792, hicieron de Eleuterio un soldado de espíritu desde pequeño. Sus principales juegos tenían relación con esas actividades.

El año 1854 la familia Ramírez se radicó en Santiago, iniciando allí nuestro futuro héroe su carrera militar en el Cuerpo de Gendarmes, el 2 de abril del año siguiente, con el grado de Sub-Teniente.

Sus ascensos se sucedieron en forma rápida, hasta obtener el grado de Teniente-Coronel efectivo el 5 de mayo de 1874.

Durante la revolución del año 59, se batió en Talca y Cerro Grande; a fines del mismo año, y el siguiente, en la pacificación de la Araucanía, el 65 en Caldera, durante la guerra con España, terminada ésta, Arauco lo esperaba de nuevo para la lucha interminable contra los indios, donde permaneció durante cuatro años, desempeñando diversos cargos de gran responsabilidad.

Y llega al fin de su meta: la guerra del 79 contra el Perú y Bolivia.

Partió con su querido 2.° de Línea el 2 de febrero de 1879, desde el puesto de Valparaíso, que hizo objeto a este Cuerpo de una calurosa despedida.

El 23 de marzo se apoderaron de Calama, y el 27 de noviembre la corona de la gloria ornó las sienes de Ramírez en forma imperecedera, junto con la de todos sus valientes, disciplinados y queridos subalternos.

Como en virtud de la índole de esta obra hemos hecho sólo un recuerdo rápido del nacimiento y hoja de servicios militares de don Eleuterio Ramírez, nos referiremos, también en forma breve, a la heroicajusta de Tarapacá.

Desde Antofagasta la División del Coronel Arteaga partió a juntarse con las fuerzas del Teniente- Coronel don José Francisco Vergara, unión que se produjo en la madrugada del 27 de noviembre, en las cercanías del pueblo de Tarapacá. Se formó así una División de 2.310 hombres.

Inmediatamente hicieron los jefes su plan de ataque al enemigo, cuyo número de hombres estimaron en forma completamente errada, pues en lugar de ser 2.500, eran en realidad 6.000. Acordaron dividir sus tropas en tres grupos, al primero de los cuales correspondió el 2.° de Línea, integrado por 950 plazas.

Eran las 9 de la mañana cuando Ramírez inició su marcha, viéndose obligado a comenzar prematuramente las operaciones, por haberlas principiado ya el jefe del tercer grupo, Comandante don Ricardo Santa Cruz.

La primera parte del combate, que tuvo alternativas favorables para uno y otro bando, se desarrolló hasta las 2 de la tarde, en que refuerzos de caballería chilena produjeron la retirada del enemigo

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Creían los nuestros que la victoria era definitiva y se entregaron al almuerzo y

al reposo. Pero el enemigo no dormía y, reforzado poderosamente, reinició su

ataque a las 3 V0 p. m.

Al desconcierto inicial producido por este inesperado ataque, sucedió la entusiasta reorganización y ofensiva, pese a dos heridas que recibió Ramírez, en la muñeca y brazo izquierdos.

La falta de municiones y el constante refuerzo que recibía el enemigo, hicieron que el Comandante tratara de replegarse, a fin de atrincherarse en unas casitas situadas en el valle

Con este movimiento comenzaron a diezmarse sus reducidas huestes, principalmente sus oficiales, el abanderado Barahona rodó, herido, con su precioso tesoro hasta el fondo de una quebrada. Cuando el enemigo fue a apoderarse de la bandera, tuvo que abrir en forma violenta las manos del guardador de ella.

Los batallones peruanos siguieron avanzando hacia el plan, reforzando así las fuerzas que atacaban las casitas que servían de baluarte a los sobrevivientes del 2.° de Línea y aniquilando a los nuestros, que permanecían hasta el fin en el puesto que su jefe les había encargado defender.

El círculo se fue reduciendo paulatinamente, teniendo como centro las pequeñas casas, de donde apenas ya partían tiros.

A las 4 p. m. la situación chilena se hacía insostenible, no quedando otro medio de defensa y ataque que la bayoneta. Dos nuevos balazos, uno en el pecho y el otro en el muslo derecho, terminaron de aniquilar al bravo Ramírez

Tendido nuestro héroe, siguió disparando su revólver contra los enemigos, hasta que un teniente peruano le dio el tiro que puso fin a su vida. Y mientras el cuerpo del Comandante terminaba de desangrarse por sus múltiples heridas, los de sus compañeros heridos y muertos ardían junto con las casitas próximas.

Un mes más tarde fue identificado su cadáver, que fue traído a Valparaíso el 12 de marzo, y al día siguiente a Santiago.

Después de unas solemnes honras fúnebres que se le oficiaron, colectivamente con las de tres héroes más, Thompson, Goicolea y Garretón, con los que también hizo el viaje de retorno desde el norte, los restos de Ramírez, después de reposar por algún tiempo en el Cementerio General de Santiago, descansan hoy en sitio de honor en su Regimiento de gloria, el N.°: 2 de Infantería, Maipo, acantonado en la ciudadde Valparaíso.

El pueblo natal del héroe, además de su monumento y una calle, tiene dos instituciones que recuerdan su nombre: la 3.a Compañía de Bomberos y la Sociedad de Socorros Mutuos «Eleuterio Ramírez».

A raíz del sacrificio de Ramírez, la ciudad de Osorno, orgullosa con la gloria de su hijo, envió por intermedio de la Municipalidad, reunida especialmente el 29 de diciembre, una conceptuosa nota de condolencia a la viuda del héroe, señora M. Gabriela Molina de Ramírez.

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El osornino Florencio Ascencio Alvarez. Modesto héroe de la Esmeralda

Osorno y Chile entero han levantado un monumento a Eleuterio Ramírez. No olvidemos, sin embargo, a otro modesto héroe de esta tierra que, así como aquél en Tarapacá, cayó gloriosamente junto a Prat en Iquique.

El 22 de noviembre de 1853 abrió los ojos a la luz en Osomo Florencio Ascencio Alvarez, hijo de don Jenaro y de la señora María del Rosario Alvarez. La constancia de su bautizo, efectuado el 26 de diciembre del mismo año, se encuentra en el libro III, folio 80, de la Parroquia de Osorno.

Al declararse la guerra contra el Perú y Bolivia, Ascencio se incorporó como soldado, y en calidad de tal formó parte de un grupo de militares que se encontraba a bordo de la Esmeralda.

Combatió allí valerosamente y dio su vida en aras de la Patria. En el Boletín de la Guerra del Pacífico, de 17 de julio de 1879, página 240, encontramos su nombre junto con los de sus compañeros de sacrificio.

Ascencio era el único hijo de una madre viuda, de la cual era su compañero y sostén. Sin embargo, ni esta preciosa carga le impidió que corriera en defensa de la madre común, que es la Patria.

Una tarde de 1881 una modesta anciana se presentó a la Municipalidad de Osorno pidiendo que, por gracia, se la eximiera del pago de contribución de serenos y alumbrado, única que se pagaba entonces en el modesto villorrio, y se le perdonara también el saldo que adeudaba, pues su único sostén, su hijo, había muerto junto a Prat.

El Municipio osornino accedió gustoso a lo solicitado y dejó constancia de ello en sus actas de sesiones, dato que nos permitió descubrir a este sencillo servidor de Chile. Modesta pero noble recompensa a la memoria de un héroe modesto.

El Teniente don Juan Amador Barrientos A.La toma del puerto de Pisagua, realizada por las fuerzas chilenas en la mañana

del 2 de noviembre de 1879, inmortalizó el nombre de un hijo de Osorno: el Teniente de Marina don Juan Amador Barrientos Adriazola.

La acción de nuestro héroe es de aquellas dignas de destacarse en las páginas de la historia. Don Gonzalo Bulnes, en su obra Guerra del Pacífico (Tomo I, página 552), declara al respecto:

«Aunque la historia no puede acoger sino con suma reserva los hechos individuales en una acción de guerra, el episodio del Teniente Barrientos está corroborando con informaciones dignas de fe».

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Nació don Juan Amador el 17 de abril de 1849 en el hogar formado por don Luis Antonio Barrientos Lorca y la señora Balbina Adriazola Pérez.

Hizo sus estudios profesionales en la Escuela Naval y, al tiempo de estallar la guerra contra el Perú y Bolivia, se encontraba embarcado en el transporte Loa, participando el 8 de octubre de 1879, en el glorioso combate de Angamos.

El joven oficial tal vez no soñó entonces que, antes de transcurrido un mes, el 2 de noviembre, le cabría desempeñar en la guerra un papel que lo llevaría al eterno recuerdo de sus conciudadanos: en la toma del puerto de Pisagua.

A las 10 de la mañana del día mencionado, el primer convoy de chilenos, compuesto de 450 hombres, iniciaba en botes el desembarco. Formaba parte de estas fuerzas una compañía de Zapadores de nuestro actual Regimiento Arauco, al mando del Capitán Baquedano.

Reproduzcamos el relato que don Gonzalo Bulnes hace de esta escena de guerra:

«Cuando las lanchas penetraron en la línea de fuegos, recibieron descargas sucesivas y tan tupidas, que al caer al mar hacían el efecto de una granizada que se hubiera descolgado sobre las tranquilas aguas del Océano. Los bogadores inclinados sobre el pecho para no presentar blanco remaban con todo el poder de sus brazos y pulmones, mientras los soldados disparaban al acaso porque los enemigos tiraban de mampuesto, y no se les divisaba sino cuando asomaban la cabeza encima de las piedras para enfilar el alza. En ese trayecto fueron heridos algunos tripulantes. Esa línea mortífera abrazaba el radio de tiro de los Chasepots y Remington de los soldados de la alianza. Los botes seguían avanzando en medio de una lluvia de balas y al llegar a la playa los soldados se lanzaban al agua, y se precipitaban contra las trincheras. Fue en ese primer momento cuando el teniente Barrientos seguido de Fuentes (el aspirante de la armada don Alberto Fuentes Manterola), arrancó de su embarcación la bandera que desplegaba en la popa, y se lanzaron al frente de un pelotón de soldados, sobre un peñasco que ocultaba a un grupo de bolivianos, y en segundos, batiéndose con la bayoneta, o con los rifles tomados del cañón a guisa de masa, mataron a algunos defensores de la roca, pusieron el resto en fuga y clavaron el estandarteen la posición enemigo».

El comandante del Loa, don Javier Molinas, dice en su parte del combate:

«El teniente Barrientos fue el primer chileno que saltó en tierra en la playa Norte, llevando una bandera nacional

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que plantó sobre una prominencia del terreno en medio de una lluvia de balas que sólo perforaron su traje».

Barrientos hace copartícipe de su acción al guardiamarina Fuentes:

«Inmediatamente -dice- que estuvimos en tierra me dirigí con los quince hombres que llevaba hacia un pequeño morro que está como a setenta metros hacia el Sur donde había algunos enemigos y acompañado del aspirante señor Fuentes enarbolamos en su cúspide nuestro tricolor».

La ciudad de Pisagua no olvidó el nombre del héroe del glorioso desembarco.

En 1934 la Municipalidad de ese puerto dio el nombre del Teniente Barrientos a una de sus plazas y levantó en el lugar del desembarco, un monumento a la Marina en cuya parte superior se colocó el busto del héroe osornino con la siguiente leyenda:

«Aquí, venciendo adversos elementos, hijos de Arauco, en bélico desfile, Triunfaron con asaltos muy sangrientos; aquí, el primero, el inmortal Barrientos, plantó en Pisagua el pabellón de Chile».

Además de las acciones de guerra que hemos mencionado, el Teniente don Juan Amador Barrientos también participó en la toma del Morro de Arica, el 7 de junio de 1880.

Se retiró de la Armada con el grado de Capitán de Corbeta, falleciendo en Santiago el 23 de julio de 1921.

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El pequeño corneta Avila

Así como hemos sacado del olvido al héroe osornino de la Esmeralda, Florencio Ascencio Álvarez, tendremos también el placer de enaltecer la memoria de un niño, hijo de Osorno, que se agigantó en uno de los hechos más gloriosos de la guerra de 1879: el pequeño corneta Avila, de once años de edad, héroe del combate de Sangra.

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¿Cuál era su nombre completo, y cuáles fueron sus padres? Aún no lo sabemos. Sólo lo llamaremos, por ahora «el corneta Avila».

Este glorioso hecho de armas, ocurrido el 26 de junio de 1881, tuvo por escenario la hacienda denominada Sangra, próxima al pueblo de Cuevas, en el territorio de Canta, en el Perú.

Para proteger el regreso de la expedición del Comandante don Ambrosio Letelier, que volvía de la sierra, se envió al lugar antes mencionado a una Compañía del Buin comandada por el Capitán don José Luis Araneda.

Como el villorrio de Cuevas ofreciera pocas comodidades para instalar a sus 78 hombres, se instaló en la hacienda, bajo su propia dirección

A la 1 de la tarde del 26 de junio, tropas y montoneros peruanos, en número de 3000 hombres, atacaron simultáneamente a los tres grupos chilenos.

El de Sangra, que inició el combate con 35 hombres, pues el resto también se había alejado, quedó reducido después de seis horas de lucha, a sólo diez en pie.

Como a las dos de la madrugada, viendo los peruanos que era imposible reducir a este grupo de leones, y temerosos de la llegada de refuerzos chilenos, abandonaron el campo después de trece horas de combate.

La respuesta a la rendición solicitada por el coronel peruano Vento, una hora después de iniciada la lucha, fue contestada por el pequeño Avila con el toque de «calacuerda», o «a degüello».

El General don Indalicio Téllez, en su obra Epopeyas chilenas, página 147, dice

«El personal de tropa estaba constituido, en su mayor parte, por mozos jóvenes y llenos de entusiasmo,

formando sólo un contraste porun lado el veterano Oliva, fundador del Regimiento, y por otro, el muchacho de once años, corneta de la Compañía, apellidado Avila. A este muchacho, que dio en el glorioso episodio de Sangra la nota más hermosa, Osorno, su tierra de origen, le debe un monumento».

El mismo autor, en su Historia Militar de Chile (Tomo II, página 353), agrega:

«Si de alguien hubiera de hacerse mención especial, sería del Sargento Olave, del más viejo pero, a la vez, del más alentado de los defensores; y al lado de él formando un bello contraste, del pequeño corneta Avila, cuyo brillante comportamiento servirá siempre de ejemplo a la juventud chilena».

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Religión

Con respecto al edificio de la Iglesia Parroquial de Osorno, recordaremos que fue gravemente deteriorado por el terremoto del año 1837, que desplomó a trechos sus murallas desligó su trabazón y echó a tierra el frontispicio, las dos torres que lo adornaban, y parte del techo (Salvador Sanfuentes.- Memoria de 14 de mayo de 1846).

Astaburuaga, en su Diccionario Geográfico, hace la siguiente descripción:

«En el centro (de Osorno) queda su plaza principal en cuyo lado oriental se halla la iglesia parroquial sobre el mismo sitio de la primitiva que se destinó a servir de catedral al tiempo de la primera fundación de esta ciudad. Se ha edificado bajo el mismo plan de la antigua, con dos torres y tres naves divididas por gruesas columnas cuadradas todas, igualmente que las murallas, de una piedra arenisca compacta llamada cancagua, empleándose en su mayor parte los propios materiales que sirvieron para aquella iglesia, y de la cual se preserva la primera pila bautismal, hecha también de un trozo de dicha piedra».

En 1857, dice Pérez Rosales en su obra Essai sur le Chili, publicada en Europa:

«Osorno no tiene de notable sino su iglesia parroquial, de piedra desillería, y el gran colegio de misioneros, que se ha embellecido dejando al descubierto los maderos más sorprendentes por su largo que hayan podido proporcionar los vastos bosques de los alrededores del Rahue».

Las reparaciones que se le hicieron a la iglesia de Osorno después del año 37, no fueron tan definitivas que evitaran a la vuelta de los años su ruina casi completa, y así vemos cómo el primer periódico de esta ciudad, en su número de 28 de agosto de 1880, pidiera su demolición, agregando:

«Se le guarda como monumento histórico. Pues, reedifíquesele». {ElCorreo, N.°: 21).

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Lo que no hizo la mano del hombre, lo realizó el incendio del 11 de mayo de 1885, que destruyó la iglesia parroquial.

Los obreros del contratista señor Wiederbol, que removían los escombros, descubrieron entre ellos la inscripción que tuvo la Iglesia de la ciudad antigua en 1577 y de la cual hemos hablado en la Repoblación.

En Decretos y otras piezas sobre Instrucción Pública, de diciembre de 1885, leemos lo siguiente:

«Esta piedra, que mide unos cincuenta centímetros de largo por unos treinta de ancho y tres de grueso, está por desgracia quebrada en el medio, faltándole un pedazo por la parte superior que impide en parte leer la inscripción para el que no la conoce, al otro lado, o sea en el reverso, se lee esta otra inscripción, aun no conocida en la historia:

«ESTA PIA SE ENCONTRÓ EL DIA DO DE E 1796»

Junto a este testigo de la fundación de la vieja Osorno, fue encontrada la piedra que se colocó al bendecir la iglesia parroquial de la ciudad repoblada, en cuyos fragmentos se leía esto:

«IENDO SVM. PONT PIO VI REINANDO CA LOS IV I GOVE NANDO ESTE REINO EL EXMO. SOR. BAR ERARI Q. N. VINO EPOBLAR ESTA CIVDAD OBISPO DE ESTA DIOD D TOMAS DE (Roa y Alarcón) BENDIJO ESTA IGLA PATO. Sn MATEO. RERO 1796».

Lamentaba la relación transcrita la indolencia municipal al no obtener estos recuerdos históricos que debieran conservar como verdaderas reliquias.

El 25 de diciembre de 1888 la colocación de una primera piedra vino a marcar el comienzo de la construcción de la iglesia de una torre, que un nuevo incendio destruiría en el siglo siguiente.

Con respecto al credo protestante, debemos recordar que los colonos alemanes fundaron su Iglesia el 22 de marzo de 1863.

Los Padres Franciscanos, que volvieron a establecer su convento poco después de la repoblación de la ciudad, fundaron en ella a mediados del siglo XIX, un colegio que fue designado con el nombre de Hospicio Franciscano.

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Desgraciadamente, la obra de muchos años se vio destruida en forma repentina por el incendio del 14 de diciembre de 1896. Si lamentable fue la pérdida de edificios e instalaciones, no menos sensible fue el desaparecimiento del valioso archivo y biblioteca que, junto con el que se perdió en el incendio de la Gobernación y Municipalidad, en 1864, hubiera dado inapreciables datos para la historia de la ciudad de Osorno.

Inquietud política

Una serie de sucesos, unos de carácter político y otros de índole privada, mantuvo durante un período de diez años, más o menos, a los habitantes de Osomo en un clima de completa intranquilidad, y ello se debió, en gran parte, a que los acontecimientos precursores de la Revolución del 91 también se fueron sucediendo en pequeño en esta ciudad.

ITasta junio de 1889, y desde fines de 1870, don Carlos Guillermo Fuchslocher había dirigido patriarcalmente los destinos del departamento desde su cargo de Gobernador. Lo reemplazó don Agustín Nebel.

Las elecciones municipales del 85 habían exaltado al cargo de regidor de la Corporación edilicia a un joven y fogoso abogado y periodista: don Fernando Cañas Letelier que, al año siguiente, compraba al propietario de El Damas, don Antonio Mancilla, este periódico.

Desde esta doble cátedra, el Municipio y la prensa, el señor Cañas inició una fiscalización que, acorto plazo, le produjo algunos sinsabores.

A principios de 1890 llegó a desempeñar las funciones de Juez de Letras don Manuel Rodríguez Baltra, que debió intervenir, desde el mes de mayo, en la aclaración de sucesos desgraciados en que se vio envuelto un grupo de alumnos del Liceo recientemente fundado. Ciertas medidas drásticas tomadas por el Juez lo enemistaron con los padres y amigos de éstos. Durante el desarrollo de las fiestas patrias de ese año el Juez fue víctima de un asaltante desconocido que lo dejó con un maxilar roto.

A corto plazo vio el Juez Rodríguez Baltra que el mejor temperamento que podía tomar era el de irse de Osorno, lo que en realidad hizo a fines del año 90. El líder de toda esa campaña había sido don Fernando Cañas Letelier.

El 9 de enero del 91 se publicó en Osorno el bando por el cual Balmaceda anunciaba que había asumido todo el poder.

El triunfo de la Revolución se tradujo en una asonada popular, el 31 de agosto, cuyos primeros estragos se manifestaron con la destrucción de las instalaciones del periódico El Damas. El Gobernador Nebel fue depuesto y, en su reemplazo, los exaltados osorninos colocaron, de facto, al Alcalde, don Hermógenes Rosas,

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autoridad que se mantuvo en el cargo hasta el mes de octubre, en que asumió esas funciones don Francisco Vial Vargas.

El 8 de octubre del mismo año se constituyó una comisión de Alcaldes que estaba integrada por el Gobernador interino, don Hermógenes Rosas, y los Alcaldes don Fernando Matthei y don Guillermo Schenke.

El Gobernador hizo apresar al Tesorero Municipal, don Mateo Robles Burgos, que, al mismo tiempo, desempeñaba las funciones de Oficial del Registro Civil, considerándolo como reo público e inculpándolo de haber servido de agente a la dictadura de Balmaceda, y se aprestó para remitirlo a Santiago.

En 1892 las actuaciones del nuevo Juez Letrado, don Abelardo Contreras, secundado por el Promotor Fiscal, don Dionisio Mora Saldías, contribuyeron a intranquilizar aún más el ánimo de un sector de los habitantes, situación irregular que se fue complicando de tal modo, que culminó con hechos bochornosos el 10 de noviembre de 1894.

Sucesos del 10 de noviembre de 1894

Poco antes de las elecciones municipales del 4 de marzo de ese año, se fundó en Osorno el Partido Radical, cuyo «padre» fue el Promotor Fiscal, obra en la que también participó activamente el encargado de la hijuelación de los terrenos fiscales, don Santiago Muñoz.

Efectuadas dichas elecciones, resultaron elegidos regidores dos miembros del nuevo partido, los señores Fernando Matthei y Ricardo Piwonka que, en unión de tres liberales, formaron la mayoría municipal que llevó a la Alcaldía al señor Matthei. Pero ciertas dificultades nacidas entre ellos, hicieron que dos de los regidores liberales, don Germán Bueno y don Felizardo Asenjo, se unieran a los tres regidores conservadores, señores Samuel Burgos, Abelardo Plaza de los Reyes y Basilio Garay, y al liberal democrático don Uladislao Montecinos, los que formaron una nueva combinación de mayoría, quellevó al cargo de 1er. Alcalde a don Germán Bueno

Y aquí comienzan las dificultades mayores que terminaron en asonada pública. El nuevo 1er. Alcalde quiso iniciar de inmediato las funciones de su cargo y, como no lo obtuviera, lo asumió de hecho y procedió, entre otras medidas, a nombrar comandante de la Policía a don Leopoldo Montalva, en reemplazo de don Carlos Viertel. Este no entregó el cuartel y, en cambio, denunció al Juzgado a Bueno y Montalva por la rebelión que habían pretendido producir en la policía y por preparar atentados contra las autoridades. Montalva fue apresado y el nuevo Alcalde tuvo que encerrarse en su casa, procediendo a nombrar nuevo comandante a don Ramón Plaza de los Reyes.

El día 10 de noviembre centenares de jinetes y gente a pie, partidarios de los apresados, se dirigieron a libertar a los prisioneros, lo que, por supuesto, consiguieron sin mayor dificultad. En seguida apresaron al Juez Contreras y al

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Promotor Fiscal Mora, a quienes, en el vaporcito Osorno, deportaron en dirección a Trumao.

Los funcionarios expulsados comunicaron al Gobierno, desde La Unión, la situación que se les había producido, haciéndose necesaria la presencia de un escuadrón de granaderos de Temuco para que el Juez pudiera reintegrarse a sus funciones.

Un Ministro de la Corte de Apelaciones de Concepción, don Emiliano Fuentes Ríos, fue encargado para instruir el sumario de rigor, procediéndose de inmediato a la aprehensión de numerosas personas, a las cuales se las sindicaba como promotoras del motín.

Estos sucesos trajeron otras consecuencias dolorosas: el 2 de enero del año siguiente, la casa de uno de los regidores radicales, don Ricardo Piwonka, fue presa de las llamas, incendio provocado intencionalmente, según sus partidarios.

El Juez Contreras no se vio libre de las persecuciones de sus enemigos políticos, y el sábado 5 de junio de 1897, mientras se dirigía, en compañía del Secretario judicial, don Vicente Monteemos, a efectuar la visita de cárcel, una bala de carabina salida de no se supo dónde, ocasionó la muerte de este funcionario, al que le tocó la desgracia de actuar en Osorno en un período lleno de pasiones políticas y odiosidades.

Tanto exaltaron los ánimos los lamentables sucesos del 10 de noviembre de 1894, que ambos bandos se esforzaron por justificarse ante la opinión del país. Fruto de este deseo fueron dos folletos, el primero de los cuales llevó por título Detalles completos de los sucesos de Osorno, de Honorio Ojeda (Biblioteca Nacional, 986-41, p. 3). Ojeda era Sub-Director de la Escuela Superior N.°: 1, pero hubo gente que creyó que el verdadero autor del impreso fue el Promotor Fiscal, don Dionisio Mora.

Para refutar lo expuesto en el folleto antes mencionado, un señor, que firmó con el seudónimo de Gil de Veras, escribió Los Incendiarios, o sea narración completa de los sucesos de Osorno (Biblioteca Nacional, 11-979, a 24).

Entre los nombres que más se destacaron, en relación con estos sucesos, aparte de los Alcaldes y regidores, figuraron los del cura, Don Francisco Bolhe, y de los señores Femando Cañas Letelier, Alfredo Vásquez (suegro del anterior), Clodomiro Wevar y Emilio y Florentino Schilling.

Todas estas discordias entre autoridades repercutieron dolorosamente sobre los servicios locales. Como la situación irregular se prolongó durante los años 94, 95 y 96, y nuevamente el año 1897, con motivo de la instalación del nuevo Municipio, la ciudad careció hasta de alumbrado público, pues no había dinero en Caja para costearlo. A fines de 1894 había sido destituido el Tesorero Municipal, el que se negó durante largo tiempo a entregar la oficina y los libros, lo que hizo imposible el cobro de las contribuciones.

Las autoridades se desconocían entre sí: el Gobernador no reconocía al Alcalde constituido, el Juez anulaba la autoridad municipal, de modo que ésta no contaba ni con fuerza pública para hacer cumplir sus resoluciones, ya que la tropa de línea, que permaneció por largo tiempo en Osorno, no acataba sino la autoridad del Juez.

Los sueldos eran pagados con préstamos hechos a la Municipalidad por particulares, dineros que pudieron ser devueltos dos o tres años más tarde.

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Tal es el cuadro caótico que presentaba la ciudad de Osorno durante los diez últimos años del siglo pasado.

Ferrocarril de Valdivia a Osorno

Ante todo diremos que este ferrocarril no fue la continuación del que se construía desde Temuco al sur, sino algo completamente independiente a aquél.

Se comenzó la línea de Valdivia a Osorno a principios de 1892, al mismo tiempo que desde Antilhue, al lado norte del río, se siguió avanzando a fin de encontrarse con los que venían desde Temuco. Esta unión se produjo el sábado 3 de diciembre de 1905, entre las estaciones de Loncoche y Ciruelos.

Pero, aunque el tren con pasajeros del norte llegó a Osorno el 21 de diciembre del mismo año, no fue posible efectuar el viaje directo a Santiago sino algún tiempo después de la inauguración del puente ferroviario del río Calle-Calle, la que se llevó a efecto el 11 de abril de 1906 y dio motivo para grandes festejos, en los cuales participaron ministros de Estado, diplomáticos y altos funcionarios. Dichas fiestas terminaron en la ciudad de Osorno, donde se ofreció un gran banquete a la comitiva en los comedores del Club Alemán.

Los viajes directos a la Capital se iniciaron el 22 de marzo de 1907. Los trenes procedentes de Santiago salían a las 6 p. m. y llegaban a Osorno a las 6:30 p. m. del día siguiente. Como dato curioso recordaremos el valor de los pasajes: 1.a clase, $33; 2.a clase, $24.95; y 3.a, $15.35.

Durante la construcción de la línea de Valdivia a Osorno, el trazado completo se dividió en tres secciones: de Valdivia a Pichi-Ropulli, de este punto a La Unión, y la última hasta Osorno.

En el sector de La Unión a nuestra ciudad, de una longitud de 45 kilómetros, trabajó con toda actividad el empresario, o contratista, don Manuel Ossa, asesorado por el ciudadano corso don Francisco Negroni, caballero este último que había trabajado anteriormente en el Canal de Panamá, que construyó el ferrocarril de Los Vilos y empezó el de Talca a Constitución.

El primer tren llegó a Osorno el 21 de diciembre de 1895.

En 1896 se acuñó una medalla conmemorativa de la construcción de este ferrocarril, de la cual acompañamos una reproducción fotográfica

Sus características, que copiamos del libro Las medallas chilenas, de don José Toribio Medina, eran las siguientes:

«Leyenda circular: 'Ferrocarril de Valdivia a Osorno 1892-1896'. En el campo, vista de una locomotora con su ténder en marcha. Entre las dos líneas, en latín: 'Acti laboris jucundi Labore el honore\ Debajo de esta última: 'Chile'. Reverso.- Arriba, una estrella radiante; en el campo dos

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compases invertidos, sobre los cuales se ve un manómetro. Leyenda circular en dos líneas: A LOS COOPERADORES EN LA CONSTRUCCIÓN DEL PRIMER F. C. EN LAS REGIONES AUSTRALES*.

Módulo, 34 milímetros.- Cobre.- Lámina XXX, N.°: 2».

Debemos hacer notar que en esta descripción el señor Medina sufrió una paralogización, al colocar la estrella arriba y los compases invertidos.

Algún tiempo más tarde, en noviembre de 1899, y cuando todas las instalaciones del ferrocarril estuvieron terminadas, la empresa constructora ofreció un viaje gratis a todos los osorninos que quisieran alcanzar en tren a Valdivia, «como un recuerdo de la inauguración de la línea», según decía El Liberal, de fecha 25 de noviembre de aquel año.

Por Decreto Supremo de 14 de abril de 1902 se ordenó que la Dirección de los Ferrocarriles del Estado se hiciera cargo, a contar del 15 de mayo, de la administración de la línea de Valdivia a Osorno, incorporándola al servicio general del ramo. {Boletín de Leyes y Decretos del Gobierno).

Comercio. Agricultura. Industria

De un Informe enviado al Gobierno, con fecha 5 de julio de 1854, tomamos interesantes pormenores sobre las faenas agrícolas en los departamentos de Valdivia, Osorno y La Unión.

«l.°: Siembra por cuadra: 2L a 3 fanegas en Valdivia; 1

lL a 2 en Osorno; 2 a 2 V2 en La Unión.

2. °: Cosecha por cada fanega, término medio: Valdivia: 5 a 6 fanegas.

Osorno: 20 a 25 fanegas. La Unión: 15 a 20 fanegas.3. °: Terreno.- Se araba tres veces: primero en octubre, segundo

endiciembre y enero, y tercero al sembrar.

4. °: Época de siembras: julio y agosto en Valdivia; interior, abril, mayo y junio; si los tiempos son malos, hasta en los meses antedichos.

5. °: Pago por segar una cuadra cuadrada de trigo: Valdivia, de 20 a $24; Osorno y La Unión, $15.

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6. °: Para trillar mil fanegas de trigo se calcula de gastos: $290 en Valdivia; y en los otros departamentos $178.

7. °: Aventar una fanega de trigo: Valdivia, 5 \/0 a 6

centavos; 4 L en los otros.

8. °: El costo que tiene al sembrador una fanega de trigo puesta en su casa se calcula en $2 en Valdivia; 9 reales en Osorno; y 10 en La Unión».

Es interesante dejar constancia de los precios que regían en la misma época con respecto a los animales y principales productos:

Fanega de trigo $2

Fanega de cebada

$1

Fanega de maíz $2

Fanega de arvejas

$1

Fanega de fréjoles

$4

Fanega de papas

$1

Bueyes $12

Novillos $10

Vacas $8

Toros $5

Terneros $3

Ovejas $1

Corderos $4

Cerdos $5

Quintal charqui $8

Quintal queso $4

Quintal grasa $12

Page 253: Historia de Osorno

Quintal mantequilla

$16

Quintal sebo $12

Arroba aguardiente

$5

Galón chicha $-V2

Frazadas finas $8

Frazadas ordinarias

$3

En aquellos tiempos no había ferias, y los únicos remates que se efectuaban periódicamente eran los de animales aparecidos, en los que figuraban dos personajes típicos: el pregonero y el tambor. Aquél desempeñaba las funciones de nuestros actuales martilieros, siendo reemplazado el martillo por un tambor que tocaba el segundo de los nombrados. En cada remate cada uno de ellos recibía una paga de, más o menos, 75 centavos.

En 1882 ya se notaba un considerable aumento de la producción. He aquí una estadística de aquelano:

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Fréjoles

31

fan 8almudes

159

fan.

9almudes

Arvejas

442

fan.

9almudes

1.828

fan.

9almudes

Papas 8.987

fan.

11

almudes

66.503

fan.

5almudes

Linaza 5fan.

11

almudes

27

fan.

10

almudes

Siembra 1881

Cosecha 1882

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Ovejuno y Cabrio: 16.471

Cerdos:

Colmenas:

Destilaciones:

Molinos:

Cervecerías:

Máquinas aserrar: 1

Máquinas de limpiar: 24

Máquinas de trillar: 4

Máquinas de Chicha: 4

Curtiembres:

Con respecto a la

mecanización en la agricultura, leamos lo que decía el periódico El Damas en su número del 16 de febrero de 1883:

«Trilladoras y segado

6.667

1.392

4

14

4

4

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ras.- Cuatro son las máquinas trilladoras a vapor

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que funcionan en la actualidad en el departamento,

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sistema Westinghouse.

Por lo que se ve, nuestro de

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partamento adelanta rápidamente en el ramo de la a

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gricultura pues, a más de estas máquinas, varios a

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gricultores tienen segadoras Champion que las util

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izan solamente para sus propias cosechas».

El comercio fue adquiriendo también un desarrollo paulatino en relación con el aumento de la población y

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mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes. Entre estos establecimientos comerciales, hay que destacar el instalado por don Justo Geisse.

Con respecto a la industria, ya hemos visto en un cuadro anterior que en 1882 había en el departamento de Osorno un regular número de molinos, cervecerías, máquinas de aserrar, fábricas de chichas, curtidurías, etc.

Entre las cervecerías, nombraremos en particular la de don Jorge Aubel, establecida en 1892, y que fue el comienzo del gran establecimiento que pertenece hoy a la Compañía Cervecerías Unidas.

En 1863 se estableció, no precisamente en la ciudad misma de Osorno, sino cerca de ella, una novedosa industria. Por Decreto de 6 de mayo de dicho año, se otorgó a don Jorge Buschmann privilegio exclusivo para fabricar vidrios, cristales, botellas, frascos, etc., una industria no conocida aún en el país.

El incremento de los negocios hizo necesario el establecimiento de instituciones bancarias, y fue así como el Io de mayo de 1888 el Banco Nacional de Chile (hoy de

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Chile) abrió una oficina en Osorno.

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Los hijos de este pueblo, empapados de un regionalismo que se ha acrecentado enormemente con los años, trataron, desde 1897, de establecer su Banco Regional de Osorno y La Unión, pero sus propósitos se vieron realizados sólo algunos años más tarde.

Caminos

Ya desde mediados del siglo pasado, y con el despertar que trajo a toda clase de actividades la colonización, el Gobierno acordó mejorar considerablemente los caminos, haciéndolos «carriles», como se decía en esos tiempos, es decir aptos para el tránsito de vehículos.

En 1854, y bajo la dirección de don Guillermo Frick, se construyó un nuevo camino entre Valdivia y La Unión, que evitó las cuestas de Purahuedehue, Angachilla y Pichi, lo mismo que el tradicional balseadero del río Angachilla.

Junto con la modernización de los caminos, también se innovó en los elementos

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empleados en el trabajo Flasta entonces para el transporte de tierras sólo se empleaba angarillas, siendo éstas reemplazadas posteriormente por carretillas de mano, cuyo uso costó introducir entre los rutinarios trabajadores. Esto nos hace recordar los tiempos de la repoblación de Osorno, cuando Mackenna debió insistir para que los obreros agrícolas emplearan el arado.

Con respecto al camino de Osorno a Puerto Octay, diremos que, en 1851, el Agente de Colonización, don Vicente Pérez Rosales, comisionó al agrimensor don Francisco Geisse para abrir un sendero entre estos dos puntos.

Al año siguiente, y por Decreto de 12 de febrero, se ordenó construir el camino definitivo, actuando en su realización las mismas personas que hemos nombrado en el párrafo anterior.

Según el presupuesto presentado por Geisse, el costo de esta obra ascendía a $3.900. El camino tenía una longitud de 48.804 metros, de los cuales 151 correspondían a los puentes.

Es curioso recordar la forma minuciosa como

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don Francisco Geisse hizo el cálculo del presupuesto: tomó veinte trabajadores, y, ocupando cuatro yuntas de bueyes, hizo diferentes ensayos que le permitieron deducir el costo de la obra total.

Al mismo tiempo que se construyó el camino a Puerto Octay, se hizo el que comunicó el seno de Reloncaví con la parte sur del lago Llanquihue, de modo que cuando en 1858 la Pacific Steam Navigation Company estableció un servicio de vapores de Valparaíso a Ancud, recorrido que se hacía en seis días, el camino recién construido prestó valiosos servicios a los habitantes del sur del lago.

Sin embargo, no debemos imaginarnos que el viaje por los caminos de esta región fuera una delicia en los años siguientes a su construcción.

El ingeniero don Enrique Concha y Toro, miembro de la comisión que presidía Amado Pissis en el levantamiento del plano topográfico del territorio de la República, describía así, en 1869, el camino de Osorno al sur:

«Desd

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e Osorno el camino se hace muy dificultoso para el

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sur hasta llegar a Cancura, a orillas del Rahue,

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como a 27 kilómetros de Osorno; y siguiendo más al

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sur todavía, el camino se convierte en un sendero

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entre montes, que nos lleva a Puerto Octay, extre

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midad norte del lago de Llanquihue, el cual dista

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30 kilómetros de Cancura y setenta al sur de la ci

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udad de Osorno Desde el puerto, continúa un sender

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o rodeando el lago Llanquihue hasta su extremidad

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sur, denominada Puerto Varas, desde donde parte un

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excelente camino que sigue para el sur hasta Puer

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to Montt, distante de cinco leguas del lago de Lla

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nquihue».

Con respecto al camino a Valdivia, decía:

«Para hacer ver la urgencia que de

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manda la construcción o reparación de este camino,

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basta ver que en el día todos los productos de Os

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orno se llevan primeramente a La Unión (10 leguas

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de distancia), para lo cual se pasa el río Bueno,

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embarcando no sólo las mercaderías sino también lo

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s carretones; de La Unión se les transporta 10 leg

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uas más al norte hasta Futa, por un camino lleno d

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e cuestas; en seguida se embarcan estos productos

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con mucha facilidad y se remiten por el Futa hasta

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el puerto de Corral». (Anales de la Universidad -

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1869, página 147).

Cuarta parte

La luz (1900-1946)

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Llega el siglo de la luz: El siglo XX

Los pueblos recogieron esos rayos, unos más, otros menos. Osorno fue de los primeros.

Al principio con paso lento, después progresivamente acelerado, los osorninos fueron aprisionando con mano febril todos los progresos que se advertían en las labores del campo, en la industria, en el saber,en la comodidad del hogar.

La electricidad sacó de la penumbra sus tranquilas calles y llenó de alegría sus mansiones, hizo oír, por medio del teléfono, la voz humana a distancias increíbles, y el cine vino a alterar la monotonía de sus funciones teatrales.

El agua potable circuló por sus calles dentro de tuberías que semejaron enormes

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arterias, que llevaron a todo un cuerpo la frescura, junto con el bienestar.

De sus calles fueron desapareciendo los lodazales, hasta convertirse en lo que son hoy: avenidas hermosas que invitan a pasear.

La humilde y lenta carreta fue reemplazada poco a poco por el camión; y el coche de caballos, por el modesto o suntuoso automóvil.

Hoy sus edificios sienten ansias de altura y, como si fuera poco, los habitantes cruzan diariamente los cielos en alas del avión, rememorando, con fácil vuelo, la hazaña de aquel «gabacho» Laisselle que, a comienzos del siglo, voló sobre estos campos en un primitivo aeróstato.

Así es el Osorno cuyos 150 años de vida se cumplieron el 13 de enero de 1946.

Intencional mente hemos dado menor extensión a esta Parte de nuestra obra: muchos de los hechos a que en ella nos referimos son demasiado recientes, de un juicio delicado y, los más próximos a nosotros, ya no entran en el marco de la Historia propiamente dicha.

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Progreso en los Servicios Municipales

Los principales servicios para la comodidad e higiene de los habitantes, el agua potable y la luz eléctrica, fueron establecidos durante los primeros años del presente siglo

Los estudios relacionados con las obras de agua potable se efectuaron a fines de 1903 y los trabajos de instalación comenzaron a mediados del año siguiente.

El proyecto de establecer el servicio de luz eléctrica nació a fines de 1902, pero sólo cinco años más tarde pudo realizarse. La inauguración oficial se efectuó, realzando un aniversario del combate naval de Iquique, el 21 de mayo de 1908.

El primer Directorio de la Empresa de Luz Eléctrica se constituyó el 17 de diciembre de 1904, bajo la presidencia de don Ricardo Kraushaar.

Con respecto a la instalación de este

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servicio, hay que hacer notar que, al principio, se tuvo la misma idea que fue realizada muchos años después: aprovechar la fuerza del salto del Pilmaiquén, proyecto que fue abandonado entonces en atención al subido costo.

Los servicios de Matadero siguieron, hasta 1923, a cargo de contratistas. En septiembre de 1911 la Municipalidad firmó un contrato con don A. Julio Buschmann, quien ofreció construir un edificio destinado a estos servicios, quedando a su cargo la explotación de ellos; pero en 1922 el señorBuschmann pidió la liquidación del mencionado contrato, trámite que se realizó en diciembre del año siguiente, quedando entonces la explotación del Matadero a cargo de la Municipalidad

Más o menos desde 1933 las faenas de matanza de animales y control de carnes tomaron un giro nuevo y científico bajo la dirección del Veterinario Municipal nombrado en aquella época.

Lo ruinoso del edificio hizo pensar seriamente en su renovación, lo que, a indicación del regidor señor Eduardo Burnier, se acordó en sesión de

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21 de junio de 1935. El contrato para esta construcción sólo se realizó en marzo de 1938, con la aceptación de la propuesta presentada por don Carlos Stange. Los planos fueron confeccionado por don Federico Freitag.

Se ocupó para la instalación del Matadero un retazo de terreno de quince hectáreas de extensión, comprado a don Eberardo Lohrmann en el mes de agosto del año 35, lugar donde el Municipio también proyecta instalar una población para empleados municipales y los corrales de la Policía de Aseo.

El Matadero de Osorno es un establecimiento modelo en su género y uno de los servicios más modernos y mejor organizados en el país.

Complemento del ramo de matanza de animales es la instalación de un Mercado, problema que la Municipalidad de Osorno ya abordó con éxito.

En efecto, en sesión de 9 de mayo de 1939, los regidores señores Eduardo Burnier y Gustavo Binder presentaron a la Corporación un proyecto de construcción de un Mercado modelo en un terreno vecino al

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Convento de San Francisco. Después de diversas alternativas sobre su mejor ubicación en la ciudad, logró imponerse el proyecto de los regidores mencionados y, al tiempo de finalizarse este trabajo, las obras de construcción se encuentran bastante adelantadas. Los planos para este edificio fueron confeccionados por el arquitecto don Carlos Buschmann, y de su realización se encargo don Antonio Domjann.

A fines de 1940 la Municipalidad obtuvo un empréstito de $2.800.000, destinados a los trabajos de conclusión del Matadero y construcción del Mercado.

La dictación de un Código de Policía Local vino a ordenar en forma reglamentada todas las actividades relacionadas con los servicios dependientes de la Municipalidad. Desde 1925 ha desempeñado las funciones de Juez de Policía Local el abogado don Humberto Inostroza.

El arreglo y nivelación definitiva de las calles se emprendió desde comienzos del año 1914. En diciembre del año anterior fue nombrado Director de Obras Municipales el ingeniero civil don

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Walterio Meyer, quien emprendió estas obras con toda actividad. Se hizo la colocación de soleras de piedra, baldosas, adoquinado de cunetas, etc.

En sesión municipal de 1° de noviembre de 1912 se nombró una comisión para estudiar la pavimentación de la ciudad. En ese tiempo se colectaron fondos para pavimentar la Plaza, logrando reunirse más de $12.000.

La pavimentación de las calzadas con concreto se inició el 22 de enero de 1934.

En la actualidad las calles de la ciudad de Osorno presentan un hermoso aspecto.

Sucesor de don Walterio Meyer en la Dirección de Obras Municipales, cargo que renunció en agosto de 1920, fue don Carlos Eldredge y, finalmente, desempeñó estas funciones el ingeniero civil don David Guarda.En abril de 1933, y durante una de las administraciones de don Eduardo Burnier, se aprobó el primer proyecto de pavimentación: 63.607.90 metros cuadrados, con un costo aproximado de $1.739.676.05 que, con imprevistos y conservación, ascendió a $1.916.562. Los vecinos

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aportaron cuotas que sumaban $1.277.708, y el resto de dinero se cubrió con el saldo de un empréstito contratado anteriormente por la Municipalidad.

En 1935 se acordó pavimentar 55.850 metros cuadrados más de calzadas, con un costo aproximado de $1.172.850, para lo cual se acordó contratar un empréstito hasta por $1.000.000 en bonos del Empréstito Interno.

Estuvo a cargo de la Dirección de Pavimentación Comunal don Carlos Liona Reyes, de quien la redacción de la revista Osorno (diciembre de 1935) decía lo siguiente:

«Ha dedicado a las obr

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as de Osorno una atención especial que ha sido jus

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tamente reconocida por las autoridades locales y m

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uy particularmente por la Municipalidad. No sólo h

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a velado celosamente por el cumplimiento de los re

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spectivos contratos, sino que ha logrado ejecutar

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una obra que honra a la ciudad por su buena ejecuc

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ión. El señor Liona puso en la dirección de las ob

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ras toda su experiencia en esta clase de trabajos

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».

A fin de favorecer a la gente de modestos recursos, la Municipalidad, en sesión de 15 de julio de 1938, acordó fundar restaurantes populares, iniciativa que tuvo un espléndido éxito

Con el objeto de fomentar y facilitar el Turismo, la Corporación edilicia, por Decreto alcaldicio de 16 de agosto de 1933, firmado por el Alcalde don Eduardo Burnier, creó el Comité Local de Turismo

Finalmente, la laboriosa Municipalidad osornina dio una manifestación de su interés por la cultura y la educación cívica de los habitantes, al crear el Museo Histórico regional, cuya organización se inició el 28 de octubre de 1946.

Dicho establecimiento, además de ser una escuela de civismo, será un nuevo atractivo que tengan en Osorno los numerosos turistas extranjeros y nacionales que visitan esta hermosa región.

Con respecto a los recursos que ha tenido el Municipio osornino para formar su plan anual de

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gastos, diremos algo de los presupuestos municipales del presente siglo.

Durante los primeros años ascendía a poco más de $30.000; en 1920, fue de $237.500; en 1930, de $792.294, más $1.511.350 de entradas extraordinarias; y, finalmente, el de 1946 es de $6.437.290, más $400.000, de ingresos ordinarios y extraordinarios, respectivamente.

Para terminar este capítulo, hagamos un recuerdo de los Alcaldes y regidores que con más cariño y tenacidad han convertido a Osorno en una ciudad bella y limpia.

Don José Domingo Negrón, 1 c Alcalde durante cuatro períodos seguidos, desde el comienzo delsiglo hasta el año 1912, secundado eficazmente por el 2do Alcalde, don Federico Hott Schencke. El señor Negrón dirigió patriarcalmente la entonces modesta ciudad de Osorno y dejó un grato recuerdo entre todos los habitantes de la Comuna.

Sucedió al señor Negrón en la Alcaldía don Federico Hott, que laboró activamente durante más de 27 años como Alcalde. Con

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motivo de su fallecimiento, acaecido el 20 de mayo de 1934, el Municipio le rindió, en sesión especial, un cariñoso y emocionante homenaje. El señor Hott había renunciado su cargo el 2 de octubre de 1928, en circunstancias que presidía como Alcalde la Junta de Vecinos nombrada, en 1927, por el Vi ce-Presidente Ibáñez. Su retrato, lo mismo que el sillón empleado en su trabajo diario, se conservan como «recuerdo» en la sala del Alcalde.

Don Felizardo Asenjo fue regidor o Alcalde de Osorno desde 1894 hasta 1921, ocupando durante los últimos tres períodos el cargo de 2do. Alcalde, y don Adolfo Mohr, regidor desde 1915 a 1927. Con ambos el pueblo de Osorno tiene contraída una deuda de gratitud, por el sacrificio que ambos ediles hicieron durante tantos años en bien de los intereses comunales.

Don Eduardo Burnier cumplió más de veinte años al servicio de la ciudad. Hombre de un gran dinamismo y tenacidad, autor de vastos proyectos: pavimentación, mercado, matadero, campos de deportes, Hogar Infantil, etc. Ingresó por primera

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vez al Municipio en 1924, como 2do Alcalde, y desde entonces, salvo un período (Junta de Vecinos de 1927) figuró como Alcalde o regidor de la Municipalidad.

Desde 1935 ha formado parte del Municipio don Gustavo Binder, persona de criterio reposado e inteligente, que ha desempeñado las funciones de Alcalde subrogante en repetidas ocasiones. Participó en la elaboración del proyecto de construcción del Mercado de Osorno e, independientemente, en muchos otros proyectos e indicaciones de importancia.

El señor Binder es una de las personas que, durante los últimos tiempos, ha impulsado con mayor entusiasmo las obras que, en pro de la cultura, se han realizado en la ciudad, entre las cuales cabe destacar los progresos alcanzados por el Instituto Alemán.

Don Andrés Rosas Vargas, regidor en el período de 1935 a 1938 y Alcalde desde el año 41 hasta la fecha en que escribimos este trabajo, ha emulado a su padre, don Andrés Querubín Rosas que, a fines del siglo pasado, tanto desde el cargo de regidor, como de

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funcionario administrativo de la Municipalidad, demostró su cariño y entusiasmo por el progreso de Osorno.

Activos Alcaldes subrogantes han sido también los señores Óscar Hott y Cipriano Uribe.

Sería largo enumerar los méritos de los alcaldes y regidores que durante los últimos 45 años han dirigido los destinos municipales de Osorno, ya que, como la opinión pública ha recalcado en innumerables ocasiones, la Corporación edilicia osornina se ha distinguido en el país por el entusiasmo en el trabajo demostrado por sus miembros, que han laborado mancomunados, prescindiendo de banderías políticas, por el progreso de la ciudad.

Además de esto, ha habido otro factor que ha contribuido poderosamente a hacer que el trabajo en el Municipio haya sido fructífero y los planes de aliento hayan podido realizarse: la continuidad. La constante renovación de personas dirigentes hace perder la unidad de acción en la realización de los proyectos. En cambio, en Osorno ha sido corriente el caso de

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que los regidores y alcaldes hayan permanecido en sus cargos durante varios o muchos años

Será siempre un símbolo de satisfacción y de orgullo para las personas que han presidido la Municipalidad, poder decir: «Yo he sido Alcalde de Osorno».

Estas personas que forman un cuadro de honor para el pueblo y para el país entero, son los siguientes señores:

1900: Don José Domingo Negrón.

1903: Don José Domingo Negrón.

1906: Don José Domingo Negrón

1909: Don José Domingo Negrón.

1912: Don Federico Hott Schencke.

1915: Don Federico Hott Schencke.

1918: Don Federico Hott Schencke.

1921: Don Federico Hott Schencke.

1924: Don Federico Hott Schencke.

1927: Don Federico Hott Schencke (Junta de Vecinos).

1928: Don Arturo Bertín (Junta de Vecinos).

1931: Don Eduardo Burnier Id.

1933: Don Eduardo Burnier.

1935: Don Federico Matthei.

1938: Don Rafael Sáez.

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1941: Don Andrés Rosas Vargas.

1944: Don Andrés Rosas Vargas.

La comuna de Rahue

Desde tiempos muy antiguos hubo pobladores en los terrenos que ocupa actualmente el populoso barrio de Rahue, situado al otro lado del río del mismo nombre; pero lo curioso es que dichos pobladores no pertenecían a la comuna de Osorno, de cuyos límites algunos distaban sólo unos pocos metros, sino de la de Riachuelo, adonde tenían que acudir a solucionar problemas algunas veces insignificantes.

Esta situación se mantuvo hasta el año 1921 en que, con fecha 21 de abril, se constituyó la Municipalidad de la comuna creada recientemente, que quedó instalada en definitiva el 1.° de mayo. Comprendía las subdelegaciones de Rahue, La Costa y Tres Esteros.

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Mientras existió esta comuna, fue 1er. Alcalde de ella don Lupercio Martínez, y regidores los señores Juan Flores B. y Enrique Ide, que acompañaron al Alcalde durante los dos períodos constitucionales que se iniciaron en 1921 y 1924, y en la Junta de Vecinos nombrada por el Vice-Presidente Ibáñez por Decreto de 30 de abril de 1927.

Los municipales que actuaron durante los dos períodos mencionados fueron los señores Carlos Kursch, Francisco Stein y Florentino Cárdenas, aparte de los que figuraron en uno u otro.

El Decreto que estableció una nueva división territorial (30 de diciembre de 1927) anexó la comuna de Rahue a la de Osorno.

En realidad no se justificaba la existencia de un Municipio cuya sede era un barrio de la ciudad de Osorno y que para atender sus diferentes servicios tenía que valerse, en general, de las mismas personas que los servían en la ciudad.

El presupuesto de la Municipalidad de Rahue fue, más o menos, de 440.000 en los primeros tres años, el que llegó a $73.000 en 1927, con los que lograron, durante el breve lapso de existencia

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de la Corporación, mejorar muchos de los servicios urbanos, como la instalación de luz eléctrica.

De aquel tiempo data el nombre definitivo asignado a las calles de la población, el que fue acordado en sesión de 20 de mayo de 1926.

En conformidad al Decreto de anexión de la comuna de Rahue a la de Osorno, el 2 de enero de 1928 se efectuó la entrega a esta última de los libros de Tesorería y demás documentos, y la Corporación celebró su sesión final el 24 de febrero del mismo año.

Urbanización. Edificación. Ornato

Al comienzo del siglo, Osorno tenía bajo muchos aspectos todavía

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un sello colonial: sus calles sin pavimentación, la Plaza con sus jardines enrejados, aún permanecía el edificio antiguo de la cárcel frente al paseo principal, etc.

La ciudad no se extendía al oriente más allá de la actual calle Colón, pues pocos años después se irían formando otras poblaciones, por lo que, en junio de 1917, y a insinuación del Director de Obras Municipales, don Walterio Meyer, se acordó ensanchar el radio urbano.

La primera población en crearse fue la denominada Angulo, formada por don Juan de Dios Angulo. La Municipalidad prestó su aprobación a la petición del citado señor en sesión de 3 de septiembre de 1903. La población se llamó oficialmente Vicuña Mackenna, nombre que fue olvidado, prevaleciendo el de su fundador.

El mismo año 1903 se hizo una transformación y arreglo de la Plaza, bajo la dirección de don Ismael Soto.

Al año siguiente, a la ciudad se le abrieron las puertas para su extensión hacia el lado oriente, con la formación

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de la población Matthei y de la Alameda.

En sesión municipal de 24 de marzo de 1904 don Federico Matthei recibió la autorización respectiva, y se aceptó, al mismo tiempo, la cesión que hacía de los terrenos necesarios para la formación de la Alameda, que se denominaría entonces Avenida Miraflores. El nombre primitivo de la nueva población fue O'Higgins.

Junto con crearse este nuevo barrio, recibieron nombre sus calles: de N. a S., Justo IT. Geisse, Eduvigis, Zenteno, Brasil, Ecuador y Buenos Aires; y de E a O, Chacabuco, Maipú, Rancagua y Roble.

La calle Mackenna, en su extremo oriente, estaba cerrada por una casa perteneciente a don Enrique Weihe, al cual se le pagaron $300 como indemnización por el retiro de ella.

Una nueva ampliación de la ciudad se inició en 1907. En sesión municipal de Io de mayo de dicho año, se accedió a la petición formulada por la señora Dorotea Wolmar v. de Amthauer para formar una nueva población, bajo el compromiso de ceder gratuitamente el terreno destinado a las calles. Desde entonces

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data el cambio de nombre de la calle llamada del Cuartel por el de García Hurtado de Mendoza.

Como complemento de las obras de hermoseamiento de la Plaza, iniciadas en 1903, tres años después se pensó en dotarla de un kiosco. El Centro de Señoritas de Osorno tomó la iniciativa de erogar fondos entre el vecindario con este objeto. Este kiosco fue renovado en 1938 por uno de concreto, construido bajo la dirección de don Eugenio Freitag.

En 1914 se aprobaron los planos y presupuestos para la pavimentación de la Plaza, se hizo el arreglo y transformación de la Plazuela de Yungay y se abrió la calle Colón, al fondo de la propiedad de los Padres Franciscanos

Hasta el año 1916 no existieron normas muy precisas para la construcción de edificios. En sesión de 15 de septiembre la Municipalidad dictó un Reglamento de edificación, el que se completó con nuevas disposiciones acordadas por la Corporación edilicia el 23 de marzo de 1923.

La construcción de edificios de

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características netamente modernas, que ha impreso a Osorno un sello nuevo, se inició en 1929, con el magnífico y cómodo edificio del Hotel Burnier.

Los propietarios, en ese entonces la firma Burnier Flermanos, hoy Eduardo Burnier e Hijos, demostraron una verdadera osadía al romper la rutina en esta clase de establecimientos en provincia y en un período de grave crisis económica. Felizmente el atrevido proyecto, no sólo de construcción, sino de organización y explotación de un gran hotel, ha tenido un pleno éxito y ha contribuido al fomento del turismo en la región austral.

Más o menos en esos mismos tiempos se iniciaba la construcción de otras modernas y valiosas propiedades: el edificio Gajardo, el de don Eusebio Ruiz, el Teatro Principal, de don Alejo Montalva, la Intendencia, la Sago, etc.

En la planificación de algunos de estos grandes edificios, hay que notar el interés con que intervino en ello el arquitecto don Carlos Buschmann, quien puso especial empeño en la modernización de las construcciones y en todo lo relacionado con el

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hermoseamiento de la ciudad de Osorno.

En septiembre de 1929 la Municipalidad contrató al urbanista de fama internacional don Óscar Prager para que hiciera un anteproyecto de urbanización de Osorno, el que fue presentado en junio del año siguiente.

Se aprovecharon muchas ideas insinuadas por el señor Prager, y en la actualidad sirve de norma el plano de Urbanización de Osorno confeccionado por la Dirección General de Obras Públicas, que fue aprobado por la Municipalidad en sesión de 5 de diciembre de 1944.

Una de las obras hermosas planeadas por el urbanista Prager fue la Plaza de la ciudad una de las más bellas del país, lo que permitió ensanchar las calzadas laterales.

Cinco años después, en 1939, se instaló en el centro del principal paseo de Osorno un gran espejo de agua, planeado ya en el proyecto original, y en el que se reflejan los edificios que circundan la Plaza.Al observar las dos vistas fotográficas que insertamos tomadas en el mismo lugar, la primera a comienzos del presente siglo y la última

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en 1946, podremos observar el cambio admirable que presenta una calle de Osorno. La de 1900 con sus carretas primitivas; la otra, con automóviles y vehículos colectivos motorizados deslizándose sobre las calles excelentemente pavimentadas.

El primer automóvil que recorrió las irregulares calles de Osorno, el 16 de diciembre de 1907, y que importó la firma Grace, representada por el señor Juan B. Etcheverry, produjo la curiosidad y admiración de los osorninos. Hoy la ciudad es una de las que cuenta con mayor número de estos vehículos, en relación a su población. La primera empresa de transporte colectivo fue inaugurada en octubre de 1935 por don Carlos Brüning.

Al hablar de los progresos urbanísticos de la ciudad de Osorno, hay que recordar el valor de la iniciativa particular y el hecho curioso de que mucha gente venida de fuera haya contribuido más poderosamente que los propios hijos de ella a este progreso, lo que refleja la atracción que provoca en los forasteros esta tierra hermosa y feraz.

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Servicios fiscales

Aunque con fecha 7 de noviembre de 1899 el Senador don Ramón Ricardo Rosas presentó un proyecto para la creación de la provincia de Osorno, este deseo tan sentido por los habitantes de la ciudad y lugares vecinos sólo vino a realizarse por Ley N.°: 6505, de fecha 19 de enero de 1940.

Seis días después, el 25, se extendió el nombramiento del primer Intendente, que recayó en el Gobernador de entonces don Senén Monares Beltrán. El señor Moranes permaneció poco tiempo en el desempeño de este cargo, pues con fecha 18 de julio de 1941 fue reemplazado por don Ricardo Schenke Smith, hijo de Osorno, que hasta el año 1946 dirigió con especial acierto el nimbo de la rica provincia confiada a su mando. Este año fue reemplazado por don Amoldo Keim Viertel.

Los Gobernadores que tuvo el Departamento de Osorno durante los primeros cuarenta años de este siglo duraron poco en sus funciones, y ello se

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debió, seguramente, a que esta ciudad tuvo fama de «politiquera». Como podrá verse en el Apéndice de este trabajo (Gobernantes de Osorno), hay muy pocos años en que figure una sola persona como Gobernador propietario o suplente, y son escasos aquéllos cuyo tiempo total en Osorno haya sido superior a cuatro años. Hace excepción a lo dicho don Luciano Rosselot, que totalizó ocho.

Esto contrasta con los alcaldes y regidores, lo que revela el buen sentido del pueblo, que sabe conservar a los gobernadores de elección popular que convienen a su progreso

Sería largo e inoficioso historiar la instalación de nuevos servicios públicos, los que, en su mayoría, son propios de toda capital de Provincia y emanan, por lo tanto, de disposiciones de carácter general para toda la República.

Servicios educacionales

Los primeros años del presente siglo, aparte del incremento de la educación primaria,

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vieron la creación de los colegios secundarios de ambos sexos que, hasta ahora, han llevado una vida próspera: el nuevo Liceo de Hombres, el de Niñas, el Colegio de la Inmaculada Concepción y el Instituto San Mateo.

Las actividades técnicas, industriales y agrícolas, y aún artísticas, también cuentan con colegios.

Las escuelas nocturnas han continuado repartiendo el saber entre los adultos que no tuvieron la suerte de instruirse cuando niños.

La Sociedad de Instrucción Pública de Osorno, fue la primera en preocuparse de este eficaz medio de cultura.

Al comenzar el siglo hubo un hombre, un osornino, que, desde su cargo de Diputado y Ministro de Instrucción Pública, laboró en forma incansable por fomentar la instrucción en su pueblo natal. Él fue don Efraín Vásquez Guarda, cuya vida se extinguió en marzo de 1905.

Pasados los veinte primeros años de la época que historiamos, es decir hasta la dictación de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria (26 de agosto de 1920), los servicios educacionales primarios

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progresaron visiblemente bajo todo punto de vista.

La mencionada Ley comenzó a aplicarse el 26 de febrero de 1921, es decir seis meses después de su dictación, produciendo un aumento considerable, tanto en el número de escuelas, como en el personal encargado de atenderlas. Actualmente varias de las escuelas de Osorno disponen de modernos locales donde desarrollar sus actividades.

Durante la parte corrida del presente siglo se han distinguido como maestros en la educación de los hijos de Osorno las siguientes personas: señorita Carmen Alvarez Sotomayor, directora de la escuela N.°: 2; la señorita María Luisa González, directora de la escuela de Chuyaca; la señorita Felipina Carabantes, directora de la Escuela N.°: 2; y la señorita Belarmina Schulz, directora de la escuela N.°: 4, jubilada en época reciente, que se distinguió por la acción social que desarrolló en su escuela

Entre los hombres debemos recordar a don Ramón Flurtado García, que en Osorno fue profesor de colegios particulares, después de haberse retirado del servicio del Estado. La ciudad recibió su

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cooperación valiosa y entusiasta, principalmente en las actividades de carácter social, deportivo y artístico. Otros profesores dignos de recuerdo son los señores Luis Alvarez Mansilla, que fue director de la escuela N.°: 1; don Francisco Almonacid, también director de la escuela N.°: 1 y después Visitador de Escuelas en la provincia de Llanquihue; don Luis Moreno, que presidió la Asociación de Profesores en la Reforma Educacional de 1928; y don Olegario Hurtado García, Director durante muchos años de la Escuela N.°: 1.

El Instituto Alemán de Osorno, del cual ya hemos hablado en la parte anterior de este trabajo, ha continuado durante el presente siglo desarrollando su labor educadora en espléndida forma.

Cuenta actualmente con un edificio lleno de comodidades, que se ha ido ampliando con pabellones destinados a talleres, piscina temperada, etc.

De los miembros de su Directorio han descollado por sus ideas creadoras y su entusiasmo los señores Guillermo Hott y Gustavo Binder y, entre sus

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rectores, hay que recordar al profesor y hombre de ciencia don Otto Urban y a su sucesor, don Federico Zajadacz.

La primera piedra del moderno edificio con que cuenta el Instituto Alemán fue colocada en el año 1932, y fue inaugurado tres años más tarde.

En su puerta principal se han grabado las palabras de don Carlos Anwandter, pronunciadas en 1850, al llegar a Chile:

«Seremos chilenos tan honrados

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y trabajadores como lo pudiera ser el mejor de Ud

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s. Una vez afiliados con nuestros nuevos compatrio

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tas, defenderemos nuestra patria adoptiva contra c

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ualquier ataque con la entereza y la firmeza del h

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ombre que defiende su patria, su familia y sus int

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ereses».

El Supremo Gobierno, por Decreto N.°: 1365, de 10 de marzo de 1948, declaró al Instituto Alemán de Osorno como cooperador en la función educacional del Estado.

El 1.° de marzo de 1902 abrió sus puertas el Colegio de la Inmaculada Concepción, atendido por la congregación de monjas de ese nombre, y cuya primera Directora fue la Madre Laurencia Kochler.

El 18 de agosto de 1914 un voraz incendio, que ocasionó la muerte de un bombero, destruyó totalmente el edificio de este colegio, el que fue reemplazado por uno amplio y moderno.

Es incontable el número de niñas de Osorno que han hecho sus estudios en el Instituto dirigido por las monjas de la Inmaculada Concepción.

Otro colegio secundario, y también con sección preparatoria, como el anterior, mantenido por religiosos,

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es el Instituto de San Mateo, atendido por los padres de la congregación del Verbo Divino, cuya existencia data desde el 9 de junio de 1912, que funciona en un local anexo a la Parroquia.

El propósito del Presidente Aguirre Cerda de establecer Escuelas de Artesanos a lo largo de todo el país, se vio materializado en Osorno el 1.° de octubre de 1941. La escuela de carácter industrial que funciona en esta ciudad ha manifestado en sus diversas exposiciones de trabajos realizados por los alumnos, cuán importante es la obra que en ella se realiza para el progreso de las actividades industriales de la región. Primer Director de esta escuela fue don Humberto Leyton.

Modesta, pero efectivamente, contribuye a la preparación científica de los futuros agricultores la Escuela Superior de Agricultura «Adolfo Matthei».

El arte musical también tiene su escuela: el Conservatorio de Música «Carolina Klagges», que ha contribuido poderosamente a la formación del gusto por la buena música en todas

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las clases de la sociedad, ya que aun mantiene cursos gratuitos para los amantes de la música de situación económica modesta.

Las clases populares cuentan con la Universidad Popular, en la que laboran entusiastas y preparados profesores, y profesionales en general, que, sacrificando sus horas libres sacian la sed de mejoramiento que siente la masa ciudadana.

En la ciudad, y en todo el departamento, existen muchos colegios primarios particulares. Baste hacer notar que la Municipalidad de Osorno ha subvencionado simultáneamente durante los últimos años a 22 colegios de esta especie.

Rotary Club, aparte de la cooperación que ha prestado para el bienestar de los escolares, ha querido tomar directamente bajo su dirección una tarea altruista: recoger, educar y preparar para la vida a los niños huérfanos. Para la instalación de este Hogar la Municipalidad de Osorno, en sesión de 6 de mayo de 1943, acordó ceder cinco cuadras de terreno de su propiedad, vecina al local de exposiciones de la Sociedad Agrícola y Ganadera, donde se

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encuentra en construcción un cómodo edificio.

Con respecto a bibliotecas públicas, digna de mencionar es la que funciona en el Liceo de Hombres, que cuenta con más de diez mil volúmenes.

Aunque en 1935, se acordó crear una Biblioteca Municipal, ésta logró establecerse sólo el 16 de septiembre de 1944. Cuenta con una buena dotación de libros que son muy solicitados por niños y adultos.

En el afán de llevar el libro si es posible hasta las mismas casas, sobre todo en los sectores rurales, el Consejo de Alfabetización Local ha creado en el año 1946 las bibliotecas circulantes, las que están a cargo de los jefes de retenes de Carabineros. Por ahora han quedado establecidas en Quilacahuín, San Juan de la Costa, Chin-Chin, Cancura y en la Escuela del Hospital San José.

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El nuevo Liceo de hombres

Fue creado por medio del siguiente Decreto:

«Santiago, 21 de marzo de 1901.

N.°: 1332.- Visto el

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oficio que precede, teniendo presente el acuerdo d

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el Consejo de Instrucción Pública y lo dispuesto e

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n el ítem único de la Ley de Presupuestos de Instr

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ucción Pública vigente,

Decreto:

Créase un Liceo de Hombre

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s de segunda clase en la ciudad de Osorno.

Tómese

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razón, comuniqúese, publíquese e insértese en el B

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oletín de las Leyes y Decretos del Gobierno - Errá

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zuriz.- V. Carvallo E.»

Con fecha 28 de mayo fue nombrado Rector del colegio don Salustio Calderón, distinguido pedagogo, que durante más de dos años rigió los destinos de este plantel de educación secundaria.

Los jefes que sucesivamente han continuado la obra iniciada por el primer Rector han sido los siguientes, con indicación de los años en que han actuado:

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Don Luis Oportus Pizarro

Don Jorge Schwarzenberg Herbeck 1926-1929

Don Carlos Peralta Santana

Don Carlos Salazar Godoy

Don Alej andró Rubio Ramírez 1933-1944

Don Luis Y. Mardones Otaíza

Don Roberto Ochoa Ríos

Honda huella de su paso por el

Liceo de Osorno han dejado, principalmente, los señores Oportus Pizarro, Peralta y Rubio Ramírez, sobre todo este último que, poseído de un gran dinamismo, amplió considerablemente el predio que ocupaba el colegio, consiguiendo la adquisición de tres propiedades vecinas y construcción de nuevos edificios. Además, modernizó y completó el mobiliario, y consiguió, que presta valiosos servicios al alumnado que, aun de lugares lejanos, acude a las aulas del Liceo de Osorno. Esta sección del colegio fue creada por Decreto Supremo N.°: 5141, de 6 de octubre de 1941, y comenzó a funcionar el 10 de agosto del mismo año. Cooperadores entusiastas del señor Rubio para conseguir este adelanto para el Liceo fueron el diputado don Pelegrín Meza y don Eduardo Burnier, Presidente del Centro de Padres y Apoderados.

Tuvo a su cargo el Internado del Liceo, desde su fundación, el profesor don Víctor Sánchez Aguilera.

Además del progreso material experimentado por el Liceo de Osorno durante el rectorado de don Alejandro Rubio, hay que destacar su labor

1903-1926

1929-1932

1932-1933

1944-1946

1946

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cultural y el orden y disciplina que logró introducir en el colegio confiado a su dirección.

En estas labores fue secundado eficazmente por el Inspector General, don Teófilo Bahamonde Vidal, que, en repetidas ocasiones, desempeñó con todo acierto el cargo de Rector subrogante.

Al iniciar sus labores en 1901, el Liceo contó entre sus profesores a los siguientes señores: Ricardo Cerda, Conrado Pflanz, distinguido maestro y filólogo, que era, al mismo tiempo, director del Instituto Alemán, Francisco Bórquez, Presbítero Vicente Cárcamo, Santiago Ponce de la Cerda, Manuel Andrade y Víctor Mansilla.

El Liceo de Osorno figura actualmente en la categoría de Superior de 2.a clase.

En 1908 se terminó la construcción del edificio fiscal en que funciona la parte principal del colegio.

El Liceo de Hombres, en sus dos períodos de vida, y sobre todo durante el segundo, que ya abarca un lapso de 45 años, ha contribuido a formar grandes hombres, que han descollado en los campos de la ciencia, la industria, la agricultura y ganadería, fuerzas armadas y muchas otras actividades nacionales.

Liceo de niñas

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El año 1909, y en conformidad al Decreto Supremo de 25 de febrero, la ciudad de Osorno vio cumplidos los deseos de contar con un establecimiento de segunda enseñanza femenina, colegio que inició sus labores el 12 de junio del mismo año.

Su primera Directora fue la señorita Felicinda Aliaga, y entre sus primeros profesores debemos recordar los siguientes: señoritas Zenobia Arratia, Guadalupe Santelices, Guillermina Montalva, Eudomilia Gallardo, Paulina Hinostroza y Amelia Arias, presbítero don Norberto Schroer y señor Conrado Pflanz.

A la señorita Felicinda Aliaga sucedió en la dirección del Liceo la señorita Dalila Muñoz, y a ésta la señora Rosa Araneda de Vial.

El Liceo de Niñas, como el de Hombres, cuenta también con una sección de Internado y, además, con una Técnica, que es la antigua Escuela Profesional de Niñas, que funcionaba desde 1905, y que se agregó posteriormente al Liceo.

Gratos recuerdos ha dejado en Osorno la ex-profesora de este colegio señorita Eudomilia Gallardo, por su afán de repartir la cultura, principalmente histórica, y, como lo decimos en otra parte de esta obra, por exaltar la memoria del héroe de Tarapacá, Comandante Eleuterio Ramírez.

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Scoutismo

El 27 de agosto de 1913 se organizó en la ciudad una brigada denominada «Osorno», creada a base de alumnos del Liceo de Hombres. Fue la primera agrupación de scouts formada en el sur de Chile. Sus principales fundadores fueron: el Rector del colegio, don Luis Oportus Pizarro, y los señores A. Julio Buschmann, Ricardo Cerda, Arturo Monteemos, Abraham Gajardo, Eustaquio Catalán, Bruno Riedel y Arturo Bertín.

Cuatro años más tarde, el 20 de abril de 1917, nacía la segunda brigada, en la Escuela Superior N.°: 1, que llevó el nombre del héroe osornino Eleuterio Ramírez.

Creadores de ella fueron los señores Francisco Almonacid, Germán Piwonka, Francisco Guerrero, Olegario Hurtado, Florín Yáñez, Luis P. Moreno y Eduardo Rosas.

La primera brigada de niñas fue organizada en 1923, gracias al entusiasmo de la señora Emma Gómez de Viveros.

En la actualidad son numerosas las agrupaciones de boy-scouts y girl-guides, y es un espectáculo hermoso el ver las presentaciones públicas que ellas hacen, por la marcialidad y corrección con que se expiden niños y niñas. El scoutismo osornino ha tenido su principal sostenedor e impulsador en don Bruno Riedel, ex-profesor del Liceo de Flombres, que ha recibido, en premio a su entusiasta labor, los títulos de «Scout Cóndor» y Ayudante del Comisionado General de Chile.

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En 1946 el Cuerpo de Boy-Scouts de Osorno estaba formado por 14 brigadas distribuidas así:

Boy-Scouts

5Girl-Guides

3

Manadas

1

Patrullas

de

Rovers 5

Comercio. Agricultura. Industria

Las condiciones sencillas de vida y el valor de la moneda, hicieron que los precios que regían a comienzos del presente siglo fueran realmente insignificantes. De un remate de animales efectuado en 1904 tomamos los siguientes datos:

Bueyes $88.-

Vacas paridas

$50.50.-

Vacas secas $40.-

Novillos de tres

años $41.50

Novillos de dos

años $33.-

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Vaquillas de año

$17.-

Vaquillas de dos

años $24.-

Terneros de año

$20.-

T

o

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$57.- Ovejas,

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$

4

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0

.

-

Yeguas,

precio medio

$9.30.-

Potrillos

$9.25.-

Caballos $30.-

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Aún en 1912, según leemos en el diario El Progreso, la libra de carne se vendía a $0.40.

En la agricultura, la protección de las cosechas tuvo una gran ayuda con la llegada de las primera máquinas secadoras de granos, que fueron importadas por la casa comercial Etcheverry y Aguirre, con residencia en Trumao.El empleo casi total de semillas de origen genético (94%) y la eliminación de variedades menos productivas, han mejorado en un 50% el rendimiento medio de producción. En 1945 logró alcanzarse a 21.3 quintales métricos por hectárea. En las siembras de trigo se ha trabajado durante los últimos años en forma tan científica, que la mayor producción triguera de las provincias australes se ha concentrado en Osorno y Llanquihue.

El establecimiento en la ciudad de la Caja de Crédito Agrario, vino a dar un gran impulso a la agricultura y ganadería, ya que ofrece a los propietarios muchas facilidades para la adquisición de semillas, fertilizantes, útiles de labranza, reproductores importados y nacionales y gran ayuda en las transacciones bancarias.

Las espléndidas exposiciones anuales presentadas por la Sociedad Agrícola y Ganadera, reflejan el grado de adelanto alcanzado en estas ramas de la producción.

La Sago controlaba, en 1945, 38 criaderos de bovinos, 7 de ovinos, 2 de porcinos y 5 de equinos, animales todos de alta calidad.

Los ganaderos se han empeñado durante los últimos años en combatir enfermedades que constituyen una verdadera calamidad, como el mal de Bang y la fiebre añosa.

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La Memoria de la Sociedad Agrícola y Ganadera, 1945, dice al respecto;

«Cálculos bien establecidos y prudentes, nos llevan a aseverar que las enfermedades infecto-contagiosas y parasitarias causan a la economía pecuaria nacional una pérdida anual estimada en 400 millones de pesos, correspondiendo el porcentaje más alto a las dos plagas ya nombradas. Sólo en nuestra zona esta pérdida se puede estimar en 150 millones».

La primera feria para la venta de animales fue establecida por don A. Julio Buschmann. Además de ésta, denominada Osorno, se fundó después la feria Rahue, ubicada en el barrio de ese nombre, por la firma comercial R. Aichele Thomas y Cía. Ltda.

Osorno ha contado durante el presente siglo con grandes

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establecimientos industriales.

La cervecería Aubel, que hemos visto establecerse en el año 1892, sufrió un grave contratiempo el 1.° de enero de 1912, en que un incendio destruyó sus instalaciones; pero su dueño, con una tenacidad digna de encomio, la reconstruyó a corto plazo, y al año siguiente la tuvimos nuevamente en funciones.

La ciudad tuvo dos fundiciones, que hicieron honor no sólo a la industria local, sino al país entero: una perteneciente al señor Max Morawitz, denominada Volcán, y la de don Enrique Lausen, que llevaba como nombre el apellido de su propietario. Desgraciadamente la última de las nombradas debió cerrar sus puertas con motivo de las restricciones en los negocios que impuso el sistema de Listas Negras, durante la 2.a Guerra Mundial, a los incluidos en ellas.

Entre los establecimientos industriales fundados en los últimos años, figura la fábrica de calzado Broussaingaray y la de leche condensada Nestlé, inaugurada el 3 de noviembre de 1945, que comenzó trabajando cincuenta mil litros diarios de leche.

La intensificación de las actividades comerciales, industriales y agrícolas, determinó a varias instituciones bancarias a establecer sucursales en la ciudad de Osorno.

En 1904 abrió su oficina el Banco Alemán Transatlántico, que años más tarde cerró sus puertas.

El 19 de octubre de 1908 comenzó sus operaciones el Banco Osorno y La Unión, manifestación de notable esfuerzo de algunos vecinos de ambas ciudades, entre los cuales debemos recordar especialmente a don A. Julio Buschmann.

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Esta institución ha extendido apreciablemente sus actividades, contando con varias sucursales en las principales ciudades de la región y en Santiago.

Las otras instituciones bancarias de Osorno son: la Caja Nacional de Ahorros, inaugurada el 24 de febrero de 1912, y el Banco Español-Chile el 13 de marzo del mismo año. En esta parte no hacemos mención especial del Banco de Chile, al cual nos hemos referido al hablar de la segunda mitad del siglo pasado.

Sociedad agrícola y ganadera de Osorno (Sago)

Esta prestigiosa «Corporación Agraria de la Zona Sur» fue fundada el 8 de enero de 1917 y ha contribuido en forma notable al progreso de la agricultura y ganadería, no sólo de la región, sino del país entero.

Al exponer las finalidades que esta Corporación persigue, nada mejor que reproducir su Declaración de Principios:

«A) Estimular toda conquista nueva de resultados científicos que tenga relación con la agricultura y la ganadería

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dentro de los límites nacionales, recomendando y enseñando en forma práctica sus aplicaciones.

B) Fomentar la iniciativa particular, activando el mercado de los productos en el país y en el extranjero, organizando la compra-venta de semillas, abonos y toda clase de artefactos agrícolas, productos veterinarios, etc.

C) Atender de preferencia el interés colectivo de sus asociados, tratando de regularizar el crédito propendiendo establecimientos de almacenes generales de depósito, combatiendo

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todo abuso y toda forma usuraria de explotación relacionada con la agricultura.

D) Fomentar la instrucción en los campos para elevar la moral y la dignidad de los obreros agrícolas, velar por que se les proporcione habitaciones higiénicas y por la regularización del estado civil de ellos.

E) Estudiar los problemas agrarios e industriales relacionados con la agricultura, propendiendo al establecimiento de estaciones genéticas, cooperativas agrícolas, fundos experimentales, laboratorios de diagnóstico

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de enfermedades, la fundación de establecimientos de investigación y enseñanza agrícola, llevar los libros de los registrosgenealógicos de las diversas razas domésticas de animales de explotación y facilitar el servicio de estadística.

F) Abogar por la colonización nacional, por la simplificación de las leyes tributarias, por el desarrollo de las vías de comunicación y de los servicios de transporte, sea facilitando la formación de empresas con este fin, sea tomando parte en la formación de ellas.

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G) Velar por las necesidades referentes a la agricultura y proponer al Gobierno soluciones para la defensa de la producción y prosperidad.

H) Procurar la formación del gremio agrario con el mayor número de socios, celebrar anualmente exposiciones, hacer viajes de instrucción, publicar los trabajos de la Sociedad y de sus socios y uniformar la producción de la región.

I) Estimular el desenvolvimiento de los ramos relacionados con la explotación nacional de los suelos referentes a los cultivos de cereales, chacarerías,

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explotación de maderas, orientar la producción ganadera y la fruticultura.

J) Estimular la construcción de maquinarias agrícolas, fabricación de repuestos y útiles de labranza, elaboración de medicamentos veterinarios y específicos para combatir las plagas de la agricultura y ganadería».

El primer Directorio que tuvo la Sociedad Agrícola y Ganadera estuvo constituido en la siguiente forma:

Presidente, don A. Julio Buschmann.Secretario, don Arturo Monteemos.Pro-Secretan o, don Eduardo MatheiTesorero, don Ernesto Hott.Directores, señores Abraham

Soriano, Luis Rosas Schilling, Federico Eggers, Lupercio Martínez, Enrique Schilling y Germán Scholz.

La presidencia de don A. Julio Buschmann, alma en la creación y consolidación de la SAGO, fue larga y fructífera: 18 años, es decir hasta 1934.

Desde 1935 a 1941 actuó como Presidente de esta institución don Max

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Nusser, y desde este último año al 46 don Reinaldo Fuchslocher Th.

Vemos entonces que durante casi 30 años de vida, la SAGO ha tenido sólo tres Presidentes. Esta circunstancia, unida al entusiasmo, tenacidad y espíritu de sacrificio de las tres personas nombradas, han hecho la grandeza de esta Sociedad, modelo entre las de su género en Chile.Además de su revista Agricultura Austral', la SAGO resolvió emplear el método más moderno y directo para comunicarse con sus asociados e indicarles los sistemas más adecuados para cultivos, crianza y elaboración de productos. Al efecto estableció una moderna estación de radio-difusión (C. D. 84), que ha contribuido, al mismo tiempo, en forma poderosa a intensificar la cultura en una vasta región.

Exposiciones anuales

Los torneos que anualmente celebra esta corporación tienen, como lo dice ella misma, el valor de «estimular el entusiasmo de los criaderos a través de las competencias que tienen un profundo sentido docente». Expone que, según técnicos extranjeros, es «la mejor realidad de ganado en Sudamérica de las especies bovinas que llevan nuestras preferencias».

El mismo año de su fundación, el 30 de noviembre, efectuó su 1.a

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Exposición Agrícola, Ganadera e Industrial, en un local improvisado.

Después, año a año ha visto la región, y el país entero, esta demostración de esfuerzo de un pueblo que hoy es centro de un fecundo sector del sur de Chile.

El 2 de noviembre de 1945, y con motivo de cumplirse las bodas de plata de estos torneos, la exhibición tuvo caracteres verdaderamente grandiosos, aumentados por la participación que tanto el Gobierno de la República como las diversas instituciones similares del país tomaron en ella.

Las fiestas se vieron realzadas con la presencia del Vice-Presidente de la República, don Alfredo Duhalde Vásquez, hijo de Osorno.

Ejército

En las partes anteriores de este trabajo histórico hemos visto que las únicas agrupaciones militarizadas que existieron permanentemente en Osorno durante la segunda mitad del siglo pasado, fueron las Milicias Cívicas.

A comienzos del presente estuvo acantonado en la ciudad un pequeño cuerpo militar: la Compañía Lautaro.

En 1907 llegó a establecerse el Batallón de Zapadores «Arauco», actual Regimiento de Ingenieros del General Diego Dublé Almeyda

Brillante es la histórica trayectoria de esta Unidad Militar. Nació a la vida

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en el corazón de Arauco, cuyo nombre lleva, el 28 de abril de 1877. El risueño pueblecito de Lumaco le sirvió de cuna.Después de participar gloriosamente en la guerra contra el Perú y Bolivia, al mando del Comandante don Ricardo Santa Cruz, y de intervenir en la dolorosa tragedia del 91, reorganizada y dividida, volvió con una de sus partes de nuevo al corazón de la Araucanía, a la histórica ciudad de Angol.

Desde el año 1907, y salvo un corto lapso, ha cubierto la guarnición de Osorno, primero como Batallón de Zapadores, después como Grupo, hasta 1940, en que se transforma en Regimiento de Ingenieros, bajo el N.°: 4 en el Arma.

Hermosa y fructífera ha sido la labor que, en las lides de la paz, ha cumplido en la ciudad de Osorno el Regimiento Arauco, que ha fundido su espíritu con el del pueblo todo.

No sólo las calamidades lo han visto prestar su altruista cooperación para el salvataje y bienestar de los pobladores. Numerosos puentes y caminos han sido entregados por los Ingenieros al aprovechamiento de las actividades productoras de Osorno y la región. La parte ya hecha del camino al mar ha sido construida exclusivamente por esta unidad militar.

El Regimiento ha sido palanca poderosa para el afianzamiento del espíritu patriótico y de chilenidad. Hermoso espectáculo dominical es el izamiento de la Bandera Nacional en la Intendencia de la Provincia, y los actos de carácter cívico y desfiles que presenta en los días de grandes aniversarios, hacen vibrar de fervor patriótico a las multitudes.

En 1944 el pueblo de Osorno, representado por su Municipio, otorgó

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una recompensa honorífica a uno de los más distinguidos Comandantes que ha tenido el Regimiento «Arauco»: el entonces Teniente- Coronel don Manuel Contreras. Se le hizo entrega de una medalla de oro «como un estímulo a su reconocido espíritu de bien público, traducido en obras que han significado un verdadero adelanto local», palabras del Acta de 30 de marzo de aquel año.

La aviación civil

Al hablar de las actividades aéreas de Osorno, es conveniente recordar al primer hombre que cruzó los cielos de esta comarca.

En marzo de 1903 un ciudadano francés, Eduardo Laisselle, llegó a Osorno para hacer una exhibición que llamó poderosamente la atención de los osorninos.

Desde la cancha y frontón de pelotas de propiedad del señor Ascaraín, ubicados en los terrenos que hoy ocupa el molino Williamson, próximos a la vía férrea, Laisselle se elevó en un globo. Alcanzó a remontarse a una altura superior a 500 metros y descendió en terrenos vecinos a la ciudad

Ahora, al referirnos al pasado del Club Aéreo de Osorno, diremos que es la institución de más breve historia, ya que sólo fue organizada en época reciente, el 13 de enero de 1940, en que un grupo de personas entusiastas se reunió en el Club Alemán y procedió a elegir el Directorio provisorio, que

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quedó constituido en la siguiente forma:

Presidente Honorario, Ministro de Defensa Nacional, don Alfredo Duhalde Vásquez.

Presidente efectivo, Comandante de Escuadrilla don Armando Rivera.

Vice-Presi dente, don Heriberto Scheuch E.

Secretario, don J. Vicente Montecino S.

Pro-Secretario, don Arno Moeller.Tesorero, don Eduardo Rosas G.Protesorero, don Hernán Rosas M.Directores Consejeros, señores:

Sub-Teniente de Aviación don Emilio 2.° Schoenherr, don Rubén Montecino S. y don Juan G. Schmitz.

Dos meses después se eligió el primer Directorio definitivo, en conformidad a los Estatutos recién aprobados, y fue el siguiente:

Presidente Honorario, Ministro de Defensa Nacional, don Alfredo Duhalde Vásquez.

Presidente, don Osvaldo Follert F.Vi ce-Presidente, don Juan Schmitz.Secretario, don J. Vicente Montecino

S.Pro-Secretario, don Federico Ihl BTesorero, don Eduardo Rosas E.Protesorero, don Fléctor Rodríguez

Sch.Directores Consejeros, señores Otto

Weiss, Germán Cornelius y Heriberto Scheuch E.

Posteriormente ocupó la presidencia del Club un hombre de entusiasmo, que logró imprimirle un rumbo acelerado de progreso: don Eduardo Sanfurgo G.

Pasó mucho tiempo sin que, a pesar de las numerosas prácticas cuotidianas de los socios activos, se produjera ningún accidente de consideración. Desgraciadamente el 23 de octubre de 1944 dos socios que efectuaban un vuelo de rutina sufrieron un accidente y

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perdieron la vida: los señores René Brito Barrueto y Germán Feddersen. El 8 de mayo de 1946 también pereció el piloto don Norberto Martín Hube, poco después de elevarse en la cancha de Puyehue.

Durante su breve vida, el Club Aéreo de Osorno ha logrado formar un centenar de pilotos civiles, de los cuales varios han hecho cursos militares que los han puesto en posesión del título de Oficiales de reserva de la Fuerza Aérea Nacional.

Monumento a Eleuterio Ramírez

En 1906 fue lanzada por primera vez en Osorno la idea de erigir un monumento a Eleuterio Ramírez por don Víctor Rosas Carrasco, a cuya iniciativa se realizó una reunión con ese objeto, el 29 de abril, en el local del Club Alemán.

Sin embargo, sólo a comienzos de 1915 se abordó este asunto con decidido entusiasmo a lo largo de todo el país; pero las ciudades donde ésta iniciativa tomó un fervor patriótico, fueron Santiago y Osorno. Por Ley de 28 de diciembre de 1917 se autorizó la erección del monumento.

En la Capital se formó un Comité Central para toda la República, presidido por el General en retiro don José de la C. Salvo, y en el que actuaron como secretario y tesorero, respectivamente, los señores J. A. Bizama Cuevas y Dr. Pedro N. Barros Ovalle.

El primer Comité local de Osorno tuvo como presidente a don Arturo Montecino A. y como secretario a don

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Isidoro Dubournais; y el último, que participó en la inauguración del monumento, estuvo presidido por el Gobernador departamental, don Luciano Rosselott, e integrado por los señores: Mayor de Ejército don Ricardo Donoso, Párroco don Walterio Horsthemke, Dr. Neftalí Barrientes, Eduardo Burnier, Galo Montalva y Pedro C. Viveros.

En Santiago, Osorno y otras ciudades se efectuaron conciertos, rifas, colectas, etc. En la Capital hubo, entre otras, dos grandes veladas en el Teatro Municipal, una organizada y dirigida por la distinguida dama señora Delia Matte de Izquierdo, que reunió como actores y concurrentes a lo más selecto de Santiago; y otra organizada por el Ejército, que tuvo un éxito artístico y económico no inferior a la primera.

La maquette del proyecto consistía en una pirámide que ostentaba en relieve el busto del héroe y a la Gloria que ascendía a colocarle la corona de laurel.

Los osorninos consideraron este proyecto demasiado modesto para la grandeza de su héroe, y así lo hicieron presente al Comité Central.

Reproducimos textualmente parte de la nota de 31 de julio de 1915 en que se hacía presente esta circunstancia, que pone muy en alto el espíritu altivo y generoso de los hijos de esta tierra:

«Quiere también este Comité aprovechar esta oportunidad para

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manifestar al Comité General las aspiraciones y propósitos que le animan en orden a que el monumento a Eleuterio Ramírez sea una obra de arte digna del héroe cuya memoria tratamos de honrar, digna del Ejército de Chile, cuyas glorias debe simbolizar, y digna también de la ciudad de Osorno, cuya importancia y prosperidad la hacen merecedora de poseer un monumento que; además de todo aquel valor moral, tenga también el valor artístico y material correspondientes.

Nuestro pensamiento es que Osorno tiene el deber de contribuir con

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la mayor parte del importe del monumento, y este pensamiento es el del vecindario todo, según lo hemos podido constatar; pero, al mismo tiempo, nuestro deseo y el de la autoridad local y del vecindario es que tenga todas las proporciones que las circunstancias permitan

Para Osorno, sería muy grato que el monumento consistiera en una estatua en que se emerja la figura del héroe y se simbolice su sacrificio sublime como lección eterna que enseñe a las generaciones chilenas cómo se muere por la patria, y este

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deseo es tanto más legítimo cuanto que este monumento será, tal vez por muchos años, el único con quecontará la ciudad.

Para su realización este Comité cree fundadamente que la población entera de Osorno concurrirá con el óbolo que sea necesario». (El Progreso, de 4 de agosto de 1915).

Los deseos del pueblo osornino se vieron satisfechos, aunque pasaron más de diez años antes que el proyecto de monumento pudiera materializarse.

En esta larga y patriótica campaña debemos hacer resaltar el empuje y entusiasmo de una mujer, a cuya acción incansable se debe, en no pequeña parte, el éxito. Ella es la señorita Eudomilia Gallardo S., distinguida profesora que prestó por largos años sus servicios en Osorno y que desde la prensa, y con su libro El Héroe de Tarapacá[ Teniente Coronel don Eleuterio Ramírez, publicado en 1912, entusiasmó a los pueblos a cooperar.

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La ceremonia de colocación de la primera piedra del monumento al héroe se efectuó el 18 de septiembre de 1927, auspiciada por el Comandante de la Guarnición Militar y Jefe del Batallón Zapadores«Arauco», N.°: 5.

El 11 de diciembre del mismo año la ciudad de Osorno se vistió de gala para celebrar dos grandes acontecimientos: la inauguración del monumento al héroe osornino, y la apertura de la Exposición anual de la Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno.

La presencia del Presidente de la República, don Carlos Ibáñez del Campo, Ministros de Estado, representantes del Ejército y Armada, descendientes de Eleuterio Ramírez y otras distinguidas personalidades, dio un brillo especial a las fiestas.

Los parientes del héroe estaban representados por sus hijas, las señoras Ercilia Ramírez de Herrera y Emilia Ramírez de Salvo, y de varios nietos, de los cuales don Ricardo Ramírez Peña y Lillo agradeció el homenaje.

La ceremonia fue iniciada por una solemne misa de campaña oficiada por el secretario castrense, presbítero don Hernán Merino, en representación del Vicario, que se vio imposibilitado para asistir.

Enseguida hizo entrega oficial del monumento el General en retiro, y veterano de la Guerra del Pacífico, don Alejandro Gacitúa, haciendo la recepción de él en nombre de la ciudad de Osorno, el miembro de la Junta de Vecinos don Arturo Bertín.

Otros oradores fueron: el Capitán de Fragata don Carlos Bowen, la señorita Eudomilia Gallardo, alma del movimiento local pro monumento a

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Ramírez, y Teniente Coronel don Jorge Chaparro.

Se completó la ceremonia cívica con la bendición del estandarte de la Cruz Roja de Señoras, institución fundada en Osorno el 19 de noviembre de 1924.

Desde el 11 de diciembre del año 1927 la bizarra figura en bronce del héroe de Tarapacá marca, con su espada en alto, a las generaciones presentes y futuras, cómo se cumplen los deberes en defensa de la Patria.

Otros acontecimientos trascendentales

Sin duda que uno de los acontecimientos más importantes de comienzos del siglo fue la construcción del ferrocarril de Osorno a Puerto Montt, cuya iniciación se vio agitada con motivo de la venida a Osorno del Presidente don Pedro Montt, a principios de marzo de 1907.

En junio del mismo año tomó a su cargo esta obra, por contrato, don Pedro Antonio Rosselot.

El estudio y trazado de la vía estuvo a cargo del ingeniero don Alejandro Guzmán, secundado por los ingenieros señores Walterio Meyer Rusca, Isaías Muñoz, Joel Muñoz, como ingeniero de la Empresa, y Filidor Fernández, como ingeniero jefe fiscal de la Dirección de Obras Públicas.

El trabajo se comenzó simultáneamente desde los dos extremos, de modo que la unión de ambas partes se produjo en Frutillar.

La obra quedó totalmente terminada en 1913. Sin embargo, según leemos en el periódico El Progreso,

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de Osorno, desde el domingo 28 de julio de 1912 comenzó a correr un tren semanalmente entre Osorno y Puerto Montt. Salía de la primera de estas ciudades a las 6 a. m. y regresaba del Puerto a la 1 de la tarde. El valor del pasaje era de $13.60 en 1.a clase y $9.10 en 2.a

Hablemos ahora de acontecimientos dolorosos.

El 13 de junio de 1907 un gran temblor azotó la región de Valdivia y Osorno. Tuvo caracteres de terremoto en la primera de las ciudades nombradas. El sismo se produjo a las 4:30 de la madrugada y los ancianos no recordaban otro de igual intensidad. Felizmente los perjuicios que ocasionó en Osorno no fueron de consideración.

El azote que más a menudo han sufrido los habitantes de los barrios bajos de la ciudad ha sido el de las inundaciones ocasionadas por el desborde de los ríos Rahue y Damas.

En 1904, a fines de junio, el río destruyó el puente de San Pedro, y sólo en diciembre pudieron iniciarse las obras de reconstrucción, debiendo emplearse, durante el tiempo que duraron las faenas, el antiguo sistema del balseo. La recepción del nuevo puente se hizo el 20 de junio de 1905.

Algunos años más tarde, a principios de junio de 1915, otra inundación, aún mayor, azotó a la ciudad y la región.

El agua inundó la población Rahue y las vegas de la Ovejería y la Trinchera, ocasionando, entre múltiples pérdidas materiales, la muerte de dos personas. En Trumao el agua llegó hasta el segundo piso de las casas.

Felizmente, la Municipalidad y los vecinos cooperaron con largueza para

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aliviar la desesperada situación en que quedó mucha gente de escasos recursos.

En la madrugada del 24 de diciembre de 1943 un acontecimiento catastrófico llenó de dolor no sólo a los habitantes de Osorno y la región, sino al país entero: el incendio del Seminario Franciscano, que causó una horrorosa muerte a quince niños estudiantes, en circunstancias que poco antes, el 30 de agosto, se había consumido, también por el fuego, el hermoso templo de la misma comunidad.

Fue ésta una Pascua dolorosa para los osorninos.

Los pocos sobrevivientes del siniestro lograron escapar lanzándose desde el segundo piso, donde estaban instalados los dormitorios.

Los funerales de las pequeñas víctimas fueron grandiosos y en ellos participaron todas las instituciones de Osorno y, en general, el pueblo entero.

La ciudad ha vivido horas de regocijo y de entusiasmo cívico en repetidas ocasiones, sobre todo durante las visitas que han efectuado los Jefes de Estado.

En marzo de 1907, y en el mismo mes del año siguiente, el Presidente don Pedro Montt fue huésped de Osorno, y su estada redundó en positivo beneficio para la ejecución de numerosas obras de bien público, como el ferrocarril al sur, construcción de edificio para el Liceo de Hombres, etc.

Las Exposiciones anuales presentadas por la Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno (Sago), han contado a menudo con la presencia del Primer Mandatario de la República: en 1923, don Arturo Alessandri Palma, quien vino nuevamente diez años más

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tarde, y con el mismo objeto; don Carlos Ibáñez del Campo, en 1927 y 1930; don Pedro Aguirre Cerda, en 1940 y 1941; el Vice-Presidente don Alfonso Quintana Burgos, en 1944; y don Alfredo Duhalde Vásquez, hijo de Osorno, que durante 1945 y 1946 desempeñó la Vicepresidencia de la República.

El 2 de mayo de 1938 llegó a Osorno, de paso para Santiago, la excelsa Gabriela Mistral. Tal vez pocas veces había presenciado la ciudad un homenaje más grandioso. De nada sirvieron los cordeles policiales para contener la avalancha humana que deseaba contemplar de cerca a la gran mujer que, años más tarde, recibiría el premio Nobel de Literatura

La presencia de Gabriela en Osorno duró cinco días, en el curso de los cuales alternó especialmente con maestros y con niños.

Al venir desde Bariloche, se sintió hondamente impresionada por la belleza del lago Llanquihue y del volcán Osorno, impresión que dejó eternizada en dos hermosos poemas.

En carta de agradecimiento a las autoridades y pueblo en general, decía:

«Soy deudora de estas atenciones que no por ser públicas han dejado de ser profundas y soy una deudora feliz porque Osorno me ha conmovido

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por su progreso grande y por el espíritu moderno de sus dirigentes.

Sean dichosos Uds., gente de Osorno, en esta tierra realmente maravillosa que ya me he dado el gusto de alabar en dos poemas de estos días».

Salubridad. Beneficencia

La epidemia de viruelas, mal característico de todos los pueblos de Chile durante el siglo pasado, azotó en varias ocasiones en el presente a Osorno y la región.

En 1905 el flagelo tomó cuerpo en forma alarmante desde principios de año, y no sólo se mantuvo durante todo el resto de él, sino que siguió en 1906, y, después de haber desaparecido en los primeros meses, volvió a presentarse en octubre.

En 1913 y 1914 nuevamente el pueblo recibió esta ingrata visita, que se repitió con caracteres de verdadero azote, entre los años 1921 y 1923, sobre todo durante este último, en que la Municipalidad acordó construir un edificio adecuado para la atención de los variolosos

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En el mes de junio don Federico Menge donó al Municipio, por escritura pública que se extendió el día 18, un terreno destinado a la construcción de lazareto, que es el mismo que, en julio de 1942, se donó a la Sociedad Socorros de Señoras para instalar el Asilo de Ancianos.

El Hospital tuvo mala suerte durante los últimos 40 años. En el mes de abril de 1901 el edificio fue reducido a cenizas por un incendio, logrando reconstruirse a corto plazo. Mientras se realizaban estos trabajos, se atendió a los enfermos en un hospital provisorio instalado en una casa particular de la calle Bilbao.

El domingo 24 de abril de 1904 la ciudad inauguró, llena de regocijo, el nuevo establecimiento. Asistieron a solemnizar la reapertura la Municipalidad, Cuerpo de Bomberos y otras instituciones locales.

Desgraciadamente, en 1919 un nuevo y voraz incendio destruyó este local, construido a costa de innumerables sacrificios y, lo más doloroso, es que en el siniestro pereció una media docena de enfermos. El Hospital continuó funcionando en un edificio de la calle Carrera.

Sólo en 1922 fue posible iniciar la nueva construcción del establecimiento hospitalario, gracias a los fondos concedidos por el Gobierno en conformidad a una Ley especial, de fecha 26 de julio.

Al hablar del terreno donado al Municipio para la construcción de un lazareto, dijimos que, posteriormente, el local fue cedido a la Sociedad de Socorros de Señoras para instalar en él el Asilo de Ancianos.

Desde 1920 la mencionada institución recolectaba fondos

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destinados a la realización del proyecto. Hasta 1927 se habían reunido $42.198.94, con los cuales fue posible abrir el establecimiento y recibir loscinco primeros ancianos.

Otra institución de beneficencia que ha desarrollado en Osorno una altruista labor es el Asilo para niños instalado en Rahue, sostenido por la Sociedad Protectora de la Infancia y dirigido por las monjas Hijas de San José.

Con respecto a servicios sanitarios, desde el año 1906 el Municipio se preocupó de ellos, y es así como en sesión de 1° de diciembre se acordó contratar un empréstito de $75.000 para la construcción de desagües de la ciudad. Es simpático estampar que el Alcalde Hott rebatió a los opositores del proyecto diciéndoles: «La salubridad debe primar sobre otros servicios».

Los primeros baños públicos se instalaron en 1932, gracias a la iniciativa del Alcalde don Eduardo Burnier.

Terminemos estas líneas relacionadas con la salubridad con el recuerdo de un hecho divertido.

Durante el año 1940 la población se vio amenazada con la propagación de la hidrofobia, de la que no sólo fueron víctimas los perros, sino numerosos otros animales de los fundos. La Dirección General de Sanidad envió una brigada especial a Osorno con el objeto de combatir el mal, la que, sin contemplación alguna, procedió a la eliminación de cuanto can fuera encontrado en las calles, o que lograra divisar a través de las ranuras de los cercos.

Esto produjo la indignación de mucha gente amante de los perros. Se organizaron mítines bulliciosos, en los

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que se pidió la cabeza de los veterinarios jefes de la brigada...

La Cruz Roja de Osorno

Una de las instituciones locales que merece el reconocimiento público, sobre todo de la gente humilde, es la Cruz Roja de Osorno.

Nació modestamente el 4 de agosto de 1912 con un número «fatal» de postulantes, pues eran 13, que se reunieron en uno de los salones de la Pastelería Sauré. El tiempo se encargó de desmentir el significado supersticioso de este número.

Los 13, según se desprende de las firmas del acta de constitución, fueron los señores Fernando Montecinos Rosas, Óscar Olavarría, Ezio Turconi, Ernesto Manríquez M., Octavio Canto, Antonio Liado, Amalio Arriagada, Julio Casas, Alfredo García Damann, Pedro Contreras, R. Negrón, Gregorio Riscos e Ignacio Riffo.

Un mes más tarde se constituyó el primer Directorio provisorio, que quedó formado como sigue

Capitán, don Fernando Montecinos Rosas.

Secretario, don Ernesto Manríquez M.

Tesorero, don Alfredo García Damann

Teniente 1°, don Ezio Turconi.Teniente 2.°, don Óscar OlavarríaSub-Teniente Io, don Amalio

Arriagada.Sub-Teniente 2.°, don Julio Casas.Este Directorio se integró poco

después con los siguientes señores:

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don Germán Piwonka (Presidente), don Alfredo Sommer (Vice-Presidente), Dr. don Fernando Lopetegui (Director Cirujano), don Arturo Velásquez (Ayudante) y don Alfredo González (Pro-Secretario).

La nueva institución osornina dependió, en sus comienzos, del Comité Central de Punta Arenas, ciudad fundadora de la Cruz Roja en el país.

Sin duda que el honor de la creación de la agrupación de Osorno se debió al entusiasmo de don Fernando Monteemos, y es curioso hacer notar que tanto esta institución como la de los bomberos de Osorno, brotó de una chispa que vino de muy lejos. Los señores Monteemos y Adolfo de la Cruz venían de Punta Arenas y Valparaíso, respectivamente, donde bebieron el entusiasmo por la difusión de esas dos nobles instituciones.

La labor de los primeros miembros de la Cruz Roja de Osorno fue abnegada, ya que todo el servicio de movilización de enfermos se hizo con camillas, pues únicamente en octubre de 1918 se pudo contar con la primera ambulancia-automóvil.

En 1927 la institución pudo disponer de un edificio propio para el mejor desarrollo de sus actividades.

El 19 de noviembre de 1924 se formó la Sección Femenina de la Cruz Roja de Osorno, auspiciada por el Dr. don Fernando Lopetegui.

El primer Directorio provisorio quedó constituido en la siguiente forma:

Presidenta, señorita Dalila Muñoz J.Vi ce-Presidenta, señora Frida H. de

Fuchslocher.Secretaria, señora Lucinda de Hess.Pro-Secretan a, señorita Melita

Mohr.

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Tesorera, señorita Teresa Montecinos.

Médico-cirujano, Dr. don Fernando Lopetegui.

Vocales: señora Anita de Vásquez.Señora Mercedes D. de Adams.Señora Emilia K. de Martínez.Señora María de Bey tí a ySeñora Virginia de Lopetegui.El Directorio definitivo fue elegido el

24 de julio de 1925, y se formó así:Presidenta, señora Anita V. de

Vásquez.Vi ce-Presidenta, señora Virginia de

Lopetegui.Secretaria, señora Lucinda G. de

Hess.Prosecretario, señorita Adela BravoTesorera, señorita Teresa

Montecinos.Directoras señoras: Frida de

Fuchslocher, Mercedes de Adams, Mina de Rayo, María de Beytía, Elisa de Soriano, Ida de Burgos, Juana de Monje, Alma de Freude y señorita Dalila Muñoz.

Las secciones masculinas y femenina de la Cruz Rosa ocupan un mismo local desde el año 1927, en que se adquirió la propiedad que poseen.

Múltiples han sido las actividades de esta institución osornina. Los hombres se encargan con sus ambulancias de la prestación de primeros auxilios y movilización de enfermos; las damas, además del espléndido policlínico atendido por ellas mismas, dirigidas por profesionales, socorren con alimentos y ropa a la gente necesitada y desempeñan el papel de verdaderas visitadoras sociales.

Ambas Secciones han prestado valiosos servicios en cuanta calamidad ha azotado a Osorno: epidemias, inundaciones, etc.

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En 1944 la Municipalidad premió a los más meritorios y antiguos socios de la Cruz Roja osornina, otorgando sendas medallas de oro al Dr. don Fernando Lopetegui y a don Francisco Torrijos, por su abnegada labor de más de treinta años en cargos de responsabilidad.

Servicios bómbenles

Durante los años 1904 y 1905, sobre todo durante este último, hubo una verdadera ola de incendios, los que unánimemente fueron calificados de intencionales.

Como los bomberos en esa época tenían aún un material modesto, se vieron obligados a establecer turnos entre los voluntarios, a fin de patrullar la ciudad y tratar de evitar u observar oportunamente los comienzos de incendio.

Uno de los siniestros de mayores proporciones de comienzos del presente siglo fue la destrucción por el fuego del Hotel La Unión, de propiedad de don Maximiliano Bergen, ubicado en calle Ramírez esquina Martínez de Rozas, ocurrido el 27 de noviembre de 1904.

El 11 de noviembre de 1905 se fundó la 5.a Compañía de Bomberos, atendiendo a una necesidad muy sentida: el salvataje y protección del mobiliario de las propiedades amagadas.

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En 1909 un incendio de enormes proporciones se produjo en la ciudad de Valdivia. El Cuerpo deBomberos de Osorno prestó en esa ocasión una valiosa ayuda.

Los principales incendios producidos en la ciudad en los años posteriores fueron: el 18 de agosto de 1914, el del Colegio de la Inmaculada Concepción, en el que pereció un bombero; en 1920, el que destruyó la Tesorería, el Juzgado y varias otras casas vecinas a la Estación de los Ferrocarriles; en febrero de 1923, el que redujo a cenizas varias propiedades de la calle O'Higgins, entre Mackenna y Rodríguez; en 1926, la destrucción de la Iglesia Parroquial; y en 1943, los tres incendios sucesivos que destruyeron casi totalmente las propiedades de los Padres Franciscanos, incluso la Iglesia.

El Cuerpo de Bomberos de Osorno ha visto caer a varios de sus miembros en actos del servicio.

En el incendio del Colegio de la Inmaculada Concepción, tuvo una horrorosa muerte, devorado por las llamas, el voluntario de la 4.a Compañía don Juan Lagos Aro, que sacrificó valerosamente su vida al pretender salvar personas que, se decía, habían quedado aisladas por el fuego. Hasta ahora es el único bombero que ha perecido víctima del terrible elemento.

El 2 de septiembre de 1932, mientras las bombas acudían obedeciendo a un llamado de alarma, un carro de la 3a Compañía perdió la dirección y chocó violentamente contra un árbol de la Alameda, quedando gravemente herido el Ayudante General del Cuerpo, y distinguido periodista, don César Ercilla Olea, que falleció a raíz de este lamentable accidente.

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El 30 de enero de 1939 un carro de la 1.a Compañía, que desde su cuartel, ubicado en la calle Patricio Lynch, se dirigía a gran velocidad hacia el centro de la ciudad, acudiendo a un llamado de incendio, se volcó al llegar a la Plazuela de Yungay, ocasionando la muerte instantánea del Director, don Ernesto Zout, y dejando en estado de suma gravedad al voluntario don Félix Veperinas, que falleció el 3 de febrero.

El último voluntario que sacrificó su vida en el cumplimiento del deber fue el miembro activo de la 3.° Compañía don Hugo Aubel Rebolledo, que pereció el 3 de febrero de 1947 al pretender tomar un carro bomberil que acudía a un llamado de incendio.

Durante los últimos cuarenta años el Cuerpo de Bomberos de Osorno modernizó completamente su material de trabajo, y en la actualidad se encuentra calificado, por su disciplina y eficiencia, entre los primeros del país.

Dijimos en la parte anterior de este trabajo histórico que la Municipalidad había cedido a los bomberos, por un plazo de 30 años, el usufructo del sitio en que construyeron su Cuartel General.

La Corporación edilicia, en sesión de 3 de octubre de 1933, acordó donar al Cuerpo el mencionado predio, lo que fue autorizado por Ley de 5 de enero de 1934, con lo que pasó a ser el dueño definitivo deél.

El magnífico pie en que se encuentra el Cuerpo de Bomberos de Osorno se debe a la cooperación del Gobierno, del vecindario y de todos sus voluntarios. Sería larga la lista de los dirigentes bomberiles que se han sacrificado en forma especial por el progreso de la institución, pero

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debemos destacar, entre todos ellos, a don José María Sotomayor, miembros de la 3.a Compañía y Superintendente durante muchos años.

La Municipalidad osornina, en agradecimiento a los buenos servicios prestados a la ciudad por los bomberos veteranos, tomó, en sesión de 21 de junio de 1935, el hermoso acuerdo de conceder la medalla de oro municipal a los voluntarios que completaran treinta años de servicios en el Cuerpo.

Se han hecho acreedores a esta distinción los señores Marcelino Villalobos, Adolfo Reccius, Guillermo Kapstein, Santos Vargas, Juan Epple de la Fuente, Guillermo Piwonka, Ernesto 2.° Piwonka, Vicente Guzmán, Javier Mancilla, Alfredo Soto y José Luis Borlaf.

Aspecto social

Hemos dicho en la Parte anterior de esta obra que los únicos entretenimientos de carácter teatral, durante el siglo pasado, se redujeron a representaciones hechas por conjuntos de aficionados

En el mes de octubre de 1902 se realizaron las primeras funciones de biógrafo Es interesante comentar el efecto que este invento produjo entre los osorninos, según lo relata el periódico La Voz de Osorno, en su número de 1° de noviembre de dicho año:

«Se llenó el teatro de bote en bote. Empezó la primera vista y aquello fue una sorpresa

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general, que duró durante toda la función.

El público no cesó de aplaudir todas las vistas, y tan satisfecho y contento salió, que a la función siguiente, no obstante ser martes, un dia poco apropiado para teatro, se llenó de tal manera la platea y galería del Salón del Club Alemán, que la Empresa se vio obligada a suspender la venta de entradas y muchas personas tuvieron que retirarse sin poder entrar.

Los viajes, las escenas cómicas y todo cuanto se nos exhibía, era una realidad, tan natural, que se hace uno el efecto de que es la

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verdad que estamos viajando por otros países, o de que asistimos a la presentación de alguna función de circo, o de otras mudas escenas de la vida humana».

Como podemos ver, los osorninos se manifestaron admirados con el imperfecto y mudo cine de aquellos tiempos.

Al año siguiente, otra empresa cinematográfica pasó una película tomada durante las fiestas patrias santiaguinas del año anterior, en la que aparecían el Presidente Riesco, el Te Deum, la Parada Militar, etc.

Durante los entreactos de estas funciones, los espectadores se servían, en la misma sala, perfumado vino caliente, y los caballeros fumaban. ¡Sencillas costumbres las de aquellos años!

En 1905 los habitantes pudieron ver las primeras funciones de ópera, que presentaba la compañía italiana Poggi y Penella. No recordamos cuál era el valor de las entradas al cine, pero para la ópera regían los siguientes precios: sillones $2.50, lunetas $2 y galerías $1.

En 1915 había ya dos salas de cine con empresas establecidas en la ciudad: la Sauré y la Skating Rinlc. La segunda de ellas empleaba también su local como sala de patinaje.

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Otro motivo de curiosidad para la gente de Osorno, en relación con las actividades recreativas y artísticas, fue la llegada del primer autopiano, en 1908, el que llamaron «instrumento maravilloso». A fin de darlo a conocer al público, se preparó una función teatral, en la que cooperaron damas de la sociedad y el violinista Bruning.

Las mañanas domingueras y los acontecimientos importantes eran amenizados por la banda de músicos, que aquí no ha faltado, al menos durante el presente siglo La más antigua de estas instituciones, y que ha logrado mantenerse, es la banda Germanía, formada en sus comienzos, por ciudadanos alemanes, y más tarde por ellos o sus descendientes.

En los años corridos de este siglo existieron algunas bandas subvencionadas por la Municipalidad: una fue dirigida por don Manuel Maldonado, y se mantuvo durante varios años; tuvo otra el batallón Zapadores; hubo Orfeón Municipal, dirigido por don Luis Óscar Lagerstedt; y, por último, el Municipio subvencionó un conjunto formado por los Carabineros.

La creación de la banda del Regimiento, también con ayuda municipal en su mantenimiento, vino a terminar con los conjuntos particulares, a excepción del Germanía, que ya hemos mencionado y que constituye más bien una entidad particular de carácter social y recreativo para sus mismos componentes.

La ciudad de Osorno se ha distinguido por el número de sociedades de carácter mutualista. Ya hemos visto, a fines del siglo pasado, organizarse la Sociedad Unión de Artesanos.

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Durante el presente nació a la vida, en primer lugar, la Sociedad Eleuterio Ramírez, fundada el 11 de noviembre de 1903, y a la cual el Gobierno concedió personalidad jurídica al año siguiente.

Trece son las agrupaciones de este género que tiene en 1946 la ciudad de Osorno, y como cada una de ellas es el producto de un gran esfuerzo individual y colectivo, dejaremos constancia de todas ellas:

Sociedad Unión de Artesanos.Sociedad «Eleuterio Ramírez».Sociedad «La Fraternidad».Sociedad «Carpinteros y

Ebanistas».Sociedad Carretoneros «El

Progreso».Club de Sub-Oficiales en retiro

«Sargento Luis Navarrete».Sociedad de Choferes de Osorno.Sociedad «Manuel Rodríguez».Sociedad Confraternidad e

Ilustración Femenina de Rahue.Sociedad «Las Hijas del Trabajo».Sociedad «Paula Jaraquemada».Sociedad «Unión de Obreros» de

Rahue.Sociedad «Juana de Arco».Además, se organizaron durante el

presente siglo el Club de Empleados y la Sociedad Española de Socorros Mutuos.

Con respecto a instituciones de carácter puramente social, debemos recordar que a mediados de 1918 se fundó el Club de Septiembre, el que tuvo corta vida.

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La prensa

«El Cuarto Poder del Estado», como se acostumbra llamar a la prensa, ha tenido en Osorno, durante el recién pasado siglo y el actual, numerosos representantes. Hubo años, como 1905, en que la aún pequeña ciudad se dio el lujo de tener simultáneamente dos diarios y dos periódicos: La Voz de Osorno, el Liberal, el Eco del Sur y el Correo de Osorno.

Hubo algunos periódicos que comenzaron a publicarse durante el siglo pasado y que se mantuvieron hasta después del año 1900. Como ellos han sido mencionados en la Parte anterior de esta obra, sólo nombraremos aquí a los que aparecieron en los años del presente siglo. Ellos son, por orden cronológico:

El Eco del Sur 1901-

-1908

Bisemanal

El Correo de Osorno 1904-

-1908

Diario

E1 Obrero 1906

Bisemanal

El Centinela A ustral 1906

Interdi ario

E1 progreso 1908-

-1917

Diario

Al Osornino 1912

Un solo N 0

Hochzeits Wespen 1912

íd.

Los Tiempos 1913

íd.

La Prensa 1917

Hasta la actualidad

El Diario de Osorno 1920

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El Osorno 1920-

-1925

Diario

Claridad 1923

Bisemanal

El Constitucional 1925

Semanario

La Gaceta 1933

Diario

La Tarde 1935-

-1940

Diario

El Mundo 1946

Un solo N.°

Otros periódicos, sobre los cuales no hemos encontrado mayores datos en la Sección respectiva de la Biblioteca Nacional de Santiago, son: Crítica, La Crónica, La Ultima Hora, Las Noticias, La Voz Austral y La Opinión.

La mayoría de estos periódicos ha sido de corta vida, y su publicación se ha debido, en muchos casos, a situaciones políticas de carácter transitorio.

Desde 1917 ha logrado llevar una vida próspera el diario La Prensa, cuyo primer número apareció el 2 de diciembre de 1917, dirigido y administrado por los señores Reinaldo, Eduardo y Víctor Ide. Este diario fue continuación de El Progreso que, como hemos dicho más arriba, fue fundado en 1908, por el periodista don Gabriel de la Gala, y que pasó después a poder de don Arturo Montecinos, a quien hicieron la adquisición los señores Ide.

Además de los propietarios nombrados, cabe recordar entre el personal que tuvo a su cargo el diario durante los primeros tiempos, a los señores Ernesto Manríquez M., Arturo Mutizábal, Armando Schopf y Juan Adriazola.

La Prensa, que pertenece actualmente a la Sociedad Periodística

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del Sur, que edita diarios en Concepción, Temuco, Valdivia y Osorno, es un diario que hace honor al periodismo de las provincias. Es un órgano de ideas independientes y de nutrida y seria información.

En Osorno también se han editado numerosas revistas de carácter literario, agrícola o deportivo. Las que se han mantenido en los últimos tiempos son: Senda, fundada y mantenida desde 1941 por el antiguo periodista don Andrés Valenzuela; Agricultura Austral, revista de divulgación técnica de la Sociedad Agrícola y Ganadera; Austral, órgano del Centro de Extensión Cultural de Osorno y Juventud y Excelsior, de los liceos de hombres y niñas, respectivamente.

La más rápida preparación y mejor presentación de esta clase de publicaciones se ha facilitado últimamente con el empleo de linotipias, la primera de las cuales, para talleres de obras, fue traída a Osorno por la Imprenta Cervantes, y es en la que ha sido impresa la presente obra histórica.

El deporte

El deporte organizado comenzó a practicarse en Osorno sólo a comienzos del presente siglo, concretándose exclusivamente al fútbol, que ha continuado hasta ahora como el juego de carácter más popular.

El 16 de octubre de 1904 se organizó el «Osorno F. B. C.», cuyo

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primer Presidente fue don Anselmo García.

Cuatro años más tarde, el Io de agosto de 1908, nació a la vida el club «Bernardo O'Higgins», presidido por don Victorio Ruiz.

Numerosas han sido las agrupaciones que se han organizado posteriormente con el objeto de practicar el fútbol y otros deportes, destacándose como las más antiguas, y que han logrado mantenerse hasta nuestros días, el Rangers, fundado el 30 de junio de 1912; el Deportivo «Arauco», el 16 de octubre de 1916, llamado antiguamente «Pontoneros»; el «Osorno Atlético», el 19 de mayo de 1919; el «Artético Llanquihue», el 1.° de octubre de 1920; el deportivo Español, el 22 de agosto de 1931; el «Ben-FIur», el 5 de noviembre de 1931, cuya sección femenina se organizó el 21 de noviembre de 1932; y el «Deportivo Sirio», el 1° de mayo de 1934.

Los primeros equipos futbolísticos tuvieron que contentarse con canchas improvisadas, que no fueron otras que las pampas que rodeaban a la ciudad, como la llamada de la Conrada, la de Matthei o la Angulo.

El 13 de mayo de 1913 se formó el organismo coordinador de los diferentes clubes, la Asociación de Fútbol, que tuvo como primer Presidente a don Abraham Gajardo.

Los deseos de contar con canchas adecuadas y cómodas comenzaron a materializarse en forma definitiva sólo en 1928, en que la Junta de Vecinos de la ciudad, en sesión de 2 de mayo, acordó poner a disposición de la Liga de Fútbol el terreno que, doce años atrás, había cedido a la Municipalidad don Alberto Schott, con el objeto de que en él se instalara un parque u otro

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lugar de esparcimiento para los habitantes de la ciudad.

Aunque el legado del señor Schott establecía que el Municipio entraría en posesión de ese predio sólo después de la muerte de su esposa, la señora renunció generosamente a ese usufructo, bajo ciertas condiciones.

En 1941 don Luis Rosas Schilling donó un retazo de terreno vecino al obsequiado por el señor Schott con el objeto de ampliar el estadio y parque proyectados allí.

Una de las personas que tomó mayor interés por la nivelación y arreglo de este predio, a fin de facilitar la delineación de las diferentes secciones y la práctica de los deportes, fue don Eduardo Burnier, que desempeñó las funciones de Tesorero de las mencionadas obras y, además, durante una de sus administraciones como Alcalde de la ciudad, autorizó la construcción de las cómodas tribunas que hoy posee, construcción que se autorizó en sesión de 6 de febrero de 1934. El señor Burnier ocupó también durante largos años el cargo de Presidente de la Liga de Fútbol.

Este deporte osornino ha producido grandes valores del fútbol nacional, como Guillermo Subiabre y Eberardo Villalobos, figuras que tuvieron actuación descollante en el campeonato mundial de Montevideo, por lo que la ciudad, representada por su Municipio, les otorgó sendas medallas de oro en agosto de 1930.

Otra de las ramas del deporte de mayor antigüedad en Osorno es el «box», ejercicio viril en que se da a conocer el temple físico de la raza.

En sus comienzos tuvo rings tan modestos y originales como las primitivas canchas de fútbol: algunas

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veces la pista de algún circo o el sitio vacuo situado frente a la Plaza, en la esquina que forman las calles Matta y Mackenna, donde hoy se levanta el edificio de la Sago.

Entre sus primeros cultores debemos recordar a don Roberto Mardones y a don Alfredo Duhalde Vásquez, y como primer promotor de estos espectáculos a don José Reyes.

El box osornino formó a Bernardo Torrijos, uno de los grandes campeones de su tiempo.

Como principal propulsor durante los últimos años se ha destacado don Washington Calderón.

El tenis es otra actividad deportiva de antigua data en Osorno, pues el club local fue fundado el 5 de enero de 1917.

El atletismo, cuyas actividades organizadas comenzaron en 1919, ha formado también figuras de fama nacional e internacional, como Mario Recordón Burnier, Gerda Martín y Efraín Santibáñez a los cuales la ciudad de Osorno rindió un grandioso homenaje el 19 de mayo de 1946, al obsequiar la medalla de oro de la ciudad al primero y sendas placas de plata a los otros, por su destacada actuación en el campeonato sudamericano de atletismo celebrado en Santiago a comienzos de ese año.

Uno de los más activos impulsadores del atletismo, durante los últimos tiempos, ha sido don Ernesto Hechenleitner.

El básquetboles uno de los deportes de práctica más reciente en Osorno, como en las demás ciudades del país, ya que comenzó a ser conocido más o menos en 1930, gracias al impulso y facilidades que dio para su práctica el señor don Carlos Peralta, que

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desempeñó el cargo de Rector del Liceo, entre los años 1929 y 1932.

Los diferentes clubes locales han instalado modestas pero cómodas canchas.

Un esfuerzo digno de mencionarse, en este sentido, es el del Deportivo Español, que levantó en 1946 un monumental gimnasio cubierto, que puso a prueba el esfuerzo de sus dirigentes, entre los cuales indispensable es mencionar a don Florencio Beltrán.

Aunque el tiro al blanco se practicó desde el siglo pasado, sólo en el presente tomó un giro netamente deportivo

Además del club organizado en el Regimiento «Arauco», la ciudad cuenta con algunos clubes civiles, entre los cuales hay que destacar el «General Mackenna», fundado el 21 de mayo de 1922, y el «García Hurtado de Mendoza», creado el 12 de octubre de 1939.

El ciclismo también ha tenido entusiastas adeptos en la ciudad de Osorno, entre los cuales justo es destacar al pedaleo y dirigente don Luis Espinoza Vera.

En resumen, los cuarenta años de vida deportiva han sido fructíferos y eficaces cooperadores de la obra de mejoramiento físico de la raza.

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Don A» Julio Buschmann von Dessauer

En 1945, con motivo de celebrarse las bodas de plata de las Exposiciones anuales de la Sociedad Agrícola y Ganadera, el diario La Prensa, de fecha 2 de noviembre, dijo:

«Cuando se escriba en Osorno el Libro sobre la Historia Geográfica, Política y Económica de la Provincia, los historiadores tendrán tema de profundos alcances para señalar a la posteridad la personalidad del señor A. Julio Buschmann, porque un dictado de estricta justicia así lo está indicando».

Esto se decía en vida del señor Buschmann.Próxima a entrar en prensa esta obra histórica, el 2 de julio de 1947, la ciudad se impuso de la dolorosa noticia del fallecimiento de este verdadero patriarca de Osorno, y aunque nuestro propósito no ha sido el de hacer

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biografías aisladas de personajes de los últimos tiempos, y sólo dejar constancia de la obra realizada por ellos, en los capítulos relacionados con las diferentes actividades, no hay duda que el señor Buschmann merece ser destacado en forma especial.

Nacido en Concepción en el año 1870, llegó a Osorno en 1896, durante el período que hemos llamado El Despertar de la ciudad, e indudablemente que contribuyó poderosamente, sobre todo durante los años del presente siglo, al progreso de Osorno y de la zona en general.

A su iniciativa o cooperación se debió la organización de numerosas instituciones o empresas relacionadas con la vida agrícola, industrial, social y cultural de la ciudad.

Durante dieciocho años fue Presidente de la Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno, formada a iniciativa suya. El Banco Osorno y La Unión también nació gracias a la fecunda actividad del señor Buschmann.

Sería sumamente largo enumerar todas las instituciones a las cuales este hombre de empuje excepcional contribuyó a organizar o mantener, como el Cuerpo de Bomberos, los Boy-Sconts, etc.

En 1924 fue llevado al Senado de la República, y rehusó cargos ministeriales sólo por su propósito de no abandonar la atención inmediata del pueblo de todos sus afanes.

A raíz de su fallecimiento, el diario local, en un sentido editorial, estampó las siguientes líneas

«Un capitán de

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industrias, como el señor Buschmann, que ganó veinte batallas por el progreso de Osorno, tiene desde ya un monumento levantado en el sentimiento de la ciudad que él ayudó a formar, a extenderse, a hacerse grande, vasta y firme. Y ésta sí que es gloria verdadera, pura y nobilísima, porque la conquista de situaciones que entregan riquezas, paz, bienestar y alegría a los hombres de una región y de un país, es la conquista más generosa y firme a que puede aspirar un hombre».

Tal es, a grandes rasgos, la personalidad de este grande hombre

Page 402: Historia de Osorno

que dedicó cincuenta años de su hermosa vida al progreso de esta tierra.

Conclusión

Y llegamos al final de esta obra de recuerdos, que hemos realizado con especial cariño, ya que la tierra de Osorno atrae, tanto por su belleza material, como por el dinamismo que caracteriza a sus hijos.

Osorno será la gran ciudad del sur austral de Chile. Se cumplirá la profecía de su venerable fundador, don Ambrosio O'Higgins, cuyo nombre la ciudad hasta aquí ha olvidado, y que destacaba en sus Instrucciones al Superintendente de Osorno:

«Las verdaderas minas y riquezas deben buscarlas y encontrarlas en la agricultura y crianza de ganados, y con ellas serán dueños de toda la plata que S. M. envía a las

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islas y a Valdivia».

Algún día veremos alzarse en Osorno siquiera una modesta pirámide que recuerde a sus fundadores y eternice en el granito los nombres de Ambrosio O'Higgins y Juan Mackenna.

Page 404: Historia de Osorno

Apéndice

Lista de los actuales pobladores de esta ciudad de Osorno con distinción de tiempos y expediciones en que han venido y individuos

que contiene

Conducidos desde el puerto de Valparaíso al de Valdivia en la fragata Sta. Bárbara y bergantín Misericordia en el mes de noviembre de 1794

Don Juan José MorenoDoña Petronila Mardones

Hijos:

Micaela

Rosa Al quizar Gerónima

Silvestre Silva José Soto

Justa Portusagasti

Francisco Chena

Don Bernardo Maragaño

Page 405: Historia de Osorno

María Dolores Orellano

Asensio Romero

Venidos de Valdivia en dicho año 94

Francisco Navarrete

Gerardo Díaz

María Francisca Martina Leal

Hijo Hijos

Isidoro Paula

María Ascensión

Juan Angel Guajard»Isabel Sánchez Luis Mansilla

Hijos Armonía Jutaman

Juan de Dios Hijos

Lucas Miguel

Juan Angel Andrés

Otro Juan de Dios

María

Barbara María de los Santos

Familias de Valdivia admitidas en Osorno en diciembre de 95

Don Julián Guarda Doña Teresa Molina

Hijo Cipriano Blanco de Mondonedo

Don Bernardino Juana Castro

Page 406: Historia de Osorno

José María González Hijo

Manuel del Carmen

Francisca Armonía EstradaHijos

Silverio Antonio Medina

Juan Esteban María Ruiz

Hijos

Bernardo Miguel

José

Lorenzo Estrada Martina

Isidro Jorquera Feliciana Dolores

Prudencia Gómez

Conducidos desde Valparaíso a Valdivia en la fragata Astrea, y bergantín

Limeño en 1.° de diciembre de 1795

Don Bartolomé Sotomayor

Santiago José

Doña Catalina Escobar Rufino José

Hijos Mariana

Don Tomás Ventura

Don Juan José

Don Juan Bautista

Don Pedro Feliciano Figueyra

Don José María María Josefa Muñoz

Don Blas Hijo

Page 407: Historia de Osorno

Doña Juana de Jesús Victorio José

Doña María Ventura

Doña Narcisa Micaela Bernardo Ibarra

Doña Manuela Gertrudis Moya

Hijos

Don Juan Sánchez Nicolás

Doña María Asención Sotomayor

María Concepción

Inocencia

Juan Peña María del Tránsito

María Tránsito Quesada

Hijos José Zavala

Luis de los Santos Rufina Romero

Hija

Juana José Gutiérrez

María Caro

Lorenzo Madrid Hijos

Jacinta Atenas Martín

Hijos Inocente

Juan Gregorio

Tomas Manuela

José Bernardina

Juana Ignacia

María Lucinda Tomás José Joaquín

María Cypriana

Juana María

Juan José Roxas

José Ibarra Margarita González

Bartola Guajardo Hijos

Page 408: Historia de Osorno

Hijos María

José María Josefa

Juan José Mónica

María Dolores

María del Carmen José Antonio Baras

Francisca Tomasa

Vicensio

Hijos

Eugenio Ibarra Cayetano

Manuela Román Santiago

María de la 0.

Juan José Loyza María de los Santos

María Eulalia Garrido

María del Carmen

Hijos María del Rosario

Juan Manuel

Teresa Manuel Arancivia

Eustaquia Ana Soriano

Hijos

Bernardo Castro José de los Santos

Gregoria González

María de la Cruz

Hijos

Ambrosio

María del Carmen Don Pedro AlmazanDoña Matea Axpee

José Santos Cienfuegos

Hijo

María del Rosario Medin

a Don José Nicolás

Page 409: Historia de Osorno

Don Agustin

Crespo Doña

Luisa Acosta

Patricio Guzman

Hijo

Juan de la Cuna Lugardo Guzman

José Antonio Casero

Rosa González Agustín Muñoz

Martín Muñoz

Teresa Yañez José Moreno

Hijos Manuel Silva

Teodoro

José José Narbaez

Valentin

Juan

En el bergantín Limeño

Juan José Garrido

Januario Leyba

Teresa Hidalgo

Carmen Peña

Page 410: Historia de Osorno

Familias que de Chiloé han venido por tierra a Osorno en el mes de diciembre

de 1795

Diego Soto José Mateo González

Ignacia Mella María Olivares

Hija

Juan Ignacio Soto

María Dolores

Rosa Carcamo

Hijos Martín Nuñez

Nicolás Magdalena Villegas

Serafín Hijos

Ramón Valeriano

Juan Manuel

María de las Nieves

Juana

María Dolores

Marta Juan José Nuñez

Martina María Mercedes Nuñez

Hija

José Gregorio Soto

Pasquala

María Isabel BamondeFrancisco Altamirano Francisco Aguilar

Juana CarcamoFrancisca Soto Hijos

Hijos Bautista

Juan Guillermo Vicente

María Seberino

Page 411: Historia de Osorno

Nicolás

Ignacia

Continúan las familias de Chiloé venidas por tierra en los días 3 y 5 de enero de

1796

Don Casimiro García María Candelaria Yañez

Doña Josefa Perfecta Mansilla

Hijos Francisco Xavier Oyarzun

Don Miguel Elias Gregoria Gómez

Don Alexo Nicanor Hijo

Don Silverio Pedro Celestino

Don Francisco

Doña María Andrea Francisco Gómez

Doña María del Trancito

Juan José Villarroel

Pedro José Cardenas María Hernández

María Josefa Ruiz Hijo

Hija Francisco

María Basilia

Eligió Beserra

Mariano Yañez María Miranda

Juana Arteaga Hija

Page 412: Historia de Osorno

Hijos Margarita

María Encarnación

María Ni col asa Juana Cardenas

Hijos

Nicolás Yañez Juan Francisco

María de la Natividad

María Lorenza Yañez

María Isidora

Juan José

Bartolo Yañez

Francisco Gallardo

Hijos de familias de Chiloé cuyos padres vienen por mar

Juan Ventura Ulloa

Lorenzo Bargas

Lazaro Ulloa

Tomas Balderas

Nuevos pobladores habitantes de estos contornos, y de los de Valdivia

Carlos Moyano Fermín Aranda

Manuela Sánchez

Antonio Solis

María de las Nieves Soto

Ramón Florez

Page 413: Historia de Osorno

Josefa Lisperguer

Pastor Silva

Hijos Juana Madrid

Tres

Pobladores conducidos de Chiloé a Valdivia por el bergantín de S. M. el Limeño

Jacinto Barrientes Juan Villegas

María Axeche María Vera

Hijos

Josefa María Martín Cardenas

María Rosa Aria Al varado

María Isabel Cayetana. Hija

María Lorenza

Francisco Aguila

Bernardo Agüero Jacinto. Hijo

María Tal can

Hijos Remigio Soto

Francisco María Leiva

Manuel Hijos

María Francisco

Luis

Isidro Baria Mariana

María Garay Manuela

Francisco. Hijo

Gregorio Ampuero Antonio

Page 414: Historia de Osorno

María Guerrero Manuel

Hijos Luis

María Antonia Manuela María

José María María Mercedes

María Josefa

D. Juan de Perez

D. Esperanza Silva Julián Belasquez

Hijos Clara Alvarado

Narciso Hijos

Eurelia Faustino

Felipa Manuel

Agregado Antonio Varg

as Mariano

Ipolito

José Virginio Yáñez

Fernando

Juana Nuñez Francisca

Hijos Juan Torres

Ramón Francisca Carcamo

Santiago Hijos

Miguel Eusebio

Juan Bautista José Ignacio

Juana Antonia

Agregado Bonzaga Ruiz

Placido de la Rosa

Antonia Maldonado

Domingo Rivera

Hijos María Ignacia Diaz

María Carmela

Gregoria

Hijos

Leandro

Page 415: Historia de Osorno

José Camilo Juan

Gregorio Casimiro Díaz

José Aro María Hernández

Francisca Hijos

Eusebio

José Antonio Aguila Pascual

Bernarda Paredes Mariano

José Barrientos Juan de Dios Gallardo

Mercedes Gómez Plasida Bargas

Hijos Hijos

Marcelo Tomas

Fernando Francisca Grabiela

Francisco Villarroel Antonio

Gregoria Villarroel Bartolo

Juan Andrés Ribera José Liberato Vidal

María González María Barrientos

Hijos

Gilberto José Antonio Ulloa

Valeriano Juliana Bargas

Eleuterio Hijo

Francisca Antonio Angel

Alexandro Almonasi Don Alonso Oyarsú

María Bargas Doña María Mercedes Morales

Hijo Hijos

Juan de Dios María Antonia

Agregado Solano Velasquez Miguel Marcelo

Don José Antonio Balderas

Vitorino

Page 416: Historia de Osorno

Doña María Barrientos

Fíijos Mariano Miranda

Ambrosia Josefa Miranda

Juana Victorino Miranda

Antonio

Xavier Don Pedro Ramos

Doña Feliciana Oyarsú

Hijo

Don Xavier Oyarsu Leonardo

Doña Gregoria Gómez

Hijos Marcelo Gómez

Pedro Celestino Feliciana Ojeda

Francisco Hijo

Modesto

José Gómez

Juan Remigio Mansilla

Pascuala Gómez

Antinia Aguila Tomas Gómez

Hijo

Santos Juan Ulloa

María Nieves Ojeda

Ignacio Gómez Hijos

Baleriana Saldiviar Lorenso

Hijos Fermín

Mariano González agregado a la familia de Santiago González que caminó por tierra.Santiago Miranda agregado a la familia de Victorino Miranda.

Marcelino Gómez agregado de la familia de Andrés Cárdenas.

Page 417: Historia de Osorno

Familias de Chiloé que por no haber tenido lugar en el bergantín vienen por

tierra

Martín Rivera su Mujer, y dos hijos.

Santiago González, su Mujer, y dos hijos.

Juan Ignacio Villarroel, su Mujer, tres hijos y un hermano.

Andrés Cardenas con su Mujer.

Narciso Navarro con su Mujer, dos hijos, y dos sobrinos.

Cipriano Macaya de la jurisdicción de Valdivia.

Manuela Soto.

Hija.

Monica

Formose de las Listas que existen en el Expediente general de la materia, y razones q he tomado de los mismos Pobladores en esta Ciudad de Osorno de que certifico.

Igno. de Andia y Varela.

(Tomado y copiado con su ortografía original, de los Documentos de la Repoblación de Osorno, Archivo Nacional de Chile).

Page 418: Historia de Osorno

Tres cartas a Mackenna, después de su alejamiento de Osorno

Primera carta

En la ciudad de Osorno en once días del mes de marzo de mil ochocientos nueve años. Nosotros los abajo firmados, alcalde ordinario, síndico procurador; teniente de Ministro de Real Hacienda y vecinos principales, por sí, y a nombre de los demás de dicha ciudad, reunidos en la sala de Ayuntamiento con el objeto de dar un público testimonio de nuestros justos sentimientos por la separación del mando de esta Colonia y su Jurisdicción del Capitán primero del Real Cuerpo de Ingenieros, don Juan Mackenna, oficiosamente y sin ninguna solicitud por su parte, antes bien separado ya de este mando y lejos de este destino, no se puede sospechar que la lisonja o recelo hayan tenido influjo alguno en esta espontánea demostración que hacemos del alto concepto que hemos formado del indicado jefe, y de nuestros reconocimientos por el celo, desinterés y dulzura con que nos ha gobernado por más de once años; en cuyo tiempo declaramos que jamás se mezcló directa ni indirectamente en ninguna especie de comercio, ni aún de hacienda de ganados; nunca cobró derecho alguno de pasaportes, ni administración de Justicia, siendo siempre su principal objeto el componer cualesquiera disensión que acaecía, y que todos viviesen en paz y unión. Puso el mayor esmero en corregir los vicios y costumbres públicas; aumentó y disciplinó las milicias, manteniendo siempre la colonia sobre el mejor pie de defensa contra los Indios Infieles. No es menos digna de alabanza la notoria integridad y economía que observó en la inversión de los caudales públicos y del repartimiento a los colonos de tierra, ganados y herramientas. Principió y concluyó la reedificación de la ciudad, entre cuyas

Page 419: Historia de Osorno

obras se distinguen una famosa Iglesia de 3 naves, de piedra de sillería con la Casa de Ayuntamiento y cárcel del mismo material, y demás edificios como también todos los caminos y puentes (menos el del rio de las Damas) de esta jurisdicción. Reconoció, en requerimiento de tierras para la colonia, todo el distrito desde la Mar hasta la Cordillera, y estuvo al perecer en la desembocadura del Rio Bueno, cuyo reconocimiento hizo con el objeto de proporcionar a la colonia el beneficio de la navegación de este rio. Otros muchos y debidos elogios del citado señor Mackenna, a no temer lastimar su modestia, pero sírvale de satisfacción (¡a más dulce de todas para un corazón noble y generoso) que aunque es notorio que ha salido pobre de esta colonia, y sin el menor premio, ha salido acompañado de las bendiciones de los pobres, dejando penetrados de reconocimientos cuanto honrado vecino tiene Osorno y su jurisdicción. Y para que conste damos la presente que es fecha nt supra en este papel común a falta de sellado.- Santiago Montalva.- Juan José Moreno.- Domingo Pérez.- Antonio Rosas.- Jacinto Soto.- José Guzmán.

Don Alejandro Eagar, capitán de Infantería de los Regimientos de los reales ejércitos, y Gobernador- Mi litar y Político de la Plaza de Valdivia y Jurisdicción, por Su Majestad. Certifico que el Alcalde ordinario de la colonia de Osorno, a nombre de sus vecinos, me ha remitido el antecedente documento para dirigirlo al ex-Superintendente de la indicada colonia, don Juan Mackenna, con respecto de hacer días que dicho oficial se separó de aquel destino. Y para que conste, firmo ésta en la referida Plaza, a veinte días del mes de Marzo de mil ochocientos nueve años.- Alejandro Eagar.

Page 420: Historia de Osorno

Segunda carta

Señor don Juan Mackenna, Gobernador Superintendente de la ciudad y colonia de Osorno:

Los Padres Misioneros de las Reducciones pertenecientes a esta su jurisdicción, atentos a los buenos oficios que Vuestra Merced ha practicado con ellos, con sus indios, y en fin con sus respectivas misiones, damos a Vuesa Merced las más rendidas y debidas gracias. Sí, señor, los favores y beneficios que Vuestra Merced se ha dignado hacernos, son muchos y grandes, y si para no ser ingratos, vicio el más odiado de Dios, no encontramos otro recurso que empeñarnos con este Señor para que remunere a Vuestra Merced sus bondades, ¿cómo podremos recompensar a Vuestra Merced los más crecidos méritos que se ha adquirido con el Señor de los Señores, para con nuestro católico Monarca, y también para con nosotros, propendiendo Vuesa Merced incesantemente once años en orden a la extensión de nuestra santa fe católica y reducción de miles de almas al gremio de nuestra Madre la Iglesia, principales miras y deseos de nuestro Dios y de nuestros reyes?Gloria de que también participamos nosotros sus enviados, confesando haber sido Vuestra Merced el principal influjo después de Dios para este espiritual incremento, y motivo para que nosotros como obreros que somos de la viña del Señor, hayamos trabajado, plantado y regado con más gusto y mayor consuelo, esperando ver dobladas nuestras dobles esperanzas centuplicadas con su favor, con su celo, ciencia y prudencia y, en fin, con los considerables adelantamientos de la nueva ciudad de Osorno y su colonia, objeto de la mayor atención y respeto en estos indios paganos. El Señor, pues, supremo y remunerador y provisor general, dispense a Vuestra Merced las gracias más satisfactorias, colmándole de beneficios, dirigiendo a Vuestra Merced por caminos rectos como al justo, y remunerándole con la más rob usta salud, vida larga, ascensos grandes, honra, toda felicidad y, por último, premiándole con la gloria como

Page 421: Historia de Osorno

deseamos y esperamos los que nuevamente nos despedimos de Vuestra Merced, sintiendo en el alma su ausencia, llorándola de antemano por la notabilísima falta que hace en Osorno un jefe de las prendas de Vuestra Merced, desinteresado, limosnero, prudente, sabio y, en fin, celoso: así lo sentimos, certificamos y firmamos en señal de gratitud, suplicando a Vuestra Merced se sirva no cesar de trabajar en favor de Osorno, sus misiones, sus iglesias, sus colonos y naturales, como buen padre que ha sido de esta pobre patria, futo conquistado de estas dilatadas tierras y que ha propendido tanto para la felicidad de todos sus habitantes, con nobleza de ánimo, generosidad, desinterés, esfuerzos y escrúpulos, y sin otros objetos que el del cumplimiento exacto de la obligación y el honor, y sin otras interesantes miras que las de la caridad y justicia, virtudes que nos mueven y obligan a tomar la pluma para dar fe de lo dicho, en testimonio de nuestro cordial amor a Vuestra Merced y despedirnos más gratos, ofreciendo a Vuestra Merced sin la baja e infame nota de adulación, sinceramente estos cortos debidos reconocimientos, los que nos obligan a elevar a Dios nuestros ruegos para que remunere a Vuestra Merced tan santas obras, recompense y premie tan crecidos méritos.- Fray Francisco Hernández Calzada, misionero de San Juan de la Costa.- Fray Manuel Unzurrunzaga, misionero comer sor de Culacahuin.- Fray Francisco Traus, misionero conversor de la de Osorno.- Fray Mariano Ramis, misionero conversor de la de Cuyunco. Misiones de la jurisdicción de Osorno, y Marzo ocho de mil ochocientos y nueve años.

Tercera carta

Señor don Juan Mackenna, Gobernador Superintendente de la ciudad y colonia de Osorno:Acabo de recibir la que con fecha de 8 del corriente acompaño a Vuestra Merced de los Reverendos

Page 422: Historia de Osorno

Padres Conversores de las tres Misiones de Culacahuin, Cuyunco y la costa de San Juan, que han estado a su inmediata protección y auxilio en la jurisdicción de Osorno. Con singular gusto he visto su contenido, pues como hijos de obediencia me lo encargan, con el deseo de dar una aprobada señal, sino con la extensión correspondiente, a lo menos con la que pueden, de su gratitud y reconocimiento de los beneficios que han recibido de Vuestra Merced en orden a sus personas, a sus Misiones y a sus indios. Es constante el respeto con que ha mirado su carácter sacerdotal haciendo que, tanto españoles como indios, lo reconozcan y reprendiendo con una severidad persuasiva y propia de su prudente y cristiano celo a cuantos se han querido desviar de la moderación que respectivamente les correspondía guardar con los misioneros. Ha sido también patente a todos el cuidado y actividad con que Vuestra Merced ha atendido al reparo y f abrica de dichas misiones, no perdonando diligencias que fuesen conducentes para que, sin faltar a la obligación de la economía de los gastos, tan encargada por los tribunales de Real Audiencia, se atendiese al reparo necesario y proporcionada comodidad de los edificios para el Ministerio, no perdiendo las personas diligencias de ver por sí mismo a ocasiones el estado en que corrían las obras. En el establecimiento de la nueva misión de San Juan de la Costa es indecible cuántas diligencias practicó y cuántos galopes dio antes y después de su fundación, para ir a proporcionar que tanto en lo material de su situación y fábrica, como en lo formal de sus indios, quedase en un pie estable y ventajoso. Y no hay duda que a la actividad de su celo de vuestra Merced y oportunos auxilios, se debe que sea ésta una de las Misiones más adelantadas que otras de muchos años de fundación, lográndose en ella copiosos frutos, correspondiente a los piadosos fines de nuestros católicos monarcas. Los indios de toda aquella jurisdicción han tenido en Vuestra Merced un padre, un juez, un tutor y defensor. Todos estos oficios ha practicado con ellos según lo pedía o permitía tu ocasión, dirigiéndose en todo a desempeñarlos deberes que para con Dios y con el Rey tenía contraído con su empleo. De aquí ha resultado el adelantamiento respectivo de aquellas Misiones, mientras han recibido sus auxilios y han estado en su dilatado y

Page 423: Historia de Osorno

laborioso Gobierno bajo su protección y cuidado; testigo de todo fui cuando de misionero en Culacahuin tuve la felicidad de estar viviendo seguro de lograr, como logré en aquel destino, todos los auxilios necesarios a la Misión, entonces tan reciente, que era provisional su fábrica, y sus indios pedían por su naturaleza más atención y cuidado y dieron y han dado bastante materia para ejercitar y acreditar el celo, prudencia y discreción de Vuestra Merced en su Gobierno. Yo mismo experimenté cómo empleaba Vuestra Merced sus talentos y sacrificaba su propia comodidad y descanso para atender a cada uno de los puntos de sus obligaciones como si fuese aquel solo, desempeñándolos igualmente todos: no le impedía el continuo cuidado de la repoblación de Osorno, y de la fábrica bien ordenada de los edificios de aquella nueva colonia en que con tanto esmero ha trabajado para dejarla en aquel buen estado que permite su situación y sus materiales, para atender a la felicidad y buen gobierno político de sus pobladores, pacificación de los naturales, civilización en lo posible de éstos y reducción a abrazar el catolicismo, obligándolos con prudente celo a que compliesen con las obligaciones que con él contraen respecto de ambas Majestades. Todo esto y mucho más que experimenté yo, omito, por no mortificar su modestia, que jamás se han engreído en sí mismo, ni en sus buenas prendas naturales y adquiridas, y sólo las ha reconocido para emplearlas todas en honor de Dios, servicio del Rey, y bien de todos los que han estado a su cargo con el mayor desinterés y agradable ingenuidad: esto mismo, digo, me han comunicado siempre que se ha ofrecido la ocasión los Padres Misioneros en el tiempo que he estado de Viceprefecto con el cargo de estas misiones, y esto mismo oía decir al muy Reverendo Padre ex-Prefecto Fray Francisco Javier de Alday, siempre que se hablaba de V.M.: así juzgo que a título de agíxidecidos no han hecho más que lo que deben los citados Padres Misioneros en manifestarlo del modo que se expresan en la que a V. M. de su parte le remito, y si mi dicho o el de los Padres fuese en algún tiempo útil, estaría y estoy pronto a certificarlo, y en tal circunstancia lo certifico en la forma y con la verdad que puedo y debo en obsequio de ésta y de su mérito. Y si tuviese algún valimiento le recomendaría para sus

Page 424: Historia de Osorno

mayores ascensos como tan acreedor a ellos; pero ya que no puedo esto, o no se me presenta aquélla, reciba V. M. mis buenos deseos y el de todos mis compañeros, con quienes ruego a Dios prospere su viaje, proporcione y adelante sus ascensos y conserve su importante vida con salud muchos años.

De V. M. afectísimo capellán. - Fray Francisco Galáez, Vice-Prefecto y encargado de estas misiones.- Valdivia y Marzo diecinueve de mil ochocientos nueve.

Gobernadores de Osorno (1846 a 1946)

(Mayúsculas, propietarios; minúsculas, subrogantes).

1846-1851 JUAN

ANTONIO GARCÍA

1852-1857

FRANCISCO

MONTECINOS

1858 RAMÓN

ALDUNATE

1859 RAMÓN

ALDUNATE

1860 RAMÓN

ALDUNATE

Page 425: Historia de Osorno

1861 RAMÓN

ALDUNATE1862 RAMÓN ALDUNATE

Francisco Montecinos

1863 RAMÓN ALDUNATE

1864 RAMÓN ALDUNATE

José Vicente Durán

ADOLFO DE LA CRUZ

1865 ADOLFO DE LA CRUZ

Francisco Montecinos

1866 ADOLFO DE LA CRUZ

Francisco Geisse

1867 ADOLFO DE LA CRUZ

1868 ADOLFO DE LA CRUZ

1869 ADOLFO DE LA CRUZ

Francisco Geisse

1870ADOLFO DE LA CRUZ

Saturnino Barril

CARLOS GMO.

FUCHSLOCHERKAUFMANN

1871 CARLOS GMO. FUCHSLOCHERSaturnino Barril

Ramón Galo García

1872 CARLOS GMO. FUCHSLOCHERSaturnino Barril

Eduardo Geisse1873 CARLOS GMO.

FUCHSLOCHER

Page 426: Historia de Osorno

Saturnino Barril

Juan Miguel Rosas

José Vicente Durán

1874 CARLOS GMO. FUCHSLOCHERSaturnino Barril

1875 CARLOS GMO. FUCHSLOCHER

1876 CARLOS GMO. FUCHSLOCHER

Juan Miguel Rosas

1877 CARLOS GMO. FUCHSLOCHER

Juan Miguel Rosas

1878CARLOS GMO. FUCHSLOCFIER

Gustavo Fuchslocher1879 CARLOS GMO. FUCHSLOCHER

1880 CARLOS GMO. FUCHSLOCHER

Gustavo Fuchslocher

1881 CARLOS GMO. FUCHSLOCHER

Gustavo Fuchslocher

1882 CARLOS GMO. FUCHSLOCFIER

1883 CARLOS GMO. FUCHSLOCHER

Fernando Matthei

Samuel Burgos

1884 CARLOS GMO. FUCHSLOCHER

Fernando Matthei

1885 CARLOS GMO. FUCHSLOCFIER

Gustavo Fuchslocher

1886 CARLOS GMO. FUCHSLOCHER

Gustavo Fuchslocher

1887 CARLOS GMO. FUCHSLOCHER

Page 427: Historia de Osorno

Gustavo Fuchslocher

León Henríquez

1888 CARLOS GMO. FUCHSLOCHER

1889 Manuel Molina

CARLOS GMO. FUCHSLOCHER

Manuel Molina

AGUSTÍN NEBEL

1890 AGUSTIN NEBEL1891 AGUSTÍN NEBEL

Hermógenes Rosas

FRANCISCO VIAL VARGAS

1892 FRANCISCO VIAL VARGAS

Federico Schenke

Vicente Vásquez

1893 FRANCISCO VIAL VARGAS

Carlos Gmo.

Fuchslocher RAFAEL

B. PIZARRO1894 RAFAEL B. PIZARRO

1895 RAFAEL B. PIZARRO

Columbano Recabarren

1896 COLUMBANO RECABARRENSANTIAGO LARRAÍN PÉREZ

José Ambrosio Burgos

MAXIMILIANO MOREL

1897 MAXIMILIANO MOREL

ALFREDO LEIGH BUNSTER

1898 ALFREDO LEIGH BUNSTER

Page 428: Historia de Osorno

Demetrio Bañados

Carlos Gmo. Fuchslocher

1899ALFREDO LEIGH BUNSTER

Luis Alberto Moyano1900

ISMAEL RODRÍGUEZ

Capitán Domingo

Pulido1901 CLETO DEL CANTO

Darío Cavada Luis A. Moyano

JUAN ALBERTO CAVADA

1902 JUAN ALBERTO CAVADA

José Vicente Barríentos

1903 JUAN ALBERTO CAVADA

José Vicente Barrientos

1904 JUAN ALBERTO CAVADA

José Vicente Barrientos

1905 Miguel Squella

MIGUEL SQUELLA

Pablo Montalva

Carlos Mohr

1906 MIGUEL SQUELLA

José Gregorio Villarreal

Samuel Burgos

Filadelfo Salazar

FILADELFO SALAZAR

Carlos Gmo. Fuchslocher BarruelJOSÉ VICENTE BARRIENTOS

Page 429: Historia de Osorno

Federico Eggers

1907 DANIEL CERDA

Eduardo Méndez

Luis Cerda Sepúlveda

1908 DANIEL CERDA

Luis Cerda Sepúlveda

LUCAS GRENDI CASANUEVAEudoro Robles

1909 LUCAS GRENDI CASANUEVAPedro Lorca

FELIX OVALLE VICUÑA

Alfredo Vásquez Guarda

1910 FÉLIX OVALLE VICUÑA

1911 FELIX OVALLE VICUÑA

Pedro Lorca

1912 FÉLIX OVALLE VICUÑA

Miguel Luis Rocuant

Pedro Lorca

Ernesto Piwonka

GUILLERMO AVILA MONEY

1913 GUILLERMO AVILA MONEY

Miguel Rosas

1914 GUILLERMO AVILA MONEY

Félix Pinto Ovalle

Alfredo Vásquez Guarda

1915 GUILLERMO AVILA MONEY

Ismael Barrientes

Rodrigo Figueroa

Page 430: Historia de Osorno

Carlos Gmo.

Fuchslocher Alfredo

Vásquez GuardaJulio Wevar

1916 GUILLERMO AVILA MONEY

VIRGILIO OPAZO

Carlos Gmo. Fuchslocher

BELISARIO GARCÍA

1917 BELISARIO GARCÍA

Alfredo Vásquez Guarda

1918 BELISARIO GARCÍA

Carlos Gmo. Fuchslocher

1919 BELISARIO GARCÍA

Arturo Montecinos

ARTURO MONTECINOS ROSAS

1920 ARTURO MONTECINOS ROSAS

Pedro Adams

1921 LUCIANO ROSSELOT

Pedro Adams

1922 LUCIANO ROSSELOT

1923 LUCIANO ROSSELOT

1924 LUCIANO ROSSELOT

Mayor Luis Martínez

RAFAEL VALDÉS VALENZUELA

1925 RAFAEL VALDÉS VALENZUELA

LUCIANO ROSSELOT

Pedro Adams

1926 LUCIANO ROSSELOT

Page 431: Historia de Osorno

1927 LUCIANO ROSSELOT

1928 LUCIANO ROSSELOT

FRANCISCO LOPETEGUI

1929

1930

FRANCISCO LOPETEGUI

FRANCISCO LOPETEGUI1931 FRANCISCO LOPETEGUI

JUAN GMO. CARMONA GUZMÁN

1932 JUAN GMO. CARMONA GUZMÁN

ROBERTO PARRAGUEZ

FRANCISCO LOPETEGUI

ROBERTO PARRAGUEZ HUERTA

1933 ROBERTO PARRAGUEZ HUERTA

1934 ROBERTO PARRAGUEZ HUERTA

EDMUNDO NEVES SILVA

1935 EDMUNDO NEVES SILVA

1936 EDMUNDO NEVES SILVA

Julio Salas

1937 EDMUNDO NEVES SILVA

Julio Salas

MANUEL NIETO C.

1938 MANUEL NIETO C.

Alfonso Blaña

1939 MANUEL NIETO C.

SENEN MONARES BELTRÁN

1940 Ley N.°: 6505, de 19 de enero, crea Provincia de Osorno.SENEN MONARES BELTRÁN

Julio Salas

Ricardo Fuchslocher

Page 432: Historia de Osorno

Alberto Moyano Fuchslocher

Óscar Hott Prüssing

1941 SENEN MONARES BELTRÁN

Óscar Hott Prüssing

Alberto Moyano Fuchslocher

RICARDO SCHENKE SMITH

José María Sotomayor

Polón E Romo Acosta

1942 RICARDO SCHENKE SMITH

Alberto Moyano Fuchslocher

Polón E. Romo Acosta

Comandante Manuel Contreras

1943 RICARDO SCHENKE SMITH

Comandante Manuel Contreras

Alberto Moyano Fuchslocher

1944 RICARDO SCHENKE SMITH

Comandante Manuel Contreras

Comandante Simetrio San Román

1945 RICARDO SCHENKE SMITH

Máximo Villegas del Pino

Comandante Humberto SepúlvedaFrancisco Hechenleitner

Francisco Hechenleitner

1946 RICARDO SCHENKE SMITH

Mayor Carlos Contador

Amoldo Keim Viertel

ARNOLDO KEIM VIERTEL

Page 433: Historia de Osorno

Nómina de regidores que han desempeñado las funciones de l.er

alcalde o posteriormente a las de alcalde

(Se anota el año en que iniciaron sus funciones).

1861

Francisco Montecinos

1864

Francisco Montecinos

1867

Francisco Geisse

1870

Saturnino Barril

1873

Saturnino Barril

1877

Saturnino Barril

1879

Saturnino Barril

1882

Samuel Burgos

1885

Gustavo Fuchslocher

1888 Wenceslao Ramos (Falleció el 14 de

agosto). Fernando Matthei1891

Comisión de Alcaldes:

Hermógenes Rosas (Gobernador interino)Fernando Matthei

Guillermo Schenke

1894

Fernando Matthei

Germán Bueno1897

José Ambrosio Burgos

1900

José Domingo Negrón

1903

José Domingo Negrón

1906

José Domingo Negrón

Page 434: Historia de Osorno

1909

José Domingo Negrón

1912

José Domingo Negrón (Renunció el 1° de agosto de 1913).

Federico Hott Schencke

1915

Federico Hott Schencke

1918

Federico Hott Schencke

1921

Federico Hott Schencke

1924

Federico Hott Schencke

1927

Junta de Vecinos Vice-Presidente Ibáñez

Federico Hott Schencke

1928

Arturo Bertín

1931 Junta de Vecinos Vice-Presidente Trueco Eduardo Burnier

1933

Junta de Vecinos Presidente Alessandri

Eduardo Burnier

1935

Federico Matthei

1938

Rafael Sáez

1941

Andrés Rosas Vargas

1944

Andrés Rosas Vargas

LA COMUNA DE RAHUE funcionó desde 1921 a 1927, durante todo ese tiempo desempeño las funciones de Alcalde don Lupercio Martínez.

Bibliografía

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Municipalidad de Osorno.- Actas de sesiones (19 volúmenes).

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Pérez Rosales, Vicente.-

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Revista de la Sociedad

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Geografía. Riso-Patrón. -

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Rosales, Diego.- Historia de Chile.

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Sanfuentes, Salvador - Poema «Huentemagu»

Sinopsis Estadística de la República de Chile.

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Téllez, Indalicio - Epopeyas chilenas.

Téllez, Indalicio.-Historia Militar de Chile.

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Thayer Ojeda, Tomás.- Ensayo crítico sobre algunas obras históricas para el estudio de la Conquista de Chile.

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Veras, Gil de.- Los Incendiarios, o sea, narración completa de los sucesos de Osorno

Vicuña Mackenna, Benjamín - El coronel don

Tomás de Figueroa.

Vicuña Mackenna, Benjamín - La guerra a muerte.

Vicuña Mackenna, Benjamín.- Vida del general

don Juan Mackenna.

Vicuña Mackenna, Benjamín.- Historia de Valparaíso.

Vicuña Mackenna, Carlos. - El origen de don

Ambrosio O'Higgins.