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    HISTORIA DE LAS MISIONESEN LA AMAZONIA ECUATORIANA

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    Lorenzo Garca O.C.D.

    HISTORIA DE LAS MISIONESEN LA AMAZONIA ECUATORIANA

    Segunda Edicin

    Ampliada

    Ediciones Abya-Yala1999

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    HISTORIA DE LAS MISIONES EN LA AMAZONIA ECUATORIANALorenzo Garca O.C.D.

    1ra. Edicin: Ediciones Abya-YalaQuito-Ecuador

    2da. Edicin: Ediciones Abya-YalaAv. 12 de Octubre 14-30 y WilsonCasilla 17-12-719Telf.: 562-633 / 506-247Fax: 506-255 / 506-267E-mail: [email protected]@abyayala.orgenlace@abyayala. orgQuito-Ecuador

    ISBN: 9978-04-511-2

    Impresin: Producciones digitales UPSQuito-Ecuador

    Impreso en Quito-Ecuador, Marzo 1999

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    SUPERIOR PROVINCIAL - PADRES CARMELITAS DESCALZOSProvincia San Juan de la Cruz Apartado 19BURGOS - ESPAA

    Quito, 14 de octubre de 1984

    R.P. LORENZO GARCIA, C.D. CIUDAD.

    Mi querido P. Lorenzo:

    Con verdadero agrado he ocupado mis ltimos momentos dispo-nibles durante esta Visita Pastoral, en ir leyendo distintos pasajes de suinteresante obra: Historia de las Misiones en la Amazona Ecuatoriana.

    Una mi enhorabuena a las que ya le han expresado en forma tanexplcita y abundante el Sr. Embajador Dr. D. Alfredo Luna Tobar, el Sub-secretario del Ministerio de Asuntos Exteriores, y nuestro anterior P. Pro-vincial, R.P. Ciro Garca, cd. Yo le felicito adems porque se ha decidi-do a completar este estudio con unos ltimos captulos que resumen la

    obra misionera de las rdenes o congregaciones religiosas que, como lanuestra, han llegado al Oriente ecuatoriano en tiempos relativamenteprximos.

    Busque, P. Lorenzo, cualquier tipo de mecenazgo. Elija entre losdiversos mtodos de impresin que hoy existen para este estilo de te-mas. No desmaye hasta ver publicados sus folios.

    Dios, los amantes de la historia, sus hermanos en religin y, en sunombre, quien esto escribe, estamos con V.R. Todos reconocemos su la-bor, y El se la recompensar.

    Suyo affmo.,

    P. Fernando Domingo, cd.

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    PRESENTACION

    Este Resumen Histrico de la Iglesia Catlica en la Regin Ama-znica del Ecuador, es el fruto de largas y variadas lecturas en bibliote-cas y archivos, a fin de hacer una obra de divulgacin orientalista.

    Nos movi a ello, el hecho de que en el reparto del ApostoladoMisionero, nos correspondi trabajar en una parcela de ese inmenso yrico territorio, que guarda las reservas de la Nacin Ecuatoriana.

    En contacto con la jungla amaznica por algunos aos en la Re-gin Nor-Oriental del Ecuador, nos interes conocer la Geografa y laHistoria del Oriente, y la Obra Misionera de la Iglesia, iniciada desde elsiglo XVI.

    Esta obrita, que en sus principios fue humilde, porque no se pen-saba en su publicacin, pues se escriba para instruccin personal, hasido notablemente ampliada posteriormente, y es sta la segunda redac-cin, por recomendacin de religiosos que merecen nuestro aprecio,quienes han querido la divulgacin de estos captulos, para conocimien-to de los misioneros, religiosos y seglares, de la Misin Carmelita, cuan-do celebraban los 50 aos de su presencia nunca interrumpida, en laPrefectura Apostlica de San Miguel de Sucumbos, que ha sido eleva-

    da al rango de Vicariato Apostlico, el 2 de julio de 1984.Luego, sus pginas fueron ledas por otras personas amigas, a

    quienes interesaba su publicacin, y recomendaron se presentara laobra a la revisin de la Cancilleria Ecuatoriana.

    Dejamos constancia de nuestro reconocimiento al Ministerio deRelaciones Exteriores por su INFORME sobre esta Obra y sus recomen-daciones para su publicacin.

    Nos satisface que la presente Sntesis Histrica contribuya a unmejor conocimiento del Oriente Ecuatoriano.

    Nuestro Estudio se concreta a las misiones religiosas que han he-cho labor de promocin social y de evangelizacin en el territorio de laAmazona.

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    Encontramos una oportunidad para la publicacin de este estudiomonogrfico, en la circunstancia de que se est celebrando una novenade aos, en preparacin de las Fiestas Conmemorativas del V. Centena-rio de la Evangelizacin de la Amrica Latina.

    El tema del novenario para el ao 1985, sealado por el CELAM,es: Respuesta de Amrica a Cristo.

    Esta verdad queda demostrada en los captulos siguientes, cuan-do vemos la correspondencia de los pueblos de la Amazona a la Evan-gelizacin de los Misioneros.

    A los 500 aos de iniciada la Evangelizacin de Amrica, todavaencontramos a la Iglesia en la misma labor en la regin inmensa del RoAmazonas.

    Cerramos la Historia Religiosa del Oriente Ecuatoriano en el ao1983, porque el progreso de sus misiones, con un aumento notable demisioneros que han cubierto todo su territorio, es ya conocido en todoslos ambientes.

    Solo queremos dejar constancia de nuestro aprecio y admiracina aquellas comunidades religiosas que, a costa de muchos sacrificios

    econmicos y de personal, mantienen sus puestos misionales, haciendopatria y formando comunidades cristianas.

    P. LORENZO GARCIA, O. C. D.En Quito, Iglesia de Santa Teresita PP. Carmelitas

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    NOTA PRELIMINAR

    Agotada la primera edicin que se hizo en Octubre de 1985, delpresente Estudio Histrico, qu solo alcanzaba al ao 1980, sale ahorala segunda, aumentada con nuevas noticias, queriendo actualizar la Ac-cin Misionera que han realizado las Circunscripciones Eclesisticas ensu campo misional del Oriente Ecuatoriano.

    A lo que conocamos, se agregan nuevas actividades, nuevos Pre-lados, aumento del personal misionero, sucesos importantes; todo locual significa avances y progreso en la promocin de aquellas gentes ysu evangelizacin religiosa.

    Esta segunda edicin cobra actualidad, cuando nos acercamos acelebrar el V Centenario de la Evangelizacin de Latinoamrica.

    Vemos que ha habido respuesta de las gentes a su cristianizacin,lo cual da un sentido religioso a la Conquista Espaola del ContinenteAmericano.

    A estas fechas, la Regin Amaznica que corresponde a la Na-cin Ecuatoriana, est ya abierta y conocida, y est reconocido el domi-nio del Estado Ecuatoriano en toda la extensin del Territorio, a la parque la Iglesia Ecuatoriana se ha hecho presente en todas las poblacio-

    nes y comunidades indgenas, respetando sus culturas, idiomas y cos-tumbres no paganas.

    Es mucho lo que pudiramos aadir a estos captulos; pero debe-mos evitar que el presente volumen exceda en pginas al de la 1ra. Edi-cin, que ha sido bien recibida y aceptada por el pblico.

    En Quito, 12 de Febrero de 1989

    El autor

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    Captulo I

    LA CONQUISTADEL ORIENTE ECUATORIANO

    Los vecinos de la apenas naciente Villa de San Francisco de Qui-to, mirando el muro gigantesco de la cordillera que se levanta hacia elOriente, pensaban en un rico imperio que suponan haba de existir enaquellas regiones.

    Los indgenas hablaban de ellas como de comarcas inmensas ybien pobladas, y referan cosas singulares; all crecan los rboles de la

    aromtica canela las especies que enriquecan a la China y all es-taba la Corte del Rey Dorado, que sola cubrirse con oro en polvo, com-pitiendo en brillo con el rey de los astros.

    Era tambin la poca en que la imaginacin de los castellanos seapacentaba con las ficciones maravillosas de los libros de caballera. Pa-ra ellos, eran estmulo que les espoleaba el nimo a emprender nuevasconquistas, anexando, a la vez, provincias desconocidas y ricos territo-rios a la Gobernacin de Quito, el descubrir lo desconocido, luchar conlas dificultades, vencer obstculos, enriquecerse y adquirir renombre.

    En busca de El Dorado, como dieron en llamar al misteriosoOriente, sali el Capitn Pedro de Aasco, dndole Benalczar cuaren-ta hombres de a caballo y otros tantos infantes; los cuales, llevando a unindio por gua, partieron de Quito y caminaron doce das sin detenerse,porque aqul les haba dicho que no distaba sino la puesta de doce so-les; pero al fin, cansados y desalentados, hubieron de volverse, porqueno encontraron las ciudades y tesoros que se imaginaban.

    Poco antes, haba recorrido las Provincias del Norte el Cap. Die-go de Tapia, llegando hasta el ro Angasmayo, y tal vez, alcanz a ver al-

    go del territorio oriental, porque al sealar, en junio de 1535 los linde-ros de la nueva Gobernacin de Quito, puso como trmino de uno desus lados el Atun-Quijo, o sea, la gran regin de Los Quijos de nuestroOriente. Fue la primera inclusin del Oriente en el territorio ecuatoria-no.

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    En realidad, el primero que acometi la empresa de ir a explorarla Regin Oriental con una expedicin formalmente organizada, fue elCap. Gonzalo Daz de Pineda, quien haba sido Escribano Pblico des-de la fundacin espaola de San Francisco de Quito, y haba perteneci-do al Cabildo civil de dicha Villa como Alcalde y quien desde mayo de1538 era Teniente de Gobernador, porque para esta fecha, Don Sebas-tin de Benalczar haba logrado ya del Monarca espaol el ttulo deAdelantado y la Gobernacin de Popayn.

    En septiembre de 1538, sali Daz de Pineda al frente de la expe-dicin exploradora de las comarcas orientales trasandinas, compuestade 130 espaoles y muchos indios de servicio.

    Bien equipados todos, en lo cual gastaron ocho mil pesos, toma-ron el camino por Cumbay y Tumbaco, transmontando la cordillera porGuaman, y descendieron a Papallacta; cuando comenzaron a internar-se en los bosques del Atunquijos, los naturales los disputaban el paso;pero venciendo esta dificultad como otras que les ofreca la misma na-turaleza con lo enmaraado del bosque, la fragosidad de los caminos,los torrentes de los ros innumerables, lograron establecer su campa-

    mento en el valle que forman el Cozanga y el Masfa, antes de juntarsepara constituir el caudaloso Coca.

    Desde aqu, sigui el Capitn con algunos de sus compaeros enbusca del pas de la canela, hasta llegar al pie del volcn Sumaco quese le vanta casi aislado de la cordillera principal. Pineda encontr no es-casa poblacin de indios salvajes, y despus de emplear 27 das en re-correr la comarca, regres al real donde dejara los compaeros, y, desi-lusionados, dieron la vuelta hacia Quito, ms pobres de lo que fueron yslo con la gloria de su heroismo.

    Es de recordar que en esta infortunada empresa iba un noble ca-ballero, Don Hernando de Ahumada y Cepeda, hermano mayor de San-ta Teresa de Avila, y el primero tambin que, de esta familia, embarc enSevilla para las Colonias de la Amrica Hispana.

    As consta en la Probanza presentada ante el Rey en 1562 (Cfr.Boletn Eclesistico de la Arch. QuitoAo XXX-n. 9 Los hermanos deSta. Teresa en Amrica...).

    Tngase presente, que pasaron a estas tierras del Ecuador, con-quistadas por la espada de los Pizarro, de Almagro y de Sebastin de Be-

    nalczar, seis hermanos de la familia Cepeda y Ahumada, dejando enAvila a su hermana Doa Teresa, hecha monja carmelita en el Monaste-rio de La Encarnacin.

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    Participando del espritu aventurero de su siglo, tres de los Cepe-da y Ahumada se internaron en las comarcas orientales, transponiendola cordillera de los Andes.

    Don Hernando de Ahumada tom parte activa, con dinero y per-sona, en aquella expedicin exploradora de la regin de Los Quijos, alfrente de la cual sali Daz de Pineda con 130 espaoles y gente de ser-vicio, en septiembre de 1538, sin mayor resultado, que el de haber mos-trado y sealado la ruta para la conquista que posteriormente realizaronPizarro y Orellana.

    Don Lorenzo de Cepeda y Ahumada, que se haba avecindado enQuito despus de su matrimonio en Lima, ao de 1556, con Doa Jua-na Fuentes, estuvo en la antigua ciudad de Zamora, que fundara el Cap.Hernando de Benavente en 1540, al oriente de Loja y a 54 kilmetrosms abajo del lugar de la actual poblacin homnima. Tena en aqueltiempo Zamora de los Alcaides mucha prosperidad a causa de las minasde oro.

    Pues all fue este muy querido hermano de la Madre Santa Tere-sa de Jess y gran bienhechor suyo, con el objeto de tomar cuentas a los

    Oficiales Reales del Tesoro de Cmara de su Majestad. Hecho el nom-bramiento de Juez de Cuentas de todo el Distrito de Zamora, Don Lo-renzo se dirigi all desde Quito, en marzo de 1565. Tom cuentas conmucha exigencia y rectitud, hasta el extremo de culpar al Tesorero Her-nando de Barahona de haber usurpado unos adarmes del oro de las Ca-jas Reales para hacerse un mondadientes (Cfr. Tierras de Oriente porPo Jaramillo).

    Don Agustn de Ahumada regres a Lima en 1570, despus de lacampaa contra los Araucanos. Detvole all en su Corte el Virrey del

    Per, Don Francisco de Toledo, hasta que le dio la Gobernacin de LosQuijos y de La Canela, en 1579, a la que iba unido en la fantasa de mu-chos espaoles aquel soado imperio de El Dorado. Animado DonAgustn para tan codiciada empresa, prepar una expedicin de cienhombres, con dinero que le prest su sobrino, Lorenzo de Cepeda yFuentes, en octubre de 1582, al tiempo que en Alba de Tormes, cerca deAvila, mora en opinin de santidad su hermana Teresa de Jess, pensan-do en Quito y bendiciendo a sus hermanos y sobrinos que aqu estabanavecindados.

    La verdadera conquista del Oriente en el Reino de Quito, la quecondujo a su dominacin espaola y colonizacin, la realizaron Gon-zalo Pizarro y Francisco de Orellana.

    El primero se hallaba avecindado en la regin de Los Charcas,que es ahora Departamento de Chuquisaca, en Bolivia, cuando se pre-

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    sent en Quito con Providencias de su hermano, el Marqus Don. D.Francisco, para que le reconocieran como Gobernador de estas provin-cias descubiertas y de las dems que se descubrieren.

    Efectivamente, como tal reconoci el Cabildo civil el da primerode diciembre de 1540, y desde ese da resolvi el ms joven de los Pi-zarro emprender la conquista del pas de La Canela o Provincia de Qui-jos, donde se extiende la hoya de los ms caudalosos ros que pagan sutributo al Amazonas.

    Resueltamente, psose en camino en marzo de 1541, con unaCompaa de 300 espaoles que reuni de entre los que trajo de Char-cas y otros que reclut en Quito, con ms de 4.000 indios para el servi-cio de guas y cargueros. Con el cargo de Capelln de la expedicin, lle-vse al padre mercedario Fr. Gonzalo de Vera.

    Hizo su entrada por el mismo camino de Guaman, por dondehaba hecho la suya Daz de Pineda, quien ahora le acompaaba.

    Despus de haber caminado 30 leguas, llegaron a la primera po-blacin de Los Quijos, llamada Sumaco, junto al volcn de este nombre.No lejos de aqu, les dio alcance el Cap. Francisco de Orellana, quien,

    invitado por Pizarro para esta empresa cuando antes se haba presenta-do y puesto a sus rdenes, despus de fundar la Villa de Santiago deGuayaquil, acuda ahora con refuerzos de gente, llevando para capellnal padre dominico Fr. Gaspar de Carvajal, quien tena en esta Goberna-cin de Quito el cargo de Vicario General por parte del Obispo del Cuz-co, el clebre Padre Vicente Valverde, quien perdi su vida en la Isla Pu-n, en el estuario de Guayaquil, a manos de los indios sublevados, cuan-do aqu hizo escala en viaje a Panam.

    Aquellos expedicionarios del Oriente lograron encontrar el rbol

    de la canela; pero como no les halagase aquella regin, casi despobla-da, dirigieron su rumbo por la orilla derecha del ro Coca, el cual vadea-ron despus de largo y penoso recorrido, tendiendo unos rboles en ellugar de una encaada.

    Viendo a su gente tan desmedrada, Pizarro juzg necesario em-prender en la construccin de un bergantn para seguir su marcha por elro. Como les informasen las gentes del lugar, que el ro Coca desagua-ba en otro ms caudaloso, que baaba ricas comarcas, frtiles y bien po-bladas, resolvieron que fuera all el Capitn Orellana con parte de su

    gente en la improvisada nave, para que reconociese aquella regin yvolviese luego con provisiones, mientras Gonzalo Pizarro y los ms desu compaa esperaban acampados en el mismo paraje junto al Coca.

    Francisco de Orellana emprendi su jornada de exploracin el 26de diciembre de 1541 con 50 hombres y ms los dos religiosos que des-

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    de Quito les servan de capellanes; el dominico Padre Gaspar de Carva-jal fue tambin el Cronista del viaje (Cfr. Relacin del Nuevo Descubri-miento del famoso Ro Grande que descubri por muy gran ventura elCapitn Francisco de Orellana. Por Fr. Gaspar de Carvajal. En Bibliot.Amazonas).

    A los cuatro das desembarcaron en el caudaloso Napo, bien pro-vistos de vveres en la poblacin de los Irimaraes, donde aquel recibelas aguas del Aguarico, parecindoles difcil regresar en auxilio de Piza-rro y de su gente, siguieron navegando de sol a sol por el Napo, hasta

    que al fin, la dbil barquichuela de Orellana alcanz a flotar en lasaguas del Mar Dulce, que descubriera en 1500 el navegante espaol Vi-cente Ynez Pinzn. Al que los portugueses llamaron Ro Solimoes, losespaoles nombraron Ro de las Amazonas, refirindose a las mujeresguerreras que crean haber visto en sus orillas; los indgenas lo llamaronParamatinga, o sea, Rey de las aguas.

    La entrada de Orellana y su grupo de valientes en aguas del Ama-zonas fue el da 12 de Febrero de 1542, fecha memorable que se cele-bra cada ao en Quito y que se ha sealado como Da del Oriente

    Ecuatoriano.En el frontispicio de la Catedral Metropolitana de Quito, donde

    hay tambin otras lpidas con los nombres de los primeros colonos es-paoles que se avecindaron aqu el 6 de Diciembre de 1534, en total204, existe una lpida marmrea donde leemos en grandes letras debronce: Es gloria de Quito el descubrimiento del Ro Amazonas.

    Despus de seis meses de navegar por aquel Ro Mar, que naceen Cerro de PascoDepart. de Junn, Per, con un recorrido de 5.500km, recibiendo las aguas de 200 ros afluentes, con una anchura de

    1.800 m. a los 16 km, salieron al Ocano Atlntico en una embarcacinmayor que hubieron de construir en una de las Islas. En la de Comagua,los valientes expedicionarios se dispersaron, tomando cada cual diver-sos rumbos.

    Entre tanto, Gonzalo Pizarro haba avanzado con los pocos so-brevivientes hasta la desembocadura del ro Coca en el Napo, y aqu re-solvieron regresar a Quito, a donde llegaron en junio de 1543, para re-cibir tristes sorpresas: el cruel asesinato en Lima del Gobernador, su her-mano Don Francisco y la prdida del Gobierno de estas provincias, que

    ya haban reconocido al Comisionado de Carlos V, Don Cristbal Vacade Castro, en septiembre de 1541. Recordemos que vino de la Metrpo-li espaola acompaado de dos jvenes de Avila, Don Lorenzo y DonJernimo de Cepeda y Ahumada, quienes adquirieron despus algunaimportancia en la Real Audiencia de Quito, por su lealtad a la Corona

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    de Castilla, luchando en la batalla de Iaquito al lado del Virrey BlascoNez Vela, con otros dos hermanos, Hernando y Antonio, que all seles juntaron el da de Santa Prisca de 1546 (Cfr. El Dorado Fantasmapor el P. C. Bayle, .S.J.1943).

    Adems de estas expediciones al Oriente del territorio de Quito,hubo otras tambin notables que ensancharon el dominio espaol.

    El Cap. Diego de Vergara inici en el ao de 1541 la conquista delas regiones que estn al Oriente del Azuay y de Loja, denominadas deYaguarzongo y de Bracamoros, respectivamente; empresa que continuel Cap. Diego Palomino, vecino de Piura, fundando en 1549 la ciudadde Jan a orillas del Chinchipe y que complet Juan de Salinas y Loyolacon la expedicin que sali en julio del ao 1557.

    Nombrado este Capitn por el Rey, Gobernador de Yaguarzongo,de Bracamoros y de Macas, con 200 leguas hacia el Oriente, establecien la hoya del ro Santiago las ciudades de Valladolid, Loyola, Santiagode las Montaas, y en la regin meridional del Maran, la Villa deSanta Mara de Nieva o de las Nieves.

    En 1548 haba fundado ya el Cap. Alonso de Mercadillo la ciu-

    dad de Loja, en el valle de Cusibamba, sobre el camino que conducade Quito al Cuzco, y en el ao 1549, como a 20 leguas de Loja,la ciu-dad de Zamora, que quedaba entre el ro homnimo y el Yacuambi, alotro lado de la cordillera oriental.

    El Cap. Juan de Salinas, con los 250 espaoles que se arriesgarona acompaarle desde Loja, compitiendo en audacia con Francisco deOrellana, descendi por el ro Santiago, pas el Pongo de Manseriche,entr en el Maran y visit el ro Morona y el Pastaza; luego, explorel Huallaga, subi por el Ucayali y, pasando a travs de las desiertas

    Pampas del Sacramento, lleg a las regiones situadas al oriente delCuzco.En la Provincia de Macas, que comprenda desde las selvas de

    Gualaquiza, a las espaldas de Cuenca, hasta las mrgenes del Pastaza, yque fuera explorada en 1548 de Norte a Sur, por el Cap. Hernando deVenavente, quien tuvo que habrselas con la indmita raza de los jva-ros, se fundaron dos ciudades durante el Gobierno de Juan de Salinas ypor orden y a costa de ste; las cuales tuvieron sus aos de opulencia yse llamaron: Logroo de los Caballeros, en la jivara del Paute, y en la

    margen izquierda del Upano, Sevilla de Oro.Podemos decir que el Cap. Juan de Salinas fue quien acert conEl Dorado que no pudo encontrar Gonzalo Pizarro por la va del Na-po. Esta era la Regin, no del engaoso Dorado, de tesoros de quime-ra, sino el depsito del ansiado metal amarillo, disperso en las arenas,

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    incrustado en el perdernal, arrastrado desde lejanos filones, tentador enel manto del aluvin y en las venas de la cordillera baja que divide losestuarios del Santiago y del Zamora.

    All fueron los hijos de Espaa, llevando el mpetu de la raza, lafiebre alucinada de la codicia y el alma de la Patria para un imperio nue-vo, esparciendo en caseros y ciudades improvisados, los nombres mspreciados de su tierra natal: Santiago, Zamora, Logroo, Valladolid...(Cfr. Conferencia del Dr. Remigio Crespo Toral. En Misiones Salesianasdel Oriente 1938).

    En el Asiento de Huamboya, sobre la ribera septentrional del roPalora, establecise en 1552, la Villa de Mendoza, en memoria del III Vi-rrey del Per, Don Andrs Hurtado de Mendoza. En la regin que baanel Coca y el Napo, formse en 1551 otra Provincia o Gobernacin, quellamaron de Los Quijos y tambin de La Canela, la cual limitaba por elNorte con la de Mocoa y Sucumbos, que descubriera el Cap. Jimnezde Quezada.

    En calidad de Gobierno, le fue concedido primeramente, al Cap.Gil Ramrez Dvalos, en premio de sus servicios, sealndole 20 leguas

    de Sur a Norte y 200 de Occidente a Oriente.Tena comisin del Sr. Virrey del Per para establecer ciudades

    aqu; pero hubo de proceder con mucha discrecin, porque los indge-nas estaban resueltos a no consentir en sus tierras establecimientos deblancos, cuyas violencias recordaban desde la expedicin de Pizarro yOrellana.

    El cauteloso Gobernador se puso al habla con dos jefes de aque-llas tribus, y apoyado por los buenos servicios del Cacique de Latacun-ga, afecto a los espaoles y relacionado con un influyente Curaca de Los

    Quijos, logr que los indgenas principales salieran a Quito para pedir-le lo que antes no quisieron aceptar. Guiado Ramrez Dvalos por estosindios, entr pacficamente en aquella Provincia. En informaciones quedespus se practicaron, dice as; en la dicha jornada de los Quijos sesirvi mucho a Dios N. Seor y a su Majestad, porque sin sacar una go-ta de sangre ni dar un palo ni azote a ningn indio, vinieron a la obe-diencia de su Majestad gran cantidad de seores y caciques indios; quele parece a este testigo que sera la cantidad que la pregunta dice,(40.000) y que este testigo ha odo decir por pblico y notorio, que no

    se ha hecho en todas las Indias una jornada como la de los Quijos..(Cfr. El Oriente Dominicano Rev. de enero de 1937 - Quito).El mismo Cap. Gil Ramrez Dvalos, que en abril del ao 1557

    haba fundado la ciudad de Santa Ana de Cuenca en la llanura de Tome-bamba, por comisin del Virrey Don Andrs Hurtado de Mendoza, na-

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    tural de Cuenca de Espaa, hizo la fundacin de la ciudad de Baeza, ensu Gobernacin de los Quijos, en recuerdo de la Baeza de Andaluca enque haba nacido. Fue en un domingo de mayo del ao 1559, Pascuadel Espritu Santo; despus, el Rey Don Felipe II concedi Escudo de Ar-mas y el Ttulo de Muy Noble y Muy Leal.

    Haba escogido a 20 leguas de Quito un valle frtil, entre el roMasfa y el Cozanga, cuyos solares reparti a los 70 vecinos que en aquelmismo da se inscribieron.

    De la extensa informacin que nos da el autor del estudio mono-grfico La Regin Amaznica del Ecuador en el siglo XVI, Edc. delBanco Central del Ecuador, solo anotamos lo que se refiere, porque vie-ne a nuestro propsito, al primer sacerdote que se integr a la nueva po-blacin de BAEZA en los Quijos, como Prroco y Doctrinero.

    El mismo da de la fundacin, 14 de mayo de 1559 cuandose repartieron 73 solares a otros tantos vecinos, se juntaron en Cabildolos Alcaldes y Regidores. En el mismo Cabildo present el Padre Ma-nuel Daz, clrigo presbtero, una provisin o nombramiento de Cura yVicario de la ciudad y su provincia, firmada por el Sr. Obispo de Quito,

    Garca Daz Arias, el primero que lo fue de esta ciudad, acatando vues-tra limpieza y buenas costumbres... vos nombramos..; por Cura y Vica-rio de la tal ciudad. Los vecinos deban comprometerse a dar una li-mosna cada ao, para su sustento.

    Removido de esta Gobernacin Ramrez Dvalos, en su lugar seposesion Don Rodrigo Nez de Bonilla, rico vecino de Quito, a quienen breve sucedi Melchor Vsquez Dvila, avecindado en el Cuzco. Ob-tuvo ste gracia de nombrar como Teniente suyo al Cap. Andrs Conte-ro, quien ms tarde se hizo famoso por sus expediciones a la Provincia

    de Esmeraldas y quien fund a orillas del ro Suno, la ciudad de Avila.Un subalterno de ste, el Cap. Bartolom Marn, fund la ciudadde Archidona, a orillas del Misaguall, para recordar la Villa homnima,en Andaluca, donde haba visto la luz primera.

    Este mismo fund en 1563 la ciudad de San Pedro de Alcal, cer-ca del ro Coca, en la Provincia de los Cofanes.

    Las poblaciones indgenas eran bastantes; pero desparramadas enuna extensin inmensa del territorio oriental.

    Confinando por el Norte con el Gobierno de Popayn y por el Sur

    con el de Quijos, extendase una regin dividida en tres Provincias quellamaron del Caquet, del Putumayo y del Sucumbos. Respecto a suconquista y colonizacin, escribe el historiador riobambeo del sigloXVIII. Fueron poco conocidos estos pases por el Capitn Gonzalo Daz

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    de Pineda el ao 1536, (est probado que fue en 1538) con ocasin dehaber ido a explorarlo que llamaban de La Canela.

    Fueron posteriormente ms bien examinados por el Cap. Francis-co Prez de Quezada, a quien los confi en premio de sus servicios, ycon ttulo de futuro Gobierno, el Sr. Don. D. Andrs Hurtado de Men-doza, III Virrey del Per, el ao 1557.

    Ayudle con alguna gente y armas, para la conquista de estas na-ciones y para que fundase en ellas algunas ciudades.

    Conquistadas fcilmente por Quezada las tribus de los Mocoas,

    retirados del Distrito de Popayn a las riberas meridionales del Caquety otras de los confinantes Putumayos, poco guerreros, fund el mismoao de 1557, la pequea ciudad de Mocoa, inmediata a la ribera meri-dional del Caquet. . .

    El siguiente ao, en que atemorizados por sus armas, se retiraronlos Patocos, abandonando su ro Mocoa, que sale del gran lago, no tu-vo que conquistar la 2a. Provincia, del todo desierta. Pas por eso a la3a. de Sucumbos con tan feliz suceso, que redujo sin fuerza alguna sudcil nacin y pudo fundar en ella la ciudad de Ecija, a fines del ao

    1558, sobre la ribera septentrional del ro San Miguel de Sucumbos...(Cfr. Historia del Reino de Quito. Vol. III P. Juan de Velasco).

    Hemos recordado brevemente cmo los conquistadores espao-les del Reino de Quito y a costa de las Cajas Reales, para dar mayor ex-tensin territorial a sus dominios, exploraron con invencible valor y he-roica constancia, desde la cordillera hasta el Atlntico.

    Hemos visto que fueron espaoles de la Gobernacin de Quitoquienes colonizaron el Oriente, que luego repartieron en Gobernacio-nes, donde tambin tomaron parte los hermanos de Santa Teresa de Avi-

    la, por quienes est relacionada la Nacin Ecuatoriana con la Santa dela Raza, y por consecuencia, con la Orden del Carmen Descalzo queella fundara desde 1562.

    Aadimos que en la poca Virreynal, se fundaron tres monaste-rios de Hijas de Santa Teresa de Jess en la Real Audiencia de Quito; co-munidades de monjas Carmelitas que tuvieron buena acogida en la ca-pital de la Audiencia (1653) y en Latacunga (1669) y en Cuenca, desdeagosto de 1682.

    Sabemos ya que, terminada la guerra de conquista con las tribus

    indgenas, y enseoreados los espaoles de un territorio, le tomaban ca-rio, establecan all su hogar, labraban la tierra, y para que la ilusinfuese ms completa y pudiesen colmar la nostalgia de la Patria lejana,ponan a las poblaciones que fundaban los mismos nombres de las ciu-

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    dades espaolas donde ellos haban nacido y las llamaban ciudades,nombre pomposo que haca contraste con el aspecto primitivo de ellas.

    De justicia, debasele sealar al Nuevo Reino de Quito, que seconstitua en Real Audiencia, unos lmites territoriales en conformidad aesta labor colonizadora.

    Y as se hizo en la Real Cdula que expidi desde Guadalajara,en 1563, Don Felipe II al instituir la Real Audiencia de Quito, en estostrminos, que constituyen el primer Ttulo histrico jurdico, donde sefundamenta el derecho territorial de la Nacin Ecuatoriana.

    En la ciudad de San Fracisco de Quito, en el Per, resida otranuestra Audiencia y Cancilleria Real y tenga por Distrito la Provincia deQuito, y por la costa, hacia la parte de la ciudad de los Reyes hasta elPuerto de Paita, Cajamarca, Chachapoyas, Moyobamba y Motilones, ex-clusive, incluyendo hacia la parte susodicha, los pueblos de Jan, Valla-dolid, Loja, Zamora, Cuenca, La Zarza y Guayaquil, con todos los de-ms pueblos que estuvieren en sus comarcas y se poblaren; y hacia laparte de los pueblos de la Canela y Quijos, tenga los dichos pueblos conlos dems que se descubrieren; y por la costa, hacia Panam, hasta el

    Puerto de Buenaventura inclusive y la tierra dentro, a Pasto, Popayn,Cali, Buga, Champanchica y Guarchicona... con la cual (Audiencia deNueva Granada) y con la Tierra Firme, parte trminos por el Septentriny con la de los Reyes por el Medio Da, teniendo al Poniente la Mar delSur y al Levante, Provincias an no pacificadas y descubiertas (Cfr. Li-bro III de la Recopilacin de Leyes de Indias, Ley X).

    Como se deja ver claramente, adjudcase a la Audiencia que secrea en el Antiguo Reino de Quito y se entrega a la Autoridad Poltica yJudicial de su Presidente, los pueblos de la Gobernacin de Los Quijos,

    con los dems que se descubrieren, y al Levante, los pueblos de la Go-bernacin de Juan de Salinas, adems de otras provincias an no pacifi-cadas ni descubiertas.

    Y ms explcitamente: Las inmensas hoyas de los ros Yapur oCaquet, Iza o Putumayo, Napo, Tigre, Pastaza, Morona Santiago y Chin-chipe, en la orilla septentrional del Amazonas; y en la banda meridio-nal: los ros Huancabamba, Utcubamba, Chunchunga, Huallaga y Uca-yali, continuando el Amazonas hasta donde llegaban las posesiones dePortugal.

    Ahora bien; por qu medios la Real Audiencia de Quito procu-rar conservar esos pueblos fundados por los conquistadores, aumentarsu nmero y descubrir nuevas tierras y pacificar a gentes rebeldes, a finde ensanchar su jurisdiccin y dominio efectivo en el Oriente y asegu-

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    rar sus derechos territoriales?Ya veremos que por medio de las misiones catlicas, lo cual fue

    un acierto grande porque era ste el mejor camino para obtener los fi-nes indicados y es ahora, junto con la Real Cdula preinserta, el funda-mento del derecho territorial que alega el Estado Ecuatoriano.

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    Captulo II

    CONDICION MORAL Y SOCIALDE LOS ABORIGENES DEL AMAZONAS

    Hemos visto en el captulo precedente, que el descubrimiento yla conquista del antiguo Reino de Quito en el primer tercio del sigloXVI, revel la existencia de vastas poblaciones tras la Cordillera Orien-tal, en un inmenso territorio que riegan caudalosos ros, que entregansus aguas al Ro-Mar, llamado de Las Amazonas.

    En el tomo III de la Historia del Reino de Quito, por el P. Juan de

    Velasco, S.J. se encuentra una Tabla de las Naciones Indgenas de lasMisiones del Maran, segn la cual, el territorio de la Region Orien-tal se hallaba poblado al tiempo de la conquista, por algo ms de 130tribus, que formaban 40 Estados o Naciones independientes.

    El prncipe de los historiadores ecuatorianos, Ilmo. Mons. Federi-co Gonzlez Surez, que fuera Arzobispo de Quito, desde 1906 a 1917,nos ha dado a conocer extensamente cul era la condicin social de losaborgenes de nuestras comarcas trasandinas, en el Vol. VI de su monu-mental Historia General del Ecuador.

    Actualmente no podemos reproducir aquellas pginas que des-criben con tintas negras el panorama de aquellas gentes sin mencio-nar los valores culturales y humanos que hoy les reconocen los antrop-logos.

    Los historiadores modernos se han ocupado de este asunto conun mtodo pedaggico ms aceptable; porque en la actualidad hay mssensibilidad y delicadeza al tratar y escribir sobre los indgenas del Ama-zonas.

    Las ricas tierras del Oriente estaban ocupadas al tiempo que pe-

    netraron en ellas los colonizadores espaoles, por muy diversas razas dehombres, que los misioneros describen en sus crnicas, cartas e infor-mes a los superiores.

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    De esas fuentes histricas han sacado las noticias que nos dan losesposos Piedad y Alfredo Costales, en su Estudio sobre la Amazona,cuando presentan en dos Cuadros la Demografa y Estadstica de los di-ferentes Grupos Etnicos de las selvas amaznicas, y el Monto de laspoblaciones selvticas evangelizadas en el Amazonas y sus alfluentes(Cfr. Amazona Ecuador-Per-Bolivia. Edic. Mundo Shuar, 1983).

    Sealan diez denominaciones tnicas ubicadas en los ros Pasta-za, Bobonaza y sus tributarios. Son doce en el ro Tigre y sus afluentes;cuatro, en los ros Nanay e Itatay; siete, en el Curaray y sus afluentes;cinco en el Putumayo y sus afluentes; cuatro en el ro Chambira y Ama-zonas; cinco en el ro Aguarico y sus afluentes; tres en el Coca y Napo;cuatro son en los ros Morona, Santiago y Pastaza.

    En las cabeceras del Chinchipe residan los Pacamoros y Nambi-jas; los Yaguarzongos, en el Zamora y sus afluentes; los Huamboyas, enel Palora y Huamboya y sus afluentes.

    En el ro Huallaga y en los altos del Amazonas haba 23 denomi-naciones tnicas; once en el Ucayali y Alto Amazonas (Cfrt. O.C. pgs.15-17).

    A la precedente estadstica, aaden los autores de la obra citada,otra informacin que se refiere al nmero de habitantes, diciendo: Pa-ra la poca de la conquista y la primera etapa de la colonizacin, calcu-lamos la poblacin de las selvas, que hoy constituyen jurisdicciones po-ltico-administrativas de Bolivia, Ecuador y Per, ms o menos, en unmilln de habitantes; 234 aos despus, para 1768 (ao del extraa-miento de los misioneros jesuitas) sta haba disminuido considerable-mente, por efecto de las pestes, las guerras de tribus, las invasiones delos portugueses, 150.000 habitantes.

    De aqu result el despoblamiento demogrfico y la extincinbiolgica que nadie pudo evitar.Haban varios idiomas, escribe el historiador de la Real Audien-

    cia de Quito, Ilmo. Mons. Gonzlez Surez, que se hablaban por un n-mero crecido de tribus, en el Oriente; pero otros eran propios solamen-te de una parcialidad y hasta de una sola ranchera (Tomo VI, cap. VI).

    La mayor de las dificultades no estaba en conocer la ndole gra-matical de cada idioma, sino en discernir la pronunciacin de las pala-bras, porque en unas predominaban sonidos nasales, en otras, guturales;

    en algunas, labiales y dentales. Diecisis lenguas matrices y sesenta ycuatro dialectos se hablaban en la Regin Oriental a fines del siglo XVIII.Los misioneros del Napo y del Maran introdujeron en aquellas

    montaas la lengua quichua, llamada del Inca, y se sirvieron de ella co-mo de un idioma general, que obligaron a aprender a los convertidos;

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    pues en esa lengua les hablaban y en ella les explicaban la doctrina cris-tiana, sin que por eso se descuidaran de estudiar las lenguas matrices delos indgenas, como tambin redactaron en las ms generales, la Carti-lla de la Doctrina Cristiana, y compusieron gramticas y vocabulariospara facilitar su conocimiento a los nuevos misioneros que llegaban.

    De este modo, en el territorio de las misiones lleg a haber undioma general y varios nacionales, con una muchedumbre de dialectos.Y aun la misma lengua quichua introducida en las misiones vari mu-chsimo y se empobreci, porque cada tribu la pronunciaba a su mane-

    ra y no aprendi de ella ms que un poco, lo indispensable para rezarla Doctrina y entenderse con el Misionero.

    El Gobierno espaol dio Cdulas repetidas sobre este punto y noces de mandar que a los indios se les indujera y hasta constriera pormedios suaves y arbitrios prudentes, a que aprendieran a hablar la len-gua castellana. Hizo ms el Gobierno espaol: dispuso que se fundaranescuelas solo para indios, a fin de que stos aprendieran el idioma deCastilla y a escribir y a leer en castellano.

    El Rey Carlos II exoner de tributos a los caciques que hablaran

    en espaol y lo ensearan a hablar a sus hijos, y resolvi, adems, quepara todo cargo o empleo de los que desempeaban los indios, se pre-fiera a los que supieran hablar en castellano. Y estas disposiciones tansabias y tan acertadas se incorporaron despus a las Leyes de Indias(Cfr. Vol. V, pg. 517).

    En cuanto a la enseanza de la Doctrina Cristiana en las lenguasindgenas, conviene saber que se examin este punto por una comisincompuesta de eclesisticos muy entendidos en la Teologa y muy versa-dos en las lenguas americanas, y todos ellos declararon unnimentente

    que ninguna lengua indgena era a propsito para exponer los dogmascatlicos y menos para explicarlos (Cfr. Ibid. Vol. V, pg. 517).Cuando los colonizadores entraron en las comarcas del Oriente,

    por donde sale el sol cada da, tras el macizo de la cordillera, encontra-ron grupos humanos que vivan junto a las corrientes fluviales, que en-tregaban el caudal de sus aguas al Ro-Mar, que llamaron de las Amazo-nas, por un supuesto de haber visto en sus orillas a unas mujeres gue-rreras de excepcionales cualidades.

    Para los que fueron primeros dueos de la selva, que vivan en las

    mrgenes de los ros, stos les daban sustento y eran cauce para la in-tercomunicacin en aquel vasto territorio.Para los extraos colonizadores, era aquella inmensidad de selva

    y de agua, un mundo nuevo, dentro del Nuevo Mundo.

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    Las cabeceras del ro Napo y del Coca estuvieron ocupadas porlos indios Quijos que fueron aglutinamientos de varias razas que erancopartcipes de un territorio comn, al que se agregaron otros grupos deinmigrantes que llegaron de Imbabura y del Pichincha.

    Fueron diferentes tribus, que se distinguan por los nombres deNapo o Yumbos, Quijos, Sumacos, Tenas. Un distinguido antroplogo, elP. Pedro Porras, ha descubierto y explicado las culturas de los indiosaborgenes del Cozanga, del Masfa, del Misahuall y de Baeza.

    El idioma entre ellos variaba segn su procedencia; pero se llega imponer el de los Incas, el quichua, que fue un elemento de cohesinentre todos los moradores de la Regin (Cfr. Amazona, Ecuador-BoliviaPer, Cap. I, pg. 14. Por Piedad y Alfredo Costales Edic. Mundo Shuar1983).

    El ro Aguarico fue campo de los indios Cofanes, que visit elCap. Juan de Palacios, quien tuvo que habrselas con tribus rebeldes. Pa-ra su conquista y pacificacin los visit el Pbro. Don Pedro Ordez yCevallos; fue su Misionero por diez aos, el jesuita Padre Ferrer, quienperdi su vida ahogado en el Aguarico, por traicin de sus nefitos.

    Prximos a los Aguaricos, vivan los indios Cushmas, de los quean quedan descendientes en el ro Cuyabeno.

    Ocupaban las mrgenes del Alto Putumayo los indios Sionas, quetuvieron mucha vitalidad, cuyos pueblos atendieron los misioneros fran-ciscanos de Popayn.

    De los Sionas, existen todava algunas familias en la Regin.El ro Pastaza, que recibe en sus orgenes las aguas del Chambo y

    del Patate, tuvo en lejanos tiempos, el nombre de Corino.En sus orillas y las de sus tributarios haba un considerable nme-

    ro de naciones aborgenes. Los Penday, a los que se les llam Canelos,que tuvieron misioneros desde 1624.Los Coronados, que tenan sus viviendas frente a la bocana del

    Bobonaza. Los Romainas, dispersos en los ros que dan origen al ro Ti-gre. Todos tenan una afinidad de idioma; los rasgos de cultura eran se-mejantes, por lo que se conjetura que constituan dos parcialidades con-gneres.

    Los Andoas en el Pastaza, fueron gente pacfica, que luego acep-t la Ley Cristiana. En las proximidades del Bobonaza, vivan los indios

    Gayes, muy temidos por los naturales de la comarca.El territorio del Curaray, uno de los mayores afluentes del Napo,estuvo poblado por numerosas naciones aborgenes, como los Ardas, losZparos. De stos quedan algunos rezagos. Los Ajiviras, los Semigaes.

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    Las mrgenes y afluentes del Ro Nanay, que desemboca cercadel puerto de Iquitos, estuvieron pobladas por numerosas razas indge-nas. Era una de ellas, la de los Yameos o Pinarapuras, que formaban unanacin importante, por ser numerosa y aguerrida, seccionada en 12 gru-pos.

    Los Bracamoros, llamados tambin Nambijas, ocupaban la cuen-ca del caudaloso Chinchipe, en sus orgenes. Integraban esta nacin 24comunidades, con una poblacin de 10.159 habitantes.

    Ms numerosa que la nacin anterior fue la de los Yaguarzongos,

    gente dcil, por lo que el sometimiento a los colonizadores extraos fuerpido y tranquilo; formaban 72 comunidades. As fue, que en sus tie-rras pudieron fundar los espaoles las prsperas ciudades de Valladolid,de Santa Mara de las Nieves y Loyola. En el censo que se hizo en 1582,de indios cristianos tributarios, dio el nmero de 22.177; pero tantagrandeza tuvo un triste fin en 1599.

    No olvidemos a los Huamboyas, nacin que ocupaba el ro Palo-ra y que tuvo desplazamientos hasta el Upano y se aproxim a Macas;estaba integrado por seis tribus.

    En el ro Huallaga, que es uno de los grandes tributarios del Ama-zonas, al que entrega sus aguas por la banda derecha, arriba de las Bo-cas del Pastaza, tenan su vivienda y su trabajo varias tribus indgenas,de una misma raza aguerrida, vigorosa y constante. Los cronistas se-alan 24 grupos tnicos.

    Los Campas formaban numerosas comunidades. Los Mainas erande elevada estatura y cuerpo robusto; procedan del Huallaga, de don-de pasaron al Maran cuando se sometieron al Cap. Don Diego Vacade Vega en 1619. Los Mainas dieron nombre a la regin y a las misio-

    nes que iniciaron en el Maran los Padres Jesuitas en 1638.Los Cocamillas, Mayorumas, Chayavitas y Muniches, eran tribusde la regin.

    En el ro Ucayali, caudaloso tributario del Amazonas por la ban-da meridional, hasta donde lleg la accin misionera de los PP. jesuitasde Quito en el siglo XVII, habitaba una tribu numerosa denominada delos Cocamas. Ocupaban ambas orillas del curso de este gran ro, unasdiez jornadas aguas arriba de la Bocana.

    Vecinos de los Cocamas, fueron los Chepeos, un pequeo grupo

    tnico; y tambin participaban del dominio de estas tierras, los Ticunas,los Cunivos, los Piros, y con estos, otras parcialidades menores.El trabajo de catequizacin de estos infieles, que en parte forma-

    ron comunidades cristianas, estuvo repartido entre los religiosos francis-canos del Colegio Apostlico de Ocopa (Per) y los padres de la Com-

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    paa de Jess, misioneros de Mainas, procedentes del Colegio de SanIgnacio, en Quito (Cfr. Amazona. Ecuador-Per-Bolivia-Cap. I, pgs. 30-42. Por Piedad y Alfredo Costales. Edic. Mundo Shuar. 1983).

    En el sector austral del Oriente Ecuatoriano existe la Hoya del RoZamora y del Santiago, en cuyas mrgenes tenan sus viviendas los Jva-ros, que al presente debemos llamarlos Shuar, como se denominan en-tre ellos; se quiere olvidar la idea de salvaje y cruel, que iba unida alnombre primitivo.

    Para este apartado, nos servimos del estudio que sobre Los Shuary las Misiones, ha escrito y publicado el P. Juan Bottasso B., MisioneroSalesiano, que por su extensin, supera los lmites de una tesis doctoral(Edic. Mundo Shuar, 1982).

    Admitiendo la unidad de la especie humana y la DeclaracinPontificia de Paulo III, 1537, los conquistadores de las tierras del Orien-te Amaznico debieron tratar a los Shuar como sujetos de los DerechosHumanos, y a quienes la Iglesia quiso proteger y bautizar, para que par-ticiparan de los beneficios de la Redencin.

    Durante tres siglos la Iglesia envi misioneros en cumplimiento

    del mandato de Jesucristo a sus apstoles: Id por el mundo y predicadel evangelio a toda criatura; quien creyere y se bautizare, se salvar (S.Marcos XVI-15-16); pero los frutos no correspondieron a los muchos tra-bajos y sacrificios de vidas y econmicos, porque los Shuar del Morona,del Zamora y del Santiago, no se dejaron catequizar; era una raza rebel-de, con cualidades de fortaleza, valenta, trabajo y una cultura suya, queahora se est descubriendo.

    Formaban ellos una nacin dentro de las intrincadas selvas orien-tales, y se tuvo noticia afuera, de su existencia, cuando el Cap. Hernan-

    do de Benavente entr a Macas en 1550.Autoridades de la Real Audiencia de Quito y misioneros intenta-ron someterlos al Gobierno Espaol que tena el Patronato sobre estasColonias, pero todos sus esfuerzos chocaron contra la rebelda de losaborgenes, que se resistieron por todos los medios.

    La Historia recuerda el general levantamiento de los Jbaros, queahora llamamos Shuar, en varios frentes de la Regin Amaznica, en elao de 1599, cuando el valeroso Quirruba, convoc a su gente para laguerra que extermin a los colonos espaoles y arruin las prsperas

    ciudades de Sevilla de Oro y de Logroo, ms la Villa de Mendoza.A finales del siglo XVII, el misionero jesuita de Mainas, P. Francis-co Viva, napolitano, quiso trasladar a los indgenas ro abajo y estable-cer una Reduccin o poblado para facilitar su evangelizacin; pero seestrell ante las dificultades de aquella empresa, cuando se puso al fren-

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    te de una armadilla de guerra, para acosarlos por las armas, habiendoobtenido el consentimiento del Ilmo. Sr. Obispo Diocesano y de la RealAudiencia.

    El P. Lorenzo Lucero, misionero de Mainas por 26 aos, hizo tresentradas a los Shuar, y sali convencido de que eran irreductibles.

    Con la amargura del fracaso, los misioneros redactaron y pasaroninformes con expresiones que presentaban a los Shuar como la peorgente.

    Y estas ideas se repetan en 1863, cuando la Jerarqua Episcopal

    del Ecuador peda al Papa que enviase misioneros al Oriente.Se hizo otra experiencia en Gualaquiza, en 1870, entrando all

    los PP. jesuitas; pero debieron abandonar este campo a los dos aos,porque vivan en un aislamiento y desamparo muy triste, sin lograr nin-guna conversin (Cfr. Los Jesuitas y el Oriente Ecuatoriano. Por el P. J.Jouanen, S.J. Guayaquil, 1977).

    En 1897, se retiraron de Zamora los misioneros franciscanos deQuito, temerosos de un asalto de los indgenas, del que ya tenan ame-nazas, vindose sin defensa militar, que pidieron al Sr. Gobernador de

    Loja, y que nunca les lleg (Cfr. Los Yaguarzongos. Historia de los Shuarde Zamora, Cap. XVI. Por el P. Toms Conde, O.F.M. Edic. Mundo Shuar,1981).

    El universo Shuar es de los ms interesantes. El P. Bottasso, S.D.B.ha estudiado y nos presenta la Cultura Shuar. Un Universo desconoci-do, en un captulo interesante, que es el II de su obra: Los Shuar y lasMisiones, y cita otros estudios de consulta. En los captulos que siguen,seala y explica La Actividad Aculturante, mediante el conocimientode la realidad, y los Instrumentos de Aculturacin.

    Se sabe que los incas del Cuzco tenan su religin, sus creen-cias, cuando adoraban al Sol y a la Luna, y hacan fiestas en el tiempode las cosechas y daban culto a los muertos; de esto hay monumentosque lo atestiguan.

    Pues entre las Tribus indgenas de la Regin Amaznica, tan dis-tintas y numerosas, los misioneros no encontraron templos ni adorato-rios, porque no crean en la Divinad, ni se crearon dioses, como los gen-tiles de otras naciones.

    En los relatos de los Misioneros no encontramos noticias de que

    hayan tenido que destruir lugares de adoracin pagana.Como los Incas no se asentaron en el territorio de la Amazona,nada tomaron de ellos los hijos de la selva. Por eso que los Misionerosdebieron tener dificultades para catequizar a estos, cuando los instruan

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    sobre la existencia de Dios, Creador del mundo y Padre de los hombres,sobre el misterio de Stma. Trinidad y el culto de latra.

    Mucho cost hacer cristianos a los que nunca reconocieron quehaba un Ser Supremo que rega los destinos de los pueblos y haba unDeclogo como Ley universal.

    Mucho trabajaron los Misioneros por apartar de la vida de los in-dgenas, al brujo, un ser embrutecido, que se haca intermediario entreeste mundo y el otro invisible. Se figuraban que este ve y conoce los ma-les que aquejan al grupo indgena, y es quien aconseja la accin defen-

    siva, hasta la pena de muerte, con la ley de la venganza.Los brujos gozan de una condicin privilegiada y de alto poder.

    Tomando el jugo de una liana o bejuco llamado hayahusca, que pro-duce un sueo alucinatorio. descubre hechos ocultos que l delata a sumanera. (Cfr. Los Shuar y las Misiones P. Juan Bottasso. Parte 1ra. cap. II.edic. Mundo Shuar. 1982. Quito).

    En captulos sucesivos veremos cmo el Misionero, con todos losmedios a su alcance, realiz la transformacin de los pueblos amazni-cos, que pertenecan a la Real Audiencia de Quito, en comunidades

    cristianas.

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    Captulo III

    LOS PRIMEROS SACERDOTESY RELIGIOSOS QUE SE ESTABLECIERON

    EN QUITO

    En buena hora quiso la Divina Providencia que a donde no pu-dieron llegar los Incas, que se llamaron los Hijos del Sol, llegaran losconquistadores espaoles, y con ellos, los misioneros de la Iglesia Cat-lica; unos, para realizar la conquista poltica y militar sobre aquellas tri-

    bus autctonas del Oriente, y los otros, para hacerlas participantes delos beneficios de la Redencin.Pero antes de referir la gloriosa Historia de estas misiones, vea-

    mos de qu modo vinieron hasta Quito y se establecieron aqu los pri-meros sacerdotes y religiosos.

    Ni estar dems saber, en qu forma y cundo se establecieronlas comunidades religiosas, ya que de los conventos de Quito salieronlos misioneros que evangelizaron el Oriente y adoctrinaron a los pue-blos del Litoral y de la Sierra.

    En este asunto tomamos por gua al Acadmico quiteo, Don Ja-cinto Jijn y Caamao, quien en el captulo XI del volumen I de su obraDon Sebastin de Benalczar, estudia la organizacin civil y religiosa deSan Francisco de Quito durante los cuatro primeros aos de su vidaespaola.

    Se recordar, escribe, que el Cap. Sebastin de Benalczar salide San Miguel de Piura llevando consigo refuerzos que haban llega-do a ese puerto despus que Francisco Pizarro parti de Cajamarca, yque Diego de Almagro recogi en el mismo lugar la mayor parte de lagente conque vino a Quito a vigilar a Benalczar y detener al Goberna-dor de Guatemala, Don Pedro de Alvarado.

    Con el uno y con el otro vinieron algunos sacerdotes; as es queentre los vecinos de Santiago de Quito figuran, el 28 de agosto de1534, el Reverendo Padre Garca y Juan Rodrguez, clrigo presbtero,

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    siendo probable que para entonces hubiese en el campamento de Alma-gro ms de un sacerdote, adems de los nombrados; as sabemos queBartolom Segovia, de 25 aos, clrigo, por mandato del seor Mariscalfue al Real del Adelantado Pedro Alvarado para hablar con l dos veces.

    Es adems muy probable, que con Almagro y Benalczar estuvie-ra en Riobamba el mercedario Padre Hernando de Granada, quien en ju-lio de 1537 dijo bajo juramento: Que vio venir al Tesorero RodrguezNez con el Mariscal, a estas partes de Quito, y sabe que redund mu-cho bien de la venida del Mariscal (Cfr. Don Sebastin de Benalczar,vol. I pg. 198).

    Si con Almagro y Benalczar, en agosto de 1534, se encontraban,por lo menos, tres sacerdotes y probablemente un religioso de la Mer-ced, Alvarado, dice en carta al Rey, le acompaan: de la Orden de SanFrancisco, aprobados, personas de toda religin, buena vida y ejemplo,tales, con que la conciencia Real de Vuestra Majestad descargue; quellev otros de la Redencin, de no menos estima; y por cumplir en todoel servicio de Dios y Vuestro, teniendo noticia del Bachiller Pedro Bravoy de sus Letras y buena vida, trabaj cuanto pude para llevar... Llev,

    ans mesmo, otros cinco sacerdotes, buenas personas, porque el culto...se celebrase en muchas partes, y nuestras conciencias se reformasen contales religiosos y eclesisticos.

    Segn esto, salieron con el Adelantado unos seis religiosos y seispresbteros; no todos habrn llegado a Santiago del Quito. El BachillerPedro Bravo fue de los que con Almagro se volvieron al Sur; otros de losclrigos debieron hacer otro tanto, ya que slo parece haberse quedadoen el Quito, el Padre Francisco Jimnez y el Padre Ocaa.

    En el Acta de la Fundacin de Quito y en el Registro de Fundado-

    res de la ciudad, se hace constar los nombres de los clrigos Juan Rodr-guez y Francisco Jimnez. Ellos se hicieron cargo de los solares seala-dos en la traza urbanstica para iglesia parroquial, que luego sera el si-tio de la Catedral, desde el ao 1545, cuando S.S. Paulo III cre el Obis-pado.

    No se conoce documento que fije de un modo exacto el nmerode los franciscanos, ni que d los nombres de los mercedarios.

    Sabemos de la presencia del P. Fr. Marcos de Niza, porque el cro-nista Fray Agustn Betancourt dice expresamente que este franciscano, al

    volverse al Per, dej a los religiosos que llev consigo a la conquista deQuito. Eran estos los padres Fr. Jodoco Ricke, Pedro Gosseal y Pedro Ro-deas, que fueron los Fundadores del Convento de San Pablo, en Quito,sobre los solares que fueron residencia palaciega de Huayna-Cpac.

    Consta en las Actas del Cabildo Civil la adjudicacin de estos te-

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    rrenos, hecha en el ao 1537, por ms que la tradicin franciscana se-ala la fundacin del convento el 25 de enero de 1535; bien puede serque la Comunidad residiera en casa provisional y que, pasados dosaos, obtuviera la posesin jurdica del terreno ya ocupado.

    Cien aos duraron los trabajos del Convento Mximo de SanFrancisco de Quito con su iglesia; obra monumental por su extensin yriqueza decorativa. Fue la Casa Madre de otras muchas que se fundaronen la Real Audiencia de Quito y de donde salan los misioneros francis-canos a evangelizar las comarcas orientales.

    Refiere el cronista Padre Crdova y Salinas, O.F.M. A los tresaos de la Fundacin del Convento... el Padre Fr. Jodoco Ricke junt losfrailes de su Orden que se hallaban en aquellas tierras y habiendo he-cho reconocer la Bula... en que se da facultad a los religiosos mendi-cantes para que en las Indias puedan juntarse en Congregacin y elegirde entre s mesmos Prelado que los gobierne, si no lo tuvieren. En vir-tud de ella, el ao 1538 celebraron Congregacin en el dicho Conven-to de San Pablo y sali electo en Custodio el mesmo Fray Jodoco... y elprimer Guardin fue Fray Pedro Gosial.

    El Convento de la Merced tuvo su principio desde la Fundacinde la Villa de San Francisco de Quito. De l se hace mencin en las Ac-tas del Cabildo el 28 de junio de 1535, porque ya exista una pequeaComunidad a la cual se la asign una cuadra de terreno. El cronista Sal-mern nombra como Fundador del Convento de la Merced de Quito alP. Martn de Victoria, en lo que coincide con el P. Vargas, O.P.

    El historiador del Convento Mximo de La Merced de Quito, P.Joel L. Monroy, sospecha que en 1534 y 1535 tambin estuvieron enQuito los padres Antonio Sols, Gonzalo Viera y Hernando de Talavera.

    De aqu salieron los misioneros mercedarios que formaron Co-munidades cristianas en la costa del Pacfico, provincias de Manab y Es-meraldas y otros que extendieron su accin evangelizadora en las mr-genes del Putumayo Oriente Norte en el siglo XVIII.

    De la presencia en Quito de la Orden de Predicadores religio-sos de Santo Domingo se sabe que estuvo aqu el P. Gaspar de Carva-jal en febrero del ao 1541, a quien mencionan las Actas del Cabildocomo Visitador, con el cargo de Vicario General de estas provincias porparte del Obispo del Cuzco, tambin dominicano, quien, regresando a

    Lima en 1538, despus de recibir su consagracin episcopal en Espaa,trajo a unos veinte religiosos de su Orden, entre los cuales encontrba-se el P. Carvajal.

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    Es el mismo de quien sabemos que parti al Oriente en marzo de1541 acompaando la expedicin del Gobernador Gonzalo Pizarro y elque entr al Amazonas por el ro Napo en febrero de 1542 con el Cap.Francisco de Orellana.

    Entre tanto, otros religiosos de Santo Domingo quedaron en Qui-to procurando la fundacin de su Convento, para lo cual el P. Fr. Grego-rio de Zarazo pidi al Cabildo un solar, con fecha del primero de juniode 1541. Cuatro aos ms tarde, lleg el P. Alonso de Montenegro, queafianz aqu a su Comunidad y fue distinguido por el Cabildo Civil conla comisin de dar el saludo oficial de la ciudad a la llegada del Pacifi-cador del Per, el Lcdo. Don Pedro de La Gasca.

    Los religiosos de San Agustn llegaron a Lima el primero de juniode 1551, procedentes del clebre Convento de Salamanca, y constitui-da luego la Provincia Agustiniana del Per, no tardaron en venir de ellaa la Gobernacin de Quito, ejemplares religiosos. Es evidente que suestablecimiento en el antiguo Reino de Quito data de algunos aos an-tes de 1569, pues consta con certeza que en agosto del citado ao, con-cedi el Papa a los agustinos la gracia de Altar Privilegiado para sus igle-

    sias y esto en recompensa de sus labores, abnegacin y sacrificios en laevangelizacin de los indios.

    No cabe la menor duda de que los agustinos estuvieron en Qui-to antes del ao 1569, entendiendo que la fecha del 22 de julio del ao1573 se refiere a la segunda fundacin en el lugar que ahora ocupan,desde que se trasladaron de la iglesia de Santa Brbara, que fue su pri-mera morada provisional.

    Cuando hubo alguna comodidad de casa e iglesia en la cercanade la Plaza Mayor, llegaron de Lima nueve religiosos que traan de Prior

    al Padre Juan Vivero, quienes constituyeron la Provincia Agustiniana deSan Miguel, de Quito, al frente de la cual pusieron, en el ao de 1579al benemrito P. Fr. Gabriel de Saona.

    Cuando haca ya veinte aos que los padres de la Compaa deJess se haban establecido en Lima, mandados por San Francisco deBorja, a peticin del Rey Don Felipe II, pasaron a la tierra de Quito, enjulio de 1586, los cuatro primeros religiosos. Eran stos: el P. Baltasar dePias, P. Diego Gonzlez Holgun y el P. Juan Hinojosa, ms el Herma-no Juan de Santiago, quienes, de pronto, se alojaron en el Hospital de la

    Misericordia, que haba fundado el primer Presidente de la Real Audien-cia, Don Hernando de Santilln.No haban pasado muchos das, cuando los Oidores de la Au-

    diencia se permitieron insinuar al Cabildo Catedralicio, en Sede Vacan-

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    te, que cediesen a los padres jesuitas la Capilla, la casa y los solares delBarrio de Santa Brbara.

    Los Rvdos. cannigos accedieron y pasaron all los Padres de laCompaa de Jess, provisionalmente, para iniciar sus ministerios.

    Pasado un ao, los Padres hicieron permuta de un terreno conotro que les convena mejor, y es cuando intervino para darles posesin,el sobrino de Santa Teresa de Avila, Don Lorenzo de Cepeda y Fuentes,el quiteo, dando formalidad legal a la entrega.

    En la Historia de la Compaa de Jess en la Antigua Provincia

    de Quito, tomo Icap. VIpg. 45, escrita por el P. Jos Jouanen, S.J.encontramos un documento que nos interesa conocer porque lleva lafirma de Don Lorenzo, actuando en el Oficio de Alcalde Ordinario dela Ciudad de Quito, el da primero de julio de 1587.

    Correspondi al sobrino de la Santa Reformadora del Carmelodar posesin a los padres jesuitas que llegaron a Quito, de un terrenoadjunto a la iglesia de Santa Brbara, que por no estar cercado, era lu-gar de trnsito libre y por eso se le llama calle. Dice as: En la ciudadde San Francisco de Quito, en primero da del mes de julio de mil qui-

    nientos ochenta e siete aos, por antes m el Escribano Pblico e de Ca-bildo, Don Lorenzo de Cepeda, Alcalde Ordinario en esta ciudad e sustrminos, e jurisdiccin por el Rey nuestro Seor, en cumplimiento delttulo desta otra parte contenido, fue a la calle correspondiente e lugarque da e concede a la Compaa del Nombre de Jess, y tomando porla mano al Maestro Pias, Rector del dicho Colegio de la Compaia, ledio posesin de la dicha calle, quieta e pacficamente, segn forma dederecho; y en seal de posesin, se anduvo paseando por la dicha ca-lle.

    E de cmo el dicho Alcalde le dio la dicha Posesin y el dichoMaestro Pias la tom, yo el dicho Escribano de Cabildo doy fe, porquesoy Juez de Calle. Siendo presentes Juan de la Fuente, Gernimo Hurta-do y Sebastin Guerrero, y el dicho Alcalde la firm de su mano (Fdo)Francisco Corcuera, Escribano Pblico e de Cabildo.

    Un donativo que hizo a los padres la ciudad para comprar sola-res y construccin del templo y setecientos pesos anuales que les sea-laron de las Cajas Reales para su sustento, pusironles en condicionesde devolver al Obispado la casa y capilla que ocuparon durante tres

    aos. El primero de enero de 1589, la Comunidad compuesta de trecereligiosos, pas a habitar en las casas que haban adquirido en el lugardonde despus construyeron el espacioso y muy importante Colegio deSan Ignacio y la hermosa y riqusima iglesia.

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    Aqu se formaron y desde aqu salieron los misioneros jesuitasque en los siglos XVII y XVIII fueron los Curas Doctrineros de Maynas enla Regin Amaznica.

    Al lado de los religiosos regulares trabajaba el Clero Secular paraestablecer una sociedad cristiana, porque la presencia de la Iglesia en laReal Audiencia de Quito fue muy digna y ejemplar hasta la mitad del si-glo XVII; desmejor despus y perdi altura moral la vida religiosa; pe-ro sin llegar a la relajacin.

    Durante el primer decenio ejerci el Cabildo Civil el derecho dePatronato Real, nombrando a los prrocos y curas doctrineros con sala-rio. El 12 de noviembre de 1537 designaba para Cura de la iglesia Ma-triz de Quito al P. Diego Riquelme, hasta tanto que su Majestad o elObispo de estas Provincias provean otras cosas. Se hace alusin alObispo, a quien corresponda dar los beneficios eclesisticos, porque sesaba ya que estaba creado desde enero de ese ao el Obispado del Cuz-co, con el Ilmo. Padre Vicente Valverde, o.p. para Prelado.

    Fue l quien nombr Prroco de San Francisco de Quito, a prin-cipios del ao 1538, al clrigo Juan Rodrguez, uno de los que estuvie-

    ron presentes a la Fundacin espaola de Quito.El que era Gobernador del Per desde 1540, Lcdo. Don Cristbal

    Vaca de Castro, levant Acta en febrero de 1543, para el sealamientode lmites del proyectado Obispado de Quito, cuya creacin haba pe-dido anteriormente el Ilmo. Padre Fr. Vicente Valverde en un Informe alEmperador Carlos V, quien ya tena sealado el candidato, desde el ao1540, en la persona del Rvmo. Sr. Garca Daz Arias, que a la sazn,ejerca el cargo, dado por la Reina, de Protector de los indios en la Pro-vincia de Quito.

    Se sealaba la Unidad Geogrfica que comprendera la AccinPastoral del Obispo Quiteo. Veinte aos ms tarde, al crear Don FelipeII la Real Audiencia de Quito, sealaba los mismos lmites a la Jurisdic-cin Poltica del Presidente de ese Tribunal.

    Con un poco de atraso, la Bula Apostlica lleg a Quito, firmadapor Paulo III el 8 de enero de 1545. Consagrado el Ilmo. Sr. Daz Ariasen la Catedral del Cuzco, en junio de 1547, vino a Quito en septiembrede 1550; su Gobierno fue ejemplarmente pastoral (Cfr. Historia delEcuador. Cap. V., P.J.M. Vargas, siglo XVI, Quito - 1977).

    Tras cuatro aos de Sede vacante, se posesion del Obispado deQuito, en abril de 1566, el Ilmo. Padre Fr. Pedro de la Pea, de la Ordende Predicadores, cuyo celo pastoral se manifest con preferencia en fa-vor de la raza indgena, que era la ms prolfera y desatendida.

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    Para su asistencia espiritual fund las Parroquias de San Sebastiny de San Blas, recomendando a los Caciques la vigilancia de sus subor-dinados en el cumplimiento de las obligaciones cristianas. Queriendopreparar a los jvenes criollos para el sacerdocio, improvis un ensayode Seminario Diocesano en la Catedral.

    Correspondi al Ilmo. De la Pea promulgar los Decretos delConcilio Tridentino y las Constituciones del Concilio Provincial de Lima,el cual afrontaba la pastoral entre los indios.

    Organiz la distribucin de parroquias y doctrinas entre el Clero

    Diocesano y los Regulares con un criterio pastoral.El Snodo Diocesano que convoc para marzo de 1570, reuni

    en Quito a sacerdotes y religiosos que llegaron desde Piura en el Sur yde Pasto en el Norte, para estudiar la ejecucin del Concilio Limeo ydar una Legislacin Sinodal en cuatro captulos que reglamentan la vi-da litrgica y costumbres de los seores Prebendados; normalizan losservicios de los curas que atendan la Catedral; lo que se refiere a los sa-cerdotes que trabajaban en las doctrinas o comunidades indgenas delcampo.

    De mucho provecho fueron sus visitas pastorales a la Provinciade los Yumbos, en el Norte y a la Gobernacin de Juan de Salinas Loyo-la, en Yaguarzongo, tierra de montaa, por el Sur; sigui a la ciudad deZamora y su Distrito y sali a Loja para regresar a Quito por el caminode Cuenca.

    En 1581 hizo este Prelado otro viaje al Sur, para visitar a la gen-te de las minas de Zaruma y pasar a Loja, de donde sali para Lima, de-biendo asistir al tercer Concilio Provincial, que no pudo ver clausuradoporque falleci a causa de sus achaques, en marzo de 1583.

    Sigui una larga vacancia en la Sede Episcopal de Quito, porqueel Prelado Diocesano que vena a posesionarse en noviembre del ao1591, falleci por sufrimientos del largo viaje desde la Imperial de Chi-le, encontrndose en Riobamba, en trnsito a Quito.

    Dios provey a esta Real Audiencia de un Prelado con gran per-sonalidad, que cerr la historia de la Iglesia local en el siglo XVI.

    El Ilustre Padre Fr. Luis Lpez de Sols, O.S.A. lleg a su Sede deQuito en junio de 1594, y en agosto abra el segundo Snodo Diocesa-no, que orden el cumplimiento de los Decretos dados anteriormente

    en los Concilios Provinciales de Lima.Este Snodo Quiteo dio mucha importancia a la catequizacinde los indios, para lo cual orden que se hiciesen Catecismos en las len-guas de cada regin, y que los doctrineros obligasen a los indios a fre-cuentar la enseanza hasta los diez aos de edad, consintiendo que des-

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    pus permanezcan al lado de sus padres para ayudarles en los trabajosdomsticos.

    En agosto del ao 1596, abri el Tercer Snodo Diocesano en Lo-ja para el Clero de esta Provincia y el de Cuenca.

    El Ilmo. Padre Lpez de Sols fund en Quito el Seminario Conci-liar en casa arrendada, bajo la direccin y el magisterio de los padres je-suitas, a fin de preparar en Letras y en virtud a los clrigos que fuerenmenester en el Obispado, a los que voy ordenando y preparando coneste intento (Carta al Rey en octubre de 1594).

    Gran obra suya fue la fundacin del Seminario Diocesano de SanLuis, en 1594, que tuvo permanencia secular.

    Los religiosos regulares tenan, a su vez, colegios para la forma-cin de sus novicios.

    En el Convento Mximo de Santo Domingo hubo estudiantado,con clases tambin para los clrigos seculares, hasta el ao de 1594. LaCompaa de Jess preparaba a los suyos en el Colegio de San Ignacio,y los franciscanos tuvieron el de San Buenaventura; los agustinos la Uni-versidad de San Fulgencio.

    En el siglo XVII naci la Universidad de San Gregorio. Fundacinde los PP. jesuitas, al lado del Colegio de San Ignacio, y en 1692, los PP.dominicos abrieron la de Santo Toms, donde funcionaba, desde 1688,el Convictorio de San Fernando.

    As provey la Iglesia, a la par que ayudaba aquel catlico Mo-narca, Don Felipe II, a quien se le llam el Rey Prudente como puedellamrsele el Rey Misionero, para que se propagase en los Dominios dela Amrica Hispana la Religin de Jesucristo junto con la civilizacin oc-cidental.

    Al efecto, se redactaron y se promulgaron sabias Leyes en losConcilios Provinciales de Lima y en los Snodos Diocesanos de Quito,que constituyen el fundamento, tanto de la organizacin de la Iglesia co-mo de su accin pastoral. Agradecemos al Instituto de Historia Eclesis-tica Ecuatoriana la publicacin que ha hecho en un nmero doble de suRevista, de los Snodos de Quito, de mucho inters para la Historia (Qui-to - 1978).

    En las Leyes de Indias que conocemos, el Cdigo ms sabio, hu-mano e insigne que vio jams el Orbe, se daban los siguientes Reales

    Preceptos: Que se hagan las Capitulaciones conforme a las Leyes de es-te Ttulo y circunstancias que convinieren, teniendo por principal moti-vo el servicio de Dios y su santa fe catlica.

    Que hecha la amistad con los naturales, se les predique la santafe, conforme a lo dispuesto.

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    Mi principal deseo siempre ha sido y es de estas cosas de Indias,que los indios se conviertan a nuestra Santa Fe Catlica; para que susnimas no se pierdan; para lo cual es menester que sean informados delas cosas de nuestra Santa Fe Catlica; tendris muy gran cuidado en c-mo, sin les hacer fuerza alguna, los instruyan e informen con muchoamor, para que, los que hayan convertido a nuestra Santa Fe, perseverenen ella y sirvan a Dios como buenos cristianos, y los que no se hubie-ren convertido hasta ahora, se conviertan lo ms pronto que se pueda.

    Y debis mandar que en cada poblacin haya una persona ecle-

    sistica, cual convenga; y a esta persona mandaris hacer una casa cer-ca de la iglesia, donde debis de mandar que se junten todos los niosde tal poblacin, para que all los ensee esta dicha persona las cosasde nuestra Santa Fe.

    Del mismo tenor son los veinticuatro ttulos del Libro I de la Re-copilacin de Leyes. En cumplimiento de estas disposiciones, hemosvisto ya que el conquistador iba siempre acompaado del misionero, yaun aquel lo era un tanto, sin ser sacerdote ni fraile, as como estos erantambin, hasta cierto punto, conquistadores.

    Una de las primeras condiciones impuestas por el EmperadorCarlos V a Francisco Pizarro en la capitulacin que celebr con l en To-ledo para la conquista del Per, fue la de que llevara Sacerdotes y Reli-giosos que se encargasen de la predicacin del Evangelio y conversinde los infieles a la Fe Catlica.

    De ah que la Sede Apostlica, concediese a los Reyes de Espaael derecho de Patronato sobre las iglesias de Amrica.

    Estas concesiones provinieron de las Bulas que expidieron los Pa-pas Alejandro VI, Julio II y Clemente VII, segn las cuales no poda ha-

    cerse ereccin de Obispado, ni de iglesia alguna, ni fundacin de con-vento, sin que precediera, como requisito indispensable, la licencia ybeneplcito del Rey.

    Asimismo, el Monarca tena derecho exclusivo para presentareclesisticos idneos para las sedes episcopales, canongas y dems be-neficios, as como el privilegio de dar el Pase Regio a las Bulas y BrevesApostlicos de Roma.

    El Pontfice Alejandro VI adjudic al Tesoro Real los diezmoseclesisticos, as como Sixto V, el rendimiento de la Bula de la Santa

    Cruzada.Por su parte, los Reyes Catlicos, hasta Felipe III, cumplieron es-crupulosamente estas condiciones a que se haban obligado.

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    As fue que pudo escribir Felipe II: De los Diezmos que Nos per-tenecen por concesiones pontificias, hemos dotado todas las iglesias denuestras Indias, Arzobispados y Obispados de ellas, supliendo de nues-tra Real Hacienda lo necesario para su dotacin, alimento y congruasustentacin (Cfr. Ley 37, Tt. 70.Libro 1 de la Recopilacin de Le-yes).

    De esta suerte, los Reyes devolvan a la Iglesia lo que le pertene-ca, y aun hicieron mayores erogaciones del Tesoro Real, cuando no al-canzaban las rentas eclesisticas a cubrir los gastos.

    Para juzgar de la obra indigenista de Espaa en sus Colonias deAmrica recomendamos la obra escrita por el Dr. Alfonso Ma. Mora, ti-tulada: La Conquista Espaola juzgada jurdica y socialmente.

    Hemos recordado estas noticias, previamente, porque toda esaorganizacin eclesistica del siglo XVI prepar la Gran Obra de las Mi-siones en nuestro Oriente Amaznico, la cual nos interesa conocer si-quiera en una sntesis de pocos captulos, porque un estudio completollenara muchas pginas.

    42/ Lorenzo Garca, O.C.D.

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    Captulo IV

    LOS PRIMEROS MISIONEROSDEL ORIENTE ECUATORIANO

    Las ricas tierras del Oriente, como haban sido estmulo de proe-zas militares, deban serlo tambin de afanes apostlicos para los sacer-dotes que sentan, no la sed de riquezas o de gloria humana, sino la vo-cacin santa de misioneros.

    As vemos que dos religiosos, con un sacriicio y abnegacin quedespus tuvo imitadores, se internaron, ellos los primeros, en las selvas

    vrgenes del Oriente, en calidad de Capellanes de la Expedicin que co-mandaban Gonzalo Pizarro y Francisco de Orellana, lo cual dio ocasinpara realizar a la vez, obra de redencin cristiana entre las tribus queencontraban al paso de su viaje expedicionario.

    A la vista de un documento del ao 1559, que es la declaracintomada a un franciscano sobre los servicios del Cap. Gil Ramrez Dva-los, escribi el P. Jos Ma. Vargas, o. p., respecto del P. Gaspar de Car-vajal, el Primer Misionero de nuestro Oriente. Bautiz muchos ind-genas, predicles las verdades del Evangelio, inculcles el respeto y cul-

    to a la Cruz del Redentor y les ense a amar a Mara Santsima.Poseedor del quichua, habl a los naturales en su propio idio-

    ma, ganando su afecto y atencin. As se explica que, no obstante sertan corto el tiempo de su correra misional, dejase imborrables huellasentre los indgenas de Quijos, del Cozanga y del Coca.

    Cuando aos ms tarde, hizo Gil Ramrez Dvalos su expedicina Quijos, viose gratamente sorprendido de ver que el Cacique del Co-zanga se ofreca a abrir caminos y poner cruces a la vera de ellos y lepedan imgenes de la Virgen Mara y le certificaba que su padre muri

    cristiano, por cuanto haba sido bautizado por el Padre Carvajal (Cfr.Revista El Oriente Dominicano. Enero de 1937).Repartido el Oriente en Gobernaciones desde 1550, era necesa-

    rio sealar prrocos, llamados entonces Curas Doctrineros, a las pobla-ciones que se haban fundado, as para la atencin de los espaoles ave-

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    cindados en ellas, como para procurar la evangelizacin de los natura-les, segn vimos que estaba ordenado en las Leyes de Indias. Y felizmen-te as se hizo.

    Perteneciendo aquellas provincias a la Real Audiencia de Quito,pertenecan tambin al Obispado de Quito, y por tanto, ambas Autori-dades, segn atribuciones del Real Patronato, deban proveerlas de Mi-sioneros.

    Desde enero de 1545 estaba creado el Obispado de Quito porBula de Paulo III. Su primer Obispo, que fue el Bachiller Don GarcaDaz Arias, poco pudo hacer en este sentido porque debi ocuparseprincipalmente en organizar su Dicesis, hasta el ao 1562, en el quepas a mejor vida.

    Despus de una vacante de cuatro aos, en mayo de 1566, hizosu entrada en Quito, el sucesor, Ilmo. Padre Fr. Pedro de la Pea, O.P.quien luego sali a visitar su Dicesis, que se extenda a ms all de Pas-to, por el Norte y hasta la poblacin de Piura por el Sur; hacia el Orien-te, comprenda los dilatados territorios de Quijos, de la Canela, de Ma-cas y Yaguarzongo; y por el Occidente, le serva de lmites el Mar de Bal-

    boa, o Mar del Sur, llamado posteriormente el Ocano Pacfico.Aquel venerable Prelado que recorri el territorio en todas direc-

    ciones, se meti por Macas hasta lo ms retirado de las regiones orien-tales. Recordemos siquiera un episodio.

    En la regin de la antigua ciudad de Zamora, habase embarcadosin ms compaa que la de unos indios remeros, y bajaba el virtuosoPrelado por uno de esos ros sin nombre, cuando volcndose de repen-te la canoa, cay al agua con su equipaje, salvando su vida con la ayu-da que le prestaron.

    Tres das anduvo perdido por aquellos bosques, hasta que su gen-te de servicio se moviliz para recogerle.De vuelta a Quito, se ocup en remediar las necesidades que la

    experiencia le haha hecho conocer durante la visita, siendo los indiosel objeto predilecto de su solicitud pastoral.

    Haba observado con dolor el Ilmo. Sr. Obispo las exacciones co-metidas por los encomenderos contra los indios y el maltrato que gene-ralmente se daba a estos infelices. Los encomenderos descuidbanse dehacer instruir a los indios en la doctrina cristiana, y as era que haba un

    nmero grande de ellos sin bautismo y que vivan ocupados solo en elservicio de los espaoles, pagando a sus nuevos amos el tributo de lasencomiendas.

    44/ Lorenzo Garca, O.C.D.

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    Pidiendo se pusiera remedio a estas arbitrariedades, el venerablePastor dirigi sus quejas al Rey, quien habindolas considerado, expidial efecto sus Reales Ordenes.

    Segn referencias que hemos podido hallar, durante el GobiernoEclesistico (1566-1583) del Ilmo. Fr. Pedro de la Pea, verdadero Padrede los infelices indios, muy sensible a sus desventuras, las recin funda-das poblaciones del Oriente, tuvieron Cura Doctrinero.

    Entre los compaeros de Juan de Salinas Loyola, en la conquistade Yaguarzongo, al Sur, estuvieron dos sacerdotes: Juan Bolaos, que lle-

    v el ttulo de Vicario Eclesistico y Alfonso Torres Dorado, que luegopas al Curato de Santa Mara de Nieva; as aparece en la informacinde servicios que stos subscribieron y presentaron al Monarca Espaol.

    Existe en el Archivo Municipal de Quito un Libro de Cuentas, quees de ingresos y del impuesto que pagaban sobre el oro que extraan losvecinos de Zamora de las famosas minas de Nambija, donde era msabundante este precioso metal.

    Revisando sus folios, se deduce el gran nmero de habitantes quevivan en la zona. Pues para la atencin de aquellas almas exista una

    Comunidad de Padres Dominicos, cuyos nombres figuran en los Librosoficiales de Caja. As aparecen: el P. Juan Osorio, Vicario Eclesistico deZona, P. Juan Valladares, P. Luis Mayorga, P. Domingo Salazar, Prior; P.Caldera y Fr. Diego.

    Constan estos nombres en las listas de los que se presentaban amarcar el oro y pagar el quinto que corresponda a las Cajas Reales, du-rante los aos 1561 al 1567.

    Anteriormente, hemos recordado la presencia en Zamora, por elao de 1565, de Don Lorenzo de Cepeda y Ahumada, mandado para to-

    mar cuentas a los Oficiales del Tesoro de Cmara de su Majestad, quelo eran Don Simn Ruiz, Teniente de Gobernador; Francisco de HerediaMelgosa, Agustn de Castaeda, Pedro de la Cadena y Hernando de Ba-rahona (Cfr. Estudio sobre los jbaros de Zamora. Gaceta Municipal -Quito- agosto de 1934).

    Refirindose a la ciudad de Zamora, en cuyo Distrito haba16.000 indios, dice Juan de Salinas en su respuesta a un interrogatoriooficial, en 1571: En todos los trminos de la dicha (Zamora) se han des-cubierto y labrado muchos mineros minas de oro y plata y se la-

    bran, en que han sacado puntas y granos de gran grandor, como ha si-do la que tiene Su Majestad en su poder de su guardajoyas, que pesarde dieciocho libras, y otra de a ocho y de a seis y de a cinco y de a cua-tro en gran cantidad (Cfr. Tierras de Oriente, pg. 453. Po Jaramillo A.).

    Don Pedro Gonzlez de Mendoza escribi lo que sigue al Real

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    Consejo de Indias: El tiempo que yo estuve (1558) en la dicha ciudadde Zamora, era la ms rica de oro que haba en todo el Per, y los veci-nos y encomenderos de indios y soldados, eran ricos y gastaban espln-didamente, parecindoles que aquella riqueza no se les poda acabar...(Cfr. Obra citada de Pio Jaramillo A. pg. 475, Quito - 1936).

    En una relacin de sus descubrimientos, que en fecha 10 de ju-nio de 1571 present en Madrid al Presidente del Real Consejo de In-dias, deca el conquistador Dn. Juan de Salinas, refirindose a la comar-ca donde pobl la ciudad de Valladolid y a los indios naturales de ella.Las aguas en general, muy excelentes, porque en todas ellas hay oro ynacen y corren por los veneros a l... Estn poblados (los indios) en va-lles; no usaban oro ni plata, ni casi los conoca, as no los lograban niestimaban, con estar poblados en tierra de muchos mineros, yacimien-tos de oro y plata, segn las muestras que se han hallado y visto....

    Con referencia a la tierra donde fund el pueblo de Loyola, agre-gaba: En todas las aguas y ros del dicho valle (de Cumbinam) se ha-lla oro, y especialmente dej, cuando part para Espaa en junio de1569, descubiertas minas muy ricas, conforme a las muestras.

    En parecidos trminos habla de Santiago de las Montaas, y refi-rindose a Santa Mara de Nieva, conclua: De las cuatro ciudadesque dej pobladas, es sta la postrera. Es tierra de mineros minasaunque los naturales no se daban nada por ellos, ni los buscaban. . ..

    Agregaremos que segn datos del Cosmgrafo Mayor de Indias,Juan Lpez de Velasco, existan entonces en Yaguarzongo unos l18.000indios tributarios.

    En carta al Consejo de Indias, fechada en febrero de 1577, da ra-zn Don Juan de Salinas de dos nuevas poblaciones, en estos trminos:

    Despus que vine de Espaa me he ocupado en dar orden y asien-to a las cuatro ciudades que dej pobladas antes que fuese a esos Rei-nos a besar a Vuestra Alteza las manos y poblar otras dos de nuevo en laparte que ha habido comodidad, que la una se llama Logroo y la otraSevilla del Oro. En todas ellas hay descubiertos mineros de oro, y ca-da da se descubren muestras que prometen mucha riqueza.

    Cuando ya qued establecida la gente en el Asiento Minero deLogroo, proveyse de Cura Doctrinero en la persona del P. Juan de Va-lladares, segn consta en su Memorial elevado al Rey en 1582, repre-

    sentndole Juan de Salinas sus servicios y mritos. Este religioso domini-co figura en aos anteriores en la Comunidad de Santo Domingo quehubo en la ciudad de Zamora.

    46/ Lorenzo Garca, O.C.D.

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    Infelizmente, el misionero hubo de retirarse por razones que pre-senta en un acpite de su Memorial el Cap. Salinas, cuando dice: E yono podame sustentar en los Jbaros por ser tierra toda de acarreto y tanpobre de bastimentos como sobrada de oro, que una gallina vale dos pe-sos de oro y ms. Y antes dan aqu el oro como all el hierro, que dar lonecesario para la sustentacin del cuerpo.

    Solo los codiciosos de oro que no ven por el bien del nima pu-dense avencindar all, aunque ninguno lo hace, que cuando han reuni-do bastante de qu vivir, se salen a Cuenca y a Loja y a Quito (Cfr. Obra

    citada, pg. 466).Veamos ahora los inicios de la evangelizacin en la Gobernacin

    de Los Quijos, y otros sucesos.En la Informacin de servicios del Cap. Don Gil Ramrez Dva-

    los, existe una carta de un religiso franciscano que desde Lima dirigi alRey en 1559, alabando la conducta de aquel Gobernador y Fundador,por comisin del Sr. Marqus de Caete, Don Andrs Hurtado de Men-doza, de las ciudades de Baeza, en los Quijos, y de Santa Ana de Cuen-ca.

    Escribe as el P. Fr. Francisco de Morales, el mismo que en 1555haba fundado en Quito el famoso Colegio de San Andrs: Hase tradode paz una Provincia de indios y ha poblado en ella una ciudad que sedice la Nueva Baeza, y cada da vienen indios a dar la obediencia a V.M.y as se tiene confianza de los buenos principios con que en aquella pro-vincia se empieza a predicar el Evangelio de Jesucristo (Cfr. HistoriaGeneral del Ecuador, Vol II, pg. 425).

    Sabemos efectivamente que en la jornada de Los Quijos (1558)acompa a Ramrez Dvalos el padre franciscano Fr. Martn de Plasen-

    cia, quien debi ejercer el ministerio espiritual entre aquella gente, por-que a cada fundacin de pueblo corresponda la quedada de un sacer-dote.

    Sabemos, asmismo, que el primer Cura de Baeza fue Don Ma-nuel Daz y que en 1564 fue nombrado el Lcdo. Don Gonzalo Flores,quien desempe el ministerio parroquial durante cinco aos, en loscuales construy la iglesia y socorra a los indios y espaoles pobres.Antes de su ordenacin sacerdotal, haba sido Abogado de la Real Au-diencia de Santa Fe de Bogot.

    Con el fin de emprender la conversin de los infieles en Los Qui-