Historia de La Civilizacion Española GINGER

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  • entre la cordillera Carpetalla y la Sierra de Guadarralll3 que, con la Sierra de Gredas, forma una especie de columna "ertebul gTantica de la pennsllla; entre estas sienas y los Montes de Toledo, corre el Tajo, el ro ms largo de Espar'ia; entre stos y la Sierra Morena, el Guadiana; y entre ella y la Sierra Nevada, se desliza, navegable ,en parte, el Guadalquivir. Las cimas alcanzan en el Muley Hacn (Sie. rra Nevada) 3,534 metros; en la I\laladeta (Pirineos), 3,404; Y en Pealara (Guadarrallla). ~.4()5 metros.

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  • y de tan distintas procedencias como los iberos, cellas, fe,cios, griegos, tartesios~ cartagineses~ romanos, bizantinos, visigodos y rabes. Todos dejaron en Espaa huellas de su lengua, religin, costumbres y leyes. De su entrecruzamiento y asimilacin naci tan complejo el pueblo es,paot tan fuerte en sus virtudes como en sus defectos. Y as nos lo pinta magistralmente en estas lneas don Manuel B. Cosso, al describir las figuras de "El entierro del Conde de Orgaz", en su libro El Greco:

    o o HonllH (ell;l\OS, ClljlllU;; y angulosos; 0' y duros de cuerpo y de espritu, como las ridas llanuras y las sierras granticas en que viven; ms intelectuales e imaginativos, ms agudos e ingeniosos que accesibles a la razn y al sentimiento; de nobles y dignas maneras, de aspecto contemplativo e indiferente; exagerados, ampulosos y retorcidos en el pensar y el decir; impulsivos y violento~ en el hacer, como la marcha torrencial de sus ros."

    APORTACIONES DE ESPA"A A LA CULTORA

    El poder creador de Espaa es apreciable desde los tiempos ms remotos:

    1) Los hombres prehistricos dejaron, en el perodo neoltico, el vaso campaniforme, y en el paleoltico, las pinturas de la Cueva de Altamira, el ms perfecto ejemplo de su arte.

    2) Los hombres prehistricos de la pennsula fueron tambin los primeros que hicieron el arma en forma de alabarda.

    3) En las construcciones prehistricas espaolas es donde aparece la cubierta de cpula, antes que en parte a.lguna de Europa.

    4) La Espaa romana di muchos de los principales

    12 ,o,

    escritores, filsofos, generales, emperadores, etc., al imperio romano.

    5) La Espaa visigoda dej figuras tan universales como San Isidoro y una coleccin de joyas, nica en su clase: El Tesoro de Guanazar.

    6) En la Espaa musulmana, fu Crdoba el foco del saber del mundo y de' todas partes acudan para aprender junto a los sabios de sus Universidades.

    7) El' h medie;! ; 'L' d:l la s::t':SlS

    asombrosa del saber cristiano, del musulmn y del judo en la famosa Escuela de traductores de Toledo, que atraa tambin a los hombres de valer del mundo entero.

    Al Padre Vitoria, jurista espaol, se debe la crea. cin del Derecho Internacional) en el siglo XVI.

    9) Al comenzar la edad !1lOderna, es Espaa la que realiza una de las hazaas ms extraordinarias de la Historia: El descubrimiento de Amrica, pobhndola y legndole su sangre, su lengua y su religin.

    10) Durante la dinasta de los Austrias fue Espaa la primera una de las primeras potencias europeas "por su personalidad en el arte de la poltica y de la guerra", segn el historiador ingls Macauley.

    ll) El siglo de oro espaol -del XVI al XVII- di al mundo del arte y de la literatura figuras universales como El Greco, Velzquez, Murillo, Ribera y Zurbarn; Fray Luis de Len, Santa Teresa, Cervantes, etc.

    12) En arquitectura, se debe a Churriguera la creacin del churriguerismo, anticipacin original del estilo barroco.

    13) La escultura produce en Espaa las tallas en ma. dera estofadas, es decir, policromadas y doradas.

    14) En poltica fu Espaa la que, en la guerra de

    13

    .,

  • la Independencia, derrot por vez primera al hasta entonces invencible Napolen.

    15) En nuestros das, por ltimo, cientficos, educadores, pintores, msicos, escritores, etc., han descubierto nuevos campos, mtodos y formas, que quedarn en el campo de la cultura.

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    Paisaje

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    TIEMPOS PREHISTORICOS '.1

    LOS HOMBRES DE LA PREHISTORIA

    Los primeros pobladores de EI/Jatla.-Llegaron por el mar a las arenas soleadas de las playas, y fueron avanzando por los valles ms prximos. En las pintll'ra, que ello, 11l!" mus biCIeron ~(JJn~ las rocas, se les ve desnudos; luego cubiertos de pieles y las mujeres vestidas con faldas. Recorran los campos despoblados, en persecucin de los animales, armados con arcos y flechas, con hondas y con hachas y lanzas. Iban en pequeos grupos y se esparcan por las 11l0rltaS, en el continuo movimiento a que les oblig'aba su tipo de vida, pues eran pueblos cazadores que, por eso, no se fijaban en ninguna parte; sino que hacan vida errante.

    Un da se les ocurri cultivar la tierra y domesticar los animales que cazaban, asocindolos a su trabajo. Desde este momento se establecieron en un lugar fijo, es decir, comenzaron a hacer vida sedentaria.

    A veces aparecan gTllpOS de otros hombres que intentaban hacerse dueos de aquel lugar: con ello comenz la gncrraen aquellos valles de Espaa, ya abiertos y risueos, ya cerrados y abruptos; en las mesetas y en las montaas, hasta entonces en paz.

    No sabemos de los hombres primitivos por ningn documento escrito por ellos, porque no conocan la escritura; ni por tradiciones orales, que se perdieron a travs de los tiempos... Sabemos de_fll~.estos.-.q.u.e-.~:r:?!!,: objetos,piI!gi.r_Lijill~~s~yor los es~eletos ylos crneo;- que delatan una raza de me~~;"e-~t~t~;ra- y n~isdhil que la que le sigui (llamada de CrOmtlgn01l, por el lugar en que se

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    encontraron, en Francia, sus primeros esqueletos). En la poca en que estos hombres vivan, cambi la temperatura, que los oblig a vestirse con pieles. Se adornaban con conchas y caracoles, con simientes, y con clientes de animales, ensartados en forma de collares.

    EDAD DE PIEDRA

    a) Perodo arqueoltico o de la piedm tallada a gollJe. Sabernos [zullbll de aqueilu,> hOl!1bn~s iJlJ ~U~ au i 1 sus instrumentos de labranza todos ellos hechos de piedras duras (pedernales) tallados a golpe y, por 'tanto, de formas poco perfectas, irregulares. Este procedimiento da !lombre a este perodo, que por ser adems el ms antiguo se llama arqueoltico. (1) La talla de la piedra tuvo una consecuencia mucho ms importante: la aparicin del fuego, en las chispas que el golpe produce.

    b) Perodo neoltico o de la piedra jJulimentada.-A travs del tiempo los hombres perfeccionaron sus annas y las hicieron pulimentadas, con lo que omiema un nuevo perodo: el neolticoy) Sus hachas, puntas de lanza, cuchillos, ete., los hacen entonces de piedras menos duras, que se dejan pulir. Utilizaron tambin como materiales para sus utensilios astas de bisonte y huesos de otros animales.

    AjJaricin del sentimiento esttico y del sentimiento religio50.-La decoracin de las astas y huesos representa ya un sentido artstico que va apareciendo en otros objetos a travs del perodo neoltico. AS, a poco de inventar la cermica) la decoran con dibujos que, sin darse sus autores cuenta, imitan las lneas, las formas, los movimientos que

    (1) Del griego clrxos: antiguos, y litas: piedra,

    (2) Del griego neos: nuevo, y lilos: piedra.

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    la naturaleza pona ante su vista: rastros y huellas de animales, ondulaciones de olas y de montaas. El arte de la cerm ca cre en Espaa, como se ha dicho, el vaso camjJa/forme que, de ella, pas a parte de Europa y que caracteriza toda una poca de la prehistoria. Esta temprana aportacin de Espaa al m undo de las formas, es acaso, la primera manifestacin de su espritu creador.

    Apareci tambin el arte textil, el tejido de fibras ve getales con que fornlaban los hombres de este perodo sus

    LT'i In~',') LL;, en tl~' :,1 {l;lL.l .,li'}'rnita abandonar las cuevas o cavernas.(3)

    El mismo sentido artstico y la iniciacin del sentimien /to religioso o ms propiamente, mgico, de la vida les movi a decorar los muros de las cuevas con pinturas, pues crean que dibujando la pieza deseada se la cazaba m,s fcilmente. En general las pintaban con negTo de humo y rojo de almagre, disueltos en grasa de los animales que ca zaban.

    Pinturas rujJestl'es(4) .-As comenzaron las jJinturas rupestres, es decir, sobre las rocas.

    El descubrimiento de las cuevas decoradas con estas pinturas ha permitido conocer la distribucin de los pue

    que fueron sus autores. Usando el lenguaje de hoy, diramos que dichas pinturas constituyen en Espaa dos "escuelas": la del Norte y la de Levante, producidas por pueblos diferentes y no contemporneos.

    La primera se carcteriza por las figuras grandes de animales, aisladas, sin formar grupos ni escenas, pero pintadas sobre abombamientos del terreno que les presta cierto relieve y carcter realista. La ohra maestra de este tipo es

    (3) Por llamarse stas en griego troglodos, se les llama trogloditas a

    los que vivan en ePas,

    (4) Del griego ruprs: roca.

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  • Arte paleoltico: Bisonte plateado en la Cueva de Altamira.

    la Cueva de Altamra} en la provincia de Santander, perteneciente 1,500 aos a. de J. C. Por su magnitud e importancia se la ha llamado "la capilla sixtina del arte paleoltico. (5) Son stas las mejores pinturas de todos aquellos tiempos de E~paa, y de las mejores de Europa. Los maravillosos bisontes, ciervos y caballos de lneas y formas expresivas y vigorosas, aparecen poetizados por la sobriedad del colorido: negros y rojos tan slo: nada ms perfecto que estos animales que, cobijados durante milenios en las sombras de estas cuevas, fijaron al ser creados, rasgos fundamentales del arte espao1.

    Las pint uras de las cuevas de Levante se caracterizan por aparecer en ellas figuras humanas estilizadas y de pequeo tamao corriendo tras los animales y disparando sus

    (5) Del griego paleos: antiguo, y lila;: piedra.

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    arcos; es decir, representan escenas de caceras, guerreras o de danzas; a veces aparecen mujeres con adornos de cabeza que hacen pensar en las peinas modernas. El dinamismo y la estilizacin de las figuras son tan grandes, que parecen el resultado de un proceso artstico, no su iniciacin. Las ms famosas cuevas de este tipo son las de Cogull} en Lrida y la de A lpera} en Albacete. Durante el perodo sigui~nte las pinturas son mucho ms insignificantes: imperfectos

    gr~bados de figuras humanas y simblicas (Cueva de las r;mjas, en .\ll:uiil .

    !Vlonumentos megalticos(6) hombres primitivos Noroeste de la pennsula, en poca difcil de determinar,

    pero probablemente a fines de la edad de piedra, construan unos monumentos de carcter conmemoTativo y religioso, con piedras muy grandes. Por ello, y usando voces griegas, se les llama monumentos megalticos. Sus dimensiones, en efecto, son tales que dieron lugar a la leyenda que, pareciendo imposible que los hombres hubiesen sido capaces de manejar aquellos Moques de piedra, tenan que haber sido los cclopes (gigantes mitolgicos que tenan un solo ojo en la frente) quienes los hubiesen construdo. Por eso ~ se les llama tambin cicljJeos a los monumentos megalti

    f#.cos. fEl ms sencillo de todos es el motlO!ilo o menhir)

    es una sola piedra larga y' estrecha clavada verticalmente

    en el suelo, parece que con un fin conmemorativo; sigue

    el dolmen o trilito} acaso mesa de sacrificio o ara; cuando

    el dolmen aparece cubierto con un montculo de tierra

    se llama tmulo y serva de enterramiento (lo mismo que

    otros monumentos de cpulas formadas por hileras circu

    lares de piedras pequeas); una serie de dlmenes forman

    (6) Del griego 11Ie(jos: grande, y lilos: piedra.

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    .,

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    do una galera o tnel constituyen un camino cubierto. En Espaa el ms famoso es el de Antequera (Mlaga) llamado Cueva de Menga y, por su magnificencia, "la Catedral megaltica". Quien llega a su entrada sin estar advertido, queda asombrado ante una grandiosidad tan primitiva y una tcnica tan incomprensible para el acarreo y superposicin de los materiales, la colocacin y disposicin de las cinco enormes lajas que f.orman el techo y que descansan sobre tre'i robustos monol centrales. umnas rudimentarias, las primeras columnas de Lspaa, que dflllUilll.aU pUl .,u tosquedad con los muros, formados por peascos de granito. Quines eran aquellos hombres capaces de construir de un

    semejante, movidos de una idea, por rudimentaria que fuese, de un ms all respecto a lo visible y a 10 humano?

    -Uso y culto del fuego.-Ya a fines de este perodo, co,

    ,1 mienzan los hombres a realizar grandes progresos en todos los rdenes: no slo pintan, tejen, construyen, tallan armas y smbolos de mando y se fijan en un lugar determinado, haciendo vida sede/llara, sino que labran la tierra, siembran, domestican animales, convierten el lobo en perro, forman rebaos y se dedican al pastoreo. Por fin, el fuego y 10 adoran corno un dios que. si enfmecido, destruye viviendas y campos; protector, les proporciona todo lo bueno. Significa para eaos el fuego defensa contra animales feroces, llama para asar las carnes, calor para calentar y secar sus cuerpos y luz con que iluminar las largas y tenebrosas noches del invierno.

    -Edad de los rnela,~es. a) Perodo del hierro; b) Perodo del bronce.-En tal estado se encontraban los habitantes de la Pennsula Ibrica, cuando comenzaron a conocer la manera de encontrar en la tierra, extraer, fundir y trabajar

    metales nativos, como el cobre, el estarlo y el hierro: con

    20 ,"'

    Arte neoltico: Vaso campaniforme.

  • ellos empezaron a hacer sus armas y herramientas. Las mi nas del Sur de Espaa les proporcionaron muy pronto el cobre que, ms tarde, aleado con el estao, dio oomo resul tado el bronce. Esta conquista industrial representa un perodo mucho ms avanzado.

    -Invencin de la escritum.-Al complicarse la vida, poco a poco, durante el llamado perodo del hierro, porque ya era utilizado en l este metal en aquella industria rudimentaria, necesitaron los hombres crear un sistema de signos con ':lu{' 1q:'tr .... \1,) ideas y {'ootrato.": ;ii fuc L~ ,\(T!"!;:ffl .. q~~t: supone un paso decisivo en el progreso humano y pone la . .

    vida del hombre a tal altura sobre el plano en que hasta entonces viva, que su aparicin, en unos sitios antes y en otros despus con diferencia, a veces de siglos, se considera como terminacin de los imprecisos tiempos prehistricos y comienzo de los histricos.

    Con la escritura, pues, entramos en la Historia.

    22 ,.'

    TIEMPOS HISTORICOS

    EDAD ANTIGUA II

    LOS PRIMEROS POBLADORES Y COLONIZADORES

    DE LA PENINSULA

    -Ibaos y Cellas.-Es muy difcil precisar cundo empIeza la historia. Por eso, refirindonos a Espaa, podemos lim ;) decir qUf' er: los princpo, de la hi,~oria, v; van en la Pennsula dos pueblos de muy distints caracteres; los iberos y los celtas. Por los primeros se le dio a aqulla el nombre de Pennsula Ibrica. Al pueblo ibero, de oscuro y . discutido origen, se le ha encontrado semejanza con algunas tribus africanas del Atlas, por su pequea estatura, el color oscuro de su piel y lo rizado de su cabello (a juzgar, entre otras cosas, por las pinturas que dejaron). Por eso se les consider como originarios del norte de Afrj. ca. Si a estos caracteres se aaden, -aceptando la descripcin que hacen de ellos algunos autores de la poca romana- un temperamento activo, un salvaje amor a la independencia y una individualidad poderosa, caractersticas transmitidas al pueblo espaol, an hoy muy marcadas, se tendr una idea de aquel pueblo primitivo que entr en Espaa por el Sur, en poca incierta, entre la prehistoria y la historia.

    Los celtas, en cambio, cruzaron el Pirineo y avanzaron por el val1~ del Ebro, hacia el ao 1000 a. de J. C., procedentes de Europa. Eran pastores y guerreros arios, de elevada estatura, de tez blanca y cabellos rubios, y se caracterizaban por su fuerte sentimiento familiar, que tambin qued firmemente arraigado como nota espaola. Aparte de estas diferencias entre ambos pueblos primitivos, exis

    23

  • tieron otras en sus costumbres que dejaron huellas que han permitido localizarls perfectamente en el suelo de la pennsula. Una de estas huellas es el diferente tipo de enterramientos que empleaban: de inhumacin o sea en la tierra, los iberos; de incineracin, o quemando los cad veres, los celtas.

    A pesar de estas diferencias, con el tiempo y con la convivencia en el mismo suelo, llegaron a fundirse ambos pueblos, constituyendo la raza celtbera, base del pueblo eSD;} oL,

    Construyeron los celtberos poblados de piedra o castros, fortalezas, y citanias o ciudades fortificadas, donde poder resistir los ataques de los enemigos. Las construan en lugares elevados y rodeadas de murallas, en algunas de cuyas piedras se conservan an inscripciones ibricas.

    A esta cultura celtbera corresponden: (a) unas primitivas esculturas de animales toscamente tallados en gra

    muy abundantes en el centro de Espaa, de los cuales son famosos los Toros de Guisando (provincia de Madrid) ; I~ (b) un3. de aImas metal de gran tamao, con Ivainas, adornadas con profusos grabados y provistas de una especie de antenas que las distinguen de las dems; y (q Iuna primitiva cermica de barro, con decoracin de relie U

    rve.

    En lneas generales puede decirse que la civilizacin celtbera se desarroll en las regiones interiores de Espa Ia.

    -Los tartesios.-Segn relatos de viajeros fenicios y griegos, tene~os noticias imprecisas de que no lejos de la desembocadura del Guadalquivir aparecieron un da unas atrevidas naves que con velas rojas remontaron un trecho la corriente. Saltaron a tierra sus tripulantes y se establecieron en las bajas arenas de las orillas fundando la Ho

    25 Arte ibrico: Dama oferente

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    reciente ciudad de Tartessos. Aquellos hombres moreno.s, de ojos rasgados y pelo negro, eran semejantes a los etruscos, de cuya raza parecen cercanos. Sus naves de dos puentes, famosas en la antigedad, mantuvieron en contacto constante el mundo oriental y la ciudad de Tartessos, donde floreci acaso la ms antigua cultura occidenCal.

    Las bailarinas tartesias hacan furor en las grandes ciudades orientales. Su arte es considerado como el origen del baile andaluz. Los trajes que usaban, a juzgar por las figur ti 1as ten 1:i;~ i 3. j t::; J ' iI las que an usan las gitanas: impresioname y bella supervivencia de un pasado tan remoto.

    -La colonizacin griega.-Desde el siglo VIll griegos procedentes del mar Egeo fueron desembarcando en las costas del sur de Espaa, primero, y despus, en las de Levante, tambin con espritu comercial. Fundaron importan tes factoras, como Ampurias (=el emp0rio por excelencia) Rosas) Denia) etc. Ampurias lleg a ser una hermosa ciudad cuyas calles estaban embellecidas con esculturas y magnficos edificios, como el teatro, donde se representaban las obras de los grandes trgicos griegos. Sus extensas muraBas amparaban un pueblo ibero dbil, que a cambio de su proteccin compraba sus mercancas a los griegos.

    Aparte de esta vida comercial, tenan los griegos, como es sabido, una poderosa vida artstica en la metrpoli, donde floreca por entonces la cultura de la poca de Pericles (siglo V a. de J. C.). Su sentido esttico no pudo menos de influir en Espaa en sus vecinos los fenicios y en los pueblos indgenas, naciendo un estilo tpico, mezclado con caracteres arcaicos, como en el famoso busto de la "Dama de Elche", segn algunos, de poca pre-romana. Es una escultura nica en el mundo y est en el Museo de El Prado.

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    Del mismo tipo, pero inferiores en tcnica y belleza son los llamados Santos de Yecla}2) en el museo Arqueolgico de Madrid, as corno dos originales. esculturas del mismo perodo: la Bicha de Balazote y el Len de Bocairente.

    III

    FENICIOS Y CARTAGINESES

    r,a (o[oniz.(lf'ill r' i (J ""; ,) f Jj'; nicos pueblos orientales establecidos por entonces en la Pennsula. Es sabido cmo los fenicios fueron los primeros navegantes del mundo. Hacan sus embarcaciones cortando longitmlinalmente) en dos mitades, los troncos de los ramo, sos cedros del Lbano, monte en cuyas laderas vivan, en la costa del Asia Menor. En estos barcos tan primitivos izaban la vela, ponan rumbo a occidente y hacia all transo portaban los ms ricos productos orientales: maderas finas y olorosas, mbar, ncar, marfil, coral, perlas, ohjetos de oro, plata, y vidrio y el finsimo pao teido en rojo con la famosa cochinilla, usado por los magnates y por los soberanos para sus mantos reales.

    Los fenicios fundaban emporios o mercados en las costas del Mediterrneo donde, adems de aquellas mercancas, vendan las salazones, en cuya preparacin eran maestros. Para ellas aprendieron a sacar y utilizar la sal de las salinas.

    En el s'ur de Espaa se establecieron hacia el siglo XI a. de J. C., fundllll'tdo, entre otras, la ciudad de Agadir, hoy Cdiz, sobre una pea, a imitacin de su metrpoli,

    (1) La gente del pueblo llama con frecuencia san/os a las representa' ciones humanas, y as les llamaron a esas esculturas halladas cerca de Yecla (Albacete).

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    Arte cartagins: Figura femenina de Puig deis Molins Museo Arqueolgico Nacional, Madrid.

    .'

    Tiro, nombre ste que significa "Pea", De aqu saheron los fundadores de Cartago] ciudad situada juntQ a Tnez, en la costa norte de Africa. Cartago fue la colonia fenicia ms importante, tanto que lleg a ser la rival de Roma.

    Dedicados los fenicios al comercio y, a causa de su sentido utilitario y prctico, necesitaron inventar un sistema de signos por medio de los cuales fijar sus contratos; este sistema de signos fue el alfabeto. En cambio tenemos pocas muestras de sus artes; se sabe de la torre de Hrcules nLl ua, faro de La! altura que su luz c'S lama qU( s(: divisaba desde las islas Casitrides -como se llamaban entonces las Britnicas. En Cdiz hay ruinas de un templo de Hrcules, donde se levantaban las famosas columnas de Hrcules a que rendan homenaje los marinos al llegar a ellas, por creerlas el fin del mundo. Esto es lo que significa la frase "non plus ultra': que grabaron los romanos en ellas. En el museo de Cdiz se conserva un interesante sepulcro antropomorfo, es decir con forma humana, nico en el mundo. En el museo Arqueolgico de Madrid hay tres preciosas cabezas de caballos de tamao natural, muy estilizadas, procedentes de Mallorca; y un curioso cacharro de vidrio verde con inscripciones, procedente de Extre. madura, el vaso de Aliseda, con que termina la corta serie de objetos fenicios de Espaa.

    -Los cartagineses.-Eran los cartagineses, pueblo guerrero, oriundos de Cartago. Sus hermanos de raza, los fenicios de A~adir, los llamaron en su auxilio al verse atacados por otros pueblos, acaso los tartesios. Despus de ayudarles, en vez de volverse a su pas, poco a poco se fueron internando por tierras celtberas. Pero la guerrera familia cartaginesa de los Barca emprendieron, al fin, abiertamente la conquista, lleg-ando hasta Catalua donde probablemente el general Amlcar Barca fund su capital, Bar,

    29

  • celona ciudad de los Barca). La principal de todas las cartaginesas en la Pennsula, fue Cartago-/wva, hoy Carta. gena, regin rica en minas y factoras de salazn. All es taba el palacio del general Asdrbal y, por ser capital martima y militar, rodeada de fuertes muralla$, la creyeron inexpugnable y descuidaron su defensa, cuando ms la hu biesen necesitado.

    -Las guerras pnicaS.-Los peores enemigos son los vecinos nm.ndo amhi.cionan un mismo fin. Yeso le ocurri a Cartago con Roma, que coJiciaod lambin el dominio de Espaa por su suelo productivo y abundante en minas. Ambos pueblos se propusieron conquistarla y comenzaron una larga lucha a muerte, en el siglo 111 a. de J. Hubo tres guerras Pnicas) (es decir fenicias) .

    La primera guerra estall en Sicilia con motivo de la sublevacin de unos soldados mercenarios romanos, coyuntura que aprovecharon los cartagineses para hacerse dueos de la isla, (241 a. de J. C.) .

    La segunda guerra se desarroll en Espaa, dirigindola Amilcar, primer general cartagins, de la familia de los Barca, el cual fue sucedido en el mando por su yerno Asdr balo Pero el ms famoso general cartagins y uno de los ms famosos de la historia, fue A nbal. Siendo an nio y educado en el odio a los romanos por su padre, Amlcar,

    mantener vivo este sentimiento y obrar conforme a l. Por eso, y por sus condi.ciones guerreras tuvo que enviar a Roma contra Anbal sus mejores generales, entre ellos los famosos hermanos EsciPin. El principal episodio de estas guerras fue el sitio de Sagunto.

    -Sitio de Sagunto.-Era Sagunto una ciudad de Levante aliada de Roma) por 10 que, al verse atacada (en 219 a. de J. C.) por los cartagineses al mando de Anbal, pidi auxilio a los romanos, que no se 10 prestaron a tiempo. En

    ~o

    la espera, resistieron hericamente un estrecho sitio que el ejrcito cartagins tena puesto a la imponente fortaleza, cuyos restos se levantan an sobre una colina junto al mar, cerca de Valencia. Cuando les faltaron por completo armas y vveres, sucumbieron a los ocho meses de sitiados; pero no entregaron a los sitiadores sino un montn de ruinas y cadveres.

    Continu Anbal triunfalmente hacia el Norte; pas Pirineo y luego los Alpes, venciendo a los romanos en

    su ('1 ,:'0 L~U L-L 2Jr:l;"f,';O ses

    tenida y larga acab por agotar a las tropas cartaginesas, y Anbal se retir a buscar descanso en Cpua, ciudad del Sur de Italia, famosa por los placeres que su vida ofreca.

    Al estallar la tercera guerra en Africa se vio obligado Anbal a volver a coger las armas; pero el hallarse ya desmoralizados l y sus tropas, influy, sin duda, en su derrota que fue definitiva. Con la destruccin de Cartago por los romanos, se cumpli la famosa recomendacin del Censor Catn) que, al ser enviado por el Senado para que estudiase la situacin de la ciudad y del pueblo cartagins, los vio tan poderosos, que hubo de decir: "Delenda est Cartago" (Cartago ha de ser destruda) _ Con la cada de esta ciudad desapareci la nica rival de Roma.

    IV

    LA ROMANIZACION y LA DOMINACION ROMANA

    -Dificultades de la conquista.-A pesar del triun(o de los romanas en las Guerras Pnicas la conquista de Espaa por las legiones romanas fue larga pues dur casi dos siglos a partir de los comienzos del tercero a. de J. C. Los mejores generales fracasaban ante la tenaz resistencia de al

    ~l

  • gunos de los numerosos grupos hispanos. Si stos ongmariamente se mantuvieron aislados, o aliados pasajeramente unos con otros, se unieron ante el pegro comn y se organizaron bajo jefes comunes que conocan palmo a palmo la Pennsula Ib;:-lca deh:ndindo con ardor, herosmo y perseverancia lo fJue ('ra suyo, contra el invasOl extranJero. Peleaban en guerrillas) estrategia nacida en Espaa a causa de la quebrada configuracin de su suelo y que conserva an en todos los pases el nombre espaol. Connili SIste este: mudo de ha~;er la guerra (~n 10rmar gTUpOS diseminados que se extienden, desplegndose a campo atravie~ sa, yendo sus hombres de uno en fondo por los senderos, sin perder el contacto. No presentaban un frente de batalla ni ofrecan blanco a las compactas y rgidas legiones romanas, de modo que la sabia tctica de stas, fracasaba ante un enemigo que no opona fuerzas de choque, que se esfumaba y se perda por todas partes y reapareca indefinidamente.

    -Numancia.-El valor de algunos de estos grupos causaba la desesperacin de Roma porque las legiones, a veces, se negaban a ir a luchar contra ellos. Los arvacos y los lusitanos que ocupaban respectivamente el centro y el oeste de la Pennsula, dirigidos por el clebre guerrillero Viriato) pastor lusitano, lucharon del modo ms terrible en la regin prxima al nacimiento del Duero, hoy provincia de Soria. Pero Viriato fue asesinado, en vista de que no podia ser vencido, y sus gentes tuvieron que replegarse en la plaza ms' fuerte que tenan por aquella regin central de la Celtiberia. Esta plaza era Numancia, situada en lo alto de un cerro a cuyo pie corre el Duero y rodeada de altas torres y poderosas murallas. Dentro de ellas se mantuvieron firmes sus habitantes varios de los veinte aos que dur esa guerra, sitiados de cerca por los romanos que, al mando

    33

    Estatua y murallas romanas (Tarragona).

  • Ruinas de Numancia (Soria)

    del general Escipin Emiliano, no slo interceptaron toda comunicacin, sino que desviaron el ro para que los sil iados no pudiesen escapar a nado. Cuando notaron los romanos Que ceda la resistencia, entraron en la ciudad, pero,

    slo encontraron cadveres, cenizas y C01l10 en t'scombros. pues los supervivientes al hambre haban preferido darse muerte, antes que entregarse vivos a los enemi'\,,~ g'os (134 a. de J. C.).

    -Los cntams y los astures.-Otro ncleo de resistencia tenaz fue la regin N.O. de la Pennsula. Ya estaba toda sta dominada y an se mantenan en indomable rebelda los cntabros y los astures, sin que el redoblado esfuerzo de las legiones romanas lograse reducir a aquellos hombres que eran capaces de vivir aos y aos ocultos en las quiebras de los Pirineos y en los inaccesibles repliegues de los Picos de Europa, guarida entonces de osos y deI

    I otros animales feroces. Siempre que durante la historia de Espaa la guerra ha llegado a aquellos lugares, se ha re!I

    il ' ." 34I

    I

    petido el mismo hecho, en nuestros das durante la guerra civiL

    Csar Augusto tuvo que ponerse al frente de las legiones para vencer a los rebeldes astures; y a su victoria sobre ellos se le concedi tal importancia, que di comienzo a la Era por que haban de regirse los Hispano-romanos: la Era hispnica} que empieza el ao 38 de la Era Cristiana, y se sigue usando durante la Edad Media algn tiempo.

    -La romanizacin de Espaa.-Si fue largo el sometimiento del pas la fuerza, tambin lo su. J.slluilacin espiritual, el hacer de los espaoles verdaderos ciudadanos romanos. El procedimiento general empleado para ello consista en la unificacin en todos I.os rdenes, en lugar de la diversidad y la divisin imperante entre los pueblos indgenas de la Pennsula. As pues, establecieron la unificacin, de gobierno; la social, concediendo a todas las tribus el derecho de ciudadana; la lingstica, reduciendo la diversidad de lenguas al latn, lengua oficial, que lleg a arraigar de tal modo, que se us en todo el pas, hasta avanzada la Edad Media, cuando iban naciendo las diferentes lenguas de la Pennsula: el oastellano, el bable, el gallego, el cataln_

    Llevaron a cabo los romanos la labor de la romani zacin mediante las leyes y la educacin. Crearon para ello escuelas primarias, secundarias, superiores y profesionales en un esfuerzo de conjunto por lograr la asimilacin de los espaoles. En ocasiones se atraan a los enemigos con generosidad: ofertas y ddivas; en otras, por la fuerza y por la crueldad. Fueron dando leyes, algunas famosas, para la gobernacin de la nueva provincia romana; as las de Osuna -que se conservan en el Museo Arqueolgico de Madridmeron escritas sobre tablas de bronce para darles mayor apariencia de eternidad. Pero la base era la organizacin en

    35

  • Municipios, compuestos por una asamblea de vecinos que designaba dos duumviros y dos ediles, elegidos entre el vecindario.

    Para facilitar la administracin de todo el pas -al que llamaban indistintamente Hispania o Iberia- 16 dividieron en dos grandes regiones: la Citerior y la Ulterior, separadas por el Ebro. Dentro de ellas hubo otras divisiones Q provincias: la Tarraconense} la Cartaginense, la Btica, la Lusitanw, elC us ciudaes tenan difeTt:nks (ategr,r3.s y privilegios: unas estaban libres de pagar tributos y se llamaban

    ii~munes; otras vivan sujetas a ellos y se llamaban estipendiarias; otras tenan derecho a acuar moneda, gozando de cierta independencia y llevaban el nombre de autnomas. En algunas ciudades, entre ellas Osca (Huesca), fund Sertorio escuelas con profesores griegos y romanos, a donde acudan los hijos de las ms distinguidas familias espaolas. De este modo se fue produciendo la lenta romanizacin de Espaa.

    Sin embargo, coexistente con la civilizacin romana y a pesar de la obra de la romanizacin, perduraban las di ferentes formas de cultura: tartesia, ibrica, celta y celtbera en sus respectivas regiones, trabndose un constante y mutuo influjo entre todas ellas. Los vascos, que ofrecan semejanzas pero tambin diferencias, con los iberos, acaso sean los descendientes de aquellos pueblos prehistricos de la Cueva de Altamira, que habitaban la regin cantbrica. En el siglo 1, an contrastaban sus ciudades con todas las dems, que estaban ya romanizadas y muy prsperas.

    La vida social.-Las costumbres de Roma se extendieron por Espaa. As, vestan los hombres la toga como los patricios de la ciudad imperial; rasuraban o dejaban cre

    .j cer su barba, conforme a las modas impuestas por las fa

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    milias de los Augustos o por la de los Antoninos; hablaban los oradores en el foro} donde tambin se celebraban fiestas, se hacan los tratos comerciales y se administraba justicia; y acudan a las termas que eran, adems de baos, lugares de reunin y de tertulia de la gente acomodada. Sin embargo, segn los relatos de Estrabn, los hombres en algunas regiones vestan de negro y usaban escudos de lino, cascos de cuero y, como armas, puales y cuchillos. Los celtberos coman y vestan mejor y los lusitanos tenan

    y ,"le ~. se Dan z:: t>~ cer el pelo. Una de las caractersticas de nuestra historia es esa perduracin de las costumbres y tradiciones sobre las que se superponen nuevas corrientes.

    Los trabajadores se agrupaban en colegios) por oficios, dentro de los cuales se perpetuaban de padres a hijos como por herencia, con lo que se mataba la vocacin y la iniciativa personal.

    Los muchachos iban a la escuela acompaados por un ...esclavo al que, por esta funcin se le llamaba con la pala

    bra griega pedagogo.O) Formaban parte importante de la educacin los deportes y los ejercicios fsicos que se verificaban en los gimnasios. Con esto se despert un grande inters por los juegos pblicos en los que se distinguanlos hjspano-romanos.

    (1) El que lleva o conduce al nio (en griego).

    37

  • \1

    CIUDADES Y MON UMENTOS ROMANOS

    Las ciudades romanGS.-Las principales ciudades de la Espaa romana llegaron a ser tambin las 'primeras del mundo: Crdoba, Hspals (Sevilla), Itlica, Osuna, en Andaluca; Tarraco (Tarragona) y Cesar Augusta (Zara goza) en el N.E.; Astrica (Astorga), Legio sptima gemina

    a; :\ .0 .. v EmJrifu11uusta ( en d S.O, Las ciudades andaluzas mantenan un mtemo comercio con Roma, exportando en gran cantidad miel, cera, aceite, salazones, cinabrio, cochinilla, e te. , en sus naves, que eran las mejores y las ms numerosas de entonces.

    Los monumentos romanos.-Este comercio produca una gran riqueza que se manifestaba, entre otras cosas, en el engrandecimiento de las ciudades y en su emhellecimiento mediante la construccin de magnficos edificios pblicos y privados: palacios y templos, grandes circos y teatros, arcos de triunfo, calzadas, puentes y acueductos. Las construcciones en piedra y hormign eran tan slidas que an se conservan sin que el tiempo haya podido derribarlas. Las que se encuentran hoy en ruinas lo estn por la destruccin de los hombres, ms que por la del tiempo.

    El monumento romano ms famoso entre todos, en Espaa, es el acueducto de Segova. Est construido con siTIares de piedra, colocados unos sobre otros perfectamente a plomo y encajados, sin ninguna argamasa que los una. Las dovelas -piedras que forman los arcos- se mantienen tambin sueltas, como el primer da, por su forma de cua, con su base menor hacia abajo, lo que impide su cada. Tres series de arcos superpuestos forman la maravillosa

    j 38

    Ii

    cuya pan alta corre un canal que Ileva el agua de un cerro a otro, saltando un ancho barranco.

    Un acueducto semejante, aunque algo ms pequeo, al que el pueblo llama "El Puente del Diablo" por 10 atrevido de su construccin, se halla en las afueras de Tarragona. El hermoso puente de A lcntara en Mrida, an se utiliza para cruzar el rQ Guadana. En la mism::t ciudad se conserva un teatro en tan buen estado, que es posible celebrar en l representaciones de las trag'ooias clsicas, como la de "Medea" de Sneca, traducida por Unamuno. Entre las casas del pueblo, se levantan todava el arco de Trajano y las colun:nas del templo de Hrcules.

    Cerca de Sevilla, en Itlica, existe un hermoso anfiteatro y, no lejos, en Carmona, quedan numerosas construcciones que revelan la existencia de una importante necrpolis romana. En otras ciudades se conservan restos de murallas, como en Lugo, Ampurias, Sevilla, Len, etc. A veces, en el campo, aparecen trozos de las gTandes losas que formaban

    39

  • el pavimento de piedra de las carreteras o calzadas} que cruzaban la pennsula en varias direcciones. La principal iba diagonalmente de Emrita Augusta (Mrda) a Csar A u-gusta (Zaragoza).

    La vivie~da.-Las casas en que vivan los I'ispanos acO

    modados de Espaa, estaban construidas al estilo romano.

    Constaban de: un patio central, el impluvio, llamado as

    porque en su centro un estanque .recoga el agua de la

    1 . j,jUVI

  • I La despoblacin de los campos llev consigo las mala~ 1, I cosechas y el hambre, causas que, unidas a lQS daos que ha

    ban dejado tantos siglos de guerra, produjeron una gran desIIlDralizan e inmoralidad en las costumbres, en las cuales daba la metrpoli el peor ejemplo. Y as se fue labrando la decadencia del imperiQ romano. No pudiendo las guila!> imperiales cobijar bajo sus alas todos los territorios conquis. tados que eran todo el mundo hasta entonces CQnocido, ni mantener su unidad, se rue debilitando el imperio, perdiendo 'iU~ vinulL:\ de pll,:jln \' , '1 acab por dividirse. Por eso pudo ser vencido por UllOS pueblos jvenes que aparecieron: los barbaros, y por eSO tambin, triunfaron rpidamente las nuevas ideas moralizadoras del

    Cristianismo. Divulgacin del cristianismo en Espaa.-Divulgado el

    cristianismo por 1015 discpulos de Jess, 1015 apstoles, lleg a Espaa segn testimonios, con San Pablo, a mediados del siglo 1 de nuestra era Y su predicacin fue prendiendo con la creencia en un Dios nico, protector de los humildes Y defensor de las ideas d:e aIruJr y de fraternidad entre los hombres; en un Dios "cuyo reino no es de este mundo"; que predicaba la humildad, la caridad, el perdn, virtudes contraria!> a los mviles sociales y morales de entonces.

    El pueblo hispano-romano haba ido perdiendo sus diversas creencias de tipo primjtivo y oriental, conforme iba aceptando el paganismo, extendido e impuesto por los romanOl5. Pero quedaban supervivencias de muchas de aquellas religiones primitivas en cuanto ,a las creencias y lo~ Titos. Cada gentilidad -o grupo de familias gobernado por una autoridad con poder de todas clases sobre sus gentilestena sus dioses particulares, acaso sus antepasados. Del mismo modo cada tribu o grupO de varias gentilidades en una aldea com{m, gobernada a su vez por un jefe, tenaJ

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    tambin los suyos. En algunas regiones se verificaban sacrificios de animales y hasta humanos, utilizando como vctimas prisioneros de guerra. Por la observacin de las entraas crean averiguar el porvenir, como loo augures romanos. Por tanto, al aparecer el Cristianismo se daba culto en Espaa a una pluralidad de dioses, entre los que sobresalan Jpiter, J uno, Minerva, Ceres, etc.

    Los mrtires.-Los apstoles y sus discpulos se dedi

  • cedi la libertad de cultos mediante el E.dicto de Miln, la Iglesia se organiz bajo el Obispo de Roma, a quien se le llam Papa, siguindole en categora los cardenales, arzobispos, o.bispos, presbteros, etc. Entonces sali el culto al exterior de las catacumbas, celebrndose en la~ baslicas}!> templos con planta de palacio. Constaban de tres partes: prtico, atrio y naves. Se colocaban en la de la derecha de stas los hombres; en la de la izquierda las mujeres; Y el clero, en la del centro. En el atrio permanecian los catecumellOS hasta que eran adlllHlO;, como lides.

    Los concilios.-El clero se reuna en asambleas que se llamaban concilios. El celibato de los sacerdotes se acord en el primer concilio de Espaa, que se reuni en la antigua ciudad de Ilberis, junto a Cranada, en el ao 306; el segundo fue en Zaragoza y el tercero en Toledo, en el ao 400, cuya principal inportancia fu que al aceptar "el Credo" redactado en la Concilio de N icea, tom la iglesia el nombre de catlica-universal. Espaa estaba ya cristianizada, aunque continu sumida en la incultura por largo tiempo. Entre el clero hubo en el siglo IV, sin embargo, hombres de gran saber, como el Obispo Osio de Crdoba, que presidi el Concilio de Nicea; San Dmaso, que fue Papa; el presbtero Juvenco, que cant la vida de Cristo, etc.

    ) (1) Del griego basileus: rey; baslica: palacio real.

    44 .k

    EDAD MEDIA

    VII

    LOS BARBAROS

    Sus primeras invasiones de Espaa.-En el ao 409 aparecieron en la Pennsula Ibrica unos hombres procedentes del norte de Europa. Pertenecan a algunos grupos que haban Vivdo largo tiempo contenidos por las armas romanas, junto a las fronteras del Imperio.

    Pero en el momento en que ste empez a dividirse, y a debilitarse las legiones, aquellos pueblos jvenes, -a los que los romanos llamaban brbaros, es decir, extranjeros-, comenzaron a redoblar sus esfuerzos y lograron romo per las fronteras por diferentes puntos, invadiendo el imperio romano.

    Los suevos, vndalos yalan-os,ftreron los, primeros que entraron en Espaa, sin encontrar resistencia porque reinaban all hambre, peste y desconcierto. Ellos, por su parte, destruan a su paso cuanto encontraban, por lo que la gente esconda las obras de arte y los objetos de valor, librndolos as del saqueo de aquel10s pueblos atrasados y feroces.

    A pesar de la decadencia en que se encontraban los romanos, contrastaban CGIl aqullos en espritu y en el modo de ver mvi~ porque hay mucha distancia entre la decadencia de una gran cultura, y la incultura de un pueblo que nunca fue culto. Los tres grupos invasores se disputaron algunos territorios de, la Pennsula y, al fin, quedaron establecidos los suevos en el N .0., los alanos en el Centro y los vnda10s en el Sur, regin que, hay quien piensa que por ello, se llam Vandalusia, y ms tarde Andaluca.

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  • Los vsigodos.-No les dur mucho la posesin de estos dominios, pues en el ao 414 llegaron a Espaa otros pueblos brbaros. Ya estaban establecidos en las Galias (Francia) en la regin llamada Aq.uitania) cuya capital era Tolosa, donde acababan de fundar un reino. Eran del grupo de los godos) llamndose visigodos) es decir, godos de occidente, en oposicin a los ostrogodos o godos de oriente, que se establecieron en 1 tala.

    Tedo,,> ellos llCV:lh;n mucho tiempo en contacto con los romanos, en cuya vecmdad haban adqUirIdo un tierto Selltido de cultura y perdido mucha de su rudeza primitiva. En ocasiones haban sido tributarios del Imperio, y Ataulfo) el primer rey visigodo de Espaa, se cas con Gala-Placidia, hermana del emperador Honorio, cuando ya el Imperio se haba dividido en dos, el de Oriente y el de Occidende, donde reinaba Honorio.

    La monarqua visigoda.-Los visigodos se hicieron, al fin, independientes del imperio romano de occidente que, a poco, desapareci, y fundaron una monarqua. Fue en ella famoso el rey Eurico y tan respetado, que todos los pueblos brbaros, y hasta el emperador de Bizancio, le enviaban embajadores. Hizo escribir las costumbres de los visigodos; con ellas y algunas leyes tomadas de los romanos se form el primer Cdigo, que lleva su nombre: "Cdigo de Eurico"

    La monarqua visigoda era electiva) lo que daba lugar a constantes luchas por la sucesin al trono; luchas fomentadas, :de una parte, por los hispano-romanos y el clero catlico y, de otra, por los nobles. Ambos grupos tenan ciertas ideas y aspiraciones diferentes e irreconciliables. El clero, cada vez ms numeroso y poderoso, trataba de imponer sus creencias y sus candidatos para el trono, apoyado y

  • que no queran ms vida que la de la guerra. Estaban siempre dispuestos, como en sus tiempos primitivos, a congregarse a toque de alifante, al pie de un rbol, con sus armas y sus escudos al brazo, arns y casco de cuero. Llevaban el cabello largo -requisito necesario, a su vez, pat;a poder ser rey y para desempear cargos pblicos- vestan ca.lzn, en lo que se distinguan tambin de los romanos Y por el que se les reconoce en los relieves de la poca, y preferan la \ida del a la de la ciudad. Tales eran los hombres que luchaban contra los hispano-romano~, paL\ pfU< tamar reyes visigodos y para implantar la nueva religin arriana.

    El arriansmo.-EI arrianismo era una secta cristiana, pero negaba la divinidad de Cristo. Se difuruli por ~spaa, ayudado por la labor cristianizadora del obispo Ulflas," traductor de la Biblia a la lengua gtica. En el fO!Ildo guardaban los visigodos ciertas reminiscencias de las cree~cias nrdicas (cuyos dioses eran Wotan y Oaino y cuyas divinidades femeninas, las walkzrias que cabalgaban por las nubes, tenan la misin de recoger los cuerpos de los hroes muertos en el c.ampo de batalla y llevarlos al Walhalla) mansin de los dioses germanos, a la que se suba por el arco

    iris) . Los CO.1dlios de Toledo.-Los Concilios de la poca

    visigoda pueden considerarse como algo equivalente a lo que despus haban de ser las Cortes. En ellos tomaban asiento el rey y los nobles junto al clero; se discutan las cuestiones graves Y se daban disposiciones que tenan carcter de leyes. En ellos se conden el arrianismo y se declar el catolicismo religin oficial; en el tercero, presidido por San Leandro, arzobispo de Sevilla, se convirti al ratoiicismo el rey Recaredo) que as pone fin al perodo arriano de la monarqua (fines del siglo VI). En el cuarto Concilio, bajo le presidencia de San Isidoro, la gran fi

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    gura del mundo visigodo, -hermano de San Leandro y ambos tos de Recaredo- se reglament el modo de elegir a los reyes.

    Luchas entre el clero y la nobleza.-Ni la conversin de Recaredo ni el poder alcanzado por la Iglesia, haban logrado suavizar las relaciones sociales. Seguan sucedindose en el trono, altemativamente, reyes catlicos y arrianos, segn que en su eleccin venciese el partido del clero o el de los nobles.

    Recarcd haba. succlltch) tu el trOIh) a su e 1~":u7/l-gildo, monarca arriano y uno de los ms poderosos, que extendi considerablemente sus dominios, gobernndolos con grande esplendor y pompa orient~l, a imitacin de Juso tiniano, emperador de Bizando. Contra Leovigildo se levant su hijo catlico Hermenegildo} a quien la Iglesia hizo santo por las persecuciones, encarcelamiento y muelte que sufri por sus ideas.

    El final de la monarquia visigoda.~ Los bizantinos.Las luchas' entre el clero y la nobleza fueron debilitando la monarqua. Pero tambin contribua a complicar la situacin la intromisin frecuente de los bizantinos, sbditos del Imperio de Oriente a quienes se les haba permitido establecerse en ciertos territorios de la Pennsula, a cambio de que ayudasen a los reyes en sus luchas contra el partido enemigo (549).

    Los judios.-Tambin dificultaban la gobernacin del pas los judos, que deroe antiguo vivan en Espaa dedicados a los oficios y al comercio. Eran muy laboriosos y generalmente respetados, gracias a las predicaciones de San Isi doro, que aconsejaba constantemente que no se les persiguiese, sino que se les convirtiese por la persuasin. Pero no todos los reyes siguieron estos consejos; sino que los

    49

  • hicieron objeto de persecucin por motivos unas veces religiosos y otras, polticos.

    Los hijos del penltimo rey, WitizaJ disputaron el trono al ltimo monarca visigodo, don Rodrigo prit;Iero que lleva el apelativo de Don, abreviatura del latino Dorninus) Seor. Al mismo tiempo, el conde D. Julin, gobernador, de Ceuta, plaza fuerte de la costa africana, deseoso de veng-a r la a frenta hecha por- don Rodrigo, segn una leyenda, a su hija Flonnd,l, -conocida en ;;t lit.craCULl por el sobrenombre de La Cava- dio entrada a un grupo de africanos para que ayudase,m a los hijos de Witiza a derrotar al rey. Este desapareci en la batalla de la laguna de La landa o del ro Guadalete.J y con l la monrqua visigoda, pues, aprovechndose de la anarqua reinante, en el ao 711 se precipit en la pennsula, por el sur, una verdadera avalancha de diferentes grupos de africanos.

    La cultura visigoda.-San Isidoro) de origen bizantino, es una figura que llena de esplendor no slo los siglos VI Y VII entre los que vivi, sino la historia de los tiempos medios, con su talento, tolerancia y saber. Su obra famosa, las "Etimologas" es una recopilacin de la cultura acumulada de5>de la antigedad hasta su poca, algo como laque ahora se llamara una enciclopedia, y base de los estudios durante muchos siglos. Es la ltma gran figura de la cultura latina.

    San Leandro se distingui tambin como moralista y poeta. Ya en el siglo V se haba hecho famoso en Espa Paulo Orosio) como autor de la primera "Historia Universal", muy difundida durante varios siglos, tambin. La cultra visigoda cont con algunas otras figuras que influyeron en la de toda Europa.

    Unos reyes visigodos de elevada cultura -Chindasvinto, Recesvinto, Suintila, etc.- dejaron como testimonio de

    50

    su piedad unas coronas votivas) entregadas en accin de gracias a los templos. Son de grandes dimensiones y estn labradas en oro y decoradas con piedras preciosas. Por ello y, sobre todo, por revelarnos el estilo de las artes industriales de los visigodos, de rasgos orientales mezclados con elementos indgenas, son de gran valor y, con otros objetos semejantes, constituyen un conjunto, nico en su clase, que se conserva en el Musoo. Arqueolgica de Madrid. Este conjunto de objetos de orfebrera es llamado Tesoro de Guarrazar, por el lugar de la provincia de Toledo en que lo descubri un labrador ( lIalldo araoa la Llerra. Haba SIdo t:lllCn atiu c{!l para librarlo del saqueo en tiempos lejanos. En cuanto a la arquitectura visigoda slo citaremos la iglesia de San Jlla,~ de Baos (siglo VII) de sencilla decoracin y de arcos de herradura, nueva forma que quedar incorporada a nuestra arquitectura.

    VIII

    LOS MUSULMANES Y SU ESTABLECIMIENTO EN LA PENINSULA

    Su orgen.-De estos grupos africanos, unos eran nmadas y otros hadan vida sedentaria en territorios pertenecientes al imperio musulmn asitico, y estaban siempre en luchas entre s.

    El m& importante era el de los rabes, hombres de raza semti!=a, procedente de Ara?ia. Se haban establecido por el Sur, en los territorios ]ftmtrofes con las fronteras del imperio romano, 10 mismo que haban hecho por el Norte los pueblos brbaros.

    Sus creenas.-Los primitivos musulmanes practicaban una idolatra que les haba llevado a adorar a los astros.

    51

  • Luego, el centro de este culto tue la Caaba o piedra negra, aerolto que, segn la tradicin, haba sido blanco, pero que por los pecados de los 110mbres se fue ennegreciendo. La Caaba se conserva en el templo de este mismo nombre, en La Meca) ciudad situada en la vertiente del Mar Rojo, en la Arabia. A ella tenan y tienen que ir en peregrinacin los musulmanes, al menos una vez en la vida. Estas corrientes humanas de las peregrinaciones ponan en constante lOUllHliutci:m la:; civilzacones orf'ntales y las de Occidente.

    Los templos de los musulmanes.-Se llaman mezquitas.

    A causa de los climas templados o calurosos de los pa}ses que

    habitan sus fieles, las mezquitas suelen tener una parte cu

    bierta y otra descubierta. La primera es el templo propia

    mente dicho, y en ella se encuentra e! mihrab) especie de ni

    cho u hornacina orientado hacia La Meca y en el cual se

    coloca el lector de El Corn) libro sagrado de los musulma

    nes. L.os fieles dan vueltas de rodillas alrededor del mihrab,

    en recuerdo de esta misma prctica que en La Meca verifi

    can en torno de la piedra negra. La parte descubierta es e!

    patio, en el que se encuentra la alberca llena de agua para

    las ablucio,1es o ceremonias de purificacin que, cuando los

    rabes van cruzando el desierto, pueden hacer con arena

    puesto que en l falta el agua. En la de la alberca se re

    flejan los rboles y las flores del patio. En ste se levanta

    tambin la torre o minarete) desde la cual el almudano o

    muecn llama a los fieles a la oracin.

    Mahoma y el mahomelismo.-AI finalizar el primer

    cuarto del siglo VII, el hijo de los guardianes de La Caaba,

    muchacho de temperamento nervioso que padeca aluci

    Inaciones, se sinti llamado por Dios, y concibi la idea

    de predicar una nueva religin. Estableca sta como dog

    mas la peregrinacin a La Meca, las abluciones, la lectura

    52

    de El Corn, la oracin cinco veces al da, el ayuno durante el mes de! Ramadn, la limosna y la creencia en otra vida. Condenaba la idolatra y predicaba la idea de un solo Dios, Allah, de quien l, Mahoma, se consideraba el profeta. Por su nombre se llam mahometismo la religin que l predic, y mahometanos a sus fieles, a quienes los cristianos daban tambin el nombre de muslimes) musulmanes) sarracenos) etc.

    Las predicaciones de Mahoma indignaron a sus com,dan '11, ide:1s 'T:1ctir')f]:1k, cnmhatid;:ts.

    Comenzaron tales persecuciones contra "ei Profeta', que tuvo que huir desde La Meca a Medirla -"la ciudad"donde continu predicando. Esta huda que tuvo lugar en el ao 622 de J. C., se llama l~ HgJ.JJL Y fue de tal importancia que marca el comienzo de la Er.1J1ahomelana, por la que, desde entonces, se rigen los musulmanes. El mahometismo se difundi rpidamente en cuanto Mahoma sali de La Meca; por eso se usa la frase: "Nadie es profeta en su patria". Impusieron el mahometismo con las armas, mediante la "Guerra Santa", como lo." mahometanos la llamaban: los pueblos que no se convertan, tenan que pa gar un tributo; y, para librarse de esto y careciendo de ideas verdaderamente religiosas, la mayora de los musulmanes aceptaba el mahometismo.

    La invasin de Espaa por los raes.-De este modo trajeron a Espaa tambin, la Guerra Santa. Procedentes del Maghreb) entraron, como se dijo, por el Sur, por la Punta de Tarifa; en e! ao 711 y, despus de vencer a D. Rodrigo y a los ejrcitos visigodos, los suyos se separaron en dos alas al mando de los jefes Muz.a y T arik. Una de estas alas se dirigi hacia el NE.; pas los Pirineos y avanz por el Sur de Francia hasta que, en la batalla de Poitiers el rey de los francos, Cm-los Marlel, les cort el paso: la otra ala fue

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  • f

    hacia el NO., y en ocho aos realiz la conquista de toda la pennsula. Se debi en parte este rpido avance a que los cristianos huan aterrorizados de las ciudades a los campos, dejndolas abandonadas u ofreciendo corta resistencia. Hubo regiones, como el norte de Catalua, qu~ quedaron desiertas. Los monjes, en gran nmero tambin, huyeron al Sur de Francia. Una vez dueos de la pennsula los rabes, para evitar esta desbandada: ofrecieron a los cristianos respetar su religin, su lengua, sus leyes y sus gobernantes con la sola cOlldlun de qUe: acatasen la dtlU),'(~;td ~upreln.a del califa. Gran parte de cristianos se convirtieron o, por lo menos, se sometieron al mahometismo, entre eUos los esclavos, que de este modo dejaban de serlo, y mucnos hombres libres a quienes se les exima de pagar tributo. A esta clase de conversos, les llamaron los cristianos renegados.

    Los mozrabes.-Muchos de los cristianos que haban hudo volvan a sus tierras ya ocupadas por los musulmanes,

    conocindoseles con el nombre de mozrabes. Constituan 'i centros de cultura cristiana, aislados d la sociedad mora;I: ,1 conservaban sus monasterios, iglesias, gobernadores (con

    il des), jueces y leyes, que seguan siendo las del Cdigo vi'> i sigodo. Conservaban tambin su propia lengua, que era el 1::1 11 ':, latn, modificado; sin embargo, poco a poco, fueron usando

    la lengua rabe, pues a pesar de su vida independiente, seguan en relacin constante con los musulmanes. Los cristianos ms cultos se educaban en los centros de enseanza rabes.

    A causa de esta convivencia, los cristianos aprendan rabe, especialmente en las fronteras, dndosele a esta lengua mezclada el nombre de algaraba y a los que la hablaban el nombre de algarabiados. A su vez, los rabes aprendan latn, llamndoseles ladinos. El habla de los cristianos se fue transformando con el tiempo y, merced a tantas influen

    1:1

    1:1 54ti ,y

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    cias, fueron apareciendo las diferentes lenguas de la penn;ula, que forman parte del grupo de las romances.

    El emiralo depe,1diente de Damasco y el independienle.-Para gobernar las tierras conquistadas en la Pennsula Ibrica, que constituy una provincia del califato de Damasco, se foIUl el Emirato de Crdoba que, en luchas intestinas can berberiscos y moros, dur cincuenta aos.

    El primero y principal emir tue Abderram,1 El Gafeki J que impuls la conquista hasta Poitiers donde muri.

    J

    .sus tropas llegaron all dllly:uiladas por la lucha comr:i ;0.\ espaoles. Un joven, Abderramn) nico superviviente de la familia de los Omeyas (asesinados en un banquete por los Abbassidas, rivales suyos que aspiraban al trono) lleg a Espaa en 756. Se erigi con el nombre de Abderramn 1 en emir independiente del Califato de Bagdad, a donde l.os Abbassidas haban trasladado su corte desde Damasco.

    Fund Abderramn en Espaa un poderoso imperio gracias a su talento de gobernante y a sus brillantes condiciones. A pesar de las constantes luchas con que le ostigaban, lo mismo los grupos musulmanes que los cristianos, comprendi que el remedio era unificarlos ya ello encamin todos sus esfuerzos.

    Para dar al pueblo la impresin de podero, se rode en la corte de suntuosidad oriental y comenz una obra de embellecimiento de Crdoba, la capital andaluza. Con los miembros de la corte, los altos funcionarios y el personal administrativo, se convirti Crdoba en una populosa ciudad que necesit construir palacios y templos.

    Rntre los primeros fu famoso en el mundo entero por su suntuosidad y la belleza de sus jardines, el de Medina-Azahara en las inmediaciones de Crdoba, donde entre mil cosas fantsticas y sorprendentes, se dice que haha fuemes y sur

    55

  • tidotes de mercuri. tntre los templos, es famosl la 1I1l'zquiia de Crdoba) de
  • IX

    LA CULTURA Y EL ARTE ARABES EN ESPAA

    La enseanza.-Los musulmanes, tan amantes del saber, se preocuparon por la enseanza y para ello crearon en Espaa escuelas de todas clases. Las primarias se limitaban a la enseanza de la escritura y de la lectura del Corn, su libro sag-rado, y tambin de la gramtica y la poesa, IJ)ur lu que J;I,') aIl;t;-:.hCtU~ ;'~,Jn ll!uy

    En las escuelas de tipo universitario o madrazas se enseaban todas las disciplinas tomando como base las obras clsicas traducidas al rabe, as como las obras fundamentales del Oriente. De este modo los rabes en los siglos X Y XI fueron los conservadores del saber mundial.

    i! Esta fama atraa gente de toda la Europa cristiana a las universidades rabes, as como a la riqusima biblioteca de Crdoba que lleg a contar 600,000 volmenes.

    Las artes.-Este florecimiento iba acompaado por el de las artes. En la arquitectura tomaron los rabes elementos de los caldeos, asirios, persas, romanos y bizantinos. Pero los manejaron con tal personalidad y los combinaron de tal forma que, con todos ellos, crearon una arquitectura realmente OTiginal, que an se hizo ms peculiar en Espaa.

    En sta, se distinguen tres perodos muy marcados: el primero, el cordobs (siglos VIII al X) tiene como modelo la Mezquita de Crdoba y es propiamente el arte del Cali

    fato. El segundo (del X al XII) se llama de transicin por

    que modifica los elementos constructivos del primer peroi! : do, adoptando formas que se desarrollan despus. El modelo l es el Alczar de Sevilla.

    El tercero (del XIII al XV) se llama granadino o nas

    .'

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    sarita porque florece bajo la dinasta de este nombre en Granada, y su joya es el Palacio de la Alhambra.

    La mezquita de Crdoba.-Es la mezquita mayor en espacio cubierto que existe. La premura con que tuvo que ser construda en el mismo siglo VIII, para acoger a la enorme cantidad de fieles que todos los das aumentaban, oblig a sus constructores a aprovechar materiales y elementos de construccin de los templos visigodos. Estos eran de pequeas dimensiones, por la pobreza de la poca en la F.spaa t 1 !:;ti:ln:l, th'l L..-; g'UJ--':IT;~,"'; ~';i~(:;taIltt':) '< {)()r 1:1 ~E-seguridad de la posesin de un lugar en manos cnstIanas. Las columnas, los capiteles, ete., eran pues, pequeos y para utilizarlos en la mezquita, que haba de ser tan grande, tuvieron que inventar una manera especial de (',alocarlos para evitar su desproporcin con la magnificencia del edificio. De la necesidad, pues, de elevar el techo, naci la idea de colocar unos arcos sobre otros, y de esta necesidad naci, tambin, su originalidad y principal belleza. Esta se de he en gran parte a la alternancia de las dovelas blancas y rojas de sus robustos arcos de herradura, que descansan sobre capiteles romanos y visigodos, en su mayora. Al entrar en la mezquita da este conjunto la impresin de un bosque petrificado, en aquella penumbra deliciosa que contrasta con el sol deslumbrador del patio, donde crecen los olorosos naranjos, al pie del minarete. La parte ms Tca del interior es el mihrab) cuyo frente est todo cubierto de finsimo mosaico de vidrios de talares y de oro, de tipo bizantino.

    Todas las bellezas descritas y otras muchas que se ofrecen a quien las contempla, hacen de la mezquita de Crdoba una de las "siete maravillas del mundo". Fue comenzada como se ha vist.o, por Abderramn I y ampliada en los siglos IX Y X por sus sucesores, especialmente por Hixem I y Abderramn 11. SeTa famoso este soberano por esto, si

    59

    l.

    I

  • no lo fuera tambin por su triunfo sobre los normandos que haban entrado por el Guadalquivir hasta Sevilla y que amenazaban su poder.

    Perlodo de tmnsicin.-Ofrece este segundo perodo del arte rabe en Espaa modelos de tanta beUeza como son, entre otros, la Giralda y el Alczar de Sevilla y la A ljafera de Zaragoza. El primero de estos monumentos es el minarete, de una mezquita, construido por los almohades, ell m - os X{ xn.:

  • finado sentido esttico de los rabes, SllO tambin al desarrollo de la riqueza en sus dominios, Por una parte, las industrias antes citadas eran Hna abundante ruente de ingresos, y, por otra, la agTcultllTa estaba muy tlorecente, gracias al perfecto sistema de riegos inventados por los rabes. Eran tambin artistas en el manejo del agua por el goce que sentan en poseerla y dtrig-rb a voluntad por las

    acequias {) canales a travs de lo~ campos labrados con perfeccin matemtica y dispuestos con perspectivas y

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    bellezas de jardn. en fin, maestros en el alumbramiento de aguas que sacaban a la superficie mediante no

    procedimiento que todava se sigue usando en Espaa. La ciudad y las casas drabes.-La agricultura y las indus

    trias citadas daban vida, actividad y riqueza a las ciudades musulmanas espaolas. Las principales eran: Sevilla, Granada, Almera, Mlaga, Toledo, Murcia, Zaragoza, etc. Pero la que sobresala en riqueza era Crdoba, que en el sig'lo X lleg a tener 200,000 casas. Su especial c.onstrucun .cblJd ll[\ :lllly t d. b ciudad: casi absoluta de ventanas al exterior conforme al sentido rabe de intimidad en el hogar; distribucin de las habitaciones en torno a un patio, centro de la vida familiar, enca

    y rodeado de arcos y alegrado con plantas y fuentes. costumbres se conservan especialmente en Andaluca.

    Entre el tpico casero de Crdoba sobresalan los 600 naretes de las mezquitas que, segn las estadsticas, lleg a haber en la ciudad, en la que se contaban tambin 900 casas de baos. Los palacios de la gente pudiente eran be-

    y suntuosos; y los situados en las afueras estaban rodeados de olivos, naranjos y cipreses.

    x

    DEL CALIFATO

    La decacf,encia.-Tanto podero, riqueza y esplendor, empezaron a decaer a la muerte de Alhakn n, como se ha didlO. Su hijo Hixem 1 qued menor de edad, bajo la tu

    ~ela y regencia de su madre que era de origen cristiano. A causa del carcter dbil del califa, se inici la decadencia. Sin embargo, apareci un caudillo de dotes extrarodinaras, Almanzor, que protegido por la sultana, se hizo dueo

    63

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    del poder y se convlrtlO en el califa de hecho. Gracias a su talento de organizacin, contuVO la decadencia ya iniciada, dominando las disensiones que haban surgido; form un ejrcito de mercenarios con musulmanes Y cristianos, que fue el primer ejrcito permanente que tuVO el (tEbto, y, con l, no slo recuper extensos territorios que se haban perdido, sino que avanz hasta Barcelona. Len y Santiago de Galicia, de dnde se llev las campanas de la catedral a Crdoba como prueba de su t1'unfo y atrevimiento. Sin embargo, estaS victorias fueron como relmpagos de su poder, una de tantas mr.:as, en que, despus de arrasar el

    !)4

    pas, se retiraban de nuevo las tropas a sus primitivas fronteras.

    A la muerte de Almanzor, en el ao 1002, la decadencia se aceler de tal modo que el califa, Hixem ll, no la supo contener. Se desencaden la anarqua en todos sus territorios, destronando al califa y dando paso de nuevo a numerosos bandos que lucharon Eieramente entre s, produciendo el desmembramiento del califato en pequeos nucleos

    ~ .(( L) :H i

    Los reinos de Taifas.-La unidad lograda tras tantos esfuerzos por los gTandes califas de Crdoba se vino, pues, abajo, con la fundacin de' estos pequeos ncleos que se llaman Reinos de Taifas. Al principio fueron slo siete. Se- . villa, Granada, Murcia, Valencia, Zaragoza, Toledo y Badajoz. Las rivalidades entre ellos eran constantes y, como consecuencia, las guerras. Peto no slo se aliaban entre s para luchar contra los dems, sino que se aliaban con fret:uencia tambin con los cristianos para hacer la guerra a los de su propia raza. 1.a5 cortes de los reyezuelos eran tambin rivales en esplendor y refinamiento.

    Relaciones entre la EstJaa cristiana y la rabe.-Ocho siglos de convivencia entre cristianos y musulmanes en la pennsula, dieron tiempo para toda clase de relaciones. Las guerras no eran constantes y en las pocas de paz sola exis tir una comunicacin amistosa entre ambas razas. Estaban pennitidos los matrimonios mixtos, tanto. entre el pueblo, como entre las clases elevadas. Se sabe de enlaces de prince. sas catlicas con reyes musulmanes, de di!.mas castellanas con nobles rabes, de reyes cristianos con princesas moras: tales son los matrimonios de Alfonso VI de Castilla con Zaida, hija del rey moro de Toledo, y de Almanzor con la hija de Sancho JI de Navarra y ms tarde con la del rey Bermudo

    6~

  • de Len. La ley musulmana no obligaba a la mujer l CalUbiar de religin, pero con frecuencia lo hacan al casarse.

    EjemPlo de convivencia.-La convivencia entre rabes y cristiano, se refleja en la literatura espaola en una ,erie de leyendas y de romances moriscos que se han venido contando y cantando a travs de los siglos: tales s.on los de "Santa Catalina", hija de un rey moro; el bello romance de "Las :,.~ 1\J()rcas"~ el de "Las cautivas", lleno de melanclica poe, , y muchos otroS, ," ". on",,, le" ", '" .,,'", ,M"",,,'e.'

    a

    fronteriz.os.Haba fiestas que las celebraban reunidos 'moros Y\,1 cristianos, como la de San Juan, la de primero de ao y,i\[1 en algunas pocas, hasta la del domingo. Hubo ocasiones

    en que, en el mismo templo, bajo las mismas bvedas, se celebraba por separado el culto de ambas religiones. Sin embargo, a esta tolerancia no se le puede atribuir el valor que hoy le damo, de respeto a las ideas de los dems: era, m, bien, un pacto, tcito o expreso, de convivencia -pacfica, en vista de una conveniencia poltica.

    Los mudjares.-Ests matrimonios mixtOS eran ms frecuentes entre los mozrabes -de los que ya se habl- Y entre los mudjares (es decir, los rabes que, sometidos a los cristianos, vivan en tierra cristiana) . La convivencia de unos y otrOS con los rabes Y con los cristianos respectiva' mente, influy mutuamente en ambas civilizaciones. En el tastel\ano entraron por ese conducto numerosas palabras rabes que an se conservan: y en el arte, un estilo creado por Espaa, Y privativo de ella, que se llama tambin mudjar, que combina, sabia y graciosamente, los elementoS constructivos Y decorativos rabes con los cristianos.

    Los almorvides.-A la confusin, cada vez mayor de los reinos de Taifas se agregaron nuevos elementos de dis, ve cordia y destruccin, despus de los avances que, apro

    fifi

    chando aquellas desavenencias, haban realizado los cristianos hasta conquistar Toledo y Valencia Alfonso VI de Castilla. A fines del siglo XI, llamaron algunos reyes moros en su auxilio a los almorvides, que haban fundado un poderoso impeiro musulmn en el norte de Africa. Su emperador, el gran Yusuf, lleg al sur de Espaa y uni sus tropas a las de los reyes moros. A su vez Alfonso VI uni las suyas a las de Aragn y Catalua y a algunas de Francia que le prestaron auxilio, formando otro poderoso ejrcito que choc con el r:tlS\l!~n:ln en 1;1 ba~an:\ di' sien.du

    Con Yusuf se repiti el hecho de que los auxiliadores se convierten en dominadores, y de este modo, la Espaa rabe pas a ser provincia del imperio musulmn africano, el ao de 1090.

    Sin embargo, los sucesores de Yusuf no pudieron contener los avances cristianos que, como se ha dicho, aprovechaban las luchas y la debilidad de los musulmanes. De modo. especial sacaron partido de una revolucin de carcter religioso que estall en Africa, dirigida por los almohades, que lograron destronar a los almorvides en 1122.

    Los Almohades.-'-Mientras tanto los reyes de Taifas, se haban hecho de nuevo independientes; pero les dur poco esta independencia, pues a mediados del siglo XII invadieron ls almohades la pennsula, y veinticinco aos ms tarde, eran dueos de todos los territorios musulmanes, reducidos ya a la mitad sur de Espaa. Los almohades representan una r

  • Claustro Mudejar del Monaster(l de Guadalupe (Cceres).

    del sur de Espaa, nicos que quedaban, continuaron solos y cada vez menos en nmero, hasta reducirse, finalmente, al Reino de Granada. Este, con territorios de los de Almera, Mlaga, Jan y Cdiz, dur hasta los ltimos aos del siglo XV, en que, como se ver, cay en poder de los cristianos que ya haban unificado sus dominios bajo los Reyes Catlicos.

    Llegados a este punto, tenemos que retroceder al momento en que el ejrcito rabe llegaba por el N.O., hasta el Pi!-irH:u.~. el \/11.1, Ijt:i .. ~~r ie} que ucurJia en la Espaa cristiana, desde esta poca hasta fines del siglo XV, en que -como acabamos de decir":" fueron arrojados los rabes de la pennsula.

    XI

    LA RECONQUISTA

    Covadonga.-Se llama perodo de la reconquista el de los ocho siglos 18-1492- que tardaron los cristianos en recuperar la pennsula conquistada por los rabes en och

  • Empez, pues, la reconquista en el valle de Covadonga; en la cueva, segn la tradicin popular, se apareci la Virgen a la que an se le da culto. En pocas posteriores, se levant un gran templo en el f()Jldo del mismo valle. Y se conserva tambin el monumento conmemorativo,' de la proclamacin de D. Pelayo, no lejos de all.

    El reino de Asturias.-Iue, pues, D. Pelayo, el primer rey de Asturias, cuya capital se estableci en Oviedo, al N. ti:.:: [o.) \IOllU':S C;mLi .1at1n:; del si],lu 1='~ ':on

    f siguieron los reyes ensanchar sus dominios llegando a As

    I~ I~ I torga, Len y Amaya, que fueron despus capitales. En el

    siglo X en la poca en que Abderramn III gobernaba a los. rabes, los cristianos llegan a las orillas del Duero, primer avance notable de la reoonquista. Sin embargo, ya en el reinado de Alfonso 11, en la segunda mitad del siglo VIII, tuvieron lugar dos acontecimientos de importancia, que ensanchan espiritualmente los lmites del naciente reino de Asturias: las peregrinaciones a Compostela y el intento de alianza de Asturia-s con Carlomagno.

    Las peregrinaciones a Santiago de Compostela.-Se debieron al descubrimiento del sepulcro del Apsto~ Santiago (siglo VIII) en un lugar en el extremo oeste de la pennsula que desde entonces se llam Compostela o campo de la estrella, en Galicia. Para visitarlo, se organizaban peregrinaciones, cada vez ms frecuentes, no slo desde otras ciudades espaolas, sino desde toda Europa. Iban los caminos llenos de gente, a pie, a caballo, llevando como distintivo sobre sus ropas, las conchas que, en recuerdo del Apstol pescador adoptaron los peregrinos de Santiago como insignia. Las fabricaban en la ciudad de diferentes materias; pero las mejores eran de plata o de azabache, lo que dio lugar a una importante industria y a una fuente de riqueza para Santiago. Venan prncipes y princesas, nobles y caballeros,

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    70

    altas dignidades de la Iglesia, mezclados con el pueblo, y sus cnticos se escuchaban por todas panes.

    El cristianismo, salido ocho siglos antes de las catacumbas, se desbordaba por la superficie llenndolo todo.

    Estos ros humanos iban a desembocar a un templo qye el rey mand construir en armona con la importancia de las peregrinaciones yque, Con el tiempo, lleg a ser famosa Ciltedral de' Santiago de Compostela -de la que m;-;, h:nl se ! FIl 'el,? ~l! (':" '): f()1"[ll" pueblo que lleg a adquirir importancia, no slo por sus actividades industriales, como se ha dicho, sino por sus numerosas "hospederas", donde se albergaban altas personalidades y numerosos romeros; tanta importanciaalcanz en el mllndo cristiano como Roma o Jerusaln.

    En todo el trayecto que seguan los peregrinos desde Francia -llamado "Camino de Santiago" o "Camino francs"- se fueron construyendo pequeos templos circulares caractersticos, y hospederas, siendo famosas la de Len, en el hermoso edificio de San Marcos> y la de Oviedo.

    Las peregrinaciones mantuvieron un constante contacto entre Europa y Espaa influyendo muy marcadamente en la cultura de sta. Exaltaron, por otra parte, el fanatismo de los espaoles y dieron lugar a numerosas leyendas sobre la aparicin del Apstol cabalgando en un caballo blanco en la batalla de Clavijo y dando con su presencia, la victoria a l.os

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    (Catedral de Santiago de Compostela).

    leLe y complica la vida poltica del reino de Asturias, file un intento de alianza con el monarca ms poderoso de en

    tonces en Europa: Carlomagllo, rey de los trancos. Este in

    tento fracas a causa del recelo q LJe los nobles c)poles

    .CLtc o y que Se l.l popularizado, transformado, en el romancero espaol, como

    contrafigl: ra de Rolando, uno de Jos doce Pares de Francia.

    Organizacin del reino de ASlurias.-Los reyes de] pri

    mer reino cristiano, apreciaron como. un parntesis en la

    historia de la Espaa cristiana la poca de ]a invasin mu

    sulmana, y se consideraron corno Jos sucesores de 1m reyes

    visigodos. La organizacin de este reino les sirvi de modelo

    en tan difcil poca y sus leyes copiaron, en parte, el "Li

    bro de los Juicios" -que desde el siglo X se llam "Fuero 1,

    ]uzgo"-, recogiendo, adem,s, las Costumbres visigoda..'i en

    ,1Idocumentos jurdicos llamados "Cartas Pueblas". Estas eran

    concesiones de tierras a las personas que ihan constituyendo

    la nueva sociedad cristiana, formada por cuatro clases:

    visigodos o hispano-romanos; musulmanes (sometidos, escla

    vos o libres, llamados estos ltimos, como ya se vi, mudIjares); mozrabes y judos. Todos ellos estaban movidos por el aliciente de poseer tierras, que se les entregaba si

    las labraban. eomo los siervos eran quienes hacan este trabajo no convena que cambiasen de domicilio y por eso I se les fue limitando e] derecho a ahandonar la tierra cadavez ms.

    El poder real fue modificndose Con el nombramiento de delegadm del rey que se llamaban condes o gohernado

    73

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    res de las comarcas (condados). Aunque la ley segua conservando el procedimiento electivo para la sucesin al trono, los reyes consiguieron limitar la eleccin a los miembros de la familia, primero, y desde el siglo XI, establecieron el sistema heredtaTio con lo que disminuyeron las luchas dinsticas que haban destrozado el perodo visigodo. Con el procedimiento hereditario aparece el patrmoao) que haba de ser uno de los puntales de la monarqua absoluta en la Edad Moderna,

    La cultura cristiana dllranle los siglos Vnl y lX.-A pesar de lo desfavorables que eran las circunstancias de guerra e inestabilidad, no dejaron de existir algunas manifestaciones culturales en ciertos aspectos de la vida, no slo en la nacin sino en el extranjero.

    En los templos del siglo IX, -como la primitiva Iglesia de Santiago de Compostela) Santa Mara de Naranco (Oviedo) , San Miguel de Escalada (Len) etc.,- se aprecia el influjo visigodo al mismo tiempo que el rabe, ejercido constantemente por los mozrabes, que dan nombre a este estilo. Por otra parte hubo espaiioles que se hicieron famosos como educadores en la floreciente corte de Carlomagno, y que se distinguieron por su saber, en Francia y en Italia, Mediante estas figuras influy la cultura espaola considerablemente en la de aquellos pases, constituyendo 'Su ambiente un verdadero Renacimiento.

    XII

    LOS TERRITORIOS CRISTIANOS

    EN LOS SIGLOS X Y XI

    El Reino de Len.-Los reyes de Asturias con sus propias fuerzas, seguan extendiendo sus dominios por el O. y el E.,

    75

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    que ya comprendan las regiones de Asturias, Galicia y Castilla, en lneas generales, y las de Navarra y Vascongadas, ms de derecho que de hecho. Carda 1 cambi el nombre de "Reino de Asturias" par el de Reino de Len, y traslad su corte a esta ciudad, desde Oviedo, en el siglo X.

    Sin embargo, alguno de los reyes leoneses se someti al califa Almanzor por debilidad o por vencer con su ayuda a quienes le disputaban el trono y con ello perdi terreno el reino de Len, y ciudades importantes. Pero Alfonso V, al morir Almanzar, no slo recuper lo perdido, sino que lleg hasta Coimbra. Fij su corte en la fortificada ciudad de Len, a cuya c.apital di una famosa ley especial que organizaba su gobierno y su mercado y que se llama Fuero de Len.

    Orgenes del reino de Gastilla.-Los ya extensos dominios del reino de Len, las dlfiles comu'llicaciCmes entre sus condados y entre stos y la capital, especialmente en tiempo de guerra, adems de las diferencias de origen de las gentes que formaban la poblacin, contribuyeron a que algunos de los

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    condes gobernasen cada vez con mayor independencia. As ocurri con Jos territorios que se extendan desde BurgQS hacia el Norte, que se llamaron Bardulia, al principio, y despus~ porgrn nmero de castillos que se construyeron en llos para Su defensa, Castilla o Castelle.

    El pueblo castellano y el leons, a pesar de su fusin en un mismo reino, conservaron su distinto carcter, debido a su distinto origen. Fundamentalmente Bardulia fue poblada con montaeses, astures y cntabros; mientras que el resto del reino de Len lo en 'i! rn:_!ynrJ_ por ll!O{, (~:;~n(J,; los prullcl01> reyes cristano5 hicieron la repoblacin de aquellos territorios abandonados al avanzar los musulmanes.

    La principal ciudad de BarduIa era Amaya) fundada en el siglo IX por el Conde Rodrigo. El antiguo dicho de "flarto era Castilla pequeo rincn, cuando Amaya era cabeza y Fitero mojn", da a entender la importancia de aquella ciudad y la extensin de Bardulia hasta Fitero, que era el lmite de Navarra.

    Repoblacin y organizacin de las ciudades.-Cuando se reconquistaba una aldea o una ciudad, quedaba al frente de ella un representante del rey. Con la gente que en ella se estableca, se formaba una Junta de vecinos que se llamaba, con el nombre latino Concilio) y que se transform en el castellano COJuejo. Estaba encargado de organizar y administrar sus intereses comunes, generalmente los referentes a las tierras y a los ganados; de la fijacin de las tierras comunales de pastos y bosq ues; del paso de personas Y ganados por las propiedades; del riego; del precio de las labores y de los productos en el mercado; de la vigilancia de las pesas y medidas,. etc. Estas asambleas presididas por el conde o por el obispo, tenan tambin la misin de administrarjusticia.

    Toda ciudad constaba de un casco Central rodeado de huertas, prados y tierras de labor comunes. La categora de la ciudad la determinaban su riqueza, su casero y, sobre todo, el estar cercada de murallas, requisito indispensable

    77

  • para asegurar la tranquilidad Y la normalidad de la vida. Cuando sta era ms completa, era durante la "tregua de Dios", establecida Y vigilada por los tribunales de paz.) que prohiban se pelease de jueves a domingo, ambos inclusive, a no ser contra los musulmanes.

    El condado independiente de Gastil1a.-Del mo'do indi.cado, organiz las ciudades de sUS dominios, a mediados del

    siglo X, uno de los oondes de Castilla, Fern,~ Gon7..lilez., fa

    moso no slo par sus conquistas, sino por sU personalidad Y

    por sus COlllltUUli:s m.lllli,). (; . :l ('Uo consigui so

    meter a los dems condes de la regin y dedararst: UJlUt'

    indepeadiente de Castilla) lo que produjo una tal admira

    cin en torno a su persona, que en adelante se incorpora a

    las figuras legendarias. Sus hazaas se recogieron en el Poema

    de Fernn Gonzlet} escrito en castellano en el siglo XIII por

    un monje del monasterio de Arlanza (Burgos) que se hizo

    eco de las leyendas que corran sobre l, poema que es de los

    ms antiguos Y hermosOS de la literatura espaola.

    A pesar de tanto po.dero, la independencia del condado

    de Castilla dur poco ms de medio siglo

  • de resistencia contra los musulmanes; Y su civilizacin, de tipo carolingio, influy en toda aquella regin, donde an puede apreciarse en el aspecto de los monumentos Y en los caracteres de las dems artes. En la Marca Hispnica espaola, gobernaron despus varios condes a la vez. En d ltimo tercio del siglo IX el conde de Barcelona, Wilfredo el Velloso) agreg a sus territorios los condados de Cenlea y de Gerona, con lo que se hizo el ms importante de todos; y si d lJ llO p:llcSlo a fines del siglo X, el conde de Barcelona, Borrel Il) se neg a reconocer al rey francs de la casa de los Cape tos, que acababa de ser coronado y le siguieron los dems condes de Catalua, que se sometieron a Borrel, quien lleg hasta el Ebro en sus conquistas.

    Corresponde a esta poca un marcada florecimiento de la cultura, fomentada por estos condes que fundaron varios monasterios ramosos, coma el de Ripoll y el de Canig. Fue cantado ste por el poeta moderno cataln Verdaguer en el poema que lleva aquel nombre. Las monjes mantenan estrechas relaciones can los de Francia e Italia, y adems de cultivar las ciencias, las artes, y las letras cultivaban la tierra, casa muy urgente dada la mala situacin econmica del pas.

    XIII

    LOS REINOS CRISTlANOS DEL SIGLO XI AL XII

    Estabilizacin de los territorios y formacin de las lenguas romances.-Este es el perodo en que, como se ha dicha, se acentan los grandes avances de la Reconquista. La diversidad e inestabilidad de los reinos cristianos disminuyen poca a poco, adquiriendo sus lmites una mayor fijeza, du

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    raCion y extenSIn. Se condensan, por una parte, en el de Len y Castilla; par otra, en el de Aragn y Catalua, quedando aparte el de Navarra.

    Acompaa a esta condensacin de reinos uno de los fenmenos ms trascendentales de su historia: la aparicin de nuevas manifestaciones del espritu espaol con la formacin de las lenguas romances y de sus modalidades: el castellano, el cataln, el bable} el gallego, ete., se van diferenciando en el idioma espaol que es, a su vez una transfor-'

    ckl latn rnedieva L El reino de Cast~lla.-Ya se vi que en el reparto del remo

    de Navarra por Sancho el Mayor entreg este rey los territorios de Castilla a su hijo don Fernando, primero de aquel reino. Su carcter guerrero le llev pronto a ensanchar sus dominios, conquistando el reino de Len y territorios del de Navarra, con lo que lleg por el Este al Ebro y, al Tajo, por el Sur y, por el Oeste, a Coimbra, en Portugal. De este modo domin casi la mitad de la Pennsula.

    Los reyes moros de Zaragoza, Toledo, Sevilla y Badajoz, se hicieron tributarios suyos, es decir, le pagaban una cantidad anual a cambio de su proteccin. Con ello no slo dejaban de ser enemigos, sino que constituan un ingreso econmico para el reino.

    Un reino tan floreciente y extenso a fines del siglo XI, se volvi a dividir a la muerte de Fernando l, en tres: el de Castilla, el de Galicia y el de Len. Tras nuevas luchas entre los hermanos, uno de llos, el rey de Len Alfonso VI logr reunirlos otra vez bajo su cetro. Tardaron, sin embargo, bastante, los castellanos en reconocerla como soberano, por sospechar que hubiese infludo en el asesinato de su rey Sancho Il) muerto a traicin mientras tena sitiada la ciudad de Zamora) donde doa Urraca era seora por herencia de su padre. Y no lo reconocieron hasta que, requerido por un caballera castellano, llamado don Rodrigo Diaz de Vivar --conocido comnmente por El Cid Campeador- jur el

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  • rey en la iglesia de SMlta Gadea, de Burgos, su inocencia en el crimen de que se le inculpaba.

    El Cid.-Nacido en Vivar (Burgos) era el prototipo de los caballeros, tanto por sus cualidades morales, entre las que sobresalan la caballero.sidad, la lealtad y la p\edad con el vencido, virtud desconoCida hasta entonces, como por sus dotes guerreras Y por su arrojo. Era llamado "El Campeador" por sus victoriosas campaas. Se puso al servicio de

    Alfon~o VI, despus del acto de Santa Gadea; pero pronto cay en desgr

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    Hos contornos, entregndoles tierras y casas. Di un fuero distinto para cada grupo y distintas leyes, siendo la de los mozrabes la misma de los visigodos, es decir, el citado "Libro de los]uicios", que al traducirse al espaol se llam Fuero Juzgo.

    Nombr arzobispo de Toledo a un monje cluniacense de los que fueron a establecerse en la ciudad y el Papa Urbano II le confirm como "Primado de todas las Espaas", categora que conserva desde entonces la Sede de fuledo_ ImpLtnt un 1 , de mutua TCllcr::mci; qnc slr

    se alter durante una ausencia suya, al ser arrojados los musulmanes de una de sus mezquitas para dedicarla al culto catlico. Este hecho indign al rey a su regreso, logrando con discrecin restablecer la paz entre sus sbditos de ambos sectores religiosos.

    La manifestacin ms brillante de estas caractersticas del espritu espaol de la poca era el grupo de sabios musulmanes que, perseguidos por los almorvides y por los almohades, se haban albergado en Toledo, en donde el rey los acogi generosamente y fund con ellos la famosa Escuela de Traductores. Tradujeron al castellano las obras ms notables de la cultura rabe y de la antigedad clsica; y los sabios cristianos, como los rabes, utilizaban para sus trabajos, lo mismo fuentes cristianas que musulmanas, colaborando algunos eclesisticos con ellos.

    El rito mozrabe.-Lo mismo que los mozrabes de Toledo conservaron sus leyes, se le permiti conservar el rito mozrabe, establecido por San Isidro y algo diferente del romano, difundido ya por toda Espaa. Se di orden de que se impusiese tambin en Toledo; pero los mozrabes se negaban y, por fin, pidieron se sometiese el asunto al juicio de Dios y al duelo personal, como era costumbre para resolver las dudas y pletos. Triunf en el duelo el campen mozrabe; y, al echar a la hoguera los dos misales para someterlos a la prueba del fuego, se quem antes el misal romano, lo que supona que deba prevalecer el mozrabe;

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    sin embargo, por presiones del Papa y de los monjes, fue el misal romano el que se impuso, aunque se le concedi a r Toledo el privilegio de poder celebrar la misa con el rito mozrabe en algunas iglesias, entre ellas en la catedral, donde an se sigue practicando en la capilla moz